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echaron andar Andres Acosta, antologador y escritor de literatura infantil y juvenil, y Diego
Mejía, Editor de Random, me planteó el tema del bullying y género.
Comencé a pensar en las palabras que escuchamos de niñas, palabras normalizadas que
son lo que decimos todos los días, van creando alrededor de las mujeres cercos, fronteras
en el momento que una niña se quiere salir de lo que le toca como niña le dicen que no, y
con los niños pasa igual.
Lo que me corresponde a las niñas es llorar y jugar con muñecas.
Me pregunté por qué, así que comencé a reunir palabras y salió un conjunto de textos,
cinco textos distintos, que trazan más o menos una novela con una misma protagonista
en distintos momentos de su vida. Ese fue el proceso de escritura. Lo que ha sido
interesante es el proceso de trabajo con el libro, cada uno de nosotros trabajó de manera
absolutamente separada de los otros. Es muy interesante cómo cada uno ha hecho un
trabajo distinto, como lo argumenta, como lo narra en un tema como el acoso escolar que
también puede ser sufrido por los maestros. En un texto de Jaime Alfonso Sandoval,
el acoso es hacia un maestro niños muy privilegiados con enormes recursos económicos
que no le dicen al maestro que no tiene poder sobre ellos, porque sus papas son
poderosos.
Es interesante pensar como el acoso nos toca de mucha manera y la literatura juvenil es
una forma de empezar las conversaciones más allá de dar las respuestas, sino disparar
reflexiones y conversaciones.
¿Qué tanto te enriqueciste con esta experiencia y qué tanto cambió tu idea sobre el tema?
Yo usé 5 etiquetas, pero ese es solo mi texto. Mónica escribió sobre acoso y formas de
entender la religión, Alfonso abordó acoso escolar, y Andrés ciberacoso.
Los 4 pesa, porque creo que no acabamos de dimensionar ninguno. Creo que no
acabamos de darnos cuenta de la violencia tiene muchas normas aparentemente inocuas;
para mi ha sido muy revelador que muchas mujeres me digan: no había caído en cuenta
de que de digan hormonal, marimacha, zorra y gorda es violencia.
Echaste mano de ese tipo de estilos, se va a transformar la forma en que se narra, que
las palabras se transformen como mujer de manera positiva?
No sería tan ambiciosa, y no sé si ambiciosa sea el término. No quiero que esas palabras
desaparezca. Pero sí quiero la discusión de que vamos a hacer con Mark Twain, por
ejemplo, esas palabras usadas en ciertos contextos históricos, políticos. ¿Vamos a dejar
todos de leer Huckleberry? Rosario Castellanos o que vamos a hacer? Vamos a tomar
conciencia a pensar que no hay palabras prohibidas debemos tomar conciencia como lo
decimos y a quién se lo decimos y en qué contexto; cómo estamos modelando el mundo,
cómo estamos modelando el país a los niños.
Un tema al que yo vuelvo siempre en talleres y cuando me toca hablar de novelas juvenil,
la responsabilidad de los autores de novela juvenil. Para mí el género ha sido la puerta de
entrada para la literatura teórico crítico desde el ´punto de vista de escritura y la
producción, pienso querría que mis sobrinas y niñas alrededor de mí que sepan que la
vida puede ser distinta. Que las palabras se pueden usar para herir, para limitar y también
para liberar. Que todo se puede pero hay que ser conscientes para reconocer la violencia
cuando se presenta.
¿Eres feminista?
Ya hay tantas definiciones de feminismo. Sí, pero lo que pasa es que cuando dices que sí
te ponen en un grupo concreto. Sí creo que tengamos que hacer un trabajo conjunto
como país, para que las mujeres, no por ser mujeres suframos violencia. Eso desde luego
es feminismo, pero no creo que el hombre sea el enemigo. Periódicamente organizan en
la UNAM, porque sufre también lo que sufre el resto del país, problemas de género, de
equidad, violencia. Se organizan asambleas para discutir qué se hará y no dejan entrar
los hombres, pero hay quienes quieren participar en la discusión. Creo que el mundo es
un espacio donde debemos caber todos, como quiera que cada uno se entienda o quiera
entenderse, siempre respetando.
Empiezas a hablar de temas de género y me dicen “es que a los hombre ya no nos dejan
hacer nada, ya hasta en el fútbol tienen que narrar las mujeres, ya déjenos algo”.
Entonces sin necesidad de desenvainar espada, sin arremeter de manera violenta hay
que decir que “déjenme algún espacio” es lo que venimos diciendo las mujeres hace
siglos. Creo que sí, pensaría en qué soy feminista en el sentido de que creo que las
mujeres necesitamos de un mejor trato y, sobre todo, que dejen de matarnos por ser
mujeres. Ese es el tema. Pensar en una educación que explique, que nos haga entender
que en este país se han hecho muchísimas injusticias, no solo a las mujeres, sino también
a los niños, a los ancianos, a los indígenas. Somos salvajes que han tratado mal a
quienes son diferentes al mexicano que es blanco, que se adapta, los que no estorban.
Las mujeres, los niños, los ancianos, los indígenas y los extranjeros estorban mucho.
¿Qué es lo que más influye en tu literatura? ¿Alguno de los temas que me has
mencionado?
Siempre me he definido como una respondona, hay una parte de mí que sigue siendo
niña, me acomodo mejor en literatura infantil y juvenil, en el juego, porque creo que en
este país hay muchas mujeres que nos hemos quejado, desde ahí muchas veces escribo.
desde decir esto no me gusta o podría ser de otra manera; entra el humor, el subvertir la
solemnidad que ha caracterizado las discusiones serias.
Para mí ha sido difícil cuando por ejemplo cuando salió Treintona, pensar que podría ser
ensayo, “me divertí mucho”, pensaba, “seguro tiene otro término, no ensayo”. “Yo nada
más hago literatura juvenil.” Sin embargo, cuando hablo con los lectores,que leyeron
treintona y se vieron reflejados, y pensaron y entendieron cosas, dices que sí; eso ha sido
la gran enseñanza. Entonces dices: la crítica seria solemne y estereotipos de escritor
atormentado que refleja grandes problemas del país con una escritura salvaje y dolorosa
y llena de sangre, son importantes pero no son los únicos. Desde ahí entiendo el
periodismo, me entiendo como autora y como crítica de literatura infantil y juvenil, desde
un punto de vista menos solemne, más a ras de calle,más inquisitivo. Pregunto más de lo
que entiendo.
Treintona surgió de un momento vital. Pocas décadas en México son tan significativa
como los treinta. Cuando eres una mujer que llega a los 30, soltera, sin dar visos de irse a
casar.
Cuando tienes una construcción social que te dice que tu objetivo en la vida tiene que ser
de cierta forma, cuando tenemos un imaginario del siglo 19 y entonces las mujeres no
tienen posibilidades económicas de ganarse la vida, aunque sea verdad eso de que
ganamos menos, eso es un hecho. Pero sigue existiendo este imaginario que como mujer
lo normal es que aspires a que un hombre te mantenga, lo ves todo el tiempo en
discursos como “tú no tienes que estudiar, mejor que vaya a la escuela tu hermano,
porque igual te casas y no ejerces, ni te metas en algo como medicina o física, si de
todas maneras te vas a casar
.
es verdad edad reproductiva y productiva en términos profesionales se traslapan es una
realidad, más cuando entendemos la crianza para las mujeres únicamente para las
mujeres, entonces tu puedes trabajar siempre y cuando estén camisas planchadas y
refrigerador lleno y siempre y cuando no descuides la casa, porque parece que las
mujeres tenemos un cromosoma que nos hace mejores para cuidar de esas cosas.
Evidentemente. Pero seguimos funcionando con esos esquemas y esos prejuicios.
Entonces llegas a los 30 y se empieza a volver una bomba de tiempo, porque las mujeres
tenemos fecha de caducidad; dejamos de servir para tener hijos, para ser mujercita de su
casa y aprender a ser dóciles y amables, y entonces nos empezamos a volver
respondonas, cuya sexualidad se empieza a poner en duda. Todas estas cosas eso no
pasa a los 40 y 50, en esas décadas pasan otra cosa, pero esta idea de que conforme
pasa el tiempo te vuelves menos valiosa sucede de manera particularmente salvaje entre
los 20 y los 30, ese fue mi argumento principal al escribir Treintona.
En la última década lo que ha pasado es claro que un solo sueldo no alcanza y que
entonces, en un país como el nuestro donde la educación pública no sirve para todos, no
está tan extendida, donde la medicina pública es de muy difícil acceso y no nos toca a
todos, todo se vuelve más caro. Es mucho más complicado pensar en el marido que te
mantiene. Si te mantiene pues, qué buena suerte, porque con un solo sueldo ya no se
alcanza.
hemos conquistado más espacios, pero sigue existiendo esta idea de que una mujer que
trabaja es una mujer a la que hay que tenerle lástima. Lo veo con mis amigas que son
madres y que al llegar a las escuelas a recogerlos reciben comentarios de las otras
mamás “ay, es que tú trabajas”, “pobre”, como si fuera una condena, además, como si
fuera una manera de hacer menos a tu marido. Hay muchas mujeres enormemente
capacitadas. Es un proyecto que estoy armando y me va a provocar muchos problemas,
pero que quiero hacer. Revisar qué pasa con estas mujeres super capaces, con
posgrados y espectros culturales, vastos y son nanas de lujo con vida constreñida a lo
doméstico, sin que eso tenga nada de malo, pero qué hacen con todo lo que deseaban,
ambicionaban, querían, pensaban 3 años antes. ¿Qué hacen en la fila para recoger a los
niños del colegio mamás con formación de CEO´s? ¿A qué aspiran?
Me acordé de una frase desafortunada de Hillary Clinton, escuchaba una analista que
decía “no es porque sea mujer sino porque yo se, que por ser mujer y tenga ese puesto
es porque no se arredra fácilmente,”
Supongo que las mujeres tomaremos otros lugares; también, de alguna manera los
proyectos de equidad, los proyectos que conscientemente dicen que le darán espacios a
las muejeres en algo ayudarán. Espero que eso se vean también en el tema de los
pueblos indígenas, en el caso de otro tipo de personas que nacen sin ninguna posibilidad
de salir de su condición de pobreza. El problema de México es que ojala y su problema
solo fuera de género. Es horrible decir eso, porque no tenemos capacidad de movilidad
social, no tenemos posibilidad de pensar que no tenemos una fórmula probada de una
persona que nace en situación de pobreza si hace abc, no nos funciona, porque una
persona que nace en una buena condición económica y social y que hace las cosas como
debe hacerlo seguirá en esa misma condición y una persona que nace en condición de
pobreza, aunque haga las cosas bien, va a seguir en pobreza. Las estadísticas te lo
dicen. El problema sí es de género, pero no sólo de género. Ojalá las mujeres, pero ojalá
no sigan siendo los mismos; espero que dentro de 10 años esa lista de los empresarios,
de los emprendedores, no sea de los mismos, porque creo que en el país en el que
estamos y como estamos por muchas razones, pensar “que barbaridad que vinieron
malos y nos invadieron” es sacarle la vuelta de manera de vergonzosa.
El 90% de las empresas en México son familiares y hemos revisado que la sucesión en
las empresas familiares es de hombre a hombre. ¿Crees que esto vaya a cambiar?
Si hay un cambio lo será en la medida en que las mujeres también entendamos que a los
hijos se les tiene que educar de otra manera. Yo trabajo literatura infantil y todo el tiempo
estoy planeando qué modelo de mujer presento. Qué está haciendo mi personaje, qué
estoy haciendo con lo personal. Tienes que entrar en conflicto con eso, porque yo escribo
novela rosa y claro que entro en conflicto con eso. Pero me preocupo por a quién le están
llegando esos mensajes. Estas mujeres qué le están diciendo a las niñas o adolescentes
que las leen.
¿Qué le dirías tú a esas mujeres hablando de la sucesión en las empresas familiares que
pueden tomar las riendas de las empresas y no lo hacen?
Que el destino siempre puede ser otro. Siempre, para mí, entender a Sor Juana desde
ahí, por ejemplo, fue una persona que pensó que su destino iba a ser uno distinto al de su
madre. O esa es la lectura que yo hago aunque en realidad no sabemos mucho, pero la
lectura que yo hago es que su madre le enseñó a leer y escribir y que aunque fueran a ser
madres les enseñó a que usaran el cerebro. Que sus fiestas no sean de spa. Las niñas
éstas que se divierten teniendo servidumbre, jugando a tener quién les ponga mascarillas
en lugar de jugar a los listones como lo hacíamos nosotros. Ese es el mundo en el que
estamos, ese es el maldito mundo del siglo XIX que estamos heredando. Entonces tú
como mujer de pronto dices “no voy a tener ninguna posibilidad más que casarme” y
entonces se casan con un idiota que les pone el cuerno porque es lo que hay que hacer, y
se tienen que callar porque piensan, “qué voy a hacer, de qué voy a vivir”, se convierten
en choferes de lujo y en administradoras de una casa y una familia. Ese es el tema de una
novela en la que yo estoy trabajando ahorita, en la que hay un montón de pleitos de la
mujer consigo misma.
¿Cómo asumes eso, estar en un grupo que te está quitando el sexo, no te hace cómplice?
Sí, lo sé. Entré mucho en conflicto y me desafané. Para mí fue muy fuerte entender que
hay una parte del país que sigue pensando, mmm… Lo que no dije cuando abordé que la
mujer puede pensar en otros destinos es que también tienen que saber que cuesta. Si tú
eres de mi generación te acuerdas de Fama, y la fama cuesta. Y aquí es donde aprenden
a pagar con sudor. Todo cuesta, y una vida resuelta y como debe de ser cuesta, y cuesta
asumir que pues te ponen el cuerno, tengo que pedir. Tengo que dar cuentas de si me
quiero comprar unos zapatos, si tengo ganas de trabajar o no tengo ganas de trabajar.
Todo eso cuesta, porque estoy vendiendo mi identidad a cambio de seguridad. Entonces,
si decides como mujer que no te tocó al empresa familiar pero quieres otra, porque qué
quieres hacer algo con lo que sabes hacer, y lo dice Sor Juana: hago esto porque dios me
lo dio. Esa es su manera de justificar que es una respondona. Tengo esto, ya lo aprendí y
tengo un posgrado en Estados Unidos, cómo ahora me voy a meter en un ambiente en el
que mi mayor problema va a ser con el jardinero porque no poda donde yo le digo, o que
la muchacha no sabe planchar las camisas. De verdad que no te estoy inventando nada.
O las pláticas con las amigas van a ser sobre empachos, o que los niños pierden los
suéteres.
La verdad no sé, porque pelear cuesta y Sor Juana no tuvo un final feliz. Se puede
planear un final feliz pero implica mucho trabajo y sacrificios porque te enfrentas a un
modelo, implica enfrentarte y decir “eso es lo que ustedes consideran que debe de ser”.
Tengo una novela que se llama “Socorro pero me dicen Coco” donde abordo eso: una
mujer que tiene a la vista un final feliz pero no lo quiere. Sucede en Querétaro, en la parte
muy costumbrista mexicana que puede parecer chistoso, pero que es así. El final feliz
implica estar con una persona que me ve inferior, que pasa de ser propiedad de su papá a
ser propiedad de él. Entonces la relación va a ser totalmente de sumisión y de minoría de
edad. Yo estudié literatura infantil como género y la mejor manera de acercarse a la
literatura infantil desde el punto de vista crítico es el problema de género, porque tanto la
mujer como el niño son poblaciones sometidas. Por otro lado, el colonialismo también
ayuda.
Si piensas que a las mujeres en México nos enseñan que somos unas niñas eternas y
que se nos tiene que corregir y regañar y decir “ay, ya no te voy a cambiar la camioneta
porque mira cómo la traes”. Al hablar de mujeres y tradiciones, al hablar de mujeres
emprendedoras, la historia raramente termina bien. Terminan muy solas y muy
incomprendidas. ¿Viste esa película “The wife”? Lee la novela. Yo lloré toda la película
porque además me acababan de echar de Reforma. Pero bueno, lee el libro.
Siempre pienso en un chiste que contaba un amigo muy lépero de mi papá, contaba un
chiste de un señor que no tenía extremidades, y le dice una grosería a una señor y la
señora le dice “dios lo va a castigar” y respondía “pues solo que me chingue el carrito”.
Siempre pienso eso. Me dices “ten cuidado” y pienso, pues estoy entrenada para dar
clases de tap, entonces me pongo a dar clases de tap o de zumba o lo que sea. Sí creo
que la historia de las mujeres es muy difícil, creo que no hemos dejado de pensarnos en
términos de subordinación, en términos de seres incompletos que necesitan no solo la
compañía sino la tutela de un hombre y que entre más subes en el poder adquisitivo es
más notorio. Tienes que saber que así es. Cuando saqué Treintona, me llama la atención
porque yo era la reportera. Llegaba a la comida familiar y era de “ay pobrecita”. Y tus
sobrinos te empiezan a preguntar “¿y tú por qué no te has casado?” y lo peor es que
tienes que buscar una justificación. Se les olvida porque soy la tía que escribe cuentos y
puedo ser rock star por 10 minutos. Pero es eso.
La parte de decir que se es asexuado, quién existe en las familias que no se case, en las
buenas familias, las monjas, las solteronas y los sacerdotes.
Por las personas que he visto con perfil empresarial, las mujeres sobre todo, siempre las
acompaña el complejo de pobrecita. La pobrecita que vive sola, que es empresaria. En la
última reunión de la UNAM estaba una mujer de quien se habló mucho por su exmarido:
ella era la mujer de fulano y entonces de ninguna manera. En eso volteó una asistente y
me dijo, ¿oiga maestra, quién es la esposa del doctor Narro? La verdad no sé, le dije. Me
dijo que ella tampoco y que por lo tanto no importaba con quién estuviera casada esa
señora. Y así sigue siendo, las esposas cargan también con sus esposos. Yo te querría
decir que estamos en el mundo que le va a dar lugar a las mujeres. En una de estas
cosas del Instituto Empresa, que no sé por qué me mandaron a mí, estaba una mujer
directiva de Cinépolis, que no recuerdo cómo se llama, egresada de ITAM; una española
que tenía una ONG que se dedicaba a ayudar a migrantes. Y comenzó a hablar la de
Cinépolis a decir que ser empresaria en México es muy difícil porque tienes que hacer el
mercado, porque los niños, porque el marido es un inútil. Y la española casi la cachetea,
porque decía cómo es posible que se esté planteando algo así, en mi casa quien tiene un
trabajote soy yo. Mi madre se escandaliza pero le digo, oye mamá, tú crees que yo sé
planchar mejor que él, pero no es así.Y en México nos parece anormal. Sí hay una parte
biológica en que la que tiene que amamantar eres tú, la que se tiene que recuperar eres
tú. Pero además no tenemos las políticas públicas que ayuden a eso y ya parece que en
medio de una junta de consejo, pensando en estos términos, vaya a decir “espérenme un
momento porque tengo que amamantar”.
Francia acoso