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UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

La Virgen de la Cueva
Santa de Altura
Historia del Arte Bizantino e Islámico
Esther Martínez Silleras
Itziar Daza Dimitrova
María Asunción Hidalgo Huerta
Paula Estrella Sánchez Huerta
Vicente Serradell Catalá

08/12/2018
ÍNDICE

1. Introducción 3
2. Concepto de icono y teología de la imagen en Bizancio 3
3. Imagen religiosa occidental o de devoción y su interpretación respecto al icono bizantino 4
4. Historia 5
5. Análisis formal e iconográfico 7
5.1. Descripción formal 7
5.2. Análisis iconográfico 9
6. Bibliografía: 10
Índice de figuras
Figura 1: Icono de la Santa Faz .................................................................................................. 4
Figura 2: Rey Abgar con Madylion de Jesús ............................................................................... 4
Figura 3: Hodigitria ................................................................................................................... 4
Figura 4: Santuario de la Cueva Santa........................................................................................ 5
Figura 5: Nuestra Señora de la Cueva Santa .............................................................................. 7
Figura 6: Haghiosoritissa ........................................................................................................... 9
Figura 7: Emperatriz Pulqueria .................................................................................................. 9
Figura 8: Virgen María con su Cíngulo ....................................................................................... 9
Figura 9: Relicario Santo............................................................................................................ 9
Figura 10: Icono de la Blanchernitissa. Galeria Tretyakov, Rusia .............................................. 10
1. Introducción

La caída del Imperio Romano de Occidente como consecuencia de las invasiones


bárbaras y problemas internos, produjo que en la zona de influencia del Imperio de Oriente,
también llamado bizantino, se desarrollara un sentimiento religioso, una devoción, unos
ritos, liturgia particulares. Este cisma con el territorio occidental también se observó en las
artes visuales, decorativas y constructivas, las cuales tendrían su propio significado,
interpretación y utilidad. Su expansión hacia occidente, trasladó aquellos sentimientos,
devoción, ritos y liturgia hasta nuestra península, la Hispania romana, estableciendo allí una
provincia, Spania, en la cual empezaron a construir edificios tipo la Santa Cueva de Altura y
a fabricar iconos como el que está en su interior.

2. Concepto de icono y teología de la imagen en Bizancio

Para empezar, hay que decir que tanto el término icono como el término Bizancio o
bizantino son posteriores a la cronología oficial del Imperio Bizantino (395 a.C. – 1453 a.C.).
Para el especialista en iconos Michel Quenot, la palabra icono es un término usurpado
desde el siglo XVIII ya que se emplea indistintamente para el cine que para internet 1. En
cuanto a la palabra Bizancio, resulta de una convención y aparece por primera vez a
mediados del XVI a efectos de periodización histórica 2.

La palabra icono proviene de la palabra griega eikon, que quiere decir imagen. Su origen
es la pintura de la civilización griega que se transformó en patrimonio común de las culturas
del mediterráneo.

Un icono no es un arte religioso decorativo, sino una unidad artística, espiritual y litúrgica
que no puede ser separada de la fe, oración y vida litúrgica de la Iglesia. Para los Padres de
la Iglesia Orientales, es un símbolo que contiene la presencia de lo que simboliza. Su fin es
el de revelar y proclamar la palabra de Dios, su verdad divina; ser medio de comunión para
con Dios y, sobre todo, ser un testigo incuestionable de la Encarnación (momento en que
Dios hijo se encarna en la Virgen María, asume la naturaleza humana sin dejar su
naturaleza divina)3.

El icono bizantino es una creación con muchas caras, que puede ser considerada desde
muchos puntos de vista, y un tesoro exclusivo del mundo bizantino ya que en occidente,
aunque existen imágenes religiosas, no son iconos en el sentido estricto de la palabra.
Porque en occidente, se asumió la cultura greco-latina, con un temperamento más pausado,
mientras que en la oriental se asumió la cultura de origen persa, más proclive a la mística 4.

Las características formales de los iconos bizantinos son: representaciones poco


naturalistas con personajes sagrados frontales, hieráticos y suntuosos con rostros
inexpresivos pero destacando la expresión de los ojos; jerarquización de los personajes; los
colores del fondo son básicos (oro, ocre, azul, blanco, rojo, y marrón) pero con su
significado. Se trata de producir la impresión de impasibilidad augusta y de que su
apariencia contagie la paz que emite.

1
Manuel Vega. Desarrollo del arte en el Imperio Bizantino
2
Aguirre Romero, Federico. Iconos: Arte y teología
3
Ouspensky, Leonid. “Icono y Arte” en Espiritualidad cristiana, desde los comienzos al siglo XII.
4
Juan Nadal Cañellas. Estética y sentido del icono bizantino. Pág. 107-113.
La tradición de la Iglesia, ha señalado como primeros iconos bizantinos las llamadas
“imágenes no hechas por mano de hombre” (acheiropoietai), que son representaciones del
rostro santo de Jesucristo (Santa Faz) sobre un trozo de tela rectangular (Mandylion) (Figura
1). Este icono, se remonta al siglo VI con la leyenda sobre el rey Abgar de Armenia y su
lepra (Figura 2). El otro icono más importante, es la Hodigitria (Odighitria: la que muestra el
camino) que muestra a la virgen María sosteniendo al niño Jesús entre sus brazos y
señalándolo (Figura 3).

Figura 2: Rey Abgar Figura 1: Icono de la


con Madylion de Jesús Santa Faz

Figura 3: Hodigitria

Para el teólogo ortodoxo oriental Vladimir Lossky, “son imágenes que expresan cosas
invisibles y las hacen realmente visibles, eficaces. Son centros materiales donde reposa una
energía, una virtud que se une al arte humano”5.

Los bizantinos, parte oriental de los antiguos romanos donde se desarrolló la tradición de
la iglesia cristiana, sabían perfectamente qué querían de los iconos. Se interesaron por las
esencias, inmutables y eternas6. Para ellos los iconos eran mucho más que unas simples
pinturas de divinidades o de santos, eran imágenes sagradas objeto de culto, un modo de
manifestación del ser sagrado que se representa que recibían una extraordinaria devoción y
cariño por parte de los fieles, puesto que éstas tenían poderes protectores y representaban
tanto la parte divina como la parte terrenal de Cristo, la Virgen...es decir: la doble naturaleza.

Las imágenes se convirtieron en objeto de profunda devoción personal. Fueron llevadas


en procesión, utilizadas como paladiones en batalla, y en momentos de crisis consideradas
como fuente de divina protección.

3. Imagen religiosa occidental o de devoción y su


interpretación respecto al icono bizantino

La interpretación occidental de las imágenes religiosas es radicalmente diferente a la


oriental. No se conciben como sagradas, sino como meros objetos ornamentales, a veces
didácticos.

Las imágenes occidentales o de devoción no tienen la intención de representar la


divinidad, pues creen que es imposible y además, herético. Consideran que sólo es posible
representar la naturaleza humana de las figuras religiosas representadas, como Jesucristo o

5
Revilla, Federico. Diccionario de iconografía y simbología. pág. 369.
6
Velmans, Tania. Los primeros iconos. En: El mundo del Icono. Desde los orígenes hasta la caída de
Bizancio. , eds. San Pablo. Madrid: CIDEP, 2003, Pág. 13 ISBN 84-295-2525-0.
la Virgen María, y que cuando se las adora, sólo adoran a la imagen representada física, y
no al Dios verdadero.

La imagen religiosa occidental tiene un carácter profano a la fuerza: no está en manos de


ningún humano el crear una imagen divina. Así pues, se muestran totalmente en contra de
los iconos bizantinos, los cuales consideran "corrientes y carentes de valor", meros ídolos de
origen pagano.

El artista occidental no intenta expresar la realidad sagrada sino la realidad


experimentada. Lo que en ella habla es el hombre. Ciertamente el hombre creyente y
piadoso, pero siempre el hombre. Ante la imagen de culto uno no se pregunta: ¿quién la
hizo?, ¿Cómo la realizó?

Con frecuencia, esas imágenes son anónimas. La obra humana queda en un segundo
plano y lo que se resalta es la presencia sagrada. En cambio, la imagen de devoción revela
primordialmente la personalidad de un hombre determinado, el artista. El que hace una
imagen de culto no es un “creador”, sino un servidor guiado por la Divinidad, alguien que
obra con una finalidad bien determinada: hacer posible la presencia de lo sacro. En la
imagen de devoción, el hombre tiene una iniciativa completamente distinta.

Esto nos lleva a otra diferencia entre las imágenes bizantinas y occidentales: mientras
que los iconos bizantinos presentan un estilo, temas y convencionalismos prácticamente
iguales e inalterados, la imagen occidental varía según la época e incluso el artista, el cual
aplica su propio estilo, como por ejemplo Rafael, Caravaggio…

La imagen de devoción brota del interior, de la imaginación del individuo, sea del artista o
del que la encarga, sea del pueblo o de la época, con sus corrientes y tendencias propias.
Estas imágenes siguen refiriéndose a Dios y a su gobierno, pero proceden de la piedad
humana. Es decir, mientras que la imagen de culto parece venir de la transcendencia, la
imagen de devoción surge del humano.

4. Historia

La imagen de la Virgen de la Cueva Santa


fue “inventada” por Fr. Bonifacio Ferrer durante
su estancia en la Cartuja de Vall de Crist, a
poco más de 1 kilómetro de la villa de Altura,
durante las primeras décadas del siglo XV. Por
alguna causa la imagen fue ocultada en una
cueva conocida como del Latonero, pues a la
entrada había un almez, en valenciano
lledoner, y por corrupción gramatical quedó en
Latonero, de manera que el lugar era conocido
como la cueva del Latonero.
Ilustración
Figura 4: Santuario
1: Santuario
de lade
Cueva
la Cueva
Santa
Santa

A principios del siglo XVI, la Virgen María se le apareció a un pastor indicándole que en el
interior de la cueva del Latonero encontraría una imagen suya, como así ocurrió. Sucedieron
otros portentos que atrajeron a numerosos devotos de todo el Alto Palancia. Sin embargo
fue el año 1574 el de mayor resonancia en la expansión devocional de la Virgen de la Cueva
Santa pues en ese año tuvo lugar la milagrosa curación de Monserrat Escario, marido de
Isabel Martínez, ambos naturales de Jérica. El esposo había contraído la lepra y la mujer
lavó a su marido con agua recogida de la cueva del Latonero, quedando sano su esposo y
sin volver a contraerla.
En el año 1579, a causa de una persistente sequía en los campos de Jérica, se celebró
una rogativa a la Cueva Santa obteniendo como resultado lluvias que salvaron las cosechas.

Al poco tiempo de esto el canónigo alturano Decho, al cual pertenecía el terreno donde
se encontró la Virgen, construyó en la cueva un pequeño altar para la Virgen que fue
cerrado con una verja de madera.

La Cueva Santa se convirtió en un lugar muy frecuentado por los devotos y esto quedó
demostrado en el complicado litigio que se produjo entre el Obispado de Segorbe y la
Cartuja de Vall de Crist por la tutela y administración de la cueva, señal de la presencia de
fieles y devotos en el lugar. Finalmente el 7 de febrero de 1605 se obligó a los monjes
cartujos a desocuparla. A partir del año 1606 la imagen fue conocida popularmente como la
Virgen de la Cueva Santa, extendiéndose su culto de forma sorprendente. Años más tarde,
en el 1642, el Papa Urbano VIII concedió indulgencia a la Virgen.

En 1857, Fr. Domingo Canubio, obispo segorbino, mando ocultar con mucho sigilo la
verdadera imagen de la Virgen de la Cueva Santa para evitar que fuera robada.

El 26 de abril de 1870, los devotos de Altura pidieron a la autoridad diocesana que se les
concediera bajar la imagen a la localidad con el fin de celebrar la rogativa en petición de
agua. Ante la negativa recibida, al día siguiente la Virgen fue llevada secretamente a la
parroquia de Altura, siendo devuelta al santuario el día 5 de mayo del mismo año.

El 6 de junio de 1881 se celebró una grandiosa peregrinación a la Cueva Santa


calculándose más de 14.000 fieles.

Cuatro años más tarde la Virgen fue llevada a la catedral de Segorbe para invocar su
protección con motivo de la invasión colérica de 1885.

En 1915 la imagen había sido trasladada a la parroquia de Altura por rogativa a causa de
la falta de lluvias. Las autoridades habían contratado los servicios necesarios para localizar
pozos de agua, sobretodo en la actual llamada Fuente del Berro y justamente con el último
barreno se encontró un manantial de agua muy abundante.

La imagen desapareció en el 1936 pero se recuperó en 1955, y ese mismo año la Virgen
de la Cueva Santa fue declarada por el Papa Pío XII Patrona de los Espeleólogos Españoles
y, por su parte, el Ayuntamiento de Altura proclamó a Ntra Sra. de la Cueva Santa,
Alcaldesa Perpetua de la población.

Finalmente, la mañana del 19 de Mayo de 2011, el matrimonio encargado del


mantenimiento del santuario encontró la puerta forzada y al entrar vieron que la imagen
mariana, las cajas fuertes que contenían limosna y varias luminarias habían desaparecido.
El párroco de la Villa de Altura Juan Manuel Gallén declaró en el periódico del Levante: «La
trascendencia de los hechos ocurridos va mucho más allá del robo que los ladrones han
podido acometer, ya que el valor económico de lo sustraído no es equiparable al alto valor
sentimental y la gran devoción que la Virgen de la Cueva Santa genera en miles y miles de
peregrinos que de todas las partes de la Comunitat Valenciana y de España se desplazan
hasta este conocido santuario con el fin de adorar y venerar a la patrona de la Diócesis de
Segorbe-Castellón»7

https://www.levante-emv.com/portada-castello/2011/05/20/roban-altura-imagen-relicario-virgen-
cueva-santa/808590.html
5. Análisis formal e iconográfico
A continuación, siguiendo el método de Panofsky, realizaremos un análisis iconográfico:

5.1. Descripción formal

En primer lugar, hay que decir que es un bajorrelieve de yeso blanco de 20 cm de alto por
10 de ancho, que representa el viejo rostro de la Virgen María, con la cabeza ligeramente
hacia la izquierda y sin hijo, llevando un traje de viuda, sobre-toca, con el rostro y el cuello
descubierto, bajo el cual abrocha el manto. En su parte superior, se forma lo que parece una
corona de rayos que se estrecha formando dos ligeras curvas que vuelven a estrecharse
hasta terminar en el pie de la misma. (Figura 4).

Figura 5: Nuestra Señora de la Cueva Santa

Una de las descripciones más completas es la realizada por el obispo Rodrigo Marín
Rubio:

“Primeramente: en la Capilla donde esta colocada nra. Señora se hallo dicha Santa
Ymagen que es de yesso dentro de un reliquiario de plata sobredorado con un cristal
delante, y el cerquillo que mantiene dicho christal tiene diez piedras coloradas que parecen
rubies con un candadito de plata dorada y de dicho cerquillo hay pendiente una perla fina
muy recia en forma de un corazon, y sobredicho reliquiario una corona Ymperial de plata
dorada con dos arcos quadrados y en ellos hay ocho piedras las siete coloradas en forma de
rubies y una blanca recia y en medio de dicha corona encima la caveza de la Virgen una
piedra crecida verde claro, y en dicha corona hay dos sortijas para su adorno la una con
nuebe diamantes los ocho del cerco pequeñitos, y el de medio maiorcito, la otra con once
rubies, y que se reconoce que falta y antes ser doce y en medio una piedra azul claro
crecida y sobre dichos arcos de la corona remata con una piedra crecida cristalina con su
cerco de plata tanbien sobredorada y encima una cruz pequeñita de plata sobredorada, este
reliquiario esta sobre una peaña pequeña de plata sobredorada y en esta dos angeles de
plata sobredorados a los dos lados de dicho reliquiario que lo mantienen dichos reliquiario y
peaña dentro de una custodia crecida de plata sobredorada con quatro arcos, y ocho
columnas la qual remata con una estatua de plata sobredorada que es el misterio de la fee.
Y en el arco principal hai un cerquillo con catorce sortixas de oro, y la maior que esta en
medio de dicho arco tien veinte y cinco piedras christalinas blancas las veinte y quatro
pequeñas y la del medio grande, seis sortixas con nuebe piedras, las tres con todas blancas
christalinas, unas cinco blancas y quatro coloradas, otras ocho blancas, y una azul, y la otra
con ocho blancas y una colorada, otra sortixa con diez y seis piedras blancas y una azul en
medio, otra con once piedras todas balncas, otra de trece piedras todas blancas, quatro de
siete piedras, las tres, con seis blancas, y una azul la otra todas blancas que todas son
dichas catorce sortixas, y dicha peaña tiene las Armas del Sr. Dn. Luis de Aragon Duque
que fue de Segorbe las que le dexaron por haverla dado y sin otro derecho, y los quatro pies
de dicha peaña son quatro angelitas que la mantiene. Y al lado de dicha peaña hay dos
angeles de mas de media bara de altos de bronce dorado. Todo lo qual está dentro de un
nicho qu hay en el cuerpo del altar de piedra jaspe y alabastro, el cuerpo primero de dicho
altar tiene quatro columnas, y entre estas por colaterales estas las ymagenes de Sn. Joachin
y Santa Ana de alabastro y encima de dichas columnas dos angeles de alabastro con
fruteras doradas en las manos, y remata dicho altar con dos columnas tanbien de piedra
jaspe y en medio las ymagenes de Jesus, Joseph y Maria de alabastro, con una tarxa
dorada al pie de dichos santos, y el frontal de dicho altar tanbien es de piedra negra jaspe
guarnecido de alabastro y en medio tiene las armas de Da. Catharina Antonia de Aragon
Duquesa que fue de Segorbe de jaspe y bronce dorado las quales se permitieron poner por
haver hecho dicho retablo y por bienhechora y sin que pudiera adquirir ningun derecho. Y
detrás de dicho altar donde se revisten una misa fixa de madera con su frontal de rasso con
una randita de plata falsa ya usado, y una tarima de madera y encima de dicho altar un
lienzo con un Ecce Homo delante de una cortina usada de tafetán encarnado con su galon
de plata falsa. Y al pie una gotera pequeña de raso azul nueba tanbien con galon de plata
falsa, y su tinaxita o fuentecilla de obra de […] con su peto de bronce.
Ittem una cortinita de raso encarnado guarnecido con randa de hilo Genova que es la que
esta delante de Nra. Sa.”8.

En segundo lugar, la autoría. Es atribuida al religioso Bonifacio Ferrer (1350-1417),


hermano del dominico valenciano Vicente Ferrer y Prior General de la Orden Cartuja. Esta
atribución es consecuencia de la obra Historia de la Cueva Santa realizada por el jesuita
Pascual Agramunt en la segunda mitad del siglo XVIII. Por el contrario, Los cartujos
catalanes achacan la fabricación de la imagen a Scala Dei porque en su casa se
descubrieron reproducciones de la imagen pero en un tamaño mayor. Según la Cartuja de
Valldecrist, monasterio situado en el término municipal de la Villa de Altura, imputan su
realización a monjes del propio monasterio por idea del mismo Bonifacio Ferrer para
propagar su culto.

En tercer lugar la localización geográfica y temporal. Está situada en la capilla localizada


en el interior de una profunda cueva (20 metros de profundidad) en el Santuario de Nuestra
Señora de la Cueva Santa, situado a 12 km de Altura, localidad perteneciente a la provincia
de Castellón en la comarca del Alto Palancia, que fue un lugar de culto y peregrinación
desde tiempos ancestrales (Edad del bronce). Dicha cueva llamada antiguamente “Cueva
del latonero”, era utilizada como refugio por pastores que iban con su ganado y también por
caminantes que cruzaban desde los Serranos al Valle de Palancia.

Por tradición, el hallazgo de la virgen se produjo a principios del siglo XVI, hacia 1502-
1503 aproximadamente, por un pastor de Segorbe que se resguardó en la cueva con su
ganado sabiendo que en el lugar había un manantial donde podría beber y descansar. Se
cuenta que la misma Virgen le indicó dónde podría encontrar una imagen suya para que
éste pudiera darle culto.

En cuanto al procedimiento técnico, podemos decir que según algunos historiadores,


entre los que se encuentran el Padre Alfaura o el Padre Javier Tena, Bonifacio Ferrer
elaboró en su celda un molde con forma de herradura que luego rellenó con yeso blanco
para fabricar imágenes.

8
Planillo Portolés, José Ángel. La cueva santa ¿Iniciación, implantación o adaptación de un culto? En
Boletín nº 21
5.2. Análisis iconográfico

A nivel iconográfico se acerca a una virgen Haghiosoritissa (de la Santa Caja) (Figura 6),
virgen de la Natividad y del Amparo, que presenta la virgen de pie o de medio cuerpo
volviendo su cuerpo hacia la izquierda y, con los brazos separados en señal de súplica para
interceder por la Humanidad ante Dios.

Este icono, está ligado a la Emperatriz Santa Pulqueria (399 – 453 d.C.) (Figura 7), quien
solicitó el envío de la reliquia llamada Cíngulo (cinturón realizado en pelo o lana de camello
tejido de la propia mano de la Virgen María) de la Virgen (Figura 8) y la edificación de la
iglesia Chalkopratia, junto a la iglesia de Santa Sofía de Constantinopla, para albergar dicha
reliquia. Su denominación es por el relicario Santo (Hagio Soros) (Figura 9) que alberga la
reliquia mencionada9.

Su color blanco, aunque propiamente no es un color sino la suma de todos, hace que el
icono mismo sea un icono de resurrección ya que la túnica de Cristo era de ese color.
También hace que el personaje a quien representa, en este caso la virgen, sea la luz misma,
símbolo de nacimiento (Vida nueva)10.

Años después, en el reinado del Emperador León I (458-474 d.C.), este icono se transforma
en la Virgen Blachernitissa (Figura 10), que recibe su nombre de la Iglesia de las
Blanquernas, en Constantinopla. Este “nuevo” icono, representa una Theotokos con los
brazos en actitud orante que enseña un círculo en su vientre y, dentro de éste, un niño que
parece que ocupa la posición de Jesús reflejando así el dogma de la Encarnación.

Figura 8: Virgen María con


Figura 6: Haghiosoritissa Figura 9: Emperatriz su Cíngulo Figura 7: Relicario Santo
Pulqueria

9
Tradigo, Alfredo. La Virgen de la Súplica. En: Iconos y Santos de Oriente., Eds. Electa. Madrid. Pág.100.
ISBN 9788481563764; Fernández Muñoz, Pedro-Manuel. De la doctrina a la reliquia, y de la reliquia al
icono. En: Iconología e iconografía de Cristo yacente. Origen y Evolución. Pág. 898; Bakalova, Elka y
Petkovic, Sreten. Iconografía Bizantina. En: El mundo del icono. Desde los orígenes hasta la caída de
Bizancio. Pág. 181.
10
Vega, Manuel. Simbología del icono bizantino.
Figura 10: Icono de la
Blanchernitissa. Galeria
Tretyakov, Rusia

6. Bibliografía:

Libros:
Vega, Manuel. Pintura: Los iconos. En: Desarrollo del arte en el Imperio Bizantino.
2004.

Ouspensky, Leonid. “Icono y Arte” en Espiritualidad cristiana, desde los comienzos al


siglo XII.,Eds. McGinn, Bernard; Meyendorff, John, and Leclercq, Jean. Argentina:
Editorial Lumen, 1966.

Revilla, Federico. Diccionario de iconografía y simbología. pág. 369.

Velmans, Tania, Passarelli, Gaetano. et al.. Los primeros iconos. En: El mundo del
Icono. Desde los orígenes hasta la caída de Bizancio. , eds. San Pablo. Madrid:
CIDEP, 2003. ISBN 84-295-2525-0.

Olivares Gallent, Juan Manuel y Torán Montolio, David. Historia : la virgen de la cueva
santa.

Tradigo, Alfredo. La Virgen de la Súplica. En: Iconos y Santos de Oriente., Eds. Electa.
Madrid. Pág.100. ISBN 9788481563764.

Fernández Muñoz, Pedro-Manuel. De la doctrina a la reliquia, y de la reliquia al icono.

Alfredo Sáenz S.J.: El icono, esplendor de lo sagrado. Ediciones Gladius, 2006.

Quenot, Michel: El icono. Suiza, 1941.

Grabar, André: Christian Iconography: a study of its origins. Collège de France, 1968.

De Sales Ferri Chulio, Andrés. Iconografía popular del Alto Palancia, 1989.
Corredera, Eduardo. El Libro de la Cueva Santa, 1970.
Artículos:
Aguirre Romero, Federico. Iconos: Arte y teología.

Nadal Cañellas, Juan. Estética y sentido del icono bizantino. Pág. 107-113.

Planillo Portolés, José Ángel. La cueva santa ¿Iniciación, implantación o adaptación


de un culto? En Boletín nº 21.

Vega, Manuel. Simbología del icono bizantino.

Fitzurka, Cristine. Religiosidad popular y espacio sagrado. El icono en la teología


oriental. 2003.

Mascarenhas de Boschkowitsch, María Cecilia. Los iconos en la Iglesia Ortodoxa.

Torremocha Jiménez, Manuel A. La Iconografía Bizantina.

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