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Douglas McCulloh
fotografiar a ciegas 11
Ralph Baker 20
Bruce Hall 24
Henry Butler 34
Rosita McKenzie 40
Annie Hesse 46
Alice Wingwall 52
Gerardo Nigenda 58
Kurt Weston 66
Peter Eckert 74
Michael Richard 80
*Nos referimos en particular a la exposición El espejo de los sueños de Evgen Bavčar, Centro de la Imagen, 1999,
que viajó ampliamente por el país, llegó incluso a Costa Rica y cuya versión digital, en ZoneZero (www.zone-
zero.com), tuvo desde el inicio una amplia acogida. También al coloquio Vista, ceguera, invisibilidad, Centro de la
Imagen, septiembre, 1999, México. Las reflexiones escritas se vertieron en la revista Luna Córnea, no. 17, enero-
abril, 1999, México y en la revista Fractal, no. 15, año IV, vol. IV, octubre-diciembre, 2000, México. Estos y otros
materiales serán reeditados próximamente en: Mayer Foulkes, Benjamín (coord.), El fotógrafo ciego. Evgen Bavč ar
5 en México. 17, Instituto de Estudios Críticos / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, 2010.
Benjamín Mayer Foulkes
ceguera que alumbra
La mirada invisible demuestra que escribir con luz a ciegas no es actividad exclu-
siva de uno o dos invidentes, sobresalientes pero aislados. El listado internacional
de fotógrafos invidentes sigue creciendo.* La fotografía de ciegos es un campo
cuya amplitud y diversidad ya se sugieren comparables a aquellas de la fotografía
ordinaria.
Así lo confirma la descripción más somera de la exposición que aquí nos
ocupa. Ralph Baker explota el exotismo que la fotografía de ciegos suele evocar
a los videntes: sus imágenes circunstanciales registradas en Nueva York interesan
por la precisión de sus azares. Bruce Hall utiliza la fotografía y diversos medios
ópticos como prótesis para remontar su (casi total) incapacidad ocular y aproxi-
marse a su entorno personal. Henry Butler capta los ribetes del mundo de la mú-
sica, su actividad fotográfica bien podría considerarse como una prolongación
de su talento musical. Rosita Mckenzie reduplica sus fotos con gráficas táctiles:
su propuesta tiene un carácter razonante destinado a combatir los prejuicios
acerca de la relación supuestamente inexistente entre la ceguera y las imágenes.
Annie Hesse nos propone imágenes orientadas por la extrañeza que producen las
impresiones, más mentales que ópticas (su ojo derecho conserva alguna capacidad
* Además de los fotógrafos ciegos reunidos por La mirada invisible, registramos a Alex de Jong (Holanda), John
Dugdale (E.U.A), Flo Fox (E.U.A.), Paco Grande (España), Toun Ishii (Japón), Tim O’Brien (E.U.A.), el grupo reu-
nido en torno a blindphotographers.org y Eladio Reyes (Cuba). También hay un número significativo de ciegos
que se han adentrado en la fotografía a través de proyectos como el llevado a cabo por Daniela Hornickova en
el internado Jaroslav Jesek en Checoslovaquia ([1990] registrado en The Unseen, Dir. Miroslav Janek, 1998),
Sound Shadows (E.U.A., 1992-1997) a cargo de Tony Deifell (registrado en Seeing Beyond Sight: Photographs by
Blind Teenagers [2007]), Aborígenes (Argentina, 1998) conducido por Amancio Alem, el Primer taller de foto-
grafía para ciegos (México, 2002) a cargo de Gerardo Nigenda, Taller de fotografía para ciegos (Bolivia, 2004)
a cargo de Christian Lombardi, Blind with Camera (India, 2006) a cargo de Partho Bhowmick (del que derivó la
Fundación Beyond Sight), The Blind Photographer (Israel, 2006) propuesto por Kfir Sivan e Iris Darel-Shinar,
Los ojos del alma (República Dominicana, 2007) de María del Carmen Silva y Fernando Figheras, Ojos que sienten
(México, 2007) de Gina Badenoch, Ver no es mirar (México, 2008) de Ricardo Guzmán y Creer para ver (Argentina,
7 2009) por Juan Alecsovich. (Censo actualizado por Joanne Trujillo).
para percibir), durante sus continuos viajes. Alice Wingwall construye imágenes
sobre la base de una lógica arquitectónica, ensayando visualizaciones persona-
les que abrevan en su íntima memoria visual. Gerardo Nigenda celebra sus propias
percepciones de vivencias personales y seres cercanos plasmándolas simultánea-
mente en dos lenguajes –el fotográfico y el braille– según el cruce de su doble
traducibilidad e intraducibilidad. Kurt Weston retrata personajes enfermos y re-
chazados en una tónica en igual medida documental y espectacular. Peter Eckert
se enfoca fuertemente en las atmósferas visuales y su trabajo se deja describir
fácilmente como “foto escultura”. Michael Richard propone composiciones alta-
mente precisas de paisajes urbanos. El colectivo Seeing with Photography ha pro-
ducido durante más de veinte años elaborados retratos que evocan afectos y
situaciones personales. Evgen Bavčar pone en juego una obra orientada por lo que
denomina el “tercer ojo” –simultánea fuente y ruina de todo acto de visión y ce-
guera– que interroga sin cesar sus propias condiciones de posibilidad.
De sí misma, la variedad estética de la fotografía de ciegos es significativa, en
particular en función de la sorpresa –y las resistencias– que aún causa. Es usual
en contrarse todavía con reacciones que consideran el binomio ceguera-imagen
como algo descabellado, chistoso, disparatado e incluso repulsivo, lo que sólo refuerza
nuestra impresión de que la fotografía de ciegos toca toda suerte de significativas
fibras personales, culturales y sociales. Más allá de su enorme variedad estética,
el despliegue de la fotografía de ciegos nos permite tomar nota de la gama en las
relaciones lógicas con la ceguera (a su vez como articulación de lo imposible). Si
“ceguera” es el nombre del desfallecimiento de la imagen, en el campo fotográfico
la invidencia no puede ser un tema entre otros, ni la fotografía de ciegos un gé-
nero más. Porque la actividad de los invidentes revela nada menos que la natura-
leza general del dispositivo fotográfico. El fotógrafo ciego no es la excepción entre
los fotógrafos, es su paradigma. Por eso, el deseo de fotografiar, no puede tener
como punto de partida y destino más que una u otra forma de ceguera. Lo invisible
es constitutivo de lo visible. Lo que sorprende, entonces, no es que un ciego tome
fotos, sino la propia sorpresa ante tal hecho. Contra las apariencias, el malestar
que produce el ciego entre los videntes no se debe a la diferencia que guarda res-
pecto a aquéllos, sino a su inquietante identidad. El ciego devela la ceguera de
quienes prefieren permanecer ciegos a ella. Lo que está en juego en una exposi-
ción como La mirada invisible es la mostración misma del mostrar, a la cual los
videntes solemos permanecer sistemáticamente ciegos. La reunión y presentación
de una exposición como La mirada invisible conlleva el reconocimiento esencial de
que la ceguera –una suerte de sustancia activa fotográficamente no captable–
se ubica consistentemente en el lugar de una causa, con un sinnúmero de efectos
que atañen en igual medida a ciegos y videntes. 8
Con el Jacques Lacan de los cuatro discursos, podemos suponer que la gama
de las relaciones lógicas con la ceguera consta de cuatro variantes: religión, cien-
cia, arte y psicoanálisis. Su operación puede observarse entre los artistas aquí
reunidos, así como en el modo que el conjunto aparece –y aparecerá– reunido,
narrado, comentado y estudiado, dentro y fuera de la exposición. ¿Cómo carac-
terizarlas?
La religión asigna a la ceguera un sentido trascendental (teológico o secular)
a partir del cual el ciego podrá ser sujeto de redención o condena, inclusión o ex-
clusión. Sus operadores se llaman: pecado, caridad, emancipación, derecho, justi-
cia… La ciencia codifica la ceguera con independencia de la subjetividad del ciego,
a fin de proscribirla más efectivamente: sus operaciones tienden a la devolución
de la vista plena, reubicando al ciego en una ecuación en la que, por fin, la vista
y la ceguera serían reversibles. El arte pone en relación la subjetividad del ciego
con algún ideal, de tal suerte que éste figura como un mártir, un bondadoso, un
poeta, un puro o un iluminado. Por su parte, el psicoanálisis hace de la ceguera
algo que alumbra, en al menos tres sentidos: esclarece las relaciones entre la vista,
la ceguera y la invisibilidad; incendia las obcecaciones y lugares comunes que
sobre ella suelen repetirse; da a luz a la posibilidad de renovadas prácticas y pers-
pectivas. La relación psicoanalítica con la ceguera no busca asegurarle un signi-
ficado, ni la codifica para mejor proscribirla, ni fija relaciones entre la subjetividad
del ciego y un ideal. El psicoanálisis se concierne con la experiencia concreta de
la ceguera –entre ciegos y videntes por igual– para interpelar los sentidos ordi-
nariamente asociados con ella, refutar sus falsas asimilaciones y derribar las ilu-
siones que contribuyen a su inmovilización. Si ordinariamente el ciego y la ceguera
aparecen como un remanente de insuficiencia o exceso frente a la normalidad vi-
dente; si las relaciones religiosa, científica y artística con la ceguera pretenden
moderar la anomalía y reestablecer la norma; por contraste, la desconstrucción
psicoanalítica aborda la invidencia partiendo de dicho remanente hacia la impug-
nación del status quo de sus significados asignados y su normalización con el
doble fin de reabrir un espacio a la singularidad de cada sujeto ahí donde la es-
tandarización torna invivible la vida... y renovar formaciones discursivas, perso-
nales e institucionales…
Veamos. Si entre ciegos la actividad fotográfica a veces es promovida con un
cier to aire redentor, por ende religioso; si la retórica fotográfica de Kurt Weston
(la imagen como testimonio moral y denuncia) encarna la lógica religiosa aquí
descrita, en cambio caracterizaría como científica la relación con la ceguera es-
tablecida por Bruce Hall (la fotografía que da a ver), Rosita McKenzie (la imagen
como argumento de la capacidad de intelección visual entre los ciegos) y Michael
9 Richard (el ícono como evidencia de la precisión posible en la relación de la ce-
guera con el espacio visible). En cuanto a la lógica de la ceguera que aquí he des-
crito como artística, la mayor parte de los fotógrafos aquí reunidos parecen ce-
ñirse a ella (lo que no sorprende, tratándose de creadores): Ralph Baker (quien
ubica al ciego como el proveedor de una experiencia “especial” para los videntes),
Henry Butler (quien se vale de la fotografía como un medio para traducir en sonido
la imagen ausente), Annie Hesse (donde la imagen opera a modo de una paráfrasis
de diversas impresiones mentales y sensoriales), Alice Wingwall (quien dispone a
través de la fotografía una serie de imágenes interiores), Gerardo Nigenda (quien
sugiere una obra que opera como el cruce de caminos entre vivencias subjetivas
heterogéneas), Peter Eckert (donde la fotografía es un medio para traducir en lu-
minosas esculturas lo visible ausente) y el colectivo Seeing with Photography (quie-
nes convierten la imagen en una metáfora afectiva y situacional). Por lo que toca
a la lógica psicoanalítica, ésta sería reflejada por la producción de Evgen Bavčar
en la medida en su producción sería permanente interpelación de sí misma al en-
focarse en esa radical invisibilidad en que la diferencia entre la luz y la obscuridad
ha lugar por vez primera.
Desde esta lógica psicoanalítica reconocemos que la ceguera también puede
constituir un don: de los ciegos a los videntes como quienes permanecemos ciegos
a nuestra ceguera, de los fotógrafos invidentes a la historia y estructura de la fo-
tografía. Afirmarlo no es suscribir a Demócrito, quien se habría sacado los ojos
por considerar a la vista como un nublamiento, y quien de ese modo convertiría
la ceguera en una nueva modalidad de vista plena. Es precisamente tal plenitud lo
que no da lugar, ni del lado de la vista, ni del lado de la ceguera. La generosidad
de la ceguera es la generosidad de lo parcial. Empero, si el gesto de la fotografía de
ciegos de entrada queda asociada con esa desconstrucción que no cesa de causar
efectos a todo lo ancho y largo del mundo de la fotografía, no podemos dejar de
notar que éste siempre puede ser reconducido por las sendas de la religión,
la ciencia o el arte, cuya existencia presupone. De modo que las más radicales
preguntas planteadas por la fotografía de ciegos siempre pueden ser debilitadas,
en primer lugar por quienes nos ocupamos de ella: artistas, promotores, comen-
tadores, investigadores. La fotografía de ciegos puede fungir como el más eficaz
de los antídotos contra la propia fotografía de ciegos. Lo que remite de nueva
cuenta a esa enigmática topología –primordial ceguera– que no cesa de trenzar
a la ceguera con la ceguera a la ceguera.
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douglas mcculloh
fotografiar a ciegas
“Los fotógrafos tradicionales son los que están ligeramente ciegos debido a
que han sido bombardeados constantemente con imágenes –dice Evgen Bavčar.
En ocasiones les pregunto qué ven, pero es difícil que me respondan. Para ellos
es muy difícil encontrar imágenes genuinas, más allá de los clichés. Es el mundo
el que está ciego: hay demasiadas imágenes, una especie de contaminación. Nadie
puede ver nada. Tienes que adentrarte entre ellas para descubrir las verdaderas
imágenes”.
Ensayo sobre la ceguera, la gran novela de José Saramago, describe una ciu-
dad en la que todos han sido asolados por la ceguera. En la última página de la
15 novela, el premio Nobel portugués resume: “Por qué nos hemos quedado ciegos,
No lo sé, quizá un día lleguemos a saber la razón, Quieres que te diga lo que estoy
pensando, Dime, Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Cie-
gos que ven, Ciegos que, viendo, no ven”.
Es una creencia atemporal y común a diversas culturas que existe una vista más
allá de la mirada. Los artistas que integran esta exposición proponen la conexión
entre dos mundos: el de la mirada exterior y el de la visión con el ojo interior.
“Deslizo fotos del mundo de los ciegos por debajo de la puerta para que sean vis-
tas a la luz de los videntes”, dice Peter Eckert.
No estoy inclinado hacia la metafísica. Los fotógrafos por necesidad se con-
centran en el mundo tangible. La cámara capta la luz reflejada por los objetos.
No es necesario ampliar este misterio con esquemas espirituales imaginarios. Y
los fotógrafos de La mirada invisible, en su mayoría, vacilan en atribuir significados
profundos a sus imágenes. Sin embargo, el fotógrafo Duane Michals escribe: “La
fotografía trata de las apariencias, pero nada es lo que parece”. El arte en sí mismo
se ha sustentado en la idea de que las simples realidades físicas están ocultas
bajo significados misteriosamente complejos. Además, la literatura sobre la ce-
guera está llena de pistas y susurros que nos sugieren prestar atención a estas
destacadas fotografías que unen los mundos invisible y visible.
En primer lugar, los ciegos quizá son inmunes a la profunda y escondida ce-
guera que aqueja a los fotógrafos. Si los videntes son ciegos debido a que han
visto demasiado, los fotógrafos ciegos, por el contrario, no están obstaculizados
por la discapacidad de la vista. Ellos se acercan al mundo libres de la inmersión
en los medios de comunicación visuales. “Comienzo en el punto cero de la foto-
grafía –dice Evgen Bavčar–, no estoy influido por otros fotógrafos porque no
puedo ver y por lo tanto no puedo estar bajo su influencia”. Jacques Derrida llega
a una conclusión similar: “Por una vocación singular, el ciego se convierte en un
testigo; debe dar fe de la verdad o de la luz divina. Él es un archivista de la visi-
bilidad”.
“Es una gracia conferida a los ciegos”, escribe Karl Bjarnhof en sus memorias
de la ceguera, “tener un ojo para lo invisible”. Jacques Lusseyran escribe sobre
el intenso mundo interno de los ciegos: “Como las drogas, la ceguera intensifica
algunas sensaciones, brindando una repentina e inquietante agudeza a los sentidos
del oído y el tacto. Pero, sobre todo, como una droga, se desarrolla el interior
mermando la experiencia externa, en ocasiones en exceso. En esos momentos el
mundo que se despliega frente a una persona ciega es peligroso porque es más
reconfortante que las palabras y tiene la belleza que se encuentra en los poemas 16
o cuadros de los artistas con alucinaciones, como Edgar Allan Poe, Vincent Van
Gogh y Arthur Rimbaud”.
De todo el tiempo que poseemos registro histórico, la gente ha creído que
los ciegos poseen una visión que ve más allá del mundo físico. Tiresias, el profeta
ciego que podía ver el futuro, era consultado por todo el panteón de la mitología
griega. Demócrito, se dice, se cegó a sí mismo para ver sólo con su intelecto.
El gran chamán de la mitología Lapona es un hombre ciego que ve más allá de las
distracciones de la luz o la oscuridad para convivir con sus ancestros y los espíri-
tus. Las tumbas del antiguo Egipto están adornadas con artistas ciegos que, se
pensaba, estaban suspendidos entre los dos mundos y podían comunicarse con
las deidades. En el antiguo Israel los ciegos se convertían en sabios, memorizaban
vastos textos y se les adscribían poderes milagrosos de percepción y oración. “El
Señor abre los ojos de los ciegos”, afirma el Midrash. El Talmud se refiere a los
ciegos como sagi nahor, en arameo quiere decir “gran vista”.
Estas figuras representan al ciego como visionario. Ellos personifican la dia-
léctica inherente a la mirada: la vista hacia el exterior en contraste con la visión
del ojo interior. Ninguno de los artistas de esta exhibición afirma ver el futuro.
Pero vale la pena señalar que en el descenso a algunas formas comunes de ce-
guera, la visión más aguda permanece en la periferia de la vista. Recordemos que
fue un Milton ciego el que evocaba los paisajes de lo barrido de los cielos en el
Paraíso perdido y el ciego Homero fue quien detalló las almas perdidas en el in-
fierno. El escritor ciego Jorge Luis Borges paseaba todos los días con una amiga
por las galerías de Buenos Aires relatando lo que veía con los ojos de su mente
(pájaros fantásticos y criaturas carnavalescas) y contando historias que tramaban
su camino a través del mundo de lo invisible como significados a través de la mi-
tología.
Los fotógrafos de La mirada invisible son paseantes y hay diferentes modelos
para ese tipo de exploración. “A la mitad de camino de nuestra vida, me encontré
conmigo mismo en un bosque oscuro, donde el camino recto estaba perdido”,
escribió Dante. Contrastemos a Dante con los comentarios del caricaturistas del
New Yorker James Thurber quien, después de quedar ciego, según dice, “pasé el res-
to de mis días paseando sin rumbo alrededor de los mares del sur, como un per-
sonaje de Conrad, silencioso e inescrutable”. Las dos afirmaciones sobre los
paseos difieren en algo más que el tono. Dante descubre repentinamente que está
en un bosque oscuro. “Me encontré conmigo mismo” escribe, como si se desper-
tara después de andar como sonámbulo durante la primera mitad del viaje de su
vida. Lo que viene súbitamente a Dante no es un bosque, tampoco la oscuridad,
sino la revelación de su verdadera condición: solo en un bosque oscuro, donde el
17 camino recto no puede ser descubierto. El suyo no es un acto volitivo, una elec-
ción, una decisión tomada. Él ha estado perdido en la oscuridad todo el tiempo.
Para Dante simplemente estamos en un bosque oscuro.
James Thurber, por otra parte, plantea el paseo sin ver cómo cualquiera po-
dría considerar practicar tenis o patinar en hielo. Hay una pícara audacia en esto:
ahora estamos ciegos, ¿dónde pasearemos? El agradable mar del sur quizá es
lugar adecuado para pasear: silencioso e inescrutable, ciego y creativo. La decla-
ración de Thurber propone que, aun ciegos, podemos andar por caminos creativos.
fotografías
Ralph Baker Estados Unidos
Sin título
34
Cuentas y pechos
40
Colina de Calton
Hinojo y arbustos
Túnel de sombra y tractor
Luces de crecimiento
Annie Hesse Francia
India, 2002
India, 2002
India, 2002
India, 2002
India, 2002
Autógrafo del piloto
52
Rumba en Dendur
Lapidarium
Autorretrato en San Trovaso
Joseph en el templo de Dendur
Las X marcan el lugar
Autorretrato (En medio del reposo)
Acompañando la obra de Gerardo Nigenda en La mirada invisible, se exhibe el cortometraje documental “Susurros de
Luz” del director mexicano Alberto Resendiz. 58
En espera de ser vista
66
Visión
Vida callejera
Carne extraña
Teoría de las cuerdas: el espacio entre nosotros
Último apuro
El silencio final
Pete Eckert Estados Unidos
74
Misterios
Hombre eléctrico
Sueño nocturno
Catedral
Cantina
Michael Richard Estados Unidos
80
Doble toma
Strata Various
Ventaja
Conectado
Salida
OminosoAnónimo
Ahí
Revelación
FunD’Mental
Colectivo Seeing With Photography
Estados Unidos
92
Retrato en papel
Hijos de la maldición
Desde el interior
Jacques, retrato con caja de cartón
John, retrato con caja de cartón
Abismo radiante
Autorretrato braille como antigüedad / Steve Erra
Retrato de Alan
Evgen Bavcar Eslovenia/Francia
102
Gallina ciega
Imagen de infancia
Tiempo pasado
Mirada de cerca
Umberto Eco
Hanna Schygulla
Un sueño de movimiento
Los ojos de la noche
El fluir del mundo