Sei sulla pagina 1di 46

Colección dirigida por Tulio Rosembuj

O Narciso Pizarro - 1978


Texto
® Victor VIlaseca - 1978
Cubierta

PREFACIO

La presente edición es propiedad de


La otra cara
EDITORIAL BRUGUERA, S. A.
Mora la Nueva, 2. Barcelona (Espaiiaj
Una vez más, los problemas que a todos nos plantea la
existencia de la delincuencia y de las prisiones e institu-
ciones penitenciarias en general han saltado a la orden del
día. En muchos paises —entre los cuales se cuenta España—
experimentamos una alza de la criminalidad y, en particu-
lar, de la delincuencia juvenil.
Por otra parte, los motines en las cárceles están sensi-
bilizando a la opinión pública sobre las condiciones de vida
en estas instituciones, con las que se pretende rehabilitar
o castigar a los delincuentes, o, gliiaé4, quitarlos de circu-
lación o... todo a la vez.
Lo cierto es que, de una u otra manera, en todas las
sociedades como la nuestra existen mecanismos por los
cuales se excluye de la vida «normal» (las comillas encuen-
1.• edición: abril, 1978
tran su justificación en el texto que sigue) a un elevado
Impreso en España
número de ciudadanos, encerrándolos en cárceles, sepa-
Printed in Spain
rándolos con muros y rejas e, incluso, quitándoles la vida.
ISBN 84-02-05663-6
Hasta qué punto esos ciudadanos se excluyen ellos mis-
Depósito legal: B. 10.225 -1978
mos, son responsables de su propio destino, es una cuestión
que hay que examinar con la debida atención.
Pero también es cierto que, además de los delincuen-
tes, existe otra categoría de ciudadanos que se excluye de
la vida social: los suicidas; los que se quitan la vida por
Impreso en los Talleres Gráficos de una u otra razón, se autoexcluyen tanto o más que los
EDITORIAL BRUGUERA, S. A. delincuentes. Aunque no tuvieran nada más en común, la
Carretera Nacional 152, Km 21,650
Parets del Vallès - Barcelona - 1978 exclusión es ya algo que les une. Veremos que, más allá
5
de todo juicio moral, suicidas y delincuentes tienen carac-
terísticas comunes.
En este texto intentamos tratar de la delincuencia y del
suicidio, y no sólo de los delincuentes y de los suicidas.
Ni la criminalidad ni el suicidio son cuestiones morales, al
menos tanto en cuanto corresponden con una compleja
lógica social tanto en su definición como en su causación
10h, masacradores, carceleros, imbéciles en
concreta. Como veremos más lejos, esto implica que no
fin, de todos los reinados y de todos los gobier-
basta con contestar a la pregunta de quién hace lo uno nos! ¿Cuándo preferiréis la ciencia de conocer
o lo otro, ni a la de por qué lo hace: tenemos que pl an al hombre a la de encerrarlo y hacerlo padecer?
-tearnosmbiélpadequso,nltrc-
MARQUÉS DE SADE
tura y el funcionamiento de nuestras sociedades, genera
sin cesar delincuencia y suicidio, por mucho que encerre-
mos a los delincuentes, a pesar de la pena de muerte y de
las felicidades del consumo. Este problema no es, sin duda,
un problema fácil ni para la ciencia ni para la sociedad
que la genera. Si lo fuera, hace tiempo que nuestras cárce-
les y nuestros cementerios no serian los testimonios insos-
layables de las múltiples tragedias humanas que constitu-
yen, al parecer, la otra cara de la vida social.
La longitud de este texto, así como la voluntaria exclu-
sión de todo aparato erudito, nos ahorran el tener que
insistir sobre una característica esencial de este texto: se
trata de un ensayo, escrito por un sociólogo, y no de un
trabajo sociológico.

6
INTRODUCCION

Ahora y siempre
Cuando el crimen era atribuido a la posesión demo-
niaca del individuo, los demonólogos tenían tanta consi-
deración social como hoy la tienen los criminólogos: por-
que el crimen y el suicidio han constituido siempre, para
todo orden social, un enigma o una aporía práctica...
Una sociedad, de cualquier tipo o época, no puede con-
cebir el comportamiento criminal más que como una abe-
rración que ella misma no puede, en ningún caso, generar,
pero de la que —significativamente— se hace de algún
modo responsable. En las sociedades precapitalistas se ha
definido la forma de convivencia entre los hombres como
algo determinado por una voluntad divina, como algo que
transciende lo social mismo, lo humano y lo biológico, de
modo que los comportamientos anómalos no tenían más
explicación que el pecado, la posesión diabólica, la rebelión
contra el inmutable ser que constituye la esencia del
ser...
El criminal era entonces considerado como un poseído
por el mal: la respuesta social a su comportamiento no
podía ser más que la ayuda espiritual y el castigo material.
Porque el crimen, además de ser ofensa a los hombres era
ofensa a Dios.
La confesión del crimen era considerada como un acto
de humildad que reconciliaba al criminal con Dios. La
9
supresión física del criminal, además de aliviar a la socie- sarse como resultado de la voluntad colectiva de los hom-
dad del molesto testimonio de la posibilidad de oponerse bre s. Esta «voluntad colectiva» se concretiza como un con-
a la voluntad divina que justifica el orden, era un acto de
trato social, como un pacto entre hombres.
caridad respecto al criminal mismo, pues suprimiéndole, se Cuando el orden proviene de un contrato, el desorden
evitaba también la posibilidad de que reincidiera en su es la arbitraria ruptura de ese contrato : el límite de la
falta, que le arrastraría a sufrimientos peores que los del libertad humana no es la voluntad divina, sino la voluntad
tormento terreno. Sin embargo, la crueldad del castigo es, colectiva, tal y como se encuentra plasmada en las leyes
para un hombre de nuestro siglo, ilimitada. La Inquisición, que expresan el «contrato social». Los delitos y crímenes
que identifica a las más horrendas form as son aquellos actos que las leyes definen como tales, sin más
de represión del
«mal», tiene la justificación de sus actos en una trascen- justificación. La pena entonces se justifica respecto al con-
dencia que, por lo absoluto, los minimiza y legitima. trato roto, respecto al atentado contra la libertad colectiva
El castigo, para una sociedad teológicamente ordenada, que la ley representa.
no es tanto desagravio social como purificación colectiva, El delito es pues ruptura del pacto, y la pena tiene
como penitencia. Cuando el pecador arde en la hoguera que ser proporcional a la amplitud de esa ruptura. Por eso
arden con él todos los pecados del mundo y el castigo se los juristas burgueses atacan el tormento como forma de
transforma en fiesta. Alrededor de las ll amas se consolida establecer la culpa afirmando con razón que, sometido a la
el orden, por obra de un complejo mecanismo que, con tortura, cualquier hombre se declara culpable de cualquier
el espectáculo del sufrimiento del que ha osado ser dife- crimen, aun sabiendo que su confesión le arrastra a
rente, confirma a todos en la comunión respecto al orden la muerte, porque la muerte es un mal menor respecto a la
y genera en cada uno el santo temor al castigo. crueldad de los suplicios. Los juristas burgueses defienden
Las confesiones arrancadas por la tortura no plantean pues el derecho del acusado a ser tratado humanamente
ningún problema moral a una sociedad teológicamente con- basta que se pruebe su culpabilidad. Y a todo acusado se
cebida. La confesión del crimen no provoca mayor castigo, le considera inocente hasta que se pruebe lo contrario, y en
mayor sufrimiento: al confesar, el culpable se libera y se tanto el peso de la prueba recae en el que acusa.
evita el tormento eterno. La muerte, después de la tortura Sin embargo, para la concepción burguesa y contrac-
y la confesión no es entonces tual del crimen, el problema es la determinación de la
más que una liberación de
los males de la tierra. En la mejor tradición, la muerte motivación del criminal. ¿Cómo concebir, en efecto, que un
es no sólo el fin de la vida, sino el fin del sufrimiento, el individuo no respete un orden que plasma la voluntad colec-
descanso, la paz y el comienzo de la vida eterna. tiva, que potencia al máximo las libertades individuales? El
delincuente, al atacar la libertad ajena, pone en peligro la
suya propia. El delincuente es pues un ser irracional, que
Concepción jurídica «natural» actúa contra sus propios intereses. La sociedad tiene que
defenderse de él, lo que se consigue encarcelándole o supri-
El desarrollo de la burguesía y el tipo de relaciones miéndole. Pero tiene también que encontrar una explicación
sociales burguesas inducen profundos cambios en la con- plausible de ese comportamiento, que, por el hecho de exis-
cepción de la sociedad. El orden social, de ser considerado tir, pone en entredicho la fundamentación y la legitimidad
como un producto de la voluntad divina empieza a pen- del comportamiento de todos.
10 11
del crimen (y del suicidio). Porque, no lo olvidemos,
El problema es tanto mayor cuanto, para poder pensar sis
en la teoría no es tanto el comprender el delito
un orden justo como resultado del contrato social, hay lo esencial
Y no hay que olvidar que la
como el justificar la pena.
que postular que el hombre es naturalmente bueno y que teoría se elabora siempre desde el poder y los profesionales
es la sociedad quien le pervierte, quien hace de 61 el criminal
al que luego castiga. Si la sociedad fuera el único respon- a su servicio.
sable del crimen..., ¿cómo podría entonces castigar al cri-
minal? Hay que achacar a la naturaleza, o mejor, a sus
«errores» la explicación del mal: hay aberraciones de la
naturaleza, monstruos que no son naturalmente buenos, que
la sociedad no necesita pervertir para que sean «malos»...
Por eso, el paso de una concepción teológica a una con-
cepción contractual de la sociedad se acompaña necesaria-
mente con un cambio de concepción del delito, de pecado
a enfermedad. El mal es, para una sociedad teológica, exte-
rior al individuo, y este último está poseído por él. Al
suprimir al demonio, se suprime la exterioridad del mal:
el delito tiene entonces un origen interno; está, en sus
causas, dentro del individuo. Puesto que la naturaleza es
buena, el mal en el individuo no puede ser más que un
defecto de naturaleza, una enfermedad.
Ahora bien, la enfermedad es algo no menos inaceptable
que la posesión demoniaca: al enfermo se le encierra,
ya que no se le puede curar. Y la cura misma es, en
cierto grado, ya una expiación. El hospital es una institu-
ción tan cerrada como el asilo y la prisión y los muros
separan por igual a enfermos y criminales de los ciudada-
nos buenos, sanos, corrientes...
No es éste lugar para exponer las múltiples tentativas
de encontrar explicaciones científicas positivas, biológicas,
del crimen y del delito. Baste con mencionar que desde
Lombroso a las modernas tentativas de poner en correla-
ción el equipamiento genético, cromosómico, del individuo
con su comportamiento criminal, existe una corriente de
pensamiento que nunca ha cejado en su obstinada bús-
queda de una escapatoria a los dilemas morales y politicos
planteados por la acumulación de pruebas de la sociogéne-
13
12
I. SOCIEDAD

Una introducción que bien pudiera ser una


conclusión: a leer al final o al principio,
según el gusto o la necesidad del benévolo
lector

Sociedad
Mientras que nos enseñaron la diferencia entre el hom-
bre y la naturaleza, haciéndonos concebir ésta como lo
que hay que vencer, como el eterno enemigo, nos enseñaron
también que el orden social comparte con este enemigo
alguna característica esencial: La inmutable necesidad de
su estar petrificado.
El «orden social» no es, evidentemente, una cosa: se
trata de un sistema de relaciones entre los hombres que
perdura más allá de los hombres mismos, especificando
también una forma global de relación con esa parte de
nuestro entorno que conocemos y llamamos naturaleza.
Pero si ese sistema de relaciones perdura, queremos decir
con ello solamente que dura más que la vida humana: en
intervalos de tiempo más largos, los sistemas de relaciones
cambian.
¿Qué es un usistema de relaciones»? ¿Qué es una rela-
ción? Contestar a esta pregunta implica comprender la dife-
rencia entre Juan y Pedro, entre usted y yo, entre un
hombre y otro hombre. O, lo que es lo mismo, entender
qué hacemos para contestar a la pregunta. ¿Quién es Juan?
Lo que hacemos es añadir un apellido o, lo que es
15
igual, decir: Juan es hijo de tal persona
de Elvira y Roberto, o tal otra, hermano necesidad, la reproducción de las relaciones sociales, el man-
marido de Susana. Decimos también tenimiento del orden, consiste, esencialmente, en transfor-
que es el que *
de Antonio, el trabaja
que...
en una compañía de seguros, el amigo 'i?; mar en necesaria la relación que, de otra manera, sería
contingente. La relación matrimonial, por ejemplo, se repro-
Vemos pues que diferenciamos a un
hombre de los demás duce mediante la acción de los mecanismos represivos que
re
designando las relaciones de este hombre con los otros hacen de ella la única forma aceptable de relación ent
hombres. Claro que estas relaciones a su vez se definen hombre y mujer. Y la relación salarial se reproduce
a partir de nuestro c
Ro be onocimiento de quiénes son Elvira, mediante los mecanismos que hacen de ella la única forma
rto, Susana, el padre y la madre, de cuál es la no reprimida de obtener bienes y servicios... para los que no
«
compañía de seguros». Además, Juan es
p también, por ejem- son ricos.
lo, «perito mercantil», «vecino de Zaragoza»; estas dos Vemos pues que la «necesidad» social del trabajo asa-
ca
racterísticas no son simples relaciones entre hombres. La lariado o del matrimonio se establece imposibilitando (o, al
primera indica algo que Juan ha menos dificultando al extremo) el que las otras alternativas
hecho y, sobre todo, lo
que ha hecho a Ju an
en cierto grado. La segunda, una posibles se realicen, es decir, y para estos ejemplos, que
relación no ya con hombres, sino relación espacial, relación se pueda vivir sin trabajar o trabajando libremente o que se
con la naturaleza...
puedan tener relaciones sexuales y emotivas sin casarse. La
Los hombres y sus
relaciones se definen al mismo tiempo
(y al mismo tiempo, también la cibernética llama regulación a lo que disminuye la variedad
« naturaleza» y
las rela- en un sistema. Puesto que hay mecanismos sociales desti-
ciones de los hombres con ella). El conjunto de estas nados a disminuir la variedad de relaciones llamaremos
relaciones es estable y, cuando los hombres van muriendo, mecanismos reguladores a estos mecanismos que, al hacer
las relaciones subsisten: la «compañía de seguros» dura necesaria una forma de relación, la reproducen.
más que el patrono y que el empleado, el matrimonio más Los tipos de relaciones sociales que se reproducen están
que Juan y «su mujer» Susana.
Si el orden social se man- determinados en una gran medida por las relaciones glo-
tiene, a la muerte de Ju an
habrá otra persona «hijo de», bales de la sociedad con su entorno, con la «naturaleza».
«hermano de», «marido de», «que trabaja en la compañía de Estas relaciones sociedad-naturaleza se expresan en los tér-
seguros», «amigo de», «perito merc an minos de producción y de sus formas. Así, las sociedades
til», «vecino de»... A lo
mejor también se llama Juan... primitivas de cazadores y pescadores tienen sistemas de
Las relaciones sociales así definidas no son entidades relaciones sociales diferentes de las de las sociedades agrí-
aisladas, sino que por el contrario colas. Con la agricultura surge la idea de la «propiedad» de
la palabra sistema q forman sistemas. Con
ueremos indicar que las relaciones están la tierra, al aparecer un sobreproducto, un exceso de pro-
ligadas las unas con las otras de forma tal que
los cambios ducción acumulable, y con la «propiedad» ( 5 ) de la tierra
en una indican cambios en las otras. un sistema de relaciones asociado al reparto de las tierras
tipo de relaciones p Así por ejemplo el
familiares. roductivas está ligado con las relaciones y de sus productos y reproducido por la herencia y el tipo
de relaciones hombre-mujer-hi j os que esto conlleva.
Ahora bien, si los sistemas de relaciones subsisten, no Las relaciones entre sociedad y naturaleza que acaba-
es porque está en la naturaleza misma de las relaciones el mos de mencionar se modifican también y estas modifica-
subsistir, sino porque existen en las sociedades mecanis- ciones vienen asociadas con las de las relaciones sociales.
mos encargadas de mantenerlas,
y reproducirlas. es decir, de producirlas
Dado que el orden es la t (*) p ongo la palabra propiedadh entre comillas porque con ella
quiero designar una clase de relaciones (individuo-tierra) de control de
ransformación del azar en la
los productos de la tierra.
16 11
Volvemos al m antenimiento o
reproducción de los sis-
temas de relaciones sociales. Hemos mencionado La regulación
mente que el ma anterior-
ntenimiento de pautas o tipos de relación Como hemos indicado más arriba, la regulación es la
es el resultado de la imp disminución de la variedad, lo que implica suprimir ciertos
osibilitación de las altern ativas.
Importa ahora entender que esta imp tipos de comportamiento, de relaciones sociales, de produc-
nunca absoluta, osibilitación no es
que la eficacia de los reguladores no ción, de individuos...
es total. Si lo fuera, la historia no existiría, porque estaría- Normalmente la regulación y la reproducción social de
mos aún en la «primera sociedad», suponiendo que haya los individuos están asociados: Rousseau indicaba ya en
habido una primera sociedad humana el siglo xviii que un maestro es, para mantener el orden,
cacia de los reguladores. sin esta relativa efi-
más eficaz y barato que la policía... El «maestro», o el
A pesar de los reguladores que impiden «padre» o cualquier educador, produce una interiorización
pr ácticamente
la realización de todas aquellas relaciones posibles pero del orden, asociando a los comportamientos, valoraciones
inc y significados que regulan interiormente la conducta de los
ompatibles con la coherencia del sistema global de rela-
ciones y con su rep hombres y las relaciones entre ellos. Estos valores y signifi-
roducción, algunas de ellas se producen
con frecuencias e intensidades cados son reguladores porque disminuyen efectivamente la
variables.
se p El hecho de que variedad de las relaciones del individuo con el mundo, con
roduzcan estas relaciones «anómalas» es percibido de
los demás hombres y con la naturaleza.
formas diferentes, según las sociedades y las relaciones en
La socialización, lo que transforma al recién nacido
cuestión, y la reacción social es también variable.
en animal social con nombre, habla, maneras, oficio, opi-
La sociología académica llama «grupos marginados» niones, produce pues, en los individuos, sistemas regulado-
a
los compuestos por individuos caracterizados por la «ano- res internos: los códigos, y las significaciones y valores que
malía» de sus
relaciones sociales. Los « los constituyen.
transforman en «desviados» o « marginados» se
criminales» según la inten- El homb re es capaz de aprender, es decir, de modificar
sidad del disturbio que la relación «anómala» que les su código en función de su experiencia. Por eso, para man-
caracteriza induce en la rep
roducción del sistema de rela- tener los códigos, hay que disminuir la variedad de expe-
ciones sociales. Y también según el tipo de riencias posibles y, al mismo tiempo, disminuir la capa-
sistema social reacción del
frente al disturbio; estos mecanismos van cidad de aprendizaje; lo que se consigue modificando
desde la risa o la in
diferencia, hasta el in ternamiento (en la libido, las pulsiones conectivas vitales que motivan
asilos o cárceles) y la eliminación física del individuo (pena para probar, ensayar cosas, maneras, moverse, sentir, tocar,
de muerte).
entender, y añadiendo al código una serie de elementos que
Dado el p confieren un alto valor a su propia permanencia.
ropósito de este libro, es importante examinar
con algo más de atención tanto el p La educación, tanto familiar como escolar, consigue que
lación —las formas de di roblema de la regu-
sminución de la variedad de rela- los individuos interioricen códigos que valoran la estabili-
ciones, la sup dad de los mismos y que pierdan el gusto de experimentar.
resión de las relaciones anómalas— como la
incidencia de las relaciones sociales de la persona con Pero nunca lo consigue plenamente; si lo consiguiera, no
su identidad biológica. haría falta ni policía ni jueces: el Estado se reducirla a la
familia y la escuela únicamente, no habría Estado (*)

(*) Se conocen sociedades —.primitivas»— sin Estado. La división


del trabajo es rudimentaria y no hay acumulación... clases
18 sociales en ellas y la educación basta para reproduci el oedenen
La regulación interna se ac
ompaña, pues, de reg
externos: en las sociedades con Estados, es éste eluladores
regula- De la misma manera que la experiencia del espacio y de
dor esencial, regulador de reg
de d isminuir la variedad, uladores. Su función es la la naturaleza está socialmente limitada, también lo está
m anteniendo y repr la de los demás hombres y de sí mismo...
sistema de relaciones sociales de oduciendo un Pero los hombres somos animales, organismos vivos. El
producción. El Estado
cumple su función mediante dos sistemas vivir cada dia, inevitable, supone un mínimo esfuerzo, que
rios: por una parte, un sistema compl ementa- realizamos movidos por pulsiones biológicas.
aparato que produce legislativo,
es decir, un
leyes, y por otra un sistema Las pulsiones son parte de la vida misma: cuando son
vo, ej represi-
ecutor de las disposiciones, ins incompatibles con el orden social, el individuo viola el orden,
la supresión trumento de castigo,
de la desviación y de los desviados o la sociedad destruye al individuo de forma directa o indi-
recta, pasando por él mismo...
Aunque es un tema sobre el que volvemos a hablar más
adelante,
s importa subrayar aquí que el Estado aparece en
ociedades en las que existe una división social del
y un nivel de pro trabajo
ductividad de éste que hace p II. RECUENTO DE PENAS
osible que
unos individuos puedan vivir del trabajo de otros. Es decir,
que el Estado existe s
en clases, y que olamente en las sociedades divididas En España, en 1970, hay una población reclusa de 13.890
existe para mantener y rep personas. En el mismo año, 37.780 son condenadas a diver-
roducir esta
división. Por eso la educación familiar y las normas gene-
radas sas penas por los tribunales de las Audiencias provinciales
por los grupos sociales ho y los Juzgados de Instrucción. Otras 123.583 condenas son
mogéneos, si no estuvieran
a su vez reguladas, producirfan individuos sentenciadas por los Juzgados Municipales, Comarcales y
la rep inc
roducción de la división del trabajo. ompatibles con de Paz... Esto en lo Judicial Penal.
En este mismo año de 1970 hay treinta y cuatro millo-
Individuo y sociedad nes, de los cuales más de nueve millones tienen menos
de 14 años y más de seis millones, más de 55 años. Quedan
unos diecinueve millones de personas de las que la mitad
Al nacer, hijo de un padre y de una madre, el homb
tiene un lugar asignado re son mujeres. Y las mujeres representan menos del 5 %
en un sistema de valoraciones so- de los condenados. El 95 % de los 161.300 condenados
ciales, un hombre, una historia que
vivir, casi ent eramente forman parte de esos diez millones de españoles adultos y
escrita y de la que poco puede desviarse
sus Primeros inst an viviéndola. Desde varones. Lo que quiere decir que ese año, 1,6 % de los
sas y castigos por mo tes de vida está sometido a varones entre 15 y 55 años han sido condenados por los tri-
recompen-
vimientos que no son aún actos, a bunales por una u otra razón.
saciones inmediatamente co sen-
tido. Su exp dificadas, a ruidos con un sen- Estas cifras, por muy aproximadas que sean, dan una
eriencia del mundo está c idea de la capacidad de este fenómeno social de la delin-
onformada por la
sociedad, por su específico lugar en ella: hay niños cuencia o criminalidad.
que no vieron un urbanos
río, una montaña, un animal hasta que, En otros paises el fenómeno es de la misma magnitud
ya adultos, salieron de casa, del
París, hay habit an b arrio... Se dice que en y de similares características.
ir a la otra orilla... tes que nunca atravesaron el Sena para ¿Hasta qué punto este fenómeno constituye un problema
social?
20
Para la sociología americana, no cabe la menor duda de
21
no de una cuestión de ética o de respecto
a
que se trata de un problema. Pero no toda la sociología ha cefiológico, y
identificado la delincuencia con una enfermedad, con algo 18 ley.
«anormal» que una adecuada ingeniería social tiene que Examinaremos después algunos de los mecanismos de
resolver. Veremos después cómo, para los fundadores de la esta discriminación objetiva ejercida por el sistema policía-
en su funcionamiento efectivo. Ahora no nos in-
sociología, la delincuencia es objetivamente normal e inclu- co-judicial qué se produce.
so necesaria. teresamos en el cómo se produce, sino en el
Lo que es obvio es que, normal o anormal, este fenómeno Pero si las estadísticas sobre los condenados muestran
requiere una explicación adecuada: necesitamos entender que el aparato policíaco-judicial discrimina, las mismas es-
cómo se produce, por qué se produce, cuáles son sistema penitenciario no es
sus cau- tadísticas hacen pensar que el
menos si se pretende que la función de la pena
sas, para qué sirve, qué función tiene. Estos serán los temas efectivo, al
de los próximos capítulos. Por el momento, vamos a conten- no es sólo castigar, sino disuadir de cometer delitos, tanto
tarnos con describirlo con un cierto detalle, examinando a los mismos como a otros individuos, o incluso de rehabi-
re la rein-
cuantas características nos suministran las Estadísticas litar a los delincuentes. Los datos estadísticos sob
Y nos plantean una
Penales españolas, como ejemplo e ilustración de una rea- cidencia son claros a este respecto.
lidad más amplia. cuestión decisiva para una teoría de la delincuencia: la de
sob re la que tambiénfoablla-
Pero no es posible entender un análisis si no se conoce, la función objetiva de la pena,
aunque sea en grandes líneas, la problemática teórica en la remos después, pero que, por el momento, podemos
que los datos analizados toman su significación. Por eso, lar así: ¿para qué sirve la pena, si no disuade de cometer
y aunque volvamos sobre ello más adelante, tenemos que nuevos crímenes, ni rehabilita?
mencionar aquí el problema subyacente en las investiga- Tenemos que insistir, antes de comenzar el análisis de
ciones criminológicas más usuales. Se trata de la discre- los datos del año 1970 en España en que tanto España como
que
pancia entre el postulado, esencial en la configuración jurí- el año 19'70 han sido elegidos por comodidad, y
dica del Estado de Derecho, de la igualdad de los ciudada- única función de estos datos es la de ilustrar un fenómeno
nos an te la ley y los hechos observados en cuanto a los mucho más general que el español en ese año, similar en
otros países y momentos. Al elegir un país y un año quería-
resultados de la aplicación de tal ley. Dicho en otras pala-
bras : los ciudadanos son t an diferentes ante el aparato te todo aligerar la lectura, evitando multiplicar los
mos an
jurídico como cualquier otro aspecto de la vida social... datos.
Este problema, planteado por los hechos observados en
numerosos países, no implica que e xista una intencionalidad
Los problemas de la criminologia
discriminadora en la judicatura. Si el funcionamiento del
aparato judicial discrimina a los ciudadanos, lo hace obje- Hemos dicho que uno de los primeros postulados del or-
tivamente, fuera de toda intención de hacerlo por parte de denamiento jurídico es el de la igualdad de los ciudadanos
sus agentes. Lo que, dicho sea de paso, es mucho más ante la ley. Si los ciudadanos son, efectivamente, iguales,
grave, normal el postular que al aplicar la ley a la población y
ya que si la discriminación efectiva fuera el resultado de
los delincuentes, la población penalizada tiene
la intención discriminadora de algunos jueces o de todos, penalizar a
la solución del problema sería relativamente sencilla y buro- las mismas características que la población global: que en
crática, pues bastaría con reemplazarlos por otros. Pero se las cárceles se en la población, un
trata de un fenómeno objetivo, de un estricto problema so- encuentra encontramos
30 y 40 años igual qu
22
porcentaje de analfabetos similar, un porcentaje de indivi- cías entre las características de la pobladón
duos con más de un millón de pesetas de ingresos anuales, 'medusa y de la población total
y así siguiendo.
Como mencionamos más arriba, las estadísticas penales
La criminología se ha interesado particularmente en esta
'celen ser incompletas y poco fiables. En el caso de las
cuestión. Hay innumerables estudios sob re las caracterís-
: spañolas, que vamos a considerar por comodidad, sus
ticas de los criminales, a partir de datos estadísticos sob re . .e
la población reclusa. Estos datos son, a menudo, defectos son notorios. Pero sirven para ilustrar los proble-
muy defi- ía se plantea a partir de ellas.
cientes, poco fiables, incompletos. Y las comparaciones in- mas que la criminolog
ternacionales son difíciles, dadas las enormes diferencias en
las categorías empleadas en las clasificaciones, que provie-
nen, entre otras cosas, de las diferencias en las leyes y en La descripción de la criminalidad
los sistemas judiciales. La descripción de la criminalidad consiste en desglosar el
Las conclusiones de los estudios criminológicos son, a que se han contabilizado duran-
conjunto de actos delictivos
veces, ambiguas, porque plantean las cuestiones en términos un año dado y en un país dado, distinguiendo:
de la p
ropensión diferencial al crimen en un sector social
determinado, a) por tipos de delitos,
lo que constituye una cuestión muy diferente
de la que hemos planteado más arriba: b) por tipos de delincuentes.
las diferencias entre
las diferencias de p
ropensión a cometer delitos sean efica- Los actos delictivos que se han contabilizado son aque-
blación del país.
fuentes de los datos son las
Las llos que se han conocido: las
dos cuestiones son muy diferentes porque, simple los tribunales y del sis-
mente, no se puede atribuir a la mayor o menor «propensión «contabilidades » de la policía, de
tema penitenciario.
al crimen» el que encontremos en las cárceles más o menos actos
Tenernos así unas estadísticas de a
individuos de tal o cual característica. Aun admitiendo que las
las diferencias de p
ropensión a cómodos delitos sean efica-
ces, sean el factor que determina quién
está en las cárce-
les, hay que tener en cuenta otros factores, como la propen-
t de los sumarios instruidos, de los casos juzgados,
tencias y de las penas. Lo que no tenemos es el
dido:
delito escon-
un ejemplo típico es el de las estadísticas de violacio-
nes, que dan cifras muy inferiores a la frecuencia real del
sión de los ciudadanos a denunciar, la de la policía a dete- delito porque la mayoría de las víctimas no denuncian a la
ner, la de los tribunales a condenar, dada, ent re
otras cosas, policía el hecho, por vergüenza, temor o desconfianza.
la importancia de contar con buenos abogados... Volvere- es-
mos sob re Veremos después que los criminólo gos han intentado
estos temas, que no mencionamos aquí más que no sólo la denunciada, con
para justificar nuestra elección de examinar primero las timar la criminalidad real, y
diferentes métodos y resultados de valor variable.
diferentes entre la población reclusa y la población
total.
a) La descripción por tipos de delito
Las estadísticas más asequibles son, precisamente, las
que desglosan las denuncias, los sumarios y las condenas
por tipos de delito.
25
24
Dado que el delito
está definido por la ley, las categorías fuerzas arma-
empleadas para agrupar los actos varían con las leyes de - Suprimiendo la personas ocupadas en las
que al depender de la jurisdicción militar los deli-
los diferentes países, lo que plantea
problemas para las
das (ya
comparaciones internacionales tos que puedan cometer no aparecen en las estadisti-
Pero, aun dentro del mismo cas penales civiles), la población activa en 1970 era en
país, el uso de estas es
clones que se e tadísticas es delicado, pues las varia- España de 11.765.000 personas. Con esta base, calculemos
se-
ncuentran en ellas de un año al siguiente no los porcentajes de personas por grupos de ocupación
indican de manera necesaria que haya habido más o gún las categorías empleadas por el Instituto Nacional
menos
actos criminales de un tipo dado, sino que la policía y
jueces h an los de Estadística.
prestado mayor atención y mayor esfuerzo a la
represión de un tipo dado de comportamiento.
POBLACIÓN ACTIVA, POR PROFESIONES (19'70)
b) La descripción de las
características del delincuente Núm. en miles Porcentajes

Las estadísticas oficiales españolas desglosan los conde-


nados y los reclusos por: Profesionales, técnicos y asi-
646,6 5,4959
milados
—edad, Administradores, gerentes y di-
103,3 0,8780
— sexo, rectores
4,8 8,3706
— estado civil, Empleados de oficina
974,5 8,2830
— ocupación, Vendedores
— nivel de instrucción. Agricultores, cazadores y fo-
2.916,5 24,7890
restales
84,1 0,7148
Examinaremos primero la relación existente entre la Mineros y canteros
tribución de la p dis- 617,4 5,2477
oblación activa española por Transportes y comunicaciones
y profesiones
los condenados por los tribunales españoles, Artesanos y trabajadores en
también por profesiones. desglosados 4.151,8 35,2890
los procesos de producción
Veremos así cuáles son las categorías Servicios, deportes y diver-
yos miembros son c pro fesionales cu- 9,4245
1.108,8
a la que corr ondenados con una frecuencia superior siones
espondería a su número, y los que lo son me- No consta o no está bien es-
nos. De las primeras categorías prof 177,8 1,5112
esionales diremos que pecificada la ocupación
están sobrerrepresentadas ent re
seg los condenados, y de las 100
Total 11.765,0
a laundas, las que tienen condenas con frecuencia inferior
que corr
esponderla al número total de sus miembros, (Fuente: Anuario Estadístico de España. 1976. INE.)
que están subrepresentadas.
Segun el censo del año 1970 de los treinta y cuatro mi- Para examinar las relaciones entre la distribución de la
llones que c
la p omponen la población española, constituyen población global por profesiones y la de los condenados,
oblación activa el 34,98 %, en tanto que la tenemos que expresar esta última en porcentajes, calcula-
inactiva asciende al 65,02 %. p oblación
dos de la misma manera y, obviamente, para el mismo
20
27
año. Para comparar magnitudes comparables, tenemos que En el cuadro siguiente consta la comparación entre la
excluir del total de los co
corno inactivos, ya ndenados los 2.239 clasificados blación distribuida por ocupaciones y los condenados,
que la distribución por resados en tantos por ciento. Datos, año 1970.
refiere a la p profesiones se
oblación activa exclu
población total. T sivamente, y no a la
enernos pues, para 1970, 35.541 co DISTRIBUCIÓN POR PROFESIONES DE LA POBLACIÓN
pertenecientes a la p ndenados ACTIVA Y DE LOS CONDENADOS
oblación activa (con exclusión de la Cociente
categoría
la «fuerzas armadas», que suprimimos también de
dis tribución Población Condenados 96 condenados
de la p 94 % población
categoría entre los oblación activa, por no existir esta
c
narios, ya que p ondenados por los tribunales ordi- profesionales, técnicos 0,70
ertenecen a la jurisdicción mi li 5,4959 3,85
buidos por p y asimilados
tar) distri-
rofesiones comb lo indica el cuadro siguiente: Administradores, geren- 0,61
0,1780 0,54
tes y directores
8,3705 6,37 0,76
Empleados de oficina
CONDENADOS, EN 1970, 8,2830 12,16 1,468
POR PROFESIONES Vendedores
(EXCLUYENDO LOS
«INACTIVOS») Agricultores, cazadores
24 ,8890 8,71 0,351
y forestales
Profesionales, técnicos y
Número Pie Mineros y canteros 0,7148 0,83 1,169
asimilados 1.369
Administradores, gerentes y 3,85 Transportes y comuni- 2,576
direc- 5,2477 13,52
tores caciones
Empleados de oficina 192 0,54 Artesanos y trabajado-
2.264 res en los procesos 1,172
Vendedores 6,37 35,2890 41,36
de producción
4.325 12,16
Agricultores, cazadores y Servicios, deportes y di- 0,601
forestales 3.096 9,4245 5,67
Mineros y canteros 8,71 versiones
Transportes y 295 0,83 No consta o no está
comunicaciones bien especificada la 4,609
Artesanos y tra 4.807 13,52 1,5112 6,96
bajadores en los ocupación
prOCeSos de producción
14.700 41,36
En la tercera columna este cuadro dividimos eA por-
Servicios, deportes y
diversiones 2.017 centaje de condenados pertenecientes a una categoría pr o-
No consta o no está bien especifi- 5,67
fesional dada por el porcentaje en que esta categoría profe-
cada la ocupación te así
2.476 sional contribuye a la población activa. Si el cociente
6,96 que perte-
calculado es menor que uno, esto significa
Total 35.541 necientes a esta categoría profesional son condenados con
100
menor frecuencia que la media, que están subrepresenta-
Los 2.239 condenados per dos. Si es igual a uno, que son condenados con una fre-
tiva c tenecientes a la p obviamente, si este cociente
onstituyen sólo el 5,2464 % del total de oblación inac-
los condena- cuencia igual a la media. Y,
, mientras que son el 65 % es mayor que uno, que los miembros de la categoría pr o-
de la p
Esparia. Este grupo está compuesto oblación total de fesional son condenados con una frecuencia superior a la
esen cialmente por
ancianos, mujeres y niños. media, que están sobrerrepresenta dos , y tanto más cuanto
28 este cociente sea mayor. Vemos que hay categorías sub-
29

rep
resentadas y categorías sobrerrepresentadas. consideramos el total de condenados en 19'70, las
el cociente de porcentajes, vemos que están Utilizando
re ellas sólo 2239 que pertenecen
das en la población c
ondenada los
sub representa- 57,760 personas, hay entlo que representa el 5,93 % del total
a la población inactiva,
—profesionales, técnicos y asimilados, condenados. La población inactiva constituye el
de los
—administradores, gerentes y 85,42 % de la población total de España el mismo año...
directores,
—empleados de oficina, Esta enorme diferencia se explica, ante todo, por la edad
—agricultores, c
azadores y forestales, sexo de los condenados. Los menores de 16 años no
y el condenados
—servicios, deportes y diversiones; en España por los tribunales ordinarios.
son
y sobrerrepresentados
los Constituyen más del 30 % de la población total. Veremos
de 16 a 25 años están sobrerre-
después cómo los jóvenes
— vendedores, presentados ent re los condenados, asi como los varones.
— mineros y canteros, Dado que, dejando de lado los menores de 16 años, la
—tr feminidad
ansportes y comunicaciones, población inactiva es esencialmente femenina, la re
— artesanos y explica la subrepresentación de la población inactiva ent
trabajadores en los
ducción, procesos de
pro-
los condenados, ya que, mientras que en la población total
— sin clasificar. en el total de los condenados hag'
hay 51,11 % de mujeres,
Con la importante sólo 4,60 % de mujeres.
dores y fo excepción de los «ag Los retirados y jubilados, así como los rentistas, que
ricultores, caza-
restales», que aun siendo trabajadores directos
están subrepr según el censo forman parte de la población inactiva, por
esentados, lo que se e
número de ent re ellos que xplicaría por el elevado su edad o por sus ingresos, justifican el resto de la dife-
aparceros, y son pequeños propietarios
en la medida en la que la o rencia.
«o cupación» es un Las estadísticas penales desglosan los condenados por
indice de la clase social, parece obvio que los
esclavizados tra bajadores
de la industria, minería y tr nivel de instrucción como sigue:
grupos ocup acionales, con los ansportes son los
oar), más penalizados y v
endedores (y los sin clasifi-
el 41,36 % del total de condenados.obreros solos representan
que los DISTRIBUCIÓN POR NIVEL DE INSTRUCCIÓN DE LOS CONDENADOS

Sumando los po Condenados 4^


rcentajes de los sobrerrepresentados,
1.029 2,72
Sin instrucción
28.152 74,51
GRUPOS SOBRERREPRESENTADOS Primaria
5.863 15,51
Media
% % Acumulativo Superior
665

1,76
Artesanos y trabajadores 1,20
Transpones y comunicaciones 41,36 41,36 No consta
455

Vendedores 13',52 54,88
Dado que sólo el 1 % de la población española tiene títu-
12,16 67,04
Mineros y canteros
0,83 los superiores y que el 82,9 % no tiene ni «título ni estudios
67,87
vemos que constituyen especiales» (lo que viene a ser «educación primaria»), los
mientras que sólo el 67,87 % del total de c
ondenados, condenados representan bastante bien la población en lo
son el 49,51 % de la p que a nivel de instrucción se refiere.
oblación activa.
30
31
No disp
onemos de las mismas .estadísticas para los pena- 'tes y reincidentes. Lo que quiere decir que el 20,45 %
dos reclusos. Se puede sospechar que las
variarían : prop orciones los condenados en ese año hablan sido condenados ante-
(de una
;:, yzmente. En el mismo año, de los 8.203 penados
DISTRIBUCIÓN DEL P ..1 roblación reclusa de 13.890 personas, compuesto, además
que había
LA P ORCENTAJE DE LOS CONDENADOS, SEGÚN 'de los penados por procesados y detenidos)
OBLACIÓN Y EL ESTADO CIVIL
(1970) • el 31 de diciembre en las cárceles españolas, Inds de la
Dotad eran reincidentes, reiterantes y multirreincidentes.
Solteros % Condenados% Población
Casados 55,09 49,86 Número
Viudos 3.446 42,01
` 43,97 Primarios
1,08 2.458 29,96
No consta 5,93 Reincidentes
0,76 861 10,50
Separados legalmente Reiterantes 17,53
Y divorciados –.. 1.438
Vemos que hay una 2,4 Muitirreincidentes
gran sobrerrep 8.203 100
teros ya que el 49,86 % resentación de los sol- Total
comprende los menores de 16
que son años
más del 30 %, y una marca de Y no sólo el 40 % eran reincidentes y reiterantes, sino
de los viudos, que se explica subrep resentación
ese ncialmente por la que el 17,53 % eran multirreincidentes, habían cometido
Si consideramos los edad.
encarcelados (p enados delitos después de cumplir dos o más condenas...
mismo año veremos que hay reclusos) del
Observamos, además, que el porcentaje de reincidentes
por los tribunales (20,45 %)
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN RECLUSA y reiterantes en los condenados
porcentaje de las mismas categorías en los
POR ESTADO CIVIL (1970) es inferior al
reclusos (57,99 %). Esto indicaría que si la con-
Solteros penados
5.206 dena en general no evita la repetición del comportamiento
Casados y viudos delictivo, la condena de prisión lo evita menos todavía.
2.997
Podría incluso pensarse que lo genera.
Total 8.203 Estos porcentajes son sensiblemente similares de año
lo que representa 63,46 % de
solteros,
el de la población, y mucho mayor porcentaje mayor que en año, de país en pals. No es un caso aislado el que
si tenemos en cuenta describen estas estadísticas españolas de 1970 que emplea-
cque el 49,86 % de casados se calcula sobre un total
omprende un que
mos como ilustración práctica de una problemática. Vere-
30 % de menores de 14 años. mos después las diferentes tesis que intentan explicar el
fenómeno, así como algunos de los «remedios» que se inten-
Reincidencia y reiteración tan aplicar. Por el momento, esta vez, contentémonos con
comprobar los hechos que estos datos representan.
En las estadísticas españolas, como en
casi todas las
del mundo, se distingue, entre los condenados de cada año,
a aquellos que han reincidido Condenados y reclusos por delito
reiterado en la delincuencia, que han
de
un comportamiento criminal. Como vemos en el cuadro siguiente, la granmayoría
^
En el año 1970, de los 37.780 o
cias Provinciales y Juzgados decondenados por las Audien- los condenados y de los reclusos lo son por
Instrucción, 7.728 eran rei-
32 la propiedad:
33
RECLUSOS PENADOS
(31-XII-1970) CLAS a cada tipo de delito,
IFICADOS POR DELrrüs e. ta las penas que corresponden
Delitos cometidos los tribunales de menores se deja al criterio del juez
formado»
Contra la seg
uridad del Estado
Ntunero ss tipo de comportamiento tiene que ser « re
Por falsedad 366 es necesario para ello.
4,46 'cuánto tiempo de «reforma »
Contra la admi 145 1,77 La justificación de esta manera de proceder con los
nistración de la Justicia
Contra la salud pública e 44 0,54 ores se funda en una serie de ficciones que conviene
inhu maciones
Juegos ilícitos 233 2,84 ificar aquí. La primera de ellas es que los menores,
, no pueden cometer
Por los funcionarios públicas mo son considerados irresponsable s
Contra las personas ser condenados, por
27 0,33 tos y, por lo tanto tampoco puede n
Contra la honestidad 812 9,90 que no hace falta una ley que especifique delitos y con-
Contra el honor y el estado civil 663 8,08 denas. Pero los menores pueden ser llevados ante un tri-
Contra la libertad 54 0,66 bunal que complemente o sustituya la tutela familiar cuando
Contra la propiedad 63 0,77 ésta no exista, o existiendo, no sea capaz de generar en el
Imprudencias punibles 5.289 64,48 menor un comportamiento adecuado. El juez, personaje
Leyes especiales comunes 95 1,16 *tutelar», no condena, sino que «reforma» el comporta-
Bandidaje y terrorismo 237 2,89 miento del menor, lo que, dicho sea de paso, es lo mismo
Del código 100 que dicen venir haciendo los tribunales ordinarios y las
de Justicia Militar 1,22
75 0,91 cárceles modernas: «rehabilitar».
Total Lo malo es que, no pudiendo teóricamente ser conde-
8.203 100 los menores no
nados, y no siendo oficialmente acusados,
Dada la enorme variedad de los actos la ayuda de un abogado... Y esto es
estas rúbricas, es difícil cl pueden defenderse con
sentido, excep interpretar y a p asificados bajo tanto peor cuanto los motivos por los que un juez puede
tuando, claro está, reciar su exacto
piedad, más atacada que las los delitos contra la pr decidir que un menor tiene que ser internado en una
p ersonas (9,90 %), que la o- institución reformadora son aleatorios, pues dependen
h
onestidad (8,08 %) y que la seguridad del Estado (4,46 %). esencialmente del juicio moral de éste.
e cono-
No hay que insistir sobre un hecho sobradament
carcela-
Deli ncuencia juvenil cido : que los «reformatorios» son instituciones
que el internamiento tiene todas las características
La descripción del rias, al, más dura a veces que la de la
sería incompleta si
func
ionamiento del sistema judicial de una condena re
cárcel para los adultos: suprime la libertad, excluye al in-
no consideramos aquí los Tribunales ternado de la sociedad normal. Y, sobre todo, crea las
Tutelares de Menores, que así se llaman en Espafia
jurisdicciones esp las condiciones para transformarse en un delincuente, haciendo
eciales para los j
tienen dos facultades, la óvenes. Estos tribunales que se identifique con un grupo excluido en el que, obvia-
p
lo de «T utelares»-- y la rotectora de los menores —de ahí mente, se desarrolla una concepción del mundo y
una es
refo rmadora. Esta segunda «facul-
tad» es el equivalente j -trucadelpsoniytrzauoldein-
a las cárceles cor uvenil de lo penal para los adultos: criticado
responden los «reformatorios». cuente.
los Lo reformatorios
Og
Existe, sin embargo, una diferencia escuelas de delin-
los rinog, os ,pues
P
en que, mientras que a Ios adultos se esencial, que consiste cuencia.
que tipifica qué comportamientos les aplica una ley, Las Naciones Unidas han organizado recientemente un
constituyen delito, y Congreso mundial sobre el tema de los tribunales de mena
34 que
35
res y de las leyes que los rigen, así como de la forma orden social. Por eso, dentro del pensamiento sociológico,
se ha ido constituyendo un cuerpo de investigaciones que se
concreta en que funcionan. En este Congreso se llegó a la ha esforzado en entender y explicar esas diferencias: la
conclusión, publicada oficialmente, de que en algunos paises
como, por ejemplo, ciertos estados de los EE. UU., se tipifi- criminología.
can como causas de reforma, como comportamientos «delic- Las investigaciones criminológicas han tornado las con-
tivos», muchas de las pautas de comportamiento propias de clusiones que se sacan de las estadísticas judicialesditas
la adolescencia. Con esto, todo adolescente que comparece diferentes países como un problema que hay que duda.
ón
ante un tribunal de menores, por no comportarse como un más que como hechos cuya significaci rdo métodos que
adulto, es considerado como un criminal en potencia y d
Por eso la criminología os diferentes.
tratado como tal: se le envía a un reformatorio en el que intentan iluminar los fenómenos bajo ángul
acaba siendo lo que se teme que llegue a ser. Como en tantos campos de investigación, en alcanzar
el de la
para
Para darnos una idea de la actividad de los tribunales criminología existen grandes dificultades mo
de menores, en su facultad reformadora, veamos algunas una correcta definición de su objeto y métodos.
cifras sobre su actividad en España en 1970: veremos después, todas estas dificultades se condensan en
la adecuada definición del concepto de delito.investigaciones
Expedientes considerados 16.914 Evidentemente, para buena parte de
Expedientes fallados 16264 criminológicas, existe un postulado implícito incu stioma
Internamientos q
ble: la delincuencia es una enfermeda
1.322 p ue no
sociológico,
Breves internamientos 1.171 social. Y, siéndolo, es ya un en cuanto a su pertinencia
Libertad vigilada necesita justificación alguna
1.018
como objeto de investigación. de un cierto
Estas cifras son relativamente bajas comparadas con lema socio ógico, típica
problema social y problem
que algunos han clasificado como empirista s
las de muchos otros paises (Estados Unidos, por ejemplo). para
Pero, en absoluto despreciables. es má que cuestionable. Al menos,qUe má
que han observado que el «problema delincuencia e
nada, un problema moral, ya si bien requiere una
un fenómeno sociológico normal, que
explicación, no tiene que ser resuelto porque no es sola-
III. PROBLEMAS Y METODOS
mente «enfermedad», porque contribuye positivamente a la
DE LA CRIMINOLOGIA vidaSin
social.
adentramos en un examen crítico del objetoconten-
de la
objetiva, nos
A partir de las estadísticas judiciales españolas, en el criminología, ni de su función social de sus pr o-
capitulo precedente hemos comprobado que, a pesar de la taremos por el momento con una descripción
postulada igualdad de los ciudadanos ante la ley, existen blemas y métodos, lo que viene a ser una definición por
importantes diferencias en la frecuencia de las condenas extensión de su objeto.
y penas impuestas a individuos de diferentes categorías Evidentemente, el proceder de esta manera conlleva bas-
ellas es
sociales. Esta comprobación es, desde varios puntos de tantes limitaciones. La más importante de ent re
vista, inconfortable, molesta para el mantenimiento del qüe, provisionalmente, excluimos de nuestra descripción
orden jurídico y dificulta una adecuada justificación del aquellos textos en los que se plantea una reflexión critica
36
sobre el concepto mismo de crimen o de delito. Nos con.. goria social dada más alta que en la población global, esto
formamos con considerar como delito aquello que los tri- puede tener solamente dos causas:
bunales y la policía consideran como tal, sin preocuparnos
de las relaciones entre el modo de definir lo delictivo y los 1. Que esa categoría social tenga más propensión al
procedimientos para penalizarlo, ni de la determinación de crimen que las otras categorías sociales.
lo delictivo por la estructura social en general, ni... de tan- 2. Que el sistema policiaco-jurídico-penitenc iario discri-
tos otros aspectos de esta realidad compleja que queremos mine entre las categorías.
aquí esbozar.
Suprimimos, con esta manera de proceder, todo aspecto Existe, claro está, una tercera posibilidad: que en una
sociedad dada se definan como delito las formas de com-
crítico a la actividad del criminólogo. Esta actividad crí-
portamiento especificas de una categoría social dada. Pero
tica existe, aunque en pequeña proporción, dentro de la
esta tercera posibilidad, al examinarla, nos saca fuera de
criminología. Pero, aunque la crítica de la criminología sea
los límites de la criminología académica, llevándonos al de
hecha por criminólogos, no es, desde nuestro punto de
la sociología politica...
vista, una actividad propiamente criminológica. Es, más Dado que lo que se comprueba efectivamente es que
bien, anticriminológica, pues, como veremos en los próxi- hay categorías sociales sobrerrepresentadas en las cárceles,
mos capítulos, la crítica, al mostrar cómo se formulan los buena parte de las investigaciones criminológicas ha con-
problemas, los disuelve y sustituye por otros y con ello sistido, esencialmente, en explorar la primera de las alter-
suprime toda legitimidad científica a los planteamientos nativas de explicación: la de que existen diferencias de
criminológicos. propensión al crimen en las diferentes categorías sociales.
Como mencionábamos en el capítulo anterior, la crimi- ¿Pero cómo se investigan las diferencias de «propensión»
nología intenta encontrar explicaciones a las diferencias al crimen?
observadas en el número de personas penalizadas de cada El problema es bastante más complejo de lo que pueda
categoría social. Las diferencias más importantes se en- parecer a primera vista, dado que, además, su solución
cuentran cuando efectuamos comparaciones está ligada a la exploración de la segunda alternativa,
a saber, que el aparato policíaco, jurídico y penitencia-
1. por sexo, rio discrimine entre las categorías sociales. El primer pr o-
2. por edad, blema aparece en cuanto que nos planteamos la cuestión
3. por clase social, de la medida de la propensión de forma empírica. En efecto,
4. para medir la propensión al crimen, tendríamos que poder
por raza (en países con varias razas, como los medir la criminalidad no penalizada, para poder así com-
EE.UU.).
parar el porcentaje de crímenes no penalizados en las dife-
rentes categorías sociales con el porcentaje de crímenes
Antes de efectuar las comparaciones y de presentar los
penalizados.
métodos y los resultados de las investigaciones criminoló- Dejaremos de lado por el momento la cuestión de si
gicas sobre estas cuestiones, vamos a plantear las alter-
tiene sentido hablar de «crimen no penalizado», conten-
nativas de explicación a las que las investigaciones empí- P# tándonos con llamar así a aquellos actos que, si la policía
ricas tienen que facilitar una respuesta.
y los tribunales no discriminaran, al descubrir y condenar
El problema se formula de la manera siguiente:
si en la a los autores, hubieran sido penalizados. Con esta defi-
población reclusa encontramos una proporción de una cate- nición no evitamos ninguno de los problemas teóricos y
38 39
metodológicos que analizaremos en el próximo capitulo, dios permiten comprender la amplitud de ciertos tipos de
pero es suficiente para avanzar en la descripción de las violencias en la vida cotidiana.
principales investigaciones criminológicas.
La medida de la criminalidad no penalizada, del crimen
b) Encuestas sobre actos criminales a partir de los autores
escondido, ha constituido, pues, un problema esencial para
Existen diversas variantes de esta técnica, desde los
el pensamiento metodológico en criminología. Se ha inten-
tado estimar: cuestionarios autoadmimstrados y confidenciales que se
distribuyen a una muestra extraída de la población objeto
1. La amplitud del fenómeno delictivo, teniendo en de estudio, hasta entrevistas en profundidad, dando las
cuenta los crímenes escondidos. necesarias garantías de confidencialidad. Las preguntas
2. Identificar los delitos no penalizados. consisten, esencialmente, en una exploración de los actos
3. Medir la criminalidad o propensión al crimen de criminales que un sujeto haya podido cometer y no hayan
cada categoría social. sido denunciados ni castigados.
Estas técnicas se h an empleado en los Estados Unidos
Para efectuar estas estimaciones, la criminología ha para estimar la delincuencia juvenil en diferentes catego-
recurrido esencialmente a las técnicas siguientes:
rías de adolescentes. Con ellas se ha llegado a la conclusión
de que los adolescentes de clases desfavorecidas tienen una
a) Encuestas por muestreo para determinar los delitos mayor propensión al crimen que los de clases acomodadas,
mediante las víctimas lo que ha servido para tranquilizar a aquellos que estaban
Esta técnica consiste, esencialmente, en encuestar a una preocupados por la mayor frecuencia de las condenas a los
muestra representativa de la población del país, pregun- jóvenes pobres...
tando a los entrevistados de qué delitos izan sido víctimas Diremos de estas técnicas lo que hemos dicho de las
en el curso del año, cuántos y cuáles de esos delitos denun- anteriores: no es normal que el papel de juez sea asumido
ciaron, por qué no denunciaron otros, etcétera. por el criminal... Y añadiremos que, dado que «robar una
Los resultados de estos estudios llegan a la conclusión fruta» es un delito en este tipo de encuestas, es bas-
de que los delitos denunciados constituyen sólo una peque- tante normal que los pobres «roben una fruta».
fia parte de los delitos realmente cometidos, que la gente El uso de estas técnicas va asociado con el objetivo de
no denuncia a la policía el haber sido víctimas de un comparar la «criminalidad» de distintos individuos y gru-
delito por miedo o vergüenza (violaciones, por ejemplo), pos. Dado que los delitos no son del mismo tipo, no se
por falta de confianza en la eficacia de la denuncia, y por pueden comparar directamente, por lo que hay que conten-
otras razones que van desde la solidaridad con el delin- tarse con comparar unos índices que asocian a cada delito
cuente y el odio a la policía hasta razones psicoanalíticas. una ponderación según la gravedad del mismo. Sumando
No cabe la menor duda de que es cierto que existan el número de delitos de cada tipo multiplicados por el
numerosos actos que calificamos como criminales que no coeficiente de gravedad, se llega a un número indice que
son denunciados aunque, efectivamente, se produzcan. se puede comparar. Lo s índices más empleados son el F y
Pero la dificultad de tomar en serio los resultados de esta el S, que pondera la gravedad de cada delito a partir de
técnica consiste en que la víctima es el juez que determina la estimación que de ella hacen jueces, policías, estudian-
si ha habido o no delito, y que nada en el cuestionario ni tes, etcétera.
en la técnica nos permite controlar las motivaciones de Es obvio que la estimación de la gravedad no es la
las respuestas afirmativas. Con todo y con eso, estos esto misma en diferentes grupos sociales: el uso, por ejemplo,
40 41
del indice S, conlleva una estimación de la gravedad de conducta delincuente y, al sa li r de ella, no encontrando tra-
bajo y habiendo aprendido los «trucos» del oficio, acaba
los delitos propia para determinados grupos sociales. Pero un ladrón, acaba interiorizando
esto no es de sorprender: veremos después que las leyes convenciéndose de que es
el mismo papel social que le ha sido asignado por la eti-
son también él producto de una parte de la población,
y que expresan los valores e intereses de la misma. queta.
Quizá este «ladrón» era, simplemente, un hombre que,
Los resultados de los estudios realizados por medio de
una vez, robó, por necesidad o por debilidad y que, de no
encuestas y entrevistas confidenciales, en las que se pre-
haber sido descubierto, hubiera continuado siendo un «hom-
gunta qué delitos se han cometido y se ponderan las grave- normal». Hay muchos más crímenes que los cometidos
dades para efectuar comparaciones ent re grupos, se pue- bre
por los criminales, que los denunciados a la policía, que los
den resumir diciendo que «existe más criminalidad escon-
contabilizados en las estadísticas oficiales. Crímenes come-
dida entre los varones de los grupos sociales de status tidos por hombres normales, de los que nunca se sabe nada.
bajo». Dejaremos para después la interpretación y la crítica sólo el azar
de esos resultados. Por eso tendremos que preguntarnos si ha sido
lo que ha transformado en criminal al que cometió un
c) La observación (participante o no) y el estudio de expe- crimen...
Obviamente, las investigaciones criminológicas han de-
dientes de «agencias sociales» mostrado que no es sólo el azar el que produ ce
la figura
Los métodos de observación directa, participante o no, del criminal.
La probabilidad de que el hecho de cometer
o indirecta, consistente en la lectura de informes de asis- un mismo delito por parte de jóvenes de clase social dife-
tentes sociales, psicólogos y funcionarios de agencias diver- rente lleve a la condena y a la cárcel esel ariasvveces mayo
alta. r
sas llevan a la criminología preocupaciones nuevas, no
para el joven de clase baja que para de
tanto porque aportan a los problemas tratados con las es debido tanto a la mayor tolerancia de la víctima con los
técnicas anteriores nuevas soluciones, sino porque centran hijos de familias de clase alta como a la benevolencia de la
su atención sob re una distinción social: la del acto crimi- policía y a la calidad de los abogados defensores...
nal y la conducta criminal. Estos hechos no sólo son verdad respecto a los delitos
En efecto, t an pronto como se observan los medios so- juveniles: también se encuentran entre los adultos.
Por esto, es corriente distinguir entre acto criminal
y
ciales en los que aparece con frecuencia la figura del delin-
reservando la primera expresión para
cuente, es inevitable comprobar que no es el «acto crimi- conducta criminal,
nal» lo que caracteriza al delincuente, sino un complejo me- el hecho aislado y la segunda para una forma de vida, una
canismo en el que l as respuestas sociales diferenciales a personalidad y la pertenencia a un grupo social definitorio.
actos dados generan personalidades, afiliaciones y pautas Esta distinción es tanto más impo rt
ante cuanto que se ha
probado que la conducta criminal
de conducta. está ligada con el hecho
de haber sido socialmente definido como delincuente por
inte-
los tribunales. Esto lleva al condenado a no poderse
El «crimen» hace criminales no encontrar trabajo, a ser
grar en el mundo «normal», a
Cuando un hombre, un adoles cente, que ha cometido rechazado por todos los que no han sido condenados alguna
vez. Acaba así identificándose con los delincuentes, adop-
un robo, es descubierto, denunciado, juzgado y condenado a
unos años de cárcel, se transforma en un ladrón. O mejor tando sus formas de vida y sus pautas de conducta. La
dicho : él aparato jurídico le etiqueta como ladrón, como teoría del etiquetamiento se funda en estos hechos. Volve-
delincuente. La cárcel le ayuda a interiorizar las pautas de remos a hablar de ella.
42
42
Otras diferencias Delincuencia juvenil
Mientras que el crimen de los adultos tiene una defini-
Como hemos dicho más arriba, la mayoría die las inves- delicuencia juve-
tigaciones criminológicas h an encontrado más propensión ción social y legal relativamente clara, la
nil carece de contornas precisos y algunas de sus definido-
al crimen entre los varones de clases inferiores que ent re
nes llegan a ser sorprendentes. El lector latino de ciertos
los de las superiores. Pero también más ent re los solteros la delincuencia juvenil se
que entre los casados, más ent re los hombres que entre las estudios norteamerican os sob re
quedaría a menudo atónito frente a los actos considerados
mujeres, más entre los hombres de color que entre los
hombres blancos, en aquellas sociedades en las que coexis- delictivos por los estudiosos, la policía y los jueces ameri-
ten dos o más razas. canos. En algunos cuestionarios empleados en estudios céle-
Sin duda, no ser blanco en una sociedad en la que do- bres encontramos delitos como:
minan los blancos económica y políticamente implica, tam-
bién, pertenecer a una clase social inferior: en los Estados —Hacer cosas que mis padres me dijeron que no hiciera.
Unidos, los negros están por debajo del subproletariado Robos menores (actos como robar un fruto, un lápiz,
blanco, como también lo están los portorriqueños. Se pueden rojo de labios, cigarrillos, tebeos, menos de un dólar,
asimilar las diferencias raciales a las diferencias de clase. etcétera.)
familia, superior o mis
La menor criminalidad en los jóvenes y en las mujeres, —Contar una mentira a mi
unida a la mayor criminalidad de los miembros de las cla- amigos.
ses inferiores ha llevado a la elaboración de una teoría so- Usar palabrotas, diciéndolas bajito en la escuela, igle-
ciológica del comportamiento criminal que explica estas sia o en la calle de tal manera que se puedan oír.
diferencias en los términos siguientes: en toda sociedad se —Enseñar o dar a alguien una foto obscena, un cuento
propone a los individuos objetivos o metas id4nticos, como obsceno o algo así.
el enriquecerse y el vivir confortablemente, con lujo y ele- --Estar fuera de casa por la noche después del momento
gancia. Pero dando a todos los individuos los mismos fines, en que se esperaba que volviera.
no se les suministran los mismos medios legítimos para al-
canzar esos fines, lo que provoca una búsqueda de medios También hay actos más graves, como entrar en una casa
fuera de la legalidad, que es tanto más frecuente cuanto la sin permiso, o decir a alguien que se le va a pegar si no
disponibilidad de medios legales es menor y cuanto la pro- hace lo que se le dice, llevar una navaja o una pistola para
pensión a alcanzar los fines es mayor. Por eso son los va- si se
usarla contra otros. Y preguntas tan curiosas como
rones de las clases inferiores, con más propensión que las de matarle...
lia atacado a alguien con la idea
mujeres por alcanzar los fines institucionales (ya que éstas Con cuestionarios comoéste, entregados a adolescentes
los obtienen a través del matrimonio), los que más frecuen- an sacado conclusio-
se ha «medido» la criminali dad, y se h
temente emplean medios ilegales para lograr los objetivos nes respecto a las relaciones entre ésta y la clase social, la
que el sistema social impone como realización de los valores
auténticos. edad, la raza y el sexo. a
En casi todos los países, los jóvenes están sometidos
Esta teoría del comportamiento criminal se llama teoría
jurisdicciones especiales, a tribunales tutelares de menores.
de la anomie y el más representativo de los sociólogos que
Teóricamente, el hecho de ser menor hace que un joven
la han definido es T. K. Merton. En el capítulo siguiente no pudiendo
volveremos a hablar de ella, indicando cuáles son las prin- no pueda ser etiquetado coma delincuente,
cipales críticas que se le han dirigido. cometer delitos. Tampoco puede
45
44
En la práctica estos tribunales de menores funcionan Un informe de las Naciones Unidas advierte que los crite-
como los de mayores, pero con menos garantías para el rios empleados en algunos paises para definir un comporta-
individuo, pues no hay abogados defensores y los jueces miento delincuente en los adolescentes coinciden con las
pueden enviar a los acusados a instituciones que aunque peculiaridades del comportamiento juvenil: el delito de
formalmente no sean penitenciarias, sino de los jóvenes consistiría, a menudo, en comportarse como ta-
reforma (Re-
formatorios), en la práctica comparten con las cárceles to- les, y no actuar como los adultos lo hacen...
das las características definitorias de éstas, desde la priva- La criminología se ha interesado también por las insti-
ción de libertad hasta el ser escuelas de criminalidad en tuciones penitenciarias, comprobando que las penas son
donde el joven se identifica con grupos internados, aprende muy poco disuasorias, ya que en las cárceles la proporción
prácticas delictivas y asume un rol marginado. de reincidentes es muy elevada.
Hay que añadir a esto que, en los tribunales de menores, Por eso, al ver que la cárcel misma es una escuela de
las razones por las que un joven es enviado a un reforma- criminalidad, uno de los elementos que hacen que el indi-
torio están explicadas mucho menos claramente que en viduo asuma el rol de criminal y se identifique como tal,
el caso de los delitos tipificados por la ley. Sucede con ha surgido la idea de la institución penitenciaria como
aterradora frecuencia que se empleen criterios morales e rehabilitadora. Se pretende con ello que la cárcel sirva
incluso de simples buenas costumbres para justificar lo que, menos para castigar que para reformar al individuo, facili-
de hecho, constituye una penalización. tando su inserción en la sociedad normal mediante una
El interés de los criminólogos por la delincuencia juve- reeducación.
nil proviene de que este tipo de delincuencia aumenta, rela- En muchos países, la reforma penitenciaria ha llevado
tivamente, más de prisa que la de los adultos. Pero hay a hacer cárceles más confortables, pero la privación de
que preguntarse si lo que aumenta no es la intolerancia y la libertad, el medio cerrado que aísla al individuo de los
estrechez de miras de los adultos, la rigidez del aparato demás, y, particularmente, de los de sexo contrario, hace
judicial, la eficacia de la policía, la represión en suma. de las cárceles lo que son: cárceles. Algunas excepciones,
Pero no es ésta la única razón del interés por la delin- particularmente suecas y norteamericanas, han obtenido
cuencia juvenil. La otra razón es que las teorías dominantes resultados positivos, permitiendo a los penados el mante-
de la criminalidad adulta explican ésta como el resultado ner una vida sexual normal y los contactos con el exterior,
de un proceso que se inicia en la adolescencia. con el trabajo, con la familia. Pero son casos aislados.
Este proceso, que hemos mencionado ya en páginas pre- El paso por la cárcel continúa siendo uno de los ele-
cedentes, es el que transforma a una persona que ha come- mentos que transforman a un individuo que ha cometido
tido un delito en un delincuente habitual. Si la propensión un delito en un criminal habitual: el que sale de la cárcel
al crimen de los adolescentes de las clases sociales más vuelve a ella.
bajas es ligeramente superior de los de clases altas, este
hecho, por sí solo, no basta para explicar las diferencias
observadas en la criminalidad adulta. Para explicarla, hay Conclusión del capitulo
que tener en cuenta un hecho ya mencionado: que los jóve- Este tipo de pensamiento —el criminológico— se caracte-
nes de clases bajas son penalizados, por el mismo delito, riza por su insistencia en buscar las determinaciones del
con mucha mayor frecuencia que los de clases elevadas. comportamiento criminal, aceptando sin demasiada critica
Hasta diez veces más... las definiciones que el aparato judicial da de lo que cons-
46 47
tituye un delito y preocupándose ante todo en comprender
Lo esencial, por el momento, es que sepamos de qué (*)
por qué es uno y no otro el que comete un crimen...
estamos hablando cuando, sin preocuparnos demasiado por
No cabe duda de que esta pregunta es importante. Pero el sentido de las palabras empleadas, hemos someramente
la sospecha de que esté subordinada a otra pregunta pre- descrito un ejemplo de ese sector de la realidad social que
via no es exceso de malevolencia. Pudiera ser que, al definir los usos y costumbres de la misma sociedad nos hacen
el delito de una forma específica, estemos definiendo tam- llamar «delincuencia».
bién quién va a ser el delincuente... Ex
ploraremos esta hipó- Hemos visto, en capítulos anteriores, algunos hechos
tesis.
que constituyen el punto de partida de la reflexión de los
Fuera de la criminología, en el campo de la sociología, criminólogos, así como los problemas fundamentales que
se la criminología plantea. Pero, voluntariamente, hamos
han planteado preguntas respecto a la delincuencia en
un contexto más amplio y con otras p dejado de lado la cuestión esencial: ¿en qué consiste el
erspectivas. El pró-
ximo capítulo está dedicado a examinarlas. delito? ¿Qué es el delito, cómo se define, quién lo define?
La definición más comúnmente aceptada del delito es
la que, aceptando el postulado jurídico del nullum crime
sine lege (no hay delito sin ley) y haciendo de la ley la
expresión del consenso, considera la conducta delictiva
IV. CRI MINOLOGIA Y SOCIOLOGIA como un caso particular de la categoría mucho más amplia
de la conducta desviada.
El engaño burgués, que consiste en erigir
Por el momento tenemos que centrar nuestra atención
como principios universales sus intereses
clase: en una evidencia: para que exista una conducta desviada,
ninguna moral universal es p osible, de
do las condiciones concretas en que viven cuan-
los
para saber de qué hablamos cuando empleamos la expre-
individuos no son homogéneas. sión desviación, tenemos que saber también en qué consis-
te la conducta no desviada, la conducta «normal». Parece
SIMONE DE BEAUVOIR
ser que la noción de «normalidad» no presenta mayores
Como los d dificultades para —repitámoslo una vez más— una cierta
emonólogos en el pasado, los c r
hoy son expertos iminólogos sociología. Para otros, como nosotros, la noción de «norma
en causas y motivos, en leyes y culpas
Y como ellos, sus lidad» presenta más dificultades de las que resuelve...
libros se venden bien y «la
sociedad»
espera de ellos respuestas a lo que ella
misma —y no la Admitamos, sin embargo, que exista una conducta nor-
ciencia— define como problema... mal y que la concepción que de ella tenemos sea lo bas-
El p tante clara como para que podamos distinguir sin demasia-
ensamiento científico ha tenido siempre la molesta
particularidad de resolver únicamente das ambigüedades las conductas normales de las desvia-
los problemas que das. Nos queda aún por determinar en qué consiste la con-
él mismo formula y plantea. El desarrollo de la ciencia se
ha hecho contra las f ducta normal, cómo identificamos lo normal.
ormulaciones del «sentido común»
o del «buen sentido», y no como p Obviamente, lo «normal» es aquello que concuerda con
rolongación o perfeccio- las normas. Por eso tenemos que examinar, someramente,
namiento de ellas. Que luego las formulaciones, p
lanteamien- la vieja cuestión de la naturaleza y el origen de las normas.
tos y soluciones del discurso científico y los objetos teóri-
cos así construidos, se hayan
transformado en objetos téc-
nicos y utilitarios, es (•) Un filósofo y poeta español, que, voluntariamente no citamos
otro y no el mismo problema... —lo que no es más que guiño de complicidad con los adictos a su
48 prosa—, nos hace notar que hablar de un concepto es hablar contra él...
49
Las normas y los grupos homogéneos adaptación al entorno que éstos representan. Hace pocos
años que el relativismo cultural forma parte del acerbo de
Los hombres no existen más que en grupos y su nuestra cultura: empezó a imponerse cuando la burguesía
experiencia común es siempre y al mismo tiempo, una expe- tomó el control po litico y cultural de las sociedades euro-
riencia del mundo y de la relación colectiva. con ese mundo.
peas.
De esa interacción nacen normas, que expresan esta expe- Una vez que tenemos normas, podemos definir como
riencia del vivir, del sobrevivir como grupo en un entorno «anormal», «desviado» o «patológico» todo comportamiento
dado: normas técnicas y «relacionales».
que no se ajuste a ellas.
Pero, de la misma manera que el mecanismo de gene- Probadas tanto la universalidad de la existencia de
ración de normas a partir de la experiencia común de los normas en todas las sociedades como la universalidad de la
grupos humanos que viven en un entorno dado es un existencia de la transgresión de esas normas, el primer titu-
fenómeno universal, la transgresión de esas
normas tam- lar de una cátedra de sociología en la Sorbona, Emile»Urk
bién lo es.
heim, se planteó una cuestión esencial: la de la función
Todos los grupos humanos, en mayor o menor grado,
sancionan la transgresión de las normas. L as sanciones van social objetiva del crimen y del castigo.
Lo primero que Durkheim se preguntó es si el crimen
desde la burla a la muerte, pasando por la reclusión. •
Lo propio de las normas sociales es la relatividad res- es normal o es patológico. Al comprobar que en todas las
pecto al grupo que las genera. Esta ha sido la gran lección sociedades se producen transgresiones de las normas por
que la antropología cultural nos ha enseriado: que no exis- ellas definidas y que, además, lo que en un momento dado,
ten normas universales (excepto la prohibición del incesto). y en una sociedad dada, es considerado como transgresión
Por lo tanto, no existen comportamientos que sean univer- más tarde se transforma en norma, o en el mismo momen-
salmente condenados: el infanticidio es un método moral to, en otra sociedad, es una norma, el sociólogo francés
en muchas culturas para mantener un equilibrio entre llegó a la conclusión de que el crimen es un fenómeno
población y recursos. La poliandria —una mujer para varios social normal y no patológico. Afirmó, además, que la con-
hombres, generalmente hermanos— es una práctica exis- ducta desviada, socialmente considerada como criminal,
tente en regiones montañosas (Tibet); los esquimales pres- tiene una importante función dentro de la sociedad: ase-
tan su mujer al viajero y sus ancianos se suicid an , con el gurar el cambio, impedir la petrificación de las normas, de
consentimiento de todos, cuando los dientes usados no les las estructuras sociales, ser germen de un orden social
permiten desgarrar el pescado crudo y helado... nuevo.
Aunque l as normas generadas por los grupos humanos Entonces, si el crimen no es una enfermedad, «el objeto
son relativas al tiempo y al espacio, lo propio de ellas es del castigo no puede ser curarla y su verdadera función
presentarse, en su formulación, como universales y, en su tiene que buscarse en otra parte», escribía Durkheim.
origen, como divinas o naturales (nunca como productos
Para entender el modo de razonar del primer titular de
sociales).
una cátedra de sociología en la Sorbona, tenemos que
El reconocer el origen social de las normas, su relativi- comprender la distinción entre el hecho social objetivo
dad respecto al entorno físico y al tiempo histórico, con- y la forma en la que el mismo hecho aparece en la «con-
lleva import antes modificaciones de la relación que tene-
mos ent re nosotros y con la naturaleza. La más importante ciencia colectiva», en la percepción social. Para Durkheim,
en efecto, cuando en una sociedad dada se califica un
de ellas es reconocer que existen mecanismos o procesos de
cambio de los sistemas normativos y de l as formas de comportamiento dado como comportamiento criminal, esta
51
50
calificación proviene de las concepciones colectivas que como funcionalista que razona de muy distinta manera.
existen en esa sociedad de las normas, pero esta concep- Los grandes nombres de esta otra escuela, la estructuro-
ción no debe ser confundida nunca con la visión socioló- funcionalista, son los de Talcott Parsons y Robert K. Mer-
gica, objetiva, del mismo comportamiento. Porque el soció- ton, aunque las raíces de su forma de analizar la realidad
logo debe considerar los hechos sociales como si de cosas social remonta al gran sociólogo alemán Max Weber.
se tratara, distinguiendo claramente el hecho de que, den- Antes de examinar las concepciones estructuro-funcio-
tro de la moral de una sociedad, se considere un acto nallisstas, resumiremos las del funcionalismo radical de
como criminal, del hecho sociológico, de que tal acto sea Durkheim en una frase: todo lo que existe en una sociedad
o no normal... tiene una función social objetiva, sirve para algo, y esto
aunque los miembros de la sociedad no estén conscientes
Como hemos visto en el capítulo anterior, la criminolo-
gía no se plantea seriamente la cuestión de la función de ello. Incluso el crimen.
En el pensamiento estructuro-funcionalista, por el con-
social del crimen, contentándose con buscar las caracte-
trario, todo lo que tiene una existencia social no tiene una
rísticas de los criminales. Pero si, como lo pretendía Durk-
función social. Existen conductas e instituciones disfuncio-
heim y tantos sociólogos contemporáneos, el carácter, cri- nales respecto al orden social, según afirman Parsons y
minal no es una propiedad intrínseca del acto en sí, sino Merton y, con ellos, la gran mayoría de los sociólogos
una característica que le es exteriormente atribuida por la universitarios. Intentemos entender de dónde viene esta
ley o por la conciencia colectiva de un grupo social, en- diferencia tan profunda respecto a otras teorías socio-
tonces hay que concluir que la investigación criminológi-
lógicas.
ca sobre las características de los criminales carece de Durkheim consideraba los hechos sociales como si fue-
sentido, ya que las características de los criminales estarán
ran cosas. Por eso tenia una concepción estadistica del
determinadas por el modo de definición social del crimen. comportamiento normal y del comportamiento desviado,
Bastará con entender el modo social de definición de lo que independiente, al menos relativamente, de los valores y
constituye un crimen para saber qué características socia- conceptos constitutivos de la «conciencia colectiva». Con-
les tienen los que lo cometerán. Si sustraer una gallina es cepción estadística porque, examinando las conductas obje-
un delito, sustraerán gallinas aquellos que no las posean
tivamente, sin tomar las intenciones ni los valores de los
y que no tengan otro medio para poseerlas... Los pobres, sujetos como el hecho esencial, comprueba la existencia
en suma, los que llenan las cárceles.
de una variedad en los tipos de conducta, y llama normal
Más adelante, volveremos a hablar de esta cuestión de al tipo más frecuente. Con esto, la realidad social era pen-
la relación entre la «conciencia colectiva» y las caracterís- sada como un hecho objetivo, independiente también del
ticas de los criminales, así como de la gran cuestión de la orden de los valores sociales, de la moral existente en la
función social del castigo. Por el momento nos contentare- sociedad. La existencia de los valores es, para Durkheim
mos con caracterizar el modo de pensamiento de Emile y para el funcionalismo radical en general, un hecho indu-
Durkheim, lo que nos servirá para contrastarlo con otras dable, pero un hecho que requiere una explicación objetiva
concepciones. y no el hecho primario que lo explica todo, que explica la
Para los sociólogos, el pensamiento de Durkheim es un existencia misma del orden social. Como veremos, tal no
caso típico del pensamiento funcionalista y, añadiremos es el caso para el estructuro-funcionalismo, para la socio-
nosotros, del funcionalismo radical. Si añadimos este adje- logía académica.
tivo es para distinguir el modo de pensamiento que acaba- Obsesionados por la idea de «orden», los estructuro-
mos de exponer del de otra escuela, también considerada funcionalistas consideran que el hecho primario que expli-
52 53
ca la existencia del sistema social, de la sociedad
misma, viduos que forman parte de nuestra cotidiana realidad
es la existencia de valores en la conciencia de los hombres. social? ¿Cómo se define ese sistema social que no se identi-
Estos valores rigen el comportamiento social y, además,
son los mismos para todos los miembros de una sociedad flea en modo alguno con la sociedad?
Para entender la forma de pensar de esta sociología
dada. Para casi todos, porque los estructuro-funcionalistas académica hay que saber que su preocupación esencial ha
admiten —no sin pena— la existencia de individuos y gru- sido la justificación del orden social, económico y político.
pos que no comparten los valores de la mayoría y que, en
La forma en la que se ha intentado justificar la existencia
consecuencia, no se comportan normalmente: tenemos así del orden ha consistido en fundamentarlo en el consenso,
definidos los grupos «marginales» y las conductas «desvian- siguiendo en eso la pauta trazada por el pensamiento libe-
tes» y con ello los problemas sociales... ral, con el postulado de la existencia de un «contrato so-
Entre estos problemas sociales, entre el alcoholismo y el cial». Los valores comunes exteriorizados son el «contrato»,
paro, en un cajón de sastre tan confuso como útil para el substrato del orden, lo que define el sistema social. Pero
esta forma de pensar que identifica la realidad social con una vez que hemos definido el «sistema» por los valores
el orden y éste con la eficacia de los valores compartidos, comunes, ¿cómo resolver el problema planteado por la
se encuentra, obviamente, la delincuencia. existencia de comportamientos que los niegan? La Cínica
Para unos —dentro siempre del estruturo-funcionalis- solución coherente con el planteamiento inicial, con la
mo-- la delincuencia es el simple resultado de defectos en identificación del orden y la existencia de valores comunes
la socialización (léase educación), defectos consistentes consiste en excluir a los que no comparten los valores.
en
la no interiorización por algunos individuos de los valores Excluirlos en la teoría, que, no lo olvidemos, está ligada
comunes y de la interiorización, por defecto, de otros valo- a la práctica de la exclusión...
res que generan un comportamiento obligatoriamente des- Recordemos que para Durkheim y para el funciona-
viado. Para otros —Merton por ejemplo— la delincuencia r^ lismo radical, todo lo que existe en una sociedad tiene una
no resulta tanto de que el delincuente no comparta los función social. Este postulado obligaba al sociólogo a ha-
valores comunes como de que, compartiéndolos, carece de cerse preguntas molestas sobre la función social del cri-
medios institucionales, normales, para realizarlos. La dife- men, del alcoholismo, del paro o de la prostitución. Y le
rencia es, dicho sea de paso, una cuestión terminológica, obligaba también a plantearse seriamente la cuestión de
puesto que para los primeros, los valores no rigen sola- para qué sirve el castigo, de la función de las instituciones
mente los fines u objetivos de la acción, sino también la penitenciarias. El estructuro-funcionalism o , por el contra-
selección de los medios que hay que emplear para realizar rio, al identificar el orden con el sistema social y éste con
los fines, mientras que para los segundos el término valores los valores, niega la funcionalidad de los comportamientos
se reduce a designar los objetivos o fines de la acción, desviados respecto a aquéllos.
llamando «medios institucionales» a aquellos medios que Dicho de otra manera: para el funcionalismo radical, la
el orden normativo define como legítimos. desviación respecto a los valores forma parte del sistema
Volvamos a la noción de «marginalidad». Como liemos social y, en consecuencia, es un fenómeno funcional. Para
visto, esta noción sirve para agrupar bajo un mismo nom- los estructuro-funcionalistas, la desviación excluye del sis-
bre comportamientos diversos, que van desde el paro hasta tema, envia al margen... Lo que, obviamente, permite el
la prostitución, pasando por el alcoholismo y la delincuen- justificar mejor la represión. Pero no nos permite expli-
cia. El «margen» Indica la existencia de una línea que carla, porque, en última instancia, o bien se reeduca a todos
separa lo que está fuera del sistema de lo que está dentro. los desviados, o bien se les excluye, encarcelándolos o eje-
¿Qué sistema es éste, del que están excluidos tantos indi- cuntándolos, si la reeducación no es posible. Dentro del
54 55
modo de explicación estructural funcional los muros de las y normas también diferentes. En su coexistencia, los grupos
cárceles no tienen una existencia concreta. diferenciados no sólo están contrapuestos u opuestos, sino
El problema esencial de todo el pensamiento funciona- que existe entre ellos un sistema de relaciones de fuerza,
lista estriba en que niega la existencia del poder y de las plasmado en un Estado que regula y reproduce las relacio-
clases sociales, insistiendo sob re el carácter consensual del nes e intercambios entre las clases. Las leyes que el Estado
orden. La sociedad, se indentifica con un grupo humano promulga no expresan el inexistente sistema de valores
homogéneo que genera espontáneamente valores y normas comunes, sino las relaciones de fuerza entre las clases, for-
comunes, que son transgredidos a veces individualmente. mulando en definitiva aquellas de las exigencias que el
La unicidad del sistema de valores es, sin duda, la con- grupo dominante ha logrado imponer a los demás grupos
dición sine qua non para definir la transgresión como causa sociales.
de la exclusión y de la penalización. El desarrollo del relativismo cultural no puede llegar
Ahora bien: las sociedades en las que el delito existe, hasta el punto de aceptar que las normas no son solamente
tiene un estatuto legal, son sociedades en las que los valo- relativas a la sociedad que las genera, sino que, además,
res no constituyen un sistema coherente y único, con lo varían dentro de la sociedad de uno al otro de los grupos
que la definición del delito por la transgresión se dificulta. que la componen. Por eso, las leyes se presentan siempre
Cuando afirmábamos que un grupo social genera normas como formulación pura y simple de las normas generadas
y valores a partir de la experiencia común de sus relaciones por «la sociedad», identificando ésta con un grupo homo-
tanto internas (sociales) como con la naturaleza, nos refe- géneo. La manera más común de postular esto es el afir-
ríamos a un grupo homogéneo, a un grupo que tiene una mar «la igualdad de los ciudadanos ante la ley». Este prin-
experiencia compartida, vivencias comunes, comunes inte- cipio esencial del Estado de Derecho y de la ideología bur-
reses. Pero cuando nos referimos a un país moderno, con guesa constituye una negación explícita de la pluralidad
varios millones de habitantes en un territorio extenso, con de situaciones objetivas de los hombres en la vida social,
producciones industrial y agrícola complejas y diferencia- de la heterogeneidad social, de la existencia de las clases
das, es imposible identificar el conjunto de hombres que sociales. Pero es una negación que no se presenta como
lo habitan con un grupo social homogéneo. Por lo t anto,
negación, sino como precepto positivo, como afirmación,
no es concebible que ese conjunto de hombres pueda gene-
lo que produce efectos específicos, de los que hablamos
rar un conjunto único de valores y normas comunes. La
más lejos. Nos contentaremos ahora con afirmar que el
homogeneidad del grupo está asociada, como hemos men-
postulado de la igualdad de los ciudadanos ante la ley
cionado anteriormente, con la homogeneidad de las vivencias
constituye una necesidad para la reproducción y el mante-
y de los intereses; y en las sociedades industriales moder-
nimiento de las mismas diferencias negadas por el postu-
nas (y, más generalmente, en las sociedades con Estado),
lado. Con ello, efectivamente, se mantiene un «orden legal».
como Francia, Estados Unidos, España o México, existen
grupos sociales diferenciados, con intereses contradictorios, Ya hemos visto, en el capítulo segundo, cómo existen dife-
diferentes formas de vida, resultados todos de la división rencias entre los diversos grupos sociales respecto, si no a
social del trabajo y de la acumulación del capital. Estos gru- la ley, si respecto a las condenas y al encarcelamiento...
pos sociales diferenciados por la división del trabajo que Contentémonos por ahora con comprobar que las socie-
coexisten en las sociedades modernas no están solamente dades industriales son heterogéneas, que esto implica que
diferenciados, sino que están relacionados ent re ellos por no existe una moral universal, un sistema de valores común
relaciones de dominación y de explotación. a todos los grupos y respecto al cual se puede definir de
Los grupos sociales así diferenciados generan valores forma unívoca y clara la transgresión. Existen, pues, varios
58 57
sistemas de valores, varias morales concurrentes. El Esta- sión familiar marcan casi tanto como la condena de los
do, al afirmar la igualdad de los ciudadanos ante la ley, ante tribunales, limitando las alternativas vitales al determinar
él mismo, niega la existencia de esta pluralidad de siste- tanto la formación como las formas de relacionarse. Ahora
mas normativos y de grupos y, al hacerlo, identifica los bien, no se suele comparar ni contraponer la actividad de
valores comunes con sus propias normas y la ficticia homo- la familia con la del Estado, porque la distinción entre
geneidad social con su misma existencia. Y también com- lo privado y lo público forma parte de la forma usual
probemos que si no podemos explicar la existencia de las de «ver el mundo», de la ideología. Y de la familia se ha
leyes por su origen en una moral y unos valores por todos hecho el ámbito de lo privado, lo que sirve, entre otras
compartidos, tendremos que buscar una explicación estu- cosas, para enmascarar su función politica y para, al mismo
diando para qué sirven, qué efectos producen. tiempo, hacer del Estado el único objeto de la actividad
Antes de pasar a examinar el concepto de delito y de política. La particularidad de lo «privado» es que sus varia-
volver a estudiar las relaciones entre la ley y el consensus, ciones de funcionamiento son a la vez pequeñas y no com-
conviene insistir aquí sob re un aspecto que, generalmente, parables, inefables. Al no hablar de ellas, no se examina
no se contempla al mismo tiempo que la cuestión de las la función de la institución, esa función que vendría defi-
relaciones entre la ley y el Estado. Se trata de un hecho nida, esencialmente, por muchos de los rasgos comunes
extremadamente trivial: existe otra institución, además del que nuestra convicción en lo privado de nuestra experiencia
Estado, que se presenta como defensora, como encarnación sustrae a la crítica y, por lo t an to, a la transformación.
del bien común de los individuos integrados en ella, y cuyos Para convencer al lector de que el tema de la represión
efectos en la vida de los individuos es enorme: se trata, familiar no es una cuestión simbólica, que depende más
como es evidente, de la familia. Dentro de la familia exis- de la psicología que de la política, mencionaré un dato
te una efectiva represión de la transgresión de sus normas. curioso: una prestigiosa revista francesa (Le Nouvel Obser-
No olvidemos que la familia contemporánea y el derecho vateur) publicó hace unos años cifras sob re las ventas de
de la familia en nuestras sociedades son herederos del Dere- un tipo de látigo que se empleaba tradicionalmente en
cho Romano, que atribuía al pater familias una auténtica Fran cia para disciplinar a los niños y que se creía en
autoridad política, confiriéndole derecho de vida y muerte desuso: ¡Se venden unos cuarenta mil al año! Dada la larga
sobre sus miembros. Aunque el derecho de dar muerte haya duración de este instrumento de castigo, esta cifra da una
sido suprimido, la legislación actual en nuestras socieda- idea de hasta qué punto su uso está generalizado. Por otra
des confiere al cabeza de familia una enorme capacidad de parte, asociaciones feministas de diversos países están levan-
elaborar normas y de aplicarlas, utilizando métodos repre- tando el velo de una realidad que ha formado siempre
sivos diversos. El moderno pater familias puede determi- parte del ámbito de la vida «privada»: las palizas que mu-
nar el lugar de residencia de la mujer y de los hijos, chas mujeres casadas reciben de sus maridos, y de las que
impedir desplazamientos y relaciones, elegir el porvenir se habla muy poco por vergüenza... El número de mujeres
de los hijos, imponerles prácticas y concepciones arbitra- que han sufrido violencias físicas es difícil de estimar,
rias... Y, dentro de ciertos límites, mucho más amplios de pero se está haciendo evidente que es lo bastante amplio
lo que nos gusta reconocer, el uso de la violencia física, de como para que no podamos pensar que se trata de una
golpes y castigos diversos, constituye el medio legitimo de excepción o de una aberración.
imponer pautas de conducta en la familia. No es éste lugar para extenderse sobre el tema de las
Obviamente, el ámbito en el que incide la normativa fa- relaciones entre la familia y el Estado como instituciones
complementarias en sus funciones reguladoras y reproduc-
miliar está limitado a cada familia. Pero las familias se
toras del orden mediante la represión de las transgresio-
parecen. Los efectos que sobre el individuo ejerce la repre-
59
58


nes a las normas impuestas por ellas. Pero era importante La distinción entre los actos mala per se y mala prohi-
mencionarlo para no aceptar sin un mínimo de crftica la bita se ha debilitado ante las dificultades de encontrar
afirmación que atribuye al Estado el monopolio de la repre- actos malos en sf que sean, a la vez, malos para todos los
sión efectiva. hombres, en todas las sociedades. Ya hemos mencionado
cómo el relativismo cultural nos ha hecho conscientes del
Definición del delito carácter social e histórico de los valores y de las normas,
y sobre todo, de las normas morales. Por ello el delito apa-
Hemos dejado para el final de nuestra exposición sobre rece cada vez más como un acto malo porque está prohi-
la problemática de la delincuencia la espinosa cuestión de bido. De lo que se trata es de determinar el origen y el fun-
una definición explícita del delito. La razón de ello es que damento de la prohibición...
nos parecía improcedente encerrar al lector en una de las Tratemos de delimitar el concepto de delito. No todos
definiciones formales de la noción de delito, antes de en- los actos «malos» y prohibidos son delitos. Para que el
trar en contacto con los más significativos y elementales delito exista, el acto tiene que estar prohibido por una
hechos y teorías sobre el fenómeno de la delincuencia. Lle- instancia con una capacidad de castigar las transgresiones
gamos ahora al momento en el que una definición se que llegue hasta la supresión de la libertad o de la vida
impone. del transgresor. Es decir, con un ámbito de acción totali-
Lo primero que se puede afirmar del delito es que, tario, que cubra la vida entera de todos los individuos. Tal
para todas las escuelas de pensamiento sin excepción, se no es el caso para la transgresión de las normas fijadas en
trata de un acto de un sujeto (generalmente, el sujeto es un reglamento de un colegio o de un club de pesca, de una
individual, aunque existan excepciones en algunas legisla- asociación profesional o de una fábrica: la máxima pena
ciones, que consideran también la figura del delito colec- en las instituciones parciales, en instituciones cuyo ámbito
tivo). Como todo acto, el delito requiere para existir que de legitimidad es un grupo socialmente limitado y definido
se atribuya al sujeto libertad, conciencia y voluntad. Y no estrechamente, consiste en la expulsión, en la supresión de
es gratuito el recordar que estos tres atributos son los que la pertenencia al grupo. Se trata de una forma de exclu-
la filosofía cristiana asigna al acto moral, es decir, al acto sión que no afecta la totalidad de la vida del individuo : se
que puede ser bueno, indiferente o malo. Si no se cumplen, puede cambiar de colegio, asociación e incluso de profe-
si la libertad, la conciencia o la voluntad faltan, no existe sión, con lo que existen partes de la vida del individuo que
el acto moral. Así nos lo enseñó Santo Tomás de Aquino. no están afectadas por la «sentencia», por las consecuen-
Si hemos comparado el delito con el acto moral es ,por- cias de la transgresión.
que, obviamente, lo primero que se le ocurre al que quiere Cuando la transgresión es no de un reglamento de una
definir el delito es considerarlo como un acto «malo». La institución parcial respecto a la sociedad, sino de una ley,
filosofía del derecho tradicional distinguía entre los actos promulgada por el Estado, que es la institución totalizadora
mala per se y mala prohibita, entre lo que es malo en si por excelencia, la transgresión se llama entonces delito. La
y lo que es malo porque transgrede una prohibición. condena afecta toda la vida social del individuo, porque
Está claro que la dificultad de identificar 10 malo en sí todos los sectores de la vida social son ámbito del Estado.
es mucho mayor que la de identificar lo malo porque es Por eso, el delito no puede ser definido como transgre-
prohibido. Matar a un hombre podría ser el ejemplo del sión de normas, como un simple caso particular de la
delito como acto mala per se y, sin embargo, existen verdu- transgresión. El delito es un acto tipificado como tal por
gos y, en los ejércitos, los Estados condecoran y premian una ley y la ley no puede ser identificada sin más con las
a los especialistas que dan muerte a su servicio... normas de un grupo social. La ley es pues un elemento
60 61
esencial en la definición del delito, lo que ha sido siempre nantes. Cuando se dice que la ley es la formulación escrita
establecido por los juristas y expresado con el clásico afo- del «consenso», tenemos que entender éste como el consen-
rismo nullum crime sine lege, «no hay delito sin ley». timiento resignado de la mayoría a plegarse a las normas
Pero si la ley define el delito, la ley es ley porque está que una minoría social y políticamente dominante impone
promulgada por un organismo legislativo competente y, al resto de la colectividad.
lo que es esencial, ' dotado de los medios necesarios para La ley, entonces, es un texto que justifica la represión
aplicarla. Podemos incluso decir que lo que diferencia una de aquellas formas de comportamiento y de relación incom-
ley de una declaración de intenciones es, precisamente, patibles con la reproducción del sistema de relaciones socia-
la existencia de un aparato represivo que castiga de manera les en el que uno o varios subgrupos —los que promulgan
efectiva el incumplimiento. Sin este aparato, existe quizá el la ley— son dominantes. El consenso en el que se apoyan
delito, pero no habrá delincuentes... las leyes es, pues, consentimiento de la represión, de la
cantidad y calidad de represión que la correlación de fuer-
Con ello llegamos a una definición del delito mucho más
concreta, menos formalista: delito es todo acto que, defi- zas en la sociedad hace inevitable.
nido como tal por una ley, es efectivamente castigado, pena- El consentimiento no es identificable con el estar de
lizado. Es decir: lo que define el delito es la penalización. acuerdo, con el asentir. La mayoría consiente con leyes de
las que disiente, pero que, debido a la correlación de fuer-
Con esta última afirmación, hemos definido el delito en
cuanto sus efectos sobre los sujetos y, con la identifica- zas en las que se inscribe, no puede modificar ni suprimir.
Por eso encontramos, en todas las épocas y países en los
ción del Estado como la instancia que define y penaliza, lo
que ha habido Estado y leyes, la figura del delincuente-héroe
definimos en cuanto a su origen. Con esto no hemos agota-
popular. Robin Hood, José María el Tempranillo, Luis Can-
do la problemática de la definición del delito. Nos queda
delas, ciertos guerrilleros modernos encarnan la rebelión
aún por saber qué razones existen para que un acto o tipo
individual contra un orden que, para los que no pueden
de actos sea penalizado por un Estado y también para qué
o no osan rebelarse colectivamente, es a la vez una tenta-
sirve el penalizar...
ción, la imagen del deseo reprimido, y una afrenta. Estas
Volvemos pues a la cuestión de los fundamentos de la actitudes ambivalentes son las que generan esos compor-
ley, es decir, a la determinación de los mecanismos que tamientos de complicidad pasiva, la admiración y la con-
llevan a definir como delitos, penalizándolos, ciertos actos...
dena.
Si admitimos que los delitos están definidos por la ley,
La ley y el consenso admitimos al mismo tiempo que están definidos por el
estado de la relación de fuerzas entre los diferentes grupos
Hemos visto que, salvo en grupos sociales totalmente que componen una sociedad ya que este estado (el Estado)
homogéneos (que, además, no tienen leyes, porque no las es el que define la ley.
necesitan), la ley no puede ser identificada con las normas El que el estado de la relación de fuerzas entre los
del grupo porque, precisamente, al no ser homogéneo, el diferentes grupos sociales sea el que define el delito es
grupo no genera un sistema de normas, sino varios siste- algo evidenciado por prácticas de las que todos tenemos
mas normativos distintos y opuestos. La ley aparece en- conocimiento y que muestran hasta qué punto la relación
tonces como un sistema normativo que expresa la relación de la ley con el delito es una relación contingente, media-
de fuerzas entre los diferentes subgrupos homogéneos y tizadora y justificadora de la represión. Pensemos en todos
que no corresponde a los valores comunes de la totalidad, los casos que conocemos en los que el Estado castiga com-
sino que representa los intereses de los subgrupos domi- portamientos que ninguna ley define como delictivos, o que
62 63
se justifican con leyes que permiten castigar un comporta- los inspectores del fisco, generalmente menor que el de los
miento cualquiera en función de la estimación que un fun- que defienden la propiedad privada.
cionario pueda efectuar de su peligrosidad potencial para ¿Para qué sirve el castigo? ¿Cuál es la función social
la sociedad, para el «orden», para el Estado. Las policías objetiva de la pena? No hay preguntas más enmascaradas
paralelas, los escuadrones de la muerte, todos esos grupos en la literatura sobre la delincuencia. Sabemos desde Durk-
«incontrolados» que secuestran, torturan y asesinan indivi- heim que el delito y la pena son normales, tanto el uno
duos que h an cometido el delito, no especificado como tal como la otra.
en ninguna ley, de pensar y hablar de manera que molesta Durkheim había visto, o mejor dicho, vislumbrado, la
al Estado (actual de la relación de fuerzas) demuestran que problemática de la función social de las instituciones peni-
la ley no es indispensable para que el Estado reprima, con- tenciarias, y, de rebote, el problema, derivado de éste, de
dene, mate. Y demuestra al mismo tiempo que el aforismo las variedades en las formas de definición social e histórica
«no exi ste delito sin ley» es una concepción jurídica idea- de lo criminal: pero la intuición de Durkheim no ha en-
lista: la definición social práctica del delito es, después de contrado traducción en el pensamiento sociológico mo-
todo, mucho más sencilla. Los delitos no son más que los derno. Para el autor de Suicidio, lo normal tiene un carác-
actos cometidos por aquellas personas que el Estado, de ter estadístico más que normativo, el consenso es tenden-
una manera u otra, castiga. Es decir, lo que define el delito cia) más que contractual, y todas Zas conductas son, en
no es la ley, sino la pena. definitiva, conductas desviadas de la «norma» que no es
más que un tipo ideal, una construcción analítica. El orden
social es pues compatible con un cierto ámbito de varia-
Delito y pena ción respecto a una norma que no es más que estadística,
Hemos visto que, más que la ley, 10 que define el acto que no se encuentra realizada en la mayoría. La noción de
delictivo es el que sea castigado. El castigo es, pues, el ele- amarginalidad» y de «conducta desviada» no tienen ningún
mento más importante en el análisis de la criminalidad. sentido para un observador objetivo de las conductas. Lo
Lo es porque se castiga a la persona, al individuo. Si la único que tiene sentido es el observar que, mientras que
ley define la delincuencia, el funcionamiento del aparato el orden social es compatible con una cierta variedad, no
represivo es lo que, concretamente, define al delincuente. es compatible con cualquier variedad de conductas: la fun-
Y está claro que no exi ste un paralelismo absoluto entre ción del Estado es, precisamente, el disminuir la variedad
una y otra definición, puesto que sabemos, por ejemplo, de las conductas mediante la represión.
que para el mismo delito, un joven de clase alta tiene Las instituciones penitenciarias son, en resumen, las
cinco veces menos probabilidades de ser condenado que encargadas de disminuir la variedad de conductas efectivas
un joven de clase baja (en los EE.UU.)... Sabemos también para que el orden social se mantenga. Por eso no tienen
que el funcionamiento del aparato represivo no es homogé- justificación moral «objetiva»: las conductas consideradas
neo respecto a l as diferentes categorías de delitos : supo- como crímenes y penalizadas están muy cerca de conductas
niendo que los tribunales no tengan comportamientos dife- no penalizadas, en un continuo en el que es difícil distin-
renciales con las personas, el número de condenas está guir puntos críticos, umbrales y niveles mediante la utiliza-
en relación con el número de denuncias y éstas con los ción de criterios morales: los actos, en si, no significan
esfuerzos que la policía consagra a la represión de las dife- nunca nada... Recordemos, una vez más, lo que hemos men-
rentes prácticas. En los países en donde existe una tipifica- cionado ya: que la ley postula siempre la igualdad de los
ción clara del delito fiscal, el número de condenas por este ciudadanos ante ella, que el mantenimiento del orden social
tipo de delitos es obviamente proporcional al esfuerzo de se justifica siempre con la identificación entre el orden
64 65
social y el orden moral. La ley se presenta y se justifica hacen a los tribunales y a las cárceles los responsables de
como una moral universal... que los individuos que han cometido un delito —el pri-
Hemos explicado también por qué una moral universal mero— interioricen el rol de delincuente, al ser excluidos
es imposible en una sociedad heterogénea. La ley, que no de la sociedad normal, y que se identifiquen con los demás
se funda en una razón moral universal, universaliza con la excluidos, adopten sus valores, se relacionen con ellos.
represión las normas parciales que la fundan. Es decir: Cuando la sociogénesis del delito aparece como eviden-
la razón de la fuerza logra ser —al menos temporalmente— te, la institución penitenciaria tiene que asumir una nueva
una razón... Los valores interiorizados que, según los servi- finalidad, sin dejar de mantener, en lo esencial, su funciona-
dores del orden, lo fundamentan, se interiorizan de manera miento y su eficacia. La cárcel, en los países más avanzados,
mucho más material y concreta que gracias a la «socializa- no tiene ya como finalidad explícita el castigar, sino el
ción» simbólica: la letra (de la ley) con sangre entra, no rehabilitar, el socializar adecuadamente a los que, por
son los valores comunes los que justifican la represión, defectos de socialización, han acabado cometiendo delitos,
sino la represión la que obliga a admitir los valores prag- han sido producidos como malos productos, como seres
máticamente. asociales. Esta nueva filosofía penitenciaria dulcifica sin
Ahora bien, para mantener el orden hay que suprimir duda las condiciones de vida de los internados, pero no
las conductas, hay que excluir a los hombres de la vida cambia nada esencial respecto a los efectos sociales del
social y esta exclusión toma, esencialmente, dos formas: internamiento : la cárcel rehabilitadora es, a pesar de todo,
o encerrarlos en cárceles o matarlos. Pero esto implica que una cárcel, que excluye a los reclusos de los contactos nor-
se considere al individuo como responsable de su acto. . males con la sociedad global y que no logra modificar la
La noción de responsabilidad es esencial para el fun- persona, porque, entre otras cosas, no puede en ningún caso
cionamiento del aparato represivo. Si viviéramos en un modificar su posición social objetiva, sus circunstancias.
mundo en el que los individuos fueran considerados como
máquinas preprogramadas en su comportamiento, los com-
portamientos individuales delictivos no podrían conducir a Causa y culpa
la penalización del individuo-actor, sino a la del programa-
dor de la conducta de éste. O, dicho en otros términos : la El delito es un acto, y como todo acto, se analiza cuan-
pena no se justifica más que presuponiendo que el penado do se define: 1) el sujeto del acto; 2) los fines u objetivos
del acto; 3) los medios; 4) las condiciones en las que se
es libre (no está programado), ya que si no es libre, no pue-
de ser responsable y la pena entonces no es justa. produce y, finalmente, los resultados del acto.
Los estudios de la criminología moderna demuestran De estos elementos, el segundo es enteramente subjetivo,
hasta qué punto la delincuencia es un fenómeno social, has- aunque se pueda establecer la intencionalidad del acto con-
ta qué punto existe una sociogénesis del delito. El delin- siderando los aspectos objetivos de los medios y las condi-
cuente es, cada vez menos, considerado como responsable ciones y contrastándolos con el o los resultados de la
de su delincuencia. Desde todos los horizontes teóricos se acción. Pero no puede, en ningún caso, identificarse obje-
postula la responsabilidad de la sociedad en la génesis del tivos y resultados de la acción, puesto que el hacerlo supon-
comportamiento delincuente. Unos achacan la delincuencia dría que el error no existe en la conducta humana. Los
a defectos en la socialización, en la educación del individuo, tribunales toman en cuenta la posibilidad de error con
otros insisten sobre el papel de las instituciones penitencia- categorías como la de uhomicidio involuntario».
rias en la constitución de la personalidad delincuente, del Ahora bien, tan pronto como nos planteamos la posibi-
criminal habitual. Los partidarios de la teoría de la etiqueta lidad de una distancia entre los resultados y la finalidad

66 67
subjetiva del acto, abrimos una brecha importante en la
categoría que funda la justificación de la pena: la de
culpabilidad o responsabilidad del sujeto de la acción.
Lo esencial de esta «brecha» no estriba en la simple
posibilidad de que haya casos en los que el sujeto no tenga V. EL SUICIDIO
la intención de producir los resultados que ha producido,
¿No son nada los gritos de los hombres?
sino en que, paulatinamente, vamos considerando el sujeto ¿No pasa nada cuando pasa el tiempo?
no como el causante del resultado, sino como el puro ins- ..........................................
trumento de determinaciones que están fuera de su volun- —no pasa nada, sólo un parpadeo
del sol, un movimiento apenas, nada,
tad, e incluso de su conciencia. Sobre todo cuando el sujeto ..........................................
no es libre. Encontramos, en las prácticas judiciales, crite- cada minuto es nada para siempre,
rios que sirven para evaluar conciencia, libertad y respon- un rey fantasma rige tus latidos
y tu gesto final, tu dura máscara
sabilidad de los autores, tanto puramente jurídicos (un me- labra sobre tu rostro cambiante:
nor no puede cometer un delito) como de carácter médico: el monumento somos de una vida
ajena y no vivida, apenas nuestra.
un loco es un irresponsable y la condena tiene que tomar
Piedra de Sol
en cuenta la inconsciencia del «enfermo»... OCTAVIO PAZ

Si hablamos de una brecha importante es porque lo


La sociedad nos toma años de nuestra exis-
que está en causa es la identificación entre el sujeto y la tencia; si existe la ocasión, nos exige nuestra
causa del resultado del acto. Cuando se dice que la gravi- vida.
tación es la causa de la caída de los cuerpos, se está pen- Lecciones de Sociología
EmTr.F DIM MEDM
sando con la categoría jurídica de la resposabilidad y de la
culpa. El desarrollo de las ciencias humanas, a pesar de sus Procediendo de la misma manera que con la delincuen-
contradicciones y lentitudes, va asociado con el estableci- cia, antes de entrar en un examen de las teorías del suicidio
miento de determinaciones de las conductas humanas que vamos a exponer, si ninguna pretensión de exhaustividad y
hacen de la libertad de los individuos cada vez algo más a título ilustrativo de un fenómeno general, los datos más
subjetivo e ilusorio y de su conciencia el lugar donde actúan significativos de las estadísticas del suicidio en España.
numerosas mediaciones extrínsecas a la relación entre el Estos datos nos servirán como un ejemplo, como un caso
individuo y la realidad. entre otros, para ilustrar las teorías sobre el suicidio.
Por eso, en las instituciones penitenciarias, el castigo se
va presentando cada vez como «cura» de una enfermedad,
como «rehabilitación». Sin embargo, siguen siendo los jue- El suicidio
ces los que determinan la longitud de la «cura», y ésta sigue Entre 1971 y 1975, ocho mil ochocientas diecinueve per-
asociada con la pérdida de la libertad. Quizá para mejor sonas se han quitado la vida voluntariamente en España.
afirmar la libertad de los que no están en las cárceles... Sólo en el año 1975, mil cuatrocientas cuarenta y dos per-
Vale la pena mencionar aqui que la existencia del in- sonas se suicidaron. Estimando la población de España ese
consciente, postulada por Freud, ha constituido el punto de año en treinta y cinco millones cuatrocientas setenta y una
partida de los desarrollos teóricos que más cuestionan la mil personas, podemos calcular que 4,1 personas por cada
categoría de la responsabilidad y de la culpa. El psicoaná- cien mil habitantes se suicidaron.
lisis es una teoría de la sociogénesis de la personalidad que La tasa española de suicidio es relativamente baja,
suprime la libertad de elección de las motivaciones. como también lo es la de otros países de lengua castellana.
68 69
En Hungría, la proporción de suicidios por cada cien mil Antes de entrar en la (b reve) exposición del clásico aná-
habitantes es -varias veces mayor, y la de la India, varias lisis comparativo de la incidencia del suicidio en diferentes
veces menor. paises, importa mencionar que, en España y contra las
creencias que se han ido implantando en la opinión pública,
EL SUICIDIO EN VARIOS PAYSES la tasa de suicidio no solamente no tiene tendencia a
aumentar, sino que, desde 1940 hasta hoy se observa una
Pafses Afios Cifras Coef. por
absolutas 10.000 h. ligera tendencia a la disminución (de siete suicidios por
España 1975 1.442 cada 100.000 habitantes en 1931-35, hasta 4,1 en 1965 y en
Alemania (R. F.) 4,1 1975). En otros países europeos, por el contrario, la tasa
1972 12.274 19,9
Australia 1973 1.528 de suicidio aumenta regularmente desde el final de la Se-
Austria 11,8
1974 1.784 23,7 gunda Guerra Mundial.
Bélgica 1971 1.491
Bulgaria 15,4 Como lo hemos hecho respecto al que comete un delito,
1973 998 11,6
Canadá 1973 2.773 tenemos que preguntarnos qué caracteriza al que se suici-
12,5
Costa Rica (*) 1973 49 2,6 da. La respuesta viene de las estadísticas oficiales de cada
Checoslovaquia 1972 3.567 24,7 país, más o menos fiables por causas diversas de las que ya
Chile 1971 514 5,2 tendremos ocasión de hablar más lejos.
Dinamarca 1972 1.184 23,8 La diferencia más notable es, quizá, la que existe entre
Estados Unidos 1973 25.118 11,9
Finlandia 1972 1.113 los sexos: en todos los paises, y sea cual fuere la tasa de
Fr an cia 24,0
1973 8.048 suicidio, los hombres se suicidan con mayor frecuencia que
Grecia (*) 1973 264
Guatemala (*) 1971 190
3,0 las mujeres. En España, en 1975, sob re los mil setecientos
3)6 cuarenta y siete suicidios y tentativas de suicidio contabili-
Holanda 1972 1.094 8,2
Hungría 1973 3.845 36,9 zadas, mil ciento setenta y dos fueron hombres y sólo qui-
Inglaterra 1973 3.823 7,8 nientas setenta y cinco mujeres...
Escocia 1973 436 8,4
Irlanda del Norte Si dividimos el número de suicidios y tentativas de sui-
1973 70 4,5
Irlanda (*) 1972 90 3,0
cidio cometidos por hombre s por el mismo número para
Israel 1973 179 5,6 las mujeres el mismo año, calculamos la tasa de masculini-
Italia ^
1972 3182 5,8 dad, es decir, el número de varones suicidas por cada mujer
Japón 1973 18.859 17,5
México (5) suicida. En Francia, en el siglo xix, esta tasa era del orden
1973 369 0,7
Noruega 1972 355 de cuatro, es decir, que por cada suicidio femenino había
9,0
Nueva Zelanda 1972 262 9,0 cuatro suicidios masculinos. En España, entre 1906 y 1910,
Panamá (*) 1973 41 2,6 la tasa de masculinidad era de 2,91. Entre 1970 y 1974, esta
Polonia 1973 3.912 11,7
Portugal tasa ha descendido a 2,13 suicidios de varones por cada
1973 734 8,3
Puerto Rico 1973 270 9,1 suicidio femenino.
Suecia 1972 1.646 20,3 La tasa de masculinidad tiene, en otros países, la misma
Suiza 1972 1226 19,2 tendencia a disminuir. Veremos después, qué razones pare-
Uruguay 1972 328 11,1 cen explicaciones plausibles de este hecho. Señalemos antes
(Fuente: Estadística del suicidio en España. de abandonar el tema de la diferencia de sexos respecto
1971-1975, pág. 127.) al suicidio que en los países orientales la tasa de mascu-
linidad es menor que en los occidentales. La edad está
(*) Pafses con tasas menores que España. asociada estrechamente eon la frecuencia del suicidio.
70 71
Sabemos desde hace muchos años que la incidencia del sui- fesiones era la que detallamos en la tabla siguiente, en
cidio es mayor entre los viejos que entre los jóvenes. Para cuya segunda columna indicamos también la población
llegar a esta conclusión, se divide el número de suicidas activa clasificada en la misma profesión, en miles.
que, en un año dado, tenían una edad comprendida en un
intervalo dado (de 20 a 29 años, por ejemplo) por el número ESPAÑA, 1970, SUICIDIOS Y TENTATIVAS POR PROFESIÓN
total de personas con edades comprendidas en el mismo
Número de Población
intervalo (de 20 a 29 años, para seguir con el ejemplo) vivas Profesiones suicidios
el mismo año. Calculamos así la tasa de suicidio por eda-
Profesionales, técnicos y asimi-
des. En España, como en otros paises, esta tasa varía lados 23 646,6
de 1 a 8 entre el intervalo de 13 a 19 años y el de 65 y más,
Administradores, gerentes y direc-
lo que quiere decir que más de ocho viejos se suicidan tores 1 103,3
por cada joven que lo hace. Empleados de oficina 43 984,8
La relación entre la edad y la tendencia al suicidio no Vendedores 70 974,5
es uniforme en todos los países, sobre todo si además de Agricultores, cazadores y fores-
tales 455 2.916,5
la edad, tenemos en cuenta el sexo. En los países nórdicos
Mineros y canteros 12 84,1
de Europa, por ejemplo, se observa una disminución en la
Transportes y comunicaciones 17 617,4
tendencia al suicidio de las mujeres de más de cincuenta
años... Artesanos y trabajadores en los
procesos de la producción 290 4.151,8
El estado civil es otro factor tradicionalmente asociado Servicios, deportes y diversiones 50 1.108,8
con la propensión al suicidio. La regla general es que, inde- No consta o no está bien espe-
pendientemente del sexo, los divorciados se suiciden con cificada la ocupación 665 177,8 (')
más frecuencia que los viudos, éstos que los solteros y los Fuerzas armadas 3 142,5
últimos más que los casados, lo que hace del matrimonio
un obstáculo para el suicidio. En España, y según estudios Se puede plantear la hipótesis, un tanto grosera, pero
recientes, parece ser que, al contrario, los solteros se suici- imprescindible, dada la ausencia de datos cruzados que
dan menos que los casados, y éstos que los viudos. Quizá permitan mejorarla, de que 665 suicidios de 1970 clasifi-
sea éste uno de los resultados de la legislación española, cados bajo la rúbrica de «no consta o no está bien especifj-
antidivorcista... cada» comprenden los suicidios de estudiantes, mujeres
casadas que no tienen empleo remunerado, niños y para-
Un aspecto import ante de la tendencia al suicidio según
dos, es decir, lo que se considera upoblación inactiva». Esto
el estado civil es, dicho sea de paso, que los casados se
equivale a postular que todos los no-inactivos incluidos en
suicidan con mayor frecuencia que las casadas: el matri-
la dicha rúbrica se distribuyen por igual entre el resto de las
monio empuja al suicidio más al hombre que a la mujer.
categorías. A partir de estas premisas es posible elaborar
Pero dejemos las cuestiones de la influencia del sexo,
un cuadro con las tasas de suicidios por profesiones, que
la edad y el estado civil, para mencionar, también de pasa-
tiene, claro está, un carácter únicamente indicativo.
da, que lo que las estadísticas oficiales llaman profesión
está también asociado con la frecuencia del suicidio. A título
(*) Mientras que la estadística del suicidio clasifica los suicidios
de ejemplo, y sin profundizar un tema que requirirfa un bajo la rúbrica .no consta o no está bien especificada la ocupación.,
tratamiento estadístico más complejo, mencionemos que que incluye las categorías clasificadas bajo la rúbrica .población inactiva.,
es decir, estudiantes, mujeres que no trabajan, pensionistas, etc., la cifra
en 1970, en España, la distribución de los suicidios por pro- de 177,8, en lo que concierne a la ocupación se refiere exclusivamente
a los que, siendo activos, .no se clasifican..
72 73
TASAS DE SUICIDIOS POR PROFESIONES EN 1970 más frecuencia que los «administradores, gerentes y direc-
tores», y con más frecuencia que los inactivos (*).
Profesionales, técnicos y asimilados 3,56
Hay que mencionar aquí una excepción que no carece
Administradores, gerentes y directores 0,97 de interés: se ha observado una tendencia al aumento de
Empleados de oficina 4,37 la tasa de suicidio de los jóvenes estudiantes en varios
Vendedores 7,18 países. Esta excepción, que contradice parcialmente— la
Agricultores, cazadores y forestales 15,60 regla observada de las tasas de suicidio bajas ent re los
Mineros y canteros 14,27 jóvenes y los inactivos, podría explicarse, al menos par-
Transportes y comunicaciones cialmente, cuando consideramos que muchos jóvenes cla-
2,75
sificados como estudiantes universitarios son, en realidad,
Artesanos y trabajadores en los procesos de la
producción 6,98 parados, socialmente disfrazados de estudiantes porque
declaran esa ocupación no pudiendo encontrar otra...
Servicios, deportes y diversiones 4,51
Las estadísticas oficiales son parcas en detalles sobre
Para el cálculo de la décima categoría, hemos identifi- los suicides: nos informan solamente sob re algunos deta-
cado los suicidios en los que la profesión no está espe- lles más, que mencionaremos rápidamente, antes de pasar
cificada con la población inactiva en 1970 (veintidós millo- al examen de las teorías que se han formulado para expli-
nes ciento treinta y dos mil personas), lo que nos da una car lo que sabemos sobre el suicidio. El aspecto más inte-
tasa de 3 por cien mil habit antes, inferior a la tasa de sui- resante es, quizá, la periodicidad de los suicidios, cuya
cidio global, pero superior a la de otras categorías sociales. frecuencia varia con los meses del ano y los días de la
semana. Respecto a estos últimos, se ha constatado que,
Procediendo así, y reconociendo los defectos de la tasa mientras que para los hombres el día con más suicidios es
así calculada como medida, ya que además de la hipóte-
el jueves, para las mujeres es el domingo. La «intensidad
sis mencionada más arriba, no tiene en cuenta los efectos de la vida social» de unos y otros en los días en cuestión
de la estructura por edades, observamos unas diferencias parece ser lo que explica la diferencia.
que no pueden ser achacadas a los defectos ya harto men-
En cuanto a los medios empleados para suicidarse, las
cionados. Las diferencias entre la tasa de suicidio de los
diferencias que se observan están claramente asociadas
agricultores (15,60) y la de los «administradores, gerentes con los usos de cada cultura, las disponibilidades materia-
y directores» (0,97) o ent re la de estos últimos y los —casi
les y el nivel de instrucción: cada uno se mata con lo
todos— obreros (*), cuya tasa de suicidio es de 6,98, son que, dados sus conocimientos y sus disponibilidades mate-
notorias. riales, encuentra. No es extraño que los miembros de las
Si añadimos a esto el que los parados, en todos los fuerzas armadas se suiciden con arm as , que los campesinos
países, tienen una tasa de suicidio particularmente ele- desarmados e incultos se cuelguen, que los que saben y
vada, podemos entonces convenir sin mayores dificultades pueden se envenenen. Las mujeres se envenenan más que
que la siguiente afirmación es cierta: los trabajadores asa- los hombres, para echarse al metro hay que tener un metro
lariados y los no asalariados más pobres se suicidan con cerca...
Un aspecto mucho más import ante es la relación entre
(*) La expresión .artesanos y trabajadores en los procesos de pro- tentativas de suicidio —suicidios fallidos— y suicidios efec-
ducción. sirve, sobre todo, para que no se pueda distinguir claramente
lo que se refiere a los obreros asalariados de la industria, a los pro-
letarios, de lo que se refiere a la categoría .artesanos» como tra- (*) Esto se opone a la hipótesis de Kheiu, que sostiene que el
bajadores no asalariados. suicidio es mayor en las clases más elevadas.

74 75
tivos: las mujeres y los jóvenes, los que se suicidan menos, —Embriaguez.
son los que «intentan suicidarse» con mayor frecuencia. La —Reveses de fortuna.
adecuación de los medios al fin es tanto más defectuosa Amor contrariado.
cuanto que la propensión al suicidio es menor. Temor a la condena.
Podríamos continuar la enumeración de datos, tanto —Miseria.
locales como comparativos, en el tiempo y en el espacio, —Celos.
alargando así este texto, y haciendo de él otro texto. Pero —Falso honor.
nuestra finalidad no es compilar los estudios estadísticos Disgusto del servicio militar.
sobre el suicidio, ni realizar uno más. Nos contentamos Pérdida de empleo.
con resaltar algunos de los hechos más conocidos y mejor -- Otras.
establecidos sobre la cuestión, para que nos sirvan de apo-
yatura fáctica en lo que sigue. No hay que ser especialista en ninguna solemne disci-
Aunque, después, tengamos ocasión de mencionarlo una pline académica, para comprender que estas clases de
vez más, importa que subrayemos aquí un hecho impor- «causas» no constituyen una clasificación, puesto que las
tante: las estadísticas sobre el suicidio son, si cabe, menos «clases» no son mutuamente exclusivas y la inclusión de un
fiables que las que conciernen a la criminalidad, pues las suicidio en una u otra es una decisión subjetiva, fuerte-
incidencias de las pautas culturales son muy fuertes. Dado mente influenciada por la moda, por la ideología.
que el suicidio está considerado como una vergüenza para No es de extrañar entonces que en la evolución de las
la familia del suicida, muchos suicidios y tentativas de sui- causas de suicidio en España, la categoría «estados psico-
cidio se ocultan y enmascaran como accidentes, con la páticos» sea cada vez más frecuentemente mencionada
complicidad de médicos piadosos y funcionarios compren- (junto con los «padecimientos físicos»): es la categoría
sivos. Sólo en donde el suicidio de un individuo es con- más amplia y la que corresponde mejor con la ideología
siderado como una afrenta para todos, sólo en donde se dominante.
considera que la sociedad entera es culpable del suicidio de En efecto, y como lo hemos mencionado ya en otros
cada uno, las estadísticas pueden ser fiables... lugares, la ideología dominante presenta siempre al indivi-
duo como la causa de sus propios actos, de su propio des-
Las causas del suicidio tino. El individuo es persona, lo que es sinónimo de res-
ponsable, origen y causa de su acontecer. Atribuir el suicidio
Las estadísticas oficiales sobre las muertes por suici- a «estados psicopáticos», es declarar que el individuo mis-
dio especifican «causas» con una categorización tan pinto- mo, su enfermedad, su locura, es la causa de su propia
resca como las de la célebre enciclopedia china (iimagina- muerte. La sociedad con esta explicación, se desresponsa-
ria!) de Borges, en la que se clasifican los animales que se biliza, se lava las manos. Ai menos mucho más que cuando
dibujan con pincel o los que se encuentran en el jardin del se atribuye el suicidio a la «miseria», que al fin y al
Emperador... cabo, no es enteramente la culpa del miserable.
En España, las «causas» de suicidio consideradas son: Las «causas» de suicidio contabilizadas en las estadís-
ticas oficiales nos parecen pues expresar más los prejui-
Padecimientos físicos. cios, la ideología de una sociedad que un dato válido sobre
—Estados psicopáticos. el suicidio. Por eso dejaremos su análisis a los estudiosos
—Disgustos de la vida. de la cultura y de la ideología y nos contentaremos con
—Disgustos domésticos. señalar que legalmente se atribuye a la «locura» el que las
78 77
individuos se quiten la vida. No olvidemos que el término En Le suicide, Durkheim analiza estadísticamente los
locura ha servido siempre para designar la causa de los suicidios consumados ( 5), examinando las relaciones entre
comportamientos individuales (e incluso, a veces, colecti- diversas características sociológicas de los suicidas, como
vos) que una sociedad no puede «entender» porque el la edad, el sexo, el estado civil, etcétera. Establece empíri-
hacerlo haría resquebrajarse sus cimientos (°). camente algunas regularidades que hemos mencionado ante-
Dejaremos de lado las causas legales del suicidio y exa- riormente, como la mayor frecuencia del suicidio en el
minaremos las que la ciencia le atribuye. hombre que en la mujer, el aumento de la frecuencia con
la edad, la relación con el estado civil, que hace de los
Teorías del suicidio casados los menos propensos al suicidio, la estabilidad de
la tasa de suicidios en los diferentes países, etcétera.
Dado que el suicidio se define como un acto por el A partir de estas regularidades, que son para Durkheim
que un individuo se quita la vida voluntariamente, en su los hechos que una teoría sociológica del suicidio debe
explicación caben dos perspectivas: una, la que pretende explicar ( T5), construye una tipología de los suicidios que
encontrar las causas del fenómeno en el individuo mismo, se sigue utilizando, con más o menos modificaciones, en los
entendiendo la lógica de la motivación del acto en térmi- estudios modernos. Existen, para el sociológo francés, tres
nos psicológicos. La otra, la perspectiva sociológica, intenta
clases de suicidios: l') el suicidio egoísta, propio de los
llegar a una comprensión del fenómeno haciendo abstrac-
individuos poco vinculados socialmente; 2') el suicidio
ción de la motivación personal y considerando que el
hecho no es el suicidio individual, sino que lo que se altruista, característico, al contrario, de los individuos con
puede deducir del conjunto de los suicidios es lo verda- fuertes lazos sociales, que se subdivide a su vez en obli-
deramente (objetivamente) explicativo de cada uno de ellos. gatorio, facultativo y agudo, y finalmente, 3') el suicidio
Como en el caso de nuestro examen de las teorías del anómico, que corresponde a los individuos cuya vida está
crimen, tendremos que encontramos aquí con un examen socialmente «desorganizada».
somero y esquemático de los fundamentos de las teorías Obviamente, Durkheim atribuye a factores sociales el
más importantes. La bibliografía especializada sobre el fenómeno del suicidio. Esencialmente al grado y a la forma
tema es considerable y el lector podrá encontrar sin difi- de integración del individuo en la sociedad, grado y forma
cultad textos en los que profundizar cualquier aspecto que que no dependen de él (o no sólo de él), sino de la espe-
pudiera interesarle particularmente. cífica sociedad en la que vive. El grado de control social, la
Debemos a Emile Durkheim el primer análisis socioló- cohesión de los grupos primarios de convivencia —y sobre
gico del suicidio. Su obra sobre este tema, editada por todo la familia— son los principales elementos que sirven
primera vez en 1897, es, además, un clásico de la metodo- para especificar la fuerza y la coherencia de los vínculos
logía sociológica. El análisis que el sociólogo francés hace
que ligan al individuo con la sociedad.
del suicidio es un punto de referencia ineludible en los
Para Durkheim, la integración social se identifica con
estudios contemporáneos. Por eso, y a pesar del carácter
del presente texto, resumiremos lo esencial de su con- la existencia de un conjunto coherente de vínculos. Estos
tenido.
(*) Las estadísticas espafiolas consideran como .suicidios tanto los
suicidios consumados como las tentativas de suicidio, dificultando así el
(*) Aunque he querido evitar toda cita erudita, no puedo resistir análisis.
la tentación de recomendar al lector eventual de este texto, el ensayo de (**) Hechos como cosas construidas sin tener en cuenta las inten-
Michel Foucault, Historia de la locura en la edad clásica, porque es un
libro inteligente y bello... ciones o declaraciones de los sujetos.

78 79
conjuntos de vínculos varia tanto dentro de una misma junto de nociones subordinadas al primero: autodestruc-
sociedad como de una sociedad a otra, pero cuando se alte- ción, agresión.
ran más allá de un cierto límite, la alteración imposibilita Para todas las escuelas —excepto la psicoanalítica— el
la vida.
suicidio es un acto que caracteriza una personalidad (5)
Aunque no podemos consagrar más espacio al examen enferma. La búsqueda de las características psicológicas
de la teoría de Durkheim, importa mencionar aquí el carác- del suicida-tipo ha conducido a un fracaso, posiblemente
ter Institucional que los vínculos sociales tienen para él. porque existen muchas variantes de suicidas. Encontrarnos
Esta característica es particularmente importante para el suicidio en personalidades esquizoides, paranoides y, con
entender el concepto de anomía y el de suicidio anémico,
una elevada frecuencia, en los depresivos. Pero hay depre-
ya que lo que hemos cualificado de desorganización de la sivos que no se suicidan...
vida social del individuo, se traduce como «conflicto» o con-
tradioción en las relaciones institucionalizadas del indivi- La idea de que el suicidio es el resultado de un proceso
duo con la sociedad: incoherencia o incompatibilidad entre es ampliamente compartida por los psicólogos. Proceso que
los diferentes roles sociales de un individuo, problemas de unos cualifican de (auto)destrucción y otros de (auto)agre-
«cristalización del status», contradicciones entre los obje- sión, palabras que aunque en apariencia muy próximas
tivos institucionalizados y los medios institucionalmente semánticamente denotan dos escuelas de pensamiento muy
disponibles para un individuo en un momento dado, son diferentes.
todas situaciones sociales 'anémicas, que según los soció- Mencionaremos primero la teoría freudiana de la auto-
logos funcionalistas postdurkheinuiianos, generan «conduc- destrucción, sobre todo porque al hacerlo podremos intro-
tas desviadas» (el suicidio o el crimen entre otras...). ducir los aspectos esenciales, para nuestro propósito, de la
Las teorías sociológicas del suicidio se apoyan en el teoría del inconsciente.
concepto de anomalía, modificando y/o precisándolo en La introducción del inconsciente freudiano en el pensa-
mayor o menor grado. Volveremos a esta cuestión des- miento moderno ha supuesto una ruptura cuyas consecuen-
pués de haber examinado los fundamentos de las teorías cias, para las ciencias oficiales, no han sido aún entera-
psicológicas del fenómeno estudiado. mente exploradas. En efecto, postular la existencia de una
instancia que determina el comportamiento y que está
Las teorías psicológicas fuera de la conciencia y de la voluntad implica zapar la
concepción tradicional del sujeto y de la persona, del indi-
La explicación psicológica del suicidio busca en la estruc- viduo responsable de sus actos porque la causa de ellos se
tura y en la dinámica de la personalidad las causas del encuentra en la voluntad, la libertad y la conciencia. Y en
acto del suicida. tanto cuanto existe un ámbito desde el que la conducta
Como la sociología, la psicología es una disciplina en la está determinada, la libertad desaparece, sobre todo porque
que coexisten escuelas de pensamiento diferentes en cuanto la conciencia de la determinación, al no existir, no puede
a su concepción del objeto y del método. Zas teorías psico- ser combatida por la voluntad. Con ello, la moral deja de
lógicas del suicidio son, pues, tan numerosas al menos ser una forma adecuada de analizar y de explicar la con-
como las diferentes escuelas. Es obvio que no podemos,
aqui, examinarlas y contrastarlas.
Nos contentaremos pues con considerar un concepto
(a) Cabila discutir hasta qué punto u ps icoan álisisfreudiano
de
de
mente una teoría de la personalidad
central, el del inconsciente y un concepto, o mejor, un con- disuelve la noción de personalidad. No es lugar aquí de hacerlo, pero

si de indicar la existencia de un problema importante.
SO 81
ducía, puesto que muchos actos —si no todos los actos— El término «Inconsciente» designa, pues, la existencia de
dejan de ser actos morales al comportar una sobredeter- una articulación, de una interacción entre dos órdenes
minación inconsciente. Y, entonces, la responsabilidad indi- de necesidad, el biólogo y el social. Interacción en la
vidual se esfuma, lo que tiene consecuencias enormes para que lo energético se organiza socialmente y organiza a su
la fundamentación de la práctica social de la justicia, para la vez la conducta. Interacción también en la que y por la que
justificación de las instituciones penitenciarias y, en última las relaciones sociales adquieren una carga energética, libi-
instancia, para la ideología domin an te, en la medida en dinal. Y, «last but not least», interacción en la que y por
que postula la existencia de individuos libres cuyo consenso la que lo social y lo simbólico actúan en el orden biológico
—no menos libre— fundamenta el orden social y po- mismo, imponiendo al organismo humano determinaciones
lítico. que afectan su funcionamiento, su existencia misma: las
No nos extenderemos más aquí sobre este tema, cuya enfermedades denominadas psicosomáticas son la manifes-
amplitud exigiría más páginas que las de este libro. Vol- tación más obvia de esta última interacción...
vamos a la concepción freudiana del inconsciente, aún En esta perspectiva, la existencia en todos nosotros de
insuficientemente especificada. Hemos dicho de él que se «tendencias autodestructoras» se postula sin dificultad. El
trata de una instancia que determina la conducta, fuera suicidio, culminación del proceso de autodestrucción, se
de la conciencia y de la voluntad. Tenemos que añadir que, explica por la interacción inconsciente de relaciones
para Freud y los freudianos, esta instancia es la sede pasadaA con la energía vital y con el
de un orden simbólico, en el que se inscriben las pautas de sociales presentes y pasada
funcionamiento del organismo. Se llega a un cierto grado
las relaciones sociales, las formas de intercambio inter-
de contradicción en las interacciones sociales diversas que
individual experimentadas en el período constitutivo de la
un individuo mantiene, y dado que estas relaciones tienen
estructura psicológica: la infancia. Que estas relaciones
una carga energética biológica, que esa inversión energética
sean de la naturaleza triangular y familialista que la expre-
la tienen todas y que la energía es de la misma fuente, la
sión teoría del Edipo designa, es algo sobre lo que se ha
contradicción interfiere con el funcionamiento del orga-
insistido en demasía y cuya importancia nos parece mucho
menor que la del cardcter social, relacionas y procesual nismo al exigir una cantidad de energía mayor que la que
que configura el inconsciente. se genera. De este modo la vida deviene imposible. A veces,
claro está, nos encontramos en presencia del caso contra-
Tendremos ocasión después de insistir sobre y precisar
rio : cuando la inversión genética en las relaciones sociales
la importancia del hecho de que el inconsciente freudiano
no es posible, el exceso de energía orgánica generada, inver-
esté codificado por relaciones sociales. Antes, tenemos que
mencionar otra característica esencial de esta instancia. tida en el organismo propio, lo destruye.
Se trata de que la dinámica del inconsciente viene determi- En esta perspectiva, el suicidio no es, obviamente, la
nada por la eficacia del orden biológico, por la «energía única forma de autodestrucción: la moderna gerontolo-
vital», por lo que Freud 'llama la energía libidinal, la gía, que ha establecido, entre otras cosas, que los jubilados
libido. tienen una mortalidad superior que la de individuos de la
El inconsciente freudiano aparece así como la instancia misma edad, ocupación y otras características, excepto que
mediatizadora de las determinaciones sociales y biológicas permanecen activos, nos indica hasta qué punto la supre-
en el comportamiento humano, el lugar —topos— en donde sión de un conjunto de relaciones sociales tan amplio como
se efectúa la interacción entre el organismo y la sociedad las generadas por el trabajo incide sobre el funcionamiento
que configura la conducta del hombre, biológico y social. del organismo, provocando una muerte que no resulta de

82 83
un acto consciente de autodestrucción. De esto volveremos privilegiamos el modo de explicación freudiano esbozado
a hablar más lejos. más arriba, entre otras razones porque es el único com-
Me parece importante indicar que las teorías freudia- patible con las regularidades sociológicas observadas en el
nas han sido interpretadas generalmente de manera que fenómeno del suicidio.
enmascaran un aspecto que, en este texto, hemos mani-
festado ampliamente: el hecho de que el inconsciente sea
El concepto de suicidio
el lugar de la interacción entre lo social y simbólico y lo
biológico. Para muchos freudianos, la libido no es más que La mayoría de los estudios sobre el suicidio se basan
una «tendencia», «instinto» o pauta de comportamiento, en estadísticas oficiales que utilizan la definición usual de
sólo metafóricamente biológica. Esto induce una interpre- la muerte por suicidio: se llama suicidio al acto volun-
tación del inconsciente en la que lo biológico no tiene tario y consciente por el que una persona se quita la
organización, en la que la libido es una especie de sus- vida.
trato al que da forma lo simbólico, una forma inmóvil y El atributo de «voluntario» es esencial, ya que si no
sin eficacia en el orden biológico mismo. La interpretación existe en el sujeto la voluntad de quitarse la vida, no se
de la autodestrucción es, entonces, compleja y poco expli- trata de un suicidio, sino de un «accidente» o de un homici-
cativa. A menos, claro está, que multipliquemos las pul dio. Por eso, para establecer si una muerte se debe a un
alones, añadiendo a la libido una upulsión de muerte» suicidio, hay que verificar que la víctima y el homicida son
(como Freud mismo ya lo hace, al conjugar Tánatos con la misma persona y que el criminal-víctima actuaba inten-
Eros)... y a ambas una «voluntad de poder», última psico- cionalmente.
logización de lo social y de lo biológico. ¿Cómo establecemos la intencionalidad del acto? La
Las teorías que fundan su explicación del suicidio en declaración de intenciones (carta u otra declaración del
el concepto de autoagresíón se asientan en una concepción suicida) y la observación de los hechos son los elementos
de la naturaleza humana que postula la existencia, en todos esenciales: cuando encontramos el cadáver de una persona
los organismos, de la «agresividad», de la innata tendencia muerta o, mejor dicho, mataba y si llegamos a la conclu-
a agredir, forma moderna del necesario postulado de la sión de que el asesino es la víctima y comprobamos que
existencia inmanente del mal. El suicidio seria entonces el los medios empleados para matar no pueden haberse en-
resultado de una involución de la agresividad, que la vuelve contrado reunidos accidentalmente y que su aplicación
contra el organismo mismo: el pasar del «querer matar» tiene que haber sido intencional, concluimos que se trata
al «querer ser matado» para llegar, finalmente, al «querer de un suicidio.
morir»... Sabemos que, en muchos países, existen elementos cul-
En ciertos casos, la tentativa de suicidio ha aparecido, turales que hacen del suicidio de un familiar un acto «ver-
por el contrario, como una expresión del «querer matar», gonzoso» para la familia, que se intenta encubrir bajo la
como agresión hacia otro u otros, expresión invertida de figura de la muerte accidental, con lo que las estadísticas
un «querer vivir». Estos casos se presentarían, como en de suicidios están falseadas. Pero el suicidio no está ennmas-
general las tentativas de suicidio, con más frecuencia entre carado solamente por los familiares del muerto: ocurre
las mujeres y los jóvenes. también que el suicida enmascara su muerte, presentán-
A pesar de la popularidad de las teorías de la agresión, dola como si fuera un accidente, por razones que van

84 85
desde el compartir la «vergüenza» familiar hasta querer cuencia, y también es evidente que los umbrales que cada
que sus deudos cobren una póliza de seguro de vida... individuo emplea en esas estimaciones del riesgo son varia-
Los casos que hemos considerado en el párrafo anterior bles, que uno se arriesga más o menos, según el caso...
conciernen únicamente a los problemas de identificación de ¿Qué es lo que determina el riesgo que cada uno está
los suicidios que reúnen todas las condiciones exigidas por dispuesto a asumir en una circunstancia concreta? ¿Es sólo
la definición formal del suicidio, y particularmente la con- nuestra conciencia lo que lo determina? ¿O nos decidimos
ciencia y la intencionalidad. Pero existen muchos tipos de a actuar aunque sepamos que el riesgo es alto?
muertes accidentales e incluso «naturales» que se parecen La muy seria revista Scieiice ha publicado en 1977 un
a la muerte por suicidio lo suficiente como para que el con- estudio que demuestra que, en los Estados Unidos, cuando
cepto de suicidio pueda empezar a parecernos poco ope- la prensa ha anunciado y comentado ampliamente el sui-
rativo. cidio de una personalidad conocida por el público, se ob-
serva un aumento estadísticamente significativo de las
Se trata de aquellas muertes que no se hubieran pro-
ducido sin una pulsión inconsciente, determinada también muertes por accidentes de carretera en los días sucesivos.
El interés de esta investigación para nuestro razonamiento
por la organización de las relaciones sociales del individuo.
es obvio: el efecto de arrastre producido por el conoci-
Las relaciones entre la conciencia y la voluntad son, ade-
miento del suicidio de una personalidad no se traduce en
más, lo suficientemente ambiguas como para que la fron-
tera entre suicidio y accidente sea poco clara. Pongamos el más suicidios, sino en accidentes... ¿No será que la noticia
caso de un individuo que libre y conscientemente se va afecta el inconsciente de esos conductores haciendo que se
arriesguen más que de costumbre sin saberlo o sabiéndolo?
a pasear en su coche, que libre, consciente y voluntaria-
Existe otro tipo de hechos, ampliamente conocidos,
mente entra en una curva a 160 km/h sin frenar. Pierde
y que constituyen materia de estudio para la gerontología:
el control del vehículo y se mata. ¿Se trata de un suicidio
se ha observado que la frecuencia de las defunciones es
o de un accidente? Para contestar a esta pregunta tendre-
mayor para los jubilados que para los activos de la misma
mos que establecer hasta qué punto existe una relación edad y profesión. La jubilación supone una ruptura de
determinada, de causa a efecto, entre tomar esa curva vínculos sociales que tienen inversiones libidinales gr an des,
a 160 km/h, con ese coche, con ese estado de la cal- es un acontecimiento gnómico del tipo de los que son con-
zada, con esos reflejos y el matarse, tendremos que deter- siderados como causas del suicidio. Sólo que aquí se trata
minar cuál es la probabilidad de que el accidente mortal de muertes «naturales»...
se produzca en esas peculiares condiciones: si la probabi- Vemos pues que accidentes y muertes «naturales» (cau-
lidad es igual a uno, tenemos que decir o bien que se sadas por enfermedades) están ligadas a las mismas cau-
trata de un suicidio, o bien que el conductor carecía de la sas que producen los suicidios. Si no les llamamos, tam-
conciencia necesaria de las condiciones. Si la probabilidad bién, suicidios, es porque no les podemos atribuir como
es cercana a cero, delarar que se trata de un accidente origen la voluntad de matarse, la conciencia de esta volun-
es verosímil: lo accidental tiene que ser poco probable. tad y de la situación que se está viviendo.
El interés de este ejemplo es, precisamente, el demos- El psicoanálisis nos ha enseñado que el deseo no siem-
trar que la distinción entre el suicidio y el accidente está pre es consciente, que muy a menudo es más fuerte que la
ligada a estimaciones de riesgos. Es obvio que, en la vida voluntad. Que no es lo mismo desear y querer, aunque,
cotidiana, las estimaciones del riesgo se hacen con fre- a veces, puedan coincidir.
87
Con esta distinción entre querer y desear es más fácil
entender la relación de los individuos con su propia vida,
entender los mecanismos que llevan a la muerte. Los sui-
cidas desean morir, saben que lo desean y lo quieren. Pero
existen otros individuos, muchos mds, que desean morir y
se matan o se mueren como consecuencia de este deseo,
pero sin que el deseo de muerte se haya traducido en
conciencia y en voluntad de practicar un homicidio sobre
sí mismos. Esta forma de ver los hechos está apoyada
en nuestras consideraciones anteriores sobre el inconsciente
como el lugar en donde se conjugan las determinaciones
A MODO DE CONCLUSION
sociales y biológicas del comportamiento individual: las La relación entre el suicidio y la delincuencia ha sido
mismas determinaciones sociales producen el mismo deseo examinada estadísticamente para un tipo particular de deli-
de la muerte, que según los individuos se traduce en muer-
tos: los homicidios. Esto porque una de las hipótesis de
te «natural», «accidental» o por suicidio... Estas variantes Durkheim, en su análisis del suicidio, es que en los países
nos parecen distinciones morales más que científicas, pues- con un elevado número de homicidios, la tasa de suicidio
to que están fundadas en consideraciones subjetivas sobre es baja. Aunque parece ser que está probado que esta
las intenciones y la conciencia. hipótesis es falsa en la actualidad, que la correlación entre
Lo esencial es, pues, que, como en el caso del crimen, ambas tasas es baja y sin significación, el que se la haya
sólo algunos de los actos que podrían ser considerados considerado cierta ha servido de fundamento a algunas
como efectos idénticos de las mismas causas son social- teorías del suicidio (como «auto-agresión» cuando la hétero-
mente contabilizados bajo las mismas rúbricas. agresión es imposible).
Estas consideraciones nos llevan a recordar un prin- Un aspecto de la relación entre el suicidio y la delin-
cipio científico esencial: los hechos no son independientes cuencia en general que nos parece tener una particular
de las teorías, los hechos puros no existen. Sólo una ade- importancia es la coincidencia de las características socia-
cuada teoría del suicidio nos permitirá conocer los hechos les de los suicidas y de los delincuentes. En efecto, el sexo,
sobre éste. O, dicho de otra manera: sólo cuando la defi- el estado civil, la profesión, el nivel de instrucción son
factores que coinciden en la determinación de las f recuen-
nición científica de un fenómeno fundamenta las categorías
cias del suicidio y de la criminalidad. La edad, por el
empleadas en estadística, los análisis estadísticos reflejan
contrario, incide de forma diametralmente opuesta en un
adecuadamente la totalidad de éste.
fenómeno y en el otro. Pero esta oposición no indica una
independencia de los dos fenómenos, sino una complemen-
tariedad.
Esta primera similitud entre la delincuencia y el suici-
dio no es la única, aunque pueda ser la más significativa:
sucede también que la definición del uno y el otro está
ligada con la ley, y que en ambos casos esto plantea el
problema de la existencia de actos similares a los sancio-
nados, identificados y contabilizados que no han sido social-

88 89
mente etiquetados como crímenes o suicidios. En ambos tad que parecían ligadas con una variedad de conductas
casos, cuando el acto no está socialmente y legalmente casi infinita, tenemos que entenderlo como una confluencia
etiquetado, sus contornos se esfuman y acabamos carecien- de determinaciones sociales y biológicas relativamente limi-
do de criterios claros para saber si un acto es más o menos tadas.
delictivo, si un accidente es más o menos suicidio... No olvidemos, además, que la noción de causa de un
Tanto para el crimen como para el suicidio, la noción fenómeno es una noción dudosa, asentada sobre todo en la
de responsabilidad es esencial. Recordemos que hablar de experiencia subjetiva: la búsqueda de «causas» acaba ha-
responsabilidad es hacer del individuo la causa de un acto ciéndonos entender la organización de un sistema, la bús-
que se presenta entonces como efecto... queda de una causa consiste a menudo en el establecimiento
Los estudios científicos del suicidio y del crimen coin- de una «buena conciencia» moral y psíquica...
ciden si se comparan indices de una sociogénesis del fenó- Pero volvamos a lo que nos parece constituir la cues-
meno. Estos índi ces, que ya hemos examinado muchas ' tión esencial para el tema del que tratamos: la función
veces, consisten, esencialmente, en comprobaciones estadís- social objetiva de la exclusión. Como dijimos en la intr o-
ticas sob re las características de unos y otros, de delin- ducción, el mantenimiento, la reproducción de un orden
cuentes y suicidas. Pero, dado el carácter esencialmente social requiere que existan y funcionen mecanismos de
estadístico de las investigaciones empíricas, se ignora casi regulación, destinados a disminuir la variedad emergente
todo sobre los procesos, las estructuras y las funciones de de conductas y relaciones sociales. La disminución de la
los fenómenos estudiados. variedad se efectúa mediante el establecimiento de normas
En ambos casos, delincuencia y suicidio, el resultado —en grupos homogéneos— y mediante la constitución de
objetivo del proceso es la exclusión del individuo de la aparatos legislativos-represivos que suprimen una cierta
vida social, e incluso de la vida. Que esta exclusión —encar- variedad de conductas mediante la penalización de los indi-
celamiento o muerte— sea resultado de causas endógenas viduos.
del individuo (responsabilidad individual, enfermedad o Las teorías sociológicas que atribuyen el suicidio y la
cualquier otra etiqueta) o exógenas (esencialmente socia- criminalidad a la anomía, es decir, a la desorganización
les), es una alternativa que podemos considerar como falsa, del sistema de vínculos sociales del individuo, h an perci-
o, en todo caso, secundaria. Y esto por varias razones. La bido una parte del mecanismo que produ ce las conductas
primera de ellas es porque la obsesión por la causa nos analizadas. Efectivamente, la variedad que los mecanismos
impide ver la )'unción social objetiva de la exclusión, de la reguladores están encargados de disminuir consiste en la
que hablamos más lejos. La segunda porque la distinción emergencia de formas nuevas de relación social. Pero, en
entre individuo y sociedad, tal y como se efectúa, es en la ideología dominante, las relaciones sociales que no están
gran medida Ideológica: no hay individuos sin sociedad y institucionalizadas acaban siendo concebidas como puro
no hay sociedad sin individuos, la relación ent re individuo vacío en la relación social, cuando no como aberración anti-
y sociedad es tan estrecha y necesaria que las causas socia- social. La emergencia de formas nuevas de relación social
les e individuales se confunden, sobre todo en el caso de aparece, pues, como pura desorganización o como ausencia
fenómenos que presentan tantas regularidades sociológicas de relaciones, ya que solamente las relaciones institucio-
como la criminalidad y el suicidio. La tercera, porque lo nales son consideradas como verdaderas relaciones socia-
que llamamos la vida humana aparece cada vez más cla- les. Las teorías de la anomfa, sin saberlo, sefialan que
ramente como un proceso que está social y biológicamente cuando los individuos se vinculan con los demás de forma
determinado, de manera tal que lo que tradicionalmente se nueva, cuando aparece una variedad nueva de organi-
ha llamado la apsique», la conciencia, la libertad y la volun- zación de los vínculos interindividuales, los individuos im-
91
90
picados en ella acaban siendo excluidos, de una forma otro Son fenómenos normales, en la medida en que la
u otra, de la vida social. Obviamente, esto se formula de organización social y el orden social se identifiquen...
otra manera: se dice que la desorganización de las rela- Que podría existir una estructura social en la que el
ciones sociales genera conductas «desviadas», es decir, con- mantenimiento del orden no pasara por la atribución a los
ductas que conducen a la exclusión. individuos de la responsabilidad de la emergencia de la
El que atribuyamos al individuo la responsabilidad de variedad de formas incompatibles, sino con la estructura,
la conducta generada por el establecimiento de interrela- al menos con el orden, es una hipótesis que no podemos
ciones de forma nueva es, además, fácil de comprender en rechazar. Y no podemos hacerlo porque el postularla es
mantener abierta la posibilidad de una sociedad sin repre-
cuanto que admitimos que el ser psicológico y social del
sión, conferir al futuro la potencialidad de generar formas
organismo biológico hum ano, la persona, es su forma de
relacionarse... nuevas.
Importa aclarar aquí que el mantener lo que es, esen-
cialmente, el funcionamiento social, el que genera tanto
• • •
la criminalidad como la delincuencia, no implica que en la
vida cotidiana tengamos que solidarizarnos con compor-
No olvidemos en nuestro análisis de los mecanismos por tamientos como el asesinato o la violación. A mi entender,
los que la sociedad excluye individuos bajo la figura de la el dolor o la indignación que podemos sentir por aquello
autoexclusión, que éstos no se limitan a la delincuencia y que nos ofende tiene que transformarse en voluntad de
al suicidio. Existen otras figuras sociales de la exclusión, cambiar el sistema que lo genera y no en animosidad contra
simultáneamente social e individual: lo que se llama locura, el culpable que siempre es también víctima.
todos los rostros de la locura constituyen vari antes en los
mecanismos de exclusión, en muchos aspectos similares
a los del suicidio y el crimen. La locura es también —aun-
que sea de otra manera— cortar o modificar vínculos socia-
les, atacar o molestar el orden normal de las cosas al no
respetar las pautas de conducta que ese orden impone.
Y los locos se ven confinados ent re muros y rejas, diag-
nósticos y compasiones: como los delincuentes, porque el
hospital es cárcel y el diagnóstico sentencia y la cura, pena.
Las condenas, ahora, se justifican bajo pretexto de rehabi-
litación. Las cárceles y los hospitales se han parecido
siempre.

• s •

Cuando vemos la delincuencia y el suicidio en esta


perspectiva, como exclusiones generadas por la dinámica
de la reproducción social o, mejor, del mantenimiento del
orden, acabamos considerando, con Durkheim, que una y
92
INDICE

PREFACIO 5
La otra cara.

INTRODUCCION 9
Ahora y siempre. Concepción jurídica "natural".

L SOCIEDAD 15
Sociedad. La regulación. Individuo y sociedad.

II. RECUENTO DE PENAS 21


Los problemas de la criminología. Diferencias
entre las características de la población reclusa
y de la población total. La descripción de la
criminalidad. Reincidencia y reiteración. Con-
denados y reclusos por delito. Delincuencia ju-
venil.

III. PROBLEMAS Y METODOS DE LA CRIMINO-


LOGIA 36
El "crimen" hace criminales. Otras diferencias.
Delincuencia juvenil. Conclusión del capitulo.

IV. CRIMINOLOGIA Y SOCIOLOGIA 48


Las normas y los grupos homogéneos. Definición
del delito. La ley y el consenso. Delito y pena.
Causa y culpa.

V. EL SUICIDIO 69
El suicidio. Las causas del suicidio. Teorías del
suicidio. Las teorías psicológicas. El concepto de
suicidio.

A MODO DE CONCLUSION 89

Potrebbero piacerti anche