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ca tanto como la constitución física del soñador nos remite a las preguntas sobre

las clases particulares de experiencias ofrecidas por las ontologías alternas de la


persona y entre otras cosas, su materialidad, alcance y agentividad.
El sueño en Cuba no es sólo un sitio de intercambio de conocimientos, den-
tro y entre dominios ontológicos, sino de variadas acciones transdimensionales,
disolviendo, en este sentido, cualquier distinción analítica estricta entre las es-
feras de su efecto tangible e intangible. Muchas cosas suceden en los sueños.
El difunto puede encontrarse con los vivos para transmitir mensajes relativos
a asuntos mundanos que deben de ser atendidos; enemigos religiosos pueden
mostrarse claramente, dando lugar a exitosas medidas defensivas o contrao-
fensivas, como también una persona puede tener heridas físicas o incapacida-
des curadas en los sueños, dando paso a resultados correspondientes con la
vida despierta. Sostengo aquí que en Cuba los aspectos auto-comunicativos
(o recursivos) del sueño son indisociables de los procesos continuos y activos
de auto-ensamblaje y autodeterminación experimentados por soñadores, con-
tiguos con los que ocurren durante la vigilia, en el cual el “yo” es a la vez una
red incorporada y prolongada de agentes humanos y espirituales, con un rango
correspondiente de visión, de posibilidades de intervención y, más importante,
una entidad cuya existencia se predica también por una mutable definición de
lo que “no” es. El sueño, en fin, revela un “sistema” inmunológico irreductible a
las actualizaciones o mensajes individuales, pero activado por sus respuestas a
las diferencias en las relaciones del yo/no-yo en su entorno más amplio. Lo que
sugiero es que estas respuestas se producen a través de modos distribuidos y
tentaculares de aprehensión; los modos, es decir, los espíritus, que a la vez tras-
cienden a la “persona” espacio-temporalmente situada, son estructuralmente
equivalentes a él o ella. Los sueños cubanos apuntan a la necesidad de teorizar
las “cartas sin abrir” que menciona Fromm como incentivos para la realización
del sí mismo y sus límites en el contexto de una sociedad cuyas excesivas for-
mas de permeabilidad espiritual pueden dar lugar a una sensación de invasión,
paranoia y pérdida del yo, producto de los estados de estrés, incertidumbres o
amenazas, tales como la brujería e inclusive la agitación política.
En un documento que examina el papel de los sueños en la prestación de
un “mapa” para la comprensión de los estados del yo, Douglas Hollan utiliza el
término self-scape (que traduciré aquí como “sueños de auto-representación”)
para describir cómo algunos sueños “reflejan al soñador, cómo su organización
actual de sí mismo relaciona varias partes de su cuerpo con otras personas y con
el mundo” (2003:61). Según Hollan, sueños del tipo self-scape “proporcionan
a la mente con un mapa continuamente actualizado de la situación actual del
yo: su relativa vitalidad o decrepitud, su integridad o división, su relativa cer-

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PURGANDO LA OTREDAD

tecnología de los márgenes.indb 129 12/06/15 12:13

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