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El que obra en defensa de su propia persona o derecho, siempre que concurran las
circunstancias siguientes:
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CAPÍTULO I
PLANTEAMIENTO PROBLEMÁTICO Y METODOLÓGICO
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Otra cuestión previa, es la falta de indulgencia para un miembro de la PNP o de las
FFAA cuando en ejercicio de sus funciones comete un agresión a un bien
jurídicamente tutelado en defensa de otro, ya sea propio o de un tercero, que este
en inminente peligro o riesgo latente en una determinada situación; ya que pasado
esa circunstancia, la entidad acusativa (Ministerio Público) inicia investigación por
tal hecho, sin exonerar al miembro de la PNP o de las FFAA de la presunta
comisión de un delito que, aun pudiendo estar tipificado en la ley, otra disposición
legal expresamente le excluye de tal imputación.
Punto aparte, es lo que otros miembros de la PNP o de las FFAA realizan, en
ejercicio de su cargo o rango, menoscabando el prestigio de su institución, ya sea
al involucrarse en actos de corrupción, escándalos e incluso en temas tan
delicados como el de traición a la patria.
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Ocurre también, que muchas veces con estas actuaciones, se cometen
más de una infracción al derecho constitucional recogido en el principio
del ne bis in idem, ya que al miembro de la PNP o de las FFAA se le
vuelve a investigar, procesar o sancionar por un hecho ya decido o
sentenciado, lo que resulta arbitrario e injusto.
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cumplimiento de su deber y en uso de sus armas u otro medio de defensa,
cause lesiones o muerte".
Según opinión personal de quienes están a favor de esta disposición legal, "Había
que establecer por qué la Policía Nacional, en el cumplimiento de su deber, tenía
que ir a un proceso penal, lamentablemente por defender a la sociedad", indicó
Spadaro. "Por ejemplo, cuando el policía se enfrentaba, a balazos, contra un
delincuente o sicario, tenía que pasar después por dos o cuatro años de juicio,
frustrando su ascenso", agregó. 2
El congresista Pedro Spadaro asegura que con esta modificación los efectivos
policiales no estarán exentos de una investigación "si esta se encuadra dentro de
la legítima defensa". Por lo que, a criterio del congresista “este es un argumento
legal que le permitirá al policía defender la sociedad sin miedo a usar su arma de
reglamento". Spadaro, como uno de los autores de la iniciativa legal, asegura que
esta modificación del Código Penal es fundamental para proteger a la policía de los
molestos procesos judiciales en los que se veían involucrados a la hora de ejercer
sus funciones. Finalmente, el congresista asegura que con esta modificación los
efectivos policiales no estarán exentos de una investigación "si esta se encuadra
dentro de la legítima defensa". Por lo tanto, este es un argumento legal que le
permitirá al policía defender la sociedad sin miedo a usar su arma de reglamento.
Los mejores argumentos en contra los tienen la Defensoría del Pueblo y el IDL.
Para la Defensoría del Pueblo esta modificación es contraproducente, porque:
“…elimina el enunciado de la norma anterior que obligaba al personal policial y
militar a usar las armas de acuerdo con sus reglamentos, y adiciona la posibilidad
de que se utilice no solo las armas reglamentarias sino cualquier otro medio para
tal fin”
He ahí el meollo del asunto: como explican en La República, la eliminación de la
frase “en forma reglamentaria” admite tácitamente que policías y militares podrán
usar sus armas a libre albedrío.
Para Carlos Rivera de IDL, esta modificación era innecesaria porque el Código
Penal ya establecía como proceder en estos casos; favoreciendo la impunidad.
Junto a Roger Ponce, Jorge Levaggi y Cézar bazán, doctores del IDL, señalaron
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que en la práctica lo que se está aprobando es otorgar a los policías y militantes
licencia para matar: “…vulnera derechos constitucionales o convencionales,
como el deber de investigar y sancionar a responsables de violaciones de
derecho humanos y el derecho a la igualdad (si un civil mata o hiere será
procesado, mientras que un policía no lo será). Y hasta puede generar
incentivos perversos para vulnerar el derecho a la vida y la integridad
personal de los ciudadanos”.
Del mismo modo, para el exministro del Interior, Fernando Rospigliosi, lo que esta
modificación ocasiona es un tratamiento desigual; porque un civil no está protegido
por esta norma mientras un policía o militar fuera de servicio podrían usar sus
armas bajo esa ley.
Además, aseguró a Perú21, que ahora los efectivos policiales y militares que
maten o hieran a alguien, fuera de servicio y sin su arma de reglamento, no serán
procesados judicialmente.
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tendencias doctrinarias.
1.11. LIMITACIONES.
Como primera limitación al presente trabajo, tenemos el desinterés poblacional,
debido a que es la misma población, que pide seguridad a la autoridad pública,
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quienes juzgan anticipadamente el actuar de los miembros de las instituciones
públicas destinadas a la protección y orden social.
También tenemos la postura ideológica en cuanto al sentido de la norma legal que
permite de una parte, proteger y por otra parte crear una deficiencia de
interpretación para quienes se centran en una posición cerrada a una idea y no
permiten expandir la visión de la cuestionada disposición legal.
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CAPÍTULO II
FUNCIONES Y LIMITES DE LA POLICÍA NACIONAL EN EJERCICIO
La Policía Nacional del Perú es una institución del Estado3 que tiene por misión
garantizar, mantener y restablecer el orden interno, prestar protección y ayuda a
las personas y a la comunidad, garantizar el cumplimiento de las leyes y la
seguridad del patrimonio público y privado, prevenir, investigar y combatir la
delincuencia; vigilar y controlar las fronteras; con el propósito de defender a la
sociedad y a las personas, a fin de permitir su pleno desarrollo, en el marco de una
cultura de paz y de respeto a los derechos humanos.
La finalidad fundamental de la Policía Nacional del Perú es garantizar, mantener y
restablecer el orden interno. Presta protección y ayuda a las personas y a la
comunidad. Garantiza el cumplimiento de las leyes y la seguridad del patrimonio
público y del privado. Previene, investiga y combate la delincuencia. Vigila y
controla las fronteras. 4
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v. Prevenir, combatir, investigar y denunciar los delitos y faltas
previstos en el Código Penal y leyes especiales, incluyendo los
que se cometen en el transporte aéreo, marítimo, fluvial y
lacustre.
vi. Obtener, custodiar, asegurar, trasladar y procesar indicios,
evidencias y elementos probatorios relacionados con la
prevención e investigación del delito, poniéndolos
oportunamente a disposición de la autoridad competente.
vii. Aplicar las sanciones establecidas en el Código Administrativo
de Contravenciones de Policía.
viii. Practicar y emitir los peritajes oficiales de criminalística a través
del sistema criminalística policial, para efectos del proceso penal
y los derivados del cumplimiento de sus funciones.
ix. Realizar y expedir peritajes técnico-vehiculares.
x. Administrar el sistema de inteligencia policial, en armonía con
las normas que regulan el Sistema Nacional de Inteligencia.
xi. Planificar y conducir operativamente la investigación material del
delito, en concordancia con las leyes de la materia.
xii. Investigar la desaparición y trata de personas.
xiii. Brindar protección preferente al niño, niña, adolescente, adulto
mayor, mujer y poblaciones vulnerables.
xiv. Controlar el tránsito y garantizar la libre circulación vehicular y
peatonal en la vía pública y en las carreteras a nivel nacional.
Prevenir, investigar y denunciar los accidentes de tránsito.
xv. Vigilar y controlar las fronteras, así como colaborar con la
Superintendencia Nacional de Migraciones para el cumplimiento
de las disposiciones legales sobre el control migratorio.
xvi. Brindar seguridad integral al Presidente Constitucional de la
República en ejercicio, al electo y ex Presidentes; seguridad
personal a los Presidentes de los Poderes Públicos,
Congresistas de la República, Ministros de Estado, Jefes de
Estado en visita oficial al país y otras personalidades que
determine el reglamento de la presente norma.
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xvii. Participar en la política de eco eficiencia del Estado y en el
cumplimiento de las disposiciones relativas a la protección y
conservación de los recursos naturales y del medio ambiente, la
protección y seguridad de los bienes integrantes del Patrimonio
Cultural de la Nación y de aquellos que se presuman como
tales.
xviii. Cumplir con los mandatos escritos del Poder Judicial, Tribunal
Constitucional, Jurado Nacional de Elecciones, Ministerio
Público, Oficina Nacional de Procesos Electorales, en el
ejercicio de sus funciones.
xix. Participar subsidiariamente, a solicitud del Instituto Nacional
Penitenciario (INPE), en la seguridad externa e interna de los
establecimientos penitenciarios. Asimismo, participa en el
traslado de los procesados y sentenciados de conformidad con
la normatividad vigente.
xx. Velar por la seguridad de los bienes y servicios públicos, en
coordinación con las entidades estatales correspondientes.
xxi. Garantizar la seguridad y protección de los turistas y sus bienes,
así como el patrimonio histórico-cultural y turístico del país.
xxii. Participar en la Defensa Nacional, Defensa Civil y en el
desarrollo económico y social del país.
xxiii. Identificar a las personas con fines policiales.
xxiv. Expedir certificados de antecedentes policiales, supervivencia,
traslado, mudanzas, autorización de uso de lunas oscurecidas
vehiculares y otros relacionados con el cumplimiento de sus
funciones;
xxv. Participar en el control y en el transporte de armas de fuego,
munición, explosivos y productos pirotécnicos, así como
colaborar con la Superintendencia Nacional de Control de
Servicios de Seguridad, Armas, Municiones y Explosivos de Uso
Civil - SUCAMEC, para el cumplimiento de sus funciones.
xxvi. Participar en Operaciones de Paz convocadas por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otros organismos
internacionales.
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xxvii. Ejercer las demás funciones que le señalen la Constitución, las
leyes y sus reglamentos.
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2.2.- OBLIGACIONES Y LIMITACIONES DE LA POLICÍA NACIONAL
El personal de la Policía Nacional del Perú en el ejercicio de sus funciones,
observará y se sujetará a los principios del Código de Conducta7 y demás que la
ley8 o el reglamento determinen.
2.2.1. Obligaciones de la Policía Nacional del Perú9
El personal policial tiene las siguientes obligaciones:
i. Respetar y cumplir los mandatos establecidos en la Constitución,
las leyes, los reglamentos y las órdenes que en el marco legal
vigente imparten sus superiores.
ii. Ejercer la función policial en todo momento, lugar, situación y
circunstancia, por considerarse siempre de servicio.
iii. Cumplir sus funciones con imparcialidad, responsabilidad,
diligencia y prontitud, así como ejercerlas con profesionalismo,
lealtad y ética.
iv. Comportarse con honorabilidad y dignidad en su vida pública y
privada
v. Las demás establecidas por la ley y sus reglamentos.
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Por lo tanto, un miembro de la PNP tiene la obligación de respetar las
leyes y hacer cumplirlas eficientemente, pero no puede ejercer
facultades coercitivas o diferentes a lo que la misma ley establezca y le
confiera.
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CAPÍTULO III
EXCESOS Y SANCIONES POR LA POLICÍA NACIONAL EN EJERCICIO
Ante el abuso de autoridad, las denuncias suelen correr por cuenta de las
organizaciones no gubernamentales (ONG) que se dedican a defender los
derechos humanos.12
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3.1.1. Brutalidad policial
Brutalidad policial es un término utilizado para describir el uso excesivo
de fuerza física, asalto, ataques verbales y amenazas por policías y
otras fuerzas del orden público. El término también se puede aplicar al
mismo comportamiento de los oficiales de prisiones. Está muy
extendida en muchos países, incluso en aquellos que la persiguen. La
brutalidad es una de las formas de mala conducta policial, que incluye
falsos arrestos, intimidación, represión política, racismo, abuso de
vigilancia, abuso sexual y corrupción policial.
3.1.2. Corrupción policial
La corrupción policial es un tipo de mala praxis policial, frecuentemente
constitutiva de delito, consistente en el uso indebido de sus
atribuciones, recursos o información con el objeto de obtener provecho
económico o de otro tipo, así como avances en la carrera profesional e
incluso fines políticos. Esa mala praxis consiste frecuentemente en el
soborno, el chantaje o el uso selectivo de la persecución, investigación
o arresto de terceros.
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garantizar la defensa, independencia, soberanía, integridad territorial,
seguridad y orden interno de la República.
Para que estas funciones se cumplan cabalmente resulta
indispensable que se asegure la disciplina y el orden en estas
instituciones, lo cual se logra cardinalmente con la sanción de los
delitos de función. Máxime, cuando la Constitución (artículo 163º)
señala que la defensa y seguridad de la Nación es integral y
permanente.
Por tanto es responsabilidad de la jurisdicción militar policial velar por
que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional cumplan con valor y
disciplina las funciones que la Constitución les ha encomendado
respecto a la defensa y seguridad de la República.
El cumplimiento de estas funciones hace posible la preservación del
orden constitucional y que el Estado cumpla con su deber fundamental,
plasmado en el artículo 44º de la Carta Magna, de "defender la
soberanía nacional, garantizar la plena vigencia de los derechos
humanos; proteger a la población de las amenazas contra su
seguridad; y promover el bienestar general".
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha definido el
delito de función como una conducta que afecta los bienes jurídicos
vinculados a las funciones de las fuerzas armadas, cuyo agente es un
militar en actividad que ha cometido dicho ilícito en el ejercicio de sus
funciones. Así pues, la CIDH ha señalado al respecto que:
"141. Es necesario señalar, como se ha hecho en otros casos, que
la jurisdicción militar se establece para mantener el orden y la
disciplina en las fuerzas armadas. Por ello, su aplicación se
reserva a los militares que hayan incurrido en delito o falta en el
ejercicio de sus funciones.
142. Este Tribunal ha establecido que en un Estado democrático
de Derecho la jurisdicción penal militar ha de tener un alcance
restrictivo y excepcional y estar encaminada a la protección de
intereses jurídicos especiales, vinculados con las funciones que
la ley asigna a las fuerzas militares."
3.2.3. Características del delito de función
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El delito de función tiene las siguientes características:
i. Que el sujeto activo sea un militar o un policía que ha realizado
la conducta cuando se encontraba en situación de actividad;
ii. Que se cometa el delito en acto de servicio o con ocasión de él;
iii. Que se trate de conductas que atenten contra bienes jurídicos
vinculados con la existencia, organización, operatividad o
funciones de las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional.
Esta triple identidad del delito de función ha sido recogida íntegramente
en la Ley de Organización y Funciones del Fuero Militar Policial y
coincide plenamente con los criterios establecidos por la CIDH.
Es importante señalar que no pueden ser tipificados como delitos de
función los crímenes contra la humanidad ni delitos preeminentemente
comunes.
3.2.4. Los delitos de función tipificados en el Código Penal Militar
Policial
Los principales delitos de función tipificados en el Código Penal Militar
Policial, D. L. N° 1094 son:
a) Delitos contra la defensa nacional:
Traición a la patria. Delitos contra la seguridad interna. Violación
de información relativa a la defensa nacional; orden interno y
seguridad ciudadana. Ultraje a símbolos nacionales; militares y
policiales.
b) Delitos cometidos en estados de excepción y contra el derecho
Internacional humanitario:
Delitos de inconducta funcional durante conflictos armados.
Delitos contra las personas protegidas por el Derecho
Internacional Humanitario. Delitos de empleo de métodos
prohibidos en la conducción de hostilidades. Delitos de empleo de
medios prohibidos en la conducción de hostilidades. Delitos contra
operaciones humanitarias y emblemas.
c) Delitos contra el servicio de seguridad:
Delitos cometidos por centinela, vigía o responsables de la
seguridad. Deserción Inutilización voluntaria para el servicio
activo. Capitulación indebida y cobardía.
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d) Delitos contra la integridad institucional:
Insulto al superior. Insubordinación. Desobediencia. Delitos contra
el servicio de seguridad.
e) Delitos cometidos en el ejercicio del mando o autoridad:
Omisión de deberes del mando: Abandono de comando. Empleo
indebido de armas. Inicio de operación innecesaria.
f) Delitos de violación al deber militar policial:
Delitos contra el deber militar policial. Excesos en el ejercicio del
grado, mando o posición en el servicio militar policial.
g) Delitos que afectan los bienes destinados al servicio militar
policial:
Afectación del material destinado a la defensa nacional.
Apropiación ilegítima de material destinado al servicio. Hurto de
material destinado al servicio. Utilización indebida de bienes
destinados al servicio. Sustracción por culpa.
h) Delitos contra la fidelidad a la función militar policial:
Información falsa sobre asuntos del servicio. Falsificación o
adulteración de documentación militar policial. Certificación falsa
sobre asuntos del servicio. Uso indebido de condecoraciones,
insignias o distintivos. Destrucción de documentación militar
policial.
3.2.5. Sanciones
El Código Penal Militar Policial establece el tipo de sanción que
corresponde aplicar según las características y la gravedad del delito
cometido. Las penas pueden ser: multa, limitación de derechos,
privación de libertad y pena de muerte solamente para el caso de
traición a la patria en caso de conflicto armado internacional.
El juzgamiento a los militares y policías que infringen el Código Penal
Militar Policial se lleva a cabo en los Juzgados Penales Militares
Policiales, los Tribunales Superiores Militares Policiales y el Tribunal
Supremo Militar Policial.
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CAPÍTULO IV
LA AUTODEFENSA LEGALMENTE APLICADA
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El estado de necesidad genera responsabilidad civil pero no es, en
modo alguno, una responsabilidad nacida ex-delicto, pues no recae
sobre el autor del hecho ni, mucho menos, sobre los partícipes; sino
que obliga únicamente a aquellos en cuyo favor se haya precavido el
mal y en proporción del beneficio que hubieren reportado.
b) Eximen de responsabilidad no sólo al autor sino a los partícipes.
Esto es consecuencia del principio de que lo accesorio sigue a lo
principal, de donde se desprende que si el hecho principal está
ajustado a Derecho también serán legítimas las participaciones
accesorias a su ejecución. Así, el auxiliador de legítima defensa actúa
justificadamente puesto que coopera a un acto justo.
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persona, contra el agresor, sin traspasar la necesidad de la defensa y dentro de la
racional proporción de los medios empleados para impedirla o repelerla.
Por lo tanto, la legítima defensa es una causa de justificación, un tipo permisivo
que elimina la contrariedad de la conducta típica con el orden jurídico.
Respecto del fundamento de la impunidad del hecho realizado en legítima defensa,
se distinguen en la doctrina dos grupos de teorías: las que sostienen que el hecho
en intrínsecamente en sí mismo injusto, debiendo buscarse en otra parte las
causas que lo eximen de pena y las que lo juzgan intrínsecamente justo y por lo
tanto lícito. Para este grupo se está ante una verdadera causa de justificación. Hoy
se constituye en mayoría el grupo que ve en la defensa legítima una acción lícita
apoyándose en la situación de necesidad y la colisión de derechos.
En la actual fase del derecho a la legítima defensa existe una combinación de
intereses individuales y comunitarios, ambos tienen importancia para su
fundamentación; desde la perspectiva del individuo particular: se entiende como un
derecho individual a la protección y la autodeterminación frente a agresiones.
Desde el punto de vista del Estado: aparece como la defensa que sustituye la tarea
de confirmación del derecho, la que en principio, sólo compete al Estado.
Finalmente, la doctrina y jurisprudencia reconocen que el fundamento de este
permiso proviene de la especial situación del autor y del bien jurídico en el
momento de la acción.
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La agresión debe ser actual (es decir hasta que no se produzca
la consumación), por lo que la defensa debe ejercerse mientras
se está desarrollando la agresión. También debe ser ilegitima
(es decir antijurídica) y real.
Ejemplo: no habrá agresión ilegítima si quien recibió un
puñetazo, pretende responder a la agresión al día siguiente;
tampoco habrá agresión ilegítima si es atacado por un animal.
Necesidad racional del medio empleado para impedir o repeler
la agresión.
Implica la defensa que hace el individuo ante la agresión que
sufre, por tanto la defensa comprende aquellas conductas
dirigidas a rechazar la agresión. La defensa es necesaria si la
acción del agredido era la menos dañosa en cuantas estaban a
su disposición para rechazar la agresión.
El Código Penal no habla de proporcionalidad sino de
racionalidad del medio empleado para repeler la agresión. La
racionalidad no se puede determinar en forma abstracta sino
que dependerá de la situación concreta y de las circunstancias
de ellas.
Ejemplo: será racional si quien estaba siendo objeto de agresión
con una botella rota toma un cuchillo que estaba a su alcance
para repeler la agresión.
Falta de provocación suficiente por parte del defensor.
Implica que el que se defiende no debe haber provocado la
agresión. La provocación es una acción u omisión anterior a la
agresión. Dicha provocación es suficiente cuando hace
previsible una agresión. Ejemplo: quien en una reunión social
insinúa constantemente que una de las señoritas que se
encuentra en la reunión es una prostituta, no puede alegar
legítima defensa si ésta lo golpea.
La legítima defensa tiene un elemento subjetivo, así el sujeto que
ejerce la legítima defensa debe actuar con conocimiento de la situación
de agresión y con la voluntad de defenderse.
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El presupuesto básico de la legítima defensa es la existencia de una
agresión ilegítima, por lo que si el sujeto sólo imagina su presencia nos
encontraremos ante un supuesto de legítima defensa putativa que
debe ser resuelto según las reglas del error de prohibición. Ejemplo:
quien al salir de una fiesta en horas de la madrugada y se encuentra
en una calle esperando tomar un taxi y siente que alguien lo toma del
hombro por la espalda, reaccionando en la creencia de que lo va
asaltar, golpeándolo en el rostro, descubriendo luego que era su amigo
que le había dado alcance para irse juntos.
Si se da la presencia de la agresión ilegítima pero falta alguno de los
otros dos requisitos nos encontramos ante una legítima defensa
imperfecta pudiéndose aplicar la atenuante facultativa prevista en el
artículo 21° del Código Penal.
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o agravan, y el artículo que la establece específicamente es el 65: No
es punible:
1) El que obra en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legítimo
de un derecho, autoridad, oficio o cargo, sin traspasar los límites
legales.
2) El que obra en virtud de obediencia legítima y debida. En este caso,
si el hecho ejecutado constituye delito o falta, la pena
correspondiente se le impondrá al que resultare haber dado la
orden ilegal.
3) El que obra en defensa de su propia persona o derecho, siempre
que concurran las circunstancias siguientes:
a) Agresión ilegítima por parte del que resulta ofendido en el
hecho
b) Necesidad del medio empleado para impedirla o repelerla.
c) Falta de provocación suficiente de parte del que pretenda
haber obrado en defensa propia. Se equipara a la legítima
defensa el hecho con el cual el agente, en el estado de
incertidumbre, temor o terror traspasa los límites de defensa.
4) El que obra constreñido por la necesidad de salvar su persona o la
de otro, de un peligro grave e inminente, al cual no haya dado
voluntariamente causa, y que no pueda evitar de otro modo.
Está claro que todo individuo tiene derecho a rechazar con la fuerza la
agresión injusta contra sus bienes o valores cuando el Estado no
puede acudir en su defensa. El hombre, por una exigencia natural
tiende a repeler o a impedir la agresión injusta. Esta exigencia es
recogida por la ética; y el derecho, al proteger los bienes y valores del
ser humano en sus relaciones con los demás miembros de la sociedad,
no puede menos que reconocer tal exigencia constitutiva del ejercicio
de un derecho y que, por lo tanto, justifica que el propio sujeto, cuando
el Estado no puede intervenir para protegerlo contra las injustas
agresiones, pueda reaccionar, con las debidas limitaciones, sin que
pueda obligársele a padecer la ofensa, lo que implicaría consagrar y
avalar una injusticia.
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En definitiva, se trata de un conflicto de intereses que se plantea en
determinadas circunstancias, en el cual el interés del agredido debe
prevalecer sobre el interés del agresor injusto, en la extensión y con las
limitaciones que la ley impone.
4.5.2. Cuba14
El artículo 21 del Código Penal de Cuba establece:
1) Está exento de responsabilidad penal el que obra en legítima
defensa de su persona o derechos.
2) Obra en legítima defensa el que impide o repele una agresión
ilegítima, inminente o actual y no provocada, si concurren, además,
los requisitos siguientes:
a) Necesidad objetiva de la defensa;
b) Proporcionalidad entre la agresión y la defensa, determinada
en cada caso con criterios razonables, según las
circunstancias de personas, medios, tiempo y lugar.
3) Está igualmente exento de responsabilidad penal el que defiende a
un tercero en las condiciones y con los requisitos exigidos en el
apartado 2, aunque la agresión haya sido provocada, si el defensor
no participó en la provocación.
4) Asimismo, obra en legítima defensa el que impide o repele en forma
adecuada un peligro o un daño inminente o actual a la paz pública
o a los bienes o intereses sociales o del Estado.
5) Si el que repele la agresión se excede en los límites de la legítima
defensa, y, especialmente, si usa un medio de defensa
desproporcionado en relación con el peligro suscitado por el
ataque, el tribunal puede rebajar la sanción hasta en dos tercios de
su límite mínimo, y si se ha cometido este exceso a causa de la
excitación o la emoción violenta provocada por la agresión, puede
aún prescindir de imponerle sanción excitación o la emoción,
violenta provocada por la agresión, puede aún prescindir de
imponerle sanción alguna.
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4.5.3. Argentina15
El Código Penal de Argentina al referirse a la imputabilidad en el
artículo 34 establece que no son punibles:
1) El que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por
insuficiencia de sus facultades, por alteraciones morbosas de las
mismas o por su estado de inconsciencia, error o ignorancia de
hecho no imputable, comprender la criminalidad del acto o dirigir
sus acciones.
En caso de enajenación, el tribunal podrá ordenar la reclusión del
agente en un manicomio, del que no saldrá sino por resolución
judicial, con audiencia del ministerio público y previo dictamen de
peritos que declaren desaparecido el peligro de que el enfermo se
dañe a sí mismo o a los demás.
En los demás casos en que se absolviere a un procesado por las
causales del presente inciso, el tribunal ordenara la reclusión del
mismo en un establecimiento adecuado hasta que se comprobase
la desaparición de las condiciones que le hicieren peligroso;
2) El que obrare violentado por fuerza física irresistible o amenazas de
sufrir un mal grave e inminente;
3) El que causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha
sido extraño;
4) El que obrare en cumplimiento de un deber o en el legítimo ejercicio
de su derecho, autoridad o cargo;
5) El que obrare en virtud de obediencia debida;
6) El que obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que
concurrieren las siguientes circunstancias:
a) Agresión ilegítima;
b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o
repelerla
c) Falta de provocación suficiente por parte del que se
defiende.
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Se entenderá que concurren estas circunstancias respecto de aquél
que durante la noche rechazare el escalamiento o fractura de los
cercados, paredes o entradas de su casa, o departamento habitado
o de sus dependencias, cualquiera que sea el daño ocasionado al
agresor. Igualmente respecto de aquél que encontrare a un extraño
dentro de su hogar, siempre que haya resistencia.
7) El que obrare en defensa de la persona o derechos de otro,
siempre que concurran las circunstancias a) y b) del inciso anterior
y caso de haber precedido provocación suficiente por parte del
agredido, la de que no haya participado en ella el tercero defensor.
4.5.4. España16
El Código Penal declara exento de responsabilidad criminal el que obre
en defensa de la persona o derechos, propios o ajenos, siempre que
concurran los siguientes requisitos: agresión ilegítima, necesidad
racional del medio empleado para impedirla o repelerla y falta de
provocación suficiente por parte del defensor, tal como lo establece el
número 4 del artículo 20.
Se aprecia que el Código Penal español establece que la acción
realizada en legítima defensa es lícita, al tener esta eximente la
naturaleza de una causa de justificación. Queda excluida no sólo la
responsabilidad penal, sino también la responsabilidad civil.
Están amparados también en la causa de justificación de la legítima
defensa la destrucción o los daños causados en los medios o
instrumentos utilizados por el agresor, aunque no sean de su
propiedad.
No están amparadas, en cambio, en la eximente de la legítima defensa
las lesiones de los bienes jurídicos pertenecientes a terceros, cuando
no fuesen utilizados como medios en la agresión ilegítima, por ejemplo,
la destrucción de objetos o las lesiones o la muerte causadas a otras
personas que se hallaban en el lugar de los hechos. El defensor podrá
invocar, sin embargo, en relación con la lesión de estos bienes
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jurídicos la eximente de estado de necesidad, cuando se den sus
requisitos.
Se introduce en el Código Penal importantes restricciones a la legítima
defensa de los bienes patrimoniales y al parecer también a la morada.
La exigencia de que el ataque a los bienes (patrimoniales) constituye
delito o falta, supone la exclusión del concepto de agresión ilegítima o
lo mismo de los ataques que no constituyen una ilicitud penal sino un
simple ilícito civil, administrativo u otro. Ello es contrario al doble
fundamento de la legítima defensa, la necesidad de defender bienes
jurídicos y la necesidad de la defensa del orden jurídico.
El Tribunal Supremo niega, en jurisprudencia constante, la posibilidad
de apreciar la eximente de legítima defensa en las citaciones de riña
mutua y libremente aceptada. Si algunos de los contendientes rebasan,
sin embargo, los límites, por ejemplo saca una navaja, o un arma de
fuego, el agredido puede invocar la legítima defensa, si la defensa y el
medio empleado son necesarios y actúa con ánimo o voluntad de
defensa. La provocación implícita en la aceptación inicial de la riña no
será entonces suficiente dada la desproporción de la respuesta
agresora.
4.5.5. Colombia17
El Código Penal establece en el artículo 29-4 que la legítima defensa
es justificada por la necesidad de defender un derecho propio o ajeno
contra injusta agresión actual o inminente, siempre que la defensa sea
proporcionada a la agresión.
De acuerdo al artículo 4 del Código Penal son indispensables las
siguientes exigencias, tanto de índole objetiva como subjetiva, para
que se configure esta
“justa causa”.
Las exigencias son la existencia de una agresión, que la agresión se
produzca contra un derecho propio o ajeno, necesidad de defensa por
parte del agredido de tal manera que se le cause al agresor el mínimo
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daño posible, la defensa debe ser proporcionada a la agresión y
finalmente se requiere el ánimo de defensa.
El Código Penal en el artículo 30 señala que cualquier exceso por
parte del agredido lo sustrae automáticamente de los linderos de la
justificante, y lo lleva a incurrir en un comportamiento punible si se
verifica además la culpabilidad; se habla por ello de una figura
extensible a todas las causales de exclusión de la antijuridicidad
denominada el exceso en las causales de justificación.
El Código Penal establece la presunción legal de la legítima defensa
también denominada legítima defensa privilegiada, se presume que
actúa en defensa necesaria quien rechaza la agresión proveniente de
un extraño, que de manera indebida penetra o intenta hacerlo en su
habitación o dependencias inmediatas. De esta manera se aprecia dos
hipótesis en el texto legal: La de rechazo del asaltante diurno o
nocturno y la del extraño en el hogar.
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Este supuesto justificante exige necesariamente la existencia de un deber
consagrado en la ley, es decir tiene que ser un deber jurídico, de ninguna manera
moral, y que el sujeto agente cumpla con una serie de exigencias, tanto en el
aspecto objetivo como subjetivo del tipo.
El “cumplimiento de un deber” sugiere la posibilidad de que, al realizar conductas
activas u omisivas legalmente exigibles –deberes jurídicos, por lo tanto, y no
meramente morales-, el “obligado” a tales conductas se comporte típicamente y
ataque un bien jurídico-penalmente protegido.
4.6.1. Naturaleza jurídica
En la doctrina existen tres posiciones que se refieren sobre la
naturaleza del obrar en cumplimiento de un deber:
Primera posición.- Esta dada por autores que sostienen que el
obrar en cumplimiento de un deber es mixta, ya que puede
operar como causal de justificación o atipicidad; tal como lo
sostiene el autor colombiano Fernando Velásquez Velásquez.
Sin embargo consideramos que esta posición mixta no tiene
mayor firmeza en la doctrina, ya que cuando se llega determinar
que la conducta analizada es atípica, será irrelevante
penalmente entrar a evaluar si dicha conducta está o no
amparada por alguna causa de justificación.
Segunda posición.- Felipe Villavicencio Terreros sostiene, quien
mantiene que el obrar en cumplimiento de un deber es una
causa de atipicidad, pues cuando hay una obligación específica
de actuar para el sujeto, no se trata ya de un permiso, sino que
cometería delito sino actuara, presentándose una grave
contradicción: no actuar sería tan típico como actuar. Argumento
que tampoco podría compartirse, ya que si la conducta o
comportamiento realizado por el agente es atípica, es irrelevante
entrar a evaluar si opera la causal del obrar en cumplimiento de
un deber.
Tercera posición.- Es la más aceptada por la doctrina, ya que
sostiene que el obrar en cumplimiento de un deber tiene
naturaleza jurídica de una causa de justificación por tanto opera
o, mejor, es de aplicación sobre una conducta típica, jamás
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sobre una conducta atípica. Esta eximente junto con el actuar en
el ejercicio de un derecho, oficio o cargo, es quizá la que más
tiene el carácter de causa de justificación y, hasta cierto punto
es una declaración excusada, pues igual tendría valor
justificante aunque no se mencionara expresamente en el
catálogo de eximentes. Así Muñoz Conde y García Arán afirman
que no cabe mayor justificación que la de cumplir un deber.
4.6.2. Fundamento jurídico.
El fundamento de esta causa de justificación se encuentra en el
principio del interés preponderante el cual tiene su explicación en que
el ordenamiento jurídico impone en ciertos casos y a determinadas
personas, el deber de realizar conductas tipificadas en la ley que
afectan bienes jurídicamente protegidos. No obstante, este principio
resulta insuficiente, ya que en caso de conflicto de dos deberes
iguales, la conducta será lícita si el sujeto cumple uno o cualquiera de
ellos. Sin embargo si el sujeto actúa cumpliendo un deber de rango
superior o igual, su conducta será ilícita si implica un grave atentado a
la dignidad de la persona humana.
El que realiza una acción típica en cumplimiento de un deber jurídico
se encuentra en una situación de “colisión de deberes”. El deber de
omitir la acción prohibida (o de realizar la acción ordenada en los
delitos de omisión) entra en conflicto con otro deber derivado de otra
norma de cualquier sector del ordenamiento jurídico. Actúe como actúe
el sujeto, en la situación concreta en que se halla, infringirá un deber.
La ponderación de los deberes jurídicos remite a una ponderación de
los intereses en conflicto a cuya tutela se orienta los correspondientes
deberes. También aquí, como en el estado de necesidad, hay que
tener en cuenta no sólo los bienes jurídicos, sino la totalidad de los
intereses en juego.
En los supuestos de conflicto de dos deberes de acción del mismo
rango, es necesario que la conducta del sujeto se oriente a cumplir uno
de ellos para que dicha conducta sea lícita; ejemplo:
- El médico que sólo salva a uno de los tres heridos graves por no
disponer del instrumental necesario ni dotación suficiente,
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omitiendo intervenir al resto, está cumpliendo con su deber, por
ende su conducta aparece justificada frente al resto de heridos
que por omisión dejaron de existir.
En consecuencia si el deber cumplido es de rango inferior al infringido
la conducta será ilícita; sin embargo, sólo cuando se utilice al ser
humano como un mero instrumento o se atente, de otro modo,
gravemente contra su dignidad la conducta será ilícita, aunque se
realice en cumplimiento de un deber; ejemplo:
- El cirujano, que para salvar la vida de su paciente extirpa a otra
persona, contra su voluntad, un riñón para llevar a cabo un
trasplante, realiza el tipo de lesiones y aunque el deber de salvar
la vida de su paciente sea de rango superior, al de abstenerse de
realizar la acción prohibida, su conducta será ilícita. Únicamente
podrá verse excluida o atenuada la culpabilidad, si estaba
realmente excluida o disminuida su capacidad de obrar conforme
a Derecho.
Finalmente, cabe precisar que en la eximente del cumplimiento de un
deber, la colisión de deberes está configurado de la siguiente manera:
por un lado un deber de acción, y por otro, un deber de omisión.
Ejemplo:
- El deber que tiene un testigo de decir la verdad, de conformidad a
lo establecido por el artículo 163.1º del Código Procesal Penal, y,
según el artículo 409º del Código Penal, será reprimido si comete
falso testimonio. Así el ordenamiento jurídico impone a toda
persona llamada a testificar en un proceso penal la obligación de
no faltar a la verdad. Por lo tanto, no puede pretender, al mismo
tiempo, sancionarla por difamación (artículo 132º del Código
Penal), si ella le imputa al procesado un comportamiento
delictuoso.
En la hipótesis planteada surge un conflicto de deberes por un lado el
deber de acción (decir la verdad al testimoniar) y, por otro, un deber de
omisión (no atentar contra el honor de una persona). Este conflicto
supone una confrontación de intereses: el de la colectividad a una
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buena administración de justicia y el de la persona al respeto de su
dignidad.
4.6.3. Requisitos
Para que opere la eximente de obrar en cumplimiento de un deber es
necesaria la concurrencia indispensable de ciertos requisitos o
elementos, ya que de no concurrir uno de ellos, la eximente no
funciona. Estos requisitos son:
a) Existencia de un deber jurídico.- Anterior a la realización del
comportamiento típico, debe existir necesariamente un deber
impuesto por la ley, entendido por ley toda prescripción de
carácter general y con obligatoriedad erga omnes; se descarta de
ese modo los deberes morales. Sin embargo, la justificante no
opera en la conducta con la cual se haya cumplido de cualquier
forma con el deber, sino se exige que el cumplimiento de un deber
se realice dentro de los límites legales y conforme a Derecho.
b) El deber cumplido debe tener mayor rango o igual al infringido.-
Resulta indispensable que el deber jurídico que se ha dado
cumplimiento sea de mayor o igual jerarquía al deber que se ha
dejado de lado para que opere la justificante. Ejemplo:
o En el caso que un efectivo policial (funcionario público) en
ejercicio de sus funciones dispara y mata a un delincuente
que estaba a punto de disparar en contra de su víctima.
Sin embargo, si se determina que el deber cumplido fue de menor
jerarquía al infringido, la justificante no opera. Por ejemplo:
o Cuando el mismo efectivo policial (funcionario público)
dispara y mata a un delincuente que huye de la escena del
crimen por el simple hecho de evitar su fuga.
De tal forma, cuando la autoridad al momento de cumplir con su
deber de función o profesión hace uso de la violencia, se admite
en este caso el principio básico que es el de menor lesividad
posible, es decir, el empleo fuerza racionalmente imprescindible
para el cumplimiento de la obligación. Es una exigencia clara,
proporción o adecuación a las circunstancias del caso, el grado de
la violencia empleada por el agente.
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c) Necesidad de ejecutar la conducta típica.- Debe existir o mediar
una necesidad urgente, es decir, el agente en el caso concreto, no
tiene otra alternativa a la de ejecutar un comportamiento típico en
cumplimiento de su deber. Si llega a determinarse que el agente
tuvo la posibilidad de cumplir con su deber de forma diferente a la
de realizar la conducta típica, la eximente no opera. Por ejemplo:
o Se requiere la necesidad racional de la violencia para
restablecer el orden jurídico perturbado, no estando
justificada, por innecesaria, ya que se podría restablecerlo
con cualquier otra medida no violenta. En consecuencia, ha
de ser proporcional a la entidad del hecho que la motivó,
evitando cualquier exceso, por más que aparentemente
pueda estar autorizada por cualquier tipo de reglamentación
administrativa.
d) Actuar con la finalidad de cumplir un deber jurídico.- En virtud al
doble componente con que cuentan las causas de justificación:
uno objetivo y otro subjetivo, el presente requisito es de carácter
subjetivo de la justificante en análisis. Consiste en que el agente
debe conocer que actúa en cumplimiento de un deber. En otros
términos el agente o autor del comportamiento típico debe ser
consciente de que actúa en cumplimiento de un deber impuesto
por la ley. Si se llega a determinar que actuó movido o guiado por
otros fines, la eximente no aparece. Por ejemplo:
o No opera tal eximente, cuando un agente policía mata a un
delincuente que se encontraba a punto de asesinar a otra
persona, cuando su accionar ha sido motivado por su
ánimo de venganza, en virtud a que su conviviente había
cometido adulterio con dicho delincuente.
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tipo penal y lesione materialmente un bien jurídico protegido. Según ello, lo que se
trataría de justificar, vía la invocación de la eximente, sería la lesión de un bien
jurídico penalmente protegido, que una persona produce a consecuencia de ejercer
legítimamente un derecho. Su aplicación enervante de ilicitud exigiría así – en lo
esencial – la existencia de una situación de colisión o conflicto (el agente al ejercer
legítimamente un derecho, realiza un tipo de delito y menoscaba un bien jurídico –
penal protegido); colisión en la cual el precepto justificante (generalmente
extrapenal) prevalecería frente al imperativo penal, excluyendo la anti juricidad de
la conducta, en virtud del principio de interés preponderante.
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Por tanto, el abuso del derecho desnaturaliza la presente eximente o
causa de justificación, pues si una persona incurre en dicho abuso su
conducta típica sí se consideraría ilícita (no operando justificación
alguna). Tal es el caso de las denominadas “vías de hecho” (o
realizaciones por uno mismo del propio derecho), en donde no se trata
de discutir la existencia de un derecho que en verdad concurre, sino la
legitimidad de los medios utilizados para hacerlo valer.
En nuestro ordenamiento jurídico utilizar arbitrariamente las vías de
hecho, al margen de las autoridades competentes, para realizar un
derecho constituye una conducta ilícita, penalmente prohibida,
conforme al Artículo 417º del Código Penal, que prescribe: “El que, con
el fin de ejercer un derecho, en lugar de recurrir a la autoridad, se hace
justicia arbitrariamente por sí mismo, será reprimido con prestación de
servicio comunitario de veinte a cuarenta jornadas”. Como se ve, este
precepto prohíbe ampliamente el uso arbitrario de las vías de hecho
para ejercer un derecho existente que corresponde. No es necesario
aquí además que el agente utilice violencia, intimidación o fuerza en
las cosas. Basta sólo el obrar de manera arbitraria y al margen de la
autoridad; satisfecho tal requisito, el referido tipo penal se puede
conjugar prácticamente con cualquier modalidad ejecutiva (v.gr. el
engaño o abuso de confianza para recuperar un bien litigioso). Por
tanto, la realización de un derecho actuando arbitraria y al margen de
la autoridad, en nuestro ordenamiento jurídico, no solamente no está
jurídicamente permitido, sino que además constituye delito. Así
Hurtado Pozo sostiene que el límite del ejercicio del derecho está dado
por el carácter arbitrario del comportamiento del agente; es decir, un
comportamiento dictado sólo por la voluntad o el capricho; actuando de
un modo arbitrario quien recurre a la violencia, intimidación, engaño o
cualquier otro medio prohibido por el ordenamiento jurídico.
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CAPÍTULO V
LA INCULPABILIDAD
5.2.- REQUISITOS
Se establecen una serie de requisitos que el actor de la conducta típica que lesione
bienes jurídicos ajenos habrá de cumplir para que pueda apreciarse la existencia
del estado de necesidad. La división de estos requisitos entre esenciales e in
esenciales supone dos categorías que entran a analizar el grado de desvalor
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jurídico de la acción y del resultado, de manera que los requisitos esenciales serán
el mínimo para que exista un menor desvalor de resultado, y los inesenciales
habrán de cumplirse para concluir que no existe desvalor de acción ni de resultado.
5.2.1. Requisitos esenciales
El cumplimiento de los requisitos esenciales permitirá apreciar si cabe
o no aplicar la causa de justificación a la acción típica.
a) Bien en peligro:
Existe una alta probabilidad de daño para el bien jurídico a
proteger. Tal peligro habrá de ser suficiente como para motivar la
actuación del hombre medio ideal. Además, el peligro habrá de ser
objetivamente real, de manera que no cabe aplicar la causa de
justificación de estado de necesidad en el supuesto de que tan sólo
exista la creencia subjetiva de que existe peligro. No obstante, en
este supuesto podría considerarse la existencia de un error sobre la
causa de justificación, o la exculpación por existencia de miedo
insuperable. Hay que destacar también que el hecho de que sea
una creencia fundada o no determinará si existe o no error
invencible. Además el peligro de ser destruido o dañado ha de ser
inminente, es decir, no puede realizarse de forma preventiva.
Por otro lado, este peligro real ha de motivar la actuación salvadora
impulsada "por un estado de necesidad", provocando así una
situación de conflicto entre intereses en la que se daña otro bien
para salvar el bien jurídico en peligro, realizando así una conducta
típica que en el supuesto de aplicar la causa de justificación no
sería antijurídica.
Finalmente, los bienes jurídicos susceptibles de ser salvados
podrán ser propios o ajenos. Cierto sector doctrinal amplía el
margen, incluyendo los bienes comunitarios. No obstante, la gran
mayoría de la doctrina se inclina por pensar que no cabe el estado
de necesidad en una acción que busque salvar intereses
comunitario, o en todo caso, suprapersonales, precisamente por el
peligro que supondría legitimar una actuación en pro de bienes que
trascienden la esfera del individuo y competen al Estado, como
pudiera ser el orden público o la integridad territorial.
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b) Acto salvador:
La acción típica que busque salvar un bien jurídico dañando otro
acorde a un estado de necesidad habrá de tener posibilidades de
salvar el bien jurídico. Dicho de otra manera, no cabe una conducta
completamente inidónea e inadecuada cuya capacidad para salvar
el bien sea nula o imposible.
Además, la acción salvadora habrá de poseer animus salvationis,
de manera que es exigible que la persona, subjetivamente, tenga
como fin la salvación del bien jurídico. Así, habrá que exigir que el
sujeto conociera la situación de peligro, así como la necesidad de
su acción para salvarlo. En ningún caso cabe hablar de causa de
justificación si el sujeto hubiera actuado desconociendo la situación
de necesidad, y movido por fines distintos a los salvadores.
Cabe destacar que la doctrina se halla dividida en cuanto al encaje
en el estado de necesidad de un daño provocado por imprudencia,
en el supuesto de que tal imprudencia estuviera condicionada por
un fin salvador. (Supuesto del conductor que recoge a un herido, y
que al llevarlo con la urgencia necesaria al hospital, atropella a otro
individuo).
5.2.2. Requisitos no esenciales
Su cumplimiento supone la aplicación de una eximente completa. En el
supuesto de que no se cumplan los requisitos inesenciales, será
susceptible de considerarse estado de necesidad disculpante o ex
culpante, lo que requerirá un posterior análisis en el estrato de la
culpabilidad y reducirá la eventual pena.
a) Necesidad del medio empleado:
Partiendo de que se está dañando un bien jurídico con el fin de
salvar otro, hay que analizar si el daño provocado podría haber sido
menor si se hubiera empleado otro medio de defensa menos lesivo
y que hubiera evitado el mal con igual seguridad.
Por otro lado, y llevando al extremo este principio, habría que
destacar que el estado de necesidad tiene un carácter
completamente subsidiario, de manera que en el caso de que exista
un medio que no lesione inmediatamente bienes jurídicos ajenos,
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existe un deber de acudir a ellos. Así pues, habrá de acudirse a la
ayuda estatal o a la fuga antes que a la agresión de un bien
jurídico.
Finalmente, y de acuerdo con lo anteriormente dicho, se crea la
figura del exceso intensivo, que supone la aplicación de un medio
innecesario o el uso de un medio excesivamente agresivo para con
el bien lesionado.
También hay que destacar la figura del exceso extensivo, que
supone la lesión de un bien jurídico excesivamente tardía, de
manera que había pasado demasiado tiempo como para utilizar el
medio lesivo y que éste fuese útil para salvar el bien jurídico en
peligro.
Los excesos pueden ser dolosos, inconscientes, imprudentes o
motivados por error vencible o invencible.
b) Proporcionalidad de males:
El mal provocado ha de ser igual o menor que el mal que se trata
de evitar. De esta manera, sólo cabe la proporcionalidad en caso de
conflicto entre mal salvador menor que mal salvado (interés
preponderante) o entre mal salvador igual a mal salvado (interés
equivalente).
Así, a la hora de entrar a ponderar los intereses, existen una
inmensa división sobre el criterio a seguir. De esta manera, la
ponderación básica se fundamenta en una valoración de intereses
en función del valor otorgado por la pena que imponga el Código
Penal. No obstante, también hay que tener en cuenta la
ponderación del estado del bien, de manera que el bien intacto no
ha de prevalecer sobre el bien dañado. (Por ejemplo, no cabe
extraer un riñón sin consentimiento para trasplantárselo a un
enfermo). Finalmente, también habrá que atender al grado de
peligro de la acción salvadora en comparación al grado de riesgo
de la situación que ponga en peligro el bien jurídico.
El principio de proporcionalidad de males tiene también una gran
relación con el exceso intensivo, en el que se emplea un medio que
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causa un daño desproporcionado en comparación con el daño que
se quiere evitar.-
c) Ausencia del deber de sacrificio:
Algunas personas, por razón de oficio o cargo, tienen la obligación
de sacrificio. Son excepciones a la exigibilidad común que a la
persona impone el ordenamiento jurídico, provocando una
alteración en la normal ponderación de intereses. Estas
excepciones limitativas del uso del estado de necesidad como
causa de justificación deben coincidir con los límites legales o
sociales de su profesión y con las circunstancias, no se puede
exigir un comportamiento heroico o virtuoso.
Cabe destacar que estos obligados, lo son por voluntad propia, y
como consecuencia directa del cargo u oficio que desempeñan.
Ejemplos de personas sometidas al deber de sacrificio serían los
integrantes de los cuerpos policiales, bomberos, militares, las
tripulaciones de buques y aeronaves, el personal sanitario en caso
de epidemia, etc.
d) Ausencia de provocación intencionada:
La doctrina se halla dividida sobre la extensión real de este
requisito. El sector mayoritario piensa que existe falta de
provocación intencionada si el autor, pese a ser el causante
intencional del peligro que acecha a los bienes jurídicos, no tenía
intención de provocar tal peligro con el objetivo de ampararse
después en el estado de necesidad.
Otro sector doctrinal opina que siempre que el peligro haya sido
provocado intencionadamente, no se cumple el requisito de
ausencia de provocación intencionada. En otras palabras, la
primera doctrina defiende la falta de provocación intencionada de la
situación de necesidad, mientras que la segunda defiende la falta
de provocación intencionada del peligro, siendo indiferente si el
sujeto buscaba o no provocar el estado de necesidad.
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SE CONCLUYE QUE…
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responsabilidad civil y penal, a quien realiza un acto antijurídico, pero que al
cometerlo lo hace con el objetivo de salvar otro bien jurídico de igual o
mayor trascendencia jurídica. Por lo que, si el miembro de la policía nacional
en ejercicio de sus funciones podría encuadrar su actuar y justificar el uso
de medios de defensa (arma reglamentaria u otros) de manera legitimada.
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INDICACIONES
45
BIBLIOGRAFÍA
46
Decreto Legislativo N° 1148, Ley de la Policía Nacional del Perú.
Recuperado de https://www.pnp.gob.pe/reforma/images/DL.1148-
LEY_PNP.pdf
Fuero Militar Policial. Código Penal Militar Policial. Recuperado de
http://www.fmp.gob.pe/FMP/Html/2013-05-
03/el_codigo_penal_militar_policial.html
Biblioteca Jurídica (2010). Legislación del Fuero Militar Policial. Recuperado
de ttp://www.fmp.gob.pe/transparencia/elementos/Legis_FMP.pdf
Academia de la Magistratura. Temas De Derecho Penal General.
Recuperado de
http://sistemas.amag.edu.pe/publicaciones/dere_pen_proce_penal/tema_der
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Enciclopedia jurídica (2014). Recuperado de http://www.enciclopedia-
juridica.biz14.com/d/ejercicio-legitimo-de-un-derecho-oficio-o-cargo/ejercicio-
legitimo-de-un-derecho-oficio-o-cargo.htm
Armaza Galdos, Julio E. El estado de necesidad justificante. Recuperado de
www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/el-estado-de-necesidad-justificante/
Wikipedia (2015). Estado de necesidad justificante. Recuperado de
https://es.wikipedia.org/wiki/Estado_de_necesidad
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ANEXO
ANEXO 1
La Policía Nacional del Perú es una institución del Estado dependiente del
Ministerio del Interior, creada para garantizar el orden interno, el libre ejercicio de
los derechos fundamentales de las personas y el normal desarrollo de las
actividades ciudadanas. Es profesional y jerarquizada. Sus integrantes representan
la ley, el orden y la seguridad en toda la República y tienen competencia para
intervenir en todos los asuntos relacionados con el cumplimiento de su finalidad
fundamental.
Como en algunos países del mundo (como Italia, Colombia, Chile, Ecuador, etc.),
la Policía Nacional del Perú tiene organización castrense, la cual, según la ley de la
creación de la Policía Nacional del Perú18, fue heredada de los dos cuerpos
policiales uniformados anteriores a ella que eran la Guardia Civil del Perú y la
Guardia Republicana del Perú, cuyos antecesores más antiguos fueron cuerpos
policiales que nacieron con la república (i. e. la Milicia Cívica y la Guardia de
Policía) y que luego de muchos años de procesos de reorganización han devenido
en la actual institución, cuya disciplina está regida por sus propios reglamentos y
por el Código de Justicia Militar Policial del Perú.
Está facultada de acuerdo con la Constitución Política a la posesión y al uso de
armas de guerra. Asimismo en conjunto con las Fuerzas Armadas, ha combatido
con éxito la subversión, durante las décadas de los años 80 y 90 del siglo XX. No
obstante al haber evolucionado a la par con el desarrollo de la nación sin dejar de
lado su naturaleza y disciplina castrense, actualmente es una institución de
carácter civil, al servicio de la comunidad, con más de cien mil hombres y mujeres
repartidos en toda la república.
La finalidad fundamental de la Policía Nacional del Perú es garantizar, mantener y
restablecer el orden interno. Presta protección y ayuda a las personas y a la
comunidad. Garantiza el cumplimiento de las leyes y la seguridad del patrimonio
público y privado. Previene, investiga y combate la delincuencia. Vigila y controla
las fronteras. (Artículo 166° de la Constitución Política del Perú)
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