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Emilio Ribes I., Heloisa Nuñes, Sebastiao De Sousa, Felix Geralda, Lilia Durán, Barbara Evans, Sylvia
Sánchez, Gabriela Rivera
El Uso de Castigo en la modificación de conducta de niños retardados
Revista Latinoamericana de Psicología, vol. 2, núm. 2, 1970, pp. 137-159,
Fundación Universitaria Konrad Lorenz
Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80502205

Revista Latinoamericana de Psicología,


ISSN (Versión impresa): 0120-0534
revistalatinomaericana@fukl.edu
Fundación Universitaria Konrad Lorenz
Colombia

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www.redalyc.org
Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
REVISTA LATINOAMERICANA DE PSICOLOGIA
1970 Volumen 2-No. 2 137 - 160

EL USO DE CASTIGO EN LA MODIFICACION DE CONDUCTA


DE NI~OS RETARDADOS

Emilio Rihes 1; Heloisa Nuñes, Sebastiao De Sousa; Felix Geralda; Lilia


Durán; Barbara Evans; Sylvia Sánchez; y Gabriela Rivera.

UNIVERSIDAD VERACRUZANA
XALAPA, MEXICO.

TBChniqu. of behBvior modification by puni$hrnent were


spplied to four ments/ly-retarded children. It was found thst:
(1) Punishment Í$ highly effective in the elimination of undeBired
IJtJMvion. (2) It does not S88mto produce noxious si~ffects
on the S. (3) Puni$h",."t by time-out snd physico-SIOCiBl
punilhmsnt imply lessdltICriminative stimuli, in relstion ro their
condltions of IIpplication, thIIn eleetric shock. (4) Punishmsnt
should be IIpplied in hW) types of situlltions: when the
contin,.nci.. thBt m/lintain the IJtJMvlor llre intTinSIfJC Its
.",iIBion, IInd no control of reinforcen Í$ sllfl.ble,· 8nd w1»n thB
.",is.Jn of 1W/1O"" Incomplltlble wlth thB ,..inforctJd behlwior
mate ir impossibltl to pUf thB S under direct i""".d;.r. control
of tlJe posJtivecontin,."cIe, of ",infofCtlfflent.
138 EMILIO RIBES

Dentro de las técnicas de modificación de conducta disponibles


en la actualidad, el castigo es quizá la menos utilizada de todas ellas.
Las razones de esto son múltiples, pero en un gran porcentaje de los ca-
sos refleja simplemente que las normas morales pueden sobreponerse en
_muchas ocasiones a consideraciones derivadas de la investigación empí-
rica. En años recientes se han obtenido una gran cantidad de datos ex-
perimentales sobre las formas de aplicación y efectividad del castigo en
animales (Azrin y Holz, 1966; Church, 1969; Rachlin y Herrnstein,
1969) En humanos, se ha demostrado la posibilidad de utilizar en una
gran variedad de situaciones, formas muy diversas de castigo, como son
el choque eléctrico (Bucher y Lovaas, 1967), castigo físico (Ribes y
Guzmán, por publicarse), tiempo-fuera (Bijou, 1968), y sistemas de
costo de respuesta (Weiner, 1962). En términos generales, el castigo
ha probado ser un procedimiento altamente efectivo para la elimina-
ción de conductas que requieren de una supresión rápida y duradera,
ya sea porque ponen en peligro la vida misma del sujeto o porque ínter-
fieren sistemáticamente Con la posibilidad de moldear respuestas socia-
les positivas.
En este estudio se reportan cuatro casos de niños retardados en que
se utilizaron procedimientos de castigo en la eliminación de conduc-
tas que oscilaron desde cabecear y treparse hasta agresión e híperacti-
vidad marcada. En todos estos casos el castigo se utilizó como proce-
dimiento de base en tanto que no era posible la utilización de algún
procedimiento alternativo con refuerzo, aún cuando en dos de los
sujetos se desarrollaron programas concurrentes de refuerzo en diferen-
tes secciones del tratamiento conductual. Las consideraciones genera-
les que nos llevaron a utilizar los distintos procedimientos derivaron de
criterios pragmáticos respecto a la necesidad de eliminar en el menor
tiempo posible y con la mayor economía de esfuerzo una serie de con-
ductas que eran del todo indeseables por distintos motivos. A continua-
ción se detallan los procedimientos y resultados obtenidos en cada uno
de los cuatro casos, en que se aplicaron métodos punitivos.
CASO 1

Se trata de un nifto de 4 años de edad, con diagnóstico de lesión ce-


rebral mínima, que asiste al Centro de Entrenamiento y Educación Es-
pecial de la Universidad Veracruzana, en donde se le están aplicando
EL USO DE CASTIGO EN LA MODIFICACION DE CONDUCTA DE 139
NIÑOS RETARDADOS

programas de socialización, conducta verbal e imitación generalizada.


El sujeto, M., cuando la iniciación del tratamiento que describiremos,
era un niño no verbal sin control de esfínteres, que presentaba la mayor
parte del tiempo conductas autoestimu1atorias, dentro de las cuales te-
nía un alto índice de ocurrencia la de cabecear contra las paredes o mue-
bles. Esta respuesta, aún cuando de intensidad no muy grande, se consi-
deró peligrosa para la integridad física del niño y por consiguiente se
procedió a planear su eliminación inmediata.
ProcedimiBf1to:
La primera parte del tratamiento consistió en el registro de una
línea-base de la respuesta de cabecear. La respuesta se definió como el
balanceo de la cabeza contra la pared, moviéndola de un lado para el
otro, ya estuviera el sujeto acostado o sentado. Las sesiones de registro,
en número de cuatro, tuvieron de 50 a 60 minutos de duración, y se
llevaron a cabo en un cuarto de dimensiones reducidas de 2 x 1 y l/2m.
forrado de celotex. Solo se usó un observador debido a la simplicidad
de la respuesta. Una vez establecida la línea base, se inició el tratamien-
to con castigo, en el cual se le daba un manazo de intensidad moderada
al sujeto en la mano o brazo cada vez que daba un cabezazo. Se deter-
minó la necesidad una vez suprimida la respuesta de desvanecer el con-
trol de estímulos que pudiera adquirir el aplicador del programa, me-
diante sesiones adicionales en que se aumentaría gradualmente la distan-
cia que separara a este del niño, hasta que el experimentador estuviera
a dos metros del sujeto sin que este cabeceara.
R..,ltado,:
Los registros de la línea base, que se muestran en la primera parte de
la Figura 1, indican la alta tasa de respuesta de cabeceo de M., antes de
iniciar el tratamiento. Los valores obtenidos fluctúan de 15 a 60 res-
puestas en promedio en períodos de 10 minutos durante las sesiones de
cerca de una hora, lo que arroja una media de aproximadamente 38 res-
puestas cada 10 minutos. La aplicación del procedimiento de castigo
produjo efectos inmediatos impresionantes, en tanto que el sujeto solo
dió un promedio de 1 respuesta cada 10 minutos en la primera sesión
de tratamiento. En ocho sesiones la tasa de respuesta absoluta era de
cero en un período de una hora, y a partir de la novena sesión se co-
menzó a desvanecer el control de estímulo adquirido por el experimen-
LINEA BASE TRATAMIENTO DESVANECIMIENTO
10

57

61

48

415

42

3'

O
.... 23

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E-< 30
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21

18

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12

4

SESIONES

FIGURA 1 Castigo de la conducta de cabecear


EL USO DE CASTIGO EN LA MODIFICACION DE CONDUCTA DE /41
NIÑOS RETARDADOS

tador. Este se colocó cada vez a distancias mayores del niño con el oh-
jeto de que disminuyera gradualmente el control personal sobre la su-
presión de la respuesta. La efectividad del procedimiento se demuestra
en que, como puede observarse en la parte final de la propia Figura 1,
durante cuatro sesiones adicionales que se utilizaron con este propósito,
el sujeto dió tasas de 0.02 por minuto en promedio. Las observaciones
que se han hecho intermitente a la terminación del tratamiento, indi-
can que la supresión de dicha respuesta se mantiene a un mismo nivel.

Discusión:

El presente estudio muestra claramente la alta efectividad del castigo


en situaciones en donde se requiere de la pronta eliminación de una res-
puesta de alta frecuencia y que es mantenida por las consecuencias in-
trínsecas a su emisión. La imposibilidad de controlar el refuerzo que la
mantiene, hace inevitable la aplicación de un procedimiento de' castigo.
En esta caso particular, el tratamiento disminuyó dramáticamente la tao
sa de respuesta desde la primera sesión, manteniendola a un nivel, míni-
mo durante el resto del tratamiento, incluyendo las últimas sesiones en
que el experimentador se encontraba a una distancia más o menos gran·
de del sujeto. El hecho más significativo, sin embargo, es el que el tipo
especial de castigo que se utilizó, un manazo de fuerza moderada, pro-
ducía obviamente menor daño físico que la respuesta misma de cabe-
cear contra la pared, el suelo o cualquier objeto. Esto constituye una
demostración inequívoca de la importancia que tiene la relación de con-
tingencia que especifica el proceso de castigo, en tanto que la elimina-
ción de la conducta en cuestión no depende directamente de los efec-
tos físicos relativos de los estímulos.

CASO 2

Se trata de un niño de 5 a 6 años de edad, J. M., con daño neuroló-


gico evidente, pero sin diagnóstico preciso. Asiste al Centro de Entrena-
miento y Educación Especial de la Universidad Veracruzana. A la ini-
ciación del programa carecía de control de esfínteres, era completamen-
te no verbal, y presentaba como problema fundamental el jalar y tirar
toda clase de objetos (sillas, mesas, etc.) y treparse ya fuera sobre mue-
142 EMILIO RIBES

bles o cercas de alambre, lo que hacía necesario que se le cuidara cons-


tantemente. Se decidió utilizar igual que en el caso anterior un procedi-
miento de castigo físico, que pusiera bajo control social la supresión de
las conductas mencionadas.

Procedimiento:

Se registró primeramente una línea base concurrente de las dos reir


puestas, la de treparse y la de agarrar y arrojar objetos. Dicho registro
se llevó a cabo solo durante dos sesiones de 30 minutos, dado que mos-
traron las respuestas una alta frecuencia. Solo hubo un observador de
manera que no pudo computarse la confiabilidad del registro. A par-
tir de la tercera sesión, se comenzó la administración del castigo, en el
mismo salón en donde se había registrado la línea base. El salón era un
cuarto de aproximadamente 9 x 7 mts, con abundancia de sillas, mesas,
escalones, divanes de hospital, etc. El sujeto J. M., recibía un fuerte ma-
nazo sobre la mano o brazo cada vez que emitía una respuesta de tre-
parse o de jalar y tirar un objeto o mueble. La aplicación del castigo se
hacía contingente a la iniciación de la respuesta dado que así es más fá·
cil romper con la larga cadena de movimientos que ambas respuestas
implican, impidiendo que pudiera obtenerse alguna forma de refuerzo
intrínseco a su emisión. Se observó sin embargo, que aunada a la rapi-
da disminución en la frecuencia de las dos respuestas especificadas, el
sujeto empezó a emitir una nueva respuesta poco deseable, la de la-
mer el suelo o paredes o muebles. Se comenzó a registrar al mismo
tiempo que se administraba el castigo a las respuestas de treparse y ja-
lar objetos, la línea base de la respuesta de lamer durante 10 sesiones
adicionales. A partir de la sesión 13 se comenzó a castigar también es-
ta última conducta, hasta que transcurrieron un total de 24 sesiones en
que se dió por terminado el tratamiento.

RelUltado,:

La primera parte de la Figura 2 que muestra los datos correspondien-


tes al registro de la línea base de las respuestas de treparse y jalar obje-
tos, indica que esta última conducta era la que mostraba una mayor
probabilidad de ocurrencia, dado que se emitieron un total de 223 reir
4.0
o O LAMER

• • TREPAR
3.0
••.-..... JALAR y TIRAR

2.0

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0.1

SESIONES
22

FlG URA 2 Castigo concurrente de 3 respuestas


144 EMILIO RIBES

puestas en las dos sesiones de media hora de observación. La respues-


ta de treparse mostró una fuerza menor en tanto que sólo se presentó
17 veces en ambas sesiones de registro. En lo que respecta a la respues-
ta de lamer, que se empezó a manifestar apenas se castigaron las otras
dos respuestas, mostró una frecuencia inicial muy grande declinando
posteriormente antes de que se le castigara. En las 10 sesiones de re-
gistro de línea base, J. M. emitió un total de 185 respuestas en 400 mi-
nutos. El castigo demostró ser altamente efectivo en la disminución de
dichas respuestas, tal como puede observarse en la figura 2. En la pri-
mera sesión se produjo una caída dramática en la tasa de respuestas de
jalar y arrojar objetos, dado que de 118 respuestas que J. M. había dado
en la sesión anterior, sólo dió 7 en la primera sesión de castigo (que fué
de solamente 10' de duración por motivos ajenos al estudio) y una res-
puesta en la segunda sesión. La respuesta de treparse sufrió un ligero
aumento de 16 a 18 en términos absolutos (aún cuando fué mayor en
términos de la tasa de respuesta debido a las diferencias de duración de
las sesiones pero había disminuído a cero a la altura de la quinta sesión.
En lo que toca a la respuesta de lamer, en sólo cuatro sesiones se supri-
mió por completo.

Di8CU6i6n:

Los datos del presente caso, ratifican lo señalado anteriormente en


relación a la efectividad del castigo tanto en lo que respecta a la rapi-
dez con que se produce la supresión conductual como en lo que se re-
fiere a la permanencia de la misma. Este caso, sin embargo, muestra tres
puntos muy interesantes de tratar. Por un lado, se encuentra el hecho
de que a la iniciación del castigo de las dos respuestas especificadas en
el programa y a su reducción inmediata, apareciera una respuesta con
alta tasa como lo fué la conducta de lamer. Esto puede constituir una
prueba de que la supresión de conductas de alta probabilidad, manteo
nidas por reforzamiento intrínseco, facilita la aparición de respuestas
semejantes, mientras no se estructuren contingencias positivas en el me-
dio ambiente para respuestas más "sociales". Esto no implica, sin em-
bargo, que basta establecer dichas contingencias para que las respues-
tas indeseables desaparezcan por sí solas, sino que Dama la atención so-
EL USO DE CASTIGO EN LA MODIFICACION DE CONDUCTA DE 145
NI~OS RETARDADOS

bre la necesidad de estructurar programas concurrentes de supresión y


moldeamiento en el trabajo clínico con sujetos de repertorios limitados.
Otro punto de interés lo constituye el efecto de inducción negativa ob-
servada en este estudio. Como puede verse en la Figura 2, la respuesta
de lamer durante el registro de línea base mostró un decremento contí-
nuo debido muy probablemente a una inducción de los efectos del cas-
tigo sobre las otras dos respuestas concurrentes de treparse y jalar ob-
jetos. Sería interesante investigar más adelante las condiciones y lími-
tes bajo las cuales ocurre este tipo de inducción negativa producida por
castigo. Finalmente, hay que mencionar un aspecto relacionado con la
primera sesión en que se administró castigo a las primeras dos respues-
tas especificadas en el programa. Al disminuír dramáticamente la res-
puesta de jalar se produjo un incremento concomitante en la otra res-
puesta concurrente de treparse (al mismo tiempo que empezaba a emi-
tirse la respuesta de lamer). Este es un típico efecto de contraste con-
ductual. La respuesta de jalar objetos se emitía previa a la aplicación
del castigo a una tasa de 3.9 respuestas por minuto, mientras en la pri-
nera sesión de castigo a solo 0.7 por minuto, mientras que la respuesta
de treparse se emitía a una tasa de 0.53 por minuto previa al castigo
y en la primera sesión se triplicó a 1.8 por minuto, a pesar de ser tam-
bién castigada. Este tipo de contraste conductual no ha sido reportado
todavía en la literatura experimental, pues se trata de un fenómeno
obtenido bajo condiciones de castigo concurrente sobre dos respuestas.
Cabe mencionarse además que se han hecho observaciones posteriores
sobre la conducta de J. M. en el patio de recreo del propio Centro, sin
que el niño manifieste pérdida de la supresión de las respuestas castiga-
das, a pesar de que la situación no es original en donde se aplicó el trae
tamiento. Evidentemente operó un proceso de generalización de estí-
mulos que amplió los efectos del castigo a situaciones ambientales dis-
tintas.

CASO 3

Se trata de un caso doble. El problema principal lo constituye Ma.,


niño de aproximadamente 13 años de edad, sumamente retraído, no
verbal, hosco y agresivo contra otros niños con los que asiste al Centro
146 EMILIO RIBES

de Entrenamiento y Educación Especial. Su conducta agresiva, aún


cuando no presenta una frecuencia muy elevada, si alcanza límites pe-
ligrosos en tanto que se caracteriza por patadas, golpes con el puño, o
clavar lápices. Dicha conducta parece estar dirigida en especial, aún
cuando no exclusivamente, contra C., niño de 14 años aproximadamen-
to, con lesión neurológica no especificada igual que en el caso de Ma.,
y que es uno de los sujetos más adelantados dentro del Centro en tan-
to participa en programas de tipo académico como son lecturas, escri-
tura y aritmética, con defectos de articulación vocal como problema
verbal único. Se pudo observar informalmente que en un gran porcen-
taje de las ocasiones en que Ma. agredía a C. mediaba previamente al-
gún tipo de provocación verbal o gestural por parte de este último. Por
consiguiente, se decidió utilizar un diseño de evitación por cooperación.
(Lindsley, 1966) que se aplicaría simultaneamente en los dos sujetos, y
dos pasos sucesivos: el primero, utilizando choque eléctrico, con el fin
de disminuír tanto la frecuencia global de las respuestas de ambos ni-
ños, y la segunda con castigo físico "social" a fin de poner bajo control
ambiental apropiado sus conductas.

Procedimiento:

Se tomó una línea base doble. La primera fue sobre la respuesta de


agresión de Ma. a C., y viceversa, computándose por consiguiente la
respuestas de agresión de ambos sujetos. La segunda línea base fue uti-
lizada como sondeo. Consistió en dos sesiones adicionales de registro a
las tomadas inicialmente, en las que C. fue sustituído por otro niño R.,
sumamente positivo en su contacto físico con otros. El propósito fue
evaluar si la agresión de Ma. era específica a C. o no. El registro se llevó
a cabo durante períodos de 45 minutos, excepto en la tercera y quinta
Bones, en que Ma. y R., estaban siendo agredidos excesivsmente re,.
pectivamente, y se decidió terminar a los 30 y 15 minutos dichas sesio-
nes. Los niños eran colocados en un cuarto grande 3 x 4 metros, sepa-
rado .de un cuarto de observación adjunto por un espejo de doble vista,
que permitía registrar a los niños sin que estos se percataran de que eran
observados. El cuarto tenía una mesa, dos sillas y dos archiveros en los
que se encontraban juguetes que los niños podían utilizar: carros de
plástico, una espada de plástico, corcholatas, etc. El registro fué tomado
LINEA BASE CHOQUE ELECTRICO CASTIGO FISICO-SOCIAL
y sr MIXTO
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C R C R C C y R,

FIGURA 3 Castigo de la conducta de agresión


148 EMILIO RIBES

por dos observadores, con el objeto de evaluar la confiabilidad del mis-


mo. En el caso de los registros correspondientes a Ma., la confiabilidad
fue de .98, mientras que en el de C. fué de .91. En el caso de R. la con-
fiabilidad fué automáticamente de l.00 en tanto que no dió ninguna
respuesta de agresión en las dos sesiones de registro. La respuesta de
agresión se definió como cualquier forma de contacto físico que produ-
jera daño en el otro sujeto, como patear, golpear, aventar, escupir a la
cara. La primera parte del tratamiento se realizó en un cubículo, de 2xl,
el cual podía observarse a través de un espejo de doble vista. En el cu-
bículo solo había una mesa y dos sillas, en las que eran sentados Ma. y
C. A ambos se les colocaba un electrodo en el tobillo, pagado con tela
adhesiva conectado a una fuente de choques independiente para cada
sujeto, a través de las cuales se les administraba a ambos un choque de
80 voltios y .5 mal de intensidad cada vez que uno de ellos agredía al
otro. La única manera en que los dos niños podían evitar el choque era
que ninguno de ellos agrediera al otro. El fin de este procedimiento era
no solo reducir la tasa de respuestas de agresión en ambos sujetos, sino
también reducir los estímulos discriminativos para agredir que presen-
taban los niños en términos de gestos, voces y palabras, y que era obvia-
mente lo que en última instancia controlaban la probabilidad de la con-
ducta de agredir. Cuando C. redujo su tasa de respuestas de agresión a
cero durante varias sesiones y se abstuvo de provocar a Ma. se le retiro
el electrodo, de manera que la situación se limitó a castigar la conducta
agresiva de Ma. Al disminuír a cero la respuesta de agresión de Ma. ante
C., este fue sustituído por R., a quien no se le colocó ningún electrodo.
Cuando la tasa de agresión de Ma. a R. disminuyó también a cero, se
procedió al siguiente paso en el diseño que fué sustituir al choque por
una forma de castigo físico "social" bajo condiciones semejantes a las
del registro de la línea base. Se colocó a los niños nuevamente en el
cuarto grande, y se dispuso que hubieran diversos juguetes sobre la me-
sa con el objeto de que los sujetos pudieran jugar, paralela o cooperati-
vamente, Un observador se encontraba en el cuarto adjunto y cada vez
que uno de los niños agredía al otro, gritaba su nombre, y otro experi-
mentador entraba en el cuarto súbitamente y le daba un fuerte manazo
en la mano o antebrazo. Cuando pasaban tres minutos sin que los niños
se agredieran entre sí, el experimentador entraba al cuarto, les decía
EL USO DE CASTIGO EN LA MODIFICACION DE CONDUCTA DE 149
NIÑOS RETARDADOS

"muy bien", les daba una palmada afectuosa en la cabeza u hombro


y les obsequiaba una galleta, de manera que los sujetos se encontraban
bajo un programa que podríamos caracterizar como Conc. CRF castigo,
DRü3' refuerzo. Durante todo el tratamiento solo se utilizó un regis-
trador dado que la con fiabilidad alcanzada en los registros de línea base
fue aceptable, y que además se podía chequear constantemente la con-
fiabilidad del registro comparándolo con el número de contingencias
administradas. En las primeras tres sesiones de este tipo, se colocó aMa.
y C., Y durante las cuatro últimas sesiones estuvo también R. con ellos.
Resultados:

Los datos del registro de las líneas-base de Ma. y C., muestran una
mayor frecuencia de respuesta de parte de C. que de Ma., aunque debe
añadirse que fueron siempre mucho más violentas y peligrosas las res-
puestas de Ma. C. llegó a emitir un total de 200 respuestas en 2 horas de
registro, por solo 29 de Ma. durante cinco sesiones con un total de 3
horas R, el tercer sujeto de este estudio no dió respuesta durante una
hora de registro. Al comenzar la administración del castigo con choque
eléctrico en la situación cooperativa de evitación C. emitió una sola
respuesta en la primera de 8 sesiones de 30' de duración sin que vol-
viera a responder durante las siete restantes. Es interesante agregar que
dejó de provocar a Mario en tanto que cada agresión de Ma. hacia él se
veía acompañada por un choque eléctrico a ambos. A partir de la quin-
ta sesión se retiró el electrodo de C. sin que hubiera cambio aparente en
su conducta. Por su parte, Ma. mostró fluctuaciones en su registro con
un incremento por la sexta y séptima sesiones antes de dejar de respon-
der en la octava sesión, hecho que discutiremos con mayor detalle poste-
riormente. En el caso de R., este nunca dió respuesta alguna de agre-
sión durante las seis sesiones en que estuvo con Ma., aún cuando este
mostró una reaparición de su conducta agresiva que volvió a suprimirse
nuevamente a la altura de la decimocuarta sesión del tratamiento con
choque eléctrico. Por lo que se refiere a los datos obtenidos en la situa-
ción en que se utilizó castigo físico-"social" y reforzamiento concu-
rrente en DRü3' (reforza miento diferencial de otras respuestas) se en-
contró que la supresión de la respuesta en C. se generalizó a las nuevas
condiciones pues solo dió un total de tres respuestas en un total de ho-
ra y media que tomaron las siete sesiones adicionales. Ma. por su parte
150 EMI LID RIBES

presentó una frecuencia moderada de 4 respuestas durante la primera


sesión que disminuyó a 2 en la segunda para que en la última sesión fue-
ra de cero. Dió un total de 9 respuestas en la hora y media de trata-
miento. R. no dió respuesta alguna.
Di8CU8Í6n:

Este estudio ilustra como puede aplicarse un procedimiento de casti-


go a una situación social, en donde la emisión de conducta agresiva está
mantenida en cierto grado por la interacción que genera con otros com-
pañeros. La combinación de dos tipos de castigo así como el registro de
dos líneas base simples con otros sujetos dentro "dela situación, muestra
la flexibilidad operacional de las técnicas de modificación de conducta.
La utilización de dos líneas base, cada una con un niño distinto, permi-
tió evaluar el control diferencial de distintos aspectos del medio am-
biente social sobre la eonducta agresiva del sujeto principal de este estu-
dio. Está claro, que la agresión mostrada ante C., es funcionalmente dis-
tinta de la agresión ante R., en tanto que la primera era controlada por
los propios estímulos discriminativos que emitía C., mientras que la otra
ante R. era más típica de una situació n de operante libre no discrimina-
da. La primera parte del tratamiento abarcando a Ma. y C. se diseñó
precisamente como una situación cooperativa de evitación, en tanto
que no solo se pretendía suprimir la conducta agresiva de Ma. sino tam-
bién aquellas conductas de C. que constituían estímulos discriminati-
vos de Ma. El tratamiento mostró ser altamente efectivo sobre todo en
el caso de C. En última instancia tanto con C. como con R., la respuesta
de Ma. se redujo a cero. Dos puntos son de sumo interés en relación al
tratamiento con choque eléctrico. El primero se refiere al incremento
local en la conducta agresiva que se observa en Ma. frente a C. en las úl-
timas dos sesiones antes de que la respuesta caiga hasta cero. Este pare-
ce ser un típico efecto local de extinción sobrepuesto a una situación
de castigo, ya que se presenta en el momento en que C. deja de emitir
estímulos discriminativos a Ma. para que agreda. Pudiera ser por consi-
guiente que el control de la respuesta de agresión fuera doble: por un
lado el control discriminativo mantenido por C., y que implicaba algún
tipo de reforzamientoen cierta medida proporcionada por la propia
conducta de C., y por otra parte, las consecuencias intrínsecas a la res-
puesta de agreaiónque eran suprimidas por el choque eléctrico. El efec-
EL USO DE CASTIGO EN LA MODIFICACION DE CONDUCTA DE 151
NI¡i;¡OS RETARDADOS

to local de extinción permite explicar entonces, como puede producir-


se un incremento local transitorio de la respuesta, aún bajo condiciones
de administración de castigo. El otro punto de interés, se relaciona con
lo discutido por uno de los autores en otro artículo (Ribes y Guzmán,
por publicarse) acerca de las propiedades discriminativas que adquiere
la situación en que se aplica un procedimiento de choque eléctrico. La
situación misma (los electrodos conectados al cuerpo del sujeto, etc.)
hacen sumamente específica la supresión de la respuesta a dicha situa-
ción. Es por esta razón conveniente generalizar la supresión a ur•.a situa-
ción más social con otro tipo de castigo más natural dentro de dicho
medio ambiente (Ferster, 1967). La administración de castigo fío
sico-"social" se realizó con el propósito de que la conducta de agresión
tuviera consecuencias más naturales, intermitentes e impredictibles, en
tanto que el administrador de las contingencias se encontraba siempre
fuera del cuarto. Como último hecho digno de mención, se encuentra
una observación informal fuera de la situación de tratamiento. Contra
lo que es de esperarse en términos de las supuestas consecuencias nega-
tivas que conlleva la administración del castigo socialmente (Skinner,
1953; Azrin y Holz, 1966) Ma. mostró una mayor responsividad a los
estímulos y reforzadores sociales. Antes de la administración del trata-
miento con choques eléctricos, Ma. se caracterizaba por su retraimiento
y franco rechazo de cualquier forma de contacto físico y reforzamiento
social. Sin embargo, a partir del tratamiento mencionado, Ma. se volvió
altamente sensible a este tipo de contingencias lo que ha acelerado su
progreso en otros programas del Centro de Entrenamiento y Educación
Especial en que se utilizan reforzadores positivos. Por desgracia, se ca-
recen de registros precisos en este aspecto.

CASO 4

Se trata de una niña de 14 años de edad, A., con lesión neurológica


producida por condiciones anómalas durante el parto, y posible disfun-
ción hipofisiaria. Asiste al Centro de Entrenamiento y Educación Espe-
cial desde hace dos años, y se encuentra bajo programas especiales de
conducta verbal, escritura, discriminación visual y auditiva. Su princi-
pal problema es la hiperactividad marcada en el salón de clase, pues A.
se para constantemente de su asiento, se voltea, grita, pega sobre la me-
152 EMILIO RIBES

sa, etc., traduciéndose tal nivel energético excesivo en un pobre rendi-


miento académico dentro de los programas especiales bajo los que se
encuentra. Se había tratado previamente este problema con drogas, con
muy poco éxito. Por tal motivo se diseñó un tratamiento, basado pri-
mero en la administración de reforzamiento social y fichas contingen-
tes a la conducta de trabajo académico, y después un programa de cas-
tigo por tiempo-sfuera contingente a la conducta que hemos definido
como hiperactiva.

Procedimiento:

Se tomó línea base de su conducta académica, definida como el por-


centaje de tiempo invertido en tareas de escribir o dibujar sin que se
presentaran ninguna de las respuestas interferentes de hiperactividad.
Dicha línea base se registró durante un período de cinco días, treinta
minutos diarios, divididos en tres períodos de diez minutos muestreados
al azar dentro del tiempo total de trabajo académico. El registro se to-
mó de manera contínua durante los tres períodos de diez minutos. El
solicitar atención relacionada directamente con las tareas académicas
era computada dentro del tiempo de trabajo, no así el solicitar atención
en relación a otras conductas, estar sentada distraídamente, o mirar
simplemente el material de trabajo. Los registros fueron tomados por
2 de los autores, con una confiabilidad del 970/0. El tratamiento expe-
rimental constó de 4 etapas distintas. Las primeras dos constituyeron
controles, que permitieron no hacer la inversión acostumbrada con el
objeto de evaluar los resultados del tratamiento contra la línea base.
Esto se hizo para evitar que A., presentara nuevamente conducta dis-
ruptiva en el salón de clases. La parte 1 del tratamiento consistió en el
reforzamiento por intervalos fijos de 1 minuto no contingente
(programa periódico 1'). La parte 2 consistió en un programa periódico
de 2', es decir la administración de reforza miento no contingente a la
conducta académica en intervalos de 2'. El paso 3 en el procedimiento
experimental fue reforzar con reforzamiento continuo todas y cada una
de las respuestas académicas, comenzándose a administrar después con
las fichas y la atención social por vez primera períodos de tiempo fuera
por pararse del asiento. El tiempo fuera consistió en llevarse a la niña
PORCENTAJE DE TIEMPO DE TRABAJO

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LINEA BASE

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81 INTERMITENCIA
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154 EMILIO RIBES

contingente a la acción de pararse, a un cuarto aislado obscuro, sin nin-


gún tipo de objeto o estímulo que pudiera permitir al sujeto procurarse
formas de reforzamiento. El sujeto podía salir a los 5 minutos o antes
dependiendo de que no emitiera durante un período de 5 n conductas
de berrinche o protesta. En el puo 4 el tiempo fuera se extendió no so-
9

lo a la conducta deperarse, sino también a la de gritar o hacer ruido es-


tando sentada.

Como lo indican los datos de la Figura 49 la línea hase de conducta


académica mostró un porcentaje peomedío menor al 5 por ciento del
tiempo total de registro dedicado al tiempo académico, lo que significa
que el resto del tiempo, es decir un 950/0 estaba dedicado a oonductu
inde8eahles como gritar, pararse del asiento, etc. Durante los pasos 1 y
2 de tratamiento, tomados como controles adicionales, mediante la ad-
ministración de reforzamiento no contingente, la tasa de respuesta aca-
démica: no pasa más allá del 10 por ciento del tiempo registrado. El
cambio del reforzamiento no contingente a reforza miento contingente
continuo prod.ujo una mejoría en términos de la desaparición de la hipe.
raetmd.ad de A., y un incremento consecuente en el trabajo académico,
no muy grande. El incremento alcanzó hasta un 300/0 de promedio del
tiempo dedicado al trabajo académico. Cuando se inició la aplicación
del tiempo futl'a en la sesión número 22 por todo tipo de conducta die-
ruptiva como gritar o hacer ruido aparte de pararse del asiento, se logró
un incremento notable en el rendimiento académico que alcanza en la
sesión 41 hasta un 800/0 del tiempo totaL Al mismo tiempo se empezó
a desvanecer el refuerzo aumentando los intervalos a los que se reforza·
ba de manera progresiva. La Figura 5 muestra el número de sesiones en
los que mediante la aplicacion del tiempo fuera se redujo a cero la con-
ducta de pararse del asiento. Esto se logró en un total de 15 sesiones, y
hasta la sesi6n 22 que se re¡istró dicha conducta permaneció suprimida
por completo. Por lo que respecta a la aplicación del tiempo fuera a to-
. da conducta disruptiva, que se empez6 a aplica' una vez que se redujo
la conducta de pararse, solo fueron necesarias 6 sesiones para que se re-
dujera a cero, supresión que se mUltuvo durante 8 sesiones adicionales
en que se registró (Figura 6).
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SESIONES

FIGURA 5 Aplicación de tiempo-fuera por pararse del asiento.


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SESIONES
EL USO DE CASTIGO EN LA MODIFICACION DE CONDUCTA DE 157
NI~OS RETARDADOS

En este caso se combinaron procedimientos prostéticos de refuerzo


(fichas y atención social) con la utilización de castigo por tiempo-fuera.
La observación de mayor interés se refiere a la necesidad de reducir las
respuesta incompatibles con 1118conductas deseadas mediante un pro-
cedimiento que haga a su vez ahamente efectivo el reforzamiento con-
currente. El tiempo fuera (definido como un período de aislamiento del
reforzamiento) permitió el logro de estos propósitos, por un lado supri-
miendo aquelJas conductas disruptivas como pararse, gritar, etc., que
hacían que la sujeto mostrara un problema de hipéractividad marcada,
al mismo tiempo que la volvió más sensible a las contingencias de refor-
zamiento adaptadas a su situación académica personal. En este caso el
castigo se manejó apropiadamente a través del aislamiento del sujeto
respecto a las condiciones en que era reforzado, con el objeto de hacer
más discriminativas estas contingencias positivas. Su efectividad es muy
grande en tanto que la conducta de pararse se redujo a cero en solo
quince sesiones y la otra conducta disruptiva en cinco sesiones más. Sin
embargo, el efecto del castigo por tiempo fuera no es tan súbito e inme-
diato como el administrador con choque eléctrico o castigo físico que
producen efectos definidos desde la primera sesión de aplicación.

CONCLUSIONES

Se pueden extraer una serie de conclusiones respecto a las condicio-


nes en que debe aplicarse el castigo y su efectividad.
1) El castigo es un procedimiento altamente efectivo en la eliminación
de conductas indeseables, tanto en lo que se refiere a la rapidez de sus
efectos como a la permanencia de los mismos. El castigo con choque
eléctrico y el castigo físico-"social" son mucho más efectivos en cuan-
to a su rapidez que el castigo por tiempo fuera, aún cuando la duración
de BUS efectos es la misma.
2) El castigo no parece producir efectos nocivos sobre el sujeto en tér-
minos de súpuestos efectos emocionales, ete., que reduzean la sensibi-
lidld a las contingencias de reíorzamiento social. Por el contrario, como
se muestra en los casos 3 y 4, los sujetos se volvieron más responsivos al
refuerzo a partir de la iniciación del tratamiento con castigo.
158 EMILIO RIBES

3) El castigo por tiempo fut'J'a y el castigo físico- '~soeial" conllevan


menos estímulos discriminativos respecto a 8U8 condieiones de aplica-
ción, por lo que son más recomendables que el choque eléctrico. Sin
embargo, este puede utilizar-se en aquellas circuDltuaciuen que se de-
sea reducir abruptamente 1& tasa de respuesta por ser muy elevada, y en
que se hace necesario aplicar las contingencias simultlneamente a dos
sujetos a la vez.
4) El castigo debe aplicarse fundamentalmente en d08 tipos de situacio-
nes distintas:
a) aquellas en las cuales las contingcnciasque mantienen una condue-
ta IOn intrill8eC88 a su emisión, y que por consiguiente se carece de con-
trol alguno sobre 108reforzadores disponibles.
b) cuando la emisión de respue8tas incompatibles con las conductas
reforzada, impiden poner alllljeto bajo el control directo inmediato de
contingen..:ias pui~vas de refuerzo.

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