Sei sulla pagina 1di 8

PRESCIENCIA, LIBERTAD Y EL FUTURO

PRESCIENCIA, LIBERTAD Y EL FUTURO

Robert E. Picirilli

A veces nosotros, los arminianos —y uso el término cautelosamente1— tenemos un problema


reconciliando la presciencia cierta de Dios (a saber, los eventos futuros) con la libertad humana, y los
calvinistas se deleitan cuando nos ven tratando de librarnos de esta dificultad. Ellos francamente recalcan: 1)
que Dios conoce perfectamente el futuro, 2) que por lo tanto, cada acción en el futuro es cierta y 3) que por lo
tanto, todas las acciones futuras, incluyendo las decisiones morales libres de los seres humanos, deben ser lo
que ciertamente serán —si no, Dios no podría conocer perfectamente lo que serán.

Como veremos, algunos teólogos arminianos aceptan la lógica del calvinista y están de acuerdo de que si
todos los eventos futuros ciertamente serán lo que serán, entonces la libertad de escoger se queda
prácticamente excluida. Por lo tanto, estos arminianos atacan no la lógica que conduce a esta conclusión sino
la premisa; es decir, niegan que Dios sepa todo en el futuro.

Mi tesis es que esta es una teoría innecesaria (sin mencionar no bíblica), basada en un entendimiento
incorrecto de lo que quiere decir que el futuro es cierto. A ponerlo de una manera positiva, quiero demostrar
que no hay nada en cuanto a la certeza del futuro que entre en conflicto con la habilidad humana de tomar
decisiones morales y libres. A ponerlo en forma de una pregunta: ¿Cierra la presciencia el futuro?

Antes de tratar directamente el problema, quiero reseñar brevemente algunas suposiciones teológicas
que no intentaré demostrar en este ensayo.

1. Dios es soberano, el creador y el que preserva todo que existe fuera de sí mismo. De que él es soberano,
quiere decir que no hay condiciones que se puedan imponer sobre Dios desde fuera de sí mismo. Nada más
que sus propia naturaleza limita su libertad absoluta a actuar según su propio beneplácito. De que es creador
y el que preserva todo que existe fuera de sí mismo quiere decir que todo lo que hay —incluyendo todo lo que
sucede— va de acuerdo con su voluntad, su plan para la historia del universo creado, subordinado y
sostenido. Ninguna fuerza existe excepto la que sea subordinada a Dios, por lo tanto, no hay fuerza que pueda
frustrar la voluntad divina.

2. Dios es omnisciente, y las implicaciones incluyen: (1) que antes de la creación él conocía todas las
contingencias posibles y de ésas él decidió o decretó el curso de eventos que realmente ocurre; (2) que él
conoce perfectamente todos los eventos futuros, incluyendo las decisiones morales y libres que los seres
humanos.

3. El hombre es creado y totalmente gobernado por Dios. Por lo tanto, la libertad que tiene el hombre, es
relativa, totalmente subordinada al gobierno divino de todas las cosas que actúan para lograr la voluntad
divina. Aún así, a la imagen de Dios, el hombre tiene una voluntad y está libre, en su constitución, a tomar las
decisiones morales, y es responsable por ellas. Dios no es el único que actúa en el mundo; el hombre también
actúa —o por el bien o por el mal.

4. El hombre está caído y totalmente depravado, y por lo tanto, incapaz de hacer ningún bien aparte de la
ayuda de Dios para capacitarle. Es decir, es incapaz de hacer cualquier bien que le justificaría ante Dios, ni de
hacer ningún bien absoluto. Aún así, y aunque caído, el hombre continúa en la imagen de Dios y es el
beneficiado de la gracia común y de la revelación general. Quiere decirse que, a pesar de su depravación, el
hombre es capaz de hacer y pensar cosas que son relativamente dignas y nobles. En otras palabras, el hombre
existe en un estado de contradicción y conflicto doloroso, siempre destituido de la gloria de Dios (Ro. 3.23).

Tomando por sentado estos puntos de vista, prosigo, por lo tanto, a tratar específicamente con el tema ya
introducido. ¿Limita el conocimiento de Dios del futuro la libertad del hombre?

He dicho que algunos teólogos arminianos ceden aparentemente, al calvinista, en cuanto a este silogismo:
Dios conoce ciertamente cada evento futuro; por lo tanto todos los eventos futuros son ciertos;

1
PRESCIENCIA, LIBERTAD Y EL FUTURO

consecuentemente, todos los eventos futuros, incluyendo las decisiones tomadas por seres moralmente
responsables, deben ser lo que serán. Para ilustrar, cito sólo a uno de muchos escritores posibles sobre el
tema, a Richard Rice, quien escribe:
A pesar de las aseveraciones que la presciencia absoluta no elimina la libertad, la intuición nos dice al
contrario. Si la presciencia de Dios es infalible, entonces lo que él ve no puede fallar en ocurrir. Esto
quiere decir que el curso de los eventos futuros ya es fijo, sin embargo podemos explicar lo que realmente
lo causa. Y si el futuro es inevitable, entonces lo que parece aparente, a saber, la experiencia de decisiones
libres, es una ilusión.2
Esta afirmación no es el arminianismo clásico. Ciertamente no es la posición de Arminio ni de los
Remonstrantes tempranos, como lo veremos. Sin embargo, sirve para mostrar la dificultad que se encuentra a
menudo cuando se combinan la presciencia absoluta de Dios y la libertad del hombre. A primera vista, si Dios
conoce, de una manera absoluta, el futuro, entonces el futuro debe estar cerrado. Sin embargo, sostengo que
una investigación más exacta de los términos y de la proposición manifestará que tal conclusión sólo parece
ser la verdadera [y no lo es].

La relación entre certeza, contingencia y necesidad


Lo que se requiere, creo, es hacer distinciones precisas entre los términos que usamos y entonces,
asegurar que no usemos ninguno de ellos de una manera ambigua. No debemos cometer lo que los lógicos
llaman la falacia de la equivocación: a saber, usar la misma palabra con más de un significado. Los términos
que son importantes aquí son certeza, contingencia y necesidad. Por un lado, no haré ninguna aseveración de
que no se pueden usar estos términos de otras maneras que las en que voy a usarlos (¿hay cualquier término
tan definido?); por la otra parte, uno debe saber exactamente cómo los voy a usar para poder seguir mi
argumento.3

En primer lugar, afirmo que Dios sabe todas las cosas que serán como ciertas. También afirmo que,
mientras algunas de estas certezas son necesarias, muchas de ellas son verdaderamente contingentes.

En otras palabras, el arminiano insiste en que realmente hay eventos pueden ocurrir en una de dos (o
más) maneras, y sin embargo, Dios sabe ciertamente lo que va a suceder. El conoce perfectamente todos los
eventos futuros. Esto significa que todos estos eventos son ciertos, si no, él no sabría lo que pasara. (También
quiere decir —aunque esto no es esencial para el propósito de este ensayo en particular— que todos los
eventos futuros están de acuerdo con su plan y propósito total: nada jamás sucede en su universo que quede
fuera de su conocimiento o control ni que frustre su plan final).

Por lo tanto el arminiano insiste en que no hay conflicto real (ni lógico) entre “lo cierto” y la
“contingencia” verdadera, aunque la explicación de esto se requiere un discusión cuidadosa y técnica de los
términos involucrados. Me atrevería a decir que, con este tema mismo, hay más lugar para el mal
entendimiento, y más para ganar de la claridad, que de casi cualquier otro punto en el debate entre los
calvinistas y los arminianos.

1. Certeza. La certeza de un evento simplemente quiere decir que el hecho ocurrirá. Según la manera en
que estoy usando el término, significa su estado como un hecho, o sea, que será un “evento” en el futuro. Si
Dios es omnisciente, sigue lógicamente que todas las cosas que suceden ciertamente son conocidas de
antemano por Dios. Cada ocurrencia es cierta y conocida como tal por Dios desde toda la eternidad.

¿Significa “Qué será, será”? De hecho, sí, lo hace —pero el significado de este dicho requiere un examen
cuidadoso. El hecho es, que la frase es semejante a una ecuación matemática con dos partes iguales. Por
ejemplo, si digo que 4 = 4, es posible que se me acuse de exponer nada.

La proposición “Qué será, será” es ciertamente igual, es nada más que decir: “Lo que pasará, pasará”.
Todo que ocurrirá, ocurrirá. ¡Desde luego! Y si añado “ciertamente” al dicho —“Todo que ocurrirá,
ciertamente ocurrirá”— no he añadido nada, no más si hubiera dicho: “4 = ciertamente 4”.

2
PRESCIENCIA, LIBERTAD Y EL FUTURO

2. Contingencia. Una contingencia es cualquier cosa que realmente puede ocurrir en más de una sola
manera. Para que un evento sea contingente, no debe ser el producto inevitable de la ley natural ni de la
influencia de Dios. Por lo tanto, nuestro punto de vista es que las actas de las personas moralmente
responsables son contingentes, y que esta libertad de escoger o no, no contradice la certeza. La certeza tiene
que ver con un hecho que un evento es un hecho, que si será o no; la contingencia tiene que ver con su
naturaleza como libre o causado inevitablemente por alguna fuerza exterior. Por lo tanto, estoy diciendo que
el mismo evento puede ser, al mismo tiempo, igualmente cierto y contingente —y volveré a ésto más tarde.
Mientras tanto, yo observaría que, aunque el calvinista pueda afirmarlo distintamente, su énfasis es tal que
me parece que está negando que realmente haya contingencias verdaderas en el universo.

3. Necesidad. Los eventos necesarios son aquellos que pueden suceder de una sola manera porque son
causados por alguna fuerza exterior e inevitablemente deben ser exactamente como son. Para tales eventos
hubo algunas causas que condujeron al evento sin permitir ninguna libertad de decisión, causas que de
necesidad produjeron el evento. Estos son eventos de causa y efecto, donde la causa puede terminar con
ningún otro resultado que el efecto causado. Por ejemplo, tales eventos son comunes en la ley natural. Pero
Dios también puede actuar de tal manera: siempre que él “haga” que algo ocurra como ocurre, es un efecto de
su influencia y, de ninguna otra manera, no puede ser contrario, entonces tal evento es necesario.

Según las definiciones que he expuesto, pues, estoy diciendo tres cosas:
1) Todos los eventos —pasados, presente o futuros— son ciertos.
2) Algunos de estos eventos son necesarios —producidos por causas que no permiten ningunas otras
posibilidades.
3) Otros de estos eventos son contingentes —producidos por decisiones libres que realmente podrían
haber sido distintos.

Por lo tanto, un evento puede ser cierto sin ser necesario: “será” (certeza) no es lo mismo domo “debe
ser” (necesidad). Algunos eventos son necesarios, causados inevitablemente por una influencia previa. Otros
son “contingentes”, capaces de más de una sola posibilidad dependiendo en una decisión libre y no forzada.
Los dos tipos de eventos son igualmente ciertos y ciertamente conocidos por Dios.

¿Cómo, entonces, se relaciona el conocimiento de un evento al hecho que el evento es un hecho? Se ilustra
por el conocimiento humano: mientras que no podemos conocer el futuro, podemos conocer los eventos del
pasado y conocerlos como ciertos. Al mismo tiempo, la certeza se ve en el hecho de que fueron hechos, y
nuestro conocimiento de ellos no afecta de ninguna manera el hecho que fueron/son hechos. El conocimiento
viene de nuestro reconocimiento de los hechos (i.e., reconocemos que fueron/son hechos).

De manera igual, Dios conoce de antemano todo el futuro como cierto. La certeza de los eventos futuros
no se ve en su necesidad sino en el hecho simplemente que son hechos. Siempre serán como serán, y Dios
conoce lo que serán porque él tiene un conocimiento perfecto, en avance, de todos los hechos. Pero este
conocimiento en sí, aunque es presciencia, no ejerce más efecto causal sobre los eventos que nuestro
conocimiento de ciertos eventos del pasado ejerce sobre ellos. 4

Para proveer una ilustración simple, supongamos que mañana, en un viaje, llego a una bifurcación en el
camino y necesito tomar una decisión en cuanto a cuál dirección quiero tomar. El hecho es que voy a escoger
una o la otra, y la que escoja será la que ciertamente escogeré. (Una vez más, añadiendo “ciertamente”, no
añade nada.) Pero esto, de ninguna manera quiere decir que debo (por necesidad) escoger la dirección que
escogeré. De hecho, estoy libre para escoger una ruta u otra, considerando lo que yo desee en el momento.
Que Dios sabe cuál yo voy a escoger no limita mi decisión; él también sabe lo que ocurriría si tomo la otra
dirección.

Para clarificar: Si mañana voy a escoger ir a la derecha, es cierto que la escogeré (¡no es posible negar
esto!), y Dios sabe este hecho cierto. Pero es igualmente la verdad que si mañana voy a decidirme para ir a la
izquierda, es cierto que la escogeré y él ya sabe que voy a la izquierda. Mañana, yo tomaré libremente la
decisión. Que Dios ya sabe cuál dirección que escogeré de manera alguna hace que la decisión sea de
necesidad. Entonces el futuro es igualmente cierto y abierto; no se cerrará hasta que suceda. Por lo tanto, la

3
PRESCIENCIA, LIBERTAD Y EL FUTURO

acción es verdaderamente contingente y realmente puede ser de una manera u otra, aunque la dirección que
tomaré que sucederá (para hablar tautológicamente de nuevo) será la manera que sucederá.

Ahora me refiero a Arminio mismo. El presentó estos puntos con una claridad convincente. Dijo, por
ejemplo: “Si [Dios] resuelve usar una fuerza que…puede ser resistida por la criatura, entonces se dice que la
cosa es para hacer, no de necesidad sino contingentemente, aunque su ocurrencia real fue ciertamente
conocido de antemano por Dios”.5 Así, pues, Arminio continuó diciendo, aún lo que fue divinamente
profetizado podría suceder contingentemente y no por necesidad, mientras que no fuera producido por una
causa irresistible. Arminio usó el caso de los huesos de Jesús como una ilustración, negando el hecho de que
no podrían haber sido quebrantados sino afirmando la certeza de que no lo serían.6

En otro lugar, Arminio observa: “Dado que Dios, en su sabiduría infinita, vio, desde la eternidad, que el
hombre caería en un cierto tiempo, tal caída ocurrió infalible, sólo con respecto a su presciencia, no con
respecto a cualquier acto de la voluntad divina”. Sigue a distinguir “entre lo que se hace infaliblemente [lo cual
él usó de la misma manera que uso “certeza”] y lo que se hace necesariamente. El primero depende de la
infinidad del conocimiento de Dios, el segundo al acto de su voluntad”. Dice que el primero “tiene relación
sólo al conocimiento de Dios, de quien es el saber, infaliblemente y con certeza, las cosas contingentes”. 7

Uno de los mejores teólogos wesleyanos fue Richard Watson. Aunque su estilo es de los divinos de antaño
y algo distinto de lo actual, recomiendo altamente su tratado de esta diferencia entre certeza, contingencia y
necesidad. Cito aquí algunas de sus líneas:
La postura, que cierta presciencia destruye la contingencia, es un mero sofisma.
La gran falacia en el argumento…se encuentra en suponer que contingencia y certeza son opuestas la
una de la otra… La contingencia en las acciones morales es, por lo tanto, su libertad, y se opone, no a la
certeza, sino a la necesidad…. La cuestión no tiene que ver…con la certeza de las acciones morales, a saber,
si ocurrirán o no; sino sobre su naturaleza, si son libres u obligadas, si deben ocurrir o no…
Así, pues, la presciencia de Dios no tiene influencia sobre la libertad ni la certeza de las acciones debido
a que es conocimiento y no influencia; y ciertamente se puede conocer las acciones, sin que sean hechas
necesarias por tal presciencia…
Pero [algunos dirán] que si una contingencia tendrá cierto resultado, el tal resultado debe ser
determinado. Ni hablar.8

Recalcando un punto que pienso es especialmente contundente e importante, Watson cita a Samuel
Clarke, al efecto de que, aunque no se conociese el futuro de antemano, ¡de todos modos sería cierto!
Precisamente, porque “cierto” en este sentido es simplemente un evento futuro.

Varios enfoques a los temas involucrados

La verdad es, que el punto de vista que he afirmado antes a menudo se considera algo simplista: a saber,
aceptar que Dios puede conocer el futuro con certeza sin, por lo cual, cerrar la puerta a la libertad humana y
la responsabilidad moral.

Hay que admitir que los temas parecen difíciles. De una forma u otra, el problema de un Dios inmutable y
un mundo cambiante ha existido durante mucho tiempo. Zenón y Parménides, siglos antes de Cristo, estaban
respondiendo al problema cuando afirmaron que todo cambio es ilusorio. (A veces, ¡uno se pregunta si los
calvinistas no están afirmando la misma cosa!)

Hay posturas distintas sobre estos asuntos, relacionándolas con el problema en cuestión.

El enfoque calvinista

Los calvinistas afirman que todos los eventos, incluyendo los futuros, son ciertos y predestinados porque
Dios ha predeterminado todos los eventos. En tal caso, no hay problema con la presciencia, o con el control
divino; la cuestión es si realmente hay una libertad y responsabilidad moral para los humanos. A ésto, los

4
PRESCIENCIA, LIBERTAD Y EL FUTURO

calvinistas verbalizan una respuesta positiva, aunque a nosotros, los arminianos, nos parece que están
protegiéndose.

A veces los calvinistas distinguen entre las causas primarias y las secundarias de un evento, y ellos
representan las decisiones humanas con las secundarias. Sin embargo, en tal caso se reduce la acción humana
a ser meramente unos instrumentos de Dios. No parece ser nada distinto de un “determinismo duro” que hace
que al final de todo toda la libertad sea una ilusión y se remontan todos los eventos a unas causas previas y
necesarias.

Muchos calvinistas exponen un “compatibilismo” —a veces llamado “determinismo suave”— que trata de
combinar el determinismo con la libertad humana con una definición nueva y distinta de la libertad para
significar la libertad de hacer lo que uno desee, más bien que la libertad de hacer algo distinto de lo que uno
hace. Es decir, enfrentado con una decisión, la persona decide según la suma total de las influencias, las
circunstancias y los efectos de las elecciones previas que estén en vigencia en el momento de la decisión. Por
lo tanto, hay solo un curso de acción real que es posible, pero la persona involucrada escoge “libremente” tal
curso de acción. Los arminianos, mientras que están de acuerdo que hay que colocar las decisiones
personales dentro del contexto de sus circunstancias en el momento, niegan unánimemente que este punto
de vista haga justicia a la libertad humana.

Aquí, el error básico del calvinista es sugerir que Dios conoce el futuro de una manera cierta sólo porque
en primer lugar él lo ha predestinado incondicionalmente. Lo que tal idea hace, en efecto, es hacer que la
presciencia y la predestinación sea sinónimos y confunde el conocimiento con una causa activa. Quita la
contingencia verdadera, a pesar del volumen de la protesta que no es así. Es mejor entender que la
presciencia de Dios, en el sentido de presciencia, forma parte de su omnisciencia e incluye todas las cosas
como ciertas, igualmente lo malo y lo bueno, contingentes y necesarias. En sí, la presciencia no es causal.

Además, la predeterminación divina de los eventos no es necesaria porque su presciencia de ellos, no está
limitado de alguna manera como tal aseveración implica. De hecho, él sabe todas las posibilidades desde la
eternidad, conociendo tan perfectamente las cosas que no ocurrirán como las cosas que ocurrirán. Como
Arminio lo expuso: “Dios conoce de antemano las cosas futuras por medio de la infinidad de su esencia, y por
medio de la perfección preeminente de su entendimiento y presciencia, no como decretadas que serían
hechas de necesidad, aunque él no las conocería de antemano excepto como si fuesen futuras, y que no serían
futuras sin que Dios las hubiera decretado o las hubiera permitido”.9

Es más, de su conocimiento de todas las posibilidades, Dios escogió y ordenó el curso de la acción que él
quería poner en moción —un curso de eventos que incluye las contingencias que no hizo (ni hace) necesarias
de una manera u otra. Aún cuando se aplica a la elección y la reprobación, la predestinación no es la base de la
presciencia; el orden bíblico presciencia, y entonces la predestinación (Ro. 8.29).

Un enfoque neo-arminiano

Hay un tipo de arminianismo nuevo hoy en día que anda por acá y allá, negando la presciencia de Dios de
todas las decisiones “libres” de los humanos, o por lo menos las decisiones pecaminosas del hombre. 10 Estos
arminianos contemporáneos han permitido que los supuestos “problemas lógicos” involucrados les afecten
(ver la citación anterior de Rice). Consecuentemente, han dado una definición nueva a la presciencia, diciendo
que Dios sabe todo que le sea posible saber. Al igual que él no puede hacer lo que él no puede hacer, tampoco
conocer lo que es imposible conocer; y los actos futuros libres de los seres morales no se pueden conocer.
Como no hay un término mejor, se puede llamar esta postura el punto de vista de la “presciencia limitada”.

Clark Pinnock ha abierto el camino para esta innovación. 11 Para un resumen de la teoría, cito el resumen
que Pinnock hizo de la posición de Richard Rice:12
Igual que hay cosas que Dios no puede hacer aunque es omnipotente, Rice arguye, así hay cosas que Dios
no puede conocer aunque omnisciente, a saber las decisiones libres del futuro que todavía no son objetos

5
PRESCIENCIA, LIBERTAD Y EL FUTURO

de conocimiento. El razona que si las decisiones humanas son verdaderamente libres, no existen para ser
conocidas de antemano por nadie, ni aún Dios.13
En otras palabras, “Decisiones no tomadas todavía no existen en ningún lugar para ser conocidas por Dios”.14

Esto ciertamente no es el arminianismo reformado. Cuando Pinnock dice que hay una forma de teísmo a
medio camino entre la forma tradicional y el teísmo del proceso, uno se pregunta si él no está delatando la
influencia de la teología del proceso [sobre su pensar]. El tiene razón en insistir que Dios no es estacionario e
impasible, pero tampoco es Dios un Devenir hegeliano. Jack Cottrell tiene razón cuando observa: “El decir que
Dios no podría saber de antemano verdaderamente las decisiones humanas o es exaltar al hombre demasiado
o es reducir a Dios al estado de una criatura”.15 Como Norman Geisler ha observado mordazmente: “Si el
punto de vista de Dios expuesto por Pinnock tiene razón, entonces ¡él ni aún puede ser un arminiano!”.16

No hay espacio aquí para un tratado extensivo sobre esta teoría, aunque sí está atrayendo atención en el
campo evangélico.17 Sin embargo, deberíamos notar, al pasar, que no es, de todas maneras, un punto de vista
totalmente nuevo. De hecho, Richard Watson se enfrentó con el mismo enfoque en 1850: “Debido a la
dificultad que supuestamente existe, en reconciliarlo [la presciencia de las cosas futuras) con la libertad de las
acciones humanas, y con la responsabilidad humana, algunos, no obstante, han tratado de exponer que la
presciencia, por lo menos de las acciones contingentes, no es una facultad de la naturaleza divina”. 18

Por ahora, tendrá que bastar con detallar objeciones de ambas bandas. Por un lado, la Biblia misma niega
el punto vista. Sólo haría falta citar algunos de los miles de ejemplos, en las Escrituras, donde Dios demuestra
su presciencia perfecta de las decisiones libres del futuro —igualmente las buenas y las impías. Para mí, basta
decir —y especialmente primordial— observar que la expiación de Cristo por el pecado fue predestinada
antes de la fundación del mundo (1 P. 1.18-20). En sí, esta cita destruye el punto de vista que Dios no conoce
el pecado de antemano.

Por el otro lado, e igualmente importante, tal punto de vista no es necesario; las razones para exponerlo
no lo requieren. Ya he citado la aseveración de Rice de que la intuición nos dice que una presciencia absoluta
elimina la libertad, que lo que Dios conoce de antemano tiene que suceder y por lo tanto el curso de los
eventos futuros está fijado, así haciendo que la experiencia de una elección libre sea una ilusión.

Pero todo esto es de poca profundidad y es un juego de afirmaciones poco cuidadoso, y ciertamente no es
el punto de vista de Arminio ni de los Remonstrantes originales. Por ejemplo, mi intuición no me dice lo
mismo que la de Rice aparentemente le dice a él. El decir que “el curso de los eventos está fijado” es (como he
insistido anteriormente sobre este punto) decir nada más que el curso del futuro es el curso de los eventos
futuros. Es decir, es hablar del hecho del futuro, de su certeza como un hecho, sin hablar de su necesidad. La
alternativa a un futuro cierto no es un futuro incierto sino es hablar de ningún futuro. El cambio no anunciado
de Rice de “fijado” (como un sinónimo por “cierto”) a “inevitable” (en el sentido de “necesario”) es totalmente
injustificado.

Siento la necesidad de comentar sobre los verbos “puede” y “no puede”, que son especialmente ambiguos.
Usado de una manera, la frase: “Si la presciencia de Dios es infalible, entonces lo que él ve no puede fallar” es
la verdad. En este sentido, se usa “no puede” con respecto a lo que atiene a los hechos. Pero si se usa “no
puede” para hablar de necesidad, la frase es falsa. Por esta razón, en muchísimo mejor evitar “puede” y “no
puede” en las frases que tienen que ver con estos asuntos, y hablar de certeza y necesidad, usando la voz
futura para referirse a la certeza y el imperativo “debe” para referirse a la necesidad. Watson estaba
dispuesto a usar “puede”: “Se dice, ‘Si el resultado de una contingencia absoluta puede ser conocido de
antemano con certeza, no puede tener ningún otro resultado, no puede resultarse de otra manera’. Esta no es
una inferencia verdadera. No ocurrirá de otra manera; pero pregunto: ‘¿por qué no puede ocurrir de una
manera?’ Puede es una expresión de potencialidad”.19 Obviamente él estaba usando “puede” para hablar de
necesidad y su conclusión concuerda con la mía. Aún así, sus palabras ilustran que es mejor prescindir
completamente de puede y de no puede.

6
PRESCIENCIA, LIBERTAD Y EL FUTURO

Repito, entonces, lo que ya he dicho: Un evento futuro puede ser cierto y contingente al mismo tiempo,
sin ser necesario. Que yo tomaré una cierta decisión en el futuro no quiere decir que no pueda tomar otra
distinta. Todo que se requiere para captar esto es un pensar cuidadoso y un uso inequívoco de palabras. El
futuro, siendo muy cierto, no está cerrado hasta que ocurra.

Un enfoque de la “ciencia media”

Otro enfoque no llega a ser exactamente igual que el del calvinismo, se expone actualmente por William L.
Craig (más o menos el portavoz principal por esta teoría). Craig sugiere, para usar el título de uno de sus
ensayos, que la idea de una “ciencia media” ofrece la posibilidad para un acercamiento entre los calvinistas y
los arminianos.20 Lo que Craig quiere decir por “ciencia media” es que Dios sabe todo que ocurrirá y sabe
todo lo demás que podría o pudiera haber ocurrido bajo todos los juegos de circunstancias concebibles —
“todos los mundos posibles”, como a los filósofos les gusta decir.
¿Qué ventaja tiene? Según Craig (en un libro que ha escrito para presentar su teoría):
Puesto que [Dios] sabe lo que cualquier criatura libre haría en cualquier situación, él puede, creando las
situaciones apropiadas, hará que tales criaturas lograrán los fines y propósitos divinos, y que lo harán
libremente… En su inteligencia infinita, Dios puede planear un mundo en que se logran sus designios por
criaturas que actúan libremente.21

Sin duda hay verdad aquí, aunque su significado para el problema a mano es cuestionable. Si tiene una
utilidad, se encuentra en su contribución a nuestro entendimiento en cuanto a cómo, a veces, Dios puede
lograr la realización de su voluntad libremente por sus criaturas sin, de cualquier manera, actuar sobre sus
voluntades de una manera causal. Como he dicho muchas veces, si Dios me previene de que yo trabaje en mi
huerto por su envío de la lluvia, por su acción él no ha interferido con mi libertad.

Pero esto no funcionará como una explicación total del problema. Ni me parece que esta “ciencia media”,
como se ha explicado, sea un adelanto sobre la manera en que tradicionalmente se ha concebido de la
presciencia o la omnisciencia. Ya está claro que Dios no sólo conoce el todos los hechos futuros sino que
conoce todas las otras posibilidades, y por lo tanto, esta teoría no nos ayuda mucho. En el análisis final, la
diferencia entre el calvinista y el arminiano no tiene tanto que ver con la presciencia y el libre albedrío como
tiene que ver con el control soberano de Dios y el libre albedrío. Y los que exponen esta “ciencia media”
todavía no han evitado el hecho de que, según ellos, Dios decide cuáles circunstancias —y por lo tanto cuáles
respuestas humanas— para realizar, bien como David Basinger ha señalado.22

Conclusión: el enfoque arminiano clásico

Algo abruptamente, pues, termino, volviendo a donde comencé. El punto de vista arminiano clásico
afirma que, en su presciencia, Dios conoce perfectamente el futuro, pero al mismo tiempo en la práctica y en
la teoría, el futuro permanece abierto e indeterminado. A saber, las decisiones libres del futuro, aunque
ciertas, no son necesarias. En otras palabras, la persona que toma una decisión moral está libre para tomar tal
decisión o tomar otra.

Esta es una forma del ‘indeterminismo” en comparición con el determinismo o con el compatibilismo. El
arminiano se queda satisfecho con que esto es lo que se requiere para afirmar la realidad igualmente de la
omnisciencia (presciencia infalible) de Dios y la de la libertad humana.23

Me parece que hay dos cosas que hacen falta mencionar, dos cosas que podrían bloquear el
entendimiento de la posición que estoy exponiendo en este ensayo. Una es que entre los que discuten
seriamente estos temas, hay los que, a menudo, introducen temas innecesarios en la discusión. Entre éstos
hay discusiones de la relación de Dios al tiempo y de la idea de “mundos posibles”. Reconozco claramente el
estímulo intelectual involucrado en la especulación sobre tales asuntos. Pero aquí “especulación” es la palabra
correcta. El hecho es que no podemos tener tal certeza sobre estas cosas para introducirlas definitivamente
en esta discusión. Además, no las necesitamos; como he tratado de demostrar, el tema presentado en este

7
PRESCIENCIA, LIBERTAD Y EL FUTURO

ensayo es más sencillo de lo que implicaría la introducción de tales temas especulativos. El conocimiento
divino del futuro de ninguna manera determina el futuro.

El otro “problema” es que la gente le dice a sí misma, como si hubiera captado algún gran secreto, que si
Dios conoce el futuro, no puede ser de otra manera. Creo que tal pensamiento no es una intuición sino una
acto de la voluntad. Una persona construye un bloqueo mental que le previene que pueda ver otra
posibilidad. Confieso que es muy fácil caer en esta manera de pensar, y estoy abierto a cualquier sugerencia
en cuanto a cómo construir ilustraciones que abrirán los ojos de una persona para que vea que las decisiones
futuras son libres y abiertas hasta que las se las tomen, a pesar del hecho de que Dios sabe cuáles decisiones
se tomarán. Me quedo, por lo menos, medio convencido de que una persona simplemente tendrá que
considerar esta opción y repetirla una vez y otra (a sí misma) hasta que lo crea. En algún punto, se le
“encenderá la luz”.

Así, pues, el último juego de hechos que hemos de sostener (aún si algunos sienten alguna tensión entre
ellos) es que el futuro es cierto y está ciertamente conocido por Dios, y que últimamente estos dos hechos
están en armonía con el hecho de que los humanos toman decisiones morales que son libres, por las cuales
son responsables, y en cuanto a las cuales ellos realmente pueden tener elección en cuanto a la decisión que
van a tomar. Y ésto, en el fin, no es ningún problema una vez que está claro que la certeza no es la necesidad y
no excluye la libertad de actuar en más de una manera. En el final, este punto de vista tiene la ventaja de
explicar completa e igualmente las experiencias bíblica y humana.

Potrebbero piacerti anche