Al iniciar la sesión, los seminaristas propusieron como preliminar describir brevemente la
distinción entre physis y nomos, con el motivo de dilucidar el sentido de lo que en la conversación entre Sócrates y Pericles se insinúa como un cierto tipo de esperanza. En la esfera de la physis se encuentra aquello que no se puede alterar según los deseos y designios del hombre, lo que se hace patente, lo que no puede ser de otra manera, aunque, en ocasiones, la naturaleza pueda servir para la realización de designios ajenos a ella; en ésta se encuentra, pues, lo que es necesario. Por otro lado, el reino de la ley, del nomos, se nos presenta a menudo diametralmente opuesto, es decir, como aquello que parece darse según deseos y designios del hombre, lo que no es evidente, lo que puede ser de otra manera; aunque, siendo de esta naturaleza, presuponga la necesidad en cierto sentido. Y, sin embargo, es en ésta dimensión donde parecer surgir la posibilidad de la libertad. Han apuntado los seminaristas que tener clara esta distinción es lo que fundamenta la esperanza, reconocer lo equívoco de las acciones, su relativa libertad en contraste con las leyes naturales, es lo que funda a ésta como posibilidad de lo extraordinario, de la praxis extraordinaria. A partir de esto, se tomaron en cuenta los siguientes elementos para la interpretación del texto de Jenofonte. 1) El orden (la dirección) de la praxis no es fijo, presupone la libertad en el sentido antes expuesto y como posibilidad de la deliberación.2) la praxis, al desenvolverse en la esfera del nomos, es oscura respecto a sus alcance y efectividad. 3) La conversación de Pericles y Sócrates gira en torno a la posibilidad de restauración del régimen ateniense si se gana en la guerra del Peloponeso. 4) Jenofonte escribe esta conversación después de que Atenas perdiera irremediablemente ésta guerra y, con ello, la posibilidad de restauración. Se planteó la pregunta: ¿Por qué decide escribir esto Jenofonte si ya sabe de antemano el resultado? Se respondió dando la siguiente propuesta de interpretación: Sócrates tiene claro la distinción antes expuesta, sabe que no tiene un conocimiento necesario sobre los hechos políticos y bélicos. Sin embargo, reconoce la necesidad de lo político y de la actividad política porque en ella es posible la libertad de la praxis y, en última instancia, la libertad de la ciudad. Siendo consciente de esto, utiliza la retórica para infundir valor en Pericles. Jenofonte, en cierto sentido, escribe esto para demostrar que, frente a esta situación, Sócrates no pudo haber hablado de otra manera con Pericles, el modo de dirigirse hacia él es lo único que pudo haber hecho un ciudadano decente. Han señalado los seminaristas que, bajo esta interpretación, es posible establecer una relación entre Maquiavelo, Platón y Jenofonte, debido a que estos tres filósofos estarían de acuerdo en que, bajo circunstancias extremas (como en la guerra) es posible la suspensión de lo verdadero y lo falso como contraposición, que la mentira es válida y que se impone la obligación de un discurso retórico efectivo que estimule el thymos. Planteada esta interpretación, los seminaristas hemos querido ahondar en algunas distinciones. La primera es la diferencia que se puede encontrar entre el modo de hablar del filósofo y del retórico: se ha dicho que el uso de la retórica por parte del filósofo parte de la necesidad de la política, su amoralidad en la elección de los medios está justificada, pues en una situación de alto riesgo también existiría una suspensión de la justicia. Por otro lado, la elección de los medios por parte del retórico no parte de la claridad de la necesidad política; la manera en la que se les retrata comúnmente es como extranjeros, en este sentido, como a-políticos; la elección de sus medios es moralmente reprobable, pues pueden hacer uso de la retórica para engañar de modo arbitrario. La segunda distinción que se hizo fue entre el filósofo y el “buen general”, o, al menos, el general que es consciente de la necesidad de la política: aquí, la diferencia parte de la naturaleza del thymos de cada uno y del modo en el que lo estimulan. El general o el militar es en algún modo consciente de la necesidad política, pero su thymos es influenciable, puede ser estimulado con recursos retóricos, musicales o, en la actualidad, farmacéuticos, mientras que el del filósofo es estimulado por la claridad de la reflexión, del modo en que es consciente de su deber como ciudadano. Por otro lado, la naturaleza del thymos del general o militar, lo hace ser arrojado por la gloria que le reportarán sus acciones, mientras que la del filósofo le dota de cierta sabiduría práctica.(Bajo estas distinciones sería pertinente reconsiderar la naturaleza del beneficio del filósofo pues, en la medida en que distingamos cómo beneficia exactamente se podrá llevar a cabo la apología de la filosofía). Respecto a esto último, hacia el final de la sesión, se planteó el problema de ¿Cómo se relaciona la claridad de la teoría general, el cálculo, y la oscuridad del thymos, de la apertura a cierto tipo especial de sabiduría? Se clarificó, por lo mientras, que lo que capta el thymos es la comprensión de la necesidad política en un caso límite y la oportunidad de actuar, mientras que el cálculo de la teoría general no serviría en este caso límite, pues no puede reconocer el modo de actuar ni estimular el thymos de alguien. Se aclararon también algunas cosas sobre la relación entre el filósofo y la guerra. Se dijo que, en la medida en que el filósofo se considerara perteneciente a una comunidad, es más probable que éste acuda a la guerra, empero, no por los honores que sus acciones le reporten, sino por su comprensión de la necesidad de la política y la actividad política. Finalmente, se ha dado pie a la lectura del siguiente capítulo, la conversación de Sócrates con Glaucón. Si en la presente lectura se ha apuntado al carácter oscuro del thymos, y la apertura que éste hace a la comprensión de la necesidad de la política, y la suspensión por parte del filósofo de la justicia y la verdad al elegir sus medios en una situación extrema, en la siguiente lectura, se comentó, se intentará aclarar el carácter pedestre/terrenal del administrador que apunta a que no todo vale en una situación límite.