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José Ioskyn

LITERATURA Y VACÍO
Psicoanálisis, escritura, escritores

LITERATURA ∞ PSICOANÁLISIS
Ioskyn, José
Literatura y vacío : Psicoanálisis, escritura, escritores – 1a ed. – Buenos Aires:
Letra Viva, 2013.
198 p. ; 22 x 14 cm.
ISBN 978-950-649-493-3
1. Psicoanálisis. I. Título
CDD 150. 195

Edición al cuidado de Leandro Salgado

© 2013, Letra Viva, Librería y Editorial


Av. Coronel Díaz 1837, (1425) C. A. de Buenos Aires, Argentina
e-mail: letraviva@elsigma. com / web page: www. imagoagenda. com

© 2013, José Ioskyn


jaioskyn@infovia.com.ar

Ilustración de tapa:
“La máquina”, de © José Ignacio Fernandez
e-mail: joseignacioferna@gmail.com / web page: : www.forbetterdays.com.ar

Primera edición: noviembre de 2013

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11. 723

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra bajo cualquier método, in-
cluidos la reprografía, la fotocopia y el tratamiento digital, sin la previa y expre-
sa autorización por escrito de los titulares del copyright.
Índice

Prólogo, Jorge Chamorro . . . . . . . . . . . . . . 7

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Primera parte

Lectura y lecturas, interpretación e interpretaciones . . . 17

Qué es un texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

La invención de Joyce . . . . . . . . . . . . . . . . 43

Segunda parte

La condesa sangrienta. Alejandra Pizarnik . . . . . . . 55

El ingeniero. Juan Rodolfo Wilcock . . . . . . . . . . 67

Jorge Barón Biza. El desierto y su semilla. Tratado de


melancolía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75

El vestido rosa. César Aira . . . . . . . . . . . . . . 87

El affair Skeffington. María Moreno . . . . . . . . . . 95

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Apuntes sobre James Ellroy, el perro rabioso de las letras
norteamericanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101

La leyenda de Jorge Bonino . . . . . . . . . . . . . 109

Héctor Viel Temperley, un místico de nuestro tiempo . . 117

La divinidad de la letra. George Steiner . . . . . . . . 127

Las Memorias de un neurópata: Tratado sobre el cuerpo . 137

La causa justa. Osvaldo Lamborghini . . . . . . . . . 153

La cadena del desánimo. Pablo Katchadjian.


Elogio de la cita . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159

Las prácticas de goce: Un año sin amor, de Pablo Pérez . 167

El discurso vacío. Mario Levrero . . . . . . . . . . . 177

Mario Levrero. La dialéctica entre el signo y el vacío en


El alma de Gardel . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185

Palabras de despedida(aunque no de final) . . . . . . . 195

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La cadena del desánimo.
Pablo Katchadjian.
Elogio de la cita

“Hoy me pasaron un dato”, dijo el secretario general de la CGT


Hugo Moyano.
“La palabra material designa a una persona del sexo femenino”,
dijo el político francés Dominique Strauss-Kahn.

La intención lúdica de Katchadjian no comenzó ayer. Hace


unos años fue El Martín Fierro ordenado alfabéticamente, luego,
El Aleph engordado, libro que produjo avatares aún más deliran-
tes que la intertextualidad con la que alteró el original. Toman-
do el cuento de Borges, llevó a un poco más del doble la canti-
dad de palabras, insertando texto propio, con el que modificó
sustancialmente el sentido del cuento. La viuda de Borges rea-
lizó una demanda judicial por plagio, dando lugar a una defen-
sa del autor a cargo del abogado Ricardo Strafacce (autor de la
monumental biografía de Osvaldo Lamborghini), quien propuso
como argumentadores del procedimiento literario de Katchad-
jian a César Aira, Beatriz Sarlo y Jorge Panesi.

La cadena del desánimo está precedido de un prólogo muy


breve, en el que el autor explica el método que utilizó en esta
ocasión: ese recorte de citas extraídas de su lectura matinal de
La Nación, Página/12, Clarín y Perfil.

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José Ioskyn | Literatura y Vacío

Entre marzo y diciembre de 2012 selecciona citas de esos


medios, y la única pista que da de lo que lo motiva para hacer
este libro es una (otra vez) cita, de Swift: “Detesto leer sus es-
critos, porque no comparto sus principios y no puedo sopor-
tar que se me trate de convencer”. Katchadjian no se deja con-
vencer, y diluye su lectura en fragmentos que estarán prestos a
disgregar toda posible sugestión. De hecho genera el efecto in-
verso al del adoctrinamiento del lector; constituye, por su for-
mato una crítica tácita al realismo constituyente de la crónica.
Este es el invento del librito (por sus escasas páginas) que ele-
va al periodismo a un rango de performance semiótica. Expo-
ne un anaquel en el que se ventilan temas muy diversos con
una igualdad que disuelve las jerarquías: actualidad, economía,
sindicalismo, política, vida cotidiana, cirugías estéticas, políti-
ca exterior, historia, racismo (distintos ismos), fanatismos, chi-
canas, ciencia, pseudociencia. Esta desjerarquización es uno de
los elementos clave del procedimiento del libro, disuelve, frag-
menta, crea la sensación de un guión sin una trama que aglu-
tine el conjunto en un decir.
Sólo cité citas, dice el autor en el prólogo, y obtuvo algo seme-
jante a un sueño: un libro compuesto de citas de citas, que con-
versan entre sí.
La primera y la última, por ejemplo, tienen un alcance filosó-
fico y hasta poético, aunque enmarcadas en este contexto tam-
bién podrían sonar paródicas o altisonantes:

“Me sonó a Mengele esto de creer en la identificación genética.


Qué es esto de que alguien nace predeterminado, me pareció
muy nazi”, dijo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

“Queríamos una prueba de amor, y no la hubo”, dijo un barrio-


nuevista de la primera hora.

Katchadjian plantea el conjunto como una escena de la que no


se conoce el argumento, en la que aparecen distintos actores que
“dicen” algo para luego desaparecer, donde nunca se termina de

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La cadena del desánimo. Pablo Katchadjian. Elogio de la cita

saber de qué se trata la obra, aunque sí se podría suponer que la


misma es discutida, delirante, enconada, graciosa.
A veces los dichos se conectan, como por ejemplo en esta se-
cuencia de la primera página:

“Al violador le corresponde pena de cárcel, pero al niño le co-


rresponde pena de muerte”, dijo el diputado del Pro Julián Obi-
glio.

“Desde el punto de vista del Derecho, es perfecto”, dijo la dipu-


tada del Pro Laura Alonso.

“La Corte da luz verde a la desaparición forzada de niños me-


diante su muerte por aborto”, dijo la ONG Pro Vida.

“Cuando una mujer está embarazada, no hablamos de una vida,


sino de dos”, dijo un vocero episcopal.

Y unas líneas más abajo:

“Ya no existe el problema”, dijo el ministro de agricultura bra-


sileño Jorge Mendes Ribeiro Filho.

A través de la presentación de enunciados sueltos, el ejercicio


de la interpretación final corre por cuenta del lector. El texto no
propone una unión o nexo entre las citas, salvo a través de su se-
cuenciamiento, o con el aporte del título, que también es una cita.
Pero una cita de grado dos, que funciona a modo de punto de ca-
pitón, o de nominación de todas las demás.
La astucia del conjunto parece provenir del hecho de que una
cita en principio es algo con doble fondo. Alguien que cita lo hace
para referir, apoyarse en la palabra de otro, ensalzar, resaltar, y lo
contrario también, ridiculizar o denigrar, sin necesidad de agre-
gar demasiado: la cita habla por sí misma, luego, a buen enten-
dedor. No sobran las palabras, sino que debe ser agregado el sen-
tido de la enunciación escamoteada.

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José Ioskyn | Literatura y Vacío

Pero en este caso, al colocar una cita detrás de la otra, a lo lar-


go de ochenta páginas, sin ningún comentario, y sin que se re-
fieran a algo concreto, y sobre todo, sin un contexto de referen-
cia, las frases giran en el vacío; no se sabe a través de esta colec-
ción de enunciados, si lo que resulta aludido es la realidad na-
cional, el malentendido fundamental de la comunicación lin-
güística, o la realidad histórica de este momento. Al no haber
un referente único y explícito, la realidad se eleva a ficción, una
ficción hecha de frases sueltas. Se entiende de este modo, por
defecto, la necesidad de establecer un significante por fuera del
conjunto para que éste pueda llegar a significar. En ausencia de
este significante éxtimo, lo que hay en lugar de significación es
un diálogo loco de frases entre sí (aunque dialoguen brevemen-
te), o una sucesión cuasi psicótica de significantes sueltos. Eso
hace que el texto global logre un decir de a ratos, como una lla-
ma que arde en un chispazo, y luego se apaga.
La pantalla de los enunciados transmite que si se habla sólo
por hablar, si no existe la ficción de la denotación referencial, esas
palabras aturden con su oquedad. Uno de los efectos de este pro-
cedimiento es el de haber creado un libro sobre el aturdimien-
to, cuyo resultado es la alteración y ensordecimiento elocuente
de la palabra, cuando se la extrae de su contexto significativo.
Cuando hay cierta articulación, hay comicidad:

“Sería muy importante que empresas alemanas hicieran inver-


siones en infraestructura y en los subterráneos”, dijo el jefe de
gobierno porteño Mauricio Macri.

“Su falta de apego al trabajo nos sorprende día a día”, dijo el mi-
nistro de Planificación Julio de Vido.

O también precipita conclusiones:

“¿Cree usted que después del 7 de diciembre los argentinos va-


mos a estar mejor?”, preguntó una encuesta telefónica de la
consultora Sígnica.

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La cadena del desánimo. Pablo Katchadjian. Elogio de la cita

“Hay mucha cantidad de voladuras de techos, árboles caídos y


también muchos postes de telefonía y de energía tirados”, dijo
Marcelo Ferre, jefe de los bomberos de la localidad de Las Flores.

Otras veces la secuencia resulta delirante:

“Me debes obediencia porque Dios está detrás de mí para guiar


las decisiones que tomo por todos”, dijo el Emperador del Sa-
cro Imperio Romano Germánico, Carlos V.

“Dios está dentro de mí”, dijo Martín Lutero.

“Tienen las manos manchadas de sangre”, dijo el secretario de


comercio interior, Guillermo Moreno.

Se podría entender aquí que Guillermo Moreno se refiere a


Carlos V y a Lutero, quienes tendrían las manos manchadas de
sangre.
La banalización y la ridiculización es un recurso cuando se
desplaza de autor de manera abrupta:

“Todos somos personajes de la novela argentina”, dijo el escri-


tor Ricardo Piglia.

“No hice más que emocionarme y llorar durante todo el día”,


dijo el conductor Marcelo Tinelli.

¿Podemos imaginar a Tinelli llorando emocionado por la


novela argentina?
O la referencia supuesta al mismo personaje:

“Moyano ha perdido el rumbo. Yo lo creí mi amigo, un amigo


cercano. Escucharlo decir estupideces me da pena”, dijo el se-
nador Aníbal Fernández.

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“La medicación se aplica cuando los tics son severos o estig-


matizantes”, dijo la doctora Beatriz Moyano.

“…es en la juventud, porque es cuando te quedan fijados los


conceptos y las ideas”, dijo la presidenta Cristina Fernández
de Kirchner.

Un deslizamiento implica una pararespuesta:

“Los trabajadores lo que piden es la responsabilidad del jefe de


la Ciudad”, dijo el secretario de Transporte Alejandro Ramos.

“Nosotros no somos autoridad competente”, dijo el jefe de Go-


bierno porteño Mauricio Macri.

O la equivocidad de la frase misma:

“La droga atenta contra cosas esenciales, atenta contra el con-


sumidor”, dijo el presidente chileno Sebastián Piñera.

Y el lirismo extremo e inesperado:

“La tierra colgaba encima de mí. Era un colgante turquesa sobre


un cielo de terciopelo negro”, dijo el astronauta Neil Armstrong.

Algunas citas revelan cierta verdad autorreferencial relativa


a la lógica misma del libro:

“La gente interpreta mis silencios”, dijo el gobernador Daniel Scioli.

Se podría entender, que a través del dicho de Scioli, se nos


dice que los silencios son interpretables, o que toda interpre-
tación se basa en el vacío. Esta podría ser una de las claves de
funcionamiento del libro, tal vez el mensaje último del texto de
Katchadjian.
La interpretación de la enunciación, en ausencia de enuncia-
do, es el caso inverso a la interpretación en presencia de enun-

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La cadena del desánimo. Pablo Katchadjian. Elogio de la cita

ciado, aunque sin enunciación visible, como en el caso de La ca-


dena del desánimo.

“Mmm, no, no sé cuál es el objetivo de la película, no sé si las


películas tienen un mensaje”, dijo la cineasta Paula Luque, di-
rectora del documental Néstor Kirchner.

Donde la presentación del significante (la película), elidiendo


la articulación al S2, que de todos modos será convocado por au-
tomatismo, puede ser una forma también de hacer arte, o senci-
llamente de formar un mensaje. En todo caso, nuestra época no
hace un culto al mensaje, parece que la sola presentación de un
objeto o enunciado es suficiente y no requiere ser completado.

Cada cita va seguida del nombre del autor, tal como fue escri-
ta en el medio del cual se la extrajo. El nombre funciona como
una alternativa al contexto faltante, ya que es un lazo simbóli-
co con el autor, y por lo tanto con una instancia fundacional del
discurso. Pero si se leen las citas elidiendo el nombre, de corri-
do, y sólo dialogando entre ellas en su sucesión contigua, apa-
rece una lógica nueva y diferente que establecen ciertas ideas
núcleo entre sí. Sobre esa base, el lector funda la secuencia y la
detiene en algún punto según su propio criterio. Las citas, al no
estar ensambladas bajo subtítulos, o de alguna manera, engan-
chadas a una interpretación del compilador, y ni siquiera agru-
padas en conjuntos temáticos, dejan al lector la carga de la sig-
nificación final. ¿No resuena eso en la conclusión a la que la pa-
labra en análisis llama luego de su emergencia? Si es así es por-
que el analizante resulta a la postre el lector del texto que ha sido
dicho, el lector es el sujeto, y el enunciado el significante bajo el
cual se oculta para luego escurrirse de nuevo.
Si bien la cita no es una figura retórica, conviene repasar al-
gunas de estas, ya que en muchas de ellas se genera la misma po-
sibilidad interpretativa: extraviar el sentido homogéneo, ligado
a la intención de decir, para reencontrar la chispa de una enun-
ciación diferente, es que ilumina un rincón no previsto en el dis-

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curso yoico. Abrir nuevas enunciaciones, promover la emergen-


cia del sujeto de la enunciación en un magma homogéneo que la
rechaza es algo que la retórica facilita, en este caso la cita es un
ejemplo de enunciación vacía debajo del enunciado, que con-
voca a la emergencia de un sujeto. Habría que dar lugar a otros
recursos retóricos, como la sinécdoque, el anagrama, la sinére-
sis, la anáfora y, sobre todo, la lítote y la hipérbole, especialmen-
te aptas para señalar al sujeto de la enunciación cuando éste se
disimula en la coherencia del discurso yoico.
El lector de este libro deslizará juicios de atribución hacia el
que selecciona las frases o los emisores de las mismas, o esta-
blecerá los nexos que surgen del no-diálogo en el interior del
texto. Pablo Katchadjian, sutil, no propone de manera abierta
esos nexos, se limita a colocar una cita detrás de otra: el punto
de capitón es un agregado a cargo del lector, los lazos significa-
tivos, la construcción de una realidad social, política, discursi-
va, es responsabilidad limitada del autor, transferida de modo
casi insensible al lector. Hallazgo, experimento semiótico, rea-
lidad cruda que se recubre con la inmediatez del pensamiento.
Luego, como sucede con todas las construcciones, estas tam-
bién, las que el lector hiciere, se convierten a su vez en un signo
a ser descifrado nuevamente.

PD:

“El 21 de diciembre tiene que ser el fin de la Coca-Cola y el co-


mienzo del mocochinche. Los planetas se alinean después de
26 mil años, es el fin del capitalismo y el comienzo del comu-
nitarismo”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores boliviano,
David Choquehuanca.

Referencias Bibliográficas

Katchadjian, Pablo, La cadena del desánimo, Blatt & Ríos, Buenos Ai-
res, E book, 2012.

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