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PERTANY
Á

fRANCISCO PODINA
Y ^ERT, f>BRE.
_L. .->.
MISA Y OFICIO
ATROPELLADOS-
Este libro comprende lo» Opúsculo! siguientes
de S. Alfonso María de Xiigorio.

1." Misa y oficio atropellados ó advertencias á los sa


cerdotes acerca del modo de celebrar dignamente
la Misa y rezar el Oficio divino con el respeto de
bido.
2.» Del sacrificio de Jesucristo con una breve declara
cion de las oraciones de la Misa.
3.° Ceremonias de la Misa, conteniendo dos partes:
1.» Rúbricas de la Misa; i." De la reverencia, pre
paracion y accion de gracias á que están obligados
los sacerdotes para aprovechar la celebracion de la
Misa.
4 ° Preparacion y accion de gracias para cada dia de la
semana, conteniendo: 1.° Consideraciones y afectos
do preparacion para la Misa ;2.° Alectos y accion
de gracias para despues de la Misa.
8.» Precationes ante Missam.
6." Regla de vida para un sacerdote secular. — Reglas
espirituales para un sacerdote que aspira á la per
feccion.— Máximas espirituales para un sacerdote.
MISA Y OFICIO
ATROPELLADOS
6

ADVERTENCIAS A LOS SACERDOTES


ACERCA DEL

Modo de celebrar dignamente la Misa y rezar el Oficio divino


con el respeto debido ,
Por S. Alfonso M. de Ligorio.

Van añadidos los Opúsculos siguientes del mismo santo autor:

BEL SACRIFICIO DE JESUCRISTO. — f.KREIllSIAS DE I. A


MISA.—PREPARACION Y ACCION DE GRACIAS. —PRECA-
TIONES ANTE HISSASI — REGLA BE VIDA PARA UN SA
CERDOTE SECULAR. REGLAS ESPIRITUALES PARA UN
SACERDOTE QUE ASPIRA A LA PERFECCION. HAXIHAS
ESPIRITUALES PARA UN SACERDOTE.

TRADUCIDO DEL ITALIANO.

Con licencia.

BARCELONA :
IMPRENTA DE PONS Y C.\ CALLE COPONS, N.° 4.
1837.
fi..siry^
MISA Y OFICIO
ATROPELLADOS.

No pudiendo el hombre hacer cosa mas


santa y grandiosa que celebrar una misa ,
debe procurar con el mayor esmero acer
carse á decirla con toda pureza y devocion
esterna , como manda el Tridentino (sess.
22 , c. 5, et indecr. de observ. etc.) para
no incurrir en la maldicion divina : Male-
dictus homo qui facit opus Dei negligenter
(Jerem. 48 , 10) ; maldicion que alcanza
rá particularmente á los sacerdotes que
digan la misa con irreverencia. Para evi
tarlo propone S. Alfonso lo que debe ha
cerse en el celebrar , y antes y despues.
En cuanto al oficio divino debe obser
varse , que las personas á quienes la Iglesia
manda rezarle , han recibido de la misma
dos encargos importantísimos : uno alabar
y honrar al Señor ; otro implorar las mise
ricordias divinas para el pueblo cristiano.
Un clérigo pues que le rece con descui
do y con irreverencia , no cumple con el
deber que la Iglesia le impone , no honra
á Dios , antes bien le deshonra , y se priva
á sí mismo y á los fieles vivos y difuntos
de muchos sufragios , gracias y bendicio
nes celestiales. El santo autor enseña el
modo de rezarle bien.
San José de Cupertino decia hablando
con un obispo : «Bien cumplidas estas dos
santas obligaciones , se lograría la reforma
del clero en todo lo demás.»
(Reflexiones sobre la santidad y doc
trina de S. Ligorio, traducido del italiano
por un religioso.)

x.
LA MISA Y EL. OFICIO
ATROPELLADOS,

Ó ADVERTENCIA DADA Á LOS SACERDOTES PARA


QUE NO SE HAGAN CULPABLES DE UN CRIMEN
TAN ENORME COMO ES EL ATROPELLO DEL SA
CRIFICIO DEL ALTAR, Y DE LAS ALABANZAS QUE
SON DEBIDAS A DIOS.

PRIMERA PARTE.

LA MISA DESCUIDADA Ó ATROPELLADA.


Jamás podrá ningun sacerdote celebrar
la misa con la devocion necesaria, si no es-
tá de antemano poseido de todo el respeto
que merece ese gran sacrificio. Así es que
ningun hombre puede hacer una accion
mas santa y sublime que la de celebrar
una misa. «Nullum aliudopus, —dice et
concilio de Trento , — adeo sanctum á
Christi fidelibus tractari posse , quam hoc
8 LA MISA T EL OFICIO

tremendum mysterium.» (Sess. xxu,decr.


deobserv. incel. etc.) Ni aun el mismo
Dios puede hacer que haya en el mundo
una accion mas grande que la celebracion
de la misa.
Todos los sacrificios de la antigua ley ,
por los cuales fué Dios tan honrado , no
eran mas que una sombra de nuestro sa
crificio del altar. Cuantos honores han tri
butado y tributarán á Dios todos los ánge
les con sus homenajes , y todos los hom
bres con sus obras , sus penitencias y sus
martirios, nunca han podido ni podrán
procurar á Dios tanta gloria como le pro
cura una sola misa ; porque todos los ho
nores de las criaturas son honores finitos,
mientras que el honor que Dios recibe por
medio del altar es un honor infinito , por
que en él se le ofrece una víctima de un
precio infinito. Es pues la misa una accion
que tributa á Dios el mas grande honor
que puede tributársele ; es la obra que mas
anonada las fuerzas del infierno ; la que
procura el mas poderoso sufragio á las al
mas del purgatorio ; la que mas apacigua
la encendida cólera de Dios en contra de
ATROPELLADOS. 9
los pecadores , y la que es finalmente para
los hombres en la tierra el origen de los
mas grandes bienes.
Si nos está prometido que obtendremos
todo cuanto pidamos á Dios en nombre de
Jesus : «Si quid petieritis Patrem in nomi
ne meo, dabitvobis» (Joan. xvi), ¿con
cuánta mayor razon no debemos prome
ternos esta gracia al ofrecerle al mismo Je
sucristo ? Ese amoroso Redentor intercede
continuamente por nosotros en el cielo :
«Qui etiam interpellat pro nobis.» (Ro
man. viH ) Lo hace sobre todo en el sa
crificio de la misa , en el que se presenta á
su Padre por manos del sacerdote, á fin de
obtenernos sus gracias. Si supiésemos que
todos los santos y la divina María ruegan
por nosotros ¿ cuan grande no seria la es
peranza de salvacion que concebiríamos?
pues bien , es innegable que una sola ple
garia de Jesucristo puede infinitamente
mas que todas las de los santos. ¡ Desgra
ciados de nosotros pecadores , si ese divino
sacrificio que desarma á Dios, no existiera!
«Hujus quippe oblationo placatus Domi-
nus , gratiam et donum , poenitentia! con
1(1 LA MISA Y EL OFICIO

cedens , crimina et peccata etiam ingentia


ilimitlil ,» dice el concilio de Trento. En
una palabra , así como bastó la pasion de
Jesucristo para redimir al mundo , basta
tambien una sola misa para salvarle : he
aquí porque dice el sacerdote al hacer la
oblacion ú ofrenda del cáliz : «Offerimus
tibi , Domine, calicem salutaris...., pro
nostra et totius mundi salute.»
Es la misa el mejor y el mas bello tesoro
de la Iglesia , segun lo que predijo el pro
feta Zacarías (íx, 17) : «Quid enim bonum
ejus est, et quid pulchrum ejus , nisi fru-
mentum electorum et vinum germinans
virgines?» Porque en la misa el Verbo en
carnado se sacrifica al Padre Eterno , y se
entrega á nosotros en el sacramento de la
Eucaristía , que es el fin y el objeto de ca
si todos los demás sacramentos, como lo
enseña el doctor angélico : « Fere omnia
sacramenta in Eucharistia consumman-
tur.» Lo que hace esclamar á S. Buena
ventura que la misa es la obra en la cual
Dios nos manifiesta todo su amor inmenso,
y que es un compendio de todos los bene
ficios que nos ha dispensado : «Est memo
ATROPELLADOS. 11
riale totius dilectionis suae , et quasi com-
pendium quoddam omnium beneficiorum
suorum.» (S.Buenav.delnst. p.l,c. 11.)
Por esto procuró siempre el demonio aca
bar en el mundo con este santo sacrificio
por medio de los herejes , estableciéndoles
como precursores del Antecristo , el cual
ante todo procurará abolir y abotirá en
efecto el santo sacrificio del altar en casti
go de los pecados de los hombres , segun
la prediccion de Daniel : «Robur autem
datum est ei contra juge sacrificium , prop-
ter peccata.» (Dan. vm, 11.)
Dice el propio S. Buenaventura que Dios
no concede ni el menor beneficio en cada
misa que se celebra sino en el momento de
su encarnacion : «Non minus videtur face-
re Deus in hoc , quod quotidie dignatur
descendere super altare, quam cum natu-
ram humani generis assumpsit.» (Loc. cit.)
De modo que , como dicen los doctores,
aunque Jesucristo no hubiese estado toda
vía en el mundo , el sacerdote le haria ve
nir á él al proferir las palabras de la con
sagracion ; segun la célebre sentencia de
S. Agustín : « O veneranda sacerdotum
13 LA MISA Y EL OFICIO

tlignitas, in quorum manibus, velut in


utero Yirginis , filius Dei incarnatur.»
(S. Aug. inpsalm. 27.)
A mas de que, como el sacrificio del
altar no es sino una renovacion y aplica
cion del sacrificio de la cruz , dice el doc
tor angélico que una sola misa procura á
los hombres los mismos bienes y hasta la
misma salvacion que les procuró el sacri
ficio de la cruz : «In qualibet missa inve-
nitur omnis fructus , quem Christus ope-
ratus est in cruce , quidquid est effectus
dominicae passionis, est effectus hujus sa-
crificii.» (In cap. vi Isa. sect. 6. ) Lo pro
pio dice S. Crisóstomo : «Tantum valet ce-
lebratio missaB, quantum valet mors Chris-
ti in cruce.» (Apud discip. serm. xlviii.)
Y la Iglesia nos da todavia de ello mayor
seguridad cuando dice : «Quoties bujus
hostiae commemoratio remittitur , toties
opus nostrae redemptionis exercetur.»
(Orat. in missa Domini post Pent.) Porque
es el mismo Salvador que murió en la cruz,
el que se sacrifica en el altar por el minis
terio del sacerdote , como dice el concitio
de Trente : «Una enim eademque est hos-
ATROPELLADOS. 1.3
tia , idem nunc offerens sacerdotis minis
terio, qui seipsum in cruce obtulit, sola ra-
tione offerendi diversa.» (Conc. trident.
sess. xxii, cap. 2.) He aquí porque el
fruto del sacrificio de la cruz se nos aplica
por medio del sacrificio del altar. La pa
sion de Jesucristo nos hizo susceptibles de
la redencion ; la misa nos procura esa re
dencion , y nos hace gozar de sus méritos.
Sentado este principio , sabemos : que
es la misa la obra mas santa y divina que
podamos hacer ; vése claramente , dice el
concilio de Trento , que debe procurarse
en gran manera que sea celebrado seme
jante sacrificio con la mayor pureza inte
rior y la mas gran devocion esterior posi
ble. «Satis etiam apparet omnem operam
in eo ponendam esse , ut quanta maxima
fieri potest interiori cordis munditia, atque
exteriori devotione ac pietatis specie , per-
agatur.» (Sess. xxn, decr.deobserv.etc.)
Y dice que la maldicion lanzada por Jere
mías contra aquellos que ejercían las fun
ciones santas con negligencia : «Maledictus
homo qui facit opus Dei negligenter,»
(Jer. xlviii , 10 ) se aplica precisamente á
\i LA MISA Y EL OFICIO
los sacerdotes que celebran con irreveren
cia ese sacrificio que es el mas grande y
elevado de todas las acciones que pueda ha
cer el hombre para honrar a su Criador ;
añadiendo que difícilmente puede cometer
se semejante irreverencia sin incurrir en
una manifiesta impiedad: «Quae ab impie-
tate vix sejuncta esse potest.» Tales son
las palabras del concilio.
A fin pues de que evite el sacerdote se
mejante irreverencia y la maldicion divina
que.lleva en pos de sí, veamos lo que debe
hacer antes de celebrar , durante la cele
bracion y despues de haber celebrado. An
tes de celebrar deberá prepararse; mientras
celebre , hacerlo con el mayor respeto ; y
despues de haber celebrado , empezará la
accion de gracias.
I.

De la preparación antes de celebrar.

En primer lugar se prepara el sacerdo


te antes de celebrar. Deciaun siervo de
Dios que toda la vida de un sacerdote no
ATROPELLADOS. 15
debia consistir mas que en la preparacion
para la misa , y en una continua accion de
gracias despues de la misa. Es muy cierto
que fué instituida la santísima Eucaristía
por el bien de todos los fieles , pero es sin
embargo un don especial hecho á los sa
cerdotes. Dice el Señor hablando de ellos :
«Nolite dare sanctum canibus , neque mit-
tatis margaritas vestras ante porcos. »
(Matth. vn , 6.) Por el nombre de perlas
entiende el griego las hostias consagradas ;
así es que esas perlas son consideradas y
llamadas propiedades de los sacerdotes ,
margaritas vestras. Esto sentado , dice
S. Juan Crisóstomo , debería cada sacer
dote al dejar el altar hallarse inflamado
del amor divino , hasta el punto de ser un
objeto de terror para el infierno : «Tan-
quam leones igitur ignem spirantes, ab illa
mensa recedamus, facti diabolo terribiles.»
(Chrysost. homil. 6ad pop. ant.) No es es
to empero lo que comunmente sucede ; si
no que se ve por el contrario salir a la ma
yor parte de los sacerdotes del altar siem
pre mas tibios, mas impacientes , mas or
gullosos , mas ávidos y mas pegados al in
I<) LA MISA Y EL OFICIO
terés , á su propia estimacion y á todos los
placeres terrenos. «Defectos non in cibo
est , sed in sumente,» dice el cardenal Bo-
na. No procede la falta del alimento que
toman en semejante mesa , puesto que to
mado aunque sea solo por una vez aquel
atimento , como decia Sta. María Magda
lena de Pazzi , bastaría para hacernos san
tos; sino que procede de su escasa prepa
racion para la celebracion de la misa.
Hay una preparacion próxima y una
preparacion remota; siendo esta última
preparacion la vida pura y virtuosa que
debe llevar el sacerdote que quiere cele
brar dignamente. Si exigía Dios la pureza
á los sacerdotes de la antigua ley , solo
porque debian llevar los vasos sagrados :
«Mundamini qui fertis vasa Domini»
(Isa. ni , 12 ) ; ¿ cuánto mas puro ha de
ser el sacerdote que debe llevar en siTs
manos y en su corazon al Verbo encarna
do ? «Quanto mundiores esse oportet , qui
in manibus et in corpore suo portant Chris-
tum , » dice Pedro de Blois ( Epist. 123 ).
No basta empero que esté el sacerdote li
bre de pecado mortal , sino que si quiere
ATROPELLADOS. 17
sor puro y santo, debe estarlo tambien de
las fallas veniales , á lo menos de aquellas
que son voluntarias; sin lo cual , dice san
Bernardo , que no le admitirá Jesucristo en
su compañía : «Nemo quae videntur modi
ca contemnat ; quoniam , sicut audivit Pe-
trus , nisi laverit , ea Christus , non babe-
bimus partem cum eo.» Es pues preciso
que todas las acciones , palabras y pensa
mientos del sacerdote que quiere decir dig
namente la misa , sean de tal modo santos,
que puedan servirle de preparacion para
la celebracion del santísimo sacrificio.
En cuanto a la preparacion próxima,
se necesita primeramente la oracion men
tal ; ¿ qué devocion podría tener un sacer
dote que celebrara sin haber hecho antes
la meditacion necesaria ? Decía el Padre
M. Avila, que debia hacer el sacerdote á
lo menos hora y media de oracion mental
antes de la misa; sin embargo me conten-
laria con media hora y hasta con un cuarto
de hora , aunque debo confesar que es de
todo punto insuficiente , de meditacion he
cha por los sacerdotes mas tibios. ¡Oh!
¡Bios mio! hav tan bellos Ubres de medí
IS L.\ MISA Y EL OFICIO

tacion para prepararse antes de la misa!...


pero , ¿ cuáles son los sacerdotes que los
leen ? Por esto se ve decirse tantas misas
sin devocion y con tanto desorden. Dice
Sto. Tomás , que instituyó el Salvador el
santísimo sacramento del altar para perpe
tuar en nosotros el recuerdo del amor que
nos manifestó en su pasion y de los bene
ficios que nos dispensó al sacrificarse por
nosotros en ta cruz: por esto nos advierte el
Apóstol que recordemos la muerte de nues
tro Redentor cuantas veces tomemos la san
ta comunion : «Quotiescumque enim man
ducabais panem liunc, et calicem bibetis,
mortemDominiannuntiabitis.» (i Cor. n.)
Luego si todos los fieles deben acordarse
de la muerte de Jesucristo cuando toman
la santa comunion , ¿cuánto mas no debe
hacerlo el sacerdote al celebrar la misa,
donde no solo se alimenta con su carne
muy santa , sí que aun mas representa y
renueva todavía en el altar el sacrificio de
la cruz , aunque de distinto modo ?
Además, aunque el sacerdote haya hecho
su meditacion , conviene no obstante que
se recoja siempre , á lo menos algun tiem
ATROPELLADOS. <9
po antes do celebrar , y que considere la
grande accion que va a hacer ; tal es lo que
prescribe á todos los sacerdotes el concilio
de Milan , celebrado en tiempo de S. Cár
los: «Antequam celebren! , se colligant, et
orantes mentem, in tanti mysterii cogitatio-
nem defigant.» Cuando el sacerdote entre
en la sacristía para disponerse á celebrar,
debe desprenderse de todo mundanal pen
samiento, y decir como S. Bernardo : «Ne
gocios y afectos terrenos , aguardadme allí
hasta que vuetva por vosotros despues de
haber celebrado la misa que reclama toda
mi atencion.» San Francisco de Sales es
cribia en cierta ocasion á la bienaventura^
da Juana de Chantal : «Cuando me acerco
al altar para decir misa , pierdo de vista
todas las cosas de la tierra.» Que conside
re pues et sacerdote que va á llamar del
cielo á la tierra al Verbo encarnado para
tratar familiarmente con él sobre el altar,
para sacrificarlo de nuevo á su Padre y fi
nalmente para alimentarse con su divina
carne. De este modo , el bienaventurado
P. Juan de Avila escitaba su fervor dicien
do : «Voy a consagrar ahora al Hijo de
20 LA MISA Y EL OFICIO
Dios ; voy á tenerlo en mis manos , voy á
hablar y á tratar con él y á recibirle en
mi corazon.»
Debe considerar además el sacerdote
que está en el aliar para. ser cerca de Dios
el intercesor de todos los pecadores. San
Lorenzo Justiniano dice : «Sacerdos, dum
celebrat , mediatoris geritofficium , prop-
terea delinquentium omnium debet esse
precator.» (Serm. de corp. Christi.) Tam
bien dice S. Juan Crisóstomo , que el sa
cerdote en el altar se ve colocado entre
Dios y los hombres ; que presenta á Dios
las oraciones de los hombres, y que obtie
ne para estos todas las gracias de Dios:
«Medius sit sacerdos inter Deum et natu-
ram humanam , illius beneficia ad nos de-
ferens.» (Homil. 6 , in 2 Tim. 2.) No era
permitido al sacerdote en la antigua ley
entrar en el lugar santo mas que una vez
por año, á fin de rogar por el pueblo ; pe
ro hoy dia todos los sacerdotes pueden
ofrecer el Cordero de Dios todos los dias al
Padre eterno , para obtener las gracias di
vinas para ellos y para toda la iglesia. Fi
nalmente , dice el concilio de Basilea que
ATROPELLADOS. 81
cuando un vasallo debe presentarse á su
principe para pedirle alguna gracia , hace
todo lo posible para hacerlo de un modo
digno; vistese con decencia, emplea espre
siones comedidas y modestas , observa una
actitud respetuosa y pone la mayor aten
cion en el importante paso que va á dar.
¿ Cuántas mas precauciones no debe tomar
el sacerdote cuando se dispone á presen
tarse ante la majestad de Dios para rogar
por él y por los oíros? «Si quis principen)
sa»culi rogaturus, habitu honesto, gestu
decenti , prolatione non pracipili , atienta
quoque mente seipsum studet componere ;
quanto diligentius in sacro loco rogaturus
Deum haec facere curabil?» (Conc. Basil.
sess. 21 , can. quomodo.)

II.

Del respeto con el cual debe celebrarse.

En segundo lugar , debe tener el sacer


dote , cuando celebra , todo el respeto que
requiere un tan gran sacrificio : tal es el
objeto , ó á lo menos el punto principal de
22 LA MISA Y EL OFICIO

este libro. Veamos pues lo que contiene


este respeto; contiene: 1 °, la atencion que
exigen las palabras de la misa ; 2.°, la
observacion exacta de las ceremonias pres
critas por las rúbricas. En cuanto a la
atencion que debe prestar el sacerdote a
las palabras , es tan grande , que peca si
se distrae voluntariamente ; y como dicen
los doctores , el que se distrajera durante
la consagracion y la comunion , ó tan solo
durante una gran parte del canon , pecará
mortalmente : tal es la opinion de Ronca-
glia (cap. 3,9, 2 , reg. 3 ) , la de Con-
cina (teol. mor. pág. 516 , núm. 13), y
la de Tamburino , el cual á pesar de la
grande indulgencia de sus opiniones , dice
sin embargo sobre este punto : «Si sacer-
dos, per notabilc tempus voluntarie dis-
tractus, eas missae partes , quae canonem
continent , recitet , peccabit mortaliter ; vi-
detur autem mihi gravis irreverentia , qua
quis dum profitetur Deum summe vene
ran', cum il lo irreverenter per voluntariam
distractionem se gerat.» (Meth. cel. miss.
c. 3, n.°9.) Soy tambien de la misma
opinión , por mas que digan ciertos otros
ATROPELLADOS. 23
autores ; parque aun prescindiendo de la
cuestion de saber si es ó no la atencion la
esencia de la oracion, digo que el sacrifi
cio del altar , á mas de su cualidad de ora
cion , es por su naturaleza el culto mas es-
celente de la religion, á la cual se hace una
injuria grave cuando se entrega el sacer
dote á pensamientos estraños en el momen
to en que se profesa un religioso respeto
para con Dios ; y he aquí porque la rúbri
ca nos da este importante aviso : «Sacer-
dos maxime curare debet , ut distincte et
apposite proterat; non admodum festinan-
ter ut ad vertere possit quae legit, etc. (Con
cilio Trid.)
En cuanto al cumplimiento de las cere
monias prescritas por las rúbricas para la
celebracion de la misa, manda S. Pio V en
la bula unida al misal practicarlas «dis-
trictc, etin virtule sanelae obediente;» esto
es, segun las rúbricas del misal : «Juxla
ritum , modum et normam in missale pra>
scriptam ;» tales son sus propias palabras.
Por esto liene el P, Suarez razon cuando
dice, que la omision de la menor ceremo
nia exigida por las rúbricas, aunque fuera
2i LA MISA T EL OflCIO
la de una bendicion , genuflexion , incli
nacion , ú otra semejante, no está exenta
de ser una falta venial. Benito XIII lo de
clara terminantemente en el concilio de
Roma (tit. 15, cap. 1) , diciendo que en la
celebracion de la misa «ritus , in minimis
etiam'sine peccato negligi vel mu tari haud
possunt. » Santa Teresa decia: «Daría. mi
vida por una ceremonia de la iglesia ; » y
podría el sacerdote menospreciarlas ! La—
croix (lib. 2, núm. 422) y Pasqualigo
opinan tambien como Benito XIII , sobre
el hacer las ceremonias de la Iglesia con
precipitacion, y hasta aun cuando se cum
plen estas con negligencia, como dice muy
bien el P. Concina (pág. 509 , n.° 2) , al
hablar de esos celebrantes que no hacen la
genuflexion hasta el suelo , ó que aparen
tan besar el altar sin besarlo realmente, ó
por fin que hacen mal las bendiciones ,
faltando á lo que prescriben las rúbricas.
Asimismo dice el P. Gavanto ( p. 3 , in
rubr. miss tit. 2) con Ledesma , que
hacer las ceremonias prescritas de este
modo , es lo mismo que omitirlas, se
gún oste axioma de los juristas: «Pa-
ATROPELLADOS. 15
ria sunt non facere , et mala facere.»
Además los doctores, lales como Wigandt
(tract. 15, n.°75), Roncaglia (de sacr.
miss. c. 3, qu. 4 in fine), Concina y La
crois dicen comunmente en los puntos que '
acabamos de cilar , que si un sacerdote en
una accion notable de la misa omite las ce
remonias no está exento de pecado mortal,
aun cuando estas ceremonias no sean de las
mas importantes ; porque estas omisiones
repetidas en el mismo sacrificio forman
en conjunto una materia grave , puesto
que acumulándose en cantidad notable,
causan una grande irreverencia á la ma
jestad del sacrificio. Sabemos que aun en
la antigua ley , amenazó el Señor con su
maldicion á los sacerdotes que omitían las
ceremonias de aquellos sacrificios que no
eran mas que una débil imágen del nues
tro : «Quod si audire nolueris vocero I)o-
mini , ut custodias ceremonias... venient
super te omnes maledictiones isUc : male-
dictus eris in civitate, maledictus in agí o. . .
maledictus eris ingrediens , etc.» (28, ex.
v. 15. Deuteron.)
Esto sentado , me parece que al ver el
26 LA MISA Y EL OFICIO

modo con que la mayor parte de los sacer


dotes celebran la misa , con tanta prontitud
y menosprecio de las ceremonias , preciso
seria llorar y llorar con lágrimas de san
gre. Podria hacerse a esos sacerdotes el
mismo cargo ó reproche que dirigía Cle
mente de Alejandría á los sacerdotes paga
nos, esto es, que convierten el cielo en
teatro, y á Dios en objeto de su comedia :
«O impietatem , coclum scenam fccistis, et
Deus factus est actus.» (Clem. Alex.de
sacr. gent.) Pero ¿qué digo , una comedia?
¡ Ah! ¡qué atencion no pondrían si debiesen
desempeñar algun papel en un teatro! ¿ y
cuál es la atencion que ponen en la cele
bracion de la misa ? Palabras mutiladas ;
genuflexiones que mas bien parecen actos
de desprecio que de reverencia; señales de
la cruz de los que ni siquiera puede cono
cerse el sentido; se dirigen al altar , y se
vuelven de un modo propio á escitar la ri
sa ; tocan luego la hostia santa y el cáliz
consagrado , como si tuviesen un pedazo
de pan y un vaso de vino en la mano ;
mezclan en desorden las palabras y las ce
remonias de la misa , anticipando en unas
ATROPELLADOS. 27
y oiras el tiempo prescrito por las rúbricas;
en una palabra , toda su misa no es desde
el principio hasta el fin mas que un cúmu
lo confuso de desórdenes y de irreveren
cias.
¿ Y por qué lodo esto? porque se igno
ran las rúbricas por no tomarse el trabajo
de estudiarlas , y porque se procura con
cluir la misa lo mas pronto posible. Diríase
que celebran esos sacerdotes la misa como
si la iglesia debiese desplomarse , ó como
si los turcos debiesen penetrar en ella sin
darles liempo para escaparse ; y sin em
bargo esos mismos sacerdotes se habrán en
tregado por espacio de dos horas á meros
pasatiempos ó di ver lid ose en hablar inútil
mente en alguna tienda ó en la sacristía,
y luego solo pensarán en terminar la misa
apenas empezada. Preciso les seria encon
trar á un hombre que sin cesar les dijera
lo que en cierta ocasion decia el P. M. Avi
la á un eclesiástico que celebraba del modo
que acabamos de indicar : acercóse al al
tar y le dirigió estas palabras: «Por cari
dad dignaos tratarle mejor , porque es hijo
de un buen padre.» Mandó Dios á los sa
S<* LA MISA Y EL OFICIO
cerdotes de la antigua ley que temblaran
de respeto al acercarse al santuario : «Pa—
vete ad sanctuarium meum.» (Lev. 26, 2.)
¡ Y un sacerdote de la nueva ley al hallar
se en el altar en presencia de Jesucristo ,
osaria tratarle con tanta irreverencia ,
mientras que le tiene en sus manos, que le
ofrece y que se alimenta con él !
El sacerdote en el altar , como dice san
Cipriano , y como en realidad es asi , re
presenta al mismo Jesucristo : « Sacerdos
vice Christi vere fungitur. » (Epist. 63,
ad Coecilium.) Puesto que él dice en la
persona de Jesucristo: «Hoc est corpus
meum, hicest calixsanguinis mei.» Pero,
¡ oh Dios mio ! al ver hoy dia á tantos sa
cerdotes que celebran con tanta irreveren
cia, ¿deberá decirse que representan á Je
sucristo , ó que se parecen mas bien á esos
charlatanes que ganan su vida jugando ,
segun lo que dice el sínodo de Espalatro :
«Plerique celebrantes conantur , non ut
missam celebrent , sed ut absolvant ; non
ut devotionis exercilium , sed ut victus
sustentationem habeant ; ita ut missae ce
lebrado, non tanquam rcligionis mysteria,
ATH0PELLAD03. 29
sed ut lucrandi ars qua.dam exorccatur»?
Y lo que admiro mas todavía , ó por mejor
decir, lo que mas deploro , es ver hasta
religiosos, reformados y hasta observantes,
decir misa con tanta precipitacion , y ha
cer las ceremonias con tanta negligencia,
que escandalizaría su conducta hasta a los
mismos idólatras , mostrándose peores que
los mas relajados sacerdotes seculares que
se han visto.
Debe observarse tambien que los sacer
dotes que celebran tan indignamente no
solo pecan por la irreverencia que cometen
con el santo sacrificio , sino que pecan ade
más por el enorme escándalo que dan al
pueblo que asiste á su misa. Así como una
misa celebrada devotamente infunde una
gran devocion y una veneracion particular
hácia ese portentoso sacrificio ; así tambien
la misa celebrada sin devocion hace perder
el respeto que le es debido. Refiérese de
S. Pedro de Alcántara , que la misa que
celebraba devotamente producía mas fru
to que todos los sermones de los predica
dores de su provincia. Dice el concilio de
Tiento que solo manda la Iglesia las cere
30 ■ LA MISA Y EL OFICIO
nionias de la misa para inspirar a los Heles
la devocion que es debida al sacrificio del
altar y k los sublimes misterios que contie
ne. He aquí las palabras del concilio:
«Ecclesia ceremonias adhibuit ut majesias
tanti sacrificii commendaretur , et mentes
fidelium per haec visibilia religionis signa
ad reruin altissimarum , quae in hoc sacri
ficio latent, contemplationem excitaren-
tur.» (Trid. sess. 22, c. 3.) Pero cuando
estas ceremonias se hacen con negligencia
y precipitacion , lejos de esciiar el respeto,
hacen perder por el contrario á los secula
res la veneracion debida á un tan gran
misterio. Pedro de Blois dice que con las
misas celebradas con irreverencia se da
ocasion al pueblo de hacer poco caso del
santísimo sacramento : «Ex inordinatis et
indisciplinatis sacerdotibus hodie datur os-
tentui nostrae redemptionis venerabile sa
cramentam.» (Pet. Bles. ep. ad Richer.)
Por esto el concitio de Tours celebrado en
1583 , mandó que los sacerdotes estuvie
sen bien impuestos en las ceremonias de la
misa; siendo digno de notarse lo que dice
al fin : «Ne populum sibi commissum á de
ATR0PELLADO5. 31
votionc potius revocent , quam ad sacro-
rum mysteriorum veneratíonem invitent.»
¡Cómo quieren, pues, esos sacerdotes
obtener el perdon de sus pecados y la gra
cia de Dios , celebrando semejantes misas,
si al mismo tiempo que se las ofrecen , le
ofenden , causándole por su parte mas
oprobio que honor! Dice el papa Julio :
«Cuín, omne crimen sacrificüs deleatur,
quid pro delictorum expiatione Domino da-
bitur , quando in ipso sacrificii oblationc
erratur?» (Can. cumomn.de consecr.
dist. 2.) En gran manera ofendería a Dios
el sacerdote que no creyese en el sacra
mento de la Eucaristía ; pero le ofende aun
mucho mas el que creyendo en él no le
tributa el respeto que le es debido , por ser
causa de que aquellos que le ven celebrar
con tan poca reverencia , pierdan la que
conservarían si obrára él de otro modo.
Respetaron los judíos á Jesucristo al prin
cipio de su predicacion ; pero cuando le
vieron luego despreciado por los sacerdo
tes , perdieron de repente la buena opi
nion que de él tenían , y se reunieron por
fin k los mismos sacerdotes para csclamar :
32 LA MISA Y EL OFICIO

«Tulle, tolle , crucifige eum.» De este mis


mo modo hoy (lia los seculares al ver á los
sacerdotes decir la misa con tanta negligen
cia y desprecio , pierden el respeto y la ve
neracion. Una misa celebrada con devocion,
como lo he dicho ya , inspira la devocion á
todos los que asisten á ella ; por el contra
rio , una misa celebrada con descuido y
menosprecio hace perder la devocion y has
ta casi la fe á los que la oyen. Cierto reli
gioso muy digno de fe me ha referido sobre
esto un hecho espantoso; cuyo hecho he
visto referido mas tarde en una pequeña
obra intitulada : Motivos para celebrar la
misa sin precipitacion , por el P. Serafin
Maria Loddi , dominico. Habia en Roma
un hereje que habia resuelto abjurar, con
forme lo habia prometido al soberano pon
tífice Clemente XI ; pero habiendo ido á
una iglesia donde vió celebrar una misa sin
devocion , se escandalizó de tal modo , que
se presentó al Papa y le dijo que no quería
abjurar ya, porque estaba persuadido que
ni los sacerdotes ni aun el mismo Papa, te
nían una verdadera fe en la Iglesia católi
ca ; á lo que le contestó el Papa que ni la
ATROPELLADOS. 33
irreverencia de un sacerdote, ni la de mu
chos sacerdotes descuidados podia perjudi
car en lo mas mínimo la verdadera fe que
la Iglesia enseñaba. No obstante contestó el
hereje : Pero si yo fuese Papa y conociese
un sacerdote que dijera la misa con tanta
irreverencia, le haria quemar vivo; vien
do pues que hay en Roma eclesiásticos que
celebran tan indignamente en presencia
del Papa , sin ser castigados , me persuado
de que hasta el mismo Papa carece de fe.
Al terminar estas palabras se despidió del
Papa, mas y mas obstinado en no querer
abjurar. Debo añadir, que un secular es
ta misma mañana mientras escribia yo la
presente obra , habiendo oido una misa de
esta naturaleza , no ha podido abstenerse
de decir á un padre de nuestra congrega
cion que me lo ha referido: «Verdadera
mente esos sacerdotes nos hacen perder la
fe conestís misas.»
Oigamos como se■ queja sobre este escán
dalo de misas profanadas por los sacerdotes
el piadoso cardenal Belarmino en el testo
referido por Benedicto XIV ( In bullai Ali
nas, qui tom. 3, bullar. § 15): «Aliad
3
3Í LA MISA Y EL OFICIO
estctiam lacrymis uberrimis dignum , quod
ob nonnulloium sacerdotum incuriam aut
impietatem sacrosancta mysteriatam indig
ne tractentur, ut qui illa tractant, videantur
non credere majestatem Domini esse prae-
sentem. Sic eniín aliqui sine spiritu, sine
affectu , sine timore festinatione incredibili,
sacrum perficiunt, quasi fide Christum non
viderent , aut ab eo se videri non crede-
rent. » ¡ Pobres sacerdotes! Habiendo visto
morir el venerable P. M. Avila á un sacer
dote que solo habia celebrado su primera
misa, esclamó: «¡Oh! ¡qué cuenta tan
estrecha deberá dar á Dios este sacerdote
por esa misa que ha celebrado ! » Conside
rad ahora lo que habria debido decir el
P. Avila de los sacerdotes que por espacio
de treinta ó cuarenta años han celebrado
cada dia una misa escandalosa , del modo
que lo hemos observado antes.
Consta en los anales de los PP. capu
chinos (tomo 1.° año 1552) á propósito de
la misa profanada , un hecho terrible que
vamos á referir : Habia en cierta iglesia un
cura que celebraba la misa con precipita
cion é irreverencia ; lo cual visto por el pa
ATROPELLADOS. 35
dre Mateo de Basci , primer general tic los
capuchinos , le reprendió en el momento de
entrar en la sacristía , diciéndole que de
ningun modo edificaba su misa á la Igle
sia , sino que por el contrario solo tendía á
destruirla. Encargóle luego que celebrara
en lo sucesivo con la gravedad necesaria ,
ó á lo menos que no siendo así se abstuvie
ra de decir misa , para no escandalizar
mas al pueblo , como lo habia hecho hasta
entonces: ofendióse de tal modo et sacer
dote de esta reprension , que despojándose
inmediatamente de los sagrados adornos ,
corrió tras el religioso para hacerle esperi-
ruentar todo el peso de su resentimiento;
pero no habiendo podido encontrarle se re
tiró á su casa , donde á los pocos instantes
fué atacado el infeliz por algunos de sus
enemigos que le maltrataron é hirieron tan
cruelmente que murió en menos de una
hora. Levantóse en el mismo momento un
furioso huracan que arrancó de cuajo los
árboles y se llevó hasta los animales que se
hallaban en el campo. Se exorcizó desde
luego á un obseso , el cual dijo que todos los
demonios de aquel país se habian reunido
30 LA MISA Y EL OFICIO
para impedir que se convirtiera aquel sa
cerdote antes de su muerte ; y que como
viesen realizados sus deseos , habian escita
do la tempestad en señal de triunfo.
No sé como pueden permitir los párro
cos y los sacristanes á esos sacerdotes el que
celebren en sus iglesias con tanta irreve
rencia. Acúsales con este motivo el P. Pas-
qualigo de una falta grave diciendo: «Pra-
latos etiam regulares et rectores ecclesia-
rum , peccare mortaliter , si permittant
subditos celebrare cum nimia festinatione ,
quia ratione muneris tenentur curare , ut
celebratio congruo modo se habeat. » ( De
sacrif. nov. leg. 26 ). Queda tambien fue
ra de toda duda que los obispos están es
trictamente obligados á privar de la cele
bracion de los santos misterios ásemejantes
sacerdotes sin consideracion de ninguna
clase ; conforme está prevenido por el con
cilio de Trento en estos términos al tratar
de la misa : « Decernit sancta synodjjs , ut
ordinarii locorum ea omnia prohibere sedu-
lo curent , ac teneantur , qua; irreverentia
(quae ab impietate vix sejunctacsse potest )
induxit. » (Decr. deobsorv. inceleb/etc. )
ATHOPELLADOS. 37
Observad las palabras , «prohíbele, cu-
rent , ac leneantur ; » es porque los prela
dos están obligados á vigilar , y hasta in
formarse atentamente del modo con que se
celebran las misas en sus diócesis ; debien
do privar de la celebracion á los sacerdotes
que la digan sin el respeto conveniente. Se
hace ostensivo este deber hasta los sacerdo
tes regulares , por ser los obispos sobre es
te punto constituidos legados apostólicos
por el concilio : « Ipsi ut delegali sedis
apostolicae prohibeant , mandent , corri
gan! , atque ad ea servanda censuris , aliis-
que poeniscompellant.» (Trid. 1. c. )
Veamos ahora cuál es el tiempo que se
necesita para celebrar la mi*a , cuando
quiere decirse como se debe y sin fallar.
El P. Molina dice (Instr. de sac. tract. 3 ,
c. 14) que no es mucho una hora para ce
lebrar una misa. Sin embargo el cardenal
Lambertini (Noti 29 , n. 30) concluye , se
gun general opinion de los demás autores ,
que no debe durar la misa mas de media
hora , ni menos de veinte minutos ; porque,
dice , no puede celebrarse con la reveren
cia debida en menos de veinte minutos ,
33 LA MISA Y EL OFICIO
y si se emplea en ella mas de media hora ,
podría aburrirse á los que la oyen. He
aquí sus palabras : « Non breviorem tríen
te , nec longiorem dimidia hora debere esse
missam , quia breviori spatio non possunt
omnia debito honore peragi , et longior tae-
dio esset adstantibus. » Lo propio se vé en
un capítulo general de los clérigos regula
res (p. 1, c. 3 , art. 1618 ): «Nemo mis
sam longius horae semissae protrahat , ne
que tríente contrahat. » Asimismo consta
en las constituciones de los carmelitas des
calzos (p. 1 , c. 5) : «Missa privata per
dimidia m circiter horam , sed non ultra ,
cxtendatur.» Los reglamentos de la com
pañía de Jesus dicen tambien lo mismo :
« Semi horam in faciendo sacro , nec mul-
tum excedat , neque ita brevis sit , ut illam
non expleat. » Tambien el P. Gobato es de
la misma opinion (Tract. 3 , c. 23 , § 3 ,
n. 814) , cuando esplicando el breviter que
exigen los doctores para la celebracion de
la misa , dice que debe emplearse sobre
media hora : « Breviter , id est circa dimi-
diam horam ;,víx enim breviori spatio pos
sunt omnia in missis communibus peragi
ATROPELLADOS. 39
cum debito decore et devotione. » Luego
añade que le es muy difícil persuadirse de
que pueda ordinariamente decirse bien la
misa en el breve espacio de un cuarto de
hora : «Nec facile quis mihi suadebit , se
communiter cu m sensu pietatis intra horae
quadrantem finire sacrum.» (Loc.cit. ) Y
asegura parecerle imposible que pueda ter
minarse la misa en un cuarto de hora , sin
cometer en ella muchas imperfecciones. Et
P. Roncaglia (De sacrif. miss. cap. 4) da
tambien por cierto que comete un pecado
grave el sacerdote que dice la misa en me
nos de un cuarto de hora : «Nemo credat
missam csse prolixam, si mediam horam non
excedat, et nimis brevem , ut sattem tertiam
partem horae non compleat , ut communiter
docent doctores. Quiatamenqui infra qua
drantem missam absolvit, necesse est valde
indevote celebrare, plura confundere , trun
care , vel saltem syncopare , ideo commu
niter dicitur peccare mortaltter. Ex hoc
autem oritur in episcopis et pralatis regu-
laribus obligatio sub gravi turpem hanc et
scandalosam celeritatem extirpare. » Pas-
qualigo (de sacr. miss. qurcst. 229) y
40 LA MISA Y EL OFICIO

muchos otros , dicen comunmente lo pro


pio ; de este número son tambien los auto
res citados por el cardenal Lambertini de
quien acabamos de hablar , tales como
Quarti , Bisso , Clericato , etc. : esto senta
do , debe creerse que el sacerdote que ce
lebra una misa cualquiera en menos de un
cuarto de hora , aun cuando fuese una
misa de difuntos ó de la Virgen , in sabba-
ío, comete probablemente , por no decir
ciertamente , un pecado mortal , por ser
de todo punto imposible decir la misa en
menos de un cuarto de hora , sin cometer
una grave irreverencia contra el sacrificio,
y sin dar un grande escándalo al puebto.
Atendamos empero á las escusas que nos
dan los sacerdotes que no respetan la misa
del modo que se debe. 1 ,° Dirá el uno : Yo
celebro la misa con mucha brevedad , pero
á Dios gracias , no cometo en ella ninguna
falta , porque tengo la lengua suelta y el
movimiento pronto ; de modo que profiero
todas las palabras , y hago exactamente
todas las ceremonias en corto tiempo. Pero
yo contesto : No , esto no basta para cele
brar la misa con la reverencia debida ; no
ATROPELLADOS. 41
basta proferir las palabras y hacer las cere
monias con precipitacion , sino que deben
hacerse con la gravedad necesaria , y esta
gravedad , aun interiormente , es indispen
sable para la reverencia que se requiere ;
sin la cual , si se hacen las ceremonias con
celeridad , dejan.de producir estas el res
peto y de escitar la veneracion que mere
ce el sacrificio ; por el contrario resulta de
ella , como hemos tenido ocasion de demos
trarto ya , una grave irreverencia y un
grande escándalo para los que oyen aque
lla misa. He aquí cuát es sobre este punto
la opinion de los autores. El P. Pablo Ma
ría Quarti dice : « Certum requiri tantum
spatium , quod possit commode satis esse
ad perficiendas ceremonias ea gravitate
quae tantum sacrificii decet. » (Quart. in
rubr. tit. 16, dub. 6.) Y lo propio dice
Pasqualigo: aDicendum est satius esse
dectinare ad prolixitatem , quam ad acce-
lerationem , quia majestas sacrificii exigit
potius illum modum qui congruit gravitati
actionis quam declinationem ad opposi-
tum.» (De sacrif. quast. 229.) Fundado
en que , precipitando la misa, no solo pue
42 LA MISA Y EL OFICIO
de cometerse un pecado , sino tambien un
escándalo , cuyo escándalo podrá evitarse
si se prolonga la ceremonia, causando á lo
mas esta lentitud algun fastidio á los que
asistan á la misa en cuestion. Finalmente,
concluye Quarti , antes citado , de este mo
do: «Qui missam praecipitant, valdetimen-
dum est , ne in infernum pracipitentur.»
2.° Dirime otro sacerdote : Entre las
condiciones que señalan ordinariamente los
doctores para la celebracion de la misa , es
la brevedad una de las primeras : «Alte ,
breviter , clare, devote et exacte.» Yo em
pezaré no obstante por preguntar al que me
hable de este modo : pero ¿por qué quereis,
querido sacerdote, observar únicamente
esta condicion de la brevedad , y no las
otras que os están igualmente prescritas ,
tales como las de devotas y exactast Ade
más esplica la rúbrica cómo entiende la
palabra breviter refiriéndose al modo con
que debe celebrarse la misa : « Non nimis
morose ne audientes Ucdio afficiantur.»
Debe observarse aun que la propia rúbrica
añade inmediatamente despues de estas pa
labras: «Nec nimis festinanter.» Por esto el
ATHOPELLADOS. 43
continuador de Tournely añade con mucha
razon : «Brevis intelligitur modo non des.
truat devotionem ; unde si esset infra di-
midiam horae , non posset dici devota , et
consequenter male diceretur.» Dando á
entender que la palabra brevis únicamente
se continuó para evitar el que fuese la
misa demasiado larga á fin de que no cau
sara tedio á los que asistieran á ella. Por
lo demás , confirma el mismo autor lo que
dice Pasqualigo antes citado : «Melius est
declinare in longitudinem, quam in brevita-
tem; quia cum longitudine non potest pee-
cari graviter , nec scandalum dari, sicut
in nimis brevi.» Para escusarse en cierta
ocasion un sacerdote del poco caso que ha
cia de la misa , dijo : Solo ponia S. Felipe
Neri medio cuarto de hora en decir la misa.
¡Qué locura! es cierto que S. Felipe , como
dice el autor de su vida , celebraba la misa
en muy poco tiempo cuando la decia pú
blicamente , pero no quería decir por esto
que solo emplease en la celebracion medio
cuarto de hora ; solo se referia á esa lenti
tud que causa fastidio y que las rúbricas
condenan. Por lo demás , se refiere en la
44 LA MISA Y EL OFICIO
propia vida , que el santo celebraba la mi
sa con tanta devocion , que hacia derra
mar abundantes lágrimas de compuncion á
todos cuantos la oian ; y en verdad que no
habria podido hacer correr las lagrimas
celebrando una misa de medio cuarto de
hora , antes por el contrario , habria lo
grado tan solo escitar la risa y sido objeto
- de ludibrio mas bien que de veneracion.
3.° Diráse tambien que los seculares
se quejan y se fastidian cuando la misa es
larga. A lo que contestaré , ¿si es acaso la
indevocion de los hombres la que debe
servir de regla al respeto debido á la mi
sa? Contesto además , que si los sacerdotes
celebraban la misa con la reverencia y la
gravedad necesaria , comprenderían los se
glares el respeto que es debido á un sacri
ficio tan santo , y no se quejarían por verse
obligados á asistir á él por espacio de me
dia hora ; pero como ordinariamente son
las misas tan cortas y se dicen con tanta
irreverencia , no pueden escitar la devo
cion , y por esto los seglares insiguiendo el
ejemplo de los sacerdotes que las celebran ,
asisten á ellas sin devocion y sin fe ; he
ATROPELLADOS. 45
aquí porque cuando encuentran un sacer
dote que emplee quince ó veinte minutos
en la misa se quejan y se aburren á causa
de su pésima costumbre ; al paso que no
se fastidian por pasar horas enteras en una
mesa de juego ó en una plaza donde pier
den el tiempo miserablemente , mientras
que se quejan por emplear media hora en
oir una misa. Los sacerdotes son la causa
de todos estos males : «Ad vos , ó sacerdo
tes—esclama el Señor—quia despicitis no-
men meum , et dicitis : in quo despeximus
nomen tuum? In eo quod dicitis mensa Do-
minidespectaest.» (Malach. i , 6, 7.) Esto
es , que el poco caso que hacen los sacer
dotes del respeto que se debe á la misa ,
es causa de la irreverencia con que la mi
ran los demás.
He aquí porque , querido sacerdote ,
debeis procurar decir la misa con la devo
cion necesaria, sin temor de que por ello
se os censure ; contentándoos con los elo
gios de Dios y de los ángeles que os asisten
y rodean el altar. Y si alguna vez os su
cediese que alguien os dijera que celebra
rais la misa con mas celeridad , contestad
46 LA MISA Y EL OFICIO

le , sea cual fuere su autoridad , lo que


contestó S. Teótono , canónigo regular , á
Tharasia , reina de Portugal. Debiendo
terminar esta princesa un asunto impor
tante , suplicó al santo que acelerára su
misa. Pero el santo le contestó que habia
en el cielo otra Reina mucho mas grande
que ella , en honor de ta cual debia cele
brar la misa ; y que si ella no podia aguar
dar , que se fuera á sus negocios , pues
que en cuanto á él le era imposible faltar al
respeto debido al sacrificio , abreviando el
tiempo que era necesario para la celebra
cion : «Hespondit aliam in coelo esse regi-
nam longe meliorem , cui solemuia missae
peragere disposuerat ; in potestate ejus esse
vel missam audire , vel penitus discedere.»
(Bolland. dia 18 febr.) Pero ¿qué es lo
que sucedió? Que despues de haber re
flexionado la reina hizo llamar al santo , y
arrojándose humildemente á sus pies , re
solvió hacer penitencia de su temeridad.
Procuremos pues corregirnos, mis ama
dos sacerdotes , en el caso de haber cele
brado anteriormente ese gran sacrificio con
poca devocion y respeto : consideremos la
ATUOPELLADOS. 47
grande accion que vamos á hacer cuando
nos dirigimos a la iglesia para celebrar la
misa y pensemos en el inmenso tesoro de
méritos que adquirimos al celebrarla de
votamente. ¡Oh! cuánto bien no hallan
en una misa esos sacerdotes que la dicen
con devocion, esclama Discepol (serm.
lviii) : «Oratio citius exauditur in ecclesia
in praesentia sacerdotis celebrantis.» Así
pues , si la oracion de un seglar es mejor
atendida por Dios cuando se hace en pre
sencia del sacerdote que celebra, ¿con
cuánta mayor razon deberán ser atendidos
los votos de un sacerdote que celebra la
misa con devocion? El que dice la misa
todos los dias con alguna devocion , reci
birá siempre de Dios nuevas luces y nue
vas fuerzas ; porque Jesucristo le instruirá
progresivamente , le consolará , le animará
y le concederá las gracias que desee. Que
da fuera de toda duda , que el sacerdote ,
sobre todo despues de la consagracion ,
obtendrá del Señor todo cuanto le pida.
Decia el venerable P. D. Antonio de Cole-
llis : Cuando celebro y tengo á Jesucristo
en mis manos, obtengo de él cuanto quiero.
48 LA MISl Y EL OFICIO
Finalmente , hablando del respeto debi
do á Jesucristo que se sacrifica durante la
misa , no puedo pasar por alto este pre
cepto de Inocencio III: «Praecepimus quo-
que, ut oratoria , vasa , corporalia et ves
timenta nítida conserventur ; nimis enim
videtur absurdum in sacris negligere , quae
dedecent in profanis.» (In Can. 1 , Relin-
qui. tit. 44.) Sobrada era la razon que
tenia aquel pontífice al hablar de este mo
do ; porque en verdad muchos hay que no
se avergüenzan de celebrar ó de hacer ce
lebrar á los demás con corporales , purifi
catorios ó cálices de los que no osarían
servirse en sus comidas ordinarias.

III.
De la accion de gracias despues de la ce
lebracion.

Finalmente, debe el sacerdote dar gra


cias despues de haber celebrado. Dice san
Crisóstomo que si quieren los hombres que
seamos agradecidos para con ellos por los
favores que nos dispensan , y que les de
ATROPELLADOS. 49
mos en cambio alguna recompensa ; debe
mos ser mucho mas reconocidos para con
Dios por los inmensos bienes que nos ha
procurado , puesto que no espera de nos
otros ninguna recompensa y que solo exige
que le demos gracias en nuestro propio pro
vecho : «Sihomines parvum beneficium
praestiterint , a nobis gratitudinem expec-
tant : quanto magis id nobis faciendum iis
quae á Deo accepimus , qui hoc solum ob
nostram utilitatem, vult fieri. (Chrys.
hom. 26 , cap. 8 , gen. ) A lo menos , con
tinua el santo , si no podemos darle gracias
como se merece , tributémoselas como po
damos. Pero ¡qué miseria y desorden in
dica el ver á tantos sacerdotes , que des
pues de terminarla misa , despues de ha
ber recibido de Dios el honor de ofrecerle
á su propio Hijo en sacrificio, y despues de
haberse alimentado con su sagrado cuer
po , entran en la sacristía , y con los labios
teñidos aun con su sangre recitan entre
dientes alguna corta oracion , sin manifes
tar la menor devocion ni cuidado ; y luego
empiezan á tratar de cosas inútiles ó de
asuntos puramente terrenos ! Salen algunas
i
80 LA MISA Y EL OFICIO

veces de la iglesia y. se llevan por las ca


lles á Jesucristo , que se halla todavía en
su cuerpo bajo las especies sacramentales.
Debería hacerse con esos sacerdotes , lo que
hizo el P. Juan Avila en cierta ocasion que
vio salir á uno de la iglesia inmediatamen
te despues de haber celebrado , y le hizo
acompañar por dos clérigos con hachas.
Habiendo preguntado el sacerdote á los
dos clérigos por qué le acompañaban con
lanía deferencia , le contestaron estos :
Acompañamos al Santísimo Sacramento
que llevais en vuestro pecho. Tambien
puede aplicarse á esos sacerdotes lo que es
cribia una vez S. Bernardo al arcediano
Fulco : « Heu ! quomodo Christum tam
cito fastidis.» (Epist. xxv.) ¡Oh Dios! ¿y
cómo os disgustais tan pronto de la com
pañía de Jesucristo que llevais aun en
vuestro interior ?
Hay tantos libros de devocion que en
cargan á los sacerdotes la accion de gra
cias despues de la misa ; pero ¿ cuál es el
número de los eclesiásticos que realmente
lo hace? Podrían señalarse con el dedo. Lo
que me admira es ver á algunos que hacen
ATROPELLADOS. 81
la oracion mental y oiras diferentes devo
ciones , y que despues de la misa se cui
dan muy poco ó no se cuidan siquiera de
ocuparse de Jesucristo. La accion de gra
cias despues de la misa debería durar to
do el dia. El P. M. Avila decia que debería
estimarse en mucho el tiempo que trascur
re despues de la misa , por ser un tiempo
precioso para tratar con Dios y ganar infi
nitos tesoros de gracias. Santa Teresa tam
bien decia : «No perdamos despues de la
comunion la oportuna ocasion que se nos
ofrece para negociar ; porque nunca acos
tumbra la majestad divina pagar mal la
morada que se le ofrece , si se le hace una
brillante acogida.» Asimismo anadia la
propia santa , que Jesus despues de la co
munion se coloca en nuestra alma como en
un trono de gracias , y que parece decirle
como decia al ciego de nacimiento : «Quid
vis ut libi facíam?» Decidme lo que que
rais que haga por vosotras , porque estoy
dispuesto á hacer cuanto me pidais.
Es tambien digno de saberse lo que en
señan diferentes doctores , tales como Sua-
rez , Gonet y otros , esto es : que el alma
52 LA MISA Y EL OFICIO
saca tanto mas fruto de la santa comunion,
cuanto mas dignos son los actos que hace
mientras se conservan las especies sacra
mentales que acaba de recibir ; porque ha
biendo sido instituido este sacramento bajo
la forma de un alimento igual al alimento
terreno, así como este fortifica tanto mas el
cuerpo cuanto mas permanece en el estóma
go, de la misma manera esta sustancia celes
tial alimenta tanto mas el alma de gracias
cuanto mas tiempo permanece en el cuer
po mientras que aumente el alma sus dis
posiciones con buenos actos. Debe añadirse
que toda buena accion tiene mucho mas
yalor y mérito en aquel momento , porque
entonces la persona que la hace está unida
á Jesucristo , segun lo que él mismo dijo :
«Qui manducat meam camem , in me ma-
net et ego in eo.» (Joan. vi.) Y como dice
S. Juan Crisóstomo , se refunde entonces
Jesucristo en nosotros : «Ipsa re nos suum
corpus effieit.» Así es que todas nuestras
acciones adquieren entonces mayor mérito,
porque las produce el alma en union con
Jesucristo.
Pero tampoco quiere, en caso contrario ,
ATROPELLADOS. 53
conceder el Señor sus gracias á los ingra
tos., como dice S. Bernardo: «Numquid
non perit, quod donatur ingratis.» Por es
to el P. Avila , despues de haber celebrado
se entretenia ordinariamente por espacio de
dos horas en oracion con Jesucristo para
tratar con él. ¡Oh! ¡con cuánta ternura y
afeccion habla Jesus á las almas despues de
la comunion ! ¡á qué trasportes de amor no
se entrega con ellas durante este tiempo!
No seria pues por lo tanto admirable el que
cada sacerdote empleara con Jesucristo una
hora despues de la misa. Suplicoos al me
nos , mi caro sacerdote , de pasar con él
media hora , ó siquiera un cuarto de ho
ra; pero, ¡oh Dios! ¿qué es un cuarto
de hora? San Ambrosio dice : «Verus mi-
nister altaris , Deo , non sibi , natus est.»
Si el sacerdote no se pertenece ya á sí mis
mo despues de la ordenacion , si no perte
nece ya mas al mundo , ni á sus padres ,
sino solamente á Dios , ¿en qué debe em
plear los dias de su vida sino en lo que con
cierne al servicio de Dios , y sobre todo en
abrazar estrechamente á Jesucristo cuando
lo ha recibido en la santa comunion ?
54 LA MISA T EL OFICIO
Quiero por fin decir algo sobre la cues
tion de saber si es mas grato á Dios el de
cir la misa , ó abstenerse de ello por hu
mildad. Yo digo que abstenerse de cele
brar por humildad es una buena accion,
pero que es todavía mucho mejor celebrar
la. Los actos de humildad procuran á Dios
un honor finito , pero la misa le causa un
honor infinito á causa de serle este honor
tributado por una persona divina. Obser
vemos lo que dice sobre esto el bienaven
turado Beda : «Sacerdos non legitime im-
peditus , celebrare omittcns , quantum in
eo est , privat sanctissimam trinitatem glo
ria , angelos laetitia, peccatores venia, jus
tos subsidio , in purgatorio existentes re
frigerio, ecclesiam beneficio, et seipsum
medicina.» íDe miss. sacrif.) El glorioso
S. Cayetano, hallándose en Napoles, y ha
biendo oido decir que uno de los cardena
les amigos suyos que acostumbraba cele
brar antes todos losdias, empezaba á omi
tir entonces la misa á causa de sus nego
cios , se trasladó inmediatamente á Roma,
á pesar de tos rigores de la canícula , y de
correr inminente riesgo su vida , solo por
ATROPELLADOS. 55
persuadir á su amigo que no abandonára
su antigua costumbre. En efecto , logró
persuadirle, despues de lo cual regresó
nuevamente á Napoles. Refiérese tambien
del P. Avila (Vita in par. 16) que ha
biendo ido á celebrar un dia en una ermi
ta , se halló de tal modo debilitado por la
fatiga del camino , que temiendo no poder
llegar al punto que se dirigía y del que es
taba aun bastante apartado , se disponía á
detenerse , y á no celebrar la misa aquel
dia , cuando se le apareció Jesucristo en
forma de peregrino, le descubrió su pecho,
y le dijo enseñándole sus llagas , particu
larmente la del costado : «Cuando se me
hicieron estas llagas, estaba mucho mas
débil que tú ; » y al terminar estas pala
bras desapareció repentinamente. Alentado
por aquella vision , continuó el P. Avila su
camino , y fué á celebrar su misa.
56 LA MISA Y EL OFICIO

SEGUNDA PARTE.

EL OFICIO DESCUIDADO,
Los que están encargados por la Iglesia
de recitar el oficio divino , desempeñan
muy grandes é importantes actos : 1 ." Ala
ban y honran á Dios ; 2." obtienen las mi
sericordias divinas por todo el pueblo cris
tiano. Honra en primer lugar el oficio di
vino á la majestad de Dios : «Sacrificium
laudis honorificabit me ; et illic iter , quo
ostendam illi salutareDei.» (Psalm. xlix,
12.) Declaro, dice el Señor , que soy hon
rado por aquel que me ofrece sacrificios de
alabanza, y en lo que encontrará el cami
no de la salvacion. Consolada quedaba en
teramente Sta. María Magdalena de Pazzi
cada vez que oia tocar el oficio , corriendo
inmediatamente al coro por hallarse del to
do convencida que iba á desempeñar la
mision de los ángeles , la cual consiste en
ATROPELLADOS. 57
alabar a Dios sin cesar. Tal es precisamen
te la intencion que tuvo la Iglesia al des
tinar á sus ministros para el canto de las
alabanzas divinas , á fin de que los hom
bres pudiesen unirse en la tierra con los
bienaventurados del cielo , para honrar al
Criador comun.
Sed illa sedes caelitum,
Semper exuUat laudibus :
lili canentes fmgimw
Almce Sionis oemuli.
Dice S. Gregorio Nacianceno que es el
canto de los salmos el preludio de las ala
banzas con que honran al Señor los santos
del cielo: «Psalmorum cantus illius (coeles-
tis) hymnodiae praeludium est.» (S. Greg.
Naz. or. 48 in fine.) De este modo, dice
Tertuliano , al recitar las horas canónicas,
adquirimos ya la posesion del paraíso,
puesto que ejercemos las mismas funciones
que desempeñan los moradores de aquella
bienaventurada patria. Esperimentaba san
ta Catalina de Botonia tal satisfaccion at
recitar el oficio, que deseaba ardientemen
te terminar su vida salmodiando.
58 LA MISA Y EL OFICIO
En segundo lugar , se dan gracias á Dios
en el oficio por los inmensos beneficios que
dispensa continuamente á los hombres , y
se obtienen en él sus divinas misericordias
en favor de los pecadores ; todos los fieles
deberían emplearse continuamente en dar
gracias á Dios por sus beneficios , y como
en este mundo necesitamos de continuo el
socorro divino para resistir los ataques de
nuestros enemigos y lograr la salvacion
eterna , deberíamos implorar siempre con
nuestras oraciones los socorros de su mise
ricordia : como los seglares empero viven
distraidos por los negocios del mundo , ha
destinado en su nombre la Iglesia á sus mi
nistros , así como en el nombre de todo el
pueblo cristiano , para rogar á la majestad
divina en todas las horas del dia. Por esto
se halla dividido el oficio en siete horas ca
nónicas , á fin de que haya siempre alguno
que ruegue por todos en todas las horas, y
que ore del mejor modo que se puede orar,
por ser el oficio divino una súplica impues
ta por el mismo Dios , para mejor atender
á nuestros ruegos y socorrer nuestras ne
cesidades , conforme lo dijo por boca do
ATROPELLADOS. 59
Isaías: «Posui verba mea in ore tuo.»
(Is. lix, 21.) Semejante á un príncipe que
desea aliviar á sus subditos en todas sus
miserias , y que á este fin estiende él mis
mo la súplica que deben elevarle para que
se la dirijan del modo que es debido , á fin
de mejor consolarles. Cien oraciones par
ticulares no tienen el valor de una sola ora
ción hecha en el oficio , porque esta es pre
sentada a Dios en nombre de toda la Igle
sia , y porque le es dirigida con las pala
bras divinas. He aquí porque decia santa
María Magdalena que en comparacion del
oficio , todas las demás preces y devociones
eran poco meritorias y eficaces delante de
Dios. Debemos estar pues convencidos que
despues del santo sacrificio de la misa , no
posee la Iglesia tesoros mayores que el ofi
cio divino, precioso y puro manantial del
que pueden brotar cada dia para nosotros
torrentes de gracias.
Pero S. Gregorio dice que la verdadera
oracion no consiste solamente en pronun
ciar las palabras , sino tambien en la aten
cion del corazon ; porque nuestros buenos
deseos son de mucho mas valor para obte
60 LA MISA Y EL OFIC O
ner las divinas misericordias que nuestras
simples palabras : « Vera postulatio non est
in vocibus , sed in cogitationibus cordis ; va-
lentiores namque voces apud aures Dei non
faciunt verba nostra , sed desideria. » (San
Greg. mor. lib. 22, cap. 12.) Es pues nece
sario , si queremos agradar á Dios , no ro
gar solamente con la boca , sino con el cora
zon y el espíritu como lo hacia el Apóstol :
« Psallam spiritu , psallam et mente: ( i
Cor. xiv, 1.)
¡ Oh ! si los sacerdotes y los religiosos
rezaban el oficio como es debido , no se
vería ciertamente la Iglesia en el triste es
tado en que la vemos ! ¡ Cuántos pecadores
saldrían de la esclavitud del demonio , y
cuántas almas amarían á Dios mas ardien
temente! Tampoco los mismos sacerdotes
se verían siempre sujetos á las imperfec
ciones en que les vemos , pues no serian
coléricos , glotones ni tan aferrados al in
terés y á la vanidad. Prometió el Señor
atender á cuantos le pidiesen : « Omnis
enim qui petit accipit. » (Luc. xi , 10.)
¿Y cómo es que el sacerdote que recita to
dos los dias mil oraciones en el solo oficio
ATROPELLADOS. 61
divino , no sea nunca atendido? Es tan dé
bil y está tan espuesto á caer de nuevo , no
solo en las leves faltas á las cuales se acos
tumbra , y de las que no procura corre
girse , sino tambien en los graves pecados
contra la caridad, la justicia ó la castidad ;
de modo que al recitar el infeliz las horas
se maldice á sí mismo cuando dice : « Ma-
ledictiqui declinant á mandatis tuis. » Y lo
que es peor todavía, es que no esperimen-
ta remordimientos por ello , y que se escu
sa diciendo , que es de carne como I03
demás hombres , y que carece por lo
mismo del valor necesario para vencerse.
Si no rezaba su oficio con negligencia y
desprecio , como lo hace , antes por el con
trario , fuese devoto y recogido , uniendo el
afecto del corazon á tantas preces como
ofrece á Dios en esta sola oracion , no seria
ciertamente tan débil como es , y adquiriría
el valor y la fuerza necesarios para resistir
todas las tentaciones , y observar una vida
santa y digna de un sacerdote de Jesu
cristo.
Pero , dice S. Gregorio , ¿ cómo puede
el Señor atender á los ruegos de aquel
62 LA MISA Y EL OFICIO

que no sabe lo que pide, y que ni siquiera


desea ser oido ? « Mam orationem non au-
dit Deus , cui , non orat , non intendit. »
(Ap. S. Thom. 2,2, quaest. 83 , a. 12.)
¿Y cómo podeis pretender que Dios os es
cuche , añade S. Cipriano , cuando ni vos
otros mismos lograis entenderos? «Quo-
modo te audiri postulas , cuna te ipsum non
audias?» (Serm. de orat. Dom.) Decia
el Apóstol que la oracion que es proferida
solo por la lengua , sin la atencion del es
píritu , no puede producir ningun fruto :
« Si orem lingua , mens autem mea sine
fructu est.» (i Cor. xiv, 14.) Así como
la plegaria hecha con atencion y afecto es
un odorífero perfume muy grato áDios que
nos procura los inagotables tesoros de la
gracia , así por el contrario , hecha la mis
ma plegaria con distraccion é irreverencia
es un denso humo que escita la cólera de
Dios , y provoca contra nosotros todos sus
castigos.
Quejábase Dios un día sobre esto á San
ta Brígida , diciéndole que pierden los sa
cerdotes tanto tiempo durante el dia en
ocuparse con sus amigos en las cosas del
ATROPELLADOS. 63
mundo , que luego se entregan con la ma
yor precipitacion á hablarle cuando reci
tan el oficio , con lo cual le deshonran en
lugar de honrarle. He aquí porqué decia
S. Agustín , que eran los ladridos de los
perros mucho mas gratos á Dios , que el
canto de esos sacerdotes. ¡Oh Dios mio!
¿cuánta no seria la indignacion, de un
príncipe si veia que al pedirle sus súbditos
una gracia, se distrajesen hablando con
otros y no supiesen por último qué decir
le? Tambien dice el angélico doctor , que
aquellos que al orar , aunque no sea por
obligacion , dejan divagar voluntariamente
su espíritu , no pueden librarse del peca
do , porque desprecian á Dios , como el que
hablando á otro , no pone cuidado en lo
que dice. «Non est absque peccato, quod
aliquis orando evagationem mentis patia-
tur ; videtur enim contemnere Deum , si-
cut si alicui homini loqueretur , et non at-
tenderet ad ea quae ipse proferet. » (2,2,
q. 83 , art. 12. ) ¡ Ah ! de cuántos sacerdo
tes deberá quejarse el Señor , del mismo
modo que se quejó un dia de los judíos :
« Populus hic labiis me honorat , cor au
64 LA MISA Y EL OFICIO
tem eorum longe est á me.» (Matth. xv, 8.)
De cuántos podría decirse lo que dijo Pe
dro de Blois: « Labia sunt in canlicis , et
auimus in patinis. » (Serm. SO , ad sa-
cerd. ) Su boca se emplea en el canto de los
salmos , y su corazon piensa como mejor
podrá saciar sus deseos en la mesa , ó á lo
menos su vanidad , su sed de oro , ú otras
miserias semejantes. Dice el concilio de
Tréveris: «Quid est voce psallere , mente
autemdomum aut forum circuire , nisi no
mines fallere , et Deum irridere?» (Conc.
Trevi. cap. vi de hor. can.) ¿Qué es el
salmodiar de boca , mientras que divaga
el espíritu por casa & por las calles , mas
que engañar á los hombres , haciéndoles
creer que se alaba á Dios , cuando por el
contrario se le hace una burla hablándose-
le tan solo de boca por hallarse ocupado el
corazon en todo aquello que no es alabar
le y rogarle ? De lo que deduce con ra
zon S. Basilio , que , ya que es cierto
que para obtener las gracias debe orarso
con atencion y fervor , el que rogará con
un espíritu distraido y ocupado en ob
jetos impropios , no solo dejará de ob
ATROPELLADOS. 65
tener la gracia , sino que por el contrario
provocará mucho mas la ira del Señor :
«Divinnm auxilium est implorandum non
remisse , nec mente huc vel illuc evagante ;
eoquod talis non solum non impetrabit,
sed magis Dominum irritabit.» (S. Bas.
sera, de orando Deo.)
Dijo el Señor por boca de Malaquías ,
que maldecía las alabanzas que le tribu
taban esos sacerdotes que solo le bendicen
de boca , y cuyo corazon solo piensa en to
do lo que no puede procurarle ningun ho
nor ni gloria : «Et nunc ad vos mandatum
hoc , ó sacerdotes , si nolueritis ponere su-
per cor , utdetis gloriam nomini meo , ait
Dominus exercituum..., maledicam bene-
dictionibus vestris.» (Malach. n , 1 et
2. ) Por último acontece al desgraciado sa
cerdote que dice el oficio de un modo tan
impropio, lo que dice el profeta en el sal
mo 108: «Diabolus stet a dextris ejus ,
cumjudicatur exeat condemnatus , et ora ,
tioejus fiat inpeccatum.» Mientras que él
vecita las alabanzas de Dios , tan pronto
entre dientes como 'comiéndose las pala
bras , ó hablando v bromeando con los de
5
66 LA MISA Y EL OFICIO
más , con el espíritu distraído y ocupado
en los asuntos y placeres mundanales , se
conserva el demonio constantemente á su
lado : su recompensa por la recitacion de
semejante oficio , será la condenacion eter
na , puesto que hasta su misma oracion le
es imputada como pecado á causa del modo
indigno con que la hace; tal es precisamen
te el significado de estas palabras : « Et
oratio ejus fiat in peccatum. »
He aquí porque trabaja el demonio con.
tanto empeño para sugerirnos tantas ideas ,
deseos y pensamientos mundanos mientras
recitamos nuestro oficio, á fin de que al ocu
parnos en ellos perdamos todo el fruto que
podríamos reportar de aquella buena obra,
y para que nos hagamos culpables delante
de Dios del poco respeto con que le trata
mos ; por esto mismo pues , debemos hacer
todo lo posible para recitar las alabanzas de
Dios con la atencion que le es debida. De
cía un sabio religioso que si nos faltaba
tiempo , era preferible abreviar la oracion
mental , y emplear mas tiempo en nuestro
oficio para poderlo recitar con aquella de
vocion que merece. Respecto de eso se ha-
ATROPELLADOS. 67
lia en las reglas de los cartnjos : «Spiritus
Sanctus gratum non recipit quidquid aliud ,
quam quod debes , obtuleris , neglecto eo
quod debes.» (Statut. Carthus. part. ni.)
Cualquier acto de devocion que ofrezcas á
Dios , dejará de serle grato si descuidas lo
que debes hacer.
Pero prescindamos de toda otra consi
deracion para atenderá la práctica quede-
be observarse á fin de recitar el oficio con
el cuidado y devocion que son á Dios debi
dos. Ante todo , dice S. Juan Crisóstomo,
que al entrar en la iglesia ó al tomar el bre
viario , es preciso que se desprenda el sa
cerdote para cumplir con la obligacion que
le impone el oficio divino, de todas las ideas
y pensamientos del mundo: «Ne quis ingre-
diatur templum , curis onustus mundanis ,
haec ante ostium deponamus.» ( Chrys.
Hom. 2 , c. 1 Isa. ) Esto es precisamente
tambien lo que nos encargad Espíritu san
to : «Ante orationem prapara animam
tuam. » ( Eccl. xvm, 23. ) Considerad en
tonces que la Iglesia os encarga , como mi
nistro suyo , de ir á alabar al Señor y ob
tener por todos los hombres sus divinas
68 LA MISA Y EL OFICIO
misericordias ; imaginaos que los ángeles
os aguardan en aquel sitio con incensarios
en la mano para ofrecer al Señor vuestras
oraciones como un incienso de agradable
aroma , segun to vió un dia el bienaventu
rado Armando , y como lo dice el salmista :
«Dirigatur oratio mea , sicut incensum , in
conspectu tuo.» (Ps. cxlii.) Que en este
mismo sentido vió el apóstol S. Juan á los
ángeles que: «habebant phialas plenas odo-
ramentorum quae sunt orationes sancto-
rum.» (Apoc. v, 8.) Considerad por últi
mo , que vais entonces á hablar á Dios y á
tratar con él por vuestro bien y el de toda
la Iglesia ; que os mira en aquel momento
con mas amor , y que presta mas atento
oido á cuantas súplicas le dirigís.
Así pues , ofrecedle ya en un principio
aquellas alabanzas en su honor ; suplicadle
que os libre de toda distraccion , y que os
dé la luz y el auxilio necesarios para rogar
como es debido , recitando para olio la ora
cion de costumbre : « Aperi , Domine , os
meum, ad benedicendum , etc.» Al empe
zar el oficio, 'no os deis prisa para terminar
lo lo mas pronto posible, como hacen algu
ATROPELLADOS. 69
nos, que ¡ojalá no fuesen los mas! ¡Oh!
Dios mio , se cumple con la obligacion im
puesta , se reza el oficio , pero á fin de no
emplear en él sino el tiempo preciso para
recitarlo , se prescinde de la devocion , y
se ofende á Dios, perdiendo así las gracias
y méritos que podrían ganarse si se rezara
con el fervor debido.
Conviene asimismo observar una acti
tud decente y modesta : si no queremos re
citarlo arrodillados ó de pié , procuremos
al menos estar sentados y observar una
posicion conveniente. Refiérese que mien
tras que dos religiosos rezaban maitines en
una posicion poco digna por hallarse sen
tados , ó mejor tendidos en su cama , se les
apareció el demonio exhalando un olor pes
tilente ; el cual añadió en mofa : He aquí
un incienso digno de la oracion que ha
ceis ; «ad talem orationem , tale debetur
incensum.» (Jordan, de Saxon. in vit.
erem. lib. 2, c. 13.) Será de suma utili
dad , para rezar el oticio con devocion ,
colocarse ante las imágenes de Jesucristo
crucificado y de la santísima Virgen , á fin
de que considerándolas de tiempo en tiem
70 LA MISA Y EL OFICIO

po , podamos renovar nuestra atencion y


nuestros piadosos sentimientos.
Procurad pues, cuando receis los sal
mos , si quereis sacar fruto de ello , reno
var á menudo vuestra atencion y vuestros
afectos : «Ne quod tepescere coeperat—
dice S. Agustín—omnino refrigescat , et
poenitus extinguatur , nisi crebrius inftam-
metur» (tip. 130 ad probam. c. 9) ; a
fin de que la devocion que se entibia poco
á poco no se apague enteramente , si no
teneis cuidado de reanimarla. Consta que
es de tres clases la atencion que debe po
nerse en el oficio ; pero yo hablo aquí de
la atencion interior , porque en cuanto á la
csterior , es indispensable que nos absten
gamos de toda accion que no sea compati
ble con la atencion interior , como lo seria
el escribir , hablar con otras personas ó
escuchar á propósito lo que otros dijeran ,
ú otras acciones semejantes que pudiesen
distraernos. Preciso será observar sobre es
to lo que dicen los doctores , á saber : que
los que rezan en las plazas ó en otros pun
tos en que puedan distraerse , se esponen
mucho á dejar de cumplir con su obliga
ATROPELLADOS. 71
cion. Volvamos empero á la atencion inte
rior , la cual puede tenerse de tres distintos
modos : esto es , respecto de las palabras ,
del sentido y de Dios , como lo demuestran
comunmente los teólogos con el doctor an
gélico , que dice: «Triplex est attentio
quae orationi vocali potest adhiberi ; una
quidem , qua attenditur ad verba , ne ali-
quis in eis erret ; secunda , qua attenditur
ad sensum verborum : tertia, qua atten
ditur ad fmemorationis, scilicet ad Deum ,
et ad rem pro qua oratur.» (2, 2, qu. 83,
art. 3.)
La primera atencion es pues relativa á
las palabras: debe procurar la persona
que las profiere pronunciarlas bien , esto
es , entera y distintamente. La segunda es
relativa al sentido , por lo que debe procu
rar el sacerdote comprender bien el signi
ficado de las palabras , á fin de unir á
ellas el sentimiento del corazon. La terce
ra , que es la mejor de todas , se refiere á
Dios , y consiste en que el alma que ora
debe unirse á él para adorarle , darle gra
cias , amarle ó pedirle nuevos beneficios.
Basta la primera atencion para cumplir con
72 LA MISA Y EL OFICIO

el deber de orar, cuantas veces se tiene


desde el principio la intencion de hacerlo ,
puesto que la Iglesia, segun el mismo doc
tor angélico , no exige otra cosa : « Prima
est attentio ad verba , quibus petimtis ,
deinde ad petitionem ipsam : et quaecum-
que earum attentionum adsit , non est re-
putanda inattenta oratio.» ( In 4 , dist.
15, 9, 1.) Pero el que reza el oficiocon esta
sola atencion en las palabras , sin dedicarse
á las dos restantes , nunca lo hará con de
vocion ni con mucho fruto ; porque ¿cuál
es el provecho que puede sacar de su rezo el
sacerdote que solo se para en las palabras ,
procurando concluirlo lo mas pronto posi
ble para descargarse de aquel peso , como
lo haria con un haz de leña que llevára so
bre sus hombros , ó como uu hombre que
se esfuerza en tragar prontamente una pil
dora amarga ? Sin embargo , mucho peor
será aun si durante el rezo no cesa de dis
traerse , ya dirigiendo sus miradas sobre
objetos estraños al que debe ocuparle , ya
mezclando por intervalos en sus oracio
nes palabras impropias. Refiere S. Buena
ventura (Spect. dist. part. 1 , c. 10) que
ATROPELLADOS. 73
mientras que un buen sacerdote rezaba ,
le interrogó un prelado sobre un asunto ; á
lo que le contestó aquel que estaba hablan
do con otro personaje mucho mas encum
brado que él , y que no podia entonces
complacerle ; y habiendo inclinado la ca
beza continuó su rezo. Asimismo refiere
el santo á continuacion , que fué otro ecle
siástico condenado á estar por muchos años
en el purgatorio , á causa de las numero
sas interrupciones hechas en su rezo.
Léjos de nosotros la idea de manifestar
que deba un sacerdote alarmarse ni afligir
se por las distracciones involuntarias que
pueden asaltarle durante su rezo , por ha
llarnos íntimamente convencidos de que no
puede haber en elto falta , mientras que
procure por su parte evitar la distraccion.
El Señor , que compadece nuestra fragili
dad , no nos hará cargo alguno por aque
llos pensamientos estraños que nos asalten
sin que los provoquemos , y por lo mismo
no podrán estos privarnos de reportar todo
el fruto de nuestra oracion. «In spiritu et
in veritate orat—dice el doctor angético—
qui ex instinetu spiritus ad orandum acce
74 LA MISA Y El. OFICIO
dit, etiamsi ex intirmitafe aliqua mens
postmodum evagetur.» (S. Thom. 2,2,
9 , 83 , a. 3, ad 1.) Y luego añade , que
sucede , aun á las almas mas elevadas en
la contemplacion , el no poder permanecer
por mucho tiempo en la altura á que han
logrado remontarse por atraerlas por me
dio de alguna distraccion involuntaria las
miserias de la tierra : « Mens humana diu
stare in alto non potest ; pondere antem
infirmitatis humanae deprimitur ad infe
riora , et ideo contingit , quod cum mens
orantis ascendit in Deum per contemplate
nem , subito evagatur.» (Loe. cit. ad 2.)
Por el contrario , dice el santo doctor ,
que no puede escusarse del pecado á
aquel que se deja voluntariamente distraer
por pensamientos estraños , y que no pue
de por lo mismo reportar ningun provecho
de su oracion : «Si quis ex proposito , in
oratione mente evagatur . hoc peccatum
est,et impedit orationis fructum.» (Ibid.
ad 3.) Los doctores entienden comunmen
te por estas palabras de marcada intencion,
el estado de una persona , que notando su
distraccion , léjos de procurar evitarla , se
ATROPELLADOS. 76
complace en ella. Contra estos esclama San
Cipriano, diciendo que es una impertinen
cia insoportable á los ojos de Dios , la de
un hombre que al dirigirse á él , se dis
trae pensando en otro objeto , como si hu
biera algo en el mundo que fuese de tanta
importancia como el hablar con Dios para
implorar sus gracias: «Qua: segnitiaest
alienari, cum Dominum precaris, quasi
sit aliud quod debeas magis cogitare , quam
cum Deo loquaris.» (S. Cipr. de or. Dom.)
Tambien dice san Bernardo : « Voluntas
neglecta facit cogitationes indignas Deo ,
pia efficaces ad fructum spiritus.» Así co
mo nuestra buena voluntad hace nuestros
pensamientos eficaces para adquirir los
frutos del espíritu , del mismo modo los
hace indignos de Dios la voluntad omisa ,
y dignos por consiguiente , no de las gra
cias, sino del castigo.
La vision que tuvo S. Bernardo mientras
salmodiaba en el coro con sus monges, es
muy célebre en las crónicas de Citeaux. Vio
junto á cada religioso un ángel que escri
bia ; algunos de ellos escribian con oro ,
otros con plata , había que lo hacían con
76 LA MISA Y EL OFICIO

tinta , otros con agua y oíros en fin que


permanecían con la pluma en la mano sin
escribir cosa alguna. Hizo luego el Señor
comprender al santo que las oraciones es
critas con letras de oro significaban el fer
vor de caridad que las inspiraba ; las que
estaban escritas con letras de plata indica
ban ser la devocion menos ferviente ; los
caracteres trazados con tinta demostraban
el cuidado en proferir las palabras , pero
la falta de devocion ; las letras formadas
con el agua manifestaban la negligencia de
aquellos que , enteramente distraidos , no
paraban siquiera la atencion en las pala
bras que su lengua recitaba , y finalmente
los ángeles que no escribian señalaban la
insolencia de aquellos que se complacían
en distraerse. Tambien S. Roberto, abad ,
tuvo otra vision hatlándose en el coro : vió
al demonio que daba por él la vuelta bur
lándose de aquellos que encontraba en
actitud reverente , mientras que manifes
taba una grande alegría cada vez que en
contraba á algun religioso distraido , ma
nifestando de este modo lo mucho que
ganaba en ello.
ATROPELLADOS. 77
Asi es, mi querido sacerdote, que cuan
tas veces tomeis el breviario debeis figura
ros que hay por una parte un ángel dis
puesto á escribir vuestros méritos en el li
bro de vida si rezais con devocion , al paso
que teneis en la otra á un demonio que es
cribe vuestras fallas en el libro de muerte,
si rezais con distraccion. En este concepto,
procurad rezar siempre con la mayor de
vocion posible ; procurando para lograrlo
renovar vuestra atencion , no solo al em
pezar el rezo , sino tambien al principio de
cada salmo , á fin de que guie vuestro co
razon todas las palabras que pronuncie
vuestra boca: «Cum oratis Deum—dice
Casian—hoc versetur in corde, quod pro-
fertur in ore.» (Collat. 25, cap. 1.) Final
mente , dice S. Agustín : «Si psalmus orat,
orate ; si gemit , gemite ; si sperat , spera-
te.» (S. Aug. iu psalm. 30.) Observa el
doctor angélico que las piadosas palabras
que profieren los labios , cscitan la devo
cion en el alma : «Verba significantia ali-
quid ad devotionem pertinens , cxcitant
mentes.» (2, 2, 9, 83, a. 12, ad 2.) Lo
que quiere decir que nos enseñó Dios á
78 LA MISA Y EL OFJCIO
orar de boca , a fin de que al recitar nues
tras oraciones , procurásemos pedir eon et
espíritu lo que pronunciaba nuestra len
gua. Esto es precisamente lo que leemos
en el célebre cánon Dolentes del quinto
concilio de Letran , sobre que el oficio sea
rezado «studiose et devote , quantum Deus
dederit.» Studiose , en cuanto á proferir
bien las palabras ; dcvoie , en cuanto debe
seguir el corazon lo que profieren los labios.
Debemos persuadirnos bien de lo que dice
S. Agustín , esto es que la impetracion de
la gracia que deseamos por nosotros ó por
los demás , es mas bien efecto de los gemi
dos del corazon, que de las palabras que
articulan nuestros labios : «IIoc negotium
plus gemitíbus, quam sermonibus agitur.»
(S. Aug. ad probam ep. 122, c. 10.)
Refiere Casian que los monges del Egip
to decian ser mas útil cantar solamente
diez versícutos con afeccion y recogimien
to , que decir un salmo entero con espíritu
distraido: «Utilius habent decem versus
cum rationabili assignatione can tari, quam
totum psalmum cum confusione mentis
cffundi.» (Cass. Instit. tib. 2, cap. 11.)
ATROPELLADOS. '79
¡Oh! ¿ cuántas luces y gracias se obtienen
por medio de los salmos cuando son reza
dos con recogimiento y reflexion? S. Epi—
fanio dice : «Psalmus mentem illuminat ,
in coelum reducit , nomines familiares Deo
reddit , animam laetificat.» (S. Epiph. to
mo 1, pág. 54.) El salmo ilumina el espí
ritu , alegra el alma , la conduce al cielo,
y la hace amiga de Dios.
Es muy cierto que hay muchos pasajes
de los salmos , oscuros y muy difíciles de
comprender sin esplicacion ; pero hay otros
en cambio que son tan claros y fáciles , que
reaniman á la vez nuestra fe , nuestra con
fianza , nuestro amor para con Dios , y
nuestros buenos deseos. Reaniman nuestra
fe , poniendo ante nuestros ojos las verda
des eternas de la existencia de Dios , de la
creacion del mundo y de la inmortalidad
del alma. ¿ Y qué fuerza no clan sobre to
do á nuestra fe tantas predicciones como se
leen en tos salmos , referentes á la grande
obra de nuestra redencion , predicciones
que fueron escritas tantos siglos antes de
aquel acontecimiento? David predijo en
tantos puntos la venida del Redentor :
80 LA MISA Y EL OFICIO
«Hedemisli nos , Domine , Deus verilatis.»
(Psalm. xxx.) «Redemptionem misit populo
suo.» (Ps. ex.) «Copiosa apud eum re-
demptio.» (Ps. cxxix.) Predijo particular
mente muchas circunstancias de la pasion
del Salvador ; predijo asimismo el consejo
de los principes de los sacerdotes cuando
se reunieron para determinar la muerte
de Jesucristo : «Principes convenerunt in
unum , adversus Dominum , et adversus
Christum ejus.» (Ps. u.) Predijo su cruci
fixion : «Foderunt manus meas et pedes
meos , dinumeraverunt omnia ossa mea.»
(Ps. xxi.) Predijo la particion que se hicie
ron los verdugos de sus vestidos y que
echarían en suertes su túnica : «Diviserunt
sibi vestimenta mea , et super vestem meum
miserunt sortem.» (Ps. eod. xxi.) Predijo
la sed de Jesucristo , así como la hiél y vi
nagre que se le daría á beber en la cruz :
«El dederunt in escam meam fel , et in siti
mea potaverunt me aceto.» (Ps. lxviii.) Y
por fin predijo la conversion de los gentiles:
«Convertentur ad Dominum universi fines
terra , et adorabunt in conspectu ejus uni
versa; familiae gentium.» (Ps. xxi.)
ATROPELLADOS. SI
Y además, ¡cuántos bellos sentimientos
de confianza en Dios no hay en los salmos!
«In te , Domine , speravi , non confundar
in aeternum.» (Psalm. xxx.) «In manus
tuas commendo spiritum meum.» (Ibid.)
«Quoniam in me speravit , liberabo eum.»
(Ps. xc.) «Laudans invocabo Dominum,
et ab inimicis meis salvus ero.» (Ps. xvn.)
«Protector est omnium sperantium in se.»
(Ibid.) «Dominus firmamentum meum et
refugium meum, etliberator meus.» (Ibid.)
«Vivet anima mea et laudabit te.» (Psalm.
cxvm.) «Misericordias Domini in aeternum
cantabo.» (Ps. lxxxviii.) «Spiritus tuus
bonus deducet mein terram rectam.» (Ps.
cxln.) «Dominus illuminatio mea , et sa-
lusroea,quemtimebo?» (Ps.xxvi.) «Spe-
rantem autem in Domino, misericordia cir-
cumdabit.» (Ps. xxxi.) «Fiat misericordia
tua, Domine, super nos quemadmodum
speravimus te.» (Ps. xxxn.)
¡Cuántos actos de amor! «Diligam te,
Domine, fortitudo mea.» (Ps.xvn.) «Quid
mihi est in coelo? et á te quid volui super
terram , Deus cordis mei , et pars mea in
«ternum.» (Ps. lxxii.) «Sitivit in te anima
6
82 LA MISA Y EL OFICIO

mea,quam multipliciter tibi caro mea.»


(Ps. lxii.) «Satiabor cum apparuerit gloria
tua.» (Ps. xv.) «Confiteantur tibi populi ,
Deus , confiteantur tibi populi omnes. »
(Ps. lxvi.) «Magnificate Dominum meum,
ctexaltemus nomen ejus in idipsum. (Ps.
xxxm.) «Memor fui Dei, et delectatus
sum.» (Ps. lxxvi.) «Paratum cor meum,
Deus, paratum cor meum.» (Ps. lvi.)
«Quemadmodum desiderat cervus ad fon-
tem aquarum , ita desiderat anima mea ad
le.» (Ps. xli.) «Quando veniam etappare-
bo antefaciem Dei! (Ibid.)
¡ Cuántas acciones de gracias ! «Quid re-
tribuam Domino pro omnibus quae retri-
buitmihi?» (Ps. cxv.) «Venite, audite,et
narrabo , omnes qui timetis Deum , quanta
fecit animae meae.» (Ps. lxv.) ¡Cuántos ac
tos de humildad ! «Nisi quia Dominus ad—
juvit me , paulo minus habitasset in inferno
anima mea.» (Ps. xciu.) «Eruisti animam
meam ex inferno inferiori.» (Ps. lxxxv.)
«Et non intres in judicio cum servo tuo ,
quia non justificabitur in conspectu tuo om-
ívis vivens.» (Ps. xlviii.) «Ego autem sum
vermis et non homo, opprobrium hominuin
ATROPELLADOS. 83
etabjectio plebis.» (Ps. xxi.) «Erravi sicut
ovisquae periit, quaere servum tuum.» (Ps.
xviii.) ¡Cuántos actos de contricion ! «Ini-
quilatem odio habui , et abominatus sum.»
(Ps. cxviii.) «Exitus aquarum deduxerunt
oculi mei , quia non custodierunt legem
tuam.» (Ibid.) «Fuerunt mihi lacrymae
meae panes die ac nocte , dum dicitur per
singulos dies, ubi est Deus tuus?» (Ps. xli.)
¡Cuántos actos de firme propósito! «Et cus
todiam legem tuam semper. (Ps. cxviii.)
«In aeternuinnon obliviscar justificationes
tuas.» (Ibid.) «Juravi, et statui custodire
judicia justiliae tuae.» (Ibid.) «Abomnivia
mala prohibui pedes meos ut custodiam
verba tua.» (Ibid.) «Legem tuam in medio
cordismei.» (Ps. xxxix.) «Docebo iniquos
vias tuas.» (Ps. l.)
A mas de que casi todos los salmos es
tán llenos de mil santas oraciones , ¿ cuán
tas no hay solamente en el salmo l ? «Mi
serere mei , Deus, secundum magnam mi-
sericordiam tuam ; averte faciem tuam á
peccatis meis ; cor mundum crea in me
Deus , ne projicias me á facie tua ; spiritu
principali confirma me.» ¡Cuántas otras en
34 LA MISA Y' EL OFICIO

el solo salmo exvm , que se recita todos los


dias en las horas menores ! «Doce me jus-
tificationes tuas; revela oculos meos ; viam
iniquitatis amove a me ; averte oculos meos
ne videant vanitatem ; da mihi intellectum
ut discam mandatatua; fiat misericordia
tua ut consoletur me ; non confundas me
ab expectatione mea ; adjuva me et salvus
ero ; suscipe servum tuum in bonum ; as-
pice in me et miserere mei ; intellectum da
mihi ut \ivam ; gressus meos dirige secun-
dum eloquium tuum; clamavi ad te , sal-
vum me fac , ut custodiam mandata tua ;
vide humilitatem meameteripe me ; intret
postulatio mea in conspectu tuo ; tuus sum
ego , salvum me fac; fiat manus tua ut sal-
vetme;doce me facere voluntatem tuam.
(Ps. cxxxu.) En cuanto á los demás pasa
jes oscuros ó casi ininteligibles , no diré que
sea una obligacion el estudiar su significa
do ; pero sin embargo no puedo menos de
asegurar que semejante estudio seria una
de las aplicaciones mas útiles y piadosas
que pudiese tener un sacerdote , como to
aconseja el concitio de Milan : «Interpreta-
tionem studio adsequatur , unde mens ani
ATROPELLADOS. Sü
musque ad aliquem salutarem afiectum in-
cendatur.» (Syn. mediol. 5, pait. 3.) Pa
ra lograr este fin , convendría leer al car
denal Belarmino sobre los salmos.
Además , las oraciones mas agradables á
Dios sen las que tenemos en el Pater nos-
ter, por ser la oracion mas escelen le de to
das, la que nos ha sido enseñada por el
mismo Jesucristo , y que por lo lanío quie
re la Iglesia hacérnosla repetir con lanía
frecuencia en nuestro rezo. ¡Cuán hermosas
son sobre todo las tres primeras súplicas
que son al propio tiempo tres sublimes ac
tos de amor : «Sanctificetur nomen tuum ;
adveniat regnum tuum ; fiat voluntas tua
sicut in coelo et in terra !» Con la primera,
«sanctificetur nomen tuum» pedimos á Dios
que se haga conocer y amar de todos los
hombres. Con la segunda «adveniat reg
num tuum» le pedimos que posea entera
mente nuestros corazones, reinando en ellos
por su gracia* durante nuestra vida, y por
su gloria en la otra. Con la tercera «fiat
voluntas tua» le pedimos el don de una per
fecta conformidad , de modo que hagamos
su voluntad en la tierra como la hacen en
86 LA MISA Y EL OFICIO

el cielo los bienaventurados. Al repetir tan-


tas veces el Gloria Patri, ¡cuántos piado
sos sentimientos de fe , de alabanza , de ac
cion de gracias y de complacencia por la
felicidad y perfecciones de Dios podemos
producir ! Cada vez que repetía Sta. Mag
dalena de Pazzi el Gloria Patri , inclinaba
su cabeza , creyendo ofrecerla á los verdu
gos en honor de la fe. Tambien quiere la
santa Iglesia que al principio de todas las
horas del rezo saludemos á María , madre
de Dios , y que acudamos á ella ; puesto que
por su mediacion podemos obtener todas las
gracias , por ser llamada tesorera y dispen
sadora de las misericordias divinas.
Por último : muchos son los sacerdotes
que piensan y dicen que es el oficio divino
una gran carga , y yo digo que tienen ra
zon al darle este nombre los que lo profie
ren con desprecio . y animados por el deseo
de terminarlo pronto ; porque en efecto de
ben sufrir mucho al rezarlo'durante una
hora, por hacerlo sin el menor gusto y con
gran trabajo. Para aquellos empero que lo
dicen con devocion, que disfrutan interior
mente de los dulces sentimientos que en
ATROPELLADOS. 87
cierra , y que conforman las disposiciones
de su corazon con las santas afecciones y
las súplicas que espresa , no es el rezo un
peso enorme , sino un poderoso alivio y el
puro manantial de las verdaderas delicias
interiores , como sucede á todos los buenos
sacerdotes. Si en este caso quiere llamárse
le un peso , convenimos en ello , pero será
el peso de las alas que nos harán volar há
cia Dios para unirnos á Él eternamente.
DEL SACRIFICIO

DE JESUCRISTO.
DEL SACRIFICIO
DE N. S. JESUCRISTO.

Este opúsculo es un estrado que S. Al


fonso María de Ligorio hizo de una obra
francesa , que siguiendo á Lambertini y al
cardenal Bona, esplica brevemente las ora
ciones de la misa , aclara algunas cosas os
curas , indica varios principios contra los
herejes y enfervoriza la devocion para que
se saque de ella mas fruto. Es útil , dice el
santo autor , tanto á los que la dicen como
á los que la oyen.
(Reflexiones sobre la santidad y doc
trina de S. Ligorio , traducido del italiano
por un religioso )
DEL SACRIFICIO
DE JESUCRISTO,
CON UNA ESPLICACION SUCINTA DE LAS ORA
CIONES QUE SE REZAN EN LA MISA.

INTRODUCCIÓN.
I. Debo confesar que he estraido y
reasumido este opúsculo sobre el sacrificio
de Jesucristo de una obra de un sabio autor
francés. Como es la citada obra completa y
estensa , he procurado publicar el siguien
te compendio , para que pueda ser útil no
solo á los sacerdotes que celebran la misa ,
sino tambien á todos los que asisten á ella.
Le he dado el título de : Sacrificio de Je
sucristo , porque el sacrificio de la cruz ,
aunque nosotros lo distinguimos bajo el di
verso nombre de sacrificio del altar , no
deja de ser sustancial mente el mismo,
puesto que la víctima es la misma y que es
94 DEL SACRIFICIO
tambien el sacerdote el que se ofrece en la
cruz ; de modo quesolo existe la diferencia
en el modo de ofrecerlo. Así es que el sa
crificio del altar es una continuacion , ó
una reproduccion del sacrificio de la cruz ,
del que difiere tan solo en el modo de ser
ofrecido.
II. Todos los sacrificios de la antigua
ley eran símbolos del sacrificio de nuestro
Redentor. Habia de cuatro especies , á sa
ber : pacíficos , eucarlsticos , expiatorios é
impetratorios. Los sacrificios pacíficos fue
ron instituidos para tributar á Dios el honor
de la adoracion que le es debida como so
berano Señor de todas las cosas ; tales eran
los holocaustos. Los sacrificios eucarlsticos
eran ofrecidos al objeto de dar gracias al
Señor por todos los beneficios que nos dis
pensó. Los sacrificios expiatorios fueron es
tablecidos para obtener el perdon de los
pecados: era representado este sacrificio
en el dia ó fiesta de la expiacion por la fi
gura emblemática del macho cabrío que
habia sido arrojado del campo de los he
breos como sobrecargado de todos los peca
dos del pueblo , para ser devorado por las
DK JESUCRISTO. 95
fieras ; siendo este sacrificio el que repre
sentó mas á lo vivo el sacrificio de la cruz,
en el que cargó Jesucristo con todos los pe
cados de los hombres , como lo habia pre-
dicho Isaías : « Et posuit Dominus in eo
iniquitatem omnium nostrum. » ( Isa. luí,
6. ) Fué arrojado vergonzosamente de Je-
rusalen , de modo que dice el Apóstol :
« Exeamus igitur ad eum extra castra, im-
properium ejus portantes. » (Hebr. xm,
13. ) Luego fué abandonado á ,las fieras ,
esto es á los gentiles que le crucificaron.
Finalmente , los sacrificios impetratorios
eran instituidos para obtener de Dios sus
gracias y sus socorros.
III. Pero todos estos sacrificios desapa
recieron á la venida del Redentor , porque
solo el sacrificio de Jesucristo era el perfec
to , mientras que todos los sacrificios anti
guos eran imperfectos , y fué bastante para
redimir todos los pecados y obtener todas
las gracias para el género humano. Por es
to dijo al entrar en el mundo : « Hostiam
et oblationes noluisti , corpus autem ap-
tasti mihi. Holocau tomata pro peccato non
tibi placuere , tune dixi : Ecce venio. In
96 DEL SACBIFICIO
capite libri scriptum est de me : Ut faciam,
Deus , voluntatem tuam. » (Hebr. x , 5
ad 8. ) Así es , que al ofrecer á Dios el sa
crificio de Jesucristo , cumplimos con todos
nuestros deberes , atendemos á todas nues
tras necesidades , y mantenemos al propio
tiempo un santo comercio entre Dios y
nosotros!
IV. Debe saberse además , que respec
to á las víctimas que se ofrecían á Dios en
la antigua ley , eran indispensables cinco
condiciones para que fuesen dignas de
Dios ; tales eran : la santificacion , la obla
cion, ta inmolacion, la consumacion y la
participacion. 1." Debia ser la víctima
santificada ó consagrada á Dios , á fin de
que no se le ofreciese una cosa que no fuese
santa , y por consiguiente indigna de la
Divinidad. He aquí por que el animal des
tinado á ser víctima debia estar libre de to
do defecto ó tara , esto es , que no podia
ser ciego , cojo , débil ni deforme, segun
estaba prescrito en el capítulo xv del Deu-
teronomio, v. 21. Todo esto indicaba que
el Cordero de Dios prometido , que debia
ser sacrificado por la salvacion del mundo,
DE JESUCRISTO. 97
seria santo y exento de toda mancha. En
segundo lugar , nos enseñaba este precep
to , que nuestras oraciones ó buenas obras
no son dignas de ser ofrecidas á Dios , ó no
le son enteramente agradables , si son man
chadas por alguna falta. Además el animal
ofrecido al Señor , no podia empleársele en
ningun uso profano , y era de tal modo
considerado como una cosa ofrecida á Dios,
que solo el sacerdote de la ley podia tocar
le. Lo que manifiesta cuánto disgustan á
Dios las personas que habiéndosele consa
grado , se dedican á las cosas del siglo sin
absoluta necesidad , viviendo de este modo
en la distracción y el olvido de lo que con
cierne á la gloria de Dios.
V. En segundo lugar , debia la victi
ma ser ofrecida á Dios, por medio de al
gunas palabras que el mismo Dios prescri
bió. 3.° Debia ser inmolada ó muerta ; pero
no siempre se hacia aquella inmolacion por
medio de la muerte ; como por ejemplo ,
no se hacia el sacrificio de los panes de
proposicion por medio del hierro y del fue
go , sino solamente por el calor del estó
mago de las personas que los comían .
7
98 DEL SACRIFICIO
VI. En cuarto tugar, debia la víctima
ser consumada , lo que se hacia por el fue
go , y por esto se daba á este sacrificio el
nombre de inflamacion. Precisamente el sa
crificio del holocausto se hacia siempre por
el fuego ; haciéndose comprender por me
dio de aquella consuncion de la víctima el
poder absoluto que tiene Dios sobre todas
las criaturas , poder por el cual puede re
ducirlas á la nada , del mismo modo que
de la nada las sacó. En esto consiste verda
deramente et principal objeto del sacrificio,
tal es el considerar á Dios como un ser so
berano , de tal modo superior á todo lo
existente, que todo ante El es nada, por
ser todo inútil al que todo lo posee en sí
mismo. El humo que salia de este sacrifi
cio y se su bia á las nubes, indicaba que
lo acoptaba Dios como un suave aroma ,
ó sea con gusto , como consta aceptó al sa
crificio deNoé: «Noeobtulit holocaustasu-
per altare , odoratusque est Dominus odo-
rem suayitatis. » (Gen. vm, 21.)
VIL En quinto lugar, debia todo el
pueblo junto con el sacerdote participar an
tiguamente de la víctima ; por esto en to
DE JESUCRISTO. 9 i)

dos los sacrificios , se hacia en los holocaus


tos tres partes de la víctima , de las cuales
habia una para el sacerdote , otra para el
pueblo y era la restante destinada al fuego
por considerarse ser la que pertenecía á
Dios ; lo que significaba que por aquel me
dio se comunicaba Dios con todos los que
participaban de la víctima. Estas cinco con
diciones de que acabamos de hablar , se
hallan reunidas en el sacrificio del cordero
pascual , respecto del que maneto Dios á
Moisés, en el Éxodo (cap. xn), que el
décimo diade la luna del mes en que ha
bia librado á los hebreos de la esclavitud
del Egipto , tomasen y separasen del reba
ño un cordero de un año , que fuese sin
defecto y sin mancha. Significaba aquella
separacion: 1.° que quedase aquella vícti
ma consagrada á Dios ; 2.° que á la consa
gracion sucediera la oblacion que debia
hacerse en el templo donde fuese el corde
ro presentado ; 3.° debia tener lugar en el
catorceno dia de la luna la inmolacion del
cordero por medio de la muerte ; 4.° luego,
se le asaba y era repartido entre los asis
tentes , lo que era la reparticion ó comu^
100 DEL SACRIFICIO
nion ; o.° despues que habia sido comido
el cordero por los asistentes , eran los res
tos consumidos por el fuego , y en esto con
sistía por último la consumacion del sacri
ficio.

I
DE JESUCRISTO. 101

DEL SACRIFICIO DE JESUCRISTO.

VIH. El sacrificio de nuestro Salvador,


como lo hemos dicho ya, fué un sacrificio
perfecto , del cual todos los sacrificios de la
antigua ley solo habian sido una pálida
sombra , que llama el Apóstol ((infirma et
egena elementa.» (Gal. iv, 9.) Cumplióse
el sacrificio de Jesucristo con las cinco con
diciones que acabamos de mencionar. La
primera parte , que es la participacion ó la
consagracion de la víctima , fué hecha por
el Padre celestial en el mismo instante de
la encarnacion, como dice S. Juan : «Quem
Pater sanctificavit.» (Joan, x, 36.) Por es
to al anunciar el ángel á la bienaventurada
Virgen la eleccion que Dios había hecho
de ella para ser la madre de su hijo , le
dijo : «Quod nascetur ex te sanctum , vo-
cabitur filius Dei.» (Luc. i, 35.) De modo
que aquella víctima divina que debia ser
sacrificada por la salvacion del mundo ,
4 02 DEL SACRIFICIO
había sido ya santificada por Dios cuando
nació de María ; puesto que desde el pri
mer momento en que tomó el Verbo eterno
un cuerpo humano , fué consagrado á Dios
para ser la víctima del gran sacrificio que
debia luego consumarse en la cruz por la
salvacion de los hombres. He aquí porque
nuestro Redentor dijo ya entonces mismo :
«Corpus autem aptasti mihi... ut faciam ,
Deus, voluntatem tuam.» (Hebr. x, 5 y 7.)
IX. La segunda parte , ó sea la obla
cion , tuvo lugar en el momento mismo de
la encarnacion , en que Jesucristo se ofre
ció voluntariamente á su Padre por la
salvacion de los hombres. Entonces vio que
la justicia divina no podia quedar satisfe
cha por medio de todos los antiguos sacri
ficios ni por todas las obras de los hombres ;
así es que se ofreció á pagar la deuda de
todo el género humano , diciendo : «Quia
hostias et oblationes , et holocautomata pro
peccato noluisti... tune dixi : Ecce ve-
nio , ut faciam , Deus, voluntatem tuam.»
(Hebr. x , 8 y 9.) Añade el Apóstol : « In
qua voluntate sanctificati sumus per obla-
lionem corporis Jesu Christi semel.» (I bul.
DE JESUCRISTO. 103
10.) Observemos bien estas palabras : « In
qua sanctificati sumus per oblationem ,
etc.» Habia hecho el pecado indignos á to
dos los hombres de ser ofrecidos á Dios , y
de ser por El aceptados; por esto fué nece
sario que Jesucristo se ofreciese por nos
otros , nos santificara con su gracia y nos
hiciera dignos de ser recibidos por Dios.
X. Sin embargo la oblacion que hizo
entonces Jesucristo , lejos de terminarse en
aquel momento , no hizo mas que empe
zar , puesto que dura y durará eternamen
te. Annque debe cesar en la tierra cuando
aparezca el Antecrislo , puesto que cesará
el sacrificio de la misa por espacio de mil
doscientos noventa dias , equivalentes á
tres años y seis meses y medio , como está
señalado por el profeta Daniel : «Et á tem-
pore , cum ablatum fueril juge sacrificium ,
et posila fuerit abominatio in desolatione ,
dies mille ducenti nonaginta» (Dan. xn ,
11) ; sin embargo no cesará el sacrificio
de Jesucristo , puesto que no cesará nunca
de ofrecerse á su Padre por medio de una
oblacion eterna, por ser El mismo , el sa
cerdote y la víctima , pero el sacerdote
104 DEL SACRIFICIO

eterno y la víctima eterna ; no segun el


orden de Aaron , cuyos sacerdocio y sa
crificio fueron temporales é imperfectos,
puesto que no eran capaces de apaciguar la
cólera de Dios contra el hombre rebelde ,
sino segun el orden de Melquisedec , como
David lo predijo : « Tu es sacerdos in aeterr
num , secundum ordinem Melchisedech.»
(Ps. cix , 5.) Así que el sacerdocio de Je
sucristo será eterno , porque aun despues
de la fin del mundo continuará ofreciendo
en el cielo aquella misma víctima que ofre
ció una vez en la cruz por su gloria y por
ta salvacion de los hombres.
XI. La tercera parte del sacrificio, que
es la inmolacion , ó la muerte de la victi
ma , fué cumplida en la cruz con la muerte
denuestro Salvador. Soloquedan ahora por
realizar en el sacrificio de Jesus dos condi
ciones mas , requeridas para ser perfecto el
cumplimiento de un sacrificio : tales son la
consumacion de la víctima y la participa
cion de etla. Para hablar primeramente de
la cuarta condicion del sacrificio , que es
ta consumacion de la víctima , se pregunta
cuát ha sido esa consumacion , puesto que
DE JESUCRISTO. 105
el cuerpo de Jesucristo fué separado de su
alma por la muerte , sin que fuera empero
consumido ni destruido.
XII. £1 autor anónimo de quien he
hablado al principio , dice que esta consu
macion de la víctima se cumplió con la
resurreccion del Señor , porque entonces
quedó su santísimo cuerpo despojado de
cuanto habia en él de terreno y mortal , y
que fué revestido de la gloria divina. Lue
go añade que entonces se verificó la clari
dad que pidió Jesucristo á su Padre antes
de morir : «Et nunc clarifica me tu Pater
apud temetipsum claritate , quam habui
priusquam mundus esset apud te.» (Jo.
xvii, 5.) No pedia Jesus este esplendor por
su divinidad , por poseerlo ya eternamente
como Verbo igual al Padre; sino que lo
pedia por su humanidad , y lo obtuvo en
su resurreccion , por la cual entró en algun
modo en su gloria divina.
XIII. Hablando el mismo autor de la
quinta condicion , esto es , la participa
cion , ó la comunion de la víctima , dice
tambien que esta comunion secumple igual
mente en el cielo , porque todos los biena
106 DEL SACRIFICIO
venturados participan en él de la víctima
que ofrece Jesucristo continuamente en el
cielo ofreciéndose á sí mismo.
XIV. Estas dos reflexiones del autor,
para esplicar las dos condiciones restantes
del sacrificio de Jesucristo , son sabias é in
geniosas ; pero por mí pienso que estas dos
cosas , la consumacion y la comunion , se
realizan claramente en el sacramento euca-
rístico del altar , que es el mismo de la
cruz , segun la declaracion del concilio de
Trento, porque el sacrificio de la misa
instituido por el Salvador antes de su
muerte , es una continuacion del de la
cruz , á fin de que el precio de la sangre
que derramó por la salvacion de los hom
bres , nos sea aplicado por el sacrificio del
altar , donde la víctima ofrecida es la mis
ma de la cruz , aunque se ofrezca sin de—
ramar su sangre como la derramó en el
Calvario. He aquí lo que dice el concilio de
Trento (Sess. 22 , c. 1.): «Is igitur Deus
et Dominus noster , etsi semel seipsum in
ara crucis morte intercedente Deo patri
oblaturus erat , ut a;ternam illie redemp-
lionem operaretur; quia lamen per mortem
DE JESUCRISTO. 107
saccrdotium cjits extinguendum non erat ,
in ccena no\ issima , qua nocte tradebatur ,
ut dilecte; sponsaesuae Ecclesiae relinqueret
sacrificium , quo cruentum semel in cruce
peragendum representaretur , ejusque me
moria in finem usque saeculi permaneret ,
atque illius salutaris virtus in remissionem
eorum quae k nobis quotidie commiltuntur
peccatorumapplicaretur; sacerdotem secun-
dum ordinem Melchisedech se in aelernum
constitutum declarans , corpus et sangui-
nem suum sub speciebus panis et vini Deo
patri obtulit. Ac sub earumdem rerum
symbolis apostolis , quos tunc novi testa-
menti sacerdotes constituebat , utsumerent
tradidil; etejusdemeorumquein sacerdotio
successoribus , ut offerent , pracepit per
haec verba : hoc facite ¡n meam commemo-
rationem : uti semper Catholica Ecclesia
intellexitet docuit , etc.» (cap. 1.) Declara
el concilio en el capitulo segundo que , pol
la oblacion de este sacrificio , concede apla
cado el Señor las gracias y perdona los
pecados , indicando la razon de ello cuando
dice : «Una enim eademque est hostia ,
idem nunc offerens sacerdotis ministerio ,
108 DEL SACRIFICIO
qui seipsum tune in cruce obtulit , sola
offerendi ratione diversa.»
XV. De este modo pagó Jesucristo el
precio de nuestra redencion en el sacrificio
de la cruz; pero quiso que el fruto del
rescate que habia ofrecido , nos fuese apli
cado por el sacrificio del altar , siendo El
mismo en uno y otio sacrificio , el princi
pal sacrificador que ofrece la misma víc
tima , esto es su propio cuerpo y su propia
sangre , con la sola diferencia de que en la
cruz su sangre corrió, mientras que deja
de derramarse en el altar. Tambien el ca
tecismo romano dice (part. 2 de Eucar.
n. 78) que no solo sirve el sacrificio de
la misa para alabar á Dios y darle gracias
por los dones que nos concede , sino que
es tambien un sacrificio propiciatorio , en
virtud del cual perdona el Señor los peca
dos y concede las gracias. Por ello hace la
santa Iglesia la siguiente súplica el noveno
domingo despues de Pentecostes : «Quoties
hujus hostia; commemoratio celebratur,
totics opus nostrae redemptionis exerce-
tur.» Puesto que el fruto de la muerte de
Jesucristo se nos hace precisamente esten
DE JESUCRISTO. 109
sivo por medio del sacrificio del altar.
XVI. He aquí pues que en el sacrificio
dela misa , además de las tres partes que
encierra , esto es , la santificacion , la
oblacion y la inmolacion que se hace mís
ticamente al consagrar por separado el
cuerpo y la sangre , además de estas tres
partes , digo , que fueron las condiciones
esenciales del sacrificio de la cruz , encierra
tambien el sacrificio de la misa las dos par
tes restantes : la consumacion , que se ope
ra por el calor natural del estómago de
aquellos que se alimentan con la hostia
consagrada ; y la comunion ó participacion
de la víctima , que se opera al distribuir el
pan consagrado á los que asisten á la misa .
De este modo se ven perfectamente reali
zadas en el sacrificio del altar , las cinco
partes de los antiguos sacrificios que no
eran todos ellos mas que símbolos ó figuras
del gran sacrificio de nuestro Redentor.
Vamos ahora á la esplicacion de las ora
ciones de la misa , tal cual se hallan por su
respectivo orden en el misal.
1 IO DEL SACRIFICIO

ESPLICACION
SUCINTA

DE LAS ORACIONES QUE SE DICEN U LA MISA.

XVII. La misa se divide naturalmente


en seis partes : 1 .a La preparacion para el
sacrificio que se hace al pié del altar. 2."
Desde el introito al credo , cuya parte se
llamaba anteriormente la misa de los cate
cúmenos , por deber estos retirarse despues
del credo. 3.a Desde el credo al canon. 4.'
Del canon al Pater noster , porque se ter
minaba el canon antiguamente en el Pater,
como lo observa un sabio autor que lo toma
de S. Gregorio el Grande. 5.a Desde la
oracion Libera nos qucesumus, Domine, que
es una preparacion para la comunion, has-
la despues de terminada esta. 6.a Y final
mente el resto de la misa que contiene la
accion de gracias.
1)K JESUCRISTO. 111

PRIMERA PARTE.

De la preparacion que se hace al pié


del altar.

I. «In nomine Patris , et Filii, etSpi-


rittis Sancti , amen.» Para sacrificar una
víctima á Dios, es preciso tener un derecho
sobre su vida , y como Dios solo tiene de
recho sobre el Verbo encarnado , su hijo ,
que es la víctima del sacrificio de la misa ,
se sigue que para que el sacerdote pueda
ofrecer Jesucristo á Dios , necesita para
etlo de la autoridad de Dios. He aquí por
que revestido de este poder , dice con el
mismo Jesucristo que es el principal ofre-
cedor : «In nomine Patris , et Filii, et Spi-
ritus Sancti ,» para demostrar que ofrece
el sacrificio autorizado por las tres personas
divinas.
II. Continua el sacerdote y dice : In-
troibo ad altare Dei , con el salmo Judica
me , etc. É implora entonces los socorros
de Dios contra los enemigos que le persi
guen . Demuestra luego la tristeza que es
1 t 2 DEL SACRIFICIO

perimenta al verse como arrojado por el


Señor, y le suplica le asista con sus luces y
le envie las gracias que le ha prometido
para consolarle y conducirle ásu taberná
culo. Se reprende por último su tristeza y
turbacion , puesto que tiene un Dios en
quien confiar. Lambertini , despues de Be
nedicto XIV , dice que se rezaba este salmo
en la misa antes del quinto siglo , lo que es
tambien confirmado por el papa Inocen
cio III. (Lib. 2 de myst. miss. cap. 13.)
III. Termina luego el salmo con el
Gloria Patri, etc. Fué instituido el Gloria
Patri por los apóstoles , como dice Baronio
segun Basilio (An. 315); pero el concilio de
Nicea añadió en él Sicut erat , etc.. y el
papa S. Dámaso mandó recitarlo al fin de
cada salmo.
IV. «Adjutorium nostrum.etc.» Ater
rado el sacerdote por la grandeza de la
accion que va á hacer y por la idea de su
indignidad , pide á Dios su auxilio en nom
bre de Jesucristo, se acusa de sus faltas y se
reconoce culpable no solo ante Dios , sino
tambien ante la bienaventurada Virgen , y
ante tojos los santos que deben juzgar á
DE JESUCRISTO, 113
los pecadores el día del úilimo juicio;
V. «Deus tu conversus vivilicabis nos.»
Queda muerto el pecador si no se digna
Dios por su misericordia devolverle la vida
de la gracia. «Ostende nobis , Domine,
misericordia™ tuarn. Domine , exaudi ora-
lionem meam.» Continua el sacerdote ro
gando á Dios que le conceda su misericor
dia y le atienda ; y por último dirigiéndose
al pueblo dice : Dominus vobiscum. Ro
gando á Jesucristo le dispense á él y al
pueblo el efecto de las oraciones que le ha
dirigido , y lo propio pide por el sacerdote
el monacillo al contestarle el cum spiritu
tuo ; lo que indica la mutua comunion que
existe entre el sacerdote y los fieles en la
fe de Jesucristo.
VI. «Aufer á nobis , etc.» Despues de
esto sube el sacerdote al altar y acercán
dose al Sanela sanctorum , pide al Señor le
libre de sus iniquidades, á fin de que pueda
con un corazon puro aproximarse al lugar
santo , esto es , terminar el gran sacri
ficio.
VII. «Oramus te , Domine , per me-
rita sanctorum tuorum , etc.» Luego de
11 4 DEL SACRIFICIO
haber subido el sacerdote al altar lo besa ,
con la intencion de unirse por aquel beso á
Jesucristo representado por el altar , y le
suplica por los santos mártires cuyas reli
quias contiene , que se digne perdonarle
todas sus faltas. Acostumbra la santa Igle
sia desde los primeros siglos , celebrar el
sacrificio eucarístico sobre el sepulcro de
los santos mártires que sacrificaron su vida
á Dios , los cuales á causa de este sacrificio
han sido siempre particularmente honrados
por la Iglesia. No habia antiguamente oiras
fiestas que las de los misterios de Jesucris
to, las de la bienaventurada Virgen y las
de los aniversarios de los mártires. «Nos in
isto loco non aram fecimus Stephano , sed
de reliquis Stephani aram Deo ,» dice San
Agustín. (Serna. 318 de S. Steph.) Nos
enseña el santo doctor con estas palabras
que no se levantaban altares á los santos ,
sino solamente á Dios.
SEGUNDA PAUTE.

Del Introito hasta el Credo.


I. Propone la Iglesia ordinariamente en
DE JESUCRISTO. M5
el introito el objeto de la fiesta del dia ; ha
ciendo en él mencion de algun misterio de
Jesucristo ó de la bienaventurada Virgen ,
ó de algun otro santo que quiere se honre
en aquel dia. De modo que se limita á tri
butar aquel honor al santo , puesto que el
sacrificio , como lo hemos dicho , solo se
ofrece á Dios. Dicese que fué S. Gregorio
Magno el autor del introito. (Véase Lam
berto, cap. 8 de sacrif. miss. )
II . « Kyrie eleison , Christe eleison ,
elc.» Se repite por seis veces Kyrie eleison,
Christe eleison. Kyrie eleison son dos pa
labras griegas que significan Domine mise
rere mei, Señor , tened piedad de mi. Dice
Durando que despues de los apóstoles , em
pezaron los griegos á celebrar la misa en
tiempo de Adriano I , hacia el año 140. El
papa S. Silvestre quiso que al ejemplo de
los griegos , recitasen tambien los latinos el
Kyrie eleison; y el cardenal Belarmino di
ce que se usaban en Italia estas palabras
ciento cincuenta años antes de S. Grego
rio; cuya práctica se introdujo para de
mostrar la union que exislia entre la Igle
sia griega y la latina.
1 16 DEL SACRIFICIO
III. « Gloria in excelsis Doo , etc. » Es-
ta alabanza ú oracion fué sacada de las pa
labras que el ángel cantó al anunciar a los
pastores el nacimiento del Salvador dicién-
doles : «Ecce enim evangelizo vobis gau-
dium magnum quia natus est vobis hodie
Salvator. » ( Luc. ir, 10 y 11 . ) Las demás
palabras han sido añadidas por la Iglesia ;
(I ¡cese : « Gratias agimus tibi propter mag-
nam gloriam tuam. » Con lo cual se dan
gracias á Dios por su gloria , por haber he
cho Dios de nuestra salvacion el objeto de
su gloria salvándonos 'por Jesucristo , sa
crificio que valió á los hombres su salva
cion y que dió al propio tiempo á Dios una
gloria infinita. Luego se dirige la Iglesia á
Jesucristo y le pide tenga piedad de nos
otros por los méritos de su sacrificio. Qui
tollis etc. Y termina de este modo : «Quo-
niam tu solus sanctus , tu solus Domi-
nus , tu solus altissimus , Jesu Christe,
cum Saneto Spiritu , in gloria Dei Patris ;
amen.» Se dice : «Tu solus sanctus , etc.,»
porque Jesucristo, que es el que se ofre
ce en sacrificio como víctima , es al mis
mo tiempo Dios , é igual á aquel á quien
DE JESUCRISTO. 117

se ofrece el sacrificio ; y por esto se termina


coa estas palabras: « Cum Sancto Spiritu
in gloria Dei Patris. »
IV. Siguen las oraciones ó colectas;
dáseles el nombre de colectas porque el
sacerdote recoge, como mediador entre
Dios y los hombres , las oraciones de todos
para presentarlas á Dios. Todas las colec
tas se rezan con las manos levantadas en
actitud suplicante, y en ellas se piden á
Dios las gracias relativas al misterio cuya
memoria se recuerda aquel dia, como por
ejemplo , resucitar con Jesucristo en el dia
de Pascua , habitar con el espíritu en el cie
lo en el de la Ascension , ó solamente que
nos conceda las gracias por la intercesion
del santo cuya memoria se celebra ; pero
todas estas oraciones terminan con las si
guientes palabras: «Per Dominum nos-
trum Jesum Christum iilium tuuní , etc. »
Porque todas las gracias que Dios dispen
sa, las concede principalmente por los mé
ritos de Jesucristo... Lo que nos objetan
pues los innovadores es de todo punto
inexacto , esto es que ofrecemos el sacrificio
del altar á los santos : es completamente
I 18 DEL SACRIFICIO

falso , porque sabemos muy bien que siendo


el sacrificio un cullo que es debido al so
berano Señor , no puede ser ofrecido mas
que á Dios ; solo se hace en la misa men
cion de los santos por los beneficios que re
cibieron de Dios ; pero tributamos en ella
toda la gloria á Dios , al cual reconocen
los santos pertenecer todos los bienes que
les fueron dispensados.
V. Siguen la epístola y el evangelio.
Al oirse la epístola debe prestarse la mis
ma atencion que prestaríamos si Dios nos
hablára por el ministerio de sus profetas y
de sus apóstoles. Al oír el evangelio debe
mos escucharlo como si fuera nuestro Salva
dor mismo el que nos instruyera , y pedir
le en aquel momento los auxilios necesarios
para poner en práctica todo cuanto se dig
na enseñarnos.
VI. Entre la epístola y el evangelio se
halla el gradual que se cantaba antigua
mente , como dice el cardenal Belarmino ,
mientras que el diácono subia las gradas
para ir á leer el evangelio en la tribuna. Lue
go se dice alleluia, que significa alabad al
Señor; pero durante la cuaresma es suplida
DE JESUCRISTO. 119

por una oracion llamada por el abate Ru


perto Pamitentium lamentum. Luego pasa
el sacerdote desde el lado izquierdo del al
iar donde ha dicho la epístola y el cual
significa el pueblo judaico , á leer el evan
gelio en el lado derecho del altar , que
significa el pueblo gentil recibiendo el
evangelio que los hebreos habian despre
ciado. La costumbre de permanecer de pié
durante la lectura del evangelio es muy
antigua ; y significa aquella posicion la
prontitud con la cual deben seguirse sus
preceptos y consejos.

TERCERA PARTE.

Del Credo hasta el Canon.

I. Credo. Cuando recita el sacerdote


este símbolo de la fe , debemos renovar
nuestra creencia respecto de todos los mis
terios y de todos los dogmas que la Iglesia
nos enseña. Era en otro tiempo el símbolo
una señal que distinguía á los militares,
así como lo es en nuestros dias para distin
guir á los fieles de los infieles : dícese que
120 DEL SACRIFICIO
fué el símbolo introducido en la misa en el
siglo ix. (Véase Lamberto cap. 9. )
II. Ofertorio. Contiene esta parte de
la misa todo to que media desde el Domi-
nus vobiscum hasta el prefacio. No debe
admirarnos el que al ofrecer el sacerdote
el pan y el vino , les dé el nombre de hos
tia sin mancha y de cáliz de salvacion ,
porque todas las oraciones y ceremonias
que se hacen antes y despues de la consa
gracion se refieren á aquella hostia ; pues
to que en el mismo instante que se la con
sagra , se presenta la divina víctima , se
ofrece y se sacrifica á Dios ; y como no
puede esplicarse todo esto en un mismo ins
tante , preciso es hacerto sucesivamente Es
pues por anticipacion que ofrece el sacer
dote el pan y el vino consagrados , dicien
do : « Suscipe , Domine , sanete pater ,
hanc immaculatamhostiam, etc.; offerimus
tibi Domine , ■calicem salu taris , etc » Dice
salutaris , porque convertido luego aquel
vino en sangre de Jesucristo viene á ser
nuestra salvacion. Observa S. Agustín,
que así como Jesucristo nos prepara en la
mesa encarística su cuerpo y su sangre por
DE JESUCRISTO. 121
alimento y bebida , del mismo modo debe
mos prepararle nosotros nuestro cuerpo y
sangre , ofreciéndonos enteramente á él ,
dispuestos .á darle siempre la sangre y la
vida cuando sea necesario por su gloria.
He aquí las palabras del santo, que son en
estremo hermosas: «Mensa quae sit nostis
ubi est corpus etsanguis Christi ; qui acce-
dit, talem mensam praeparet. » (S. Aug.
tract. 46 in Joan.)
III. Se mezcla el agua con el vino para
significar la mezcla ó la union que se operó
por la encarnacion del Verbo , de la divini
dad con la humanidad , adoptada por el
Salvador ; la mezcla significa tambien la
union que se hace en la comunion sacra
mental entre la persona que comulga y Je
sucristo. S. Agustín llama á la comunion :
« Mixtura Dei et hominis. » Por esto dice el
sacerdote en la oracion que recita al ope
rarse esta union: «Deus qui humanae
substantiae , etc .» y pide á Dios que nos ha
ga partícipes de su divinidad por Jesucristo
nuestro Redentor , así como se hizo su hijo
participo de nuestra humanidad. Se dijo
en el concilio de Tiento (Sess. 22, cap. 1) :
122 DEL SACRIFICIO

«Monet sanela Synodus praeceptum esseab


Ecclesia sacerdotibus , ut aquam vino in
calice oíferendo miscerent , quod Christum
Dominum ita fecisse credatur. » Esto no
es sin embargo de precepto divino , pero sí
de derecho eclesiástico. (Vide Lamberto
cap. 10, y Sto. Tomás 3 p. qu. 74, art. 7.)
IV. «Offerimus tibi calicem salutaris ,
etc. » Se ofrece á Dios el cáliz á fin de que
suba hasta su divina presencia un suave
aroma por nuestra salvacion y la del mun
do todo. Aunque el cardenal Bona asegura
en su Liturgia (lib. 2 , cap. 9, § 2) , que
no hay ninguna oracion en el sacramenta-
rio de S. Gregorio para la oblacion del pan
y del vino , sin embargo el propio carde
nal en su Liturgia antigua de Roma que hi
zo imprimir , dice que se hallan las oracio
nes que eran recitadas , ya por el clero ,
ya por los fieles en el momento en que pre
sentaban sus oblaciones á los sacerdotes.
Por lo demás nuestro autor francés dice
que las oraciones hechas hoy dia por el sa
cerdote en la oblacion del pan y del vino,
tienen relacion con las que hacían los fie
les antiguamente al presentar las oblacio
DE JESUCRISTO. 133
nes, no en el altar , sino en la balaustrada
que circuía el coro.
V. Sigue el lavatorio de manos que
hace el sacerdote por respeto al sacrificio ,
mientras que recita las palabras del salmo :
«Lavabo inter innocentes manus meas etc.»
VI. Luego antes de sacrificar , ofrece á
Dios el sacrificio de su espíritu humilde , y
de su alma contrita, con estas palabras:
«In spiritu humilitatis et in animo contrito
suscípiamur á te Domine , etc. » Y le ruega
se digne bendecir el sacrificio que le prepa
ra , escítándole con estas palabras : « Veni
sanctificator T etc.»
VII. «Suscipe saneta Trinitas , etc.»
Con esta oracion ofrece el sacerdote á Jesu
cristo á Dios como una víctima ya inmola
da por la muerte. Nos calumnian los here
jes al decir que ofrecemos k Dios dos sacri
ficios diferentes, el de la cruz , y el de la
eucaristía , por no ser cierto que existan
dos sacrificios , puesto que , como lo hemos
demostrado ya , el sacrificio de la eucaris
tía es una conmemoracion del de la cruz, y
hasta es realmente el mismo , por ser Je
sucristo el mismo principal sacrificador , y
124 DEL SACRIFICIO
la misma víctima que se ofrece. .
VIH. «Orate fratres , etc.» Por medio
de estas palabras y las siguientes, exhorta
el sacerdote al pueblo á rogar al Señor pa
ra que reciba aquel sacrificio por la gloria
de su nombre y por el bien de todos los fie
les. Luego continúa el monacilto suplican
do á Dios que reciba el sacrificio con estas
palabras : «Suscipiat Dominus , etc.»
IX. Sigue la oracion secreta, que se
refiere á las ofrendas hechas por los fieles,
del pan y del vino que deben convertirse
en cuerpo y sangre de Jesucristo ; y he
aquí porque la Iglesia pide al Señor que
las bendiga , y las haga provechosas no so
lo á los que las hacen , sino tambien á to
dos los fieles , como se ve en la oracion se
creta del quinto domingo despues de Pen
tecostes : «Domine , benignus assume , ut
quod singuli obtulerunt , cunctis proficiat
ad salutem.»

CUARTA PARTE.

Desde el Canon hasta el Pater.


I. Antes del canon el sacerdote canta
DE JESUCRISTO. 125
el prefacio , en el cual exhorta á los fieles
á levantar sus corazones hácia Dios : «Sur-
snm corda ;» y el pueblo contesta haberlo
hecho ya : «Ilabemus ad Dominum.» Lue
go continúa el sacerdote: «Gratias aga-
mus Domino Deo nostro ,» á lo que con
testa aquel , que es verdaderamente justo
y provechoso dar gracias á Dios por Jesu
cristo , el cual es el único que puede dár
selas dignamente por la salvacion eterna y
tantos otros beneficios concedidosá los hom
bres y hasta á los ángeles que le dan gra
cias por Jesucristo de todos los dones que
les han sido hechos. Finalmente pide el sa
cerdote á Dios , que se digne aceptar nues
tras alabanzas junto con las de los ángeles
que le alaban , diciendo : «Sanctus , sane—
tus, sanctus, Dominus Deus Sabaoth.»
(Isa. vi , 3.) Y termina con estas pala
bras : «Benedictus qui venil in nomine
Domini , hosanna in excelsis , » palabras
que cantaba el pueblo cuando entró Jesu
cristo en Jerusalen. (Math. xxi , 9.)
II. « Te igitur clementissime Pater ,
etc.» Aquí empieza el cánon de la misa que
el concilio de Trento (Sess. 22, cap. i) Ha
126 DEL SACRIFICIO
ma «ab omni errore purum ,» añadiendo:
«Id constat ex ipsis Domini verbis, ex apos-
tolorum tradifione , ac sanctorum pontifi-
cum institutionibus.» Este canon es muy
antiguo , pues se usaba ya en el cuarto
siglo, como lo demuestra S. Ambrosio.
(Lib. 4 de Sacram. cap. 5.) En el cánon
pide el sacerdote al Padre eterno , en nom
bre de toda la Iglesia , y por los méritos de
Jesucristo, que acepte y bendiga las ofren
das que le son hechas , y que él llama
«haee dona , haec munera , haec sancta sa-
crificia ¡Ilibata; » palabras que no designan
solamente el pan y el vino ofrecidos, sí que
tambien por anticipacion el cuerpo y la san
gre de Jesucristo , en que deben convertir
se en breve aquellas ofrendas ; y por esto
se las llama «sacrificia ¡Ilibata.» Inocen
cio III atribuye las palabras «haec dona í 11 í—
. bata» á la pureza de corazon del sacerdo
te: «Illibata, quia sine cordis macula et
corporisdebetoffeni.» Es esta en verdad
una esplicacion espiritual y mistica, pero
la esplicacion mas propia es la que hemos
dado al principio.
Se ofrece luego el sacrificio, primera
DE JESUCRISTO. 127
mente por la Iglesia católica , pidiendo á
Dios que le conserve la paz , que la guar
de, que la bendiga y que la gobierne por
medio de sus pastores , dándole la gracia
infusa del Espíritu Santo. Es preciso obser
var que las oraciones que hace la Iglesia
en el altar deben dirigirse al Padre , con
forme fué mandado en el tercer concilio de
Cartago , cánon 23 : «Cum allari assistitur
semper ad Patrem dirigatur oratio.» No
debe sin embargo entenderse por esto , que
las demás personas divinas queden esclui-
das de estas oraciones , sino porque todas
están consideradas en la persona del Padre,
que es el primer principio , y del que todas
proceden. Por esto acostumbra la Iglesia
rogar al Padre con el Hijo en el Espíritu
Santo.
III. En el primer memento, recomien
da el sacerdote á Dios á aquellos por quie
nes quiere orar: «Memento, Domine, fa-
mulorum , famularumque tuarum , etc.»
Luego se interesa por todos los asistentes
que ofrecen el sacrificio con él , así como
por todos sus parientes y amigos: es preciso
bacer una observacion respecto de las pala
128 DEL SACRIFICIO
bras . «Pro quibus tibi offerimus vel qui
Ubi offerunt ,» porque la partícula vel, no
es siempre disyuntiva , sino que es tam
bien algunas veces copulativa , como es
probable debemos entenderla aquí con san
Gregorio. (Vid. Lamb. cap. 13, § 1.) Una
cosa es sacrificar por poder hacerlo única
mente el sacerdote, y otra ofrecer, como
pueden hacerlo todos los asistentes. Dícese
«quorum tibi fldes cognita est , etc.» por
hacernos comprender que para participar
del fruto del sacrificio , debe tenerse fe , y
la devocion que nace de la caridad. Añá
dese «pro redemptione animarum sua-
rum.w Ese primer efecto del sacrificio de
la cruz que nos es aplicado por el de la eu
caristía , es librarnos del imperio det de
monio. Dícese tambien «prospesalutiset
incolumitatis suae ;» cuyas palabras com
prenden todas las gracias espirituales y
temporales que Dios concede por medio de
este sacrificio , y por el cual solo podemos
tributará Dios tas acciones de gracias de
que le somos deudores
IV. «Communicantes et memoriam ve
nerantes , etc.» Se hace esta deprecacion
DE JESUCRISTO. 129
como para entrar en comunion con toda la
Iglesia triunfante ; por esto se honra en pri
mer lugar á la Madre de Dios , luego á los
apóstoles , y despues á los mártires y á to
dos los demás santos , por cuyos méritos é
intercesion pedimos á Dios su proteccion en
todas nuestras necesidades, porque nos
otros , que somos viajeros , formamos un
solo cuerpo con los santos , y ofrecemos á
Dios con ellos el mismo sacrificio , en el
mismo espíritu.
V. «Hanc igitur oblationem, etc.» Es
tiende el sacerdote luego las manos sobre el
pan y el vino *k y en nombre de Jesucristo
que nos rescató del poder del demonio, pi
de á Dios reciba la oblacion de nuestra es
clavitud y la de toda su familia , que nos
haga disfrutar de la paz en esta vida , que
nos libre del infierno , y que nos cuente en
el número de los elegidos : «El in electo-
rum tuorum jubeas grege numeran.» De
este modo esplica Estius las anteriores pa
labras : «Non petimus imitari aeternum Dei
propositum , sed causam pro effectu poni-
mus, orantes ut Deus nos ad se convertat,
atque aeteraam. felicitatem perducat, qui
9
130 DEL SACRIFICIO
sunt effectus praedestinationis » En la anti
gua ley , ponía el ministro sus manos sobre
la víctima al ofrecer el sacrificio , para sig
nificar que así como aquel animal debia
perder en breve la vida por la inmolacion,
del mismo modo ofrecía el ministro su vida
á Dios ; siendo en este espíritu de sacrificio
que debe cada sacerdote ofrecerse a Dios
en aquetla ceremonia , cuando estiende sus
manos sobre los oblata.
VI. «Quam oblationem tu Deus in om
nibus quaesumus beneggdictam, adscripgg
tam, raQgtam, rationabilem, acceptabilem-
que facere digneris , ut nobis corQjIpns , et
sanjígguis fiat dilectissimi filii tui Domini
nostri Jesu-Christi.» Dícese «facere digne
ris benedictam ,» y que por esta bendicion
la oblacion del pan y del vino sea conver
tida en cuerpo y sangre de Jesucristo. Ad-
scriptam, esto es, una víctima separada de
todo uso profano , y enteramente consagra
da á la majestad divina. Ratam , esto es ,
ratificada como un sacrificio perfecto. Ra
tionabilem , lo que se refiere á to que dice
S. Pablo: «Ut exbibeatis corpora vestra
üostiam viventem , sanctam , Deo placen
DE JESUCRISTO. 131
tem , rationabile obsequium vcstrum.»
(Rom. xu, 1.) Acceptabiíem , es decir , en
teramente digna de ser aceptada por Dios
y de serle agradable , siendo muy diferen
te de los antiguos sacrificios del pueblo he
breo que eran de todo punto insuficientes
para apaciguar á un Dios airado contra los
pecadores. En cuanto á las palabras «ut
nobis fiat corpus et sanguis, etc.» esplica
Sto. Tomás que no deben entenderse : «Ut
consecratio impleatur , sed ut nobis fiat
fructuosa.»
VII. «Qui pridie quam pateretur , ac-
cepit panem , etc.» Renovando aqui el sa
cerdote la memoria de la pasion de Jesu
cristo, refiere lo que hizo en el día que pre
cedió al de su muerte , instituyendo el sa
cramento y el sacrificio de sü cuerpo y de
su sangre. Luego hace lo mismo que hizo
el Salvador , y al referir las palabras que
Jesucristo pronunció, consagra, como di
ce S. Ambrosio : «Non suis sermonibus, sed
uiitur sermonibus Christi.»
VIII. La fórmula de la consagracion
del pan fué tomada de S. Mateo: «IIoc est
corpas meum.» (Cap. xxix , 26.jNo ne
132 DEL SACRIFICIO
cesitan estas palabras esplicacion algu
na , puesto que ya esplican por sí mismas
lo que se opera con ellas , esto es , que
se transforma el pan en cuerpo de Jesu
cristo.
IX. En cuanto á la fórmula de la con
sagracion del cáliz, que se pronnncia en la
misa en estos términos: «Hic est enim ca-
lix sanguinis mei, novi et aeterni testamen-
ti mysterium fidei , qui pro vobis et pro
multis effundetur in remissionem peccato-
rum ,» la toma la Iglesia de diferentes tes
tos de los Evangelios, parte de S. Lucas :
«Hic est calix novum testamentum in san-
guine meo qui pro vobis fundetur.» (Luc.
xxn, 20.) Parte de S. Mateo: «Hic est enim
sanguis meus, novi testamenti, qui pro
multis effundetur in remissionem peccato-
rum.» (Matth. xxvi, 28.) La palabra ceter-
ni es tomada de S. Pablo : « In sanguine
testamenti aeterni » (Hebr. xih, 20 ) ; y las
palabras « mysterium fidei » dice el cate
cismo romano que nos han sido ensenadas
por la santa tradicion , guardadora de las
verdades católicas. Estas palabras : « Mys
terium fidei » no eseluyen de modo alguno
DE JESUCRISTO. 133
la verdad de la sangre de Jesucristo ; solo
se dice « mysterium fidei » para patentizar
que brilla la fe en este misterio admira
blemente , superando todas las dificultades
que le opone la razon humana : « Quoniam
aliud ibi creditur, aliud cernitur,» dice
Inocencio III , que añade : « Credimus quod
formam verborum (sicut canone reperitur)
á Christo apostoli , et ab ipsis acceperint
successores.» Dice además el catecismo que
deben entenderse las palabras de este mo
do: «Esta es mi sangre contenida en este
cáliz de la nueva alianza;» lo que se añade
para significar que no se da á los hombres
la sola imágen de la sangre de Jesucristo ,
como se hacia en el antiguo testamento ,
sino que se les da realmente la verdadera
sangre que pertenece al nuevo testamento.
Dícese «pro vobiset pro multis» para dis
tinguir la virtud de la sangre de su fruto ,
por tener la sangre suficiente precio para
salvar á todos los hombres ; en cuanto á su
fruto, muchos son los que por él se salvan,
pero no todos , y esto por su culpa ; ó co
mo dicen los teólogos , esta sangre pue
de sufficienter salvar á todos los hombres ,
134 DEL SACRIFICIO

pero no les salva á todos eflicaciter ; pues


que solo salva á los que cooperan á la gra
cia, como lo esplica Slo. Tomás, citado
por Lambertini (cap. 15 , § 3). Luego se
hace la elevacion de la hostia , como dice
Sasci , á fin de probar la verdad del mis
terio combatido por Berenger (véase Lam
ber*., c. 15, § 4), y la segunda elevacion
es una profesion de la misma verdad cuan
do el sacerdote dice : «Omnis honor et glo '
ría.» Tambien fué en la misma época que
se introdujo la costumbre de agitar la cam
panilla en el momento de levantar la hostia
y el cáliz.
X. « Haec quotiescumque feceritis , in
mei memoriam facietis.» Despues de las
dos consagraciones repite el sacerdote aque
llas palabras de Jesucristo , con las cuales
mandó á sus apóstoles y á sus sucesores ,
que hicieran en su memoria lo que El aca
baba de hacer en su presencia. Dice Lam
bertini (cap. 15 , § 3 ), que el doctor an
gélico (3 p. q. 78, a. 83) parece adoptar la
opinion deque la fórmula de la consagra
cion del cáliz debe comprender estas pala -
bras : « Hace quotiescumque fecerilis etc. »
DE JESUCRISTO. 135
porque las palabras siguientes son «de-=
terminationes pradicantis ,» esto es «san-
guinis Ghristi , » y que por lo tanto perte
necen «ad integrilatem ejusdetn locutio-
nis,» y son «de substantia formae.» San
Pio V hizo quitar la opinion contraria del
comentario del Cajetan. Luego sigue la ora
cion : « Unde et memores , Domine , etc. »
Con estas palabras recuerda el sacerdote la
pasion del Señor , su resurreccion , y su
ascension al cielo ; y ofrece a la divina ma
jestad , en nombre de toda la Iglesia , la
víctima consagrada , que él llama «hostia
pura,» exenta de todo pecado , santa , á
causa de la union con la divinidad en la
persona del Verbo inmaculado , exenta de
toda mancha , y por esto la llama luego ,
« pan santo de la vida eterna , y cáliz de
salvacion eterna.» Mientras que pronuncia
estas palabras , bendice el pan y el cáliz
haciendo la señal de la cruz. Satiriza Lu
tero con este motivo á la Iglesia romana
diciendo : ¿ Cómo es que el sacerdote ben
dice á Jesucristo? ¡La criatura bendecir
al Criador! A lo que debe contestarse que
bendice el sacerdote la hostia , no en fuerza
136 DEL SACRIFICIO
de su autoridad , ni en su nombre , sino
por autoridad y en nombre del Padre eter
no , único que puede bendecir á Jesucristo
como hombre y como víctima. Tal fué la
contestacion que dio Inocencio III sobre
este punto (lib. 5, cap. 3). Sto. Tomás (p.
3, q. 83 ad í) da sobre lo mismo otra con
testacion , pues dice : « Sacerdos post con—
secrationem non utitur crucis signatione ad
benedicendumetconsecrandum, sed solum
ad commemorandam virtutem crucis , et
modum passionis Christi, quae ad crucem
est terminata.»
XI. «Supra quae, etc.» Pide luego el
sacerdote á Dios que apruebe y reciba el
sacrificio , así como aceptó los dones de
Abel , el sacrificio de Ábrahan y el de
Melquisedec. En los sacrificios de estos tres
patriarcas , se nota mas bien la santidad
de los que los ofrecían , que el valor de las
ofrendas ; lo que significa , que si Dios
aceptó sus sacrificios porque eran santos ,
con mucha mayor razon aceptará el sacri
ficio del Santo de los santos , el sacrificio
de Jesucristo. Hace además la Iglesia men
cion de aquellos sacrificios , porque fueron
DE JESUCRISTO. 137
la representacion por escelencia del sacrifi
cio de la cruz.
XII. «Supplices, te rogamus, etc.»
Continua el sacerdote pidiendo á la majes
tad divina , que sea llevada la hostia con
sagrada á la presencia de Dios por manos
de su santo ángel , a fin de que todos los
que reciban el cuerpo y sangre de su Hijo
se vean colmados de toda clase de bendi
ciones y gracias por los méritos de Jesucris
to. Puede entenderse por aquel ángel , el
que preside el sacrificio del aliar ; puede
tambien creerse que es el mismo Jesucris
to , ángel santo , llamado por escelencia en
la divina Escritura, el ángel del gran con
sejo. Pero la esplicacion de Sto. Tomás pa
rece la mas natural de todas (3 p. q. 83,
a. 4 ad 9.) «Sacerdos petit hoc pro corpo-
re mystico , quod scilicet orationes sacer-
dotis , et populi angelus assistens divinis
mysteriis Deo repraesentet.»
XIII. «Memento etiam , Domine, etc.»
Luego pide el sacerdote al Señor que se
acuerde de sus siervos que duermen el sue
ño de la paz en sus sepulcros, y le ruega les
señale un lugar de dicha , de luz y de paz
138 DEL SACRIFICIO
por los méritos de Jesucristo : cuando la ca
ridad de las almas que se van de esta vida
no es bastante para purificarlas del todo ,
debe suplirla el fuego del purgatorio, aun
que mucho mejor la suple aun la caridad de
Jesucristo , por medio del sacrificio euca-
ristico , por el cual reciben aquellas santas
almas un consuelo , y hasta muy á menudo
el entero perdon de sus penas. Dice el con
cilio de Trento: «Animas in purgatorio
detentas suffragiis potissimum vero altaris
sacrificio servari.» Y luego añade que es
aquello una tradicion apostólica. (Sess.
22, c. 12.) Tambien encarga S. Agustín
que se ofrezca el sacrificio por todos los
difuntos , para el caso de que las almas
por que rogamos no puedan recibir nues
tros sufragios.
XIV. «Nobis quoque peccatoribus ,
ete.» Añade aquí la Iglesia una oracion
por todos los pecadores , á fin de que se
digne Dios hacerles entrar en la comunion
de los santos por su divina misericordia.
XV. La Iglesia pide esta gracia por los
méritos de Jesucristo , y á continuacion
añade: «Per quem , haec omnia semper
DE JESUCRISTO. 139
bona creas ,» pidiendo á Dios que así como
creó el pan y el vino por medio de su Ver
bo, y les santificó destinándolos al santo
sacrificio , sanctificas ; que así como los vi
vificó convirtiéndolos en cuerpo y sangre
de Jesucristo , vivificas ; que los bendijo al
bacerlos manantial de toda bendicion para
su Iglesia , benedicis , y finalmente , que
los distribuyó á los fieles durante la comu
nion , et prastas nobis ; se digne tambien
crearnos á nosotros poniéndonos en el nú
mero de los elegidos ; que nos santifique
separándonos de la sociedad corrompida ;
que nos vivifique dándonos una nueva vida
de gracia en Jesucristo ; y en fin que nos
bendiga haciéndonos parte de su cuerpo y
de su sangre por la santa comunion. Todas
estas gracias pide la Iglesia per ipsum , esto
es, por los méritos de Jesucristo ; cum ip-
so , ó sea , uniéndonos á nuestro Salvador
por su gracia ; in ipso , es decir , unidos á
su cuerpo como sus miembros , puesto que
Dios no acepta por suyo mas que á aquet
que está unido con Jesucristo.
140 DEL SACRIFICIO

QUINTA PARTE.

Desde el Pater hasta la comunion y la


accion de gracias.

«Oremus: praeceptis salutaribus moniti.


et divina institutione formati , audemus di-
cere.» Viéndose la Iglesia militante en ia
tierra compuesta en su mayor parte de
hombres pecadores , se cree indigna de lla
mar á Dios , Padre , y de presentarle las
siete súplicas que le dirige en el Pater nos-
ter á nombre de los fieles ; así es que pro
testa que todo lo que le espresa en esta ora
cion , lo hace tan solo para cumplir con los
preceptos del mismo Dios. Nos enseña con
esto que no debemos presentar á Dios las
siete súplicas que contiene el Pater y que
son la parte esencial de nuestra salvacion ,
sino cuando le es agradable y nos lo man
da. Somos tan ignorantes, y es tan limitado
nuestro espirita , que ni siquiera sabemos
cuáles son las gracias que debemos pedir á
Dios para salvarnos ; así es que viendo Je
sucristo nuestra incapacidad é insuficiencia,
DE JESUCRISTO. 1i<
nos compuso Él mismo la súplica ó la me
moria que contenia las cosas que debemos
pedir á Dios , y nos enseñó á decir : Pater
noster qui es in ccelis. Dice el apóstol san
Juan : «Videte qualem caritatem dedit no-
bis Pater , ut filü Dei nominemur et si-
mus.» (i Ep. ni, 1.) Inmenso fué en ver
dad su amor , cuando quiso que nosotros ,
pobres gusanos de la tierra , fuésemos lla
mados y viniésemos á ser en efecto hijos ,
no naturales , sino adoptivos de Dios ; be
neficio infinito que el Hijo de Dios nos ob
tuvo al hacerse hombre : «Accepistis spiri-
tum adoptionis filiorum, in quo clamamus:
Abba (Pater).» (Rom. vm, 15.) ¿Qué fe
licidad mayor puede esperar un subdito ,
que ser adoptado por el hijo de su rey?
¿ Qué dicha mas grande puede prometerse
una criatura , que la de ser adoptada por
hija de su criador? No obstante quiere Dios
que le dirijamos la siguiente plegaria con
un corazon enteramente filial.
I. «Sanctificetur nomen tuum.» No pue
de tener Dios mayor santidad que la que
posee por toda la eternidad , puesto que es
su santidad infinita. Así es, que con esta
1 i2 DEL SACRIFICIO

oracion solo pedimos que haga Dios conocer


su nombre á todos los hombres , y que se
haga amar por todos ellos : por los infieles
que no le conocen , por los herejes que le
conocen mal , y por los pecadores que le
conocen , pero que no le aman.
II. «Adveniat regnum tuum.» Dos son
los imperios que ejerce Dios en nuestras
almas : el de la gracia y el de la gloria.
Uno y otro pedimos con estas palabras : es
to es , que la gracia divina reine en nos
otros y que nos guie y nos gobierne durante
esta vida, á fin de que nos hagamos dignos
un dia de la gloria y la dicha de poseer á
Dios, y de ser poseidos por Él.
III. «Fiat voluntas tuasicutin ccelo et
in terra.» Toda la perfeccion de una alma
consiste en el perfecto cumplimiento de la
voluntad de Dios, como lo hacen los biena
venturados en el cielo ; hé aquí porque
Jesucristo nos hace pedir que se haga la
voluntad de Dios en la tierra , como la ha
cen los santos en el cielo.
IV. «Panem nostrum quotidianum da
nobis hodie. » Leemos en S. Lucas (c. xi,
v. 3). Por medio de esta oracion pedi
DE JESUCRISTO, 143

mos á Dios los bienes temporales que nos


son necesarios para el sosten de la vida pre
sente, bienes que debemos esperar entera
mente de Dios. Se dice panera nostrum
quotidianum , para enseñarnos que debe
mos pedir estos bienes con moderacion ,
como los pedia Salomon: «Tribue tan-
tum victui meo necessaria.» (Prov. xxx,
8.) Debe tambien observarse que en S. Ma
teo en lugar de quolidianum , se dice sm-
persubstantialem. (Matlh. vi, 11.) Por ese
pan , superior á toda sustancia , debe en
tenderse, como lo esplica el catecismo ro
mano, á Jesucristo en el sacramento del al
tar , ó sea , en la santa comunion. Decimos
Da nobis hodis , porque debería todo buen
cristiano comulgar cada dia, si no real á lo
menos espiritualmente, como nos exhorta á
ello el concilio de Tiento.
V. «Et dimitte nobis debita nostra si-
cut et nos dimittimus debitoribus nostris.»
Para que seamos dignos de comer ese pan,
debemos estar siempre libres del pecado
mortal , ó al menos lavados por la sangre
del Cordero en el sacramento de la peni
tencia : decimos que debemos estar libres
141 DEL SACRIFICIO
de todo pecado mortal ; pero es preciso ob
servar tambien que aquel que comulgára
en pecado venial , no dejaría de hacerlo
con alguna indignidad , sobre todo si co
mulgaba con frecuencia.
VI. «Et ne nos inducas in tentatio-
nem.» ¿Cómo debemos entender esto?
¿será tal vez que Dios nos induzca á pecar
y á caer en la tentacion ? No , dice san
Jaime: «Deus enim intentátor malorum
est , ipse autem neminem tentat.» ( Jac. i,
13.) Debe entenderse este testo como el de
Isaías : « Excaeca cor populi hujus, ne for
te videt.» (Isa. vi, 10.) Jamás ciega Dios
á ningun pecador ; solo alguna vez en cas
tigo de su ingratitud , niega á algunos la
luz que les habría concedido si hubiesen
sido' fieles y agradecidos ; de lo que se si
gue , que al decirse que Dios ciega , debe
entenderse que solo aparta su luz : tal es
el modo con que debe entenderse esta ora
cion : «Et ne nos inducas in tentationem,»
con la cual pedimos á Dios , que no per
mita nos hallemos en ocasiones de pecar
porque podríamos ofenderle ; por esto de
bemos orar siempre del modo que el Señor
DE JESUCRISTO. U5
nos encarga hacerlo : «Vigilate et orate, ut
non intretisin tentationem.» (Matth. xxvr,
41.) Entrar en la tentacion, es lo mismo
que hallarse en peligro de caer ; de lo que
se sigue la necesidad de repetir con fre
cuencia : «Etnenos inducas in tentatio
nem.»
VII. «Sed libera nos á malo.» Debe
mos pedir al Señor que nos libre de tres
clases de males : de los males temporales
del cuerpo, de los males espirituales del
alma y de los males eternos de la otra vi
da. En cuanto á los males temporales del
cuerpo , debemos estar siempre dispuestos
á recibir con resignacion los que Dios nos
envie en bien de nuestras almas , tales son :
la pobreza , las enfermedades y los disgus
tos ; de modo que al rogar á Dios que nos
libre de los males temporales , debemos
hacerlo siempre con la salvedad de si no
son útiles y necesarios para nuestra salva
cion eterna. Los verdaderos males de que
debemos pedir a Dios nos preserve de un
modo absoluto , son los males espirituales,
los pecados que son la causa de los mates
eternos. En cuanto a los demás , tengamos
no
146 DEL SACRIFICIO
presente esta verdad : «Per multas tribula-
tiones oportet nos intrare in regnum Dei.»
(Act. xiv , 21 .) Persuadámonos , digo ,
que en el estado presente de la naturaleza
corrompida, solo podemos salvarnos pa
sando en esta vida por el crisol de la tri
bulacion.
Termina el sacerdote la oracion domini
cal con la palabra amen , que profiere en
voz baja , por representar á Jesucristo ,
fundamento de todas las promesas divinas.
La partícula amen es un epílogo de to
das las oraciones que ha hecho , oraciones
en las cuales el Señor se complace , y que
nos las atiende tanto mas , cuanto mas se
lo encargamos y repetimos. Los grandes
de la tierra se disgustan , cuando se ven
importunados por repetidas súplicas ; por
et contrario , Dios queda mas satisfecho ,
cuanto mayores son nuestras demandas.
Dice S. Jerónimo (in cap. 11 Luc.) : «Haec
importunitas apud Dominum opportuna
est.» Et Cornelius á Lapide (ibid.) , habla
de este modo : «Deus vult nos esse perse
verantes in oratione usque ad importunita-
tem .»
DE JESUCRISTO. 147
Concluido el Pater , dice el sacerdote la
oracion : «Libera nos , quaesumus , Do
mine , etc.» con la cual pide al Señor , por
él y por todos los fieles, que nos conceda
Dios paz durante los dias de nuestra vida,
por la intercesion de María , de los apósto
les , y de todos los santos, á fin de que
viéndonos socorridos por su misericordia ,
quedemos libres de todo pecado , y al
abrigo de toda confusion.
Luego dice : «Pax Domini sit semper vo-
biscum.» Pide et sacerdote la paz á Dios
para él y para todos sus hermanos , y hace
tres veces la señal de la cruz sobre el cáliz
con la pequeña partícula de la hostia que
tiene en la mano , lo que significa , segun
Sto. Tomás , los tres dias que permaneció
Jesucristo en el sepulcro : despues mezcla
el pan con el vino en el cáliz diciendo estas
palabras : «Hax commixtio et consecratio
corporis et sanguinis Domini nostri Jesu
Christi flat accipientibus vobis in vitam
aeternam.» Dice Belarmino al esplicar la
palabra consecratio : « Non enim petimus ,
ut nunc fiat consecratio , sed ut consecratio
antea facta , sit nobis salutaris ad vitam
148 DEL SACRIFICIO
retenían).» Esa mezcla representa en pri
mer lugar la union que se hizo de la divi
nidad con la humanidad en el seno de Ma
ría ; y luego la union que se opera por la
comunion eucarística entre Jesucristo y los
fieles que comulgan.
«Agnus Dei qui tollis peccata mund i etc.»
Antes de la comunion se ruega á Jesucris
to, cordero de Dios, como víctima del
sacrificio ; y se le invoca tres veces para
indicar la necesidad que tenemos de su
gracia para reconciliarnos con Dios y reci
bir su paz.
Siguen las tres oraciones que preceden
la comunion. 1.a «Domine JesuGhriste,
qui dixisti apostolis tuis , pacem relioquo
vobis , etc.» Se pide á Dios que se digne
acordar la paz á la Iglesia por los méritos
de su fe , y que la mantenga unida segun
su voluntad , librándola de las divisiones
producidas por las falsas creencias , y de
toda voluntad contraria á la de Dios. En
esta circunstancia acostumbra dar la Igle
sia su beso de paz para indicar la union de
los corazones. Antes de dar la paz , besa el
sacerdote et altar para hacer comprender
DE JESUCRISTO. 1 49
que no puede dar la paz, si no la recibe él
antes de Jesucristo á quien el altar repre
senta.
En la segunda oracion : «Domine Jesu
Christe , filii Dei viví , etc.» pide el sacer
dote á Jesucristo que le libre de todos los
males , y que le una para siempre á Él ,
por los méritos de su preciosísimo cuerpo
y sangre.
En la tercera le pide , que de ningun
modo sirva aquella comunion para su con
denacion , sino que sea por el contrario la
salvacion de su alma y su cuerpo. La Eu
caristía preserva al alma de las tentaciones
y de las pasiones ; apaga el fuego de la
concupiscencia que reina en nuestro cuer
po , y es un poderosísimo remedio contra
la muerte espiritual. Luego dice el sacer
dote: «Panem coelestem accipiam, et no-
men Domini invocabo.» Así como para re
cibir con provecho el alimento terrestre ,
es preciso tomarlo cuando se tiene hambre ,
del mismo modo si queremos que nos sea
la comunion provechosa , debemos comul
gar con un gran deseo de recibir á Jesu
cristo en nuestro corazon , y amarle con el
150 DEL SACRIFICIO
mayor fervor. Juan Gerson dice que cuan
do estamos próximos á recibir á Jesucristo ,
debemos invocarle de nuevo para obtener
de Él la gracia de recibirle con fruto.
«Corpus Domini nostri Jesu Christi cus-
todiat animam meam in vitam aeternam.
Amen.» Despues de haber repetido las mis
mas palabras toma el sacerdote la sangre
del cáliz. Esta oracion nos hace compren
der que el cuerpo y la sangre de Jesucristo
nos son dados como una prenda ó como un
goce anticipado de la vida eterna , y como
un viático para llegar del destierro á la
patria ; he aquí porque al recibir la comu
nion debemos estar tan dispuestos como si
debiésemos en aquel mismo instante aban
donar á la tierra y entrar en la eternidad.

SESTA PARTE.

De la accion de gracias.

I. «Quid retribuam Domino pro omni


bus quae retribuit mihi ? » Se ha dicho :
pro omnibus, porque el que recibe á Je
sucristo en la Eucaristía , recibe todos los
DE JESUCRISTO. 151
dones y bienes que puede desear , segun
S. Pablo : «Quomodo non etiam cum iilo
omina nobis donavit? « (Rom. vm, 32.)
El sacerdote dice: «Quid retribuam, etc.»
porque el hombre no es capaz de agradecer
á Dios como debe ; solo Jesucristo puede
dar dignamente las gracias al Padre eterno
por los dones que dispensa á los hombres ;
por esto el sacerdote añade : «Calicem sa-
lutaris accipiam et nomen Domini invoca
ba.» Invoca al Salvador á fin de que dé
las gracias al Padre celestial en su nombre
y en el de todos los hombres. Despues de
haber recibido la sangre , repite su accion
de gracias con estas palabras : « Quod ore
sumpsimus Domine, pura mente capiamus,
et de munere temporali fiat nobis reme-
dium sempiternum.» Nos hace pedir la
santa Iglesia a Dios con esta oracion , que
así como hemos recibido de boca aquel ali
mento y aquella bebida divinos , los reci
bamos tambien de corazon , á fin de que
sean para nosotros el remedio de todas
nuestras enfermedades.
II. Finalmente dice: « Corpus tuum ,
Domine, quod sumpsi et sanguis quena po
tai DEL SACRIFICIO
tavi , adhaereat visceribus meis , etc.» Con
esta súplica y con las últimas oraciones lla
madas post-comunion, pide el sacerdote por
los méritos de Jesucristo en este misterio ,
y por la intercesion del santo cuya fiesta
se celebra en aquel dia , que permanczxa
Jesucristo para siempre unido á él , y que
no quede ninguna mancha en el alma ali
mentada con aquel sacramento.
111. «Ite missa est ,» ó bien , « Bene-
dicamus Domino. » Con estas palabras :
«Idos , la misa está concluida ,» ó con estas
otras : «Bendigamos al Señor ,» despide el
sacerdote al pueblo. La misa está concluida,
es como si se dijera : Se consumó el sacrifi
cio ; y el monacillo da gracias por ello en
nombre del pueblo diciendo : Deo gratias.
Dice S. Agustín : «Deo gratias agtre, est
sentire omnia bona á Deo data esse, et pro
ipsis Deum laudare.» Finalmente, al pasar
el sacerdote al lado derecho del altar , dice
el evangelio de S. Juan: «In principio
erat Verbum , etc. » Dice Guillermo Bu-
rio , que S. Pio V estableció la costumbre
de recitar siempre este evangelio al termi
nar la misa , pues que antes algunos sacer
DE JESUCRISTO. 1 53
dotes lo recitaban ya , y otros se abstenían
de ello.
Esta esplicacion de las oraciones de la
misa , lo mismo pueden servir al que la di
ce como al que la oye.
DE LAS CEREMONIAS
DE LA MISA.
DE LAS CEREMONIAS
DE LA MISA.

Viendo con gran sentimiento S. Alfonso


María de Ligorio el descuido de algunos
sacerdotes en ajustarse á las sagradas rú
bricas en el sacrificio de la misa , compuso
este tratado sobre esta materia.
La primera parte es de las ceremonias
que en el celebrar deben practicarse.
La segunda del respeto con que se debe
decir , y de la preparacion y accion de
gracias.
(Reflexiones sobre la santidad y doc
trinado S. Ligorio , traducido del italiano
por un religioso.)
DE LAS CEREMONIAS
DE LA MISA.
OPÚSCULO PUBLICADO POR EL AUTOR PARA
UTILIDAD DE LOS SACERDOTES DE SU DIÓ
CESIS.

PRIMERA PARTE.
DE LAS RUBRICAS DE LA MISA.

CAPITULO I.
Sobre lo que debe hacer el sacerdote antes
de tomar los ornamentos.
I. El sacerdote que quiere celebrar la
santa misa, debe á lo menos haber rezado
antes Maitines y Laudes , bajo pena de pe
cado venial , segun la opinion eomun de
los doctores , opuesta á la de algunos otros
autores que pretenden ser el pecado mor
160 DE LAS CEREMONIAS
tal , por ser esta la antigua costumbre de
la Iglesia. Llegó á empeñarse tanto esta
cuestion, que habiendo tenido noticia el
papa Inocencio IV de la controversia del
arzobispo de Nicosia y de sus sufragáneos
latinos , con los obispos griegos del reino
de Chipre , decidió la cuestion de este mo
do: «Sacerdos autem dicat horas canonicas
more suo, sed missam celebrare priusquam
officium matutinalecompleverit, non pra-
sumat. » Benedicto XIV afirma que podría
aquella falta ser pecado mortal , si se co
metía cada dia ó con mucha frecuencia :
«Pero cuando se adopta este sistema por
costumbre , y sin motivo , se puede afir
mar on los autores antes citados, que seria
un pecado mortal.» (De sacrif. miss. s. 2,
c. 2.)
II. Conviene además que haya pasado
el sacerdote algun tiempo en oracion men
tal. Si quiere confesarse, debe hacerlo an
tes de revestirse con los sagrados hábitos.
Luego hará la preparacion próxima , de la
que propiamente procede todo el fervor que
se tiene durante la celebracion. Por esto'
será de suma utilidad leer atentamente los
DE LA MISA. 161
salmos y las oraciones puestas exprofeso en
el carton preparatorio.
III. Hecha la preparacion , buscará el
sacerdote en el Misal la misa que debe ce
lebrar, y pondrá en orden los signos en los
puntos necesarios : deberá asimismo pre
parar los sagrados ornamentos , y lavarse
luego las manos , diciendo en voz baja :
«Da , Domine, virtutem, etc.» Debe obser
varse , que segun la opinion comun de los
doctores , cuando se omite esta oracion , ó
alguna de las otras que debe hacer el cele
brante al revestirse con los ornamentos sa
cerdotales, comete el que deja de hacerlas,
á lo menos un pecado venial.
IV. Luego dispone el cáliz, colocando
él mismo la hostia en la patena , despues
de haber pasado ligeramente por su derre
dor el dedo pulgar y el índice para quitar
los fragmentos que se han desprendido ;
cubrirá la patena con la palta , euya parte
superior no debe. ser cubierta de seda t se
gun lo decretó la santa congregacion de los
ritos ( en 22 de enero de 1701 ) ; debe co
locar despues encima el velo tirado hácia
adelante á fin-de que cubra el pié del cáliz,
n
162 DE LAS CEREMONIAS
haciendo que los pliegues correspondan á
los lados , y no que se hallen delante , por
ser así mucho mas fácil el doblarlo cuando
deberá descubrirse el cáliz ; colocará la bol
sa sobre el velo , haciendo de modo que la
abertura de ella le venga delante ; debe ha
llarse el corporal en esta bolsa , sin lo cual
seria todo inútil , como lo observa Gavan—
tus. Queda luego la bolsa cubierta por la
parte anterior del velo.
V. Es digno de observarse que se co
mete un pecado grave , como dicen los doc
tores , celebrando con un corporal que sea
sucio ; y otro tanto dice Merati respecto de
los demás ornamentos. Es asimismo una
falta , aunque venial , servirse de un cor
poral que no esté limpio ,.á menos que no
sea fácil procurarse otro. El continuador
de Tourneli dice , que podría uno sin em
bargo servirse lícitamente de un corpo
ral por mas sucio que fuera en el caso de
verse uno espuesto , no haciéndolo , á per
der la misa de precepto.
VI. Debe observarse aun que no pue
de haber cruz alguna en medio del corpo
ral : solo se, permite colocarla en el borde
DE LA MISA. 163
de la parte anterior , donde puede besarse,
cuando debe el sacerdote besar el altar.
Asimismo debe hacerse presente , que no
podrá colocarse sobre el cáliz pañuelo ni
otro objeto alguno , asi como tampoco po
drán ponerse en el altar mas que los obje
tos necesarios para la celebracion de la
misa.
Vil. Despues de estar todo así dispues
to , se acerca el sacerdote al punto donde
están los ornamentos que debe ser en la
misma sacristía , ó á lo menos , como lo
permiten los doctores , en el ángulo del al
tar y en el lado del Evangelio ; por no
permitirse mas que á los obispos y á los
cardenales , y aun esto solamente en las oca
siones que ejercen las funciones pontifica
les, revestirse ó tomar los ornamentos en
medio del altar. (S. R. c. 27, sept. 1659.)
VIH. Antes de empezar á revestirse,
si quiere hacer la señal de la cruz , debe
ser antes de tomar el amito : tal es al me
nos la opinion de Bauldri y Tonneli.
IX. En primer lugar cuando tome el
amito por el estremo debe besar la cruz que
está en medio ; pero si no hubiera nmgu
i 64 DE LAS CEREMONIAS
na cruz cu medio del amito , y que no pu
diese procurarse otra , haria con el dedo la
señal de la cruz en el amito , y la besaría
enseguida: para poder besarlo cómoda
mente , podrá colocarse la mano izquierda
debajo , sin dejar por ello el estremo , po
nerla por debajo en medio del amito , y
acercarla luego á sus labios para besarla.
Colocará el amito sobre su cabeza, hacién
dole dar una vuelta sobre la mano izquier
da , y no echándoselo de golpe sobre la ca
beza; despues de haberlo apoyado en ella,
se lo hará bajar sobre el cuello , de modo
que quede este enteramente circuido ; luego
lo atará al rededor de su pecho con las cin
tas , haciendo que la derecha de estas se
cruce con la izquierda, por detrás, á fin de
atárselo delante. Durante este tiempo dirá
el sacerdote : «Impone , Domine, etc.»
X. Pondráse el sacerdote en seguida el
alba ; y si hay alguno que se la presente ,
deberá juntar las manosé inclinar un poco
la cabeza para recibirla ; hará descender
luego el lado derecho de ella hasta el sue
lo , mientras sostendrá el otro con el brazo
izquierdo , á fia de que la mano izquierda
DE LA MISA. 165
quede mas libre para revestir el brazo de
recho , que debe ser siempre el primero en
quedar revestido ; dejará caer despues el
lado izquierdo del alba , y con la mano de
recha ayudará á revestir el brazo izquier
do , diciendo : «Dealba me , etc. » Se ce
ñirá en seguida el cíngulo , que debe ser
de lino , como lo declaró la S. C. de los ri
tos ( 20 de enero de 1701 ) ; pudiendo te
ner el mismo color delos ornamentos, se
gun lo previene otra decision de 8 de junio
de 1709. Los rubriquistas pretendeu que
debe atarse el alba desde el momento en
que ha caido hasta los pies , y que luego
se arregle ; no obstante , segun la costum
bre de hoy dia, se arregla et sacerdote con
ambas manos la parte de detante , de modo
que caiga el alba con igualdad sobre los
zapatos , y en seguida se ciñe. El cíngulo
debe ser doble ; debe tomarse por et lado
derecho , haciendo de modo que al atarlo
pendan los estremos por partes iguales en
la mayor longitud posible para mejor ase
gurar la estola. Dirá el sacerdote al poner
se el cíngulo : «Pracinge , etc. » debiendo
en el ínterin el monacillo arreglarle el al
106 DE LAS CEREMONIAS
ba por detrás , levantándola hasta la altura
de los pies , de modo que cubra entera
mente la sotana.
XI. Toma el sacerdote el manípulo , y
despues de besar la cruz , se lo sujeta jun
to al codo del brazo izquierdo á fin de que
no le estorbe en sus funciones , diciendo al
propio tiempo: «Merear , Domine, portare,
etc. »
XH. Toma la estola con las dos manos
entre el pulgar y el índice, teniéndolas se
paradas como cosa de un palmo , besa la
cruz de en medio , y luego separa las manos
hasta la distancia de unos dos palmos y me
dio , á fin de que pueda pasar la estola so
bre sus hombros ; la ata tuego en forma de
cruz sobre el pecho , y toma los estremos
de ella procurando con ambas manos ha
cerla bajar en lo posible para que se desig
ne perfectamente la cruz sobre su cuello.
En seguida la sujetará por ambos lados con
los estremos del cíngulo , diciendo : « Red-
de mihi , etc. » Es preciso notar aquí lo que
dice Merati , apoyado en muchas autorida
des , á saber : que la cruz debe quedar cu
bierta por la casulla , y hé aquí porque en
DE LA MISA. 467
algunas iglesias notables por su exactitud
en la observancia de los ritos sagrados , se
ha dispuesto colocar una ligadura en medio
de la estola , la cual debe unirse con el cíu-
gulo en la espalda , á fin de que no salga
fuera de la casulla ni del cuello.
XIII. Finalmente , se pondrá el sacer
dote la casulla , procurando no solo ajus-
társela bien al cuello y los hombros , apre
tando con ambas manos los dos estremos
de detrás y poniéndola muy tirante á fin de
que no forme ningun pliego, sino que pro
curará además atarla por delante con los
cordones de debajo , diciendo : « Domine
qui dixisti, etc. » Si desea traer pañuelo,
debe colocárselo en el cingulo , pero de mo
do que no se pueda veresteriormente. Ob
servad que el sacerdote mientras que se re
viste no debe hablar con nadie , antes por
el contrario debe procurar rezar de todo
corazon y en voz baja las oraciones que he
mos indicado , discurriendo sobre los mis
terios que representan los ornamentos sa
grados.
16S DE LAS CEREMONIAS

CAPITULO II.

Salida para el altar.

I. Desde que el sacerdote está reves


tido , cubre su cabeza con el bonete , hace
la señat de la cruz , aunque no esté riguro
samente prescrito , y antes de tomar el cá
liz, saluda á los demás sacerdotes, como
pretende Tonneli, con la cabeza descubier
ta : es cierto que Merati combate esta opi
nion , porque , dice, que seria esto mani
festar mas respeto á los sacerdotes que á la
imagen de Jesucristo , á la cual saluda el
sacerdote sin descubrirse ; pero es fácil con
testar á esta objecion , diciendo que no se
descubre el sacerdote para saludar á la
imágen por tener el cáliz en la mano y ser
muy fácil caérsele si se inclinaba profunda
mente y quería descubrirse ; á no ser así
debería en efecto inclinarse y descubrirse el
sacerdote ante la imágen de Jesucristo. De
be tomar el cáliz por el nudo, segun la rú
brica ; aunque no creo que hubiera falta en
tomarlo por debajo de la copa , esto es en-
DE LA MISA. 169
tre el dedo pequeño y el anular , apretan
do la copa con los restantes dedos para evi
tar el que se escapára de la mano , tanto
mas cuanto se halla esta oculta por el tafe
tan. Por lo demás no es esta rúbrica pre
ceptiva por cuanto solo se refiere á lo que
no tiene relacion con la misa. Habiendo to
mado el sacerdote el cáliz con la mano iz
quierda, colocará la derecha sobre la bol
sa cuya abertura debe estar siempre vuel
ta hacia él : no podrá colocar sobre el cáliz,
lavabo ni los anteojos ni la llave del ta
bernáculo , ni absolutamente cosa alguna ,
conformelo decretó la S. C. (1 sept. 1703).
Debe colocar el cáliz frente el pecho , sin
apoyarlo ni separarlo demasiado de él.
II. Despues de haber tomado el cáliz,
hace et sacerdote una profunda reverencia
á Jesucristo , ó á la imágen que hay en la
sacristía , sin descubrirse ; debiendo no obs
tante hacerlo en el caso de que haya sido
llevado el cáliz al altar : sale luego con gra
vedad y modestia , con la vista inclinada
y el cáliz levantado , de modo que pueda
ver por encima el punto hácia donde dirige
sus pasos. Es preciso observar que ha de
170 DE LAS CEREMONIAS
tener el sacerdote su mano derecha ente
ramente abierta , con los dedos unidos so
bre la bolsa , sin levantar el codo derecho
que debe tener apoyado en el cuerpo.
III. Ya que hemos hablado de reve
rencia , es preciso saber que además de la
prosternacion y genuflexion , hay tres es
pecies de reverencias que se llaman incli
naciones, á saber : profunda , media y sim
ple: la reverencia profunda tiene lugar
cuando se está de pié y se inclinan la cabe
za y el cuerpo hasta caer las dos manos so
bre tas rodillas. La reverencia media se ha
ce inclinando medianamente la cabeza y los
hombros ; verificándose la reverencia sim
ple cuando se inclina solamente la cabeza ;
es esta reverencia de tres clases : « Mini-
marum maxima , minimarum media , mi-
nimarum mínima;» las cuales correspon
den á los tres cultos de Lutria , Dulia é Ily-
perdulia. La primera se hace inclinando la
cabeza profundamente , de modo que á
aquella inclinacion siga la de los hombros ;
y se usa en el «Gloria Patri,» en nombre
de Dios y de Jesus. Se hace la segunda in
clinando considerablemente la cabeza , y se
DE LA MISA . .nt
emplea al nombre de María. Es la tercera
una simple inclinacion de cabeza, que se
practica al nombrarse á algun santo ó al
papa.
IV. Habiéndose hecho, pues , la reve
rencia á la cruz ó á cualquiera otra ima
gen, se adelanta el sacerdote hacia el altar,
andando con gravedad y con la vista baja .
Si por el camino puede recitar el Miserere,
hará muy bien en hacerlo ; algunos autores
afirman que.es de obligacion , al paso que
otros lo niegan, fundados en que la rúbrica
no prescribe cosa alguna sobre este punto.
V. Si debe pasar el sacerdote delante
de algun altar en el que esté espuesto el
Santísimo Sacramento, se arrodillará ente
ramente, por mas que Bauldri y otros di
gan que no se doble mas que una rodilla.
Deberá asimismo descubrirse, entregar el
bonete al monacillo , aunque en concepto
de Merati y algunos otros , podrá conser
varlo el sacerdote en su mano derecha, la
cual procurará bajar , conservando siem
pre la abertura del bonete vuelta hácia él.
Saludará con una profunda inclinacion de
cabeza, y se levantará para continuar su
172 DE LAS CEREMONIAS
camino ; haciendo otro tanto si encuentra
en la iglesia á algun otro sacerdote que
lleve el santísimo sacramento.
VI. Si pasa por frente un altar donde
se verifique la elevacion de la hostia ó la
comunion , se prosternará enteramente ,
como lo hemos dicho ya , sin que se levan
te hasta que el sacerdote que celebra haya
colocado nuevamente el cáliz sobre el cor
poral : en cuanto á la comunion , no tiene
necesidad de aguardar que hayan acabado
de darla, segun un decreto de la S. C. de
losritos (5 jutio de 1698).
En el caso de pasar por frente un altar
en el que el sacerdote que celebra haya
consagrado , dobla solamente una rodilla ,
se descubre, se inclina profundamente pa
ra adorar , vuelve á cubrirse y se levan
ta. Hasta es probable que puede uno ar
rodillarse sin necesidad de descubrirse ,
puesto que se halla entonces el santísimo
sacramento oculto en el altar , y puede por
lo mismo considerarse como velado en el
tabernáculo ; tal es la práctica que se sigue
en Roma , segun Merati.
VIII. Al pasar por frente el altar ma
»E LA MISA. 173
yor , si se halla en él descubierto el santí
simo sacramento , doblará tan solo una ro
dilla sin-quitarse el bonete : si hay una
cruz se hace una inclinacion profunda ; y
lo mismo se practica si están espuestas las
reliquias del santo cuya fiesta se celebra, ó
que se tiene en gran veneracion. Si se ha
llan las reliquias en el mismo altar en que
está espuesto el santísimo sacramento, bas
tará hacer una genuflexion con una sola ro
dilla sin descubrirse.
IX. Si pasa el sacerdote por el coro
mientras se dice el «Gloria Patri» ó todo otro
versículo en el que se debe inclinar la ca
beza , se parará é inclinará respetuosa
mente : si el clero se halla en él, debe salu
dar á una y otra parte con la cabeza descu
bierta.
X. Si encuentra á otro sacerdote que
venga de celebrar , debe cederle la dere
cha , y saludarle sin descubrirse ni pa
rarse.
XI. Si pasa delante de un cardenal ,
del arzobispo de la provincia , ó del obispo
diocesano , ante el legado apostólico , el rey
ó todo otro alto personaje , les hará sola
174 DE LAS CEREMONIAS
mente una inclinacion media , sin descu
brirse.
XII. Finalmente , debe observarse que
si no lleva el sacerdote el cáliz , debe diri
girse al altar con las manos juntas sobre el
pecho y hacer todas las reverencias hasta
aqui referidas con la cabeza descubierta.
XIII. Una vez haya llegado al altar,
se detendrá abajo ante la primera grada ,
y se descubrirá entregando el bonete al
monacillo. Si lleva solideo debe tambien
quitárselo , á menos que tenga dispensa
apostólica para conservarlo durante la mi
sa ; aun en este caso solo puede guardarlo
hasta el cánon , sin que pueda volver á to
marlo hasta despues de la comunion. Es
digno de notarse, que nadie, ni aun el
obispo , puede llevar el solideo durante la
misa, sin permiso apostólico, como' se vé
en diferentes decretos citados por Gavantus
( Part. 2, tit. 2, n. 2, let. f. ), y en el de
creto aprobado por Urbano VIH , que se
halla al principio del misal.
XIV. Si no está espuesto el santísimo
sacramento en el altar , hace el sacerdote
una inclinacion profunda , pero en el caso
DE LA MISA. 175
de que esté espuesto , hará una genufle
xion , como lo hemos observado ya , sin
inclinar la cabeza de distinto modo : se ha
ce esta genuflexion en la última grada,
segun la costumbre adoptada. Sube luego
al altar por el centro de la gradería , em
pezando siempre con el pié derecho ; cuan
do ha llegado al centro del altar , coloca el
cáliz junto al Evangelio, toma la bolsa con
la mano izquierda , y saca de ella el corpo
ral con la derecha : habiendo colocado el
corporal en medio del altar , pone con la
mano izquierda la bolsa hacia el lado del
Evangelio con su abertura vuelta hácia la
epístola , y entre los candelabros á fin de
que la cera de las bujías no pueda caer ó
gotear sobre ella. Estiende luego con am
bas manos el corporal sobre la sagrada pie
dra que hay en medio del altar , de modo
que llegue su estremo hasta casi la parte
anterior del mismo altar , pues solo debe
faltar para ello cosa de una pulgada , para
evitar que al plegarse las puntas del corpo
ral no se agarren á los ornamentos del sa
cerdote y derriben el cáliz. Si hubiese en
el corporal alguna cruz bordada , deberá
176 DE LAS CEREMONIAS
colocarse en la parte anterior, á fin de
poder besarla el sacerdote cuando besa el
altar.
XV. Hecho todo esto , debe colocarse
el cáliz sobre el corporal con entrambas
manos , de modo que la izquierda tenga la
parte inferior del pié hasta la direccion del
nudo del cáliz , y que levante la mano de
recha la estremidad del velo : lo levantará
el sacerdote hasta medio palmo de altura
del lado del Evangelio hasta la mitad del al
tar , haciendo que penetre un poco de aire
por el estremo del velo , á fin de que no
cargue enteramente sobre el pié del cáliz ;
debe colocarse este mas en el interior , esto
es, mas bien un poco atrás que hácia ade
lante ; que quede el cáliz cubierto por el
velo enteramente, á fin de que no impida al
sacerdote poder besar el altar ; se procurará
sobre todo despues de la comunion que la
bolsa esté sobre ; debiendo colocarse siem
pre el cáliz sobre la piedra sagrada en la
línea derecha de la mitad del altar. Es pre
ciso observar que no debe llevarse el cor
poral sobre el velo fuera de la bolsa , sin
tener para ello dispensa apostólica. (V. Ga
DE LA MISA. J77
vant. p. 8, n. let. o. Y Merati p. 2 t 2
n. 12.) V
XVI. Cuando deba consagrar el sacer
dote muchas hostias para la comunion del
pueblo, y que por ser estas tan numerosas
no pueda contenerlas la patena (puesto
que cuaudo son en poco número deben co
locarse sobre la patena debajo de la hostia
grande), las pondrá el sacerdote sobre el
corporal , delante del cáliz , hacia el lado
del Evangelio , haciendo de modo que no
estén fuera de la piedra del altar, ó bien
deberá colocarlas en el copon , ó en otro
cáliz que se colocará detrás del del cele
brante ; si es un cáliz deberá cubrirse con
la palia , y si es un copon se cerrará con su
tapa.
XVII. Despues de haber arreglado el
cáliz hace el sacerdote una simple reveren
cia á la cruz. (Lo propio deberá hacer
cuantas veces se separe del centro del altar
y cuantas á él regrese . escepto cuando an
tes ó despues que está en él , prevenga la
rúbrica que debe besarse el altar , ó bien
hacer otra inclinacion como cuando se dice
el Credo.) Inmediatamente despues de ha
12
178 DE LAS CEREMONIAS
ber hecho la inclinacion, se dirige el sacer
dote hacia el lado de la epístola , con las
manos juntas, cruzando el dedo pulgar de
la mano derecha sobre el de la izquierda.
Abrirá el sacerdote el misal , buscará la
misa , y habiendo re■visado todos los sig
nos , se vuelve al centro del altar con las
manos juntas ante el pecho : hace en segui
da una reverencia media á la cruz sin le
vantar los ojos para mirarla , segun la
opinion mas comun , y sin pararse en re
citar ninguna oracion antes de descender
del altar.
XVIII. Hecha la reverencia á la cruz ,
se retira un tanto el celebrante hacia el
lado del Evangelio vuelta la faz hacia el
de la epístola para no dar la espalda á la
cruz ni al tabernáculo ; v con la vista in—
clinada y las manos unidas ante el pecho ,
baja hasta la última grada del altar ; cuan
to mas numerosas son estas , tanto mas
debe inclinarse el sacerdote hácia el lado
del Evangelio, á fin de que bajando en lí
nea oblicua , se halle en medio del altar
frente la última grada , en el último paso
que dé. Pero si hubiera mas de tres gradas
DE LA MISA. 00
en el altar , podrá detenerse el sacerdote en
la tercera de ellas ó bien en la que mejor
le parezca. En el caso de haber una sola
grada , deberá pararse á alguna distancia
de ella : es preciso advertir que el sacer
dote no debe bajar del altar hasta que es
tén los cirios encendidos.

CAPÍTULO III.

Del principio de la misa.

I. Cuando ha bajado el sacerdote hasta


la última grada , se vuelve hácia el altar ,
y se para en el centro de ella con las manos
juntas , sin tocar la casulla. Para lograrlo
mas fácilmente , hará de modo que las
cuerdas estén mas cerca del pecho que de
los costados; que tenga losdedos'juntos y
estendidos , por manera que cada dedo to
que el mismo dedo de la otra mano: por
ejemplo , que el índice de la mano derecha
toque el de la izquierda , y otro tanto debe
hacerse con los demás dedos , colocando el
pulgar derecho sobre el pulgar izquierdo
en forma de cruz , de modo que no quede
180 DE LAS CEREMONIAS
claro alguno entre los dedos. (Lo propio
debe observarse cuantas veces se juntan las
manos, escepto despues de la consagracion,
por deber estar unidos los pulgares y los
índices, y vueltos todos los dedos mas bien
hacia el celebrante que hacia el altar.) Hace
despues el sacerdote una profunda reve
rencia á la cruz del altar, ó la genuflexion :
si hay un tabernáculo al hacer la genu
flexion , debe bajar la rodilla hasta el talon
del otro pié; cuando permanece levantado,
léjos de separar los pies, debe tenerlos per
fectamente unidos.
II. Despues de haberse puesto en pié ,
debe hacer el celebrante la señal de la cruz,
conservando la mano izquierda sobre su
pecho , mientras se persigna con la derecha
desde la frente al pecho y desde el hombro
izquierdo al derecho , diciendo en voz cla
ra , «in nomine Patris , etc.,» y volverá á
juntar las manos al decir amen.
III. Es preciso tener presente que la
cruz debe ser formada con tres dedos, que
la mano derecha debe estar estendida , pero
todos los dedos estarán juntos sin apartar
el pulgar del índice. Y cuando el sacerdote
DE LA MISA. 181
hace la señal de la cruz sobre él , estará
la palma de su mano vuelta hacia su faz ;
así como cuando la hace sobre el misal de
be estarlo hacia el libro. Además , cuando
forma la señal de la cruz con una sola ma
no, nunca debe conservar levantada la otra
mano que le quede libre, sino que debe
colocarla sobre el pecho , ó sobre el altar ,
ó sobre el libro ; debe tenerla sobre el pe
cho cuando hace la señal de la cruz sobre
él , cuando bendice á los asistentes , ó á
alguna cosa que esté próxima al altar , co
mo el incienso ; debe tenerla sobre el libro
cuando hace sobre este la señal de la cruz ;
y por último debe tenerla sobre el altar ,
cuando hace sobre él la señal de la cruz ,
sobre los objetos que están en el altar, ó
cerca de él , como por ejemplo la ceniza ,
los cirios , los ramos ó el subdiácono des
pues de la epístola, etc. Asimismo debe
colocar del propio modo su mano cuando
vuelve las hojas del misal , y cuando hace
toda cualquier otra accion con una sola
mano mientras está en el altar.
IV. Si antes que empiece el sacerdote
la misa se verifica la elevacion de la hostia
182 DE LAS CEREMONIAS
en alguna capilla vecina , mientras que él
arregla el cáliz ó busca la misa , continua
rá lo que hace , y luego descendiendo has
ta la última grada , hará la genuflexion.
Una vez empero haya empezado la señal
de la cruz , no debe pararse ya en cuanto
pase en la iglesia, ó mejor no debe hacer
ya ninguna genuflexion ni inclinacion.
V. Debe el celebrante procurar no
pronunciar con precipitacion lo que debe
decir en alta voz , á fin de que pueda pe
netrarse bien de lo que dice ; tampoco po
drá pronunciarlo con demasiada lentitud ,
por no causar fastidio á los asistentes ;
tampoco deberá levantar mucho su voz por
no estorbar á los demás sacerdotes que ce
lebren ó confiesen en la misma iglesia ,
sino que deberá hacerlo con voz grave ,
uniforme , clara y distinta , de modo que
pueda ser oido por todos los que se hallen
léjos del altar, para inspirarles devocion . En
cuanto á las palabras que deben pronun
ciarse en voz baja , debe hacerse de modo
que no sean oidas mas que por el celebran
te , sin que puedan llegar á los oidos de los
asistentes , segun está prevenido por las
DE LA MISA. 183
rúbricas. Se impone la obligacion de variar
la voz bajo pena á lo menos de pecado ve
nial , no obstante la equivocada opinion de
algunos que creen no ser preceptivas seme
jantes rúbricas ; puesto que, como hemos
observado ya , son preceptivas todas las
rúbricas que deben observarse en la cele
bracion de la misa bajo pena de pecado
mortal , todas las veces que la materia es
grave.
VI. Dirá el sacerdote la antífona Introi-
bo ad altare Dei , así como el salmo Judica
en voz inteligible hasta la oracion Aufer á
nobis , etc. Durante las oraciones repre
séntese el sacerdote en su espíritu el fin
hacia el cual deben ser dirigidas todas las
demás acciones , esto es , la oblacion del
sacrificio ,' cuya dignidad y santidad so
brepujan á todo cuanto puede uno ima
ginarse. Se omite el salmo Judica en la
misa de difuntos y desde la del domin
go de Ramos hasta la del sábado santo in
clusive. Sin embargo en las fiestas de los
santos que corresponden á la semana de
Pasion , deberá decirse como en las misas
votivas , aun cuando fueran de passione ó
184 DE LAS CEREMONIAS
de cruces , si fuesen celebradas en aquella
semana.
VIL En el Gloria Patri , se hace una
inclinacion simple de cabeza , llamada mi-
nimarum maxima , segun lo hemos adver
tido ya, practicándose cuantas veces se
rece este versículo. Despues de haber re
petido la antífona Introibo , hace el sacer
dote la señal de la cruz diciendo : «Adjuto-
rium nostrum in nomine Domini ;» y gra
dua las palabras de modo que al decir
adjutorium toque la frente, al decir nostrum
el pecho , al decir in nomine el hombro iz
quierdo , y por último el hombro derecho
al decir Domini.
VIII. Cuando dice el Confíteor debe
tenerlas manos juntas , conforme lo hemos
advertido en el cap. 2, n. 17; y hacer una
inclinacion profunda , esto es , que las ma
nos puedan tocar las rodillas , debiendo
permanecer el sacerdote en esta posicion
hasta haber concluido el Misereatur tui ,
que se levantará diciendo amen. No puede
añadirse en el Confíteor el nombre de nin
gun otro santo , aunque fuera el del santo
patron, ni volverse hacia el monacillo
DE LA MISA. 185
cuando se dice «vobis fratres , et vos fra-
tres.» Pero en las misas solemnes cuando
dice el celebrante «vobis fratres , et vos
fratres ,» se vuelve un poco hácia los mi
nistros , haciendo otro tanto cuando reza el
misereatur. Tal es la opinion de Gavantus
en la rúbrica 12.
IX. Al decir Mea culpa , etc. , se gol
peará por tres veces el pecho con todos los
dedos de la mano derecha unidos (aunque
Merati no se opone á que se haga con la
palma de la mano abierta ; no obstante cree
et mayor número que debe hacerse con los
dedos unidos). At tener la mano izquierda
sobre el pecho , no debe el sacerdote gol
pearse con mucha fuerza, debiendo reunir
nuevamente las manos tan pronto como
haya dicho : mea maxima culpa.
X. Despues que el monacillo haya con
cluido el Confíteor , empezará el celebrante
de nuevo el misereatur vestri , etc. , y ha
rá la señal de la cruz diciendo : indulgen-
tiam , etc. , de modo que toque su frente á
la palabra indulgentiam , su pecho á la de
absolutionem , su hombro izquierdo á la de
remissionem , y su hombro derecho á las de
186 DE LAS CEREMÓNIAS
peccatorum nostrorum. Al decir tribuat
volverá á juntar sus manos.
XI. Se inclinará luego el celebrante
medianamente , apartando las manos sobre
el pecho , y diciendo : Deus tu conversus ,
etc. Es preciso notar que estos versículos
no deben pronunciarse precipitadamente,
como lo hacen por lo regular algunos sa
cerdotes y monacillos ; no puede empe
zarse ninguno antes de que esté termi
nado el anterior, y si el monacillo no
sabe las palabras deberá decírselas el cele
brante. Ño puede levantarse el sacerdote
hasta despues de haber dicho oremus, de
biendo al pronunciarlo abrir las manos y
volver á juntarlas. Despues de haberse le
vantado, dirá en voz baja la oracion aufer,
y subirá al altar, empezando por levantar
el pié derecho , haciendo de modo que la
oracion esté concluida cuando llegue al al
tar : he aquí porque debe subir las gradas
pausadamente.
DE LA MISA. 187

CAPÍTULO IV.

Del Introito , cfeHÍYRiE , y del Gloria.

I. Llegado el sacerdote al centro del


altar , se inclina medianamente y coloca las
manos juntas sobre el mismo , de modo que
los dedos pequeños toquen el borde ante
rior del altar , y que los demás dedos se
apoyen en él , estando cruzado el pulgar
derecho con el izquierdo ; otro tanto hará
cuantas veces se le prescriba poner las ma
nos juntas sobre el altar , aun hasta des
pues de la consagracion , con la sola dife
rencia de que no debe entonces separar los
índices de los pulgares. Ha de tenerse pre
sente que los dedos pequeños que tocan el
borde anterior de la mesa del altar , no de
ben estar separados de los demás dedos :
dice el sacerdote en esta postura : «Oramus
le Domine , etc.» Mientras que dice las pa
labras «quorum reliquiae hic sunt,» abre
un poco las manos hasta llegar á los estre
nios del corporal , y besa el centro del altar
y no su lado. Lo propio hace cuantas .veces
188 DE LAS CEREMONIAS
debe besar el altar , con la sola diferencia
que despues de la consagracion , pone sus
manos sobre el corporal. A fin de poder
besar mas cómodamente el altar , deberá
el sacerdote echar un pié atrás , haciendo
lo mismo á cada inclinacion media ó pro
funda y en todas las genuflexiones que
debe hacer. Observad que debe besarse
realmente el altar; y no hacer como algu
nos que á fin de evitar la incomodidad de
bajar la cabeza hasta el altar , besan el
aire , lo que es una gran falta.
II. Despues de haber besado el aliar ,
se dirige el sacerdote hacia el lado de la
epístola con las manos juntas sin hacer
ninguna inclinacion ó reverencia á la cruz ,
y andando con paso natural , repite : «Et
omninm sanctorum , etc.» como se vé en la
rúbrica que dice: «Osculato altari , acce-
dit ad cornu ejus sinistrum.» Una vez lle
gado el sacerdote al punto donde está el
misal , se vuelve hácia él , y con el cuerpo
y la cabeza levantada empieza el Introito
en alta voz , hace la señal de la cruz , y
continua con las manos juntas en el mismo
tono.
DE LA MISA. 189
III. En el Gloria Patri, hace el sa
cerdote una inclinacion sencilla aunque
muy grande hácia la cruz , sin levantar los
ojos , permaneciendo en la misma posicion
hasta el sicut erat. Al hacer esta inclinacion
debe girar un poco el cuerpo , segun la ge
neral costumbre, por ser esto mucho mas
natural. Guando repite el Introito, no debe
hacer ya la señal de la cruz : el Gloria
Patri del Introito solo se suprime en las
misas de difuntos y desde ta de Pasion
hasta la de Pascua. No obstante debe de
cirse tambien durante este tiempo en las
misas votivas y en las fiestas de los santos ,
debiendo en et tiempo pascuat añadir dos
alkluia.
IV. Despues del Introito , se dirige el
sacerdote al centro del altar con las manos
juntas y paso natural , volviendo al lado
derecho del altar ; y allí repite por tres
veces en alta voz alternativamente con
el monacillo Kyrie eleison, tres veces
Christe eleison, y otras tres aun Kyrie
eleison. Ha de tener sin embargo muy pre
sente el sacerdote que no debe empezar es
ta oracion hasta haber llegado al centro del
490 DE LAS CEREMONIAS
altar , y haber hecho una inclinacion sen
cilla pero muy marcada á la cruz sin levan
tar ta vista. Lo propio debe observar cuan
tas veces llega ó se aparta del centro del
altar , escepto cuando en cualquiera de es
tos dos casos previene el misal la reveren
cia , así como cuando besa el altar ó cuan
do dice el Credo despues del Evangelio ,
por estar prevenido que debe hacerse la re
verencia á la palabra Deum ; otro tanto
debe hacerse cuando en los cuatro tiempos
de Pentecostes se dice el Gloria in excetsis
Deo sin Kyrie , porque debe hacerse u na in
clinacion al pronunciarse la palabra Deo.
V. En el último Kyrie , que permane
ce todavía de pié el celebrante en medio
del altar , abre las manos en toda la lati
tud de su cuerpo al decir gloria , y las le
vanta hasta los hombros , de modo que tas
puntas de los dedos no pasen de la altura
de la nariz. Al decir in excelsis , las ade
lanta hácia el pecho é inclina la cabeza á la
palabra Deo , sin levantar no obstante los
ojos. Pretende Merati que sea esta inclina
cion sencitla mínima, pero me parece
que debe ser simple maxima como en el
DE LA MISA. 491
Gratias agimus , puesto que se hace á la
palabra Deo , tanto mas cuanto el mismo
Merati asegura , que al decir el Credo y et
Gloria el sábado en la octava de Pentecostes
no debe hacerse inclinacion alguna al llegar
al centro del altar , por hacerse ya inmedia
tamente despues de la palabra Deo del Glo
ria y del Credo, y cuando esta inclinacion ,
segun .él , debe ser maxima.
VI. Asimismo conviene observar , que
haceu mal algunos sacerdotes al abrir sus
manos en ponerlas sobre el altar , puesto
que inmediatamente despues deben sepa
rarlas sin bajarlas, y ponerlas de modo
que sus palmas vengan frente á frente sin
pasar de la altura ni de la latitud de los
hombros
Vil. Despues de haber dicho el Gloria
in excelsis , continuará el sacerdote el him
no en la misma postura con las manos jun
tas ante el pecho, prosiguiendo hasta el
fin ; pero cuando dice: «Adoramus te....
gratias agimus tibi... suscipe deprecatio-
nem nostram... Jesu Christe ,» hace la in
clinacion simple maxima. Cuando dice al
terminar : «Cumsancto spiritu , etc.» hace
192 DE LAS CEREMONIAS
ta señal de ta cruz , y gradua las palabras
del modo siguiente : al decir Cura sancto ,
se lleva la mano derecha á la frente ; al de
cir spiritu, la coloca sobre el pecho; al
pronunciar in gloria, la pone sobre su
hombro izquierdo ; en el hombro derecho
al proferir Dei Patris ; y al decir amen ,
vuetve á juntar tas manos. Sin embargo
Tonneli, así como muchos otros que parti
cipan de la opinion de Merati , dicen que
puede prescindirse de juntar las manos,
puesto que deben volver ¿separarse casi en
el mismo instante , y que no está mandado
por la rúbrica ; lo propio debe decirse res
pecto á la conclusion del Credo y del Be
nedictos qui venit ; de ta del Sanctus , y de
las palabras «omni benedictione coelesti,»
porque tambien desde luego deben sepa
rarse las manos en el memento de los fina
dos.
VIII. El Gloria se dice todas las veces
que hay Te Deum en el oficio ; se omite sin
embargo en las misas de difuntos , y en las
votivas, esceptuando las de la Virgen insab-
bato , las de los ángeles , y las que se ce
tebran con solemnidad pro re gravi; ó
DE LA MISA. 193
bien cuando no prescribe el misal lo con
trario, como en el jueves y sábado santos ,
en los cuales debe decirse el Gloria aunque
no haya Te Deum en los maitines por no
guardar en todos estos dias el oficio relacion
con la misa.

CAPITULO V.

De las oraciones.

I. Cuando el sacerdote ha terminado


el Gloria, ó cuando no hay despues el Ky-
rie , besará el altar teniendo las manos en
cada estremo del corporal hácia la parte de
afuera , conforme lo hemos dicho anterior
mente , sin que deban esceptuarse de ello
los pulgares mas que los restantes dedos ;
despues juntará las manos ante su pecho,
inclinará los ojos al suelo sin cerrarlos , á
fin de que pueda ver hasta un poco mas
allá de las gradas del altar , se volverá há
cia el pueblo por el lado de la epístola , y
parándose en el centro , estenderá sus ma
nos hasta que vengan sus palmas una en
frente de otra , volviendo á juntarlas des
13
494 DE LAS CEREMONIAS
pues. Los dedos deben estar rectos y uni
dos ; las manos no podrán separarse mas
allá dela latitud de los hombros ; diciendo
en el mismo instante el sacerdote con voz
inteligible Dominus vobiscum , sin bajar la
cabeza ni apoyarse en el altar ; lo propio
debe observarse en todos los casos seme
jantes.
II. Debe tenerse presente que el sa
cerdote que usa anteojos , debe quitárselos
y ponerlos sobre el altar fuera del corporal
antes de volverse hácia el pueblo. Si se ce
lebra en un altar que mire al pueblo, como
vendrá este de cara al sacerdote , no se vol
verá
v nunca , sino que despues de haber
besado el altar, le saludará con las mismas
palabras , dándole de este modo la bendi
cion.
III. Despues que haya cod testado el
monacillo «et cum spiritu tuo,r> se vuelve
el celebrante con grave y digno continen
te hácia el misal , y al llegar estiende so
bre él sus manos , vuelve luego á juntarlas
y dirigiéndose un poco hácia la cruz sin le
vantar los ojos , le hace una inclinacion
simple maxima , y dice oremus con una voz
DE LA MISA, 195
clara é inteligible ; luego continua de pié
la misma oracion con las manos estendijas
de modo que miren una á otra sus palmas,
que las puntas de los dedos se eleven hasta
la altura de los hombros sin pasar de esta
ni de la latitud del cuerpo , con los dedos
rectos y unidos juntamente. Lo mismo de
be hacerse cuantas veces hayan de esten
derse las manos ante el pecho ; es preci
so observar que cuando la mano derecha
vuelve la hoja , debe apoyarse la izquierda
en el misal.
IV. Al terminar «per Dominum nos-
trum , etc.» se juntarán de repente las ma
nos : si la oracion concluye por las de qui
tecum, ó por las de qui vivís , deben juntar
se al pronunciar in unitate. Cuando la ora
cion se dirige esclusivamente á Dios , ter
mina con per Dominum ; si está de por me
dio el nombre de Jesus , se da fin á ella
con per eumdem; si se halla al fin, concla
ve por qui tecum ; si se dirige la oracion á
Jesus , acaba por qui vivis; si se nombra
en ella al Espíritu Santo , ó se le dirige la
oracion , se da fin á ella por «in unitate
ejusdem Spiritus. Sancti Deús , etc.» Así es
196 DE LAS CEREMONIAS
que las dos veces que termina la oracion
con la palabra Jesum, se vuelve el sacer
dote hacia la cruz haciendo la inclina
cion maxima , permaneciendo inclinado de
aquel modo hasta terminar la oracion. Si
deben decirse muchas oraciones , no debe
rá buscarse una que no se haya conclui
do la anterior , como lo dice claramente la
rúbrica contra la opinion de Tonneli : «Eas-
que juncias tenet usque ad finem.»
V. ■ En las conclusiones qui tecum et
quivivis, se juntarán las manos á la pala
bra unitate, sin inclinar la cabeza y sin vol
verse há'cia la cruz. Si se pronuncia el
nombre de Jesus durante la oracion , será
maxima la inclinacion hecha á la cruz ; por
el nombre de María debe hacerse la incli
nacion media hacia el libro; por el de un
santo se hará la inclinacion mínima tam
bien hacia el libro , y aun esto solamente
cuando se nombra el santo cuya conmemo
racion se hace. No debe entenderse por
conmemoracion la de la oracion á cundís,
porque entonces solo se hace inclinacion por
el nombre de María; pero sí la que se hace
cuando se dice la misa de algun santo ,
DE LA MISA. 197
aunque sea votiva , ó en la octava de su
fiesta.
Yí. Se inclinará el sacerdote al pro
nunciar el nombre del santo del cual se ha
ce memoria cuantas veces lo encuentre
sea en la oracion , en la epístola , en el
Evangelio ó en el cánon , esceptuando tan
solo de esta regla los títulos de la epístola y
del Evangelio , como por ejemplo : «Lectio
epistolar beati Pauli apostoli. Sequentia
sancti Evangelii secundum Mattheum. »
En cuyos casos no deberá inclinarse el sa
cerdote aun cuando el oficio hiciese memo
ria de estos santos apóstoles.
VII. Sea cual fuere el número de ora
ciones que se digan , solo se concluyen la
primera y la última ; y la invitacion ore-
mus solo se dice en la primera y segunda.
VIII. En las cuatro témporas y en los
demás dias en que hay muchas oracio
nes y las profecías , despues de haber di
cho el sacerdote el kyrie eleison en el cen
tro del altar , y hecho antes la inclinacion
maxima ála cruz, vuelve al lado de la epís
tola, y dice oremus, segun costumbre ; tue
go añade flectamus gema, poniendo tan solo
19S DE LAS CEREMONIAS
una rodilla en tierra y apoyando las manos
sobre el altar ; y cuando el monacillo ha
contestado lévate, se levanta y dice la ora
cion. Al leer las profecías tiene las manos
sobre el altar ó sobre el misal.
IX. En cuanto al número de oracio
nes , es preciso atender que cuando el ofi
cio es doble no se puede suprimir ni aña
dir ninguna oración á las que están pres
critas por el oficio. Tambien se debe tener
presente que si ocurriese alguna fiesta do
ble de segunda clase en la que se hu
biese hecho conmemoracion de un santo ,
no en las primeras vísperas sino solamente
en las laudes , no deberá hacerse conme
moracion simple en la misa solemne , sino
solamente en las misas particulares , ó pri
vadas. En los dias en que prohibe la rúbri
ca decir muchas oraciones en el oficio , de
ben omitirse todas las conmemoraciones,
como por ejemplo en el domingo de Ramos,
la víspera de Pentecostes etc.
X. Por lo demás la sagrada congrega
cion de ritos (2 diciembre de 1684) decla
ró que la rúbrica no prescribe de modo al
guno que deban decirse siempre en mime
DE LA MISA. 199
ro impar las oraciones en las fiestas semi-
dobles , en las simples ni en las ferias. Sin
embargo pretenden los autores que su nú
mero no pueda bajar de tres , segun la rú
brica , ni pasar de cinco ó siete en las mi
sas de feria ó votivas , ó en las fiestas sim
ples ; porque los domingos y fiestas semi-
dobles deben decirse cuatro oraciones ,
comprendiendo la colecta prescrita por el
superior, sin que sea por lo tanto necesario
añadir la quinta oracion. (Dec. 2, dec. 1S,
84.) «Cum in missa de semiduplici non
sint necessario dicendae collectae impares,
idest tres, quinque vel septem.» Si el su
perior dispone una colecta , se dice enton
ces en lugar de la tercera ad libitum, ó
bien se la añade como memoria de las do
bles , de semidobles y de los domingos :
así lo decidió la santa congregacion de los
ritos , en 27 de agosto de 1627 (1). Y esta
(1) Un decreto de la S. C deR de 17 agosto de
1709 dice: «Quando tertia oratio in Missis est ad
tiliilum, et ex jussu Surami Pontificis vel episcopi,
debet apponi aliqua specialis oratio , pro publica
indigenlia, videlicet contra Turces, seu ad peten-
dam serenitatem aut pluviaro etc.; haec oratio de
bet recitan tamquam ex praacepto quarlo loco ,
200 DE LAS CEREMONIAS
se suprime ordinariamente en las fiestas de
primera y segunda clase. En las iglesias
mas notables de Roma , se omite hasta en
las misas privadas ; porque en las misas
solemnes ya se sabe que debe suprimirse ,
t como se suprime tambien en la memoria
del simple , aunque prescrita en regla ge
neral. Es preciso atender que por oracion
ad libitum, se entienden aquellas que están
en el misal , como se vé en el tít. 7, n. S,
de la rúbrica.
XI. Debemos observar sobre este pun
to: 1.° que en presencia del prelado ó del
clero reunido en el coro , no debe decirse
en las misas solemnes la oracion «pro se
ipso sacerdote,» sino aquella que es para et
superior ó para la congregacion , ó la que
parezca mas conveniente ; 2.° que no de
ben omitirse nunca las conmemoraciones
de los domingos de adviento, de cuaresma,
de las vigilias y de las cuatro témporas ;
3.° que la conmemoracion de las cuatro
non omissa tertio loco , illa quso est ad libitum ,
seu pro devotione Sacerdotis eligenda,» Por ei que
se ve que lo quo aquí dice el autor no es confor
me con lo decretado por la Iglesia.
DE LA MISA. 201
témporas debe ser la primera despues del
Introito , que es la misma del oficio ; &."
que si ocurre una octava en domingo pri
vitegiado , debe hacerse entonces solamen
te la memoria , y omitir la tercera.
XII. En las misas votivas , la segunda
oracion es siempre la del oficio , y la ter
cera es la que habria debido ser la segun
da ; la que hubiera debido rezarse en la
tercera puede suprimirse , á no ser una
conmemoracion particular hecha al oficio.
XIII. En la misa del santo titular del
altar en que no se celebra el oficio , sino
que se dice en él solamente la misa como
votiva en el dia de aquel santo , la segunda
oracion será la del oficio y la tercera será
la que concuerde con el oficio y que se co
locará en tercer lugar. Se dirá el Gloria
en esta misa por considerársela como parte
de la misa votiva y de la fiesta ; participa
de la una porque no concuerda con el ofi
cio , y forma parte de la otra por ser de la
fiesta de los santos. Para las misas votivas
solemnes , véase la rúbrica.
XIV. En las misas votivas de la biena
venturada Virgen María , se hace la se-

fep
203 1)E LAS CEREMONIAS
gunda conmemoracion del Espíritu Santo ,
hasta en las témporas de Adviento , de la
Pasion y de Pascua. En las misas de los
apóstoles en lugar de á cunctis , se dice
concede de la Virgen , á fin de no repetir
la memoria de S. Pedro y S. Pablo. En las
misas votivas del Patrono , se suprime su
nombre en la oracion á cunctis en la que se
nombra cualquier otro santo segun la de
vocion.
XV. En cuanto al órden de las oracio
nes , la del domingo precede la de infra
octavam ; esta precede la de la feria mayor
ó vigilia ; esta última precede la de una
simple ; precede esta última las comunes
que debian estar en segundo rango y que
pasan al tercero ; preceden las comunes á
las que se dicen por devocion ; las oracio
nes votivas de la Santísima Trinidad , del
Espíritu Santo , del santísimo sacramento
y de la cruz , preceden las de la Vir
gen , de los apóstoles y de S. Juan Bau
tista , y todas estas úttimas preceden á las
de los apóstoles : diráse pues : «Cu m beato
Michaete archangelo ,» ó bien : «Gum bea
to Joanne Baptista atque beatis apostolis
DE LA MISA. 203
tuis Petro et Paulo et omnibus sanctis.» Si
se hace la memoria de los difuntos, debe
colocarse siempre en último lugar.
XVI. Si aconteciese que hubiese en la
misa dos oraciones semejantes , debe cam
biarse aquella que corresponde ser la se
gunda , y tomar otra en su lugar. Si hu
biese de cambiarse la del vigésimo segun
de domingo despues de Pentecostes, la de
los cuarenta mártires , ó la del jueves des
pues de ceniza , se tomará la del domingo
ó la de la feria siguiente.

CAPITULO VI.

Be la epístola hasta el ofertorio.

1. Despues de haber rezado las oracio


nes , y colocado el sacerdote las manos so
bre el misal , ó sobre el altar , de modo
que las palmas de las manos toquen el mi
sal , segun le parecerá mas cómodo , con
tal que no le quede ninguna de las manos
suspendida en el aire , leerá la epístola con
voz clara , bajándola un tanto al finat por
medio de una ligera inftexion para adver
204 DE LAS CEREMÓNIAS
tir al monacillo que está terminada á fin
de que conteste Deo gratias. Otro tanto
hará al final del Evangelio. Dirá el gra
dual , el versículo , el tracto ó la prosa con
el mismo tono , y si ha de arrodillarse du
rante la epístola , ó en cualquier versículo
siguiente , lo hará tan solo con una sola
rodilla apoyando las manos sobre el altar
sin bajar la cabeza. Si encuentra en la epís
tola el nombre de Jesus , se volverá el ce
lebrante un poco hácia la cruz, haciendo la
inclinacion debida ; si es el nombre de Ma
ría ó el del santo del dia, hará la inclinacion
media por el de la Virgen, y la mínima por
el del santo , debiendo hacerse estas hácia
el misal ; lo propio hará cuantas veces de
ba pronunciar el sacerdote estos nombres ,
segun lo hemos dicho ya anteriormente.
Despues del gradual se dicen dos alleluia
durante el año, luego el versículo, y des
pues de este otro alleluia. En el tiempo pas
cual en lugar de gradual se dicen dos alle
luia , segun está prevenido.
II. Cuando el sacerdote habrá conclui
do el gradual y lo demás que sigue , de
jará el misal abierto y se dirigirá al cen
DE LA MISA. 205
tro del altar con las manos juntas ante el
pecho ; y una vez esté allí levantará los
ojos hacia la cruz y volverá á bajarlos des
de luego, conservándose profundamente in
clinado sin apoyar las manos en el al
tar , diciendo en voz baja : «Munda cor
meum , etc. Jube, Domine, benedicere:
Dominus sit in corde meo , etc.» En el caso
de que fuese pequeño el monacillo, y que
por lo mismo se viese obligado el sacerdote
á cambiar de puesto el misal , se inclinará
al pasar ante la cruz , y despues de haber
lo colocado volverá al centro del altar pa
ra decir el «munda cor meum,» como an
teriormente.
III. Irá en seguida al lado del Evan
gelio, conservando siempre sus manos jun
tas sobre el pecho , y despues de haber
arreglado el misal de modo que no le ven
ga de frente sino un tanto inclinado hácia
el ángulo del altar , sin apoyar en él los
brazos ni las manos que procurará conser
var unidas sobre su pecho, y vuelto hacia
el misal con el cuerpo y la cabeza dere
chos, dirá en voz inteligible: «Dominus
vobiscum ;» separando luego sus manos y
206 DE LAS CEREMONIAS
colocando la izquierda sobre el libro , hará
la señal de la cruz sobre el misal al prin
cipio del Evangelio , con el músculo del
pulgar de la mano derecha , y no con la
uña. Al hacer la señal de la cruz , estende-
rá toda la mano derecha , conservando su
palma vuelta hacia el libro y los cuatro de
dos unidos juntamente ; colocará al mismo
tiempo la mano izquierda sobre el misal ,
la llevará sobre su pecho y con el pulgar
derecho hará tres pequeñas cruces mas ,
una en la frente , otra en la boca y la últi
ma en su pecho , conservando la mano de
recha y los otros dedos totalmente estendi
dos , y la palma vuelta hácia él. Las seña
les de la cruz deberán ser graduadas con
las palabras , por ejemplo : al decir se-
quentia ó initium , hará la señal de la cruz
sobre el libro , al pronunciar sancti Evan-
gelii, la hará en su frente ; al hacer la mis
ma señal en su boca no pronunciará pala
bra alguna, porque la boca debe estar cer
rada , y al repetir «secundum Joannem»
hará la señal de la cruz en su pecho.
IV. Despues que el acólito habrá con
testado «gloria tibi Domine,» juntará el sa
DE LA MISA. 207
cerdote sus manos y leerá el Evangelio con
voz clara inclinando la cabeza á los nombres
de Jesus ó de María y al de cualquier otro
santo , permaneciendo vuelto hácia el mi
sal ; lo propio hará si debe arrodillarse.
V. Terminado el Evangelio , levantará
el sacerdote un poco el misal con ambas
manos , hará una inclinacion media y be
sará el principio del testo del Evangelio
diciendo en voz baja : «Per evangelica dic
ta, etc.»
VI. Despues de besado el misal lo to
mará con ambas manos junto con el atril y
lo acercará al corporal , á fin de que pue
da leer cómodamente en él desde el centro
del altar. Si no debe rezarse el Credo , al
hallarse en medio del altar bajará las manos
que hasta entonces habrá conservado jun
tas ; pero si hay Credo, se conservará en
pié ; estendiendo , levantando y volviendo
á juntar luego las manos empezará el Cre
do con voz distinta y clara, como lo ha he
cho con el Gloria.
VII. A la palabra Credo , estenderá
y levantará las manos; á la palabra t»
unum , las juntará ; y á la palabra Deum ,
208 DE LAS CEREMONIAS
bajará la cabeza sin alzar los ojos. Conti
nuará en un todo como en el Gloria : á la
palabra Jesum Christum, hará la inclina
cion simple maxima. Al pronunciar et in-
carnatus est, empezará la genuflexion con
la rodilla derecha con devocion y pausa ,
terminándola á las palabras homo fac-
tus est ; al pronunciar estas palabras debe
tener la rodilla en el suelo sin bajar la
cabeza , no obstante la opinion contraria
de algunos. Antes de hacer la genufle
xion , tenderá el sacerdote sus manos so
bre el altar colocando un pié atrás, ya
por no tocar con la rodilla izquierda los or
namentos , ya por no esponerse á llevar su
pié izquierdo fuera del entablamento del
altar ; lo que no deberá hacerse nunca , á
menos de que sea tan estrecho el espacio
que no se pueda evitar. Al pronunciar
adoratur , se hace la inclinacion simple
maxima á la cruz. A las palabras «vitam
venturisíeculi,» hará el sacerdote la señal
de la cruz como en el Gloria , graduando
las palabras de esta manera : al pronun
ciar et vitam , tocará la frente y el pecho ;
al decir ventari, tocará el hombro izquier
DE LA MISA. 209
do, y al llegar ásceculie\ hombro dere
cho , á cuyo fin deberá proferir estas pa
labras pausadamente. A la palabra amen ,
podrá juntar las manos , aunque no es de
obligacion por no estar prevenido por la
rúbrica. (Tonnel. 1. i, t. ív , n. 2.)
VIII. Se reza el Credo despues del
Evangelio en todos los domingos , aun
cuando se celebrára en alguno de ellos el
oficio de un santo cuya misa no lo hubiese
exigido en otro dia. Se dice igualmente en
todas las fiestas del Señor y de la santísima
Virgen , en las de los apóstoles y evange
listas , en las de los ángeles como S. Mi
guel , S. Gabriel y S. Rafael y las de los
ángeles de la guarda. Dícese tambien el
Credo en las fiestas de los doctores cuando
son dobles , en las dedicaciones de las igle
sias, en la de una consagracion de una
iglesia ó altar y en su octava , pero no en
la octava de la dedicacion de un altar , por
no tener esta octava.
IX. La dedicacion de una iglesia se
celebra segun el rito de primera clase , así
en la poblacion principal como en el resto
de la diócesis , pero la octava solo se hace
M
glO DE LAS CEBEMONIAS
en la ciudad. Los regulares deben cele
brarla de segunda clase y sin octava , se
gun consta en el decreto de la santa con
gregacion de los ritos (11 febrero 1702).
En las fiestas titulares de una iglesia, esto
es en la fiesta del santo patron del lugar ó
del titular , se dirán tambien el Gloria y el
Credo. Decimos de una iglesia , porque en
las fiestas titulares de una capilla ó de un
altar no se reza el Credo en las misas pri
madas sino solamente en las solemnes y
rantadas. Si el santo titular es el de la ca
tedral, habrá Credo y no octava; se reza
asimismo el Credo en las octavas yjiestas
de los santos que se hallarán en la octava ,
sin esceptuar á las iglesias que tienen al
guna reliquia insigne , como la cabeza , el
brazo, la pierna , ú otra parte del cuerpo
en que el santo sufrió el martirio , con tal
que sea entera , que no sea pequeña y que
esté legítimamente aprobada por el ordi
nario. El dia de la eleccion y coronacion
del Papa , y en el aniversario así como en
el dia de la eleccion y consagracion del
obispo , se dirá tambien el Credo. Asi
mismo se dice en las principales fiestas de
DK LA MISA. 21 1

las órdenes religiosas , y durante sus octa


vas se dirá tan solo en las iglesias de la
propia órden. En las misas votivas y so
lemnes pro re gravi , se rezará tambien el
Credo , sin que se rece en ftinguna de las
misas de las demás fiestas , á menos que
sean las del titular ó del patron.

CAPÍTULO VIL

Del ofertorio hasta el canon.

I. Despues de haber dicho el Credo, ó


en caso de no haber , despues de termina
do el Evangelio , besa et celebrante el cen
tro del altar y se vuetve hacia el pueblo
para decir Dorriims vobiscum , del modo
anteriormente esplicado. Se vuetve luego
por el mismo lado al centro del altar , des
pues de haber juntado las manos ; estiende
y levanta entonces las manos hasta tos
hombros, y juntándolas otra vez inclina la
cabeza delante la cruz , diciendo al propio
tiempo Oremus. Dice despues el ofertorio ,
y en tiempo pascual añade un Alleluia. Al
gunos sacerdotes dicen el ofertorio en voz
212 DE LAS CEREMÓNIAS

baja , pero esta costumbre parece contraria


á la rúbrica que espresa formalmente los
casos en que debe bajarse la voz.
II. Despues de concluido el ofertorio ,
descubre el cáliz tomando el velo del mis
mo con entrambas manos: coge el sacerdo
te los dos estremos de la parte anterior , lo
levanta hacia atrás , y lo pliega si el mo
nacillo no viste sotana ; debiendo procurar
al hacerlo que las franjas del cubre-cáliz no
queden á la parte de fuera , á fin de que
al poner despues la hijuela sobre él no se
prendan sus encajes á la franja del velo.
Despues de haberlo plegado , lo colocará
junto al corporal en el lado de la epístola ,
absteniéndose siempre de plegarlo sobre el
corporal.
III. Una vez doblado el cubre-cáliz,
colocará el sacerdote su mano izquierda
sobre el altar fuera del corporal , tomará el
cáliz por el nudo con su mano derecha , y
lo colocará en el lado de la epístola , tan
lejos como pueda estender el brazo , á fia
de que levantando cómodamente la hijuela .
pueda colocarla sobre el cubre-cáliz ; luego
conservándose aun en medio del altar , sa-
DE LA MISA. 213
ca la hijuela de sobre la patena y la pone
sobre el cubre-cáliz, haciendo de modo que
quede una parte de su borde fuera de la
palia para que pueda cogerla despues mas
fácilmente.
IV. Es preciso recordar que en la se
gunda y tercera misa de Navidad , como
los restos de la sangre preciosa han queda
do en el cáliz , debe colocarse una palia
sobre la sabanilla del altar para poner el
cáliz encima ; tambien puede ponerse el
mismo lienzo que cubre el cáliz , antes de
sacarlo de sobre el corporal , ó bien puede
sostenerse con la mano izquierda. Tambien
procurará el sacerdote en entrambas misas
no limpiar el cáliz en el momento de poner
el vino y el agua.
V. Toma luego el celebrante la patena
en la que está la hostia, con la mano dere
cha entre los dedos pulgar , índice y me
dio , y la levanta hasta la altura del pecho
sosteniéndola con ambas manos , esto es
con los pulgares y los índices al rededor de
la patena , con los restantes dedos estendi
dos por debajo ; levantará al propio tiempo
los ojos hácia la cruz , y los inclinará luego
214 DE LAS CEREMONIAS

diciendo en voz baja : «Suscipe sanete Pa-


ter, etc.» Dice la rúbrica: «Elevatis oculis,
et statim demissis : » pero ese statim debe
entenderse moralmente; conviene pues que
al decir «suscipe sanete Pater omnipotens
alterne Deus, » se tengan los ojos fijos en la
cruz , y que se bajen al decir : «Hanc im-
maculatam hostiam , etc.»
VI. Cuando deba et sacerdote consa
grar muchas hostias para la comunion de
los fieles , las colocará bajo la hostia grande
sobre la patena , si son en escaso número ,
como cinco 6 seis , y despues de la oblacion
las colocará sobre el corporal del lado del
Evangelio , pero siempre sobre la sagrada
piedra á alguna distancia de la hostia gran
de. Si fuera empero mucho mayor su nú
mero las colocará en el copon que pondrá
detrás del cáliz , y antes de quitar la patena
del cáliz , descubrirá el copon sin cambiar
lo de puesto , fijando en él su intencion
durante el ofertorio.
VII. Terminada la oracion suscipe ,
hará el sacerdote una cruz con la patena
de cerca un palmo de estension sobre el
corporal desde la altura de cerca medio
DE LA MISA. 21 5
palmo. Colocará despues la hostia en me
dio del corporal por la parte anterior de la
patena , la cual pondrá hasta casi su mitad
debajo del corporal del lado de la epístola,
y la cubrirá con el purificatorio despues de
haber purificado el cáliz , para que pueda
sacarla fácilmente cuando convenga. Si hay
un copon ó cáliz que contenga hostias , de
berá cubrirse el copon con su tapa des
prendida del velo , y si es cáliz con la pa
tena ó la hijuela.
VIII. Debe observarse que si las hos
tias eran presentadas despues del ofertorio,
seria una falta venial el consagrarlas sin
razon legitima ; pero en el caso de que esta
existiera , corno por ejemplo si una persona
que ha de comulgar debiese verse privada
de hacerlo, ó si debiese aguardar mucho
tiempo , y hasta aun si la persona obligada
á aguardarse fuese muy respetable, ó de
alta nobleza (Suarez y algunos otros au
tores dicen que en este caso se podria hasta
darle una parte de la hostia grande), enton
ces es permitido el consagrarlas supliendo
mentalmente el ofertorio , y hasta proba
blemente seria tambien lícito el hacerlo
216 DE LAS CEREMONIAS

despues de haber empezado el cánon , como


dice el cardenal Lambertini (de sacr. miss.
lib. 3, cap. 8 , n.°5), junto con Quart.,
Possev., Gobat. y otros muchos.
IX. Hará luego el celebrante una in
clinacion á la cruz , se dirigirá con las ma
nos juntas al lado dela epístola, y tomando
el cáliz por el nudo con la mano izquierda,
lo purificará primero con la mano derecha
y despues con la izquierda ; tendrá por una
parte fijado el estremo del purificador en el
nudo del cáliz , y estenderá la otra hácia el
lado de las vinajeras , á fin de que si cae
alguna gota no pueda manchar el mantel ;
poniendo luego el cáliz algo inclinado ,
echará el vino en él por la parte inclinada
en cantidad suficiente , esto es , cuanto
pueda beber de un sorbo. Despues de haber
puesto el vino entregará la vinajera al
acólito conservando siempre el cáliz en la
misma posicion, bendecirá el agua hacien
do la señal de la cruz sobre la vinajera que
la contiene (omítese esta bendicion en las
misas de difuntos), y dirá al mismo tiem
po «Deus qui humana! substantiae , etc.;»
luego echará un poco de agua natural en
DE LA MISA. 217
el cáliz y continuará diciendo : «Da nobis
per hujus aquae et vini mysterium , etc.;»
devolverá la vinajera al monacillo , y vol
viendo á levantar el cáliz , doblará nue
vamente el purificador que tiene entre los
dedos de la mano izquierda y el nudo del
cáliz , lo colocará con gracia sobre el ín
dice de la derecha , y purificará la parte
del cáliz por la que habrá derramado el
vino y el agua ; pero si lo ha hecho cor
rer perpendicularmente hasta el fondo del
cáliz , deberá purificarlo en todo su derre
dor hasta la altura del vino, diciendo al
propio tiempo con gravedad lo restante de
la oracion desde las palabras «ejus divini—
tatís» á fin de que á las de «Jesus Chris-
tus , » quede la purificacion terminada ;
acercará entonces con la mano izquierda el
cáliz hácia el corporal para que pueda to
marlo despues cómodamente al decir : «Je-
sus Christus , » hecho lo cual podrá juntar
nuevamente las manos ; hará una inclina
cion á la cruz, pudiendo al terminar la ora
cion dirigirse al centro del altar , y coloca
rá el purificador con losestremos vueltos
hacia delante sobre la parte descubierta de
218 DE LAS CEREMONIAS
la patena. Dicen algunos que debe colo
carse el purificador con la mano izquier
da , pero si esto debe hacerse mientras se
va el sacerdote al centro del altar , podrá
colocarse con la mano derecha ; así como
será mas cómodo hacerlo con la izquierda
antes de andar. Otros dicen que estas pa
labras «Jesus Christus» deben pronunciar
se en medio del altar para hacer en aquel
mismo instante la inclinacion : en cuanto á
esto , puede hacer cada cual lo que mejor
le parezca.
X. Llegado el sacerdote al centro del
altar , y habiendo hecho la inclinacion or
dinaria á la cruz , apoyará la mano izquier
da en el altar , tomará con la derecha el
cáliz por el nudo que conservará empuña
do , teniéndolo por delante con el pulgar y
por detrás con los restantes dedos : sosten
drá luego su pié por debajo con las puntas
de los dedos mas largos de la mano izquier
da , conservando así el cáliz levantado has
ta la direccion del punto en que deberá
colocarlo ; y haciendo de modo que la
parte superior del cáliz no le pase de la al
tura de tos ojos , ni baje de la de la barba ,
, DU LA MISA. 219

dirá la oracion «offerimus tibi , Domi


ne, etc.,» teniendo los ojos levantados ha
cia la cruz durante la misma oracion y los
codos inclinados hacia el pecho.
XI. Terminada esta oracion , y no an
tes , como lo hacen muchos equivocada
mente , hará el sacerdote la señal de la
cruz sobre el corporal , con el cáliz recto y
teniéndolo con ambas manos en la misma
posicion que lo tenia al hacer la ofrenda.
Debe hacerse la señal de la cruz á la altura
de tres á cuatro dedos sobre el corporal , y
no por puntos separados, sino en una línea
recta de cerca de un palmo , la cual puede
prolongarse desde el estremo del corporal
hasta la hostia , por no deber pasar el cáliz
sobre esta. Colocará despues el cáliz detrás
de la hostia , dejando entre una y Otro el
espacio que puede ocupar una hostia , so
bre la sagrada piedra , y lo cubrirá con la
hijuela , conservando la mano izquierda
sobre el altar , como deberá hacerlo cuan
tas veces cubra ó descubra el cáliz. Hay
algunos que ponen la mano sobre «1 pié
del cáliz para evitar que se les gire , pero
puede contestarse á esta causa alegada :
220 DE LAS CEREMONIAS
haced las ceremonias pausadamente y no
con precipitacion , y desaparecerá vuestro
temor.
XII. Colocará luego el sacerdote sus
manos juntas sobre el altar , por manera
que estendidos los dedos pequeños (confor
me lo hemos dicho en el cap. iv, n. 1),
toquen el borde anterior del altar , é incli
nándose medianamente dirá en voz baja :
«In spiritu humihtatis, etc.» Luego se en
derezará , levantará los ojos hácia la cruz ,
tenderá al propio tiempo las manos , y le
vantándolas hasta la altura de los hombros,
bajará en seguida la vista , volverá á jun
tar las manos al pecho , como lo hace cuan
do dice Oremus en las oraciones , y dirá :
«Veni sanctificator.» Cuando dice el sacer
dote : Benefádic , hace la señal de la cruz
sobre el cáliz , y al mismo tiempo sobre la
hostia, teniendo la mano izquierda sobre el
altar.
XIII. Debe tenerse presente que al de
cir: Veni sanctificator, etc., no se inclina
rá la cabeza al pronunciar la palabra Deus,
segun Merati y otros muchos , por deber
hacerse inmediatamente despues la inclina
DE LA MISA. 221
cion cuando se separa el sacerdote del centro
del altar ; sino que aquella inclinacion ,
como dice Sarnelli , debe hacerse cuando
se pronuncian las patabras : «Tuo sancto
nomini praeparatum.» Para hacer bien la
señal de la cruz sobre la oblata , ha de ha
cerse una línea recta hácia sí , sin bajarla
sobre la hostia , y hacerla de modo que la
punta del dedo pequeño corresponda al em
pezar á la mitad del cáliz , y que se halle
al terminarla fuera de la hostia ; formará
en seguida una línea transversal en la mis
ma posicion , y con la mano tambien ten
dida sin encorvar los dedos (conformelo
decidió la S. C. de los ritos , en 4 de agosto
de 1663) ante la hijuela, entre et cáliz y
la hostia ; sin que esta cruz , como todas
las otras , pueda esceder de la dimension
de la hijuela. Pero cuando debe hacerse la
señal de la cruz solamente sobre el cáliz ,
se hará de uno á otro estremo de la palia.
Cuantas veces se ha de bendecir deben jun
tarse las manos , por estar así prevenido en
la rúbrica que rige sobre este punto , con
tal que la otra mano no esté ocupada , co
mo sucede al bendecir el agua : «Deus qui
222 DÉ LAS CEREMÓNIAS
humanae , etc.,» y al bendecir la hostia en
la consagracion.
XIV. Habiendo hecho el sacerdote la
señal de la cruz , junta las manos , hace
una inclinacion a la cruz , y se dirige al
lado de la epístola , donde se lava las pun
tas de los dedos de cada mano, esto es , los
dos pulgares y los dos índices, metiendolos
de la mano derecha sobre los de la izquier
da , á fin de que al mismo tiempo que cae
el agua sobre los unos, lave tambien los
otros : mientras tanto dice el sacerdote en
voz baja : Lavabo , etc.; en el Gloria Patri
hace una inclinacion a la cruz , y luego se
vuelve al centro del altar , continuando :
Sicut eratele. Dicen algunos que si el cele
brante ha acabado de enjugar sus dedos
antes de haber terminado el salmo , podrá
decir el Gloria Patri en medio del altar , y
hacer tambien en él la inclinacion. Pero
Merati sostiene con razon lo contrario , por
que no me parece esta práctica conforme á
la rúbrica. Se suprime el Gloria Patri en
las misas que se celebran desde el domingo
de la Pasion hasta el sábado santo inclusi
ve ; pero en las misas votivas de la Pasion
DE LA MISA. 223
ó de Ja Cruz , fuera de este tiempo , debe
decirse el Gloria Patri despues del salmo
de que se trata.
XV. Se va en seguida el sacerdote con
las manos juntas al centro del altar , donde
sin inclinarse ante la cruz , levanta y vuel
ve á bajar los ojos , se inctina medianamen
te , pone las manos juntas sobre el altar ,
y dice en voz baja : «Suscipe sancta trini-
tas , etc.;» besa luego el centro del altar ,
junta sus manos , y se vuelve hacia el pue
blo como por el «Dominus vobiscum,» pero
se para un poco , estiende y vuelve á jun
tar las manos , y dice á media voz : Orate
fratres, y prosigue en voz baja: «ut meum et
vestrum.» Se vuelve al centro del altar no
por el lado de la epístola , sino por et det
Evangelio , dando una vuelta entera , des
pues de lo cual , hará una inclinacion ante
la cruz , como dicen Merati , Bisso , Hipó
lito y Tonneli. Cuando el monacillo conclu
ya el Suscipiat Dominus , contestará el ce
lebrante amen en voz baja.
XVI. Conservándose en seguida con
las manos estendidas , é inclinándose un
tanto hácia el misal , dice en voz baja las
224 DE LAS CEREMONIAS
oraciones secretas , sin decir Oremus al
principio , debiendo tener presente en la
conclusion lo que hemos dicho respecto de
las oraciones en el cap. 5, n. 4. Dirá el ce
lebrante amen al final de la primera secre
ta , y en el caso de no haber mas que una
pronunciará en voz alta su final : «Per om-
niasaecula saeculorum.» Lo propio hará con
la segunda, si hay otras, con las manos es
tendidas sobre el altar fuera del corporal
hasta que habrá dicho : «Dominus vobis-
cum ; » luego , cuando dirá : Sursum cor-
do , levantará las manos hasta el pecho , de
modo que miren una á otra sus palmas ,
con las puntas de los dedos juntas y rectas.
Cuando dice el celebrante grafios agimus ,
alza las manos un poco mas de la altura de
los hombros , y las vuelve á juntar de pron
to ante el pecho. Al decir Deo nostro , le
vantará los ojos hácia la cruz , haciendo al
propio tiempo una inclinacion sencilla , la
cual debe ser maxima , segun mi opinion ,
como lo hemos dicho ya. De modo , que al
pronunciar Domino , alzará y juntará las
manos; cuando llegue á Deo , levantará los
ojos, y al decir nostro , hará la inclinacion.
DE LA MISA. 225
XVII. Despues que el acólito haya con
testado : «üignum et justum est ,» separa
rá de nuevo el sacerdote las manos , y con
servándolas abiertas como en las oraciones,
dirá el prefacio comun ó propio , segun el
tiempo, y continuará del mismo modo hasta
Sanctus. Debe observarse que en 1759 ,
N. S. P. el papa Clemente XIII mandó que
se dijera el prefacio de la Sma. Trinidad
en todos los domingos que no tengan pre
facio propio. Se estaba en duda sobre si
en los domingos infra Octavara , y los do
mingos de cuaresma ó del tiempo pascual ,
debia decirse el prefacio del santo de que
se hace la octava , ó el de la cuaresma, etc. ;
pero el uso (que tiene fuerza de ley) así en
Roma como en todas partes , ha hecho que
tanto en las octavas , como en los domin
gos de cuaresma y del tiempo pascual,
se diga el prefacio de la octava , del tiempo
pascual y de cuaresma.
XVIII. Llegado á Sanctus, se inclina
el sacerdote medianamente , junta sus ma
nos ante el pecho sin apoyarlas en el altar,
y dice á media voz : Sanctus , etc. Al pro
nunciar las palabras: «Benedictas qui ve
226 DE LAS CEREMONIAS
nit , etc.» se pone derecho, hace la señal
de la cruz, y conservando la mano izquier
da bajo el pecho , prosigue en el mismo
tono de voz , graduando las palabras del
modo siguiente : al decir Benedictus , pone
la mano en la frente ; á las palabras qui
•cenit la lleva al pecho ; á las de in nomine
Domini, toca con ella el hombro izquierdo,
y at decir «hosanna in excelsis» se roza el
hombro derecho. Pretenden algunos que
debe el sacerdote juntar aquí sus manos ,
mientras que otros se oponen á ello ; si
bien no está prescrito por ta rúbrica , yo
creo , no obstante , que deben juntarse ,
porque la rúbrica que precede el Te igitur,
dice : Extensis manibus. Lo que supone
que deben desde luego juntarse.

CAPITULO VIH.

Del canon hasta la consagracion.

I. Despues del prefacio , el sacerdote


que se halla en medio del altar , estiende
las manos hasta la altura de los hombros ,
levanta los ojos hacia la cruz , hasta que
DE LA MISA. 227
bajando de repente las manos y los ojos, se
inclina profundamente ante el altar, y des
pues de haber juntado las manos como de
costumbre , dice en voz baja : Te igi-
tur , etc. Ha de observarse aquí , que todo
el cánon debe decirse en voz baja , escepto
lo que previene la rúbrica decir de otro
modo. Gavantus y algunos otros dicen ,
que puesto que no puede haber gestos sin
palabras , debe decirse : Te igitur en el mo
mento en que se estienden las manos y en
el que se verifica lo que se acaba de espo—
ner. Pero Merati, contra su costumbre, no
participa sobre este punto de la opinion de
Gavantus , y demuestra claramente , junto
con otros muchos , que la rúbrica no quie
re que empiece el canon hasta despues de
haber puesto el sacerdote las manos en el
altar, lo que puede esplicarse citando otios
muchos ejemplos de acciones sin palabras,
tales como las genuflexiones , la elevacion
de la hostia , la del cáliz , etc.
II. Despues de la palabra petimus, be
sa el celebrante el altar, se levanta de nue
vo, junta las manos y dice: «Uti accepta
habeás et benedicas;» y colocando luego
228 DE LAS CEREMONIAS
la mano izquierda sobre el altar , fuera del
corporal , hace con la derecha por tres ve
ces la señal de la cruz sobre el cáliz y la
hostia , diciendo : «Haecggdona , 1la:cgg
munera , haec sanctaggsacrificia ¡Ilibata.»
Para saber como debe hacerse esta cere
monia, véase el capítulo precedente n.° 13.
Luego con las manos tendidas como en el
prefacio , prosigue en voz baja : «In primis
quae tibi offerimus.» A la palabra : «Papa
nostro N.» se pronuncia el nombre del Papa
reinante , y se hace una inclinacion sim
ple mínima al misal. A la palabra: «An-
tistite nostro N.,» se dice el nombre del
obispo de la diócesis en que se celebra , sin
hacer inclinacion alguna. En caso de no
saber el celebrante el nombre del obispo ,
dirá solamente : antistite nostro , sobren
tendiendo el obispo de aquel punto. Si ce
lebrára en un país que no perteneciera á
ninguna diócesis , deberá hacerse como si
estuviera vacante la silla episcopal , esto
es, omitir las palabras : «Et pro antistite
nostro N.» Si fuere la Silla apostólica la que
estuviese vacante, se omitirán las pala
bras : «Pro famulo tuo Papa nostro.» Si la
DE LA MISA. 229
iglesia est nullius , se omite «pro antistitc
nostro N.» porque la iglesia que no perte
nece á ninguna diócesis se parece á una
silla vacante por no haber ningun obispo
que la rija.
III. Mientras que el sacerdote dice :
Memento, levanta y junta las manos, de
modo que las puntas de los dedos lleguen
á la altura de la boca , y sin bajarlas ante
el pecho, sino teniéndolas juntas y levan
tadas , hace con la cabeza algo inclinada
una pequeña pausa ; puede cerrar los ojos
para mejor recoger su espíritu ; así como
tambien le basta bajarlos simplemente por
conformarse con los autores mas clásicos
citados por Merati ; esto es, basta con tener
los ojos bajos ; pero cerrados ó inclinados ,
deben estar los ojos en esta posicion hasta
pronunciar las palabras : «et omnium cir-
cumstantium.» Las letras N. N. inscritas en
el cánon sirven para indicar todos los
nombres de aquellos por quienes se ruega.
Hallábanse antiguamente estos nombres en
tablillas llamadas dípticos que se plegaban
en dos , y en las cuales se inscribian todos
los nombres de aquellos por los cuales se
230 DE LAS CEREMONIAS
debia orar. Advertimos que para evitar la
mortificacion ó el fastidio á los asistentes ,
será mejor hacer el memento antes de la
misa. Observando el sacerdote lo i]ue aca
bamos de insinuar, procurará hacer men
cion de todos los cristianos existentes segun
su piadosa voluntad. Debe creerse con Me-
rati , Gavantus y Tonneli, que como es es-
ta oracion privada , puede comprenderse
en ella hasta tos cscomulgados , herejes é
infieles.
IV. Con el mayor gusto continuo aquí
la fórmula de este memento para mayor
comodidad del sacerdote , tal cual la da el
cardenal Bona en su Tratado «de sacrificio
missa;» (cap. 4 , §. 4 , tit. directio in—
tentionis ante missam) , en el que se dice :
«Et quia hoc sacrificium vim impetrato-
riam infinitam habet, offero illud pro meis,
et omnium viventium ac defunctorum ne-
cessitatibus; et primo quidemfructum quem
possumet debeo illi principal iter applico,
pro quo celebrare intendo ; etsi forte con-
tingat eum non indigere , vel non esse ca-
pacem , opto et volo hunc fructum ad N.
derivari , cum applicatione indulgen tiarum
DE LA VISA. ¡31
mihi, vel lalidefuncto. Secundario autem,
sine ejus prejudicio , pro quo offerre pri
mario teneor, vel intendo , offero pro om
nibus mihi particulariter commendatis,
pro N. N. pro tali gratia obtinendo , et pro
cundís viventibus , atque defunctis , pro
qtiibus me indignum famulum tuum lega-
lione apud te fungi voluisti , ut defunctis
requiem indulgeat , vivisque gratiam con-
cedat tibi serviendi, et in ainore tuo usque
in tinem perseverandi. Amen.»
V. Dice el propio autor en el capí
tulo V , §. 8: «Ut omnium recordad pos-
sis , pro quibus recordari debes , et orare ,
postquam dixisti : Memento , Domine , fa-
mulorum famularumque tuarum. Ut ipsae
preces vim habcant efficaciorem , multum
proderit cum Christi Domini cruciatibus
illas associare, hunc fere in modum: 1 .° Pro
te ipso orabis per sanguinem pro nobis eflu-
sum , ut per illum expieris á peecatis, ct
eas virtutes obtineas , quae tibi maxime sunt
necessariae , et finalem perseverantiam.
2.° Per Mus transfixum Ecclesiam com-
mendabis , quae ex eo orta est. 3.° Per ca-
pul spiniscoronatum, summum pontificem,
232 DE LAS CEREMONIAS
omnesque principes et antistites. 4.° Por
vulnus dexterce manus amicos , consanguí
neos et benefactores. 5.° Per vulnus sinistrce
omnes qui te oderunt , vel aliqua molestia
aut scandalo affecerunt. 6.° Per dexterum
pedcm transforatum , personas et negotia á
superioribus commeudata. 7.° Per sinis-
trum , omnes qui sunt in peccato mortali
ut in dexteram partem transferantur.
8.° Per flagella , sputa et alapas, ethnicos,
hereticos , caeterosque infideles , qui Deum
contumeliis afliciunt. 9.° Per crucifixio-
nem religiosos omnium ordinum , ut cru
cem voluntariae asperiantis libenter ferant.
10. Per sitirn , eos omnes qui tuas preces
expetunt. 11. Per angorem, queminhorto
pali voluit, omnes qui in aliqua calamitate,
periculo , necessilate , tentationo aut mo
lestia versantur. 12. Per mortem et sejml-
turam , justos omnes , ut cum ipso sepulli
semper in justitia perseverent , speciatim
vero pro illis orabis , quorum te Deus me-
minisse vult, et tu nescis; pro his, quos
Deus maxime diligit, liceteorum numerum
et nomina ignores: id enim gratissimum
illi est, etc.»
DE LA MISA. 233
VI. Terminada la conmemoracion de
los vivos , y hecha la aplicacion del fruto
especial , tiende y baja el sacerdote las ma
nos , y continua diciendo «et omnium cir-
cumstantium , etc.» hasta las palabras per
eumdem etc. Al decir communicantes , hará
una inclinacion simple media , al nombre
de María , la hará hácia el libro , y otra
simple máxima al nombre de Jesus , hácia
la cruz : al nombrar at santo cuya fiesta se
celebra , si se halla en et cánon , hará asi
mismo la inclinacion media hacia el mi
sal.
VII. Debe observarse que en las octa
vas que tienen el communicantes y el hanc
igitur oblationem, propios , si debe decirse
atguna misa votiva , pro re gravi, que
tenga prefacio propio, como si era por
ejemplo en la octava de Pascua y hubiese
de decirse una misa del Espíritu Santo ó de
la Virgen , el communicantes y el hanc igi
tur deberían ser de la octava : así lo deci
dió la santa congregacion de los ritos
(28 agosto 1627). Lo propio se hará, si la
fiesta de los santos apóstoles Felipe y J aco
co se halla en la octava de ta Ascension , el
234 DE LAS CEREMONIAS
prefacio será de los apóstoles, y el commu-
nicantes de la Ascension.
VIII. Al decir : «Hanc igitur oblatio-
nem , etc.,» tenderá el sacerdote sus dos
manos sobre el cáliz y sobre la hostia , de
modo que queden sus palmas abiertas so
bre el cáliz y la hostia. Procurará que las
puntas de los dedos vengan en direccion del
centro de la hijuela , sin por esto tocarla ,
y que los pulgares estén en forma de cruz ,
colocando siempre el derecho sobre el iz
quierdo , como lo previene el decreto de la
santa congregacion de los ritos (4 de agos
to de 1663). Tendrá además particular
cuidado en que no estén altos los codos ,
sino unidos al cuerpo, hácia el pecho,
conservándolos en esta misma posicion has
ta la palabra per Dominum, etc., poique al
decir esta conclusion , junta las manos y
continua hasta: Quum oblationem. Despues
de haber pronunciado : Quwsumus , pone
el sacerdote la mano izquierda sobre el al
tar , y hace por tres veces con la derecha
la señal de la cruz sobre el cáliz y la hos
tia , diciendo : <>Beneggdictam , adscrip)¡g
tam, raggtam,» del modo que hemos dicho
DE LA MISA. 235
en el capítulo vil precedente, n.° 13. Lue
go hará otra vez la señal de la cruz sobre
la hostia , diciendo : Ut nolis corfápus. Al
hacerse esta señal, no debe bajarse la ma
no sobre la hostia, como observa Merati ,
pues basta que retire el sacerdote un poco
la mano hacia sí , á fin de que corresponda
la línea transversal sobre la hostia. Despues
hará otra vez la señal de la cruz sobre el
cáliz , diciendo : Sarifáguis ; debiendo ser
entrambas mucho mas cortas de lo que lo
son por lo comun. Como indica la rúbrica
corresponder la señal de la cruz á la pala
bra rdfátam , deberá hacerse en medio de
esta palabra, delo que resulta el inconve
niente de haber de aguardar un poco hasta
que se haga la otra sobre la hostia al pro
nunciar corpus; y cuyo inconveniente ha
sido sobre este punto objeto de diferen
tes opiniones. Vamos á esponer la única
que nosotros adoptamos , y es , que des
pues de haber hecho la señal de la cruz á
la palabra rtifátam , debe llevarse lenta
mente la mano derecha sobre la hostia , do
modo que en el momento que deba empe
zar la señal de la cruz sobre ella , queden
236 DE LAS CEREMONIAS
ya terminadas las palabras que siguen des
pues de ratam. Pero si tenia el sacerdote la
pronunciacion lenta , entonces , dicen Me-
rati y otros , debería apoyarse la mano de
recha en el altar , porque es regla constan
te en la rúbrica , el que no debe tener
nunca el sacerdote la mano en el aire.
IX. Cuando se ha hecho por cinco ve
ces ta señal de la cruz del modo que aca
bamos de indicar , levantará el sacerdote
las manos, y juntándolas despues delante el
pecho, proseguirá diciendo : «Fiat dilectis-
simi filii tui Domini nostri Jesu Christi ; »
debiendo inclinar la cabeza hácia la cruz
al pronunciar Jesu Christi. Cuando diga :
«Qui pridie quam pateretur , » enjugará
sus dedos , esto es , los pulgares y los ín
dices de ambas manos , con los estremos
del corporal, por haber de colocarse en
medio la hostia consagrada : llegado este
momento , tomará la hostia con el índice y
el pulgar de la mano derecha , diciendo :
«Accepit panem , etc.» Para tomar mas fá
cilmente la hostia , deberá apretar un tanto
su borde con el índice de la mano izquier
da , mientras dirá : «In sanetas ac venera
DE LA MISA. 237
biles manus suas ; » cogerá igualmente la
hostia con el pulgar y el índice de la mano
izquierda , tendiendo al propio tiempo los
demás dedos que conservará unidos. Pro
curará el celebrante tener la hostia recta y
no inclinada, y permanecer él tambien con
el cuerpo derecho en medio del altar.
X. A estas palabras «elevatis oculis in
ccelum» levantará los ojos hacia la cruz , y
los tendrá alzados , como dice Bacelier ,
mientras pronuncie todas las palabras «ad
te Deum patrem suum omnipotentem , » y
luego los bajará doblando la cabeza mien
tras diga «tibi gratias agens ;» despues te
niendo la hostia con los pulgares y el índi
ce , segun hemos dicho ya , un poco le
vantada en medio del corporal , hará con
la mano derecha la señal de la cruz sobre
,1a hostia diciendo benefádixit. Si hay un
copon detrás del cáliz , antes de empezar
«qui pridie ,» esto es , antes de frotarse los
dedos con el corporal , colocará el copon
junto al cáliz y le descubrirá despues de
haber dicho estas palabras «deditque dis-
cipulis suis;» luego apoyando de un mo
do digno sus codos en el altar , sin tocar
238 DE LAS CEREMÓNIAS
el corporal con las manos , y teniendo los
pies igualmente apartados del altar y acer
cados uno á otro , inclinará medianamente
la cabeza y los hombros , pronunciará las
palabras «hoc est, etc.,» distintamente,
con respeto y en voz baja (profert secreto,
dice la rúbrica) sin producir ningun soni
do , y sí solamente una aspiracion ligera
que no pueda ser oida por los asistentes.
Al consagrar la hostia , procurará el sacer
dote no hacer ningun movimiento con la
cabeza ni la boca , ni pronunciar la forma
con demasiada fuerza , ni acercar mucho
la hostia á la boca , ó la boca á la hostia ,
sino pronunciar distintamente la consagra
cion sin dejar intervalo alguno entre las
palabras.
XI. Una vez pronunciadas las pala
bras de la consagracion de la hostia , y
teniéndola siempre entre los pulgares y los
índices, con los demás dedos juntos y ten
didos , y con las manos estrechamente uni
das entre sí , sacará los codos fuera del
altar en el que solo tendrá las manos desde
los puños sobre el estremo del corporal ;
tuego hincará la sola rodilla derecha sin
DE LA MISA. 239
hacer ninguna inclinacion con la cabeza ,
porque debe tenerse presente , que al ha
cer la genuflexion , no debe inclinarse la
cabeza, como lo hacen equivocadamente
algunos. Esta genuflexion deberá ser hecha
con respeto , y por consiguiente con una
pequeña pausa ; lo propio deberá hacerse
respecto de la consagracion del cáliz. Des
pues de esta primera adoracion , conser
vando el sacerdote las manos juntas y los
dedos tendidos , levanta la hostia perpen-
dicularmente sobre la misma direccion del
corporal hasta una altura algo mayor á la
de su cabeza , haciendo que estén los dedos
en la direccion de sus ojos , sin inclinar la
hostia sobre su cabeza , sino levantándola
de manera que pueda ser vista y adorada
por el pueblo : despues de haberla tenido
por algun tiempo levantada , volverá á
colocarla lentamente sobre el corporal y en
el mismo punto de donde la habia tomado.
Para hacerlo mas fácilmente , apoyará al
bajar la hostia las puntas de los dedos so
bre el corporal , á la distancia como de una
pulgada y media del punto en que debe ser
colocada ; en esta posicion , toma con la
240 DE LAS CEREMONIAS
mano izquierda de la derecha el borde de
la hostia por su mitad , y vuelve á ponerla
en el mismo lugar en que antes estaba. Co
locada así la hostia sobre el corporal , si
hay un cáliz ó copon que contenga hostias
pequeñas , se cubre el copon con su tapa ó
el cáliz con su hijuela , vuelve á colocarse
el vaso detrás del cáliz donde antes se ha
llaba , y despues de haber hecho el sacer
dote la genuflexion se conserva entera
mente de pié y con el cuerpo erguido.
XII. Debe observarse además: 1 .° Que
tanto al levantar la hostia como el cáliz ,
nunca se puede apartar la vista de los ob
jetos consagrados. 2." Que desde la consa
gracion hasta las abluciones , cuantas veces
se haya de hacer la genuflexion ó besar el
altar , deberán estar estendidas las manos
sobre el corporal , y los pulgares y los ín
dices unidos sin que puedan entreabrirse
sino para tocar la hostia. 3.° Que cuantas
veces se haya de tomar la hostia ó colocar
la , han de estar unidos y rectos los tres
últimos dedos , á fin de evitar el que se
toque la hostia mas que con los pulgares y
tos índices.
DE LA MISA. 241
XIII. Obsérvese á." Que entre las pa
labras de la consagracion de la hostia y del
cáliz y las oraciones precedentes , esto es ,
«qui pridie et postquam coenatum est» no
debe hacerse ninguna otra oracion por mas
piadosa y mental que sea , porque Lebrun
(tona. 3, art. 17, qu. 2) y en su diserta
cion inserta en el tomo í.°, sostiene funda
damente que no se opera la consagracion
tan solo por las palabras del Salvador , si
no tambien por las que preceden y sobre
todo por la oracion que se halla inmediata
mente antes, «ut nobis corpus et sanguis
fiat.» Y lo prueba tambien con el con
cilio de Roma celebrado en tiempo de
Gregorio VII contra Berenguer , en el cual
se dijo , que el pan y el vino se convertían
en cuerpo y sangre de Jesucristo por las
palabras del Redentor y por la santa ora
cion : «Per mysterium sacrae orationis et
per verba Redemptoris convertí in sangui-
nem etcarnem Jesu Christi.» Y por confir
mar esta opinion cita la autoridad de vein
te doctores de la Sorbona. Tambien Scoto
duda , aunque por otro motivo , de que se
verifique la consagración por las solas pa
16
2.12 DE LAS CEREMÓNIAS
labrasele «hocest corpusmeum;» porque,
dice, si no se pronuncian antes las palabras
«qui pridie quam pateretur, etc.,» no se da
á entender que «hoc esteorpus etc., hic est
calix etc. ,» sean las palabras de Jesucristo.
La opinion contraria, á saber, que las pala
bras «hoc est corpus etc., hic est calix etc.»
basten por sí solas para consagrar , es la
mas comun , y por ella están Tournely ,
Juenin , Gonet , Goncina, Frassen , Lugo y
otros autores que se apoyan en el decreto
de Eugenio IV en el concilio de Florencia :
«Forma hujus sacramenti sunt verba Sal-
vatoris, quibus hoc conficitur sacramen-
tum. » Con todo , no parece improbable la
primera opinion , tanto mas cuando man
da la rúbrica que para el caso en que deba
repetirse la forma á causa de una materia
dudosa, hayan de repetirse tambien las
palabras «qui pridie est. » Por esto no se
puede interrumpir el sentido de las pala
bras anteriores y el de las palabras de Je
sucristo , interponiendo otras oraciones vo
cales ó mentales ; ha de tenerse presente
que desde aquel momento los pulgares y
los índices deben permanecer unidos hasta
DE LA MISA. 243
la ablucion , que tendrá lugar despues de
la comunion del cáliz , y que solo podrán
abrirse al tomar la hostia.
XIV. Despues que el sacerdote habrá
levantado la hostia, hará la genuflexion
con la rodilla derecha bajándola hasta el
suelo y acercándola al pié izquierdo : le
van taráse en seguida y descubrirá el cáliz
con la mano derecha, teniendo la izquierda
sobre el corporal ó junto al cáliz, como
mejor le parezca ; y tomará la hijuela entre
el dedo de en medio y el índice unido al
pulgar. Colocará la hijuela sobre el estre
mo del cubre-cáliz plegado ; purificará lue
go los índices y los pulgares frotándolos
sobre la copa del cáliz para hacer caer en
él las partículas , caso que las haya ; otro
tanto hará cuantas \eces haya de tocar la
hostia: y conservándose de pié , dirá simi-
li modo , etc.
XV. Tomará en seguida el cáliz del
modo siguiente : los cuatro dedos , esto es,
los pulgares y los índices juntos , se coloca
rán entre el nudo y la copa del cáliz por
la parte de delante , mientras que los res
tantes dedos se apoyarán en la de detrás
244 DE LAS CEREMONIAS
(«justa cnppam, infra nodum,» dice la rú
brica); en esta posicion levantará el cáliz
hasta la altura de unos cuatro dedos sobre
el corporal , diciendo : «Accipiens et hunc
prfficlarum calicem,» y luego volverá á co
locarlo en su puesto diciendo : «tibí gratias
agens ,» y hace una inclinacion simple con
la cabeza. A la palabra benefáclixit , hace
la señal de la cruz sobre el cátiz con la ma
no derecha , mientras conserva el nudo con
la izquierda ; luego apoyando ambos codos
en el altar , dirigirá et cáliz por el pié con
los tres dedos de la mano izquierda conser
vando et nudo con la derecha , esto es , con
el pulgar y el índice por delante y con los
otros dedos por detrás ; se inclinará media
namente , tendrá et cáliz recto , y no incli
nado hacia la boca, sino algo levantado so
bre el corporal ; y pronunciará aten tamen
te y sin interrupcion las palabras «hic est
eñim , etc.»
XVI. Terminadas estas palabras, re
pondrá el cáliz sobre el corporal , diciendo
en voz baja , hcec quoticscumque , etc. : lo
adorará devotamente haciendo al propio
tiempo la genuflexion ; luego se levantará
DE LA MISA. 2i5
tomando con la mano derecha el cáliz por
el nudo conforme hemos dicho , entre el
índice unido al pulgar por delante , y con
los otros tres dedos de la mano izquierda
sostendrá el pié ; levantará el cáliz perpen-
dicularmente fijos en él los ojos (sin hacer
le inclinar sobre su cabeza , como tienen
algunos la poca precaucion de hacer), y lo
levantará hasta que pueda ver su pié por
debajo , debiéndole tener por algunos mo
mentos levantado á fin de que pueda ado
rarlo el pueblo : volverá despues á colo
carlo siguiendo la misma direccion donde
antes se hallaba.

CAPITULO IX.

Del canon , despues de la consagracion ,


. hasta el Pater noster.

I. Habiendo el celebrante colocado el


cáliz en el altar , despues de haberle ado
rado, se levanta, y con las manos estendi-
das ante el pecho , dice , volviéndose hácia
el misal : «Unde et memores , Domi
ne , etc.» A las palabras «de luis donis ac
2JG DE LAS CEREMONIAS
datis» junta las manos , coloca la izquier
da sobre el corporal , y hace con la derecha
por tres veces la señal de la cruz sobre la
hostia y el cáliz, diciendo : «Hostiamggpu-
ram, hostiamggsanctam, hostiamj^imma-
culatam ;» luego sobre la hostia, diciendo :
«Panemggsanctum vitae aeternae ;» y sobre
el cáliz pronunciando estas palabras : «Et
calicemggsalutis perpetuae.» Tiende des
pues el sacerdote las manos y continua ím-
praquw, etc.
II. Al decirse «supplices te rogamus,»
se conservará profundamente inclinado ,
teniendo las manos en el altar, como se ha
dicho ya en el cap. iv, n. 1 . Esto es, que to
quen los dedos pequeños el borde del altar,
y que los demás estén apoyados en él con
los índices unidos á los pulgares. Despues
de las palabras quot quot , besará el cele
brante el altar echando los pies hácia atrás,
se levantará, juntará las manos, y poniendo
luego la mano izquierda sobre el corporal
hará con la derecha la señal de la cruz ,
diciendo «Sacrosanctum filii tui corgBpus;»
y otra sobre el cáliz diciendo : «SangBgui-
nem sumpserimus. » Luego al añadir «om
DE LA MISA. 247
ni benedictioneggcoelesti et gratia replea-
mur ,» juntará la mano izquierda bajo el
pecho , y hará la señal de la cruz sobre sí
mismo ; cuando pronuncie las palabras
per eurndem , deberá , segun la rúbrica ,
juntar las manos.
III. Cuando diga «memento etiam Do
mine, etc.,» separará las manos y volverá
á juntarlas lentamente , por manera que á
las palabras «in somno pacis» termine aquel
movimiento; habiendo juntado las manos
delante su pecho , como lo hizo en el me
mento de los vivos , con los ojos fijos en el
sacramento y la cabeza inclinada , se de
tendrá algun tiempo para acordarse de los
difuntos En seguida bajará las manos an
te el pecho y conservándolas tendidas con
tinuará «ipsis Domine , etc.» Al decir per
eurndem , vuelve á juntar las manos , é in
clina la cabeza á la palabra Christum. Se
gun regla general , no debe inclinarse la
cabeza sino á la palabra Jesum ; pero la
rúbrica previene que sea aquí , y no en
otra parte. Pretende Bauldry que se ha de
tener la cabeza inclinada durante todas las
palabras siguientes: «Nobis quoquc pecca
¿i» DE LAS CEREMONIAS
toribus.» Pero á mas de ser única esta opi
nion , no nos parece estar en armonía con
la rúbrica.
IV. Pone seguidamente el celebrante
la mano izquierda sobre el corporal , y se
da en el pecho con las puntas de tos tres
dedos de la otra mano , diciendo á media
voz: «Nobisquoque peccatoribus.» Prosi
gue despues con las manos estendidas co
mo antes para juntarlas cuando diga «per
Christum dominum nostrum.» Continuan
do despues en la misma posicion dice : «Per
quem haec omnia , Domine, semper bona
creas ;» hace luego por tres veces la señal
de la cruz , segun hemos dicho ya antes
(cap. vía, n. 2), diciendo : «SancgStificas,
viviggficas , benegSdicis , et praesta nobis;»
descubre seguidamente el cáliz con la mano
derecha , despues de haber colocado la iz
quierda sobre el corporal , ó segun otros
sobre el pié del cáliz , toma la hijuela entre
el dedo de en medio y el índice unido at
pulgar, y depositándola sobre el cubre-cá
tiz, hace la genuflexion.
V. Vuelve á levantarse el celebrante,
toma la hostia por el borde casi en su mi
DE LA MISA. 249
lad con el pulgar y el índice de la mano
derecha , y teniendo el cáliz por el nudo
con la izquierda , hace por tres veces con
la hostia la señal de la cruz sobre el cáliz
de uno á otro borde sin tocarlo, y dice :
«Perggipsum, et cumggipso, et in^ipso.»
Despues hace todavía con la hostia por dos
veces la señal de la cruz entre el cáliz y su
pecho , diciendo : «Est tibi Deo patriggom-
nipotenti in unitate Spiritus^Samli.» Se
hacen estas dos cruces en la misma direc
ción , haciendo que lo alto de la hostia lle
gue siempre á la altura de los bordes del
cáliz : la señal de la cruz por dos veces
practicada no puede pasar mas allá del cor
poral ni dirigirse sobre el brazo izquierdo;
por esto debe estar este encorvado. Llevan
do luego en línea recta la hostia con la ma
no derecha sobre el cáliz, levantará un po
co una y otro á un mismo tiempo , dicien
do en voz baja : «Omnis honor et gloria ;»
bajará despues el cáliz sobre el corporal,
volverá á poner la hostia en su puesto,
frotará los pulgares y los índices sobre el
cáliz sin apoyarlos en su borde , lo cubrirá
con la hijuela , y hará la genuflexion.
250 DE LAS CEREMONIAS

CAPITULO X.

Del Pater noster hasta la Comunion.

I. Despues de haberse levantado el sa


cerdote y estendido sus manos sobre el
corporal , dirá con voz inteligible : «Per
omnia saecula saeculorum ; » levantando
luego y volviendo á juntar las manos in
clinará la cabeza hacia el sacramento di
ciendo: Oremus , etc. ; conservará las ma
nos unidas hasta el «Pater noster ; » pero
durante el mismo conservará las manos
tendidas ante su pecho , y los ojos fijos en
el sacramento hasta las palabras «et ne nos
inducas in tentationem ; » y cuando el mo
nacillo habrá dicho «sed libera nos á ma
lo» repetirá el sacerdote en voz baja amen.
II. Poniendo luego la mano izquierda
sobre el corporal tomará con la derecha el
purificador sin separar los dedos índice y
pulgar , enjugará la patena al sacarla fue
ra del corporal , y dejará el purificador en
el lado de la epístola á alguna distancia del
corporal. Conservará la patena entre el ín
DE LA MISA. 251
dice y el dedo de en medio levantado de
modo que la parte anterior dorada venga
frente la hostia , y que su estremo se apo
ye sobre la sabanilla del altar y no sobre el
corporal , y teniéndola por la parte supe
rior , dirá en esta postura la oracion «libe
ra nos , etc.»
III. Despues de las palabras «omnibus
sanctis» y antes de las «da propitius pa-
cem,» hace el celebrante la señal de la cruz
sobre él con la patena , y teniendo la mano
izquierda sobre el pecho , baja la patena y
dice : «Da propitius pacem ; » porque la
rúbrica despues de las palabras «omnibus
sanctis» dice : «Signat se cum patena á
fronte , ad pectus , et eam osculatur ;» y
á continuacion siguen estas palabras : «Da
propitius pacem : » pretenden algunos que
no debe dejarse la patena hasta despues de
la palabra pacem , asegurando que así está
dispuesto en el ceremonial de los obispos
(Lib. 2, c. 8, n.°73); pero lo que yo en
cuentro en él no está de modo alguno en
oposicion con las palabras de la rúbrica
del misal antes citadas; he aquí lo que se
lee en él : «Antequam dicat verba da pro
232 DE LAS CEREMONIAS
pitius, ete, signat se cum ea á fronte ad
pectus , etreliqua dicil et facil quae in mis-
sali ponuutur.» Así es , que el ceremonial
no habla del acto de besar la patena , sino
que se atiene en un todo á la rúbrica del
misal, segun la que está prevenida esta
ceremonia antes de las palabras «da propi-
lius pacem.» Por lo demás , debe besarse
la patena , en el borde superior junto á la
mano. Dicen Tonneli y Bauldry, que debe
empezar la señal de la cruz con las palabras
«cum beatis apostolis.» Al decir luego «ut
ope misericordiae, etc.,» pondrá el sacerdo
te la hostia sobre la patena colocándola en
ella con el índice de la mano izquierda: de
berá poner cuidado en colocar la parte su
perior de la patena sobre el pié del cáliz , a
lin de que pueda tomar mas cómodamente
la hostia y la patena.
IV. Descubrirá el sacerdote el cáliz po
niendo la hijuela sobre el velo del mismo,
hará una genuflexion teniendo las manos
sobre el corporal , volverá á levantarse,
apretará con el índice de la mano izquierda
la parte lateral de la hostia , y tomándola
luego por en medio con el índice y pulgar
DE LA MISA. 253
de la derecha, la levantará sobre el cáliz, y
despues con los pulgares 6 índices de ambas
manos , la dividirá respetuosamente y con
pausa sobre el cáliz, haciendo primero dos
ó tres pliegues en la mitad de la parte an
terior, á fin de que las partículas no caigan
fuera del cáliz y que pueda así mas fácil
mente dividir la hostia en dos : colocará
primero sobre la patena la parte que tiene
en la mano derecha ; y de la otra mitad que
tiene en la izquierda tomará una partícula
que sacará de la parte inferior con el índi
ce y el pulgar de la mano derecha, y con
la cual hará sobre el cáliz por algunas ve
ces la señal de la cruz del modo que vamos
á esplicar. Al dividir la hostia dirá : «Per
eumdem Dominum nostrum Jesum Chris-
tum filium tuum.» Despues de la palabra
tuum , colocará sobre la patena la parte
que tiene en la mano derecha , diciendo á
continuacion «qui tecum vivit et regnat,»
desprenderá con la mano derecha la partí
cula de la otra mitad , segun hemos dicho,
pronunciando las palabras «in unitate etc;»
luego pondrá con la mano izquierda esa
otra mitad sobre la patena, sin que deje de
254 DE LAS CEREMONIAS
tener la partícula sobre el cáliz que empu
ñará por el nudo con la mano izquierda,
diciendo con voz inteligible , «per omnia
saecula saeculorum ;» despues que el acólito
habrá respondido amen , hará el celebrante
por tres veces con aquella partícula la se
ñal de la cruz sobre el cáliz de uno á otro
borde sin tocarlo con la hostia, diciendo al
propio tiempo con pausa y sin agitacion :
«PaxggDomini sitgBsemper vobisggcum;»
despues de haber contestado el monacillo
«et cum spiritu tuo,» dejará caer aquella
partícula en el cáliz , diciendo en voz baja:
«Haec commixtio , etc.,» y hará una incli
nacion simple , pero maxima, á la palabra
«Jesu Christi.» Luego purificará sus dedos
sobre el cáliz que cubrirá con la hijuela,
hará una genuflexion, y volviendo á levan
tarse inclinará tan solo la cabeza , por de
cir la rúbrica : «Capite inclínato versos sa-
cramentum , » y dice el celebrante en voz
inteligible : «Agnus Dei , etc.»
V. Al decir «miserere nobis,» debe
poner la mano izquierda sobre el corporal
donde la conservará hasta despues de los
tres «agnus Dei , » y con los tres últimos
DE LA MISA. J53
dedos de la mano derecha , se golpea tres
veces el pecbo diciendo : «Miserere nobis,»
y «dona nobis pacem.» Teniendo despues
las manos juntas en el altar , conforme he
mos dicho al principio del capítulo iv, nú
mero 1 , se inclina medianamente , fija los
ojos en el sacramento y dice en voz baja
las tres oraciones del misal.
VI. Hace despues de estas tres oracio
nes la genuflexion, y dice á media voz:
«panem coelestem accipiam , etc.;» toma
luego respetuosamente de la patena entre
el pulgar y el índice de la mano derecha y
con el auxilio de la izquierda, los dos frag
mentos de la hostia y los tiene con la mano
izquierda de modo que formen una figura
circular ; coloca la parte que está del lado
del Evangelio un tanto sobre la otra , pone
la patena debajo entre el índice y los otros
dedos entreabiertos sin apoyar los codos en
el altar (aunque no está prohibido por la
rúbrica; lo que indica que en caso de debi
lidad podrían apoyarse los codos, pero fue
ra del corporal) , teniendo la patena levan
tada á la altura de cuatro dedos sobre el
corporal , é inclinándose un poco, («parum
250 DE LAS CEREMONIAS
inclinatus,» dice la rúbrica) dirá por tros
veces clara y distintamente : «Domine ,
non sum dignus ,» continuando despues en
voz baja «ut intres, etc.,» sin volverse de
lado , como hacen algunos. Despues de
esto , tomará las dos partes de la hostia
con el pulgar y el Índice de la mano dere
cha , colocando sobre la otra la parte que
está del lado del Evangelio ; hará la señal
de la cruz con la misma hostia describiendo
una línea de un palmo aproximadamente
desde arriba abajo sobre la patena soste
nida por la mano izquierda, y haciendo
de modo que la hostia no pase los límites
det pecho , dirá : «Corpus Domini nostri»
inclinando la cabeza á la palabra «Jesu
Christi, etc.» Luego apoya el celebrante
los codos en el altar , se inclina mediana
mente y toma con respeto la hostia bajo la
cual tiene la patena. Pondrá toda su aten
cion al tomar la hostia en no sacar la len
gua de la boca y en no mascar á aquella
con los dientes ; para que la hostia no se
pegue al paladar , deberá colocarla sobre
la lengua , pero si á pesar de esta precau -
cion por casualidad se le pegára al pala-
DE LA MISA. 257
dar , procurará desprenderla con la punía
de la lengua , y si aun le quedaba en él al
guna partícula se la asumirá al tomar la
preciosa sangre y las abluciones.
VIL Despues de haber tomado la hos
tia, vuelve á colocar el sacerdote la patena
sobre el corporal, se levanta, junta las ma
nos teniendo los pulgares y los índices uni
dos, los levanta hasta la barba, y se ocupa
por algunos momentos en meditar sobre el
santísimo sacramento; luego separalas ma
nos , coloca la izquierda sobre el corporal ó
sobre el pié del cáliz , y con la derecha des
cubre este diciendo : «Quid retribuam Do
mino, etc.» Despues de estas palabras pone
las manos sobre el corporal , y recoge cui
dadosamente las partículas con la patena ;
si debia el sacerdote separar el cáliz pa
ra recoger las partículas , habría de ha
cerlo antes de la genuflexion. Pone lue
go con la mano izquierda la patena so
bre el cáliz, hace caer las partículas en
su copa con el índice de la mano dere
cha separado del pulgar , y frota sus de
dos , no contra los bordes sino hácia la mi
tad-de la copa para hacer caer en ella las
17
258 DE LAS CEREMÓNIAS
partículas que hubiesen quedado.
VIH. Advierte aquí la rúbrica que si
hay dos hostias consagradas sobre el cor
poral para ser guardadas , ó bien si hay
otra hostia para la esposicion del santísimo
sacramento , deben ponerse en el copon ó
en el viril despues de haber hecho la ge
nuflexion : en seguida se purificará el cor
poral y tomaráse la preciosa sangre. Hecha
la primera ablucion , colocará el celebrante
el copon ó el viril en el tabernáculo ; esto
no obstante deberá entenderse en el caso
de que el copon estuviese ya antes fuera
del tabernáculo , porque á hallarse en el
tabernáculo /deberían ponerse las hostias
en él inmediatamente despues de haberse
tomado la preciosa sangre. En el capítulo
siguiente trataremos del modo de dar la
comunion , sea despues , ó durante la
misa.
IX. Juntando luego los pulgares y los
índices, pone el sacerdote la mano izquier
da , con la cual sostiene la patena , sobre el
corporal, y con la derecha toma el cáliz por
debajo del nudo , diciendo : «Calicem salu-
taris accipiam ,» y haciendo la señal de la
DK LA MISA. 259
cruz con el cáliz, dice: «Sanguis Domini
nostri etc.,» inclina la cabeza al pronunciar
la palabra «Jesu Christi» y toma la precio
sa sangre. Es preciso observar que cuando
la rúbrica dice «manu sinistra supponens
patenam calici ,» no debe tenerse la pate
na bajo el cáliz mas que en el momento en
que se toma la preciosa sangre , debiendo
luego colocarla debajo la barba.
X. Dicen algunos que se puede tomar
la preciosa sangre en tres veces, al paso que
aseguran otros ser mas propio tomarla en
una sola , pero Gavantus dice que debe ha
cerse en dos veces , mereciendo esta cos^
tumbre la aprobacion de Merati. Si aconte
cía que hubiese quedado alguna partícula
en el cáliz , no deberá llevarse con el dedo
hácia su borde , sino tomarse con el vino
que se echará en él. San Pío V, citado por
Gavantus , mandó que se tomara la ablu
cion por el mismo lado que se toma la pre
ciosa sangre.
XI. Despues de haber bebido la pre
ciosa sangre, dará el sacerdote la comunion
en el caso de haber personas dispuestas á
recibirla (en el capítulo siguiente indicare
260 DE LAS CEREMONIAS
mos el modo con que debe darla) ; luego di
rá : «Quod ore sumpsimus ,» presentará al
propio tiempo con la mano derecha el cáliz
al monacillo por el lado de la epístola para
recibir el vino de la ablucion teniendo la
izquierda sobre el corporal con la patena , y
hará verter en el cáliz la misma cantidad
de vino que habrá consagrado. Pretenden
algunos con Cabrino y Tonneli, que se di
ga la oracion quod ore antes de alargar el
cáliz para recibir la ablución ; pero no me
parece esto conforme con la pequeña rú
brica que se halla en el cánon y que dice :"
«Postea dicit , quod ore ; interim porrigit
calicem ministro , qui infundit in eo pa-
rum vini.» La palabra interim demuestra
claramente que debe pronunciarse quod ore
mientras se echa el vino.
XII. Luego revolverá el celebrante li
geramente el vino en el fondo del cáliz para
recoger los restos de la preciosa sangre , y
tomará la ablucion por el mismo lado que
tomó la sangre y del mismo modo que la
tomó, dice Merati , esto es, teniendo la
patena sostenida por la mano izquierda so
bre la barba. Debe observarse además' con
DE LA MISA. 261
Merati , que no pueden los abstemios usar
el agua en esta primera ablucion sin per
miso det Papa , sino que deben para ella
emplear «1 vino.
XIII. Despues de haber purificado el
cáliz , coloca el sacerdote la patena sobre
el corporal por el lado del Evangelio , to
ma la copa del cáliz con los seis dedos infe
riores , tiende los índices y los pulgares so
bre la abertura del cáliz , y despues de
hecha la inclinacion á la cruz se dirige al
lado de la epístola , y teniendo allí el cáliz
levantado sobre el altar, se lava los ín
dices y los pulgares ( y tambien los demás
dedos que hubiesen podido tocar el sacra
mento) primero con et vino y despues con
el agua en mayor cantidad.
XIV. Cotocando en seguida el cáliz
fuera del corporal al lado del Evangelio ,
enjuga sus dedos con el purificador , di
ciendo at propio tiempo: «Corpus tuum
Domine quod sumpsi, etc.;» habiendo ter
minado esta oracion en el centro det altar,
hace la inclinacion ante ta cruz , se pone
con la mano izquierda el purificado!. bajo
la barba , toma et cáliz con la mano dere
262 DE LAS CEREMONIAS
cha , y bebe de un solo sorbo la ablucion ,
enjugando en seguida sus labios y el cáliz
con el purificador. Si hubiese quedado al
guna partícula de la hostia en el cáliz ó en
la patena, debería tomarse.
XV. Colocado ya el cáliz sobre el altar
del lado del Evangelio y fuera del corpo
ral , pone el celebrante sobre él la patena
con la hijuela y el cubre cáliz; luego pliega
el corporal , toma con la mano izquierda la
bolsa en la que mete con la derecha el cor
poral , teniendo siempre la abertura vuel
ta hácia él. Toma despues el cáliz por el
nudo por debajo del velo con la mano iz
quierda , y colocando la diestra sobre la
bolsa , pone el cáliz en el centro del altar ,
arreglando su velo de modo que cubra al
menos la parte anterior de todo el cáliz ,
conforme el decreto de la santa congrega
cion, segun Merati.
XVI. Debe observarse que el dia de
Navidad , no se purifica el cáliz despues de
haber tomado la preciosa sangre en la pri
mera y segunda misa, y que tampoco se
seca el purificador , por purificarse los de
dos en otro vaso separado : sin embargo se
« 'i DE LA MISA. 863
reza la oracion «quod ore» y la de «corpus
tuuin Domine;» despues de las cuales, se
cubre el cáliz con la patena (en la que se
pone la otra hostia debajo la hijuela) y con
el cubre-cáliz , dejando el purificador en el
lado de la epístola.

CAPÍTULO XI.

Del modo con que debe darse la comunion.

I. Cuando las hostias pequeñas están


colocadas en el altar para las personas que
quieren comulgar , despues de haber to
mado el sacerdote la preciosa sangre, y
antes de las abluciones , cubre el cáliz con
la hijuela , pone las hostias en la patena ,
hace la genuflexion , y volviéndose un
tanto hácia el pueblo y vuelto de espalda
al lado del Evangelio , dice la oracion «mi-
sereatur vestri ,» aun cuando no baya mas
que una sola persona ; luego teniendo la
mano izquierda sobre el pecho, hace la
señal de la cruz con su diestra sobre tos
que van á comulgar , diciendo : «Indulgen-
tiam et remissionem, eh;.;» se vuelve des
264 DE LAS CEREMÓNIAS
pues hácia el altar , toma la patena y una
de las hostias que coloca entre el índice y el
pulgar de la mano derecha , se vuelve en
teramente hacia el pueblo , aun cuando se
hallara espuesto el santísimo sacramento,
y conservando la hostia un poco levantada,
sin tocar la patena con los demás dedos ,
dice por tres veces: «Ecce agnus Dei etc.;»
al dar la comunion hace la señal de la
cruz con la hostia sobre la patena al hallar
se al frente de cada comulgante (que debe
rá arrodillarse en la grada mas próxima al
altar) y dice: «Corpus Domini nostri etc.;»
despues se vuelve hácia el altar , purifica
el corporal , pone las partículas en el cáliz
y toma la ablucion del modo anteriormente
esplicado.
II. Pero si las pequeñas hostias hubie
sen sido ya consagradas y se hallasen en el
copon , y este dentro del tabernáculo , en
tonces despues de haber tomado el cele
brante la preciosa sangre , pone el cáliz del
lado del Evangelio , y teniendo los pulga
res é índices unidos , abre el tabernáculo ,
hace la genuflexion y saca el copon del
propio tabernáculo ; luego lo coloca en mi
DE LA MISA. 265
lad del altar , lo descubre, hace una nue
va genuflexion , y aguarda con las manos
unidas á que el acólito haya concluido el
Confíteor , despues de lo cual se vuelve pa
ra decir las oraciones misereatur et indul-
gentiam , y da la comunion del modo antes
citado.
III. Para colocar de nuevo el copon
cuando ha regresado el celebrante al altar,
lo cubre , hace la genuflexion , y lo toma
para reponerlo en el tabernáculo sin besar
lo , como hacen algunos equivocadamente ;
y antes de cerrar el tabernáculo hace una
nueva genuflexion y en seguida lo cierra.
Quiere sin embargo Merati que se hagan
tres genuflexiones , ó sea una mas de las
que se hacen , porque segun él debe ha
cerse la primera antes de cerrar el copon ,
la segunda cuando se ha abierto el taber
náculo antes de tomarlo , y la tercera an
tes de cerrar el tabernáculo. Cita en su
apoyo el ceremonial de las misas privadas ;
pero este ceremonial no anuncia la primera
genuflexion exigida por Merati , pues
to que dice : «Si remanserint particular ,
clausa pyxide , ct facía genuflexione , re
266 DÉ LAS CEREMONIAS
ponit eam ¡n custodiam et antequam clau-
dat illam , denuo genuflectat.» Así es que
previene la segunda y la tercera , pero no
la primera antes de cerrar el copon. Des
pues de la comunion no dará el celebrante
la bendicion por deber darla despues de la
misa ; toma en seguida los restos de la pre
ciosa sangre que han quedado en el cáliz ,
y en seguida las abluciones.
IV. Muchas son las observaciones que
sobre el particular deben hacerse: 1 .* Cuan
do queden hostias consagradas, si hay un
copon en el altar , debe el sacerdote encer
rarlas en él , pero en el caso de que no ha
ya , tomará las hostias antes de purificar el
cáliz , y cuando queden algunas gotas de
la preciosa sangre en él , deberá tomarlas
antes de la ablucion. En el caso en que las
hostias consagradas debiesen quedar sobre
el altar hasta la conclusion de la misa ,
deberá el sacerdote observar lo que está
prescrito cuando se halla espuesto el san
tísimo sacramento en el altar.
V. 2." En cuanto sea posible , se dará
la comunion al pueblo durante la misa ,
despues de la comunion del sacerdote : tal
DE LA MISA. 267
es la intencion de la Iglesia , segun se ve
en el Ritual romano : «Communio autem
populi intra missam , statim post commu-
nionem sacerdotis fieri debet , nisi quando-
que ex rationabili causa post missam sit fa-
cienda.» Dando la razon de ello en estos
términos : «Cum orationes quae post com-
munionem dicuntur , etiam ad alios com-
municandos spectent.» Lo propio puede
decirse respecto de la comunion antes de
la misa. Esa causa razonable será la en
fermedad ó la ocupacion imprescindible del
que quiere comulgar. Además , dice Ga-
vantus que puede darse la comunion des
pues de terminada la misa cuando hay
muchos comulgantes , á fin de no mortifi
car á los que no comulgan. Pero Benedic
to X1Y dice en su obra del sacrificio de la
misa (cap. 6 , §. 2) : «Es un error mani
fiesto el dar indistintamente la comunion
despues de la misa.» Lebrun y Magri (Vo-
cab. eccl. verb. communio) dicen lo mis
mo ; y S. Carlos Borromeo lo mandó tam
bien así en su diócesis.
VI. 3.° Cuando haya de purificarse el
copon, lo que tendrá lugar á lo menos cada
268 DE LAS CEREMONIAS
quince dias , sacará el sacerdote despues de
haber tomado la preciosa sangre , el copon
del tabernáculo poniendo todas las hostias
en la patena : luego hará echar en el cáliz
el vino de la primera ablucion haciendo
caer en él con el índice todas las partículas
que hubiesen quedado en el copon : echa ,
si es preciso , un poco mas de vino en el
copon para purificarle y luego lo vacía en
el cáliz. Enjuga el copon con el purificador,
pone en él las nuevas hostias , y despues
de colocarlo nuevamente en el tabernáculo,
toma tambien las antiguas partículas.
YH. 4.° Debe asimismo observarse ,
que segun un decreto de la S. C. del
año 1741 , puede darse tambien la comu
nion en las misas de difuntos , con la dife
rencia de que está prohibido hacerlo con
hostias consagradas antes de la misa. Des
atendibles son las objeciones que hacen so
bre el particular Merati y el cardenal Lam-
bertini (deS. M. S. 2 , c. 6), á saber: que
este decreto no ha sido publicado , puesto
que tratan de otro decreto dado en 1701.
Pero, como hemos dicho, hay un decreto
del ario 1741 , que prescribe lo que acabo
DE LA MISA. 209
de decir, cuyo decreto fué publicado. No
obstante , deberá esto entenderse respecto
á las misas celebradas con ornamentos ne
gros , y no con respecto á las que se cele
bran con ornamentos violados , pues que
en este caso se permite hacerlo segun el de
creto de 21 de junio de 1670 , citado por
Merati (In decret. n.° líí).

CAPÍTULO XII.

De la comunion fuera de la misa , sea an


tes , sea despues.

I. Cuando debe darse la comunion fue


ra de la misa , se va el sacerdote al altar ,
revestido del sobrepelliz y la estola blan
ca (1) ; deja al llegar el bonete , hace la
genuflexion en la primera grada del altar ,
sube luego á él , toma la bolsa de la que
saca el corporal , y la vuelve á su puesto ;
(1) Hay un decreto de la S. C. de lt. del año
1836 que dice: Stola in comrnunione adhibenda
debet csse colorís oflicio illius die convenieotis.
Es pues abuso manifiesto, dice el lulo. Sala , el
usarla siempre blanca.—(N. de los EE.)
270 DE LAS CEREMONIAS
despues que ha desplegado el corporal ,
abre el tabernáculo , hace la genuflexion ,
saca el copon , lo abre , y hace una nueva
genuflexion. Cuando el acólito ha termina
do el Confíteor , hace otra genuflexion , y
volviéndose hacia el pueblo con las manos
juntas , dice el Misereatur , como antes , y
da la comunion. Lo propio hace el cele
brante cuando da la comunion antes ó des
pues de la misa.
II. Dada la comunion , se dirige el sa
cerdote al altar rezando, en voz baja, ó
aunque no sea sino mentalmente , la antí
fona: «Osacrumconvivium, in quo Chris-
tus sumitur , recolitur memoria passionis
ejus , mens impletur gratia et futurae gloriae
nobis pignus datur.» Y en el tiempo pas
cual , así como en la octava del Corpus ,
añade alleluia. Dice despues los versículos:
«Panem de coelo praestitisti eis. —Omne de-
lectamentum in se habentem ;» con la ora
cion «Deus qui nobis sub sacramento etc.»
sin decir «Dominus vobiscum , » segun el
decreto de la S. C. (1663 , 16 de junio).
III. Si han quedado algunas partículas
de las hostias entre los dedos del sacerdote,
DE LA MISA. 271
procurará hacerlas caer en el copon , el
cual cerrará luego , y despues de haber
purificado sus dedos en un vaso de agua y
de haberlos enjugado con el purificador ,
hace la genuflexion , y coloca de nuevo el
copon en el tabernáculo que vuelve á cer
rar haciendo otra genuflexion. Finalmente,
levanta los ojos hacia la cruz , estiende y
vuelve á juntar las manos , y hace al pro
pio tiempo una inclinacion simple maxima
diciendo en alta voz : «Benedictio Dei om
nipotente ; » volviéndose despues juntadas
las manos hácia los comunicantes , coloca
la mano izquierda en su pecho , y los ben
dice con su diestra diciendo : «Patris, et
Filü , et Spiritus Sancti , descendat super
vos et maneat semper.» Y el monacillo con
testa amen.
IV. Dase esta bendicion con la mano
antes ó despues de la misa , y no con el
copon como lo hacen algunos equivocada
mente , sobre todo al dar la comunion á las
religiosas ; así lo declaró terminantemente
Benedicto XIV en una de sus bulas. De
modo que despues de haber dado la comu
nion á las religiosas y de estar cerrado el
272 DE LAS CEREMONIAS
copon , daráles el sacerdote la bendicion
con la mano.

CAPÍTULO XIII.

De las oraciones despues de la comunion ,


y de la conclusion de la misa.

I. Despues que el celebrante lia puri


ficado sus dedos y colocado el cáliz en el
altar, conforme hemos dicho en el cap. x ,
n. 14 , se dirige con las manos juntas al
lado de la epístola , donde reza con voz in
teligible la antífona llamada Communion ,
volviéndose luego del mismo modo y con
las manos tambien juntas , al centro del
altar , imprime en él sus labios , se vuelve
hacia el pueblo y dice , como de costum
bre: «Dotnhiusvobiscum.» Se vuelve lue
go hácia el misal , y dice la oracion «Post
communionem» y todas las demás que ha
yan dm rezarse aquel dia , empleando la
palabra oremus antes de la primera y se
gunda oracion y haciendo una inclinacion
ante la cruz.
II. Ha de observarse que en las misas
DE LA MISA. 273
de la feria durante la cuaresma , al pro
nunciar las palabras «humiliate capita
vestra Deo» antes de la última oracion
continuada en el misal , dice Merati que no
debe hacerse otra nueva inclinacion por
bastar la precedente que se ha hecho en el
oremus , opinion que es muy probable,
por espresarse ta rúbrica de esta manera :
«Dicet, oremus, humiliate capita vestra
Deo , caput inclinans.»
III. Terminadas las oraciones , cierra
el sacerdote el misal, á no ser que deba de
cirse algun Evangelio particular al concluir
la misa , haciendo de modo que la parte
cerrada venga de frente al cáliz ; se dirige
entonces de nuevo al centro del altar, y vol
viéndose el sacerdote hacia el pueblo repi
te «üominus vobiscum» con las manos
separadas ; vuelve luego á juntarlas y dice
dirigiéndose al pueblo : «Ite missa est,» sin
inclinar la cabeza , y despues de decir por
dos veces alleluia si es en tiempo pascual.
Debe decirse «He missa est» en todas las
misas en que ha habido Gloria ; cuando no
se ha dicho , despues del «Dominus vo
biscum,» vuélvese el sacerdote hacia el
18
274 DE LAS CEREMONIAS
altar , y dice , conservándose en pié : «Be-
nedicamus Domino,» ó bien: «Requies-
cat in pace , » si es una misa de difuntos;
luego juntando sus manos sobre el altar y
con la cabeza inclinada (capite inclinato ,
dice la rúbrica) , dirá «placeat tibi , etc.;»
estiende las manos separadas sobre el altar,
le besa en su centro , endereza su cuerpo ,
tevanta hacia la cruz sus ojos y manos, que
vuelve á juntar prontamente , y dice en
alta voz inclinando la cabeza : «Benedicat
vos omnipotens Deus ; » luego teniendo las
manos juntas y los ojos inclinados (dimissis
oculis ad terram) se vuelve hácia el puebto
por el lado derecho , y conservando la ma
no izquierda sobre el pecho , tiende la de
recha cuyos dedos están unidos , y bendice
al puebto diciendo : «Pater, et Filius,^iet
Spiritus Sanctus.» A la palabra Pater em
pezará la señal de la cruz en la frente ,
teniendo la mano de perfit ; á la palabra
Fitius , la bajará hasta el pecho ; y al decir
Spiritus Sanctus, hará la línea transversal
que debe ser de la tatitud de sus hombros.
IV. Dada ta bendicion , acaba de dar
et sacerdote la vuelta y pasa al lado del
DE LA MISA. 275
Evangelio, donde dice: «Dominus vobis-
cum,» con las manos juntas , vuelto de
espaldas al altar ; luego hace la señal de la
cruz con el pulgar derecho , primeramente
sobre el altar ó sobre el misal , en el punto
donde empieza el Evangelio , y despues so
bre sí mismo en la frente , en ta boca y en
el pecho ; hecho lo cual dice el Evangelio
segun S. Juan : «Initium sancti Evange-
lii , etc.» ó el del dia ; cuando dice : «Ver-
bum caro factum est,» hace la genuflexion
teniendo tas manos separadas sobre el al
tar , y levantándose al momento dirá lo
restante. Despues de terminada la misa no
besa el altar ni el libro ; regresa desde lue
go al centro del altar , hace la reverencia á
la cruz , dobta la parte anterior del cubre-
cáliz sobre la bolsa , coloca sobre esta su
mano derecha mientras toma con la iz
quierda el cáliz por su nudo : vuélvese en
seguida del lado de la epístola , desciende
hasta la grada inferior del altar donde hace
la genuftexion con una sola rodilla , en et
caso de hallarse espuesto el santísimo sa
cramento, ó de no, hace una inclinacion
ante la cruz (caput inclinet , dice la rúbri
276 DE LAS CEREMONIAS
ca). Merati y otros dicen , que debe hacer
se una inclinacion profunda. Cúbrese desde
luego el sacerdote con el bonete , y regresa
á ta sacristía rezando la antífona : «Trinm
puerorum,» con el cántico: «Benedicite
omnia opera , etc.» Si encuentra otro sa
cerdote se saludan mutuamente sin descu
brirse.
V. Llegado á la sacristía , hace el ce
lebrante una inclinacion profunda ante la
imagen principal ; despues se descubre ,
depone uno por uno los ornamentos sagra
dos , siguiendo el orden inverso del que ha
observado al tomarlos , esto es , empezará
por quitarsela casulla, luego la estola,
despues el manípulo , el cíngulo , el alba ,
y finalmente el amito besando reverente
mente la cruz que hay en estos ornamentos.
Al quitarse el alba , descubrirá primero el
brazo izquierdo , y luego el derecho pasán
dolo por encima la cabeza. Si debiese de
poner los ornamentos sobre el mismo altar,
debería hacerlo del lado del Evangelio.
Terminado esto , dará el sacerdote gracias
á aquel divino huésped que con tanto amor
descendió en su alma.
DE LA MISA. 277

CAPITULO XIV.

De lo que debe omitirse en las misas de


difuntos.

I. En el Introito de las misas de difun


tos se omite el salmo «Judica me Deus : »
de modo que cuando el sacerdote habrá di
cho la antífona «lntroibo ad altare Dei , »
y que habrá contestado el acólito «ad
Deum qui kctificat juventutem meam , »
dirá «adjutorium nostrum , etc.» y luego
el Confíteor y lo que sigue.
II. Al empezar el Introito , no hará so
bre él la señal de la cruz ; pero habiendo
puesto la mano izquierda sobre el misal ,
hace con la derecha tendida la señal de
la cruz en el aire del lado del libro.
III. No se dice ni «gloria,» ni «ju-
be Domine benedicere» ni «Dominus sit,
in corde meo : » tampoco se baja el misal
al fin del Evangelio. No se dice el Credo ,
ni se bendice el agua que se echa en el cá
liz ; solo se dice la oracion «Deus qui hu
mana; substantiae , etc.» Tambien se omi-
27S DE LAS CEREMÓNIAS
tira el Gloría Patri despues del salmo
Lavabo.
IV. En el Agnus Dei se suprime asi
mismo el «Miserere nobis , » y «Dona
nobis pacem» la tercera vez ; sino que se
dice : «Dona eis requiem» cada vez , aña
diendo en la última sempiternam , sin gol
pearse el pecho.
V. De las tres oraciones que hay antes
de la comunión se suprime la primera. Al
concluir la misa , no se dirá «He missa est, »
ni «Benedicamus Domino , » sino que se
dice: «Requiescant in pace.» Tampoco se
dará la bendicion , solo habiendo dicho el
Placeat y besado el altar, pasa el celebran
te al lado del Evangelio , y despues de ha
ber dicho « Dominus vobiscum » lee el
Evangelio de S. Juan, «In principio etc.,»
siendo lo restante igual á las demás mi
sas.

CAPITULO XV.
De las misas que se celebran hallándose
espuesto el santísimo sacramento.
I. Desde que el celebrante entre en la
DE LA MISA. Ti 9
capilla en que esté espuesto el santísimo ,
dará su bonete al monacillo ; y llegado al
centro del altar hará sobre el pavimento la
genuflexion con ambas rodillas , inclinando
profundamente la cabeza.
II. Habiendo subido al altar , colocará
el cáliz del lado del Evangelio , y hará la
genuflexion con una sola rodilla sin incli
nar la cabeza : desplegará luego el corporal
despues de haberlo sacado de la bolsa , y
colocado el cáliz en el centro del altar ,
hará una nueva genuflexion y pasará al
lado de la epístola con objeto de buscar la
misa.
III. Vuelve luego el sacerdote al centro
del altar , hace la genuflexion (que deberá
hacer cuantas veces vaya ó venga de él) ,
se inclina un poco hácia el lado del Evan
gelio, y haciendo frente al de la epístola ,
desciende hasta la última grada en la que
hace una genuflexion con una sola roditla,
despues de la cual empieza inmediatamente
la misa.
IV. Al subir de nuevo al altar vuelve
á hacer .una genuflexion y empieza desde
luego la oracion «Oramus te Domine, etc.»
S¡80 DE LAS CEREMONIAS
despues de la cual besa el altar , hace nue
vamente otra genuflexion , y va á leer el
Introito: terminado este regresa al centro
del altar , y dice el Kyrie eleison y el Glo
ria , despues de haber hecho la genufle
xion. Habiendo besado luego el altar , hace
otra genuflexion , se vuelve hácia el pue
blo haciéndose un poco del lado del Evan
gelio sin dar la espalda al santísimo sacra
mento, y dice «Dominus vobiscum:» lo
propio hará el sacerdote cuantas veces haya
de dirigirse al pueblo , haciendo antes y
despues la genuflexion. Luego continuará
la misa como de costumbre.
V. Cuando va á lavarse las manos ,
desciende por las gradas laterales del lado
de la epístola hasta el pavimento (1) , y
volviéndose del lado izquierdo á fin de no
dar la espalda al santísimo sacramento ,
lava sus manos vuelto hacia el pueblo , y
luego vuelve por el mismo camino al centro
del altar.
(1) La S. C. de K. decretó en 12 noviembre de
1831 : Dum lavat ruanas (sacerdos) potest mane.
re vel in plano prcsbyterii, vel in supremo gradu
altoris, juxta locorum consuetudinem, dummodo
terga non vertat Sacramento. — (N. delos EE.)
DE LA MISA. 231
VI. En el Orate fratres , besa el altar ,
hace la genuflexion , se vuelve un tanto
hácia el pueblo vuelto de espaldas al lado
del Evangelio , y en esta postura dirá el
Orate fratres : luego sin acabar de dar la
media vuelta por no volver la espalda al
santísimo sacramento, hace frente al altar,
y despues de una nueva genuflexion conti
nuará lo restante hasta la comunion : no se
agitará la campanilla al llegar á Sanctus ni
aun en el momento de elevar la hostia.
VIL Cuando el celebrante haya toma
do la primera ablucion despues de haber
comulgado , pondrá el cáliz fuera del cor
poral , en el lado de la epístola , y despues
de hecha la genuflexion , pasará al propio
lado á purificar sus dedos.
VIII. Despues del Placeat dice : «Be-
nedicat vos omnipotens Deus , » y habiendo
hecho la genuflexion se vuelve un tanto
hacia el pueblo , y vuelto de espaldas al
lado del Evangelio dá la bendicion ; vol
viéndose luego por el costado derecho sin
dar la vuelta por no perder de vista al san
tísimo sacramento , va á leer el Evangelio
sin hacer genuflexion alguna. En el caso de
382 DE LAS CEREMONIAS
que no haya sacra no deberá hacer el sa
cerdote la señal de la cruz sobre el altar,
sino sobre sí mismo.
IX. Terminado el Evangelio pasará el
celebrante de nuevo al centro del altar ,
hará la genuflexion, tomará el cáliz y baja
rá del altar , no sin hacer antes de separar
se de él la genuflexion con ambas rodillas
é inclinar profundamente la cabeza , como
lo ha hecho al principio de la misa , y des
pues de haberse puesto el bonete regresará
á la sacristía.

CAPÍTULO XVI.

De las misas que se celebran en presencia


del obispo.

I. Las ceremonias que vamos á indicar


deben ser practicadas en presencia del obis
po en su propia diócesis , del arzobispo en
su provincia, así como tambien en presen
cia del abad bendecido en su monasterio :
deben asimismo observarse al hallarse pre
sente el obispo en los oratorios particula
res, aunque no pertenezcan á su diócc
DE LA MISA. 383
sis. Añade Gavantus que lo propio debe
observarse cuando se halla el prelado en
una iglesia de regulares exentos , en el caso
de tener sobre ella alguna jurisdiccion.
II. Cuando llega el celebrante al altar
se descubre .ya en la mitad de la última
grada , se inclina ante la cruz , ó bien hace
la genuflexion en caso de hallarse espuesto
el santísimo sacramento , luego hace una
profunda inclinacion al prelado , pasa al
lado del Evangelio, aunque permaneciendo
en la última grada, y despues de haber
recibido la bendicion, se inclina nueva
mente hacia el prelado , y vuelto un poco
hacia el altar mientras que el monacillo
está arrodillado en el lado de la epístola ,
empieza la misa. Debe esto observarse
cuando permanece el obispo frente el altar
para oir la misa ; pero si estuviese este en
un lado , podrá entonces el sacerdote em
pezar la misa como de costumbre en el
centro del altar , por no verse ya obligado
á darle la espalda , y poder hacer cómoda
mente sus reverencias.
III. En el Confíteor no dirá : «vobis
fratres , vos fratres» sino solamente : «Ubi
28 i DE LAS CEREMONIAS
pater et te pater.» Despues del Oremm ha
rá, antes de subir al altar, una tercera in
clinacion profunda al prelado , luego pasa
al centro , empieza debajo de la última
grada el «Aufer á nobis» y sube al altar.
IV. Despues de terminado el Evangelio
no besa el misal ni dice « per Evangelica
dicta,» sino que debe el monacillo presen
tar el misal al prelado para que lo bese (el
cual despues de haberlo besado dirá «per
Evangelica dicta))) sin que le haga el sa
cerdote entonces reverencia alguna. Hecha
esta ceremonia , cerrará el monacillo el
misal , hará la genuflexion al prelado y
traerá el libro al celebrante que se absten
drá de besarlo : si hubiese diferentes prela
dos , debería presentarse el misal á aquel
de entre ellos que se hallase constituido en
mas dignidad. Tienen algunos sacerdotes
la costumbre , al poner el agua y el vino
antes del ofertorio , de hacer decir por el
monacillo : «Benedic illustrissime ac reve-
rendissime pater , » y el obispo bendice en
tonces el agua. Pero debe esto omitirse por
no estar prescrito por ninguna rúbrica.
V. A la conclusion de la misa , cuando
DE LA MISA. 285
el celebrante habrá dicho «benedicat vos ,
omnipotens Deus» hará una inclinacion
profunda al prelado , y dará la bendicion
á los asistentes desde el lado del Evange
lio , procurando siempre bendecir por la
parte en que no esté el prelado. Pero si no
es el prelado de su diócesis , dará la ben
dicion como de costumbre , esto es si cele
bra en una iglesia pública , porque si es en
un oratorio particular , conforme lo he
mos dicho antes , deberán hacerse las mis
mas ceremonias que se harían si estuviese
el prelado en su diócesis. Despues del últi
mo Evangelio , se vuelve el celebrante há
cia el prelado , le hace una profunda incli
nacion sin dejar su puesto hasta que salga
el prelado.
VI. Al celebrar ante un prelado en una
iglesia pública que no sea de su jurisdic
cion , es muy regular que el celebrante ,
si pasa frente de él al acercarse al altar ,
antes ó despues de la misa , le haga una
inclinacion mediocre si lleva el cáliz, ó
que se descubra y le haga una inclinacion
profunda si no lo lleva : asimismo deberá ,
despues de terminada la misa, hacerle
286 DE LAS CEREMÓNIAS
desde el altar otra inclinacion profunda.
Cuanto se ha dicho en el presente capítulo
se estradó de los Pl\ Gavantus y Merati ,
sobrela rúbrica xi.
VIL Conviene aun observar que en los
dias que se puede rezar la oracion «ad li-
bitum» debe omitir el sacerdote que cele
bre ante su propio prelado la oracion «pro
seipso.»

CAPÍTULO XVII.

De las faltas que se cometen ordinariamente


al celebrar la santa misa.

I. Es la primera no saber de memoria


las oraciones que previene terminantemen
te la rúbrica deberse saber, como por ejem
plo la que debe rezarse al lavar las manos
y al ponerse los ornamentos : es asimismo
una falta el no proferir enteras las demás
oraciones que deben decirse igualmente de
memoria durante la misa , tales como las
de «aufer á nobis ; oramus te , Domi
ne, etc.»
II. Es una enorme falta el irse á cele
DE LA MISA. 287
brar con poca ó ninguna preparacion ,
siendo aun mayor todavía la de hablar el
sacerdote mientras se reviste : «Ad divina
Christi mysteria negligenter accedens , sup-
plicium intolerabile meretur.» De este mo
do fulmina S. Juan Crisóstomo (De sacer.
tract. 4, c. 3 , §. 3); y he aquí porque
tambien dice S. Buenaventura : «Cave ne
nimis tepidus et inordinatus , atque incon-
sideratus accedas , quia indigne sumis , si
non accedis reverenter.»
III. Es asimismo una grave falta, ó
por mejor decir , un horrible sacrilegio el
celebrar con mucha precipitacion , abre
viando las palabras , ó trasponiendo las ce
remonias antes ó despues det tiempo pres
crito por la rúbrica , con poca devocion y
grave escándalo de los asistentes : he aquí
lo que puede decirse respecto de los sacer
dotes que obran de este modo : «Quod non
timent Dominum, neque custodiunt caere-
monias ejus.» (iv Reg. xvn ,34.) Ya ha
blaremos empero de ello mas estensamente
en la segunda parte.
IV. Tambien es una grande omision
el dejar de hacer la accion de gracias re
28$ DE LAS CEREMONIAS
querida despues de la misa , imitando en
esto muchos á Judas que: «Cum accepisset
buccellam exivit continuo.» (Jo. xm , 30.)
V. Es un pecado grave el celebrar con
ornamentos hechos girones , y con un pu-
riflcador y corporal sucios ; segun comun
opinion de los teólogos.
VI. Es tambien falta llevar sobre el
cáliz pañuelos ú otros objetos , y lo es aun
mucho mas el poner sobre el altar cosas
que no tengan relacion con la misa (rúbr.
20) : podrá el sacerdote suspenderse ó col
garse el pañuelo de su cintura en el lado
derecho , con tal que no salga por debajo de
la casulla.
VII. Es un error 1 .° hacer la señal de
la cruz con el amito; 2." rezar el Miserere
al salir de la sacristía , cuando podría ha
cerse alguna oracion mental : algunos au
tores hay sin embargo que no creen sea
esto una falta ( véase en prueba de ello lo
que se dice en el cap. u , n.° 4 , in fin.) ;
3.° hacer la reverencia á la imágen de la
sacristía teniendo el bonete en la mano de
recha y el cáliz en la izquierda ; í." hacer
la inclinacion simple , mediocre ó profunda
DB LA MISA. 369
despues de haber hecho la genuflexion con
una rodilla; 5.° no hacer diferencia entre
la inclinacion simple , mediocre y profun
da. La inclinacion profunda debe hacerse
al salir de la sacristía al pasar frente el ale
lar mayor , si no se halla espuesto el santí
simo sacramento , al llegar al altar , al em
pezar la misa , si no está de manifiesto el
santísimo ; «munda cor meum, te igitur ,
suppliccs te rogamus.» Se hará la medio
cre al subir al altar y cuando se empieza y
concluye la misa. Deberá hacerse además,
1 .° en «Deus tu conversus , etc. ,» 2.° ora-
mus te, Domine, 3.° in spiritu humilita-
tis, í.° Sanctus ,» 5.° en la consagracion ,
6.° «Agnus Dei , » 1." en las tres oraciones
que hay antes de la comunion, 8.° en el
«Domine non sum dignus,» 9.° en el «Pla-
ceat Ubi sancta Trinitas.»
VII. La inclinacion simple debe dis
tinguirse , conforme lo hemos dicho antes ,
1 .° en el «Gloria Patri ,» 2.° al decir ore-
mus, 3.° al pronunciar el nombre de Jesus
ó de María , ó del santo de que se celebra
la misa , ó se hace conmemoracion espe
cial , i.° cuando se nombra al Papa exis
.19
290 DE LAS CEREMONIAS
tente, 5/ al decir el G'/on'a en las palabras
«Deo , adoramus te , gratias agimus tibí ,
Jesu Christe , suscipe deprecationem nos-
tram ,» 6." en el Credo, en las palabras
«üeum, Jesum Christum, simul adoratur,»
1 ."en el prefacio, en las palabras «Deo nos-
tro,» 8." en el cánon al decir, «tibi gratias
agens» antes de las consagraciones , 9.° en
el «per eumdem Christum Dominnm nos-
trum , » antes de «nobis quoque peccato-
ribus , » 10.° en las de «benedicat vos om-
nipotens Beus,» 11/ y segun una cos
tumbre laudable , cuantas veces llega y se
separa el sacerdote del centro del altar,
hará la inclinacion á la cruz.
VIII. Es tambien una gran falta no
hacer del modo que es debido la señal de la
cruz , y hacerla en el aire sin tocar la ca
beza , el pecho y los hombros : tampoco lo
es menos el trazar la cruz sobre el pecho
como lo hacen algunos sin tocar ninguno
de los hombros.
IX. Es igualmente un error hacer la
genuflexion en la plegaria Ánfer hallándo
se espuesto el santísimo sacramento. Tam
bien es un error contrario á la rúbrica , el
DB LA MISA. 291
dejar de tocar el suelo con la rodilla cuan
do se hace una genuflexion.
X. Falta del mismo modo el sacerdote
que pasa al centro del altar antes de haber
repetido el Introito , ó de decir el «Kyrie
eleison» por el camino etc., como tambien
al decir antes «mnnda cor meum , » ó di
ciendo el final de la oracion al dirigirse al
centro del altar , cuando debe cerrarse el
misal luego de estar esta oracion termina
da. Es tambien falta al ir al altar ó al
volverse hácia el pueblo para decir el «Do
minas vobiscum» ó el «orate fratres» no
tener la vista inclinada , como dice la rú
brica «dimissis oculis.» Será tambien falta
no poner enteramente las manos sobre el
altar cuando debe hacerse la genuflexion ó
debe este besarse ; lo será asimismo levan
tar las manos al aire al hacer una genufle
xion / puesto que deben conservarse es
tendidas sobre el altar. No es menos fal
ta el dejar de echar un pié airas cuan
do [debe besarse el ¡centro del altar á fin
de evitar el hacer contorsiones ó besarlo de
lado.
XI. Cuando hay diferentes oraciones
292 DE LAS CEREMONIAS
es tambien un error volver la hoja al con
cluir la primera.
XII. En el «munda cor meum» debe
rán levantarse los ojos, hacerse ana incli
nacion profunda y tener las manos juntas
entre el pecho y el altar ; no empezar esta
oracion antes de haber llegado al centro del
altar , y tener los ojos levantados hácia la
cruz : son otras tantas fallas.
XIII. Lo es tambien muy grave el no
hacer la señal de la cruz como se debe al
principio del Evangelio , ó hacer como al
gunos que sin dividir las lineas , liran una
sola y aun rozagante desde la frente al pe
cho.
XIV. Es igualmente falta , 1.° decir el
ofertorio con las manos separadas ó abier
tas, 2.° dejar de leer el ofertorio en las
misas de difuntos , limitándose á decirlo de
memoria mientras se descubre el cáliz ,
3;° dejar de plegar el cubre-cáliz y ponerlo
sobre el corporal detrás del cáliz, 4.° coger
la patena y la hijuela con la mano izquier
da al colocar el cáliz al lado de la epístola ,
5.° dejar de levan lar los ojos en las oracio
nes «Suscipe sanete Pater , etc. Offeri
DE LA MISA. 293
mus, etc. Veni sanctificator, ete.,» y «Sus-
cipe sancta trinitas, etc .,» 6.° enjugar la
patena con la casulla, y 7.° el decir «Deus
qui humanae substantive» al tomar ta vina-
jera del vino , sin aguardar que se tome la
del agua , sobre la cual debe hacerse la se
ñal de la cruz al decirse esta oracion.
XV. Falta es asimismo et empezar la
oracion «In spiritu humilitatis» antes de
juntar las manos sobre el altar ; 2.° el in
clinar la cabeza al decir «incarnatus est ,
etc.» por deber hacerse entonces la genu
flexion. Es tambien falta inclinar la cabeza
cuando se hace la genuflexion despues de
la consagracion ; así como lo es igualmente
en la inclinacion profunda ó mediocre ;
3 ." no lo es menos et confundir las ceremo
nias en el «sursum corda , » y en el «gra-
tias agamus Domino Deo nostro ,» cuyas
ceremonias se hacen muy mal por la gene
ralidad de los sacerdotes ; debiéndose hacer
del modo siguiente : en el «sursum corda»
se han de levantar las manos hasta el pe
cho . y tenerlas abiertas en la propia lati
tud , viniendo sus palmas una eu frente de
otra ; en el «gratias agamus , etc.» deben
294 DE LAS CEREMONIAS
juntarse levantando los ojos y bajando la
cabeza cuando se dice «Deo nostro.<>
XVI. Es un error , 1.° bajar la cabeza
al pronunciar las palabras «per Christum
Dominum nostrum ,» á escepcion de des
pues del Memento de los difuntos , 2.° con
servar las manos juntas sobre el altar al
llegar á Sanctus , cuando deben tenerse
entre el pecho y el altar hasta la oracion
«benedictus qui venit in nomine Domi-
ni, etc.,» la cual dice el sacerdote inclinán
dose medianamente.
XVII. Falla es asimismo decir «te igi-
tur» al abrir las manos ; porque prescribe
la rúbrica abrir las manos levantándolas
un poco y alzar al propio tiempo los ojos
hacia la cruz , juntar las manos apoyándo
las sobre el altar , inclinarse profundamen
te y empezar el cánon al decir «le igi-
tur.»
XVIII. Es faltar á lo que prescribe la
rúbrica el no j un lar las manos antes de ha
cer la señal de la cruz sobre las oblata ,
antes de decir hcec dona , etc., 1.° en las
palabras «fiat dilectissimi filii tui , etc.,»
y antes de tomar la hostia para consagrar
DE LA MISA. 295
la ; 2.* no dividiendo ia señal de la cruz
donde están marcadas las palabras con el
signogg, por ejemplo, Ben^dictam, etc. ;
3 .* el tener la hostia solamente con la ma
no izquierda hasta que se haga la señal de
la cruz ; 4.° tenerla inclinada hacia el cor
poral , y no recta , al hacerse sobre ella la
señal de la cruz.
XIX. Es una impropiedad el no tener
los pies en una postura igual , ó muy sepa
rados uno de otro , ó tener la punta del de
recho en lo alto de las gradas , cuando se
consagra ó se hace cualquier otra accion.
XX. Es igualmente impropio, 1 .° tener
los codos enteramente sobre el altar en la
consagracion de la hostia , y no algo dobla
dos ; 2.° el no tener solamente el estremo
de las manos sobre el altar, sino tener en
él hasta los codos cuando la adoracion ;
3.° inclinar la cabeza cuando la adoracion ,
por deber fijarse la vista en la hostia ó en
el cáliz; 4.° levantar la hostia hacia el cáliz
por encima de la cabeza; 5.° no tener las
manos basta el pulgar sobre el corporal , ó
levantar los dedos en el aire al hacer la
genuflexion.
296 DE LAS KEREMOMAS
XXI. Será asimismo una falta , tener
en la consagracion del cáliz , 1 .° las dos
manos en el nudo , en lugar de poner la
izquierda en el pié ; 2." dejar de decir
las palabras «haec quotiescumque feceri—
tis, etc.» inmediatamente despues de la
consagracion, y pronunciarlas durantela
elevacion ; 3." besar el pié del cáliz ó ha
cérselo tocar á la frente, 4." no levantar
así la hostia como el cátiz hasta la vista del
pueblo en línea recta; S.° decir oraciones
vocales durante la elevacion de la hostia ó
del cáliz.
XXII. Es igualmente una falta el poner
las manos juntas sobre el corporal , y no
tenerlas de modo que los dedos pequeños
toquen la superficie del altar , cuando la
rúbrica dispone que antes de la consagra
cion estén los pulgares enlazados en forma
de cruz , y que despues de ella , no se sepa
ren de los índices.
XXUI. Es asimismo un error, 1 .° decir
los dos memento en alta voz , así como las
palabras omnium circumstantium despues
del primer memento; y las deipsis Domine
despues del segundo ; 2." es del mismo
DE LA MISA. 297
modo una falta hacer una pausa en el me
mento de los difuntos antes de haber pro
nunciado las siguientes palabras : « Qui nos
praecesserunt , etc.»
XXIV. Es tambien una falta el conser
varse inclinado teniendo las manos juntas
sobre el altar , cuando se dice : «Praeceptis
salutaribus moniti , etc.» hasta el Paíer
noster etc. , por deberse tener juntas ante
el pecho.
XXV. No es menos falta enjugar la
patena con la mano izquierda , ó hacerlo
con la casulla despues de haberla be
sado.
XXVI. . Es una falta , 1 .° el decir ag-
nus Dei, etc. , teniendolas manos juntas
sobre el altar ; 2.° estar de lado en et «Do
mine non sum dignus,» contraviniendo así
á lo que hemos dicho en el capítulo iv ,
n. 1, así como golpearse fuertemente el .pe
cho ; 3 ." hacer la señal de la cruz al pro
nunciar las palabras «corpus Domini nostri
Jesu Christi , etc. : » será asimismo falta ,
hacer una línea transversal que traspase
la patena.
XXVII. Son igualmente faltas, 1." de
293 DE LAS CEREMONIAS
cir «quid retribuam Domino etc.» mientras
se recogen las partículas; porque dice la
rúbrica : «Aliquantulum quiescit in medi-
tatione sanctissimi sacramenti, deinde , de
positos manibus , dicet secreto: quid retri
buam Domino , etc. , et intcrim discoope—
rit calicem, etc. ;» 2." tener la patena bajo
la barba antes de tomar la preciosa san
gre , ó tenerla cerca del pecho al tomarla ,
ó al purificar el cáliz ; 3." cubrir la patena
con la hijuela , ó ponerla vuelta sobre el
corporal ; 4.° apoyar el cáliz sobre el altar
en las abluciones del cáliz y de los dedos ;
5.° no purificar el cáliz con el vino , á me
nos de tener dispensa pontificia , y no to
mar la ablucion por el mismo lado por
donde se ha tomado la preciosa sangre ,
segun lo mandado por S. Pio V , citado
por Gavantus ; y 6.° el no poner para la
ablucion de los dedos poco vino y mucha
agua á fin de no manchar el purificador.
XXVIII. Es tambien error despues de
la ablucion, 1." colocar nuevamente el cáliz
en el centro del altar , vuelto su velo sobre
la bolsa , de modo que quede el cáliz des
cubierto ; siéndolo aun mucho mas el poner
DE LA VISA. 299
el corporal plegado sobre el cáliz, en lugar
de ponerlo en la bolsa ; 2.° decir la antífo
na nombrada Communion mientras que se
arregla el cáliz , cuando debe rezarse en el
lado de la epístola , y á lo mas terminarla
al dirigirse al centro del altar.
XXIX. Es una falta decir «et Verbum
caro factum est , » al arrodillarse ante la
cruz , y no hacerlo del lado del Evange
lio, y loes tambien alzarse la casulla.
XXX. Es asimismo falta tomar el bo
nete antes de descender del altar , ó antes
de hacer la genuflexion ó la inclinacion
profunda ; así como lo es tambien poner el
bonete sobre la bolsa , cuando nada abso
lutamente puede ponerse sobre ella al ir ni
al volver del altar. Véase Merati (part. 2,
tit. 2 , n.° 1 ) donde cita un decreto de
1.° de setiembre de 1103 , el cual prohibe
llevar sobre ella el lavabo : lo propio dicen
los doctores respecto de cualquier otro ob
jeto.
DE LAS CEREMONIAS
DE LA MISA.

OPÚSCULO PUBLICADO POR EL AUTOR PARA


LA UTILIDAD DE LOS SACERDOTES DE SU
DIÓCESIS.

SEGUNDA PARTE.
DE LA REVERENCIA , PREPARACION Y ACCION
DE GRACIAS Á QUE ESTÁN LOS SACERDOTES
OBLIGADOS PARA APROVECHARSE DEBIDA
MENTE DE LA CELEBRACION DE LA MISA.

I.
De la reverencia con que debe celebrarse.
I. Todo el inmenso bien que produjo al
mundo la pasion de Jesucristo , lees igual
mente procurado , como dice Sto. Tomás
(in Ephes. 6), por cada misa que se cele
bra : «quid quid est effectus dominicae pas
302 DB LAS CEREMONIAS
sioois, est effectus hujus sacrificii.» He
aquí tambien lo que nos asegura la sania
Iglesia : «Quoties hujus hostiae commemo—
ratio recolitur, toties opus nostrae redemp-
tionis exercetur.» (Orat. dom. post Pent.)
En efecto , el Salvador , como dice el santo
concilio de Trento (Sess. 22, cap. 2), que
se sacrificó en la cruz por nuestra salva
cion, es el mismo que, por el ministerio del
sacerdote , se sacrifica en el altar : «Una
enim eademque est hostia , idem nunc offe-
rens sacerdotis ministerio , qui seipsum in
cruce obtulit , sola ratione offerendi diver
sa.» De este modo pues , así como bastó la
pasion del Redentor para salvar al mundo,
basta también una sola misa para salvarle :
por esto dice el sacerdote al hacer la ablu
cion del cáliz: «Offerimus Ubi Domine,
calicem salutaris , tuam deprecantes cle-
mentiam , ut in conspectu divinae majestatis
tua3 , pro nostia et totius mundi salute ,
cum odorc suavitatis ascendat.»
II. Por el sacrificio de la cruz , nos ob
tuvo el Señor las gracias de la redencion ;
pero por medio del sacrificio del altar , nos
bace estensivo todo el fruto del de la cruz.
DE LA MISA. 303
La pasion nos hizo susceptibles de recibir
el efecto de los méritos de Jesucristo , pero
la misa nos pone en posesion de ellos y nos
procura los frutos de la pasion , como dice
el concilio de Trento : «Missa habet pro-
prium vi suae institutionis fructus passionis
nobis applicare.» (Sess. 22, cap. 1 , 2.)
III. Debemos pues persuadirnos de que
es la misa la accion mas grande y santa
que podemos ejercer en la tierra , y deque
es tambien la mas útil por nuestro bien
espiritual ; ya que es pues la accion mas
santa, es tambien la que debemos practicar
con mas pureza interior y con la mayor de
voción esterior posibles , segun lo observa
el mismo concilio de Trenjto : «Satis etiam
apparet omnem operam in eo ponendam
esse , ut quanta maxima fieri potest inte—
riori cordis munditia, atque exteriori devo-
tionis ac pietatis specie peragatur.» (Sess.
22,decr. deobserv. in celeb., etc.)
IV. De todo esto puede deducirse cuan
grande es el castigo que merecen los sacer
dotes que celebran la misa con grave irre
verencia. En primer lugar se hacen culpa
bles de esta grave irreverencia los que ce
304 DB LAS CEREMONIAS
lebran con precipitacion , como por ejemplo
aquellos que dicen la misa en menos de un
cuarto de hora. No puede esta precipitacion
ser exenta de pecado mortal , como dicen
los doctores , aun cuando la misa fuese cor
ta, aun cuando fuese una misa de difuntos
ó de la Virgen.
V. El cardenal Lambertini (en la nota
34, n.° 30), así como Clericato, Roncaglia,
Bisso, Gobati , Quarti y otros doctores , di
cen comunmente que la misa no debe du
rar mas demedia hora , ni menos de vein
te minutos , por no poder hacerse en menos
tiempo todas las ceremonias prescritas por
la rúbrica con la reverencia debida ; y que
si estuviera el sacerdote mas tiempo en su
celebracion solo lograría cansar á los asis
tentes. Por esto Roncaglia , Quarti , Pas-
qualigo y Gobati dicen muy acertadamente
que aquel que celebra infra quadrantem ,
esto es , en menos de un cuarto de hora ,
no puede dejar de cometer falta grave. He
aquí la razon de ello : todas las rúbricas re
lativas á lo que debe practicarse durante la
misa son preceptivas , conforme lo hemos
demostrado en nuestra teología moral ; por-
BE LA MISA. 305
que Pio V en su bula insería en el misa] ,
manda que se diga la misa «juxla rittim ,
modum , et normam, in missali praescrip-
lam, in virtute sanctae obediente.» Esto
sentado , debe convenirse en que se comete
al menos una falla venial cada vez que se
omite una ceremonia, ó que no se hace esta
como corresponde: Concina, Wigandl, Ron-
caglia yLacroix dicen con razon que si se
fallaba á un gran número de estas ceremo
nias, aunenando no fuesen en si de las mas
principales , podría considerarse aquella
falta como un pecado mortal.
VI. Segun esto , decimos nosotros ,
apoyados en la comun opinion de los auto
res antes citados , que el que dice la misa .
en menos de un cuarto de hora, peca mor-
talmente , por no poder decir la misa el ce
lebrante en tan breve espacio sin cometer
graves desórdenes: tales son 1 .° el de una
grande irreverencia hacia el sacrificio; y
2.° el de un grave escándalo respecto al
pueblo. En cuanto a la irreverencia hacia
el sacrificio , ciertamente que la maldicion *
que fulminó Dios por boca de Jeremías en
el cap. 48 (así como el decreto dado por el
20
306 DE LAS CEREMONIAS
concilio de Trefito anteriormente citado «de
observ. in cel. m.») debe sobre todo apli
carse á aquellos que ejercen descuidada
mente las funciones relativas al culto divi
no , y en particular á los sacerdotes que
celebran sin el respeto necesario. El que
celebra la misa en menos de un cuarto de
hora, debe cometer necesariamente muchas
faltas, suprimiendo palabras ó confundién
dolas con las ceremonias , ya anticipándo
las ó retrasándolas contra el orden prescri
to por la rúbrica , ó bien haciendo mal á
causa de la precipitacion las bendiciones y
genuftexiones. Todas estas faltas , aunque
teves en particular , no dejan de hacer en
. conjunto que se celebre la misa con irreve
rencia grave.
VIL Para tratar en segundo lugar del
escándalo que ocasionan al pueblo los sa
cerdotes que tal hacen , debe considerarse
lo que dice el concilio de Trento (sess. 22,
cap. 5 dereform.), que las santas ceremo
nias , y en particular las de la misa , fueron
instituidas para inspirar al pueblo el respe
to y la veneracion hácia el santísimo sacrir
ficio do la misa. Por mas que los herejes se
DE LA VISA. 307
burlen y desprecien estas ceremonias, quie
re Dios que se observen exactamente. En
la antigua ley amenazó el Señor con hacer
caer todas sus maldiciones sobre aquel que
dejara de observar todas las ceremonias
prescritas para los sacrificios , aun cuan
do aquellos sacrificios no fuesen mas que
una pálida sombra y una débil imágen del
sacrificio del altar : así pues ¿ cuánto mas
eastigará Dios á los que hacen poco caso de
las ceremonias de la misa? Santa Teresa
decia: «Daria mi vida por una sola ceremo
nia de la iglesia.»
VIII. ¿Y por qué hacer tanto caso de
estas ceremonias? ya hemos dado anterior
mente la razon de ello. Dice el eoncilio de
Trento que las ceremonias fueron institui
das por la Iglesia , á fin de que hiciesen
comprender á los fieles aquellos signos es
tertores la majestad del sacrificio del altar
y la grandeza de los misterios que en él son
representados. «Ecclesia caeremonias adhi-
buit, al majestas sancti sacrifica commen-
daretur , el mentes fidelium per luce visi-
bilia religionis signa , ad rerum altissi-
marum , qua; in hoc sacrificio latent , con.*
308 DE LAS CEREMÓNIAS
tcmplationem excitarentur. » Sin embargo
cuando se hacen esas santas ceremonias con
la precipitacion que necesariamente debe
resultar empleando en ellas menos de un
cuarto de hora , no solo no inspiran enton
ces devocion alguna, sino que hasta son
causa de que no haga el pueblo ningun ca
so de tan gran sacrificio. No puede esta
conducta librarse de un pecado grave por
el grande escándalo que da el sacerdote al
pueblo , puesto que lejos de inspirarle el
mayor respeto hacia el santo sacrificio del
altar , se le hace por el contrario perder
mostrándole el desprecio con que él mismo
lo mira. Mandó el concilio de Tours en 1583
que fuesen los sacerdotes debidamente ins
truidos en las ceremonias de la misa; vea
mos las causas que motivaron esta decision:
«Ne populum sibi commissum á devotione
potius revocent, quam ad sacrorum myste-
riorum venerationem invitent.»
IX. Por esto tambien el mismo concilio
de Trento (instit. decr. de obs. etc.) pres
cribió terminantemente á los obispos , que
prohibieran á los sacerdotes todo aquello
que pudiese menoscabar el respeto debido
DE LA MISA. 309
á los santos misterios ; añadiendo el conci
lio que la irreverencia en semejante mate
ria debe casi considerarse como una im
piedad ; he aquí sus propias palabras : «De •
cernit sancta synodus , ut ordinarii loco-
rum ea omnia prohibere setlulo curent , ac
teneantur , quae irreverentiam (qua; ab
impietate vix sejunctaesse potest) inducit.»
Observemos las palabras «curent ac te
neantur ,» de las que se sigue que los obis
pos están obligados sub gravi á velar so
bre este punto , y á informarse del modo
con que se celebran las misas en sus dió
cesis ; debiendo suspender de la celebra
cion á cuantos no la digan con la reveren
cia que se requiere, Da el concilio sobre el
particular á los obispos la delegacion apos
tólica , hasta con respecto á los religiosos
exentos: de modo que pueden y deben
corregirles , y si perseveran en la misma
falta, privarles de la celebracion y obligar
les hasta con censuras y demás penas á su
rigurosa observancia.
X. Es indudable que una misa cele
brada con devocion escita á la devocion á
cuantos la oyen : por el contrario , una mi
310 DE LAS CEREMONIAS
sa dicha con precipitacion y sin gravedad ,
hace perder la devocion á los que asisten á
ella ; y lo que es peor todavía, es que dis
minuye el respeto que se debe al santo sa
crificio del altar y entibia la fe en un tan
gran misterio. Y en verdad ¿cómo podría
dejar de ser que un sacerdote que celebra
sin devocion y sin respeto , precipitando y
mutilando las palabras, las ceremonias,
las genuflexiones , la señal de la cruz , las
elevaciones de manos, las adoraciones y
otras semejantes ceremonias , ó que .las
confunde con las .palabras , óque antepo
ne y trunca los nombres, cómo, repito, po
drá semejante sacerdote inspirar devocion
y sentimientos de respeto á los asistentes
que le observan ? Quieren por lo regular
los seglares salir de la iglesia lo mas pron
to posible , pero aun esos mismos despues
de haber oido las misas celebradas con pre
cipitacion , quedan escandalizados de los
sacerdotes que las han dicho.
XI. Hay empero ciertos sacerdotes que
se disculparán diciendo : Yo no omito ni las
palabras ni las ceremonias : profiero las
unas y hago las otras muy bien. Poco a po
DE LA MISA. 311
co; es preciso comprender que para decir
bien la misa , no basta proferir todas las
palabras , ni hacer todas las ceremonias
prescritas por la rúbrica ; no solo deben
Jiacerse las mas esenciales , sí que tambien
las menos importantes , porque todas ellas
tienden á manifestar la dignidad del sacri
ficio : por esto quiere la Iglesia que todas
las ceremonias que se hacen durante la ac
cion del sacrificio sean preceptivas y de
obligacion rigurosa , conforme lo hemos
manifestado ya , y que sean además prac
ticadas con la gravedad que exige una ac
cion tan santa. No basta pues decir la mi
sa profiriendo todas las palabras y hacien
do todas las ceremonias , sino que es pre
ciso además celebrarla con la gravedad y
lentitud necesarias , á fin de escitar en los
demás el respeto que es debido al sacrifi
cio ; puesto que si se hace con precipita
cion , lejos de estitar la reverencia , solo se
obtendrá el desprecio para con este gran
sacrificio. He aquí porque, aun cuando el
sacerdote pueda decir todas las palabras y
hacer todas las ceremonias en menos de un
cuarto do hora , no dejaría de pecar mor
31 1 DE LAS CSlkEtlOMAiJ
talmente , puesto que no podría dejar de
hacerse culpable de una irreverencia gra
ve , celebrando la misa sin la gravedad re
querida.
XII. La principal causa de que cele
bren los sacerdotes con tanta irreverencia ,
procede de que se dirigen al altar sin pen
sar siquiera en lo que van á hacer ; lo que
demuestra que se dirigen al altar por la
miserable retribucion que de ello les re
sulta, ó por cualquier otro motivo pura
mente humano. De esto se sigue que antes
de celebrar , es hasta indispensable prepa
rarse haciendo media hora, ó á lo menos
un cuarto de hora (aunque es muy poco) de
oracion mental : seria muy bueno al hacer
la meditar sobre la pasion de Jesucristo ,
puesto que va el sacerdote a renovar en et
altar el sacrificio de la cruz. Por esto be in
sertado á continuacion las consideraciones
siguientes junto con otros afectos piadosos,
á fin de que cada vez á lo menos antes de
celebrar , lea el sacerdote una de estas con
sideraciones. Tambien he añadido al finat
algunos afectos y oraciones que pueden
servir para la accion de gracias despues de
DE LA MISA. 313
la misa. Debemos observar que esos actos
piadosos despues de la comunion , como
dicen los autores , son de un gran valor y
de un mérito infinitamente mayor delante
de Dios, del que tendrían á ser hechos en
cualquier otra ocasion , por hallarse el al
ma entonces unida con Jesucristo.
314 DE LAS CEREMONIAS

De la preparacion para la misa.

Consideraciones sobre la pasion de Jesucristo


para servir de preparacion antes de la misa
por cada día de la semana.

PRIMERA CONSIDERACION.

PARA EL DOMINGO.

Sale Jesús al encuentro de sus enemigos , se vé preso y


atado.

Hallándose Jesus en el jardín , sabia que


Judas y los soldados se acercaban para
prenderle y conducirle á la muerte , por
lo que no quiso aguardar que llegaran, si
no que determinó salirles al encuentro pa
ra caer mas prontamente en su poder. Ba
ñado todavía nuestro amable Redentor en
aquel mortal sudor causado por la agonía
que sufriera en el jardín de las olivas , te
DB LA MISA. 315
nia no obstante el corazon ardiente de amor
y deseaba morir por nosotros ; he aquí por
que llamó á sus discípulos que dormían
diciéndoles : «Surgite , eamus , ecce qui
me tradet , prope est.» (Marc. xiv, 32.)
¡O mi Salvador! ¡fué tan vivo el deseo
que tuvisteis de morir por nosotros , que os
impelió á correr vos mismo á la muerte!
j Ah ! Jesus mio , tambien yo ahora me di
rigiré al altar para renovar el mismo sacri
ficio de la cruz que vos consumasteis una
vez en el monte Calvario. ¡ Cuánto siento
haberos despreciado , vos , que me amas
teis hasta el punto de hacerme vuestro mi
nistro ! Hasta aquí solo os he vuelto la es
palda , pero hoy deseo únicamente poder
unirme con vos. ¡Ah! perdonadme esta ma
ñana antes de que penetreis en mi corazon
todas las amarguras que os he hecho apu
rar , porque las detesto mas que todo cual
quier otro mal. ¡ Ah ! mi amantísimo Re
dentor , no permitais que os ofenda de nue
vo. Os amo , ó Jesus mio , porque moris
teis por mí ; os amo , ó Dios mio , porque
sois digno de un amor infinito ; os amo, mi
único bien , y todo lo abandono por vuestro
316 DE LAS CEREMONIAS
amor : «Deus meus, et omnia,» vos solo me
bastais.
Padre eterno , os ofrezco este sacrificio
en accion de gracias por todos los dones que
dispensasteis á Jesus como hombre , á la
bienaventurada Virgen María y á todos los
santos mis intercesores. Os recomiendo al
soberano pontífice , al rey nuestro amo, á
mis parientes, bienhechores, amigos y ene
migos. Asimismo os encomiendo tambien
á los infieles , herejes y á todos los pecado
res que viven en vuestra desgracia , á fin
de que les procureis la luz y el auxilio ne
cesario para salir de su miserable estado.
Y ya que confio me habeis repuesto en
vuestra santa gracia , dadme la santa per
severancia de que tanto necesito para con
tinuar en ella. Y vos , María , madre de la
perseverancia , no ceseis nunca de rogar á
Dios por mí .
DE LA MISA. 317

SEGUNDA CONSIDERACION.

PARA EL LUNES.

Jesús presentado á Caifas y condenado á muerte.

No hallando pruebas el injusto pontífice


para condenar á nuestro Señor inocente,
procuró hallarlas en sus propias pala
bras para declararle culpable ; interrogóle
pues en nombre de Dios : «Adjuro te per
Deum vivum, ut dicas nobis, si tu es Chris-
tus filius Dei.» (Math. xxvi , 63.) Al oir
Jesus que se le preguntaba á nombre de
Dios , declaró la verdad diciendo : « Ego
sum : et videbitis filium hominis sedentem
á dextris virtutis Dei et venientem in nu-
bibuscoeli.» (Marc. xi, 62.) A estas pala
bras , desgarró Caifas sus vestidos , y di
jo : ¿Por qué otras pruebas? ¿no habeis oí
do acaso la blasfemia que ha pronunciado?
«Tune princeps sacerdotum scidit vesti
menta sua , dicens : Blasphemavit : quid
adhucegemus testibus?» (Math. xxvi, 65.)
Preguntó en seguida á los sacerdotes :
«Quid vobis videtur ?» y ellos respondie
318 DE LAS CEREMONIAS
ron: «Reusestmortis.» Pero esta sentencia
habia sido ya dictada por el Eterno Padre ,
cuando se ofreció Jesucristo á pagar la pena
de nuestros pecados. Jesus mio, os lo agra
dezco tanto como os amo.
Habiendo sido publicada aquella inicua
sentencia , todos los que rodeaban á Jesus
procuraron atormentarle durante la noche:
unos le escupían al rostro , otros le descar
gaban furiosos puñetazos , algunos le abo
feteaban y todos le hacían objeto de escar
nio y burla como si fuese un falso profeta :
«Tune expuerunt in faciem ejus , et cola-
phis eum ceciderunt: alii autem palmas in
faciem ejus dederunt , dicentes : Propheti-
za nobis , Christe , quis est qui te percus-
sit?» (Math. xxvi , 67 et seq.) Y luego,
añade S. Marcos , cubriéronle con una ro
pa de púrpura , azotándole nuevamente a
su antojo.
¡Ah! Jesus mio, ¡ cuántas injurias su
fristeis por mí , á fin de expiar las injurias
que os he hecho 1 Os amo , ó bondad infi
nita , y me arrepiento vivamente de habe
ros despreciado : perdonadme , y hacedme
ta gracia de ser todo vuestro , poique quie
DE LA MISA. 319
ro perteneceros enteramente, yá vos solo
toca el realizar mi ardiente deseo. Y vos
tambien, María , abogada y esperanza mia,
me obtendreis esta gracia con vuestras ora
ciones.

TERCERA CONSIDERACION.

•■ARA EL MARTES.

Jesús convertido por Herodes en objeto de trrUion , y


pospuesto á Barrabás.

A la mañana siguiente condujeron los


judíos á Jesus ante Pilato , á fin de que le
condenara nuevamente y pronunciara con
tra él la sentencia de muerte. Este , des
pues de haber examinado todos los críme
nes de que se acusaba á nuestro inocente
Redentor , contestó que no encontraba cau
sa bastante para condenarle : «Ego nullam
invenio in eo causam.» (Joan. xxvni, 28.)
Y para librarse de la importunidad de los
sacerdotes que persistían en pedirle su con
dena , tan pronto como oyó decir que era
Jesus galHeo , le envió nuevamente á He
rodes , del que era Jesus súbdito. Deseaba
310 DE LAS CEREMONIAS
Herodes ver á Jesus , por poder ser testigo
de alguno de aquellos grandes prodigios
que atribuía la fama al Salvador; por esto
cuando se le condujo á su presencia , le hi
zo diferentes preguntas , sin que se digna
ra el Señor contestar á ninguna de ellas.
Tratándole entonces Herodes y su corte co
mo un insensato , le vistieron por irrision
con una túnica blanca , y le enviaron nue
vamente á Pilato : «Sprevit autem illum
Herodes cum exercitu suo , et illusit indu-
lum veste alba , et remisit ad Pilatuno.»
(Luc. xxiii, 11.) O Jesus mio , con razon
predijo pues Isaías que debiais ser tratado
en la tierra como el mas vil y humilde de
todos los hombres! «Novissimum virorum.»
Pero puesto que vos , mi Redentor y mi
Dios, quisisteis veros de tal modo despre
ciado por mí , acepto y abrazo todos Jos
desprecios que me vendrán de parte de los
hombres , sin conservar por ellos ya mas
ningun resentimiento como lo he hecho has
ta aquí incurriendo en vuestro desagrado.
¡Miserable Herodes! que por su iniqui
dad se hizo indigno de que Jesucristo le
hablara. Jesus mio, tambien yo merecía
DE LA MISA. 321
que no me hablaseis mas y que me abando
narais ; pero no , habladme por piedad :
«Loquere , Domine, quia audit servus
tuus.» Hasta aquí no he querido oiros, pe
ro ahora que os amo , os obedeeeré en un
todo: decidme, pues, lo que quereis de
mí , porque en un todo quiero contentaros.
¡ Ah ! Señor , ¿ cuándo será , que sin per-
tenecerme á mí mismo pueda ser todo vues
tro ? No , no quiero por mas tiempo dejar
de acudir á vuestro amoroso tlamamiento.
¡ O María ! ya que son tan poderosas vues
tras oraciones , rogad á vuestro Hijo para
que me haga lo que él desea llegue a ser.

CUARTA CONSIDERACION.

PARA EL MIÉRCOLES.

Jesús azotado y enrocado de espiiias.

Reconoce Pilato la inocencia de Jesus ,


pero á fin de complacer á los judíos le con
dena á ser azotado, esperando salvarle al
menos de la muerte. Jesus aceptó aquel
gran tormento en expiacion de los pecados
do nuestros sentidos; verificándose en esto lo
322 DÉ LAS CEREMONIAS
que habia predicho el profeta : «Ipse autem
vulneratus est propter iniquitates nostras,
attritus est propter scelera nostra.» (Isa.
un.) O Salvador mio , soy yo pues , y no
los azotes , que con mis pecados desgarré
vuestra carne ; si hubiese pecado menos ,
menos tambien habríais vos sufrido ; por lo
tanto , os amo , ó mi soberano bien , y me
arrepiento de todo corazon de haberos des
preciado de este modo.
No satisfechos aun los judíos escitan á
los soldados á que le coronen de espinas y
le traten como un rey supuesto y de farsa.
Vuelven entonces á despojarle de sus ves
tidos, echan sobre sus hombros un manto
encarnado , pénenle en su mano por cetro
una caña y una corona de espinas en su ca
beza. Amantísimo Redentor mio, mis de
testables culpas y pecados fueron las crue
les espinas que os atravesaron tan doloro—
samente , culpas y pecados que detesto y
aborrezco ahora sobre todo cuanto pueda
haber de mas odioso para mí. Burláronse
despues los judíos de él saludándole con el
título de rey de los judíos , al propio tiem
po que le abofeteaban : « Illudebant ei di
DE LA MISA. 323
ceníes: Averexjudaeorum.» (Math.xxvii.)
S. Juan añade: «Etdabanteialapas.» (xix.)
¡ Ah ! Jesus mio , aunque no sois ahora mas
que un rey de dolor y de irrision , yo os
reconozco por mi verdadero rey y señor, y
os estoy reconocido y os amo sobre todos
los demás bienes. Os amo , ó Jesus mio ,
azotado y coronado de espinas por mí. ¡Ah!
procurad que todo lo abandone por no amar
mas que á vos. ¡ O María , madre de Dios!
rogad á Jesus por mí.

QUINTA CONSIDERACION.

VARA EL JUEVES.

Presenta Pilato á Jesús al pueblo, diciendo: Bcce homo.

Habiendo sido conducido nuevamente


Jesus á la presencia de Pílato , creyó este
al verle tan mal parado que podria escitar
la piedad de los judíos poniéndoselo de ma
nifiesto. He aquí porque salió de su tribu
nal llevando consigo al afligido Jesus , y
porque dijo al pueblo : «Eccehomo.» Apa
reció entonces Jesus coronado de espinas y
llevando en sus hombros un manto de púr
324 DE LAS CEREMONIAS
pura : «Exivil ergo Jesus portans corouam
spineam , et purpureum vestimentum.»
(Joan. xix, 3.) O alma mia , considera
pues á tu Redentor en aquel balcon , y
piensa á lo que se vió reducido tu amoroso
pastor para salvarte , á tí , pobre oveja des
carriada. ¡Cuántas gracias os doy por ello,
ó Jesus mio! «Misericordias tuas , Domine,
in aeternum cantabo.»
Pero al verle los judíos, lejos de com
padecer su dolor , empezaron á gritar :
«Crucifige , crucifige éum.» Procura Pila—
to sin embargo salvarle , dando á conocer
su inocencia ; pero continuan los judíos
gritando: «Tolle , lolle, crucifige eum.»
¡ Ah ! Jesus mio , hubo un tiempo que qui
se en algun modo vuestra muerte , al re
peleros lejos de mi alma ; y no obstante
quisisteis morir en la cruz para salvarme :
solo ahora conozco mis culpas , amantísimo
Redentor mio , y por ellas quisiera morir
de dolor. Me arrepiento de lodo corazon , ó
bondad infinita , de haberos desconocido
hasta tal punto en mi pasado ; pero os amo
al presente sobre todas las cosas y prefiero
vuestra gracia á todos los bienes del cielo y
DB LA MISA. 325
de la tierra; ¿de qué pueden servir todos
los bienes de este mundo sin ella t Vos me
amasteis hasta la muerte ; hasta la muerte
quiero yo tambien amaros. Dadme pues la
santa perseverancia , dadme vuestro santo
amor ; haced que durante los dias que me
restan de vida no tenga la desgracia de ofen
deros y que no piense mas que en amaros.
¡ O sangre de Jesus , embriagadme con
vuestro santo amor ! O muerte de Jesus,
hacedme morir á todo amor terrestre ; ó
mi Salvador muy amado , libradme del in
fierno que tantas veces merecí ; porque en
él no podria continuar amándoos , y mal
deciría vuestra sangre , vuestra muerte y
todas las gracias que me habeis dispensa
do. No , Jesus mio , para siempre quiero
amaros, sin querer amar mas que á vos :
dadme pues la gracia de amaros , y dispo
ned luego de mí como mejor os plazca. O
María, madre de los pecadores , socorred
á un pobre pecador que quiere amar á Dios
y que á vos se encomienda confiado. Oid á
cuantos os ruegan , y oidme tambien á mí
por el amor de Jesucristo , á quien tanto
amais.
326 DE LAS CEREMONIAS

SESTA CONSIDERACION.

PARA EL VIERNES.

Jesús condenado A muerte por Pilato , lleva su cruz al


Calvarlo.

Ved aquí á Pílato sentado en su tribunal


que condena á Jesus á morir en la cruz ;
léese la injusta sentencia dada por Pilato ,
pero que ya anteriormente decretó el Pa
dre eterno, queriendo que muriese su Hi
jo por nuestra salvacion! Óyela Jesus , y
resignado en un todo á la voluntad divina,
la acepta humildemente por librarnos con
su muerte de la muerte eterna que había
mos merecido. «Humiliavit semetípsum
factus obediens usque ad mortem , mortem
autem crucis.» ( Philip. ii , 8. ) Mi aman-
tísimo Redentor , vos aceptais la muerte
para darme la vida eterna , y si no hubie
seis muerto por mí, me habría perdido pa
ra siempre : os lo agradezco pues infinita
mente , ó amor mío , y desde hoy será pa
ra mí vuestra muerte mi mas dulce espe
ranza. Y puesto que vos , Dios mio, acep
tasteis la muerte por mi amor, acepto tam-
DB LA MISA. 327
bien la mia en el tiempo y modo que os
plazca , con todas las penas de que esté ro
deada , por vuestro amor : solo os pido la
gracia de morir con el deseo de agradaros,
y de hacer vuestra voluntad .
Ved aqui á Jesus que sale de la casa de
Pilato llevando la cruz á cuestas , y yendo
al Calvario , lugar destinado para su su
plicio. He aqui el grande espectáculo que
presenció el mundo un dia : el espectácu
lo de ver á un Dios , Criador del universo,
que moria por el inmenso amor á sus cria
turas ! ¡ Ah ! Jesús mi Salvador, ó amor de
mi alma , no quiero abandonaros en ese
viaje en que vais á morir por mí , sino que
quiero seguiros en él para morir con vos.
¡Desgraciado de mi ! ¡cómo pude en otro
tiempo despreciaros y separarme de vos !
ahora empero que os amo sobre todos los
bienes , me arrepiento de todo corazon de
haberos ofendido , y os prometo no sepa
rarme ya nuevamente de vos hasta la muer
te. Os abrazo con toda mi afeccion, y quie
ro vivir y morir abrazándoos de este mo*-
do. ¡ Ah! que no me abandone jamás vues
tra gracia! Y vos , María, mi querida abo
328 LIE las geremonias
gada y protectora, no dejeis minea de in
terceder por mí.

SÉPTIMA CONSIDERACION.

PARA EL sAitAIJO.

Jesns muerto en la cruz bajo el peso de sus dolores , en


presencia de su afligida Madre.

Así que Jesus llegó al Calvario , despo


járonle nuevamente de sus vestidos , y le
tendieron sus verdugos sobre la cruz : es
tiende Jesus entonces las manos y ofrece al
Padre eterno el gran sacrificio de sí mismo
por la salvacion de los hombres.
Toman luego los clavos y martillos , le
atraviesan las manos y los pies de parteá
parte y le clavan en la cruz donde espira
despues de cruel y lenta agonía. ¡ O hom
bres! ¿cómo es posible que viendo morirá
Dios por vuestro amor en aquel madero in
fame , podais vivir sin amarle?
¡Jesus en la cruz! tal fué el último rasgo
que hizo en la tierra el Señor del mundo !
tal la última prueba det amor de Dios há
cia nosotros. Contemplando un dia S. Fran
DE LA MISA. 329
cisco de Paula á Jesus eu la cruz , esclamó:
«¡ O Dios caridad! ¡O Dios caridad! ¡O Dios
caridad!» ¡Ah! nadie podrá nunca esplicar
ni comprender la inmensidad del amor que
Dios nos manifestó al querer morir por nos
otros, sus miserables é ingratas criaturas.
Y sin embargo, sabiendo todo esto, ó Je
sus mio , no he dejado de despreciar vues
tro amor y de renunciar á vuestra gracia ;
pero con todo no desconfio aun , por ser
vuestra sangre mi esperanza. Tengo el mas
vivo arrepentimiento , ó Jesus , mi divino
amor, por haberos vuelto las espaldas; por
eso os amo ahora con toda mi alma sobre
todas las cosas , y os prometo firmemente
no amar en lo sucesivo mas que á vos.
O alma mia , acércate enternecida y hu
milde á esa cruz de la que pendió tu Se
ñor moribundo : besa ese altar en el que
quiso morir sacrificado por tí despues de
sufrir infinitos dolores tu mismo Criador ;
báñate en esa sangre preciosa que corre de
sus sagrados pies , lava con ella todos tus
pecados esperaudo de ella todos los bienes.
Mi amado Jesus , no quiero pertenecerme
por mas tiempo , solo aspiro á ser vuestro,
330 DE LAS CEREMONIAS
enteramente vuestro : decidme pues lo que
quereis de mí , que estoy pronto á hacerlo.
Todo lo espero de vuestra bondad. O Ma
ría , madre tierna , todo lo espero tambien
de vuestra proteccion.
DE LA MISA. 331

§111.
Accion de gracias despues de la misa por
todos los diás de la semana.

I.
Para el domingo.

Mi muy amado Jesus, os adoro por ha


beros dignado descender hasta mi corazon
bajo las humildes especies de pan y de vi
no , y me arrojo á vuestros pies por daros
gracias por la bondad con que habeis que
rido visitar á un pobre pecador como yo,
que tantas veces os he echado de mi alma.
Mi Redentor , cuando pienso en las in
jurias que os he hecho durante mi vida ,
quisiera morir de dolor. Os doy gracias
por haberme dado el tiempo necesario pa
ra reparar el mal que hice. Hasta aquí
desprecié vuestro amor ; pero no quiero
en lo sucesivo amar sino á vos , ni buscar
332 DE LAS CEREMONIAS
mas que á vos y todo aquello que pueda
seros grato. «Deus meüs et omnia.» De
hoy en adelante sereis todo mi bien, todo
mi amor. O amor de mi alma , quiero en
tregarme enteramente á vos , y en el ca
so de que no sepa hacerlo como mereceis ,
tomadme vos mismo. «Trahe me post te ,
in odorem unguentorum tuorum.» ¡Ah!
Verbo encarnado, amoroso Dios dejos hom
bres, desprendedme con vuestros dulces y
poderosos atractivos de todas las afecciones
de la tierra , y atraedme hacia vuestro san
to amor! Haced que pueda deciros con cer
teza: «Quid mihi est in coelo? et á te quid
volui super ,terram? Deus cordis mei , et
pars mea Deus in aeternum.» ¡Ahí Jesus
mio , apoderaos enteramente de mi corazon
y de mi voluntad; haced que no quiera
otra cosa que lo que vos quereis ; que no
busque mas que aquello que os sea agra
dable , y que no me complazca sino en
aquello que os complazca á vos. «Deus cor
dis mei et pars mea Deus in aeternum.»
Elijan los demás enhorabuena el patrimo
nio que en este mundo mejor les parezca ,
que siempre sereis vos mi única herencia.
DE LA MISA. 333
Nada puedo por mí, aunque todo lo pue
do con vuestra gracia: «Omnia possum in
eo qui me confortat.» Prometisteis dar al
que os pidiera : « Petite et accipietis.» He
aquí pues las gracias que yo os pido: con-
cededme la santa perseverancia , dadme
vuestro amor , y no os haré ya mas otra
peticion alguna; solo os suplico, Jesus mio,
por los méritos de vuestra pasion, que ac
cedais á ellas. O María , mi reina y abo
gada , ya que todo lo pueden vuestros rue
gos, rogad á Jesus por mí ; atendedme,
madre mia , por el amor que profesais á
Jesus.
II.
Para el lunes.

O mi divino pastor , bajasteis del cielo


para salvarme á mí, pobre oveja descarria
da, y me he perdido de nuevo por haberme
separado de vos. «Erravi sicut ovis quaj
periit ; quaere servum tuum.» (Psalm.
cxviii, 176.) Espero pues, Jesus mio,
que me perdonareis las ofensas que os he
hecho; y si es que no me las hayais perdo
'334 DE LAS CEREMONIAS
nado aun , perdonádmelas ahora que ha
beis descendido hasta mi corazon , puesto
que me arrepiento con toda mi alma de
haber despreciado en otro tiempo vuestra
gracia que estimo ahora sobre todos los
demás bienes. Estoy pronto á dar mil ve
ces la vida antes que perderla ; ¿de qué
podría servir la vida de este mundo sin
vuestra gracia?
Mi muy amado Redentor, que moristeis
por todos , á fin de que cada uno de nos
otros no viva para sí mismo, sino solamente
para vos que le habeis dado vuestra vida:
«Pro nobis mortuus est Christus, ut qui vi-
vunt , jam non sibi vivant , sed ei qui pro
ipsis mortuus est.» (1i Cor. v, 15.) Hasta
aqui he vivido únicamente para mí , olvi
dándoos , pero en lo sucesivo quiero vivir
tan solo para vos , que moristeis por mí ;
todo quiero olvidarlo por no pensar mas
que en amaros á vos, que me habeis ama
do tanto. Dadme vos mismo el auxilio que
me es indispensable para efectuar mi re
solucion , así lo espero por la promesa que
nos hicisteis de que nada nos negaríais de
cuanto os pidiésemos en vuestro nombre.
DE LA MISA. 335
«Si quid petieritis Patrem in nomine meo ,
dabit vobis.» (Joan. xiv, 14.) Así es que
os lo pido y lo espero por los méritos de
vuestra pasion.
«Adveniat regnum tuum.» Reinad, Je
sus mio, reinad en mi alma, y no permitais
que se rebele jamás contra vos. Os amo ,
bondad infinita, y os suplico: «Ne permittas
me separan á te.» Hacedme morir antes
de permitir que me vea privado de vues
tra amistad. «In te, Domine, speravi, non
confundar in aeternum.» O María , aboga
da poderosa de los que confian en vues
tra intercesion , en vos pongo toda mi espe
ranza de lograrla vida eterna. Así pues ,
os digo de todas veras con S. Buenaventu
ra : « In te, Domina, speravi , non confun
dar in SBternum.»

III.
Para el martes.

¡Ahí mi Jesus y mi Dios , hacedme co


nocer mas y mas el bien que sois y el amor
inmenso que me habeis tenido , queriendo
sufrir durante vuestra vida y hasta morir
336 DE LAS. CEREMONIAS
por mi amor ; y sobre todo entregándoos á
mi tan á menudo en la santa comunion.
DiceS. Oisóstomo (Homil. LI): «Semetip-
sumnobis immiscuit, ut unum quidsimus;
ardenter enim amantium hoc est.» En una
palabra , el amor ardiente que me profe
sais , ó Salvador mio , os ha obligado á
venir á ser mi alimento para que pueda
confundirme con vos mismo.
Venid pues , venid , ó Dios de mi alma ,
y hacedla toda vuestra. Venid y lanzad de
ella todos los afectos terrenos, á fin de que
os ame á vos solo , que no piense mas que
en vos, que os desee solo á vos , y que á
vos únicamente os busque: ¿y á quién po
dría amar sino á vos , que sois bondad in
finita , y que me amasteis hasta el punto de
morir por jní ? ¡ Ah Jesus mio ! ¿ cómo pu
disteis elegir á un ingrato como yo por
vuestro sacerdote , entre tantas otras cria
turas que os son fieles? Me he separado
tantas veces de vos , y no obstante os dig
nais todavía venir cada mañana á mis ma
nos y á mi corazon ? ¡ Desgraciado de mí ,
si despues de haber recibido tantos benefi
cios, acabo por perder de nuevo vuestra
DB LA MISA. 337
gracia .'Señor, ámoos ahora con toda mi
alma, y me pesa de todo corazon haberos
despreciado: no quiero por lo tanto ofende
ros ya mas , antes por el contrario , quiero
amaros con todas mis fuerzas; asistidme, y
no me abandoneis jamás. «Vulnera tua
merita mea.» (S. Bern.) Que vuestras lla
gas , vuestra sangre , vuestra muerte , sean
mi esperanza. Concededme la santa perse
verancia ; haced que acuda á vos en todas
mis tentaciones; aumentad mi amor por
vos , y haced luego de mí cuanto os agra
de. O nú soberana María , obtenedme la
gracia de ser vuestro devoto : porque el
que acude siempre á vos, nunca podrá ser
vencido por el maligno espíritu..

IV.
Para el mlcrcol».

O Verbo encarnado, ¿qué pruebas ma


yores podríais darnos aun para convencer
nos del amor inmenso que nos profesais , á
nosotros , que somos miserables y crimina
les gusanos de la tierra? Decidnos , ¿qué
es lo que os queda aun que inventar para
:i'J8 de las ceremonias
obligarnos á amaros ? ¡ Desgraciado de
aquel que se ve privado de vuestro amor !
y ¡desgraciado tambien de mí , que en vez
de amaros procuré cansar vuestra pacien
cia con las numerosas injurias que os hice!
¡O Dios de mi alma! ¡cuántas veces he
preferido á vuestra gracia un miserable
placer , , y os he dicho á la cara que no
quería serviros jamás ! ó ¡Dios de mi alma,
me arrepiento de etlo de todo corazon. Así,
pues, espero que me concedereis el perdon
por los méritos de vuestra muerte , con la
perseverancia en vuestro santo amor ; á
cuyo fin hace tantos años que no me per-
deis de vista. No quiero ya resistir por mas
tiempo; ¿ y qué ? ¿quisiera tal vez que me
lanzarais al infierno? no , porque os amo,
bondad infinita, os amo, mi Dios, dignó de
un amor inmenso , porque os amo , y
quiero repetirlo sin cesar en esta vida y
durante la eternidad : os amo , os amo , os
amo.. ,.:.
«lo manus. tuas commendo spiritum
meum, redemisti, n^e Domine, Deus veri-
tatjs.» Jesus m¡9, uo.nie abandoneis jamás;
yoj quifí descende^^iia (tía. del. cielo para
BE LA MISA. 339
unirme á vos , y alimentarme con vuestra
propia carne. ¡Ah! no permitais que me
separe nunca de vos. Jesus, mi amor y mi
esperanza, no deseo ahora mas que ser
vuestro , y entregarme todo á vos sin re
serva. Redentor mio , dadme la fuerza ne
cesaria para realizar este deseo. «O Jesus
bone, exaudí me.» O María , tierna madre
mia , si vos rogais por mí , de seguro que
obtendré esta gracia. «O Maria, exau
dí me.»
V.
Para el jueves.

«An nescitis , quoniam non estis vestri ,


empti enim estis pretio magno.» Tal es la
advertencia que nos da el apóstol : y tal es
la verdad , ó Jesus mio ; pero a pesar de
ello , mit veces renuncié á vuestra gracia
y á vuestro amor , olvidándoos por cosas
indiferentes. Todo esto es muy cierto , así
como no lo es menos que yo soy uno de tos
pecadores que fueron rescatados con vues
tra preciosa sangre. «Te ergo quaesumus
famulis tuis subveni, quos pretioso sangu,i
340 DE LAS CEREMONIAS
ne reclemisti.» Os amo , Jesus mío , sobre
todas las cosas ; y porque os amo , siento
de todo corazon el haberos ofendido.
¡ Qué desgraciado soy ! ¡ cuántos años no
he perdido , durante los cuales podia ha
beros servido y santificarmej y en lugar de
ello los he empleado en despreciaros y per
der mi alma. Pero vuestra bondad me ha
ce esperar que podré en lo sucesivo recu
perar el tiempo, perdido, redoblando el
amor que os debia. Mi dulce Jesus , que
por mí quisisteis morir en una cruz, y tras-
formaros en pan en el Santísimo Sacra
mento, ¿qué es lo que en cambio podré
ofreceros yo , miserable criatura? os ofrez
co mis goces terrenos , os doy mi cuerpo y
mi alma , mis deseos y mi libertad. Si veis
que en lo sucesivo quiera abusar de mi li
bertad para ofenderos , os pido que me ha
gais morir en aquel mismo instante , si es
que no haya perdido aun vuestra gracia.
Padre eterno , vos que concedeis todas las
gracias que os son pedidas en nombre de
Jesucristo , os pido en su nombre que me
deis una santa perseverancia y vuestro
sanio amor. O María , ya que sois madre
DE LA MISA. 341
de la perseverancia , escuchad á los que os
invocan. Yo os imploro , y estoy cierto de
que me obtendreis una santa perseverancia.

VI.
Para el viernes.

«Christus dilexit nos, et tradidit semet—


ipsum pro nobis.» (Ephes. v , 2.) Queda
pues fuera de toda duda , que Jesucristo,
hijo de Dios , nos amó hasta el punto de
querer morir de dolor en una cruz por
nosotros! ¿Y quién habria podido nunca
hacer morir á un Dios , si no hubiese que
rido él mismo entregarse á la muerte?
«Ego pono animam meam , dijo , nemo
tollit eam á me, sed ego pono eam.» (Joan.
x , 17.) O alma mia . si dudas aun del
amor que te tiene el Salvador , contémplalo
muerto por tí en esa cruz: ¿podia darte
acaso otra prueba mas grande de su amor,
que la de prodigarte su vida ? «In hoc cog-
novimus caritatem Dei , quoniam Ule ani
mam suam pro nobis posuit.» ( i Joan.
m, 16.)
Jesus mio , por salvarme disteis vuestra
342 DE LAS CEREMONIAS
vida , al paso que yo troqué vuestro amor
por la cosa mas indiferente , por un capri
cho , por un efímero placer ; es sin embar
go tanto lo que me arrepiento de ello , que
quisiera morir de dolor. ¡ Ah ! perdonadme
por los méritos de vuestra muerte , y en
prueba de vuestro perdon , dadme un vivo
dolor de mis pecados y un grande amor
para con vos. Siento en mi interior por
vuestra gracia , un deseo ardiente de ama
ros y una resolucion sincera de ser todo
vuestro , al paso que veo mi flaqueza y co
nozco mi alevosía : vos solo , pues , podeis
hacerme fuerte y fiel. Ayudadme , amor
niio , haced de vuestra parte que os ame, y
no os pediré ya mas cosa alguna.
«In hoc Christus mortuus est , et resur-
rexit, ut mortuorum et vivorum domine-
tur.» (Tim. 14.) Así pues , Señor , mo
risteis para haceros dueño de nuestros
corazones. Sí , Jesus mio , quiero que mi
corazon que os ha sido por tanto tiempo
rebelde, os pertenezca desde ahora ente
ramente : dominadle pues en lo sucesivo, á
fin de que obedezca todas vuestras órde
nes. Decidme lo que quereis de mí , y lo
DE LA VISA. 343
haré con vuestra gracia. O María, rogad
á Jesus por mí , y por vuestra intercesion
seré fiel á Jesucristo.
VII.
Para el sábado.

«Animam meam pono pro ovibus meis.»


(Jo. x , 15.) O divino pastor , que quisis
teis morir de dolor en un infame leño por
amor á vuestras ovejas , no me abandoneis,
como lo merecía , por las ofensas que os
hice. Fui pecador , pero no quiero volver
nunca á serlo : ahora , Jesus mío , os amo
sobre todas las cosas , siendo la pena que
mas me aflige , el recuerdo de las ofensas
que cometí contra vos en tiempos pasados.
¡ Ah ! os doy gracias por no haberme arro
jado al infierno , y por haber aguardado
que regresara á vos con tanta paciencia.
¡ Ah ! mi verdadero amante, lejos de aban
donarme , acudisteis en mi auxilio , y lla
masteis infinitas veces á la puerta de mi co
razon con tanta dulzura, que al fin me
obligasteis á amaros. Gracias os doy por
ello, Jesus mio, suplicándoos al propio tiem
34 i DE LAS CEREMONIAS DE LA MISA.
po que termineis vuestra obra, dándome
la luz y la fuerza necesarias para despren
derme de todo aquello que no conduzca á
vuestro amor.
Habeis dicho que amais al que os ama :
«Ego diligentes me diligo ;» en otro tiem
po me separé de vos , por lo que merecía
justamente vuestra ira ; pero ahora que os
amo , Dios mio , no me aborrezcais , sino
amadme. Prefiero vuestra amistad á la del
mundo todo : nada me importa que todos
los hombres me odien , con tal que me mi
reis vos con amor ; mientras que po pier
da vuestra gracia, consiento gustoso en
sufrir todos los males. Atadme , pues , y
unidme estrechamente á vos , á fin de que
no pueda nunca mas separarme. «Jesu
dulcissime , ne permutas me separari á
te.» María , virgen santísima, á vos toca
obtenerme la gracia de no separarme ja
más del amor de mi Dios.
PREPARACIÓN

Y ACCIÓN DE GRACIAS
PAKA USO

DE LOS SACERDOTES QUE CELEBRAN LA MISA.


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PREPARACIÓN

Y ACCIÓN DE GRACIAS
PAHA ESO

DE LOS SACERDOTES QUE CELEBRAN LA MISA.

INTRODUCCIÓN.

No pnede hacer el hombre una accion


mas santa , mas grande ni sublime , que el
celebrar dignamente una misa : «Nullum
aliud opus adeo sanctum á Christi fidelibus
tractari posse , quam hoc tremendum mys-
terium,» dice el concilio de Trento. (Sess.
xxn decr. de obs. etc.) Ni el mismo Dios
puede disponer que se haga una accion mas
santa ni mas grande que la celebracion de
una misa. Todos los antiguos sacrificios no
fueron mas que una sombra y una pálida
imagen de nuestro sacrificio. El sacrificio
de la vida de todos los santos , de todos los
ángeles y hasta el de la divina María , no
348 PREPARACIÓN
procurarían ciertamente á Dios el honor
que le procura una sola misa , porque solo
la'misa tributa á Dios un honor infinito. De
este modo , es la misa una accion que dis
pensa a Dios el mas grande honor que po
damos dispensarle , y la que procura el su
fragio mas poderoso á las almas del pur
gatorio : es asimismo la accion que mas
anonada las fuerzas del infierno , la que
mas aplaca la cólera de Dios contra los pe
cadores , y la que en fin nos obtiene ma
yor tesoro de gracias divinas. «Quid enim
bonum ejus est , et quid pulchrum ejus ,
nisi frumentum electorum, et vinum ger-
minans virgines?» (Zach. ix, 17.) En la
misa se sacrifica á Dios su propio Hijo, que
se entrega á nosotros por el santísimo sa
cramento , el cual es todo el bien y la be
lleza de la Iglesia ; porque , segun Santo
Tomás , casi todos los demás sacramentos
terminan con la eucaristía : «Fere omnia
sacramenta in eucharistia consummantur.»
Cada misa que se celebra procura al mun
do todo el inmenso bien que le procuró la
cruz: «Quidquid est effectus dominicae
passionis , est eífectus hujus sacrificii , »
T ACCIÓN DE GRACIAS. 349
dice el mismo doctor. (In ep. Ephes. vi.)
Y tambien la santa Iglesia nos ha dado la
certeza de ello : «Quoties hujus hostias
commemoratio recolitur , toties opus nos—
trae redemptionis exercetur.» (Orat. dom.
post pent.) Porque es el mismo Redentor
la víctima en el altar ; y es él mismo el san
tificado!' que se ofrece por el ministerio de
los sacerdotes. «Una enim , eademque est
hostia ; idem nunc offerens sacerdotis mi
nisterio , qui se ipsum in cruce obtulit ,
sola ratione offerendi diversa.» (Trid. sess.
xxii, c. 2.) De modo que , como dicen los
doctores, si no hubiese venido nunca Jesu
cristo al mundo , podría el sacerdote ha
cerle venir á él con las palabras de la con
sagracion , segun esta célebre máxima :
«O veneranda sacerdotis dignitas , in cujus
manibus , velut in utero Virginis , filius
Dei incarnatur.» (Gabr. lect. i.) El sacri
ficio de la cruz nos es aplicado por el del
altar: la pasion nos hizo susceptibles de la
redencion , y la misa nos pone en posesion
de ella , haciendo que tengamos parte en
los méritos de Jesucristo.
No podemos practicar ninguna obra que
350 PREPARACION
tribute de nuestra parte una gratitud mas
digna á Dios por tos dones inmensos que
nos dispensó ; solo al ofrecer á Jesucristo el
sacrificio de la misa , le damos una accion
suficiente de gracias. Dice S. Ireneo : «Di-
vinum sacrificium ideo institutum est , ne
nos ingrati simus apud Deum.» (Lib. iv,
c. 32.) Podemos obtener además por este
sacrificio todas las gracias , por habérsenos
prometido que obtendríamos todo cuanto
pidiéramos á Dios en nombre de Jesucristo:
«Si quid petieritis Patrem in nomine meo,
dabit vobis » (Jo. xvi) ; ¿cuánto mas de
bemos prometérnoslo al ofrecerle el mismo
Jesucristo? Nuestro Redentor intercede con
tinuamente por nosotros en el cielo : « Qui
etianí interpellat pro nobis» (Rom. vm),
haciéndolo sobre todo durante la misa,
en la cual para mejor obtenernos tas gra
cias , se presenta él mismo al Padre eterno
por manos de los sacerdotes. Si supiéramos
que todos los santos y la bienaventurada
Virgen María rogasen por nosotros, ¿cuáu-
tas esperanzas no concebiríamos en nuestro
favor ? Pues una sola oracion de Jesucristo
puede ¿nlinitamente mas que todas las ora
Y ACCIÓN DE GHACIAS. 351
ciones de los santos. ¡ Desgraciados de nos
otros , pobres pecadores , á no ser este sa
crificio que aplaca al Señor! «Hujus quippe
oblatione placatus Dominus, gratiam et do-
nam poenitentiae concedens, crimina et
peccata etiam ingenua dimittit,» dice el
concilio de Trento. En una palabra, así
como bastó la pasion de Jesucristo para
salvar al mundo , del mismo modo basta
aun al propio objeto. Por esto dice el sa
cerdote en la oblacion del cáliz : «Offeri-
mus tibi, Domine , calicem sal u taris,...
pro'nostra et totius mundi salute.»
De lo que debemos deducir , cuán es
trecha será la cuenta que deberán dar á
Dios los sacerdotes que no celebran con
reverencia este gran sacrificio. Habiendo
sabido el padre maestro Juan de Avila ,
que habia muerto un sacerdote despues de
haber celebrado su primera misa esclamó:
¡Oh! ¡qué cuenta habrá debido dar á Dios
ese sacerdote por la sola misa que celebró !
¡Oh! Dios mio, dónde está la devocion y
reverencia de tantos sacerdotes que cele
bran la misa! Es , como hemos dicho > la
accion.mas grande y;mas santa ; poroto
352 PREPARACIÓN
dice el concilio de Trento que debe hacerse
con la mayor devocion interior y esterior
posibles: «Satis etiam apparet, omnem
operamin eo ponendamesse ut quanta ma
xima fieri potest interiori cordis munditia ,
atqueexterioridevotionisac pietatis specie,
peragatur.» (Sess. xxn, decr. de observ.
in cel. 5.) Y esta accion , yo digo , que es
la mas descuidada por los masde los sacer
dotes : seguramente fijarían mucho mas su
atencion en desempeñar un papel de come
dia, que en celebrarla misajalgunosdeellos
llegan hasta el esceso de decirla en menos
de un cuarto de hora , lo que no puede de
jar de ser un pecado mortal , aun cuando
fuese una misa de difuntos , conforme lo
hemos probado en nuestras obras morales.
Porque en tan poco tiempo no puede cele
brarse sin una grave negligencia y despre
cio de las palabras y de las ceremonias , y
sin faltar gravemente á la reverencia y á
la gravedad requeridas para un tan gran
sacrificio , y sin dar ademas un grande
escándalo á los seglares.
Al tratar sobre esta materia , quisiera
lágrimas, pero lágrimas de sangre. Pobres
T ACCIÓN DE GRACIAS. 353
sacerdotes que celebrais de este modo ,
¡ qué será de vosotros en el dia del juicio !
Y vosotros tambien , pobres obispos , que
les permitís celebrar ! porque los obispos ,
como lo observan generalmente los doc
tores, y conforme lo asegura tambien
el concilio de Trento en el lugar citado
(Decr. de observ. etc.) están estrechamente
obligados á prohibir la celebracion á esos
sacerdotes que dicen la misa con una irre
verencia tal , que la llama el concilio im
piedad , cuando dice , al hablar precisamen
te de este santo sacrificio : «Decernit sane
la synodus , ut ordinarii locorum ea omnia
prohibere sedulo curent ac teneantur,
quae irreverentiam (quae ab impietate vix
sejunctaesse potest) induxit. » De modo,
que para llenar los obispos el precepto del
concilio, segun las palabras que acabamos
de citar (curent ac teneantur) , e6lán obli
gados á vigilar continuamente , á infor
marse con escrupulosidad del modo con
que se celebran ías misas en sus diócesis ,
y á suspender de la celebracion á aquellos
que la hacen sin la atencion y la gravedad
necesarias, Esta obligacion de los obispos no
23
354 PREPARACION
es solamente relativa á los sacerdotes secu
lares , sino que tambien se hace estensiva
hasta los mismos religiosos , porque en el
decreto del concilio antes citado , son con
siderados sobre este punto como delegados
apostólicos : «Ipsi ut delegati sedis aposto
licas , prohibeant , mandent , corrigant ,
atque ad ea servanda censuris aliisque poe-
nis compellant , etc.» Pero á pesar de esto
es una impiedad , digámoslo de una vez ,
el ver el abandono que demuestran ordi
nariamente los sacerdotes de Jesucristo al
celebrar ese gran misterio : y lo que admira
aun mas todavía , es ver hasta religiosos
observantes y de las órdenes reformadas
que celebran la misa de tal modo , que es
candalizarían hasta á los mismos turcos y á
los idólatras.
Es verdad que basta el gran sacrificio
del altar para aplacar á Dios sobre todos
los pecados del mundo ; pero ¿ cómo podrá
aplacársele por las injurias que le hacen
los sacerdotes al tiempo mismo de ofrecér
selo ? porque al celebrar con tanta irreve
rencia , le causan realmente mas deshonra
que honor. Le ofenden entonces ultrajando
¥ ACCIÓN DE GRACIAS. 355
á la misma víctima que ofrecen. El hereje
que no cree absolutamente en la presencia
real de Jesucristo en la misa , es sin duda
culpable; pero lo es aun mucho mas el que
cree en ella sin respetarla , siendo además
la causa , como lo es el sacerdote que cele
bra con poca reverencia , de que pierdan
los asistentes la estimacion , el concepto y
el respeto que tenian por la majestad de
un tan gran sacrificio. Tenia el pueblo ju
daico al principio una gran veneracion por
Jesucristo , pero tan pronto como le vio
despreciado por los sacerdotes , cesó ente
ramente de amarle : lo propio sucede en
nuestros dias ; pierde el pueblo la venera
cion que tenia por la misa , al verla cele
brada con tanta irreverencia y descuido
por los sacerdotes ; así como una misa ce
lebrada con devocion inspira la piedad á
los asistentes , disminuye por el contrario
la irreverencia de los sacerdotes , la vene
racion y hasta la fe de los que asisten á
ella. ¿ Cómo podría la indevocion de un sa
cerdote que es el ministro de este gran sa
crificio , y el depositario del cuerpo de Je
sucristo , inspirar á los demás sentimientos
356 PREPABACION
de devocion y de respeto ? ¿ Qué idea pue
de dar á los demás de la santidad y ma
jestad de un tan gran misterio , el sacer
dote que manifiesta por él mas bien el des
precio que la veneracion?
Diráseme empero , que los seculares se
quejan de los sacerdotes cuando es la misa
demasiado larga. Pero yo contestaré, ¿de
be ser acaso la indevocion de los seculares
la regla del respeto con el cual debe el sa
cerdote celebrar? A mas de que si todos los
sacerdotes celebraban con el respeto y la
gravedad que son debidos á este gran sa
crificio, los seculares tendrían seguramente
mucha mas veneracion por la misa , y no
se quejarían de oiría aunque debiese durar
media hora. Pero como solo ven por lo ge
neral celebrar misas que nada inspiran me
nos que el respeto y la devocion , se han
acostumbrado á la irreverencia y á la ti
bieza para con la fe ; así es que al ver á un
sacerdote que celebra con la devocion que
es debida , se fastidian á causa de no estar
acostumbrados á etlo. Muchos hay que no
se cansan de permanecer por largas horas
en una casa de juego, ó en una antecámara
y ACCIÓN DE GRACIAS. 357
aguardando el momento de poder adular a
un potentado de la tierra, y se fastidian al
oir una misa de media hora. Si todos los
sacerdotes, dice un autor, celebraran como
sacerdotes , los seculares oirían la misa con
devocion y como verdaderos cristianos.
í Cosa admirable ! Mandó Dios á los sa
cerdotes de la antigua ley que tembláran
de respeto á la vista de su santuario: «Pa-
vete ad sauctuarium meum» (Levit. xxvi,
2); ¡ y los sacerdotes de Jesucristo tienen la
audacia de permanecer en el altar , en pre
sencia del Yerbo encarnado , de ofrecerle ,
de tenerle en sus manos y de alimentarse
con su carne , con tan poca reverencia!
No faltará empero quien diga , yo no
falto á las cosas esenciales ; y en cuanto á
faltar á algunas ceremonias , esto es muy
poca cosa : el que tal diga, oiga lo que decia
el Señor á los sacerdotes que omilian las ce
remonias de los antiguos sacrificios : «Quod
si audire nolueris vocem Domini , ut custo
dias ceremonias. . . venient super te omnes
maledictiones istae : maledictus eris in ci-
vitate , maledictus in agro , etc.» (Deut.
xxviii, et Num. v. ) Decia Santa Teresa :
358 PREPARACIÓN
Daria mi vida por una ceremonia de la
Iglesia ; ¡ y hará tan poco caso el sacerdote
de las ceremonias de la misa! El P. Suarez
afirma, que la omision de cualquiera ce
remonia prescrita por la misa , es un pe
cado ; y los doctores están acordes en decir
que un notable desprecio de las ceremonias
de la misa , que es el que debe necesaria
mente existir cuando se celebra demasiado
aprisa, es un pecado mortal , tanto á cau
sa de la grave irreverencia que se comete
hácia el sacrificio , como por el escándalo
que se dá á los asistentes , haciéndoles per
der la devocion que es debida ála misa.
«Ad vos , ó sacerdotes , qui despicilis no-
men meum , et dixistis: in quodespeximus
nomen tuum? in eo quod dicitis , mensa
Domini despecta est.» (Mal. i, 6.) El des
precio que los sacerdotes hacen del altar ,
es causa de que sea tambien despreciado
el altar por los demás.
Y hé aquí porque se ven tantos sacerdo
tes , y porque es tan reducido el número
de santos que hay entre ellos. Salió Moisés
de la conferencia que tuvo con Dios tan
abrasado de su amor, que hasta su sem
Y ACCION DE GRACIAS. 350
blante resplandecía de fúlgida luz. Tam
bien los apóstoles al salir del altar debian
hallarse inflamados por un nuevo ardor ;
pero la esperieucia demuestra que esos sa
cerdotes que celebran con tan poca devo
cion vuelven á caer siempre en las mismas
faltas: véseles siempre tibios, impacientes,
soberbios , siempre entregados á los goces
de la mesa , pegados á sus intereses , á la
vanidad , á los placeres y á todos los pa
satiempos del mundo. ¿ Y dónde está el
fruto de tantas celebraciones y comuniones,
en los que se han alimentado cada día con
la carne de Jesucristo? « Defectus non in
cibo est , dice el cardenal Bona , sed in
edentis dispositione.» Así es que votviendo
á mi objeto , digo , que la primera causa
de tantas faltas procede de que celebren
los sacerdotes con tan poca devocion y re
verencia , y de que se dirigen al altar sin
pensar siquiera en lo que van á hacer: solo
van á él por lucro ó por costumbre , pero
siempre sin prepararse antes , sin la menor
disposicion. En cuanto á la disposicion,
dos son las condiciones indispensables pa
ra aprovecharse de la misa : el deseo. de
360 PREPARACIÓN
adelantar cada dia en el amor divino , y
el desprendimiento de los afectos terrenos.
El amor divino no puede hallar cabida en
un corazon unido á las cosas de la tierra, y
por esto no penetra en él. En cuanto á la
preparacion, debe emplearse al menos me
dia hora en ella , ó á lo menos debe hacer
se un cuarto de hora de oracion mental.
¿ Qué misa reverente quiere decir el sacer
dote que se va á celebrar sin preparacion ,
pasando inmediatamente de los asuntos y
discursos del mundo al altar , sin pensar
siquiera en lo que va á hacer?
¡Cosa admirable ! todos los buenos auto
res , tales como el cardenal Bona , el padre
Molina , el P. Mansé , el P. Sabalini , y
otros muchos , recomiendan é inculcan la
preparacion para la misa , á cuyo fin es
cribieron las mas hermosas consideraciones;
y sin embargo , ¿cuáles son los sacerdotes
que hacen semejante preparacion ? Esto
me ha inducido a publicar las cortas con
sideraciones siguientes , por cada dia de la
semana , junto con los afectos para la pre
paracion á la misa • he procurado ha
cerlas corlas, á fin de que los sacerdotes
Y ACCION DE GRACIAS. 361
que no quieran emplear en ella mucho
tiempo , lean no obstante antes de celebrar
aquellas pequeñas reflexiones , y hagan los
actos en ellas señalados .
Despues he añadido al final algunas otras
oraciones para la accion de gracias despues
de la misa. He aquí el otro deplorable des
órden que hace que los sacerdotes saquen
tan poco provecho de sus misas. ¿ Qué lás
tima no causa el ver á tantos sacerdotes
que salen de la iglesia tan pronto como han
concluido su misa , ó bien que se ponen á
tratar desde luego de cosas indiferentes?
Esfuérzanse igualmente los autores en en
cargar á los sacerdotes conferencien con
Dios en la oracion despues de haber co
mulgado ; pero ¿ cuáles son los sacerdotes
que les escuchan sobre este punto? Hay al
gunos , aunque muy raros : hasta muchos
religiosos que observan una vida penitente
y solitaria , y se dedican á la oracion en
otras ocasiones , no procuran unirse á Dios
despues de la misa. Sin embargo afirman
muchos autores , que mientras duran las
especies sacramentales , procura la santa
comunion al alma tanto mas fruto, cuan
363 PREPARACIÓN
tos mas son los actos que la predisponen
durante este tiempo á recibir aquella gra
cia. Dicen además , que los buenos actos
despues de la comunion tienen un mérito y
valor mucho mas grandes delante de Dios,
del que tendrían producidos en otros mo
mentos; lo que debe necesariamente ser
así , por hallarse entonces el alma unida á
Jesucristo , segun dijo él mismo : « Qui
manducat meam camem , in me manet , et
ego in eo.» (Jo. 6.) Hasta parece que se
halla entonces el Señor mas dispuesto á
concedernos sus gracias. Dice Sta. Teresa,
que Jesucristo despues de la comunion se
coloca en el alma , como un rey en un tro
no de gracias, y que le dice : « Quid vis
ut tibi faciam ? » ¿qué quieres que haga
por tí, alma cristiana? he venido espresa-
mente. para consolarte ; dime lo que deseas,
y pronto lo obtendrás. Por esto el P. Bal
tasar Alvarez y todos los doctores místicos
dicen que debe aprovecharse el tiempo con
el mayor cuidado despues de la comunion.
El P. maestro Avila , aun durante el tiem
po de sus misiones , como se refiere en su
vida , hacia á lo menos dos horas de ora-
Y ACCION DE GRACIAS. 363
cion despues de la misa. Todo sacerdote
debería orar al menos media hora despues
de la celebracion del santo sacrificio.
Antes de insertar las consideraciones ,
debe añadirse la opinion de un sabio au
tor , respecto de tos sacerdotes que por hu
mildad se abstienen de celebrar. Dicen esos
sacerdotes : Me abstengo á menudo de ce
lebrar, porque soy indigno de ello. A lo
que contestad citado autor : bueno es abs
tenerse de celebrar por humildad , pero
no es lo mas acepto á Dios. Los actos de
humildad y de respeto hacen honor á Dios,
pero es este un honor finito por proceder
de nosotros ; cuando el honor que le tribu
tamos al celebrar la misa , es un honor in
finito , porque es tributado á Dios por una
persona divina. Así pues , cuando procu
ramos prepararnos á fin de celebrar con
devocion , haciendo de modo de vencer en
lo posible nuestra flaqueza , tributamos á
Dios mayor gloria celebrando , que no abs
teniéndonos de hacerlo por humildad.
364 PREPARACION

CONSIDERACIONES Y AFECTOS
PARA PREPARARSE

A CELEBRAR LA MISA.

PRIMERA CONSIDERACION.

PARA EL DOMINGO.

De stercore erígeos pauperem, ut collocet eum cum prin-


cipibus populi sui. (Psalm. c*n , 7.)

Mi querido sacerdote , considerad que


no podia haceros Dios en el mundo mas
grande de lo que os ha hecho. En efecto ,
¿cuál es la dignidad mas alta en que ha
bría podido Dios colocaros , si no es la dig
nidad de ser su ministro , y como tal en
cargado en la tierra de los negocios de su
mayor gloria? Os ha admitido á subir en
su altar para sacrificarle á su propio Hijo.
¿Qué elección no ha debido hacer Dios pa
ra crearos sacerdote ? Os ha elegido entre
Y ACCION DE GRACIAS. 3fi5
una infinidad de criaturas capaces y os ha
puesto al mundo. Luego con preferencia á
tantos millones de infieles y de herejes , os
ha hecho cristiano y católico , y finalmente
entre tantos millones de fieles os ha elegido
para sacerdote.
I Ah ! si Dios no hubiera honrado con el
sacerdocio mas que á un solo hombre en el
mundo , á quien hubiese dado el poder de
hacer descender á la tierra al Verbo encar
nado , y de librar alas almas del infierno,
absolviéndolas de sus pecados , ¿ qué caso
no habria hecho el mundo de semejante sa
cerdote? ¿Y cuántas gracias no debería
aquel sacerdote haber dado á Dios ? ¿ Qué
es lo que no seria capaz de hacer por su
amor , al verse elegido entre todos los hom
bres para desempeñar tan honroso minis
terio ? Figuraos pues , sacerdote , que el
número de hombres revestidos con el sa
cerdocio , no disminuye en lo mas mínimo
ni vuestra dignidad , ni vuestras obliga
ciones.
Luego es pues con razon que exige Dios
que cada sacerdote le pertenezca entera
mente , llámase al sacerdote en las Escri
306 PREPARACIÓN
turas «homoDei;» esto es, hombre qne
no pertenece mas que á Dios. Los sacerdo
tes de la antigua ley estendian sus manos
sobre las víctimas , para demostrar que
ofrecían su vida en sacrificio , del mismo
modo que sacrificaban las de los animales.
Asimismo tambien , cuando los sacerdotes
de la nueva ley estienden las manos sobre
los dones ofrecidos , indican que en union
con la vida de Jesucristo que ofrecen en el
santo sacrificio, deben ofrecer tambien su
vida y sacrificarse enteramente á Dios.
He aquí como debeis acercaros al altar ,
en el que por medio de algunas palabras
llamareis hacia vos al Verbo divino, y don
de á vuestra voz la sustancia del pan y del
vino se transformará en cuerpo y sangre
de Jesucristo. Id, pues, al altar, como em
bajador de todo el género humano para in
terceder cerca de Dios por la Iglesia y por
los hombres todos. Así pues, preparaos con
los siguientes

AFECTOS.

i O Dios mio 1 es pues por este medio que


Y ACCIÓN DE GUACIAS. 367
se verifican del modo mas exacto las si
guientes palabras de David : «De stercore
erigens panperem,. ut collocet eum cnm
principibus populi sui.» He aquí que me
dispongo ahora á celebrar, esto es , á ofre
ceros á vuestro propio Hijo en sacrificio, yo
miserable pecador , que merecería por mis
ofensas verme desde muchos años relegado
al infierno bajo el poder de los demonios, y
abandonado para siempre de todos los hom
bres , y en particular de vos , mi Señor
muy amado. He aquí que dentro breves
instantes , descenderá á mi voz el Verbo
eterno, el Itey del cielo al altar , y vendrá
á mis manos para ser ofrecido por mí , y
saciarme con su sagrado cuerpo.
¡ O Dios de mi alma! ¡yo sacerdote ! ¡ yo
que tantas veces os volví la espalda! ¡yo
que renuncié á vuestra gracia y á vuestro
amor , y que troqué vuestra amistad por
una vana sombra ó por un placer corto y
emponzoñado! ¿y cómo habeis podido ele
girme para sacerdote entre tantas almas
inocentes y fieles ?
¡ Ah! iluminadme, Señor , y aumentad
mi fe. «Noverim te, noverim moa Haced
368 PREPARACIÓN
me conocer lo que sois, vos que quereis
entregaros a mí esta mañana , y hacedme
conocer lo que soy , yo que debo recibiros.
¡ Ah ! antes que suba al altar , lavad mi
alma de todas sus impurezas con los méri
tos de vuestra preciosa sangre : perdonad
me, Jesus mio , antes de venir á mis ma
nos y á mi corazon. O soberano bien , os
he disgustado y ofendido ; pero me arre
piento de ello con toda mi alma.
Redentor mio , creo que sois el Hijo de
Dios , que habeis muerto por mí , y que en
realidad eslais presente en el Santísimo Sa
cramento para ser sacrificado por vuestros
sacerdotes , y venir á ser nuestro alimento.
Así es , que espero amaros en lo sucesivo ,
y amaros eternamente por los méritos de
vuestra pasion , y en virtud de vuestras
promesas. Os amo tanto , mi querido Re
dentor , que os amo mas que a mí mismo ;
y porque os amo me arrepiento de todas las
ofensas que cometí contra vos, bondad in
finita. (Es muy útil repetir los cuatro actos
de fe , esperanza , caridad y contricion to
dos los dias antes de celebrar , aun cuando
se hubiesen hecho antes de la oracion men-
' Y ACCION DE GRACIAS. 369

tal.) Os amo , Dios mio , pero no os amo


aun lo bastante. Quisiera amaros tanto co
mo debería amaros un sacerdote ; y qui
siera recibiros con ese inmenso amor con
que os reciben tantas almas amorosas. ¡Ah!
inflamadme en vuestro santo amor , y ha
ced que sea enteramente vuestro.
Padre eterno , os ofrezco este sacrificio
en accion de gracias por todos los benefi
cios que dispensasteis á los hombres , y en
particular á la santa humanidad de Jesu
cristo , á la bienaventurada Virgen , á mi
ángel custodio y á todos mis santos patro
nos ; y por los méritos de vuestro Hijo , os
pido la santa perseverancia , vuestro amor
y todas las demás gracias que Jesus , Ma
ría y mis otros santos patronos os piden
por mí.
En cuanto al prójimo , será muy útil
que ruegue el sacerdote antes de la misa
por todos los que están continuados en los
memento siguientes.
MEMENTO PARA LOS VIVIENTES.

I. Os encomiendo al soberano pontifi-


24
370 PREPARACIÓN
ce y á todos los prelados , confesores, pre
dicadores y sacerdotes: dadles, Señor, toda
la fortaleza y celo que son necesarios para
dedicarse á la salvacion de las almas.
II. Os encomiendo á mis parientes,
amigos y enemigos , á los moribundos que
están próximos á dejar de existir ; á las
almas del purgatorio , y á todos los fieles
que permanecen en vuestra gracia ; dad
les , Señor , la perseverancia en vuestro
amor.
III. Os encomiendo á los infieles , he
rejes y pecadores ; infundidles luz y fuerza
para que os conozcan y os amen.
MEMENTO PARA LOS DIFUNTOS.

I. Os ruego por las almas de mis pa


rientes, de mis bienhechores, de mis ami
gos y enemigos , así como por aquellas que
están en el purgatorio por causa mia.
II. Os ruego por las almas de los sa
cerdotes y sobre todo por las de los misio
neros y demás operarios evangélicos.
III. Os ruego por las almas de aque
llos que fueron mas devotos de la pasion de
Jesucristo , del Santísimo Sacramento , de
Y ACCION DE GRACIAS. 371
la Santísima Virgen , así como por las al
mas mas olvidadas , por las que mas su
fren , y por las que están mas próximas á
entrar en el paraíso.
Pueden estos memento repetirse todos
los días ; á lo menos con la intencion de en
comendar á los que se cita en ellos.
SEGUNDA CONSIDERACION.

PARA EL LUNES.

lloc facite In meam commemoraUonem . (Luc. XXII, 10.)

Dicen escelentes teólogos que segun este


testo , están obligados los sacerdotes á re
cordar la pasion y muerte de Jesucristo, al
celebrar la misa. Y lo propio parece exigir
el apóstol á los que comulgan : «Quoties-
cumque manducatis panem hunc , et cali-
cem bibetis, mortem Domini annuntiabitis.»
(i Cor. xi.) Dice Sto. Tomás que nos dejó
el Redentor el Santísimo Sacramento, á.fin
de que el recuerdo de los bienes que nos
obtuvo y del amor que nos profesó , no se
borrase nunca de nuestra memoria. «Ut
autem tauti beneficii jugis in nobis mane-
ret memoria , corpus suum in cibum , et
372 PREPARACION
sanguinem in potum fidelibus dereliquit.»
(Opusc. 57, lect. 4.) Por esto llama el
mismo santo doctor al sacramento del altar
«passionis memoriale.»
Considerad, pues, mi querido sacerdote,
que esa víctima santa que vais á sacrificar
es el mismo Señor, que dió por vos su san
gre y su vida.
Pero no es solamente la misa la conme
moracion del sacrificio de la cruz , sino que
es además el propio sacrificio. , por ser uno
mismo la víctima y el sacrificador ; esto es,
el Verbo encarnado. No hay diferencia si
no en et modo con que es ofrecido , puesto
que en la cruz fué un sacrificio sangriento,
mientras que en el altar no lo es : murió
Jesucristo en el primero realmente, al paso
que muere en el segundo de un modo mís
tico. «Una eademque est hostia, sola ofle-
rendi ratione diversa.» (Trid. sess. xxii ,
c. 2.) Imaginaos al celebrar que os hallais
en el Calvario para ofrecer á Dios la san
gre y la vida de su Hijo; y al comulgar fi
guraos que chupais la sangre preciosa que
brota de las llagas del Salvador.'
Considerad tambien que la obra de la
Y ACCION DE GRACIAS. 373
redencion se reproduce de tal modo en ca
da misa, que si Jesucristo no hubiese muer
to en la cruz para la salvacion del mundo,
bastaría una sola misa para obtener al
mundo todos los bienes que nos obtuvo el
Redentor. «Tantum valet celebratio missae,
escribió Discepolus , quantum mors Chris-
ti in cruce.» De modo que por el sacrificio
del altar todos los méritos de la pasion se
aplican á los hombres , y en particular á
los sacerdotes que lo ofrecen.
He aquí porque S. Francisco de Asís
que no quiso llegar al sacerdocio por con
siderarse indigno de tal distinción, previe
ne á los sacerdotes que deben desprender
se de todas las cosas del mundo , y procu
rar únicamente amar y honrar á Dios que
tanto les ha honrado y amado. Luego aña
de , que son muy desgraciados los sacer
dotes que teniendo á Jesucristo tan cerca de
etlos en el altar , no dejan de conservar
apego por algun objeto mundano. «Videte,
sacerdotes , dignitatem vestram , et sicut
super omnes , propter hoc mysterium , ho-
noravit vos Dominus , ita et vos diligite
eum, et honorate. Magna infirmitas, quan
374 PREPARACIÓN
do Jesum sic praesentetn habetis , et aliad
in toto mundo curatis.»

AFECTOS.

Señor , indigno soy de presentarme ante


vos ; pero confiado en la bondad con que
os habeis dignado elegirme por vuestro mi
nistro, vengo , no obstante mi indignidad,
á ofreceros esta mañana á vuestro Hijo.
Ofrézcoos pues , ó Dios mio , al cordero sin
mancha en expiacion de mis pecados y de
los de todos los hombres. «Ecce agnus
Dei,» he aquí el cordero que visteis inmo
lar un dia por vuestra gloria y por nuestra
salvacion en el altar dela cruz. Por el amor
de esa víctima que os es tan querida , apli
cad sus méritos á mi alma , y perdonad
me todas las faltas graves y leves que he
cometidohasta el dia, por ser grande el do
lor que de ellas tengo , á causa de ser vos,
bondad infinita , á quien yo he ofendido.
Y vos , Jesus mio , venid y lavad con
vuestra sangre todas mis impurezas , antea
de que os reciba esta mañana. «Domine ,
non sum dignts , ut intres sub tectuva
Y ACCIÓN DE GRACIAS. 37o
meum ; sed tantum dic verbo et sanabitur
anima mea.» Indigno soy de recibiros; pe
ro vos , médico celestial , podeis curar lo
dos mis males con una sola palabra.
Venid pues , y curadme.
«Erravi sicutovis quae periit.» Soy la
oveja que ha querido voluntariamente des
carriarse separándose de vos , Redentor
mio ; pero vos sois el buen pastor que dió
su vida para salvarme. «Quaere servum
tuum quia mandata tua non sum oblitus.»
Buscadme, Jesus mio, y no me abando
neis: buscadme y atadme estrechamente
sobre vuestros hombros , puesto que me
propongo amaros y serviros mientras
pueda.
Vos dijisteis : «Oves meae vocem meam
audiunt et non rapiet eas quisque de manu
mea. » Vos me llamais á vuestro amor ,
y lo abandono todo para venir á vos , ó
vida mia , porque solo deseo obedeceros
en un todo : desde ahora renuncio á todos
los placeres del mundo, puesto que quereis
dignaros alimentarme esta mañana con
vuestro sagrado cuerpo.
Os amo , ó Jesus mio , sobre todos los
376 PREPARACIÓN
bienes ; y deseo recibiros por amaros aun
mucho mas. Vos os entregais á mí , y yo
me doy enteramente á vos, por lo que se
reis siempre mi todo , mi único bien , mi
único amor. O María madre mia , obte-
nedme una parte de aquella humildad y
fervor con que recibiais á Jesus en vues
tras santas comuniones.
TERCERA CONSIDERACION.

PAKA EL Jl A «TES.

Hlc est Q litis meus dilectus , In quo mlhi Lene complacui.


(Mnttli. XVIII, 15.)

En la antigua ley honraban los hombres


á Dios con muchos sacrificios , pero en la
nueva ha sido Dios mas honrado con una
sola misa , de lo que lo fué por todos los
antiguos sacrificios que eran tan solo una
débil imágen y una pálida sombra de nues
tro sacrificio del altar. Con la santa misa
se honra a Dios del modo con que debe ser
honrado , puesto que se le tributa de nue
vo el mismo honor infinito que le procuró
Jesucristo al sacrificarse en la cruz. Procu
ra una sola misa mas honor á Dios del que
Y ACCION DE GRACIAS. 377
le tributaron y tributarán todas las peni
tencias de los santos , todos los trabajos de
los apóstoles , y todo el ardor de los serafi
nes y de la divina María. Pues este honor
quiere Dios , ó sacerdote , recibirlo esta
mañana de vuestras manos.
Es muy justo que se dén gracias a Dios
por los inmensos beneficios con que nos
colmó su bondad infinita ; pero infelices
de nosotros, ¡ qué acciones dignas de gra
cias podemos tributarle ! Si no nos hubiese
dado el Señor mas que una sencilla prue
ba de afecto, aun así merecería de nuestra
parte un reconocimiento infinito , porque
seria aquella afeccion el favor y el don de
un Dios infinito. Pero hé aquí que nos pro
curó Dios el medio de poder cumplir con
nuestras grandes obligaciones con respecto
á él , y de agradecerle dignamente sus in
mensos favores. ¿Y cómo podemos desqui
tarnos de una obligacion tan grande y sa
grada? Ofreciéndole á Jesus en el sacrificio
de la misa : de este modo quedará Dios
plenamente satisfecho.
Esa gran víctima que se le ofrece , es su
propio hijo , en el cual halla todas sus com
378 PREPARACION
placencias. El sacrificio es el de la vida
de un Dios que le es ofrecida por medio de
una muerte mística en la consagracion y
la comunion. De este modo tributaba David
gracias á Dios por los beneficios que le dis
pensaba: «Quid retribuam Domino pro
omnibus qu«e retribuit mihi? Calicem salu-
taris accipiam.» (Psalm. cxv , 13.) De la
misma manera da Jesus gracias á su divi
no Padre por los beneficios que dispensó á
los hombres. «Etaccepto'calicegratias egit,
et dixit: Accipite et dividite inter vos.»
(LUC. XXII, 17.) ;:::

AFECTOS.

¡Ah! mi Dios y Criador, ¿cómo habeis


podido elegirme para honraros por medio
del sacrificio de vuestro Hijo , cuando os he
deshonrado tanto otras veces con las ofen
sas que contra vos he cometido ? En lugar
de castigarme con el suplicio del infierno ,
me habeis conferido el honor del sacerdo
cio haciéndome ministro de vuestra gloria.
Puesto que os dignais aceptar de mis
manos este gran sacrificio , uno mi pobre
Y ACCIÓN DE GRACIAS. 379
corazon al corazon de Jesucristo , y os lo
ofrezco en su nombre para reconocer vues
tro soberano dominio. Quisiera ver á vues
tra divina majestad adorado y amado por
todos los hombres. Que el honor que voy
á procuraros esta mañana sacrificándoos a
\uestro Hijo, compense todos los deshono
res que os causaron y os causan los hom
bres con sus pecados.
Con esta misa tengo tambien la intencion
de daros gracias por todos los beneficios
que dispensasteis al mundo , y en particu
lar por los que he recibido yo , miserable
pecador, que por mi ingratitud merecía
verme abandonado de vos ; pero cuanto
mas aumenté mis pecados , tanto mas au
mentasteis vuestras gracias. Os doy gra
cias , ó bondad infinita , por vuestros in
mensos favores ; ó mejor aun , que Jesu
cristo os las dé por mí.
¡Ah! Señor, por los méritos de Jesu
cristo , iluminadme esta mañana , infla
madme en vuestro santo amor , y despren
ded me de la tierra ; no permitais que re
sista por mas tiempo a los santos atractivos
de vuestro amor. Os amo , soberano bien,
380 PREPARACIÓN
os amo con todo mi corazon : todo quiero
abandonarlo por seros agradable , ó Dios
digno de un amor infinito. ¡Ah! descubrid
me mas y mas la grandeza de vuestra bon
dad, para que venga á ser mas y mas
amante vuestro , y procure sin cesar con
tentaros en un todo.
Os habeis mostrado tan amante con mi
alma , que imposible me seria amar sino
á vos ! No , Señor mio , no quiero en lo süt
cesivo vivir mas que por vos , ni quiero
amar sino á vos que mereceis tan bien todo
mi amor. O Padre eterno , espero por la
sangre de Jesucristo y por vuestra gracia ,
que cumplireis mis ardientes deseos: me
protegisteis tanto cuando os huia , que de
bo prometérmelo todo de vos ahora que os
busco , y que no deseo mas que vuestro
amor. O mi tierna madre María , vos que
llevasteis en vuestro seno á ese Dios que
debo recibir esta mañana , ayudadme á
recibirle con humildad y amor.

;
Y ACCION DÉ GRACIAS. 381

CUARTA CONSIDERACION.

PARA EL MiÉRCOLES.

Jpse est propitiatio pro peccatis nostris. (i Jo. II, í.)

Considerad que por el sacrificio del al


tar se perdonan las penas impuestas a nues
tros pecados, y que por él se obtienen las
misericordias infinitas de Dios en bien de
los pecadores. Desgraciados de nosotros si
no existiera ese gran sacrificio que impide
á la divina justicia imponernos los justos
castigos que merecen nuestras ofensas. Por
cierto que ni todas las victimas de la anti
gua ley eran bastantes para apaciguar la
cólera de Dios contra los pecadores. «Num-
quid placan potest Dominus in millibus
arietum?» (Mich. vi, 1.) Aun cuando se sa
crificáran las vidas de todos los hombres y
de todos los ángeles , no podrían satisfacer
dignamente la justicia divina por una sola
falta cometida por una criatura contra su
Criador. Solo Jesucristo pudo satisfacer á
Dios por nuestros pecados. «Ipse est propi
tiatio pro peccatis nostris.» Y el Padre eter
382 PBEPARACIÓN
no envió á Jesucristo al mundo , á fin de
que haciéndose hombre mortal , le apaci
guára en favor de los pecadores con el sa
crificio de su vida ; cuyo sacrificio se re
produce cada vez que se celebra una misa.
O sacerdote , considerad , pues , vues
tra alta mision , la cual consiste en ser me
diador entre Dios y los pecadores , al ofre
cer al Todopoderoso en el altar la vida y
los méritos de Jesucristo , por los cuales
concede el Señor á los pecadores la luz y
la fuerza necesarias para arrepentirse , y
perdonarles despues sus pecados. « Hac
oblatione placatus Deus, gratiam et donum
poenitentiae concedens, peccata etiam in
genua dimittit.» (Trid. sess. 22, cap. 2.)
¡Cuánto mejor atrae la piedad de Dios
sobre nosotros la voz de la sangre inocente
del Redentor , de lo que atraía la sangre de
Abel su venganza contra Cain ! cAccessis-
tis ad mediatorem Jesum et sanguinis as-
persionem melius loquentem quam Abel.»
(Hebr. xii, 24.)
AFECTOS.

O Dios soberano , con razon estais indig-


y ACCION DE GRACIAS. 383
nado contra los pecadores , por correspon
der con ingratitud al infinito amor que les
habeis profesado ; pero si los pecados del
mundo son grandes , el don y la ofrenda
que voy á haceros esta mañana , es mucho
mas grande aun. «Non sicut delictum , ita
et donum.» (Rom. y, 15.) Os ofrezco hoy el
sacrificio de vuestro propio Hijo: esa víctima
que os estan cara, os apaciguará y escitará
á que useis de piedad para con todos los po
bres pecadores que os desconocen , ó que
os conocen sin querer amaros y que viven
privados de vuestra gracia. Dadles la luz y
la fuerza que necesitan para salir del mise
rable estado en que viven ciegamente.
Os ruego por todos, pero particularmen
te por mí, que he sido el mas favorecido de
todos ellos por vos , y que me he mostrado
mas ingrato que los demás con mis ofensas
y desprecios. Perdonadme , Dios mio , por
amor de Jesucristo todos mis pecados, mor
tales y veniales, así como los arrebatos,
las mentiras , las intemperancias , tas dis
tracciones y descuidos en el rezo del oficio
y la oracion ; pues me arrepiento de todas
estas faltas que os han desagradado , bon
384 . PREPAIUCION
dad infinita , cuando mereceis por el con
trario un amor infinito de todos los hom
bres , y en particular de mí que soy sacer
dote.
Os amo, bondad inmensa , os amo sobre
todas las cosas , y os prometo preferir la
muerte á la desgracia de ofenderos nueva
mente en lo mas mínimo. ¡ Ab! Jesus mio,
vuestra muerte y vuestra sangre son mi
esperanza ; así es que os pido y espero por
vuestros méritos ta gracia de seros fiel , de
amaros con todo mi corazon y de no que
rer mas que á vos. Secundadme con vues
tro amparo , ó santísima María, ahora que
voy á ofrecer á Dios este gran sacrificio.

QUINTA CONSIDERACION.

PARA EL JUEVES.

In omnibus divites facti estls In illo, {1 Cor. 1 , 15.)

Considerad que por medio de la santa


misa , atiende mucho mejor Dios las ora
ciones de los sacerdotes. En todas ocasio
nes concede Dios sus gracias cuando le son
estas pedidas por los méritos de Jesucristo;
Y ACCIÓN DE GRACIAS. 3S5

pero S. Juan Crisóstomo dice que durante


la misa las concede en mas abundancia pol
las oraciones de su sacerdote, porque aque
llas preces van entonces acompañadas y
son robustecidas por las plegarias de Jesu
cristo que es el principal sacerdote , y el
que se ofrece en el sacrificio para mejor
obtener las gracias.
Segun la máxima del concilio de Tren-
to , el tiempo de la celebracion de la misa
es precisamente el tiempo en que se halla
el Señor en su trono de gracias, al que, se
gun el apóstol, debemos acercarnos confia
dos , para pedir las misericordias divinas y
obtener todas las gracias. «Adeamus ergo
cum tiducia ad thronum gratice , ut mise-
ricordiam consequamur , et gratiam inve-
niamus in auxilio opportuno.» (Hebr. iv,
16.) S. Juan Crisóstomo (Hom. 3 de
incompr. De.) dice, que hasta los ángeles
aguardan el momento de la misa para in
terceder por nosotros eon mas eficacia ; y
por último añade , que difícilmente podria
tograrse en cualquier otro momento, lo
que no se lograse durante la mísau ;
¡Oh ! } cuántos tesoros de gracias puede
25 .
386 PREPARACION
obtener un sacerdote para él y paralos de
más , rogando al Señor con confianza
cuando celebra en el altar! El venerable
P. Antonio de Calellis decía : «Cuando
tengo al celebrar á Jesucristo en mis ma
nos , obtengo de él cuanto quiero.»
Por último , dice S. Pablo que obtene
mos todas las gracias y riquezas que pedi
mos al divino Padre en nombre de Jesu
cristo : «In omnibus divites facti estis in
illo, itaut nibil vobis desit in ulla gra-
tia.» (i Cor. i,S.) Pero esto acontece so
bre todo cuando el sacerdote honra á Dios
y le satisface al ofrecerle á su propio IJijo,
y en particular cuando el Padre nos da en
el santísimo sacramento al mismo Hijo que
le es sacrificado por medio de la misa : ¿có
mo al darnos á su Hijo , podria rehusarnos
ninguna gracia ? « Quomodo non etiam
cum illo nobis omnia donavit?» (Rom.
vni , 32. )

AFECTOS.

¡Cuán desgraciado he sido! ¿Cuántas


gracias no he perdido, ó Dios mio , por la
Y ACCION DE GRACIAS. 387
omision que he tenido en pedirlas en tantas
misas como he celebrado ? pero puesto que
me infundís la luz , no quiero ser ya mas
descuidado. Uno, pues, ó Padre eterno,
mis oraciones á las de Jesucristo , y por el
amor de vuestro querido Hijo , que voy á
sacrificar esta mañana , os pido en primer
lugar que me concedais el perdon de todos
mis pecados por arrepentirme de ellos de
todo corazon. Hacedme luego conocer los
infinitos derechos que os asisten para ser
amado y la obligacion inmensa en que es
toy de amaros por vuestra bondad y por el
amor que me habeis profesado ; dadme asi
mismo fuerzas para desprenderme de todos
los afectos terrenos , y para emplearme
únicamente en amaros , ó soberano bien,
que tanto me amasteis. Os pido tambien
que ilumineis á los que os desconocen y
que viven privados de vuestra gracia ; y
que les acordeis á todos el don de vuestra
gracia y de vuestro santo amor. ¡ O amor
infinito de mí Dios , haceos conocer , haced
amaros !
Y vos , amantísimo Salvador , haced que
sea enteramente vuestro antes de mi nper
388 PREPARACION
te , y no permitais que me separe nunca de
■vos. ¡ Ah ! Jesus mio , mientras viva esta
ré siempre espuesto á este peligro ; y yo
no quiero perderos : rogad á vuestro Padre
que me envie la muerte antes de permitir
que os vuelva la espalda. Suplicadle que
me una cada dia mas á vos con los lazos
del amor , á vos que con vuestros benefi
cios me obligasteis tanto á amaros. Jesos
mio , vos solo sois mi amor y mi esperan
za ; haced pues que cuantas veces os vea
en el altar , os diga con todo el fervor de
mi corazon lo que os decia S. Felipe Neri
al veros en el santísimo sacramento : «He
aqui mi amor , he aquí mi amor , he aquí
todo mi amor.» Santísima María , rogad,
tambien por mí ; soy sacerdote : hacedme
con vuestra intercesion lo que debo ser , un
sacerdote enteramente entregado á Jesu
cristo.
SESTA CONSIDERACION.

VAHA EL VIERNES.
Accipite et comedite, hoc est Corpus nirum.
(Matth. XXVI , TI.)

Considerad que por la santa misa , es


¥ ACCIÓN DE GRACIAS. 389
santificado de un modo particular el sacer
dote que la celebra con devocion , por ha
llarse en aquel momento admitido a confe
renciar con la majestad divina , y á tratar
familiarmente con el Verbo encarnado:
tiénele entonces entre sus manos y le habla
confidencialmente , y con intimidad , por
verle clara y distintamente.
Es además admitido entonces á tomar
con sus propias manos el sagrado cuerpo
de Jesucristo por alimento , y su preciosa
sangre por bebida , siendo particularmente
á los sacerdotes , á quienes dijo el Reden
tor : «Accipite et comedite , hoc est Corpus
raeum. » Dase tambien la comunion á los
seculares , pero no les es permitido tomar
el santísimo sacramento , ni comulgar tan
tas veces como quieren , sino que deben
recibir la comunion de manos del sacerdo
te y cuando este quiere ; mientras que el
sacerdote puede recibir á Jesucristo y co
mulgar cuando le place.
Al hablar el Señor de los sacramentos ,
y sobre todo de la eucaristía , prohibió á
los sacerdotes el darlos á los pecadores :
« Nolitfi dare sanctum canibus , neque mit
390 PREPARACIÓN
tatis margaritas vestras coram porcos.»
(Matth. vil , 6.) Margaritas vestras : por
estas piedras preciosas deben entenderse
las hostias consagradas : observad empero
la palabra vestras , la cual significa que el
sacramento del altar es una propiedad del
sacerdote , por poder este sacarle cuando
quiere del tabernáculo , llev arlo donde le
parezca , alimentarse con él cuando lo de
sea , y en una palabra, que tiene el sacer
dote la llave de los tesoros divinos , para
servirse de ellos segun sus deseos; porque,
como dice S. Juan Crisóstomo , todos los
tesoros de la bondad de Dios se hallan en
el santísimo sacramento: «Dicendo eucha-
ristiam , omnem benignitatis Dei thesau-
rum aperio. » De modo que cuando cele
bra el sacerdote , parece llegar á ser hasta
cierto punto dueño de Jesus , encerrado en
el sacramento : « De toto Deo dives es.»
Jesucristo es pues enteramente de los sa
cerdotes; pero ¿cuántos sacerdotes hay
que sean enteramente de Jesucristo ? ¡ Oh!
Dios mio ! ¿de qué modo aman los mas de
ellos á su Salvador que tanto les amó y en
cumbró? ¡Oh Dios! ¿cuántos pobres aldea
Y ACCION DE Olt ACIAS. 391
nos y pastores aman mas á Jesucristo que
muchos sacerdotes ? ¡Ah ! ¡qué suplicio tan
horroroso sufrirá en el infierno el sacerdo
te que se condene , cuando se verá para
siempre alejado de Jesucristo que en este
mundo ha sido enteramente de él , y que
le ha visto tan de cerca !

AFECTOS.

¡ O mi querido Jesus ! quisisteis ser víc


tima en la cruz, para ser luego ofrecido por
mí en el altar , y saciarme con vuestra
sangre divina. En una palabra , al nom
brarme sacerdote vuestro , venisteis á ser
todo mio , por haberos entregado entera
mente á mí; por manera que puedo tomaros
cuando quiero , y alimentarme de vos
cuando me place.
Mi querido Redentor , aumentad mi fe ,
demostradme lo que sois , cuando os tengo
en mis manos bajo el velo del sacramento ;
cuando os hallais en el altar tan cerca de
mí ; cuando pongo vuestro cuerpo en mi
boca y que aproximo mis labios á vuestra
sangre. ¡Cómo no me quedo abrasado de
392 PREPARACION
amor al pensar en vos que sois mi Dios ,
y que consentís en ser tratado tan familiar
mente por mi , que basta llegueis á ser mi
alimento y mi bebida !
No os contentasteis aun con dar vuestra
sangre y vuestra vida en la cruz por mi
amor , sino que hasta quisisteis bebiese esa
misma sangre para que m e uniera entera
mente á vos, y llegase hasta á formar par
te de vos mismo.
«Ipsa ne nos suum efficit corpus.» (San
Juan Crisóst.)
¡ Ah ! Dios mio, iluminadme y sostened-
me a fin de que no vuelva á ser ingrato
para con tanto amor. Desprendedme de la
tierra : haced que no oponga ya ningun
obstáculo al torrente de gracias que dis
pensais al que os recibe con amor en la san
ta comunion. Os amo, Jesus mio , muerto
por mí y convertido en mi alimento. Padre
eterno , por los méritos de Jesucristo , al
que voy á ofreceros esta mañana , conce—
dedme todas las gracias que me son nece
sarias para llegar á ser todo vuestro. Y
vos, santísima María, rogad á Jesus por mí .
Tí ACCÍON DE GRACIAS. 393

SÉPTIMA CONSIDERACION.

PARA EL SÁBADO.

Festinans rlescende , qnla hodie In domo liiii oportet me


manere. { Luc. xix, 5.)

Figuraos que nos dice Jesucristo esta


mañana las mismas palabras que dijo en
otro tiempo á Zaqueo : Daos prisa , venid
al altar , porque quiero penetrar hoy en
la morada de vuestra alma para conservar
le la vida , para curar sus heridas é in
flamarla en mi amor. Sí , todo esto es lo
que hace el divino sacramento. Él es el
pan que da la vida al alma : «Panis quem
ego dabo , caro mea est pro mundi vita. »
(loan. vi, 51 .) Es el remedio por el cual nos
vemos libres y preservados de los peca
dos. «Antidotum quo liberemur a culpis
quotidianis et á peccatis mortalibus pre-
servemur.» (Trident. sess. xm, c. 2.) Es el
fuego que inflama al alma en el santo amor,
de modo que si no oponíamos á él algun
obstáculo, saldríamos del altar «Flammam
spirantes , terribiles effecti diabolo ,<> dice
S. Crisóstomo.
394 PREPARACIÓN
Pero, Dios mio, ¿cómo es posible que ha
biendo tantos sacerdotes que se alimentan
todas las mañanas con el pan celestial , le
jos de arder en el divino amor , se les vé
cada dia mas entregados al mundo ? ¿ Có
mo es que van siempre al altar cargados
con los mismos pecados veniales delibera
dos ? Todo esto procede de que van á cele
brar sin objeto y sin deseo de santificarse, y
que solo van por interés ó por costumbre.
He aquí porque caen siempre en las mis
mas faltas ; así es que se acercan á la
muerte y van por último á dar cuenta á
Jesucristo de la vida tibia y desordenada
que han observado en el sacerdocio.
Mi querido sacerdote , si vos sois de es
te número , pensad que el pan celestial no
os servirá para vuestra santificacion , sino
que al contrario os hará aun mas culpable
por vuestra falla ante el tribunal de Dios :
corregios pues, pensad que la muerte se
acerca. Examinad cuáles son los lazos y
las fallas que os impiden marchar por el
camino del divino amor , y procurad ven
cerlos. Pensad que sois sacerdote , que
Dios os eligió por su favorito , y que no
Y ACCIÓN DE GUACIAS. 395
podía encumbraros mas de lo que os en
cumbró. .::.', '..'.:.

AFECTOS. :¿

O Dios de infinita majestad , quereis


venir esta mañana á morar en mi alma ,
pero las moradas que vos elegís deben ser
santas: «Domum tuam decet sanctitudo
Domine.» ^Ps.txxii, 5.) ¿Cómo podré
pues yo recibiros , cuando soy tan imper
fecto y estoy tan cargado de faltas? «Domi
ne , non sum dignus ut intres sub tcctum
meum.»
¡ Ah ! mi Redentor , si debia comparecer
en este momento ante vuestro tribunal,
¿qué cuenta podria daros de las misas que
he celebrado , y de los años que ha ejerzo
el ministerio ? Señor , esperadme , no me
juzgueis aun: «Non intres in judicium cu m
servo tuo.» (Ps. cxlii, 2.) Por piedad,
aguardadme por algun tiempo mas: «Di-
mitte me ut plangam paululum dolorem
meum, antequam vadam, et non revertar.*
(Job x, 20. ) Concededme algun tiempo
mas de vida , á fin de que pueda llorar la
396 PREPARACION
ingratitud con que os he mirado hasta aho
ra : ó Jesus mio , vos me hicisteis sacerdo
te ; pero desgraciado de mí , ¿qué vida de
sacerdote he llevado hasta este dia? Con
tantas misas y comuniones habría debido
llegar á ser enteramente puro , santo y
abrasado de vuestro amor : nada se ha
omitido por vuestra parte para que lo fue
ra ; solo he dejado de serlo por mi culpa y
por los obstáculos que he opuesto á vuestra
gracia. No, mi vida no o? ha honrado, si
no que por el contrario os ha deshonrado á
la faz del cielo y de la tierra. Vos me hi
cisteis retirar del mundo , y yo conservé á
él mas apego que los mismos mundanos.
Dios mio , tened piedad de mí , no me
abandoneis , pues quiero corregirme, y me
arrepiento con todo mi corazon de las ofen
sas que os hice ; quiero empezar firmemen
te á amaros desde esta mañana , desde el
momento en que debo todavía recibiros.
Os amo , ó Dios de mi alma , os amo,
mi Salvador , que me concedisteis la vida
para salvarme y revestirme con el sacer
docio: «Domine, non sum dignus ut intres
sub tectum meum , sed tantum dic verbo
Y ACCIÓN DE GRACIAS. 397
et sanabitnr anima mea.» Perdonadme ,
Jesus mio , y curadme , desprendedme del
mundo y unidme estrechamente á vos ;
hacedme vivir como sacerdote , puesto que
rae hicisteis sacerdote ; porque , mi querido
Redentor , vuestros méritos son mi única
esperanza. Padre eterno , os ofrezco esta
mañana á Jesucristo , á fin de que me in
fundais todo vuestro amor. Santísima Ma
ría , rogad á Jesus por mí.
398 PREPARACIÓN

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AFECTOS

PARA LA ACCION DE GRACIAS DESPUÉS DE


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Para el domingo.

Mi querido Jesüs , mi Redentor y mi


Dios , antes de celebrar os adoré ya en el
cielo considerándoos glorioso en vuestro
trono, á la diestra de vuestro Padre eter
no ; y ahora os adoro por haber descendi
do hasta mi corazon , oculto bajo las hu
mildes especies de. pan y vino, siendo de
este modo el alimento y la bebida de mi
alma.
Sed pues , Señor , muy bien venido en
mi alma, y os doy gracias por ello con to
do mi corazon , si bien quisiera dároslas,
Senor , dignamente. Pero ¡ qué accion de
Y ACCIÓN DE GUACIAS. 309
gracias podría dar un pobre aldeano á un
rey que fuera á visitarle en sh cabana, si
no arrojándose á sus pies , y permanecer
ante él prosternado para alabar y admirar
semejante bondad! Arrojome pues yo tam
bien á vuestros pies, ó mi rey divino, ó
Jesus mio , y os adoro en el fondo abismo
de mis miserias : uno mi adoracion á la que
os ofreció María al recibiros en su biena
venturado seno. Asimismo quisiera ama
ros como ella os amaba.
¡Ah! Redentor mio, obedeciendo esta
mañana á mis palabras descendisteis del
cielo* á mis manos; y ¡ cuántas veces des
obedeciendo yo vuestros preceptos, os ho
vuelto la espalda con ingratitud , renun
ciando á vuestra gracia y á vuestro amor !
Jesus mio , espero no obstante que á estas
boras me habreis ya perdonado ; pero en
el caso de no haberlo hecho aun por no
merecerlo yo , perdonadme esta mañana,
mientras que me arrepiento de todo cora
zon , ó bondad infinita , de haberos ofen
dido!
¡ Ahí Jesus mio, que no os haya siempre
ainado ! al menos debia hallarme inflamado
*00 PREPARACION
de amor por vos desde que dije mi prime
ra misa: vos me elegisteis entre tantos
millones de hombres para vuestro sacerdo
te y favorito , haciendo cuanto de vuestra
parte estaba para lograr mi amor ! Os agra
dezco empero , amor mio , el que me deis
el tiempo necesario para hacer lo que no
he hecho hasta aquí , esto es , de amaros
con todo mi corazón. Nó , no quiero que
haya en mi corazon otro afecto que el que á
vos os profeso , á vos , que tanto me obli
gasteis á amaros.
«Deusmeus, etomnia.» Diosmio, ¡cuán
tas riquezas! ¡cuántos honores! ¡cuántos
placeres hallo en vuestra posesion ! pues
sois mi todo, y sereis en lo sucesivo mi
único bien , mi único amor. Permitidme
os diga con S Paulino : «Si bi habeant di-
vitias snas divites , regna sua reges ; mihi
Christus gloria et regnum est.» Posean los
ricos enhorabuena sus riquezas , y los re
yes conserven sus reinos ; que para mi la
única riqueza y el único reino á que aspi
ro , sois vos solo , ó Jesus mio.
Padre eterno , por el amor de ese Hijo
que os he ofrecido en sacrificio esta maña
Y ACCIÓN DE GRACIAS. 401
na/y que he recibido en mi corazon, dad
me la sania perseverancia en vuestra gra
cia , y el don de vuestro santo amor : asi
mismo os ruego por mis parientes , amigos
y enemigos, por las almas del purgatorio y
por todos los pobres pecadores. ( Debe re
petirse esta oracion todas las mañanas des
pues de la misa.) Mi santísima madre ,
María , obtenedme la santa perseverancia
y el amor de Jesucristo.
(Será tambien muy útil repetir cada ma
ñana las oraciones siguientes , á las cuales
veo fueron aplicadas muchas indulgencias.)
«Anima Christi sanctissima , sanctifi-
ca me.»
«Corpus Christi sacratissimum , custe-
di me.»
«Sanguis Christi pretiosissime , ine
bria me.»
«Aqua lateris Christi purissima , lava
me.»
«Passio Christi amarissima , conforta
me.»
«O bone Jesu , exaudi me.»
«Intra vulnera tua , absconde me.»
2G
402 PREPARACION
«Ne permittas me separari á te.» (ter)
«Ab hoste maligno , defende me.»
«In hora mortis meae , voca me.»
«Et jube me venire ad te.»
«Ut cum sanctis et angelis tuis , collau-
dem te.»
«Per infinita saeculasaeculorum. Amen.»

II.
Para el lunes.

¡O bondad infinita! ¡ó amor infinito!


¡ Todo un Dios se me ha entregado y se ha
hecho enteramente mio ! ó alma mia , re
coge todos tus afectos , y únete estrecha
mente á tu Señor, que ha venido para unír
sete y ser por tí amado.
Mi querido Redentor , yo os abrazo ; mi
tesoro y mi vida, me uno á vos , no me
desecheis por piedad. ¡ Desgraciado de mí,
os arrojé en otro tiempo de mi alma y me
separé de vos ; pero ahora prefiero perder
mil veces la vida antes que perderos de
nuevo , mi soberano bien ! Olvidad , Se
ñor , tas ofensas que contra vos cometí , y
perdonadme : es tanto lo que me arreplen
Y ACCION DE GRACIAS. 403
to de mis faltas , que quisiera morir de
dolor.
Pero á pesar de todos mis pecados , veo
con placer que me mandais que os ame :
«Diliges Dominum Deum tuum ex toto cor-
de tuo.» ¡Ah ! mi Señor y mi Dios, ¿ quién
soy yo porque deseeis tanto que os ame?
pero puesto que lo deseais, quiero compla
ceros. Vos moristeis por mí , me alimen
tasteis con vuestra propia carne ; ¿y cómo
podría yo abandonaros , y dejar de abra
zaros, mi Salvador bien amado? «Quis
me separabit á caritate Christi ?»
Mi Redentor muy amado, ¿á quién po
dría amar , si no os amaba á vos que sois
bondad infinita y digno de un amor tam
bien infinito? «Quid mihi est in coelo? et
á te quid volui super terram ? Deus cordis
mei , et pars mea Deus in reternum.» Sí,
Dios mio , ¿y dónde podré hallar en el cie
lo ni en la tierra un bien mayor que vos,
nique me haya amado tanto? «Ad veniat
regnum tuum.» ¡Ah ! Jesus mio, tomad po
sesion esta mañana de mi corazon , el cual
os ofrezco enteramente : poseedle sin cesar,
poseedle por entero , lanzad de él todo otro
404 PREPARACION
amor que no sea para vos ; porque os es
cojo por mi esclusivo patrimonio , por mi
única riqueza. «Deus cordis mei , et pars
mea Deus in aeternum.» Permitidme os
ruegue y os pida sin cesar con S. Ignacio
de Loyola : «Amorem tui solum cum gra-
tia tua mihi dones , et dives sum satis.»
Dadme vuestro amor y vuestra gracia , es
to es , haced que os ame y que me vea
amado por vos , y con esto seré ya bastan
te rico , no desearé nada mas , ni os pedi
ré nunca otra cosa, "i

¡H|. ;....:!..;: :.
' Piara el martes. ■ '

¡Ah! Señor, ¿cómo pude tantas veces


ofenderos con mis pecados , sabiendo que
os causaba con ello un gran disgusto? ¡Ah !
perdonadme por los méritos de vuestra pa
sion , y unidme estrechamente á vos con
los lazos de vuestro amor ; no os alejeis,
Señor, de mí, á pesar del hedor que exha
lan mis pecados. Haced me conocer mas
cada dia vuestra omnipotencia , el amor
Y ACCIQN DE GRACIAS. 405
que mereceis , y el afeelo que me habeis
profesado. .
Deseo , Jesus mio , sacrificarme entera
mente por vos , puesto que tambien vos os
sacrificasteis por mi : ya que me enlazas
teis con vos por medio de lan amorosos ar
dides, no permilais me separe nunca de
vos ; poique os amo , Dios mio , y quiero
amaros siempre. A mas de que, ¿cómo me
seria posible vivir lejos de vos , al verme
privado de vuestra gracia, despues de ha
ber conocido vuestro amor?
Os doy gracias por haberme tolerado
cuando estaba en desgracia vuestra y de
que me deis ahora el tiempo necesario pa
ra poder amaros : si hubiese muerto enton
ces no podria amaros ya mas ; pero ya que
lo puedo ahora, quiero amaros, Jesus mio,
cuanto me sea posible, y hacer todo lo que
esté de mi parte por seros agradable. Os
amo, bondad infinita, os amo mas que á mí
mismo ; y por amaros tanto, os doy mi al
ma, mi cuerpo y mi voluntad : haced de
mí , Señor , lo que os guste , y disponed en
un todo segun vuestra voluntad ; porque
viniendo de vos , con gusto lo acepto todo.
406 PREPARACIÓN
Basta que me acordeis la gracia de poder
siempre amaros para no pediros nunca otra
cosa. Conceded los bienes de la tierra á los
que aspiren a ellos ; en cuanto á mí no de
seo ni os pido mas que la perseverancia en
.vuestra gracia y en vuestro santo amor.
O Padre eterno , apoyado en la promesa
de Jesucristo , vuestro hijo : «Amen, amen
dico vobis, si quid petierilis Patrem in no
mine meo , dabit vobis» (Joan. xvi , 25);
os pido en nombre de Jesucristo la santa
perseverancia y la gracia de amaros con
todo mi corazon , y de cumplir además per
fectamente vuestra voluntad. O Jesus mio,
vos que os sacrificasteis enteramente por
mí , que os entregasteis en un todo á mí ,
para que a mi vez me diera á vos y os sa
crificara toda mi voluntad , no pude resis
tir á tantas pruebas , sobre todo despues de
haberme hecho oír estas palabras: «Praebe,
fili, cor tnum mihi.» (Prov. xxm, 26.)
He aquí , Señor , he aquí mi corazon , he
aquí mi voluntad , que os ofrezco por en
tero y que gustoso os sacrifico. Ya sabeis
emperocuán débil soy: socorredme, no per
mitais me apodere nuevamente de ella para
Y ACCIÓN DE GBACIAS. 407
ofenderos ; no , no me lo permitais ; haced
por el contrario que os ame siempre , ha
ced que os ame como debe amaros un sa
cerdote ; y que así como pudo decir vues
tro Hijo al espirar : «Consummatum est,»
pueda decir yo tambien en la hora de mi
muerte , vuestra voluntad quedó cumpli
da. Procurad que en todas mis tentaciones
y en todos los peligros que corra de ofen
deros , no cese de acudir á vos y suplicaros
me preserveis de ellos por los méritos de
Jesucristo. O sacratísima Virgen María,
obtenedme esta gracia , haced que me diri
ja siempre á Dios en las tentaciones, y que
no me olvide. tampoco de acudir entonces á
vos que tan poderosa sois cerca de Dios.

IV.
Para el miércoles.

1 Ah! Jesus mio , ya veo cuanto os he he


cho sufrir para ponerme en la necesidad de
amaros , y hasta qué punto ha llegado mi
ingratitud! ¡Cuántas veces he trocado vues
tra gracia por un miserable capricho , y os
408 I'REl'AIUCION
he perdido, ó Dios de mi alma! Me he mos
trado agradecido con las criaturas, al paso
que he sido tan ingrato para con vos ; Dios
mio , perdonadme.; siento por ello un vivo
arrepentimiento , y así espero me concede
reis el perdon que de lo mas profundo de
mi corazon os pido, siendo como sois, bon
dad infinita. A no serlo , perdería la espe
ranza y ni aun el valor ni la seguridad
tendría cíe pediros misericordia.
Os doy gracias, Dios mio, por no haber
me lanzado al infierno , como lo merecía ,
y por haberme tolerado tanto tiempo; ¡ah!
la paciencia que habeis mostrado conmigo
debería por sí sola hacerme para siempre
amante vuestro. ¿Y quién mas que vos, que
sois un Dios de infinita misericordia, habría
soportado mis enormes faltas? No se me
oculta que hace mucho tiempo me hostigais
para que os ame ; no quiero por lo tanto
resistir mas á vuestro amor , y desde ahora
podeis ya disponer de mí por ser entera
mente vuestro. Bastante os ofendí, para
que deje ahora de amaros ; os amo , sobe
rano bien mio; os amo, bondad infinita;
os amo, Dios mio, porque sois digno de un
¥ ACCION DE GRACIAS. 409
amor infinito, y por esto quiero repetiros
siempre así en el tiempo como en la eter
nidad, os amo , os amo.
¡ Oh ! Dios , ¡ cuántos años he perdido ,
durante los cuales hubiera podido amaros
y adquirir mas y mas vuestro amor , léjos
de haberlos empleado en ofenderos ! Pero ,
ó Jesus mio, vuestra sangre es mi esperan
za , y por ella confio no dejaré nunca de
amaros: no sé el tiempo que me resta de vi
da , pero que sea este breve ó largo , quie
ro consagrároslo todo ; así no dudo , llena
ré el objeto por el cual me habeis esperado.
Si , mi amantísimo Redentor ; quiero ama
ros siempre , quiero complaceros, y no
amar mas que a vos : ¿ qué e* lo que son
los placeres , las riquezas y los honores ?
Vos solo , Dios mio , sois y sereis siempre
mi amor y mi todo.
Pero ¿ qué es lo que puedo yo si no me
ayudais vos con vuestra gracia ? ¡ Ah ! he
rid mi corazon, inflamadle enteramente con
vuestro amor y unidle del todo á vos , por
manera que no pueda separarse nunca.
Prometisteis amar al que os ama: « Ego di
ligentes me diligo, >» (Prov. yin.) Ahora que
41 0 PREPARACION
yo os amo , amadme tambien , perdonad
mi osadía , y no permitais que haga nada
que pueda obligaros á dejar de amarme.
«Qui non diligit , manet in morte. » (Jo.
m, 14.) Libradme de esa muerte cuyo hor
ror consiste en ser privado de amaros, ha
ced que os ame siempre á fin de queá vues
tra vez podais amarme por toda la eterni
dad , y quede para siempre indisoluble el
lazo de amor que á entrambos nos une.
Hacedlo , Padre eterno, por el amor de Je
sucristo ; hacedlo, Jesus mio , por vuestros
méritos ; por ellos tengo la dulce esperanza
de amaros y de ser siempre amado. María,
madre de Dios, y madre mia , rogad tam
bien á Jesus por mí.

V.
Para el jueves.

O Dios de infinita majestad , ved aquí


postrado á vuestras plantas al traidor que
os ha ofendido tanto : cuantas veces me ha
beis perdonado , otras tantas he vuelto á
ofenderos , no obstante las luces y gracias
Y ACCION DE GRACIAS. 411
que me habéis dispensado. Los demás han
pecado envueltos entre las tinieblas , cuan
do yo pequé hallándome en el centro mismo
de la luz ; pero escuchad á vuestro Hijo ,
que os ofrecí esta mañana, y que está toda
vía en mi corazon , el cual os pide para mí
misericordia y perdon. Así pues, perdo
nadme por el amor de Jesucristo , y por
que me arrepiento de todo corazon de ha
beros ofendido , bondad infinita.
Sé que os complaceis en perdonar á los
pecadores por el amor de Jesucristo: «Com-
placuit per eum reconciliare omnia ipso.»
(Coloss. i, 19.) Por el amor de Jesucristo,
conciliaos pues conmigo. «Ne projicias me
á facie tua.» No me arrojeis de vuestra pre
sencia , aunque lo merezca ; antes por el
contrario , perdonadme, y cambiad mi co
razon: «Cor meum crea in me, Deus.» Ha-
cedlo al menos por vuestro honor , puesto
que me hicisteis sacerdote , vuestro mi
nistro , y como tal destinado á ofreceros
á vuestro propio Hijo. Hacedme vivir co
mo sacerdote , y dadme un corazon que os
ame como debe amaros un sacerdote. ¡ Ah !
consumid y destruid en mí con la llama de
412 PREPARACION
vuestro santo amor , todas las afecciones
de la tierra : haced tambien que sea en lo
sucesivo agradecido á los beneficios que me
dispensasteis y al inmenso amor que me
teneis. Si en otro tiempo desprecié vuestra
amistad , ahora la prefiero á todos los te
soros del mundo , colocando para mí vues
tra voluntad sobre todos los placeres del
cielo y dela tierra.
O padre mio, desprended me de lo mun
danal por el amor de Jesucristo ; quereis
que vuestros sacerdotes estén separados
enteramente det mundo , y que no vivan
mas que por vos y por la obra de vuestra
gloria. «Segregate mihi Saulum et Barna-
bam , in opus ad quod assumpsi eos. »
(Act. xiu, 2.) Ya sé que exigís de mí otro
tanto ; por esto procuraré hacerlo , pero
ayudadme, Señor, con vuestra gracia.
Atraed me enteramente hacia vos ; infun
didme la paciencia y la resignacion de que
tanto necesito en los trabajos y en las ad
versidades ; dadme el espíritu de mortifi
cacion por vuestro amor; dadme asimismo
el espíritu de uua verdadera humildad, de
modo que desee ser considerado por los
Y ACCIÓN DE GUACIAS. 413

demás como un objeto despreciable y car


gado de fallas. «Doce me facere volunta-
tem tuam.» Enseñadme á hacer vuestra
voluntad , y decidme luego lo que quereis
de mí , porque pienso hacerlo desde luego.
Contad en el número de los que os aman, ó
Diosmio, á este miserable pecador que os
ha ofendido tanto, pero que quiere ahora
amaros enteramente y ser del todo vuestro.
¡ O Dios eterno ! confio amaros eternamen
te ; por ello quiero amaros mucho en esta
vida, á fin de que pueda despues tambien
amaros mucho en la eternidad.
Os amo tanto que quisiera fuerais cono
cido y amado por todos los hombres ; y
puesto que me habeis conferido vuestro sa
cerdocio , Señor , hacedme la gracia de
poder trabajar por vos y de conquistaros
almas. O Dios mio Jesucristo , en vuestros
méritos fijo mi esperanza ; así como la fun
do tambien, ó María, madre mia, en vues
tra intercesion.
41 4 PREPARACION

VI.
Para el viernes.

0 Jesus mio , ¿y cómo habeis podido


elegirme entre tantos hombres para vues
tro sacerdote , yo que os he abandonado
tantas veces , y que he despreciado vues
tra gracia por cosas puramente humanas ?
Mi amantísimo Señor, me arrepiento de
ello con toda mi alma, y decidme, ¿me
habeis perdonado ? yo espero que sí : si ,
vos fuisteis mi Redentor , no solamente una
sola vez , sino tantas veces como me perdo
nasteis. ¡ Ah ! Salvador mio , ¡ ojalá que no
os hubiese nunca ofendido! ¡ah! hacedme
oir las siguientes palabras que dijisteis en
otro tiempo á Magdalena : « Remittuntur
tibi peccata tua.» Hacedme saber que me
devolveis vuestra gracia, concediéndome
un intenso dolor de todos mis pecados.
«In manus tuas commendo spiritum
meum ; redemisti me Domine , Deus veri-
tatis.» ¡ Ah ! mi divino Pastor . vos bajas
teis del cielo para buscarme á mí , oveja
descarriada, y todos los dias descendeis
Y ACCION DE GRACIAS. 41b
al altar por mi bien : vos que disteis vues
tra vida por salvarme , no me abandoneis;
confiado entrego mi alma á vuestras manos,
recibidla por piedad , y no permitais que
vuelva á separarse mas de vos.
Vos derramasteis toda vuestra sangre
por mí : «Te ergo quasumus famulis tuis
subveni, quos pretioso sanguine redemis-
ti.» Vos sois ahora mi abogado , sin ser ya
mi juez: obtenedme pues el perdon de
vuestro Padre : obtenedme la luz y la fuer
za necesarias para amaros con toda mi al
ma ; hacedme la gracia de que pueda pa
sar el resto de mis dias de modo que cuan
do os vea como mi juez, os halle apaci
guado.
¡ Ah ! reinad sobre todo en mi corazon
por vuestro amor ; haced que sea entera
mente vuestro ; y por esto , mi amado Sal
vador , recordadme siempre el amor que
me habeis tenido , y todo cuanto hicisteis
por salvarme y porque os amára. Me hi
cisteis sacerdote vuestro , á fin de que no
pensara en amar mas que á vos.
Sí , Jesus mio , quiero agradaros , por
que os amo y no quiero amar mas que á
41 6 PREPARACION
vos. Concededme la humildad , la pacien
cia en los trabajos de esta vida , la dulzura
en los desprecios , la mortificacion respecto
de los placeres terrenos, el desprendimien
to de las criaturas , haciendo que destierre
de mi corazon todo afecto que no tienda á
amaros. Todo os lo pido y de vos lo espero
todo por los méritos de vuestra pasion. Mi
querido Jesus , mi muy amado Jesus , mi
buen Jesus , oidme. Oidme tambien vos ,
María , mi madre y esperanza mia , y orad
á Jesus por mí.

Vil.
Para el sábado.

Loquen , Domine, quia audit serous tuus. (i Reg. m, 9 )

Mi amado Jesus , que venisteis esta ma


ñana á visitarme de nuevo , os doy gracias
por ello con todo mi corazon. Ya que ha
beis venido á verme , hablad , decid lo que
queréis de mí , que estoy dispuesto á ha
cerlo prontamente. Merecía que no volvie
seis a hablarme , por haberme mostrado
tantas veces sordo á vuestra voz que sin ce
y ACCION DE GRACIAS. 417
sar me llamaba á vuestro amor , y por ha
beros vuelto con ingratitud la espalda ; pe
ro me arrepiento de todas las ofensas que
he cometido contra vos ; y no dudo que al
ver de nuevo mi vivo arrepentimiento me
habíais perdonado. Decidme pues lo que
quereis de mí , porque quiero cumplirlo
enteramente.
¡ Oh ! Dios mio , ¡ cuan desgraciado soy
en haber perdido tantos años no amándoos
como os amo ahora ! pero vuestra sangre
y vuestras promesas me hacen esperar po
der compensar en lo sucesivo el tiempo per
dido , dedicándome únicamente á amaros
y á seros agradable. Os amo , Redentor
mio, os amo, Dios mio , y amaros siempre
y morir por el amor del que murió por mí,
es el deseo mas ardiente de mi corazón.
«Amore amoris tu i moriar — os diré con
S. Francisco— qui amore amoris mei dig-
natuses mori.» Vos os entregasteis ente
ramente á mí , Jesus mio, me disteis
nuestra sangre , vuestra vida , todos vues
tros sudores , todos vuestros méritos , sin
que os restára ya cosa alguna para darme.
Por lo tanto, yo tambien me entrego en
27
418 PREPARACION
toramente á vos, os ofrezco todos mis go
ces, todos los placeres de la tierra, mi
cuerpo , mi alma , mi voluntad , que es
cuanto puedo daros : si mas tenia , mas os
ofrecería tambien con placer ; porque, Jesus
mio , vos solo me bastais.
Pero , Señor , haced que os sea fiel ; no
permitais que cambie mi voluntad , y os
abandone ; cuya desgracia, espero, Salva
dor mio, por vuestra pasion , no me acon
tecerá. Vos dijisteis : «Nullus speravit in
Domino, et confusus est.» (Eccl.n, 11.)
Así es , que puedo decir firmemente : «In
te , Domine , speravi ; non confandar in
aeternum.*» Por lo que espero , y quiero
siempre esperar , ó Dios de mi atma , que
no esperimentaré ya mas la confusion de
verme separado de vos , y en vuestra des
gracia : «In te, Domine, speravi; non con
fundar in aeternum.»
Dios mio , vos que sois omnipotente, san-
tificadme : haced que os ame mucho , ha
ced que nada omita de cuanto pueda con
tribuir á vuestra gloria , y que lo sobrepu
je todo por agradaros ; ¡ feliz de mí si lo
perdia todo por vuestra adquisicion y vues
Y ACCION DE GRACIAS. 419

tro amor! ya que por esto me disteis la vi


da , haced que la emplee enteramente en
vuestro servicio. No merezco ya gracia al
guna , y sí tan solo vuestro castigo ; ved
aquí porque os digo : Castigadme como
mejor os plazca , pero no me priveis de
vuestro amor ; vos me amasteis sin reser
va , pues sin reserva quiero tambien ama
ros yo, bien infinito, amor infinito. ¡O
voluntad divina ! sois mi amor ; ¡ ó Jesus
mio ! ¡ ya que moristeis por mí , por qué no
puedo yo morir por vos , y hacer que to
dos los hombres os amen I ¡ O bien infinito,
infinitamente amable ! os estimo y amo so
bre todas las cosas. O María, atraedme en
teramente hácia Dios : dadme la confianza
en vos , y haced que en vos encuentre siem
pre un auxilio ; á vos toca santificarme con
vuestra intercesion : así lo espero.
Viva Jesus , nuestro amor , y María,
nuestra esperanza.
420 PREPARACIÓN

PRECATIONES ANTE MISSAM.

Gregorius XIII, pontilex maximus, concessil cui-


Iibet dicenti quas sequuntur , quinquaginta an-
norum indulgentiam.

«Ego volo celebrare missam , et confi-


cere corpus et sanguinem Domini nostri
Jesu Christi , juxla ritum S. R. E. ad lau-
dem omnipotentis Dei , totiusque curia;
triumpbantis, ad utililatem meam , totius
que curiae militantis , pro omnibus , qui se
commendaverunt oralionibus meis in gene
re , et in specie , et pro fideli statu S. ro
mana? ecclesiae. Amen.
»Gaudium cum pace emendationem vi
tae , spatium verae poenitentiae , gratiam et
consolationem Sancti Spiritus , perseve-
rantiam in bonis operibus , tribuat nobis
omnipotens et misericors Dominus. Amen.
Y ACCIÓN DE GUACIAS. 421

Forma Intentionis ad missain celebrandam.

«Atl laudem et gloriam sanctissimae Tri-


nitalis , in memoriam Benedicti Salvatoris
nostri Jcsu Christi , vila? , passionis , mor-
tis , et resurrectionis , ac in operum et me-
ritorum suorum , omniumquc sanctorum
unionem ; ad laudem quoque et exallatio-
nem beatissimae semper Virginis ejus ma--
tris Maríae , coelestium angelorum , sanc-
toium atque sanctarum, et signanterN. R.,
et aliorum . devotorum meorum ; otlero
cliam cum ipsorum beatorum spirituum
laudibus , sanctorum omnium precibus, et
merilis , nunc , et semper , hoc , et omnia
alia sacrificia , oflicia , orationes , et bona
opera totius mundi , pro meis prasentibus,
el futuris animae et corporis necessilatibus,
in auxilium , et consolationem meam , et
in remissionem omnium peccatorum meo
rum , quorum veram contritioncm semper
babeo , et babereintendo, conor, et cupio;
omniumquc vivorum et defunctorum meo
rum parentum , fratrum , sororum , con-
sanguineorum , amicorum , inimicorum,
benefactorum in spiritualibus et tempora
4Í2 preparacion
libas , supcriorum , subditorum , ac illo-
rum, quibus fui gravamen, scandalum,
et occasio peccandi ; pro omni grada sanc-
tae catholicíe ecclesite , ac illius conserva-
tione , augmento , et exaltatione ; christia-
norum principum unione et concordia ,
haeresium extirpatione , summi pontificis
salute, et animarum in purgatorio existen—
lium liberatione ; pro conservatione et
augmento omnium observantium religio—
'num ; pro conversione omnium infldelium
nationum , pro mihi commissis , et com-
mendatis. Denique, pro illis omnibus vi-
vis , atque defunctis , pro quibus Dominus
noster Jesus Christus , ejus beatissima ma-
ter et virgo Maria sciunt et volunt me de
bere orare , obsecrare , consecrare , et
sacrificare intendo , et propono , ac juxla
intentionem sanctae catholicae ecclesiae , et
meorum superiorum pro debito volunta
teme
«Ego R. minister , licet indignus. In
nomine Patris et Filii , et Spiritus Sancti.
Amen. Cum intentione lucrandi et acqui-
rendi omnes quascumque possum indul
gen lias.»
T ACCION DE GRACIAS. 413

Precatiuncula sacerdotibus quotidie legenda , ut


Deo ferventius deserviant. (Ex Thom. a Kemp.
De Imit. J. C.)

«Adjuva nos gratia tua, omnipotens


Deus , ut qui officium sacerdotale suscepi-
mus , digne ac devote tibi , in omni puri-
tate et in conscientia bona famulari valea-
mus.
»Et si non possumus in tanta innocentia
vitae conservari ut debemus , concede no-
bis lamen digne flere mala qu;c gessimus ,
ei in spiritu humilitatis , ac bonae volunta
os proposito , ti bi ferventius deservire va-
leamus.»
Afia postmlssam precatio ad virginem Mariam.

«O serenissima et inclyta virgo María ,


mater Domini nostri Jesu Christi , regina
coeli et terra , quae eumdem creatorem
omnium creaturarum in tuo sancto utero
digna fuisti portare ; cujus idem veracissi-
mum corpus et sanguinem ego indignus
suuiere praesumpsi : rogo te per virgina
lem humilitatem tuam , et per passionem
42 í PREPARACIÓN
et mortem ejusdem filii tuí , ut apud ipsum
pro me misero peccatore intercedere dig-
neris : ut quidquid in hoc sacrosancto sa
crificio irreverente!. , ignoranter, negligen -
ter , vel incaute commisi , aut etiam omisi,
tuis sanctissimis precibus mihi digne tur
indulgere. Amen.»

Ad vulnera Christi oratio.

«Rogo te , Domine Jesu , per illa salutí


fera vulnera tua quae passus es in cruce
pro sal ute nostra , ex quibus cmanavit illc
prctiosus sanguis , quo sumus redempli,
vulnera hanc animam meam peccatricem
pro qua etiam mori dignatus es ; vulnera
eum igneo et potentissimo telo tuae nimiae
caritatis. Confige cor meum jaculo tuí amo-
ris , ut dicat Ubi anima mea. Caritate tua
yulnerata sum ; ita ut ex ipso vulnere amo-
ris tuí uberrimae fluant lacrymae die ac
nocte. Percute , Domine , percute , obse
cro , banc durissimam mentem meam pía
et valida cuspide dilectionis tuae et allius ad
intima pendra potenti virtute. Qui vivis et
regnas.etc.» , ..,;'., ;.. ,
Y ACCIÓN DE GRACIAS. 4|o

Salutationes ad orania membra Christi , et sul ip-


sius ad eum commendatio.
«Salve tremenduní cunctis potestatibus
caput Domini nostri Jesu Christi Salvatoris
nostri , pro nobis coronatum et arundine
percussum. Salve pretiosissima Salvatoris
nostri Jesu Christi facies , pro nobis sputis
et alapis casa. Salvete benignissimi Domi
ni nostri Jesu Christi Salvatoris nostri ocu-
li , pro nobis lacrymis profusi. Salve mel-
lifluum os , gutturque , suavissimum Do
mini nostri Jesu Christi pro nobis felle et
aceto potatum. Salvete aures nobilissimae
Domini Jesu Christi Salvatoris nostri , pro
nobis contumeliis et opprobriis affectae.
Salve collum humile Jesu Christi , pro no
bis colaphisatum , dorsumque sanctissi-
mum pro nobis flagellatum. Salvete vene-
rabiles Domini nostri Jesu Christi manus ,
el brachia pro nobis in cruce extensa. Sal
ve pectus milissimum Domini nostri Jesu
Christi Salvatoris nostri pro nobis in pas- .
sione conturbatum. Salve latus gloriosissi-
mum Domini nostri Jesu Christi pro nobis
lancea mililis perforatum. Salvete Domini
426 PREPARACIÓN
Jesu Ghristi Salvatoris nostri sacra mise
ricordiae genua pro nobis in orationibus
flexa. Salvete Domini Jesu Christi Salva
toris nostri pedes adorandi pro nobis cla-
vis afíixi. Salve totum corpus Jesu Christi
pro nobis in cruce suspensum , vulnera-
tum , mortuumet sepultum. Salve sanguis
pretiosissime de corpore Domini Jesu Chris-
ti Salvatoris nostri pro nobis effusus. Sal
ve sanctissima Domini nostri Jesu Christi
anima in cruce pro nobis in manus Patris
commendata. In eadem commendatione ti
bi commendo hodie , etquotidie, animam
meam , vitam meam , cor et corpus meum,
omnes sensus et actus meos; omnes amicos,
benefactores et consanguíneos meos ; ani
mas parentum , fratrum , sororum , et om-
nium amicorum atque inimicorum meo—
rum : ut nos protegere , liberare , et de
fendere digneris ab omnibus insidiis inimi
corum nostrorum, visibilium et invisibi-
lium, nunc et in perpetuum. Amen.»
Y ACCION DE GRACIAS. 427

APÉNDICE.

I.
REGLA DE VIDA PARA UN SACERDOTE
SECULAR.

Al levantarse por la mañana, hará la ac


cion de gracias, de amor y ofrecimiento de
cuanto hará ó sufrirá durante aquel día ,
añadiendo al final una oracion a nuestro
Señor y á la bienaventurada Virgen á fin
de pedirles su auxilio para huir del pecado.
Luego hará el sacerdote media hora de ora
cion mental sobre las máximas eternas , ó
sobre la pasion de nuestro Señor , cuya
meditacion conviene además al sacerdote
antes de celebrar , puesto que va á repe
tirla en el altar, ofreciendo á Dios la misma
víctima y el mismo sacrificio. Despues de
haber leido el pasaje de esta oracion , pro
curará producir actos de arrepentimiento y
428 PREPARACION
de amor , y dirigirá frecuentes oraciones á
Dios para que le dé la santa perseverancia
en su gracia y su divino amor. Nunca debe
el sacerdote dejar la oracion, sea cual fuere
la pena ó disgusto que esto le cause : por
que si la abandona, se pondrá en inminen
te peligro de perderá Dios. Aun cuando
no pudiera proferir mas que estas palabras:
«Dios mio, ayudadme , Jesus mio , tened-
me misericordia , » seria la oracion muy
preciosa delante de Dios, y muy provecho
sa para él. Si quiere hacer su oracion con
mas recogimiento, se encerrará en su cuar
to cara á cara con su crucifijo ; á cuyo ob
jeto procurará tener el sacerdote su cuarto
separado : en el caso empero de no poder
lograrlo , será mejor que haga su oracion
en la iglesia que en su casa , donde se le
distraería con el rumor que harian los de
más de ella al pasar y hablando entre sí.
Rezará despues horas menores hasta nonas
y se irá á celebrar. Será muy útil decir la
misa antes de entregarse á ningun otro
asunto, á no mediar impedimento legítimo,
á fin de celebrar con mayor recogimiento.
Además de la meditacion que habrá hecho
Y ACCIÓN DE GRACIAS. 429
el sacerdote , deberá hacer aun una corta
preparacion antes de la misa al objeto de
alentar su fe respecto de lo que va á practi
car ; hará además los tres actos de amor ,
contricion y deseo de unirse á Jesucristo ,
que es lo menos que puede hacer. Despues
de la misa, tampoco omitirá la accion de
gracias que deberá durar una hora , ó á lo
menos media , durante la cual hará actos
de amor , ofrecimiento y otras oraciones ,
por ser el tiempo que sigue despues de la
misa el mas propicio para ganar tesoros y
gracias. Si se hallase el sacerdote en tal
postracion de espíritu que no supiese qué
hacer , leerá al menos algun librito espiri
tual de afectos devotos hácia Jesucristo.
Terminada la accion de gracias , se di
rigirá al confesonario en el caso de ser con
fesor; debiendo observarse que en losdias
que haya mucha prisa en el confesonario ,
así como en las fiestas solemnes , puede
abreviar la accion de gracias para oir las
confesiones. Pero esto deberá entenderse
solamente en estos casos , ue no dejan de
ser bastante raros ; pues que en todos los
demás , no debe omitir nunca el confesor
430 PREPARACION
su acostumbrada accion de gracias , por
mas que deban los penitentes aguardarse un
tanto. Sin embargo cuando se presenten
algunos de esos penitentes que no acostum
bran frecuentar los sacramentos, será bue
no oirles antes de la misa, porque no ten
drían bastante paciencia para aguardar,
y si no se confesaban entonces , Dios sabe
cuando se confesarían. En cuanto al sacer
dote que no es confesor, deberá despues de
la misa retirarse á su casa para estudiar.
No pretendemos que se cumplan todos los
ejercicios aquí citados por el orden prescri
to; sino que podrán hacerse durante el dia
uno en pos de otro, segun mejor pueda con
venir á cada sacerdote. Como, por ejemplo,
en invierno que es ya muy tarde cuando
se hace de dia , podrá estudiarse por la
mañana despues de la oracion y del oficio
una ó dos horas. Por lo demás un sacer
dote que quiera vivir como tal, debe fijar el
tiempo y la hora para todos sus ejercicios ,
á fin de que todo siga un órden estable , y
no le suceda lo que á muchos que no ob
servan ninguna regularidad en sus nego
cios. La vida de desorden , es la imagen
V ACCION DE GRACIAS. 431
del infierno , á la que llama Job : « Terra
miseriae , ubi nullus ordo , sed sempiternus
horror inhabitat. » (Job x , 22.) Se dedi
cará particularmente el sacerdote al es
tudio de la teología moral , á fin de hacerse
hábil en administrar el sacramento de la
penitencia , en la predicacion y por fin en
lodo cuanto conduzca á la instruccion per
sonal , y al bien de las almas.
Llegada la hora de comer , lo hará so
briamente como conviene á un sacerdote ;
no imitando á ciertos sacerdotes ávidos*,
que quieren que todos se dediquen á pre
pararles sus comidas, del modo que las
disponen ellos mismos desde el amanecer ;
y que en el caso de no quedar satisfechos ó
contentos de los platos que seles presentan,
riñen seriamente á sus parientes ó criados.
Ved aquí lo que sobre este punto decia San
Felipe Neri : El que solo piensa en satisfa
cer su glotonería , no puede ser santo. Si
el sacerdote debe ser sobrio en el comer ,
deberá serlo aun mucho mas en la bebida,
por ser el esceso del vino mas pernicioso al
espíritu , y sobre todo á la castidad. Pro
curará el sacerdote , hacer al menos cada
432 PREPARACIÓN
sábado un ayuno ordinario ; si no puede
ayunar á pan y agua en honor de la santa
Virgen , se contentará al menos aquel dia
con una sola comida: en algunos otros dias
de la semana , tales como el miércoles y el
viernes , así como en los dias de las nove
nas , suprimirá al menos algun plato en su
mesa en honor de la Virgen.
Despues de haber descansado un tanto ,
rezará vísperas y completas , seguidas de
una lectura espiritual de media hora , em
pleando al efecto, el«Tesoro de la vida cris
tiana» del P. Saint-Jure , ó bien la «Per
feccion cristiana» del P. Rodríguez (libros
que están llenos de espíritu de uncion) , ó
cualquier otra obra por el estilo ; leerá
asimismo con preferencia el sacerdote las
vidas de los santos , tales como las de San
Felipe Neri, S. Francisco de Borja, S. Pe
dro de Alcántara , ú otras semejantes. En
los demás libros espirituales , se lee la vir
tud en teoría ; pero en las vidas de los san
tos se lee la virtud en práctica, lo que escita
mucho mas la imitacion. S. Felipe Neri no
hacia mas que escilar á sus penitentes á
que leyeseu las vidas de los santos. Muchos
Y ACCIÓN DE GRACIAS. 433
de estos, como S. Juan Colombino, S. Ig
nacio de Loyola y santa Teresa de Jesus ,
solo concibieron el ardiente deseo de entre
garse enteramente á Dios , leyendo la vi
da de los demás santos. Luego visitará el
sacerdote al santísimo sacramento. Muchos
son los seculares que visitan puntualmente
cadadiael venerable misterio , sin que sea
ningun negocio capaz de distraerles , por
mas que deba seguírseles de ello algun in
conveniente ; lo que no sucede así con res
pecto á los sacerdotes seculares, por ser ra
ros , y hasta muy raros , los que hacen se
mejante visita. Es preciso decirlo de una
vez : Jesucristo está en desgracia con esos
sacerdotes ; lo que procede del poco amor
que le tienen tales sacerdotes. El que ama
mucho á un amigo, procura verle tan á me
nudo como puede , tanto mas cuanto sabe
que le son á aquel muy gratas sus visitas.
Ño debe entenderse por visita el rezar al
gunos « Pater noster » con distraccion al
pasar frente el altar; puesto que consiste la
visita en pasar bastante tiempo en devotos
afectos con Jesucristo , y el santísimo sacra
mento , y en pedirle sus gracias , particu
28
434 PREPARACIÓN
larmente la de la perseverancia final y la
de su santo amor. ¡ O Dios mio ! ¿ y quién
mejor que un sacerdote debería entretener
se con frecuencia y por mucho tiempo con
Jesucristo , él que le hace descender cada
dia del cielo á la tierra , que le tiene en sus
manos , que se alimenta con su sagrado
cuerpo y que le coloca en el tabernáculo
¡i fin de hallarle mejor cuantas veces quiera?
Despues de haber hecho la visita al santí
simo sacramento , que no deje de hacer en
la propia iglesia una visita á la Madre de
Dios , delante la imagen que tenga mas en
devocion.
Podrá luego el sacerdote recrearse un
poco , paseándose por el campo ó por al
gun sitio solitario , con algun otro eclesiás
tico , ú otra persona interior que hable de
Dios , y no del mundo. No siendo así debe
procurar ir solo , porque yendo en compa
ñía de algun mundano, perdería todo el re
cogimiento que ha sacado de sus piadosos
ejercicios. Si pudiese ir como oyente á la
clase de moral no deberá despreciarlo ,
pues que con ello logrará distraerse y pro
curarse al mismo tiempo sólida instruccion.
Y ACCION D6 GRACIAS. 43ü
Será de sama utilidad que haga tambien
por la noche media hora de oracion mental,
y aun seria mejor, si fuese posible, hacer
este ejercicio en comun con todos los de la
casa : leería en este caso los puntos de la
meditacion terminándolos con actos cristia
nos. Rezará luego maitines y laudes , y se
entregará al estudio durante una hora ;
despues de la cual pasará el rosario en
compañía de todos los de su casa , indican
do los misterios que deben contemplarse ,
y añadiendo at final las letanías de la santí
sima Virgen. Terminado el rosario vendrá
la cena , en la que debe ser el sacerdote
mas sobrio aun que en la comida ; porque
si toma por la noche demasiado alimento ,
llegará á la mañana siguiente en la que de
be hacer tantos piadosos ejercicios , como ,
por ejemplo , decir misa , oir las confesio
nes etc. , con el estómago y la cabeza car
gadas , de lo que resultará precisamente
hacer aquellos ejercicios con distraccion y
fastidio y sin provecho alguno. Hará el sa
cerdote despues de cenar el examen de
conciencia, con el acto de contricion y otros
actos piadosos ; y habiendo dicho por tres
136 PREPARACION
veces Ave María besando el suelo , junto
con las demás devociones hechas ásus san
tos patronos , se acostará en seguida.
He aquí lo que se debe hacer respecto de
los ejercicios diarios. Se confesará el sa
cerdote al menos una vez por semana, de
biendo tener un director particular , del
que dependerá para todos sus ejercicios es
pirituales , así como para todos los nego
cios temporales que puedan influir en su
salvacion. Hará un dia de ejercicios cada
mes ; en cuyo dia prescindirá de todos los
negocios temporales , y hasta espirituales
respecto de tos demás ; y retirado en su
cuarto ó en alguna casa religiosa, perma
necerá en el silencio , ocupándose única
mente de sí mismo , y empleando el tiem
po en oraciones , lecturas espirituales , en
visitar el santísimo sacramento y hacer
otros ejercicios semejantes. ¡ Oh ! ¡ cuánta
fuerza y vigor adquiere el alma en tales re
tiros para unirse mas y mas á su Dios, y
regular mejor su conducta para los demás
dias ! En el momento de la tentacion , par
ticularmente en la tentacion contra la cas
tidad , debe el sacerdote hacer nuevamen
Y ACCIÓN DE GUACIAS. 437
te el propósito de morir mil veces antes
que ofender á Dios ; y acudir luego á Jesus
y á María invocando sus sagrados nombres
hasta que haya cesado la tentacion. Procu
rará vestir con modestia , siempre de largo
y sin llevar prenda alguna que sea de seda.
Debe evitar el sacerdote los conviles , los
puestos públicos, las conversaciones de los
seculares , y particularmente la sociedad ó
compañía de las mujeres.

II.
REGLAS ESPIRITUALES PABA UN SACERDOTE
QUE ASPIRE Á LA PERFECCION.

Un sacerdote que aspire á la perfeccion ,


y que desee santificarse , debe preferir an
tes morir que cometer un solo pecado ve
nial deliberado. Es tal la fragilidad hu
mana desde el pecado de Adan, que ningun
hombre , escepto Jesucristo y su madre ,
ha podido verse nunca exento de fallas ve
niales indeliberadas ;~pero con el auxilio
divino , puede cada cual evilar toda falta
deliberada, ó sea, cometida con pleno cono-
438 PREPARACIÓN
cimiento y consentimiento: tal es lo que
han hecho los santos. Por esto el que aspi
ra á la perfeccion debe estar firmemente
resuelto á dejarse hacer trizas antes que
decir una mentira, ó cometer cualquier
otra falta venial , por mas leve que sea ,
voluntariamente.
Tal debe ser su resolucion; pero si acon
tecía por desgracia , que cometiese alguna
falta deliberada ó indeliberada , no por ello
debería turbarse ni inquietarse. Nunca pro
cede la inquietud de Dios , sino del infier
no , del que se levanta como una densa
humareda ; he aquí porque decia muy sa
biamente S. Luis Gonzaga : nunca pesca
mejor el demonio que en el agua turbia.
Así pues, cuando un sacerdote ha cometido
una falta , si llega por ejemplo á turbarse ,
no tarda en arrepentirse de haberse turba
do; porque en aquel estado de inquietud ,
no solo es incapaz de hacer algo bueno ,
sino que está espuesto á cometer mas fácil
mente nuevas faltas de impaciencia , ó de
otra clase. Ved aquí, porque despues de
haber cometido una falta , debe el sacerdo
te humillarse, y acudir prontamente á
Y ACCION DÉ GRACIAS. 439
Dios , haciéndole un acto de amor ó de con
tricion , proponiendo enmendarse , é im
plorar auxilio y confianza con estas pala
bras : «Yed aquí , Señor , lo que soy úni
camente capaz de hacer : peor haria aun si
dejabais vos de dirigirme. Os amo , y me
. arrepiento de la ofensa que os he hecho ;
así es que no quiero cometer nunca mas
esta falta: dadme, Señor, el auxilio que
espero de vos,» Hecho esto , deberá el sa
cerdote quedarse tranquilo como si no hu
biese faltado en lo mas mínimo ; en el caso
de volver á caer , repetirá lo mismo , y otro
tanto hará , aunque sean cien veces las que
falte; humillarse siempre y volverse á levan
tar , lejos de permanecer caido , tal es la
obligacion del sacerdote. Debemos observar
que el turbarse despues de haber cometido
una falta , es menos un efecto de humildad
que de orgullo , porque se indigna el cul
pable de aquella falta , menos por la ofensa
que hizo á Dios , que por deber presentar
se ante él con semejante mancha. No debe
mos por lo tanto turbarnos jamás por las
faltas cometidas; antes mejor es humillarse
y reconocerse capaz de volver á caer en
440 PREPARACIÓN
ellas y en muchas oiras , y dirigir desde
luego á Dios un acto de amor y reconciliar
se con él : de este modo no contribuirán
nuestras faltas á alejarnos de Dios , sino á
unirnos mas estrechamente a él. Tal es el
verdadero sentido de las siguientes palabras
del apóstol: «Omnia cooperantur in bo-
num.» (Rom. viii, 28.) Y el comento aña
de : «Etiam peccata.»
Debe desear el sacerdote adelantar mas
y mas en el divino amor , porque no que
rer adelantar en el camino de la perfeccion,
consistente en el amor de Dios , es querer
retroceder. «Non progredi revertí est,»
dice S. Agustín. El que va contra la cor
riente de un rio , será precisamente arras
trado por él si no hace esfuerzos gigantescos.
Esto es cabalmente lo que nos sucede á nos
otros que debemos ir contra la concupis
cencia de los sentidos ; solo nuestros santos
deseos podrán aligerarnos en parte el tra
bajo , y nos impulsarán hácia adelante.
Es no obstante preciso que sean estos deseos
firmes y dicaces , y sobre todo que sean
puestos en ejecucion , si es posible , á fin
de que no sean como los deseos de ciertos
Y ACCIÓN DE GRACIAS. 4*1
hombres que dicen , por ejemplo : ¡ Oh ! si
yo no tenia hermanos , ó sobrinos , me ha
ría religioso : si tenia salud , haria tal pe
nitencia ; y sin embargo no dan nunca un
paso en el camino de Dios , mientras que
cometen las mismas faltas, conservan siem
pre los mismos afectos y los mismos odios
y van cada día de mal en peor. Así pues, de
be desear el sacerdote adelantar en el divi
no amor , pero con la firme resolucion de
hacer por su parte cuanto sea necesario
para llegar al objeto que se propone, descon
fiando no obstante totalmente desus propias
fuerzas , y confiando únicamente en Dios :
porque el que confia en sí mismo , se vé
privado del auxilio divino.
Para adelantar en la perfeccion , se' de
be ser tambien muy devoto de la pasion de
Jesucristo y del santísimo sacramento : el
que piensa en estos dos grandes misterios
del amor de un Dios que dió su vida para
hacerse amar de su criatura , pobre gusa
no , del que viene a ser todo un Dios su
alimento , debe vivir necesariamente en el
amor de Jesucristo. «Caritas Christi urget
nos,» dice S. Pablo, (n Cor. v, 14.) El
442 PREPARACION
que piensa en el amor de Jesucristo , se vé
casi obligado á amarle. San Buenaventura
decia que eran las llagas de Jesucristo
«vulnera vulnerantiaet corda gelata inflam-
mantia ; » heridas que herian los corazo
nes, y que inflamaban con el amor divino
las almas mas frias. A6Í pues, no debe de
jarse trascurrir ni un solo dia sin hacer
media hora de oracion sobre la pasion del
Señor ; tambien será bueno hacer con fre
cuencia durante el dia , actos de amor á
Jesucristo, empezando al despertar, y pro
curando dormirse tambien por la noche ,
haciendo uno de aquellos tiernos actos. De
cia Sta. Teresa que son los actos de amor
la combustion que alimenta en nuestro co
razon el fuego del divino amor. Hay alga-
nos de estos actos que son agradables á
Dios en sumo grado , siéndolo en particu
lar aquellos que consisten en la abnegacion
que hace cada cual de si mismo para cum
plir y sufrir con gusto todo lo que es acep
to á Dios. Santa Teresa hacia á lo menos
estos actos cincuenta veces por dia.
Procurará el sacerdote en todas sus ac
ciones , rectificar la intencion , haciéndolo
Y ACCION DE GRACIAS. 443
todo única y enteramente por Dios. Es la
recta intencion llamada por los maestros de
la vida espiritual alquimia espiritual , por
dar el valor del oro a todas las acciones , y
hasta aun á los auxilios corporales , tales
como el reposo , el alimento y el recreo.
Pero ¡ cuánto mas útil y necesario es , ha
cer los ejercicios espirituales en la sola in
tencion de agradar á Dios , que hacerlos
por miras de interés , amor propio ó com
placencia ! Si no los nacemos con abnega
cion , lejos de merecer por ellos recompen
sas, recibiremos tremendos castigos. Por
esto convendrá, para hacer por Dios cuan
to hacemos , no separarnos nunca de las
órdenes de nuestro director.
Amará el sacerdote la soledad y el si
lencio : el que habla y trata frecuentemen
te con los hombres , aunque lo haga con el
mayor cuidado , con mucha dificultad po
drá librarse del pecado. «In multiloquio
non deerit peccatum.» (Prov. x, 19.) Por
esto decía Isaías : «In silentio et spe erit
fortitudo vestra.» (Isa. xxx, 15.) Esa fuer
za contra las tentaciones depende de nues
tra confianza en Dios y de evitar la con
444 PREPARACIÓN
versacion de las criaturas ; porque el que
hable mucho con los hombres , hablará y
tratará poco con Dios , el cual solo trata y
habla familiarmente con las almas que bus
can la soledad. «¡ O solitudo ¡—esclamaba
S. Jerónimo — in qua Deus cum suis fa-
miliariter loquitur , et conversatur.» Y el
mismo Dios habia asegurado ya que se di
rigía á nuestro corazon en la soledad ,
cuando decia: «Ducam eam in solitudi-
nem , et loquar ad cor ejus.» (Os. ii, 14.)
He aquí porque las almas prendadas de
Dios , van siempre en busca de la soledad;
por esto los santos fueron á sepultarse en
los bosques y en las cavernas mas profun
das de la tierra , á fin de no verse turba
dos por el rumor del siglo , y por poder
tratar desde ellas á solas y mas libremente
con su Dios. San Bernardo decia : «Silen-
tium, et á strepitu quies cogit coelestia me
ditare.» El silencio y la soledad fuerzan al
alma , por decirlo así , á no pensar mas que
en Dios. No consiste sin embargo la virtud
del silencio en callar siempre , sino en sa
ber callar cuando conviene , porque el sa
cerdote virtuoso se calla cuando debe ca-
Y ACCION DÉ GRACIAS. 445
liarse , y habla cuando debe hablar ; aun
que solo debe hablar de Dios , ó de cosas
que tengan relacion con su gloria , ó en
bien de las almas. ¡ Cuántas veces palabras
de este género , proferidas familiarmente
en una conversacion , ó en presencia de un
amigo , aprovecharán mas que muchos
sermones ! Procure pues el sacerdote en to
das sus conversaciones , aun las mas indi
ferentes , verter en ellas máximas de ver
dades eternas ó de amor de Dios. Et que
ama á una persona , siempre quisiera tra
tar y oir hablar de ella ; así tambien el que
ama á Dios , habla y no desea hablar mas
que de Dios.
Consiste sobre todo el amor de Dios en
la union á su voluntad , particularmente
en todas aquellas cosas que son mas con
trarias á nuestro amor propio ; como por
ejemplo las enfermedades , la pobreza , los
oprobios , las persecuciones y la esterilidad
de espíritu. Debemos estaren la persuasion
de que nos es útil cuanto procede de Dios,
puesto que todo lo que hace es por nuestro
bien , por no haber nadie que nos ame tan
to como Dios. Si deseamos pues santificar
446 PREPARACION
nos , debemos decir en todos los aconteci
mientos : «Fiat voluntas tua : sit nomen
Domini benedictum. Domine , quid me vis
facere? Sicut Domino placuit, ita factum
est. Ita pater, quoniam sic placitum fuit
ante te.» Y cuando nos acontezca alguna
prosperidad ó desgracia , deberemos con
servar siempre la paz y la uniforme tran
quilidad que conservaron siempre los san
tos, diciendo con ellos : «In pace in idipsum
dormiam et requiescam.» El que ama á
Dios , vive con uniformidad , siempre uni
do á su Dios, decia un gran siervo de Dios,
el cardenat Petrucci , segun las palabras
del Espíritu Santo: «Non contristabit jus-
tumquidquideiacciderit.» (Prov.xn, 24.)
Así pues , el sacerdote que ama á Dios, no
debe jamás verse afligido : solo el pecado
deberá causarle pena ; y aun esta pena,
como lo hemos dicho ya anteriormente, de-
de ser una pena tranquila , por dar la paz
al alma en lugar de sembrar en ella la tur
bacion y el espanto.
Deseará el sacerdote la muerte á fin de
que pueda volar su alma al paraíso para
poder amar en él á Jesucristo con todas sus
Y ACCIÓN DE GUACIAS. 447

fuerzas durante la eternidad, sin peligro de


poder perderle. En el Ínterin debe entre
garse á Dios sin reserva , sin rehusarle na
da de cuanto pueda serle agradable, á cuyo
fin pondrá particular cuidado en desterrar
de su corazon todo cuanto no sea Dios ó pa
ra Dios.
Asimismo ha de procurar el sacerdote
tener una tierna devocion y la mayor con
fianza en la santísima Virgen , por haber
se dedicado todos los santos á alimentar
una ternura filial por aquella madre divi
na. No debe dejar trascurrir el sacerdote
ningun dia sin leer algun libro que trate
de sus glorias y de la grande esperanza que
debemos tener en su intercesion poderosa:
tampoco dejará de ayunar todos los sába
dos , y de hacer alguna abstinencia ú otra
mortificacion durante sus novenarios , vi
sitándola una ó mas veces al dia delante de
alguna piadosa imágen . Tambien hablará
con la frecuencia posible á los demás de la
confianza que debemos tener en la protec
cion de Maria ; haciendo además en la
iglesia una plática ó instruccion cada sába
do para escitar á los fieles á ser devotos de
448 PREPARACION
María. Deberá nombrarla de un modo es
pecial al menos cada vez que suba al pul
pito , y encargará su devocion á todos sus
penitentes , y á todo el mundo en general.
El que mas ame á María , será tambien el
que amará á Dios de un modo mas perfec
to , puesto que ella atrae hacia Dios á to
dos sus devotos ; decia S. Buenaventura :
«Quia tota ardens fuit , omnes se amantes
incendit et sibi assimilat.»
Procurará el sacerdote ser humilde de
corazon : muchos hay que lo son de pala
bra, sin serlo de corazon ; puesto que, aun
que dicen que son los hombres mas peca
dores y que merecen mil infiernos , no por
ello exigen menos ser siempre preferidos y
que se les estime y alabe : cuando nadie les
alaba , ellos mismos se ensalzan ; eligen
además los cargos ó «mpleos mas visibles,
y no pueden sufrir ni una palabra de des
precio. Muy distinto es el modo con que
obran los humildes de corazon : nunca ha
blan de su talento , nobleza , riquezas ni de
cosa alguna que pueda acarrearles la me
nor gloria. Que prefiera , pues, el sacer
dote los cargos y ejercicios mas humildes y
T ACCION DE GRACIAS. 449
menos brillantes ; que sufra con resigna
cion los ultrajes que se le hagan , y hasta
debe regocijarse interiormente de ellos ,
pensando que así imita mejor á Jesucristo,
el cual sé vió tambien cargado de opro
bios. Por esto cada vez que le ocurra algu
na desgracia , y que su amor propio se re
sienta de ella , deberá hacer todos los es
fuerzos posibles por no hablar , ni hacer
ninguna accion , aun cuando se viese obli
gado á corregir, como superior , la inso
lencia del que le insulte ó maltrate : sino
que deberá aguardar un momento en que
no esté su alma turbada , debiendo callarse
y diferir la correccion hasta que haya vuel
to á recobrar su calma , sin la cual la nu
be que cubrirá su espíritu no le permitirá
acertar , puesto que creerá justo y acerta
do lo que diga ó haga , cuando será todo
confusion y desórden. A mas de que, cuan
do se da una correccion con ánimo turba
do , nunca la recibe el inferior como una
correccion merecida , sino como una satis
faccion que da el superior á su orgullo; y
así es que sirve la correccion de muy poco
ó de nada. Por esta misma razon cuando
29
450 PREPARACIÓN
el superior vé al inferior turbado, debe
omitir por entonces la correccion, y aguar
dar el momento en que esté aquel mas
tranquilo ; sin lo cual ofuscado el inferior
por su pasion , lejos de hacer caso de la
correccion , se exaltará mucho mas.
Debe procurar el sacerdote socorrer á to
dos los hombres , y sobre todo hacer bien
al que le haya hecho mal , á lo menos en
comendándole á Dios : tal es la venganza
que ejercen los santos.
Ejercitará la mortificacion interior y es
tertor que tanto nos encargó Jesucristo
con estas palabras « Abneget semetipsum,»
las cuales espresan una condicion absoluta
mente necesaria para llegar á la santidad.
Exige la mortificacion interior que nos
venzamos absteniéndonos de todo aquello en
quepuede complacerse nuestro amor propio;
así como debemos abstenernos tambien de
todas las acciones que no tienen otro objeto
que satisfacer nuestra curiosidad, la ambi
cion ó nuestra propia voluntad. Mortificaron
los santos su cuerpo cuanto pudieron , esto
es, tanto como se lo permitió la obediencia:
lal es la regla de los santos , que el que no
Y ACCIÓN DE GRACIAS. 451
tiene una salud robusta para hacer mortifi
caciones esteriores , procura sufrir con re
signacion y hasta con gusto los dolores é
incomodidades de su enfermedad ; tambien
el sacerdote pues debe soportarlas con pa
ciencia, abstenerse de divulgarlas á los de
más sin necesidad , y de quejarse del poco
cuidado de sus criados ó de sus médicos.
Debe el sacerdote orar mucho y enco
mendarse sin cesar á Dios ; porque todas
nuestras buenas resoluciones y promesas se
disipan como el humo , cuando no oramos;
puesto que sin la oracion nos faltará el au
xilio de Dios para ponerlas en práctica. «Si-
cut pullus hyrundinis sic clamabo. » (Isa.
xxxvm, 14.) Así es que debemos estar
siempre con la boca abierta para orar y
decir : ¡ Señor, ayudadme ; Señor , mise
ricordia ; tened. Señor, piedad de mí ! Es
te es el modo con que lo hicieron todos los
santos para santificarse. Pidamos sobre to
do sin cesar á Jesucristo el don de su santo
amor : decia S. Francisco de Sales que el
don de amar á Jesucristo comprendía todos
los demás dones ; porque el que ama á
Dios sabrá evitar todo cuanto pueda ofen
452 PREPARACION
derle , y hará por el contrario cuanto pue
da serle grato. Pidamos asimismo una
gran confianza en la pasion de Jesucristo y
en la intercesion de María: roguemos tam
bien siempre á Dios por las almas del pur
gatorio y por los pobres pecadores , por ser
esta especie de oraciones muy agradables á
Dios.
III.
MÁXIMAS ESPIRITUALES PARA CN SACER
DOTE.

Perdámoslo todo , con tal de no perder


á Dios.
Desprendámonos de todo , pero no nos
desprendamos de Dios.
Ño debemos temer sino el pecado , ni
afligirnos sino por pecar.
Antes morir que cometer un pecado, aun
que venial , con deliberacion.
Todo tiene fin.
Es el mundo una escena que acaba muy
pronto.
Vale cada momento un tesoro para la
eternidad.
V ACCION DE GRACIAS. 453
Todo lo bueno es agradable á Dios.
Elegid lo que quisierais haber hecho en
la hora de la muerte.
Vivid como si no hubiese en el mundo
mas que Dios y vos.
No contenteis sino á Dios.
No hay otro bien que Dios , ni otro mal
que el pecado.
Nunca debe hacerse cosa alguna para sa
tisfacer el yo humano.
El que sufre mas mortificaciones en esta
vida , será el mas feliz en la otra.
Lo amargo se convierte en dulce , y to
dulce en amargo , para el que ama á Dios.
El que quiere lo que Dios quiere, tiene
cuanto desea.
La voluntad de Dios dulcifica todas las
amarguras.
En la enfermedad , se conoce al esfor
zado.
Al que nada desea de este mundo , nada
le falta.
Si no quereis ir atrás , no difirais la eje
cucion de vuestras buenas acciones.
Turbarse por las faltas cometidas es mas
bien orgullo que humildad.
454 PREPARACIÓN
No valemos realmente mas de lo que va
lemos delante de Dios.
El que ama á Dios , prefiere el amor al
saber.
El que quiere santificarse , debe dester
rar de su corazon todo lo que no es Dios.
' El que busca algo fuera de Dios , no
pertenece enteramente á Dios.
Los amigos de Jesucristo fueron el dolor,
la pobreza y el desprecio : que sean tam
bien los nuestros.
La turbacion , aun para lo bueno , no
procede de Dios.
El hombre verdaderamente turbado se
cree digno de todo desprecio é indigno de
todo hombre.
El que piensa en el infierno que ha me
recido , sufre en paz cualquier otra pena.
Olvidaos, y Dios pensará en vosotros.
Buscad el desprecio y encontrareis á
Dios.
El que se contenta con un bien pequeño.
se vé privado de caer en un mal mayor.
Tiene Dios en poco al que quiere ser te
nido en mucho.
Hablan los santos siempre de Dios ; di
Y ACCIÓN DE GRACIAS. 455
ciendo bien de sus semejantes y mal de sí
mismos.
Los curiosos son siempre disipados.
¡Desgraciado de aquel que prefiere la sa
lud ála santidad!
El demonio va siempre á caza de los pe
rezosos.
Se sirve el demonio de un sacerdote va
no como de un bolo para jugar.
Debeis reprimir todas las pasiones sin es-
cepcion , si aspirais á la paz interior.
Decia el bienaventurado José de Cala—
sanz: El siervo de Dios habla poco , trabaja
mucho y lo soporta todo.
Los santos se esfuerzan en ser santos , y
no en parecerlo.
El que no se entregue enteramente á la
oracion , nuuca podrá llegar á grado algu
no de perfeccion.
Se debe ser primero aljibe para recibir ,
y luego canal para derramar.
Toda inclinacion humana impide perte
necer enteramente á Dios.
El sacerdote no debe pensar mas que en
Jesucristo y en lo que puede serle agrada
ble.
456 PREPARACIÓN Y ACCIÓN DE GRACIAS.

Ocúltase casi siempre el orgullo en las


obras de aparato.
Ofrecerse enteramente á Dios es un modo
escelente de prepararse para la comunion.
Al pasar por sitios habitados , bajad los
ojos : pensad que sois sacerdote , y no pin
tor.

FIN.
ÍNDICE.

Introduccion 5
LA MISA Y EL OFICIO ATROPELLADOS ,
6 advertencia dada á los sacerdotes para que no
se hagan culpables de un crimen tan enorme
como es el atropello del sacrificio del altar, y
de las alabanzas que son debidas á Dios.
PRIMERA PARTE.

La misa descuidada ó atropellada 7


g I.— De la preparacion antes de cele
brar 14
§ II.—Del respeto con el cual debe cele
brarse 21
§ III.—De la accion de gracias despues de
la celebracion 4S
SEGUNDA PARTE.
El oficio descuidado ,. . «6
DEL SACRIFICIO DE JESUCRISTO ,
con una esplicacion sucinta de las oraciones
que se rezan en fa misa.
introduccion 92
Del sacrificio de Jesucristo 191
458 ÍNDICE.
Esplicacion sucinta de las oraciones que se
dicen en la misa 110
primera parte.—De la preparacion que se
hace al pié del altar 111
segunda parte.—Del Introito hasta el Cre
do 114
tercera parte.—Def Credo hasta el Canon. 119
cuarta parte.— Desde el Canon hasta el
Pater 144
quista parte.— Desde el Pater hasta la co
munion y la accion de gracias. . . . 140
sesta parte.—De la accion de gracias. . 150
DE LAS CEREMONIAS DE LA MISA.
PRIMEtA PARTE.

De las rúbricas de la misa.


Capítulo I.—Sobre lo que debe hacer el sa
cerdote antes de lomar los ornamentos. . .159
Cap. II.—Salida para el altar 168
Cap. III.— Del principio de la misa. . . . 179
Cap. IV.— Del Introito, del Kyrie, y del Gto
ria 187
Cap. V—De las oraciones . 193
Cap. VI.—De la epístola hasta el ofertorio. . 203
Cap VII. —Del ofertorio hasta el canon. . . Sil
Cap. Viii.—Del canon hasta la consagracion. 226
Cap. IX.—Del canon, despues de la consagra
cion , hasta el Pater noster 245
Cap. X.—Del Pater noster hasta la Comunion. 250
Cap. XI.—Del modo con que debe darse la
comunion 263
Cap. XII.—De la comunion fuera de la misa,
sea antes , sea despues 269
Cap. XIII.—De las oraciones despues de la
comunion , y de la conclusion de la misa. 272
ÍNDICE. 459
Cap. XIV.—De lo que debe omitirse en las
misas de difuntos 277
Cap. XV.—De las misas que se celebran ha
llándose espuesto el santísimo sacramento. 278
Cap. XVI.—De las misas que se celebran en
presencia del obispo 282
Cap. XVII.—De las faltas que se cometen or
dinariamente al celebrar la santa misa 2S6
SEGUNDA PARTE.

De la reverencia , preparacion y accion de gracias


á que están los sacerdotes obligados para aprove
charse debidamente de la celebracion de la misa.
§ I.—De la reverencia con que debe cele
brarse. . , 301
§ II. —De la preparacion para la misa :
Consideraciones sobre la pasion de Jesu
cristo para servir de preparacion antes
de la misa por cada día de la semana.
Primera consideracion. — Para el do
mingo.—Sale Jesús al encuentro de
sus enemigos, se vé preso y atado. . 314
Segunda consideracion —Para el lunes.
—Jesús presentado á Caifas y conde
nado á muerte 317
Tercera consideracion.— Para el mar
tes.—Jesús convertido por Herodes en
objeto de irrision , y pospuesto á Bar
rabás 319
Cuarta consideracion.—Para el miérco
les.—Jesús azotado y coronado de es
pinas .... 321
Quinta consideracion. —Para el jueves.—
Presenta Pilato á Jesús al pueblo , di
ciendo : Ecce homo 323
460 ÍNDICE.
Sesta consideracion.—Para el viernes.—
Jesús condenado á muerte por Pilato ,
lleva su cruz al Calvario 326
Séptima consideracion.—Para el sába
do.—Jesús muerto en la cruz bajo el
peso de sus dolores , en presencia de
su afligida Madre. 328
§ III.—Accion de gracias despues de la mi
sa por todos los días de la semana.
I. Para el domingo. 331
II. Para el lunes 333
III. Para el martes 335
IY. Para el miércoles 337
V. Para el jueves 339
VI. Para el viernes 341
Vil. Para el sábado 343
PREPARACION V ACCION DE GRACIAS
PARA USO DE LOS SACERDOTES QUE CELEBRAN LA
MISA.
Introduccion 347
Consideraciones y afectos para prepararse
á celebrar la misa.
Primera consideracion.—Para el domingo. 364
Afectos 366
Memento para los vivientes 369
Memento para los difuntos 370
Segunda consideracion —Para el lunes. . 371
Afectos 374
Tercera consideracion.—Para el martes. . 376
Afectos 378
Cuarta consideracion.—Para el miércoles. 381
Afectos. ........... 382
Quinta consideracion.— Para el jueves. . 384
Afectos. ... 386
ÍNDICE. 461
Sesta consideracion.—Para el viernes. . 388
Afectos 391
Séptima consideracion.—Para el sábado. 393
Afectos 39b
AFECTOS PARA LA ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA
MIÍA.
I. Para el domingo 398
II. Para el lañes 403
III. Para el martes 404
IV. Para el miércoles 407
V. Para el jueves. 410
VI. Para el viernes 414
Vit. Para el sábado 416
PRECATIONES ANTE MISSAM.
Forma intentionis Gregorii XIII 420
Alia forma intentionis 421
Precatiuncula ad Deum ferventius deser.
viendum 423
Precatio ad virginem Mariam id.
Ad vulnera Cbristi oratio 424
Salutationes ad omnia membra Cbristi. . . 425
APÉNDICE.
I. Regla de vida para un sacerdote secular. 427
II. Reglas espirituales para un sacerdote que
aspire á la perfeccion 437
III. Máximas espirituales para un sacerdote. 452

FIN DEL ÍNDICE.


I
BIBLIOTECA DE CATALUNYA

1001907067

Biblioteca de Catalunya

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IcSS
***
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",^j&falTACfÓN PROVINCIAL
ao DE BARCELONA

BIBLIOTECA CENTRAL

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