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Acerca de un texto de Andrew Beards
En el tercer capítulo del libro de Andrew Beards: Método en Metafísica: Lonergan y el
futuro de la filosofía analítica es brevemente comparado y contrastado el método lonerganiano
con las metodologías inherentes a los enfoques [approaches] filosóficos diversos como el de
Quine, Alex Oliver, David Lewis, C.B. Martin, Michael Dummett, Hilary Putnam y Alfred
North Whitehead, igualmente se incluye una mirada rápida sobre el método de la
fenomenología. La ³rápida´ visión que hace de todo lo que trata, en esa misma medida espero
que este texto logre esa ³rapidez´ característica de los textos para este seminario. Y sin reparo
alguno les comunico que igual que con los textos anteriores no tengo fe en que el expositor del
caso logre hacer algo con el encargo, enfrentándose a un texto que por su forma, contenido y
terminología sintética que dificulta cualquier acercamiento, elabore algún escrito con un estilo
que no se vea ni muy perturbado o calcado de la lengua inglesa en su manera de armar las
frases, ni de ordenar los párrafos, o cargado de anglicismos, como es el estándar de algunas(sino
la mayoría) de las traducciones. Sin embargo proceder a enumerar los tópicos del texto del que
se pretende dar cuenta, con la esquematización acostumbrada dado que por la cantidad de
autores raya este en el malabarismo escolástico, o para ser más amables bebe en el consuelo que
se tiene al servir de intérprete, en el sentido de traductor que permite el diálogo ±posmortem
ciertamente- entre diversas escuelas gracias al conocimiento profundo que tiene tal personaje de
las terminologías de unas y otras, una especie de premio por un largo estudio, que parece no
tener otro nombre que el de erudición de testimonios.
El título del libro de Beards deja mucho que decir pues hay argumentos para rechazar la
existencia del ³futuro´ de la filosofía analítica, acogiendo la tesis de Juan Acero: ³La filosofía
analítica no existe en estos días´ (Acero, 1985, p.20) Esto quiere decir que antes que nada la
filosofía actual es en este sentido filosofía pos-analítica. Por lo tanto en tal caso relacionar el
pensamiento de Lonergan con la actual filosofía analítica no es para nada una acción afortunada
al tener presente la tesis de Acero. Sin embargo el título de Beards La cuestión del método, da
en el blanco con un punto que dice el profesor Acero ³la doctrina del método es en la
actualidad una reliquia (aunque se trate de una reliquia de tiempos no demasiado lejanos). Sin
embargo sin esta doctrina del método no hay una base suficiente para hablar de la significación
de la Filosofía Analítica´ (Acero, 1985, p.21.) apunta al corazón de la filosofía analítica, ahora
inexistente o en palabras del profesor de la universidad de Granada: ³agua pasada´ (Acero,
1985, p.17.)
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Lo que Lonergan entiende como las intelecciones que resultan de cada una preguntas
de la siguiente triada ³ µ¿Qué hago yo cuando estoy conociendo?¶; II) µ¿Por qué lo que estoy
haciendo es conocimiento?¶; y III) µ¿Qué hago cuando conozco [el hecho de] que estoy
conociendo?¶.´ (Beards, Pág. 59) corresponden dentro de la filosofía de Lonergan,
respectivamente a: 1) la teoría del conocimiento, 2) epistemología, y 3) la metafísica (Cfr.
Método en teología, 2006, p.31). µIntelección¶ tiene aquí el sentido de una respuesta a las
preguntas mencionadas, y tiene la connotación con el acto de relajarse, dejar de lado de la
tensión resultante de una indagación apremiante, y es el producto del procurar comprender los
motivos que explican más que describen sin más de la operación del inquirir humano en
general.
Lonergan distingue entre tres fases en la metafísica: 1) metafísica latente, es decir una
anticipación metafísica de la realidad operativa con la que nosotros pensamos, 2)metafísica
explicita, metafísicas problemáticas, conflicto entre escuelas, (Para las implicaciones de la
metafísica Cfr. Lonergan, 2005, p 466.ss.) y finalmente 3) metafísica crítica. (Cfr. Beards, 2008,
Pág.88.)
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Ahora bien la propuesta lonerganiana de la metafísica en el sentido arriba determinado
se 1) sirve de la crítica a A) la metafísica de la presencia, tal como Heidegger pero
fundamentándose como hemos visto no en el olvido del ser sino en el del sujeto, B) al mito del
conocer es solamente ver, es decir de la reducción de las operaciones que constituyen el
conocimiento, al aspecto de una de ellas exclusivamente. Y C) a las epistemologías en las que
los datos son tomados o bien crudos, o bien inmediatamente dados. 2) apropia de la tradición
aristotélico-tomista, rescatando la metafísica aristotélica que ocurre teniendo la base
epistemológica realista crítica tomista.1 Así pues se trata de una manera de ³derivación de
términos y relaciones básicas entre o a partir de los datos del ingenio [consciousness], una
manera de aceptar la metafísica tradicional en algún sentido que no es el del ser-conocido [to-
be-known] en la actividad cognitiva humana´ (Beards Pág. 62.). 3) se distancia de los
planteamientos clásicos en cuanto I) que su interés no tiene como centro el ser sino el conocer.
De esto se sigue, asegura Beards, que los acercamientos a diversas temáticas metafísicas por
parte de Lonergan, emergen a partir de su realismo crítico, esto es de su posición
epistemológica. Y II) Lonergan no ignora los asuntos como la causa formal y la eficiente tras la
modernidad, además del conflicto presente en las diversas interpretaciones de Aristóteles.
Siendo estos dos últimos puntos los que determinan la aproximación critica que hace nuestro
autor a la obra del Estagirita y a su tradición (cosa obvia desde la misma modernidad).
Anotemos igualmente del artículo de Beards: 1) que la ciencia moderna si bien ha
abandonado la lista aristotélico-tomista de las causas reales, ella misma podemos decirlo según
este comentarista, se ha concentrado dentro de aquella descartada lista, en el elemento de la
causa formal: un patrón u organización de los datos. Y 2) Todo filósofo de la ciencia realista
sostiene hoy en día que la ciencia es intrínsecamente revisable, consideración que es el corazón
del concepto de ciencia en la filosofía de Quine. 4) En este planteamiento el conocimiento tanto
del sentido común y como de la ciencia puede extrapolarse en términos metafísicos pues la
metafísica tiene raíces semánticas, como la filosofía analítica re-descubre, y en esa medida tiene
soporte en ciertos principios y estructuras anticipatorias del pensamiento. Se trata entonces una
apropiación sumamente especial, en la medida en que considera la metafísica en función del
acto de conocer, pero sobre todo del preguntar para conocer. Una deuda con la tradición
aristotélica no se hace esperar. Y esto se evidencia en varias áreas: A) La terminología que
emplea con frecuencia, la forma de escribir, la cual podemos denominar lógica de las
definiciones o si se quiere descripciones y distinciones que emplea: signos objetivos de su
deuda con la tradición escolástica, al fin y al cabo dice Lonergan nadie puede hacer abstracción
de su educación; B) Aunque diverge con aquella tradición aristotélica en varios puntos, retoma
sigue y profundiza otros: por ejemplo la distinción entre conocimiento descriptivo y
aclaratorio-expositivo[explanatory], el realismo tomista (que indagar por las operaciones de la
mente sea un problema nada desdeñable), aunque asegure Lonergan que lo hace desligándose
del compromiso metafísico tan marcado de Aquino.
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En este orden de ideas, y dado el interés por el método que tiene Lonergan, Beards para
explorar en el registro metafísico este asunto, se pregunta: ³¿cómo es abordado el tema del
método en metafísica por otros contendientes filosóficos [de Lonergan, se sobreentiende] en
este terreno y en particular por quienes propugnan por un renacimiento de la metafísica en el
sector de la filosofía analítica?´ (Beards, Pág. 65.) Esta es la pregunta rectora de toda la
indagación que Beards realiza con los filósofos analíticos.
Es decir, el camino que Lonergan sigue cuando dirige a la metafísica es del conocer
hacia el ser, por es realmente objeto de su obsesión todo aquello que tenga que ver directamente
o indirectamente con el conocimiento. El punto de partida, y llegada es el realismo crítico: por
decirlo así abrevando en un espíritu neo-escolástico pero que en vez de estar obsesionado con
los problemas del ser, cosa harto común en esa escuela, este está obsesionado con el
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µRealismo crítico¶ tiene varias acepciones, entre ellas la de Lukács, y en general la concepción
epistemológica, esto es la aristotélico-tomista, en el ámbito del neotomismo y la neo-escolástica, entre
esto último destaca la propuesta por el Cardenal Mercier (Cfr. Llano, 2003, p.115)
conocimiento, pero sin que esa brillante gracia le quite la carga-exigencia de los compromisos
ontológicos.
Esta pregunta implica un excurso por la filosofía analítica en cuanto al tema del método
respecta. Pero ¿Cuáles son los contendientes de Lonergan?
Menciona a Alex Oliver partidario del uso del principio de parsimonia o más conocido
con el nombre de la navaja de Ockham, tema recurrente en el artículo, es decir un compromiso
con una cierta economía en la metafísica. Esto es abogar por el empleo de un mínimo de
predicados primitivos tanto por elegancia como por simplificar la teoría.
La ontología de Oliver busca esta simplicidad pero no siempre queda claro como ha
empuñado la navaja de Ockham. Nuestro comentarista nos dice que Oliver adopta de de David
Lewis el criterio de parsimonia (Cfr. Beards, 208, p.72). Quedando en claro que dicha economía
abogada por el primero no representa un gran avance y mucho menos si resulta siendo una moda
y que en general es un desiderátum, esto es lo mejor a lo que podemos aspirar pero un deseo no
cumplido, el ideal por tanto de una ontología simple no tan exuberante con una muy buena
podadora de Ockham.
Pero Beards prosigue con Quine: Además arguye que cuando uno sigue a Carnap
negando que la idea de analizar los actos intencionales conscientes pueda proveer a la filosofía
de una base para sus reflexiones, la consecuencia natural es el incursionar en los problemas de
la traducción y de su incompletitud. Las paradojas y otra serie de posiciones que se
autodestruyen presentes en la filosofía de Quine, son el resultado del rechazo y abandono del
análisis de los actos intencionales conscientes o más estrictamente hablando de intentar
abandonarlo. Para redirigirse al pensamiento realista se sirve de argumentos de C.B. Martin
para concluir nuevamente que el realismo es la posición de la filosofía lonerganiana, la cual no
es ambigua como las demás posiciones abordadas: ³Y ciertamente, el escepticismo,
relativismo, idealismo, y semejantes son formas parasitarias de las nociones del conocimiento
humano´ ( Beards, 2008, p.87-88)
Por su parte dice el comentarista la paradoja de la teoría de las clases de Russell, es
producto de la cosificación ilegitima de la noción de clase, esto es en terminología tomista:
tomar la parte por el todo, o en palabras de Dummett una cuantificación generalizada. (Beards,
2008, Pág.85.)
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En la filosofía orgánica de Whitehead algunos han puesto su atención quienes se
interesan no tanto en resucitar la metafísica sino las gentes que poseen un marcado interés por
ella, aunque este no sea propiamente resucitatorio.
Beards asegura que Whitehead y Lonergan tienen puntos comunes: 1) la intención de
poner de manifiesto la metafísica asumida con el cambio de visión desde el mundo aristotélico a
la ciencia moderna, Y 2) ambos consideraban de máxima necesidad criticar el empirismo
ingenuo y las versiones caricaturizadas de la metafísica de la presencia para hablar en términos
de la escuela heideggeriana.
Pero ambos autores difieren de manera sobresaliente: Lonergan persigue la sospecha y
recuperación de la tradición aristotélico-tomista, pero como lo hace fundamentándose en su
posición epistemológica y de teoría cognoscitiva, resulta que la somete a la defensa en tono
crítico. Para establecer la distinción Beards ³se arriesga´ supuestamente porque se sirve es de la
autoridad de otros para sentar lo que él quiere decir, con el talón de Aquiles de la filosofía de
Whitehead: su dependencia de la ciencia moderna; la ausencia, según Dorothy Emmett -primera
autoridad sobre este punto- de unos fundamentos epistemológicos críticos que invitan al puro
escepticismo o un más leve agnosticismo en el sistema de Whitehead. Según esto en este
sistema se restablece algo parecido al atomismo de Demócrito, o alas monadas de Leibniz
solamente que con las ventanas abiertas en lo que respecta a las representaciones que tenemos
del mundo externo. Esto no basta para el realismo crítico, además ¿qué instancia puede
asegurarnos la existencia de tales entidades microscópicas? O bien ¿qué o quién nos asegura qué
sean esas y no otras? En cuanto que tales entidades no son digamos necesarias para la
explicación de los problemas epistemológicos, Whitehead -denuncia Beards- bebe en el crudo
atomismo, el comentarista asegura además que es ese atomismo lógico como el del >ractatus de
Wittgenstein, es un producto proyectivo de la imaginación (Beards, 2008, p.72.)
El realismo crítico requiere de una distinción entre aquello que lo que es propio,
exclusivo al conocimiento humano, y entre lo que compartimos con los animales en nuestras
reacciones espontaneas al medio ambiente. (Beards, 2208, p.71) No le basta una aserción
dogmática de correspondencia entre las representaciones provenientes del mundo externo con
los actos de la cognición en la conciencia perceptual. A lo sumo, y sirviéndose entonces de
elementos en la exposición sobre Whitehead efectuada por Percy Hughes, Beards declara que
el punto más débil en el pensamiento del coautor de los crincipia es la epistemología.
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La navaja de Ockham se empuña al servicio de ciertos compromisos filosóficos
particulares, hundiéndola en otros puede descartarse la ontología asegurando que contienen
µpredicaciones excesivamente misteriosas¶ o bien que contradicen al sentido común, o a los
µhechos básicos¶ en el sentido de Moore. Pero esta formulación así enunciada no es muy
precisa que digamos aunque bien señala Beards un humeano daría a buena parte de los objetos
adoptados por la ontológica el apelativo de quimera, o predicación misteriosa, o filosofía
abstrusa. El emplear la navaja de Ockham ½ua principio del método, es el asunto en esta
sección. Esta navaja ha sido consagrada en la sentencia escolástica: Entia non sunt
multiplicanda praeter necessitatem. Traduzco: Los entes no son cosas para multiplicar excepto
cuando hay necesidad. Sin embargo no está presente en las obras de Ockham, tal sentencia es
uno de esos dichos atribuidos. A pesar de ello, esta sentencia, encierra el espíritu de la filosofía
analítica de una ontología de un desierto frente a la de una selva en donde infectan toda clase de
seres ponzoñosos y venenosos. Un espíritu de rigurosa obediencia y pobreza, que se caracteriza
por una sequedad donde el alma se evapora a cada momento« Navaja asesina en el caso del
asesinato es señal de no otra cosa que del asesino el arma homicida. Pero pudieron participar
más individuos en el siniestro. Tal imagen aduce el comentarista es un poco más compleja si
nos trasladamos al sector de la ontología.
Asegura que el principio de de economía explicativo resulta ser circular en el caso del
naturalismo reduccionista de la ontología que Quine propone (Cfr. Beards, 2008, p.74.) Pero
que en cambio, Lonergan en su propuesta con las cuatro operaciones ±recalca Beards- no cae en
tal circulo sino que da el apoyo a que lo que es sea no como en empirismo acrítico lo que es
sentido, sino todo aquello que es inteligentemente captado y razonablemente afirmado.
Esto porque Lonergan al poner el conjunto de las cuatro operaciones da cuenta de la
constitución del proceso de conocimiento que es empírico e inteligible en lo que respecta a su
constitución. Según esta interpretación el naturalismo de Quine no es sostenible pues deja sin
apoyo todo lo que puede ser sentido directamente, es decir en la terminología que emplea
Beards niega la conciencia perceptiva, y con ello no fundamenta la base de sus filosofemas de
un modo realista crítico, sino que hay una ambigüedad que permite la enunciación de absurdas
sentencias que se autodestruyen: escepticismo a ultranza, y sobre todo ambigüedad.
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Esta sección es sin duda la más oscura para el expositor, por lo que simplemente me limitare a
decir que: La noción µ>ruth Making¶ empleada en alguna ocasión por Lonergan, cuya ubicación
Beards no especifica, ha de comprenderse en líneas generales en compañía con el hecho de que
el conocimiento que tenemos de la realidad consiste tanto en juicios afirmativos como
negativos. La noción es coherente con el identificar la necesidad y suficiencia de realidad en los
juicios que poseen verdad de hecho (Cfr. Beards, 2008, p.74.).Sin embargo no entiendo el
planteamiento ni la objeción de Richards Cartwright tiene a la noción mencionada.
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El comentarista asegura algo bastante enigmático, es y es asegurar que hay un cierto
giro lingüístico en la filosofía de Lonergan. Nada mejor que esperarse en un texto como el de
Beards titulado como se titula. Esto lo hace bajo el supuesto de que la metafísica en sus diversas
versiones analíticas resulta ser la explicitación de los fundamentos de la semántica, pero a
diferencia de otros autores Lonergan no sigue con el prejuicio en contra de la investigación de
los actos mentales, que procede por lo menos desde Carnap. Procede el comentarista en acercar
y diferenciar la propuesta lonerganiana de la metafísica, porque por su parte, el enfoque de
Michel Dummett ±asegura Beards p.78- cuando se trata de las relaciones entre lenguaje lógica y
metafísica es algo semejante al tratamiento que hace de ellas Lonergan.
Pero ambos autores difieren en otras cosas, por ejemplo que Dummett emplea para
investigar el lenguaje las herramientas del análisis formal del lenguaje, por su parte Lonergan
considera el lenguaje ½ua expresión de los agentes humanos inteligentes y razonables, sin
embargo Lonergan no se sirve del aparato formal en el tema del lenguaje, debido a que la lógica
que el estudio es la lógica de Santo Tomas2 , esto es una lógica que se centra más que otra cosa
en la comprensión y su desarrollo.
La lógica del método escolástico en la que la afirmación y la negación eran reclamadas
a través de las distinciones, para de esta manera en la más remota esquina ³solucionar´ las
cuestiones, es un punto que al parecer Dummet también evalúa.
Pero la posición de Dummet el intuicionismo. Es decir Lonergan tiene en mente una
lógica que se ocupa de asuntos cognoscitivos más que en los aspectos formales del lenguaje.
Los sistemas lógico formales expresan según opinión de Beards la actividad conceptual verbal
simbólica de los seres humanos. Esto implica que suministran simplemente una perspectiva de
nuestras operaciones inteligentes y razonables, esto es así cuando tenemos el enfoque
cognitivo.
Lonergan asegura en Insight que la lógica puede ser deducida a partir del análisis
cognitivo (Citado por Beards, 2008, p.80-81). A partir de Lonergan la postura de Priest no
puede sostenerse. Aduce en esta sección un fragmento de Insight (cfr. Beards p.79) en el que
Lonergan en cuanto al principio de tercero excluido asegura que su validez se debe al acto de
juzgar, a la afirmación o negación del juicio y en el andar buscando la más adecuada
comprensión y formulación de una cuestión en general. Punto en común con el tomismo como
había ya señala do Beards en la primera sección del texto, Lonergan siguiendo la tradición
tomista, considera la verdad en el momento del juicio.
Otro caso es la pregunta por la validez del principio de no contradicción que según
Graham Priest, en su texto Acerca de la Aritmética inconsistente, si bien no vale para todos los
casos, ha de restringirse en un sentido lógico matemático la aplicación de la contradicción (Cfr.
Beards, 2008, P.79). La posición de que no conocemos es auto-destructiva, ocurre lo mismo
con el negar el principio de no-contradicción. La posición de Priest es incoherente en el
realismo crítico, esto se debe al rechazo de la parte integral de este a saber la exigencia racional
que se denomina principio de no contradicción. Cfr. (Ibíd., Pág.80.)
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En lo que respecta a la analiticidad en Quine, y lo a priori en el conocimiento asegura
Beards, el enfoque de Lonergan tiene en cuenta la anticipación de la realidad en cuanto que ella
es inteligible, pero éste además establece las operaciones de la inteligencia y la razón como un
hecho metafísico del conocimiento propio que tenemos de nuestras operaciones y también de
nuestras capacidades para conocer la realidad. Esto significa que los juicios pueden estar no sólo
referidos a los datos sensibles, o a la evidencia de la conciencia sino que pueden ser meramente
lógico- matemáticos, y lo que es más importante, ser respuestas a preguntas de diversos tipos
pero en particular sobre la existencia de la realidad, o si se prefiere a la realidad de nuestro
conocimiento de las cosas del mundo.
Hablar sobre la realidad, y ente o ser es un descalabro en ciertas tradiciones filosóficas.
Lonergan toma al ser, al ente, a la realidad, en su filosofía en el contexto de nuestros procesos
cognoscitivos. Podemos tener como objetos de nuestras intelecciones [Insights], objetos
meramente mentales o reales-fácticos, y de su existencia extra-mental sólo podemos dar cuenta
con la afirmación o negación en el nivel del juicio. Esta posición difiere mucho de la metafísica
de Meinung, en ella en algún sitio ha de existir aquello de lo que decimos algo.
Increíblemente Beards asegura, pero dice estar siguiendo a Apel y a Tugendhat (Cfr.
Beards, 2008, p350, n.46), que la diferencia ontológica entre ser y ente, o en pocas palabras la
filosofía heideggeriana tomada muy someramente en el conjunto de este artículo, puede
desmitificarse transponiendo sus términos a los de los filósofos analíticos. (Ibíd., p.81-82.)
También entra en consideración la diferencia entre esencia (quididad, formas, naturalezas) y el
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El Aquinate define la lógica como ³Ars directiva ipsius actus rationis, per quam scilicet homo in ipso
actu rationis ordinate, faciliter et sine errore procedat. ´ In Analytica costeriora I Lectio 1. Citado por
Iosephus Gredt 1958, p.7. ?
ser de las cosas. Ahora bien, Beards dice que en el análisis del lenguaje efectuado por
Lonergan, el cual µser¶ es comprendido como aquello a lo cual se refieren las proposiciones
asertóricas, por lo tanto µser¶ pertenece a la esfera cognitiva; mientras que por su parte el µes¶
pertenece al terreno de los enunciados, que son expresados en el lenguaje proposicional. O sea:
µser¶ es sinónimo de µnuestro conocimiento de la realidad¶. Y en la medida en que esto es así, el
conocimiento de tales diferencias contribuye al proceso del conocimiento, pues evita: ora
mistificar la noción de ser, o cosificarla-reificarla-como ustedes prefieran-; ora tomarla como
una cierta ³super-cosa´ al lado o más allá de las demás cosas.
La definición heurística de la realidad, como aquello que es conocido por medio de la
inteligencia y la razón, es decir la realidad ½ua lo inteligible o aquello que podemos conocer,
es otra vía que han seguido algunos filósofos analíticos como Karen Green en su libro sobre
Dummett.(Cfr. Ibíd., p.350, n.47.) El proyecto metafísico de Dummett es una exploración de lo
que la realidad es. Para eso evita un realismo ingenuo o un empirismo simplista, asegura
Beards, siendo pues la posición de Dummett es en la filosofía analítica algo común, una
afirmación de un realismo que simultáneamente insiste en el hecho de que la realidad misma es
relativa a nuestro conocimiento. Esto significa tal posición en palabras de Beards es anti-
realista, (Ibíd., p.82). Hilary Putnam, según el comentarista empleado en este seminario, en su
texto Realismo y Razón, también apunta [appears], en términos lonerganianos al isomorfismo
entre la realidad y nuestro conocimiento, pero Putnam considera que al punto en que se ha
abandonado el realismo ingenuo, se toma cercanía, un cierto desvío [drift] hacia el idealismo
(Cfr. Ibíd,p.83), según la interpretación de Beards, a la que remite en el capitulo anterior esta
dicho que tanto el idealismo como el relativismo son posiciones confusas y parásitas del
empirismo, una vez más ni siquiera Putnam logra alcanzar el realismo crítico.
En cuanto a la opción kantiana cuando aceptamos por decirlo de alguna manera la
validez de la definición heurística de realidad, según Beards, hemos puesto límites a nuestro
conocimiento y no somos tan absurdos o necios como para postular la cosa en sí, el gran
desconocido de la filosofía kantiana.
La pregunta teísta recalcitrante, que además sirve para burlarse de la epistemología
kantiana, tiene un carácter neo-escolástico, en esta ocasión la cuestión es: ¿cómo sé yo, que no
soy Dios, sabiendo todo acerca de todo? (Cfr. Ibíd., p.83).
La alternativa es ora no sé nada en absoluto ora conozco mis limitaciones. Como quien
dice o se es un completo bruto o se es consciente de los límites de las facultades cognoscitivas.
Supuesta la omnisciencia de Dios, no puedo afirmar lo primero luego se implica que no soy
Dios. Pero de paso se sabe que algo de la realidad es inteligible, algo (estrictamente hablando
sólo de mis limitaciones, y mediatamente tras el silogismo que el hecho de no ser Dios) es
cognoscible o inteligible. (Cfr. Beards, 2008, Pág.83). Vemos en semejante cuestión algo de
teología dogmatica mezclada con silogística, pero el punto es que la argumentación resulta a
todas luces sumamente forzada.
Prosiguiendo: Lo a priori es el hecho cognitivo de que lo semejante reconoce a lo semejante,
(Cfr. Ibíd., p.83), este hecho fundamenta la generalización y la analogía. (sentencia de
Demócrito aducida en múltiples lugares por Aristóteles).
El enfoque lonerganiano de la analiticidad, según Beards (Beards, 2008, pág. 84),
envuelve también un análisis de los principios analíticos y de las clases de proposiciones, que
son también expresiones de los tipos de juicios. La forma básica de los juicios racionales es la
siguiente: es comprendido un condicionado y un conjunto de condiciones conectadas con aquel
y el juicio resulta a partir de la captación libre de aquellas condiciones. Los principios analíticos
son estipulados a partir de los juicios de realidad, esto es, a partir de los conocimientos
definitivos que tenemos acerca de los entes singulares.






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³El núcleo del método en metafísica puede derivarse a partir de la teoría del
conocimiento, y también podría suministrar una manera normativa y critica de evaluación los
resultados del sentido común, la ciencia, y la erudición´(Ibíd. p.86). Aunque puedan oponerse
las comprensiones del sentido común, con las de la ciencia o las de la misma filosofía.p.87. Pero
la metafísica en la acepción lonerganiana, tiene que integrar los dos más importantes focos del
saber humano, a saber, la ciencia y el sentido común, sin dejar de lado claro está la filosofía
como una apropiación crítica de nuestras operaciones cognoscitivas.
Dos factores entran aquí en consideración: el primero, las posibles oposiciones entre el sentido
común, la filosofía y la ciencia; segundo, el polimorfismo de la consciencia humana, es crucial
la comprensión, el análisis y la identificación de las características de la conciencia humana.
Beards sostiene una semejanza con Wittgenstein, a saber que la identificación y resolución del
conflicto filosófico requiere un esfuerzo terapéutico para poder librarse de las posiciones
filosóficas equivocadas, este esfuerzo surge espontáneamente a partir del hecho de anticipar la
realidad como aquello que es conocido. P.87.
Como se ha visto en la primera sección la metafísica lonerganiana se sostiene dentro de la
tradición tomista, pero establece la critica realista como su base.
Beards considera que sus reflexiones Dummet debe salir de las ideas que tiene el sentido común
sobre el espacio y el tiempo p.88
El realismo crítico distingue entre las nociones metafísica s que pueden ser validadas
críticamente y aquellas que son resultado de las proyecciones acríticas e imaginativas a partir
de la experiencia sensible.
³El lenguaje ordinario, como todo lenguaje, expresa entonces varios aspectos del flujo de la
conciencia humana. El flujo de la conciencia humana busca hacer progresos de modo común,
intersubjetivo, estético, practico, religioso, e µintelectual¶. Las palabras e imágenes tiene una
dimensión afectiva, simbólica, y estética« el mito es metáfora expandida, y la metáfora
penetra en el lenguaje. Su dimensión afectiva e imaginativa del lenguaje y el pensamiento es
desde luego una característica permanente de la existencia humana´ (Beards, 2008, pág.89.)

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En resumen Lonergan se apropia de su tradición que es el tomismo pero su obsesión es


el conocimiento, digamos que a Lonergan lo mata el conocer. Pero ese perturbado y santo
horror por el conocimiento tiene claramente compromisos ontológicos, por lo que también ha de
acercarse a la metafísica su propuesta la determina por medio de la posición realista crítica.
Nada raro para quien afirma que ³en cualquier filosofía, es posible distinguir, por un lado, su
teoría cognoscitiva y, por otro, sus pronunciamientos sobre temas metafísicos, éticos y
teológicos. Digamos que la teoría cognoscitiva es la base y los demás pronunciamientos son la
expansión´ (Lonergan, 2005, p.462.)

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J.J. Acero Fernández, ilosofía y análisis del lenguaje, Madrid, Editorial Cincel, 1985.
Beards Andrew, Method in Metaphysics. Lonergan and the future of analytical philosophy, Toronto,
2008. Llano Alejandro, Gnoseología, Pamplona, Eunsa, 2003.
Gredt Iosephus, Elementa chilosophiae Aristotelico->homisticae I, Herder 1958.
Lonergan Bernard, Insight: estudio sobre la comprensión humana, Traducción por Francisco Quijano,
Sígueme, 2005.
---------------------- Método en teología, Traducción de Gerardo Remolina Sígueme 2006.

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