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Política económica y política social

Las estrategias de desarrollo encuentran su expresión en las políticas públicas que -a riesgo
de ser demasiado simplificador- pueden dividirse en económicas y sociales. Ambas están
interrelacionadas. Por un lado, las políticas económicas son aquellas medidas tomadas por
el Gobierno a través de diversas instancias (por lo general, el Ministerio de Economía y el
Banco Central de Reserva), teniendo como objetivos el crecimiento del Producto Bruto
Interno (PBI) sostenido y el mantenimiento de una inflación baja, un alto nivel de empleo y
unas cuentas externas en equilibrio.

Para fines metodológicos, la política económica se divide en políticas fiscales (aplicadas


por el Ministerio de Economía) y políticas monetarias y cambiarias, que son
responsabilidad de la autoridad monetaria (BCR). En el primer caso, los instrumentos más
importantes son la definición de una estructura tributaria y el nivel, destino y gestión del
gasto público. En el segundo caso, destaca la determinación de la tasa de interés de
referencia interbancaria (con el objetivo de mantener una inflación baja), y la elección de
un sistema cambiario y de un sistema de determinación de las tasas de interés. En estos dos
últimos casos, el hecho de dejar tanto el tipo de cambio como la tasa de interés al libre
mercado, representa una opción de política económica.

Dicho de otro modo, por un lado están las medidas, es decir, la política económica, y por
otro los resultados económicos, medidos a través de la evolución del PBI, la inflación, las
cuentas externas, entre otros. Sin embargo, no solo la política económica interna determina
los resultados económicos, sino también influyen lo que los economistas denominan
choques exógenos, es decir, eventos que no están en manos de los diseñadores de política
económica, pero que influyen en la salud económica del país. Por ejemplo, el precio del
petróleo, los fenómenos naturales y las crisis financieras internacionales, como la crisis de
las economías avanzadas que explotó en el 2008.

Las políticas sociales, por su parte, aluden a acciones que desde el Estado -o con su apoyo-
son ejecutadas para el logro del desarrollo humano personal y, en tal sentido, no son
equivalentes a los servicios sociales, que son una expresión instrumental de las políticas
sociales. Se refieren más bien a acciones estratégicas aplicadas en momentos específicos y
sobre aspectos cruciales de la vida del ser humano, a los cuales se puede dar atención
dentro del marco de actividades de las instituciones de la sociedad. En general, las políticas
sociales tienen como objetivo la superación de la pobreza y para ello se subdividen en
políticas de salud, educación, vivienda, etc. Al igual que en el caso de la política
económica, por un lado están las medidas (por ejemplo, el diseño de una política
alimentaria) y por otro los impactos (siguiendo el ejemplo, la reducción de la tasa de
desnutrición infantil). Observar los resultados económicos y los impactos sociales y no solo
las medidas o la prestación del servicio social es una de las claves.

Tanto las políticas económicas como las sociales están interrelacionadas entre sí. Por un
lado, la política económica financia la política social. El crecimiento económico, medido
por el aumento en el PBI, aumenta la recaudación tributaria y así viabiliza el gasto
necesario para ejecutar la política social. Por eso no sólo se necesita que la economía se
encuentre estabilizada, sino que además crezca de forma sostenida, de modo que la
capacidad de gasto del gobierno siga la misma tendencia. Por otro lado, la política social, al
promover mejores niveles de educación y salud, contribuye decididamente con el
crecimiento económico futuro. Encontrar el círculo virtuoso entre ambas políticas es un
reto para cualquier estrategia de desarrollo y no solo crecimiento. Los resultados
económicos son un medio y no un fin.

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