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3. Generación de la idea.
3.1 Tipo de comercio.
3.2 Determinación de objetivos personales y familiares.
3.3 Experiencia en la actividad empresarial.
3.4 Posibilidades en el corto plazo.
3.5 Recursos disponibles.
5. Descripción de la empresa.
5.1 Proyección empresarial.
5.2 Establecimiento de objetivos.
5.3 Integración del equipo humano.
5.4 Descripción de funciones, actividades y obligaciones.
5.5 Ventajas competitivas.
Es una persona capaz de detectar oportunidades y poseedor de las habilidades necesarias para
desarrollar un nuevo concepto de negocio; es decir, tiene la virtud de detectar y resolver problemas
y oportunidades mediante el aprovechamiento de sus capacidades y los recursos a su alcance.
Jorge Olmos Arráyales señala que “el espíritu emprendedor es un proceso orientado a la creación”
Factores que influye en la formación de una mente emprendedora:
La educación (familia, escuela, amigos)
Las circunstancias y el medio ambiente en que nos desarrollamos
El marco legal que regulan las actividades económicas y sociales
Y el acceso a la información.
Los estudiosos han elaborado diferentes definiciones de lo que es ser emprendedor. Más que
detenernos analizar alguna de ellas, nos parece más importantes subrayar los elementos clave que
ampare en la mayoría de las definiciones.
• Crear
• Aportar
• Introducir nuevos productos y servicios
• innovación
He querido resaltar este concepto porque he visto infinitas veces caer en la trampa a un incontable
número de personas, incluyéndome a mí mismo. Tenemos una naturaleza innata de definir nuestra
valoración dependiendo de las distintas opiniones y aprobaciones que recibimos del exterior.
Cuantos más votos positivos acumulemos más valiosos somos, cuanto menos feedback positivo
poseamos, menos valor tenemos.
Si funcionamos desde este encuadre, nos posicionamos desde un lugar de escaso poder sobre
nosotros mismos, puesto que éste va a estar en manos de los demás que podrán determinar a su
antojo lo valioso que eres. Estarás dependiendo de la validación externa.
Otro enfoque que surge en la batalla que se genera al estar en un mercado dónde el ser más
preciado es el que gana, sería el de la soberbia. La persona que funciona desde esa realidad vive en
un absoluto miedo e inseguridad sobre sí mismo, pero en unos límites inimaginables, aunque pueda
parecer todo lo contrario. Éste se caracteriza por una actitud en dónde intenta a toda costa
disminuir el valor de los demás, para poder vivir temporalmente en un lugar más elevado. Quien
vive desde este paradigma ha de estar en una lucha constante y a su vez el poder sigue estando en
el exterior, dado que los demás han de seguir teniendo una valoración menor respecto a él.
Mira por un instante tus ojos, quizá sean azules, verdes, marrones… ¿Vas pidiendo validación
externa sobre ellos? Lo normal es que no. ¿Te pillas preguntándole a la gente sobre si serías más
valioso si estos fuesen algo más claros? ¿ O quizá si fuesen un poco más grandes? Puedo decir casi
con total seguridad que no vas haciendo eso.
¿Por qué? Porque tus ojos simplemente SON. Es algo que simplemente ESTÁ y forma parte de lo
que ES. Y eso ya le otorga un valor intrínseco como a todo lo que existe.
Y no determinan tu valor como persona, sería ridículo que estuvieses inseguro y con baja autoestima
porque la gente opina que no tienes unas pestañas lo suficientemente largas y los ojos un poco más
almendrados.
Pero… Si esa perspectiva es totalmente ridícula… y no nos afectaría lo más mínimo. ¿Por qué te
afecta en otros niveles? ¿Por qué si no tienes una casa más grande que tu vecino te empequeñeces?
¿A qué se debe que si trabajas como peón de albañil se te vea con menos valor que el jefe de una
gran multinacional?
Algunos podréis decir, es bastante evidente Alberto. Y os tendría que decir que, por supuesto que
hay muchas razones para explicarlo, dado que la sociedad, nuestras creencias populares y la forma
en que hemos configurado nuestra realidad dan como resultado que sea más que evidente
percatarse de esos detalles. Pero que sea lo común no quiere decir que sea lo absoluto y verdadero,
por lo tanto, mi reflexión simplemente te anima a que te valores, porque realmente tienes un valor
intrínseco como todas las cosas que percibes.
De esta forma, paulatinamente te irás dando cuenta con más frecuencia cuando se presenten
situaciones en las que ni reflexionabas sobre ellas y simplemente las aceptabas. Así tendrás la
oportunidad de no aceptar juicios de valor que no te pertenecen a ti y que por supuesto, no te
definen como persona.
Ante tantas opiniones sobre este tema, es bueno comenzar aclarando términos. Emprender es
básicamente concebir ideas creadoras capaces de generar el impulso para la acción proactiva, y
transformarlas en resultados. Esa capacidad creadora es inherente al ser humano promedio, luego,
emprender está en la naturaleza del hombre, que a fin de cuentas es una forma, quizá la única, que
le ha permitido emanciparse y alcanzar metas; emprender es por tanto un verbo de acción.
Entonces, no es algo ajeno, o exclusivo de personas súper dotadas, sino parte constitutiva de
nuestro quehacer desde que evolucionamos al sapiens sapiens.
Hace muchos años las necesidades vitales del hombre fueron cubiertas gracias a su capacidad para
proponer vías de acción que le permitieran lograr éxito en la caza, en la protección de su territorio,
en la lucha con depredadores, en establecer comunidades, etc. En aquel entonces los
comportamientos eran instintivos, por eso logramos sobrevivir. Es una historia que se remonta a
nuestros orígenes, y que hoy heredamos como arquetipos universales. Así pues, detrás de todo
emprendimiento hay un elemento que lo motiva, producto de una necesidad subyacente que
requiere ser satisfecha. El tamaño de la motivación (y la necesidad que la impulsa) es directamente
proporcional al empeño que pone en la tarea.
Gran parte de la frustración que en estos tiempos aqueja a un alto porcentaje de la humanidad,
tiene que ver con la falta de claridad sobre los caminos a seguir para logras ese estado de plenitud.
Quizá hace diez mil años las cosas eran más sencillas porque el hombre no había desarrollado el
estado de consciencia que posee actualmente, entre otras razones porque su limitado lenguaje no
le permitía relacionarse con el mundo como lo hace hoy. Para bien o para mal hoy luchamos con
demonios que en el aquel entonces aun no habíamos concebido.
Todo tiene un precio, y el desarrollo tecnológico, si bien es cierto que abrió un espacio hacia afuera,
y nos conecta con todo lo que nos rodea, también nos separa de nuestra esencia interior, nos aleja
de nuestros verdaderos propósitos. Esto explica por qué la mayoría de los emprendimientos
fracasan y mueren durante el primer año. La mayoría de ellos provienen de un esfuerzo creativo
envidiable, pero se quedan a medio camino porque una cosa es crear y otra es innovar, entendiendo
por esto último el materializar la idea y echarla a andar, verla crecer y hacerse competitiva.
Entonces, no solo es crear, es creer en lo que haces, y para poder creer debes tener el absoluto
convencimiento de que lo que te propones hacer es retador, posible, alcanzable, medible, ecológico
y deseable. Así pues, los emprendimientos fracasan porque requieren de un esfuerzo y una
constancia que solo es posible si sentimos pasión por ellos, si nos enamora, de otra forma, ante el
menor inconveniente los abandonamos.
Es emprendedor aquel que se propone a practicar lo que es nuevo, buscando encontrar caminos
que lo lleven al éxito con las oportunidades que surgen en el mercado. El austríaco Peter Drucker
(1909 – 2005), conocido como padre de la administración moderna, decía: “Si quieres hacer algo
nuevo, necesitas dejar de hacer algo viejo”. Y es precisamente esta la base de un perfil
emprendedor.
El espíritu emprendedor sólo existe si alguien decide hacer de manera diferente de lo que se ha
hecho hasta ahora. Un emprendedor puede percibir cuando existe un problema, un fallo y entiende
que se necesita encontrar una solución para esto, sea ella cuál sea.
Por lo tanto, dirigir una empresa que ya ha alcanzado el éxito, manteniendo siempre la misma línea
de trabajo, no lo hace un emprendedor.
Emprendedor es aquel que tiene una idea y se esfuerza para ponerla en práctica. La persistencia y
el sentido de innovación son algunas de las características del perfil de un emprendedor y son
responsables por diferenciar emprendedores de empresarios.
Arriesgar y aceptar las consecuencias de sus actitudes forma parte del perfil de un emprendedor.
Frente a los desafíos, sean ellos incómodos, asustadores o emocionantes, el emprendedor debe
tomar una posición.
En 2014, en una conferencia a los alumnos de London Business School, Jack Welch, uno de los íconos
de la administración moderna, relacionó el espíritu empresarial a la actitud de asumir riesgos.
“Juéguese. Comience su propio negocio. Vaya a ser un emprendedor”, aconsejó el ex-CEO de GE.
1. Cálculo de riesgo
Evaluar las alternativas y posibilidades antes de tomar una actitud. Emprendedor es aquel que
piensa en todo lo que se puede ganar y en todo lo que hay que perder al tomar una decisión. Aún
corriendo riesgos, los emprendedores jamás colocan todo lo que tienen a perder, pues saben
anticiparse a los acontecimientos y están preparados para enfrentar las adversidades.
2. Exigencia
Una característica del perfil de un emprendedor es el reconocimiento de que, como decía Drucker,
“la única fuente de ingresos es el cliente”. Por lo tanto, él exige que el trabajo sea hecho de la mejor
manera, en el menor plazo posible y con un costo reducido. Está siempre en búsqueda de nuevos
métodos para mejorar su producto y ofrecer un trabajo eficiente al cliente. La eficiencia es lo que
vence una competencia.
3. Compromiso
Nunca verás a un verdadero emprendedor dejar de cumplir algo con que se comprometió. Cuando
asumen un compromiso, los emprendedores depositan todos sus esfuerzos para llevar a cabo esa
actividad. Ellos son fieles a su palabra y hacen lo que sea preciso para cumplirla. Es este el
compromiso en cumplir lo que anuncian que les garantiza el éxito.
4. Planificación
Emprendedores no toman actitudes de la noche para el día. Ellos analizan el momento adecuado
para actuar y los pasos necesarios para alcanzar el objetivo deseado. Planean cada una de sus
acciones, pensando en los resultados futuros.
5. Autoconfianza
Al darse cuenta que sus actitudes producen buenos resultados, los emprendedores comienzan a
ganar confianza en aquello que hacen y en su propia manera de hacer. Con más confianza, ellos
comenzar a actuar más y así a ganar cada vez más resultados. Basan sus opiniones en la experiencia
que poseen y, confiando en ellas, conquistan también la confianza de los clientes.
“Las organizaciones exitosas del futuro serán aquellas que han pensado que la creatividad es
fundamental para liberar todo el potencial de una empresa y de su gente”, asegura Edward De Bono,
experto en creatividad, en su libro El pensamiento creativo.
Para el especialista, la creatividad es adelantarse y buscar más allá de las pautas conocidas o los
caminos establecidos, generar ideas que permitan la resolución de problemas o conflictos. Ésta –
describe- posibilita lograr cambios y adelantarse a la competencia. De Bono invita a tener ideas
inusuales, “pensar fuera de la caja”, es decir, moverse del camino principal y generar pensamientos
que no tendrían razón de ser dentro de lo que conocemos como tradicional.
La creatividad es acerca de las ideas. Se trata de nuevas formas de ver las cosas. La innovación es
acerca de hacer las cosas. Se trata de la aplicación comercial. Por tanto, una idea sólo es
verdaderamente innovadora si se introduce en un mercado y sobrevive. La prueba es el tiempo en
el mercado o, más precisamente, la repetición de lealtad de un usuario.
La creatividad es subjetiva, por lo que es difícil de medir. La innovación, por otra parte, es
completamente medible. La innovación es acerca de la introducción de cambios en sistemas
relativamente estables. Es preocuparse por hacer una idea viable. Mediante la identificación de una
necesidad no reconocida y no satisfecha, una organización puede utilizar la innovación para aplicar
sus recursos creativos para diseñar una solución adecuada y obtener un retorno de su inversión.
El Número de etapas que contribuyen en el proceso creativo que postuló en su libro “El arte del
pensamiento” (1926) son 4 que se re realimentan entre si creando un bucle.
Según A. Koestler:
Koestler (1959), distingue 3 fases que se corresponden con los estados de la consciencia de la
neurociencia. Tornándose de nuevo en un bucle del fin al inicio en el proceso creativo.
Fase lógica: Se define el problema, la recopilación de datos relativos al problema y una
primera búsqueda de soluciones.
Fase intuitiva: Después de la fase lógica y no conforme con la solución, el problema se va
haciendo autónomo (problema no consciente), vuelve a ser elaborado y comienza una
nueva incubación de la solución y una maduración de las opciones. Se produce la
iluminación, es decir, la manifestación de la solución.
Fase crítica: Esta es la fase donde analiza con profundidad su descubrimiento, verifica que
es una buena solución y le da los últimos retoques.
Invito a reflexionar sobre este proceso y encontrar diferencias entre lo que sentimos en nuestro
propio proceso creativo o a sentirse identificado.
La fase de generación de ideas o ideación es la más conocida y popularizada del proceso creativo,
hasta el punto de que muchas personas desconocen que comprende muchas más. En general
cuando hablamos de creatividad, solo buscamos técnicas que nos ayuden a tener ideas, pero es muy
importante primero dar unas claves y consejos para asegurar un proceso de ideación adecuado y
efectivo.
Cuando queremos generar ideas la divergencia y el aplazamiento del juicio son esenciales para
asegurar el éxito del proceso.
La divergencia: es el proceso por el cual buscamos crear cuantas más ideas mejor. Lo más
importante es la cantidad, no la calidad.
En esta fase no está permitido juzgar las ideas, ya que limita la libertad creativa.
Prima la cantidad sobre la calidad. Si solo tenemos una idea, se parecerá demasiado a la que
tienen otras personas.
Las ideas no son destinos finales sino direcciones de aprendizaje (o “la materia prima para
obtener una solución”, como las describió Arthur VanGundy), por tanto, no debemos temer
generar ideas descabelladas o absurdas.
Las ideas descabelladas o absurdas tienen una función: favorecer que otros se animen y
aporten ideas a partir de ellas, alejarnos del problema, generar conversaciones diferentes,
etc.El humor positivo facilita el proceso.
El aplazamiento de juicio: Criticar ideas que aún se están desarrollando es uno de los mayores
limitadores de un proceso creativo. El aplazamiento de juicio es una habilidad fácil de entender,
pero muy difícil de aplicar porque ¡nos encanta juzgar! A continuación, te daremos algunos consejos
para evitar juzgar ideas demasiado pronto:
Evita hacer juicios negativos prematuros (tanto durante el trabajo individual como durante
el trabajo en grupo).
Acepta que tu visión del problema es parcial.
Acoge otros puntos de vista como oportunidades para reforzar una solución en vez de
considerarlos una amenaza a tu ego.
Atrévete a intentar una aproximación inusual o creativa en vez de apoyarte
automáticamente en aproximaciones conocidas al problema.
Reacciona positivamente a las nuevas ideas.
Las frases matadoras: ya hemos comentado que la crítica negativa es algo inherente y que nos
cuesta minimizar. Durante la ideación, hemos de evitar a toda costa los comentarios negativos
acerca de las ideas de los demás. Es frecuente escuchar alguna de estas frases, especialmente
cuando en el grupo se encuentran personas de distinto rango en la organización.
3. Generación de la idea.
3.1 Tipo de comercio.
A través del tiempo, el ser humano ha tenido la necesidad de intercambiar productos para
satisfacer sus necesidades. Cuando el cambio se realiza mediante dinero, se conoce como
comercio.
El comercio es una actividad económica en la que se compran y venden productos, es importante
porque de alguna manera todos participamos en ella.
Cuando clasificamos, buscamos semejanzas en las cosas para agruparlas. De esta manera podemos
entenderlas mejor, estudiarlas y recordarlas con mayor facilidad.
A los comercios, por ejemplo, se les puede clasificar de acuerdo a diferentes características:
1.Por la forma en que los productos llegan al consumidor. Ya sea del productor al consumidor
directamente o a través de intermediarios, el comercio puede ser:
En ocasiones varias organizaciones se ponen de acuerdo para utilizar los mismos códigos o
claves y así poder comparar e intercambiar datos sin problemas de interpretación. El
sistema que se usa en México para clasificar la información de las actividades económicas se
llama Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte (SCIAN), el cual es muy útil,
pues unifica datos, evita problemas de interpretación y facilita comparativos entre
municipios y entidades de México o con Estados Unidos de América y Canadá.
De acuerdo a lo que venden, los comercios se clasifican en: dos sectores, 16 subsectores, 41 ramas,
67 subramas y 142 clases de actividad.
3. Por el número de trabajadores
Según el número de trabajadores que tienen, los comercios se clasifican en micro, pequeños,
medianos y grandes.
Micro 1 a 10 trabajadores
Pequeña 11 a 30 trabajadores
Mediana 31 a 100 trabajadores
Grande 101 o más trabajadores
Establecer objetivos personales es fundamental para el éxito de una persona ya que estos nos
ayudan a ordenar nuestra vida, nos señalan el camino, nos sirven de guía, nos revelan prioridades,
nos ayudan a programar nuestro inconsciente para poder alcanzarlos, y nos sirven como fuente de
motivación.
Veamos a continuación cuáles son los pasos necesarios para establecer y alcanzar nuestros objetivos
personales:
Para establecer nuestros objetivos generales, podríamos tomar en cuenta nuestro propósito en la
vida, nuestros sueños, nuestra pasión, aquello que nos gusta mucho hacer, o aquello que pensamos
que nos haría felices o nos permitiría tener una vida plena.
Algunos ejemplos de objetivos generales podrían ser: ser millonarios, ser económicamente
independientes, desarrollarnos profesionalmente, ser empresarios exitosos, encontrar el amor de
nuestra vida, formar una familia, ser los mejores en lo que hacemos, tener un excelente estado de
salud, etc.
Al momento de establecer nuestros objetivos generales, debemos procurar que no sean tantos, de
modo que podamos enfocarnos y concentrar nuestra energía en pocos objetivos, y no la
dispersemos en varios, pudiendo al final no conseguir ninguno. Lo recomendable es establecer como
máximo unos cinco objetivos generales.
Una forma de establecer pocos objetivos generales es establecer objetivos que abarquen otros; por
ejemplo, si queremos tener una casa y un auto, podríamos establecer como objetivo el tener mucho
dinero.
concretos: deben tener una definición clara y precisa. Mientras más claros y precisos sean,
mayores posibilidades tendremos de alcanzarlos.
medibles: deben ser cuantitativos y estar ligados a un límite de tiempo; por ejemplo, ganar
un determinado monto de dinero en un determinado plazo.
ambiciosos: deben ser desafiantes, capaces de emocionarnos, casi inalcanzables. Objetivos
ambiciosos nos proporcionan una mayor motivación, pero además, en caso de no
alcanzarlos, al menos nos permiten obtener un resultado un poco menor, pero satisfactorio;
a diferencia de objetivos pequeños en donde en caso de no alcanzarlos podríamos sentirnos
decepcionados.
alcanzables: deben ser ambiciosos, pero realistas, razonables y factibles. Debemos tener la
creencia de que son posibles y están a nuestro alcance.
Para establecer nuestros objetivos específicos debemos tomar en cuenta nuestros objetivos
generales; por ejemplo, si uno de nuestros objetivos generales es ser libres financieramente,
algunos de nuestros objetivos específicos podrían ser: tener ingresos mensuales de 5 000 dólares
para el próximo año, tener nuestra propia empresa en un plazo de 2 años, escribir un libro en un
plazo de 6 meses, etc.
Al igual que en el caso de los objetivos generales, también debemos procurar establecer pocos
objetivos específicos. Lo recomendable es tener como máximo unos cinco objetivos específicos por
cada objetivo general que tengamos.
Por ejemplo, si uno de nuestros objetivos es tener ingresos mensuales de 5 000 dólares para el
próximo año, podríamos establecer como pasos o acciones a realizar: solicitar un aumento de
sueldo, buscar un nuevo empleo, aumentar las ventas de nuestro negocio, aprender a invertir en la
Bolsa de Valores, etc.
O si nuestro objetivo es tener nuestra propia empresa, podríamos establecer como pasos o acciones
a realizar: buscar ideas de negocios, buscar fuentes de financiamiento, hacer los contactos
necesarios, buscar un socio, elaborar un plan de negocios, etc.
Los pasos necesarios para poner por escrito nuestros objetivos, así como nuestro plan de acción son
los siguientes:
escribir objetivos generales: en primer lugar, hacemos una lista con todos nuestros
objetivos generales ubicados en orden de importancia, poniendo nuestro objetivo principal
en la parte de arriba.
escribir objetivos específicos: luego, en la misma lista (aunque también es posible hacerlo
en otra) escribimos los objetivos específicos que nos hemos propuesto alcanzar para poder
cumplir cada objetivo general (en caso de ponerlos en la misma lista los escribimos debajo
de cada objetivo general).
escribir plan de acción: y, finalmente, en una lista aparte (aunque también es posible hacerlo
en la misma lista de los objetivos) escribimos los pasos o acciones que vamos a realizar para
poder cumplir nuestros objetivos.
Nuestra lista de objetivos debe estar en un lugar (o varios lugares) que siempre miremos, de
modo que siempre tengamos presente cuáles son nuestros objetivos y, por ejemplo,
recordemos que siempre debemos hacer cosas que nos permitan alcanzarlos, y evitar hacer
cosas que nos desvíen del camino hacia su cumplimiento.
Por ejemplo, nuestra lista podría estar ubicada en un cuaderno que siempre utilicemos, en el
cajón de nuestro escritorio, en nuestra computadora, en nuestra billetera o, incluso, en la pared
de nuestro cuarto u oficina o en el espejo de nuestro baño.
Cabe resaltar que nuestra lista de objetivos debe ser flexible, lo que significa que con el tiempo
podemos agregarle nuevos objetivos o modificar alguno, quitarlo de la lista, o cambiarlo de
ubicación (al cambiar nuestras prioridades).
Lo mismo en el caso de nuestros planes de acción, debemos revisar constantemente los pasos
y acciones que vamos a realizar para poder alcanzar nuestros objetivos, y modificarlos o
cambiarlos en caso de que no estemos obteniendo los resultados esperados.
5. Actuar
De nada sirve establecer objetivos si no hacemos nada por alcanzarlos, por lo que el siguiente y
último paso consiste en poner en práctica nuestros planes de acción tan pronto como nos sea
posible, y empezar así nuestro camino hacia el cumplimiento de nuestros objetivos.
“Ver videos”
No puede haber un montón de objetivos ni todos ellos diferir en diferentes circunstancias. Pero aquí
están las tres principales importantes metas a corto plazo que los empresarios deberían tener en
cuenta y por escrito, a medida que comienzan en el camino apasionante de la iniciativa empresarial.
En primer lugar, analiza tus ideas. El sueño de ver tus ideas como un producto o servicio, es más a
menudo lo que hace muy difícil de frenar el flujo de lo que se puede hacer. La idea es genial y las
posibilidades son cada vez más amplias, pero estas cosas son también más a menudo la razón de
una “multi-direccional” que hace que se empiece a probar todas las posibilidades y ver cuál de todas
funciona.
Efectivamente deseas hacer un millón cuanto antes, pero es mejor concentrarte en los tres primeros
meses del proyecto y preguntarte: ¿Qué es lo que quieres lograr, ¿cómo lo quieres lograr y que
herramientas necesitas para hacerlo? Pero piensa en los tres primeros meses, evita proyectarte más
allá pues es posible que en el camino surjan necesidades de ajustes o cambios.
La atención debe centrarse en cómo has ejecutado tu plan. Analiza tu marco de tiempo en base al
cumplimiento de los objetivos establecidos. ¿Qué salió bien y qué no?, una vez más no se trata del
éxito o el fracaso, pero el análisis sobre cómo se llevó a cabo los primeros pasos y lo que se aprendió
de ellos es lo más importante.
Tal como se afirma en la obra “Tu modelo de negocio” (en la que colaboraron más de 300
profesionales), los recursos humanos son la base de todo proyecto empresarial. Toda empresa
necesita personas (y se asienta, como es lógico, en ellas), por lo que debes elegir con sumo cuidado
el equipo que te va a acompañar en la aventura de emprender.
En segundo lugar, los recursos físicos, como el lugar en el que va a operar la empresa, las máquinas,
ordenadores, etc., hay que conocerlos de forma muy detallada. Tener un control muy organizado
de los recursos físicos de los que se dispone antes de poner en marcha el proyecto puede evitar
futuros problemas.
En tercer lugar, los recursos llamados “intelectuales” (y no nos referimos al grado de inteligencia
que tengan los componentes del equipo) también son de suma importancia. Tal como se comenta
en “Tu modelo de negocio”, en estos recursos pueden incluirse “bienes intangibles, como pueden
ser marcas, métodos, sistemas, software y patentes desarrollados por la empresa.”
Por último, y no por ello menos importante, están los recursos económicos. Las garantías financieras
y las líneas de crédito sumadas, por supuesto, al dinero en efectivo, son los recursos económicos de
los que dispone la empresa. Es evidente que este último tipo de recursos tiene una importancia
trascendental para la supervivencia del proyecto empresarial.
Sin embargo, hay que añadir que, si el emprendedor no tiene en cuenta en su justa medida la
necesidad del resto de recursos, podrían plantearse graves problemas para la empresa. Por mucho
dinero del que se disponga, si el equipo humano o los recursos intelectuales no son los adecuados
pueden darse serios conflictos para sacar adelante el proyecto.
Por ello, BusinessInFact recomienda a los emprendedores que no subestimen unos recursos frente
a otros.