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A favor y en defensa de la vida humana

HUMANAE VITAE.

San Pablo VI (1963-1978) en la hora conciliar contemporánea asumió el reto de


pronunciar la doctrina más fiel a la tradición de la Iglesia desde la antropología cultural
cristiana. Para él era un tema indiscutible. No aceptaba rebajas ni adiciones al mismo.

El Papa del Diálogo sabia del peligro para la humanidad de convertir la doctrina moral
de la Iglesia en el resultado de una deliberación influenciada por las corrientes
unionistas del placer momentáneo infértil, de un feminismo denigrante del rol de la
mujer esposa y madre y el ataque de las industrias anticonceptivas internacionales.

Junto al tema de las causas antievangélicas de la miseria material, el celibato sacerdotal,


la Tradición de la Iglesia, la evangelización misionera y el diálogo teológico, la apertura
a la vida desde el matrimonio cristiano fue su caballo de batalla para renovar la vida de
la Iglesia y animar cristianamente el mundo.

Confluyó el verano revolucionario francés con la fecha de publicación de la encíclica


Humanae Vitae del 25 de junio de 1968. La reacción de repelerse ambas posturas
contrarias fue el estadillo de un ataque frontal contra la persona del papa San Pablo VI,
pero esto no amínalo su mensaje apostólico profético.

Muy llana y profunda a la vez, posible de entender por todos, en cinco puntos se
compendia la carta magna de la vida humana cristiana, la Humanae Vitae:

1. Es competencia del Magisterio de la Iglesia, y por ende, del Romano Pontífice,


hacer el planteamiento teórico de acuerdo a la naturaleza humana, la verdad y la
revelación cristiana todo lo concerniente a la unión del hombre y la mujer como
medio original, único y perenne para traer la vida humana al mundo.

2. Es voluntad de Dios y propio de la naturaleza humana, correspondiente a su ser


mas intimo, la unión conyugal del hombre y la mujer.
3. La recta ordenación de la propagación humana demanda de la disponibilidad
total del acto conyugal de los esposos de traer al mundo nuevos hijos.

4. La esterilización directa y los sistemas anticonceptivos son ilícitos en sí mismos.


Mientras que el recurso de la intimidad del matrimonio en los periodos
infecundos de la mujer para espaciar los hijos por motivos realmente serios es
licito. De manera indirecta por motivos de enfermedad cuando se acude a
tratamientos para la curación de la misma es lícito.

5. El matrimonio ha de educarse generosamente en la apertura a la vida y en el


cultivo de periodos de castidad.

Hagamos lectura pausada del texto referido.

Padre Manuel Antonio García Salcedo.


Lic. Teología histórica (Universidad de Navarra - UNAV)
Master Doctrina Social de la Iglesia (DSI) (Universidad Pontifica de Salamanca Madrid -
UPSAM)
Licenciado Dialogo teológico ecuménico, interreligioso e intercultral (Instituto de Ciencias
Religiosas de Barcelona - ISCREB)
Doctorando San Pablo VI (Universidad Pontificia de Salamanca UPSA)
Doctorando Historia civil (Atlantic Internacional University - AIU)
Doctorando Pneumatologia ( Instituto Teológico FIET)

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