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CRIADERO

ALE: Mi nombre es Alejandra. Tengo 36 años y un hijo de 7. Su padre y yo


vivíamos en Canadá cuando estalló la guerra con Irak. Entonces su padre me
propuso, como un acto de protesta, tener un hijo. Y yo dije ya. Salí
embarazada pronto. No se lo contamos a nadie. Yo estaba asustada. Cuando
nació mi hijo, su papá y yo regresamos con él de la clínica, y en la casa
mirábamos a nuestro bebé, desconcertados. ¿Y ahora qué hacemos? Yo
limpiaba la casa y cocinaba con mi bebé en brazos la cabeza hecha un
nudo. Yo también fui un embarazo deseado y planificado, y cuando mi mamá
se enteró de que era mujer se sintió feliz y supo que quería una niña. Estoy
separada desde hace tres años. Vivo con mi hijo, por ahora, en la casa de mi
madre.

LITA: Mi nombre es Lita. Tengo 34 años. Cuando mi mamá estaba embarazada


de mí, mi papá se fue a Rusia. Años después escuché una conversación entre
mi mamá y mi abuela. Habían leído en el periódico que él ya había vuelto de
Rusia trayendo aviones de guerra. Nunca nos vino a buscar. El tuvo dos hijas
más con otras dos mujeres, luego se casó con otra más y adoptó a los hijos de
ella. No hay una sola foto de mi mamá embarazada. Ella había perdido un
bebé antes de concebirme a mí, así que no quería ilusionarse con mi
nacimiento. No me compró ropa, ni pañales. Yo resistí en su panza. Cuando
nací me vistieron con la ropa vieja de donaciones de las monjitas. Tampoco
tenía tina, así que mi primer baño fue en un pírex de vidrio donde hacían el
pollo al horno. Siempre me he sentido como un alma que a la primera que se
descuida se va del mundo. Pero un día me enamoré y tuve tres hijas.

SANDRA: Yo soy Sandra, tengo 36 años, una hija de 12 y un bebé de 1. Soy la


menor de 3 hermanas. En realidad fuimos 4, nací después de la muerte de una
hermanita de 3 meses. El médico le dijo a mi padre que el remedio para curar
la depresión de mi madre era tener otra hija. Y esa hija soy yo.

ALE: El 3 de Octubre de 1974 a las 9 de la mañana, mi mamá tenía 3 meses de


embarazo. Ella estaba abriendo la galería de arte popular en el Jirón de la
Unión en la que trabajaba, cuando comenzó un terremoto.

Terremoto.

ALE: Las lunas del edificio se comenzaron a reventar, la gente corría por las
calles y se arrodillaba, "aplaca tu ira señor, perdona mis pecados” gritaba una
vieja y se daba de cabezazos contra la vitrina de la tienda donde trabajaba
mi mamá y un gigantesco cántaro shipibo (la pieza más cara de la tienda)
saltaba fuertemente. Terminó el terremoto.

Silencio.

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ALE: Mi mamá abrió la puerta, subió la escalera de caracol con mucho miedo
y entro temblando en la oficina para llamar a mi papá para que la vaya a
recoger. Un trozo del techo se había caído.

SANDRA: El Terremoto de 1974 se produjo el 3 de octubre a las 9:21 de la


mañana. Tuvo una duración de más de 90 segundos. Por suerte, fue feriado
para los escolares, pues coincidió con el sexto aniversario del gobierno de la
«Revolución peruana» encabezada por el general Juan Velasco Alvarado. Se
registraron 78 muertos y 2,414 heridos.

ALE: El 5 de Febrero de 1975.

Con 6 meses de embarazo, mi mamá se encontraba en la misma tienda de


artesanías, llegó un artesano diciendo que habían llegado tanques a Radio
patrullas y habían matado a todos los policías que estaban acuartelados
adentro.

La gente corría por las calles, había balaceras y saqueos. Llego mi papá a
buscar a mi mamá, caminaron hacia el auto. Mientras avanzaban, oían
disparos de todos lados y la gente corría como loca y decían que estaban
incendiando el diario Correo y el Centro Cívico. Mi mamá se agarraba la
barriga para correr y se le llenaron de ampollas los pies. Dos balas pasaron a
pocos centímetros de ella. Se metieron en una casa para refugiarse. Cuando
la balacera pasó, avanzaron entre humaredas de fuego hasta el carro. Vieron
que habían tirado una caseta de policía adentro del Zanjón. Tuvieron que
esquivarla para poder pasar.

Cuando llegaron a la casa de mi abuela, a mi mamá le dio un ataque de


nervios y lloro desconsoladamente.

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SANDRA: La huelga policial del 5 de febrero de 1975 ocasionó más de cien
muertos, mil heridos de bala y cuantiosos daños materiales. Estos violentos
hechos anunciaron el fin del gobierno del general Velazco Alvarado.

LITA: Cuando yo estaba embarazada, yo soñaba que daba a luz, y salía un


raviol. Y la gente decía “Bueno, ya, pues, qué vamos a hacer”. Otra vez soñé
que mi hijo era un pollo sancochado y lo sacaban del horno.

Ale es una mesera.

LITA: Ella trabajó hasta el sétimo mes. Tenía una barriga pequeña, que
ocultaba bien bajo el mandil. Le daba roche ser la típica mesera looser en
bola. Nadie se dio cuenta de que estaba embarazada. (A Ale, la mesera) Esto
está frío.

ALE: Désolée madame. Putain de merde, c’est la troixième fois. J’suis crevée,
j’suis fatiguée, c’est pas mon job.

Lita escribe con pintura en la pared: “Belaunde” “Alan García” “Crisis”


“Inflación”.

En la pantalla aparece este texto:

PANTALLA: El Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas dejó al país, en


1980, en una grave crisis económica. Sendero Luminoso iniciaba sus
actividades en Ayacucho. La inflación y el desempleo desató en los peruanos
el deseo de migrar, que fue acentuándose luego con el desastroso gobierno
de Alan García y el Fujishok. En los últimos 20 años, más de dos millones de
peruanos migraron al extranjero.

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ALE: Mis padres nos llevaron a vivir a Pittsburg. A los 6 años regresamos al Perú.
Al año siguiente, volvimos a Pittsburg. Al año siguiente, regresamos
nuevamente al Perú. A los 10 años volvimos a Pittsburg. Y a los 13 años, me fui a
Miami y luego estuve mudándome a muchos países, hasta hace 5 años, que
volví al Perú, con mi hijo.

Aquí estamos mi hermano y yo esperando por enésima vez un vuelo a


nosedónde en el aeropuerto de no sé qué.

LITA: Viví casi toda mi infancia y toda mi adolescencia con mi abuela, mi


mamá, mi hermana por parte de mamá y mi tío. Mi abuela era el pilar de la
casa. Mi mamá no podía separarse de ella. Un día mi tío se enfermó, empezó
a escuchar voces. Todos nos pusimos tristes y nos volvimos un poco locos.

SANDRA: El 37% de la población mundial tiene probabilidades de sufrir algún


transtorno mental en su vida. Esto hace que, en cada familia, haya por lo
menos una persona con algún problema psiquiátrico.

Ale se sienta frente al público con una nariz de clown. Tiene un cuaderno.

ALE: Hello, my name is Alejandra…

Risas de niños.

ALE: … and I am going to read a story for you. It is called “Alana´s journey”.

PANTALLA: Voy a leer una historia para ustedes. Se llama “El viaje de Alana”.

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ALE: One time lives in a far town a little girl called…

VOZ DE PROFESORA: (Sobrepronuncia) “GIRL”

ALE: (Sobrepronuncia) GIRL…

VOZ DE PROFESORA: (Sobrepronuncia) GIRL.

ALE: (Sobrepronuncia) GIRL… Little GIRL called Alana.

Risas de niños.

ALE: Alana lied with her Little brother and her mama and her papa and her
Little dog…

VOZ DE PROFESORA: (Sobrepronuncia) DOG.

ALE: (Sobrepronuncia) DOG.

VOZ DE PROFESORA: (Sobrepronuncia) DOG.

ALE: DOG. And her DOG Ben too. Mommy and dad not enought money for the
job…

VOZ DE PROFESORA: (Sobrepronuncia) JOB.

ALE: JOB.

VOZ DE PROFESORA: JOB.

ALE: JOOB.

VOZ DE NIÑO: She talks funny!

VOZ DE NIÑA: Oh, weird!

ALE: …things difficult for them.

PANTALLA: Mami y papá no suficiente dinero para vivir, cosas difíciles para
ellos.

ALE: Good luck dad found a job… in the part north of the world.

PANTALLA: Suerte papá encontró trabajo en ciudad norte parte del mundo.

VOZ DE PROFESORA: Alejandra, Alejandra… sweety. You need to seat up and


focus. Yoy have a D right now.

Risas de niños.

ALE: (Se hunde en el asiento y habla bajito) And then my family moved to this
far city.

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PANTALLA: Y entonces su familia se mudó a esta ciudad lejana.

ALE: (No se entiende lo que dice) She felt strange and didn`t understad people.

PANTALLA: Se sentía extraña y no entendía a la gente.

VOZ DE PROFESORA: We can´t hear you.

ALE: (Se sienta derecha y habla con aplomo y esfuerzo por pronunciar bien)
¡How strange is this language!", she thought.

PANTALLA: "¡Que extraño es este idioma!", decía.

ALE: the first day in school Alana felt miserable and missed her friends, and her
home, and her dog.

PANTALLA: Extrañaba a sus amigos y a su casa y a su perro.

ALE: But she grew up in this north city and learn this strange language.

PANTALLA: Pero ella creció en esta ciudad en el hemisferio norte y aprendió su


idioma…

ALE: And the begin to speak it quite well.

PANTALLA: …y empezó a hablarlo muy bien.

ALE: …she grew up and made many friends and no longer spoke quietly.

PANTALLA: Se hizo adulta, hizo muchos amigos, y ya no susurraba al hablar.

ALE: She then went on to olive in many cities and lived many wonderfull
adventures.

PANTALLA: Luego vivió en muchas grandes ciudades y vivió maravillosas


aventuras.

ALE: But never forgot the far away city on the oter side of the world where she
was born.

PANTALLA: Pero nunca olvidó la ciudad al otro lado del mundo donde nació.

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LITA: Fui una niña bailarina. Tragona. Imaginativa, mentirosa y engreída.
Ciclista, patinadora y nadadora. Mi mamá no quería que yo entre al colegio.
A los 8, por fin me metió. El primer día de clases, ella sufrió más que yo, tanto
que no me quiso llevar. Me mandó sola en bicicleta, el colegio quedaba
cerca. Ella prometió mirarme desde la puerta. Pedaleé sin mirar atrás, con
lágrimas corriendo por la cara y seguí sin parar hasta llegar al colegio.
Yo ya no era la misma. Algo había cambiado para siempre.

ALE: Yo era una niña buena y tímida.

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SANDRA: ¡Qué linda! ¿Eres tú?

ALE: No, es mi hermano…

LITA: ¡Rubio! ¡Qué lindo! ¡Me lo como!

SANDRA: ¿En serio es tu hermano?

Ale intenta seguir contando su historia, pero la interrumpen unas voces.

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VOZ 1: ¡El niño Martín, rubiecito, más lindo es!

VOZ 2: ¡Ése sí es un Dasso, ése es mi nieto!

ALE: Quizás, en venganza por su rubibelleza, yo era abusiva, y mandona con


él. Lo vestía de mujer y le ponía ganchito y una batita de corazones para que
fuera mi hermanita. Luego lo disfrazaba de Candy, y le hacía ir donde mi
mamá diciendo “Mama, soy Candy!”. Un día le corté el todo el cerquillo y
quedó deforme y enano. Llego al día siguiente al cole y todos estaban
escandalizados con su excéntrico corte, pero él les explicó que su hermana se
lo había hecho porque era un corte de “campeón”. Teníamos un grupo de
música “punk” que se llamaba “Círculo vicioso”. Martin tocaba la batería con
unas latas de galletas y con yo con la voz hacía la guitarra.
Mi hermano nunca tuvo clases de natación. Aprendió a nadar ahogándose
conmigo en la piscina.

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SANDRA: Mi infancia transcurrió en el centro de Lima, entre ruidos de bocinas,
vistas a techos, puntas de Iglesias y ropas colgadas en los tendederos. No me
dejaban salir y yo adoraba la calle. Mi madre siempre temía que me ocurra un
accidente. A veces se me nublaba la vista y veía todo negro y terminaba
chocándome con las paredes. Yo me escapaba por la ventana.

LITA: A los 26 años me hice el test casero. Salió positivo. Mi novio y yo nos
reíamos de nervios. De la ansiedad me comí un pollo frito con papas y arroz a
las 11 de la noche. Al día siguiente me saqué sangre y le pedí a una amiga
que chequee los resultados porque a mí me daba nervios. Estábamos
almorzando en la casa de mi mami, cuando mi amiga me llamó: “¡Sí estás en
bola!” Yo le decía “No puede ser, ¿de verdad?” Mi novio me miraba sonriente.
Mi mamá dijo:

ALE: “¡Lo sabía! ¡Te ganaste el carro de Wong!”

LITA: Y se puso a saltar. Yo la miré y le dije “¿Qué carro? Estoy embarazada”


Ella se quedó helada. Se puso seria. Mi novio me abrazó y entonces ella
reaccionó y me felicitó. Cuando fui a sacarme una ecografía, mi hija me
saludó.

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Todo el día vomitaba, dejé de comer, dejé la Universidad. Bajé 8 kilos.

Una noche soñé que mi hija tenía algo en el cuello que no la dejaba respirar.
Con 9 meses y 3 semanas, justo el día que nos mudamos a nuestra nueva casa,
empezaron las contracciones. La bebe estaba enredada, como en mi sueño,
y no salía. Las dos estábamos esforzándonos pero teníamos miedo. Yo estaba
aterrada.

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El trabajo de parto y mis planes de parto natural se fueron al diablo.

Lita corta un bisteck crudo con un cuchillo filudo, lo cose y se lo amarra a la


cintura.

SANDRA: Procedimiento de una cesárea: Después de recibir anestesia local o


general, te amarran los brazos. Te colocan un catéter en la vejiga y te ponen
una tela que separa tu cabeza de tu cuerpo en forma de telón, para que no
te impresione ver al equipo quirúrgico trabajando. El cirujano realiza una corte
abdominal sobre tu piel. Luego, corta la grasa subcutánea. Luego, corta la
aponeurosis muscular. Luego, te corta el peritoneo parietal. Luego, te corta el
útero, y, por último, corta el saco amniótico que encierra al bebé, e introduce
sus manos para levantar su cabeza, mientras el asistente presiona hacia abajo
la parte superior del útero. El cirujano saca al neonato y corta el cordón
umbilical. Luego, completa la extracción de la placenta y sutura todas las
capas de tejidos cortados.

La OMS estima que la tasa de cesáreas en los países desarrollados está entre el
10% y el 15%.

En el Perú, El 50% de partos que se atienden en establecimientos privados de


salud son cesáreas. La taza sube a 70% si las parturientas cuentan con un
seguro privado de salud. Cada año, más de 13,000 mujeres sufren una cesárea
injustificada en clínicas privadas.

ALE: Era invierno en Montreal, la nieve nos envolvía con su silencio. El papá de
mi hijo y yo estábamos acostados, cuando empecé a sentir las contracciones.
Nos fuimos al hospital. Ahí, me llevaron a la sala de parto y a las 2 de la

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mañana pedí epidural porque me dolía demasiado. El papá estaba muy
nervioso pero lo disimulaba bien. Puso una música que tenía preparada para
el parto. Seguí dilatando las siguientes horas con normalidad, tranquila, y
alrededor de las 10 de la mañana comencé a sentir un dolor fuerte, empuje
mientras ahorcaba a mi esposo del cuello, y nació mi hijo, lleno de pelo como
su papá y chiquito y flaco porque era ochomesino. Me lo pusieron en el pecho
y los 3 lloramos. Apenas nació mi hijo, mi mamá nos vino a visitar a Montreal.

Llegó el 25 de diciembre y conoció al papá por primera vez. Estuvo casi un


mes ayudándonos a cuidar al bebé. En el mundo había estallado la guerra
pero en Montreal yo daba de lactar en absoluta paz.

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SANDRA: Me casé a los 21 años, y poco tiempo después salí embarazada de
Fernanda.

Le cantaba a mi barriga “Ill be your mirror”. Realicé varias presentaciones en


vivo con ella en mi panza y todo estuvo bien hasta que me dio una infección.
Estuve dos meses en cama, mi bebé estaba de pie y nació por cesárea. Yo
estaba muy tranquila, recuerdo la sensación suave cuando juntaron su

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cachete con el mío mientras su padre decía “Es hermosa”. Le di de lactar
durante un año.

LITA: El primer mes fue duro.

En esta foto me estoy preguntando cómo hago para devolver a mi hija al


hospital. Todos me decían qué hacer. Tenía miedo de no tener suficiente
leche. Mis tetas sangraban.

SANDRA: Aproximadamente el 50% de las madres dan de lactar a sus hijos.


Muchas madres suspenden la lactancia al cabo de unas semanas, debido al
dolor, el estrés, el cansancio, la depresión post parto, o la obligación de
retornar al trabajo.

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LITA: La bebe dormía poco y lloraba mucho.

Luego nos fuimos conociendo y enamorando. De pronto me volví mamá.

SANDRA: La mitología griega cuenta que la diosa Alcmena tuvo un hijo con
Zeus llamado Hércules. Alcmena abandonó a Hércules por miedo a las
represalias de la esposa de Zeus, Hera. Un día, ésta paseaba con Atenea por
el campo, cuando encontraron al bebé Hércules. Hera decidió alimentarlo. La
fuerza descomunal de Hércules hirió el pecho de Hera, del que no dejó de fluir
la leche, regando así el líquido que dio origen al más grandioso espectáculo
estelar, la Vía Láctea, el camino de la leche.

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Ale y Lita realizan una coreografía con tacitas de porcelana y leche al ritmo de
la canción “Llorarás”.

SANDRA: Me divorcié y me volví a casar. Me encanta casarme. Tal vez me


vuelva a casar con el mismo esposo pero por otra religión, él lo ha aceptado.
Queríamos un bebe ya mismo. Pasaron los años, yo comía mucho porque
siempre creía estar embarazada y tenía antojos, y nada. Saqué una cita para
iniciar un tratamiento, le hice serias peticiones a la naturaleza, hicimos un ritual
en las ruinas de Cuzco. Creo que me escucharon, nunca llegué a mi cita pues
en esos días me enteré que, después de 11 años, por fin estaba embarazada.

LITA: Cuando mi primera hija tenía 1 año, empecé a sentirme mal otra vez. Al
sacarme análisis descubrieron que tenía hepatitis y estaba embarazada.
Acababa de teñirme el pelo de rubio para una obra, toda yo era amarilla. Me
sentí tan mal por estar enferma y encima por el tinte que le tiré a mi pobre
bebe que quería desaparecer. Tuve que dejar de actuar de nuevo. Me miré al
espejo y le pedí a mi novio que me rape.

LITA: Me pasé en cama meses. Muy angustiada, llena de nauseas y granos.


Escribí un diario.

Ale toma el diario de Lita y lee.

ALE: “Lunes 9 de agosto. Estoy embarazada. No sé qué hacer. Tengo mucho


miedo. Sin embargo este hijo me hace pensar que los milagros existen. Es
físicamente imposible que yo esté embaraza. Estoy con hepatitis, este bebé es
de alto riesgo. Tuve dos sueños hace un mes: en el primero estaba
embarazada; en el segundo me desangraba. Yo ya no tengo voluntad, sólo
Dios la tiene”

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LITA: Una noche yo estaba viendo tele cuando empecé a sentir las
contracciones. Me paré y vi que tenía sangre en las piernas. Me desangraba,
como en mi sueño. Llamé desesperadamente a mi novio al trabajo, le di un
beso a mi hija y me fui al hospital pensando que me iban a cortar la barriga de
un sablazo y sin anestesia para sacar con vida a mi bebé. El doctor nos
esperaba en la calle.

Cuando me confirmaron que mi segunda cesárea había salido bien y me


enseñaron a mi segunda hija, lloré de felicidad como una loca.

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Ale baila tap.

ALE: Yo puedo. Yo puedo. Yo puedo.

SANDRA: Estaba muy interesada en prepararme para mi depresión post parto.


Estaba alerta, informada, lista esperando mi depresión post parto. Me quedé
esperándola. Nunca llegó.

LITA: Yo tenía 2 hijas pequeñas. Mi novio viajaba mucho. Teníamos muy poco
tiempo para estar juntos. Me puse el parche anticonceptivo pero me cayó
mal, así que me lo arranqué. La noche que regresó mi novio de viaje quedé
embarazada.

Yo era la mujer más fértil del planeta.

Ale, bailando tap, le pone a Lita una banda que dice “Miss fertilidad”.

LITA: Una máquina de hacer hijos.

Ovación y aplausos.

LITA: Ahí está mi hija mayor, mi bebé llorando, y yo embarazada de la tercera,


regañando a la más grande porque no quiere lavarse los dientes. Obsérvese
que estoy a punto de ser ahorcada por una extraña cuerda negra. Llamé a mi
novio muerta de miedo. Se rió de nervios y hasta parecía feliz con la noticia.
Dijo que todo iba a estar bien. “Donde comen dos, comen tres”. Cuando llegó
a verme yo lloraba como una bebé con dos bebés a mi alrededor, él me trajo
un ramo de flores gigante y su presencia me calmó. Yo tenía miedo, pero me

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lo aguanté.

Ale le pone el vestido de novia a Lita.

Tres cesáreas no era algo recomendable, pero ya no había nada qué hacer.
Nos íbamos a casar pronto y se mezclaron los preparativos del matri con los del
nacimiento de mi tercera hija. A los 9 meses me cortaron la panza por tercera
vez y nació Indhira.

LITA: Iba a probarme los vestidos de novia con mi bebe en brazos haciendo
pausas para darle leche, ningún vestido me cerraba. Al poco tiempo me casé.
Entré al altar con mi mamá.

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Era una novia con muchas hijas y una ilusión muy diferente.

ALE: Mi mamá va grabar a mi hijo Lukas a sus presentaciones del colegio


cuando yo estoy trabajando. Más de una vez las he visto por la pantalla de la
cámara. Una vez me enteré muy tarde de que él iba a recitar un poema en el
nido, y como yo estaba trabajando, tuve que llamar corriendo a mi mamá
para que vaya a grabarlo.

Ale viste a Lita con un vestido de cuadros azules y la peina.

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ALE: Cuando ella cumplió 2 años, su mamá le puso un vestidito de cuadros
azules y la llevó a la Fuerza Aérea, donde trabajaba su papá. La abuela las
acompañó, pero se quedó en el carro. Su papá salió a la calle a hablar con su
mamá y vio por primera vez a su hija. En ningún momento se le acercó. Su
mamá, aguantándose el dolor, le arregló el zapatito que tenía desabrochado
mientras le pedía a él que reconociera legalmente a su hija. El se negó, ella lo
amenazó con hablar con su jefe, y entonces él le pidió un poco de tiempo. En
el carro, la abuela le dijo a su mamá que tenía que ser fuerte y dejar de hacer
cojudeces porque ese hombre ya no la amaba. 5 años después, su mamá lo
demandó por alimentos. El abogado de su papá, al conocer a la niña y a su
mamá, renunció a representarlo. Su mamá ganó el juicio, pero le dijo que no lo
iba a presionar para que la reconozca legalmente. El tendría que hacerlo por
voluntad propia.

Lita voltea, nos mira vestida de niña.

SANDRA: ¿Y tú no haces nada, aparte de cuidar a tus hijas?

LITA: Sí, no hago nada.

Se para de cabeza.

Las compras, hacer el menú, una quiere fideos, otra carne y la otra sopa y
hemos hecho pollo, las empleadas, el colegio, las loncheras, las reuniones con
los padres, las reuniones con los profesores, el pediatra, el homeópata, la
natación, la marinera, psicomotricidad, las tareas, los juegos, llevarlas al
parque para que no vean tanta tele, los cumpleaños de ellas, los cumpleaños
de los amiguitos, comprar los regalos, las caídas, las pesadillas, el
estreñimiento, las gripes, lavarles los dientes, el baño, contar el cuento,
acostarlas, despertarlas, estar bien, hacer yoga, salir bonita con el marido, y
paro ahí porque ya me cansé. No, no hago nada.

Se pone de pie nuevamente.

Sin embargo, al lado de la chica que estudió en la Universidad Carnegie


Mellon y en Lecoq de París, yo me siento una huevonasa.

ALE: Yo de niña estaba obsesionada con la Mujer Maravilla. Mi mamá me


regaló la muñeca y me hizo los brazaletes con papel platina.

LITA: Yo no tenía la muñeca pero me tomaron esta foto en la Feria del Hogar.

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SANDRA: La Mujer Maravilla fue creada en 1941 por William Marston.

ALE: Para crear a esta heroína, Marston se inspiró en una idea del siglo XIX que
se basa en que las mujeres son moralmente superiores a los hombres porque
éstas controlan sus apetitos: las mujeres reinarán el mundo con sus armas
psicológicas: el amor, la pasión y la justicia.

LITA: La Mujer Maravilla se convierte en un ícono feminista que parece


transmitir que la única manera para triunfar en la vida es ser fuerte y destacar
sin la ayuda de los hombres.

SANDRA: En 1968, la Mujer Maravilla se casó y se dedicó a comprar en centros


comerciales. En los 70 se la vio como un símbolo sexual en la serie de televisión
que protagonizó Lynda Carter.

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ALE: Entre los atributos de la Mujer Maravilla, destacan el poder de volar, súper
fuerza equivalente a la de Superman, no envejece, posee una belleza
extraordinaria y tiene la habilitad de aparecer con el atuendo correcto según
la ocasión, además de ser patinadora, nadadora, enfermera y vaquera.

SANDRA: Hace unos años, apareció sorpresivamente en la obra teatral


“Efímero”, de Mariana de Althaus, y sorprendió al público confesando que
estaba embarazada.

LITA: Hoy en día, el síndrome de la Mujer Maravilla es aquella enfermedad que


padecemos algunas mujeres y que nos hace creer que podemos lograr todo a
la vez: los hijos, el trabajo, el éxito, la casa, el amor y la belleza.

En el video se quema la foto de la Mujer Maravilla.

ALE: Cuando vinimos a vivir al Perú, el papá de mi hijo tuvo una crisis.

Lita escribe en la pared: “Papá”, “Crisis”, “Depresión”.

SANDRA: (Con un pito y un megáfono) En sus marcas, listos… y… Llegas del


mercado. Acomodas las cosas en la refri. Vamos, tú puedes, eres perfecta.
Cocinas. Vamos, tú puedes. Coordinas por teléfono con tu mamá, eso es,
vamos, no te rindas. Recoges a tu hijo del colegio, eres supermamá. Vas a
dictar clases, vamos, tú estás preparada. Vas a tu ensayo de teatro, eso, no
pares, regresas a la casa. Eres fenomenal.

ALE: (Se acerca a una puerta imaginaria) ¿Estás bien?

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SANDRA: En sus marcas, listos… y… Llegas del mercado. Acomodas las cosas
en la refri. Vamos, tú puedes, eres perfecta. Cocinas, coordinas por teléfono
con tu mejor amiga, eso es, vamos, no te rindas. Recoges a tu hijo del colegio,
eres supermamá. Vas a dictar clases, tú puedes, vamos, tú estás preparada.
Vas a tu ensayo de teatro, eso, no pares, regresas a la casa. Has superado el
reto.

ALE: (Se acerca a la puerta imaginaria) ¿Necesitas algo?

SANDRA: En sus marcas, listos… y… Llegas del mercado. Acomodas las cosas
en la refri. Vamos, tú puedes, eres perfecta. Cocinas, coordinas por teléfono
con tu mamá, eso es, vamos, no te rindas. Recoges a tu hijo del colegio. Vas a
dictar clases, tú puedes, estás preparada. Vas a tu ensayo de teatro, eso, no
pares, regresas a la casa.

Ale se acerca a la puerta, no dice nada.

SANDRA
En sus marcas, listos… y…

ALE
¡Basta!

Ale se desploma. Se oye una puerta que se abre. Ambulancias. Una luz sobre
una silla de ruedas vacía. Una voz de niño que dice “Chau, papá”. Un avión
que parte.

LITA: Cuando tenía 16 años, me llamó mi hermana por parte de papá,, para
conocernos. Ella casi nunca lo veía, pero por lo menos lo conocía. Me
preguntó si me gustaría verlo y yo le dije que sí.

Un carro nuevo con lunas polarizadas estaba parado en la esquina y nosotras


subimos, ella adelante y yo atrás. El volteó hacia mi y me dio unos papeles y
me dijo “Pon esto por ahí mamita, no se vaya a arrugar”. Aprovechó para
mirarme. Fue nuestra primera mirada. Rápida pero intensa. Eramos dos
completos extraños. Fuimos a un restaurant. Era sorprendentemente bromista,
caía bien. Nos reímos un poco y tratamos de que todo fuera muy light.
Después habló mucho de la Iglesia y de Dios. También soltó el tema de las
drogas, fue gracioso verlo tratar de dar discursos de padre protector que
alecciona a sus hijas. Quería preguntarle “¿Por qué me abandonaste?”. Pero
no fui capaz. Me dijo que me reconocería ante la ley, pero me pidió
paciencia, su mujer no sabía de mi existencia y tenía que buscar el momento
adecuado para decírselo. Me dijo que pronto nos veríamos y que supiera
esperarlo. Me dejó en la esquina de mi casa y se fue.

Pasó el tiempo, y mi papá no apareció más, ni llamó, ni nada.

SANDRA: En el mundo, alrededor de 24 millones de niños viven sin su padre


biológico. En los últimos 20 años, el número de madres solteras en Lima se ha

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duplicado. Actualmente en nuestra ciudad, el 30% de las madres son solteras.
De ellas, 20,000 no llegan a los 18 años. Un estudio con 3.400 alumnos de
escuelas secundarias norteamericanas indicó que el hecho de no vivir con los
padres biológicos aumenta cuatro veces el riesgo de presentar algún
desorden afectivo.

Ale y Lita se sientan, una detrás de la otra. Ale, en pijama, come de una bolsa
de papitas fritas.

ALE: Soy muy buena jugando fútbol.

Lita se para, hace el gesto de gritar y se sienta.

No necesito a nadie, yo puedo sola. Armar carritos con 2000 instrucciones,


volar cometas, jugar a lucha libre, todo.

Lita se para, hace el gesto de gritar, Ale le jala el brazo, Lita se sienta.

Cuando veo esas parejas que están juntos hace años, que se pelean todo el
rato y no se soportan, me dan lástima. Yo en cambio, cero conflicto, no tengo
que negociar con nadie, todas las decisiones las tomo yo, es genial.

Lita se para, grita. Ale le pone una bolsa en la cabeza y se va.

LITA: Día del padre. “¿Y mi saludo, Lita?”. “Mamáaaa.”. “¡Yo soy tu madre y tu
padre, tienes que saludarme!”. “Ya mamá, feliz día mamá”. El día del padre
era como el día de la nada en mi casa. Todos tenían qué hacer, menos
nosotras.

PANTALLA: “Estamos aquí desamparados, aunque hagamos todo lo posible por


negarlo”. Bob Dylan.

Ale baila tap.

ALE: Yo puedo. Yo puedo. Yo puedo.

Ale toma varios vasos de alcohol, habla cosas que no se entienden y fuma
varios cigarros a la vez.

Luego se desploma, borracha. Sandra canta. Lita barre a Ale con una escoba
y la deja dormida en un rincón.

LITA: Mi mamá quería que yo fuera una chica regia, yuppie, y sobre todo que
me case con un abogado de pelo corto que tuviera un Mercedes.

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SANDRA: Mi madre se persignaba cuando veía nuestros afiches de rock en las
paredes. Sin embargo, podía agarrar a palos a algún malhechor sin temor. Era
autoritaria y parecía no temerle a nada, excepto a la adolescencia de sus tres
hijas.

ALE: He pasado muchas horas de niña en el camerino de mi mamá. Ella era


actriz y mientras se maquillaba yo la miraba. Me gustaba acompañar a mis
papás a sus ensayos, aprenderme las obras de memoria y observar la reacción
del público. Cuando decidí ser actriz mi papá me ayudó a prepararme para
las audiciones de teatro en los conservatorios de EEUU. Cuando me aceptaron
en la Universidad Carnegie Mellon, me regaló un libro de Sarah Bernhard.

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LITA: Cuando yo era niña, yo recién bañada, le preguntaba a mi mamá cómo
eran las fiestas y me ella me decía “Cuando tú seas grande, va a venir seguro
un hombre, de repente un militar, con su gorro y sus medallas, y de pronto te
va a sacar a bailar”. Y ella me sacaba a bailar, y yo parada en el wáter, y ella
me decía “Te va a bailar así”, y me ponía el cachete acá y me bailaba.

Baila con la guitarra al ritmo de la canción “Fallin in love”, de Elvis Presley.

Estaba allí, encerrada. Y yo era su pareja de baile.

PANTALLA: “Mi madre/ la maga/ puede hacer/ que aparezcan/ huevos en su


mano.” Sharon Olds.

LITA: Yo dormía con mi mamá hasta grande. No me acuerdo cuando dejé de


dormir con ella, sólo recuerdo que una noche la escuché roncar y entré en
pánico, creí que estaba posesa.

ALE: Mi mamá me recitaba poemas.

VOZ DE MAMA: “Margarita, está linda la mar, / Y el viento / Lleva esencia sutil
de azahar; / Yo siento / En el alma una alondra cantar; / Tu acento. /
Margarita, te voy a contar / Un cuento.”

LITA: Mi mamá me cantaba: “Esa chiquita linda, que yo la quiero mucho, me


encanta su carita, su boquita también, su madre la acaricia, su padre ve por
ella…”. En esa frase se le atracaba la voz, se quedaba con la lágrima
atracada.

ALE: También me cantaban una canción que me gustaba.

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Todas cantan “A la ronda ronda”.

SANDRA: A mí también mi mamá me cantaba una canción: “Había una vez


una rata infectocontagiosa que no podía que no podía parar de comer, y así
pasaron una, dos y tres semanas… y la rata infectocontagiosa se murió”

LITA: Bajaba de mi cuna, bajaba las escaleras, cruzaba la cocina y el patio y


entraba a su cuartito. Me metía a su cama buscando su olor. En su pared
desteñida había un poster de Sarita Colonia al que siempre le rezaba. Mientras
planchaba con la radio AM prendida, bailábamos al ritmo de Los Chapis, Los
Mirlos y Los Destellos. Me amarraba a su espalda y conmigo limpiaba y
cocinaba. Me daba el ajo y el tomate en la mano y yo lo chupaba. Era mi
nana, se llamaba Eloína y era de Zelendían, un pueblito de Cajamarca. En el
barrio yo decía que ella era mi mamá. Cuando mi mamá me llevó al frutero
este le preguntó: “¿Qué hace usted con la hijita de Eloína?

Un día nos dijo que se iba, extrañaba su pueblo, sus animales, su cielo. Ese día
yo me abracé a su pierna, mi mamá y mi abuela me tuvieron que separar de
ella. La vi irse rápidamente y llorosa, mientras mi mamá contenía mi patalea.

Todavía espero encontrarla algún día. Quizás la vaya a visitar a Cajamarca.

Bailan una canción lo Los Mirlos.

ALE: Cada navidad, mi papá venía de Estados Unidos con productos


importados. Sacaba de la maleta lentamente, para crear suspenso, las cajas
de Barbies y de Kit Kat, Crunch, y Milky Way, mientras nosotros salivábamos.
Los regalos de navidad los guardaba en el closet y yo espiaba todos los días
para ver qué había. Cuando veía una caja rosada grande me emocionaba,
luego veía un Trapper Keeper. La nochebuena no podía dormir de la emoción.

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Al día siguiente, mi papá preparaba unos huevos benedictinos riquísimos (que
ahora yo preparo) y se ponía a abrir los regalos.

LITA: Teníamos un Volkswagen amarillo y viejo. Yo amaba meterme al hueco


de atrás y contar los puntitos negros del techo. Jamás salíamos de la ciudad, el
carro se caía a pedazos, la mitad de las salidas terminábamos empujando el
carro. Ir a Chorrillos ya era una salida de alto riesgo. Nos quedábamos en el
malecón mirando el mar y fantaseábamos con el poder de la naturaleza y de
los tsunamis.

ALE: Cuando estábamos en Lima teníamos 3 navidades. El almuerzo con mi


familia materna, con todas mis primas, luego en la noche nos íbamos a la
Punta a ver a la familia paterna. Mis tías me hacían unos regalos muy
particulares. Una vez me regalaron un porta toalla higiénica y ni siquiera me
había venido la regla.

LITA: Veíamos películas de Cantinflas. Con las de Jorge Negrete mi abuela y mi


mamá suspiraban de amor.

ALE: El 25 era la navidad con la familia íntima, el desayuno. Mi mamá, mi papá,


mi hermano y yo. Esa era la navidad que más me gustaba.

LITA: Cuando llegué a la adolescencia, empezaron las peleas con mi mamá.

Suena la canción “Sucio Policía”, de Narcosis.

LITA: La calle no era segura. Había bombas y apagones, pero yo salía y hacía
lo que me daba la gana y a nadie le importaba. A veces no llegaba a dormir,
no me gustaba mi casa. Y un día me fui para siempre.

ALE: Cuando crecí y me llevaron a vivir a Miami, yo me la pasaba metida en mi


cuarto. Odiaba a mis padres por haberme llevado a ese sitio de mierda. Me
escapaba de las clases del colegio, y me metía al baño. Algunas veces me
regresaba a la casa. Llego una carta del colegio diciendo que tenía un
montón de faltas injustificadas. Mis papás se pusieron furiosos. Pensaron que
estaba metida en drogas. Mi mama me dio una cachetada, mi papa me
sacudió y me caí en la cama. Les dije que los detestaba y los mandé a la
mierda.

Sandra interrumpe cantando “Je ne regrette rien”, como Edith Piaff, con una
escopeta.

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SANDRA: Mi abuela montaba a caballo y vigilaba sus tierras armada. Perdió sus
haciendas en la Reforma Agraria. Decía poseer estirpe y pureza real. En su
etapa final de la demencia senil creía vivir en sus haciendas de Quikapata y se
la veía orgullosa en su gran jardín. Murió bien arreglada a los 95 años.

ALE: Mi abuela, la mamá de mi mamá, debió ser presidenta.

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LITA: Mi abuela era una rebelde. Cuando era bebé, casi se muere en un viaje
en barco. Su madre, desesperada, siguió las recomendaciones del capitán, le
dio gotitas de cognac. Mi bisabuela decía que seguro su hija había salido tan
pendeja porque le había dado trago.

ALE: Ella odiaba las labores domésticas. Iba a las cárceles. Hizo el parque
enfrente de mi casa. Cuando venían los drogadictos al parque ella los echaba
con su megáfono. “¡Salgan de ahí carajo!”

LITA: Se tiñó el pelo de rubio de chica y de noche su mamá le mochó el pelo,


ella se lo rapó y se lo pintó platinado y todos los hombres la perseguían. Se
escapó de su casa a los 24 embarazada de mi abuelo.

ALE: Tuvo muchos derrames cerebrales, el doctor no entendía cómo seguía


viva. Sobrevivió a su doctor.

LITA: Cuando mi tío se enfermó, mi abuela se hizo cargo de él, no quiso tratarlo
médicamente. Un día, cargándolo para llevarlo al baño, a mi abuela le dio un
derrame cerebral. Vivió durante ocho años más cuidada por una enfermera y
mi tío, sin poder hablar, sin poder hacer nada. Siempre me decía “el día que
yo no pueda limpiarme el poto sola, ojalá ya esté muerta.” Sueño mucho con
ella.

LITA: Mi abuela se casó con mi abuelo y tuvieron 3 hijos. Mi abuelo era aviador.
Cuando mi mamá tenía 2 años, tocaron la puerta de la casa. Unos hombres
con uniforme le dijeron que el avión de su esposo se había perdido en la selva.
Mi abuela se desmayó, no solo por la noticia sino porque estaba embarazada
de su tercer hijo.

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Lanza un avión de papel.

Mi abuela me llevaba al colegio en el Volkswagen amarillo. De la guantera


siempre sacaba un plátano. Me decía “cómetelo, un plátano alimenta más
que un bistec”. Luego se pintaba los labios de rojo y se pintaba la boca. Y yo le
preguntaba. “Catita, ¿por qué te pintas la boca?” Y ella me decía: “¿Qué
pasa si un día regresa tu abuelo? Por lo menos que me encuentre arreglada”.
Mi abuela nunca se volvió a casar. Luego ponía su música favorita y partíamos
al colegio.

Ale baila tango.

LITA

LITA: Antes de que yo naciera, mi mamá se casó con un hombre que también
era aviador, y tuvieron una hija. Cuando mi hermana tenía cuatro años, unos
hombres con uniforme tocaron la puerta de la casa de mi mamá, y le dijeron
que el avión de su esposo se había perdido en la selva. Lo mismo que le había
pasado a mi abuela. Mi abuela se encerró en el baño para llorar.

SANDRA: Mi madre era maestra de historia, y era patriota, tenía el orgullo de


ser ayacuchana.

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De niña me llevaba a la Escuela Nacional donde dictaba clases y yo me
sentía orgullosa de sus cátedras.

ALE: Mi mamá siempre me cantaba canciones de protesta un poco


angustiantes, de justicia social.

LITA: Mi mamá fue finalista de Miss Playa.

Me encantaba verla arreglarse. Era preciosa. Se arreglaba estilo Marilyn


Monroe nominada al Oscar cuando sólo la invitaban al cine o a tomar
desayuno. Ella salía cual estrella desconcertando al novio de turno.

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ALE: Mi mamá me llevaba a protestas políticas.

SANDRA: ¡Estos son, aquí están, los mineros del Perú!

ALE: Y mi papá se ponía furioso porque le parecía una irresponsabilidad.

LITA: Mi mamá hacía locuras, me contaba muchas historias. Ahora le


agradezco esa fantasía. La realidad era dura, pero ella me hacía
transformarla. Fue una decepción aprender a leer y no encontrar en los libros
esas historias tan extravagantes que ella inventaba.

ALE: Yo no comía nada a menos que me mi mamá me cantara esta canción.

SANDRA: (Canta) "Métale a la marcha, métale al tambor, métale que traigo


pueblo en mi voz”

ALE: Sin canción, no había forma de que comiera.

LITA: Mi mamá hacía topless en el jardín. Feliz y rezando la biblia. Y yo atrás


también con mi calzón.

ALE: Mi mamá era una niña terremoto. Tiraba macetas al piso. Bailaba
flamenco con su vestido de primera comunión y la abuela pensaba que había
sido poseída por el diablo.

Se escapaba de la casa cuando no la dejaban salir a jugar. Mi abuela una vez


la cosió al colchón de la cama para que no saliera.

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Hace poco ella confesó que, cuando se suponía que su nana la llevaba al
parque, en realidad iban al cine del barrio a ver películas románticas
mexicanas o al bar del frente a bailar sobre aserrín al ritmo de la rockola.

Cuando creció, canalizó toda esa energía al teatro y la política. ¡Viva el paro
nacional del 17 de julio de 1972!

PANTALLA: Me es difícil abrazar a mi mamá.

Lita y Ale se abrazan.

SANDRA: Mi madre murió de un cáncer que da de 1 a 1 millón. “Mejor me


hubiera ganado la Tinka”, decía. Antes de eso logró vivir la vida con libertad y
sin prejuicios, sin persignarse ante las extravagancias y diciendo siempre lo
que le parecía pese a quien le pese. Dejó todo ordenado y estuvimos juntas
hasta el último suspiro.

LITA: “Instrucciones para criar a un niño”

ALE: Enséñale a compartir.

LITA: Enséñale a que los demás no le quiten sus pertenencias.

ALE: El contacto físico es importante para su desarrollo emocional.

LITA: Demasiados besos desarrollan en el niño fobia a las arañas.

ALE: Exprésale tu amor, dile “Te quiero” diariamente.

LITA: Demasiadas expresiones de amor generan rechazo y homosexualidad en


los niños.

ALE: Debes poder ser capaz de admitir que te has equivocado.

LITA: Los niños necesitan una autoridad incuestionable y sólida, si no,


desarrollan inseguridad y miedos nocturnos.

ALE: Enséñales a ser autónomo y a tomar sus propias decisiones.

LITA: Recuerda que tú eres la jefa o te convertirás en su esclava.

ALE: Dale libertad de acción y pensamiento.

LITA: Ponle límites o se volverá un terrorista.

ALE: Cuídalo y adviértele los peligros.

LITA: Demasiada aprensión lo convierte en un miedoso tembleque.

ALE: Deja que duerma en tu cama.

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LITA: Si dejas que duerma en tu cama no va a querer salir de ahí hasta los
dieciocho.

ALE: Debes dedicarles mucho tiempo.

LITA: Debes ser una buena profesional para que tus hijos estén orgullosos de ti.
O sea ocho horas diarias como mínimo. Dormirás en otra vida.

Lita y Ale se mueven frenéticamente.

LITA: Estoy yo, encerrada en el baño. Lloro a medias. No puedo entregarme al


llanto porque mis hijas están ahí, tras la puerta. “Mami, sal”. No puedo llorar, no
me pueden ver. Quiero irme y no puedo.

PANTALLA: A veces quiero escapar.

Las tres bailan eufóricas la canción “I dont´t want to grow up”.

Se apaga la música. Las actrices caen al piso. Apagón. Se oyen los pajaritos.
Luego, la voz de un niño.

VOZ DE NIÑO: Mamá, levántateeee.

Cae una pelota de fútbol sobre la cabeza de Ale.

VOZ DE NIÑO: Mami vamos a jugaaaar.

LITA y ALE: Puta madre.

LITA: AÑOS DESPUES DE MI PRIMER ENCUENTRO CON MI PAPA, CUANDO YO YA


VIVIA CON MI ESPOSO, MI PAPA APARECIO DE NUEVO.

LE DIJE QUE SI EL NO ME RECONOCIA YO ME IBA A CAMBIAR DE NOMBRE. ME


DOLIO MUCHO EXIGIR LO QUE ME CORRESPONDIA. EN VERDAD LO QUE QUERIA
DECIRLE ERA METETE AL CULO TU APELLIDO, YO NO TE NECESITO NI TE HE
NECESITADO NUNCA. SIN EMBARGO, NO LE DIJE ESO. PARA VARIAR ME
PROMETIO QUE IBA A ARREGLAR TODO, PERO PASO EL TIEMPO Y NO LO HIZO.

MUCHO AÑOS DESPUES, CUANDO YO YA TENIA A MIS TRES HIJAS, RECIBI SU


LLAMADA PIDENDOME MI DNI PARA HACER LOS PAPELEOS. YO ME REI, PERO EL
LOS HIZO. ME RECONOCIO. NO PENSE QUE DE VERDAD LO HARIA. PERO ME DIO
MUCHA PAZ. LUEGO VOLVIO A DESAPARECER, COMO DE COSTUMBRE.

ALE: Mi papá siempre fue un niño travieso.

Oímos la voz del papá de Ale cantando, mientras Ale abre la caja de una
guitarra de la que sale una luz. Mira en su interior, y luego cierra la caja.

LITA: Mi bisabuela enviudó. Mi abuela enviudó. Mi mamá enviudó. Cuenta la


leyenda que la bisabuela tenía una tía que se metió con un cura y salió
embarazada y obtuvo la maldición de la iglesia católica, esa maldición duró

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tres generaciones. Maldijeron a las mujeres de su estirpe para que nunca sean
felices con un hombre y se quedaran solas para siempre. Hace poco fui a ver
a un curandero serbio. Me dijo que tenía una maldición antigua y me la curó.

Oímos un balazo. Lita cae.

ALE: Le pegaron un balazo. En esa zona donde se ponen las babitas para
hacerle botar los chanchitos a los bebes. En navidad, fue a recoger un regalo
para su esposo, un brazalete de plata. Bajó del auto, vio una camioneta, de
ella se bajaron un chico y el chofer. Empezó a correr, pidiendo ayuda. Socorro,
auxilio, corrió hacia unos albañiles. Desaparecieron detrás de un triplay. Sólo
quedaba una puerta abierta. Una mujer la miraba aterrada. Trató de entrar a
su casa. La mujer le cerró la puerta. Dame las llaves del carro. No terminó de
decir que no. Sonó un balazo. Ella cayó al suelo. Ardía como fuego en el
cuello.

LITA: Me morí.

ALE: Me morí, pensó. Me dieron. Se acordó de sus hijas. Se resistió a cerrar los
ojos. No me puedo desmayar aquí, ni cagando. Poco a poco, la gente
comenzó a salir de sus casas. Llévenla a un hospital, dijeron. El paso del tiempo
se hizo denso, lento. Por fin, llegaron los bomberos. Tranquila, todo va a estar
bien.

LITA: Todo va a estar bien.

ALE: Allí recién supo, que todo estaba bien.

LITA: Mi papá se enteró, no sé cómo, y vino a verme por fin con su esposa.

Ahora nos vemos con cierta regularidad. Mi papá o su esposa siempre llaman
y no han fallado con los santos de las niñas. A veces la paso bien con ellos, a
veces me remueve cosas que no sabía que aún sentía. Todavía no lo puedo
llamar por el día del padre. Tal vez algún día lo logre.

PANTALLA: Cada día mueren en Lima 5,24 personas por violencia urbana. En
nuestra capital existen más de 12, 700 pandilleros entre los 12 y 14 años de
edad. La mayoría proviene de hogares desestructurados.

Ale proyecta imágenes de un niño con sombras en la pared.

ALE: Hola, soy Lukas. Me gusta cuando juegas conmigo a armar legos y me
encanta cuando jugamos a la lucha libre. Me gustaría estar con mi gato Michi
que está en Ecuador. Me gustaría que mi papá viva en Perú. Muchas veces te
da flojera jugar conmigo fútbol y tengo que jugar con Olga. No me gusta que
a veces trabajas mucho. Quiero irme de viaje a la selva y pasar muchas
noches en hoteles porque nunca voy a hoteles. Me fastidia cuando se mezcla
la comida y cuando se me cae el vaso de agua encima de la comida, no me

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gusta cómo suena el crash de mi batería. Cuando sea grande voy a ser
músico igual que mi papá aunque esté tan lejos. Mis palabras favoritas son:
información, geografía, mamá, cuco. No me gustan las palabras: caca,
lapicero, militar, tecnología. Quiero que no salgas a la calle en la noche. Mejor
en tu cuarto porque así te oigo mientras duermo. Mamita tienes ojos muy
grandes y a veces nos peleamos y pones tus ojos más grandes y me asusta.
Chau mamita bonita cuquita. Besitos chau.

SANDRA: Mi bebé acaba de entrar al nido, sonríe y es suficiente. Mi hija es


adolescente, tiene una voz hermosa y cada vez es más independiente. Yo
estoy retomando mis actividades. No me cuido porque me gustan los regalos;
y si llega otro, será un honor recibirlo.

ALE: A veces Lukas va a Ecuador a visitar a su papá.

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De él heredó la nariz y la boca, la habilidad matemática y musical, su nobleza.
Su corazón es el que teníamos sus padres antes de crecer.

LITA: Kantu vivía con su mamá y su abuela. Su casa era el mundo de la


diversión sin límites. No existían reglas, ni horarios. No era necesario hacer
tareas ni ir al colegio. Tampoco había papá, como en las demás familias.

ALE: En cambio en la casa de la vecina, Alana, todo era muy diferente. Todos
eran artistas y cultos. Su mamá siempre iba a recogerla a la misma hora del
colegio y la ayudaba a hacer las tareas.

LITA: Kantu veces soñaba que su verdadera casa era la de Alana. Soñaba con
ese señor al que le decían papá, que llegaba después de trabajar y jugaba
con sus hijos. Suspiraba ante esa casa siempre ordenada donde uno siempre
sabía lo que iba a pasar.

ALE: Para Kantu, lo maravilloso de la navidad no eran los regalos, pues ella
recibía muchos.

LITA: Lo maravilloso era la reunión de una gran familia, como la de Alana. Los
primos y primas jugando a las escondidas, el olor del pavo recién hecho, la
abuela preparando galletas.

ALE: Llegó la noche de navidad y las dos solas, Kantu y su mamá, cenando
pollo a la brasa y viendo televisión.
LITA: Kantu no pudo ocultar su tristeza. Su mamá le preguntó.

ALE: Qué te pasa.

LITA: Por favor, aunque sea por una vez, cenemos en la mesa del comedor.

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ALE: Con un gran esfuerzo, la mamá de Kantu bajó en pijama, calentó el pollo
a la brasa y lo puso en la mesa, se sentaron, y se miraron en silencio.

LITA: De pronto escucharon las risas de la casa de Alana y los fuegos artificiales
de la calle empezaron a sonar. La mirada de su madre era tan triste y sin
embargo sonreía.

ALE: Kantu se preguntó.


LAS DOS: ¿Dónde estará mi papá?
LITA: Y se guardó su tristeza en el fondo del corazón. Miró al cielo a través de la
ventana- “¡Mira mamá, una estrella fugaz!”
ALE: ¡Pide un deseo, rápido! ¡Pídelo ya!
LITA y ALE: Una familia.

LITA: Bulla en navidad, una mesa llena de comida.

LITA Y ALE: Y nunca más la soledad.

LITA: Nunca más esta larguísima mesa vacía.

ALE: Su mamá le dijo actuando de la mejor manera posible “¡Feliz navidad!”, y


se abrazaron.

LITA: “¡Feliz navidad mamá! ¿Qué tal si mejor vamos al cuarto a ver tele ahí
podemos terminar de comer?” dijo Kantu... Tengo frío.

ALE: Su mamá sonrió aliviada.

LITA: Así, Kantu empezó a crecer y a guardarse el dolor. Pero también guardó
el deseo de esa navidad en un rincón de su alma, sabiendo que algún día se
volvería realidad.

ALE: De niña soñaba que el mar inundaba el malecón y se comía todo el


Barranco. Mi casa quedaba intacta sobre un abismo. Ahí estoy yo, todavía, en
esa casa, con mi hijo. Soy la misma, una niña inocente. Pasó el mar. Y la casa
no se ha caído.

Apagón.

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