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CAPÍTULO SEGUNDO

La primitiva Comunidad: de Jerusalén a Antioquía

La brillante operación de policía realizada entre las autoridades judías del


Templo de Jerusalén con la colaboración de las autoridades romanas de
Palestina fue un gran suceso. Entre los días 6 y 7 de abril del año 30 de
nuestra era fue condenado a muerte el llamado «agitador» Jesús de Nazareth.
Sus seguidores pusieron una muy escasa resistencia, casi ninguna debido a la
gran dispersión que se produjo luego del arresto de Jesús de Nazareth. La
sentencia de muerte fue realizada inmediatamente para que las fiestas de la
Pascua judía pudieran realizarse sin ningún problema.
Posteriormente a estos acontecimientos se produjeron algunos episodios
que mostraban un intento de desarrollo del movimiento comenzado por el
condenado a muerte. Muchos de sus seguidores afirmaban que el Maestro se
les había aparecido, y les había dicho que comenzaran a poner en obras sus
enseñanzas. Las apariciones fueron por una parte a Pedro, y luego a los
llamados «Doce» y posteriormente a un grupo de alrededor de 500 hermanos.
También hay noticias de que se apareció a Santiago, llamado «el hermano del
Señor» y a los «apóstoles» termino que se aplicaba a los dirigentes de éste
movimiento. Esta serie de apariciones y de envíos a la misión tenía a los ojos
de los discípulos una importancia capital, y esto lo podemos ver en un elenco
de acontecimientos inseridos en una confesión de fe citada por Pablo, hacia el
año 50, y que quizás provenga del año 301.
Los relatos que tratan de estas apariciones, son en su gran mayoría relatos
legendarios escritos posteriormente al año 50, y por mucho tiempo diferidos
por respeto al mysterium tremendum del encuentro de un simple hombre con
un ser celestial. Esto quiere decir que no se ha podido encontrar nada para
datar o para localizar las apariciones. La misma cosa podríamos decir de los
relatos del descubrimiento de la tumba vacía por parte de algunas mujeres,

1
1 Cor. 15, 5-7.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 2

seguidoras de Jesús, poco después de la crucifixión2. Estos relatos más


antiguos que el de las apariciones, especialmente porque constituían la
primitiva conclusión de los relatos de la pasión de Jesús, que se pueden datar
hacia fines del año 30. Volviendo a los relatos de la resurrección de Jesús que
nos conducen hacia una afirmación fuerte, que fue quitada de las confesiones
de fe, por un desprecio generalizado en la época que se tenía hacia las
mujeres3. Si bien el evangelista Mateo le da gran importancia, a la custodia
del sepulcro4 ordenada por las autoridades judías y romanas, por temor de que
los discípulos de Jesús se robaran su cuerpo, es poco probable que los jefes
del Sanedrín y Poncio Pilato se hayan preocupado por estas habladurías.
No encontramos alguna razón para pensar, que tanto las autoridades judías
como romanas, estuvieran preocupadas por la reunión de los discípulos
dispersos en Jerusalén, y su posterior establecimiento en la ciudad donde
había muerto su Maestro. De lo contrario hubieran sido vigilados muy
estrechamente por la guardia del Templo, por el Sanedrín de Jerusalén o por
el ejército romano asentado en la misma ciudad. Por otra parte, estos
seguidores de Jesús se habían mostrado poco combatientes cuando su
Maestro fue arrestado. Por lo tanto las autoridades no los consideraban una
amenaza para el orden público, y pensaban que sin un jefe el movimiento se
dispersaría.

1. La comunidad de Jerusalén hasta la muerte de Santiago


Es llamativa la actitud de los discípulos de Jesús, que querían alejarse de
los territorios de la Galilea, lugar donde la muchedumbre había recibido muy
bien a Jesús y sus enseñanzas, para establecerse en Jerusalén lugar de la
catástrofe que había destruido sus esperanzas iniciales de ver el triunfo de su
Maestro. ¿Por qué esta actitud? La razón esencial es quizás la convicción de
que Cristo estaba por volver muy pronto sobre la tierra para triunfar sobre
toda oposición y establecer el Reino de Dios5. Este retorno de Jesús no podía
realizarse en otro lugar que no fuera en el Templo de Jerusalén, donde los
discípulos debían dirigirse para atenderlo. Otro motivo de esta elección era el
hecho de que la Ciudad Santa atraía a muchos peregrinos en las fiestas que
2
Mt. 28,1-8; Mc. 16,1-8; Lc. 24,1-11; Jn. 20, 1-2, 11-13.
3
Lc. 24, 11.22-24; Mc. 16,8
4
Mt. 27, 11. 22-24 y Mt. 28, 11-15
5
Hch. 1, 5-6
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 3

venían de la Palestina y de la Diáspora, sin hablar de todos aquellos judíos,


que se establecían en esta ciudad, para vivir su ancianidad proveniente de las
más diversas regiones6. Jerusalén era el lugar ideal para predicar un mensaje
que habría rápidamente alcanzado «los extremos de la tierra», en lugar de
permanecer confinado en las zonas rurales de la Galilea.
Los discípulos galileos para establecerse en Jerusalén, habían roto los
últimos lazos que los tenían unidos a su familia y a su propio lugar de origen.
Los discípulos habían vendido sus bienes, a favor de una caja en común y
una vida «comunitaria» en la que los primeros capítulos de los Hechos de los
Apóstoles nos ofrecen una descripción muy vaga. Ellos residían en casas
privadas, probablemente en pequeños grupos, donde comían y se reunían
para hacer la oración en el Templo, lugar donde también recibían la
formación doctrinal por parte de sus dirigentes.
Nos podemos preguntar si en estas comunidades no había un grupo de
«santos» que reunía a los fieles provenientes de la Galilea alrededor de los
Doce, «de algunas mujeres, de María la madre de Jesús y de los hermanos de
éste»7. El libro de los Hechos nos habla de unas 120 personas, que no es nada
inverosímil, a diferencia del número exagerado: «y se les unieron aquel día
unas tres mil personas» que nos trae el mismo libro luego del relato de una
conversión en masa8. A este grupo podríamos agregar los conversos
jerosolimitanos que aceptaban de vender sus propios bienes para confiar
completamente su suerte a la comunidad de los hermanos, como lo hizo el
levita Bernabé9. La dramática leyenda de Ananías y Safira hace pensar que un
semejante gesto (la venta de su propiedad a favor de la comunidad) confería a
aquellos que los cumplían un gran prestigio y un puesto privilegiado en la
comunidad. Por esto, todo fraude realizado para asegurarse un beneficio
financiero, mientras era admitido como parte de la comunidad, asumía una
connotación de escándalo intolerable que Dios castigaba inmediatamente.
La primitiva comunidad de Jerusalén habría tenido una estructura de tres
niveles diferentes: una base relativamente amplia que era como una suerte de
«tercera orden» que vivía en el mundo, pero que se sometía a los ejercicios

6
Hch. 2, 5-11.
7
Hch. 1, 13-14.
8
Hch. 2, 41.
9
Hech. 4, 36-37
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 4

de piedad con gran esmero. Un grupo constituido de «santos» que habían


renunciado a toda autonomía material para consagrarse íntegramente a la
oración. Finalmente otro grupo dirigente, el llamado de los Doce, calificados
como apóstoles por el autor del libro de los Hechos, que eran los
administradores de la Caja en Común y al mismo tiempo encargados de las
relaciones externas, bajo la guía de Pedro. Este último grupo, con seguridad
fue constituido por el mismo Jesús para representar a las doce tribus de
Israel, estaba reducido a once miembros a causa de la traición y muerte de
Judas. Sorprende que la primera decisión de la comunidad de discípulos
reunidos en Jerusalén, haya sido con el fin de completar el número de los
Doce, dando a entender que no se podía realizar la misión personal sin antes
dejar bien establecido el número original querido por su Maestro. Por otra
parte podemos notar, que una vez muerto Santiago, llamado el «hermano del
Señor», y expulsado Pedro de Jerusalén, ni los apóstoles y ni los Doce,
desarrollan un rol importante en la vida interna de la comunidad de
Jerusalén10.

a) ¿Una influencia de los esenios en la primitiva comunidad?


El hecho de que en la primitiva comunidad de Jerusalén se manifieste la
idea de una conducción de los Doce, y que se recurriera a un «sorteo» para
designar el sustituto de Judas Iscariote, nos hace pensar en un modus
operandi semejante a la comunidad de Qumran. Las comunidades esenias
tenían una dirección espiritual a cargo de un grupo de «doce» hermanos y
tres sacerdotes, y el sorteo era utilizado para las decisiones importantes, entre
las que se encontraban la designación de los cargos más importantes de la
comunidad.

Según el programa de la comunidad, (habrá) doce hombres y tres sacerdotes,


perfectos en toda revelación en dependencia de toda la ley, (destinados) a
practicar la verdad, la justicia, el derecho, la equidad, el amor de benevolencia y
la modestia de conducta cada uno con su prójimo, a conservar la fidelidad en el
país con firme inclinación y espíritu contrito, y a expiar la iniquidad, practicando
el derecho y sufriendo la angustia de la purificación por el fuego, y a caminar
con todos en la virtud de verdad y según la norma del tiempo11.

10
Hch. 12, 1-17
11
1 QS VIII (Reglas de la Comunidad). Citado por JEAN POUILLY, Qumran,
Documentos en torno a la Biblia, Nº 19
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 5

Así como la estructura organizativa de la Comunidad primitiva era a tres


niveles, con un núcleo de santos que ponían todo en común, y una base que
se asemeja a una especie de tercera orden, estos elementos nos hace recordar
a Qumrán. Otras de las afinidades que podemos encontrar entre las dos
comunidades es lo referente a poner los bienes personales en común. El
episodio de Ananías y Safira (Hch 5, 1-11) y su posterior punición puede
relacionarse en este punto con la práctica esenia:

Y [he aquí] las reglas de los rabbim para atender a sus necesidades: el salario de
dos jornadas por mes, por los menos, lo pondrán en manos del intendente y de
los jueces. Estos darán una parte a los [huérfanos]; con otra robustecerán la
mano del pobre y del desvalido y del anciano que se muere y del hombre que
está fugitivo y del que está cautivo en una nación extranjera y de la virgen que
no tiene redentor y de la joven que nadie busca en matrimonio 12.
En la Regla de la comunidad de Qumrán, el delito de fraude es objeto de
severas sanciones. Es incluso el primer delito mencionado en el código
penitencial: «he aquí las reglas por las que se juzgará, a petición de la
comunidad, según los casos: Si entre ellos hay uno que miente en materia de
bienes y lo hace conscientemente, que se le excluya de las purificaciones de
los rabbim durante un año, y que se prive de un cuarto de su ración
alimenticia»13. El castigo aplicado es diferente en las dos comunidades
religiosas, según el libro de los hechos de los Apóstoles, el pecado de
Ananías y Safira, fue una mentira a Dios y al Espíritu Santo, y esta antítesis
entre Satanás – Espíritu Santo nos recuerda ese dualismo qumriano. De esta
manera, tanto en las comunidades esenias como en la Iglesia primitiva, no se
podía tolerar un pecado contra los bienes en común ya que comprometía
gravemente el equilibrio de la comunidad.
Otra de las posibles influencias de la comunidad esenia sobre la Iglesia
primitiva de Jerusalén fue el estudio de las Escrituras y de la meditación
sobre la obra de Dios en el mundo. Los discípulos de Jesús se encontraban
frente a un enorme problema: de interpretación y explicación de los
extraordinarios acontecimientos que habían vivido: la muerte y resurrección
de su maestro, el vivir en una comunidad que trasmitía un mensaje de
salvación. Los seguidores de Jesús con poca preparación intelectual y sin una
formación rabínica, debían explicar y convencer a sacerdotes muy cultos, y a
12
CD XIV (Documento de Damasco) en J. POUILLY, 108
13
1 QS VI (Reglas de la Comunidad) en J. POUILLY, 32
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 6

los miembros de la dirigencia judía, muy seguros de su propia superioridad


en relación con éstos Galileos sencillotes.
Los discípulos de Jesús encontraron en los esenios, enérgicos
contestatarios del orden constituido, y por mucho tiempo dedicados al estudio
y a la interpretación de las Sagradas Escrituras, una solución para hacer
accesible en la cultura judía la persona de Jesús y su mensaje. La primitiva
comunidad de Jerusalén tomo para si misma, el modo propio que tenían los
esenios de leer los Libros Santos, en especial los textos de los profetas. La
Iglesia primitiva al igual que los esenios, han aplicado las profecías bíblicas a
su propia situación contemporánea:

La exégesis que se practicaba en Qumrán resulta un poco desconcertante para un


espíritu moderno, ya que no pretende precisamente ser un comentario literal,
sino que da lugar muchas veces a glosas edificantes o a una actualización de los
textos en función de los acontecimientos vividos por la secta14.
Los seguidores de Jesús, han encontrado en los profetas y en los salmos
como una predicción de la vida, de la muerte y de la resurrección de Jesús.
Con respecto a la cristología, donde hay una tradición subyacente en los
Evangelios y en los discursos misioneros de los Hechos de los Apóstoles, una
multiplicidad de títulos aplicados al mismo Jesús que posiblemente los
esenios habían puesto en la persona del Maestro de Justicia o de personajes
escatológicos. Los títulos utilizados eran Cristo, traducción griega de Mesías;
Señor, título que se refería sólo a Dios y ahora aplicado también a Jesús;
Nazareno, quizás unido a una raíz judía que hace referencia al rol mesiánico
de Jesús; Siervo de Dios, como en el cántico del Deutero-Isaías; Santo y
Justo; Príncipe de la vida; Hijo de Dios; Hijo del Hombre; Hijo de David;
Maestro, etc. La aplicación de estos títulos cristológicos, es una forma, un
poco desordenada de utilizar todo el material disponible en la cultura esenia
para definir mejor la función de Jesús. Las generaciones sucesivas del
cristianismo pondrán un poco de orden a esta proliferación de títulos
cristológicos.
Para finalizar una advertencia que la tomamos del padre Benoît 15. Luego de
la publicación de los primeros manuscritos de Qumrán algunos historiadores
no tuvieron reparo en afirmar que el cristianismo dependía del esenismo,
14
J. POUILLY, 98.
15
P. BENOÎT, «Qumrân et le Nouveau Testament», en Exégèse et Theologie, III. París
1968, 385
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 7

descubriendo analogías entre éste movimiento y el ambiente


neotestamentario. Leer los textos de Qumrán «con ojos cristianos» puede ser
un método bastante peligroso. Bajo esta falsa visión ciertas ideas o
expresiones todavía puramente judías se ven cargadas con nuevos sentidos
que no recibieron hasta después de la obra de Cristo.
Conviene pues ser muy prudentes a la hora de buscar comparaciones entre
los escritos de Qumrán y los del Nuevo Testamento. Las analogías entre las
dos comunidades religiosas pueden provenir de un fondo común, del que
bebieron los autores del Nuevo Testamento. Otra hipótesis podría ser que
algunos miembros judíos de la Iglesia primitiva hayan tenidos tendencias o
relación con la comunidad esenia, contribuyendo a que la comunidad
cristiana primitiva utilizara ciertas tradiciones provenientes de su ambiente de
origen.

b) La vida de la comunidad cristiana primitiva


La reconstrucción de la vida de la comunidad cristiana primitiva se ve
dificultada por dos aspectos: 1) las lagunas existentes en las fuentes, 2) la
total dependencia que tenemos con respecto al libro de los Hechos de los
Apóstoles. La exégesis histórico – crítica nos da noticias de cuántas fuerzas
existentes en el cristianismo primitivo quedan sin expresarse en el Nuevo
Testamento a través de los testimonios propios. El ambiente judeo-cristiano
es visto sólo desde una perspectiva: el de la Iglesia que impulsa la misión
dirigida a los paganos. El Nuevo Testamento sólo tiene escritos en griego.
Hacer comenzar el cristianismo sólo con la fe pascual de la Iglesia y con su
experiencia del Espíritu en Pentecostés no sólo es injusto respecto a la visión
de los evangelios, sino también del movimiento mesiánico que Jesús había
encendido en Israel con su anuncio del Reino de Dios. En este contexto
podríamos decir que los judíos-cristianos procedentes de la diáspora, y de
lengua griega, recibieron una mayor atención en el libro de los Hechos de los
Apóstoles, que sus hermanos en la fe de más antiguo arraigo en Jerusalén y
de lengua aramea-hebrea, que mantuvieron un mayor contacto con la
tradición judía, especialmente en el culto: el Templo y la Circuncisión. El
líder de este grupo «judío-cristiano» era Santiago llamado «el hermano del
Señor» que no debemos confundir con los dos apóstoles del mismo nombre.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 8

El libro de los Hechos de los Apóstoles no habla mucho de él, quizás porque
Lucas presenta el punto de vista de Pablo 16 dejando de este modo en las
penumbras lo que constituía la parte más importante de la Iglesia primitiva de
Jerusalén. Como dirá Daniélou

Ello se debe a que Lucas presenta el punto de vista de Pablo. Y es un hecho que
Pablo siempre tuvo divergencias con el partido de Santiago (Gál. 2,12). Como,
además este partido desapareció definitivamente después del año 70, no es
extraño que su recuerdo terminara por borrarse. Pero semejante olvido falsea la
historia de los orígenes cristianos. La influencia dominante durante las primeras
décadas de la Iglesia corre a cargo de Santiago y de la Iglesia Judío-cristiana de
Jerusalén17
No sabemos si el grupo de los Doce hayan llevado una vida totalmente
cenobítica18 y si los líderes de la comunidad que son llamado Santos vivían en
una misma casa. Los fieles cristianos por su parte vivían en casas privadas,
donde se reunían para «partir el pan» todos los días. Esta comida fraterna
quizás fuera de carácter sacro, pero no podemos hablar todavía de la
Eucaristía que practicaron los cristianos más tarde. Las reuniones en las casas
de los fieles cristianos contaban con una especie de enseñanza de la doctrina,
y de diversas oraciones, impartidas por los jefes de la comunidad19. Por otra
parte los Apóstoles –que en ciertos lugares se confundían con los llamados
Doce- subían al Templo para cumplir con las horas de la oración judía «tarde,
mañana y mediodía». Allí predicaban a la muchedumbre y acompañaban su
mensaje con milagros y curaciones, que les daba una gran autoridad y
prestigio delante del pueblo20. A pesar de la hostilidad de los jefes del Templo,
se había establecido una cierta tolerancia, porque la predicación apostólica
era de carácter pacifico y sin disturbios.
En el período de las fiestas judías más importantes, donde las grandes
multitudes de peregrinos acudían a Jerusalén y al Templo, los Apóstoles
buscaban transmitir a la muchedumbre el mensaje de Jesús y su Reino.
Llama la atención que el Libro de los Hechos no haga mención de esta
situación. Con el correr del tiempo muchos de estos peregrinos se habían
convertido al cristianismo, y por lo tanto no participaban de las fiestas judías
16
Lucas ha utilizado unas tradiciones procedentes de los sadocitas convertidos y por
otra de los helenistas, ambas contrarias a la corriente judía del cristianismo.
17
DANIÉLOU, J., Nueva Historia de la Iglesia I, 49
18
CENOBITA, viene de Koinos bios, vida en común; designa al que lleva una vida
común organizada.
19
Hch. 2, 42-46.
20
Hch. 5, 12-16.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 9

en el Templo, sino que al llegar a Jerusalén buscaban encontrarse con los


miembros de la Comunidad cristiana y sus jefes. Los peregrinos,
naturalmente querían celebrar con la comunidad cristiana, su propia fiesta,
cosa que no era posible ni en el Santuario ni en la casa de los fieles cristianos
de Jerusalén. Por lo tanto es casi seguro que estas celebraciones se realizaran
en los lugares del martirio de Jesús, al aire libre con la lectura o recitación de
la pasión del Señor21. Es importante destacar que este relato haya sido escrito
hacia el año 30, y el hecho de que vaya acompañado con una mención de la
última Cena de Jesús con sus discípulos, hace pensar que esta celebración fue
acompañada por una comida simbólica, y podríamos estar ante una primera
forma de la Eucaristía.
Si debemos creer en los primeros capítulos del Libro de los Hechos de los
Apóstoles, la práctica del Bautismo como rito de iniciación, era propuesta a
todos aquellos que reconocían a Jesús como el Mesías esperado por Israel. El
Bautismo, es decir, el acto de sumergirse o de ser sumergido en el agua, no es
una creación cristiana. Esta práctica la realizaban numerosas sectas judías en
tiempos de Jesús para la admisión de los prosélitos 22. Al valor tradicional de
la conversión y purificación añaden un significado diverso: un renacimiento
por medio del Espíritu. Este Bautismo se hacía en el «nombre de Jesucristo»
y está estrechamente emparentado con el bautismo realizado por Juan
Bautista. Otro aspecto a destacar en este período de la Iglesia primitiva, es
también su estrecha relación con la comunidad esenia, en sus prácticas
comunes como la sagrada Cena comunitaria y el bautismo de purificación,
nos hacen caer en la cuenta cómo los discípulos de Jesús son deudores de los
esenios.
La guía de la comunidad de Jerusalén estaba en mano de Simón de
sobrenombre «Pedro» en compañía de Juan. Pedro aparece como el jefe de la
comunidad y su autoridad se extendía también hacia las pequeñas
comunidades fundadas en Palestina: Samaría, Lida y Jafa 23. Este primado de
21
Estos relatos de la pasión tendrían el mismo sentido que les daba el libro de Ester en
ocasión de la celebración de la fiesta de los Purim (Ester 9, 17-32): una afirmación de la fe
en Dios, que había otorgado protección a su pueblo. Al mismo tiempo es un sí a la vida y a
su triunfo sobre la muerte. Seguramente los cuatro relatos de la Pasión de Jesús están
inspirados en este libro del Antiguo Testamento. Cfr. E. TROCMÉ, The Passion as Liturgy,
London, 1983
22
Del griego «extranjero». Indica a los convertidos al judaísmo que son mencionados
junto con los «temerosos de Dios» en Hch 2, 11; 13, 43; 10,2.
23
Hch 8, 14-25; 9, 32-35; 9, 36-42.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 10

Pedro, tuvo un período de aproximadamente diez años, y lo encontramos


confirmado en algunas indicaciones que nos da Pablo en su carta a los
Gálatas24.
La comunidad de Jerusalén, que esperaba el regreso inminente de Cristo,
probablemente no haya reflexionado mucho sobre su rol en la historia de la
salvación. Los Hechos de los Apóstoles no nos dice nada claramente en qué
modo se definía a sí misma en los primeros años de su formación. En Hechos
5,11 luego de hablar del castigo sufrido por Ananía y Safira, hace referencia
al «gran temor en toda la Iglesia» y este término ekklesia viene usado aquí
por primera vez en este libro, y es aplicado a la Comunidad de Jerusalén. El
uso de esta palabra sorprende, porque en griego designa a una asamblea
general de los ciudadanos, y no posee una connotación religiosa o sagrada. El
uso religioso de esta palabra la encontramos en la versión de los Setenta, para
traducir la expresión «comunidad del pueblo de Dios», que se aplicaba a la
asamblea del pueblo convocada por Moisés en el desierto. San Pablo cuando
hace referencia a las persecuciones de los cristianos que él mismo realizó
antes de su conversión, utiliza tres veces la palabra ekklesia25 para designar
cada vez que ha perseguido a la «Iglesia» es decir a la Comunidad de
Jerusalén. En dos de estos pasajes Pablo utiliza la expresión «la Iglesia de
Dios», más acorde al uso de los Setenta.
En este contexto, es necesario admitir, que antes del año 35 de nuestro era,
la comunidad de Jerusalén se designaba a sí misma como la asamblea del
pueblo que el Mesías habría encontrado a su regreso. Por lo tanto, no
encontramos ningún indicio, que no haga creer que la comunidad primitiva
de Jerusalén, sea considerada el nuevo pueblo que reemplazaría al antiguo
Israel, por lo menos en este primer período que estamos estudiando.

c) Los diversos grupos dentro de la Comunidad de Jerusalén


A pesar de la idea que había acerca de la solidez estructural de la
comunidad primitiva, guiada por Pedro y el grupo de los Doce, podemos
afirmar que no encontramos en la comunidad de Jerusalén una unidad
compacta. Diversos indicios nos hace pensar que al interno de ella había
varios grupos antagónicos.
24
Gál. 1, 18-19.
25
1 Cor. 15, 19; Gál. 1, 13; Filip. 3, 6.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 11

Santiago y los otros «hermanos de Jesús» estaban presentes en la


comunidad desde su fundación, acompañados de María, la madre de Jesús.
Este grupo no se había conformado con un rol secundario. Pablo en su visita
a Pedro en Jerusalén tres años después de su conversión, se encontró también
con «Santiago, el hermano del Señor»26 y esto nos da la pauta que ya en los
años 40 de nuestra era, este Santiago era reconocido como un personaje
importante de la comunidad. Santiago, seguramente estaba rodeado de un
grupo de fieles cristianos, que sin rechazar la autoridad de Pedro y del grupo
de los Doce, tenían sus propias ideas de las cuales no tenemos muchas
noticias. Desconocemos también el momento en que Santiago haya tomado la
dirección de la comunidad de Jerusalén, pero se piensa que ha podido ser en
torno al año 44, cuando Pedro tuvo que dejar la ciudad para huir de la
persecución iniciada por Herodes27. Otra hipótesis que trata de explicar el
alejamiento de Pedro y el ascenso de Santiago como jefe de la comunidad,
podría ser el acontecimiento de la conversión del centurión Cornelio 28 y la
reacción negativa que este episodio había suscitado entre los miembros
judíos-cristianos de Jerusalén, haya consentido que Santiago se imponga
sobre Pedro antes de su fuga.
Otro grupo que se formó inmediatamente al margen de la comunidad de
Jerusalén fueron los seguidores del autor del cuarto evangelio. Existe un
consenso generalizado entre los investigadores en atribuir a este relato
antiquísimas raíces palestinenses, que las sucesivas redacciones de este
evangelio no han cancelado. Si la tradición subyacente de los evangelios
sinópticos fue constituida en el seno de la comunidad dirigida por el grupo de
los Doce, en el caso del cuarto evangelio podemos decir que la constituye un
grupo autónomo, marginal respecto de la comunidad de Jerusalén. ¿Tenemos
que ver en la persona de Juan, hijo de Zebedeo, como se ha dicho, en el
animador de este grupo? No es imposible, pero no hay pruebas contundentes,
ya que ni siquiera este personaje es mencionado en ninguna parte del cuarto
evangelio. Por otra parte podemos ver que Juan es citado muchas veces en el
libro de los Hechos de los Apóstoles 29 y ha tenido un rol importante en los

26
Gál. 1, 17-18.
27
Hech. 12,17
28
Hech. 10, 1-11. 18.
29
Hch. 1, 13; 3, 1.3.4.11; 4, 13.19; 8, 14;
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 12

comienzo de la primitiva comunidad, y es posible que fuera el inspirador de


un grupo diverso del de Jerusalén. Posiblemente este grupo haya estado en
conflicto con Santiago y sus seguidores, lo podemos percibir en el duro
ataque contra los hermanos de Jesús en Jn. 7, 3-10 y en el curioso episodio
donde Jesús hace entrega de su madre al discípulo amado (Jn. 19, 25-27),
cuando tendría que haber sido confiada a los hermanos del Maestro, con los
que aparece en Jn. 2, 12. Otra posibilidad para explicar este episodio sería
que María haya elegido estar desde el comienzo de la comunidad de
Jerusalén, con el grupo de Juan y no con el grupo de Santiago. Las sucesivas
leyendas relativas al establecimiento de Juan, y luego María, en Efeso,
podrían contener un eco de las relaciones ya establecidas.
Un tercer grupo marginal respecto a la comunidad reunida en torno a los
Doce es aquel llamado de los «helenistas» como lo ha definido Hch. 6, 1.
Separados del resto de la comunidad, por su lengua: el griego, estos
helenistas en poco tiempo se habían provisto de un grupo de dirigentes
formado de siete personas, todas hebreas, si bien entre ellos figuraba un
prosélito30. Si el relato de Hech. 6, 1-6 nos ofrece una versión edulcorada de
este acontecimiento insistiendo sobre el carácter totalmente consensual, es
muy claro de que se trata de un apartar, de un alejamiento, que no es solo por
motivos culturales o diaconales. Claramente existía una seria divergencia
teológica entre la comunidad guiada por los Doce y aquella de los Siete. El
relato de Hch. 6, 7-7,60 nos muestra al grupo helenista que no compartía el
punto de vista del grupo de los Doce, en cuanto a su posición conciliante con
el Templo de Jerusalén, que retenían como lugar privilegiado para la oración
pública. A los ojos de los helenistas el Templo era la expresión de una
rebelión de Israel contra su propio Dios, y uno de los signos de la vuelta de
Cristo sería la destrucción de este impío monumento. Las autoridades
sacerdotales del Templo no podían tolerar una predicación de este estilo
agresivo, y especialmente de uno de sus portavoces: Esteban, que fue
arrestado y linchado luego de un violento juicio. Luego de esta muerte
trágica, se produce una violenta represión sobre el grupo helenista y aquellos
que habían escapado al arresto tuvieron que huir de la Ciudad Santa31. De esta

30
Hch. 6, 5
31
Hch. 8, 1-4
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 13

forma culmina la existencia de este grupo disidente en Jerusalén, y su


historia prosigue en otros lugares. La dispersión de este grupo fue
ciertamente anterior al año 40 de nuestra era, posiblemente hacia el año 35.

d) Santiago jefe y guía de la comunidad de Jerusalén


Antes de desarrollar este apartado conviene detenernos en explicar a qué
Santiago nos estamos refiriendo. En efecto, a través del Nuevo Testamento
nos encontramos con tres o cuatro Santiagos que conviene distinguir:
SANTIAGO «EL MAYOR»: hijo de Salomé (Mt. 27, 56) y de Zebedeo y
hermano del apóstol Juan. Fue uno de los Doce y Herodes Agripa para
sofocar la nueva secta cristiana, y para congraciarse con el Sanedrín, decreta
la muerte de Santiago y la encarcelación de Pedro antes de la pascua (fines de
marzo o abril del 42 d.C.)32.
SANTIAGO hijo de Alfeo, uno de los Doce.
SANTIAGO «EL MENOR»: llamado el Menor para distinguirlo de Santiago,
hijo de Zebedeo. De este Santiago se dice que era hermano del Señor 33, y que
junto a Pedro y Juan era una de las columnas de la Iglesia naciente de
Jerusalén34. Algunos evangelistas mencionan entre las mujeres que estaban
junto a la cruz, una María, madre de Santiago y José 35. Pero cabe preguntarse
si estamos hablando de la misma persona. Mientras que la tradición latina
identifica a Santiago Apóstol y al hermano del Señor como la misma persona,
los escritores griegos y san Jerónimo los distinguen. Gálatas 1, 19 es la
prueba más decisiva contra la tesis de la identificación, pues el título de
«hermano del Señor» no aparece nunca unido al de «apóstol» 36. Este
Santiago, que desde el principio aparece como uno de los principales
dirigentes de la comunidad de Jerusalén y que es considerado como el primer
32
Hch. 12, 1-3. Según J. BLINZER, NovTest 4 (1962) 191-206 de la lectura hecha de este
pasaje y de fuentes judías se deduce que el martirio de Santiago fue decretado por el
Sanedrín de tendencia saducea con la connivencia del rey Herodes Agripa bajo la
acusación de seducir a las masas. No fue decapitado sino herido de espada. La leyenda se
ha apropiado también de la figura de Santiago, aunque en menor medida que el de los
otros apóstoles, a causa de la brevedad de su existencia como apóstol. Cf. E. PERETTO,
«Santiago El Mayor» en Diccionario Patrístico y de la Antigüedad cristiana II, 1943
33
Mt. 13, 55; Mc. 6, 3; Gál. 1, 19.
34
Gál. 2, 9; Hch. 15, 13; 21, 18
35
Mt. 27,56; Mc. 15, 40
36
El evangelio refiere que «ni siquiera sus hermanos creían en él» (Jn. 7, 5) y no es
verosímil que entre los «no creyentes» se encontrara un «apóstol», a pesar de la
imperfección de su fe. Si esto es así, los textos que hablan de Santiago, hermano del Señor
(Mc 6, 3; Mt 13, 55; Hch 12, 17; 15, 13; 21, 18; 1 Cor 5, 7; Gál 1, 19; 2, 9; Sant. 1, 1) no
se refieren a Santiago el Menor. Cf. E. PERETTO, «Santiago El Menor» en Diccionario
Patrístico y de la Antigüedad cristiana II, 1944.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 14

obispo de la misma, no debe probablemente identificarse con el hijo de Alfeo


y miembro del grupo de los Doce. Este personaje es el que será responsable
de la Iglesia de Jerusalén después de Pedro, y tenía una gran autoridad, que le
venía de su parentesco con Jesús, era conocido como «el hermano del
Señor»37. También era respetado por los mismos judíos por su santidad, se
decía de él que tenía las rodillas como las de un camello a fuerza de rezar.
Parece ser que permaneció fiel a las prácticas de la ley judía, y los cristianos
judaizantes (cristianos partidarios de mantener el culto judío), a los que a
veces se los llama «los de Santiago»38 defenderán sus posiciones con mucha
estrechez de espíritu y se opondrán a Pablo.
Podemos observar que en pocos años, la comunidad de Jerusalén, puso las
bases del futuro cristianismo: con la elaboración de una cristología y de una
especie de hermenéutica bíblica; retomó la misión encaminada por el mismo
Jesús hacia todo el pueblo judío; la creación de una Iglesia (ekklesia)
fuertemente centralizada; la vigilancia y tolerancia hacia las tendencias
divergentes; la formación de una tradición de las palabras de Jesús y de un
relato litúrgico de la Pasión, institución del Bautismo y de la Eucaristía.
La muerte de Santiago «el Mayor», el encarcelamiento y fuga de Pedro de
Jerusalén, parecían ser los signos del fin de una etapa de la primitiva Iglesia:
la de la conducción de Pedro y los Doce. Pero vamos a ver que Santiago, el
hermano del Señor le dio otro giro a esta comunidad cristiana de Jerusalén.
Pablo, será quien nos dejará la información más segura sobre la
importancia de este personaje: Santiago, el hermano del Señor, que los otros
autores del Nuevo Testamento no han tratado bien. El pasaje de Gálatas 1,
18-19 nos muestra que Santiago, poco años después de constituida la
comunidad de Jerusalén, contaba ya como un dirigente importante dentro de
la Iglesia primitiva. Pablo lo presentaba como una de las «columnas» dentro
del cristianismo de Jerusalén, donde su opinión tenía un peso notable39.
También agrega que Santiago podía imponer su propio punto de vista a

37
La palabra hermano que el Nuevo Testamento aplica con alguna frecuencia a los
parientes cercanos de Jesús (Mc. 3, 31-32; Jn. 2, 12; 7, 3-10; Hch. 1, 14) puede parecer a
primera vista un tanto desconcertante. Pero no debemos olvidar que la palabra hebreo-
aramea que está en el origen de todo, tiene un sentido amplio y puede significar
indistintamente, según los casos, «hermano», «sobrino», «primo carnal» o simplemente
«pariente».
38
Gál. 2, 12.
39
Gál. 2, 9
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 15

Pedro, incluso fuera de Jerusalén40. Algunos historiadores afirmarán que el


autor de los Hechos de los Apóstoles tenía poco estima por Santiago, y que
ha disminuido todo lo posible, su rol dentro de la comunidad, y se ha visto
obligado a presentarlo, por lo menos dos veces, como el jefe de la
comunidad de Jerusalén41, con el cual Pablo tuvo que negociar.
En cuanto a la carta de Santiago, posiblemente aparecida hacia el año 80, y
dirigidas a las comunidades en las que se está haciendo una interpretación
abusiva de las enseñanzas paulinas (Stgo. 2, 14-26), nos presenta a un
Santiago cuya autoridad es suficiente para dirigir un mensaje a las «doce
tribus que están dispersas por el mundo» es decir a todos los judíos fuera de
la Palestina. De esta manera, Santiago no solo aparece como el jefe de la
Iglesia de Jerusalén, sino como la autoridad suprema en el seno de la Iglesia
universal y también como un doctor de la ley respetado por los judíos del
mundo de la época.
Diversos documentos antiguos nos dan noticias acerca de Santiago, el
hermano del Señor. El historiador judío FLAVIO JOSEFO, en su obra
Antigüedades judías, aparecida hacia fines del siglo I, nos da noticias acerca
de la ejecución de Santiago, «hermano de Jesús llamado el Cristo» por obra
del Sumo sacerdote Anás el joven por transgredir las Leyes, en el año 62 de
nuestra era42. Flavio Josefo hacía notar que numerosos habitantes de
Jerusalén, entre los más fieles a la Ley, se indignaron por este abuso de poder
y obtuvieron la destitución del Sumo Sacerdote Anás. Esta descripción nos
indica la importancia que tuvo Santiago a los ojos de muchos habitantes de
Jerusalén que no se habían adherido al cristianismo.
Otro de los documentos antiguos es el Evangelio de Tomás, cuya redacción
podría remontarse al inicio del siglo II, que contiene un dicho de Jesús,
(Logion 12) que en respuesta a una pregunta de sus discípulos acerca de la
persona que lo sustituiría como jefe de la comunidad, el Maestro declaraba:
«Donde quieran que ustedes vayan, irán a Santiago el Justo, para el cual el
cielo y la tierra fueron creados». Aquí se utiliza la expresión «el Justo» para
designar a Santiago, y según la literatura judía entre los llamados justos
encontramos a Abraham, Moisés y al mismo Mesías. Con estos argumentos,
40
Gál. 2, 12
41
Hch. 15, 13-21; 21, 18 ss.
42
FLAVIO JOSEFO, Antigüedades judías, XX, 198-203
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 16

difícilmente se podría fundar o establecer mejor la autoridad absoluta del


llamado «hermano del Señor» sobre la primitiva comunidad.
El tercer documento antiguo pertenece a EUSEBIO DE CESAREA43 donde en
su obra Historia eclesiástica, cita dos testimonios del siglo II relativo al
martirio de Santiago. El primero pertenece a Clemente Alejandrino un
fragmento muy breve: «Hubo dos Santiagos: uno, el Justo, que fue
precipitado desde el pináculo del templo y rematado a golpes con un mazote
batán; y el otro, el que fue decapitado. De Santiago el Justo hace mención
también Pablo cuando escribe: “Otro apóstol no vi, si no es a Santiago, el
hermano del Señor”»44. El segundo testimonio pertenece a un tal Hegesipo,
que se remonta hacia el siglo II, a pesar del carácter mítico-fabuloso de sus
escritos, se rescata la influencia de Santiago sobre la población judía de
Jerusalén45. Estos escritos nos dan la pauta que hacia el siglo II, era un hecho
sin discusión la autoridad que Santiago tenía sobre los judíos-cristianos de
aquella época. Otro aspecto a destacar es el hecho que Santiago fue
beneficiado por una de las primeras apariciones del Resucitado 46, y esto ha
contribuido a conferirle una gran autoridad entre los cristianos.

43
EUSEBIO DE CESAREA, nació en Palestina, quizás en Cesarea hacia el 265 y se formó
culturalmente en esta ciudad. Su gran maestro fue Pánfilo, el más docto de los discípulos
de Orígenes. A él le debe Eusebio, no sólo su formación científica, sino su admiración por
Orígenes. Durante la persecución de Diocleciano, de la que fue víctima Pánfilo (6/02/310)
huyó a Tiro y desde allí al desierto egipcio de la Tebaida; arrestado y encarcelado, pudo
volver a Palestina gracias al edicto de tolerancia del 313. Nombrado obispo de Cesarea, se
vio envuelto desde el principio en la controversia arriana, a favor de Arrio. Eusebio
negaba el Omousios (el Hijo de la misma substancia o esencia que el Padre). Mantuvo una
amistad y devoción sincera con el emperador Constantino, y celebró en discursos oficiales
los 20 y 30 años de su reinado. Eusebio murió hacia el año 339/340. Su producción
literaria es muy notable desde la historia hasta la exégesis, pasando por la teología, la
apologética, etc. A pesar de su gran erudición no puede compararse con Orígenes, ya
Focio definía su estilo como poco brillante. Los modernos investigadores han encontrado
en sus obras imprecisiones y defectos, pero haciendo un juicio sincero, se debe reconocer,
que sin sus investigaciones sabríamos muy poco de los primeros siglos de la Iglesia. Su
obra más importante es la Historia eclesiástica. Cf. C. CURTI, «Eusebio de Cesarea
(Palestina)» en Diccionario Patrístico y de la Antigüedad Cristiana I, 815-819
44
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, Hypotypos, fragmento 13. Citado por Eusebio en
Historia eclesiástica II, 1, 5. Al no mencionar más que éstos dos Santiagos, parece que
Clemente identifica a Santiago el Justo o hermano del Señor con Santiago, hijo de Alfeo
(o de Cleofás; cf. Mt. 27,56), uno de los Doce, pero no es seguro.
45
Escritor del siglo II, de origen judío, pero de formación griega. Nació probablemente
hacia el año 110, y quizás haya conocido algunos miembros de la comunidad cristiana de
Jerusalén. Pasando por Corinto llegó a Roma bajo el pontificado de Aniceto (155-156
d.C.) y permaneció en Roma hasta el pontificado de Eleuterio (174-189). Se lo conoce
como el autor de los cinco libros de hypomnémata (memorias) destinados a referir «la
tradición sin error de la predicación apostólica». Es una fuente de Eusebio, el cual
transcribe algunos fragmentos relativos a la primitiva comunidad de Jerusalén. Cf. N.
HYLDAHL, «Hypomnemata» Studia Theologica 14 (1960) 70-113
46
1 Cor. 15, 7.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 17

Los cristianos de la comunidad de Jerusalén, esperaban la venida


inminente de Jesús, pero la realidad era que Cristo no había llegado con toda
su majestad, como lo esperaban sus discípulos, por lo tanto comenzaron a
padecer ciertas dificultades financiera para mantener el funcionamiento de la
comunidad, y las ayudas solidarias hacia los miembros más necesitados de la
misma47. En suma, la situación que se vivía en ese momento no solo era la de
un cambio de dirigencia (Santiago por Pedro), sino el de una reorganización
en profundidad de la vida eclesial en Jerusalén.
Desafortunadamente, no tenemos mucha información de las
transformaciones realizadas por Santiago, a causa del silencio más o menos
¿hostil? del libro de los Hecho de los Apóstoles. El grupo de los Doce, que en
los Hechos también son llamados «apóstoles» hasta el final del capítulo 9, no
viene más mencionado y la gestión de la comunidad es llevada adelante por
algunos de los «ancianos»48, termino muy común que designa también a los
responsables laicos del templo de Jerusalén, y que fue usado por otras
comunidades cristianas49. El termino «apóstol» cambiado en su forma
hebraica (šaliah) y en su forma griega del derecho rabínico, había asumido
un sentido religioso sólo en el vocabulario cristiano. El esfuerzo realizado
por el autor de los Hechos de los Apóstoles, por mezclar este grupo
(Apóstoles) con aquel de los Doce, no tiene ninguna base histórica, cosa que
se explica en el hecho de que no puede hacer desaparecer a los apóstoles
luego de que dejan de existir el grupo de los Doce. El libro de los Hechos,
habla en efecto de apóstoles, cuando se refiere a Pablo y a Bernabé50 y pone
especial énfasis, en la insistencia y terquedad con que Pablo se llama a si
mismo «apóstol de Jesucristo» para remarcar la legitimidad de su trabajo
misionero, a él confiado por Cristo, y para combatir las pretensiones de los
«falsos apóstoles» que son denunciados en 2 Cor. 11, 13: «Porque esos tales
son falsos apóstoles, trabajadores mentirosos que se disfrazan de apóstoles de
Cristo». Pablo también llama irónicamente a estos falsos apóstoles como
«súper apóstoles»51 y en los cuales ve «algunos de parte de los de Santiago» 52.

47
Hech. 6, 1; 11, 28-30; Gál. 2, 10.
48
Hch. 11, 30; 15, 2. 4. 6. 22. 23; 16, 4; 21, 18.
49
Hch. 14, 23; 20, 17.
50
Hch. 14, 4. 14.
51
2 Cor. 11, 5.
52
Gal. 2, 12.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 18

Finalmente podemos decir, que bajo la dirección del «hermano del Señor», la
comunidad de Jerusalén contaba entre sus miembros un número de
«apóstoles», cuya función no está muy clara. Probablemente eran
considerados como «mandatarios» de Santiago, y quizás no cumplían
funciones dentro de la comunidad de Jerusalén, de la cual se encargaba el
mismo Santiago y los ancianos. Los mandatarios, con seguridad,
representaban al mismo Santiago fuera de Jerusalén, en zonas lejanas en las
sinagogas que se necesitaban evangelizar, o en las pequeñas comunidades
cristianas que se necesitaba animar o corregir.
Eusebio de Cesarea nos describe al «hermano del Señor» como un judío
observante, escrupuloso y santo de las costumbres judías, y por lo tanto, muy
cercano al grupo de los fariseos, cuya mayor preocupación consistía en hacer
de la Ley de Moisés, una regla de vida aplicable a todos los miembros del
pueblo de Israel.
La intransigencia del grupo esenio, en materia disciplinar y sobre todo en
cuestiones litúrgicas, aparecía a los ojos de Santiago como demasiado
excesiva, y por lo tanto, se acercaba más a las tendencias de la hermandad
farisea, suavizando la propia disciplina que encontraba demasiado rigurosa.
Sin renunciar a una práctica de la solidaridad y de la ayuda recíproca, puso
fin a la existencia del núcleo cenobítico. El jefe de la comunidad cristiana de
Jerusalén, había animado las prácticas de piedad en el Templo, asociando a
los cristianos muy estrechamente al funcionamiento del Templo, mientras que
los esenios y los primeros discípulos de Jesús se oponían.
La comunidad de Jerusalén de esta manera reorientada, no había por esto
renunciado a una cristología o hermenéutica bíblica actualizada, que habían
ido elaborando gracias a las categorías tomadas del grupo esenio. La
recopilación, la utilización con fines prácticos y la transmisión de las
palabras de Jesús se siguieron haciendo, así como la celebración del
Bautismo y de la Eucaristía, ésta última en ocasión de las grandes
peregrinaciones durante el año. No sabemos con seguridad si estas comidas
cotidianas definidas como «fracción del pan»53, hayan continuado entre los
miembros de la comunidad luego de la reorganización de la misma. Algunos
historiadores lo dudan. Ciertamente podemos asegurar, que se continuaba con
53
Hch. 2, 42. 46
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 19

la distribución de ayuda a los miembros más necesitados, con el aporte de las


comunidades cristianas de la Diáspora54, ya que la composición social de la
Iglesia de la Ciudad santa era desequilibrada y estaba pendiente de los
pobres.

e) Santiago, jefe de la Iglesia universal


La comunidad de Jerusalén desde sus comienzos se consideraba
responsable de los grupos cristianos que surgían en diversos lugares, más o
menos lejanos de la capital, como la ciudad de Samaría, Jafa y Lida55, como
ya habíamos mencionado anteriormente, y también de la comunidad fundada
en Antioquía de Siria por los miembros del grupo helenista. No sorprende
que Santiago, incorporado en la dirección de ésta Iglesia, haya retomado la
labor ejercitada anteriormente por Pedro, y que se comportara como una
especie de «Papa» autorizado a imponer a las comunidades dispersas, reglas
de funcionamiento y elecciones doctrinales que permitían el mantenimiento
de la comunión con los hermanos de Jerusalén.
El relato de Hechos 15, por un lado nos muestra una situación delicada a
resolver, pero por otra parte confirma que las situaciones críticas se resolvían
en Jerusalén. Es el caso de las prácticas en el culto realizadas en las
comunidades cristianas de Antioquía de Siria, que eran incompatibles con las
efectuadas por la comunidad de Jerusalén56. Santiago será quien en diversas
ocasiones impondrá reglas a los conversos de origen pagano, para poder
establecer una sana coexistencia con los hebreos seguidores de Jesús en Siria
y Cilicia57. Judas y Silas, representantes de Santiago, se dirigieron a Antioquía
y a Cilicia, para comunicar a los miembros de éstas comunidades lo mandado
por el jefe de la comunidad de Jerusalén, y luego regresaron a Jerusalén para
dar cuenta de su misión. Un dato importante a destacar, en esta época, fue el
hecho de que un grupo de cristianos obligaban, a los nuevos conversos
paganos de Galacia, a circuncidarse58 y a obedecer la autoridad del apóstol
Santiago. De igual manera, actuaron los apóstoles Judas y Silas, que
contradecían la predicación de Pablo en Corinto59, que el mismo apóstol de
54
Hch. 11, 29-30; 24, 17; Gal. 2, 10
55
Hch. 8, 14-25; 9, 32-35. 36-42
56
Hch. 15, 1-2.
57
Hch. 15, 19-33.
58
Hch. Gál. 1, 7-20; 5, 7-12
59
2 Cor. 11, 5. 13.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 20

los Gentiles denuncia en su carta a los Filipenses: «¡Ojo con esos perros, con
esos falsos predicadores, con esos que se empeñan en mutilarse! La
verdadera circuncisión somos nosotros, los que damos un culto nacido del
Espíritu de Dios y hemos puesto nuestro orgullo en Jesucristo, en lugar de
confiar en nosotros mismos»60.
El primado de Santiago con respecto a todas las Iglesias locales, resulta
evidente en modo particular, en los esfuerzos realizados por Pablo, para
congraciarse con el jefe de la Iglesia de Jerusalén. Pablo se daba cuenta que
su empresa misionera independiente, se encontraba en conflicto con los
enviados de Santiago, y por lo tanto con la comunidad de Jerusalén. Sabemos
por las cartas paulinas61 que la colecta realizada a favor de los «santos de
Jerusalén» era una forma de acercarse de las Iglesias fundadas por Pablo con
la metrópoli donde residía Santiago.
El reconocimiento de la misión de Pablo con los incircuncisos, hecha por
Santiago y su entorno, se dio al mismo nivel de reconocimiento del
apostolado de Pedro que realizaba con los circuncisos. El pasaje de Gálatas 2,
11-14, que nos da noticias del llamado incidente de Antioquía, nos muestra
que Pedro podría estar sometido a la autoridad de Santiago, y de la misma
manera los otros apóstoles que trabajaban con los circuncisos. Todas la
acciones misionera que iban en dirección a los hebreos, con excepción de
aquella de Pablo, estaban puesta bajo la autoridad de Santiago, que gobernó
esta Iglesia por casi veinte años.
Santiago, si bien no ha dejado ningún escrito y no ha modificado de
manera radical las doctrinas elaboradas en los primeros años, no es extraño
que haya ejercitado cierta influencia en las distintas Iglesias y sobre la
cristología. En lo concerniente a la disciplina, las reglas enunciadas en
Hechos 15, 19-33 a propósito de los conversos que venían del paganismo, se
impusieron de un modo general hasta bien entrado el siglo II, y se pueden
considerar que provenían de Santiago. El hecho de que estas reglas de
carácter ritual hayan sobrevivido en un marco, donde tales prescripciones
habían desaparecido, y fueron reinterpretadas en un sentido moral, demuestra

60
Flp. 3, 2-5
61
Rom. 15, 25-28. 31; 1 Cor. 16, 1-4; 2 Cor. 8 y 9.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 21

que se veía a estas reglas que provenían de una tradición con una autoridad
incontestable.
En cuanto a la cristología, todos los aspectos que insisten sobre la
descendencia davídica de Jesús podrían tener su origen en Santiago o en su
entorno: mención de la «estirpe de David» en una antiquísima confesión de
fe cristológica citada por Pablo para atraerse el favor de los cristianos de
Roma62; la genealogía de Jesús utilizada en el evangelio de Mateo 63 y Lucas64;
localización en Belén, la «ciudad de David» el nacimiento de Jesús 65; la
designación de Jesús como «hijo de David» de parte de muchas personas del
pueblo que él encontraba66. La existencia de una estrecha unión entre Jesús y
el rey David reforzaba la autoridad de Santiago, también él descendiente del
rey David.

f) El liderazgo de Santiago discutido en algunos textos del Nuevo


Testamento
En el evangelio de Marcos, encontramos diversos pasajes donde se expresa
una viva hostilidad hacia Santiago y a toda la familia de Jesús, a causa de la
posición dominante que poseían al interno de la Iglesia, suscitaba objeciones
fuertes de parte de los helenistas. El breve relato de la visita de Jesús «a su
patria», a Nazareth (Mc. 6, 1-6) implica un ataque indirecto contra la familia
de Jesús, pero no por eso menos severo. Mientras Jesús había adquirido una
gran fama en Galilea y en la Decapolis, la presencia en Nazareth de su madre,
y de sus cuatro hermanos Santiago, José, Judas y Simón, y también sus
hermanas, no es un argumento favorable de la adhesión de sus conciudadanos
al mensaje y a la persona de Jesús. Ninguno de ellos, pareciera, que se había
unido a él. Para Santiago, que había llegado a ser jefe de la Iglesia, un
recuerdo semejante era humillante.
Lo mismo ocurre en el incidente relatado en Juan 7, 1-10, especialmente
en el versículo 7, 5, donde se nos habla de la incredulidad de los hermanos de
Jesús. A pesar de la mención de la presencia de la madre y de los hermanos
de Jesús67, más los discípulos en Cafarnaum, solo estos últimos son
62
Rom. 1, 3-4.
63
Mt. 1, 1-17.
64
Lc. 3, 23-38
65
Mt. 2, 1-18; Lc. 1-2; Jn. 7, 42
66
Mt. 9, 27; 15, 22; 20, 30-31
67
Jn. 2, 11
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 22

presentados como aquellos que creyeron en él. En resumen, se podría decir


que la adhesión de la familia de Jesús a sus enseñanzas, es presentada por los
evangelios como tardía.
Otro episodio es aquel donde la familia de Jesús intenta hacerlo entrar en
razón (Mc. 3, 20-35). El evangelista pone este episodio en el contexto de la
incomprensión y calumnias de parte de sus parientes y los escribas, y por otra
parte la necesidad que tiene la multitud de él y sus enseñanzas, a la que Jesús
se entrega. Pero surgen de nuevo las críticas. Ahora provienen de sus propios
parientes, a quienes apoyan de buen grado los maestros de la ley. Si los
parientes consideran que Jesús está «trastornado», los maestro de la ley, más
sutilmente, emiten un diagnóstico más sofisticado: es un agente de Satanás.
La familia convencida de la locura de Jesús, y en esta cultura, quien dice
locura habla de posesión de un espíritu diabólico. Por lo tanto la familia de
Jesús como los escribas que lo acusan de posesión, caen en el pecado de ir
contra el Espíritu Santo, según palabras del mismo Jesús en los versículos 3,
29-30. Jesús se ve obligado a defenderse y lo hace en el lenguaje de las
parábolas, y desenmascara la mentira de sus adversarios y descubre una vez
más su identidad. Muestra además la identidad de su verdadera familia: la
escucha atenta de su palabra y el cumplimiento de la voluntad de Dios. El
rechazo a su familia por parte de Jesús asume por lo tanto una dimensión
trágica: estas personas, entre las cuales el autor da entender que se encuentra
Santiago, son descalificados como herederos de la autoridad de Jesús.
Es importante destacar que Santiago gozaba de un gran prestigio en la
comunidad de Jerusalén como en la mayor parte de las otras Iglesias locales,
donde los opositores eran considerados como verdaderos «cismáticos», ya
sea que se trate del grupo helenista o del mismo Pablo. El apóstol de los
gentiles, había considerado no pocas veces, la imperiosa necesidad de
restablecer la comunión con la Gran Iglesia de Jerusalén y con cabeza y jefe,
Santiago68.
Un aspecto importante a tener en cuenta en esta problemática, es que no
sabemos casi nada de la actividad misionera de Pedro, y su apostolado con

68
Rom. 15, 25-31. El único grupo que pareciera haber permanecido al interno de la
comunidad, sin romper totalmente las relaciones con la llegada de Santiago, fueron los
seguidores del autor del cuarto evangelio. El grupo no ha criticado de manera directa, al
«hermano del Señor» sino de una forma alusiva e indirecta.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 23

los circuncisos, luego de que la dirección de la Iglesia de Jerusalén pasara a


manos de Santiago. El célebre pasaje de Gálatas 2, 1-10, donde Pablo evoca
el reconocimiento de su apostolado hacia los paganos por parte de las
«columnas» reunidas en Jerusalén, es también aquel que nos presenta a Pedro
como el apóstol por excelencia de los circuncidados, y nos da noticias de
como Pedro tenía colaboradores para esta misión, en especial Santiago y
Juan.
Evidentemente Pedro se ha dirigido hacia algunas grandes sinagogas de la
Diáspora para predicarles el Evangelio. Encontramos sus huellas en
Antioquía de Siria69 y en Corinto70. Una tradición señala su presencia en
Roma, donde ha sufrido el martirio hacia los años 60 71. La pregunta que
podemos hacernos es si Pedro ¿ha tratado de enmendar, corregir el Evangelio
que Pablo había predicado en las Sinagogas, y con las cuales luego rompio
relaciones? No tenemos ninguna noticia que nos confirme que había una
intención expresa de Pedro, de seguir las huellas de Pablo para corregir sus
enseñanzas. Se podría llegar a pensar que Pedro, predicador en lengua
aramea, haya anunciado el Evangelio donde se hablaba esta lengua, o en
donde las sinagogas eran numerosas, como al interior de Siria y la
Mesopotamia. Por desgracia no tenemos ningún documento para sostener
estas hipótesis que hemos mencionado, y todo lo que podemos decir es que la
Iglesia dirigida por Santiago, fue tan misionera como la empresa de Pablo,
con la diferencia de que estaba dirigida hacia las sinagogas de la Diáspora, y
donde los misioneros de Jerusalén trataban de hacer nacer núcleos cristianos
en grado de recordar continuamente a los circuncidados que Jesús era el
Mesías anunciado por los profetas.

g) El martirio de Santiago y la decadencia de la Iglesia de Jerusalén


El imponente edificio que se había construido alrededor de Santiago estaba
por conocer un final catastrófico. Dos autores nos ofrecen un relato del
martirio en Jerusalén del «hermano del Señor»: el historiador judío FLAVIO
JOSEFO, en su obra Las antigüedades judías, publicadas hacia fines del siglo
I; y el cronista cristiano HEGESIPO, que escribía hacia el año 175 en Palestina

69
Gal. 2, 11-14.
70
1 Cor. 1, 12; 3, 22; 9, 5.
71
Clemente romano en su Carta a los Corintios.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 24

y que el historiador EUSEBIO DE CESAREA, ha trascripto en su obra Historia


eclesiástica, escrita a comienzos del siglo IV, donde cita diversos pasajes
relativos a la vida de la Iglesia primitiva, y en particular el relato de la muerte
de Santiago. Si bien Hegesipo reproduzca tradiciones más antiguas y el texto
de Flavio Josefo, quizás haya sido retocado por una mano cristiana, los
historiadores están de acuerdo en asignar la preferencia al texto del
historiador judío, menos fabuloso y mitológico que el de Hegesipo.
La muerte de Santiago no ocurrió contemporáneamente al asedio de
Jerusalén por parte de los romanos, en los años 69-70, sino mucho antes
alrededor del año 62, en los pocos meses que separan la muerte del
procurador romano FESTO72 y la llegada de su sucesor ALBINO73 a Cesarea. El
Sumo Sacerdote Anano, con muy poco tiempo en su cargo, aprovechó la
ocasión ofrecida por esta sede vacante del poder romano, para
desembarazarse de algunos personajes, que según él, transgredían la Ley de
una manera intolerable. Reunió al Sanedrín y obtiene la condena a muerte de
estos personajes, entre los que figuraba Santiago.

Habiéndose enterado de la muerte de Festo, César (Nerón) envió a Albino a


Judea como gobernador. El rey (Agripa II) le quitó el pontificado a José y
entregó la sucesión de este cargo al hijo de Anás, llamado igualmente Anás. Se
dice que Anás el viejo tuvo mucha suerte, pues tenía cinco hijos que llegaron
todos ellos a ser sumos sacerdotes de Dios74; él mismo fue el primero que gozó
largos años de este cargo; esto no había ocurrido nunca con ninguno de nuestros
sumos sacerdotes. Anás el joven, al que acabamos de mencionar, había recibido
el soberano pontificado, era de temperamento impetuoso y sumamente atrevido;
pertenecía a la secta de los saduceos que, cuando son ellos los que juzgan, son
más duros que todos los demás judíos, como ya hemos indicado75.
El proceso y la lapidación de Santiago, el hermano de Señor, va unido a la
difícil transición entre los dos gobernadores y a la destitución de un sumo

72
PORCIO FESTO fue uno de los pocos gobernadores que se escapa al juicio severo de
Flavio Josefo «se dedicó al azote principal que asolaba el país: capturó la mayor parte de
los bandoleros e hizo ejecutar a un gran número» (Guerra de los judíos II, 271-272).
Lucas lo presenta como un funcionario respetuoso de los procedimientos jurídicos (Hch.
25, 16-27) y preocupado por mostrarse agradable con los judíos que clamaban contra
Pablo (Hch. 24, 27; 25, 9).
73
Procurador romano entre los años 62 y 64. Entre la muerte de Festo y la llegada de
Albino, Jerusalén se vio en una anarquía total, que el Sumo Sacerdote Anano o también
conocido por Anás «el joven» aprovechó para acabar con sus enemigos. Flavio Josefo se
mostró muy severo en su juicio con los dos últimos gobernadores romanos, Albino y
Gessio Floro, cuyo comportamiento escandaloso fue una de las causas de la sublevación
judía. Cf. FLAVIO JOSEFO, Guerra de los judíos II, 271-308, y Antigüedades judías XX,
199-203.
74
También podríamos agregar que Anás era suegro de Caifás, el sumo sacerdote del año
aquel que condenaron a Jesús (Jn. 18,13) y que se mantuvo en el por cargo veinte años.
75
Antigüedades judías XX, 199-203.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 25

sacerdote, último retoño de una ilustre familia. Esta situación suscitó la


cólera de aquellos, que Flavio Josefa llama, «todos los habitantes de la
ciudad que eran considerados como los más equitativos y estrictos
cumplidores de la leyes» es decir los jefes fariseos. Estos últimos se
lamentaron con el rey Agripa II, que había permitido el ascenso de Anás al
cargo de sumo sacerdote.

Con semejante carácter, Anás pensó que podía muy bien aprovecharse la ocasión
de la muerte de Festo, mientras Albino estaba todavía de viaje. Convocó a los
jueces del sanedrín y trajo ante ellos al hermano de Jesús llamado Cristo –su
nombre era Santiago- y a algunos otros. Los acusó de haber violado la ley y los
entregó para que los lapidaran. Pero todos los habitantes de la ciudad que eran
considerados como los más equitativos y estrictos cumplidores de las leyes 76 se
indignaron por ello y enviaron secretamente a pedir al rey que no dejara obrar de
esta forma a Anás; en efecto, decían, no ha actuado correctamente en esta
primera circunstancia. Algunos de ellos salieron incluso al encuentro de Albino
que venía de Alejandría y le informaron de que Anás no tenía derecho a
convocar el sanedrín77 sin su permiso. Convencido por estas palabras, Albino
escribió enfadado a Anás amenazando con castigarle. En cuanto al rey Agripa, le
quitó por este motivo el sumo pontificado que había ejercido durante tres meses
y puso a Jesús, hijo de Damné como sumo sacerdote78.
Santiago y los anónimos ajusticiados con él, que no sabemos siquiera si
fueron cristianos, fueron victimas de las intrigas de un saduceo inflexible,
deseoso de utilizar su nuevo poder para imponer su propia interpretación de
la Ley. Los fariseos de Jerusalén, a pesar de que no pudieron impedir las
muertes de estos condenados, por lo menos lograron derrocar a Anás, que
amenazaba gravemente el equilibrio entre los partidos rivales (fariseos –
saduceos).
El relato del martirio de Santiago que nos trae Eusebio, siguiendo a
Hegesipo, está cargado de aspectos legendarios y fabulosos. El cronista
cristiano pudo hacerse de un rico arsenal de tradiciones orales, y no quita que
haya conocido también fuentes escritas judeo-cristianas. La torpeza que
muestra en el manejo de sus fuentes debe atribuirse a su poca instrucción
literaria, que Eusebio no deja de elogiarla.

Subieron pues, y arrojaron abajo al Justo79. Y se decían unos a otros:


«¡Lapidemos a Santiago el Justo!» Y comenzaron a apedrearlo, porque al caer
76
Se refiere a los fariseos. Para ver su oposición con los saduceos se puede ver Hch. 23,
6-10.
77
Para un proceso criminal.
78
Antigüedades judías XX, 199-203.
79
Eusebio siguiendo la tradición de Clemente de Alejandría, que cuenta cómo arrojaron
a Santiago desde el pináculo del Templo y lo apalearon, agrega más detalles con las
crónicas de Hegesipo
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 26
arrojado no había muerto. Más él, volviéndose, se arrodilló y dijo: «Yo te lo
pido, Señor, Dios Padre: perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y cuando
estaban así lapidándole, un sacerdote […] gritaba diciendo «¡Parad!, ¿qué estáis
haciendo? ¡El justo ruega por vosotros!». Y uno de ellos, batanero, agarró el
mazo con que batía los paños y dio con él en la cabeza del Justo, y así es como
éste sufrió martirio. Lo enterraron en el lugar aquel, junto al templo, y todavía se
conserva su estela al lado del templo80.
A pesar de la caída del sumo sacerdote Anás, la trágica desaparición del
hermano del Señor, tuvo graves consecuencias para la Iglesia de Jerusalén.
La sucesión del mártir a la guía de la Iglesia de Jerusalén, parece que fue
llevada a cabo según el principio dinástico, si creemos a lo que dice Eusebio
de Cesarea, citando a Hegesipo.

Después del martirio de Santiago y de la toma de Jerusalén, que le siguió


inmediatamente, es tradición que los apóstoles y discípulos del Señor que
todavía vivían se reunieron de todas partes en un mismo lugar, junto con los que
eran de la familia del Señor según la carne (pues muchos de ellos aún vivían), y
todos celebraron un consejo sobre quien debía se juzgado digno de suceder a
Santiago, y todos, por unanimidad, decidieron que Simeón, el hijo de Clopás –
mencionado también por el texto del Evangelio 81- era digno del trono de aquella
iglesia, por ser primo del Salvador, al menos según se dice, pues Hegesipo
refiere que Clopás era hermano de José82.
Se trataba de un cierto Simeón hijo de Cleofás, primo de Jesús, que fue
elegido con retraso. Nada nos da indicio de que éste oscuro personaje haya
heredado la autoridad ecuménica de Santiago, ya que con la destrucción del
templo de Jerusalén y el abandono de las peregrinaciones hacia la ciudad
santa, esto trajo como consecuencia que el segundo obispo de Jerusalén no
fuera conocido por los judíos-cristiano de la diáspora. La tradición le atribuye
solo una larga vida, que habría alcanzado los ciento veinte años, y que
también Simeón murió mártir bajo la persecución del emperador Trajano 83.
Se trata de una tradición muy confusa, que nos sugiere que la dirección de la
Iglesia de Jerusalén, en esa época, se llevaba por una especie de consejo de
familia, y que ninguno de sus sucesores tuvo una autoridad personal
semejante a la de Santiago.
Al debilitamiento del prestigio de los dirigentes de la comunidad
eclesiástica de Jerusalén, luego de la muerte de Santiago, tendríamos que
agregar las dramáticas consecuencias del asedio y toma de Jerusalén, junto a

80
EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica II, 23, 16-18
81
Lc. 24, 18; Jn. 19, 25; se le suele traducir al castellano por Cleofás
82
EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica III, 11
83
Historia eclesiástica, III, 32, 1-6.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 27

la destrucción del Templo y la mitad de la ciudad Santa. El levantamiento


judío contra los romanos se dio en todo el país. El ejército romano avanzaba
hacia Jerusalén, destruyendo todo y sometiendo al país judío, región por
región. Flavio Josefo nos relata que la debilidad de los judíos fueron sus
numerosas divisiones internas, que supo aprovechar muy bien, el ejército
romano. En el curso de la guerra se fueron formando distintas «facciones»
judías, cuyas características son difíciles de establecer, por falta de
información. Josefo en su obra La guerra de los judíos, presenta un listado de
estos grupos revolucionarios: los sicarios84; los partidarios de Juan de
Guiscala; los seguidores de Simón Bar Guioras; los idumeos; y los zelotas85
pero no dice nada del partido de los senadores y sumos sacerdotes, un grupo
más bien moderado, a los que el historiador judío se siente más cercano. No
es fácil distinguir todos los grupos de la resistencia anti-romana que se
engloban bajo este apelativo. Josefo confunde en ocasiones a los zelotes con
los sicarios, aunque también diferencia a estos últimos de los genéricamente
llamados por él «rebeldes» o «facciosos». Sin embargo el común
denominador de estos elementos revolucionarios era su pasión por la libertad,
cuya doctrina parece estar inspirada en lo que Josefo llama cuarta filosofía o
secta, después de los fariseos, saduceos y esenios:

En cuanto a la cuarta de las (escuelas) filosóficas, nos señala el camino Judas el


Galileo. Sus adeptos están en muchos puntos de acuerdo con el pensamiento de
los fariseos, pero sienten un amor casi invencible a la libertad, porque creen que
Dios es el único dueño y señor. Les importa poco padecer cualquier tipo de
muerte, hasta el más inaudito, lo mismo que el castigo que están dispuestos a
infligir hasta a sus parientes y amigos; el único objetivo que tienen es no dar el
nombre de señor a ningún ser humano86.

84
Josefo explica el origen del nombre de este grupo. Se los llamaba así por el uso de
unos puñales, semejantes a los que usaban los persas, pero con la hoja curvada que los
romanos llamaban «sicae». De esta arma se saca el nombre de estos individuos que
practican el bandolerismo y asesinan a mucha gente.
85
El honroso epíteto hebreo qanna, que significa «celoso», ha sido traducido al griego
por la palabra zelotés; de ésta deriva «zelota» y que tiene una connotación negativa. El
termino Zelota se utiliza para designar a los miembros del movimiento judío del siglo I.
Este grupo de judíos que luchaba contra Roma, en el siglo I, eran furibundos nacionalistas,
y por eso, no solo anti-romanos, sino también anti-helenistas, ellos se dieron el título de
«celosos» por su afán por Dios y por el Templo, la noción básica para la comprensión del
significado religioso y social del movimiento. Desde el comienzo de las hostilidades están
presentes como un grupo de presión frente al partido moderado de los senadores. Como
partido, no existen los zelotes, al parecer, hasta el comienzo de la guerra. Por lo tanto, no
se puede señalar un vínculo directo entre este partido y Simón el zelote (Mt. 10,4). Cf. H.
GUEVARA, Ambiente político del pueblo judío en tiempos de Jesús, edic. Cristiandad, pág.
111-146
86
FLAVIO JOSEFO, Antigüedades judías, XVIII, 23-25
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 28

Flavio Josefo recogiendo una idea bíblica, interpreta la destrucción de


Jerusalén como un castigo divino. Animada por un espíritu semejante, la
comunidad cristiana, siguiendo a Jesús, interpreta las desgracias de Jerusalén
del mismo modo (Mt. 23,37-39; Lc. 21, 20-24). Frente a este cuadro
dramático presentado por el historiador judío, necesariamente hay que
preguntarse por la suerte de la Iglesia de Jerusalén en medio de esta tormenta.
Siguiendo una tradición patrística, quizás hayan huido de éste régimen del
terror, para refugiarse en Pela, pequeña ciudad de la Transjordania. Eusebio
de Cesarea87, nos relata también que un buen número de cristianos, junto con
sus dirigentes, buscaron refugio en Pela, mientras que por otra parte algunos
cristianos permanecieron en Jerusalén para unirse a la defensa de la ciudad
santa. Finalizado el asedio y destrucción de Jerusalén, algunos fieles
cristianos, o habían muerto o fueron reducidos a esclavitud, mientras que
otros prefirieron no volver a entrar en la ciudad devastada.
La comunidad cristiana se encontraba reducida en número, materialmente
empobrecida y privada de muchos de sus elementos más dinámicos. Poco a
poco se fue transformando en una institución provincial, sin ninguna
autoridad sobre las Iglesias de la Diáspora, muy poco involucradas en la
guerra judía. La destrucción completa de Jerusalén por obra de Adriano y la
prohibición para todo judío de residir en la ciudad (135 d.C.) representaron el
tiro de gracia para la comunidad de Jerusalén tan importante hasta este
momento.

2. Los helenistas y sus empresas misioneras hasta Antioquía


Anteriormente habíamos hablado del grupo llamado de los «helenistas»
que habían surgido en el seno de la Iglesia primitiva, y que luego fueron
marginados por los mismos miembros de la Iglesia, como por los dirigentes
judíos. Los helenistas se mostraban más agresivos con relación al Templo que
el grupo de los Doce y sus seguidores, y en poco tiempo se ganaron el odio y
la oposición de los judíos de lengua griega residentes en Jerusalén.
Finalmente la controversia entre el líder de éste grupo, el carismático Esteban

87
Historia eclesiástica, III, 5, 1-7
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 29

y los miembros de las sinagogas helenistas de Jerusalén, culminó con la


trágica muerte Esteban.
La lapidación de Esteban trajo como consecuencia una gran persecución y
dispersión de los cristianos helenistas. Este grupo tuvo que huir de Jerusalén
para escapar de la muerte o la encarcelación. La persecución sólo afectó a la
iglesia helenista, la que no estaba comprometida con la institución judía,
mientras que el grupo de los Doce con sus seguidores, permanecieron en
Jerusalén sin ser molestados. Los perseguidores, la autoridades judías, sabían
distinguir a la perfección entre los dos grupos que componían la comunidad
cristiana de Jerusalén. Los judíos sólo se sentían amenazados por el grupo
helenista de la iglesia, debido a su libertad frente a la Ley y a las demás
instituciones judías.
La mención de Judea y Samaría, como refugio de los dispersos, es una
clara alusión a Hechos 1, 8 dando a entender que así se ponía en marcha la
expansión del evangelio en esas regiones, de acuerdo con el mandato del
Resucitado. Un dato importante a tener en cuenta, es que la misión que
comienza el grupo helenista no fue en realidad, una misión orientada hacia el
ambiente pagano. La misión estaba encaminada a ciertos grupos de israelitas
marginados, en primer lugar a los samaritanos88, y luego a los llamados
«temerosos de Dios», personas de origen pagano que vivían en ambientes de
religión judía, atraídos en general por el monoteísmo y los principios éticos
del judaísmo, pero que todavía no habían decidido dar el paso esencial de
aceptar ser circuncidados para incorporarse a la comunidad cúltica judía.
El camino hacia una auténtica misión entre los paganos, plenamente
liberada de la Ley judía, estaba todavía muy lejos, y da la impresión de que
llegaría muy lentamente. El salto fundamental hacia una evangelización hacia
el paganismo vendrá con Pablo. Pero a pesar de todo, el papel de los
helenistas, como pioneros de la expansión, es significativo, ya que tuvieron
una visión de apertura que los judeocristianos de Palestina aún no podían
comprender: la dinámica del mandato misionero del Resucitado tenía que
traspasar las fronteras de Jerusalén.

88
Los samaritanos que, a pesar de su separación del templo de Jerusalén, y no obstante
la influencia recibida de ciertos elementos del sincretismo helénico en su religión, aún
mantenían la circuncisión como vínculo de unión con Israel.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 30

a) La misión de Felipe
El celo apostólico de este grupo lo percibimos en el relato que nos ofrece
el libro de los Hechos, con dos ejemplos relativos a Felipe: la misión en
Samaría (8, 4-25) y la conversión del eunuco etíope (8, 26-40). Estos dos
relatos contienen pasajes legendarios o fantasiosos, donde se nos ofrece una
idea bastante precisa de este evangelizador, que es Felipe (Hechos 21, 8), que
representa muy bien el ambiente helenista.
En el primer episodio la actuación de Felipe consiste en predicar, y la
predicación es acompañada con algunas señales. Lucas trata de subrayar la
predicación, mientras que las señales van descriptas aparte. La gente
«escucha» la palabra y «ve» las señales. Pero su actividad principal fue la de
un gran número de bautismos, incluido el del SIMÓN EL MAGO, un
taumaturgo local que gozaba de un gran prestigio entre los pobladores de esa
localidad que no podemos identificar. Lucas quiere evitar que se vea a Felipe
como un mero taumaturgo, igual que el Mago, por eso insiste en la
predicación como la característica principal de Felipe. Los prodigios que se
mencionan son las clásicas expulsiones de demonios y curaciones de
paralíticos y lisiados.
El relato sobre el bautismo de Simón el Mago, se interrumpe bruscamente
para dar paso a un nuevo episodio con la llegada de Pedro y Juan de
Jerusalén, como delegados de los apóstoles, para incorporar a la comunidad
de los creyentes a los bautizados por Felipe. La incorporación se hacía con la
imposición de las manos y la transmisión del Espíritu, y así quedaba
reconocida oficialmente la legitimidad de la misión de Felipe 89. En la
concepción de Lucas bautismo, recepción del Espíritu, e Iglesia van siempre
unidos. Lucas introduce la figura de Pedro, el más cualificado representante
de la Iglesia, que complementa con el don del Espíritu, el bautismo
administrado por Felipe. La intención de Lucas, es mostrar la legitimidad de
la misión de Felipe, por eso trata de demostrar que este avance, que rompe
las fronteras de Israel, no se debe a la intención personal de un individuo
aislado, sino que es un hecho que compromete a toda la Iglesia. La visita de
Pedro y Juan, que vienen de Jerusalén, coloca a los cristianos de Samaría en
89
Algunos autores ven en la llegada de Pedro y Juan a Samaría, como una especie de
control que ordenaba Santiago, el hermano del Señor, para ver si la misión y las
enseñanzas de Felipe no se apartaba de la doctrina practicada en Jerusalén.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 31

continuidad con el pueblo de Dios, y su bautismo la incorporación a la


comunidad cristiana. Un aspecto importante de destacar es que en Lucas no
hay indicios, de que las nuevas comunidades dependan al poder y al orden de
jurisdicción de la comunidad madre de Jerusalén. Lucas apenas da
importancia al poder de jurisdicción de los apóstoles de Jerusalén, y de
ninguna manera ve en ellos el modelo de una institución directiva de la vida
de la Iglesia.
El segundo relato de la evangelización de Felipe, está tomado
probablemente de una serie de leyendas de tradición sobre Felipe, que
circulaban entre los helenistas. En el relato se destaca el elemento
carismático del evangelizador, tan típico de los primeros helenistas. Felipe
aparece como un predicador itinerante, guiado por el Espíritu, no tiene
residencia fija, sino que surge en un sitio o en otro; con la única misión de
llevar a la práctica las instrucciones que Dios le va comunicando. Los
elementos típicos de la acción misionera se encuentran en la «Escritura» y el
«bautismo». Todo nos lleva a pensar que en los círculos helenistas la función
de este relato era legitimar la misión entre los adeptos al judaísmo, y al
mismo tiempo, establecer una normativa para su realización. El ambiente que
presupone este relato es el de la misión itinerante, introducido por los
helenistas en el ámbito siro-palestino. Las comunidades locales no tienen
aquí ninguna relevancia; todo se centra en los enviados movidos por el
Espíritu, que van de un lugar a otro para ganar adeptos para la salvación.
El pasaje de los Hechos nos muestra que por primera vez se anuncia el
evangelio a un extranjero. Se trata de un hombre importante, de un etíope, es
decir de un nubio procedente del alto Nilo, al sur de Egipto. La palabra
eunochos, en sí, no significa necesariamente castrado. En la versión de los
LXX (Setenta) y en otros muchos textos se usa como denominación de altos
dignatarios políticos o militares. Pero en este pasaje lo más probable es que
se trate realmente de un castrado, porque éste era el caso normal en los
oficiales de corte de las reinas90. La narración presenta a este etíope como un
gran simpatizante del judaísmo, que eran llamados «temerosos de Dios». Su
afecto por la religión judía queda probado por la peregrinación que acaba de

Según Deuteronomio 23,2, un castrado no podía ser admitido como miembro de la


90

Comunidad judía.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 32

hacer a Jerusalén, y por el entusiasmo con el que va leyendo el pasaje de


Isaías. El relato posee una gran fuerza simbólica, pues describe lo mismo que
en Lc. 24, 13-35, el camino del encuentro con Jesús resucitado. El diálogo
entre el eunuco y Felipe, se inicia a propósito de un texto de la Escritura, al
que los cristianos acudían para explicar el escándalo de la muerte de Jesús
(Is. 53). Partiendo de él Felipe anuncia la buena noticia de Jesús al etíope y
este le pide ser bautizado.
El libro de los Hechos nos mostrará aún a Felipe evangelizando la costa de
Palestina de Azoto a Cesarea. Su objetivo final es Cesarea, la ciudad donde
reside el procurador romano, y años más tarde Pablo lo encontrará en esa
ciudad. Desafortunadamente no sabemos nada de la vida de las comunidades
fundadas por Felipe. Por otra parte, este evangelizador seguramente habría
continuado su actividad misionera con los miembros del pueblo judío que
eran considerados como marginales. Es casi seguro que la predicación de
Felipe en Cesarea se haya extendido a la Samaría y a la Judea, provincias
vecinas a esta gran ciudad donde el uso del griego estaba muy difundido. En
estas regiones donde se respiraba todavía la actividad de Jesús, en especial
sus intervenciones como sanador y exorcista, que la Iglesia de Jerusalén
había preferido olvidar para no incurrir en la acusación de magia por parte de
los escribas de Jerusalén91.
Nada hace pensar que las comunidades surgidas por la predicación de
Felipe y sus discípulos, estaban abiertas a los paganos. El relato de Hechos
10, nos sugiere que fue Pedro, en calidad de apóstol de la Iglesia de
Jerusalén, quien haya superado las barreras entre los hebreos y paganos, y
además haya fundado un grupo de discípulos no circuncidados alrededor del
centurión Cornelio, amigo del pueblo judío pero que no tenía nada de
prosélito. No tenemos datos precisos para asegurar que las comunidades
guiadas por Felipe se hayan enriquecidos con un grupo de «parientes y
amigos» de Cornelio convertido por Pedro. Probablemente en esta ciudad de
Cesarea, se hayan constituido dos comunidades cristianas, una que era en
estricta comunión con la Iglesia de Jerusalén, y otra que permanecía unida al

91
Mc. 3, 22 y paralelos.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 33

mensaje más radical de los helenistas. La misma situación se pudo verificar


en otras ciudades de la región costera, como Azoto, Lida y Jafa92.

b) Pedro comienza la misión a los gentiles93


Pedro y los «doce» fueron también misioneros itinerantes. Al comienzo los
discípulos de Jesús en Jerusalén debían permanecer en la ciudad, debido a la
creencia de la inminente venida del Señor al cumplirse los tiempos
escatológicos, por lo tanto no se alejaban de la ciudad Santa por ningún
motivo. La ciudad era considerada centro de los sucesos escatológicos que
vendrían, y por lo tanto los miembros de la comunidad cristiana debían
permanecer en el lugar: stabilitas locis. El hecho que desencadenó que Pedro
y los «doce» abandonaran ese estado de permanencia stabilitas locis, y
emprendieran una misión itinerante está relacionado con la expulsión de los
«helenistas» de Jerusalén. Los misioneros itinerantes recorrieron toda la
Palestina, pero no abandonaban los territorios donde habitaban los israelitas,
y Jerusalén era el centro indiscutido de la nueva comunidad escatológica 94. La
reorientación histórica y teológica del grupo «helenista» trajo profunda
transformaciones en la comunidad cristiana de Jerusalén. La primera fue la
desaparición del grupo de los «doce» en la historia de la comunidad
primitiva. Los miembros de este grupo abandonaron pronto Jerusalén para
actuar como misioneros itinerantes. El rastro de la mayoría de ellos se pierde
en la oscuridad. Otra consecuencia fue el surgimiento de un nuevo grupo en
la dirección de la comunidad jerosolimitana junto a Santiago «el hermano del
Señor»: los presbíteros. El libro de los Hechos los menciona por primera vez
en 11, 3095.
Uno de los miembros más activos en la misión itinerante fuera de
Jerusalén, fue Pedro, que el autor de los Hechos de los Apóstoles le dedica
dos relatos (Hch. 9, 32-43) para introducir la misión a los paganos, que se
92
Hch. 8, 40; 9, 32-43.
93
Seguimos para el desarrollo de este tema a ROLOFF, J. Hechos de los Apóstoles, 215-
238; RIUS-CAMP, J. De Jerusalén a Antioquía. Génesis de la Iglesia cristiana, 238-271;
FITZMAYER, J. Los Hechos de los Apóstoles, Vol. II, 47-89.
94
La expulsión de los «helenistas» de Jerusalén supuso el cuestionamiento, o la
negación, de este esquema. La idea de una reunión de todas las naciones en Jerusalén, se
fue perdiendo como idea rectora, y más aún cuando el templo lugar expiatorio por
excelencia, sede también de la shekiná o de la «sabiduría» de Dios fue sustituido por
Jesús. Cf. L. SCHENKE, La comunidad primitiva, 370-371.
95
¿Quiénes son estos presbíteros y desde cuándo existe este cuerpo? La respuesta es
dudosa, y presumiblemente se trate de una especie de cuerpo directivo de la comunidad de
habla aramea de Jerusalén. Cf. L. SCHENKE, 375.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 34

concretiza con el episodio de la conversión y bautismo de Cornelio (Hch. 10,


1-11, 18). Para Lucas era importante que Pedro, el jefe de los apóstoles fuera
el primero en inaugurar esta misión. El relato nos cuenta de dos milagros que
hizo Pedro. El primero lo realizó en la localidad de Lida, donde curó a un
paralítico que llevaba ocho años en una camilla. El acontecimiento trajo
como consecuencia la conversión de muchos al cristianismo. Pedro
posteriormente se dirige a Jafa, donde devuelve la vida a una mujer que
estaba muerta, y muchos creyeron también en su mensaje. Estos dos breves
relatos de la actividad taumatúrgica de Pedro, constituyen una preparación al
relato principal, que es la conversión de un pagano. El pasaje describe las
etapas geográficas del viaje de Pedro desde Jerusalén a Cesarea, y pone de
relieve también, lo que Lucas considera muy importante, que es una especie
de visita pastoral por las comunidades ya existentes en Judea96.
¿En qué medida estos relatos misioneros de Pedro corresponden a una
realidad histórica? Se ha pensado que probablemente pudiera haber tenido
lugar después del año 44, luego de la persecución de Agripa cuando Pedro
había sido sustituido por Santiago en la dirección de la comunidad de
Jerusalén97. Pero podría haber sido al revés: luego de la persecución de
Herodes Agripa, Pedro dejó la dirección de la comunidad en manos de
Santiago, más bien conservador, porque Pedro había quedado comprometido
en su reputación frente a los otros miembros judíos de Jerusalén, por causa de
su precedente actividad misionera que tuvo como destinatarios a unos
adeptos «incircuncisos». Llama la atención que la actividad de Pedro se
realice en un lugar ya evangelizado por Felipe, la región costera y Cesarea
(Hch. 8, 40). Se debe suponer que en estas regiones actuaban diversos
grupos: misioneros helenistas y misioneros judeocristianos procedentes de
Jerusalén, ambos con ideas teológicas a fines a su mentalidad. Los dos relatos
presentan rasgos muy unidos a las tradiciones populares98, como por ejemplo
96
A diferencia de Hch. 8, 14 ss., la visita de Pedro a estas comunidades no está
ordenada a asegurar los contactos con la comunidad de Jerusalén, sino de una verdadera
inspección de las comunidades judeocristianas, nacidas por la actividad misionera de los
apóstoles venidos desde Jerusalén.
97
En este caso, el enigmático pasaje de Hch. 12, 17: «Después salió y se fue a otro
lugar», haría referencia al comienzo de la actividad de Pedro fuera de Jerusalén, en la
región de Judea.
98
Los dos relatos pertenecen a una serie de leyendas sobre Pedro originadas en
Jerusalén. En su origen fueron probablemente leyendas relacionadas con la fundación de
las comunidades de Lida y Jafa; sólo más tarde, debido a desarrollos posteriores y al
interés de la gente por la persona y actividad de Pedro, se transformaron en auténticos
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 35

la larga duración de la enfermedad, o lo trágico de la situación, las palabras


de curación, contacto físico con el sanador que es Pedro, el asombro del
público, etc. Lo más importante que se quiere destacar es que la potencia
curativa proviene de Jesús, no de Pedro. El apóstol ha recibido el poder de
seguir la acción salvífica de Jesús.
El relato donde Pedro bautiza al primer pagano, marca un momento
decisivo en el libro de los Hechos de los Apóstoles. No se ha omitido ningún
elemento que pudiera contribuir a dar relieve al significado de este
acontecimiento. El pasaje es uno de los más largos del libro, sólo comparado
en extensión con la narración del proceso de Pablo (Cáp. 21-28). La
intención de Lucas pareciera que no fue el de informar el bautismo del primer
pagano, sino el de un decisivo cambio de mentalidad de Pedro. El verdadero
protagonista del relato es Pedro, el centurión Cornelio, por el contrario, es
una figura de segundo orden, en ningún momento llega a acaparar la atención
del relato. En un típico relato de conversión jamás habría pasado por alto la
fe del convertido, de la manera en que aquí se hace. Lucas, sólo ve en
Cornelio, un objeto que Dios toma para convencer a Pedro de que los
paganos no profanan la comunidad salvífica de Jesucristo, y por lo tanto
deben ser admitidos a ella. Se podría decir que, en definitiva, el convertido
no es Cornelio, sino Pedro99. La ubicación del relato en el libro de los Hechos
tiene su importancia, ya que Lucas lo pone inmediatamente antes de la
fundación de la comunidad de Antioquía (11, 19-26), siguiendo, podríamos
decir, su concepción de una teología de la historia. Según la concepción
lucana, el reconocimiento oficial de la evangelización de los paganos, tuvo
que darse antes de que se funde la primera comunidad compuesta por
cristianos del mundo pagano.
La experiencia de Pedro no significó ni el sí definitivo de la Iglesia de
Palestina a la misión entre los paganos, ni el reconocimiento oficial de un
cristianismo abierto a los gentiles, liberados de la observancia de la Ley

relatos breves, pero muy novelados.


99
La narración original quizás fuera una leyenda de carácter misional, nacida en
círculos judeocristianos. Probablemente lo que se pretenda en el relato, es destruir una
concepción judeocristiana rígidamente legalista, haciendo referencia a Pedro y a la nueva
mentalidad que el mismo Dios le había impuesto. Al mismo tiempo pareciera que se aboga
por una concepción de Iglesia, en la que no se identifiquen las fronteras de la salvación
con las fronteras de Israel, que tenía su base en la circuncisión y la Ley. Cf. J. ROLOFF,
Hecho de los Apóstoles, 225.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 36

mosaica. Desde el punto de vista histórico, hay que considerarla como uno de
los tantos pasos que dio el cristianismo primitivo en su proceso de expansión,
según lo iban imponiendo las diversas circunstancias. Finalmente podríamos
decir que podemos percibir una intencionalidad en el relato de Lucas en los
Hechos de los Apóstoles, que es el de presentar este acontecimiento como la
inauguración de la misión a los paganos, por medio de una directa
intervención de Dios:

La redacción lucana está guiada por el interés en presentar este acontecimiento


como la inauguración y la decisiva legitimación de la misión a los paganos, por
medio de una directa intervención de Dios […] Esta idea ha influido, sobre todo,
en la nueva configuración que toma al final del episodio, con la efusión del
Espíritu a los paganos (Hch. 10, 44); de modo que el acontecimiento adquiere el
carácter de un segundo Pentecostés de los paganos100.

3. La Iglesia de Antioquía
La comunidad cristiana de Antioquía es recordada por el importante rol
que desempeñaría, la de convertirse en la capital del pagano cristianismo. La
ciudad de Antioquía es la actual «Antakya», y está situada a unos 25 km de la
costa tierra adentro a orillas del río Orontes, y fue fundada por SELEUCO
NICANOR I hacia el año 300 a. C., convirtiéndose en la capital de la dinastía
seléucida en Siria. Con la ocupación de Siria por los ejércitos romanos (64
a.C.), la ciudad se convirtió en la capital de la provincia romana de Siria y
Cilicia, donde se desarrolló hasta convertirse en una de las grandes
metrópolis del Imperio. La población de esta ciudad en la época era de
aproximadamente 500.000 habitantes, por eso era considerada como la
tercera ciudad más poblada, luego de Roma y Alejandría.
Antioquía se destacó también en el aspecto cultural y religioso, ya que fue
un gran punto de unión entre Oriente y Occidente, donde la actividad
comercial era grande y junto con ella ingresaban a Occidente una invasión de
«cultos mistéricos» con sus doctrinas esotéricas sobre la muerte y la
reencarnación, que fueron ganando muchos adeptos en todo el Mediterráneo
occidental. Junto a estos cultos, el monoteísmo y una ética judía ejercieron
una gran influencia más allá de sus fronteras.
En este ambiente cultural nació la Iglesia en Antioquía. Los orígenes de
esta comunidad son muy oscuros, con pocos datos y fuentes. La llegada de
100
J. ROLOFF, Hechos de los Apóstoles 227.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 37

los primeros misioneros helenistas a la ciudad fue probablemente hacia el año


¿40? donde el Evangelio fue anunciado con éxito entre los griegos 101.
Contrariamente a lo que el autor de los Hechos de los Apóstoles quiere
darnos a entender, la misión del grupo helenista ha precedido a la conversión
de Cornelio de Cesarea por el apóstol Pedro, que no ha tenido la misma
importancia, a pesar del largo relato que Lucas le dedicó.
La misión entre los griegos de la ciudad era una gran novedad, y su
carácter audaz provocó la reacción de parte de la Iglesia de Jerusalén.
Bernabé, un levita de origen chipriota, que se había ganado un lugar
importante en la comunidad de Jerusalén 102, fue enviado a Antioquía donde
debía constatar la autenticidad de la fe en los nuevos conversos de origen
pagano103. Bernabé posteriormente se unió a esta empresa misionera del grupo
helenista, donde obtuvo gran suceso. Lucas hace una reelaboración de los
hechos para mostrarnos que fue Bernabé el motor decisivo que impulsó a un
gran desarrollo de la comunidad. Pareciera que Bernabé fue el primero en la
joven comunidad «en lanzar la idea de una misión, que se propusiera como
meta rebasar los límites del judaísmo». Frente a estas perspectivas que les
ofrecía la capital siria, Bernabé dio un paso bastante atrevido: fue a buscar en
la ciudad de Tarso, a su protegido Pablo, el perseguidor convertido y lo trajo
a Antioquía como compañero y colaborador. Ambos misioneros se habían
integrado tan bien en la Iglesia de Antioquía, que luego de dos años
compartieron la dirección de esta comunidad con «Simón a quien llamaban el
Negro, Lucio el de Cirene, Manaén, hermano de crianza del rey Herodes
tetrarca»104 quienes se cree que fueron los primeros misioneros en llegar a esta
ciudad. En la comunidad cristiana antioquena se había producido una especie
de mixtura, que se veía en la guía de la misma con una fisonomía original,
donde se fundían características «helenistas», «jerosolimitanas» y novedades
resultantes de la participación de un considerable número de incircuncisos.
Desgraciadamente sabemos muy poco sobre la vida de una comunidad
como la de Antioquía. Los dirigentes son descriptos como «profetas y
101
Hch. 11, 20-21.
102
Hch. 4, 36-37; 9, 26-27. A pesar de ser judío de la diáspora no se había unido al
grupo de los helenistas de Jerusalén, sino que había mantenido lazos de unión con la
comunidad de lengua aramea, pero, sin compartir, según parece, las reservas de la
comunidad de Jerusalén con respecto a la misión entre los paganos.
103
Hch. 11, 22-24.
104
Hch. 13, 1.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 38

doctores»105, es decir como inspirados, en grado de comentar las Escrituras y


de hacerse cargo de la predicación a los fieles. Estos profetas-maestros
proclamaban la palabra, realizaban la instrucción doctrinal, realizaban
prodigios y señales, y presidían la celebración litúrgica. El hecho de seguir
las indicaciones del Espíritu, para ejercer su ministerio de ciudad en ciudad
les valió en Antioquía, la denominación de «apóstoles». A diferencia de la
comunidad de Jerusalén, donde las estructuras de gobierno aparecieron muy
pronto, en Antioquía aún no había nada institucional.
Las celebraciones litúrgicas eran preparadas por medio de oraciones y
ayunos, para estar bien dispuestos para la recepción de una revelación divina.
La imposición de las manos era un gesto litúrgico, destinado a manifestar el
consentimiento de la comunidad para la designación de determinados
servicios, invocando sobre los elegidos la generosidad de Dios, para el
tiempo que haya de durar ese encargo especial. Lejos de replegarse en si
misma, luego de sus primeros éxitos misioneros, la Iglesia de Antioquía
continuó a predicar el Evangelio a la multitud que la rodeaba. La mejor
prueba de que su actividad tenía una gran resonancia en la opinión pública,
fue la curiosa designación que el autor de los Hechos de los Apóstoles dio a
los miembros de esta comunidad, en Hechos 11, 26:«En Antioquía fue donde
por primera vez se llamó a los discípulos “cristianos”». Esta expresión tiene
dos aspectos sorprendentes: la terminación en –ianoi del término christianoi
es de origen latino, aunque se encuentra con frecuencia en el griego de éste
período, y servía para designar a los sostenedores o seguidores de las
personas designadas en la primera mitad de la palabra, a menudo con un tinte
político106. El término Christos, que no es un nombre propio, podía ser
comprendido por los paganos sólo en el sentido de «Ungido», según el
significado del verbo chriō (χρίω), del cual deriva y que significa «ungir»
«untar». Todo hace pensar que se tratase de un apodo despreciativo, que
indicaba a los discípulos de Jesús como los «ungidores» «untadores», a causa
del uso frecuente del término Cristo para referirse a su propio Maestro como
Mesías (este término era la traducción familiar para los judíos, pero no para
los incircuncisos). De esta forma, en la Antioquía de la segunda mitad del

105
Hch. 13, 1.
106
Cf. Los «herodianos» en Marcos 3,6 y 12,13.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 39

siglo I, un grupo muy emprendedor era descrito como reagrupamiento


político-social más o menos ridículo. Los «cristiano» han aceptado el desafío,
adoptando poco a poco esta expresión, convirtiéndola un motivo de orgullo.
Otra particularidad de la comunidad antioquena fue la de reunir, por un
tiempo determinado, a los circuncisos e incircuncisos en las mismas mesas de
las comidas. Sólo, luego de la reunión de Jerusalén, esta costumbre fue
abandonada por los enviados de Santiago «el hermano del Señor». El decreto
apostólico mencionado en Hechos 15,20-29, que prescribía a los cristianos de
origen pagano de observar algunas reglas que evitasen las peores formas de
impurezas rituales, ¿ha permitido quizás en los años 50 de retomar en
Antioquía las comidas en común? Es lícito dudar de esto, pero no se sabe
nada de preciso en este aspecto.
La Iglesia de Antioquía, dirigida por un grupo de representantes de la
tradición helenista, y de los portavoces de la sensibilidad jerosolimitana, le
daba un valor importante al mantenimiento de las buenas relaciones con la
comunidad madre de Jerusalén. Los Hechos de los Apóstoles nos ofrecen dos
ejemplos de esta actitud: en 11, 27-30 y 12, 25 por una parte, y el capítulo 15
por otra. Los dos relatos ponen serios problemas historiográficos, pero
indudablemente establecen la existencia de un deseo de los antioquenos de
tener un consenso de los jerosolimitanos en sus prácticas y doctrinas. Por otra
parte, el capítulo 2 de la carta a los Gálatas confirma con escándalo esta
actitud de los antioquenos, que culmina por llegar a ser insoportable a los
ojos de Pablo. No es exagerado sostener, que en esta época, la Iglesia de
Antioquía no se movía más en la orbita «helenista» y había renunciado, bajo
las influencias de Bernabé y Pablo, a su posición cismática que permanecían
en las otras comunidades fundadas por los hermanos expulsados de la Ciudad
Santa, luego del martirio de Esteban.
Finalmente, podríamos decir que no es exagerado afirmar que la Iglesia de
Antioquía es el punto extremo de la actividad evangelizadora, y que fue
recuperada por los enviados de Jerusalén, muy preocupados de que se
produjera un cisma en un centro tan importante como Antioquía. La
orientación de esta comunidad será judeo-cristiana, a la manera de Santiago,
si bien su contexto fuese cosmopolita. Desafortunadamente no sabemos nada
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 40

de la historia de esta Iglesia de Antioquía en la segunda mitad del siglo I.


Pablo habría pasado luego de haber evangelizado Corinto (Hechos 18,22). El
evangelio de Mateo, quizás pudo haber sido redactado en Antioquía, y podría
reflejar el comienzo de la separación del cristianismo y judaísmo en Siria.
Acerca de lo que se dice del anti-judaísmo de Ignacio de Antioquía, que se
expresaría en sus cartas escritas alrededor del año 107, estas permanecen
muy en la orbita judeo-cristianas a pesar de su virulencia.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 41

Bibliografía
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GUIJARRO OPORTO, S., «La familia en el movimiento de Jesús» en Estudios
Bíblicos 61 (2003) 65-83.
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entorno sirio. El ejemplo de Antioquía» en Estudios Bíblicos 64 (2006)
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RIUS-CAMPS, J., De Jerusalén a Antioquía. Génesis de la Iglesia cristiana, Ed. El
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RIVAS, L. H., «Algunas cuestiones historiográficas en torno al libro de Los Hechos
de los Apóstoles» en Teología 68/2 (1996) 221-235.
ROLOFF, J., Hechos de los Apóstoles, Ed. Cristiandad, 1983.
SCHENKE, L., La Comunidad primitiva, Ed. Sígueme, 1999.
THEISSEN, G., Sociología del movimiento de Jesús, Ed. Sal Terrae, 1979.
LA COMUNIDAD PRIMITIVA: DE JERUSALÉN A ANTIOQUÍA 42

CAPÍTULO SEGUNDO.........................................................................................................................1
1. La comunidad de Jerusalén hasta la muerte de Santiago......................................................2
2. Los helenistas y sus empresas misioneras hasta Antioquía.................................................29
3. La Iglesia de Antioquía.........................................................................................................36

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