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Minuta octubre 26 de 2018

Al iniciar la sesión, los seminaristas propusieron como preliminar describir brevemente la


distinción entre physis y nomos, con el motivo de dilucidar el sentido de lo que en la
conversación entre Sócrates y Pericles se insinúa como un cierto tipo de esperanza. En la
esfera de la physis se encuentra aquello que no se puede alterar según los deseos y
designios del hombre, lo que se hace patente, lo que no puede ser de otra manera, aunque,
en ocasiones, la naturaleza pueda servir para la realización de designios ajenos a ella; en
ésta se encuentra, pues, lo que es necesario. Por otro lado, el reino de la ley, del nomos, se
nos presenta a menudo diametralmente opuesto, es decir, como aquello que parece darse
según deseos y designios del hombre, lo que no es evidente, lo que puede ser de otra
manera; aunque, siendo de esta naturaleza, presuponga la necesidad en cierto sentido. Y,
sin embargo, es en ésta dimensión donde parecer surgir la posibilidad de la libertad. Han
apuntado los seminaristas que tener clara esta distinción es lo que fundamenta la esperanza,
reconocer lo equívoco de las acciones, su relativa libertad en contraste con las leyes
naturales, es lo que funda a ésta como posibilidad de lo extraordinario, de la praxis
extraordinaria.
A partir de esto, se tomaron en cuenta los siguientes elementos para la interpretación
del texto de Jenofonte. 1) El orden (la dirección) de la praxis no es fijo, presupone la libertad
en el sentido antes expuesto y como posibilidad de la deliberación.2) la praxis, al
desenvolverse en la esfera del nomos, es oscura respecto a sus alcance y efectividad. 3) La
conversación de Pericles y Sócrates gira en torno a la posibilidad de restauración del
régimen ateniense si se gana en la guerra del Peloponeso. 4) Jenofonte escribe esta
conversación después de que Atenas perdiera irremediablemente ésta guerra y, con ello, la
posibilidad de restauración. Se planteó la pregunta: ¿Por qué decide escribir esto Jenofonte
si ya sabe de antemano el resultado? Se respondió dando la siguiente propuesta de
interpretación: Sócrates tiene claro la distinción antes expuesta, sabe que no tiene un
conocimiento necesario sobre los hechos políticos y bélicos. Sin embargo, reconoce la
necesidad de lo político y de la actividad política porque en ella es posible la libertad de la
praxis y, en última instancia, la libertad de la ciudad. Siendo consciente de esto, utiliza la
retórica para infundir valor en Pericles. Jenofonte, en cierto sentido, escribe esto para
demostrar que, frente a esta situación, Sócrates no pudo haber hablado de otra manera con
Pericles, el modo de dirigirse hacia él es lo único que pudo haber hecho un ciudadano
decente. Han señalado los seminaristas que, bajo esta interpretación, es posible establecer
una relación entre Maquiavelo, Platón y Jenofonte, debido a que estos tres filósofos estarían
de acuerdo en que, bajo circunstancias extremas (como en la guerra) es posible la
suspensión de lo verdadero y lo falso como contraposición, que la mentira es válida y que se
impone la obligación de un discurso retórico efectivo que estimule el thymos.
Planteada esta interpretación, los seminaristas hemos querido ahondar en algunas
distinciones. La primera es la diferencia que se puede encontrar entre el modo de hablar del
filósofo y del retórico: se ha dicho que el uso de la retórica por parte del filósofo parte de la
necesidad de la política, su amoralidad en la elección de los medios está justificada, pues en
una situación de alto riesgo también existiría una suspensión de la justicia. Por otro lado, la
elección de los medios por parte del retórico no parte de la claridad de la necesidad política;
la manera en la que se les retrata comúnmente es como extranjeros, en este sentido, como
a-políticos; la elección de sus medios es moralmente reprobable, pues pueden hacer uso de
la retórica para engañar de modo arbitrario. La segunda distinción que se hizo fue entre el
filósofo y el “buen general”, o, al menos, el general que es consciente de la necesidad de la
política: aquí, la diferencia parte de la naturaleza del thymos de cada uno y del modo en el
que lo estimulan. El general o el militar es en algún modo consciente de la necesidad política,
pero su thymos es influenciable, puede ser estimulado con recursos retóricos, musicales o,
en la actualidad, farmacéuticos, mientras que el del filósofo es estimulado por la claridad de
la reflexión, del modo en que es consciente de su deber como ciudadano. Por otro lado, la
naturaleza del thymos del general o militar, lo hace ser arrojado por la gloria que le reportarán
sus acciones, mientras que la del filósofo le dota de cierta sabiduría práctica.(Bajo estas
distinciones sería pertinente reconsiderar la naturaleza del beneficio del filósofo pues, en la
medida en que distingamos cómo beneficia exactamente se podrá llevar a cabo la apología
de la filosofía).
Respecto a esto último, hacia el final de la sesión, se planteó el problema de ¿Cómo
se relaciona la claridad de la teoría general, el cálculo, y la oscuridad del thymos, de la
apertura a cierto tipo especial de sabiduría? Se clarificó, por lo mientras, que lo que capta el
thymos es la comprensión de la necesidad política en un caso límite y la oportunidad de
actuar, mientras que el cálculo de la teoría general no serviría en este caso límite, pues no
puede reconocer el modo de actuar ni estimular el thymos de alguien.
Se aclararon también algunas cosas sobre la relación entre el filósofo y la guerra. Se
dijo que, en la medida en que el filósofo se considerara perteneciente a una comunidad, es
más probable que éste acuda a la guerra, empero, no por los honores que sus acciones le
reporten, sino por su comprensión de la necesidad de la política y la actividad política.
Finalmente, se ha dado pie a la lectura del siguiente capítulo, la conversación de
Sócrates con Glaucón. Si en la presente lectura se ha apuntado al carácter oscuro del
thymos, y la apertura que éste hace a la comprensión de la necesidad de la política, y la
suspensión por parte del filósofo de la justicia y la verdad al elegir sus medios en una
situación extrema, en la siguiente lectura, se comentó, se intentará aclarar el carácter
pedestre/terrenal del administrador que apunta a que no todo vale en una situación límite.

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