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toda una gama de asociaciones y r elaciones 


con la arquitectura y el urbanismo de nues-
tro tiempo. Es el caso de la acer tada explica- El Primero sueño
ción de la mandala, que nos permite acercar- de Sor Juana Inés de la Cruz.
nos con may or conocimiento de causa a la Bases tomistas
obra de arquitectos como Charles Correa, de Alejandro Soriano Vallès
la India, en particular al centro cultural “Ja-
wahar Kala Kendra”, levantado en Jaipur en- México, Universidad Nacional Autónoma de México,
tre 1986 y 1992. Instituto de Investigaciones Estéticas, 2000
En suma, podemos señalar que en este
caso nos encontramos ante uno de esos li-
bros que se vuelv en “clásicos”, en el senti- por
do de aquellos que conser van su actualidad linda báez rubí
puesto que no se acer can a una tendencia
vanguardista o de moda. Aún más, se trata
de una publicación que debiera plantearse El libro El Primero sueño de sor Juana Inés de
como el fundamento de los estudios sobr e el la Cruz. Bases tomistas, de Alejandro Soriano
urbanismo, tanto por su acer camiento a los Vallès, es un estudio lúcido cuyo mérito con-
orígenes históricos de Roma, la ciudad para- siste en interpretar el poema Primero sueño ba-
digmática, como por su carácter incluyente e sándose en la teología de santo Tomás de
interdisciplinario en el acer camiento a la in- Aquino (1224-1274), una fuente teológica de la
vestigación sobre el tema. Esto nos permite que, sin duda alguna, nos deja en claro el au-
concluir reflexionando sobre el origen mis- tor, la poetisa abrevó. Basado en ello, su impe-
mo de la ciudad que hoy habitamos orgullo- cable análisis nos pasea por la compleja arqui-
samente como México, citando la última tectura del poema identificando el uso de la
frase de su prólogo: “I gual que con el mito tradición aristotélico-tomista y en general de
ocurre con el ritual: a su origen nos es im- la teología escolástica, para desmitificar así
posible llegar, lo que impor ta es cómo se aquello de lo que sus críticos la habían dotado,
transmite. La forma en que el mito y el rito especialmente del calificativo de “neoplatóni-
modelan, e incluso originan, el ambiente crea- ca” y “hermética”. Sin embargo, no hay que
do por el ser humano y la forma en que éste soslayar que una cosa es lo que hasta ahora se
lo racionaliza y explica es lo que aquí me in- ha entendido como “neoplatonismo” y “her-
teresa” (p. 30). metismo” en el Primero sueño, y otra, 1 lo que

1. Es cier to que las tesis de O. P az respecto al


neoplatonismo no nos muestran las fuentes en las
que se basó para su interpr etación, por lo que r e-
sultan a v eces poco exactas. Cier tamente Alejan-
dro Soriano las critica sev eramente, mas por ello
mismo no hay que tomar por neoplatonismo aque-
llo que expone Paz, sino remitirse a las fuentes y a
un mayor número de estudios filosóficos y críticos
sobre el tema.
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una acuciosa y amplia r electura y revisión de mo cristiano;6 términos que, lejos de haber si-
las fuentes aún tienen que decir sobre este vas- do agotados, esperan ser estudiados a la luz de
to y complejo fenómeno. Esto nos conduce a un mayor número de fuentes y de las más r e-
la necesidad de acer carnos a la pr esencia del cientes investigaciones para afinar su r elación
neoplatonismo cristiano2 en el pensamiento de respecto a sor J uana.7 Me refiero a estos tér-
la jerónima con la misma cautela que muestra
Soriano y, así, evitar cualquier tendencia a la
generalización o a la reducción.3
La historia de la crítica sorjuanina se ha sixth or sev enth century AD. There were several
esforzado por localizar el neoplatonismo en flavours of Neoplatonism, reflecting the concerns
las obras de nuestra décima musa, mas me and backgrounds of its practitioners, who ranged
pregunto si se ha aclarado y diferenciado sufi- from Plotinus and his cir cle of freelance thinkers
to the heads of the univ ersity schools of the R o-
cientemente qué se entiende por platonismo,4
man Empire, Proclus, Ammonius and Damascius.
neoplatonismo5 y especialmente neoplatonis- On the Latin side, Plotinus’ and Porphyry’s works
were translated b y the pagan M acrobius and the
2. Las cursivas son mías. Christian convert Marius Victorinus. The latter
3. Es aquí donde no comparto la opinión de So- transformed Neoplatonism to a form suited to
riano sobre la poca influencia que le concede al Roman Christianity and influenced A ugustine
neoplatonismo cristiano. Por un lado, dicha pos- and Boethius. Medieval Platonism combines ele-
tura se comprende y se justifica porque la revisión ments drawn from Middle Platonism and Neopla-
de éste no es la intención del autor , mas por el tonism. It generally assumes a dualistic opposition
otro, al no dedicarle la profundidad justa de análi- of the divine and temporal worlds, with the sensi-
sis que el neoplatonismo cristiano amerita, los ar- ble world patterned on unchanging immaterial
gumentos no r esultan suficientes para concederle forms, often expressed as numbers. I t also affirms
un papel de poca importancia. the soul’s immortality and direct knowledge of in-
4. Según la Routledge Encyclopedia of Philosophy, telligible truths, combined with a suspicion of the
versión cd-rom 1.0, Londres: “Platonism is the mortal body and a distr ust of the evidence of
body of doctrine developed in the school founded the senses. Neoplatonists sympathized with
by Plato, both before and (especially) after his death Porphyry’s aim (in his lost De harmonia Platonis et
in 347 BC. The first phase, usually known as ‘Early Aristotelis) of harmonizing Plato with Aristotle.”
Platonism’ or the ‘Early A cademy’, ran until the 6. Por ello se entiende la asimilación de las tesis
260s BC, and is represented above all by the work of neoplatónicas al cristianismo, desde O rígenes, san
Plato’s first three successors, Speusippus, Xenocrates Agustín, Boecio, hasta Dionisio el Areopagita, quien
and Polemo. After an interval of nearly two centu- logró establecer un v erdadero sistema neoplatóni-
ries during which the Academy became anti-doctri- co-cristiano; véase ibid.: “Dionysius the Areopagite
nal in tendency, doctrinal Platonism re-emerged in produced an entire Christian theology, ‘hierarchy,’
the early first centur y BC with Antiochus, whose by adapting the A thenian multi-layered system.
school the ‘Old Academy’ claimed to be a revival of Between the seventh and ninth centuries this was
authentic Platonism, although its self-presentation taken up by leading theologians of the G reek East
was largely in the terminology forged by the Stoics. and the Latin West.” Asimismo, cfr. Josef Koch,
The phase from Antiochus to Numenius is conven- “Augustinischer und D ionysischer Neuplatonis-
tionally known as Middle Platonism, and prepared mus und das M ittelalter“, en Platonismus in der
the ground for the emergence of N eoplatonism in Philosophie des Mittelalters, cfr. nota 8, pp. 317-342.
the work of Plotinus.” 7. Por ejemplo, tener acceso a la obra completa
5. Ibid.: “Neoplatonism was the final flo wering de Athanasius Kircher y colocar en justo lugar su
of ancient G reek thought, fr om the thir d to the vínculo con el hermetismo y el neoplatonismo, así
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minos no sólo durante el humanismo y la fie- portantes características neoplatónicas cris-


bre de su uso en la Universalwissenschaft ba- tianas en el Primero sueño, puesto que todas
rroca, sino que es también de vital impor tan- las formas del ser y las escalas del ser enten-
cia remitirse a la rica y azar osa historia de la didas bajo la concepción de distintos gra-
transmisión, traducción, recepción e interpre- dos y formas de par ticipación de Dios, son
tación de ellos desde la tradición textual de la ciertamente elementos provenientes del neo-
Edad Media,8 fenómenos que hicier on de platonismo.9 Entendido correctamente, ello
la historia de la filosofía medieval cristiana un implica, asimismo, la concepción de que Dios
exquisito mosaico, en el que buscar un aris- mismo está por encima de toda comprensión
totelismo o neoplatonismo pur o es, por lo y definición de su S er. De ahí que su omni-
demás, casi inútil. presencia óntica en el ser de cada ser lleve im-
Por ejemplo, sabemos ho y en día que el plícita, al mismo tiempo, la inaccesibilidad
tomismo no llegó a su forma más acabada de comprender y determinar su conocimien-
gracias solamente a la valiosa ayuda de la ló- to: Dios está por encima de cualquier afirma-
gica aristotélica, sino que también le debe ción o definición pensable sobre su ser.
mucho de la concepción del univ erso (su
estructuración) al neoplatonismo cristiano . Actualmente, no podemos seguir aceptando
Por tal motivo, creo que sigue habiendo im- tan fácilmente argumentos en los que la teo-
logía cristiana “como teología de la cr eación
(Dios creó al mundo de la nada) se contrapo-
así como los estudios que nos esbozan el mundo ne al sistema neoplatónico del mundo cuya
intelectual del siglo xvii; cfr. Thomas Leinkauf, forma más acabada es el panteísmo ”. A mi
Mundus combinatus, Berlín, Akademie Verlag, manera de ver, esto sería una r educción que
1993. Un interesante estudio sobre la ar ticulación no le hace justicia, por un lado, al v erdadero
del mundo poético de Sor Juana en torno al fenó- esfuerzo filosófico de P lotino (205-270)10 y
meno de la simbolización es el de R ocío Olivares
de Proclo (412-485 d.C.)11 por dar una expli-
Zorrilla, “El libro metágrafo de Alejo de Venegas
y El sueño de Sor Juana: la lectura del univ erso”,
en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas,
vol. xxii, núm. 76, México, 2000, pp. 89-112. 19. Véase la discusión sobr e estos términos en
8. Véanse los v aliosos estudios de M. G rab- Endre V. Ivánka, Plato Christianus. Übernahme
mann, Mittelalterliches Geistesleben, 3 vols., Hue- und Umgestaltung des Platonismus durch die Väter,
ber, Munich, 1936; R. Kliblansky, The Continuity Einsiedeln, Johannes Verlag, 1964.
of the Platonic Tradition during the Middle Ages, 10. Plotini Opera, P. Henry et H.-R. Schwyz er
Londres, 1950; E. Garin, Studio sul Platonismo (eds.; editio maior), t. I (Porphyrii vita Plotini. En-
medievali, Roma, 1958, y K. F lasch, Das philosop- neades i-iii), París-Bruselas, 1951, t. II (Enneades
hische Denken im Mittelalter, Stuttgart, Reclam, IV-V. Plotiniana Arabica); 1959, t. III (Enneas VI,
1986; Platonismus in der Philosophie des Mittelalters, con “Addenda ad tomum primum et alter um”),
W. Beierwaltes (ed.), D armstadt, Wissenschaftli- París, Bruselas y Leiden, 1973.
che Buchgesellschaft, 1969. Estas inv estigaciones 11. In Platonis Timaeum Commentarii, E. Diehl
nos han enseñado que buscar un aristotelismo o (ed.), Leipzig, 1903-1906 (Repr. Hakkert, Amster-
neoplatonismo puro en la Edad Media no es posi- dam, 1965); Opera inedita, V. Cousin (ed.), P arís,
ble, aun después y durante el siglo xiii en el que 1864 (Repr. Olms, Hildesheim, 1961); The Ele-
el Aquinate se formó, y donde el pensamiento del ments of Theology, E. R. D odds (ed.), Oxfor d,
Estagirita parecía tener preferencia. 1963; In Platonis Theologiam libri VI, E. P ortus
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cación sobre el Uno (idéntico a la Bondad) 12 mundo “emana por necesidad ” de D ios,15
y de su r elación con el mundo . Por el otro, contradice a Proclo mismo en su concepción
pese a las diferencias que haya con el cristia- de la libertad sobre el Uno, que es en primer
nismo, se corre con esto el riesgo de cancelar grado absoluta: el U no/Bondad se despliega
el reconocimiento al esfuer zo de adaptación libremente con base en su esencia, contrario
de los términos de la metafísica griega al pen- a “por necesidad”.16
samiento cristiano. Aquí echo mano de los Ahora bien, de los teólogos mediev ales
más esclarecedores estudios filosóficos sobr e que se esfor zaron en perseguir una síntesis
el tema,13 en los que se ha desmantelado la entre neoplatonismo y cristianismo, 17 el que
tesis antes nombrada partiendo del argumen-
to neoplatónico: “E l uno lo es Todo, y aún 15. Éste ha par ecido un lugar común desde que
así ni siquiera uno [algo de todo]” (P lot., V fue calificado como un “ systema emanativum” en
I. Bruckers, Historia critica philosophiae, Leipzig,
2, I, I; además cfr. VI 7, 32, 12 ff.).14 En otras
1742, ii, p. 427. Para las ambigüedades que el tér-
palabras, Dios no es en esencia nada de aque- mino presenta, cfr. Routledge Encyclopedia of Philo-
llo que está fuera de él, no se puede colocar sophy: “Plotinus an the other N eoplatonists have
en relación de identidad con algo o con in addition ways of describing the r elation in
aquello que es a través de él. D e igual mane- terms of the causal agency of the higher level. This
ra, la interpr etación neoplatónica de que el is what is commonly called emanation, although
Plotinus’ language is quite v aried here. He often
simply uses expressions such as ‘ to make’ (poiein)
and ‘to proceed’ (proienai) for the activity of a hig-
(ed.), Hamburgo, 1618. Nueva edición crítica de her realm. He also frequently uses the analogies of
los libros I-V por H. D. Saffrey y L. G. Westerink, the sun and the light it radiates, fir e and heat and
París, 1968 ff. the like, to illustrate how a higher hypostasis gene-
12. Cfr. Proclo, In Parmenides Commentarii, rates a lower, and occasionally he uses the metap-
1096, 26-29 (Opera inedita); In Platonis Timaeum hors originating in language about water (for
Commentarii, iii, 207, 8. example, ‘to flow out’). He is w ell aware of the
13. W. Beierwaltes, Proklos. Grundzüge seiner fact that these are metaphors that must not be un-
Metaphysik, Francfort del M., Klostermann, 1965; derstood too literally. The term ‘emanation’ may
Platonismus im Christentum, Denken des Einen. mislead in so far as it suggests that the cause
Studien zur neuplatonischen Philosophie und ihrer spreads itself out. P lotinus, on the contrar y, con-
Wirkungsgeschichte, Francfort del M., 1985; W. Spe- sistently maintains that the cause always r emains
yer, Frühes Christentum im antiken Strahlungsfels, unaffected and loses nothing by giving away.”
Tubinga, 1989; A. H. Armstr ong, Plotinian and 16. Cfr. Proclo, Elementatio theologica, 13; 14, 25.
Christian Studies, Londres, Variorum Reprints, Al respecto Beierwaltes nos remite al estudio de C.
1979; Ch. Stead, Philosophie und Theologie I, Stutt- Steel, “The One and the Good: some reflexions on a
gart, 1990. neoplatonic identification”, en The Neoplatonic Tra-
14. La complejidad del pensamiento filosófico dition. Jewish, Christian and Islamic Themes, A. Van-
de Plotino se expresó mediante metáforas; en este derjagt y D. Pätzold (eds.), Colonia, 1981, pp. 9-25.
caso la más ilustrativa para entender lo mejor posi- 17. Entre los teólogos cristianos que se esfor za-
ble la esencia del Uno y que sería r etomada por el ron en perseguir tal síntesis tenemos a O rígenes,
pensamiento cristiano fue la metáfora del sol: Gregorio de N yssa, san Agustín, M arius Victori-
fuente de luz cuy o círculo se despliega par tiendo nus, Dionisio el Ar eopagita, san B uenaventura y
del centro constituyéndose como dimensión del Nicolás de C usa, por nombrar a algunos de los
Todo sin dejar de ser, al mismo tiempo, su unidad más sobresalientes durante el periodo que abar ca
integral. desde el siglo iv d.C. hasta el siglo xv d.C.
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principalmente nos inter esa es D ionisio el se despliega libremente con base en su esen-
Areopagita (siglos v-vi d.C.),18 quien fue pa- cia (contrario a por necesidad), trayendo con
ra los medievales discípulo de Pablo y, por lo este acto lo diferente (a modo de div ersidad)
tanto, autoridad en la teología cristiana: a ser una existencia independiente. La bon-
Theologorum maximus, culmen theologiae. La dad divina par ticipa al mundo de su abun-
crítica contemporánea ha r econocido en dancia y crea a través de esta acción lo otr o,
Dionisio tres conceptos básicos pr ocedentes la variedad, el mundo. Siendo así, su mani-
de la escuela de Atenas puestos al servicio del festación corresponde a la característica de su
pensamiento cristiano: la famosa tríada que esencia como bondad, esto es sin r estriccio-
designa tres momentos respecto al Uno, a sa- nes, sin límites, espontáneamente, libr emen-
ber mog¸ (permanecencia-en-sí-mismo), te (dn xi 6, 223,12). De tal manera esta pr o-
prøodoq (procedencia o bien despliegue del cedencia no puede v erse entonces como una
origen) y ™pstrof¸ (retorno al origen). Gra- necesidad interior de la bondad, esto sería
cias a estos tr es conceptos se concibe que la una contradicción con la esencia de la bon-
manifestación de la bondad de D ios es difu- dad misma. Al mismo tiempo, es importante
siva de sí misma ( bonum est difussivum sui ), no pasar por alto, que el Uno/Dios permane-
indicando con ello que la bondad divina, al ce en sí mismo conservando su absoluta tras-
difundirse creativamente a sí misma, se mul- cendencia, a pesar de su ser-en-el-todo: 20 en
tiplica ella misma en su unidad, mas se dife- el acto de la participación permanece el Uno/
rencia por permanecer una en sí misma, es Bondad en sí mismo sin per der nada, y aun
decir, sin dejar su unidad. 19 Tanto Dionisio así está en el Todo presente fundando al ser,
como la filosofía neoplatónica conciben al puesto que es el origen del Todo. Dionisio ve
Uno (idéntico a la Bondad) como aquel que la confirmación de la metafísica neoplatónica
así entendida, en la cita bíblica (I. Cor . 15,
28): “Dios lo es todo en el todo ”. Mas, a pe-
18. San Agustín es menos sistemático que D io-
sar de su constitutivo ser-en-el-todo es al mis-
nisio el Areopagita en este intento, por lo que to-
mo como ejemplo al segundo . Asimismo, Dioni- mo tiempo nada de ello por que es más que
sio el Areopagita es una presencia constante en las ello, llegando a aquello que será el principio
obras del A quinate y, por lo mismo, no hay que de la vía de la teología negativ a y base de la
descartar su presencia en sor J uana. Las ediciones mística (De mystica theologia): Dios es abso-
a consultar del Ar eopagita son: Pseudo-Dionysius lutamente nada de aquello que es Todo.
Areopagita, De divinis nominibus [DN], B. R.
Resumiendo, las dimensiones de los tr es
Suchla (ed.) (Patristische Texte und Studien, vol.
33), Berlín, 1991; De coelesti hierarchia. De ecclesias-
momentos en el pensamiento cristiano: el
tica Hierarchia. De mystica theologia. Epistulae, G. “permanecer en sí mismo ” —la “proceden-
Heil y A. M. Ritter (eds.) (P atristische Texte und cia” (despliegue del origen)— y el “ retorno”,
Studien, vol. 36), Berlín, 1991. garantizan la conser vación de la U nidad en
19. W. Beierwaltes, Platonismus in Christentum, la diversidad y difer enciación frente al Uno
pp. 64-65, lo explica como “ die sich kreativ vers- mismo, conservación que queda definitiv a-
trömende Gutheit des G ottes, unterscheidet sich
mente garantizada con el r etorno al Origen.
in sich einig [geeint bleibend], v ervielfältigt sich
als in sich Eins, ohne das Eine [in ihm] zu v erlas-
sen.” Para la base de la argumentación, cfr. DN ii, 20. La concepción se deriv a de Plotino, Ennea-
ii; 135, 14 ff. des V, 2, I, I.
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El retorno se vuelve un elemento importante en el pensamiento tomista está no solamente


para la vida, puesto que funge como “ replie- la obra de D ionisio, sino el Liber de causis 24
gue en sí mismo”, y con ello hace r eferencia considerado hasta finales del siglo xiii como
a la noción del ascenso interior.21 Por tal mo- una parte de la metafísica aristotélica (en
tivo, a través de D ionisio se cancela la con- realidad se trata de una r ecopilación de las
cepción del pensamiento neoplatónico y su tesis de P roclo),25 y cuya v erdadera autoría
futura recepción en la teología cristiana co- descubrió el A quinate tardíamente gracias
mo una forma de panteísmo. a la nueva traducción latina de Guillermo de
Moerbecke sobre la Elementatio theologica
La atención que el D octor Angélico le dedi- de Proclo (1286). En la historia de los estu-
ca a la obra de D ionisio es significativa, tan- dios sobre el tomismo se han ya señalado y
to que es uno de los autor es más citados por analizado los principales términos de la me-
santo Tomás. Su comentario a los De divinis tafísica neoplatónica cristiana que r etomó el
nominibus, obra que lega a la cristiandad una Doctor Angélico, principalmente de D ioni-
explicación bíblica y filosófica de los pr edi- sio, para darle su sello pr opio, tan sólo por
cados divinos (el esquema de la obra sigue la mencionar los más impor tantes: emanatio,26
exégesis de Proclo acerca de la hipóstasis de
Parménides),22 además de sus comentarios al
ches Element in der P hilosophie des Thomas von
De coelesti hierarchia y al De ecclesiastica hie-
Aquin”, en Philosophischer Rundschau 11 (1963),
rarchia, son reveladores ya que nos dejan v er pp. 192-215; G. D eninger, “Platonische Elemente
cuánto de la concepción del universo le debe in Thomas von Aquins Opusculum De ente et es-
el Aquinate a Dionisio.23 Asimismo, presente sentia”, en Parusia. Studien zur Philosophie Platons
und zur Problemgeschichte des Platonismus, K.
Flasch (ed.), F rancfort, 1965, pp. 377-391, y
21. K. Ruh, Geschichte der abendländischen Mystik, K. Kremer, Die neuplatonische Seinsphilosophie und
2a. ed., Beck, Munich, 2001, vol. I, pp. 32-84. ihre Wirkung auf Thomas von Aquin, Leiden, 1966;
22. Véase la edición Thomas Aquinas, In librum J. R. H enle, Saint Thomas and Platonism, La
beati Dionysii de divinis nominibus expositio, C. Pe- Haya, Nijhoff, 1956.
ra (ed.), Turín, Marietti, 1950. Para las obras com- 24. Véase la edición Thomas Aquinas, Super
pletas del Aquinate remitirse a la ed. Leonina: S. Librum de causis expositio, H. D. Saffrey (ed.), Lo-
Thomae Aquinatis Doctoris Angelici, Opera Om- vaina, B. Nauwelaerts, Friburgo, Société Philosop-
nia, ed. Leonina I ussu Leonis XIII, P .M. edita, hique, 1954.
Roma, ex Typographia Polyglotta, 1882. La Sum- 25. Cuyo texto se leía durante el siglo xiii en las
ma theologiae ocupa los vols. 4-12. facultades de ar te como par te de la metafísica de
23. Soriano comenta en una nota (p . 279, nota Aristóteles, cfr. M. Grabmann, “Die Proklosüber-
87), precisamente al tratar el tema de las jerar- setzungen des Wilhelm von Moerbecke und ihr e
quías, que “el Aquinate [es] mucho menos neopla- Verwertung in der lateinischen Literatur des M it-
tónico que San Agustín […]”; r esulta lamentable telalters”, en Mittelalterliches Geistesleben, vol. 2,
que no se explique más pr ofundamente en qué pp. 413-423.
consiste esta par te neoplatónica del A quinate y 26. Cfr. C. B aeumker, “Der Platonismus im
qué tanto influyó en su concepción teológica, Mittelalter”, en Platonismus in der Philosophie des
puesto que nos llevaría a comprender mejor la es- Mittelalters, pp. 45-46 para la emanatio en santo
cala de los seres en su contexto neoplatónico-cris- Tomás. Como ya se ha mencionado y estudios r e-
tiano. Cfr. el estudio de W. Beierwaltes, “Der cientes nos han hecho comprender, el concepto de
Kommentar zum ‘Liber de causis’ als neuplatonis- emanatio no es necesariamente opuesto al del pen-
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participatio 27 y hierarchia.28 Si bien Soriano na?29 Solamente se puede negar su neoplato-


los menciona en su estudio, no son expues- nismo si permanecemos en la interpr etación
tos ampliamente y explicados/vinculados en de que éste postula un sistema “emanativo” y
relación con su origen neoplatónico, más aún “panteísta” que se opone a la tradición cris-
en cuanto a sus modificaciones y matices en tiana. Por ello, aun reconociendo justamente
su transmisión al cristianismo. Estos elemen- el tomismo en sor Juana y con ello el valioso
tos juegan un papel impor tante en la expli- estudio de Soriano, descartar al neoplatonis-
cación filosófica de la creación entendida ba- mo cristiano del Primero sueño sería un error,
jo una communicatio bonitatis Dei (S. Th., puesto que si par timos de una compr ensión
Summa, sent. I, qu. 47, art., 1, c.), dentro de más justa de lo que fue el neoplatonismo
un marco cristiano y que es mejor entendida cristiano en la teología mediev al y r enacen-
bajo la metáfora de la luz solar de origen tista, la posibilidad de su presencia en el Sue-
neoplatónico que Dionisio retomó del neo- ño sigue latente.
platonismo para legarla al cristianismo.
Si aceptamos que el intento de sistemati- La historia de la r ecepción de la filosofía
zar la cr eación según un modelo de jerar- griega en la teología cristiana es compleja, y
quías/escalas y de acuer do con un or den en para deleite del inv estigador se vuelv e más
el que las jerar quías mayores se encuentran compleja de recepción en recepción. El siglo
vinculadas con las menores a través de la sa- xvii novohispano, si bien es escolástico, no
biduría divina, proviene del modelo neopla- lo es tan en extr emo, puesto que hace falta
tónico dionisiaco, entonces ¿por qué descar- una investigación más pr ofunda y amplia
tar una rica her encia neoplatónica cristiana que nos v aya esbozando la r ecepción de los
en la estructura del Primero sueño de sor Jua- textos neoplatónicos cristianos en los fondos
conventuales y bibliotecas privadas de la épo-
ca colonial. Con ello lograr emos poco a poco
una comprensión más amplia de las fuentes
samiento cristiano medieval, puesto que su adap-
tación logró tener cabida en el concepto cr eacio- filosófico-teológicas no sólo de sor J uana,
nista de Dios, por lo que el Doctor Angélico habla sino del ambiente cultural que se formó con
de la creación de modo emanationis rerum a primo base en esta tradición. P ermanezcamos pues
principio. Cfr. S. Th., Summa theo., pars prima, en la tarea, como el estudio de Alejandro So-
qu. 45, art. 1, 3. Asimismo para la cr eación como riano nos lo ha recordado: ad fontes aquarum
emanatio rerum ab universali principio essendi, cfr.
sicut cervuus anhelat.
pars prima, qu. 44, art. 2; y para el término proces-
sio, cfr. pars prima, qu. 44, prol.; I Sent., d.3, qu. 1, 29. La monja jerónima bien pudo tener acceso
art. 3, sol.; III Sent., prol. al pensamiento de D ionisio no sólo a través del
27. Véase el estudio de C. Fabro, La nozione meta- Aquinate, sino gracias a las ediciones r ealizadas
fisica di participazione secondo S. Tommaso d’Aquino, por el círculo humanista de Lefevre d’Étaples en el
Milán, 1939, y L. B. Geiger, La participation dans la siglo xvi, así como también quizá por medio de
philosophie de S. Thomas d’Aquin, París, Vrin, 1953, las obras de Nicolás de Cusa o de Athanasius Kir-
especialmente, cap. VIII, pp. 238-243. cher, quienes basaron gran parte de su teología en
28. Cfr. Ivánka, Plato Christianus, pp. 266-280. el Areopagita y cuya influencia en sor J uana ha
Para la historia del concepto hierarchia véase R. sido ya esbozada por la historia de la crítica, per o
Roques, L’univers dionysien. Structure hiérarchique aún hace falta un estudio más puntual basado en
du monde selon le Pseudo-Denys, París, 1954. una amplia confrontación con las fuentes.

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