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EL PODER DE POLICÍA Sumario 1.

Poder o función
........................................................................................ 373 2. Atribución o servicio público
................................................................... 373 3. Origen y evolución. El poder de policía en el
Estado de Policía y en el Estado liberal.......................................................................................
374 4. Caracteres clásicos generales.................................................................. 376 5. Su crisis en
el Estado actual ................................................................... 376 5.1. La tranquilidad
pública.................................................................... 376 5.2. La confianza
pública......................................................................... 377 5.3. La economía pública
......................................................................... 377 5.4. La estética
pública............................................................................ 377 5.5. El decoro
público............................................................................... 377 5.6. La seguridad
social........................................................................... 377 6. La promoción del bienestar social y
el poder de policía......................... 378 7. La crisis de la “noción” de poder de
policía............................................. 380 8. Otros caracteres antiguos de la
policía................................................... 381 9. Crisis
........................................................................................................ 381 10. Caracteres en la
doctrina actual. Crítica ............................................. 382 11. La distinción entre policía y poder
de policía. Crítica ......................... 384 12. El régimen jurídico de la policía.
Crítica.............................................. 385 13. Crisis del fundamento político en la noción de
poder de policía ......... 387 14. La inversión del principio. Los derechos individuales como
principio, la limitación a los mismos como excepción ..................................... 388 15.
Conclusiones. La purificación de la técnica científica.......................... 388 15.1. Facultades de la
administración.................................................... 388 15.2. Facultades del Congreso
................................................................ 392 Capítulo X EL PODER DE POLICÍA 1. Poder o
función La noción de “policía” o “poder de policía” es una de las más empleadas en el derecho
público, y al mismo tiempo una de las que más se presta a equívocos, por la disparidad de
ideas que al respecto se sostienen y por el endeble fundamento que las sustentan. Por de
pronto, es de recordar que el aditamento de “Poder” es equivocado, por cuanto el poder
estatal es uno solo, y ya se vio que la llamada división de tres “poderes” consiste, por un lado,
en una división de “funciones.” (Funciones legislativas, administrativa, jurisdiccional), y por el
otro, en una separación de órganos. (Órganos legislativo, administrativo y jurisdiccional.) En tal
sentido, el “poder de policía” no sería en absoluto un órgano del Estado, sino, en cambio, una
especie de facultad o más bien una parte de alguna de las funciones mencionadas.1 2.
Atribución o servicio público Así como no puede confundirse el poder de policía con un órgano
del Estado, tampoco debe confundírselo con los servicios públicos que éste presta. No puede,
en efecto, afirmarse que es “el conjunto de los servicios públicos,” porque ello contradice
abiertamente al afirmar luego que una especie de la policía (o sea, una especie de los servicios
públicos) sea “policía del servicio público,” pues habría allí un servicio público del servicio
público... lo que carece de sentido.2 Servicio público es en todo caso una actividad; poder de
policía, una facultad o atribución, por lo que confundir una cosa con la otra supone tanto como
confundir ley con potestad legislativa, acto administrativo con facultad administrativa, etc. El 1
Contr. Villegas Basavilbaso, Benjamín, Derecho administrativo, t. V, Buenos Aires, 1949-56, p.
99 y ss. 2 Esto en contra de lo sostenido por Bielsa, Rafael, Derecho administrativo, t. IV, p. 1 y
ss. 374 teoría general del derecho administrativo servicio público podrá ser una de las
manifestaciones del poder de policía, pero nunca será este mismo. En realidad y como
veremos, ni una ni otra noción tiene sustento lógico-jurídico. Pero también es criticable
considerarlo como una atribución metajurídica, o implícita en el orden jurídico, que el Estado
tiene a su disposición. Ello se vincula con toda una concepción del derecho administrativo que
parte de la premisa de que tales “potestades” pueden existir. Es así frecuente en el derecho
administrativo encontrar autores que tratan de determinadas “potestades” que suponen
apriorísticamente pertenecientes al Estado, antes o por encima de un orden jurídico positivo.
A nuestro juicio, esto constituye un error de interpretación del sistema, nacido al amparo de
prejuicios que otorgaban al Estado determinadas prerrogativas, propias del soberano o
monarca, pero inconscientes con un régimen de Estado de Derecho, en el cual los únicos
poderes que el Estado tiene son los que el orden jurídico le otorga en forma expresa o
razonablemente implícita. La presente sección tiene por finalidad analizar tres grandes temas
del derecho administrativo, en los cuales el problema de las seudopotestades públicas se ha
hipertrofiado, dando origen a “instituciones” con supuesta existencia propia. Trataremos, en
cada caso, de demostrar que ello no es así, y que resulta falso razonar sobre la base de estas
“instituciones” o “poderes,” sin referir concretamente el punto sub examine al derecho
positivo. En el caso de la noción o atribución de policía, será necesario remontarnos a sus
orígenes históricos, primero, para luego ver evolutivamente cómo sus supuestos caracteres
han ido desapareciendo uno a uno a través del tiempo, hasta llegar a la nada en el presente.3
3. Origen y evolución. El poder de policía en el Estado de policía y en el Estado liberal Dentro
de esta configuración existen numerosas concepciones divergentes, habiéndose planteado su
crisis y su inexistencia como figura autónoma. Para comprender el porqué de estas diferencias,
muchas veces sustanciales, y ubicar en su significado actual el problema, es de interés recordar
el origen y la evolución de dicho concepto. 3.1. Desde la edad antigua hasta el siglo XV:
“Policía” designaba el total de las actividades estatales; en la organización griega de la polis
(ciudad-Estado), el término significaba actividad pública o estatal, y se mantuvo en esa
significación a pesar de la desaparición de la polis. 3 Para ubicar la evolución histórica del
poder de policía dentro del marco general de la evolución del derecho administrativo, ver
nuestro Tratado, op. cit., t. 1, cap. II, n° 1 y 2. el poder de policía 375 3.2. En el siglo XI se
separa del concepto de policía todo lo referente a las relaciones internacionales; sucesivas
restricciones hacen que en el siglo XVIII estén excluidas del concepto también la justicia y las
finanzas.4 En ese momento “policía” designa el total de la actividad administrativa interna —
con exclusión de las finanzas— y consiste en la facultad estatal de reglar todo lo que se
encuentra en los límites del Estado, sin excepción alguna; es el poder jurídicamente ilimitado
de coaccionar y dictar órdenes para realizar lo que se crea conveniente. La policía no estaba,
por lo tanto, limitada ni en punto a su objeto o finalidad ni en cuanto a los medios que podía
emplear;5 pero se advierte ya que es una función del Estado y concretamente una parte de la
función ejecutiva. 3.3. En el siglo XVII Juan Esteban Pütter sostiene que la policía es la
“suprema potestad que se ejerce para evitar los males futuros en el estado de la cosa pública
interna” y que “la promoción del bien común no pertenece a la esfera de la policía.”6 Esta
formulación fue rápidamente aceptada en doctrina, legislación (particularmente en el Código
Civil prusiano) y jurisprudencia; el Estado no debería ya intervenir doquiera con su poder de
policía, sino solamente allí donde el buen orden de la comunidad estuviera en peligro. “El
poder de policía que entró en vigor dentro de estos límites más estrechos siguió siendo ante
todo, ciertamente, el antiguo; se mantuvo como poder de coaccionar y ordenar sin regulación
ni límites. Pero se redujo el campo en que podía actuar.”7 De esta forma nació el concepto de
que la esencia de la policía era la lucha contra los peligros realizada mediante el poder
coaccionador. En esta etapa de la noción, el objeto de la policía está limitado y precisado;
ilimitados son, sin embargo, todavía los medios que puede usar.8 Ese objeto, repetimos, es la
lucha contra los peligros que amenazan el buen orden de la comunidad (o, según algunos
autores, la seguridad, salubridad y moralidad públicas), eliminándose expresamente la
promoción del bien común, las acciones positivas tendientes a mejorar lo existente, no
simplemente a mantenerlo estático. Estas nuevas ideas contrarias al polizeistaat significaron la
restricción de los fines del Estado y, por ende, del alcance del poder estatal, que se estrechaba
ahora en esta nueva noción de policía. Esas ideas expresaban que el Estado sólo estaba
llamado a asegurar la protección de la libertad y la seguridad, y que sólo para el cumplimiento
de tales finalidades podría usar su poder 4 Adamovich, Ludwig, Oandbuch des österreichischen
Verwaltungsrechts, t. I, Viena, 1954, 5ª ed.; p. 102. 5 Antoniolli, Walter, Allgemeines
Verwaltungsrecht, Viena, 1954, p. 288 y ss. 6 Difieren las versiones de esta cita: Comparar
García Oviedo, Carlos, Derecho administrativo, t. II, Madrid, 1957, 6ª ed., p. 400, y Von Turegg,
Kurt Egon, Lehrbuch des Verwaltungsrechts, Berlín, 1956, 3ª ed., p. 281. 7 Antoniolli, op. cit., p.
229. 8 Antoniolli, op. cit., p. 230. 376 teoría general del derecho administrativo coaccionador y
ordenador. Las preocupaciones acerca de conseguir la felicidad y el bienestar de los
ciudadanos debía dejárselas a ellos mismos; y si se le ocurriera ocuparse de ellas, que lo hiciera
al menos sin el uso de la coacción.9 Se trata, pues, en el concepto del Estado liberal, pero
siempre, como se advierte, en una noción claramente preconstitucional.10 4. Caracteres
clásicos generales En esa vieja noción liberal se caracterizaba al poder de policía que competía
al Estado, como la facultad de imponer limitaciones y restricciones a los derechos individuales,
con la finalidad de salvaguardar la seguridad, salubridad y moralidad públicas contra los
ataques y peligros que pudieran atacarla. Es típico de esta concepción: 4.1. Que sólo se
justifica la limitación de los derechos de los individuos en estos tres casos (seguridad,
salubridad, moralidad;)11 4.2. Que incluso estos tres casos legitiman la intervención estatal
sólo en la medida en que ésta tenga por finalidad evitar ataques o daños a la comunidad; o
sea, que la acción estatal debe ser tan sólo negativa: Establecer prohibiciones y restricciones,
pero no obligaciones positivas a cargo de los ciudadanos o del Estado mismo. Esta concepción
era a su vez congruente con la idea liberal de cuál era la posición del individuo en sus
relaciones con el Estado: También negativa, levantando vallas y frenos a su actividad para que
no se extralimitara. (Recuérdese la diferenciación entre esta actitud negativa y positiva, que
expusiéramos al hablar de Estado de Derecho y Estado de bienestar.)12 5. Su crisis en el
Estado actual Sin embargo, esa noción y conceptuación sobre qué era y qué alcances tenía el
poder de policía del Estado, no se ha mantenido. Por de pronto, es evidente que los bienes
jurídicos que el Estado protege a través de limitaciones y restricciones a los derechos
individuales, lejos de restringirse a esos tres, se multiplican y es así que aparecen: 5.1. La
tranquilidad pública, manifestada en la prohibición de hacer ruidos molestos (altavoces,
bocinas, escapes de automotores, radios portátiles en los 9 Antoniolli, op. cit., p. 229. 10 Como
la ha caracterizado Carro, José Luis, “Policía y dominio eminente como técnicas de
intervención en el Estado preconstitucional,” REDA, n° 29, 1981, pp. 287-305, donde se
encontrarán más referencias históricas al respecto. 11 En esta orientación la vieja
jurisprudencia de la Corte Suprema, Bonorino, 1869, Fallos, 7: 150, en la que se declaró
inconstitucional una ley provincial que prohibía las corridas de toros, porque ello no entraba
dentro de la mencionada trilogía. 12 Ver nuestro Tratado, t. 1, cap. III, n° 15 a 18. el poder de
policía 377 medios de transporte, etc.), en la de molestar a los radioescuchas o
telespectadores con avisos agresivos (gritos, etc.); de expender artículos en los medios de
transporte; de entrar a los espectáculos públicos después que han comenzado, etc. 5.2. La
confianza pública en el control de pesas y medidas, la prohibición de hacer envases engañosos
(por ejemplo, frascos con protuberancias internas no visibles desde el exterior, que hacen
parecer que tienen un contenido mayor a pesar de que consignen en su exterior su contenido
exacto en gramos; cajas con dobleces internos, doble fondo, etc.), títulos engañosos (por
ejemplo, una bebida que se titula “coñac” sin serlo, etc., casos en los cuales se obliga a
suprimir el título o aclarar que es un simple “licor seco,” etcétera) y todo tipo de fraude pú-
blico. (Tales como la propaganda subliminal.) 5.3. La economía pública en la regulación de
salarios, precios, monopolios, holdings, de sociedades anónimas en general; acaparamiento,
agiotaje, etc. 5.4. La estética pública en casos tales como la obligación de edificar todos los
edificios a una misma altura, o en un mismo estilo, o de un mismo color; o inversamente,
prohibir la uniformidad arquitectónica o cromática; la prohibición de edificar a mayor o menor
altura de una determinada; la creación de barrios “residenciales,” etc. 5.5. El decoro público en
cuanto a protección de las buenas costumbres sin que se haya afectado todavía la moralidad
pública; la prohibición del boxeo femenino, de los malos tratos a los animales, de las corridas
de toros, riñas de gallos, etc.; de establecer lugares de diversión o prostíbulos cerca de
cementerios, de exponer con fin de lucro cadáveres de individuos prominentes o de
delincuentes famosos; de exponer con fin de lucro y para curiosidad malsana a sujetos con
alguna monstruosidad congénita. 5.6. La seguridad social a través de la obligación de asociarse
a las cajas de jubilaciones, de contratar seguro de vida o de enfermedad, de someterse a
revisaciones médicas periódicas, de agremiarse obligatoriamente en determinados casos, de
adoptar seguros contra el desempleo, etc. De todo lo expuesto resulta un claro abandono de la
concepción liberal rígida, en que la intervención del Estado sólo se justificaba en casos
limitados, y el pase a una considerable amplitud de los fines del Estado que pueden legitimar
su acción.13 Tan evidente es la ampliación de esos fines del Estado y, consecuentemente, de
su poder de policía, que los autores modernos por lo general evitan ya referirse a aquella
trilogía característica (seguridad, salubridad, moralidad) y prefieren en cambio utilizar
nociones más amplias y genéricas. Dicen así que lo que el 13 En esta orientación se encuentra
la actual jurisprudencia de la Corte Suprema, a partir del caso Ercolano, 136: 161, año 1922, en
que se declaró constitucional la ley de alquileres de 1921; posteriormente se reiteró el
principio con relación a la ley de moratoria hipotecaria, 172: 21, y muchos casos más. Un
resumen de esa jurisprudencia se hizo en Inchauspe, 1944, Fallos, 199: 483. 378 teoría general
del derecho administrativo poder de policía protege es el “orden público,” el “bien común,” el
buen orden de la comunidad,14 etc., comprendiendo entonces dentro de dichos términos
todas las especies vistas: La “economía pública,” la “seguridad social,” la “confianza pública,” el
“bienestar social,” etc. De cualquier manera, aunque se pretendiera forzar los conceptos de
seguridad, salubridad y moralidad, incluyendo en ellos por extensión —impropia, por cierto—
la estética, la economía, etc., queda en pie el hecho de que se ha separado y aislado
mentalmente un cierto fin estatal, pero sin haber caracterizado el modo de actuación ni los
órganos que actúan, y sin haberse demostrado, según veremos más adelante, que a esos fines
corresponda un régimen jurídico determinado, distinto del que corresponde al resto de la
actividad estatal. El art. 14 de la Constitución permite a la ley establecer restricciones a los
derechos individuales aunque no se trate de los fines de seguridad, salubridad y moralidad; a
su vez, la administración a) no puede proteger por sí esos tres bienes mediante restricciones a
los derechos individuales si la ley no la faculta para ello, y b) puede proteger otros bienes que
los señalados, si la ley la autoriza. Con ello resulta que querer separar y aislar como objeto de
la policía a la seguridad, salubridad y moralidad, es objetable no sólo por su demostrada
insuficiencia, sino porque además carece por sí de relevancia jurídica y, al no destacar ni
determinar ningún régimen jurídico especial, es totalmente infundado e inútil. 6. La promoción
del bienestar social y el poder de policía Pero no sólo se abandona aquella limitación en los
fines que el Estado y su poder de policía pueden perseguir: Llega el momento de abandonar
también la supuesta distinción entre la actividad estatal de “prevenir peligros y daños contra el
bien común” —que sería la función policial— y “promover el bien común,” que no sería parte
de la acción del poder de policía y que incluso, en la concepción liberal clásica, no sería
tampoco función del Estado. Cuando se advierte modernamente que promover el bien común
mediante acciones positivas es también una función estatal, llega entonces el momento de
señalar que ambas actividades —prevención de daños y promoción del bienestar— son tan
inseparables como para constituir dos caras de una misma moneda, a tal punto que parece
realmente imposible hacer una cosa sin hacer al mismo tiempo la otra. Señala Merkl, en este
sentido, que el concepto de policía “...abarca lo opuesto a policía, es decir, los fines de política
cultural de la administración, la llamada asistencia, y casi se identifica con toda la
administración imperativa. De este 14 Bielsa, Rafael, Régimen jurídico de policía, Buenos Aires,
1957; y la más minuciosa exposición de su Compendio de derecho administrativo, Buenos
Aires, 1960, 3ª ed., p. 383 y ss.; Garrido Falla, Fernando, Las transformaciones del régimen
administrativo, Madrid, 1952, usan la primera expresión; Fiorini, Bartolomé A., Poder de
policía, Buenos Aires, 1957, p. 100, la segunda, y García Oviedo, Carlos, Derecho
administrativo, Madrid, 1957, 6ª ed., p. 398, la tercera. el poder de policía 379 modo escapa el
concepto a todo sentido racional.”15 En el mismo sentido la jurisprudencia estadounidense
rechaza específicamente la distinción y considera que “está bien asentada la regla en que si las
leyes de emergencia promueven el bienestar común constituyen un ejercicio válido del poder
de policía,”16 o sea, que el poder de policía se entiende destinado a promover el bienestar
común. El buen orden de la comunidad, el bienestar social, el orden público, etc., no son una
cosa, algo inerme y estático, pues no se concibe una dimensión o equilibrio social que sea
estático; no se pueden sacar o agregar trozos pudiendo dividirse entonces la tarea estatal de
trozos, y evitar que sustraigan los que hay...; es una fuerza social, una tensión de conductas
humanas. Esta fuerza social lucha también por sí sola contra los ataques que la afectan;
sumarse a la lucha con un criterio intervencionista no puede sólo ser designado como
“defensa” de esa fuerza, es también colaborar con ella, ayudarla, promoverla. Si se afirma, en
otro sentido, que el orden surge “automáticamente” en la sociedad cuando no hay
perturbaciones o peligros, y que si existen perturbaciones no hay orden, entonces también el
eliminar los peligros y perturbaciones es necesariamente crear el orden. En realidad, si el
orden no fuera sino ausencia de perturbaciones (así tranquilidad es ausencia de ruidos
molestos, de luces molestas, de individuos molestos; salubridad es ausencia de enfermedades,
dolores, contagios; seguridad es inexistencia de la posibilidad de que se produzcan daños,
etc.), es ilógico considerar que prevenir o reprimir peligros no sea crear o promover el orden.
Promoción del bien común y prevención de peligros o perturbaciones que afecten al bien
común no son, pues, términos disímiles ni mucho menos antitéticos: Ambos significan
exactamente lo mismo; el carácter que se imputa al poder de policía no tiene, pues, sentido.
Ejemplos: Obligar a un miembro de la colectividad a aceptar la instalación de aguas corrientes
y servicios cloacales es tanto prevenir un daño a la salubridad colectiva como promover la
salubridad común. Cuando se obliga a un patrón a pagar determinado salario o indemnización
se promueve el buen orden de la colectividad obrera, pero también se previene la
perturbación que surgiría si esa colectividad tuviera salarios o indemnizaciones bajos. Al
obligar a radiodifundir determinado porcentaje de música nacional, o exhibir determinado
porcentaje de películas nacionales, o emplear determinado número de obreros nacionales, se
promueve la música y cinematografía local, y el pleno empleo de los obreros nacionales; pero
al mismo tiempo se previenen las perturbaciones al espíritu e idiosincrasia nacional derivadas
de una excesiva influencia extranjera, y la desocupación de los obreros nacionales. Al obligarse
a plantar árboles se promueve 15 Merkl, Adolfo, Teoría general del derecho administrativo,
Madrid, 1935, p. 327. 16 Ver la colección American Jurisprudence, t. II, p. 980, donde se citan
los casos Home Building and Law Association v. Blaisdell, 290 U.S., 398, y Edgard A. Levy
Leasing Co. v. Siegel, 258, U.S., 242. 380 teoría general del derecho administrativo el
asentamiento de los suelos y la oxigenación del aire, pero al mismo tiempo se previene la
erosión excesiva del suelo y la falta de oxigenación adecuada. Cuando se prohíbe monopolizar,
especular, agiotar, etc., se promueve el buen orden de la economía nacional al crear un
ambiente favorable al desarrollo industrial y comercial; pero al mismo tiempo se reprimen los
precios excesivos, etc., que pueden dañar a esa economía. Y así sucesivamente. 7. La crisis de
la “noción” de poder de policía De lo antedicho se desprende una doble conclusión: Por un
lado, que los fines que el Estado puede perseguir con su poder de policía son amplios; no
puede hoy día sostenerse que el Estado sólo puede establecer limitaciones a los derechos
individuales para proteger nada más que la seguridad, salubridad y moralidad de la población,
sino que todo objetivo de bienestar social está comprendido dentro de sus funciones y de sus
fines. Pero, por otro lado, se advierte también que al ampliarse de ese modo, el poder de
policía ha perdido las supuestas características con que en el pasado se lo quería
conceptualizar. No existe hoy en día una “noción” autónoma y suficiente de “poder de policía;”
no existe porque esa función se ha distribuido ampliamente dentro de toda la actividad
estatal. La coacción estatal actual o virtual aplicada por alguno de sus órganos sobre los
particulares para la consecución de determinados objetivos de bien común u orden público,
sigue siendo una realidad en el mundo jurídico, pero no lo es que haya una parte de esa
coacción, una parte de esos órganos y una parte de esos objetos, que se encadenen entre sí
diferenciándose del resto de la acción estatal e institucionalizándose en el mentado “poder de
policía.” Adviértase muy especialmente que no afirmamos que el Estado o la administración
carezca en absoluto de facultades para limitar los derechos individuales en pro del bien
común, sino que decimos que esas facultades no pueden subsumirse en un concepto común
que luego tenga vigencia jurídica autónoma y pueda a su vez fundamentar nuevas facultades y
nuevas limitaciones. Por lo tanto, nuestro planteo tiende a demostrar que es errado fundar
una limitación a un derecho individual tan sólo en ese concepto, pues él a su vez es inexacto:
La limitación deberá, pues, fundarse concretamente en las disposiciones legales o
constitucionales y demás principios jurídicos aplicables, pero no en esa “noción” de poder de
policía. La importancia del planteo surge fundamentalmente del hecho de que
permanentemente una gran cantidad de limitaciones a los derechos individuales son
justificadas por quienes las imponen, sustentándose en dicho concepto, cuando en realidad
muchas de ellas son antijurídicas, y lo que ocurre es que se ha empleado la impropia noción de
policía como aparente fundamentación de ellas. Para demostrar más acabadamente este
principio que enunciamos, en el sentido de que no existe actualmente una noción racional de
poder de policía, puesto que el poder de policía 381 éste se ha confundido con el total del
poder estatal, analizaremos ahora algunas otras notas conceptuales con que a veces se ha
querido, en la doctrina tradicional y a través de distintos autores, caracterizar la supuesta
institución. 8. Otros caracteres antiguos de la policía Antiguamente el poder de policía se
caracterizaba del siguiente modo: 8.1. Porque su objeto (seguridad, salubridad, moralidad; o
buen orden, u orden público, etc.) era asegurado como bien jurídico de derecho natural, el que
debía ser defendido y protegido contra las perturbaciones de los individuos aun a falta de
legislación que lo estableciera positivamente como bien jurídico protegible; porque en ese
objeto, pues, aun a falta de leyes se justificaba el uso de la coacción; pero también porque sólo
allí se justificaba éste.17 8.2. Porque era de carácter esencialmente prohibitivo, en el sentido
de que se manifestaba a través de prohibiciones y restricciones negativas a la actividad
individual,18 es decir, a través de obligaciones de no hacer, en lugar de hacer. 8.3. Porque era
una función ejecutiva, es decir, una parte de la función administrativa. 8.4. Según algunos
autores, porque el objeto mencionado consistía en la seguridad, salubridad y moralidad
públicas; según otros autores, porque el objeto mencionado era el buen orden público o bien
común. 8.5. Porque era una actividad de tipo preventivo-represivo, distinguiéndose con ello de
la promoción del bien común o de aquello que fuera su objeto. Así, si el orden no es una
presión que desde fuera se ejerce sobre la sociedad, sino un equilibrio que se suscite en su
interior (Ortega y Gasset), la policía no buscaba obtener ese equilibrio o suscitarlo, sino
mantener por la coacción el orden que ya existiera, defendiéndolo contra los ataques de que
fuera objeto. La policía se limitaba a tutelar lo existente, sin tender a aumentarlo o
promoverlo; actuaba sobre los efectos, no sobre las causas, de las perturbaciones al buen
orden de la comunidad. 9. Crisis Pues bien, ya hemos visto cómo los dos caracteres son
inexactos y que el poder de policía protege todo el bienestar común, sin que quepa hacer
distinciones de ninguna clase dentro de éste; que no es cierto que la policía sea una función
únicamente preventiva y represiva, sin poder promover el bien común, pues ambas cosas son
inseparables. Veamos ahora cómo los demás caracteres antiguos han desaparecido
igualmente: 17 Ver Antoniolli, op. cit., p. 230. 18 Peters, Hans, Lehrbuch der Verwaltung,
Berlín, 1949, p. 374. 382 teoría general del derecho administrativo 9.1. La seguridad,
salubridad, moralidad, etc., están aseguradas por el orden jurídico positivo al igual que otros
muchos derechos; el derecho natural no tiene en este aspecto necesidad de ser aplicado, pues
ha sido sustituido por el derecho positivo. Incluso los autores que todavía utilizan la noción,
reconocen que el “orden público” y su protección mediante limitaciones a la libertad está
comprendido en la Constitución; ello comienza ya a contradecir que sea necesario hablar de
esta noción preconstitucional.19 9.2. El que la actividad policial sea solamente prohibitiva es
una concepción sin curso actualmente: Las obligaciones de hacer instalaciones de seguridad
contra accidentes, contra incendios, de primeros auxilios, etc.; la obligación de vacunarse, de
poner silenciadores en los escapes de los vehículos, de construir cercos, de exponer al público
listas de precios, de colocar en los comercios chapas con identificación del ramo y el
propietario, de usar delantales, etc., son todas obligaciones policiales positivas y no meras
prohibiciones. Luego también ha desaparecido esta característica de la policía.20 9.3. El que la
policía sea una actividad reservada a la administración no es tampoco una realidad
contemporánea. El legislador que integra comisiones parlamentarias de investigación, por
ejemplo, y que allana locales, impone clausuras, decomisa artículos, etc., también actúa en
función policial; lo mismo puede decirse de algunas actividades judiciales. 9.4. Por otra parte,
no sólo la policía en cuanto función ejecutiva es ejercida por cualquiera de los tres poderes del
Estado, sino que ella ya no es solamente ejecutiva: La facultad de dictar normas que rijan
aquella actividad ejecutiva, también se llama ahora policía y así tenemos que toda la actividad
legislativa sobre materias llamadas de policía, son “leyes de policía;” que los reglamentos, en
iguales circunstancias, también son actividad policial.21 10. Caracteres en la doctrina actual.
Crítica En realidad, el cambio que se ha producido en este último aspecto es más profundo: En
el Estado de policía es el mismo monarca, en su función ejecutiva, quien dicta las normas
generales; en el Estado de Derecho, el dictado de las normas generales pasa a ser función
primordialmente del Poder Legislativo, produciéndose entonces un traspaso de parte del
“poder de policía” del ejecutivo al legislativo. En consecuencia, al no ser ya el poder de policía
una actividad reservada a la administración, sino distribuida en parte entre los tres poderes del
Estado, se 19 Lo decimos con referencia a Bielsa, op. cit., t. IV, p. 4. 20 Comp. Elguera, Alberto,
Policía municipal, Buenos Aires, 1963, p. 2, quien trae ejemplos similares aunque acepta “en
general” la caracterización que criticamos. 21 Así Elguera, op. cit., p. 10, “La policía no es
solamente reglamentación de derechos, sino también vigilancia de su cumplimiento, ejecución
coactiva de decisiones y aplicación de sanciones.” el poder de policía 383 produce una nueva
crisis en la concepción. Ya no se caracterizará a este poder como perteneciendo a un órgano
determinado del Estado, sino que se dirá que pertenece en general a todo el Estado. Este es el
estado actual de la mayoría de las doctrinas modernas: Así, por ejemplo, lo define Garrido
Falla22 como “el conjunto de medidas coactivas arbitradas por el Derecho para que el
particular ajuste su actividad a un fin de utilidad pública;” Waline23 del siguiente modo: “En el
lenguaje del derecho administrativo, el término “policía” no tiene el mismo sentido que en el
lenguaje corriente: Es la limitación por una autoridad pública y en el interés público, de una
actividad de los ciudadanos, sin dejar de subsistir ésta como una actividad privada; ella es
solamente reglamentada. Ella sigue siendo libre en la medida en que no está restringida
expresamente por las prescripciones de policía;” Serra Rojas: “La policía está constituida por
un conjunto de facultades que tiene el poder público para vigilar y limitar la acción de los
particulares, los cuales, dentro del concepto moderno de Estado, deben regular su actividad
con los deberes y obligaciones que les impone la ley, y se funda en una finalidad de utilidad
pública;”24 Fiorini, como la “actividad estatal que tiende a regular el equilibrio necesario entre
la existencia individual y el bien común cuando es perturbado,”25 etc. Pero estas definiciones
demuestran justamente lo contrario de lo que pretenden, porque no destacan nota alguna que
sea específica y característica de este supuesto poder de policía. Con los ejemplos precedentes
creemos que es suficiente para advertir la total imprecisión de cualquiera de estas
definiciones, que se quedan todas, inevitablemente, en la afirmación de que se trata de la
aplicación de la coacción estatal, actual o potencial, sobre los derechos individuales en pro del
bien común; lo que por supuesto no la diferencia en nada del resto de la actividad estatal, y no
justifica en modo alguno la creación de una definición especial. En efecto, ¿qué de original y
novedoso tiene el afirmar que el Estado limita los derechos individuales en pro del bienestar
común? ¿Es acaso tal facultad no comprensible por sí sola, para que sea necesario intentar
aislarla y darle un nombre que nada tiene que ver con su significación actual? Y por lo demás,
¿nos sirve concretamente para explicar algún fenómeno que no se explique ya por sí mismo? A
juicio nuestro, se trata de una “noción” que actualmente no sólo carece de significado propio,
sino que, lo que es peor, carece de toda utilidad teórica o práctica. Adviértase que para saber
si una determinada limitación que el Estado pretende imponer a un derecho es o no válida, no
podremos invocar simplemente el “poder de policía” como si estuviéramos en los 22 Garrido
Falla, Fernando, Las transformaciones del régimen administrativo, Madrid, 1952, p. 111,
aunque señala que es una definición provisional. 23 Waline, Marcel, Droit administratif, París,
1963, p. 637. 24 Serra Rojas, Andrés, Derecho administrativo, México, 1959, p. 690. 25 Fiorini,
Bartolomé, op. cit., p. 100. Por su parte, Herraiz, Héctor Eduardo, op. cit., pp. 7, 11 y 15, habla
del “poder regulador de los derechos, ejercidos por el Estado.” 384 teoría general del derecho
administrativo tiempos del Estado absoluto: Debemos buscar el concreto fundamento
normativo de la restricción y a él solo podremos encontrarlo en el juego de las normas
constitucionales y legales de nuestro sistema. La noción de poder de policía, pues, es
innecesaria, y además perjudicial porque da lugar a una serie de dificultades para su
comprensión y aplicación, precisamente por su misma ambigüedad e indefinición. Pero sobre
esto volveremos más adelante, luego de referirnos a otro de los intentos de establecer la
noción. 11. La distinción entre policía y poder de policía. Crítica Villegas Basavilbaso, 26
partiendo de una diferenciación hecha por Bielsa, ha intentado separar lo que el denominaba
meramente “policía” de lo que constituiría estrictamente “poder de policía.” Sostiene dicho
autor que “policía” es “una función administrativa que tiene por objeto la protección de la
seguridad, moralidad y salubridad públicas, y de la economía pública en cuanto afecta
directamente a la primera;” y en cuanto al “poder de policía,” dice que es la “potestad
legislativa que tiene por objeto la promoción del bienestar general, regulando a este fin los
derechos individuales, expresa o implícitamente reconocidos por la Ley Fundamental.” Las
diferencias entre ambas nociones serían las siguientes: a) La policía es una atribución de la
administración, el poder de policía una facultad del Congreso. b) El objeto de la policía está
limitado a la tetralogía “seguridad, moralidad, salubridad, economía,” mientras que el objeto
del poder de policía es más amplio, comprendiendo todo el bienestar colectivo en general. Sin
embargo, bien se advierte que ello no resuelve nada, porque no es exacto que la llamada
actividad administrativa de “policía,” se limite exclusivamente a la seguridad, salubridad,
moralidad y economía públicas, sin referirse en general al bienestar colectivo. Toda la
legislación que el Congreso dicta sobre el bienestar general puede también estar en su
ejecución y reglamentación a cargo de la administración; no puede en verdad afirmarse que la
promoción de la seguridad social, por ejemplo, no esté también a cargo de la administración
(cajas de jubilaciones, seguro de vida obligatorio, obras sociales, etc.) o que la tarea de
embellecimiento de la ciudad (plazas, parques, jardines, arreglos, etc.), no esté a cargo de la
administración y sí en cambio exclusivamente del Congreso. Todos los ejemplos señalados
anteriormente para referirnos a la insuficiencia de la trilogía “seguridad, salubridad,
moralidad” son aplicables aquí en toda su plenitud. Por lo demás, la distinción tampoco agrega
principio alguno al sistema constitucional y administrativo que no pudiéramos conocer sin
necesidad de él. Que 26 Villegas Basavilbaso, Benjamín, Tratado de derecho administrativo, t.
V, p. 11 y ss., especialmente pp. 56-57, 76-78, 88 y 108. el poder de policía 385 la restricción de
los derechos individuales está a cargo del Congreso y no de la administración ya lo deducimos
del art. 14 de la Constitución en cuanto dice que los derechos están sometidos “a las leyes”
que reglamentan su ejercicio. ¿Qué nos habrá de explicar entonces la noción de “poder de
Policía”? Nada en absoluto; sólo contribuye a arrojar dudas y confusiones a través de la
necesidad de conceptuarla y distinguirla de una figura cuya denominación similar no puede
sino dar lugar a equívocos. Por lo demás, lo superfluo de la distinción entre “policía” y “poder
de policía” se advierte hasta en que su propio autor los desarrolla conjuntamente en el
tratamiento concreto de sus problemas. 12. El régimen jurídico de la policía. Crítica 12.1.
Veremos ahora cómo la policía no tiene un régimen propio. Tradicionalmente se afirma que el
poder de policía se caracterizaba por el siguiente régimen jurídico: a) Implica libertad en la
elección de medios para cumplir su fin; b) Usa de la coacción para proteger el bien común; c)
Es eminentemente local; d) Implica restricciones a las libertades individuales. La primera
afirmación es hoy totalmente inexacta; la segunda ni se aplica a todo el régimen “policial,” ni
es exclusiva de él; la tercera y la cuarta funcionan autónomamente, sin necesidad de referirlas
a noción especial alguna. Veamos: 12.2. La primera característica del régimen jurídico ha
desaparecido hace tiempo; el orden jurídico ha terminado con la libertad de elección de los
medios de coacción, al determinar en qué casos los órganos estatales pueden intervenir como
policía para la prevención de peligros, y los medios de que pueden servirse en tales
ocasiones.27 Las nuevas concepciones sobre “reserva de la ley” han hecho que en el Estado de
Derecho la policía necesite una regulación o autorización legal para disminuir o interferir en la
esfera de los individuos.28 Ha dicho así la Corte Suprema de Justicia: “La configuración de un
delito por leve que sea, así como su represión, es materia que hace a la esencia del poder
legislativo y escapa de la órbita de las facultades ejecutivas. Nadie está obligado a hacer lo que
la ley no manda ni privado de lo que ella no prohíbe. (Art. 19 de la Constitución.) De ahí la
necesidad de que haya una ley que mande o prohíba una cosa, para que una persona pueda
incurrir en falta por haber obrado u omitido obrar en determinado sentido. Y es necesario que
haya, al mismo tiempo, una sanción legal que reprima la contravención para que esa persona
deba ser condenada por tal hecho. (Art. 27 Antoniolli, op. cit., p. 230. 28 Peters, op. cit., p. 374.
386 teoría general del derecho administrativo 18.)”29 Y no se habla aquí de ley “en sentido
lato” (ley, reglamento, ordenanza), sino de la ley del Congreso. 12.3. La segunda característica
—el uso de la coacción—está negada inicialmente por la aseveración de que la policía sea
preventiva-represiva, pues al actuar en función preventiva, de vigilancia, la coacción no
funciona, sino que amenaza.30 Esa coacción potencial no es, por otra parte, privativa de lo que
se denomina policía, sino común a toda la actividad estatal; en cuanto a la coacción actual,
tampoco es ella exclusiva a la actividad policial, pues se presenta también en la justicia penal,
en el servicio militar obligatorio, en los remates judiciales, etc.; es así que “esta pretendida
nota diferencial, la coacción no permite ninguna demarcación segura entre la policía y otras
actividades del Estado, lo que no debe extrañar si se tiene presente la esencia del Estado como
orden coactivo.”31 En conclusión, que si bien la coacción puede presentarse en la policía, no
sólo allí se presenta, ni se presenta tampoco en toda manifestación policial: No es, pues,
elemento del régimen jurídico policial que sirva para caracterizarlo. 12.4. En cuanto a que es
local, sabido es que la noción ha sido utilizada en los países de sistema federal en ocasión de
determinar qué poderes pertenecían al gobierno federal y cuáles a los gobiernos locales,
diciéndose entonces que el poder de policía por regla general pertenece a los gobiernos
locales, y que excepcionalmente lo puede ejercer el gobierno federal en territorios locales
cuando le ha sido expresamente conferido o es una consecuencia forzosa de otras facultades
constitucionales. (Así la regulación del comercio, tránsito, etc., interprovinciales.) Sin embargo,
ello no es peculiar a la noción de policía: Simplemente, todos los poderes no delegados son
locales; si entre los poderes delegados no figura la aplicación de la coacción administrativa o lo
que fuere para prevenir y reprimir perturbaciones al buen orden de la moralidad, seguridad y
salubridad públicas, entonces la misma es naturalmente local. ¿Necesitaría eso noción alguna
especial para llegar al raciocinio del jurista? ¿Es tan difícil y problemático concebir el contenido
del art. 104 de la Constitución como para necesitar la muletilla de una noción amorfa para
poder explicarlo? Creemos sinceramente que no; la policía no puede encontrar justificación en
la problemática interpretativa del art. 104 de la Constitución nacional.32 29 CSJN, Fallos, 237:
654, 656, Mouviel, 1957; 191: 245. 30 Merkl, op. cit., p. 317. 31 Merkl, op. cit., p. 319. Para
mayor desarrollo del punto, ver también Merkl, op. loc. cit. 32 Si bien en el caso Bonorino la
Corte Suprema dijo “que es un hecho y también un principio de derecho constitucional, que la
policía de las provincias esté a cargo de sus gobiernos locales, entendiéndose incluido en los
poderes que se han reservado, el de proveer lo conducente a la seguridad, salubridad y
moralidad de sus vecinos...” (7: 150, 152), ya en el fallo Resoagli deja traslucir que la
imputación de la “policía” (en cuanto a seguridad, salubridad, moralidad) a los gobiernos
locales es una consecuencia, no fundamento, de la distinción y separación de los poderes
federales y locales... “...conservan su soberanía absoluta en todo lo relativo a los poderes no
delegados a la Nación, como lo reconoce el art. 104; ... de este principio fundamental se
deduce, que a ellas corresponde exclusi- el poder de policía 387 12.5. En cuanto a que
implique restricciones a la libertad, es obvio que tales limitaciones sólo las establecen las leyes.
(Arts. 14 y 28 de la Constitución.) El fundamento de tales limitaciones, al mismo tiempo, está
en ese art. 14 de la Constitución, cuyo texto meridiano no admite duda alguna en cuanto a la
posibilidad de reglamentar los derechos individuales; y ya la Corte Suprema ha dicho que
reglamentar un derecho es limitarlo, hacerlo compatible con los derechos de los demás.33 No
hay así necesidad ni conveniencia alguna en recurrir a la noción de policía para explicar este
concepto constitucional: Si esa noción no hace falta aquí ni encuentra justificación en otra
parte, no queda sino una actitud a tomar: Eliminarla. 13. Crisis del fundamento político en la
noción de poder de policía Además de las razones puramente jurídicas esgrimidas para
demostrar la crisis de la noción de poder de policía, el caso merece algunas consideraciones
políticas. Todas las “nociones” modernas de “policía,” quiten o agreguen parte de los
elementos analizados, carecen fundamentalmente del gran valor político de las nociones
antiguas, que por sí mismas servían de valla al poder omnímodo del Estado. Antes, poder de
policía era una esfera de libertad hallada por exclusión; hoy, poder de policía es una restricción
a esa misma libertad enseñada por principio. Antes, era el individuo quien podía esgrimir la
noción de poder de policía para sostener que el Estado no podía invadir sus derechos ni
restringir sus actividades; ahora, es el Estado quien puede esgrimir la “noción” de poder de
policía para afirmar que tiene derecho a restringir los derechos de los habitantes. Así, resulta
hoy en día que en lugar de que la noción sirva para proteger a los individuos, hay que proteger
a los individuos contra la “noción,” analizando y remarcando las “limitaciones al poder de
policía,” las “garantías individuales,” etc. ¿No es un esfuerzo estéril el que cada autor se
empeñe en aceptar una noción que no existe, para luego tratar de restringirla, cercarla,
contenerla? Fácil es advertir en cualquier obra sobre la materia, cómo el autor se encuentra
con que ha creado o adoptado una institución que escapa de su control, ávida de expansión. El
autor se dedica entonces tenazmente a encontrar “limitaciones al poder de policía,” y enseñar
cómo no puede violar las garantías constitucionales, cómo la Constitución es una protección
nuestra que no existe en otros países, cómo la policía no puede desconocer la persona
humana, cómo debe respetar la ley... La práctica demuestra que los intentos de los autores no
son suficientes vamente darse leyes y ordenanzas de impuestos locales, de policía, higiene y,
en general, todas las que juzguen conducentes a su bienestar y prosperidad, sin más limitación
que las enumeradas en el art. 108 de la misma Constitución.” (7: 373, 386.) Luego, la noción de
policía es innecesaria para explicar el problema constitucional indicado. 33 Fallos, 136: 161,
171. 388 teoría general del derecho administrativo para contener el poder de policía; éste
holla la libertad y la dignidad humanas sin que los autores puedan hacer otra cosa que
indignarse contra el gobierno. Cuando de una noción ha podido decirse: “No hay poder, o
ejercicio de poder que sea más propenso a lesionar derechos o garantías constitucionales. (Y
legales a veces, por normas inferiores: Reglamentos, ordenanzas, etc.) que el de policía”
(Bielsa), el juicio de disvalor que la misma debe merecer en los espíritus republicanos es
unívoco y terminante. 14. La inversión del principio. Los derechos individuales como principio,
la limitación a los mismos como excepción Si la noción no tiene un fundamento jurídico
positivo; si se presenta desprovista de caracteres jurídicos, desprovista de régimen jurídico
específico, e innecesaria para explicar problema o cuestión alguna de derecho constitucional o
derecho administrativo; si además carece de valor político propio y es todavía políticamente
repudiable, ¿para qué mantenerla o reestructurarla? En lugar de establecer un principio
general de coacción y poder estatal (“policía,” “poder de policía”) al que luego se le buscarían
restricciones en los derechos individuales de los habitantes, lo correcto es, en los sistemas
constitucionales que estructuran positivamente a su Estado como “Estado de Derecho,”34
sentar la premisa opuesta, de que el principio general establecido son los derechos
individuales, a los que luego, en los casos concretos y por expresa determinación de la ley, se
les encontrarán restricciones y limitaciones en la eventual coacción estatal.35 En conclusión, la
“noción” de policía es peligrosa: Si algún argumento hubiera en derecho para sostenerla
podría correrse el riesgo de hacerlo; pero si realmente no lo hay, debe evitarse que por
comodidad, apego a lo ortodoxo, o desconfianza, se mantenga en vigor lo que ya ha sido, y
puede volver a ser, sepultura de la libertad. 15. Conclusiones. La purificación de la técnica
científica 15.1. Facultades de la administración 15.1.1. Acabamos de indicar que debe
eliminarse del derecho administrativo la noción de policía; es necesario explicar ahora las
consecuencias que ello ocasionará, y la solución que cabe dar a los problemas de técnica
jurídica que se relacionan con esta cuestión. La consecuencia central de suprimir tal noción es
que ningún caso de derecho administrativo, ninguna pregunta acerca de si en una situación
determinada pudo la administración o el Congreso disponer algo, podrá ser solucionado en
base a que allí se ejerció el “poder de policía.” Nuestro planteo es, pues, esencialmente 34
Ampliar supra, cap. I. 35 Un diferente enfoque metodológico dentro del mismo espíritu
jurídico-político, en García de Enterría, “Sobre los límites del poder de policía general y del
poder reglamentario,” REDA, n° 5, p. 203 y ss. el poder de policía 389 uno de técnica jurídica; y
su elemental resultado es una purificación del derecho administrativo, al quitarle elementos
antijurídicos que perturban el análisis científico dentro del mismo. 15.1.2. El primer caso a
considerar en este aspecto de técnica jurídica es el de las facultades de la administración.
Aceptando como se hace hasta ahora la noción de policía se tienen en la práctica del derecho
administrativo tres principios: a) La administración puede actuar cuando una ley la autoriza, en
forma reglada; b) la administración puede actuar cuando una ley la autoriza, aunque le dé
facultades discrecionales; c) “la administración podría actuar, aunque una ley no la autorizara
en forma expresa o razonablemente implícita, si ejerce el poder de policía que «en general» le
corresponde por el orden jurídico.” 15.1.3. Hemos demostrado que la tercera hipótesis es
falsa: Que el orden jurídico no confiere a la administración ningún poder de policía genérico e
indeterminado que la autorice a actuar en ausencia de ley; suprimimos por lo tanto esa tercera
posibilidad, y decimos categóricamente que la administración sólo puede actuar avanzando
sobre la esfera jurídica individual cuando una ley la autoriza, en forma reglada o discrecional, a
hacerlo. El lector advertirá al punto que esto es precisamente el principio de la legalidad de la
administración, generalizado en todas las obras modernas sobre la materia, que expone como
técnica jurídica del derecho administrativo el criterio de que la administración no puede actuar
sin una fundamentación legal. 36 La supresión de la noción de poder de policía, y por lo tanto
de la posibilidad de que la administración actúe sin fundamentación legal, es, por consiguiente,
una posición que encaja y se adecua perfectamente a los principios del Estado de derecho:
Viene así a suprimirse una mancha más en el principio de la legalidad de la administración.
15.1.4. En este aspecto concreto (legalidad de la administración y su violación por parte del
empleo de la noción de policía), los libros y fallos sobre derecho administrativo no exponen en
realidad enunciados categóricamente contrarios a los que aquí damos: No se suele decir en
ningún lado, claramente, que la policía implique posibilidad de actuar sine legem; 37 pero
aunque no siempre se lo 36 Hasta la teoría general del derecho ha recogido ya estos principios.
Ver, por ejemplo, Esser, Josef, Einfühnrung in die Grundbegrife des rechtes und Staates, Viena,
1949, p. 110. 37 Entre los que sí opinan que la policía implica la posibilidad de restringir los
derechos individuales aunque la ley o la Constitución no la autoricen, ver Garrido Falla, op. cit.,
p. 148. Por supuesto, ese criterio no es válido en el derecho argentino. (Arts. 14 y 28 de la
Constitución.) Con todo, es importante aclarar que no hace falta que la ley tenga “detalladas
previsiones” para que la restricción sea admisible, basta que ella esté razonablemente
implícita dentro de las facultades que 390 teoría general del derecho administrativo diga, la
realidad es que así se lo admite. Cuando en un caso concreto la fundamentación normativa es
deficiente, o no la hay, casi siempre es dable ver cómo se recurre accesoriamente a la noción
de poder de policía, pretendiendo fundar allí lo que no se pudo apoyar en norma expresa
alguna. Y las más de las veces el procedimiento se invierte: Se señala primero que allí se ejerce
poder de policía —y que, por lo tanto, la actuación estatal es legítima— y se agrega luego,
como complemento accidental, el que también hay una norma que con mayor o menor
claridad dispone la posibilidad de restringir el derecho individual. Esto es un defecto de
método y técnica científica que debe evitarse cuidadosamente, so pena de incurrir en
frecuentes errores. Eliminando la noción se quita al administrador la posibilidad de recurrir a
principios metajurídicos para socorrer soluciones deficientemente apoyadas en el derecho
positivo: Si no puede fundar lo que sostiene en las normas del orden jurídico, ninguna ayuda le
podrá prestar ya la oficiosa “noción de policía;”38 se obliga al juez a tener por infundada y
antijurídica toda disposición administrativa que pretendiendo ejercer el poder de policía haya
actuado sin la debida fundamentación legal. Allí reside tal vez el valor fundamental de la
eliminación que efectuamos: En evitar el empleo oculto de criterios políticos o sociológicos
autoritarios para convalidar actuaciones administrativas al margen de la ley y en infracción a
los derechos individuales. 15.1.5. No debe tampoco creerse que la supresión de la noción de
poder de policía puede llevarnos a identificar lo que antes así se designaba, con “actividad
discrecional de la administración,” como la doctrina propone para el acto de gobierno. En el
caso del acto de gobierno hay ya normas que autorizan a la administración a actuar: Si se
estima allí que no puede hacerse una construcción especial en base a las situaciones
consideradas, quedarán siempre esas normas que autorizan a actuar, y podrá entonces
subsumirse el caso dentro de las facultades discrecionales de la administración.39 En el caso
del poder de policía, en cambio, no hay por hipótesis una norma que autorice a la
administración a actuar: Si suprimimos la construcción especial, en consecuencia, podremos
asimilar al grupo de las facultades discrecionales, sólo aquellas partes de la policía que tengan
una concreta fundamentación legal, una norma jurídica determinada que les confiera en forma
expresa o razonablemente implícita esa discrecionalidad que se sugiere. la ley confiere a la
administración. Al respecto ver Linares, Juan Francisco, Poder discrecional administrativo,
Buenos Aires, 1958, cap. X, p. 113 y ss., y nuestro Tratado, t. I, cap. IX, n° 6, 7, 7.1-7.5. 38 Si
remedáramos el empleo que a veces se ha hecho del término, diríamos que esto es un acto de
policía científica: Eliminamos del derecho administrativo un elemento perturbador, que atenta
contra el buen orden y progreso de la materia...; como se ve, para todo se puede emplear el
vocablo. 39 Para una crítica sistemática de la teoría ver infra, cap. XII: “Los actos de gobierno.”
el poder de policía 391 15.1.6. Haciendo un inventario hipotético de cuáles pueden ser las
soluciones de fondo que habrá que modificar a raíz de la supresión de la noción de policía,
habrá que señalar, pues, que a) algunas soluciones habrán sido fundadas erradamente en el
poder de policía, pero tendrán también una fundamentación legal, por lo que se mantendrán
en vigor; b) otras soluciones fundadas erradamente en el poder de policía carecerán de
fundamentación legal, pero podrán tal vez sostenerse en virtud del estado de necesidad, o de
alguna aplicación analógica; c) y finalmente, algunas soluciones erradamente fundadas en el
poder de policía quedarán huérfanas de todo basamento jurídico al quitárseles ese de la
policía; tales soluciones inevitablemente habrán de caer. En consecuencia, la supresión de la
noción de policía no implica necesariamente una transformación de todos los pilares y
planteos del derecho administrativo: Ella llevará tan sólo a destruir un cierto número de
soluciones o principios espurios y evitar en alguna medida que aparezcan otros de cuño
similar. 15.1.7. De las mismas razones que acabamos de exponer, se desprende también que el
que se suprima la noción de policía no implica que no exista, aquí y ahora, coacción estatal
actual o virtual sobre los individuos para proteger ciertos postulados de bien común; no
significa que la ley no pueda restringir los derechos individuales; no significa que la
administración no pueda estar facultada para actuar en detrimento de los individuos; pero sí
significa que en cada caso habrá de encontrarse una fundamentación en el orden jurídico
positivo para que esa coacción y esa actuación sean jurídicas, pues no las sustenta el que se
hable de poder de policía.40 El que hablemos de la eliminación de la noción de policía no
significa, pues, que pretendamos ver en nuestra sociedad actual una repentina extinción del
poder estatal o una anonadación de los órganos administrativos: Tan sólo calificamos
jurídicamente la forma en que se lo aplicará a aquél, y los medios por los cuales actuarán
éstos. De allí se sigue, asimismo, que la supresión de la noción de policía es esencialmente un
problema de técnica jurídica: No un planteo que implique una conmoción del régimen jurídico
estatal. 40 Y destaquémoslo una vez más: Lo que se suprime es la noción, no el poder estatal
para restringir los derechos individuales: Ese poder existe, pero no puede científicamente
llamárselo “poder de policía,” ni puede ser conceptualmente connotado en forma particular
alguna, en lo que respecta a la restricción a los derechos individuales. Ello lleva luego a la
conclusión de que ciertos casos —pero no todos— en que se emplea el poder estatal bajo la
capa de “poder de policía” son en verdad intervenciones antijurídicas del Estado, lo que se
advierte al desembozarlo suprimiendo nada más que la noción de poder de policía.
Suprimiendo la noción (que por otra parte no existe con carácter racional), se advierte a
renglón seguido que algunas de aquellas restricciones hechas por el poder estatal son
ilegítimas, pues carecen de todo fundamento legal y sólo las cubría esa aparente noción. 392
teoría general del derecho administrativo 15.2. Facultades del Congreso 15.2.1. De la premisa
general de que “ninguna pregunta acerca de si en una situación determinada pudo la
administración o el Congreso disponer algo, podrá ser solucionada en base a que allí se ejerció
el “poder de policía,” surge ahora una importante consecuencia con respecto a las facultades
del Congreso. El Congreso está facultado por la Constitución Nacional para reglamentar los
derechos individuales (art. 14), siempre que no los altere (art. 28), lo que no quita que los
restrinja en alguna medida para hacerlos compatibles con los derechos de los demás. (Fallos,
136: 161, cit.) Trátase ahora de saber cuándo la restricción impuesta por el Congreso en una
ley a los derechos individuales es tan sustancial como para alterar el derecho de que se trate, y
ser, por lo tanto, inconstitucional. En el conocido caso cine Callao (1960), la Corte Suprema ha
hecho, prácticamente, la siguiente argumentación: a) El poder de policía que le corresponde al
Congreso puede entenderse en sentido amplio o restringido, b) la Corte Suprema se ha
decidido por entenderlo en sentido amplio, c) por lo tanto, el Congreso tiene amplias
facultades para restringir los derechos individuales, sin que por ello deba considerarse que los
altera en el sentido del art. 28, d) además, y como correlato a esa tesis amplia del poder de
policía, la Corte Suprema entiende también que debe autolimitar el contralor judicial en favor
de la presunción de constitucionalidad de las leyes.41 15.2.2. Demostrado ya que no existe una
noción de policía —ni amplia ni restringida—, y que la Corte Suprema no ha podido en
consecuencia decidirse por uno ni por otro concepto, cabe indicar que para interpretar si una
ley es constitucional o no al reglamentar en un determinado caso un derecho individual,
deberá analizarse si la misma interpreta razonablemente o no lo que dispone la Constitución;
si “altera,” en buen sentido común, el contenido del derecho de que se trata; si destruye el
equilibrio constitucional previsto por nuestros constituyentes entre los poderes del Estado y
los derechos de los individuos. Dicho de otra forma, debe el jurista limitarse pura y
exclusivamente a los criterios interpretativos que racionalmente se desprenden de la
Constitución. Razonabilidad,42 sentido común, equilibrio constitucional: Esos son los
argumentos que deberán considerarse: No será jurídico, sino arbitrario e infundado, querer
demostrar la inconstitucionalidad de la ley en base a una pretendida noción de poder de
policía. 41 Comp. Carrió, Genaro, “Nota sobre el caso de los números vivos,” en Revista del
Colegio de Abogados de La Plata, n° 6, 1961, p. 49 y ss., 68 y ss.; Rébora, Juan Carlos,
“Comentarios,” en Revista Argentina de Ciencia Política, n° 2, 1960, p. 295 y ss.; Botet, Luis, “El
comunismo de Estado y la jurisprudencia,” JA, 1960-V, p. 402; Nerva, nota en LL, 100: 46. 42 Al
respecto, Linares, op. cit., p. 135 y ss. el poder de policía 393 15.2.3. Es difícil, desde luego,
decidir cuándo una ley altera un derecho subjetivo de los habitantes: Pero la dificultad de la
decisión no puede dar lugar a una renuncia a tomarla, ni menos a sostener la idea no fundada
de que sea facultad amplia del Congreso restringir los derechos de los habitantes. Si el tribunal
no encuentra argumentos en base a los cuales decir que la ley es inconstitucional, puede
simplemente adoptar la regla de que en la duda deberá estarse a favor de la constitucionalidad
de la ley; pero nunca, en igual situación, decir que el Congreso tiene amplios poderes para
limitar los derechos de los individuos. 15.2.4. Prescindiendo ya de la noción de policía, es de
advertir cómo el sentido de nuestra Constitución no es —en el aspecto que plantea el fallo— el
indicado, sino el opuesto. La Constitución establece una serie de derechos individuales de los
habitantes, que entiende garantizar contra el Estado43 y cuya existencia no subordina al
dictado de leyes reglamentarias. Los derechos subjetivos de los habitantes existen y tienen
vigencia tanto a) si se dicta una ley que los respeta, como b) si se dicta una ley que no los
respeta —caso en el cual no se aplica la ley—, como c) si no se dicta ley alguna, caso en el cual
rige directamente la norma constitucional. En otros términos, la norma constitucional que
contempla los derechos individuales frente al Estado, no remite la protección de los individuos
al Estado, sino que la predetermina ella misma. Ahora bien, ¿a quién corresponde determinar
el significado último de la Constitución, comprendidos esos derechos subjetivos de los
habitantes? 15.2.5. La importancia de la cuestión es obvia, pues en ella reside prácticamente el
núcleo de toda la actitud del tribunal. Sí corresponde al Congreso determinar el significado
último de la Constitución y los derechos allí conferidos a los habitantes entonces el tribunal no
puede pronunciarse sobre la constitucionalidad de las leyes, y es inútil que haga mención
además a una noción de poder de policía. Sí, por el contrario, tal interpretación última
corresponde al órgano judicial, no cabe entonces hacer cuestión de poderes amplios o
restringidos del Congreso: Sus poderes estarán siempre bajo la Constitución según la
interpretación en el caso del Poder Judicial. Pues bien, creemos que no puede haber duda
acerca de cuál es nuestro sistema constitucional. El art. 100 de la Constitución, cuando dice
que corresponde al Poder Judicial el conocimiento y decisión de las causas que versen sobre
puntos regidos por la Constitución, le atribuye claramente la facultad de decidir en cada caso
el sentido y alcance de toda cláusula constitucional; lo que es más, al determinar en el art. 28
que los principios, derechos y garantías precedentes 43 Confr. Alberdi, Juan Bautista, Escritos
póstumos, Buenos Aires, 1899, t. X, p. 125; Maunz, Theodor, Deustsches Staatsrecht, Munich y
Berlín, 1959, 9ª ed., p. 91; y lo expuesto con algún detalle en el cap. I. 394 teoría general del
derecho administrativo no podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio,
establece la supremacía del órgano judicial sobre el legislativo, ya que en el caso previsto por
dicho artículo, la facultad de determinar cuándo una ley altera o no los derechos
constitucionales, está en manos del órgano judicial. (Art. 100.) 15.2.5. Bien está que cuando la
Constitución fija un principio demasiado amplio se sienta el tribunal inhibido de sacar de él
consecuencias jurídicas (así: “moral,” “justicia,” “equidad,” “democracia;”)44 pero ello no
quita que cuando se trata de los concretos derechos individuales (libertad de comercio, de
tránsito, de trabajo, etc.) deba el juez hacer su propia interpretación de qué es lo que dispone
la Constitución en el caso y determinar a continuación si la interpretación que ha hecho el
Parlamento se ajusta o no a la Constitución. De otra forma se entra en una peligrosa
pendiente: La de que ocasionales mayorías parlamentarias puedan trastocar la esencia del
sistema constitucional, llevando en su momento la plena vigencia de los derechos a un total
desconocimiento de los mismos. Precisamente los tribunales tienen la difícil tarea institucional
de ser el contrapeso, el equilibrio estatal, el poder que va tal vez a la zaga de todos, pero que
los contiene y los frena en sus impulsos no siempre bien meditados o madurados. 15.2.7. Y en
cuanto al puro problema de técnica constitucional, repetimos, no pueden admitirse medias
tintas: O el Poder Judicial tiene facultades para controlar la constitucionalidad de las leyes, o
no las tiene. Si se trata del segundo caso, entonces hay que crear ya mismo un tribunal que
tenga por función específica el control de constitucionalidad de las normas estatales. Si se
trata del primer caso, como es nuestro sistema, entonces es vicioso y erró- neo que el tribunal
se haga planteos acerca de si el Congreso tiene un amplio o restringido poder; pues el
Congreso tiene tan sólo el poder que le da la Constitución, y ésta habrá de ser interpretada en
los casos ocurrentes por el Poder Judicial. Ello nos lleva incidentalmente a otra crítica: Nuestro
tribunal viene diciendo desde su creación que no le compete hacer declaraciones generales
acerca de la constitucionalidad de las leyes: Que sus fallos se limitan siempre al caso concreto.
¿A qué viene entonces ahora el que diga que el Congreso tiene en general amplios poderes
para restringir los derechos de los individuos? Entendemos que si la Corte considera que no
puede declarar genéricamente la inconstitucionalidad de la ley, tampoco puede declarar
genéricamente su constitucionalidad, y menos aún en abstracto las facultades que tenga el
Congreso para dictar leyes; el peligro de tales declaraciones, por otra parte, es evidente. El
deber de los tribunales es ir analizando, caso por caso,45 si la ley de que se trata ha
interpretado o no correctamente los principios constitucionales; en cada 44 Spanner, Hans, Die
richterliche Prüfunf von Gesetzen und Verordnungen, Viena, 1951, p. 67. 45 Confr., Carrió, op.
cit., p. 73 y ss. el poder de policía 395 caso concreto, el tribunal deberá hacer su propia
interpretación de la Constitución para decidir si la que ha hecho el Congreso es la válida; y, si el
tribunal cree que hay argumentos concretos para decir que la ley es inválida —o aun, que no
hay argumentos concretos para decir que es válida,—46 entonces deberá declarar su
inconstitucionalidad; si, a la inversa, no encuentra tales argumentos de invalidez y cree en
cambio que la ley encuentra apoyo en las disposiciones constitucionales, así deberá declararlo:
Sin que sea jurídico ni aceptable que el tribunal diga nunca que a su criterio los demás poderes
tienen amplias facultades, en su detrimento, para interpretar la Constitución.

Poder de policía
26 de mayo de 2009 Publicado por Hilda

Joaquín V. González dijo que los gobiernos constitucionales deben poseer el poder de
policía, con el objeto de proteger la vida, la seguridad, la propiedad, la moral y la salud de
los habitantes, el que debe ser ejercido por las provincias en sus territorios, y por la nación
en la Capital Federal y territorios nacionales. Según lo resuelto por la Corte Suprema de
Justicia, la nación también ejercerá el poder de policía en las provincias si es una
atribución constitucional, o consecuencia de sus otras facultades.
El poder de policía implica establecer limitaciones a través de servicios dependientes de la
Administración Pública, para lograr la integridad física y moral de las personas y el orden
público (Bielsa).

El poder de policía protege y defiende a los individuos, pero también les impone
restricciones.

Algunos autores sostienen la inexistencia del poder de policía, ya que sería una potestad
reglamentaria de cualquiera de los poderes y no un poder independiente, nacido el
término, en realidad, en la jurisprudencia de Estados Unidos, con un fallo de la Corte
presidida por John Marshall; en el caso “Brown C/ Estado de Maryland, en 1827.

En ejercicio de este poder de policía, el Estado reglamenta y controla la prestación de los


servicios públicos, reglamenta el derecho de reunión pública para garantizar el orden,
controla la difusión por la prensa de actos delictivos a posterior de su emisión (antes sería
censura previa), ejerce la policía de seguridad en casos de alteración del orden o comisión
de delitos, reglamenta la venta de bebidas alcohólicas a menores, ejerce la policía de
higiene, controlando por ejemplo la sanidad escolar, comercial e industrial, prohíbe la
venta de productos alterados, etcétera.

1. Introducción
2. El poder o régimen de policía
3. Acepciones de la expresión poder de policía
4. Principios del poder de policía
5. Garantías constitucionales
6. La distinción entre "policía" y "poder de policía"
7. Conclusiones
8. Referencias bibliográficas

Introducción
El Derecho Administrativo es un conjunto de normas que regula las relaciones del Estado con los
particulares, puede decirse que ha existido siempre desde el nacimiento del Estado. Pero ello no ha sido
suficiente ab origene para la creación de una disciplina; esta época es la de las monarquías absolutas,
dando origen a principios jurídicos idénticos en distintos países y momentos históricos: quod regis placuit
legis est, the King can do no wrong, le roi ne pent mal faire; en esos momentos el derecho administrativo
se agota en un único precepto: Un dicho ilimitado para administrar; no se
reconocen derechos del individuo frente al soberano; el particular es un objeto del poder estatal, no un
sujeto que se relaciona con él.
Esta concepción ha sido denominada Estado de Policía; en él, al reconocerse al soberano un poder
ilimitado en cuanto a los fines que podía perseguir y los medios que podía emplear; mal podía
desarrollarse un análisis metodológico de ese poder.

El poder o régimen de policía


No creemos que pueda afirmarse sencilla y sinceramente que no existía un derecho público, como por
ejemplo dice Mayer, pues incluso ese principio del poder ilimitado y las normas por él emanadas
constituyeron un cierto ordenamiento positivo, aunque "no eran obligatorias para el gobierno en sus
relaciones con sus ciudadanos; no constituían, para éstos, ninguna garantía, en todo caso, es claro que
no existía una rama del conocimiento en torno a él.
En el Estado de Policía se hablaba de un "Poder de Policía", que era un poder estatal jurídicamente
ilimitado de coaccionar y dictar órdenes para realizar lo que el gobernante creyera conveniente; se
advertirá que existe total coincidencia semántica entre el concepto de Estado de Policía y el Poder de
Policía.
Al pasarse al estado de derecho la noción fue recortada, excluyendo al empleo ilimitado de la coacción,
pero de todos modos se mantiene como instrumento jurídico no fundado conceptualmente y que además
de su manifiesta desactualización conceptual y terminológica, frecuentemente desemboca en abusos.
Algunos autores prefieren mantener el concepto, diciendo que ellos lo pueden limitar, lo que no han
logrado demostrar pues en las épocas en que la política se caracteriza por la desmesura y el apriete o
la violencia, este tipo de pensamiento y de conceptualización suele ser un elemento de apoyo y funcional
al ejercicio abusivo del poder, junto a normas derogadas como la ley de abastecimiento que se vuelve a
introducir en el conjunto de armas estatales contra los derechos individuales; no parece una buena idea.
El mantenimiento de la seguridad y la tranquilidad generales ha sido uno de los más antiguos cometidos
asignados a la administración pública; la regulación de la actividad privada orientada a la conservación del
orden público y el ejercicio de facultades derivadas de esa reglamentación para limitar dicha actividad,
constituyen las expresiones normativa y dinámica del Régimen de Policía, en México esta
constitucionalmente fundado en la fracción I del Artículo 89º y el Artículo 21º de la Carta Magna de México
dispone que: Compete a la autoridad administrativa el castigo de las infracciones de los reglamentos
gubernativos y de Policía, el cual jurídicamente consistirá en multa o detención hasta por treinta y seis
horas; pero si el infractor no pagara la multa que se le hubiese impuesto, se permutara ésta por la
detención correspondiente, que no excederá en ningún caso de quince días. Tal parece que la autoridad
administrativa en México, tiene la facultad discrecional de aplicar cualesquiera de las sanciones descritas:
Multa o detención; sin embargo, jurisprudencialmente se sostiene el criterio de que "es inconstitucional
que desde luego impongan la detención (las autoridades administrativas) sin dejar al agraviado el derecho
de optar entre la pena corporal o la pecuniaria".
Además de los Reglamentos y sanciones correspondientes, integra el régimen de policía la existencia de
una corporación que posibilite el ejercicio de las facultades consignadas por los reglamentos gubernativos
en favor de la autoridad administrativa; a este tipo de cuerpos alude la fracción III del Artículo 115º de
la Constitución de México cuando dispone que: "El ejecutivo federal y los gobernantes de los estados
tendrán el mando de la fuerza pública en los municipios donde residieren habitual o transitoriamente".
Cabe agregar, finalmente, que el régimen de policía se presenta en casi todas las materias reguladas por
el derecho administrativo: La demográfica, la sanitaria, la forestal, la de vías generales de comunicación,
la de servicio público, etc.
Por su parte en Iberoamérica el Jurista argentino Bartolomé Fiorini, ha realizado un valioso estudio sobre
el poder de policía, poniéndose énfasis en el equilibrio que debe haber entre la libertad y el bien común, el
bienestar público y la libertad del individuo; esto exige evitar las perturbaciones de la convivencia social,
para una defensa ordenada de la convivencia, previniendo la amenaza del equilibrio y el desorden. Fiorini,
en sus distintos capítulos, contiene ricas citas, como por ejemplo de Radbruch (el derecho garantiza la
libertad de cada individuo para cumplir su destino, empero, las limitaciones en beneficio de todos imponen
deberes "para todos y con todos"); de León Duguit (las restricciones, cuando se dan, deben ser iguales
para todos); Kelsen (todo Estado tiene que constituir un orden coactivo, sea cualquiera el método): García
Máynez (las limitaciones no niegan la dignidad del obligado, implican el reconocimiento de éste
como persona autentica o sujeto de deberes y derechos); Luis Recaséns Siches, (los valores de la
seguridad y el orden son los más fecundos para la posibilidad de un intenso desarrollo en la vida
individual, "precisamente para situarlos en posibilidad de que cada uno cumpla su privativo y
singularísimo destino individual en el que han de encarnar los valores de rango superior"); Zanobini ("la
policía administrativa tiene la función preventiva y la intervención para impedir que se verifiquen las
violaciones al orden público"); B. Villegas B. ("la alta policía es una función estrictamente legislativa, de
contenido político-económico político-social; la Policía como institución jurídica es una función
administrativa, cuyo objeto es el mantenimiento de la seguridad, salubridad y moralidad pública, función
condicionada por la legislación; el Poder de Policía es de naturaleza normativa; la policía es de naturaleza
administrativa).

Acepciones de la expresión poder de policía


Diversos autores abordan el tema del Poder de Policía tomando como base la experiencia europea y sus
orígenes en la Revolución Francesa y cada autor ha emitido su propio análisis y comentario del tema;
el profesor Manuel G. Abastos define el poder de policía como "el poder estatal que es capaz de imponer
tales reglas"; precisando que por tales reglas debe entenderse a las que se imponen por la autoridad
pública, de las autoridades para normar los actos de la vida corriente, o el ejercicio de determinada
actividad. Un reporte teleológico, nos hace recordar que la palabra POLICE aparece en el siglo XIV
en Francia, relacionada con la actividad del Estado. Los alemanes recogen el concepto en el siglo XV y lo
incorporan bajo la denominación de la JusPolitea que otorga al soberano no amplias facultades para
hacer la felicidad de sus súbditos, siendo el príncipe, titular absoluto del poder.
Cuando triunfa la Revolución francesa, la declaración de los derechos del hombre de 1879 pone fin al
concepto Estado-Policía que era el Estado absoluto, y las funciones del poder de policía se limitaron al
ámbito de las leyes y reglamentos, esto es la restricción de la libertad con el propósito de asegurar el
orden público dentro del cual debe agregarse la tutela y protección de la integridad física y moral de las
personas. Abastos entiende que existe una concepción de Estado moderno dentro del cual, el poder de
policía, es definido como aquel que establece límites a la libertad individual, pero que tiene por fin
asegurar esta libertad y los derechos esenciales del hombre.
Por otro lado, distingue entre el poder de policía y poder gubernativo entendiendo este último como de
mayor espacio, es decir, el género, y el poder de policía, la especie, porque por mucho que el poder de
policía tenga que ver con las màs importantes actividades del Estado, su esfera de acción es más limitada
que la del poder gubernativo de la cual depende; en síntesis el poder gubernativo se dirige al fomento del
bienestar público, mientras que el poder de policía, tiende taxativamente a mantener el orden público y a
garantizar la seguridad, tranquilidad y salubridad públicas, fines para cuya realización restringe y limita
racionalmente las libertades y derechos individuales.
El Maestro Abastos no solamente se ha ocupado de la concepción francesa sino también de la
concepción norteamericana "Police power", que garantiza no sòlo la seguridad personal, la salubridad y la
moralidad públicas y el mantenimiento del orden público, sino que incluye normas protectoras de la
condición económico-social de los individuos, cubriendo así una gran amplitud que fomenta el bienestar
general de la comunidad al regular la vida económica.
Las fuentes del Poder de policía están en la Constitución, en las leyes y en los reglamentos y tienden a la
protección integral de los derechos esenciales, por ende sus límites están en la normatividad, es decir,
el respeto a la normatividad; precisando un enfoque desde el origen del poder de policía en Francia,
su evolución europea en Alemania, amerita que estudiemos la concepción del Maestro André de
Laubadere, que considera el Poder de Policía, una intervención de la administración a la que llama Policía
administrativa, que ejercen algunas autoridades administrativas; señala que su objeto, es imponer
limitaciones a las libertades de los individuos con el propósito de asegurar el orden público; estas
limitaciones se originan por las leyes que va regulando, por ejemplo la libertad individual, la libertad de
culto, la libertad de prensa, etc., pero dentro del marco de cada una de éstas, existe una potestad
administrativa que ejercen las autoridades administrativas y que constituyen a su juicio la Policía
Administrativa y concluye diciendo que el Poder de Policía se define por su fin, que es velar por la
integridad, la seguridad o la salubridad pública, es decir, la ausencia de desórdenes y perturbaciones, que
no haya riesgo de accidentes o enfermedades.
El profesor francés Laubadere, distingue entre policía administrativa y policía judicial, esta última para
poner a disposición de los jueces a los imputados, siendo, por tanto, represiva, mientras que la
administrativa es preventiva; por otro lado considera como titulares del poder de policía al gobierno en
general, a los prefectos y a los alcaldes; tangente al mismo tema, conviene señalar los límites del poder
de policía, donde se genera el conflicto de autoridad, libertad que solamente se puede resolver mediante
una transacción; los límites en verdad están dados por la ley y las reglamentaciones, y por los actos de
ejecución, en cuanto estos de ninguna manera pueden violar o rebasar las garantías constitucionales; si
esto ocurre, la garantía está en el control jurisdiccional sobre el ejercicio de los poderes del Policía.
En todo caso el problema se agudiza, cuando se da un margen de discrecionalidad en la ejecución,
cuando el personal del policía por ejemplo tiene que tomar medidas de represión, y pueden resultar
excesos; en tales casos, surgirá la sanción y las debidas responsabilidades relativas a la finalidad de la
policía, a los motivos de policía y el control de los medios de policía.
Del tratado de Fiorini se desprende, pues, un trato jusfilosófico al tema del poder de policía, a los que
agrega elementos sobre el orden público; el criterio sociológico de Zaballa; el de Salvat (conjunto de
principios a los cuales se vincula una sociedad); y el jurídico de Martínez Paz ("parte del orden jurídico
que asegura los fines esenciales de las colectividades"). Para Zaballa, "si se quisiera dar un concepto del
orden público, se puede decir que es el conjunto de necesidades sociales requeridas para la existencia
social".
Regresando al análisis doctrinario de juristas peruanos, encontramos la concepción del tratadista Alberto
Ruiz-Eldredge Rivera, quien afirma no es exacto considerar el poder de policía como límite a la libertad;
esto plantearía, como lo dice Laubouderé un grave conflicto entre la libertad y la autoridad, resultando
absurdo según afirma, que una potestad administrativa limite los derechos y garantías constitucionales,
piensa que el poder de policía se dirige y encausa a no limitar los derechos individuales; la libertad de
tránsito sería imposible de ejercer si acaso no existieran los reglamentos, las señales, los funcionarios de
policía dirigiendo el tránsito; tal vez en algunos casos de excepción que confirmen la regla aparecería el
Poder de Policía, sobre todo en sus etapas de coacción física o de prohibiciones fiscalistas como reales
limitaciones a la libertad; sin embargo, anota el Maestro Ruiz-Eldredge que para ello rige la protección del
control jurisdiccional.
Conviene destacar, que existen casos de excepción en que el poder de policía, cobra un espacio máximo
tratándose por ejemplo del Estado de emergencia y el Estado de sitio, en que quedan suspendidas ciertas
garantías constitucionales y por ende el poder de policía se acrecienta; finalmente anota en su comentario
el tratadista Alberto Ruiz-Eldredge, que el poder de policía no arroja siempre medida física o represión,
porque en todo el campo de la administración pública, el poder de policía es protector, ya sea en la
libertad de cultos, en el tránsito, en la salubridad, en la tranquilidad, en la moralidad, en el bienestar y en
los casos de los cementerios y otros servicios públicos sin los cuales no sería posible la vida normal en la
ciudad o en un centro rural.

Principios del poder de policía


Repitiendo a B. A. Fiorini, el peruano Gustavo Bacacorzo considera que son principios del Poder de
Policía, la razonabilidad, el orden público, la prevención y la ejecución; por otro lado recuerda; que
la administración actúa legítimamente por delegación legislativa; las normas que de ella emanen son
jerárquicamente inferiores, a menos que hayan sido dadas aun por el Poder legislativo; al decir de Rafael
Bielsa, "en el dominio más restringido del derecho administrativo, el concepto de policía designa el
conjunto de servicios organizados por la administración pública, con el fin de asegurar el orden público y
garantizar la integridad física y aun moral de las personas, mediante limitaciones impuestas a la actividad
individual y colectiva de ellas.
El Poder de Policía tiene dos manifestaciones claramente identificables; la prevención y ejecución, siendo
en algunos casos tan eficiente y eficaz, así como oportuna la prevención, que no es necesario realizar la
segunda; la prevención no es solamente ver los hechos que puedan venir, es preferentemente un
conjunto armónico de acciones destinadas a que no se produzcan tales hechos previsibles, o que sus
consecuencias sean atenuadas, en tanto que la ejecución, no solamente es incidir en
aspectos materiales como incautar balanzas fraudulentas, medicinas con vencimiento farmacológico,
requisar obras pornográficas, etc., sino también reprimir o frenar en la mayoría de veces brutal y
delictivamente a quienes protestan en pública manifestación, sea ésta autorizada o no (sobre todo si es
contraria al gobierno).

Garantías constitucionales
Frente a los excesos o abusos del poder del policía, pueden ejercitarse acciones constitucionales,
acciones civiles o responsabilidad administrativa, acciones penales por responsabilidad administrativa, así
como las impugnaciones o recursos que permite la nueva ley general de normas y procedimientos
administrativos; el docente que suscribe desde un punto de vista pragmático, considera que el Poder de
Policía es la parte residual, que como elemento indispensable debe existir en la dinámica de aplicación de
las normas y reglamentos tendientes a una convivencia social pacifica, eficiente y eficaz dentro del que
debe considerarse no solamente el respeto a las libertades de la personalidad (ente biológico, sino más
bien a las libertades del ser (parte psicológica, económica y espiritual). Por último cabe distinguir los tres
momentos del poder de policía; el pasado, el presente y el futuro; el pasado porque nos permite
evolucionar con las experiencias en la ejecución precisa del poder de policía; el presente que implica una
versión racional de esta fuerza organizadora y normativa; y, el futuro que nos permitirá evaluar de una
forma inmediata el ejercicio del poder sin distorsiones por exceso, desviación, dilación innecesaria, etc.

La distinción entre "policía" y "poder de policía"


Villegas Basavilbaso partiendo de una diferenciación hecha por Bielsa, intentó separar lo que él
denominaba meramente "Policía" de lo que constituiría estrictamente "Poder de Policía"; sostiene dicho
autor que "Policía" es "una función administrativa que tiene por objeto la protección de la seguridad,
moralidad y salubridad públicas y de la economía pública en cuanto afecta directamente a la primera; y en
cuanto al "Poder de Policía", dice que es la "potestad legislativa que tiene por objeto la promoción del
bienestar general, regulando a este fin los derechos individuales, expresa o implícitamente reconocidos
por la Ley fundamental".
Las diferencias entre ambas nociones serían a continuación; la "Policía" es una atribución de la
administración, el "poder de policía" una facultad del Congreso; el objeto de la "Policía" está limitado a la
tetralogía "Seguridad, moralidad, salubridad, economía", mientras que el objeto del "Poder de Policía" es
más amplio, comprendiendo todo el bienestar colectivo en general; sin embargo, bien se advierte que ello
no resuelve nada, porque no es exacto que la llamada actividad administrativa de "Policía", se limite
exclusivamente a la seguridad, salubridad, moralidad y economía públicas, sin referirse en general al
bienestar colectivo.
Toda la legislación que el Congreso dicta sobre el bienestar general puede también estar en su ejecución
y reglamentación a cargo de la administración; no puede en verdad afirmarse que la promoción de
la seguridad social, por ejemplo no esté también a cargo de la administración (cajas de
jubilaciones, seguro de vida obligatorio, obras sociales, etc.) o que la tarea de embellecimiento de la
ciudad (plazas, parques, jardines, arreglos, etc.); no esté a cargo de la administración y si
en cambio exclusivamente del Congreso; todos los ejemplos señalados anteriormente para referirnos a la
insuficiencia de la trilogía "seguridad, salubridad, moralidad" son aplicables aquí en toda su plenitud; por
lo demás, la distinción tampoco agrega principio alguno al sistema constitucional y administrativo que no
pudiéramos conocer sin necesidad de él; que la restricción de los derechos individuales está a cargo del
Congreso y no de la administración ya lo deducimos del Artículo 14° de la Constitución en cuanto dice que
los derechos están sometidos "a las leyes" que reglamentan su ejercicio; ¿Qué nos habrá de explicar
entonces la noción de "Poder de Policía"? Nada en absoluto; sólo contribuye a arrojar dudas y
confusiones a través de la necesidad de conceptuarla y distinguirla de una figura cuya denominación
similar no puede sino dar lugar a equívocos y por lo demás, lo superfluo de la distinción entre "Policía" y
"Poder" de Policía" se advierte hasta en que su propio autor los desarrolla conjuntamente en el
tratamiento concreto de sus problemas.

Conclusiones
 En el Estado de Policía se denominaba "Poder de Policía", al poder estatal jurídicamente ilimitado de
constreñir y dictar órdenes para realizar lo que el soberano creyera conveniente; se advertirá que existe
total coincidencia semántica entre el concepto de Estado de Policía y el Poder de Policía.
 El sostenimiento de la seguridad y la tranquilidad general ha sido uno de los más antiguos hechos
asignados a la Administración Pública; la ordenación de la actividad privada conducente a la conservación
del orden público y el ejercicio de facultades derivadas de esa regulación para limitar dicha actividad,
constituyen los enunciados normativos y la dinámica del Poder de Policía.
 La noción de Policía designa el conjunto de servicios organizados por la administración pública, con el fin
de asegurar el orden público y garantizar la integridad física y aun moral de las personas, mediante
limitaciones impuestas a la actividad individual y colectiva de ellas.

Referencias bibliográficas
CERVANTES ANAYA, Dante A. Manual de Derecho Administrativo
7ma. Edición. Editorial Rodhas
Lima (2016)
CHUAYFFET CHEMOR, Emilio Derecho Administrativo.
Universidad Nacional Autónoma de
de México. México (1983)
GORDILLO, Agustín Tratado de Derecho Administrativo
8va. Edición Buenos Aires
Argentina.
JORGE VALDEZ, Oviedo Derecho Administrativo. Editorial
Católica. Lima (2006)
VENEGAS GAMARRA, César El Derecho y Administración Pública
2da. Edición. Editorial Moreno.
SA. Lima. (2005)

Leer más: http://www.monografias.com/docs111/estado-policia/estado-policia.shtml#ixzz50uMm8O1Q


Policía
«Policial» redirige aquí. Para el género artístico, que incluye cine y literatura, véase género
policíaco.

Policía estatal alemán en Hamburgo.

Policía Montada del Canadá.


En 2004, el Lamborghini Gallardoobtuvo el título de vehículo policial más rápido del mundo en uso
real.1 Este modelo presta servicio en Italia y puede costar 165.000 euros.2

Uniformes de Shinsengumi, una fuerza de policía especial del último período


del Shogunato en Japón.

La policía es una fuerza de seguridad encargada de mantener el orden público y


la seguridad de los ciudadanos mediante el monopolio de la fuerza, y que se encuentra
sometida a las órdenes del Estado.
La mayoría de las fuerzas policiales son organizaciones casi militares, cuya principal
obligación es disuadir e investigar crímenes en contra de las personas o que afecten el
orden público, así como el arresto de sospechosos, e informe a las autoridades
competentes.3 También es responsable de reportar ofensas menores por medio
de citaciones que suelen terminar en el pago de una fianza, usualmente por violaciones a
las leyes de tránsito vehicular. Su administración puede ser centralizada a nivel nacional, o
descentralizada, con fuerzas de policía local autónomas en gran medida.
Según otros enfoques —de difusión en algunos medios intelectuales, universitarios y
políticos— la función de la policía es diferente. Por ejemplo, para el marxismo la policía es
parte del aparato represivo del Estado,4 el cual funciona mediante la violencia, ya sea
física o no,5 y es un instrumento de la clase burguesa dominante mediante la cual esta se
asegura su poder;6 o el discurso foucaultiano, que sostiene que la policía y el sistema
penal son instituciones de poder que no se proponen eliminar el crimen sino controlarlo
dentro de ciertos límites y hacer uso de él según sus propios intereses.7
La policía puede tener un carácter preventivo como es el caso de las policías de ciudad o
las policías de proximidad que pueden ser investigadoras, como las que auxilian al fiscal o
al Ministerio Público en la persecución de los delitos; o bien, pueden estar dirigidas a
garantizar el debido cumplimiento de normatividades, como la policía fiscal. También suele
tener un servicio de emergencia que provee seguridad en la vía pública, así como en
emergencias, desastres y situaciones de búsqueda y rescate. Para poder responder
rápidamente a las emergencias, la policía normalmente coordina sus operaciones con los
servicios de bomberos y emergencias médicas. En muchos países todos ellos utilizan
número telefónico único de emergencias que permite a la policía, bomberos o servicios
médicos actuar en caso de emergencia.
Se llama también policía a cada agente perteneciente a dicha organización. Los reclutas
suelen recibir formación especializada y deben presentarse a una oposición.

Índice
[ocultar]

 1Evolución histórica de la noción de policía


 2Concepto de policía
 3Doctrinas de policía
o 3.1Elementos del Derecho de policía
 3.1.1Elementos esenciales
 3.1.2Elementos tipificadores
 3.1.3Elementos dinámicos
 4Equipo y armamento
 5Estructuras policiales
 6Coordinación internacional
 7Procedimientos Policiales
 8Controversia
 9Véase también
 10Referencias
 11Enlaces externos

Evolución histórica de la noción de policía[editar]


La noción de policía es antigua, aunque la palabra no lo es. Por ello en esta sección se
trata sobre la noción de “policía” (es decir, la parte de la potestad estatal posteriormente
denominada “policía”) y no de la palabra en sí, que es de uso moderno.8
La palabra "policía" deriva del idioma francés y su uso data del siglo XVIII. De una manera
indirecta deriva del latín politīa, y ésta del griegopolis, "ciudad", que significa ciudad,o
ciudad-estado. De ahí derivó "politeia", palabra que define lo relativo a la constitución de la
ciudad, el ordenamiento jurídico del Estado, conducta arreglada de los ciudadanos,
gobierno, calidades cívicas del individuo.
En los inicios del Período helenístico, la policía fue el equivalente del gobierno del Estado,
cualquiera fuera su régimen y se identificaba con el Estado.8 En la Edad Media, la noción
de policía fue definida como "el buen orden de la sociedad civil presidida por la autoridad
estatal, quedando el buen orden moral y religioso a cargo de la autoridad eclesiástica".8
Después, durante el siglo XIV, apareció la palabra policecon la que se designó el orden de
los negocios públicos en las doctrinas jurídicas de Francia. Así, llegado el Renacimiento, el
término `policía' pasó a entenderse como "el buen orden en la cosa común".9
Partiendo de esta idea, policía y gobierno de Estado eran conceptos idénticos. El Estado
podía utilizar la coerción para buscar el bien común, bajo el total arbitrio del soberano, todo
ello sin limitaciones jurídicas, por lo que esta forma de entender el derecho de policía llevó
al absolutismo.8
Este concepto se transformó a mediados del siglo XVII: el monarca mantenía bajo su
control lo relativo a la policía propiamente dicha, mientras que las funciones del Estado
fueron divididas. Así, dentro del ámbito del derecho, la justicia pasó a ser una función
especial.9
La crisis de la noción de Estado en el siglo XVIII fortaleció la libertad individual,
apareciendo la doctrina de los derechos humanos. A partir de entonces, al considerarse
que dichos derechos son superiores al Estado, la noción de policía se limita a mantener la
seguridad y el orden público, así como a la garantizar la protección del orden jurídico.9

Concepto de policía[editar]

La policía como servicio (Características)9

Es una organización sin ánimo de lucro.

Satisface necesidades esenciales para la vida en comunidad.

Se presta únicamente por el Estado, que no puede delegar su


prestación.

No puede suspenderse, ni interrumpirse.

Se debe prestar instantáneamente ante cualquier requerimiento o


perturbación del orden público.

No se puede rehusar ni retardar, y no puede negarse a nadie, en


igualdad de circunstancias.

Existen múltiples acepciones de policía:9


El fin de la policía: El mantenimiento del orden público interno es competencia de la
policía. Dicho orden resulta de la prevención y la eliminación de aquello que pueda
perturbar la tranquilidad, la seguridad, la salubridad, el urbanismo, la moral pública y
algunos aspectos económicos ligados al orden público.
La policía como poder: El poder de policía puede definirse como la facultad del Estado
para limitar los derechos y las libertades individuales, en beneficio de la comunidad.
La policía como función: La función de policía es la actividad que ejercen los
funcionarios llamados normalmente de policía, con el fin garantizar el desarrollo de las
actividades dentro del orden, preservando la armonía social. Es la potestad del Estado
para el ordenamiento de las actividades individuales, con el fin de garantizar los elementos
sociales necesarios al desarrollo y el bienestar de la actividad humana.
La policía como norma: La función de policía es regulada por la ley. Las normas de
policía son dictadas para hacer efectivos los derechos y libertades y nunca para
vulnerarlos o negarlos.
La policía como oficio: El ejercicio de la actividad policial se trata de un oficio
permanente para la que sus miembros deben prepararse adecuadamente.

Doctrinas de policía[editar]
La doctrina policial es el conjunto de ideas u opiniones, preceptos éticos, legales y
conceptos aceptados oficialmente y en los cuales se fundamenta la labor policial,10
integrando principios sobre su función institucional, los fundamentos filosóficos y legales
del Derecho policial vinculado a la defensa de los derechos humanos, la ley, el orden y la
seguridad. De esta forma, la doctrina precede y sustenta los conocimientos y conceptos
teórico-prácticos sobre la Seguridad ciudadana, los órdenes interno y público.11
Existen numerosas doctrinas en relación con el derecho de policía que se sustenta
del Derecho Constitucional y del Derecho Administrativo. Del primero deriva los conceptos
de derechos y libertades, del segundo la noción de servicio público.
La función primordial del Derecho de policía es la defensa y regulación de los los derechos
humanos y las libertades individuales, en el ámbito preventivo de la función del Estado,
para asegurar así el orden público interno.
Elementos del Derecho de policía[editar]
Elementos esenciales[editar]
Libertades individuales y derechos humanos
Artículos principales: Libertades individuales y Derechos humanos.

Perro policía y su amo en labor preventiva contra el narcotráfico.

Función preventiva
Artículos principales: Función preventiva y Policía preventiva.

La función policial de carácter preventivo consiste en actuar de forma vigilante para evitar
la posible acción delictiva. La prevención policial busca evitar: primero que las personas se
conviertan en víctimas, segundo el surgimiento del delincuente, y tercero el surgimiento del
delito y su reincidencia o reiteración.12
Algunas veces la labor preventiva conlleva acciones como la identificación de personas o
el control de vehículos que pueden considerarse limitadores de los derechos y libertades.12
El ordenamiento jurídico
Artículo principal: Ordenamiento jurídico

Elementos tipificadores[editar]
El Poder de policía
El poder de policía es la potestad normativa que posee el Estado de regular los derechos
individuales en áreas de interés general, que no debe confundirse con policía, que es la
función administrativa de poner en ejecución las normas que dicta el Poder legislativo.13
Sin embargo, la noción de “poder de policía” se presta a equívocos, por la disparidad de
ideas que al respecto se sostienen. El aditamento de “Poder” podría ser equivocado, ya
que el poder estatal es uno solo. Así, la llamada "separación de poderes" consiste, por un
lado, en una división de funciones (Funciones legislativas, administrativa, jurisdiccional), y
por el otro, en una separación de órganos (Órganos legislativo, administrativo y
jurisdiccional). En ese sentido, el “poder de policía” no sería un órgano del Estado, sino
una facultad o una parte de alguna de las funciones mencionadas.14
El orden público
Artículo principal: Orden público

Elementos dinámicos[editar]
Medios de policía

Policía en la Guerra contra el crimen en Río de Janeiro (Brasil) en 2010.

Los Medios de Policía Jurídicos están reservados al legislador o al Organismo


Ejecutivo del poder público. Por su parte, los Medios de Policía materiales son otorgados a
la policía y suponen la intervención de las armas y la fuerza física. Las principales
disposiciones en este marco son el “Código de conducta para funcionarios encargados de
hacer cumplir la ley” (aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1979)
y el “Código europeo de ética de la policía” (adoptado por el Consejo de Europa en
2001).15 Según estas normas, el uso de la fuerza por la policía queda limitado por los
principios rectores fundamentales de la necesidad y la proporcionalidad.1617
La necesidad refiere al carácter excepcional de la medida y del recurso a ella
exclusivamente cuando sea requerida por objetivos legítimos, como mantener el orden o
arrestar a un individuo que ofrece resistencia. Cualquier actuación desproporcionada con
respecto a estos objetivos (no recurrir en forma graduada a la fuerza física o a
herramientas no letales antes de utilizar armas mortales) es rechazada por el principio de
la proporcionalidad.18
Para que los miembros de la policía realicen su trabajo, el Estado les otorga ciertas
atribuciones, entre ellas poder arrestar, buscar, atrapar e interrogar, uso de fuerza física; y
si fuera necesario a veces, matar en caso de legítima defensa o si la persona atacante o
criminal suponía una amenaza o peligro inmediato al policía y otras personas. En países
con sistemas democráticos y Estado de Derecho, las leyes regulan el procedimiento que
deben adoptar los oficiales; no respetarlos podría considerarse una medida arbitraria e
injusta que podría originar una investigación administrativa o criminal contra los oficiales de
ley y orden que malinterpreten o desobedezcan sus funciones policíacas.

Equipo y armamento[editar]

Miembros del contingente Gurkhade la Policía de Singapur. Portan un Kukri.

En muchos países, los miembros de la policía llevan consigo armas de fuego (arma de
reglamento) en sus habituales obligaciones laborales. Generalmente consisten
en pistolas y/o revólveres de calibre 9 mm.
La policía frecuentemente tiene unidades especiales para los casos de delincuentes
armados, o en situaciones de gran peligro, y en algunos países pueden llamar a
los militares en situaciones extremas. También pueden estar equipados con armas no
mortales, en el caso de controlar disturbios. Las armas no mortales incluyen defensas,
comúnmente llamadas "porras", habiendo de muchos tipos y tamaños, escudos, equipos
antidisturbios, balas de goma y gases lacrimógenos. El uso de armas de fuego es el último
recurso y se las usa en el caso de que una persona esté en riesgo o peligro de perder la
vida, aunque en algunos países se permite usarlas contra convictos peligrosos que tratan
de fugarse o son riesgo de patente intensidad. En España el arma de fuego mayoritaria
entre las fuerzas y cuerpos de seguridad actualmente es la HK USP Compact. Los policías
suelen llevar consigo en la mayoría de los casos esposas (grilletes) para detener
criminales o sospechosos.
Las fuerzas policiales modernas hacen un considerable uso de los equipamientos de
radiocomunicaciones y computadoras portátiles llevados por cada persona e instalados en
los vehículos. Por este medio coordinan el trabajo, comparten información y brindan ayuda
rápidamente. En los últimos años, los vehículos tienen instalados computadores que
aumentan las comunicaciones, permitiendo el envío de llamadas de forma más sencilla,
verificar vehículos hurtados, antecedentes penales de personas sospechosas en pocos
segundos, actualizar el historial de la rutina diaria del policía y enviar en tiempo real otros
informes requeridos. Otras herramientas comunes del equipamiento policíaco
son linternas, silbatos y ordenadores portátiles.
Estructuras policiales[editar]

SWAT.

La mayoría de las fuerzas policiales están divididas en subgrupos que tienen el particular
trabajo de investigar diferentes tipos de crímenes.
En muchos países occidentales, quizás la mayor diferencia se da entre el agente
"uniformado" y los detective s o agentes investigadores. Los Uniformados, como su
nombre lo dice, portan un uniforme y sus trabajos se ven envueltos en operaciones de
patrullaje, control de tránsito y otras actividades para prevenir y en respuesta al crimen.
Los detectives o agentes investigadores, por el contrario, usan 'trajes' o ropa casual que le
da una apariencia más profesional en la investigación de crímenes. En muchos casos, los
agentes son asignados como agentes encubiertos, para que no se los reconozca como
tales, en ocasiones por largos periodos para investigar crímenes, en especial el crimen
organizado o narcotráfico. Este tipo de acción policial es conocida como espionaje o
técnicas de inteligencia.
Existen grupos especializados para diferentes tipos de crímenes (por ejemplo, narcotráfico,
tráfico de armas ilegales, asesinatos, fraudes, etc.) o personas con habilidades especiales
(por ejemplo, buceo, manejo de helicópteros, manejo de explosivos, manejo de
ordenadores, etc.). Muchas jurisdicciones de gran tamaño poseen personas especialmente
entrenadas con armas pequeñas y largas, preparadas para matar en situaciones de
violencia, y usualmente están equipadas con armamento no mortal como gas lacrimógeno
gases lacrimógenos, bombas de humo y balas de goma. En los Estados Unidos, existe
el SWAT(Armas y Tácticas Especiales).
Por último, en los sistemas occidentales se han implementado departamentos,
negociados, oficinas o superintentencias llamados investigaciones administrativas o
asuntos internosque tienen la tarea de investigar a los oficiales y agentes de la fuerza.
Usualmente no portan armas y su trabajo consiste en la lucha contra el soborno,
la corrupción y el abuso de autoridad por parte de los policías.

Coordinación internacional[editar]
La mayoría de los países son miembros de la Interpol (Organización Internacional de
Policía Criminal), establecida para detectar y perseguir crímenes transnacionales y proveer
cooperación internacional y coordinación con otras actividades policíales, tales como
notificar a familiares el fallecimiento de extranjeros. Interpol no conduce investigaciones ni
detenciones por sí mismo, pero sirve como punto central de información de crímenes,
sospechosos y criminales. Los crímenes políticos están excluidos de sus competencias.

Procedimientos Policiales[editar]
El accionar de la policía se rige de acuerdo a la legislación del país en el que se encuentre
siendo en algunos países incluso auxiliares de la justicia. Si bien en gran parte el policía
tratan cuestiones de derecho penal el personal policial tiene formación en las distintas
ramas del derecho como derecho administrativo, civil y contravencional (faltas).
Los procedimientos se rigen por los códigos de forma, así logran contar con la validez
necesaria para que sean aptos en instancias judiciales. Algunos requisitos pueden ser
desde la realización de actas en el lugar del hecho hasta la presencia de testigos.
Algunos ejemplos de los procedimientos habituales del labor policial es la acreditación de
identidad en la vía pública, los controles de documentación de vehículos, el registro
superficial, la intervención por hechos menores (conflictos en la vía pública, ruidos
molestos, etc) hasta casos más graves como lesiones o robos.

Controversia[editar]
Artículos principales: Corrupción policial y Brutalidad policial.

Policía iraquí portando el velo islámico. Las policías musulmanaspueden tener dificultades para
ejercer su trabajo en países como Afganistán.19

Las organizaciones policiales muchas veces se ven involucradas en casos de corrupción,


que es incitada a menudo por un código de silencio para animar la incondicional lealtad
entre los compañeros por una causa justa. Resulta raro que un agente rompa este código,
ya que al hacerlo pueden llegar a recibir amenazas de muerte, como el caso de Frank
Serpico. Una de las formas de luchar contra la corrupción ha sido una organización
semidependiente de investigaciones, en el caso de Estados Unidos el FBI y el
Departamento de Justicia de los Estados Unidos. En el caso de Puerto Rico (territorio de
los Estados Unidos), la Policía de este país tiene oficinas de investigaciones para policías
que incumplen o abusan de su deber, como las Superintendencias de Investigaciones
Administrativas y Asuntos Internos o el mismo Departamento de Justicia, y en algunos
casos el FBI. Sin embargo, las organizaciones verdaderamente independientes
generalmente no son llamadas a menos que sean casos de gran notoriedad y difusión.
Otras organizaciones, especialmente las que están ubicadas en áreas multirraciales o
donde coexisten varias etnias, han recibido acusaciones de Racismo. Los policías
entonces se ven en la necesidad de pensar si usar o no la fuerza, particularmente
el disparar a matar, cuando un agente mata a un sospechoso de una raza diferente a la
suya. En los Estados Unidos, estos eventos habitualmente ocasionan protestas masivas y
acusaciones de racismo contra la policía.

Véase también[editar]
 Fuerzas policiales por país
Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ Hanlon, Mike (5 de noviembre de 2006). «The World’s fastest police car –
the Brabus Rocket Police Special». Gizmag (en inglés). Consultado el 24 de junio de 2011.
2. Volver arriba↑ «Italian police crash Lamborghini supercar». BBC (en inglés). 1 de diciembre
de 2009. Consultado el 24 de junio de 2011.
3. Volver arriba↑ «Police». Enciclopedia Británica (en inglés). Consultado el 18 de junio de
2011.
4. Volver arriba↑ Louis Althusser, “Idéologie et appareils idéologiques d’État.”: «(...) dans la
théorie marxiste, l'Appareil d'État (AE) comprend : le Gouvernement, l'Administration,
l'Armée, la Police, les Tribunaux, les Prisons, etc., qui constituent ce que nous appellerons
désormais l'Appareil Répressif d'État.»
5. Volver arriba↑ Louis Althusser, “Idéologie et appareils idéologiques d’État.": «Répressif
indique que l'Appareil d'État en question « fonctionne à la violence », du moins à la limite
(car la répression, par exemple administrative, peut revêtir des formes non physiques»
6. Volver arriba↑ Louis Althusser, “Idéologie et appareils idéologiques d’État.”: «Le rôle de
l'appareil répressif d'État consiste essentiellement, en tant qu'appa- reil répressif à assurer
par la force (physique ou non) les conditions politiques de la reproduction des rapports de
production qui sont en dernier ressort des rapports d'exploitation. Non seulement l'appareil
d'État contribue pour une très grande part à se reproduire lui-même (il existe dans l'État
capitaliste des dynasties d'hommes politiques, des dynasties militaires, etc.), mais aussi, et
surtout, l'appareil d'État assure par la répression (depuis la force physique la plus brutale
jusqu'aux simples ordres et interdits administratifs, à la censure ouverte ou tacite, etc.), les
conditions politiques de l'exercice des Appareils Idéologiques d'État.»
7. Volver arriba↑ Véase Michel Foucault, "Alternatives á la prison" o Vigilar y castiga
8. ↑ Saltar a:a b c d Durand, Julio César. «Sobre los conceptos de “policía”, “poder de policía” y
“actividad de policía”» (PDF). Comentario al dictamen de la Procuración del Tesoro de la
Nación del 13 de julio de 2004. Revista de Derecho Administrativo (REDA), N° 51, Lexis
Nexis. Archivado desde el original el 28 de octubre de 2014. Consultado el 22 de junio de
2011.
9. ↑ Saltar a:a b c d e Delgado Mallarino, Victor Alberto (1993). «Policía, derechos humanos y
libertades individuales» (PDF). Revista IIDH. Consultado el 22 de junio de 2011.
10. Volver arriba↑ «Política Estratégica Operacional y del Servicio de Policía» (PDF). Policía
Nacional de Colombia Dirección General - Oficina de Planeación. julio de 2007. Consultado
el 22 de junio de 2011.
11. Volver arriba↑ «Doctrina policial» (PDF). Policía Nacional del Perú. 2007. Archivado
desde el original el 24 de diciembre de 2012. Consultado el 22 de junio de 2011.
12. ↑ Saltar a:a b «Función preventiva de la Policía». seguridadpublica.es. Consultado el 20 de
agosto de 2012.
13. Volver arriba↑ Sotelo de Andreau, Mirta Gladis (2004). «Poder de
policía» (PDF). Universidad Nacional del Nordeste. Archivado desde el original el 8 de
agosto de 2007. Consultado el 22 de junio de 2011.
14. Volver arriba↑ Gordillo, Agustín. «Poder de policía» (PDF). El poder de policía. Consultado
el 27 de diciembre de 2014.
15. Volver arriba↑ «Código Europeo de Ética de la Policía». Ministerio del Interior de España.
2001. Archivado desde el original el 26 de agosto de 2011. Consultado el 22 de junio de
2011.
16. Volver arriba↑ «Código de conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la
ley». OACDH. Archivado desde el original el 3 de septiembre de 2012. Consultado el 20 de
agosto de 2012. «Artículo 3. Adoptado por la Asamblea General en su resolución 34/169,
de 17 de diciembre de 1979».
17. Volver arriba↑ Björn Janson. «El Código Europeo de Ética de la Policía. Razones y
directrices para el cambio» (PDF). Generalidad de Cataluña. p. 7. Consultado el 20 de
agosto de 2012.
18. Volver arriba↑ Rico, Jose María (29 de octubre de 2010). «Uso policial de la fuerza y del
arma». La Nación. GN. Archivado desde el original el 19 de septiembre de 2011.
Consultado el 22 de junio de 2011.
19. Volver arriba↑ «Les talibans revendiquent l'assassinat de la plus célèbre policière du
pays». RFI (en francés). 28 de septiembre de 2008. Consultado el 18 de junio de 2011.

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