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Mi idea central, es realizar un aporte para reflexionar, desde el marco teórico propuesto por la

materia, sobre de las nuevas modalidades de organización del trabajo que se vine impulsando desde
el último par de años. Me refiero a la MERITOCRACIA, en tanto sistema moderno de criterios; una
doctrina que se fundamenta en valores tales como el esfuerzo, la superación, el emprendimiento, los
méritos individuales, la “igualdad”, la justicia y fundamentalmente el progreso. Como señalan estos
artículos que citan a los gobernantes actuales, en vistas de considerar que “el modelo anterior
fracasó” por tener “intereses ideológicos” contaminantes, la llegada de este sistema importado
sostenido en los méritos individuales, aparece como la solución. Paradójicamente, mientras se afirma
que la ideología no tiene importancia para la política, se acepta como absoluta una premisa
completamente ideológica: la de la ampliación constante de la clase media y la del triunfo del
individualismo. Se hace notorio entonces que Cambiemos se apoya en ese triunfo del ideal del
individuo sobre lo colectivo, o para decirlo en términos políticos: el “ciudadano” desplazó al
“proyecto”. Fundamentalmente se apunta a la clase media que se realiza a sí misma, como el sujeto
central al cual se busca interpelar política y culturalmente. Es por ello que decido abordar esta
cuestión en particular desde los atravesamientos en los SISTEMAS EDUCATIVOS, dado que me
parece una institución fundamental y transversal a las clases sociales, que permitirá elucidar más
claramente los peligros de sistematizar esta doctrina en espacios públicos históricos morados de
valores sociales. Hacia el final también aspiro a poder definir aproximativamente el lugar que le
queda la psicología en este contexto.

Ahora bien, para este análisis, decidí dividir las posibles consecuencias e implicaciones de la
Meritoracia en organizaciones educativas, atendiendo a tres dimensiones que atraviesan a los y las
trabajadores/as:

- Su “trabajo” en sí, en tanto el desempeño de su “actividad”.


- Sus relaciones vinculares laborales, tanto horizontales como verticales.
- Sus repercusiones en la salud, en sentido amplio.

LOURAU señala bien cómo, si bien cada organización se rige por una función particular, hay
discursos y practicas diversos que la multi-atraviesan (una institución educativa tiene
movilizaciones militares y un hospital tiene intrincaciones fabriles). Por ello las instituciones
educativas están atravesadas por el factor económico, haciendo que la materialidad esté presente
siempre. También, como retoma CHAMIZO GUERRERO, las instituciones están siempre englobadas
en procesos sociales más amplios; son formas adoptadas del modo de producción/reproducción de
relaciones sociales en un momento dado de la producción. Esto hace que se puedan inmiscuir
ideologías dominantes, lo cual se torna doblemente peligroso si además referimos a ideologías
cristalizadas en sistemas que no pertenecen a nuestro margen local.

La Meritoracia (“debida recompensa”) se funda en China, se promueve en Gran Bretaña y hoy prima
gran parte de las organizaciones laborales en países muy desarrollados. Entonces aquí se vuelve
evidente, siguiendo a PANAIA, que ante una “crisis estructural” como la que demarca el gobierno, se
buscan soluciones importando doctrinas, obturando el desarrollo de conocimientos sobre las
condiciones de trabajo en nuestra realidad laboral, y se orientan las medidas hacia la reproducción
de fuerza de trabajo, teniendo efectos destructivos en el lazo sociedad-actor social, al desaparecer
su trayectoria personal y futuros proyectos. Las instituciones educativas entonces, caen también
presas de esta modalidad.
1) Su Trabajo

Ateniéndonos al impacto sobre el trabajo del sujeto (entendiéndolo mediante DEJORUS


como la actividad convocada desde su saber-hacer, su ingenio, para enfrentar todo aquello
no dado por las prescripciones y así llegar a resultados favorables), yo opto por un análisis
de la estructura y fundamento de la organización desde un Enfoque de Gobierno según
ETKIN, y no Gerencial, dado que lo que está en juego es la modalidad de gestión, la
participación, la representación, las decisiones políticas internas y fundamentalmente la
legitimación; nos centramos así en los “procesos”, esas actividades de modo continuo del
trabajador que tiene un sentido y una razón todo el tiempo, expresando la dinámica interna.
Y para pensar justamente en la legitimidad del sistema meritócrata, me parece interesante
tomar a BELTRÁN para definir esta doctrina como un Modelo “Neo-Burocrático” que
también incorpora componentes del Modelo Humanista: la norma racionalmente
establecida será el “mérito”, y desde allí se decantará la jerarquía burocrática. La norma
vigente permite obtener una eficacia técnica máxima (relegando a los que “tienen menor
esfuerzo”) y asistir a la necesidad de cálculo. Y al promover la identificación a un ideal de
“igualdad de oportunidades” donde el “desempeño” se homologa solo al “esfuerzo”,
pensando en una empresa satisfactoria por la “sana competencia” dependiente de cada
trabajador, tiene su tinte Humanista.

Entonces, si bien la organización les hará creer que son partícipes de este sistema que
promueve la igualdad de oportunidades y la superación individual en beneficio de la
institución y la sociedad, la realidad es que son tomados como “piezas” que mediante su
esfuerzo y desgaste por auto-superarse y superar a los otros, despliega sus tareas ejecutivas
con enorme tensión. Esto se da así porque un nuevo control y disciplinamiento (ZELASCHI)
opera, desde la interiorización del “esfuerzo sostenido y competitividad” como principios
básicos de la actividad. Se despliegan las tareas a costas de cumplir con ideales neoliberales
coercitivos y así se economiza el tiempo en una nueva modalidad; aquí la desinformación se
vuelve a ubicar como un tipo de control: se hacen muchas tareas y en muchas intensidades,
pensando que se están haciendo “méritos” y son “para todos iguales”, cuando en realidad se
busca borrar la independencia y diferencia de los sujetos, en un cuerpo homologado de
trabajadores “iguales”. La amenaza de pérdida de empleo sigue operativa, sostenida sobre
la propia capacidad y esfuerzo, lo que aumenta la tensión, y así podemos concluir que la
actividad es desplegada en un contexto de precariedad laboral.
2) Sus relaciones vinculares laborales

Por empezar, ya asistimos a una división del colectivo laboral (ZELASCHI) desde un inicio:
trabajadores “con esfuerzo” y “sin esfuerzo” trascienden los cargos (directivos, docentes,
administrativos) y las condiciones (contratados y efectivos). Se comienza a naturalizar en el
colectivo, un sometimiento a demandas jerárquicas y compulsión a cumplir con elevados
ideales sostenidos en los méritos individuales. Desde esta ignorancia, aparecen los
fenómenos típicos de hostigamiento y estigmatización (ahora bajo el rótulo de “vagos,
inoperantes, flojos”) obligando a los trabajadores a adaptarse a tales condiciones, y
rompiendo con toda posibilidad de cooperación. La amenaza de desempleo, la
estigmatización y el aislamiento, son variables presentes desde el primer acto realizado en
un sistema meritócrata.

Siguiendo a QUIROGA, vemos que un grupo es un conjunto restringido de personas, que se


hallan ligados fundamentalmente por constantes espacio-temporales, un objetivo-tarea
común y una representación interna mutua. Así, son sujetos emergentes en tanto “sujetos
de la necesidad” que conforman una unidad interaccional apuntando a desarrollar la tarea en
un proceso eficaz colectivo. Pero en la Meritoracia, esta necesidad común que cohesiona al
grupo y permite el despliegue de tareas, se halla disuelta en necesidades individualizadas,
heterogéneas, por lo que el escenario grupal está neutralizado. No hay principios
organizadores, o más bien los hay, pero son los del mercado: competición y aislamiento. No
hay comunicación ni aprendizaje, porque no se consideran “miembros”, sino “rivales”.

Esta diversidad de concepciones también expresa una valoración de los saberes laborales,
donde en vez de partir de nuestra territorialidad humana (PUIGGROS), citando al
dispositivo Educación-Trabajo desde una visión socio-ambiental y apostando a nuestros
códigos socio-culturales históricos para instrumentalizar los conocimientos, se usan saberes
externos con fines meramente técnicos-organizacionales, en vez de explotar la potencialidad
de intervención en tanto construcción social. Así, se buscan homologar caminos desde un
marco importado, en vez de diversificar políticas, metodologías y articulaciones acordes a
las necesidades del país, como dice SPINOSA. La Certificación de saberes laborales
entonces, va en camino a homologarse a acotados desempeños que consideran cada vez
menos el saber y la experiencia (historia y memoria del trabajador), en favor de las
actuaciones eficaces-funcionales adaptadas al sistema meritócrata.
3) Su Salud:

Si hay que determinar un efecto directo y constante del sistema meritócrata sobre la
cotidianeidad del trabajador, sería la ansiedad. Y es interesante como, siguiendo a
DEJOURS, esta ansiedad traducida en tensión nerviosa, aumenta la disposición para ser más
productivo (por las exigencias internalizadas) y así, mientras el sufrimiento produce trabajo,
se aprovecha esa ansiedad como instrumento de control social mediante el
acostumbramiento. Se explota así, no el sufrimiento, sino los mecanismos de defensa
empleados contra el mismo. Dentro del desgaste y las repercusiones en la salud física-mental
que el trabajar en sistemas meritócratas produce, y que se comparten con otras
organizaciones, me interesa relevar sobre dos constituciones particulares:

- La primera refiere a la posibilidad de aprovechar las dos funciones de la dinámica grupal:


proveer un apoyo social preservándolo de enfermedades, y cohesionar el proceso mismo
de producción. Por un lado, elaborar las llamadas por DEJOURS, “ideologías defensivas”, es
decir, las estrategias defensivas colectivas que ayudan a ejecutar las tareas, sostenidas en
la publicidad, el total acuerdo y la confianza de todos los trabajadores. Este modelo
meritócrata, provoca que la tensión entre individualismo y cooperación (siempre presente) se
vuelque exclusivamente por las estrategias individuales para sobrellevar la brecha entre
trabajo prescrito y real.

De modo que no hay manera de que el reconocimiento del otro opere, el “otro del amor”
como dice DESSORS; el trabajo como lugar de reiteración de virtudes civiles y políticas se
desplaza hacia la reproducción de valores liberales mediante el “managment”, con
promesas que no se cumplen y mentiras en todos los niveles. Así, los trabajadores sacrifican
al máximo sus aptitudes, sin posibilidad de reflexión, y silenciándose de involucramientos
públicos. Siguiendo a SILVERA, es un trabajo no solo estresante, sino alienante, en tanto su
estructura permite que los efectos se perpetúen independientemente de quién esté
ocupando el puesto en ese momento; es un tipo de organización que trasciende al personal.
Se restringe la creatividad y el control del trabajador sobre su proceso productivo. Así, con
el apoyo social disuelto, la ecuación entre las demandas y la posibilidad de control,
exponen una situación de alta tensión que derivará seguramente en estrés o burnout.

- Por otro lado, me interesa resaltar el saldo negativo para la constitución subjetiva que
implica quedar relegado en este sistema, o en el peor de los casos, desempleado. Pudimos
vislumbrar que el trabajo una parte fundamental en la composición de la identidad, en tanto
núcleo de la Salud Mental. En esta doctrina, la “identidad relacional” de ARFUCH se pierde,
dado que la subjetividad se fija a un discurso netamente neoliberal, acotando las narrativas a
la voz hegemónica. Como dice GONZALEZ REY, en tanto el sujeto siempre es un actor grupal,
los otros están presentes siempre; pero aquí se representan en sentido negativo, excluyente
(competidores). Por ende, la posibilidad de intercambiar discursos se halla obturada, y es en
este marco que quedar desempleado puede relevarse como un “fracaso” para la historia
vital del sujeto.

DEJOURS definía el desempleo como una experiencia de pérdidas múltiples (salario, sostén
social, punto identificatorio), y aun en los trabajos mas desgastantes, al perderlo prima
siempre un sentimiento de inutilidad. La Meritoracia, en vistas de su promoción de
competencia y superioridad, podría producir impactos subjetivos devastadores en los
trabajadores, quienes se asumirían como ineficientes, incompetentes, inútiles, al ser excluidos
o relegados del sistema. Como dice SUAYA, lo que liga al sujeto con el trabajo es saberse un
sujeto socialmente productivo, el orgullo de ser portador de un saber-hacer con valor social.
Entonces el saldo de sufrir la exclusión en la Meritoracia, atenta no solo en los puntos
identificatorios del sujeto, sino a nivel general sobre la posibilidad de volver a lograr un
lazo libidinal al trabajo de un modo saludable, como una actividad positiva en la cual él o ella
tiene algo que aportar como sujeto social.

Entonces, la PSICOLOGÍA corre el riesgo de quedar absorbida en una reactualización de la


Psicología Hegemónica (PULIDO) que se sirva de las invisibilizadas diferencias
estructurales de los trabajadores como sujetos sociales y las pretensiones homogeneizadoras
explícitas de la Meritoracia. Así, sería un arma servicial al gobierno de los trabajadores,
creando subjetivadas explotadas funcionales mediante manipulaciones que despojan al
trabajador de su autonomía y potencialidad transformadora.

Una Psicología Crítica debe servirse de marcos locales, desprendidos de preocupaciones y


urgencias actuales y nacionales, combatiendo los intereses hegemónicos que se traducen en
relaciones de poder devastadoras en el interior de las organizaciones. Recuperar la
multivocidad, las identidades narrativas que marca ARFUCH, como camino a empoderar
esas identidades signadas por la exclusión, y desde su potencial simbólico y contra-
hegemónico, producir en el campo social y campo de conocimiento, los saberes necesarios
que ayuden a valorar la experiencia vital del trabajador, sin considerar sus posibilidades y
recursos históricos con los que ha contado como predisposiciones terminales para sus
méritos en su empleo actual.

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