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MISA Y OFICIO
ATROPELLADOS-
Este libro comprende lo» Opúsculo! siguientes
de S. Alfonso María de Xiigorio.
Con licencia.
BARCELONA :
IMPRENTA DE PONS Y C.\ CALLE COPONS, N.° 4.
1837.
fi..siry^
MISA Y OFICIO
ATROPELLADOS.
x.
LA MISA Y EL. OFICIO
ATROPELLADOS,
PRIMERA PARTE.
II.
III.
De la accion de gracias despues de la ce
lebracion.
SEGUNDA PARTE.
EL OFICIO DESCUIDADO,
Los que están encargados por la Iglesia
de recitar el oficio divino , desempeñan
muy grandes é importantes actos : 1 ." Ala
ban y honran á Dios ; 2." obtienen las mi
sericordias divinas por todo el pueblo cris
tiano. Honra en primer lugar el oficio di
vino á la majestad de Dios : «Sacrificium
laudis honorificabit me ; et illic iter , quo
ostendam illi salutareDei.» (Psalm. xlix,
12.) Declaro, dice el Señor , que soy hon
rado por aquel que me ofrece sacrificios de
alabanza, y en lo que encontrará el cami
no de la salvacion. Consolada quedaba en
teramente Sta. María Magdalena de Pazzi
cada vez que oia tocar el oficio , corriendo
inmediatamente al coro por hallarse del to
do convencida que iba á desempeñar la
mision de los ángeles , la cual consiste en
ATROPELLADOS. 57
alabar a Dios sin cesar. Tal es precisamen
te la intencion que tuvo la Iglesia al des
tinar á sus ministros para el canto de las
alabanzas divinas , á fin de que los hom
bres pudiesen unirse en la tierra con los
bienaventurados del cielo , para honrar al
Criador comun.
Sed illa sedes caelitum,
Semper exuUat laudibus :
lili canentes fmgimw
Almce Sionis oemuli.
Dice S. Gregorio Nacianceno que es el
canto de los salmos el preludio de las ala
banzas con que honran al Señor los santos
del cielo: «Psalmorum cantus illius (coeles-
tis) hymnodiae praeludium est.» (S. Greg.
Naz. or. 48 in fine.) De este modo, dice
Tertuliano , al recitar las horas canónicas,
adquirimos ya la posesion del paraíso,
puesto que ejercemos las mismas funciones
que desempeñan los moradores de aquella
bienaventurada patria. Esperimentaba san
ta Catalina de Botonia tal satisfaccion at
recitar el oficio, que deseaba ardientemen
te terminar su vida salmodiando.
58 LA MISA Y EL OFICIO
En segundo lugar , se dan gracias á Dios
en el oficio por los inmensos beneficios que
dispensa continuamente á los hombres , y
se obtienen en él sus divinas misericordias
en favor de los pecadores ; todos los fieles
deberían emplearse continuamente en dar
gracias á Dios por sus beneficios , y como
en este mundo necesitamos de continuo el
socorro divino para resistir los ataques de
nuestros enemigos y lograr la salvacion
eterna , deberíamos implorar siempre con
nuestras oraciones los socorros de su mise
ricordia : como los seglares empero viven
distraidos por los negocios del mundo , ha
destinado en su nombre la Iglesia á sus mi
nistros , así como en el nombre de todo el
pueblo cristiano , para rogar á la majestad
divina en todas las horas del dia. Por esto
se halla dividido el oficio en siete horas ca
nónicas , á fin de que haya siempre alguno
que ruegue por todos en todas las horas, y
que ore del mejor modo que se puede orar,
por ser el oficio divino una súplica impues
ta por el mismo Dios , para mejor atender
á nuestros ruegos y socorrer nuestras ne
cesidades , conforme lo dijo por boca do
ATROPELLADOS. 59
Isaías: «Posui verba mea in ore tuo.»
(Is. lix, 21.) Semejante á un príncipe que
desea aliviar á sus subditos en todas sus
miserias , y que á este fin estiende él mis
mo la súplica que deben elevarle para que
se la dirijan del modo que es debido , á fin
de mejor consolarles. Cien oraciones par
ticulares no tienen el valor de una sola ora
ción hecha en el oficio , porque esta es pre
sentada a Dios en nombre de toda la Igle
sia , y porque le es dirigida con las pala
bras divinas. He aquí porque decia santa
María Magdalena que en comparacion del
oficio , todas las demás preces y devociones
eran poco meritorias y eficaces delante de
Dios. Debemos estar pues convencidos que
despues del santo sacrificio de la misa , no
posee la Iglesia tesoros mayores que el ofi
cio divino, precioso y puro manantial del
que pueden brotar cada dia para nosotros
torrentes de gracias.
Pero S. Gregorio dice que la verdadera
oracion no consiste solamente en pronun
ciar las palabras , sino tambien en la aten
cion del corazon ; porque nuestros buenos
deseos son de mucho mas valor para obte
60 LA MISA Y EL OFIC O
ner las divinas misericordias que nuestras
simples palabras : « Vera postulatio non est
in vocibus , sed in cogitationibus cordis ; va-
lentiores namque voces apud aures Dei non
faciunt verba nostra , sed desideria. » (San
Greg. mor. lib. 22, cap. 12.) Es pues nece
sario , si queremos agradar á Dios , no ro
gar solamente con la boca , sino con el cora
zon y el espíritu como lo hacia el Apóstol :
« Psallam spiritu , psallam et mente: ( i
Cor. xiv, 1.)
¡ Oh ! si los sacerdotes y los religiosos
rezaban el oficio como es debido , no se
vería ciertamente la Iglesia en el triste es
tado en que la vemos ! ¡ Cuántos pecadores
saldrían de la esclavitud del demonio , y
cuántas almas amarían á Dios mas ardien
temente! Tampoco los mismos sacerdotes
se verían siempre sujetos á las imperfec
ciones en que les vemos , pues no serian
coléricos , glotones ni tan aferrados al in
terés y á la vanidad. Prometió el Señor
atender á cuantos le pidiesen : « Omnis
enim qui petit accipit. » (Luc. xi , 10.)
¿Y cómo es que el sacerdote que recita to
dos los dias mil oraciones en el solo oficio
ATROPELLADOS. 61
divino , no sea nunca atendido? Es tan dé
bil y está tan espuesto á caer de nuevo , no
solo en las leves faltas á las cuales se acos
tumbra , y de las que no procura corre
girse , sino tambien en los graves pecados
contra la caridad, la justicia ó la castidad ;
de modo que al recitar el infeliz las horas
se maldice á sí mismo cuando dice : « Ma-
ledictiqui declinant á mandatis tuis. » Y lo
que es peor todavía, es que no esperimen-
ta remordimientos por ello , y que se escu
sa diciendo , que es de carne como I03
demás hombres , y que carece por lo
mismo del valor necesario para vencerse.
Si no rezaba su oficio con negligencia y
desprecio , como lo hace , antes por el con
trario , fuese devoto y recogido , uniendo el
afecto del corazon á tantas preces como
ofrece á Dios en esta sola oracion , no seria
ciertamente tan débil como es , y adquiriría
el valor y la fuerza necesarios para resistir
todas las tentaciones , y observar una vida
santa y digna de un sacerdote de Jesu
cristo.
Pero , dice S. Gregorio , ¿ cómo puede
el Señor atender á los ruegos de aquel
62 LA MISA Y EL OFICIO
DE JESUCRISTO.
DEL SACRIFICIO
DE N. S. JESUCRISTO.
INTRODUCCIÓN.
I. Debo confesar que he estraido y
reasumido este opúsculo sobre el sacrificio
de Jesucristo de una obra de un sabio autor
francés. Como es la citada obra completa y
estensa , he procurado publicar el siguien
te compendio , para que pueda ser útil no
solo á los sacerdotes que celebran la misa ,
sino tambien á todos los que asisten á ella.
Le he dado el título de : Sacrificio de Je
sucristo , porque el sacrificio de la cruz ,
aunque nosotros lo distinguimos bajo el di
verso nombre de sacrificio del altar , no
deja de ser sustancial mente el mismo,
puesto que la víctima es la misma y que es
94 DEL SACRIFICIO
tambien el sacerdote el que se ofrece en la
cruz ; de modo quesolo existe la diferencia
en el modo de ofrecerlo. Así es que el sa
crificio del altar es una continuacion , ó
una reproduccion del sacrificio de la cruz ,
del que difiere tan solo en el modo de ser
ofrecido.
II. Todos los sacrificios de la antigua
ley eran símbolos del sacrificio de nuestro
Redentor. Habia de cuatro especies , á sa
ber : pacíficos , eucarlsticos , expiatorios é
impetratorios. Los sacrificios pacíficos fue
ron instituidos para tributar á Dios el honor
de la adoracion que le es debida como so
berano Señor de todas las cosas ; tales eran
los holocaustos. Los sacrificios eucarlsticos
eran ofrecidos al objeto de dar gracias al
Señor por todos los beneficios que nos dis
pensó. Los sacrificios expiatorios fueron es
tablecidos para obtener el perdon de los
pecados: era representado este sacrificio
en el dia ó fiesta de la expiacion por la fi
gura emblemática del macho cabrío que
habia sido arrojado del campo de los he
breos como sobrecargado de todos los peca
dos del pueblo , para ser devorado por las
DK JESUCRISTO. 95
fieras ; siendo este sacrificio el que repre
sentó mas á lo vivo el sacrificio de la cruz,
en el que cargó Jesucristo con todos los pe
cados de los hombres , como lo habia pre-
dicho Isaías : « Et posuit Dominus in eo
iniquitatem omnium nostrum. » ( Isa. luí,
6. ) Fué arrojado vergonzosamente de Je-
rusalen , de modo que dice el Apóstol :
« Exeamus igitur ad eum extra castra, im-
properium ejus portantes. » (Hebr. xm,
13. ) Luego fué abandonado á ,las fieras ,
esto es á los gentiles que le crucificaron.
Finalmente , los sacrificios impetratorios
eran instituidos para obtener de Dios sus
gracias y sus socorros.
III. Pero todos estos sacrificios desapa
recieron á la venida del Redentor , porque
solo el sacrificio de Jesucristo era el perfec
to , mientras que todos los sacrificios anti
guos eran imperfectos , y fué bastante para
redimir todos los pecados y obtener todas
las gracias para el género humano. Por es
to dijo al entrar en el mundo : « Hostiam
et oblationes noluisti , corpus autem ap-
tasti mihi. Holocau tomata pro peccato non
tibi placuere , tune dixi : Ecce venio. In
96 DEL SACBIFICIO
capite libri scriptum est de me : Ut faciam,
Deus , voluntatem tuam. » (Hebr. x , 5
ad 8. ) Así es , que al ofrecer á Dios el sa
crificio de Jesucristo , cumplimos con todos
nuestros deberes , atendemos á todas nues
tras necesidades , y mantenemos al propio
tiempo un santo comercio entre Dios y
nosotros!
IV. Debe saberse además , que respec
to á las víctimas que se ofrecían á Dios en
la antigua ley , eran indispensables cinco
condiciones para que fuesen dignas de
Dios ; tales eran : la santificacion , la obla
cion, ta inmolacion, la consumacion y la
participacion. 1." Debia ser la víctima
santificada ó consagrada á Dios , á fin de
que no se le ofreciese una cosa que no fuese
santa , y por consiguiente indigna de la
Divinidad. He aquí por que el animal des
tinado á ser víctima debia estar libre de to
do defecto ó tara , esto es , que no podia
ser ciego , cojo , débil ni deforme, segun
estaba prescrito en el capítulo xv del Deu-
teronomio, v. 21. Todo esto indicaba que
el Cordero de Dios prometido , que debia
ser sacrificado por la salvacion del mundo,
DE JESUCRISTO. 97
seria santo y exento de toda mancha. En
segundo lugar , nos enseñaba este precep
to , que nuestras oraciones ó buenas obras
no son dignas de ser ofrecidas á Dios , ó no
le son enteramente agradables , si son man
chadas por alguna falta. Además el animal
ofrecido al Señor , no podia empleársele en
ningun uso profano , y era de tal modo
considerado como una cosa ofrecida á Dios,
que solo el sacerdote de la ley podia tocar
le. Lo que manifiesta cuánto disgustan á
Dios las personas que habiéndosele consa
grado , se dedican á las cosas del siglo sin
absoluta necesidad , viviendo de este modo
en la distracción y el olvido de lo que con
cierne á la gloria de Dios.
V. En segundo lugar , debia la victi
ma ser ofrecida á Dios, por medio de al
gunas palabras que el mismo Dios prescri
bió. 3.° Debia ser inmolada ó muerta ; pero
no siempre se hacia aquella inmolacion por
medio de la muerte ; como por ejemplo ,
no se hacia el sacrificio de los panes de
proposicion por medio del hierro y del fue
go , sino solamente por el calor del estó
mago de las personas que los comían .
7
98 DEL SACRIFICIO
VI. En cuarto tugar, debia la víctima
ser consumada , lo que se hacia por el fue
go , y por esto se daba á este sacrificio el
nombre de inflamacion. Precisamente el sa
crificio del holocausto se hacia siempre por
el fuego ; haciéndose comprender por me
dio de aquella consuncion de la víctima el
poder absoluto que tiene Dios sobre todas
las criaturas , poder por el cual puede re
ducirlas á la nada , del mismo modo que
de la nada las sacó. En esto consiste verda
deramente et principal objeto del sacrificio,
tal es el considerar á Dios como un ser so
berano , de tal modo superior á todo lo
existente, que todo ante El es nada, por
ser todo inútil al que todo lo posee en sí
mismo. El humo que salia de este sacrifi
cio y se su bia á las nubes, indicaba que
lo acoptaba Dios como un suave aroma ,
ó sea con gusto , como consta aceptó al sa
crificio deNoé: «Noeobtulit holocaustasu-
per altare , odoratusque est Dominus odo-
rem suayitatis. » (Gen. vm, 21.)
VIL En quinto lugar, debia todo el
pueblo junto con el sacerdote participar an
tiguamente de la víctima ; por esto en to
DE JESUCRISTO. 9 i)
I
DE JESUCRISTO. 101
ESPLICACION
SUCINTA
PRIMERA PARTE.
TERCERA PARTE.
CUARTA PARTE.
QUINTA PARTE.
SESTA PARTE.
De la accion de gracias.
PRIMERA PARTE.
DE LAS RUBRICAS DE LA MISA.
CAPITULO I.
Sobre lo que debe hacer el sacerdote antes
de tomar los ornamentos.
I. El sacerdote que quiere celebrar la
santa misa, debe á lo menos haber rezado
antes Maitines y Laudes , bajo pena de pe
cado venial , segun la opinion eomun de
los doctores , opuesta á la de algunos otros
autores que pretenden ser el pecado mor
160 DE LAS CEREMONIAS
tal , por ser esta la antigua costumbre de
la Iglesia. Llegó á empeñarse tanto esta
cuestion, que habiendo tenido noticia el
papa Inocencio IV de la controversia del
arzobispo de Nicosia y de sus sufragáneos
latinos , con los obispos griegos del reino
de Chipre , decidió la cuestion de este mo
do: «Sacerdos autem dicat horas canonicas
more suo, sed missam celebrare priusquam
officium matutinalecompleverit, non pra-
sumat. » Benedicto XIV afirma que podría
aquella falta ser pecado mortal , si se co
metía cada dia ó con mucha frecuencia :
«Pero cuando se adopta este sistema por
costumbre , y sin motivo , se puede afir
mar on los autores antes citados, que seria
un pecado mortal.» (De sacrif. miss. s. 2,
c. 2.)
II. Conviene además que haya pasado
el sacerdote algun tiempo en oracion men
tal. Si quiere confesarse, debe hacerlo an
tes de revestirse con los sagrados hábitos.
Luego hará la preparacion próxima , de la
que propiamente procede todo el fervor que
se tiene durante la celebracion. Por esto'
será de suma utilidad leer atentamente los
DE LA MISA. 161
salmos y las oraciones puestas exprofeso en
el carton preparatorio.
III. Hecha la preparacion , buscará el
sacerdote en el Misal la misa que debe ce
lebrar, y pondrá en orden los signos en los
puntos necesarios : deberá asimismo pre
parar los sagrados ornamentos , y lavarse
luego las manos , diciendo en voz baja :
«Da , Domine, virtutem, etc.» Debe obser
varse , que segun la opinion comun de los
doctores , cuando se omite esta oracion , ó
alguna de las otras que debe hacer el cele
brante al revestirse con los ornamentos sa
cerdotales, comete el que deja de hacerlas,
á lo menos un pecado venial.
IV. Luego dispone el cáliz, colocando
él mismo la hostia en la patena , despues
de haber pasado ligeramente por su derre
dor el dedo pulgar y el índice para quitar
los fragmentos que se han desprendido ;
cubrirá la patena con la palta , euya parte
superior no debe. ser cubierta de seda t se
gun lo decretó la santa congregacion de los
ritos ( en 22 de enero de 1701 ) ; debe co
locar despues encima el velo tirado hácia
adelante á fin-de que cubra el pié del cáliz,
n
162 DE LAS CEREMONIAS
haciendo que los pliegues correspondan á
los lados , y no que se hallen delante , por
ser así mucho mas fácil el doblarlo cuando
deberá descubrirse el cáliz ; colocará la bol
sa sobre el velo , haciendo de modo que la
abertura de ella le venga delante ; debe ha
llarse el corporal en esta bolsa , sin lo cual
seria todo inútil , como lo observa Gavan—
tus. Queda luego la bolsa cubierta por la
parte anterior del velo.
V. Es digno de observarse que se co
mete un pecado grave , como dicen los doc
tores , celebrando con un corporal que sea
sucio ; y otro tanto dice Merati respecto de
los demás ornamentos. Es asimismo una
falta , aunque venial , servirse de un cor
poral que no esté limpio ,.á menos que no
sea fácil procurarse otro. El continuador
de Tourneli dice , que podría uno sin em
bargo servirse lícitamente de un corpo
ral por mas sucio que fuera en el caso de
verse uno espuesto , no haciéndolo , á per
der la misa de precepto.
VI. Debe observarse aun que no pue
de haber cruz alguna en medio del corpo
ral : solo se, permite colocarla en el borde
DE LA MISA. 163
de la parte anterior , donde puede besarse,
cuando debe el sacerdote besar el altar.
Asimismo debe hacerse presente , que no
podrá colocarse sobre el cáliz pañuelo ni
otro objeto alguno , asi como tampoco po
drán ponerse en el altar mas que los obje
tos necesarios para la celebracion de la
misa.
Vil. Despues de estar todo así dispues
to , se acerca el sacerdote al punto donde
están los ornamentos que debe ser en la
misma sacristía , ó á lo menos , como lo
permiten los doctores , en el ángulo del al
tar y en el lado del Evangelio ; por no
permitirse mas que á los obispos y á los
cardenales , y aun esto solamente en las oca
siones que ejercen las funciones pontifica
les, revestirse ó tomar los ornamentos en
medio del altar. (S. R. c. 27, sept. 1659.)
VIH. Antes de empezar á revestirse,
si quiere hacer la señal de la cruz , debe
ser antes de tomar el amito : tal es al me
nos la opinion de Bauldri y Tonneli.
IX. En primer lugar cuando tome el
amito por el estremo debe besar la cruz que
está en medio ; pero si no hubiera nmgu
i 64 DE LAS CEREMONIAS
na cruz cu medio del amito , y que no pu
diese procurarse otra , haria con el dedo la
señal de la cruz en el amito , y la besaría
enseguida: para poder besarlo cómoda
mente , podrá colocarse la mano izquierda
debajo , sin dejar por ello el estremo , po
nerla por debajo en medio del amito , y
acercarla luego á sus labios para besarla.
Colocará el amito sobre su cabeza, hacién
dole dar una vuelta sobre la mano izquier
da , y no echándoselo de golpe sobre la ca
beza; despues de haberlo apoyado en ella,
se lo hará bajar sobre el cuello , de modo
que quede este enteramente circuido ; luego
lo atará al rededor de su pecho con las cin
tas , haciendo que la derecha de estas se
cruce con la izquierda, por detrás, á fin de
atárselo delante. Durante este tiempo dirá
el sacerdote : «Impone , Domine, etc.»
X. Pondráse el sacerdote en seguida el
alba ; y si hay alguno que se la presente ,
deberá juntar las manosé inclinar un poco
la cabeza para recibirla ; hará descender
luego el lado derecho de ella hasta el sue
lo , mientras sostendrá el otro con el brazo
izquierdo , á fia de que la mano izquierda
DE LA MISA. 165
quede mas libre para revestir el brazo de
recho , que debe ser siempre el primero en
quedar revestido ; dejará caer despues el
lado izquierdo del alba , y con la mano de
recha ayudará á revestir el brazo izquier
do , diciendo : «Dealba me , etc. » Se ce
ñirá en seguida el cíngulo , que debe ser
de lino , como lo declaró la S. C. de los ri
tos ( 20 de enero de 1701 ) ; pudiendo te
ner el mismo color delos ornamentos, se
gun lo previene otra decision de 8 de junio
de 1709. Los rubriquistas pretendeu que
debe atarse el alba desde el momento en
que ha caido hasta los pies , y que luego
se arregle ; no obstante , segun la costum
bre de hoy dia, se arregla et sacerdote con
ambas manos la parte de detante , de modo
que caiga el alba con igualdad sobre los
zapatos , y en seguida se ciñe. El cíngulo
debe ser doble ; debe tomarse por et lado
derecho , haciendo de modo que al atarlo
pendan los estremos por partes iguales en
la mayor longitud posible para mejor ase
gurar la estola. Dirá el sacerdote al poner
se el cíngulo : «Pracinge , etc. » debiendo
en el ínterin el monacillo arreglarle el al
106 DE LAS CEREMONIAS
ba por detrás , levantándola hasta la altura
de los pies , de modo que cubra entera
mente la sotana.
XI. Toma el sacerdote el manípulo , y
despues de besar la cruz , se lo sujeta jun
to al codo del brazo izquierdo á fin de que
no le estorbe en sus funciones , diciendo al
propio tiempo: «Merear , Domine, portare,
etc. »
XH. Toma la estola con las dos manos
entre el pulgar y el índice, teniéndolas se
paradas como cosa de un palmo , besa la
cruz de en medio , y luego separa las manos
hasta la distancia de unos dos palmos y me
dio , á fin de que pueda pasar la estola so
bre sus hombros ; la ata tuego en forma de
cruz sobre el pecho , y toma los estremos
de ella procurando con ambas manos ha
cerla bajar en lo posible para que se desig
ne perfectamente la cruz sobre su cuello.
En seguida la sujetará por ambos lados con
los estremos del cíngulo , diciendo : « Red-
de mihi , etc. » Es preciso notar aquí lo que
dice Merati , apoyado en muchas autorida
des , á saber : que la cruz debe quedar cu
bierta por la casulla , y hé aquí porque en
DE LA MISA. 467
algunas iglesias notables por su exactitud
en la observancia de los ritos sagrados , se
ha dispuesto colocar una ligadura en medio
de la estola , la cual debe unirse con el cíu-
gulo en la espalda , á fin de que no salga
fuera de la casulla ni del cuello.
XIII. Finalmente , se pondrá el sacer
dote la casulla , procurando no solo ajus-
társela bien al cuello y los hombros , apre
tando con ambas manos los dos estremos
de detrás y poniéndola muy tirante á fin de
que no forme ningun pliego, sino que pro
curará además atarla por delante con los
cordones de debajo , diciendo : « Domine
qui dixisti, etc. » Si desea traer pañuelo,
debe colocárselo en el cingulo , pero de mo
do que no se pueda veresteriormente. Ob
servad que el sacerdote mientras que se re
viste no debe hablar con nadie , antes por
el contrario debe procurar rezar de todo
corazon y en voz baja las oraciones que he
mos indicado , discurriendo sobre los mis
terios que representan los ornamentos sa
grados.
16S DE LAS CEREMONIAS
CAPITULO II.
CAPÍTULO III.
CAPÍTULO IV.
CAPITULO V.
De las oraciones.
fep
203 1)E LAS CEREMONIAS
gunda conmemoracion del Espíritu Santo ,
hasta en las témporas de Adviento , de la
Pasion y de Pascua. En las misas de los
apóstoles en lugar de á cunctis , se dice
concede de la Virgen , á fin de no repetir
la memoria de S. Pedro y S. Pablo. En las
misas votivas del Patrono , se suprime su
nombre en la oracion á cunctis en la que se
nombra cualquier otro santo segun la de
vocion.
XV. En cuanto al órden de las oracio
nes , la del domingo precede la de infra
octavam ; esta precede la de la feria mayor
ó vigilia ; esta última precede la de una
simple ; precede esta última las comunes
que debian estar en segundo rango y que
pasan al tercero ; preceden las comunes á
las que se dicen por devocion ; las oracio
nes votivas de la Santísima Trinidad , del
Espíritu Santo , del santísimo sacramento
y de la cruz , preceden las de la Vir
gen , de los apóstoles y de S. Juan Bau
tista , y todas estas úttimas preceden á las
de los apóstoles : diráse pues : «Cu m beato
Michaete archangelo ,» ó bien : «Gum bea
to Joanne Baptista atque beatis apostolis
DE LA MISA. 203
tuis Petro et Paulo et omnibus sanctis.» Si
se hace la memoria de los difuntos, debe
colocarse siempre en último lugar.
XVI. Si aconteciese que hubiese en la
misa dos oraciones semejantes , debe cam
biarse aquella que corresponde ser la se
gunda , y tomar otra en su lugar. Si hu
biese de cambiarse la del vigésimo segun
de domingo despues de Pentecostes, la de
los cuarenta mártires , ó la del jueves des
pues de ceniza , se tomará la del domingo
ó la de la feria siguiente.
CAPITULO VI.
CAPÍTULO VIL
CAPITULO VIH.
CAPITULO IX.
CAPITULO X.
CAPÍTULO XI.
CAPÍTULO XII.
CAPÍTULO XIII.
CAPITULO XIV.
CAPITULO XV.
De las misas que se celebran hallándose
espuesto el santísimo sacramento.
I. Desde que el celebrante entre en la
DE LA MISA. Ti 9
capilla en que esté espuesto el santísimo ,
dará su bonete al monacillo ; y llegado al
centro del altar hará sobre el pavimento la
genuflexion con ambas rodillas , inclinando
profundamente la cabeza.
II. Habiendo subido al altar , colocará
el cáliz del lado del Evangelio , y hará la
genuflexion con una sola rodilla sin incli
nar la cabeza : desplegará luego el corporal
despues de haberlo sacado de la bolsa , y
colocado el cáliz en el centro del altar ,
hará una nueva genuflexion y pasará al
lado de la epístola con objeto de buscar la
misa.
III. Vuelve luego el sacerdote al centro
del altar , hace la genuflexion (que deberá
hacer cuantas veces vaya ó venga de él) ,
se inclina un poco hácia el lado del Evan
gelio, y haciendo frente al de la epístola ,
desciende hasta la última grada en la que
hace una genuflexion con una sola roditla,
despues de la cual empieza inmediatamente
la misa.
IV. Al subir de nuevo al altar vuelve
á hacer .una genuflexion y empieza desde
luego la oracion «Oramus te Domine, etc.»
S¡80 DE LAS CEREMONIAS
despues de la cual besa el altar , hace nue
vamente otra genuflexion , y va á leer el
Introito: terminado este regresa al centro
del altar , y dice el Kyrie eleison y el Glo
ria , despues de haber hecho la genufle
xion. Habiendo besado luego el altar , hace
otra genuflexion , se vuelve hácia el pue
blo haciéndose un poco del lado del Evan
gelio sin dar la espalda al santísimo sacra
mento, y dice «Dominus vobiscum:» lo
propio hará el sacerdote cuantas veces haya
de dirigirse al pueblo , haciendo antes y
despues la genuflexion. Luego continuará
la misa como de costumbre.
V. Cuando va á lavarse las manos ,
desciende por las gradas laterales del lado
de la epístola hasta el pavimento (1) , y
volviéndose del lado izquierdo á fin de no
dar la espalda al santísimo sacramento ,
lava sus manos vuelto hacia el pueblo , y
luego vuelve por el mismo camino al centro
del altar.
(1) La S. C. de K. decretó en 12 noviembre de
1831 : Dum lavat ruanas (sacerdos) potest mane.
re vel in plano prcsbyterii, vel in supremo gradu
altoris, juxta locorum consuetudinem, dummodo
terga non vertat Sacramento. — (N. delos EE.)
DE LA MISA. 231
VI. En el Orate fratres , besa el altar ,
hace la genuflexion , se vuelve un tanto
hácia el pueblo vuelto de espaldas al lado
del Evangelio , y en esta postura dirá el
Orate fratres : luego sin acabar de dar la
media vuelta por no volver la espalda al
santísimo sacramento, hace frente al altar,
y despues de una nueva genuflexion conti
nuará lo restante hasta la comunion : no se
agitará la campanilla al llegar á Sanctus ni
aun en el momento de elevar la hostia.
VIL Cuando el celebrante haya toma
do la primera ablucion despues de haber
comulgado , pondrá el cáliz fuera del cor
poral , en el lado de la epístola , y despues
de hecha la genuflexion , pasará al propio
lado á purificar sus dedos.
VIII. Despues del Placeat dice : «Be-
nedicat vos omnipotens Deus , » y habiendo
hecho la genuflexion se vuelve un tanto
hacia el pueblo , y vuelto de espaldas al
lado del Evangelio dá la bendicion ; vol
viéndose luego por el costado derecho sin
dar la vuelta por no perder de vista al san
tísimo sacramento , va á leer el Evangelio
sin hacer genuflexion alguna. En el caso de
382 DE LAS CEREMONIAS
que no haya sacra no deberá hacer el sa
cerdote la señal de la cruz sobre el altar,
sino sobre sí mismo.
IX. Terminado el Evangelio pasará el
celebrante de nuevo al centro del altar ,
hará la genuflexion, tomará el cáliz y baja
rá del altar , no sin hacer antes de separar
se de él la genuflexion con ambas rodillas
é inclinar profundamente la cabeza , como
lo ha hecho al principio de la misa , y des
pues de haberse puesto el bonete regresará
á la sacristía.
CAPÍTULO XVI.
CAPÍTULO XVII.
SEGUNDA PARTE.
DE LA REVERENCIA , PREPARACION Y ACCION
DE GRACIAS Á QUE ESTÁN LOS SACERDOTES
OBLIGADOS PARA APROVECHARSE DEBIDA
MENTE DE LA CELEBRACION DE LA MISA.
I.
De la reverencia con que debe celebrarse.
I. Todo el inmenso bien que produjo al
mundo la pasion de Jesucristo , lees igual
mente procurado , como dice Sto. Tomás
(in Ephes. 6), por cada misa que se cele
bra : «quid quid est effectus dominicae pas
302 DB LAS CEREMONIAS
sioois, est effectus hujus sacrificii.» He
aquí tambien lo que nos asegura la sania
Iglesia : «Quoties hujus hostiae commemo—
ratio recolitur, toties opus nostrae redemp-
tionis exercetur.» (Orat. dom. post Pent.)
En efecto , el Salvador , como dice el santo
concilio de Trento (Sess. 22, cap. 2), que
se sacrificó en la cruz por nuestra salva
cion, es el mismo que, por el ministerio del
sacerdote , se sacrifica en el altar : «Una
enim eademque est hostia , idem nunc offe-
rens sacerdotis ministerio , qui seipsum in
cruce obtulit , sola ratione offerendi diver
sa.» De este modo pues , así como bastó la
pasion del Redentor para salvar al mundo,
basta también una sola misa para salvarle :
por esto dice el sacerdote al hacer la ablu
cion del cáliz: «Offerimus Ubi Domine,
calicem salutaris , tuam deprecantes cle-
mentiam , ut in conspectu divinae majestatis
tua3 , pro nostia et totius mundi salute ,
cum odorc suavitatis ascendat.»
II. Por el sacrificio de la cruz , nos ob
tuvo el Señor las gracias de la redencion ;
pero por medio del sacrificio del altar , nos
bace estensivo todo el fruto del de la cruz.
DE LA MISA. 303
La pasion nos hizo susceptibles de recibir
el efecto de los méritos de Jesucristo , pero
la misa nos pone en posesion de ellos y nos
procura los frutos de la pasion , como dice
el concilio de Trento : «Missa habet pro-
prium vi suae institutionis fructus passionis
nobis applicare.» (Sess. 22, cap. 1 , 2.)
III. Debemos pues persuadirnos de que
es la misa la accion mas grande y santa
que podemos ejercer en la tierra , y deque
es tambien la mas útil por nuestro bien
espiritual ; ya que es pues la accion mas
santa, es tambien la que debemos practicar
con mas pureza interior y con la mayor de
voción esterior posibles , segun lo observa
el mismo concilio de Trenjto : «Satis etiam
apparet omnem operam in eo ponendam
esse , ut quanta maxima fieri potest inte—
riori cordis munditia, atque exteriori devo-
tionis ac pietatis specie peragatur.» (Sess.
22,decr. deobserv. in celeb., etc.)
IV. De todo esto puede deducirse cuan
grande es el castigo que merecen los sacer
dotes que celebran la misa con grave irre
verencia. En primer lugar se hacen culpa
bles de esta grave irreverencia los que ce
304 DB LAS CEREMONIAS
lebran con precipitacion , como por ejemplo
aquellos que dicen la misa en menos de un
cuarto de hora. No puede esta precipitacion
ser exenta de pecado mortal , como dicen
los doctores , aun cuando la misa fuese cor
ta, aun cuando fuese una misa de difuntos
ó de la Virgen.
V. El cardenal Lambertini (en la nota
34, n.° 30), así como Clericato, Roncaglia,
Bisso, Gobati , Quarti y otros doctores , di
cen comunmente que la misa no debe du
rar mas demedia hora , ni menos de vein
te minutos , por no poder hacerse en menos
tiempo todas las ceremonias prescritas por
la rúbrica con la reverencia debida ; y que
si estuviera el sacerdote mas tiempo en su
celebracion solo lograría cansar á los asis
tentes. Por esto Roncaglia , Quarti , Pas-
qualigo y Gobati dicen muy acertadamente
que aquel que celebra infra quadrantem ,
esto es , en menos de un cuarto de hora ,
no puede dejar de cometer falta grave. He
aquí la razon de ello : todas las rúbricas re
lativas á lo que debe practicarse durante la
misa son preceptivas , conforme lo hemos
demostrado en nuestra teología moral ; por-
BE LA MISA. 305
que Pio V en su bula insería en el misa] ,
manda que se diga la misa «juxla rittim ,
modum , et normam, in missali praescrip-
lam, in virtute sanctae obediente.» Esto
sentado , debe convenirse en que se comete
al menos una falla venial cada vez que se
omite una ceremonia, ó que no se hace esta
como corresponde: Concina, Wigandl, Ron-
caglia yLacroix dicen con razon que si se
fallaba á un gran número de estas ceremo
nias, aunenando no fuesen en si de las mas
principales , podría considerarse aquella
falta como un pecado mortal.
VI. Segun esto , decimos nosotros ,
apoyados en la comun opinion de los auto
res antes citados , que el que dice la misa .
en menos de un cuarto de hora, peca mor-
talmente , por no poder decir la misa el ce
lebrante en tan breve espacio sin cometer
graves desórdenes: tales son 1 .° el de una
grande irreverencia hacia el sacrificio; y
2.° el de un grave escándalo respecto al
pueblo. En cuanto a la irreverencia hacia
el sacrificio , ciertamente que la maldicion *
que fulminó Dios por boca de Jeremías en
el cap. 48 (así como el decreto dado por el
20
306 DE LAS CEREMONIAS
concilio de Trefito anteriormente citado «de
observ. in cel. m.») debe sobre todo apli
carse á aquellos que ejercen descuidada
mente las funciones relativas al culto divi
no , y en particular á los sacerdotes que
celebran sin el respeto necesario. El que
celebra la misa en menos de un cuarto de
hora, debe cometer necesariamente muchas
faltas, suprimiendo palabras ó confundién
dolas con las ceremonias , ya anticipándo
las ó retrasándolas contra el orden prescri
to por la rúbrica , ó bien haciendo mal á
causa de la precipitacion las bendiciones y
genuftexiones. Todas estas faltas , aunque
teves en particular , no dejan de hacer en
. conjunto que se celebre la misa con irreve
rencia grave.
VIL Para tratar en segundo lugar del
escándalo que ocasionan al pueblo los sa
cerdotes que tal hacen , debe considerarse
lo que dice el concilio de Trento (sess. 22,
cap. 5 dereform.), que las santas ceremo
nias , y en particular las de la misa , fueron
instituidas para inspirar al pueblo el respe
to y la veneracion hácia el santísimo sacrir
ficio do la misa. Por mas que los herejes se
DE LA VISA. 307
burlen y desprecien estas ceremonias, quie
re Dios que se observen exactamente. En
la antigua ley amenazó el Señor con hacer
caer todas sus maldiciones sobre aquel que
dejara de observar todas las ceremonias
prescritas para los sacrificios , aun cuan
do aquellos sacrificios no fuesen mas que
una pálida sombra y una débil imágen del
sacrificio del altar : así pues ¿ cuánto mas
eastigará Dios á los que hacen poco caso de
las ceremonias de la misa? Santa Teresa
decia: «Daria mi vida por una sola ceremo
nia de la iglesia.»
VIII. ¿Y por qué hacer tanto caso de
estas ceremonias? ya hemos dado anterior
mente la razon de ello. Dice el eoncilio de
Trento que las ceremonias fueron institui
das por la Iglesia , á fin de que hiciesen
comprender á los fieles aquellos signos es
tertores la majestad del sacrificio del altar
y la grandeza de los misterios que en él son
representados. «Ecclesia caeremonias adhi-
buit, al majestas sancti sacrifica commen-
daretur , el mentes fidelium per luce visi-
bilia religionis signa , ad rerum altissi-
marum , qua; in hoc sacrificio latent , con.*
308 DE LAS CEREMÓNIAS
tcmplationem excitarentur. » Sin embargo
cuando se hacen esas santas ceremonias con
la precipitacion que necesariamente debe
resultar empleando en ellas menos de un
cuarto de hora , no solo no inspiran enton
ces devocion alguna, sino que hasta son
causa de que no haga el pueblo ningun ca
so de tan gran sacrificio. No puede esta
conducta librarse de un pecado grave por
el grande escándalo que da el sacerdote al
pueblo , puesto que lejos de inspirarle el
mayor respeto hacia el santo sacrificio del
altar , se le hace por el contrario perder
mostrándole el desprecio con que él mismo
lo mira. Mandó el concilio de Tours en 1583
que fuesen los sacerdotes debidamente ins
truidos en las ceremonias de la misa; vea
mos las causas que motivaron esta decision:
«Ne populum sibi commissum á devotione
potius revocent, quam ad sacrorum myste-
riorum venerationem invitent.»
IX. Por esto tambien el mismo concilio
de Trento (instit. decr. de obs. etc.) pres
cribió terminantemente á los obispos , que
prohibieran á los sacerdotes todo aquello
que pudiese menoscabar el respeto debido
DE LA MISA. 309
á los santos misterios ; añadiendo el conci
lio que la irreverencia en semejante mate
ria debe casi considerarse como una im
piedad ; he aquí sus propias palabras : «De •
cernit sancta synodus , ut ordinarii loco-
rum ea omnia prohibere setlulo curent , ac
teneantur , quae irreverentiam (qua; ab
impietate vix sejunctaesse potest) inducit.»
Observemos las palabras «curent ac te
neantur ,» de las que se sigue que los obis
pos están obligados sub gravi á velar so
bre este punto , y á informarse del modo
con que se celebran las misas en sus dió
cesis ; debiendo suspender de la celebra
cion á cuantos no la digan con la reveren
cia que se requiere, Da el concilio sobre el
particular á los obispos la delegacion apos
tólica , hasta con respecto á los religiosos
exentos: de modo que pueden y deben
corregirles , y si perseveran en la misma
falta, privarles de la celebracion y obligar
les hasta con censuras y demás penas á su
rigurosa observancia.
X. Es indudable que una misa cele
brada con devocion escita á la devocion á
cuantos la oyen : por el contrario , una mi
310 DE LAS CEREMONIAS
sa dicha con precipitacion y sin gravedad ,
hace perder la devocion á los que asisten á
ella ; y lo que es peor todavía, es que dis
minuye el respeto que se debe al santo sa
crificio del altar y entibia la fe en un tan
gran misterio. Y en verdad ¿cómo podría
dejar de ser que un sacerdote que celebra
sin devocion y sin respeto , precipitando y
mutilando las palabras, las ceremonias,
las genuflexiones , la señal de la cruz , las
elevaciones de manos, las adoraciones y
otras semejantes ceremonias , ó que .las
confunde con las .palabras , óque antepo
ne y trunca los nombres, cómo, repito, po
drá semejante sacerdote inspirar devocion
y sentimientos de respeto á los asistentes
que le observan ? Quieren por lo regular
los seglares salir de la iglesia lo mas pron
to posible , pero aun esos mismos despues
de haber oido las misas celebradas con pre
cipitacion , quedan escandalizados de los
sacerdotes que las han dicho.
XI. Hay empero ciertos sacerdotes que
se disculparán diciendo : Yo no omito ni las
palabras ni las ceremonias : profiero las
unas y hago las otras muy bien. Poco a po
DE LA MISA. 311
co; es preciso comprender que para decir
bien la misa , no basta proferir todas las
palabras , ni hacer todas las ceremonias
prescritas por la rúbrica ; no solo deben
Jiacerse las mas esenciales , sí que tambien
las menos importantes , porque todas ellas
tienden á manifestar la dignidad del sacri
ficio : por esto quiere la Iglesia que todas
las ceremonias que se hacen durante la ac
cion del sacrificio sean preceptivas y de
obligacion rigurosa , conforme lo hemos
manifestado ya , y que sean además prac
ticadas con la gravedad que exige una ac
cion tan santa. No basta pues decir la mi
sa profiriendo todas las palabras y hacien
do todas las ceremonias , sino que es pre
ciso además celebrarla con la gravedad y
lentitud necesarias , á fin de escitar en los
demás el respeto que es debido al sacrifi
cio ; puesto que si se hace con precipita
cion , lejos de estitar la reverencia , solo se
obtendrá el desprecio para con este gran
sacrificio. He aquí porque, aun cuando el
sacerdote pueda decir todas las palabras y
hacer todas las ceremonias en menos de un
cuarto do hora , no dejaría de pecar mor
31 1 DE LAS CSlkEtlOMAiJ
talmente , puesto que no podría dejar de
hacerse culpable de una irreverencia gra
ve , celebrando la misa sin la gravedad re
querida.
XII. La principal causa de que cele
bren los sacerdotes con tanta irreverencia ,
procede de que se dirigen al altar sin pen
sar siquiera en lo que van á hacer ; lo que
demuestra que se dirigen al altar por la
miserable retribucion que de ello les re
sulta, ó por cualquier otro motivo pura
mente humano. De esto se sigue que antes
de celebrar , es hasta indispensable prepa
rarse haciendo media hora, ó á lo menos
un cuarto de hora (aunque es muy poco) de
oracion mental : seria muy bueno al hacer
la meditar sobre la pasion de Jesucristo ,
puesto que va el sacerdote a renovar en et
altar el sacrificio de la cruz. Por esto be in
sertado á continuacion las consideraciones
siguientes junto con otros afectos piadosos,
á fin de que cada vez á lo menos antes de
celebrar , lea el sacerdote una de estas con
sideraciones. Tambien he añadido al finat
algunos afectos y oraciones que pueden
servir para la accion de gracias despues de
DE LA MISA. 313
la misa. Debemos observar que esos actos
piadosos despues de la comunion , como
dicen los autores , son de un gran valor y
de un mérito infinitamente mayor delante
de Dios, del que tendrían á ser hechos en
cualquier otra ocasion , por hallarse el al
ma entonces unida con Jesucristo.
314 DE LAS CEREMONIAS
PRIMERA CONSIDERACION.
PARA EL DOMINGO.
SEGUNDA CONSIDERACION.
PARA EL LUNES.
TERCERA CONSIDERACION.
•■ARA EL MARTES.
CUARTA CONSIDERACION.
PARA EL MIÉRCOLES.
QUINTA CONSIDERACION.
VARA EL JUEVES.
SESTA CONSIDERACION.
PARA EL VIERNES.
SÉPTIMA CONSIDERACION.
PARA EL sAitAIJO.
§111.
Accion de gracias despues de la misa por
todos los diás de la semana.
I.
Para el domingo.
III.
Para el martes.
IV.
Para el mlcrcol».
VI.
Para el viernes.
Y ACCIÓN DE GRACIAS
PAKA USO
. . (», ,1 »* )■ ,' ■
PREPARACIÓN
Y ACCIÓN DE GRACIAS
PAHA ESO
INTRODUCCIÓN.
CONSIDERACIONES Y AFECTOS
PARA PREPARARSE
A CELEBRAR LA MISA.
PRIMERA CONSIDERACION.
PARA EL DOMINGO.
AFECTOS.
PARA EL LUNES.
AFECTOS.
PAKA EL Jl A «TES.
AFECTOS.
;
Y ACCION DÉ GRACIAS. 381
CUARTA CONSIDERACION.
PARA EL MiÉRCOLES.
QUINTA CONSIDERACION.
PARA EL JUEVES.
AFECTOS.
VAHA EL VIERNES.
Accipite et comedite, hoc est Corpus nirum.
(Matth. XXVI , TI.)
AFECTOS.
SÉPTIMA CONSIDERACION.
PARA EL SÁBADO.
AFECTOS. :¿
Para el domingo.
II.
Para el lunes.
¡H|. ;....:!..;: :.
' Piara el martes. ■ '
IV.
Para el miércoles.
V.
Para el jueves.
VI.
Para el viernes.
Vil.
Para el sábado.
APÉNDICE.
I.
REGLA DE VIDA PARA UN SACERDOTE
SECULAR.
II.
REGLAS ESPIRITUALES PABA UN SACERDOTE
QUE ASPIRE Á LA PERFECCION.
FIN.
ÍNDICE.
■
Introduccion 5
LA MISA Y EL OFICIO ATROPELLADOS ,
6 advertencia dada á los sacerdotes para que no
se hagan culpables de un crimen tan enorme
como es el atropello del sacrificio del altar, y
de las alabanzas que son debidas á Dios.
PRIMERA PARTE.
1001907067
Biblioteca de Catalunya
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ao DE BARCELONA
BIBLIOTECA CENTRAL