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Pilar: Conecta tu idea con la tecnología

Ciudadanos Universitarios del Siglo XXI

“Al mundo nuevo corresponde la Universidad nueva. A nuevas ciencias, que todo
lo invaden, reforman y minan: nuevas cátedras.

Es criminal el divorcio entre la educación que se recibe en una época y la época.

Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido:


es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es
ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su
tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida. “

José Martí, pensador latinoamericano (3)

Vivimos en la era de la información, toda la obra de la humanidad que nos


antecede está a dos clicks de distancia. Desde una receta de cocina hasta las más
complejas teorías de la física moderna, el acceso al conocimiento es libre y gratuito. No
es necesario siquiera buscar en un índice, Ctrl+F y la computadora realiza el trabajo por
nosotros.

Sin embargo, este mar de conocimiento a libre disposición, lejos de acercarnos a


la equidad en materia educacional, nos pone a los estudiantes y a las universidades del
siglo XXI en una nueva encrucijada.

El rol del saber en la sociedad en la que vivimos ya no consiste en acumular


información, procesarla y sacar conclusiones, sino que necesitamos aprender las
herramientas para utilizar esa información, distinguir las fuentes fidedignas y transformar
todo el conocimiento disponible en avances que permitan el progreso y la mejora de la
calidad de vida de los sectores más vulnerables de nuestro país.

En Argentina, la educación es considerada un bien público, gratuito y laico, un


derecho humano y una obligación del Estado. No obstante, el acceso a la misma no es
equitativo y la igualdad de oportunidades en el ámbito universitario continúa siendo una
utopía. Desde la raíz del problema, existen grandes diferencias en las capacidades
desarrolladas por los alumnos del nivel primario y secundario en las materias de Lengua
y Matemática según la provincia en la que residan. (1)

Es por esto que el concepto de “ciudadanía universitaria”, entendido como un


compromiso de los integrantes de la universidad pública con la sociedad para la defensa
de los derechos, de la democracia y de la paz, toma especial importancia. Como
afirmaba la filósofa Hannah Arendt, la educación debe ser entendida como “un derecho
que da derechos” (2). Estos derechos traen como contrapartida la responsabilidad de
los egresados de las universidades públicas de devolver a sus comunidades la
oportunidad que el Estado les brindó a través de la aplicación de sus aprendizajes
académicos en la búsqueda del bien común.

Las universidades públicas argentinas enfrentan entonces un nuevo desafío:


capacitar profesionales de triple impacto, considerando la generación de beneficios
económicos, sociales y ambientales. Es así que la formación de excelencia en el ámbito
académico pierde validez si no se complementa con una aplicación de los conocimientos
para presentar soluciones a la comunidad que, mediante el pago de sus impuestos,
solventa el presupuesto universitario.

Allí se encuentra el verdadero rol del conocimiento en la sociedad argentina como


agente facilitador del progreso y del avance hacia la igualdad de oportunidades. De la
mano de esta idea, surge el papel protagónico del ingeniero industrial, ya que somos la
fuerza de innovación para la solución a problemáticas sociales y ambientales, tanto en
el ámbito público como en el privado. En nuestras manos está la generación de empleo,
el fortalecimiento de la industria en nuestro país y la mejora de la competitividad de las
organizaciones con y sin fines de lucro.

Egresé de la Universidad Nacional de Cuyo, institución a la que debo mi formación


secundaria y universitaria. Desde adolescente estoy familiarizada con el concepto de
“extensión universitaria” como un puente de conexión con la comunidad. En el
secundario organizábamos colectas de juguetes y golosinas para una escuelita en una
zona muy vulnerable de nuestra provincia bajo la idea de la “extensión pre-universitaria”.
Sin embargo, creo que como profesionales (o casi) podemos aportar soluciones a
problemas más intrínsecos y menos evidentes en las vidas cotidianas de las personas
que nos rodean.

Adicionalmente, muchas veces sentimos que el ingeniero argentino es un


profesional “de libro”, que maneja la teoría a la perfección pero que, al comienzo de su
vida laboral, debe aprender de cero lo que sucede “en la calle”. Por muchos años pensé
que realizar pasantías durante mi carrera era la solución, sin embargo, en los programas
de prácticas solemos manejarnos en ámbitos privados.

Mi propuesta consiste en incorporar al contenido dictado en las distintas cátedras


trabajos prácticos y proyectos con la mirada puesta afuera del aula. Es decir, generar
un entorno de colaboración en el que se abra las puertas a estudiantes de las distintas
disciplinas a participar en proyectos del estado provincial, municipal o incluso dentro de
la misma universidad, con un enfoque ganar-ganar: el estudiante aplica sus
conocimientos a casos reales y la entidad beneficiada recibe propuestas innovadoras
de un tercero que analiza el problema con una mirada objetiva. Se pondría el foco en el
aporte de “micro mejoras”, sin la necesidad de desarrollar grandes proyectos.
Simplemente reemplazar los casos prácticos hipotéticos analizados en clase por
problemas de todos los días en nuestras ciudades.

Por ejemplo, en lugar de estudiar la Teoría de Colas a partir de casos ficticios


propuestos en los libros por autores europeos o norteamericanos, podríamos generar
un modelo de optimización para las ventanillas de atención al público de una sede de la
ANSES. De la misma manera, como trabajo práctico podrían proponerse alternativas
para disminuir la burocracia en el sistema de información del Hospital Universitario
aplicando nociones del Lean Manufacturing o poner en práctica el Análisis de Peligros
y Puntos de Control Críticos (HACCP) en comedores escolares y municipales. Las
posibilidades son infinitas.

Seamos ciudadanos universitarios del siglo XXI y pongamos nuestra formación


profesional al servicio de la comunidad para mejorar la vida cotidiana de quienes nos
rodean. Honremos y defendamos a la Universidad Pública que nos dio esta oportunidad
siendo agentes de cambio, de innovación y de crecimiento. Continuemos en la
búsqueda de la igualdad de oportunidades en nuestro país y contemos con la educación
como principal herramienta para la innovación.

“Crear soluciones no es apto para espectadores, hacé que suceda”


Referencias

1. Observatorio Argentinos por la Educación. Argentina :


http://argentinosporlaeducacion.org/, 2015.
2. Arendt, Hanna. Los orígenes del totalitarismo. Madrid : Taurus, 1974.
3. Martí, José. Escuela de Electricidad . La Habana, Cuba : Revista La América. 2nd
ed. , 1975.

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