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Consejos tántricos para superar el cansancio sexual

Lic. Verónica Kenigstein

Una de las características de la sociedad de consumo es que los objetos, las relaciones, las
situaciones suelen tener fecha de caducidad. Nos cansamos de algo, lo desechamos y buscamos
algo nuevo. En la sexualidad, muchas parejas empiezan a aburrirse y entran en el surco de la
rutina o el cansancio sexual. El tantra es una concepción de la vida que ofrece recursos muy
poderosos para contrarrestar esta situación.

El tiempo presente y sagrado


Podemos considerar el tiempo como una dimensión lineal. Según esta percepción, existen pasado,
presente y futuro que se van sucediendo. En el terreno de la sexualidad, suelen suceder una de dos
cosas:
1. Nos concentramos en el pasado y conectamos con situaciones que ya ocurrieron y que
tememos que vuelvan a producirse o que no sucedan. Por ejemplo, “la última vez que
estuvimos juntos tuve dificultades para mantener mi erección”, “hace 4 meses que no puedo
tener un orgasmo”, “como hace siempre, seguro que vuelve a besarme, a tocarme los pechos
y ya me quiere penetrar”.
2. Prevemos eventos futuros, anticipándonos a lo que vendrá o dejará de venir. “Seguro que
esta vez también tendré problemas para controlar mi eyaculación”, “si le pido sexo oral, otra
vez va a decirme otra vez que no, mejor no se lo digo”.
En ambas circunstancias, nos perdemos de lo que está aconteciendo.

Para el tantra, el único tiempo que existe es el presente. En él coexisten los eventos ya
sucedidos en nuestra existencia que contribuyen a que seamos quienes somos hoy y creamos desde
nuestra intención lo que pretendemos vivir. El momento presente, además, es sagrado, porque es
único en el don de la vida que tenemos, que se va “acercando a su final” (según la concepción lineal
de la que hablábamos). Con lo cual, lo más sabio parece concentrarse en lo que es hoy, como si
fuera la primera vez y como si fuera la última. Hoy, aquí y ahora, es lo único que existe.
Recurso: Poner entre paréntesis ideas, pensamientos, recuerdos e imaginaciones y abrirse
plenamente a la experiencia con esta persona, en esta situación, en este lugar, con este estado de
ánimo en el que estoy y en el que está mi pareja y ver qué sucede, abrir la puerta del flujo de
sensaciones y de energía entre ambos.

La respiración
Podemos estar unos cuantos días sin comer, algunos menos sin tomar agua, pero: ¿cuánto tiempo
podemos estar sin respirar? Apenas unos pocos minutos. Eso nos da el pleno derecho a decir que la
respiración es la vida.
Cuando nacemos, lo que indica el ingreso a este mundo es la primera inhalación y cuando morimos
lo que da cuenta de nuestra partida, es la última exhalación. Por eso, en el tantra (el camino de la
conciencia plena de la vida y el amor) prestamos mucha atención a la respiración. Si llevamos
nuestra atención a ella, nuestra mente estará aquí y ahora, porque no se puede respirar en el pasado
ni el el futuro. La manera en que respiramos influye sobre nuestra emocionalidad, sobre la apertura
de nuestro cuerpo a las sensaciones, modifica la manera en que sentimos el placer.
Es posible respirar de manera superficial o profunda, lenta o rápida, con combinaciones de ambas
dimensiones.
Recurso: Al principio del encuentro sexual, sentarse en pareja, desnudos, frente a frente. Aquietar la
mente y conectar con el propio cuerpo, con los ojos cerrados por unos minutos y luego llevar la
atención a la respiración. En primer lugar, a la propia. Más tarde registrar la de nuestra pareja, para
encontrar un ritmo de ambos. La conciencia se aquieta y se entra en comunión con el propio cuerpo,
la propia vida y la de nuestro compañero. Entonces, la persona a quien tenemos enfrente comienza a
ser alguien con quien conectarnos desde el centro del cuerpo y del alma. Empezamos a sentir que
estamos con alguien, a quien podemos ver y percibir.

Los chakras o centros de energía


El cuerpo tiene una serie de centros por los cuales circula la energía que en sánscrito se llaman
chakras (palabra que significa rueda porque por ellos la energía circula: va en círculos). Cuando la
sexualidad se vive desde una postura tántrica, el intercambio energético se produce incluyendo
todos los centros de ambos.
La palabra sexo proviene de sex (seis) que es la suma de los tres centros esenciales del hombre
(instintivo-sexual, emocional y mental-espiritual) con los tres de su compañera. Estos tres, a su vez,
están conformados por varios en cada uno: el instintivo-sexual, por el raíz (1°) y el sexual (2°); el
emocional por el chakra del plexo solar (3°), el del corazón (4°) y el laríngeo (5°) y el mental-
espiritual por el del centro de la cabeza (a veces llamado 3er ojo o 6° chakra) y el de la coronilla
(7°).
Cada uno de estos centros tiene una función y una ubicación anatómica y es importante que el acto
sexual se experimente desde todos ellos porque esta integración es la que favorecerá que podamos
salir del surco de la rutina; no somos solamente un par de genitales que “hacen gimnasia” sin
conciencia, sino dos seres completos (físicos, emocionales, mentales y espirituales) que se conectan
en un momento único e irrepetible y por los cuales la energía circula libre y plenamente. Esto nos
abre al asombro de algo siempre nuevo.
Recurso: Primero uno de los dos se acuesta boca abajo y su pareja comienza a masajear con mucho
cuidado todo el cuerpo, comenzando por los pies, hasta llegar al primer chakra y va subiendo por el
cuerpo hasta ir tocando cada uno de los 7 chakras principales (ver ilustración). Luego se da vuelta y
boca arriba va siguiendo desde la coronilla el camino hacia abajo. Luego intercambian. Con esta
estimulación, estarán listos y abiertos para un encuentro más completo.

El cuerpo inexplorado: universo desconocido


Las células vivas van transformándose segundo a segundo. Si algo no cambia, es porque está
muerto: el cuerpo, una relación, una situación. Nuestro cuerpo es una maravilla que funciona,
cuando todo está en armonía, con una perfección pasmosa. A veces nos olvidamos y perdemos la
capacidad de asombrarnos con la vida que nos habita. Cada día, como seres humanos somos
distintos. Estamos en diferentes estados de ánimo, con necesidades diversas, con percepciones
variadas.
Si somos capaces de encontrarnos desde esta perspectiva en la relación sexual, con nosotros mismos
y nuestro compañero, podremos descubrir que estamos cada vez con alguien diferente, aunque sea
la misma persona. Hoy alguien puede necesitar un contacto suave y palabras románticas y mañana
un contacto más intenso y palabras más específicamente sexuales.
También tenemos distintas zonas erógenas, que podemos ir despertando y descubriendo, en lugar de
darlas por sentado.
Recurso: En una hoja blanca, ambos dibujan el cuerpo del otro, por delante y por detrás. (La idea es
que esté representado todo el cuerpo, no es un concurso de dibujo.) Cada uno señala con distintos
colores las que considera las zonas erógenas de su compañero/a. Más tarde, comparan percepciones,
corrigiendo o agregando las que cada uno siente sus propias zonas de placer. Y en el próximo
encuentro erótico llevan a la práctica sus nuevos descubrimientos y se plantean explorar cómo está
hoy este cuerpo, qué necesita, qué intensidad, qué ritmo, qué sonidos le vienen bien. Podrían
sorprenderse.

Los distintos ritmos


Otra de las claves para salir de lo “siempre igual” es ir variando los ritmos en el encuentro.
Hablamos recién de las necesidades diversas en los distintos momentos. En la naturaleza vemos
cómo en los ciclos van modificándose los ritmos: del viento, de la corriente de un arroyo, de la
intensidad del fuego. En un mismo encuentro sexual, es posible concretar la máxima “en la variedad
está el gusto”, sin necesidad de cambiar de compañero.
El cambio de intensidades y ritmos va elevando paulatinamente la energía de excitación y nos lleva
mutuamente al “borde” o “filo de la navaja”, el instante justo antes del orgasmo, que va
incrementándose y llevándonos cada vez más alto y más profundo en la conciencia del cuerpo y del
goce. Este tiempo, al ir alargándose cada vez más, genera sensaciones de cada vez mayor
intensidad, aun (y especialmente) con la suavidad en el toque o el frote. Cuando la energía va
alcanzando su máximo fluir a través del orgasmo, la expansión es inmensa.
Recurso: Durante el encuentro, vayan variando el ritmo e intensidad de las caricias. Especialmente
en las zonas más erógenas. Al acariciar los pechos, el clítoris, el pene. Incluso durante el coito, se
puede ir variando haciendo por ejemplo 5 penetraciones suaves y una fuerte (o cualquier otra
combinación que se les ocurra: 8-2, 9-3).

Durante el encuentro, mirándose a los ojos, o profundamente abrazados o en quietud es posible


descubrir una intensidad que hasta ahora no habían percibido, quizás sencillamente porque no
estaban atentos.
En una próxima entrega continuaremos con algunas otras propuestas tántricas para re-descubrirse
como pareja.

Lic. Verónica Kenigstein


Facilitadora de procesos de transformación transpersonal, terapeuta de parejas, sexóloga e
instructora de Tantra. Creadora de la escuela vincular Campo de conciencia.

Consejos tántricos para superar el cansancio sexual 2/2

Lic. Verónica Kenigstein

En una entrega anterior, comentamos algunas de las características del tantra que, como filosofía,
puede ayudarnos a vivir con más conciencia, plenitud, pasión y amor por la vida y por nuestra
pareja. En esta nota completamos el panorama.

El culto a lo femenino
Una de las maneras de llamar al tantra es “el culto a lo femenino”. Esto no significa únicamente la
honra y respeto profundos a la mujer en la relación, aunque también esto es verdadero. Cuando
hablamos de lo femenino, estamos refiriéndonos a las características arquetípicamente femeninas de
la experiencia vital: la sensibilidad, la percepción sutil, la ternura, el cuidado, la escucha y la
suavidad. Una de las características de la sexualidad tántrica es el profundo respeto hacia el cuerpo,
la honra de la mujer como potencial creadora de vida (y no solamente en cuanto a su capacidad de
ser madre), la reverencia hacia los tiempos necesarios de cada proceso, la atención a los ciclos.
Todas estas particularidades hacen que el varón tántrika esté profundamente dispuesto a acompañar,
respetar y esperar a su compañera y a poner su disfrute al servicio de ella que, a su vez, le
proporcionará un inmenso placer. El placer masculino proviene fundamentalmente de proporcionar
disfrute a su mujer y de percibir las muestras de placer de ella que van elevando cada vez más su
propia excitación. A diferencia de la sexualidad occidental “promedio” en la que la mujer está “al
servicio” del placer del hombre, en el tantra el varón está “al servicio” del disfrute de su compañera.
Recurso: Durante el encuentro sexual, la propuesta es que el varón explore activa y suavemente el
cuerpo receptivo de su shakti (diosa) y que descubra qué y cómo (escuchando, percibiendo,
sintiendo con sutileza) puede ir contribuyendo a aumentar su excitación hasta que ella tenga al
menos un orgasmo antes de penetrarla. Ella aprende a recibir las caricias y expresar qué y cómo le
gusta. Este intercambio será profundamente gratificante para ambos y una vez satisfecha ella podrá
“devolver” con creces el placer recibido. Esto, además de expresar lo que le gusta de lo que le están
haciendo, que es excitante para el compañero porque siente que lo que hace “tiene efecto”, una
cualidad esencialmente masculina.

Lo femenino y lo masculino en cada ser para trascender la personalidad


Según el tantra, en la vida coexisten e interactúan en una danza extática y perfecta las fuerzas
femeninas y masculinas. Lo femenino es receptivo, blando y contenedor por excelencia. Lo
masculino es activo, rígido y penetrante. Si bien el hombre encarna primordialmente lo masculino y
la mujer lo femenino, en ambos existen ambas energías. Lo interesante es que cada uno pueda ser lo
que “arquetípicamente” le corresponde y simultáneamente explorar la energía complementaria,
porque es más divertido cuando algo no queda estático sino que se mueve y cambia constantemente:
está vivo.
Cada ser humano tiene una sexualidad (habitualmente) definida por la biología, aunque sabemos
por las distintas características que asumen las orientaciones sexuales que no es el único
condicionante. El varón, para sentirse en armonía, necesita sentir que hace y que lo que hace tiene
las consecuencias deseadas. Necesita acercarse. Podríamos decir que tiene una cualidad “eléctrica”.
La mujer necesita sentirse atractiva, deseada, gustada, amada, sentir que se le acerquen. Su esencia
es más bien “magnética”. Sin embargo, ambos pueden explorar la energía complementaria y
enriquecer el encuentro.
Cuando ambos entramos en contacto con lo sagrado interior de lo femenino y de lo masculino, es
posible ingresar en un espacio en el que ya no somos un hombre y una mujer (o dos personas del
mismo sexo, lo mismo da), sino dos seres fusionados en el amor total y el éxtasis.
Recurso: Después de experimentar la sugerencia anterior, una vez que la mujer está inicialmente
satisfecha (orgásmica), el hombre puede quedar quieto y receptivo, mientras ella se acerca y actúa.
O pueden hacerlo simultáneamente. La idea es desarticular situaciones estáticas y rígidas que
pueden llegar a producir cansancio y aburrimiento.

Orgasmo valle y el control de la eyaculación


Una de las características más publicitadas de la sexualidad tántrica es el dominio sobre el proceso
eyaculatorio. Ya hemos comentado en una nota previa en esta revista la diferencia entre el orgasmo
pico (genital, de una corta “explosión” energética) y el orgasmo valle (de todo el cuerpo, más
prolongado y que no precipita el fin del coito porque la erección no cede y el clítoris puede seguir
siendo estimulado sin molestia). Otra de las diferencias importantes es que la eyaculación produce
la pérdida de energía física, mediante la salida de las células sexuales al exterior del cuerpo a través
de la emisión del semen.
Cuando el hombre aprende a dominar su eyaculación, no solamente estará en capacidad de
permanecer en el encuentro erótico por todo el tiempo que desee (con la consiguiente satisfacción
de su compañera porque no “acaba” rápidamente cuando ella está recién empezando) sino que
podrá disfrutar del cuerpo de su mujer y el suyo propio con la intensidad y la sutileza de sus
crecientes sensaciones y oleadas de energía orgásmica por todo el cuerpo.
Recurso: Para aprender a manejar el momento eyaculatorio, primero solo y luego con su pareja, el
varón puede practicar la percepción del instante previo y detenerse justo en ese momento. Luego se
reanuda la estimulación. Con práctica y apertura de la escucha interior, las sensaciones placenteras
irán cada vez en aumento y juntos podrán descubrir experiencias quizás inéditas de disfrute.

En recuadro
Cuando el cansancio es físico
A veces, las personas terminan cansadas y/o desenergizadas después de un encuentro sexual. Y la
experiencia, en lugar de ser dadora de vida y de salud, termina siendo un drenaje de energía. Esto
suele ser un indicador de que algo está desarmonizado entre las dos personas. Algunas claves para
resolver esta situación:
• Preguntarse si además de cansancio y poca energía, siento plenitud y/o satisfacción.
• En el caso de que no, reflexionar sobre qué necesidad profunda no está siendo satisfecha.
• En una conversación tranquila, no durante el encuentro sexual, sino en otro momento y de
una manera positiva y cuidadosa, pedir aquello que necesito, a nivel corporal, emocional o
espiritual.
• Respirar conscientemente antes del encuentro.
• Dar tiempo a ir percibiéndose mutuamente, sin apurarse.
• En el caso de los varones, ir aprendiendo a retrasar con conciencia el acto eyaculatorio, para
evitar perder energía con la emisión de semen. Con una percepción acrecentada y sutil, es
posible aprender a tener orgasmos sin eyacular.

Lic. Verónica Kenigstein


Facilitadora de procesos de transformación transpersonal, terapeuta de parejas, sexóloga e
instructora de Tantra. Creadora de la escuela vincular Campo de conciencia.

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