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DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES
PROFESOR BENJAMIN CASANOVA
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PRUEBA DE REFORZAMIENTO
NOMBRE: NOTA:
PUNTAJE
CURSO: 8º básico FECHA: PUNTAJE OBTENIDO:
IDEAL:
Objetivos de aprendizaje:
- Leer comprensivamente
Lewis Carroll
“¡Este es lugar del snark!”, gritó el capitán, mientras desembarcaba con cuidado a su tripula- ción, manteniendo a
cada hombre por encima de las olas con la ayuda de un dedo enredado en su pelo.
“¡Este es lugar del snark! Lo he dicho dos veces: eso alentará a la tripulación.
¡Este es lugar del snark! Lo he dicho tres veces: lo que yo diga tres veces es verdad”.
La tripulación estaba completa. Incluía un limpiabotas, un fabricante de gorras y sombreros, un abogado, para
que mediase en las disputas, y un tasador, para que evaluase sus bienes.
Un jugador de billar, muy habilidoso, que podría haberse enriquecido de no ser porque un banquero, que
resultaba un empleado muy caro, cuidaba el dinero de todos.
También había un castor, que paseaba por la cubierta, o que se sentaba en la proa a hacer en- cajes, y que (según
el capitán) les había salvado muchas veces de naufragar, aunque ningún marinero sabía cómo.
Había uno que era famoso por el número de cosas que se había olvidado al subir al barco: su paraguas, su reloj,
todas sus joyas y anillos, y la ropa que había comprado para el viaje. Tenía cuarenta y dos cajas, empaquetadas
con gran cuidado, con su nombre escrito clara-
mente en ellas, pero, como olvidó mencionarlas, todas se quedaron en la playa.
La pérdida de sus ropas no importaba casi nada, porque cuando llegó al barco llevaba pues- tos siete abrigos y
tres pares de botas. Sin embargo, lo peor era que había olvidado totalmente- te su nombre.
Contestaba a cualquier “¡Eh!” o a cualquier otro grito, como “¡Chatarra!” o “¡Buñuelo de pelos!”, o “¡Sea cual
sea tu nombre!” o “¡Como te llames!”, pero, especialmente, a “¡Este!”. Mientras de aquellos que preferían usar
expresiones más enérgicas recibía distintos nombres,
sus amigos íntimos le llamaban “Cabo de vela”, y sus enemigos, “Queso tostado”.
“Su apariencia es desgarbada, su inteligencia poca” (así decía a menudo el capitán), “¡pero su coraje es
perfecto! Y, al fin y al cabo, eso es lo que se necesita para cazar un snark”. Gas- taba bromas a las hienas,
devolviéndoles la mirada con un descarado movimiento de cabeza, y una vez fue a pasear, mano a mano, con un
oso “solo para levantarle el ánimo”, dijo.
Vino como panadero, pero admitió —demasiado tarde y esto volvió medio loco al capitán— que solo sabía hacer
tortas de boda, para las que, yo aseguro, no tenían ingredientes.
El último tripulante merece una observación especial, aunque parecía un increíble asno. Solo tenía una idea,
pero como esta era el snark, el capitán le contrató de inmediato. Vino de carnicero, pero declaró gravemente,
cuando el barco ya llevaba una semana navegando, que solo era capaz de matar castores. El capitán se asustó y
tan asustado estaba que ni una sola palabra pudo articular.
Pero explicó más tarde, con voz temblorosa, que había solo un castor a bordo, que estaba amaestrado y que era
suyo, por lo que su muerte sería profundamente lamentada. El castor, que por casualidad escuchó esta
observación, protestó, con lágrimas en los ojos, diciendo que ni el placer producido por la caza del snark podría
compensarle este tremendo disgusto.
Pidió insistentemente que el carnicero viajara en otro barco distinto. Pero el capitán dijo que esto no concordaba
con los planes que había hecho para el viaje. Navegar era siempre un arte muy difícil, aunque fuese con un solo
barco y una campana, por tanto, mucho temía tener que declinar la responsabilidad de comandar una segunda
embarcación. Lo mejor que podía ha- cer el castor era, sin duda, buscarse un abrigo de segunda mano a prueba
de cuchillos. Eso le aconsejó el panadero, y después debería asegurar su vida en una compañía respetable. Esto le
sugirió el banquero, quien se ofreció a alquilarle (a buen precio), o a venderle dos excelentes pólizas: una contra
el fuego y otra contra los daños producidos por el granizo.
Sin embargo, desde ese triste día, pase por donde pase el carnicero, el castor mira hacia otro lado y se muestra
inexplicablemente reservado.
Fuente: Carrol, L. (1970). La caza del snark. Buenos Aires: Calatayud Editores. (Fragmento)
Según el texto, ¿por qué el capitán quedó mudo con el último tripulante?
A) Porque consideró que era muy tonto.
B) Porque descubrió que era un mentiroso.
C) Porque sintió miedo de que matara al castor.
D) Porque se dio cuenta de que solo quería cazar al snark.
A) Al snark.
B) Al capitán.
C) Al narrador.
D) A Lewis Carroll.
ÁRBOL
Homero Arce
Fuente: http://cienpoemaschilenosclaves.blogspot.cl/2010/12/arbol-homero-arce-
1901-1977.html
¿Qué idea busca destacar el hablante con la repetición de las palabras subrayadas?
A) Que es delicada.
B) Que es invisible.
C) Que es pasajera.
D) Que es cambiate.
ESMÉ
Saki (Hector Hugh Munro)
–Todas las historias de caza son iguales –dijo Clovis–, igual que todas las de carreras
de caballos y todas las de…
–La mía no se parece para nada a ninguna que hayas escuchado –dijo la baronesa–.
Sucedió hace bastante tiempo, cuando yo tenía unos veintitrés años. Estaban todos
los de siempre, especialmente Constance Broddle. Constance era una de esas mucha-
chotas rubicundas que cuadran tan bonito con los paisajes otoñales y los adornos
navideños de la iglesia.
–Ya lo sabía –dijo Clovis–. En todas las historias de cacería de zorras siempre hay
una zorra y unos matorrales.
–Constance y yo íbamos bien montadas –prosiguió con calma la baronesa–, así que
no nos costó nada arrancar adelante, aunque la carrera era bastante dura. Sin embargo,
en el último trecho tal vez seguimos una línea demasiado independiente, porque se
nos perdió la pista de los perros y acabamos vagando a paso de tortuga por ahí, lejos
de todas partes. La cosa era bastante exasperante y el genio se me iba agriando poco a
poco, cuando, después de dar por fin con un amable seto que nos dejó pasar, nos
alegramos de ver unos perros que corrían ladrando por la hondonada que había justo
abajo.
“–¡Allá van! –gritó Constance; y enseguida agregó, boquiabierta–: ¡En nombre de Dios!
“No era una zorra cualquiera, de eso no había duda. Tenía el doble o más de altura,
una cabeza chata y fea y un cuello enormemente grueso.
“–¡Es una hiena! –exclamé yo–; seguro se escapó del parque del señor Pabham”. […]
“–¿Ahora qué vamos a hacer? –
preguntó Constance.
“–¡Qué preguntona eres! –dije.
“La luz todavía alcanzaba para distinguir los objetos al borde del camino, y
el desánimo se nos curó de golpe cuando nos topamos con un gitanito
andrajoso que recogía moras de un zarzal. La repentina aparición de un par
de amazonas y una hiena lo hizo salir gritando. De todos modos, no habría
sido mucha la información geográfica que hubiéramos podido entresacar de
aquella fuente; pero existía la posibilidad de encontrar más adelante un
campamento de gitanos. Seguimos cabalgando esperanzadas, pero sin
novedad durante más o menos otra milla.
“–Me pregunto qué hacía el niño allí –dijo Constance al rato. “–Estaba
recogiendo moras. Nada más patente.
“La oscuridad era casi total cuando dimos de pronto con la carretera. En
ese mismo instante el destello de unas luces y el ruido de un motor nos
pasaron rozando a una distancia de veras inquietante. Un segundo después,
fueron seguidos por un golpe seco y un aullido agudo y destemplado. El
automóvil se detuvo, y cuando llegué al lugar del accidente encontré a un
joven que se inclinaba sobre un oscuro bulto inerte tirado al borde de la
carretera.
“–Lo siento muchísimo -dijo el joven–. Soy criador de perros, así que sé lo que
estará sintiendo. Haré lo que pueda por reparar el daño.
“–Entiérrelo ahora mismo, por favor –le dije–. Creo que eso es lo menos que le puedo
pedir.
“–No llores, querida –le dije con la voz quebrada–. Todo acabó en un santiamén; no
puede haber sufrido mucho.
“Por supuesto, guardamos silencio respecto a los primeros episodios de aquella tarde.
El señor Pabham nunca dio aviso de la pérdida de su hiena: un año o dos atrás, cuan-
do un animal estrictamente frugívoro se extravió de su parque, se vio en la obligación
de pagar indemnizaciones en once casos de ataques a ovejas y prácticamente tuvo que
surtir de nuevo todos los gallineros de la vecindad, de modo que una hiena fugitiva le
habría significado un desembolso del tamaño de un subsidio gubernamental”.
–Con todo, la aventura tuvo un corolario. Recibí por correo un lindo brochecito de
diamantes con el nombre de Esmé engastado en un ramito de romero. A propósito,
perdí de paso la amistad de Constance Broddle. Es que cuando vendí el broche me
negué, con justa razón, a compartir con ella la ganancia. Le señalé que la parte del
asunto relacionada con Esmé era de mi propia invención, y la de la hiena era cosa del
señor Pabham, si de veras se trataba de una hiena, de lo cual, claro, no tengo prueba
alguna.
Fuente: http://ciudadseva.com/texto/esme/
(Adaptación
¿Por qué la baronesa perdió la amistad de Constance Broddle?
De acuerdo con el fragmento, ¿qué opinión tiene la baronesa acerca de Constance Broddle?
A) Es muy vanidosa.
B) Es poco saludable.
C) Es poco inteligente.
D) Es muy impresionable.
A) Astuta.
B) Insensible.
C) Exagerada.
D) Desconfiada.
¿Por qué se menciona que la oscuridad era casi total cuando alcanzaron la carretera?
¿De qué modo se relaciona la baronesa con Constance Broddle desde que se encuentran con la
hiena hasta que es atropellada?
A) La aconseja.
B) La protege.
C) La domina.
D) La ataca.
Relee el siguiente fragmento:
A) Atropellos.
B) Entierros.
C) Choques.
D) Muertes.