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Todos los alimentos que consumimos en nuestra dieta tienen un origen animal o
vegetal. Una pata de pollo o la lechuga de nuestra ensalada son alimentos que
consumimos directamente, sin ningún otro proceso que no sea la elaboración
culinaria, y su origen es animal o vegetal. Pero, hay otros alimentos que, partiendo
de una primera materia de origen vegetal o animal, necesitan una transformación
microbiana para generar el producto final. En este caso se encuentran los alimentos
fermentados como el yogurt o el pan. En el primer caso, a partir de la leche, un
producto de origen animal, unas bacterias producen el derivado lácteo. En el
segundo, una levadura transforma la harina de trigo, un derivado vegetal, en la
producción del alimento.
Podemos llegar a la conclusión
que la producción de alimentos,
ya sean de consumo directo o
fermentados, es un proceso
biotecnológico, ya que
intervienen organismos vivos.
Después de hacer estas
consideraciones, podemos
definir la biotecnología de los
alimentos como la parcela de la biotecnología que se ocupa, específicamente, de los
procesos agroalimentarios. Si nos atenemos a ésta definición, el hombre ha
practicado la biotecnología de los alimentos desde los inicios de la civilización.
Hay que tener en cuenta que el principal reto que enfrenta la humanidad es atender
a la proyección de población de 9000 millones de personas que se calcula para el
2050, en forma adecuada y equitativa con consideraciones sociales, ambientales,
tecnológicas, y económicas. Es decir, se enfrenta a una seria crisis relacionada con
este incremento de población y la sostenibilidad del suministro mundial de
alimentos (seguridad e inocuidad alimentarias). Esta situación se ve agravada por
la presión del cambio climático y la competencia por el uso del suelo para alimentos,
o biomasa para biocombustibles, uso industrial y doméstico, donde un
requerimiento adicional es la conservación de los recursos naturales. Lo anterior
lleva a la búsqueda de sistemas de producción agrícola con un enfoque de
sostenibilidad y protección del entorno. Responder a esto es un gran reto
tecnológico para lo cual se deben aplicar todas las tecnologías disponibles y
ajustarlas a cada situación específica. Los desarrollos recientes en bioquímica,
biología molecular, genética, y otros campos han complementado las técnicas
tradicionales de la biotecnología con aplicaciones de genética molecular y
metabólica.
Los avances biotecnológicos pueden contribuir a enfrentar por lo menos seis de los
diez principales problemas mundiales para los próximos 40 años dado que pueden
tener relación con desarrollos en salud, energía, agua, alimentos, ambiente y
pobreza. Lo que es importante recordar es que hay disponible una amplia gama de
tecnologías para enfrentar algunas de las condiciones limitantes de producción,
facilitar la diversificación de productos y mejorar la ordenación de los recursos
naturales.
Un ejemplo de la aplicación de la biotecnología es emplear Saccharomyces
modificados genéticamente para elaborar cervezas “light”, con bajo contenido en
dextrinas. Otro es la reducción de los costes del malteado (germinación de la cebada
de modo que se liberen enzimas que fragmentan el almidón, que no consumible
directamente por las levaduras, a moléculas asimilables para ellas) mediante la
introducción de genes que codifican amilasas en las diversas variedades de
Saccharomyces empleadas. También está la clonación del gen para la proteasa de la
bacteria Serratia marcescens, la cual, en combinación con la papaína (proteasa de la
papaya), elimina las proteínas en suspensión que enturbian la cerveza.
Es claro que los avances científicos y tecnológicos que se han logrado en las últimas
décadas representan un potencial muy valioso para mejorar la calidad de vida y por
consiguiente el bienestar de la humanidad. Estos desarrollos han permitido contar
con una amplia gama de utilidades que facilitan el quehacer cotidiano, la producción
y son considerados factor de bienestar para la sociedad. Sabemos que el uso de
micro organismos en la industria es muy frecuente ahora en el siglo XXI, como base
para la elaboración de distintos productos, los cuales son mejorados con el paso de
los años.