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El aspecto verbal y el significado léxico: acerca de ser y estar

Silvia Ramírez Gelbes


Universidad de Buenos Aires

Introducción

El aspecto es la manera de ver la constitución interna de una situación,


se refiere al tiempo interno del evento. Pero debe diferenciárselo de la
categoría tiempo de manera tajante: en tanto el tiempo se establece
deícticamente en relación con la situación de enunciación, el aspecto
provee una información acerca de la extensión temporal del evento.

Tradicionalmente, el aspecto fue considerado en su carácter de morfema


flexivo, es decir, como uno de los componentes de la flexión verbal que
sólo interviene en la conjugación y está determinado extraléxicamente.
Como tal, constituye una flexión que se manifiesta en un conglomerado
compartido con el tiempo y el modo (G.D.L.E., 1999).

La información provista por el aspecto, entonces, se manifiesta


morfológicamente mediante la oposición perfectivo / imperfectivo. El
perfectivo (Comrie, 1976) puede describirse como si se mirara la
situación desde fuera, sin distinguir nada de su estructura interna. Por el
contrario, el imperfectivo puede graficarse como si se mirara la situación
desde dentro con la posibilidad de girar la cabeza y ver el comienzo y
también el fin. En español, esa oposición básica se manifiesta en los
tiempos del pasado: el pretérito perfecto simple y el imperfecto. La
diferencia, entonces, entre cantó y cantaba –por dar un ejemplo sencillo–
tiene que ver con que el primero, cantó, está parado fuera del hecho, lo
ve terminado y como un bloque cerrado; cantaba, por el contrario, está
visto en su transcurso, en su devenir pero desde el interior y de ninguna
manera puede inferirse, a partir del enunciado, que la acción haya
terminado concretamente. Como queda claro, ambos verbos coinciden
en su realización deíctica referida al momento de la enunciación (ambos
son tiempos pasados en relación con el momento de la emisión) pero se
diferencian entonces de manera clara según la perspectiva en la que
aparecen.

Sin embargo, la categoría inflexional no es la única manifestación del


aspecto. El aspecto puede hacerse presente por medio de perífrasis de
verbos auxiliares (como "estar + gerundio" en está cantando) o también
por medio de construcciones perifrásticas (del tipo "acabar de" en acaba
de cantar o también "estar por" en está por cantar).

Y ni siquiera terminan allí las posibilidades, porque el aspecto también


puede aparecer en el contenido semántico de los lexemas. En este
sentido, que es el que algunos autores llaman aspecto léxico, se ha
usado el término en alemán Aktionsart. Como aclara De Miguel en
la Gramática Descriptiva de la Lengua Española (1999), la
palabra Aktionsart aparece propuesta por lingüistas alemanes hacia el
término del siglo XIX y Sigmund Agrell la utilizó por primera vez en un
trabajo de 1908 que describe el sistema temporal de la lengua polaca.
Habitualmente, se traduce Aktionsart como "modo de acción" pero
también como "carácter", "naturaleza", "índole" o "cualidad de la acción o
del proceso". Por otra parte, no sólo los verbos –que es la clase de
palabra de la que veníamos hablando– sino también cualquier otra clase
de palabra que actúe como predicado puede proveer este tipo de
información aspectual o Aktionsart.

Pero, sea como fuere y a los fines de esta comunicación, vamos a limitar
nuestro análisis al caso de los verbos. En ese sentido, entonces, diremos
que los verbos portan, de acuerdo con el contenido semántico de su raíz,
cierta información que se relaciona con la manera en que tiene lugar el
evento que describen: por ejemplo, por única vez o repetidamente, con
duración o sin ella, con límites o sin límites.

De este modo, podríamos hacer algunas clasificaciones como las


siguientes: hay verbos semelfactivos –de realización única– como el
verbo "disparar" frente a verbos repetitivos o iterativos como "ametrallar";
hay verbos ingresivos o incoativos –que marcan inicio de la acción–
como "florecer", verbos progresivos como "envejecer" y verbos
terminativos –que marcan el fin de la acción– como "nacer"; hay verbos
permanentes, como "existir", verbos frecuentativos como "cortejar" y
verbos intermitentes como "parpadear"; verbos télicos –los que suponen
una conclusión o requieren de llegar a un punto para producirse porque,
de ser interrumpidos, no se realizan– como "ahogarse" y verbos atélicos
como "cantar".

A esto se suma, además, el hecho de que, en muchos casos, los


diversos procedimientos propuestos más arriba –el procedimiento
morfológico de la flexión, el procedimiento sintáctico de la perífrasis y el
procedimiento semántico de la aspectualidad léxica–funcionan de
manera conjunta y producen efectos de limitación o de exacerbación del
valor aspectual. Así, una frase como estaba por florecer oestaba a punto
de florecer incrementa el valor incoativo del significado propio de
"florecer". Por el contrario, una frase como estaba por nacer o estaba a
punto de nacer atenúa el valor terminativo de "nacer" y le da un carácter
que podría leerse incluso como durativo, en el sentido de que puede
analizarse internamente en etapas, o también incoativo.

En resumen, el aspecto es un fenómeno complejo que, si es con el


objetivo de la descripción, deberá analizarse teniendo en cuenta las
diversas ocurrencias y los solapamientos de procedimientos. En esta
comunicación, sin embargo, nos proponemos analizar el contraste
aspectual –desde el punto de vista de la aspectualidad léxica– de los dos
verbos usados, probablemente, con más frecuencia en el español. Y esto
lo haremos con vistas a proponer una descripción útil para el profesor de
español lengua extranjera a la hora de explicar ese contraste en clase.

El contraste ser / estar

Desde el punto de vista etimológico, las formas del


verbo ser (Corominas, 1994) son el resultado de la fusión de dos verbos
latinos: la mayor parte provienen del verbo esse –que quiere decir
propiamente "ser" o "estar"– y las demás (incluyendo el futuro, el
condicional, el presente de subjuntivo, el imperativo y los verboides)
vienen del latín sedere que significa "estar sentado"; esta última forma,
que se registra alrededor del siglo X, fue debilitando su sentido hasta
convertirse primero en sinónimo de "estar" y luego en "ser".

El verbo estar, por su parte, viene del latín stare, que significa "estar en
pie", "estar firme", "estar inmóvil" y aparece con su significado propio en
español hacia 1140.

Tradicionalmente, las gramáticas de la lengua española se han ocupado


de estos verbos de manera preferencial. Bello, por ejemplo, considera a
ambos verbos tanto por separado como en contraste.

Por un lado, el verbo ser denota existencia absoluta, la propia de la


divinidad –"Yo soy el que soy" dice la Biblia–, pero también se extiende a
otros seres y suele aplicarse a las cualidades esenciales y permanentes.
También aparece en ciertas locuciones muy frecuentes que llevan como
"sujeto el anunciativo que" (Bello, 1847), como en "Si no fuera que teme
ser descubierto" o "Es que no quiero". A veces –básicamente como
estrategia de la lengua escrita y del comienzo de los cuentos infantiles–,
admite una construcción cuasirrefleja como en "Érase una vez..." o el
famoso soneto de Quevedo "A una nariz", que comienza "Érase un
hombre a una nariz pegado..." Y, a menudo, se encuentra entre dos
frases sustantivas, una de las cuales constituye una proposición incluida
o subordinada: "Este hombre es al que Quevedo le escribió el soneto".
Finalmente y como construcción destacada, Bello refiere la conformación
de la pasiva con la presencia de un participio concordado, como en el
caso de "El soneto fue escrito por Quevedo".

Por el otro lado, el verbo estar –sigue diciendo Bello– se refiere a las
cualidades accidentales y transitorias. Puede admitir una construcción
cuasirrefleja, estarse, que significa permanecer en cierta situación o
estado de manera voluntaria. Y, como construcción destacada, observa
que, cuando aparece en presencia de un adjetivo o de un participio que
podría acompañar al verbo ser, "no significa tanto la impresión real o
figurada que el agente hace en el objeto cuanto el estado que es la
consecuencia de ella" (Bello, 1847). Es decir que, si en "El soneto fue
escrito por Quevedo" la "época de la acción es la misma que la del verbo
auxiliar", en "El soneto está escrito por Quevedo" la "época de la acción
es anterior a la época del auxiliar" (Bello, 1847).

Hay, sin embargo, análisis más actuales y más profundos, como el que
hace Fernández Leborans en el capítulo 37 de la Gramática Descriptiva
de la Lengua Española (1999). Esta autora propone una descripción que
será la que, en líneas generales, seguiremos en este trabajo.

El verbo ser es un verbo semánticamente vacío, "insensible al tiempo y al


aspecto semánticos", por lo cual se convierte en el verbo adecuado para
la constitución de predicados oracionales que refieren específicamente a
propiedades o, como la autora elige llamarlos, predicados de individuos.
Por el contrario, los predicados propios del verbo estar se refieren a
estados o episodios e implican, por tanto, cambio o limitación espacio-
temporal. Porque el verbo estar –a diferencia de ser– está dotado de
estructura temporal-aspectual interna y resulta, entonces, el verbo
marcado de esa oposición verbal o, dicho de otro modo, el
verbo estar expresa un tipo de evento (y por ello conlleva información
aspectual) en tanto el verbo ser no comunica ningún evento.

Por supuesto, otras visiones se han proporcionado con respecto a esta


oposición ser / estar. Navas Ruiz (1977), Luján (1980) o incluso De
Miguel (1999) en otro capítulo de la propia Gramática Descriptiva, por
citar solo unos ejemplos, eligen contrastarlos según la figura
emblemática del aspecto, es decir, como perfecto (para estar) e
imperfecto (para ser), en el sentido de que estar presenta los predicados
como terminados, concluidos y por ello, en cambio, mientras ser los
presenta como durativos o en transcurso, sin consideración de cambio
posible. Di Tullio (1997) sostiene que los verbos sery estar no son
predicados semánticos porque carecen de estructura argumental y su
función consiste en la de comportarse como simples soportes de las
propiedades flexionales; de todos modos, los diferencia desde la
perspectiva de que ser aparece con predicativos que atribuyen una
cualidad permanente al sujeto o lo incluyen en una clase, mientras
que estar se usa para predicar o bien una propiedad transitoria o bien
una propiedad que proviene de un cambio.

Finalmente, se ha propuesto, también, que el verbo estar aparece


marcado por un rasgo [+Nexo] que lo relaciona con un estado diferente
del sujeto, frente a ser que, evidentemente, no manifiesta el rasgo
(Carrasco, 1974). E, incluso, que la distinción entre ambos verbos es
sintáctica y no semántica, como sostenemos aquí, y tiene que ver con
diferencias en la estructura de información tema / rema (Raposo y
Uriagereka, 1995).

Una propuesta de clasificación

La distinción tradicional de los verbos ser y estar en términos de


"permanente" y "transitorio" ha traído no pocos problemas a la hora de
explicar el funcionamiento de estos verbos en la clase de español lengua
extranjera. Así, es habitual que los anglohablantes, para quienes uno
tiene una profesión sólo si la está ejerciendo, digan con la mayor
naturalidad "Juan está ingeniero" o "El señor Fernández está el gerente
de la empresa". Porque, comprensiblemente, reconocen que estas
predicaciones tienen límites temporales –Juan no era ingeniero antes de
recibirse y dejará de serlo, en su lógica, después de jubilarse y el señor
Fernández tuvo que trabajar mucho para llegar a ser gerente y nadie
sabe cuánto tiempo durará en el cargo– y, en consecuencia, son
propiedades transitorias que, según la máxima expresada más arriba,
deben aparecer en construcción con el verbo estar.

De la misma manera, y salvo que uno crea en la resurrección absoluta,


es muy difícil conseguir que un coreano comprenda que, en todo caso,
"Juan es muerto" significa algo distinto de "Juan está muerto" y que,
normalmente, lo que él quiere decir lo debe decir como "Juan está
muerto", aunque crea que está muerto de manera definitiva y
permanente.

Resulta más feliz, por el contrario, una distinción basada en términos de


cualidad y estado, en el sentido de que una predicación con ser parece
proponerse como inherente al sujeto e independiente del momento de la
enunciación en tanto una predicación con estar aparece más externa al
sujeto y válida sólo –y en principio– dentro de los límites de la
enunciación.

Por nuestra parte, intentaremos organizar un cuadro en el cual


utilizaremos oraciones con ser y estar tomadas de un corpus de setenta
textos escritos por alumnos universitarios del seminario "Texto y
paratexto: corrección de estilo y producción escrita" que dictamos con la
Dra. María Marta García Negroni en el primer cuatrimestre de este año.
Los textos responden a ejercitación efectuada en relación con el tema de
las secuencias descriptiva, narrativa y explicativa.

Todas las oraciones se reproducen con el verbo opuesto y luego se


realiza una tarea de reconocimiento de gramaticalidad a través de una
encuesta con hablantes nativos, de modo de tener una organización más
confiable que nos permita proponer una descripción –al menos
provisoria– de la oposición ser / estar. El cuadro que resulta es el
siguiente:

Tipos SER ESTAR


Identificadora 1. La contaminación es una *La contaminación está
alteración desfavorable. una alteración
desfavorable.
2. Lo cierto es que existen
diferencias. Lo cierto está que existen
diferencias.
Caracterizadora simple 3. La placenta es La placenta está
acogedora y liviana. acogedora y liviana.

4. Matías es bastante Matías está bastante


bueno. bueno.
Caracterizadora con 5. La superficie externa del La superficie externa del
construcción corión es de poquísimo corión está de poquísimo
preposicional peso. peso.

6. Yo soy para otras cosas. Yo estoy para otras


cosas.
Locativa 7. *Un niño aburrido era en Un niño aburrido estaba
la biblioteca. en la biblioteca.

8. El encuentro era en la El encuentro estaba en la


esquina. esquina.

9. Todos somos a las ocho Todos estamos a las ocho


sin falta. sin falta.
Pasiva 10. Ambas corrientes rojas Ambas corrientes rojas
son separadas por una están separadas por una
membrana. membrana.

11. Muchos barcos eran Muchos barcos estaban


arrasados por los vientos. arrasados por los vientos.
Progresiva 12. *La década del 80 era La década del 80 estaba
llegando a su fin. llegando a su fin.

13. *Su hijo o hija es Su hijo o hija está


atravesando la pubertad. atravesando la pubertad.

Para cada uno de los casos, proponemos un breve análisis, resumen de


las observaciones hechas por los hablantes nativos más algunos
comentarios cuando los creemos pertinentes.

En la oración 1, el nativo sólo admite la posibilidad con ser porque las


oraciones identificadoras son propias del predicado de individuo
(Fernández Leborans, 1999).

En la oración 2, los nativos admiten ambas oraciones. Describen la


oración con ser como una información simple; en cambio, la oración con
estar se convierte en una información indiscutible y definitiva (desde un
punto de vista normativo, la aceptación de gramaticalidad para la oración
con estar podría fundarse en un fenómeno de ‘queísmo’: la oración es
definitivamente gramatical si le agregamos la preposición "en", Lo cierto
está EN que existen diferencias, lo cual la convierte en una locativa).

En la oración 3, ejemplo prototípico de la oposición ser / estar, el nativo


describe la ocurrencia con ser como una observación externa, una
información que se extiende más allá del momento de la enunciación. El
ejemplo con estar constituye una observación hecha desde dentro, desde
la vivencia y concuerda con los límites de la enunciación.
En la oración 4, el hablante nativo observa una distinción de significados
en el atributo. (Extendiendo la explicación que Fernández Leborans
[1999] propone para algunos participios, diremos que muchos adjetivos
resultan bisémicos o, aun, polisémicos. Este es el caso, específicamente,
de "bueno": "ser bueno" se refiere a una cualidad moral, "estar bueno" se
refiere a una cualidad física.)

En la oración 5, la explicación del hablante nativo se equipara a la de la


oración 3.

En la oración 6, los hablantes admiten ambas opciones y las discriminan


entendiendo la ocurrencia con ser como un predicado de contenido
existencial o, en su defecto, incompleto ("Yo soy así para otras cosas")
en tanto que la ocurrencia con estar es una caracterización equiparable a
la oración 5.

En la oración 7, los nativos no admiten la opción con ser (reconociendo


aquí el valor plenamente locativo del predicado episódico o precario de
Fernández Leborans [1999], que, agregamos nosotros, se da con sujeto
de rasgo [+humano] o [+animado]).

En la oración 8, los nativos afirman que la opción con ser se constituye


en una simple información, en tanto que la opción con estar tiene que
ver, en todo caso, con la percepción de un hecho concreto. (Debemos
aclarar que, para que la oración sea admitida como gramatical, el sujeto
debe tener un rasgo [-animado] [+móvil]).

En la oración 9, los nativos sostienen que se repite el predicado


existencial de la oración 6 para la opción con ser y la opción
con estar constituye, simplemente, una información de hecho.

En la oración 10, observan que la explicación es equivalente a la de la


oración 3: la opción con ser propone una descripción externa a la
enunciación y la opción con estar propone una descripción delimitada por
la enunciación. (Nosotros podríamos analizar ambas ocurrencias desde
un punto de vista más gramatical y proponer, sencillamente, que la
ocurrencia con el verbo ser es la forma prototípica de la oración pasiva o
lo que Matte Bon (1995) llama "pasiva de proceso"; en cuanto a la opción
con estar (lo que Matte Bon [1995] llama "pasiva de resultado"),
preferimos sostener, con Fernández Ramírez (1986) que "la construcción
de estar con participio [relativo a evento] imperfectivo equivale a una
pasiva dinámica" como queda claro a partir de la posibilidad de incluir un
agente, que es el caso que se nos presenta aquí.)

En la oración 11, los nativos dicen que la opción con ser se describe
como algo efectivo que está pasando; la opción con estar se describe
como algo que pasó. (En este caso, debemos recordar la observación de
Bello: el uso de ser aquí implica que la "época de la acción es la misma
que la del verbo auxiliar", mientras que, con estar, la "época de la acción
es anterior a la época del auxiliar" [Bello, 1847].)

Evidentemente, las oraciones 12 y 13, que corresponden a los usos


de estar como verbo auxiliar en construcción perifrástica imperfectiva o
progresiva, no admiten gramaticalmente la ocurrencia con sery, en
consecuencia, las opciones con ser fueron invalidadas por los hablantes.

Como se ve hasta aquí, las restricciones de uso de uno u otro


verbo, ser y estar, resultan finalmente bastante limitadas. Es decir que, a
la hora de producir emisiones gramaticales, las ocurrencias con sery
con estar indistintamente suelen ser plausibles en la amplia mayoría de
los casos, lo cual complica bastante la situación de enseñanza para el
profesor de español.

En términos generales, ser y estar difieren por su contenido


aspectual. Ser es un verbo semánticamente vacío, que suele funcionar
como funciona el signo igual en matemática, parangonando los dos
miembros de la ecuación; o como si propusiera una verdad autónoma y
absoluta, independiente de la instancia de la enunciación. Por el
contrario, estar es un verbo que provee una información relativa a una
naturaleza de la acción delimitada dentro del encuadre de la enunciación,
como una verdad relativa o, en cierto modo, como una descripción que
se desvía de la verdad autónoma que podría ser suministrada por ser y,
en consecuencia, se le opone.

Nuestra propuesta, entonces, consiste en considerar que el


verbo ser provee una descripción estable, perenne o permanente, a la
manera de una definición pero que, básicamente, excede los límites de la
instancia de la enunciación. El verbo estar, por su parte, constituye una
descripción inestable, en movimiento o en cambio, como la descripción
de algo que ya ha terminado y, por lo tanto, va a transformarse o puede
transformarse; pero, sobre todo, una descripción válida dentro de los
límites de la instancia de enunciación.
Además, el cuadro provisto pretende funcionar, eliminando los ejemplos
agramaticales, como un esquema para llevar a la clase.

Conclusiones

Inexistente en las demás lenguas romances, la oposición ser / estar del


español ha preocupado y sigue preocupando a gramáticos y lingüistas.
Más aún, desde un punto de vista operativo, suele obsesionar a los
profesores de español lengua extranjera.

Muchas han sido las recetas elaboradas para su clasificación y


propuestas para su uso. Luego de realizar un breve relevamiento de esas
caracterizaciones y reconocer los usos efectivos en textos de estudiantes
universitarios, organizamos un esquema que contrasta las ocurrencias de
ser y estar. Encuestamos entonces a hablantes nativos acerca de la
legitimidad o no de esas ocurrencias y sus respuestas concordaron, de
manera bastante ostensible, con la bibliografía analizada. A partir de todo
ello, arriesgamos nuestra propuesta –provisoria– para describir la
oposición ser / estar que enmarcamos dentro de una perspectiva de
discriminación aspectual.

El verbo ser provee una descripción estable, perenne o permanente, o


bien absoluta a la manera de una definición y que excede los límites de
la instancia de la enunciación. El verbo estar, por su parte, constituye una
descripción inestable, en movimiento o en cambio, como la descripción
de algo que ya ha terminado y, por lo tanto, va a transformarse o puede
transformarse; una descripción, en fin, válida dentro de los límites de la
instancia de la enunciación.

Explicado con un ejemplo: esta comunicación habrá sido larga,


pero está terminada.

Referencias bibliográficas

 Bello, A. (1847) Gramática de la lengua castellana. Buenos Aires,


Anaconda, 1943.
 Carrasco, F. (1974) "Ser vs. estar y sus repercusiones en el
sistema" en ThBICC XXIX, 316-349.
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castellana. Madrid, Gredos.
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 Di Tullio, A. (1997) MANUAL DE Gramática Del Español. Buenos
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 Fernández Leborans, M.J. (1999) "La predicación: las oraciones
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Española. Madrid, RAE, cap. 37.
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 Luján, M. (1980) Sintaxis y semántica del adjetivo. Madrid, Cátedra.
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lengua a la idea. Madrid, Edelsa.
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