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Índice 3
Carta Rabínica 5
Introducción
El control de la vida 6
Capítulo 1
Los límites de D-os 13
Capítulo 2
Toma a la serpiente en tu mano 26
Capítulo 3
¿Qiuén soy realmente? 32
Capítulo 4
Información y formación 46
Capítulo 5
Las dos caras de la sociedad 52
Capítulo 6
Dime con quién andas 78
Capítulo 7
El control de la persona 99
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Capítulo 8
El elemento fuego 113
Capítulo 9
El elemento aire 152
Capítulo 10
El elemento agua 186
Capítulo 1 1
Las adicciones 221
Capítulo 12
El elemento tierra 268
Capítulo 13
El control de la mente 301
Capítulo 14
Nuestra esencia 342
Capítulo 15
El control del ángel interno 355
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Introducción El control de la vida
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Introducción El control de la vida
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Introducción El control de la vida
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Introducción El control de la vida
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Introducción El control de la vida
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Introducción El control de la vida
tas palabras, que escribo antes que nada para mí, ayudan
aunque sea a uno de ustedes, habrá valido la pena todo el
esfuerzo que ha implicado escribir este libro, e incluso ve-
nir a este mundo por eso.
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Capítulo uno Los Límites de D-os
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Capítulo uno Los Límites de D-os
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Capítulo uno Los Límites de D-os
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Capítulo uno Los Límites de D-os
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Capítulo uno Los Límites de D-os
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Capítulo uno Los Límites de D-os
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Capítulo uno Los Límites de D-os
La fauna limitada
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Capítulo uno Los Límites de D-os
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Capítulo uno Los Límites de D-os
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Capítulo uno Los Límites de D-os
El gran mensaje
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Capítulo uno Los Límites de D-os
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Capítulo uno Los Límites de D-os
Conclusión
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Toma a la serpiente
Capítulo dos en tu mano
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Toma a la serpiente
Capítulo dos en tu mano
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Toma a la serpiente
Capítulo dos en tu mano
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Toma a la serpiente
Capítulo dos en tu mano
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Toma a la serpiente
Capítulo dos en tu mano
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
La importancia de la mujer
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
Valorar al prójimo
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
El valor espiritual
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
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Capítulo tres ¿Quién soy realmente?
Conclusión
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Capítulo cuatro Información y formación
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Capítulo cuatro Información y formación
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Capítulo cuatro Información y formación
El material de la muralla
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Capítulo cuatro Información y formación
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Capítulo cuatro Información y formación
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
Bebés Ancianos
Se les transporta en carriola Se les lleva en silla de ruedas
Usan pañales para bebé Usan pañales para adulto
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
El bombardeo ambiental
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
biente tal vez sea fabuloso y el aire se vea limpio, pero defi-
nitivamente no se respira allí aire “puro”. Los microbios de la
sensualidad y otros que invaden la mente son tan poderosos
que, al contagiarnos de ellos, nos destruyen el sistema inmu-
nológico entero, cayendo nuestras defensas y, cuando éstas
caen, somos más propensos a enfermarnos con esas locuras.
Incluso muchas veces entramos a estos lugares y salimos
prácticamente ilesos, pero no nos damos cuenta de que el
“microbio” ya ingresó a nuestro cuerpo y va atacando los
“glóbulos blancos”, para que la próxima vez que vayamos
nuestro sistema de defensa esté en desventaja.
Entendiendo los dos puntos arriba mencionados pode-
mos conjugar la muralla y el placer, entre restringirse y dis-
frutar de la vida, ya que todos los extremos son dañinos y no
hay como vivir en equilibrio.
El macro-microcosmos
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo cinco Las dos caras de la sociedad
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
Reír al último…
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
Seamos sabios. Hay amigos que nos hacen reír hoy y llo-
rar mañana, y otros que nos llaman la atención y nos inco-
modan hoy, pero nos permiten reír para siempre.
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
Cacarear juntos
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
—¿Qué haces?
Él contestó:
—Nada. Puedo vestirme y seguir siendo gallo. O más
bien, un supergallo.
—Si es así, yo también lo haré —dijo el príncipe gallo.
Después de unos cuantos días, el amigo decidió co-
mer un trozo de pastel y después un bistec, siempre res-
pondiendo lo mismo al príncipe, y éste, a su vez, acep-
tando y copiándolo. Y así, poco a poco, paso a paso, el
amigo logró, con su ejemplo personal, convertir al gallo
de nuevo en príncipe.
Con esto quisieron nuestros Sabios darnos un men-
saje: a veces lo que no logran padres, maestros, rabinos
y psicólogos, puede lograr un buen amigo, que está, por
un lado, a la par, y por otro, un paso adelante.
La vecindad
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
viento por fin se rindió, tocó el turno al sol, que lanzó sus
cálidos rayos y el hombre, con una sonrisa, se quitó el saco.
Así sucedió durante nuestra historia: los enemigos declara-
dos no lograron quitarnos nuestro saco de valores y, por el
contrario, cuanto más nos molestaban, más nos aferrába-
mos a él. El problema estuvo siempre, y hasta la fecha está,
con las amistades y los “rayos solares” amigables por los
que, sin darnos cuenta, pudimos llegar a quitarnos el saco.
Y la asimilación que no se logró por medio de la bala o la
espada, se concretó con el abrazo y el beso.
A esto se refirió el Rey David cuando rezó y pidió a D-os:
Hashem li beozerai… “Que D-os me ayude con mis ami-
gos, y yo me ocuparé de mis enemigos” (Tehilim 118:7).
La pareja amiga
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo seis Dime con quién andas
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Capítulo siete El control de la persona
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Capítulo siete El control de la persona
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Capítulo siete El control de la persona
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Capítulo siete El control de la persona
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Capítulo siete El control de la persona
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Capítulo siete El control de la persona
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Capítulo siete El control de la persona
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Capítulo siete El control de la persona
Manos a la obra
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Capítulo siete El control de la persona
El Trono Celestial
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Capítulo siete El control de la persona
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Capítulo siete El control de la persona
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Capítulo siete El control de la persona
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Capítulo siete El control de la persona
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
El orgullo
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
El enojo
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Capítulo ocho El elemento fuego
Por eso dijo el Rey Salomón: “El enojo mora en los ton-
tos” (Kohélet 7:9); es decir, el enojo nos convierte en tontos
y nos hace actuar con furia e ira, magnificando un error pe-
queño y reaccionando de manera desproporcionada.
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
tan apto para ser rey de Israel que incluso el profeta She-
muel, cuando lo vio por primera vez, se levantó y le rin-
dió honores pensando que él era el elegido de D-os para
reinar; pero en ese momento, D-os le mandó una profecía
y le ordenó: “Siéntate. A éste lo abomino por su enojo. A
alguien así no puedo darle la oportunidad de reinar sobre
Mi pueblo”.
También sucedió a Moshé Rabenu que se enojó contra
los soldados cuando trajeron como cautivas a las mujeres
de Midián, quienes habían seducido a los jóvenes de la tri-
bu de Shimón provocando la muerte a veinticuatro mil de
ellos. Después, cuando se dirigió al pueblo para darle la
clase de Torá, que consistía en las leyes que D-os le había
ordenado trasmitir, la mente se le puso en blanco y no re-
cordó nada. Cabizbajo, descendió de la tarima y subió su
sobrino Elazar HaKohén para dar la clase. Aunque su enojo
estaba justificado, el efecto devastador del fuego del enojo
no hace diferencia si tienes razón o no.
Lo peor fue que el gran líder Moshé perdió la opor-
tunidad de seguir dirigiéndonos y llevarnos a la Tie-
rra Santa, por enojarse contra el pueblo cuando le pi-
dió agua ante la roca; los llamó “necios rebeldes”. Y
de nuevo, aunque tuvo razón en expresarse así debido
a todo lo que hicieron anteriormente, con todo eso,
dice Najmánides (Bamidbar 20:10): “Al perder Moshé
el control sobre sí, perdió el control sobre el pueblo”.
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
La humildad
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
Apaciguar el enojo
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
Conclusión equilibrada
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo ocho El elemento fuego
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
El viento parlante
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
Meditación y control
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
El poder de decisión
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Capítulo nueve El elemento aire
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El silencio
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
dad lo que es bueno para él, puede pedir algo que le resul-
te perjudicial.
Por eso, la forma correcta de pedir algo a D-os es, por
ejemplo: “D-os mío, quiero casarme. Ayúdame. Tú sabrás
con quién”, “Quiero buena manutención. Tú sabrás por
cuál canal y con qué socio mandármela”.
A este respecto, el Midrash (Esther Rabá ) cuenta que
una vez el sabio Rabá llegó a una aldea y al finalizar el
rezo en un templo, escuchó a un joven clamar frente al
hejal: “D-os, haz que fulana se enamore de mí. Quiero
casarme con ella y sólo con ella”. Al terminar su plegaria,
se le acerco Rabá y le dijo: “Así no se reza. ¿Quién te dijo
que ella es buena para ti?”.
Con esto el rabino quiso decir al joven: “Controla tus
instintos que persiguen la belleza, el dinero y el placer, y
pide a D-os que te dé la mujer adecuada para ti. Si insistes
en que sea ésa y no otra, te la darán, aunque no sea la me-
jor para ti. Un rezo así es una falta de respeto al Creador,
pues parece que dices: ‘Mira, D-os, no me interesa la que
planeaste darme. Yo quiero a fulana. Yo sé lo que es bueno
para mí’. Y finalmente es posible que D-os te la dé, pero
como castigo”.
El joven miró con burla al sabio que se entrometía en su
vida, y le dijo: “Tú, sabio, entenderás de libros. Yo entiendo
de mujeres. Ésta, con su belleza, dinero y fama, es lo ade-
cuado para mí”.
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
medir las acciones que realizas con tus dos manos; ver qué
resultará si caminas con tus pies a la izquierda o a la dere-
cha. Después de analizar bien, toma la decisión más cen-
trada y ubica tu mente, tu palabra y tus sentimientos en un
solo canal. Debido a que el mejor camino es el del medio,
la dualidad de los miembros está en los extremos (oídos,
pies, manos) y la unidad está en el centro (cerebro, boca y
corazón), y lo que debes procurar es pensar, hablar y sentir
con congruencia.
Así que ahora procederemos a ver cómo se vive y se dis-
fruta el elemento aire en equilibrio.
• En cuanto al don de la adaptabilidad a las personas, es
lograr entenderse con cualquier estilo de maestro, amigo o
familiar; incluso con “la santa suegra”. Y aunque aquí ha-
blamos del elemento aire, cabría aplicar la “regla del agua”,
el único elemento en la naturaleza que se presenta en tres
estados: sólido, líquido y gaseoso: a veces debemos adap-
tar nuestro perfil al de ciertas personas y ser fríos y duros
como el hielo, y con otras hay que ser como el líquido, ágil
y fluyente; y con otras más, debemos simplemente “esfu-
marnos” y “evaporarnos”.
Así lo dijo la Mishná en Pirké Abot: “Sé ágil con los jóvenes
y cómodo con los ancianos” (3:16).
• Respecto a nuestras ideas, no es bueno ser terco ni tampo-
co volátil. El término medio entre estar abierto a las nuevas
ideas y a los cambios, combinado con firmeza en las deci-
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo nueve El elemento aire
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
¿Placer o necesidad?
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
Secar el manantial
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
Placeres puros
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
Como dije, la lista es larga. Sólo hay que querer ser una
persona que da y no únicamente que recibe, usando el ele-
mento agua, del cual todos estamos formados. Quizá por
eso D-os nos hizo con un cuerpo, que por una parte es un
recipiente para recibir, y por la otra, nos creó con 75% de
agua en el cuerpo, para enseñarnos que lo que espera de
nosotros es que demos y no sólo que recibamos.
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
Controlemos la bondad
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo diez El elemento agua
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
¿Mareo o vértigo?
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
El alcohol
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
Las drogas
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
Adicciones conductuales
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
zar con los casos fáciles para que el perdón y la buena imagen
que tengan esas personas de nosotros nos inspiren confianza
y ánimo para continuar. Sin embargo, debemos también te-
ner presente que habrá casos más difíciles, en los que en su
debido momento, con la ayuda de D-os, Quien nos acompa-
ñará en cada uno de esos encuentros, lograremos el perdón y
recuperaremos la confianza y la fe que esas personas tenían
en nosotros.
Además, debido al esfuerzo que todo esto acarrea, lo difícil
que es reparar el daño que hemos cometido, y cómo se pue-
den necesitar mil palabras de arrepentimiento para reparar
una sola de agresión, nos haremos a la idea de que no vale la
pena caer de nuevo, ya que sería una lástima destruir el gran
logro que alcanzamos con tanto esfuerzo y quizá hasta con
lágrimas.
Otro efecto que también nos ayudará en este proceso de
sanación es que mientras pedimos perdón a la gente que las-
timamos, aprendemos también a perdonar, a entender que
los rencores que podemos albergar son otros “cables” que nos
tienen atados. Y ese remordimiento, ese odio, esos deseos de
venganza que podemos llegar a sentir contra alguien son da-
ñinos para nuestro progreso. Y aquí nos elevamos tanto que
llegamos al nivel de: “Aunque no vengan a pedirme per-
dón, yo los perdono”.
Cada yehudí en el rezo del Keriat Shemá de antes de dor-
mir realiza esto todas las noches. En este rezo decimos a
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Insinuación Divina
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo once Las adicciones
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
La flojera
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
La tristeza
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
Reparando la tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
¡Sé alegre!
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
El equilibrio
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
Epílogo elemental
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo doce El elemento tierra
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
Ejercicios mentales
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo trece El control de la mente
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Capítulo catorce Nuestra esencia
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Capítulo catorce Nuestra esencia
El envidioso
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Capítulo catorce Nuestra esencia
El falso
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Capítulo catorce Nuestra esencia
El placer
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Capítulo catorce Nuestra esencia
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Capítulo catorce Nuestra esencia
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Capítulo catorce Nuestra esencia
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Capítulo catorce Nuestra esencia
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Capítulo catorce Nuestra esencia
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Capítulo catorce Nuestra esencia
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Capítulo catorce Nuestra esencia
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Capítulo catorce Nuestra esencia
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El control
Capítulo quince
del ángel interno
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El control
Capítulo quince
del ángel interno
¿Quién soy?
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El control
Capítulo quince
del ángel interno
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El control
Capítulo quince
del ángel interno
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El control
Capítulo quince
del ángel interno
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El control
Capítulo quince
del ángel interno
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El control
Capítulo quince
del ángel interno
con claridad, pero esta vez con la cabeza erguida y con ple-
no regocijo.
Entonces, ese punto interno soy yo, al que temporalmen-
te, en este viaje, le dieron un cuerpo para dominar y un alma
para controlarlo, para que le suministre la energía necesaria
en el camino de la espiritualidad; un instinto malo, para que
a cada paso trate de seducirlo y le presente un obstáculo,
un esfuerzo; y un ángel positivo, que le ayudará a superar
los obstáculos y a cumplir la meta. Y esta parte se llama el
tzadik, el justo, el que debe hacer tzédek, justicia, como lo
insinúa el versículo (Mishlé 10:25): Tzadik Yesod Olam, “El
tzadik es el pilar fundamental del mundo”. Es decir, todo el
mundo gira sobre el punto interno denominado tzadik que
cada uno tenemos. Él es quien pidió el mundo y junto con
D-os diseñó nuestra persona y nuestra personalidad, ade-
cuadas al trabajo y a la misión que debe realizar cada uno de
nosotros.
¿Quién es tu rey?
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El control
Capítulo quince
del ángel interno
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El control
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¿Cómo lo hace?
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ojos”. En verdad era una simple fruta, igual que todas las
demás que había en el paraíso. No se veía diferente. Pero
justamente ése es el poder del S’M: nos hace ver el carbón
con un hermoso brillo… Sin embargo, no todo lo que bri-
lla es oro.
Y por si no fuera suficiente, después de pecar ella se dio
cuenta de que se había equivocado. Sin embargo, el ob-
jetivo principal del ángel negativo era hacer que también
Adam pecara, y para ello utilizó a la mujer, primero hacién-
dola pecar y después convirtiéndola en un soldado para él,
mandándola a seducir a Adam y lograr que él cometiera el
mismo pecado. Pero para eso necesitaba de nuevo el yét-
zer hará el poder de la imaginación, como dice el Midrash
(Pirké Deribí Eliezer 13): ”La serpiente sopló a Javá al oído
después del pecado: ‘Ahora D-os te castigará y a él le creará
una mujer nueva…’. Y mientras su imaginación volaba so-
bre esa posibilidad, ella concluyó y dijo: ‘Ni soñando. Éste
irá conmigo a la tumba’. Y así lo hizo pecar”.
No es casualidad que el Midrash (Bereshit Rabá 19), que
cuenta también sobre el miedo de Javá a que una segunda
mujer tomara su lugar, comienza mencionando el versícu-
lo: “Y la serpiente era arum”, palabra que significa “astuto”,
y también “desnudo”, y ambos términos la califican bien,
ya que con astucia nos manipula y viste con encanto lo
desnudo y vacío de contenido y verdad, con su don de pin-
tor-yétzer-tzayar.
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Ilusión óptica
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El pintor bueno
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El susurro de la serpiente
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Quien tiene mucho del “Siento que nadie me quiere”, “Es que no
elemento agua se le es- me entienden”, “No me tienen paciencia”,
cuchará decir: “Es que todo lo que digo suena tonto”, “Me
lo hacen adrede”, “Es que la vida podría ser
mejor”, “Nadie me toma en cuenta”.
Quien tiene una fuerte “No te pedí consejos”, “¿Quién eres tú para
dosis del elemento fue- reprocharme?”, “Fulano me cae pésimo”,
go dice con frecuencia: “No lo soporto”, “¡Qué fastidio!”, “Es que la
gente es…”
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Conclusión
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