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Sección monográfica | Programas de lectura, prácticas de escritura y educación literaria | 15

Programas de lectura, prácticas de


escritura y educación literaria
Gustavo Bombini | Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de San Martín (Argentina)

El presente trabajo presenta los planes de lectura como políticas de estado que no deberían estar sujetas a
los cambios de gobierno, y que son desarrolladas por un conjunto multidisciplinar de profesionales. No se
trata de presentar la ideonidad de las prácticas en el ámbito de la educación formal frente a la no formal o
“educación popular”, o de plantear la necesidad de sacar la promoción de la lectura del ámbito escolar sino
tratar de englobar todas las experiencias en un espacio de “enseñanza literaria” que se vaya consolidando y
creciendo a través de experiencias positivas que precisan tanto del mediador más cercano como del gestor
público.

Palabras clave: Programas de lectura, planes de lectura, educación literaria, prácticas de escritura, lectura.

the present work introduces Reading plans as state policies that should not be subjected to government
changes. They should be equally developed by a multidisciplinary team of professionals: It is neither a mat-
ter of presenting the suitability of the practices in the formal education realm versus non formal or ‘popular
education’ nor the planning of the necessity of taking the promotion of reading away from school. In fact it
is about the attempt to cover all the experiences in a space of ‘literary teaching’, an area that must be set and
grow through the positive experiences from both the nearby mediator and the public agent.

Keywords: Reading programs, reading plans, literary education, writing practice, reading.

Dos mundos enfrentados a partir de las líneas de acción propuestas


En las últimas dos décadas aproximada- por esos organismos. Se trata de los lla-
mente, las acciones gubernamentales mados “planes”, “programas”, “campañas”
realizadas desde los Ministerios de Cultura de lectura cuyas denominaciones suelen
y de Educación de los países de la región agregar además el adjetivo “nacional”;
iberoamericana, han puesto un énfasis en “planes”, “programas”, “campañas”, “nacio-
la lectura, y en especial en la lectura de li- nales” de lectura, sean éstas más o menos
teratura, como práctica cultural y pedagó- centralizadas en las capitales de los países,
gica cuyo ejercicio habría de estimularse más o menos federalizadas en cuanto a

http://dx.doi.org/10.4995/lyt.2016.5823 ©2016 SEDLL. Lenguaje y Textos, 43, 15-22


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desarrollos regionales, jurisdiccionales o la gestión de la instituciones educativas


departamentales.1 formales que se oficialicen y archiven; los
Se trata de políticas de estado que programas en estas acciones en el “más
intentan tener permanencia, sostenerse allá de la escuela” más bien se producen
más allá de los cambios de gestión de go- para instancias previas de divulgación de
bierno, fueran éstas del signo que sean, y las ofertas, en el caso de que se tratara de
que convocan y comprometen a un con- cursos, talleres y seminarios; menos proba-
junto diverso de profesionales entre los ble aún será dar con algún documento de
que se encuentran escritores, narradores contenido si se trata de una conferencia o
orales, ilustradores, bibliotecarios, pro- una charla abierta con un escritor, un ilus-
motores culturales, talleristas, maestros, trador o un especialista y menos aún si se
profesores, entre otros posibles, a los que trata de un espectáculo de un narrador o
se suman los propios gestores y técnicos narradora. Asimismo no siempre existen
gubernamentales. dispositivos de registro, memoria o análisis
Profesionales, docentes, técnicos de las posterior al desarrollo que de este tipo de
burocracias estatales, entonces, han estado acciones que diera lugar a un cierto acopio
consolidando en los últimos años un ver- de la experiencia acumulada a favor de la
dadero campo de trabajo diferenciado, en construcción de conocimiento específico
algún sentido original, que ha venido de- sobre estas prácticas.
sarrollando cierto proceso de profesionali- No tenemos ninguna duda de que en
zación y un reconocimiento laboral y que la implementación de cualquiera de los
viene demostrando –aunque lentamente- formatos de acciones mencionados se po-
su capacidad para hacerse cargo de los pro- nen en juego saberes, experiencias, conoci-
pios recorridos de experiencia acumulada mientos teórico-literarios y conocimientos
que ofrecen la posibilidad de “no empezar prácticos acerca de la lectura, de los tex-
de cero” cada vez. tos, de los autores; saber que se ofrece en
Sucede que muchas de estas acciones, la propuesta y que invita a la construcción
conocidas habitualmente como del campo colectiva de otras formas de saber como re-
de la “promoción de la lectura”, ocurren en sultado de este tipo de propuestas que, en
ámbitos que no pertenecen a la educación general, hacen hincapié precisamente en
formal, como la escuela o los institutos de sus aspectos participativos.
formación de docentes o las universidades, Por lo que, a partir de los anterior, nos
y por esa localización es que los requeri- preguntamos: ¿qué tienen que ver este
mientos de ciertas formas de la burocracia tipo de proyectos, de programas, de líneas
escolar no están presentes; es habitual que de acción, de políticas de estado con lo que
no haya programas de estudios, planifi- tradicionalmente hemos venido enten-
caciones u otros documentos típicos de diendo como enseñanza de la literatura?

1 En relación con la cuestión de programas gubernamentales de lectura véanse distintos aportes realizados desde el CERLALC y
en especial dos trabajos que se encuentran on line Didier Alvarez, Zapata, Una región de lectores que crece. Análisis comparado de
planes de lectura en Iberoamérica. 2013. Bogotá. CERLALC. 2014 y Luis Bernardo Peña y Beatriz Helena Isaza, Una región de lectores.
Análisis comparado de planes nacionales de lectura en Iberoamérica. Bogotá. CERLALC. 2005.

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La pregunta es legítima y algunas de sus espectro de prácticas que la configuran,


posibles respuestas ayudarían a dar sentido más allá del ámbito donde se desarrollen.
al planteo que nos proponemos hacer en Si concibiéramos al trabajo con la li-
este mismo trabajo. teratura a la manera de un continuum de
Desde largo tiempo, hemos estado prácticas2, podríamos pensar en un amplio
pensando a estas prácticas de manera ámbito de experiencias posibles que van de
separada del campo de la enseñanza de la lectura de un texto literario en la clase de
la literatura como campo escolar formal; lengua, aunque este sea presentado con el
más aún, hemos pensado a estas prácticas explícito interés de dar un ilustrativo ejem-
como opuestas a las otras, en el sentido de plo de un determinado fenómeno gramati-
creer que estas prácticas en el más allá de cal o retórico hasta la invitación que se hace
la escuela se reconocerían como prácti- a niños de un barrio pobre de cualquiera de
cas necesariamente bien recibidas, de im- nuestras ciudades para participar de un es-
pacto positivo en la formación literaria de pectáculo de narración oral. Máxima forma-
las personas; y esto en desmedro y acaso lización académica e institucional en el pri-
como reproche hacia la tradición de la es- mer caso, seguramente el nombre del texto
colarización de la literatura. Justamente, literario en cuestión y el de su autor han
en el contexto de muchos programas de sido asentados con anterioridad en una
la llamada “promoción” de la lectura se ha planificación y es nuevamente registrado
hablado de la necesidad de “desescolarizar” en un libro diario de temas o cualquier otra
la enseñanza de la literatura en la convic- forma de registro. Además, seguramente
ción de que la escuela siempre optó por el ese texto leído forma de parte de las lec-
camino equivocado de la lectura obligato- turas incluidas en un material didáctico del
ria y la demanda de tarea y que sería pre- mercado editorial escolar o haya sido incor-
cisamente en estas experiencias en el más porado en un edición casera de selección
allá de la escuela donde estaría garantizada de textos para el uso de un aula en particu-
la construcción de un buen vínculo entre lar. En el segundo caso, el texto “dicho” por
lectores y textos cuyo resultado final sería el narrador o la narradora dirigido a los ni-
la acariciada “formación del lector literario”. ños y niñas del barrio seguramente ha sido
Queremos matizar. Ni la escuela está elegido a partir de un criterio de armado
condenada al fracaso, ni las experiencias de repertorio de ese profesional donde ha
en el más allá de la escuela están conde- tenido en cuenta el interés de sus desti-
nadas al éxito. En cualquier caso se trata se natarios, algunas cualidades narrativas del
superar dicotomías improductivas y poco texto para ser oralizado, el reconocimiento
fundamentadas que descomplejizan una literario de su autor y la posibilidad de su
cuestión como es la de la enseñanza lite- reconocimiento por parte de la audiencia
raria que debe ser reconocida en el amplio infantil y /o adulta, algún criterio de nove-
dad de catálogo editorial, la disponibilidad

El concepto de “continnun” ha sido desarrollado por la pedagogo Gilda Romero Brest en “Propuesta para una visión ampliada
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de la educación”, Buenos Aires, Cuadernos del CICE, 1987; y “Educación no formal. Precisiones Terminológica y Estrategias de
Democratización”, Buenos Aires. Cuadernos del CICE. 1989. He desarrollado un análisis histórico sobre experiencias de educación
no formal en la Argentina en Bombini, Gustavo, Los arrabales de la literatura. La historia de la enseñanza literaria en la escuela secun-
daria Argentina (1860-1960). Buenos Aires. Miño y Dávila y Facultad de Filosofía y Letras. UBA: 2004.

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material de esos textos elegidos en el diferentes pero al fin en torno a un mismo


ámbito comunitario, entre muchos otros objeto cultural, y que acaso tengan en el
factores. horizonte los mismos destinatarios.
A su vez, la perfomance de este narra- A la hora en que nos proponemos
dor o narradora podría encuadrarse bien entonces establecer estos puntos de con-
en la oferta cultural de un centro vecinal tacto entre experiencias de enseñanza que
que se propone acercar la cultura literaria se desarrollan en el ámbito de la educación
a niños y niñas más desfavorecidos desde formal y otras que se producen en el ám-
las instituciones barriales o, ese mismo bito de la educación por fuera de la escuela,
profesional podría ser parte de otro pro- en el “más allá de la escuela, en la educa-
grama con el mismo propósito pero que ción “no formal”, dirían unos o en el campo
elige como espacio de intervención a la de la “educación popular”, dirían otros, ad-
propia institución escolar. En este último vertimos que son precisamente, estas po-
caso, el narrador o la narradora se constitu- lémicas por la denominación de estos otros
yen como un actor visitante en el campo ámbitos en los que se producen prácticas a
escolar que viene a dejar la marca de lo las que decidimos englobar como de “ense-
distintivo; un tipo de lectura (tal los textos ñanza literaria”, las que dan cuenta de una
de su repertorio), un modo de presentarla rica historia de experiencias en diversos
(la novedad de la oralización acaso como espacios sociales y con diversos modos en
garantía de mayor acceso), los fines de su que se produce la enseñanza, unos modos
intervención (en principio otros respecto particulares de propiciar relaciones con la
de la selección de un texto para su uso en literatura.
el aula como era el caso del primer ejem- En la hipótesis de la existencia de esa
plo) y también cierto de sentido furtivo de rica historia de experiencias, a las que no
su presencia, un acontecimiento puntual, hay que pensar como experiencias aisla-
no secuenciado, que habrá de reconocer das sino como parte de políticas públicas,
una mayor o una menor impronta para las cabría realizar una reconstrucción, a través
prácticas de lectura literaria habituales de la de procesos de investigación, que diera
escuela. cuenta de aspectos específicos y relevantes
Hasta aquí, otra vez los dos mundos de esas experiencias como las de grupos
enfrentados, la dicotomía entre escuela ideológicos, a veces coincidentes con gru-
y más allá de la escuela; pero a la vez, un pos obreros como serían las experiencias
ejemplo que muestra una intersección que se registran en muchos países a princi-
posible. pios del siglo XX entre obreros socialistas o
anarquistas que se organizaban para tomar
Prácticas de lectura: zonas de contacto con la cultura escrita y donde los
cruce e intercambio propósitos se relacionaban con la forma-
Aceptada entonces la lógica de continuun a ción para la toma de conciencia política o
la que hicimos referencia más arriba, cómo gremial. En esta línea sabemos de formas
seguir pensando en zonas productivas, de de trabajo o metodologías que buscaban
cruce y de mutuo intercambio y enriqueci- garantizar el debate de ideas, la discusión
miento, que acaso partan de presupuestos en torno a los textos y sus sentidos. En

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muchos casos, la ficción habría de conver- de alerta para evitar que los obreros queda-
tirse en ámbito para la discusión de ideas ran atrapados por los encantos de ciertos
políticas: de este modo la lectura de Emile géneros de escritura literaria, de carácter
Zola, por ejemplo, habría de ser argumento masivo, que se consideran nocivos para la
para la discusión sobre problemáticas so- formación crítica del sujeto, como podrían
ciales en los círculos de lectura o “lecturas ser ciertas “novelas por entregas que edito-
comentadas” que compartían a principios riales inescrupulosas lanzan”. Por el lado de
del siglo XX, grupos de trabajadores socia- los grupos anarquistas, los modos de lec-
listas y anarquistas en distintos círculos de tura parecen no restringir tanto la libertad
autoformación en los que la lectura ocupa para las interpretaciones pero las intencio-
un lugar central. nes de formación ideológica prevalecen.
En otros trabajos nuestros (Bombini, De este modo se leen pensadores políticos
2004, 2008), y siguiendo investigaciones y filosóficos claves como Kropotkim, Faure,
anteriores, realizadas desde el campo de Reclus y Malatesta junto con Nietzsche,
la historia literaria y cultural o desde la Darwin, Mendel y Spencer pero juntos con
historia de la educación o la de los movi- estos textos doctrinarios y filosóficos tam-
mientos sociales, hemos advertido sobre bién la literatura con Zola, ya nombrado,
el marcado sentido pedagógico que han más Tolstoi, Balzac, Shaw, Eca de Queiroz,
asumido ciertos proyectos político-cultu- entre otros.
rales lo que nos permite reforzar esta idea Barrancos recoge documentación que
del campo de la enseñanza literaria como le permite dar cuenta de un dispositivo lle-
un territorio de prácticas diversas. Dora vado adelante por los grupos anarquistas
Barrancos, historiadora de los movimien- al que denomina “lecturas comentadas”
tos sociales de principios del siglo XX en en el que prevalece la lectura en voz alta
la Argentina ha indagado sobre el modo (a cargo de los “mejores” lectores) y la dis-
en que grupos socialistas y anarquistas se cusión donde puede producirse el disenso
daban para sí mismos dispositivos de lec- o el acuerdo, pero en ningún caso la indi-
tura que garantizaran la formación de cierta ferencia o la nula participación. Como dan
conciencia político-ideológica. En general testimonio algunos participantes entrevis-
es la biblioteca pública o popular pero tam- tados por Barrancos, “Todo el mundo tenía
bién la sede del gremio, el club barrial y que opinar y si alguien no la hacía, entre
otros centros comunitarios y culturales, los los otros le pedíamos que manifestara su
domicilios posibles para la reunión de estos idea, qué le había parecido, en fin, lo que
grupos con afinidad política y allí se desa- representaba para él, eso que se decía”
rrollan, para el caso de los grupos socialistas (Barrancos, 1987, 1990, 1991).
dispositivos mencionados como “conversa- Una línea de continuidad en este
ciones familiares”, “lecturas familiares” o “lec- tipo de experiencias nos llevaría desde la
turas dirigidas”. Esta última denominación Argentina de las dos primeras décadas del
parece remitir a cierta idea de restricción o siglo XX, a experiencias que se producen
control de las interpretaciones que se ha- sobre el fin del mismo siglo e inicios del
brían producido en estos espacios de lec- siguiente en España. Se trata del movi-
tura compartidos y a la vez, a ciertas formas miento de “tertulias literarias”, relacionado

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especialmente con la educación de adultos Esta dimensión vital en la relación que


y de adultos mayores y que ha tenido en se establece con la literatura en el espa-
los trabajos de Ramón Flecha a uno de sus cio de la tertulia parece poner en tensión
principales promotores e investigadores. aquellas posiciones de la propia tradición
En su libro Compartiendo palabras, Flecha de la enseñanza literaria en la que un canon
da cuenta de su trabajo de investigación recuperado y legitimado a partir de ciertos
sustentado en la pedagogía crítica y en los valores (la nacionalidad, la idea de “patria”,
enfoques de la educación dialógica de ins- el uso de la lengua correcta), un cierto cor-
piración freireana. Trabaja con historias de pus de saberes retóricos, historiográficos y
vida, en algunos casos de migrantes inter- retóricos y la transmisión de cierta moral
nos, como es el caso de Manuel, un andaluz (de la mano de algunas operaciones de
que trabaja en Barcelona, que participa de censura), eran los principios constitutivos
una tertulia en la disfruta de la lectura del para los procesos de selección de textos
Romancero gitano, a la hora en que se de- literarios en la escuela. Cierta recuperación
bate acerca de la figura de Federico García de la subjetividad del tallerista participante
Lorca, presentado como poeta popular en parece alertarnos sobre otros modos cultu-
el ámbito de la tertulia, Manuel difiere y no rales en los que los sujetos establecen rela-
reconoce a Lorca como un poeta popular ciones con los textos. Esas expresiones de
sino que más bien lo asocia a la figura de un adhesión, simpatía, ciertas manifestaciones
“señorito andaluz”, es decir, a alguien que acerca del efecto de goce que los textos li-
está más cerca de los grupos de elite que terarios provocarían forman ya parte de un
del pueblo. Sus vacaciones en Cadaqués discurso acerca de la literatura de cierta le-
junto a Salvador Dalí y a Gala no parecen gitimidad social y cultural.
dar cuenta de alguien que pudiera aso-
ciarse con lo popular. Más allá de la com- Los talleres de escritura
plejidad de este cruce de representaciones, Otro modo de analizar la productividad de
interesa observar cómo se trabaja en esta las relaciones entre prácticas de enseñanza
discusión en la tertulia con aspectos de literaria dentro de la lógica de continuun
lo que podríamos llamar biografismo, en que venimos planteando es el de registrar
términos de los estudios literarios, como aquellos casos en que prácticas que inicial-
se trabaja con lo que sería una sociología mente se desarrollaron en el campo de la
literaria, una discusión que emerge de la educación no formal, acaban –a partir de
lectura de los textos literarios y que involu- diferentes procesos de recontextualiza-
cra a los sujetos en los modos en que vin- ción– ocupando un nuevo lugar, innovador
culan autoría, vida, con producción literaria y a la vez, fundador de nuevas tradiciones
lo que lleva a Ramón Flecha a afirmar: “La en el campo de la educación formal. Tal es
literatura no venía de la autoridad del pro- el caso de los llamados “talleres literarios” o
fesor o del currículo, sino de sentimientos “talleres de escritura” en los que prevalece
humanos muy intensos. No era para ser el interés de los participantes por sus pro-
individualmente estudiada, sino colectiva- pios proyectos de escritura. Este tipo de ta-
mente compartida” (Flecha, 1997). lleres asumieron distintas formas a partir de
distintas ofertas: unos interesados asistían a

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talleres coordinados por escritores, más o en tareas de escritura que poco a poco co-
menos reconocidos, y otros, a talleres coor- mienzan a incluirse en libros de texto, en
dinados por profesores de literatura. Esta principio en los de la enseñanza de lengua,
diferencia en cuanto a la responsabilidad menos frecuentemente en los de literatura.
de la coordinación sin duda tenía efectos La implementación de talleres literarios en
en el enfoque de la propuesta de trabajo la escuela supone una transformación sig-
y generaba adhesiones o rechazos más o nificativa del habitus del aula, la posición
menos acentuados hacia un tipo o hacia el del profesor, como coordinador, el rol activo
otro. Lo importante es señalar que hacia los de los alumnos, la construcción de conoci-
años setenta en distintos países de nuestra miento en la práctica, las nuevas prácticas
región, la práctica de escribir textos litera- de lectura de textos literarios que son los
rios bajo el formato de clase-taller empieza producidos por los propios pares, las discu-
a cobrar un nuevo sentido. (Frugoni, 2006, siones acerca de lo literario que esta nueva
2016; Bataller, 2015). situación de lectura invita a desarrollar, los
Podríamos afirmar, con plena concien- nuevos circuitos de circulación de los tex-
cia de que puede presentarse desacuerdo, tos literarios cuando se propicia la realiza-
que la práctica de escritura literaria o de ción de una publicación que trasciende las
ficción, como también suele decirse, en el paredes del aula, el efecto cultural hacia la
ámbito del taller se presenta como el modo propia escuela y hacia la comunidad esco-
más activo de relacionarse con la dimen- lar cuando la escuela se convierte en un
sión de lo literario. Y en este sentido, pode- espacio de producción discursiva y estética.
mos decir que en la resolución de cualquier Zona de cruce, préstamos y mutua
“consigna de taller” se ponen en juego sa- apropiación, es probable que un profesor
beres específicamente literarios que se de literatura que haya asumido la práctica
ponen en juego en los procesos de com- de taller en el aula, sea un lector de textos li-
posición de los textos. De este modo, la terarios que lee en esa nueva clave que nos
construcción de la voz narrativa, el manejo habilita el taller que es leer como escritor
de la temporalidad, la métrica y la rima, la o leer para construir una nueva consigna,
productividad de sentidos de la metáfora un modo de leer donde lo teórico literario,
podrían ser todos temas de un programa lo retórico, se entrecruza con el cuerpo a
de un curso de teoría literaria de carácter cuerpo con el texto que supone resolver el
fuertemente especulativo o crítico analítico desafío de escritura propuesto. Ese profe-
pero también, estos mismos conceptos sor que asume la escritura como problema
podrían ser parte del guión, del andamiaje de su clase de literatura, es a la vez un afi-
teórico-práctico de un taller focalizado en lado lector de los textos de sus alumnos y
la escritura de textos narrativos o de textos más afilado lector aún de la complejidad
poéticos. (Bombini, 2012). que se juega en los procesos de escritura.
Las dinámicas de taller, desarrolladas Atenderá a los aspectos de ese proceso y
en espacios privados, por escritores o por sus comentarios redundarán seguramente
profesores, se reciclan y se recuperan en en productivas reescrituras que enriquece-
formas de trabajo que abordan los profeso- rán los textos iniciales y que le devolverán al
res, en libros específicos dedicados al taller, propio escritor una imagen positiva sobre

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su propio texto. La posición del profesor literatura muestra a su vez la potencia de


que comenta ya no es la de un corrector de las prácticas culturales, en este caso de la
la normativa sino la de intérprete produc- práctica literaria para generar situaciones
tivo, la de un crítico sagaz, que alienta a la de enseñanza.
prosecución de la tarea. En esta lógica de continuun cabe tam-
A la vez, la escena del taller es una bién señalar que en las últimas décadas las
escena colectiva donde los comentarios, políticas educativas y culturales han identi-
lecturas y devoluciones no solo vienen del ficado y buscado atender ciertos contextos
lado del profesor coordinador sino también en los que también se producen prácticas
de los otros alumnos pares que, por haber culturales y pedagógicas con el lenguaje y
atravesado el mismo desafío, han adquirido la literatura. Talleres escolares y extraescola-
un saber desde la práctica que les permite res en ámbitos de cárceles, en zonas atra-
comentar los textos ajenos. vesadas por conflictos bélicos, en espacios
Abrevar en la propia literatura para donde permanecen refugiados por razones
seguir inventando el taller será una tarea políticas, zonas de fuerte exclusión social y
común de un tallerista en el taller del ám- material (Petit, 2009), son los espacios que
bito no formal como lo sería de un profe- más nos desafían para preguntarnos de
sor que asumió el taller como dinámica de manera persistente: ¿qué es la enseñanza
su clase. Esa apropiación productiva de la literaria?

Referencias bibliográficas
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1914-1930. Boletín CEIL-CONICET, 16.
BARRANCOS, D. (1990). Anarquismo, educación y costumbres en la Argentina de principios de siglo. Buenos Aires:
Contrapunto.
BARRANCOS, D. (1991). Educación, cultura y trabajadores (1890-1930), Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.
BATALLER CATALÁ, A. (2008). El taller de escritura poética y la educación literaria. En Joaquín Nuñez Sabarís y
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Universidad de Minho. Sociedad Española de Didáctica de la Lengua y la Literatura.
BOMBINI, G. (2004). Los arrabales de la literatura: la historia de la enseñanza literaria en la escuela secundaria argentina,
1860-1960. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras.
BOMBINI, G. (2008). La lectura como política educativa. Revista Iberoamericana de Educación. Monográfico:
Perspectivas en torno a la Lectura, 46, 19-36.
BOMBINI, G., (2012). Hacia las prácticas. En Bombini, G. (compilador), Lengua, literatura y formación docente. Buenos
Aires: Editorial Biblos.
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FRUGONI, S. (2006). Imaginación y escritura. La enseñanza de la escritura en la escuela, Buenos Aires: Libros del zorzal.
FRUGONI, S. (2016). Imaginación y escritura. La enseñanza de la escritura en la escuela, 2ª Ed. Buenos Aires: El hacedor.
PETIT, M. (2009). El arte de la lectura en tiempos de crisis, México: Editorial Océano.

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