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El Antiguo Testamento: Un
Comentario sobre Su
Historia y Literatura
TOMOS II

Por
CARROLL GILLIS
CASA BAUTISTA DE PUBLICACIONES
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REPUBLICA DOMINICANA: Apartado 880, Santo Domingo
URUGUAY: Casilla 14052, Montevideo
VENEZUELA: Apartado 152, Valencia 2001-A
© Copyright 1960, Carroll Gillis
Derechos en español asignados a Casa Bautista de Publicaciones, 1986.
Segunda Edición © copyright 1991, Casa Bautista de Publicaciones.
Todos los derechos reservados.
Clasificación decimal Dewey: 221.6
Temas: 1. Biblia. A.T. Crítica, interpretación.
2. Biblia. A.T. Comentarios.
Tomo II, ISBN: 0-311-03082-3
Tomo II, C.B.P. 03082

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TOMO II

DESARROLLO DE LA TEOCRACIA
LIBROS COMENTADOS:
JOSUE, JUECES, RUT, I y II SAMUEL, I CRONICAS
y partes de:
I REYES y II CRONICAS
con
LOS INDICES
CONTENIDO DEL SEGUNDO TOMO
BOSQUEJO ANALITICO DEL SEGUNDO TOMO
INTRODUCCION GENERAL
LIBRO II. DESARROLLO DE LA TEOCRACIA
PARTE I. PERIODO DE ENTRADA Y ESTABLECIMIENTO EN CANAAN
PARTE II. PERIODO DE LOS JUECES
PARTE III. PERIODO DE LA MONARQUIA
TABLA DE CRONOLOGIA
INDICES

DEDICATORIA
Dedico respetuosamente este segundo tomo de la Historia y Literatura de la Biblia al Dr.
Walter T. Conner, mi profesor de Teología, que en mis días de estudiante me inspiró con sus
grandes conocimientos y su talento como maestro, sobre todo, con su gran espíritu cristiano.

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BOSQUEJO ANALITICO DEL SEGUNDO TOMO
INTRODUCCION GENERAL

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LIBRO II. DESARROLLO DE LA TEOCRACIA. (Desde la muerte de Moisés hasta el fin


del Reino Unido).
PARTE I. PERIODO DE ENTRADA Y ESTABLECIMIENTO EN CANAAN. (Desde la
muerte de Moisés hasta la muerte de Josué). Jos. 1:1–24:33.
A. PARTE INTRODUCTORIA AL PERIODO DE ENTRADA Y ESTABLECIMIENTO EN
CANAAN.
(A) INTRODUCCION AL LIBRO DE JOSUE.
1. Nombre.
2. Clasificación.
3. Autor y fecha.
4. Método en que fueron escritos los libros históricos.
5. Ocasión y propósito.
6. Evaluación de la vida de Josué.
7. Cronología del libro de Josué.
8. Carácter y estilo del libro de Josué.
9. Bosquejo general del libro de Josué.
(B) TIERRA DE CANAAN.
1. La arqueología y la historia pre-israelita.
2. Descripción del país.
i. Extensión y área.
ii. Topografía.
a. Divisiones naturales que se extienden de sur a norte.
(1) La Mesa Oriental.
(2) El valle del Jordán.
(3) La Mesa Central.
(4) La Llanura Marítima.
b. Divisiones naturales que se extienden de este a oeste.
(1) El Néguev.
(2) Llanura de Esdraelón.
(3) La Sierra Septentrional.
iii. Clima.
iv. Flora.
v. Fauna.
3. Los primitivos habitantes de la tierra de Canaán.
i. Los cananeos.
ii. Los amorreos.
iii. Los jebuseos.
iv. Los heteos.
v. Los heveos.
vi. Los perezeos.
vii. Los gergeseos.
4. Palestina en el día de hoy.
i. Diferencia de los tiempos antiguos.
ii. Ciudad y servicios públicos.
iii. Agricultura e irrigación.
iv. Industrias.
v. Depósitos minerales.

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vi. Migración de los judíos a Palestina.


vii. Instituciones.
viii. Religión.
ix. Establecimiento del estado de Israel.
x. Relaciones entre árabes y judíos.
(C) LAS TRIBUS DE ISRAEL EN LA TIERRA DE CANAAN.
1. Rubén.
2. Gad.
3. Manasés.
i. La media tribu al este del Jordán.
ii. La media tribu al oeste del Jordán.
4. Isacar.
5. Zabulón.
6. Neftalí.
7. Aser.
8. Efraim.
9. Benjamín.
10. Dan.
11. Simeón.
12. Judá.
13. Leví.
(D) PROBLEMA MORAL DE LA CONQUISTA DE CANAAN.
1. Paralelos históricos.
2. Realidad del problema.
3. Resoluciones inadecuadas del problema de la conquista.
i. La explicación judía.
ii. Una solución liberal.
iii. Una opinión extrema de la soberanía de Dios.
4. La verdadera relación entre Dios y la moralidad.
i. Una moral para Dios y otra para el hombre.
ii. Ilustración del juez y del verdugo: Dios como juez.
iii. Dios y los principios cristianos.
iv. Diferencia entre el reino teocrático de Israel y el reino de Dios.
v. Resumen.
B. CONQUISTA DE CANAAN. Jos. 1:1–12:24.
(A) BOSQUEJO DE LA CONQUISTA DE CANAAN. Jos. 1:1–12:24.
1. Mensajes preliminares. 1:1–18.
2. Envío de los espías. 2:1–24.
3. Cruzamiento del Jordán. 3:1–17.
4. Las doce piedras conmemorativas. 4:1–5:1.
5. Intervalo de descanso. 5:2–15.
6. Caída de Jericó. 6:1–27.
7. Pecado de Acán y su resultado. 7:1–26.
8. Victoria sobre Hai. 8:1–35.
9. Astucia de los gabaonitas. 9:1–27.
10. Batalla de los cinco reyes. 10:1–27.
11. Conquista de las ciudades del sur. 10:28–43.

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12. Conquista de las ciudades del norte. 11:1–15.


13. Resumen de la conquista de Canaán. 11:16–12:24.
(B) NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CANAAN. Jos. 1:1–12:24.
C. REPARTICION DE CANAAN. Jos. 13:1–21:45.
(A) BOSQUEJO DE LA REPARTICION DE CANAAN. Jos. 13:1–21:45.
Introducción. Repartición de la tierra no poseída durante la vida de Moisés. 13:1–7.
1. Heredades de las tribus al este del Jordán. 13:8–33.
2. Repartición de la tierra al oeste del Jordán. 14:1–19:51.
3. Las ciudades de refugio. 20:1–9.
4. Las ciudades de los levitas. 21:1–42.
Conclusión de la repartición de Canaán. 21:43–45.
(B) NOTAS SOBRE LA REPARTICION DE CANAAN. Jos. 13:1–21:45.
D. ULTIMOS DISCURSOS DE JOSUE. Jos. 22:1–24:33.
(A) BOSQUEJO DE LOS ULTIMOS DISCURSOS DE JOSUE. Jos. 22:1–24:33.
1. Incidente del altar oriental. 22:1–34.
2. Discurso de Josué respecto a la conquista final de la tierra. 23:1–16.
3. Discurso de Josué acerca de la historia pasada de Israel. 24:1–28.
4. Muerte de Josué. 24:29–33.
(B) NOTAS SOBRE LOS ULTIMOS DISCURSOS DE JOSUE. Jos. 22:1–24:33.
PARTE II. PERIODO DE LOS JUECES. (Desde Otniel hasta Samuel). Juec. 1:1–1 Sam.
8:22.
A. INTRODUCCION AL LIBRO DE LOS JUECES.
1. Nombre.
2. Función del juez.
i. El juez como gobernador.
a. La palabra juez.
b. Posición única de Moisés y Josué.
c. Antiguo sistema de gobierno en la tribu.
d. El gobierno teocrático.
e. Unificación del pueblo bajo los jueces.
f. Fuerza y debilidad del gobierno en la tribu.
g. Disposición sabia de Dios para el gobierno.
h. Aparecimiento de los jueces.
j. Unificación provisional bajo el juez.
ii. El juez como profeta.
a. Posición del libro de los Jueces entre los Profetas Anteriores.
b. Diferencia entre el juez y el profeta.
iii. Conclusión.
3. Propósito y plan del libro de los Jueces.
4. Autor y fecha.
i. Primera división. Juec. 1:1–16:31.
ii. Segunda división. Juec. 17:1–21:25.
5. Valor del libro de los Jueces.
6. Estilo y carácter.
7. Cronología.
8. Bosquejo general.

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B. DESCRIPCION DE LAS CONDICIONES EN ISRAEL DESPUES DE LA MUERTE DE


JOSUE. Juec. 1:1–3:7.
(A) BOSQUEJO DE LAS CONDICIONES EN ISRAEL DESPUES DE LA MUERTE DE JOSUE. Juec. 1:1–
3:7.
1. Actividad de Judá. 1:1–26.
2. Resumen de ciertos fracasos de las tribus. 1:27–36.
3. Mensaje del Angel de Jehová en Gilgal. 2:1–7.
4. Resumen del período de los jueces. 2:8–19.
5. Explicación de la existencia en Palestina de tribus no dominadas. 2:20–3:7.
(B) NOTAS SOBRE LAS CONDICIONES EN ISRAEL DESPUES DE LA MUERTE DE JOSUE. Juec. 1:1–
3:7.
C. ACTIVIDADES DE LOS JUECES. Juec. 3:8–16:31.
(A) BOSQUEJO DE LAS ACTIVIDADES DE LOS JUECES. Juec. 3:8–16:31.
1. Dominación de Mesopotamia: el juez Otniel. 3:8–11.
2. Dominación moabita: el juez Aod. 3:12–30.
3. Dominación filistea: el juez Samgar. 3:31.
4. Dominación cananea: Débora y Barac. 4:1–5:31.
5. Dominación madianita: el juez Gedeón. 6:1–8:35.
6. El juez Abimelec. 9:1–57.
7. El juez Tola. 10:1, 2.
8. El juez Jaír. 10:3–5.
9. Opresión ammonita: el juez Jefté. 10:6–12:7.
10. El juez Ibzán. 12:8–10.
11. El juez Elón. 12:11, 12.
12. El juez Abdón. 12:13–15.
13. Opresión filistea: el juez Samsón. 13:1–16:31.
(B) NOTAS SOBRE LAS ACTIVIDADES DE LOS JUECES. Juec. 3:8–16:31.
D. DESCRIPCION DE LAS CONDICIONES SOCIALES EN LA EPOCA DE LOS JUECES.
Juec. 17:1–21:25.
(A) BOSQUEJO DE LAS CONDICIONES SOCIALES EN LA EPOCA DE LOS JUECES. Juec. 17:1–21:25.
1. Micaya y su casa de ídolos. 17:1–18:31.
2. La atrocidad de Gabaa. 19:1–21:25.
(B) NOTAS SOBRE LAS CONDICIONES SOCIALES EN LA EPOCA DE LOS JUECES. Juec. 17:1–21:25.
E. UN IDILIO EN LA EPOCA DE LOS JUECES. LA HISTORIA DE RUT. Rut 1:1–4:22.
(A) INTRODUCCION AL LIBRO DE RUT.
1. Nombre.
2. Historia del libro de Rut.
3. Autor y fecha.
4. Ocasión y propósito.
5. Lecciones.
6. Bosquejo general.
(B) BOSQUEJO DE LA HISTORIA DE RUT. Rut 1:1–4:22.
1. Llegada de Rut a tierra de Israel. 1:1–22.
2. Rut es objeto de las atenciones de Booz. 2:1–23.
3. Insinuación de Rut a Booz para que se comporte como pariente cercano. 3:1–18.
4. Redención de Rut. 4:1–17.
Conclusión. Genealogía de David. 4:18–22.

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(C) NOTAS SOBRE LA HISTORIA DE RUT. Rut 1:1–4:22.


F. EPOCA DE SAMUEL. 1 Sam. 1:1–8:22.
(A) INTRODUCCION A LOS LIBROS DE SAMUEL.
1. Nombre.
2. Autor, fuentes, y fecha.
i. Autor y fuentes.
ii. Fecha.
a. Referencias en los libros de Samuel al reinado de David.
b. Referencias en los libros de Samuel a los reyes de Judá.
c. Referencias en los libros de Samuel a ciertas costumbres anticuadas, etc.
iii. Conclusión.
3. Ocasión y propósito.
4. Vida de Samuel.
5. Bosquejos de los libros de Samuel.
(B) BOSQUEJO DE LA EPOCA DE SAMUEL. 1 Sam. 1:1–8:22.
[A] NACIMIENTO Y JUVENTUD DE SAMUEL (DESDE SU NACIMIENTO HASTA SU
ESTABLECIMIENTO COMO PROFETA). 1:1–3:18.
1. La madre de Samuel y su oración. 1:1–19.
2. Nacimiento de Samuel y su consagración. 1:20–2:10.
3. Ministerio del niño Samuel en Silo. 2:11–3:18.
[B] MINISTERIO PUBLICO DE SAMUEL (DESDE SU ESTABLECIMIENTO COMO PROFETA HASTA EL
REINADO DE SAUL). 3:19–8:22.
1. Establecimiento de Samuel como profeta. 3:19–4:1a.
2. Historia del arca. 4:1b–7:2.
3. Avivamiento de la religión de Jehová y su resultado. 7:3–14.
4. Resumen de la obra de Samuel. 7:15–17.
5. El pueblo pide un rey. 8:1–22.
(C) NOTAS SOBRE LA EPOCA DE SAMUEL. 1 Sam. 1:1–8:22.
PARTE III. PERIODO DE LA MONARQUIA. (Desde Saúl hasta Salomón).
1 S. 9:1–1 R. 11:43. 1 Cr. 1:1–2 Cr. 9:31.
(I) INTRODUCCION A LOS LIBROS DE REYES.
1. Nombre.
2. Autor, fecha y fuentes.
i. Autor.
ii. Fecha.
iii. Fuentes.
3. Ocasión y propósito.
4. Relación entre Reyes y Crónicas.
5. Valor religioso.
6. Bosquejos de los libros de Reyes.
(II) INTRODUCCION A LOS LIBROS DE CRONICAS.
1. Nombre y clasificación.
2. Autor, fecha y fuentes.
i. Autor y fecha.
ii. Fuentes.
3. Ocasión y propósito.

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4. Carácter.
5. Valor.
6. Análisis y bosquejos.
(III) PARENTESIS: TABLAS GENEALOGICAS DE CRONICAS.
1 Cr. 1:1–9:44.
A. BOSQUEJO DE LAS TABLAS GENEALOGICAS DE CRONICAS.
1 Cr. 1:1–9:44.
(A) LOS PATRIARCAS. 1:1–2:2.
1. Descendencia de Adán hasta Noé. 1:1–4.
2. Descendencia de los hijos de Noé. 1:5–27.
3. Descendencia de Abraham. 1:28–2:2.
(B) LA NACION ISRAELITA. 2:3–8:40.
1. Descendientes de Judá. 2:3–4:23.
2. Tribu de Simeón. 4:24–43.
3. Tribu de Rubén. 5:1–10.
4. Tribu de Gad. 5:11–17.
5. Paréntesis: Guerra con los ismaelitas. 5:18–22.
6. Tribu de Manasés (oriental). 5:23, 24.
7. Paréntesis: Traslado de las tribus orientales. 5:25, 26.
8. Tribu de Leví. 6:1–81.
9. Tribu de Isacar. 7:1–5.
10. Tribu de Benjamín. 7:6–12.
11. Tribu de Neftalí. 7:13.
12. Tribu de Manasés (occidental). 7:14–19.
13. Tribu de Efraim. 7:20–29.
14. Tribu de Aser. 7:30–40.
15. Otra lista de la tribu de Benjamín. 8:1–40.
(C) HABITANTES DE JERUSALEN DESPUES DE LA CAUTIVIDAD. 9:1–44.
1. Miembros de las tribus que habitaron a Jerusalén. 9:1–9.
2. Sacerdotes. 9:10–13.
3. Levitas y sus deberes. 9:14–34.
Epílogo. Familia de Saúl. 9:35–44.
B. NOTAS SOBRE LAS TABLAS GENEALOGICAS DE CRONICAS.
1 Cr. 1:1–9:44.
(IV) REINADO DE SAUL.
1 S. 9:1–31:13. 1 Cr. 10:1–14.
Evaluación del carácter de Saúl.
A. BOSQUEJO DEL REINADO DE SAUL.
1 S. 9:1–31:13. 1 Cr. 10:1–14.
(A) ESTABLECIMIENTO DE SAUL EN SU REINO.
1 S. 9:1–12:25.
1. Ungimiento de Saúl.
1 S. 9:1–10:1.
2. Saúl entre los profetas.
1 S. 10:2–16.
3. Elección pública de Saúl.

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1 S. 10:17–27.
4. Guerra con los ammonitas.
1 S. 11:1–13.
5. Coronación de Saúl.
1 S. 11:14–12:25.
(B) CONFLICTOS EXTERNOS.
1 S. 13:1–15:35.
1. Guerra con los filisteos.
1 S. 13:1–14:46.
2. Confirmación de Saúl en su reino.
1 S. 14:47, 48.
3. Familiares de Saúl.
1 S. 14:49–52.
4. Pecado de Saúl respecto a Amalec.
1 S. 15:1–35.
(C) APARECIMIENTO DE DAVID EN EL ESCENARIO.
1 S. 16:1–18:9.
1. Ungimiento de David.
1 S. 16:1–13.
2. Estadía de David en la corte del rey.
1 S. 16:14–23.
3. Lucha de David con Goliat.
1 S. 17:1–18:9.
(D) CONFLICTO DE SAUL CON DAVID.
1 S. 18:10–27:12.
1. Vida de David en la corte de Saúl.
1 S. 18:10–19:17.
2. Refugio de David con Samuel.
1 S. 19:18–24.
3. Nuevo pacto entre Jonatán y David.
1 S. 20:1–43.
4. Vida de David como refugiado.
1 S. 21:1–27:12.
(E) ULTIMA CAMPAÑA DE SAUL.
1 S. 28:1–31:13. 1 Cr. 10:1–14.
1. Aquís nombra a David para que sea su guardia personal.
1 S. 28:1, 2.
2. Consulta de Saúl al espíritu de Samuel.
1 S. 28:3–25.
3. Preparaciones de los filisteos para la batalla.
1 S. 29:1–11.
4. Expedición de David contra los amalecitas.
1 S. 30:1–31.
5. Ultima batalla de Saúl.
1 S. 31:1–13. 1 Cr. 10:1–14.
B. NOTAS SOBRE EL REINADO DE SAUL.
1 S. 9:1–31:13. 1 Cr. 10:1–14.

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(A) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE SAMUEL TOCANTE AL REINADO DE SAUL.
1 S. 9:1–31:13.
(B) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE CRONICAS TOCANTE AL REINADO DE SAUL.
1 Cr. 10:1–14.
(V) REINADO DE DAVID.
2 S. 1:1–1 R. 2:11. 1 Cr. 11:1–29:30.
A. BOSQUEJO DEL REINADO DE DAVID.
2 S. 1:1–1 R. 2:11. 1 Cr. 11:1–29:30.
(A) PREFACIO. DAVID Y LA MUERTE DE SAUL.
2 S. 1:1–27.
1. Noticias recibidas por David de la muerte de Saúl.
2 S. 1:1–16.
2. Elegía del Arco, endecha sobre Saúl.
2 S. 1:17–27.
(B) REINADO DE DAVID EN HEBRON.
2 S. 2:1–4:12.
1. Guerra civil entre Israel y Judá.
2 S. 2:1–3:5.
2. Principios del sometimiento de Israel a David.
2 S. 3:6–4:12.
(C) REINADO DE DAVID SOBRE TODO ISRAEL.
2 S. 5:1–1 R. 2:11. 1 Cr. 11:1–29:30.
[A] PERIODO DE AUMENTO DEL PODER DE DAVID.
2 S. 5:1–11:1. 1 Cr. 11:1–9.

12:23–20:1a.

(3:5–9).
1. Coronación de David como rey de Israel.
2 S. 5:1–5. 1 Cr. 11:1–3.
12:23–40.
2. Establecimiento de la capital en Jerusalén.
2 S. 5:6–16. 1 Ch. 11:4–9.
14:1–7.
(3:5–9).
3. Guerra con los filisteos.
2 S. 5:17–25. 1 Cr. 14:8–17.
4. Interés de David en la religión de Jehová.
2 S. 6:1–7:29. 1 Cr. 13:1–14.
15:1–17:27.
5. Período de prosperidad.
2 S. 8:1–11:1. 1 Cr. 18:1–20:1a.
[B] DISCORDIA DOMESTICA.
2 S. 11:2–20:25. 1 Cr. 20:1b–21:30.
1. El gran pecado de David.

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2 S. 11:2–27.
2. Reprensión hecha a David y su arrepentimiento.
2 S. 12:1–25.
3. Captura de Rabbá y destrucción del poderío ammonita.
2 S. 12:26–31. 1 Cr. 20:1b–3.
4. Violación perpetrada por Amnón.
2 S. 13:1–22.
5. Venganza de Absalom y su destierro.
2 S. 13:23–39.
6. Absalom regresa del destierro.
2 S. 14:1–33.
7. Rebelión de Absalom.
2 S. 15:1–19:39.
8. Nuevo peligro de guerra civil entre Judá e Israel
2 S. 19:40–20:25.
[C] EPOCA FINAL DEL REINADO DE DAVID.
2 S. 21:1–24:25. 1 Cr. 20:4–8.
1 R. 1:1–2:11. 11:10–12:22.

21:1–29:30.
1. El hambre.
2 S. 21:1–14.
2. Nueva guerra con los filisteos.
2 S. 21:15–22. 1 Cr. 20:4–8.
3. El salmo de gracias.
2 S. 22:1–51.
4. Ultimo poema de David.
2 S. 23:1–7.
5. Lista de los soldados principales de David.
2 S. 23:8–39. 1 Cr. 11:10–12:22.
6. El censo y sus consecuencias.
2 S. 24:1–25. 1 Cr. 21:1–30.
7. Organización del ministerio religioso.
1 Cr. 22:1–19.
23:2–26:32.
8. Organización política del reino.
1 Cr. 27:1–34.
9. Vejez de David: David y Abisag.
1 R. 1:1–4.
10. Rebelión de Adonías.
1 R. 1:5–37.
11. Coronación de Salomón.
1 R. 1:38–40. 1 Cr. 23:1.
28:1–29:25.
12. Fracaso de Adonías.
1 R. 1:41–53.
13. Fin del reinado de David.

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1 R. 2:1–11. 1 Cr. 29:26–30.


B. NOTAS SOBRE EL REINADO DE DAVID.
2 S. 1:1–24:25. 1 Cr. 11:1–29:30.

1 R. 1:1–2:11.
(A) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL SEGUNDO LIBRO DE SAMUEL TOCANTE AL REINADO DE
DAVID.
2 S. 1:1–24:25.
(B) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE REYES TOCANTE AL REINADO DE DAVID.
1 R. 1:1–2:11.
(C) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE CRONICAS SOBRE EL REINADO DE DAVID.
1 Cr. 11:1–29:30.
(VI) REINADO DE SALOMON.
1 R. 2:12–11:43. 2 Cr. 1:1–9:31.
A. BOSQUEJO DEL REINADO DE SALOMON.
1 R. 2:12–11:43. 2 Cr. 1:1–9:31.
(A) PERIODO DE FORTALECIMIENTO.
1 R. 2:12–4:34. 2 Cr. 1:1–17.
1. Destrucción de los enemigos de Salomón.
1 R. 2:12–46.
2. Piedad y sabiduría de Salomón.
1 R. 3:1–28. 2 Cr. 1:1–13.
3. Funcionarios de Salomón.
1 R. 4:1–19.
4. Grandeza y riqueza de Salomón.
1 R. 4:20–34. 2 Cr. 1:14–17.
(B) PERIODO DE EDIFICACION.
1 R. 5:1–8:66. 2 Cr. 2:1–7:10.
1. Preparativos para la edificación del templo.
1 R. 5:1–18. 2 Cr. 2:1–18.
2. Descripción del templo.
1 R. 6:1–38. 2 Cr. 3:1–14.
3. Edificios reales.
1 R. 7:1–12.
4. Muebles y vasos del templo.
1 R. 7:13–51. 2 Cr. 3:15–5:1.
5. Dedicación del templo.
1 R. 8:1–66. 2 Cr. 5:2–7:10.
(C) GRANDEZA DE SALOMON.
1 R. 9:1–10:29. 2 Cr. 7:11–9:28.
1. Segundo aparecimiento de Dios a Salomón.
1 R. 9:1–9. 2 Cr. 7:11–22.
2. Ciudades de Salomón.
1 R. 9:10–28. 2 Cr. 8:1–18.
3. Fama, riqueza y gloria de Salomón.
1 R. 10:1–29. 2 Cr. 9:1–28.

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(D) DECLINACION DE SALOMON.


1 R. 11:1–43. 2 Cr. 9:29–31.
1. Alianzas matrimoniales de Salomón y su idolatría.
1 R. 11:1–13.
2. Adversarios de Salomón.
1 R. 11:14–40.
3. Fin del reinado de Salomón.
1 R. 11:41–43. 2 Cr. 9:29–31.
B. NOTAS SOBRE EL REINADO DE SALOMON.
1 R. 2:12–11:43. 2 Cr. 1:1–9:31.
(A) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE REYES TOCANTE AL REINADO DE
SALOMON.
1 R. 2:12–11:43.
(B) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL SEGUNDO LIBRO DE CRONICAS TOCANTE AL REINADO DE
SALOMON.
2 Cr. 1:1–9:31.
INTRODUCCION GENERAL
El alumno debe consultar la Introducción General del Tomo I para ver una exposición
detallada de los asuntos que se relacionan con la introducción al estudio de la obra. Puesto
que ya he explicado allí en detalle esos temas, no es necesario volver a dar aquí una
explicación con todos los pormenores. Doy solamente lo que no ha sido explicado en el
primer tomo.
1. Bibliografía
Al fin del Tomo III está una bibliografía que contiene los nombres de muchas obras que
tratan de toda la Biblia. Esta bibliografía sirve para toda la obra.
2. Letras hebreas y romanas equivalents
Para conveniencia del alumno, las palabras hebreas se escriben con letras romanas que
equivalen a las letras hebreas. Al fin del Tomo I está una tabla que presenta en forma gráfica
las letras hebreas y romanas equivalentes. Esta tabla no se repite en la obra.
LIBRO II
DESARROLLO DE LA TEOCRACIA
(Desde la muerte de Moisés hasta el fin del Reino Unido)
El segundo libro de la obra se titula Desarrollo de la Teocracia.
Este segundo libro se divide en tres partes, que se incluyen en el segundo tomo de la obra.
Sigue una enumeración de las tres partes:
PARTE I. PERIODO DE ENTRADA Y ESTABLECIMIENTO EN CANAAN (Desde la
muerte de Moisés hasta la muerte de Josué). Jos. 1:1–24:33.
PARTE II. PERIODO DE LOS JUECES (Desde Otniel hasta Samuel). Juec. 1:1–1 Sam.
8:22.
PARTE III. PERIODO DE LA MONARQUIA (Desde Saúl hasta Salomón).
1 S. 9:1–1 R. 11:43. 1 Cr. 1:1–2 Cr. 9:31.
El Libro II abarca el período desde la muerte de Moisés hasta el fin del Reino Unido. Su
exposición se contiene en los libros de Josué, Jueces, Rut, los libros de Samuel, el primer
libro de Reyes hasta 1 Reyes 11:43, y los libros de Crónicas hasta 2 Crón. 9:31.
Al fin del libro I, que terminó con la muerte de Moisés, hallamos las instituciones, las ideas,
las doctrinas principales, y las costumbres de la nación hebrea definitivamente establecidas.

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Con la muerte de Moisés y la llegada al escenario de Josué, este pueblo se halla listo para
impresionar al mundo como pueblo unido y fuerte.
Parte I, el Período de Entrada y Establecimiento en Canaán, trata de la entrada del pueblo
hebreo en su nueva tierra, la tierra que había sido prometida a Abraham y a sus descendientes.
Describe en detalle la conquista de la tierra, y fija minuciosamente los límites de las herencias
de las tribus.
Parte II, el Período de los Jueces, describe cómo el desarrollo del pueblo hebreo pasa por un
eclipse: el pueblo se olvida de Dios y llega a ser oprimido por un poderío extranjero tras otro.
Las condiciones sociales, religiosas y morales son pésimas y la autonomía nacional parece
pronta a desvanecerse. Pero, aunque el pueblo se ha olvidado de Dios, Dios no se ha olvidado
de su pueblo: El levanta libertadores que salvan al pueblo, y restauran a éste su dignidad
como pueblo escogido de Dios. Emerge el pueblo de este período oscuro con un sentimiento
intenso de la necesidad de la unidad nacional bajo la dirección de Dios, sentimiento que
culminó con el hecho de pedir un rey.
Parte III, el Período de la Monarquía, trata la historia del reino unido, en el cual se incluyen
los reinados de Saúl, de David y de Salomón. En este período se fija definitivamente el
gobierno de la nación como una monarquía con su importante idea de un gobierno teocrático
y del reinado de Dios sobre la tierra mediante los virreyes de él, que son los reyes de Israel,
tipos del Mesías que después había de venir. En la era de David y de Salomón, la nación llega
a su apogeo de gloria.
PARTE I
PERIODO DE ENTRADA Y ESTABLECIMIENTO EN CANAAN
(Desde la muerte de Moisés hasta la muerte de Josué)
Jos. 1:1–24:33
Inauguramos ahora el estudio de la primera parte del Desarrollo de la Teocracia (Libro II),
o sea, el Período de Entrada y Establecimiento de los Israelitas en Canaán.
Así como el período del éxodo y de las migraciones en el desierto fue importante en la
formación del pueblo israelita, también lo es el período de su establecimiento en su tierra. Ya
ha pasado el período en que Israel llevaba una vida nómada, en que vagaba de parte en parte
sin morada fija, sin patria que pudiera llamar suya. Ahora conquista una tierra y logra un
lugar entre las naciones del mundo, como nación también. Sus leyes va están codificadas,
habiendo sido puestas en forma por uno de los más grandes legisladores de la historia:
Moisés.
Y a medida que va estableciéndose en su tierra, va formándose una gran epopeya, la de la
conquista de la tierra, la cual se encuentra en el libro de Josué, libro que de una manera
heroica relata las narraciones del período de victoria, en que, bajo el amparo del Dios del
cielo y de la tierra, se gana una patria.
La discusión de la Parte I seguirá el siguiente bosquejo:
A. PARTE INTRODUCTORIA AL PERIODO DE ENTRADA Y ESTABLECIMIENTO
EN CANAAN.
(A) INTRODUCCION AL LIBRO DE JOSUE.
(B) TIERRA DE CANAAN.
(C) LAS TRIBUS DE ISRAEL EN LA TIERRA DE CANAAN.
(D) PROBLEMA MORAL DE LA CONQUISTA DE CANAAN.
B. CONQUISTA DE CANAAN. Jos. 1:1–12:24.
(A) BOSQUEJO DE LA CONQUISTA DE CANAAN. Jos. 1:1–12:24.

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(B) NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CANAAN. Jos. 1:1–12:24.


C. REPARTICION DE CANAAN. Jos. 13:1–21:45.
(A) BOSQUEJO DE LA REPARTICION DE CANAAN. Jos. 13:1–21:45.
(B) NOTAS SOBRE LA REPARTICION DE CANAAN. Jos. 13:1–21:45.
D. ULTIMOS DISCURSOS DE JOSUE. Jos. 22:1–24:33.
(A) BOSQUEJO DE LOS ULTIMOS DISCURSOS DE JOSUE. Jos. 22:1–24:33.
(B) NOTAS SOBRE LOS ULTIMOS DISCURSOS DE JOSUE. Jos. 22:1–24:33.
A. PARTE INTRODUCTORIA AL PERIODO DE ENTRADA Y
ESTABLECIMIENTO EN CANAAN
En esta parte introductoria se discuten varios temas que han de ayudar al lector a comprender
mejor el período de entrada y establecimiento del pueblo israelita en Canaán.
Tenemos primero (A) una introducción al libro de Josué. Luego (B) viene una descripción
de cómo era la tierra de Canaán durante el período de establecimiento de Israel en ella, con
una breve descripción de Palestina del día de hoy. Tercero (C) tenemos una exposición de un
tema relacionado con la región que a cada una de las tribus les tocó en Canaán. En la cuarta
sección (D) hay una exposición del problema moral relacionado con la conquista por fuerza
de Canaán por los israelitas.
(A) INTRODUCCION AL LIBRO DE JOSUE
Tenemos en el libro de Josué una porción irreemplazable de la Biblia, en que se presenta una
de las épocas más interesantes de la historia de la nación israelita, con datos importantísimos
acerca de los límites de las heredades de las tribus.
1. Nombre
El nombre del libro de Josué en la Biblia hebrea es Yehoschúa, traducido Josué, y así ha sido
titulado en nuestra versión. El libro toma su título del nombre del gran caudillo que figura
como protagonista en sus páginas, no porque sea considerado como autor, sino porque es la
personalidad principal del libro.
2. Clasificación
El libro de Josué fue clasificado por los hebreos entre los Profetas Anteriores, que incluía
Josué, Jueces, los dos libros de Samuel, y los dos libros de Reyes. Este grupo se distingue de
los Profetas Posteriores, que incluía Isaías, Jeremías, Ezequiel, y los Doce Profetas Menores.
Entre nosotros el libro de Josué ha sido clasificado con los libros históricos, que incluyen los
libros de Josué, Jueces, Rut, Samuel, Reyes, Crónicas, Esdras, Nehemías, y Ester.
Ciertos escritores modernos han querido clasificar el libro de Josué con el Pentateuco, y han
hablado de un Hexateuco. La cuestión de la clasificación del libro de Josué se discute
ampliamente en los capítulos sobre el Canon del Antiguo Testamento e Introducción al
Pentateuco, del Tomo I.
3. Autor y fecha
La opinión de los antiguos judíos y de los Padres de la Iglesia era que el autor del libro de
Josué fue Josué mismo.
Aunque no podemos aceptar enteramente la opinión expuesta en el último párrafo en cuanto
al autor del libro de Josué, es evidente que muchos de los materiales del libro fueron escritos
por un testigo ocular. Las referencias en el 24:26 indican que Josué era el que mejor podría
haber escrito estas porciones de su libro. (Esta es la única referencia en la Biblia en cuanto al
autor del libro de Josué.) Allí se nos dice que “escribió Josué estas palabras en el libro de la
ley de Dios.” Pero esta referencia a la obra de Josué en escribir, así como otros pasajes en el

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libro que tratan en tercera persona de los hechos de Josué, y la referencia a su muerte en el
24:29, las debemos considerar como escritas por otra mano.
Por la evidencia citada en el último párrafo, podemos ver a Josué como el compilador de los
datos del libro que lleva su nombre, los que habría agregado al libro que contenía las leyes
de Moisés. Luego, después de su muerte, otro u otros pusieron el libro en su forma final.
(Véase el último párrafo de esta exposición sobre el Autor y fecha.)
El libro de Josué, como muchos otros libros de la Biblia, no está estrictamente en orden
cronológico. Hay ciertos acontecimientos registrados en el libro que sucedieron después de
la muerte de Josué, cosa que se comprueba con una comparación de este libro con el libro de
Jueces. Además del relato de la muerte de Josué y su entierro (24:29, 30), podemos notar los
siguientes casos: El relato de Jos. 15:13–20 se repite en Juec. 1:10–15, y viene después de la
referencia a la muerte de Josué en Juec. 1:1. El relato ha de haber sido introducido en el libro
de Josué después de la muerte de él, y aparece allí por cuanto al autor del libro le parecía
correcto poner en relación con la herencia de Judá el relato de cómo heredaron las hijas de
Caleb, aunque esto sucedió después. Uno de los propósitos del libro de Josué es dar una
exposición completa de la conquista de Canaán, y para hacer esto fue necesario repetir algo
del libro de Números, y anticipar algo que sucedió después de la muerte de Josué.
La referencia a la toma de Laís (Lesem) por los danitas, registrada en Jos. 19:47 y Juec. 18:7,
es del mismo carácter que la que acabamos de comentar, es decir, es una referencia anticipada
a algo que sucedió después de la muerte de Josué.
La referencia en Jos. 15:63 sobre la morada de los jebuseos en Jerusalén “con los hijos de
Judá, hasta hoy” también viene de una época de la historia posterior al tiempo de Josué.
Comp. Juec. 1:8. A la vez, señala un tiempo anterior a David, por cuanto fue durante el
reinado de este rey cuando se desalojó la última ciudadela de los jebuseos (2 Sam. 5:6, 7).
Así que, la fecha del libro de Josué sería después de Josué, pero antes del tiempo de David,
y me parece, no mucho antes.
Su autor pudo haber sido alguno de los hombres piadosos de la época de los jueces, cuyo
nombre es desconocido, o Samuel, o Gad, o algún otro profeta.
4. Método en que fueron escritos los libros históricos
El método en que fueron escritos los libros históricos ha de haber sido igual al método que
emplearon los evangelistas, quienes se valieron de otros relatos, de fuentes escritas y orales,
de las cuales obtuvieron los materiales con que escribieron sus evangelios. Ellos han servido
de compiladores y editores, no sintiéndose autorizados a cambiar en nada las palabras de
Jesús, ni a desviarse en nada de las fuentes escritas que han servido de base para sus relatos
(comp. Lc. 1:1–4).
Podemos estar confiados de que en los evangelios tenemos un relato fiel y exacto de las
palabras de Jesús, aunque no escritas por él. En los libros de Josué, Jueces, Samuel, etc.,
tenemos relatos fieles de los acontecimientos, basados sobre documentos históricos, muy
antiguos, y de gran valor.
En relación con el asunto del método en que fueron escritos los libros históricos, quiero citar
al gran conservador James Orr: “No parece haber base para dudar de la opinión, apoyada por
las notas en los libros posteriores, de que los profetas mismos (desde Samuel en adelante)
actuaron como los historiógrafos de su nación, y a las narraciones compuestas por ellos
debemos la mayor parte de los materiales incorporados en nuestros escritos canónicos (y de

Comp. compárese; compárense.

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ahí el nombre Profetas Anteriores aplicado a los libros desde Josué hasta el segundo libro de
Reyes, menos Rut)” (The Problem of the Old Testament, pág. 381).
¿De qué método se valieron estos profetas para arreglar su obra? Probablemente se valieron
de documentos y libros anteriores, tales como el libro de Jaser (Jos. 10:13), el libro de los
Hechos de Salomón (1 Reyes 11:41), la Profecía de Ahías Silonita (2 Crón. 9:29), y otros. El
método de escribir se ilustra en el hecho de que 2 Crón. 10:1–19 y 1 R. 12:1–19 son
exactamente iguales, así como sucede en otros pasajes paralelos en distintos libros históricos.
Es evidente que el que escribió los libros de Reyes, y el autor que escribió los libros de
Crónicas, adoptaron este pasaje palabra por palabra de alguna obra anterior, o que el autor de
Crónicas lo tomó del libro de Reyes (puesto que Crónicas es posterior a Reyes).
En realidad, desde el punto de vista práctico y espiritual, no nos importa el método empleado
en la escritura de los libros bíblicos, puesto que no afecta la inspiración o la veracidad de
ellos. Sólo nos interesan los orígenes históricos y literarios de la Biblia, por cuanto deseamos
saber todo lo que nos sea posible acerca de los libros sagrados.
5. Ocasión y propósito
La ocasión del libro de Josué es la necesidad de tener un relato de la conquista de Canaán, y
de la repartición de la tierra. El libro es un suplemento natural y consecuente del Pentateuco.
Sin él habría un lapso en la historia de Israel que representaría un vacío irremediable.
El propósito del libro de Josué es: relatar la historia de la conquista de la tierra de Canaán,
con una exposición de la repartición de la tierra de Canaán entre las tribus.
6. Evaluación de la vida de Josué
Así como en épocas anteriores Dios se había valido de un hombre para hacer su obra,
asimismo hace esta vez. El hombre de la hora es Josué, hombre de fe, de firmeza de carácter,
que había sido estrechamente relacionado con el gran caudillo del éxodo, Moisés, y que tenía
por eso la preparación necesaria para su obra.
Josué había tenido también una experiencia espiritual con Dios (Jos. 1:1–9; 5:13–15, etc.),
así como Moisés, y gozaba de la comunión divina, una experiencia imprescindible en una
época cuando la palabra escrita era incompleta.
Josué, como Moisés, tenía también una comisión de Dios para la tarea que quedaba delante
del pueblo: la de conquistar la tierra e introducir al pueblo en ella.
Josué era un hombre anciano, siendo uno de los dos hombres más ancianos del pueblo, puesto
que de su generación habían muerto todos menos él y Caleb, y esta ancianidad lo capacitaba
de una manera especial para su tarea. El había visto la esclavitud en Egipto y las plagas; otros
también habían nacido en Egipto y las habían visto, pero eran de edad inmatura (de veinte
años abajo) y no habían comprendido la significación del avasallamiento allá y la liberación
que hizo Dios, como Josué lo había comprendido. Josué había participado en la primera
celebración de la pascua. Había visto los relámpagos y oído los truenos en el Sinaí. Había
experimentado los cuarenta años de migraciones en el desierto.
Josué fue un hombre de acción más bien que un hombre de pensar. Aunque tuvo mucha
experiencia espiritual con Jehová, no se compara en esto con Moisés. Pero la tarea de él no
fue la de legislar, ni recibir revelaciones complicadas de Jehová, ni desarrollar intrincados
principios morales y teológicos. Fue un hombre práctico, que tenía una tarea que exigía tal
hombre para su debido cumplimiento.
Con todo, Josué fue el hombre más capaz de su era para realizar la tarea que Dios tenía
propuesta para él. Fue el hombre de la hora. Fue el hombre que Dios levantó en una época
determinada para un fin específico. No se puede imaginar una conquista de Canaán sin Josué.
Ningún otro pudo haberla realizado.

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7. Cronología del libro de Josué


Si analizamos las referencias a tiempos y fechas que se hallan en el libro de Josué, hemos de
ver que todos los incidentes que se relatan en el libro deben haber sucedido dentro de un
período de unos treinta años. La referencia en el 14:10 indica que cuarenta y cinco años
habían transcurrido desde el reconocimiento de Canaán por los espías. Luego contamos
treinta y nueve años para las migraciones en el desierto, (desde Sinaí hasta el cruce del
Jordán) pues el período de las conquistas sería de siete años. Josué tenía ciento diez años
cuando murió (24:29). Caleb tenía cuarenta años en la época del reconocimiento (14:10), y
si Josué tenía la misma edad, ha de haber tenido setenta y nueve años al entrar en Canaán, y
ochenta y cinco años al finalizar sus campañas, viviendo veinticinco años después de finalizar
la conquista. La entrada en Canaán debe haberse efectuado en 1406 a. de J. C., la campaña
de los siete años ocuparía el período de 1406 a 1400, y la muerte de Josué debe haber ocurrido
en 1375.
8. Carácter y estilo del libro de Josué
El carácter y estilo del libro de Josué nos recuerda el ėstilo de ciertas partes del Pentateuco.
Así las narraciones en los capítulos 1–11 son del estilo de las que hay en Génesis, y de las
porciones históricas del Exodo y Números. Los capítulos 12–21 están escritos en el estilo de
muchas partes de Números, especialmente la descripción del censo y de la ubicación de las
tribus en el campamento y la marcha (Núm. 1:1–3:51), la ofrenda de los príncipes (Núm.
7:1–89), el segundo censo (Núm. 26:1–65) y el resumen de las marchas en el desierto (Núm.
33:1–49). Los capítulos 22–24 de Josué nos recuerdan el libro de Deuteronomio, con su estilo
exhortatorio.
9. Bosquejo general del libro de Josué
Sigue un bosquejo general del libro de Josué que presenta las ideas salientes del libro. En
relación con el bosquejo histórico después se hallarán los detalles minuciosos del bosquejo
del libro.
Bosquejo general del libro de Josué
CONQUISTA DE LA TIERRA DE CANAAN. 1:1–12:24.
Mensajes preliminares. 1:1–18.
Envío de los espías. 2:1–24.
Cruzamiento del Jordán. 3:1–17.
Las doce piedras conmemorativas. 4:1–5:1.
Intervalo de descanso. 5:2–15.
Caída de Jericó. 6:1–27.
Pecado de Acán y su resultado. 7:1–26.
Victoria sobre Hai. 8:1–35.
Astucia de los gabaonitas. 9:1–27.
Batalla de los cinco reyes. 10:1–27.
Conquista de las ciudades del sur. 10:28–43.
Conquista de las ciudades del norte. 11:1–15.
Resumen de la conquista de Canaán. 11:16–12:24.
REPARTICION DE CANAAN. 13:1–21:45.
Introducción. Repartición de la tierra no poseída durante la vida de Moisés. 13:1–7.
Heredades de las tribus al este del Jordán. 13:8–33.

a. antes (en fechas).


J. C. Jesucristo (en fechas).

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Repartición de la tierra al oeste del Jordán. 14:1–19:51.


Las ciudades de refugio. 20:1–9.
Las ciudades de los levitas. 21:1–42.
Conclusión. 21:43–45.
ULTIMOS DISCURSOS DE JOSUE. 22:1–24:33.
Incidente del altar oriental. 22:1–34.
Discurso de Josué respecto a la conquista final de la tierra. 23:1–16.
Discurso de Josué acerca de la historia pasada de Israel. 24:1–28.
Muerte de Josué. 24:29–33.
(B) TIERRA DE CANAAN
Es muy importante para el estudiante saber algo acerca del país en el cual entraban los
hebreos, con la finalidad de comprender mejor los relatos bíblicos.
1. La arqueología y la historia pre-israelita
Los escritores bíblicos se referían a las tribus de Palestina bajo el título de cananeos, o
amorreos, aunque ambos términos tenían un sentido limitado, referente a tribus individuales.
(Véase más adelante la discusión amplia al respecto.) Estas tribus eran, en general, de carácter
guerrero, aunque desunidas entre sí, lo que hacía de ellas una fácil presa para las naciones
fuertes que eran sus vecinas.
Durante los siglos antes de la entrada de los israelitas en Canaán, desde 3000 a. de J.C., ésta
fue sucesivamente invadida por hordas de invasores que asolaban la tierra y se llevaban
cautivos a sus habitantes dejando la huella de su cultura.
La primera nación que dominó a Palestina, dejando allí su peculiar escritura cuneiforme
como la escritura oficial de la región, fue Babilonia. En Tell-el-Amarna han sido halladas
tablillas de barro que datan de 1400–1350 a. de J.C., escritas en este idioma. De muchas de
éstas eran autores los gobernadores y oficiales de Palestina, y fueron dirigidas a las
autoridades egipcias, que en esta época reinaban en Palestina. Estas cartas ilustran la
presencia de esta cultura asirobabilónica en Palestina, que persistía aún después que esta
tierra dejó de ser una provincia babilónica.
Las cartas de Tell-el-Amarna señalan también una época de dominación egipcia en Palestina,
correspondiente al período de cautiverio de los israelitas en Egipto. En algunas de las cartas
que han provenido de Jerusalén, el gobernador hace referencia a los habiri que procuraban
irrumpir en el país. En algunas cartas que han provenido de otras provincias de Palestina, se
refiere a los Sa-Gaz, bárbaros del desierto que deseaban entrar en el país. Los eruditos
identifican estos pueblos con los antiguos hebreos que venían del desierto para entrar en
Canaán (Price, Monuments and the Old Testament, pág. 162).
Palestina por su situación geográfica es de fácil acceso desde el norte y desde el sur, por lo
cual era a menudo el escenario de batallas entre los ejércitos de Asia y de Africa.
De las excavaciones que han sido hechas durante los últimos cien años, se han aprendido
muchas cosas acerca de la vida, la cultura, y las costumbres de los antiguos habitantes de
Palestina. Inscripciones, recipientes de barro, armas, objetos artísticos, y ornamentos han sido
hallados y revelan mucho acerca de la antigua civilización de los pueblos que antecedían a
los hebreos.
Muchos textos descubiertos en una escuela de los escribas en relación con un templo,
llamados los textos Ugarit, testifican acerca de las religiones de Canaán, referencias a las
cuales hay en el AT.

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Los textos de Nuzi ilustran las relaciones sociales y comerciales que prevalecían en Palestina
en la época anterior a Josué, costumbres de entierro, adopción y casamiento que reflejan
muchas de las condiciones culturales que prevalecían en los tiempos del Génesis.
2. Descripción del país
La tierra de Palestina no aparecerá hermosa a los ojos del viajero que venga de Europa o
América, a quienes les puede parecer que los escritores sagrados han exagerado. Pero
debemos recordar que, para los israelitas que entraron en la tierra después de andar errantes
por el desierto por cuarenta años, esta región debe haberles parecido un paraíso. Si agregamos
a esto el hecho de que durante los siglos que han transcurrido el país ha sido azotado por la
guerra, y ha sido mayormente despoblado, nos daremos cuenta de que las condiciones son
muy distintas a las que prevalecían en la antigüedad.
En la actualidad, el regreso de los israelitas a su tierra, el restablecimiento de Israel como
nación, y los donativos de dinero para la rehabilitación del país, están cambiando rápidamente
las condiciones internas (véase más adelante).
i. Extensión o área
La tierra de Palestina tiene quizás fama de haber ejercido, en proporción a su tamaño, mayor
influencia cultural y religiosa que cualquier otro país del mundo. El área total de Canaán era
aproximadamente de 27,700 kilómetros cuadrados con 16,700 al oeste del Jordán y 11,000
al este. Tenía solamente la séptima parte del área de Uruguay, la tercera parte de Panamá, y
las tres cuartas partes de El Salvador, el país más pequeño y a la vez más densamente poblado
de las Américas.
Desde Dan hasta Beer-seba, los puntos extremos en el norte y en el sur respectivamente hay
una distancia de 250 kilómetros. La anchura también era reducida, pues desde el mar
Mediterráneo hasta el mar Muerto hay una distancia de 90 kilómetros. Desde el mar
Mediterráneo hasta el lago de Genesaret hay una distancia de 45 a 50 kilómetros. En el sur,
el país entero tenía una anchura aproximada de 165 kilómetros, y en el norte de 75 kilómetros.
La maravilla histórica de todas las épocas es la enorme influencia que este pequeño país ha
ejercido en el mundo.
ii. Topografía
Aunque Palestina sólo tiene un río principal, el Jordán, hay también varios arroyos que fluven
perennemente: el Jaboc, el Arnón, el Yarmuc, etc. En todo el país hay fuentes, pozos y
cisternas que proveen agua para hombres y animales. Hay otros arroyos que nada mas corren
en la época de lluvia, o sea en el invierno. Los lagos: el mar Muerto, el lago de Genesaret, el
lago Merom, tienen un lugar importantísimo en la literatura del pueblo.
La superficie del país está quebrada por las cadenas de montañas. Entre estas montañas la
vida del pueblo israelita se desarrolló a través de los siglos, llevando una vida sana por lo
saludable del clima y lo arduo del trabajo. Estas montañas daban amparo al pueblo, en épocas
de peligro, de los enemigos que con tanta frecuencia pasaban por el país. En la literatura
hebrea a menudo aparecen referencias a esas montañas, las cuales eran siempre vistas como
obras de la mano creadora de Dios, y también como lugares en que El se manifestaba al
pueblo.
Pueden trazarse varias divisiones claramente marcadas en la geografía de Palestina.
a. Divisiones naturales que se extienden de sur a norte
(1) La Mesa Oriental
Esta región se hallaba en el este de Palestina y ocupaba todo el territorio al este del Jordán,
entre Moab y Siria. Esta región oriental de Palestina era la continuación de las montañas
Anti-Líbano, de Siria, que descienden hasta terminar en una mesa alta. Se dividía en tres

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partes, separadas por los uadis Yarmuc y Arnón: En el norte estaba Basán, posesión de
Manasés oriental, cuyo límite meridional era el Yarmuc. La región central en esta gran mesa
era Galaad, cuyo límite meridional era el Arnón. Al sur del Arnón estaba el territorio de
Moab.
(2) El valle del Jordán
El valle del Jordán (el Aravah, de una voz que significa región árida), propiamente
considerado, se extiende unos 240 kilómetros desde el límite meridional de Siria hasta el
desierto al sur de Palestina. El Aravah se divide naturalmente en varias partes:
Considerándolo de norte a sur, está primero el Aravah septentrional, la parte de este valle que
se halla al norte del mar de Galilea. Luego el mar de Galilea, el Aravah central, o Ghor, (entre
el mar de Galilea y el mar Muerto), después, más al sur, está el mar Muerto, y finalmente el
Aravah meridional, que se extiende desde el mar Muerto hasta el golfo de Akabah.
(3) La Mesa Central
Esta región se halla en el centro y sur de Canaán. Sus límites eran el Jordán y el mar Muerto
en el este, el Néguev en el sur (descrito después), la llanura Marítima en el oeste, y la llanura
de Edraelón en el norte (todo descrito después).
Algunos dividen la Mesa Central en dos partes, como Adams, que la divide en “Mesa
Occidental” y “Sefela” (Biblical Backgrounds, pág. 149 y sig.). La Sefela (Juec. 1:9 VM.),
no era más que la falda occidental de la Mesa Central que vamos describiendo, desde el
Néguev en el sur hasta el monte Carmelo en el norte.
(4) La Llanura Marítima
La llanura marítima seguía la costa mediterránea. Se puede dividir en tres partes: En el sur
estaba la llanura de Filistia que se extendía hasta el Nahr el-Aujah, a ocho kilómetros al norte
de Jefté. Al norte de la llanura de Filistia estaba la llanura de Sarón que se extendía unos
ochenta kilómetros al norte hasta el monte Carmelo. En el norte la llanura de Acre empezaba
en el monte Carmelo que está en la heredad de Aser.
b. Divisiones naturales que se extienden de este a oeste
(1) El Néguev
En el extremo sur de Palestina hallamos la región árida de Palestina que se llama Néguev, de
una voz que significa sur. Esta región se extendía desde el Aravah meridional (V. antes) hasta
el Mediterráneo. No era muy poblado, por el carácter poco productivo de esta región.
(2) Llanura de Esdraelón
Esta llanura era llamada en la Biblia Valle de Jezreel (Jos. 17:16, etc.). Dividía las montañas
del norte de la gran Mesa Central (V. antes), y se extendía desde el monte Carmelo, sobre el
Mediterráneo, hasta los montes Gilboa, pequeño Hermón, y Tabor, cerca del Jordán.
(3) La Sierra Septentrional
Las sierras del norte de Canaán abrazaban al oeste las montañas que se llaman Líbano, Anti-
Líbano al este, y las sierras de Galilea al sur.
iii. Clima
El clima de Palestina ofrece mucha variedad en distintas partes del país, lo cual se debe en
gran parte a la accidentada topografía y a las diferencias en altitud.
El valle del río Jordán, por su profundidad, disfruta de un clima semitropical, y aun en
invierno es caluroso, fluctuando la temperatura entre 25 y 35 grados. La cima del monte

sig. siguiente versículo, o siguiente página.


VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.
V. véase; véanse.

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Hermón, el cual tiene 3,000 metros de altura, está cubierto de una capa de nieves eternas. Así
varía la temperatura del país entre estos dos extremos.
La época de lluvia es de noviembre a abril. El pluviómetro registra un término medio que
varía entre 60 y 75 centímetros por año. Alrededor del mar Muerto llueve poco. En esta
región hay una intensa evaporación marítima que es causada por el calor. De noche cae
abundante rocío que conserva la vida vegetal en esta árida región.
iv. Flora
Palestina, debido a su fertilidad, clima y topografía, cuenta con una extraordinaria variedad
de flores, plantas y árboles.
Es admirable la variedad de flores silvestres que embellecen las praderas como los lirios, los
narcisos, los azafranes, las amapolas, los tulipanes, los jacintos, etc.
Mucha de la flora que actualmente crece en Palestina fue importada después de la época
bíblica. Entre los cereales se cultivan la cebada, el trigo, y la avena. El lino se ha usado
siempre para tejer telas y vestidos. En la actualidad se cultivan con éxito el algodón, el maíz,
la caña de azúcar, el arroz.
Las legumbres se han cultivado, formando una parte principal del régimen alimenticio del
pueblo: garbanzos, arvejas, porotos, lentejas, melones, pepinos, etc. Hoy día se cultiva la
papa, la zanahoria, la remolacha, el repollo, el nabo, la lechuga, etc.
En las faldas de las montañas se cultiva la vid. Entre los árboles frutales pueden mencionarse
el olivo, la higuera, el granado, el damasco, el manzano, el moral, el membrillo, el nogal, el
almendro, etc. Hoy en Jaifa se cultivan el naranjo, el limón, y el plátano.
Pueden mencionarse el roble y el pino que crecen en Basán y Galilea, y el cedro en el Líbano.
Las encinas son famosas por su corpulencia y majestuosidad. En las llanuras bajas abundan
las palmeras; el sicómoro que abundaba en estas tierras ahora está extinguiéndose. El sauce
comúnmente crece en los arroyos. El ciprés (haya), la acacia (sittim), el olmo (alcornoque,
terebinto), el mirto, y el algarrobo son comunes y crecen en abundancia.
En épocas modernas los bosques no son tan espesos como en tiempos antiguos, por la falta
de habitantes y cuidado; pero se espera que esto también se remediará con el tiempo, a medida
que la nueva nación de Israel pueble y cultive la tierra.
v. Fauna
Entre los animales salvajes de Palestina se pueden mencionar el oso, el lobo, la hiena, el
zorro, el leopardo, y otros. También hay liebres, ardillas y cerdos. En Judea se encuentra el
íbice (o cabra montés). En Basán hay gacelas y antílopes. Entre los animales domésticos se
prefieren el asno, el mulo, o el camello, al caballo, por ser más económicos y adaptables al
terreno del país. El perro, aunque se despreciaba, era utilizado en el cuidado de los rebaños.
Hay muchas especies de reptiles y entre éstos se encuentran serpientes. También hay una
gran variedad de lagartos y lagartijas siendo muy común el camaleón. Las ranas y sapos
abundan en los lugares húmedos. Asimismo existe una gran variedad de arañas y escorpiones.
Hay también insectos de muchas clases: langostas, moscas, mariposas, pulgas y piojos,
mosquitos, abejas, avispas, etc. Las hormigas y el gusano de seda se encuentran en grandes
cantidades.
Entre las aves se conocen las águilas, los buitres, las lechuzas, los halcones, las cigüeñas, las
perdices, los palominos, los pelícanos, las golondrinas, los gorriones, los ruiseñores, las
alondras, y muchas otras.
El lago de Genesaret es rico en peces de diferentes clases y tamaños que desde épocas
antiguas han servido como alimento ordinario. No se menciona en la Biblia ninguna especie
particular.

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3. Los primitivos habitantes de la tierra de Canaán


En esta parte expongo las características de las tribus de la región occidental de Palestina, las
que figuran en la narración de la conquista en el libro de Josué. Hay algunas otras razas de
Palestina y sus alrededores, como los filisteos, los fenicios, los idumeos, etc., cuyo territorio
no fue ocupado por los israelitas en el relato del libro de Josué; las características de éstas se
describirán oportunamente.
i. Los cananeos
El nombre cananeo se deriva de la palabra Canaán, uno de los hijos de Cam, cuyos
descendientes ocuparon la tierra de Palestina. Al mismo tiempo se emplea el término en
sentido limitado con referencia a una tribu que habitaba la tierra en la parte central, al oeste
del Jordán, y hasta el mar Mediterráneo (véanse Núm. 13:30; Jos. 11:3; 13:3, 4). En general,
ocupaban las llanuras bajas, mientras que los amorreos ocupaban las sierras.
ii. Los amorreos
La palabra amorreo era empleada por sinécdoque con referencia a los habitantes de toda la
tierra, como sinónimo de cananeo.
En sentido limitado la palabra amorreo se refiere a una tribu fuerte que habitaba las altas
sierras de Palestina. Fueron descendientes de Canaán (Gén. 10:16), hijo de Cam. Habitaban
en las sierras al oeste del mar Muerto y en la región hacia el oeste hasta Hebrón.
En el tiempo de Josué, los amorreos habían extendido su dominio hasta la región al este del
Jordán, desde Basán hasta el Arnón, empujando a los ammonitas hacia el este, y aun
dominando a los moabitas en el sur, aunque no ocupaban su territorio. Sehón, un rey amorreo,
fue uno de los primeros adversarios que afrontaron los israelitas al entrar en esta región.
iii. Los jebuseos
Los jebuseos fueron otro pueblo cananeo, descendiente del tercer hijo de Canaán (Gén.
10:16), hijo de Cam. Ocuparon la región montañosa alrededor de Jerusalén. Tenían en esta
región una guarnición muy fuerte, que resistió todos los esfuerzos de los benjamitas para
entrar allí. Después fueron dejados en paz, y aceptados como un elemento indomable entre
la población. Solamente en el tiempo de David se pudo dominarlos (2 Sam. 5:6).
iv. Los heteos
Los heteos (hititas) eran un pueblo descendiente de Het, el segundo de los hijos de Canaán
(Gén. 10:15), hijo de Cam. Los hallamos viviendo en los alrededores de Hebrón, en el tiempo
de Abraham. Estaban cerca de los amorreos, y parece que compartían con ellos esta región
montañosa.
En un tiempo anterior a la conquista israelita de Canaán, la civilización hitita fue una de las
más importantes del mundo. Durante unos 700 años dominaron toda la región alrededor de
Asia Menor. Después su civilización se derrumbó frente a la potencia creciente de Egipto.
Hasta hace poco, no se sabía mucho de la cultura de los hititas, por cuanto no se había podido
hacer mucho en descifrar su idioma. Pero en los últimos años se han hecho muchos progresos
en el descifre de los difíciles jeroglíficos hititas. Muchos documentos han sido descifrados,
especialmente un código de leyes hallado por Winckler en 1906–07, y traducido por Hrozny
en 1922 (V. Adams, Ancient Records and the Bible, pág. 244). Estos documentos han
arrojado mucha luz sobre la gran civilización hitita.
Las tribus nativas de Palestina llamadas en la Biblia heteos eran evidentemente remanentes
de la gran nación hitita de Asia Menor, que había extendido su dominio en Palestina, y que
después se desintegró.
v. Los heveos

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Los heveos fueron descendientes del sexto hijo de Canaán (Gén. 10:17), hijo de Cam.
Residieron en la parte septentrional del país, desde Siquem hasta los confines del monte
Hermón. Son mencionados en Gén. 34:2, en relación con Hamor, su príncipe, a quien
mataron Simeón y Leví. Se mencionan en relación con la conquista de Canaán en Jos. 9:7;
11:19. Los israelitas no pudieron dominar a todos los heveos, y referencias a ellos hay en
Juec. 3:3; 2 Sam. 24:7; 1 Reyes 9:20.
vi. Los perezeos
La palabra perezeo parece referirse al hecho de que los perezeos vivían en los lugares abiertos
y no en las ciudades muradas. Aunque es incierto el significado exacto de la palabra, bien
podría significar rústico, o aldeano. Las referencias respecto a los perezeos los asocian con
regiones distintas de Palestina: Betel (Gén. 13:3, 7); Siquem (Gén. 34:30), Bezec, en Judá
(Juec. 1:4). Josué los encontró en las comarcas montañosas del Carmelo (Jos. 17:15).
Es probable que los perezeos no constituían una tribu definida, sino que era una tribu
compuesta de miembros aislados de muchas tribus, que vivían en los campos de Canaán. Por
la manera en que vivían esparcidos, les fue difícil a los hebreos dominarlos, y los
encontramos en Judá después de la conquista. (Juec. 1:4, 5).
Hasta cierto punto los israelitas se mezclaron con ellos, así como con otras tribus de la tierra,
lo cual fue una fuente de contaminación moral y espiritual para el pueblo de Dios.
vii. Los gergeseos
De los gergeseos se sabe poco. Aparecen en la lista del Gén. 15:21 entre los cananeos y los
jebuseos, pero nada se sabe del lugar en que habitaron.
4. Palestina en el día de hoy
i. Diferencia de los tiempos antiguos
Si fuéramos a Palestina en el día de hoy, hallaríamos que es muy distinto el país de lo que
fue en el tiempo de Jesús, o de lo que fue hace cien años. El país ha sido modernizado. Esto
es verdad especialmente desde el comienzo de la inmigración de los judíos a su antigua patria,
inmigración que ha sido intensificada desde que las condiciones turbulentas de Europa han
desplazado a muchos de los judíos.
ii. Ciudades y servicios públicos
Ahora hay hermosas ciudades, con edificios modernos y calles pavimentadas.
Hay buenos caminos para casi la mayor parte de las aldeas. Hay muchos kilómetros de líneas
férreas. Hay un aeropuerto internacional cerca de Tel Aviv.
Hay un correo eficiente, así como un sistema telefónico y telegráfico, y servicio de
radiotelefonía. Hay servicio de electricidad.
iii. Agricultura e irrigación
La tierra se cultiva de acuerdo con los métodos modernos, empleando tractores y toda clase
de maquinaria agrícola. En algunos casos se cultiva la tierra según un plan comunal, y en
otros casos cada familia tiene su propia parcela o hacienda.
Se han invertido millones de dólares en extensos proyectos de irrigación, y de este modo se
han fertilizado millares de hectáreas de tierra que antes era desierta y abandonada.
Otros planes están en proyecto.
Los productos principales son cereales, legumbres, olivos, uvas y frutos cítricos.
iv. Industrias
Las industrias nacionales se desarrollan rápidamente.
Las industrias principales se relacionan con los géneros y la ropa, el papel y la imprenta,
jabón y aceites, la fabricación de muebles y materiales de construcción, las bebidas y el

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tabaco, comestibles en conserva, harina, el petróleo y su refinación, vidrio, la fabricación de


maquinaria y herramientas, la cerámica, y la fabricación de automóviles.
v. Depósitos minerales
Cerca del mar Muerto se está promoviendo la explotación de los depósitos minerales, de
donde se saca la sal común, el nitro, el bromuro, la potasa, y otros minerales.
vi. Migración de los judíos a Palestina
Millares de judíos han vuelto a su tierra, principalmente a la parte occidental del país, donde
la nueva nación de Israel se ha establecido. Estos compran tierras, pagándolas al contado, o
a plazos, y cultivan las tierras de acuerdo con métodos modernos.
vii. Instituciones
Hay buenos colegios y hospitales, y una universidad, la Universidad Hebrea, en Jerusalén,
en la cual enseñan algunos de los mejores profesores de Europa, desterrados de sus países
natales y refugiados en el nuevo país de Israel.
viii. Religión
En el nuevo estado de Israel el judaísmo es la religión predominante, aunque existe la libertad
de culto; el islamismo es profesado por muchos de los habitantes. Muchos asuntos que se
relacionan con el individuo en su vida particular (el casamiento, el divorcio, y las herencias)
se sujetan a los tribunales eclesiásticos, siendo los tribunales mahometanos autónomos en la
resolución de estas cuestiones personales en las vidas de los árabes. Al mismo tiempo existe
mucha controversia con respecto a este procedimiento en la política nacional.
ix. Establecimiento del Estado de Israel
El 14 de mayo de 1948, cuando terminó el mando británico en Palestina, se estableció el
nuevo estado de Israel. Su área consta de las tres cuartas partes de Palestina, o sea, según el
acuerdo del armisticio en 1949, 8,084 millas cuadradas (20,938.27 kilómetros cuadrados)
(The American Annual, 1952, artículo Israel, pág. 365). El resto del país pertenece a los
árabes.
La capital de la nueva nación fue al principio Tel Aviv, pero después llegó a serlo la Nueva
Ciudad de Jerusalén (es decir, la parte de Jerusalén concedida a los judíos por las Naciones
Unidas).
Pronto el estado de Israel fue reconocido como tal por los gobiernos de Rusia, Estados
Unidos, y otros países. El gobierno británico, sin embargo, no lo reconoció sino hasta en abril
de 1950.
La forma de gobierno es democrática. El primer presidente Chaim Weizman, fue elegido para
un segundo período el 19 de noviembre de 1951. La bandera nacional es la azul y blanca de
los zionistas, con el escudo de David.
El idioma oficial de la nueva nación es el hebreo, empleándose el árabe como idioma
secundario en los tratados del gobierno con ciudadanos árabes.
x. Relaciones entre árabes y judíos
La tirantez entre los árabes y los judíos ha existido por muchos años, y la amenaza de una
guerra religiosa sigue. Antes del establecimiento del nuevo estado de Israel (1948), las
autoridades árabes que gobernaban en toda Palestina, bajo el mandato británico, no querían
más refugiados judíos, pues el gobierno británico prohibió que entrasen judíos, excepto una
cuota reducida. Sin embargo, seguían llegando clandestinamente.
A pesar de la tirantez existente, muchos árabes trabajan en los campos judíos, procurando
mejorar sus condiciones económicas con los buenos sueldos que éstos pagan. Algunos de los
árabes se han enriquecido vendiendo sus tierras a los judíos a buenos precios.

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(C) LAS TRIBUS DE ISRAEL EN LA TIERRA DE CANAAN


En la breve exposición del tema de las Tribus de Israel en la Tierra de Canaán que sigue a
continuación, notaremos las siguientes cosas: Influencia de cada tribu en la época de la
conquista y después de ésta; límites geográficos de la región que ocupó; nociones sobre su
topografía; la historia futura de la tribu en su heredad; y su relación con los acontecimientos
importantes de la Biblia.
1. Rubén
Rubén fue el hijo mayor de Jacob, pero perdió la primogenitura por su falta de carácter (Gén.
35:22; 49:3 y sig.). A esta tribu pertenecieron Datán y Abiram, que se rebelaron en contra de
Moisés impulsados por el deseo de recuperar los derechos que su antepasado Rubén había
perdido.
Cuando los israelitas dominaron la región al este del Jordán, los rubenitas pidieron este
territorio para establecerse junto con Gad y la media tribu de Manasés, y su petición fue
concedida, con la condición de que ayudasen a la dominación del resto de Canaán. Los
rubenitas, juntamente con los gaditas y la media tribu de Manasés, poseían grandes rebaños,
y les convenía la meseta alta y extensa de esta fértil región.
La extensión del territorio de Rubén era de unos dos mil kilómetros cuadrados. El número de
los componentes de esta tribu en el primer censo fue de 46,500 hombres adultos (Núm. 1:21),
es decir, “de edad de veinte años arriba; todos los que pueden salir a la guerra en Israel” (VM.
Núm. 1:3), y en el segundo censo fue de 43,730 (Núm. 26:7).
La tribu de Rubén estaba separada del oeste por el Jordán y el mar Muerto, lo que rápidamente
trajo una separación verdadera del culto de Jehová en Silo, y esto trajo la disolución nacional.
Parece que los adalides de las tribus del este previeron todo esto, y por eso edificaron el altar
cerca del Jordán, que tanto provocó la ira de las tribus del oeste, las cuales se levantaron en
guerra contra los del este (Jos. 22:10–12). La batalla fue impedida cuando los adalides de las
tribus orientales explicaron que el altar no era para sacrificar sino únicamente un monumento.
La tribu de Rubén estaba expuesta continuamente a las incursiones de las tribus beduínas del
desierto, y desarrolló un carácter guerrero y feroz. A la constante expectativa en que vivían
para defender sus posesiones de sus enemigos, y a la disolución religiosa, se debe el que la
tribu haya perdido su importancia. A esto último se atribuye su fin a manos de los asirios,
quienes bajo Pul (Teglatfalasar III), los llevaron a la cautividad (1 Crón. 5:25 y sig.). En
general la tribu fue absorbida por la de Efraim, que rápidamente alcanzó la preeminencia en
el reino del norte (véase 1 Crón. 5:1).
2. Gad
Al norte de Rubén, en una región denominada Galaad, se estableció la tribu de Gad. A Gad
se le repartió la mitad de Galaad, y a Manasés oriental la otra mitad. Sus límites fueron el río
Jordán en el occidente, y en el este el país de los ammonitas, cuya región ellos habían poseído.
En el sur su límite fue el uadi Hesbón y la tribu de Rubén, y en el norte el límite parece que
fue (por Jos. 13:27) el lago de Genesaret. Su territorio tenía una extensión de unos 3,600
kilómetros cuadrados. El número de los miembros de la tribu en el primer censo fue de 45,650
hombres de guerra de más de veinte años (Núm. 1:25), y en el segundo censo 40,500 (Núm.
26:18).
En los relatos del libro de Josué, los gaditas participaron juntos en la acción de los rubenitas
y manaseítas en la erección del altar del testimonio (Jos. 22:8–10), y la lucha por la tierra del
oeste. Llegaron a ser una tribu muy guerrera, por su posición junto a los ammonitas y las
otras tribus del desierto que hacían incursiones en su tierra.

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Los gaditas figuran en la historia de la monarquía, y apoyaron a Saúl, y después a David (1


Crón. 12:8–14).
La decadencia religiosa, a estilo de la de los rubenitas (véase antes), fue motivo de que Dios
permitiera que los asirios, bajo Teglatfalasar viniesen para llevárselos cautivos (2 R. 15:29).
La tierra fue ocupada después por los ammonitas.
La heredad de Gad, en tiempo de Jesús, se llamaba Perea. Las conquistas sucesivas de asirios,
caldeos, persas, macedonios, sirios, egipcios, y romanos, habían cambiado enteramente la
tierra y sus habitantes, y su relación con Gad ha sido pasada por alto por los escritores del
NT que hacen referencia a la tierra.
3. Manasés
La descripción de la tribu de Manasés tiene que ser considerada en dos partes porque la tribu
se dividió en Manasés oriental y Manasés occidental.
La tribu entera de Manasés ascendió en el primer censo a 32,200 hombres de guerra (Núm.
1:35), y en el segundo censo a 52,700 (Núm. 26:34).
No se presenta en la Biblia ninguna razón por la cual se dividió la heredad de Manasés en
dos partes. Pero lo que se dice en Núm. 32:1 acerca de la posesión de rebaños por la parte de
la tribu que se estableció en el este, nos da, con toda probabilidad, la clave. La tribu debe
haber estado constituída por dos elementos o tipos distintos: uno pastoral que poseía rebaños
y manadas, y el otro agrícola, inclinado al cultivo de la tierra. El elemento agrícola debe haber
tenido más afinidad con la tribu de Efraim, junto a la cual se estableció.
i. La media tribu al este del Jordán
Como ya se ha dicho, la mitad de la tribu de Manasés pidió a Moisés que le cediera el
territorio al este del Jordán, por ser ésta una región apropiada para rebaños. Se le dio pues a
esta parte de la tribu de Manasés la tierra fértil de Basán, donde antes había sido el territorio
del antiguo reino de Og, y la parte septentrional de Galaad. Sus límites en el oeste fueron el
lago de Genesaret y el Jordán, tocando la herencia de Neftalí, al este el desierto siríaco, y en
el sur la tribu de Gad. No se puede determinar cuál fue su límite septentrional, pero
probablemente se extendía hasta Siria, en la región de Hermón (1 Crón. 5:18–25; Jos. 12:4,
5). Su área debe haber sido de unos 7,000 kilómetros cuadrados, la más grande de todas las
tribus. Esta región era la más fértil en toda Palestina, y aún en el día de hoy es una de las
regiones más importantes en la producción de cereales.
Un hombre importante de la tribu de Manasés oriental que figura en la historia posterior de
Israel fue Jefté. Entre los fieles ayudantes de David se hallaban miembros de esta tribu.
Como la de Rubén y la de Gad, la media tribu de Manasés fue una tribu muy guerrera, por
su situación cerca de las salvajes tribus beduínas.
La media tribu de Manasés fue llevada al cautiverio, como la de Gad, durante las invasiones
de Teglatfalasar, el rey asirio, como castigo por su idolatría (1 Crón. 5:25, 26).
En el tiempo de Jesús, esta región estaba incluída dentro de los límites de la tetrarquía de
Herodes Felipe, que incluía Gaulanítide, Traconítide, Auranítide, Iturea, y la parte
septentrional de Decápolis.
ii. La media tribu al oeste del Jordán
La historia de Manasés occidental se confunde con la de Efraim. Parece que al principio no
se distinguía ningún límite entre sus heredades y por esta razón vinieron a quejarse a Josué
(Jos. 17:14–16): “Y los hijos de José hablaron a Josué, diciendo: ¿Por qué me has dado por
heredad una sola suerte y una sola parte, siendo yo un pueblo tan grande” (v. 14). También
se quejaron porque las gentes de esta tierra estaban muy fuertes (v. 16). Josué les dijo: “Si
eres pueblo tan grande, sube tú al monte, y corta para ti allí en la tierra …” (v. 15).

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Los límites de la heredad de Manasés occidental no están bien delineados y su territorio era
pequeño. Parece que se extendía desde el Jordán hasta el mar Mediterráneo (Jos. 17:9–11;
Josefo, Ant. V. i. 22). En el sur estaba Efraim, y en el norte Aser e Isacar, y posiblemente
Zabulón (aunque los límites exactos de estas tribus se desconocen). Esta región en el tiempo
de Jesús estaba comprendida entre el norte de Samaria, y el sur de Galilea. Quizá tenía una
extensión de unos 2,200 kilómetros cuadrados.
La historia posterior se pierde en la de Efraim, que fue la tribu dominante en el reino del
norte (véase después).
La suerte de Manasés occidental les tocó para su caída en 722 a. de J. C., cuando Salmanasar
el asirio puso sitio a Samaria. Ascendiendo Sargón II al trono de Asiria, éste completó la obra
de conquista, y llevó al cautiverio a los habitantes del reino septentrional de Israel.
4. Isacar
En sus límites orientales, la tribu de Isacar tenía el río Jordán y la tribu de Gad. En el sur y
oeste tenía a Manasés occidental, en el nordeste a Neftalí, y en el noroeste a Zabulón.
Los límites de la tribu de Isacar son inciertos. Tenía una extensión de unos 1,100 kilómetros
cuadrados. Aunque era una heredad muy pequeña, incluía una tierra muy fructífera. Su
territorio probablemente estaba comprendido en la región que en el tiempo de Jesús era el
sur de Galilea y el norte de Samaria.
La tribu de Isacar fue muy importante en la época de la conquista, siendo la tercera entre los
israelitas por el crecido número de sus miembros el cual ascendió a 54,400 en el primer censo
de los hombres de guerra (Núm. 1:29), y a 64,300 en el segundo censo (26:25).
Entre las ciudades importantes de Isacar se hallaban Meguido, Sunem, Jezreel, Endor, etc.
Entre los hombres famosos que esta provincia produjo después tenemos a Tola, un juez (Juec.
10:1), y Baasa (1 R. 15:27) y su hijo Ela (1 R. 16:6), reyes de Israel. Cuando David estaba
en Hebrón, muchos hombres principales de la tribu de Isacar vinieron a ponérsele a sus
órdenes (1 Crón. 12:32).
5. Zabulón
En su parte meridional, la tribu de Zabulón limitaba con Isacar. Al noroeste estaba Aser, y al
nordeste Neftalí. No tocaba ni el mar Mediterráneo ni el lago de Genesaret ni el río Jordán,
aunque Josefo no está exactamente de acuerdo con esto (Ant. V. i. 22), y daba a Zabulón una
salida al lago de Genesaret y al mar Mediterráneo, y Gén. 49:13 también parece relacionar a
Zabulón con el mar. Probablemente los límites eran muy inestables y variaron en diferentes
épocas. Tenía una extensión de unos 700 kilómetros cuadrados. En el primer censo alcanzó
el número de 57,400 hombres de guerra (Núm. 1:31), y en el segundo censo de 60,500 (Núm.
26:27).
En la historia posterior de Israel, Elón, uno de los jueces de Israel fue de la tribu de Zabulón
(Juec. 12:11, 12). Según 1 Crón. 12:33, esta tribu envió a David cincuenta mil soldados
cuando estaba en Hebrón. Según 2 Crón. 30:10–18, durante el avivamiento de Ezequías,
algunos de la tribu de Zabulón, se humillaron y vinieron a Jerusalén.
Es probable que los habitantes de la heredad de Zabulón fueron llevados al cautiverio con los
de Neftalí y Manasés oriental por los asirios durante el reinado de Teglatfalasar IV (2 R.
15:29).
La región ocupada por la tribu de Zabulón era muy fértil y a la vez hermosa y, según las
divisiones políticas de los tiempos de Jesús, pertenecía a Galilea. Zabulón nos interesa

Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.

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especialmente por cuanto allí se hallaba Nazaret, y allí pasó su niñez y juventud nuestro
Señor.
6. Neftalí
La tribu de Neftalí limitaba al occidente con la tribu de Aser, al norte con Siria, al este con
el Jordán y Manasés oriental, y al sur con Zabulón e Isacar (V. Jos. 19:32–39). La dificultad
que hallamos en reconocer los límites de la tribu de Neftalí está en la imposibilidad de
identificar muchos de los lugares que se mencionan. Probablemente tuvo un área de unos
2,200 kilómetros cuadrados. En el primer censo se contaron 53,400 hombres de guerra de
veinte años y más (Núm. 1:43); en el segundo censo 45,400 (Núm. 26:50).
La región habitada por la tribu de Neftalí ofrece una gran variedad de clima y de topografía.
El suelo es fructífero y produce muchas clases de frutos, de legumbres y de cereales. Tiene
mucho campo apto para apacentar a los rebaños. Especialmente en las llanuras cerca del lago
de Genesaret era muy fértil el suelo.
Los habitantes de Neftalí fueron llevados al cautiverio por Teglatfalasar III (2 R. 15:29). Pero
la importancia de esta región no terminó con la desaparición de la tribu de Neftalí. En el
período de la restauración, después del cautiverio, los judíos nuevamente poblaron esta
región, y la parte meridional cerca del lago de Genesaret llegó a ser en el tiempo de Jesús la
región más densamente poblada de toda Palestina. En esta región Jesús pasó una gran parte
de su ministerio. En sus ciudades (Capernaum, Corazín) predicó e hizo prodigios,
estableciendo en Capernaum el lugar de su residencia después de su rechazamiento en
Nazaret.
7. Aser
La tribu de Aser limitaba al sur con la media tribu de Manasés occidental y Zabulón, al oeste
con el mar Meditérráneo y Fenicia, al este con Neftalí, y al norte con Siria (V. Jos. 19:24 y
sig.). Su área era aproximadamente de 700 kilómetros cuadrados. Esta tribu tenía 41,500
hombres de guerra de más de veinte años en el primer censo (Núm. 1:40, 41), y en el segundo
censo 53,400, la quinta de las tribus en población (Núm. 26:47).
La tribu de Aser tuvo desde el principio dificultad en adquirir la región que le había sido
asignada. Según Juec. 1:32, “moró Aser entre los Cananeos que habitaban en la tierra; pues
no los echó.” Esto indica falta de éxito, así como de entusiasmo para la tarea encomendada.
En efecto, su dominacíon de la región no fue por conquista sino por inmigración y
penetración pacífica en ella.
El hecho de no haber dominado su territorio sin duda contribuyó a la falta de celo religioso
que la tribu de Aser mostró en épocas posteriores, aunque ha de reconocerse que enviaron
representantes a Jerusalén en la época del avivamiento de Ezequías (2 Crón. 30:11). A esta
tibieza religiosa han de haber contribuído también las estrechas relaciones que ellos tuvieron
con los fenicios, pueblo politeísta y materialista. El territorio de Aser también contaba con
un extenso litoral, y probablemente se contagió del interés que los fenicios tenían en el
comercio marítimo.
El fuerte interés de los aseritas en el comercio, que le daba más afinidad con Fenicia que con
los mismos israelitas, explica no solamente la falta de interés de esta tribu en la religión de
su patria, sino también su poca intervención en la política israelita. En la lista de los príncipes
en 1 Crón. 27:16 y sig. no se menciona Aser.
8. Efraim
Al norte de la heredad de la tribu de Efraim se hallaba la posesión de Manasés occidental. En
su límite occidental estaba el Mediterráneo, al sudoeste estaba la herencia de Dan, y al este
el Jordán y la posesión de Gad. En el sudeste estaba Benjamín.

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En el primer censo, inmediatamente después del éxodo, la tribu de Efraim contaba con 40,500
hombres de guerra (Núm. 1:33), y en el segundo censo con 32,500 (Núm. 26:37). La tribu
tenía un territorio de unos 1,600 kilómetros cuadrados.
La tribu de Efraim fue la más importante después de Judá, y sintió su rivalidad con ésta desde
el principio. Así como Judá fue supremo en el sur, Efraim lo fue en el norte.
Aunque Saúl no pertenecía a esta tribu ésta lo apoyó, quizás por cuanto él provenía de una
tribu de poca importancia que no les incitaba celos, o quizás porque la de Benjamín y la de
Efraim eran tribus hermanas, siendo ambas descendientes de Raquel, la esposa predilecta de
Jacob.
Cuando David empezó a reinar en Hebrón, gobernó siete años sin el apoyo de Efraim y las
provincias del norte, que respaldaron los reclamos de Is-boset, el hijo de Saúl. Cuando éste
fue muerto, habiéndose puesto Abner a las órdenes de David, las tribus del norte mandaron
mensajeros a Hebrón para pedir a David que reinara sobre ellos (2 Sam. 5:3). Parece que la
popularidad de David fue suficiente para vencer las objeciones que los israelitas ponían para
que un natural de Judá fuera rey. Sin duda llegaron a sentirse agobiados bajo el reinado
opresivo de Salomón, y aprovecharon la primera oportunidad para quitar de sobre sí la carga
que para ellos era Judá, y se rebelaron bajo la dirección de Jeroboam no bien murió Salomón.
Desde el tiempo de Jeroboam y Roboam, la historia de las tribus meridionales se relaciona
con Judá. El nombre de Judá llegó a emplearse como sinónimo del reino del sur, así como el
de Efraim por el del norte. Los nombres Efraim e Israel llegaron a ser sinónimos referentes
al reino septentrional de Israel.
La ruptura del reino en dos partes estaba predeterminada, pues, por la rivalidad que existía
desde tiempos antiguos entre Judá y Efraim.
Sin duda, otra cosa que desagradó mucho a los efraimitas, en relación con el asunto de la
preeminencia tribal, fue el cambio del centro del culto que estaba en Silo (ciudad de Efraim,
donde había estado desde el tiempo de Josué) a otra parte. Primero estuvo, según parece, en
Gilgal, luego en Nob, y finalmente en Gabaón. V. notas sobre Deut. 12:5 (Tomo I); 1 Sam.
21:1–9; 1 R. 3:4. Después se estableció en Jerusalán.
El establecimiento del centro permanente de culto en Jerusalén por David y Salomón
probablemente contribuyó a que los sentimientos de Efraim se enfriaran más. Es interesante
que una de las primeras cosas que hizo Jeroboam I después de llegar a ser rey de Israel fue
establecer nuevos centros de culto, en oposición al centro de Jerusalén, donde Salomón había
construído el templo. Jeroboam ya no permitió que los israelitas de su reino fuesen a
Jerusalén para reunirse delante de Jehová, sino que en Dan y Betel puso becerros de oro,
estableciendo en estos lugares los centros de culto (1 R. 12:28, 29).
Entre algunos de los hombres que se destacaron de la tribu de Efraim podemos mencionar a
Josué, y a muchos de los reyes del reino septentrional de Israel, asimismo profetas, como
Eliseo, Oseas, etc.
La región que tocó a la tribu de Efraim fue una de las más fértiles de Canaán. Se comprende
dentro de la provincia que en el NT se llama Samaria. Sus ciudades principales fueron
Samaria, Silo, Siquem, y Bet-horón. El monte Gerizim se hallaba dentro de sus límites.
9. Benjamín
La tribu de Benjamín tenía a Efraim en el norte y Judá en el sur. En el este estaba el río Jordán
y la tribu de Gad. Al oeste estaba la heredad de Dan.
La tierra junto al Jordán es buena y fértil. En cambio, la parte montañosa es pedregosa. En
las faldas occidentales de las montañas hay mucha tierra fértil. Benjamín, con Aser y
Zabulón, tenía la heredad más pequeña, con aproximadamente 700 kilómetros cuadrados.

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Los hombres adultos de Benjamín en el primer censo (Núm. 1:37) fueron 35,400, y en el
segundo censo (Núm. 26:41) fueron 45,600.
Benjamín, a pesar de la pequeñez de su heredad, siempre tuvo una importancia muy grande
en Israel, en parte por su posición estratégica en el país, en parte por la contribución que hizo
en distintas épocas a la política. Además, dentro de sus límites estaba Jerusalén, ciudad que
David escogió para capital. Por el centro del país pasaba una gran carretera principal que
llevaba desde el norte al sur. Además, Benjamín cobró importancia porque dio al país su
primer rey, Saúl. Después de la muerte de éste, esta tribu debe haber sido la que con mayor
tenacidad se adhirió a la causa de Is-boset, el hijo de Saúl. En la ruptura de los reinos,
Benjamín se fue con el del norte, probablemente por celos porque la casa de Saúl perdió su
autoridad sobre Israel. Aun así, una porción de Benjamín permaneció con Judá, por cuanto
David y Salomón y Roboam tenían su capital en Jerusalén, estando allí también el templo, y
esta ciudad quedó con Judá.
La tribu de Benjamín produjo otro gran hombre que llevaba el mismo nombre que el primer
rey: Saulo de Tarso, que llegó a ser el gran apóstol del cristianismo (Filip. 3:5).
Las ciudades importantes de Benjamín fueron Jerusalén (la cual perdió en la división de los
reinos), y Betel que le quedó al reino del norte, y llegó a ser un centro de culto del becerro
de oro de Jeroboam. Otras ciudades fueron Gabaón, ciudad de Saúl; Anatot, ciudad de
Jeremías y de los sacerdotes de su heredad; Mizpa, Gilgal, Rimón, y el antiguo sitio donde
estuvo la ciudad de Jericó.
10. Dan
Los límites de la tribu de Dan lindaban con Judá en el sur, Efraim en el norte, y Benjamín en
el este. En el oeste su límite es incierto, aunque la expresión en Juec. 5:17 parece relacionar
a Dan con el mar; originalmente la heredad de Dan se hubiera extendido hasta el mar
Mediterráneo. Pero en realidad esto no se realizó, pues los amorreos impidieron su expansión,
limitándolos a las sierras (Juec. 1:34). Los filisteos en el occidente deben haber ocupado la
llanura de la costa de la región occidental de Dan, estando allí una de las cinco ciudades
principales de ellos: Ecrón.
El territorio de Dan era aproximadamente de 1,400 kilómetros cuadrados. Su ejército fue de
62,700 en el primer censo (Núm. 1:39), y en el segundo fue 61,400 (26:43), el segundo en
número después de Judá.
La tribu de Dan nunca tuvo mucha importancia en la historia de la nación, principalmente
porque no logró dominar en la región donde se había establecido. Sus enemigos, los amorreos
y los filisteos, eran fuertes y guerreros. En efecto, un grupo de los danitas, hallando imposible
la expansión en su propio terreno, fueron al norte a la región de Neftalí, y se apoderaron de
una ciudad comercial y pacífica de los fenicios, llamada Laís (o Lesem). Comp. Jos. 19:47;
Juec. 1:34; 18:1–29. A esta ciudad la convirtieron los danitas en una ciudad danita que
llamaron Dan.
La influencia mínima que la tribu de Dan tuvo en épocas posteriores se muestra en que ni se
menciona su nombre en las listas de las tribus en 1 Crón. 4:1–7:40, aunque se da la genealogía
de todas las otras tribus. Tampoco se menciona en la lista de Apoc. 7:5–8. La división de la
tribu en dos partes (Juec. 18:1–29), y su trato social con los filisteos (Juec. 14:1; 16:1, 4, 5),
a pesar de la enemistad pública de éstos con los israelitas, causó probablemente su temprana
desaparición.
El único hombre importante de la tribu de Dan fue Samsón. La vida de él bien ilustra el
carácter de su tribu: astuto (comp. lo que llamó Jacob a Dan, una serpiente, en Gén. 49:17),
voluble, de cuerpo fuerte típico de la raza serrana a la cual pertenecía. Sus relaciones con los

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filisteos también ponen a la vista la política de la tribu: frecuentemente se hallaba en pugna


con ellos pero se casó con una mujer filistea (Juec. 14:1–21); después tuvo relaciones con
una ramera en Filistia (16:1); y por último se enamoró de Dalila, mujer filistea (pero véase
Juec. 16:4 y nota). Sin embargo, luchaba continuamente en contra de los filisteos.
11. Simeón
El número del ejército de la tribu de Simeón en la época del primer censo fue de 59,300
(Núm. 1:23), el tercero entre las tribus por su número, siendo sobrepasado únicamente por
Dan y Judá. Pero en el segundo censo, su número descendió a 22,200, lo que indica que
Simeón fue la más débil de todas las tribus (Núm. 26:14). La disminución de esta tribu se
debe en parte a que participó de una manera importante en la rebelión en Peor, y quizás en
otras cosas no especificadas, que corrompieron la vida moral de esta tribu.
Al principio la heredad concedida a Judá fue muy grande, pero después se dio a Dan y a
Simeón una parte de ella. Lo que tocó a Simeón fue en el sur de Palestina, al sur de Judá. El
área de su porción fue aproximadamente de 2,800 kilómetros cuadrados. No tenemos
referencia detallada a la conquista de este territorio por Simeón. Según Juec. 1:3 parece que
Simeón y Judá cooperaron en la dominación de esta región.
En el territorio original de Simeón se mencionan 17 ciudades, entre ellas Beer-seba y Siclag
(Jos. 19:2, 5), dos ciudades que también se mencionan en la lista de Judá (Jos. 15:21–28, 31).
La explicación está en Jos. 19:1: “Y su heredad fue entre la heredad de los hijos de Judá.”
Según el 19:9 se hizo un esfuerzo por sacar de la porción de Judá algo para Simeón, “por
cuanto la parte de los hijos de Judá era excesiva para ellos.” Pero parece que las dos heredades
nunca fueron separadas realmente. La debilidad de la tribu de Simeón, con las otras razones
que he mencionado, produjo su extinción al confundirse con la tribu de Judá desde una época
muy temprana en la historia israelita.
La región que tocó a la tribu de Simeón tampoco fue propicia para el desarrollo de un gran
pueblo, siendo árida y desierta en su mayor parte, y expuesta siempre a los ataques de las
tribus beduínas del desierto. La historia posterior de la tribu está ligada a la de Judá. Así se
cumplió la profecía de Jacob sobre su esparcimiento en Israel (Gén. 49:7).
Un miembro de la tribu de Simeón que sobresale, aunque no estamos seguros de su
autenticidad histórica, es Judit, la heroína del libro del mismo nombre, de la Biblia católica,
que fue descendiente de uno de los príncipes de esta tribu.
La omisión del nombre de Simeón de la lista de Moisés en Deut. 33:1–29 (aunque se
menciona en 27:12) probablemente se debe a que prácticamente esta tribu desaparecía
cuando Moisés escribió, habiendo sido reducido su número desde 59,300 hasta 22,200 en los
38 años que habían transcurrido. Identificándose ya en ese tiempo con la tribu de Judá.
12. Judá
La tribu de Judá tenía en su límite septentrional a las tribus de Dan y Benjamín; en el sur
estaba Simeón. Originalmente su heredad incluía a la de Dan y Simeón. Después fue
concedida una parte a Dan y otra a Simeón (Jos. 19:1, 9; 15:1 y sig.). Aunque Simeón recibió
su parte correspondiente, generalmente se confundía con la tribu de Judá (V. antes, Simeón).
En el primer censo Judá contó con 74,600 hombres de guerra (Núm. 1:27), y en el segundo
censo con 76,500 (Núm. 26:22). Fue, pues, la más grande de todas las tribus. Su área fue
aproximadamente de 4,000 kilómetros cuadrados, lo que no incluye la región filistea, ni la
heredad de Simeón, ni la región desierta junto al mar Muerto. Conforme a su extensión
territorial fue pues, segunda sólo a Manasés.
Se ha discutido ampliamente la posición de Judá en la exposición anterior, especialmente en
relación con Efraim y Simeón. Judá llegó a tener la supremacía en el sur así como Efraim la

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tuvo en el norte. Indudablemente la rivalidad entre estas dos tribus existió desde tiempos
antiguos, pues ambas tribus creían que poseían la primogenitura, y hasta cierto punto tenían
razón. V. Gén. 48:19, 20; 49:10; y mis notas sobre Gén. 48:5 en el Tomo I, y sobre 1 Crón.
5:1, 2. Esta rivalidad fue un motivo para la división de la monarquía en el tiempo de Roboam.
Judá produjo muchos hombres notables. Caleb fue de esta tribu, aunque también un cenizeo,
quizás una tribu idumea del sur, que había sido absorbida por Judá en la época de las
migraciones (V. Gén. 36:11; Núm. 32:12; Jos. 14:6; Juec. 1:13). Otniel, su hermano y yerno,
conquistó la ciudad de Debir (Jos. 14:6–15; 15:13–19). David fue de esta tribu, y todos los
reyes de la línea davídica, algunos de los cuales se distinguieron por su sabiduría y rectitud:
Salomón, Asa, Josafat, Ezequías, Josías, y otros. En la época de la restauración, Zorobabel
fue de esta línea, y más tarde, José y María, y el mismo Jesús. Tan distinguida fue la línea
genealógica que los individuos que se han mencionado son nada más que unos pocos de los
muchos que sobresalieron.
La tribu de Judá dio su nombre al reino del sur, y después a la provincia romana del sur del
tiempo de Jesús, Judea, en la cual se desarrolló una parte importante del ministerio de Jesús.
El reino de Judá fue llevado al cautiverio en la época de Jeremías y Ezequiel, en 586 a. de J.
C. y un remanente volvió del cautiverio en 537 a. de J. C. bajo Zorobabel, luego otro grupo
bajo Esdras (458), y Nehemías (445). Sin duda, algunos miembros de otras tribus volvieron,
pero en su mayoría fueron de Judá. Así volvieron muchos levitas, que se constituyeron en la
clase gobernadora en la época interbíblica, como el pontífice Jasón, los macabeos, los
asmoneos, etc. Saulo de Tarso fue de la tribu de Benjamín (Filip. 3:5) y Ana fue de Aser (Lc.
2:36). Véase la nota sobre 1 Crón. 9:3.
La región que tocó a la tribu de Judá era pobre; la mitad era desértica. En esto consistía su
seguridad, por cuanto no ofrecía atracción para las fuerzas invasoras; y si agregamos a esto
el hecho de que también una gran parte era montañosa vemos que esto contribuía a la pobreza
del país así como a la seguridad de sus habitantes. Esto también influyó para el desarrollo del
carácter de este pueblo, y en su literatura hallamos muchas alusiones a la topografía.
Algunas ciudades importantes de Judá fueron Hebrón, Zif, En-gadí, Belén, Adullam, y Bet-
semés. Con la adición del territorio de Simeón, tenía Beer-seba, Rimón, etc. Si contamos la
tierra de Filistia, que teóricamente debía conquistar, pero que nunca dominó, tenía Gat,
Asdod, Gaza, Eglón y Gerar en Simeón.
13. Leví
La tribu de Leví ha sido ampliamente comentada en las notas en distintas partes del
Pentateuco (Tomo I). Vamos a dar aquí un resumen de algunas de las cosas dichas ya, con
algo más agregado. Véanse también los índices.
Leví, con Simeón, es recordado principalmente por la parte que tomó en la venganza sobre
los hombres de Siquem por el mal hecho a su hermana (Gén. 34:1–29). Aunque
correctamente vemos en esto una acción de sangre y de traición, debemos reconocer que
estaba de acuerdo con las costumbres de la época, y que el relato delata un celo para la
moralidad que pronosticaba en los descendientes un carácter favorable para la religión.
El hecho de que Moisés y Aarón pertenecían a la tribu de Leví favorecía su nombramiento
para la dirección religiosa de la nación. A la vez, el celo de los levitas en la ocasión de la
destrucción del pueblo por el pecado del becerro de oro (Ex. 32:26–29) quitó el efecto, en
parte, de la maldición de Jacob (Gén. 49:7). Como Simeón, los levitas serían esparcidos en
Israel, pero su esparcimiento sería con un propósito benéfico, el de que ellos fuesen ministros
de religión en todo el país.

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Los levitas de una manera especial pertenecían a Jehová, pues él los había escogido para el
servicio divino en lugar de los primogénitos de Israel que era a quienes correspondía este
servicio. (Núm. 3:12, 13). El número de los levitas sería aproximadamente igual al número
de los primogénitos en la época del segundo censo.
Los levitas estaban divididos en tres clases distintas, de acuerdo a su descendencia de los tres
hijos de Leví: Coat, Gersón y Merari. Cada grupo tenía sus propios deberes en relación con
el tabernáculo (V. Núm. 3:21–39 y nota, en Tomo I).
La repartición de los levitas en la tierra de Canaán fue de acuerdo a sus tres familias. En vez
de una heredad en determinada región, se les concedió ciudades en distintas tribus de Israel.
La descripción de la repartición de las ciudades levíticas se halla en Jos. 21:1–45. Habían de
tener 48 ciudades, de las cuales seis serían ciudades de refugio (Núm. 35:6, 7; Jos. 20:1–9).
De estas 48 ciudades, un grupo de Coat (los sacerdotes, descendientes de Aarón) recibió trece
ciudades en Judá, Simeón, y Benjamín (Jos. 21:3, 4). Otro grupo, los coatitas que no eran
sacerdotes, recibió diez ciudades en Efraim, Dan, y la media tribu de Manasés occidental
(Jos. 21:5). Los levitas de la rama de Gersón recibieron trece ciudades de Isacar, Aser,
Neftalí, y Manasés en el este (Jos. 21:6). Los descendientes de Merari tenían doce ciudades
en Rubén, Gad, y Zabulón (Jos. 21:7). Puesto que Aarón fue de la tribu de Coat, esta familia
era de mayor importancia y recibió una heredad más grande.
Los levitas se sostenían en parte por la producción de los terrenos que les habían sido
concedidos alrededor de sus ciudades, y en parte por los diezmos que les eran dados por el
pueblo (Núm. 18:21, 24, 26; Neh. 10:37).
En el desierto, durante el período de migración, la función de los levitas fue la de cuidar y
llevar el tabernáculo. Después de su establecimiento en la tierra de Canaán, su función había
de ser más amplia. Su deber primordial sería el de defender la honra de Jehová. Después de
la conquista, a los gabaonitas les fueron asignadas las tareas más duras relacionadas con el
cuidado del tabernáculo (Jos. 9:27). En Ex. 32:26–29, hallamos a los levitas defendiendo el
honor de Jehová, de acuerdo con su función primordial.
Así la función de los levitas en Israel fue siempre la de proteger y hacer progresar la religión
de Jehová, la cual estaba simbolizada en el cuidado que ellos tenían del tabernáculo. Así
cobraban los diezmos y entregaban una porción a los sacerdotes (Núm. 18:21, 26; Neh.
10:37). El tercer año recibían una parte adicional en los frutos de la tierra (Deut. 14:28, 29;
16:11).
Especialmente a los sacerdotes entre los levitas tocaba la responsabilidad de la ley escrita:
conservar los manuscritos, copiarlos, interpretarlos. En la época del templo los levitas eran
músicos: cantaban, tocaban instrumentos, escribían himnos (salmos).
Entre las personas prominentes de la tribu de Leví podemos mencionar a Moisés y Aarón,
Samuel, Jeremías, Ezequiel, Esdras, posiblemente Nehemías, etc. En la restauración, Josué
el sacerdote fue el dirigente sacerdotal que compartió la autoridad política con el
descendiente de David, Zorobabel (Esd. 5:2).
Desde la época de la restauración la autoridad suprema de la nación descansaba sobre el sumo
sacerdote, hasta la caída de la nación. Los sátrapas persas evidentemente temían la influencia
de la familia de David, y daban la autoridad al pontífice. Los macabeos eran levitas y
sacerdotes, y así los reyes asmoneos del período interbíblico.

V. véase; véanse.

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En el tiempo de Jesús los sumos sacerdotes eran los dirigentes supremos de la nación, hasta
donde el gobierno romano reconocía a los judíos en los asuntos internos y locales de la
nación. Entre éstos estaban Annás y Caifás, ante quienes apareció Jesús (Jn. 18:13, 14).
Entre los cristianos de la iglesia primitiva, Bernabé fue levita (Hech. 4:36).
Los evangelistas tienen mucho que decir tocante a los levitas y a los sacerdotes. Su partido
político era el saduceo, uno de los grupos más influyentes en la época de Jesús, que tuvo su
origen en el período asmoneo (135–63 a. de J.C.).
(D) PROBLEMA MORAL DE LA CONQUISTA DE CANAAN
La crueldad con que Israel se entregó a la conquista de Canaán, y la severidad con que la
ejecutó, siempre ha llamado la atención de los creyentes. Se pregunta: ¿por qué lo mandó un
Dios de misericordia y de amor? Quizás nos ayude a entender el hecho si lo comparamos con
hechos ocurridos en épocas posteriores y recientes.
1. Paralelos históricos
Los pueblos europeos han invadido regiones habitadas por tribus salvajes, las han echado de
su país, las han exterminado, sin guiar sus acciones por las reglas de la civilización. Esos
pueblos hacían de la fuerza el derecho; y en vez de seguir los principios elevados del
cristianismo, asimilaron muchas de las costumbres de los pueblos conquistados.
Así se ha formado la población de las Américas del norte y del sur, con raras excepciones,
como en el caso del cuáquero Guillermo Penn, que hizo tratados con los indios y compró
tierras de ellos. En Africa y en Asia y en las islas del Pacífico, se ha visto también la
explotación de las naciones débiles por las fuertes. Ciertamente las naciones que en la época
moderna hacen la misma cosa no pueden criticar lo que hicieron los antiguos israelitas.
2. Realidad del problema
Aunque reconocemos que nosotros no somos mejores que los israelitas, tenemos que admitir
que hay un problema filosófico y teológico en la conquista de Canaán por el pueblo de Dios.
Este problema es: ¿Por qué un Dios moral mandó a su pueblo a subyugar una tierra por la
fuerza de las armas?
3. Resoluciones inadecuadas del problema de la conquista
i. La explicación judía
Los antiguos judíos querían resolver el problema con la suposición de que Josué había
mandado un ultimátum a todas las tribus de Canaán, presentándoles tres alternativas:
abandonar la tierra, someterse, resistir y ser aniquilados.
Pero esto no es más que una conjetura, y tampoco resuelve el problema principal: ¿por qué
Dios mandó a los israelitas a ocupar la tierra que pertenecía a otro pueblo, y quitársela por la
fuerza?
ii. Una solución liberal
Otra solución al problema de la conquista, sugerida por algunos estudiantes liberales o
científicos de la Biblia es que el relato bíblico ha sido modificado con el objeto de justificar
la conquista de una tierra ajena. Según esta teoría, después de la conquista de la tierra de
Canaán, los escritores bíblicos concibieron la idea que Dios había mandado a Josué y los
príncipes hebreos para que realizasen la conquista y escribieron desde este punto de vista las
narraciones bíblicas. Pero esta supuesta solución suscita problemas más difíciles aun en
cuanto a la veracidad del texto, la inspiración de las Escrituras, etc.
iii. Una opinión extrema de la soberanía de Dios

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).

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Otra explicación se basa en la soberanía de Dios: Dios es soberano, pues puede hacer lo que
quiere. Si él quiere mandar a una nación a que destruya a otra, nadie tiene derecho a criticarle.
Los adversarios de esta opinión han alegado que la explicación tiene el defecto de que no
reconoce que Dios debe proceder de acuerdo a su propia naturaleza moral, no pudiendo ir en
contra de ella. Dicen que Dios es un Dios moral, y tiene que comportarse de acuerdo con la
moralidad que El ha mandado a los hombres.
Examinaremos en detalle en los siguientes párrafos, esta explicación basada en la soberanía
de Dios.
4. La verdadera relación entre Dios y la moralidad
Tenemos que reconocer que la solución del problema moral de la conquista basada en la
soberanía de Dios, en la manera en que generalmente se define, nos desagrada, por cuanto
aparentemente se divorcia de todo concepto moral y se funda en la arbitrariedad de la
voluntad de un Dios no moral. Pero creo que esto es solamente aparente, y viene por la mala
forma en que se expone la opinión. Vamos a examinar una modificación de la opinión;
buscaremos una manera más clara de expresarla, y demostraremos que la soberanía de Dios
no se aparta de la verdadera moral. Naturalmente reconocemos que Dios es un Dios moral, y
se somete a la moralidad. Creo que el error de los que objetan a la opinión que vamos
exponiendo es que suponen que Dios tiene que someterse a la moralidad que gobierna al
hombre.
i. Una moral para Dios y otra para el hombre
En un sentido debemos admitir el principio de que hay una moral para Dios, y otra para el
hombre, que en el fondo se relaciona con los grandes principios de la moral universal, que es
eterna e invariable.
Debemos reconocer que Dios, cuando trata con el universo como Dios Creador y Juez,
procede de una forma, y cuando trató al mundo en la persona de Jesús, tuvo que proceder de
otra forma. Esto es por cuanto el Hijo de Dios se hizo súbdito del rey como cualquier otro
súbdito. Como Hijo del hombre, el Hijo de Dios tuvo que someterse a la moral que Dios
había asentado para el hombre. Pero Dios como Dios debe tratar al hombre como Dios, de
acuerdo con la moral que está asentada para el omnipotente creador y juez en el mundo.
ii. Ilustración del juez y del verdugo: Dios como juez
Podemos proponer la siguiente ilustración: Un hombre no puede matar a otro para vengarse
de algún crimen. Pero podemos nombrar a este hombre como juez, y él puede condenar a un
criminal a la muerte. O lo podemos nombrar verdugo, y él puede ejecutar al criminal
condenado, así exceptuándose a la ley que normalmente rige en las vidas de los hombres. Así
Dios, en su carácter de juez, condena y ejecuta, para poner en efecto los grandes dictámenes
de su Providencia. Si El propone llevar a cabo un juicio sobre los hombres, ¿quién dirá que
no lo puede hacer? Si El quiere ejercer su justicia en una nación por medio de otra nación,
¿quién puede decir que no lo haga? Si El quiere mandar a los israelitas a conquistar a otra
nación, ¿quién lo puede impedir?
En este caso, el motivo de la destrucción de los habitantes de Palestina es claro: Es su
iniquidad, motivo presentado en Gén. 15:1, en la promesa original a Abraham.
iii. Dios y los principios cristianos
En contra de la idea de que Dios mandó a los israelitas a conquistar a Canaán, se ha alegado
que, en tal caso, ni Dios ni los israelitas se habrían portado conforme a la moral cristiana.
A esta alegación debo contestar que no estaba en existencia aún dicha moral, y no puede
decirse que era obligatoria para los israelitas. Ya hemos demostrado que vivían en una época
difícil en que muchas cosas que eran permisibles fueron contrarias al evangelio.

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Tampoco puede decirse que Dios tenía que guiarse por la ley cristiana, por cuanto esta ley
era para los cristianos, y los cristianos son hombres, y Dios no se sujeta a la ley del hombre.
Además, como he demostrado ya, Dios se porta conforme a su carácter de juez y rey universal
en la ejecución de los juicios necesarios que tienen que ver con el gobierno de su reino
teocrático. Nunca se podrá entender el universo y su función si no tenemos en cuenta este
hecho.
Todo esto no quita el hecho de que Dios es un Dios moral. El es moral, es la fuente de toda
moralidad, y la norma de perfección moral. En el desarrollo de las grandes operaciones que
se envuelven en la administración del universo, Dios se ajusta a los principios de justicia y
de misericordia que manan de su propio ser, y que El ha asentado para sí mismo.
iv. Diferencia entre el reino teocrático de Israel y el reino de Dios
Tampoco entenderemos el universo si no reconocemos que el reino teocrático de Dios tuvo
su expresión material antes de Cristo en el pueblo de Israel. Mediante este pueblo, que fue la
maquinaria de su reino, El ejecutó su justicia sobre otras naciones.
Pero en la época cristiana, el reino teocrático tiene su expresión en el Reino de los Cielos, y
su maquinaria es la iglesia, no identificándose con ninguna nación. Su misión es espiritual.
Sus métodos de propagar sus ideales deben ser pacíficos. No puede ser la iglesia la que
ejecute los juicios de Dios, a no ser que sea por métodos espirituales, en la predicación del
evangelio. La iglesia debe someterse a la ley cristiana, como ésta es revelada en la Biblia, no
por el dictamen de ningún hombre ni grupo de hombres, sea papa, o curia, o presbiterio, o
conferencia, o sínodo, o convención, porque éstos son humanos en origen y carácter, y
pueden equivocarse.
No piense tampoco ninguna nación que ella es la escogida de Dios para ejecutar sus
designios. El hecho de que Dios haya empleado en un tiempo pasado a alguna nación, no
quiere decir que lo vaya a hacer en el día de hoy. Ninguna nación se identifica ya con el reino
de Dios, por lo cual Dios ya no trata con naciones como tales, y estos pensamientos y
proyectos son presunciones.
5. Resumen
El resumen del argumento y la conclusión son: i. Considerando la época en que se desarrolló
la historia del libro de Josué; ii. Considerando la manera que escogió Dios en el AT para
realizar sus propósitos (la de redimir para sí una raza elegida, que fue su reino teocrático);
iii. Considerando el carácter de Dios como soberano rey y juez en el universo; no hallamos
nada inmoral en la historia de la conquista de Canaán. A la vez, reconocemos que ninguna
nación moderna puede encontrar un precedente en esto para justificar tal política de conquista
y exterminio.
B. CONQUISTA DE CANAAN
Jos. 1:1–12:24
Los primeros doce capítulos del libro de Josué tratan de la conquista de Canaán. En esta parte
de las Sagradas Escrituras, se da el relato de la terminación de la conquista de la tierra, de
aquella tierra santa, que durante un milenio y medio había de ser de los hebreos para el
desarrollo de la historia sagrada que tanta significación había de tener para el mundo.
(A) BOSQUEJO DE LA CONQUISTA DE CANAAN
Jos. 1:1–12:24
1. Mensajes preliminares. 1:1–18.
i. Jehová da un mensaje de confirmación y ánimo a Josué. 1:1–9.
ii. Mensaje de Josué al pueblo. 1:10–18.

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a. Mensaje a todo el pueblo. 1:10, 11.


b. Mensaje a las tribus orientales. 1:12–18.
(1) Exhortación a recordar el mandamiento de Moisés. 1:12–15.
(2) Contestación de las tribus orientales. 1:16–18.
2. Envío de los espías. 2:1–24.
i. Alojamiento de los espías en casa de Rahab. 2:1.
ii. El rey busca sin éxito a los espías. 2:2–7.
iii. Juramento de los espías para salvar a Rahab. 2:8–14.
iv. Los espías bajan del muro por una cuerda. 2:15, 16.
v. El cordón de grana. 2:17–21.
vi. Los espías regresan a Josué. 2:22–24.
3. Cruzamiento del Jordán. 3:1–17.
i. Llegada al Jordán. 3:1.
ii. Instrucciones de que debía guardarse la distancia entre el pueblo y el arca. 3:2–4.
iii. Mandamiento de Josué tocante a la santificación del pueblo. 3:5.
iv. Lugar que los sacerdotes ocuparían al frente del pueblo. 3:6.
v. Palabras de Jehová a Josué. 3:7, 8.
vi. Instrucciones de Josué al pueblo. 3:9–13.
vii. Cruzamiento del Jordán por el pueblo. 3:14–17.
4. Las doce piedras conmemorativas. 4:1–5:1.
i. Instrucciones sobre las doce piedras. 4:1–3.
ii. Significado del monumento. 4:4–7.
iii. Colocación de las piedras. 4:8, 9.
iv. Detenimiento de los sacerdotes en medio del Jordán. 4:10.
v. Cruzamiento del río por los sacerdotes. 4:11.
vi. Cruzamiento del ejército de las tribus del este. 4:12–14.
vii. Los sacerdotes salen del río y las aguas regresan. 4:15–18.
viii. Erección de las doce piedras y su significado. 4:19–24.
ix. Temor de los paganos frente al milagro del Jordán. 5:1.
5. Intervalo de descanso. 5:2–15.
i. Circuncisión del pueblo. 5:2, 3.
ii. Explicación de la causa. 5:4–7.
iii. Unos días de descanso. 5:8.
iv. El oprobio quitado por la circuncisión. 5:9.
v. La pascua. 5:10, 11.
vi. Cesación del maná. 5:12.
vii. Visión de Josué del príncipe de los ejércitos de Jehová. 5:13–15.
6. Caída de Jericó. 6:1–27.
i. Instrucciones de Jehová a Josué. 6:1–5.
ii. Instrucciones de Josué a los sacerdotes y al pueblo. 6:6, 7.
iii. Primera vuelta alrededor de la ciudad. 6:8–11.
iv. Vueltas sucesivas alrededor de la ciudad desde el segundo hasta el sexto día. 6:12–14.
v. Vuelta alrededor de la ciudad el séptimo día y caída de los muros. 6:15–20a.
vi. Destrucción de la ciudad y salvación de Rahab. 6:20b–25.
vii. Maldición lanzada sobre el que reedificará la ciudad. 6:26.
viii. Jehová engrandece a Josué. 6:27.
7. Pecado de Acán y su resultado. 7:1–26.

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i. Pecado de Acán: hurto del anatema. 7:1.


ii. Fracaso del ejército frente a Hai. 7:2–5.
iii. Desesperación de Josué y revelación del pecado. 7:6–15.
iv. La culpabilidad recae sobre Acán. 7:16–19.
v. Confesión de Acán. 7:20–23.
vi. Apedreamiento de Acán y su familia. 7:24–26.
8. Victoria sobre Hai. 8:1–35.
i. Instrucciones de Jehová a Josué. 8:1, 2.
ii. Instrucciones de Josué al pueblo. 8:3–8.
iii. Estratagema de Josué. 8:9–22.
iv. Exterminio del pueblo de Hai y su rey. 8:23–29.
v. Lectura de la ley de Jehová. 8:30–35.
9. Astucia de los gabaonitas. 9:1–27.
i. Federación de los reinos. 9:1, 2.
ii. Treta de los gabaonitas. 9:3–5.
iii. Los gabaonitas se presentan a Josué. 9:6–13.
iv. Pacto de paz con los gabaonitas. 9:14, 15.
v. Descubrimiento del engaño. 9:16–18.
vi. Decisión de los príncipes a cumplir el pacto. 9:19–21.
vii. Los gabaonitas son constituídos en siervos. 9:22, 23.
viii. Los gabaonitas explican el motivo del engaño. 9:24, 25.
ix. Constitución de los gabaonitas en siervos. 9:26, 27.
10. Batalla de los cinco reyes. 10:1–27.
i. Alianza de los cinco reyes. 10:1–5.
ii. Mensaje de los gabaonitas. 10:6.
iii. Marcha repentina del ejército israelita. 10:7–9.
iv. Confusión de los enemigos. 10:10, 11.
v. Detenimiento del sol y de la luna. 10:12–14.
vi. Captura de los reyes. 10:15–19.
vii. El ejército vuelve salvo. 10:20, 21.
viii. Ejecución de los reyes. 10:22–27.
11. Conquista de las ciudades del sur. 10:28–43.
i. Detalles de la campaña. 10:28–39.
ii. Resumen de la campaña del sur. 10:40–43.
12. Conquista de las ciudades del norte. 11:1–15.
i. Confederación de los reyes del norte. 11:1–5.
ii. Jehová infunde ánimo a Josué. 11:6.
iii. Victoria sobre el ejército enemigo. 11:7–9.
iv. Destrucción de las ciudades principales 11:10–12.
v. Disposición de las demás ciudades y los despojos. 11:13–15.
13. Resumen de la conquista de Canaán. 11:16–12:24.
i. Territorio conquistado. 11:16–23.
ii. Lista de reyes vencidos por los israelitas. 12:1–24.
(B) NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE CANAAN
Jos. 1:1–12:24

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1:1. Josué: V. la Introducción al libro de Josué. Nun: Nada se sabe de Nun, excepto que era
de la tribu de Efraim.
1:3. Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie: Acción simbólica de posesión: V. Deut.
11:24, y la nota sobre Deut. 25:9, 10 en Tomo I.
1:4. Desde el desierto y este Líbano, etc.: Los límites de Canaán. V. Núm. 34:1–15 y notas.
2:1. Josué … envió desde Sittim dos espías: Sittim era el último campamento de Israel en la
llanura de Moab, frente a Jericó.
Entráronse en casa de una mujer ramera … Rahab: Rahab ha llamado mucho la atención de
los expositores de la Biblia (comp. Heb. 11:31). Fue por el mal origen que tuvo la mujer, y
el contraste con la posición que después logró, como heroína de la conquista, y esposa de
uno de los grandes hombres de Israel, Salma (1 Crón. 2:11), o Salmón (Mt. 1:5). Fue, pues,
antepasada del Mesías. De alguna manera alcanzó a ver que el Dios de Israel era mayor que
los dioses de su pueblo, y que daría la victoria a los israelitas (2:9–11). Así que fue por su fe
que se salvó (Heb. 11:31).
2:2. Rey de Jericó: Rey, o cacique, o jefe, de Jericó y sus alrededores.
2:4. La mujer … los había escondido: Rahab ya anticipa la destrucción de su pueblo, y se
alía con el enemigo. Siendo su situación como ramera muy mala entre su pueblo,
seguramente pensó que su condición mejoraría yéndose con los conquistadores.
No supe de dónde eran: Rahab dijo una mentira, que no le molestó la conciencia, por las
circunstancias.
2:15. Su casa estaba a la pared: La casa de Rahab estaba junto al muro de la ciudad, y
morando ella en un piso alto, su ventana miraba sobre el muro.
2:18. Atarás este cordón de grana a la ventana: En la matanza general que los soldados
ejecutarían sobre la población destinada a la destrucción, necesitaban de alguna señal que
distinguiría a la casa de Rahab.
3:2. Oficiales: Heb., schoterim: magistrados, o escribas, entre el pueblo israelita.
3:4. Entre vosotros y ella haya distancia … de dos mil codos: La distancia de 1,050 metros
entre el pueblo y el arca hacía hincapié sobre la santidad de Dios.
3:5. Santificaos, porque Jehová hará mañana … maravillas: La condición del cumplimiento
de la promesa era la consagración del pueblo.
3:6. Tomaron el arca del pacto, y fueron delante del pueblo: El arca simbolizaba la presencia
de Jehová con el pueblo, y el hecho de ir adelante significaba que Jehová conducía a su
pueblo alrededor de la ciudad.
3:7. Comenzaré a hacerte grande: Un adalid necesita prestigio para que pueda ejercer
autoridad sobre el pueblo.
3:15–17. Las aguas … se pararon … bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de
Sarethán: Posiblemente Kurn (cuerno) Saratabeh, cerca del uadi Damieh (Adam), lugar del
Jordán muy estrecho, que fácilmente podía haber sido tapado con un derrumbe de tierra desde
los precipicios que había alrededor (comp. K y D, Genung, Longacre, etc.), a unos veinticinco
kilómetros al norte de Jericó. Una detención semejante del Jordán, causada por un derrumbe
de tierra parece haber ocurrido en 1257, cuando el Jordán dejó de correr por varias horas,
llegando a secarse su lecho en la región del mar Muerto, según la Historia del Sultán Bibars,

V. véase; véanse.
comp. compárese; compárense.
K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.

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antiguo manuscrito árabe (referido en HDB, II.765). Dice Genung: “No es menos milagro si
Dios usó el instrumento de un derrumbe de tierra para retener las aguas; en este caso el
carácter sobrenatural del acontecimiento estaba en que sincronizaba con la predicción de
Josué y el contacto de los pies de los sacerdotes con el agua.” Semejante fenómeno lo
tenemos en el paso del mar Bermejo por los israelitas, cuando “hizo Jehová que la mar se
retirase por recio viento oriental” (Ex. 14:21).
4:3. Doce piedras: En ocasiones especiales se levantaban monumentos de piedras grandes
para conmemorar acontecimientos inusitados y espirituales: La visión de Jacob en Betel
(Gén. 28:18); la entrevista de Jacob con Labán y su pacto (Gén. 35:14); etc. Estas piedras
fueron tomadas desde el lugar donde los sacerdotes estaban parados en el lecho del río que
se había secado.
4:9. Levantó doce piedras en medio del Jordán: Estas piedras no eran las mismas
mencionadas en 4:3, que fueron levantadas sobre tierra seca, sino que éstas fueron levantadas
en el mismo lugar donde habían estado parados los sacerdotes en el lecho del río.
5:5. El pueblo que había nacido en el desierto … no estaban circuncidados: Durante el
período de migraciones, el rito de la circuncisión no había sido practicado, quizás por
descuido (Fay), o quizás porque la nación estaba bajo el juicio de Dios (Maclear), siendo
abrogado el pacto (K y D).
5:9. He quitado de vosotros el oprobio de Egipto: Se traduce quitado literalmente hecho
rodar, un juego de palabras con Gilgal, y de ahí se deriva este nombre del campamento. El
oprobio de Egipto sería, según Fay, “la miseria del pueblo que allí (en Egipto) había sido
esclavo”, aunque mejor se entiende con referencia a las ideas egipcias de que los israelitas
habían salido de Egipto para ser destruídos en el desierto (K y D).
5:10. Celebraron la pascua: Durante el período de migraciones el pueblo no había observado
la pascua (V. 5:5 y nota), pero ahora, habiendo guardado nuevamente el pacto mediante la
circuncisión, están en condiciones para observar la pascua.
5:13–15. Josué … vio un varón: La visión de Dios que tuvo Josué se compara con el
aparecimiento de Jehová a Abraham (Gén. 18:1 y sig.), y a Moisés en la zarza ardiente (Ex.
3:5), cuando Dios dijo a Moisés lo mismo que aquí a Josué, que quitase sus zapatos de sus
pies. Aquí Jehová aparece a Josué en forma de un gran guerrero. Así se le asegura a Josué
que tendrá la cooperación activa y competente del conquistador celestial.
6:1–27. Caída de Jericó.
El modo de hacer caer los muros de la ciudad nos podría parecer extraño. ¿Por qué no hizo
Dios caer los muros por sí mismos, sin que el pueblo tuviera que hacer nada? Creo que la
explicación es que Dios quería que el pueblo tuviera una parte. Keil: “La marcha continuada
durante varios días no podía ser con otro propósito que el de infundir en los israelitas una fe
incondicional, y una confianza paciente en el poder y la promesa de su Dios, y para imprimir
profundamente en sus mentes el hecho de que fue sólo la omnipotencia y la fidelidad de
Jehová, lo que había entregado en sus manos esta ciudad fortificada, llave de la tierra entera.”
Dios hubiera podido permitir que el pueblo derribara los muros con arietes y máquinas de
destrucción. Pero él quería que se efectuara una demostración sobrenatural que engrandeciera
el nombre del pueblo y de Jehová en la nueva tierra, lo cual facilitaría la conquista de ella.
Es posible que también en este caso la marcha del pueblo, aunque parece que era tan
inofensiva, haya tenido un efecto cumulativo en los muros: pues la vibración de la tierra,

HDB Hastings, A Dictionary of the Bible.


sig. siguiente versículo, o siguiente página.

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creada por la marcha de dos millones de personas fue tremenda, y bien pudo debilitar los
fundamentos de los muros de tal manera que el sonido del grito del pueblo y el toque de las
bocinas con que se finalizó la semana produjo la caída de los muros ya debilitados. Sería,
pues, una operación del principio científico de la vibración simpática o sincrónica. Es una
cosa consabida que un regimiento de soldados, al cruzar un puente, rompe filas, para que el
paso regular y rítmico de los soldados cuando marchan no ponga en peligro el puente.
6:17. La ciudad será anatema a Jehová: Jérem, anatema, de jaram, cerrar, y de ahí dedicar.
Puesto que la anatema no podía ser redimida, jérem llegó a referirse a lo dedicado a la
destrucción. Comp. Gesenius, Hebrew and English Lexicon, pág. 371 y sig. Aquí tenemos la
figura de la metonimia, en la clase de ésta que presenta el efecto por la causa: Si tocaban lo
dedicado a Jehová, el efecto sería su maldición.
6:19. Toda la plata, y el oro … sea consagrado a Jehová: Podemos ver en la consagración
de estas cosas a Jehová una operación del principio de la dedicación de las primicias a Jehová:
las primicias de la conquista eran Jericó.
6:26. En su primogénito eche sus cimientos, y en su menor asiente sus puertas: Puesto que
la ciudad de Jericó era anatema, tenía que quedar desolada. Josué pronuncia una maldición
en contra del hombre que la reedifique: el castigo había de ser la muerte del primogénito al
principio de la reedificación, y la muerte del hijo menor en la terminación de la ciudad, (y así
interpretan Maclear, Espin, Fay, Keil, Josefo: Ant. V.i.8), aunque algunos comentaristas
creen que se refería a todos los hijos del que la reedificara (según Keil, y Espin). Cuando
Jericó fue reedificada en el tiempo entre Josué y David, no fue construída en el mismo sitio
(Fay). El que reedificó sobre las ruinas de la ciudad antigua fue Hiel, en días de Acab rey de
Israel, en quien se cumplió la maldición (1 Reyes 16:34).)
7:1. Los hijos de Israel cometieron prevaricación en el anatema: Aunque un individuo
cometió el error, la responsabilidad recae sobre el pueblo, es decir, la responsabilidad para
hallar y juzgar al reo, que luego ha de recibir el castigo.
Siendo la ciudad dedicada a la destrucción, era una prevaricación retener una parte, como
hizo Acán.
7:2. Hai: Un lugar en el centro del país, cuya importancia estratégica para la dominación de
la región central hizo que fuese la primera en la lista de las ciudades que debían conquistarse.
7:5. Los de Hai hirieron de ellos como treinta y seis hombres: Aunque la batalla fue pequeña,
y la pérdida en hombres poca, el resultado psicológico del fracaso fue tremendo.
Sebarim: De schévar, breche, probablemente con referencia a las canteras al este de la ciudad
(K y D, Maclear).
7:9. ¿Qué harás tú a tu grande nombre?: Josué, para conseguir que Dios renueve su amparo
a favor de su pueblo en las batallas, apela a Dios para que considere el concepto que de él se
formarán los paganos.
7:14 La tribu que Jehová tomare …: El método de seleccionar a la tribu, familia, e individuo
culpable, había de ser echando suertes, de acuerdo con la costumbre israelita.
7:15. Será quemado a fuego: Maclear: “Acán por su conducta había llegado a ser jérem, o
dedicado [anatema: 6:17 y nota], y así es llamado en el v. 12, y todo lo que estaba dedicado
a ser castigado para la reparación del honor divino, había de ser quemado.”
7:21. Un manto babilónico: Posiblemente un amplio ropaje talar, de una clase muy fina en
la que era especialista Babilonia, gran ciudad comercial, y estaba quizá tejido con hilos de

Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.

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oro y plata. Tenía un valor de doscientos siclos, o sea, aproximadamente unos 2,200 gramos
de plata.
Un changote de oro: Una cuña de oro en forma de lengua, un ornamento de oro, que pesaba
cincuenta siclos, o sea, 725.50 gramos.
7:25. Los quemaron a fuego: La destrucción de toda la familia de Acán nos puede parecer
severa. Pero es probable que todos eran adultos en la familia y compartían el pecado de su
padre, o el espíritu del pecado, y que eran del mismo carácter que él. Josué conocía a su
gente. La destrucción de las posesiones de Acán sería por el mismo motivo sugerido en la
nota sobre 7:15.
7:26. Valle de Achor: Valle de turbación, un juego de palabras con la pregunta de Josué:
¿Por qué nos has turbado?, en 7:25. Probablemente estaba situado al sur de Jericó (K y D).
8:4–22. Pondréis emboscada a la ciudad, etc.: Mediante la estratagema que empleó Josué en
esta ocasión no sólo ganó la victoria, sino que se reveló como un buen general.
8:18. Levanta la lanza: La lanza fue una señal para que siguiera la lucha. No hay evidencia
de que tuviera efecto milagroso sobre el resultado del conflicto, como en Ex. 17:11.
8:29. Como el sol se puso, mandó Josué que quitasen del madero su cuerpo: Según Deut.
21:23, era prohibido dejar un cuerpo muerto colgado después de ponerse el sol.
8:33. Todo Israel … estaban … junto al arca … la mitad … hacia … Gerizim, y la otra mitad
hacia … Ebal: Esto fue en cumplimiento de lo mandado en Deut. 27:12, 13.
9:3. Gabaón: Ciudad principal de los heveos (9:7). Quedaba a unos doce kilómetros al
noroeste de Jerusalén.
9:4. Usaron también de astucia: Aunque se ha de reprochar el engaño practicado por los
gabaonitas, ha de reconocerse que en su sumisión al Dios de Israel y en su deseo de unirse
con su pueblo había un elemento de fe y de conversión. Esa fe y esa conversión hizo apto al
pueblo gabaonita para formar parte de la nación aunque en una categoría inferior (9:21).
9:14. Los hombres de Israel tomaron de su provisión: Los israelitas comieron algo de lo que
habían traído los gabaonitas, una señal de alianza (Maclear). El error estuvo en no consultar
antes a Jehová.
10:1–6. Alianza de los cinco reyes en contra de Gabaón.
La sumisión de los heveos a los israelitas evidentemente llenó de temor a los reyes del sur
del país. Con la alianza de Israel con Gabaón, los israelitas invasores obtuvieron una posición
fuerte en el centro del país, desde donde podían seguir hacia el sur y hacia el norte en su
campaña para conquistar a Canaán. Esto fue importante para Israel, así como fue muy
peligroso para las tribus aborígenes de Canaán. El primer pensamiento de los israelitas fue
apoderarse de las ciudades heveas, y así destruir a los aliados nativos que los invasores habían
conquistado, y al mismo tiempo dar una lección para otra tribu cananea que pensara en ceder
a Josué sin resistencia.
10:13. El libro de Jaser.
El libro de Jaser es un libro del cual no se sabe nada excepto que existió en tiempos de Josué.
Este libro probablemente fue una de las fuentes escritas que sirvieron de base al libro de
Josué, y especialmente al trozo poético que tenemos en los vs. 12, 13. Comp. 2 Sam. 1:18,
en la traducción marginal.
Existe una publicación en inglés, de 1934, hecha por la Orden de los Rosacruces, de San
José, California, del libro apócrifo llamado Libro de Jaser. El editor dice que la edición está
hecha de un manuscrito inglés del siglo XVIII, que se supone es una traducción de un
manuscrito hebreo que según so dice fue hallado en Gazna por Alcuino (735–804), abad de
Canterbury.

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Esta edición de los Rosacruces del supuesto Libro de Jaser es un compendio de la historia
desde la creación hasta el fin de la conquista israelita de Canaán. En su estilo, tiene el sabor
del inglés de la Biblia del Rey Jaime, y probablemente es una composición del siglo XVII,
basada en el relato bíblico de esta versión de 1611. Si fuera una traducción del siglo XVIII,
no estaría en el inglés del siglo XVII. Este libro no puede ser genuino.
Detenimiento del sol.
El detenimiento del sol que se comenta en este pasaje es similar al retroceso de la sombra en
el reloj del sol, que se menciona en tiempo de Ezequías (Is. 38:8). Este detenimiento del sol
fue una prolongación milagrosa del día, o a lo menos, del efecto de la luz solar.
Es inútil alegar que la rotación de la tierra haría imposible tal prolongación; pero no debemos
olvidar que Dios posee innumerables medios naturales, por no hablar de los sobrenaturales,
con los cuales puede hacer cumplir sus propósitos. En la actualidad suceden tantas cosas que
aparentemente contrarrestan las leyes naturales, que, por consiguiente, no debemos criticar
los relatos bíblicos. Cada vez que nos detenemos o movemos, o saltamos, violamos la ley de
la gravedad. Cada vez que un estadio o centro deportivo se alumbra con potentes reflectores
eléctricos para poder continuar con un juego de béisbol o fútbol, se duplica el efecto del acto
de Josué. Por lo tanto no debemos criticar los milagros relatados en la Biblia, puesto que no
sabemos el medio que Dios empleó para efectuarlos.
En este caso, Dios pudo haber empleado el fenómeno del espejismo: ilusión de óptica debida
a la refracción y reflexión total de la luz solar en las capas atmosféricas.
Este fenómeno se observa principalmente en los desiertos donde en el horizonte se ven
ciudades, árboles, lagos, etc., cosas que según las leyes normales de la naturaleza no podrían
verse por encontrarse muy distantes; pero este fenómeno las presenta a la vista solamente
bajo condiciones especiales.
No digo que ésta es la explicación a este caso, sino que se presenta nada más para ilustrar
cómo pudo haberse efectuado. Realmente no sabemos cómo se hizo, pero sí sabemos que se
hizo.
10:16. Maceda: Una ciudad real de los cananeos en la Sefela de Judá (Juec. 1:9 VM.), tierra
baja entre la llanura marítima de la costa del Mediterráneo, y la mesa alta al oeste de
Jerusalén. En esta región accidentada había muchas cuevas.
10:24. Poned vuestros pies sobre los pescuezos de aquestos reyes: Esto es un signo de
dominio. Comp. Sal. 110:1; 1 Cor. 15:25.
10:28. Tomó Josué a Maceda, y la puso a cuchillo: Maceda era otra ciudad anatema, como
Jericó.
10:29. Libna: Otra ciudad cananea de la Sefela (10:16 y nota) que Josué dominó y destruyó.
Después llegó a ser una fortaleza de Judá, siendo atacada por Senaquerib en época de
Ezequías (2 R. 19:8; Is. 37:8).
10:31. Lachis: Siguiendo hacia el sur, las fuerzas israelitas llegan a Laquís. En época de
Ezequías parece que esta ciudad pudo resistir el ataque de las fuerzas asirias bajo Rabsaces,
general de Senaquerib (2 R. 19:8; 2 C. 32:9).
10:33–39. Conquista del sur.
Las ciudades de Gezer, Eglón, Hebrón y Debir eran ciudades de Canaán meridional, que
Josué conquistó y dominó en su campaña en el sur.

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

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10:41. Gosén: Un distrito en el sur de Palestina, que no debe confundirse con el distrito que
hay en Egipto que tiene el mismo nombre, y en el cual habitaron los israelitas durante su
permanencia en Egipto.
11:1–15. La campaña en el norte.
Habiendo dominado el centro del país, y subyugado la región meridional, aproximadamente
la mitad del área de Canaán estaba bajo el dominio de las fuerzas israelitas. Josué ahora
vuelve su atención hacia el norte. Mayores dificultades se presentaban en su campaña en el
norte del país que las que había afrontado en el sur: el ejército estaba más lejos de su base de
abastecimiento, y tenía que pelear en campo abierto donde estaba expuesto a la caballería y
a los carros.
Frente al peligro israelita, los reyes septentrionales se aliaron y acamparon en la región de
las aguas de Merom (11:5 y nota), cerca de Hasor (11:1 y nota). La batalla terminó con el
vencimiento de las fuerzas aborígenes. Con este fracaso desastroso, la resistencia nativa se
desmoronó aunque siguió una larga lucha esporádica con los reyes cananeos que duró mucho
tiempo (Jos. 11:18 y sig.).
11:1. Hasor: Una fortaleza en la región alta al norte de las aguas de Merom, después
fortificada por Salomón (1 R. 9:15).
11:2. Cinneroth: Un pueblo fortificado al norte de Tiberias, al lado del lago al cual más tarde
dio su nombre, el lago de Cineret (VM), o Genesaret, llamado también mar de Galilea. Dor
era otra ciudad real de los cananeos, situada sobre la costa del Mediterráneo, entre el monte
Carmelo y Cesarea.
11:3. Heveo debajo de Hermón en tierra de Mizpa: Estos heveos, que habitaban en el norte
de Canaán, son diferentes de los heveos que habitaban en Gabaón, en el centro del país, que
hicieron un pacto de paz con Josué. El monte Hermón estaba situado al norte de las aguas de
Merom. V. Deut. 3:8 y nota (Tomo I). Mizpa: Lugar cerca del monte Hermón y al norte de
las aguas de Merom, cuyo sitio exacto es desconocido, pero quizás podría identificarse con
el llano (valle) de Mizpa en 11:8, que SBD sugiere podría ser la Celesiria.
11:5. Las aguas de Merom: El pequeño lago al norte del lago de Genesaret que en la
actualidad se llama Huleh. Este lago tiene forma triangular, y mide unos nueve kilómetros.
11:8. Sidón: Gran ciudad real de Fenicia.
11:16–12:24. Resumen de la conquista.
Tenemos en este pasaje un resumen de la conquista de Canaán: las tribus conquistadas, las
ciudades tomadas, y los reyes vencidos. Muchos de los nombres han sido comentados en los
párrafos anteriores, o en el Tomo I. El lector puede consultar los índices. Otros nombres que
no se han comentado se han omitido por carecer de importancia.
C. REPARTICION DE CANAAN
Jos. 13:1–21:45
Una vez conquistada la tierra de Canaán, se procedió a la repartición de ella entre las tribus
de Israel. Se dan en este pasaje direcciones detalladas para distinguir las diferentes tribus,
aunque muchas veces nos confundimos por la imposibilidad de identificar algunos de los
lugares nombrados. Los límites de las heredades ya han sido discutidos ampliamente en el
capítulo acerca de las Tribus de Israel en Canaán, véase.
(A) BOSQUEJO DE LA REPARTICION DE CANAAN
Jos. 13:1–21:45
Introducción. Repartición de la tierra no poseída durante la vida de Moisés. 13:1–7.

SBD Smith, A Dictionary of the Bible.

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1. Heredades de las tribus al este del Jordán. 13:8–33.


i. Introducción. Límites generales. 13:8–14.
ii. Heredad de Rubén. 13:15–23.
iii. Heredad de Gad. 13:24–28.
iv. Heredad de la media tribu de Manasés oriental. 13:29–33.
2. Repartición de la tierra al oeste del Jordán. 14:1–19:51.
i. Introducción. Disposición general. 14:1–5.
ii. Heredad de Judá. 14:6–15:63.
a. Heredad de Caleb. 14:6–15.
b. La tribu de Judá en general. 15:1–63.
(1) Límites de la tierra de Judá. 15:1–12.
(2) Paréntesis: relato de la toma de posesión de la porción de Caleb. 15:13–20.
(3) Ciudades de la heredad de Judá. 15:21–62.
(i) Ciudades del sur. 15:21–32.
(ii) Ciudades de las llanuras. 15:33–47.
(iii) Ciudades de las montañas. 15:48–60.
(iv) Ciudades del desierto. 15:61, 62.
c. Los jebuseos. 15:63.
iii. Heredad de José. 16:1–17:18.
Introducción. 16:1–4.
a. Heredad de Efraim. 16:5–10.
(1) Límites de Efraim. 16:5–8.
(2) Ciudades de Efraim en Manasés. 16:9.
(3) Parte no conquistada. 16:10.
b. Parte de la media tribu de Manasés occidental. 17:1–13.
c. Protesta de las tribus de José por el territorio pequeño, y concesión nueva. 17:14–18.
iv. Heredades de las siete tribus restantes. 18:1–19:51.
Introducción. Sorteo en Silo. 18:1–10.
a. Heredad de Benjamín. 18:11–28.
b. Heredad de Simeón. 19:1–9.
c. Heredad de Zabulón. 19:10–16.
d. Heredad de Isacar. 19:17–23.
e. Heredad de Aser. 19:24–31.
f. Heredad de Neftalí. 19:32–39.
g. Heredad de Dan. 19:40–48.
h. Heredad de Josué. 19:49, 50.
Conclusión. Resumen del sorteo en Silo. 19:51.
3. Las ciudades de refugio. 20:1–9.
4. Las ciudades de los levitas. 21:1–42.
i. La petición de los levitas. 21:1–3.
ii. Repartición general. 21:4–8.
iii. Repartición particular. 21:9–40.
a. Los coatitas. 21:9–26.
(1) Descendientes de Aarón. 21:9–19.
(i) Introducción. 21:9, 10.
(ii) En Judá. 21:11, 12.
(iii) En Simeón. 21:13–16.

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(iv) En Benjamín. 21:17, 18.


(v) Resumen. 21:19.
(2) Los coatitas que no eran descendientes de Aarón. 21:20–26.
(i) En Efraim. 21:20–22.
(ii) En Dan. 21:23, 24.
(iii) En Manasés. 21:25.
(iv) Resumen. 21:26.
b. Descendientes de Gersón. 21:27–33.
(1) En Manasés. 21:27.
(2) En Isacar. 21:28, 29.
(3) En Aser. 21:30, 31.
(4) En Neftalí. 21:32.
(5) Resumen. 21:33.
c. Descendientes de Merari. 21:34, 40.
(1) En Zabulón. 21:34, 35.
(2) En Rubén. 21:36, 37.
(3) En Gad. 21:38, 39.
(4) Resumen. 21:40.
iv. Conclusión. Resumen de las ciudades de los levitas. 21:41, 42.
5. Conclusión de la repartición de Canaán. 21:43–45.
(B) NOTAS SOBRE LA REPARTICION DE CANAAN
Jos. 13:1–21:45
13:1–21:45. Repartición de Canaán.
Este tema ha sido discutido ampliamente en el capítulo introductorio sobre las Tribus de
Israel en Canaán, véase. Allí se describe ampliamente el carácter de las tribus, con los límites
de la heredad de cada tribu, por lo cual las notas en esta sección son breves.
En este pasaje hay muchos nombres de lugares. Muchos de éstos han sido comentados ya en
notas anteriores, especialmente en el Tomo I. Otros se comentarán en notas posteriores,
cuando su explicación arroje luz sobre el pasaje en relación con el cual aparecen. No cabe
dentro del alcance de esta obra dar definiciones de nombres cuando éstos se hallan en largas
listas y cronologías. El lector puede consultar los índices, o un diccionario bíblico o un
comentario.
13:1–7. Tierra no dominada.
Quedaban varias fortalezas en el país que no habían sido conquistadas, como Jerusalén,
Gezer, Bet-sean, etc. Desde estos puntos fuertes los habitantes de Canaán se sostenían en la
tierra. Puesto que la toma de estas fortalezas requeriría mucho tiempo, Josué procede a la
repartición de la tierra.
El territorio que todavía no se conquistaba estaba en su mayor parte en el sur y en el norte.
En el sur faltaba dominar a los filisteos, y apoderarse de sus ciudades importantes. Aun en el
centro del país, quedaba la fuerte ciudadela de los jebuseos: Jerusalén, la que no cayó sino
hasta el tiempo de David (2 Sam. 5:6–10). En el norte la región no dominada estaba
mayormente en Fenicia (los sidonios), y en Siria (todo el Líbano).
En la época de David y Salomón, toda la región descrita aquí llegó a ser parte de la nación.
Consúltense las notas sobre los límites de Canaán, Núm. 34:1–15, en el Tomo I.

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13:1. Y siendo Josué ya viejo: El gran adalid ha de haber tenido unos ochenta y cinco años.
La repartición de la tierra principió alrededor del año 1400 a. de J.C., año en que se finalizó
la conquista. La muerte de Josué se verificó alrededor de 1375 a. de J.C., a la edad de 110
años, (Jos. 24:29).
13:4. Al mediodía: Estas palabras describen el límite meridional de esta región, que queda en
el norte de Palestina, y podrían traducirse mejor así: hacia el sur, y así Espin, y otros, que
siguen la Septuaginta y otras antiguas autoridades.
13:14. A la tribu de Leví no dio heredad: los sacrificios … son su heredad: Véase nota sobre
Núm. 35:1–8. Los levitas tenían cuarenta y ocho ciudades. De éstas, seis eran ciudades de
refugio. La palabra sacrificios incluye toda clase de ofrenda.
13:15–23. Heredad de Rubén.
La heredad de Rubén limitaba al oeste con el Jordán y el mar Muerto, y al sur con el río
Arnón. Al este de Rubén, en el desierto siríaco, habitaban los ammonitas. Su límite
septentrional era el uadi Hesbón, desde Jet-jesimot (v. 20) (que estaba cerca del Jordán) hasta
un punto cerca de Rabbá, en Ammón. Una descripción de esta región, con otros datos sobre
la tribu de Rubén, se halla en el captítulo sobre las Tribus de Israel en Canaán.
13:24–28. Heredad de Gad.
La heredad de Gad se hallaba al norte de Rubén, y su límite meridional lindaba con el límite
septentrional de Rubén, sobre el uadi Hesbón. Su límite oriental era el desierto siríaco, y la
región de Ammón. En el norte estaba Manasés oriental, tocando su límite al lago de Galilea
y extendiéndose hacia el sudeste hasta Rabbá, en Ammón. Su límite occidental era el Jordán.
V. el capítulo sobre las Tribus de Israel en Canaán para una descripción de la tribu de Gad
en su heredad.
13:29–33. Herencia de Manasés oriental.
Manasés oriental se hallaba en el nordeste de Palestina. Su límite meridional lindaba con Gad
(V. el párrafo anterior), su límite oriental era el desierto siríaco, su límite septentrional
lindaba con Siria, y su límite occidental era el lago de Galilea y el río Jordán. V. el capítulo
sobre las Tribus de Israel en Canaán para una descripción de esta heredad.
14:1–5. Disposición general para la repartición.
Puesto que las heredades de las tribus orientales les habían sido concedidas por Moisés, aquí,
después de la descripción de sus heredades, el autor bíblico da la disposición para la
repartición do la región occidental, que había de efectuarse por sorteo.
14:1. Les repartieron Eleazar sacerdote, y Josué hijo de Nun: Eleazar. hijo de Aarón, era
sumo sacerdote, y con esta facultad él actúa aquí, puesto que la autoridad religiosa tenía que
ver con la repartición de las tierras por suerte.
14:4. No dieron parte a los Levitas en la tierra, sino ciudades en que morasen, con sus ejidos:
Acerca de las ciudades de los levitas, y los ejidos, véase la nota sobre Núm. 35:1–8, en el
Tomo I.
14:6–15. Heredad de Caleb.
Por la actuación destacada de Caleb en el reconocimiento de la tierra, se le permite escoger
una porción de la tierra, y Caleb escoge a Hebrón y sus alrededores para su familia y
descendientes.

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).
V. véase; véanse.

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14:7. Yo era de edad de cuarenta años cuando Moisés … me envió … a reconocer la tierra:
Este dato, con el que tenemos en el 14:10, nos ayuda a computar la cronología. Allí dice que
habían transcurrido cuarenta y cinco años, y que tenía ochenta y cinco en la época de la
repartición de la tierra. El reconocimiento de la tierra sucedió un año después del éxodo (1446
a. de J.C.), o sea, en 1445. La repartición de la tierra se verificó, pues, en 1400.
15:1–63. Heredad de Judá.
La heredad de Judá que se señala aquí incluye también el territorio que más tarde fue dado a
Simeón (19:9) y a Dan.
La heredad de Judá, después de sacar las de Simeón y Dan, tenía los siguientes límites: En el
sur tenía a la tribu de Simeón. El límite se extendía desde el extremo meridional del mar
Muerto hasta un punto al sur de Gaza. Su límite oriental era el mar Muerto. En el norte tenía
a Benjamín y Dan; su límite se extendía desde el extremo septentrional del mar Muerto hasta
el Mediterráneo al norte de Asdod. Su límite occidental era el Mediterráneo, lo que incluía
la región filistea; de ésta no desarraigó a los filisteos, aunque los dominó en época de David.
Véase el captíulo acerca de las Tribus de Israel en Canaán para una descripción de la heredad
de Judá.
15:19. Dame también fuentes de aguas: La heredad de Caleb era muy árida, pues carecía de
agua y sin ésta la tierra no tenía valor.
15:63. Mas a los Jebuseos … no los pudieron desarraigar: V. nota sobre 13:1–7.
16:1–4. Heredad de José.
Este párrafo incluye las dos tribus de Efraim y Manasés occidental.
16:1, 2. La suerte de … José salió desde el Jordán de Jericó …: Originalmente la porción de
Efraim incluía la parte de Benjamín. La región de Jericó después se menciona como de
Benjamín (comp. 18:21).
16:5–10. Heredad de Efraim.
Las fronteras de Efraim eran las siguientes: En el sur tenía a Benjamín y Dan. En el este tenía
al Jordán, y en el norte a Manasés occidental. Su límite occidental era el Mediterráneo. Para
una descripción de esta heredad, V. las Tribus de Israel en Canaán.
Efraim era la tribu más importante en la época de los jueces, superando aun a Judá en este
período. Fue ella la que dio a los hebreos el gran adalid Josué.
17:1–13. Herencia de Manasés occidental.
La tribu de Manasés occidental tenía en su límite meridional a Efraim, en el este el Jordán,
en el norte Aser e Isacar, y en el oeste el Mediterráneo. V. las Tribus de Israel en Canaán.
17:12. No pudieron echar a los de aquellas ciudades: Los manaseítas no dominaron por
completo su heredad, lo cual fue siempre una fuente de angustia y corrupción moral: Juec.
1:27, 28; 2:1, 2.
18:1. En Silo … asentaron … el tabernáculo: Este lugar llegó a ser el sitio del tabernáculo
durante la época de los jueces. V. notas sobre Deut. 12:5 y 1 Sam. 21:1–9.
18:2, 3. Habían quedado … siete tribus, a las cuales aun no habían repartido: La exhortación
de Josué (¿Hasta cuándo seréis negligentes para venir a poseer la tierra …?) indica que
estas tribus tenían la culpa por no haber recibido aún su heredad: no habían procedido a
conquistar su posesión. Esto fue debido a dos cosas: (1) Al carácter nómade de estas tribus,
que no se interesaban en buscar un sitio permanente para residir; (2) Porque al principio las
heredades de algunas tribus por ser éstas pequeñas y débiles, quedaron incluídas dentro de

comp. compárese; compárense.

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los límites de ciertas tribus más fuertes y prominentes, como la de Benjamín en la de Efraim,
y la de Simeón y la de Dan en la de Judá.
18:11–28. Heredad de Benjamín.
La heredad de Benjamín originalmente cabía dentro de la tribu de Efraim. Comp. 18:21 con
16:1 y 7.
Los límites de la heredad de Benjamín fueron los siguientes: En el sur tenía a Judá y en el
este al Jordán. En el norte estaba Efraim, y en el oeste estaban Efraim y Dan.
19:1–9. Herencia de Simeón.
Los límites de Simeón fueron los siguientes: En el sur tenía el país de los amalecitas y de
Edom. En el este tenía al mar Muerto, en el norte tenía a Judá, y en el oeste tenía al
Mediterráneo y al país de los filisteos.
19:2, 5. Beer-seba … Siclag: Estas ciudades originalmente pertenecieron a Judá, así como
otras ciudades que se mencionan aquí. Comp. 19:2–7 con 15:28–32. Después al confundirse
la tribu de Simeón con la de Judá, nuevamente fueron de ésta. Véase el capítulo sobre las
Doce Tribus en Canaán: Simeón, Judá.
19:9. De la suerte de los hijos de Judá fue sacada la heredad de los hijos de Simeón: La
heredad de Simeón estaba comprendida originalmente en la de Judá.
19:10–16. La heredad de Zabulón.
Los límites de la tribu de Zabulón fueron los siguientes: En el sur Zabulón tenía a Isacar, al
nordeste tenía a Neftalí, y al noroeste tenía a Asar. V. las Tribus de Israel en Canaán.
19:17–23. La heredad de Isacar.
La tribu de Isacar tenía en el sur y en el oeste a Manasés occidental. En el este tenía el Jordán,
en el nordeste estaba Neftalí, y en el noroeste, Zabulón. V. las Tribus de Israel en Canaán.
19:24–31. La heredad de Aser.
La tribu de Aser tenía en el sur a Zabulón y Manasés occidental, y en el este a Neftalí. En el
norte tenía a Siria, y en el oeste a Fenicia y al Mediterráneo. Para una descripción de la región
de Aser, V. el capítulo acerca de las Tribus de Israel en Canaán.
19:32–39. La heredad de Neftalí.
La tribu de Neftalí estaba en el norte de Canaán. En su límite meridional tenía a Isacar y
Zabulón. En el este estaban el lago de Galilea y el río Jordán. En el norte estaba Siria, y en
el oeste Aser. V. las Tribus de Israel en Canaán.
19:40–48. La heredad de Dan.
La heredad de Dan cabía originalmente dentro de la de Judá, pero después fue separada.
Según este arreglo, sus límites eran los siguientes: Judá en el sur, Benjamín en el este, Efraim
en el norte, y el Mediterráneo (con el país de los filisteos) en el oeste.
19:47. Y faltóles término a los hijos de Dan; y subieron … y combatieron a Lesem: Este
relato se contiene en Juec. 18:1–31, cuyas notas véanse.
20:1–9. Las ciudades de refugio.
V. las notas de Núm. 35:9–34; Deut. 4:41–43; en Tomo I.
21:1–42. Heredad de los levitas.
Véanse las notas acerca de los levitas en Levítico, Núm. 3:21–39; y Deut. 12:19, y muchos
otros pasajes. También véase la sección sobre Leví en el capítulo acerca de las Doce Tribus
en Canaán. Según Núm. 35:6, 7, los levitas habían de heredar 48 ciudades, seis de las cuales
serían ciudades de refugio. Véase la nota sobre Núm. 35:1–8, en el Tomo I. Consúltense los
índices.

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21:2. Y habláronles en Silo: La repartición fue hecha en Silo, donde estaba el tabernáculo y
el santuario de la nación. Las 48 ciudades fueron divididas según las tres ramas de los levitas,
Coat, Gersón y Merari.
D. ULTIMOS DISCURSOS DE JOSUE
Jos. 22:1–24:33
Ha llegado la última etapa de la vida del gran conquistador. Después de un breve relato de
un incidente que casi produjo la guerra civil, el escritor bíblico presenta algunos discursos de
Josué. En el primero exhorta al pueblo a no mezclarse con el pueblo de la tierra ni a adorar a
sus ídolos. En otro discurso, da un resumen de la historia del pueblo desde los días de los
patriarcas, con una nueva exhortación a permanecer fieles.
(A) BOSQUEJO DE LOS ULTIMOS DISCURSOS DE JOSUE
Jos. 22:1–24:33.
1. Incidente del altar oriental. 22:1–34.
i. Josué felicita a las tribus orientales y les dice que regresen a sus tierras. 22:1–8.
ii. Partida de las tribus orientales para su tierra. 22:9.
iii. Erección de un altar. 22:10.
iv. Enojo de los israelitas occidentales por la erección del altar. 22:11–14.
v. Llegada de la embajada comisionada para investigar el asunto del altar. 22:15–20.
vi. Defensa de las tribus orientales y explicación de su motivo. 22:21–29.
vii. Satisfacción de los mensajeros y de las tribus occidentales. 22:30–34.
2. Discurso de Josué respecto a la conquista final de la tierra. 23:1–16.
i. Convocación de Israel. 23:1, 2.
ii. Resumen de la conquista y repartición de Canaán. 23:3, 4.
iii. Exhortación a que se mantengan separados de los pueblos de la tierra. 23:5–13.
iv. La pena de traspasar el pacto. 23:14–16.
3. Discurso de Josué acerca de la historia pasada de Israel. 24:1–28.
i. Los patriarcas. 24:1–4.
ii. Liberación de Egipto. 24:5–8.
iii. Balaam e Israel. 24:9, 10.
iv. Entrada en la Tierra Prometida. 24:11–13.
v. Exhortación de Josué al pueblo para que sirva a Jehová, y la decisión del pueblo a servirle.
24:14–28.
4. Muerte de Josué. 24:29–33.
i. Muerte y entierro de Josué. 24:29, 30.
ii. Vida del pueblo en tiempo de Josué. 24:31.
iii. Entierro de los huesos de José. 24:32.
iv. Muerte de Eleazar. 24:33.
(B) NOTAS SOBRE LOS ULTIMOS DISCURSOS DE JOSUE
Jos. 22:1–24:33
22:1–9. Despedida de las tribus orientales.
Después de haber servido durante siete años en el oeste en las campañas por las heredades,
las tribus orientales son despedidas para que puedan volver a su tierra.
22:3. No habéis dejado a vuestros hermanos: Esto quiere decir que no habían abandonado a
sus tribus hermanas y que les habían ayudado en la conquista de sus tierras.
22:4. Jehová … ha dado reposo a vuestros hermanos: Este reposo no era absoluto, ya que
todavía quedaban tribus que no habían sido dominadas.

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22:10–34. El altar en Galaad.


Los israelitas del oriente edificaron un altar con un propósito inocente: el que sirviera de
monumento conmemorativo. Cuando llegó la noticia a Silo de la construcción de este nuevo
altar, se formó un ejército para castigar a las tribus que lo habían erigido. La ley sólo permitía
que hubiera un altar en el cual se pudiera sacrificar. El hecho de erigir otro altar implicaba
una secesión religiosa y política, por cuanto Israel era una teocracia la cual se manifestaba
en la unidad religiosa en Silo. Cuando llegó el ejército del oeste pronto se aclaró el asunto,
al explicar Rubén, Gad, y Manasés que el propósito del altar no era el de sacrificar en él sino
que nada más era un monumento conmemorativo. (vs. 26, 27).
22:12. Juntóse toda la congregación … en Silo: Puesto que el santuario estaba en Silo, allí
se juntó el pueblo para discutir el asunto y reunir un ejército.
22:17. La maldad de Peor, de la que no estamos aún limpios …: El pecado había sido en
parte castigado y en parte perdonado; el pasaje se refiere, pues, al hecho de que existía en el
pueblo una falta de comprensión de la gravedad del pecado y una tendencia a volver a él.
Véanse Núm. 2:18; 31:16. Según Núm. 23:28, Peor fue la última cumbre a la cual Balac llevó
a Balaam para maldecir a Israel.
22:19. Si os parece que … vuestra posesión es inmunda, pasaos a la tierra de la posesión de
Jehová: La acción de las tribus orientales en edificar un altar podía dar la impresión de que
creían que su tierra era inmunda. En tal caso, en vez de infringir la ley sobre la centralización
del culto, sería mejor pasar al oeste y heredar entre las tribus occidentales.
22:26, 27. Un altar, no para holocausto ni para sacrificio, sino para que sea un testimonio:
Aquí se aclara que el propósito del altar no era el de ofrecer sacrificios, sino el que sirviera
de monumento para sus descendientes.
22:34. Ed: Voz hebrea que significa testimonio de acuerdo con el propósito para el que servía
el altar.
23:5. Jehová … las lanzará de vuestra presencia: y vosotros poseeréis sus tierras: Esta
promesa fue cumplida hasta el punto de que el pueblo pudo morar en la tierra, aunque
quedaron muchas ciudadelas sin conquistar. V. el párrafo siguiente.
23:12, 13. Si concertareis con ellas: El resultado natural de los acuerdos comerciales,
sociales, y religiosos con los paganos sería el cese de las hostilidades y de los esfuerzos para
expulsarlos.
24:1. La convocación en Siquem.
Algunos manuscritos de la LXX tienen Silo, pero lo correcto es Siquem. En este lugar Dios
había aparecido a Abraham (Gén. 12:6, 7). También aquí había purificado su casa de la
idolatría (Gén. 33:18–20; 35:1–4). Según Jos. 8:30–35, aquí se renovó el pacto cuando
entraron en Canaán, de acuerdo con los mandamientos de Jehová.
24:2. Vuestros padres habitaron antiguamente de esotra parte del río: La palabra padres se
usa aquí en el sentido de antepasados.
Servían a dioses extraños: La familia de Abraham, y quizás él también, fue idólatra. En
medio de esta superstición, se convirtió Abraham al verdadero Dios y dejó su idolatría. Que
la idolatría persistió en una rama de la familia de Taré, la de Nacor, su hijo Betuel y su nieto
Labán, se comprueba en Gén. 31:30–35.
24:8. Os introduje en la tierra de los Amorrheos: Como se ha señalado anteriormente, los
amorreos vivían en el sur de Palestina, pero bajo Sehón extendieron su dominio sobre
Ammón, al este del Jordán.

LXX La Septuaginta, versión griega antigua del Antiguo Testamento.

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24:11. Los Amorrheos, etc.: Aquí se nombran las siete tribus que ocupaban la tierra
conquistada por Josué. Véase el capítulo sobre la Tierra de Canaán.
24:12. Tábanos: Avispas, en sentido figurado, referente al poder de Dios que preparó el
camino para la conquista de la tierra. Este versículo señala el cumplimiento de Ex. 23:28 y
Deut. 7:20. Los dos reyes de los Amorrheos serían Og, rey de Basán, y Sehón, rey de Hesbón.
24:15, 23. Escogeos hoy a quién sirváis: Estos pasajes pueden indicar que existía el peligro
do la idolatría entre el pueblo, o quizás que ya el pueblo había participado, aunque poco, en
la idolatría de los pueblos paganos. En contra de lo último está la afirmación del 24:31.
24:25. Josué hizo alianza con el pueblo: Que adorarían sólo a Dios, lo que era una renovación
del pacto de Sinaí (Ex. 24:1–8).
24:32. Y enterraron … los huesos de José: El entierro del cuerpo momificado de José marca
el fin de una época. Es el suplemento natural del libro de Génesis, donde José profetiza que
sus descendientes saldrían de la tierra de Egipto y se establecerían en la Tierra de Promisión.
Llevar los huesos de José era una acción simbólica, que demostraba la fe del pueblo.
Enterrarlos era como una acción de gratitud a Dios por su bendición.
PARTE II
PERIODO DE LOS JUECES
(Desde Otniel hasta Samuel)
Juec. 1:1–1 Sam. 8:22
Empezamos ahora el estudio de uno de los períodos más obscuros en la historia de los
israelitas: el Período de los Jueces.
Es obscuro el Período de los Jueces desde el punto de vista moral: el pueblo se sume en la
idolatría y la inmoralidad. En toda la historia de la humanidad no hav cuadros tan negros de
la debilidad humana. La historia del pueblo en este período tiene cinco aspectos: (1) pecado;
(2) castigo y opresión; (3) levantamiento de su libertador; (4) conflicto y liberación; (5)
reposo.
Es también obscuro el período de los jueces desde el punto de vista histórico. Son escasos
los datos que nos proporciona el libro tocante a la historia de Israel en este período. Los
períodos del gobierno de ciertos jueces se resumen con pocas palabras, como en la judicatura
de Tola, que duró 23 años (Juec. 10:1, 2), o Jaír, que duró 22 años (Juec. 10:3–5). En los
casos en que con muchos pormenores se describen las campañas de liberación llevadas a
cabo por ciertos jueces, la mayor parte de la duración de su judicatura se presenta solamente
en resumen, como la campaña de Gedeón, que se describe con muchos detalles, mientras que
el resto de los cuarenta años de su judicatura se resume en una oración (Juec. 8:28). Otros
historiadores, como Josefo, no presentan mucho más que lo que tenemos en la Biblia, con
excepción de algunas tradiciones y nada más.
A pesar de la escasez de conocimientos que tenemos del período de los jueces, debemos
reconocer que fue una época de mucha importancia, desde el punto de vista religioso y
político. En cuanto a la primera cosa, el pueblo probaba la verdad de las promesas de Dios,
de que, si pecaban, serían castigados, y si se arrepentían, El tornaría a bendecirlos
nuevamente. En la política aprendían que la desunión entre las tribus los exponía al ataque
de los vecinos, y que solamente en la unión estaba la fuerza para resistir a los enemigos.
Así que fue un período de crecimiento y desarrollo que tuvo su lugar en el plan divino para
el pueblo escogido.
Sigue un bosquejo de este período:
A. INTRODUCCION AL LIBRO DE LOS JUECES.

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B. DESCRIPCION DE LAS CONDICIONES EN ISRAEL DESPUES DE LA MUERTE


DE JOSUE. Juec. 1:1–3:7.
(A) BOSQUEJO DE LAS CONDICIONES EN ISRAEL DESPUES DE LA MUERTE
DE JOSUE. Juec. 1:1–3:7.
(B) NOTAS SOBRE LAS CONDICIONES EN ISRAEL DESPUES DE LA MUERTE
DE JOSUE. Juec. 1:1–3:7.
C. ACTIVIDADES DE LOS JUECES. Juec. 3:8–16:31.
(A) BOSQUEJO DE LAS ACTIVIDADES DE LOS JUECES. Juec. 3:8–16:31.
(B) NOTAS SOBRE LAS ACTIVIDADES DE LOS JUECES. Juec. 3:8–16:31.
D. DESCRIPCION DE LAS CONDICIONES SOCIALES EN LA EPOCA DE LOS
JUECES. Juec. 17:1–21:25.
(A) BOSQUEJO DE LAS CONDICIONES SOCIALES EN LA EPOCA DE LOS
JUECES. Juec. 17:1–21:25.
(B) NOTAS SOBRE LAS CONDICIONES SOCIALES EN LA EPOCA DE LOS
JUECES. Juec. 17:1–21:25.
E. UN IDILIO EN LA EPOCA DE LOS JUECES. LA HISTORIA DE RUT. Rut 1:1–
4:22.
(A) INTRODUCCION AL LIBRO DE RUT.
(B) BOSQUEJO DE LA HISTORIA DE RUT. Rut 1:1–4:22.
(C) NOTAS SOBRE LA HISTORIA DE RUT. Rut 1:1–4:22.
F. EPOCA DE SAMUEL. 1 Sam. 1:1–8:22.
(A) INTRODUCCION A LOS LIBROS DE SAMUEL.
(B) BOSQUEJO DE LA EPOCA DE SAMUEL. 1 Sam. 1:1–8:22.
(C) NOTAS SOBRE LA EPOCA DE SAMUEL. 1 Sam. 1:1–8:22.
A. INTRODUCCION AL LIBRO DE LOS JUECES
1. Nombre
El nombre en español del libro de los Jueces proviene del nombre hebreo que significa jueces:
Schoftim. A veces el libro era llamado Schoftim (Jueces) y a veces Sefer Schoftim (Libro de
los Jueces).
El libro de los Jueces era el séptimo libro del canon hebreo y figuraba como el segundo en la
segunda gran división del canon hebreo, intitulada los Profetas, estando en la primera de las
dos secciones de ésta: los Profetas Anteriores.
El nombre del libro de los Jueces se deriva de la función que desempeñaban los personajes
que principalmente figuran en él, y que, llamados por Dios para llenar una necesidad
espiritual y política, se distinguieron por la forma absoluta en que llevaron a cabo la misión
para la cual habían sido llamados. No fueron reyes, ni heredaron el puesto de éstos, ni
tampoco fueron elegidos por el pueblo. A semejanza de los profetas, que les sucedieron en
la vida nacional de Israel, fueron llamados por Dios. Aparecían en tiempos en que el pueblo
se encontraba bajo la opresión de algún enemigo, y libertaban al pueblo del yugo del dominio
extranjero.
2. Función del juez
i. El juez como gobernador
a. La palabra “juez”
La palabra española juez, que se aplica a los quince individuos que entre el tiempo de Josué
y el de Saúl ocuparon el poder político y religioso en Israel, no representa exactamente la
palabra hebrea schofet que en la Biblia hebrea se usa, y nos puede engañar en cuanto a la

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naturaleza de la función que desempeñaban los jueces. El verbo schafat, que se traduce juzgar
en nuestra versión española, no equivale exactamente a la idea que se expresa con juzgar. La
palabra reinar se acerca más al significado de la palabra hebrea.
En efecto, poco se sabe con certeza en cuanto a este funcionario que se quiere comparar al
juez de la época actual, y por eso nos resulta muy difícil comprender la relación que había
entre el juez bíblico y el pueblo de su época. Para comprender el origen de este funcionario,
conviene que hagamos un resumen de las condiciones que prevalecían en la época
inmediatamente después de la muerte de Moisés y Josué.
b. Posición única de Moisés y Josué
Moisés y Josué no ocuparon puestos relacionados con el sistema ordinario del gobierno
común entre los hebreos. Eran hombres llamados por Dios para desempeñar funciones
relacionadas con las dos emergencias más importantes en la historia de los primitivos
hebreos, a saber, la salida de Egipto (llevada a cabo por Moisés), y la conquista de la tierra
de Canaán (efectuada por Josué).
Estos dos grandes hombres, Moisés y Josué, en virtud de las obras milagrosas que Dios les
dio la facultad de realizar ganaron la confianza de los ancianos de cada tribu, que eran los
dirigentes del pueblo, y fueron reconocidos como adalides nombrados por Dios para aquella
emergencia. La palabra de estos paladines era absoluta y fue obedecida completamente,
porque se había reconocido también la relación íntima que ellos mantenían con Dios y el
llamamiento de él para que hicieran su obra. Era una clase de dictador militar, civil,
legislativo, y espiritual.
c. Antiguo sistema de gobierno en la tribu
A la muerte de Josué, los israelitas volvieron a su acostumbrada forma de gobierno, la forma
que habían tenido antes que se levantara Moisés (y que habían dejado en parte durante la vida
de éste), a saber, un gobierno tribal en que cada tribu tenía su propio concilio formado de
ancianos nombrados por la misma tribu para ese fin. Los asuntos de la tribu eran decididos
dentro de la tribu, la justicia era administrada dentro de la organización tribal, una
organización que tenía sus raíces en el gobierno patriarcal que había caracterizado a la familia
de Jacob. (Comp. la justicia de Judá en el Gén. 38:24).
El lector que lee por primera vez el libro de los Jueces tal vez puede formarse el concepto de
que existía una clase de anarquía en Israel después de la muerte de Josué. Pero este concepto
sería erróneo. Antes de Moisés, la forma de gobierno había sido tribal y no había existido un
gobierno central muy fuerte; después de la muerte de Josué, las tribus regresaron a su antiguo
sistema de gobierno, o sea, a prestar obediencia a las leyes que regían cada tribu; lo que, para
nosotros que vivimos en una época de fuertes gobiernos centrales y federales, podría
parecernos una anarquía. Pero no era anarquía; por cuanto el sistema tribal de gobierno estaba
bien desarrollado y bien organizado, era eficiente dentro de la tribu.
d. El gobierno teocrático
Existía también, además del gobierno tribal, un sistema legal para la cohesión de las tribus
en una nación unida y que más tarde facilitó la unificación rápida de Israel bajo Saúl. Este
sistema era el código de leyes que Moisés había entregado al pueblo, y que era reconocido
por todas las tribus como válido y obligatorio.
Además, en esta ley se prescribía que las tribus tenían que reunirse delante de Jehová tres
veces por año, el cual les comunicaría su voluntad por medio de su sacerdote y resolvería los
problemas de mayor importancia. Era, pues, una clase de teocracia la que Dios les había dado
como sistema de gobierno. Esto los había de unir en un pueblo, y habría de contrarrestar el

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efecto que la obediencia a las leyes respectivas de cada tribu tendía a producir en contra de
la unidad nacional.
e. Unificación del pueblo bajo los jueces
El código legal a que estaban sometidas todas las tribus, la igualdad de raza y lo que era aún
más importante, la uniformidad en el culto a Jehová, fueron factores favorables en conseguir
que el pueblo se uniera en las grandes emergencias nacionales, cuando tenían que hacer frente
a un enemigo común. Y fueron estos mismos factores los que facilitaron la tarea de los jueces
como Aod, Gedeón, Jefté, y otros, cuando Jehová los envió para que libertaran a su pueblo.
Frente al peligro común, las tribus se olvidaban de sus diferencias, y respondían a la dirección
de estos hombres que combinaban en sí poderes personales y que hablaban al pueblo en
nombre del Dios que todo Israel reconocía como su verdadero Adalid y Rey.
f. Fuerza y debilidad del gobierno en la tribu
El gobierno tribal había sido adecuado para el pueblo de Israel cuando vivía en la esclavitud
en Egipto, cuando los asuntos que afectaban al pueblo en general eran decididos por los amos
egipcios, pudiendo el gobierno tribal tratar los asuntos locales y domésticos.
También el gobierno tribal era conveniente cuando el pueblo llevaba una vida nómada en el
período de migración en el desierto. El gobierno tribal caracterizaba no solamente a los
israelitas de este período, sino a muchos otros pueblos, como las tribus árabes, los amorreos
y las otras tribus de Canaán, quienes tenían entre sí un vínculo de raza o de idioma, pero que
no tenía ninguna organización central política que los unificara, y que se unían y aliaban entre
sí solamente en casos de agresión o peligro de invasión de algún poder extranjero, como
cuando las varias tribus de Palestina se unieron para hacer frente a la agresión de los israelitas
en tiempo de Josué (Jos. 9:1, 2).
El gobierno tribal era un sistema que tendía a la desintegración y a la desunión nacional y
hacía de las tribus cananeas una fácil presa a cualquier ataque efectuado por un poder bien
organizado, como Egipto o Asiria. A causa de esta desunión, las tribus cananeas cayeron
frente a la invasión de Josué y los israelitas, unificados éstos por un ideal religioso. Los
israelitas presentaban un frente unificado y casi invencible, y por eso pudieron conquistar a
Palestina.
g. Disposición sabia de Dios para el gobierno
El sistema de gobierno tribal ya no era adecuado para la nueva vida de los israelitas en
Palestina. Dios en su Providencia había previsto esto y había dado a los israelitas una forma
de gobierno: el teocrático, para que sustituyera al gobierno tribal. Esta nueva forma de
gobierno daría a los israelitas la unidad y la fuerza para morar con seguridad en la tierra que
Jehová les había dado.
Según las estipulaciones de la ley teocrática, los israelitas tenían que reunirse tres veces por
año delante de Dios en el tabernáculo. Parece que no cumplieron este mandato, ni prestaron
mucha atención al culto de Jehová, y al no hacer esto cometieron su más grave error. El culto
de Jehová los hubiera unificado, y les hubiera dado poder para resistir a los ataques de sus
vecinos. No existiendo un fuerte gobierno central, el pueblo era víctima fácil de las tribus
vecinas.
h. Aparecimiento de los jueces
Y cuando el pueblo se encontraba oprimido por estas tribus vecinas, se arrepentía de la
idolatría que había practicado, clamaba a Dios, quien escogía a los jueces, sucesores de
Moisés y Josué, y que ocuparon una posición análoga a la que Moisés y Josué habían ocupado
en relación con las tribus. Los jueces fueron designados por Dios para juzgar, o sea, reinar

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sobre el pueblo, liberarlo de los enemigos que lo oprimían y ejercer la justicia social y
política.
j. Unificación provisional bajo el juez
En su vida espiritual, el pueblo pecaba y era castigado por Dios. La falta de unificación
religiosa, que resultaba del error en no cumplir con el plan de Dios; tendía a causar entre ellos
un letargo espiritual que no les daba el poder para resistir la atracción de la idolatría de los
pueblos entre los cuales vivían. Por causa de esta idolatría eran castigados por Dios, y este
castigo siempre se manifestaba en la opresión por algún poder extranjero.
El juez, de la misma manera que Moisés y Josué, era escogido por Dios, y por medio de la
capacidad militar que revelaba el apoyo de Dios, vencía al enemigo y conseguía que el pueblo
se uniera, unidad que continuaba hasta que el juez moría. Así que durante la vida de un juez,
parece que existía cierta unidad militar y espiritual.
Pero la institución del juez no preveía para el nombramiento de un sucesor después de su
muerte. Por lo tanto, al morir él, la unidad que se había conseguido por medio de la persona
de estos grandes héroes se desvanecía, y otra vez volvía el pueblo a la debilidad de antes.
ii. El juez como profeta
a. Posición del libro de los Jueces entre los Profetas Anteriores
Hay otro aspecto del carácter del juez que debe tenerse en cuenta para una debida
comprensión de esta institución hebrea. Los jueces no fueron solamente los sucesores de
Moisés y Josué, sino que fueron los antecesores de los profetas que posteriormente en la
época del reino desempeñaron su ministerio entre el pueblo: Elías, Eliseo, Isaías, Jeremías, y
muchos otros. En efecto, los jueces eran considerados y llamados profetas por los antiguos
hebreos, figurando el libro de los Jueces en la sección de la Biblia hebrea llamada Profetas
Anteriores (como tengo dicho ya), que abarca los libros de Josué, Jueces, Samuel, y Reyes.
Estos libros se ocupan en gran parte de las hazañas de los que fueron jueces y profetas, y que
figuran en sus páginas como actores principales. (No debe olvidarse que Moisés se llama a
sí mismo profeta: Deut. 18:15.) Es evidente que los judíos consideraban la sucesión profética
como una continuación a la sucesión de los jueces.
b. Diferencia entre el juez y el profeta
¿Qué constituye la diferencia entre un juez y un profeta?
Parece que la diferencia entre juez y profeta está en que el juez vivía en una época cuando
no existía ningún gobierno fuerte central, y por eso reunía él en sí mismo los poderes
judiciales, legislativos, civiles, y espirituales. En cambio, el profeta vivía en una época
cuando existía un fuerte gobierno central, de modo que, de hecho quedaba despojado de
aquellas prerrogativas gubernativas que habían tenido los jueces.
Tanto Moisés como los jueces eran virreyes de Dios. En el período monárquico, el profeta
compartía con el rey esta posición de virrey, teniendo el profeta los privilegios espirituales,
y el rey los derechos civiles. Pero era necesario buscar otro título para el profeta, el nuevo
dirigente espiritual de la monarquía. La palabra juez ya no servía pues incluía también la idea
de reinar que está en la palabra rey. Por esto, con la muerte de Samuel y la inauguración de
la época del reino, cayó en desuso el término juez, tomando el profeta el carácter espiritual
del antiguo juez.
Samuel formaba el eslabón que conectaba la época anterior con la siguiente, haciendo la obra
de un juez hasta la coronación de Saúl, y después limitando su acción a esferas espirituales
en relación con el concepto del gobierno teocrático de aquella época. En esto Samuel es
parecido a Juan el Bautista: Samuel unió la época de los jueces con la de los profetas; Juan

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el Bautista unió la época de los profetas con la dispensación del evangelio, compartiendo
algunas de las cualidades de profeta y apóstol.
Los profetas, pues, ocupaban uno de los cargos principales que habían desempeñado los
jueces, el de representantes de Dios en medio del pueblo, y aconsejador del rey por parte de
Dios. El rey ocupaba el lugar de juez en el ejercicio de la autoridad civil y política.
Esencialmente el plan de Dios en su relación teocrática con su pueblo no se había cambiado,
solamente que en el nuevo régimen, dos personas tomaban el lugar que había ocupado uno
en el sistema anterior.
En el nuevo régimen, el que comunicaba la voluntad de Dios a su pueblo era el profeta. Este
se presentaba como guía y consejero espiritual del rey. Sus consejos eran válidos no
solamente en asuntos espirituales, sino también en la administración civil y militar del país
(aunque muchas veces los consejos que daba el profeta no se tenían en cuenta, a causa de la
perversidad del que ocupaba el trono). Pensemos en Elías y Eliseo, en la época de Acab y de
sus perversos hijos, en Isaías en la época de Ezequías, en Jeremías en la época desastrosa de
la destrucción de la nación; estos hombres fueron los verdaderos representantes de Dios en
la tierra y, aunque no ejercieron ninguna autoridad política, pueden llamarse estadistas
espirituales, por la enorme influencia que ejercieron en los asuntos gubernativos y civiles del
país.
iii. Conclusión
Hemos trazado, pues, el origen de la institución de los jueces entre los judíos y su
desaparición debido al cambio de la forma de gobierno en Israel con la inauguración de la
monarquía. Como otras instituciones religiosas de Dios en el pasado, los jueces sirvieron a
su época y a su Dios y desaparecieron, siendo reemplazados por otros hombres y otras
instituciones en el desarrollo del plan de Dios para la revelación de sí mismo a su pueblo
Israel, y la redención de ellos y de la humanidad, una ilustración de una de las grandes
verdades de la Biblia: las formas e instituciones de la religión verdadera pueden cambiar, los
hombres pueden pasar a través del escenario y desaparecer, pero la esencia de la religión de
Dios es eterna, y no varía nunca.
3. Propósito y plan del libro de los Jueces
Tenemos un resumen del plan del libro de los Jueces en Juec. 2:11–23. En este pasaje el autor
menciona los pecados en que caían los israelitas, por los cuales eran castigados por Jehová.
Servían a los baales (dioses fenicios), y otros dioses, lo cual provocaba a Jehová a la ira.
Después eran oprimidos por enemigos. Entonces Jehová enviaba a los jueces, que los libraban
de las manos de sus enemigos. Luego vivían en paz durante el resto de la vida de aquel juez.
Al morir éste, nuevamente tornaban al pecado y eran castigados por Dios, volviendo a
suceder lo mismo que antes.
Este plan lo sigue el autor en toda la primera parte del libro, o sea, los primeros dieciséis
capítulos, que forman la parte principal del libro.
Al resumir, el autor expone los siguientes propósitos: i. Mostrar que el pecado (la idolatría y
abandono de Dios) tenía siempre una consecuencia lógica de castigo, y que la opresión de
parte de los enemigos venía siempre y sin falta después de la rebelión a Dios. ii. Demostrar
que Dios castigaba a su pueblo con el fin de hacerlo volver del camino errado a que marchara
otra vez en la senda de la justicia. iii. Comprobar que, al arrepentirse el pueblo, Dios siempre
recibía ese arrepentimiento y aconsejaba al libertador, el juez, a que los librara del enemigo.
iv. Presentar un cuadro de la baja condición moral que existía en la época de los jueces.
Hay dos divisiones en el libro: i. Los primeros dieciséis capítulos relatan la historia de todo
el período de los jueces (a excepción de la vida de Samuel). ii. Un apéndice (cap. 17–21),

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que parece haber sido escrito por otro autor (véase abajo), y que no se puede intercalar en
ninguna parte definitiva de la historia anterior, sino que presenta un cuadro general de las
condiciones inmorales en esta época poco después de la muerte de Josué, y que consta de dos
relatos: a. El relato de Micaya (Michas) y su “casa de dioses” (Juec. 17:1–18:31). b. El relato
de la atrocidad cometida en contra de la familia de un levita en el monte Efraim, en la época
inmediatamente después de la muerte de Josué, por los benjamitas, y la consecuente
destrucción casi completa de la tribu de Benjamín (19:1–21:25).
En conclusión, debo advertir que el propósito del autor de este libro (o autores) no es el de
relatar una narración completa de la historia del período de los jueces, sino elegir fragmentos
de la historia de este período con el motivo de ilustrar las ideas religiosas que él quiere
enseñar.
4. Autor y fecha
Es imposible determinar quién escribió el libro de los Jueces, aunque aproximadamente se
puede fijar la fecha de la época en que el libro salió a luz.
Los rabinos tenían varias teorías en cuanto al autor del libro de los Jueces. Entre sus
tradiciones figuraba la opinión de que Josué podía haber sido el autor; otros creían que
Samuel lo escribió; y una tercera opinión era que Esdras fue el autor. El valor de estas
tradiciones, así como el de la mayor parte de las tradiciones judías con respecto a los autores
de los libros del AT, no es muy grande, y hemos de confesar que no se sabe quién puede
haber sido el autor del libro, aunque ninguno de los tres mencionados parece ser el autor; de
los tres, Samuel es el que más probabilidades presenta, aunque el suponer que él puede haber
sido el autor sería hacer una conjetura sin evidencia verdadera.
Hay cierta evidencia interna en el libro de los Jueces que ayuda a fijar la fecha, y así
determinar algo en cuanto a los autores del libro. En primer lugar, es conveniente decir que
en realidad parece que por lo menos fueron dos los autores de este libro, el autor de la primera
división (cap. 1–16), y el autor de la segunda división (el apéndice, cap. 17–21); ambas
divisiones fueron escritas en distintos períodos de la historia hebrea.
Debemos tener en cuenta que, cuando hablamos de la escritura de los libros históricos del
AT, nos referimos a la recopilación de los materiales de que está compuesto. Ya nos hemos
referido a este principio, o norma, que se siguió en la escritura de los libros del AT, una
norma que siempre siguieron los escritores de los libros históricos de la Biblia. (Véase la
Intro. al libro de Josué.) A esto no es excepción el libro de los Jueces.
Al seguir el método sugerido en el último párrafo, el autor sagrado elegía sus materiales de
otros libros sagrados, que habían sido escritos por sus antecesores, y que el pueblo reconocía
como de autoridad, conservando al pie de la letra el texto de muchos de los trozos que
incorporaba en su libro. Tal método de composición se comprueba con una comparación
cuidadosa de los libros de Reyes y Crónicas. Véase la Intro. a Josué. Esta fidelidad de los
autores sagrados en conservar el texto de sus fuentes literarias es una garantía que tenemos
de la veracidad de los relatos, y esta finalidad es la que se había propuesto el Espíritu de Dios
al disponer las cosas así.
i. Primera división. Juec. 1:1–16:31
La primera división del libro de los Jueces parece haber sido escrita en la época de Saúl. A
lo menos, fue escrita antes del tiempo de David. El 1:21 del libro de los Jueces ayuda a fijar
la fecha del libro (en relación con algunos pasajes de los libros de Samuel y Reyes, que se
comentarán más adelante). Dice el 1:21: “Mas al Jebuseo que habitaba en Jerusalem, no

Intro. Introducción.

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echaron los hijos de Benjamín, y así el Jebuseo habitó con los hijos de Benjamín en Jerusalem
hasta hoy.”
Del pasaje citado en el último párrafo se deduce que en la época en que vivía el autor, todavía
habitaban en Jerusalén los jebuseos, como un grupo separado, soberano, no dominado.
Sabemos que esta situación prevaleció hasta el tiempo de David, quien los dominó por
primera vez en la historia de la ocupación de los israelitas en la tierra de Canaán. En 2 Sam.
5:6, 7, 9 tenemos el relato de la captura de la cindadela de los jebuseos. En 2 Sam. 24:16–25
tenemos otra referencia al jebuseo Aramia, a quien David compró una era para utilizarla para
edificar un altar, a fin de ofrecer sacrificios a Jehová, con la esperanza de quitar de la tierra
la peste que en castigo de su pecado había venido (el pecado del censo). En este pasaje la
condición de los jebuseos parece ser más bien una de servidumbre, o de sujeción. En 1 R.
9:20, 21, vemos que Salomón extendió el dominio de su trono sobre todos los pueblos que
no eran israelitas y que habitaban en diversas partes de la tierra, exigiéndoles tributo y lealtad
al trono.
De todo esto deducimos que, si el autor hubiese vivido en la época de David o después, sería
imposible que él se hubiese expresado en los términos que tenemos en Juec. 1:21, referentes
a la falta de dominio de los israelitas sobre los pueblos que habitaban entre ellos. Así que el
punto de vista desde el cual escribe el autor cuando dice: “hasta hoy”, tiene que ser antes de
la época de Saúl.
El libro también podría ser de la época de Samuel (no olvidando el hecho de que varios años
de la vida de éste coincidieron con el reinado de Saúl). Es interesante que el autor omite todo
lo relacionado con el período de Elí y Samuel, y que probablemente no lo incluye por ser
incidentes bien conocidos en su tiempo, y que no tenía caso comentar. Aunque es más
probable que los omite por cuanto la vida de Elí estaba estrechamente ligada con la de
Samuel, y los autores de estos libros evidentemente pensaron que sería mejor relatar la vida
de este último en la gran crónica de las vidas de Saúl y David, en los libros que nosotros
conocemos como los de Samuel.
No debe descontarse el hecho de que las fuentes originales de las cuales se tomaron las
crónicas para el libro de los Jueces, pueden datar de mucho tiempo antes de la época en que
vivió el compilador de este libro; probablemente muchas de estas fuentes son
contemporáneas, o bastante cercanas a la época de los jueces. En cambio, el libro al alcanzar
su forma final, o sea con la adición de los últimos cinco capítulos, fue hasta después de la
época de David.
ii. Segunda división. Juec. 17:1–21:25
La segunda parte del libro de Jueces, o sea, el apéndice (cap. 17–21) es de un período muy
posterior, pues hay varias referencias que lo comprueban.
En primer lugar, se ve que en el tiempo del autor de Juec. 17:1–21:25, ya no estaba la casa
de Dios en Silo (18:31). Recordará el lector que desde el tiempo de Josué, Silo fue un lugar
sagrado, y hasta el fin de la vida de Elí, el arca y el tabernáculo estuvieron en Silo. Véanse
las siguientes referencias: Jos. 18:1, donde se hace referencia a la ubicación del tabernáculo
en Silo; 1 Sam. 4:3, donde tenemos el relato del fracaso de los israelitas frente a los filisteos
en tiempo de Elí, (a instigación de los hijos de Elí se llevó el arca al campo de batalla,
pereciendo éstos y quedando el arca en poder de los filisteos); 1 Sam. 5:6–12 y 6:1–21, que
hablan del arca en poder de los filisteos y de su devolución a Israel. 1 Sam. 7:2, el arca queda
por veinte años en la casa de Abinadab, en Kiryatjearim. 2 Sam. 6:3, 11, 12, el arca es traída
por David a Jerusalén donde queda hasta el tiempo de la transmigración.

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Otra referencia que demuestra que Juec. 17:1–21:25 es de una fecha posterior a la de la
primera parte del libro, está en Juec. 18:30: “Y los hijos de Dan se levantaron imagen de
talla; y Jonathán, hijo de Gersón, hijo de Manasés [mejor texto: Moisés, en la VM], él y sus
hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día de la transmigración de la tierra.” Este
pasaje contiene una referencia al cautiverio de Israel, en 722 a. de J.C., o al de Judá, en 586
a. de J.C., y probablemente se refiere al primero (aunque también podría referirse a las
invasiones de Teglatfalasar, 734–32 a. de J.C.: 2 R. 15:29; 16:9, 10a.; 1 Cr. 5:25, 26). Este
apéndice debe haber sido escrito y publicado después del cautiverio y data, pues, de unos
quinientos años después de la primera parte. (Nota. No está exenta la posibilidad de que el
libro haya sido escrito antes, y este versículo agregado después.)
Otra característica de esta última parte del libro, Juec. 17:1–21:25, que no hallamos en la
primera parte, es la referencia al hecho de que en la época de los jueces no había rey. En el
17:6 se dice: “En estos días no había rev en Israel: cada uno hacía como mejor le parecía.”
También en 18:1, 19:1, y 21:25 tenemos la misma cosa. Esto no aparece en ninguna parte de
los primeros 16 capítulos del libro. El autor de la primera parte vivió en una época cuando
aún no existía rey en Israel, pues no hace referencia a ello; en cambio, el autor de la última
parte vivió en una época cuando había rey, entre Saúl y la cautividad, o cuando la época de
los reyes ya había pasado, como en el tiempo de Esdras o Nehemías, después de la cautividad.
Y la referencia en el 18:30, comentada ya, parece indicar esto último.
Inferimos, pues, que las fuentes escritas en las cuales se basó el libro de los Jueces son
contemporáneas, o casi así de un tiempo inmediato a la época de los jueces. Los primeros 16
capítulos ya existían en un libro completo en el tiempo de David, y probablemente fueron
escritos en el tiempo de Samuel, o Elí. El apéndice (cap. 17–21) fue escrito (de documentos
originales) después de la época de la cautividad. El libro llegó a su forma final en la época
después de la cautividad, quizás a manos de Esdras, el gran escriba que se interesó tanto en
la preservación y la recopilación de los libros sagrados de la ley de Dios.
5. Valor del libro de los Jueces
Aunque el libro de los Jueces tiene muchos relatos que, por su franqueza en los detalles, nos
repugnan, no por eso son de poco valor. En efecto, debemos admirar la franqueza de los
autores que nos han dejado este libro. Ellos han querido relatar la verdad, aun cuando esto
lance una sombra que obscurezca el carácter de uno de sus héroes. Si uno tiene en cuenta la
sinceridad de estos autores, y su deseo fervoroso para averiguar todo lo que podían acerca de
aquellos tiempos de antaño (cuando “no había rey en Israel”) creo que la opinión que tenemos
de ellos se elevaría. A pesar de que el período que se describe en el libro es uno de decadencia
moral e incertidumbre política el libro está lleno de lecciones espirituales de gran poder e
influencia.
Aunque la moral del pueblo era baja no era así la de los compiladores del libro. Estos autores
estaban compenetrados del espíritu de la religión universal, así como ésta está ejemplificada
en la ley de Moisés y en la ley del cristianismo. Estos escritores interpretaban los incidentes
y los personajes a la luz de esta moral. Por eso, los relatos resultan provechosos para nosotros.
Las personas que se describen en el libro de los Jueces, aunque tenían grandes defectos en su
carácter, han llamado siempre la atención de los creyentes. La fe de Gedeón, que dejó regresar
a sus hogares a treinta y dos mil hombres y quedarse sólo con trescientos para ganar una

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.


a. antes (en fechas).
J.C. Jesucristo (en fechas).

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batalla, es una joya en medio de un libro de cuadros obscuros. Samsón, a quien siempre lo
atraían mujeres con las cuales no podía formar enlaces lícitos porque su religión se lo
impedía, resalta por la forma extraña pero eficaz, en que servía a Dios. Héroe de grandes
proezas físicas, no tiene paralelo en la literatura hebrea. Jefté también, aunque lamentamos
el fanatismo ignorante que lo llevó a sacrificar a su hija querida, muestra aquel celo religioso
que siempre caracterizaba a los israelitas, y que tuvo su manifestación suprema más pura y
más abnegada en la vida del Santo Maestro.
La literatura religiosa hubiese sufrido una pérdida irremediable si no tuviéramos este libro,
que pinta un cuadro tan exacto de la operación de Dios en tiempo de superstición y de letargo
espiritual. Y quizás ésta es la lección principal del libro: que aun en los tiempos de más baja
moralidad, Dios obra y desarrolla sus planes, con el fin de que la luz espiritual ilumine con
mayor brillantez las vidas de la humanidad. En fin, es un hermoso libro y nos gustará mucho
si lo estudiamos teniendo en cuenta su verdadero carácter y propósito.
6. Estilo y carácter
Este libro fue escrito basándose en muchos documentos antiguos: genealogías, tradiciones, y
datos orales. Su estilo es sencillo y claro. Los relatos están hechos con una simplicidad que
revela la sinceridad del autor. El no escribe con fines ocultos o escondidos; presenta las cosas
tal como él las ve.
7. Cronología
La cronología del libro de los Jueces es un problema de resolución insegura. Dice J. J. Lias
que ha habido unos cincuenta sistemas de cronología sugeridos para el libro de los Jueces
(The Book of Judges pág. 34). Esto revela la dificultad del problema.
Varias cosas contribuyen a la confusión que rige en relación con el problema de la cronología
del libro de los Jueces. Es posible que en algunos casos, los números que se mencionan en el
libro son números redondos, o generales, con que se da el resumen del período de la
judicatura de un juez. Así se explicaría la frecuencia con que el número cuarenta aparece.
Es posible también que las judicaturas de ciertos jueces fueron contemporáneas. Esto es aún
más probable en el caso de la historia de Juec. 17:1–21:25, y de la historia de Rut. Es posible
que Samsón vivió en el tiempo de Elí y Samuel. Estos jueces eran en gran parte funcionarios
locales. No sería imposible que dos de ellos estuviesen juzgando en distintas regiones al
mismo tiempo, y así la duración del período de los jueces sería aproximadamente de 400
años.
A primera vista parece haber una discrepancia entre la afirmación de 1 R. 6:1 y la de Pablo
en Hch. 13:17–20. Según 1 R. 6:1, el período entre el éxodo y la inauguración del templo fue
de 480 años, o sea, desde 1446 a 966 a. de J. C. La referencia de Pablo, en Hch. 13:17–20, a
un período de 450 años, no se refiere al período de los jueces, según la mejor variante, sino
que se refiere al período antes del de los jueces. Así que la VM dice: “El Dios de este pueblo
de Israel escogió a nuestros padres, y ensalzó al pueblo, cuando habitaban como extranjeros
en Egipto; y con brazo ensalzado los sacó de allí. Y por espacio de unos cuarenta años sufrió
sus costumbres en el desierto. Y habiendo destruído siete naciones en la tierra de Canaán, les
repartió en herencia la tierra de ellas (cosa que duró cerca de cuatrocientos cincuenta años).
Y después de estas cosas les dio jueces hasta Samuel el profeta.” Los 450 años podrían
representar, en números redondos, el período desde José (m. 1803 a. de J. C.) hasta el período
de los jueces. (La muerte de Josué ocurrió alrededor de 1375 a. de J. C.)

m. murió (en fechas).

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La siguiente tabla mostrará al lector la dificultad que el historiador tiene en determinar la


cronología de este período, a la vez que nos presenta los datos que tenemos en el mismo libro
sobre la duración de los períodos que se describen.
Duración
Migración en el desierto 40
Conquista de Canaán 7
Vida de Josué después de la conquista 25
Período entre Josué y los jueces (2:10) 10 (?)
Opresión por Cusán-risataim (3:8) 8
Judicatura de Otniel (3:11) 40
La opresión moabita (3:14) 18
El juez Aod y después el reposo (3:15, 30) 80
El juez Samgar (3:31) ?
La opresión de los cananeos (4:3) 20
La juez Débora (5:31) 40
La opresión de los madianitas (6:1) 7
El juez Gedeón y después el reposo (8:28) 40
El juez Abimelec (9:22) 3
El juez Tola (10:2) 23
El juez Jaír (10:3) 22
La opresión de los filisteos y los ammonitas (10:7, 8) 18
El juez Jefté (12:7) 6
El juez Ibzán (12:9) 7
El juez Elón (12:11) 10
El juez Abdón (12:14) 8
La opresión de los filisteos (13:1) 40
El juez Samsón (15:20) 20
El juez Elí ?
El juez Samuel (los últimos años de la judicatura de Samuel coinciden con Saúl) 20
El rey Saúl 40
El rey David 40
El rey Salomón (hasta la edificación del templo: 1 R. 6:1) 4
El total de años, entre el éxodo y el comienzo de la edificación del templo, sin contar la
judicatura del juez Samgar y el juez Elí es de 596 años. Pero, según 1 R. 6:1, el período tiene
que ser de 480 años, lo que corresponde a las fechas de 1446 (el éxodo) a 966 (la edificación
del templo), fechas que hemos señalado para estos acontecimientos. Se comprueba, pues, la
gran dificultad del problema de la cronología del período de los jueces, y además, que algunos
de los períodos señalados en el libro de Jueces deben coincidir y ser contemporáneos de otros
períodos como he sugerido antes.
8. Bosquejo general
Sigue un bosquejo general del libro de los Jueces. En relación con el bosquejo histórico a
continuación se hallarán los detalles de los relatos del libro.
Bosquejo general del libro de los Jueces
CONDICIONES EN ISRAEL DESPUES DE LA MUERTE DE JOSUE. 1:1–3:7.
Actividad de Judá. 1:1–26.
Resumen de ciertos fracasos de las tribus. 1:27–36.
Mensaje del Angel de Jehová en Gilgal. 2:1–7.

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Resumen del período de los jueces. 2:8–19.


Explicación de la existencia en Palestina de tribus no dominadas. 2:20–3:7.
ACTIVIDADES DE LOS JUECES. 3:8–16:31.
Dominación de Mesopotamia: el juez Otniel. 3:8–11.
Dominación moabita: el juez Aod. 3:12–30.
Dominación filistea: el juez Samgar. 3:31.
Dominación cananea: Débora y Barac. 4:1–5:31.
Dominación madianita: el juez Gedeón. 6:1–8:35.
El juez Abimelec. 9:1–57.
El juez Tola. 10:1, 2.
El juez Jaír. 10:3–5.
Opresión ammonita: el juez Jefté. 10:6–12:7.
El juez Ibzán. 12:8–10.
El juez Elón. 12:11, 12.
El juez Abdón. 12:13–15.
Opresión filistea: el juez Samsón. 13:1–16:31.
CONDICIONES SOCIALES EN LA EPOCA DE LOS JUECES. 17:1–21:25.
Micaya y su casa de ídolos. 17:1–18:31.
La atrocidad de Gabaa. 19:1–21:25.
B. DESCRIPCION DE LAS CONDICIONES EN ISRAEL DESPUES DE LA
MUERTE DE JOSUE
Juec. 1:1–3:7
En esta sección tenemos una descripción de las condiciones que prevalecían en Israel después
de la muerte de Josué. Aquí también hay repeticiones de ciertas cosas mencionadas en el
libro de Josué (Juec. 1:12–15; comp. con Jos. 15:16–19). Se da en resumen el relato de los
esfuerzos que hicieron las tribus para tomar sus herencias; en algunos casos triunfaron, en
otros fracasaron (1:1–4, 27–36).
(A) BOSQUEJO DE LAS CONDICIONES EN ISRAEL DESPUES DE LA
MUERTE DE JOSUE
Juec. 1:1–3:7
1. Actividad de Judá. 1:1–26.
i. Mandamiento a Judá para que vaya a la guerra. 1:1–2.
ii. Alianza entre Judá y Simeón. 1:3.
iii. Captura de Bezec y su rey. 1:4–7.
iv. Toma de Jerusalén. 1:8.
v. Campaña de Judá en el sur. 1:9–11
vi. Campaña de Caleb. 1:12–20.
vii. Fracaso de Benjamín en Jerusalén. 1:21.
viii. Conquista de Betel por Efraim. 1:22–26.
2. Resumen de ciertos fracasos de las tribus. 1:27–36.
i. Manasés. 1:27.
ii. Los cananeos puestos a tributo. 1:28.
iii. Efraim. 1:29.
iv. Zabulón. 1:30.

comp. compárese; compárense.

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v. Aser. 1:31, 32.


vi. Neftalí. 1:33.
vii. Dan. 1:34.
viii. El amorreo puesto a tributo. 1:35, 36.
3. Mensaje del Angel de Jehová en Gilgal. 2:1–7.
4. Resumen del período de los jueces. 2:8–19.
i. Muerte y entierro de Josué. 2:8, 9.
ii. Muerte de la generación de Josué. 2:10.
iii. La idolatría de Israel con los dioses cananeos. 2:11–13.
iv. El furor de Jehová y el castigo del pueblo. 2:14, 15.
v. Jehová levanta a los jueces libertadores. 2:16–18.
vi. Retroceso del pueblo a la idolatría después de la muerte del juez. 2:19.
5. Explicación de la existencia en Palestina de tribus no dominadas. 2:20–3:7.
i. Jehová deja que las tribus paganas habiten entre Israel para probar a los israelitas. 2:20–23.
ii. Lista de las tribus que no dominaron los israelitas. 3:1–3.
iii. Repetición de la razón por la cual los israelitas habitaban entre tribus paganas. 3:4.
iv. El pecado del pueblo israelita con los paganos. 3:5–7.
(B) NOTAS SOBRE LAS CONDICIONES EN ISRAEL DESPUES DE LA
MUERTE DE JOSUE
Juec. 1:1–3:7
1:6. Cortáronle los pulgares: La costumbre de cortar los pulgares no era corriente entre los
hebreos pero fue practicada esta vez porque Adoni-bezec lo hacía.
1:8. Y habían combatido … a Jerusalem, y la habían tomado: La ciudad no había sido
quemada completamente. Tampoco habían expulsado enteramente a los jebuseos (v. 21).
1:15. Me des también fuentes de aguas: V. Jos. 15:19 y nota.
1:16. Y los hijos de Cineo, suegro de Moisés: Es mejor traducir: los hijos del cineo, el suegro
de Moisés. Véanse el Gén. 15:19 y nota; Ex. 2:18 y su nota; 18:1; Núm. 10:29–32; Juec. 4:11,
17; 1 Sam. 15:6; 27:10; 30:29. Los cineos eran una tribu que descendía de los madianitas;
Jetro, el suegro de Moisés era madianita. Los recabitas eran de los cineos (1 Cr. 2:55).
1:21. Mas al Jebuseo que habitaba en Jerusalem, no echaron: V. Jos. 15:8; 2 Sam. 5:6–8 y
sus notas.
1:23. Bethel, la cual ciudad antes se llamaba Luz: V. Gén. 28:19 y nota.
1:26. Fuese el hombre a la tierra de los Hetheos: V. el capítulo sobre la Tierra de Canaán
para una descripción de los heteos. Se refiere aquí a Asia Menor, donde los heteos habitaban.
Probablemente este hombre era heteo, y viendo que la causa de sus compatriotas en Palestina
estaba perdida, él se fue a otra parte donde había otros heteos. Allí edificó una ciudad. Comp.
la historia tradicional de la fundación de Roma por refugiados de Troya, relatada tan
eminentemente en la Eneida de Virgilio.
1:28. Hizo al Cananeo tributario: Aunque no echaron a los habitantes, los pusieron bajo
tributo lo cual fue un error que después les produjo muchas dificultades.
1:31. Tampoco Aser echó a los que habitaban en Acho … en Sidón, etc.: El error de Aser al
no dominar a los fenicios, y otras tribus que habitaban en su heredad, fue fatal para la
influencia distintiva que ésta hubiera podido ejercer como tribu. V. el capítulo sobre las
Tribus de Israel en Canaán.

V. véase; véanse.

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1:34. Los Amorrheos apretaron a los hijos de Dan: V. el capítulo sobre las Tribus de Israel
en Canaán.
2:1. Y el ángel de Jehová: Mejor se traduce en la AV del inglés, un ángel. No era el gran
Angel del Pacto, sino un sencillo mensajero celestial, de los que, según entendemos, hay
miríadas de ellos haciendo la voluntad del Padre Dios. Así interpreta Lias aunque K y D
creen que era el Angel del Pacto.
Bochim: La voz hebrea bokim significa lloradores. Nada se sabe sobre este lugar. Así se
llamó por lo dicho en el v. 4: “El pueblo lloró en alta voz.”
2:2, 3. No habéis atendido a mi voz: La prohibición acerca de hacer alianzas con los paganos
no había sido obedecida, por lo cual el pueblo había de ser castigado. Aquí tenemos la
explicación básica de los acontecimientos que luego se relatan en el libro de los Jueces.
2:8. Y murió Josué: Mejor, Y había muerto Josué. No hay más que dos tiempos gramaticales
en el idioma hebreo: tiempo imperfecto, que indica que la acción del verbo no está terminada,
y que podría ser presente, futuro, potencial, etc.; y tiempo perfecto, el cual indica acción
terminada, e incluye al pretérito, al pluscuamperfecto, etc. En este pasaje tenemos tiempo
perfecto.
2:13. Y adoraron a Baal y a Astaroth: La palabra Baal significa señor, amo, poseedor. Era
el término genérico referente a muchos dioses cananeos, y no era un nombre personal. Comp.
Moore. Astaroth es un sustantivo plural y se refería a muchas diosas. La forma singular es
Astarte. Astarte era adorada en Asiria, Babilonia, Siria, Fenicia, Filistia, y Canaán, bajo
nombres derivados de la misma raíz que Astarte.
2:14. Jehová … los entregó en manos de robadores: Así se resume la acción del libro de los
Jueces. El pueblo pecaba y era disciplinado por la opresión de sus enemigos.
2:16. Jehová suscitó jueces: Después del pecado, y del castigo, que terminaba con el
arrepentimiento por parte del pueblo, venía la liberación, por medio de los jueces que Dios
levantaba.
2:17. Fornicaron tras dioses ajenos: El pasaje se refiere al adulterio espiritual de Israel, al
adorar a otro dios que no era Jehová, aunque es notable que en las religiones paganas de
Canaán, la inmoralidad era una parte del culto.
2:21. Tampoco yo echaré más de delante de ellos a … aquestas gentes: El círculo vicioso se
completa: El pueblo no echa a las tribus nativas, contagia su religión, peca con sus dioses, y
Jehová los castiga dejando a las tribus firmemente implantadas en la tierra.
3:4. Estos pues fueron para probar: Otro motivo por el cual Dios no echó a los pueblos
nativos fue para que éstos sirvieran de prueba al pueblo. Es un axioma de la filosofía que el
desarrollo de carácter requiere pruebas difíciles.
3:7. Sirvieron a los Baales, y a los ídolos de los bosques: Lit., los bosques, a veces traducido
Asheras (VM). Véase la nota sobre Ex. 34:13, y la nota sobre Juec. 2:13.
C. ACTIVIDADES DE LOS JUECES
Juec. 3:8–16:31
En esta sección, trataremos solamente de aquellos jueces cuya vida y obra se describe en el
libro de los Jueces. Otros dos jueces, Elí y Samuel, se tratan en relación con los primeros
capítulos del primer libro de Samuel.

AV Authorized Version, versión de la Biblia en inglés, de 1611, autorizada por el Rey Jaime, de Inglaterra.
K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.
Lit. literalmente.

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En el bosquejo histórico de este período, seguimos el orden cronológico. Como hemos


señalado en la Intro. al Libro de los Jueces, 7. Cronología, el verdadero orden de los
incidentes no se sabe, y es probable que, en algunos casos, varios jueces fueron
contemporáneos de otros.
(A) BOSQUEJO DE LAS ACTIVIDADES DE LOS JUECES
Juec. 3:8–16:31
1. Dominación de Mesopotamia: el juez Otniel. 3:8–11.
i. El castigo de Israel por su pecado. 3:8.
ii. Clamor del pueblo y levantamiento del juez. 3:9.
iii. Liberación del pueblo. 3:10.
iv. Reposo de la tierra. 3:11.
2. Dominación moabita: el juez Aod. 3:12–30.
i. Pecado del pueblo y su castigo. 3:12–14.
ii. Clamor del pueblo y envío del juez Aod. 3:15.
iii. El ardid de Aod y el asesinato del rey moabita. 3:16–26.
a. Preparación de Aod. 3:16.
b. Entrega del obsequio. 3:17, 18.
c. Asesinato del rey moabita por Aod. 3:19–23.
d. Descubrimiento del cadáver del rey 3:24, 25.
e. Escape de Aod. 3:26.
iv. La campaña moabita. 3:27–30.
a. Convocación del ejército israelita. 3:27, 28.
b. Destrucción del poderío moabita. 3:29, 30.
3. Dominación filistea: el juez Samgar. 3:31.
4. Dominación cananea: Débora y Barac. 4:1–5:31.
i. Guerra con los cananeos. 4:1–24.
a. Pecado de Israel. 4:1.
b. Dominación cananea. 4:2, 3.
c. La profetisa Débora. 4:4, 5.
d. Llamamiento de Barac y su comisión. 4:6–9.
e. Reunión de los ejércitos de Israel. 4:10, 11.
f. Reunión del ejército de Sísara. 4:12, 13.
g. Derrota del ejército de Sísara. 4:14–16.
h. Muerte de Sísara a manos de Jael. 4:17–22.
j. Conclusión. Victoria sobre Jabín. 4:23, 24.
ii. Cántico de Débora y Barac. 5:1–31.
a. Prefacio. 5:1.
b. Alabanza a Jehová por su gloria. 5:2–5.
c. Decaimiento de Israel antes de la venida de Débora. 5:6–13.
d. Lista de las tribus que salieron a la batalla. 5:14–18.
e. Descripción de la batalla. 5:19–23.
f. Muerte de Sísara por Jael. 5:24–27.
g. Descripción poética del hecho de que Sísara no vuelve a su país. 5:28–30.
h. Execración de los enemigos de Jehová. 5:31.
5. Dominación madianita: el juez Gedeón. 6:1–8:35.

Intro. Introducción.

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i. Introducción. La situación planteada. 6:1–10.


a. Dominio de Madián. 6:1–6.
b. Amonestación al pueblo por un profeta de Dios. 6:7–10.
ii. Preparación de Gedeón para ser libertador. 6:11–40.
a. Aparecimiento del Angel de Jehová a Gedeón. 6:11, 12.
b. Resistencia de Gedeón al llamamiento celestial. 6:13–16.
c. Señal del sacrificio consumido. 6:17–23.
d. Construcción de un altar. 6:24.
e. Derribo del altar de Baal. 6:25–27.
f. Defensa por Joás de su hijo frente a las amenazas de los adoradores de Baal. 6:28–32.
g. Reunión del ejército de Madián. 6:33.
h. Prueba del vellón de lana. 6:34–40.
iii. La campaña contra Madián. 7:1–25.
a. Selección del ejército. 7:1–8.
b. Excursión de Gedeón en el campo de Madián. 7:9–12.
c. Visión parabólica del pan de cebada. 7:13, 14.
d. Instrucciones finales de Gedeón a sus hombres. 7:15–18.
e. La batalla. 7:19–22.
f. Persecución de los madianitas. 7:23–25.
iv. Operaciones de limpieza en la campaña contra los madianitas. 8:1–35.
a. Queja de los habitantes de Efraim. 8:1–3.
b. Oposición de Sucot y Peniel. 8:4–9.
c. Victoria sobre Zeba y Zalmuna. 8:10–12.
d. Venganza sobre las ciudades de Sucot y Peniel. 8:13–17.
e. Ejecución de Zeba y Zalmuna. 8:18–21.
f. Rechazamiento de la oferta del reino. 8:22, 23.
g. Los zarcillos de oro y el efod. 8:24–27.
h. Resumen de la última parte de la vida de Gedeón. 8:28–32.
j. Nueva idolatría de Israel. 8:33–35.
6. El juez Abimelec. 9:1–57.
i. Traición de Abimelec. 9:1–4.
ii. Asesinato de los hijos de Gedeón por Abimelec. 9:5.
iii. Elección de Abimelec. 9:6.
iv. Fábula de Joatam. 9:7–20.
a. Relato de la fábula. 9:7–15.
b. Interpretación de la fábula. 9:16–20.
v. Huída de Joatam. 9:21.
vi. Tirantez entre Abimelec y los siquemitas. 9:22–25.
vii. Nombramiento de Gaal como caudillo. 9:26–29.
viii. Aviso de Zebul a Abimelec. 9:30–33.
ix. Emboscada de Abimelec. 9:34–38.
x. Vencimiento de Gaal. 9:39–41.
xi. Conquista de la ciudad de Siquem. 9:42–45.
xii. Incendio de la ciudadela de Siquem. 9:46–49.
xiii. Conquista de Tebes y muerte de Abimelec. 9:50–57.
7. El juez Tola. 10:1, 2.
8. El juez Jaír. 10:3–5.

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9. Opresión ammonita: el juez Jefté. 10:6–12:7.


i. Condición del pueblo. 10:6–18.
a. La idolatría y su castigo. 10:6–8.
b. Opresión por Ammón. 10:9.
c. Confesión de pecado y arrepentimiento del pueblo. 10:10–16.
d. Reunión de los ejércitos ammonitas. 10:17.
e. Búsqueda de un adalid. 10:18.
ii. La campaña de Jefté contra Ammón, 11:1–40.
a. Origen humilde de Jefté y su transformación en bandido. 11:1–3.
b. Elección de Jefté como adalid del pueblo. 11:4–11.
c. Conferencias diplomáticas entre Jefté y los jefes ammonitas. 11:12–28.
(1) Pedido de Jefté por una explicación de la causa ammonita. 11:12.
(2) Acusación de los ammonitas: Israel había ocupado tierra ammonita. 11:13.
(3) Apología de Jefté. 11:14–27.
(i) Primera defensa: que Israel quitó a los amorreos esta tierra. 11:14–22.
(ii) Segunda defensa: que fue Jehová el que entregó la tierra a Israel. 11:23, 24.
(iii) Tercera defensa: Moab, que estaba en el mismo caso que Ammón, no había reclamado.
11:25.
(iv) Cuarta defensa: el reclamo debía haber sido hecho antes para ser válido. 11:26.
(v) Conclusión: afirmación de inocencia. 11:27.
(4) Rechazamiento de las razones por los ammonitas. 11:28.
d. Batalla contra Ammón. 11:29–33.
(1) Ataque de Jefté a los ammonitas. 11:29.
(2) Voto de Jefté. 11:30, 31.
(3) Triunfo de Jefté. 11:32, 33.
e. Consecuencia trágica del voto de Jefté: holocausto de su hija. 11:34–40.
(1) Encuentro con su hija. 11:34, 35.
(2) Consagración de la hija. 11:36, 37.
(3) Endecha de su virginidad. 11:38.
(4) El sacrificio. 11:39.
(5) La ceremonia anual de la endecha de la hija de Jefté. 11:40.
iii. La batalla de Jefté contra Efraim. 12:1–7.
a. Queja de los efraimitas y su amenaza. 12:1.
b. Defensa de Jefté. 12:2, 3.
c. La batalla. 12:4.
d. La prueba de Shiboleth. 12:5, 6.
e. Conclusión. Fin de la vida de Jefté. 12:7.
10. El juez Ibzán. 12:8–10.
11. El juez Elón. 12:11, 12.
12. El juez Abdón. 12:13–15.
13. Opresión filistea: el juez Samsón. 13:1–16:31.
i. Circunstancias de su nacimiento. 13:1–24a.
a. Condición pecaminosa del pueblo. 13:1.
b. Esterilidad de la esposa de Manoa. 13:2.
c. Visión de la esposa de Manoa. 13:3–5.
d. Relato de su visión por la mujer a su esposo. 13:6, 7.
e. Oración de Manoa. 13:8.

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f. Aparecimiento del Angel de Jehová a Manoa y a su esposa. 13:9–20.


g. Interpretación de su experiencia por los padres de Samsón. 13:21–23.
h. Nacimiento de Samsón. 13:24a.
ii. Crecimiento corporal y espiritual de Samsón. 13:24b, 25.
iii. Compromiso de Samsón con la mujer filistea. 14:1–21.
a. Enamoramiento de Samsón. 14:1–3.
b. Explicación de la operación de la Providencia de Dios. 14:4.
c. Muerte del león. 14:5, 6.
d. El compromiso. 14:7.
e. Hallazgo de la miel en el cadáver del león. 14:8, 9.
f. El banquete. 14:10.
g. El enigma. 14:11–14.
h. Amenaza de los filisteos a la mujer. 14:15.
j. Estratagema de la mujer para saber el enigma. 14:16, 17.
k. Resolución del enigma. 14:18, 19.
m. Matanza de los treinta filisteos. 14:20.
n. Disposición de la esposa de Samsón. 14:20.
iv. Incidente de las trescientas zorras. 15:1–8.
v. Entrega de Samsón por sus compatriotas a los filisteos. 15:9–20.
vi. Samsón y la ramera. 16:1–3.
vii. Samsón y Dalila. 16:4–31.
a. Enamoramiento de Samsón y Dalila. 16:4.
b. Proposición de los jefes filisteos a Dalila. 16:5.
c. Primera prueba: los mimbres verdes. 16:6–9.
d. Segunda prueba: las cuerdas nuevas. 16:10–12.
e. Tercera prueba: el tejido de las guedejas. 16:13, 14.
f. Cuarta prueba: el corte del cabello. Caída de Samsón. 16:15–21.
g. Crecimiento del cabello de Samsón. 16:22.
h. Reunión de los filisteos. 16:23–25.
j. Destrucción de la casa por Samsón. 16:26–30.
k. Entierro de Samsón. 16:31.
(B) NOTAS SOBRE LAS ACTIVIDADES DE LOS JUECES
Juec. 3:8–16:31
3:8–11. Judicatura de Otniel.
Otniel era un hermano más joven de Caleb, que ya antes de la opresión del rey de
Mesopotamia, se había distinguido (Jos. 15:17; Juec. 1:13). Con la opresión del rey oriental,
este pariente del gran héroe de la migración en el desierto, viene al frente y libra al pueblo de
sus enemigos.
3:8. Chusan-risathaim, rey de Mesopotamia: De este rey nada se sabe, ni se conoce su
identidad. Probablemente tenemos aquí el nombre que los hebreos le asignaban. La última
parte—risathaim denota doble iniquidad (K y D). El targum lo traduce, Chusan el inicuo.
Mesopotamia es, en hebreo, Aram-naharáyim, Ama (Siria) de los dos ríos, una región entre
el Tigris y el Eufrates, en Mesopotamia septentrional.
3:12–30. Dominación moabita: el juez Aod.

K y Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.

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El relato de la liberación del pueblo por Aod revela hazañas dobles de valor y sangre, hechas
por el que llenaba el papel de director espiritual y libertador político: Aod. Dada la naturaleza
del peligro que se cernía sobre el pueblo, y la opresión que le afligía, no es difícil ver por qué
tales hombres como Aod llegaban a ser los héroes nacionales.
3:15. Tenía cerrada la mano derecha: La idea de que era ambidextro se halla en la Versión
de Scío; mejor, era zurdo, y así traducen la VM, Nácar y Colunga, Bover y Cantera, y otros
traductores.
3:19. Se volvió desde los ídolos que están en Gilgal: Algunos traducen, Se volvió desde las
canteras, con K y D, ASV, etc. Otros concuerdan con C. de V.: Cassel, Terry, etc.
3:21. Aod metió su mano izquierda: Puesto que metía la mano izquierda, el rey no temía mal.
No se daba cuenta de que Aod era zurdo. Así que Aod pudo llevar a cabo su plan atrevido de
matarlo.
3:24. Cubre sus pies: Eufemismo que se refiere al acto de hacer las necesidades naturales de
la vida (Terry, Lias, Farrar, etc.); sugerida por el vestido largo que todos llevaban.
3:27. Tocó el cuerno en el monte de Ephraim: Aod convocó al pueblo desde la región
montañosa de Efraim donde se habían escondido por temor de los moabitas.
4:1–5:31. Judicatura de Débora.
En todas las naciones, por lo general, los hombres se distinguen más que las mujeres, y así
sucedió entre los hebreos. Sin embargo, en la Biblia hallamos a muchas mujeres que por una
u otra razón sobresalen más que los hombres como: María, Débora, Rut, Ester, Alejandra
(reina asmonea en el período macabeo), María la madre de Jesús, etc.
Después de los tiempos de Aod, se suscitó una opresión por los nativos cananeos, algunas de
las tribus del norte de Palestina. Los adalides que Dios levantó fueron Débora, la directora
espiritual de la rebelión, y Barac, caudillo militar.
4:2. Asor: La ubicación de Asor es incierta, pero probablemente estaba cerca de las aguas de
Merom.
4:4. Débora: Significa abeja. Esta mujer era profetisa, como Hulda (2 R. 22:14), y la esposa
de Isaías (Is. 8:3). Su esposo era Lapidoth, voz que significa lámparas, o antorchas, aunque,
en vez de traducir mujer de Lapidoth, se puede invertir, mujer de espíritu fogoso, y así era
entendido por algunos de los antiguos rabinos (comp. Cassel), que suponían que Barac (voz
que significa relámpago) era su esposo. Pero esto no es una hipótesis válida.
4:8, 9. Barac le respondió: Si tú fueres conmigo, yo iré: Barac muestra no tener fe al no
aceptar la palabra de la profetisa acerca del éxito del viaje. A pesar de que Jehová se lo ha
ordenado, Barac pide a la profetisa que lo acompañe. Puesto que él depende de una mujer
para obtener la victoria, en vez de Dios, el honor del triunfo será para la mujer.
4:10. Juntó Barac a Zabulón y a Nephtalí: Al provenir el peligro del norte, las tribus norteñas
eran las que debían aprestarse para la defensa.
4:11. Hobab suegro de Moisés: Hobab era el cuñado. V. nota de Núm. 10:29, en el Tomo I.
4:21. Metióle la estaca por las sienes: La acción de Jael es sangrienta, pero típica de aquella
época dura y bárbara. Jael se convirtió por esto en una heroína que es recordada en la historia
hebrea. El relato apócrifo de Judit es semejante a la historia de Jael, con la cual tiene afinidad.

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.


ASV American Standard Version, versión revisada de la Biblia en inglés, de 1901, hecha en Norteamérica.
C. de V. Versión española de Cipriano de Valera de la
comp. compárese; compárense.
V. véase; véanse.

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5:8. En escogiendo nuevos dioses: Al haber seguido Israel otros dioses, venían la opresión y
la guerra como consecuencias. ¿Se veía escudo o lanza … en Israel?: Tenían armas, de otra
manera la guerra no hubiese sido emprendida, pero, a tal grado se habían degradado que no
se habían atrevido a usarlas (comp. Lias).
5:14–18. Lista de las tribus que salieron a la batalla.
Aquí se mencionan 8 tribus: Efraim, Benjamín, Zabulón, Isacar, Rubén, Dan, Aser, y Neftalí,
y una región, Galaad. Galaad incluía a Gad y Manasés del este, y Efraim incluye a Manasés
del oeste, así que se suma a diez el número de las tribus. Judá y Simeón no fueron a esta
guerra, quizás por celos, o probablemente porque estaban muy alejados del peligro de este
enemigo del norte.
5:28. La madre de Sísara se asoma a la ventana, etc.: El poeta se imagina que ve a la madre
de Sísara que espera a su hijo; es la figura literaria de la visión.
6:1–8:35. Dominación madianita: el juez Gedeón.
El juez Gedeón es uno de los héroes israelitas que más se destaca en las memorias del pueblo.
Su gran fe, su valor, las hazañas que realizó, y su falta de ambición personal (8:22, 23), lo
hacen digno del alto concepto en que se ha tenido.
6:1–3. Madián: Descendientes de Abraham por Cetura (Gén. 25:1, 2). Con ellos se juntaron
los amalecitas y “los orientales”, otras tribus beduínas del desierto oriental, siempre
dispuestas a tomar parte en cualquier expedición que prometía un buen botín.
6:11. Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar: El lugar ordinario para trillar no era
apropiado porque estaba expuesto a la vista de las gentes. Por esto Gedeón trillaba en el lagar,
un foso cuadrado u oval cavado en la piedra, donde podía trabajar sin ser visto.
6:15. Manasés: Gedeón era de la tribu de Manasés, una región muy expuesta a los ataques
de las tribus beduínas del desierto al este de Palestina.
6:21. Y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura: Convenía
al concepto hebreo de la esencial naturaleza espiritual de Dios, que la comida puesta por
Gedeón fuera quemada, ya que el Angel del Pacto, siendo un ser espiritual, no la podía comer.
6:24. Jehová-salom: Jehová es paz.
6:25, 26. Toma un toro … y otro toro … y derriba el altar de Baal: Ambos toros fueron
usados para derribar el altar, pero sólo el segundo fue sacrificado (comp. Lias). También
cortaron el bosque, heb., ascherah, una columna alta de madera que representaba a la diosa
fenicia y cananea, Asera, o Astarte. V. 2:13 y nota.
6:27. Temiendo hacerlo de día: Gedeón quería proteger a su familia.
6:31. Si es Dios, contienda por sí mismo: Joás, convencido de que Gedeón tiene razón, lo
defiende. Pregunta a los hombres si ellos defenderán a Baal, o le salvarán (viendo que ya está
derribado). Si Baal no es Dios, entonces que mueran los que lo defienden, porque se han
apartado de Jehová, el verdadero Dios. Y si es Dios, que se defienda a sí mismo contra
Gedeón. La implicación es que, puesto que Baal no se había defendido, no era Dios.
6:32. Jerobaal: Voz que significa, contienda Baal con él. En conmemoración de esta ocasión,
recibió Gedeón este sobrenombre.
6:33. Valle de Jezreel: Más comúnmente lo llamamos ahora Esdraelón, o sea, llanura de
Edraelón. Es una gran llanura en Palestina central, que se extiende hacia el noroeste desde
los montes Gilboa y Pequeño Hermón en el este hasta el monte Carmelo en el oeste.
6:34. Abiezer: Un grupo de los parientes más cercanos de Gedeón, que respondieron primero
a su llamado.

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6:37. Pondré un vellón de lana: Parecería que la prueba que el ángel le dio a Gedeón al
quemar con su bordón la ofrenda de éste hubiese sido suficiente para Gedeón sin que hubiera
sido necesaria la prueba del vellón de lana, pero evidentemente la fe de este hombre, que no
había visto los prodigios de Dios en su generación, necesitaba ser fortalecida.
7:1. Fuente de Harod: Esto es En-Jarod; la voz En significa fuente. No se conoce este lugar,
ni tampoco More, donde estaban los madianitas.
7:3. El que teme … vuélvase: El dejar ir a casa a los temerosos estaba de acuerdo con la ley
y filosofía hebrea, que no creía al tímido un buen soldado (Deut. 20:8).
7:4–6. Cualquiera que lamiere las aguas, etc.: Parece que los que tomaron las agua como lo
hace el perro, fueron los que quedaron derechos en sus pies, lo que les daría una gran ventaja
en la batalla sobre los otros que se arrodillaban para beber, siendo éstos más fácilmente
sorprendidos por algún enemigo. Fue una prueba para ver quiénes eran más alertas.
7:13. Veía un pan de cebada, etc.: El pan de cebada, tan pequeño que era, representaba a
Israel, que había de destruir a las huestes del desierto. El hecho de que en su sueño Israel
toma la forma de un pan de cebada es porque era insignificante para hacer frente a los ataques
madianitas (Lias, Farrar, Cassel, etc.). La cebada era considerada comida para los animales.
Sin duda el hecho de que Gedeón había reunido más de 32,000 soldados no había escapado
a los madianitas, y quizás esto motivó el sueño en el soldado.
7:20. Tocaron las bocinas, y quebrando los cántaros tomaron … las teas, y … los cuernos:
La luz brillante y repentina, los gritos de los israelitas, y los toques de bocina, fueron
calculados para infundir temor en los corazones de los madianitas.
8:1. ¿Qué es esto que has hecho con nosotros, no llamándonos cuando ibas a la guerra?: El
celo de Efraim resalta en este pasaje y en el 12:1. Efraim temía que una victoria de Neftalí,
Aser y Manasés (7:23) destacaría más a estas tribus y que Efraim perdería su preeminencia
entre las tribus.
8:2. ¿Qué he hecho yo ahora como vosotros?: Gedeón tiene más tacto que Jefté (12:2) y evita
la guerra. Con un poco de lisonjeo, resuelve la tensión. Llama la atención a que la fertilidad
de la heredad de Efraim es mayor que la de Manasés. ¿No es el rebusco de Efraim (lo que
queda después de la cosecha) mejor que la vendimia (o sea la cosecha) de Abiezer? la región
que habitan Gedeón y sus parientes.
8:7. Trillaré vuestra carne con espinas …: Esto se cumplió literalmente en el 8:16. A menudo
se hacían látigos de espinas. Fue un castigo severo el que infligió Gedeón sobre estos
hombres, pero los traidores siempre han sido considerados peores que los mismos enemigos.
8:18–21. Como tú, tales eran aquellos … Y él dijo: Mis hermanos eran: Gedeón había sabido
de la matanza en Tabor, y evidentemente sospechaba que los asesinados habían sido sus
hermanos, pero no estaba seguro. Pregunta a Zeba y a Zalmuna cuál era el parecido de los
hombres muertos. Ellos le contestan que los muertos se asemejaban a Gedeón. El entonces
se da cuenta de que se trata de sus propios hermanos. Parece que Gedeón estaba dispuesto a
perdonarlos, pero, al saber que ellos eran los asesinos de sus hermanos, ordena su ejecución.
Dispone que su propio hijo los mate; siendo éste muy joven, sería más humillante la muerte
(comp. el 9:54). El joven, por su inexperiencia, no quiere hacerlo. Ellos le piden a Gedeón
que lo haga, pues así la muerte sería más digna.
8:23. No seré señor sobre vosotros: Aunque el pueblo ofrece a Gedeón la autoridad para que
los gobierne, él la rehusa, mostrando así que no tiene ambición personal.
8:27. Y Gedeón hizo de ellos un ephod … y todo Israel fornicó tras de ese ephod: El efod era
el vestido sagrado del sumo sacerdote. Cuál fue el error del pueblo cometido en Ofra, no se
sabe. Pueden haber sido ceremonias inmorales. También pudo haber sido la idolatría, es

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decir, el culto del efod (Lias). Moore cree que “es el nombre específico de una clase de ídolo”.
Pero creo que se usa la palabra en su sentido ordinario referente a un vestido. O podría ser
que Gedeón llevaba el efod, funcionando él como sacerdote aun cuando no era levita (K y
D). Probablemente Israel “fornicó” en el sentido de que adoraba a Dios en otro lugar fuera
del que Jehová había establecido.
9:1–57. Abimelec.
Abimelec era hijo de Gedeón. Era una excepción entre los jueces, en que no recibió una
comisión de Dios. Por esto no puede llamarse un verdadero juez. El relato de su vida es más
obscuro que el de los otros jueces. Para entenderlo debemos recordar que en muchas regiones
los israelitas vivían lado a lado con los paganos; aquí se trata de los cananeos.
9:2. Soy hueso vuestro, y carne vuestra: Abimelec fue el fruto de una unión ilícita entre
Gedeón y una cananea. Abimelec fue a Siquem a solicitar la cooperación de sus parientes
maternos, los cananeos.
9:4, 5. Diéronle setenta siclos de plata del templo de Baal-berith, con los cuales Abimelech
alquiló hombres: Con dinero del templo pagano, Abimelec pagó a algunos siquemitas para
que asesinaran a todos sus hermanos. Solamente se escapó Joatam, el más joven.
9:5. Mas quedó Jotham: Joatam era el hijo más joven de Gedeón, y probablemente era hijo
legítimo.
9:6. Eligieron a Abimelech por rey: Debemos recordar que los siquemitas eran paganos, que
acostumbraban tener reyes. Los hebreos aún no tenían rey.
9:7–21. La fábula de Joatam.
En medio de la ceremonia de la coronación, la voz de Joatam se oía que hablaba desde el
monte de Gerizim, cuyo precipicio pendía sobre Siquem. A veces se llama esta figura una
parábola pero el hecho de que hablan las cosas inanimadas la hace una fábula. En esta fábula,
los árboles buenos estaban tan ocupados en sus negocios que no podían entrar en la política,
pues van al escaramujo, una planta que no produce nada, para pedirle que sea su rey. La
lección de la fábula es que en Abimelec ellos habían escogido como rey a un escaramujo.
9:8–13. La oliva y la vid.
En la fábula, los árboles piden a la oliva y a la vid, plantas fructíferas, para que reinen sobre
ellas; pero éstas tienen una tarea muy útil en el reino de la naturaleza, y no quieren dejar su
trabajo para reinar. La ironía es evidente. Había muchos hombres buenos en la tierra que
podían reinar, pero que se ocupaban en sus propios asuntos.
9:14. Dijeron … al escaramujo: Anda tú, reina sobre nosotros: El escaramujo, una planta
inútil, representaba a Abimelec.
9:15, 20. Aseguraos debajo de mi sombra: Irónico; el escaramujo apenas da sombra y el
amparo que daría sería poco. Fuego salga del escaramujo que devore los cedros del Líbano:
Los cedros del Líbano serían los señores de Siquem. El escaramujo era empleado para
encender el fuego. Si ellos no lo aceptan como rey, entonces los amenaza con la destrucción,
así como el fuego sale del escaramujo para quemar. Al hacer su aplicación de la fábula,
Joatam también señala que Abimelec será destruído cuando el “fuego salga de los de Sichem”
(9:20).
9:19, 20. Si con verdad … habéis obrado … que gocéis de Abimelech: Estas palabras, y las
siguientes son como una profecía: Si ellos han hecho bien, se llevarán bien con su nuevo rey,
y todo saldrá bien. Si no han hecho bien, entonces fuego salga de Abimelech, y consuma a
los de Sichem, y viceversa. Y esto sucedió después de tres años.
9:26. La rebelión bajo Gaal.

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De este hombre no se sabe nada; probablemente fue un aventurero. El vino a Siquem y ganó
la confianza de los siquemitas, y consiguió que en la fiesta de la vendimia (v. 27), en la casa
de Baal, se maldijera a Abimelec.
9:28. ¿Qué es Sichem?: Probablemente referente a la parte de Siquem que ayudaba a
Abimelec. Servid a los varones de Hemor. Véase Gén. 34:2, 6. Gaal era siquemita de pura
cepa; Abimelec era medio israelita.
9:29. Y decía a Abimelech: Aumenta tus escuadrones, y sal: Un desafío a Abimelec, dicho
en su arenga en presencia de los siquemitas, o en un mensaje enviado a Abimelec.
9:30–33. Aviso de Zebul a Abimelec.
Zebul comandante de la ciudad, bajo el mando de Abimelec, manda palabra a Abimelec sobre
la rebelión, trazando un plan de acción. Abimelec pone una emboscada, y destruye a sus
enemigos.
9:36–38. La sombra de los montes te parece hombres: Zebul finge no ver a los soldados de
Abimelec, a fin de ganar tiempo para que lleguen para el ataque. Luego Zebul reprende
abiertamente a Gaal, y le dice que vaya a pelear con Abimelec.
9:45. Sembróla de sal: Esto fue simbólico; hacía a la ciudad como el Mar Muerto. Después
Siquem otra vez tuvo fama. V. 1. R. 12:1.
9:49. Prendieron fuego con ellas a la fortaleza: Así se cumplió la profecía de Joatam en su
fábula (9:19, 20).
9:50. Thebes: Ciudad de Efraim, a 20 kilómetros de Siquem.
9:53. Una rueda de molino: La piedra de arriba, que las mujeres usaban para moler el grano,
que la mujer dejó caer sobre la cabeza de Abimelec. Así se cumplió la segunda parte de la
profecía de Joatam, sobre la destrucción de Abimelec.
10:1–5. Judicaturas de Tola y Jaír.
Las judicaturas de Tola y Jaír parecen haber sido períodos de reposo. A lo menos no se hace
referencia en el pasaje a enemigos. Quizás Tola “levantóse para librar a Israel” (mejor,
defender), en el sentido de hacerlo fuerte para que no lo atacara nadie.
10:4. Tuvo treinta hijos que cabalgaban sobre treinta asnos: La referencia a los treinta hijos
y los asnos, es un indicio de la alta posición social y económica de este hombre (K y D), que
se expresaba en la multiplicación de las esposas. Y tenían treinta villas … en la tierra de
Galaad: Estas eran ciudades conquistadas por Jaír, y gobernadas por sus hijos.
10:6–12:7. Opresión ammonita: el juez Jefté.
El bajo origen de Jefté (11:1: “hijo de una ramera”), la injusticia que experimentó, su carácter
impulsivo e irreflexivo (manifestado al prometer en sacrificio a quien primero saliera a
recibirlo), es una demostración de la gracia de Dios, que puede realizar cosas prodigiosas con
hombres tan ineptos como él.
11:1. Galaad: Nombre del padre de Jefté.
11:5. Galaad: Aquí el nombre de la región en la cual habitaban los gaditas. Ammón estaba
al este de Galaad, así pues que era natural que los gaditas fuesen los que primero estaban
expuestos al ataque de aquellos.
11:11. Jephté habló … delante de Jehová: El pacto entre Jefté y el pueblo fue ratificado
delante de Dios. Jefté, a pesar de su bajo origen, reconoce el carácter espiritual de su misión.
11:12. Y envió Jephté embajadores al rey de los Ammonitas: Jefté muestra prudencia al
buscar una solución pacífica antes de recurrir a la fuerza.
11:13. Israel tomó mi tierra: La tierra de Ammón había sido ocupada por los amorreos antes
de la venida de los israelitas y luego la tribu de Gad se posesionó de esta región. Este hecho

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es la base del argumento de Jefté en 11:15–23. Israel no quitó la tierra a Ammón sino a los
amorreos.
11:14–27. Apología de Jefté.
Jefté da cuatro buenas razones para justificar la conducta de Israel: (1) Que Israel quitó a los
amorreos esta tierra, y no a los ammonitas. (2) Que fue Jehová el que entregó la tierra a Israel.
(3) Que Moab, que estaba en el mismo caso que Ammón, no había hecho reclamaciones. (4)
Que el reclamo para que hubiera sido válido debería haber sido hecho antes.
11:24. Chemos: El dios principal de Moab y no de Ammón. Quizá estaban bajo el mismo
gobierno en este tiempo Moab y Ammón (Lias). Es un argumento ad hominem el que emplea
Jefté, y no da a entender que él cree en la existencia del dios de los ammonitas, sino que toma
el punto de vista de ellos para darles un argumento que ellos aceptarían (comp. Mt. 12:27,
28; 1 Cor. 15:29).
11:26. Trescientos años: Es difícil explicar este número, pero es probable que se trata de
números redondos, como dice el autor conservador Farrar, “cien años completos desde la
muerte de Josué y la terminación nominal de la conquista, con partes del siglo anterior y
posterior a ellos”.
11:30, 31. Si entregares a los Ammonitas en mis manos, cualquiera que me saliere … le
ofreceré en holocausto: El pronombre relativo es personal: quienquiera; Jefté esperaba a una
persona.
11:35. No podré retractarme: En esto se equivocaba. La ley de Moisés permitía una
retractación del voto hecho, o sea, una substitución (Lev. 27:1–8).
Daniel M. Welton asevera que la hija de Jefté no fue sacrificada en holocausto, sino que fue
consagrada a una vida de soltería. El alega las siguientes razones: (1) No hay ningún otro
caso de sacrificio humano hecho por un israelita creyente; (2) la fuerza de la expresión, “hizo
de ella conforme a su voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón” (11:39), indica que
el cumplimiento de su voto se relacionaba con su virginidad; (3) la lamentación de la hija, no
porque tenía que morir sino por su virginidad; (4) la provisión de la ley (Lev. 27:2) que
permitía un rescate; (5) por la comendación de las Escrituras a Jefté por su fe; otras razones
da este autor, pero esto representa su opinión (The Book of Judges, en The American
Commentary, pág. 64 y sig.) Así creen Adán Clarke, Jamieson, Cassel, K y D, y otros. Con
la opinión de que se trata de un verdadero sacrificio, con la muerte de la hija, concuerdan
Lutero, Tomás Scott, Terry, Farrar, Nácar y Colunga, B. H. Carroll (ob. cit., pág. 271),
Watson, Thatcher, Lias, Kent, y otros.
12:6. Di, Shiboleth. Y él decía, Siboleth: Había en distintas partes de Palestina modos
diferentes de pronunciar ciertas consonantes. Comp. el caso de Pedro en Mt. 26:73. La
distinción entre las dos palabras no se nota en castellano; se pronuncia shiboleth con la “sh”
inglesa: se escribe más exactamente schiboleth.
12:8–15. Judicaturas de Ibzán, Elón y Abdón.
De Ibzán, Elón, y Abdón no se sabe nada. Evidentemente Ibzán y Abdón eran personas de
bienes y posición social, por el gran número de hijos que tuvieron.
13:1–16:31. Judicatura de Samsón.
La personalidad de Samsón resalta en la historia hebrea. Su gran fuerza física es la que llama
la atención, su carácter era débil y lo hizo efectuar actos de inmoralidad y hechos poco

sig. siguiente versículo, o siguiente página.


ob. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).

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juiciosos. Pero, aun así, Dios pudo utilizarlo, lo que hace que sobresalga la gracia y la
misericordia de Dios.
13:1. Los entregó en mano de los Filisteos: Los enemigos de Israel en tiempo de Samsón
eran los filisteos, quizás el enemigo que con mayor tenacidad resistía los esfuerzos de los
israelitas para librarse de su amenaza.
13:4–7. Mira que ahora no bebas vino, etc.: En vista de que la concepción de su hijo ha de
ser una acción especial de Jehová en ella, y el hijo ha de ser nazareo, ella también ha de tomar
el voto del nazareato en el intervalo de la gestación. Véase la nota sobre Núm. 6:1–21.
13:18. ¿Por qué preguntas por mi nombre …?: Comp. Gén. 32:29.
13:24. Samsón: Derivado por G. L. Robinson de schemesch, sol, con un diminutivo -on, así
que el nombre significaría pequeño sol, o solecito (ISBE).
14:1–3. Vio … una mujer … de los Filisteos: El deseo que manifestaba Samsón para casarse
con una mujer filistea era contrario a todas las tradiciones de su religión y de su raza.
14:4. Esto venía de Jehová: El amor de Samsón hacia una pagana tenía un motivo
providencial: Dios buscaba ocasión contra los Filisteos.
14:8. En el cuerpo del león un enjambre de abejas: Dicen que en 24 horas el sol caluroso del
desierto puede desecar un cadáver de tal manera que la putrefacción se hace imposible, y se
reduce el cuerpo muerto a un esqueleto cubierto con carne desecada y piel curtida
(Rosenmüller, citado en Lias). Las abejas aborrecen el cuerpo putrefacto pero no el cuerpo
desecado.
14:11, 12. Tomaron treinta compañeros: Comp. Mt. 9:15; Jn. 3:29. Dice Josefo: “Por temor
de la fuerza del joven, le dieron … treinta de sus jóvenes más fuertes, que fingían ser sus
compañeros” (Ant. V. viii. 6). Esta idea se expone en la LXX. Comp. Moore. Eran comunes
las adivinanzas en las fiestas en la antigüedad. A veces grandes sumas de dinero pendían de
la solución de un enigma.
14:17. Ella lloró delante de él los siete días: Aun antes de que los filisteos la amenazaran su
curiosidad femenina buscaba la solución.
14:20. Su compañero: El principal de los treinta (el “amigo del esposo”, mencionado en Jn.
3:29), ahora recibe a la mujer que se había prometido a Samsón.
15:4. Zorras: chacales. Probablemente tuvo la ayuda de otros jóvenes atrevidos de su tribu
(la de Dan) que le ayudaban, y así interpretan Terry, y Jamieson (que cree que serían sus
criados). Atando así las colas de los animales, se hacía más devastador el movimiento de
ellos en la cosecha.
15:6. Quemaron a fuego a ella y a su padre: Al final la mujer y su padre fueron quemados,
así como los habían amenazado al principio los filisteos.
15:14. Los Filisteos le salieron a recibir, etc.: Cuando los israelitas entregaron a Samsón a
los filisteos, les aseguraban así de su cooperación, y se quitaban la responsabilidad por las
acciones anteriores de Samsón. Fue una treta excelente de Samsón para proteger a sus
compatriotas de las consecuencias de las acciones hostiles de él en contra de los filisteos.
15:17. Ramath-lehi: Significa cuesta de Lehi, o echada de la quijada.
15:18. ¿Y moriré yo ahora de sed?: Samsón era hombre de grandes pasiones físicas, que eran
características de su tremenda fuerza.

ISBE International Standard Bible Encyclopedia.


Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.
LXX La Septuaginta, versión griega antigua del Antiguo Testamento.

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15:19. Una muela que estaba en la quijada: Esto se traduce: en un hueco que estaba en Lehí
(comp. la VM). El lugar recibió su nombre de la quijada que Samsón había usado, el nombre
Lehí. En un hueco en la peña halló agua, quizás una fuente artesiana. Así interpretan Farrar,
Lias, Nácar-Colunga, Bover-Cantera, Jamieson, A. Clarke, Terry, Moore, Oesterley, etc.
16:1. Y vio allí una mujer ramera, etc.: La naturaleza sensual de Samsón, natural en un
hombre joven de cuerpo tan fuerte, no casado, lo llevó a extremos de conducta inmoral,
altamente indigna de un juez de Israel, un hombre de Dios. V. 15:18 y nota.
16:4. Se enamoró de una mujer … la cual se llamaba Dalila. Las relaciones de Samsón con
Dalila eran evidentemente inmorales. Según Josefo, era ramera (Ant. V. viii. 11.).
Generalmente se da por sentado que Dalila era filistea. Pero no dice la Biblia que así fuese.
Lias supone que la confianza de Samsón en ella, así como la fuerte recompensa que los
filisteos le prometieron (mucho mayor de lo que hubiera sido necesario para conseguir la
cooperación de una filistea), indica que ella era israelita.
16:7. Mimbres verdes: Nuevas cuerdas, o sogas, hechas de lino torcido.
16:11. Cuerdas nuevas, con las cuales ninguna cosa se haya hecho: Una soga usada en el
trabajo estaría gastada y podría romperse fácilmente.
16:17. Descubrióle pues todo su corazón: La debilidad de Samsón se revela al caer en la
trampa que la mujer le tendía. Aunque Samsón mismo no se cortó el cabello, confió el secreto
a otra persona que tenía poder para hacerlo.
16:20. No sabiendo que Jehová ya se había de él apartado: La fuerza de Samsón no estaba
en el cabello mismo, sino en el hecho de que Jehová estaba con él; y Jehová estaría con él
mientras guardara la señal de su consagración, que era su cabello largo.
16:21. Para que moliese en la cárcel: Esto era trabajo de esclavos, sumamente indigno para
el juez humillado de Israel.
Las piedras para moler eran dos piedras redondas; una estaba colocada debajo de la otra y
era fija mientras que la que estaba encima giraba en torno de un eje; y esta piedra era movida
por animales o por esclavos. El grano se ponía entre las dos piedras y se molía con el
movimiento giratorio de la piedra superior.
16:22. Y el cabello de su cabeza comenzó a crecer: Al mismo tiempo que le crecía el cabello,
él se arrepentía y se consagraba nuevamente a Dios.
16:23. Nuestro dios entregó en nuestras manos a Samsón nuestro enemigo: Desde luego los
filisteos no comprendían que la razón por la cual Samsón había perdido la fuerza era por
haber faltado al cumplimiento de los principios de su religión.
16:27. Todos los príncipes: La última acción de Samsón fue mucho mayor que todas las
otras, por haber causado con ella la muerte de los adalides de los filisteos.
D. DESCRIPCION DE LAS CONDICIONES SOCIALES EN LA EPOCA DE
LOS JUECES
Juec. 17:1–21:25
Esta sección ha sido comentada en la introducción. Se amplifica lo que ya se ha dicho con
un bosquejo, y algunas notas referentes a los pasajes obscuros.
En esta parte se presentan algunos de los aspectos más obscuros de este período negro de la
historia hebrea. Los incidentes que se relatan representan la moral más baja de toda la Biblia.
En efecto, uno de los propósitos de su autor parece ser el de mostrar que la época que seguiría,
la época monárquica, sería mejor que la de los jueces. Esto es, que la vida de los hebreos bajo
el dominio de los reyes sería mejor que bajo la dirección de los jueces. Esto se ha aclarado
ya en la Introducción al libro de los Jueces.

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La historia de Jueces 17:1–21:25, que ahora vamos a comentar, no sigue cronológicamente


a la de Juec. 1:1–16:31, sino que es contemporánea de ésta, aunque no se puede fijar el punto
de coincidencia. Esto también se ha comentado en la Introducción.
(A) BOSQUEJO DE LAS CONDICIONES SOCIALES EN LA EPOCA DE
LOS JUECES
Juec. 17:1–21:25
1. Micaya y su casa de ídolos. 17:1–18:31.
i. Inauguración del culto casero. 17:1–13.
a. El dinero de la madre de Micaya. 17:1–3.
b. Las imágenes de talla y de fundición. 17:4.
c. El santuario. 17:5.
d. Carácter del período de los jueces. 17:6.
e. Llegada del joven levita. 17:7, 8.
f. Micaya invita al levita a que sea su sacerdote. 17:9, 10.
g. Consagración del levita como sacerdote. 17:11–13.
ii. Expedición de los danitas. 18:1–31.
a. Los espías danitas. 18:1–10.
b. Sitio de Laís. 18:11, 12.
c. Los danitas y Micaya. 18:13–26.
d. Destrucción de la ciudad de Laís por los danitas. 18:27, 28a.
e. Establecimiento de la tribu danita en Laís. 18:28b–31.
2. La atrocidad de Gabaa. 19:1–21:25.
i. El crimen en contra de la concubina. 19:1–30.
a. Separación del levita y su concubina. 19:1, 2.
b. El levita busca a su esposa. 19:3–9.
c. Paso de Jebus y llegada a Gabaa. 19:10–15.
d. Invitación para que se quede en la casa del anciano. 19:16–20.
e. Ataque de los hombres de Gabaa. 19:21–24.
f. Abuso que se comete con la concubina. 19:25, 26.
g. El cuerpo de la mujer es despedazado en doce partes y éstas son enviadas a las doce tribus de
Israel. 19:27–29.
h. Horror en el seno de Israel. 19:30.
ii. La guerra con los benjamitas. 20:1–48.
a. Preparativos. 20:1–17.
(1) Reunión de las tribus en Mizpa. 20:1, 2.
(2) Relato de los hechos por el levita. 20:3–7.
(3) El plan de venganza. 20:8–10.
(4) El pueblo benjamita rehúsa entregar a los hombres de Gabaa. 20:11–14.
(5) Número de los ejércitos. 20:15–17.
b. La batalla. 20:18–48.
(1) El primer fracaso. 20:18–21.
(2) El segundo fracaso. 20:22–25.
(3) Victoria sobre los benjamitas y destrucción de su ciudad. 20:26–48.
(i) La consultación a Jehová. 20:26–28.
(ii) Preparativos para la batalla: las emboscadas. 20:29, 30.
(iii) Alejamiento del ejército benjamita de su ciudad. 20:31, 32.

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(iv) Los benjamitas son vencidos. 20:33–36.


(v) Quema de la ciudad. 20:37, 38.
(vi) Comprensión de los benjamitas de lo que pasaba. 20:39–41.
(vii) Huída de los benjamitas y destrucción de su ejército. 20:42–46.
(viii) El remanente de Benjamín. 20:47.
(ix) Destrucción de las ciudades de Benjamín. 20:48.
iii. Problema del exterminio de las mujeres benjamitas. 21:1–25.
a. El juramento. 21:1.
b. Consultación a Dios. 21:2–7.
c. Venganza sobre Jabés-galaad. 21:8–12.
d. Entrega a Benjamín de las mujeres raptadas 21:13, 14.
e. El plan para conseguir esposas para Benjamín. 21:15–19.
f. Se dan instrucciones a Benjamín sobre el plan. 21:20–22.
g. Cumplimiento del plan por los benjamitas. 21:23.
h. Dispersión en paz de Israel. 21:24.
Conclusión. 21:25.
(B) NOTAS SOBRE LAS CONDICIONES SOCIALES EN LA EPOCA DE
LOS JUECES
Juec. 17:1–21:25
17:1–21:25. Condiciones sociales en la época de los Jueces.
¿Por qué se incluyen en la Biblia estos relatos inmorales y bárbaros? Véase la nota sobre
Gén. 19:30–38. A esto podemos agregar que en este pasaje el autor escribe con el motivo de
mostrar que la situación del país era peor cuando no había rey en Israel.
Muchos de estos pasajes han sido comentados en la introducción. Estos incidentes deben
haber sucedido muy temprano en la historia, no mucho después de la muerte de Josué. Véanse
18:1 y Jos. 19:47.
17:1. Monte de Ephraim: La parte de las montañas de la Cordillera central que se hallaban
en el territorio de la tribu de Efraim.
Michas: Micaya, o Miqueas. El carácter bajo de este hombre se revela en que él había hurtado
el dinero. Fue la maldición de la madre la que le arrancó su confesión. La maldición se torna
en bendición.
17:2. Mil y cien ciclos de plata: Contando el siclo aproximadamente como 54:29 cents (Gén.
23:15, 16 y nota), la suma de dinero que hurtó Micaya a su madre era de 597.19 dólares.
17:5. Ephod: V. 8:27 y nota. Teraphim: Pequeñas imágenes en forma humana, de origen
siríaco.
17:7. Un joven de Beth-lehem: Por 18:30 sabemos que este joven era nieto de Moisés. Véase
la nota sobre este pasaje.
17:10. Y el ordinario de vestidos: Esto quiere decir, la ropa que ordinariamente necesitaba
un hombre durante el curso del año.
17:13. Ahora sé que Jehová me hará bien, pues que el Levita es hecho mi sacerdote: El error
del hombre es patente: El creía que la prosperidad material venía por cumplimientos
ceremoniales.
18:1. La tribu de Dan buscaba posesión: Véase 1:34. Véanse también Jos. 19:47, y la sección
sobre Dan en el capítulo sobre las Tribus de Israel en Canaán.

V. véase; véanse.

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18:3. Reconocieron la voz del joven Levita: Esto ha sido interpretado de varias maneras: (1)
Que conocieron personalmente al joven (Lias, Terry). (2) que oyeron el sonido de las
campanillas que llevaban los levitas en sus ministraciones (Cassel). (3) Que conocieron el
dialecto meridional del levita (Oesterley). (4) Que oyeron la voz del joven que recitaba
oraciones y cantaba himnos en el culto (Hervey). La tercera opinión es la más acertada.
18:6. El sacerdote les respondió: Id en paz, etc.: El relato es elíptico. Probablemente el levita
cumplió con la ceremonia de preguntar a Jehová.
18:7. Vinieron a Lais: V. el capítulo sobre las Tribus de Israel en Canaán, Dan, y la Intro.
al libro de los Jueces, Autor y fecha. Esta ciudad era una ciudad comercial, que no pudo hacer
nada en contra de los guerreros danitas, acostumbrados a pelear con los amorreos.
18:8. Volviendo pues ellos a … Sora y Esthaol: Los espías volvieron a sus ciudades, que se
hallaban en la tierra baja de Judá.
18:11. Y partiendo los de Dan de allí … seiscientos hombres armados: Habiendo entregado
los espías un informe acerca de la posibilidad de conquistar fácilmente a la pacífica colonia
fenicia de Laís, salen todos (seiscientos soldados, más sus mujeres e hijos) para apoderarse
de ella.
18:17. Tomaron la imagen de talla, etc.: La condición de anarquía que prevalecía se
manifiesta en la acción de los danitas al despojar el templo familiar de Micaya.
18:19, 20. Y alegróse el corazón del sacerdote … vínose entre la gente: El que no había en
el joven ningún motivo espiritual verdadero, se comprueba en que no siente lealtad por
Micaya y su capilla, y ayuda a los danitas en el despojamiento de ella.
18:21. Pusieron los niños … delante de sí: Los soldados iban a la retaguardia, para proteger
a sus familias en contra de un posible ataque de Micaya y los efraimitas.
18:24. Mis dioses que yo hice: El bajo concepto espiritual de Micaya se revela más en su
referencia a las imágenes que él había hecho.
18:27. Metiéronlos a cuchillo, y abrasaron la ciudad con fuego: La ciudad de Laís no era
guerrera, pues los danitas pudieron destruirla impunemente.
18:30. Manasés: Mejor texto, Moisés, con Scío, la VM, Nácar-Colunga, Moffatt, American
Translation, etc. Los escribas judíos cambiaron el texto para proteger la memoria de Moisés,
con el fin de que no se supiera que este sacerdote era su nieto.
19:1–21:25. La atrocidad de Gabaa.
Este es otro relato que ilustra la mala condición que prevalecía en Israel durante la época de
los jueces, “cuando no había rey en Israel”. Al mismo tiempo, el relato revela que, al lado de
la bajeza moral, existía un elemento espiritual, que se enardeció por el crimen cometido en
Gabaa.
19:2. Adulteró: Puede traducirse también se enojó, se disgustó, se separó.
19:4. Detúvole su suegro: El padre de la concubina lo constreñía día tras día a que se quedara.
Con tales manifestaciones de hospitalidad y buena voluntad, el hombre quería confirmar al
yerno en su nuevo afecto hacia la hija.
19:8. Detuviéronse hasta que ya declinaba el día: Salieron al atardecer, para evitar el calor.
19:10. Jebus: Jerusalén, nombre que venía de los jebuseos. En las cartas de Tell-el-Amarna,
se llama Urusalim en el siglo XIV a. de J. C.

Intro. Introducción.
VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.
a. antes (en fechas).
J. C. Jesucristo (en fechas).

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19:12. No iremos a ninguna ciudad de extranjeros: El que Jerusalén todavía estaba en manos
de los jebuseos revela la antigüedad de este relato.
19:20. Que no tengas la noche en la plaza: El anciano conocía el peligro de pasar la noche
en la plaza.
19:22. Hijos de Belial: Este nombre no es un nombre propio; significa hijos de indignidad.
Comp. Os. 10:9. (VM).
Saca fuera el hombre … para que lo conozcamos: V. la nota sobre el Gén. 19:5.
19:25. Sacósela fuera: Nosotros no podemos comprender el egoísmo brutal de este hombre
que entregó a su mujer a estos hombres bestiales.
19:29. Despedázala … en doce partes: Aunque el autor sagrado no comenta los sentimientos
de este hombre, es evidente que fueron sumamente amargos y fuertes. Esto se revela en la
terrible acción que él hizo con el propósito de excitar los sentimientos del pueblo y rectificar
así la baja moral que existía.
19:30. Jamás se ha hecho ni visto tal cosa: La conmoción entre el pueblo era general. Vemos
aquí un motivo providencial en el acontecimiento, en que el horror por el hecho cometido
estimuló en el pueblo un resurgimiento moral.
20:1. Mizpa: Probablemente en Benjamín.
20:2. Todas las tribus de Israel: Otra razón providencial la vemos en el espíritu de unidad
que se logró, mayor que en cualquier otra época de los jueces.
20:5. Oprimieron mi concubina: (Forzaron mi concubina.)
20:9, 10. Tomaremos diez hombres de cada ciento, etc.: La selección de un diez por ciento
(como lo interpretan algunos) fue de acuerdo a un plan para dividir la herencia de Benjamín
entre el resto de Israel (Terry). Es mejor creer que se refiere a un grupo que había de ocuparse
en el abastecimiento del ejército (Farrar).
20:14. Los de Benjamín se juntaron de las ciudades de Gabaa: La decisión de esta tribu que
se niega a entregar a los criminales demuestra una perversidad muy grande. Revela que el
carácter de los hombres de Gabaa era igual al de los benjamitas.
20:15. Veintiséis mil hombres: El número de los benjamitas había decrecido en unos 20,000
desde la conquista.
20:16. Eran ambidextros: Eran zurdos. Comp. 3:15 y nota.
20:17. Cuatrocientos mil hombres: El número de los israelitas había bajado en 200,000 desde
la conquista. Esta disminución en el número de la población del pueblo era debido a los
conflictos con los cananeos.
20:18, 27. A la casa de Dios: Mejor traducida, a Betel, donde había desde tiempos antiguos
un santuario (Gén. 12:8; 28:19–22), y así después también (1 R. 12:32; Am. 7:10). El arca y
la vestimenta del pontífice habían estado en Silo, pero parece que fueron llevadas de lugar
en lugar, según donde había necesidad. Sin embargo, la expresión del v. 27 (“estaba allí en
aquellos días”) representa más bien una condición habitual. Por alguna razón no determinada,
Betel era el lugar donde el arca se guardó por algún tiempo. Esto no quiere decir que el
tabernáculo había sido trasladado a Betel desde Silo. Comp. la situación paralela en 1 Sam.
7:2 cuando el arca permaneció en Kiryat-jearim por veinte años, separada del tabernáculo.
20:22. Mas reanimándose el pueblo: Puesto que aproximadamente eran 16 veces superiores
en habitantes, les fue fácil confiar en su superioridad numérica. La Vulgata agrega esta
interpretación: “Confiados éstos en su valor y muchedumbre” (FTA).

Comp. compárese; compárense.


FTA La Sagrada Biblia, versión española de Félix Torres Amat.

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20:25. Derribaron por tierra otros diez y ocho mil hombres: Probablemente esta derrota
también fue causada por la demasiada confianza que tenían en sí mismos.
20:29. Y puso Israel emboscadas: No solamente buscaron socorro en la casa de Dios (v. 27)
sino que confiaron, no en su fuerza superior, sino en una estratagema.
20:37, 38. Pasaron a cuchillo toda la ciudad: Fueron muertas las mujeres también. Podemos
ver una razón providencial en la destrucción de la mayor parte de esta raza. Así fue raído uno
de los peores elementos del pueblo, y se asentó la base para una moral mejor.
20:47. Huyeron … seiscientos hombres: Un remanente pequeño de toda la tribu de Benjamín.
21:1. Habían jurado …: Ninguno … dará su hija a los de Benjamín: No se menciona este
juramento antes, pero es típico del pueblo de Israel.
21:2. Vino el pueblo a la casa de Dios: A Betel, como en 20:18, 27.
21:3. ¿Por qué ha sucedido esto … que falte hoy … una tribu?: La causa se hallaba en el
enojo violento e irracional del pueblo, que lo había llevado a un extremo.
21:7. ¿Qué haremos …? Nosotros hemos jurado …: Como ya se ha dicho antes, en la ley de
Moisés había estipulaciones que relevaban a uno de un juramento ilícito o hecho
irreflexivamente. V. Juec. 11:35 y nota; Lev. 27:1–33 y nota.
21:10–14. Id y poned a cuchillo a los moradores de Jabesgalaad: El pueblo buscaba una
solución con la cual pudieran evitar la consecuencia lógica de su voto sin infringir la ley. La
solución de su problema no se hallaba en tomar más medidas crueles, sino en buscar la
manera de retractarse del voto, hecho de tal modo que pudieran permitir que los benjamitas
se casaran con sus hijas.
21:17. La heredad de los que han escapado ha de ser lo que era de Benjamín: Al dividir así
la heredad entera de Benjamín entre los 600 hombres, a cada uno le tocaba una parte muy
grande, mucho mayor de la que le hubiera correspondido.
21:19. Silo, que está al aquilón de Beth-el, etc.: La descripción exacta del sitio de Silo se da
porque cuando esto se escribió, en la época de la restauración, ya no se sabía comúnmente la
situación del sitio.
21:20. Y mandaron a los hijos de Benjamín, etc.: La medida que tomaron los israelitas para
evitar las consecuencias de su juramento, es típica del espíritu de los fariseos del tiempo de
Jesús.
E. UN IDILIO EN LA EPOCA DE LOS JUECES LA HISTORIA DE RUT
Rut 1:1–4:22
Este hermoso idilio de la vida rural de Canaán durante la época de los jueces es una joya en
medio de un ambiente de sangre y de violencia. Se ha dicho que el ambiente pacífico y calmo
en que se desarrollan sus incidentes no concuerda con la historia de esta época, así como ésta
se relata en el libro de los Jueces. Pero debemos recordar que siempre, aun en medio de la
mayor confusión, en las aldeas y villas que se encontraban lejos del tumulto de la guerra,
pudo haber existido paz y tranquilidad. También debe tenerse en cuenta que en el libro de los
Jueces se mencionan, en relación con la vida nacional, que con frecuencia fue tan turbulenta,
largos períodos de tranquilidad, en que no hubo guerra (Juec. 3:11, 30; 5:31; etc.). Josefo
relaciona la historia de Rut con la judicatura de Elí (Ant. V. ix. 1), que aparentemente fue una
época de paz.
(A) INTRODUCCION AL LIBRO DE RUT
1. Nombre

Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.

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El libro de Rut recibió su nombre de su protagonista principal, la heroína moabita que


renunció a su tierra, a su familia, a su pueblo, y a sus dioses, para seguir a su suegra a un país
extranjero, aceptando el pueblo, la familia, y el Dios de ella.
2. Historia del libro de Rut
Del libro de Rut puede decirse que es un apéndice del libro de los Jueces, puesto que
originalmente estaba incluído en el rollo del libro de los Jueces, formando así con él uno de
los 22 libros que contaba Josefo en el canon hebreo. En la Biblia hebrea este libro se
encuentra en la tercera sección (Hagiografía), los Escritos, y es el quinto libro de esta parte.
El libro de Rut, con otros cuatro (que aparecen juntos en la Biblia hebrea), formaban un grupo
aparte, porque se leían en las sinagogas en ciertos días de fiesta. Este grupo a veces se hallaba
después del Pentateuco, y se llamaba los “cinco rollos” (meguiloth), y aparecían en el orden
siguiente: Cantares, se leía el día octavo de la pascua; Rut se leía el día segundo de
pentecostés; Lamentaciones, se leía el día nono de Ab, fecha en que se celebraba la
destrucción del templo, que era la fecha tradicional; Ecclesiastés se leía el día tercero de la
fiesta de los tabernáculos; Ester, era leído en la primera noche de la fiesta de purim, que
conmemoraba la ocasión en que el pueblo fue salvado del odio de Hamán. El hermoso cuadro
de los trabajadores en la mies que el libro de Rut presenta, así como la escena pastoral de la
vida del pueblo en sus mejores días, fue probablemente lo que hizo que este libro se leyera
en pentecostés, día en que se celebraba la fiesta de las primicias de la cosecha.
Posiblemente este grupo de rollos contenía los últimos libros agregados al canon. La
conexión de Rut con los “cinco rollos,” y su uso en la sinagoga, sería la circunstancia que
motivó su separación del libro de Jueces, y su inclusión en la Biblia hebrea entre los Escritos
con los otros rollos festivos. También esto se debe a que fue escrito más tarde que otras partes
del libro de los Jueces. Probablemente su conexión con este libro fue siempre vaga.
El lugar que tiene en nuestras Biblias después del libro de Jueces es más natural que el lugar
que ocupa en la Biblia hebrea.
3. Autor y fecha
Las referencias a la genealogía de David en 4:17–22 indican que el libro de Rut fue escrito
después de la ascensión de David al trono. No sería sino hasta después de esto cuando el
relato de la vida de los bisabuelos de David adquiriese un interés más que local y tribal, y
entonces recibió un lugar en la literatura nacional.
La referencia en el 4:7 indica que el libro fue escrito mucho después de la época de los jueces,
cuando ya no se observaba la costumbre de la redención del pariente.
Vemos que, en el relato del libro de Rut, los reflejos de las costumbres antiguas son correctas
en todos los detalles. La sencilla narración da la impresión de que es la verdad. La omisión
del nombre del otro pariente (llamado fulano en el 4:1) es natural, en vista de que el relato
había sido transmitido oralmente durante varias generaciones. Es también un dato que indica
la veracidad del libro. Un escritor de cuentos fácilmente le hubiera dado un nombre a esta
persona. Asimismo la forma indefinida en que se hace referencia al período en que sucedió
el relato (1:1), sin especificar exactamente cuál de los jueces era el que gobernaba, indica que
la composición literaria de la obra fue hecha más tarde.
Los judíos creían que el autor del libro de Rut había sido Samuel. Algunos creen que el libro
fue escrito en la restauración en la época después de la cautividad, o quizás durante el período
de cautiverio, así como los cap. 17–21 de los Jueces, y posiblemente por el mismo autor.
(Véase la discusión en la Intro. a los Jueces.) Ambas opiniones son extremas. Aunque la
época del origen del libro fue después de la ascensión de David al trono, no creo que haya
sido tan tarde como la era de la cautividad o después. Todas las referencias están de acuerdo

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con la idea de que el libro pudo haber tenido su origen en la época de los reyes posteriores,
o aun en la época de Salomón, o en la primera parte del reinado de David. En fin, yo veo ésta
como la opinión más probable, por las siguientes razones:
En primer lugar, desde el principio, atañía a David cierta gloria romántica que tal vez hizo
que el pueblo tuviese interés en la historia de sus antepasados, produciendo un ambiente
favorable para la circulación de este libro.
En segundo lugar, puesto que el rey David tenía sangre moabita en sus venas, y hubo paz
entre él y Moab durante la primera parte de su reinado, es más factible que tal narración se
haya hecho popular entre el pueblo en la primera parte de su reinado, que en otras épocas, ya
que después la oposición a los casamientos mixtos fue grande, como en la era de Nehemías
(Neh. 13:1–3), o en la época de los reyes posteriores, cuando hubo guerra entre Judá y Moab
(2 R. 3:4 y sg.), o aun en la última parte del reinado de David (1 Crón. 18:2).
Nada se sabe por cierto en cuanto al autor del libro de Rut, ni es posible hacer ninguna
conjetura válida al respecto. Algunos siguen la tradición del Talmud (Baba Bathra, XIV. 2)
que lo atribuye a Samuel. Pero esta tradición no tiene fundamento. Si este libro fue escrito
en la época de David, el autor pudo ser Natán, quien, según la tradición judía (basada en 1
Crón. 29:29), participó en la escritura de los libros de Samuel (véase la Intro. a los libros de
Samuel). Pero, no es correcto seleccionar el nombre de un hombre como autor de algún libro
sencillamente porque él era el hombre más prominente en su época, a menos que exista
evidencia al respecto.
4. Ocasión y propósito
El origen del libro de Rut halla su ocasión en la necesidad que el autor siente de registrar en
forma permanente una de las historias más hermosas de las tradiciones nacionales de su raza.
La historia era más interesante puesto que se relacionaba con los antepasados del rey David
y de la dinastía que él encabezó. Podemos señalar los siguientes propósitos: (1) Registrar en
forma escrita el hermoso relato de la vida de Rut. (2) Registrar en forma escrita los nombres
de los antepasados de David.
No acepto la opinión de algunos que creen que el libro fue escrito por alguien que no estaba
de acuerdo con el programa nacionalista de Esdras y Nehemías, que prohibía que se
efectuaran casamientos entre judíos y gente de otra nacionalidad; y que opinan también que
el libro fue escrito con el propósito de hacer pública dentro del pueblo la opinión del grupo
que era más liberal en su actitud. (V. opiniones citadas en EB, Book of Ruth.)
5. Lecciones
El libro de Rut es de mucho valor por las lecciones prácticas que enseña, relativas a la vida
sencilla del pueblo primitivo de esta época. Rut se presenta como una mujer ejemplar, y su
devoción a su suegra puede tomarse como el modelo del pueblo hebreo, así como su sujeción
a la voluntad y consejos de ella. El libro enseña una hermosa lección de tolerancia hacia los
de otra raza y pueblo, así como la entrada de ellos en la religión verdadera mediante la
profesión y la fe. Así presagia este libro la universalidad del evangelio.
6. Bosquejo general
Sigue un análisis del libro de Rut que contiene los puntos principales de la narración. Luego,
en el capítulo después de éste, hay un bosquejo minucioso del libro.
Bosquejo general del libro de Rut
LLEGADA DE RUT A TIERRA DE ISRAEL. 1:1–22.
RUT ES OBJETO DE LAS ATENCIONES DE BOOZ. 2:1–2:3.

EB T. K. Cheyne, y J. S. Black, Encyclopaedia Biblica.

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INSINUACION DE RUT A BOOZ PARA QUE SE COMPORTE COMO PARIENTE


CERCANO. 3:1–18.
REDENCION DE RUT. 4:1–17.
CONCLUSION. GENEALOGIA DE DAVID. 4:18–22.
(B) BOSQUEJO DE LA HISTORIA DE RUT
Rut 1:1–4:22
1. Llegada de Rut a tierra de Israel. 1:1–22.
i. Ida de Elimelec a Moab. 1:1, 2.
ii. Muerte de Elimelec. 1:3.
iii. Casamiento de los hijos de Noemí 1:4.
iv. Muerte de los hijos de Noemí. 1:5.
v. Regreso de Noemí con sus nueras a Judá. 1:6, 7.
vi. Advertencia de Noemí a sus nueras para que vuelvan a sus respectivas tierras. 1:8–13.
vii. Decisión hecha por las nueras. 1:14–18.
viii. Vuelta de Noemí con Rut a Israel. 1:19–22
2. Rut es objeto de las atenciones de Booz. 2:1–23.
i. Trabajo de Rut en la cosecha de Booz. 2:1–3.
ii. Informe a Booz de la identidad de Rut. 2:4–7.
iii. Conversación agradable entre Booz y Rut. 2:8–13.
iv. Favor de Booz en la mesa. 2:14.
v. Instrucciones bondadosas de Booz a los criados. 2:15, 16.
vi. Exito de Rut. 2:17.
vii. Gozo de la suegra por el éxito de Rut y sus consejos. 2:18–22.
viii. Trabajos de Rut en la cosecha. 2:23.
3. Insinuación de Rut a Booz para que se comporte como pariente cercano. 3:1–18.
i. Entrevista entre Booz y su pariente cercano. 4:1–6.
ii. Explicación de la costumbre de la redención. 4:7.
iii. Anuncio de Booz de que redimía a Rut. 4:8–10.
iv. Testimonio del pueblo. 4:11, 12.
v. Casamiento de Booz con Rut. 4:13a.
vi. Nacimiento del primer hijo. 4:13b–17.
4. Redención de Rut. 4:1–17.
i. Instrucciones de la suegra a Rut. 3:1–5.
ii. Encuentro nocturno de Rut y Booz. 3:6–15.
iii. Vuelta de Rut a casa de su suegra. 3:16–18.
5. Conclusión. Genealogía de David. 4:18–22.
(C) NOTAS SOBRE LA HISTORIA DE RUT
Rut 1:1–4:22
1:1. En los días que gobernaban los jueces: Como se ha señalado en la Introducción, la fecha
de los acontecimientos narrados en el libro de Rut es indeterminada. Josefo relacionaba el
libro con la época de Elí (Ant. V. ix. 1).
Hubo hambre en la tierra: En aquella época de injusticia social, en que había pocas vías de
comunicación y era deficiente la distribución de los productos de la tierra, las hambres eran
comunes.

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1:2. Ephrateos: De la aldea de Efrat, antiguo nombre de Belén, en Judá (K y D, Cassel).


Comp. Miq. 5:2.
1:4. Ruth: El nombre Rut significa amiga, según Gesenius. Cassel conjetura que el nombre
quiere decir rosa. Según el Targum, Rut era hija de Eglón, rey de Moab, probablemente una
invención hecha con el motivo de exaltar a una de las antepasadas de David.
1:5. Y murieron también los dos: Escritores judíos han atribuído su temprana muerte al hecho
de que se casaron con mujeres extranjeras (cit. en Jamieson). Pero tal suposición no estaría
de acuerdo con las enseñanzas de Jesús (Lc. 13:1–5; Jn. 9:1–3).
1:7. Con ella sus dos nueras: Es evidente que ambas nueras se proponían acompañar a su
suegra a Canaán.
1:8. Y Noemi dijo …: Andad, volveos: Aunque Noemí naturalmente prefería tener la
compañía de las dos nueras, ella piensa en el futuro de ellas, y las deja en libertad para que
si ellas quieren, vuelvan a su tierra.
1:12, 13. Aunque … esta noche fuese con varón, y aun pariese hijos; ¿Habíais vosotras de
esperarlos hasta que fuesen grandes?: K y D señalan que Noemí no sugiere la posibilidad
de que las dos nueras puedan conseguir esposos por sí mismas en Canaán, por cuanto ella
probablemente reconoce la dificultad que las dos mujeres por ser extranjeras tendrían al tratar
de casarse con israelitas, y por otra parte, porque ella misma no podría ayudarles a contraer
enlace.
1:16. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios: La decisión de Rut, y la confesión de fe
que ella hace, son joyas de la literatura religiosa.
1:20. No me llaméis Noemi, sino llamadme Mara: El nombre Noemí significa graciosa,
agradable, y Mara significa amarga.
El Todopoderoso: Heb., schadáy; Gesenius: “un pluralis excellentiae, de un singular schad,
poderoso”. Viene de una raíz schadad, ser fuerte, poderoso.
1:22. Llegaron … en el principio de la siega de las cebadas: Esta cosecha era la primera del
año y se efectuaba a fines de abril.
2:1. Un pariente de su marido … Booz: Una tradición rabínica, citada por K y D, hace que
Booz sea sobrino de Elimelec, pero no es una tradición muy bien establecida.
2:2. Que me dejes ir al campo, y cogeré espigas: Lo que crecía en los rincones, y lo que se
dejaba caer por casualidad habían de ser dejados para el pobre, el huérfano, la viuda, y el
extranjero. Comp. Lev. 19:9 y sig., 23:22, y Deut. 24:19. La petición de Rut para que se le
permita ir a trabajar revela su buena disposición para el trabajo.
En pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia: Aunque la ley mosaica permitía lo que Rut se
proponía hacer, muchas veces los dueños crueles no dejaban que los pobres recogieran en
sus campos.
2:3. Aconteció por ventura, que la suerte del campo era de Booz: Por este pasaje se desprende
que Rut no fue al campo de Booz a propósito, sino por casualidad.
2:4. Booz … dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te
bendiga: Los saludos corrientes de la época.
2:5. Booz dijo …: ¿Cúya es esta moza?: Booz ya manifiesta interés en la joven moabita que
trabaja en sus campos.

K y Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.


cit. citado.
sig. siguiente versículo, o siguiente página.

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2:7. Está desde por la mañana hasta ahora: El informe del capataz es favorable; Rut ha
trabajado sin descansar durante todo el día.
2:8. No vayas a espigar a otro campo: El interés de Booz crece, y le pide que espigue sólo
en su campo.
2:9. Ve a los vasos: Era un privilegio especial poder participar en las cosas provistas para los
segadores.
2:10. Siendo yo extranjera: Rut reconoce que es extranjera, de donde se deduce que ella no
esperaba que se le tratara igual que a los naturales del país.
2:11. Se me ha declarado todo lo que has hecho con tu suegra: El relato no nos dice cuándo
se le dio este informe a Booz. Pero la llegada de la moabita, un suceso tan desacostumbrado,
debe haber llamado la atención de toda la aldea.
2:13. No siendo yo como una de tus criadas: Rut, con una humildad que la acredita, reconoce
que ella, no perteneciendo a la casa de Booz, no ha hecho nada para merecer favores.
2:14. Moja tu bocado en el vinagre: (Jómets), una bebida agria compuesta de vino agrio
(vinagre de vino) mezclado con aceite, una bebida muy refrescante aún empleada en el
Oriente. (K y D, Jamieson). Le dio del potaje: Granos de trigo asado.
2:17. Un epha de cebada: Según A. R. S. Kennedy, en HDB, el valor antiguo de esta medida
era de 36.92 litros, y más tarde, de 40.5 litros.
2:20. De nuestros redentores es: La palabra redentor es, en hebreo, goel, que significa
pariente; siendo derivado de un verbo gaal, redimir, tiene una acepción de redentor, referente
al pariente cercano que tenía el deber de casarse con la viuda de un difunto (cuando éste
moría sin hijos), a fin de procrear hijos a nombre de éste. V. la nota sobre el Gén. 38:9; V.
Deut. 25:5–10.
2:23. Estuvo pues junta con las mozas de Booz espigando: Puede preguntarse lo siguiente:
Si Booz era pariente, ¿por qué no hizo más por estas mujeres de lo que hizo? Si tenía una
obligación hacia ellas, ¿por qué no las hizo independientes dándoles los medios para vivir?
La razón principal es que había otro pariente más cercano que tenía la obligación principal
(3:12). Podría también haber un motivo subordinado de que él quería ayudarlas de un modo
correcto, sin dañar el espíritu de independencia de ellas, para que no dejaran de depender de
sí mismas; a la vez, hubiera querido probar a esta joven, para ver qué clase de carácter tenía.
3:1–5. Instrucciones de Noemí a Rut.
Lo que Rut piensa hacer (de acuerdo a los consejos de Noemí) equivale a una declaración de
la joven a Booz, con la petición de que él se case con ella.
3:1. ¿No te tengo de buscar descanso …?: El pasaje se refiere al reposo que la joven tendría
en el hogar de un esposo.
3:2. ¿No es Booz nuestro pariente?: La pregunta presupone que Noemí ya ha explicado a
Rut la ley del levirato, con el procedimiento acostumbrado entre los hebreos.
Avienta esta noche la parva de las cebadas: VM, “la era de las cebadas”. Después de ahollar
el grano, éste era aventado tirándolo con el aventador contra el viento.
3:4. Irás, y descubrirás los pies, y te acostarás allí: El acto de Rut al ir a acostarse a los pies
de Booz podría parecernos a nosotros como un acto enteramente inmodesto. Pero aquí hay
circunstancias especiales que lo excusan. Booz, como pariente cercano, tenía una obligación
hacia esta mujer, y así ella le recuerda que su lugar justo es como su esposa.
Booz probablemente dormía sobre una estera o una piel, sobre la tierra, y se cubría con otra
piel o género. Rut le descubrió los pies a Booz y se acostó en cruz a sus pies, cubriéndose

HDB Hastings, A Dictionary of the Bible.

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con una parte de la piel. Booz, trabajando en el campo, debe haberse acostado vestido, así
pues no había nada vergonzoso en lo que ella hacía.
3:9. Extiende el borde de tu capa sobre tu sierva: Con estas palabras la joven recuerda al
hombre el deber que tenía de casarse con ella. Literalmente, Extiende tu ala, figura sacada
de la naturaleza, del hecho de que las aves cubren a sus pichones con las alas.
3:10. No yendo tras los mancebos: Es evidente que Booz no era joven; él ve como una gracia
el que ella lo haya preferido y no a los jóvenes. El también se da cuenta de la virtud en ella
al ver que ha procedido de acuerdo con la observancia estricta de los hebreos, viniendo a él,
el pariente cercano, con quien, según la costumbre, ella tenía que casarse, en vez de ir a
buscar un esposo más joven.
3:11, 12. Haré contigo lo que tú dijeres: Así consiente Booz al casamiento aunque reconoce
un obstáculo: Hay pariente más cercano: Respecto a la existencia del pariente más cercano
tal vez Noemí lo ignoraba, o sabía que él tenía un inconveniente que le impediría casarse con
Rut (4:6). (Comp. Terry.)
3:14. Y él dijo: No se sepa que haya venido mujer a la era: Booz dice esto a Rut y a otros
que lo supiesen, a fin de que no revelasen a nadie que una mujer había estado allí. La
presencia de Rut allí (aunque excusable por las circunstancias especiales ya comentadas) iba
en contra de las convenciones del día, y las reputaciones de ambos hubieran sufrido. Con el
mayor cuidado él piensa conservar el secreto de su visita hasta que sepa qué actitud tomará
el pariente más cercano; si ella llegara a ser la esposa de este otro pariente, el conocimiento
del hecho de que ella había estado una noche con Booz en la era, dañaría la reputación de
Rut.
En todo este asunto Booz se portó como un caballero y como hombre de integridad.
3:18. Aquel hombre no parará hasta que hoy concluya el negocio: Noemí reconoce que todo
ha salido como ella esperaba, y que Booz ya está grandemente interesado en casarse con Rut.
4:1. Y Booz subió a la puerta: El lugar al aire libre frente a la puerta de la ciudad, el foro,
donde se discutían públicamente los negocios de los habitantes.
Fulano: Tan antigua era la narración cuando al fin se escribió, que el nombre de este pariente
ya se había olvidado.
4:2. Tomó diez varones: Estos servirían como testigos del acuerdo verbal que él piensa hacer
con el otro pariente.
4:3. Noemí … vende una parte de las tierras: Esto debe ser traducido Noemí … ha vendido
(K y D, Sinker, aunque otros, como Terry, lo traducen vende). Es evidente que se refiere a
tierra que Noemí ya había vendido. Debemos recordar que vender una propiedad entre los
hebreos se parece a lo que entre nosotros es alquilar, puesto que la tierra vendida volvía
nuevamente a su dueño anterior en el año del jubileo sin que éste tuviera que pagar nada (V.
Lev. 25:15, 16 y nota).
Existe un problema respecto a la venta de la propiedad por Noemí: ¿cómo pudo haberla
vendido? Si este terreno había pertenecido a su esposo, de acuerdo con la ley debía ser
heredado por sus hijos, o habiendo muerto éstos el terreno debía pasar a otro pariente excepto
la esposa. Sin embargo, es probable que, aunque una esposa no heredaba la propiedad de su
esposo, ella tenía el derecho de beneficiarse de dicha propiedad mientras viviera (y así K y
D, Terry, etc.), según una costumbre que se observaba en el pueblo. Puesto que vender no
era sino alquilar, no debe haberse considerado el que Noemí hubiese vendido la propiedad.
4:4. Si hubieres de redimir, redime: Booz sugiere al pariente la necesidad de redimir la tierra
que había vendido Noemí. El precio de redención variaba de acuerdo con los años que
faltaban para el jubileo, cuando las tierras eran devueltas a sus antiguos dueños.

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Yo redimiré: La primera determinación del pariente, que todavía no se da cuenta de que la


joven nuera entra en la transacción, es la de que él tomará la tierra, pagando la redención
necesaria.
4:5. Replicó Booz: El mismo día que tomares las tierras de mano de Noemi, has de tomar
también a Ruth Moabita: La traducción de la VM es más exacta: “En cualquier día que
adquieras el campo de mano de Noemí, también de Rut … lo habrás de adquirir.” Puesto que
Noemí y Rut eran las dueñas legales de la propiedad (aunque la tenían vendida), redimirla al
usufructuario equivalía a adquirirla de las dos mujeres, e infería el deber que él tendría de
sostenerlas mientras ellas vivieran (en concepto de pago a ellas por la propiedad). Ya que
Rut era todavía joven, redimir la tierra incluía la obligación de casarse con ella, con el fin de
perpetuar el linaje de Elimelec.
4:6. Echaría a perder mi heredad: Es difícil comprender en qué forma se perjudicaría su
heredad. Josefo explica que él alegaba que ya tenía esposa e hijos (Ant. V. ix. 4). Es probable
que la explicación sea como sigue: La redención del campo costaría dinero. Si él redimía la
propiedad sin casarse con Rut, entonces sí le era ventajoso, porque así ganaría con la tierra
adicional. Pero si se casaba con Rut, y ésta tenía un hijo, éste llevaría el nombre de Elimelec,
y la tierra redimida y todos sus productos pertenecerían al hijo, y no al redentor. Así que no
era un buen negocio para él, puesto que iba a gastar dinero sin obtener ganancia. Un hombre
pudiente como Booz podía hacer el negocio sin que éste afectara grandemente su propia
hacienda.
4:7, 8. Se quitaba el zapato: V. la nota sobre Deut. 25:9, 10. Sinker: “Un hombre al quitarse
el zapato renuncia al derecho de andar sobre su tierra como amo, a favor de aquél a quien
entrega el zapato.” Puesto que aquí no escupió Booz en el rostro del pariente que renunciaba
(como había sido recomendado en la ley de Moisés, Deut. 25:9, 10), es evidente que ya no
existía el oprobio que en tiempos antiguos había regido en contra de aquel que no cumplía
con la ley del levirato.
4:11, 12. Los del pueblo: Además de la comisión de diez testigos que había escogido Booz,
había otros que presenciaban los interesantes sucesos.
Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Rachel y a Lea, etc.: Una fórmula que
evidentemente se acostumbraba emplear para bendecir las bodas.
4:15. Tu nuera … te vale más que siete hijos: El gran amor de Rut, mucho más de lo que se
podía esperar de una nuera extranjera, resaltaba en tal forma al comparárselo que podía
decirse que ella valía más que siete hijos. (La figura es hipérbole).
4:16. Y tomando Noemi el hijo, púsolo en su regazo: No teniendo Noemí nieto, el hijo de Rut
y Booz es legalmente su nieto, y ha de perpetuar el nombre de ella y Elimelec, su esposo.
4:17. Y las vecinas … llamáronle Obed: El nombre Obed significa el que sirve, y le dieron
este nombre al niño por lo que iba a significar para la abuela, como “uno que viviría
enteramente para la abuela, que cuidaría de ella, y que regocijaría su corazón” (K y D).
Josefo: “Le llamaron Obed, porque se criaba para ser sujeto a ella en su vejez.” (Ant. V. ix.
4).
4:18–22. Genealogía de David.
El problema que se presenta por los pocos nombres que hay en la tabla genealógica de David
es explicado por Usserius que dice que es debido a la longevidad excepcional de los
antepasados de David, personas muy piadosas (cit. por Jorge Bush, en Kitto, artículo Book
of Ruth). Pero es más natural suponer que algunos nombres fueron omitidos y que sólo se
incluyeron los nombres más importantes. Una omisión semejante la hallamos en la
genealogía de Jesús en el Evangelio de Mateo: Allí se omiten los nombres de Ocozías, Joás,

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y Amasías, entre Joram y Uzías (Ozías, Azarías) (comp. Mt. 1:8 con 1 Crón. 3:11, 12). Si es
correcta la suposición de Josefo de que los incidentes del libro de Rut se verificaron en la
época de Elí, entonces es natural que sólo se den pocos nombres en esta tabla (Ant. V. ix 1).
Como se ha señalado en la introducción, esta tabla genealógica relaciona el libro con los
antepasados de David, y en efecto colige que el libro fue escrito porque Rut y Booz son
antepasados de David.
F. EPOCA DE SAMUEL
1 Sam. 1:1–8:22
La última etapa del período de los jueces es la época de Samuel, el último juez de Israel.
Como período de transición, es de mucha importancia. Las costumbres antiguas, la vida
social libre, el gobierno poco consistente, todo se derrumba frente a la corrupción de los hijos
de Elí y los de Samuel, y el pueblo busca una nueva forma de gobierno que les parece ha de
rectificar los males existentes. Esta es la historia de la época de Samuel.
(A) INTRODUCCION A LOS LIBROS DE SAMUEL
1. Nombre
Los libros de Samuel reciben su nombre, no porque Samuel haya sido su autor, sino porque
él es el protagonista principal que figura en sus páginas, todo el libro está compenetrado de
su influencia. La muerte de Samuel se registra en 1 Sam. 25:1, pero su influencia continúa
en la vida del rey David, a quien él había ungido. Tuvo una parte muy importante en la
formación del carácter de David. Aunque la historia de Samuel no ocupa más que las dos
quintas partes de los libros que llevan su nombre, y aunque no es él el escritor, el título del
libro apropiadamente describe su contenido, por las razones ya mencionadas.
En la LXX los libros de Samuel se titulan, juntamente con los dos libros de Reyes, los Libros
de los Reinos (bibloi basileion). En la Vulgata tenemos la clasificación de Jerónimo, que es
parecida a la de la LXX, Libros de los Reyes (Libri Regum), y la edición católica de Amat le
sigue; en cambio, las ediciones de Bover-Cantera y Nácar-Colunga siguen el hebreo, y así
también Cipriano de Valera. Originalmente 1 y 2 Samuel deben haber constituído un solo
libro, o rollo, y la división probablemente fue hecha por los traductores de la LXX.
2. Autor, fuentes y fecha
i. Autor y fuentes
Una tradición judía muy posterior atribuye la escritura de estos libros a Samuel mismo. Sin
embargo, esto no puede ser, por cuanto la muerte de Samuel se registra en 1 Sam. 25:1. Lo
que sí puede ser, y que se sugiere en 1 Crón. 29:29, es que Samuel ha conservado en forma
escrita los anales del período en que actuó, cosa que hicieron también (de acuerdo a 1 Crón.
29:29) Natán y Gad. Luego el compilador de los libros se ha de haber valido de los datos que
dejaron estos tres profetas del tiempo de David, según lo insinúa el cronista. Teniendo en
cuenta lo que sabemos de la manera que empleaban los compiladores (a saber, el de escoger
trozos enteros de las obras de los grandes escritores de la nación, los que registraban
textualmente) podemos decir que tenemos esencialmente, en estos dos libros, las obras de
Samuel, de Natán, y de Gad. El hecho de que estos profetas eran contemporáneos con los
hechos que se describen en los libros de Samuel, es una garantía (hablando desde el punto de
vista humano) de la veracidad de los relatos. Para mí, el compilador de estos libros sería
algún desconocido en la escuela de los profetas que Samuel había establecido en Ramá, no
de su generación, pero de una generación posterior. Entre ellos existía la cultura necesaria

LXX La Septuaginta, versión griega antigua del Antiguo Testamento.

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para escribir esta obra, así como el interés en los hechos de Samuel, Saúl, y David, y además
el punto de vista religioso y espiritual que se manifiesta a través de estas páginas llenas de
entusiasmo y fervor para la causa de Dios.
Además de estas fuentes proféticas, otras fuentes escritas se mencionan en Samuel: en 2 Sam.
1:18 (VM) se menciona el libro de Jaser, del cual se saca el poema el Arco, registrado en 2
Sam. 1:19–27. Es posible que de este libro también, o de algún otro libro de poesía patriótica,
hayan sido sacados otros pasajes poéticos, como el cántico de Ana (1 Sam. 2:1–10); la
endecha de Abner (2 Sam. 3:33, 34); el hacimiento de gracias de David (2 Sam. 22:2–51, al
que corresponde el Sal. 18); las últimas palabras de David (2 Sam. 23:1–7).
ii. Fecha
Hay ciertos datos que nos ayudan a fijar la fecha, ciertas referencias en el libro que señalan
para la terminación de él una fecha después de la época de David y, a la vez, no mucho
después. Los eruditos hallan en los libros de Samuel las peculiaridades del estilo del hebreo
primitivo y puro. No hay arameísmos del tipo que tan abundantemente salpican las páginas
de los libros posteriores, como Crónicas.
a. Referencias en los libros de Samuel al reinado de David
El hecho de que los libros de Samuel contienen el relato entero del reinado de David indica
que fueron escritos después que terminó éste.
b. Referencias en los libros de Samuel a los reyes de Judá
La referencia en 1 Sam. 27:6 a los “reyes de Judá” indica que ya se había dividido el reino
de Salomón en dos partes cuando estas palabras se escribieron. En la LXX hay dos
referencias al reinado de Roboam, el hijo de Salomón, que no aparecen en el texto masorético
(2 Sam. 8:7; 14:27), pues faltan en la versión de Cip. de Val.
c. Referencias en los libros de Samuel a ciertas costumbres anticuadas, etc
En 2 Sam. 13:18 tenemos una explicación del vestido que llevaba una princesa de la casa real
en el tiempo de David, lo que implica que suficiente tiempo había transcurrido para que se
desconociera la costumbre. Véanse también 1 Sam. 9:9, y la expresión “hasta hoy” en 1 Sam.
5:5; 6:18; 27:6; etc.
iii. Conclusión
Todos estos datos indican que la fecha en que fue escrito el libro la podemos fijar poco
después de la división del reino, o sea, después de 931 a. de J. C., año en que se verificó la
ruptura traída por la idolatría de Salomón y la testarudez de Roboam.
3. Ocasión y propósito
La ocasión de los libros de Samuel fue la necesidad de tener un informe sobre las vidas de
Samuel, Saúl, y David. El autor escribe con el propósito de dar un informe sobre el origen de
la monarquía, con una exposición de las vidas de los hombres que más tuvieron que ver con
el reino: Samuel, Saúl, y David.
4. Vida de Samuel
En las notas sobre la época de Samuel, digo algo respecto al carácter de este gran hombre,
pero es conveniente dar aquí una evaluación de su obra y carácter.
La precoz niñez de Samuel se distingue por una genuina consagración a la voluntad de Dios.
Aun antes de su nacimiento, su madre ya lo había prometido a Dios, de quien ella lo esperaba

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.


Cip. de Val. Biblia, la Versión Reina-Valera.
a. antes (en fechas).
J. C. Jesucristo (en fechas).

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como un don milagroso de su amor. Entregado el niño literalmente al servicio de la casa de


Dios en Silo, su espíritu tierno e impresionable de niño se desarrollaba rápidamente bajo el
tutelaje experto y bondadoso del viejo Elí. Este, habiendo fracasado en la educación de sus
propios hijos, parecía ver en el niño Samuel el cumplimiento de las altas aspiraciones que
como juez de Israel había abrigado al principio tocante a sus hijos perversos e incorregibles.
El anciano Elí tenía tanta confianza en el sabio criterio de este niño que hasta le pedía de vez
en cuando que le aclarara cuál era la voluntad de Dios respecto a sus propios asuntos.
Parecía que, conociendo el error en que habían caído los hijos de Elí, los hijos de Samuel no
habrían cometido la misma equivocación. Pero no fue así. A pesar de que los hijos de Samuel
supieron y comprendieron los errores que cometió la casa de Elí, ellos caveron en los mismos
errores, y fue esto mismo lo que suscitó el descontento del pueblo con el gobierno de Samuel,
haciendo que pidieran un rey. Esta maldad de los hijos de Samuel, que produjo en él la mayor
desilusión de su vida, a saber, el rechazamiento del pueblo, nos enseña cuán estrechamente
van ligados entre sí los errores de los hombres con las catástrofes que en la vida les suceden.
Pero, no debemos pensar que la revolución nacional que se produjo, con el cambio
consecuente en la forma de gobierno, provino sin la intervención, o el permiso de Dios, que
todo lo vigila y todo lo prescribe. Aunque la demanda del pueblo por una monarquía fue un
rechazamiento del juez y de Dios, debe ser visto como algo que estaba en el plan de Dios.
Esta aparente inconsecuencia no lo es si tenemos en cuenta que la Providencia utiliza tanto
los errores de los hombres para adelantar los proyectos divinos, como los puntos buenos. Así
tendría que ser en un universo en que la omnisciencia de Dios lo tiene todo pensado, en que
su soberanía es la que debe disponer las cosas en tal forma que el destino último del mundo
esté de acuerdo al plan eterno, de modo que ningún plan, o error, o defecto humano, haga
fracasar el plan divino. En esto estriba nuestra confianza en el último triunfo del bien sobre
el mal. Todo esto nos enseña la vida de Samuel.
Samuel era un hombre excelente, sincero, de consagración absoluta, de moralidad
irreprochable, y de carácter intachable. No se puede hallar mal en él. Era un hombre superior,
desde todo punto de vista, que supo desempeñar el papel que le tocó en la Providencia de
Dios de una manera que glorifica a Dios.
Antes de terminar de hablar de la personalidad de Samuel debemos notar el espíritu de
abnegación y humildad que le inspiró a retirarse del escenario público y político, a favor de
otro hombre más joven a quien Dios había escogido y el pueblo apoyaba. Y quizás lo más
notable en todo este asunto no fue la abnegación personal que se delata, sino la renuncia de
las pretensiones de sus hijos. No ha de olvidarse que los hijos de Samuel ya cooperaban con
su padre en el gobierno del pueblo. Por el amor paterno que este hombre debía sentir por sus
hijos, debe haber sido triste para él verlos defraudados de su natural esperanza para el puesto
prestigioso de juez, y reemplazados por otro.
Al evaluar la obra de Samuel, debemos reconocer que él fue un eslabón importante en la
cadena que unía a dos épocas. Fue él el último de los jueces, y el primero de los profetas. Le
tocó finalizar una época que, aunque obscura, era importante en la formación de la nación:
el período inseguro y a veces anárquico del establecimiento del pueblo en su tierra. A la vez
inauguraba un período nuevo: el de la monarquía, representativo como fue del gobierno
universal de Dios, y típico del gobierno futuro del Mesías en el reino de los cielos sobre la
tierra. Nadie puede calcular la importancia de la obra de este hombre a quien le tocó una tarea
tan adecuada, no sólo en la organización de un gobierno práctico para su tierra, sino también
en la formación del pueblo como nación y en el desarrollo de la economía política de la
misma nación.

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Lo que no comprendió Samuel (o a lo menos no hay indicios de que lo haya comprendido)


es que todos los reyes prefigurarían el carácter y la misión y la obra de Aquél que habría de
ser el gran Virrey de Dios sobre la tierra, el Mesías, que oportunamente tendría que aparecer
entre el pueblo, de quien tales reyes no fueron más tarde sino sombras y tipos (de los cuales
Saúl y David fueron los primeros).
5. Bosquejos de los libros de Samuel
Siguen los bosquejos generales de los libros de Samuel. Después están los análisis
minuciosos de los libros, en relación con el bosquejo histórico que se sigue por toda la obra,
el bosquejo de la historia de los hebreos.
Bosquejo general del Primer Libro de Samuel
EPOCA DE SAMUEL. 1:1–8:22.
Nacimiento y juventud de Samuel. 1:1–3:18.
La madre de Samuel y su oración. 1:1–19.
Nacimiento de Samuel y su consagración. 1:20–2:10.
Ministerio del niño Samuel en Silo. 2:11–3:18.
Ministerio público de Samuel. 3:19–8:22.
Establecimiento de Samuel como profeta. 3:19–4:1a.
Historia del Arca. 4:16–7:2.
Avivamiento de la religión de Jehová y su resultado. 7:3–14.
Resumen de la obra de Samuel 7:15–17.
El pueblo pide un rey. 8:1–22.
REINADO DE SAUL. 9:1–31:13.
Establecimiento de Saúl en su reino. 9:1–12:25.
Ungimiento de Saúl. 9:1–10:1.
Saúl entre los profetas. 10:2–16.
Elección pública de Saúl. 10:17–27.
Guerra con los ammonitas. 11:1–13.
Coronación de Saúl. 11:14–12:25.
Conflictos externos. 13:1–15:35.
Guerra con los filisteos. 13:1–14:46.
Confirmación de Saúl en su reino. 14:47, 48.
Familiares de Saúl. 14:49–52.
Pecado de Saúl en lo de Amalec. 15:1–35.
Llegada de David al escenario. 16:1–18:9.
Ungimiento de David. 16:1–13.
Estadía de David en la corte del rey. 16:14–23.
Lucha de David con Goliat. 17:1–18:9.
Conflicto de Saúl con David. 18:10–27:12.
Vida de David en la corte de Saúl. 18:10–19:17.
Refugio de David con Samuel. 19:18–24.
Nuevo pacto entre Jonatán y David. 20:1–42.
Vida de David como refugiado. 21:1–27:12.
Ultima campaña de Saúl. 28:1–31:13.
Aquís nombra a David para que sea su guardia personal. 28:1, 2.
Saúl consulta al espíritu de Samuel. 28:3–25.
Preparaciones de los filisteos para la batalla. 29:1–11.
Expedición de David contra los amalecitas. 30:1–31.

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Ultima batalla de Saúl. 31:1–13.


Bosquejo general del Segundo Libro de Samuel
Prefacio. David y la muerte de Saúl. 1:1–27.
David recibe noticias de la muerte de Saúl. 1:1–16.
Elegía del Arco, endecha sobre Saúl. 1:17–27.
REINADO DE DAVID EN HEBRON. 2:1–4:12.
Coronación de David en Hebrón como rey de Judá. 2:1–7.
Coronación de Is-boset. 2:8–11.
Guerra civil entre Judá e Israel. 2:12–3:1.
Familia de David en Hebrón. 3:2–5.
Defección de los adherentes de Is-boset. 3:6–21.
Asesinato de Abner. 3:22–39.
Asesinato de Is-boset. 4:1–12.
REINADO DE DAVID SOBRE TODO ISRAEL. 5:1–20:25.
Fortalecimiento de David en su reino. 5:1–11:1.
Establecimiento de David en Jerusalén. 5:1–25.
Interés de David en la religión de Jehová. 6:1–7:29.
Guerras extranjeras. 8:1–11:1.
Discordia doméstica. 11:2–20:25
El gran pecado de David. 11:2–12:31.
Violencia de Amnón. 13:1–22.
Primer mal entendimiento entre David y Absalom. 13:23–14:33.
Rebelión de Absalom. 15:1–18:33.
Reafirmación del poder de David. 19:1–20:25.
APENDICE. 21:1–24:25.
El hambre. 21:1–14.
Guerras filisteas. 21:15–22.
Salmo de gracias de David. 22:1–51 (Sal. 18).
Poema que contiene las últimas palabras de David. 23:1–7.
Los valientes de David. 23:8–39.
El censo y sus consecuencias. 24:1–25.
(B) BOSQUEJO DE LA EPOCA DE SAMUEL
1 Sam. 1:1–8:22
[A] NACIMIENTO Y JUVENTUD DE SAMUEL (DESDE SU NACIMIENTO HASTA SU ESTABLECIMIENTO
COMO PROFETA). 1:1–3:18.
1. La madre de Samuel y su oración. 1:1–19.
i. Las dos esposas de Elcana. 1:1, 2.
ii. La esposa favorita de Elcana: Ana. 1:3–5.
iii. La esterilidad de Ana. 1:6–8.
iv. La oración y el voto de Ana. 1:9–11.
v. La conversación de Ana y Elí. 1:12–18.
vi. Vuelta a Ramá. 1:19.
2. Nacimiento de Samuel y su consagración. 1:20–2:10.
i. Nacimiento de Samuel. 1:20.
ii. Postergación de la dedicación de Samuel. 1:21–23.
iii. Dedicación de Samuel a Jehová. 1:24–28.
iv. Cántico de Ana. 2:1–10.

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3. Ministerio del niño Samuel en Silo. 2:11–3:18.


i. El niño Samuel, ayudante de Elí. 2:11.
ii. Mala vida de los hijos de Elí. 2:12–17.
iii. Familia de Samuel. 2:18–21.
iv. Reprensión de los hijos de Elí por su padre. 2:22–25.
v. Buena fama de Samuel. 2:26.
vi. Condenación de Elí y su casa por el varón de Dios. 2:27–36.
vii. Llamamiento de Samuel y mensaje de Jehová. 3:1–18.
a. Visión de Samuel 3:1–10.
b. Mensaje de Dios a Samuel. 3:11–14.
c. Narración por Samuel a Elí del mensaje de Dios. 3:15–18.
[B] MINISTERIO PUBLICO DE SAMUEL (DESDE SU ESTABLECIMIENTO COMO PROFETA HASTA EL
REINADO DE SAUL) 3:19–8:22.
1. Establecimiento de Samuel como profeta. 3:19–4:1a.
2. Historia del arca. 4:1b–7:2.
i. El arca es capturada por los filisteos. 4:1b–11a.
a. Guerra con los filisteos. 4:1b, 2.
b. El arca es llevada al campo de batalla. 4:3, 4.
c. Temor de los filisteos porque el arca está en el campamento hebreo. 4:5–9.
d. Captura del arca. 4:10, 11a.
ii. Muerte de Elí y sus hijos. 4:11b–22.
iii. El arca de Jehová entre los filisteos. 5:1–6:9.
a. El ídolo Dagón cae y se quiebra en su templo. 5:1–5.
b. Una plaga azota a los filisteos por haberse apoderado del arca. 5:6–9.
c. Decisión de devolver el arca a Israel. 5:10–12.
d. Consultación con los sacerdotes filisteos. 6:1–9.
(1) Recomendación de una ofrenda. 6:1–6.
(2) Recomendación de un carro nuevo para transportar el arca. 6:7–9.
iv. Restauración del arca. 6:10–7:2.
a. Devolución del arca a la tierra de Israel. 6:10–16.
b. Ofrenda pagada por los filisteos por el pecado cometido. 6:17, 18.
c. Muerte de los hombres de Bet-semes. 6:19–21.
d. El arca en Kiryat-jearim. 7:1–2.
3. Avivamiento de la religión de jehová y su resultado. 7:3–14.
i. Llamamiento de Samuel al pueblo para que se arrepienta. 7:3, 4.
ii. Reuniones religiosas en Mizpa. 7:5, 6.
iii. Batalla de Mizpa. 7:7–12.
iv. Paz con los filisteos. 7:13, 14.
4. Resumen de la obra de Samuel. 7:15–17.
5. El pueblo pide un rey. 8:1–22.
i. Los hijos malos de Samuel. 8:1–3.
ii. El concilio de ancianos pide un rey. 8:4, 5.
iii. Oración de Samuel a Jehová y su contestación. 8:6–9.
iv. Advertencia de Samuel al pueblo sobre las consecuencias de la petición. 8:10–18.
v. Persistencia del pueblo en su petición por un rey y consentimiento de Samuel. 8:19–22.
(C) NOTAS SOBRE LA EPOCA DE SAMUEL
1 Sam. 1:1–8:22
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1:1. Ramathaim: Dos alturas; probablemente otro nombre de Ramá, altura, 1:19; 7:17; 25:1.
Era el lugar de nacimiento, vida, y sepultura de Samuel. Se desconoce su ubicación, pero
podría ser uno de tres distintos lugares, a unos ocho o diez kilómetros de Jerusalén. K y D lo
identifican con er-Ram, a dos horas al noroeste de Jerusalén, y Smith lo identifica con Ram
Alá, a unos quince kilómetros al norte de Jerusalén.
Sophim: Este nombre se relaciona con Suph, antepasado de Elcana. Suph, o Zuf, se llama
Zofar (Sophai) en 1 Crón. 6:26.
Ephrateo: Efraimita; vivía en la tribu de Efraim, aunque era levita (K y D).
1:2. Tenía él dos mujeres: La poligamia no era prohibida específicamente en la ley de Dios.
Anna: (Gracia.) Peninna: (Coral.).
1:3. Eli: El nombre de Elí es introducido aquí por primera vez en la narración bíblica, sin
palabra de explicación, como una persona bien conocida por los lectores. Esto demuestra el
origen antiguo de esta porción del relato,
El hecho de que los dos hijos de Elí se llaman aquí sacerdotes de Jehová, y no se denomina
así a Elí mismo, indica que él era ya anciano y que los hijos más bien desempeñaban la
función del sacerdocio en Silo, sitio del santuario de Jehová.
1:6. Y su competidora la irritaba: Aunque la poligamia no era prohibida, era contra la
naturaleza, y siempre traía la rivalidad y la disensión en el hogar.
Porque Jehová había cerrado su matriz: Entre las mujeres hebreas, la falta de hijos era
considerada la mayor desgracia, y aun podía ser conceptuada como una evidencia del enojo
de Dios. La “competidora” de Ana se vale de esto para irritarla y entristecerla más.
1:9. Templo de Jehová: Heb., hekal, palacio, el tabernáculo. Después de que participó de la
comida relacionada con los sacrificios, Ana se fue al tabernáculo para llorar y orar ante
Jehová. Allí estaba sentado Elí, probablemente en el asiento oficial desde donde juzgaba al
pueblo. La palabra pilar probablemente se refiere a una baranda puesta en frente de la tienda
del tabernáculo (K y D).
1:11. No subirá navaja sobre su cabeza: Esta era la característica más notable del nazareo,
signo de su dedicación. V. Núm. 6:1–21 y notas. Samuel, así como Samsón, había de ser
nazareo.
1:13. Túvola Eli por borracha: Puesto que los labios de Ana se movieron por un largo rato,
sin que se oyese ningún sonido, Elí pensaba que estaba ebria. Esto es un comentario vívido
acerca de la condición moral del pueblo bajo la judicatura de Elí, en que una mujer del pueblo
que oraba tan intensamente fuese considerada por el sacerdote como si estuviese borracha.
1:14. Digiere tu vino: Es como si el sacerdote dijera, desembriágate.
1:17. El Dios de Israel te otorgue la petición: Aquí no tenemos una predicción, sino un deseo
expresado (K y D, Erdmann).
1:20. Corrido el tiempo: Lit., con la revolución de los días, referente al período de
concepción y preñez hasta que nació Samuel.
Samuel: (Nombre de Dios, o su nombre es Dios; demandado de Dios; u oído de Dios.).
1:22. Hasta que el niño sea destetado: Este acto podía ser postergado hasta el tercer o cuarto
año de edad entre los hebreos. Comp. 2 Mac. 7:27.

K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.


V. véase; véanse.
Lit. literalmente.
Comp. compárese; compárense.

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1:23. Jehová cumpla su palabra: No hay referencia a alguna palabra hablada por Jehová con
respecto al nacimiento de Samuel, aunque la tradición rabínica habla de tal palabra (Raschid,
cit, en Spence). K y D suponen que sería “la palabra de Elí el sumo sacerdote a Ana” (v. 17),
pero es más que esto; puesto que el nacimiento de Samuel indica que la oración de Ana había
sido oída, Elcana quiere que la promesa implicada en esto sea cumplida, es decir, que el
destino a que había dedicado la madre al niño realmente se realice. Así interpretan Erdmann,
Kirkpatrick, etc.
1:24. Tres becerros: Uno para el holocausto, otro para el “sacrificio del voto,” otro para la
ofrenda de paces, como en Núm. 15:8. (léase en la VM).
1:25. Y matando el becerro: Aunque se menciona sólo la matanza de uno de los tres becerros,
el sacrificio de los otros dos se da por sentado.
1:26. Vive tu alma: Este juramento aparece sólo en los libros de Samuel y Reyes.
1:28. Y adoró allí a Jehová: Esto no se refiere a Samuel, que era muy chiquito, ni a Ana,
cuya adoración se describe en detalle en el siguiente capítulo (“Y Anna oró y dijo …”), sino
a Elcana (Kirkpatrick, K y D). Terry adopta una variante de ciertos manuscritos hebreos, de
la LXX, Vulgata, Siríaca, etc., “ellos adoraron” (comp. FTA), pero es mejor la primera
variante.
2:1. Mi cuerno es ensalzado: Como el animal alzaba los cuernos en el momento de triunfo,
y como gesto de orgullo, así habla Ana tocante a la honra que le ha venido.
2:2. No hay refugio como el Dios nuestro: La traducción literal, en la VM, es: “Ni hay Roca
como nuestro Dios.” La idea metafórica es refugio.
2:6. El hace descender al sepulcro, y hace subir: La palabra sepulcro es Scheol, el lugar de
los muertos, palabra que se compara con la palabra griega Haides, en el NT. El carácter
soberano de Dios al tratar con la humanidad resalta en este pasaje y el contexto.
2:9. El guarda los pies de sus santos: La palabra santos es jasid; bondadoso; piadoso hacia
Dios (Gesenius).
2:10. Y dará fortaleza a su Rey, y ensalzará el cuerno de su Mesías: La palabra Rey debe ser
escrita con minúscula, rey, y Mesías debe ser traducido ungido. La voz profética de la madre
de Samuel hace referencia al rey de Israel con quien su hijo ha de relacionarse por ungirlo en
nombre de Jehová. El pasaje se refiere, pues, directamente a los reyes israelitas. Puede decirse
que se refiere típicamente al Mesías, en el sentido de que los reyes israelitas eran tipos de
Aquél que había de venir.
2:11, 12. El niño ministraba a Jehová delante del sacerdote Eli: Aquí, y en 4:15, se presentan
las causas por las cuales Samuel fue recibido fácilmente por Elí: Los dos hijos de Elí eran
impíos, y el anciano era como de noventa años cuando Samuel fue llevado al templo por su
madre.
2:12–17. Mala vida de los hijos de Elí.
Dos violaciones de la ley mosaica se describen aquí: La ley especificaba qué porción
pertenecía al sacerdote (Lev. 7:29–34), pero los hijos de Elí exigían más. La ley ordenaba
que el sebo había de ser quemado primero, y ellos exigían que primero se les diera su parte.
El resultado de estas violaciones por estos hombres que debían representar a Dios fue la causa
de que el pueblo aborreciera el sacrificio de Jehová, en vez de amarlo.
2:18. Vestido de un ephod de lino: El efod era una vestidura corta que cubría los hombros y
que se ceñía al cuerpo con un cinturón. V. Ex. 28:6–12 y nota.

cit citado.
FTA La Sagrada Biblia, versión española de Félix Torres Amat.

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2:19. Y hacíale su madre una túnica pequeña: La túnica (heb., meíl) era un ropaje largo que
se usaba encima de los otros vestidos por personas de cierta posición social, como los reyes,
profetas, y mujeres de la alta sociedad.
2:21. Anna … concibió, etc.: La abnegación de Ana fue recompensada al dar a luz cinco hijos
más.
2:25. Ellos no oyeron …, porque Jehová los quería matar: Este versículo presenta un aspecto
de la situación: el aspecto divino. La destrucción de los descendientes de Elí realizaba los
propósitos de Jehová. Por otra parte, sabemos que la voluntad de un hombre malo y su mala
naturaleza no reconocen los crímenes que éste comete, y así traen el castigo de Dios (V. Ex.
7:13 y nota). Además, debemos recordar que fue una sucesión de malos gobiernos (Abimelec,
los hijos de Elí, los hijos de Samuel) con su mala política, lo que provocó el descontento
general en el pueblo haciendo que pidieran un gobierno central fuerte, una monarquía. Esto
estaba en el plan de Dios.
2:27. Un varón de Dios: Un profeta
¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre?: La referencia es a Aarón, “padre”
de Elí en el sentido de antepasado. La posición de pontífice que había ejercido Aarón,
también la ocupaba Elí.
2:30. Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente;
mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga: La familia de Elí había roto el pacto con las
maldades que habían practicado, y por esto el pacto se anuló.
2:31–34. Profecía de la destrucción de la casa de Elí.
Esta profecía tuvo su cumplimiento en la muerte de los hijos de Elí (4:11) y en la destitución
de la familia de Abiatar, en tiempo de Salomón. V. el párrafo siguiente.
2:33. No te cortaré del todo: Durante el período de la monarquía hasta Salomón, sacerdotes
descendientes de Elí tuvieron su parte. Pero después de la destitución de Abiatar por
Salomón, la familia quedó fuera de la vida religiosa oficial del país. Véanse las notas sobre
1 R. 2:26, 27; 4:4.
3:1–18. La visión de Samuel.
Este hermoso relato, conocido por todos los niños de la escuela dominical, revela la
precocidad del niño Samuel. ¿Qué edad tendría? Josefo dice doce años (Ant. V. x. 4). Aunque
esto es una conjetura, creo que es bastante acertada. Varios años habrían pasado desde la
presentación de Samuel en el tabernáculo. Una edad crítica en la vida del niño israelita era la
de doce años. Comp. la experiencia que el niño Jesús tuvo a la edad de doce años. (Lc. 2:42).
3:1. No había visión manifiesta: No había profeta de Dios que abiertamente proclamara la
palabra de Dios, lo que es un testimonio en cuanto a la baja moral de los tiempos.
3:3. Samuel estaba durmiendo … antes que la lámpara de Dios fuese apagada: Esta
expresión equivale a decir, antes que viniese el alba (K y D). La lámpara era el candelero
del tabernáculo.
3:7. Y Samuel no había conocido aún a Jehová: Este pasaje no se refiere a aquel
conocimiento general que todo hombre religioso tiene de Dios, sino que denota una
revelación especial, como solían recibir los profetas, y como Samuel mismo había de tener.
3:13. El no los ha estorbado: Este pasaje revela que Elí habría podido corregir a sus hijos, y
no lo había hecho. Se declara también la responsabilidad del padre en los pecados de los
hijos, cuando él no ha tratado de disciplinarlos.

Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.

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3:18. Jehová es; haga lo que bien le pareciere: La conformidad del anciano con la voluntad
de Jehová es un buen rasgo de su carácter.
3:19. Jehová fue con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras: Los dichos
proféticos de Samuel se cumplían; venían de Jehová y El hacía que se cumplieran.
4:1. Salió Israel a encontrar en batalla a los Filisteos: Vemos aquí que el espíritu de Israel
estaba más animado en tiempo de Elí que en tiempo de Samsón, cuando parece que no había
ninguna resistencia organizada en contra de la opresión filistea, sino que sólo Samsón
luchaba contra los filisteos.
4:3. Traigamos a nosotros de Silo el arca del pacto: Al estilo de los grandes conquistadores
hebreos, Moisés y Josué, el pueblo piensa en llevar consigo el arca, símbolo de la presencia
de Jehová, como si ésta fuera un talismán que les daría la victoria. Pero el símbolo no sustituía
a la realidad; Dios se había apartado de su pueblo, y la creencia de ellos no les proporcionó
el éxito.
4:4. Los dos hijos de Eli … estaban allí con el arca: Aunque Samuel va gozaba riel favor del
pueblo, todavía ejercían la autoridad sacerdotal los hijos de Elí.
4:9. Esforzaos, oh Filisteos: El acto de Israel en llevar consigo el arca sólo sirvió para
estimular en los enemigos un ardor mayor; fue, pues, contraproducente, y el resultado fue
que la condición de ellos se hiciera peor de lo que era antes.
4:11–22. Desgracia sobre Israel.
Desgracia tras desgracia: El arca fue capturada (v. 11), los hijos de Elí murieron en el combate
(v. 11), Elí murió trágicamente (v. 18), y la nuera de Elí también murió al enterarse de los
acontecimientos. (vs. 20–22).
4:19–22. Muerte de la nuera de Elí.
La inclusión de la referencia a la muerte de la esposa de Finees aumenta la impresión que se
tiene de la ejecución del juicio de Dios sobre la casa de Elí. El nacimiento del hijo de la nuera,
cosa preeminente en la vida de una mujer hebrea, no le parece a ella de importancia en
comparación con la captura del arca. El nombre que da al hijo recuerda, no su propio dolor
(como el nombre que dio Raquel a su hijo, Benoni, hijo de mi dolor, en Gén. 35:18), ni su
propia muerte, sino la toma del arca: Ichabod: sin gloria, o ¿dónde está la gloria?
5:1. Asdod: Una de las cinco ciudades reales de la liga filistea.
5:2. Dagón: Viene de la palabra dag, pez; la forma Dagón es un diminutivo cariñoso, como
el sufijo -ito, o -cito, en español. Según creían sus adoradores, este dios tenía la forma de un
pez, con la cabeza y las manos de un hombre. La naturaleza marina del dios se debe a que
los filisteos eran un pueblo que vivía a orillas del mar.
5:3–5. El ídolo Dagón cae y se quiebra en su templo.
En la prueba entre el ídolo, que representaba al dios de los filisteos, y el arca de Jehová, que
simbolizaba la presencia del Dios de Israel, Jehová salió vencedor.
5:5. No pisan el umbral de Dagón: Puesto que la cabeza y las palmas de Dagón habían tocado
el umbral, éste era sagrado, y no debía ser tocado.
5:6. Hiriólos con hemorroides: La plaga era doble: Ratones, afirmado en la LXX en este
pasaje, e inferido en 6:4; y hemorroides, palabra que se refiere a esto mismo, o quizás mejor,
diviesos.
5:8. Pásese el arca del Dios de Israel a Gath: Evidentemente no había en Gat un templo de
Dagón (Kirkpatrick, Erdmann).
5:10. Enviaron el arca de Dios a Ecrón: Ecrón era una de las cinco ciudades reales de los
filisteos. Aunque los habitantes de la ciudad se lamentaron porque les habían llevado el arca,
de todos modos fue enviada por los jefes filisteos.

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5:11. Los príncipes de los Filisteos: Los cinco jefes de las cinco ciudades de la confederación
filistea. La imposibilidad de evitar la plaga que se había declarado por causa de la presencia
del arca entre el pueblo, conduce a los jefes a la decisión de devolverla a Israel.
6:3. Si enviáis el arca del Dios de Israel, no la enviéis vacía; mas le pagaréis la expiación:
El honor del Dios de Israel, que había sido ofendido por el deshonor hecho al emblema de su
presencia (el arca), ha de ser propiciado con ofrendas.
6:4. Conforme al número de los príncipes de los Filisteos, cinco hemorroides de oro, y cinco
ratones de oro: La forma de la expiación recordaba el castigo, honraba a Dios de Israel y
expiaba la deshonra que había sido hecha a su nombre. La eficacia de la expiación no estaba
tanto en el valor de los talismanes sino en el reconocimiento del Dios de Israel.
6:6. ¿Por qué endurecéis vuestro corazón, como los Egipcios y Faraón?: Naturalmente era
bien conocido, entre las naciones circunvecinas, el dato sobresaliente de la historia israelita.
6:9–12. Si sube por el camino de … Both-semes, él nos ha hecho este mal tan grande, etc.:
La prueba final de que la mano de Dios estaba en la plaga fue que las vacas tomaron el camino
de Bet-semes, una ciudad israelita, lo cual no era natural, pues estos animales habían sido
criados en Filistia. Esta prueba parece más difícil, y su efecto más sobrenatural, si tenemos
en cuenta que estas vacas no estaban acostumbradas al yugo, y, sin embargo, cuando fueron
uncidas, emprendieron la marcha tranquilamente, abandonando también a sus becerros, lo
cual era contrario a lo natural.
6:18. Y ratones de oro conforme al número de todas las ciudades de los Filisteos: En el 6:4,
se nos dice que los sacerdotes propusieron que se mandara una figura por cada ciudad
principal; pero al final se envió una por cada ciudad y aldea del país.
6:19. Hirió Dios a los de Beth-semes, porque habían mirado en el arca: La violación de la
santidad del arca fue castigada inmediatamente.
7:1. Metiéronla en casa de Abinadab: Josefo afirma que Abinadab era levita (Ant. VI. i. 4),
lo que probablemente es cierto, y también sería levita su hijo Eleazar.
7:2. Toda la casa de Israel lamentaba en pos de Jehová: El pueblo reconocía que la situación
espiritual del país era mala, lo cual estaba simbolizado por la ubicación del arca en una casa
particular, y no en el tabernáculo, a lo cual se agrega la imposibilidad que hallaban de
trasladarla. Fue un período de obscuridad moral, en el que no hubo caudillo espiritual en la
nación; durante este tiempo el niño Samuel llegaba a su mayoría de edad, y se preparaba para
tomar su lugar en la jefatura de la nación. Los veinte años a que se refiere el pasaje han de
haber formado el período anterior a la reforma inaugurada por Samuel (7:3). Pasaron muchos
años más antes de que David hiciera trasladar el arca a Jerusalén (2 Sam. 6:12–19), unos
setenta años después.
7:3. Y habló Samuel a toda la casa de Israel: Esta parece haber sido la primera presentación
oficial de Samuel ante el pueblo. Habían transcurrido veinte años desde la muerte de Elí, así
que Samuel tendría entre treinta y dos a cuarenta años. El motivo de la convocación fue el de
instar al pueblo al arrepentimiento.
7:5. Juntad a todo Israel en Mizpa: ¿Por qué en Mizpa? Quizás porque era el lugar más
grande en el centro del país. Allí se reunieron las tribus para declarar la guerra a Benjamín
(Juec. 20:1), y allí fue declarado rey Saúl (1 S. 10:17).
7:6. Sacaron agua, y derramáronla delante de Jehová: Aunque el agua era empleada en el
sistema levítico para purificar (Ex. 30:20; Lev. 14:8; 15:5; y muchos pasajes), no hay otra
ocasión en que se derramara agua en libación como aquí. El acto simbolizaba el
arrepentimiento y la consagración del corazón a Jehová (Kirkpatrick, Erdmann, K y D).
Comp. Lam. 2:19: “Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor.”

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7:7. Y oyendo los Filisteos que los hijos de Israel estaban reunidos en Mizpa, subieron …
contra Israel: Los filisteos interpretaron la acción como un gesto hostil y, temiendo la
unificación del pueblo que la reunión implicaba, se alistaron para la guerra.
7:9. Y Samuel tomó un cordero de leche, y sacrificólo entero: Samuel, aparentemente de la
tribu de Leví, aunque no de la familia de Aarón, toma el lugar de la familia rechazada de Elí,
actuando provisionalmente como sacerdote. Samuel parece haber sido de la línea de Gersón
(1 Crón. 6:27, 28). El cordero de leche debía tener más de siete días de edad, según Lev.
22:27. Era sacrificado entero, en holocausto, siendo quemado enteramente, en símbolo de la
completa consagración del pueblo a Jehová.
7:12. Eben-ezer: (Piedra de socorro.).
7:14. Amorrheo: Aquí empleado en sentido general con referencia a los habitantes de
Palestina, lo que incluía a los filisteos.
7:15. Y juzgó Samuel a Israel todo el tiempo que vivió: Aunque Saúl llegó a ser rey de Israel,
el anciano Samuel retuvo una gran parte de la autoridad moral y espiritual que le había
pertenecido antes de la ascensión de Saúl al trono, lo que significaba también influencia
política.
7:16. Iba y daba vuelta a Beth-el, y a Gilgal, y a Mizpa, etc.: Samuel estableció su juzgado
en un circuito de aldeas benjamitas.
8:1–22. El Pueblo pide un rey.
Véase la discusión sobre la evaluación de la vida de Samuel, en la introducción a los libros
de Samuel.
8:2. Fueron jueces en Beer-sebah: Beer-seba era un lugar céntrico en el sur de la nación; en
el sur juzgaban sus hijos, mientras que Samuel siguió juzgando en el norte.
8:5. Constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como todas las gentes: Los israelitas no
basaban su petición en la ley mosaica, ni en una aclaración de Dios acerca de su voluntad,
sino en las costumbres de otras naciones, y en esto vemos un descontento con el sistema que
Dios mismo había implantado.
8:6. Y descontentó a Samuel esta palabra: Samuel considera la petición como un
rechazamiento personal.
8:7. No te han desechado a ti, sino a mí: El rechazamiento de Samuel, que había sido
nombrado por Dios, equivale a un rechazamiento del que lo había nombrado, o sea, de Dios.
8:10–18. Consecuencias de la petición por un rey.
El cuadro triste que Samuel pinta de las condiciones del pueblo bajo una monarquía es típico
de la situación que prevalecía bajo los despóticos gobiernos orientales de su día, lo cual llegó
a caracterizar a Israel más tarde.
PARTE III
PERIODO DE LA MONARQUIA
(Desde Saúl hasta Salomón)
1 S. 9:1–1 R. 11:43 1 Cr. 1:1–2 Cr. 9:31
Llegamos ahora a la Parte III, la última del segundo libro, con la cual finalizaremos el
Desarrollo de la Teocracia.
Este período abarca la historia del Reino Unido, que incluye los reinados de Saúl, de David,
y de Salomón. Es un período de mucha importancia porque en él se fija definitivamente el
gobierno de la nación como monárquico. Se presenta también la norma que había de seguir
después el reino de Dios, con sus relaciones características de rey y súbdito. De una manera
definitiva se cristaliza en la mente hebrea como forma política ideal la del gobierno

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monárquico, representativo del gobierno teocrático bajo el cual el pueblo continuamente


vivía, y típico del gobierno eterno del universo ejemplificado en el reino de Dios.
Sigue un bosquejo que he de desarrollar en la exposición de esta parte:
(I) INTRODUCCION A LOS LIBROS DE REYES.
(II) INTRODUCCION A LOS LIBROS DE CRONICAS.
(III) PARENTESIS: TABLAS GENEALOGICAS DE CRONICAS.
1 Cr. 1:1–9:44
A. BOSQUEJO DE LAS TABLAS GENEALOGICAS DE CRONICAS.
1 Cr. 1:1–9:44.
B. NOTAS SOBRE LAS TABLAS GENEALOGICAS DE CRONICAS.
1 Cr. 1:1–9:44.
(IV) REINADO DE SAUL.
1 Sam. 9:1–31:13. 1 Cr. 10:1–14.
A. BOSQUEJO DEL REINADO DE SAUL.
1 Sam. 9:1–31:13. 1 Cr. 10:1–14.
B. NOTAS SOBRE EL REINADO DE SAUL.
1 Sam. 9:1–31:13. 1 Cr. 10:1–14.
(A) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE SAMUEL TOCANTE
AL REINADO DE SAUL.
1 Sam. 9:1–31:13.
(B) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE CRONICAS TOCANTE
AL REINADO DE SAUL.
1 Cr. 10:1–14.
(V) REINADO DE DAVID.
2 Sam. 1:1–1 R. 2:11. 1 Cr. 11:1–29:30.
A. BOSQUEJO DEL REINADO DE DAVID.
2 Sam. 1:1–1 R. 2:11. 1 Cr. 11:1–29:30.
B. NOTAS SOBRE EL REINADO DE DAVID.
2 Sam. 1:1–1 R. 2:11. 1 Cr. 11:1–29:30.
(A) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL SEGUNDO LIBRO DE SAMUEL TOCANTE
AL REINADO DE DAVID.
2 Sam. 1:1–24:25.
(B) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE REYES TOCANTE AL
REINADO DE DAVID.
1 R. 1:1–2:11.
(C) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE CRONICAS TOCANTE
AL REINADO DE DAVID.
1 Cr. 11:1–29:30.
(VI) REINADO DE SALOMON.
1 R. 2:12–11:43. 2 Cr. 1:1–9:31.
A. BOSQUEJO DEL REINADO DE SALOMON.
1 R. 2:12–11:43. 2 Cr. 1:1–9:31.
B. NOTAS SOBRE EL REINADO DE SALOMON.
1 R. 2:12–11:43. 2 Cr. 1:1–9:31.
(A) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE REYES TOCANTE AL
REINADO DE SALOMON.
1 R. 2:12–11:43.

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(B) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL SEGUNDO LIBRO DE CRONICAS


TOCANTE AL REINADO DE SALOMON.
2 Cr. 1:1–9:31.
(I) INTRODUCCION A LOS LIBROS DE REYES
1. Nombre
Originalmente los chis libros de Reyes formaron un libro solo. La división en dos libros es
puramente arbitraria, siendo desconocido el motivo para ello, puesto que tal división no
corresponde a ningún incidente histórico, ni obedece a ninguna exigencia literaria. En efecto,
los traductores de la LXX, seguidos en esto por Jerónimo, la Vulgata, y la versión de Amat,
la consideraban una obra, no solamente los dos libros de Reyes, sino los cuatro libros de
Samuel y Reyes, los que ellos titulaban: Primero, Segundo, Tercero, u Cuarto de Reyes.
El nombre Reyes es derivado del nombre hebreo melakim, Reyes. Pero hay cierta evidencia
de que estos nombres son relativamente recientes, y que originalmente los libros de Reyes
no tenían ningún nombre. Esto es indicado por el hecho de que en ciertos antiguos
manuscritos hebreos, estos libros aparecen sin nombre. En estos manuscritos no hay más
signo de división entre Samuel y Reyes que un espacio en blanco. Parece que entre los judíos
se empleaba como título de los libros de Reyes las palabras con que el libro combinado
principia: Wehamelek Dawid; y el rey David. En la LXX el libro se llama Basileion, Reinos,
título que no cabe tan bien como Reyes, como Jerónimo señaló. La división de Reyes en dos
libros es arbitraria, y los manuscritos hebreos no hacen tal división.
2. Autor, fecha, y fuentes
i. Autor
El Talmud conserva una tradición con respecto al autor de los libros de Reyes que, como
otras tradiciones del Talmud, es dudosa. Según esta opinión, el autor de los libros de Reyes
fue Jeremías. Aunque el libro es anónimo, y no hay nota alguna en la Biblia misma al
respecto, esta opinión sería tan probable como cualquier otra. A la vez reconocemos que no
es más que una mera conjetura, a la cual la dudosa autoridad del Talmud (libro que llegó a
su forma escrita en el siglo cuarto de la era cristiana, casi mil años después de Jeremías), no
ha de dar mucho prestigio.
La idea de que el autor pudo haber sido Jeremías (y su amanuense Baruc) tiene a su favor el
hecho de que Jeremías ocupó un lugar en la nación que favorecía el cumplimiento de tal
tarea, y vivía en un tiempo cuando la importancia de la compilación del libro se ha de haber
hecho sentir; pues fue el tiempo en que la nación se derrumbaba, la ciudad se destruía y
desolaba con el destierro de sus habitantes, y el templo quedaba en ruinas. Estaba delante del
pueblo un período de disolución nacional, que el ojo profético de Jeremías había previsto. La
necesidad de conservar las tradiciones nacionales se ha de haber hecho sentir como nunca
antes, para que, aunque se destruyeran todos los archivos oficiales, a lo menos se conservaran
los hechos principales de la historia.
Jeremías estaba en una posición favorable para desempeñar dicha tarea. El conquistador
Nabucodonosor le concedía libertad en la ciudad, puesto que el profeta, antes de la caída de
la ciudad que había estado sitiada, había recomendado que ésta se rindiera al general caldeo,
pues esa era la voluntad de Dios. Durante los meses transcurridos entre la caída de la ciudad
y la inmigración del remanente a Egipto (que llevaba consigo a Jeremías), el profeta y su
secretario Baruc deben haber tenido tiempo para buscar en los archivos de la nación y

LXX La Septuaginta, versión griega antigua del Antiguo Testamento.

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seleccionar los datos necesarios para escribir su obra basándose en los libros sagrados
existentes.
Pero debemos reconocer que había miles de otros hombres en la misma época que, como
Jeremías, podían haberlo hecho. Debe decirse que el interés de Jeremías en este período era
más bien contemporáneo que histórico. El profeta quería que sus mensajes fueran aceptados
por el pueblo.
Además, los libros de Reyes tienen algunas referencias a hechos que sucedieron después del
tiempo de Jeremías, como 2 R. 25:27–29, pasaje que corresponde con Jer 52:31–34, el cual
relata que el rey Joaquín, en el cautiverio babilónico fue excarcelado y ascendido a la calidad
de amigo de Evilmerodac, rey de Babilonia, por orden de este mismo, lo que se verificó el
año 561 a. de J. C., mucho después de la muerte de Jeremías. También es posible que este
pasaje haya sido agregado más tarde por otro escritor. Sin embargo, todo el tenor de los libros
de Reyes nos da la impresión de que éstos fueron escritos en un ambiente de tranquilidad, y
no en uno cargado de conflictos como lo fue la época a la cual correspondió el año 586 a. de
J. C., cuando en la ciudad humeaba aún el fuego caldeo.
Creo que el punto de vista del autor de este libro es el del cautiverio. Lejos de su país, en un
lugar extraño y en un tiempo difícil, el autor juntó sus datos, valiéndose de las fuentes que
poseía, rollos de mayor o menor valor sagrado e histórico, que los israelitas al ser escoltados
al cautiverio en Babilonia llevaron consigo, y de quienes algunos nombres se mencionan
después (Fuentes). Al mismo tiempo que el autor juntaba los datos, interpretaba la historia a
la luz de los principios religiosos que habían guiado a los grandes profetas y que, rechazados
por sus contemporáneos, ya habían sido comprobados por el testimonio de la historia,
especialmente en la caída de la ciudad de Jerusalén predicha por los mensajeros de Dios. Por
eso es que el punto de vista del autor de este libro es esencialmente el punto de vista de los
profetas, y con más probabilidad el de Jeremías.
La semejanza que hay entre muchos de los pasajes de Jeremías y de los Reyes presenta la
posibilidad (aunque no comprobada) de que este autor debe haber sido el redactor final de la
Profecía de Jeremías, el cual se valió para escribirla de los documentos escritos dejados por
Jeremías y Baruc, compaginándolos con los relatos que él mismo debe haber escrito,
basándose en narraciones orales proporcionadas por personas que conocieron personalmente
a Jeremías y que participaron en los sucesos de aquellos últimos días terribles de la caída de
la nación, así como también en los archivos oficiales.
Por cierto que es imposible que el mismo autor de los libros de Reyes haya presenciado lo
que se describe en la Profecía de Jeremías y en los últimos capítulos de Reyes. Lo que milita
en contra de esto es la escasez de detalles que hay en Reyes respecto a estos incidentes, y que
indica más bien que el autor compilaba datos preparados por otros.
ii. Fecha
Los libros de Reyes probablemente fueron escritos unos años después del 561 a. de J.C., y
un poco antes del 538. Digo esto porque el último acontecimiento que se relata en los libros
es el restablecimiento de Joaquín, lo cual sucedió en el 561. Si hubiese sucedido otra cosa
importante, como la caída de Babilonia que ocurrió en el 539, ante el ataque de Ciro el medo,
hubiera sido indudablemente registrada en estos libros.
iii. Fuentes

a. antes (en fechas).


J. C. Jesucristo (en fechas).

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Entre las fuentes que posiblemente sirvieron de base para estos libros y de las cuales este
autor pudo haber sacado una parte de sus materiales, pueden mencionarse “el libro de los
hechos de Salomón” (1 R. 11:41), “el libro de las crónicas de los reyes de Judá” (2 R. 23:28),
y “las crónicas de los reyes de Judá” (1 R. 14:29). Estos libros se mencionan en Reyes, y
otros se mencionan en otros libros bíblicos. A esto me refiero en la Introducción General al
Antiguo Testamento, en el capítulo sobre el Canon del Antiguo Testamento (Tomo I). Véase
también la Introducción a los Libros de Crónicas, Fuentes.
3. Ocasión y propósito
Los libros de Reyes tienen como ocasión la necesidad que había de tener en forma escrita
una historia de los reinos de Judá e Israel después del reinado de David, hasta la caída de
Jerusalén. El autor escribe con el propósito de presentar esta historia. Traza la influencia de
la mano providencial de Dios. Señala los errores y pecados de los reyes, pecados que traían
como consecuencia la disciplina castigadora de Dios, y al final la destrucción de la nación.
Escribe con un motivo altamente religioso.
4. Relación entre Reyes y Crónicas
Los libros de Reyes y Crónicas tratan del mismo período de la historia israelita. Pero tuvieron
su origen en períodos enteramente distintos, y su punto de vista es diferente. Los libros de
Reyes se originaron, como hemos visto, en el cautiverio, mientras que el de Crónicas tuvo su
origen en el período persa. En efecto, este último libro probablemente formó, al principio,
una sola obra junto con Esdras y Nehemías, de la cual ha sido separada en nuestras versiones.
El punto de vista desde el cual escribe el autor de los libros de los Reyes es histórico, aunque
todos los datos los interpreta a la luz de los principios religiosos. El interés del compilador
de Crónicas, aunque no se puede decir que es más religioso, se califica más bien con la
palabra litúrgico. Este autor se interesa en la organización del culto del templo (el ministerio
de música con su coro, orquesta, etc.), las fiestas, y las órdenes de sacerdotes y levitas y otros
ministros del templo. Todo esto es natural en vista de que su autor vivía cuando los judíos ya
habían regresado a su tierra, y vivían, no bajo un régimen monárquico, sino sacerdotal.
Además, el interés del cronista se limita más bien a Judá, mientras que el escritor de los libros
de los Reyes expone también la historia del reino septentrional de Israel. Esto es normal en
vista de que cuando escribió el autor de Crónicas. ya hacía cuatro siglos que el reino
septentrional de Israel había desaparecido y se consideraba que ya su política no tenía
ninguna influencia. Por esto el cronista no menciona los largos relatos relacionados con las
vidas de los dos grandes profetas de Israel, Elías y Eliseo, que están en los libros de los Reyes.
Véase la Introducción a los libros de las Crónicas.
5. Valor religioso
Nadie ha de negar el valor religioso de los grandes relatos de Reyes. Quien no vea el valor
espiritual de estos libros pierde una gran fuente de instrucción religiosa. Por cierto que hay
algunas cosas que se relatan en estos libros que no alcanzan el nivel de la revelación cristiana.
Hay prácticas en la conducta de los hombres, que se aceptan en estos libros como naturales,
las cuales serían condenables según la moral cristiana, v.g., la poligamia.
Al mismo tiempo, en general, el autor de los libros de Reyes admite mucho de lo que nosotros
admitimos, y condena mucho de lo que nosotros condenamos, dando una información
definitiva y clara acerca de la conducta de los protagonistas que se mencionan en sus páginas.
Así hallamos en estos libros claramente señalado el error de la idolatría, y la necesidad de
adorar sólo a un Dios, el cual es Jehová. Se distingue el interés que Dios manifiesta en los

v.g. verbigracia.

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asuntos del mundo, y especialmente en los de su propia nación escogida. El cuidado que Dios
tiene por su pueblo y la protección que les dispensa cuando le obedecen, se dan por sentados.
El castigo del pecado y la recompensa del bien son doctrinas fundamentales de estos libros.
La eminencia de Dios en la naturaleza, con la dádiva de su poder a los hombres para realizar
proyectos que adelantan su causa, es una idea prominente y eficaz en el libro. El ideal de la
teocracia es el que motiva a este autor a que presente datos históricos.
En general, la ley moral que le sirve de criterio a este autor, al analizar y juzgar el carácter
de los hombres de quienes escribe, es el del decálogo y de la ley mosaica. Escribe en el
espíritu de los grandes profetas.
6. Bosquejos de los libros de Reyes
Bosquejo general del Primer Libro de Reyes
Introducción. Incidentes finales de la vida de David. 1:1–2:11.
David y Abisag. 1:1–4.
Conjuración de Adonías. 1:5–10.
Intercesión de Batseba y coronación de Salomón. 1:11–53.
Ultimo encargo de David a Salomón. 2:1–11.
REINADO DE SALOMON. 2:12–11:43.
Período de fortalecimiento. 2:12–4:34.
Destrucción de los enemigos de Salomón. 2:12–46.
Piedad y sabiduría de Salomón. 3:1–28.
Oficiales de Salomón. 4:1–19.
Grandeza y sabiduría de Salomón. 4:20–34.
Período de las grandes obras públicas. 5:1–8:66.
El contrato con Hiram. 5:1–12.
Desarrollo del programa de edificación. 5:13–18.
Edificación del templo. 6:1–14.
Descripción del templo. 6:15–38.
Otros edificios. 7:1–12.
Las columnas, los muebles y los vasos del templo. 7:13–51.
Dedicación del templo. 8:1–66.
Período de grandeza y de prosperidad. 9:1–10:29.
Segunda visión de Salomón. 9:1–9.
Actividades comerciales. 9:10–28.
Visita de la reina de Seba. 10:1–13.
Grandeza de Salomón. 10:14–29.
Declinación de Salomón. 11:1–43.
Multiplicación de las esposas y la idolatría. 11:1–8.
Indignación de Dios contra Salomón. 11:9–13.
Adversarios de Salomón. 11:14–40.
Muerte de Salomón. 11:41–43.
EL REINO DIVIDIDO. 12:1–22:54.
Introducción. División del reino. 12:1–19.
Reinado de Jeroboam en Israel. 12:20–14:20.
Establecimiento de Jeroboam en su reino. 12:20–33.
El profeta desobediente. 13:1–34.
El profeta Ahías y Jeroboam. 14:1–20.
Reyes de Judá. 14:21–15:24.

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Resumen del reinado de Roboam en Judá. 14:21–31.


Reinado de Abiam en Judá. 15:1–8a.
Reinado de Asa en Judá. 15:8b–24.
Reyes de Israel. 15:25–16:28.
Reinado de Nadab. 15:25–32.
Reinado de Baasa. 15:33–16:7.
Reinado de Ela. 16:8–14.
Reinado de Zimri. 16:15–20.
Reinado de Omri. 16:21–28.
Reinado de Acab en Israel. 16:29–22:40.
Ascensión al trono. 16:29–34.
Elías y la viuda de Sarepta. 17:1–24.
Elías y los profetas de Baal. 18:1–46.
Elías en el desierto del sur. 19:1–18.
Ungimiento de Eliseo. 19:19–21.
Guerra con Ben-hadad. 20:1–43.
La viña de Nabot. 21:1–29.
Segunda guerra con Siria. 22:1–40.
Reinado de Josafat en Judá. 22:41–51.
Reinado de Ocozías en Israel. 22:52–54.
Bosquejo general del Segundo Libro de Reyes
PERIODO DE LOS DOS REINOS. 1:1–17:41.
Fin del reinado de Ocozías. 1:1–18.
Reinado de Joram. 2:1–8:15.
Traslado de Elías. 2:1–18.
Primeros milagros de Eliseo. 2:19–25.
Rebelión del rey de Moab. 3:1–27.
Eliseo entre el pueblo. 4:1–44.
La historia de Naamán el leproso. 5:1–27.
Eliseo y los hijos de los profetas. 6:1–7.
La guerra con Siria. 6:8–7:20.
Captura del ejército siríaco. 6:8–23.
Sitio de Samaria. 6:24–7:20.
Diversas actividades de Eliseo. 8:1–15.
Relato de sus milagros al rey Joram. 8:1–6.
Profecía respecto a Hazael, futuro rey de Siria. 8:7–15.
Reyes de Judá. 8:16–29.
Reinado de Joram en Judá. 8:16–24.
Reinado de Ocozías en Judá. 8:25–29.
Reinado de Jehú en Israel. 9:1–10:36.
Ungimiento de Jehú. 9:1–10.
Jehú se posesiona del trono. 9:11–37.
Jehú destruye a sus enemigos. 10:1–28.
Resumen del reinado de Jehú. 10:29–36.
Reyes de Judá. 11:1–12:21.
Reinado de Atalia. 11:1–3.
Reinado de Joás. 11:4–12:21.

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Establecimiento del niño Joás en el trono. 11:4–16.


Establecimiento del culto de Jehová. 11:17–21.
Resumen del reinado de Joás. 12:1–3.
Reparación del templo. 12:4–16.
Entrega de los tesoros del templo al rey de Siria. 12:17, 18.
Asesinato de Joás. 12:19–21.
Reyes de Israel. 13:1–25.
Reinado de Joacaz en Israel. 13:1–9.
Reinado de Joás en Israel. 13:10–25.
Reinado de Amasías en Judá. 14:1–22.
Reinado de Jeroboam en Israel. 14:23–29.
Reinado de Azarías (Uzías) en Judá. 15:1–7.
Reyes de Israel. 15:8–31.
Reinado de Zacarías. 15:8–12.
Reinado de Sallum. 15:13–15.
Reinado de Menahén. 15:16–22.
Reinado de Pecaya. 15:23–26.
Reinado de Peca. 15:27–31.
Reyes de Judá. 15:32–16:20.
Reinado de Joatam. 15:32–38.
Reinado de Acaz. 16:1–20.
Fin del reino septentrional de Israel. 17:1–41.
Reinado de Oseas. 17:1–6.
Resumen de los pecados de Israel que produjeron su caída. 17:7–23.
Traslado de pueblos extranjeros a tierra de Israel. 17:24–41.
HISTORIA DE JUDA SOLO. 18:1–25:21.
Reinado de Ezequías. 18:1–20:21.
Reinado de Manasés. 21:1–18.
Reinado de Amón. 21:19–26.
Reinado de Josías. 22:1–23:30a.
Reinado de Joacaz. 23:30b–33.
Reinado de Joaquim. 23:34–24:7.
Reinado de Joaquín. 24:8–16.
Reinado de Sedequías y caída de la nación. 24:17–25:21.
EPILOGO. 25:22–30.
Nombramiento de Gedalías como gobernador en Jerusalén. 25:22–25.
Inmigración del pueblo a Egipto. 25:26.
Restauración de Joaquín. 25:27–30.
(II) INTRODUCCION A LOS LIBROS DE CRONICAS
1. Nombre y clasificación
Originalmente los dos libros de Crónicas formaban un solo libro. Fueron divididos en dos
libros por los traductores de la LXX. Esta división fue más afortunada que la de los libros de
Reyes, porque el fin del primer libro de Crónicas corresponde con el fin de la vida de David,
y el primer capítulo del segundo libro introduce el reinado de Salomón. En cambio, el primer
libro de Reyes no finaliza el reinado de David, sino que el fin de éste se relata en 2 Reyes.

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Además, creo que Crónicas estaba unido originalmente con Esdras y Nehemías con el objeto
de incluir en un solo libro la historia más o menos completa de la nación hebrea (comp. R.
Smith, The Books of Chronicles, in EB). Con estos dos libros, Crónicas tiene una marcada
afinidad de estilo y de punto de vista. Es interesante que los últimos dos versículos de nuestra
versión de Crónicas (2 Cr. 36:22, 23) son idénticos a los primeros dos versículos y medio de
Esdras. Esto es un indicio, aunque no una prueba concluyente, de que los libros originalmente
formaron una sola obra. Al hacer la separación, se retuvieron estos versículos en ambos libros
para hacerlos completos. Es posible, sin embargo, que esta nota al final de Crónicas fue
agregada por un editor o escriba, puesto que consiste de una nota necesaria para completar la
historia del libro. Cuándo y por quién fue separado Crónicas de Esdras y Nehemías, no se
sabe.
En ciertos antiguos manuscritos hebreos, los libros de Crónicas se llaman Divre Hayamim,
acontecimientos de los días, o historias de los tiempos, una frase que se lee con frecuencia
en Reyes y Crónicas con referencia a cierto rey. En la LXX, los libros se llaman
Paraleipomenon, palabra que significa de las cosas que han sido dejadas sin contar. La
palabra Crónicas viene de Jerónimo, que llamó estos libros Liber Chronicorum.
2. Autor, fecha, y fuentes
i. Autor y fecha
En la Biblia hebrea, Crónicas aparece por último, por lo cual deducimos que fue uno de los
últimos libros del AT que fueron escritos. La fecha en que fue escrito, fue por consiguiente
posterior. La tradición judía afirma que su autor fue Esdras (Talmud, Baba bathra, folio 15),
quien, según esta tradición fue también el autor del libro que lleva su nombre y del libro de
Nehemías.
Aunque no podemos aceptar esta tradición, sí debemos reconocer que los tres libros fueron
escritos por el mismo autor. Tienen mucha afinidad de estilo, y el punto de vista, desde el
cual se escriben es muy similar. Cuando estudiemos lo referente al autor del libro de Esdras,
veremos que lo más probable es que Esdras no haya sido el autor, puesto que el libro se
refiere a él, y en el libro nunca se afirma que Esdras lo haya escrito.*
La fecha en que Esdras hace su aparecimiento en el escenario israelita es el año 458 a. de J.
C., y la de Nehemías es 445. Así que la fecha en que esta serie de libros (Crónicas, Esdras, y
Nehemías) apareció, tiene que haber sido después. Hay pormenores en los libros de Crónicas
(y en los otros dos) que revelan que aparecieron después que la gloria de Persia se había
eclipsado. Por ejemplo, en 2 Crónicas 36:22, hablando de Ciro, se le llama “rey de Persia” y
no el gran rey, o sencillamente el rey (como en Nehemías 2:1, etc.), títulos que habían sido
empleados para designarlo en tiempos de la grandeza persa. Además, la genealogía de
Zorobabel, que volvió de Babilonia a Jerusalén en el año 537, y que fue el representante de
la línea real de David, se lleva en 1 Cr. 3:19–24 hasta la sexta generación (en la LXX hasta
la undécima). Si contamos 30 años por cada generación, nos da un total de 180 años, y una
fecha que correspondería más o menos al 350 a. de J. C., y si aceptáramos la variante de la
LXX, la fecha se acercaría al año 200 a. de J. C. Según Josefo, al sumo sacerdote Jadna le
corresponde el quinto lugar después de Josué (el que fue sumo sacerdote en tiempo de

comp. compárese; compárense.


EB T. K. Cheyne, y J. S. Black, Encyclopaedia Biblica.
* Hay pasajes en el libro de Esdras escritos en primera persona. Estos revelan que el compilador del libro
tuvo acceso a materiales originales escritos por el mismo Esdras los que el autor cita con toda fidelidad. Su
obra está bien documentada.

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Zorobabel). Fue este Jadua el que se enfrentó con Alejandro el Grande cuando éste invadió
a Palestina c. de 330 a. de J. C. La fecha en que el libro de Crónicas fue escrito sería, pues,
entre 350–300 a. de J. C.
ii. Fuentes
Las fuentes y obras históricas que se mencionan en Crónicas exceden grandemente en
número a las que se mencionan en cualquier otra parte de la Biblia. Esto también contribuye
a que la fecha del libro sea más reciente, cuando ya había en existencia un buen número de
obras sagradas de mayor o menor autoridad. Este autor pues, tenía a su disposición un gran
número de valiosas obras antiguas, las cuales contenían documentos originales que habían
sido escritos por las manos de los protagonistas principales, como Esdras, Nehemías, y otros.
A continuación se da la lista según el orden en que aparecen en Crónicas.
(1) Las crónicas del rey David. 1 Cr. 27:24.
(2) El libro de las crónicas de Samuel vidente. 1 Cr. 29:29; 2 Cr. 9:29.
(3) Las crónicas del profeta Natán. 1 Cr. 29:29; 2 Cr. 9:29.
(4) Las crónicas de Gad vidente. 1 Cr. 29:29.
(5) La profecía de Ahías Silonita. 2 Cr. 9:29.
(6) Las profecías del vidente Iddo contra Jeroboam hijo de Nabat. 2 Cr. 9:29; 12:15.
(7) Los libros de Semeías profeta. 2 Cr. 12:15.
(8) La historia de Iddo profeta. 2 Cr. 13:22.
(9) El libro de los reyes de Judá y de Israel. 2 Cr. 16:11; 25:26; 27:7; 28:26; 35:27;
36:8.
(10) Las palabras de Jehú hijo de Hanani. 2 Cr. 20:34.
(11) El libro de los reyes de Israel. 2 Cr. 20:34.
(12) La historia del libro de los reyes. 2 Cr. 24:27.
(13) Los hechos de Uzías, por Isaías el profeta. 2 Cr. 26:22.
(14) La profecía de Isaías profeta, hijo de Amós. 2 Cr. 32:32.
(15) Los hechos de los reyes de Israel. 2 Cr. 33:17.
(16) Las palabras de los videntes (o sea, las palabras de Jozai). 2 Cr. 33:18.
(17) Las Lamentaciones. 2 Cr. 35:25.
Los tres libros mencionados en 1 Cr. 29:29 podrían ser los que nosotros conocemos como
los libros canónicos de Samuel, aunque es más probable que no lo son, ya que el segundo
que se menciona en 2 Cr. 9:29, se nombra separadamente en relación con los otros libros.
Véanse (2), (3), y (4) en la lista de documentos originales arriba.
Es probable que los libros mencionados antes en (9), (11), (12), y (15) (2 Cr. 16:11; 25:26;
27:7; etc.), deben ser en parte, el mismo libro, aunque éste no sería, en todos los casos, nuestro
libro canónico de Reyes, por el carácter de una parte del material citado en estos pasajes,
como el relato de la cautividad y restauración de Manasés (2 Cr. 33:17), que no aparece en
nuestro libro canónico de Reyes. Sin embargo, es evidente que nuestro autor tenía acceso al
libro de Reyes, y que lo usó, y tales referencias como 2 Cr. 16:11 y 25:26 bien podrían
referirse a Reyes.
El libro de las Lamentaciones mencionado arriba (17) no sería nuestro libro canónico del
mismo nombre, por cuanto una endecha de Jeremías sobre Josías no se menciona.
Las referencias a obras de Isaías (13), (14), no podrían ser, a mi juicio, a la profecía canónica
de este hombre. En el primer caso, el título, “los hechos de Uzzías, por Isaías el profeta”, no
corresponde en nada a la Profecía de Isaías que nosotros conocemos. En el segundo caso (2

c. cerca, o cerca de (en fechas).

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Crón. 32:32), el autor específicamente afirma que es “la profecía de Isaías profeta, hijo de
Amos, en el libro de los reyes de Judá y de Israel.” Esto podría ser una referencia a ciertas
profecías de Isaías contenidas en un libro histórico de los “reyes de Judá y de Israel”,
desconocido a nosotros (las cuales podrían haber sido conservadas en nuestro libro canónico).
O podría referirse a aquella parte de la Profecía de Isaías que trata del reinado de Ezequías
(Is. 36:1–39:8), y que corresponde a un pasaje paralelo de 2 Reyes (18:13–20:21), con el cual
tiene una afinidad muy marcada.
En otros casos en que se refiere a la obra de algún profeta de la antigüedad, es probable
también que nuestro autor tenía acceso, no a la obra original, sino a otra obra que tenía ciertos
pasajes breves, como en 2 Crón. 32:32.
Hay unos cuarenta pasajes en que los libros de Crónicas son paralelos a los libros de Reyes.
En algunos casos el paralelismo es absoluto y textual. El lector puede comparar 1 Reyes
12:1–19 con 2 Crón. 10:1–19. Para mí la explicación de este fenómeno es que ambos autores
tenían acceso a las mismas fuentes, es decir, documentos históricos, archivos oficiales, y
especialmente las obras cuyos nombres figuran en los párrafos anteriores.
Al mismo tiempo, reconocemos que el compilador de Crónicas tenía a la mano nuestro libro
canónico de Reyes, y pudo haberlo usado, lo cual hizo con toda probabilidad, como hemos
dicho antes. Pero, además del libro de Reyes, tenía a su disposición abundantes materiales,
lo cual se comprueba en que cita muchas autoridades de las cuales tomaba sus datos, y porque
tiene en las páginas de su obra una gran cantidad de pormenores que no están en los libros
de Reyes. A la vez que reconocemos su independencia en la selección de sus materiales,
tenemos que admitir que no puede haber sido posible que los libros de Reyes, que ciertamente
en ese entonces ya gozaban de mucho prestigio entre el pueblo hebreo, no hayan influido en
el autor en la preparación de su obra.
3. Ocasión y propósito
El motivo principal que guiaba al autor de Crónicas, y que le inspiraba a escribir su obra, fue
el sentir de que hacía falta una nueva edición de las historias de su pueblo que las interpretara
a la luz de las revelaciones de religión que el Espíritu de Dios hacía a su pueblo, y que eran
corrientes en la época en que vivía este autor, o sea, alrededor de 300 a. de J. C.
La fecha que hemos propuesto para los libros de Crónicas es la más probable, por el gran
interés litúrgico que existía en esta época. Fue una época en que el sacerdote dominaba en la
vida de los judíos. La era de los profetas había terminado con Malaquías. En su lugar florecía
el sacerdote. El sumo sacerdote encabezaba la nación. Tal situación persistía aún en el tiempo
de Jesús. Los reyes asmoneos (en el período macabeo, desde 167 hasta 62 a. de J. C.) eran
también los sumos sacerdotes de la nación. No debe sorprendernos, pues, que el interés del
pueblo en el período persa estuviera sobre la liturgia del templo y la ley escrita del
Pentateuco. Por eso el sacerdote y el escriba dominaban el pensamiento del pueblo. Las
reformas de Esdras y de Nehemías, que hacían tanto énfasis en la ley de Moisés, habían
causado su impresión en la sociedad. Los antiguos libros nacionales, cuyos nombres se
mencionaron antes, ya no eran adecuados para satisfacer los sentimientos religiosos de la
época. Se hacía necesaria una nueva interpretación de la historia de la nación, a la luz de los
principios religiosos que guiaban la vida moral del pueblo, así como más tarde los evangelios
interpretaron para la época de los apóstoles la nueva revelación que de Dios se había hecho.
Si no reconocemos el principio de la revelación progresiva en la Biblia, no vamos a
comprender el curso de la revelación de Dios como ésta va desarrollándose a través de las

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páginas de las Sagradas Escrituras. V. el capítulo sobre La Biblia como Revelación de Dios,
en el Tomo I.
Nuestro autor escribe, pues, para interpretar la historia de su pueblo a la luz del desarrollo
del conocimiento religioso del pueblo, así como cada generación iba compenetrándose más
y más en la voluntad de Dios.
4. Carácter
El carácter de los libros de Crónicas es más bien religioso y litúrgico que histórico. En esto
tenemos un contraste entre Crónicas y Reyes. Aunque Reyes es religioso, y lo interpreta todo
a la luz de la religión, Crónicas es aún más. Y probablemente es la palabra litúrgico la que
más bien se aplica a estos libros, con su énfasis en las ceremonias, los ritos, las fiestas, etc.
Para ilustrar podemos comparar los dos relatos del reinado de Ezequías. A éste el segundo
libro de Reyes dedica tres capítulos (18–20), y el segundo de Crónicas dedica cuatro capítulos
(29–32). Pero Reyes dedica todo, menos 3 versículos (18:4–6), a la historia política, mientras
que Crónicas tiene un capítulo referente a la historia política (32:1–33), y tres capítulos acerca
de la reforma religiosa que llevó a cabo Ezequías (29:1–31:21).
5. Valor
Los libros de Crónicas tienen el valor que siempre poseen los relatos suplementarios de los
mismos acontecimientos. En conjunto con los libros de Reyes, Crónicas presenta una adición
valiosa a la literatura histórica de los hebreos.
Pero el mayor valor de Crónicas estriba en que nos enseña muchas cosas acerca de la época
en que vivió su autor. El cuarto siglo a. de J. C., ha sido considerado como una era en la que
no tenemos ninguna revelación de Dios. Teniendo en cuenta que los libros de Crónicas se
originaron alrededor de 300 a. de J. C., nos damos cuenta de que en ellos debe haber mucho
que ilustra la época en que vivió su autor.
El autor de Crónicas escribe acerca del mismo período que trata el autor de Reyes. Pero el
autor de Reyes eligió aquellos incidentes de la historia de los hebreos que interesaban a los
judíos en el cautiverio, y los interpretó desde ese punto de vista. En cambio, el autor de
Crónicas escogió los acontecimientos que interesaban a los judíos de la restauración, quienes
ya tenían dos siglos de haber regresado a su tierra, y cuyo interés religioso se centralizaba
alrededor del templo y de sus ritos, y del sacerdocio levítico.
Además, el cronista interpreta los acontecimientos que él describe desde el punto de vista de
la liturgia religiosa. Ambos libros, Reyes y Crónicas, representan la verdad, ambos son la
revelación de Dios, ambos fueron escritos por inspiración de Dios, pero los dos libros fueron
escritos para lectores muy distintos, en circunstancias diferentes, pues tienen características
que difieren mucho. Puesto que llevan en sus páginas la impresión de diferentes generaciones
de adoradores de Dios, el escrutinio detenido de sus páginas ha de revelarnos cuál es el
carácter del interés religioso de su autor y lectores. Y en esto consiste una gran parte del valor
de Crónicas: en lo que nos enseña acerca del carácter de la religión de Jehová c. de 300 a. de
J. C. Y lo que nos revela este libro acerca de ese período es que no fue una época obscura y
fría, sino que fue una época de fervor religioso y espiritual, cuando Dios trataba aún con su
pueblo, hablándoles en la persona del autor de Crónicas.
Fue en esta época también, según creen algunos, cuando se originaron muchos de los salmos,
como veremos cuando estudiemos el libro de los Salmos. Según creen estos eruditos, algunos
de éstos fueron escritos en el período macabeo, en el segundo siglo a. de J. C. Aunque
rechazamos los libros de los Macabeos como parte de las Sagradas Escrituras, sí

V. véase; véanse.

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reconocemos su valor histórico, a lo menos, en parte. Estos revelan que también en el siglo
II a. de J. C., existió un gran fervor espiritual que encarnó en las personas de Judas macabeo
y sus hermanos, y que se declaró en la rebelión macabea en contra de la dominación de la
pagana Siria. Verdaderamente Dios no ha quedado sin testigos en ninguna época de la historia
de su pueblo.
6. Análisis y bosquejos
Bosquejo general del Primer Libro de Crónicas
TABLAS GENEALOGICAS. 1:1–9:44.
Los patriarcas. 1:1–54.
Los israelitas. 2:1–9:44.
Los hijos de Israel. 2:1, 2.
Descendientes de Judá. 2:3–4:23.
Descendientes de Simeón. 4:24–43.
Descendientes de las tribus orientales. 5:1–26.
Los levitas. 6:1–81.
Las demás tribus. 7:1–8:40.
Conclusión. 9:1–44.
REINADO DE SAUL. 10:1–14.
REINADO DE DAVID. 11:1–29:30.
Ascensión de David al trono. 11:1–12:40.
David y la religión. 13:1–17:27.
Política de David. 18:1–21:30.
Organización religiosa del templo. 22:1–26:32.
Organización política del reino. 27:1–34.
Fin del reinado de David. 28:1–29:30.
Bosquejo general del Segundo Libro de Crónicas
REINADO DE SALOMON. 1:1–9:31.
Primeros incidentes de su reinado. 1:1–17.
Salomón y el templo. 2:1–7:22.
Preparativos. 2:1–18.
Edificación del templo. 3:1–17.
Descripción del templo y de sus vasos y sus atrios. 4:1–22.
Dedicación del templo. 5:1–7:22.
Resumen del reinado de Salomón. 8:1–9:31.
REINO DE JUDA. 10:1–36:23.
Prefacio: División del reino. 10:1–19.
Reinado de Roboam. 11:1–12:16.
Reinado de Abías. 13:1–22.
Reinado de Asa. 14:1–16:14.
Reinado de Josafat. 17:1–20:37.
Reinado de Joram. 21:1–20.
Reinado de Ocozías. 22:1–9.
Usurpación de Atalia. 22:10–12.
Reinado de Joás. 23:1–24:27.
Reinado de Amasías. 25:1–28.
Reinado de Uzías (Azarías). 26:1–23.
Reinado de Joatam. 27:1–9.

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Reinado de Acaz. 28:1–27.


Reinado de Ezequías. 29:1–32:33.
Reinado de Manasés. 33:1–19a.
Reinado de Amón. 33:19b–25.
Reinado de Josías. 34:1–35:27.
Reinado de Joacaz. 36:1–4.
Reinado de Joaquim. 36:5–8.
Reinado de Joaquín. 36:9, 10.
Reinado de Sedequías. 36:11–21.
Epílogo. La proclamación de Ciro. 36:22, 23.
(III) PARENTESIS: TABLAS GENEALOGICAS DE CRONICAS
1 Crón. 1:1–9:44
Las tablas genealógicas del primer libro de Crónicas, 1:1–9:44, son un epítome de la historia
de la raza desde Adán, y de la nación hebrea hasta los tiempos del autor, que sería hasta la
sexta generación después de Zorobabel, o sea, c. 300 a. de J. C., en forma de bosquejo, es
decir, en forma genealógica.
A nosotros no nos interesan las tablas genealógicas, y su lectura nos puede parecer árida e
inútil. Pero, para el hebreo del tiempo de este autor, las genealogías eran de sumo interés.
Eran de interés para un escritor sacerdotal como nuestro autor, por cuanto los derechos de
los sacerdotes para ejercer su ministerio dependían de su capacidad para comprobar su
descendencia de Aarón. Así ciertos descendientes de Barzillai que no pudieron hallar su
registro de genealogías, fueron echados del sacerdocio (Es. 2:61–63). Esto revela la gran
importancia de las genealogías. Además, los derechos de herencia dependían de los registros
de genealogías. En todos los asuntos de herencia, en los casos de litigación, los registros eran
imprescindibles para resolver los pleitos.
El lector que quiera comparar detenidamente las tablas genealógicas del Pentateuco, de
Josué, de Mateo, de Lucas, y de otros libros bíblicos, con éstas de 1 Crónicas, ha de encontrar
un estudio fascinador, y disfrutará algo del interés que este autor hallaba en sus tablas
genealógicas.
¿De dónde sacaría sus tablas el autor de Crónicas? En parte las ha de haber sacado de otros
libros históricos de nuestra Biblia que posiblemente tuvo a su alcance; y también ha de haber
tenido acceso a muchas otras fuentes de datos genealógicos, como “el registro de las crónicas
del rey David”, mencionado en 1 Crón. 27:24.
A. BOSQUEJO DE LAS TABLAS GENEALOGICAS DE CRONICAS
1 Crón. 1:1–9:44
(A) LOS PATRIARCAS. 1:1–2:2.
1. Descendencia de Adán hasta Noé. 1:1–4.
2. Descendencia de los hijos de Noé. 1:5–27.
i. Descendencia de Jafet. 1:5–7.
ii. Descendencia de Isaac. 1:34–2:2.
iii. Descendencia de Sem. 1:24–27.
3. Descendencia de Abraham. 1:28–2:2.
i. Descendencia de Ismael. 1:28–33.

c. cerca, o cerca de (en fechas).


a. antes (en fechas).
J. C. Jesucristo (en fechas).

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ii. Descendencia de Isaac. 1:34–2:2.


a. Nacimiento de Isaac y de sus hijos. 1:34.
b. Descendencia de Esaú. 1:35–54.
(1) Hijos. 1:35–42.
(2) Reyes. 1:43–50.
(3) Duques. 1:51–54.
c. Hijos de Jacob. 2:1, 2.
(B) LA NACION ISRAELITA. 2:3–8:40.
1. Descendientes de Judá. 2:3–4:23.
i. La tribu en general. 2:3–55.
ii. Línea de David. 3:1–24.
iii. Otra lista fragmentaria y suplementaria de ciertas familias en Judá. 4:1–23.
2. Tribu de Simeón. 4:24–43.
i. Nombres. 4:24–27.
ii. Regiones. 4:28–33.
iii. Inmigración de ciertas familias. 4:34–43.
3. Tribu de Rubén. 5:1–10.
4. Tribu de Gad. 5:11–17.
5. Paréntesis: Guerra con los ismaelitas. 5:18–22.
6. Tribu de Manasés (oriental). 5:23, 24.
7. Paréntesis: Traslado de las tribus orientales. 5:25, 26.
8. Tribu de Leví. 6:1–81.
i. Nombres y descendencia. 6:1–30.
a. Hijos de Coat: línea del sumo sacerdote. 6:1–15.
b. Las tres ramas principales de los levitas. 6:16–19.
c. Descendencia de Gersón. 6:20, 21.
d. Descendencia de Coat. 6:22–28.
e. Descendencia de Merari. 6:29, 30.
ii. Los deberes. 6:31–53.
a. Ministros de música. 6:31–47.
Prefacio: El cargo general. 6:31, 32.
(1) De la familia de Coat: Hemán. 6:33–38.
(2) De la familia de Gersón: Asaf. 6:39–43.
(3) De la familia de Merari: Etán. 6:44–47.
b. Distinción entre los levitas que no eran músicos, y los sacerdotes. 6:48, 49.
c. Línea de Aarón hasta Ahimaaz, hijo de Sadoc. 6:50–53.
iii. Los lugares de su habitación. 6:54–81.
a. Regiones. 6:54–63.
(1) Descendientes de Coat. 6:54–61.
(i). Aaronitas. 6:54–60.
(ii). Otros coatitas. 6:61.
(2) Descendientes de Gersón. 6:62.
(3) Descendientes de Merari. 6:63.
b. Ciudades. 6:64–81.
(1) Descendientes de Coat. 6:64–70.
(i) Aaronitas. 6:64, 65.
(ii) Otros coatitas. 6:66–70.

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(2) Descendientes de Gersón. 6:71–76.


(3) Descendientes de Merari. 6:77–81
9. Tribu de Isacar. 7:1–5.
10. Tribu de Benjamín. 7:6–12.
11. Tribu de Neftalí. 7:13.
12. Tribu de Manasés (occidental). 7:14–19.
13. Tribu de Efraim. 7:20–29.
14. Tribu de Aser. 7:30–40.
15. Otra lista de la tribu de Benjamín. 8:1–40.
i. La tribu en general. 8:1–28.
ii. Los gabaonitas y la familia de Saúl. 8:29–40.
a. Los gabaonitas en general. 8:29–32.
b. La familia de Saúl. 8:33–40.
(C) HABITANTES DE JERUSALEN DESPUES DE LA CAUTIVIDAD. 9:1–44.
1. Miembros de las tribus que habitaron en Jerusalén. 9:1–9.
2. Sacerdotes. 9:10–13.
3. Levitas y sus deberes. 9:14–34.
a. Lista de nombres. 9:14–16.
b. Porteros. 9:17–25.
c. Diversos deberes en el ministerio del templo. 9:26–34.
Epílogo. Familia de Saúl. 9:35–44.
B. NOTAS SOBRE LAS TABLAS GENEALOGICAS DE CRONICAS
1 Crón. 1:1–9:44
Esta sección representa un esfuerzo del autor de Crónicas para dar un resumen de toda la
historia de Judá desde el tiempo de Adán hasta el tiempo en que él mismo vivió. Da su
resumen mediante tablas genealógicas para las cuales él muestra un afán único. Esto también
es natural si tenemos en cuenta el ambiente sacerdotal en el cual él actuaba.
El alumno puede referirse a la discusión sobre las tribus en el capítulo sobre Las Tribus de
Israel en Canaán, y los pasajes paralelos en Jos. 13:1–19:51.
1:1–2:2. Los patriarcas.
En esta sección tenemos las genealogías que trazan la historia de la raza desde Adán hasta
Jacob y sus hijos. Se hallan en el libro de Génesis, especialmente en los capítulos 5, 10, 11,
25 y 36.
El hecho de que se presenta el “esqueleto” de la historia, es decir, sólo los nombres de las
personas que figuran en ella, sin ninguna referencia a los hechos, indica que los
acontecimientos son familiares al autor y a los lectores, y más importante, que estaban
registrados en una forma escrita aceptable a ellos, o sea, en el Pentateuco. Una repetición de
los hechos habría parecido por demás.
Nos revela también que el autor tenía delante de sí, como autoridad para esta época primitiva,
solamente el Pentateuco. Otros libros que en la antigüedad habían existido ya habían
desaparecido. No había la abundancia de fuentes sobre el período de los patriarcas, como las
que tiene este autor para la época que mayormente trata él en su historia: la historia de Judá
bajo David, Salomón, y los otros reyes de Judá. No había tales fuentes que estimularan el
interés del compilador y le inspiraran a analizarlas y preparar para su generación una nueva
exposición de las vidas de los patriarcas. Así que, él se limita a presentar un registro de los
nombres. El lector puede ver las notas sobre estas tablas genealógicas en los capítulos
correspondientes al Génesis.
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2:3–4:23. La descendencia de Judá.


Puesto que el propósito del autor es relatar la historia de la tribu de Judá, es natural que
dedique mayor espacio al registro genealógico de esta tribu. Además, el hecho de que la
mayor parte de los que volvieron del cautiverio eran de esta tribu, contribuye a que los
nombres de sus antepasados fuesen registrados con mayor cuidado en el registro permanente.
También el hecho de que la línea real coincidía con el linaje de Judá, da mayor prominencia
a las listas de Judá, así como más tarde en las genealogías de Benjamín (la segunda tribu en
importancia de los que volvieron del cautiverio) se incluye la lista detallada de los
descendientes de Saúl.
2:3–55. La tribu de Judá en general.
En esta lista hay también nombres de ciudades como Kenat en el v. 23, Hebrón en el v. 42,
Kiryat-jearim en el v. 52, y Belén en el v. 54. También muchos de los nombres son de
familias, como los puteos, los sumateos, etc., en el v. 53. Muchos nombres bien conocidos
aparecen en la lista, como Tamar (v. 4) y su hijo Farés, antepasados de David y de Jesús;
Booz (v. 12); David (v. 15). El nombre de Sarvia (hermana de David) se menciona (v. 16)
por la prominencia de sus hijos, especialmente Joab, sobrino de David, y su gran general.
Abigail, otra hermana de David (v. 17) se menciona porque su hijo (Amasa) fue también
general del ejército de David. Caleb, mencionado en los vs. 18, 42, es el famoso compañero
de Josué, entre los doce espías.
3:1–24. El linaje de David.
Este pasaje sigue naturalmente la lista de 2:15. Se pone aquí para dar más prominencia al
linaje de David. La lista de los reyes de Judá, desde Roboam hasta Sedequías, se halla en los
vs. 10–16, diecinueve reyes. Mateo (1:1–17) en su lista incluye este linaje mientras que Lucas
en su evangelio (3:23–38) tiene otra lista de los descendientes de David (por su hijo Natán).
Mateo omite de su lista tres nombres, los de Ocozías, Joás, y Amazías (comp. 1 Crón. 3:11,
12 con Mt. 1:8). Ozías (en Mt. 1:8, 9) es Uzías del libro de Reyes, llamado Azarías en 1 Crón.
3:12. Las variaciones de ortografía en los distintos libros, así como entre Cip. de Val. y la
VM, hacen difícil para el estudiante la identificación de los nombres, y deben tenerse en
cuenta al hacer las comparaciones.
3:19–24. Descendientes de Zorobabel.
En este pasaje tenemos los descendientes de Zorobabel hasta la sexta generación: Zorobabel
(v. 19), la primera generación; Hananías (v. 21), la segunda generación; Secanías (v. 22), la
tercera; Nearías (v. 23), la cuarta; Elioenai (v. 24), la quinta; los siete hijos de Elioenai (v.
24), la sexta generación.
4:1–23. Lista fragmentaria de Judá.
Las listas en este capítulo son de ciertas familias de Judá, listas que habían sido conservadas
durante el cautiverio, y han sido juntadas por el autor. El no presenta ninguna explicación
para su inclusión. La oración de Jabés en el v. 10 es una jova en esta tabla genealógica.
4:24–43. La tribu de Simeón.
La conexión desde tiempos antiguos de esta tribu con Judá hace que el cronista trate a ellos
después de su gran vecino.
4:24, 25. Los hijos de Simeón.

comp. compárese; compárense.


Cip. de Val. Biblia, la Versión Reina-Valera.
VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

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V. Gén. 46:10; Ex. 6:15; Núm. 26:12.


4:27. Ni multiplicaron: Se comenta la falta de multiplicación de la tribu de Simeón.
4:28–33. Regiones de la herencia de Simeón.
Aquí tenemos una lista de nombres de lugares que son de la antigua habitación de la tribu de
Simeón, antes de la época de David (comp. Jos. 19:2–8).
4:34–43. Inmigración de ciertas familias de Simeón.
Aquí se refiere a la expansión de ciertas familias de Simeón. No teniendo suficiente lugar
para sus ganados, quitaron tierra en Gador (Gerar) a “los de Cham” (v. 40), a los cananeos
que quedaron en la tierra. Otro grupo de los simeonitas, unos 500 (vs. 42, 43) quitaron tierra
a los amalecitas en Edom (Seir).
Estas referencias comprueban que las tribus que vivían en el desierto, en los límites de
Palestina, nunca dejaron de ser nómadas en su manera de vivir.
5:1–26. Las tribus orientales.
Rubén, Gad, y Manasés oriental. Véase el capítulo sobre las Tribus de Israel en Canaán.
5:1, 2. La primogenitura.
Comp. la nota sobre Gén. 48:5. El príncipe de ellos es David (véase la VM: “el príncipe
descendió de él”), el que fundó la dinastía perpetua de Judá. Aunque José tenía la
primogenitura, Judá fue el mayorazgo sobre sus hermanos, es decir, pudo ejercer la
autoridad, lo que se refiere a la época de David. Los naturales del sur nunca reconocieron la
ruptura de las tribus septentrionales, ni el derecho de sus reyes a ocupar el trono, en vez del
linaje de David.
5:6. Thiglath-pilneser: Comp. 2 Reyes 15:29; 16:7; el rey de Asiria, Tiglat-pilneser, o
Teglatfalasar III, 745–727 a. de J. C., llamado en 2 R. 15:19 Phul (VM, Pul).
5:10. Agarenos: Una tribu ismaelita, descendiente de Agar, concubina de Abraham, que era
medio egipcia y medio hebrea en origen.
5:17. Todos estos fueron contados: Una referencia a un censo de Gad tomado en la última
parte del reinado de Jeroboam II en Israel, y durante el correinado de Joatam con su padre en
Judá.
5:25, 26. Traslado de las tribus orientales.
Esto tuvo lugar unos años antes de la caída de Samaria y del traslado de los restos de los
habitantes del reino septentrional de Israel. Fueron llevados a Asiria. Teglatfalasar y Pul han
de haber sido la misma persona. Comp. Sampey, ob. cit., pág. 321.
6:1–81. Los levitas.
El autor dedica mucho espacio a esta tribu, a causa de la importancia de ésta en la historia
del pueblo después de la restauración.
6:1–15. Hijos de Coat.
La línea genealógica de los sumos sacerdotes desde Aarón, es trazada por su hijo Eleazar,
hasta Josadec, que fue llevado al cautiverio por Nabucodonosor.
6:16–30. Genealogías levíticas.
Comp. Ex. 6:16–24: Núm. 3:17–20.
6:16–19. Las tres ramas principales de los levitas.
El v. 16 es una repetición del v. 1. Los vs. 17–19 presentan los primeros representantes de
las tres ramas principales de los levitas. Estos versículos son la continuación natural del v. 1

V. véase; véanse.
ob. cit. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).

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pero, por la importancia de la línea del sumo sacerdote, se ha interrumpido el orden con la
adición de ésta en los vs. 2–15.
6:20–30. Descendencia de las tres ramas de los levitas.
Algunos detalles se dan sobre los linajes de los tres hijos de Leví. Se mencionan los
descendientes de Gersón, y luego tenemos otra lista fragmentaria de Coat, y finalmente una
lista de los descendientes de Merari.
6:31–48. Ministros de música.
Las tres familias importantes de los ministros de música eran las de Hemán, de la
descendencia de Coat, y Asaf, de la descendencia de Gersón, y Etán, de la descendencia de
Merari. Desde los tiempos más primitivos, se empleaba la música en los servicios del templo,
y se dedicaba a ese fin un ministerio bien preparado. A este grupo de músicos, con sus
ayudantes, se deben muchos de los hermosos salmos que tenemos en el libro de los Salmos.
De estos salmos, muchos llevan los nombres de los tres grandes levitas de este pasaje:
Hemán, Asaf, y Etán. Otras notas más amplias se extenderán después sobre las actividades y
la obra de ellos.
6:31. Después que el arca tuvo reposo: Véase 2 Sam. 6:12. Se refiere a su reposo en
Jerusalén, después de su estada entre los filisteos y en la casa de Obed-edom.
6:50–53. Los sacerdotes.
Aquí tenemos una segunda lista de los nombres en la línea de los sumos sacerdotes hasta el
tiempo de Salomón, idéntica a la de los vs. 4–8.
6:54–81. Las ciudades levíticas.
Una lista copiada de Jos. 21, con pequeñas diferencias de ortografía, diferencias en el orden,
diferentes nombres del mismo lugar, y algunos nombres omitidos, debido a los errores de
copistas.
7:1–40. Las tribus de Isacar, Benjamín, Neftalí, Manasés (occidental), Efraim, Aser.
El lector notará que falta en estas listas la tribu de Dan (véase Las Tribus de Israel en Canaán,
la sección sobre la tribu de Dan), y la de Zabulón, aunque se menciona en 6:77, en relación
con las ciudades levíticas. Elmslie cree que la lista de Benjamín, en 7:6–12, es en realidad la
de Zabulón.
8:1–28. La tribu de Benjamín en general.
Aquí tenemos una nueva lista de los benjamitas. Esta nueva lista representa a los benjamitas
que volvieron a Palestina con Judá después de la cautividad, muchos de los cuales vivían en
Jerusalén (comp. Harvey-Jellie).
8:29–40. La casa de Saúl.
Este pasaje es idéntico al de 9:35–44, con algunas pequeñas variaciones. En la lista se presta
atención especial al linaje de Jonatán, que se extiende hasta la generación trece, debido a su
amistad con David; su posteridad evidentemente ocupaba un lugar en la nobleza del país que
le valió una posición predilecta en estas tablas genealógicas.
9:1–44. Habitantes de Jerusalén después del cautiverio.
Este captítulo tiene listas de los habitantes de Jerusalén después de la cautividad. Comp. Neh.
7:73 y 11:4–19.
9:2. Nethineos: Es decir, dados (al santuario). Se refiere al tercer grupo de los levitas. Los
sacerdotes hacían los sacrificios, los levitas tenían a su cargo otros aspectos del ministerio
del templo, mientras que los netineos hacían las tareas inferiores del templo.
9:3. Y habitaron en Jerusalem: Los habitantes de Jerusalén después de la cautividad eran de
las tribus de Judá, Benjamín, Efraím, y Manasés. Este pasaje es importante en relación con

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la supuesta pérdida de las diez tribus. En realidad, representantes de todas las tribus volvieron
del cautiverio (comp. la referencia a Aser en Lc. 2:36).
9:17–34. Los porteros.
Tenían el deber de abrir los portones del templo en la mañana y cerrarlos en la noche (v. 27),
y se encargaban de los vasos del templo (v. 28), los muebles, y las provisiones para los
sacrificios (v. 29). Véanse el pasaje paralelo en 26:1–28 y su nota.
(IV) REINADO DE SAUL
1 Sam. 9:1–31:13. 1 Cr. 10:1–14.
El que primero figura en lugar de prominencia en el período de la monarquía es Saúl.
Compartía este hombre con otros dos la gloria de su reinado. El vivía siempre bajo la sombra
de Samuel, que declinaba, y la de David, que ascendía. Por las debilidades de su carácter
nunca pudo llegar a la posición que le correspondía de acuerdo con su rango.
Evaluación del carácter de Saúl
He aquí un hombre que tuvo una gran oportunidad pero que no supo vivir de acuerdo con
ella. ¿De qué estaba dotado? Poseía un físico que agradaba a todo el pueblo: alto, fornido,
acostumbrado al trabajo. Logró de un golpe la unidad de la nación, unidad que fue suya
durante el resto de su vida y de la cual él disfrutó en una proporción mayor que David, quien
vio durante su vida la defección de sus propios hijos, y de una gran parte del pueblo.
Además, Saúl tuvo el apoyo del hombre más fuerte de su país, de Samuel, el hombre más
espiritual y más influyente, quien públicamente le dio la señal de la autoridad real; el
ungimiento con aceite. Saúl tuvo también la ventaja de haber nacido pobre, de haberse criado
en condiciones que le hicieron trabajar en las arduas tareas campesinas que tan bien suelen
desarrollar en el hombre un carácter que resiste la prueba de la disipación que rodea la corte
real. Y, por fin, Saúl tuvo la elección y el apoyo de Dios, cosa imprescindible para todo
hombre que necesite cumplir con una tarea grande e importante en el reino de Dios.
Se diría que un hombre que tuviera todas estas ventajas lograría el éxito en la obra
emprendida. Así parecería. Pero no sucedió así en el caso de Saúl.
Varias cosas, defectos de carácter, contribuyeron a la caída de este hombre, los cuales voy a
exponer a grandes rasgos.
La cualidad que más resalta en su carácter es la del orgullo. Esta característica se ilustra
primero en una confianza demasiado grande en sí mismo, que no correspondía a uno que
había sido ungido para ser virrey de Dios, y que tenía que seguir los planes trazados por su
Rey. Este espíritu de independencia fue lo que lo llevó a proceder en forma tan intempestiva
a efectuar el sacrificio, irrumpiendo él en las funciones del ministro de Dios ordenado para
tal fin, en la ocasión cuando Samuel no llegaba a la hora en que Saúl lo esperaba (1 Sam.
13:8–14).
Este mismo espíritu de orgullo fue lo que condujo a Saúl a la desobediencia en lo de Amalec
(15:1–21). El rompimiento entre él y Samuel, que comenzó en la presunción de Saúl, y
finalizó con su desobediencia se hace completo. Ya no coopera Samuel con el rey, y el
espíritu mezquino de éste empeora hasta que culmina en los atentados del rey para asesinar
a David, y después en su ignominioso suicidio.
Este orgullo, por el cual él no podía considerarse inferior a ningún otro, fue el que lo hizo
celoso del joven David, a quien el rey ya veía reemplazándolo en el favor de la nación. Este
orgullo condujo a la locura y a la tentativa de asesinato. Puede decirse que la causa principal,
desde el punto de vista psicológico y moral, de la ruina de Saúl, fue el odio que sentía hacia

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su joven y leal siervo David, y esto provino de los celos, y éstos fueron causados por el
orgullo.
Y, por último, fue el orgullo de Saúl lo que lo indujo en los últimos momentos de su vida, al
suicidio. No quiso que los filisteos lo capturaran y se olvidó de la verdad encerrada en el
refrán: mientras hay vida, hay esperanza.
Pero, la ruina de Saúl comenzó mucho antes, en aquel día cuando impíamente su mano
empuñó el cuchillo de los sacrificios, usurpando el puesto del anciano Samuel. O quizás se
inició aun antes de eso, en aquel momento cuando, aún niño, no sabía dominar la reacción
altiva que producía en su ser alguna supuesta afrenta, o algún favor aparentemente hecho al
compañero, favor que su corazón de niño codiciara para sí mismo.
¿Fue convertido Saúl? ¿Fue un hombre salvo? Estas preguntas suelen ocurrírsele a todo joven
cristiano, frente al problema moral de la degeneración de este hombre. Creo que para
semejantes preguntas hipotéticas, no tenemos contestación. Dios no nos ha comunicado cuál
es el destino de cierta persona determinada, después de su muerte. Creo que el fracaso de la
vida de Saúl es suficientemente grande para impedir que deseemos caer en semejantes
errores.
Pero hay algo que arroja una luz vaga e insegura sobre la muerte de Saúl; es lo que dice el
espíritu de Samuel a Saúl en el último día de su vida (1 Sam. 28:19): “Mañana seréis
conmigo, tú y tus hijos.” Ahora bien: si quiere decir Samuel que Saúl y sus hijos estarían en
el Scheol, el lugar de los muertos, o si quiere decir que estarían en el paraíso, cada uno puede
juzgar para sí mismo. Debemos recordar que uno de estos hijos era Jonatán, un hombre
superior en todo sentido a su padre, que suponemos llegó al paraíso.
Debemos recordar también la época en que vivía Saúl, que era una época enteramente
bárbara, en que no había penetrado la luz de la verdad como más tarde penetró, y él debe ser
juzgado de acuerdo con el criterio de la moral de su propia época, y no de acuerdo con la
moral cristiana. En fin, no conjeturemos; aprendamos de Saúl que cosas no deben hacerse, y
evitemos su triste degeneración.
A. BOSQUEJO DEL REINADO DE SAUL
1 Sam. 9:1–31:13 1 Crón. 10:1–14
(A) ESTABLECIMIENTO DE SAUL EN SU REINO.
1 S. 9:1–12:25.
1. Ungimiento de Saúl.
1 S. 9:1–10:1.
i. Descripción de Saúl.
1 S. 9:1, 2.
ii. Piérdense las asnas del padre de Saúl y éste las busca inútilmente.
1 S. 9:3–5.
iii. Saúl acepta la propuesta de su siervo y visitan a Samuel.
1 S. 9:6–10.
iv. Instrucciones de las mozas con respecto a la casa de Samuel.
1 S. 9:11–14.
v. Samuel por revelación divina conoce a Saúl.
1 S. 9:15–17.
vi. Encuentro de Saúl con Samuel.
1 S. 9:18–21.
vii. Saúl es agasajado con una comida por Samuel.
1 S. 9:22–24.

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viii. Entrevista de Saúl con Samuel.


1 S. 9:25.
ix. Saúl parte con Samuel.
1 S. 9:26, 27.
x. Saúl es ungido con aceite.
1 S. 10:1.
2. Saúl entre los profetas.
1 S. 10:2–16.
i. Instrucciones de Samuel acerca del viaje.
1 S. 10:2–8.
ii. Saúl profetiza.
1 S. 10:9–13.
iii. Saúl se encuentra con un tío.
1 S. 10:14–16.
3. Elección pública de Saúl.
1 S. 10:17–27.
i. Discurso de Samuel en Mizpa.
1 S. 10:17–19.
ii. Elección de Saúl por suertes.
1 S. 10:20–23.
iii. Saúl es públicamente aclamado rey.
1 S. 10:24, 25.
iv. Grupos leales y grupos opuestos a Saúl.
1 S. 10:26, 27.
4. Guerra con los ammonitas.
1 S. 11:1–13.
i. Invasión de Nahás ammonita.
1 S. 11:1, 2.
ii. Saúl convoca a los ejércitos de Israel.
1 S. 11:3–8.
iii. Mensaje de aliento al pueblo de Jabés-galaad.
1 S. 11:9, 10.
iv. Victoria del ejército de Saúl.
1 S. 11:11.
v. Acción generosa de Saúl al perdonar a sus adversarios.
1 S. 11:12, 13.
5. Coronación de Saúl.
1 S. 11:14–12:25.
i. Ceremonia de la coronación en Gilgal.
1 S. 11:14, 15.
ii. Samuel se despide amonestando al pueblo.
1. S. 12:1–25.
a. Samuel expone la rectitud de su ministerio.
1 S. 12:1–3.
b. El pueblo reconoce la rectitud de la carrera de Samuel.
1 S. 12:4, 5.
c. Resumen breve de la historia de los hombres de Dios en el pasado.
1 S. 12:6–12.
d. Samuel advierte al pueblo respecto a la obediencia que se debe a Dios.

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1 S. 12:13–15.
e. Señal de la lluvia en la sequía.
1 S. 12:16–18.
f. Temor del pueblo y su petición para que se les perdone.
1 S. 12:19.
g. Palabra final de Samuel al pueblo: bendición y advertencia.
1 S. 12:20–25.
(B) CONFLICTOS EXTERNOS.
1 S. 13:1–15:35.
1. Guerra con los filisteos.
1 S. 13:1–14:46.
i. Creciente poder de Saúl.
1 S. 13:1, 2.
ii. Reunión de los ejércitos israelitas y filisteos.
1 S. 13:3–5.
iii. Pecado de Saúl en Gilgal.
1 S. 13:6–15.
a. Sacrificio ilegal de Saúl.
1 S. 13:6–9.
b. Condenación de Saúl por Samuel.
1 S. 13:10–14.
c. Partida de Samuel.
1 S. 13:15a.
d. Censo del pueblo.
1 S. 13:15b.
iv. Invasiones de compañías de soldados filisteos.
1 S. 13:16–18.
v. Deficiencia militar de Israel.
1 S. 13:19–23.
vi. Derrota de los filisteos por una estratagema de Jonatán.
1 S. 14:1–23.
a. Una expedición secreta de Jonatán.
1 S. 14:1–3.
b. Descripción del terreno.
1 S. 14:4, 5.
c. El plan de Jonatán.
1 S. 14:6–10.
d. Matanza de veinte hombres por Jonatán y su paje.
1 S. 14:11–14.
e. Consternación de los filisteos.
1 S. 14:15, 16.
f. Se nota la ausencia de Jonatán y su paje.
1 S. 14:17.
g. Consulta a Jehová interrumpida por la necesidad de acción.
1 S. 14:18, 19.
h. Ataque de los hebreos al campamento en desorden de los filisteos.
1 S. 14:20–22.
j. Victoria de los hebreos.
1 S. 14:23.

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vii. Voto necio de Saúl.


1 S. 14:24–45.
a. Juramento de Saúl.
1 S. 14:24.
b. Jonatán come de la miel.
1 S. 14:25–30.
c. Victoria de los israelitas.
1 S. 14:31.
d. Sacrificio de Saúl por el pecado del pueblo (el de comer sangre).
1 S. 14:32–35.
e. Echan suertes para determinar al culpable.
1 S. 14:36–42.
f. Jonatán es condenado a muerte.
1 S. 14:43, 44.
g. Jonatán se salva por intercesión del pueblo.
1 S. 14:45.
viii. Fin de la guerra.
1 S. 14:46.
2. Confirmación de Saúl en su reino.
1 S. 14:47, 48.
3. Familiares de Saúl.
1 S. 14:49–52.
4. Pecado de Saúl respecto a Amalec.
1 S. 15:1–35.
i. Mandamiento para herir a Amalec.
1 S. 15:1–3.
ii. Victoria sobre los amalecitas.
1 S. 15:4–7.
iii. Desobediencia de Saúl.
1 S. 15:8, 9.
iv. Tristeza de Samuel por la desobediencia de Saúl.
1 S. 15:10–12.
v. Encuentro de Samuel con Saúl.
1 S. 15:13–16.
vi. Condenación de Saúl por Samuel.
1 S. 15:17–19.
vii. Saúl echa la culpa al pueblo.
1 S. 15:20, 21.
viii. El mensaje de Samuel: rechazamiento de Saúl como rey de Israel.
1 S. 15:22, 23.
ix. Saúl ruega para que se le perdone.
1 S. 15:24–26.
x. Simbolismo del vestido roto.
1 S. 15:27–29.
xi. Samuel accede a la petición de Saúl.
1 S. 15:30, 31.
xii. Ejecución de Agag.
1 S. 15:32, 33.
xiii. Rompimiento de relaciones entre el profeta y el rey.

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1 S. 15:34, 35.
(C) APARECIMIENTO DE DAVID EN EL ESCENARIO.
1 S. 16:1–18:9.
1. Ungimiento de David.
1 S. 16:1–13.
i. Envío de Samuel a Belén para que unja un nuevo rey.
1 S. 16:1–3.
ii. Isaí y sus hijos se santifican para el sacrificio.
1 S. 16:4, 5.
iii. Los siete hijos mayores de Isaí son rechazados.
1 S. 16:6–10.
iv. David, el hijo menor es aceptado.
1 S. 16:11–13.
2. Estadía de David en la corte del rey.
1 S. 16:14–23.
i. Mala condición de Saúl: el espíritu malo de parte de Jehová.
1 S. 16:14.
ii. David es traído para que toque en presencia de Saúl.
1 S. 16:15–20.
iii. David cae en gracia ante los ojos de Saúl.
1 S. 16:21–23.
3. Lucha de David con Goliat.
1 S. 17:1–18:9.
i. Nueva guerra con los filisteos.
1 S. 17:1–3.
ii. El desafío de Goliat y el temor de los israelitas.
1 S. 17:4–11.
iii. David llega al campo de batalla.
1 S. 17:12–22.
a. La familia de Isaí y la guerra.
1 S. 17:12–15.
b. Desafío del gigante por cuarenta días consecutivos.
1 S. 17:16.
c. David es enviado por su padre con provisiones.
1 S. 17:17, 18.
d. Reunión de David con sus hermanos.
1 S. 17:19–22.
iv. David acepta el desafío del gigante.
1 S. 17:23–37.
a. Nuevo desafío del gigante.
1 S. 17:23.
b. Reacción del pueblo.
1 S. 17:24, 25.
c. Interés de David en la recompensa ofrecida por la muerte del gigante.
1 S. 17:26, 27.
d. Enojo de Eliab con David.
1 S. 17:28, 29.
e. Ofrecimiento de David para luchar con el gigante.
1 S. 17:30–37.

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v. El encuentro.
1 S. 17:38–51a.
a. Preparación de David para la pelea.
1 S. 17:38–40.
b. Burla del filisteo.
1 S. 17:41–44.
c. Desafío de David.
1 S. 17:45–47.
d. Muerte del gigante.
1 S. 17:48–51a.
vi. Huída de los filisteos.
1 S 17:51b–53.
vii. Presentación de David delante de Saúl.
1 S. 17:54–58.
a. Disposición de las cosas de Goliat.
1 S. 17:54.
b. Paréntesis: curiosidad de Saúl respecto a la identidad de David.
1 S. 17:55, 56.
c. Presentación de David ante Saúl por Abner.
1 S. 17:57, 58.
viii. Amistad de David y Jonatán.
1 S. 18:1–4.
ix. Progresos de David en el favor de Saúl.
1 S. 18:5.
x. Regreso triunfal de la campaña filistea.
1 S. 18:6–9.
a. Cántico de las mujeres.
1 S. 18:6, 7.
b. Celo de Saúl.
1 S. 18:8, 9.
(D) CONFLICTO DE SAUL CON DAVID.
1 S. 18:10–27:12.
1. Vida de David en la corte de Saúl.
1 S. 18:10–19:17.
i. Saúl intenta matar a David.
1 S. 18:10, 11.
ii. David es comisionado como soldado activo.
1 S. 18:12, 13.
iii. Popularidad de David en el pueblo.
1 S. 18:14–16.
iv. Casamiento de David con la hija de Saúl.
1 S. 18:17–27.
a. Saúl promete a su hija mayor en matrimonio y no cumple.
1 S. 18:17–19.
b. Amor de Micol por David.
1 S. 18:20, 21.
c. Saúl promete a su segunda hija.
1 S. 18:22–25.
d. Matanza de filisteos por David y casamiento con Micol.

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1 S. 18:26–27.
v. Campaña activa de Saúl para matar a David.
1 S. 18:28–19:17.
a. Aumenta el recelo de Saúl respecto a David.
1 S. 18:28, 29.
b. Valiente conducta de David en la guerra.
1 S. 18:30.
c. Mandato de Saúl a sus oficiales para que maten a David.
1 S. 19:1.
d. Advertencia de Jonatán a David.
1 S. 19:2, 3.
e. Intercesión de Jonatán ante Saúl y su resultado favorable.
1 S. 19:4–7.
f. Nuevo éxito de David en la guerra.
1 S. 19:8.
g. Tentativa de Saúl para matar a David.
1 S. 19:9, 10.
h. David es salvado por su esposa.
1 S. 19:11–17.
2. Refugio de David con Samuel.
1 S. 19:18–24.
i. Vida de David en Nayot.
1 S. 19:18, 19.
ii. Fracaso de los mensajeros de Saúl.
1 S. 19:20, 21.
iii. Fracaso de los esfuerzos de Saúl en capturar a David.
1 S. 19:22–24.
3. Nuevo Pacto entre Jonatán y David.
1 S. 20:1–43.
i. Entrevista preliminar entre Jonatán y David.
1 S. 20:1–24a.
a. Discusión de David y Jonatán respecto al verdadero propósito de Saúl.
1 S. 20:1–4.
b. David pide ayuda a Jonatán.
1 S. 20:5–8.
c. Juramento de Jonatán para ayudar a David.
1 S. 20:9–15.
d. Renovación del pacto entre Jonatán y David.
1 S. 20:16, 17.
e. Plan de Jonatán para comunicar a David la actitud de Saúl.
1 S. 20:18–24a.
ii. Fiesta de la nueva luna en la casa de Saúl.
1 S. 20:24b–34.
a. Primer día de la fiesta: ninguna referencia a la ausencia de David.
1 S. 20:24b–26.
b. Segundo día de la fiesta: Explicación de Jonatán de la ausencia de David.
1 S. 20:27–29.
c. Enojo de Saúl con Jonatán.
1 S. 20:30–34.

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iii. Comunicación de Jonatán con David.


1 S. 20:35–43.
a. Estratagema de las flechas.
1 S. 20:35–40.
b. Despedida de los dos amigos.
1 S. 20:41–43.
4. Vida de David como refugiado.
1 S. 21:1–27:12.
i. Visita de David a Ahimelec en Nob.
1 S. 21:1–9.
ii. David se finge loco.
1 S. 21:10–15.
iii. Reunión de los descontentos alrededor de David.
1 S. 22:1, 2.
iv. David encomienda al rey de Moab a sus padres.
1 S. 22:3, 4.
v. David regresa a Judá por orden de Gad.
1 S. 22:5.
vi. Matanza de los sacerdotes de Jehová por Saúl.
1 S. 22:6–23.
a. El rey acusa de traición a sus seguidores.
1 S. 22:6–8.
b. Doeg el idumeo informa a Saúl tocante a David y Ahimelec.
1 S. 22:9, 10.
c. Proceso y defensa de Ahimelec ante Saúl.
1 S. 22:11–15.
d. Condena y ejecución de Ahimelec y otros sacerdotes.
1 S. 22:16–19.
e. Abiatar se escapa y se refugia con David.
1 S. 22:20–23.
vii. Expediciones de Saúl en busca de David.
1 S. 23:1–24:23.
a. Derrota de los filisteos en Ceila.
1 S. 23:1–5.
b. Abiatar lleva consigo el efod.
1 S. 23:6.
c. Expedición de Saúl a Ceila.
1 S. 23:7, 8.
d. David parte de Ceila después de su consulta a Jehová.
1 S. 23:9–13.
e. Saúl busca activamente a David.
1 S. 23:14, 15.
f. Reunión de David y Jonatán.
1 S. 23:16–18.
g. Expedición de Saúl a Maón.
1 S. 23:19–28.
(1) Informes dados a Saúl por los zifeos.
1 S. 23:19–24.
(2) David escapa de la persecución de Saúl por las noticias de invasión que éste recibe.

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1 S. 23:25–28.
h. Expedición de Saúl al desierto de Engadí.
1 S. 24:1–23.
(1) Saúl y sus hombres llegan al lugar donde está David.
1 S. 24:1–3.
(2) David corta secretamente la orilla del manto de Saúl.
1 S. 24:4–8a.
(3) David declara a Saúl el favor que acaba de hacerle.
1 S. 24:8b–12a.
(4) David habla a Saúl respecto a su fidelidad.
1 S. 24:12b–16.
(5) Saúl bendice a David y le dice que reconoce que él será rey.
1 S. 24:17–22.
(6) Juramento de David.
1 S. 24:23a.
(7) Separación de David y Saúl.
1 S. 24:23b.
viii. Muerte de Samuel.
1 S. 25:1a.
ix. David y Nabal.
1 S. 25:1b–44.
a. David va al desierto de Parán.
1 S. 25:1b.
b. Descripción de Nabal y su familia.
1 S. 25:2, 3.
c. David envía una comisión a Nabal pidiéndole una recompensa.
1 S. 25:4–8.
d. Nabal rehusa insolentemente el ruego de David.
1 S. 25:9–11.
e. El enojo de David al darle sus siervos la contestatación de Nabal.
1 S. 25:12, 13.
f. Un siervo informa a Abigail esposa de Nabal la necia actitud de su esposo.
1 S. 25:14–17.
g. Preparaciones de Abigail para evitar el desastre.
1 S. 25:18–20.
h. Enojo de David.
1 S. 25:21, 22.
j. Abigail pide humildemente misericordia a David.
1 S. 25:23–31.
k. Alegría de David al recibir de manos de Abigail el regalo.
1 S. 25:32–35.
m. Muerte de Nabal.
1 S. 25:36–38.
n. Casamiento de David con Abigail.
1 S. 25:39–42.
o. Otras esposas de David.
1 S. 25:43, 44.
x. Nueva expedición de Saúl contra David.
1 S. 26:1–25.

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a. Los zifeos informan a Saúl respecto a la presencia de David.


1 S. 26:1–3.
b. David observa el campamento de Saúl.
1 S. 26:4, 5.
c. David inspecciona el campamento de Saúl.
1 S. 26:6, 7.
d. David rechaza el consejo de que mate a Saúl.
1 S. 26:8–11.
e. David se apodera de la lanza de Saúl.
1 S. 26:12.
f. Declaración de David a Saúl en la forma en que le había concedido la vida.
1 S. 26:13–16.
g. Defensa de David ante Saúl.
1 S. 26:17–20.
h. Saúl confiesa su error.
1 S. 26:21.
j. David devuelve la lanza a Saúl.
1 S. 26:22–24.
k. Saúl bendice a David y se regresa.
1 S. 26:25.
xi. Vida de David entre los filisteos como refugiado.
1 S. 27:1–12.
a. David decide refugiarse entre los filisteos.
1 S. 27:1.
b. David se retira a Gat.
1 S. 27:2–4.
c. Como vasallo de Aquís dásele a David la ciudad de Siclag.
1 S. 27:5, 6.
d. Doble política de David en su trato con Aquís.
1 S. 27:7–12.
(E) ULTIMA CAMPAÑA DE SAUL.
1 S. 28:1–31:13. 1 C. 10:1–14.
1. Aquís nombra a David para que sea su guarda personal.
1 S. 28:1, 2.
2. Consulta de Saúl al espíritu de Samuel.
1 S. 28:3–25.
i. Nota sobre la muerte de Samuel.
1 S. 28:3a.
ii. Nota sobre la extirpación de los nigromantes y los adivinos.
1 S. 28:3b.
iii. Temor de Saúl frente al gran ejército filisteo.
1 S. 28:4, 5.
iv. Búsqueda de una pitonisa.
1 S. 28:6, 7.
v. Saúl pide a la pitonisa de Endor que evoque el espíritu de Samuel.
1 S. 28:8–11.
vi. Aparece el espíritu de Samuel.
1 S. 28:12–14.

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vii. El espíritu de Samuel predice la muerte de Saúl.


1 S. 28:15–19.
viii. La comida en la casa de la pitonisa.
1 S. 28:20–25.
3. Preparaciones de los filisteos para la batalla.
1 S. 29:1–11.
i. Objeción de los jefes filisteos con respecto a David.
1 S. 29:1–5.
ii. Aquís despide a David.
1 S. 29:6–10.
iii. David se vuelve a Siclag.
1 S. 29:11.
4. Expedición de David contra los amalecitas.
1 S. 30:1–31.
i. Saqueo de Siclag por los amalecitas.
1 S. 30:1–6.
ii. Consulta de David a Jehová.
1 S. 30:7, 8.
iii. Partida de la expedición contra los amalecitas.
1 S. 30:9, 10.
iv. Noticias de los invasores.
1 S. 30:11–15.
v. Victoria sobre los amalecitas.
1 S. 30:16–20.
vi. Repartición del botín.
1 S. 30:21–31.
a. Participación en el reparto del botín de los que se quedaron cuidando el bagaje.
1 S. 30:21–25.
b. Obsequio de una parte del botín a las ciudades de Judá.
1 S. 30:26–31.
5. Ultima batalla de Saúl.
1 S. 31:1–13. 1 Cr. 10:1–14.
i. Derrota de Israel y muerte de Saúl.
1 S. 31:1–6. 1 Cr. 10:1–6.
ii. Huída del ejército de Israel.
1 S. 31:7. 1 Cr. 10:7.
iii. Profanación del cuerpo de Saúl por los filisteos.
1 S. 31:8–10. 1 Cr. 10:8–10.
iv. Rescate del cuerpo de Saúl por los israelitas y su entierro.
1 S. 31:11–13. 1 Cr. 10:11, 12.
v. Razón por la cual Saúl fue desechado.
1 Cr. 10:13, 14.
B. NOTAS SOBRE EL REINADO DE SAUL
1 Sam. 9:1–31:13 1 Cr. 10:1–14
El relato del reinado de Saúl se halla en el primer libro de Samuel (9:1–31:13) y en el primer
libro de Crónicas (10:1–14). Presento por separado las notas sobre los dos informes bíblicos.

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(A) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE SAMUEL


TOCANTE AL REINADO DE SAUL
1 Sam. 9:1–31:13
9:1–10:27. Elección de Saúl.
Una vez que estaba decidido que el pueblo iba a tener un rey, los asuntos marcharon
rápidamente hacia la selección de este rey.
9:1–10:1. Ungimiento de Saúl.
El asunto de la selección del rey se arregla de una manera providencial. El joven Saúl va a
buscar las asnas de su padre que se habían perdido, y ésta es la ocasión de su primer encuentro
con el profeta, con su ungimiento consecuente por el ministro de Dios.
9:1. Cis, hijo de Abiel, etc.: En 1 Crón. 8:33 y 9:39 se dice que “Ner engendró a Cis.” Esta
diferencia se explica en que Ner debe haber sido un abuelo, u otro antepasado de Cis,
habiendo sido omitido un nombre en la genealogía de Crónicas (comp. K y D).
9:6. Hay en esta ciudad un hombre de Dios: El criado, ante el hecho de que no sabían en
dónde buscar a las asnas extraviadas, sugiere una consulta con el profeta Samuel, en Ramá
(como generalmente se cree). Es probable que el profeta no acostumbraba, como cosa
general, emplear su talento espiritual en la búsqueda de las cosas perdidas. En un caso como
éste, en que sus poderes proféticos habían de ser confirmados por una manifestación de
conocimientos sobrenaturales en los asuntos ordinarios de la vida, tales revelaciones respecto
a la vida diaria le deben haber sido concedidas. Véase el 9:20.
9:8. Se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata: esto daré al varón de Dios: El
criado tenía una moneda que valía unos 13.57 cents. Indudablemente el hombre de Dios se
sostenía principalmente de los presentes que le eran ofrecidos.
9:9. El que ahora se llama profeta, antiguamente era llamado vidente: La palabra profeta
aquí es naví, palabra que viene de navá, que denota rebosar, hervir, y de ahí su aplicación a
las declaraciones extáticas del profeta. Vidente es roeh, el que ve.
9:12. El pueblo tiene hoy sacrificio en el alto: En el 7:17 se menciona un altar que
posiblemente estaba aquí, (si esta ciudad era Ramá, como la mayor parte de los comentaristas
creen; V. 9:6 y nota). Los lugares altos han sido siempre escogidos como lugares preferidos
para el culto. Existía una limitación en la ley mosaica al respecto (Deut. 12:11–14), la cual
señalaba un lugar único como el lugar donde debía celebrarse el culto bajo la supervisión del
ministro nombrado. Pero en el tiempo de los jueces, y aun después, la prohibición no se
observaba.
9:15. Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel: Samuel ya
estaba informado y preparado para recibir a Saúl, y hacerle conocer la voluntad de Dios.
9:20. Las asnas … se han hallado: Con esta revelación de conocimiento sobrenatural en
cuanto a los asuntos de Saúl, el profeta prepara el camino para el mensaje espiritual que le
tiene que dar.
9:21. ¿No soy yo hijo de Benjamín, de las más pequeñas tribus de Israel?: Los efectos
desastrosos de la guerra benjamita persistían aún (Juec. 20:1–21:25, especialmente el 21:6).
La humildad manifestada por Saúl podría haber sido aparente; él inconscientemente
procuraba así ocultar el orgullo que tenía. Esto, sin embargo, es una conjetura nada más.

comp. compárese; compárense.


K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.
V. véase; véanse.

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9:24. Porque de industria se guardó para ti: Mejor la VM, “Pues hasta esta ocasión fue
guardado para ti.”
9:25. El habló con Saúl en el terrado: Probablemente Samuel dijo a Saúl detalladamente qué
era lo que Jehová deseaba de él, (véase el 10:16). Los terrados de las casas orientales eran
usados como lugares de meditación (Hch. 10:9) y de conversación privada.
10:1. Tomando entonces Samuel una ampolla de aceite, derramóla sobre su cabeza: El
ungimiento de Saúl y las palabras de Samuel ya no dejaban en duda qué era lo que iba a ser
Saúl. Este ungimiento dio lugar a la expresión maschiaj en relación al rey, lo que significa
mesías, ungido, y en griego, christos, Cristo, también ungido. Así que los reyes de Israel
fueron tipos de Jesús.
10:2–8. Instrucciones de Samuel acerca del viaje.
El discernimiento sobrenatural que hombres como Samuel poseían fue lo que les dio el
nombre de vidente.
10:3. Campiña de Tabor: Roble, o terebinto de Tabor. Nada cierto se sabe de este lugar,
aunque se ha conjeturado (sin base) que era el mismo árbol al pie del cual fue enterrada
Débora (Gén. 35:8).
Te saldrán al encuentro tres hombres: Este acontecimiento, predicho tan explícitamente por
el profeta, era uno de los de la serie que había de servir a Saúl de señal, las que confirmarían
la palabra del profeta tocante a su vocación en el reino.
10:5. Una compañía de profetas: Un grupo de profetas pertenecientes a la organización
profética establecida por Samuel (V. 1 S. 19:20).
10:11, 12: ¿Saúl también entre los profetas?: El origen humilde de Saúl y su falta de
preparación e instrucción especial, hizo que se sorprendiesen los aldeanos al saber que él
profetizaba juntamente con el grupo que poseía este don especial. La contestación de uno de
los que allí estaban presentes fue: ¿Y quién es el padre de ellos?, es decir, de los profetas.
¿Son los padres de los profetas más que el de Saúl? Esta pregunta retórica indica que los
padres de estos profetas no eran más que el de Saúl. Todos provenían de la misma clase
social. Por lo mismo, si estos profetas tenían visiones, ¿por qué no podían esperar que Saúl
las ‘tuviera?
La idea es que el don y la unción profética son de Dios, y que no tienen relación con la familia
o la herencia cultural de uno. El proverbio que se originó a raíz de esto se usaba según
Kirkpatrick, en relación con aquellos casos en que un hombre sobresalía más de lo que se
esperaría de sus circunstancias normales (y así creen Spenee, y K y D). Creo que es más
probable que esto se aplicara a las circunstancias similares a lo que tenemos aquí: en aquellos
casos en que un hombre, que por su familia y origen no tendría que ver con las cosas
espirituales, daba muestra de tal carácter (y así cree Erdmann).
10:16. Mas del negocio del reino … no le descubrió nada: El silencio de Saúl denota una
prudencia que contrasta marcadamente con su insensatez posterior. Al que cuenta en público
todas sus cosas privadas, no deben confiársele los secretos de estado.
10:20, 21. Fue tomada la tribu de Benjamín … y de ella fue tomado Saúl: La acción de
seleccionar por suerte al nuevo rey había de tener ante los ojos del pueblo un efecto
corroborativo a la palabra del profeta. Desde este momento, ya no fue sólo la predicción del
hombre de Dios, poderosa como ésta era, sino también la disposición de Dios manifestada
en las suertes.

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Y le buscaron, mas no fue hallado: Nuevamente se esconde Saúl, lo cual era causado por su
humildad, y por el sentimiento de inferioridad que dominaba el pensar de este hombre,
manifestándose en los celos y recelos de que posteriormente fue afligido, y que remataban
en su orgullo, cualidad predominante de su personalidad.
10:23, 24. Desde el hombro arriba era más alto que todo el pueblo: Saúl era un hombre de
gran estatura, y esto señaló Samuel al presentarlo al pueblo. Sin duda la magnificencia de la
apariencia física de Saúl contribuyó a que el pueblo clamó con alegría, diciendo: Viva el rey.
10:25. Samuel recitó luego al pueblo el derecho del reino, y escribiólo en un libro:
Exactamente qué fue lo que escribió Samuel, no lo sabemos. Probablemente sería algo
parecido a lo que tenemos en Deut. 17:14–20, y por eso no se ha conservado.
10:27. Pero los impíos dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar éste?: Literalmente los impíos eran
los hijos de Belial; véase la nota sobre Juec. 19:22. Debe haber sido un grupo que se oponía
a las pretensiones de Saúl, quizás porque veían en él aquel que terminaría con la anarquía
que prevalecía y que a ellos les gustaba.
11:1. Naas Ammonita: Este Nahás no debe haber sido el que mostró más tarde amistad hacia
David (2 Sam. 10:2), sino que probablemente sería su padre o abuelo (y así cree Kirkpatrick,
aunque Smith disiente). Jabes de Galaad, sería la ciudad principal de la región de Galaad, al
este del Jordán, con Basán en el norte y Ammón en el este, y Moab en el sur.
11:2. Saque el ojo derecho: Este acto bárbaro era muy común en el Oriente. Tenía el
propósito de disminuir la eficacia de los hombres en la guerra, puesto que el ojo izquierdo
era cubierto con el escudo (Kirkpatrick).
11:4. Todo el pueblo lloró: Los orientales se emocionan más fácilmente que los occidentales.
11:5. Saúd que venía del campo, tras los bueyes: La humildad de Saúl al principio de su
reinado resalta al volver a su trabajo rural después de haber sido declarado el candidato para
la autoridad rural.
11:6. El Espíritu de Dios arrebató a Saúl: En la primera parte de su vida, Saúl fue
consagrado; mientras así fue, Dios lo acompañó. Más tarde, cuando no obedeció, Dios lo
abandonó.
11:7. Cualquiera que no saliere en pos de Saúl … así será hecho a sus bueyes: La amenaza
de Saúl era terminante, y produjo el temor entre el pueblo, con su consecuente cooperación
en el programa de defensa.
11:8. De Israel trescientos mil, y treinta mil los hombres de judá: La división del pueblo en
este pasaje en dos partes: Israel y Judá, demuestra que ya antes de Roboam existían las raíces
del cisma que más tarde se produjo, con la división permanente del pueblo en dos naciones.
Estos números, aunque grandes, no son desproporcionados si se considera la población total
de todo el país; durante la peregrinación en el desierto, el ejército ascendía a seiscientos mil
hombres de guerra.
11:11. A la vela de la mañana: Según la costumbre hebrea, la noche se dividía en tres velas.
Estas velas duraban aproximadamente cuatro horas cada una, (1) desde la puesta del sol hasta
las diez de la noche, (2) desde las diez hasta las dos de la mañana, (3) desde las dos de la
mañana hasta la salida del sol. Estas eran llamadas, respectivamente: “comienzo de las
vigilias” (Lam. 2:19 VM.), “vela de la media noche” (Juec. 7:19, VM), y “la vela de la
mañana” (1 S. 11:11). La división de la noche en cuatro velas a que se refiere en el NT se
basaba en la costumbre romana (Mt. 14:25, y otros pasajes). Comp. Kirkpatrick.
11:13. No morirá hoy ninguno: Vemos aquí la generosidad de Saúl. Ya hemos visto varias
de las cualidades de este hombre que en su juventud lo capacitaron para hacer la obra de
Dios, cualidades que indican que Dios tuvo razón al haberlo nombrado rey.

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12:1–25. Samuel se despide.


Samuel renuncia a su posición de juez, y a la autoridad temporal que ésta le había dado,
aunque retuvo la autoridad espiritual de profeta. Esta ocasión marca el fin de una era, la de
los jueces, aunque ésta había terminado prácticamente cuando el pueblo hizo su petición para
que Samuel les buscara un rey. Véase el bosquejo analítico de esta despedida en el capítulo
anterior.
12:3. Delante de su ungido: Aquí tenemos la palabra mesías, heb., maschiaj, ungido,
aplicada por primera vez, en realidad, al rey, aunque ya antes había sido aplicada, en profecía
(1 S. 2:10, 35). Véanse 10:1 y nota.
12:4. Nunca nos has calumniado, ni agraviado, etc.: La rectitud de Samuel es testificada por
el pueblo.
12:10. Hemos servido a los Baales y a Astaroth: Véanse Juec. 2:13 y nota, y 6:25, 26 y nota.
12:11. Jehová envió a Jerobaal, y a Bedán, y a Jepthé: La prueba de las “justicias de Jehová”
(12:7) está en que envió a libertadores que salvaron al pueblo. Entre éstos, Samuel menciona
a tres jueces. El primero es Jerobaal, que era otro nombre de Gedeón (Juec. 7:1). El segundo
que menciona es Bedán, que no se conoce a menos que se identifique con otro de los jueces.
Algunos lo han identificado con Samsón, por ciertos manuscritos siríacos, árabes, y un MS.
griego. Es más probable que aquí tengamos un antiguo error cometido por un copista que
escribió Bedán en vez de Barac, y así lo tienen la LXX y ciertos manuscritos siríacos y árabes.
(A esta conclusión llegan K y D, Kirkpatrick, Erdmann, etc.) El tercer juez mencionado es
Jepthé, cuyas hazañas son bien conocidas (V. notas correspondientes a Juec. 11:1–12:7).
12:17, 18. Clamaré a Jehová, y él dará truenos y aguas: Siendo la época de la cosecha, no
se esperaba tormenta. Al ser provocada la lluvia, los relámpagos, y los truenos en esta época,
por la palabra de Samuel, se hace mayor la señal que así daba Dios para confirmar la palabra
del profeta.
12:22. Jehová no desamparará a su pueblo por su grande nombre: La confianza del pueblo
podía apoyarse, no en su propia justicia, sino en que Jehová tenía el propósito de engrandecer
su nombre. Engrandecer el nombre de Dios es el objeto primordial del universo. Este objeto
lo ha tenido Dios desde la eternidad, no por ningún motivo egoísta, sino porque ensalzar el
nombre del Rey es fortalecer su reino, y esto es para el bien de todo ser en el universo.
12:23. Lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros: Aunque
Samuel se siente rechazado, y su lugar tomado por otro, no por eso va a ser pequeño de
espíritu, negando al pueblo que intercederá por él ante Dios.
13:1. Había ya Saúl reinado un año: Este pasaje estaría mejor colocado en el capítulo
anterior, como una nota que resume el relato que precede. Luego el nuevo relato empieza, Y
reinado que hubo dos años, es decir, Y cuando hubo reinado dos años, escogióse, etc., y así
interpreta Jamieson. Otros suponen una omisión de un número por los copistas, que sería la
edad de Saúl al empezar a reinar, y comparan el versículo con 2 Sam. 2:10; 5:4; 1 R. 14:21;
22:42; 2 R. 8:26 (y así interpretan Kirkpatrick, Terry, etc.) Esta idea se incorpora en las
traducciones de Nácar-Colunga, y Bover-Cantera, que ponen puntos suspensivos. La VM

MS manuscrito.
LXX La Septuaginta, versión griega antigua del Antiguo Testamento.
K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.
V. véase; véanse.
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agrega la palabra treinta, poniéndola entre corchetes, idea apoyada en ciertos MMS de la
LXX.
13:2. Jonathán: Aquí se menciona por primera vez el nombre de un hijo de Saúl, que se
recuerda por la gran amistad que profesó a David. Su nombre significa don de Jehová, y se
compara con Teodoro en el griego.
13:3. Oigan los Hebreos: Este nombre era usado sólo por extranjeros, o cuando los hebreos
hablaban con extranjeros tocante a sí mismos, o cuando querían distinguir entre los israelitas
y los extranjeros, como aquí.
13:6–9, 13. Sacrificio de Saúl.
El sacrificio de Saúl se comenta antes, en el capítulo sobre el Reinado de Saúl. (Evaluación
del carácter de Saúl). Fue una usurpación de los derechos del sacerdote, igualmente como
hizo Uzías (Azarías), siglos después, y que por haber hecho esto se volvió leproso (2 Crón.
26:16–21).
13:11. Vi que el pueblo se me iba, y que tú no venías: He aquí la excusa que presenta Saúl
por no haber cumplido con el mandamiento del profeta; él ve una exigencia militar en su
usurpación de la autoridad sacerdotal.
13:13. Locamente has hecho: El acto de desobediencia demostraba un espíritu de
desconfianza en Dios, y de confianza en sí mismo, que no era apropiado para el virrey de
Dios sobre la tierra.
13:15. Seiscientos hombres: Los hombres con Saúl eran pocos para hacer frente a las miríadas
de soldados bien armados de los filisteos.
13:19. Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero: La decadencia militar de Israel es
notable.
13:23. Paso de Michmas: Una garganta profunda ahora conocida bajo el nombre de uadi es
Suweinit, entre Micmás y Gabaa (K y D).
14:1. Su criado que le traía las armas: Su escudero que se compara con el moderno ayudante
de campo.
14:2. El término de Gabaa: Las cercanías de la ciudad (Terry), o según K y D, al norte de
Gabaa.
14:3. Achías hijo de Achítob: Una opinión muy extendida es que Ahías es el mismo
Ahimelec, el sacerdote de Nob que fue martirizado por la furia de Saúl (1 S. 22:9–19), y así
entiende Erdmann y otros, aunque Kirkpatrick, Terry, y K y D sugieren además la posibilidad
de que los dos eran hermanos.
Sacerdote de Jehová en Silo: Estas palabras se refieren a Elí, y no a Ahías (Erdmann,
Kirkpatrick, etc.).
14:4. El uno se llamaba Boses y el otro Sene: Boses significa brillando. Sene significa acacia,
y así se llama hoy, habiendo allí muchas acacias (Kirkpatrick).
14:6. No es difícil a Jehová salvar con multitud o con poco número: Jonatán manifiesta que
confía en Jehová, y que cree que El puede hacer una hazaña de liberación por medio de él y
su escudero.
14:8–10. Jonatán y la señal de Jehová.
Jonatán sugiere a su escudero que se muestren al enemigo. Este acto atrevido y valiente tiene
el propósito de descubrir qué carácter tiene la guardia de la cindadela filistea. El hace dos
suposiciones: O los filisteos saldrán a atacarlos, lo cual revelará un carácter valiente y
decidido; o los filisteos esperarán a que Jonatán suba, lo cual revelará un carácter negligente
y tímido. Jonatán presenta estas dos alternativas como una señal de Jehová. Aunque él pedía
una señal, ésta no se fundaba sobre una suposición arbitraria, sino sobre elementos

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psicológicos reales que, al analizarlos correctamente, podían revelarle la voluntad de Jehová


en el asunto. Comp. Erdmann.
14:12. Subid a nosotros, y os haremos saber una cosa: La invitación de los filisteos era
irónica en carácter y, aunque parecía revelar arrogancia y coraje, en realidad estas palabras
manifestaban un espíritu de cobardía.
14:13. Los que caían delante de Jonathán, su paje de armas que iba tras él, los mataba:
Jonatán sólo hería a los que lo atacaban, dejándolos en tierra para que su escudero los acabara
de matar. Stanley (cit. en Spence) sugiere que Jonatán llevaba arco y flecha, y disparaba a
los centinelas que vigilaban el precipicio peñascoso a medida que subía. De todos modos,
siendo hijo del rey, bien armado (13:22), y bien adiestrado en el uso de las armas, pudo vencer
a los soldados que le hacían frente y que no estaban tan bien adiestrados como él. Además,
los estaba tomando por sorpresa, porque aunque los soldados de la guarnición los habían
invitado desdeñosamente a que subieran, en realidad no esperaban que ellos solos se
atrevieran a atacar a una guarnición entera.
14:14. Mataron como unos veinte hombres en el espacio de una media yugada: La yugada
era probablemente una medida de superficie, y debe haber sido aproximadamente el área que
se puede arar con una yunta de bueyes en un día. Como medida lineal, sería un costado, o un
lado, de dicha área. La expresión denota la prontitud con que Jonatán y su paje mataron a los
filisteos.
14:15. Y alborotóse la tierra: O la expresión se refiere a un terremoto, o al hecho de que la
tierra temblaba con el movimiento de la gran hueste de los filisteos (comp. Kirkpatrick,
Terry).
14:18. Trae el arca de Dios: Así tiene el Texto Masorético. En la LXX es: “Trae el efod.”
Esta variante parece mejor, en vista de que el 14:3 se refiere al hecho de que Ahías llevaba
el efod, que contenía el Urim y Tumim, mientras que el arca estaba en casa de Abinadab, en
Kiryat-jearim (7:1, 2). Esta última variante la aceptan Kirkpatrick, K y D, Jamieson, etc.
14:19, 20. Dijo Saúl al sacerdote: Detén tu mano: El ruido de la batalla en el campamento
filisteo era tan grande, al luchar los filisteos entre sí, que Saúl ya no necesitaba de otra señal
de Jehová, sino que se dio cuenta que Dios ya le había dado la victoria.
14:24. Saúl había conjurado al pueblo: Aquí tenemos otro ejemplo de la falta de juicio de
Saúl; no permitió que el pueblo se fortaleciera comiendo, y así pudieran pelear mejor, como
Jonatán reconoce (vs. 29, 30).
14:29. Mi padre ha turbado el país: Jonatán francamente reconoce el error de su padre. Parte
de la grandeza de este hombre consistía en que su parentesco con el rey no lo había cegado.
14:32. El pueblo comió con sangre: Esto estaba prohibido. Tenemos aquí otra mala
consecuencia del juramento de Saúl: Era tan grande la necesidad del pueblo que no había
tomado alimento durante el día, que no pudo esperar hasta que se cumpliese con los ritos
levíticos prescritos por ley respecto a la matanza de carne, sino que comían con sangre.
14:33. Rodadme ahora acá una grande piedra: El propósito de esta piedra era el de que se
matara a los animales sobre ella, y así facilitar la separación entre la carne y la sangre.
Además, matando así en un lugar central, la matanza estaba bajo la supervisión de un
sacerdote.

Comp. compárese; compárense.


cit. citado.

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14:34. Decidles que me traigan cada uno su vaca: Saúl pidió que fuesen traídos a él los
animales que iban a ser muertos, a fin de que fueran ejecutados de acuerdo al precepto de la
ley, sacándoles toda la sangre.
14:37, 38. Mas Jehová no le dio respuesta aquel día: La consulta a Jehová fue por Urim y
Tumim. Véanse las notas sobre Ex. 28:30. El hecho por el cual no recibía contestación
indicaba que había pecado en el campamento.
14:39. Si fuere en mi hijo Jonathán, él moriría de cierto: Saúl poseía una piedad ciega que
se revela en que está dispuesto a condenar a muerte a su propio hijo, aunque su corazón no
procede con rectitud ante Dios.
Y no hubo en todo el pueblo quien le respondiese: Se había corrido palabra entre el pueblo
de que Jonatán había infringido el mandamiento de su padre, pero nadie quiso delatarlo.
14:42–44. Y fue tomado Jonathán: El hecho de que Jonatán fue escogido por suerte divina
no indica que él había pecado, sino que él era quien había violado el juramento del padre. La
violación del voto hecho a Dios por el rey, aunque fuera un voto malo, apartaba la ayuda de
Dios. Esto se hizo para mostrar que el voto que hacía el gobernador del pueblo era una cosa
seria. Al final, se reveló que quien estaba en el error fue el que había hecho el juramento:
Saúl. El pueblo no permitió que se ejecutase a Jonatán, dando a conocer de esta manera su
opinión de que Saúl era el que estaba en un error. Ellos se daban cuenta de que Dios había
aprobado a este hijo, dándole una gran victoria.
14:46. Y Saúl dejó de seguir a los Filisteos: Entristecido y humillado, Saúl abandona la
campaña filistea.
14:47. Saúl … hizo guerra … contra Moab … Ammón … Edom … Soba … Filisteos: Saúl
hizo guerra contra los enemigos tradicionales de Israel. Soba estaba entre Damasco y el
Eufrates, aunque su posición exacta se desconoce.
14:49. Jonathán, Isui, y Melchi-sua: En 31:2 los nombres de los hijos de Saúl se dan como
Jonatán, Abinadab, y Melquisúa, por lo cual es probable que Isuí y Abinadab serían nombres
pertenecientes a un mismo hijo (Terry, Kirkpatrick). Comp. 1 Crón. 10:2.
Las hijas de Saúl eran Merab y Michal. Merab fue prometida a David, y luego dada a Adriel
(18:19). Micol llegó a ser esposa de David (18:27).
14:50. El general de su ejército era Abner: Abner era pariente de Saúl, siendo su primo, así
como Joab (general de David en una época posterior) era pariente de David, su sobrino.
15:3. Hiere a Amalec, y destruiréis en él todo lo que tuviere: Los mandamientos divinos para
el exterminio de los enemigos nos parecen duros e incomprensibles. Esto es porque miramos
los asuntos desde el punto de vista de la moral cristiana del NT. En este caso, debemos
recordar que esto es guerra, y la existencia de estos enemigos evidentemente era fatal para el
pueblo y la religión de Dios. Véase el capítulo sobre el Problema Moral de la Conquista de
Canaán.
15:4. En Telaim: Quizás el mismo lugar que Telem, en Jos. 15:24.
15:6. El Cineo: V. nota sobre Juec. 1:16.
15:8. Agag: Probablemente el nombre oficial de los reyes de los amalecitas, como Faraón
entre los egipcios, y Abimelec entre los antiguos filisteos (comp. Erdmann, Kirkpatrick, etc.).
El nombre significa fogoso.
15:9. Perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas, etc.: La codicia impedía recordar el
mandamiento de Jehová. Probablemente Saúl perdonó a Agag con el fin de hacer un desfile
triunfal a la vuelta de la batalla, según la costumbre oriental.
15:11. Pésame de haber puesto por rey a Saúl: Kirkpatrick: “El arrepentimiento de Dios es
un cambio en su dispensación.” V. mis notas sobre Gén. 6:6.

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15:12. Carmel: Ciudad en Judá, al sur de Hebrón. Ha pasado y descendido a Gilgal: La


ironía providencial quiere que en el mismo lugar donde a Saúl le fue confirmado el reino, le
ha de ser quitado.
15:13. Bendito seas tú de Jehová: Así con un saludo amistoso Saúl piensa hacer propicio al
anciano profeta. Yo he cumplido la palabra de Jehová: Esto fue en contradicción a la verdad,
porque Saúl no había obedecido.
15:15. El pueblo perdonó a lo mejor de las ovejas, etc.: Saúl echa la culpa al pueblo, y alega
un buen motivo: para sacrificarlas a Jehová. El motivo de sacrificio que presentaba el rey
aquí fue probablemente fingido; él ya empezaba a actuar hipócritamente.
15:18. Destruye los pecadores de Amalec: Los amalecitas son llamados pecadores por su
oposición al pueblo de Dios. También se habían opuesto a él sus antepasados (15:2) (comp.
Smith).
15:20. Antes he oído la voz de Jehová: Saúl persiste aún en su afirmación de inocencia.
15:22. El obedecer es mejor que los sacrificios: Aquí Samuel expresa uno de los grandes
preceptos de la religión, en que se presenta un contraste entre lo espiritual y lo ceremonial.
En este dicho Samuel muestra el espíritu del verdadero profeta, que insiste en la espiritualidad
de la religión, en oposición al espíritu sacerdotal que se interesa en las ceremonias de la
religión.
15:23. Como ídolos e idolatría el infringir: Poner en lugar de Dios a alguna cosa, como las
posesiones, la lujuria, el odio, el amor propio, la voluntad, etc., es idolatría.
15:24. Temí al pueblo: Si Saúl temía al pueblo, entonces no era adalid sino siervo.
15:27, 28. Echó mano de la orla de su capa, y desgarróse … Jehová ha desgarrado hoy de
ti el reino: Los profetas estaban siempre listos para aplicar cualquier incidente a fin de
enseñar sus lecciones y predicciones.
15:29. Ni se arrepentirá: No cambiará de opinión. Comp. la nota sobre el Gén. 6:6.
15:31. Y adoró Saúl a Jehová: Esto se refiere al cumplimiento de Saúl con las ceremonias
del culto del día, y no tiene ningún reflejo del estado espiritual de Saúl, ni de su actitud
espiritual, que bien podía haber sido una actitud de rebelión y resentimiento, en vista de que
acababa de ser rechazado del trono de Israel.
15:32. Y Agag vino a él delicadamente: El significado de este pasaje es incierto. La LXX
tiene “temblando” y la Vulg. “pinguissimus et tremens”, muy gordo y temblando, y después,
“Siccine separat amara mors?” ¿Me separa así la amarga muerte (de la vida)? Véase Nácar-
Colunga para otra interpretación de la última oración: “¡Qué amarga es la muerte!” Me parece
que el pasaje más bien se traduce: Y Agag vino a él alegremente (comp. K y D, Kirkpatrick).
El rey lo había perdonado; entonces con mucha más razón podía esperar que el anciano
profeta lo perdonaría también.
15:33. Samuel cortó en pedazos a Agag delante de Jehová: Se trata de una ejecución oficial,
y no de un asesinato. Puesto que Agag había sido puesto bajo el anatema religioso, tiene que
ser muerto por el sacerdote, enfrente del altar de Jehová.
15:35. Jehová se había arrepentido de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel: V. 15:11,
29 y Gén. 6:6 y notas. Esto quiere decir que Jehová había rechazado a Saúl.
16:2. A sacrificar a Jehová he venido: Samuel no negaba el propósito primordial que lo
llevaba a Belén, aunque lo ocultaba, alegando un motivo secundario, el de sacrificar. Todo
hombre tiene el derecho de no revelar sus planes privados a sus enemigos. En este caso, el
plan de Samuel tenía un propósito bueno, el de llevar a cabo los designios de Dios sin que
sus enemigos lo supieran, y le impidieran que lo hiciera.

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16:4. Los ancianos de la ciudad … dijeron: ¿Es pacífica tu venida?: A menudo las visitas
del profeta de Dios eran para reprender al pueblo por sus pecados y anunciar el juicio de
Dios.
16:5. Santificaos: Esta santificación era llevada a cabo mediante las abluciones
acostumbradas.
16:11. No nos asentaremos a la mesa hasta que él venga aquí: Es decir, no se sentarían para
comer la comida del sacrificio hasta que viniera David. El hijo menor no tenía suficiente
importancia para Isaí para que éste lo mandase llamar del campo para la entrevista con
Samuel.
16:12. El cual era rubio: David, como Esaú, tenía el cabello rojizo. Comp. Terry, K y D,
Erdmann, etc. En el Oriente, donde el cabello obscuro es más común, el rubio es considerado
más hermoso.
16:14. El espíritu malo de parte de Jehová: Esto significa con permiso de Jehová.
Habiéndose retirado el Espíritu de Dios, la mente de Saúl estaba predispuesta a toda clase de
influencia maléfica. Esta era una clase de melancolía demente. Véase la nota amplia acerca
de la posesión demoníaca en las notas sobre los evangelios.
16:16. Que busquen alguno que sepa tocar el arpa: El efecto que produce la música para
tranquilizar el espíritu es bien conocido.
16:18. Sabe tocar, etc.: Los talentos variados de David ya hacen que empiece a sobresalir
entre sus compañeros. Por otra parte, vemos la mano providencial de Dios en el asunto.
16:20. Y tomó Isaí un asno … vino y un cabrito, y enviólo a Saúl: El humilde presente que
mandó Isaí a Saúl muestra la sencillez de la vida del pueblo, así como la simplicidad de la
persona de Saúl y la corte real.
16:21. Amólo él mucho: Estas palabras representan la actitud de Saúl antes de que los celos
cambiasen su amor en odio.
Y fue hecho su escudero: Esto habría sido por un tiempo breve, aunque no sabemos cuánto.
Las notas de tiempo son insuficientes para que determinemos cuánto tiempo duró el período
del servicio de David como músico en la corte de Saúl, y cuánto tiempo permaneció cuidando
los rebaños de su padre, antes de que diese muerte al gigante Goliat.
16:23. David tomaba el arpa, y tañía … y Saúl tenía refrigerio: Comp. el caso de Ehseo, en
2 R. 3:15: “Y mientras el tañedor tocaba, la mano de Jehová fue sobre Eliseo.” El poder de
la música para aquietar la mente es grande, y la prepara para recibir impresiones religiosas,
y hace que las emociones que la turban se desvanezcan.
17:1. Congregáronse en Socho: Una localidad en la Sefela (V. cap. sobre la Tierra de Israel)
a unos 21 kilómetros al sudoeste de Belén. Se ha identificado con Khirbet Shuweikeh (WDB).
Azeca: Desconocida. Ephes-dammim: Término de sangre, quizás referente a los incidentes
sangrientos que se verificaban entre Filistia e Israel.
17:2. Valle del Alcornoque: Este valle era llamado también valle de Ela (VM), y se hallaba
entre Soco y Azeca.
17:4. Salió entonces un varón del campo de los Filisteos: Era común en tiempos antiguos la
práctica de mandar un campeón para desafiar a alguno de las fuerzas opuestas, a fin de que
entre los dos se decidiese la guerra. Compárese el combate entre doce y doce en 2 Sam. 2:12–
16.
Tenía de altura seis codos y un palmo: El codo sería de 45 centímetros, (o 52.5 según otro
sistema mencionado en la nota sobre el Gén. 6:15), y el palmo tendría entre 20 y 25

WDB Westminster Dictionary of the Bible.

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centímetros. El gigante probablemente tenía entre 290 y 340 centímetros de alto. Casos
históricos de personas muy altas pueden señalarse, como Patrick Cotter O’Brien, de Kinsale
(Irlanda), que tenía 263.526 centímetros de altura y que vivió a fines del siglo xviii, y el sueco
Cajanus, que se presentó en Londres en 1742, y que tenía 275 centímetros de alto. Véase la
Encyclopedia Americana, artículo Giants; DEHA, artículo Gigantes.
17:5. Un almete de acero: El yelmo del gigante probablemente estaba hecho de bronce (VM),
aunque la composición exacta de esta aleación de ese entonces no se conoce.
Era el peso de la coraza cinco mil siclos: Es decir, 72.55 kilogramos (V. Gén. 23:15, 16 y
nota).
17:6. Grebas de hierro: La palabra greba se refiere a una pieza de la armadura antigua que
cubría la pierna desde la rodilla hasta el pie. Se deriva del francés greve, canilla.
17:15. Empero David había ido y vuelto de con Saúl: Aquí tenemos una referencia al hecho
de que David había vuelto a su casa. Quizás Saúl se había mejorado, y ya no había sido
necesario que tuviera un músico para que lo tranquilizara.
17:17. Grano tostado: Granos de trigo, tostados, o asados. Estos se recogen antes de que
maduren y se ponen al fuego.
17:18. Cuida de ver si tus hermanos están buenos, y toma prendas de ellos: David había de
traer de regreso a su casa alguna cosa de sus hermanos que mostrara que ellos estaban bien;
ya que entonces no se acostumbraba escribir, mandaban una prenda en vez de una carta
(comp. Kirkpatrick, y Smith).
17:19. Y Saúl y ellos y todos los de Israel, estaban en el valle del Alcornoque, etc.: Mejor se
traduce están en el valle, etc., puesto que son palabras dichas por Isaí (K y D, Smith, etc.).
17:20. Tocaba alarma para la pelea: El ejército levantaba el grito de guerra. Probablemente
se trataba de pequeños destacamentos que salían, y de otros que volvían aterrados, véase el
v. 24
17:25. Hará franca la casa de su padre: Esto quiere decir que ellos quedarían exentos de
impuestos y otras cargas políticas, así como la casa real.
17:28. Eliab se encendió en ira contra David: Los celos de los hermanos mayores deben
haber comenzado con el ungimiento de David; y probablemente aumentaron cuando David
fue llamado a la corte para tañer ante el rey; y ahora se colman con las palabras valientes del
joven que, para estos hombres, cohibidos por los desafíos del gigante, deben haber parecido
soberbias.
17:29. Y David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? Estas, ¿no son palabras?: Parece que
el asombro de David frente a la reprensión inesperada del hermano lo hace que entrecorte lo
que va diciendo, ¿No son palabras …? Habría pensado decir algo como, ¿No son estas
palabras correctas para contestar un desafío al Dios vivo? Kirkpatrick interpreta: “¿No
puedo hacer una sencilla pregunta?” K y D: “¿Qué he hecho pues? No fue más que una
palabra.” Smith: “¿No es un asunto de importancia?” VM: “¿Acaso he hecho más que
hablar?”
17:36. Este Filisteo … será como uno de ellos, porque ha provocado al … Dios viviente: La
razón por la cual el gigante tiene que ser vencido la ve David en que éste ha desafiado a Dios.
17:45–47. Yo vengo a ti en el nombre de jehová de los ejércitos: Públicamente anuncia David
su dependencia de Jehová, quien es el único que le puede dar la victoria.

DEHA Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano.

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17:49, 51. La piedra quedó hincada en la frente … Y tomando la espada de él … cortóle con
ella la cabeza: Al darle la piedra en la frente, el gigante perdió el conocimiento. Luego con
la espada del gigante, David le da el golpe de gracia.
17:54. Y David tomó la cabeza del Filisteo, y trájola a jerusalem: Jamieson cree que esto
sucedió en una época posterior puesto que entonces Jerusalén estaba aún en manos de los
jebuseos (V. 2 Sam. 5:6, 7). Comp. Terry. Kirkpatrick cree que la cabeza fue llevada al
tabernáculo que estaba en Nob cerca de Jerusalén, donde más tarde encontramos la espada
de Goliat (21:9).
17:55, 56. Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el Filisteo, dijo a Abner,
etc.: Estos dos versículos estarían mejor colocados entre el v. 47 y el v. 48. En la entrevista
que sostuvo Saúl con David, por el hecho de la excitación del momento cuando iban a mandar
al joven a luchar contra el gigante, las reglas normales de la presentación no fueron
observadas. Aunque David había pasado mucho tiempo en la corte de Saúl, probablemente
había transcurrido mucho tiempo desde la época cuando tañía el arpa en presencia del rey;
además el joven había crecido. Por todo esto el rey ya no se acordaba de él.
18:1. El alma de Jonathán fue ligada con la de David: Comienza la interminable amistad
entre Jonatán y David. Abnegación mayor que la de Jonatán no se conoce entre los hombres.
El cedió el derecho del trono a su amigo.
18:4. Y Jonathán se desnudó la ropa que tenía sobre sí, y dióla a David, etc.: La generosidad
de Jonatán se manifiesta claramente; el humilde pastor de ovejas, David no tenía más armas
que su honda y su cayado. Jonatán le da sus armas y aun lo que es más, su ropa.
18:5. Y salía David a donde quiera que Saúl le enviaba, etc.: Este resumen estaría en mejor
orden después del 18:13.
18:8. Y enojóse Saúl en gran manera: El orgullo de Saúl, que no admitía que nadie fuera más
que él, empezó a despertar celos en su mente cuando las mujeres en su canto alababan a
David más que a Saúl.
18:10, 11. El espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y mostrábase en su casa con
trasportes de profeta: V. 16:14 y nota. V. también 10:11, 12; 11:6; y notas. Saúl estaba en
un éxtasis, o trance, como en los que solían caer los profetas, pero el suyo terminó con un
arrebato de ira, y una tentativa de asesinato. David ha vuelto a la corte a la anterior ocupación
de tañer en la presencia de Saúl. Dos veces en esta ocasión Saúl arroja su lanza contra David,
y dos veces éste escapa de perecer.
18:12. Mas Saúl se temía de David, por cuanto Jehová era con él: Saúl comprendía que Dios
estaba con David, y habiéndose Dios apartado de él, sabía también que quien tenía a Dios,
tenía el reino.
18:13. Hízole capitán de mil: Puede preguntarse el por qué de las promociones de David, en
vista de la enemistad que Saúl tenía para con él. La contestación puede hallarse, en parte, en
la presión social y política de su corte; se exigía la utilización de los hombres de mérito en
los asuntos del reino. David era no sólo capaz, sino muy popular con el pueblo. Además, Saúl
tenía sus momentos buenos cuando podía esperarse que obraría con juicio. En este caso
podemos ver que le dio el mando de un destacamento de mil soldados con el objeto de quitar
su presencia de la corte; quizás procuraba también que David fuera muerto en la batalla.
18:15. Y viendo Saúl que se portaba tan prudentemente, temíase de él: La circunspección y
prudencia de David acrecentaban el temor de Saúl; la prudencia jamás había sido una
cualidad de él.

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18:16. Mas todo Israel y Judá amaba a David, porque él salía y entraba delante de ellos: La
relación diaria con el pueblo, que sus nuevos deberes traían, acrecentaba la popularidad de
David.
18:17. Y dijo Saúl a David: He aquí yo te daré a Merab mi hija mayor por mujer: Esto se
traduce mejor, Y había dicho … Probablemente esta promesa fue hecha a David
inmediatamente después de la hazaña de la muerte de Goliat (comp. 17:25).
18:18. David respondió: (David había respondido,) como en el párrafo anterior.
18:19. Adriel Meholatita: Quizás un nativo de la aldea de Eliseo, de Abel-mehola (1 Reyes
19:16). De Adriel no se sabe nada.
18:25. Mas Saúl pensaba echar a David en manos de los Filisteos: Con la petición de las
vidas de cien filisteos, Saúl pensaba mandar a David a su muerte. Así con una treta la mente
diabólica de Saúl piensa quitar a David de en medio. El no cree que el joven ha de salir
victorioso en una campaña contra los filisteos, en la cual tiene que matar a cien personas.
18:27. David … hirió doscientos hombres de los Filisteos: David duplica la petición del rey;
y como resultado de esta hazaña, Saúl tiene que cumplir su promesa y da a David a su hija.
18:28, 29. Pero Saúl … temióse más de David: La nueva relación del yerno agrada aun menos
a Saúl. Ahora ve que en el casamiento de David con su hija, éste está un paso más cerca del
trono.
19:2. Y dio aviso a David, diciendo: Saúl mi padre procura matarte: El cariño y la amistad
de Jonatán hacia David hacen que le comunique lo que su padre se propone hacer.
19:4. Y Jonatán habló bien de David a Saúl su padre: Jonatán da otra prueba de su amistad
hacia David al interceder por él ante su padre.
19:6. Y oyendo Saúl la voz de Jonathán, juró: Vive Jehová, que no morirá: El poco estable
carácter de Saúl se muestra en su vacilación entre el odio y la amistad hacia David. Su
personalidad estaba desgarrada por impulsos buenos y malos.
19:8–10. Exitos de David en la guerra, y efecto sobre Saúl.
Los nuevos triunfos de David hacen suscitar el espíritu malo en Saúl. Una nueva tentativa
para matarlo resulta frustrada.
19:11–17. David es salvado por su esposa Micol.
La lealtad de Micol está en fuerte contraste con su antagonismo de más tarde. Véase la nota
sobre 2 Sam. 6:16, 20–23.
19:17. Micol miente a su padre.
Temiendo confesar a su padre que ella siente mayor lealtad para David que para él, Micol
miente.
19:20–24. Saúl y los profetas de Ramá.
El espíritu extático que caracterizaba a los profetas en Ramá era tan grande que contagiaba a
los mensajeros de Saúl, y aun más al rey, dispuesto por temperamento a las exhibiciones
extáticas y catalépticas. Estos éxtasis y entusiasmos religiosos, conocidos en la época
moderna en las grandes campañas evangelísticas, los empleó Dios en esta ocasión para
impedir que Saúl llevase a cabo su propósito. Se nos recuerda a Saulo, un milenio después,
que “respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor” cayó en éxtasis y
visiones en el camino, para perder para siempre jamás sus ambiciones nefastas en contra del
pueblo de Dios (Hch. 9:1).
19:24. ¿También Saúl entre los profetas? V. el 10:11, 12 y nota. Sirve aquí la repetición del
refrán para recordar a Saúl la ocasión anterior cuando el Espíritu de Dios entró en él, y de
cuánto se ha degenerado él desde aquel tiempo.

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20:3. No sepa esto Jonathán, porque no tenga pesar: David prevé que Saúl puede llegar a
matarlo sin que éste comunique a Jonatán sus intenciones.
20:4. ¿Qué discurre tu alma, y harélo por ti?: Se traduce mejor, ¿Qué dice tu alma, y yo lo
haré para ti?
20:7. Si él dijere, Bien está, paz tendrá tu siervo; mas si se enojare, sabe que la malicia es
en él consumada: Para averiguar las intenciones del rey con respecto a David, Jonatán
informaría al rey que David había ido a visitar a su familia. Si el rey aprueba, entonces se
verá que no está predispuesto contra David; si el rey desaprueba entonces se verá que tiene
un plan para dar muerte a David.
20:14, 15. Y sí yo viviere, harás conmigo misericordia: Jonatán prevé la ascensión de David
al trono en su propio lugar. En esto consiste su grandeza de espíritu.
20:20. Y yo tiraré tres saetas hacia aquel lado: El artificio de tirar saetas serviría para dar
aviso a David, sin que los siervos de Saúl (en caso de que asecharan) se dieran cuenta. Sin
duda Jonatán acostumbraba practicar así con arco y las flechas, y llevaba un siervo para que
recogiera las flechas disparadas.
20:33. Entonces Saúl le arrojó una lanza por herirlo: Aun a Jonatán trata Saúl de herir
arrojándole una lanza, y por esto Jonatán comprende que su padre hasta lo mataría, y por
consiguiente las intenciones de muerte que Saúl tiene respecto a David son claramente
expuestas.
20:40. Luego dio Jonathán sus armas a su muchacho, y díjole: Vete y llévalas a la ciudad:
No hay nada de extraño en que Jonatán enviase de regreso al mozo llevando sus armas, y que
él fuera a dar después un paseo.
20:41. Lloraron el uno con el otro: Tales demostraciones de emoción entre los orientales
eran comunes, y de acuerdo con la costumbre de la época.
21:1–9. El tabernáculo.
Es probable que Silo había sido destruída por los filisteos en la ocasión de la captura del arca
(4:10, 11), y habiendo sido destruída la ciudad la destrucción del tabernáculo venía como
consecuencia natural. Porque el tabernáculo había estado en esta ciudad desde los tiempos
de Josué (Jos. 18:1; 1 S. 1:3, 9). Después de la muerte de Elí y sus hijos, parece que el mismo
Samuel asumió las funciones del sumo sacerdote en la ausencia de uno de la familia de Aarón
capacitado para hacerlo (comp. Whitelaw, art. Tabernacle, ISBE). Quizás en este tiempo el
tabernáculo estaba en Gilgal; a lo menos, allí se encontró Samuel con Saúl con el fin de
ofrecer holocaustos. Después el tabernáculo parece haber sido cambiado a Nob, y el
sacerdocio fue entregado a Ahimelec, bisnieto de Elí, de la línea de Itamar, el cuarto hijo de
Aarón.
No es seguro que en Nob estuviera el tabernáculo, pero hay la siguiente evidencia que lo hace
probable: (1) La referencia al pan sagrado, que se asociaba siempre con la mesa en el
tabernáculo (21:4). (2) La presencia en Nob de un número crecido de sacerdotes (ochenta y
cinco fueron muertos por Doeg: 22:18). (3) La presencia en Nob de la espada de Goliat (21:9).
(4) La costumbre de consultar en Nob a Dios (22:15). (5) La referencia de Jesús a la “casa de
Dios” referente a este acontecimiento (Mc. 2:26).
Finalmente el tabernáculo parece haber sido cambiado a Gabaón (1 Crón. 16:39; 21:30), tal
vez por Saúl mismo, ciudad a diez kilómetros al noroeste de Jerusalén.

art. artículo.
ISBE International Standard Bible Encyclopedia.

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21:1. Y vino David a Nob, a Ahimelech; En Mc. 2:26 se dice Abiatar. Véase la nota acerca
de este pasaje en las notas sobre los evangelios, en el tomo correspondiente de esta obra.
21:2. Y respondió David al sacerdote Ahimelech: El rey me encomendó un negocio: La
mentira que cuenta aquí David tuvo consecuencias desastrosas para Ahimelec y los otros
sacerdotes (22:18), porque Saúl los mató a todos por haber dado abrigo a David; ha de
reconocerse que Ahimelec no sabía el motivo de la venida de David, ni que huía de la ira de
Saúl. Si hubiese sabido, es posible que no le hubiera ayudado.
21:4, 5. Solamente tengo pan sagrado: Este pan era el que se ponía semanalmente sobre la
mesa de la presencia, en el lugar santo del santuario del tabernáculo.
Lo daré si los criados se han guardado mayormente de mujeres. Y David respondió …:
Cierto las mujeres nos han sido reservadas desde anteayer: Comp. Ex. 19:15: “Estad
apercibidos para el tercer día; no lleguéis a mujer.” La abstinencia sexual por un tiempo entre
los judíos era considerada una virtud. V. 1 Cor. 7:5, 6.
Los vasos de los mozos fueron santos: La palabra hebrea que se traduce vaso es kelí, que
significa vaso; ropa, o equipo; un barco; instrumento; armas; (Gesenius). Terry cree que
aquí se refiere a los cuerpos de los hombres. Por el uso de la palabra nuevamente a fin del
versículo en el sentido de un recipiente para pan, creo que aquí también se refiere a un
recipiente, aquél en que llevaban los soldados sus provisiones (y así cree Kirkpatrick).
El camino es profano: Esto se refiere al camino en que ellos andaban, es decir, el negocio
del rey, que no era sagrado o religioso; pero aun así, ellos podrían comer el pan, aunque
hubiera sido el nuevo pan santo en los vasos del templo, por cuanto las necesidades del
hombre son mayores en importancia que el reglamento del tabernáculo (y así interpreta
Jamieson).
21:7. Estaba allí uno de los siervos de Saúl detenido delante de Jehová, el nombre del cual
era Doeg, Idumeo: Doeg estaba allí con el fin de cumplir algún voto que había hecho. Un
extranjero como Doeg se cuidaría de observar los preceptos de la religión de los hebreos,
especialmente un extranjero metido en la política de la nación, como lo era Doeg.
21:10. David … vínose a Achis rey de Gath: Debemos reconocer que llegamos a un punto
triste en la juventud de David, cuando se refugió con los enemigos tradicionales de su pueblo,
y se fingió loco para salvar la vida.
21:15. ¿Había de venir éste a mi casa?: Quiere decir en mi servicio (Kirkpatrick).
22:1. Escapóse a la cueva de Adullam: Esto fue en la vecindad de Jarmut, cerca del valle de
Ela, al sudoeste de Jerusalén, valle en que David venció a Goliat.
22:2. Y juntáronse con él todos los afligidos, etc.: Los que estaban descontentos con el
gobierno de Saúl se refugiaron con David y se unieron a su pequeño ejército.
22:3, 4. Y fuése David de allí a Mizpa de Moab: Ha de recordarse que el padre de David era
nieto de una moabita, de Rut, así que su refugio allí sería muy natural. Una tradición judía
afirma que el rey de Moab les dio muerte, por lo cual David se vengó severamente de él (2
Sam. 8:2).
Todo el tiempo que David estuvo en la fortaleza: Una fortaleza, o ciudadela, sobre un monte
(Gesenius), que habría estado en Mizpa de Moab (K y D).
22:5. Y Gad profeta dijo a David: … vete a tierra de Judá: Aunque no se explica el motivo
de Gad en aconsejar a David que vuelva a su país, probablemente la razón está en que creía
que David, al habitar en un país extranjero, podía ser alejado de la vida y la religión y la
política de su patria.
22:6. Estaba entonces Saúl en Gabaa debajo de un árbol en Rama: Este sería algún árbol
bien conocido, como lo era la palma de Débora, en Juec. 4:5. Tenía su lanza en su mano:

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Esta la tendría haciendo las veces de cetro que un rey de un gobierno mejor organizado y más
formal no hubiera usado. En el estado muy primitivo y guerrero en que se hallaba la
administración política de Saúl, la lanza era más apropiada que el cetro.
22:7. ¿Os dará también a todos vosotros el hijo de Isaí tierras y viñas, etc.: Esto es irónico,
porque David, que no tenía nada, no podía dar a los servidores de Saúl las cosas que él les
había dado. Esto lo dice Saúl en el momento que reprende a su gente porque no le han
informado que su hijo ha hecho conspirar a David contra su rey.
22:8. Mi hijo ha levantado a mi siervo contra mí: De estas palabras se verá que la acusación
de Saúl es dirigida más bien en contra de Jonatán y no de David.
22:9–19. Matanza de los sacerdotes por Doeg.
La matanza despiadada de los sacerdotes de Dios por este extranjero, por mandato del rev de
Israel, bien ilustra los extremos a los cuales fue llevado Saúl por su malvado carácter.
22:15. ¿He comenzado yo desde hoy a consultar por él a Dios?: Esta es la segunda cosa de
las tres que alega Ahimelec en su defensa: (1) El conocido buen nombre de David como fiel
servidor de Saúl (v. 14). (2) Que ésta no es la primera vez que él ha consultado a Dios cuando
David se lo ha pedido. (3) Que, aunque reconoce el hecho que ha consultado, él no tenía
intento de tomar parte en ninguna conspiración contra el rey.
Hay que advertir que es muy común que un hombre infrinja la ley, quizás una ley arbitraria
o provisional, sin tener ningún intento criminal.
22:17, 18. Y revolviéndose Doeg Idumeo, arremetió contra los sacerdotes: Doeg, extranjero,
aunque cumplía con los preceptos formales de la religión de Jehová (21:7 y nota), no siente
por los sacerdotes de Jehová el respeto que sentían los israelitas.
22:20. Uno … que se llamaba Abiathar, escapó: Una explicación común del escape de este
sacerdote es que, mientras que los otros sacerdotes fueron a Gabaa donde estaba Saúl (22:6)
para responder al llamado de Saúl, Abiatar quedó en Nob al cuidado del tabernáculo. Así
pudo huir cuando supo que venían los emisarios de Saúl para darle muerte. (Así explican
Kirkpatrick, Spence, Kennedy, etc.)
22:22. Y dijo David a Abiathar: Yo sabía que estando allí aquel día Doeg el Idumeo, él lo
había de hacer saber a Saúl: David reconoce la culpa que tiene por la mentira registrada en
21:2.
23:1. Y dieron aviso a David … Los Filisteos combaten a Keila: Esta ciudad estaba a unos
cinco kilómetros al sur de Adullam, en la parte meridional de Palestina. V. 22:1 y nota.
23:2. Y David consultó a Jehová: Esta consulta habría sido hecha por medio del Urim y
Tumim (comp. K y D), que habría sido traído por Abiatar cuando trajo el efod (23:6). V. la
nota sobre Ex. 28:30.
23:3. Nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿cuánto más si fuéremos a Keila contra el
ejército de los Filisteos?: Ceila era una parte de Judá (Jos. 15:44); hay en el pasaje una
sugestión de que era tributario de los filisteos (comp. Smith).
23:6. Vino también con él el ephod: Esto fue el vestido oficial del sumo sacerdote. V. Ex.
28:6–12 y nota; 1 S. 2:18 y nota.
23:12. ¿Me entregarán los vecinos de Keila?: La contestación a esta pregunta era afirmativa.
Frente a la amenaza de una fuerza superior de las autoridades constituídas del país, los
habitantes de Ceila se olvidarían de la salvación de los filisteos traída por David, y se
volverían en contra de su libertador.
23:14. David … habitaba en … Ziph: Este era un distrito al sur de Hebrón.
Buscábalo Saúl todos los días: Esto no contradice lo dicho en el v. 13: “Y dejó de salir.” En
el v. 13 tenemos una referencia a una sola campaña, cuando Saúl dejó porque veía la

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inutilidad de seguir, mientras que aquí en el v. 14 tenemos una descripción de una serie de
campañas en que Saúl buscaba a David.
23:17. Yo seré segundo después de ti: Así habla Jonatán a David, reconociendo que el trono
ha de pertenecer a su amigo, y no a él, hijo del rey. Creo que en toda la literatura no hay
hombre más abnegado que Jonatán.
23:19. Y subieron los de Ziph a decir a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en nuestra
tierra …?: La advertencia del oráculo de Dios (23:12) se cumplió en la tradición de los
hombres de Ceila, a quienes David había salvado de los filisteos (23:1–5).
23:24. David y su gente estaban en … Maón: Este lugar estaba a unos trece kilómetros al sur
de Hebrón.
23:28. Sela-hammah-lecoth: (Piedra de escapes, o de divisiones); mejor es la primera
definición, y así define Gesenius.
24:1. Engaddi: Esto estaba a la mitad de la costa occidental del mar Muerto. En la VM este
versículo es 23:29, lo que es más lógico. Así se cambia la enumeración de los versículos en
el cap. 24, que tiene veintidós versículos en la VM en vez de veintitrés.
24:4–7. David corta secretamente la orilla del manto de Saúl.
Nuevamente David comprueba con esto que no quiere hacer mal a Saúl, y nuevamente Saúl
se convence y deja de perseguir a David.
24:4. Entró Saúl en ella a cubrir sus pies: V. Juec. 3:24 y nota.
24:8. Así quebrantó David a los suyos con palabras, y no les permitió que se levantasen
contra Saúl: Con las palabras que dijo David acerca de Saúl como el ungido de Dios, él los
contuvo, y no permitió que ellos lo matasen.
24:10. Y dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David
procura tu mal?: Aunque David bien sabe que fue Saúl mismo el que desde un principio lo
odió, aquí echa la culpa a los malos aconsejadores de Saúl.
24:15. ¿A quién persigues?… ¿a una pulga?: Así David exalta el amor propio de Saúl,
llamándose una pulga. Así hace saber al celoso rey que nada tiene que temer de David.
24:20. ¿Quién hallará a su enemigo, y lo dejará ir sano y salvo?: Saúl reconoce que la
conducta de David es sin precedente, pues comprueba que David no lo mal quiere.
24:22. Júrame … que no cortarás mi simiente: Saúl reconoce que David ha de sucederle en
el trono.
24:22. David y los suyos se subieron al sitio fuerte: Se refiere a la “parte montañosa del
desierto de Judá” (K y D).
25:1. Y levantóse David, y se fue al desierto de Parán: Este desierto estaba al sur de Palestina
en el centro de la península sinaítica, con Edom al este, el desierto de Etam al oeste, y el
desierto de Sinaí al sur. Así David se halla lejos de la amenaza de Saúl.
La ocasión de la ida de David a este desierto alejado fue la muerte de Samuel. Quizás él
consideraba que la última influencia benéfica para el alma de Saúl se había terminado.
25:4–8. Envío de David a Nabal por una recompensa.
David abastecía su pequeño ejército del botín de las ciudades enemigas que saqueaba, y de
los obsequios de los amigos que protegía.
25:10. Y Nabal respondió …: ¿Quién es David, etc.?: El alma avariciosa de Nabal no quiso
reconocer que David lo había defendido de sus enemigos y que tenía una deuda con él.
25:15. Mas aquellos hombres nos han sido muy buenos: La rectitud de los hombres de David
es típica de su adalid.
25:18. Entonces Abigail tomó luego doscientos panes, etc.: Abigail, una mujer muy
inteligente, reconoce la justicia del reclamo de David, y el peligro en no cumplir.

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25:22, 34. Así haga Dios, etc. V. 25:34 en la VM, y nota marginal.
25:23–31. Abigail pide misericordia a David.
Lo que dice Abigail la presenta como una mujer muy sabia y diplomática. No nos sorprende
que David sea atraído por ella, y que después se case con ella, cuando muere su esposo.
25:25. El se llama Nabal, y la locura está con él: El nombre Nabal significa necio.
25:29. Bien que alguien se haya levantado a perseguirte, etc.: Esto es una referencia a Saúl,
tocante a quien Abigail profetiza la muerte: Dios … arrojará el alma de tus enemigos como
de en medio de la palma de una honda, es decir, como una piedra es tirada por una honda,
símbolo del rechazamiento completo.
25:37. Se le amorteció el corazón, y quedóse como una piedra: La noticia del peligro que
había corrido era suficiente para que Nabal se enfermara de miedo.
25:39. Bendito sea Jehová que … ha preservado del mal a su siervo: David comprende que
es mucho mejor que Nabal haya muerto de muerte natural, y no que él le haya tenido que dar
muerte. Es probable que, si él hubiese matado a Nabal, no hubiera podido casarse después
con su viuda.
25:44. Porque Saúl había dado su hija Michal mujer de David, a Palti: V. 19:11–17; 2 Sam.
6:16, 20–23; y las notas sobre estos pasajes.
26:2. Saúl entonces se levantó … para buscar a David: Los rasgos de generosidad que
manifestaba Saúl se esfumaban tan pronto era poseído por el espíritu malo que lo afligía, y
nuevamente seguía el objetivo principal de su vida: la muerte de David.
26:6. Abisai: Un sobrino de David, jefe del segundo grupo de tres entre los “valientes” de
David (2 Sam. 23:18).
26:7. Su lanza hincada en tierra a su cabecera: El regatón de la lanza era afilado. Comp. 2
Sam. 2:23.
26:9. ¿Quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová?: Es evidente que el respeto que
sentía David por la persona de Saúl era un respeto hacia Dios, quien había ungido rey a Saúl.
La grandeza del carácter, así como la sabiduría, y la gran lealtad, de David, resultan en que
no mató a Saúl. Obró sabiamente al no hacerlo porque no manchó sus manos con el regicidio
y pudo entrar después en su reino con las manos limpias. El que es leal inspira la lealtad en
sus seguidores.
26:12. Porque un profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos: Keil y
Delitzsch: “Señala el hecho de que Jehová favorecía la empresa de David.”
26:16. Sois dignos de muerte: Esta expresión dicha a Abner es algo irónica.
26:19. Si Jehová te incita contra mí, acepte un sacrificio: Esto es, que Jehová acepte un
sacrificio. La idea de David era que si Jehová incitaba a Saúl contra David, o si permitía que
fuese incitado, debía ser porque Saúl estaba en pecado para merecer tal dirección equivocada,
porque tal concesión para que Saúl fuese mal aconsejado contra David podía considerarse
como un factor en el castigo de pecado. Por todo esto, Saúl podía ofrecer un sacrificio a Dios,
con el fin de reconciliarse con Dios, y luego recibir su dirección. (Véanse opiniones parecidas
a ésta en Jamieson, Terry, etc.)
Me han echado hoy para que no me junte en la heredad de Jehová: David se queja de los
hombres que han dado malos consejos a Saúl, mintiendo respecto a los sentimientos de David
hacia el rey, y ocasionando que él ya no pueda vivir en la heredad de Jehová, es decir, en la
tierra de Israel. Por la influencia de estos malos aconsejadores, él tiene que vivir en otras
regiones donde se sirve a dioses ajenos, esto es, en tierras idólatras.
26:21. Dijo Saúl: He pecado: El arrepentimiento de Saúl no era duradero, sino que después
se olvidaba y el odio hacia David nacía nuevamente en él.

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27:1–12. Vida de David como refugiado en tierra de los filisteos.


David ya está cansado de tratar de convencer a Saúl para que no lo persiga. Anteriormente
se ha escapado muchas veces de Saúl, pero ya se le van terminando los lugares donde puede
refugiarse, que no sean conocidos por Saúl y sus siervos, y por esto se refugia con el filisteo
Aquís.
Indudablemente fue un error el aliarse con el enemigo tradicional de su raza, poniéndose
inmediatamente en una posición comprometedora y falsa, al engañar a Aquís, al rendirle sus
informes de las expediciones que hace (vs. 7–12). Hubiera confiado un poco más en Dios, y
esperado la destrucción de Saúl y su régimen hostil, para lo cual no pasaron más que un año
y cuatro meses (según la traducción correcta del v. 7: véase la VM). Al final, casi llega a la
posición de luchar contra sus compatriotas (29:1–5). Sin embargo, no hemos de juzgar con
demasiada severidad a David, que era humano, y que había huido de Saúl durante muchos
años, sin poder librarse del peligro que constantemente se cernía sobre él.
28:3. Y Saúl había echado de la tierra los encantadores y adivinos: Saúl había echado a los
adivinos, procediendo de acuerdo con la ley mosaica (Lev. 19:31; 20:27; Deut. 18:10 y sig).
28:6. Jehová no le respondió, ni por sueños, ni por Urim: Según el 23:6, Abiatar trajo el efod
a David (con el cual iba también el Urim y Tumim). Pero Saúl hubiera podido mandar hacer
otras piedras semejantes. Ahora, aunque Saúl consulta a Jehová, empleando todos los medios
que le eran conocidos, Jehová no le contesta.
28:7. Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de pythón:
Desesperado ahora por no poder averiguar nada sobre el porvenir por los medios usuales,
Saúl procura relacionarse con los muertos.
Espíritu de pythón: Heb., baalath-ov: nigromante. La palabra hebrea baalah significa
señora, ama, y ov se refiere al espíritu de adivinación, el demonio que predice, (Gesenius).
28:12. Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz: Creo que el grito de la mujer fue uno
de sorpresa, y que ella realmente no esperaba que aparecería Samuel. Ella era una impostora,
que no podía hacer nada sin la prestidigitación y el fraude. De ahí el grito de sorpresa. Pero,
por una vez en su vida, algo sucedió cuando practicó sus maquinaciones.
28:13. He visto dioses que suben de la tierra: El historiador sagrado aquí meramente registra
el dicho de la mujer sin explicar o comentar, así que no sabemos qué habría visto;
probablemente la palabra dioses se refiere a seres sobrenaturales (comp. K y D).
28:15–19. El espíritu de Samuel predice la muerte de Saúl.
Samuel confirma a Saúl lo que éste teme: que su reino ha de ser entregado a David, y que él
y sus hijos han de morir. Samuel también le recuerda que Jehová se ha apartado de él, cosa
que ya sentía como carga abrumadora.
28:20–25. La comida en la casa de la pitonisa.
Uno de los hombres más desdichados de la historia fue Saúl en éstas las últimas horas de su
vida; tan desdichado se sintió que cayó en tierra. ¡Qué principio de vida más bueno! Y ¡qué
fin más miserable! Pero todo fue causado por su propia debilidad. Estoy convencido de que,
si aún en estas horas finales, Saúl se hubiese humillado y arrepentido, y se hubiese infundido
de fe, y esperanza, Dios le hubiera oído. Pero no pudo. Ya había perdido la costumbre de
arrepentirse y creer. Ya su corazón se había endurecido.
29:1. Aphec: Esto estaba en la llanura de Jezreel (Esdraelón).

sig siguiente versículo, o siguiente página.

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29:3. Y dijeron los príncipes de los Filisteos: ¿Qué hacen aquí estos Hebreos?: Los jefes
filisteos protestan por la venida de David con sus fuerzas, temiendo la traición.
29:6. Achís … díjole … tú has sido recto: Aquís no sabía nada de las ciudades filisteas que
David había saqueado, cuando fingía que destruía ciudades israelitas.
29:8. Y David respondió a Achís: ¿Qué he hecho … para que yo no vaya y pelee contra los
enemigos de mi señor el rey?: ¿Qué hubiese hecho David si le hubieran permitido luchar en
la batalla contra Israel? ¿Hubiera realmente peleado contra su nación? O, ¿hubiera
traicionado a Aquís en el calor de la batalla? No lo sabemos. Por cuanto ya ha disimulado
ante Aquís (27:10), sospecho que pensaba traicionar a los filisteos en alguna forma. No lo
creo capaz de haber luchado en las filas filisteas en contra de su propia nación, y en contra
del ungido de Jehová, Saúl. Felizmente David fue salvado de su dilema por la Providencia
de Dios, que no permitió que él fuese con los filisteos a la batalla. Los jefes filisteos se lo
prohibieron, y David volvió a Siclag.
30:1–6. Saqueo de Siclag por los amalecitas.
La Providencia de Dios se manifiesta nuevamente al regresar David del lugar donde estaban
los filisteos, porque al llegar a Siclag, halla que los amalecitas han saqueado la ciudad.
30:6. David fue muy angustiado, porque el pueblo hablaba de apedrearlo: Cuando las cosas
no marcharon bien, los hombres se volvieron en contra de su adalid, bajo cuya dirección ellos
habían dejado a su ciudad sin protección.
30:10. Se quedaron atrás doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente: Los
hombres ya llevaban muchos días de campaña.
30:13. Dejóme mi amo hoy ha tres días, porque estaba enfermo: Era típico del carácter
salvaje de las tribus beduínas abandonar a un criado enfermo a una muerte solitaria en el
desierto.
30:24. Igual parte ha de ser la de los que vienen a la batalla, y la de los que quedan con el
bagaje: David dispone rectamente la repartición del botín con los que guardaban el equipaje.
Así se asegura la lealtad de ellos, que constituían la tercera parte de su pequeño ejército.
30:26. Envió de la presa a los ancianos de Judá: David se granjea el favor de las ciudades
de Judá enviándoles una parte del botín. Esto lo hizo, con toda probabilidad, como un gesto
de fraternidad hacia ellos, y como ellos habían hecho muchas veces con él, y no con algún
motivo político.
31:3. Y agravóse la batalla sobre Saúl: La batalla va en contra de Saúl y su ejército, como
Samuel le había advertido.
Le alcanzaron los flecheros: Saúl es herido (comp. 1 Crón. 10:3).
31:4. Tomó Saúl la espada, y echóse sobre ella: Saúl desesperado al verse herido, y temiendo
caer en manos de los filisteos, que se habrían enorgullecido de haberle dado muerte se
suicidó; hasta el fin su orgullo lo dominó.
31:6. Murió Saúl en aquel día, juntamente con sus tres hijos: Entre estos hijos estaba el gran
amigo de David, Jonatán (31:2).
31:11–13. Rescate del cuerpo de Saúl por los hombres de Jabés-galaad.
Los hombres de Jabés-galaad deben haber conservado un recuerdo grato de Saúl, por
haberlos él librado de los ammonitas poco después de haber sido elegido rey (1 Sam. 11:1–
11).
(B) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE CRONICAS
TOCANTE AL REINADO DE SAUL
1 Crón. 10:1–14

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El autor de los libros de Crónicas escribe desde un punto de vista e interés que se aparta
mucho de los tiempos de Saúl, por lo cual indica muy poco espacio para el relato de su
reinado. Se limita a dar un informe sobre la última batalla de Saúl, en la cual él y sus hijos
pierden la vida. Así deja libre el escenario para narrar el ascenso de David al trono, lo cual
tiene mucho más interés para el cronista que el relato de la vida de Saúl.
10:1–12. Ultima batalla de Saúl.
Es notable la semejanza que existe en el relato de la última batalla de Saúl, como la registra
el autor de Crónicas y como se expone en 1 Sam. 31:1–13. El lector hallará interesante la
comparación. Consúltense las notas.
10:13, 14. Razón por la cual fue desechado Saúl.
El cronista agrega una nota filosófica sobre el fracaso de Saúl y las causas de esto, lo que es
típico del estilo de este autor.
(V) REINADO DE DAVID
2 S. 1:1–1 R. 2:11 1 C. 11:1–29:30
Los hebreos siempre consideran el reinado de David como un período glorioso en la historia
de su patria. El reinado nado de Salomón descuella especialmente por su riqueza fabulosa,
por su sabiduría que lo hizo famoso en todo el mundo antiguo y por lo gigantesco de los
edificios que erigió, aunque los últimos años de su reinado estuvieron manchados por la
idolatría. Pero David, con todas sus faltas y pecados, nunca se apartó de Jehová.
El reinado de David se distingue en las mentes de las generaciones posteriores por el carácter
romántico y heroico de su protagonista principal, el rey mismo. Su lealtad, su generosidad,
su pronto arrepentimiento después del pecado, son cualidades que resaltan en la personalidad
de este hombre, y lo hacen aparecer ante las generaciones posteriores como un hombre que
tuvo cualidades ideales. Su valor, su prudencia, su amor a Dios, todo alcanza los ideales más
altos de la raza. David es el tipo de todos aquellos hombres que, desde la humildad y la
obscuridad, han logrado por sus propios esfuerzos y capacidades sobresalir y llegar a ocupar
el lugar más alto de la nación.
Tan grande fue la influencia de David que por fin llegó a ser el tipo de aquel hombre que
tendría que venir para restaurar el antiguo reino en toda su gloria, del Mesías, que había de
inaugurar el reino eterno y universal de Dios sobre la tierra. Fue el tipo de Aquél que, Hijo
de Dios e Hijo de David, había de cumplir perfectamente en sí las esperanzas más sublimes
de la nación.
Perseguido por sus enemigos sin querer vengarse, amigo de los desechados y parias de la
sociedad, David mostraba en esto algo que le hacía semejante a Jesús, que también tuvo que
hacer frente al odio de los adalides de su nación, antes de conquistar para sí el reino que Dios
iba a darle.
A. BOSQUEJO DEL REINADO DE DAVID
2 Sam. 1:1–1 R. 2:11. 1 Cr. 11:1–29:30.
(A) PREFACIO. DAVID Y LA MUERTE DE SAUL.
2 S. 1:1–27.
1. Noticias recibidas por David de la muerte de Saúl.
2 S. 1:1–16.
i. Llega un mensajero del campo de batalla.
2 S. 1:1, 2.
ii. Informe del mensajero sobre la muerte de Saúl y sus hijos.

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2 S. 1:3, 4.
iii. El mensajero se jacta de su participación (fingida) en la muerte de Saúl.
2 S. 1:5–10.
iv. Lamentación de David por la muerte de Saúl.
2 S. 1:11, 12.
v. Ejecución del mensajero por su crimen.
2 S. 1:13–16.
2. Elegía del Arco, endecha sobre Saúl.
2 S. 1:17–27.
(B) REINADO DE DAVID EN HEBRON.
2 S. 2:1–4:12.
1. Guerra civil entre Israel y Judá.
2 S. 2:1–3:5.
i. Coronación de David en Hebrón como rey de Judá.
2 S. 2:1–4a.
ii. Comendación de los hombres de Jabés-galaad por David.
2 S. 2:4b–7.
iii. Coronación de Is-boset como rey de Israel.
2 S. 2:8, 9.
iv. Resumen de los reinados de Is-boset y David.
2 S. 2:10, 11.
v. Batalla de Gabaón.
2 S. 2:12–32.
a. Derrota del ejército de Abner.
2 S. 2:12–17.
b. Muerte de Asael (hermano de Joab) por Abner.
2 S. 2:18–23.
c. Persecución de Abner por Joab y Abisai.
2 S. 2:24–27.
d. Fin de la persecución por orden de Joab.
2 S. 2:28–32.
vi. Continuación de la guerra civil.
2 S. 3:1.
vii. Familia de David en Hebrón.
2 S. 3:2–5.
2. Principios del sometimiento de Israel a David.
2 S. 3:6–4:12.
i. Rompimiento entre Abner e Is-boset.
2 S. 3:6–11.
ii. Pacto entre Abner y David.
2 S. 3:12, 13.
iii. Micol es devuelta a David.
2 S. 3:14–16.
iv. Esfuerzo de Abner para conseguir que Israel se someta a David.
2 S. 3:17–19.
v. Fiesta en Hebrón para Abner.
2 S. 3:20, 21.
vi. Joab, celoso de Abner, lo calumnia.
2 S. 3:22–25.

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vii. Asesinato de Abner.


2 S. 3:26–39.
a. Abner es asesinado traidoramente.
2 S. 3:26, 27.
b. Lamentación de David por Abner.
2 S. 3:28–39.
viii. Temor de Is-boset.
2 S. 4:1–3.
ix. Nota de paréntesis sobre el hijo de Jonatán, Mefiboset.
2 S. 4:4.
x. Asesinato de Is-boset.
2 S. 4:5–7.
xi. Ejecución de los asesinos de Is-boset.
2 S. 4:8–12.
(C) REINADO DE DAVID SOBRE TODO ISRAEL.
2 S. 5:1–1 R. 2:11 1 Cr. 11:1–29:30.
[A] PERIODO DE AUMENTO DEL PODER DE DAVID.
2 S. 5:1–11:1. 1 Cr. 11:1–9.

12:23–20:1a.

(3:5–9)
1. Coronación de David como rey de Israel.
2 S. 5:1–5. 1 Cr. 11:1–3.

12:23–40.
i. Llegada de todas las tribus de Israel para pedir a David que reine sobre ellos.
2 S. 5:1–3. 1 Cr. 11:1–3.
ii. Resumen del reinado de David.
2 S. 5:4, 5.
iii. Enumeración de los emisarios que fueron a ver a David en Hebrón.
1 Cr. 12:23–40.
2. Establecimiento de la capital en Jerusalén.
2 S. 5:6–16. 1 Cr. 11:4–9.

14:1–7.

(3:5–9).
i. Conquista de Jerusalén.
2 S. 5:6–8. 1 Cr 11:4–6.
ii. Crecimiento del poder de David.
2 S. 5:9, 10. 1 Cr. 11:7–9.
iii. Alianza con Hiram.
2 S. 5:11, 12. 1 Cr. 14:1, 2.
iv. Familia de David en Jerusalén.
2 S. 5:13–16. (1 Cr. 3:5–9). 1 Cr. 14:3–7.
3. Guerra con los filisteos.

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2 S. 5:17–25. 1 Cr. 14:8–17.


i. Victoria de David en la primera batalla.
2 S. 5:17–21. 1 Cr. 14:8–12.
ii. La segunda batalla: señal del estruendo entre los morales.
2 S. 5:22–25. 1 Cr. 14:13–16.
iii. Fama de David.
1 Cr. 14:17.
4. Interés de David en la religión de Jehová.
2 S. 6:1–7:29. 1 Cr. 13:1–14.

15:1–17:27.
i. Primer esfuerzo para traer el arca.
2 S. 6:1–11. 1 Cr. 13:1–7.
a. El arca es trasladada desde Kiryat-jearim.
2 S. 6:1–4. 1 Cr. 13:1–7.
b. Desfile real y popular con el arca.
2 S. 6:5. 1 Cr. 13:8.
c. Profanación del arca por Uza y su muerte.
2 S. 6:6–8. 1 Cr. 13:9–11.
d. Descanso del arca en casa de Obed-edom.
2 S. 6:9–11. 1 Cr. 13:12–14.
ii. Preparaciones extensas de David para el traslado del arca.
1 Cr. 15:1–24.
a. Preparación de un lugar en Jerusalén para el arca.
1 Cr. 15:1.
b. Convocación de todo Israel.
1 C. 15:2–15.
(1) Disposición para que sólo los levitas lleven el arca.
1 Cr. 15:2.
(2) Representantes de todo el pueblo.
1 Cr. 15:3–10.
(3) Los adalides sacerdotales.
1 Cr. 15:11–15.
c. Nombramiento de los ministros de música y porteros del arca.
1 Cr. 15:16–24.
iii. El arca es trasladada a Jerusalén.
2 S. 6:12–23. 1 Cr. 15:25–16:3.
a. Desfile del pueblo con el arca.
2 S. 6:12–15. 1 Cr. 15:25–28.
b. Micol menosprecia a David.
2 S. 6:16. 1 Cr. 15:29.
c. Colocación del arca en un tabernáculo.
2 S. 6:17. 1 Cr. 16:1.
d. Bendición del pueblo por David.
2 S. 6:18, 19. 1 Cr. 16:2, 3.
e. Micol reprende a David.

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2 S. 6:20–23.
iv. La celebración de triunfo.
1 Cr. 16:4–43.
a. Posición de los ministros.
1 Cr. 16:4–7.
b. El salmo de triunfo.
1 Cr. 16:8–36.
(1) Exhortación a Israel para que glorificara a Dios.
1 Cr. 16:8–13.
(2) Las bendiciones de Jehová en el pasado.
1 Cr. 16:14–27.
(3) Exhortación a todo el mundo para que den gloria a Dios.
1 Cr. 16:28–36.
c. Nombramiento de los ministros para el culto diario.
1 Cr. 16:37–42.
d. El pueblo se dispersa terminada la reunión.
1 Cr. 16:43.
v. David y el templo.
2 S. 7:1–29. 1 Cr. 17:1–27.
a. Propósito de David para edificar un templo y aprobación de Natán.
2 S. 7:1–3. 1 Cr. 17:1, 2.
b. Contestación negativa de Jehová.
2 S. 7:4–17. 1 Cr. 17:3–15.
(1) Afirmación de Jehová de que un templo no es imprescindible.
2 S. 7:4–7. 1 Cr. 17:3–6.
(2) El profeta recuerda a David las bendiciones pasadas.
2 S. 7:8, 9. 1 Cr. 17:7, 8.
(3) Promesa de un templo que será edificado por el hijo de David.
2 S. 7:10–13. 1 Cr. 17:9–12.
(4) Promesa de un eterno reino.
2 S. 7:14–17. 1 Cr. 17:13–15.
c. Oración de David.
2 S. 7:18–29. 1 Cr. 17:16–27.
5. Período de prosperidad.
2 S. 8:1–11:1. 1 Cr. 18:1–20:1a.
i. Conquistas de David.
2 S. 8:1–14. 1 Cr. 18:1–13.
a. Los filisteos.
2 S. 8:1. 1 Cr. 18:1.
b. Los moabitas.
2 S. 8:2. 1 Cr. 18:2.
c. Soba y Damasco.
2 S. 8:3–8. 1 Cr. 18:3–8.
d. Hamat.
2 S. 8:9–12. 1 Cr. 18:9–11.
e. Edom.
2 S. 8:13, 14. 1 Cr. 18:12, 13.

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ii. Administración interna.


2 S. 8:15–18. 1 Cr. 18:14–17.
iii. David y la casa de Jonatán.
2 S. 9:1–13.
a. Se busca a alguno de la casa de Jonatán.
2 S. 9:1–4.
b. Entrevista de David y Mefiboset.
2 S. 9:5–8.
c. Entrega de los bienes de Saúl a Mefiboset.
2 S. 9:9–11.
d. Vida de Mefiboset en Jerusalén.
2 S. 9:12, 13.
iv. La campaña contra Ammón.
2 S. 10:1–11:1. 1 Cr. 19:1–20:1a.
a. La afrenta de Ammón.
2 S. 10:1–5. 1 Cr. 19:1–5.
b. Victoria sobre las fuerzas de Ammón y Siria.
2 S. 10:6–14. 1 Cr. 19:6–15.
c. Nueva victoria sobre Siria y Ammón.
2 S. 10:15–19. 1 Cr. 19:16–19.
d. Destrucción de los ammonitas y sitio de Rabbá.
2 S. 11:1. 1 Cr. 20:1a.
[B] DISCORDIA DOMESTICA.
2 S. 11:2–20:25. 1 Cr. 20:1b–21:30.
1. El gran pecado de David.
2 S. 11:2–27.
i. Adulterio con Batseba.
2 S. 11:2–5.
ii. Entrevista de David con Uría.
2 S. 11:6–13.
iii. La carta fatal enviada a Joab.
2 S. 11:14, 15.
iv. Muerte de Uría.
2 S. 11:16, 17.
v. David recibe noticias de la muerte de Uría.
2 S. 11:18–25.
vi. Casamiento de David con Batseba.
2 S. 11:26, 27.
2. Reprensión hecha a David y su arrepentimiento.
2 S. 12:1–25.
i. Parábola de Natán.
2 S. 12:1–6.
ii. Natán denuncia a David y éste se arrepiente.
2 S. 12:7–14.
iii. Muerte del hijo.
2 S. 12:15–23.
iv. Nacimiento de Salomón.

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2 S. 12:24, 25.
3. Captura de Rabbá y destrucción del poderío ammonita.
2 S. 12:26–31. 1 Cr. 20:1b–3.
i. Captura de la ciudad.
2 S. 12:26. 1 Cr. 20:1b.
ii. Acción generosa de Joab en dejar a David la gloria de finalizar la campaña.
2 S. 12:27–29.
iii. Entrega de la corona del rey ammonita a David.
2 S. 12:30. 1 Cr. 20:2.
iv. Destrucción del pueblo ammonita.
2 S. 12:31. 1 Cr. 20:3.
4. Violación perpetuada por Amnón.
2 S. 13:1–22.
i. Amor incestuoso de Amnón.
2 S. 13:1, 2.
ii. Astucia de Jonadab.
2 S. 13:3–5.
iii. Visita del rey.
2 S. 13:6.
iv. Tamar es enviada a la estancia de Amnón
2 S. 13:7–10.
v. Amnón fuerza a Tamar.
2 S. 13:11–14.
vi. Tamar es expulsada por Amnón.
2 S. 13:15–17.
vii. Reacción de Absalom y David.
2 S. 13:18–22.
5. Venganza de Absalom y su destierro.
2 S. 13:23–39.
i. Banquete de Absalom y su complot.
2 S. 13:23–28.
ii. Asesinato de Amnón.
2 S. 13:29.
iii. Noticia al rey y su tristeza.
2 S. 13:30–33.
iv. Huída de Absalom y tristeza del rey.
2 S. 13:34–39.
6. Absalom regresa del destierro.
2 S. 14:1–33.
i. Entrevista de la mujer astuta con David.
2 S. 14:1–20.
a. Plan de Joab.
2 S. 14:1–3.
b. Parábola de la mujer.
2 S. 14:4–11.
c. Aplicación de la parábola a Absalom.
2 S. 14:12–17.
d. David comprende el plan de Joab.

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2 S. 14:18–20.
ii. Regreso de Absalom a Jerusalén.
2 S. 14:21–33.
a. Mandato a Joab para que haga volver a Absalom.
2 S. 14:21, 22.
b. Regreso de Absalom y su vida en Jerusalén.
2 S. 14:23–28.
c. Absalom quema los campos de Joab y se presenta al rey.
2 S. 14:29–33.
7. Rebelión de Absalom.
2 S. 15:1–19:39.
i. Preparativos.
2 S. 15:1–12.
a. Campaña de Absalom para granjearse el favor del pueblo.
2 S. 15:1–6.
b. Absalom reina en Hebrón.
2 S. 15:7–12.
ii. Huída de David.
2 S. 15:13–16:14.
a. David recibe noticias de la rebelión de Absalom y decide huir.
2 S. 15:13–15.
b. Triste huída de David.
2 S. 15:16–18.
c. Fidelidad de Itai, geteo.
2 S. 15:19–22.
d. El arca y los sacerdotes regresan a Jerusalén.
2 S. 15:23–29.
e. Lamentación del pueblo en el viaje.
2 S. 15:30.
f. Noticias de la defección de Ahitofel.
2 S. 15:31.
g. Envío de Cusai a Jerusalén.
2 S. 15:32–37.
h. Entrega de los bienes de Mefiboset a Siba.
2 S. 16:1–4.
j. Simei maldice al rey.
2 S. 16:5–13.
k. El rey llega a su destino.
2 S. 16:14.
iii. Absalom reina en Jerusalén.
2 S. 16:15–17:23.
a. Entrada de Absalom en Jerusalén.
2 S. 16:15.
b. Unión fingida de Cusai con Absalom.
2 S. 16:16–19.
c. Violación de las concubinas de David, por consejo de Ahitofel.
2 S. 16:20–23.
d. Estrategia de la campaña.
2 S. 17:1–14.

159
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(1) Consejo acertado de Ahitofel.


2 S. 17:1–4.
(2) Consejo engañador de Cusai.
2 S. 17:5–13.
(3) Deciden proceder conforme al consejo de Cusai.
2 S. 17:14.
e. Se le envían noticias a David del plan que va a seguirse.
2 S. 17:15–21.
f. David cruza el Jordán.
2 S. 17:22.
g. Suicidio de Ahitofel.
2 S. 17:23.
iv. Campaña de Absalom.
2 S. 17:24–18:18.
a. Salida de Jerusalén.
2 S. 17:24.
b. Organización del ejército de Absalom.
2 S. 17:25, 26.
c. Abastecimiento del ejército de David.
2 S. 17:27–29.
d. Preparativos de David para la batalla.
2 S. 18:1–5.
e. Victoria de las fuerzas de David.
2 S. 18:6–8.
f. Muerte y entierro de Absalom.
2 S. 18:9–18.
v. Reacción no juiciosa del rey frente a la muerte de su hijo.
2 S. 18:19–19:8.
a. Noticias recibidas por David y su tristeza al saberlas.
2 S. 18:19–33.
b. Joab reprende al rey y éste accede al buen consejo del general.
2 S. 19:1–8.
vi. Regreso triunfal a Jerusalén
2 S. 19:9–39.
a. Preparativos para el regreso.
2 S. 19:9–14.
(1) El pueblo a favor de David.
2 S. 19:9, 10.
(2) Mensaje de amistad a los sacerdotes.
2 S. 19:11, 12.
(3) Nombramiento de Amasa como general.
2 S. 19:13.
(4) Los de Judá aprueban unánimemente el regreso del rey.
2 S. 19:14.
b. Viaje a Jerusalén.
2 S. 19:15–39.
(1) Llegan representantes de Judá y Benjamín.
2 S. 19:15–18a.
(2) David perdona a Simei.

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2 S. 19:18b–23.
(3) Entrevista de Mefiboset con el rey.
2 S. 19:24–30.
(4) A Barzillai se le ofrece recompensa.
2 S. 19:31–39.
8. Nuevo peligro de guerra civil entre Judá e Israel.
2 S. 19:40–20:25.
i. Ocasión.
2 S. 19:40–20:2.
a. La querella inicial.
2 S. 19:40–43.
b. Seba incita al pueblo a la rebelión.
2 S. 20:1, 2.
ii. Preparación para hacer frente a la amenaza.
2 S. 20:3–10a.
a. David llega a Jerusalén y dispone de su casa.
2 S. 20:3.
b. Amasa es enviado a juntar los hombres de Judá.
2 S. 20:4, 5.
c. Abisai es comisionado para aplastar la rebelión.
2 S. 20:6, 7.
d. Joab asesina a Amasa.
2 S. 20:8–10a.
iii. Las fuerzas enemigas son vencidas.
2 S. 20:10b–22.
a. Seba es perseguido por Joab y Abisai y sus fuerzas.
2 S. 20:10b–14.
b. Seba es muerto por consejos de la mujer astuta de la ciudad de Abel.
2 S. 20:15–22.
iv. Nueva organización de las fuerzas de David.
2 S. 20:23–25.
[C] EPOCA FINAL DEL REINADO DE DAVID.
2 S. 21:1–24:25. 1 Cr. 20:4–8.
1 R. 1:1–2:11. 11:10–12:22.

21:1–29:30.
1. El hambre.
2 S. 21:1–14.
i. Ocasión del hambre: injusticia de Saúl con los gabaonitas.
2 S. 21:1, 2.
ii. La expiación exigida por los gabaonitas: siete hijos de Saúl.
2 S. 21:3–6.
iii. Entrega de siete hijos de Saúl a los gabaonitas.
2 S. 21:7–9.
iv. Entierro de los huesos de la casa de Saúl.
2 S. 21:10–14.
2. Nueva guerra con los filisteos.

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2 S. 21:15–22. 1 Cr. 20:4–8.


i. Abisai salva a David.
2 S. 21:15–17.
ii. Segunda campaña contra los filisteos.
2 S. 21:18. 1 Cr. 20:4.
iii. Tercera campaña en Filistia.
2 S. 21:19. 1 Cr. 20:5.
iv. Cuarta campaña contra los filisteos.
2 S. 21:20–22. 1 Cr. 20:6–8.
3. El salmo de gracias.
2 S. 22:1–51.
i. Prefacio.
2 S. 22:1.
ii. Introducción: Cómo considera David a Jehová.
2 S. 22:2–4.
iii. Confianza de David en que Dios lo salva de los peligros
2 S. 22:5–7.
iv. Descripción de la venida de Dios para salvar.
2 S. 22:8–16.
v. Razón para el socorro de Jehová.
2 S. 22:17–31.
vi. Cualidades distintivas de Dios que resaltan en su ayuda a David.
2 S. 22:32–46.
vii. Alabanza a Jehová.
2 S. 22:47–51.
4. Ultimo poema de David.
2 S. 23:1–7.
5. Lista de los soldados principales de David.
2 S. 23:8–39. 1 Cr. 11:10–12:22.
i. Los tres valientes en las guerras filisteas.
2 S. 23:8–12. 1 Cr. 11:10–14.
ii. Incidente del agua de Belén.
2 S. 23:13–17. 1 Cr. 11:15–19.
iii. Abisai.
2 S. 23:18, 19. 1 Cr. 11:20, 21.
iv. Benaia.
2 S. 23:20–23. 1 Cr. 11:22–25.
v. Lista de treinta héroes.
2 S. 23:24–39. 1 Cr. 11:26–41a.
vi. Lista adicional de dieciséis héroes.
1 Cr. 11:41b–47.
vii. Lista de los benjamitas que se unieron con David en Siclag.
1 Cr. 12:1–7.
viii. Lista de gaditas que se unieron con David.
1 Cr. 12:8–15.
ix. Abisai y sus compañeros.

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1 Cr. 12:16–18.
x. Lista de manaseítas que se unieron a David.
1 Cr. 12:19–22.
6. El censo y sus consecuencias.
2 S. 24:1–25. 1 Cr. 21:1–30.
i. Prefacio: Ocasión espiritual del censo.
2 S. 24:1. 1 Cr. 21:1.
ii. Objeción de Joab y de los príncipes a que se levante el censo.
2 S. 24:2–4. 1 Cr 21:2–4.
iii. Se levanta el censo.
2 S. 24:5–8.
iv. Resultado del censo.
2 S. 24:9. 1 Cr. 21:5, 6.
v. David comprende su pecado.
2 S. 24:10. 1 Cr. 21:7, 8.
vi. David es reprendido por el profeta Gad.
2 S. 24:11–13. 1 Cr. 21:9–12.
vii. Elección de David: tres días de peste.
2 S. 24:14. 1 Cr. 21:13.
viii. La peste.
2 S. 24:15. 1 Cr. 21:14.
ix. David ve al ángel de Jehová.
2 S. 24:16, 17. 1 Cr. 21:15–18.
x. David levanta un altar por orden de Gad.
2 S. 24:18. 1 Cr. 21:19.
xi. Compra de la era a Ornán (Arauna), y el sacrificio.
2 S. 24:19–25. 1 Cr. 21:20–27.
xii. Cese de la peste.
1 Cr. 21:28–30.
7. Organización del ministerio religioso.
1 Cr. 22:1–19.
23:2–26:32.
i. David y el templo.
1 Cr. 22:1–19.
a. Preparativos de David para la edificación del templo.
1 Cr. 22:1–5.
b. Mandamiento de David a Salomón para que edifique el templo.
1 Cr. 22:6–16.
(1) Referencia a su propio deseo para hacer la obra.
1 Cr. 22:6–10.
(2) Encargo a Salomón para la obra.
1 Cr. 22:11–13.
(3) Referencia a los materiales juntados.
1 Cr. 22:14–16.
c. Encargo a los jefes de Jerusalén sobre el templo.
1 Cr. 22:17–19.
ii. Los levitas.

163
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1 Cr. 23:2–32.
a. Censo de los levitas.
1 Cr. 23:2–5.
b. División de los levitas en órdenes.
1 Cr. 23:6–23.
(1) Prefacio: las tres órdenes.
1 Cr. 23:6.
(2) Orden de Gersón.
1 Cr. 23:7–11.
(3) Orden de Coat.
1 Cr. 23:12–20.
(4) Orden de Merari.
1 Cr. 23:21–23.
c. Deberes de los levitas.
1 Cr. 23:24–32.
iii. Los sacerdotes.
1 Cr. 24:1–31.
a. Prefacio: Los hijos de Aarón y el sacerdocio.
1 Cr. 24:1, 2.
b. Establecimiento de las veinticuatro órdenes.
1 Cr. 24:3–6.
c. Echada de suertes para determinar las veinticuatro órdenes.
1 Cr. 24:7–19.
d. Lista de los levitas que ayudaban a los sacerdotes.
1 Cr. 24:20–31.
(1) Descendientes de Coat.
1 Cr. 24:20–25.
(2) Descendientes de Merari.
1 Cr. 24:26–30.
(3) Resumen.
1 Cr. 24:31.
iv. Los músicos.
1 Cr. 25:1–31.
a. Prefacio: Nombramiento de las divisiones de músicos.
1 Cr. 25:1.
b. Las tres divisiones principales.
1 Cr. 25:2–7.
(1) Familia de Asaf.
1 Cr. 25:2.
(2) Familia de Jedutún.
1 Cr. 25:3.
(3) Familia de Hernán.
1 Cr. 25:4–6.
(4) Número de los músicos.
1 Cr. 25:7.
c. Las veinticuatro órdenes de músicos.
1 Cr. 25:8–31.
v. Los porteros.
1 Cr. 26:1–19.

164
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a. Divisiones de los porteros.


1 Cr. 26:1–12.
b. Echada de suertes.
1 Cr. 26:13–19.
vi. Los tesoros del templo.
1 Cr. 26:20–28.
vii. Los negocios fuera del santuario.
1 Cr. 26:29–32.
8. Organización política del reino.
1 Cr. 27:1–34.
i. Los doce capitanes del ejército.
1 Cr. 27:1–15.
ii. Los doce príncipes de las tribus.
1 Cr. 27:16–22.
iii. Paréntesis: El censo queda inconcluso.
1 Cr. 27:23, 24.
iv. Los doce mayordomos de las propiedades reales.
1 Cr. 27:25–31.
v. El gabinete del rey.
1 Cr. 27:32–34.
9. Vejez de David: David y Abisag.
1 R. 1:1–4.
10. Rebelión de Adonías.
1 R. 1:5–37.
i. Preparativos de Adonías para reinar.
1 R. 1:5–10.
a. Su decisión.
1 R. 1:5.
b. Su carácter y persona.
1 R. 1:6.
c. Sus adherentes.
1 R. 1:7.
d. Los adherentes de David.
1 R. 1:8.
e. Su banquete.
1 R. 1:9, 10.
ii. Entrevista de Batseba y Natán con el rey.
1 R. 1:11–31.
a. Advertencia de Natán a Batseba.
1 R. 1:11–14.
b. Primera entrevista de Batseba con el rey y petición acerca de Salomón.
1 R. 1:15–22.
c. Entrevista de Natán con el rey y advertencia sobre Adonías.
1 R. 1:23–27.
d. Segunda entrevista de Batseba con David. Juramento de David.
1 R. 1:28–31.
iii. Mandato de David para que Salomón sea coronado.
1 R. 1:32–37.
11. Coronación de Salomón.

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1 R. 1:38–40. 1 Cr. 23:1.

28:1–29:25.
i. Reunión de los principales de Israel.
1 Cr. 28:1.
ii. Discurso de inauguración de David.
1 Cr. 28:2–8.
iii. Encargo de David a Salomón.
1 Cr. 28:9, 10.
iv. Entrega formal a Salomón de los planos para la construcción del templo, del reglamento del
ministerio y de los materiales que deben usarse.
1 Cr. 28:11–19.
a. Planos del templo.
1 Cr. 28:11, 12.
b. Ordenes del ministerio.
1 Cr. 28:13.
c. El oro para la construcción.
1 Cr. 28:14–18.
d. Origen divino del plan.
1 Cr. 28:19.
v. Exhortación final a Salomón.
1 Cr. 28:20, 21.
vi. Labores del rey para juntar los materiales para el templo.
1 Cr. 29:1–5.
vii. Contribución de los príncipes.
1 Cr. 29:6–9.
viii. Oración de David.
1 Cr. 29:10–19.
ix. Ungimiento de Salomón como rey.
1 R. 1:38–40. 1 Cr. 23:1. 1 Cr. 29:20–25.
12. Fracaso de Adonías.
1 R. 1:41–53.
i. Jonatán el sacerdote informa a Adonías de la coronación de Salomón.
1 R. 1:41–48.
ii. Resolución del complot de Adonías.
1 R. 1:49–53.
a. Retirada de sus adherentes.
1 R. 1:49.
b. Refugio en la casa de Dios.
1 R. 1:50.
c. Adonías es perdonado.
1 R. 1:51–53.
13. Fin del reinado de David.
1 R. 2:1–11. 1 Cr. 29:26–30.
i. Ultimos consejos de David a Salomón.
1 R. 2:1–9.
a. Consejos acerca de la religión de Jehová.
1 R. 2:1–4.

166
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b. Consejos sobre Joab.


1 R. 2:5, 6.
c. Consejos sobre Barzillai.
1 R. 2:7.
d. Consejos sobre Simei.
1 R. 2:8, 9.
ii. Muerte de David. Duración de su reinado.
1 R. 2:10, 11. 1 Cr. 29:26–30.
B. NOTAS SOBRE EL REINADO DE DAVID
2 Sam. 1:1–24:25. 1 Crón. 11:1–29:30.
1 Reyes 1:1–2:11.
El relato de la juventud de David coincide con el del reinado de Saúl, por lo cual ya ha sido
tratado en notas anteriores dadas en relación con el reinado del primer rey de Israel.
Principiamos ahora la exposición del reinado de David, con las notas sobre los pasajes
importantes que dan la historia de su reinado.
El relato del reinado de David se halla en tres libros de la Biblia: 2 Sam. 1:1–24:25; 1 R. 1:1–
2:11; 1 Crón. 11:1–29:30. El relato en Crónicas es paralelo al relato en Samuel y Reyes; la
historia de 1 Reyes 1:1–2:11 sigue y termina la de 2 Sam. 1:1–24:25.
Puesto que uno de los intereses principales que ha motivado la formulación del método de
estudio que se sigue en este libro, ha sido la interpretación de la Biblia misma, se presenta
por separado los tres informes bíblicos sobre el reinado de David (primero 2 Sam. 1:1–24:25,
luego 1 Reyes 1:1–2:11, y finalmente 1 Crón. 11:1–29:30), para la conveniencia del alumno
en hallar la exposición de algún pasaje difícil que busque.
(A) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL SEGUNDO LIBRO DE SAMUEL
TOCANTE AL REINADO DE DAVID
2 Sam. 1:1–24:25
1:1. Y aconteció después de la muerte de Saúl: La narración del primer libro de Samuel se
continúa sin ninguna interrupción en el pensamiento, natural en vista de que originalmente
los dos libros de Samuel estaban unidos en uno.
1:6–10. Informe del mensajero de su participación en la muerte de Saúl.
El joven amalecita inventa en gran parte el cuento que relata a David sobre su participación
en la muerte de Saúl (compárense Erdmann, Keil y Delitzsch). Es evidente que pasó cerca de
donde yacía Saúl muerto, o moribundo, le quitó la diadema y se la llevó a David, pensando
que al decir que había dado muerte al enemigo de David sería grandemente recompensado.
El relato verídico se halla en 1 Sam. 31:1–6.
1:6. Hallé a Saúl que estaba recostado sobre su lanza: Esta expresión no se refiere al acto
del suicidio, sino al acto del rey en descansar sobre el asta de su lanza (comp. Erdmann).
1:8. Soy Amalecita: Dios había ordenado a Saúl que exterminara a los amalecitas (1 Sam.
15:3, 18, 19). No cumplió con el mandamiento, y he aquí, es despojado por uno de esta raza.
1:13–16. Ejecución del mensajero por su pretendido crimen.
La reacción de David ante la noticia de que el joven había dado muerte a su enemigo, no
estaba de acuerdo a la manera en que se hubiera comportado un caudillo beduíno. La gran

comp. compárese; compárense.

167
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cualidad de lealtad de David y su sentimiento de respeto hacia el ungido de Jehová, hacen


que él condene la acción del joven al matar a Saúl.
La muerte del joven por los hombres de David, y otros acontecimientos paralelos, no deben
considerarse como acciones personales de David, sino como ejecuciones oficiales.
1:18. Dijo también que enseñasen al arco: El arco era un arma ya conocida y empleada entre
los de Judá. Por la referencia al arco de Jonatán en el v. 22, el título del poema llega a ser El
Arco. (Comp. la VM.) David quiere que el poema elegíaco que él ha escrito sobre la muerte
de Saúl sea recordado por el pueblo.
Está escrito en el libro del derecho: El poema titulado El Arco se hallaba en el Libro de Jaser
(VM). Véanse Jos. 10:13 y nota.
2:1. David consultó a Jehová: David ve que el camino está libre y que él puede volver a su
tierra para ser rey, y piensa hacerlo. Pero primero pide la dirección divina.
2:4. Ungieron allí a David por rey sobre la casa de Judá: Los hombres de la tribu de David
lo ungieron como rey de ellos, sin esperar a ver qué actitud tomarían las tribus del norte.
2:5. Y envió David mensajeros a los de Jabes de Galaad, diciéndoles: Benditos seáis vosotros
de Jehová: Podían pensar los hombres de Jabes-Galaad que David se vengaría de ellos,
porque ellos habían enterrado a su enemigo caído. Aquí les manifiesta que no les tiene mala
voluntad, y que su sentimiento hacia Saúl es uno de respeto y de reverencia. Esta buena
actitud de David hacia su gran enemigo es la del generoso caballero. El es el prototipo de
todos los grandes generales que han sabido comportarse generosamente con sus enemigos
caídos.
2:8, 9. Coronación de Is-boset como rey de Israel.
Es evidente que mucho antes de Roboam (hijo de Salomón, bajo quien el reino se dividió en
dos partes: 1 Reyes 12:1–19) existió la rivalidad entre Judá y Efraim. Desde el principio,
Judá y Efraim habían compartido la primogenitura, (véase la nota sobre Gén. 48:5). Aquí, al
principio del reinado de David, la nación se divide por un tiempo; Israel septentrional va con
Is-boset, y Judá va con David. Esta división se hizo permanente después de la muerte de
Salomón en tiempo de Roboam, su hijo.
2:8. Abner hijo de Ner: Abner, hijo de Ner, era primo de Saúl (1 Sam. 14:50, 51).
2:9. Y alzólo por rey sobre Galaad, y sobre Gessuri, y sobre Jezreel, y sobre Ephraim, y
sobre Benjamín, y sobre todo Israel: Este versículo se refiere a las diez tribus de Israel que
siguieron a la familia de Saúl. Galaad aquí se refiere a toda la región al este del Jordán.
Gessuri es una forma alternativa o corrompida de Aser. Jezreel es la ciudad principal de la
llanura de Esdraelón. Efraim es la tribu más importante del norte.
2:12. Y Abner hijo de Ner salió de Mahanaim a Gabaón: Esto quiere decir que salió para la
guerra.
2:13. Joab: Sobrino de David, hijo de su hermana Sarvia (1 Crón. 2:16), y general de sus
fuerzas armadas. Era un hombre cruel y vengativo, pero enteramente leal a su tío. Buscaba
su propio engrandecimiento, que deja verse en el asesinato de Abner (2 Sam. 3:27), y de su
primo Amasa (20:10), rivales suyos para la jefatura del ejército. Logró una fuerte influencia
sobre el rey David cuando llegó a compartir el secreto de la muerte de Urías.
2:14. Maniobren delante de nosotros: Abner propone un combate entre campeones para
decidir el conflicto sin mayor pérdida de sangre. Kennedy cree que se trata de un juego. Pero
la mejor explicación es que fue una verdadera lucha: Los doce soldados de Judá lucharon con

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

168
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doce de Israel; el resultado de este combate menor decidiría la batalla, y así piensan Gardiner,
Keil y Delitzsch, Erdman, etc.
2:16. y cada uno echó mano de la cabeza de su compañero, y metióle su espada por el
costado, cayendo así a una: La estratagema de Abner fracasó por cuanto todos los
veinticuatro fueron muertos al mismo instante (comp. Erdmann, Terry, etc.). Helcath-
assurim: Campo de los hombres fuertes, o campo de los filos agudos.
2:18. Asael era suelto de pies como un corzo del campo: El corzo es un cuadrúpedo rumiante
de la familia de los cérvidos. Josefo dice que Asael corría más rápidamente que un caballo
(Ant. VII. i. 3).
2:21. Agárrate alguno de los mancebos: Abner advierte a Asael que le convenía atacar a uno
de los jóvenes menos hábiles en la guerra, en vez de arriesgarse la vida con el general de las
fuerzas enemigas.
2:22. Y Abner tornó a decir a Asael: … ¿cómo levantaré mi rostro a tu hermano Joab?:
Abner no quiere de ningún modo matar al hermano de Joab, general de las fuerzas de David,
con quien él no tiene ninguna enemistad personal.
2:23. Hiriólo Abner con el regatón de la lanza: El regatón de la lanza era afilado y de hierro,
para que pudiera ser hundido en la tierra (comp. 1 Sam. 26:7). Posiblemente Abner no quería
dar muerte a Asael, sino que quería detenerlo nada más. Pero tan rápidamente venía el otro
que la lanza lo traspasó. La acción de Abner puede considerarse como un acto de defensa
propia, por cuanto Asael amenazaba su vida; por esto Joab no tenía razón para vengarse de
él (3:27).
2:27. Y Joab respondió: Vive Dios que si no hubieras hablado, ya desde esta mañana el
pueblo hubiera dejado de seguir a sus hermanos: Joab se refiere aquí al desafío que Abner
había hecho cuando dijo a Joab, tocante a los mancebos, “maniobren delante de nosotros”
(2:14).
3:2–5. Familia de David en Hebrón.
Ammón, llamado más tarde Amnón: mencionado en el relato triste de Tamar, en 13:1–22; fue
muerto por Absalom (13:28, 29). Chileab, llamado Daniel en 1 Crón. 3:1: de este hijo no se
sabe nada. Debe de haber muerto, de enfermedad, o en algún conflicto doméstico como
aquéllos en que murieron Amnón, Absalom, y Adonías. Absalom fue el tercer hijo, un hijo
favorito de David, que murió en la rebelión de 2 Sam. 15:1–18:15. Adonías, el cuarto hijo,
provocó una rebelión en los últimos días de David (1 Reyes 1:5–53). Saphatías, y Jetream:
de estos hijos no se sabe nada. Una tradición judía dice que Egla, madre de Jetream, era
Micol, hija de Saúl. Esto no es probable por cuanto en este tiempo cuando David estaba en
Hebrón, Micol era esposa de Paltí, y no fue restituída a David sino hasta poco antes de su
partida de Hebrón para regresar a Jerusalén (3:15, 16).
3:6–11. Rompimiento entre Abner e Is-boset.
La acción de Abner en tomar la concubina de Saúl era como una pretensión al trono.
Compárese 1 Reyes 2:17, 22.
3:12. y envió Abner mensajeros a David: Abner, ofendido por la reprensión justificada de Is-
boset, transfiere su lealtad a David.
3:14–16. Micol es devuelta a David.
La acción de David al quitarle a Paltí su esposa Micol, sin su consentimiento, no era
caballeresca, aunque él lo habría visto como una cosa necesaria para defender su honor. Esto
provocó más tarde una experiencia triste (6:16, 20–23, y nota).

Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.

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3:25. Sabes tú que Abner hijo de Ner ha venido para engañarte: Sabemos que Abner había
roto con Is-boset, así que la sospecha de Joab no tenía fundamento. Es probable que ni él
creía en ella. El tiene el recuerdo de la muerte de su hermano Asael. Pero más teme la
influencia de Abner con el ejército, y la posibilidad de que éste tome su lugar como
comandante.
3:27. Hablando con él blandamente, y allí le hirió por la quinta costilla: El modo del
asesinato de Abner revela el carácter traicionero de Joab.
3:28. David … dijo: Limpio estoy yo: David declara que él no tiene nada que ver con la
muerte de Abner. La acción de Joab al asesinarlo podía perjudicar el proyecto de unir a toda
la nación bajo la autoridad de David.
3:36. Súpolo así todo el pueblo, y plugo en sus ojos: El ayuno voluntario de David por la
muerte de Abner agradó al pueblo, que sintió el impulso generoso que motivó al rey, y que
reconoció el mal espíritu en Joab que le había hecho cometer el asesinato. En efecto, agrega
el autor bíblico, todo lo que el rey hacía parecía bien en ojos de todo el pueblo; la popularidad
de David con el pueblo era muy grande.
4:9–12. Ejecución de los asesinos de Is-boset.
David nunca reaccionaba como un rey despótico oriental, y muchas veces sorprendía a los
hombres de buen corazón, y desilusionaba a los hombres malos.
La matanza de los asesinos de Is-boset debe considerarse como una ejecución oficial. La
acción bárbara de cortar las manos y los pies es típica de la época en que vivía David, y se
relacionaba especialmente con la traición al gobierno (Jamieson).
5:1–3. Llegada de todo el pueblo de Israel para pedir a David que reine sobre ellos.
La comparación de este pasaje con 1 Crón. 11:1–3 revela cuán parecidos son los dos pasajes.
Hay un paralelismo verbal muy notable entre estos dos pasajes.
La gran popularidad de David en toda la tierra venció las objeciones de los habitantes del
norte en contra de un rey de Judá, y vienen a pedirle que reine también sobre ellos.
5:6–8. Conquista de Jerusalén.
Jerusalén era un lugar ideal para la capital, y el ojo práctico de David lo vio. Estaba en el
centro del país, cerca de Judá, pero dentro de los límites de otra tribu (la de Benjamín), hecho
que evitaba que se despertaran los celos de los que temían la influencia de Judá,
especialmente Efraim. La ciudad estaba también en una posición que permitía que fuese
fortificada fácilmente. Pero desde el tiempo de la conquista, este sitio había estado en
posesión de los jebuseos, antigua tribu de Canaán, elemento nativo que desde los tiempos de
Josué no había sido desalojado. El primer acto otieial de David fue tomar la cindadela de
Jerusalén.
5:6. Tú no entrarás acá, si no echares los ciegos y los cojos: Este pasaje es de muy difícil
interpretación. Es mejor entenderlo de la siguiente manera: Los jebuseos habían estado
seguros en su cindadela durante siglos, y no les parecía que ahora iban a ser desalojados de
ella. Le gritan a David que, aunque la ciudadela fuese defendida, por ciegos y cojos, él no
podrá entrar allí con su ejército (y así interpretan Kirkpatrick, Gardiner, etc., aunque Clarke,
y Smith creen que realmente los jebuseos pusieron a ciegos y rencos como defensores de la
cindadela).
5:8. ¿Quién llegará hasta las canales, etc.?: Según 1 Crón. 11:6, fue Joab el que hizo la
hazaña de subir hasta las canales. Esto quiere decir que subió por algún canal subterráneo, o
acueducto, y así lo interpretan Kirkpatrick, y Kennicott (cit. de Clarke). Así ganó la posición

cit. citado.

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de general del ejército de David con este acto atrevido mediante el cual logró vencer la
resistencia de la cindadela.
5:13–16. Familia de David en Jerusalén.
En este pasaje tenemos un resumen de las relaciones familiares de David durante los años
siguientes. Dos nombres nos interesan: el de Nathán, antepasado de Jesús, según Lucas (Lc.
3:31), y el de Salomón, hijo de Bat-seba, el que sucedió a David en el trono.
5:17. Vino a la fortaleza: Esta fortaleza no sería la de Jerusalén, sino una en una región donde
David podía hacer frente a los filisteos, como la cueva de Adullam, que así se llama en 23:13,
14. Comp. Kirkpatrick.
5:25. Gaza: (Gezer), con la VM y 1 Crón. 14:16.
6:6–8. Profanación del arca por Uza y su muerte.
El autor de Reyes incluye este incidente para enseñar lo sagrado que es el arca, y las cosas
de Dios; él quiere mostrar que la muerte de Uza ocurrió para hacer resaltar esta condición
sagrada.
6:8. Y entristecióse David por haber herido Jehová a Uzza: En vez de entristecióse, se
traduce mejor enojóse; David no se enojó contra Dios, sino contra la calamidad, o mejor, la
causa de ésta, que David veía en sí mismo (Keil y Delitzsch).
6:9–11. Descanso del arca en casa de Obed-edom.
No viendo David momentáneamente cómo trasladar el arca a Jerusalén, posterga su traslado
para más tarde.
6:14. Y David saltaba con toda su fuerza delante de Jehová: La danza de David delante de
Jehová no representaba una costumbre entre los hombres de Israel, puesto que las mujeres
generalmente danzaban (Ex. 15:20, 21; Juec. 11:34). En esta ocasión David fue criticado por
su esposa Micol (6:20–23), y se defendió.
Entre muchos pueblos primitivos, la danza ha sido una parte de la religión. En reuniones
evangelísticas de los negros de Estados Unidos de Norteamérica, he visto a un predicador
que daba ciertos pasos espontáneos al compás de la música. Debemos considerar la danza,
así como la risa, el llanto, el don de las lenguas desconocidas, etc., como elementos de
expresión emocional que son posibles en la religión, pero que no son ni necesarios, ni
generales, ni manifestaciones universales del instinto religioso.
6:16, 20–23. Micol reprende a David.
La lealtad que Micol tenía hacia David en otros tiempos (1 Sam. 19:11–17) está en fuerte
contraste con su antagonismo de ahora. Pero debemos recordar que en el intervalo de muchos
años, ella ha sido esposa de otro hombre, habiendo sido dada a Paltí (Paltiel) por su padre,
aparentemente sin el consentimiento de ella (1 Sam. 25:44). Cuando David volvió en triunfo
para ocupar el trono, ella le fue devuelta a la fuerza, nuevamente sin pedirle el consentimiento
de ella (2 Sam. 3:14–16). Quizás hubiera preferido quedarse con Paltí. Sin duda había sufrido
muchas decepciones durante los años que había perdido las ilusiones de su juventud.
La destrucción de la casa del padre de Micol, y el levantamiento de la de David, habría
suscitado sus prejuicios en contra de él. Según el texto de C. de V. en 21:7–9, son los cinco
hijos de Micol los que pagaron la pena impuesta por los de Gabaón (pero véase mi nota sobre
el 21:8). Para mí, la historia de Micol es una de las más tristes de toda la Biblia.
6:17. Pusiéronla en su lugar en medio de una tienda: La tienda a que se refiere este pasaje
no es el viejo tabernáculo, sino una tienda nueva que hace David. El verdadero tabernáculo
parece haber estado en Gabaón en este tiempo (véase la nota sobre 1 Sam. 21:1–9). Hacía

C. de V. Versión española de Cipriano de Valera de la

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muchos años que el arca no estaba en el tabernáculo de Moisés, por lo cual no parecía
necesario a David devolverla a su antiguo lugar.
7:1–29. David y el templo.
El deseo natural de un hombre piadoso, como David, es edificar un santuario. La petición de
David por este privilegio le es negada, y es concedida a un hijo de él, Salomón.
7:6. Ciertamente no he habitado en casas: Compárese el discurso de Esteban en Hch. 7:48–
50.
7:13. Afirmaré para siempre el trono de su reino: Esta promesa se cumple en el reino eterno
de Jesús, el gran descendiente de David.
7:14. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo: Este pasaje es citado en Heb. 1:5. En este
versículo y en el contexto, el autor de la Epístola a los Hebreos ve una referencia al reino
mesiánico, y así una referencia a Jesús.
7:18. ¿Quién soy yo?: La humildad de David y su sumisión a la voluntad de Dios son
cualidades suyas que resaltan notablemente.
8:2. Midió con dos cordeles para muerte, y un cordel entero para vida: David hizo acostar a
los soldados moabitas y, tomando un cordón largo, los midió. Dos terceras partes de los
soldados fueron ejecutados, y una tercera parte de ellos fue salva. Véase Núm. 24:17. Tal
acción bárbara fue típica de aquella época guerrera. Según una tradición judía, esta matanza
de soldados enemigos fue hecha porque el rey moabita había dado muerte a los padres de
David refugiados en Moab (1 Sam. 22:3, 4). De todos modos, David de esta manera destruyó
eficazmente al ejército de Moab, y probablemente este fue su motivo.
8:3. Yendo él a extender su término hasta el río de Eufrates: Soba tenía normalmente su
término en el Eufrates, pero aparentemente lo había perdido cuando fue a ayudar a los
ammonitas. Soba estaba al nordeste de Damasco.
8:9. Hamath: Un reino al norte de Soba (véase 8:3 y nota).
8:14. Y Jehová guardó a David por donde quiera que fue: El autor sagrado ve el secreto del
gran éxito de David en que Jehová le protegía y le apoyaba.
9:1–13. David y la casa de Jonatán.
La generosidad y lealtad de David resaltan nuevamente en su bondad para con Mefiboset,
hijo de Jonatán.
9:2. Siba: De Siba oiremos más tarde (16:1–4; 19:24–30).
9:7. Te haré volver todas las tierras de Saúl tu padre: La palabra padre se emplea aquí, como
muchas veces en las Escrituras, en el sentido de antepasado: Saúl era abuelo de Mefiboset.
La devolución de las tierras de Saúl habría hecho a Mefiboset un hombre muy rico.
10:1–5. La afrenta de Ammón.
Es posible que la conquista de Moab por David había excitado las sospechas de los
aconsejadores del rey de Ammón, que habrían temido que David viniera a atacar a su país.
El lector recordará que los ammonitas y los moabitas tenían desde tiempos antiguos una
estrecha relación entre sí (Gén. 19:31–38).
10:4. Rapóles la mitad de la barba, etc.: Esta era una afrenta muy grande entre los orientales.
10:9. Viendo pues Joab que había escuadrones delante y detrás de él: Parece que, sin querer,
Joab había tomado una posición entre los dos ejércitos enemigos que le obligaba a hacer
frente a ambos al mismo tiempo.
10:11. Si los Siros me fueren superiores, tú me ayudarás: A pesar de su posición entre los
dos ejércitos, Joab procura evitar el conflicto con ambos: él piensa atacar a los sirios, dejando
en reserva a las fuerzas bajo Abisai, con la admonición a éste de que le ayude, en caso de que
los sirios le sean demasiado fuertes.

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10:14. Entonces los hijos de Ammón, viendo que los Siros habían huído, huyeron también
ellos: El plan de Joab logra éxito: los sirios huyen, y luego los ammonitas, viendo el fracaso
de sus aliados mercenarios, huyen también.
11:1. En el tiempo que salen los reyes a la guerra: Los incidentes relatados en este capítulo
han de haber sucedido en la primavera.
11:2–27. El pecado de David con Batseba.
El gran pecado de David no tiene excusa: él ya tenía varias esposas y concubinas. Su acto de
tomar a esta mujer casada es típico de un despotismo oriental, pero no había de ser hecho por
el virrey de Dios. Esta tentación vino a David cuando estaba ocioso; si él hubiera estado con
Joab y el ejército, esto no hubiera sucedido. El pecado que cometió echó las raíces para la
posterior disensión doméstica: el incesto de Amnón (13:1–22), el asesinato de Amnón por
Absalom (13:29), el posterior destierro de este hijo, e indirectamente, quizás, su rebelión en
contra de su padre.
No hay evidencia de que Batseba haya resistido la invitación del rey. Muchos ven en las
referencias en 1 Reyes 1:13, 15, 17, 28 un indicio de que ella exigió del rey la promesa de
que, si tenía hijo, éste se sentaría sobre el trono, y que esta promesa la exigió antes que
accediera a la invitación del rey (comp. Jamieson). Si es cierto que ella era nieta de Ahitofel,
consejero de David y de Absalom, como algunos la creen, tal ambición sería natural (véase
la nota sobre 15:12). Pero creo que no sería el caso. Ella fue lisonjeada por la atención del
rey, y cedió a él por cuanto en una monarquía despótica oriental, la voluntad del rey era
absoluta. Véase la nota sobre 1 Reyes 1:13. Por 1 Reyes 2:13–22 se ve que Batseba era una
mujer poco sabia.
11:4. Purificóse luego ella de su inmundicia: Según la ley mosaica, era inmunda hasta la
tarde (Lev. 15:18). Tal escrupulosidad observada después de su gran pecado es interesante.
11:5. Y concibió la mujer, y enviólo a hacer saber a David: Batseba se hallaba expuesta a la
notoriedad pública y, según la ley levítica (Lev. 20:10), a la misma muerte.
11:6–13. Entrevista de David con Urías.
David piensa salvar a la mujer del oprobio público y ocultar su crimen mandando a Urías a
casa. Habiendo estado el buen soldado en su casa, se creería después que el hijo que nacería
sería de él. Pero Urías, por su sentido de lealtad a sus compañeros, que duermen en el campo
de batalla, no baja a su casa. Algunos suponen un voto de castidad que posiblemente hacían
los soldados (por Deut. 23:9–11; 1 Sam. 21:5, 6) (comp. Matthews). Es posible también que
sus sospechas habían sido despertadas por la insistencia del rey y por los chismes de los
cortesanos. El carácter excelente de este hombre resalta en contraste con la acción baja de
David.
11:8. Lava tus pies: Lavar los pies después de un largo viaje, y antes de acostarse, era una
costumbre. Era como si David le dijera que ya puede considerarse libre de deberes, y puede
descansar en su casa.
11:11. El arca, e Israel y Judá, están debajo de tiendas: El sentimiento de responsabilidad
de Urías, y de lealtad a sus compañeros en el campo de batalla, no le permite que él tome su
descanso en casa con su esposa.
11:13. Y David lo convidó, e hízole comer … hasta embriagarlo: Con el fin de que Urías baje
a su casa para estar con su esposa, David le embriaga pero no logra nada.
11:14, 15. Escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Uría: Hay una terrible
ironía al llevar Urías la carta en que se disponían las cosas para que muriera.
Con esta carta, David hizo a Joab partícipe de un secreto que acrecentaba grandemente el
poder de su general.

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11:17. Murió también Uría Hetheo: La muerte de Urías fue un asesinato casi tanto como si
David mismo lo hubiese matado.
11:21. También tu siervo Uría Hetheo es muerto: Parece que el mensajero no pudo menos
que comprender que la muerte de Urías era más bien del agrado del rey. Probablemente, el
secreto de David pronto debe haberse hecho público en todo el país.
11:25. De igual y semejante manera suele consumir la espada: Estas palabras piadosas de
David cubren una alegría secreta, y delatan una hipocresía notable.
12:1–14. La parábola de Natán.
La parábola de Natán da a entender el aspecto bajo del pecado de David: David, como el rico,
tenía todo lo que el corazón de un hombre podría anhelar; Urías, como el pobre en la parábola,
no tenía nada más que una cosa: una esposa hermosa.
No debemos pasar por alto el gran valor de Natán al venir así a acusar al rey de su crimen.
El profeta muestra sabiduría al acusar al rey valiéndose de una parábola; aunque lo hacía de
una manera velada, era muy valiente al hacerla, puesto que el rey podía ofenderse y
castigarlo.
12:5. El que tal hizo es digno de muerte: Así condena el rey a la muerte a uno que ha cometido
un crimen menor que el suyo.
12:7. Tú eres aquel hombre: Habiendo conseguido el profeta que el rey condene al hombre
de la parábola, ahora él aplica la parábola al rey.
12:9. A él mataste con el cuchillo de los hijos de Ammón: Natán muestra que la culpabilidad
por el acto está en el rey, que arregló las cosas para que Urías fuese muerto en la batalla.
12:13. Dijo David a Nathán: Pequé contra Jehová: El pronto arrepentimiento de David
siempre le agradaba a Jehová.
12:14. Hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová: Ya que David era el virrey de Dios, el
que se encargaba de hacer respetar las leyes del reino y de Jehová, su transgresión de estas
leves podía hacer que otros menospreciaran a Dios y sus leyes, con las consecuencias malas
que esto acarrearía para el reino.
12:15. Y Jehová hirió al niño que la mujer de Uría había parido a David, y enfermó
gravemente: Muchas veces los escritores bíblicos relacionan con la voluntad de Dios,
aquellos acontecimientos que se fundan en las leyes del universo. A veces se atribuyen los
males a la voluntad de Dios (como aquí); a veces se atribuyen a Satanás (comp. Lc. 13:16);
a veces se atribuyen a la operación de ciertas leyes de la naturaleza. El pueblo común
relacionaba la calamidad con el pecado del individuo, o de sus antepasados, como se refleja
en el libro de Job, y en pasajes como Lc. 13:2, 4, y Jn. 9:2 (“Rabbí, ¿quién pecó, éste o sus
padres, para haber nacido ciego?” VM), idea que Jesús rechazó enteramente en relación con
estos pasajes. En 2 Sam. 24:1, un error de David es atribuído a Jehová, mientras que en 1
Crón. 21:1, es atribuído a Satanás. Véanse las notas sobre estos pasajes. El autor bíblico,
siguiendo su fuerte sentimiento de que Dios es soberano del universo, atribuye a Dios muchas
cosas que también hallan su origen en las leyes universales, como las enfermedades, y las
calamidades naturales. No hay nada contradictorio en estas dos explicaciones, por cuanto, ya
que Dios es creador del cosmos, y ha hecho las leyes que gobiernan la operación de este
universo, él es necesariamente responsable del universo que de hecho se gobierna por ciertas
leyes que son inherentes en la naturaleza de ese universo. Los seres humanos, que tienen libre
albedrío, chocan con aquellas leyes, y reciben la consecuencia de su acción. Dios, como
creador, lleva sobre sí la responsabilidad para la existencia del universo, pero los individuos
que se hallan en conflicto con las leyes de ese universo, (conflicto que resulta posible por

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cuanto tienen la libertad de obedecer o de desobedecer, como ellos eligen) han de sufrir
cuando infringen las leyes del universo, sean leyes morales, leyes de salud, etc.
12:21. ¿Qué es esto que lias hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas; y él
muerto, levantástete y comiste pan: Los que rodeaban a David nunca lo entendían, por cuanto
él muchas veces se conducía de acuerdo a una moral muy avanzada en comparación con el
día en que vivía, una moral que se acercaba, en muchos puntos, a la moral cristiana. En este
caso, él los sorprendió porque después que su nuevo hijo murió, él ya no lloró, sabiendo que
la cosa era ya hecha, y él no podía cambiar las cosas con llanto, por lo cual se sometió a la
voluntad de Dios.
12:23. Yo voy a él: Aunque David reconocía que su hijo, ya muerto, no podía volver a él,
sabía que algún día él podía ir a estar con este hijo. Aquí tenemos una afirmación positiva de
la creencia de David en una vida futura más allá del sepulcro (Gardiner, Terry, Kirkpatrick),
y además, su creencia en que aun un niño recién nacido estaría en aquel lugar al cual él iba
después de su muerte (Erdmann).
12:24. Salomón: Este nombre significa pacífico.
12:25. Jedidiah: (Amado de Jehová, o amable a Jehová.)
12:27–29. Acción generosa de Joab.
La acción generosa de Joab en dejar que David llegara al escenario para finalizar una
campaña que su general ya había ganado, muestra que el astuto Joab bien sabía cómo
congraciarse con el rey.
12:31. Púsolo debajo de sierras, y de trillos de hierro, y de hachas de hierro: Si esta
traducción es la correcta, la acción de David nos hace estremecer. No es imposible que él
haya tratado a los ammonitas como ellos acostumbraban tratar a los pueblos que vencían.
Debemos advertir que la guerra moderna no es menos cruel.
El pasaje paralelo en 1 Crón. 20:3 dice: “Y los cortó con sierras, y con trillos de hierro, y con
hachas” (VM). Comp. Heb. 11:37.
Favorezco más bien la interpretación de A. R. S. Kennedy: “Los puso (a trabajos forzados)
con sierras, y con picos y con hachas de hierro, y los hizo trabajar en la adobería,” y así
interpreta Smith.
13:1–22. Violación perpetrada por Amnón.
El crimen incestuoso de Amnón puede considerarse como un resultado indirecto del pecado
de adulterio de su padre. Esta historia revela mucho en relación con la vida doméstica dentro
de la corte de David.
13:3. Jonadab: Jonadab era primo de Amnón.
13:7. Ve ahora a casa de Amnón: Parece que cada príncipe de la familia real tenía su propia
casa aparte.
13:12. No se ha de hacer así en Israel: La implicación del pasaje es que entre otras naciones
tales cosas se hacían, pero que Israel tenía un concepto moral más alto.
13:13. Ruégote pues ahora que hables al rey, que no me negará a ti: Para escapar a los deseos
ilícitos de su hermano, Tamar sugiere la posibilidad de un casamiento. Aunque el casamiento
entre hermanos estaba prohibido por la ley levítica (Lev. 18:9, 11; 20:17), ella evidentemente
piensa que el rey podía permitir tal casamiento.
13:15. Aborrecióla luego Amnón: El odio de Amnón, y su acción ruda en echar a la hermana
violada, no es menos reprensible que el anterior amor no natural.
13:20. ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón?: Un eufemismo con que Absalom describe
lo que había pasado entre Amnón y Tamar. Parece que él sabía de antemano que ella había
sido invitada para ir a la casa de Amnón. Ahora, por las señales de aflicción que ella

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manifiesta, especialmente la ropa rasgada, y la ceniza sobre su cabeza, él se da cuenta de lo


que ha pasado. Le dice luego, Pues calla ahora, hermana mía: tu hermano es: Absalom le
advierte que no debe permitir que el escándalo se divulgo; en fin, Amnón es su hermano, y
no es tan mala la cosa como si hubiera sido un extraño. Es probable que Absalom, sabiendo
que su padre siempre es muy indulgente con sus hijos, y que no castigará a Amnón, ya está
pensando en vengarse de su hermano. Pero no le dice nada a Tamar, para que su motivo de
venganza no sea descubierto.
13:21. David … fue muy enojado: David estaba enojado, pero no pudo hacer nada, porque él
estaba moralmente debilitado después de su propio error moral. Parece que David era muy
condescendiente con la disciplina de sus hijos (1 Reyes 1:6).
13:26. Que venga con nosotros Amnón mi hermano: Amnón era el hijo mayor y el heredero
al trono, así que aquí sería el representante del rey; por eso pidió Absalom que fuera el
hermano, ya que el rey mismo no podía ir (comp. Kennedy). Esta era la razón que expresó
Absalom públicamente para invitar especialmente a Amnón; la razón privada era que lo
quería asesinar. David primero resistió la invitación; quizás sospechó que Absalom no había
perdonado a su hermano por haber violado a Tamar (comp. Kirkpatrick).
13:28. Entonces matadle: En vista de la tentativa posterior de Absalom para apoderarse del
trono, podemos ver en el asesinato de su hermano, el deseo de quitar de en medio a un rival
formidable (y así piensa Erdmann). La venganza era la excusa para el fraticidio, pero no el
motivo principal.
13:37. Gessur: Un reino independiente arameo entre Hermón y Basán, en el nordeste de
Palestina.
14:1–33. Absalom regresa del destierro.
David quería que su hijo volviera, pero no deseaba ir en contra de la ley de su reino, que
especificaba que un asesino debía morir.
14:1, 2. Y conociendo Joab hijo de Sarvia, que el corazón del rey estaba por Absalom, etc.:
A veces es difícil comprender si Joab realmente amaba al rey, o si él veía en todo lo que hacía
para ayudar a David (como lo hizo en muchas ocasiones) un medio para fortalecer su propia
posición. Creo que sería lo último.
14:4–11. Parábola de la mujer astuta de Tecoa.
El caso que la mujer retrata en la parábola es muy parecido al caso de David, tanto, hasta
donde ella podía hacerlo aparecer, sin revelar su verdadero propósito. Antes que él previera
lo que ella quería, debía reaccionar favorablemente hacia el proyecto que Joab había
planeado. El plan del general requería que una persona muy astuta planteara el asunto al rey.
14:7. Toda la parentela se ha levantado contra tu sierva: Esto fue de acuerdo con el principio
del “vengador de sangre” que se presenta en Núm. 35:19 y Deut. 19:12.
14:14. Ni Dios quita la vida: Esto es una alusión al hecho de que no siempre castiga Dios en
esta vida a los pecadores. Quizás la mujer (y David también) pensaba en el doble pecado de
David: el del adulterio, y el del asesinato (comp. Erdmann).
14:19. ¿No ha sido la mano de Joab contigo en todas estas cosas?: David reconoce que el
astuto Joab está en el fondo del asunto.
14:24. No vea mi rostro: Aunque el rey accedió que Absalom volviera, no permitió que
viniera a la corte. El perdón que David extendió a su hijo era, pues, sólo parcial.
14:26. Pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos: El siclo antiguo pesaba 14:26
gramos (Gén. 23:15, 16 y nota), por lo cual el peso del cabello de Absalom, si el siclo de
peso real era aproximadamente igual, sería de unos tres kilogramos por año.

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14:29. Joab … no quiso venir a él: Puesto que Absalom estaba en desfavor con el rey, Joab
no quiso asociarse con él.
14:30. Los siervos de Absalom pegaron fuego a las tierras: La acción de Absalom en ordenar
que se incendiaran los campos de Joab es la de un niño caprichoso. Tenía el propósito de
vengarse de Joab, y de hacer que consintiera en interceder por él ante el rey.
14:32. Si hay en mí pecado, máteme: Lo que dijo Absalom es muy lógico. Si él realmente
había pecado al matar a su hermano, el rey debía mandarlo a ejecutar. El hecho de que no
había mandado a darle muerte infería que el rey no hallaba culpabilidad en Absalom. De
todos modos, la condición en que vivía el joven le era intolerable, y prefería la muerte.
Viviendo alejado de la presencia del rey equivalía a estar separado de la mejor sociedad de
Jerusalén, lo que era para el joven difícil de sobrellevar.
Es seguro que la forma indecisa en que David trató el caso de Absalom fue una causa
principal de la ingratitud y de la rebelión posterior del joven.
15:1–6. Campaña de Absalom para granjearse el favor del pueblo.
Es difícil pensar que David no haya sido informado de las actividades subversivas de su hijo.
Su negligencia al no tomar medidas para corregir a este hijo muestra que una debilidad se
había asido de su política.
15:3, 4. No tienes quien te oiga por el rey: Esta afirmación de Absalom, dicha a los hombres
que procuraban presentar sus causas ante el rey, probablemente presenta una verdad a medias.
El rey estaba demasiado atareado, y no encontraba modo de aliviar su posición. El fácil
acceso que el ciudadano ordinario tenía a la presencia del rey parecía ser una ventaja, pero
muchas veces, en la práctica, se nulificaba por cuanto el rey no podía atender a todos.
15:5, 6. El extendía la mano, y lo tomaba, y lo besaba: El lisonjeo de Absalom cubría un
corazón traicionero, pero con esto se ganaba el favor del pueblo.
15:7. Y al cabo de cuarenta años aconteció: El texto de la Versión Siríaca, y de muchos
manuscritos de la Vulgata y de Josefo, es cuatro años, lo que debe ser lo correcto. Véase la
margen de la VM. Véanse también Nácar-Colunga, y Bover-Cantera, que tienen esta
variante. Cuatro años ocupó Absalom, después de su vuelta a Jerusalén, en su campaña por
el trono.
Absalom dijo al rey: Yo te ruego me permitas que vaya a Hebrón: Hebrón era un lugar
apropiado para el plan de Absalom. Allí había nacido él. Era una ciudad importante desde el
punto de vista religioso y político. Había ciertos antecedentes que contribuían al éxito de su
plan, puesto que allí David había reinado durante siete años.
15:12. Envió Absalom por Achitophel Gilonita, del consejo de David: Algunos creen que la
defección de Ahitofel fue hecha para vengarse de David por su pecado con Batseba. Según
creen éstos, Batseba era su nieta. Ella era hija de Eliam (2 Sam. 11:3), llamado Amiel en 1
Crón. 3:5. Un hijo de Ahitofel fue Eliam (2 Sam. 23:34). Pero la identificación del padre de
Batseba con el hijo de Ahitofel del mismo nombre es una conjetura.
15:14. Huyamos: A primera vista parecería un error que David huyera. Pero él quería salvar
a la ciudad de Jerusalén de los horrores de la guerra civil. Huyendo al desierto, evitaba un
conflicto inmediato con las fuerzas de Absalom, y así daba tiempo al pueblo para pensar el
asunto. También daba tiempo para que los que le eran leales, se reunieran con él. David no
sabía hasta qué punto el pueblo de Jerusalén permanecería leal a él, y corría el peligro de que
lo entregaran en manos de Absalom. Para un hombre como David, que en su juventud se
había refugiado a menudo en el desierto, huyendo de la persecución de Saúl, aquellos lugares
solitarios habrían parecido como el refugio más seguro.

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15:19. Ittai Getheo: Itai era de la ciudad filistea de Gat. Parece que era un filisteo que se
había refugiado con David. Por el hecho de que más tarde David le confió el mando de la
tercera parte de sus fuerzas (18:2), es evidente que era un general de experiencia.
Probablemente por alguna dificultad grave que había sobrevenido en Filistia, alguna rebelión,
o cambio en el gobierno, había sido desterrado de su propio país.
15:21. Donde mi señor el rey estuviere, allí estará también tu siervo: La fidelidad de este
extranjero Ittai, que era de la raza enemiga, resalta en contraste con la traición del pueblo, y
especialmente del propio hijo del rey.
15:23. Pasó luego toda la gente el torrente de Cedrón: El paso del torrente de Cedrón por
David, nos recuerda el paso del gran Hijo de él, cuando la ciudad de Jerusalén lo rechazó
como rey (Jn. 18:1). Judas puede compararse con Ahitofel.
El torrente de Cedrón fluía por el valle de Josafat, al este de la ciudad de Jerusalén, entre ésta
y el monte de los Olivos. Lleva agua sólo en el invierno, durante la época de las lluvias.
15:24. Sadoc … Abiathar: Parece que Sadoc y Abiatar cooperaban en el sumo sacerdocio.
15:27–29. Vuelta de los sacerdotes a Jerusalén.
Los sacerdotes no estarían expuestos a los ataques de los rebeldes, y dentro de la ciudad
podían ayudar mejor a la causa de David, vigilando las actividades del enemigo.
15:30. David … subióla llorando: David siente que su condición desesperada se debe a su
pecado. Con la cabeza cubierta y los pies descalzos, manifiesta su humildad y contrición
delante de Dios.
15:32. Husai Arachita: Los arquitas habitaban la región colindante con los confines de
Benjamín y Efraim (véase Jos. 16:2).
15:34–37. Envío de Cusai a Jerusalén.
Cusai había de cooperar con los sumos sacerdotes. Mediante esta política de “infiltración”,
David esperaba confundir al enemigo. Esto fue lo que efectivamente sucedió.
16:1–4. Entrega de los bienes de Mefiboset a Siba.
Siba aprovechó la incapacidad física de Mefiboset para irse con David, a fin de congraciarse
con el rey, y conseguir el obsequio de los bienes de su amo. Cuando Siba informó a David
que Mefiboset había dicho, “Hoy me devolverá la casa de Israel el reino de mi padre”, es
probable que Siba mentía (Erdmann, Kirkpatrick, etc.), pero el rey creyó que decía la verdad
(véase la nota sobre 19:24–30).
16:5–13. Maldiciones de Simei.
David era inocente del crimen de que le acusaba Simei, el de usurpar el trono de Saúl. Pero
siente el peso de otros crímenes, pues reconoce humildemente la mano de Jehová en su
desdicha (v. 10), y piensa que la cosa resultará para su beneficio (v. 12), en cuanto él haya
expiado su pecado. Por eso no permite que Abisai hiera a Simei (v. 10). Los hombres de
David nunca entendían su espíritu generoso y sumiso a la Providencia de Dios.
16:5. Bahurim: Una aldea cerca del monte de los Olivos, sobre el camino de Jerusalén al
Jordán (WDB).
16:16–19. Unión fingida de Cusai con Absalom.
Absalom desconfió de este amigo de su padre, pero el lisonjeo (v. 16) lo convenció. La
mentira de Cusai (porque mentira era) tiene que ser juzgada como todas aquellas acciones
que se relacionan con la guerra, y no como hecho individual.
16:20–23. Absalom viola a las concubinas del rey.

WDB Westminster Dictionary of the Bible.

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Ya he asentado el principio de que el tener la esposa de un rey era equivalente a tener el reino.
Véanse 3:6–11 y nota; y 1 Reyes 2:13–18, 22, y notas.
17:1–4. Consejo acertado de Ahitofel.
El plan de Ahitofel, de que él con un ejército persiguiría a David esa misma noche, si hubiese
sido aceptado por Absalom, hubiera acabado de inmediato con David y sus fuerzas.
17:5–13. Consejo engañador de Cusai.
Cusai, por el lado diplomático, es tanto el héroe de la campaña como Joab, Abisai, e Ittai en
el aspecto militar. La oración de David en 15:31 se contesta al pie de la letra. El consejo de
Cusai parecía muy bueno a Absalom, pero estaba destinado a hacerlo fracasar. Absalom ya
llevaba muchos meses juntando sus fuerzas, y sus tropas estaban preparadas. Lo que David
necesitaba era tiempo para que sus amigos en el país se reunieran para ayudarle. En realidad,
Cusai sabía que Ahitofel tenía razón, y él habría dado el mismo consejo que Ahitofel, si
hubiese estado del lado de Absalom.
17:16. Enviad inmediatamente, y dad aviso a David: Había necesidad de acción rápida, por
cuanto Absalom podía cambiar de opinión, y tomar los consejos de Ahitofel.
17:17. Y Jonathán y Ahimaas … fueron, y noticiáronlo al rey David: Jonatán era hijo de
Abiatar (1 Reyes 1:42), y Ahimaaz era hijo de Sadoc (1 Crón. 6:8, 53). No podían ellos
mostrarse viniendo a la ciudad: Abiatar y Sadoc podían quedarse en la ciudad sin correr
peligro siempre que sus relaciones con David no fuesen conocidas, pero la ida y venida de
sus hijos hubiera despertado las sospechas de Absalom.
17:18. Empero fueron vistos por un mozo: El esfuerzo de los hijos de los sumos sacerdotes,
para que su misión no fuese conocida, fracasó cuando un joven los vio.
17:23. Y Achitophel … ahorcóse y murió: Aquí tenemos el único caso verdadero de un
suicidio en el AT (comp. Matthews). El de Saúl fue para anticipar un poco su muerte a manos
de los filisteos. Ahitofel. con el ojo experimentado de aconsejador, ve que la causa estaba
perdida, ya que no seguían sus consejos. Y como no pudo hacer frente a David, se suicidó.
Según Josefo, él creía que seguramente había de perecer en cuanto David fuese restaurado a
su reino, así que prefirió morir por su propia mano. (Ant. VII. ix. 8).
17:24. Mahanaim: La ciudad más fuerte de la región al este del Jordán, por lo cual era un
lugar ideal para el cuartel general de David.
17:25. Y Absalom constituyó a Amasa sobre el ejército en lugar de Joab: Amasa y Joab eran
primos, y ambos eran sobrinos de David. Joab era hijo de Sarvia, hermana de David, y Amasa
era hijo de Abigail, hermana de David. Joab y Amasa eran primos de Absalom.
Israel: En vez de Israel, léase Ismael, con 1 Crón. 2:17.
17:27. Sobi: Aparentemente era el gobernador de los ammonitas en este tiempo. Fue el hijo
de Nahás, antiguo amigo de David (10:2), y hermano de Hanún, a quien David había depuesto
(10:1–6; 12:26–31).
Machir: Maquir fue amigo de Jonatán, Mefiboset, y de David mismo, aparentemente un jefe
de la tribu de Manasés.
Barzillai: Un jefe de Galaad, muy anciano, amigo de David.
18:3. Tú ahora vales tanto como diez mil de nosotros: En el tiempo de peligro, el adalid
bueno vale mucho más que en tiempo de paz. De David dependía la unidad del pueblo; si
moría él, se venía abajo la causa. La única esperanza del pueblo en conservar su unidad y la
vida estaba en que David viviera. Ninguna otra persona fuera de David sería tan aceptable
para el trono como Absalom.
18:5. Tratad benignamente por amor de mí al mozo Absalom: Josefo dice que David temía
que “algún mal sucediera a él mismo, si Absalom fuera muerto” (Ant. VII. x. 1). Pero es

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difícil ver por qué dice esto Josefo. Es más natural suponer que David sintiera un cariño
extremado hacia el joven.
18:8. Fueron más los que consumió el bosque de los del pueblo, que los que consumió el
cuchillo: El sentido de este pasaje es obscuro. Probablemente quiere decir que, por cuanto
era muy precipitada su huída, muchos se mataron cayendo en los pozos, los precipicios, etc.,
del bosque, (Erdmann, Keil y Delitzsch, etc.), puesto que no conocían este paraje.
18:9. Asiósele la cabeza al alcornoque: La larga cabellera de Absalom ha sido mencionada
ya por el autor bíblico (14:25–27). Aquello que para Absalom era un rasgo principal de su
hermosura, llega aquí a ser causa primordial de su muerte.
18:13. Habría yo hecho traición contra mi vida: En esto el soldado tenía razón. Si él hubiese
dado muerte a Absalom, en contra de la orden del rey, y siendo él un soldado raso, David lo
hubiera mandado ejecutar (comp. 1:15, 16; 4:12). Tampoco lo hubiera defendido Joab. Y así
piensan Kirkpatrick, y Erdmann.
18:14. Hincólos en el corazón de Absalom: Conociendo el corazón vengativo de Joab,
podemos sospechar que al darle muerte a Absalom lo hizo para vengarse por haber éste
mandado a quemar sus campos (14:29–33). Compárese Kirkpatrick, que cree que esto fue un
motivo. Pero creo que su acción violenta fue más bien porque él comprendía que Absalom
era un hombre peligroso, y sabía que el rey, por el gran amor que sentía por este hijo, no
tomaría las medidas que el caso requería para acabar con el peligro, y así en esencia creen
Terry, Erdmann, etc. Por esta razón, él tomó las cosas en sus propias manos.
Aun estaba vivo en medio del alcornoque: Puesto que Absalom estaba pendiente del árbol,
colgado por su cabellera, habría estado ya bastante debilitado, quizás medio muerto.
18:18. Absalom … había dicho: Yo no tengo hijo …: Este pasaje parece contradecir el 14:27,
donde dice que Absalom tenía tres hijos y una hija. La explicación parece estar en que este
dicho, y la columna que erigió a su propia memoria, son de una época antes que nacieran sus
hijos. Josefo tiene otra explicación: “Absalom se había construido una columna de mármol
en el valle del Rey, a dos estadios de Jerusalén, que llamó la Mano de Absalom, diciendo
que, si sus hijos fuesen muertos, su nombre se recordaría por esa columna” (Ant. VII. x. 3).
18:19–23. Deseo de Ahimaaz de llevar las nuevas al rey.
Ahimaaz era una persona importante, hijo de uno de los sumos sacerdotes, y parece que Joab
no quería que él llevase noticias tan tristes al rey (las de la muerte de Absalom), y así
exponerse a la ira del rey (comp. 1:15, 16; 4:12). Joab mandó a Cusi, nombre propio que
puede traducirse etíope, o aún mejor el cusita (VM). Probablemente éste era extranjero, o
esclavo, cuya condición Joab creía no sería afectada al ser él el mensajero que llevara las
malas noticias.
18:29. Ahimaas respondió: Vi yo un grande alboroto … mas no sé qué era: Ahimaaz
hábilmente evitó la pregunta del rey, aunque no decía la verdad. Así él conseguía su propósito
que abrigaba en ser quien traía la noticia de la victoria, sin anunciar la noticia de la muerte
de Absalom.
18:33. ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalom …!: La endecha del rey sobre
su hijo Absalom era real y sincera. La pérdida personal en este caso sobrepasó la victoria que
había ganado.
19:1–8. Joab reprende al rey.
La reprensión de Joab a David era severa pero apropiada. El rey no debía pensar en su pérdida
personal, en el momento cuando miles de familias de Israel habían perdido a un ser querido
luchando por David y su reino.

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19:3. Entróse el pueblo aquel día en la ciudad escondidamente: El efecto psicológico de la


endecha de David, fue el del fracaso, y no el del triunfo.
19:7. Si no sales, ni aun uno quede contigo esta noche: Lo que dice Joab sobre la defección
de Israel, no debe considerarse como una amenaza de que él guiará al pueblo en contra de
David, sino una advertencia de que la actitud que sigue el rey es sumamente peligrosa, y
puede producir como resultado la defección de la nación. Comp. Kirkpatrick.
19:11, 12. Hablad a los ancianos de Judá, y decidles: … Vosotros sois mis hermanos: El
centro de la rebelión de Absalom estaba en Judá, en Hebrón, así que el rey manda un mensaje
especial a los dirigentes de Judá, para que éstos lo inviten a volver.
19:13. Asimismo diréis a Amasa: … Así me haga Dios … si no fueres general del ejército …
en lugar de Joab: Disgustado David por la altivez de Joab, da a Amasa, primo de Joab y
sobrino de David por su hermana Abigail, el lugar de éste.
19:18–23. Simei es perdonado.
David muestra generosidad al perdonar a Simei. Es evidente que David después se arrepintió
de esta generosidad; a lo menos recomienda a Salomón que lo destruya. Véase 1 Reyes 2:8,
9, 36–40. Es probable que David, con el propósito de conseguir una rápida unificación del
pueblo después de la guerra civil, seguía una política de perdón absoluto para sus enemigos,
aun cuando sospechara que no se habían arrepentido sinceramente.
19:24–30. Entrevista de Mefiboset con el rey.
Parece que la disposición de David en cuanto a los bienes de Mefiboset es algo injusta. Parece
que él fue sincero y que Siba lo había engañado. Los judíos decían que el castigo del censo
(2 Sam. 24:1–25; 1 Crón. 21:1–30) fue enviado a David por el trato dado a Mefiboset en esta
ocasión (según Jerónimo, citado en Jamieson). El hecho de que Siba no niega lo que dice
Mefiboset en su defensa indica que es la verdad.
Como hemos apuntado en la nota de 19:18–23, no era momento de castigar a los desleales y
David no podía hacer investigaciones detalladas sobre los motivos de Mefiboset. Además,
era evidente que Siba había ido con David, mientras que Mefiboset se había quedado; era,
pues, necesario que Siba fuese recompensado. También, puesto que David ya había entregado
a Siba todos los bienes de Mefiboset, podía ser considerado como un acto generoso el que
ahora devuelva la mitad a Mefiboset, y aún más, en vista de que Mefiboset no había
acompañado a David.
19:37. Chimham: Camaam (VM) era hijo de Barzillai. En 1 Reyes 2:7 David encarga a
Salomón que cuide de los hijos de Barzillai. Aunque el anciano rehúsa todo favor para él
mismo, insinúa al rey David que éste puede hacer algo por su hijo.
19:41–43. Nuevo peligro de guerra civil.
El tradicional celo entre Judá e Israel se enciende nuevamente y provoca otra lucha entre
hermanos.
20:1, 2. Seba incita al pueblo a la rebelión.
El que provocó la nueva rebelión fue un tal Seba, que tocó la corneta, una trompeta, curva
como un cuerno de carnero, siendo sin duda al principio un cuerno. Al mismo tiempo
pronunció una proclama e hizo que los israelitas se alejaran de David.
20:9, 10. Y tomó Joab con la diestra la barba de Amasa, para besarlo: La naturaleza
traicionera de Joab se revela en el beso.
20:11, 12. Y uno de los criados de Joab … apartó a Amasa del camino: Los soldados sabían
que Amasa había sido nombrado comandante por el rey. Uno de los hombres de Joab quitó
el cadáver del camino para que los soldados no se desconcertaran al verlo y dejaran de pelear
en la batalla.

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20:18. Quien preguntare, pregunte en Abel: Este fue un dicho proverbial. Abel era
evidentemente una ciudad conocida por su sabiduría (Clarke, Kirkpatrick).
20:22. Esparciéronse de la ciudad: Terminando con el cabecilla, se terminó con la rebelión.
21:1–9. El hambre y la ejecución de los hijos de Saúl.
En Jos. 9:1–27 tenemos la historia de la ciudad de Gabaón y el pacto que hicieron con Israel.
El crimen de Saúl contra Gabaón no se menciona en ninguna parte. Puede preguntarse, ¿por
qué esperó la justicia de Dios hasta el reinado de David para descargar sobre Israel el castigo
del pecado de Saúl? A esta pregunta se ha contestado que tantos pecados había cometido
Saúl, que los castigos tenían que venir por separados, y durante un largo tiempo, para no
abrumar al pueblo (y así Gardiner).
Todo el pueblo fue castigado por el pecado de Saúl, por cuanto él representaba al pueblo, y
el pueblo estaba comprendido dentro de su pecado. Puesto que el pueblo israelita miraba con
desprecio a los gabaonitas, que estaban considerados como siervos (Jos. 9:27), debe haber
visto con satisfacción la obra de exterminio llevada a cabo por Saúl, y así hízose partícipe
del pecado.
Aunque no sabemos con exactitud a cuál de los crímenes de Saúl se refiere, podemos hacer
conjeturas acerca de lo que sabemos del carácter celoso y fanático de Saúl, que siempre
procuró exterminar a aquellos pueblos dejados en la tierra por Josué. Entre estos pueblos
estaban los gabaonitas. Pero en este caso el pueblo gabaonita estaba incluido en un pacto que
había hecho con Josué y sus representantes, y estaba protegido por el juramento de los
príncipes israelitas (Jos. 9:15).
21:8. Cinco hijos de Michal …: La esposa de Adriel fue Merab y no Micol (1 Sam. 18:19).
Sería mejor leer aquí Merab en vez de Micol, explicación que adoptan Kirkpatrick, Keil y
Delitzsch, Nácar-Colunga, Bover-Cantera, etc.
21:12–14. Entierro de los huesos de los de la casa de Saúl.
David enterró honrosamente los cuerpos de Saúl y Jonatán, mostrando así que no les tenía
enemistad. Esto fue una buena medida política, en vista de que acababa de entregar a ciertos
descendientes de Saúl a los gabaonitas para que los ejecutaran; fue una buena táctica por
cuanto había aún en el reino muchos partidarios de la familia de Saúl que podían sentirse
afrentados por la acción de David.
21:17. Nunca más de aquí adelante saldrás con nosotros a batalla: Con la experiencia
reciente de la guerra civil, los adalides temen la súbita muerte de su rey, con la confusión que
de inmediato sobrevendría.
21:19. Hirió a Goliath Getheo: El pasaje paralelo en 1 Crón. 20:5 dice: “Hirió Elhanán hijo
de Jair a Lahmi, hermano de Goliath Getheo”, que posiblemente sería, por una enmendación
conjetural, la variante apropiada aquí, y así la AV.
22:1–51. Salmo de gracias.
Aquí tenemos el texto del Sal. 18, con ciertas variaciones. Véanse las notas sobre este salmo
en relación con la exposición de la poesía hebrea. Véase también el bosquejo de este pasaje
en el lugar correspondiente en el Bosquejo del Reinado de David.
23:1–7. Ultimo poema de David.
Este salmo no está en el libro de los Salmos. Es probable que muchos salmos escritos por los
hebreos no llegaron a ser incorporados en el libro de los Salmos.
23:8–39. Lista de los soldados principales de David.

AV Authorized Version, versión de la Biblia en inglés, de 1611, autorizada por el Rey Jaime, de Inglaterra.

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Esta lista aparece en 1 Crón. 11:10–47, con dieciséis nombres más, en relación con el relato
de la ascensión de David al trono de todo Israel. La lista no pertenece a ningún tiempo
especial, sino a toda la historia del reinado de David.
23:13–17. Incidente del agua de Belén.
Este incidente del agua de Belén ocurrió en cierta época al principio del reinado de David, y
bien podría ser relacionado con la guerra filistea que se relata en 2 Sam. 5:17–21. El deseo
de beber el agua de Belén que David expresa es espontáneo, lo dice sin que él piense
realmente que alguien irá a buscar el agua. El hecho de que fueron tres a traerla, arriesgando
peligrosamente sus vidas, muestra la gran lealtad que estos hombres tienen a David. El gran
espíritu de David se manifiesta en que en vez de beber el agua la derramó ofreciéndola a
Jehová; él no quiso que se pensara que él ponía sus propios apetitos antes que la seguridad
de sus hombres. Para él, tomar el agua hubiera sido como beber la sangre de sus hombres que
habían expuesto sus vidas para conseguirla.
23:24–39. Lista de treinta héroes.
Es probable que el número de hombres en la guardia personal de David haya sido diferente
en distintas épocas. Aquí, en el v. 23, se habla de treinta hombres. En 1 Crón. 11:41b–47 hay
una lista de dieciséis más.
24:1. Y volvió el furor de Jehová a encenderse contra Israel, e incitó a David contra ellos:
El autor del segundo libro de Samuel parece atribuir a Jehová la acción de David al levantar
el censo, mientras que el autor del primer libro de Crónicas parece atribuirla a Satanás (véase
1 Crón. 21:1 y nota). La resolución del problema parece estar en que Dios, para hacer
verificar sus grandes planes, y disciplinar a los hombres, permite que éstos sean tentados, y
cuando son tentados, por su debilidad de carácter, a veces caen en pecado. Dios permite la
tentación, pero no la trae El.
24:3. y Joab respondió al rey: … ¿para qué quiere esto mi señor el rey?: Nuevamente Joab
muestra mejor juicio que David, en que él desaprueba un plan erróneo. Sus razones por no
compartir con el rey el deseo de levantar un censo se desconocen.
El censo era erróneo por cuanto denotaba una confianza en las fuerzas armadas, y no en Dios.
Joab no era religioso, y su motivo podría haber sido su temor al efecto que el censo produciría
en el pueblo, que podía ver en él un camino para mayores impuestos, o para la guerra. En fin,
me parece que la mejor opinión en cuanto a la objeción de Joab, es que el censo era algo
nuevo, algo que se apartaba de las costumbres y tradiciones de la nación, y Joab y sus
aconsejadores creían que un censo que se levantara tan pronto después de una guerra civil, y
que pudiera parecer con fines militares, podría ocasionar el descontento entre el pueblo.
24:14. Entonces David dijo a Gad: … ruego que caiga en la mano de Jehová: David no se
siente capaz para escoger; lo deja a Dios. En cierta manera, rechaza la segunda cosa, y deja
que Dios decida si será la primera o la tercera.
24:19–25. Compra de la era, y sacrificio.
Después de su arrepentimiento, David ofrece un holocausto que expía su pecado.
(B) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE REYES
TOCANTE AL REINADO DE DAVID
1 Reyes 1:1–2:11
1:1–4. David y Abisag.
La moral que se refleja en este pasaje nos es extraña e incomprensible. Pero en una época en
que la poligamia era común, la adición de Abisag al número de las concubinas del rey era
una cosa muy natural. La medida parece ser una de salud más que otra cosa (vs. 1, 2). El

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contacto con el cuerpo de la joven había de hacer reaccionar el cuerpo envejecido del rey
para su bien físico. Así interpretan Clarke, Jamieson, Terry, etc. Esta narración se intercala
aquí porque era a Abisag a quien Adonías quería como esposa, a fin de abrir su camino hacia
el trono (1 Reyes 2:13–25) (comp. Baehr).
1:5. Adonía … se levantó, diciendo: Yo reinaré: Adonías era mayor que Salomón, siendo el
hijo cuarto de David, nacido en Hebrón (2 Sam. 3:4). En un tiempo parece que él fue
considerado como heredero del trono, o a lo menos, él afirma que así fue (1 Reyes 2:15).
1:6. Su padre nunca lo entristeció: El gran error de David con sus hijos, como el de muchos
hombres buenos, fue el de ser demasiado indulgente con ellos; no los reprendía como debía.
1:7. Y tenía tratos con Joab … y con Abiathar: La razón por la cual Joab, el general del
ejército de David, y Abiatar, sumo sacerdote, juntamente con Sadoc, apoyaron a Adonías
desde el principio del reinado de David (1 Sam. 22:20–23; 2 Sam. 20:25), cuando sabían que
la voluntad del rey estaba puesta en Salomón, no se sabe. Probablemente fue porque
consideraban que era el hijo mayor a quien el reino realmente pertenecía (comp. Jamieson),
y que la elección de Salomón por el rey fue resultado del gran amor que sentía por la madre
de Salomón, pues no obedecía motivos correctos de política. Parece que Joab iba en contra
de David cuando quería.
1:9. La fuente de Rogel: La ubicación exacta de este lugar es desconocida, pero
probablemente estaba cerca de Jerusalén (comp. 2 Sam. 17:17).
Los varones de Judá: Hombres de Judá que estaban al servicio del rey David, y que vivían
en la corte. Algunos hombres de Judá permanecieron fieles al rey, como Natán.
1:12. Toma mi consejo, para que guardes tu vida: Natán advierte a Batseba que su vida y la
de su hijo corren peligro, por cuanto éste era pretendiente al trono. Si Adonías subía al trono,
ellos morirían.
1:13. ¿No has tú jurado …: Salomón tú hijo reinará: Cuándo fue hecho el juramento de
David a Batseba, no se sabe. Ya hemos hecho referencia a la creencia de algunos que éste
fue hecho antes que ella consintiera en ir al palacio de David, cuando aún era esposa de Urías
(véase la nota sobre 2 Sam. 11:2–27). Pero creo que la referencia en 1 Reyes 1:17 indica más
bien que la promesa fue hecha después que nació Salomón, puesto que Batseba emplea el
nombre de él (“Salomón tu hijo reinará después de mí”).
1:14. Acabaré tus razones: Natán propone ver a David para confirmar la palabra de Batseba;
naturalmente se requería el testimonio de alguna persona de influencia en el país, para
confirmar la palabra de una mujer sobre suceso tan notable como la rebelión de un hijo del
rey.
1:20. Los ojos de todo Israel están sobre ti, para que les declares quién se ha de sentar en el
trono: Probablemente el rey nunca había anunciado públicamente quién le sucedería en el
trono. En un reino polígamo oriental, la sucesión no era siempre clara. El primer hijo nacido
podría ser de una concubina y no de la reina o de alguna esposa legal. A veces se postergaba
el anuncio público sobre la sucesión al trono por cuanto los que apoyaban al hijo favorecido
podrían llegar hasta apresurar la muerte del rey.
1:21. Yo y mi hijo Salomón seremos tenidos por culpables: Batseba temía que ella y su hijo
fueran muertos después de la muerte de David, ya que Salomón era pretendiente al trono.
1:28–31. Anuncio público de la sucesión al trono.
Ahora David confirma el anterior juramento a Batseba, de que su hijo se sentaría sobre el
trono.

comp. compárese; compárense.

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1:33. Haced subir a Salomón mi hijo en mi mula: En el reino de Israel no había muchos
caballos, y la mula era un animal digno. Salomón montó la mula de David en el desfile de
coronación. Esto nos recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, cuando en esa ocasión
se presentó efectivamente como rey, Hijo de David.
1:38. Los Ceretheos y los Peletheos: Estos dos grupos probablemente formaron parte de la
guardia personal de David (2 Sam. 8:18; 15:18). Es probable también que eran filisteos; véase
1 Sam. 30:14; 2 Sam. 15:18; Ezeq. 25:16; Sof. 2:5. Debiendo su posición de honor en el país
estos extranjeros sólo al favor de David, y no pudiendo aprovechar nada con su caída, serían
mejores guardas éstos que cualquier israelita.
1:39. Dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón!: La posición de Salomón desde este
momento sería igual a la de su padre en el gobierno. Este correinado duró relativamente poco
tiempo, hasta la muerte de David.
1:41–49. Adonías recibe las noticias de la coronación de Salomón.
Las noticias que Adonías recibe de la coronación de su hermano eran terminantes y sus
seguidores, al saberlas, lo abandonaron.
1:42. He aquí Jonathán … vino: Tenemos referencias en pasajes anteriores en los que Jonatán
hace el papel de mensajero (2 Sam. 15:36; 17:17–21). Era un hombre que podía correr
rápidamente. El y su padre habían permanecido fieles a David en ocasión de la defección de
Absalom, pero no aquí.
1:47. Los siervos del rey han venido a bendecir: Esto es, a felicitar (Barnes). Era una
bendición para David el poder ver la sucesión del trono arreglada pacíficamente antes de su
muerte.
Y el rey adoró en la cama: Este pasaje muestra la extrema ancianidad del rey David, que ya
no se podía levantar de su cama, aun en un caso tan importante como la coronación.
1:50. Mas Adonía … cogió los cornijales del altar: El altar era un lugar de refugio (2:28).
Comp. Ex. 21:12–14.
1:51–53. Adonías es perdonado.
Humillándose Adonías a Salomón, es perdonado. Este fue un acto de gran misericordia de
un rey oriental; otros reyes orientales daban muerte a los hermanos aun sin haber sido
provocados.
2:5, 6. Y ya sabes tú lo que me ha hecho Joab … No dejarás descender sus canas a la huesa
en paz: David aconseja a Salomón a dar muerte a Joab, para el bien de su reino.
2:8, 9. También tienes contigo a Semei … Harás descender sus canas con sangre a la
sepultura: Aunque David había perdonado a Semei, reconoce que el hombre es un elemento
peligroso en el reino, y aconseja su muerte.
(C) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE CRONICAS
SOBRE EL REINADO DE DAVID
1 Crón. 11:1–29:30
11:1–3. Coronación de David sobre todo Israel.
Véase 2 Sam. 5:1–3 y su nota.
11:4–6. Conquista de Jerusalén.
Véase 2 Sam. 5:6–8 y nota.
11:10–47. Lista de los héroes de David.
Véase 2 Sam. 23:8–39 y su nota.
11:15–19. Incidente del agua de Belén.
Véase 2 Sam. 23:13–17 y nota.

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12:1–7. Lista de los que se unieron con David en Siclag.


En este pasaje tenemos una lista de los hombres de Benjamín que vinieron a David en Siclag.
12:8–20. Lista de los que se unieron con David en el desierto.
La lista en los vs. 8–18 contiene los nombres de las personas que fueron a David mientras
estaba en la “fortaleza en el desierto”, en Judá (1 Sam. 22:3, 4 y nota), primero los de Gad
(vs. 8–15), luego los de Judá y Benjamín (vs. 16–18). Después tenemos una lista de los de
Manasés (vs. 19, 20) que dejaron a Saúl y vinieron a David en la última batalla de los filisteos
contra Saúl (1 Sam. 29:2–11).
12:23–40. Enumeración de los emisarios israelitas que vinieron a David en Hebrón.
En esta lista se mencionan todas las doce tribus de Israel, y además la tribu de Leví, con el
linaje de Aarón por separado. En esta lista se destaca la aceptación universal de David como
rey.
13:9–11. Profanación del arca por Uza y su muerte.
Véase la nota sobre 2 Sam. 6:6–8.
13:12–14. Descanso del arca en casa de Obed-edom.
Véase 2 Sam. 6:9–11 y nota.
14:3–7. Familia de David en Jerusalén.
Véase la nota sobre 2 Sam. 5:13–16.
15:2. El arca de Dios no debe ser traída sino por los Levitas: El arca tenía que ser llevada
por levitas, personas que por lo sagrado de su función estaban capacitadas para llevarla.
15:4–10. Familias de los levitas.
En esta lista se mencionan primero las tres clasificaciones generales de los levitas, según los
tres hijos de Leví (vs. 5–7): Coat, Merari, y Gersón. Luego tenemos la familia de un nieto de
Coat (v. 8): Elizafán, que era hijo de Uziel (cuarto hijo de Coat) (Ex. 6:18, 22). Luego
tenemos mención de las familias de dos hijos de Coat: Hebrón (v. 9), tercer hijo de Coat; y
Uziel, cuarto hijo de Coat (comp. 1 Crón. 6:2).
15:13–15. Explicación del fracaso en la primera tentativa de trasladar el arca.
En este pasaje se explica por qué se fracasó en la primera tentativa al trasladar el arca: porque
no habían sido empleados levitas. Ahora se lleva el arca con todo éxito, según el reglamento.
15:17. Y los Levitas constituyeron a Hemán … a Asaph … a Ethán: Aquí tenemos los
nombres de los directores de los tres grandes coros de la casa de Dios: Hemán, representante
de la familia de Coat; Asaf, representante de la familia de Gersón; y Etán (Jedutún),
representante de la familia de Merari.
El empleo de la música en aquellos tiempos primitivos es significativo. La música es un
elemento universal en la religión.
15:29. Micol menosprecia a David.
Véanse las notas sobre 2 Sam. 6:14, 16, 20–23.
16:1. La tienda que David había tendido: Véanse 2 Sam. 6:17 y su nota.
16:8–22. Primera parte del salmo de triunfo.
Esta parte del salmo de triunfo equivale al Sal. 105:1–15.
16:23–33. Segunda parte del salmo de triunfo.
Esta parte del salmo de triunfo equivale al Sal. 96.
16:35, 36. Sálvanos, oh Dios, salud nuestra: Comp. el Sal. 106:47, 48.
17:1–27. David y el templo.
Véanse las notas sobre 2 Sam. 7:1–29; 7:6; 7:13; 7:14; 7:18.
18:3. Yendo él a asegurar su dominio: Véanse 2 Sam. 8:3 y nota.
18:9. Hamath: Véase 2 Sam. 8:9 y nota.

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19:1–5. La afrenta de Ammón.


Véanse 2 Sam. 10:1–5 y nota; 10:4 y nota.
20:1. En el tiempo que suelen los reyes salir: Véase la nota de 2 Sam. 11:1.
20:3. Cortólos con sierras, etc.: Véase la nota de 2 Sam. 12:31.
21:1. Satanás … incitó a David: Véanse la nota de 2 Sam. 24:1. Aquí Satanás puede
traducirse adversario, lo que resolvería la aparente contradicción entre 2 Samuel y 1 Crónicas
en este pasaje paralelo. Pero prefiero la explicación que doy en relación con 2 Sam. 24:1.
21:3. ¿Para qué procura mi señor esto …?: Véase la nota de 2 Sam. 24:3. Aquí Joab advierte
que será pernicioso a Israel, referente al censo que David proyectaba, lo que mejor se
traduce, será una transgresión para Israel. Comp. la VM.
21:6. Entre estos no fueron contados los Levitas, etc., … porque Joab abominaba el
mandamiento del rey: Puesto que Joab no favorecía el mandamiento del rey, no hizo un
trabajo completo. En vista de la rebelión de Israel, que se originó después de la rebelión de
Absalom (apoyada por Judá), lo cual sucedió poco antes de este censo, Joab quizás temía
ofender a la tribu de Benjamín, a la cual pertenecía la familia de Saúl. Los levitas, que
constituían la clase sacerdotal, no se incluirían en un censo cuyos resultados podían ser
utilizados como base para una preparación militar.
21:13. Ruego que yo caiga en la mano de Jehová: Véanse 2 Sam. 24:14 y nota.
21:20–27. Compra de la era y sacrificio de David.
Véase 2 Sam. 24:19–25 y su nota.
22:1–27:34. Organización religiosa y política del reino.
Esta sección de 1 Crónicas trata de la organización religiosa y política del reino y es peculiar
a este libro, no apareciendo en Reyes.
22:8. Tú has derramado mucha sangre … no edificarás casa a mi nombre: Es interesante
que el AT condena a David porque era hombre de sangre. Las luchas y guerras de David eran
justificables, desde el punto de vista humano, y sin embargo, lo apartaban de las tareas más
espirituales.
22:10. Afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre: Esto se cumplió en el reino
eterno de Cristo.
23:3. Treinta años: Véase nota sobre Núm. 4:3, Tomo I.
23:6–23. División de los levitas en órdenes.
Leví tuvo tres hijos: Gersón, Coat, y Merari. Estos tres hijos encabezaban tres familias
principales que se tomaban como base para las tres divisiones principales de los levitas. De
Gersón hay nueve líneas, de Coat nueve líneas (además de la línea de Aarón), y de Merari
seis líneas: total, venticuatro.
23:24, 27. De veinte años arriba: Véase nota sobre Núm. 4:3.
23:28. Y estaban bajo la mano de los hijos de Aarón: El sacerdocio aarónico tenía la
autoridad suprema, y los demás levitas estaban bajo ellos.
23:29. Asimismo para los panes de la proposición, etc.: Las tareas generales del templo
estaban a cargo de los levitas (no sacerdotes).
23:30. A confesar y alabar a Jehová: Los coros del templo estaban compuestos de levitas.
23:31. Para ofrecer todos los holocaustos, etc.: Los sacrificios eran ofrecidos por los
sacerdotes; los levitas preparaban el altar y la leña, escogían y preparaban los animales, etc.
23:32. Y para que tuviesen la guarda del tabernáculo, etc.: Un resumen de los deberes de
todos los levitas.

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

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24:1–19. Establecimiento de las veinticuatro órdenes.


La familia de Aarón tenía originalmente cuatro ramas quedando dos después de la muerte de
Nadab y Abiú sin hijos. El orden se constituyó en dos familias, la de Eleazar y la de Itamar,
hijos de Aarón. En el tiempo de David los representantes de las dos familias eran Sadoc de
la familia de Eleazar, y Ahimelec (y su hijo Abiatar) de la familia de Itamar. Estas dos
familias se dividieron en veinticuatro clases u órdenes: dieciséis de Eleazar y ocho de Itamar.
Después del cautiverio sólo cuatro órdenes de sacerdotes volvieron del destierro (Es. 2:36–
39), pero éstas fueron divididas arbitrariamente en veinticuatro, cosa a que alude Nehemías
en 13:30. Véase Neh. 12:1–7, 12–21.
24:10. Abías: Zacarías, padre de Juan el Bautista, fue de esta suerte (Lc. 1:5).
25:1–31. Los músicos.
El culto del tabernáculo en el tiempo de David, y el del templo en el tiempo de Salomón,
requería un servicio musical muy bien desarrollado.
25:1. Apartaron para el ministerio a los hijos de Asaph, y de Hemán, y de Jeduthún: Había
tres órdenes de músicos según las tres familias de los levitas: Asaf, de la familia de Gersón;
Hemán, de la familia de Coat; Jedutún, de la familia de Merari:
25:8–31. Las veinticuatro órdenes de músicos.
Así como los sacerdotes eran divididos en veinticuatro órdenes, asimismo los músicos.
26:1–28. Los porteros del templo y los tesoros.
El pasaje sobre los porteros (26:1–19) y los tesoros del templo (26:20–28) son una sección
unida. En la primera parte son los de la familia de Coat y Merari los que tienen a su cargo los
deberes de portero; en la segunda parte son los de la familia de Gersón los que tienen a su
cargo la tesorería del templo. Véase el pasaje paralelo en 9:17–34, y la nota sobre este pasaje.
26:1–19. Los porteros.
Los porteros fueron los levitas que guardaban las puertas del templo (9:27), y que tenían otras
responsabilidades semejantes: Los muebles del templo (9:29), las provisiones para los
sacrificios (9:29), los casos del templo (9:29), etc. Los porteros venían de las familias de Coat
y Merari.
26:1. Asaph: En vez de hijos de Asaph, léase Abiasath (Abiasaf, VM), como en 9:19. No es
la misma persona que Asaf del 25:1, sino que es un descendiente de Coré, quien era nieto de
Coat (Núm. 16:1).
26:19. Los Coraitas: Los coritas (VM) eran de la familia de Coat (26:1 y nota).
26:20–28. Los tesoros del templo.
Los de la familia de Gersón tenían a su cargo los tesoros del tabernáculo, y después del
templo: ofrendas consagradas a Jehová, botín de guerra, vasos y otros recipientes y utensilios
de oro, etc.
26:20. Y de los Levitas, Achias: En vez del nombre propio Achias, es mejor sustituir sus
hermanos, con la LXX, y así Harvey-Jellie, Bover-Cantera, etc.
26:29–32. Los negocios fuera del santuario.
Los funcionarios mencionados en este pasaje son de la familia de Coat. Ellos hacían en todo
el país la función de “gobernadores y jueces” (v. 29). La palabra “gobernadores” es
schoterim, escribas. Además, es probable que cobraron impuestos y diezmos (comp. Neh.
11:16).
27:1–34. Organización política del reino.

LXX La Septuaginta, versión griega antigua del Antiguo Testamento.

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Este pasaje contiene un informe sobre la organización política, lo que lógicamente sigue el
informe sobre la organización religiosa.
27:1–15. Los doce capitanes del ejército.
El ejército era dividido en doce divisiones. Cada división tenía veinticuatro mil hombres.
Cada división era responsable para prestar servicio un mes al año.
27:16–22. Los doce príncipes de las tribus.
Aun en el período de la monarquía, el gobierno local persistía bajo sus aspectos internos de
cada tribu. La tribu tenía un “príncipe” que era el anciano principal, o el jefe, de la tribu. De
la lista de nombres de las tribus de Israel faltan aquí los de Aser y Gad, aunque no se sabe
por qué. El número de doce tribus se hace contando los levitas, y contando Efraim como una
tribu y Manasés como dos (Manasés occidental y oriental), con un total de tres tribus para
José.
27:25–31. Los doce mayordomos de las propiedades reales.
Es evidente que David poseía extensas propiedades en todo el país, las que estaban al cargo
de doce mayordomos. Estas propiedades el rey las pude haber conseguido de muchas
maneras: Cada vez que se conquistaba un pueblo y se saqueaba una ciudad, el rey recibía su
parte del botín. Cuando se confiscaban los bienes de algún ciudadano, por haber cometido
traición, o algún crimen, una parte de éstos eran para el rey. Además, el rey, como todo
ciudadano, negociaba, y sus mayordomos tenían a su cargo estos negocios.
27:32–34. El gabinete del rey.
Tenemos en este pasaje una lista de las personas que en distintas épocas formaban parte del
gabinete personal de David. El lugar de Ahitofel fue tomado, después del suicidio de éste,
por Joiada.
28:2–8. Discurso de inauguración de David en la coronación de Salomón.
El discurso que pronunció David, en la ocasión de la inauguración de Salomón como rey de
Israel, se relacionaba con el templo.
28:11, 12. Planos del templo.
David había trazado cuidadosamente los planos del edificio.
28:13. Ordenes del ministerio.
Estas órdenes se describen en los capítulos 23–26.
28:14–18. El oro para la construcción.
Es evidente que David había hecho extensos preparativos para la edificación del templo.
28:19. Origen divino del plan.
Los planes venían por la inspiración de Dios.
29:6–9. Contribución de los príncipes.
Las familias principales de las tribus, gente adinerada, habían hecho extensas contribuciones.
29:22. La investidura del reino a Salomón: Véase la nota de 1 Reyes 1:39.
(VI) REINADO DE SALOMON
1 R. 2:12–11:43 2 C. 1:1–9:31
Quizás durante el reinado de Salomón la nación de Israel llegó al mayor apogeo de su gloria.
La sabiduría del rey acrecentó su fama. La enorme riqueza que poseía, y que dedicaba en
gran parte a las prodigiosas obras públicas que levantaba, también extendía su renombre.
En gran parte su éxito se debía a que llegó al trono bajo condiciones favorables. Las
actividades de dos reyes enérgicos y vigorosos le precedían. Tanto Saúl como David habían
llevado a cabo campañas extensas para deshacer la fuerza militar de los vecinos, enemigos
tradicionales de Israel. Cuando Salomón llegó al trono, el pueblo prosperaba y sentíase

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satisfecho. Los límites del reino en ese entonces habían alcanzado su mayor extensión, más
que la que habían tenido en toda su historia, esto también se debía a la energía y valor de
David.
Salomón hizo alianzas matrimoniales con Egipto y con Fenicia que sirvieron para guardar la
paz con estos vecinos. Especialmente con este último país sostenía relaciones comerciales.
De muchas maneras extendió el comercio del país a diversas regiones. Toda esta actividad
comercial mejoraba la economía del país. Salomón perseguía una política que favorecía a los
israelitas sobre los pueblos súbditos del país (los amorreos, etc.), lo que sería del agrado de
la mayoría de los habitantes, que eran israelitas.
Pero, con todo, Salomón cometió ciertos errores que fueron fatales para la buena
administración de la nación. Entre éstos puede mencionarse la idolatría. El rey permitió que
sus esposas conservaran las religiones de sus países. Hizo que se les edificaran templos, y
dejó en Jerusalén un politeísmo que debe haber ejercido una influencia perniciosa en la vid
a religiosa del pueblo. Fue este error el que determinó la división del reino en dos partes,
como Ahías el profeta lo anunció a Jeroboam (1 R. 11:29–39).
El pesado programa de edificación que durante muchos años realizó Salomón, trajo al final
la ruina económica del país, con el consecuente descontento del pueblo. El asunto acerca de
los impuestos fue tratado en la entrevista que Roboam tuvo con los emisarios de Israel y
Jeroboam.
Durante el reinado de Salomón hubo paz con los vecinos, pero no fue una paz permanente ni
sana. Salomón no había tenido preparación ni experiencia en la guerra. Podemos decir que
esto fue algo que David descuidó en la preparación de su hijo para el trono. Por eso, nunca
se interesó en el aspecto militar de su reino. Donde su padre David hubiera previsto la
amenaza de Adad en Edom y Rezón en Siria, y hubiera formado un ejército para salir a
destruir aquella amenaza, Salomón no hizo nada.
He hecho un resumen de algunos de los factores buenos y de los débiles en el reinado de
Salomón. En las notas que siguen se señalarán otros factores.
A. BOSQUEJO DEL REINADO DE SALOMON
1 R. 2:12–11:43. 2 Cr. 1:1–9:31.
(A) PERIODO DE FORTALECIMIENTO.
1 R. 2:12–4:34. 2 Cr. 1:1–17.
1. Destrucción de los enemigos de Salomón.
1 R. 2:12–46.
i. Ejecución de Adonías.
1 R. 2:12–25.
a. Adonías visita a Batseba para que ésta pida al rey a Abisag.
1 R. 2:12–18.
b. La petición de Batseba a Salomón, y la decisión de éste de ejecutar a Adonías.
1 R. 2:19–24.
c. Ejecución de Adonías.
1 R. 2:25.
ii. Deposición de Abiatar.
1 R. 2:26, 27.
iii. Ejecución de Joab.
1 R. 2:28–34.
iv. Nombramiento de un general y de un sumo sacerdote.

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1 R. 2:35.
v. Ejecución de Simei.
1 R. 2:36–46.
a. Simei es limitado a Jerusalén.
1 R. 2:36–40.
b. Proceso y ejecución de Simei.
1 R. 2:41–46.
2. Piedad y sabiduría de Salomón.
1 R. 3:1–28. 2 Cr. 1:1–13.
i. La alianza matrimonial con Egipto.
1 R. 3:1.
ii. Los sacrificios en Gabaón.
1 R. 3:2–4. 2 Cr. 1:1–6.
iii. La visión en Gabaón.
1 R. 3:5–14. 2 Cr. 1:7–12.
a. La oferta de Dios de conceder a Salomón lo que quiera.
1 R. 3:5. 2 Cr. 1:7.
b. Salomón pide sabiduría.
1 R. 3:6–9. 2 Cr. 1:8–10.
c. A Salomón se le concede su petición.
1 R. 3:10–14. 2 Cr. 1:11, 12.
iv. Salomón regresa a Jerusalén.
1 R. 3:15. 2 Cr. 1:13.
v. El caso de las dos rameras.
1 R. 3:16–28.
3. Funcionarios de Salomón.
1 R. 4:1–19.
i. Prefacio. Firmeza de Salomón en su reino.
1 R. 4:1.
ii. Los príncipes, o consejeros principales de Salomón.
1 R. 4:2–6.
iii. Los cobradores de los impuestos reales.
1 R. 4:7–19.
4. Grandeza y riqueza de Salomón.
1 R. 4:20–34. 2 Cr. 1:14–17.
i. Paz y prosperidad del pueblo.
1 R. 4:20, 25.
ii. La extensión del reino de Salomón.
1 R. 4:21, 24.
iii. Las provisiones abundantes de Salomón.
1 R. 4:22, 23.
iv. Las fuerzas militares de Salomón y su organización.
1 R. 4:26–28. 2 Cr. 1:14.
v. La riqueza y las operaciones comerciales de Salomón.
2 Cr. 1:15–17.
vi. La sabiduría de Salomón.
1 R. 4:29–34.

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(B) PERIODO DE EDIFICACION.


1 R. 5:1–8:66. 2 Cr. 2:1–7:10.
1. Preparativos para la edificación del templo.
1 R. 5:1–18. 2 Cr. 2:1–18.
i. Decisión de Salomón de edificar el templo y el palacio.
2 Cr. 2:1.
ii. Organización de los conjuntos de obreros.
2 Cr. 2:2.
iii. La alianza con Hiram.
1 R. 5:1–12. 2 Cr. 2:3–16.
a. Referencia al respeto que Hiram sentía por David.
1 R. 5:1.
b. La carta de Salomón a Hiram.
1 R. 5:2–6. 2 Cr. 2:3–10.
(1). Expresión de su propósito para edificar.
1 R. 5:2–5. 2 Cr. 2:3–6.
(2). Petición de hombres y materiales.
1 R. 5:6. 2 Cr. 2:7–10.
c. Respuesta favorable de Hiram.
1 R. 5:7–9. 2 Cr. 2:11–16.
d. Envío de hombres y materiales.
1 R. 5:10–12.
iv. El impuesto nacional para hacer la obra.
1 R. 5:13, 14.
v. Censo de los extranjeros y obreros para la edificación.
1 R. 5:15, 16. 2 Cr. 2:17, 18.
vi. Preparación de la piedra y la madera para la obra.
1 R. 5:17, 18.
2. Descripción del templo.
1 R. 6:1–38. 2 Cr. 3:1–14.
i.Prefacio: Fecha del principio de la edificación del templo.
1 R. 6:1. 2 Cr. 3:1, 2
ii. Medidas del templo.
1 R. 6:2–10. 2 Cr. 3:3, 4.
a. Medidas generales del edificio.
1 R. 6:2. 2 Cr. 3:3.
b. El pórtico.
1 R. 6:3. 2 Cr. 3:4.
c. Las ventanas.
1 R. 6:4.
d. Los aposentos y las cámaras.
1 R. 6:5, 6.
e. Las piedras acabadas.
1 R. 6:7.
f. El aposento de en medio.
1 R. 6:8.

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g. Los artesonados de cedro.


1 R. 6:9.
h. El aposento en derredor de toda la casa.
1 R. 6:10.
iii. El pacto de Dios con Salomón.
1 R. 6:11–13.
iv. Detalles generales sobre el arreglo de la casa.
1 R. 6:14–19. 2 Cr. 3:5–7.
v. El santuario.
1 R. 6:20–22. 2 Cr. 3:8, 9.
vi. Los querubines.
1 R. 6:23–28. 2 Cr. 3:10–13.
vii. El velo.
2 Cr. 3:14.
viii. Materiales preciosos de que estaba hecho el templo.
1 R. 6:29–36.
ix. Fecha en que se empezó y se terminó el templo.
1 R. 6:37, 38.
3. Edificios reales.
1 R. 7:1–12.
i. El palacio.
1 R. 7:1.
ii. La casa del bosque del Líbano.
1 R. 7:2–5.
iii. El pórtico de columnas.
1 R. 7:6.
iv. El pórtico del trono.
1 R. 7:7.
v. El palacio del rey y el de la reina.
1 R. 7:8.
vi. Las piedras usadas en la construcción.
1 R. 7:9–11.
vii. Los atrios.
1 R. 7:12.
4. Muebles y vasos del templo.
1 R. 7:13–51. 2 Cr. 3:15–5:1.
i. Llegada del artesano Hiram.
1 R. 7:13, 14.
ii. Las dos grandes columnas y sus capiteles.
1 R. 7:15–22. 2 Cr. 33:15–17.
iii. El altar de bronce.
2 Cr. 4:1.
iv. El mar de fundición.
1 R. 7:23–26. 2 Cr. 4:2–5.
v. Las diez fuentes.
1 R. 7:27–39. 2 Cr. 4:6.
vi. Los diez candelabros.

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2 Cr. 4:7.
vii. Las diez mesas.
2 Cr. 4:8.
viii. El atrio de los sacerdotes.
2 Cr. 4:9.
ix. Posición del mar.
2 Cr. 4:10.
x. Herramientas y vasos de menor importancia.
1 R. 7:40a. 2 Cr. 4:11a.
xi. Resumen de la obra de Hiram el artesano.
1 R. 7:40b–47 2 Cr. 4:11b–18.
xii. Lista de los objetos de oro para el interior del templo.
1 R. 7:48–51. 2 Cr. 4:19–5:1.
5. Dedicación del templo.
1 R. 8:1–66. 2 Cr. 5:2–7:10.
i. Convocación de Israel.
1 R. 8:1, 2. 2 Cr. 5:2, 3.
ii. El arca es llevada al templo.
1 R. 8:3–9. 2 Cr. 5:4–10.
iii. La nube de la gloria de Jehová en el templo.
1 R. 8:10, 11. 2 Cr. 5:11–14.
iv. Discursos dedicatorios de Salomón.
1 R. 8:12–61. 2 Cr. 6:1–42.
a. Afirmación de Salomón de que ha hecho como Jehová mandó.
1 R. 8:12, 13. 2 Cr. 6:1, 2.
b. Discurso de bendición al pueblo.
1 R. 8:14–21. 2 Cr. 6:3–11.
c. La oración de dedicación.
1 R. 8:22–53. 2 Cr. 6:12–42.
(1) Lugar donde estuvo el rey para orar.
1 R. 8:22. 2 Cr. 6:12, 13.
(2) Oración por la verificación de la promesa a David.
1 R. 8:23–26. 2 Cr. 6:14–17.
(3) Súplica para que el gran Dios bendiga al pueblo que ore en su templo.
1 R. 8:27–30. 2 Cr. 6:18–21.
(4) Ejemplos en que se pide la contestación de Dios a las oraciones.
1 R. 8:31–51. 2 Cr. 6:22–39.
(i). El caso de un juramento injustificado.
1 R. 8:31, 32. 2 Cr. 6:22, 23.
(ii) El caso del fracaso en la guerra a causa del pecado.
1 R. 8:33, 34. 2 Cr. 6:24, 25.
(iii) La sequía.
1 R. 8:35, 36. 2 Cr. 6:26, 27.
(iv) El hambre u otra plaga en la tierra.
1 R. 8:37–40. 2 Cr. 6:28–31.
(v) La oración del extranjero.
1 R. 8:41–43. 2 Cr. 6:32, 33.

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(vi) La guerra.
1 R. 8:44, 45. 2 Cr. 6:34, 35.
(vii) La cautividad.
1 R. 8:46–51. 2 Cr. 6:36–39.
(5) Conclusión de la oración.
1 R. 8:52, 53. 2 Cr. 6:40–42.
c. La bendición del pueblo.
1 R. 8:54–61.
v. Decenso del fuego del cielo y la gloria de Jehová.
2 Cr. 7:1–3.
vi. Los sacrificios y la fiesta.
1 R. 8:62–65. 2 Cr. 7:4–9.
vii. Despedida del pueblo.
1 R. 8:66. 2 Cr. 7:10.
(C) GRANDEZA DE SALOMON.
1 R. 9:1–10:29. 2 Cr. 7:11–9:28.
1. Segundo aparecimiento de Dios a Salomón.
1 R. 9:1–9. 2 Cr. 7:11–22.
2. Ciudades de Salomón.
1 R. 9:10–28. 2 Cr. 8:1–18.
i. Las ciudades de Cabul.
1 R. 9:10–14. 2 Cr. 8:1, 2.
ii. Las ciudades reedificadas.
1 R. 9:15–19. 2 Cr. 8:3–6.
iii. Labor de los cananeos.
1 R. 9:20–23. 2 Cr. 8:7–10.
iv. El palacio de la reina.
1 R. 9:24. 2 Cr. 8:11.
v. Holocaustos y ofrendas de Salomón.
1 R. 9:25. 2 Cr. 8:12, 13.
vi. Constitución del ministerio levita.
2 Cr. 8:14–16.
vii. Relaciones comerciales de Salomón.
1 R. 9:26–28. 2 Cr. 8:17, 18.
3. Fama, riqueza, y gloria de Salomón.
1 R. 10:1–29. 2 Cr. 9:1–28.
i. La visita de la reina de Seba.
1 R. 10:1–13. 2 Cr. 9:1–12.
ii. Las rentas en oro de Salomón.
1 R. 10:14, 15. 2 Cr. 9:13, 14.
iii. Los escudos de oro.
1 R. 10:16, 17. 2 Cr. 9:15, 16.
iv. El trono de marfil.
1 R. 10:18–20. 2 Cr. 9:17–19.
v. Devaluación de la plata en el reinado de Salomón.

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1 R. 10:21. 2 Cr. 9:20.


vi. La armada de Salomón.
1 R. 10:22. 2 Cr. 9:21.
vii. La gloria de Salomón.
1 R. 10:23–29. 2 Cr. 9:22–28.
(D) DECLINACION DE SALOMON.
1 R. 11:1–43. 2 Cr. 9:29–31.
1. Alianzas matrimoniales de Salomón y su idolatría.
1 R. 11:1–13.
i. Sus matrimonios.
1 R. 11:1–3.
ii. Su idolatría.
1 R. 11:4–10.
iii. Salomón es reprendido por Jehová.
1 R. 11:11–13.
2. Adversarios de Salomón.
1 R. 11:14–40.
i. Adad.
1 R. 11:14–22.
ii. Rezón.
1 R. 11:23–25.
iii. Jeroboam.
1 R. 11:26–40.
a. Obra de Jeroboam en Millo.
1 R. 11:26–28.
b. Encuentro de Jeroboam con Ahías. Profecía de la rotura del reino.
1 R. 11:29–39.
c. Huída de Jeroboam a Egipto.
1 R. 11:40.
3. Fin del reinado de Salomón.
1 R. 11:41–43. 2 Cr. 9:29–31.
B. NOTAS SOBRE EL REINADO DE SALOMON
1 R. 2:12–11:43 2 Cr. 1:1–9:31
En la presentación de las notas sobre el reinado de Salomón, divido en dos partes la
exposición, de acuerdo con los dos informes que hay en la Biblia sobre dicho reinado: el del
primer libro de Reyes (2:12–11:43), y el del segundo libro de las Crónicas (1:1–9:31).
(A) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL PRIMER LIBRO DE REYES
TOCANTE AL REINADO DE SALOMON
1 R. 2:12–11:43
2:12–13. Adonías visita a Batseba para suplicarle que pida al rey a Abisag.
Adonías no perdió la esperanza de que llegaría a ser rey. La petición suya respecto a Abisag
fue una forma de pretender el trono, porque ella, aunque no había sido la reina, había ocupado
una posición igual a la de una concubina en el harén del rey.
2:13. Adonía … vino a Bath-sheba madre de Salomón: La posición de la reina madre era de
mucha importancia en un reino oriental, más que la de una reina. Además, parece que aún no

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había reina, aunque Salomón probablemente tenía esposa y concubinas, según las costumbres
orientales. Después, se casó con una princesa egipcia, la hija de Psinakhes, o Psusennes II,
último rey de la dinastía vigésima primera, (K y D, Baehr, etc.), a quien hizo reina (3:1), lo
cual sabemos porque edificó para ella un palacio como el suyo (7:8).
2:15. Por Jehová era suyo: Adonías primero asevera que el reino había sido suyo, y ahora
admite que ya pertenecía a Salomón por disposición de Jehová. En realidad lo dicho primero
representa su verdadero pensamiento mientras que lo segundo es una aceptación piadosa para
impedir que se despierten sospechas en la mente de Batseba acerca del verdadero motivo que
perseguía.
2:18. Y Bath-sheba dijo: Bien; yo hablaré por ti al rey: Batseba se ha de haber sentido
favorecida y lisonjeada por cuanto el joven príncipe le pedía un favor. Ella no ha de haber
visto las implicaciones políticas de la petición de Adonías.
2:22. Demanda también para él el reino: Salomón ve claramente el peligro en dar a Abisag
a Adonías, y discierne el motivo detrás de la petición. Adonías tenía tres cosas a su favor: era
el hermano mayor; tenía a Abiatar, uno de los dos sumos sacerdotes; tenía a Joab, el hombre
más fuerte del reino. Si luego le daban a Abisag, que había pertenecido al harén del rey David,
no le faltaba más para ser rey.
2:24. Adonía morirá hoy: Salomón obra enérgicamente al considerar la traición que su
hermano se propone.
2:25. Salomón envió por mano de Benaía … el cual dio sobre él, y murió: La muerte de
Adonías debe ser considerada como una ejecución. Adonías se proponía efectuar una
traición; sus propósitos estaban bien comprobados. Salomón lo hizo ejecutar. Si nos parece
fea la conducta de Salomón, debemos recordar que él corría un verdadero peligro, lo mismo
que su madre (y quizás sus esposas e hijos, si es que ya los tenía): Adonías tenía mucha
influencia en el reino, y mientras él viviera, el reino de Salomón no estaría seguro. Tarde o
temprano se suscitaría una rebelión sangrienta que podía ocasionar la muerte de muchos de
los seguidores fieles de Salomón, y aun de Salomón mismo, y de su madre. Fue una cosa
hecha por conservación propia y de su reinado, y de sus amigos y seres queridos.
2:26. Y a Abiathar sacerdote dijo el rey: … eres digno de muerte: Abiatar apoyó a Adonías
cuando éste se rebeló antes de la muerte de David. Es probable que esta vez también Abiatar
haya respaldado a Adonías en su pretensión por la mano de Abisag, aunque no se dice nada
al respecto en el texto. Todo esto fue una traición, y por esto era digno de muerte. Pero existía
un principio por el cual no se podía ejecutar a los sacerdotes. Así que Abiatar solamente fue
depuesto del sumo sacerdocio, y desterrado a sus tierras en Anatot.
2:27. Así echó Salomón a Abiathar … para que se cumpliese la palabra de Jehová que había
dicho sobre la casa de Eli en Silo: Abiatar era nieto de Ahitob (1 Sam. 22:20), que era nieto
de Elí (1 Sam. 14:3). La profecía sobre la expulsión de la casa de Elí se halla en 1 Sam. 2:27–
36. Véanse las notas sobre 1 Sam. 2:27, 30, 31–34, 33.
2:28–34. Muerte de Joab.
Después de tantos años de matar por traición, Joab recibe el fruto de sus hechos. El refugio
en el tabernáculo protegía al acusado para que éste pudiese ser procesado debidamente. Así
el vengador de sangre no lo tomaba y mataba sin que los jueces juzgaran el caso y dieran su
fallo. Al rehusar Joab abandonar el tabernáculo, diciendo que allí moriría, Salomón dijo que
Joab se había sentenciado a sí mismo, y dio orden a Benaya para que procediera a ejecutarlo.

K y Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.

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2:35. Y el rey puso en su lugar a Benaía: Benaya toma el lugar de Joab como general del
ejército, y Sadoc queda solo a cargo del sumo sacerdocio, sin Abiatar, que fue depuesto y
desterrado. Algunos creen que el origen del vocablo saduceo, nombre de un partido político-
religioso de los sacerdotes del tiempo de Jesús, se deriva del nombre Sadoc, de quien fueron
descendientes los sumos sacerdotes en épocas posteriores.
2:36–46. Ejecución de Simei.
Salomón recluye a Simei a los límites de Jerusalén. Pero cuando dos siervos de Simei se
fugan, éste sale a buscarlos a Filistia, y cuando regresa es procesado y ejecutado por el general
Benaya.
3:1. Tomó la hija de Faraón: Como hemos dicho ya, la princesa egipcia llegó a ser reina
(véase la nota del 2:13).
3:2, 3. El pueblo sacrificaba en los altos: Este pasaje se refiere a los lugares altos, o
montañas, sitios naturales para el culto. Algunos eran sitios dedicados al culto idólatra. Desde
la época de los jueces y hasta en tiempos de edificación del templo, diferentes lugares en
épocas distintas fueron usados como lugares de culto.
3:4. E iba el rey a Gabaón: En la época de la ascensión de Salomón al trono, el lugar principal
en los altos era Gabaón.
3:5–14. La visión en Gabaón.
Esta es la primera visión que tuvo Salomón. El joven rey revela su buena inteligencia innata
al no pedir riquezas, ni larga vida, ni la exterminación de sus enemigos (v. 11), sino sabiduría
para juzgar al pueblo de Dios. Por esta decisión, Dios le concede su petición y también las
otras cosas que, como rey, le hacían falta (vs. 12, 13), con la promesa del alargamiento de
sus días, si él andaba en los caminos de Dios.
3:7. Yo soy mozo pequeño, etc.: La humildad de Salomón es manifestada.
3:9. ¿Quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?: Salomón reconoce la grandeza de
la tarea, y frente a tamaña tarea admite su insuficiencia, y su dependencia de Dios.
3:15. Vino a Jerusalem, y presentóse delante del arca del pacto: El arca ya estaba en
Jerusalén, en una tienda que David había hecho allí. Véase la nota de 2 Sam. 6:17.
3:16–28. El caso de las dos rameras.
El caso de las dos rameras es una ilustración de la sabiduría de Salomón. El rey basó su
procedimiento en el hecho de que la verdadera madre preferiría no ver más a su hijo antes
que verlo muerto, mientras que el corazón falso de la que fingía ser su madre, preferiría ver
perder a la otra a su hijo, como ella había perdido el suyo, aunque las dos se quedaran sin el
niño. Al leer este relato sencillo, uno se impresiona al ver que verdaderamente “había en él
sabiduría de Dios.”
4:4. Sadoc y Abiathar eran los sacerdotes: Durante un breve tiempo al principio del reinado
de Salomón, Abiatar siguió ocupando el sumo sacerdocio juntamente con Sadoc, hasta que
fue destituído por participar en la conspiración de Adonías.
4:7–19. Los cobradores de los impuestos reales.
Los hombres mencionados en este pasaje tenían el deber de cobrar los impuestos reales
(comp. K y D).
4:20, 25. Judá e Israel eran muchos … comiendo y bebiendo y alegrándose: Estos versículos
presentan el cuadro de paz y de prosperidad que prevalecían al principio del reinado de
Salomón. Es muy distinto el cuadro al final de su reinado, cuando los pesados impuestos y el

comp. compárese; compárense.

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trabajo habían hecho imposible la vida del pueblo, y fue fácil que un Jeroboam ocasionara
un rompimiento entre Israel y Judá.
4:21. Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos, etc.: Bajo el régimen de Salomón el reino
alcanzó su más grande extensión en toda la historia de los hebreos. En el oeste su límite era
el Mediterráneo. En el sur se extendió hasta las fronteras de Egipto, abarcando a Arabia. En
el este se extendió hasta el río Eufrates, e incluía a todos los países de esta región, en su
mayor parte pequeños reinos tributarios de Israel. En el norte los límites del país se
extendieron más allá de Damasco, hasta las fronteras del imperio asirio.
Esta gran extensión del imperio de Salomón se debe a dos cosas: (1) Las actividades guerreras
de Saúl y de David, que habían dominado a los pueblos vecinos. (2) La relativa decadencia
en el siglo décimo a. de J. C., de los dos grandes pueblos que entre sí disputaban el dominio
del territorio que yacía entre sus reinos: Egipto y Asiria.
4:22, 23. Y la despensa de Salomón era cada día, etc.: El número de personas que constituían
la corte de Salomón debe haber sido muy grande. La familia real ascendía a setecientas
esposas y trescientas concubinas, con los hijos de éstas. Se calcula que las provisiones
mencionadas en este pasaje eran suficientes para alimentar a unas cuatro o cinco mil personas
(Barnes).
4:26. Tenía además de esto Salomón cuarenta mil caballos en sus caballerizas: La VM dice
“cuarenta mil pesebres,” que es mejor, y así traduce Scío. Comp. 1 Reyes 10:26, y 2 Crón.
1:14, que dicen “mil cuatrocientos carros,” y 2 Crón. 9:25 que dice “cuatro mil caballerizas.”
Los pasajes son paralelos, porque en cada caso se mencionan doce mil jinetes. Según la
traducción mejor de la VM, hay una aparente contradicción entre 1 R. 4:26, “cuarenta mil
pesebres,” y 2 Crón. 9:25, “cuatro mil pesebres.” Esto se explica en que en el transcurso del
tiempo, al ser copiado el texto de un manuscrito a otro, es fácil que hayan sido cambiados
por los copistas (y así explican Clarke, y Barry). También podría ser que cada pasaje
representa una distinta época de Salomón; en una época tenía cuatro mil, en otra época
cuarenta mil. Pero el hecho de que hay un número “4” en cada caso hace fácil un pequeño
cambio en el texto.
Debe advertirse que estaba prohibido a los reyes hebreos la cría de caballos. Véanse Deut.
17:16 y nota, Tomo I.
4:32. Y propuso tres mil parábolas, etc.: Aquí se refiere a proverbios (K y D, Bahr, etc.). Sin
duda muchos de los proverbios de Salomón se hallan en nuestro libro canónico de Proverbios.
4:33. También disertó de los árboles … de los animales, etc.: Los símiles y las metáforas que
se hallan en los proverbios de Salomón, los obtenía del reino animal y vegetal (comp. Prov.
26:2, 3; 27:8; 28:15; etc.).
5:1. Hiram rey de Tiro … había siempre amado a David: Los fenicios eran un gran pueblo
comercial. Más les convenía negociar con un pueblo que pelear con ellos. Puesto que David
había peleado constantemente con los sirios, a Salomón le convenía también tener una alianza
con Hiram, el rey de Tiro. Tiro era la ciudad principal de la confederación de las ciudades de
Fenicia.
5:2–6. La carta de Salomón a Hiram.
Con el gran proyecto de edificación que tenía Salomón, convenía reanudar el tratado con el
pueblo comercial de Fenicia.

a. antes (en fechas).


J. Jesucristo (en fechas).
VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

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5:9. La pondré en balsas por la mar hasta el lugar que tú me señalares: En 2 Crón. 2:16 hay
una referencia que especifica que hasta Joppe habían de ser llevadas las maderas. El
transporte por vía marítima era típico de los fenicios, que era un pueblo marítimo. Comp. Es.
3:7. Desde Joppe hasta Jerusalén deben haber sido llevados los troncos, siendo arrastrados
por mulos y hombres.
5:13, 14. Salomón impuso tributo a todo Israel: El impuesto (que exigía que los hombres
trabajaran un mes cada tres meses en el Líbano) fue demasiado para el pueblo y fue una de
las causas del descontento en una época posterior.
6:1–38. Descripción del templo.
La descripción del templo es difícil. Los hebreos no eran arquitectos y emplearon a un fenicio
para que trazara los planos (Hiram: Véase 7:13, 14 y nota). Tampoco se incluye en la Biblia
una descripción técnica sobre la obra realizada. Probablemente el templo debe haber reflejado
la influencia de la arquitectura egipcia, puesto que Salomón tenía una esposa egipcia, y el
arquitecto de Hiram era fenicio; los fenicios habían sido influídos en su arquitectura por los
egipcios (comp. Barnes).
Aunque no podemos estar seguros en cuanto a la forma del templo, en general seguía el
siguiente plano: Alrededor había un muro exterior que rodeaba los atrios interiores. Los dos
atrios exteriores eran: el de Israel, donde adoraba la congregación; y más adentro, el atrio de
los sacerdotes, que rodeaba el santuario, donde desempeñaban sus funciones los sacerdotes
en el culto. Véanse 2 Crón. 4:9 y su nota; K y D, etc. Estos atrios no tenían techo. El santuario,
que sí tenía techo, constaba de dos partes: el lugar santo; y el lugar santísimo, donde estaba
el arca del pacto y donde el sumo sacerdote entraba una vez por año. Otros detalles se
presentarán en las notas que siguen.
6:1. El año cuatrocientos ochenta … comenzó a edificar la casa de Jehová: Este período se
extiende desde el año 1446 fecha del éxodo, hasta el 966, fecha en que se empezó el templo.
6:2. La casa … tuvo sesenta codos de largo y veinte de ancho, y treinta codos de alto: El
codo era de 45 centímetros, o 52.5 centímetros. Véase la nota sobre Gén. 6:15, Tomo I. El
más largo, el codo sagrado, de 52.5 centímetros, es probablemente el que se indica aquí,
puesto que 2 Crón. 3:3 dice “por la medida antigua” (traducción de la VM. que es mejor).
Las medidas que se dan aquí incluyen sólo el templo, es decir, el santuario. Son las medidas
interiores, como el 6.20 indica (Barnes, Skinner). El lector puede ver que no era muy grande.
Su largo era de unos 31.5 metros, su ancho de 10.5 metros, y su alto de 15.75 metros,
aproximadamente. Las medidas externas serían más grandes. Fue la perfección artística, de
este edificio, y no el tamaño, lo que hizo de él una de las siete maravillas del mundo antiguo.
6:3. El pórtico delante del templo, etc.: Se extendía este pórtico a lo largo del frente del
templo, es decir, del santuario, o sea, 10.5 metros. Se extendía adentro 15 codos, o 7.875
metros, aproximadamente. Su alto, según 2 Crón. 3:3, 4 (véase nota) era de 120 codos, cuatro
veces más que el templo, o sea, 63 metros.
6:5, 6. Aposentos: Esto es, pisos. Había tres pisos (6:8), los que eran divididos en cámaras,
que servían a distintas funciones en el culto del templo para guardar utensilios, vasos,
cuchillos, ropa de los sacerdotes, objetos sagrados, botín consagrado a Jehová, obsequios de
los adoradores, etc. Algunas de estas cámaras servían para las reuniones de concilios,
departamentos de sacerdotes, etc., (comp. 1 Crón. 9:27).
6:7. Fabricáronla de piedras que traían ya acabadas: Véanse Ex. 20:25 y su nota, Tomo I.
6:9. Materiales de la casa.
El templo era de piedra y de madera de cedro, olivo, y ciprés, así como de metales preciosos
y comunes: oro, plata, bronce, hierro.

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6:10. Arreglo y altura de las cámaras.


La cadena de cámaras rodeaba toda la casa central, o santuario. Cinco codos: 2.625 metros,
aproximadamente, probablemente la altura de cada cámara, o piso, y no la altura total de los
tres pisos, que sería quince codos, o 7.875 metros.
6:16. Hizo al cabo de la casa un edificio de veinte codos: La casa se refiere al santuario
(lugares santo y santísimo), y el edificio es el lugar santísimo, o sea, el oráculo, que se hallaba
al cabo, es decir, atrás. La traducción de la VM es más literal y más exacta, (comp. K y D).
6:20–22. El oráculo: El lugar santísimo; era un cubo: 10.5 metros de ancho, de largo, y de
alto. El lugar santísimo estaba hecho de piedra, cubierta de cedro, y luego de oro.
6:23–28. Los querubines.
Los querubines eran de madera de olivo. En el tabernáculo habían sido de oro (Ex. 25:18).
Los querubines de Salomón tenían una altura de 5.25 metros, y sus dos alas una extensión de
5.25 metros. Siendo el lugar santísimo de 10.5 metros de alto, estos querubines tocaban las
paredes de cada lado, y se tocaban mutuamente el uno al otro. Estos querubines simbolizaban
que la entrada a la presencia de Dios estaba cerrada por el pecado; ellos estaban de guardia
para que nadie entrase. Véanse las notas sobre Gén. 3:21–24 y Ex. 25:18–20, Tomo I.
6:37, 38. Ziph: Aproximadamente el mes de mayo. Bul: Aproximadamente el mes de
noviembre. La obra ocupó unos siete años y medio.
7:1. Después edificó Salomón su propia casa en trece años: Los trece años son el período
después de la terminación del templo. Es evidente que el templo, los palacios, y los otros
edificios formaban una mole gigantesca de construcciones.
7:2. La casa del bosque del Líbano: Este nombre no quiere decir que dicha casa estaba en el
Líbano, sino que estaba hecha de grandes columnas de cedro que habían sido traídas desde
el Líbano (comp. Terry), y que eran tan numerosas que parecían un bosque (comp. Barnes).
En vez de cinco codos de longitud, léase cien codos de longitud (VM: “cuya longitud era de
cien codos”).
El propósito de la construcción de esta casa no se sabe ciertamente. Según el 10:17, allí se
guardaban trescientos escudos de oro, que deben haber pertenecido a la guardia personal de
Salomón (comp. 14:27). Probablemente este edificio servía para la convocación de grandes
grupos de personas, y así afirma Josefo (Ant. VIII. v. 2), aunque Baehr cree que servía
mayormente de armario.
7:6. Hizo un pórtico de columnas: Este pórtico era una gran sala que probablemente servía
de lugar de espera para los que buscaban audiencia con el rey (comp. Skinner).
7:7. Hizo asimismo el pórtico del trono: Este pórtico era una gran sala donde Salomón
juzgaba los casos que se le presentaban.
7:8. Había otro atrio dentro del pórtico: Según esta traducción, el otro atrio parece haber
estado dentro del palacio de Salomón. Pero parece más probable que se refiere a un atrio
privado en el cual estaba el palacio del rey (y así creen Barnes, y Skinner). El palacio de la
reina, la esposa principal, estaba cerca del palacio de Salomón, y formaba parte de todo el
conjunto de edificios.
7:9. Todas aquellas obras fueron de piedras de precio, cortadas y aserradas con sierras: Las
piedras calizas de Palestina son blandas, y fácilmente podían ser cortadas con sierras. Para
los edificios de Jerusalén eran cortadas según las medidas, es decir, para que fuesen puestas
en los lugares que les correspondían en el edificio, según el plano.

Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.

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7:10. Piedras de diez codos, y de piedras de ocho codos: Estas piedras eran inmensas. Eran
cubos, algunos de los cuales tenían 5:25 metros en cada lado, y otras tenían 4.2 metros. En
las ruinas incaicas del Perú hay piedras de unos 11.6 metros por 5.5 por 1.8 (Prescott, Peru,
Vol. I, pág. 37). Dicen que en Jerusalén en tiempos modernos se han hallado tales piedras
como las que se describen aquí (Jamieson). Pensando en el trabajo de mover semejantes
megalitos desde las canteras hasta la ciudad, vemos la necesidad del gran número de hombres
que empleaba Salomón en sus obras públicas.
7:12. El gran atrio alrededor: Todo el conjunto de edificios, incluso el templo y los palacios,
estaba rodeado de un atrio llamado el gran atrio, cercado por un muro (Baehr; ISBE, artículo
Temple; etc.).
7:13, 14. Hiram: Este hombre no ha de ser confundido con el rey de Tiro del mismo nombre,
el gran amigo de David y Salomón. Este hombre fue un ciudadano común, hijo de una
israelita y un fenicio, un artesano que trajo Salomón para que ayudara en la obra del templo.
7:15. Y vació dos columnas de bronce: Formó, hizo. Algunos han supuesto que estas
columnas eran obeliscos, pero sin base para su conjetura. La medida de treinta y cinco codos
que se da en 2 Crón. 3:15 podría ser la medida combinada (y aproximada) de ambas columnas
(Jamieson), aunque K y D, Baehr, etc., suponen un cambio del número 18 en 35 allí, lo que
es más probable.
7:21. Estas columnas erigió en el pórtico del templo: Las dos columnas estaban en frente del
templo (2 Crón. 3:17), en el pórtico, una a cada lado. Tenían también nombres: Jachin, que
significa él afirmará; y Boaz, que quiere decir en su fortaleza. Simbolizaban la firmeza del
reino de Dios (comp. Jamieson). Estas columnas fueron quebradas por los caldeos para
llevarse el bronce (2 Reyes 25:13).
7:23–26. El mar de fundición.
Este recipiente era muy grande. Tenía un diámetro de 5.25 metros y una altura de 2.675. Su
forma era la de una media naranja. Podemos calcular su tamaño, y la cantidad de agua que
en ella cabía, según la siguiente fórmula: 4.189r3 dividido por 2. El recipiente contenía pues
40,091.45 litros de agua, aproximadamente, que habría pesado como 40,091.45 kilogramos.
Esta agua era empleada por los sacerdotes en sus abluciones, para lavar los sacrificios, los
utensilios, los cuchillos y otras herramientas, el altar, y el piso del atrio donde se hacía la
matanza de animales para los sacrificios. Este gran mar, con las fuentes que la acompañaban,
se comparaba con la fuente de metal en el tabernáculo, y tenía el mismo simbolismo (véase
la nota sobre Ex. 30:17–21, Tomo 1).
7:26. Cabían en él dos mil batos: Según Kennedy (HDB, Weights and Measures), el bato
sería de 36.92 litros, pues el mar podía contener 73,840 litros. Los dos mil batos serían una
estimación, y no un cálculo matemático como el que yo he hecho (comp. Barnes). En 2 Crón.
4:5 se afirma que cabían tres mil batos, lo que sería por una confusión de las letras hebreas
que equivalían a números (y así afirman K y D, Baehr, etc.).
7:27–39. Las diez fuentes.
Las diez basas, o fuentes, tenían una forma cuadrada. Eran una especie de estuche de bronce,
con ruedas, de modo que podían ser movidas de un lugar a otro, para que el agua fuese llevada
de una parte a otra a donde hiciera falta. Su tamaño era de 2.1 metros de largo por 2.1 metros
de ancho por 1.575 metros de alto, y en cada una cabían 6,945.75 litros de agua,
aproximadamente, y el mismo número de kilogramos.

ISBE International Standard Bible Encyclopedia.


HDB Hastings, A Dictionary of the Bible.

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7:46. En tierra arcillosa: Cerca del Jordán había tierra arcillosa, en que eran hechos los
grandes moldes necesarios para fundir las diversas cosas de metal que fueron usadas en el
templo.
7:48. Un altar de oro: Se refiere al altar de incienso. Véanse la nota sobre Ex. 30:1–10, Tomo
I.
8:3–9. El arca es llevada al templo.
Véase la nota de Ex. 25:10–22, Tomo I.
8:10, 11. La nube hinchió la casa de Jehová … porque la gloria de Jehová había henchido
la casa de Jehová: La nube que llenó la casa era la Schekinah, la manifestación visible de la
presencia de Dios. Véanse las notas sobre Gén. 15:17; Ex. 16:7; 19:18. Comp. también Ex.
13:21; Ezeq. 1:4 y sig.; Lc. 2:9.
8:22–53. La oración de dedicación.
La oración de Salomón muestra su alto grado de espiritualidad. Es difícil ver cómo un hombre
que empezó tan bien, terminó tan mal. Pero su fracaso fue cansado por su interés en la
participación de los placeres de la sensualidad.
Consúltese el bosquejo detallado de este pasaje en Bosquejo del Reinado de Salomón, en el
capítulo antes que éste.
9:4. Si tú anduvieres delante de mí, etc.: Si Salomón hubiese permanecido fiel, no hubiera
ocurrido la secesión del reino en dos partes. Véase 11:11–13.
9:5. Yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre: Esto se cumplió en el reino
eterno de Cristo.
9:10–14. Las ciudades de Cabul.
En pago a Hiram por las cosas enviadas (madera, piedra, metal), Salomón prometió cederle
veinte ciudades en el norte de Palestina. Parece que no le agradaron al rey de Tiro las ciudades
que le dió el rey israelita, por lo cual Hiram les puso el nombre Cabul. Esta palabra no tiene
definición cierta. Josefo dice que fue una palabra fenicia que significa lo que desagrada (Ant.
VII. v. 3).
Entre este pasaje y 2 Crón. 8:2 hay una aparente divergencia. Aquí dice que Salomón dio a
Hiram las ciudades (v. 11), mientras que en 2 Crón. 8:2 dice, “Reedificó Salomón las
ciudades que Hiram le había dado.” Parece que la explicación está en lo siguiente: En vista
de que a Hiram no le agradaban las ciudades, éstas fueron devueltas al rey israelita, y luego
Salomón las reedificó y las restableció.
9:15. Y esta es la razón del tributo que el rey Salomón impuso para edificar la casa de
Jehová, etc.: La lista de obras públicas que sigue es amplia para explicar por qué se hizo
necesario imponer tributo sobre los naturales del país y los países tributarios circunvecinos.
9:20–23. Labor de los cananeos.
Los trabajos más arduos eran reservados para los pueblos tributarios: los cananeos dentro de
la tierra de Palestina, y los extranjeros de afuera, mientras que las posiciones más honrosas
eran de los israelitas.
9:26–28. Relaciones comerciales de Salomón.
Este pasaje sirve para resaltar las extensas relaciones comerciales de Salomón. Dónde se
hallaba Ophir, no se sabe; se ha conjeturado que estaba en India (Josefo, Ant., VIII. vi. 4), en
Africa, o en Arabia.
10:1–13. La reina de Seba.

sig. siguiente versículo, o siguiente página.

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Quizás el huésped más notable que tuvo Salomón fue la reina de Seba. Muchas anécdotas
eran narradas por los antiguos judíos acerca del rey y su hermosa visitante. Seba, según la
mejor opinión, debe haber sido una nación en el sur de Arabia (WDB, Barnes, Skinner,
Margoliouth, en HDB, etc.). Las preguntas que la reina hizo al rey serían enigmas y
adivinanzas, y otros curiosos problemas intelectuales de esta clase en que los reyes orientales
se deleitaban.
10:22. El rey tenía la flota que salía a la mar, a Tharsis: Este era un puerto de España (WDB,
Baehr, etc.). Los fenicios tenían colonias en muchas partes del Mediterráneo, como en
Cartago.
10:26. Y juntó Salomón carros y gente de a caballo: Véase la nota sobre el 4:26.
10:27. Y puso el rey en Jerusalem plata como piedras, etc.: Hipérbole.
10:29.… Y así los sacaban por mano de ellos todos los reyes de los Hetheos, etc.: Este pasaje
es ambiguo, pero parece significar que los comerciantes del rey proveían los carros y caballos
a los heteos y sirios, y así interpretan Terry, Barry, etc.
11:1–3. Los matrimonios de Salomón.
La multiplicación de las esposas fue lo que produjo la caída de Salomón.
11:4, 5. Sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos: Las mujeres idólatras de
Salomón lo condujeron a la idolatría. Se menciona especialmente a Astarte, la consorte de
Baal en la mitología fenicia (Astaroth es la forma plural). Era la diosa del amor, y quizás de
la luna. Milcom es otra forma del nombre Moloc, el dios de los ammonitas, mencionado en
el v. 7.
11:7. Chemos: Nombre del dios de Moab.
11:14–22. Adad, adversario de Salomón.
Adad era de sangre real Idumea. Cuando Joab devastó a Idumea, él huyó a Egipto, donde fue
bien recibido por Faraón, quien le dio por esposa a la hermana de su reina. El motivo del rey
egipcio fue que algún día quizás podía usar a Adad para establecer nuevamente a Edom como
país, y así tener a los idumeos como aliados, o aun tributarios. Cuando David murió (11:21),
Adad volvió a su país Edom, y empezó a reanimarlo (11:14). Cuando Salomón envejeció y
su mano empezó a debilitarse sobre su gran reino, Adad en Edom fue un adversario temible.
11:23–25. Rezón, adversario de Salomón.
La historia del fracaso de Hadadezer, rey de Soba, está registrada en 2 Sam. 8:3–8. Parece
que Rezón fue un general, u otro oficial importante, del rey de Soba. Rezón juntó una gran
compañía de soldados, viviendo primero en el desierto, y luego estableciédose en Damasco,
donde fue hecho rey.
11:25. Y fue adversario a Israel todos los días de Salomón: Haciéndose cada vez más fuerte,
Rezón llegó a ser un adversario muy temible en los días del pacífico Salomón. Es posible que
Rezón puede identificarse con Hezión (1 Reyes 15:18), fundador de una dinastía en Siria.
Comp. T. Nicol, artículo Rezon, en ISBE.
11:26–28. Obra de Jeroboam en Millo.
Al principio parece que Jeroboam era un hombre sin pretensiones políticas, que se ocupaba
en las obras de fortificación en Millo, probablemente un muro en la ciudad de Jerusalén
(Barnes, sobre el 9:15) que Salomón edificó para complementar las defensas de la ciudad.
Siendo Jeroboam un hombre de mucha energía y capacidad, Salomón lo puso al frente de los
efraimitas que cooperaban en esta obra, ya que él era de la tribu de Efraim.

WDB Westminster Dictionary of the Bible.

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11:29. Topóle en el camino el profeta Ahías: Fue el profeta Ahías el que puso en la mente de
Jeroboam el pensamiento de ser rey de las tribus septentrionales. Ahías era un silonita, es
decir, un habitante de Silo, que desde tiempos antiguos había sido un centro religioso.
11:20–32. La rasgadura de la capa nueva en doce pedazos.
La rasgadura de la capa en doce pedazos y la entrega de diez partes a Jeroboam, es una
ilustración de la acción simbólica, una figura gráfica que era comúnmente practicada entre
los profetas de Israel.
11:40. Procuró por tanto Salomón de matar a Jeroboam: Al saber Salomón lo que había
pasado, quiso matar a Jeroboam, quien se refugió en Egipto. Sisac no es el mismo faraón con
quien se había aliado Salomón anteriormente (3:1), y él recibe a Jeroboam y lo protege.
11:41. El libro de los hechos de Salomón: Este libro no se identifica con ningún libro
canónico de nuestra Biblia. Véase el capítulo sobre el Canon del Antiguo Testamento, Tomo
I.
(B) NOTAS SOBRE EL INFORME DEL SEGUNDO LIBRO DE CRONICAS
TOCANTE AL REINADO DE SALOMON
2 Crón. 1:1–9:31
1:1–6. Los sacrificios en Gabaón.
Véanse las notas sobre 1 Reyes 3:2, 3; 3:4. El principio del reinado de Salomón, el
tabernáculo estaba en Gabaón. Véase la nota sobre 1 Sam. 21:1–9.
1:14. Carros y gente de a caballo: Véase la nota sobre 1 Reyes 4:26.
1:15–17. Riqueza y operaciones comerciales.
Este pasaje es paralelo con 1 Reyes 10:27–29, pero lo ponemos en el orden bíblico en la
armonía por no arrancarlo de su contexto. Véanse las notas sobre 1 Reyes 10:27, 29.
2:3–10. La carta de Salomón a Hiram.
Véase la nota sobre 1 Reyes 5:2–6.
2:16. Te la traeremos en balsas, etc.: Véase la nota de 1 R. 5:9.
3:3, 4. El pórtico.
Véanse 1 R. 6:3 y nota. La expresión primera medida es mejor traducirla medida antigua
(VM), referente al codo sagrado, de 52.5 centímetros, aproximadamente. Véase la nota sobre
el Gén. 6:15, Tomo I.
Según este pasaje el pórtico del templo tenía 120 codos de alto, que sería 63 metros, cuatro
veces más que el resto del templo. Por esta gran diferencia en altura, algunos autores
sospechan una corrupción del texto (Elmslie, que cree que debería ser 20 codos; Terry, nota
sobre 1 Reyes 6:3; y otros autores). Pero la forma del edificio no sería muy diferente de la de
muchas iglesias modernas, con sus altas torres en el frente, encima del vestíbulo. Barnes traza
paralelos en la arquitectura de los templos egipcios (nota sobre 1 Reyes 6:3). Jamieson
expone al respecto: “El panorama visto desde su cima elevada debía ser muy extenso: desde
el Mediterráneo, por un lado, al mar Muerto por el otro, la vista se extiende por el curso del
Jordán en el norte, y Arabia en el sur” (nota sobre 1 Reyes 6:3).
3:8, 9. El oráculo.
Véase la nota de 1 R. 6:20–22.
3:15–17. Las columnas.
Véanse las notas de 1 R. 7:15, 21.
4:2–5. El mar de fundición.
Véanse 1 R. 7:23–26 y notas.
4:7. Los candeleros.

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Véase nota de Ex. 25:31–40.


4:8. Las diez mesas.
Véase la nota sobre Ex. 25:23–30. El tabernáculo tenía solamente una mesa, mientras que el
templo tenía diez.
4:9. El atrio de los sacerdotes: Este atrio era aquél donde eran ofrecidos los sacrificios.
Estaba rodeado por un muro.
El gran atrio: Alrededor del santuario y del atrio de los sacerdotes, estaba el gran atrio, donde
se reunía la congregación, y éste también estaba rodeado por un muro.
Véase la nota sobre 1 Reyes 6:1–38.
4:10. El mar: El mar estaba en el rincón al sudeste del atrio de los sacerdotes. Comp. 1 Reyes
7:39.
4:17. En tierra arcillosa: Véase la nota de 1 R. 7:46.
4:19. El altar de oro: El altar de incienso. V. Ex. 30:1–10, Tomo I.
5:4–10. El arca es llevada al templo.
Véase la nota de Ex. 25:10–22, Tomo I.
5:13b, 14. La casa se llenó entonces de una nube, etc.: Véase la nota de 1 R. 8:10, 11.
6:12–42. La oración de dedicación.
Véase la nota sobre 1 R. 8:22–53. Hay un paralelismo marcado entre los dos pasajes en Reyes
y Crónicas.
7:17. Y tú, si anduvieres delante de mí, etc.: La fidelidad de Salomón le hubiera asegurado el
reino.
7:18. Yo confirmaré el trono: Véanse 1 R. 9:5 y nota.
8:1, 2. Las ciudades de Cabul.
Véase la nota de 1 R. 9:10–14.
8:7–10. Labor de los cananeos.
Véase la nota de 1 R. 9:20–23.
8:17, 18. Relaciones comerciales de Salomón.
Véase la nota sobre 1 R. 9:26–28.
9:1–12. La reina de Seba.
Véase la nota sobre 1 R. 10:1–13.
9:21. Tharsis: Véase la nota de 1 R. 10:22.
9:25. Tuvo también Salomón cuatro mil caballerizas, etc.: Véase la nota de 1 R. 4:26.
9:27. Plata … como piedras: Hipérbole.
9:29. Los libros de Nathán profeta … la profecía de Ahías Silonita … las profecías del vidente
Iddo, etc.: Los libros mencionados aquí no se identifican con ningún libro de nuestra Biblia.
Hemos hecho referencia a ellos en el Canon del Antiguo Testamento, Tomo I, y en la
Introducción a los libros de Samuel, la Introducción a los libros de Reyes, y la Introducción
a los libros de Crónicas.
TABLA CRONOLOGICA DE LA HISTORIA HEBREA
(Desde la muerte de Moisés hasta el fin del Reino Unido)
1406 a. de J. C. Cruzamiento del Jordán y principio de las campañas de Josué.
1406–1400 a. de J. C. Campaña de siete años en Canaán.
1400 a. de J. C. Fin de la conquista.
1375 a. de J. C. Muerte de Josué.
1375–1049 a. de J. C. Período de los jueces.

V. véase; véanse.

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c. 1100 a. de J. C. Nacimiento de Samuel.


1090 a. de J. C. Captura del arca por los filisteos y muerte de Elí.
1089 a. de J. C. El arca en casa de Abinadab (1 Sam. 7:1, 2).
1069–1049 a. de J. C. Judicatura de Samuel.
1069 a. de J. C. Reforma de Samuel (1 Sam. 7:2 y 7:3 y notas sobre estos pasajes).
1049 a. de J. C. Principio del reinado de Saúl.
1040 a. de J. C. Nacimiento de David.
1023 a. de J. C. Ungimiento de David.
1020 a. de J. C. Muerte de Samuel.
1010 a. de J. C. Muerte de Saúl.
1010 a. de J. C. Principio del reinado de David en Hebrón.
1003 a. de J. C. Principio del reinado de David en Jerusalén.
c. 980 a. de J. C. Rebelión de Absalom.
971 a. de J. C. Correinado de David y Salomón.
970 a. de J. C. Muerte de David.
970 a. de J. C. Principio del reinado de Salomón.
966 a. de J. C. Comienzo de la edificación del templo.
958 a. de J. C. Dedicación del templo (1 Reyes 6:38).
946 a. de J. C. Fin de la obra de la construcción de los edificios reales (1 Reyes 6:38; 7:1).
945 a. de J. C. Fundación de la dinastía veintidós en Egipto, por Sisac.
931 a. de J. C. Muerte de Salomón.
931 a. de J. C. División del Reino.

c. cerca, o cerca de (en fechas).

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