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La expresión trabajo humano se utiliza para hacer referencia a una actividad humana, que supone un esfuerzo
físico o intelectual del hombre.
El intercambio de trabajo por salario supone el hecho de que sea prestado por cuenta y bajo la dependencia de
otro, que suponga un intercambio específico de trabajo dependiente y retribución.
Lo esencial en el trabajo por cuenta ajena está en la distribución originaria, en que los frutos desde el
momento mismo de su producción pertenecen a otra persona, nunca al trabajador. Esa ajenidad se proyecta
sobre el crédito salarial, en cuanto el trabajador por su prestación laboral dependiente percibirá de su
empleador una compensación económica garantizada, no asume la responsabilidad del resultado del trabajo.
También se hace referencia a un trabajo libre, que no se ejecuta en régimen de esclavitud o servidumbre, pero
no basta con que no exista violencia física o amenaza para que el trabajo pueda ser considerado libre. La
libertad implica la posibilidad de elegir y la de poder decir que no, con lo cual hay una limitación a ella, cuando
se trabaja por necesidad, no del trabajo, sino del salario, de una prestación para atender las necesidades de
subsistencia. Esa necesidad limita la libertad, es lo que lo obliga a aceptar que los frutos de su trabajo
correspondan a otra persona.
La sumisión a los poderes del empleador tampoco es compatible con el acuerdo libre de voluntades. La
ajenidad en los frutos le da fundamento lógico y jurídico a la posición de supremacía del empleador. El
trabajador queda sometido al poder del empleador de organizar la actividad productiva en su empresa, de
dirigir la actividad de sus dependientes y de sancionar los incumplimientos.
El ius variandi es una facultad que se reconoce exclusivamente al empleador en función de las necesidades de
la producción, lo que lleva a que el trabajador no pueda modificar esa limitación a su libertad. Está subordinado
al poder de dirección del empleador.
Se habla de una restricción de la libertad interna y externa, interna en cuanto a la sumisión a los poderes del
empleador durante el tiempo de trabajo, y externa en cuanto a que condiciona la libertad de organizar sus
tiempos personales.
El empleador cuenta también con un poder disciplinario, el control que se ejerce sobre este poder es posterior
a su ejercicio por el empleador. Este poder prevalece sobre la regla de continuidad y sobre la protección de la
estabilidad en el empleo.
El derecho del trabajo aparece como una respuesta jurídica y normativa que reconoce tanto la falta de libertad
de quien es contratado (carencia que es a su vez consecuencia de su necesidad económica) como la resignación
de libertad que supone la sumisión a los poderes jerárquicos del empleador. A partir de ello, se crean una serie
de reglas y un conjunto de medios técnicos para poner límites a las consecuencias de la supremacía del
empleador y a la resignación de libertad por parte del trabajador. Es por ello que el sujeto protegido por el
derecho del trabajo debe ser el trabajador dependiente.
El derecho del trabajo es la rama del derecho que regla el contrato de trabajo dependiente, con el objeto de
proteger a los trabajadores, y que lo hace dando a ese contrato contenidos obligatorios, por medio de normas
públicas imperativas o de normas producto de la autonomía colectiva de los mismo trabajadores, contenidos
cuya aplicación efectiva se refuerza con un uso intensivo del poder de policía estatal.
La noción de relación de dependencia está en la esencia misma del derecho del trabajo, es la que le da razón
de ser. Se la define como un vínculo entre el trabajador y el empleador caracterizado porque tiene más alcance
o más intensidad que el que se produce en cualquier contrato, como en los de prestación de servicio, de modo
que ese vínculo se convierte en algo necesario para la economía del trabajador, que en el interés de obtenerlo
o conservarlo, termina por perder parte o toda su libertad de actuar con respecto a ese contrato. Por eso es
que la relación de dependencia expone al trabajador a abusos y por eso es que se necesita de refuerzos y de
protección.
El derecho del trabajo debe por necesidad de definición ser protectorio, y lo es en cuanto sus normas, o el
resultado de la aplicación de estas, superan lo que dispone el derecho común.
El derecho del trabajo se caracteriza, a diferencia del derecho común, por ser un conjunto de normas de
aplicación necesaria. Esas normas imperativas lo que hacen es dar contenidos mínimos obligatorios al contrato
de trabajo. Se trata de asegurar mínimos indisponibles y no de dar contenidos rígidos al contrato que impidan
adaptarse a la realidad cambiante.
PRINCIPIOS
Se debe ubicar conceptualmente a aquellos otros P que la doctrina suele presentar como propios del derecho
del trabajo. Se pueden observar dos grandes grupos en esos otros principios: los que podrían responder
también, a una preferencia axiológica, pero no son exclusivos del derecho del trabajo (que pueden ser
identificados como P generales del derecho aplicado), y los que no suponen siquiera una opción valorativa y
sólo conforman expresiones operativas posibles de la lógica de la protección.
En el 1er grupo se encuentran los de buena fe, igualdad de trato, justicia social, equidad y primacía de la
realidad.
En el 2do grupo no se incluyen P, ya que se trata tan solo de medios técnicos de los que se vale la disciplina
para proteger al trabajador, su ausencia no pone en cuestión la identidad del derecho del trabajo. Se destaca la
proyección del P de protección sobre el sistema de fuentes, y que se traduce en reglas para interpretar las
normas jurídicas (in dubio pro operario), para seleccionar la regla del derecho aplicable en supuestos de
concurrencia conflictiva de normas (norma más favorable), para resolver cuestiones que plantea la sucesión de
normas (condición más beneficiosa) y para definir los límites de la autonomía de la voluntad (irrenunciabilidad).
REGLA DE IRRENUNCIABILIDAD
Una de las características propias y definitorias de la ley labora es su vocación restrictiva de la autonomía de la
voluntad, lo cual tiene por finalidad asegurar mínimas condiciones de dignidad en el desarrollo de la relación
de trabajo.
Esta regla constituye la garantía de cumplimiento de aquel objetivo esencial del ordenamiento protectorio,
dado que quita todo efecto a la voluntad del trabajador destinada a privarlo de un beneficio reconocido a su
favor.
- La garantía de negociación: se refiere al carácter imperativo de las normas, legales y colectivas, que por
naturaleza misma de dicha imperatividad prohíben la renuncia a su aplicación.
La renuncia a derechos incorporados al patrimonio del trabajador nunca será válida a través de un acto
unilateral de éste, ya que solo mediante la excepción a la regla de irrenunciabilidad de derechos que
constituyen los negocios liberatorios admitidos (acuerdos transaccionales o conciliatorios) es posible abdicar de
un derecho adquirido. Y tales actos se plasman mediante un acto bilateral, sometido a formas y controles
externos a las partes.
Plá Rodríguez señala dos razones fundamentales para rechazar la renuncia como un acto unilateral y admitir la
transacción.
La 1ra de carácter teórico: la transacción supone trocar un derecho litigioso o dudoso por un beneficio
concreto y cierto, mientras que la renuncia supone simplemente privarse de un derecho cierto.
La 2da de carácter práctico: siendo la transacción un acto bilateral y de concesiones recíprocas, no significa
sacrificar gratuitamente ningún derecho, sino que se obtiene siempre a cambio de la concesión, alguna ventaja
o beneficio.
La prescripción descansa no solo sobre la necesidad de poner término a la incertidumbre de los derechos, sino
sobre una presunción de abandono por parte del titular
La caducidad se funda exclusivamente en la necesidad de dar seguridad al tráfico jurídico, y opera por el mero
transcurso del tiempo.
La prescripción es estimable solo a instancia de parte, debe ser alegada por la parte que pretende se estime.
La prescripción es susceptible de interrupción por acto del que por ella pueda resultar perjudicado.
Art 15 LCT.
Los acuerdos transaccionales, conciliatorios o liberatorios sólo serán válidos cuando se realicen con
intervención de la autoridad judicial o administrativa, y mediare resolución fundada de cualquiera de ésta que
acredite que mediante tales actos se ha alcanzado una justa composición de los derechos e intereses de las
partes.
Sin perjuicio de ello, si una o ambas partes pretendieren que no se encuentran alcanzadas por las normas que
establecen la obligación de pagar o retener los aportes con destino a los organismos de la seguridad social, o si
de las constancias disponibles surgieren indicios de que el trabajador afectado no se encuentra regularmente
registrado o de que ha sido registrado tardíamente o con indicación de una remuneración inferior a la
realmente percibida o de que no se han ingresado parcial o totalmente aquellos aportes y contribuciones, la
autoridad administrativa o judicial interviniente deber remitir las actuaciones a la Administración Federal de
Ingresos Públicos con el objeto de que la misma establezca si existen obligaciones omitidas y proceda en su
consecuencia. (Párrafo incorporado por art. 44 de la Ley N° 25.345 B.O. 17/11/2000)
La autoridad judicial o administrativa que omitiere actuar del modo establecido en esta norma quedará incursa
en grave incumplimiento de sus deberes como funcionario y será, en consecuencia, pasible de las sanciones y
penalidades previstas para tales casos. (Párrafo incorporado por art. 44 de la Ley N° 25.345 B.O. 17/11/2000)
En todos los casos, la homologación administrativa o judicial de los acuerdos conciliatorios, transaccionales o
liberatorios les otorgar la autoridad de cosa juzgada entre las partes que los hubieren celebrado, pero no les
hará oponibles a los organismos encargados de la recaudación de los aportes, contribuciones y demás
cotizaciones destinados a los sistemas de la seguridad social, en cuanto se refiera a la calificación de la
naturaleza de los vínculos habidos entre las partes y a la exigibilidad de las obligaciones que de esos vínculos se
deriven para con los sistemas de seguridad social.
PROYECCIÓN DE OTROS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO SOBRE EL DERECHO DEL TRABAJO
Art 11 LCT: Cuando una cuestión no pueda resolverse por aplicación de las normas que rigen el contrato de
trabajo o por las leyes análogas, se decidirá conforme a los principios de la justicia social, a los generales del
derecho del trabajo, la equidad y la buena fe.
Buena fe
- Buena fe objetiva: es la buena fe en sentido étnico o buena fe lealtad. Se estructura sobre la creencia y
confianza que tiene un sujeto en que una declaración surtirá en un caso concreto los mismos efectos que
ordinaria y normalmente ha producido en casos iguales.
Equidad
Los casos desiguales deben tener un trato desigual o diferencial y la norma debe ser adaptada por el operador
jurídico a la realidad y a las singularidades de cada supuesto. La aplicación de la norma debe ser adaptada y
comprender la figura específica del caso.
Justicia social
Alude al bienestar económico y social de la sociedad como una comunidad de trabajo y de orden económico y
social del pueblo de un Estado.
La justicia debe prescindir siempre las relaciones intersubjetivas, en donde resulta imprescindible la función
correctiva del Estado (ejercida de modo general merced a las leyes) y de los jueces (en forma individualizada a
través de las sentencias).
Razonabilidad
Esta conducta debe influir en la conducta de las partes vinculadas por un contrato de trabajo, de la misma
manera que debe orientar y determinar toda conducta humana.
Igualdad de trato
Por esta ley se prohibe cualquier tipo de discriminación entre los trabajadores por motivo de sexo, raza,
nacionalidad, religiosos, políticos, gremiales o de edad.
Art. 17 bis. Las desigualdades que creara esta ley a favor de una de las partes, sólo se entenderán como forma
de compensar otras que de por sí se dan en la relación.
El empleador debe dispensar a todos los trabajadores igual trato en identidad de situaciones. Se considerará
que existe trato desigual cuando se produzcan discriminaciones arbitrarias fundadas en razones de sexo,
religión o raza, pero no cuando el diferente tratamiento responda a principios de bien común, como el que se
sustente en la mayor eficacia, laboriosidad o contracción a sus tareas por parte del trabajador.
Significa que en caso de discordia entre lo que ocurre en la práctica y lo que surge de documentos o acuerdos,
debe darse preferencia a lo primero, a lo que ocurre en el terreno de los hechos.
Es necesario que los jueces indaguen la real intención de los sujetos participantes en una determinada relación,
más allá de la voluntad de los intervinientes en sus expresiones.
Principio de progresividad
Si hay cambios legislativos se deben hacer solo para mejorar las condiciones habituales.
Se debe buscar la condición más beneficiosa, pero ello no quiere decir que si se implementa una ley que es
peyorativa, vaya a ser válida.
LA DEPENDENCIA LABORAL
Dependencia jurídica: se configura cuando un trabajador en forma voluntaria se incorpora a una empresa total
o parcialmente ajena y coaccionado por la posibilidad de que el empleador haga cesar la vinculación en caso de
desobediencia, se compromete a acatar las órdenes y directivas que le importa las personas que tienen a su
cargo el ejercicio efectivo del poder de dirección, en tanto no se aparten de los términos del contrato y demás
normas del derecho objetivo que resulten aplicables.
Es el poder atribuido en la empresa para dar órdenes, determinar la forma en que debe ser ejercitada la
actividad de los trabajadores, y someterlos al poder disciplinario, teniéndose en cuenta además el ajuste a
horarios, sistemas de control, obligación de asistencia, etc.
1.1. Trabajador por cuenta propia: el prestar de los servicios adquiere o se beneficia inmediatamente con los
resultados productivos, es decir, que los mismos forman parte del haber profesional y patrimonial de
aquel.
1.2. Trabajador por cuenta ajena: los frutos del trabajo pasan directamente a otra persona que se beneficia con
ellos desde el momento en que se producen.
2.1. Trabajo autónomo: es el prestado por quien dispone plenamente sobre la manera de llevarlo a cabo, hay
ausencia de instrucciones sobre el modo de ejecución.
2.2. Trabajo dependiente: es aquel realizado por persona distinta de la que posee el poder de disponer sobre el
esfuerzo laboral de quien lo presta.
3.1. Trabajo libre: no hay imposición del trabajo por otra persona.
3.2. Trabajo forzoso: es aquel cuya obligatoriedad está garantizada con sanciones.
4.1. Trabajo a título oneroso: la finalidad es adquisitiva, pretende una ventaja económica.
El trabajador que es protegido por el derecho laboral es cuando el trabajo sea prestado por cuenta ajena,
dependiente, libre y a título oneroso.
TRABAJO AUTONOMO
El autónomo es un trabajador que desarrolla su actividad por cuenta propia, ya que adquiere de modo
originario los resultados de su labor, cuyo destino final en el mercado se articula a través de negocios jurídicos
diversos.
Es un trabajador independiente, en el sentido de que no se somete a las órdenes y directivas que emanan del
poder de dirección y organización de otra persona.
Si la relación estatutaria es la situación tradicional y típica del empleo público, en el punto de oposición
extremo se instalan los supuestos en los que el Estado contrata prestaciones personales insustituibles a través
de locaciones de servicios o de obra.
La doctrina y la jurisprudencia designan como contratados a aquellos trabajadores que celebren un contrato
con el Estado para la realización, a favor de éste, de una tarea personal e insustituible, por un tiempo
determinado, diferenciándolos así de todos los demás trabajadores contratados por el Estado, sea bajo el
régimen del derecho administrativo (o estatutario) o de la legislación laboral.