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Ética Médica

y Bioética

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Ética Médica
y Bioética

La Habana, 2009

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Catalogación Editorial Ciencias Médicas

Ética médica y bioética / María del Carmen Amaro Cano et al.


La Habana: Editorial Ciencias Médicas, 2009.
172 p.

WB 60

Ética Médica
Comités de Ética
Bioética
Equidad en Salud

Edición: Dra. Nancy Cheping Sánchez


Diseño: Ac. Luciano Ortelio Sánchez Núñez
Emplane: Amarelis González La O
Fotografía: Héctor Sanabria Horta

© María del Carmen Amaro Cano, 2009


Sobre la presente edición:
© Editorial Ciencias Médicas, 2009

ISBN: 978-959-212-557-5

Las opiniones expresadas en este libro son responsabilidad de sus autores y de la Comisión
Nacional de Ética Médica y en algunas ocasiones pudieran no reflejar necesariamente la
postura oficial de la Oficina Panamericana de Salud/Organización Mundial de la Salud,
del Ministerio de Salud Pública de Cuba, ni del Comité Nacional Cubano de Bioética.

Editorial Ciencias Médicas


Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas
Calle 23 No. 177, entre N y O, Edificio Soto, El Vedado,
Ciudad de La Habana, 10400, Cuba
Correo electrónico: ecimed@infomed.sld.cu
Teléfonos: 838 3375 / 832 5338

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Autora Principal

MSc. María del Carmen Amaro Cano


Especialista en Bioética. Maestra en Ciencias de la Salud Pública. Maestra en Ciencias en
Historia de América, El Caribe y Cuba. Investigadora Auxiliar. Profesora Auxiliar y
Consultante de Salud Pública y Presidenta de la Cátedra de Bioética FCM "Gral. Calixto
García Íñiguez". Directora del Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad de
Ciencias Médicas de La Habana. Miembro de la Comisión Nacional de Ética Médica.
Miembro del Comité Nacional Cubano de Bioética. Asesora de la Red Latinoamericana de
Bioética de la UNESCO.

Coautores
Dr.Cs. Ricardo González Menéndez
Doctor en Ciencias. Especialista II Grado en Psiquiatría. Profesor Titular y Consultante de la
Universidad de Ciencias Médicas de La Habana. Presidente de la Comisión Nacional de
Ética Médica.

Dr.Cs. Héctor Rodríguez Silva


Doctor en Ciencia Médicas. Especialista de II Grado en Medicina Interna, Profesor Titular
y Consultante de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana. Hospital "Hermanos
Ameijeiras". Secretario de la Comisión Nacional de Ética Médica.

Dr.Cs. Miguel Ángel Moreno Rodríguez


Doctor en Ciencias Médicas. Especialista II Grado en Medicina Interna. Profesor Titular y
Consultante de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana.

Dr.Cs. Alfredo Espinosa Brito


Doctor en Ciencias Médicas. Especialista II Grado en Medicina Interna. Profesor Titular y
Consultante de Medicina Interna, Hospital Universitario "Dr. Gustavo Aldereguía Lima".
Cienfuegos.

Dr.Cs. Eduardo Llanes Llanes


Doctor en Ciencias Médicas. Especialista en Periodoncia. Profesor Titular y Consultante
de la Facultad de Estomatología. Universidad de Ciencias Médicas de La Habana. Miem-
bro de la Comisión Nacional de Ética Médica.

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MSc. Marlina Lescaille Taquechel
Máster en Ciencias de la Educación Médica. Profesora Auxiliar de Enfermería.
Metodóloga del Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad de Ciencias
Médicas de La Habana. Secretaria de la Cátedra de Bioética de la Facultad de Ciencias
Médicas "General Calixto García Íñiguez".

MSc. José A. Fernández Sacasas


Máster en Ciencias de la Educación Médica. Profesor Titular y Consultante de Medicina
Interna de la Facultad de Ciencias Médicas “Miguel Enríquez” de la Universidad de Cien-
cias Médicas de La Habana. Presidente de la Sociedad Cubana de Educadores en Cien-
cias de la Salud.

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A nuestros profesores, que no solo nos instruyeron, sino que nos educaron,
reforzando nuestros valores personales y ciudadanos, y nos ayudaron en la cons-
trucción de nuestros valores profesionales.
A los médicos, enfermeras, estomatólogos, tecnólogos, psicólogos, técnicos y
directivos de salud que se respetan a sí mismos y respetan a sus colegas, a todos
los profesionales, técnicos y trabajadores, a los pacientes y sus familiares, quienes
con su ejemplo en la práctica asistencial, investigativa, docente y de dirección nos
han inspirado a lo largo de nuestras vidas profesional y profesoral.
Al inolvidable Ministro, Doctor Sergio del Valle Jiménez, que dictó la Resolu-
ción por la cual se constituyó la primera Comisión Nacional de Ética Médica.
A su Presidente fundador, el Profesor Francisco Lancís y Sánchez, permanente
modelo ejemplificante.
A los profesores José Jordán Rodríguez y Alejandro García Gutiérrez, eternos
Maestros de Ética.

Los miembros agradecidos de la actual


Comisión Nacional de Ética Médica. Ciudad de La Habana, 2009.
"Año del Centenario de la fundación del primer
Ministerio de Salud Pública del mundo"

7
Prólogos

C
onsiderando que el prólogo de esta obra está destinado exclusivamente a
unas palabras preliminares escritas por alguien que ha seguido de cerca el
trabajo de realización del proyecto, y que ha llegado a la ética y la bioética
desde el ejercicio profesional de la medicina, la investigación científica, la docen-
cia, así como desde el estudio de la Historia de la Medicina y la actividad política en
el campo nacional e internacional, este prólogo solo quiere destacar, con una mira-
da externa pero comprometida, el valor y la significación de la obra.

No pueden estas palabras eludir la felicitación al esfuerzo colectivo hecho con


conciencia de la significación humana, social y política que esta obra significa para
el cultivo del necesario humanismo del cual deben impregnarse las ciencias de la
salud, para que repercuta favorablemente en el bienestar de todos los cubanos.

Aun cuando este libro no abarca todos los aspectos de la amplia temática, la supe-
ración de una visión estrecha del proceso salud-enfermedad, de las políticas y
estrategias de salud, de la investigación con sujetos humanos y de la gestión en
salud, tiene en este libro un ejemplo digno de elogio.

Este proyecto, concebido por la Oficina Panamericana de Salud/Organización


Mundial de la Salud, mediante su Representante en Cuba la Doctora Lea Guido
López, asumido responsablemente por el Doctor en Ciencias Ricardo González
Menéndez, Presidente de la Comisión Nacional de Ética Médica, ejecutado gra-
cias a la tenacidad de la Profesora María del Carmen Amaro Cano y realizado
como consecuencia de la comprometida colaboración de un grupo de científicos y
profesores cubanos, cultivadores de las más diversas disciplinas de las Ciencias de
la Salud y de las Humanidades, constituye un aporte al reconocimiento del respeto
a la dignidad humana, a cuyo servicio deben estar la ética y la bioética, que tienen
como fundamento en el caso cubano, la gran aspiración del Apóstol cuando expre-
sara:
"Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto a la dignidad plena
del hombre".

Dr.Cs. Rubén Rodríguez Gavaldá.


Profesor de Mérito de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana.
Presidente de la Sociedad Cubana de Historia de la Medicina.
Miembro de la Comisión Nacional de Ética Médica.

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É
tica es la ciencia filosófica concerniente a la moral. La ética médica con-
templa aspectos deontológicos, asociados a los deberes, y axiológicos, rela-
cionados con los valores.

La ética no es una ciencia estática ni exacta, está condicionada dialécticamente al


ambiente y momento histórico en que se ejerce y a los constantes cambios que
impone el desarrollo científico-técnico.

Cuba tiene el privilegio y el orgullo de poder exhibir sobre este tema una inigualable
experiencia, atesorada desde los orígenes de nuestra Revolución Socialista y enri-
quecida por su contribución, a través de la solidaria gestión del internacionalismo,
en el empeño de contribuir a mejorar la salud de millones de seres humanos en casi
un centenar de países.

Resulta imposible enfrentar el reto de esta monumental tarea sin basar nuestras
acciones en los principios éticos de beneficencia, no maleficencia, altruismo, espi-
ritualidad y entrega.

Nuestra Patria ha sido capaz de enfrentar desde hace medio siglo el más injusto y
genocida bloqueo que recuerde la historia contemporánea y, a pesar de ser un país
pobre, ha sabido compartir sus escasos recursos con los más necesitados habitan-
tes del planeta, basándose en los más puros sentimientos éticos y en su infatigable
labor de heroísmo cotidiano.

La oportuna decisión de agrupar varios trabajos acerca de esta temática, de reco-


pilarlos con la tenacidad y el rigor que requiere esta empresa, han sido factibles
gracias a la laboriosa dedicación de la Profesora María del Carmen Amaro Cano.
Esta obra constituye sin dudas un referente indispensable para el tratamiento del
tema en nuestro medio y un recurso de gran utilidad para contribuir al desarrollo
humanístico de nuestros futuros directivos de salud.

En Julio de 1983, el Doctor Sergio del Valle Jiménez -indiscutible ejemplo moral-
entonces Ministro de Salud Pública, promulgó la Resolución 127, a través de la cual
se creaba la Comisión Nacional de Ética Médica.

Resulta imprescindible mencionar el concurso de distinguidos profesionales que ya


no están entre nosotros y que aportaron sus esfuerzos para desarrollar este pro-
yecto, entre los que se destacaron los Profesores: Francisco Lancís Sánchez, su
primer Presidente, José Jordán Rodríguez y Alejandro García Gutiérrez, miembros
también de aquella primera Comisión y que se mantuvieron en la actual hasta su
fallecimiento.

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Igualmente es justo reconocer la ingente labor desplegada por los profesores Ri-
cardo González Menéndez, quien sustituyó al Profesor Lancís después de su falle-
cimiento, y Héctor Rodríguez Silva, que ha funcionado como secretario desde su
fundación.

Las Comisiones de Ética se constituyeron igualmente a nivel provincial y en cada


una de las unidades del Sistema Nacional de Salud.

El objetivo fundamental de su labor ha estado relacionado con la necesidad de


incrementar en los trabajadores de la salud, la vocación por optimizar la tarea que
realizan, basado en el principio de que la vida de todo ser humano es más valiosa
que todos los tesoros de la tierra. Ha sido objetivo también garantizar la gestión
laboral, sobre la base de los principios de Beneficencia, Justicia y Autonomía.

Beneficencia y ausencia de maleficencia, basada en el principio hipocrático primun


non nocere.

Justicia tributaria con el medio social y basada en los principios de equidad, perti-
nencia, calidad científico-técnica y humanismo.

Autonomía que permita compartir con el paciente, siempre que esté psíquicamen-
te apto, las decisiones que se tomen con respecto a su salud.

En lo que concierne a la formación de nuestros alumnos, esta obra debe contribuir


a incrementar la sensibilidad, la integralidad y la humanización de profesionales y
técnicos, que además de estar capacitados para hacer, sean simultáneamente ca-
paces de estar, de sentir y de apoyar.

Dr.Cs. Miguel Valdés Mier


Especialista de II Grado en Psiquiatría.
Hospital "Hermanos Ameijeiras". Profesor Titular y Consultante
de la Universidad Ciencias Médicas de La Habana.

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Presentación

Este libro de Ética y Bioética, que verá la luz próximamente gracias a la solida-
ridad de la Oficina de la OPS/OMS en Cuba y especialmente, de la Doctora Lea
Guido López, su Representante, abarca 4 capítulos y un epílogo, dedicados a los
principales problemas relacionados con la fundamentación ética de la conducta
moral de los profesionales y las características, con sus particularidades, del ejerci-
cio moral en las políticas y estrategias de salud, en la ética clínica, en la actividad
científica y en la gestión de los servicios de salud.
A cada uno de estos aspectos se ha dedicado un capítulo, y para cada uno de
ellos se ha seleccionado un grupo de artículos publicados en otras revistas o libros,
de la autoría de algunos de nuestros colegas que desde hace años vienen trabajan-
do con gran seriedad y compromiso social este tema de la ética. Por supuesto, que
en todos los casos, se ha contado con el consentimiento de cada uno de los autores,
una vez que les explicamos cómo había surgido la idea, quiénes nos ayudaban a
realizarla y cuál era el propósito de la Comisión Nacional de Ética Médica con la
edición de este libro.
Para esta obra de infinito amor -como dijera el Maestro- han sido convocados
varios compañeros de distintas especialidades e instituciones de nuestro sector
salud. Lamentablemente no todos respondieron debido a estar inmersos en diver-
sas tareas también importantes dentro y fuera del país, no pudiendo participar
aunque fueran sus deseos.
A pesar de esas ausencias, compartimos con todos y todas, esta compilación de
algunas de las publicaciones de los temas seleccionados, con la firme convicción
de que no están incluidas todas las que lo merecieran, pero las que están solo
persiguen el objetivo de contribuir a la reflexión y el debate de algunos de los
principales problemas que confrontamos en la actualidad, en el quehacer cotidiano
de los profesionales de salud de nuestro sector, en nuestro continente y, muy espe-
cialmente, en nuestro país.

La Autora Principal

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Queremos hacer patente nuestro agradecimiento a los colegas de la Editorial de
Ciencias Médicas, sin cuya ayuda, basada en su elevada competencia profesional;
pero sobre todo en sus altos valores morales -entre los que destaca la solidaridad-
este libro no hubiera podido salir hoy a la luz.

Un reconocimiento muy especial para el Máster en Ciencias, Frank W. Castro


López, quien se ocupó diligentemente en que todos los integrantes del equipo pu-
dieran colaborar a tiempo para que se materializara la obra.

A la editora, Doctora Nancy Cheping Sánchez, quien realizó una revi-


sión concienzuda de la obra para que el contenido en ella expresado lograra el
nivel de comunicación necesario con el público al que va dirigido.

A nuestro querido diseñador, Académico. Luciano O. Sánchez Núñez, quien


supo interpretar nuestros deseos, para que la portada invitara a la lectura y lograra
comunicar el mensaje.

Y por supuesto a nuestra entrañable Directora de la Editorial, la Ingeniera


Damiana Martín Laurencio, sin cuya decisión todos nuestros esfuerzos hubieran
sido en vano.

Los miembros de la Comisión Nacional de Ética Médica

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Contenido

Introducción / 1
Capítulo 1. Fundación de la ética médica y la bioética desde una perspectiva
latinoamericana y cubana / 3
Principios de ética médica / 3
Resolución No. 127/83 / 7
Resolución No. 2/84 / 11
Resolución Ministerial No. 110/97 / 13
Resolución Ministerial No. 54 de 1998 / 16
Resolución Ministerial No. 8/2005 / 17
Historia del surgimiento y desarrollo de la Comisión Nacional
de Ética Médica / 21
Proyecciones de Trabajo y aportes de la Comisión Nacional
de Ética Médica / 23
La bioética desde una óptica marxista / 32
El trabajo de las cátedras de Bioética / 43
Bibliografía / 53
Capítulo 2. Equidad en salud / 55
Bibliografía / 62
Capítulo 3. Ética clínica / 63
Lo espiritual en el contexto de la relación profesional del equipo de salud / 63
Ética, tecnología y clínica / 68
La etapa contemporánea de la relación médico-paciente / 74
Relación médico-paciente / 79
Ética en el Pase de Visita hospitalario / 83
La ética en estomatología / 92
El compromiso social y la ética del cuidado / 101
La ética de la educación médica / 108
Bibliografía / 115
Capítulo 4. Ciencia y Ética / 118
Reflexiones éticas sobre la investigación científica en biomedicina desde el
prisma de la Universidad Médica / 118
Bibliografía / 129
Epílogo. Significación humanística y terapéutica del colectivo moral y de la rela-
ción usuario-institución / 131
Bibliografía / 143
Anexo 1. Proposición de instrumento para medir el desempeño interpersonal
de los miembros del equipo de salud / 144
Anexo 2. Normativas ético-deontológicas y jurídicas de la psiquiatría cubana / 147
Anexo 3. Propuestas de códigos de éticas por profesiones / 154

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Capítulo 1

FUNDAMENTACIÓN DE LA ÉTICA MÉDICA


Y LA BIOÉTICA DESDE UNA PERSPECTIVA
LATINOAMERICANA Y CUBANA

Principios de ética médica*


La constante elevación del nivel de salud de nuestro pueblo constituye uno de
los objetivos de la nueva sociedad que se construye.
La gigantesca obra desplegada por la Revolución en el campo de la salud aparece
entre sus primeras y más importantes conquistas de unánime reconocimiento mundial.
El objetivo de mantener y preservar la salud del pueblo deviene una permanente
tarea priorizada de Cuba, al mismo tiempo que nuestra experiencia médica se
extiende, también, al terreno de la ayuda internacionalista a otros países.
Estos éxitos significan un legítimo honor para los trabajadores de la medicina,
que se sienten dignificados por el respeto y la confianza del pueblo.
La actuación en el cumplimiento del deber solo puede responder a los principios
éticos de la moral comunista, expresión de los intereses de la clase obrera y del
pueblo en general.
La ética médica es una manifestación de la ética en general (concepto íntima-
mente relacionado con la moral), se refiere a los principios y normas que rigen la
conducta de los profesionales de la salud: médicos, estomatólogos y otros profesio-
nales vinculados al sector, los estudiantes universitarios y de nivel medio de las
especialidades médicas, las enfermeras y otros técnicos de la salud.
El carácter socialista de nuestra medicina constituye la base material sobre la
que se sustenta la moral y la ética de los trabajadores de la medicina cubana. Esta
engendra principios éticos radicalmente opuestos -de carácter clasista y partidista-
a la ética médica burguesa, ya que:
− La medicina y la salud se han llevado a todo el pueblo y a todos los lugares del país.
− La medicina cubana ha sido llevada también a otros pueblos del mundo que la
han requerido.
− Existe la disposición de los trabajadores de la salud de defender la patria socia-
lista, tanto ofreciendo sus conocimientos médicos, como en el plano militar con
las armas directamente, si fuera necesario.
− Los trabajadores de la medicina cubana se identifican con la concepción dialé-
ctico-materialista de los fenómenos naturales y sociales.

*
Editora Política. La Habana, 1983.

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Es por ello que en el ejercicio de nuestra función social se debe observar princi-
pios ético-morales de profundo contenido humano, ideológico y patriótico, como
dedicar todos los esfuerzos y conocimientos científicos y técnicos al mejoramiento
de la salud del hombre; trabajar consecuentemente donde la sociedad lo requiera;
estar siempre dispuestos a brindar la atención médica necesaria, con elevado espí-
ritu internacionalista.
De manera consecuente, nuestra conducta con el paciente y sus familiares, con
el resto de los trabajadores del sector y con la sociedad debe estar basada en la
estricta observancia de los principios siguientes:
− Con el paciente y sus familiares:
· Dedicar los esfuerzos a la prevención, recuperación, rehabilitación y promo-
ción de la salud humana.
· Evitar que se produzcan daños a personas sanas o enfermas en los trabajos
de investigación que se realicen.
· Propiciar que solo se realicen los estudios complementarios indispensables
con cada paciente, para llegar al diagnóstico correcto y eliminar cualquier
tendencia de realizar indicaciones que se aparten del objetivo, con lo cual se
evitan molestias o peligros innecesarios a los enfermos.
· Respetar el decoro, el pudor y la dignidad de las personas que requieran
nuestra atención.
· Propiciar adecuada relación personal con el paciente, que le inspire un esta-
do anímico de seguridad; explicarle su estado de salud y las causas de su
enfermedad, con el tacto y la prudencia necesarios, e informarle oportuna-
mente las medidas preventivas, de diagnóstico, de tratamiento y de rehabili-
tación que debe adoptar o las que se le proponen.
· Establecer similar relación con los familiares del paciente, informarles en
cualquier momento todos los aspectos relacionados con el tratamiento de la
enfermedad, para obtener el máximo apoyo y cooperación posibles en la
prevención, curación y rehabilitación del paciente.
· Escuchar las preocupaciones y dificultades del paciente y sus familiares,
brindarles la atención requerida y esforzarnos por viabilizar las soluciones
posibles.
· Utilizar en todo momento con los pacientes y sus familiares un lenguaje
claro, sencillo y comprensible.
· Conservar el secreto profesional, teniendo en cuenta los intereses del pa-
ciente, siempre que ello no ocasione un perjuicio social ni ponga en peligro la
salud de otras personas.
· No divulgar aspectos de la enfermedad que puedan estar relacionados con
la vida íntima del paciente o sus familiares.
· Al publicar los resultados de observaciones y experiencias para contribuir a
la protección, mejoramiento de la salud y avance científico-técnico de las
ciencias médicas, se debe tener en cuenta que la información no puede
perjudicar la integridad psíquica y moral del paciente u otras personas, ni los
intereses de la sociedad.

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·Mantener, en los casos de enfermedades con evolución fatal, absoluta o
relativa reserva sobre el diagnóstico y pronóstico en relación con el pacien-
te, y seleccionar a quién se debe dar esa información con el debido tacto.
· Tratar de indicar los medicamentos básicos y esenciales que existan en el
país, para evitar dificultades e inquietudes en la población con la prescrip-
ción de marcas o productos similares no disponibles.
· Obtener, antes de aplicar cualquier medida diagnóstica o terapéutica que
implique riesgo para el paciente, su consentimiento o el de sus familiares,
excepto en los casos de fuerza mayor.
· Evitar y combatir las tendencias de complacencia en la emisión de recetas,
indicaciones de investigaciones, elaboración de certificados médicos u otras
prescripciones que, sin una necesidad real, solo vayan dirigidos a satisfacer
demandas injustificadas de los pacientes.
· Antes de proceder a realizar la necropsia o la práctica de operaciones en
cadáveres con fines de segregar órganos, tejidos o fracción de ellos, debe
asegurarse que estos actos sean rodeados del respeto y garantía propios de
actividades del más alto valor científico-técnico.
· Atender, de forma solícita y benévola, a toda persona que recabe nuestros
servicios, sin mostrar prisa o indiferencia hacia sus padecimientos, ni hacer
comentarios indiscretos en su presencia.
· Evitar que lleguen a manos de los pacientes o de sus familiares las historias
clínicas, informes de laboratorio o cualquier otro documento médico que
pueda darles indebida o perjudicial información.
· Garantizar que no se interrumpa la asistencia del paciente en los casos que
se requiera su traslado a otra área de servicio o a otro centro.
· Exigir, de aquellos trabajadores que nos están subordinados, la conducta
adecuada ante el paciente y sus familiares, así como en el mismo sentido,
actuar con aquellos que, aunque no estén subordinados, intervienen en una u
otra forma en el trato a los pacientes.
· Cuidar de no incurrir en el error médico que resulta de una equivocación,
aunque no exista mala fe, ni elemento de negligencia, despreocupación o
ignorancia. Se debe evitar que nuestro trabajo se afecte por el apresura-
miento innecesario, la superficialidad o la rutina.
· Los errores médicos deben ser conocidos y analizados en las reuniones es-
trictamente médicas, con la libertad y profundidad necesarias que permitan
derivar de estas las experiencias que impidan su repetición.
· El médico, la enfermera y todo el personal técnico deben poseer la moral
necesaria para reconocer sus errores y eliminarlos.
- Con el resto de los trabajadores de la salud:
· Mantener, para con nosotros mismos y con los demás profesionales de la
salud, una actitud crítica y autocrítica sobre los asuntos referidos a la rela-
ción con los pacientes, al diagnóstico, asistencia, tratamiento y rehabilitación
de estos; cuidar que las opiniones y criterios se basen en profundos análisis
científicos posibles.

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· Evitar indiscreciones que menoscaben el prestigio de otros compañeros o de
instituciones del sistema de salud.
· Poner en conocimiento de las autoridades correspondientes cualquier viola-
ción que nos conste, tanto de estos principios éticos como de los reglamen-
tos establecidos en las unidades de salud pública.
− Entre el docente y los educandos:
· El docente debe promover e inculcar los principios éticos a través de la
palabra y el ejemplo ante sus alumnos, a la vez que desarrollará el esfuerzo
necesario dirigido a garantizar adecuada adquisición de conocimientos y
habilidades entre estos.
· Propiciará que las relaciones entre él y sus educandos se enmarquen en la
debida autoridad y respeto que se requieren en la actividad docente.
· Prestar especial atención a su superación individual, teórica y práctica como
aspecto esencial para el cumplimiento de sus responsabilidades docentes.
· Los alumnos realizarán el mayor esfuerzo, dedicación y sacrificio por alcan-
zar el máximo nivel de aprendizaje práctico y teórico. Estarán dispuestos a
recibir entrenamiento especializado en aquellas disciplinas que lo demanden,
con el fin de satisfacer las necesidades de nuestro pueblo y las tareas
internacionalistas que se requieran.
− Como parte de la sociedad:
· Ejercer con altruismo las actividades propias de nuestra esfera de trabajo,
subordinando el interés personal al social.
· Comportarnos en todo momento con sencillez, modestia, honestidad y den-
tro de las reglas de una elevada educación formal y política.
· Estar siempre en disposición de cumplir las obligaciones que nos correspon-
den como ciudadanos, así como aquellas que, por razón del carácter ex-
cepcional de nuestro trabajo, nos exijan máximo esfuerzo, dedicación y sacrificio.
· Actualizar y perfeccionar los conocimientos de forma continua, para lograr
óptima calidad de los servicios que se prestan a la sociedad.
· Procurar que la información que se ofrece con propósitos de divulgación
científica y educativa sea correcta y adecuada; abstenerse de emitir con-
ceptos u opiniones que puedan alarmar innecesariamente a la ciudadanía.
· Luchar contra aquellos vicios y costumbres que afectan la promoción de
salud de la sociedad y entre ellas el hábito de fumar, la obesidad y el
sedentarismo, para ofrecer el máximo ejemplo personal ante los pacientes.
· Mantener en todo momento porte y aspecto personal acordes con las cos-
tumbres y moral comunistas, además, cumplir con las normas de vestuario
vigentes en las diferentes áreas de trabajo de las unidades asistenciales.

Estos principios y normas se sustentan en la plena identificación con la concep-


ción materialista y científica del mundo, y con el carácter clasista de nuestra fun-
ción social y científica. La transgresión de cualquiera de ellos constituye una falta
a los deberes morales que integran la ética médica revolucionaria y socialista.

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Tales faltas deben ser conocidas, analizadas y corregidas a través de las vías y
mecanismos idóneos, cuyo establecimiento corresponde al Ministerio de Salud
Pública y al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud.
Los profesionales, los estudiantes de las especialidades médicas y otros técni-
cos medios de la salud, reunidos en las asambleas convocadas al efecto en todo el
país, hemos discutido y aprobado estos principios de la ética médica.

Resolución No. 127/83. Constituyendo la Comisión


Nacional de Ética Médica

RESOLUCIÓN MINISTERIAL No. 127

Por cuanto: En el inciso c) del artículo 81 del Decreto Ley No. 67/83 de 19 de
abril de 1983 de la organización de la Adminitración Central del Estado entre las
atribuciones y funciones principales del Ministerio de Salud Pública, establece la de
“regular el ejercicio de la medicina y de las actividades que le son afines”.
Por cuanto: Por la Resolución Ministerial No. 3 de 30 de mayo se puso en
vigor el Reglamento Disciplinario contentivo de las obligaciones a observar por los
profesionales, técnicos y demás trabajadores que laboran en el Sistema Nacional
de Salud, que se corresponde con los principios de la ética médica socialista.
Por cuanto: El perfeccionamiento de las actividades del Sistema Nacional de
Salud, a los fines de alcanzar el postulado del Cmdte. en Jefe de convertir a Cuba
en una potencia médica, hace imprescindible la elevación de la actitud y formas de
comportamiento de los trabajadores de la salud, en sus relaciones con el paciente
sano o enfermo, sus familiares y la comunidad, así como la de ellos entre sí y con el
resto de los trabajadores de la salud, siendo la ética médica socialista uno de los
principios que deben regir esa conducta.
Por cuanto: Por Resolución Ministerial No. 72 de 12 de abril de 1983 se dispo-
ne la creación de las unidades del Sistema Nacional de Salud, de las Comisiones de
Ética Médica, a los fines de evaluar aquellas conductas y actitudes presuntamente
infractoras de la ética médica en que pueden incurrir los profesionales y técnicos
vinculados a los servicios de salud, incluidos en la precitada Resolución los estu-
diantes de los centros de formación del personal propio de la salud incluyendo la
participación de los mismos en dichas comisiones, por lo que se hace necesario
derogar la citada Resolución 72/83 y dictar la presente, recogiendo estos aspectos.
Por cuanto: Oído el criterio favorable del Sindicato Nacional de Trabajadores
de la Salud (SNTS) la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM)
y la Fedración de Estudiantes Universitarios (FEU), quienes a través de sus orga-
nizaciones de base en cada una de sus unidades del Sistema Nacional de Salud han
de tener una participación activa y fundamental en la constitución de las Comisio-
nes de Ética Médica que por la presente se establece.
Por tanto: En uso de las facultades que me están conferidas, como Ministro de
Salud Pública,

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RESUELVO
Primero: Disponer la creación en las unidades del Sistema Nacional de Salud
de una Comisión de Ética Médica a los fines de incorporar los expedientes de
investigación que se radiquen sobre las quejas o denuncias formuladas por las
infracciones de las normas de conducta ética, reguladas en el Reglamento Ramal
Disciplinario de los profesionales técnicos y demás trabajadores que laboran en las
unidades del Sistema Nacional de Salud así como las reguladas en el Reglamento
Disciplinario de los Estudiantes de los centros de formación profesional o técnica
de la salud.
Segundo: Se consideran profesionales y técnicos de la salud a los efectos del
cumplimiento de las disposiciones de este cuerpo legal; los médicos, estomatólogos,
farmacéuticos, personal de enfermería y demás profesionales y técnicos que labo-
ran en las unidades del Sistema Nacional Salud.
Tercero: Se aplicarán las disposiciones de este cuerpo legal igualmente a los
estudiantes de las Facultades de Ciencias Médicas, Institutos Politécnicos de la
Salud, Escuelas de Enfermería, y del Centro Nacional de Perfeccionamiento Téc-
nico y Profesional de la Salud, así como cualesquiera otros servicios de formación
de personal propio de la salud.
Cuarto: Las Comisiones de Ética Médica que se constituyen en cada una de
las unidades del Sistema Nacional de Salud, estarán compuestas por 5 miembros, 3
en activo y 2 suplentes.
Quinto: En las Unidades docentes, docentes asistenciales, así como cualquiera
otra unidad de salud en que laboren estudiantes en formación, las composiciones
de las Comisiones de Ética Médica la integrarán igualmente 2 estudiantes, en re-
presentación de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) y 2
en representación de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), como
miembros activos de la citada Comisión y 2 miembros suplentes para cada una de
las organizaciones estudiantiles señaladas.
Sexto: Los miembros estudiantes de las Comisiones de Ética Médica partici-
parán y actuarán única y exclusivamente cuando estas Comisiones analicen, evalúen
y califiquen una supuesta violación de la Ética Médica imputable a un estudiante.
En el caso de un estudiante de un centro de enseñanza media de la salud, integra-
rán la Comisión los miembros elegidos por la Federación de Estudiantes de la
Enseñanza Media (FEEM) y cuando se trate de un estudiante de la educación
superior la integrarán los miembros elegidos por la FEU.
Séptimo: La Asamblea General de Trabajadores convocada por la Sección
Sindical, en cada unidad elegirá a los miembros trabajadores de la Comisión de
Ética Médica, por un período de 2 años.
Octavo: La Candidatura, que se proponga a la Asamblea General de Trabaja-
dores para elegir a los miembros trabajadores de la Comisión de Ética Médica, se
confeccionará de común acuerdo entre la Administración y el Sindicato de cada
una de las unidades del Sistema Nacional de Salud.
Noveno: Los candidatos propuestos serán seleccionados entre los profesiona-
les y técnicos de la salud más destacados de la unidad y de una ejecutoria intacha-
ble en lo político, laboral y moral.

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Décimo: La Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) y la
Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), en cada unidad, elegirá a los
miembros estudiantes que integrarán la Comisión de Ética Médica por un pe-
ríodo de 1 año.
Corresponderá a ambas organizaciones estudiantiles establecer el procedimiento
de elección de los miembros estudiantes de la Comisión de Ética Médica.
Décimo primero: El Presidente de la Comisión de Ética Médica en cada uni-
dad será designado entre los miembros elegidos por acuerdos conjuntos del Sindi-
cato y la Administración.
El Presidente de la Comisión de Ética Médica dirigirá siempre las actividades
de la Comisión, tanto en los casos en que se incorpore el procedimiento por un
trabajador como por un estudiante.
La Comisión al conocer una queja o denuncia se constituirá con los otros 2
miembros, trabajadores o estudiantes, de acuerdo con la persona que supuesta-
mente resulte infractora de la conducta ética, actuando uno de ellos como secreta-
rio, designado por el Presidente.
La designación del Presidente de la Comisión recaerá siempre en un profesio-
nal y excepcionalmente cuando procediere en un técnico.
Décimo segundo: Cualesquiera de los miembros de la Comisión de Ética
Médica puede ser demovido o sustituido temporal o definitivamente, en el caso de
los trabajadores, de común acuerdo entre la Administración y el Sindicato; y en el
caso de los estudiantes, por acuerdo de su organización estudiantil correspondien-
te, atendiendo a razones o motivos de carácter político, laboral o moral que pueden
afectar su prestigio, este acuerdo debe ser ratificado por la Asamblea que eligió al
miembro de la Comisión demovido o sustituido, para que sea definitivo.
Décimo tercero: En cada unidad del Sistema Nacional de Salud en que por el
número de sus profesionales y técnicos se considere necesario establecer más de
una Comisión de Ética Médica, estas podrán constituirse previo acuerdo entre el
Director Provincial de Salud y el Secretario General de Trabajadores de la Salud a
ese nivel.
Décimo cuarto: Las unidades del Sistema Nacional de Salud que tienen me-
nos de 25 profesionales y técnicos, a los efectos de lo dispuesto en la presente
Resolución, se vincularán a la unidad más cercana que tenga condiciones para
constituir una Comisión de Ética Médica. Los trabajadores de aquella unidad par-
ticiparán con derecho propio en las asmbleas de elección, democión o sustitución
de los miembros de la Comisión de Ética Médica, así como tendrán el derecho de
ser elegidos como miembros de esa Comisión.
Los Directores Provinciales y Municipales de Salud y el Secretario General del
Sindicato de Trabajadores de la Salud a esas instancias, establecen o definen las
relaciones o uniones entre las distintas unidades que tienen menos de 25 profesio-
nales o técnicos.
Décimo quinto: En las unidades donde hayan más de una Comisión de Ética
Médica, la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) y la Federa-
ción de Estudiantes Universitarios (FEU) coordinarán con el Director de la Unidad

9
correspondiente, a los efectos de la integración de los estudiantes en cada una de
esas Comisiones.
Décimo sexto: La Comisión de Ética Médica recibirá por denuncia o queja
sobre las supuestas infracciones de los principios o normas de la Ética Médica y
determinará la práctica de pruebas que considere conveniente y oportunas, elevan-
do a través de escrito fundado la calificación de los hechos al Director de la Unidad
donde labora o está vinculado el profesional o técnico de la salud, en el caso de
tratarse de un estudiante dicho escrito se elevará al Decano de la Facultad o al
Director del Centro de Educación Médica Media según sea la vinculación del
estudiante, para que estos impongan la medida disciplinaria que corresponda de
conformidad a la legislación laboral o estudiantil vigente.
Décimo séptimo: Cuando el infractor de una norma o principio de la Ética
Médica sea un funcionario o dirigente, la Comisión de Ética Médica lo elevará al
conocimiento del Director Provincial de la Salud, a los efectos de que la autoridad
facultada por el Decreto Ley No. 36/80 inicie el expediente disciplinario e imponga
la medida disciplinaria que corresponda aplicar, de conformidad a lo estipulado en
el citado cuerpo legal.
Décimo octavo: El procedimiento, las instrucciones, los medios y formas para
la sustanciación de los expedientes incoados para conocer, evaluar y calificar los
hechos, conductas y actividades presuntamente infractoras de la ética médica socia-
lista, serán establecidas por el que resuelve a propuesta del Viceministro Primero.
Décimo noveno: Las Comisiones de Ética Médica que por la presente Reso-
lución se establecen comenzarán a funcionar de conformidad a lo establecido en el
cronograma aprobado.
Los Viceministros, los Rectores, los Decanos de los Centros de Educación
Médica Superior, los Directores de los Centros de Escuelas de Formación de Téc-
nicos propios de la salud, los Directores Provinciales y el del Municipio Especial
Isla de la Juventud, de los Órganos Locales del Poder Popular, quedan encargados
de la divulgación de la presente Resolución en todas las unidades que le están
subordinadas, así como del cumplimiento de lo que por la presente se dispone en lo
que a cada cual corresponda.
Vigésimo: Se deroga la Resolución Ministerial No. 72 de 12 de abril de 1983 y
se ratifica las Comisiones creadas al amparo de esa Resolución.
Vigésimo primero: Comuníquese la presenta al Secretario General del Sindi-
cato Nacional de Trabajadores de la Salud, al Presidente de la Federación de Estu-
diantes de la Enseñanza Media (FEEM) y de la Federación de Estudiantes Univer-
sitarios (FEU), así como a cuantos órganos, organismos, dirigentes y funcionarios
deban conocer de la misma.
Dada en el Ministerio de Salud Pública, en la Ciudad de La Habana, a los
20 días del mes de julio de 1983.

Dr. Sergio del Valle Jiménez


Ministro de Salud Pública

10
Sobre la Ética Médica
Cronograma de trabajo a ejecutar

1. Aprobación de la Resolución Ministerial contentiva de las Reglas


Metodológicas e instrucciones para el funcionamiento de las Comisiones de
Ética Médica creadas en las unidades del Sistema Nacional de Salud. Con-
sejo de Dirección del Ministro….10/6/83.
2. Seminario a los Asesores Jurídicos del Organismo que funcionan en las Pro-
vincias y a los Dirigentes Sindicales Provinciales, de la Federación de Estu-
diantes de la Enseñanza Media (FEEM) y de la Federación de Estudiantes
Universitarios (FEU), en el Ministerio, para que a su vez lo impartan a las Pro-
vincias y organizaciones de procedencia. Dirección Jurídica Nacional….14/6/83.
3. Elaborar la Resolución Ministerial que disponga la incorporación a las Comi-
siones de Ética Médica que funcionan en las Unidades Asistenciales y Do-
centes, de representaciones estudiantiles de la Federación de Estudiantes
Universitarios (FEU) y la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media
(FEEM). Dirección Jurídica…. 30/6/83
4. Programar Seminarios a las Comisiones de Ética Médica ya constituidas en
las Pronvincias, los cuales serán impartidos por los Juristas Provinciales y
por los Juristas del Ministerio en las Provincias que no cuenten con servicios
jurídicos… del 1ro. al 23 de julio de 1983.
5. Elaborar anteproyecto de Resolución Conjunta MINED-MES-MINSAP,
estableciendo las conductas violatorias de la Ética Médica en que incurran
los estudiantes de la Educación Media y Superior.
6. Poner en marcha el funcionamiento de todas las Comisiones de Ética Médi-
ca constituidas en el Sistema Nacional de Salud. Directores Provinciales y
Directores de Unidades… 1/8/83.

Resolución No. 2/84. Regulando el funcionamiento


de las Comisiones de Ética Médica
RESOLUCIÓN MINISTERIAL No. 2

Por cuanto: Por Resolución Ministerial No. 129 de 21 de julio de 1983, se


aprobaron y pusieron en vigor las REGLAS METODOLÓGICAS E INSTRUC-
CIONES PARA EL FUNCIONAMIENTO Y TRAMITACIÓN DE LAS QUE-
JAS Y DENUNCIAS QUE CONOZCAN LAS COMISIONES DE ÉTICA MÉ-
DICA, constituidas en las unidades del Sistema Nacional de Salud, las que apare-
cen en el Anexo de dicha Resolución y formando parte integrante de la misma.
Por cuanto: En los meses transcurridos desde la vigencia y funcionamiento de
las COMISIONES DE ÉTICA MÉDICA en las unidades del Sistema Nacional de
Salud, se ha podido advertir que dichas Comisiones han presentado dificultades
con la competencia que les corresponde en la tramitación de las quejas y denuncias,

11
entrando a conocer en muchos casos, asuntos que no caen dentro de las violacio-
nes de los Principios de la Ética Médica, y en otros, de quejas y denuncias que se
refieren a personal distinto al que van dirigidas las normas y disposiciones sobre
Ética Médica.
Por cuanto: Igualmente se ha podido comprobar que el término concedido a
las Direcciones Administrativas, para imponer las medidas disciplinarias que co-
rresponden, de conformidad con lo establecido en la legislación vigente, una vez
remitidas a su conocimiento el informe rendido por las Comisiones de Ética Médi-
ca, es excesivo, lo cual conspira con la celeridad que debe prevalecer en estos
procedimientos y puede además, afectar la validez de los mismos por la prescrip-
ción de las acciones para aplicar las medidas disciplinarias que autorizan los De-
cretos Leyes Números 32 y 36 de 1980, según se trate de trabajadores o dirigentes,
los presuntos violadores de los Principios de la Ética Médica.
Por cuanto: Para dar solución a las deficiencias detectadas y cumplimentar lo
que ha sido consignado en los Por Cuantos anteriores, se hace necesario modificar
y adecuar las Reglas Metodológicas e Instrucciones para el Funcionamiento y
Tramitación de las Quejas y Denuncias que conozcan las Comisiones de Ética
Médica.
Por tanto: En uso de las facultades que me están conferidas por la Ley y como
Ministro de Salud Pública,

RESUELVO

Primero: Modificar las REGLAS METODOLÓGICAS E INSTRUCCIO-


NES PARA EL FUNCIONAMIENTO Y TRAMITACIÓN DE LAS QUEJAS Y
DENUNCIAS QUE CONOZCAN LAS COMISIONES DE ÉTICA MÉDICA,
constituidas en las unidades del Sistema Nacional de Salud, puestas en vigor por la
Resolución Ministerial No. 129 de 21 de julio de 1983, poniéndose en vigor las que
aparecen en el Anexo de la presente Resolución y que formará parte integrante de
la misma.
Segundo: Los miembros integrantes de las Comisiones de Ética Médica cons-
tituidas en las Unidades del Sistema Nacional de Salud, los Directores o máxima
autoridad administrativa de dichos centros y los Directores Provinciales de Salud
quedan encargados de su cumplimiento y aplicación.
Comuníquese a cuantos órganos, organismos y funcionarios corresponda cono-
cer de la misma, así como al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud.
Dada en el Ministerio de Salud Pública, en la Ciudad de La Habana, a los
14 días del mes de enero de 1984.

Dr. Sergio del Valle Jiménez


Ministro de Salud Pública

12
Resolución Ministerial No. 110/97
Por cuanto: La ley No. 41 de la Salud Pública de 13 de julio de 1983, define el
papel rector del Ministerio de Salud Pública en la prestación de los servicios de
salud y de regulación del ejercicio de la Medicina, así como de las actividades que
le son afines: en su artículo 4 se reconoce además el carácter social del ejercicio de
la medicina, de acuerdo a los principios de la moral socialista y de la Ética Médica
establecida.
Por cuanto: Por las Resoluciones Nos. 127 de 20 de julio de 1983 y No. 2 de 14
de enero de 1984 del Ministro de Salud Pública, se dispuso la creación y funciona-
miento de las Comisiones de Ética Médica en las unidades del Sistema Nacional de
Salud a los fines de evaluar y calificar aquellas conductas y actitudes presunta-
mente infractoras de la Ética Médica, en que puedan incurrir los profesionales y
técnicos vinculados a los servicios de salud.
Por cuanto: Los Principios de la Ética Médica constituyen las bases de la
concepción ética de nuestra Salud Pública Socialista, enriquecida en la realidad
cotidiana de la prestación de los servicios, la docencia y la investigación en nuestro
sector.
Por cuanto: El impetuoso desarrollo científico técnico y el perfeccionamiento
del Sistema de Atención Primaria, en condiciones de grandes limitaciones de re-
cursos, han conllevado nuevos retos de carácter ético.
Por cuanto: El propósito de continuar desarrollando las bases metodológicas
de nuestro Sistema Nacional de Salud y promover aun más el humanismo en nues-
tro encargo social, se hace necesario perfeccionar las funciones de las Comisiones
de Ética Médica, así como modificar su composición y funcionamiento.
Por tanto: En uso de las facultades que me están conferidas como Ministro de
Salud Pública.

RESUELVO
Primero: Reorganizar las Comisiones de Ética Médica a nivel de unidad, pro-
vincia y nación, teniendo como premisa en su composición la multidisciplinaridad,
observando que junto a los profesionales, técnicos y estudiantes en formación en
las ciencias médicas estén representantes de profesiones humanísticas, así como
que también establezcan vínculos con las organizaciones sociales y comunitarias,
cuyos representantes podrán ser invitados a algunas actividades de las Comisiones
según decida esta, teniendo en cuenta las características y objetivos de la misma.
Segundo: Las Comisiones de Ética Médica estarán integradas por un Presi-
dente, un Secretario y un número de vocales. Cada instancia o institución determi-
nará el número de miembros de sus Comisiones, no pudiendo excederse de 10
personas. La Comisión Nacional se constituirá con un número mayor de miembros,
si se considerara necesario.

13
Tercero: Las unidades del Sistema Nacional de Salud que tienen menos de
25 trabajadores y técnicos, se vincularán a la unidad más cercana para constituir la
Comisión de Ética Médica.
Cuarto: Los integrantes de las Comisiones de Ética Médica deben ser compa-
ñeros de reconocido prestigio profesional y conducta moral intachable con motiva-
ciones e intereses en el campo de la Ética.
Quinto: Las funciones de las Comisiones de Ética Médica serán las siguientes:
− Participar en la Educación Moral en el campo de la salud, tanto en la formación
de pregrado, el posgrado y la educación permanente, así como contribuir a la
educación de la población en cuanto a sus deberes y derechos para con la salud
pública.
− Asesorar, aportando elementos de juicio, en las decisiones éticas de la práctica
asistencial, en particular en aquellos casos en que por sus características se
considere que hay problemas de carácter moral.
− Evaluar éticamente los proyectos de investigación clínica, biomédica y médico-
social que se desarrollen a su nivel, así como velar por la observancia de las
normas éticas previstas para las investigaciones con humanos; y promover el
desarrollo de investigaciones y eventos científicos sobre aspectos de interés
relacionados con sus funciones.
− Dictaminar, cuando se le solicite, sobre la presunta violación de los principios de
la Ética Médica establecida especialmente en casos de error profesional o "mala
praxis". Esta función solo faculta a las Comisiones para emitir criterios sobre si
ha ocurrido o no una violación, absteniéndose de sugerir cualquier tipo de medi-
da, papel que le corresponde a las direcciones institucionales, según las disposi-
ciones legales establecidas.

Sexto: Las Comisiones de Ética Médica podrán establecer relaciones de traba-


jo con las Cátedras de Bioética existentes en los centros de educación médica y
con otras instituciones académicas y científicas de la Salud Pública y de otros
sectores, según aconsejen las necesidades particulares de su labor.
Séptimo: Las Comisiones de Ética Médica en las grandes unidades del Sistema
Nacional de Salud, cuando sea necesario y se requiera, establecerán Comités de
Ética para la Investigación Científica.
Octavo: Será una tarea de las Comisiones en los diferentes niveles organizativos
del Sistema Nacional de Salud el identificar las necesidades de aprendizaje de sus
integrantes y en consecuencia diseñar la superación.
Noveno: En las unidades del Sistema Nacional de Salud los integrantes de las
Comisiones de Ética Médica serán propuestos de mutuo acuerdo entre la adminis-
tración y el sindicato a la organización de base del Partido y ratificados en Asam-
blea de Trabajadores de la unidad. Similar proceder regirá en los casos de las
Comisiones provinciales y nacional, las que serán ratificadas por los respectivos
consejos de salud.

14
Décimo: Las Comisiones de Ética Médicas elegidas tendrán un mandato de
dos años en el nivel de unidad, y de cuatro para las de provincias y nación. Al ser
ratificada la Comisión el director de la unidad, de la provincia o el Ministro de Salud
Pública, según corresponda, dictarán Resolución designándola oficialmente.
Décimo primero: Una vez nombrada la Comisión, el Presidente de la Unidad
contará con tres meses para solicitar a la Comisión Provincial la aprobación de su
Plan de Acción. De igual manera procederán los Presidentes de las Comisiones
Provinciales con respecto a la Comisión Nacional. En el caso de esta última será
aprobado el Plan directamente por el Ministro, oído el parecer de su Consejo de
Dirección.
Décimo segundo: La solicitud de aprobación del Plan de Acción será acompa-
ñada de la Resolución de nombramiento de la Comisión de Ética Médica, el Pro-
grama de Trabajo y el Reglamento Interno de la misma, que deben corresponderse
con las condiciones concretas de su respectivo radio de acción.
Décimo tercero: La interrelación entre las Comisiones de Ética Médica en sus
diferentes niveles organizativos no es de subordinación. Los lineamientos genera-
les de trabajo están contenidos en los Principios de la Ética Médica y los niveles
superiores cumplirán una función eminentemente de orientación metodológica, de
consulta y de facilitador de la información.
Décimo cuarto: Las direcciones de las unidades mantendrán estrechos víncu-
los con las Comisiones de Ética Médica, estando en el deber de colaborar en su
trabajo y facilitarles su labor. El Presidente de la Comisión de Ética Médica en
cada instancia será invitado permanente a los Consejos de Dirección respectivos.
Décimo quinto: En las unidades, sistemáticamente y con una periodicidad nun-
ca mayor de tres meses, se tratarán en los Consejos de Dirección, los principales
problemas éticos que se confrontan. En el caso de los niveles nacional y provincial
los plazos para el análisis de estos temas se abordarán de acuerdo a la situación y
necesidades concretas.
Décimo sexto: Las direcciones institucionales facilitarán la labor metodológica
que deben cumplir las Comisiones de unidades provinciales y nacional, lo que in-
cluirá intercambios de experiencias, seminarios, sesiones científicas y visitas a uni-
dades asistenciales.
Décimo séptimo: La Comisión Nacional de Ética Médica dictará las orienta-
ciones metodológicas para el funcionamiento de las Comisiones Provinciales. El
Presidente de la Comisión Nacional deberá presentar ante el Consejo de Dirección
del Ministro, en un término de tres meses a partir de su constitución, las propuestas
de carácter metodológico que resulten necesarias, para elaborar los lineamientos
de los programas de trabajo y reglamentos internos.
Décimo octavo: Los casos que al momento de la entrada en vigor de la pre-
sente Resolución se encuentren en tramitación, continuarán hasta su culminación
de acuerdo con la disposición de la Resolución No. 2/84.

15
Décimo noveno: Se derogan las Resoluciones Ministeriales No. 127 de 20 de
julio de 1983 y No. 2 de 14 de enero de 1984 del Ministro de Salud Pública y todo
lo que se oponga al cumplimiento de lo establecido en la presente Resolución.
Comuníquese la presente a cuanto órganos, organismos, dirigentes y funciona-
rios corresponda conocer de la misma y archívese el original en la Dirección Jurí-
dica del Organismo.
Dada en el Ministerio de Salud Pública, en la Ciudad de La Habana, a los 9 días
del mes de julio de 1997.

Dr. Carlos Dotres Martínez


Ministro de Salud Pública

Certifico: Que es copia fiel de su original que obra en los archivos de esta
Dirección Jurídica. Ciudad de La Habana, 31 de julio de 1997.
Asesor Jurídico

Resolución Ministerial No. 54 de 1998

Resolución Ministerial No. 54

Por cuanto: La Ley No. 41 de la Salud Pública de 13 de julio de 1983, define el


papel rector del Ministerio de Salud Pública en la prestación de los servicios de
salud y de regulación del ejercicio de la Medicina, así como de las actividades que
le son afines y se reconoce además el carácter social del ejercicio de la medicina,
de acuerdo a los principios de la moral socialista y de la Ética Médica establecida.
Por cuanto: Por la Resolución No. 110 del 9 de julio de 1997 del Ministro de
Salud Pública, se dispuso la reorganización y funcionamiento de las Comisiones de
Ética Médica en las Unidades del Sistema Nacional de Salud, a los fines de evaluar
y calificar aquellas conductas y actitudes presuntamente infractoras de la Ética
Médica, en que puedan incurrir los profesionales y técnicos vinculados a los servi-
cios de salud.
Por cuanto: En el Segundo Resuelvo de la precitada Resolución Ministerial No.
110 de 1997 se dispone la constitución de la Comisión Nacional de Ética Médica, por
lo que se hace necesario designar a los miembros que integrarán la misma.
Por tanto: En uso de las facultades que me están conferidas como Ministro de
Salud Pública,
RESUELVO

Primero: Crear la Comisión Nacional de Ética Médica en el Sistema Nacional


de Salud, la cual quedará integrada por los siguientes compañeros:
Dr. Ricardo González Menéndez Presidente
Dr. Héctor Rodríguez Silva Secretario

16
Dr. Alejandro García Gutiérrez Miembro
Dr. José Jordán Rodríguez Miembro
Dr. Rubén Rodríguez Gavaldá Miembro
Dr. Jorge González Pérez Miembro
Dra. Liliam Jiménez Fontao Miembro
Dr. Eduardo Llanes Llanes Miembro
Lic. María del C. Amaro Cano Miembro
Lic. Guillermo Ruiz Rodríguez Miembro
Téc. Juan A. Colina Alemán Miembro

Segundo: Se derogan cuantas disposiciones legales se opongan al cumplimien-


to de lo establecido en la presente Resolución.
Notifíquese a los interesados, así como a cuantos órganos, organismos, dirigen-
tes y funcionarios corresponda conocer de la misma y archívese el original en la
Dirección Jurídica del Oganismo.
Dada en el Ministerio de Salud Pública, en la Ciudad de La Habana, a los 9 días
del mes de Abril de 1998.
Dr. Carlos Dotres Martínez
Ministro de Salud Pública

Resolución Ministerial No. 8/2005

República de Cuba. Ministerio de Salud Pública


Resolución Ministerial No. 8

Por cuanto: La Ley No. 41 de Salud Pública de 13 de julio de 1983, define el


papel rector del Ministerio de Salud Pública en la prestación de los servicios de
salud y de regulación del ejercicio de la Medicina, así como de las actividades que
le son afines; en su artículo 4 se reconoce además el carácter social del ejercicio
de la medicina, de acuerdo con los principios de la moral socialista y de la Ética
Médica vigentes.
Por cuanto: Los Principios de la Ética Médica aprobados por el Acuerdo de 26
de abril de 1985, del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de
Cuba, constituyen las bases de la concepción ética de nuestra Salud Pública Socia-
lista, enriquecida en la realidad cotidiana de la prestación de los servicios, la docen-
cia y la investigación en nuestro sector.
Por cuanto: El impetuoso desarrollo de los Programas de la Revolución en este
sector requieren a la vez, de un amplio y sistemático trabajo de educación ética con
todos los profesionales, técnicos y estudiantes, que garantice a cada ciudadano que
necesite de nuestros servicios recibir, en primer lugar, una atención de alta calidad,
dentro de los elevados valores morales que caracterizan la Salud Pública de Cuba.

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Por cuanto: Por la Resolución Ministerial No. 110 de 9 de julio de 1997, se reor-
ganizaron las Comisiones de Ética Médica a nivel de unidad, provincia y nación.
Por cuanto: El propósito de continuar desarrollando las bases metodológicas de
nuestro Sistema Nacional de Salud y promover aún más el humanismo en nuestro
encargo social, se hace necesario perfeccionar las funciones de las Comisiones de
Ética Médica, así como modificar su composición y funcionamiento.
Por cuanto: Por acuerdo del Consejo de Estado de fecha 27 de mayo de 2004,
fue designado el que resuelve, Ministro de Salud Pública.
Por tanto: En uso de las facultades que me están conferidas, como Ministro de
Salud Pública,

RESUELVO
Primero: Fortalecer el trabajo de las Comisiones de Ética Médica a nivel de
unidad, provincia y nación, teniendo como premisas que las integren profesionales
y técnicos que mantengan una destacada conducta laboral y social, que tengan el
reconocimiento de sus respectivos colectivos por su trayectoria y actitud manteni-
da. Sus miembros han de estar dispuestos a ser un magisterio vivo de los valores
éticos que rigen la práctica de la salud pública cubana y a influir en este sentido,
directa y sistemáticamente, en el colectivo de trabajadores de su centro.
Segundo: Las Comisiones de Ética Médica estarán integradas por un Presi-
dente, un Secretario y un número impar de miembros que no debe exceder de 9
personas en los centros y en las instancias principales. La Comisión Nacional se
constituirá con un número impar mayor de miembros, si se considera necesario.
Tercero: Las unidades del Sistema Nacional de Salud que tienen menos de 25
profesionales y técnicos se vincularán a la unidad más cercana para constituir la
Comisión de Ética Médica.
Cuarto: Las funciones de las Comisiones de Ética Médica serán las siguientes:
− Participar, de forma activa y programada, en la educación moral en el campo de
la salud que se realiza sistemáticamente con profesionales, técnicos y estudian-
tes del sector, cuyo contenido está recogido en los Principios de la Ética Médica.
− Realizar evaluaciones periódicas, en coordinación con la dirección del centro o
del territorio, del estado de la educación ética en su radio de acción, identifican-
do los principales problemas que existen en este sentido y proponiendo medidas
para su solución.
− Asesorar aportando elementos de juicio, en las decisiones éticas de la práctica
asistencial, cuando se solicite por el Director del Centro, el médico de asistencia
o el colectivo correspondiente, en particular en aquellos casos en que por sus
características se considere que hay problemas de carácter moral.
− Evaluar éticamente los proyectos de investigación clínica, biomédica y médico-
social que se desarrollen a su nivel, así como velar por la observancia de las
normas éticas previstas para las investigaciones con humanos y promover el
desarrollo de investigaciones y eventos científicos sobre aspectos de interés
relacionados con sus funciones.

18
− Dictaminar, cuando se le solicite, sobre la presunta violación de los Principios de
la Ética Médica establecida, especialmente en casos de error profesional o
"mala praxis". Esta función solo faculta a las Comisiones para emitir criterios
sobre si ha ocurrido o no violación de algunos de estos principios, absteniéndose
de sugerir cualquier tipo de medida, papel que le corresponde a las direcciones
institucionales, según las disposiciones legales establecidas, por tanto como re-
gla no debe considerarse como un paso previo a la adopción de otras medidas
que el hecho cometido requiera.
− Adoptar en todo momento y durante la tramitación y solución de los expedien-
tes, la mayor celeridad en el proceso sin afectar la calidad del mismo.

Quinto: Las Comisiones de Ética Médica establecerán cotidianamente relacio-


nes de trabajo con las instancias correspondientes del Sindicato Nacional de Trabaja-
dores de la Salud, la Federación de Estudiantes Universitarios, la Federación de
Estudiantes de la Enseñanza Media y las direcciones correspondientes de los Cen-
tros de Educación Médica Superior, Politécnicos de la Salud, Escuelas de Enfer-
mería y de Técnicos, para la realización de las acciones educativas que se prevean.
Sexto: Las respectivas direcciones de las grandes unidades del Sistema Nacio-
nal de Salud, cuando lo consideren necesario y teniendo en cuenta el número y
carácter de las investigaciones que allí realizan, pueden someter a la aprobación
del Viceministro a cargo de la Docencia y la Investigación, la formación de Comi-
tés de Ética para la investigación científica.
Séptimo: En las unidades del Sistema Nacional de Salud los integrantes de las
Comisiones de Ética Médica serán propuestos de mutuo acuerdo, entre la Admi-
nistración y el Sindicato a la organización de base del Partido y ratificados en
Asamblea de Trabajadores de ese centro. En el caso de las Comisiones Provincia-
les esta propuesta será presentada por la Dirección Sectorial y el Secretariado del
Sindicato a ese nivel al Buró Ejecutivo del Comité Provincial del Partido, mientras
que la Comisión Nacional será propuesta por el Consejo de Dirección del Ministe-
rio de Salud Pública y el Secretariado Nacional del Sindicato al Miembro del Buró
Político que atiende este sector.
Octavo: Los Presidentes de las Comisiones de Ética Médica serán invitados
permanentes a los Consejos de Dirección de las instancias de Salud Pública corres-
pondientes.
Noveno: Las Comisiones de Ética Médica de los diferentes niveles confeccio-
narán sus respectivos planes de acción por un período que no debe exceder de un
año, teniendo en cuenta las funciones señaladas, por lo que incluirá actividades
educativas, visitas para identificar y evaluar los problemas de carácter ético que
puedan existir en su radio de acción y la evaluación ética de las investigaciones y
los aseguramientos necesarios para su ejecución, también reflejará otras activida-
des y reuniones en las que deban participar.
Décimo: Como mínimo una vez al año cada Comisión de Ética Médica rendirá
cuenta de la labor realizada en una reunión del Consejo de Dirección del Centro o
la instancia de Salud Pública correspondiente, para el que se invitarán a las
organizaciones políticas y de masas de ese nivel.

19
Décimo primero: El estudio realizado en los centros por las Comisiones de
Ética Médica y las decisiones adoptadas serán presentados, previa coordinación
con la dirección sindical correspondiente, en Asamblea de Trabajadores, donde se
debatirán estas cuestiones y obtendrían nuevas propuestas. Esta reunión debe cons-
tituir un momento importante para movilizar la conciencia y la acción de todos los
trabajadores en torno a esta problemática.
Décimo segundo: La actividad educativa constituye una de las principales
funciones de las Comisiones de Ética Médica, por lo que en sus respectivos planes
deben brindar una atención priorizada a estas actividades. Para su definición se
tendrán en cuenta las necesidades detectadas en las visitas realizadas, así como
otros aspectos planteados por los profesionales y técnicos que laboran en ella, las
personas que reciben la atención de salud en el lugar y las organizaciones políticas
y de masas del centro. El contenido se centrará en primer lugar en los conceptos
enunciados en el documento "Principios de la Ética Médica", aportando los argu-
mentos que los justifican y las derivaciones prácticas en la conducta de cada pro-
fesional, técnico y estudiante de nuestro sector, lo que se realizará en matutinos,
charlas, conferencias, seminarios cortos, talleres, espacios de reflexión y debates y
trabajos de investigación sobre estas temáticas presentados en jornadas y eventos
científicos, así como en la labor directa y personal de cada miembro de la Comisión
en el seno del colectivo donde labora.
Décimo tercero: Para la realización de las actividades educativas la Comisión
de Ética Médica debe auxiliarse de profesores de experiencia y de otros profesio-
nales con condiciones para participar en estas, así como en las tareas de investiga-
ción que sobre estos asuntos se considere necesario realizar.
Décimo cuarto: Las Comisiones de Ética Médica constituidas a los diferentes
niveles del Sistema Nacional de Salud no mantienen relaciones de subordinación
entre sí. Las Comisiones Provinciales y Nacional propondrán en sus respectivos
planes las acciones metodológicas que se consideren necesarias, las que serán
aprobadas en el Consejo de Dirección correspondiente.
Décimo quinto: Las Comisiones de Ética Médica de los centros, al recibir una
denuncia de probable violación de un principio ético, disponen de treinta días hábi-
les (30) para realizar las investigaciones pertinentes, las que consistirán en entre-
vistas al inculpado, al denunciante y a otros trabajadores o no, vinculados al hecho,
también solicitarán y revisarán los documentos de carácter médico o cualquiera
otros que sean necesarios. Confeccionarán un expediente único de cada caso que
contendrá una síntesis de los principales resultados de las acciones realizadas para
esclarecerlo, al que adicionarán la decisión adoptada por el voto de la mayoría
simple de sus miembros, sobre si existió o no alguna violación especificando el
principio violado. Entregarán al denunciado y al denunciante, así como al Director
y al Secretario General del Sindicato en esa unidad, sendos documentos donde se
recoja únicamente la referencia a la denuncia recibida y las conclusiones a la que
arribaron, cuando exista violación, se añadirá al texto el principio que se incumplió.
Décimo sexto: Las decisiones de la Comisión de Ética Médica pueden ser
impugnadas por alguna de las partes, en un plazo no mayor a los siete días hábiles

20
(7) de haber entregado dichos resultados, ante el Presidente de la Comisión de
Ética Médica provincial o nacional, según corresponda.
Décimo séptimo: Las Comisiones Provinciales de Ética Médica que reciban
una apelación dispondrán de cuarenta y cinco (45) días hábiles para revisar el
proceso realizado por la Comisión de Ética Médica del centro y realizar otras
investigaciones que considere necesarias, emitiendo sus resultados con similar con-
tenido al enunciado en el resuelvo décimo quinto. La Comisión Nacional de Ética
Médica dispondrá de sesenta (60) días para emitir su criterio de la apelación reci-
bida, para lo cual realizará similar procedimiento al anterior; este resultado no es
apelable. En ambas instancias confeccionarán el expediente correspondiente a
cada caso que se tramite.
Décimo octavo: La Comisión Nacional de Ética Médica será la instancia de
apelación a las decisiones de las Comisiones existentes en las unidades de subordi-
nación directa al Ministerio de Salud Pública, incluyendo la de las Comisiones Pro-
vinciales, para lo cual se regirá por las mismas normas establecidas en esta
Resolución.
Décimo noveno: Los casos que al momento de la entrada en vigor de la pre-
sente Resolución se encuentren en tramitación continuarán hasta su culminación
de acuerdo a lo dispuesto en la Resolución Ministerial No. 110 de 1997.
Vigésimo: Se deroga la Resolución Ministerial No. 110 de 9 de julio de 1997 y
todo lo que se oponga al cumplimiento de lo dispuesto en la presente.
Comuníquese la presente a cuantas personas naturales y jurídicas deban cono-
cerla y archívese el original en la Dirección Jurídica del Organismo.
Dada en el Ministerio de Salud Pública, en la Ciudad de La Habana, a los 10
días del mes de Febrero de 2005.
Dr. José Ramón Balaguer Cabrera
Ministro de Salud Pública
Certifico: Que es copia fiel de su original que obra en los archivos de esta
Dirección Jurídica, 10 de febrero de 2005.
Asesora Jurídica

Historia del surgimiento y desarrollo de la Comisión


Nacional de Ética Médica*
La primera Comisión de Ética Médica fue nombrada por Resolución del Minis-
tro Sergio del Valle Jiménez No. 127 de 20 de julio de 1983 y, al año siguiente, dictó
la Resolución No. 2 con fecha 14 de enero de 1984, regulando su funcionamiento.
Esa Comisión la presidió el Profesor Francisco Lancís y Sánchez y la integraron, entre
otros, los profesores José Jordán Rodríguez, Rubén Rodríguez Gavaldá, Héctor Rodríguez
Silva -quien ha sido su Secretario desde su fundación- y Alejandro García Gutiérrez.
Más tarde, el Ministro Carlos Dotres, dictó la Resolución No. 110 de 1997,
reorganizó las Comisiones de Ética Médica al nivel de unidad, provincia y nación,
teniendo en cuenta la multidisciplinariedad. En esa oportunidad -ya fallecido el

*
Resumen histórico realizado por María del Carmen Amaro Cano, en Febrero 2007, a solicitud de la
Comisión Nacional de Ética Médica.

21
Profesor Lancís- se nombró como Presidente al Profesor Ricardo González
Menéndez, como Secretario al Profesor Héctor Rodríguez Silva y como miembros
se mantuvo a los profesores Rubén Rodríguez Gavaldá, José Jordán Rodríguez y
Alejandro García Gutiérrez (estos 2 últimos recientemente fallecidos).
Se incluyó al Técnico Juan Colina Alemán y a los profesores Eduardo Llanes
Llanes, por Estomatología; Guillermo Ruiz Rodríguez (actualmente jubilado), por
Psicología; Liliam Jiménez Fontao por MGI; Jorge González Pérez, por Medicina
Legal y María del Carmen Amaro Cano por Humanidades Médicas. Las enferme-
ras, cuando conocieron que esta última integraba la Comisión Nacional, le informa-
ron al Ministro que también ellas se sentían representadas, aunque la compañera
Amaro ha insistido en varias oportunidades para que se integre una enfermera -ella
hace 25 años que no ejerce la profesión ni está directamente vinculada-, aún no se
ha logrado ese propósito.
La propia Resolución Ministerial No. 110 del 97 establecía en su Resuelvo Sexto
que: "las Comisiones de Ética Médica podrán establecer relaciones de trabajo con
las Cátedras de Bioética, existentes en los centros de Educación Médica y con
otras instituciones académicas y científicas de la Salud Pública y de otros sectores,
según aconsejen las necesidades particulares de su labor". Con esta disposición se
reafirmaba la existencia de estas Cátedras, que habían surgido por una Instrucción
del Viceministro a cargo de la Docencia e Investigación (VADI) en 1995, constitu-
yéndose la primera del país en la Facultad "General Calixto García Íñiguez", funda-
da el 3 de Marzo de ese mismo año 1995 y por decisión del entonces Decano
Doctor Enrique Área Arrondo (ya fallecido), quien dictó la Resolución No. 33, que
nombraba al propio tiempo a su Presidenta fundadora, Profesora María del Car-
men Amaro Cano.
Y en su Resuelvo Séptimo la Resolución Ministerial establecía: "Las Comisiones
de Ética Médica en las grandes unidades del Sistema Nacional de Salud, cuando
sea necesario y se requiera, establecerán Comités de Ética para la investigación
científica".
En el año 2001 los miembros de la Comisión Nacional elaboraron los Proyectos
de Códigos de Ética por las distintas profesiones sanitarias: enfermería, medicina,
medicina familiar, estomatología, psicología y tecnología de la salud; aunque hasta
ahora no se ha logrado discutirlos.
Existe también un Comité Nacional Cubano de Bioética, que fue nombrado el 19
de noviembre de 1996, cuando fue aprobada la constitución de un Grupo Gestor
para asesorar a la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO. Este Grupo se
formó a partir de la Comisión Permanente de Ética de la Academia de Ciencias de
Cuba (creada por decisión de su Consejo Directivo y con fecha 2 de noviembre de
1996). El Profesor Titular y Consultante Noel González Jiménez, Doctor en Cien-
cias Médicas, preside esta Comisión y también el Comité Nacional Cubano de
Bioética, y el Doctor Daniel Piedra-Herrera es el Secretario en ambos casos.
Integran además el Comité los profesores Sergio Arce Bustabad, Pedro Luis
Sotolongo Codina y Olga Torres Gemeil, como vocales. El Grupo Gestor organizó
el 7 de enero de 1977 el I Taller en Ciudad de La Habana y un Taller Nacional

22
el 14 de marzo del propio año, después organizó el I Taller Nacional sobre Organis-
mos Modificados Genéticamente, celebrado en el Centro de Ingeniería Genética y
Biotecnología (CIGB).
Desde el año 2000 fueron incorporados otros compañeros al Comité Nacional
Cubano de Bioética, entre quienes se encuentran los profesores Jorge González
Pérez (actual Rector de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana) y
María del Carmen Amaro Cano (Presidenta de la Cátedra Coordinadora Nacional
de Bioética), incorporados también al Secretariado Ejecutivo del Comité. En el
2002 el Comité Nacional Cubano se integró a la Red Latinoamericana de Bioética,
resultó electo como miembro de esta, Daniel Piedra-Herrera, y en el 2004 se de-
signaba a María del Carmen Amaro Cano como Asesora de la Red.
El Comité Nacional Cubano de Bioética establece relaciones con todas las ins-
tituciones científicas y docentes del país.
La Resolución No. 8 del Ministro José Ramón Balaguer Cabrera, con fecha 10
de febrero del 2005 declara en su Resuelvo Cuarto que entre las funciones de las
Comisiones de Ética Médica está: "Evaluar éticamente los proyectos de investiga-
ción clínica, biomédica y médico-social que se desarrollen a su nivel, así como velar
por la observancia de las normas éticas previstas para las investigaciones con
sujetos humanos y promover el desarrollo de investigaciones y eventos científicos
sobre aspectos de interés relacionados con sus funciones".
Y en su Resuelvo Sexto dice que: "las grandes unidades del SNS, cuando lo
consideren necesario y teniendo en cuenta el número y carácter de las investiga-
ciones que allí realizan, pueden someter a la aprobación del Viceministro a cargo
de la Docencia e Investigación, la formación de Comités de Ética para la Investi-
gación Científica". Ahora se cambia el nivel de decisión de la creación de los
Comités de Ética. De ser competencia de la Comisión de Ética Médica al nivel de
la unidad de que se trate, pasa a ser competencia del Viceministro de Docencia e
Investigación.

Proyecciones de Trabajo y aportes de la Comisión


Nacional de Ética Médica∗
Cuando el primer australopiteco se sintió conmovido por la enfermedad de un
congénere y se sentó junto a él para ayudarle, estaba seguramente muy lejos de
pensar que en el mundo de hoy los eticistas de algunas latitudes pudiesen dudar si
en lo referente al desempeño interpersonal, entre quienes buscan ayuda en materia
de salud y quienes la brindan, se ha avanzado o retrocedido.
El desarrollo de esta relación de profunda raigambre humanística permite inferir
que en dicha rudimentaria interacción, que devino relación médico-paciente y que
hoy se puede expandir a relación equipo de salud-paciente-familiar-comunidad,
predominaron los sentimientos sobre los conocimientos, las virtudes sobre el
talento y el humanismo sobre la técnica.
*
Ricardo González Menéndez, Presidente.
Héctor Rodríguez Silva, Secretario.

23
Durante el decursar histórico, y luego del tránsito por las etapas de compañía
mágica, animista y clerical, esta relación interpersonal de servicio alcanzó su clí-
max humanístico al consolidarse la etapa profesional con el paradigma del médico
de familia.
Pero la tecnificación mal incorporada, a partir de la segunda mitad del pasado
siglo XX, resultó el primer paso descendente en una pendiente resbaladiza empeo-
rada por el alejamiento del equipo de salud de los vecindarios, la superespecialización,
la catastrófica subvaloración mundial del desempeño interpersonal en nuestro campo,
la aparición de las compañías privatizadoras y las frecuentes intrusiones de la pren-
sa sensacionalista y los abogados caza-demandas en el ejercicio cotidiano, la insa-
tisfacción de la población con los servicios recibidos y el enfriamiento afectivo de
los miembros del equipo al ejercer sin el reforzamiento vocacional implícito en la
satisfacción de sus usuarios, así como por los efectos de la dolorosa transforma-
ción de la tradicional relación médico-paciente en relación médico-demandante
potencial.
En la etapa contemporánea o paradigmática, la situación descrita alcanza su
clímax de tragedia social en los países regidos por el neoliberalismo y también en
aquellos en que no existe voluntad política.
Pese a que Cuba es reconocida internacionalmente como uno de los más rele-
vantes reductos de humanismo en el campo de la salud, nunca estaremos totalmen-
te exentos del riesgo de ser afectados por estas tendencias mundiales.

Proyecciones de la Comisión Nacional


La constitución de la primera Comisión Nacional de Ética Médica de Cuba
coincidió con las primeras etapas de dicha trascendente crisis mundial de humanis-
mo y desde entonces sus programas fueron orientados en 2 proyecciones básicas:
− La organizativa, educativa, preventiva, metodológica.
− La arbitral en lo referente a la valoración de posibles violaciones éticas por
parte de los profesionales y técnicos del sector.

Con respecto a esta última función es preciso aclarar que ella se cumple me-
diante dictamen, que puede revisarse en forma escalonada desde el nivel institucional
hasta el nacional, ante posibles reclamaciones de los interesados, pero definitivo en
su máxima instancia. Dictamen que se limita al juicio ético de si hubo violación
ética o no, sin entrar en el terreno de las propuestas de medidas que se deben
tomar, excepto en lo relativo a sugerir que se utilicen las experiencias arbitrales
como instrumento para identificar posibles necesidades educativas de orientación
promocional preventivas.
Se tratarán los objetivos trazados y los modestos aportes realizados por la actual
Comisión Nacional de Ética Médica al Sistema Único de Salud, en un país en que
la salud constituye un derecho priorizado del pueblo y una trascendente responsa-
bilidad del estado.

24
Objetivos organizativos, educativos, preventivos y metodológicos
Las raíces teórico-prácticas para el diseño de estos objetivos están en:
1. El profundo conocimiento de los factores que determinan u obstaculizan la
satisfacción de los usuarios en las vertientes científico-técnica e interpersonal
con los servicios de salud, satisfacción que depende:
− De factores subjetivos (del o en el equipo de salud) como:
· Profunda vocación de servicio (vocación médica).
· Calificación científico-académica.
· Compromiso social de los miembros.
· Desempeño interpersonal.
· Desempeño idóneo de cada perfil laboral.
− De las condiciones de la instalación y su equipamiento diagnóstico y
terapéutico.
La más trascendente satisfacción de quienes acuden angustiados en busca de
ayuda a una institución de salud es la satisfacción interpersonal, que depende
de las potencialidades humanísticas del equipo para responder a su reclamo de
atención, ese equipo está integrado tanto por los profesionales y técnicos como
por el personal administrativo y auxiliar de la institución.
La satisfacción dependerá de los recursos materiales de la instalación y de la
calificación profesional de sus recursos humanos.
Sin duda alguna la insatisfacción ante el desempeño interpersonal es el talón
de Aquiles de muchas instituciones del mundo desarrollado, en las que existe
un formidable equipamiento, pero limitadas posibilidades -salvo muy honrosas
excepciones- de que el personal que se basa preferentemente en los resulta-
dos de dichos equipos ofrezca el calor humano necesario para enfrentar con
éxito las tragedias implícitas en las enfermedades.
Se infiere que las mayores posibilidades críticas de los usuarios, acerca de
quienes los asisten, están precisamente en el plano interpersonal, mucho más
que en el científico-técnico, pues mientras más humilde es un usuario, mayor
es su capacidad para juzgar si recibe un trato amable y respetuoso o no.
2. El reconocimiento de la enorme trascendencia del desempeño interpersonal de
todos los integrantes del equipo de salud al realizar sus diferentes gestiones, ya
sean estas:
− Promocionales-preventivas.
− Diagnósticas, clínicas o epidemiológicas.
− Terapéutico-rehabilitatorias.
− Periciales, escolares, laborales o jurídicas.
− Docentes.
− Investigativas.
− Gerenciales.
− Editoriales.

25
Todas ellas de imprescindible desarrollo mediante el estricto cumplimiento de
los principios de beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía, junto a la
premisa de comportarse ante los pacientes y familiares como quisiéramos que
se comportaran con nosotros, de estar en su lugar, criterio de raigambre judeo-
cristiana que constituye la "Regla de Oro" de la ética en todas sus manifesta-
ciones.
3. La valoración crítica de la tendencia mundial acerca de la formación de recur-
sos humanos:
Cada vez más: Pero menos:
Actualizados Sensibles
Tecnificados Involucrados
Entrenados Disponibles
Equipados Integrales
Automatizados "Humanizados"
Basados en complementarios En el método clínico
Capaces de "hacer" Capaces de "estar","sentir" y "apoyar".
El tener en cuenta el catastrófico incremento al nivel mundial, de la enferme-
dad de Tomás, caracterizada por la crisis masiva de identidad profesional de
miembros del equipo de salud frustrados por no encontrar en su praxis las
gratificaciones vocacionales derivadas de la satisfacción de sus usuarios, y
cuyas manifestaciones son: desinterés total por sus gestiones integrales, serios
conflictos acerca de si su elección de carrera fue la adecuada y que deviene
trágico indicador de la deshumanización actual de los servicios médicos a nivel
mundial, como dolorosa consecuencia de un ejercicio carente de ética, espiri-
tualidad y real humanismo, y por ello altamente frustrante para profesionales
técnicos y usuarios.
Contribuir a los esfuerzos nacionales por prevenir dichas tendencias y mante-
ner el ejemplar humanismo de nuestros trabajadores de la salud, está entre las
prioridades básicas de la actual Comisión Nacional de Ética Médica.
4. Los resultados de las gestiones realizadas en nuestro medio para identificar
necesidades de perfeccionamiento en el campo que nos ocupa y que deben
orientarse, en algunas instituciones, a:
- Con referencia a trabajadores auxiliares y administrativos:
· La recepción de pacientes, familiares y personas sanas en busca de orien-
taciones, profundizando la información ofrecida.
· Estricto cumplimiento de horarios en consultas e indicaciones.
· Absoluto respeto a los turnos en consultas y otros servicios.
· Exquisito cuidado en lo referente a protección del pudor. Garantizar, pese
a las limitaciones materiales, la privacidad adecuada.
· Desarrollar la conciencia del significado humanístico del trato respetuoso
y amable de porteros, camilleros, recepcionistas, personal de admisión e
información, secretarias, auxiliares generales y pantristas.
· Alcanzar el preciosismo en lo referente a la exigencia con la educación
formal.
· Cuidar el porte personal, evitar atuendos que afectan la imagen del equipo.

26
− Con referencia a profesionales, tecnólogos y técnicos.
· Evitar en forma radical los comentarios inadecuados respecto a colegas
remitentes.
· Prevenir celosamente descuidos iatrogenizantes en pases de visita médicos.
· Incrementar la conciencia sobre el significado terapéutico de la atenta
escucha.
· Desarrollar mayor conciencia sobre la trascendencia para el paciente,
del examen físico adecuado.
· Combatir la tendencia a la subvaloración del método clínico.
· Desarrollar aún más la información a pacientes y familiares.
· Perfeccionar la utilización del consentimiento informado personal o familiar.
· Evitar descuidos en la manipulación de historias clínicas y órdenes de
análisis.
· Evitar radicalmente las diferencias en el trato con unos pacientes y otros.
· Erradicar el llamado a los pacientes por el número de cama.
· Impedir la ocurrencia de dificultades dentro del equipo por fallas
interpersonales.

Objetivos perseguidos y acciones proyectadas


Organización:
− Actualización de la composición de las Comisiones Provinciales de Ética
Médica.
− Talleres con los Presidentes.
− Reestructuración y actualización de las Comisiones de Ética Médica y de
los Comités de Ética de Investigación:
· Nivel institucional.
· Nivel provincial.
· Nivel nacional.
− Establecer canales de comunicación entre niveles.
− Mantener los canales de comunicación con el Comité Nacional Cubano de
Bioética de la Academia de Ciencias de Cuba y con las Cátedras de Bioética
de las Facultades de Ciencias Médicas.

Asistencial-Docente-Investigativo:
− Contribuir al desarrollo ético, tanto en su dimensión deontológica como
axiológica, de profesionales y técnicos de la salud.
− Apoyar el perfeccionamiento del desempeño interpersonal de todo el equi-
po de salud.
− Desarrollar gestiones para:
· Identificación de problemas éticos actuales en instituciones de salud.
· Valoración del desempeño interpersonal.
· Identificación de necesidades de aprendizaje.
· Desarrollo de instrumentos evaluativos de las relaciones profesionales y
de las intervenciones.

27
· Estimular investigaciones, publicaciones y eventos de intercambio
institucionales, municipales, provinciales, nacionales e internacionales acer-
ca de la temática.
− Apoyo total y permanente a toda gestión docente de pre y posgrado relacio-
nada con la formación ética de recursos humanos, mediante relaciones de
intercambio con las instituciones correspondientes.
− Apoyo total y permanente a toda gestión investigativa relacionada con as-
pectos éticos en el Sistema de Salud mediante relaciones de intercambio
con las instituciones correspondientes.
− Estimular y apoyar el desarrollo de seminarios, talleres, diplomados y maes-
trías sobre Ética Médica y Bioética.
− Participación en las visitas de control y ayuda a instituciones de La Habana
y otras provincias orientadas por el MINSAP.
− Proposición, mediante participaciones en el Consejo del Ministro de Salud
Pública, de recomendaciones metodológicas docente-asistenciales-
investigativas a partir de las necesidades de aprendizaje identificadas.

Educación continuada:
− Mantener el desarrollo de conferencias con ponencias en Power Points, publi-
caciones científicas, así como publicaciones de libros y monografías que enfo-
quen los aspectos éticos, tanto deontológicos como axiológicos, de la práctica
médica integral.
− Mantener las gestiones educativas por todas las vías disponibles.
− Estimular que en todos los eventos científicos de nivel institucional, municipal,
provincial, nacional o internacional se incluya la línea temática de la ética y la
bioética.
− Estimular a todos los comités editoriales de las revistas médicas cubanas para
incluir en ellas una sección de ética médica y bioética.
− Estimular a que todas las Sociedades del Consejo Nacional de Sociedades Cien-
tíficas de la Salud tengan una sección de ética médica y bioética.
− Socialización de los anteproyectos de códigos éticos específicos de los diferen-
tes perfiles del equipo de salud, que están fundamentados en los Principios de la
Ética Médica, propiciando la reflexión y el debate acerca de las normas de
conducta profesional que se debe asumir por perfiles, a partir de esos principios,
que se corresponden con los valores éticos asumidos por la sociedad.
− Apoyar a las Sociedades Científicas de la Salud y participar en el proceso de
discusión, enriquecimiento y aprobación de los anteproyectos de códigos espe-
cíficos para:
· Médicos.
· Enfermeras.
· Estomatólogos.
· Psicólogos.
· Técnicos y tecnólogos.

28
− Sugerir a la FEU: el desarrollo de un proceso similar para elaborar códigos
éticos por estudiantes de las ciencias de la salud.
− Sugerir al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud el desarrollo de un
proceso similar para elaborar el código ético de los trabajadores administrativos
y auxiliares de la salud.
− Apoyar con todo entusiasmo al movimiento de los Colectivos Morales mediante
asesorías, conferencias, presentaciones en Power Points y publicaciones que
destaquen su relevancia para la optimización de la atención integral a la salud y
para la optimización de las relaciones usuarios-institución.
− Estimular y asesorar la elaboración de lemas y afiches alusivos al significado
para los usuarios, del trato amable y respetuoso del personal administrativo y
auxiliar.
− Impartir conferencias-modelos filmadas para este grupo de trabajadores, para
su difusión nacional mediante facilitadores.

Arbitraje ético. Aún cuando la esencia de nuestro trabajo es la promoción ético-


deontológica-axiológica y la prevención, no se puede subestimar la trascendencia
social de la función arbitral de las Comisiones de Ética Médica en los niveles:
− Institucionales.
− Provinciales.
− Nacional.

Se recomienda mantener sus normas de funcionamiento y el carácter escalona-


do de las apelaciones.

Algunos aportes del trabajo de la Comisión


Nacional de Ética Médica
El primer aspecto que se debe destacar sobre el trabajo de la Comisión Nacio-
nal de Ética Médica desde su fundación ha sido el riguroso cumplimiento de todas
las actividades internas programadas, así como la respuesta oportuna a todas las
actividades convocadas por el Ministerio de Salud Pública.
Se desarrolló un intenso trabajo con los Directores de hospitales y Presidentes
de las Comisiones de Ética Médica de hospitales y policlínicos, con quienes se
identificaron los más relevantes problemas éticos en los servicios de urgencia,
hospitalización total o parcial y servicios de consulta externa, trabajo que sentó las
bases para los programas de intervenciones educativas y de educación continuada.
Se participó en 2 reuniones nacionales de la Cátedra de Bioética de la Facultad
de Ciencias Médicas "General Calixto García Íñiguez", Coordinadora Nacional de
la Disciplina, en la que se establecieron relaciones de trabajo con los Presidentes
de las Comisiones Provinciales de Ética Médica.
Se efectuaron visitas de asesoría en los aspectos éticos a los hospitales de
Ciudad Habana.
Se aplicaron encuestas autoevaluadas de competencia y desempeño
interpersonal con Presidentes de Comisiones de Ética Médica institucionales y

29
directores de hospitales y policlínicos, como estudio piloto del instrumento para
valorar desempeño interpersonal, incluido como anexo en el presente libro
(anexo 1).
Se propuso a escala nacional el referido instrumento que consiste en una escala
termómetro que posibilita la aplicación en breve tiempo, con muestras representa-
tivas de usuarios de los servicios de salud, acerca de sus apreciaciones sobre el
significado conferido como pacientes y familiares, y la calificación que otorgan al
desempeño interpersonal de los diferentes integrantes del equipo de salud, respon-
sables de su atención integral en el centro hospitalario o ambulatorio.
Este instrumento posibilita la confección de gráficas que exponen de manera
muy objetiva los perfiles de trabajo necesitados de alguna intervención educativa, y
hace igualmente factible la comparación del desempeño interpersonal institucional
en diferentes etapas, así como los resultados de las intervenciones educativas.
Como muestra de su utilidad se exponen los resultados de un estudio piloto
efectuado con pacientes y estudiantes de 4to año de medicina en un hospital gene-
ral de La Habana años atrás (tabla 1.1).

Tabla 1.1. Significación conferida y calificación otorgada al desempeño interpersonal


por pacientes y estudiantes

No. Personal evaluado Criterios de los pacientes Criterios de los estudiantes


Signif. Calif. Signif. Calif.

1 Porteros y camilleros 7,6 6,0 6,5 2,6


2 Personal de información y admisión 7,8 6,4 6,9 3,5
3 Auxiliares generales y pantristas 8,0 6,4 7,3 2,9
4 Personal de enfermería 9,1 7,4 9,1 5,3
5 Técnicos de laboratorio y rayos X 8,3 6,6 8,3 5,7
6 Personal médico 9,5 8,1 9,6 7,9

Se realizaron talleres de reflexión sobre el documento rector de la ética médica


en Cuba: "Los Principios de la Ética Médica" y a punto de partida de sus lineamientos
se confeccionaron borradores de anteproyectos de códigos éticos para médicos,
psicólogos, estomatólogos, personal de enfermería, técnicos y tecnólogos de la
salud; documentos que se incluyen en el anexo 2 y cuyo carácter de borrador en
primera instancia posibilitará la activa participación en su debate y enriquecimiento
a lo largo y ancho de la Isla por los diferentes integrantes del equipo de salud;
experiencia desarrollada con formidable éxito en la década pasada para estructu-
rar los derechos de los pacientes mentales en Cuba y el código ético de la psiquia-
tría cubana, igualmente incluidos en el anexo 2.
Los objetivos principales de este método de discusión nacional, enriquecimiento
y oficialización son lograr la participación y aprendizaje activo de los miembros del
equipo de salud y el sentido de pertenencia y compromiso moral derivados de su
papel de miembros activos en su discusión, enriquecimiento y aprobación.

30
Se estructuró una maestría en Ética y Bioética por la Cátedra de Bioética de la
FCM "General Calixto García Íñiguez" con la participación activa de los profesores
miembros de la Comisión Nacional de Ética Médica, que forman parte de su Comi-
té Académico y Claustro docente.
Se han impartido innumerables seminarios, cursos, talleres y conferencias so-
bre el tema en distintas instituciones del país.
La Comisión Nacional de Ética Médica ha participado activamente en el I (1998)
y II (2007) Taller Nacional de Educación en Bioética y en el I Simposio Provincial
de Bioética (2008) convocados por la Cátedra Coordinadora Nacional.
Se han desarrollado eventos nacionales e internacionales sobre Ética Médica y
Bioética, coauspiciados por el Comité Nacional Cubano de Bioética, en los que
también ha participado la Comisión Nacional de Ética Médica.
Se ha logrado que en distintos congresos se incluyan como temas principales la
Ética Médica y la Bioética.
Se ha propuesto que todas las Sociedades de Ciencias de la Salud cubanas
incluyan dichas temáticas entre sus secciones.
Se han efectuado encuentros enriquecedores sobre estas temáticas con figuras
nacionales y de otros países.
Varios miembros de la Comisión Nacional de Ética Médica participaron con
entusiasmo y efectividad en el diálogo ético desarrollado con carácter nacional.
Todos los arbitrajes solicitados fueron desarrollados en forma exitosa y lograron
los resultados educativos perseguidos.
En cuanto a publicaciones de libros y capítulos de libros, presentaciones en
Power Points, artículos científicos y otros materiales docentes, los miembros de la
Comisión Nacional participaron en el capítulo sobre ética médica y bioética de los
libros Introducción a la Medicina General Integral, Habilidades Gerenciales, Fun-
damentos de la Salud Pública, Temas de Medicina General Integral, Cultura, So-
ciedad, Salud y Medicina, Enfermería Médico-Quirúrgica y Enfermería, Sociedad
y Ética. Otros 6 libros sobre ética médica, que incluyen temas como relación equi-
po de salud-paciente-familiar-humanismo-espiritualidad en gestión de salud, psico-
logía médica e innumerables artículos científicos relacionados con la ética y bioética,
publicados en revistas nacionales y de otros países, contribuyendo así a la sociali-
zación de resultados de investigaciones con publicaciones sobre las diferentes te-
máticas relacionadas con la Ética Médica y la Bioética.

Consideraciones finales
Los relevantes esfuerzos realizados palidecen ante las enseñanzas derivadas
de la ejemplaridad profesional de cada uno de los miembros -físicamente ausentes
o afortunadamente presentes y activos- que han honrado esta Comisión desde su
fundación hasta nuestros días, y a los que se han sumado diferentes profesores de
altísimo prestigio y también maestros de maestros, que cumplen responsabilidades
docentes, asistenciales e investigativas paralelas a nuestra Comisión y que, con sus
brillantes aportes, han enriquecido este libro que pretende exponer la esencia de las
proyecciones y logros de la Ética Médica y la Bioética en Cuba (Fig. 1.1).

31
Fig. 1.1. a) Dr.CM. Francisco Lances y Sánchez. Fundador de la Comisión Nacional y su
primer y vitalicio Presidente (1983-1993). b) Dr.CM. Alejandro García Gutiérrez. Miembro
Fundador y vitalicio (1983-2008). c) José Jordán Rodríguez. Miembro Fundador y vitalicio
(1983-2008).

La bioética desde una óptica marxista*


No siempre el grado de pasión que se aporta al rebatir una nueva teoría o
conceptualización teórica está relacionado directamente con la defensa argumen-
tada dentro de un debate racional.
La ortodoxia en religión se traduce por considerar como absolutamente verdaderas
las doctrinas y ritos de la sección dominante de una iglesia o comunidad religiosa.
Según la biblioteca de consulta Encarta, ortodoxia es una palabra latina, de
origen griego (ortodoxia), que significa conformidad con doctrinas o prácticas ge-
neralmente admitidas; conformidad con el dogma de una religión; entre católicos,
conformidad con el dogma católico; conformidad con la doctrina fundamental de
cualquier secta o sistema; conjunto de las iglesias cristianas orientales.
Según el Diccionario General Ilustrado de la Lengua Española, la palabra orto-
doxia es de origen griego y significa "opinión justa". Es la "creencia recta, confor-
me a la doctrina y dogmas de la iglesia griega que, fundada en el siglo IX por el
patriarca de Constantinopla -Focio- se separó definitivamente de la iglesia católica
en el siglo XI, y comprende actualmente las varias iglesias orientales de Rusia y los
estados balcánicos". Actualmente esta acepción se hace extensiva a cualquier
iglesia o secta religiosa que promueva esa misma inflexibilidad de pensamiento.
El Diccionario de Filosofía la define como variedad del cristianismo, extendida
principalmente en los países de Europa Oriental, Oriente próximo y en los Balcanes.
A partir de esta definición, caracteriza las diversas formas de expresión que ha
tenido la ortodoxia religiosa en Europa Oriental, haciendo énfasis en la antigua URSS.
En filosofía se utiliza para identificar la inflexibilidad, tanto en la conceptualización
teórica como en el método de análisis, aunque fundamentalmente en este último.
En política se describe al ortodoxo como alguien que sigue indeclinablemente
determinada doctrina o sistema de opiniones.

*
Amaro Cano, M del C. Revista Educación Médica Superior. Vol. 3, 2008.

32
Muchas personas que se autotitulan marxistas no reconocen en su propia
inflexibilidad de pensamiento el divorcio que existe entre su declaración de partidis-
mo filosófico y el desconocimiento, subestimación o no utilización del método
de análisis del marxismo, el materialismo dialéctico e histórico. En este senti-
do, Gramsci alertaba a los marxistas de su época:
"Marx no ha escrito un credillo, no es un mesías que hubiera dejado una
ristra de parábolas cargadas de imperativos categóricos, de normas in-
discutibles, absolutas, fuera de las categorías del tiempo y del espacio".

Sin embargo, la historia tiene lamentables ejemplos de posturas dogmáticas, "en


nombre del marxismo-leninismo", tales como los calificativos de "idealista" al filósofo
marxista húngaro, György Lukács, autor de Historia y conciencia de clase; y de
"culturalista" a Antonio Gramsci, autor de Cuadernos de la cárcel, ambos no solo
marxistas en teoría, también en la práctica, mientras muchos de sus censores pasa-
ron a la socialdemocracia y luego al neoliberalismo. No obstante, durante el tiempo
que ejercieron el poder político "en nombre del marxismo-leninismo" hicieron todo lo
posible para evitar el pensamiento verdaderamente revolucionario.
No tuvieron siquiera el olfato político para identificar a quienes no solo teoriza-
ban acerca del marxismo, sino que hacían uso de esa teoría para fundamentar su
praxis revolucionaria, incluyendo la entrega de sus vidas por su ideal ético. Tales
fueron los ejemplos de Gramsci y Rosa Luxemburgo (gran teórica marxista a quien
se satanizó por haberse enfrentado a Lenin en una polémica teórica acerca de su
concepción de la democracia en el socialismo y la dictadura del proletariado)
quienes, sin embargo, fueron muy bien identificados por el fascismo italiano y
el nazismo alemán como sus irreconciliables enemigos y por eso los encarce-
laron y mataron.
Solo la ortodoxia podía garantizarles el poder a los dogmáticos. Desde el poder
petrificaron la teoría del marxismo y le quitaron fuerza moral porque le hicieron
perder racionalidad y credibilidad.
Armando Hart, en un libro publicado recientemente, invita a realizar un replan-
teo teórico para que el marxismo sea en realidad una herramienta en la lucha
contra el capitalismo y el imperialismo, en lugar de un peso muerto que hubiera que
cargar por temor a la "ortodoxia", y Néstor Kohan, en su magnífico prólogo, añadía:
"Para que nos permita hacer observables nuestras falencias y debilidades co-
lectivas, en lugar de cegarnos y volvernos cada vez más sordos. En suma, para
que nos invite a formular nuevas preguntas, en lugar de clausurar los debates".
El objetivo principal de este trabajo es analizar la bioética como expresión
de la dialéctica del desarrollo de la ética y, en consecuencia, defender su derecho
a la existencia desde una óptica marxista. Aleccionadoras son las palabras de
Gramsci cuando señalaba:
"El hombre cobra conciencia de la realidad objetiva, se apodera del secreto
que impulsa la sucesión real de los acontecimientos. El hombre se conoce a
sí mismo, sabe cuánto puede valer su voluntad individual y cómo puede
llegar a ser potente, si, obedeciendo, disciplinándose a la necesidad, acaba
por dominar la necesidad misma identificándola con sus fines".

33
La bioética forma parte de la realidad objetiva desde mediados del pasado siglo
XX. Los que se han acercado a ella reconocen la necesidad de fundamentarla
desde nuestra filosofía y, respondiendo a esta necesidad, se ha trazado como obje-
tivo su defensa desde una óptica marxista.

Desarrollo de la ética
El proceso real de desarrollo de la ética, como fenómeno del pensamiento,
tiene su fuente en la unidad entre el ser y la conciencia social y la lucha entre
nuevos ideales y viejos paradigmas. Este proceso puede apreciarse en la repe-
tición de etapas recorridas; pero sobre una base más elevada, es decir, etapas que
niegan las anteriores y aportan algo nuevo que vuelve a ser negado para dar cabida
a nuevas etapas.
Así, los juicios de valor sobre la conducta médica que aparecen en el Código
de Hammurabi (2 000 a.n.e.), en la antigua Babilonia, fueron negados por
Hipócrates, más de un milenio después a la luz de los aportes de Sócrates, Platón
y Aristóteles, todos producto de la sociedad esclavista griega entre los siglos VI y IV
a.n.e. Al mismo tiempo, en todos estos filósofos se aprecia la conservación del
contenido positivo de las etapas ya transcurridas. Este fenómeno se constata en la
conceptualización teórica de la ética aristotélica.
El desarrollo de la ética se ha caracterizado también por saltos, en conexión
estrecha y evidente interdependencia con el desarrollo revolucionario de la ciencia
y la técnica. De ahí que el estudio de este fenómeno sea incompleto desde posicio-
nes intransigentes.
La ortodoxia, tanto en religión, política o filosofía, se ubica teórica y práctica-
mente en la acera opuesta de la flexibilidad de la dialéctica. En filosofía marxista
no logran espacio "las verdades absolutas", ni las doctrinas u opiniones
"indeclinables", porque la filosofía marxista está basada no solo en el materialis-
mo dialéctico, sino histórico, esa ciencia que estudia las leyes más generales y las
fuerzas propulsoras del desarrollo de la sociedad en su conjunto.
La propia esencia antidogmática y ética de las ideas de Marx y Engels queda
evidenciada en la carta que dirigiera este último a José Bloch, en 1890.
..."Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última
instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida
real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo
tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, con-
vertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda".
El materialismo histórico fue descubierto por Marx y Engels como resulta-
do de la aplicación de las tesis fundamentales del materialismo dialéctico a
la explicación de los fenómenos de la vida social. El materialismo histórico
permite ubicar cada fenómeno de la naturaleza, la sociedad o el pensamiento que
se pretende estudiar en un tiempo y espacio determinado.
Nada mejor para argumentar estas ideas que la apreciación de un teórico de la
praxis del marxismo sobre el valor del genio de Carlos Marx. Es muy agudo el
juicio de Gramsci cuando decía:

34
"Marx significa la entrada de la inteligencia en la historia de la humanidad,
significa el reino de la conciencia. (...) Marx se sitúa en la historia con el
sólido aplomo de un gigante: no es un místico, ni un metafísico positivista;
es un historiador, un intérprete de los documentos del pasado, pero de
todos los documentos, no solo de una parte de ellos".

En el caso de la ética en particular, en tanto que ciencia que trata el estudio de


la moral, de su naturaleza y esencia, de su estructura y funciones, de su origen y
desarrollo, el uso consciente del método materialista dialéctico e histórico permite
comprender, por ejemplo, por qué la moral profesional del médico de Europa Occi-
dental del medioevo negó algunos elementos de la ética hipocrática, al tener cono-
cimiento de su basamento filosófico, la ética aristotélica, a través de traducciones
latinas de las versiones árabes.
Mientras que Avicenas y Averroes fundaron su filosofía y su ética en el pensa-
miento aristotélico, tomando de este fundamentalmente las tesis materialistas,
constituyéndose así en arma ideológica de la corriente aristotélica; la escolástica,
en tanto que sistema filosófico, floreció en la Europa Medieval entre los siglos XII y
XIV, y representó un intento de conciliación entre la ortodoxia cristiana y la
doctrina de Aristóteles, el idealismo objetivo.
Los más grandes pensadores cristianos se dedicaron a incorporar la enseñanza
aristotélica al cuerpo de la ortodoxia cristiana. Una función importante en este
proceso de acomodación de la doctrina aristotélica desempeñó la interpretación de
su filosofía, a cargo de los escolásticos de las órdenes mendicantes, dominicos
y franciscanos, quienes con el tiempo, apoyados por la política papal y la Inquisición
adquirieron una influencia decisiva. Entre los dominicos se destacó especialmente
Tomás de Aquino; sus obras, Summa contra gentiles y Summa teológica constitu-
yen hasta la actualidad la única filosofía autorizada por la iglesia católica.
La ética, pues, considerada como parte de la filosofía, fue tratada según estas
corrientes prevalecientes en diferentes momentos de menor o mayor influencia de
unos y otros. La modernidad, gestada por la Revolución Industrial inglesa, que
había parido una nueva clase, y por la Revolución Francesa, dirigida en su proceso
de radicalización por esa recién nacida clase, daba a luz una nueva ética -la de
la sociedad moderna- la ética de la clase más revolucionaria de ese momen-
to, la burguesía.
Más adelante, la aplicación práctica de la filosofía marxista en el contexto
sociohistórico de la Rusia zarista de la primera década del pasado siglo permitió el
triunfo de la Revolución Socialista de Octubre, y con ella, el ascenso al po-
der de una nueva clase, la más revolucionaria de todos los tiempos preceden-
tes -el proletariado- clase que impuso sus propios principios y normas mora-
les. Lamentablemente, después de la muerte de Lenin, la subestimación de los
factores de carácter subjetivo no solo limitó el desarrollo teórico del pensamiento
revolucionario sino que lesionó su práctica.
Todos estos hechos se vieron reflejados en el marco teórico-conceptual de la
ética médica, vigente en las 3 cuartas partes del siglo que recién ha concluido; pero

35
la Revolución Científico-Técnica, ocurrida en los inicios de la segunda mitad del
pasado siglo XX planteó nuevos problemas a la ética general. La invasión tecno-
lógica en el campo de las ciencias de la salud obligó a reconsiderar normas y
preceptos vigentes hasta ese momento en la ética médica tradicional.
El salto se produjo en la sociedad del país más industrializado del mundo, el
que mayor aporte tecnológico ha hecho y el que ha usado, además, mucho más
tempranamente todos los adelantos de la tecnología; pero también, el que se distin-
gue más que ningún otro por las grandes disparidades sociales engendradas
por su nuevo modelo económico. Y negando lo alcanzado hasta ese momento,
nuevas expectativas fueron concebidas, relacionadas fundamentalmente con la ne-
cesidad de evitar que el hombre actuante en materia de ciencias de la salud permitie-
ra que los avances tecnológicos impidieran su acercamiento al ser humano, sujeto de
su atención. Las nuevas expectativas consideran también la necesidad de una distri-
bución equitativa de los recursos de salud, tanto humanos como materiales.

Surgimiento de la bioética
Hasta finales de la década de los sesenta del recién concluido siglo XX, la
práctica médica, universalmente, estaba regida por la ética hipocrática, basada
fundamentalmente en los principios de no dañar y hacer el bien, que respondían
al énfasis puesto por filósofos de la Grecia Antigua, especialmente Aristóteles,
aunque también Sócrates y Platón, en la Práctica de las virtudes. Aristóteles en
su Ética Nicomaquea, dedicada a su hijo, relacionaba las virtudes de la inteligen-
cia o dianoéticas, señalando la prudencia en último lugar. Esta virtud servía de
enlace a las que enumeraba con posterioridad, las éticas o del carácter.
Los médicos ingleses y los norteamericanos estuvieron también bajo la égida de
esta ética, más bien deontológica, hasta que, especialmente los últimos, bajo la
influencia de los acontecimientos que se sucedían en su país, comenzaron a
cuestionársela. Este cuestionamiento obedeció a un conjunto de factores que en el
orden económico, social y político provocó la crisis de los valores más importan-
te que ha enfrentado la sociedad norteamericana en los últimos decenios.
Otro elemento importante que se debe considerar es el gran desarrollo científi-
co-técnico alcanzado en el país más industrializado del mundo, que invadió el que-
hacer de los profesionales de la salud, en muchas ocasiones a contrapelo de la
necesaria humanización.
El resultado de todo este cuestionamiento, que había comenzado por el sistema
de valores de la sociedad en general, fue la demanda de modelos alternativos para
la práctica de la ética médica y, consecuentemente, para su enseñanza. Todo ello
generó el interés por la reflexión y el debate acerca de los valores morales vincu-
lados al ejercicio profesional de las ciencias de la salud. En este contexto el doctor
Van Rensselaer Potter, oncólogo norteamericano de la Universidad de Wisconsin,
creó el término en 1970 y lo da a conocer al mundo al año siguiente con la publica-
ción de su libro: Bioética, puente hacia el futuro.
Warren Reich dedica prácticamente toda la década de los setenta, ayudado por
cerca de 300 personas, a la elaboración de una Enciclopedia de Bioética. En 1979,

36
2 filósofos, también norteamericanos: Tom Beauchamp (filósofo utilitarista) y James
Childress (deontólogo cristiano) establecieron el sistema de los 4 principios de la
bioética: no maleficencia, justicia, autonomía y beneficencia.
El núcleo central de la bioética potteriana está en la identificación de la necesi-
dad de una ética que cuestione el conocimiento como valor absoluto y alerte sobre
la nocividad potencial del conocimiento dejado a su libre arbitrio. La bioética
potteriana exige la reconciliación del saber con la moralidad como entidad única;
que lo moral sea incorporado al conocimiento como componente importante de la
objetividad y la legitimidad del saber. Establece además, un nexo entre la revolu-
ción científico-técnica en el campo de la biología y la medicina, el medio ambiente
y la ética.
Sin embargo, el estrecho vínculo de la bioética con la práctica clínica ha marca-
do el rumbo seguido por la nueva disciplina en el período posterior a Potter, y eso ha
hecho que el estudio de esta nueva disciplina haya ido involucrando cada vez más
a numerosos profesionales, especialmente vinculados con las ciencias de la salud.
La concepción de Hellegers, enmarcada en las ciencias de la vida, en forma res-
trictiva solo a nivel de lo humano -una ética biomédica- hizo a Potter proponer una
nueva acepción para lo que él realmente quería abarcar con su estudio: Ética global.
Mientras, la década de los ochenta se caracterizó por la entrada de esta disci-
plina al mundo europeo. Allí ha sufrido modificaciones, especialmente en cuanto
a los enfoques ante los conflictos morales de la práctica médica. La década de los
noventa marcó la introducción de este campo del saber en el mundo latinoameri-
cano. Cuba, como parte de esta América nuestra, inició también su incursión en la
nueva disciplina.
Algunos piensan que la bioética es un genuino producto norteamericano, que
solo tiene aplicación en el contexto de esa sociedad neoliberal, caracterizada por
un desmedido crecimiento económico a expensas del desarrollo humano; que la
exaltación del principio de la autonomía, parte de la propia filosofía neoliberal, cen-
tra su atención en la libertad individual desconociendo los intereses o derechos
sociales en general. Otros dicen que en la bioética se cuestionan problemas que
pueden ser reconocidos como universales. Hay quienes rechazan absolutamente,
de manera ahistórica, la génesis y desarrollo del fenómeno, los más, por el contra-
rio, afirman que si bien tuvo un marcado localismo al inicio, logró irse extendiendo
por la validación de diferentes enfoques.
La fuerte tendencia principialista desarrollada en Norteamérica en los años
setenta, fundamentada sobre todo en teorías fenomenológicas, se vio enriquecida,
sin lugar a dudas, con el aporte europeo de los años ochenta, en que se ha hecho
énfasis en el cultivo de las virtudes morales de los profesionales de la salud, en la
mayoría de los casos desde posiciones neokantianas.
La penetración de la bioética en América Latina en los años noventa trajo
consigo su propia transculturación, hecho que se evidenció aun más con su introduc-
ción en Cuba en el primer lustro de esa década, con la especial característica de ser
el único país del hemisferio con un régimen socioeconómico diferente -el socialis-
mo- con la filosofía marxista-leninista que lo sustenta en el plano teórico. La

37
bioética, pues, se ha comenzado a redimensionar, enriquecida con un enfoque ma-
terialista-dialéctico e histórico.
Así surgió la bioética, como una nueva disciplina, cuyo objeto de estudio tras-
ciende el de la ética médica tradicional y se vincula más al concepto actual de
salud, con su enfoque sociopsicobiológico. Ello no significa -como pretenden algu-
nos- que la bioética puede ser desideologizada; para esto habría que barrerla del
pensamiento de los hombres y, a estas alturas, sería absolutamente imposible, ya
que no están dadas las condiciones necesarias y suficientes para cambiar la tangi-
ble realidad del régimen socioeconómico capitalista, con su nuevo modelo econó-
mico neoliberal y sus abismales disparidades sociales, que constituyó la principal
razón de su surgimiento.
En Cuba, las reticencias ortodoxas no han podido impedir el triunfo de la
flexibilidad dialéctica, imprescindible para asumir los nuevos retos que significa
el enfrentamiento al derrumbe del Sistema Socialista en Europa del Este, el recru-
decimiento de la agresividad del imperialismo y su inhumano bloqueo económico,
los efectos de la política de globalización, la agudización de la crisis económica en
el país y el resquebrajamiento de su sistema de valores morales.
Algunos de los ortodoxos -dogmáticos- se niegan a reconocer esta nueva reali-
dad e incluso acometen contra quienes critican esas "posturas de avestruz". En
este sentido resultan aleccionadoras las palabras de quien nos enseñó en pensar
primero:
"La injusticia con que un celo patriótico indiscreto califica de perversas las
intenciones de todos los que piensan de distinto modo, es causa de que
muchos se conviertan en verdaderos enemigos de la patria (...) cuando la
opinión contraria no se opone a lo esencial de una causa, ¿por qué se ha de
suponer que proviene de una intención depravada?"
A pesar de las reticencias y resistencias al cambio se ha logrado un espacio
de reflexión y debate, no solo referido a aspectos puntuales, tales como los dile-
mas bioéticos del principio y del final de la vida, o de las políticas de salud, también
lo concerniente a los aspectos relacionados con la vida cotidiana, es decir, con la
calidad de vida de las personas que atienden, con la competencia y el desempeño
de los profesionales y con la calidad de la atención médica.
Los problemas morales existen, no es posible actuar como si no existieran.
Tampoco es posible evadir su cuestionamiento desde el marco teórico que ofrece
esta nueva disciplina, alegando los posibles peligros en el orden ideológico. No es
que se desconozca irracionalmente el peligro, todo lo contrario, lo que se precisa es
prepararse para enfrentarlo.
De ejemplo práctico para la acción pudieran servir las palabras de un incuestio-
nable marxista verdadero, en el pensamiento, la palabra y la acción como Carlos
Rafael Rodríguez, quien tenía el coraje de declarar, en entrevistas concedidas
a 2 órganos de prensa de gran aceptación entre los lectores cubanos:

38
"¿Dogmatismo? ...Algo que siempre he procurado evitar y contra lo
que siempre he querido luchar; no sé si he tenido éxito. (...)
¿Diversionismo? ...Le tengo un poco de miedo a la palabra, por lo que
puede servir para encubrir el dogmatismo. Y, sin embargo, el
diversionismo existe, es peligroso y hay que combatirlo".

Las Cátedras de Bioética, constituidas en las Facultades de Ciencias Mé-


dicas de todo el país, a partir de 1995, se trazaron como objetivos específicos:
− Propiciar un espacio de reflexión y debate teórico sobre los principales aspec-
tos conceptual-metodológicos de la disciplina.
− Desarrollar la necesaria flexibilidad, y sobre todo prudencia, en los análisis de
cada caso concreto.
− Promover el profundo respeto hacia las opiniones ajenas, sin menoscabo del
derecho a defender las propias.
− Contribuir al rescate de los mejores valores del hombre, que es el valor funda-
mental de la sociedad, tal y como expresara Marx. En nuestro caso concreto,
del profesional de la salud que labora en las instituciones y de los educandos que
se forman en las aulas.

Cuba está insertada incuestionablemente en las dificultades que hoy día vive el
continente latinoamericano, aunque diferentes a las relacionadas con el intento de
tratar la salud dentro de la racionalidad del mercado que ha venido imponiendo el
neoliberalismo.
No obstante, la Revolución cubana no ha evadido nunca su responsabilidad
histórica de sumarse al conjunto de voluntades comprometidas con los procesos de
integración, de solidaridad entre los pueblos y con la construcción de sujetos socia-
les capaces de asumir las luchas por la defensa de la salud y una nueva ética de la
vida. En correspondencia con esta vocación solidaria, cientos de miles de profesio-
nales de la salud cubanos han contribuido y continúan contribuyendo, con su traba-
jo y experiencia, al mejoramiento de los indicadores de salud de muchos pueblos en
diferentes latitudes.

Explicación marxista al surgimiento de la bioética


El desarrollo histórico de las más importantes corrientes del pensamiento filosó-
fico muestra que la historia de la filosofía no es un simple agregado de diversos
sistemas y escuelas que se suceden unas a otras, sino un proceso histórico sujeto
a leyes, del cual cada uno de sus grados se encuentra vinculado de modo recíproco
con los restantes.
Esta propia historia de la filosofía demuestra la necesidad de tomar y elaborar
con espíritu crítico el legado filosófico del pasado, luchar contra las ideas ajenas y
hostiles al progreso espiritual de la humanidad.
El materialismo dialéctico e histórico se desarrolla con un espíritu creador,
enriqueciendo el tesoro del pensamiento filosófico mundial con nuevas conclusiones y
tesis, descubriendo nuevas leyes en el desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el

39
pensamiento, generalizado en el plano filosófico, la experiencia del desarrollo so-
cial, las conquistas de la ciencia y la cultura humana.
La ética, en tanto que ciencia que se desprendiera de la filosofía, no escapa a la
necesidad de establecer la correlación con el desarrollo de la cultura en gene-
ral. El problema, no solo teórico sino práctico, al que se enfrenta la humanidad en los
albores de este nuevo siglo es consecuencia de las profundas modificaciones ocurri-
das en las condiciones de existencia humana. Estas modificaciones, resultantes del
desarrollo impetuoso de la ciencia y la técnica y los contradictorios fenómenos de la
realidad, incluyendo las relaciones entre generaciones, han planteado la necesidad de
redefinir los valores principales y secundarios para la vida humana.
La bioética ha ocupado este espacio protagónico porque la ética general, en su
país de origen, no es susceptible de cambios sustanciales en un sistema
socioeconómico que genera relaciones sociales plenas de iniquidades. En este caso
no puede hacerse como Hegel cuando una de sus teorías no se correspondían con
la realidad y expresaba: "Peor para la realidad", especialmente si es un marxista
quien está haciendo el análisis.
Si la ética general no ha respondido a las necesidades, intereses y aspiraciones
de los hombres en un momento concreto de sus vidas, los propios hombres, actores
protagónicos de sus propios destinos, han elaborado sus nuevas conceptualizaciones
teóricas para expresar la valoración de esas aspiraciones espirituales, a partir de
las condiciones materiales de existencia de ese momento histórico.
Toda vez que la salud integra uno de los derechos fundamentales del hombre,
no es casual ni extraño que la bioética haya hecho énfasis, casi desde su nacimien-
to, en la defensa irrestricta de este derecho fundamental, frecuentemente violado,
despreciado y subestimado.
La humanidad no es homogénea. Mientras en la mayoría absoluta de países
existe un sistema socioeconómico que olvida cada vez más al hombre como valor
supremo, una minoría de pueblos, entre los que se encuentra el cubano, revaloriza
la confianza, la sinceridad, la sencillez, la hermandad y el amor a la Patria a partir
de la igualdad social.
El objetivo principal de la educación de los seres humanos que les toca
vivir en este siglo XXI debe consistir en desarrollar todas sus dotes, tanto físicas
como intelectuales y especialmente morales. El sentido de respeto a la dignidad
humana, el amor a la humanidad, el respeto y el amor al trabajo creador deberán ser
las cualidades morales insoslayables para el hombre del futuro, si aspira a vivir, amar
y crear en paz. De ahí se desprenderá el espíritu de libertad, justicia y solidaridad que
pudiera contribuir decisivamente al progreso económico y social.
Toda vez que la moral no cuenta, como otras formas de la conciencia social, con
instituciones propias para desplegar sus funciones reguladoras de la conducta huma-
na y revelar la esencia social y los principios del ideal ético de la sociedad en que se
vive, la moral se ve impelida a utilizar todos los medios de influencia, tanto
científicos, ideológicos como estatales. Ella no puede darse el lujo de desestimar
ninguna de las oportunidades que le brindan la sociedad civil y la sociedad política.

40
En el sistema educacional, la moral encuentra un espacio de inapreciable
riqueza para el cultivo de los mejores valores: la cultura del trato humano,
basado en el respeto a la dignidad humana; la cultura de los sentimientos de bon-
dad, humanismo y benevolencia. Todo ello debe llevar al modelado de un hombre
íntegro y esa integridad de la persona se determina por la coincidencia de
los motivos con los resultados de la actuación para el bien de la sociedad, la
unidad dialéctica entre la palabra y los hechos, de las opiniones y los actos.
Pero, para lograr el nuevo modelo se precisa contar con educadores que no solo
posean los conocimientos necesarios y suficientes sobre la materia a enseñar, en
este caso la ética, sino que deben ellos mismos constituirse en ejemplos morales
para incentivar entre los educandos el desarrollo de habilidades intelectuales y
prácticas que les permitan acercarse al paradigmático maestro.
El contacto emocional entre las personas es particularmente rico en dife-
rentes matices de los sentimientos y estados morales, por ello el trato humano no
está circunscrito a las normas y reglas de la educación formal -es decir- de la
cortesía, tacto y delicadeza, sino que es mucho más abarcador, incluyendo por
supuesto, el estilo y manera del trato individual; pero enfatizando en la fuerza de
expresión de los estados emocionales, el lenguaje, la psicología del entendimiento
mutuo, la comprensión del estado de ánimo del otro y, sobre todo, saber escuchar e
interpretar la idea oculta en los enunciados del interlocutor.
Para ejemplificar los peligros de la posible violación de estos principios éticos y
sus terribles consecuencias, nada más elocuente que las palabras de Gramsci:
"El llamado respeto de los demás es a veces una forma de esteticismo
(entrecomillado en el original), por decirlo así, o sea, que a veces el otro se
convierte en un objeto (entrecomillado en el original) precisamente cuan-
do más se cree haber respetado su subjetividad".

Si todo esto se ubica en la relación profesional de la salud-paciente, a simple


vista puede apreciarse la importancia del respeto de los mejores valores "del valor
fundamental de la sociedad, el hombre".
En tanto que forma de la conciencia social, la moral refleja y expresa las
relaciones entre los seres humanos; en ella se manifiestan las necesidades ex-
presamente sociales: la necesidad social de regular las relaciones entre los seres
humanos y la necesidad del trato que estos experimentan. Es por ello que la prác-
tica de las relaciones éticas precede a la teoría de la moral.
La dinámica de los intereses y necesidades materiales y sociales y las tradicio-
nes objetivas del modo de vida existencial constituyen la base necesaria para el
despliegue de las fuerzas creadoras del sujeto, de su autoafirmación y autodetermi-
nación, cuyo instrumento activo es el ideal social de la persona.
¿Y qué es el ideal, sino la imagen teórica o espiritual-práctica de la máxima
perfección de la vida social y humana? Es un criterio de la actitud axiológica hacia
la realidad, desde las posiciones de los intereses cardinales y prospectivos del suje-
to de la actividad social.

41
Para apoyar este planteamiento se propone un último análisis de Gramsci:
"La unidad del género humano no está dada por la naturaleza biológica
(entrecomillado en el original) del hombre: las diferencias humanas que
cuentan en la historia no son las biológicas (...) y tampoco la unidad
biológica (entrecomillado en el original) ha contado nunca mucho en la
historia (...). Lo que une o diferencia a los hombres no es el pensa-
miento (entrecomillado en el original), sino lo que realmente se piensa".
Marx y Engels, al asumir la dialéctica de Hegel desde una perspectiva materia-
lista consecuente, posibilitaron el pensar a partir de la imagen del mundo real, en el
cual está el hombre que, tal y como expresara Marx, necesita primero comer,
beber, tener un techo y vestirse para luego pensar y crear vida espiritual. Pero es
preciso recordar que la humanidad no tiene existencia real sin la cultura creada o la
que está en posibilidad de crear. ¡Es precisamente eso lo que le diferencia de las
otras especies del reino animal! Es por ello que los valores de la superestructura se
deben jerarquizar tanto como las necesidades económicas.
No en balde Engels alertó, en los finales de su vida, sobre la función de los
valores y categorías de la superestructura, insistiendo en la relación dialéctica cau-
sa-efecto, y base-superestructura. Siempre las sociedades se quiebran por la su-
perestructura, de ahí la importancia de su fortalecimiento. Es a través de la super-
estructura como se expresa la base económica de una sociedad.
En este sentido, si los valores son las necesidades más significativas de los
hombres, convertidas en aspiraciones e ideales, ¿Cuál podría ser el ideal de un
profesional de la salud en este siglo que recién ha comenzado? Evidentemen-
te, la visión que cada cultura tiene del hombre, del sentido y significado de la vida,
de sus tribulaciones, de su destino, de la representación social de salud, influyen de
manera decisiva en la actitud que asumen los profesionales de la salud en su diario
quehacer; por ende, sobre su ideal profesional.

A modo de epílogo
Las ciencias de la salud, como toda ciencia, están vinculadas a las necesidades,
a la vida, a la actividad del hombre. Luego entonces, el ideal profesional en este
campo estará incuestionablemente vinculado a las necesidades de los hombres
en el proceso salud-enfermedad, a la vida humana en general y a todo el ambien-
te socioeconómico, psicológico, cultural y político en el que están inmersos esos
hombres, sin descuidar el medio ecológico, porque todo ello influye en el proceso
salud-enfermedad.
De ahí que, aceptando el hecho de que la ciencia forma parte de la superestruc-
tura de la sociedad y por tanto no puede presentarse solo como una noción
puramente objetiva, sino que aparece siempre revestida de una ideología, es
decir, la unión del hecho objetivo con una hipótesis que supera el propio hecho objeti-
vo, en el caso de esta nueva disciplina, la Bioética, puede hacerse como habitualmente
se procede con todo conocimiento científico nuevo, venga de donde venga. A través de
un proceso de abstracción, que está dentro de la propia metodología científica,

42
se puede distinguir la noción objetiva (las nuevas necesidades morales surgidas
como consecuencias del desarrollo científico técnico y su agresión al hombre) y el
sistema de hipótesis que dieron origen a las distintas teorías (principialista,
consecuencialista, utilitarista, casuística, etc.) y, a partir de esta distinción, acoger
el hecho objetivo y plantearnos nuestras propias hipótesis.
Creo -como Hart- que el derrumbe del "socialismo real" es la consecuencia de
un diseño equivocado en los enfrentamientos ideológicos. Los argumentos que
usan nuestros adversarios están relacionados con nuestras propias aspiraciones y
verdades -aunque ellos las tergiversen y deformen- de modo que, si hacemos un
rechazo dogmático al espacio y al debate, si renunciamos al análisis dialéctico,
estaremos dejando en manos de nuestros adversarios las mejores banderas de la
humanidad, porque no se dispondrá de nuestra fundamentación filosófica. Ejemplo de
ello son los temas acerca de los derechos humanos, la democracia y la sociedad civil.
Durante años, bajo la influencia del dogmatismo "en nombre del marxismo-
leninismo", escapamos de este debate; y los adversarios del verdadero marxismo
se aprovecharon de ello para adueñarse de estos términos y su "defensa", al propio
tiempo que nos acusaban de no reconocerlos e incluso, violarlos. Tuvo que ocurrir
el derrumbe del socialismo en Europa del Este y en el plano nacional, enfrentarnos
a la crisis de valores que ha acompañado a la crisis económica de los años noventa,
para que nos decidiéramos a no dejarles más este espacio. ¡Esto ha sido, sin lugar
a dudas, una victoria de las ideas de Marx y Engels!
No todos los vientos que soplan del Norte son nocivos. Fue Lincoln quien defi-
niera la democracia como "el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", y
-añadimos nosotros- como la mayoría de los pueblos son trabajadores y pobres, es
a esa mayoría a la que le corresponde definir su propia forma de gobierno.
Esto demuestra que un marxista puede hacer suyo el conocimiento científico de
un neokantiano, sin aceptar su ideología. Puede utilizar, como hiciera Marx, la
dialéctica de Hegel y... colocarla al derecho.
De ahí que sea preciso adoptar una postura crítica ante cualquier intento de
traspolación de un nuevo paradigma ético que no se corresponda con nuestras
tradiciones, cultura y valores éticos; pero también es un imperativo moral el en-
frentar los dogmatismos y esquemas éticos que no se corresponden con la realidad
actual, universal y nacional. Como dijera el Apóstol:
"Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el
de nuestras repúblicas".

El trabajo de las Cátedras de Bioética*


El momento actual reclama, quizás más que nunca antes, la reflexión y el deba-
te acerca de qué, cómo y a quiénes enseñar ética y bioética en nuestras institucio-
nes de salud y, junto con la enseñanza de los fundamentos teóricos de la disciplina,

*
Síntesis del Informe Central y de la Relatoría General al II Taller Nacional de Educación en Bioética,
publicado en la Revista Habanera de Ciencias Médicas, Vol 6 No. 5 Especial ISSN 1729-519X). (Informe
leído por la Profesora María del Carmen Amaro Cano, Presidenta de la Cátedra, en el II Taller Nacional
de Educación en Bioética)

43
imprescindible para poder realizar la correcta y oportuna identificación de los prin-
cipales problemas éticos que afectan la calidad de la atención que brindamos a
nuestro pueblo, promover los modelos ejemplarizantes entre nuestros docentes,
directivos y profesionales más destacados y proponernos acciones concretas para
dar solución a los problemas identificados, con la participación activa de todos,
estudiantes, profesores, directivos, profesionales y técnicos de la salud.
Este evento de hoy ha tenido 2 importantes antecedentes y el primero de todos
fue justamente la celebración del I Taller en esta misma Facultad, en el año
1998, el cual contaba a su vez con un antecedente obligado que comprende tanto
la historia de la enseñanza ética en Cuba, desde la época colonial, fundamentada
en el ideario vareliano y martiano, como la más reciente cooperación de destaca-
dos bioeticistas de América Latina (Juan Carlos Tealdi, de Argentina y Miguel
Kottov, de Chile), de Europa (Diego Gracia y Francisco Javier de León Correa, de
España) y de los EUA (Stuart Younger, Steve Miles y Dan Wikler), que vinieron a
participar en cursos y talleres junto a nosotros, compartiendo sus saberes y con-
frontando sus puntos de vista. Apoyo especial hemos recibido también de los 2
directores que ha tenido el Programa Regional de Bioética, doctores Julio Montt y
Fernando Lolas Stepke, ambos chilenos.
En aquel I Taller, la entonces Decana de la Facultad de Ciencias Médicas "Ge-
neral Calixto García", Profesora Eva Miralles, enfatizaba en que la preparación
teórica de los docentes resulta un requisito indispensable para la incorporación de
los estudiantes al estudio de esta temática, y que debía propiciarse espacios de
reflexión y debate acerca de las cuestiones morales más importantes relaciona-
das con la práctica cotidiana de nuestras profesiones de la salud. En este sentido
-alertaba- las Cátedras de Bioética tienen una gran responsabilidad y rol protagónico.
En esa misma sesión de apertura de nuestro I Taller, la Presidenta de la Cátedra
Coordinadora Nacional de la Disciplina, al referirse a las expectativas de trabajo
de las Cátedras, enfatizó en que estaban circunscritas a 3 cuestiones fundamentales:
− Lograr una significativa contribución al establecimiento de criterios comunes
sobre los aspectos éticos y bioéticos que deberían ser incluidos en la educación
de pregrado en las distintas carreras.
− Posibilitar la elaboración de un nuevo Programa de formación básica en Bioética
para la educación continua.
− Facilitar el desarrollo de grupos de trabajo que se encargaran de diseñar pro-
yectos de investigación que respondieran a los principales problemas actuales
de nuestras instituciones de salud.

Apuntaba también que la contribución especial que aspiraba materializar la


Cátedra de la Facultad "General Calixto García" se relacionaba con las acciones
siguientes:
− Propiciar el estrechamiento de relaciones de todos los profesionales pertene-
cientes a las distintas Cátedras del país.
− Favorecer la acción educativa e investigativa conjunta con las Comisiones de
Ética Médica de todas las instituciones del país, con especial énfasis en la Aten-
ción Primaria de Salud.

44
− Privilegiar las investigaciones en sistemas y servicios de salud que trataran los
problemas existentes en las relaciones APS-atención secundaria, para contri-
buir a la elección de las estrategias más adecuadas con la finalidad de un cam-
bio favorecedor de la calidad continua de la atención en ambos niveles.

Al año siguiente, en aras de cumplir con la primera acción propuesta, la Cáte-


dra convocó la I Reunión Nacional con los Presidentes de Cátedras, invitando
también a los miembros de la Comisión Nacional de Ética Médica, a la Comisión
Nacional de Ética y Bioética en Enfermería y a los Presidentes de las Comisiones
Provinciales de Ética Médica.
Aquella I Reunión Nacional pretendió aprovechar la asistencia del Grupo de
Expertos en Ética y Bioética para en conjunto, identificar los principales problemas
éticos que afectaban la atención en salud. Para ello se organizó un Panel, modera-
do por el Secretario de la Comisión Nacional de Ética Médica, en el cual participa-
ron varios miembros de la citada Comisión. Al terminar su exposición los panelistas,
se produjeron 26 intervenciones, destacándose importantes planteamientos, reflexio-
nes y observaciones, entre los cuales quisiéramos destacar los siguientes:
− Las Comisiones necesitan ser entrenadas para las nuevas tareas que se espera
que ellas asuman.
− Se habla constantemente de las violaciones éticas de los profesionales; sin em-
bargo, también existen violaciones éticas de carácter institucional.
− Varios participantes se pronunciaron a favor de la elaboración de los Códigos
de Ética (La Comisión Nacional de Ética Médica ya había comenzado a traba-
jar en la elaboración de propuestas de códigos).
− La Vicepresidenta de la Comisión Nacional de Ética y Bioética en Enfermería
informó que se elaboró un proyecto de investigación, incluido el instrumento que
se pretendía aplicar, para explorar si las enfermeras sienten realmente la nece-
sidad de elaborar un Código de Ética Profesional. Aún estaba pendiente de
aprobación por los niveles correspondientes.
− Los "Principios de Ética Médica" contienen aspectos universales y también
particulares de nuestra sociedad socialista; pero en ellos faltan problemas mo-
rales nuevos surgidos a partir del desarrollo científico técnico, al nivel universal,
y de los cambios ocurridos en la sociedad cubana actual, en particular.
− Falta de educación formal y cortesía de muchos de los profesionales y trabaja-
dores en general.

Después se organizaron los participantes en 2 grupos, con quienes se aplicó la


técnica de investigación cualitativa de "Grupos Focales" por parte de 2 experimen-
tados psicólogos, uno de ellos Miembro de la Comisión Nacional de Ética Médica.
La consigna para ambos grupos fue la siguiente:
− Principales problemas éticos que han logrado identificar en sus áreas de acción.
− Propuestas de intervención para solucionar los problemas identificados.

45
El Grupo No. 1 identificó, entre sus principales problemas, los siguientes:
− Los alumnos de enfermería plantean que los temas de Ética que se imparten en
clases no se corresponden con la realidad que observan en las salas.
− Carencia de un ambiente de respeto y de ética entre todos los miembros del
equipo de salud, entre ellos mismos y con los pacientes, familiares y acompa-
ñantes. En muchos casos, ausencia de educación formal y de las normas más
elementales de cortesía.

Para contribuir a la solución de estos problemas se propuso, entre otras accio-


nes, las siguientes:
− Vincular a la Administración, la Comisión de Ética Médica y la Cátedra de
Bioética de la Facultad en el trabajo de diagnóstico de los problemas y de elabo-
ración de estrategias de intervención para solucionarlos.
− Establecer un vínculo estrecho entre las Cátedras de Bioética y las Comisiones
de Ética Médica para impartir cursos, talleres y entrenamientos, favoreciendo
además el intercambio científico.

Por su parte, el Grupo No. 2 identificó entre sus principales problemas:


− Decrecimiento del status y reconocimiento social del profesional de la salud.
− Favoritismos o preferencias en la atención a pacientes portadores de recursos
materiales en detrimento de otros menos favorecidos.
− Aplicación impositiva de algunos programas de salud sin considerar al paciente
como sujeto, con posibilidad de elección, especialmente en aquellos casos en
que la aceptación o negación no produce afectaciones a terceros.

En consecuencia, este grupo propuso como estrategia para favorecer el cambio


necesario las acciones siguientes:
− Resaltar y promover las acciones positivas y ejemplares.
− Divulgación por los medios masivos de la importancia y significado social del
valor del trabajador de la salud.
− Investigación sobre aspectos y dilemas éticos de problemas de salud de alta
significación social (aborto, ITS, información sobre enfermedades con evolu-
ción fatal, ensañamiento terapéutico, ensayo clínico y consentimiento informa-
do, etc.).

Más tarde, reunidos ambos grupos en el Salón Plenario fueron añadidas las
recomendaciones siguientes:
− Revisar y actualizar los Principios de la Ética Médica y elaborar los códigos por
profesiones.
− Impactar las disciplinas rectoras del pregrado de las 4 carreras de ciencias de la
salud con temas de Ética y Bioética.
− Realizar investigaciones, explorando el criterio de la población sobre aspectos
éticos de la atención de salud.

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El diagnóstico estuvo hecho por especialistas de primer nivel en la materia, no
obstante, se sometió a una discusión colectiva y enriquecedora a partir de los saberes
y experiencias de muchos de los participantes.

Caracterización del trabajo de las Cátedras


desde su fundación
La Cátedra de Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas en la provincia de
Pinar del Río fue constituida el 8 de Mayo de 2000, proyectó una investigación para
fundamentar la estrategia de elaboración del Programa de Formación de Valores
de los colectivos de 1ro. y 2do. años de Medicina.
La Cátedra de la Filial Oeste de Provincia Habana refiere que fue constituida
en el curso 1995-1996, aunque no señala fecha exacta. En estos momentos están
estudiando el material sobre el desarrollo de la Genética Médica en Cuba. No han
impartido ningún curso posgrado.
Las cátedras del municipio Isla de la Juventud y la provincia de Matanzas no
informaron; sin embargo, en cuanto a esta última se conoce que se constituyó el 5
de Diciembre de1997 con 23 profesores, tanto de Ciencias Básicas como del área
clínica (9 médicos y 7 licenciadas en enfermería), con excepción de 2 filólogos, 5
filósofos y un jurista.
La Cátedra de Villa Clara se constituyó en 1996, según informan, con 43 miem-
bros y en la actualidad refieren 62. Al frente de esta ha estado una médico radióloga,
con excepción de los períodos 2000-2001 y 2006-2009 en que ha estado presidién-
dola una licenciada en enfermería. Han impartido 4 cursos posgrado: 2 dedicados a
la Ética Clínica y 2 a la Ética en Enfermería.
La Cátedra de Cienfuegos se constituyó en 1997, con 8 miembros, aunque no
existe ningún documento legal que así lo acredite. Desde su fundación ha contado
con la misma Presidencia, un Profesor Titular y Doctor en Ciencias Filosóficas.
Han impartido 2 cursos posgrado, uno en 1998 y otro en el 2002. Han contribuido
con temas en diversas actividades y publicaciones científicas, nacionales y extran-
jeras.
La Cátedra de Sancti Spíritus es una de las 4 cátedras que tiene trabajo más
destacado en el país. Fundada por Resolución Decanal No.92/96, contó con la
Presidencia, desde su fundación hasta el año 2005, del MSc. Jesús Armando
Martínez Gómez. Se inició con 30 integrantes, cantidad similar a la actual y se
reúnen con una periodicidad bimestral. Desde su fundación han impartido 10 cur-
sos posgrado, entre los cuales destacan 2 ediciones del Diplomado en Bioética
(2002 y 2004). Contaron con un programa radial durante varios meses y celebra-
ron un evento internacional que contó con la asistencia de destacadas figuras de la
especialidad en América Latina. Varios de sus integrantes, especialmente su Pre-
sidente fundador, han participado en eventos nacionales y extranjeros, exponiendo
sus experiencias e importantes reflexiones acerca del tema. Esta Cátedra se ha
destacado igualmente en la producción científica, con artículos publicados en revis-
tas nacionales y extranjeras y también libros de gran valor científico.

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Las Cátedras de Ciego de Ávila y Camagüey no enviaron sus informes. No
obstante, de la primera se conoce que fue fundada en 1995, con 26 profesores, 16
profesionales que se desempeñan como asistenciales, además de 3 juristas y 20
estudiantes de Medicina y Enfermería. Los integrantes de la Cátedra han recibido
3 cursos posgrado, así como también han impartido cursos acerca de la
Fundamentación de la Bioética, un Módulo en el Diplomado de Pedagogía y Ética
en los ensayos clínicos. También han publicado los resultados de la investigación
acerca de la "Eficacia de un programa de capacitación sobre bioética con médicos
de la APS", en la Revista Electrónica de la provincia, correspondiente al año 1999,
y el "Análisis del error médico como causa de iatrogenia".
La Cátedra de Las Tunas refiere haberse constituido en los años 90. Desde su
fundación hasta la fecha ha tenido 3 presidentes, todos filósofos. Refieren haberse
iniciado con 21 miembros y son 43 en la actualidad. Entre los principales temas
tratados en las sesiones científicas destacan los relacionados con la ética clínica, la
ética en la APS, los comités de ética y los problemas de la genética.
La Cátedra de la FCM de Granma refiere haberse fundado en 1996. Desde su
fundación se reporta el mismo presidente, médico especialista en Imaginología,
quien está en Venezuela desde hace 2 años. Reportan solo un curso posgrado de
Introducción a la Bioética en el año 2002.
Holguín es otra de las 4 cátedras con trabajo más destacado del país. La
Cátedra se constituyó por Resolución Decanal No. 64 con fecha 2 de octubre de
1995. Se inició con 12 miembros y son 36 en la actualidad. Siempre ha contado con
el mismo presidente, médico especialista en Pediatría y en Administración de Sa-
lud. Es el primer máster en Bioética del país. Han impartido 3 cursos posgrado
presenciales y 5 virtuales, además de 6 ediciones del Diplomado desde 1999. Esta
Cátedra se ha destacado además por la celebración de 6 eventos internacionales
de bioética, que ha contado con la participación de prestigiosas personalidades en
este campo del conocimiento de diversos países. La Cátedra también ha dado un
importante aporte a la publicación científica, tanto en revistas nacionales como
extranjeras y la publicación de un Glosario, realizado por su presidente, que ha
resultado de gran valor académico.
La Cátedra de Santiago de Cuba refiere haberse constituido por la Resolución
Rectoral No. 95/95, aunque no señala fecha exacta en el referido año. Informa
haberse iniciado con 23 miembros y que en la actualidad cuenta con 116.
Dolorosamente, tanto la Presidenta fundadora como el Presidente Honorario ya
están fallecidos. Cinco miembros de la Cátedra fueron coautores de sendos capítu-
los en el primer libro de bioética publicado en Cuba: Bioética desde una perspec-
tiva cubana. Miembros de la Cátedra también han publicado trabajos en revistas
nacionales y extranjeras. Desde 1998 hasta el año 2002 ocupó la presidencia un
médico ginecoobstetra y en la actualidad la ocupa un médico especialista en neurocirugía,
máster en bioética, quien ha publicado artículos científicos y libros, varios de ellos pre-
miados durante el período 2003-2005. Se han impartido cursos posgrados en diferentes
facultades de la Universidad de Oriente. Miembros de la Cátedra han impar-
tido conferencias en México, República Dominicana y España. El Presidente

48
de la Cátedra participó y presentó trabajo en el IV Congreso Mundial de Bioética,
Gijón, España, en el 2005. Han impartido 2 cursos posgrado en el pasado año:
Actualización en el diagnóstico de la muerte encefálica y Temas de Bioética. El
Presidente de la Cátedra es miembro de la Comisión Nacional para la Determina-
ción y Certificación de la Muerte en Cuba.
La Cátedra de la FCM de Guantánamo refiere haberse constituido en 1995, con
56 miembros y son 86 en la actualidad. Desde su fundación cuentan con el mismo
presidente, profesor de Filosofía. Han impartido 9 cursos posgrado, uno de ellos en
la FCM de Matanzas. Entre los cursos se destacan: Introducción a la Bioética, uno
acerca de la Historia del Pensamiento Ético Cubano y otro sobre las Corrientes del
Pensamiento Ético Contemporáneo.
En cuanto a las Cátedras del ISCM-H, de las 10 Facultades, han informado solo 5.
Entre las que no informaron se encuentran la "Enrique Cabrera", la "Salvador Allen-
de", la "Miguel Enríquez", la "Finlay Albarrán" y Estomatología; de las 2 últimas se
cuenta con algunos datos.
La Cátedra de la FCM "Finlay-Albarrán" contó con la presidencia de un desta-
cado profesor de Caumatología y Cirugía Reconstructiva, el doctor Henry Vázquez
Montpellier, con muchos años de experiencia clínica y docente -lamentablemente
fallecido no hace mucho. Durante su presidencia se realizaron numerosas activida-
des científicas sobre la temática en el Hospital "Joaquín Albarrán", así como cursos
posgrados, con la participación de destacados especialistas.
La FCM de Estomatología cuenta desde su fundación con la presidencia de una
prestigiosa Profesora Titular y Consultante que ha realizado varias actividades con
profesores y estudiantes, así como también ha promovido la inclusión de la temáti-
ca en eventos científicos de su especialidad.
De las 5 Cátedras que informaron, una de ellas es la Cátedra de la FCM "Ma-
nuel Fajardo", que fue constituida en 1995. Cuenta desde su fundación con la pre-
sidencia de un prestigioso Profesor Titular de Psiquiatría que ha tratado desde hace
mucho el tema de la ética y que es, sin lugar a dudas, un ejemplo de conducta moral
profesional. La Cátedra se inició con 6 miembros y hoy cuenta con 8. Desde 1996
la Cátedra ha promovido la inclusión de temas de bioética en eventos y jornadas
científicas de la institución, los temas más tratados fueron los relacionados con la
atención del paciente hospitalizado, la ética en la APS, la ética en la educación
médica y los principios éticos nucleares. En 1998 se impartió un curso posgrado
sobre la Bioética en Psiquiatría y en abril del 2003 otro curso posgrado, en esta
oportunidad la Bioética en Cirugía.
La FCM "Julio Trigo" constituyó su Cátedra en el año 1999, iniciando las activi-
dades con 11 miembros y en la actualidad cuentan con 13. Al frente de la Cátedra
estuvo una bióloga, especializada en Antropología Social, Investigadora del Grupo
de Crecimiento y Desarrollo de esa Facultad. En el año 2001 la Cátedra celebró un
Taller sobre Ética y Antropología. Al año siguiente se realizó una Sesión Científica
con el tema de Aborto y Religión. Este tema, que ha constituido una seria investiga-
ción de uno de los miembros de la Cátedra, fue presentado también en un evento
internacional convocado por el Instituto de Medicina Legal, en el 2003. A lo largo

49
de esos 3 años, la Cátedra impartió conferencias sobre Bioética y Ética por cate-
gorías con los trabajadores profesionales, administrativos, de servicio y con los
estudiantes del Complejo Hospitalario (Facultad, Hospital "Julio Trigo",
Ginecoobstétrico y "Aballí"). Se realizaron investigaciones con los estudiantes, en
conjunto con el Departamento de Extensión Universitaria, donde se presenta-
ron 7 trabajos en la Jornada Estudiantil y se seleccionó el trabajo de una estudiante
de 5to. año de Medicina, que 2 años después se amplió y se presentó en el IV
Simposio Internacional de Coma y Muerte. A partir del año 2003, por traslado de
centro de la antigua presidenta, se nombró en ese cargo a una profesora de Cien-
cias Sociales. Varios de sus miembros han recibido el Entrenamiento para los Co-
mités de Ética de Investigación y ahora cursan el Diplomado de Bioética, imparti-
dos por la Cátedra de la FCM "Gral. Calixto García".
La FCM "Diez de Octubre" no informa la fecha exacta de su fundación, aunque
consta que ya estaba fundada en el año 1999, cuando se celebró la I Reunión
Nacional y que la presidencia la ocupaba un profesor de Cirugía, quien en esa
época ya había incluido el tema en varias actividades científicas de la Facultad y
del Hospital "Diez de Octubre". Según refiere el actual presidente, médico
reumatólogo, se iniciaron con 10 miembros y hoy cuentan con 25. Han impartido 2
cursos precongreso: uno sobre Elementos Básicos de Bioética para el Reumatólogo
y otro acerca de los Principios de la Bioética aplicados a la ciencia y la investigación.
El ICBP "Victoria de Girón" constituyó su Cátedra de Bioética en 1997. Esta es
otra de las 4 cátedras con trabajo más destacado en el país en esta temática.
Desde su constitución está presidida por un Profesor Titular de Psiquiatría. Se
inició con 18 miembros y hoy cuenta con 35. Desde el curso 2000-2001 se han
realizado diversas actividades de posgrado, entre estas actividades se encuentran
las 2 ediciones del Diplomado de Bioética. Por las características propias del Pre-
sidente de la Cátedra, médico psiquiatra, y de otro de los miembros con trayectoria
destacada en la docencia, Profesor de Psicología, los temas de las Habilidades
para la RMP y el Método Clínico y el de Bioética y Adicciones han estado presen-
tes desde el curso 2000-2001 hasta el 2004. A partir del 2004-2005 se incluyó el
curso de Bioética en la Maestría de Informática en Salud y los cursos posgrado de
Introducción a la Bioética y de Ética de la Investigación. A todo lo anterior se suma
la importante contribución a la socialización del conocimiento, ofrecida en la pu-
blicación de artículos científicos en diferentes revistas nacionales y extranje-
ras y 2 libros de gran valor, realizados bajo la dirección del doctor José Acosta
Sariego como editor. La Cátedra también ha estado representada en eventos na-
cionales e internacionales, entre los cuales destaca la importante participación de
su presidente en el II Taller de la Red Latinoamericana de Bioética de la UNESCO,
celebrado en La Habana, el pasado año 2004.
Por último, la Cátedra de Bioética de la FCM "General Calixto García", pionera
en el país, fue fundada el 3 de Marzo de 1995, por decisión del Decano doctor
Enrique Área Arrondo, lamentablemente ya fallecido, quien dictó la Resolución
Decanal No. 33, que nombraba al propio tiempo a su Presidenta fundadora. Se
inició con 37 miembros, el 50 % enfermeras; en la actualidad cuenta con 63 miembros

50
efectivos, de diversas profesiones de la salud y de las ciencias sociales, proceden-
tes de diversas instituciones que constituyen los escenarios docentes de la Facultad.
Esta Cátedra se convirtió en la coordinadora al nivel de la Universidad de Cien-
cias Médicas de La Habana (1996), por decisión del entonces Rector, Dr. Juan
Vela Valdés, y luego al nivel del país (1998), mediante carta oficial del Viceministro
a cargo de la Docencia en aquellos momentos, doctor José Baudilio Jardines Méndez.
Se han realizado 2 Reuniones Nacionales (1999 y 2000) y un Taller Nacional (1998);
este último contó con la participación de varios delegados extranjeros.
Desde su fundación, la Cátedra celebra una reunión mensual que a partir del
año 2001 se dedica a una Sesión Científica en la que se ofrecen conferencias,
paneles y mesas redondas sobre temas de actualidad que originan debate ético. A
partir del pasado año 2004, las sesiones científicas se realizan en diferentes institu-
ciones de salud de Ciudad Habana, privilegiando las unidades de la APS. En estas
últimas se ha invitado a personas de la comunidad interesadas en la temática a
debatir.
En el pregrado se logró incorporar un tema en la asignatura Introducción a las
Ciencias de la Salud (ELAM), en 1999; en Introducción a Medicina General Inte-
gral en el 2001; en Salud Pública, en el 2004; en Cultura, Sociedad y Salud
(Premédico), en el 2005 y en Medicina General Integral I, en el 2006. En Enferme-
ría se introdujo una asignatura curricular: Bioética y Ética en Enfermería, en el
2005, para la cual se escribió el Programa y el libro que sirve de texto básico.
En cuanto a la educación posgraduada, se inició en 1995 con cursos básicos
para miembros de la Cátedra, luego para enfermeras, más tarde para todos los
profesionales de salud interesados, primero de Ciudad Habana y después de todo
el país. A continuación, cursos de Ética de la APS; Ética de la Tercera Edad y Ética
en los Servicios de Urgencia. A partir del año 2000 se han ofrecido cursos de Ética
de la Educación Médica y módulos de Ética y Bioética en diplomados y maestrías,
destacándose las de Gerontología Social, Enfermería, Medicina Bioenergética y
Natural e Investigación en Ateroesclerosis. En ese propio año se impartió un Curso
Posgrado de Bioética y Ética en Enfermería en la Universidad de Antofagasta,
Chile.
Desde el año 2002 se han incluido temas de Bioética en el Diplomado de Edu-
cación en Ciencias de la Salud del Proyecto Magisterio, celebrándose varias edi-
ciones en Cuba, El Salvador, Honduras, Ecuador y México. En el 2004, cursos de
Ética de la Investigación; en el 2005 cursos de Ética de la Tercera Edad en la
Universidad del Adulto Mayor y un módulo de Ética en la Residencia de
Epidemiología, en el 2006; entrenamiento a los Comités de Ética de Investigación y
en este 2007 el Diplomado de Bioética, con 25 cursantes procedentes de distintas
instituciones de salud de Ciudad de La Habana.
La Cátedra ha publicado artículos sobre el tema, desde 1996 hasta la fecha, en
las revistas cubanas de Enfermería, Medicina General Integral, Educación Médi-
ca, Salud Pública e Investigaciones Biomédicas, y en revistas extranjeras, como:
Ágora Filosófica Marplatense, Argentina; Revista del Instituto Juan César García, de
Quito, Ecuador; Cuadernos de Bioética de Galicia y en la Colección de Investigaciones

51
en Bioética de la Asociación Española de Bioética en su edición electrónica. Tam-
bién se han escrito temas y capítulos para libros, como: Bioética desde una pers-
pectiva cubana; Introducción a las Ciencias de la Salud; Introducción a MGI;
Temas de MGI; Habilidades Gerenciales; Enfermería Médico-Quirúrgica;
Problemas éticos y bioéticos en Enfermería; Cultura, Sociedad y Salud; Me-
dicina General Integral I y Salud Pública.
Asimismo, varios miembros de la Cátedra han llevado temas de ética y bioética
a distintos eventos nacionales e internacionales celebrados en Cuba, los más
importantes en este campo resultaron el Taller celebrado en Girón, organizado por
el Programa Regional de Bioética, en 1997, y el II Taller de la Red Latinoamerica-
na de Bioética de la UNESCO, celebrado en el Hotel Palco, en el año 2004.
La Cátedra también se ha visto representada en importantes foros internacio-
nales celebrados en otros países, como el II Congreso de Bioética de República
Dominicana y el IV Coloquio "La Bioética y el Desarrollo Científico Tecnológico",
en el Encuentro Internacional "Juan César García", ambos en 1998, el II Congreso
Mundial de la Sociedad Internacional de Bioética en Gijón, en los años 2000 y 2004,
el Coloquio Iberolatinoamericano de Docencia en Enfermería 2001, el VIII Con-
greso Mundial de la Asociación Internacional de Bioética, y el IV Foro Internacio-
nal de Bioética y Genómica Humana, ambos en Brasilia, en el 2002 y el V Foro de
Bioética UNESCO en París, 2004.
El trabajo de la Cátedra se ha visto también reconocido con la participación de
la Presidenta como miembro de la Comisión Nacional de Ética Médica desde el
año 1997, del Comité Nacional Cubano de Bioética desde el año 2000 y Asesora de
la Red Latinoamericana de Bioética de la UNESCO desde el año 2005.
Al inicio se hizo referencia al importante diagnóstico de los principales proble-
mas éticos que confrontamos, realizado en el pasado I Taller; sin embargo, algunos
de estos problemas se mantienen todavía porque no hemos sido capaces de reali-
zar acciones efectivas para erradicarlos.
Este II Taller Nacional de Educación en Bioética nos convoca de manera inelu-
dible a consensuar las acciones necesarias para dar respuesta a una necesidad real
y objetiva que reclama de todos nosotros un esfuerzo adicional. Para ello necesita-
mos -como decía el Profesor Cosme Ordóñez en el reciente Balance del Ministe-
rio- hacer uso de las 3 C: cerebro, corazón y coraje. Utilicemos pues las 3 C,
poniendo énfasis en el precepto martiano:
"La educación, ¿quién no lo sabe?... es una obra de infinito amor".

52
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Varela F. Obras Completas. Tomo I. Parte VI Patriotismo. Capítulo único. Miscelánea Filosó-
fica. La Habana: Editorial Cultura Popular; 1997.

53
Capítulo 2

EQUIDAD EN SALUD*
La época moderna surgió con el advenimiento de la clase más revolucionaria
hasta ese momento de la historia, la burguesía, que en su afán de liderar el proceso
de cambio se propuso encontrar nuevos espacios para la realización de sus mer-
cancías, por lo que permitió el encuentro entre 2 mundos: la europea España y la
América india, así se inició esta etapa de la historia del continente americano.
El siglo XVIII trajo la irradiación de las ideas burguesas con el triunfo de la Revo-
lución Francesa y su hermoso lema de: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Lamenta-
blemente la burguesía, en su incontrolable afán de obtener cada día mayores ga-
nancias a cualquier precio, fue dejando en el camino parte de su hermoso ideario;
lo primero que se perdió fue la fraternidad, incluso entre los propios burgueses. La
irrefrenable competencia la consideraba un gran obstáculo. Más tarde, se perdían
las ideas de igualdad entre todos los hombres y, finalmente, la libertad ha sido solo
un privilegio de la burguesía en el poder.
En Latinoamérica, las guerras independentistas frente al colonialismo español
aportaron un Estado benefactor, que le interesaba el destino de la nación, a cuyo
frente estaban caudillos que pretendieron interpretar y defender los intereses de
sus pueblos. No todos los estados ejercieron positivamente su característica bene-
factora, también es cierto que no todos los caudillos representaron los intereses de
sus pueblos; al menos, estos modelos respondían a la nueva cultura de la América
mestiza.
Mientras tanto, la burguesía norteamericana se hacía cada vez más poderosa, y
el desarrollo de su sistema social alcanzaba una fase superior -la imperialista. Ese
es el motivo de su aparición en el escenario de la guerra hispano-cubana, precisa-
mente cuando el Ejército Mambí había ganado la guerra, para arrebatar el triunfo a
los insurgentes cubanos. De esa política antifraterna, de trato desigual e irrespe-
tuosa ante el afán de libertad de los pueblos, se cumple ahora un siglo.
Como colofón de todo este proceso, la función principal del Estado moderno
ha sido hasta hoy la de órgano regulador del desarrollo social; poseedor de la
mayoría de las riquezas podía imponer su política en la distribución de las mismas.
Pero, ¿qué ha sucedido cuando el Sistema Capitalista ha querido renovarse y ha
estrenado su nuevo modelo económico neoliberal? ¿Por qué lidera ahora la bur-
guesía la absoluta “liberación” de la producción, la reproducción y distribución de
los bienes materiales y espirituales? ¿Es cierto que todo ese proceso se produce en
completa libertad, sin nada ni nadie que lo regule? ¿O es que, tras bambalinas,

*
Amaro Cano, M del C. Equidad en salud y ética en la política. En: Memorias del VIII Congreso de
ALAMES, La Habana, 2000.

55
algunos están ahora regulando esa anarquía? Evidentemente, los grupos de poder
dentro de la alta burguesía han logrado desplazar la representación de las mayorías
desposeídas.
¿Qué ha representado todo ello en el sector salud? Hasta nuestros días el mo-
delo económico neoliberal y sus “políticas sanitarias”, caracterizadas cada vez más
por las iniquidades, no han contribuido al mejoramiento de las condiciones de vida y
de salud de las grandes masas de las poblaciones tercermundistas, entre las cuales
se encuentra la de nuestra Latinoamérica.
En los más altos niveles de la dirección política de los países de la región ya son
pocas las decisiones en materia de salud, pues cada vez más los estados se desen-
tienden de esta cuestión y se preconiza que la salud es una responsabilidad absolu-
tamente individual. Por tal motivo, se privatizan los servicios de atención secunda-
ria y el Seguro Médico protege cada vez un número menor de personas.
¿Y qué queda para la Atención Primaria? ....El sueño de los salubristas y de los
médicos de Medicina Familiar. Los que “imponen” las políticas de salud obligan a
ejercer la Atención Primaria con el tradicional paradigma biologicista y le dejan a
los epidemiólogos la tarea de luchar solo contra los agentes biológicos. La Atención
Primaria tiene como razón de ser fundamental la prevención de las enfermedades,
entre ellas las trasmisibles. Pero, ¿quién se va a ocupar de los factores psicosociales
que determinan el estado de salud de la población? Esto ha puesto sobre el tapete
la posibilidad de utilizar el espacio local como alternativa para una nueva definición
del quehacer en materia de salud pública.*

Desarrollo
Resultaría quizás beneficioso recordar, aunque fuera de vez en cuando, algunos
presupuestos que aparecen en el Preámbulo de la Declaración Universal de
Derechos Humanos, especialmente el primero y el quinto:
“Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen
por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los dere-
chos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia hu-
mana.
‘Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirma-
do en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la
dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de dere-
chos de hombres y mujeres; y se han declarado resueltos a promo-
ver el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un
concepto más amplio de la libertad.”
Pero, probablemente más beneficioso aun sería releer, más de una vez, espe-
cialmente en estos tiempos, el artículo 25 de la referida Declaración:

*
Amaro Cano, M del C. Intervención en el debate posterior a la presentación de la Mesa Redonda.
“Neoliberalismo y Globalización”, en el Congreso Iberoamericano de Gerencia y Salud. La Habana,
noviembre 1998.

56
“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le
asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en espe-
cial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y
los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los segu-
ros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros
casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias in-
dependientes de su voluntad.”
Lamentablemente, el ejercicio de la libertad para lograr ser respetado como ser
social y alcanzar una mayor expectativa de vida con calidad aceptable no es en
estos momentos, ni puede pronosticarse para un futuro cercano un hecho real para
la sociedad que está a las puertas del tercer milenio. Curiosamente, en la década
de los pasados años 80, la Asamblea Médica Mundial, reunida en Venecia,
Italia, en octubre de 1983, señalaba en su preámbulo:
“La atención médica se organiza en el mundo de las maneras más
diversas, con la mayor independencia y libertad, hasta llegar a los servi-
cios médicos organizados exclusivamente y en forma completa por el
Estado. Sería imposible describir en detalle todos los sistemas, pero se
puede decir que, mientras algunos países ayudan solo en casos de ne-
cesidad extrema, otros poseen un sistema de seguro de salud, y otros
han ido más allá, organizando un sistema completo de atención médica.
La iniciativa personal se asocia en diversos grados con la política y la
acción gubernamentales, hecho que diversifica aun más los modos de
proveer asistencia médica.”
Otro aspecto importante que ha acaparado la atención de la comunidad cientí-
fica de la salud ha sido el papel de los médicos en los problemas ecológicos y
demográficos. En este sentido, la 40ª. Asamblea Médica Mundial, celebrada en
Viena, en septiembre de 1988, señalaba que:
“La práctica efectiva de la medicina presupone la participación de los
médicos y de sus asociaciones profesionales en los problemas ecológicos
y demográficos que pueden influir en la salud de los individuos y de los
grandes grupos de población. Hablando en términos generales, esos
problemas atañen la calidad y disponibilidad de los recursos necesarios
para el mantenimiento de la salud y, en última instancia, de la vida mis-
ma.”

Estos hechos, unidos a la creciente preocupación ante el acecho de las enfer-


medades emergentes y reemergentes en el contexto internacional; con una
mayor incidencia en el contexto tercermundista, ha provocado llamados de alerta e
invitaciones a la reflexión y a emprender algunas acciones que posibiliten un en-
frentamiento adecuado.
Tal es el caso de la tuberculosis. Este año morirán por esta causa mayor
número de personas que en ningún otro año de la historia. Cada año, tan solo en

57
América, se reportan 400 mil nuevos casos, de los cuales mueren de 60 a 75 mil
personas. La Organización Mundial de la Salud estima que hacia el año 2020, 70
millones de personas más habrán muerto por esta enfermedad curable, a menos
que se controle.
Resulta irónico que a más de un siglo, en que el doctor Roberto Koch anunciara
su descubrimiento acerca del bacilo como agente causal de la enfermedad (24 de
marzo de 1882), y del posterior reconocimiento de las determinantes sociales de la
misma, la sociedad actual no esté en condiciones de enfrentar su erradicación. Y, lo
que resulta todavía más incomprensible, que los médicos, incluyendo algunos
epidemiólogos, piensen solo en la vacunación o en el uso de los más modernos
antibióticos para eliminarla, haciendo ostensible rechazo a lo que realmente le ofre-
ce la mayor cientificidad a su método de actuación profesional, el enfoque social
del proceso salud-enfermedad.
¿Y cómo están reaccionando los sistemas de salud en el mundo? La significati-
va lentitud y la falta de recursos destinados a la estrategia de tratamiento, propues-
ta por el Director del Programa Mundial contra la Tuberculosis de la OMS, han
repercutido negativamente en las actuales cifras de morbilidad y mortalidad por
esa causa.
La globalización del comercio, como parte de la creciente globalización de la
economía a nivel mundial, los cambios ecológicos y del clima, así como los despla-
zamientos masivos de personas, ya sea turistas, viajeros de negocios, migrantes o
refugiados, crean nuevas oportunidades para la proliferación de las infecciones. Si
a todo esto se añade el hecho de que es cada vez menor la cantidad de antibióticos
introducida en el mercado, dado su elevado costo y baja rentabilidad, es evidente
que se reducen las oportunidades de combatir eficazmente la reemergencia de
esta enfermedad.
La OMS ha recomendado una estrategia de tratamiento con 5 elementos
clave:
- Compromiso político.
- Detección de casos por medio de microscopia de saliva.
- Tratamiento a corto plazo observado directamente.
- Provisión de medicinas constantes.
- Sistemas de monitoreo.

Pero, en el mundo de la sociedad capitalista neoliberal, especialmente en el


continente latinoamericano, ¿quién va a asumir el compromiso político, si el Estado
se desentiende cada vez más de su responsabilidad social con respecto a la salud
de su pueblo? ¿O es que se cree que, en el mundo de privatización de los servicios
de atención de salud, se encontrarán empresarios altruistas que prefieran emplear
parte de sus ganancias en obras de caridad?
Si el Estado pierde el liderazgo en el proceso regulador del desarrollo social,
¿quién se comprometerá políticamente con la preservación del agua en el planeta,
líquido del cual depende la vida humana? En la actualidad, prácticamente no existe
país que pueda vanagloriarse de estar exento de problemas con el abastecimiento

58
de agua. Alrededor del 20 % de la población, hoy carece de acceso al agua limpia
y potable. Y las predicciones para los próximos 30 años amenazan al 60 % de la
población mundial.
Pero en este mundo de iniquidades, la peor parte la tienen los niños,
los ancianos y las mujeres. Los trastornos de la salud reproductiva representan
más del 30 % de la carga mundial de morbilidad y discapacidad en las mujeres. La
mayor proporción de años de vida sanos perdidos por mujeres en edad reproductiva
son atribuibles a problemas relacionados con el embarazo y el parto. Más del 25 %
de todas las mujeres adultas sufren, a corto o largo plazo, enfermedades relaciona-
das con su sexualidad y reproducción.
En este caso están presentes también los factores sociales como determinantes
del estado de salud de este sector poblacional. La mortalidad materna, por ejemplo,
afecta sobre todo a mujeres de escasos recursos económicos, analfabetas, habi-
tantes de zonas rurales y en condiciones de marginalidad. Muchas de ellas perte-
necen a minorías étnicas o están en la edad de la adolescencia y sus embarazos no
han sido, por supuesto, planificados, lo cual propicia el aborto inducido frecuente-
mente en condiciones inseguras, que provocan infecciones y hasta la muerte de la
mujer.
De mujeres anémicas (el porcentaje estimado para la región oscila entre 53 %
en Perú y 20 % en Chile) y fumadoras (20 % de las mujeres latinoamericanas y
caribeñas fuman durante su embarazo), nacen niños con bajo peso; un recién naci-
do con bajo peso, como bien se conoce, tiene mayor probabilidad de enfermarse y
morir en el primer año de vida.
La muerte de una mujer, asociada al embarazo, tiene una contextualización
cultural y socioeconómica que determina el comportamiento reproductivo de la
madre y de quienes la rodean. Y de nuevo aquí se constatan situaciones de inequidad,
como la pobreza y el difícil acceso oportuno a servicios de salud de calidad.
En 1990, la Conferencia Panamericana de la Salud adoptó el Plan Regional
para la Reducción de la Mortalidad Materna. En América Latina y el Caribe esta
iniciativa fue puesta en práctica con diferentes denominaciones: “Maternidad sin
riesgos” o “Maternidad segura”. Al finalizar el quinquenio se realizó una evalua-
ción del Plan y pudo mostrarse un lento descenso de las cifras de morbilidad y
mortalidad.
La OPS ha arribado a la conclusión de que la maternidad saludable se podrá
realizar cuando:
− Esta se adopte como parte integral del desarrollo humano.
− Se asuma una política que garantice las condiciones necesarias.
− Se efectúen las erogaciones presupuestales apropiadas.
− Se le reconozca como un derecho humano.
− Se le reconozca como inversión social y económica que contribuye al desarrollo
individual, familiar, comunitario y al progreso de las naciones.

Pero, ¿quién va a efectuar las “erogaciones presupuestales apropiadas” para este


fin? ¿Los dueños de las clínicas privadas, los médicos que practican la medicina

59
privada o los empresarios de las transnacionales de medicamentos? De lo que sí no
cabe la menor duda es que los actuales sistemas de salud pertenecientes al sector
público no disponen de recursos financieros para hacer esas erogaciones, porque
no existe la voluntad política de que así sea. Todo lo contrario, la voluntad política
está centrada en el afán de desvincular al Estado de su función reguladora del
desarrollo social.
Durante el quinquenio 1991-1996, el mundo en desarrollo recibió más de 82 000
millones de dólares anuales por concepto de inversión extranjera directa (IED). La
inversión extranjera directa se ha constituido en un elemento vital del proceso de
globalización que caracteriza a la economía internacional finisecular; como resultado
de este proceso, ha aumentado la importancia de las empresas transnacionales en
la mayoría de las economías nacionales, tanto desarrolladas como en desarrollo.
A la América Latina y el Caribe le correspondió 31 % de IED. Pero,
entre principios de julio y mediados de octubre del año 1996, varias de las principa-
les economías del Sudeste Asiático se vieron enfrentadas a graves dificultades
económicas. Los efectos globales (especialmente sociales) de esas dificultades
fueron duros para América Latina, particularmente fuertes en Brasil, seguido por
Argentina, México y Perú. No obstante, 5,3 % de crecimiento del Producto Interno
Bruto (PIB) (resultado macroeconómico típico del modelo económico neoliberal)
hacen pensar que se ha logrado el «control» del impacto recibido.
Y, ¿qué está sucediendo en el continente latinoamericano con el sector enveje-
cido de la población? ¿Se corresponden realmente los índices de calidad de vida
con las expectativas de vida logradas hasta el momento? ¿Vale la pena prolongar la
vida en la América mestiza y subdesarrollada, en la que muchos gobernantes se
han inclinado ante los destellos luminosos de la globalización, la irrefrenable libera-
lización del mercado y el anuncio del fin de las ideologías?
En este escenario latinoamericano cada vez menos luminoso coexiste un pe-
queño país, subdesarrollado, bloqueado económicamente hace ya 50 años, que se
ha visto obligado a tensar fuerzas para cumplir con el proyecto social de la Revo-
lución que triunfara el 1ro. de enero de 1959.
Con apenas un PIB real per cápita de 1 317 pesos cubanos, cualitativamente
deteriorado durante el primer lustro de esta década, Cuba se ha visto obligada a
aplicar el enfoque de riesgo en la conformación de la política y la estrategia de la
Salud Pública, ya que eso ayuda a la precisión de prioridades. Los gastos por
habitante en salud alcanzaron la cifra de 125,31 pesos cubanos.
Cuando los recursos son escasos, como sucede en Cuba por el bloqueo econó-
mico, el aseguramiento de la equidad se ha expresado no solo en entregar algo
que alcance a toda la población, sino entregar más a los más necesitados de la
atención de salud. Esto ha permitido exhibir las menores tasas de mortalidad
infantil (6,4 x 1 000 nacidos vivos) y de mortalidad materna (29,2 x 100, 000 naci-
dos vivos); las menores magnitudes de habitantes por médicos (176), enfermeras

60
(136) y estomatólogos (1 124); población atendida por médicos y enfermeras de
familia (98,3 %); las mayores cifras de partos atendidos por personal calificado
(99,9 %) y de niños menores de un año, totalmente inmunizados contra el saram-
pión y la tuberculosis (100 %).*
Otras de las variables básicas que cuantifican 2 de las 3 dimensiones esenciales
del Desarrollo Humano: la longevidad (esperanza de vida al nacer: 75,48 años para
uno y otro sexos) y los conocimientos (tasa de alfabetización de adultos: 95,7 %;
tasa de matrícula combinada: 65 % y nivel de escolaridad medio de la población:
9no. grado) demuestran fehacientemente de lo que es capaz un Estado que asume
la responsabilidad del desarrollo social.
En Cuba se han graduado, desde 1959, casi 600 000 profesionales universitarios
que, junto con la gran cantidad de técnicos medios formados también desde enton-
ces, constituyen una garantía de desarrollo del país. Esto ha sido comprobado,
tanto en los proyectos de inversión extranjera en los últimos años -dado que Cuba
no necesita importar fuerza de trabajo calificada- como en la capacidad de brindar
asesoría y trabajo calificado en otros países. De ese total, corresponden a las
profesiones de la Salud, 62 624 médicos (de los cuales 28 855 son médicos de la
familia), 15 302 enfermeras universitarias y 9 816 estomatólogos. En cuanto a los
técnicos, 65 898 enfermeras técnicas y 56 342 otros técnicos contribuyen no solo a
mejorar la calidad de la atención de salud a la población cubana, sino que han
servido para prestar su colaboración en otros países del área.

Consideraciones finales
¿Es posible lograr la equidad en salud sin respetar la ética en la política? Si la
política, en tanto que síntesis de la economía de una sociedad históricamente deter-
minada, no expresa en su materialización los valores morales que sustenta la ideo-
logía de esa sociedad, entraría en franca contradicción con quienes han producido
esas ideas.
De manera que no es de extrañar lo difícil que resulta que un gobierno que ha
asumido el crecimiento económico de su país a partir del modelo neoliberal acceda
a propiciar equidad en salud, especialmente en lo concerniente a accesibilidad y
calidad de la atención de salud y no solo de la atención médica, sin que entre en
franca contradicción con la moral que genera ese modelo económico de “libertad
sin límites”, el egoísmo y el individualismo.

*
En el año 2007, Cuba, con una población de 11 239 128 habitantes, con aproximadamente 50 % de
mujeres, vio incrementar la esperanza de vida al nacer a 77 años para uno y otro sexos. En tanto la
natalidad descendió a 10 x 1 000 habitantes, los adultos mayores aumentaron hasta representar 16,2 % de
la población. La mortalidad infantil en menores de 1 año descendió en el 2007 a 5,3 x 1 000 n.v. y la
mortalidad materna a 30,2 x 100 000 n.v. Estos indicadores se han logrado con la participación activa de
los trabajadores del sector, entre los que se destacan los 97 800 profesionales de enfermería (31 137
licenciados, 53 608 técnicos, 13 030 básicos y 25 auxiliares), los 72 416 médicos y los 10 887
estomatólogos, que han hecho descender las magnitudes de habitantes por esos profesionales: enfermeras
(87), médicos (155) y estomatólogos (1 032). Fuente: Anuario de Estadísticas MINSAP, 2008.

61
Desde el punto de vista estrictamente moral, ¿qué podría importarle a un em-
presario privado el que un antiguo trabajador de él, que ha arribado a la tercera
edad, pueda satisfacer sus necesidades de recreación, acordes con sus aspiracio-
nes e ideales?
Otro tanto podría decirse en relación con el Estado, ¿qué podría importarle a
ese Estado, que se ha desentendido de su responsabilidad social sobre la salud de la
población, si mueren cada día mayor número de recién nacidos con bajo peso, a
causa de que sus madres les han gestado en franco estado de desnutrición?
Pero todo lo anterior no quiere decir, en modo alguno, que la solución sea acep-
tar sin luchar por el cambio; por el contrario, los salubristas de hoy tienen ante sí
una posible estrategia de intervención, para saludar el advenimiento del tercer milenio,
que lleva en sí misma 4 grandes retos:
Ser capaces de:
− Trabajar la conciencia social en su contexto nacional y comunitario, para
corroer la ideología globalizadora de desideologización de la ética.
− Constituir grupos de presión que, como verdaderos equipos de alto desempe-
ño, promuevan las reformas necesarias en las políticas del sector salud, en el
plano nacional.
− Promover la globalización de la ética en la atención de salud del hombre,
como defensa de la identidad profesional, para evitar que se transforme el com-
promiso de servicio de los profesionales de la salud en un compromiso de com-
petencia.
− Incentivar la globalización de la ayuda interregional para propiciar el au-
mento de la calidad de vida, especialmente de quienes constituyen los sectores
más vulnerables de la población, entre los cuales se encuentran aquellos a quie-
nes se les ha logrado prolongar su vida.

El futuro de la humanidad, especialmente en esta parte del mundo, depende en


un alto grado de la valentía, el compromiso y la tenacidad en la lucha por un desa-
rrollo sostenible. Los científicos de hoy no pueden mantenerse al margen de esta
realidad, pero evidentemente, mucho menos quienes se dedican a la medicina
social.

Bibliografía
40ª. Asamblea Médica Mundial, celebrada en Viena, en septiembre de 1988. En: AMP Gèneve
Initiative. APAL. Médicos. Pacientes. Sociedad. Buenos Aires, 1998.
Asamblea Médica Mundial, reunida en Venecia, Italia, en octubre de 1983. En: AMP Gèneve
Initiative. APAL. Médicos. Pacientes. Sociedad. Buenos Aires, 1998.
Backett, Maurice et al. El concepti di riesgo en la asistensa sanitaria. Cuaderno de Salud
Pública No. 76, O.M.S. Ginebra, 1985, citado por Aldereguía Henríques; Núñez Jover, J.;
y Fdez. Felipe, R. en: «Salud, Mujer y Desarrollo». La Habana, 1995.
Ministerio de Salud Pública. Informe Estadístico Anual 1997. La Habana, 1998.
Ministerio de Salud Pública. Informe Estadístico Anual 2007. La Habana, 2008.
Naciones Unidas. Boletín Mensual del Centro de Información. Año 4/No.4. Abril 10, 1998.
Naciones Unidas. Boletín Mensual del Centro de Información. Año 4/No. 5. Mayo 10, 1998.
Naciones Unidas. Declaración Universal de Derechos Humanos. Asamblea General, 10 de
diciembre de 1948. Resolución 217 A (III).

62
Capítulo 3

ÉTICA CLÍNICA
Lo espiritual en el contexto de la relación
profesional del equipo de salud *
Las motivaciones fundamentales de las reflexiones que se exponen, radican en
la apreciación de una nefasta tendencia mundial a la deshumanización de la medi-
cina, implícita en la frecuente subvaloración de la relación médico-paciente y la
consideración de que puede contribuirse, en algún grado, a hacer más nítido el
concepto de espiritualidad en el contexto de la gestión de salud.
La valoración crítica de las recientes publicaciones que tratan la integralidad del
ser humano, conducen a la conclusión de que en ellas se usan indistintamente los
términos cultural y espiritual como sinónimos, y definen al hombre como una uni-
dad biopsicosociocultural o como unidad biopsicosocioespiritual, según la preferen-
cia de los autores. El autor considera que ello es consecuencia de la traspolación al
campo de la salud de criterios existentes en otros campos del saber, donde lo
cultural y lo espiritual designan igualmente ideologías, valores, convicciones, creen-
cias, conocimientos, tradiciones, necesidades, motivaciones, actitudes, emociones,
sentimientos, aptitudes, creatividad, gusto estético, habilidades, hábitos y costum-
bres parcial o totalmente desvinculados de las necesidades más perentorias del ser
humano.
El objetivo básico es contribuir a esclarecer la categoría de lo “espiritual”
-desde el punto de vista de nuestra concepción del mundo- y destacar la necesidad
actual de su desglose de “lo cultural” en la relación equipo de salud-paciente-
familia-comunidad.
La proposición expositiva partirá de que existe determinado paralelismo entre la
aparición e incorporación de los intereses y valores sociales, culturales y espiritua-
les, tanto durante el desarrollo filogenético como en el ontogenético del hombre,
por requerir ambos procesos:
− Un substratum biológico básico, muy esquemáticamente representado por la
formación reticular, el sistema límbico y las conexiones prefrontales.
− Un rudimento de relación social que permita la aparición y desarrollo progresivo
del nivel psicológico gracias a la palabra, el pensamiento y la conciencia.
− La creación e incorporación de los intereses culturales, cuando el hombre pri-
mitivo comenzó a transformar el medio con la aparición coincidente de lo físico-

*
González Menéndez, R. Revista Cubana Educación Médica Superior 2004;18(1) ene-mar.
Doctor en Ciencias Médicas. Especialista II Grado en Psiquiatría. Profesor Titular y Consultante del
ISCM-H.

63
cultural y el “hacha de cuarzo”, así como la asimilación de aspectos equivalen-
tes cuando el niño comienza su interacción dialéctica con el entorno.
− El desarrollo y expresión de la espiritualidad mediante la incorporación y aplica-
ción de valores morales de la más alta jerarquía.

La concepción del Apóstol José Martí sobre “lo espiritual” no pudo ser más
lograda:
“Es lo que nos induce a comportamientos ajenos a nuestras necesida-
des corpóreas, es lo que nos fortalece, lo que nos anima y lo que nos
agranda.”

Desarrollo
A partir del trascendente aporte martiano, debe destacarse que existen necesi-
dades individuales de carácter biológico, psicológico, social y cultural. Entre las
primeras están el agua, los alimentos, la procreación, el sueño y la defensa de la
integridad física; entre las psicológicas se cuentan las estimulaciones, la
autoaceptación y la seguridad en uno mismo; entre las sociales la comunicación, la
heteroaceptación y el afecto; mientras que entre las culturales se incluyen el arrai-
go a tradiciones, costumbres, creencias, modas, aptitudes, habilidades y el disfrute
creativo y estético.
Una reflexión importante es la consideración de que lo biológico, psicológico,
social, cultural y espiritual representan un continuum de niveles relacionados en
igual orden con las necesidades corpóreas o biológicas y otras muchas necesida-
des individuales que se denominarán como “otras necesidades personales” hasta el
nivel cultural; pero alcanza su polo espiritual cuando ocurre el trascendental paso
cualitativo, que permite sentir como propias las necesidades de otros mediante la
empatía, la compasión, la solidaridad y la involucración, cuyos paradigmas extre-
mos son el héroe o heroína, las monjitas -tantas veces destacadas por el Coman-
dante en Jefe Fidel Castro- con su permanente entrega a la misión de servicio, y el
mártir (cuadro 3.1).

Cuadro 3.1. Necesidades individuales y niveles integrales

Necesidades individuales Niveles integrales


Corpóreas Biológicos
Otras necesidades personales Psicológico, social, cultural
Salto cualitativo al sentir como
propias las necesidades ajenas Espiritual

Si se valora el pensamiento popular que sentencia “no solo de pan vive el hom-
bre” se reconocerá que pone en evidencia la importancia de lo cultural en la
integralidad del ser humano, y si se focalizan las reflexiones en el ámbito médico,
se apreciará que los planteamientos de Letamendi:
“quien solo medicina sabe, ni medicina sabe”

64
y de José Martí:

“el hombre honesto no mira de qué parte está el provecho sino de qué
parte está el deber,”

hacen referencia a la trascendencia de la cultura general del facultativo y al cum-


plimiento de principios deontológicos de primer rango en la convivencia social,
respectivamente. Se pretende con la profundidad de estos geniales pensamientos
perfilar progresivamente las diferencias básicas entre lo puramente cultural y lo
nítidamente espiritual.
Dos ejemplos que expresan el frecuente divorcio entre la espiritualidad y las
necesidades personales, son el estoicismo de los mártires revolucionarios y el de
los cristianos devorados por los leones en la antigua Roma, y uno que toca muy de
cerca a los cubanos es el ejemplo del Comandante Ernesto ‘Che’ Guevara y sus
compañeros de lucha. Todos son paradigmas de la defensa de ideologías y convic-
ciones centrados en su involucración con las necesidades de otros.
También son ejemplos de espiritualidad, los sacrificios de los internacionalistas
cubanos en misiones médicas, docentes, productivas y combativas en países nece-
sitados de ayuda humanitaria. Es igualmente espiritualidad, la capacidad del traba-
jador de la salud para situarse en el lugar de las personas que atiende, sentir com-
pasión ante sus problemas y disponerse incondicionalmente a ayudarles. Asimis-
mo, son expresiones de espiritualidad la beneficencia, la “no maleficencia”, la jus-
ticia y tratar a los pacientes y sus familiares como quisiera ser tratado de estar en
su situación.
La espiritualidad en el ámbito de la salud se expresa tanto por conocimientos,
valores, actitudes, habilidades y relaciones profesionales, como por rasgos de la
personalidad del profesional y técnico de la salud, donde deben sobresalir el altruis-
mo, la sensibilidad humana, la bondad, la solidaridad, la honestidad, el desinterés
material, el trato afectuoso indiscriminado, la lealtad y la disposición al esfuerzo y
sacrificio, basados en ese darse al otro implícito en la vocación médica, lo que hace
a la práctica de la medicina un verdadero sacerdocio, pautado por el “haz bien y no
mires a quien”.

Al reflexionar sobre las proposiciones expuestas, inevitablemente matizadas


por las preocupaciones actuales sobre la crisis mundial del humanismo en la medi-
cina, se destacan los campos filosóficos nítidamente vinculados con cada concepto
(cuadro 3.2).
Los aspectos que se muestran a continuación con fines comparativos tienen el
propósito de contribuir a perfilar otras características de las categorías estudiadas
(cuadros 3.3 y 3.4).
Existe consenso mundial en lo relativo a que la satisfacción de los usuarios con
los servicios de salud se expresan en 2 vertientes básicas: la científico-técnica y la
interpersonal.

65
Cuadro 3.2. Lo cultural y lo espiritual: pensamientos y marcos filosóficos

Lo cultural Lo espiritual
Intereses culturales Valores morales
No solo de pan vive el hombre Haz bien y no mires a quien
Ser cultos para ser libres Allí donde está el deber y no el provecho
Quien solo medicina sabe... Sentir la bofetada en la mejilla ajena
Marcos filosóficos Marcos filosóficos
Teoría del conocimiento Ëtica
Lógica Deontología
Estética Axiología

Cuadro 3.3. Lo cultural y lo espiritual: origen, desarrollo y paradigmas

Lo cultural Lo espiritual
Predominio exógeno Predominio endógeno
Vocación creativo-estética Vocación humanística
Deseo de superación Entrega a otros
Se enseña y estudia Se transmite e imita
Bases cognitivas Bases afectivas
Tiende a notoriedad Tiende a anonimato
Matiz regional Matiz universal
Genera bienestar Genera satisfacción del deber cumplido
Conocimientos y habilidades Actitudes y virtudes
Disfrute estético Estoicismo
Educación formal Sensibilidad humana

Cuadro 3.4. Lo cultural y espiritual: expresiones prototípicas

Lo cultural Lo espiritual
Cultura general Vocación médica
Desarrollo científico-cultural Compasión e involucración
Conocimientos y habilidades Empatía y solidaridad
Tradiciones Altruismo y estoicismo
Gusto artístico y estético Sentido del deber
Creatividad en arte y ciencia Bondad e inteligencia emocional
Dedicación Desprendimiento y desinterés material

Garantizar el logro de la primera vertiente depende fundamentalmente del cum-


plimiento de los objetivos instructivos en la formación de los profesionales y técni-
cos de la salud; mientras que la segunda se vincula estrechamente con el desarrollo
adecuado de los objetivos educativos, tanto en su proyección cultural como en la
espiritual; pero se deja al lector, la valoración del orden de importancia de lo cultural y
lo espiritual para alcanzar una de las más preciadas metas de la praxis del equipo
de salud: haber cubierto las expectativas humanísticas de quienes acuden a él en
busca de ayuda por problemas de salud.

66
El descuido en algunos países de los objetivos educativos -más acusado en su
vertiente espiritual- explica determinada tendencia a una enseñanza médica que
prioriza la información sobre la formación, la técnica sobre la compasión, la ins-
trucción sobre la educación y, sobre todo, la habilidad sobre la espiritualidad.1 Se
corre así el riesgo de egresar profesionales de la salud cada vez más actualizados,
pero menos sensibles; cada vez más tecnificados, pero menos involucrados; cada
vez más entrenados pero menos disponibles; cada vez más equipados, pero menos
integrales; cada vez más automatizados, pero menos humanizados; y cada vez más
capaces de “hacer”, pero menos capaces de “estar”.2
Según observación del autor y por comparación de profesionales y técnicos de
la salud de diferentes países, durante varias décadas no se ha apreciado notables
desniveles en lo referente a preparación científico-técnica y cultural, pero sí en lo
relativo a la espiritualidad, y pese a existir múltiples factores objetivos y subjetivos,
tanto en el ámbito macrosocial como en el microsocial, considera que las diferen-
cias se explican en gran parte, por el distinto grado de involucración de los profeso-
res en lo referente al desarrollo espiritual de sus educandos, quizá como conse-
cuencia de las difíciles condiciones para el ejercicio médico en muchas latitudes,
donde la relación médico-paciente ha dejado de ser un “encuentro afectuoso” para
convertirse en un “desencuentro desastroso”.
José de la Luz y Caballero3 sentenció:
“Instruir puede cualquiera, pero educar,
sólo aquel que sea un evangelio vivo.”

Otro hombre ejemplar, también latinoamericano y del mundo insistió en que:


“...vale más, pero millones de veces más, la vida de un solo ser
humano que todas las propiedades del hombre más rico de la Tie-
rra”, ese gran hombre fue el comandante y médico Ernesto ‘Che’
Guevara.
Para reconocer empero, que no es nada nuevo hablar de espiritualidad en la
formación médica, basta con reflexionar sobre el significado de este fragmento de
la carta de Esculapio a su hijo:

“Pero si te juzgas pagado lo bastante con la dicha de una madre,


con una cara que sonríe porque ya no padece, por la paz de un
moribundo a quien ocultas la llegada de la muerte, si deseas cono-
cer al hombre y penetrar en lo más trágico de su destino, entonces
hazte médico, hijo mío.”

1
Smith V. La Ética Clínica. En: Bioética desde una perspectiva cubana. La Habana: Centro «Félix
Varela”;1997.
2
González Menéndez R. La nueva dimensión de la relación médico-paciente. En: Bioética desde una
perspectiva cubana. La Habana: Centro «Félix Varela»;1997.
3
Luz y Caballero J de la. Aforismos. La Habana: Universidad de La Habana;1982.

67
Consideraciones finales

El autor quisiera destacar su apreciación de que así como el personal de salud


debe necesariamente garantizar un elevado nivel científico-técnico y cultural, si
descuida su desarrollo espiritual estará notablemente limitado en su proyección
humanística, en su ejercicio ético, en la relación médico-paciente-familia-comuni-
dad y en sus potencialidades para mitigar los sufrimientos implícitos en la pérdida
de la salud de sus pacientes. Como triste conclusión en dicho caso -por alto que
fuese su nivel profesional y cultural- su mutilada gestión médica podría ser fácil-
mente superada por una computadora de última generación.
De generalizarse la deficiencia señalada, la medicina dejaría de ser la más hu-
mana, ética y espiritual de las ciencias de la salud, para convertirse en la más
frustrante de las profesiones.
Aunque la gran mayoría de los trabajadores cubanos de la salud son abandera-
dos de la espiritualidad, lo que ha sido avalado por el “jurado” espontáneo más
calificado, prestigioso y justo, que es el integrado por los humildes y necesitados
usuarios de salud de muchas regiones del Tercer Mundo donde han prestado gra-
tuitamente sus servicios, al igual que los colegas de avanzada en diferentes países
y sistemas socioeconómicos, llevan sobre los hombros la alta responsabilidad de
servir como modelos de espiritualidad y de no perder ocasión para reforzar
cotidianamente con los educandos esa vocación humanística, que sin duda alguna
constituyó la motivación fundamental para la elección de esta carrera.
Permítase concluir recordando la estrecha relación del humanismo, la ética y la
espiritualidad y el alto significado de estas 3 condicionales, para mejorar cada vez
más las relaciones como profesionales y técnicos de la salud y cumplir adecuada-
mente la misión social encomendada.

Ética, tecnología y clínica*


La clínica y el método clínico han venido sufriendo un gradual proceso de dete-
rioro durante los últimos 40 años en el mundo entero y también en Cuba. La res-
ponsabilidad no es solo de los internistas y los demás clínicos, no solo depende de
las estructuras administrativas y las direcciones de los hospitales, que por años han
lesionado el trabajo de los médicos, también depende de cambios muy importantes
que la propia medicina ha tenido bajo el impacto de la revolución científico-técnica.
Sean cuales sean las razones, las consecuencias fundamentales han sido 3: el
deterioro de la relación médico-paciente, el progresivo abandono y menosprecio de
la clínica y la utilización irracional, y por ende excesiva, de la tecnología médica
aplicada al diagnóstico.

*
Moreno Rodríguez, MA. Revista Cubana Salud Pública V.32 N.4 oct-dic. 2006.
Doctor en Ciencias Médicas. Especialista II Grado en Medicina Interna. Profesor Titular y Consultante de
la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana.

68
Impacto de la revolución científico-técnica

El impacto de la revolución científico-técnica ha sido de tal magnitud, que no


menos de 25 nuevos problemas éticos han surgido en la medicina, relacionados con
el asesoramiento, el análisis y la ingeniería genética, la fecundación in vitro y el
trasplante de embriones y de tejido fetal, las variadas implicaciones del descubri-
miento y uso del genoma humano, la clonación, el trasplante de órganos, el suicidio
con ayuda médica, la eutanasia, el diagnóstico de muerte, el estado vegetativo
persistente, la televigilancia y la telemedicina individual, las contaminaciones acús-
tica y ambiental y muchos más. Conjuntamente, viejos problemas éticos vuelven a
la palestra con una nueva dimensión y entre ellos los de la relación entre la clínica
y la tecnología.
A partir de los años 60 del siglo pasado, con el inicio de esta revolución, comen-
zó un proceso que hoy día está planteado con toda fuerza, que los componentes
clínicos del diagnóstico han ido cediendo cada vez más espacio a los análisis com-
plementarios; el sabio y necesario equilibrio entre la clínica y el laboratorio se ha
desplazado hacia los análisis y el método clínico ha entrado en crisis en el actuar y
el pensar de un gran número de médicos.
Muchos médicos en la actualidad apenas interrogan y examinan a sus pacien-
tes; muchos médicos ya no piensan o apenas piensan, olvidando que la palabra -
médico- proviene de una raíz latina, med, que precisamente significa meditar, pen-
sar, y lo que hacen es indicar análisis y análisis, con la esperanza de que estos les
den el diagnóstico y resuelvan los problemas.
Bernard Lown, un destacado cardiólogo norteamericano y premio Nobel, es-
cribió en 1995 que:
“la sangre del paciente va camino del laboratorio antes de terminar
de hablar con él y mucho antes de ponerle una mano encima” y 5
años antes, en 1990, el profesor mexicano Hinich había escrito que
“el médico moderno, cual aprendiz de brujo, ha dejado de ser el amo
de la tecnología para convertirse en su servidor”.

Este serio problema de la tecnología, que domina las acciones del hombre y del
hombre como mero servidor de la tecnología, que tiene una elevada connotación
ética, ya había sido planteado y analizado hace más de 150 años por Carlos Marx,
al referirse a las cuestiones relativas a la enajenación del hombre y del trabajo y a
lo que él llamó “el fetichismo de la mercancía”, 2 conceptos básicos de la econo-
mía, la filosofía y la sociología marxistas.
Marx vivió en la época del capitalismo de libre concurrencia, cuando se asistía
a un incremento en la producción de todo tipo de mercancías, como nunca antes
había conocido la humanidad, y esta independencia relativa de los productos en la
forma de mercancía enmascaraba en millones de personas su origen en el trabajo
humano, confiriéndole un valor intrínseco e irreal y convirtiéndolas, al decir de
Marx, en objeto de una adoración casi religiosa, es decir, un fetiche.

69
Como resultado, escribió textualmente en El Capital:
“...ellos, sus creadores (o sea, los hombres, los creadores de to-
das las mercancías) han terminado por rendirse ante sus criatu-
ras; los productos de su cabeza han terminado por apoderarse de
su cabeza”.
No hay ninguna diferencia entre estas palabras de Marx y las de Hinich,
150 años después.

Desarrollo
Pero 150 años después el problema es mucho más serio y el fetichismo de la
mercancía se ha transformado en el fetichismo de la tecnología, lo que ha dado
lugar a la aparición en muchas personas (políticos y tecnócratas) de concepciones
equivocadas y falsas ilusiones, y así como en el terreno social ha conducido -a
muchos- a la ilusión de creer que basta con aplicar los adelantos de la ciencia y la
técnica para dar solución a los problemas del hombre y la humanidad, pudiendo
prescindir de la voluntad política y de un sentido de justicia social; así también, en el
terreno de la medicina, ha conducido a miríadas de médicos y funcionarios de la
salud a la ilusión de creer que basta con aplicar la tecnología médica para dar
solución a los problemas del diagnóstico, por lo que se puede prescindir de la clínica
y su método.
Esto fue apuntado hace ya muchos años por el profesor norteamericano George
L. Ángel, cuando dijo textualmente:

“La declinación en la atención a las habilidades clínicas contrasta


con una suprema confianza en la capacidad de la tecnología para
resolver los problemas médicos y es un reflejo de la confianza que
la sociedad occidental pone en la superioridad de las soluciones
tecnológica para resolver los problemas del hombre”.

La peligrosa ironía de todo esto es que así como está demostrado que los pro-
gresos de la ciencia y la técnica, si no son controlados racionalmente por el hombre
pueden llegar a destruir el planeta; también los progresos de la tecnología diagnóstica
y terapéutica, si no son utilizados racionalmente por los médicos pueden llegar a
destruir la esencia humana milenaria de la medicina y su ética humanista, transfor-
mándola de una profesión que todavía es, en un oficio impersonal y deshumanizado,
donde un técnico calificado se dedique a la reparación de averías orgánicas.
No se trata de negar el extraordinario valor de los exámenes complementarios
en el proceso del diagnóstico, cuya importancia está dada, entre otras cosas, por-
que confirman unos diagnósticos y rechazan otros; intervienen para establecer el
pronóstico y la evolución de las enfermedades en los enfermos; son imprescindi-
bles para la estadificación de muchas enfermedades antes de decidir la terapéutica
que se debe utilizar; detectan los efectos indeseables de los medicamentos que se
usan; son capaces de ofrecer certeza allí donde no llega la clínica y tienen en

70
algunas circunstancias el valor de tranquilizar, tanto al paciente como al médico,
porque la medicina es una ciencia humana.
Todos los médicos hacen un uso diario de los análisis de laboratorio y no se
puede prescindir de ellos. El problema de las relaciones entre la clínica y el labora-
torio es otro. Cuando en el siglo XIX se introdujeron en Cuba los análisis de labora-
torio -y en aquella época eran solo el parcial de orina, el hemograma y los primeros
cultivos-, un médico cubano, Aróstegui del Castillo, expresó con asombrosa pre-
monición:
“Este es un progreso efectivo, pero hace claudicar a la clínica, pues
confiando el médico en que en último extremo el análisis ha de
darle resuelto el diagnóstico, se descuida en la apreciación exacta
de los síntomas”.
De forma parecida se expresó el ya citado profesor Engel, en 1976, unos
10 años después del comienzo de la revolución científico-técnica en la medicina, al
analizar su impacto en los médicos, dijo:
“Antes de la revolución científico-técnica, parte de la excitación
intelectual del razonamiento en los médicos venía de considerarse
capaces de anticipar con éxito lo que darían los análisis de labora-
torio que indicaban en sus enfermos, en los cuales un arduo y sólido
razonamiento los había conducido a determinadas hipótesis clíni-
cas. Se creyó que el laboratorio lo que haría sería expandir esas
posibilidades, pero lo que sucedió en muchos médicos fue lo con-
trario; más que refinar y aguzar la observación y el razonamiento
clínico lo que hicieron fue atrofiarlo, adulterarlo y falsificarlo, al
reducirlo a un crudo triage, a la indicación de abultadas baterías de
complementarios, de ‘perfiles’ renales, hepáticos, hematológicos,
entre otros, donde los análisis se indican de modo absurdo. Hoy en
día el proceso del diagnóstico está organizado alrededor de esas
baterías de exámenes de laboratorio que parecen prometer una
respuesta sin requerir de un necesario razonamiento ni individuali-
zación del enfermo. Muy a menudo, hallazgos de laboratorio clara-
mente ilógicos son aceptados sin críticas ni cuestionamiento y todo
ello no es más que una regresión atávica al empirismo y a la auto-
ridad”.
Se puede concluir entonces que el desarrollo tecnológico, esté o no relacionado
con la revolución científico-técnica, actúa sobre un número importante de médicos,
depreciando en ellos los valores de la clínica y sobrevalorando los de la tecnología
diagnóstica, lo cual es un error, ya que al abandonar lo que considera inseguridades
de la clínica, buscando la aparente seguridad del análisis, el médico olvida que la
misma incertidumbre que tiene la clínica existe en los análisis: todos tienen un
determinado número de resultados falsos positivos y falsos negativos, y todos son
absolutamente dependientes del técnico y del médico para su ejecución e interpre-
tación, respectivamente.

71
Siempre se ha creído que el médico que abandona la clínica es porque en el
fondo se reconoce mal preparado en ella, desconfía de sus propios conocimientos
y lo reconoce de esa forma.
El uso inteligente, racional y ponderado de los análisis complementarios, que
como su nombre indica están para complementar la clínica y no para sustituirla, no
crea ningún problema. No hay contradicciones entre la clínica y la tecnología y
ninguna de las 2 claudica delante de la otra; ambas están dentro del método clínico,
forman parte de él, tienen a su cargo etapas diferentes de él y son aproximaciones
diferentes al diagnóstico, pero están muy relacionadas.
Las 2 son valiosísimas, solo que la clínica guía al laboratorio, porque en el méto-
do científico o experimental de todas las ciencias factuales, la elaboración de una
hipótesis científica precede a los experimentos, que precisamente son diseñados
para demostrar o no dicha hipótesis, y en el método clínico -que no es más que el
método experimental, pero aplicado esta vez no a un experimento de laboratorio,
sino a la atención individual de enfermos-, la elaboración de una o más hipótesis
diagnósticas presuntivas precede a la realización de los exámenes complementa-
rios que se indican, precisamente para comprobar o no dichas hipótesis. La clínica
guía al laboratorio y el proceso no puede ser racionalmente a la inversa.
El conflicto ético, que por supuesto no es genético en la tecnología, comienza
cuando el médico asume la idea falaz de que la técnica lo dispensa de una labor
clínica detallada y precisa; como resultado, solo recogerá un número escaso de
síntomas, signos y otras realidades, aquellos que considere suficientes y que por su
obligada escasez y frecuente falta de definición semiográfica harán muy inseguro
y carente de la debida orientación el camino del diagnóstico.
Todo esto se pretenderá resolver con una indicación indiscriminada de análisis,
donde muchos serían claramente innecesarios. Como consecuencia, se consumen
más rápido los recursos disponibles, se incrementan los costos asistenciales y de la
salud, se explotan de manera intensiva y agotadora equipos costosos y aumentan
sus roturas, se saturan los turnos y se expone al enfermo a riesgos innecesarios,
todo lo cual tiene serias implicaciones éticas.
Adicionalmente, no pocas investigaciones serán repetidas más de una vez, por-
que inevitablemente aparecerán los resultados falsos positivos y falsos negativos,
así como las interpretaciones diagnósticas equivocadas, frente a todo lo cual la
respuesta no será el análisis clínico, sino mayor utilización y dependencia de la
tecnología.
El abandono de la clínica es tanto más absurdo cuanto que se sabe que el
interrogatorio por sí solo es capaz de dar el diagnóstico entre 50 y más de 90 % de
todos los enfermos, en dependencia de la habilidad para obtener la información y
los conocimientos clínicos del médico, hecho bien establecido por numerosos estu-
dios desde hace más de 60 años.
Entre 1998 y 2001 se llevaron a cabo 3 investigaciones en el Hospital Militar
Central “Dr. Carlos J Finlay” sobre el diagnóstico mediante el interrogatorio, que
mostraron que este fue hecho por alumnos de tercer año de medicina en el 47 %,

72
por internos en el 54 %, por residentes de medicina interna en el 79,3 % y por
profesores de medicina interna en el 90 %, con diferentes muestras de pacientes
ingresados.
Por supuesto que el proceso de razonamiento médico ha cambiado en los últi-
mos 60 años y ello ha sido, en gran medida, bajo el influjo de la ciencia y la técnica,
por lo que con frecuencia se ha convertido más en un acto de observación que de
prolongada deducción, porque hoy los médicos pueden identificar más rápido mu-
chas enfermedades con solo mirar los resultados de los análisis y frecuentemente
no es necesario tener que asumir el largo y complejo razonamiento inferencial,
inductivo-deductivo, que era necesario antes de la revolución científico-técnica,
cuando el diagnóstico dependía en mucha mayor medida de las consideraciones
alrededor de los síntomas y signos.
Hoy día y en no pocos casos el reto principal no es el acto intelectual de explicar
decisiones deductivas, sino el reto administrativo de elegir ponderada y juiciosamente
qué análisis realizar, entre varias opciones, para llegar al diagnóstico, lo cual ha
llevado a muchos médicos al error de creer que la clínica pierde consistencia, que
los análisis sustituyen a la clínica y hacen innecesario el razonamiento médico.
Lo que hace la tecnología moderna es sustituir a la tecnología vieja, que se ha
quedado atrasada y obsoleta, pero no a la clínica, y en cuanto al razonamiento es
absurdo creer que los médicos puedan prescindir de él, porque los científicos se
diferencian entre sí por sus procesos intelectuales y no por el dominio de ningún
procedimiento técnico-individual.

Consideraciones finales
Probablemente no exista en medicina un campo que requiera tanto de las habi-
lidades del interrogatorio y el examen físico, de la tecnología diagnóstica y de los
conocimientos clínicos, como el de las fiebres de origen desconocido (FOD). Son
producidas por más de 200 enfermedades y exigen para su diagnóstico un profun-
do y depurado ejercicio intelectual de razonamiento clínico.
Es interesante terminar con unas palabras del profesor Petersdorff, el padre
de las FOD, que aunque referidas a ellas, valen para cuanto se ha dicho:
“Para reducir los errores de los clínicos en relación con las FOD
hay que ir sobre el paciente una y otra vez, repetir la anamnesis y
el examen físico, revisar la historia clínica, discutir con los colegas
para buscar nuevas ideas y gastar tiempo en la contemplación se-
rena del enigma clínico. El acercamiento al paciente con FOD no
consiste en realizar nuevas baterías de análisis, ni sumergir al pa-
ciente en antibióticos o someterlo a una cirugía exploratoria en
ausencia de indicación. La observación clínica a menudo es la que
provee la pista decisiva que conduce al diagnóstico correcto. No
hay sustitutos para observar al paciente, hablar con él y pensar en él”.

73
La etapa contemporánea de la relación
médico-paciente*
Las condiciones en que se desarrolla actualmente a nivel mundial la relación
médico-paciente (RMP), son sustancialmente diferentes a las que sirvieron de
marco a las establecidas por el médico de la familia a fines del siglo XIX y principios
del XX, cuando se inscribió en la historia la etapa profesional de la relación que
nos ocupa, período considerado como “la Edad de Oro” del humanismo, la espiri-
tualidad y la ética en el ejercicio de nuestra profesión.
Los espontáneos y profundos vínculos cognitivo-afectivos establecidos entre el
médico de la familia de entonces y sus pacientes, familiares y usuarios sanos, eran
recíprocamente reforzados en la praxis cotidiana gracias a una comunicación que
fluía naturalmente de la convivencia en pequeños poblados, donde el médico sin
proponérselo alcanzaba un status social matizado por el profundo respeto, admira-
ción y gratitud de sus usuarios que como miembros de la comunidad le otorgaban
un rango similar al del maestro, el sacerdote y el alcalde.
La valoración integral de los enfermos se facilitaba por el alto caudal de
interacciones personales implícito en la vida en pequeñas comunidades, y las grati-
ficaciones morales derivadas de la satisfacción del deber cumplido, determinaban -
por retroalimentación- en el profesional un notable reforzamiento de su espirituali-
dad, que lo llevaba a sentirse cada vez más involucrado con la salud de sus conciu-
dadanos. El nivel de sensibilidad, capacidad compasiva, disponibilidad a la ayuda e
involucración total, alcanzaban su clímax en el devenir histórico de nuestra profe-
sión.
Más tarde, la industrialización, con la consecuente migración hacia las grandes
ciudades, el incremento súbito de la tecnificación reflejada en los recursos diagnós-
ticos y terapéuticos, los enfoques somatistas, así como la centralización de los
servicios médicos condicionaron que junto al alejamiento progresivo, acusado entre
el facultativo y sus usuarios, se evidenciara una catastrófica tendencia a subvalo-
rar los recursos interpersonales y a enfatizar los aportados por una tecnología mal
incorporada que opacó significativamente los profundos fundamentos humanísticos
del ejercicio médico. Se produjo así, un trágico viraje donde la “luna de miel” entre
facultativo y usuarios devino “luna de hiel”, cambio trágico que matizó la sombría
etapa tecnicista donde se manifestó la primera gran crisis humanística en la medi-
cina moderna.
Afortunadamente, y como expresión del desarrollo en espiral, dicha crisis fue
superada con la aparición de una nueva visión integral, esta vez en profesionales
técnicamente equipados y se delimitó con dicho paso la etapa que se ha llamado del
generalista equipado.

*
González Menéndez, R. Revista Cubana Salud Pública V. 30 No. 2 abr.-jun. 2004.
Doctor en Ciencias Médicas. Especialista II Grado en Psiquiatría. Profesor Titular y Consultante de la
ISCM-H.

74
Desarrollo
Es justamente esta la etapa que vivimos en nuestro medio, como país donde la
salud es derecho del pueblo y responsabilidad priorizada del estado cubano y donde
el profundo humanismo y justicia de nuestro sistema social, expresado mediante un
Sistema Único de Salud centrado en el médico y la enfermera de la familia, garan-
tiza la satisfacción plena de la demanda de la población en forma totalmente gratui-
ta, y donde afortunadamente no se manifiestan los factores “emergentes” adver-
sos para la relación profesional que en otras latitudes conspiran contra el desarrollo
de los vínculos afectivos entre el médico y sus usuarios.
Entre estos factores “emergentes” adversos se cuentan:
− La aparición de las empresas privatizadoras del tipo Managed Care y Health
Maintenance Organizations con la consecuente explotación económica, re-
ducción del status del facultativo y cruenta limitación “normada” de los recur-
sos diagnósticos y terapéuticos a indicar, fundamentados ahora en objetivos
económicos de los directivos, y no en el criterio profesional.
− La intrusión de la prensa sensacionalista en el ámbito médico.
− El surgimiento explosivo y brutal de las reclamaciones por “mal practice” es-
timuladas por una horda de “abogados caza demandas” que refuerzan
cotidianamente las querellas contra los profesionales de la salud.
− La consecuente imperiosa necesidad de los seguros de “mal practice” cada vez
más costosos para el facultativo.

Estos y otros factores explican en parte las profundas frustraciones profesiona-


les y la recíproca insatisfacción científico-técnica e interpersonal de los usuarios,
catastrófica situación interpersonal cuya más nefasta consecuencia es la transfor-
mación progresiva de la relación médico-paciente, en una “también emergente”
relación profesional que pudiera llamarse “relación médico-demandante potencial”,
donde difícilmente pueda el facultativo cumplir en forma adecuada las 3 premisas
y fases fundamentales de las relaciones interpersonales descritas por Pedro Lain
Entralgo:
− Fase coejecutiva: dependiente del saber ubicarse en el lugar del enfermo.
− Fase compasiva: implícita en el poder sentir como él.
− Fase cognoscitiva: expresada por la disposición para ayudarle.

Etapas respectivamente relacionadas con la empatía, la compasión y la


involucración, aspectos medulares por los que se expresa en la práctica, la voca-
ción médica.
Es precisamente en los medios neoliberales, donde las crudas leyes del merca-
do convirtieron la medicina en mercancía y los enfermos otra vez en enfermeda-
des, que estos factores antirrelación médico-paciente implican el inminente riesgo
de profunda crisis de humanismo, espiritualidad y ética.
A. Crisis de humanismo porque en dichas condiciones de ejercicio profesional
difícilmente puede sentirse respeto absoluto por la dignidad del usuario ni
involucrarse en su bienestar y desarrollo.

75
B. Crisis de espiritualidad por resultar sumamente difícil asumir, como propias,
las necesidades de un paciente que se intuye como demandante potencial y
totalmente desprovisto del arousal de la fe, que tan favorablemente matizó
el ejercicio médico en otros tiempos, latitudes y sociedades.
C. Crisis de ética porque ni la autonomía, la beneficencia, la no maleficencia y
la justicia ni la «regla de oro» de comportarse ante el usuario como quisiéra-
mos que se comportaran con nosotros de estar en su lugar, se expresan -
con la calidad adecuada- cuando dejan de ser actitudes y virtudes médicas
espontáneamente derivadas de la compasión y el sentido del deber, y se
convierten en exigencias expresadas en un terreno bien ajeno al interpersonal
-el de la querella judicial.

Como esperable reacción ante esta difícil problemática mundial, muchos


bioeticistas han recurrido a la identificación, descripción, valoración y difusión de
las más importantes áreas de conflicto ético que enfrenta el facultativo durante sus
diferentes gestiones como organizador y promotor de salud, así como en su pro-
yección diagnóstica, curativa y rehabilitatoria.
Cuando en otro trabajo valoramos las etapas históricas de la RMP que denomi-
namos sucesivamente de compañía, mágica, mística, clerical, profesional, in-
tegral, tecnicista, del generalista equipado y paradigmática decidimos pospo-
ner el abordaje de esta última etapa y pensamos que ahora estamos en condiciones
para hacerlo en forma comprensible.
Nicolás P. Ninos en un formidable editorial de la Revista Critical Care Medi-
cine se refiere a esta carta recibida del familiar de un paciente recluido en su
servicio de cuidados intensivos.
“Yo sé que usted piensa que la disposición de no permitir niños
menores de 14 años en su unidad es una medida justa, pero ¿Ha
pensado cómo debe sentirse un niño de 9 años cuando se le prohíbe
ver a su padre que quizá no viva lo suficiente para que pueda
decirme otra vez, buenos días mi rayito de sol? Por favor, tenga en
cuenta esto antes de romper otro corazón”.
Con esta dramática situación, referida en un lenguaje donde lo afectivo tras-
ciende lo cognitivo, el autor describe brillantemente el Paradigma tecnificación,
determinante del conflicto cuyos polos extremos son las exigencias tecnológicas de
nuestros días y el humanismo del profesional.
Estas áreas de conflicto, delimitadas por 2 polos y un amplio espectro que defi-
ne el rango en que pueden desplazar las decisiones de conciencia más frecuente-
mente planteadas a los facultativos actuales, se denominan macroparadigmas y
microparadigmas bioéticos según sea su campo de acción y grado de genera-
lización.
Veamos ahora el paradigma técnico descrito por Ninos y apreciaremos que
sus extremos -que representan fuerzas en dirección opuesta- son las exigencias
tecnológicas ejemplificadas con la unidad de cuidados intensivos (y sus requerimientos de

76
asepsia y disciplina) y el humanismo, expresado por la sensibilidad e involucración
del profesor ante la situación angustiosa del niño.
El dejarse llevar por los sentimientos implicaría un riesgo técnico para los res-
tantes pacientes y posiblemente también para el niño de 9 años, y el cumplir las
exigencias tecnológicas significaría enfrentarse a una dolorosa limitación para el
niño. En definitiva, la valoración de la situación por el facultativo y la toma de
decisión constituyen, sin duda alguna, una vivencia altamente tensionante, es por
eso que proponemos considerar los paradigmas como situaciones estresantes
tradicionales o “emergentes.” Estas últimas son las más vinculadas a los factores
adversos arriba descritos, que repercuten sobre el trabajo médico actual en el
primer mundo.
La trascendente necesidad -en los países desarrollados- de acudir
sistemáticamente a los paradigmas como recursos éticos normativos, delimita en
la mayoría de las naciones industrializadas la que proponemos llamar etapa
paradigmática de la relación médico-paciente.
Stone insiste en los macroparadigmas descritos por Elhauge4, cuando valora los
conflictos a enfrentar durante la distribución de recursos en la atención a la salud,
y que denomina Macroparadigma Profesional, cuyos polos conflictivos están
representados por las normas establecidas y la calificación de los profesionales a
seleccionar y ubicar; el moral donde se debaten a nivel de conciencia los derechos
de los usuarios y las posibilidades del proveedor; el económico con los polos costo-
beneficios; el político, cuyos extremos estresantes están representados por las ne-
cesidades y el presupuesto disponible y que pretendió ser pragmática y trágica-
mente “resuelto” por el neoliberalismo, al plantear que los estados no deben pre-
ocuparse en torno a las necesidades de salud de la población ni al monto del presu-
puesto planificable, y que deben derivar dicho conflicto hacia empresas privadas
mercantilistas a cuyos directivos seguramente este conflicto no les afecta el sueño.
En otras palabras, este paradigma solo es actualmente aplicable a contados,
pero dignos gobernantes que en algunos países -con independencia de su sistema
socioeconómico- son conscientes del significado humano de la atención estatal a la
salud.
Siguiendo estas líneas de pensamiento podríamos referirnos también a
microparadigmas que, contrariamente a los antes descritos, actúan con mucho
menor grado de generalización, pero se expresan directa y específicamente en
la relación interpersonal profesional.
Describimos así el ético, con los polos autonomía-paternalismo; el integral,
con el conflicto entre lo biológico y lo psicosociocultural-espiritual; el directivo,
con los polos activo-pasiva participación mutua; el didáctico, con el espectro en-
señanza activa-enseñanza pasiva; el transferencial, con los opuestos transferen-
cia-contratransferencia; el laboral, con los extremos sacerdocio-profesión; el
confidencial, delimitado por la protección individual-protección social y cuyo más

4
Elhauge E. The moral paradigm for allocating Health Care Rescurses. Paper presented at Harvard Law
School Faculty Workshop, April 4, 1994

77
típico ejemplo se produce en los casos de pacientes con SIDA; el comunicacional,
con los extremos verbal-extraverbal, aspectos estudiados con profundidad por
Borroto y Aneiros en nuestro medio5; el de planificación, con los polos conductas
conscientemente programadas según las necesidades identificadas durante la rela-
ción-conductas espontáneas de altas potencialidades iatrogénicas; el de calidad,
con los polos satisfacción-insatisfacción en las dimensiones descritas por Donabedien
como técnica e interpersonal; el productivo, expresivo del conflicto demanda-
tiempo; el de campo de acción, con los polos diádico (médico-enfermo),
multirrelación (institución, equipo, paciente, familiares, usuarios sanos, comunidad)
y el terapéutico con los extremos riesgos-beneficios.
Todos ellos y seguramente muchos más, en un contexto representado en cada
país por su momento histórico social, sistema de producción y grado de prioridad
conferido por el estado a la salud de la población.
El éxito de la RMP en esta etapa paradigmática depende en parte, del grado de
conciencia que el prestador de ayuda tenga de los macroparadigmas y
microparadigmas que lo influyen en cada momento, y de su capacidad para plani-
ficar sus acciones con el propósito de acercarse -en el mayor grado posible- al polo
que éticamente considere más adecuado (cuadro 3.5).
Cuadro 3.5. Algunos macroparadigmas y microparadigmas de la relación médico-paciente con-
temporánea

Macroparadigmas Polo Espectro Polo


conflictual

1 Técnico Exigencias tecnológicas Humanismo


2 Profesional Normas Calificación
3 Moral Derechos del usuario Posibilidades del
proveedor
4 Político Necesidades Presupuesto
5 Económico Costos Beneficios

Microparadigmas
1 Ético Autonomía Paternalismo
2 Involucración Indiferencia Compasión
3 Integral Aspectos biológico Psico-socio-cultural-
espirituales
4 Directivo Activo pasivo Participación mutua
5 Didáctico Aprendizaje activo Aprendizaje pasivo
6 Transferencial Transferencia Contratransferencia
7 Laboral Sacerdocio Profesión
8 Confidencial Protección individual Protección social
9 Comunicacional Verbal Extraverbal
10 Planificación Conductas programadas Conductas espontáneas
11 De calidad Satisfacción Insatisfacción
interpersonal y técnica
12 Productivo Demanda Tiempo disponible
13 Campo acción Diádico Multirrelación
14 Terapéutico Riesgos Beneficios

5
Borroto R, Aneiros R. La comunicación humana y la actuación profesional en la práctica clínica.
Ponencia al evento “La Medicina a las Puertas del siglo XXI.” OPS. La Habana, 1986

78
Es indiscutible que salvo en los contados países en que existe voluntad política,
para enfrentar las necesidades de salud de sus pobladores, la etapa paradigmática
de la RMP se caracteriza por el alto nivel de estresores que inciden sobre el profe-
sional de la salud durante una praxis cada vez más ansiogénica, y la problemática
que se plantea es ¿cómo mantener e incrementar el acercamiento humano durante
la gestión médica en situaciones tan complejas?
En lo referente a macrosoluciones, consideramos indispensable el abandono
total de las proyecciones neoliberales, y en lo referente a los aspectos formativos
creemos que la solución fue plasmada más de 2 000 años atrás en la carta de
Esculapio a su hijo de la que transcribiremos solo algunos párrafos:
“Te lo he dicho, es un sacerdocio y no sería decente que produje-
ras ganancias como las que saca un aceitero o el que vende lana.
Piénsalo bien hijo mío mientras estás a tiempo, ....(pero) si te juz-
gas pagado lo bastante con la dicha de una madre, con una cara
que sonríe porque ya no padece, con la paz de un moribundo a
quien ocultas la llegada de la muerte, si ansías conocer al hombre
y penetrar en todo lo trágico de su destino, entonces, hazte médi-
co, hijo mío.”

Sin olvidar que en medios neoliberales la carrera de medicina en su etapa uni-


versitaria supera en costo los 200 mil dólares, la aplicación de estos preceptos en el
contexto actual de la formación médica se traduciría en:
− Selección y continuo reforzamiento vocacional.
− Desarrollo constante de la espiritualidad del educando.
− Entrenamiento orientado a incrementar sus habilidades interpersonales.
− Énfasis equilibrado en los objetivos instructivos y educativos, los primeros orien-
tados al desarrollo científico-técnico y los segundos a su desarrollo cultural y
espiritual.

En otras palabras, garantizar la formación integral del médico, luego de una


estricta selección vocacional que constate la incorporación temprana de valores
éticos como la compasión, la comprensión, la solidaridad, la lealtad, el amor, la
honestidad, la responsabilidad, la bondad, la justicia, el colectivismo y el altruismo.

Relación médico-paciente*
Las relaciones interpersonales pueden ser de distintos tipos, algunas de carác-
ter superficial y otras de mayor complejidad, como la que tiene lugar entre el médi-
co y su paciente, en la cual el médico en su condición de profesional debe estar
dispuesto a brindar su ayuda en forma humanitaria y sensible, pilar sobre el que
descansa el nivel de satisfacción de la atención médica.

*
Rodríguez Silva, H. Revista Cubana Salud Pública v.32 n.4 oct.-dic. 2006
Doctor en Ciencia Médicas. Especialista de II Grado en Medicina Interna, Profesor Titular y Consultante
de la UCM-H. Hospital Hermanos Ameijeiras.

79
Esta relación ha existido desde los albores de la historia y ha ido variando de
acuerdo con los cambios que ha experimentado a través de los tiempos la concien-
cia entre los hombres, desde la mentalidad mágica dominante en las sociedades
primitivas hasta la mentalidad técnica que prevalece en los tiempos actuales.
Las características del médico en esta interrelación las resumió Hipócrates
hace más de 2 000 años, cuando consideró que el médico debía reunir 4 cualidades
fundamentales: conocimientos, sabiduría, humanidad y probidad.
Estas condiciones quedan bien reflejadas en los 3 parámetros establecidos por
Pedro Lain Entralgo:
− Saber ponerse en el lugar del otro.
− Sentir como él o ella.
− Disponerse a ayudarle cuando enfrenta dificultades.

Definición. De acuerdo con esta introducción se puede definir la relación mé-


dico-paciente como una relación interpersonal con connotaciones éticas, filosófi-
cas y sociológicas de tipo profesional que sirve de base a la gestión de salud.
Difícilmente esta relación humanitaria pueda estar presente si el médico no
establece con el enfermo una relación temporal, psicológica, manual, profunda,
solidaria y profesional. Jamás pudiera ser una relación interpersonal a través de
aparatos, porque tiene que desarrollarse en un contexto humano.

Clasificación y principales características


La RMP puede ser clasificada de diferentes formas, pero la más utilizada por
su sentido práctico es aquella que establece 3 formas distintas:
− Relación activo-pasiva.
− Relación de cooperación guiada.
− Relación de participación mutua.

La relación activo-pasiva es aquella que se establece con enfermos en estado


de coma, o que se encuentran en una situación que no les permite establecer una
relación más participativa, como es el caso del paciente con un edema agudo de
pulmón.
La relación cooperativa guiada es la que se establece con pacientes que están
en condiciones de cooperar en su diagnóstico y tratamiento, como ocurre en algu-
nas enfermedades agudas (ejemplo, neumonía) y crónicas como la hipertensión
arterial.
La relación de participación mutua no solo contempla el cumplimiento del trata-
miento, sino el control en discusión frontal de situaciones y actitudes relacionadas
con la causa y evolución de la enfermedad.
El médico debe estar consciente que su relación profesional interpersonal con
el paciente debe estar caracterizada por:
− El respeto que inspira su investidura técnica en una profesión de alto contenido
social.

80
− La expectativa por parte de la población de que manifieste un comportamiento
adecuado a su alta responsabilidad.
− Su condición de piedra angular en la prestación de un servicio de gran significa-
ción humana, como es promover o restablecer la salud.
− Demandar una constante disposición a la relación de ayuda sin aspiración de
reciprocidad.
− Requerir del facultativo el planeamiento cuidadoso de cada una de sus accio-
nes para evitar errores de grandes potencialidades iatrogénicas.

Resulta de suma importancia en la RMP tener en cuenta las características


personales del médico y del paciente. Es fundamental por parte del médico que
conozca su carácter, sus debilidades, su nivel de información, hasta dónde puede
manejar una situación determinada y cuándo debe recurrir a otro colega. Debe
tomar en cuenta el gran significado profesional de su prestigio científico y social.
Otros aspectos que se deben tener en cuenta en esta relación son los objetivos
que el paciente persigue, el estado afectivo de ambos y la posición de cada uno. El
médico como profesional por lo general es ubicado por el paciente en una posición
de superioridad, por lo que el médico debe con su actuación equilibrar esta
situación.
Otro aspecto fundamental en la RMP lo constituyen las vías de comunicación,
estas pueden ser: verbal por medio de la palabra, la extraverbal (gestos, expresio-
nes faciales, el tacto, sobre todo al realizar el examen físico) y por último el instru-
mental utilizado como complemento.
El doctor Ricardo González propone diferentes etapas en el curso de la entre-
vista médica, utilizando como modelo el encuentro en la consulta externa que pue-
de ser traspolada a cualquier otro sitio donde se realice la primera relación médico-
paciente, con las variantes que requiere cada sitio (hospital, hogar, etc.).
Diferentes etapas
Recepción. Esta etapa, no utilizada con frecuencia, alcanza una extraordinaria
significación, si se tiene en cuenta la angustia e inseguridad con la cual acude el
paciente a este primer encuentro.
Identificación. La toma de los datos de identidad conducida hábilmente permi-
te conocer elementos muy útiles sobre su personalidad y características
sociodemográficas.
Interrogatorio. Esta es la etapa más importante de la RMP. El interrogatorio
constituye uno de los aspectos más difíciles de la historia clínica y el que requiere
más tiempo, capacidad y dedicación. Inicialmente el paciente expresará libremente
sus síntomas sin interrumpirlo, salvo que se salga del hilo conductor, siempre hacer-
lo con suavidad y delicadeza. En la segunda etapa corresponde al médico precisar
las características de cada síntoma y ordenarlos cronológicamente.
En varias investigaciones, realizadas por distintos autores, donde se exploraron
las deficiencias cometidas por médicos residentes y estudiantes de medicina, se
puso en evidencia los múltiples errores que se cometen en los distintos aspectos
del interrogatorio.

81
Examen físico. Si bien el interrogatorio resulta la etapa que requiere mayor
tiempo y dedicación, el examen físico resulta también de suma importancia. Debe
tener un orden sistemático, en privacidad, respetar el pudor del enfermo y por
supuesto dedicar el mayor tiempo al aparato u órgano que se sospeche sea el más
afectado, sin dejar de examinar el resto de los sistemas.
Investigaciones complementarias. Es deber del médico explicar las investiga-
ciones que se deben realizar y en caso de posibles riesgos pedir su consentimiento.
Igualmente al comunicar sus resultados debe cuidar de sus manifestaciones verba-
les y extraverbales que puedan ocasionar iatrogenia.
Información final. El último paso, que no por ser el último deja de tener impor-
tancia, lo constituye la información al final de la consulta al paciente ambulatorio y
la reunión al alta en el caso del ingresado, donde se explica con detalle cual es el
diagnóstico y tratamiento, así como el seguimiento evolutivo.
Tanto la información insuficiente como su exageración pueden ser causa de
iatrogenia. Es importante recordar que uno de los objetivos del paciente es saber
qué tiene y cuál es su pronóstico. Este es un aspecto muy delicado, que el médico
tiene que manejar con mucho tacto, teniendo en cuenta el tipo de enfermedad y la
personalidad del enfermo para decidir hasta dónde se puede llegar en la infor-
mación.

Problemas actuales de la RMP


En la actualidad la RMP es muy diferente a la que tenía lugar a principios del
siglo XX, donde existían profundos vínculos afectivos entre el médico generalista de
aquella época, sus pacientes y familiares, lo cual lo convertía en un verdadero líder
en la comunidad donde ejercía.
Hoy existen varias condiciones diferentes que han repercutido de manera ne-
gativa en esta RMP. La política neoliberal imperante en muchos países que se
liberan de la salud pública, entregándola a consorcios privados que introducen la
comercialización en la atención médica. Esta situación ha convertido al paciente en
un “comprador”, en un cliente con exigencias y a los médicos en “vendedores”; de
benefactor tradicional se ha convertido prácticamente en un enemigo del paciente
y de la familia. Esta situación ha afectado de forma muy severa la RMP,
incrementando los errores médicos, violando los principios de la ética médica y
facilitando la participación de abogados especializados en reclamaciones.
La otra condición que está interfiriendo negativamente sobre la RMP es el
desarrollo tecnológico ocurrido en las últimas décadas, que ha distorsionado el
ejercicio de la medicina con la falsa idea de que los nuevos recursos diagnósticos y
terapéuticos pueden sustituir el método clínico. Estos avances técnicos (la
biotecnología, la inmunología molecular, la ingeniería genética, la imaginología) son
de suma utilidad y de gran ayuda en el diagnóstico y tratamiento, pero nunca son ni
serán sustitutos del método científico.
Esta tecnificación moderna con su endiosamiento, promovida por intereses eco-
nómicos está distorsionando por completo la RMP en sus aspectos fundamentales,
a tal punto que algunos autores plantean que ya no es buena ni mala, simplemente

82
ha dejado de existir. Esta situación enajenante ha llegado a tal punto que un autor
(Gorbach) ha expresado:
“Las nuevas tecnologías están dejando anticuadas las opiniones
de los clínicos sagaces”.
El juicio clínico está anclado en el pasado, mientras que la tecnología se basa en
progresos contemporáneos que son la antítesis de la experiencia. Toda esta situa-
ción ha ido cambiando la habilidad de diagnosticar por la realización de procedi-
mientos y técnicas no siempre necesarias, creando frustración y encono.
En nuestro sistema de salud no existe esta problemática, pero no debemos olvi-
dar que nuestros médicos se nutren de la información científica procedente de esos
países desarrollados y mucha de esta información está permeada por las caracte-
rísticas de su sistema social, pudiendo influir de forma negativa en su actuación. En
nuestra práctica hemos observado deficiencias en la aplicación correcta del méto-
do clínico al no dedicar el suficiente tiempo al interrogatorio y al examen físico.
Cada vez más se cuenta con nuevas técnicas para el diagnóstico y existe la ten-
dencia a su utilización en forma injustificada.

Ética en el Pase de Visita hospitalario*


El pase de visita es la observación diaria que se hace a los pacientes ingresados
por médicos, enfermeros, estudiantes y personal profesional o técnico que se con-
sidere necesario para la atención de los enfermos (grupo básico de trabajo [GBT])
en las salas del hospital, con el propósito de evaluar el estado de salud de los
enfermos ingresados, conocer su evolución y hacer las indicaciones necesarias
para su recuperación y rehabilitación.
Constituye la forma organizativa docente-asistencial fundamental de las espe-
cialidades médicas en la atención secundaria. Integra alrededor del enfermo hospi-
talizado a todos los que participan en su asistencia. Es una actividad, realizada
desde épocas muy remotas. Debe ser el taller y la escuela donde se forjen las
mejores tradiciones clínicas frente a los enfermos de mayor complejidad diagnóstica
y terapéutica.
El objetivo general del pase de visita es la observación conjunta de la evolución
de los problemas de salud que aquejan a los pacientes ingresados, para tomar
medidas que lleven a su más rápida recuperación, lograr a la vez la educación
progresiva del enfermo y sus familiares, así como de todo el personal que participa
en esta actividad.
La ética médica es una manifestación de la ética en general -concepto relacio-
nado íntimamente con la moral- y se refiere, específicamente, a los principios y
normas que rigen la conducta de los profesionales de la salud. Por tanto, una ética
adecuada del pase de visita consiste en observar los principios de la ética y la moral

*
Espinosa Brito, A. Revista Cubana Salud Pública 2006;32(4)
Doctor en Ciencias Médicas. Especialista II Grado en Medicina Interna, Profesor Titular y Consultante de
Medicina Interna, Hospital Universitario «Dr. Gustavo Aldereguía Lima».

83
en la visita diaria a los pacientes ingresados, a la hora de determinar sus diagnósti-
cos, valorar su evolución y hacer los cambios y ajustes en el tratamiento; todos
momentos esenciales en el proceso del diagnóstico y la recuperación.

El clima, el ambiente, la función del jefe y del profesor


De la maestría de los que dirigen y controlan el pase de visita depende en gran
medida la coordinación y canalización adecuada de todos los esfuerzos en torno a
los pacientes, sin menospreciar que se deben tener muy en cuenta los conocimien-
tos, destrezas y valores de todos los que se integran en él.
Se debe conocer y llevar a la práctica, el Reglamento Hospitalario General, así
como el Manual de Organización y Procedimientos6 y las demás regulaciones
vigentes en cada institución, haciendo énfasis en los derechos y deberes de los
pacientes y sus familiares.
Es por ello que, para alcanzar los propósitos deseados y la satisfacción de todos,
se debe procurar adecuado clima cotidiano en las salas hospitalarias de disciplina,
puntualidad, vestuario correcto, orden, respeto e higiene y, por qué no decirlo, de
solemnidad. Evitar la presencia de personal ajeno a la sala, mantener el silencio,
extremar las restricciones de no fumar; todas parecen recomendaciones muy co-
nocidas, pero si no se hacen conscientes y se incorporan de manera natural y
continua a la sistemática de trabajo diario, no se aprenderán ni se aprehenderán
jamás, por todo el personal y, sobre todo, por las reiteradas oleadas de nuevos
participantes que llegan a involucrarse -de una forma u otra, de manera transitoria
o no- en el pase de visita.
El ambiente de trabajo de cada sala es muy importante. Este penetra por
ósmosis, sin palabras, se transmite de unos a otros -generalmente de los más viejos
a los nuevos-, cotidiana y sistemáticamente, en diferentes momentos. En el caso de
los estudiantes es el que se ha denominado currículo oculto o invisible. Allí es
donde van implícitos la ética y los valores.
Los párrafos a continuación, escritos por el maestro de la clínica cubana profe-
sor Luis Rodríguez Rivera en la introducción de su magnífico libro La Clínica y
su Método. Reflexiones sobre dos épocas, a propósito de sus recuerdos al llegar
por primera vez siendo estudiante a la sala Torralbas del Hospital “Calixto García”
a fines de la década de los años 40 del siglo pasado, son ejemplos de lo dicho arriba:
“Quedé impresionado con lo que allí pude ver (en la mencionada sala):
los médicos inquirían en detalle la historia de la enfermedad que rela-
taba el paciente y luego procedían a mirar, palpar, percutir y auscul-
tar; es decir, a recoger datos objetivos con sus sentidos naturales y
unos simples instrumentos que prácticamente cabían en los bolsillos
de sus batas; y a partir de tales elementos, construían sus hipótesis y

6
Servicio de Medicina Interna. Manual de Organización y Procedimientos. Cienfuegos: hospital “Dr.
Gustavo Aldereguía Lima”, 1998

84
decían qué órganos internos estaban afectados, el posible mecanismo
de producción de los síntomas y signos y, finalmente, qué enfermedad
o enfermedades los ocasionaba.
‘Acertaban, por cierto, en un número elevado de casos. Pero eso no
era todo: en cada cama había pacientes con patologías distintas: uno,
aquejaba una enfermedad respiratoria; otro, digestiva; un tercero,
neurológica y aquellos médicos podían pasar de uno a otro con versa-
tilidad y conocimiento de causa. En sucesivos meses pude ver que
además analizaban al paciente completo, insistían en la individualiza-
ción de cada caso y se responsabilizaban con todo lo referente al
enfermo bajo su atención, independientemente de que llamaran en
consulta a otros especialistas.
‘Las hipótesis diagnósticas, que nunca dejaban de hacerse solo con
los datos clínicos, se contrastaban con los resultados de laboratorio, la
radiología o la anatomía patológica, que eran entonces los únicos re-
cursos tecnológicos existentes. Si se confirmaban o no, siempre se
informaba abiertamente, y si había error, todos aprendían de él. Si el
paciente moría, el interés por la autopsia era muy vivo para conocer
en realidad qué había sucedido y contrastarlo con las hipótesis origi-
nales. Estos médicos eran además, cuidadosos en evaluar los resulta-
dos de los pocos fármacos que existían y asegurar sus virtudes”.

La función del que dirige el pase de visita es crucial. Las características del
Jefe de Servicio o Grupo Básico “ideal”, son importantes; entre sus principales
funciones está la de presidir esta trascendente actividad.7
Es necesario reconocer que en los jefes hay una autoridad legal (por designa-
ción, nombramiento) y otra autoridad de prestigio (avalada por la fama de la vida)
que, para tener éxito en cualquier actividad, es muy conveniente que los 2 tipos de
autoridades coincidan en la misma persona. Estas afirmaciones, que son generales,
son atributos cruciales para los jefes médicos de los servicios de un hospital, pues
tienen que dirigir a grupos de profesionales, técnicos, trabajadores y estudiantes, a
veces con formaciones y dedicaciones muy disímiles y con un proceso variable de
selección, en pos de lograr sinérgicamente entre todos una atención médica califi-
cada y humanista, una docencia a la altura de los tiempos y cada vez más un
ambiente investigativo, todo de manera ética, pero también eficaz, eficiente y efec-
tiva.
Los valores deseables en los jefes de servicios (los que se suponen que
compartan con todo su colectivo, solo divididos didácticamente) son los siguientes:
− Personales:
· Líder.

7
Espinosa AD y otros. Evaluación del nivel de desarrollo y desempeño de los servicios médicos hospita-
larios. Trabajo presentado en I Seminario Internacional de Hospitales, La Habana, Octubre 2005.

85
· Bondadoso.
· Modesto.
· Devoción particular por los pobres.
· Desinteresado.
· Honesto.
· Consagrado.
· Ético.
· Perseverante, tenaz.
· Decente.
· Paciente.
· Generoso, amable y cortés.
· Firmeza de las convicciones.
· Leal.
· Voluntad férrea, disciplinado.
· Culto.
· Laborioso.
· Con espiritualidad intensa.
· Tolerante a las frustraciones.
· Respetado por todos.
· Apasionado.
· Patriota y revolucionario.
− Profesionales:
· Buen clínico.
· Innovador.
· Curiosidad sin límites.
· Abierto al cambio.
· Talentoso.
· Dedicación a la práctica.
· Observador acucioso.
· Capacidad de pronóstico.
· Pensamiento lógico.
· Capacidad de diálogo.
· Buenas prácticas.
· Debate y polémica científica.
· Conocimientos profundos.
· Defensa de su verdad.
· Investigador.
· Comunicador y persuasivo.
· Organizador.
· Escritor (publicaciones).
· Integrador y coordinador.
· Maestro y sembrador.

86
El paciente en el Centro
La singularidad de cada ser humano, que lo hace único e irrepetible, diferente
de los demás, se acentúa cuando se enferma y más cuando ingresa en el hospital.
De aquí, la necesidad de un tratamiento integral, global, de cada enfermo y de tener
en cuenta la diversidad de las situaciones, siempre novedosas, imprevisibles e
irrepetibles, que se pueden presentar en un pase de visita en la clínica diaria. De
hecho, como reflejo de su alta complejidad, esta es la actividad hospitalaria que,
cuando se evalúa mediante controles, auditorias, supervisiones o inspecciones tie-
ne las mayores dificultades.
El médico clínico tiene como objetivo resolver integralmente el problema de
salud de los enfermos que atiende. Educa, hace prevención, trata, rehabilita y pue-
de emplear acertadamente el método científico. Se comunica, en su práctica, a
través de lo que hoy se conoce como relación médico-paciente pero su actuación
la ejecuta, además de por sus conocimientos científicos médicos y extramédicos,
según su filosofía de la vida y su concepción general de la medicina.
En el afán de programar los servicios que se brindan con la visión desde el
sector de la salud, muchas veces se olvida que los objetivos y características de
estos servicios pueden andar por un lado y, por otro, las expectativas y necesidades
de las personas que se atienden. De esto existen muchos ejemplos.
La medicina, cada vez más, debe ser la medicina del colectivo, eso es innega-
ble. Todos saben que esta medicina colectiva, perfectamente coordinada, beneficia
a los enfermos -sobre todo con afecciones de determinada envergadura- por su
profundidad, su amplitud y su humanismo. A pesar de ello, el enfermo quiere saber
quién es su(s) médico(s) y tiene preconcebida su imagen ideal.
Sin embargo, aunque se suponen, muchas veces no se sabe con certeza qué
cualidades esperan encontrar los enfermos en sus médicos en la actualidad. Un
grupo de enfermos ingresados en el hospital “Gustavo Aldereguía”, de Cienfuegos,
identificaron como las cualidades que esperan encontrar en sus médicos,8 en orden
de frecuencia:
· Que sean agradables (91,8 %).
· Tengan experiencia (83,6 %).
· Los escuchen (50,7 %).
· Que no los engañen (41,1 %).
· Sean respetuosos (41,1 %).
· Tengan profesionalidad (38,4 %).
· No los abandonen (31,5 %).
· Sean grandes profesores (28,8 %).
· Se comporten adecuadamente (24,7 %).
· Que los comprendan (23,4 %).
· Se mantengan actualizados (20,5 %).

8
Lois Y. y otros. Cualidades que los enfermos esperan encontrar en sus médicos. Opiniones de pacientes
ingresados en el hospital “Dr. Gustavo Aldereguía Lima”. Trabajo presentado en el Forum de Estudiantes
de Ciencias Médicas, Facultad de Ciencias Médicas “Dr. Raúl Dorticós Torrado” Cienfuegos, 2004.

87
En la práctica se ha visto que el origen de la mayoría de las insatisfacciones de
los pacientes y familiares hospitalizados, y el pase de visita no se aleja de esto, son
las dificultades en la comunicación, ya por exceso o por defecto, por distorsión de
la información o mala interpretación de esta. Llama la atención el haber encontra-
do la promoción de cursos de posgrado de comunicación para médicos a través de
Internet, en diversas universidades, sobre todo canadienses y británicas.
Los participantes. Deben ser los necesarios, ni más ni menos. Su número
muchas veces se relaja en la actualidad por exceso, cuando existen grandes grupos
de estudiantes rotando por los servicios. Hay que integrar y atender al colectivo,
que no es una suma de partes. Al finalizar el pase de visita, todos deben haber
aportado algo a la atención global de los enfermos y haber ganado también algo
para su formación y experiencia profesional y humana.
El profesor de clínica tiene la importantísima tarea pedagógica de enseñar a
observar, interrogar, examinar, diagnosticar, pronosticar e imponer terapéutica de
carácter integral al futuro médico, así como también despertar en los educandos el
amor por la clínica y la vocación por su ejercicio.
La función del docente clínico, más que enseñar en el sentido tradicional del
término, será la de propiciar el aprendizaje en un trabajo diario, duro, arduo, inde-
pendiente, paciente, bajo su conducción y guía. El docente servirá de modelo o
ejemplo integral y deberá actuar como fuente eficiente de información confiable.
Se les debe enseñar a los estudiantes a pensar por su cuenta, de manera lógica
y dialéctica, crítica y creadora, a partir de la solución de múltiples problemas reales
con pacientes en los escenarios donde se práctica la clínica. Pero este es uno de
los problemas más complejos y difíciles con que se enfrenta, y se enfrentará el
docente de las áreas clínicas.
La confección de la historia clínica -lo más acabada posible y con sus variantes-
es quizás la destreza conductual más importante que el médico debe dominar al
terminar su carrera, y es quizás el resultado objetivo que mejor refleja el desempe-
ño profesional del médico y que proporciona unidad a todo el proceso docente-
educativo en las áreas clínicas. Por tanto, no se concibe el futuro al lado de nuevas
y poderosas tecnologías, sin historias clínicas bien hechas y que reflejen real e
integralmente los problemas de salud de las personas que se atienden.
En el caso de los estudiantes de medicina, el pase de visita es clave para ense-
ñarles activamente -y que aprendan bien- el método clínico, fundamento científico
de la clínica, habilidad esencial del futuro profesional y que, al decir del Profesor
Ilizástigui debe desplegarse en toda su amplitud en esta actividad.
El profesor Ricardo González alerta a todos en el sentido de que:

“No podemos caer en la tentación, tan en boga en otros países, de


priorizar -en nuestros estudiantes y profesionales jóvenes-, la infor-
mación sobre la formación, la técnica sobre la compasión, la instruc-
ción sobre la educación, y la habilidad sobre la espiritualidad. Se

88
egresarían así, médicos cada vez más actualizados, pero menos sensi-
bles; cada vez más técnicos, pero menos involucrados; cada vez más
entrenados, pero menos disponibles; cada vez más equipados, pero
menos integrales y cada vez más automatizados, pero menos humani-
zados”.

Un error frecuente es disertar teóricamente durante el pase de visita, al lado de


la cama de algún paciente, sobre temas -incluso no relacionados o muy lejanamente
con el enfermo- sin preocuparse por la solución de sus problemas concretos e
individuales, ni de la posible iatrogenia, por excesiva información, que puede causar
en el paciente y sus familiares que en ocasiones no interpretan adecuadamente la
jerga profesional.
“Las quejas se producen sobre todo por lo que los médicos hablan,
por indiscreciones e imprudencias que alarman y disgustan a los usua-
rios. A veces los comentarios se hacen en presencia de personal
auxiliar de menor nivel, que hacen luego divulgación de información
reservada” (en conclusiones del Diálogo Ético).

Un aspecto que se descuida a menudo en el pase de visita es lo que hoy se


conoce como consentimiento informado, que no es más que contar con la apro-
bación del paciente (o sus familiares cuando aquel no esté en condiciones de deci-
dir) para la realización de procederes diagnósticos o terapéuticos, sobre todo aque-
llos que implican riesgos o malestares adicionales. El respeto a la decisión del
enfermo, después de una explicación suficientemente clara del asunto, es un dere-
cho que le asiste y que se vulnera con frecuencia.
Adicionalmente, con el afán por precisar hasta la última causa de los problemas
de salud de los pacientes hospitalizados, en ocasiones se proponen indicaciones de
exámenes complementarios invasivos, cuyo resultado no variará la conducta final
con el enfermo. Esto sucede a menudo con los muy ancianos, se deberá analizar
bien el costo-beneficio de estas acciones y aprender de estos análisis.
Habrá que combatir la autosuficiencia, la indiferencia, el no compromiso con los
pacientes, con los educandos, la indisciplina, la improvisación, el considerar la acti-
vidad docente-asistencial del pase de visita como algo que se va desarrollando sin
un plan mínimo, sin una guía, a lo que venga. Nadie podrá dar lo que no tiene ni
practica. Habrá que continuar con el cultivo de la modestia, el sacrificio, la voca-
ción de servicio, la compasión, la autopreparación, el deseo de aprender y ayudar a
los demás.

Participación del profesional de enfermería


Por la importancia que tiene la participación de este profesional, se le dedica un
epígrafe aparte para recordar los aspectos relacionados directamente con la ética.

89
El Jefe o Jefa de Sala, o la persona en quien ellos deleguen sus funciones es el
o la responsable de acompañar al médico a pasar visita encargándose de:
- Garantizar la disciplina y el orden en la sala, haciendo énfasis durante el pase de
visita.
- Corroborar que se encuentren en la sala las historias clínicas de cada enfermo
incluyendo las anteriores, los exámenes realizados, materiales y equipos nece-
sarios.
- Auxiliar a los facultativos en el examen físico.
- Cuidar la privacidad de los pacientes durante el examen.
- Preparar a los pacientes desde el punto de vista físico y emocional.
- Preocuparse por la higiene y la estética de la sala.
- Hacer cumplir la disposición de que solo estén presentes los acompañantes
imprescindibles.

La reunión de alta. Se debe realizar durante el pase de visita o inmediatamen-


te a su terminación, presidida por el jefe de servicio o de grupo básico de trabajo,
con todos los que participaron en la atención del enfermo, incluso los estudiantes.
Es la última impresión que se lleva el enfermo y sus familiares de la institución en
el momento del egreso hospitalario9
Esta reunión constituye un momento muy importante en la evaluación de la
calidad de la asistencia brindada a los enfermos y su grado de satisfacción. Ade-
más, sirve para el completamiento y la revisión final del expediente clínico del
egresado. En este paso se debe cuidar la ética al máximo. Cuando se realiza de
forma adecuada contribuye a mejorar la interrelación del hospital con la atención
primaria (contrarreferencia).

Principios de la ética médica en el pase de visita


Durante la actividad del pase de visita se deben observar, de manera explícita o
implícita, prácticamente todos los principios de la ética médica vigentes en el país.
Solo así se podrá garantizar su transmisión. Los 22 principios siguientes son los
más relacionados con el pase de visita:
− Dedicar esfuerzos a la prevención, recuperación, rehabilitación y promoción de
la salud humana.
− Propiciar adecuada relación personal con el paciente, que le inspire un estado
anímico de seguridad, explicarle su estado de salud y las causas de su enferme-
dad, con el tacto y prudencia necesarios e informarle oportunamente las medi-
das preventivas, de diagnóstico, de tratamiento y de rehabilitación que debe
adoptar o las que se le proponen.
− Establecer similar relación con los familiares del paciente, informándoles en
cualquier momento todos los aspectos relacionados con la atención de la enfer-
medad, propiciando obtener el máximo apoyo y cooperación posibles en lo rela-
cionado con la prevención, curación y rehabilitación familiar.

9
Servicio de Medicina Interna. Manual de Organización y Procedimientos. Cienfuegos: hospital “Dr.
Gustavo Aldereguía Lima”, 1998.

90
− Escuchar las preocupaciones y dificultades del paciente y sus familiares, darles
la atención requerida y esforzarse por viabilizar las soluciones posibles.
− Atender, de forma solícita y benévola, a toda persona que recabe atención, sin
mostrar prisa o indiferencia hacia sus padecimientos, ni hacer comentarios in-
discretos en su presencia.
− Utilizar, en todo momento de las relaciones con los pacientes y sus familiares,
un lenguaje claro, sencillo y comprensible, erradicando cualquier expresión soez
o de mal gusto.
− Respetar el decoro, el pudor y la dignidad de las personas que reciben atención
médica.
− Propiciar que solo se realicen con cada paciente los estudios complementarios
indispensables para llegar al diagnóstico correcto, y eliminar cualquier tenden-
cia a realizar indicaciones que se aparten de este objetivo y que provoquen
molestias o peligros innecesarios a los enfermos.
− Tratar en la práctica médica cotidiana, de indicar los medicamentos básicos y
esenciales que existan en el país, con el fin de evitar dificultades e inquietudes
en la población con la prescripción de marcas o productos similares no
disponibles.
− Obtener, antes de aplicar cualquier medida diagnóstica o terapéutica que pueda
significar un alto riesgo para el paciente, su consentimiento o el de sus familia-
res, excepto en los casos de fuerza mayor.
− Evitar y combatir cualquier tendencia a la complacencia en las indicaciones de
investigaciones, elaboración de certificados médicos u otras prescripciones que,
sin una necesidad real, sólo vayan dirigidos a satisfacer demandas injustificadas
de los pacientes.
− Cuidar de no incurrir en el error médico que resulta de una equivocación, aun-
que no exista mala fe, ni elementos de negligencia, despreocupación o ignoran-
cia. Es necesario evitar a toda costa que el trabajo se afecte por el apresura-
miento innecesario, la superficialidad o la rutina.
− Los errores médicos deben ser conocidos y analizados en las reuniones estric-
tamente médicas, con la libertad y profundidad necesarias, que permitan deri-
var de estas las experiencias que impidan su repetición.
− El médico, la enfermera y todo el personal técnico deben poseer la valentía
necesaria para reconocer sus errores y eliminarlos.
− Conservar el secreto profesional, teniendo en cuenta los intereses del paciente,
siempre que ello no ocasione un perjuicio social ni ponga en peligro la salud de
otras personas.
− No divulgar aspectos de la enfermedad que puedan estar relacionados con la
vida íntima del paciente o sus familiares.
− Evitar que lleguen a manos de los pacientes o de sus familiares las historias
clínicas, informes de laboratorio, o cualquier otro documento médico que pueda
darles indebida o perjudicial información.
− Al publicar los resultados de observaciones y experiencias, para contribuir a la
protección y mejoramiento de la salud y el avance científico-técnico de las
ciencias médicas, tener en cuenta que la información no debe perjudicar la

91
integridad psíquica y moral del paciente u otras personas, ni los intereses de la
sociedad.
− Garantizar que no se interrumpa la asistencia del paciente, en los casos que se
requiera su traslado a otra área de servicio o a otro centro.
− Mantener, en las personas con enfermedades con evolución fatal, absoluta o
relativa reserva sobre el diagnóstico y pronóstico en relación con el paciente y
seleccionar a quién se debe dar esa información con el tacto necesario.
− Evitar que se produzcan daños a personas sanas o enfermas en los trabajos de
investigación que se realicen.
− Exigir, de aquellos trabajadores subordinados, la conducta adecuada ante el
paciente y sus familiares y en el mismo sentido, actuar con aquellos no subordi-
nados pero que de una forma u otra intervienen en el trato con los pacientes.

Comentario final
El pase de visita ha sido el crisol de las más valiosas tradiciones clínicas, tanto
para garantizar una asistencia integral de calidad a los enfermos ingresados, como
taller de enseñanza-aprendizaje del método clínico, basado en la educación en el
trabajo. Por desarrollarse en el escenario real de la práctica clínica hospitalaria,
requiere la observancia de todos los principios de la ética médica para ser conse-
cuentes con las ideas que se defienden y que se quieren transmitir, si se aspira a la
excelencia en la atención médica y en la docencia hospitalaria.

La ética en estomatología*
La estomatología debe interpretarse en la actualidad como una ciencia de la
salud cuyo objeto de estudio es el hombre, considerado en su unidad biopsicosocial
y su salud en lo referente al complejo bucal, como elemento inseparable de la salud
general. La estomatología en sus orígenes estuvo condicionada por las limitaciones
del conocimiento científico y por las circunstancias que generaban las condiciones
de riesgo para la salud del hombre durante su vida.
La ciencia y la práctica médica durante su evolución histórica han estado siem-
pre determinadas por la composición de la estructura socioeconómica de la socie-
dad existente en cada momento; un ejemplo de esto es el surgimiento en Cuba de
la odontología, dentro del seno de la medicina en plena época colonial, cuando
imperaba en la Isla el régimen esclavista. Como forma de conciencia social, la
ciencia médica estaba determinada por la base económica de cada formación, lo
que le confería un carácter clasista, al privilegiar la clase dominante.
La historia universal está llena de ejemplos llegados a nuestra época, que pro-
ceden de regímenes esclavistas, feudales y de la sociedad capitalista incipiente,

*
Llanes Llanes, E. Trabajo inédito.
Doctor en Ciencias Médicas. Especialista en Periodoncia. Profesor Titular y Consultante de la Facultad
de Estomatología. Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana.

92
que contienen relatos increíbles por su crueldad en el campo de la salud y que
reflejan la ausencia absoluta de una ética elemental. Es frecuente citar a Hammurabi,
Rey de Babilonia, quien 2 000 años a.C redactó unas reglas de conducta ética que
han servido de base a innumerables documentos de contenidos éticos durante si-
glos, muchas de las regulaciones que contiene están orientadas al ejercicio de la
medicina en la época; nos referiremos a una de ellas que llama la atención por su
crueldad, y dice:

“Si un médico abre un absceso con un cuchillo de bronce y mata al


paciente o suprime la visión por uno de sus ojos, sus manos serán
amputadas; si el paciente es un esclavo, deberá reemplazarlo con
un nuevo esclavo; si solamente la vista del esclavo se pierde, pero
no su vida, el médico deberá pagar la mitad del valor del esclavo”.

En Cuba, las primeras nociones de prácticas odontológicas datan de 1519 cuan-


do algunos soldados españoles radicados en Cuba, que llegaron a la Isla durante la
conquista y colonización, hacían de flebótomos y cirujanos, practicaban también
extracciones dentarias, actividad que realizaban con carácter elitista; estas prácti-
cas de odontología rudimentarias tenían carácter de oficio.
En 1728 se crea la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Haba-
na -aunque desde 2 años antes se impartían clases de medicina- y aparecen por
primera vez publicaciones dedicadas a la cirugía dental. Se unen la medicina y la
cirugía y se determina la aparición de la odontología científica.
En 1875 se crea en la metrópoli española la carrera de Cirugía Dental, y con su
influencia se inician en Cuba en 1879 las primeras academias dentales particulares,
bajo regulaciones del gobierno Español. Estas academias impartían su docencia
con unos pocos profesores y solo algunos estudiantes, y se enseñaban aspectos
fundamentales de la cirugía dental de la época.
A finales del año 1900 se creó la Escuela de Cirugía Dental anexa a la Facultad
de Medicina y Farmacia de la Universidad de La Habana, lo que le confirió a la
enseñanza de la odontología carácter universitario. No existen evidencias en aque-
lla época de algún código ético vigente.
A finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX el desarrollo del capitalismo coinci-
de con adelantos significativos en el campo de la salud, que serían determinantes
para la evolución ulterior de toda la sociedad, como resultado de los aportes deriva-
dos del desarrollo científico-técnico y las nuevas concepciones filosóficas del mun-
do moderno.

“La ética tiene como tarea u objetivo propugnar y justificar una


conducta moral determinada para todos lo hombres o una parte de
ellos en un momento histórico”.

93
Esta definición del objetivo de la ética expresada por el profesor A. Barrera-
Enrich en el libro Bioética para la sustentabilidad, editado por Acosta Sariego,
señala de una manera escueta y sencilla el contenido de una de las más complejas
funciones del ser humano a lo largo de la historia de la humanidad.
El comienzo de la ética como teoría filosófica se sitúa en los trabajos de Aristóteles
aunque, con anterioridad, algunos filósofos ya habían hecho análisis acerca de los
fundamentos de la moral. La historia refleja que la teoría ética mejor organizada de
la antigüedad fue la aristotélica.
Como ética particular de carácter profesional, la ética estomatológica se inscri-
be en el contexto de la ética médica, y se basa igualmente en los principios de los
que emergen los deberes positivos durante el desempeño profesional y fuera de
este. Estos principios incluyen:
− La beneficencia: el deber de promover el bien y actuar según la mejor opción
para el paciente y para la salud de la comunidad.
− La no maleficencia: el deber de no hacer daño a los pacientes bajo ninguna
circunstancia.
− El respeto por la autonomía del paciente: el deber de promover y proteger las
decisiones libres, sin que se ejerza coacción sobre los pacientes, ello implica
brindarle información lo más detallada posible sobre su problema de salud y
solicitar siempre su consentimiento antes de efectuar acción médica alguna.
− Justicia: el principio de justicia implica distribuir equitativamente las oportunida-
des de mejorar la vida que ofrece la atención médica; las formas de lograr esta
distribución es objeto de un intenso debate en el ámbito de la salud.

En 1734, con la introducción de su basamento científico, la odontología adquirió


entonces el rango de profesión científica con un cuerpo de conocimientos
estructurados y una práctica clínica diferenciada que se enseñaba en escuelas
odontológicas privadas. Tanto la enseñanza de esta comenzante rama de la ciencia
como la actividad clínica ejercida en los consultorios privados, estaba orientada
exclusivamente a la curación de algunas enfermedades bucales como la caries
dental, periodontopatías, traumatismos dentarios, lesiones de la mucosa bucal, con-
fección de algunos tipos de prótesis dental y otros. Los tratamientos aplicados a
pacientes con alguna de las afecciones mencionadas debían ser remunerados.
Así pues, desde sus inicios, la odontología en Cuba surgió como una actividad
mercantil que de hecho era elitista, ya que solo los que podían pagar los tratamien-
tos realizados recibían el servicio; de este modo los pacientes adquirían simultánea-
mente la condición de clientes.
El primer documento deontológico de que tenemos noticias data del surgimiento
de la República hacia 1912, es el Código Moral del Colegio Médico de Cuba; el
segundo documento de este tipo es el Juramento de Honor, el Código de Moral y
Ética y las Reglas de Etiqueta Profesional del Colegio Médico de Cuba, aprobado
en la XLll Asamblea Médica Nacional (1957). A pesar de que para entonces la
odontología se había integrado a la medicina, no existen evidencias de un código
ético odontológico en esa etapa.

94
Desarrollo
Durante toda la evolución de la República, la cirugía dental se caracterizó por el
ejercicio de la práctica privada y la condición de profesión mercantil elitista y lucra-
tiva, en correspondencia con las relaciones económicas imperantes. Es absoluta-
mente antiético, y por tanto inmoral, admitir el elitismo sobre base mercantil y
lucrativa en la esfera de la salud; es profundamente inhumano abandonar a su
suerte a un enfermo por carecer de recursos para sufragar los honorarios que
exigen el médico y el estomatólogo por sus servicios. Igual connotación tiene indi-
car o administrar medicamento o tratamientos poco o nada eficaces, disponiendo
de otros de superior eficacia, por las mismas razones.
Esculapio, famoso practicante de la medicina de la antigua Grecia, aconsejaba
a su hijo que pretendía hacerse médico:
…“el deber de consagrarse a la profesión sin esperar mayor re-
compensa que la satisfacción por ayudar a los demás”.

Esta expresión de profundo contenido ético tiene hoy plena vigencia en el terre-
no deontológico.
En el llamado mundo occidental, donde los servicios de salud se comercializan,
los gremios médicos y estomatológicos confeccionan sus propios códigos de ética
en los que, además de contener acápites sobre confidencialidad, relación médico-
paciente, pruebas genéticas y otros, quedan plasmados explícitamente en el articu-
lado de los respectivos textos los aspectos relativos a las finanzas en razón de los
servicios prestados.
En los Estados Unidos la mayor parte de los dentistas -ya sea en forma indivi-
dual o en pequeños grupos- trabajan como empresarios independientes. A pesar de
ello el cuidado dental generalmente no es visto como producto común en el mercado.
Algunos ejemplos obtenidos de la literatura médica revisada dan fe de estas
aseveraciones. The American College of Physicians (El Colegio de Médicos
Americanos) en 1998 publicó la cuarta edición de su manual de ética en el que
aparece un acápite denominado “Disposiciones financieras” que textualmente dice:

“Las relaciones financieras entre los pacientes y médicos varían


desde el pago por servicio hasta los arreglos contractuales guber-
namentales y el seguro prepagado. Los arreglos y las expectativas
financieras debieran establecerse claramente de antemano. Los
honorarios por los servicios de los médicos deben reflejar veraz-
mente los servicios suministrados. Los médicos deben tener en
cuenta que perdonar el pago compartido puede constituir fraude…”

El párrafo refleja claramente la esencia mercantil y elitista de este cruel siste-


ma de salud, que discrimina a las personas sin seguro médico o sin recursos mone-
tarios para sufragar el precio de los tratamientos médicos y estomatológicos.

95
En otro acápite del mismo código, denominado “Conflictos de intereses finan-
cieros”, se puede leer:
“los médicos pueden invertir o ser dueños de instalaciones de aten-
ción médica cuando se proporcione el financiamiento de capital”.

Más adelante dice:


“Los médicos pueden invertir en valores de comercialización pú-
blica….”
Estos párrafos dejan muy claro la posibilidad de privatización de las institucio-
nes de salud, y su conversión en centros de negocios muy lucrativos.
El Consejo Federal de Odontología de Río de Janeiro editó en 1998 el Código de
Ética Odontológica. En la página 12 aparece el capítulo VII que trata sobre: “Los
honorarios profesionales”, donde podemos leer:
Artículo 10. En la fijación de los honorarios profesionales, serán considerados:
I. La condición socioeconómica del paciente y de la comunidad.
II. El concepto del profesional.
III. La costumbre del lugar.
IV. La complejidad del caso.
V. El tiempo utilizado en la atención
VI. El carácter de la permanencia, temporalidad o eventualidades del trabajo
VII. Las circunstancias en que haya sido realizado el tratamiento.
VIII. La cooperación del paciente durante el tratamiento.
IX. El costo de la operación.

La lectura de este fragmento del capítulo VII del código de referencia impresio-
na como si se tratara de una solución justa, cuando en realidad enmascara sutil-
mente su esencia mercantil.
En una publicación argentina sobre Bioética en Odontología de Febrero de 2001
encontramos las expresiones siguientes:
“El paciente en el sillón del dentista es seguramente el más obvio
de los clientes principales del dentista…”

Los valores centrales de la odontología y su práctica ¿Cuáles son entonces los


valores centrales de la odontología y la práctica dental? Si existe más de un valor
central ¿cómo se establece el orden de prioridad de estos valores?
Una propuesta es que los valores centrales de la profesión dental tienen este
orden:
1. La vida del paciente y la salud general.
2. La salud bucal del paciente, entendida como un funcionamiento oral apropiado
y sin dolores.
3. La autonomía del paciente, en la medida en que sea posible, de lo que le ocurra
al cuerpo del paciente (incluyendo la importancia que este le otorga a la salud,
el confort, el costo, las consideraciones estéticas y otros valores).

96
4. Las preferencias de los dentistas por ciertas prácticas (incluyendo diferentes
filosofías de prácticas dentales).
5. Consideraciones estéticas, desde el punto de vista de experimentadas prácti-
cas dentales.
6. Las consideraciones de eficiencia, que puedan incluir -por parte del dentista-
consideraciones sobre el costo.

Otra esfera de relaciones entre profesionales involucra razas y discriminación


por sexo dentro de la profesión. Hasta 1970 la odontología en los EE.UU era
practicada casi exclusivamente por hombres blancos. Durante los últimos 25 años
una cantidad creciente de mujeres y minorías fue aceptada en Facultades
Odontológicas y sus integrantes se transformaron en profesionales. Pero para 1993
solo 10 % de los 150 000 dentistas del país eran mujeres.

La estomatología y la ética. Nuestras concepciones


Sería interminable la lista de citas con este tipo de enfoque respecto a la ética,
la moral y los valores en la estomatología, en ese mundo decadente que no tiene
nada que ver con nuestras concepciones éticas y mucho menos, con nuestras
concepciones respecto a los valores en la esfera de la salud y sobre todo, de la
sociedad en su conjunto.
La declaración de la salud como derecho del pueblo y deber del gobierno revo-
lucionario significó un hito en la historia de la ética en el campo de la salud en este
continente, y no creo exagerar si digo en el mundo, o al menos, en ese mundo
decadente al que hacía referencia, que sustenta la ética, la moral y los valores con
argumentos ridículos, hipócritas, vacíos e inmorales.
Cuba adoptó el modelo ético del socialismo, que se caracteriza por su profundo
humanismo, la solidaridad internacional, igualdad y progreso social. Según Barre-
ra-Enrich A.:
“Hay progreso moral, en la medida en que una clase, a través de
su propia ética, garantice que los principios y formas humanistas
se extiendan en forma creciente a toda la sociedad, librándola de
la ética precedente”.
Desde el mismo primero de Enero de 1959, después de asumir el gobierno
revolucionario la dirección política del país, se inició en Cuba un extraordinario y
complejo proceso de transformación en toda la estructura política, económica e
institucional del país. En el campo de la salud pública, el cambio consistió básica-
mente en transformar todo el andamiaje desarticulado del antiguo Ministerio de
Salubridad y la organización de las clínicas mutualistas, sustituyéndola por una
estructura revolucionaria y funcional capaz de asumir la responsabilidad de garan-
tizar la salud de toda la población, sobretodo a la más empobrecida, hasta entonces
abandonada a su suerte.
El trabajo arduo y sostenido de un equipo de revolucionarios capaces, logró la
compleja transformación y simultáneamente creó las bases para el desarrollo

97
ulterior de la salud pública revolucionaria en Cuba. Desde los primeros momentos,
las ideas que sustentaban esta proyección estaban muy claras: crear un sistema de
salud basado en el principio de la gratuidad y el acceso a todos los servicios sin
distinción de personas.
Por su contenido humanístico, el fundamento ético de esta proyección, a pesar
de no existir códigos éticos “escritos”, se identifica indudablemente con la ética
socialista, aunque en ese momento no se había declarado aún el carácter socialista
de la Revolución Cubana. Después de esta declaración en abril de 1962, la ética
socialista con su enfoque humanístico asumió para nosotros su real dimensión de
ética general, que permite su comunicación y la estabilidad de relaciones beneficio-
sas para la generalidad, que hace posible la supervivencia, el desarrollo y la conti-
nuidad de la sociedad.
En el ámbito de la salud toda la ética del período republicano, representada por
los “códigos éticos” elaborados por los gremios médico-estomatológicos burgue-
ses, se hace obsoleta, se desploma súbitamente y sus abanderados huyen despavo-
ridos en busca de nuevos mercados de salud en otros países. Se implantó entonces
en Cuba una ética diferente, la ética del socialismo, para garantizar que las nuevas
formas humanistas y sus principios se extendieran por todo el país, librándolo para
siempre de la ética burguesa precedente. Esta nueva ética, en su carácter de ética
general, cubre una amplia gama de trabajo creador en toda la sociedad socialista
cubana y ha acumulado experiencias en la delimitación de perfiles, organización,
funciones e interacción de las instituciones y organismos que conformaron desde
sus inicios la nueva y creciente estructura del Estado Revolucionario.
No es hasta 1983 que se dicta la Resolución Ministerial No. 72 del Ministerio de
Salud Pública, donde se dispone la creación de Comisiones de Ética Médica en las
unidades del Sistema Nacional de Salud, que deberán ventilar las infracciones de
los Principios de la Ética Médica, discutidos y aprobados en asambleas, por profe-
sionales y técnicos de la salud.
Este documento ha sido la norma fundamental vigente, en el terreno deontológico,
que pauta la conducta ética de todos los profesionales y técnicos de la salud, inclu-
so los estudiantes de las carreras respectivas, hecho este que lo diferencia de
cualquier otro documento deontológico existente. El documento en cuestión enfatiza
los deberes fundamentales respecto a la promoción de salud, la disposición de
trabajar donde sean más necesarios sus servicios, incluso en otros países, lo que
evidencia un elevado espíritu internacionalista; además, establece el deber de soli-
citar la aprobación del paciente y sus familiares antes de aplicar cualquier medida
de alto riesgo. Igualmente, recoge el documento los deberes sobre la relación con
el paciente y sus familiares, así como con el resto de los trabajadores de la salud,
incluyendo el personal docente y los educandos.
Contiene además un párrafo que contempla los deberes de los profesionales de
la salud con el resto de la sociedad. En otros acápites establece: respetar el decoro,
el pudor y la dignidad de las personas; indicar los estudios complementarios indis-
pensables, conservar el secreto profesional, mantener absoluta o relativa reserva
con los pacientes en los procesos evolución fatal, evitar incurrir en error médico,
entre otros.

98
Al referirse al ámbito docente, el documento precisa que el profesor deberá ser
ejemplo ante sus alumnos, para lo cual cuidará su constante superación y, a su vez,
los alumnos deberán responder con su mayor esfuerzo, dedicación y espíritu de
sacrificio.
Hacia el final, el documento indica que las transgresiones de estos principios
deberán ser analizadas con el objetivo de precisar el grado de responsabilidad de
los infractores. Este código se complementa con la inclusión del modo de operar
las comisiones, la designación de sus miembros, las relaciones de estas con la
administración y el sindicato, así como la responsabilidad de la administración para
dictar las medidas necesarias y la comunicación a las autoridades cuando exista
responsabilidad penal.
Como se puede apreciar en esta exposición sintetizada, el documento aprobado
en 1983, que dispone la creación de Comisiones de Ética Médica en las unidades
del Sistema Nacional de Salud para dirimir las infracciones de los Principios de la
Ética Médica, contiene los elementos indispensables necesarios para servir de base
deontológica a los trabajadores de la salud, durante el desempeño de sus funciones,
en toda la época de su vigencia.
En los últimos 20 años, las ciencias médicas en general, y la estomatología en
particular, han sido objeto de significativas innovaciones, tanto en sus respectivos
cuerpos de conocimientos como en la aplicación práctica de la tecnología moderna,
que han influido de manera determinante en su vertiginoso desarrollo. Las trans-
formaciones se sucedieron en extensión y profundidad para garantizar el acceso a
los servicios de salud a las personas que vivían en los lugares más recónditos e
intrincados.
Desde el mismo Triunfo de la Revolución se comienza a encausar la enseñanza
médico-estomatológica con un enfoque social, con vista a la solución de los proble-
mas de salud de toda la población. Para materializar estos proyectos, que contie-
nen una base ética nunca antes vista en este continente, fue necesario transformar
paulatinamente los planes y programas de estudio de las ciencias médicas median-
te un largo proceso de contextualización permanente, que ha requerido de enormes
inversiones en construcciones, equipamiento, medicamentos y toda la gama de
productos y materiales factibles de ser utilizados en un sistema de salud de primera
línea como el Sistema Cubano.
Ahora bien, la base ética de este Sistema de Salud no es solo de carácter
deontológico o de transparencia en el manejo de recursos financieros, su base ética
está implícita en la esencia misma de su concepción, en su proyección humanística
y en el propósito solidario que entraña para con los necesitados. Esto queda evi-
denciado con la ayuda médica prestada al pueblo chileno en 1960, cuando el terre-
moto, y al pueblo argelino en 1963, con el que compartimos los pocos recursos de
que disponíamos entonces, para apoyarlos recién liberados del colonialismo fran-
cés. Además, con las innumerables misiones del mismo género que se encuentran
hoy distribuidas en más de 70 países (según el Anuario Estadístico del Ministerio de

99
Salud Pública del 2007), brindando atención médico-estomatológica gratuita y sal-
vando vidas a personas que en muchos casos nunca habían visto un médico. Este
tipo original de ética es desconocida e hipócritamente ignorada y rechazada por los
abanderados de la ética burguesa, que por demás, es muestra fehaciente de nues-
tro modelo ético.

Consideraciones finales
Dentro de los dilemas éticos de mayor prioridad con los que se enfrenta la
estomatología contemporánea se incluyen: los procedimientos operatorios de alto
riesgo para los pacientes, profesionales y técnicos; la necesidad de consentimiento
informado para algunos tratamientos estomatológicos; la evaluación de la calidad
de los servicios; las malas prácticas de odontología ilegal o no calificada; las rela-
ciones interprofesionales; el cuidado bucal de las personas de la tercera edad y de
pacientes críticos; las responsabilidades de la estomatología comunitaria; la experi-
mentación estomatológica con sujetos humanos; la enseñanza de la ética en la
educación del pregraduado y posgraduado y la supervivencia de concepciones
flexnerianas.
Según criterios personales, los 3 últimos aspectos mencionados por su carácter
integrador son los de mayor complejidad, y su enfoque engloba el resto de los
dilemas éticos mencionados, aunque considero igualmente, que la enseñanza de la
ética en la educación del pregraduado y posgraduado de estomatología es el dilema
de mayor jerarquía, debido al compromiso de futuro que implica.
La responsabilidad de las universidades odontológicas en la enseñanza de la
ética de la profesión no es cuestionable. Siempre se ha considerado que en la
educación médico-estomatológica, el ejemplo del profesor es un paradigma deter-
minante para la formación ética del estudiante. Por esta razón, uno de los principa-
les ejemplos de estos profesores se vincula con la relación médico-paciente, a
través de la cual cada uno de ellos se debe convertir en un especialista en ética y
deontología; es por ello que debemos integrar a la práctica con mayor profundidad
cada vez, los contenidos teórico-metodológicos de la enseñanza de la ética en la
carrera de estomatología y en la formación de nuestros especialistas.
La Comisión Nacional de Ética Médica del Ministerio de Salud Pública, confec-
cionó un documento que abarca todo el espectro deontológico del trabajo médico-
estomatológico y de otros profesionales y técnicos de la salud, en las complejas
circunstancias del desarrollo actual de la ciencia y la técnica; de este documento
en fase de aprobación, tomo su último párrafo para concluir:
“La revolución ha creado un formidable ejército de abnegados com-
batientes de la salud y científicos sin precio, salidos de la universi-
dad médica cubana, que sin haber recibido un contenido
deontológico específico durante su formación, se han adelantado a
su tiempo, creando con su ejemplo un paradigma ético que supera
toda expectativa y sirve de modelo a futuras generaciones de mé-
dicos cubanos y de otras latitudes”.

100
El compromiso social y la ética del cuidado*
El punto esencial para definir el desarrollo futuro de la enfermería tiene relación
con el grado de autonomía y de iniciativa de la profesión, de la selección y aprove-
chamiento de estrategias viables para reorientar el saber y el quehacer. También
tiene relación con un compromiso social e institucional hacia la equidad social de la
práctica y la construcción de un modelo científico biopsicosocial.
Es importante, para definir el desarrollo futuro de la enfermería, tener en cuenta
mejor calidad en la formación, acorde con los requerimientos sociales vigentes,
enmarcados en el respeto a los derechos humanos como elemento esencial de la
ética social y profesional.
Se hace necesario rescatar el humanismo de la profesión en relación con los
usuarios, y esto solo será posible si se incorporan conocimientos sólidos para utili-
zar de forma crítica los avances tecnológicos en su quehacer cotidiano y profesio-
nal. La enfermera del futuro no solo tiene que saber y saber hacer, sino hacer y
hacer bien, sobre todo saber ser.
Las enfermeras deben reexaminar a fondo sus funciones y tareas, para com-
probar si los objetivos fundamentales y metas a largo plazo se van logrando con las
acciones que llevan a cabo. La preocupación primordial como profesionales de la
salud debe ser trabajar con el compromiso de mejorar la salud y la calidad de vida,
principalmente de las poblaciones y personas más desprotegidas.

Valores éticos reconocidos por la sociedad


Cada sociedad en correspondencia con el grado de desarrollo económico y
social alcanzado en un momento determinado, su historia, cultura, tradiciones y
costumbres construye su propio sistema de valores y, a partir de este sistema de
valores establece sus normas de regulación de las conductas humanas (ética gene-
ral de la sociedad).
La concepción más avanzada de la ética considera que la causa más profunda
de la existencia de la moral es la necesidad de regular la conducta de las personas
en la sociedad, en la convivencia humana a partir de conjugar los intereses de cada
persona con los intereses de los demás, de la familia, del grupo, de la clase social,
de la profesión o de la organización a la que se pertenece, de la nación y de la
humanidad, para que la actuación de cada quien no sea una interferencia u obstá-
culo para lograr fines y objetivos comunes.
Los valores son las necesidades más significativas de los seres humanos, con-
vertidos en aspiraciones e ideales; por tanto, todos los valores son humanos, y
todos los valores tienen una significación positiva, lo que se contrapone al valor es
un antivalor.
*
Lescaille Taquechel, M. En: Amaro Cano, M del C. Enfermería, sociedad y ética. 2009 (En Imprenta).
Máster en Ciencias. Profesora Auxiliar de Enfermería. Metodóloga del Centro de Estudios Humanísticos
de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana. Secretaria de la Cátedra de Bioética de la FCM
“General Calixto García”.

101
En este sentido, recordaba Ortega y Gasset que, cuando uno se enfrenta a las
cosas, no solo se aceptan operaciones intelectuales con respecto a ellas, por ejem-
plo comprenderlas, compararlas o clasificarlas, también se estiman o desestiman,
se prefieren o se relegan, es decir, se valoran.
Nuestro mundo puede convertirse en un mundo sin hogar, en el que las perso-
nas existen pero no se encuentran como en casa, al que le falten ventanas, confort
y habitabilidad. Los valores hacen de nuestro mundo un hogar y son atractivos, lo
contrario es repelente, por eso los valores valen por sí mismos.
Los valores son los que se reclaman para llevar adelante una existencia verda-
deramente humana; son valores que ayudan a acondicionar la vida de todos los
seres humanos y además están al alcance de todas las fortunas personales, porque
todos tienen la posibilidad de ser justos, honestos, solidarios y de respetar la digni-
dad de las demás personas. La gran tarea de nuestras sociedades consiste en
hacer que estos valores se conviertan en verdaderas creencias que muevan las
decisiones de la vida diaria.
Los principales valores éticos que se deben construir y/o reforzar con la familia,
en la escuela y en la sociedad son: respeto a la dignidad de las personas, justicia,
solidaridad, libertad y responsabilidad. La educación de estos valores tiene que
hacerse mediante el diálogo, propiciar momentos de reflexión y debate, acompaña-
dos de la carga de emoción que lleva implícito hacer alusión a las principales
estimativas, asumidas como las más significativas del grupo social.
El gran problema de los valores -al decir de Adela Cortina- consiste en saber si
a los valores se les concede un valor, o si los valores valen por sí mismos.
A continuación se estudian los principales valores relacionados con la ciencia
del cuidado desde el prisma del compromiso social:
Respeto a la dignidad de la persona. Respetar el derecho de las demás
personas a ser respetadas. Considerar los criterios y las posiciones de los demás -
aunque no se compartan- pero se entiende que representan un punto de vista mo-
ral. Respeto a las diferencias (sociales, económicas, políticas, religiosas y étnicas).
Justicia. Sinónimo de distribución igual ante necesidades iguales. Es importan-
te considerar 3 aspectos:
1. Igualdad en dignidad: reconocimiento de la necesidad de todas las personas de
ser respetadas, trato igual para todos al margen de diferencias sociales, étnicas,
sexuales, culturales, religiosas y políticas.
2. Igualdad económica: distribución de las riquezas en correspondencia con las
necesidades, tanto de las clases más desprotegidas como de los países subde-
sarrollados o en vías de desarrollo.
3. Igualdad de posibilidades para el desarrollo de competencias: es necesario
aumentar el nivel de competencia de las personas para poner sus habilidades
al servicio de otros; demostrar que es un bien social que hay que compartir.

Solidaridad. Compartir lo que se tiene con los menos favorecidos. Es imposi-


ble ser solidario si no se experimenta la real necesidad de estar con otro en el
momento de mayor vulnerabilidad. Es necesario ejercerla en un sentido local y
universal.

102
Libertad. Respetar el derecho a la libertad de opinión, elección y acción de las
personas, siempre que ella no atente contra la libertad de terceros. También se
consideran 3 aspectos:
1. Libertad con justicia: es la libertad que se ejerce a partir de recibir un trato de
igualdad.
2. Libertad como independencia: es la libertad que más se aprecia, la libertad
propia, de opinión, elección, asociación y desplazamiento.
3. Libertad participativa: es la posibilidad de participar en las actividades, reunio-
nes, asambleas, y ejercer el derecho de opinión y de participar en la toma de
decisiones en la vida pública con sus conciudadanos.

Responsabilidad. Es asumir las obligaciones morales como un compromiso


consecuente con el modo de actuar. Las características de la responsabilidad son:
1. Tener conciencia de las obligaciones que se contraen.
2. Enfrentar la toma de decisiones.
3. Responder por los actos asumidos.

Estos valores tienen que ser construidos o fortalecidos en el diálogo ético, que
no es una negociación, sino tiene como base el reconocimiento de que el otro es
igual, que tiene derecho a expresar sus criterios, que forma parte de su propia vida
porque los seres humanos son tales porque viven en sociedad, lo cual quiere decir
que se necesitan unos a los otros y que todos tienen el derecho y el deber de
reconocer lo que es valioso para el conjunto de la humanidad, de un grupo, de una
asociación y de una profesión. Este reconocimiento solo es posible si se logra el
consenso; si esto se reconoce, el diálogo es humano.
Los valores éticos valen por sí mismos, por lo que es preciso educar en valores,
aunque es necesario saber que esa educación será un éxito si no queda solo en
ideas, todo lo contrario, si logran encarnar en las creencias de la vida cotidiana e
impregnar las acciones transformadoras de la realidad en la que están inmersos los
propios sujetos.
Los valores éticos del cuidado enfermero se analizan en 2 vertientes dobles:
1. La persona que los recibe, y quien los proporciona.
2. La enfermería como profesión comprometida con la sociedad y sus integran-
tes, y la enfermera con sus propios valores éticos.

Es de vital importancia en la concepción de los cuidados enfermeros la atención


que debe concederse a las creencias, costumbres, valores y cultura tanto de las
enfermeras como de las personas que requieren los cuidados, y tanto desde la
perspectiva personal como profesional y social.

Código de ética del Concilio Internacional de Enfermería


En el Congreso Internacional de Enfermería celebrado en Montreal, en 1929,
se argumentó la necesidad de un Código Internacional de Ética. En 1947 se propu-
so un código internacional basado en la solicitud de 1929. En 1949 el Director General

103
de la OMS informó al Concilio Internacional de Enfermeras (CIE), que la Asocia-
ción Médica Mundial estaba preparando un código de ética internacional para los
médicos.
El primer Código de Ética de Enfermería fue publicado en 1953, luego de ha-
berse aprobado en una reunión del Gran Consejo celebrado en Sao Paulo, Brasil.
Fue revisado en 1969. En 1973, en el Congreso de México, se aprobó un nuevo
código, actualmente en vigor, en el cual aparecen modificados varios aspectos del
primero, en especial aquellos que denotaban una subordinación servil en la relación
enfermera-médico.
En 1977 se publicó “Dilemas de la Enfermera” gracias al financiamiento de la
Fundación Internacional Florence Nightingale. En 1982, el Comité de Represen-
tantes Nacionales propuso al CIE algunas modificaciones al Código de Ética Inter-
nacional, relacionadas fundamentalmente con los cambios conceptuales sobre sa-
lud. En 1987, el Comité de Servicios Profesionales consideró la necesidad de otra
publicación, al estilo de “Dilemas de la enfermera”, atemperada a las nuevas situa-
ciones planteadas por los avances tecnológicos, como: la paternidad discutida, test
sobre SIDA, ingeniería genética, eutanasia, confidencialidad, el derecho a morir,
etc. Este nuevo código -actualmente vigente- cuyos elementos más importantes se
transcriben a continuación, contempla algunos de esos aspectos.

Conceptos éticos aplicados a la enfermería


Son 4 los aspectos que reviste la responsabilidad de la enfermería:
− Mantener y restaurar la salud.
− Evitar las enfermedades.
− Aliviar el sufrimiento.
− Contribuir a la rehabilitación del enfermo.

La necesidad de los cuidados de enfermería es universal. El respeto por la vida,


la dignidad y los derechos del ser humano son condiciones esenciales de la enfer-
mería.
No se hará distinción alguna sobre la base de consideraciones de nacionalidad,
raza, religión, color, edad, sexo, opinión política o condición social.
La enfermera asegura los servicios de salud a la persona, la familia y a la
comunidad, y coordina sus actividades con otros grupos de profesionales de la
salud.
La enfermera y la persona. La enfermera debe atender en primer término a
aquellas personas que necesiten de sus servicios profesionales.
La enfermera, en el ejercicio de su profesión, crea un medio ambiente en el cual
los valores, costumbres y creencias de la persona son respetados.
La enfermera mantendrá reserva sobre la información personal que reciba y
utilizará la mayor discreción para compartirla con otras personas en caso necesario.

104
La enfermera y el ejercicio de la enfermería. La enfermera es responsable
de su actuación profesional y de mantener válida su competencia mediante una
educación permanente.
Dentro de las circunstancias de una situación específica, la calidad del trabajo
de la enfermera será siempre lo mejor posible.
La enfermera evaluará con espíritu crítico-profesional la competencia de las
personas cuando tenga que aceptar y delegar responsabilidades.
En el ejercicio de su profesión, la enfermera debe mantener siempre una con-
ducta personal irreprochable que dé crédito a la profesión.
La enfermera y la sociedad. La enfermera comparte con otros ciudadanos la
responsabilidad por iniciativas y acciones tendientes a satisfacer las exigencias
sanitarias y sociales de la colectividad.
La enfermera y sus colegas. La enfermera colabora con las personas con las
que trabaja en el campo de la enfermería y en otras áreas.
Cuando los cuidados que recibe un paciente son puestos en peligro por un cole-
ga u otra persona, la enfermera debe tomar las medidas más apropiadas posibles.
La enfermera y la profesión. La enfermera desempeña el papel principal en
la definición y aplicación de las normas deseable en el ejercicio y la enseñanza de
la enfermería.
La enfermera contribuye de forma activa al desarrollo del acervo de conoci-
mientos propios de la profesión, así como participa en el establecimiento y el man-
tenimiento de condiciones de trabajo social y económicamente equitativas en la
enfermería.
Después de la lectura del código del CIE se aprecia que los códigos éticos
establecen ideales de conducta que representan declaraciones colectivas sobre
objetivos y formas de comportamiento de la comunidad científica.
Los códigos son lógicamente generalistas y no pueden atender a situaciones
individuales y personales, por lo que en un plano más concreto y no menos impor-
tante, hay que apelar a la responsabilidad individual para desarrollar hábitos y cos-
tumbres morales como parte de la naturaleza de la persona, que impregnen la
actividad cultivadora de valores como la justicia, la solidaridad, el respeto y la
tolerancia, en el sentido de ver y tratar a la persona cuidada como a alguien igual.
La ética personal se expresa en las actitudes hacia los demás.

Juicios de valor acerca de las conductas ciudadanas


y profesionales
Se conoce como juicio de valor a la evaluación crítica de la conducta propia o
de otras personas, a la luz de las normas de comportamiento moral aceptadas por
la sociedad o una profesión determinada, en su sistema de valores o ética
profesional.
Las características de los juicios de valor son:
− Descriptivos: adscriben propiedades a los hechos evaluados, lo que puede ser
verdadero o falso.

105
− Afirmaciones con carácter prescriptivo: como instrucción normativa para la
acción, generalmente hechos en un horizonte de problemas prácticos.
− Aunque no son mandatos directos remiten a un debe ser, por referencia al cual
se formulan.
La teoría aristotélica definía que lo primero era la educación del carácter de la
persona a partir del aprendizaje de la moralidad del resto de los miembros de la
ciudad, y que solo así se podría conseguir el conocimiento para hacer juicios racio-
nales sobre lo que es bueno; quien no cultivaba primero las virtudes ciudadanas
sería incapaz de juzgar honradamente qué es bueno o qué es lo mejor para uno
mismo.
La justificación racional de las acciones profesionales solo es posible desde el
marco de referencia que se haya adoptado para el ejercicio, tanto en los aspectos
científicos y técnicos como en lo que respecta a lo ético.
El acto del cuidado implica un juicio de valor, así como procesos dinámicos y
participativos para identificar y dar prioridad a las necesidades y decidir el plan de
cuidados de enfermería, con el propósito de promover la vida, prevenir la enferme-
dad, intervenir en el tratamiento y en la rehabilitación, y brindar cuidados paliativos
para desarrollar en lo posible las potencialidades personales y colectivas.
Al mismo tiempo, es preciso abstenerse de realizar juicios de valor que pudieran
influir de manera negativa en la conducta profesional, así como evitar la confronta-
ción de diferentes valores que remitan a decisiones difíciles.
Los juicios de valor, a través del prisma de la elevación de la calidad de los
servicios, juzgan la moralidad de las situaciones de acuerdo con la dignidad que
corresponde a toda persona y en cualquier situación.

Responsabilidad moral del cuidado


La ética del cuidado destaca la importancia de valorar el sufrimiento del pacien-
te, la necesidad y sensibilidad para responder de tal forma que se proteja lo más
posible al paciente y a sus familiares de la sensación de aislamiento, abandono y
discapacidad propios de la enfermedad.
En la ética del cuidado, para la concepción de habilidad moral, son centrales
aquellas aptitudes que nos permitan asumir actitudes de compromiso, tales como
estar junto a los demás, saber escucharlos, expresarnos afectivamente e interpre-
tar lo que otros dicen o hacen con sensibilidad. Estar abiertos a comprender y, en
correspondencia, cambiar nuestros conceptos sobre los asuntos y bienes priorita-
rios para los demás, pacientes o familiares, dada su condición. La ética del cuidado
llama a descubrir y desarrollar capacidades imaginativas, emocionales y expresi-
vas, que son indispensables para una buena comunicación.
Independientemente del tipo de estructura del servicio de salud de que se trate,
el personal de enfermería tiene deberes, derechos y responsabilidades en la presta-
ción de los servicios.

106
La responsabilidad es un concepto que ha estado presente durante mucho tiem-
po y estará en nuestra profesión. Florencia Nightingale en sus escritos se refiere a
la responsabilidad de la enfermera sobre el estado de la habitación del enfermo, la
necesidad del cuidado para evitar accidentes de los pacientes, a la obligación que
tiene en general la enfermera con sus pacientes.
En resumen, responsabilidad es la capacidad de asumir las obligaciones mora-
les como un compromiso consecuente con el modo de actuar y responder por los
comportamientos y resultados en la actividad profesional.
Si se piensa que el cuidado de las personas guarda el valor intrínseco que tiene
la enfermería ante la sociedad, inmediatamente se destaca la enorme implicación
ética, moral, social y legal que debe tener la profesión para ser considerada
como tal.
La enfermería define su sentido humanístico en una relación interpersonal
jerarquizada por sus valores como persona, profesional y ciudadana, y los conoci-
mientos científicos y técnicos propios que le dan una identidad única en su relación
con otros profesionales.
Identificar en el trabajo de enfermería la labor de cuidar, de velar porque las
acciones sanitarias respeten la integridad física y moral del paciente, así como
proponer su corrección cuando se estime pertinente, es una condición indiscutible
de la responsabilidad moral del cuidado.
Florence Nightingale, fundadora de la enfermería profesional, titula su obra es-
crita más importante y conocida: Notas de Enfermería ¿Qué es y qué no es? En
ella busca lo que somos, a partir de las diferencias y justifica lo que se hace.
La enfermera profesional no puede actuar, en el proceso de cuidar, desde pun-
tos de vista dogmáticos respecto a la manera de entender la vida y la muerte,
tampoco de las prioridades que cada ser humano establece en su vida, ni de la
manera con que cada persona vive su espiritualidad.

Consideraciones finales
El cuidado es una actividad permanente y cotidiana de la vida de las personas.
Todos o casi todos cuidan o se cuidan. El cuidado hay que situarlo en el contexto de
la vida o más exacto, en el contexto del proceso vital que incluye a la muerte. El
cuidado de enfermería añade la profesionalidad a lo cotidiano.
Cuando la enfermera coopera con las personas proporcionándoles cuidados,
sus creencias y valores determinan en gran medida las características de la rela-
ción terapéutica que se establece.
La profesión de enfermera tiene como bien interno proporcionar cuidados pro-
fesionales a la persona, familia y comunidad. En la realización de este objetivo, el
profesional no debe perder de vista el contenido ético de su ejercicio, que le aporta
plenitud profesional que solo se alcanza cuando ciencia, técnica y ética están en
justa proporción.

107
La ética de la educación médica*
¿Qué médico formar?
“Médicos de altísima calidad: calidad científica,
calidad política, calidad moral y calidad humana”
Fidel Castro, La Habana, 6 Enero de 1982

Puede intentarse definir la educación médica superior como el proceso que


conduce a la formación y perfeccionamiento de los profesionales de la salud, me-
diante la interacción de profesores y estudiantes en busca de conocer, valorar y
transformar el objeto de estudio, esto es, el proceso salud-enfermedad en el indivi-
duo, la familia y la población y otros factores relacionados.
Implica acciones de atención, de docencia, de investigación y de administra-
ción. En Cuba abarca:
− La educación de pregrado para distintas carreras (Medicina, Estomatología,
Licenciatura en Enfermería, Licenciatura en Tecnología de la Salud y Psi-
cología).
− La educación de posgrado en 2 variantes principales según conduzca o no a la
obtención de un nuevo título: La formación académica de posgrado (incluye la
especialidad, la maestría y el doctorado) y la superación profesional (cursos,
diplomados, entrenamientos, eventos científicos y otros).
− La educación permanente y autoeducación.

La ética médica es la disciplina que estudia y valora la conducta de los profesio-


nales de la salud, a la luz de principios morales, en su actuar con las personas y
entornos requeridos de su atención científico-técnica y humana. Incluye también
los aspectos relacionados con la docencia, la investigación y la administración inhe-
rentes a su desempeño profesional.
El estudio de los deberes y obligaciones de los médicos y otros profesionales de
la salud para con sus pacientes, colegas, sociedad y Estado recibe el nombre de
Deontología Médica.

Aspectos éticos de la Educación Médica


La ética de los actores que participan en la Educación Médica:
“La enseñanza es una actividad moral. El profesor, lo admita
o no, desea mejorar al mundo y sus habitantes”

Jackson (l975)

*
Fernández Sacasas, José Ángel. (Material inédito)
MsC. Profesor Titular y Consultante de Medicina Interna. Universidad de Ciencias Médicas de La Habana.
Presidente Sociedad Cubana Educadores en Ciencias de la Salud

108
Ética del professor. Respetar al alumno, a sí mismo, a la escuela:
− Tener competencia científico-técnica, pedagógica y ético-moral.
· Saber comunicarse.
· Saber instruir: propiciar el aprendizaje.
Enseñar a aprender.
· Saber educar: ser modelo formativo.
· Propiciar la formación de valores y de la personalidad de los alumnos.
− Tener un enfoque y pensamiento científicos y humanos.

Ética del alumno:


− Respetarse a sí mismo, a sus compañeros, sus profesores y la escuela.
− Adquirir modos profesionales de actuación que se traduzcan en competen-
cias científico-técnica, pedagógica y ético-moral.
− Aprender a comunicarse: interactuar con pacientes, población, profesores y
compañeros.
− Aprender a aprender: búsqueda, organización y sistematización de la información.
− Construir sus propios marcos referenciales de conocimiento.
− Interactuar con los problemas reales de salud.
− Aprender a autoeducarse mediante la práctica individual y grupal transformadora
de la realidad social y de salud.
− Adquirir independencia cognoscitiva progresiva, desarrollar responsabilidad,
sensibilidad, espíritu solidario y altruista.
− Desarrollar vocación de servicio al prójimo y la comunidad.

La ética del proceso docente-educativo. Principios:


− Unidad de lo instructivo y lo educativo:
· Instrucción. Proceso de enseñanza-aprendizaje que permite la adquisición o
desarrollo por los educandos de los conocimientos, habilidades y modos pro-
fesionales de actuación. La ciencia que lo estudia es la didáctica (del griego
didactiké, enseñar).
· Educación. Proceso de enseñanza-aprendizaje que conforma la personali-
dad multilateral del educando en los órdenes profesional y ciudadano y el
desarrollo de un sistema de valores. La ciencia que lo estudia es la pedago-
gía (del griego paidos, niño y gogía, conducir).
− Unidad de lo racional y lo afectivo: el hombre es un ser pensante, sintiente y
actuante. Cuando el educando empeña en la construcción del conocimiento
todas sus potencialidades materiales y espirituales (el intelecto, los sentimien-
tos, la voluntad) en su interacción con el objeto de estudio, mediante una prác-
tica social transformadora unida a una actitud valorativa emocional, logra la
formación de valores y convicciones.
− Unidad de lo individual y lo social: la educación nunca es una actividad aislada,
sino un proceso social en el cual el educando es influenciado por el medio
escolar y social. Los procesos interpsíquicos entre educadores y educandos
interactuando con el objeto de estudio se convierten ulteriormente en procesos

109
intrapsíquicos de los sujetos cognoscentes en un contexto histórico-cultural
concreto y adquieren entonces significación ética pertinente. Las nuevas ge-
neraciones se apropian de la cultura y valores de las precedentes a través de
la práctica.

Algunas condiciones que propician la formación de valores:


− Escenarios apropiados docente-asistenciales.
− Modelos profesorales y profesionales apropiados.
− Calidad del servicio y su entorno.
− Relaciones humanas de alto contenido ético entre todos los actores (profeso-
res, educandos, profesionales y técnicos, pacientes, resto del personal de los
servicios y de la comunidad).
− Aplicar métodos productivos de enseñanza-aprendizaje.
− Fomentar la independencia cognoscitiva y creatividad de los estudiantes.
− Respetar la ciencia y su método.
− Respetar el arte de la medicina.
− Respetar los valores de la profesión y de las afines.
− Propiciar la interdisciplinariedad y el trabajo en equipo.

La ética médica acorde con los principios bioéticos:


El paradigma bioético: la Santísima Trinidad de la Bioética:
− La beneficencia: tributaria del médico y demás profesionales de la salud.
− La autonomía: tributaria del paciente.
− La justicia: tributaria de la sociedad.

La beneficencia. Es el principio moral de actuación del médico: lo principal es


el bien del paciente, de la humanidad. Incluye la ausencia de maleficencia: “Primum
non nocere”.
Se expresa esencialmente en el respeto al paciente, reflejado en los modos de
actuación siguientes:
− Ser competente para atenderlo:
· Tener conocimientos y habilidades y saber aplicarlos profesionalmente.
· Análisis integral de los problemas de salud. Nunca obviar las acciones pre-
ventivas y promocionales.
· Preservarlo de investigaciones superfluas y terapéuticas prescindibles.
− Establecer comunicación intelectual y afectiva con sus pacientes y familiares,
con el entorno social:
− Saber escuchar, saber informar, saber examinar.
− Tomar en cuenta sus valores y puntos de vista.
− Aceptar la autonomía del paciente, compartiendo y consensuando la toma de
decisiones acerca de su salud.
− Relación empática: irradiar afecto hacia el paciente. Tener compasión.
− Infundir ánimos: no desesperanzar ¿Mentir? ¿Mentira piadosa?.

110
La exageración de la beneficencia lleva al paternalismo, a desconocer o me-
noscabar el principio de autonomía. El supuesto monopolio del saber implica que
solo deciden los que saben y solo saben los que deciden. Entraña el peligro de
abuso tecnológico, de desamparo del paciente, de la iatrogenia y proclividad en
entes inescrupulosos a cometer abusos lucrativos. Ignora que no siempre existe
una sola decisión correcta, el influjo de la incertidumbre y del contexto, que abre
espacio en muchas ocasiones a distintas alternativas.
Es una especie de despotismo ilustrado de la atención médica: Todo por el
paciente y para el paciente, sin contar con el paciente.
Virtudes del profesional de la salud:
Competente Ético
Humano Honrado
Sensible Modesto
Prudente Pulcro
Racional Optimista
Responsable Eficiente
Solidario Altruista

La autonomía. Es el principio moral que sustenta el comportamiento del pa-


ciente respecto a la atención a su salud. A partir de los juicios a los criminales de
guerra nazi en Nuremberg en 1947, donde quedaron expuestas las atrocidades
cometidas contra los prisioneros en supuestas investigaciones y otras acciones de
corte seudocientífico, cobra fuerza el concepto de respeto a la integridad de las
personas y su derecho a decidir en todo lo concerniente a la atención a su salud. El
paciente no es un objeto; como ser moralmente autónomo no puede ser ignorado;
sus valores y creencias deben ser respetados. Todo procedimiento riesgoso diag-
nóstico o terapéutico requiere aprobación por parte del interesado o sus familiares,
quienes necesitan ser debidamente informados. En los últimos años ha tomado
auge el trámite del consentimiento informado como garantía del respeto a la
autonomía.
El desconocimiento o relegación del principio de autonomía implica la
despersonalización de la atención médica, al no tomar en cuenta al paciente como
persona, su sistema de valores, así como a la problemática ya señalada en la exa-
geración de la beneficencia.
¿Hasta dónde llega el principio de la autonomía? ¿No se requiere acaso una
ética de la ética? La exageración de la autonomía puede conducir a la irracionali-
dad y a conductas autodestructivas. Un requisito indispensable es la idoneidad del
paciente para ejercer la autonomía, esto es, estar apto psíquicamente para la toma
de decisiones.
Un enfoque deseable es la toma compartida de las decisiones entre el profesio-
nal de la salud y el paciente; también pueden comparecer miembros de la familia.
La comunidad médica internacional condena toda práctica de eutanasia activa o
pasiva; ello requiere ser compatibilizado con la creciente conciencia de ayudar al
paciente a morir con dignidad, y evitar en los casos sin recuperación posible el
llamado ensañamiento terapéutico o distanasia.

111
El principio de justicia. Es el que debe servir de guía a la sociedad para
valorar éticamente la interrelación y conflictos entre los 2 principios anteriores, así
como para evaluar la atención de salud a la población en cuanto a equidad, perti-
nencia y calidad cientifico-técnica y humanística, tanto a escala nacional como
internacional.
La atención a la salud de todas las personas, sin distingos o barreras económi-
cas o sociales de ninguna clase, es un derecho humano reconocido y vulnerado
universalmente, al que la macroética no puede estar ajena. El movimiento iniciado
en la OMS10 acerca de la obligación moral de todos los Estados de brindar salud
para todos, meta si bien no alcanzada en el año 2000 y pospuesta para el primer
cuarto del actual siglo, constituye un claro ejemplo de la aplicación del principio de
justicia. También lo son los programas de cooperación internacional en materia de
salud y Educación Médica, patrocinados por organismos internacionales o en el
marco de la cooperación sur-sur o interpaíses.
El desarrollo de esta justicia sanitaria con participación de los países ricos y
pobres, en aras de reducir las injustas asimetrías sociales y económicas absurda-
mente tan manifiestas en el mundo de hoy, conformaría una globalización de la
solidaridad éticamente loable frente a la globalización neoliberal éticamente conde-
nable.

Proyección internacional
Existe una tendencia contemporánea de perfilar concepciones internacionalmente
aceptables en relación con la educación médica y sus aspectos éticos.
A continuación transcribimos la “Declaración de Rancho Mirage sobre Edu-
cación Médica” 11
Preámbulo. La educación médica es un proceso continuo de aprendizaje que
empieza con la admisión en la escuela de Medicina y que termina con el retiro de la
práctica activa. Su objetivo es preparar estudiantes de medicina, médicos residen-
tes y médicos en ejercicio para que puedan aplicar los últimos adelantos científicos
a los fines de la profilaxis y la cura de las dolencias humanas y el alivio de las
enfermedades actualmente incurables.
La educación médica inculca también a los médicos las normas éticas de pen-
samiento y conducta que ponen énfasis en el servicio a los otros antes que en los
beneficios personales. Como miembros de la profesión médica, todos deben acep-
tar la responsabilidad de mantener no solo elevado nivel de estándares personales
de educación médica, sino también mantener altos estándares de educación médi-
ca para toda la profesión. Esta educación debe basarse en los principios que se
menciona a continuación.

10
Declaración de Alma Atá, 1978.
11
Adoptada por la 39a Asamblea Médica Mundial, Madrid, España, Octubre 1997.

112
Principios de educación médica
Principio I. Principios básicos de educación médica. La educación médi-
ca comprende la enseñanza que conduce a la obtención del primer grado profesio-
nal, la instrucción clínica preparatoria para la práctica de la medicina general o de
una especialidad, y el aprendizaje constante que debe apuntalar el trabajo médico
en toda su vida.
El gremio médico, el cuerpo docente y otras instituciones educacionales, así
como el gobierno comparten la responsabilidad de garantizar los altos estándares
de calidad de la educación médica.
Principio II. Preparación del estudiante de medicina. La meta de la edu-
cación médica es instruir a los médicos para que tengan el derecho, acorde con su
preparación, de practicar la profesión sin limitaciones.
El primer grado profesional debe corresponder a la culminación de un curriculum
que califique al estudiante para elegir un campo determinado dentro de un espectro
de carreras que abarcan la asistencia a los pacientes, la salud pública, la investiga-
ción básica o clínica o la educación médica. Cualquiera de las opciones presupone
una educación adicional además de la requerida para el primer grado de la
profesión.
Principio III. Instrucción a cargo del cuerpo docente. La educación mé-
dica que conduce al primer grado profesional debe ser impartida por un cuerpo
docente organizado. El cuerpo docente debe poseer la calificación académica co-
rrespondiente que solo se puede alcanzar mediante una preparación formal y una
experiencia adecuada. La selección de los integrantes del cuerpo docente debe
basarse en las calificaciones individuales, sin consideración de la edad, sexo, raza,
credo, convicción política y nacionalidad de origen.
Los docentes son responsables de crear un ambiente académico en el cual el
aprendizaje y la investigación puedan prosperar al máximo. En el medio académi-
co, para demostrar los estándares médicos más elevados, debe realizarse una in-
vestigación activa a los efectos de hacer avanzar los conocimientos médicos y
asegurar la máxima calidad de asistencia. El cuerpo docente, con la participación
de las asociaciones médicas nacionales, es responsable de proveer las metas, el
contenido, el formato y la evaluación de las experiencias educacionales.
El cuerpo docente es responsable de proveer su propio curriculum básico obli-
gatorio en un ambiente de libertad, en el cual el estudio y la investigación puedan
prosperar de la manera más fecunda. Debe realizar frecuentes revisiones del
curriculum, que respondan a las necesidades de la comunidad y a los aportes de
los médicos practicantes, en la medida en que las necesidades de la comunidad no
perjudiquen la calidad de la educación médica.
El reconocimiento a la enseñanza del cuerpo docente requiere que se disponga
de bibliotecas, laboratorios de investigación, sectores clínicos y locales de estudio
en cantidad suficiente para satisfacer las necesidades de los estudiosos. Además,
debe funcionar una estructura administrativa y los registros académicos corres-
pondientes. Cuando se dispone de esos elementos necesarios, entonces una

113
universidad o un hospital pueden patrocinar la instrucción clínica de médicos gene-
rales y especializados.
Principio IV. Contenido de la educación médica. La experiencia educacio-
nal debe incluir el estudio de las ciencias biológicas y del comportamiento y los
aspectos socioeconómicos de la atención de la salud. Esas ciencias son básicas
para la comprensión de la medicina clínica. También son obligatorios el pensamien-
to crítico y el autoaprendizaje, así como la firme asimilación de los principios éticos
sobre los cuales se erige la profesión.
Principio V. Educación clínica. El componente clínico de la educación médi-
ca debe basarse en el estudio supervisado de los pacientes y debe entrañar expe-
riencias directas en el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades. El compo-
nente clínico debe incluir experiencias personales de diagnóstico y de terapia con
un aumento gradual de las responsabilidades. Debe observarse una cantidad ra-
zonable de estudiantes que realicen su práctica junto al lecho de un paciente
individual.
Antes de empezar con la práctica independiente, todo médico debe completar
un curso formal de instrucción clínica. Ese curso, de un año de duración como
mínimo por lo general, debe implicar un creciente aumento de responsabilidad su-
pervisada en cuanto a la atención de los problemas clínicos.
El cuerpo docente es responsable en determinar que los estudiantes que reci-
ben su primer grado profesional hayan adquirido conocimientos básicos de clínica
médica, las aptitudes básicas necesarias para evaluar un problema clínico y para
adoptar acciones adecuadas independientes, así como tener la actitud y el carácter
para ser un médico ético.
Principio VI. Selección de estudiantes. Antes de iniciar los estudios de
medicina es deseable poseer una amplia educación liberal. Para estudiar medicina,
los estudiantes deben seleccionarse en función de su potencial individual sus moti-
vaciones, su previa capacitación y su carácter. La cantidad admitida para su capa-
citación no debe exceder los recursos educacionales disponibles y las necesidades
de la población. La selección de los estudiantes no debe ser influenciada por la
edad, sexo, raza, credo, convicciones políticas o nacionalidad de origen.
Principio VII. Educación de posgrado. Es deseable que el médico siga estu-
dios de posgrado luego de su primer título profesional; debe hacer su elección para
especializarse en atención al paciente, salud pública, investigación clínica o básica
o educación médica. Los programas oficiales de educación clínica deben preceder
a la práctica de la actividad médica independiente, tanto en medicina general como
en las especialidades. El gremio médico es responsable por la evaluación del satis-
factorio cumplimiento de los programas de educación clínica que siguen a la obten-
ción del primer grado.
Principio VIII. Educación médica continua. Todos los médicos consagran
su vida entera al aprendizaje. Es esencial que el médico avance a la par con el
desarrollo de la medicina y mantenga el nivel de conocimientos y aptitudes necesa-
rias para proveer una atención de elevada calidad; el progreso científico es esen-
cial para prestar la atención adecuada a la población. Las escuelas de medicina, los

114
hospitales y las asociaciones profesionales comparten la responsabilidad de crear y
proporcionar a todos los médicos las oportunidades para continuar su perfecciona-
miento.
La necesidad de proveer asistencia médica, prevenir las enfermedades y ase-
sorar en los temas de salud obliga a fijar los estándares más elevados a la educa-
ción médica de pregrado, posgrado y continua.

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117
Capítulo 4

CIENCIA Y ÉTICA
Reflexiones éticas sobre la investigación
científica en Biomedicina desde el prisma
de la Universidad Médica*
La universidad tiene el encargo social de formar profesionales de la salud capa-
ces de promover salud y prevenir, curar y rehabilitar, más que a las enfermedades,
a los enfermos, quienes como personas, no solo se enferman en el plano biológico
-como por cientos de años después de la antigüedad se había creído- sino por el
desequilibrio producido, tanto con predominio en esa esfera como en la psicológica
o social, o en todas al mismo tiempo. Esos profesionales deben ser capaces de
actuar con suficiente competencia y desempeño en los distintos campos de la salud
pública: la asistencia, la docencia y la investigación ¿Cómo se podría pensar en
elevar la calidad de la asistencia si no se procura elevar la calidad de la docencia,
para egresar profesionales cada vez más competentes y con un desempeño que no
se evalúe solo por las habilidades intelectuales y prácticas relacionadas con el
aspecto tecnológico, sino también moral?
Por otra parte, ¿cómo se podría pensar en elevar la calidad de la asistencia si no
se enseña a los futuros profesionales a investigar, utilizando el método científico, si
se pretende ofrecer soluciones bien fundamentadas científicamente a los proble-
mas relacionados con el diagnóstico, la profilaxis y la terapéutica de muchas de las
enfermedades que no están aún suficientemente estudiadas?
La investigación científica en general y la investigación biomédica en particular
tienen como objetivo mayor conocimiento del mundo real, y en esencia su fin es el
beneficio que los resultados de esa investigación pudieran aportar a la humanidad.
Para que esto pueda llevarse a cabo existen métodos que son característicos y
propios de cada rama de la ciencia. El desarrollo y las características de los diver-
sos métodos de investigación se han modificado en el transcurso del tiempo, pero
existe un aspecto común a todo lo que permanece sin modificación, el investigador.
En la elaboración de la ciencia y en la investigación, el hombre que la practica
queda interpelado por 2 preceptos o normas que están perfectamente articulados
entre sí, y que tienen que guiar su conducta y conformar su conciencia. De esta
forma la ciencia y la investigación se muestran con un fin inmediato: la verdad, y
con un fin mediato y último: el servicio al hombre, conformándose ambos fines
como aspectos consustanciales y necesarios de la actividad científica. Pero una
búsqueda sesgada de la verdad, el alcanzarla a toda costa o la mera aplicación de

*
Amaro Cano, M del C. Revista Cubana Investigaciones Biomédicas 2006;25(1).

118
una verdad o conocimiento, por el hecho de poseerlo, son conductas reprobables
en el científico.
El hecho de que seamos técnicamente capaces de producir determinados resul-
tados no es motivo suficiente para no tener que seguir preguntándonos por la legi-
timidad de estos, porque está claro que si un nuevo método de investigación perju-
dicara al hombre, no se podría considerar lícito, aunque aumentara nuestro conoci-
miento. La ciencia no es el valor más alto al cual deben subordinarse todos los
demás.
Hay un refrán español que dice: “saber es poder” y esta expresión de la sabidu-
ría popular ha adquirido categoría científica en los últimos 50 años, cuando la
historiografía, especialmente la francesa de la Escuela de Annales, ha investigado
las relaciones entre savoir et pouvoir. La propia historia es un buen testimonio de
cómo las estructuras de poder han controlado siempre el saber y la información.
En las sociedades medievales este poder lo ejercieron las Iglesias; en la sociedad
moderna este poder lo ejerce el Estado.
Sin embargo, a partir del siglo XVII, especialmente tras las guerras de religión,
comienza a tomar cuerpo el principio de “tolerancia” y más tarde se elabora la
doctrina sobre el derecho natural de los hombres. Ambos tratados se deben al gran
filósofo inglés John Locke. El tercer derecho alcanzado es el de la “libertad de
conciencia”; en este último caso, aunque generalmente solo se aplica a la libertad
de credo o fe religiosa, es un derecho mucho más abarcador que incluye la libertad
ética, cultural, política, la libertad de enseñar y de investigar.
Pero aun el derecho liberal burgués admite ciertos límites a la libertad individual
y ese límite está establecido en los aspectos que el contrato social transfiere al
Estado, como son todas aquellas cuestiones relacionadas con la no maleficencia y
la justicia o ética de mínimos. Toda esta concepción explica la forma en que está
redactada la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
En el área específica de la biotecnología, el tema de la libertad de investigación
adquiere matices muy peculiares, como consecuencia del potencial benéfico y
maléfico de esas técnicas. De ahí que se hayan establecido 4 principios básicos:
− La libertad de investigación es un derecho humano básico, que debe ser tam-
bién respetado en el campo concreto de la biotecnología.
− Cuando el investigador o promotor de la investigación consideren que esta pue-
de lesionar los derechos de otras personas, y por tanto resultar maleficente o
injusta para los demás, debe renunciar a ella por imperativo moral; ejemplo de
este caso es el de Jacques Testard.
− Cuando hay evidencia de que una investigación pueda atentar contra los dere-
chos humanos de los demás o contra el bien común, el Estado tiene la obligación
de prohibirla.
− Tanto la investigación como las consecuencias de la biotecnología son in-
ternacionales, mundiales, el control jurídico de la investigación debería ha-
cerse a este nivel.

119
De ahí que, en relación con la ética de la investigación científica en general
existen 2 aspectos que se deben destacar: el planteamiento ético de la investiga-
ción y la ética del investigador. La autora se refiere a estos 2 elementos relaciona-
dos con las investigaciones biomédicas. Esta reflexión teórica se hace desde el
prisma de la educación médica, porque la universidad no puede permanecer ajena
a la enseñanza del cómo investigar respetando los derechos de las personas
involucradas.

Desarrollo
El planteamiento ético de la investigación. La finalidad de un estudio
biomédico o de un ensayo clínico es conseguir un nuevo conocimiento generalizable
acerca de un determinado aspecto, bien sea este diagnóstico, profiláctico o tera-
péutico y aunque existen diversas fases en el desarrollo de esta investigación, en
un momento determinado el estudio debe aplicarse al ser humano. Entre los medios
para alcanzar las verdades relativas a la naturaleza o al hombre, no pueden existir
algunos que atenten directamente contra la condición de fin en sí mismo, que pre-
senta la persona humana. Entre las posibles aplicaciones de la ciencia solo son
éticamente lícitas las que respetan y sirven al desarrollo integral de la persona
humana y su entorno. No todo lo técnicamente posible es éticamente admisible.
La sociedad acepta que algunos de sus miembros asuman determinados riesgos
a cambio de que el investigador garantice varios aspectos:
− La calidad y utilidad del estudio.
− La protección y el respeto de los sujetos que participan en el estudio.
− La fiabilidad de los resultados obtenidos en el estudio.

Esto debe ser así porque la investigación con seres humanos en algunos casos
puede atentar contra los derechos y libertades de las personas, por lo que es indis-
pensable que se tomen todas las medidas necesarias para respetarlos. En todo
proyecto de investigación es preciso adjuntar un certificado de respeto a las reglas
éticas, el cual demuestre que el protocolo ha sido aprobado por un Comité de Ética.
Este Comité debe reunir al menos:
− Otro investigador familiarizado con el campo de investigación propuesto.
− Un profesional de salud mental que debe evaluar la capacidad del sujeto para
comprender el protocolo y ejercer libremente su elección.
− Un representante oficial de la institución donde está trabajando el investigador.
− Un representante de la comunidad a la que pertenece el sujeto de investigación.

Para resolver estos problemas se han elaborado diferentes códigos, los cuales
se han ido modificando en la medida en que se ha avanzado en el conocimiento
ético, legal y científico de los problemas que se plantean en un ensayo clínico.
Mucho antes de las terribles violaciones éticas que ocurrieron en los campos de
concentración nazi en Alemania, por los médicos que se prestaron a ello formando
parte del gran genocidio, ya en 1932, en Alabama, se había cometido una flagrante
violación ética al incluir en una investigación a negros pobres norteamericanos

120
para observar “cómo reaccionaban espontáneamente” a la sífilis. El sucio secreto
del caso Tuskegee fue develado en 1972, descubriéndose no solo el daño a esos
400 sujetos de investigación sino que no aportó ningún beneficio a la humanidad
restante. Estos son los antecedentes de las diversas modificaciones que se han
tenido que realizar en los códigos, a partir del primero, el Código de Nüremberg que
vio la luz en 1947.
La Declaración de Helsinki de 1964 y todas las revisiones posteriores a esta
(1975, 1983, 1989, 1996, 2000 y 2002), además de los códigos éticos particulares de
cada país y/o de cada asociación científica, han ido modificando sus normativas en
la misma medida que las posibilidades reales de investigar proporcionan nuevas
respuestas a los actuales problemas de salud; aunque también provocan el temor
del daño que podría producirse, tanto a la salud como a la vida de las personas que
participan en esas investigaciones.
En el informe Belmont, dado a conocer en 1978, se definieron los principios
éticos básicos para la ética de la investigación con seres humanos: el respeto por
las personas, la beneficencia y la justicia, que sirven como justificación básica para
muchos de los preceptos éticos particulares y evaluaciones de las acciones humanas.
Las Pautas Éticas Internacionales para la investigación y experimentación
biomédica con seres humanos, preparadas por el Consejo de Organizaciones Inter-
nacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la OMS en
1982, han tenido adiciones, como las regulaciones para los estudios epidemiológicos
(1991) y para la experimentación biomédica (1993) que han logrado aunar las
recomendaciones ya establecidas en distintos países.
A partir de la publicación de estas últimas, varias organizaciones internaciona-
les han formulado pautas éticas para ensayos clínicos. Entre ellas se incluye
Guidelines for Good Clinical Practice for Trials on Pharmaceutical Products
(1995), de la Organización Mundial de la Salud y Guidelines on Good Clinical
Practice (1996), de la Internacional Conference on Harmonisation of Technical
Requirements for Registration of Pharmaceuticals for Human Use, diseñadas
para asegurar que los datos generados por los ensayos clínicos sean mutuamente
aceptables por las autoridades reguladoras de la Unión Europea, Japón y EE.UU.
El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH-SIDA publicó en
el año 2000 el Documento Guía de Orientación del ONUSIDA Ethical
Considerations in HIV Preventive Vaccine Research.
Por su parte, el Consejo de Ministros de la Unión Europea, en el año 2001,
adoptó una Directiva sobre ensayos clínicos que se hizo efectiva para los Estados
Miembros a partir del año 2004. Unido a esto, el Consejo de Europa con 44 Esta-
dos Miembros ha elaborado un Protocolo sobre Investigaciones Biomédicas, adi-
cional a la Convención sobre Derechos Humanos y Biomédicos que fue puesta en
vigor en 1997.
En el caso de los ensayos clínicos, generalmente los centros hospitalarios nom-
bran un Comité de Ensayos Clínicos que se encarga de analizar los aspectos éticos
de los estudios realizados con humanos.

121
En la aplicación de estos códigos existen 2 principios básicos que se deben
tener en cuenta:
− Ventajas y riesgos de la investigación.
− Consentimiento libre y consciente de los sujetos de investigación.

Un proyecto de investigación no puede ser aceptado si sus ventajas no supe-


ran los riesgos que entraña para la salud pública y el bienestar físico, psíquico y
social de los participantes. En este sentido, si bien es importante profundizar en las
ventajas del proyecto de investigación, es siempre obligado informar al Comité de
Ética de todos los riesgos conocidos y eventuales a los que pueden ser sometidos
los sujetos que participarán en el estudio. Esta información debe ser conocida no
solo por el Comité de Ética, también por cada uno de los sujetos involucrados en el
estudio. Es importante pues, enseñar al futuro egresado de nuestras aulas universi-
tarias, cómo lograrlo.
Henry K. Beecher, quien publicara en 1959 (Nueva York) un libro titulado
Experimentation in Man, en el cual llamara la atención sobre la necesidad social
de la investigación y las limitaciones que a ella imponía el Código de Nüremberg,
especialmente en lo concerniente al consentimiento informado de las personas
involucradas; insistía mucho en que lo más importante, desde el punto de vista
ético, era lograr un buen diseño de los experimentos y garantizar la calidad moral
de los investigadores, llamando así la atención sobre el carácter central de la bene-
ficencia.
Este criterio de Beecher pasó a la Declaración de la Asociación Médica Mun-
dial realizada en Helsinki en 1964, y sus ideas básicas se han conservado en las
diversas versiones posteriores. En estas Declaraciones se hace una diferenciación
entre la investigación médica combinada con asistencia profesional o investigación
clínica, y la investigación biomédica no terapéutica que implique a personas, tam-
bién llamada investigación biomédica no clínica. La Declaración entiende que la
investigación con seres humanos abarca estas 2 clases de investigación, de mane-
ra que la que no clasifique en una, tiene que clasificar necesariamente en la otra.
Sin embargo, la propia vida demostraría que Beecher estaba equivocado, al
hacer descansar todas las consecuencias de los actos morales en el investigador,
sin darle plena participación a los sujetos involucrados. En 1963, la prensa puso al
desnudo algunos experimentos poco éticos que se hicieron célebres, como el caso
del Jewish Chronic Disease Hospital, de Brooklin, Nueva York, en que se inyec-
taron por vía subcutánea células cancerosas a 22 pacientes ancianos sin su con-
sentimiento. Este caso y el de los niños discapacitados mentales de Staten Island,
también en Nueva York, en el que un equipo de médicos infectara deliberadamente
de hepatitis a un grupo de niños recién ingresados a una institución, fueron denun-
ciados después por el propio Beecher (Report New Eng J Med 1966).
El consentimiento de las personas involucradas es el centro de la cuestión ética
en investigación. En función del principio de autonomía los sujetos que van a
formar parte del estudio tienen la libertad para decidir si participan o no en un ensayo
clínico, después de haber recibido la información adecuada (comprensible y

122
suficiente); esto es lo que se representa en el llamado consentimiento informado
y en él deben considerarse 3 aspectos:
− La toma de decisión consciente.
− El consentimiento libre.
− El consentimiento claramente expresado.

Por supuesto, mucho antes de aplicar el respeto al principio ético de autono-


mía del sujeto para que dé o no su consentimiento para la investigación, el investi-
gador y el Comité de Ética tienen que cerciorarse de que el Proyecto de Investiga-
ción cumple con los principios de beneficencia y justicia.
El principio de beneficencia requiere que la relación beneficio/riesgo para
el sujeto sea favorable, es decir, maximizar los beneficios y minimizar los riesgos e
incomodidades para el sujeto estudiado.
El principio de justicia obliga a que la selección de sujetos que se deben
incluir en el estudio sea justa, o sea, que no se produzca el reclutamiento o exclu-
sión de personas o poblaciones débiles o con niveles de autonomía disminuidos, o lo
que es lo mismo, que no existan criterios discriminatorios con la muestra en otro
sentido que los estrictamente científicos, que todos los sujetos del estudio estén
sujetos a los mismos beneficios y riesgos y que esas personas estén capacitadas
para defender sus propios intereses.
En relación con estos 2 últimos principios éticos, está el uso de los placebos. La
principal duda ética surge en la experimentación con fines terapéuticos, a la hora
de administrar un fármaco de valor incierto cuando existe otro de valor probado.
En este caso el empleo del placebo es claramente contrario a los intereses del
enfermo utilizado como control, porque se le deja sin una terapia verdadera y espe-
cífica. Su empleo pone en riesgo a un paciente concreto en beneficio de un grupo
de pacientes inespecificado.
Su uso a veces es abusivo y justificado por condiciones de oportunidad, sin
tener en cuenta los aspectos negativos de esta práctica. Sin embargo, en algunos
casos el empleo del placebo puede ser deontológicamente admitido en el campo
terapéutico cuando es utilizado como terapia sugestiva con el enfermo, o en ensa-
yos clínicos sobre nuevos fármacos en enfermedades en las que pueda dejarse el
tratamiento sin provocar influencia negativa durante su evolución.
Pero, la primera premisa para considerar ética una investigación es su
propia calidad, es decir, su validez científica. A la hora de decidir esta, los 2
aspectos más importantes son la relevancia de los objetivos perseguidos y la meto-
dología empleada para alcanzarlos. La consecución de la verdad y sus varias apli-
caciones no solo se juzgan éticamente por las buenas o malas intenciones de los
científicos, sino de manera prioritaria por el objetivo final de esa acción investiga-
dora, en relación con el desarrollo y respeto de la naturaleza humana.
La búsqueda de la verdad o la consecución de un logro tecnológico no pueden
suponer el sacrificio o disminución del hombre, ni tampoco un atentado a alguno de
los bienes que le perfeccionan. De manera que el investigador debe garantizar la
utilidad y aplicabilidad del estudio y, en el caso de los ensayos clínicos, la calidad

123
del ensayo, la cual debe fundamentarse en 2 aspectos básicos: el tamaño de la
muestra y la duración del estudio, de una parte, y la existencia de un grupo control,
por la otra.
Otro aspecto importante en investigación sanitaria es el que se refiere al respe-
to al anonimato y a la confidencialidad.
El anonimato hace referencia a una situación en la que el investigador es inca-
paz de establecer una relación entre los datos específicos y la persona de la cual se
obtienen. La investigación relacionada con personas y grupos puede implicar la
recopilación y el registro de datos que, si se revelasen a terceros, podrían causar
daño o aflicción moral.
La confidencialidad hace referencia a una situación en la que el investigador
puede establecer una relación por la cual tiene acceso a información confidencial
de la persona o grupo que participa en la investigación, pero se compromete a no
revelarla.
Para que ambos aspectos sean respetados, el investigador debe tratar de:
− Codificar lo antes posible los datos de identificación.
− Reducir al mínimo el número de personas que codifiquen la información.
− Almacenar separadamente los datos personales.
− Asegurarse de que los datos estén disponibles solo para el equipo de inves-
tigación.
− Proteger los datos del robo, reproducción, intercepción o difusión accidental.
− Actitud de confidencialidad en el lugar de trabajo.

Mucho más reciente, el descubrimiento del Mapa del Genoma Humano y la


Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos, adop-
tada por consenso por la Conferencia General de la UNESCO (octubre, 1997),
invocando su valor político y moral, su carácter de ejemplo y de guía, ratificada y
hecha suya por la Asamblea General de las Naciones Unidas, también por unani-
midad (noviembre, 1998) permite además encarar el valor jurídico del respeto a las
obligaciones que impone y a su futuro.
Vale la pena llamar la atención sobre los 2 últimos párrafos del extenso Preám-
bulo, en los que se destaca el propósito de:
“promover y desarrollar la reflexión ética en lo referente a las conse-
cuencias de los progresos científicos y técnicos en el campo de la
biología y la genética, respetando los derechos y libertades funda-
mentales del ser humano”

Al propio tiempo que reconoce:


“que las investigaciones sobre el genoma humano y sus aplicaciones
abren inmensas perspectivas de mejoramiento de la salud de los indi-
viduos y de toda la humanidad”, así como destaca “la prohibición de
toda forma de discriminación fundada en las características genéticas”.

124
La ética del investigador
Algunos de los aspectos más negativos de la historia de la investigación están
referidos no tanto a los errores de interpretación o de planteamiento, sino al falsea-
miento consciente de los datos. El control de esos aspectos depende casi de forma
exclusiva del propio investigador. De ahí que en la formación de valores morales
con los futuros profesionales, la universidad médica asume un gran compromiso
social.
Muchos de esos valores se forman desde la infancia, en el seno del hogar y, por
supuesto, el sistema de valores reconocido por la sociedad en que se vive es deter-
minante; pero ninguno de esos válidos argumentos exime a la Universidad Médica
de su responsabilidad en este aspecto. La honestidad, la sencillez, la capacidad de
autocrítica y el sentido de responsabilidad moral frente a sus actos deben caracte-
rizar a todo profesional de las ciencias médicas; los docentes deben educar con su
propio ejemplo.
Desde la segunda mitad del pasado siglo XX, el resultado de los estudios de
investigación se publica en aproximadamente 639 000 revistas científicas que re-
cogen unos 12 millones de artículos cada año. Los científicos son personas vistas
por la sociedad como seres cualitativamente distintos, caracterizados por su inteli-
gencia, rigor y objetividad, esto es así porque la mayoría de las personas consideran
que “los científicos trabajan para el bien de la humanidad”.
Sin embargo, los científicos son seres humanos que pertenecen a una sociedad
específica, portadora de su propio sistema de valores. A partir de ahí, esos hombres
han construido sus propios valores profesionales y personales; de lo cual puede
inferirse que no son, en modo alguno, distintos en cuanto a su inteligencia y a su
honradez porque -tal y como señalamos antes- “son muchos los científicos y las
publicaciones”, de manera que se evidencia también en este campo, una gran com-
petencia, así como la existencia de prejuicios y ambiciones que condicionan la
investigación y, por otra parte, el hecho real de que se trabaja con subvenciones y
estas exigen resultados.
De esta forma el mundo ha producido un nuevo científico, no aquel que “inves-
tigaba para saber” sino “la persona que investiga para producir”, con lo que la
ciencia está enfrentando el peligro de una carrera en la que el objetivo último es
obtener prestigio y posibilidades de ascenso profesional que, en gran medida, van a
depender del número de publicaciones.
Muchas publicaciones científicas tienen un interés científico verdaderamente
limitado o nulo, ya que si fuera de otra forma, si la evolución del conocimiento
dependiera del número de publicaciones, el desarrollo científico de la humanidad
habría sido mucho más rápido de lo que es en realidad. Como esto no es así, solo
nos queda suponer que la mayoría de las publicaciones carecen de interés científi-
co, los datos podrían estar modificados total o parcialmente, la metodología de los
estudios podría ser errónea, o se ha producido un sesgo de selección que ha depen-
dido tanto del currículo del investigador, del centro de trabajo, como de las relacio-
nes sociales del investigador.

125
Cada vez es más frecuente ver estudios sociológicos en los que se señala que el
progreso de la ciencia se debe en realidad a un pequeño número de centros de
investigación. En una revisión reciente de una universidad americana se señala que
35 % de la literatura mundial no cuenta con ninguna cita, 49 % solo una cita, 15 %
entre 2 y 4 citas, y menos de 1 % más de 5 citas.12
En este sentido, otro de los aspectos interesantes en investigación es lo que se
ha denominado “síndrome de Hollywood”, entendiendo como tal la aparición de un
sinnúmero de autores, en ocasiones con una colaboración escasa o nula en el
artículo que estamos leyendo. A principios del pasado siglo XX, 80 % de los estudios
tenía una sola firma, mientras que actualmente la media de autores por trabajo
(índice firmas/trabajo) se aproxima a 4, lo que pone de manifiesto la gran compe-
tencia que existe entre los investigadores y su necesidad de “hacer un curriculum”,
y la falta de ética entre los propios investigadores.
Entre el fraude puro y simple y la modificación o tergiversación más o menos
sutil de los datos que se van a analizar, para comprobar o demostrar una hipótesis
de trabajo, existe una amplia gama de posibilidades ya descritas por Charles Babbage
en 1830:
− Invención de los resultados.
− Uso fraudulento de datos de otros investigadores.
− Plagio de publicaciones de otros autores.
− Repetición con distinta orientación de los propios trabajos.
− “Maquillaje” de los datos omitiendo todo aquello que modifique el objetivo del
estudio.

El caso más reciente es el de Robert Gallo, supuesto descubridor del virus VIH
y publicador de 418 artículos científicos en revistas de alto impacto entre 1981 y
1990; en 1984 publicó en Science un artículo en el que señalaba que había aislado
un virus que crecía en una línea celular y más tarde se pudo demostrar que este era
el virus LAV que le había enviado Luc Montagnier del Instituto Pasteur de París,
que a su vez había publicado sus observaciones en Science en 1983.
Con el Halción (triazolam) la compañía Upjohn ocultó datos acerca de sus efectos
secundarios desde el año 1974 y este producto fue utilizado por la población duran-
te 20 años como “una excelente pastilla para dormir”. Cuando en octubre de 1991
la BBC realizó el reportaje titulado “La pesadilla del Halción”, se originó una polé-
mica de descalificaciones tras la que se pudo llegar a comprobar que durante esos
20 años la compañía Upjohn había ocultado datos de efectos secundarios como
paranoia, ansiedad, nerviosismo, agresividad o amnesia; en la solicitud que había
realizado a la FDA con el número de protocolo 321 ocultó parte de esa información.
Estos casos son ejemplos de cómo en investigación “la mala práctica cubre un
amplio espectro en cuyo extremo inferior se sitúa la publicación duplicada y en
cuyo extremo superior se hallan el fraude y el plagio”.

12
JAMA, marzo de 1990. Número especial dedicado a la revisión de artículos biomédicos.

126
También en la tarea de la publicación es preciso mantener la obligación de la
veracidad, máxime si se tiene en cuenta que para el investigador los trabajos publi-
cados son la base de su prestigio en la comunidad científica.
Muchas pueden ser las tentaciones que acechan y que son transgresión en
mayor o menor medida del deber de veracidad:
− Publicar un mismo artículo con ligeras diferencias en publicaciones distintas.
− Intercambio de firmas en los trabajos.
− Usurpar trabajo de los colaboradores.
− No decir toda la verdad sobre un determinado experimento.

Otro aspecto es el referido a los obstáculos no científicos a la publicación y


en ese sentido hay que señalar varios aspectos:
− Cuando la investigación es subvencionada, estudios que podrían ser de gran
interés pueden quedar “a la espera” o simplemente olvidados.
− Cuando el autor de un estudio es poco conocido va a tener más dificultades
para que su trabajo sea publicado; por el contrario, un autor de prestigio recono-
cido podrá publicar con mayor facilidad aunque el estudio carezca de tanto
interés o incluso se pudiera invalidar en caso de ser analizado por observadores
neutrales. También si el analista que valora el trabajo es “amigo” o “enemigo”
habrá más o menos dificultades para que el estudio sea publicado.
− La publicación de los resultados de un estudio es más fácil si estos son resulta-
dos positivos, lo cual introduce una variable importante denominada “sesgo de
publicación”, que es uno de los aspectos a valorar cuando se realiza un metanálisis.
Si bien es escaso el interés práctico de decir en un artículo que un determinado
tratamiento no tiene ninguna validez, por esta misma razón cuando se realiza
una investigación se hace necesario y hasta obligado señalar cualquier tipo de
resultados, aunque estos sean negativos, porque con ello se evita el sesgo de
publicación. Al fin y al cabo, un resultado negativo también es un resultado.

Frente a estos casos profesionales de mala praxis moral encontramos otras


posiciones que contribuyen al fortalecimiento ético de los científicos. Por solo citar
algunos ejemplos, en 1953, los doctores James Watson y Crick junto a otros de sus
colaboradores revelaron al mundo, en un artículo de una sola página en la revista
Nature, la estructura en doble hélice del ADN; y el propio Watson, al dirigir uno de
los proyectos más grandes -el Genoma Humano en EE.UU. (tiene un presupuesto
de 3 mil millones de dólares)- y asistir al Segundo Workshop sobre este tema,
abogó de inmediato por destinar 3 % de ese presupuesto a estudios éticos relacio-
nados.
Otra importante referencia es el testimonio de Jacques Testard, ginecólogo fran-
cés que creó la primera niña probeta -Amande- en Francia, en 1982, quien declaró,
en tanto que investigador en el campo de la biogenética, su decisión de parar en la
carrera enloquecida hacia la novedad científica:

127
“...yo, experto en procreación asistida, he decidido parar, no quie-
ro ir más lejos. Abandono, por razones éticas, este campo de in-
vestigación; no el destinado a mejorar lo que ya podemos hacer,
sino aquel en que se asoma un cambio radical de la persona hu-
mana, allí donde la medicina procreativa se une con la medicina
predictiva”.

Consideraciones finales
El juicio ético que un proyecto de investigación merece, debería ajustarse a los
principios generales siguientes:
− No todo lo que se pretende conocer, y es posible alcanzar mediante la
investigación, necesariamente tiene que ser correcto desde el punto de
vista ético. Por ello al enjuiciar un hecho experimental habría que valorar, en
primer lugar, el fin que la investigación persigue.
− Otra “regla de oro” es que “el fin no justifica los medios”. Por ello en
segundo lugar habría que considerar el juicio ético que merecen los medios
utilizados para conseguir ese fin.
− En tercer lugar, aunque tanto el fin de esa investigación, como los medios
utilizados fueran éticamente irreprochables, habría que considerar también
si las consecuencias próximas o lejanas de esa investigación son benefi-
ciosas o no para el hombre, individual o socialmente, y para la naturaleza.

Es posible que tanto el objetivo final como los medios utilizados para el desarro-
llo de la investigación que se pretende sean adecuados, pero que sus consecuen-
cias a corto o a largo plazo, puedan merecer un juicio negativo. Para valorar este
aspecto, sin duda hay que tener mayor sensibilidad ética, pues en ocasiones dichas
consecuencias hay que preverlas y anteponerlas a los resultados inmediatos que se
deriven de aquella investigación.
Junto a los problemas que afectan al equilibrio ecológico de la naturaleza y al
desarrollo y adecuada utilización de la energía atómica u otras derivadas de la
desintegración del átomo, ninguna otra causa puede influir tan decisivamente en el
futuro de nuestra humanidad, como puede hacerlo la investigación biomédica, es-
pecialmente aquella relacionada con los primeros estadios de la vida del hombre,
porque ella puede afectar la esencia misma de la naturaleza humana.
El verdadero problema de la investigación genética radica en que, tal y como lo
ha proclamado repetidamente la UNESCO, esta investigación afecta a algo que es
“patrimonio de la Humanidad”, y por tanto debe ser decidida por el conjunto de los
afectados, que somos todos. Es esta la razón fundamental de que los problemas
éticos de la ingeniería genética deban ser planteados en un orden escalar distinto al
que estamos habituados, es decir, a escala de la humanidad entera, presente y
futura.
La investigación clínica es tan antigua como la clínica misma. En épocas tan
remotas como la alejandrina, “se utilizaban” a los condenados a muerte para el

128
estudio de la fisiología del cuerpo humano. Según el testimonio de Celso, “en” los
condenados se realizaban vivisecciones para ver cómo funcionaban los órganos
del cuerpo, cuestión que no se lograba ver en los cadáveres. Este testimonio permi-
te deducir que esas prácticas se realizan “en” poblaciones débiles, marginadas
(pobres, mendigos, condenados a muerte, enfermos), sin autorización para interve-
nir “en” sus propios cuerpos y, por supuesto, sin una adecuada ponderación de los
riesgos y beneficios debido a la falta de diseño de la investigación.
Por lo antes dicho, se impone encontrar respuestas razonables ¿Qué soluciones
podrían promoverse para controlar las negativas consecuencias de una investiga-
ción científica sin regulación ética? Cierto que una legislación exigente sobre esta
materia podría favorecer el control ético de las investigaciones biomédicas, y ese
control debe pasar siempre por la revalorización ética del propio investigador, de
modo que se hace necesaria una revisión ética de la cultura científica, tendente a
buscar argumentos racionales que puedan servir para ir extendiendo más y más
esa conciencia ética. Sin duda es este hoy uno de los más apasionantes desafíos
que se abren ante la universidad médica: ayudar al futuro investigador a encontrar,
por la vía de la razón, los fundamentos éticos de su quehacer científico.
Un buen epílogo de esta reflexión está resumido en la frase del destacado pro-
fesor e investigador español, José María Albareda, tomada de su libro Considera-
ciones sobre la investigación científica, porque resulta francamente alertadora:

“La investigación es la vida de la Ciencia, pero en el mundo hay


otros valores que no son la Ciencia: por encima de la vida de la
Ciencia está la Ciencia de la Vida”

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130
Epílogo

SIGNIFICACIÓN HUMANÍSTICA
Y TERAPÉUTICA DEL COLECTIVO MORAL
Y DE LA RELACIÓN USUARIO-INSTITUCIÓN*

“Ese es mi hospital”, “No hay mejor policlínico que el mío”, “Mi


hogar materno es un verdadero oasis”.

Con esos términos el autor inició 46 años atrás la presentación de un modesto


trabajo en la jornada del Servicio Médico Social Rural, cuando cumplía en Niquero
funciones como responsable de un área de salud municipal.
La ponencia se titula “Divulgación sanitaria y relación usuario-institución” y su
propósito es destacar el sentido de pertenencia, la gratitud y los estrechos vínculos
afectivos que se establecían entre los pacientes, familiares y usuarios sanos que
recaban algún servicio, y los trabajadores de las instituciones de salud en sus dife-
rentes perfiles laborales cuando su desempeño interpersonal es idóneo.
Muy lejos estaba el autor de pensar que la psicología de la salud, la psiquiatría y
la ética médica serían sus futuras dedicaciones y cuanto expresó en aquel momen-
to no era más que el fruto de las experiencias acumuladas como simple observador
participante, cuando en una institución de salud coincidían la sensibilidad humana,
la bondad y las potencialidades de involucración de todos los trabajadores, para
enfrentar solidariamente las trágicas repercusiones de la pérdida de la salud sobre
los pacientes y sus familiares.
Aquel pequeño hospital rural, su policlínico y su hogar materno eran operados,
sin lugar a duda, por un magnífico colectivo moral integrado espontáneamente,
muchas décadas antes de que dicho movimiento se erigiera como uno de los más
relevantes puntales para garantizar la satisfacción de la población con los servicios
de salud recibidos.
Como destacan Lázaro y Gracia, en las últimas décadas, la forma de relacio-
narse los médicos y los enfermos cambió más que en los 25 siglos anteriores y los
servicios asistenciales -según el autor- lejos de mostrar avances, acusan un impor-
tante retroceso que actualmente se difunde como una de las más crudas expresio-
nes de la deshumanización de la medicina, fenómeno cuyo clímax se alcanza en los
países regidos por las leyes del neoliberalismo con la consecuente y brutal

*
González Menéndez, R. Doctor en Ciencias Médicas. Profesor Titular y Consultante de Psiquiatría.
Universidad Médica de La Habana. Presidente Comisión Nacional de Ética Médica.

131
comercialización de los servicios de salud, la frustración de los usuarios y la implí-
cita involución progresiva del más importante reforzador de la vocación médica.
El propósito fundamental de las reflexiones que siguen es contribuir a profundi-
zar en el conocimiento de este fenómeno sociopsicológico, cuyos más certeros
indicadores son la insatisfacción de los usuarios de la salud y la consecuente frus-
tración cotidiana de la vocación de servicio, presente en todos los integrantes del
equipo de salud, que incluye desde el más humilde de los auxiliares hasta los mas
prestigiosos científicos y dirigentes de las instituciones médicas.

Desarrollo
La aplicación de los principios básicos del método científico para interpretar los
fenómenos de la naturaleza, el pensamiento y la sociedad hace posible que se
estudie este problema con objetividad, sentido histórico, proyección sistémica y
mediante la valoración de los diferentes factores que la explican en el contexto
permanente de la práctica social transformadora.
Este trabajo tiene como objetivo integral profundizar en el conocimiento de los
mecanismos que vinculan el desarrollo exitoso de los colectivos morales con el
establecimiento de la relación usuario-institución positiva, y es continuación del
publicado en la Revista Cubana de Salud Pública titulado “La relación equipo de
salud-paciente-familiar”.
La motivación fundamental para reactivar el concepto “relación usuario-institu-
ción” es la mundialmente registrada insatisfacción con los servicios de salud, que
constituye el “talón de Aquiles” de las instituciones médicas.
Para ello, se propone analizar los factores determinantes de esta crisis institucional
desde el ángulo de las necesidades presentes en los usuarios y las potencialidades
de los prestadores de servicios de salud para satisfacerlas.
Durante esta valoración, que corre el riesgo de ser considerada simplista,
se pretende delimitar algunos conceptos de mayor profundidad y actualidad
como son:
− Los referidos al equipo de salud “ampliado.”
− La vocación médica como vocación de servicios motiva también en forma cons-
ciente o inconsciente a todos los miembros del equipo de salud “ampliado.”
− Existen estrechos vínculos teóricos y prácticos entre la ética médica de los
profesionales calificados y la ética de los trabajadores auxiliares y administrati-
vos de las instituciones de salud.
− Es necesario superar la frecuente subvaloración que se hace de los formadores
de recursos humanos en salud, de las relevantes potencialidades humanísticas
y terapéuticas de los compañeros que desempeñan trabajos no técnicos en los
centros asistenciales.

Para comenzar, y en la etapa actual del desarrollo de las gestiones de salud, se


impone el desglose de las necesidades del ser humano en 5 categorías que permi-
tan la nítida diferenciación de lo cultural y lo espiritual, toda vez que es imprescindi-
ble que al abordar críticamente el proceso satisfacción-insatisfacción en los

132
servicios de salud, se tenga en cuenta que pese a ser conceptos muy imbricados
dialécticamente, lo cultural y lo espiritual están lejos de poder ser aceptados como
sinónimos.
Los 5 niveles de necesidades en orden decreciente de perentoriedad, desde
las más primitivas (las biológicas) hasta las más desarrolladas (las espirituales)
serían, por tanto:
1. Necesidades biológicas como la alimentación, la defensa de la integridad físi-
ca y la procreación, demandas vitales cuya insatisfacción conduciría inevita-
blemente a la muerte como individuos o como especie.
2. Las necesidades psicológicas de estimulación, seguridad y amor, cuyo clímax
de insatisfacción se podría ejemplificar por la psicosis experimental en cámara
de deprivación sensorial.
3. Las necesidades sociales de comunicación, comprensión, aceptación, trato
amable y reconocimiento cuya máxima insatisfacción se traduce en hostilidad,
marginación y disminución de la autoestima.
4. Las necesidades culturales, representadas por los legítimos intereses persona-
les (no solo de pan vive el hombre), cuya insatisfacción es indicada por frus-
traciones y desmotivación.
5. Las necesidades espirituales que se mueven en el campo de los valores y que
representan un formidable salto cualitativo, al tratarse de aquellas que surgen
cuando el desarrollo personal permite asumir como propias las carencias de
otros, gracias a la sensibilidad o empatía, la compasividad y las potencialidades
de involucración cuyo fruto final es la solidaridad humana.

La insatisfacción de las necesidades espirituales -muchas veces inadvertida


para las personas carentes de inteligencia emocional- es justamente la frustración
de la vocación de servicio, vocación indistintamente expresable en el contexto
religioso y en el profesional-laboral, como ocurre con las vocaciones médica,
profesoral y jurídica cuyos más relevantes factores reforzadores son las expre-
siones de satisfacción, reconocimiento y gratitud de los usuarios.
Puede decirse que: estos 5 niveles de necesidades están presentes tanto en los
pacientes y familiares, como en la totalidad de los trabajadores de la salud y en las
nuevas concepciones ampliadas, el equipo de salud va más allá de los médicos,
psicólogos, personal de enfermería, tecnólogos, trabajadores sociales, terapeutas
ocupacionales, fisioterapeutas, técnicos de laboratorio, rayos X y otros, pues se
integra además por porteros, jardineros, camilleros, auxiliares generales,
ascensoristas, pantristas, personal de admisión, personal de información, secreta-
rias de sala así como personal administrativo y de mantenimiento. Es decir, que el
equipo actual de salud incluye todos los trabajadores de la institución.
Otro criterio que requiere ser actualizado y ampliado es que la vocación médica
no se expresa solo en los galenos y estomatólogos, pues también lo hace en el resto
del personal institucional y no solo en los restantes profesionales, tecnólogos y

133
técnicos del equipo de salud, sino también en los miembros del personal auxiliar y
administrativo que:
… acuden a los centros de salud motivados de manera consciente
o inconsciente por servir a personas que sufren, motivados por
mecanismos muy parecidos a los de las monjitas que dedican su
vida a la atención de enfermos en actividades auxiliares y al igual
que ellas, estos trabajadores deben regirse por estrictos principios
derivados de la ética, en este caso, la ética de los trabajadores de
la salud, que es la esencia de los colectivos morales.

No es excepcional que a muchos compañeros técnicos, y sobre todo a los tra-


bajadores auxiliares y administrativos, les ocurra como al burgués gentilhombre de
Moliere, que se llenó de júbilo cuando supo que se expresaba en prosa, algo que
hacía desde que comenzó a hablar, de ahí que:
El hacerles reconocer la existencia (generalmente inconsciente)
de una verdadera vocación médica, en quienes se acercan a nues-
tras instituciones como trabajadores comunes incrementaría segu-
ramente sus motivaciones interpersonales al desarrollarse su
autoestima por la vía del reconocimiento del “nuevo” significado
humanístico de sus aportes, mediante el desempeño laboral e
interpersonal idóneos con el consecuente reforzamiento de su senti-
do de pertenencia con la institución de salud y sus nobles objetivos.

Para reconocer el significado integral de los aportes del personal no técnico se


invita al lector a reflexionar sobre la trascendencia ético-humanística y el sig-
nificado terapéutico del comportamiento solícito, respetuoso y preocupado por
proteger el pudor de los pacientes, en un humilde camillero y del trato de una
pantrista cuando con todo su amor persuade a un ancianito anoréxico a ingerir su
dieta.
Le proponemos también que identifique el metamensaje humanístico implíci-
to en la comprensiva y respetuosa recomendación de una auxiliar, cuando expresa
amablemente “por la orillita compañerita que el piso está húmedo” y lo compare
con las dolorosas consecuencias de una severa protesta por igual transgresión
involuntaria, cuando quien la recibe es una madre agobiada por la gravedad de un
hijo atendido en la institución...
Igualmente le proponemos reflexionar acerca de cuánto significado humano
tiene, que una trabajadora del departamento de información comunique el estado
crítico de un paciente, involucrándose afectivamente con la situación, esforzándo-
se “de todo corazón” por “dorar la amarga píldora a los familiares”. Estas reflexio-
nes arrojan, tal vez, sus más profundos frutos cuando alguno de los seres queridos
propios ha desempeñado el papel de pacientes y nosotros el de sus familiares.
Como profesional dedicado a las ciencias “psi”, el autor considera que el reco-
nocimiento de la enorme trascendencia de las situaciones valoradas, “requiere re-
flexionar sobre cuántas vivencias angustiosas pueden haberse experimentado an-

134
tes que las personas a quienes se prestan servicios de salud lleguen a los centros
asistenciales” y reitera la historia de María y Antonio (se excusa por ello), pues la
considera paradigmática de sus aprendizajes en el Servicio Médico Social Rural:
Hasta hace pocos meses todo iba bien para Antonio. María, su esposa, reunía
con creces las condiciones para hacerle feliz; los muchachos no podían ser mejo-
res y él, considerado por todos como un hombre de bien, sentía la satisfacción de
ser útil además de gozar del respeto y aprecio de los vecinos de su zona.
Después.... comenzó la desgracia. Al principio, fue solo palidez y decaimiento,
poco más tarde aparecieron la fiebre y el dolor de cabeza. El día antes de acudir al
médico, ya María casi no se levantaba de la cama y se le notaban manchas oscu-
ras en todo el cuerpo.
La expresión del facultativo cuando la examinó indicaba que la enfermedad era
grave, Antonio se preocupó, pero confiaba en aquel médico, pues todos hablaban
de sus «aciertos» y, además, era muy buena persona...Al día siguiente, las palabras
que escuchó lo llenaron de angustia, había que trasladarla a un hospital de más
recursos para hacerle el tratamiento.
Al ver los ojos de María humedecidos por las lágrimas, Antonio comprendió
que ella también sospechaba que aquel sería un viaje sin regreso.
Durante el trayecto, muchas eran las preocupaciones de la pareja y muchos los
sentimientos que apretaban sus pechos. Para los 2 estaba claro que la enfermedad
era muy grave, les preocupaban los muchachos que dejaban con los vecinos, las
siembras y los animales que quedaban abandonados y “también pensaban cómo se
sentirían en un lugar donde nadie los conocía.”
El temor a la muerte, la angustia ante lo desconocido y la tristeza frente a
la próxima separación, no opacaban otro sentimiento común: la hostilidad
ante el infortunio.
En pocos minutos -María y Antonio- en el papel de paciente y familiar, se con-
vertirían en usuarios de los servicios médicos, en un país en que la salud, además
de derecho del pueblo, es tarea priorizada del estado y en el que la solidaridad
humana se erige como característica medular.
La responsabilidad enorme de ofrecer a personas como ellos un trato adecuado
lleva a formularse la siguiente pregunta:
¿Estamos todos equipados con la información y entrenamiento necesarios para
que la estancia en los centros asistenciales de personas como María y Antonio sea
lo menos estresante posible?
La respuesta es sin duda alguna positiva, en lo que respecta a profesionales
técnólogos y técnicos, pero salvo honrosas excepciones, los formadores del equipo
de salud no han incluido aún al resto de los trabajadores en el campo de acción
educativa y puede pensarse que ellos, en su gran mayoría, desconocen el enorme
significado de su desempeño laboral idóneo para obtener plenamente los objetivos
institucionales en la salud, y todavía en mayor grado ignoran el valor de las poten-
cialidades ético-humanísticas y terapéuticas implícitas en un correcto desempe-
ño interpersonal caracterizado por profundo altruísmo, amabilidad, educación
formal, sensibilidad humana, capacidad compasiva y disposición incondicional

135
de ayuda, actitudes y conductas basadas siempre en el principio de “hacer bien sin
mirar a quien.”
En otras palabras, “los formadores del equipo de salud no le han enseñado
cuánto significa saber ponerse en el lugar de María y Antonio, sentir en algún
grado como ellos y disponerse a ayudarles a la medida de sus posibilidades como
seres humanos” y esos son precisamente los 3 pasos fundamentales descritos por
Don Pedro Lain Entralgo, para establecer relaciones interpersonales exitosas y la
relación equipo de salud-paciente-familiar es por cierto una de sus expresiones
paradigmáticas, como relación de prestación de servicios en el campo de la salud y
cuyo marco interpersonal debe matizarse por un profundo humanismo, alta espiri-
tualidad, profunda vocación e inexcusable ética personal y colectiva.
Existen 2 hechos prácticos estrechamente relacionados con el tema que se
trata y de los que seguramente, la mayoría de las personas han sido beneficiarios o
víctimas aún cuando desconocen su denominación como fenómenos interpersonales.
Se trata de los fenómenos conocidos como “la bola de nieve rodando” y el “efecto
dominó”, ambos estrechamente relacionados.
Es necesario imaginarse a María y Antonio cuando experimentan las diferentes
interacciones humanas a partir de su entrada a 2 instituciones de salud diametral-
mente opuestas en lo referente al desempeño laboral e interpersonal de sus traba-
jadores.
En la institución A, en que todo marcha bien, el trato recibido desde su primer
contacto con el portero comienza a matizarse positivamente y ante cada nuevo
servicio recibido se reitera la actitud positiva y sensible de los trabajadores, de
manera que según avanzan en busca de la atención más calificada, van recibiendo
el trato que merecen. En forma progresiva, su ansiedad inicial ante lo desconocido
va dejando paso a un incremento de su seguridad y autoestima, hasta que surge ese
magnifico premonitor del éxito institucional que se traduce mediante el pensamien-
to inspirativo “esta es la institución en que voy a curarme” y con ello se habría
logrado, escalón por escalón interpersonal, ese relevante estado afectivo denomi-
nado “arousal o despertar de la fe” de alto valor sugestivo y formidables efectos
pronósticos sin importar el tipo o severidad de la afección.
De ser así, la llegada de María y Antonio a la atención especializada habría sido
precedida por un fenómeno interpersonal positivo, en todo comparable a una “bola
de nieve” que rueda, aumentando cada vez más su volumen en el sentido positivo,
mientras que el fenómeno dominó garantiza que a partir de la primera interacción
favorable, la totalidad de las siguientes tengan la misma calidad, expresiva de una
alta espiritualidad en cada uno de los integrantes del equipo de salud.
En la institución A, María y Antonio han encontrado por tanto, un verdadero
oasis de vivencias positivas que mediante el conocido eje psico-neuro-inmuno-
hipófiso-córtico-adrenogonadal es capaz de: aumentar las defensas ante gérmenes
invasores, potenciar efectos medicamentosos, solucionar problemas inmunoalérgicos,
acelerar procesos cicatriciales, eliminar estados depresivos y ansiosos, superar

136
disfunciones cardiovasculares y equilibrar desbalances metabólicos, entre otros
muchos efectos terapéuticos derivados de la confianza y seguridad transmitidas
por las actitudes referidas, pero:
No se puede olvidar, sin embargo, que cuando las relaciones usuario-institución
resultan negativas, se producirá por iguales vías una inversión total de los resulta-
dos, con la consecuente determinación de diferentes formas de iatrogenia.
Como se aprecia, se reproducen así, en el contexto institucional hospitalario o
comunitario, iguales mecanismos que los descritos en la ya clásica relación médi-
co-paciente, en la que como es conocido, solo existen 2 posibilidades antagónicas
que son:
− Los efectos placebos inespecíficos de la relación, junto a las influencias
psicoterapéuticas que se hayan planificado en el contexto de la relación positiva.
− Los diferentes efectos iatrogénicos derivados de las vivencias interpersonales
negativas.

En otras palabras, tanto la bola de nieve rodando como el fenómeno dominó


pueden tener una expresión positiva o negativa en dependencia muy estrecha con
la actitud de cada uno de los trabajadores de la institución, y cuando son favorables
devienen factores psicoterapéuticos de enorme significado pese a haber sido histó-
ricamente subvalorados.
Algo especialmente trascendente es que:
Mediante el proceso de retroalimentación, cuando estos fenómenos son positi-
vos, refuerzan día tras día la vocación médica de los trabajadores, pero en caso
contrario harán que esta se extinga en forma igualmente progresiva y se convierta
en factor de riesgo para desarrollar los cuadros conocidos como burn out.

Aspectos determinantes de la satisfacción o insatisfacción


con los servicios de salud
Expertos nacionales y foráneos se han interesado por profundizar en este im-
portante tema dentro de la organización de servicios de salud y han descrito facto-
res de alta significación, que aparecen en el siguiente recuadro:
Factores objetivos Factores subjetivos
1. Condiciones de la instalación: 1. Vocación médica: existencia de
higiene, estética, confort, silencio, vocación de servicio de salud en
temperatura adecuada, privacidad, todos los trabajadores.
vestuario, alimentación, mobiliario... 2. Nivel científico-técnico de la
institución: calificación científico-
académica del personal profesional
y técnico, fidelidad al método clíni-
co y al pensamiento científico.
3. Desarrollo político ideológico:
desarrollo filosófico, político e ideo-
lógico de todos los trabajadores.

137
2. Equipamiento: salones de 4. Desempeño laboral: reglamentos
operaciones, equipos diagnósticos explícitos, códigos éticos aceptados y
y terapéuticos de avanzada, enriquecidos mediante la participación
reactivos, recursos farmacológicos. del colectivo laboral, disciplina, res-
peto al pudor, cumplimiento de indi-
caciones y horario, responsabilidad,
seriedad, pulcritud, ahorro, sentido de
pertenencia, compañerismo...
5. Desempeño interpersonal: comu-
nicación, educación formal, altruismo,
sensibilidad humana, disposición de
ayuda, potencialidad de involucración,
solidaridad, respeto, amabilidad.

Otro grupo de valiosos profesores de la Universidad Médica cubana han alerta-


do sobre el peligro de que puedan incorporarse tendencias negativas acusadas
mundialmente, como la subvaloración del método clínico cuyas nefastas conse-
cuencias resultarían impredecibles, así como descuidos en la comunicación duran-
te los pases de visita y limitación de la información a pacientes y familiares, quie-
nes, además de la motivación básica de curarse, aliviarse o al menos consolarse se
interesan por saber qué tienen y cuál es su pronóstico.
Es importante reflexionar acerca del peso comparativo de los diferentes facto-
res para determinar la satisfacción de los usuarios e identificar cuáles de ellos
actúan con mayor frecuencia como causas de insatisfacción.
Se sugiere tomar en cuenta los principios generales siguientes:
− El mayor grado de satisfacción de las necesidades del ser humano se alcanza
cuando interactúa con un medio natural, cultural y social en que estas necesida-
des encuentran la respuesta idónea.
− Existen diferentes grados de tolerancia ante la insatisfacción de las necesida-
des humanas que pueden depender del sujeto, del papel que desempeña y de las
contingencias que afronta en un momento dado, así como de las características
del medio natural cultural y social con que interactúa.
− La tolerancia a las frustraciones se relaciona en forma directa con el grado de
madurez de la personalidad.
− La tolerancia a las frustraciones se relaciona en forma inversa con la existencia
de inseguridad, ansiedad o sufrimiento.
− Por deducción lógica, la tolerancia a las frustraciones se reduce cuando la per-
sona desempeña el papel de paciente o familiar allegado y esta reducción es
tanto mayor cuanto más grave sea la condición del enfermo.

Estas características generales se matizan con mayor o menor nivel de angustia


según los síntomas presentados: la existencia o no de dolor, la relevancia cultural de
la afección, la presencia o carencia de apoyo familiar y las contingencias agrega-
das que en el caso de las hospitalizaciones serían la separación de la familia, los

138
amigos y vecinos; la sospecha de mayor severidad de la enfermedad presente, las
incomodidades implícitas en cualquier contexto extrahogareño, las modificaciones
en la dieta, la convivencia temporal con desconocidos y la adaptación a las normas
institucionales, entre otros, por tanto:
La suma de estos factores determina un estado especial de susceptibilidad,
irritabilidad, disforia, y sobre todas las cosas, intolerancia ante cualquier manifesta-
ción que pueda interpretarse como insensibilidad humana, indolencia, irresponsabi-
lidad, trato áspero o negligencia; estos factores estarán siempre presentes tanto en
los pacientes, como en sus familiares.
Dicho con otros términos: el personal de la salud se relaciona con seres huma-
nos que por sus papeles de pacientes y familiares se encuentran en estados afectivos,
que los hacen mucho más sensibles que las personas a quienes se les prestan otros
tipos de servicios en centros ajenos a la salud, como cuando van de compras, salen
a comer o desean disfrutar de un espectáculo artístico o deportivo.
Aún cuando pensamos que Cuba está todavía -y sin lugar a duda- entre los
países más destacados por el humanismo de sus trabajadores de la salud, la
deshumanización de la más humana de las profesiones se extiende
peligrosamente por diferentes latitudes e implica el riesgo de que dicho fenómeno
se generalice.
En otros trabajos se ha abordado la patogenia de la “enfermedad de Tomás”,
brillantemente descrita por Luis Mariano Hernández y Luis Gervas -psiquiatras e
internistas barceloneses-, enfermedad denominada así, en alusión al médico frus-
trado de la novela de Milan Kundera “La insoportable levedad del ser”, se ha
igualmente subrayado el trágico papel de las proyecciones neoliberales en el ámbi-
to de los servicios de salud, y reflexionado sobre los diferentes factores adversos
que en otras latitudes diferencian sustancialmente el actual desempeño científico-
técnico, laboral e interpersonal en el ámbito de la salud, del que caracterizaba al
médico de la familia y su enfermera, a principios del pasado siglo, etapa en la que
la relación con pacientes y familiares alcanzó su clímax humanístico.
La lista de factores sociopsicológicos, en gran parte determinantes del alto nivel
de insatisfacción con los servicios de salud y de la progresiva involución de la
relación usuario-institución reportado mundialmente, incluye:
− La inevitable centralización de los servicios médicos.
− El “alejamiento” de los vecindarios derivado de la explosión demográfica.
− La tecnificación mal incorporada.
− La proyección biologista hegemónica.
− La subvaloración de la relación profesional con pacientes y familiares.
− El abandono casi total del método clínico.
− La intromisión de la prensa sensacionalista y de los abogados caza demandas
en el ámbito médico.
− La privatización de los servicios médicos con las funestas consecuencias del
manejo mediante reglas crudamente comerciales, que limitan cada vez más el
espectro resolutorio del facultativo y su equipo (factor de gran impacto negativo
sobre la vocación médica), así como restricciones en cuanto a tiempo de

139
consulta, indicaciones de fármacos imprescindibles y estudios complementa-
rios, orientaciones de hospitalización y reposo, intervenciones quirúrgicas o
psicoterapéuticas, prótesis y muchas más…

Decisiones que pese a ser patrimonio exclusivo del médico se han visto progre-
sivamente limitadas para enriquecimiento de las compañías privatizadoras y perjui-
cio del equipo y sus usuarios, lo que conduce la tradicional relación médico-pacien-
te a un callejón sin salida, que podría conducir a la fatídica “relación médico-de-
mandante potencial”, expresión metafórica de un tipo de interacción humana total-
mente carente de sensibilidad, compasividad, disposición incondicional de ayuda,
involucración, solidaridad y el resto de las actitudes imprescindibles para cumplir
en forma idónea la función social, y que solo pueden estar presentes cuando existe
el respaldo de una profunda vocación médica.
Por lo anterior:
El mundo corre actualmente el riesgo de ir a la extinción de la vocación médica
y existe desde ya, una importante crisis que parece ser la médula patogénica de la
“enfermedad de Tomás”, expresada también con diferentes matices en el resto de
los trabajadores técnicos y no técnicos del equipo institucional.
Las preguntas de orden a los formadores médicos ante esta catastrófica crisis
podrían ser:
− ¿Acepta usted que existe esta crisis a escala mundial?
− ¿Considera usted que podría llegar a afectarnos en forma relevante?

Y si las respuestas son positivas:


− ¿Es preocupación de todos reforzar cada vez más la vocación médica de los
especialistas, residentes, del resto de los miembros del equipo y de alumnos de
pregrado de los diferentes perfiles profesionales y técnicos?
− ¿Se está consciente del significado ético-humanístico y terapéutico del desem-
peño laboral e interpersonal idóneo de los compañeros auxiliares y administrati-
vos de los centros de salud?
− ¿Se ha reconocido la trascendencia de la relación usuario-institución?
− ¿Ha sido aceptado por todos el efecto placebo derivado de las relaciones posi-
tivas con pacientes y familiares?
− ¿Se reconoce, sin reservas, el efecto terapéutico del trato amable, respetuoso y
protector del pudor de un humilde camillero?
− ¿Qué se puede hacer para perfeccionar la relación usuario-institución?

Antes de proponer algunas acciones es oportuno detenerse para subrayar algu-


nos de los conceptos antes expuestos. Ellos son:
− El equipo de salud debe valorarse actualmente con el criterio ampliado que
abarca a todos los trabajadores de la institución.
− La vocación médica debe considerarse con igual criterio ampliado, pues la mis-
ma está presente, con diferentes matices en todos los compañeros que trabajan
en los centros de salud.

140
− Por el frecuente carácter inconsciente de la vocación médica en los trabajado-
res auxiliares y administrativos, esta vocación hay que “interpretarla
dinámicamente” para despertarla y después estimularla cotidianamente como
se hace con los profesionales y técnicos.
− La ética médica pauta igualmente las gestiones de los profesionales, tecnólogos
y técnicos de la salud, pero en su concepción ampliada, la ética médica abarca
también -ahora como ética de los trabajadores de la salud- a los compañeros
auxiliares y administrativos de las instituciones de salud.

Es necesario también reconocer la trascendente e irrefutable existencia actual


de múltiples estresores derivados de las dificultades económicas del período espe-
cial, que inevitablemente representan importantes factores adversos para el des-
empeño interpersonal idóneo, tanto de los usuarios como de los trabajadores de la salud.
Igualmente adverso para la relación usuario-institución, resulta el alto nivel de
conocimientos de los usuarios sobre aspectos relacionados con la salud, condición
presente en la actualidad y que implica una actitud de mayor exigencia en los
usuarios, totalmente diferente a la actitud tradicional en personas menos informadas.
Valorada desde el prisma profesional y laboral institucional, la importancia de la
repercusión negativa del período especial sobre el problema que se trata, es fácil-
mente reconocible si se compara la situación actual con la que se había alcanzado
antes del enfrentamiento a las penurias derivadas del “doble bloqueo” establecido
con la caída de los mercados internacionales con países hermanos a partir de los
años noventa, pero se sabe que el desarrollo de la sociedad cubana en el futuro
próximo posibilitará que se alcance nuevamente y se perfeccione cada vez más, la
aplicación de los principios económicos socialistas de retribución según lo aportado
por el trabajador a la sociedad.

Algunas reflexiones finales


Luego de cumplido el trascendente proceso de la selección adecuada de los
miembros del equipo, para que junto a las condiciones intelectuales y emocionales
idóneas se demuestre una verdadera vocación de servicios en el campo profesio-
nal y laboral de la salud, es importante valorar las proposiciones siguientes:
− Divulgar el trascendente concepto de relación usuario-institución y el formida-
ble significado del colectivo moral para perfeccionarla. Objetivo alcanzable me-
diante publicaciones de libros, folletos y artículos, así como con la incorporación
de dicha temática al curriculum de pregrado y como parte de la educación
ética permanente del equipo de salud en todos sus niveles.
− Destacar el concepto integral ampliado de “equipo institucional” y de la respon-
sabilidad compartida mediante el cumplimiento de sus tareas y el desempeño
interpersonal idóneos, para alcanzar la mayor satisfacción de pacientes y fami-
liares. Utilizar para ello, afiches, letreros, informaciones por audio y otros me-
dios institucionales. El paradigma de estos recursos es aquel formidable afiche
de una enfermera en actitud solícita, acompañado del lema “Aquí creemos en el
valor de una sonrisa.”

141
− Reforzar el significado del desempeño interpersonal y sus potencialidades éti-
co-humanísticas y terapéuticas en los programas del colectivo moral. Este mo-
vimiento de extraordinaria relevancia permite incorporar, mediante la práctica
social transformadora, la convicción de que todos los trabajadores son respon-
sables de lograr la relación usuario-institución exitosa.
− Enfoque de los factores que influyen en la satisfacción e insatisfacción de usua-
rios para “despertar” en el contexto colectivo, “la vocación médica de todo el
equipo” y contribuir a desarrollar la conciencia de los compañeros auxiliares y
administrativos acerca de sus potencialidades ético-humanísticas y terapéuti-
cas dentro del equipo institucional, así como de la relevancia de sus aportes a la
relación usuario-institución. El marco idóneo serían las reuniones de departa-
mentos y servicios con todos sus miembros, así como las reuniones sindicales
y también las actividades prelaborales con los trabajadores auxiliares y adminis-
trativos de nueva incorporación.
− Esta “vocación médica ampliada” una vez “despertada” o profundizada en la
totalidad de los trabajadores técnicos o no, debe ser reforzada cotidianamente
mediante acción en cascada a partir de los ejemplos positivos expresados desde
la dirección, vicedirecciones, jefes de cátedra y grupos básicos de trabajo, hasta
los más modestos trabajadores auxiliares y administrativos.
− Deben realizarse exploraciones periódicas del desempeño interpersonal de los
trabajadores. Preferentemente mediante la aplicación de instrumentos
evaluadores, sustentados en escalas termómetro y gráficos que hagan objetivos
los avances alcanzados gracias a las constantes intervenciones educativas, grá-
ficos que devengan indicadores emulativos de altas potencialidades
motivacionales colectivas e individuales.
− Incorporar como tarea priorizada y permanente el desarrollo de la espiritualidad
de los educandos y compañeros auxiliares y administrativos. Mediante el ejem-
plo cotidiano y otros recursos inspirativos como el mencionado afiche sobre el
valor de una sonrisa, devienen reforzadores cognitivo-afectivos cotidianos y
compromiso moral subliminal para el equipo de salud.

Otros mensajes útiles para el mismo propósito pueden ser:


− Pero si te juzgas pagado lo bastante con la dicha de una madre, con una cara
que sonríe porque ya no padece, con la paz de un moribundo a quien ocultas la
llegada de la muerte, si ansías conocer al hombre y penetrar en todo lo trágico
de su destino, entonces hazte médico hijo mío (Esculapio).
− Instruir puede cualquiera, pero educar, solo aquel que sea un evangelio vivo
(Luz y Caballero).
− Vale más, pero millones de veces más la vida de un solo ser humano, que todas
las propiedades del hombre más rico de la tierra (Ernesto ’Che’ Guevara).

Contribuiremos a evitar que el más humano, el más ético y el más espiritual de


los servicios llegue a convertirse en la más vacía y frustrante de las ocupaciones.

142
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143
Anexo 1. Proposición de instrumento para medir el desempeño interpersonal
de los miembros del equipo de salud

Los recursos más utilizados para valorar la satisfacción de los usuarios de los
servicios de salud han sido:
− Los departamentos de atención a la población.
− Encuestas aplicadas con pacientes y familiares por personal especializado.
− Los buzones de quejas y sugerencias.
− Libros de quejas y sugerencias.
− Entrevistas estructuradas desarrolladas por trabajadores sociales.
− Valoración de criterios expresados en asambleas con usuarios.

Aunque se considera que todos son recursos muy válidos, sus resultados resul-
tan inevitablemente sesgados por la falta de anonimato, además, no son de fácil
utilización para propósitos de retroalimentación objetiva mediante gráficos o cur-
vas de satisfacción ante el desempeño de los diferentes miembros del equipo de
hospitales, policlínicos, institutos, centros comunitarios, hogares de ancianos, dis-
pensarios o cualquier otro centro de salud.
Con el objetivo de contribuir a crear un instrumento que superará estas limita-
ciones y luego de varios estudios pilotos con pacientes, familiares y estudiantes de
medicina que fungieron como evaluadores del desempeño interpersonal de médi-
cos, estomatólogos, psicólogos, profesionales de enfermería, tecnólogos, técnicos
de laboratorio, rayos X, anatomía patológica, auxiliares, pantristas, porteros y otros
trabajadores, surgió el instrumento que hoy se propone, enriquecido por los miem-
bros de la Comisión Nacional de Ética Médica.
Las características esenciales de este instrumento son exigencias que cum-
ple: asequible, factible, anónimo, cuantificable, disminuye defensas de los entrevis-
tados, recoge criterios evaluativos en categorías graduales, permite evaluación rá-
pida del desempeño en todos los perfiles laborales, expresable según semestres o
años, utilizable como indicador emulativo y factor motivacional, de alto valor para
detectar y superar posibles deficiencias interpersonales, ajustable a las potenciali-
dades evaluativas de los usuarios para explorar desempeño interpersonal.
Similares instrumentos han sido avalados internacionalmente para explorar sa-
tisfacción con servicios prestados:
− Basado en: escala termómetro y categorías graduales expresadas en número y
relacionadas con criterios de muy mal, mal, regular, bien, muy bien y excelente.
− Aplicable: con pacientes y familiares en forma colectiva, reuniendo en un aula a
quienes pueden deambular. Esta variante de aplicación permite dar las instruc-
ciones en forma colectiva y rápida, ejemplificar respuestas y aclarar cualquier
duda sin afectar el anonimato.
− Inmediatez en los resultados, fácilmente procesables en promedios y objetiva-
mente expresables en curvas evolutivas o gráficos de columnas y otras varian-
tes de efectos comparativos y motivacionales.

144
− De alta utilidad para identificar: departamentos con necesidades de intervencio-
nes educativas.
− Puede aplicarse parcialmente (solo acápites hasta g) o en su totalidad según
objetivos perseguidos o etapas del proceso evaluativo.

Evaluación del desempeño interpersonal de los trabajadores de la unidad


Datos del encuestado:
1. ¿Es usted paciente___ o familiar de paciente__?
2. ¿Cual es su edad:___.
3. Sexo:___.
4. Grado escolar terminado:___?

Esta encuesta, una vez contestada, será depositada por usted en un buzón, para
garantizar su carácter totalmente anónimo. Se le ruega que califique cada pregunta
encerrando en un círculo el número que considere más apropiado para ex-
presar su criterio sobre la calidad alcanzada por nuestros trabajadores en cada
aspecto preguntado durante la atención que ha recibido en nuestro centro.
Aprecie que sobre las columnas de números, están los significados aproxima-
dos, así el 1 significa muy mal, el 2 y el 3 se corresponden con mal, el 4 y el 5 con
regular y de esa forma, mientras menor sea el número seleccionado, peor es su
apreciación sobre la atención (trato) recibido. El 10 representa la máxima califica-
ción posible.
Se ruega que sea muy sincero y seleccione un solo número como respuesta a
cada pregunta. Cuando no tenga elementos para calificar alguna de ellas, encie-
rre en un círculo el NP (quiere decir «no procede», pues no tengo elementos), por
favor no deje preguntas sin contestar. Puede pedir aclaraciones si tiene alguna
duda.
Gracias

Nota: ¿Cómo califica? Muy mal Mal Regular Bien Muy bien
Excelente NP
Calificación que usted otorga a cada aspecto del desempeño interpersonal (tra-
to recibido).

Atención por el personal en general

No. ¿Cómo califica? Muy Mal Reg. Bien Muy Exc. NP


mal bien
a) Trato de porteros y
camilleros 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP
b) Trato en información
y admisión 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP

145
c) Trato de auxiliares
y pantristas 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP
d) Trato del personal
de enfermería 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP
e) Trato de técnicos (rayos
X, laboratorio y otros) 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP
f) Trato de estudiantes
de medicina 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP
g) Trato del personal médico 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP

Otros aspectos de la atención del médico

No ¿Cómo califica? Muy Mal Reg. Bien Muy Exc. NP


mal bien

h) Su interés en escucharlo
atentamente 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP
i) Su conducta respetuosa
y amable 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP
j) El reconocimiento
que le hizo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP
k) La información que
le dio sobre su salud 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP

Otros aspectos de la atención del personal de enfermería

No. ¿Cómo califica? Muy Mal Reg. Bien Muy Exc. NP


mal bien

l) El cuidado de su pudor 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP
m) La actitud de comprensión
y solidaridad 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP
n) La puntualidad al cumplir
indicaciones 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP
ñ)) El cuidado del secreto
profesional 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP
o) La atención por igual
a conocidos o no 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 NP

Si desea hacer alguna otra observación sobre aspectos positivos o negativos,


hacerlo al dorso de la página. Por favor, revise otra vez la encuesta para no dejar
preguntas sin contestar y después deposítela doblada en el buzón.

Muchas gracias por su cooperación

146
Anexo 2. Normativas ético-deontológicas y jurídicas de la psiquiatría cubana
Breves apuntes históricos:
− Durante la etapa colonial, las normativas fueron las de la metrópolis española.
− 1938. Surge el juramento de honor de los médicos cubanos.
− 1957. Se establece el Código de moral y ética médicas, así como las Reglas de
etiqueta profesional.

Etapa revolucionaria. Surge en 1983 el documento rector de los aspectos


ético morales de la gestión de salud en Cuba que fue elaborado por el Departamen-
to de Salud del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, el Ministerio de
Salud Pública y el Sindicato Nacional de la Salud, refrendado nacionalmente por
métodos de centralismo democrático y que mantiene total vigencia actual...
Son los principios de la ética médica. Ellos han sido el fundamento de docu-
mentos posteriores como:
− El Código ético de los científicos cubanos aprobado en 1992.
− La adopción por Cuba de los acuerdos internacionales de raigambre ético-
deontológica y jurídica que se exponen en la presente publicación...

Principios ético-deontológicos y regulaciones jurídicas y de la salud


mental en Cuba. La encomiable motivación de actualizar y perfeccionar los
instrumentos para garantizar la óptima protección de los enfermes mentales, deter-
minó que nuestro Ministerio de Salud Pública solicitara a la Sociedad Cubana de
Psiquiatría el establecimiento con toda nitidez, de los procedimientos para el cum-
plimiento idóneo de la Sección Novena de nuestra Ley General de Salud, y con
dicho propósito se comisionó en primera instancia a los doctores Ernesto Pérez e
Hilda Donderiz para elaborar el borrador de reglamento para su discusión y enri-
quecimiento.
En forma coincidente, la Sociedad Cubana de Psiquiatría envió a sus 14 filiales
provinciales, la Resolución de la Asamblea General de la ONU sobre la protección
del enfermo mental y el desarrollo de la atención en Salud Mental.
Meses después, la Comisión Organizadora de la Conferencia Internacional del
Hospital Psiquiátrico de La Habana, en cuyo evento se incluía un Simposio Inter-
nacional sobre Derechos Humanos y Psiquiatría, valoró por recomendación de su
presidente Dr. Eduardo Ordaz Ducungé, que pese a ser Cuba un ejemplo mundial
de atención y protección de los derechos humanos del paciente mentales, era con-
veniente desarrollar algunos aspectos formales manejados internacionalmente y
cuyo conocimiento, valoración y enriquecimiento por los miembros del Equipo de
Salud Mental del país permitiera, mediante su participación activa, la actualización
óptima en dicha materia.
La tarea, acogida con entusiasmo por todos los afiliados a la Sociedad Cubana
de Psiquiatría, contó con el irrestricto apoyo del Grupo Nacional de Psiquiatría así
como de todas las instituciones de relevancia en el campo de la Salud Mental en
Cuba.

147
El esfuerzo colectivo hizo posible que 95 % de los miembros del Equipo de Salud
Mental, participaran activamente en el proceso y que durante dicha actividad crea-
dora desde la base se lograra el compromiso moral, el sentido de pertenencia con
lo acordado, así como el aprendizaje activo de todos los documentos entre los que
sobresalen “Los derechos de los pacientes mentales en Cuba” y el “Código ético
de la Psiquiatría Cubana...”
Los responsables básicos de esta tarea fueron el Presidente y el Vicepresidente
de la Sección de Ética Médica de nuestra Sociedad Cubana de Psiquiatría, profeso-
res Alberto Galvizu Borrell y Ernesto Pérez González y Alexis Alonso Rodríguez de
la sección de Psiquiatría Legal. El más relevante auspiciador de la misma, fue
nuestro inolvidable amigo y director fundador del Hospital Psiquiátrico de la Haba-
na el doctor Eduardo B. Ordaz Ducungé.
Estos documentos, expuestos desde su elaboración en todos los servicios de
psiquiatría son ampliamente conocidos por pacientes y familiares.
Derechos del paciente mental en Cuba:
− Recibir en forma totalmente gratuita la más calificada atención en Salud Mental
y otros servicios que se requieran, sin discriminación alguna por razones de
edad sexo, raza, nacionalidad, ocupación, opinión política, ideología, creencias
religiosas, procedencia cultural, preferencia sexual o cualquier otra causa.
− Realizar en forma totalmente gratuita cualquier indicación de análisis, estudios
radiográficos y otras investigaciones médicas
− Recibir un tratamiento individualizado según su problemática personal.
− Optar por otra opinión de terceras partes en el caso de que el paciente o su
familia lo requieran por tener alguna preocupación diagnóstica o terapéutica.
− Ser adecuadamente informado de su diagnóstico y pronóstico evitándose las
iatrogenias.
− Aceptar o rechazar cualquier examen que se realice con fines de investigación
científica, exigiéndose para ello su consentimiento informado...
− Ser informado del tratamiento propuesto así como los resultados esperados y
posibles efectos indeseables de los recursos terapéuticos y obtener el consenti-
miento informado en los casos de electroterapia y tratamiento con disulfiram.
− Disfrutar del mayor grado posible de privacidad durante su atención y que su
historia clínica o cualquier otra información obtenida del paciente o sus familia-
res se mantengan bajo estricto secreto.

Derechos del paciente mental en servicios ambulatorios. Además de los


derechos generales enunciados, disfrutará del derecho a:
− Recibir la más calificada atención ambulatoria y tener acceso gratuito a todas
las modalidades asistenciales comunitarias.
− Solicitar ser atendido por el profesional de salud mental de su preferencia den-
tro de las posibilidades del sistema regionalizado de salud.
− Garantizar su seguimiento ambulatorio después del egreso o en condiciones de
alta protegida luego de un proceso rehabilitatorio-hospitalario.

148
− Recibir las orientaciones y certificaciones pertinentes en los casos necesarios
de reposo temporal o de valoración por las Comisiones de Peritaje Laboral.
− Solicitar ingreso y recibirlo en forma totalmente gratuita, según lo estipulado.

Derechos del paciente mental hospitalizado en Cuba. Además de los de-


rechos generales enunciados disfrutará del derecho a:
− Recibir en forma totalmente gratuita la orientación legal que sea necesaria para
afrontar cualquier problemática jurídica vinculada con la afección que determi-
na su ingreso.
− Ser tratado por el personal institucional, otros pacientes y sus acompañantes sin
que su dignidad sea afectada por razones de edad, sexo, raza, nacionalidad,
ocupación, opinión política, ideología, creencia religiosa, procedencia cultural,
preferencia sexual o alguna otra causa.
− Profesar la religión de su elección si la tuviera.
− Recibir la información que se difunda por los medios de comunicación.
− Ser respetados sus derechos civiles, políticos y socioculturales.
− Disponer de un medio hospitalario adecuado en lo referente a seguridad, condi-
ciones higiénico-sanitarias y trato humano.
− Disfrutar del menor grado posible de restricciones según sus manifestaciones
clínicas.
− Ser atendido en salas abiertas y reunirse con quien desee.
− Mantener la custodia de las pertenencias básicas para su aseo, recreación y
vestuario, así como disponer de dinero de bolsillo.
− Utilizar el teléfono público y remitir o recibir correspondencia libremente.
− Recibir visitas en los días y horas programadas y, en casos especiales, en días y
horas extraordinarias, según criterio médico.
− Recibir información del personal que lo atiende en lo referente a nombre, cargo
y perfil profesional, así como en cuanto a la evolución de su enfermedad y
razones de su traslado a otros servicios o instituciones en caso de resultar nece-
sario para su mejor atención.
− Ser informado del tratamiento propuesto así como de los resultados esperados y
posibles efectos indeseables de recursos terapéuticos.
− Disfrutar del mayor grado posible de privacidad en la institución.
− No sufrir ningún tipo de abuso físico, mental o social y estar libre de todo vínculo
sexual con los miembros del equipo de salud que lo atienden, lo que constituiría
también una forma de abuso.
− Presentar quejas ante la Comisión de Ética, dirección del servicio o del hospital
o ante otros niveles administrativos y jurídicos en caso de considerarlo ne-
cesario.
− Recibir la remuneración correspondiente al trabajo que realice en función de su
rehabilitación en instituciones especializadas.
− Solicitar a los cuerpos de revisión la valoración de la admisión y la permanencia
en la institución en los casos de ingresos compulsorios.

149
Cláusula final limitante. Los presentes derechos estarán sujetos a las limita-
ciones que sean necesarias para proteger la salud o el bienestar de la persona de
que se trate o de otras personas, o para proteger la moral o los derechos y liberta-
des básicas de otros.
Nota complementaria. Estos derechos serán revisados, modificados y enri-
quecidos, siempre que se considere necesario para ajustarse a las normas interna-
cionales y a nuestras necesidades. Su difusión, estudio y enriquecimiento será respon-
sabilidad del Ministerio de Salud Pública, mediante los procedimientos adecuados.
Código de Ética de la Psiquiatría Cubana. Pensamos que Cuba, por las
características de su Sistema Único Nacional de Salud y por el grado de prioridad
conferido a este servicio social, podría ser pionera en lograr que el espiral dialécti-
co representado por el médico de la familia de principios de siglo como tesis, y el
médico súper tecnificado, pero alejado de la relación interpersonal como antítesis,
culmine en la esperada síntesis que dé como fruto, al médico realmente integral
donde su profunda comunicación humana con el paciente y sus familiares sea
completada por los más avanzados recursos tecnológicos y que estos objetivos se
logren también con otros miembros del equipo, que servirán como modelos a los
restantes trabajadores.
Lograremos así, el personal idóneo que garantice el incremento progresivo del
bienestar físico, psíquico y social de nuestro pueblo.
Como expresión práctica de la proyección ética de los profesionales y técnicos
de la salud en nuestro país, transcribiremos ahora el código ético que fue discutido
y enriquecido por el 95 % de los psiquiatras cubanos en todas las filiales de la
Sociedad Cubana de Psiquiatría y ratificado en Asamblea General de Afiliados.
Sociedad Cubana de Psiquiatría. Código de Ética de la Psiquiatría Cu-
bana. La ética de la medicina cubana, y dentro de ella la psiquiatría, se fundamen-
ta, vincula, desarrolla y ejerce en concordancia histórica con toda la experiencia
del progreso moral de la humanidad y con los mejores logros del pensamiento
ético-filosófico acumulados por la evolución del hombre.
El Juramento de Honor de los médicos cubanos (1938), el Código de Moral y
Ética (1957); las Reglas de Ética Profesional (1957), los Principios de la Ética
Médica, documento rector que pauta la conducta de los trabajadores de la salud
dentro de la proyección humanista de nuestra revolución (1982); el Código de Ética
de los Científicos Cubanos (1992); la adhesión de Cuba a los Códigos Internacio-
nales de Ética Médica, Ética de las Investigaciones, Cartas de Derechos del Pa-
ciente y a otros acuerdos internacionales sobre la materia, reflejados en nuestro
medio por “los principios y regulaciones éticas para la proyección y beneficio de las
personas con trastornos mentales en Cuba”, demuestran la respetabilidad y
acatabilidad creciente de los profesionales cubanos de las ciencias de la salud por
la evolucionante reflexión ética.
El marco conceptual-referencial que sirve de base a nuestro Sistema Nacional
de Salud y al Subsistema de Salud Mental, se concatena e integra a los plenos
derechos humanos y es una enlazada y concreta demostración del respeto a la
integridad, dignidad y decoro de todos los pacientes y sus familiares.

150
La práctica médica de todos los profesionales de la Salud Mental fundamenta-
da en la cientificidad, en el criterio del trabajo interdisciplinario en equipo y en la
praxis de la unidad médico-comunidad, es una garantía para la materialización a
plenitud del carácter preventivo, curativo y rehabilitatorio de nuestros principios
éticos.
En la praxis de nuestra psiquiatría, la más humanista de todas las especialidades
médicas, se observan, desarrollan y cumplimentan todos los aspectos humanos y
científicos en que está basada la verdadera relación médico-paciente-familia.
Consecuentemente, nuestra conducta médica en relación con el paciente y sus
familiares, con los demás trabajadores del sector y con la sociedad, está basada en
los siguientes principios éticos:
− En relación con las características personales del profesional:
· Tener autoconcientizadas las características personales, especialmente las
motivaciones y las actitudes, para el idóneo ejercicio de la especialidad.
· Poseer y desarrollar las aptitudes, conocimientos y habilidades adecuadas
que permitan una praxis humanística, científica y dignificante, orientada al
beneficio y protección de los pacientes, sus familiares y la comunidad.
· Cuidar y desarrollar una conducta social integral de reconocimiento convin-
cente, expresiva de natural modestia, afabilidad, de consagración al bien de
salud y a la solidaridad humana.
− En relación con el ejercicio del profesional de la salud:
· Dedicar los esfuerzos a la promoción, prevención, recuperación, rehabilita-
ción e investigación de la salud humana.
· Respetar la dignidad, decoro, pudor y derechos de los pacientes y sus fami-
liares, ejercitando el secreto profesional en beneficio de los mismos, siempre
que ello no ocasione perjuicio social o ponga en peligro la vida o salud de
otras personas.
· Evitar yatrogenia en todas las atenciones de salud mental y cuidar la conse-
cuente discreción al formular criterios, diagnósticos y pronósticos en las en-
fermedades, especialmente en las de carácter grave o mortal.
· Proporcionar una adecuada relación interpersonal con el paciente y sus fa-
miliares que les evidencie y confirme: respetabilidad, consideración,
confiabilidad, cooperación y solidaridad.
· Propiciar comunicaciones y acciones motivacionales para la promoción, cu-
ración y rehabilitación y propender a la eliminación o disminución del sufri-
miento del paciente y sus familiares.
· Cuidar que el ejercicio profesional de la especialidad esté siempre dirigido al
propósito del bien de salud, brindando a todos una óptima atención en la
salud mental y siempre las mínimas acciones restrictivas posibles a los pa-
cientes y en especial a los involucrados en procedimientos judiciales.
· Obtener el oportuno y apropiado consentimiento informado de los pacien-
tes, o en su defecto, de los familiares o representante legal para todas las
acciones preventivas, curativas y rehabilitatorias, así como para todas las
investigaciones biomédico-sociales.

151
· Conocer y actuar debida y oportunamente en correspondencia con el dere-
cho del paciente al consentimiento informado, limitado excepcionalmente
por la ley en los casos en que sea necesario proteger la salud o seguridad de
la persona que se trate o de otras personas, o para proteger el orden, la
seguridad, la salud y la moral pública, o los derechos y libertades de otros.
· Promover e inculcar a los educandos bajo su responsabilidad las conviccio-
nes y principios éticos correspondientes, así como propiciar las debidas rela-
ciones de ejemplaridad, autoridad y respetabilidad.
· Actualizar y perfeccionar los conocimientos y habilidades para lograr la cre-
ciente optimización de la atención de salud mental.
· Poner en conocimiento del paciente, sus familiares o representante perso-
nal, las probables consecuencias de la acción médica.
− En relación con los derechos del paciente y sus familiares: actuar para garanti-
zar que el paciente y su familia:
· Reciban la más calificada y oportuna atención de salud mental con el mayor
grado de satisfacción posible.
· Reciban una atención de absoluto respeto de sus derechos humanos, su
dignidad, decoro y pudor.
· Reciban y participen de una idónea relación interpersonal, relación médico-
paciente-familia, dentro de la más estricta privacidad, respeto y confiabilidad.
· Puedan elegir libremente para su atención al profesional de salud mental,
dentro de los límites de la organización de salud y la ley, conocer el nombre
completo del mismo y de los responsables de los procedimientos y trata-
mientos que se les apliquen con su oportuno consentimiento.
· Puedan obtener oportunamente la información disponible relacionada con su
diagnóstico, tratamiento, pronóstico, proyectos de investigaciones, así como
de las normas y reglamentos aplicables a su conducta como paciente.
· Puedan ejercer oportuna y plenamente, el derecho al consentimiento infor-
mado.
· Puedan conocer otras opciones de atención, tratamiento y procedimientos
médicamente significativos, en base a su derecho de inquirir segundas opi-
niones profesionales cuando lo consideren necesario.
· Conozcan todo lo necesario para que puedan ejercer plena y oportunamente
su derecho al consentimiento informado, y puedan o no rechazar las aten-
ciones médicas o investigaciones de salud.
· Estén protegidos en su confiabilidad para que todas las acciones, informa-
ciones y registros relativos a su atención, sean tratados confidencialmente
dentro del principio médico del secreto profesional.
· Puedan ejercer su derecho a recibir o rechazar la asistencia espiritual o
moral, según su preferencia.
· Sean respetados cualesquiera sean sus condiciones sociales, ideas políticas,
su nacionalidad, religión, color de la piel o preferencia sexual.

152
− En las relaciones con otros profesionales de salud mental.
· Las relaciones de trabajo de los profesionales de salud están basadas en la
debida cientificidad, respetabilidad, consideración, cooperación, cordialidad
y solidaridad, que sirven de marco referencial al momento de emitir opinio-
nes, criterios y valoraciones.
· Dentro de parámetros de estricta respetabilidad ética se abordarán, canali-
zarán y resolverán las violaciones observadas y comprobables de los prin-
cipios éticos, o de las normativas o reglamentos vigentes.
· Se ejercerá para con nosotros mismos y con los demás profesionales de
salud, una constructiva actitud autocrítica y crítica sobre los asuntos referi-
dos a las reclamaciones entre sí y las reacciones profesionales con los
pacientes y sus familiares, debiendo manifestarse solo en el marco profe-
sional adecuado, fuera del cual es de honorabilidad el abstenerse de emitir
formulaciones que menoscaben el prestigio de otros compañeros, colegas o
de instituciones de salud.
− En relación con la sociedad. La dialéctica unidad de la ciencia, la técnica, la
sociedad y la ética, permiten comprender que en la praxis social los valores
ético-morales, alcanzan su más pleno desarrollo en la unidad médico-comuni-
dad, en la cual se materializan a plenitud el carácter profiláctico-asistencial y a
su vez, la realización personal más evolucionada de los profesionales de la
salud mental.

Socialmente caracteriza la concepción y conducta del profesional de salud


mental su:
− Científica identificación con el infinito proceso de humanización del hombre.
− La subordinación profesional del interés personal al social.
− La integral defensa de los derechos de los hombres y la fraternidad entre los
mismos.
− El ejercicio de una atención de salud mental dignificante.
− El ejercicio profesional dignificante, honesto, estético y de consagración al
bien de salud del paciente, su familia y la comunidad.
− El irrestricto respeto a la dignidad, confiabilidad, decoro al secreto médico-
profesional y al derecho de vida.

153
Anexo 3. Propuestas de códigos de ética por profesiones

Código de Ética de los Médicos Cubanos


Preámbulo. Los médicos cubanos no cuentan en la actualidad con un Código
de Ética particular. Su conducta ética está normada, como la del resto de los profe-
sionales de la salud, por los Principios de Ética Médica que fueron establecidos, a
nivel institucional, por la Resolución No. 103 de 1983, que puso en vigor los “Prin-
cipios de la Ética Médica”, previa discusión con los trabajadores, celebrada bajo la
dirección del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud.
Si bien este documento sobre Ética Médica, de 1983, contiene los principios
básicos y los deberes ineludibles de todos los trabajadores de la salud, no toma en
cuenta las particularidades del ejercicio profesional de los médicos, ni los princi-
pios éticos generalmente aceptados en la investigación científica.
A toda esta situación se ha sumado el hecho de que la sociedad contemporánea
ha alcanzado un nivel particular en el proceso de desarrollo histórico que afecta al
hombre en tanto que ser social. A ello ha contribuido, sin lugar a dudas, el impetuo-
so avance científico técnico, pues, en ocasiones, la alta tecnología no propicia o
está contrapuesta a las normas éticas más elementales para el respeto del ser
humano y de su entorno.
Después de los efectos negativos de la crisis económica que ha afectado a la
sociedad cubana a lo largo del decenio de los años 90, como consecuencia funda-
mentalmente del recrudecimiento del bloqueo económico impuesto a Cuba por el
gobierno de los Estados Unidos a lo largo de más de cuarenta años y del derrumbe
del sistema socialista en Europa del Este, los que se hicieron sentir en el propio
sistema de valores de la sociedad y que han tenido también su repercusión en el
campo de los profesionales de la salud, es aun mas importante revisar los Princi-
pios de la Ética Médica vigentes y establecer un código de ética propio de los
médicos, que tenga en cuenta los principios morales y éticos de la Sociedad Socia-
lista que estamos construyendo.
Por estas razones, la Comisión Nacional de Ética Médica ha considerado su
deber realizar un proyecto de Código de Ética de los Médicos, que tome en cuenta
todos estos aspectos, así como los principios establecidos por la Organización
Mundial de la Salud, en cuanto al ejercicio profesional médico y a la investigación
científica, en el marco de los explosivos avances de la ciencia y la tecnología en los
últimos años.
Este código debe reforzar los principios siguientes:
− Mantener que los hombres y mujeres son seres sociales inmersos en un medio
que influye sobre ellos, positiva o negativamente, dependiendo de múltiples fac-
tores.
− Reconocer que la salud es un estado de bienestar físico, psíquico y social, con
capacidad de funcionamiento, del ser humano.
− Servir de guía para la evaluación, reflexión y toma de decisiones concernientes
a los problemas éticos de la práctica profesional y proveer una base para
reconsiderar iniciativas.

154
− Establecer que el Código no solo educa a los médicos acerca de sus responsa-
bilidades éticas, sino que además informa a los otros profesionales de la salud y
a la población en general acerca del comportamiento moral esperado de los
médicos.
− Reconocer la proyección social del Estado y el sistema de valores mantenido
por nuestra sociedad.
− Definir el papel de los médicos en la sociedad, destacando su responsabilidad
en la:
· Prevención de las enfermedades.
· Educación para la salud.
· Mantenimiento de la salud.
· Atención, rehabilitación e integración social del enfermo.
· Establecimiento y aplicación de normas aceptables de práctica clínica, ges-
tión, formación de recursos humanos e investigación en medicina.
· Disposición permanente de colaboración internacional.
− Especial atención debe brindarse a la necesidad de que los médicos enfaticen
de manera prioritaria, dentro de sus programas, en:
· La adquisición de un compromiso profesional serio y responsable.
· La participación activa en la sociedad.
· El reconocimiento y aplicación en su ejercicio, de los principios de la ética
profesional.
· La adopción de un profundo respeto por los derechos humanos.
− Deben quedar incluidos los derechos de los sujetos participantes en la investi-
gación:
· El derecho de no recibir daño.
· El derecho del conocimiento pleno y el consentimiento correspondiente.
· El derecho de autodeterminación.
· El derecho de intimidad, anonimato y confidencialidad.
− En resumen, deben incluirse en el Código las tres grandes áreas de deberes
morales de los médicos:
· El médico y el ejercicio profesional.
· El médico y el ser humano.
· El médico y la sociedad.

El Código debe establecer los patrones de ética de los médicos, servir como
instrumento de guía en la responsabilidad profesional, desarrollar los estándares y
políticas que rigen las actividades profesionales, servir como marco referencial
para tomar decisiones éticas y promover una conducta moral y de alta calidad.
Artículo I. Deberes del médico en su ejercicio profesional:
1. Dedicar todos sus esfuerzos a la promoción, prevención, recuperación y reha-
bilitación de la salud humana.
2. Atender, de forma solícita y benévola, a toda persona que recabe sus servi-
cios, sin mostrar prisa o indiferencia hacia sus padecimientos, ni hacer comen-
tarios indiscretos en su presencia.

155
3. Prestar atención, con la mayor responsabilidad y premura, cuando sean solici-
tados sus servicios en caso de urgencia y no esté disponible otro médico con
mayor obligación para atender al paciente.
4. Propiciar que solo se realicen con cada paciente los estudios complementarios
indispensables para llegar al diagnóstico correcto, eliminando cualquier ten-
dencia a realizar indicaciones que se aparten de este objetivo y provoquen
molestias o peligros innecesarios a los pacientes.
5. Garantizar que no se interrumpa la asistencia del paciente en los casos que se
requiera.
6. Garantizar su traslado a otra área de servicio o a otra institución.
7. Evitar la indicación de medicamentos o procedimientos diagnósticos o tera-
péuticos no disponibles.
8. Mantener una superación constante para mantener su competencia y cuidar
de no incurrir en el error médico, que resulta de una equivocación, aunque no
exista mala fe, ni elementos de negligencia, despreocupación o ignorancia.
9. Conocer y analizar los errores médicos, con la libertad y profundidad necesa-
rias, para impedir su repetición, en las reuniones estrictamente médicas. El
médico debe poseer la honestidad y valentía necesarias para reconocer sus
errores y eliminarlos.
10. Cerciorarse de que el empleo de la tecnología y los avances científicos son
compatibles con la seguridad, la dignidad y los derechos de las personas
11. Adoptar las medidas adecuadas para preservar a las personas cuando un co-
lega, otro profesional de la salud u otra persona cualquiera ponga en peligro los
cuidados que ellas reciben.
12. Evitar la comisión de acciones que puedan comprometer su prestigio profesio-
nal y poner en peligro la confianza que han depositado las personas, familias y
comunidad que atiende.
13. Asumir la responsabilidad del enjuiciamiento de la competencia de otras per-
sonas y de él mismo, al aceptar y delegar funciones.
14. Velar por su salud personal para que no se comprometa su capacidad para
cumplir eficientemente sus responsabilidades.
15. Realizar la necropsia, o la práctica de operaciones en el cadáver con el fin de
segregar órganos, tejidos, o parte de ellos, con la garantía de que estos actos
sean rodeados del respeto y cuidado propios de actividades del mayor valor
humano, científico y técnico.
16. Participar, como representante de la profesión, en todos las Comisiones de
Ética Médica, Comités de Ética Clínica o de Ética de la Investigación Cientí-
fica, como una forma de garantizar los criterios éticos de la medicina en esas
entidades.
17. Asumir la responsabilidad de ser un ejemplo de estilo de vida saludable frente
a las personas, familias y comunidades que atiende.
18. Mantener el medio ambiente natural y protegerlo contra el empobrecimiento,
la contaminación, la degradación y la destrucción.

156
19. Estar dispuesto a prestar sus servicios a otros pueblos que así lo requieran.
20. Como ciudadano cubano deberá ser fiel cumplidor de lo establecido en la
Constitución de la República de Cuba, en la Ley de Salud Pública cubana y en
cuantas regulaciones jurídicas existen para normar la participación ciudadana
en la vida social.

Artículo II. Deberes del médico en relación con el paciente y sus fa-
miliares:
1. Propiciar una correcta relación personal con el paciente, que le inspire un
estado anímico de seguridad, explicarle su estado de salud y las causas de su
enfermedad, con el tacto y prudencia necesarios, e informarle oportunamente
las medidas preventivas, de diagnóstico, de tratamiento y de rehabilitación que
debe adoptar, o las que se le proponen.
2. Establecer similar relación con los familiares del paciente, informándoles, en
cualquier momento, todos los aspectos relacionados con el manejo de la enfer-
medad, propiciando la obtención del máximo apoyo y cooperación posibles en
lo relacionado con la prevención, curación y rehabilitación de su familiar.
3. Promover un ambiente en el que sean respetados los derechos de esas perso-
nas, de sus familias y de la comunidad a la que pertenecen, incluyendo el
respeto a sus valores, costumbres, tradiciones y creencias.
4. Escuchar las preocupaciones y dificultades del paciente y de sus familiares,
darles la atención requerida y esforzarse por viabilizar las soluciones posibles.
5. Utilizar en todo momento, en sus relaciones con los pacientes y sus familiares,
un lenguaje claro, sencillo y comprensible y erradicar cualquier expresión soez
o de mal gusto.
6. Respetar el decoro, el pudor y la dignidad de las personas que atiende.
7. Obtener el consentimiento del paciente o de sus familiares, excepto en los
casos de fuerza mayor, antes de realizar cualquier medida diagnóstica o tera-
péutica que pueda significar un riesgo para el paciente.
8. Evitar que lleguen a manos de los pacientes o de sus familiares los expedien-
tes clínicos, informes de investigaciones, o cualquier otro documento médico
que pueda darles una información perjudicial o indebida por otra vía que no
sea la del propio conducto del médico.
9. Evitar y combatir cualquier tendencia a la complacencia en la emisión de re-
cetas, indicaciones de investigaciones, elaboración de certificados médicos u
otras prescripciones que solo vayan dirigidas a satisfacer demandas injustifi-
cadas de los pacientes, sin una necesidad real.
10. Evitar que su trabajo se afecte por el apresuramiento innecesario, la superfi-
cialidad o la rutina.
11. Conservar el secreto profesional, teniendo en cuenta los intereses del pacien-
te, siempre que ello no ocasione un perjuicio a la sociedad, ni ponga en riesgo
la salud de otras personas.
12. No divulgar aspectos de la enfermedad que puedan estar relacionados con la
vida íntima del paciente o de sus familiares.

157
13. Brindar información total o parcial, o guardar reserva absoluta o relativa sobre
el diagnóstico y pronóstico en los casos de enfermedades de curso fatal, en
correspondencia con los deseos del paciente, y seleccionar a quién se debe
brindar esa información, con el tacto necesario, en aquellos casos en que el
paciente exprese o demuestre de alguna forma sus deseos de no saber, o no
saber todo, acerca de su próximo final.
14. Exigir de los colegas y otros trabajadores que le estén subordinados, la con-
ducta correcta con el paciente y sus familiares y, en el mismo sentido, actuar
con aquéllos que, aunque no estén subordinados, intervengan en una forma u
otra en su atención.

Capítulo III. Deberes del médico en relación con los demás trabajado-
res de la salud y otros profesionales:
1. Mantener consigo mismo y con los demás trabajadores de la salud, una actitud
autocrítica y crítica sobre los asuntos referentes a la relación con los pacientes
y sus familiares, la promoción, la prevención, el diagnóstico, la atención médi-
ca y la rehabilitación de aquéllos y cuidar que las opiniones y criterios se basen
en el más profundo análisis científico posible.
2. Mantener una relación de cooperación con sus colegas y con los demás profe-
sionales que laboran en el sector salud, con quienes trabaje en las labores
propias de la profesión, basada en el respeto mutuo.
3. Promover el intercambio científico con profesionales de otros sectores de la
sociedad, cuyas metas son coincidentes con las del sector salud, en el interés
del enriquecimiento mutuo a favor de la población cubana y de otros países.
4. Evitar indiscreciones que menoscaben el prestigio de otros compañeros o de
instituciones del sistema de salud. No aceptará juicios de valor sobre el actuar
de algún colega realizado por otro profesional en ausencia de aquél y, espe-
cialmente, en presencia de terceros. Tampoco emitirá juicios de valor sobre el
actuar de otro profesional de los que laboran en el sector salud en ausencia del
interesado ni en presencia de terceros.
5. Contribuir al mantenimiento de condiciones de trabajo social y económica-
mente equitativas en medicina.
6. Poner en conocimiento de las autoridades correspondientes cualquier viola-
ción que le conste, tanto de los principios establecidos en este código, como de
los reglamentos de las unidades de salud pública.

Capítulo lV. Deberes del médico en su labor educativa:


1. Promover con sus educandos los principios éticos, a través de la palabra y del
ejemplo, y desarrollar el esfuerzo necesario para garantizar la correcta adqui-
sición por ellos de los conocimientos y habilidades en la aplicación de estos
principios.
2. Garantizar que las relaciones entre los profesores médicos y sus educandos se
enmarquen en la debida autoridad y respeto que se requieren en la actividad
docente.

158
3. Prestar especial atención a la superación individual de los profesores, en los
aspectos teóricos y prácticos, como aspecto esencial para el cumplimiento de
sus responsabilidades docentes.
4. Velar porque los estudiantes realicen el mayor esfuerzo, dedicación y sacrifi-
cio para alcanzar el más alto nivel de aprendizaje teórico y práctico.
5. Estar dispuestos a una superación continua y a recibir entrenamiento especia-
lizado en aquellas disciplinas que lo demanden, a fin de satisfacer las necesi-
dades de la docencia, de la atención de la población, de la investigación y de
las tareas de colaboración con otros países que sean requeridas.

Capítulo V. Deberes del médico en la investigación:


1. Asegurar el cumplimiento de los principios y normas éticas reconocidos uni-
versalmente al realizar o participar en una investigación científica que involucre
a seres humanos.
2. Utilizar la investigación biomédica para el perfeccionamiento de los métodos
profilácticos, diagnósticos, terapéuticos y de rehabilitación de los pacientes y
para el mejor conocimiento de la etiología y patogenia de la enfermedad.
3. Proteger la vida y la salud del hombre es la misión natural del investigador
médico y, por lo tanto, no debe adoptar ninguna medida que pueda debilitar la
resistencia física o mental del ser humano, si no está justificada por el interés
directo del propio paciente.
4. Mantener las cualidades siguientes: elevada capacidad científica, intachable
conducta moral, modestia, dedicación total al trabajo científico, sentido de res-
ponsabilidad, preferencia por el trabajo colectivo, oposición al individualismo y
permanente disposición a la entrega desinteresada de sus conocimientos a
sus compañeros de trabajo y discípulos, a nuestro pueblo y a la humanidad.
5. Basar los trabajos de investigación con seres humanos en un profundo cono-
cimiento de la bibliografía científica, en ensayos en cadáveres y en animales
de experimentación, realizados debidamente y conforme a los principios éticos
establecidos por la Organización Mundial de la Salud. Estos principios s e -
ñalan que en la experimentación animal deberá evitarse todo daño o dolor
innecesario a los animales, al igual que el respeto debido cuando se trabaje con
cadáveres.
6. Formular en un protocolo detallado los procedimientos que se pretendan apli-
car en cualquier investigación, el cual debe ser revisado y aprobado desde los
puntos de vista científico y ético por comisiones independientes (Consejo Cien-
tífico y Comité de Ética de Investigación).
7. Respetar la voluntariedad del paciente para su inclusión en una investigación,
debiendo ser informado previamente de los objetivos, los riesgos, beneficios y
molestias que el procedimiento le puede ocasionar. No será aceptable la inclu-
sión de un voluntario sano en una investigación que conlleve la realización de
un procedimiento quirúrgico. En todo caso, será preferible la obtención del
consentimiento de un paciente por un médico que no participe en la investiga-
ción y no se aceptará el consentimiento de un paciente cuyo juicio no se con-
sidere confiable.

159
8. Preferir las investigaciones prospectivas y aleatorias, garantizando que el gru-
po control reciba el tratamiento de más calidad conocido hasta el momento de
la experiencia y no se aceptará la utilización de un placebo cuando exista otro
tratamiento en ese momento.
9. Interrumpir la investigación cuando el equipo que la realiza considere que su
continuación puede ser peligrosa para el sujeto, o cuando éste así lo decida, sin
que tenga que dar explicaciones por su decisión.
10. Hacer prevalecer la salud y el bienestar del sujeto sobre el interés de la
ciencia.
11. Respetar siempre la exactitud de los resultados al publicar un trabajo de inves-
tigación.
12. Respetar la autoría o colaboración de quienes hayan contribuido en la investi-
gación y de todos aquellos de quienes se haya obtenido alguna referencia
bibliográfica.
13. Aceptar para su publicación solamente los trabajos o informes que cumplan
los principios éticos establecidos.

Capítulo Vl. Deberes del médico para la sociedad:


1. Observar en todo momento normas de conducta personal que acrediten a la
profesión y fomenten la confianza de la población. En este sentido se desta-
can: el porte personal pulcro y sobrio, la corrección en el hablar (trato respe-
tuoso, amable y en voz baja), la honestidad, modestia, sencillez y la proyección
de un estilo de vida saludable.
2. Ejercer con altruismo las actividades propias de su esfera de trabajo, subordi-
nando el interés personal al social.
3. Estar siempre dispuesto a cumplir las obligaciones que le correspondan como
ciudadano, así como aquellas que, por razón del carácter excepcional de su
trabajo, le exijan el mayor esfuerzo, dedicación y sacrificio.
4. Actualizar y perfeccionar continuamente sus conocimientos, para lograr la
óptima calidad en los servicios que presta a la sociedad.
5. Procurar que la información que ofrezca con propósitos de divulgación cientí-
fica sea correcta y adecuada y abstenerse de verter conceptos y opiniones
que puedan alarmar a la ciudadanía.
6. Defender con valentía, en todas las instancias institucionales, el derecho de las
personas a tener toda la información necesaria y oportuna acerca de los pro-
blemas que le puedan afectar su salud.

Propuesta de Código de Ética de las enfermeras cubanas


Las enfermeras y enfermeros de todo el mundo tienen un método científico de
actuación profesional, el Proceso de Atención de Enfermería, que tiene como obje-
tivo fundamental el lograr diagnosticar las respuestas humanas frente a las altera-
ciones reales y/o potenciales, secundarias a procesos que rompen el equilibrio
sociopsicobiológico de la persona, con el propósito de poder planear y ejecutar los
cuidados a la persona y su familia, y evaluar sus resultados.

160
Los cuidados de enfermería deben responder a los cuatro deberes fundamenta-
les de los profesionales de esta especialidad: promover la salud, prevenir las enfer-
medades, restaurar la salud y aliviar el sufrimiento.
La necesidad de los cuidados de enfermería ha sido siempre universal; pero
hoy, en que la invasión tecnológica en el campo de las ciencias médicas se hace
cada vez más peligrosa por los rasgos de deshumanización que le acompañan, se
reclama más que nunca la actuación profundamente humana de los profesionales
de la especialidad.
Son inherentes a la enfermería el respeto al ser humano, a sus diferencias, a la
dignidad, el respeto a la vida y al acompañamiento en la muerte. Por tanto, en la
enfermería no se podrá hacer distinciones fundadas en consideraciones de edad,
sexo, color de la piel, credo religioso, opiniones políticas, opciones sexuales, cultura,
discapacidad o enfermedad, género, nacionalidad, grupo étnico o condición social.
Las enfermeras y enfermeros prestan servicios de salud a la persona, la familia
y la comunidad y coordinan sus servicios con los de otros colegas y otros grupos de
profesionales de otros sectores de la sociedad.
Elementos del código:
− La enfermera y las personas. La responsabilidad moral profesional primordial
de la enfermera será ante las personas que necesiten cuidados de enfermería,
de manera que, al dispensarlos, deberá promover un entorno en el que sean
respetados los derechos de esas personas, de sus familias y la comunidad a la
que pertenecen, incluyendo el respeto a sus valores, costumbres, tradiciones y
creencias. La enfermera proporcionará a las personas, familias y comunidad
que atiende toda la información necesaria y suficiente para que ellos puedan
fundamentar el consentimiento a los cuidados, las investigaciones y los trata-
mientos relacionados. En el caso de información que deba ser ofrecida por el
médico de asistencia, la enfermera coordinará con éste la extensión y profundi-
dad de la información, en correspondencia con la real capacidad de las perso-
nas y su deseo de saber.
La enfermera mantendrá en el ámbito confidencial toda la información personal
que le brinde la persona o su familia y utilizará la mayor discreción al compartir-
la, lo que sólo estará permitido en los casos que pudiera obrar en beneficio de la
propia persona o familia que haya aportado la información o en aquellos en que
guardando el secreto pudieran ser afectadas terceras personas.
La enfermera adoptará las medidas adecuadas para preservar a las personas
cuando un colega, otro profesional de la salud u otra persona cualquiera ponga
en peligro los cuidados que ellas reciben.
− La enfermera y la práctica profesional. La enfermera será personalmente
responsable y deberá rendir cuenta de la práctica de enfermería y del manteni-
miento de su competencia mediante la formación continua como única forma
de garantizar el saber, saber hacer y hacer bien, para hacer el bien a las perso-
nas que atiende.
La enfermera velará por su salud personal para que no le comprometa su capa-
cidad para dispensar los cuidados.

161
La enfermera asumirá la responsabilidad del enjuiciamiento de la competencia
de las personas y de ella misma, al aceptar y delegar funciones.
La enfermera observará en todo momento normas de conducta personal que
acrediten a la profesión y fomenten la confianza del público. En este sentido se
destacan: el porte personal pulcro y sobrio, la corrección en el hablar (trato
respetuoso, amable y en voz baja) y la proyección de un estilo de vida saludable.
Al proporcionar los cuidados, la enfermera se cerciorará de que el empleo de la
tecnología y los avances científicos son compatibles con la seguridad, la digni-
dad y los derechos de las personas.
Al realizar o participar en una investigación científica que involucre seres hu-
manos, se asegurará del cumplimiento de los principios y normas éticas recono-
cidos universalmente para ella.
− La enfermera y la profesión. A la enfermera incumbirá la función principal al
establecer y aplicar normas aceptables de práctica clínica, gestión, investiga-
ción y formación de recursos humanos en enfermería.
La enfermera contribuirá activamente al desarrollo de un núcleo de conoci-
mientos profesionales basados en la investigación.
La enfermera, a través de la Sociedad Cubana de Enfermería y el Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Salud, participará en la creación y manteni-
miento de condiciones de trabajo social y económicamente equitativas en en-
fermería.
La enfermera promoverá la participación de un representante de la profesión
en todas las Comisiones de Ética Médica, Comités de Ética de la Investigación
Científica y en las Cátedras de Bioética de las Facultades de Ciencias Médicas,
como una forma de garantizar los criterios éticos de enfermería en esas entidades.
− La enfermera y sus colegas. La enfermera mantendrá una relación de co-
operación con los colegas con quienes trabaje en las labores propias de la profe-
sión.
La enfermera prestará atención al lugar y ante las personas que emita juicios de
valor sobre el actuar profesional de otro colega que puedan comprometer su
prestigio profesional y poner en peligro la confianza que han depositado las
personas, familias y comunidad que atiende.
La enfermera adoptará las medidas adecuadas para preservar a las personas
cuando un colega ponga en peligro los cuidados que ellas reciben.
− La enfermera y la enseñanza de la ciencia del cuidado. La enfermera,
cuando asuma funciones docentes, propiciará espacios de reflexión y debate
sobre estos temas, para crear un ambiente favorable a la consolidación de los
valores y principios éticos sociales cultivados por la Revolución Cubana, e
incentivar la construcción de valores éticos profesionales con sus educandos.
− La enfermera y los otros profesionales que laboran en el sector salud. La
enfermera propiciará una relación de cooperación con los otros profesionales
que laboran en el sector salud, basada en el respeto mutuo, en tanto que perso-
nas y profesionales de igual rango aunque de diferentes especialidades que
tienen como objetivo común el promover el bienestar de las personas, familias y
comunidades que atienden.

162
La enfermera no aceptará juicios de valor sobre el actuar de algún colega de
enfermería realizado por otro profesional en ausencia de aquel y, especialmen-
te, en presencia de terceros. Tampoco emitirá juicios de valor sobre el actuar de
otro profesional de los que laboran en el sector salud en ausencia del interesado
ni en presencia de terceros.
La enfermera adoptará las medidas adecuadas para preservar a las personas
cuando otro profesional de la salud ponga en peligro los cuidados que ellas
reciben.
− La enfermera y los profesionales de otros sectores de la sociedad. La en-
fermera estimulará la cooperación con otras disciplinas de distintos sectores de
la sociedad cuyas metas son coincidentes con las del sector salud.
La enfermera contribuirá al éxito de las acciones y conductas de grupos profe-
sionales de distintos sectores de la sociedad cuyo trabajo incide en el sector
salud.
La enfermera promoverá el intercambio científico entre profesionales de otros
sectores de la sociedad, y de otros países del mundo, en el interés del enrique-
cimiento mutuo a favor de la población cubana.
La enfermera adoptará las medidas adecuadas para preservar a las personas
cuando un profesional de otro sector de la sociedad ponga en peligro los cuida-
dos que ellas reciben.
− La enfermera y la sociedad. La enfermera, en tanto que ciudadana cubana
deberá ser fiel cumplidora de lo establecido en la Constitución de la República
de Cuba, en la Ley de Salud Pública y de cuantas regulaciones jurídicas existen
para normar la participación ciudadana en la vida social.
La enfermera compartirá con la sociedad cubana la responsabilidad de iniciar y
mantener toda acción encaminada a satisfacer las necesidades de salud y so-
ciales de la población, en particular de aquellos sectores más vulnerables: niños,
adolescentes, ancianos, discapacitados, enfermos, grupos de riesgo.
La enfermera compartirá también la responsabilidad de mantener el
medioambiente natural y protegerlo contra el empobrecimiento, la contamina-
ción, la degradación y la destrucción.
La enfermera asumirá la responsabilidad de ser un ejemplo de estilo de vida
saludable frente a las personas, familiar y comunidades que atiende.
La enfermera, como miembro activo de la sociedad cubana, educada en el
espíritu martiano de amor a la humanidad, materializado en la obra solidaria de
la Revolución a lo largo de más de cuatro décadas de existencia, representará
al sector salud y a la profesión de enfermería en las misiones de ayuda solidaria
a otros pueblos, tanto en situaciones de desastres, como en colaboración profe-
sional y profesoral.

Anteproyecto del Código de Ética de los estomatólogos


Los estomatólogos cubanos no cuentan en la actualidad con un Código de Ética
particular. Su proceder deontológico está regido por los “Principios de Ética Médica” que

163
fueron establecidos en 1983 previa discusión con los trabajadores, bajo la dirección
del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud en la época. Dicho documento
contiene los principios de su desempeño en el ejercicio de la profesión, expresados
de la forma siguiente:
“La constante elevación del nivel de salud de nuestro pueblo constituye uno
de los fines de la nueva sociedad que construimos. La gigantesca obra
desplegada por la revolución en el campo de la salud aparece justamente
entre sus primeras y más importantes conquistas de unánime reconoci-
miento mundial. El objetivo de mantener y preservar la salud del pueblo
deviene una permanente tarea priorizada de nuestro país, al mismo tiempo
que nuestra experiencia médica se extiende también, al terreno de la ayuda
internacionalista a otros países. Nuestra actuación en el cumplimiento del
deber solo puede responder a los principios éticos de la moral revoluciona-
ria, expresión de los intereses de la clase obrera y del pueblo en general.”

Transcurridos 10 años, estas expresiones mantienen una vigencia absoluta a


pesar del criminal bloqueo imperialista recrudecido, impuesto a nuestro pueblo.
Otro componente de influencia negativa en el campo de la salud que ha resistido
nuestra revolución es el carácter mercantil, lucrativo y elitista traído por el desarro-
llo universal de la ciencia y la técnica en el campo de la medicina. Los pacientes,
sin sentirlo, ni imaginarlo siquiera, se convierten en clientes de un comercio insen-
sible e inhumano, que con frecuencia deja morir a seres humanos, incluyendo ni-
ños, de enfermedades curables por carecer de recursos para pagar servicios y
medicamentos. La terapéutica basada en una polifarmacia exagerada se impone
despiadadamente a precios prohibitivos.
La despersonalización del individuo se impone en este “negocio”, sustituyendo
el calor humano, la mano amiga, el consejo médico y la solidaridad humana, por un
frío informe electrónico o una imagen radiográfica, o ambos.
La Revolución ha creado un formidable ejército de abnegados combatientes de
la salud y científicos sin precio, salidos de la universidad médica cubana, que sin
haber recibido un contenido deontológico específico durante su formación, se han
adelantado a su tiempo, creando con su ejemplo un paradigma ético que supera
toda expectativa y sirve de modelo a futuras generaciones de médicos cubanos y
de otras latitudes.
De las relaciones sociales, interpersonales y características individua-
les de los estomatólogos cubanos:
− El estomatólogo está en el deber de ejercer su especialidad en beneficio de la
salud del ser humano y de la comunidad que atiende, según los principios éticos
del actuar profesional en la sociedad cubana actual, o en cualquier lugar del
mundo donde se encuentre.
− Estar identificado plenamente con los aspectos teóricos conceptuales de la Es-
tomatología, de tal forma que se evidencien en su conducta cotidiana, especial-
mente en el ejercicio de su profesión.

164
− Su desempeño profesional debe permitir un enfoque biopsicosocial, científico,
humanista y enaltecedor de los valores morales orientados al cuidado, beneficio
y protección del hombre sano o enfermo, su familia y la comunidad.
− Promover la salud en el desempeño de sus funciones o cargos, contribuyendo a
la prevención de enfermedades, así como a la recuperación y rehabilitación de
enfermos, con el debido respeto a las condiciones sociales, político-ideológicas,
religiosas, color de la piel, preferencia sexual y otros.
− Su conducta social será modelo de consagración, solidaridad, humanismo y
cientificidad que contribuya a la unidad estomatólogo-comunidad en el conteni-
do de los valores éticos que deben caracterizar a la sociedad socialista cubana.
− Las relaciones entre los miembros del equipo de salud se caracterizarán por el
debido respeto, la lealtad, la colaboración científico-técnica y la consideración,
cortando manifestaciones negativas que menoscaben el prestigio y la responsa-
bilidad de compañeros, colegas e instituciones, así como de pacientes o familia-
res en tratamiento.
− Afrontar y resolver con el mas estricto respeto y discreción, cualquier transgre-
sión de las normas y reglamentos vigentes que hayan observado y comprobado
como conducta no ética.

Constituyen violaciones éticas:


− Instituir cobros mediante procedimientos mercantilistas por servicios
estomatológicos prestados.
− Recibir o cobrar honorarios complementarios a pacientes atendidos en Institu-
ciones especialmente autorizadas para la atención a extranjeros.
− Desviar, por cualquier medio, pacientes de instituciones de salud hacia atención
privada.
− Dejar sin responder o no atender a quejas o reclamaciones de pacientes por
presentar transgresiones éticas.
− Desorientar o no informar adecuadamente a pacientes o familiares, sobre ser-
vicios ofertados o disponibles, horarios de consultas, estomatólogo de turno y
otra información no confidencial.
− Divulgar aspectos relativos a la privacidad de pacientes durante el tratamiento
o una vez terminado éste, sin su consentimiento.
− Adoptar y aplicar nuevas técnicas o materiales que no tengan una efectiva
comprobación científica.
− Dejar de atender a pacientes que procuren atención profesional en caso de
urgencia, cuando no haya otro estomatólogo en condiciones de hacerlo.
− Omitir contenidos éticos durante el ejercicio de la docencia con estudiantes,
residentes, técnicos o personal auxiliar.
− Realizar técnicas o procedimientos en forma abusiva o exagerada con los pa-
cientes durante el proceso de enseñanza-aprendizaje en el servicio, o la ejecución
de investigaciones.

165
− Declinar responsabilidades en los trabajos ejecutados con pacientes por sus
alumnos.
− Utilizar el nombre o el prestigio de la Institución para obtener ventajas personales.
− Perjudicar moral o materialmente el prestigio o la imagen de la institución donde
desempeña su magisterio o ejerce sus funciones asistenciales, administrativas o
de investigación.
− Utilizar su posición jerárquica para incluir su nombre en la autoría de trabajos
científicos en los que no haya participado efectivamente.
− Apropiarse o presentar como suyo, en todo o en parte, trabajos científicos de
otros, antes de que sean publicados.
− Publicar sin autorización, elementos que identifiquen a pacientes.
− Utilizar, sin referencia al autor o sin su autorización expresa, datos, opiniones o
información recopilada como parte de trabajos científicos, publicados o no.
− Falsear datos estadísticos o distorsionar su interpretación.
− Incumplir las regulaciones vigentes sobre investigaciones en salud, o las normas
establecidas por las autoridades regulatorias.
− Utilizar animales de experimentación sin objetivos claros y honestos para enri-
quecer los conocimientos de la ciencia y ampliar los beneficios de la salud co-
munitaria.
− Realizar investigaciones con seres humanos, sin que éste, su responsable o su
representante legal haya dado su consentimiento por escrito, después de haber
sido debidamente informado sobre la naturaleza y las consecuencias de la in-
vestigación.

Anteproyecto del Código de Ética del psicólogo


de la salud
El psicólogo, como parte del equipo de salud, debe mantener los más altos
estándares de su profesión. Aceptará la responsabilidad de las consecuencias de
sus actos y se esforzará para garantizar que sus servicios sean empleados apropia-
damente, así como no excederá los límites de su competencia.
En el ejercicio de su profesión, demostrará identificación con los valores de la
sociedad y con lo que la comunidad espera de él.
El psicólogo respetará la integridad y protegerá el bienestar de la persona o del
grupo de personas con las que trabaja. Respetará las prerrogativas y obligaciones
de las instituciones u organizaciones con los cuales está asociado y mantendrá la
seguridad de las pruebas y las técnicas de evaluación junto a los mandatos legales,
cuidando que sean utilizadas de manera idónea.
En cuanto a la investigación científica, la consideración principal en este sentido,
será cómo contribuir a la ciencia psicológica y al bienestar humano de las personas
incluidas en la misma. Ellas deben ser informadas del objeto de estudio, así como
de los procedimientos a utilizar y sus posibles consecuencias para obtener su
consentimiento. Cuando trabaje con animales, obrará con piedad, para no generar
sufrimiento y sacrificios innecesarios en ellos.

166
De las características personales:
− Mantener un porte personal que denote sobriedad, libre de exageraciones en el
vestir, el maquillaje, el pelado, etc.
− Emplear correctamente el contenido y volumen del lenguaje, evitando vocablos
que denoten grosería, vulgaridad o expresiones superficiales de falsa familiaridad.

De su función profesional:
− Estar plenamente identificado con los aspectos teórico-conceptuales de su es-
pecialidad, de manera que se traduzcan en conducta cotidiana durante el ejerci-
cio de la tarea.
− Desplegar habilidades que permitan un enfoque biopsicosocial científico, huma-
nista y enaltecedor de los valores éticos orientados al cuidado, beneficio y pro-
tección del hombre, (sano o enfermo) su familia y la comunidad.
− Promover la salud, contribuir a la prevención de la enfermedad, así como cola-
borar en la recuperación y rehabilitación del enfermo.
− Investigar bajo los auspicios del enfoque científico y contribuir a la formación
de actitudes y hábitos que generen salud.
− Concitar con el ejercicio de su profesión, el robustecimiento de la considera-
ción, el respeto, la confiabilidad, la solidaridad y la cooperación.
− Mantener abiertos en todo momento, los canales de comunicación con las per-
sonas a las que presta sus servicios.
− Respetar la dignidad, decoro, pudor y derechos de los pacientes y sus familia-
res, ejercitando el secreto profesional en beneficio de los mismos, siempre que
ello no ocasione perjuicio social o ponga en peligro la vida o salud de otras
personas.
− Respetar las condiciones sociales, políticas, ideológicas, religiosas, el color de la
piel, la preferencia sexual y otras.
− Mantener discreción en torno a criterios diagnósticos y pronósticos que puedan
ser susceptibles de complicar o desestabilizar la atmósfera personal, familiar y
comunitaria.
− Obtener oportuna y apropiadamente el consentimiento informado de las per-
sonas que trata, o en su defecto, de los familiares o representante legal para
todas las acciones preventivas, curativas o rehabilitatorias, así como para todas
las investigaciones biomédico-psicológico-sociales que puedan derivarse de la
atención que brinda.
− Conocer y actuar debida y oportunamente en correspondencia con el derecho
del paciente al consentimiento informado, limitado excepcionalmente por la ley
en los casos en que sea necesario proteger la salud o seguridad de la persona de
que se trate o de otras personas, o para proteger el orden, la seguridad, la salud
y la moral pública o los derechos y libertades de otros.
− Promover la construcción de valores con los educandos en aras de fomentar
convicciones y principios éticos idóneos, así como ser ejemplo en el ejercicio de
la autoridad, el respeto y las relaciones interpersonales.

167
− Mantener una actitud de permanente superación profesional que se traduzca en
óptima atención de salud.
− Informar a la persona que trata, (sana o enferma) sus familiares o representan-
te personal, las posibles consecuencias que pudiera acarrear (si así fuese) el
procedimiento empleado.

De las relaciones con otros profesionales y técnicos de la salud:


− Mantener las debidas relaciones laborales con todos los demás profesionales y
técnicos de la salud, basadas en el respeto, la consideración, la cooperación, la
solidaridad y la cientificidad; sobre todo en el momento de emitir cualquier cri-
terio o valoración acerca de una persona o familia en tratamiento.
− Evitar manifestaciones valorativas que menoscaben el prestigio y respetabili-
dad de otros compañeros, colegas e instituciones.
− Cualquier violación (observada y comprobada) de los principios éticos, de las
normativas o reglamentos vigentes, se canalizará y resolverá dentro de un mar-
co de estricto respeto y discreción requerida.

En relación con la sociedad. Ser ejemplo de responsabilidad, dedicación, so-


lidaridad, humanismo y cientificidad que faciliten la plena unidad psicólogo-comuni-
dad dentro de los valores ético-morales, característicos de nuestra sociedad.

Anteproyecto del Código de Ética de los tecnólogos


y técnicos de la salud
La significación social de las gestiones del técnico medio de la salud se conso-
lida en Cuba a partir de la década de los años 60 y su formación integral se logra
mediante programas específicos para las diferentes especialidades hasta alcanzar
el nivel universitario que hoy ostenta la mayoría de ellos.
Las funciones del Técnico y del Tecnólogo en las instituciones de salud van
desde aquellas que requieren del contacto directo con el paciente, hasta otras que
sólo implican el procesamiento y análisis de muestras de material biológico huma-
no. En todos los casos este personal debe poseer la preparación científico-técnica
y ético-deontológica requerida para el cumplimiento de sus tareas.
Los técnicos y tecnólogos como miembros del equipo de salud aceptarán la
responsabilidad de las consecuencias de sus actos y se esforzarán por garantizar
que sus acciones sean realizadas sin exceder los límites de su competencia.
En lo individual:
− Mantener tanto en el ámbito laboral como en la vida privada una conducta
acorde con su profesión y su puesto de trabajo que lo haga ser respetado por
sus compañeros de labor, pacientes y familiares y por la comunidad.
− Toda información relacionada con pacientes y familiares es estrictamente con-
fidencial y estará exclusivamente en función del o los procedimientos a em-
plear, y del beneficio del paciente.
− Realizar todos los procedimientos siguiendo las normas, reglas y directivas es-
tablecidas en la institución. Cualquier dificultad para el cumplimiento de este
principio debe ser consultado con el jefe inmediato superior.

168
− Realizar únicamente las tareas para las cuales posee los conocimientos y habi-
lidades idóneas, avaladas por documento oficial; en situaciones dudosas recu-
rrir a instancias superiores para solicitar las orientaciones y/o entrenamiento
pertinente.
− De existir dudas con respecto al riesgo para el paciente en el cumplimiento de
su indicación, consultar al jefe inmediato superior.
− Cumplir y hacer cumplir las normas de bioseguridad establecidas en la ins-
titución.
− Mantener el porte personal requerido para el puesto de trabajo.
− Emplear siempre el lenguaje adecuado, respetuoso, y comprensible con los pa-
cientes y familiares.
− Cumplir con la obligación moral, social y laboral de mantener de manera perma-
nente la preparación teórica y práctica requerida en la profesión para la presta-
ción de servicios con la calidad requerida.

En su relación con pacientes y familiares:


− Llamar siempre al paciente por su nombre y apellidos.
− Garantizar el respeto absoluto a la privacidad y pudor del paciente.
− Brindar un trato respetuoso y amable, y evitar la utilización de expresiones
vulgares o apelativos que denoten excesiva familiaridad.
− Confirmar la identificación de cada paciente antes de realizar cualquier proce-
dimiento.
− Brindar la información imprescindible que sea requerida para el procedimiento
a realizar y cerciorarse de su comprensión.
− Evitar mensajes extraverbales en presencia de pacientes y familiares, ya que
puede dar lugar al miedo o ser mal interpretado y empeorar el estado de ansie-
dad o temor que generalmente acompaña a las personas enfermas y a sus
familiares.

En su actividad docente:
− Promover con sus educandos los principios éticos, a través de la palabra y del
ejemplo, y desarrollar el esfuerzo necesario para garantizar la correcta adquisi-
ción por ellos de los conocimientos y habilidades en la aplicación de estos
principios.
− Garantizar que las relaciones entre los profesores y sus educandos se enmarquen
en la debida autoridad y respeto que se requieren en la actividad docente.
− Velar porque los estudiantes realicen el mayor esfuerzo, dedicación y sacrificio
para alcanzar el más alto nivel de aprendizaje teórico y práctico.

En la actividad investigativa:
− Asegurar el cumplimiento de los principios y normas éticas reconocidos univer-
salmente al realizar o participar en una investigación científica que involucre a
seres humanos.

169
− Formular en un protocolo detallado los procedimientos que se pretendan aplicar
en cualquier investigación, el cual debe ser revisado y aprobado desde los pun-
tos de vista científico y ético por comisiones independientes (Consejo Científico
y Comité de Ética de Investigación).
− Respetar la voluntariedad del paciente para su inclusión en una investigación,
debiendo ser informado previamente de los objetivos, los riesgos, beneficios y
molestias que el procedimiento le puede ocasionar.
− Respetar siempre la exactitud de los resultados al publicar un trabajo de inves-
tigación.
− Respetar la autoría o colaboración de quienes hayan contribuido en la investiga-
ción y de todos aquellos de quienes se haya obtenido alguna referencia biblio-
gráfica.

En lo colectivo:
− Mantener una actitud respetuosa para con los compañeros de trabajo y un com-
portamiento personal que genere el respeto de los demás.
− El equipo de trabajo debe mantener un estilo de comunicación que excluya
comentarios inherentes a la vida privada de sus integrantes.
− Propiciar un clima de compañerismo y solidaridad con superiores, iguales o
subordinados, y en el caso de identificar deficiencias en la aptitud o actitud,
canalizar adecuadamente la crítica constructiva comunicándola en forma res-
petuosa y privada al propio interesado y sólo en caso necesario a su inmediato
superior.
− Colaborar en el perfeccionamiento, capacitación y con la educación permanen-
te de sus colegas.

Con la sociedad:
− Observar en todo momento normas de conducta personal que acrediten a la
profesión y fomenten la confianza de la población. En este sentido se destacan
la honestidad, modestia, sencillez y la proyección de un estilo de vida saludable.
− Ejercer con altruismo las actividades propias de su esfera de trabajo, subordi-
nando el interés personal al social.
− Estar siempre dispuesto a cumplir las obligaciones que le correspondan como
ciudadano, así como aquellas que, por razón del carácter excepcional de su
trabajo, le exijan el mayor esfuerzo, dedicación y sacrificio.
− Procurar que la información que ofrezca con propósitos de divulgación científi-
ca sea correcta y adecuada y abstenerse de verter conceptos y opiniones que
puedan alarmar a la ciudadanía.
− Defender con valentía, en todas las instancias institucionales, el derecho de las
personas a tener toda la información necesaria y oportuna acerca de los proble-
mas que le puedan afectar su salud.

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