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Introducción
a) Existir siempre no significa ser incausado: "nada impide que lo que es siempre,
necesite de algo para existir, en cuanto tiene el ser no a se ipso, sino ab alio"8. Y esto
presupone obviamente que "no es necesario que toda causa preceda en la duración a su efecto,
aunque sí es previa por naturaleza"9.
b) Ser dependiente es compatible con existir siempre: "no es imposible que el ser ab
alio exista siempre (...) salvo que proceda de otro por vía de movimiento"10.
Hoy disponemos de procedimientos empíricos para saber que las especies naturales han
tenido un origen en el tiempo (independientemente de las teorías evolucionistas). Más aún:
todo el universo se ha formado, muy probablemente, a partir de una situación primigenia
elemental. Según el testimonio de Aristóteles, aún más claro que los textos del Timeo, Platón
intuyó la generación del tiempo: "solamente Platón lo hace nacer; para él, en efecto, el tiempo
fue engendrado con el cielo y el cielo fue engendrado"13. Sin embargo, sabemos también que
no es posible llegar con rigor científico a la certeza de un origen absoluto de todas las
realidades físicas, es decir, a la certeza de un auténtico principio temporal ex nihilo del
cosmos14. Siempre se podrá pensar en una situación física previa, al menos teórica,
desconocida con nuestros actuales medios o incluso empíricamente inaccesible. Un comienzo
particular puede retrotraerse a algo previo, y sólo motivos de simplicidad o de coherencia con
la teoría evolutiva en la que todo va naciendo sin excepción pueden llevar a postular con gran
probabilidad un origen absoluto desde la nada misma (lo que exigiría de inmediato el recurso
apodíctico al Creador).
Para Aristóteles "necesariamente el tiempo existe siempre"15. Santo Tomás explica que,
si no se conoce la creación metafísica en sentido fuerte (dependencia ontológica del mundo
respecto de Dios), es lógico pensar que el mundo carezca de origen. Como todo lo que se
hace tendrá siempre una causa, la causa del devenir de algo será otra entidad en devenir o que
causa per viam motus, y así no acabaremos nunca de salir de una serie indefinida de causas
precedentes, aunque sea en la forma de la tesis de los infinitos universos recurrentes,
sostenida ya por Demócrito16.
La manera más natural de postular un pasado eterno (que nada tendría que ver con la
eternidad del Ser Divino, ya que se trataría de una continua duración temporal o de un
movimiento sin fin) es apelar a los ciclos. “El tiempo mismo parece ser un cierto círculo”,
afirma Aristóteles17. Ante la objeción de que consta que las artes y la civilización en diversas
partes de la tierra comenzaron en un tiempo (una objeción que apela a la historicidad como
argumento del origen del tiempo), Santo Tomás responde que siempre se podrá pensar en
ciclos, en sucesivas destrucciones y reconstrucciones de los eventos18.
Este infinito para Santo Tomás es potencial porque se da sucesivamente y porque los
eventos pasados ya no existen. Hay simetría entre el infinito para el futuro o para el pasado a
partir del presente. El Aquinate no ve una imposibilidad metafísica o lógica (y en su tiempo
tampoco física), por ejemplo, en que el Sol haya dado infinitas revoluciones en torno a la
tierra (en la antigua concepción geocéntrica)22.
La única prueba apodíctica posible de la eternidad del mundo sería que un primer
instante absoluto no tuviera sentido. Si no se trasciende radicalmente la dimensión del motus
y del tiempo, como decíamos, aun a pesar de que el movimiento se manifieste como
constructivo y no en una forma repetitiva, cíclica o fluctuante, es difícil evitar la idea de la
eternidad del tiempo y del movimiento. De ahí el principio aristotélico “lo que se hace, se
hacía y se hará”24. Dado un punto cualquiera del movimiento, siempre habrá un prius y un
posterius; dado un presente, siempre habrá un pasado y un futuro. Pero si abandonamos la
divisibilidad al infinito del movimiento, subyacente a este principio, para no caer en la
paradoja de Zenón, entonces tenemos que admitir que algunos movimientos empiezan y
acaban.
El presente, en definitiva, es la identidad actual del ente en devenir, una identidad por
tanto a la que va unida la continua diversidad del flujo del devenir27. Sin embargo nos parece
que en Santo Tomás el instante como presente es distinto del instante como inicio y fin de un
movimiento finito. Podemos cortar con la imaginación el tiempo futuro y pasado en cualquier
instante (instante imaginario), aunque el comienzo y el fin de los movimientos finitos son
reales (instantes que pueden ser pasados y futuros), y el único instante actual es el presente en
que vivimos, el punto del tiempo en el que ahora existimos, en co-existencia con el mundo.
Pero nos interesa aquí particularmente el instante como inicio.
1
Cfr. In VIII Phys., lect. 1, n. 970. Las referencias de estas notas en las que no indicamos el
autor pertenecen a Santo Tomás.
2
Cfr. ibid.
3
"De ratione vero creationis [est] habere principium originis, non autem durationis; nisi
accipiendo creationem ut accipit fides" (De Potentia, q. 3, a. 14, ad 8). Y por eso "non oportet
assignare aliquod instans productionis rerum antequam productae non sint, nisi propter fidei
suppositionem" (ibid., ad 10).
4
"Causa efficiens quae agit per motum, de necessitate praecedit tempore suum effectum: quia
effectus non est nisi in termino actionis, agens autem omne oportet esse principium actionis":
S. Th. I, q. 46, a.2, ad 1. Igualmente: "omnis effectus causae agentis per motum sequitur suam
causam in duratione, eo quod effectus non est nisi in termino motus" (De Potentia, q. 3, a.
17).
5
La causación física (diversa de la causa misma) sucesiva resulta simultánea al movimiento
causado ("mientras se edifica, el edificio va siendo edificado"), aunque cuando nos referimos
a la causa y al efecto conseguido se verifica una posterioridad temporal ("la edificación
precede a la casa ya edificada"). Por eso la causa física puede dejar de existir cuando el efecto
ya está conseguido.
6
Cfr. In VIII Phys., lect. 3, n. 995.
7
Nuestro acto voluntario ocurre en un tiempo preciso. Sin embargo, no siendo un acto físico
sino puramente espiritual, trasciende la temporalidad cósmica (conectando con la eternidad) y
por eso no puede ser tratado como una mera causa física en relación a sus efectos sensibles
(un acto voluntario puede tener efectos para toda la existencia personal).
8
"Nihil prohibet id quod semper est, aliquo indigere ad hoc quod sit, in quantum non a se
ipso, sed ab alio esse habet" (De Potentia, q. 3, a. 13, ad 1).
9
"Nec oportet omnem causam effectum duratione praecedere, sed natura tantum" (De
Potentia, q. 3, a. 13, ad 5).
10
"Hoc enim quod est esse ab alio, non repugnat ei quod est esse semper (...) nisi quando
aliquid ab alio procedit per viam motus" (De Potentia, q. 3, a. 14).
11
Cfr. sobre el tema W. L. CRAIG, The Cosmological Argument from Plato to Leibniz,
Macmillan Press, London 1986, pp. 48-126. Kalam significa propiamente palabra, pero pasó
a connotar la escolástica teológica árabe y, más en particular, el argumento basado en la
imposibilidad del regreso temporal a infinitos eventos.
12
"Demonstrari non potest quod homo, aut caelum, aut lapis non semper fuit" (S. Th. I, q. 46,
a. 2), porque "demonstrationis enim principium est quod quid est. Unumquodque autem,
secundum rationem suae speciei, abstrahit ab hic et nunc" (ibid.).
13
ARISTOTELES, Física, 251 b 17-18. Todos los otros filósofos, incluyéndose él mismo,
señala el Estagirita, sostuvieron que el tiempo es ingénito. Si esto fuera verdad, tocaría a
Platón el privilegio de ser el único filósofo antiguo que anticipó la cosmología moderna.
14
Sobre este tema, y con relación a los modelos cosmológicos que hablan de una creación de
la nada del universo, cfr. nuestros trabajos El Origen del Universo, Educa, Buenos Aires
1994, y La creazione nella cosmologia contemporanea, "Acta Philosophica", 4, 1995, pp.
285-313.
15
ARISTOTELES, Física, 251 b 23 (ajnavgkh ajei; ei§nai crovnon).
16
Cfr. De Potentia, q. 3, a. 17.
17
ARISTOTELES, Física, 223 b 29.
18
S. Th. I, q. 46, a. 2, ad 4. Hoy conocemos el carácter lineal de la historia del hombre, aunque
en su interior se verifiquen, con relativo desorden, diversos ciclos y el progreso no sea una
necesidad absoluta. Pero Santo Tomás no se ocupa aquí de la filosofía de la historia, sino que
aduce simplemente un argumento aristotélico para desestimar la tesis de que el comienzo
absoluto es demostrable. Aristóteles, en cambio, al creer en la eternidad estacionaria del
mundo y de la misma tierra, se ve obligado a pensar la historia humana como una serie cíclica
de catástrofes y resurgimientos, sin un progreso global irreversible.
19
Cfr. W. L. CRAIG- Q. SMITH, Theism, Atheism, and Big Bang Cosmology, Clarendon Press,
Oxford 1993, p. 25 (en el artículo de Craig The Finitude of the Past and the Existence of God,
pp. 3-76).
20
Cfr .W. L. CRAIG- Q. SMITH, Theism, Atheism, and Big Bang Cosmology, cit., la réplica de
Smith en Infinity and the Past, pp. 77-91, con la contra-réplica de Craig Time and Infinity, pp.
92-107.
21
“Non est impossibile quod homo generetur ah homine in infinitum. Esset autem
impossibile, si generatio huius hominis dependeret ab hoc homine, et a corpore elementari, et
a sole, et sic in infinitum” (S. Th. I, q. 46, a. 2, ad 7).
22
Cfr. C. G., II, c. 38, n. 1145. El argumento de que “el infinito es intransitable” (infinita non
est transire) no le parece suficiente para abandonar su postura: aunque fuera imposible
numerar una serie infinita de eventos, siempre que se tome cualquier evento concreto, se
podrán numerar los eventos que van hasta otro acontecimiento concreto (cfr. ibid.; S. Th., I, q.
46, a. 2, ad 6). El argumento del infinito intransitable decía que si el pasado fuera infinito,
nunca llegaría el presente. Esto supone pensar que una serie infinita de cosas suprime sus
individuos o las distancias concretas entre ellos: por eso el Aquinate rebate la objeción
señalando que cualquier distancia concreta de esa serie es “transitable”.
23
“Adhuc non est demonstratum quod Deus non possit facere ut sint infinita actu” (De
Aeternitate Dei, n. 310. Sobre el infinito en general, cfr. también De Veritate, q. 2, a. 9 y a.
10: en el a. 10 concluye que la cuestión sobre si es posible el infinito actual se discutirá en
otro momento ("discutiendum alias relinquetur ad praesens").
24
Cfr. S. Th., I, q. 46, a. 3, objeción 2.
25
Cfr. sobre este punto el libro IV de la Física aristotélica.
26
Cfr. In IV Phys., lect. 18, n. 586.
27
Cfr. In IV Phys., lect. 18, n. 591.
28
Cfr. In IV Phys., lect. 21, n. 617 ("Haec ratio procedit supposito quod motus semper fuit").
29
"Nec ante mundum fuit tempus reale, sed solum imaginarium" (De Potentia, q. 3, a. 17, ad
20).
30
Cfr. In VIII Phys., lect. 2, n. 983.
31
Cfr. ibid. "Videtur autem quod Aristotelis ratio non sit efficax" (n. 983), punto que luego es
confirmado, pese a la defensa de Averroes, salvo que se suponga la eternidad del movimiento.
32
Ibid.
33
Ibid., n. 990.
34
Cfr. ibid.
35
De Potentia, q. 3, a. 17, ad 17.
36
Cfr. ibid.
37
Cfr. S. Th. I, q. 46, a. 3, ad 3 ("non quia in ipso primo nunc sit tempus, sed quia ab eo incipit
tempus").