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Visión Mundial Internacional

ECONOMIA Y PALABRA DE DIOS

Una aproximación a las lecciones bíblicas sobre economía y justicia.

1. Antecendetes

Toda reflexión relacionada a las posiciones bíblicas concernientes a la economía debe comenzar
haciendo una distinción entre lo que hoy entendemos por economía y las relaciones que pueda
tener esa significancia con el mensaje de las Escrituras.

En primer lugar, en lo que respecta al concepto de economía, éste no ha tenido un significado


común para todos los tiempos. Hasta finales del siglo XIX la economía era entendida por los
expertos como economía política y su campo de acción lo constituía los bienes colectivos. La
economía era más amplia de contenido y se aceptaba su múltiple relación con otras áreas de
estudio. Desde esta perspectiva la economía era un asunto social y guardaba relación con la
moral. Así lo entendía Aristóteles, por ejemplo para quien la economía estaba relacionada con la
administración de riquezas materiales pero consideradas como medios para lograr fines y no la
economía como un fin en sí misma.

Todavía en 1825 la economía era entendida como “la esencia de la naturaleza, reproducción y
distribución de la riqueza”.

El punto de cambio lo constituye el periodo de 1870 a 1890 a partir del cual la economía sufre
cambios significativos debido a la inserción del método matemático en la economía y por las
restricciones en su campo de acción. Ahora la economía se define como la ciencia que estudia las
leyes que gobiernan las relaciones de bienes intercambiables. En otras palabras, la economía ya
no trata de “bienes colectivos” sino que se limita al dominio de los bienes que pueden ser
comercializables en el mercado. Además se restringe la relación de la economía con otras
especialidades – como la moral – y se somete al rigor de los métodos matemáticos.

Ahora bien, en lo que respecta al mensaje bíblico, éste aparece más relacionado con la primera
acepción de economía que toma en cuenta la distribución de la riqueza entendida ésta como un
medio. Debemos buscar la esencia de la justicia en la vida económica en el poder de los símbolos
bíblicos haciendo abstracción de los conceptos económicos modernos. Es cierto que la palabra
economía procede del griego oikonomia que es ampliamente utilizado en el Nuevo Testamento
pero su significado no guarda una estrecha relación con lo que entendemos por la ciencia
económica hoy.

Así, en el Nuevo testamento se emplea la palabra oikonomos (oikos = casa, nomos = ley.}, “las
leyes de la casa”) para significar un mayordomo ( Lucas 12:42, 16:1) un tesorero (Romanos
5:16) y un dispensador (1 Corintios 4:1), Tito 1:7 y 1 Pedro 4:10). También se usa oikonomía con
el significado de mayordomía (Lucas16:12) y de dispensación (1 Corintios 9:17, Efesios 1:10,
3:2 y Colosenses 1:25). Sin embargo la significancia de éstos términos no nos ayudan a
comprender lo que la Biblia entiende por distribución de la riqueza y justicia social.

Se hace necesario recurrir al poder de las imágenes del Antiguo y Nuevo Testamento:

2. Distribución de la Riqueza y Justicia en las Escrituras:

Antiguo Testamento:

En el Antiguo Testamento Dios es el que provee de bendiciones al pueblo. La Revelación Bíblica


señala el principio de la satisfacción de las necesidades materiales para todos los seres humanos
como parte de las bendiciones que Dios provee a sus criaturas. El ser humano es visto en su
complejidad existencial de cuerpo y alma derivándose así, un suplir de necesidades materiales y
espirituales, lo que en ningún momento significa una escisión de la naturaleza humana sino más
bien integralidad.

En este sentido, los señalamientos hacia una equidad de relaciones es presentada en


disposiciones diversas:

 Las promesas de Dios que la pobreza cesará y que nadie estará en necesidad.
(Deuteronomio 15:4-5)
 Dios manda a Israel a no hacer mal contra los extranjeros, los huérfanos y las viudas
(Exodo 22:21-24)
 Israel tenía prohibido cobrar intereses a sus hermanos (Levitico 25:35-38 )
 Los esclavos tenían que ser liberados al final de seis años (Exodo 21;2)
 Las deudas deben ser canceladas cada siete años (Deuteronomio 15:1-3)
 Durante la celebración del Jubileo ( Levitico 25:1-12):

 La tierra debía dejarse descansar


 Los esclavos eran liberados
 Las deudas eran canceladas
 La tierra y posesiones eran regresadas a sus dueños originales (Levitico 25:23-24)

La satisfacción de las necesidades humanas, sin embargo, se ve amenazada por una actitud
humana, rechazada duramente por la revelación: la acumulación de riquezas.

En la perspectiva bíblica los bienes son obtenidos en la medida que se satisfacen necesidades
concretas. Se critica la actitud de amontonar bienes una vez satisfecha la necesidad. Se trata de
tomar de la naturaleza solamente lo que es necesario.

De ésta forma, cuando es dado el maná a los israelitas errantes, estos deben tomar solamente lo
que es necesario para alimentar a sus familias. Tampoco deben guardar alimentos para el día de
mañana:
“Este es el pan que Jehová os da para comer. Esto es lo que Jehová ha mandado:
recoged de el cada uno según lo que pueda comer, un gomer por cabeza,
conforme al número de personas en su familia; tomaréis cada uno para los que
están en su tienda.

Luego les dijo Moisés:

Ninguno deje nada para mañana.

Pero ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron algo para el otro
día; pero crió gusanos y apestaba. Y se enojó con ellos Moisés.”

(Éxodo 16: 15 al 20).

El espíritu de ésta palabras nos indica que existe una relación entre los bienes dispuestos para
nuestra satisfacción y la satisfacción misma. Dios provee lo justo para nuestra subsistencia. No
es admitido el deseo de posesión más allá de lo que necesitamos, ya que al acumular dejamos
desprovistos a otros de la satisfacción de sus necesidades. De ahí que Jesús exprese que es
inadmisible el rico en el Reino de Dios. El Reino de Dios es, entre muchos aspectos, dar igualdad
de oportunidades a todos.

La acumulación de la riqueza proscribe a otros seres humanos de su derecho de subsistir. La


acumulación destruye el balance de las relaciones entre los seres humanos. Así, el mensaje del
Jubileo bíblico pretende corregir ese desnivel de relaciones a través de la restauración del
equilibrio original.

La acumulación de la tierra, por ejemplo, constituye una de las oportunidades en que el ser
humano se coloca por encima de sus semejantes, rompiendo el equilibrio, y proveyéndose de
poder. Por ello la Escritura tiende a evitar esa acumulación:

“La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es ... Por tanto en
toda tierra de vuestra posesión otorgaréis derecho a rescatar la tierra”

(Levítico 25: 23 y 24)

Una de las tareas del cristiano contemporáneo ha de ser su lucha contra toda manifestación
egoísta que promueva el rompimiento del equilibrio deseado por Dios entre los seres humanos
por la ansia de posesión de riquezas para fines individuales.

Nuevo Testamento:

Mientras que en el Antiguo Testamento la equidad de relaciones tiene su más alta expresión en el
Jubileo, en el Nuevo Testamento, la figura principal es la de Reino de Dios o Reino de los Cielos.
En ella:

 Dios se identifica con lo débil, lo insensato y lo desechado (1 Cor 1:20-31)


 El que tiene de más debe compartir con el que no tiene. (Lucas 3:11)
 Los Ricos deben despojarse de sus riquezas compartiendo con los pobres. (Marcos 10: 1
– 23)
 Hay igualdad de condiciones entre ricos y pobres. (Santiago 2: 1-4)
 Los pobres han sido elegidos para ser ricos en la fe. (Santiago 2: 5)
 El amontonar riquezas desmedidas provoca la perdición del ser humano. (Lucas 12:13-
21)
 Los bienes son colocados para distribuirse en comunidad. (Hechos 4: 32-37)
 El abandonar a los desamparados acarrea juicio. (Lucas

El relato de Mateo 18: 23 – 35 sobre los dos deudores es básico para entender la relación entre
economía y Reino de Dios.

“Por lo cual, el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas
con sus siervos. Cuando comenzó a hacer cuentas, le fue presentado uno que le
debía 10 mil talentos. A este como no pudo pagar, ordenó su señor venderlo, junto
con su mujer e hijos y todo lo que tenía, para que se le pagara la deuda. Entonces
aquel siervo, postrado, le suplicaba diciendo: “Señor ten paciencia conmigo y yo te
lo pagaré todo”. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, lo soltó y le
perdonó la deuda.

Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos que le debía cien
denarios; y agarrándolo, lo ahogaba, diciendo: “págame lo que me debes”.
Entonces su consiervo, postrándose a sus pies le rogaba diciendo; “ten paciencia
conmigo y te lo pagaré todo”. Pero el no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel
hasta que pagara la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron
mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces
llamándolo su señor, le dijo: “Siervo, malvado, toda aquella deuda te perdoné,
porque me rogaste. ¿No debías tu también tener misericordia de tu consiervo, como
yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor lo entregó a los verdugos hasta que
pagara todo lo que le debía. Así también mi Padre Celestial hará con vosotros, si no
perdonais de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

Hay 3 dimensiones que se distinguen en esta narración: El reino de los cielos, la economía, y el
mercado.

 El reino representa la justicia, la dirección del Espíritu, la armonía entre todas las
criaturas con Dios y entre si mismas. (El reino de los cielos es semejante a un rey)

 La economía tiene su propia lógica (Le fue presentado uno que le debía). La economía en
palabras de Benthan, tiene como objetivo: “Producir el máximo de felicidad hasta donde
sea promovido el otro fin mas general, por la producción del máximo de riqueza”.

 El mercado es el lugar donde se intercambian cosas (ordenó el señor venderle...para que


le pagase la deuda). La lógica moderna del mercado es que “los individuos, sean
hombres, empresas o naciones, están sujetos en sus actividades económicas a la autoridad
del mercado, a una entidad superior a todo hombre en sabiduría y justicia”. Pero la
iniciativa de lo que se va a producir no proviene de los consumidores, sino de la entidad
productiva financiera que controla los mercados, y que crea en las personas nuevas
“necesidades”.

Reino, economía y mercado, ¿tienen alguna cosa en común? Da la impresión que los esquemas
morales son antagónicos. El reino enfatiza la solidaridad, la economía se apoya en el egoísmo
humano. ¿Puede el egoísmo trabajar en beneficio de la comunidad y de los valores del reino?.

El reino es absoluto porque es parte de la voluntad de Dios, pero la economía y el mercado,


aunque tienen sus propias leyes, no se pueden absolutizar porque no forman parte de la creación.
Son invenciones humanas.

Según Lutero, el principio protestante es que “cualquier cosa que no sea el Reino de Dios es
posible de cambiar”. Los conceptos relativos deberán ser juzgados a la luz del concepto absoluto,
en este caso los valores del reino.

La gran preocupación de Calvino era saber si el dinero puede generar dinero, y si era ético cobrar
interés a un hermano. De acuerdo a su interpretación de Luc 6:34 y 35 “se presta a los ricos y
con los pobres se hace misericordia”.

La exhortación profética de Ezequiel 28: 4,5 y 16 es que no sólo se devora al pobre que padece
necesidad, sino que se le ha despojado de sus herramientas de trabajo (Ver Ez. 18:7,8,12; y Deut.
23:19,20).

Concluimos aseverando que ya sea a través del Jubileo o a través del Reino de Dios, Dios
apuesta por relaciones humanas justas con equidad en la distribución de riquezas y que
satisfacción las necesidades básicas de los seres humanos están por encima de los sistemas
humanos.

4. La Globalización

Una vez estudiado las posiciones bíblicas concernientes a la distribución de la riqueza, es


necesario analizar la situación mundial contemporánea y verla a la luz de los enunciados que
hemos obtenido. Para ello el tema de la globalización se hace de imperativo estudio.

La globalización es un proceso de acercamiento e interconexión mundial en los aspectos


políticos, económicos y culturales que inició con posterioridad a la segunda guerra mundial y
cuya consolidación fue acelerada con el fin de la guerra fría y la caída de los países del bloque
soviético. La estructura de la globalización está compuesta por un centro en el que se
encuentran las grandes corporaciones transnacionales y los países más ricos del mundo. En la
periferia encontramos a los países del tercer mundo quienes no perciben los beneficios de la
globalización si no que sufren los efectos negativos de ésta: dependencia, subdesarrollo y
pobreza.

La base ideológica de la globalización - y lo que constituye su ética – está basado en los


principios del neoliberalismo. El liberalismo del siglo XVIII, el mismo que dio origen a la
revolución francesa, pretendía colocar al ser humano en el centro del mundo concediéndole
derechos inalienables recogidos hoy por las constituciones de casi todos los países del mundo.
Esta ética funcionaba así: todo debía estar sometido a esos derechos individuales: el ser humano
pasaba de la periferia del universo, al centro del mismo.

El neoliberalismo sobre el cual se sostiene la globalización ha cambiado esta estructura


desplazando al ser humano del centro y colocando en su lugar al mercado. Los teóricos del
liberalismo argumentan que el mercado está gobernado por una “mano invisible” la cual es capaz
de dirigir y acomodar por sí misma los problemas que se presenten sin la necesidad de
intervención de los pueblos. Así, la ética de la globalización consiste en que lo bueno es todo
aquello que favorece a las fuerzas del mercado y lo malo todo aquello que lo frena o atenta
contra él. Si el despido de cientos de empleados es necesario para mantener el mercado a flote,
esto debe hacerse – ya que está demostrado que tan sólo un 20 % de la mano de obra actual
disponible es necesaria para mantener el mercado funcionando, quedando un 80 % a la deriva.

Si el tamaño del Estado es un obstáculo para el desplazamiento del libre mercado, lo ético – de
acuerdo a la ética de la globalización - debe ser su reducción hasta lo mínimo posible para su
mantenimiento. De este modo que estamos en un mundo donde lo bueno y lo malo viene a
definirse partiendo de lo que beneficia a no a las fuerzas del mercado.

La distribución de la riqueza dentro de ésta estructura de globalización está balanceada a favor


de unos pocos puesto que Naciones Unidas establece que sólo 20 % de la población mundial ha
sido beneficiada con la globalización y el 80 % restante vive en condiciones de pobreza además
de que se ha agrandado la brecha que divide a ricos y pobres y ésta tiende a aumentar cada año.

Estos datos son suficientes para aseverar que la globalización es un proceso que a hecho a un
lado a Dios y que se gobierna por fuerzas de mercado cuya lógica se niega a reconocer un
contenido moral o ético que beneficie a todos los seres humanos. Si bien se están haciendo
algunos esfuerzos para revertir estos efectos negativos – mayor inversión de las corporaciones en
ayuda social, reformas a las instituciones financieras, iniciativas de alivio a las deudas de los
países pobres y otros – los índices de pobreza demuestran que estas iniciativas no son suficientes.
Necesitamos entonces de una globalización basada en los modelos bíblicos.

5. Una globalización que tome en cuenta a Dios

Una globalización que tome en cuenta a Dios sería una que:

 Establezca una ética de funcionamiento basada en la dignidad de los seres humanos y sus
necesidades como principio de alto valor sobre los tecnicismos del mercado.
 Establezca límites a la acumulación de la riqueza en la medida que ésta acumulación ponga
en peligro el desarrollo de la mayoría.
 Establezca el bien común por encima de la acumulación individual.
 De valor al trabajo como creatividad humana y no como mercancías intercambiables.
 Sea sensible a las necesidades de los grupos más necesitados.
 No ponga el destino de la humanidad en las manos de los teóricos de razonamiento
matemático que se niegan a ver la economía como una cuestión moral.
 Priorice la satisfacción de necesidades reales por encima de necesidades creadas por el
mismo mercado o consumismo.
 Que tenga una actitud crítica hacia sí mismo revisando una y otra vez sus políticas y
corroborar si éstas están a favor de las mayorías.

Jaime Tercero
Róger Araica Salas
Ana María Ampuelo

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