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PREFACIO
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INTRODUCCION
Ahora y siempre
Cuando el crimen era atribuido a la posesión demo-
niaca del individuo, los demonólogos tenían tanta consi-
deración social como hoy la tienen los criminólogos: por-
que el crimen y el suicidio han constituido siempre, para
todo orden social, un enigma o una aporía práctica...
Una sociedad, de cualquier tipo o época, no puede con-
cebir el comportamiento criminal más que como una abe-
rración que ella misma no puede, en ningún caso, generar,
pero de la que —significativamente— se hace de algún
modo responsable. En las sociedades precapitalistas se ha
definido la forma de convivencia entre los hombres como
algo determinado por una voluntad divina, como algo que
transciende lo social mismo, lo humano y lo biológico, de
modo que los comportamientos anómalos no tenían más
explicación que el pecado, la posesión diabólica, la rebelión
contra el inmutable ser que constituye la esencia del
ser...
El criminal era entonces considerado como un poseído
por el mal: la respuesta social a su comportamiento no
podía ser más que la ayuda espiritual y el castigo material.
Porque el crimen, además de ser ofensa a los hombres era
ofensa a Dios.
La confesión del crimen era considerada como un acto
de humildad que reconciliaba al criminal con Dios. La
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supresión física del criminal, además de aliviar a la socie- sarse como resultado de la voluntad colectiva de los hom-
dad del molesto testimonio de la posibilidad de oponerse bre s. Esta «voluntad colectiva» se concretiza como un con-
a la voluntad divina que justifica el orden, era un acto de
trato social, como un pacto entre hombres.
caridad respecto al criminal mismo, pues suprimiéndole, se Cuando el orden proviene de un contrato, el desorden
evitaba también la posibilidad de que reincidiera en su es la arbitraria ruptura de ese contrato : el límite de la
falta, que le arrastraría a sufrimientos peores que los del libertad humana no es la voluntad divina, sino la voluntad
tormento terreno. Sin embargo, la crueldad del castigo es, colectiva, tal y como se encuentra plasmada en las leyes
para un hombre de nuestro siglo, ilimitada. La Inquisición, que expresan el «contrato social». Los delitos y crímenes
que identifica a las más horrendas form as son aquellos actos que las leyes definen como tales, sin más
de represión del
«mal», tiene la justificación de sus actos en una trascen- justificación. La pena entonces se justifica respecto al con-
dencia que, por lo absoluto, los minimiza y legitima. trato roto, respecto al atentado contra la libertad colectiva
El castigo, para una sociedad teológicamente ordenada, que la ley representa.
no es tanto desagravio social como purificación colectiva, El delito es pues ruptura del pacto, y la pena tiene
como penitencia. Cuando el pecador arde en la hoguera que ser proporcional a la amplitud de esa ruptura. Por eso
arden con él todos los pecados del mundo y el castigo se los juristas burgueses atacan el tormento como forma de
transforma en fiesta. Alrededor de las ll amas se consolida establecer la culpa afirmando con razón que, sometido a la
el orden, por obra de un complejo mecanismo que, con tortura, cualquier hombre se declara culpable de cualquier
el espectáculo del sufrimiento del que ha osado ser dife- crimen, aun sabiendo que su confesión le arrastra a
rente, confirma a todos en la comunión respecto al orden la muerte, porque la muerte es un mal menor respecto a la
y genera en cada uno el santo temor al castigo. crueldad de los suplicios. Los juristas burgueses defienden
Las confesiones arrancadas por la tortura no plantean pues el derecho del acusado a ser tratado humanamente
ningún problema moral a una sociedad teológicamente con- basta que se pruebe su culpabilidad. Y a todo acusado se
cebida. La confesión del crimen no provoca mayor castigo, le considera inocente hasta que se pruebe lo contrario, y en
mayor sufrimiento: al confesar, el culpable se libera y se tanto el peso de la prueba recae en el que acusa.
evita el tormento eterno. La muerte, después de la tortura Sin embargo, para la concepción burguesa y contrac-
y la confesión no es entonces tual del crimen, el problema es la determinación de la
más que una liberación de
los males de la tierra. En la mejor tradición, la muerte motivación del criminal. ¿Cómo concebir, en efecto, que un
es no sólo el fin de la vida, sino el fin del sufrimiento, el individuo no respete un orden que plasma la voluntad colec-
descanso, la paz y el comienzo de la vida eterna. tiva, que potencia al máximo las libertades individuales? El
delincuente, al atacar la libertad ajena, pone en peligro la
suya propia. El delincuente es pues un ser irracional, que
Concepción jurídica «natural» actúa contra sus propios intereses. La sociedad tiene que
defenderse de él, lo que se consigue encarcelándole o supri-
El desarrollo de la burguesía y el tipo de relaciones miéndole. Pero tiene también que encontrar una explicación
sociales burguesas inducen profundos cambios en la con- plausible de ese comportamiento, que, por el hecho de exis-
cepción de la sociedad. El orden social, de ser considerado tir, pone en entredicho la fundamentación y la legitimidad
como un producto de la voluntad divina empieza a pen- del comportamiento de todos.
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del crimen (y del suicidio). Porque, no lo olvidemos,
El problema es tanto mayor cuanto, para poder pensar sis
en la teoría no es tanto el comprender el delito
un orden justo como resultado del contrato social, hay lo esencial
Y no hay que olvidar que la
como el justificar la pena.
que postular que el hombre es naturalmente bueno y que teoría se elabora siempre desde el poder y los profesionales
es la sociedad quien le pervierte, quien hace de 61 el criminal
al que luego castiga. Si la sociedad fuera el único respon- a su servicio.
sable del crimen..., ¿cómo podría entonces castigar al cri-
minal? Hay que achacar a la naturaleza, o mejor, a sus
«errores» la explicación del mal: hay aberraciones de la
naturaleza, monstruos que no son naturalmente buenos, que
la sociedad no necesita pervertir para que sean «malos»...
Por eso, el paso de una concepción teológica a una con-
cepción contractual de la sociedad se acompaña necesaria-
mente con un cambio de concepción del delito, de pecado
a enfermedad. El mal es, para una sociedad teológica, exte-
rior al individuo, y este último está poseído por él. Al
suprimir al demonio, se suprime la exterioridad del mal:
el delito tiene entonces un origen interno; está, en sus
causas, dentro del individuo. Puesto que la naturaleza es
buena, el mal en el individuo no puede ser más que un
defecto de naturaleza, una enfermedad.
Ahora bien, la enfermedad es algo no menos inaceptable
que la posesión demoniaca: al enfermo se le encierra,
ya que no se le puede curar. Y la cura misma es, en
cierto grado, ya una expiación. El hospital es una institu-
ción tan cerrada como el asilo y la prisión y los muros
separan por igual a enfermos y criminales de los ciudada-
nos buenos, sanos, corrientes...
No es éste lugar para exponer las múltiples tentativas
de encontrar explicaciones científicas positivas, biológicas,
del crimen y del delito. Baste con mencionar que desde
Lombroso a las modernas tentativas de poner en correla-
ción el equipamiento genético, cromosómico, del individuo
con su comportamiento criminal, existe una corriente de
pensamiento que nunca ha cejado en su obstinada bús-
queda de una escapatoria a los dilemas morales y politicos
planteados por la acumulación de pruebas de la sociogéne-
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I. SOCIEDAD
Sociedad
Mientras que nos enseñaron la diferencia entre el hom-
bre y la naturaleza, haciéndonos concebir ésta como lo
que hay que vencer, como el eterno enemigo, nos enseñaron
también que el orden social comparte con este enemigo
alguna característica esencial: La inmutable necesidad de
su estar petrificado.
El «orden social» no es, evidentemente, una cosa: se
trata de un sistema de relaciones entre los hombres que
perdura más allá de los hombres mismos, especificando
también una forma global de relación con esa parte de
nuestro entorno que conocemos y llamamos naturaleza.
Pero si ese sistema de relaciones perdura, queremos decir
con ello solamente que dura más que la vida humana: en
intervalos de tiempo más largos, los sistemas de relaciones
cambian.
¿Qué es un usistema de relaciones»? ¿Qué es una rela-
ción? Contestar a esta pregunta implica comprender la dife-
rencia entre Juan y Pedro, entre usted y yo, entre un
hombre y otro hombre. O, lo que es lo mismo, entender
qué hacemos para contestar a la pregunta. ¿Quién es Juan?
Lo que hacemos es añadir un apellido o, lo que es
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igual, decir: Juan es hijo de tal persona
de Elvira y Roberto, o tal otra, hermano necesidad, la reproducción de las relaciones sociales, el man-
marido de Susana. Decimos también tenimiento del orden, consiste, esencialmente, en transfor-
que es el que *
de Antonio, el trabaja
que...
en una compañía de seguros, el amigo 'i?; mar en necesaria la relación que, de otra manera, sería
contingente. La relación matrimonial, por ejemplo, se repro-
Vemos pues que diferenciamos a un
hombre de los demás duce mediante la acción de los mecanismos represivos que
re
designando las relaciones de este hombre con los otros hacen de ella la única forma aceptable de relación ent
hombres. Claro que estas relaciones a su vez se definen hombre y mujer. Y la relación salarial se reproduce
a partir de nuestro c
Ro be onocimiento de quiénes son Elvira, mediante los mecanismos que hacen de ella la única forma
rto, Susana, el padre y la madre, de cuál es la no reprimida de obtener bienes y servicios... para los que no
«
compañía de seguros». Además, Juan es
p también, por ejem- son ricos.
lo, «perito mercantil», «vecino de Zaragoza»; estas dos Vemos pues que la «necesidad» social del trabajo asa-
ca
racterísticas no son simples relaciones entre hombres. La lariado o del matrimonio se establece imposibilitando (o, al
primera indica algo que Juan ha menos dificultando al extremo) el que las otras alternativas
hecho y, sobre todo, lo
que ha hecho a Ju an
en cierto grado. La segunda, una posibles se realicen, es decir, y para estos ejemplos, que
relación no ya con hombres, sino relación espacial, relación se pueda vivir sin trabajar o trabajando libremente o que se
con la naturaleza...
puedan tener relaciones sexuales y emotivas sin casarse. La
Los hombres y sus
relaciones se definen al mismo tiempo
(y al mismo tiempo, también la cibernética llama regulación a lo que disminuye la variedad
« naturaleza» y
las rela- en un sistema. Puesto que hay mecanismos sociales desti-
ciones de los hombres con ella). El conjunto de estas nados a disminuir la variedad de relaciones llamaremos
relaciones es estable y, cuando los hombres van muriendo, mecanismos reguladores a estos mecanismos que, al hacer
las relaciones subsisten: la «compañía de seguros» dura necesaria una forma de relación, la reproducen.
más que el patrono y que el empleado, el matrimonio más Los tipos de relaciones sociales que se reproducen están
que Juan y «su mujer» Susana.
Si el orden social se man- determinados en una gran medida por las relaciones glo-
tiene, a la muerte de Ju an
habrá otra persona «hijo de», bales de la sociedad con su entorno, con la «naturaleza».
«hermano de», «marido de», «que trabaja en la compañía de Estas relaciones sociedad-naturaleza se expresan en los tér-
seguros», «amigo de», «perito merc an minos de producción y de sus formas. Así, las sociedades
til», «vecino de»... A lo
mejor también se llama Juan... primitivas de cazadores y pescadores tienen sistemas de
Las relaciones sociales así definidas no son entidades relaciones sociales diferentes de las de las sociedades agrí-
aisladas, sino que por el contrario colas. Con la agricultura surge la idea de la «propiedad» de
la palabra sistema q forman sistemas. Con
ueremos indicar que las relaciones están la tierra, al aparecer un sobreproducto, un exceso de pro-
ligadas las unas con las otras de forma tal que
los cambios ducción acumulable, y con la «propiedad» ( 5 ) de la tierra
en una indican cambios en las otras. un sistema de relaciones asociado al reparto de las tierras
tipo de relaciones p Así por ejemplo el
familiares. roductivas está ligado con las relaciones y de sus productos y reproducido por la herencia y el tipo
de relaciones hombre-mujer-hi j os que esto conlleva.
Ahora bien, si los sistemas de relaciones subsisten, no Las relaciones entre sociedad y naturaleza que acaba-
es porque está en la naturaleza misma de las relaciones el mos de mencionar se modifican también y estas modifica-
subsistir, sino porque existen en las sociedades mecanis- ciones vienen asociadas con las de las relaciones sociales.
mos encargadas de mantenerlas,
y reproducirlas. es decir, de producirlas
Dado que el orden es la t (*) p ongo la palabra propiedadh entre comillas porque con ella
quiero designar una clase de relaciones (individuo-tierra) de control de
ransformación del azar en la
los productos de la tierra.
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Volvemos al m antenimiento o
reproducción de los sis-
temas de relaciones sociales. Hemos mencionado La regulación
mente que el ma anterior-
ntenimiento de pautas o tipos de relación Como hemos indicado más arriba, la regulación es la
es el resultado de la imp disminución de la variedad, lo que implica suprimir ciertos
osibilitación de las altern ativas.
Importa ahora entender que esta imp tipos de comportamiento, de relaciones sociales, de produc-
nunca absoluta, osibilitación no es
que la eficacia de los reguladores no ción, de individuos...
es total. Si lo fuera, la historia no existiría, porque estaría- Normalmente la regulación y la reproducción social de
mos aún en la «primera sociedad», suponiendo que haya los individuos están asociados: Rousseau indicaba ya en
habido una primera sociedad humana el siglo xviii que un maestro es, para mantener el orden,
cacia de los reguladores. sin esta relativa efi-
más eficaz y barato que la policía... El «maestro», o el
A pesar de los reguladores que impiden «padre» o cualquier educador, produce una interiorización
pr ácticamente
la realización de todas aquellas relaciones posibles pero del orden, asociando a los comportamientos, valoraciones
inc y significados que regulan interiormente la conducta de los
ompatibles con la coherencia del sistema global de rela-
ciones y con su rep hombres y las relaciones entre ellos. Estos valores y signifi-
roducción, algunas de ellas se producen
con frecuencias e intensidades cados son reguladores porque disminuyen efectivamente la
variables.
se p El hecho de que variedad de las relaciones del individuo con el mundo, con
roduzcan estas relaciones «anómalas» es percibido de
los demás hombres y con la naturaleza.
formas diferentes, según las sociedades y las relaciones en
La socialización, lo que transforma al recién nacido
cuestión, y la reacción social es también variable.
en animal social con nombre, habla, maneras, oficio, opi-
La sociología académica llama «grupos marginados» niones, produce pues, en los individuos, sistemas regulado-
a
los compuestos por individuos caracterizados por la «ano- res internos: los códigos, y las significaciones y valores que
malía» de sus
relaciones sociales. Los « los constituyen.
transforman en «desviados» o « marginados» se
criminales» según la inten- El homb re es capaz de aprender, es decir, de modificar
sidad del disturbio que la relación «anómala» que les su código en función de su experiencia. Por eso, para man-
caracteriza induce en la rep
roducción del sistema de rela- tener los códigos, hay que disminuir la variedad de expe-
ciones sociales. Y también según el tipo de riencias posibles y, al mismo tiempo, disminuir la capa-
sistema social reacción del
frente al disturbio; estos mecanismos van cidad de aprendizaje; lo que se consigue modificando
desde la risa o la in
diferencia, hasta el in ternamiento (en la libido, las pulsiones conectivas vitales que motivan
asilos o cárceles) y la eliminación física del individuo (pena para probar, ensayar cosas, maneras, moverse, sentir, tocar,
de muerte).
entender, y añadiendo al código una serie de elementos que
Dado el p confieren un alto valor a su propia permanencia.
ropósito de este libro, es importante examinar
con algo más de atención tanto el p La educación, tanto familiar como escolar, consigue que
lación —las formas de di roblema de la regu-
sminución de la variedad de rela- los individuos interioricen códigos que valoran la estabili-
ciones, la sup dad de los mismos y que pierdan el gusto de experimentar.
resión de las relaciones anómalas— como la
incidencia de las relaciones sociales de la persona con Pero nunca lo consigue plenamente; si lo consiguiera, no
su identidad biológica. haría falta ni policía ni jueces: el Estado se reducirla a la
familia y la escuela únicamente, no habría Estado (*)
rep
resentadas y categorías sobrerrepresentadas. consideramos el total de condenados en 19'70, las
el cociente de porcentajes, vemos que están Utilizando
re ellas sólo 2239 que pertenecen
das en la población c
ondenada los
sub representa- 57,760 personas, hay entlo que representa el 5,93 % del total
a la población inactiva,
—profesionales, técnicos y asimilados, condenados. La población inactiva constituye el
de los
—administradores, gerentes y 85,42 % de la población total de España el mismo año...
directores,
—empleados de oficina, Esta enorme diferencia se explica, ante todo, por la edad
—agricultores, c
azadores y forestales, sexo de los condenados. Los menores de 16 años no
y el condenados
—servicios, deportes y diversiones; en España por los tribunales ordinarios.
son
y sobrerrepresentados
los Constituyen más del 30 % de la población total. Veremos
de 16 a 25 años están sobrerre-
después cómo los jóvenes
— vendedores, presentados ent re los condenados, asi como los varones.
— mineros y canteros, Dado que, dejando de lado los menores de 16 años, la
—tr feminidad
ansportes y comunicaciones, población inactiva es esencialmente femenina, la re
— artesanos y explica la subrepresentación de la población inactiva ent
trabajadores en los
ducción, procesos de
pro-
los condenados, ya que, mientras que en la población total
— sin clasificar. en el total de los condenados hag'
hay 51,11 % de mujeres,
Con la importante sólo 4,60 % de mujeres.
dores y fo excepción de los «ag Los retirados y jubilados, así como los rentistas, que
ricultores, caza-
restales», que aun siendo trabajadores directos
están subrepr según el censo forman parte de la población inactiva, por
esentados, lo que se e
número de ent re ellos que xplicaría por el elevado su edad o por sus ingresos, justifican el resto de la dife-
aparceros, y son pequeños propietarios
en la medida en la que la o rencia.
«o cupación» es un Las estadísticas penales desglosan los condenados por
indice de la clase social, parece obvio que los
esclavizados tra bajadores
de la industria, minería y tr nivel de instrucción como sigue:
grupos ocup acionales, con los ansportes son los
oar), más penalizados y v
endedores (y los sin clasifi-
el 41,36 % del total de condenados.obreros solos representan
que los DISTRIBUCIÓN POR NIVEL DE INSTRUCCIÓN DE LOS CONDENADOS
•
nes a las normas impuestas por ellas. Pero era importante La distinción entre los actos mala per se y mala prohi-
mencionarlo para no aceptar sin un mínimo de crftica la bita se ha debilitado ante las dificultades de encontrar
afirmación que atribuye al Estado el monopolio de la repre- actos malos en sf que sean, a la vez, malos para todos los
sión efectiva. hombres, en todas las sociedades. Ya hemos mencionado
cómo el relativismo cultural nos ha hecho conscientes del
Definición del delito carácter social e histórico de los valores y de las normas,
y sobre todo, de las normas morales. Por ello el delito apa-
Hemos dejado para el final de nuestra exposición sobre rece cada vez más como un acto malo porque está prohi-
la problemática de la delincuencia la espinosa cuestión de bido. De lo que se trata es de determinar el origen y el fun-
una definición explícita del delito. La razón de ello es que damento de la prohibición...
nos parecía improcedente encerrar al lector en una de las Tratemos de delimitar el concepto de delito. No todos
definiciones formales de la noción de delito, antes de en- los actos «malos» y prohibidos son delitos. Para que el
trar en contacto con los más significativos y elementales delito exista, el acto tiene que estar prohibido por una
hechos y teorías sobre el fenómeno de la delincuencia. Lle- instancia con una capacidad de castigar las transgresiones
gamos ahora al momento en el que una definición se que llegue hasta la supresión de la libertad o de la vida
impone. del transgresor. Es decir, con un ámbito de acción totali-
Lo primero que se puede afirmar del delito es que, tario, que cubra la vida entera de todos los individuos. Tal
para todas las escuelas de pensamiento sin excepción, se no es el caso para la transgresión de las normas fijadas en
trata de un acto de un sujeto (generalmente, el sujeto es un reglamento de un colegio o de un club de pesca, de una
individual, aunque existan excepciones en algunas legisla- asociación profesional o de una fábrica: la máxima pena
ciones, que consideran también la figura del delito colec- en las instituciones parciales, en instituciones cuyo ámbito
tivo). Como todo acto, el delito requiere para existir que de legitimidad es un grupo socialmente limitado y definido
se atribuya al sujeto libertad, conciencia y voluntad. Y no estrechamente, consiste en la expulsión, en la supresión de
es gratuito el recordar que estos tres atributos son los que la pertenencia al grupo. Se trata de una forma de exclu-
la filosofía cristiana asigna al acto moral, es decir, al acto sión que no afecta la totalidad de la vida del individuo : se
que puede ser bueno, indiferente o malo. Si no se cumplen, puede cambiar de colegio, asociación e incluso de profe-
si la libertad, la conciencia o la voluntad faltan, no existe sión, con lo que existen partes de la vida del individuo que
el acto moral. Así nos lo enseñó Santo Tomás de Aquino. no están afectadas por la «sentencia», por las consecuen-
Si hemos comparado el delito con el acto moral es ,por- cias de la transgresión.
que, obviamente, lo primero que se le ocurre al que quiere Cuando la transgresión es no de un reglamento de una
definir el delito es considerarlo como un acto «malo». La institución parcial respecto a la sociedad, sino de una ley,
filosofía del derecho tradicional distinguía entre los actos promulgada por el Estado, que es la institución totalizadora
mala per se y mala prohibita, entre lo que es malo en si por excelencia, la transgresión se llama entonces delito. La
y lo que es malo porque transgrede una prohibición. condena afecta toda la vida social del individuo, porque
Está claro que la dificultad de identificar 10 malo en sí todos los sectores de la vida social son ámbito del Estado.
es mucho mayor que la de identificar lo malo porque es Por eso, el delito no puede ser definido como transgre-
prohibido. Matar a un hombre podría ser el ejemplo del sión de normas, como un simple caso particular de la
delito como acto mala per se y, sin embargo, existen verdu- transgresión. El delito es un acto tipificado como tal por
gos y, en los ejércitos, los Estados condecoran y premian una ley y la ley no puede ser identificada sin más con las
a los especialistas que dan muerte a su servicio... normas de un grupo social. La ley es pues un elemento
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esencial en la definición del delito, lo que ha sido siempre nantes. Cuando se dice que la ley es la formulación escrita
establecido por los juristas y expresado con el clásico afo- del «consenso», tenemos que entender éste como el consen-
rismo nullum crime sine lege, «no hay delito sin ley». timiento resignado de la mayoría a plegarse a las normas
Pero si la ley define el delito, la ley es ley porque está que una minoría social y políticamente dominante impone
promulgada por un organismo legislativo competente y, al resto de la colectividad.
lo que es esencial, ' dotado de los medios necesarios para La ley, entonces, es un texto que justifica la represión
aplicarla. Podemos incluso decir que lo que diferencia una de aquellas formas de comportamiento y de relación incom-
ley de una declaración de intenciones es, precisamente, patibles con la reproducción del sistema de relaciones socia-
la existencia de un aparato represivo que castiga de manera les en el que uno o varios subgrupos —los que promulgan
efectiva el incumplimiento. Sin este aparato, existe quizá el la ley— son dominantes. El consenso en el que se apoyan
delito, pero no habrá delincuentes... las leyes es, pues, consentimiento de la represión, de la
cantidad y calidad de represión que la correlación de fuer-
Con ello llegamos a una definición del delito mucho más
concreta, menos formalista: delito es todo acto que, defi- zas en la sociedad hace inevitable.
nido como tal por una ley, es efectivamente castigado, pena- El consentimiento no es identificable con el estar de
lizado. Es decir: lo que define el delito es la penalización. acuerdo, con el asentir. La mayoría consiente con leyes de
las que disiente, pero que, debido a la correlación de fuer-
Con esta última afirmación, hemos definido el delito en
cuanto sus efectos sobre los sujetos y, con la identifica- zas en las que se inscribe, no puede modificar ni suprimir.
Por eso encontramos, en todas las épocas y países en los
ción del Estado como la instancia que define y penaliza, lo
que ha habido Estado y leyes, la figura del delincuente-héroe
definimos en cuanto a su origen. Con esto no hemos agota-
popular. Robin Hood, José María el Tempranillo, Luis Can-
do la problemática de la definición del delito. Nos queda
delas, ciertos guerrilleros modernos encarnan la rebelión
aún por saber qué razones existen para que un acto o tipo
individual contra un orden que, para los que no pueden
de actos sea penalizado por un Estado y también para qué
o no osan rebelarse colectivamente, es a la vez una tenta-
sirve el penalizar...
ción, la imagen del deseo reprimido, y una afrenta. Estas
Volvemos pues a la cuestión de los fundamentos de la actitudes ambivalentes son las que generan esos compor-
ley, es decir, a la determinación de los mecanismos que tamientos de complicidad pasiva, la admiración y la con-
llevan a definir como delitos, penalizándolos, ciertos actos...
dena.
Si admitimos que los delitos están definidos por la ley,
La ley y el consenso admitimos al mismo tiempo que están definidos por el
estado de la relación de fuerzas entre los diferentes grupos
Hemos visto que, salvo en grupos sociales totalmente que componen una sociedad ya que este estado (el Estado)
homogéneos (que, además, no tienen leyes, porque no las es el que define la ley.
necesitan), la ley no puede ser identificada con las normas El que el estado de la relación de fuerzas entre los
del grupo porque, precisamente, al no ser homogéneo, el diferentes grupos sociales sea el que define el delito es
grupo no genera un sistema de normas, sino varios siste- algo evidenciado por prácticas de las que todos tenemos
mas normativos distintos y opuestos. La ley aparece en- conocimiento y que muestran hasta qué punto la relación
tonces como un sistema normativo que expresa la relación de la ley con el delito es una relación contingente, media-
de fuerzas entre los diferentes subgrupos homogéneos y tizadora y justificadora de la represión. Pensemos en todos
que no corresponde a los valores comunes de la totalidad, los casos que conocemos en los que el Estado castiga com-
sino que representa los intereses de los subgrupos domi- portamientos que ninguna ley define como delictivos, o que
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se justifican con leyes que permiten castigar un comporta- los inspectores del fisco, generalmente menor que el de los
miento cualquiera en función de la estimación que un fun- que defienden la propiedad privada.
cionario pueda efectuar de su peligrosidad potencial para ¿Para qué sirve el castigo? ¿Cuál es la función social
la sociedad, para el «orden», para el Estado. Las policías objetiva de la pena? No hay preguntas más enmascaradas
paralelas, los escuadrones de la muerte, todos esos grupos en la literatura sobre la delincuencia. Sabemos desde Durk-
«incontrolados» que secuestran, torturan y asesinan indivi- heim que el delito y la pena son normales, tanto el uno
duos que h an cometido el delito, no especificado como tal como la otra.
en ninguna ley, de pensar y hablar de manera que molesta Durkheim había visto, o mejor dicho, vislumbrado, la
al Estado (actual de la relación de fuerzas) demuestran que problemática de la función social de las instituciones peni-
la ley no es indispensable para que el Estado reprima, con- tenciarias, y, de rebote, el problema, derivado de éste, de
dene, mate. Y demuestra al mismo tiempo que el aforismo las variedades en las formas de definición social e histórica
«no exi ste delito sin ley» es una concepción jurídica idea- de lo criminal: pero la intuición de Durkheim no ha en-
lista: la definición social práctica del delito es, después de contrado traducción en el pensamiento sociológico mo-
todo, mucho más sencilla. Los delitos no son más que los derno. Para el autor de Suicidio, lo normal tiene un carác-
actos cometidos por aquellas personas que el Estado, de ter estadístico más que normativo, el consenso es tenden-
una manera u otra, castiga. Es decir, lo que define el delito cia) más que contractual, y todas Zas conductas son, en
no es la ley, sino la pena. definitiva, conductas desviadas de la «norma» que no es
más que un tipo ideal, una construcción analítica. El orden
social es pues compatible con un cierto ámbito de varia-
Delito y pena ción respecto a una norma que no es más que estadística,
Hemos visto que, más que la ley, 10 que define el acto que no se encuentra realizada en la mayoría. La noción de
delictivo es el que sea castigado. El castigo es, pues, el ele- amarginalidad» y de «conducta desviada» no tienen ningún
mento más importante en el análisis de la criminalidad. sentido para un observador objetivo de las conductas. Lo
Lo es porque se castiga a la persona, al individuo. Si la único que tiene sentido es el observar que, mientras que
ley define la delincuencia, el funcionamiento del aparato el orden social es compatible con una cierta variedad, no
represivo es lo que, concretamente, define al delincuente. es compatible con cualquier variedad de conductas: la fun-
Y está claro que no exi ste un paralelismo absoluto entre ción del Estado es, precisamente, el disminuir la variedad
una y otra definición, puesto que sabemos, por ejemplo, de las conductas mediante la represión.
que para el mismo delito, un joven de clase alta tiene Las instituciones penitenciarias son, en resumen, las
cinco veces menos probabilidades de ser condenado que encargadas de disminuir la variedad de conductas efectivas
un joven de clase baja (en los EE.UU.)... Sabemos también para que el orden social se mantenga. Por eso no tienen
que el funcionamiento del aparato represivo no es homogé- justificación moral «objetiva»: las conductas consideradas
neo respecto a l as diferentes categorías de delitos : supo- como crímenes y penalizadas están muy cerca de conductas
niendo que los tribunales no tengan comportamientos dife- no penalizadas, en un continuo en el que es difícil distin-
renciales con las personas, el número de condenas está guir puntos críticos, umbrales y niveles mediante la utiliza-
en relación con el número de denuncias y éstas con los ción de criterios morales: los actos, en si, no significan
esfuerzos que la policía consagra a la represión de las dife- nunca nada... Recordemos, una vez más, lo que hemos men-
rentes prácticas. En los países en donde existe una tipifica- cionado ya: que la ley postula siempre la igualdad de los
ción clara del delito fiscal, el número de condenas por este ciudadanos ante ella, que el mantenimiento del orden social
tipo de delitos es obviamente proporcional al esfuerzo de se justifica siempre con la identificación entre el orden
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social y el orden moral. La ley se presenta y se justifica hacen a los tribunales y a las cárceles los responsables de
como una moral universal... que los individuos que han cometido un delito —el pri-
Hemos explicado también por qué una moral universal mero— interioricen el rol de delincuente, al ser excluidos
es imposible en una sociedad heterogénea. La ley, que no de la sociedad normal, y que se identifiquen con los demás
se funda en una razón moral universal, universaliza con la excluidos, adopten sus valores, se relacionen con ellos.
represión las normas parciales que la fundan. Es decir: Cuando la sociogénesis del delito aparece como eviden-
la razón de la fuerza logra ser —al menos temporalmente— te, la institución penitenciaria tiene que asumir una nueva
una razón... Los valores interiorizados que, según los servi- finalidad, sin dejar de mantener, en lo esencial, su funciona-
dores del orden, lo fundamentan, se interiorizan de manera miento y su eficacia. La cárcel, en los países más avanzados,
mucho más material y concreta que gracias a la «socializa- no tiene ya como finalidad explícita el castigar, sino el
ción» simbólica: la letra (de la ley) con sangre entra, no rehabilitar, el socializar adecuadamente a los que, por
son los valores comunes los que justifican la represión, defectos de socialización, han acabado cometiendo delitos,
sino la represión la que obliga a admitir los valores prag- han sido producidos como malos productos, como seres
máticamente. asociales. Esta nueva filosofía penitenciaria dulcifica sin
Ahora bien, para mantener el orden hay que suprimir duda las condiciones de vida de los internados, pero no
las conductas, hay que excluir a los hombres de la vida cambia nada esencial respecto a los efectos sociales del
social y esta exclusión toma, esencialmente, dos formas: internamiento : la cárcel rehabilitadora es, a pesar de todo,
o encerrarlos en cárceles o matarlos. Pero esto implica que una cárcel, que excluye a los reclusos de los contactos nor-
se considere al individuo como responsable de su acto. . males con la sociedad global y que no logra modificar la
La noción de responsabilidad es esencial para el fun- persona, porque, entre otras cosas, no puede en ningún caso
cionamiento del aparato represivo. Si viviéramos en un modificar su posición social objetiva, sus circunstancias.
mundo en el que los individuos fueran considerados como
máquinas preprogramadas en su comportamiento, los com-
portamientos individuales delictivos no podrían conducir a Causa y culpa
la penalización del individuo-actor, sino a la del programa-
dor de la conducta de éste. O, dicho en otros términos : la El delito es un acto, y como todo acto, se analiza cuan-
pena no se justifica más que presuponiendo que el penado do se define: 1) el sujeto del acto; 2) los fines u objetivos
del acto; 3) los medios; 4) las condiciones en las que se
es libre (no está programado), ya que si no es libre, no pue-
de ser responsable y la pena entonces no es justa. produce y, finalmente, los resultados del acto.
Los estudios de la criminología moderna demuestran De estos elementos, el segundo es enteramente subjetivo,
hasta qué punto la delincuencia es un fenómeno social, has- aunque se pueda establecer la intencionalidad del acto con-
ta qué punto existe una sociogénesis del delito. El delin- siderando los aspectos objetivos de los medios y las condi-
cuente es, cada vez menos, considerado como responsable ciones y contrastándolos con el o los resultados de la
de su delincuencia. Desde todos los horizontes teóricos se acción. Pero no puede, en ningún caso, identificarse obje-
postula la responsabilidad de la sociedad en la génesis del tivos y resultados de la acción, puesto que el hacerlo supon-
comportamiento delincuente. Unos achacan la delincuencia dría que el error no existe en la conducta humana. Los
a defectos en la socialización, en la educación del individuo, tribunales toman en cuenta la posibilidad de error con
otros insisten sobre el papel de las instituciones penitencia- categorías como la de uhomicidio involuntario».
rias en la constitución de la personalidad delincuente, del Ahora bien, tan pronto como nos planteamos la posibi-
criminal habitual. Los partidarios de la teoría de la etiqueta lidad de una distancia entre los resultados y la finalidad
66 67
subjetiva del acto, abrimos una brecha importante en la
categoría que funda la justificación de la pena: la de
culpabilidad o responsabilidad del sujeto de la acción.
Lo esencial de esta «brecha» no estriba en la simple
posibilidad de que haya casos en los que el sujeto no tenga V. EL SUICIDIO
la intención de producir los resultados que ha producido,
¿No son nada los gritos de los hombres?
sino en que, paulatinamente, vamos considerando el sujeto ¿No pasa nada cuando pasa el tiempo?
no como el causante del resultado, sino como el puro ins- ..........................................
trumento de determinaciones que están fuera de su volun- —no pasa nada, sólo un parpadeo
del sol, un movimiento apenas, nada,
tad, e incluso de su conciencia. Sobre todo cuando el sujeto ..........................................
no es libre. Encontramos, en las prácticas judiciales, crite- cada minuto es nada para siempre,
rios que sirven para evaluar conciencia, libertad y respon- un rey fantasma rige tus latidos
y tu gesto final, tu dura máscara
sabilidad de los autores, tanto puramente jurídicos (un me- labra sobre tu rostro cambiante:
nor no puede cometer un delito) como de carácter médico: el monumento somos de una vida
ajena y no vivida, apenas nuestra.
un loco es un irresponsable y la condena tiene que tomar
Piedra de Sol
en cuenta la inconsciencia del «enfermo»... OCTAVIO PAZ
78 79
conjuntos de vínculos varia tanto dentro de una misma junto de nociones subordinadas al primero: autodestruc-
sociedad como de una sociedad a otra, pero cuando se alte- ción, agresión.
ran más allá de un cierto límite, la alteración imposibilita Para todas las escuelas —excepto la psicoanalítica— el
la vida.
suicidio es un acto que caracteriza una personalidad (5)
Aunque no podemos consagrar más espacio al examen enferma. La búsqueda de las características psicológicas
de la teoría de Durkheim, importa mencionar aquí el carác- del suicida-tipo ha conducido a un fracaso, posiblemente
ter Institucional que los vínculos sociales tienen para él. porque existen muchas variantes de suicidas. Encontrarnos
Esta característica es particularmente importante para el suicidio en personalidades esquizoides, paranoides y, con
entender el concepto de anomía y el de suicidio anémico,
una elevada frecuencia, en los depresivos. Pero hay depre-
ya que lo que hemos cualificado de desorganización de la sivos que no se suicidan...
vida social del individuo, se traduce como «conflicto» o con-
tradioción en las relaciones institucionalizadas del indivi- La idea de que el suicidio es el resultado de un proceso
duo con la sociedad: incoherencia o incompatibilidad entre es ampliamente compartida por los psicólogos. Proceso que
los diferentes roles sociales de un individuo, problemas de unos cualifican de (auto)destrucción y otros de (auto)agre-
«cristalización del status», contradicciones entre los obje- sión, palabras que aunque en apariencia muy próximas
tivos institucionalizados y los medios institucionalmente semánticamente denotan dos escuelas de pensamiento muy
disponibles para un individuo en un momento dado, son diferentes.
todas situaciones sociales 'anémicas, que según los soció- Mencionaremos primero la teoría freudiana de la auto-
logos funcionalistas postdurkheinuiianos, generan «conduc- destrucción, sobre todo porque al hacerlo podremos intro-
tas desviadas» (el suicidio o el crimen entre otras...). ducir los aspectos esenciales, para nuestro propósito, de la
Las teorías sociológicas del suicidio se apoyan en el teoría del inconsciente.
concepto de anomalía, modificando y/o precisándolo en La introducción del inconsciente freudiano en el pensa-
mayor o menor grado. Volveremos a esta cuestión des- miento moderno ha supuesto una ruptura cuyas consecuen-
pués de haber examinado los fundamentos de las teorías cias, para las ciencias oficiales, no han sido aún entera-
psicológicas del fenómeno estudiado. mente exploradas. En efecto, postular la existencia de una
instancia que determina el comportamiento y que está
Las teorías psicológicas fuera de la conciencia y de la voluntad implica zapar la
concepción tradicional del sujeto y de la persona, del indi-
La explicación psicológica del suicidio busca en la estruc- viduo responsable de sus actos porque la causa de ellos se
tura y en la dinámica de la personalidad las causas del encuentra en la voluntad, la libertad y la conciencia. Y en
acto del suicida. tanto cuanto existe un ámbito desde el que la conducta
Como la sociología, la psicología es una disciplina en la está determinada, la libertad desaparece, sobre todo porque
que coexisten escuelas de pensamiento diferentes en cuanto la conciencia de la determinación, al no existir, no puede
a su concepción del objeto y del método. Zas teorías psico- ser combatida por la voluntad. Con ello, la moral deja de
lógicas del suicidio son, pues, tan numerosas al menos ser una forma adecuada de analizar y de explicar la con-
como las diferentes escuelas. Es obvio que no podemos,
aqui, examinarlas y contrastarlas.
Nos contentaremos pues con considerar un concepto
(a) Cabila discutir hasta qué punto u ps icoan álisisfreudiano
de
de
mente una teoría de la personalidad
central, el del inconsciente y un concepto, o mejor, un con- disuelve la noción de personalidad. No es lugar aquí de hacerlo, pero
si de indicar la existencia de un problema importante.
SO 81
ducía, puesto que muchos actos —si no todos los actos— El término «Inconsciente» designa, pues, la existencia de
dejan de ser actos morales al comportar una sobredeter- una articulación, de una interacción entre dos órdenes
minación inconsciente. Y, entonces, la responsabilidad indi- de necesidad, el biólogo y el social. Interacción en la
vidual se esfuma, lo que tiene consecuencias enormes para que lo energético se organiza socialmente y organiza a su
la fundamentación de la práctica social de la justicia, para la vez la conducta. Interacción también en la que y por la que
justificación de las instituciones penitenciarias y, en última las relaciones sociales adquieren una carga energética, libi-
instancia, para la ideología domin an te, en la medida en dinal. Y, «last but not least», interacción en la que y por
que postula la existencia de individuos libres cuyo consenso la que lo social y lo simbólico actúan en el orden biológico
—no menos libre— fundamenta el orden social y po- mismo, imponiendo al organismo humano determinaciones
lítico. que afectan su funcionamiento, su existencia misma: las
No nos extenderemos más aquí sobre este tema, cuya enfermedades denominadas psicosomáticas son la manifes-
amplitud exigiría más páginas que las de este libro. Vol- tación más obvia de esta última interacción...
vamos a la concepción freudiana del inconsciente, aún En esta perspectiva, la existencia en todos nosotros de
insuficientemente especificada. Hemos dicho de él que se «tendencias autodestructoras» se postula sin dificultad. El
trata de una instancia que determina la conducta, fuera suicidio, culminación del proceso de autodestrucción, se
de la conciencia y de la voluntad. Tenemos que añadir que, explica por la interacción inconsciente de relaciones
para Freud y los freudianos, esta instancia es la sede pasadaA con la energía vital y con el
de un orden simbólico, en el que se inscriben las pautas de sociales presentes y pasada
funcionamiento del organismo. Se llega a un cierto grado
las relaciones sociales, las formas de intercambio inter-
de contradicción en las interacciones sociales diversas que
individual experimentadas en el período constitutivo de la
un individuo mantiene, y dado que estas relaciones tienen
estructura psicológica: la infancia. Que estas relaciones
una carga energética biológica, que esa inversión energética
sean de la naturaleza triangular y familialista que la expre-
la tienen todas y que la energía es de la misma fuente, la
sión teoría del Edipo designa, es algo sobre lo que se ha
contradicción interfiere con el funcionamiento del orga-
insistido en demasía y cuya importancia nos parece mucho
menor que la del cardcter social, relacionas y procesual nismo al exigir una cantidad de energía mayor que la que
que configura el inconsciente. se genera. De este modo la vida deviene imposible. A veces,
claro está, nos encontramos en presencia del caso contra-
Tendremos ocasión después de insistir sobre y precisar
rio : cuando la inversión genética en las relaciones sociales
la importancia del hecho de que el inconsciente freudiano
no es posible, el exceso de energía orgánica generada, inver-
esté codificado por relaciones sociales. Antes, tenemos que
mencionar otra característica esencial de esta instancia. tida en el organismo propio, lo destruye.
Se trata de que la dinámica del inconsciente viene determi- En esta perspectiva, el suicidio no es, obviamente, la
nada por la eficacia del orden biológico, por la «energía única forma de autodestrucción: la moderna gerontolo-
vital», por lo que Freud 'llama la energía libidinal, la gía, que ha establecido, entre otras cosas, que los jubilados
libido. tienen una mortalidad superior que la de individuos de la
El inconsciente freudiano aparece así como la instancia misma edad, ocupación y otras características, excepto que
mediatizadora de las determinaciones sociales y biológicas permanecen activos, nos indica hasta qué punto la supre-
en el comportamiento humano, el lugar —topos— en donde sión de un conjunto de relaciones sociales tan amplio como
se efectúa la interacción entre el organismo y la sociedad las generadas por el trabajo incide sobre el funcionamiento
que configura la conducta del hombre, biológico y social. del organismo, provocando una muerte que no resulta de
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un acto consciente de autodestrucción. De esto volveremos privilegiamos el modo de explicación freudiano esbozado
a hablar más lejos. más arriba, entre otras razones porque es el único com-
Me parece importante indicar que las teorías freudia- patible con las regularidades sociológicas observadas en el
nas han sido interpretadas generalmente de manera que fenómeno del suicidio.
enmascaran un aspecto que, en este texto, hemos mani-
festado ampliamente: el hecho de que el inconsciente sea
El concepto de suicidio
el lugar de la interacción entre lo social y simbólico y lo
biológico. Para muchos freudianos, la libido no es más que La mayoría de los estudios sobre el suicidio se basan
una «tendencia», «instinto» o pauta de comportamiento, en estadísticas oficiales que utilizan la definición usual de
sólo metafóricamente biológica. Esto induce una interpre- la muerte por suicidio: se llama suicidio al acto volun-
tación del inconsciente en la que lo biológico no tiene tario y consciente por el que una persona se quita la
organización, en la que la libido es una especie de sus- vida.
trato al que da forma lo simbólico, una forma inmóvil y El atributo de «voluntario» es esencial, ya que si no
sin eficacia en el orden biológico mismo. La interpretación existe en el sujeto la voluntad de quitarse la vida, no se
de la autodestrucción es, entonces, compleja y poco expli- trata de un suicidio, sino de un «accidente» o de un homici-
cativa. A menos, claro está, que multipliquemos las pul dio. Por eso, para establecer si una muerte se debe a un
alones, añadiendo a la libido una upulsión de muerte» suicidio, hay que verificar que la víctima y el homicida son
(como Freud mismo ya lo hace, al conjugar Tánatos con la misma persona y que el criminal-víctima actuaba inten-
Eros)... y a ambas una «voluntad de poder», última psico- cionalmente.
logización de lo social y de lo biológico. ¿Cómo establecemos la intencionalidad del acto? La
Las teorías que fundan su explicación del suicidio en declaración de intenciones (carta u otra declaración del
el concepto de autoagresíón se asientan en una concepción suicida) y la observación de los hechos son los elementos
de la naturaleza humana que postula la existencia, en todos esenciales: cuando encontramos el cadáver de una persona
los organismos, de la «agresividad», de la innata tendencia muerta o, mejor dicho, mataba y si llegamos a la conclu-
a agredir, forma moderna del necesario postulado de la sión de que el asesino es la víctima y comprobamos que
existencia inmanente del mal. El suicidio seria entonces el los medios empleados para matar no pueden haberse en-
resultado de una involución de la agresividad, que la vuelve contrado reunidos accidentalmente y que su aplicación
contra el organismo mismo: el pasar del «querer matar» tiene que haber sido intencional, concluimos que se trata
al «querer ser matado» para llegar, finalmente, al «querer de un suicidio.
morir»... Sabemos que, en muchos países, existen elementos cul-
En ciertos casos, la tentativa de suicidio ha aparecido, turales que hacen del suicidio de un familiar un acto «ver-
por el contrario, como una expresión del «querer matar», gonzoso» para la familia, que se intenta encubrir bajo la
como agresión hacia otro u otros, expresión invertida de figura de la muerte accidental, con lo que las estadísticas
un «querer vivir». Estos casos se presentarían, como en de suicidios están falseadas. Pero el suicidio no está ennmas-
general las tentativas de suicidio, con más frecuencia entre carado solamente por los familiares del muerto: ocurre
las mujeres y los jóvenes. también que el suicida enmascara su muerte, presentán-
A pesar de la popularidad de las teorías de la agresión, dola como si fuera un accidente, por razones que van
84 85
desde el compartir la «vergüenza» familiar hasta querer cuencia, y también es evidente que los umbrales que cada
que sus deudos cobren una póliza de seguro de vida... individuo emplea en esas estimaciones del riesgo son varia-
Los casos que hemos considerado en el párrafo anterior bles, que uno se arriesga más o menos, según el caso...
conciernen únicamente a los problemas de identificación de ¿Qué es lo que determina el riesgo que cada uno está
los suicidios que reúnen todas las condiciones exigidas por dispuesto a asumir en una circunstancia concreta? ¿Es sólo
la definición formal del suicidio, y particularmente la con- nuestra conciencia lo que lo determina? ¿O nos decidimos
ciencia y la intencionalidad. Pero existen muchos tipos de a actuar aunque sepamos que el riesgo es alto?
muertes accidentales e incluso «naturales» que se parecen La muy seria revista Scieiice ha publicado en 1977 un
a la muerte por suicidio lo suficiente como para que el con- estudio que demuestra que, en los Estados Unidos, cuando
cepto de suicidio pueda empezar a parecernos poco ope- la prensa ha anunciado y comentado ampliamente el sui-
rativo. cidio de una personalidad conocida por el público, se ob-
serva un aumento estadísticamente significativo de las
Se trata de aquellas muertes que no se hubieran pro-
ducido sin una pulsión inconsciente, determinada también muertes por accidentes de carretera en los días sucesivos.
El interés de esta investigación para nuestro razonamiento
por la organización de las relaciones sociales del individuo.
es obvio: el efecto de arrastre producido por el conoci-
Las relaciones entre la conciencia y la voluntad son, ade-
miento del suicidio de una personalidad no se traduce en
más, lo suficientemente ambiguas como para que la fron-
tera entre suicidio y accidente sea poco clara. Pongamos el más suicidios, sino en accidentes... ¿No será que la noticia
caso de un individuo que libre y conscientemente se va afecta el inconsciente de esos conductores haciendo que se
arriesguen más que de costumbre sin saberlo o sabiéndolo?
a pasear en su coche, que libre, consciente y voluntaria-
Existe otro tipo de hechos, ampliamente conocidos,
mente entra en una curva a 160 km/h sin frenar. Pierde
y que constituyen materia de estudio para la gerontología:
el control del vehículo y se mata. ¿Se trata de un suicidio
se ha observado que la frecuencia de las defunciones es
o de un accidente? Para contestar a esta pregunta tendre-
mayor para los jubilados que para los activos de la misma
mos que establecer hasta qué punto existe una relación edad y profesión. La jubilación supone una ruptura de
determinada, de causa a efecto, entre tomar esa curva vínculos sociales que tienen inversiones libidinales gr an des,
a 160 km/h, con ese coche, con ese estado de la cal- es un acontecimiento gnómico del tipo de los que son con-
zada, con esos reflejos y el matarse, tendremos que deter- siderados como causas del suicidio. Sólo que aquí se trata
minar cuál es la probabilidad de que el accidente mortal de muertes «naturales»...
se produzca en esas peculiares condiciones: si la probabi- Vemos pues que accidentes y muertes «naturales» (cau-
lidad es igual a uno, tenemos que decir o bien que se sadas por enfermedades) están ligadas a las mismas cau-
trata de un suicidio, o bien que el conductor carecía de la sas que producen los suicidios. Si no les llamamos, tam-
conciencia necesaria de las condiciones. Si la probabilidad bién, suicidios, es porque no les podemos atribuir como
es cercana a cero, delarar que se trata de un accidente origen la voluntad de matarse, la conciencia de esta volun-
es verosímil: lo accidental tiene que ser poco probable. tad y de la situación que se está viviendo.
El interés de este ejemplo es, precisamente, el demos- El psicoanálisis nos ha enseñado que el deseo no siem-
trar que la distinción entre el suicidio y el accidente está pre es consciente, que muy a menudo es más fuerte que la
ligada a estimaciones de riesgos. Es obvio que, en la vida voluntad. Que no es lo mismo desear y querer, aunque,
cotidiana, las estimaciones del riesgo se hacen con fre- a veces, puedan coincidir.
87
Con esta distinción entre querer y desear es más fácil
entender la relación de los individuos con su propia vida,
entender los mecanismos que llevan a la muerte. Los sui-
cidas desean morir, saben que lo desean y lo quieren. Pero
existen otros individuos, muchos mds, que desean morir y
se matan o se mueren como consecuencia de este deseo,
pero sin que el deseo de muerte se haya traducido en
conciencia y en voluntad de practicar un homicidio sobre
sí mismos. Esta forma de ver los hechos está apoyada
en nuestras consideraciones anteriores sobre el inconsciente
como el lugar en donde se conjugan las determinaciones
A MODO DE CONCLUSION
sociales y biológicas del comportamiento individual: las La relación entre el suicidio y la delincuencia ha sido
mismas determinaciones sociales producen el mismo deseo examinada estadísticamente para un tipo particular de deli-
de la muerte, que según los individuos se traduce en muer-
tos: los homicidios. Esto porque una de las hipótesis de
te «natural», «accidental» o por suicidio... Estas variantes Durkheim, en su análisis del suicidio, es que en los países
nos parecen distinciones morales más que científicas, pues- con un elevado número de homicidios, la tasa de suicidio
to que están fundadas en consideraciones subjetivas sobre es baja. Aunque parece ser que está probado que esta
las intenciones y la conciencia. hipótesis es falsa en la actualidad, que la correlación entre
Lo esencial es, pues, que, como en el caso del crimen, ambas tasas es baja y sin significación, el que se la haya
sólo algunos de los actos que podrían ser considerados considerado cierta ha servido de fundamento a algunas
como efectos idénticos de las mismas causas son social- teorías del suicidio (como «auto-agresión» cuando la hétero-
mente contabilizados bajo las mismas rúbricas. agresión es imposible).
Estas consideraciones nos llevan a recordar un prin- Un aspecto de la relación entre el suicidio y la delin-
cipio científico esencial: los hechos no son independientes cuencia en general que nos parece tener una particular
de las teorías, los hechos puros no existen. Sólo una ade- importancia es la coincidencia de las características socia-
cuada teoría del suicidio nos permitirá conocer los hechos les de los suicidas y de los delincuentes. En efecto, el sexo,
sobre éste. O, dicho de otra manera: sólo cuando la defi- el estado civil, la profesión, el nivel de instrucción son
factores que coinciden en la determinación de las f recuen-
nición científica de un fenómeno fundamenta las categorías
cias del suicidio y de la criminalidad. La edad, por el
empleadas en estadística, los análisis estadísticos reflejan
contrario, incide de forma diametralmente opuesta en un
adecuadamente la totalidad de éste.
fenómeno y en el otro. Pero esta oposición no indica una
independencia de los dos fenómenos, sino una complemen-
tariedad.
Esta primera similitud entre la delincuencia y el suici-
dio no es la única, aunque pueda ser la más significativa:
sucede también que la definición del uno y el otro está
ligada con la ley, y que en ambos casos esto plantea el
problema de la existencia de actos similares a los sancio-
nados, identificados y contabilizados que no han sido social-
88 89
mente etiquetados como crímenes o suicidios. En ambos tad que parecían ligadas con una variedad de conductas
casos, cuando el acto no está socialmente y legalmente casi infinita, tenemos que entenderlo como una confluencia
etiquetado, sus contornos se esfuman y acabamos carecien- de determinaciones sociales y biológicas relativamente limi-
do de criterios claros para saber si un acto es más o menos tadas.
delictivo, si un accidente es más o menos suicidio... No olvidemos, además, que la noción de causa de un
Tanto para el crimen como para el suicidio, la noción fenómeno es una noción dudosa, asentada sobre todo en la
de responsabilidad es esencial. Recordemos que hablar de experiencia subjetiva: la búsqueda de «causas» acaba ha-
responsabilidad es hacer del individuo la causa de un acto ciéndonos entender la organización de un sistema, la bús-
que se presenta entonces como efecto... queda de una causa consiste a menudo en el establecimiento
Los estudios científicos del suicidio y del crimen coin- de una «buena conciencia» moral y psíquica...
ciden si se comparan indices de una sociogénesis del fenó- Pero volvamos a lo que nos parece constituir la cues-
meno. Estos índi ces, que ya hemos examinado muchas ' tión esencial para el tema del que tratamos: la función
veces, consisten, esencialmente, en comprobaciones estadís- social objetiva de la exclusión. Como dijimos en la intr o-
ticas sob re las características de unos y otros, de delin- ducción, el mantenimiento, la reproducción de un orden
cuentes y suicidas. Pero, dado el carácter esencialmente social requiere que existan y funcionen mecanismos de
estadístico de las investigaciones empíricas, se ignora casi regulación, destinados a disminuir la variedad emergente
todo sobre los procesos, las estructuras y las funciones de de conductas y relaciones sociales. La disminución de la
los fenómenos estudiados. variedad se efectúa mediante el establecimiento de normas
En ambos casos, delincuencia y suicidio, el resultado —en grupos homogéneos— y mediante la constitución de
objetivo del proceso es la exclusión del individuo de la aparatos legislativos-represivos que suprimen una cierta
vida social, e incluso de la vida. Que esta exclusión —encar- variedad de conductas mediante la penalización de los indi-
celamiento o muerte— sea resultado de causas endógenas viduos.
del individuo (responsabilidad individual, enfermedad o Las teorías sociológicas que atribuyen el suicidio y la
cualquier otra etiqueta) o exógenas (esencialmente socia- criminalidad a la anomía, es decir, a la desorganización
les), es una alternativa que podemos considerar como falsa, del sistema de vínculos sociales del individuo, h an perci-
o, en todo caso, secundaria. Y esto por varias razones. La bido una parte del mecanismo que produ ce las conductas
primera de ellas es porque la obsesión por la causa nos analizadas. Efectivamente, la variedad que los mecanismos
impide ver la )'unción social objetiva de la exclusión, de la reguladores están encargados de disminuir consiste en la
que hablamos más lejos. La segunda porque la distinción emergencia de formas nuevas de relación social. Pero, en
entre individuo y sociedad, tal y como se efectúa, es en la ideología dominante, las relaciones sociales que no están
gran medida Ideológica: no hay individuos sin sociedad y institucionalizadas acaban siendo concebidas como puro
no hay sociedad sin individuos, la relación ent re individuo vacío en la relación social, cuando no como aberración anti-
y sociedad es tan estrecha y necesaria que las causas socia- social. La emergencia de formas nuevas de relación social
les e individuales se confunden, sobre todo en el caso de aparece, pues, como pura desorganización o como ausencia
fenómenos que presentan tantas regularidades sociológicas de relaciones, ya que solamente las relaciones institucio-
como la criminalidad y el suicidio. La tercera, porque lo nales son consideradas como verdaderas relaciones socia-
que llamamos la vida humana aparece cada vez más cla- les. Las teorías de la anomfa, sin saberlo, sefialan que
ramente como un proceso que está social y biológicamente cuando los individuos se vinculan con los demás de forma
determinado, de manera tal que lo que tradicionalmente se nueva, cuando aparece una variedad nueva de organi-
ha llamado la apsique», la conciencia, la libertad y la volun- zación de los vínculos interindividuales, los individuos im-
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picados en ella acaban siendo excluidos, de una forma otro Son fenómenos normales, en la medida en que la
u otra, de la vida social. Obviamente, esto se formula de organización social y el orden social se identifiquen...
otra manera: se dice que la desorganización de las rela- Que podría existir una estructura social en la que el
ciones sociales genera conductas «desviadas», es decir, con- mantenimiento del orden no pasara por la atribución a los
ductas que conducen a la exclusión. individuos de la responsabilidad de la emergencia de la
El que atribuyamos al individuo la responsabilidad de variedad de formas incompatibles, sino con la estructura,
la conducta generada por el establecimiento de interrela- al menos con el orden, es una hipótesis que no podemos
ciones de forma nueva es, además, fácil de comprender en rechazar. Y no podemos hacerlo porque el postularla es
mantener abierta la posibilidad de una sociedad sin repre-
cuanto que admitimos que el ser psicológico y social del
sión, conferir al futuro la potencialidad de generar formas
organismo biológico hum ano, la persona, es su forma de
relacionarse... nuevas.
Importa aclarar aquí que el mantener lo que es, esen-
cialmente, el funcionamiento social, el que genera tanto
• • •
la criminalidad como la delincuencia, no implica que en la
vida cotidiana tengamos que solidarizarnos con compor-
No olvidemos en nuestro análisis de los mecanismos por tamientos como el asesinato o la violación. A mi entender,
los que la sociedad excluye individuos bajo la figura de la el dolor o la indignación que podemos sentir por aquello
autoexclusión, que éstos no se limitan a la delincuencia y que nos ofende tiene que transformarse en voluntad de
al suicidio. Existen otras figuras sociales de la exclusión, cambiar el sistema que lo genera y no en animosidad contra
simultáneamente social e individual: lo que se llama locura, el culpable que siempre es también víctima.
todos los rostros de la locura constituyen vari antes en los
mecanismos de exclusión, en muchos aspectos similares
a los del suicidio y el crimen. La locura es también —aun-
que sea de otra manera— cortar o modificar vínculos socia-
les, atacar o molestar el orden normal de las cosas al no
respetar las pautas de conducta que ese orden impone.
Y los locos se ven confinados ent re muros y rejas, diag-
nósticos y compasiones: como los delincuentes, porque el
hospital es cárcel y el diagnóstico sentencia y la cura, pena.
Las condenas, ahora, se justifican bajo pretexto de rehabi-
litación. Las cárceles y los hospitales se han parecido
siempre.
• s •
PREFACIO 5
La otra cara.
INTRODUCCION 9
Ahora y siempre. Concepción jurídica "natural".
L SOCIEDAD 15
Sociedad. La regulación. Individuo y sociedad.
V. EL SUICIDIO 69
El suicidio. Las causas del suicidio. Teorías del
suicidio. Las teorías psicológicas. El concepto de
suicidio.
A MODO DE CONCLUSION 89