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La llorona de Querétaro es conocida por tratarse de una mujer que no perdió a sus
hijos, sino que a estos los asesinó su propio padre. Se dice que la causa del
crimen fue porque ella le fue infiel a su marido con uno de sus vecinos.
Una noche entró al cuarto de los pequeños y los ahorcó sin miramientos. Cuando
la madre de los niños ingresó a la habitación, ya era demasiado tarde, es decir, los
cuerpos de los infantes yacían sin vida tirados en el piso.
Desde ese momento, la mujer perdió por completo la razón y se salió a la calle
con lo que llevaba puesto. O sea, con el cabello despeinado y vestida únicamente
con un camisón y una bata de color blanco.
Las personas que la llegaron a ver, decían que ella solamente pronunciaba
incoherencias. También se comenta que dicha dama jamás olvidó el deceso de
sus hijos hasta que falleció.
Otra versión apunta que en realidad no existió ninguna llorona, sino que era un
malhechor que se vestía de mujer para sembrar el terror en las calles. Te dejamos
una leyenda de la llorona corta, sí te interesa otra versión.
La China Poblana (Leyenda de Puebla)
Se dice que don Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, quien en ese entonces
ostentaba el cargo de virrey en la Nueva España, mandó traer a una joven
procedente del continente asiático, para convertirla en su dama de compañía.
Durante el viaje que la jovencita hizo desde China hasta el continente americano,
fue raptada y trataron de venderla, sin embargo, la chica escapó y logró llegar a
México.
Una vez ahí, uno de los comerciantes se la vendieron a Don Miguel de Sosa,
quien la hizo su esclava, a la muchacha se le conocía como Catalina de San Juan
y vivió poco tiempo al lado de su nuevo amo, pues este falleció repentinamente. A
pesar de esto, su amo dejó estipulado en su testamento que a su muerte se le
diera la libertad y así se hizo, gracias a esto Catalina fue a vivir a un convento
hasta el día en que murió
Existe una peña por el camino a Tlamacas donde según nos cuenta esta leyenda
se aparece el demonio.
Se dice que hasta ahí llegó un hombre pobre llamado Juan Ruiz y que hizo un
pacto con el demonio firmándolo con su propia sangre. Después de este hecho, se
dice que lo visitaba en su casa un hombre muy elegante y que se escuchaba
como si descargara dinero. De ahí, Juan Ruiz se hizo rico. Al pasar el tiempo, él
empezó a comportarse muy extraño e inquieto. Sus familiares, alarmados,
lograron que confesara los motivos de su inquietud, él les dijo entonces que
pagaría con su alma el pacto con el demonio.
Pero lo más alarmante era que también parte de su familia entraba en el pacto.
Poco después Juan Ruiz huyó al monte, sus familiares y vecinos se lanzaron en
su búsqueda, armados de ceras, palmas y agua bendita. Casi lo alcanzaron
cuando aún se hallaba muy lejos de la peña maldita, pero se dice que cuando
estaban cerca de lograrlo, se apareció una nube negra y al desaparecer ésta, él ya
iba muy lejos nuevamente.
Siguiendo sus huellas, descubrieron con mucho temor que una de sus pisadas era
humana y que la otra era de un macho cabrío. Después encontraron uno de sus
huaraches, y al llegar a la cueva de la peña encontraron el otro, las pisadas que
hallaron eran totalmente de bestia. En la peña, a la entrada de la cueva, había un
letrero escrito con sangre que decía: "aquí en esta cueva se da de alta Juan Ruiz".
La gente regresó al pueblo ya que nada pudieron hacer.
Con el paso del tiempo, la familia de Juan Ruiz volvió a quedar muy pobre.
Nos dice la leyenda que muchos descendientes de Juan Ruiz han muerto en
forma trágica. Los lugareños dicen que es debido al pacto que hizo con el
demonio.
Bibliografía:
A este nuevo templo acudía el pueblo a los servicios religiosos. Una noche, en
medio de un estruendo inexplicable, el templo se hundió y de él no amaneció ni
rastro. La gente quedó profundamente atemorizada.
Ante tal pérdida, los habitantes de San Lorenzo Teocalhueyacan tuvieron que
acudir a sus servicios religiosos a Corpus Christi, el templo de Tlalnepantla.
Pero debido a la larga distancia que tenían que recorrer diariamente, optaron por
construir en su región un nuevo templo.
Bibliografía:
Doña Carmen era cortejada por Luis, un humilde minero, por lo que al ser
descubierta por su padre, fue encerrada y amenazada con ser enviada a un
convento.
Una ventana de la casa de Carmen daba hacia un angosto callejón, tan estrecho
que era posible, asomado a la ventana, tocar con la mano la pared de enfrente.
Fue así como Carmen y Luis pudieron verse, a través de la ventana que daba al
callejón; sin embargo, fueron descubiertos por el padre de la joven, quien presa de
la ira, clavó una daga a su propia hija.
Luis mantenía la mano de su amada entre las suyas; y se despidió de la joven con
un beso.
La tradición cuenta que los enamorados deben darse un beso en el tercer escalón,
de lo contrario tendrán 7 años de mala suerte. En cambio, el beso les augura 15
años de buena fortuna.
Leyenda de la Momia Viviente (Leyenda de Guanajuato)
Este relato comenzó a tomar fuerza luego de que las momias viajeras regresaran
de su peregrinar por Estados Unidos.
El sujeto había ayudado a una de las momias, la cual ronda por las noches las
calles de la ciudad.
Introducción
Leyenda, es una narración tradicional que intenta explicar los orígenes de ciertos
fenómenos. Son ANÓNIMAS, en un principio, fueron trasmitidas oralmente de
generación en generación y posteriormente, fueron recopiladas y publicadas.
Nada malo puede decirse del charro negro si el viajero se limita a permitir su
compañía hacia su lugar de residencia; si se acerca el amanecer, se despedirá
cortésmente y se marchará con tranco lento, al igual que si el sendero que recorre
lleva a las cercanías de una iglesia. Pero si, por el contrario, la mujer cede a sus
ofertas de aligerar el viaje y condesciende a montar el caballo, esa acción será el
principio del fin: una vez sobre el animal, la infortunada descubre que es imposible
apearse.
Los bandidos aquellos, viéndose perdidos, resolvieron descargar las mulas de los
pesados sacos que fueron arrojados a una cueva que había en aquel barranco, y
que precisamente taparon con tierra, ocultándolos de esta manera a los ojos de
sus perseguidores, teniendo la esperanza de que libres de ellos, algún día podrían
volver allí para desenterrar el tesoro.
Desde luego mucho se buscó el escondite, pero todo fue en vano, pues nunca se
encontró.
Convencidos hasta la saciedad de que en la barranca que baja del Agua Zarca
estaba escondido un gran botín, determinaron irlo a buscar con todo ahínco, y
para el efecto invitaron para que los acompañara a Primo Castillo de Valle de
Bravo, hombre decidido para cualquier empresa y de un valor casi temerario.
Dos veces más fueron y en ellas también volvieron a oír los lúgubres quejidos que
les impedían proseguir su trabajo y que les hicieron comprender que el demonio
estaba apoderado de esas riquezas y no permitía que las sacaran.