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LOS PARADIGMAS EN LA PSICOLOGÍA CRIMINAL ACTUAL: ¿El criminal

nace o se hace?
EI estudio de la criminalidad humana representa un fenómeno complejo sobre el cual
distintas ciencias a lo largo de la historia han ido aportando conocimientos y teorías
explicativas respecto a su comprensión, evaluación y tratamiento. Los investigadores se han
interesado por proponer ideas así como metodologías que permitan ofrecer un tratamiento,
en principio correctivo, a esta problemática. Las propuestas que se han hecho no han
encontrado un camino fácil y muchas veces, se han enfrentado a una oposición feroz. Sin
embargo, no debe perderse la intención de insistir y seguir buscando penetrar en el tema, en
un intento por clarificar y entender los motivos y razones por las cuales la gente delinque.
En la actualidad se reconoce la necesidad de conceptualizar el comportamiento humano
como consecuencia de la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales y
ambientales. Por tales razones se considera como una necesidad el abordar la tarea desde
una perspectiva interdisciplinaria e integradora (Nicolás, 2011).
Es por esta razón que el principal objetivo que busca este ensayo es una exposición breve
de los paradigmas actuales en psicología criminal, que incitan al lector y al académico a
preguntarse ¿Los criminales nacen o se hacen? Pregunta que ha estado siempre como
directriz de la disciplina, para lograr este objetivo se expondrán cuatro grandes grupos en
estos paradigmas, los cuales son: el paradigma de la Criminología biosocial, el del control
social/autocontrol, el de la Criminología del desarrollo y el del delincuente racional. Esto
con el propósito de mostrar una visión global de lo que es la Psicología Criminológica en la
actualidad, así como destacar las diferentes temáticas que estudia. Se describirán sus
aplicaciones, requisitos, limitaciones y sus aciertos.
La psicología Criminal
Antes de empezar con los cuatro grandes paradigmas actuales de la disciplina, es necesario
conceptualizar la misma ya que en los reportes publicados por diferentes investigadores, se
habla indistintamente de psicología del crimen, criminalidad, criminología, psicología
criminal, y psicología criminológica, por esta razón preferimos hacer la denominación
genérica de Psicología Criminal. Ya que como se verá más adelante los planteamientos que
hacen los autores de estas temáticas supuestamente diferentes, más que contraponerse, son
complementarias.
Hablar de Psicología criminal s hablar de un híbrido, pues en la actualidad no existe cabal
consenso en torno a su objeto de estudio. Sin embargo se sugiere que ésta se aboca al
estudio de lo que en la jerga jurídica se denomina “evidencia conductual”. “En esta
disciplina, se vinculan y sintetizan de forma bastante acertada, los ejes más destacados
tanto de la psicología como de la criminalística, es decir, los comportamientos humanos y
las evidencias” (Torres, 2010).
Torres (2010), considera a la Psicología Criminal como el conjunto de principios, métodos
y técnicas de la psicología científica que, aplicados al conocimiento del delito en general y
del crimen en particular, contribuyen a la investigación de los hechos delictivos, la
identificación de sus perpetradores y la seguridad ciudadana.
En este sentido Psicología del crimen se define como el estudio de un acto específico y
criminalidad se concibe como la tendencia a involucrarse en tales actos. De esta manera se
puede establecer una diferencia entre explicar cómo y por qué se produce un acto delictivo,
y por otra parte el por qué un individuo es propenso a implicarse en conductas de este tipo.
La mayoría de la gente utiliza el término psicología criminal, cuando se refiere a uno u otro
aspecto (Jiménez y Bunce 2006).
Ahora bien el objeto de estudio de la Psicología Criminal es el estudio de los determinantes
psicológicos del comportamiento antisocial y delictivo. Para este fin se formulan hipótesis
y teorías psicológicas que nos lleven a describir y explicar el comportamiento delictivo,
además de precisar las cuestiones asociadas a la prevención, resocialización y medidas
pertinentes de terapia, Por tanto, es válido definir la P C, como aquella disciplina que
estudia aquellos rasgos de la personalidad total del delincuente (Nicolás, 2011).
Los ámbitos de trabajo de la PC son: el diseño de técnicas específicas para investigar al
delincuente, el análisis de la victimización y la reacción social, la investigación policial y la
prevención del delito.
Los paradigmas bajo los cuales trabaja la psicología criminológica pueden resumirse en
cuatro grandes grupos: el paradigma de la criminología biosocial, el del control
social/autocontrol, el de la criminología del desarrollo y, el del delincuente racional
(Nicolás, 2011), de los cuales hablaremos a continuación.
LOS PARADIGMAS EN LA PSICOLOGÍA CRIMINAL ACTUAL.
1. Paradigma biosocial
Cuando se habla del paradigma biosocial de acuerdo a David Buss (2005), se identifican
tres aproximaciones biológicas para el estudio del comportamiento: la psicología
evolucionista, la genética del comportamiento y la psicología neurofisiológica. Lo que nos
dejaría claro que no hay una sola perspectiva biológica del crimen y la delincuencia.
De acuerdo con Buss (2005) la psicología evolucionista, se sustenta en la teoría de
Darwin. Es una rama de la psicología que utiliza un modelo teórico basado en la selección
natural del comportamiento humano. En el supuesto básico se propone que las conductas
criminales se manifiestan porque a lo largo de la historia, el hombre ha tenido que aprender
a sobrevivir y adaptarse. La tesis fundamental es que todo organismo “desea” sobrevivir y
reproducirse, pues los que sobrevivan, propagarán sus genes. Bajo esta perspectiva, el
delito es normal porque permite que el delincuente sobreviva. El crimen no se transmite
pero si los deseos homicidas, que han surgido por querer superar diferentes situaciones que
despiertan los celos, o la necesidad de manifestar la propiedad sexual sobre una persona.
Uno de los pioneros en aplicar el paradigma evolucionista al crimen y delito fue Michael
Ghiglieri. A través de su obra, El lado oscuro del hombre, propone un persuasivo enfoque
biológico del comportamiento humano y reorienta el viejo debate sobre el predominio de
los instintos naturales o la educación, de la genética o el entorno, y de la cultura o la
biología.
En la aproximación que habla sobre la genética del comportamiento, propuesta por Raine
(1993), el autor dice que los genes codifican proteínas y enzimas que influencian los
procesos fisiológicos cerebrales que podrían predisponer biológicamente al individuo y
determinar conductas criminales. Sin embargo, no es posible concebir que en un solo gen se
codifique la proclividad al crimen, como tampoco es imaginable que un sólo gen pudiera
regir otras conductas humanas complejas. Es probable que sean múltiples los genes que
afecten el comportamiento, y esta es la idea que debe predominar sobre aquellas disciplinas
biológicas tales como la neurología, la psicobiología o la neuroquímica.
En investigaciones llevadas a cabo con gemelos, Raine (1993) menciona como conclusión
que en casi todos, se observa que existe una predisposición genética para el crimen. Esto se
ha obtenido en estudios llevados a cabo en diferentes países de Europa y en los Estados
Unidos. Sin embargo, es importante mencionar que en tres de ellos, se advierte que, la
herencia se manifiesta en crímenes menores y no en crímenes violentos.
Desde la perspectiva de la psicología neurofisiológica, Damasio (2005) definió los
sentimientos de dolor y placer como los cimientos de la mente. Señaló que sólo en los
últimos años se ha empezado a entender su funcionamiento desde el punto de vista de la
neurobiología. Los sentimientos, al igual que la conciencia, tradicionalmente, se han
considerado fuera de los intereses de la ciencia. Sin embargo la información neurocientífica
actual permite proponer que los sentimientos no son una mera decoración añadida a las
emociones; sino que a través de ellos se nos revela el estado de vida, es decir, la salud que
presenta el organismo en su totalidad. Son una expresión de la lucha que se da en los
organismos vivos por mantener su propio equilibrio.
2. Paradigma control social/autocontrol
El paradigma control social/autocontrol, se basa en dos teorías, la teoría de Hirschi, y la
teoría del bajo autocontrol. En la primera se plantea que para que el individuo no llegue a
ser delincuente, es necesario que establezca vínculos con la sociedad, además, es necesario
que los mantenga, pues si se rompen, la persona puede romper el llamado arraigo social, lo
que no es conveniente pues el arraigo funciona como un muro que contiene la conducta
criminal (Hirschi, 1969). El que la persona se perciba como integrante de un grupo, y que
además, se le reconozca como un miembro pleno y respetado por diversos grupos sociales,
actúa como elemento conductual controlador. Para Hirschi (1969), ese vínculo social
consiste de cuatro elementos básicos: El sentir apego, a los padres, a los pares, y a la
escuela. El exhibir un compromiso con las líneas convencionales de acción de los grupos de
referencia. Que participe en actividades convencionales. Que crea en un valor común. Estos
cuatro elementos del vínculo social convierten a la persona en un ser prosocial y obediente
de las leyes. El autocontrol se logra desarrollar mediante: la educación de los padres. A lo
largo de los diez primeros años de vida. A través de la prevención primaria. A través de la
interacción social. (Hirschi, 1969)
Por otra parte Reckless (1961) menciona que la teoría del bajo autocontrol se define como
el grado en que diversas personas son vulnerables a las seducciones que se les presenten.
Las características de las personas con bajo autocontrol son: Se orientan a vivir el presente,
buscan la satisfacción inmediata (son impulsivos). Les gusta correr riesgos y vivir
sensaciones fuertes, son de naturaleza física. No son pacientes ni persistentes, no se
esfuerzan. Son egocéntricos e insensibles, (carecen de empatía y conciencia). Lo cual
podría conducir a conductas criminales por parte de estas personas.
3. Paradigma de la psicología del desarrollo
En relación al paradigma de la psicología del desarrollo, se puede decir que propone que los
factores asociados a la criminalidad, son distintos, dependiendo de la edad de la persona,
esto quiere decir que las personas se ven influidas por diferentes factores, dependiendo de
la etapa de su vida. También propone que las relaciones sociales se modifican con el
tiempo.
Moffitt (1993), clasifica a los delincuentes en: aquellos cuya actividad delictiva se limita a
la adolescencia, y en aquéllos delincuentes persistentes que delinquen a lo largo de toda la
vida. Para este autor, las causas del delito, en ambos casos, son diferentes. Cuando la
actividad delictiva se limita a la adolescencia, la causa es el mimetismo, es decir se copia o
imita un comportamiento que proporciona recursos valiosos (estatus de adulto).
Cuando son delincuentes persistentes, delinquen a lo largo de toda la vida. En este caso, la
causa del comportamiento es de naturaleza neuropsicológica, lo cual afecta todo el
comportamiento. En este tipo de delincuencia, se asocian factores ambientales (el barrio, la
familia, la escuela) que pueden contribuir a acentuar la problemática. Además con el paso
del tiempo las consecuencias negativas se van acumulando y por eso se busca más riesgo.
4. Paradigma del delincuente racional
Paradigma del delincuente racional. Beccaria (1982), dice que los delincuentes son seres
racionales que buscan a través de su acción ilegal, obtener beneficios que, de otra manera,
tendrían que lograr mediante el trabajo y el esfuerzo.
La clave para entender esta conducta delictiva reside en comprender que ciertos sujetos
poseen una mentalidad criminal que los lleva a querer ser detenidos para obtener cierto tipo
de beneficios, por tanto, no les importa ser apresados, al contrario, es lo que buscan.
Esta visión del delincuente fue de nuevo considerada por James Q. Wilson y Richard J.
Herrnslein (1985), a través de su teoría “el delito como elección racional. Esta teoría
interpreta la acción delictiva no como una reacción frente a la frustración, corno un
producto de las influencias sociales o del aprendizaje de hábitos delictivos, sino
principalmente como el resultado de una elección racional que efectúa la persona en un
momento determinado.
Si bien admiten que entre los antecedentes del comportamiento delictivo pueden hallarse
también factores psicológicos, sociales y la propia experiencia personal; sin embargo, se
considera que la clave explicativa de la conducta delictiva reside en que ciertos sujetos
poseen una mentalidad criminal que radica en que consideran que pueden beneficiarse de
situaciones ilegales, aunque asumen un cierto riesgo de ser detenidos.
La teoría de la elección racional fue desarrollada en sus inicios por economistas, como
Gary Becker que elaboró e! modelo económico del crimen que describe una conducta
desviada guiada por el cálculo de utilidad relativa en la que se ponen en una balanza los
costes y los beneficios que puede tener tal conducta. (Becker, 1995)
Conclusiones.
Después de haber analizado las diferentes teorías, tanto biológicas como psicológicas,
acerca de la formación de un criminal, podemos concluir, que en efecto, la violencia es
innata en el ser humano, empero su control y/o intensidad depende de tanto factores
biológicos como psicológicos. Sin embargo el entorno social en el que se desarrolla el
sujeto es la etapa decisiva entre convertirse en un criminal al no saber o no poder controlar
el exceso de conductas delictivas y ser una persona normal.
Al desarrollar este trabajo se puede percatar que la genética si juega un rol importante en la
formación de estos delincuentes pero, hasta hoy en día los científicos, psicólogos, médicos,
etc. le dan más importancia o "culpan" a un entorno social y/o familiar inapropiado, como
por ejemplo maltrato, violencia entre los padres, abandono, ausencia de alguno de los
padres, abuso sexual, alcoholismo, drogadicción y prostitución de alguno de los padres,
como factor decisivo en la formación de un criminal en potencia, aunque accidentes pueden
llegar a causar lesiones en el cerebro y esto puede llevar a un cambio de conducta, es decir
que una persona normal puede comenzar a realizar conductas delictivas por una lesión
cerebral grave.
Al terminar este trabajo se llego a la conclusión de que un criminal se hace y no nace
siendo uno, si hay factores biológicos de nacimiento que juegan un rol importante en estos
sujetos empero estos factores por si solos no aseguran que en un futuro van a ser la causa de
la formación de conductas delictivas en una persona, se necesitan los factores psicológicos
para crear un criminal, así que ahora podemos contestar la pregunta que nos planteamos
antes de realizar este trabajo: ¿los criminales nacen o se hacen?, se hacen.
Referencias.
 Becker, G.S. (1995). The economics of crime. Publications by the federeal Reserve
Bank of Richmon. Chicago.
 Beccaria, C. (1982). De los delitos y de las penas. Madrid. Alanza Editorial.
 Buss, D. (2005). Factores Criminógenos y Psicología del delincuente. Universidad
Mesoamericana de Guatemala. Guatemala.
 Damasio, A. (2005). En busca de Spinoza: Neurobiología de la emoción y los
sentimientos. Barcelona: Crítica.
 Hirschi, T. (1969). Causes of delinquency. Berkeley: University of California Press.
 Jiménez, E. y Bunce, D. (2006). Concepto de Psicología Forense: presupuestos
comunes y divergentes entre Psicología y Derecho. En: J. C. Sierra; E. M. Jiménez
y G. Buela-Casal (coords.), Psicología forense: manual de técnicas y aplicaciones
(pp. 70-89). Madrid: Biblioteca Nueva.
 Moffitt, T. E. (1993). Adolescence-limited and life-course persistent antisocial
behavior: A developmental taxonomy. Psychological Review, (100), 647-701.
 Nicolás, J. J. (2011). Psicología criminal como ciencia. Revista Derecho y
Criminología, Anales, 1, 9-2.
 Raine, A. (1993). The psychopathology of crime. Nueva York: Academic Press
 Reckless, W. (1961). A new theory of delinquency and crime. Federal Probation,
257, 42-46.
 Torres, R. (2010). Psicología Aplicada a la Investigación Criminal. Revista de
Estudios Policiales, 6, 29-55.
 Wilson, J. Q. y Herstein, R. J. (1985). Crime & Human Nature. Edit. Hardcover.
Nueva York.

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