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Introducción
El segundo capítulo está dedicado a las ecuaciones de Navier-Stokes, las aproximaciones que se
pueden realizar para simplificar las ecuaciones y el fenómeno de la turbulencia incluyendo sus
modelos.
Por contra, la segunda sólo consta de tres capítulos, que coinciden con cada una de las aplicaciones
llevadas a cabo en el proyecto:
El procedimiento llevado a cabo para la realización de cada una de las aplicaciones es:
9
10 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN
Generar una malla de volúmenes finitos en el dominio definido, es decir, dividir el dominio en
pequeños volúmenes.
Discretizar las ecuaciones integrales completas de Navier-Stokes y aplicarlas para cada uno de
los volúmenes definidos.
Imponer las condicines de contorno e iniciales para las variables que gobiernan el problema.
Resolución en paralelo de las ecuaciones: que consiste en la división del problema en varios
procesos que se resuelven de forma independiente.
o densidad, en lugar del número de moléculas y la masa molecular; la velocidad de un fluido se define
como la velocidad del centro de masa del conjunto de moléculas cercanas a un determinado punto.
Se debe hacer énfasis en que al adoptar el modelo continuo, se busca la solución de un problema de
mecánica de fluidos en función de la variación de una serie de propiedades en todo el dominio fluido.
Estas propiedades son funciones continuas en espacio y tiempo, que se definen para cada punto del
fluido, considerando punto como un volumen lo suficientemente grande como para poder incluir en él
un gran número de moléculas.
Hidráulica y aerodinámica
Se entiende por hidraúlica al estudio del flujo de líquidos (por ejemplo, agua) y, por el contrario,
aerodinámica cuando se trata de flujo de gases (normalmente aire)
Compresible e incompresible
Todos los fluidos son compresibles salvo algunas excepciones, pero podemos considerarlo como
incompresible; es decir, cambios de presión no originan cambios en la densidad del fluido (densidad
constante) para velocidades mucho menores que la velocidad del sonido (∼ 1480 m s−1 en agua, 340
m s−1 en aire).
de cabeceo (eje y), sobre todo en las aplicaciones aeronáuticas[17]. En Aerodinámica, lo habitual no es
utilizar directamente estas fuerzas y momentos, sino ciertos coeficientes adimensionales relacionados
con los rnismos. La ventaja de la adimensionalización, uno de los conceptos más simples y a la vez
más fecundos de la Mecánica de Fluidos, es que permite, a la hora de modelizar el movimiento fluido
alrededor de un obstáculo, caracterizar e identificar el flujo con unos pocos parámetros adimensionales.
Esto confiere una gran generalidad a los resultados, además de reducir el número de parámetros
involucrados. (ver apartado 1.3)
Para conocer el estado de cargas producido por el viento sobre un determinado obstáculo será
preciso, en general, determinar primero cómo es la distribución de las presiones sobre las superficies
del cuerpo para, mediante la integración de éstas, determinar las cargas globales. También aquí en vez
de distribuciones de presión, p(x, y, z), se suelen manejar distribuciones de presión adimensional, lo
que se denomina coeficiente de presión cp (x, y, z). Para definir el coeficiente de presión es conveniente
recordar la ecuación de Bernoulli en régimen incompresible, que relaciona, a lo largo de una línea
de corriente, la presión, p, y la velocidad, U , en un punto del dominio fluido con las condiciones de
presión y velocidad, P∞ y U∞ existentes corriente arriba, lejos del cuerpo:
1 1 2
p + ρU 2 = p∞ + ρU∞ = pR (1.1)
2 2
donde pR es la presión de remanso.
La expresión 1.1 es válida a lo largo de una línea de corriente en aquellas situaciones en las que el
flujo del aire pueda ser considerado como potencial y la velocidad del fluido sea pequeña comparada
con la del sonido, lo que ocurre, como ya se ha mencionado, en la mayoría de las aplicaciones de la
Aerodinámica Civil. Una excepción son las capas límites y las estelas que se forman corriente abajo
de los cuerpos, donde la viscosidad del aire, aun siendo muy pequeña en términos relativos, juega un
papel importante y el flujo deja de ser potencial. Así pues, salvo en las capas límites que se forman
en los obstáculos y en sus estelas, si las condiciones del flujo incidente, P∞ y U∞ , son uniformes y
constantes corriente arriba, el valor de la presión de remanso, pR , será, de acuerdo con la expresión
1.1, constante en todo el dominio fluido.
El coeficiente de presión en un punto, cp (x, y, z), se define como la diferencia entre la presión en
el punto considerado, p(x, y, z), y la presión de referencia, p∞ , dividida por la presión dinámica de la
corriente incidente, 1/2ρU∞ 2 , es decir:
p − p∞
cp (x, y, z) = 1 2
(1.2)
2 ρU∞
Volviendo al caso de un cuerpo que se desplaza a través de un fluido en reposo, en la Figura 1.2
se muestra una distribución de presiones típica sobre un perfil de ala. En esta figura, el sentido de las
flechas indica la dirección en la que actúa la fuerza local y está relacionada con el signo del coeficiente
de presión. Una flecha que sale del obstáculo significa que el coeficiente de presión es negativo, lo
1.2. FUNDAMENTOS DE MECÁNICA DE FLUIDOS 13
que quiere decir que la corriente se acelera en esa zona (U es mayor que U∞ ) y en consecuencia la
presión local p es menor que la estática de la corriente incidente, p∞ (en esas zonas el viento ejerce
sobre el obstáculo una fuerza de succión); por contra, donde las flechas apuntan hacia la superficie del
obstáculo se entiende que el coeficiente de presión es positivo y se produce sobrepresión, es decir, sobre
esta parte del perfil la corriente se decelera y la presión local es mayor que la estática de la corriente
incidente.
Figura 1.2: Distribución de coeficientes de presión, Cp , sobre un perfil típico de ala y resultantes de
las fuerzas aerodinámicas que actúan sobre el perfil según la dirección perpendicular a la corriente
incidente no perturbada (sustentación, L) y en la dirección de la corriente (resistencia aerodinámica,
D).
Conocida la presión sobre el cuerpo, las componentes según un cierto triedro de referencia de la
fuerza global sobre el cuerpo se obtienen integrando sobre el área la componente según el eje deseado
de la presión y análogamente para el momento, integrando el producto de la proyección de la presión
según el eje considerado por la distancia al punto donde se refiera el momento. También aquí, en
vez de utilizar las magnitudes físicas, lo normal es utilizar coeficientes adimensionales de fuerzas y
de momentos. En el caso de obstáculos tridimensionales, los coeficientes de fuerza se definen como
el cociente entre la fuerza considerada y el producto de la presión dinámica por una superficie de
referencia, que en cuerpos romos suele ser el área frontal del obstáculo, A. Así, por ejemplo, si son
D y L las fuerzas de resistencia aerodinámica y de sustentación que actúan sobre el obstáculo, los
coeficientes de resistencia aerodinámica y de sustentación serán:
D
cD (x, y, z) = 1 2
(1.3)
2 ρU∞ A
L
cL (x, y, z) = 1 2
2 ρU∞ A
M
cM (x, y, z) = 1 2
(1.4)
2 ρU∞ CA
donde M es el momento respecto al eje considerado y C una longitud característica del obstáculo.
imponer es la no existencia de deslizamiento entre las partículas fluidas y el sólido (la velocidad del
fluido ha de ser nula en la pared del cuerpo en un sistema de referencia ligado a éste), por tanto,
existirá una región próxima al cuerpo en la que la velocidad pase de tener el valor nulo en la pared
al valor correspondiente a la corriente exterior. En esta zona, que suele ser delgada si el número de
Reynolds es suficientemente alto; los gradientes de velocidad son grandes, y en consecuencia, los efectos
viscosos importantes. Así pues, a la hora de estudiar el flujo a altos números de Reynolds alrededor
de un obstáculo, se puede considerar que el movimiento es potencial (no viscoso) en todo el campo
fluido, salvo en una zona próxima al cuerpo en la que los efectos viscosos son predominantes. Esta
zona próxima al cuerpo, normalmente delgada, se conoce con el nombre de capa límite.
Figura 1.3: Cerca de la pared de un cuerpo, para cumplir la condición de velocidad nula en la superficie,
la corriente se decelera progresivamente según nos acercamos a la pared; la zona donde ocurre la
deceleración se conoce como capa límite. En la figura se muestra el desarrollo de una capa límite sobre
una placa plana paralela a la corriente incidente; la capa límite nace laminar (a) y recorrida una cierta
distancia se produce la transición de régimen laminar a régimen turbulento (b) y se transforma en una
capa límite turbulenta (c).
Las capas límites pueden ser laminares o turbulentas. En una capa límite laminar partículas fluidas
contiguas siguen trayectorias casi paralelas, esto es, se mueven en láminas paralelas a la superficie
del cuerpo. El fluido, debido al rozamiento con la pared, se va decelerando suavemente conforme
nos acercamos a ésta; el perfil de velocidades en la capa límite laminar es suave. Los movimientos
laminares son casi una curiosidad de laboratorio; la naturaleza enseña que en los fluidos las pequeñas
perturbaciones tienden a amplificarse, generándose un complicado movimiento de agitación que se
superpone al movimiento principal, lo que se conoce como movimiento turbulento. En un movimiento
turbulento la velocidad de la partícula es la suma de la velocidad media y las componentes de agitación
turbulenta y debido a las componentes transversales de agitación turbulenta en este tipo de movimiento
se produce un mezclado muy efectivo entre las diferentes capas o láminas fluidas, por lo que la corriente
resulta, en media, mucho más homogénea. La capa límite turbulenta presenta un perfil de velocidades
medias mucho más unifonne que la capa límite laminar, lo que se traduce en que las mayores variaciones
de velocidad se producen en una zona mucho más próxima a la pared del cuerpo.
Un primer detalle de interés es que, en primera aproximación, en una capa límite (adherida) la
presión es constante a lo largo de rectas perpendiculares a la superficie del obstáculo y otro es que
toda capa límite se ensancha según avanza sobre la superficie del obstáculo, ensanchamiento que se
explica por los dos motivos que se exponen a continuación. El primer motivo para el ensanchamiento
de la capa límite está en las fuerzas de fricción; en efecto, cada lámina fluida dentro de la capa límite
decelera por viscosidad a la lámina inmediata exterior y a su vez es decelerada por la lámina inmediata
interior. La cantidad de movimiento que pierde el fluido se emplea en equilibrar la acción tangencial
que la pared ejerce sobre él. El segundo motivo tiene que ver con el posible desprendimiento de la
capa límite, el cual depende del campo de presiones que se va encontrando la capa límite en su avance
a lo largo del cuerpo. Puede ser que la presión vaya disminuyendo al avanzar, lo que se denomina
gradiente favorable de presiones, o que aumente a lo largo del camino, condición que se denomina
gradiente desfavorable. Ya se ha dicho que si la presión aumenta (gradiente desfavorable), la velocidad
disminuye y el fluido perderá cantidad de movimiento; lo contrario ocurrirá si la presión disminuye.
En el caso de una capa límite que avanza en presencia de un gradiente adverso de presiones, la pérdida
1.2. FUNDAMENTOS DE MECÁNICA DE FLUIDOS 15
Figura 1.4: Perfiles de velocidad en diferentes secciones de una capa límite: en presen- cia de un
gradiente adverso de presiones (P2 > P1) la capa límite se decelera, pudiendo llegar a invertirse el
sentido del flujo en la misma, cerca de la superficie del obstáculo (capa límite desprendida).
En resumen, la capa límite puede ser laminar o turbulenta. En el primer caso las láminas fluidas se
mueven ordenadamente y entre ellas hay sólo un intercambio debido a las fuerzas viscosas de cantidad
de movimiento, mientras que en el segundo caso las partículas fluidas, que inicialmente se movían
paralelamente entre sí, se entrecruzan de forma caótica y el intercambio de cantidad de movimiento
tiene lugar a escala macroscópica. Además, se sabe que la capa límite laminar es inestable y que se
mantiene como laminar sólo en la parte delantera del obstáculo; una vez que aparecen y se amplifican
las perturbaciones introducidas por el obstáculo, la capa límite pasa a turbulenta a través de un
proceso de transición, no lineal y muy complicado.
Para aclarar algo más el fenómeno del desprendimiento de la capa límite, supongamos el caso de
un cilindro circular de radio ‘a’, sometido a una corriente incidente uniforme y constante de velocidad
U∞ . Supongamos también que se cumplen las condiciones necesarias para que este movimiento se
pueda considerar como potencial, para así despreciar el efecto de la viscosidad. En las condiciones
anteriores el campo de velocidades sobre el cilindro circular viene dado por las expresiones:
donde U y W son las componentes horizontal y vertical de la velocidad y el ángulo θ está medido a
partir del punto de remanso anterior. De la aplicación de la ecuación de Bernoulli (ver apartado 2.2.8)
entre un punto situado en el infinito aguas arriba y otro situado sobre el cilindro circular se obtiene
que la presión sobre el cilindro vale:
1 2 2
p(θ) = p∞ + ρU∞ − 2ρU∞ sin2 (θ) (1.6)
2
16 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN
Figura 1.5: Líneas de corriente alrededor de un cilindro circular para distintos valores del número de
Reynolds: (a) régimen de corriente no desprendida, Re < 5; (b) aparición de torbellinos desprendidos
en la estela, 5 < Re < 40; (c) formación de torbellinos alternados, configuración conocida como calle de
torbellinos de Von Kármán, 40 < Re < 300; (d) a valores más altos del número de Reynolds, Re > 300,
la estela es turbulenta (aunque persiste el desprendimiento periódico de estructuras turbillonarias),
variando el punto de desprendimiento según la capa límite sea laminar o turbulenta (la transición en
este tipo de desprendimiento se produce a un número de Reynolds del orden de 3x105).
en las aristas a números de Reynolds bajos (ver Figura 1.8), y una vez desprendida la capa límite la
configuración fluida permanece inalterada cualquiera que sea el valor del número de Reynolds.
El conocimiento de las zonas del obstáculo donde pueden aparecer gradientes adversos de presión
proporciona una guía para situar las áreas proclives al desprendimiento de la corriente. Por ejemplo,
se sabe que en un perfil de ala que se desplaza respecto al aire en calma a un cierto ángulo de ataque,
al igual que ocurre en caso de un cilindro circular, ha de haber un punto de remanso anterior, próximo
al borde de ataque del perfil, pues se entiende que parte del flujo habrá de pasar sobre el perfil y el
resto por debajo del mismo, de modo que existirá una línea de corriente que separe ambos flujos (el
que pasa por encima y el que transcurre por debajo), línea de corriente que incidirá sobre el perfil
en el mencionado punto de remanso anterior. En ese punto nacen dos capas límites, una que baña al
intradós (parte inferior) del perfil y otra al extradós (parte superior), como se indica en la Figura 1.9.
La corriente que baña al intradós, en una situación normal como la descrita, se va acelerando, por
lo que las partículas fluidas de la capa límite se mueven en una condición de gradiente de presión
favorable, de modo que difícilmente podrá ocurrir el desprendimiento de la capa límite en esta zona
del perfil. En el extradós la situación es muy diferente; en primer lugar lo normal es que, dependiendo
del valor del ángulo de ataque, el punto de remanso esté por debajo del borde de ataque (el punto más
18 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN
Figura 1.6: Flujo alrededor de un cilindro circular a bajos (a) y a altos (b) números de Reynolds. A
números de Reynolds bajos, Re < 105, la capa límite es laminar y el punto de desprendimiento se
localiza corriente arriba del punto de velocidad máxima, e < π/2; cuando la capa límite es turbulenta
el punto de desprendimiento se retrasa, e > π/2, y la estela es más estrecha.
adelantado del perfil), de forma que una partícula fluida que llegue al perfil por encima de la línea
de corriente divisoria tendrá que rebordear el borde de ataque del perfil antes de recorrer la zona del
extradós. Se sabe que en este rebordeamiento la corriente se acelera extraordinariamente (tanto más
cuanto menor es el radio de curvatura en el borde de ataque del perfil) de manera que la velocidad es
muy alta cerca del morro, disminuyendo posteriormente en el extradós, una vez sobrepasado el borde
de ataque[16], ver Figura 1.2.
Lo anterior quiere decir que sobre el perfil suele aparecer un pico de succión más o menos intenso de
forma que entre el punto de remanso anterior y este pico de succión el gradiente de presión es favorable
y desfavorable una vez superado éste. En consecuencia, el extradós del perfil es la zona propensa al
desprendimiento de la corriente, fenómeno que suele ocurrir cuando el ángulo de ataque sobrepasa un
cierto valor, aunque el modo de desprendimiento puede variar enormemente de unos perfiles a otros
según sea su espesor relativo.
En el caso de cuerpos no fuselados, con aristas vivas, el comportamiento en el desprendimiento
suele ser más predecible, pues en consonancia con lo dicho, los gradientes adversos de presión más
intensos aparecen siempre a sotavento de la esquinas y es en éstas, por tanto, donde se desprenden las
capas límites.
Resolver problemas en los que es imposible una solución directa de las ecuaciones.
Comprobar ecuaciones.
1.3. ANÁLISIS DIMENSIONAL 19
Figura 1.7: Variación con el número de Reynolds, Re, del coeficiente de resistencia, cD , de un cilindro
circular (curva a) y de una esfera (curva b). Para adimensionalizar el coeficiente de resistencia aerod-
inámica se ha utilizado el área frontal, πr 2 ,en el caso de la esfera, y el diámetro, 2r, en el caso del
cilindro, donde, en ambos casos, r es el radio del obstáculo.
Figura 1.8: Esquema de la configuración fluida alrededor de un cuerpo no fuselado. En este caso se
trata del movimiento alrededor de la cubierta y la grada de un estadio deportivo. La corriente está
desprendida tanto en el borde de ataque de la cubierta como en la parte posterior de la grada.
Figura 1.9: Esquema del flujo en las proximidades de un perfil de ala. Las capas límites que nacen en
el punto de remanso no están dibujadas a escala.
20 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN
Dimensiones
Se denomina dimensión al tipo de medida con la que cuantificamos un fenómeno físico. Para que
la dimensión tenga sentido se debe acompañar de la unidad que es la encargada de fijar la cantidad
mediante un sistema unificado. (preferiblemente Sistema Internacional, S.I.).
Las dimensiones fundamentales son:
Masa, M
Longitud, L
Tiempo, T
Temperatura, Θ
En otras áreas de la física son necesarias otras unidades fundamentales; por ejemplo:
Todos los términos pertenecientes a una ecuación deben tener las mismas dimensiones
Ejemplos:
1
s = ut + at2 todos los términos tienen dimensión de longitud, L
2
1 2
p + ρV + ρgz = po todos los términos tienen dimensión de presión, M L−1 T −2
2
Este principio también es muy útil a la hora de comprobar ecuaciones. Sin embargo, con el análisis
dimensional no podemos determinar los factores numéricos.
Teorema Pi de Buckingham
Para aplicar el teorema Pi de Buckingham se deben de tener en cuenta los dos puntos siguientes:
un amortiguamiento alto, basta con una estimación precisa de las cargas aerodinámicas adecuadamente
promediadas en el tiempo para determinar los esfuerzos generados por el viento sobre la estructura de
la edificación.
Además, el viento, aparte de generar fuerzas y momentos sobre las estructuras y sus cimientos, al
interaccionar con las edificaciones, condiciona y distribuye el flujo de aire tanto en el interior como en
el exterior de las construcciones. Este flujo exterior puede acarrear lluvia, nieve, contaminantes, polvo,
etc., que a su vez pueden afectar a la ventilación interna. Por todo ello, en paralelo con el análisis de
las cargas aerodinámicas sobre la estructura y los revestimientos, también debería tenerse en cuenta
el movimiento del aire en el entorno de las edificaciones a la hora de planificar la construcción de
un nuevo edificio. Cuando el viento incide sobre un edificio, la modificación del campo fluido genera
sobre los elementos de la edificación (fachadas, techos y cornisas) áreas de succión o de sobrepresión,
es decir, áreas donde la presión medida resulta ser menor o mayor que la presión barométrica. Así,
en el caso de una construcción de geometría sencilla como la representada en la Figura 1.10, en
la cara de barlovento, donde la corriente se remansa, habrá una zona de sobrepresión, en la que,
consecuentemente, el coeficiente de presión es positivo, Cpb > 0, mientras que en la cubierta o tejado y
en la fachada de sotavento lo normal es que la carga aerodinárnica sea de succión, Cpt < 0, y Cps < 0,
respectivamente.
Figura 1.10: Esquema de las cargas de presión en el exterior y en interior de un edificio de forma sencilla.
En el dibujo las flechas que apuntan hacia la superficie indican cargas de sobrepresión (Cp > O),
mientras que las dibujadas en sentido contrario representan cargas de succión (Cp < 0).
De acuerdo con Sachs (1972)[11], de la experiencia acumulada sobre los modos de fallo frente al
viento de las construcciones, se puede decir que los daños provocados por el viento se ajustan a las
pautas siguientes:
En los tejados, cualquiera que sea la pendiente, los daños más severos suelen ocurrir en las
esquinas cuando el viento incide en direcciones próximas a las diagonales de la forma en planta
del edificio y en los aleros cuando la corriente llega perpendicularmente a las fachadas.
A causa de las bajas presiones que se generan en las proximidades de esquinas y salientes, en
los tejados con pendientes más acusadas (por encima de 35o ) se pueden producir daños en los
planos a sotavento de los caballetes, cerca de estos y también corriente abajo de chimeneas y
otras protuberancias.
Las protuberancias y los salientes de los tejados, como es el caso de las chimeneas, son elementos
particularmente sensibles a las acciones del viento, tanto por las acciones que éste ejerce direc-
tamente sobre estos elementos como por las que ejerce sobre otros cuerpos unidos a los mismos
(tal es el caso de las antenas ancladas a chimeneas).
1.4. CARGAS ESTÁTICAS PRODUCIDAS POR EL VIENTO 23
El arranque de elementos de revestimiento de muros se produce por las fuerzas de succión que se
generan cerca de las esquinas o en los pasajes entre edificaciones, donde la corriente se acelera.
Estos daños son comunes en edificaciones y pueden ser previstos y explicados sin necesidad de
considerar efectos dinámicos en las acciones del viento. En general la respuesta de las edificaciones
medias y pequeñas a las ráfagas de viento es estática, pues suelen ser estructuras muy rígidas en
comparación con las grandes estructuras, donde sí pueden jugar un papel importante los efectos
dinámicos.
La experiencia adquirida durante décadas, tanto con medidas en edificaciones reales como con
ensayos con modelos rígidos a escala de las más variadas formas en túneles aerodinámicos, permiten
evaluar en muchos casos las distribuciones de presión y las cargas globales producidas por el viento
sobre las edificaciones, considerándolas como sólidos rígidos.
Sobre esta experiencia acumulada se fundamentan los diversos códigos o recomendaciones de cálculo
de las cargas del viento de aplicación en los diversos países. Ciertamente las normas para el cálculo de
las acciones del viento son razonablemente conservadoras al fijar los niveles de las cargas aerodinámicas,
lo que permite determinar las cargas de viento de diseño sin que sea necesario en muchas ocasiones
conocer en detalle cómo son las distribuciones reales de presión sobre el obstáculo. Aun así, cuando
se utiliza la información disponible en los códigos para el cálculo de las acciones del viento, hay que
tener en cuenta que los valores medios de los coeficientes de presión recomendados son de aplicación
a las fonmas estandarizadas recogidas en las normas y que pequeñas modificaciones de la geometría
básica pueden dar lugar a cargas aerodinámicas de succión locales que sobrepasen los valores medios
de referencia. En particular, como se ha dicho, habrá que tener cuidado con esquinas, aleros, salientes y
protuberancias en los que la corriente se acelera localmente provocando cargas de succión importantes.
En general se ha avanzado mucho en el conocimiento de la aerodinámica global de las edificaciones,
por lo que hoy día es raro que se produzcan fallos estructurales provocados por el viento. No ocurre lo
mismo con los revestimientos en tejados y fachadas, donde a veces los anclajes no están correctamente
dimensionados para las elevadas cargas aerodinárnicas que ocasionalmente deben soportar estos ele-
mentos. En este segundo caso concurren dos factores ya señalados con anterioridad: por una parte las
normas para el cálculo de las acciones del viento no pueden contemplar la gran variedad de formas que
se pueden producir con las técnicas de construcción actuales y por otra, la incorporación de nuevos
materiales para revestimientos, o las mejoras en la producción de los tradicionales (disminuyendo por
ejemplo los espesores) obliga a revisar muchas ideas y procedimientos que la tradición parece haber
consagrado como inmutables y que la realidad demuestra que no lo son.
Si la construcción en estudio es de geometría singular y difícilmente comparable con las catalogadas
en los manuales de cálculo de acciones del viento, o aunque el edificio sea de fonnas comunes, cuando
se prevea que puede haber fuertes interferencias con otros edificios próximos, todavía queda el recurso
de acudir a ensayos en túnel aerodinámico o al uso de métodos numéricos.
15o , pudiéndose alcanzar valores del coeficiente de presión de hasta Cp = −2,6 e incluso Cp = −3,0,
dependiendo de lo acusadas que sean las aristas del borde del tejado y de otros detalles constructivos.
Figura 1.11: Variación con la pendiente del tejado, α, del coeficiente de presión mínimo, Cp mı́n sobre
tejados a dos aguas. Los números en las curvas indican los valores de la relación h/a (de Sachs 1972).
En general, las altas cargas de succión que aparecen sobre muchos obstáculos están gobernadas
por el desprendimiento y posterior readherencia de la capa límite, con la formación consiguiente de
torbellinos que barren las superficies del obstáculo. En efecto, cerca de una esquina la corriente se
acelera antes de llegar a la misma y se decelera pasada ésta. La presión, en consecuencia, disminuye
según el fluido se acerca a la esquina (gradiente favorable) y aumenta corriente abajo, una vez pasada
la esquina (gradiente desfavorable). El gradiente desfavorable existente pasada la esquina es tanto más
intenso cuanto menor es el radio de curvatura del acuerdo entre las dos superficies que conforman la
esquina y en un modelo potencial (sin viscosidad) el gradiente de presión es infinito cuando el radio de
curvatura es nulo. Como la capa límite no puede vencer gradientes adversos de presión muy elevados,
si el gradiente es alto la capa límite se desprende generándose una estela turbillonaria.
La formación de estelas en un cuerpo con aristas es semejante a la formación de estelas en cuer-
pos redondeados, aunque hay algunas diferencias que es preciso resaltar. Consideremos el flujo de aire
alrededor de un cuerpo bidimensional con aristas, como puede ser una placa plana situada perpendicu-
larmente a la corriente incidente. A muy bajos valores del número de Reynolds (Re ∼ 0, 3) la corriente
todavía rebordea las aristas y el flujo se ajusta al contorno del obstáculo tanto en su parte anterior
corno en la posterior (Figura 1.12a), pero cuando el número de Reynolds aumenta un poco (Re ∼ 10)
la corriente se desprende en las esquinas, generándose dos grandes torbellinos, simétricos, anclados
a la parte posterior del obstáculo (Figura 1.12b). Al aumentar todavía más el valor del número de
Reynolds (Re ∼ 250), la anterior configuración de dos torbellinos anclados se convierte en la calle de
torbellinos de Von Kármán (Figura 1.12c), desprendiéndose torbellinos alternativamente en uno y otro
borde al tiempo que son arrastrados por la corriente; con valores del número de Reynolds aún más
altos (Re ∼ 1,000) los efectos inerciales son dominantes, la estructura regular de torbellinos alternados
desaparece y en su lugar se tiene una estela turbillonaria separada de la corriente exterior por sendas
capas de cortadura (Figura 1.12d), si bien se siguen desprendiendo torbellinos que dan lugar a que se
1.4. CARGAS ESTÁTICAS PRODUCIDAS POR EL VIENTO 25
Figura 1.12: Configuración fluida alrededor de un cuerpo con aristas para distintos valores del número
de Reynolds: (a) Re ∼ 0, 3; (b) Re ∼ 10; (c) Re ∼ 250; (d) Re > 103 (de Simiu & Scanlan 1996).
La diferencia más notable entre el proceso descrito para un cuerpo con aristas y el que ocurre en
el caso de un cilindro de sección circular es que en este último caso tiene lugar un cambio radical
en la configuración de corriente desprendida al pasar la capa límite de laminar a turbulenta, pues
entonces se retrasa el punto de desprendimiento, con lo que disminuye el ancho de la estela y por tanto
el valor del coeficiente de resistencia aerodinámica. En el caso de cuerpos con aristas, desde valores
del número de Reynolds relativamente bajos, el desprendimiento de la corriente ocurre siempre en
las aristas (independientemente de que la capa límite sea laminar o turbulenta al llegar al punto de
desprendimiento), de modo que la configuración de corriente desprendida es prácticamente indepen-
diente del valor del número de Reynolds. Debido a esta particularidad, en los cuerpos con aristas los
coeficientes aerodinámicos suelen ser independientes del valor del número de Reynolds, lo que simpli-
fica notablemente las condiciones para medir las cargas del viento ensayando con modelos a escala en
túneles aerodinámicos.
Si el cuerpo en consideración, bidimensional, no es una placa plana sino un prisma de sección
rectangular con una de sus caras perpendicular al viento incidente (Figura 1.13), el comportamiento
aerodinámico es semejante al descrito para una placa plana si el valor de la relación b/a entre la
longitud de las caras orientadas en la dirección de la corriente, b y la longitud de las caras normales al
viento, a, es menor o próximo a la unidad, pero si este cociente es más grande (b/a ∼ 2) la capa límite
desprendida en las primeras esquinas puede readherirse a las paredes laterales del cuerpo, formando
burbujas de recirculación que producen fuerzas de succión muy intensas en las paredes laterales, cerca
de las aristas de barlovento. La capa límite readherida se desprende al llegar a las aristas de sotavento,
formando una estela turbillonaria corriente abajo del cuerpo, más estrecha que la estela que se tendría
si no hubiera habido readherencia, lo que disminuye el valor del coeficiente de resistencia aerodinámica.
En la Figura 1.14 se muestra la variación del coeficiente de resistencia, CD , de prismas paralelipédi-
cos con las relaciones b/a y h/a. Estos resultados han sido obtenidos mediante ensayos en túnel aerod-
inámico con simulación de capa límite terrestre, si bien en la fuente de información (Kolousek et al.
1984), no se indica el tamaño relativo de los prismas respecto al espesor de la capa límite. Si el valor
de la relación h/a es elevado, el comportamiento de los obstáculos tridimensionales se asemeja mucho
al bidimensional, como era de esperar, alcanzándose un máximo del coeficiente de resistencia para
valores de la relación b/a próximos a 0, 7.
26 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN
Figura 1.13: Configuración fluida alrededor de un cuerpo de sección rectangular para distintos valores
de la relación b/a donde b y a son, respectivamente, las longitudes de las caras orientadas al viento y
perpendiculares a la corriente (de Simiu & Scanlan 1996).
Figura 1.14: Variación con la relación b/a del coeficiente de resistencia aerodinámica, cD , de prismas
de sección rectangular sometidos a una corriente incidente que simula la capa límite atmosférica (de
Kolousek et al. 1984).
aerodinámicas resultan alteradas por la presencia de las gradas y las condiciones de cerramiento entre
grada y cubierta. En todos los casos, cualquiera que sea el cerramiento, existe un intervalo de valores
del ángulo de ataque en el que el coeficiente de sustentación aumenta de forma muy aproximadamente
lineal con el ángulo de ataque. En el caso en el que no existe cerramiento la pendiente de la curva
de sustentación vale ∂cl /∂x = 5,7 rad−1 . Nótese que cuando no hay cerramiento el coeficiente de
sustentación no es nulo cuando α = 0, lo que es debido al efecto de la grada sobre la cubierta,
que deflecta hacia arriba la corriente incidente. Para un valor del ángulo de ataque dado, salvo que la
cubierta haya entrado en pérdida, un aumento del grado de cerramiento posterior significa un aumento
del valor del coeficiente de sustentación (la deflexión vertical de la corriente incidente es mayor) y una
disminución de la pendiente de la curva de sustentación.
Para determinar las cargas de viento estáticas sobre una edificación, en el procedimiento de cálculo
que especifica el Eurocódigo 1, se consideran dos grandes apartados, según se trate de determinar las
presiones que actúan sobre las superficies de la estructura o las fuerzas aerodinámicas globales. En el
caso de cálculo de presiones el método distingue a su vez entre presiones externas y presiones internas.
En el caso de las presiones externas, en el Eurocódigo se comienza con el cálculo de la velocidad
media del viento a la altura deseada z, U (z), que se define multiplicando la velocidad de referencia,
Uref , representativa del clima en el emplazamiento de la construcción (ver Apartado 4.2.4) por coefi-
cientes con los que se tienen en cuenta los efectos de la rugosidad del terreno, cr (z), y la topografía,
ct (z), como funciones de la altura sobre el suelo, es decir:
28 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN
Figura 1.16: Variación con el ángulo de ataque, α, del coeficiente de sustentación de la sección central
de cubiertas planas, cL . Los símbolos indican el grado de cerramiento del hueco posterior entre grada
y cubierta de acuerdo con la clave siguiente: abierto (círculos blancos), cerrado al 50 por 100 (círculos
negros) y completamente cerrado (círculos blan cos y negros) (de Barnard 1981).
1.18, y los que resultarían al considerar direcciones del viento opuestas a las representadas en dicha
figura. En el mosaico de zonas resultante habría que seleccionar el valor del coeficiente de presión más
desfavorable aplicable en cada zona, teniendo en cuenta, además, que este coeficiente depende tanto
de la localización de la zona sobre la cubierta como del área de la zona en consideración.
Figura 1.17: Zonas a considerar según las normas de cálculo de las acciones del viento al asignar valores
del coeficiente de presión en una cubierta plana, con o sin parapetos. Esta división de la cubierta es
aplicable para ángulos de incidencia de la corriente que difieran hasta en ±45◦◦ de la dirección indicada
en el esquema.
Obviamente, para desarrollar criterios de comodidad habrá que establecer una correspondencia en-
tre los valores numéricos de los parámetros citados y los distintos grados de comodidad o incomodidad
experimentados por los usuarios, e igualmente será preciso que a cada valor de los parámetros se le
asignen valores máximos aceptables de la probabilidad de que ocurran.
La verificación de la adecuación de un edificio a los requisitos establecidos bajo un cierto criterio
de comodidad requerirá pues, en primer lugar, una estimación de las velocidades del viento para las
cuales los parámetros en consideración exceden los valores de referencia detallados en los criterios de
comodidad y en segundo lugar, una estimación de las frecuencias a las que ocurren estas velocidades,
utilizando para ello los datos climatológicos pertinentes. Si estas frecuencias fueran menores que los
valores máximos estipulados en los criterios de comodidad, se podrá decir entonces que el diseño es
adecuado desde el punto de vista de su comodidad de uso.
Como éstos conceptos relativos a la comodidad de las edificaciones son relativarriente recientes, la
información disponible es todavía algo escasa y en cierta medida insuficientemente sistematizada. Este
panorama de carencia de información relativa a la comodidad de las edificaciones es más acusado en
el caso de los movimientos causados por el viento en edificaciones altas y flexibles que en el de áreas
peatonales barridas por el viento, descompensación probablemente debida a que la mayoría de las
edificaciones actuales son razonablemente rígidas. Sin embargo, la incorporación incesante de nuevas
técnicas y materiales en la construcción se suele traducir casi siempre en un aumento de la elasticidad
de las edificaciones, razón por la cual el interés por estos temas crece de forma incesante. Además de
los efectos directos mencionados como posibles causas de incomodidad en las personas (oscilaciones de
las edificaciones y molestias en los peatones originadas por ráfagas de viento), hay otros áspectos, en
cierto modo menos determinantes, pero que también conviene tener en cuenta. Entre estos aspectos,
de acuerdo con Lawson & Pen- warden (1977), se pueden contabilizar:
Figura 1.18: Zonas a considerar según las normas de cálculo de las acciones del viento al asignar valores
del coeficiente de presión en cubiertas de dos aguas. Estas divisiones de la cubierta son aplicables para
ángulos de incidencia de la corriente que difieran hasta en ±45◦◦ de las direcciones indicadas en los
esquemas.
Riesgos de incendios. El aspecto más relevante en este otro caso está relacionado con la
evacuación del humo, recomendándose que, por ejemplo en áreas peatonales cubiertas, (tal puede
ser el caso de grandes almacenes, estaciones de autobús o de ferrocarril, aeropuertos, etc.), se
limite al máximo el desplazamiento del humo, para lo que se pueden instalar barreras en el techo
que dificulten el desplazamiento horizontal del humo próximo al techo, combinadas con frecuentes
salidas de humos. También es recomendable, teniendo en cuenta la seguridad de las personas,
facilitar la entrada de aire fresco en cotas bajas que reemplace los gases de la combustión. Tanto
en este aspecto como en el tratado en el punto anterior, es muy importante que los remates
que culminan las chimeneas o salidas de humos estén correctamente diseñados desde el punto de
vista aerodinámico, de forma que el viento, si lo hay, mejore las características de extracción.
Ruidos generados por el viento. Hay muchos elementos en los edificios que pueden ser fuentes
de ruidos excitados por el viento, pudiéndose distinguir tres intervalos o rangos dentro del es-
pectro de frecuencias. Por debajo de 15 Hz (infrasonidos), que suelen presentarse en edificios
altos sometidos a vientos fuertes; entre 15 Hz y 200 Hz (sonidos de baja frecuencia), cuyo origen
suele estar asociado a fenómenos resonantes excitados por la turbulencia del viento (vibración
de ventanales, por ejemplo), y entre 200 Hz y 10 kHz (sonidos de alta frecuencia), que se sue-
len producir muy localmente, normalmente al pasar el aire a través de ciertos elementos de la
construcción (rejillas de ventilación, ventanas casi cerradas...).
Efectos en la vegetación. Además de las deformaciones que un viento constante puede causar
en la vegetación (como ocurre sobre todo en los árboles que crecen en zonas batidas por vientos
permanentes con una dirección predominante), el viento puede afectar a la integridad de las
32 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN
En una publicación de la Convención Europea para las Construcciones de Acero (ECCS 1978) se
establecen criterios para las aceleraciones máximas permisibles asociadas a los modos de vibración
de f1exión (desplazamientos horizontales) y para la velocidad angular máxima debida a los modos de
torsión. En el movimiento de oscilación debido a la f1exión del edificio el desplazamiento horizontal
será x = Asin(2πnt), donde A es la amplitud máxima del desplazamiento y n la frecuencia de la
oscilación. Derivando esta expresión dos veces respecto al tiempo, se tiene la aceleración, d2 x/dt2 =
−4π 2 n2 A sin(2πnt), de modo que la aceleración máxima vale g = 4π 2 n2 A; de esta forma, si se conoce
para una estructura particular la amplitud y la frecuencia de la oscilación inducida por el viento, A y
n respectivamente, se puede determinar la aceleración máxima y comprobar el grado de satisfacción
frente a aceleraciones que el edificio ofrece a sus ocupantes. Las condiciones límites para las oscilaciones
de flexión establecidas en la ECCS (1978) se muestran en la Figura 6.1.
Además, como la información disponible es todavía algo escasa, los resultados experimentales
permiten establecer ciertas conclusiones sobre la habilidad de los sujetos para caminar, subir o bajar
escaleras, dibujar o hacer otras tareas comunes cuando están sometidos a oscilaciones horizontales.
Los resultados parecen indicar que las mujeres son más sensibles que los hombres a las oscilaciones de
los edificios, que los jóvenes son más sensibles que los mayores y que cuando se está de pie se sienten
más las vibraciones que cuando se está sentado (Melaragno 1982), observaciones que convendrá tener
en cuenta a la hora de fijar los criterios de comodidad de una edificación determinada.
1.5. INCOMODIDAD PRODUCIDA POR EL VIENTO 33
El segundo de los aspectos relativo a la comodidad de los edificios tiene que ver con las acciones
del viento sobre los peatones en las proximidades de las edificaciones. Aunque raramente las cargas
del viento sobre las personas son la causa primaria de accidentes (entendiendo como tales aquellos
que precisan de atención hospitalaria, que son los que se recogen en las estadísticas), el desagrado que
pueden sentir las personas ante las acciones de vientos localmente intensos (polvo en los ojos, rotura de
paraguas, etc.) debido a la disposición particular de las construcciones del entorno puede ocasionar que
los peatones terminen evitando esa área, eligiendo otras que ofrezcan los mismos servicios pero cuyo
entorno sea más grato. Estas consideraciones pueden tener una contrapartida económica, sobre todo
en las áreas comerciales peatonales, donde las incomodidades causadas por la interacción del viento
con los edificios pueden retraer la afluencia de clientes. Quizás por esta razón las zonas comerciales
peatonales han sido las primeras en ser objeto de estudios aerodinámicos ya desde los años sesenta
(Gandemer 1977, Lawson & Penwarden 1977).
También a la hora de analizar la influencia del viento en las sensaciones de incomodidad que pueden
experimentar los peatones se impone la necesidad de una cuantificación de estos efectos. Distintas
observaciones sobre los efectos del viento en las personas han permitido fijar una escala de velocidades
del viento en la que el límite para las sensaciones de desagrado está en torno a U = 5 m/s, donde
U es la velocidad del viento medida a unos dos metros sobre el suelo y promediada en períodos de
entre diez minutos y una hora. Por encima de 10 m/s la sensación es ya totalmente desagradable, y
peligrosa para la integridad de las personas para velocidades próximas o superiores a 20 m/s.
Como complemento a la percepción que las personas tienen sobre los efectos del viento, a contin-
uación se presenta la clásica escala de velocidades del viento de Beaufort, con comentarios sobre los
efectos que en bienes y personas produce el viento en cada intervalo de velocidades. La escala Beaufort
fue publicada en 1806 en un intento de racionalizar las apreciaciones subjetivas de los marinos respecto
a la velocidad del viento. Inicialmente estaba referida a fenómenos observables en el mar y posterior-
mente fue modificada, adaptando las referencias sobre los efectos del viento a fenómenos observables
en tierra. Obviamente hasta el desarrollo de la anemometría el uso de escalas basadas en los efectos
provocados por el viento era el único medio de registrar la velocidad del viento. La escala Beaufort
fue adoptada por el Comité Meteorológico Internacional en 1874 y durante años coexistió con otras
escalas semejantes.
34 CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN
Puesto que, según enseña la experiencia, la sensación de desagrado causada por el viento se debe
tanto a los efectos de la velocidad media como a los de las ráfagas, es habitual expresar el grado de
incomodidad generado por el viento en términos de una velocidad efectiva, Ue definida como:
à √ !
ū2 ³ σu ´
Ue = U 1 + kp = U 1 + kp = U (1 + kp Iu ) (1.9)
U U
donde U es la velocidad media, u la componente longitudinal de la velocidad de fluctuación tur-
bulenta y kp el factor de pico, con el que se pretende cuantificar la importancia de las ráfagas en la
sensación de desagrado (este factor puede variar, dependiendo de los autores, entre kp = 1 y kp = 3).
A continuación se indican las velocidades efectivas (con kp = 3) correspondientes a distintos niveles
de desagrado. En esta tabla se indican también los resultados de Murakami, Uehara & Deguchi (1980)
y Murakami & Deguchi (1981) sobre la capacidad de caminar de peatones sometidos a vientos intensos.
. Finalmente, en la se recogen los criterios de confort para distintas zonas de uso (una revisión
detallada de los diversos criterios de confort se puede encontrar en Bottema 2000).