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BLOQUE 1.

LA PENÍNSULA IBÉRICA DESDE LOS PRIMEROS HUMANOS HASTA LA DESAPARICIÓN


DE LA MONARQUÍA VISIGODA (711). ESTÁNDARES DE APRENDIZAJE EVALUABLES.
Explique las diferencias entre la economía y la organización social del Paleolítico y del Neolítico, y
las causas del cambio.

 El Paleolítico se caracteriza por la economía depredadora basada en la caza, la pesca, el


marisqueo y la recolección de frutos silvestres y bayas, además del carroñeo.
Sin embargo, en el Neolítico el aumento de la población y la disminución de la caza obligaron a
pasar de una economía depredadora, basada en la caza y la recolección, a una economía productora,
basada en la agricultura (cereales y leguminosas) y la ganadería (ovejas y cabras). La gran ventaja de la
agricultura es que permite producir una mayor cantidad de alimentos por unidad de superficie, asegurar el
alimento y, por tanto, mantener a una población creciente; además, favorece la diversificación de las
actividades económicas: elaboración de tejidos, cestas, cerámica, objetos decorativos y útiles agrícolas
(azadas, hoces y molinos de mano).

 En el Paleolítico la organización social era muy elemental con una estructura social igualitaria,
sin división del trabajo, en la que los individuos desempeñaban funciones diferentes según la edad y el sexo
-los hombres se dedicaban a la caza y las mujeres y niños a la recolección-, y en la que la cooperación de
todos los miembros era indispensable para la supervivencia del grupo.

En el Neolítico la organización social evolucionó a una mayor complejidad con la diferenciación de


grupos, en relación con una cierta división del trabajo: los hombres se dedicaban a la agricultura y las
mujeres y niños cuidaban del ganado.

 En el Paleolítico los grupos eran nómadas, no disponían de un hábitat estable, sino que se
desplazaban siguiendo las migraciones de las manadas de animales. Vivían en asentamientos estacionales,
en yacimientos al aire libre, especialmente en terrazas fluviales y, a partir de Paleolítico Medio, coincidiendo
con la última glaciación (Würm), en cuevas y abrigos.

En el Neolítico la agricultura obligó a los grupos humanos a hacerse sedentarios. La sedentarización


permitió la aparición de los primeros poblados estables como La Carigüela -Granada- y Nerja -Málaga-.

 En el Paleolítico la técnica para la fabricación de útiles era la percusión -técnica que consiste en
golpear el núcleo con un percutor; así, del núcleo se desprenden lascas que proporcionan filos cortantes-.
En la evolución de las culturas líticas paleolíticas se observa:
- Una progresiva especialización y diversificación de los útiles, en las que se incluyen no sólo
útiles y armas relacionados con la caza y la pesca (raederas, raspadores, buriles, cuchillos, puntas de
flecha, propulsores, arpones y azagayas) sino también útiles domésticos (agujas y botones, punzones),
objetos rituales (bastones de mando) y de adorno (collares de conchas).
- Una tendencia a la microlitización -resultado del trabajo sobre lascas, hojas y láminas-.
- Uso de otros materiales distintos a la piedra como madera, hueso, conchas, asta y marfil.
Al Paleolítico Inferior corresponden la cultura de los cantos tallados, a la que pertenecen los choppers,
y la cultura achelense definida por los bifaces (yacimientos de las terrazas fluviales del Tormes, Jarama,
Manzanares, el Jalón y especialmente en los yacimientos de Torralba y Ambrona. Del Paleolítico Medio es
la industria musteriense, representada por los yacimientos de Gibraltar, Banyoles, Cova Negra, Cueva
Morín, el Castillo, El Pendo. Las culturas más significativas de Paleolítico Superior son la auriñaciense,
gravetiense, solutrense y magdaleniense.

En el Neolítico se usó la técnica del pulimentado de la piedra. Al neolítico inicial corresponde la


cultura de la cerámica cardial (yacimientos de Montserrat, Cova de l´Or, Cueva de la Sarsa, la Carigüela
y Nerja) y al neolítico pleno pertenecen la cultura de Almería y la cultura de los sepulcros de fosa.

 En el Paleolítico los homo sapiens estaban dotados de creencias espirituales: el Neandertal


practicaba ritos funerarios y pinturas corporales de carácter ritual y el Homo sapiens sapiens se asocia con
ritos y ceremonias religiosas y funerarias -enterramientos con ajuares- y es el autor de las primeras
manifestaciones artísticas (arte cantábrico) con un sentido mágico-religioso.
En el Neolítico se desarrolla el culto a la diosa madre asociada a la fertilidad de la tierra y las
manifestaciones artísticas más representativos se encuadran en la pintura levantina.
Para un mejor aprendizaje, recomiendo completar una tabla comparativa:

PALEOLÍTICO NEOLÍTICO
Economía
Organización social
Forma de vida
Técnica
Cultura

Explique el diferente nivel de desarrollo de las áreas celta e ibérica en vísperas de la conquista
romana en relación con la influencia recibida de los indoeuropeos, el reino de Tartesos y los
colonizadores fenicios y griegos.

1. LOS ÍBEROS
La cultura íbera deriva de las influencias que ejercieron los griegos, los fenicios, los
cartagineses y Tartessos sobre la población indígena.
Habitaban toda la costa mediterránea, el valle medio del Ebro, las Islas Baleares y el valle del
Guadalquivir.
Los pueblos íberos -edetanos, contestanos, bastetanos, turdetanos, indigetes, ilergetes, lacetanos,
layetanos, baleáricos…- eran comunidades independientes que compartían la misma cultura.
La economía se basaba en la agricultura (cereal, vid, olivo, hortalizas y frutales, lino y esparto) y
la ganadería (oveja, cabra, caballo y cerdo; trashumancia en la alta Andalucía). Conocían la metalurgia del
hierro con el que elaboraban armas (falcatas) y fabricaban tejidos (lana, lino y esparto) y cerámica a torno.
El comercio con griegos, fenicios y cartagineses fue muy importante; las ciudades íberas acuñaron moneda
propia y abrieron una ruta comercial terrestre -Vía Hercúlea- a lo largo del litoral mediterráneo.
La sociedad estaba fuertemente jerarquizada y en ella destacaba la aristocracia guerrera. Se
trataba de una sociedad tribal en la que varias familias formaban una tribu dirigida por un caudillo o jefe y
en la que adquirieron gran importancia las relaciones de dependencia personal y los valores guerreros
y heroicos.
La organización política era bastante desarrollada porque seguía el modelo de la polis griega. La
forma política más frecuente era la monarquía, si bien en algunos casos dominaba la oligarquía.
Los pueblos íberos alcanzaron un desarrollo cultural destacable ya que conocieron la escritura,
expresión de una lengua no indoeuropea que se escribía con diversos alfabetos, y un notable desarrollo
urbano con poblados situados en lugares elevados para su defensa, recintos amurallados con plan
urbanístico regular, donde no se han encontrado palacios, pero sí necrópolis y santuarios.
Los íberos rindieron culto a sus dioses en santuarios -Cerro de los Santos (Albacete)- donde se han
encontrado exvotos (estatuillas de bronce o de piedra de la Madre Tierra) y practicaban la incineración -
las cenizas eran recogidas en urnas enterradas en fosas con los ajuares (armas-falcatas, joyas y objetos de
uso cotidiano) -.
Las manifestaciones artísticas evidencian las influencias griegas y cartaginesas. Las obras
más representativas son esculturas con función religiosa y funeraria como las damas de Elche y de Baza
y la Bicha de Balazote.

2. LOS CELTAS
Son pueblos de origen indoeuropeo procedentes del centro y norte de Europa que llegaron a la
península a comienzos del I milenio y ocuparon la Meseta, el norte y el noroeste. Son pueblos muy
diversos (galaicos, astures, cántabros, vascones, lusitanos, vacceos, vetones...) con rasgos culturales
indoeuropeos comunes que conocían la metalurgia del hierro; conforman una cultura posiblemente
relacionada con la de los campos de urnas.
Sus poblados se localizan zonas altas de fácil defensa y son asentamientos fortificados. Los más
representativos son los castros -Santa Tecla-, recintos amurallados defendidos por fosos en los que las
viviendas de planta circular no siguen un plan urbanístico.
La base de la economía era la ganadería lanar y vacuna -vetones-, si bien en las zonas fértiles de
la Meseta predominaba la agricultura cerealista -vacceos-.
Conservaban las viejas estructuras gentilicias y su organización social era tribal -basada en la
gens- y dominada por la aristocracia guerrera.
Los celtas hablaban una lengua indoeuropea y no conocían la escritura; uno de los rasgos más
peculiares son los verracos (Toros de Guisando).
Para facilitar el aprendizaje recomiendo completar esta tabla comparativa:

ÍBEROS CELTAS
Origen
Localización geográfica
Economía
Sociedad
Organización política
Poblados
Cultura

Defina el concepto de romanización y describa los medios empleados para llevarla a cabo.

Concepto: La romanización es el proceso por el que los pueblos de la Península Ibérica asimilaron la
organización socioeconómica, las estructuras político-administrativas y el legado cultural de Roma
(derecho, latín, religión y arte), lo que supuso la transformación o pérdida de los rasgos culturales que
definían a los pueblos indígenas (aculturación).
Fue un proceso paralelo a la conquista, más rápido e intenso entre los pueblos íberos del este
y del sur, más lento y menos profundo en los pueblos del centro y del oeste, y prácticamente
inexistente en el norte (galaicos, astures, cántabros y vascones).

Entre los instrumentos o cauces para la romanización están:

 La extensión de la vida urbana.


En el sur y en el este los romanos aprovecharon la amplia red de ciudades preexistentes y se
limitaron a transformar sus órganos de gobierno autónomos en órganos dependientes de la administración
romana. En cambio, en el resto de la Península se crearon nuevas ciudades, según el modelo romano.
Las ciudades eran la unidad administrativa básica, núcleos a partir de los cuales se organizó la
colonización y explotación del territorio conquistado, así como su control político y comercial; también eran
centros de comercio y producción artesanal. Según su régimen administrativo se diferenciaban las
ciudades estipendiarias, inmunes y aliadas, municipios y colonias. Las ciudades estaban gobernadas
por la Curia, la Asamblea y los magistrados. Presentaban un plano ortogonal con dos ejes -cardo y
decumano-, el foro, los templos, las basílicas, la curia y las termas; en la zona exterior, los templos, los
teatros, los anfiteatros, los circos y las necrópolis; en los accesos a las ciudades, los arcos de triunfo. Las
ciudades disponían de infraestructuras y obras de ingeniería como acueductos, puentes, cloacas, cisternas,
faros. Las ciudades eran recintos amurallados conectados mediante una red de calzadas.

 La administración del territorio.


Roma impuso un marco político-administrativo basado en la división del territorio en provincias.
Bajo la República los territorios conquistados fueron divididos en dos provincias Hispania Citerior (Ebro y
franja mediterránea, capital Tarraco) e Hispania Ulterior (valle del Guadalquivir, capital Córduba). En el Alto
Imperio (siglos I – III d.C.) Hispania se organizó en tres provincias: la Tarraconense (Tarraco) y la Lusitania
(Emerita Augusta), como provincias imperiales, y la Baetica (Hispalis), como provincia senatorial. En el Bajo
Imperio (siglos IV y V) se dividió en cinco provincias -Tarraconense, Lusitania, Baetica, Gallaecia (Bracara
Augusta) y Cartaginense (Cartago Nova) a las que posteriormente fueron incorporadas la Baleárica y la
Mauritania Tinginata.

 La construcción de una red de calzadas que facilitaba el control administrativo y militar del territorio,
permitía el desplazamiento del ejército, facilitaba el transporte de mercancías, contribuía al desarrollo del
comercio y conectaba las ciudades.
Las más importantes eran la Vía Augusta, la Vía de la Plata, la Vía Trasversal y la del Norte.

 La presencia del ejército también fue un importante vehículo de difusión de la cultura romana. Roma
reclutó tropas auxiliares entre los pueblos indígenas, lo que facilitaba su contacto. Además, los soldados
reclutados, al término de su servicio militar, podían obtener la ciudadanía romana y recibir lotes de tierras.
Por otra parte, junto a los campamentos de las legiones, a veces se formaron núcleos urbanos que con
el tiempo se convirtieron en municipios romanos. Es el caso de León que se desarrolló a partir del
asentamiento de la Legio VII Gemina.
 La fundación de colonias. El asentamiento de ciudadanos romanos en colonias de nueva creación
o en tierras confiscadas a los indígenas, también extendió el modelo de vida romano. Por lo general,
consistía en la entrega de tierras a los soldados veteranos en pago por su servicio militar. Mérida (Emérita
Augusta), por ejemplo, fue fundada por orden del emperador Augusto para asentar a los veteranos de las
guerras cántabro – astures.

 La concesión de la ciudadanía romana por Caracalla (212 d. C.) suponía gozar de numerosos
derechos y privilegios, por lo que su concesión se utilizaba como reclamo para facilitar la dominación
romana.

 La introducción de las estructuras económicas -los latifundios agrícolas, la propiedad privada, la


mano de obra esclava, la ciudad como centro comercial y artesanal, la moneda- y el modelo de economía
-urbana, monetaria, esclavista, colonial y mercantilizada-.

 El modelo social hispanorromano quedó definido por la integración de las élites indígenas,
principalmente a través de la concesión de la ciudadanía romana, y por la estructura social que, conforme
al modelo romano, diferenciaba, según la situación jurídica, entre hombres libres (orden senatorial y orden
ecuestre, decuriones y plebe), libertos (esclavos manumitidos) y esclavos.

 El legado cultural romano contribuyó a la romanización: el latín, del que derivaron las lenguas
romances; el derecho que regulaba las relaciones privadas y las instituciones públicas; el cristianismo,
legalizado por el Edicto de Milán (313) y convertido en religión oficial del Imperio con el Edicto de Tesalónica;
la construcción de obras arquitectónicas (teatro de Mérida, anfiteatro de Itálica, arcos de Bará y de
Medinacelli, la Torre de Hércules, murallas de Lugo) y de ingeniería (acueducto de Segovia, puente de
Alcántara).

Resuma las características de la monarquía visigoda y explique por qué alcanzó tanto poder la Iglesia
y la nobleza.

 Características de la monarquía visigoda:


En la monarquía visigoda confluyeron las tradiciones tribales germánicas (poder electivo) y las
influencias del sistema romano bajoimperial y bizantino (poder absoluto y sacralizado).
La monarquía visigoda era electiva -los nobles elegían al rey-, lo que provocaba una constante
inestabilidad política, ya que las grandes familias aristocráticas rivalizaban por el poder, y fueron
frecuentes las conspiraciones, conjuras, rebeliones y golpes de Estado, así como los reyes derrocados o
asesinados por facciones rivales.
Por esta razón, a partir de Leovigildo, hubo una tendencia a reforzar la institución monárquica
convirtiéndola en hereditaria mediante la asociación de los herederos al trono -que aseguraba la sucesión
y evitaba enfrentamientos-; también la unción regia o sacralización de la figura del rey que vinculaba a la
monarquía y a la Iglesia, y la incorporación de la nobleza al Aula Regia contribuyeron a una mayor
estabilidad de la monarquía.
También para consolidar el poder y crear un Estado fuerte, los reyes llevaron a cabo un proceso
de unificación de las comunidades goda e hispanorromana, en el que destacaron Leovigildo -derogó
la ley que prohibía los matrimonios mixtos y promovió el Codex Revisus, intentó la unificación religiosa en
una Iglesia arriana, e inició la unificación territorial al expulsar a los suevos, luchar contra cántabros y
vascones y arrebatar territorios a los bizantinos-, Recaredo -consiguió la unidad religiosa al adjurar del
arrianismo y convertir el catolicismo en la religión oficial del reino en el III Concilio de Toledo (589 d. C.), y
Recesvinto -promulgó el Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo-.

Los poderes del rey eran teóricamente amplios -militar, judicial, legislativo y de gobierno- aunque
la monarquía toledana apenas tuvo poder político real, ya que la concesión de latifundios a la nobleza
visigoda creó múltiples poderes locales prácticamente autónomos en un proceso de atomización del
poder político.

Las instituciones del poder central eran el Oficium Palatinum (un órgano de gestión formado por
cargos de alto rango, en el que también participaban los altos funcionarios territoriales -duces y comités- y
militares), el Aula Regia (consejo asesor del rey formado por nobles que estaban ligados al monarca por
vínculos de fidelidad y desempeñaban tareas de asesoramiento en la elaboración de las leyes, la
administración de justicia y en asuntos políticos y militares) y los Concilios de Toledo -inicialmente fueron
asambleas eclesiásticas de obispos que dictaban normas morales y prescripciones políticas. Desde la
unificación religiosa se convirtieron en una institución con carácter religioso y político integradas por obispos
y nobles que colaboraban con los reyes en los asuntos de gobierno y en las tareas legislativas, al ratificar
las decisiones reales y darles fuerza de ley; también los prelados actuaban como jueces y apoyaban el
acceso de los monarcas al poder, de forma que la vinculación entre la monarquía y la Iglesia católica
reforzaba a la institución real-.
En la administración territorial, el reino fue dividido en provincias gobernadas por duques y los
municipios fueron sustituidos por territorios dirigidos por condes, todos ellos nobles.

 El poder de la nobleza y de la Iglesia.


Durante el período visigodo continuó el proceso de feudalización iniciado en el Bajo Imperio, ya
que, ante la debilidad del Estado visigodo, se reforzaron las relaciones de tipo personal, pues a las
relaciones de dependencia de origen romano (patrocinio) se añadió la práctica germánica de juramento
de fidelidad del guerrero con su jefe (comitatus).
Por un lado, se crearon lazos de dependencia personal entre los reyes y los nobles: los reyes
recompensaban a los nobles (guerreros fieles a su persona) con la entrega de tierras en usufructo, no en
propiedad; con el paso del tiempo, los nobles convirtieron sus tierras en propiedades hereditarias en las
que gobernaba con total autonomía, al margen del poder real.
Por otro lado, se establecieron relaciones de dependencia entre los nobles y los campesinos:
muchos pequeños propietarios buscaron la protección que les ofrecían los nobles; a cambio, los campesinos
debían entregar sus tierras y trabajar las tierras de los señores como colonos.
La nobleza y la Iglesia poseían grandes propiedades territoriales, formadas por una parte explotada
directamente por el propietario y trabajadas por los siervos y esclavos, y otra parte cedida en lotes a
campesinos libres -colonos- que adquirían el derecho de cultivar las tierras del señor a cambio de ciertas
obligaciones.

La monarquía visigoda propició el ascenso de una poderosa nobleza, ya que los reyes -en una
monarquía electiva- dependían de su apoyo para acceder al trono y mantenerse en el poder, mientras
que la nobleza y la Iglesia -que desde su legalización por Constantino (Edicto de Milán, 313) había
acumulado un gran patrimonio territorial y tras el III Concilio de Toledo (589) había adquirido una gran
influencia política- coincidían en impedir una monarquía fuerte que limitara su influencia y sus
privilegios. Así pues, las competencias de los reyes visigodos teóricamente eran muy amplias, pero estaban
limitadas por el poder de la nobleza y la Iglesia que integraban las instituciones de la administración
central -Officiun Palatinum, Aula Regia y Concilios de Toledo- y ocupaban los cargos de la
administración territorial como duques y condes.

Se estaban gestando los rasgos del modelo social feudal medieval caracterizado por la
atomización o división del poder político entre reyes y nobles, y el establecimiento de una red de
relaciones de dependencia personal basada en la desigual relación con la tierra.

Represente una línea del tiempo desde 250 a. C. hasta 711 d.C., situando en ella los principales
acontecimientos históricos.

Identifique las diferencias entre una imagen de pintura cantábrica y otra de pintura levantina.
La pintura cantábrica corresponde a Paleolítico Superior y la levantina es postpaleolítica, se sitúa
entre el Mesolítico y el Neolítico inicial.

En ambos casos se trata de arte rupestre: la pintura cantábrica se representa sobre las paredes y
los techos de las cuevas y los abrigos de la cornisa cantábrica (Tito Bustillo, en Asturias; Altamira y El
Castillo, en Cantabria; Santimamiñe, en Vizcaya), y la pintura levantina se localiza en abrigos naturales
rocosos de las sierras prelitorales del Mediterráneo (Cogull, en Lérida; Valltorta, en Castellón; Bicorp, en
Valencia; Alpera y Minateda, en Albacete).

La pintura cantábrica representa en la mayoría de los ejemplos animales de clima frío (sobre todo
bisontes y caballos) y, en menor medida, signos abstractos y manos. Sin embargo, la pintura levantina
representa la figura humana en escenas agrícolas y de recolección de la miel, luchas tribales y
ceremonias rituales (danzas de fertilidad).

El estilo de la pintura cantábrica es realista y el de la levantina, esquemático.

Las imágenes de la primera son aisladas, ni forman escenas, se superponen y no guardan relación
de proporción; sin embargo, las de la pintura levantina forman escenas con un sentido narrativo, al
relacionarse unas con otras.

La pintura cantábrica es polícroma -utiliza pigmentos ocres, rojos y negros en una misma figura,
lo que sugiere sensación de volumen- y la pintura levantina es monócroma y plana -emplea sólo el color
rojo o el negro para representar las imágenes-.

Ambas coinciden en el significado: estas obras parecen tener un sentido religioso y mágico para
facilitar la caza y asegurar la supervivencia de los grupos humanos.

*Este ejercicio también podríais hacerlo en forma de cuadro comparativo de doble entrada:

PINTURA CANTÁBRICA PINTURA LEVANTINA


CRONOLOGÍA

LOCALIZACIÓN

TEMAS

ESTILO

SIGNIFICADO

Altamira (Cantabria) – Pintura cantábrica. Valltora (Castellón) – Pintura levantina

BLOQUE 2. LA EDAD MEDIA: TRES CULTURAS Y UN MAPA POLÍTICO EN CONSTANTE CAMBIO (711
– 1474). ESTÁNDARES DE APRENDIZAJE EVALUABLES.
Represente en una línea del tiempo desde 711 hasta 1474, situando en un eje los principales
acontecimientos relativos a Al Ándalus y en otro los relativos a los reinos cristianos.
Describa la evolución política de Al Ándalus.
Al-Ándalus fue el Estado que los musulmanes crearon en el territorio que ocuparon en la
Península Ibérica en la Edad Media, desde que en el año 711 derrotaron a don Rodrigo en la Batalla de
Guadalete hasta que en 1492 los Reyes Católicos reconquistaron el reino de Granada.
La invasión y rápida conquista de la Península Ibérica se enmarca en el proceso de expansión
del lmperio Islámico y fueron favorecidas por los conflictos internos de la monarquía visigoda, la
feudalización del reino y la capitulación de la nobleza visigoda.
En este contexto, la sucesión de Witiza provocó una guerra civil que enfrentó a don Rodrigo y a
Aquila, quien acudió a la intervención de las fuerzas musulmanas que consiguieron dominar todos los
territorios peninsulares, excepto la franja cantábrica y pirenaica donde se formaron los primeros
núcleos cristianos.
En la evolución política de Al-Ándalus se diferencian las siguientes etapas:

EL EMIRATO DEPENDIENTE (716 - 756). Al-Ándalus se convirtió en un emirato dependiente del


califato Omeya de Damasco, un waliato -provincia- del imperio musulmán gobernado por walis -emires-
que dependían del wali de Ifriquiya. Los emires pretendieron crear un Estado fuerte mediante la
centralización del poder desde Córdoba, la organización del territorio en coras (provincias) y la creación de
las marcas (demarcaciones fronterizas); pactaron con la nobleza visigoda y sometieron los focos de
resistencia.
Fue un periodo inestable marcado por las disputas étnicas entre árabes -que se establecieron en
las fértiles tierras del Guadalquivir, del Levante y del Ebro-, bereberes -que se asentaron en las tierras menos
fértiles de la Meseta y de los bordes montañosos, lo que condujo a una rebelión bereber en el año 746,
contenida por tropas sirias-, sirios y eslavos que se enfrentaban por controlar el poder y por el reparto de los
territorios conquistados.

EL EMIRATO INDEPENDIENTE (756 - 929) fue una etapa de consolidación y reorganización del
poder musulmán de Al Ándalus.
Se inició con Abd al-Rahmán I (756 – 788), miembro de la dinastía Omeya depuesta por la dinastía
Abbasí, que se proclamó emir independiente, por lo que ejercía el poder político y militar de forma
autónoma y sólo acataba la autoridad religiosa del califa de Bagdad. Para consolidar el Estado y afianzar
el poder centralizó la administración y la recaudación fiscal, estableció el sistema sucesorio y reclutó un
ejército de mercenarios. Al-Ándalus adquirió una estructura estatal compleja y centralizada amenazada por
los intentos independentistas de las marcas (Toledo -jornada del foso-, Zaragoza y Mérida), las
rebeliones de la población mozárabe por la presión fiscal (revuelta del arrabal de Córdoba) y de la
población muladí por la intransigencia religiosa (los Banu Qasi y Omar Ibn Hafsun), además de las disputas
entre los árabes por el reparto de cargos y los ataques de los abbasidas y los francos.

EL CALIFATO (929 - 1031). Constituyó el momento culminante del poder político musulmán en la
Península Ibérica.
El emir Abd al-Rahman III (912 – 961) se proclamó califa, convirtiéndose en la máxima autoridad
política y religiosa, y rompió los vínculos con el poder central de Bagdad. Consolidó el aparato estatal y el
poder califal mediante la centralización fiscal, la reorganización del ejército con tropas mercenarias y la
creación de la aristocracia palatina, sometió a las marcas y a las coras, y sofocó las rebeliones internas.
Frenó el avance cristiano en la Meseta norte, a pesar de la derrota en Simancas; venció a los reyes y
condes cristianos en Valdejunquera y los sometió a vasallaje y al pago de parias. Estableció relaciones con
los Imperios Bizantino y Germánico e impuso su autoridad en el Norte de África sobre el califato fatimí.
El califato fue una época de desarrollo económico, urbano y cultural que se afianzó con al-Hakam II
y con Hisham II y su hachib al- Mansur -Almanzor- (976 - 109), quien relegó del poder al califa y estableció
una dictadura militar basada en la reforma del ejército y en las razias -campañas de rapiña para conseguir
recursos económicos en forma de botín, castigar a los infieles y afianzar su prestigio- que destruyeron
Barcelona (985), Coimbra, Santiago de Compostela (997)…
Los sucesores de al-Mansur y los últimos califas no supieron imponer su autoridad ni evitar
las luchas internas entre los distintos grupos étnicos que intentaban escapar del control del califa y del
Estado.

LOS REINOS DE TAIFAS Y LOS IMPERIOS AFRICANOS.


 En 1031 una rebelión en Córdoba depuso al califa Hisham III y se rompió la unidad de Al Ándalus.
Se configuraron las primeras taifas, pequeños reinos independientes, que en función de su composición
étnica se clasifican en árabes, bereberes y eslavas. Su debilidad militar y la inestabilidad política permitieron
a los reinos cristianos intervenir en sus rivalidades, exigir el pago de parias y avanzar en la reconquista
(Alfonso VI de Castilla reconquistó Toledo en 1085), por lo que los reyes de taifas pidieron ayuda a los
almorávides, tribus bereberes del norte de África que entre 1085 y 1145 conquistaron las taifas, unificaron
al-Ándalus e impusieron la ortodoxia religiosa, persiguieron a los disidentes y disolvieron las comunidades
mozárabes. Los almorávides vencieron a los reinos cristianos en las batallas de Sagrajas (Badajoz, 1086) y
Uclés (Cuenca), pero no pudieron recuperar Toledo ni evitar la conquista de Zaragoza en 1118 por Alfonso
I de Aragón.
 En 1145 el poder almorávide se descompuso en unas segundas taifas que sucumbieron ante el
empuje de los almohades, tribus bereberes del Atlas que se extendieron por el norte de África y entre 1146
y 1212 ocuparon las taifas y establecieron su capital en Sevilla. Derrotaron a Alfonso VIII de Castilla en la
batalla de Alarcos (1195), por lo que los reinos cristianos -Castilla, Aragón, Navarra y Portugal, excepto
León-, se unieron en una coalición y, apoyados por la nobleza francesa, el Papa y el arzobispo de Toledo -
que hicieron un llamamiento a una Cruzada contra los infieles-, vencieron en la batalla de las Navas de
Tolosa (Sierra Morena, cerca de Despeñaperros - 1212), lo que supuso el fin del poder almohade en la
península y un fuerte avance en la reconquista de los territorios del sur.
 Un nuevo hundimiento del poder central dio lugar a los terceros reinos de taifas y a la incursión de
los benimerines, procedentes del norte de África. Los reyes cristianos conquistaron los territorios
andalusíes excepto el reino de Granada, gobernado por la dinastía nazarí, un reino vasallo y tributario de
Castilla, fundado por Muhammad I, que conservó su independencia en base a la política diplomática con los
reyes cristianos y los benimerines. A finales del siglo XV se inició en el reino nazarí un período de crisis
marcado por las intrigas palaciegas, los enfrentamientos entre los reyes y la nobleza (Abecerrajes) y entre
linajes rivales, y los conflictos en la familia real por el poder (Boabdil y su tío El Zagal) que debilitaron el reino
y obligaron a Boabdil a entregar la ciudad a los Reyes Católicos en 1492 mediante las Capitulaciones de
Santa Fe que garantizaban a la población musulmana sus propiedades, su religión, sus leyes y sus
costumbres.

Resuma los cambios económicos, sociales y culturales introducidos por los musulmanes en Al
Ándalus.

LA ECONOMÍA
En Al Ándalus convivían la economía rural y la economía urbana, si bien el campo se subordinaba
a la ciudad, donde alcanzaron un elevado grado de desarrollo el comercio y la artesanía, con lo que se
rompía la tendencia a la ruralización de la economía iniciada en el Bajo Imperio -a partir de la crisis del
siglo III- y acentuada en el reino visigodo.

 La agricultura se basaba en la gran propiedad explotada por esclavos o trabajada en régimen de


arrendamiento o aparcería por pequeños campesinos dependientes -visigodos y bereberes- en las áreas de
secano, donde dominaba la población concentrada, mientras que en las comarcas de regadío
predominaba la pequeña y mediana propiedad y el poblamiento disperso.
Los musulmanes cultivaron los productos de secano característicos de la trilogía mediterránea
(trigo, vid -vino y uvas pasa- y olivo -aceite-), introdujeron nuevos productos de regadío como frutales
(naranjos, almendros, higueras…), hortalizas y productos de huerta (arroz, caña de azúcar, azafrán,
espinacas, berenjenas…) y plantas industriales (lino, esparto, algodón, morera para la cría de los gusanos
de seda)- e incorporaron nuevos métodos intensivos de cultivo en la agricultura de regadío (norias,
albercas, acequias y canales).
 También se desarrolló el sector ganadero, sobre todo en las tierras menos fértiles de la Meseta,
donde los bereberes practicaban la trashumancia de los rebaños de ovejas; también destacó la cría de
caballos -para la guerra-, mulas y bueyes como animales de carga y de tiro, respectivamente.
 La minería, con técnicas romanas, permitía extraer oro (arenas del Darro y del Segre), plata
(Murcia), hierro (norte de Sevilla y Córdoba), cobre (Huelva), estaño, plomo (Cabra) y mercurio o cinabrio
(Almadén -Ciudad Real-), y también sal y piedras de construcción (mármol).
 En la actividad artesanal destacó la producción de tejidos de seda, lino o algodón, y en menor
medida lana; los trabajos de cuero -cordobanes- y de papel, así como la fabricación de cerámica, vidrio,
armas, orfebrería, muebles de taracea, alfombras, tapices… que se realizaban en pequeños talleres -
cuyos artesanos se agrupaban en una especie de gremios-, aunque también se desarrollaron los grandes
talleres propiedad del Estado.
 En cuanto al comercio, los productos agrarios y las manufacturas se vendían en los zocos -
mercados de las ciudades que abastecían a la demanda local y comarca-, aunque también estaban
destinados al comercio exterior que estaba muy desarrollado, ya que Al Andalus estaba integrado en
un circuito económico cuyo eje era el Mediterráneo, en el que confluían las rutas comerciales de
África -ruta del oro del Sudán-, de Asia -ruta de la seda- y de Europa (el Báltico). Los musulmanes
dominaron las rutas terrestres para el comercio interior -que coincidían con las calzadas romanas y
trazaban una red radial con centro en Córdoba que se completaba con vías secundarias que unían las
ciudades con su territorio- y las rutas marítimas de navegación para el comercio exterior, y dispusieron
de una moneda fuerte -el dinar de oro y el dirham de plata-.
Al-Ándalus importaba esclavos, madera, metales o armas de Europa; de África llegaban
esclavos negros, trigo, oro y marfil, y de Asia especias y objetos de lujo. A su vez, Al-Ándalus
exportaba productos agrícolas y manufacturas de lujo que se comercializaban en las alcaicerías de las
ciudades.

ESTRUCTURA SOCIAL.
La implantación del Islam en la Península se llevó a cabo mediante la conversión de buena parte
de la población hispanovisigoda -parte de la nobleza hispanogoda y de la mayoría de la población
campesina-, a la que se unieron numerosos grupos islamizados (norteafricanos, egipcios, sirios,
persas…) que se integraron en la sociedad como soldados o campesinos arrendatarios.
La organización social presentaba un alto grado de complejidad y diversidad.
 En función de la composición étnica y religiosa, se diferenciaba la población musulmana -que
incluía una minoría árabe a la que se subordinaba la población bereber y los muladíes, cristianos
convertidos al Islam que quedaban exentos del pago de impuestos- y la no musulmana, a la que
pertenecían los mozárabes y los judíos; ambos grupos fueron minorías toleradas pero subordinadas e
incluso perseguidas por los almorávides y los almohades.
- Los mozárabes, hispanogodos cristianos que permanecen en territorios de Al Andalus, inicialmente
constituían la mayoría de la población, pero su número disminuyó significativamente por las conversiones al
Islam y porque muchos huyeron a los reinos cristianos debido a las persecuciones a las que se vieron
sometidos por los almorávides y los almohades a partir del siglo XI; aun así, en ciudades como Toledo,
Córdoba o Sevilla permanecieron comunidades mozárabes importantes que vivían en barrios separados.
Sometidos a fuertes cargas fiscales, se dedicaban al pequeño comercio, a oficios artesanales y a la
agricultura como colonos o aparceros.
- Los judíos eran una minoría con un estatus legal similar al de la población mozárabe, si bien las
conversiones al Islam en este caso fueron escasas, aunque muchos conocieron bien la cultura musulmana.
Su núcleo fundamental fue Granada, pero los judíos estaban presentes en todas las grandes ciudades,
donde vivían en juderías. Destacaron como comerciantes, médicos, orfebres, y algunos lograron ocupar
cargos públicos de relevancia, respaldados por la confianza personal de algún emir o rey, y también
participaron en las actividades culturales de las élites. A partir del siglo XI, debido a la intransigencia
almorávide y almohade, aumentaron las persecuciones antisemitas y muchos judíos se vieron obligados a
emigrar a tierras cristianas.
 En función del criterio jurídico y según la estructura socioeconómica se diferenciaban:
 Los hombres libres, entre quienes destacaba la jassa o aristocracia árabe de grandes propietarios
de tierras, altos funcionarios de la administración central, provincial y local y jefes del ejército, así como
juristas-teólogos, seguida de la famnia -grupos intermedios de comerciantes, artesanos, funcionarios de
menor rango, propietarios de tierras, sabios, literatos y artistas- y por último, la amma -plebe urbana y rural
de muladíes, bereberes, mozárabes y judíos sometidos a fuertes cargas fiscales dedicados al pequeño
comercio, a oficios artesanales y a la agricultura como colonos o aparceros.
 Los libertos o clientes eran esclavos manumitidos -liberados- que seguían vinculados a su dueño
por una relación de clientela o patronato.
 Los esclavos -negros africanos y eslavos blancos- lo eran por su nacimiento, por ser prisioneros de
guerra, por la piratería o el comercio (Europa, Oriente y África). Se dedicaban a la agricultura, a la artesanía
o al servicio doméstico, destinados a los harenes. El dueño no tenía sobre ellos el derecho de vida o de
muerte.

RELIGIÓN, CULTURA Y ARTE.


 LA RELIGIÓN. Islam significa “sumisión” y todo creyente es un musulmán -“el que se somete a
Dios”-.
La religión musulmana es monoteísta y, según la tradición, fue revelada por el arcángel San Gabriel
a Mahoma, el profeta de Alá. La revelación divina está recogida en el libro sagrado -el Corán- y todo
musulmán debe cumplir cinco preceptos: la profesión de fe o manifestación pública de que no hay más
dios que Alá y que Mahoma es su profeta; la oración cinco veces al día en dirección a la Meca; la práctica
de la limosna; el ayuno durante el mes del Ramadán; y la peregrinación a la Meca, al menos una vez en
la vida.
En la civilización musulmana el individuo y la comunidad se deben regir por los mandamientos
divinos, plasmados en la ley islámica -sharia-. Así, la voluntad de Alá se convierte en base del Derecho,
cuyas fuentes son el Corán y la sunna, normas de vida establecidas por Mahoma con sus palabras y sus
actos y transmitidas por la tradición.
Sin embargo, hubo tendencias diferentes en la interpretación de los preceptos coránicos y en la
aplicación de la ley islámica: el califato y los primeros reinos de taifas se caracterizaron por la tolerancia
religiosa e intelectual, mientras que el rigorismo religioso se impuso con los almorávides y los almohades.

 LA CULTURA islámica asimiló el legado cultural procedente de las civilizaciones griega,


romana y de las culturas orientales (India, Persia, China), al que incorporó sus propios aportes
culturales, y los transmitió a Europa Occidental a través de Al-Ándalus.
La actividad intelectual alcanzó su máximo desarrollo en el califato, bajo Abd al-Rahman III y Al-
Hakam II, con quienes Córdoba se convirtió en un centro cultural de primer orden.
En Andalus se cultivaron la literatura en prosa y en verso, con obras de gran calidad como “El collar
de la paloma” -una obra de tono poético sobre el amor- y “El Collar” -una enciclopedia de contenido
humanista escrita por Abd Rabí-; la filosofía de tradición aristotélica -Avicenas, Averroes y Maimónides-,
la geografía y la historia en las que destacaron al-Razi (medicina, física y química) e Ibn-al-Qutyya, así
como la astronomía (Azarquiel), las matemáticas (al-May-Rití) y la medicina (Abulcasis, autor de una
enciclopedia médica y quirúrgica). Muchas de estas obras fueron traducidas al latín y difundidas a través
de la Escuela de Traductores de Toledo. También Al-Ándalus fue vía de difusión hacia Europa de la
numeración india, que llegó a sustituir a la romana.

 En el ARTE, a la tradición romana se incorporan los aportes del arte islámico, sobre todo los motivos
decorativos geométricos, vegetales y epigráficos. Las manifestaciones más destacadas corresponden a la
arquitectura, definida por las columnas, los arcos de herradura y lobulados, las cúpulas y las bóvedas de
arista y de nervios; se conservan espléndidos ejemplo de arquitectura civil y religiosa como la mezquita
de Córdoba y el Palacio de Medina Azahara (Madinat al Zahra) de época califal, la Aljafería de Zaragoza,y
las alcazabas de Málaga y Almería de los reinos de taifas, la Torre del Oro y el alminar de la mezquita de
Sevilla -“La Giralda-” del período almohade, y la Alhambra y el Generalife del arte nazarí, así como piezas
decorativas de gran refinamiento.

Explique el origen de las Cortes en los reinos cristianos y sus principales funciones.
En la Edad Media, las Cortes eran una institución de representación estamental formada por
procuradores o representantes de los tres estamentos o brazos que deliberaban por separado, una vez
convocadas por los reyes.
El auge de las ciudades y de la burguesía ofreció a los monarcas una posibilidad de obtener sumas
de dinero y de contrarrestar el poder de la nobleza, pero la burguesía exigió en contrapartida su incorporación
en la Curia, hasta entonces reservada a los privilegiados. Así, el origen de las Cortes se produjo cuando a
los diputados nobles y eclesiásticos de la Curia se sumaron los delegados de las ciudades y las villas, en
representación del Tercer Estado, para aprobar los subsidios y los impuestos extraordinarios solicitados por
el rey, concesiones económicas pedidas por la Corona ya que los ingresos fiscales ordinarios solían ser
insuficientes para sufragar los gastos de la monarquía.
Las primeras Cortes fueron las de reino de León, reunidas en 1188 por Alfonso IX -rey de León- en
la ciudad de León.
Posteriormente los reyes de Castilla también convocaron Cortes del reino de Castilla, y al unirse los
reinos de Castilla y de León también se unificó esta institución como Cortes de la Corona de Castilla, un
órgano supeditado al poder real.

Las Cortes de la Corona de Castilla, formadas por tres brazos que reunían a los representantes de
la nobleza, del clero y de las ciudades- tuvieron un carácter consultivo y unas funciones limitadas a votar los
subsidios e impuestos extraordinarios, proclamar al heredero y prestar juramento al nuevo rey, ya que
carecían de capacidad legislativa.
En las reuniones de las Cortes, primero se votaban los impuestos extraordinarios y se aprobaban los
subsidios para financiar la política real, y después los procuradores de las ciudades presentaban sus quejas
y hacían sus peticiones al rey, que las atendía o no.

Las Cortes de la Corona de Aragón -Cortes de Aragón, de Valencia y de Cataluña- eran órganos
de representación estamental formadas por tres brazos, salvo las del reino de Aragón que estaban
integradas por cuatro brazos (alta nobleza, baja nobleza, clero y procuradores del común que representaban
a las ciudades o Estado Llano), si bien en ciertas ocasiones las Cortes de los diversos reinos podían reunirse
en Cortes Generales.
Las primeras fueron las Cortes de Cataluña (1214), después se convocaron las de Aragón (1247) y,
por último, las de Valencia (1283).
Ejercían una labor de control sobre la Corona, en defensa de los fueros y los privilegios de los reinos,
y disponían de poder legislativo.
Las reuniones de Cortes comenzaban con la presentación de agravios contra el rey o sus
funcionarios para después debatir los impuestos extraordinarios solicitados por los monarcas y votarlos;
también elevaban peticiones a la Corona y legitimaban la coronación de los reyes.

Comente el ámbito territorial y las características de cada sistema de repoblación, así como sus
causas y consecuencias.
La repoblación es el proceso de asentamiento de población cristiana en zonas ganadas a los
musulmanes para afianzar las conquistas, organizar su defensa militar y asegurar su control,
establecer una organización político-administrativa y social, y explotar económicamente las tierras,
a través de su colonización y roturación (puesta en cultivo).
Con estos objetivos se aplicaron diferentes sistemas de repoblación entre los siglos VIII – XIII:
 La repoblación por presura y aprisio fue aplicada en los siglos VIII, IX y X en las tierras situadas
al norte del Duero -entre la Cordillera Cantábrica y el Duero-, y en el piedemonte pirenaico (sur de los
Pirineos), un territorio de frontera, expuesto a las incursiones cristianas y musulmanas de represalia
y búsqueda de botín, que era considerado como propiedad real.
Esta primera fase repobladora se vio favorecida por ser territorios prácticamente despoblados -
“tierra de nadie”-, por lo que no requerían una conquista previa, y fue impulsada por la presión
demográfica existente en los reducidos núcleos cristianos iniciales.
El sistema de presura consistía en la ocupación de tierras sin dueño, ya que, según el Derecho
romano, la puesta en cultivo de un terreno despoblado otorgaba al que lo hiciera la propiedad del mismo.
Este procedimiento se realizó por iniciativa de grupos de campesinos o de nobles y monasterios.
A partir de mediados del siglo IX, cuando la presión musulmana disminuyó, muchos campesinos
libres -gallegos, cántabros, vascos procedentes de las montañas del norte y mozárabes huidos de Al
Andalus- ocuparon de forma espontánea la tierra y formaron comunidades de hombres libres
organizados en aldeas. Los reyes astur-leoneses, los condes aragoneses y catalanes y los reyes
navarros reconocieran la legalidad de estas ocupaciones y concedieron a los campesinos la
propiedad de la tierra. De esta forma se convirtieron en propietarios de alodios, con el compromiso de
roturarlas y cultivarlas, a la vez que la Corona afirmaba la autoridad sobre el territorio recién colonizado y
evitaba que los grandes nobles se apropiaran de él.
Sin embargo, en los siglos X y XI, cuando la frontera se había estabilizado, los señores se
apropiaron de la tierra e impusieron su poder feudal sobre los campesinos, que perdieron la tierra y la
libertad, convertidos en colonos y siervos, lo que mermó la autoridad real.
El resultado final fue el predominio de la pequeña y mediana propiedad de tierras.

 La repoblación concejil fue aplicada en los siglos XI y XII por Castilla en las tierras entre el Duero
y el Sistema Central -las extremaduras del Duero-, y entre el Sistema Central y el Tajo, en el sector
occidental, y por Aragón en las tierras al sur del Ebro, en el sector oriental. Ambas eran zonas de frontera
expuestas a las incursiones musulmanas, por lo que los reyes tuvieron que incentivar la repoblación
mediante la creación de concejos. Se trataba de limitar el poder territorial de las grandes casas
nobiliarias y asegurar el control de la población.
Esta segunda fase de repoblación estuvo favorecida por el crecimiento demográfico de los
núcleos cristianos, que habían iniciado una fase de recuperación y expansión.
Los concejos eran comunidades de colonos a los que la Corona entregó un alfoz -territorio del
concejo regido por una villa cabecera en la que se instalaba un representante del rey- y unos fueros -cartas
pueblas, cartas de población o cartas de franquicia-, que garantizaban libertades, privilegios fiscales y
jurídicos, y exenciones de cargas militares, encomendando a los campesinos la explotación y la
defensa del territorio.
A los nuevos pobladores se les concedía un solar para levantar su casa y tierras de cultivo, que, con
los años, pasaban a ser de su propiedad; también se les permitía disfrutar de las tierras y bienes comunales.
El grupo dominante eran los caballeros villanos, encargados de la defensa de los concejos, una especie de
aristocracia urbana que dirigía las cabalgadas contra los musulmanes, obtenían grandes ingresos del botín
de guerra y acaparaban los principales cargos de los concejos. Por debajo, artesanos y campesinos
pagaban impuestos y formaban las milicias urbanas.
La estructura resultante de la aplicación de este sistema se caracterizó por el predominio de la
propiedad mediana libre y numerosas tierras comunales.

 Las capitulaciones o pactos de rendición.


Tras la conquista de Toledo (1085) y de Zaragoza (1118), el valle del Tajo quedó bajo dominio de
Castilla y León y el valle del Ebro en poder de Aragón. Eran tierras fértiles, densamente pobladas y con
una importante comunidad musulmana.
Las capitulaciones eran acuerdos con las poblaciones sometidas, especialmente en las
ciudades, por los que se respetaban las leyes, costumbres, libertad religiosa y parte de las propiedades de
los musulmanes, aunque generalmente se les imponía contribuciones especiales. Las capitulaciones
permitían a los musulmanes más acomodados vender sus propiedades y emigrar; pero a los más
modestos se les obligaba a vivir en barrios propios (morerías) o a abandonar las ciudades, aunque se
les autorizaba a permanecer en las zonas rurales y trabajar como siervos en el campo. Las mejores
casas y tierras vacantes fueron entregadas a la alta nobleza que había participado en la conquista; el
resto de las tierras y las viviendas disponibles eran entregadas a los pobladores cristianos.

 La repoblación protagonizada por las Órdenes Militares tuvo lugar en la primera mitad del siglo
XIII. Las zonas afectadas fueron el valle del Guadiana (Extremadura y La Mancha), en el sector occidental,
y la provincia de Teruel y el norte de Castellón, en el sector oriental.
Se trataba de zonas extensas y poco pobladas, menos fértiles que las tierras del Tajo y del Ebro,
en cuya reconquista habían destacado las Órdenes Militares (Alcántara y Santiago en Extremadura;
Calatrava en La Mancha). Estas recibieron grandes extensiones de tierra que dividieron en
encomiendas. En torno a los castillos de las Órdenes se fue concentrando la población que recibía la
protección de los cruzados a cambio de trabajar sus encomiendas en régimen feudal.
La estructura de la propiedad predominante fueron los latifundios dedicados a la explotación
ganadera, la solución más idónea para zonas extensas y con escasa población.

 La repoblación por repartimientos.


Este sistema se aplicó en la segunda mitad del siglo XIII en el valle del Guadalquivir, el litoral
levantino, Murcia y Baleares, últimas zonas reconquistadas.
Eran tierras fértiles con una importante población musulmana. Parte de esa población huyó a
Granada o al norte de África, pero la mayoría permaneció, aunque relegada a las zonas rurales. La
mayor parte de las viviendas y de las tierras fueron adjudicadas a los que habían intervenido en la
conquista mediante el sistema de repartimientos, por el que las propiedades disponibles eran
distribuidas en lotes de diferente tamaño según el rango social de quien los recibía. Los de mayor
tamaño (donadíos) fueron entregados a la alta nobleza y a los grandes obispados, y los de menor
tamaño (heredamientos), a la baja nobleza y a los caballeros de las ciudades y de la Corte que habían
participado en la conquista; también recibieron pequeñas parcelas los campesinos de las milicias
concejiles.
El resultado fue la creación de grandes latifundios en poder de la nobleza, las Órdenes Militares
y la Iglesia.

Para facilitar el estudio, recomiendo completar esta tabla.

Sistema de Cronología Localización Factores o Procedimiento Consecuencias


repoblación geográfica causas

Explique el origen y las características del régimen señorial y la sociedad estamental en el ámbito
cristiano.
EL RÉGIMEN SEÑORIAL Y LA SOCIEDAD ESTAMENTAL.
A – EL RÉGIMEN FEUDAL
El feudalismo es una forma de organización social, política y económica basada en las relaciones de
vasallaje entre señores feudales y vasallos que se desarrolló en Europa en la Edad Media.
En la Península Ibérica el proceso de formación del feudalismo se desarrolló entre los siglos IV -
XI. Se inició con la decadencia del Imperio Romano a partir de la crisis del siglo III cuando la sociedad y
la economía experimentaron un proceso de ruralización y, en el contexto de inseguridad provocada por las
invasiones germánicas, los esclavos fueron sustituidos por colonos.
En el reino visigodo continuó el proceso de feudalización que se había iniciado en el Bajo Imperio
y, ante la debilidad del Estado visigodo, se consolidaron las relaciones de dependencia personal.
A partir de la invasión musulmana, la reconquista y la repoblación contribuyeron a la expansión
del sistema feudal, de la misma forma que en Europa lo hicieron las cruzadas. Las estructuras feudales se
desarrollaron rápidamente en los territorios de influencia franca -Marca Hispánica- y progresivamente en
el resto de la península con diferente grado de consolidación.
El régimen feudal se caracterizó por una economía fundamentalmente agraria y de subsistencia,
en la que la propiedad de la tierra pertenecía a la nobleza y a la Iglesia, y la explotación la realizaban
campesinos libres (colonos) o campesinos semilibres sujetos a la tierra (siervos), con un desarrollo
limitado de la artesanía y el comercio.
A nivel político el feudalismo se definió por la descentralización y la atomización del poder entre
los reyes y la nobleza -laica y eclesiástica-, pues, aunque el monarca representaba el máximo poder feudal
y era señor de todos los vasallos del reino, en realidad su soberanía se encontraba limitada por la
autonomía de los señoríos bajo jurisdicción de los nobles y por los privilegios de los estamentos nobiliar
y eclesiástico.
En el plano social, se implantaron las instituciones feudovasalláticas que crearon vínculos de
dependencia personal entre señores y vasallos, base del régimen señorial, que creaban obligaciones
mutuas y que se desarrollaron en dos niveles: entre el rey (señor) y los nobles (vasallos) -el vasallo debía
al rey lealtad, consejo y otros servicios, como ayuda militar y económica, y, a cambio, el rey le entregaba un
feudo (tierra, título, cargo- y entre reyes y nobles (señores) y campesinos (vasallos) -debido a la
inseguridad creada por la expansión musulmana, el señor ofrecía al campesino protección y éste debía
entregar su tierra-.
Se consolidaron los señoríos de realengo, eclesiásticos y solariegos en los que los reyes, el
clero y la nobleza poseían la propiedad de la tierra y ejercían los derechos jurisdiccionales. Los señores
tenían la propiedad de los señoríos territoriales -explotaciones agrarias formadas por la reserva, los
mansos y las tierras comunales, trabajas por siervos y colonos que debían satisfacer prestaciones
personales (corveas o sernas) y entregar rentas en especie (censos) o dinero a su señor- y ejercían los
señoríos jurisdiccionales -atribuciones concedidas por los reyes a los nobles que les permitía desempeñar
en sus señoríos las funciones que hasta ese momento habían correspondido a los monarcas, como
administrar justicia, cobrar impuestos, nombrar autoridades, hacer levas y disponer de monopolios (molino,
lagar, horno, fragua…)-.

B – LA SOCIEDAD ESTAMENTAL.
En la Edad Media se constituyó una sociedad estamental que presentaba una estructura muy
jerarquizada en estamentos, también llamados órdenes o estados -grupos cerrados a los que se accedía
por nacimiento y que no permitían la movilidad social vertical, definidos por la desigualdad legal y por la
relación con la tierra-.
La sociedad feudal diferenciaba a los estamentos privilegiados (nobleza y clero), y el estamento
no privilegiado o pueblo llano. Desde el punto de vista jurídico había hombres libres y siervos, y desde
el punto de vista religioso cristianos, judíos y musulmanes.

1. La nobleza y el clero constituyeron los estamentos privilegiados, eran los bellatores y los oratores, un
grupo minoritario que basaba su poder en la propiedad de la tierra, estaba exento del pago de impuestos y
sometido a leyes y tribunales especiales. Este estamento poseía señoríos territoriales, vinculados a las
casas nobiliarias a través del mayorazgo, de cuya propiedad derivaba el derecho a percibir sernas y rentas,
y recibía privilegios del rey: la exención fiscal, el privilegio jurídico y los derechos jurisdiccionales (administrar
justicia, nombrar autoridades, cobrar impuestos, diezmos y primicias -reservados a la Iglesia-…). La nobleza
detentaba los cargos políticos y el clero participaba del poder político. Estos grupos eran heterogéneos;
dentro de ellos se distinguía la alta nobleza -con títulos (duques, condes, marqueses y ricos hombres) y
grandes propiedades- y el alto clero -obispos, arzobispos y abades, que eran los segundones de la nobleza
con grandes propiedades- de la baja nobleza -hidalgos y caballeros en la Corona de Castilla e infanzones
en la de Aragón, con escasas propiedades- y del bajo clero, que se organizaba en clero secular (curas y
párrocos) y clero regular (órdenes monásticas).

2. El Tercer Estado, pueblo llano, estado general o plebeyo constituía el grupo mayoritario de la población,
su función era trabajar -laboratores- y debían pagar impuestos (pecheros).
La mayoría eran campesinos: unos eran pequeños propietarios libres, que terminaron perdiendo
sus tierras; otros eran colonos sin tierras que las arrendaban y pagaban rentas a los señores, y otros eran
siervos adscritos a la tierra.
La burguesía era un grupo minoritario e incipiente dentro del Tercer Estado que vivía en los burgos
o ciudades, organizadas en concejos bajo dependencia del rey o de los señores. Dedicada a la artesanía y
al comercio, la burguesía financió a la monarquía a través de su representación en las Cortes y en los
concejos municipales. Este grupo social acabará controlando el gobierno de las ciudades y emparentando
con la nobleza.

3. Minorías marginadas eran los judíos y los mudéjares.


* Los judíos -unos 300.000- habitaban en las juderías o aljamas de las ciudades y se dedicaban al
comercio, a la artesanía, a las finanzas -préstamos-, a recaudar impuestos y a la medicina; se les negó el
derecho a la propiedad. Las relaciones con la comunidad judía fueron buenas hasta el siglo XIII cuando se
hicieron frecuentes las persecuciones y los asaltos a las juderías. Ante las persecuciones optaron por la
emigración o la conversión (conversos).
* Los mudéjares, musulmanes que no habían huido tras la conquista cristiana, se concentraban
sobre todo en los territorios de la Corona de Aragón y se dedicaban al cultivo de la tierra y a trabajos
manuales (artesanía y construcción); aunque vivían marginados, no fueron perseguidos, si bien
posteriormente se les obligó a convertirse.

BLOQUE 3. LA FORMACIÓN DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA Y SU EXPANSIÓN MUNDIAL (1474 –


1700). ESTÁNDARES DE APRENDIZAJE EVALUABLES.
Defina el concepto de “unión dinástica” aplicado a Castilla y Aragón en tiempos de los Reyes
Católicos y describa las características del nuevo Estado.
LA UNIÓN DINÁSTICA.
Los Reyes Católicos emprendieron un proyecto de unificación política a través de la Concordia de Segovia
(1475), por la que Isabel y Fernando establecían un gobierno conjunto en las dos Coronas y las leyes y
las disposiciones legales eran firmadas por representantes de ambos reinos, si bien la unión de las dos
Coronas fue una unión dinástica -Isabel y Fernando pertenecían a la dinastía Trastámara- y personal,
pero no institucional, ya que los reinos mantuvieron sus propias leyes, sus instituciones, sus fueros, y sus
fronteras; tampoco se logró la integración económica ya que los reinos conservaron sus aduanas, sus
sistemas fiscales, monedas, pesas y medidas, y la Corona de Aragón quedó excluida del mercado
americano, reservado a Castilla.
Los reyes compartían objetivos comunes y consiguieron una unidad de acción en ámbitos como la
diplomacia, el ejército y la política exterior, aunque incluso en ésta se diferenciaban las zonas de influencia:
el Mediterráneo como área de expansión de Aragón y el Atlántico de Castilla.
Así pues, ambas Coronas sólo tenían en común los mismos soberanos y la única institución con
jurisdicción en todos los territorios fue el Tribunal de la Inquisición.
La unión dinástica -que se simbolizó con las divisas: las flechas (Isabel) y el yugo (Fernando), y con
el lema “tanto monta, monta tanto”, ideado por Nebrija- se hizo según la concepción federal catalano-
aragonesa, de forma que el nuevo Estado se configuró como un Estado plural y una monarquía dual, en
la que Castilla tuvo un mayor peso -económico, territorial y demográfico-.

LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO. LAS INSTITUCIONES DE GOBIERNO.


Los Reyes Católicos sentaron las bases del Estado Moderno -la monarquía hispánica-, un
modelo de Estado con territorios delimitados por fronteras bajo soberanía de los reyes donde ejercían
un poder autoritario en base al derecho romano; el nuevo Estado disponía de un aparato burocrático
de funcionarios, de una Hacienda real, de un ejército profesional y permanente, y de un cuerpo
diplomático al servicio de la Corona.
Los reyes reforzaron los órganos de gobierno y fortalecieron las instituciones controladas por
la Corona, hicieron más efectiva la administración del Estado y consolidaron la autoridad real a
través de los Consejos, que se convirtieron en los órganos más importantes de poder. Se diferenciaban
los Consejos temáticos -asesoraban en asuntos generales o particulares- y Consejos territoriales -
gestionaban los distintos territorios-.

 En la Corona de Castilla Isabel I impuso la monarquía autoritaria, lo que supuso el fortalecimiento


del poder real y la centralización del Estado. Los reyes ejercieron los poderes ejecutivo, legislativo y
judicial, sometieron a la nobleza -aunque confirmaron los mayorazgos a través de las leyes de Toro- y a
la Iglesia -a través de las concesiones papales (la Bula de Cruzada y la Inquisición), el patronato regio y las
tercias reales, controlaron a las Cortes -a las que convocaron en contadas ocasiones- e intervinieron en
los concejos mediante el nombramiento de corregidores.
En la administración central destacaban:
El Consejo Real de Castilla deja de ser sólo un órgano asesor o consultivo y se convierte en el
órgano supremo de gobierno en política interior y exterior y tribunal supremo de justicia, presidido por el rey
y formado por juristas o letrados de formación universitaria, que desplazaron en él a la nobleza y al clero.
El Consejo de Cruzada fue creado para recaudar y gestionar los fondos ingresados a través de las
“bulas de cruzada” concedidas por el Papa y destinados a financiar la guerra de Granada.
El Consejo de Órdenes Militares fue creado cuando Fernando consiguió -por concesión papal- el
maestrazgo de las Órdenes Militares de Castilla (Alcántara, Calatrava y Santiago) que pasaron a depender
de la Corona, lo que permitió administrar sus bienes y sus rentas, y controlar a la nobleza.
El Consejo de la Inquisición: tribunal eclesiástico, creado por el Papa en el siglo XIII, que se
implantó en la Corona de Aragón y después en el Reino de Navarra para perseguir la herejía.
Los Reyes Católicos introdujeron en 1474 el Tribunal del Santo Oficio o de la Santa Inquisición en
Castilla con la autorización del Papa Sixto IV. Era la única institución con competencias en todos los
territorios bajo soberanía de los monarcas, dependía directamente de la Corona y estaba controlado por los
dominicos -Torquemada fue su primer inquisidor general-; creado para perseguir a los judíos y a los falsos
conversos, luchar contra la herejía, la brujería y las conductas amorales, fue un instrumento de control
ideológico al servicio de la unidad religiosa, y, por lo tanto, del reforzamiento del poder real, y de represión
contra la disidencia política.
El Consejo de la Santa Hermandad fue creado en 1471 para mantener el orden en el interior de
Castilla durante la guerra civil, y después de esta, para perseguir, juzgar y ejecutar a delincuentes en todo
el reino, incluidas las zonas de jurisdicción señorial, para lo que disponía de milicias organizadas y costeadas
por los concejos.
Las Cortes de Castilla eran asambleas de representación estamental formadas por tres brazos
que representaban a la nobleza, al clero y a las ciudades. El carácter autoritario de la monarquía, defendido
por los juristas en base al derecho romano, convirtió a las Cortes en asambleas sometidas al poder real, ya
que los reyes no estaban obligados a convocarlas y prácticamente sólo se reunían cuando los monarcas
solicitaban más recursos financieros. Sus funciones eran muy limitadas: tomaban juramento al rey, y votaban
nuevos impuestos y subsidios para la Corona, por lo que su capacidad de control de los reyes era mínima y
no tenían poder legislativo vinculante.
La justicia real se impuso sobre la señorial y los reyes ordenaron una recopilación de leyes
(Ordenamiento de Montalvo -por el que los nobles perdieron los derechos ilegítimamente adquiridos- y Leyes
de Toro -que confirmaron los mayorazgos-), para evitar los problemas derivados de la pluralidad de
disposiciones legales.
La aplicación de la justicia a nivel local correspondía a los corregidores; en segunda instancia, como
tribunales de apelación, las Chancillerías -con sedes en Valladolid y Granada- y las Audiencias -con sedes
Santiago de Compostela y Sevilla, altos tribunales de justicia; y la última instancia era el Consejo Real.
La financiación de la Corona procedía de los ingresos ordinarios (alcabala -10% del importe de
los precios de venta-, servicio y montazgo -pago por el paso del ganado trashumante por los puertos de
montaña-, tercio real -tercera parte del diezmo de la Iglesia-, ingresos de las Órdenes Militares y de las bulas
de cruzada) y de los ingresos extraordinarios (subsidios aprobados por las Cortes), y la administración de
Hacienda pasó a depender de la Contaduría mayor de cuentas o Sala de contadores mayores.
En la administración local, los reyes controlaron los concejos con el nombramiento de los
corregidores -funcionarios nombrados por los reyes como representantes de la autoridad real en las
ciudades y en los órganos de gobierno municipal, eran la máxima autoridad política, militar, fiscal y judicial
en los concejos-.

 En la Corona de Aragón los reyes mantuvieron la monarquía pactista, por lo que la autoridad real
estaba limitada por los fueros de los reinos y los privilegios de los estamentos representados en las
Cortes, que tenían cierta capacidad legislativa y de control del rey. Fernando el Católico tuvo que
aceptar una política pactista moderada, decidida en las Cortes de Barcelona (1480-1), que obligaba al
rey a jurar las leyes, pero le otorgaba capacidad para intervenir en las instituciones.
El Consejo de Aragón era órgano asesor para el gobierno de la Corona de Aragón que podía actuar
como alto tribunal de justicia, con jurisdicción en todos los territorios de la Corona.
El virrey era un delegado de los poderes reales que asumía las prerrogativas reales como
representante del monarca en los diferentes territorios de la Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia,
Nápoles y Sicilia).
Las Cortes, unas para cada reino -las de Aragón, formadas por cuatro brazos, y las de Valencia y
Cataluña, formadas por tres brazos- eran asambleas estamentales con poder legislativo que controlaban la
política de los reyes.
La Diputación o Generalitat (Diputación del Reino en Aragón y Generalitat en Cataluña y Valencia)
era una comisión permanente de la Cortes para velar por el cumplimiento de las leyes y gestionar los
subsidios concedidos a la Corona.
Para la administración de justicia se crearon Audiencias o altos tribunales de justicia, una en cada
reino (Aragón, Cataluña y Valencia), y en el reino de Aragón, el Justicia Mayor era un magistrado que
actuaba de árbitro en caso de conflicto entre el rey y sus súbditos, en defensa de los privilegios de la nobleza
y de los fueros del reino.
En el gobierno de las ciudades importantes de la Corona de Aragón se impuso el sistema de
insaculación para elegir al gobierno municipal por sorteo, a partir de una lista aprobada previamente por el
rey, para limitar el poder de la oligarquía urbana en los ayuntamientos.
Explique las causas y consecuencias de los hechos más relevantes de 1492.
Los hechos más relevantes ocurridos en 1492 fueron:
 La conquista de Granada.
 El descubrimiento de América.
 La expulsión de los judíos.
1. LA CONQUISTA DEL REINO NAZARÍ DE GRANADA -último reducto musulmán en la Península- fue
concebida como culminación de la reconquista y como una Cruzada contra el infiel, para evitar la
amenaza de una invasión procedente del Norte de África y cortar la protección que los nazaríes daban
a los piratas berberiscos, consolidar la unidad territorial y reforzar la autoridad real frente a la nobleza,
en un momento de debilidad interna en el reino de Granada por las disputas entre la monarquía y la
nobleza y los conflictos sucesorios y dinásticos, cuando las relaciones entre Castila y su reino vasallo se
habían deteriorado por el impago de las parias.
La guerra de Granada presentó rasgos medievales -considerada como una Cruzada, el Papa
Sixto IV concedió una Bula de Cruzada que permitía vender indulgencias para financiar la guerra; en ella
intervino un ejército heterogéneo formado por las mesnadas feudales, los soldados de la Corona, las milicias
concejiles y mercenarios extranjeros- y rasgos modernos -las operaciones militares y la financiación fueron
dirigidas de manera centralizada por la Corona; el rey dirigió personalmente las campañas; fue financiada
con los impuestos a judíos y mudéjares, los ingresos procedentes de la venta de indulgencias, las
aportaciones de los concejos, los créditos de la Mesta y los fondos de Castilla; se utilizaron nuevas armas
de fuego, de infantería y de artillería, y, por primera vez, se levantaron hospitales de campaña-.
La guerra se inició en 1482 con la conquista Zahara -una fortaleza castellana- por tropas
musulmanas, respondida con la toma de Alhama por los ejércitos cristianos; tras las primeras operaciones,
aisladas y mal organizadas, y las campañas planificadas contra Málaga -que se rindió tras una firme
resistencia y cuyos habitantes fueron esclavizados y sometidos a servidumbre- y Almería -que se entregó
casi sin oposición-, Granada fue sitiada y, finalmente, entregada por Boabdil a los Reyes que, el 2 de
enero de 1492, hicieron su entrada triunfal en la ciudad. Los Reyes Católicos y Boabdil firmaron las
Capitulaciones de Santa Fe (1492) que reconocían la libertad personal, la religión, las leyes, las
propiedades, la lengua, los vestidos y las costumbres de la población musulmana como súbditos de la
Corona de Castilla, a la que quedó incorporado el reino de Granada.
La conquista de Granada supuso la pérdida de población, ya que unos 150.000 habitantes
abandonaron el reino, pero sólo llegaron a él unos 40.000 colonos castellanos.
Los reyes pactaron el respeto a los musulmanes que permanecieran en Granada, pero el
incumplimiento de los acuerdos, con la política de conversiones forzosas impuesta por el cardenal
Cisneros y los repartos de tierras a los colonos cristianos, deterioró la convivencia, lo que llevó a
sublevaciones musulmanas en el Albaicín y las Alpujarras y al edicto de expulsión de 1502 para los
mudéjares que no se convirtieran.
El Papa Alejandro VI concedió a Fernando e Isabel el título de Reyes Católicos, en reconocimiento
a sus esfuerzos en defensa del cristianismo frente al Islam, y Julio II les proclamó Reyes de Jerusalén, con
la intención de que los reyes emprendiesen una Cruzada hacia los Santos Lugares.
El fin de la guerra de Granada permitía a los reyes actuar contra Carlos VIII de Francia, que
planeaba volver a intervenir en los asuntos italianos; completar la conquista de las Canarias y dedicar
importantes recursos a la conquista y colonización de América.
Por último, la conquista del reino nazarí facilitaba la navegación por el estrecho de Gibraltar y
favorecía la expansión y el comercio en el norte de África.

2. EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA.
 Factores del descubrimiento de América
Al descubrimiento de América contribuyeron una serie de factores:
 Factores políticos: la rivalidad de Castilla y Portugal en la expansión atlántica regulada en el Tratado
de Alcaçovas (1479).
 Causas económicas: la búsqueda de oro -para la acuñación de moneda-, especias, materias primas
-para la actividad artesanal- y productos de lujo -seda, perfumes, piedras preciosas-, y la necesidad de abrir
una ruta marítima alternativa segura que permitiera el acceso directo a las Islas Molucas o Islas de las
Especias -Indonesia-, a la India y a la China, pues la vía tradicional había sido bloqueada por los turcos que
habían conquistado Constantinopla en 1453.
 Causas técnicas: el desarrollo de los instrumentos de navegación y de orientación -timón, astrolabio,
cuadrante, brújula-, y de la construcción naval -nao y carabela-.
 Causas científicas: los cálculos matemáticos referidos a las dimensiones terrestres -Toscanelli- y la
difusión de obras científicas -Geografía de Ptolomeo e Imago Mundi- que afirmaban la esfericidad de la
Tierra, en el contexto de la cultura humanista del Renacimiento.
 Causas ideológicas como la curiosidad por lo desconocido y el ansia de aventuras, de fama y de
riqueza, estimuladas por los libros de viajes -El Libro de las Maravillas de Marco Polo- y por las leyendas -
el Preste Juan, las Siete Ciudades de Cibola y el Dorado-, así como el deseo de evangelizar a las
poblaciones paganas.

 El descubrimiento de América
Cristóbal Colón -posiblemente un navegante genovés-, convencido de la esfericidad de la Tierra y
en base a los cálculos de Toscanelli -que dieron una distancia entre Europa y la India menor a la real-,
proyectó una nueva ruta para llegar a las Islas Molucas navegando hacia el oeste a través del
Atlántico.
Inicialmente, en 1484 presentó esta propuesta al rey de Portugal -Enrique II-, quien la rechazó
porque los portugueses habían avanzado mucho en la ruta africana hacia las Indias; además, la empresa
podía vulnerar el tratado de Alcaçovas, los cálculos de Colón parecían poco fiables y sus exigencias
económicas eran excesivas.
Después, en 1485, Colón -respaldado por los monjes de la Rábida- expuso su proyecto en la Corte
de Castilla, pero una comisión de expertos rechazó su propuesta; además los reyes estaban inmersos en
la Guerra de Granada y consideraron desmedidas sus condiciones. Finalmente, la capitulación del reino
nazarí y la rivalidad de Portugal en la expansión atlántica hicieron que los Reyes Católicos aceptaran la
empresa, de modo que el 17 de abril de 1492 firmaron las Capitulaciones de Santa Fe con Colón, al que
concedían los títulos de almirante de la mar océana, virrey y gobernador de las nuevas tierras descubiertas;
también le otorgaban la décima parte de las riquezas encontradas y la posibilidad de costear la octava parte
de la expedición.
La expedición de Colón, formada por tres navíos (La Santa María -capitaneadas por él mismo-, La
Niña y La Santa María -capitaneadas por los hermanos Pinzón-) y unos cien hombres, partió de Palos de
Moguer (Huelva) el 3 de agosto de 1492 e hizo escala en las Islas Canarias. Esta expedición arribó el 12
de octubre de 1492 a la isla de San Salvador (Guanahaní para los nativos y actual isla de Watling, en Las
Bahamas) y exploró las islas Juana (Cuba) y La Española (República Dominicana y Haití).
Colón realizó otros tres viajes más entre 1493 y 1504 para explorar nuevas tierras, colonizar las
tierras descubiertas, evangelizar a los indios y encontrar un paso hacia la costa de Cathay (China) y
hacia las Islas de las Especies, convencido de haber alcanzado las Indias orientales cerca de Cipango
(Japón).
Exploró las Antillas menores, San Juan Bautista (Puerto Rico) y Santiago (Jamaica), fundó la
ciudad de Santo Domingo, alcanzó tierra firme en la desembocadura del Orinoco, recorrió las costas de la
actual Venezuela, donde descubrió las islas Trinidad y Margarita y exploró las costas de América Central
-Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá-.
Como gobernador de las tierras descubiertas su gestión fue nefasta: se enfrentó a las autoridades
enviadas por los Reyes, no supo imponer su autoridad, permitió los enfrentamientos entre colonos y los
abusos sobre los nativos; acusado de abuso de poder fue apresado.

 Las consecuencias del descubrimiento de América:


 Los acuerdos entre Castilla y Portugal
El viaje de Colón invalidaba el Tratado de Alcaçovas, por lo que los Reyes Católicos pidieron al Papa
Alejandro VI que confirmara su soberanía sobre las tierras recién descubiertas. La Bula Inter Caetera (1493)
concedió a Castilla el dominio de las tierras descubiertas y aquellas por descubrir situadas al oeste de una
línea de demarcación trazada en sentido N-S a 100 leguas al oeste de las islas Azores y de Cabo Verde.
Portugal rechazó la decisión papal y, para evitar un conflicto, Castilla y Portugal suscribieron el
Tratado de Tordesillas (1494), por el que se establecían las áreas de influencia respectivas a partir de una
línea de demarcación a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde: las tierras al oeste correspondían a
Castilla y las situadas al este a Portugal, lo que le permitió conquistar Brasil.
 Los viajes menores.
Desde 1499 los Reyes Católicos autorizaron expediciones privadas a las Indias Occidentales con
el fin de descubrir y explotar nuevos territorios, a través de capitulaciones de conquista -acuerdos por
los que la Corona autorizaba a particulares dirigir, organizar y financiar expediciones, reclutar un ejército y
conquistar un territorio, que quedaba bajo la soberanía de la Corona; a cambio, el rey concedía al
conquistador el título de gobernador o capitán general y también parte de las riquezas y de los beneficios, si
bien la Corona se reservaba la quinta parte de ellos (quinto real)-.
Entre 1499 y 1503 estas empresas permitieron completar el descubrimiento de las Antillas,
explorar las costas orientales del continente americano desde el Río de la Plata hasta la Florida y
buscar un paso hacia el Pacífico.
Entre ellas destacan la expedición de las costas de Venezuela por Alonso de Ojeda, la de Florida
por Ponce de León y la que permitió a Vasco Núñez de Balboa atravesar el istmo de Panamá y descubrir
el Mar del Sur -Océano Pacífico- en 1513.
 La colonización.
En un principio los nativos fueron repartidos entre los colonos de forma espontánea a través de
repartimientos y después se establecieron las encomiendas: sistema de reparto -basado en formas de
servidumbre indígena- por el que las tierras eran entregadas a los conquistadores, a los que se asignaba un
grupo de indios. Los encomenderos o colonos se comprometían a alimentarlos, cristianizarlos, respetarlos
y protegerlos, a cambio del trabajo y del pago de tributos por los indígenas.
 Los justos títulos.
Los “justos títulos” eran los supuestos derechos jurídicos que justificaban el dominio de los Reyes
Católicos y de Castilla sobre las tierras descubiertas y conquistadas, y que permitían conquistar los
territorios, someter y evangelizar por la fuerza a los indígenas y explotar en exclusiva -en régimen de
monopolio y excluyendo al resto de las naciones europeas- las nuevas tierras.
En 1511 el padre Montesinos -un fraile dominico- denunció los abusos de los colonos y de las
autoridades españolas sobre los indígenas de La Española, lo que provocó las protestas de los
conquistadores.
El rey Fernando convocó la Junta de Burgos (1512) donde teólogos y juristas discutieron sobre
los derechos de la monarquía en los territorios descubiertos y su potestad sobre las poblaciones nativas.
Las Leyes de Burgos -las primeras “Leyes de Indias” que regularon la conquista y explotación de
América- reconocieron la libertad y los derechos de los indios a una vivienda y a unos salarios justos, pero
también reconocían los derechos de conquista y la obligación de evangelizar a los indios, y legalizaron las
encomiendas, aunque no autorizaban la explotación de los nativos.
 El gobierno y la administración.
Los territorios americanos fueron incorporaron a la Corona de Castilla que organizó su
administración en base a las leyes e instituciones castellanas.
Desde 1502 los Reyes Católicos dictaron normas para el gobierno del Nuevo Mundo que fueron
elaboradas por un gabinete de juristas, encomendaron el gobierno de los territorios descubiertos y
conquistados a los gobernadores y en 1503 fundaron la Casa de Contratación -una institución con sede
en Sevilla bajo control de la Corona para gestionar el comercio con América, inspeccionar el tráfico de
mercancías y personas y asegurar la recaudación del quinto real (el 20% de los beneficios del comercio
americano estaba destinado a las arcas reales); también era una escuela náutica para pilotos, centro de
estudios geográficos y de cartografía-.

3. LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS.


En la Alta Edad Media los judíos habían convivido pacíficamente con los cristianos, pero en la Baja
Edad Media y, sobre todo, después de la peste comenzaron a ser perseguidos -asesinatos, destrucción de
sinagogas, reclusión en aljamas o juderías, signos distintivos en su indumentaria-.
Al comienzo de su reinado, los Reyes Católicos tomaron medidas para proteger a las
comunidades judías, pero después dictaron medidas para aislar a los judíos, obligándoles a vivir en
guetos -barrios cerrados-, para evitar su contacto con los conversos.
La decisión de expulsarlos fue adoptada tras la toma de Granada a través de los decretos de
expulsión del 31 de marzo de 1492 -uno para Castilla y otro para Aragón-, en un ambiente de exaltación
religiosa. Los reyes ordenan la expulsión o conversión de todos los judíos de sus reinos en el plazo de
tres meses. Podían llevarse sus bienes muebles, excepto oro y plata, y debían vender sus bienes raíces.
La justificación era evitar que el ejemplo de los judíos influyera en los conversos y los arrastrase
a judaizar.
La mayoría de los judíos optó por el exilio (unos 150.000). Los que abandonaron la península se
dirigieron a Portugal, de donde también serían expulsados poco después, a Marruecos, a Italia y al
Imperio Turco; la mayoría no olvidaron ni su origen ni su lengua; son los sefarditas o sefardíes (Sefarad,
nombre de España en hebreo). Los conversos al cristianismo siempre fueron sospechosos de seguir
judaizando y se convirtieron en el principal objetivo de la Inquisición.
Las consecuencias fueron muy negativas por su impacto social, económico y cultural:
 Una pérdida cuantitativa de población difícil de precisar (no debía de haber más de 100.000 judíos
en toda España en 1492).
 Una gran pérdida cualitativa pues los judíos desempeñaban profesiones y actividades económicas
de especial relevancia -medicina, artesanía especializada -orfebrería-, comercio, préstamos-. En este
sentido, la expulsión de los judíos, que controlaban gran parte de las finanzas, imposibilitó la creación de
una banca moderna nacional, lo que favoreció la presencia de banqueros genoveses y alemanes.
 Se generó entre la población una mentalidad de rechazo hacia las actividades comerciales y
financieras -préstamos-, consideradas propias de judíos.
 Las secuelas culturales también fueron importantes pues muchos judíos ejercían un papel
destacado el ámbito científico e intelectual.

Compare los imperios territoriales de Carlos I y de Felipe II, y explique los diferentes problemas que
acarrearon.
LOS DOMINIOS TERRITORIALES.
Los dominios de Carlos I:
Hijo de Juana -heredera de los Reyes Católicos- y de Felipe de Habsburgo -hijo de Maximiliano I, de la
dinastía Habsburgo, archiduque de Austria y emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, y de María
de Borgoña-, Carlos I heredó:
 Por parte materna, los dominios de las Coronas de Castilla y de Aragón que incluían los
territorios peninsulares, excepto Portugal, incluidos Navarra y Granada que habían sido incorporados a la
Corona de Castilla, y Aragón, Cataluña y Valencia, que conformaban los territorios de la Corona de Aragón;
los territorios insulares de Baleares, pertenecientes a la Corona de Aragón, y los de Canarias,
correspondientes a Castilla; las posesiones americanas, bajo soberanía castellana; así como las plazas del
norte de África, pertenecientes a Castilla, y los territorios italianos de Cerdeña, Sicilia y Nápoles, que
formaban parte de la Corona de Aragón-.
 Por parte paterna, los territorios de Borgoña -los Países Bajos, Luxemburo y Franco Condado-
y los territorios del Sacro Imperio Romano Germánico pertenecientes a la casa de Austria que estaban
vinculados al título imperial (Austria).

A estos territorios heredados, Carlos V incorporó el Milanesado (Lombardía, en el norte de Italia), los
territorios coloniales de América (virreinatos de Nueva España y del Perú) y del Pacífico (islas Carolinas),
y algunas plazas del norte de África (Túnez).

Los dominios de Felipe II.


Carlos V abdicó en 1556 y se retiró al monasterio de Yuste (Cáceres). Para evitar a su sucesor los conflictos
con los protestantes en Alemania, legó a su hermano Fernando Austria, Hungría y Bohemia y el título
imperial, y a su hijo Felipe II (1556-1598) le cedió el imperio hispánico, los dominios de Borgoña y los
italianos, lo que supuso la escisión de la dinastía Habsburgo en dos ramas: la alemana y la española.
A los territorios heredados, Felipe II incorporó Portugal, tras ser reconocido como rey por las Cortes
de Tomar (1581), lo que significaba la unidad ibérica y la incorporación del imperio colonial portugués

LOS CONFLICTOS EXTERIORES


Carlos V y Felipe II se propusieron mantener los territorios patrimoniales heredados y los que fueron
incorporados al imperio español, defender el catolicismo y garantizar la unidad de la cristiandad, conseguir
la hegemonía en Europa y proteger los intereses comerciales españoles en los territorios coloniales y en las
rutas oceánicas.
 La lucha por la hegemonía en Europa enfrentó a los reyes con Francia:
 Carlos I y el rey de Francia, Francisco I, mantenían una enemistad personal desde que ambos
rivalizaron por la corona imperial. La tensión entre ambas potencias se incrementó al quedar Francia
bloqueada por los dominios de Carlos V. Ambos se enfrentaron por la hegemonía en Europa y por
Flandes, Borgoña y los territorios italianos, sobre todo por el Milanesado.
Como respuesta a un ataque francés contra Navarra, Carlos V formó una coalición con el Papa
y las ciudades italianas y venció en la Batalla de Bicoca, lo que supuso la retirada francesa del
Milanesado.
Ante el intento francés por recuperar el ducado (Milanesado), Carlos V triunfó en la Batalla de
Pavía (1525), donde Francisco I fue hecho prisionero y obligado a firmar la Paz de Madrid (1526),
confirmada posteriormente por las Paces de Cambray (1529) y de Crépy (1544), por las que Carlos V
renunciaba a Borgoña y Francisco I a Flandes, Artois y a sus pretensiones sobre los territorios
italianos (Saboya y Nápoles).
De este modo, las guerras con Francia en Italia, entre 1521 y 1544, confirmaron la supremacía
de Carlos I y le permitieron incorporar el Milanesado a sus dominios.
Finalmente, por la Tregua de Vaucelles (1556), el emperador y Enrique II de Francia -sucesor de
Francisco I- se comprometían a finalizar la guerra en Italia, si bien la victoria definitiva de Francia no llegó
hasta la Paz de Cateau – Cambresis, que firmó su hijo Felipe II en 1559.
 En el reinado de Felipe II, la victoria de los tercios en la Batalla de San Quintín (1557), que
permitió firmar la Paz de Cateau-Cambresis (1559), sellada con el matrimonio de Felipe II e Isabel de
Valois (hija del rey de Francia).
El rey de España intervino en las guerras de religión que en Francia enfrentaron a hugonotes
(calvinistas) y católicos y en la crisis sucesoria por el trono francés, al presentar la candidatura de su
hija Isabel Clara Eugenia frente a Enrique de Borbón, quien -al convertirse al catolicismo- accedió al trono
como Enrique IV y fue reconocido por Felipe II en la Paz de Vervins (1598).

 La defensa del catolicismo con un espíritu de cruzada frente al Islam, y la protección de los
territorios mediterráneos del imperio español y los orientales del Imperio Alemán, además de las rutas
comerciales del Mediterráneo condujeron al enfrentamiento con el Imperio Turco y los piratas
berberiscos:
 Carlos V se proponía frenar el avance turco-otomano en Europa oriental, donde Solimán el
Magnífico, había conquistado Hungría y sitiado Viena, y defender los territorios mediterráneos de los
piratas berberiscos dirigidos por Barbarroja. Carlos V conquistó Túnez (1535), pero fracasó en Argel y
perdió Trípoli y Bugía.
 En el reinado de Felipe II, el Imperio Turco, en su avance por el Mediterráneo, se había apoderado
de Túnez y de Chipre. España, Venecia y el Papa se unieron en la Liga Santa y su escuadra -dirigida
por don Juan de Austria- venció a la armada turca en la Batalla de Lepanto (1571), frente a las costas
griegas, lo que detuvo el avance otomano.

 Garantizar la unidad de la cristiandad en Europa frente a la amenaza protestante llevó a Carlos


V a enfrentarse a los príncipes luteranos alemanes, y a Felipe II a combatir a los calvinistas de los
Países Bajos y los anglicanos ingleses. En estos enfrentamientos también pesaron los intentos de
imponer un poder autoritario y centralizador, y la defensa de los territorios coloniales y de las rutas
del comercio americano.
 Carlos V se enfrentó en el Imperio Alemán a los príncipes luteranos. Inicialmente trató de alcanzar
un acuerdo y convocó las Dietas de Worms y Spira donde no consiguió que Lutero se retractara.
Solicitó al Papa la convocatoria de un Concilio que se reunió en Trento, al que no acudieron los príncipes
luteranos y que impulsó la Contrarreforma, lo que supuso la ruptura entre católicos y protestantes, y la
guerra que enfrentó a la Liga de Esmalcalda, formada por los príncipes alemanes protestantes, y a las
tropas imperiales en la Batalla de Mülhberg (1547); sin embargo, la victoria imperial no supuso la unidad
religiosa, ya que la Paz de Augsburgo (1555) otorgó la libertad religiosa a los príncipes luteranos y
permitió que éstos impusieran su religión en sus Estados, obligando a sus súbditos a profesar la religión de
su príncipe (cuius regio, eius religio), lo que supuso el fracaso definitivo de la idea de unidad religiosa en
Europa.
 En los Países Bajos, la política represiva de Felipe II frente al calvinismo, el sentimiento
nacionalista que se desarrolló frente al dominio hispánico y la oposición a la política autoritaria de Felipe
II, la falta de respeto a las instituciones de gobierno y el desplazamiento de la nobleza flamenca
relegada de los cargos políticos, la fuerte carga fiscal y los abusos de los tercios españoles llevaron a la
sublevación, que se inició en 1566 con disturbios populares en las ciudades y saqueos contra las
iglesias. La rebelión, dirigida por la nobleza -el príncipe Guillermo de Orange y los condes de Egmont y
Horn-, contó con el apoyo de Francia, de Inglaterra y de los príncipes luteranos alemanes.
El duque de Alba sofocó la revuelta e impuso un régimen de terror a través del Tribunal de Tumultos -
Tribunal de la Sangre- que dictó numerosas sentencias de muerte, la confiscación de bienes y nuevos
impuestos.
Felipe II nombró a Luis de Requesens, don Juan de Austria y Alejandro Farnesio como gobernadores
e intentaron alcanzar un acuerdo con los rebeldes: el Edicto Perpetuo (1577) prometía la retirada de las
tropas españolas y el nombramiento de Guillermo de Orange como gobernador de los Países Bajos a cambio
de aceptar el catolicismo como religión oficial. Las provincias del norte lo rechazaron y se declararon
independientes.
El rey no reconoció la independencia, por lo que las provincias del norte -Provincias Unidas-,
mayoritariamente calvinistas, continuaron la lucha por la independencia, mientras que las provincias del
sur -Flandes-, católicas, se mantuvieron leales de Felipe II. El rey nombró a si hija Isabel Clara Eugenia
gobernadora con derecho a sucesión, pero al no tener descendencia, los Países Bajos revirtieron a la
Corona española en el siglo XVII y el conflicto se reabrió.
 En el reinado de Felipe II, el ascenso al trono de Inglaterra de Isabel I condujo al enfrentamiento
debido a que la reina -anglicana- apoyó a los rebeldes holandeses calvinistas, persiguió a los católicos
ingleses, protegió a los corsarios británicos (Draque y Hawkins) que atacaban las posesiones españolas
en América y a la flota de Indias, y rivalizó por el control del comercio americano y de las rutas
atlánticas.
La ejecución de María Estuardo -reina católica de Escocia- provocó la ruptura de las relaciones
entre los dos Estados y Felipe II decidió invadir la isla mediante la Armada Invencible, una escuadra que
debía embarcar a los tercios en Flandes para atacar Inglaterra.
La operación (1588) fue un rotundo fracaso por las tempestades del Canal de la Mancha, el cierre
de los puertos por los rebeldes holandeses -que impidió embarcar a los tercios-, los ataques de la
armada británica y la inexperiencia del duque de Medina Sidonia, lo que obligó a la flota a regresar,
bordeando las Islas Británicas por el norte, perdiéndose muchos barcos.
Con esta derrota, las costas españolas y americanas quedaron expuestas a los ataques
británicos (La Coruña y Cádiz).

 Las relaciones con el Papado no siempre fueron cordiales, a pesar de que los reyes españoles
eran grandes defensores del catolicismo. El gran poder que ejercieron sobre la Iglesia española permitió un
grado de autonomía respecto a Roma que los Papas consideraron una amenaza, y, recelosos de su
hegemonía, no dudaron en firmar alianzas con los enemigos de España.
 El Papa Clemente VII formó una liga con Francisco I, Enrique VIII y las ciudades italianas contra
Carlos V; como castigo, éste ordenó el saqueo de Roma (1527).
 Con Felipe II, una nueva coalición entre Francia -que mantenía sus aspiraciones sobre Flandes e
Italia- y el Papa fue respondida con la invasión de los Estados Pontificios por el duque de Alba, lo que
obligó al Papa a pedir la paz.
 Respecto a Portugal, la relación giró en torno a la rivalidad en la expansión oceánica y en la
pretensión de España de conseguir la unidad peninsular desde los Reyes Católicos.
 Bajo Carlos V, la relación de amistad con Portugal se selló con el matrimonio del rey e Isabel de
Portugal (madre de Felipe II) y la entrega de las Islas Molucas (también llamadas Islas de las Especias,
actual Indonesia).
 Cuando el trono portugués quedó vacante, tras la desaparición de don Sebastián y la muerte de
don Enrique, Felipe II -hijo de Isabel de Portugal y nieto legítimo de Manuel I- hizo valer sus derechos frente
a don Antonio, prior de Crato-. Las tropas españolas, al mando del duque de Alba, invadieron Portugal y
avanzaron hasta Lisboa. Felipe II se comprometió a respetar los fueros del reino y a reservar los
cargos de gobierno para los portugueses, así como a proteger su comercio y los territorios
coloniales. Las Cortes portuguesas de Tomar (1581) reconocieron a Felipe II como rey de Portugal,
lo que supuso la unidad ibérica, si bien mantuvo la autonomía del reino.

Analice la política respecto a América en el siglo XVI y sus consecuencias para España, Europa y la
población americana.
 La conquista americana.
La conquista se realizó mediante expediciones particulares a través de capitulaciones de
conquista, acuerdos por los que la Corona autorizaba a particulares dirigir, organizar y financiar
expediciones, reclutar un ejército y conquistar un territorio -que quedaba bajo la soberanía de la Corona-; a
cambio, el rey concedía al conquistador el título de gobernador o capitán general y también parte de las
riquezas encontradas y de los beneficios obtenidos.

 El proceso de conquista de América se inició con la conquista de las Antillas (1502-1519). Desde
La Española los españoles ocuparon Cuba -empresa en la que participaron Hernán Cortés y Bartolomé de
las Casas- y Jamaica; Ponce de León conquistó Puerto Rico. Las guerras, las enfermedades y la explotación
diezmaron a la población nativa, los españoles no se adaptaban al clima, tenían que importar mercancías
de Europa y, sobre todo, estas tierras no eran tan ricas en oro como se esperaba.

 Las grandes empresas de conquista en el continente (1519-1549) fueron iniciativas particulares


bajo control de la Corona que permitieron conquistar los imperios maya, azteca e inca y explotar las
minas de Zacatecas y Potosí. Los conquistadores disponían de medios técnicos superiores (armas de
fuego, caballos y perros, armaduras), aprovecharon las disidencias internas de los imperios precolombinos
y consiguieron el apoyo de los pueblos nativos sometidos a ellos.
+ Hernán Cortés conquistó el imperio azteca (1519 – 1521).
Inició una expedición por orden del gobernador de Cuba. Se enfrentó a los mayas del Yucatán e
inició la conquista del imperio azteca: fundó Veracruz, se alió con los indios sometidos por los aztecas,
tomó Tenochtitlán y apresó a Moctezuma. Tuvo que enfrentarse a las tropas enviadas por el gobernador de
Cuba, lo que aprovecharon los aztecas para sublevarse. Derrotado Hernán Cortés en la Noche Triste, venció
en Otumba y sometió al Imperio Azteca. Carlos I le nombró gobernador y capitán general de Nueva España,
formada México, Guatemala, Honduras y El Salvador.
+Francisco Pizarro conquistó el imperio inca (1531 -1535).
Junto con Almagro se dispuso a conquistar los territorios costeros del Pacífico desde Panamá, y
consiguió que Carlos I le nombrara capitán general y gobernador de las tierras que descubriera. Inició la
conquista del Imperio Inca, tomó Cajamarca, ejecutó a Atahualpa, lo que provocó una fuerte resistencia
indígena, y fundó Lima. Las diferencias entre él y Almagro por el reparto de los cargos, les llevó a una guerra
en la que Almagro fue ejecutado y Pizarro asesinado.
Desde Perú se prosiguió la expansión hacia Ecuador (Quito), Colombia (Santa Fe de Bogotá),
Bolivia (La Paz) y Chile (Santiago de Chile).

 Las últimas conquistas -a partir de 1550- permitieron dominar los territorios del Sur de Estados
Unidos -California, Arizona, Nuevo México, Texas (Vázquez Coronado) y Florida-, la cuenca del Orinoco y
adentrarse desde el Río de la Plata hacia el interior de Argentina (Buenos Aires), Uruguay, Paraguay y
parte de Bolivia.

 La colonización o explotación de los recursos.


En el siglo XVI se mantuvo la encomienda, un sistema -basado en formas de servidumbre indígena-
por el que las tierras eran entregadas a los conquistadores, a los que se asignaba un grupo de indios; los
encomenderos o colonos se comprometían a alimentarlos, cristianizarlos, respetarlos y protegerlos, a
cambio del trabajo en la propiedad del encomendero y del pago de tributos por los indígenas.
Las encomiendas, que habían sido legalizadas por las Leyes de Burgos (1512), se convirtieron en
una forma de explotación abusiva que fue denunciada por Fray Bartolomé de Las Casas, lo que llevó a
reducir la encomienda al pago de tributos por los indios y a las Leyes Nuevas de Indias (1542) que
suprimían las encomiendas perpetuas en el reinado de Carlos I.
Sin embargo, bajo Felipe II el fuerte descenso de la población indígena obligó a restablecer las
encomiendas, a adoptar la mita -un sistema de trabajo forzoso de origen incaico que obligaba a los indios
a trabajar en las minas, en la construcción de edificios y de caminos- y a importar esclavos africanos para
trabajar en las plantaciones. El comercio de esclavos fue un monopolio de la Corona -asiento de negros-.

 La administración colonial.
Los asuntos americanos fueron controlados a través de la Casa de Contratación -una institución
fundada en el reinado de los Reyes Católicos con sede en Sevilla bajo control de la Corona para gestionar
el comercio con América, inspeccionar el tráfico de mercancías y personas y asegurar la recaudación del
quinto real (20% de la producción mineral americana-sobre todo de oro y de plata-asignado a la Corona);
también era una escuela náutica de pilotos, centro de estudios geográficos y de cartografía- y Carlos I fundó
el Consejo de Indias, un órgano asesor del que dependían el gobierno y la administración de los territorios
americanos y que asumió la gestión de todos los asuntos relacionados con América -nombramiento de
cargos, justicia, hacienda y legislación-.
Para su administración, los territorios americanos fueron divididos en:
 Virreinatos: circunscripciones de rango superior gobernadas por un virrey, máxima autoridad en
América. Los virreyes eran nombrados por la Corona, tenían amplios poderes, disponían de Corte propia y
estaban sujetos a inspección (visitas). Hasta el siglo XVIII hubo dos virreinatos: el virreinato de Nueva
España (1535), con capital en Ciudad de Méjico -construida sobre la antigua Tenochtitlán azteca- para
América Central, y el virreinato del Perú (1544), con capital en Lima -ciudad que sustituyó a la antigua
capital inca, El Cuzco- para América del Sur.
 Gobernaciones y capitanías generales: circunscripciones administrativas similares a las
provincias, donde los gobernadores ejercían funciones administrativas, judiciales y militares. Cuando eran
fronterizas o conflictivas y requerían presencia militar se denominaban capitanías generales.
 Corregimientos: distritos similares a las gobernaciones en cuanto a funciones, pero de menores
dimensiones, bajo la autoridad de los corregidores que presidían los cabildos o ayuntamientos.
 Cabildos o ayuntamientos de las ciudades: unidad administrativa básica cuya organización era
equivalente a la de los municipios castellanos. Los cabildos estaban controlados por las oligarquías locales,
formadas por españoles y sus descendientes (criollos).
 Las Audiencias eran tribunales superiores de justicia, cuyas decisiones obligaban a los virreyes y
que asumían las funciones de gobierno cuando el cargo de virrey estaba vacante. En el siglo XVI se crearon
diez Audiencias.

 Impacto de América en España y Europa.


El impacto en España.
a) Las consecuencias económicas.
La demanda americana estimuló la economía española, especialmente en Andalucía y en
Castilla, en la primera mitad del siglo XVI, lo que favoreció el crecimiento económico; sin embargo, en la
segunda mitad del siglo XVI comenzaron los síntomas de una recesión que derivó en una grave crisis en el
siglo XVII.
A partir de 1511 – 1530, la demanda americana de productos agrarios y el crecimiento de
población produjeron una subida de los precios agrarios, por lo que se amplió la superficie cultivada
y se transformaron las formas de posesión y explotación de la tierra: los contratos señoriales se
transformaron en contratos de arrendamiento a corto plazo y, además, los grandes patrimonios se
incrementaron con la consecuente ruina de los pequeños propietarios.
En un primer momento, la demanda americana de productos artesanales y la subida de los
precios industriales estimularon la producción artesanal, pero la reducida capacidad de este sector
para adaptar la producción a la elevada demanda disparó los precios, lo que arruinó a muchos talleres
y obligó a adoptar medidas proteccionistas.
Se incrementaron los intercambios comerciales entre España y América. España exportaba
productos agrarios (trigo, aceite, vino), ganado (ovejas, vacas, cerdos, caballos y aves de corral) y
manufacturas industriales (textiles castellanos y catalanes, armas, hierro vasco), y de América llegaban,
sobre todo, oro y plata, además de productos agrícolas (maíz, cacao, caña de azúcar, tabaco, patatas,
tomates, pimientos, calabazas, cacahuetes, vainilla, productos tintóreos -añil o índigo, palo de campeche,
cochinilla-).
El comercio fue controlado en régimen de monopolio por Castilla y por la Corona a través de la
Casa de Contratación y del puerto de Sevilla y se organizó mediante un sistema de flotas compuestas
por galeones comerciales custodiados por buques de guerra para protegerlos de los ataques piratas ingleses
y holandeses. Se creó el Consulado de Sevilla, un gremio de comerciantes (genoveses, flamencos,
vascos…) que tenía el privilegio de comerciar con América con autorización de la Corona.

La llegada de grandes cantidades de oro y plata generó un proceso inflacionista conocido como
“revolución de los precios”: la disponibilidad de metales precios permitió incrementar la emisión y la
circulación de moneda, lo que provocó su devaluación y el aumento espectacular y continuado de los
precios, lo que perjudicó a la economía española que se hizo menos competitiva.
Los efectos dinamizadores del oro y la plata americanos en la economía castellana fueron muy
limitados ya que no se invirtieron España, sino que se desviaron a los países que abastecían a los
mercados españoles y americanos de productos manufacturados -Holanda e Inglaterra-, y también se
destinaron a financiar la política imperial de los reyes españoles -sobre todo los gastos militares- y a
amortizar los créditos que los banqueros extranjeros (alemanes, genoveses y flamencos) concedieron a
la Corona.
La Corona consiguió importantes ingresos procedentes de las Indias por el cobro de impuestos,
monopolios comerciales -incluido el del comercio de esclavos negros africanos-, tributos de los indios y
el quinto real -porcentaje del 20% de todas las extracciones de metales-.
b) El impacto social.
Se produjo una pérdida de población por emigración; la mayoría de los emigrantes eran
castellanos, sobre todo de Andalucía -militares, colonos y funcionarios-, lo que contribuyó a la decadencia
de las ciudades castellanas.
También se produjo el empobrecimiento de las clases populares y el enriquecimiento de las
élites.
c) La polémica de los justos títulos.
Los métodos empleados en la conquista y en la colonización de América fueron criticados por
algunos sectores, en especial por los dominicos. La encomienda y otros abusos fueron denunciados
por fray Bartolomé de las Casas, lo que obligó a adoptar nuevas medidas legales en el reinado de Carlos
I, como la sustitución de la encomienda de servicios por la encomienda de tributos en 1532 y las Nuevas
Leyes de Indias de 1542 que suprimían la encomienda perpetua, prohibían la esclavitud de los nativos
americanos y ordenaban que quedaran libres de los encomenderos y puestos bajo la soberanía de la
Corona.
El incumplimiento de estas disposiciones desató una polémica sobre la legitimidad del dominio de
España sobre las tierras americanas y el empleo de la fuerza contra los indios. Carlos V convocó en 1550
la Junta de Valladolid donde se reunieron teólogos y juristas para debatir sobre los justos títulos, fijar las
bases -teológicas y jurídicas- que regulasen la conquista y la colonización de las Indias, y plantear la
polémica de “los naturales” en la que se enfrentaron los defensores (los frailes dominicos Bartolomé de
las Casas y Francisco de Vitoria) y los detractores (Juan Ginés de Sepúlveda) de los indios.
Bartolomé de las Casas sostenía que estos eran seres libres con plenitud de derechos como súbditos
del rey de Castilla, y, por tanto, la colonización sólo se podía justificar como empresa exclusivamente
evangelizadora y siempre que fuera pacífica.
Francisco de Vitoria, uno de los iniciadores del derecho de gentes y precursor del derecho
internacional moderno, defendía que los indígenas eran seres racionales y, por tanto, humanos y, por
consiguiente, estaban protegidos por el derecho natural, que les garantizaba el derecho a la libertad, a
poseer bienes y tierras y a nombrar sus propias autoridades. Consideraba falsas las justificaciones con que
se había pretendido legitimar la guerra de conquista contra los indios, aunque había otras razones que sí
podían justificar la conquista y la guerra, como acabar con las prácticas contrarias a la ley natural (sacrificios
humanos y otras barbaridades) de ciertos pueblos, a los que las gentes civilizadas debían imponer su tutela.

El impacto en Europa:
La apertura de nuevas rutas comerciales hacia América, Asia y África estimuló la expansión
económica favorecida por: el aumento de oro y plata disponible, la demanda de productos procedente
de los mercados exteriores, un fuerte incremento del comercio y un abaratamiento del crédito.
Se desarrolló el capitalismo comercial: América enviaba a Europa oro y plata, a cambio de
productos agrarios e industriales; Europa enviaba parte del oro y la plata americanos a Extremo Oriente, a
cambio de especias; y parte a África, para comprar esclavos que se llevaban a América, con lo que se creaba
un circuito comercial a nivel mundial, lo que estimuló el crecimiento del sector financiero, de la banca
y del crédito.
El Atlántico se convirtió en el área comercial más activa a través de los puertos de mayor tráfico
(Lisboa, Sevilla, Amberes y Londres).
Parte del oro y de la plata americanos eran desviados desde España a Europa como pago a los
productores y comerciantes europeos que abastecían a los mercados americanos, y como aval y
pago de los préstamos concedidos por los banqueros europeos (alemanes, italianos y flamencos) para
financiar la política imperial de los Austrias.
Los recursos americanos también llegaban a Europa por otras vías como el contrabando y la
piratería, que vulneraban el monopolio ejercido por Castilla en el comercio con las Indias, cuestionado por
potencias como Inglaterra y Holanda que habían quedado al margen del mercado americano.
La llegada de grandes cantidades de oro y plata, primero a España y después a Europa, provocó
un proceso inflacionista conocido como “revolución de los precios” -el aumento de la cantidad de oro y
plata en circulación, provocó la devaluación del oro y el incremento espectacular y continuado de los
precios-.

El impacto en América.
La conquista y la colonización provocaron una elevada mortalidad entre la población nativa debido
al contagio de enfermedades de origen europeo -viruela, gripe, sarampión, tifus-, al trabajo forzoso en la
tierra y en las minas a través de los sistemas de explotación impuestos por los conquistadores y los colonos
españoles -la encomienda y la mita-, a las guerras, a las matanzas, a la presión tributaria y a la
desposesión de las tierras a la que fueron sometidos.
La pérdida de población indígena fue compensada desde el siglo XVI con esclavos negros
procedentes de África en el área caribeña y con población de origen europeo en Chile y Argentina, de
forma que disminuyó el número de indios y aumentó el de europeos, africanos y mestizos.
Se produjo un fuerte mestizaje entre indígenas, blancos y negros: mestizos (hijos de blancos e
indios), mulatos (hijos de blancos y negros) y zambos (hijos de indios y negros), mientras que los criollos
eran los descendientes de la población española, convertidos en una élite de grandes propietarios que
monopolizaban los cargos de la administración y del gobierno colonial.
También hubo un importante choque y contacto de culturas, en el que se acabó imponiendo la
cultura hispana que dejó en el continente su lengua, su religión y su arte, lo que provocó un proceso de
aculturación, con la destrucción de las formas tradicionales de las civilizaciones indias en algunas zonas,
o de mestizaje cultural en otras, lo que ha permitido una rica diversidad cultural.
La extensión entre la población indígena de un espíritu pesimista de derrota y de desgana vital, que
se tradujo en suicidios y en una notable caída de la natalidad.

Represente una línea del tiempo desde 1474 hasta 1700, situando en ella los principales
acontecimientos históricos.
Explique los principales proyectos de reforma del Conde Duque de Olivares.
Felipe IV (1621 – 1665) delegó el poder en su valido don Gaspar de Guzmán y Pimentel, el conde-
duque de Olivares que se propuso, a nivel interno, reforzar el poder real con un ambicioso programa
de reformas que expuso en el llamado Gran Memorial, enviado al rey en 1624. Algunas reformas tenían un
carácter arbitrista en la línea del mercantilismo y otras un carácter unificador y centralizador, ya que
pretendían suprimir las diferencias forales de los distintos territorios de la Corona para que todos
contribuyeran de forma equitativa a las cargas de la monarquía en hombres e impuestos y evitar que los
costes del imperio recayesen en mayor medida sobre Castilla.
La política reformista, que Olivares trató de imponer de forma autoritaria, incluyó:
 Reformas administrativas, como el cese y condena de todos los gobernantes corruptos del reinado
anterior, la creación de 16 juntas de reforma -especie de ministerios-, entre ellas 5 de Hacienda, otras 5
de Obras Públicas y la Junta de Reformación de Costumbres que trató de frenar el excesivo gasto de
la Corte, reduciendo empleos cortesanos y gastos en objetos de lujo. Aunque las juntas estaban bien
planeadas, fracasaron por la posición de los estamentos privilegiados y, además, al no suprimir los anteriores
organismos administrativos los gastos burocráticos se elevaron en un 50%.
 Medidas proteccionistas para impulsar la artesanía textil que prohibían el comercio con
Inglaterra, Francia, Holanda y numerosos estados alemanes, lo que provocó la oposición de los
comerciantes; y la construcción de obras de canalización, y la supresión de aduanas y puertos secos,
para desarrollar el transporte fluvial y el comercio, respectivamente. Sin embargo, la falta de capitales y
de personal técnico cualificado impidió el desarrollo de una industria especializada y arruinó el comercio.
 Para incentivar el crecimiento demográfico, autorizó la llegada de población extranjera
católica y concedió beneficios -privilegios de hidalguía - a las familias numerosas.
 Una reforma fiscal para financiar la costosa política exterior, con el aumento de los ingresos
de la Corona anulando las exenciones fiscales de los territorios forales, de forma que los territorios no
castellanos de la monarquía contribuyeran en la misma medida que Castilla a los gastos de la monarquía-;
estableció un impuesto sobre la sal aplicado a todos los súbditos de Castilla -que provocó la oposición de
los estamentos y los territorios protegidos por los fueros-; la abolición de los millones y la creación de
erarios públicos y montes de piedad que contribuyeran a reducir la deuda pública; estos erarios debían
mantenerse con aportaciones proporcionales a la propiedad, lo que supuso la oposición de los grandes
propietarios y la negativa de las Cortes a aprobar la propuesta de creación de los nuevos erarios y la
introducción de un sistema tributario unitario conforme al modelo fiscal de Castilla.
 La Unión de Armas (1625) estableció un sistema de cuotas por el que cada reino debía
proporcionar, en caso de guerra, un número determinado de hombres y una cantidad de dinero en
proporción a sus recursos económico y demográficos para formar un ejército de 140.000 hombres
reclutado, armado y mantenido por cada reino.
Este proyecto centralizador del Conde-Duque provocó las rebeliones secesionistas de
Cataluña y Portugal que se negaron a contribuir con tropas y subsidios a la política belicista de España en
defensa de sus fueros frente al autoritarismo real.

Explique los principales factores de la crisis demográfica y económica del siglo XVII, y sus
consecuencias.
 LA EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA.
Desde 1580 se venía observando una desaceleración, y, en algunos casos, incluso un descenso
del crecimiento económico. A lo largo del siglo XVII, la población española se estancó e, incluso,
disminuyó; hacia 1700 ascendía a unos siete millones de personas, cifra ligeramente inferior a la registrada
a principios de la centuria -unos ocho millones de habitantes-. La población descendió hasta las décadas
centrales del siglo y después inició una lenta recuperación hasta alcanzar a finales del XVII los niveles
demográficos de finales del XVI.
El descenso demográfico presentó ritmos y características diferentes en los distintos territorios de la
monarquía, ya que el campo, en general, se recuperó de la crisis demográfica mejor que las ciudades
y la recesión demográfica fue mayor en el interior que en la periferia. Las mayores pérdidas de población
se registraron en las dos Castillas, Extremadura, Andalucía, interior de Galicia, sur de Álava, Navarra y
Aragón donde se produjo una crisis demográfica profunda y dilatada que supuso una disminución
demográfica de un 12%. Sin embargo, las zonas periféricas experimentaron cierto crecimiento: en la zona
cantábrica se produjo un crecimiento sostenido que permitió un ciclo expansivo, localizado entre 1630 y
1680, en el que la población se incrementó en un 50% y un 64%, gracias al cultivo del maíz que permitió
una mejora en la alimentación, y en las zonas costeras de Cataluña, Valencia y Murcia también se observó
un aumento demográfico, aunque más moderado que en el área cantábrica.
Por lo tanto, aunque a finales del siglo se habían recuperado los niveles de población de sus inicios,
la distribución de la población se había alterado: el interior perdió población en beneficio de la
periferia y se produjo una pérdida de peso de la población urbana a favor de la rural.
El nulo crecimiento demográfico se debió a:
 Las sucesivas crisis de subsistencia, causadas por las malas cosechas y que provocaron
hambrunas, conflictos sociales e incluso rebeliones políticas.
 Las guerras permanentes: la falta de mercenarios para luchar en los múltiples frentes de las guerras
emprendidas por los Austrias obligó a hacer reclutas y levas forzosas de hombres jóvenes en edad de
trabajar y de tener hijos.
 Las epidemias de peste, con brotes cíclicos en 1596-1602, 1630, 1647-1652, 1676-1685, y
favorecidas por la desnutrición de la población, provocaron una elevada mortandad que se calcula en
1.250.000 víctimas, la disminución de la mano de obra y, por lo tanto, menos producción y más hambre.
 En algunas zonas de Aragón y Valencia también influyó la expulsión de los moriscos, unos
300.000 entre 1609 y 1614, e incluso puede añadirse la emigración a América que, aunque no fue decisiva,
incidió fundamentalmente en Castilla y Andalucía.
 LA CRISIS ECONÓMICA DEL SIGLO XVII.
En la primera mitad del siglo XVII se registró una aguda recesión en todos los sectores de la
economía, relacionada con el descenso demográfico que supuso pérdida de manos de obra y caída de la
demanda interior.
 AGRICULTURA. La situación precaria de la agricultura empeoró y la producción agraria
disminuyó -sobre todo en Castilla- debido a múltiples factores:
 La pérdida de mano de obra o reducción del número de campesinos causada por las levas
forzosas, las epidemias, la desnutrición y el éxodo rural, lo que condujo al despoblamiento de las zonas
rurales.
 La caída de la demanda y la fuerte carga fiscal, que obligó al éxodo rural
 La falta de una eficaz red de comercialización de los productos agrarios por los excesivos
impuestos (diezmos, impuestos para la Corona) y tasas (alcabala).
 El sistema de propiedad de la tierra en el que predominaba el latifundio, como generador de rentas
que enriquecían a la nobleza rentista, no como explotación capitalista en la que los propietarios invertían
capitales en explotaciones agrarias de alta productividad con una producción destinada al mercado.
 El aprovechamiento del suelo agrario fértil para la ganadería estante como consecuencia de la
carestía de la mano de obra y de la decadencia de la Mesta.
 El atraso tecnológico y la falta de preparación técnica del campesinado.
 La falta de incentivos para los productores ya que se favorecía las importaciones de productos
agrarios en beneficio de los consumidores.
El resultado de todo ello, junto a la inflación monetaria, fue el encarecimiento de los productos
agrarios y, derivado de él, el descenso de la producción y el empobrecimiento del campesinado.
Además, las malas cosechas provocaron escasez, carestía, subida de precio del cereal y
hambre.
Se produjo un aumento de la concentración de la propiedad de la tierra y de los latifundios, y
muchos campesinos tuvieron que convertirse en jornaleros para sobrevivir.
 GANADERÍA. La cabaña ganadera de la Mesta se redujo -por la falta de pastos y la destrucción
provocada por las guerras-, disminuyó la trashumancia y aumentó la estabulación y cayó la producción
y exportación de lana a Flandes, interrumpida por la guerra.
 MANUFACTURAS. La producción artesanal se vio perjudicada por:
 La falta de un mercado interior fuerte y la baja demanda por el descenso demográfico y el bajo
nivel adquisitivo de la población.
 La falta de inversiones en empresas productivas, ya que la industria era una actividad
incompatible con la hidalguía y la limpieza de sangre y además proporcionaba pocas ganancias e implicaba
muchos riesgos, de forma que las rentas que las élites sociales obtenían en el campo no se invertían en
empresas industriales o comerciales, sino que destinaban a adquirir bienes inmuebles (casas en la ciudad
y tierras) o a préstamos al Estado, a través de la adquisición de juros o de la compra de cargos o títulos de
nobleza, que les permitiese la exención fiscal.
 La falta de competitividad de las manufacturas españolas debida a los altos precios por el atraso
técnico y la persistencia de los gremios, la devaluación monetaria derivada de la constante emisión de
moneda de vellón (cobre) y la inflación, y los elevados impuestos a la producción.
 La política aduanera favorable a las importaciones.
Los sectores tradiciones más dinámicos (industria textil lanera -Segovia, Toledo, y Cuenca- y
sedera- Granada, Sevilla, Málaga, Toledo-, naval -Bilbao, Santander, Sevilla y Cádiz-, minería y metalurgia
vasca, navarra y catalana) no lograron mantener su producción en los niveles anteriores.
 COMERCIO.
El comercio interior se vio frenado por los altos precios debido a la existencia de aduanas interiores
y al pago de aranceles y peajes en las aduanas entre los distintos reinos o puertos secos, a la deficiente red
de caminos y a la falta de vías navegables, y a la inexistencia de un potente mercado interior.
El comercio exterior se basaba en la exportación de materias primas y productos agrarios (lana,
hierro, aceite, vino) y en la importación de manufacturas, lo que generaba un fuerte déficit de la balanza
comercial. Para compensar el déficit comercial, España tuvo que conceder ventajas comerciales en el
mercado español y americano a Holanda (tras la Paz de Westfalia), a Francia (tras la Paz de los Pirineos) y
a Inglaterra (después de la Paz de Aquisgrán).
Las transacciones comerciales se resintieron por las guerras y la devaluación de la moneda de
vellón que hizo aumentar los precios, lo que hacía que los productos españoles no fueran competitivos
en los mercados internacionales.
El comercio con América decayó notablemente entre 1630 y 1660 al disminuir la demanda
americana de productos españoles y al aumentar los intercambios entre las colonias; también la excesiva
presión fiscal, la confiscación de remesas de plata por la Corona (quinto real), el contrabando y el fraude, y
la competencia de holandeses, ingleses y franceses -que entablaron relaciones con América por su cuenta,
vulnerando el monopolio que tenían los españoles y los portugueses en el área- afectaron al comercio con
América que seguía siendo un monopolio de España organizado a través de la Casa de Contratación, del
puerto de Sevilla -que comenzó a ser desplazado por Cádiz- y de la flota de Indias. La llegada de metales
preciosos procedentes de América disminuyó y se destinó a financiar los gastos militares, a pagar la
deuda de la monarquía y a los comerciantes o proveedores extranjeros.
 La HACIENDA PÚBLICA acusó el aumento de los gastos del Estado y de la Corona -constantes
guerras y despilfarro en gastos suntuarios- y la reducción de los ingresos, que derivaron en un déficit
crónico y las continuas bancarrotas del Estado (en 1607 -reinado de Felipe III-, en 1627, 1647, 1652,
1656 y 1662 -reinado de Felipe IV- y 1666 -reinado de Carlos II-), lo que suponía una situación de
insolvencia que impedía al Estado hacer frente a sus pagos y a sus deudas, y generaba una pérdida de
credibilidad de la monarquía entre los banqueros españoles y europeos.
Los mecanismos a los que recurrió la Corona para incrementar sus ingresos y pagar la deuda -el
incremento de los impuestos, la constante emisión de títulos de deuda pública -juros- y de moneda de
vellón (cobre)- agudizaron la recesión económica, ya que estrangularon el desarrollo de los sectores
productivos, provocaron la devaluación monetaria y el aumento de la inflación, y, por tanto, la falta de
competitividad de la economía española.

 LAS CONSECUENCIAS DE LA CRISIS ECONÓMICA se dejaron sentir a nivel social y económico:


 Se produjo un desplazamiento del dinamismo económico desde el centro hacia la periferia.
 La riqueza se concentró en manos de la alta nobleza, sobre todo en Castilla, Andalucía y zonas
de Aragón, en detrimento de otros sectores.
 Se redujo el realengo (tierras bajo la jurisdicción del rey) en favor de los dominios señoriales y
se incrementó la presión sobre el campesinado.
 Se consolidaron poderosas oligarquías locales que hicieron vitalicios y hereditarios los cargos
municipales.
 El número de nobles se incrementó porque la condición nobiliaria se pudo adquirir con la compra
de cargos y títulos, un mecanismo del que dispuso la Corona para aumentar sus ingresos.
 La élite social (nobleza rentista y rica burguesía urbana) desvió gran parte del capital a
inversiones no productivas (compra de títulos y tierras, adquisición de juros).
 La fuerte carga fiscal y las levas a las que fueron sometidos los campesinos explican las revueltas
antiseñoriales y la emigración a Madrid y a la periferia.
 El aumento de las clases no productivas y de los grupos marginales -pobres, mendigos,
pedigüeños, vagabundos, pícaros, delincuentes, malhechores y bandoleros, prostitutas-, a la búsqueda del
dinero fácil, la limosna y la beneficencia; las revueltas populares, el bandolerismo y la picaresca
evidenciaron la decadencia.

A nivel político, la recesión económica y la falta de medios de financiación explica, en gran


medida, el giro en la política exterior del reinado de Felipe III y los proyectos de reforma promovidos
por el conde-duque de Olivares, en el reinado de Felipe IV, y por el duque de Medinacelli y el conde de
Oropesa, en el de Carlos II, sin resultados por la oposición de los estamentos privilegiados.
Dentro de las corrientes de pensamiento, los arbitristas analizaron las causas de la decadencia
de España, denunciaron los problemas más graves que afectaban a la economía y a la sociedad (excesiva
presión fiscal, abusos señoriales, falta de inversión productiva, atraso técnico, devaluación de la moneda,
ociosidad de los privilegiados, excesivo número de clérigos) y propusieron medidas, algunas de tipo
mercantilista, para el desarrollo económico y social (protección a la producción nacional, restricción de
las importaciones, fomento de la industria y el comercio, reforma agraria y fiscal, formación técnica y
científica).

BLOQUE 4. ESPAÑA EN LA ÓRBITA FRANCESA: EL REFORMISMO DE LOS PRIMEROS BORBONES


(1700 – 1788). ESTÁNDARES DE APRENDIZAJE EVALUABLES.
Explique las causas de la Guerra de Sucesión y la composición de los bandos en conflicto.
La muerte sin descendencia de Carlos II en 1700 desencadenó un enfrentamiento entre dos
candidatos: Felipe de Borbón, duque de Anjou (nieto de Luis XIV) y el archiduque Carlos de Habsburgo
(hermano del emperador de Austria, José I). Ambos aspiraban al trono de España por ser descendientes de
Felipe IV.
Carlos II había nombrado en su testamento como heredero a Felipe de Anjou para garantizar la
integridad territorial de la monarquía hispánica al vincularla a Francia, la potencia hegemónica en aquel
momento. De acuerdo con el testamento, Felipe de Borbón fue proclamado rey de España con el nombre
de Felipe V e inicialmente fue reconocido en Europa. Pero la ocupación francesa de varias plazas en los
Países Bajos, el reconocimiento por Luis XIV de los derechos de Felipe V al trono francés y la negativa de
ambas ramas de la dinastía borbón a renunciar a una futura unificación de España y Francia llevaron a
Inglaterra, Austria y los Países Bajos a firmar en 1701 la Alianza de la Haya, alarmadas ante la posibilidad
de un bloque franco - español, lo que condujo a la Guerra de Sucesión (1701-1715). (* Tal como está
planteada la pregunta, la respuesta sería hasta aquí).
 A nivel internacional, la guerra en Europa enfrentó a la Gran Alianza (Austria, Inglaterra, Países
Bajos, Saboya, Portugal y Hannover) con los Borbones de Francia y España; en ella se disputaban la
hegemonía en Europa (dinastías Borbón o Habsburgo), el equilibrio entre potencias (Austria y Francia)
y el dominio marítimo y colonial (Francia, Inglaterra y Holanda). En Europa el conflicto evolucionó
contra los intereses borbónicos, que sufrieron graves derrotas en Italia, los Países Bajos y el Rin. Además,
los aliados dominaban los mares y los ingleses tomaron Gibraltar en 1704.
 A nivel nacional, en 1703 los territorios de la Corona de Aragón reconocieron al archiduque
Carlos como rey con el nombre de Carlos III, lo que derivó en una guerra civil que enfrentó a la Corona
de Aragón -partidaria de Carlos, defensor de los fueros- y a la Corona de Castilla - que apoyó a Felipe,
favorable a la centralización-.
La batalla de Almansa (1707) permitió a los ejércitos de Felipe V dominar Aragón y Valencia, y aislar
a Cataluña, y las batallas de Brihuega y Villaviciosa (1710) recuperar Madrid y lanzar una ofensiva sobre
Cataluña, aunque las operaciones bélicas en la península no cesaron.
En 1711 la muerte sin descendencia del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico
permitió que el archiduque Carlos fuera proclamado emperador, por lo que sus aliados -temerosos de la
unión de España y Austria-, le retiraron su apoyo, mientras Felipe V renunciaba a sus derechos al trono
francés, lo que precipitó la negociación de la paz.

Represente una línea del tiempo desde 1700 hasta 1788, situando en ella los principales
acontecimientos históricos.

Detalle las características del nuevo orden europeo surgido de la Paz de Utrecht y el papel de España
en él.
LA PAZ DE UTRECHT.
En Europa la Guerra de Sucesión finalizó con el Tratado de Utrecht (Países Bajos, 1713), aunque
en España el conflicto continuó hasta la caída de Cataluña (Barcelona capituló en 1714) y de Baleares
(Mallorca e Ibiza fueron tomadas en 1715). En Europa triunfó Carlos de Austria y en España Felipe de
Borbón, lo que significó el reconocimiento de Felipe V como rey de España -tras renunciar a sus derechos
al trono francés- y el cambio dinástico, con el acceso de los Borbones al trono español en sustitución de
la dinastía de los Habsburgo.
La Paz de Utrecht supuso un nuevo orden internacional basado en el equilibrio entre Francia y
Austria bajo el arbitraje de Inglaterra, lo que acababa con la hegemonía ejercida por Francia en el siglo
XVII. Inglaterra se perfilaba como la nueva potencia mundial -ya que consiguió imponer el equilibrio de
poderes en Europa y obtuvo un predominio marítimo y comercial incontestable- y España, que había sido
la gran potencia de Europa en el siglo XVI, quedó relegada a potencia de segundo orden, como aliada de
Francia y rival de Inglaterra y de Austria.
Felipe V fue reconocido como rey de España a cambio de la cesión de los territorios españoles
en Europa: Austria consiguió Flandes, Milán, Nápoles, Cerdeña; Saboya anexionó Sicilia, que después -en
1720- intercambió por Cerdeña; a Gran Bretaña le fueron entregadas Menorca y Gibraltar, lo que facilitaba
la penetración británica en el Mediterráneo, y a Portugal, Sacramento. Las Provincias Unidas y el nuevo
reino de Prusia obtuvieron algunas plazas de Flandes.
España también perdió el monopolio comercial con América con la concesión de privilegios
comerciales a Inglaterra: el asiento de negros -monopolio de la venta de esclavos negros africanos en
América- y el navío de permiso -autorización para enviar anualmente un galeón de gran tonelaje (500
toneladas) con manufacturas británicas para ser vendidas en las colonias españolas de América-.

LOS PACTOS DE FAMILIA con Francia.


La política exterior de España en el siglo XVIII se centró en recuperar los territorios perdidos por
el Tratado de Utrecht (1713) y defender el imperio de ultramar. El principal enemigo de España era
Inglaterra, por lo que buscó la alianza de Francia.
 En el reinado de Felipe V (1700-1746), la política exterior, dirigida por el Julio Alberoni y por José
Patiño -secretarios del rey-, se propuso revisar el Tratado de Utrecht y recuperar los territorios italianos
para sus herederos, los infantes Carlos y Felipe, nacidos del matrimonio con Isabel de Farnesio (segunda
esposa de Felipe V), mediante la firma de dos Pactos de Familia (1733 y 1743), llamados así porque unían
a las dos ramas de la casa de Borbón -la española y la francesa-. Por estos acuerdos, España se vio obligada
a apoyar a Francia en su política exterior y a intervenir en las guerras de sucesión polaca y austriaca, si
bien estas permitieron que el príncipe Carlos fuera proclamado rey de las Dos Sicilias (o Reino de
Nápoles-Sicilia) y el infante Felipe recibió el ducado de Parma-Plasencia y el de Piacenza.

 Fernando VI (1746-1759) y el marqués de la Ensenada mantuvieron una política de neutralidad en


las relaciones internacionales, a pesar de las presiones de Francia e Inglaterra para conseguir su apoyo en
la Guerra de los Siete Años, que enfrentaba a ambas potencias por la hegemonía en Europa. España
estableció negociaciones diplomáticas con Inglaterra, Portugal y la Santa Sede con el fin de resolver
contenciosos pendientes y abrir un periodo de pacificación en las relaciones internacionales que permitiera
afrontar el programa de reformas internas y restaurar la potencia naval española. Fruto de esta política fue
la firma de la paz con Inglaterra en 1749 y del Concordato con Roma de 1753.

 Carlos III (1759-1788) firmó el Tercer Pacto de Familia (1761) con Francia contra Inglaterra, lo
que obligó a España a intervenir en la Guerra de los Siete Años (1756-1763), que disputaron Francia e
Inglaterra por la hegemonía en Europa. España se enfrentó al Reino Unido y a Portugal para defender las
colonias y el comercio colonial, y recuperar Menorca y Gibraltar. Por la Paz de París (1763) España tuvo
que entregar a Gran Bretaña la Florida y, en compensación, recibió de Francia la Luisiana.
Francia y España apoyaron a las colonias británicas de América del Norte que se sublevaron contra
el Reino Unido en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, y la Paz de Versalles (1783),
que reconoció la independencia de EEUU.
Defina qué fueron los Decretos de Nueva Planta y explique su importancia en la configuración del
nuevo Estado borbónico.
Los Borbones establecieron la monarquía absolutista -el rey era el único depositario de la soberanía de
origen divino y concentraba todos los poderes del Estado: legislativo, ejecutivo y judicial- y el Estado
centralizado -los poderes territoriales quedaban supeditados al gobierno central-, según el modelo francés,
a través de los Decretos de Nueva Planta (1707-1716), implantados en Valencia (1707), en Aragón (1711),
en Mallorca (1715) y en Cataluña (1716), por los que se procedió a la unificación jurídica e institucional
de todo el reino. Fueron suprimidos los fueros, las instituciones (el Consejo de Aragón, las Cortes y sus
diputaciones, incluida la Generalitat, el Justicia Mayor, los virreyes, los cargos municipales), la legislación,
los privilegios militares y fiscales, y las aduanas y puertos secos interiores de los reinos de la Corona
de Aragón, con el pretexto de que se habían rebelado contra Felipe V en la Guerra de Sucesión, y en su
lugar se impusieron las leyes, instituciones y cargos de Castilla (los corregidores y regidores, las
audiencias y chancillerías, además de los capitanes generales y los intendentes); se estableció el castellano
como lengua oficial -administrativa y jurídica- y el sistema fiscal fue sustituido por otro de carácter general,
el catastro, aunque se prometía el acceso de todos los súbditos a los cargos públicos. Sólo Navarra y el
País Vasco, que habían apoyado desde el principio de la Guerra de Sucesión a Felipe V, conservaron sus
fueros, sus instituciones (Cortes de Navarra), sus aduanas interiores, e incluso sus exenciones
militares.

Comente las ideas fundamentales de la Ilustración y defina el concepto de despotismo ilustrado.

 LA ILUSTRACIÓN fue movimiento cultural e ideológico del siglo XVIII -Siglo de los Luces o Siglo
de la Razón-, que desde Francia se extendió a Europa y a América.
Esta corriente de pensamiento se basó en la exaltación de la razón, en el desarrollo del
conocimiento científico y de la experimentación -ciencias útiles y técnicas- como medios para el
progreso que debía llevar a la felicidad de los hombres. La ilimitada confianza en la razón y en la
capacidad intelectual del hombre suponían el rechazo de la autoridad, la tradición y la revelación como
fuentes de conocimiento.
El pensamiento ilustrado partía de los logros de la revolución científica del siglo XVII, cuyo
máximo exponente fue Newton, según los cuales la naturaleza se regía por leyes comprensibles para la
razón humana y que podían ser formuladas científicamente.
Este movimiento pretendía reformar -en el sentido de racionalizar- el sistema político, económico
y social del Antiguo Régimen y, frente a la monarquía absolutista, la sociedad estamental y el
mercantilismo, propuso la separación de poderes (Montesquieu), y la soberanía popular (Rousseau), una
sociedad más abierta y tolerante, el deísmo o religión natural frente a la Iglesia convencional, y nuevos
planteamientos económicos conforme a la fisiocracia y el liberalismo económico. La crítica ilustrada al
Antiguo Régimen anticipó el liberalismo e inspiró las revoluciones burguesas.
La ilustración se difundió entre los círculos intelectuales y una minoría de la nobleza y de la
burguesía, y contó con el apoyo de la monarquía ilustrada, que coincidía con los ilustrados en el deseo
de modernización de sus países.
 DESPOTISMO ILUSTRADO: modelo de monarquía absoluta característica del siglo XVIII en la que
los reyes emprendieron una política de reformas desde el poder para el progreso y la modernización del
país, conforme a los principios ilustrados, sin renunciar a sus poderes absolutos ni alterar el orden social
estamental, privando a sus súbditos de toda capacidad de decisión o participación en la vida política. Este
concepto se expresa en la máxima “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.

BLOQUE 5. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788 – 1833): LIBERALISMO FRENTE A


ABSOLUTISMO. ESTÁNDARES DE APRENDIZAJE EVALUABLES.
Describa la Guerra de la Independencia: sus causas, la composición de los bandos en conflicto y el
desarrollo de los acontecimientos.
LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1808 - 1814).
 EL INICIO: LAS ABDICACIONES DE BAYONA.
Napoleón atrajo, con una hábil combinación de presiones y maniobras diplomáticas, a Carlos IV y a
Fernando VII, junto con Godoy -recién liberado-, a Bayona, donde logró que renunciaran a la Corona, y
Napoleón se la ofreció a su hermano José Bonaparte mediante una fórmula de traspaso de poderes que
mantenía la apariencia de legalidad: Fernando VII devolvía el trono a su padre, Carlos IV, quien renunciaba
a él en favor de Napoleón, quien, a su vez, lo cedía a su hermano José.
Mientras, en Madrid, los incidentes con las tropas francesas desembocaron en el motín del 2 de
mayo de 1808, una revuelta del pueblo de Madrid que se sublevó contra el ejército francés cuando el resto
de la familia real iba a ser traslada a Bayona, donde se creía que Napoleón tenía secuestrado a Fernando
VII. A los civiles se sumaron las tropas españolas del Parque de Artillería de Monleón, donde los oficiales
Daoíz y Velarde opusieron una tenaz resistencia a los invasores. Los soldados franceses, al mando de
Murat, reprimieron con dureza el levantamiento y la revuelta se extendió a otras localidades, donde
se formaron juntas que declararon la guerra a Napoleón.
 EL CARÁCTER DE LA GUERRA: La Guerra de la Independencia fue un conflicto internacional
que afectó, no sólo a España y Francia, sino también al Reino Unido y a Portugal, y una guerra civil que
enfrentó a los afrancesados -élites intelectuales, políticas y sociales que colaboraron con los franceses, en
defensa del reformismo social y económico, de la modernización ilustrada y de las ideas de libertad e
igualdad ante la ley surgidas de la Revolución Francesa- y a los patriotas que se opusieron a la ocupación
francesa -políticos ilustrados que confiaban en Fernando VII para emprender un programa de reformas y de
modernización del país, clases populares y muchos nobles y eclesiásticos partidarios de la legitimidad de
los Borbones y de la integridad de la Iglesia amenaza por las reformas que pretendían los franceses-.
 LAS FASES DE LA GUERRA.
 Mayo - octubre de 1808. La guerra se inició con el levantamiento del 2 de mayo y la declaración
de guerra por las juntas. El ejército francés -dirigido por Murat- intentó ocupar las principales vías de
comunicación desde Francia hasta Lisboa, Sevilla y Cádiz, pero fue incapaz de ocupar la Península
Ibérica con rapidez. La resistencia de las ciudades sometidas a sitios -Gerona, Zaragoza y Valencia-
inmovilizó a parte del ejército enemigo e impidió su avance. El ejército francés que invadía Andalucía fue
derrotado por el general Castaños en Bailén (julio 1808) y el que ocupaba Portugal se rindió ante las
tropas británicas, lo que obligó al ejército invasor a replegarse hacia el Ebro y a José I a abandonar
Madrid y establecerse en Vitoria.
 Noviembre 1808 – julio 1812. Napoleón dirigió las operaciones al frente de la Grande Armée -
un Gran Ejército de 250.000 hombres- y, en un avance imparable, tomó Burgos y Zaragoza, y recuperó
Madrid, donde restableció a José I. El emperador regresó a Francia (enero de 1809) y los contingentes
franceses penetraron en Portugal y Andalucía, aunque no pudieron tomar ni Lisboa ni Cádiz. A pesar
de las victorias, las tropas francesas no lograron el control efectivo del territorio porque tuvieron que
enfrentarse a la guerrilla -grupos de combatientes que, con el apoyo de la población civil, atacaban por
sorpresa a las tropas enemigas-, a la resistencia de las ciudades sitiadas y a la intervención del ejército
inglés dirigido por el Duque de Wellington.
 Julio 1812 – 1813. Napoleón retiró parte de sus efectivos para destinarlos al frente ruso. Las
tropas francesas tuvieron que retroceder ante el avance del ejército aliado, formado por ingleses,
portugueses y españoles bajo el mando de Wellington, que logró vencer en las batallas de Ciudad
Rodrigo y Arapiles (Salamanca, julio 1812) -lo que obligó a José I y sus ejércitos a replegarse hacia
Valencia- y en las de Vitoria y San Marcial (agosto 1813), que forzaron al ejército napoleónico a cruzar la
frontera.
La guerra finalizó con el Tratado de Valençay (11 de diciembre de 1813) por el que Napoleón
retiró las últimas tropas y devolvió los derechos al trono a Fernando VII, reconociéndolo como rey de
España.

Comente las características esenciales de la Constitución de 1812.


La Constitución fue promulgada por las Cortes de Cádiz el 19 de marzo de 1812 -día de san José, por
lo que popularmente se la conoce como “La Pepa”-. Fue la primera Ley Fundamental aprobada por un
Parlamento nacional, que suprimió el absolutismo y estableció los principios del liberalismo y el Estado
liberal.
Inspirada en las Constituciones de los Estados Unidos (1789) y de Francia (1791), en las ideas de la
Ilustración y en el Estatuto de Bayona, la Constitución de 1812:
- Reconocía la soberanía nacional -la autoridad suprema residía en el conjunto de la nación
representada en las Cortes- y definía la nación como el conjunto de todos los ciudadanos españoles de
ambos hemisferios, incluidos los habitantes de las colonias.
- Establecía la división poderes según la teoría de Montesquieu: el legislativo residía en las Cortes
unicamerales, el ejecutivo en el rey y sus ministros, y el judicial en los tribunales de justicia, a los que se
garantizaba su independencia, y los principios básicos del Estado de derecho (independencia de los jueces,
garantías procesales y penales).
- Afirmaba la monarquía parlamentaria como régimen político, por lo que el poder del rey era
limitado por la Constitución (no podía disolver las Cortes, si bien le reconocía la iniciativa y la sanción de las
leyes y el veto suspensivo durante dos años sobre las leyes aprobadas por las Cortes; después el rey estaba
obligado a sancionar la ley, si así lo aprobaba la mayoría de los diputados), y el gobierno, nombrado por el
rey, era responsable ante la ley y las Cortes.
- Las Cortes, como representantes de la voluntad de la nación, desempeñaba un importante papel
en la Estructura del Estado, con amplios poderes: elaboraban las leyes, decidían sobre la sucesión de la
Corona, aprobaban los tratados internacionales…
- Reconocía los derechos individuales (libertad de expresión, opinión y pensamiento, libertad de
imprenta, derecho a la propiedad privada, igualdad ante la ley, inviolabilidad de domicilio, educación
elemental), aunque no incluía una declaración de derechos o un título específico en el que se reconocieran
estos derechos, sino que se distribuían a lo largo del texto constitucional.
- La igualdad de todos los ciudadanos ante la ley suponía la supresión de los fueros y las leyes
contrarias a la Constitución y el establecimiento de los mismos códigos y tribunales para todos los españoles,
sin excepción. Todos los españoles pagarían los impuestos de modo proporcional a su fortuna (igualdad
fiscal). Este principio también se aplicó a los deberes militares (todos los españoles estaban obligados a
defender la patria con las armas) y al ejercicio de empleos en la Administración pública (en función
exclusivamente de la capacidad y los méritos).
- Proclamaba el catolicismo como religión única y oficial del Estado -por lo tanto, no reconocía la
libertad de culto, lo que era una concesión del sector liberal al absolutista, muy sensible ante el tema
religioso-.
- Fijaba el sufragio universal masculino indirecto como sistema electoral: primero, por sufragio
universal de todos los ciudadanos varones y mayores de edad -excluidos los miembros del clero regular- se
elegía a unos delegados o compromisarios, quienes, después, elegían a los diputados.
- También planteaba la reforma de los impuestos, la creación de un ejército nacional, el servicio
militar obligatorio y la Milicia Nacional -cuerpo de ciudadanos armados para garantizar el orden
constitucional y el régimen liberal frente a la amenaza absolutista-, así como la división territorial en
provincias -gobernadas por las diputaciones provinciales- y en municipios -gobernados por ayuntamientos
electivos-
La Constitución fue abolida con la restauración del absolutismo por Fernando VII en 1814 y 1823, si
bien ha sido un referente importante en el constitucionalismo español y un modelo para algunos textos
constitucionales nacidos de las revoluciones liberales de Europa y América.
En conclusión, la Constitución de 1812 representó el primer intento serio de racionalizar el Estado y
el ejercicio del poder sobre la base de los principios liberales, lo que la convierte en la referencia de todo el
liberalismo posterior.

Detalle las fases del conflicto entre liberales y absolutistas durante el reinado de Fernando VII.
De esta pregunta incluyo dos enfoques: el desarrollo y el resumen.

EL REINADO DE FERNANDO VII – DESARROLLO.


Concluida la Guerra de la Independencia, Fernando VII recuperó sus derechos al trono en base al
Tratado de Valençay (diciembre 1813).

1 - LA RESTAURACIÓN DEL ABSOLUTISMO (1814-1820) -Sexenio absolutista-


En 1814 Fernando VII el Deseado regresó a España, aclamado por el pueblo y presionado por
los sectores conservadores para anular la Constitución y disolver las Cortes, reunidas en Madrid. El
Manifiesto de los Persas, presentado en abril por los diputados realistas o “serviles”, justificó
ideológicamente el golpe de estado que dio el rey al promulgar en Valencia un decreto el 4 de mayo que
anulaba la legislación liberal y la Constitución aprobadas por las Cortes de Cádiz, a lo que siguió la
detención de los políticos liberales y la disolución de las Cortes por la fuerza, al tiempo que el general
Elío puso a disposición del rey el ejército para restablecer la total autoridad del monarca.
Fernando VII restauró el absolutismo y el Antiguo Régimen, restableció las instituciones -los
Consejos, la Inquisición- y suspendió la desamortización -sólo confirmó la abolición de los señoríos
jurisdiccionales porque suponían un límite a su poder absoluto-, y emprendió una dura represión contra
los afrancesados y los liberales que fueron detenidos, desterrados o inhabilitados.
El restablecimiento del absolutismo tuvo que enfrentarse a una gran inestabilidad en el gobierno -
apenas existió una continuidad en la acción de gobierno debido a los constantes relevos de ministros,
especialmente el de Hacienda, impulsados por la camarilla constituida en torno al rey-, la deuda y el déficit
público agravados por los gastos militares derivados de la Guerra de la Independencia y de la emancipación
americana, la incapacidad de imponer un sistema tributario que garantizase los ingresos necesarios
sin alterar los privilegios, tal como evidenció la oposición de los sectores conservadores al proyecto de
Martín de Garay de una reforma fiscal basada en la contribución única proporcional a los ingresos, y la
oposición de los liberales: algunos optaron por el exilio a Francia y a Inglaterra, y otros por la conspiración,
a través de sociedades secretas como la masonería, y por la rebelión militar, mediante pronunciamientos
-golpes militares contra el poder absolutista para forzar reformas políticas liberales-.
Tras varias sublevaciones liberales fallidas (Espoz y Mina, Lacy, Milans del Bosch, Díaz Porlier,
Vidal, la conspiración del Triángulo -intento de secuestro del rey para obligarle a jurar la Constitución), el
comandante Rafael de Riego se pronunció el 1 de enero de 1820 en Cabezas de San Juan (Sevilla), al
frente de un destacamento dispuesto a embarcar hacia América para reprimir la sublevación
independentista, y proclamó la Constitución de 1812, lo que desencadenó un movimiento revolucionario
y la formación de juntas.

2- EL TRIENIO LIBERAL (1820-1823)


Fernando VII se vio obligado a firmar un decreto en el que prometía jurar la Constitución de 1812
-“Marchemos francamente, y yo el primero por la senda constitucional”-. Tras la aceptación de la Constitución
por el monarca, se constituyó una Junta provisional que restableció la Constitución de 1812 y los
principios que proclamaba, en especial la libertad de expresión, reunión y asociación. Posteriormente, el rey
formó un gobierno de liberales y convocó elecciones a Cortes que dieron la mayoría a los diputados
liberales.
Se restablecieron la Constitución y las leyes aprobadas en Cádiz (supresión definitiva de la
Inquisición y la abolición del régimen señorial, de los señoríos territoriales -convertidos en propiedad
particular de sus antiguos señores- y jurisdiccionales, de los mayorazgos, de los gremios) y se adoptaron
nuevas medidas legislativas para liberalizar la economía y sanear la Hacienda pública (reducir el
número de órdenes religiosas y desamortizar los bienes de las órdenes suprimidas, reducir el diezmo,
prohibir a la Iglesia la adquisición de bienes inmuebles ) y otras para eliminar las instituciones del Antiguo
Régimen y modernizar el Estado y la Administración (primer reglamento sobre instrucción pública, primer
Código Penal y división territorial en provincias); también se restableció la Milicia Nacional -cuerpo creado
por las Cortes de Cádiz, concebido como una milicia civil -no integrada en el ejército-, compuesto por
ciudadanos armados -propietarios y clases populares urbanas- con el propósito de defender la Constitución
y el régimen liberal, sufragado por los ayuntamientos-.
El respeto a las libertades de reunión, de expresión y de imprenta permitió la aparición de las
llamadas sociedades patrióticas -grupos informales de liberales que discutían libremente los problemas
del país y las ideas del liberalismo, se reunían en los cafés y otros lugares públicos y constituyeron las
plataformas de los futuros partidos políticos-, el debate público y la prensa libre.
Los liberales se dividieron en moderados o doceañistas -antiguos diputados liberales de las
Cortes de Cádiz e intelectuales ilustrados, favorables a las reformas moderadas que no perjudicaran a las
élites y a reformar la Constitución para conceder mayores poderes al rey y elegir Cortes bicamerales- y
exaltados o veinteañistas -protagonistas de la revolución de 1820, clases medias urbanas y oficiales del
ejército, partidarios de reformas más radicales favorables a las clases medias y populares y de mantener la
Constitución: limitar el poder real y convocar Cortes unicamerales.
El rey se enfrentó a sus ministros y a las Cortes, ya que intentó bloquear las reformas con el veto
suspensivo de las leyes que le otorgaba la Constitución, y buscó la intervención de las potencias absolutistas
de la Santa Alianza. Lo apoyaban el sector conservador del ejército y la nobleza, gran parte del clero y el
campesinado, que se oponían a las reformas liberales.
La oposición conservadora o contrarrevolucionaria estaba representada por los absolutistas,
también conocidos como realistas, apostólicos o serviles, identificados con un sector de la oficialidad del
ejército, y las élites del Antiguo Régimen, la mayor parte del clero -disconforme con las desamortizaciones-
, y amplias capas populares de las áreas rurales y el campesinado en general, que, bajo el lema “Dios, patria
y rey” recurrieron a las conspiraciones secretas, las rebeliones militares urbanas -sublevación de la
Guardia Real en Madrid el 7 de julio de 1822, sofocada por la Milicia Nacional- y a la organización de
partidas de guerrilleros, muy activas en áreas rurales del País Vasco, Navarra y Cataluña, donde
formaron la Regencia de Urgel (1822), que pretendió actuar como un gobierno legítimo mientras durara la
“cautividad” del rey por parte de los liberales.
Debido a la amenaza que el régimen liberal español suponía en el contexto de la Europa de la
Restauración -sistema que pretendía restablecer el absolutismo y el Antiguo Régimen y combatir el
liberalismo-, las potencias de la Santa Alianza, reunidas en el Congreso de Verona (1822), decidieron la
intervención de un ejército francés -los Cien Mil Hijos de San Luis- en abril de 1823 para restablecer el
poder absoluto de Fernando VII. El gobierno, con escasos apoyos, se desplazó primero a Sevilla y después
a Cádiz acompañado del monarca. Meses después tuvo que capitular y liberar al rey, repuesto plenamente
en sus funciones

3- LA DÉCADA ABSOLUTISTA (1823-1833)


En la década ominosa (aborrecible), según denominación de los liberales, se restablecieron las
instituciones de la monarquía absoluta, excepto la Inquisición, y se abolió la legislación liberal, aunque
el gobierno evolucionó hacia un reformismo moderado.
Se reanudó la represión contra los liberales a través de las juntas de depuración, las juntas de fe
y los voluntarios realistas -cuerpo militar encargado directamente de la defensa del absolutismo; al margen
de la autoridad militar, tenían sus propias fuentes de financiación y su número llegó a duplicar al del ejército
regular-. La mayoría de los liberales más significativos se exiliaron, preferentemente al Reino Unido, donde
el sistema liberal les permitía publicar periódicos y conspirar contra la monarquía borbónica, y desde 1830
a Francia, tras el triunfo de una revolución de signo liberal; otros promovieron insurrecciones fallidas y
muchos fueron ejecutados (Riego, el Empecinado, Torrijos, Mariana Pineda -joven granadina acusada de
haber bordado una bandera en la que figuraba las inscripción “Ley, Libertad e Igualdad”).
Se acometieron reformas de carácter técnico para dotar al Estado de instituciones más eficaces y
modernizar la administración, como el Consejo de Ministros (1823) -órgano encargado de coordinar las
políticas del Gobierno- y el Ministerio de Fomento (1832), y para mejorar el estado de las finanzas y pagar
las deudas, el ministro de hacienda Luis López Ballesteros elaboró los primeros presupuestos generales
y, aunque no abordó una reforma fiscal profunda, emprendió una política moderada de liberalización
económica un nuevo Código de Comercio (1829), el Tribunal de Cuentas, el Banco de San Fernando (1829)
-sustituto del Banco de San Carlos y precedente del Banco de España- y la Bolsa de Madrid (1831).
Dentro de los realistas surgió una facción “ultra” que presionó al rey para que restableciera la
Inquisición, endureciera la represión contra los liberales y destituyera a los ministros reformistas; los ultras
promovieron conspiraciones y organizaron partidas realistas en defensa de los fueros tradicionales, como
la “revuelta de los malcontents” o agraviados en Cataluña.
Los realistas exaltados se convirtieron en carlistas a causa de la crisis desencadenada por la
sucesión de Fernando VII. La ley de sucesión vigente era la Ley Sálica, una ley de origen francés
introducida por Felipe V que sólo permitía reinar a las mujeres cuando el rey no tenía herederos varones en
línea directa (hijos o nietos) o colateral (hermanos o sobrinos). En 1830, Fernando VII se planteó el problema
sucesorio, ya que carecía de descendencia, y por ello, decidió derogar la ley de sucesión a través de la
Pragmática Sanción, para que, en caso de tener descendencia femenina con su cuarta esposa, María
Cristina de Borbón, su hija no quedara excluida del trono. El nacimiento de Isabel -futura Isabel II- marginaba
de la sucesión al hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro. Sus partidarios intentaron presionar al rey,
gravemente enfermo, en los “sucesos de la Granja” para que reconociera a su hermano como rey.
Desde entonces el monarca dio un giro a su política: disolvió a los voluntarios realistas y colocó al
mando del ejército a militares partidarios de la infanta Isabel. La reina María Cristina asumió la regencia,
formó un gobierno reformista y decretó una amnistía que permitía el regreso de los liberales exiliados.
Fernando VII falleció en 1833 y se inició la primera Guerra Carlista (1833-1840), una guerra civil
por la sucesión que enfrentó a absolutistas -partidarios de Carlos María Isidro- y liberales moderados -
defensores de Isabel-.

EL REINADO DE FERNANDO VII – RESUMEN.


Con el Tratado de Valençay (diciembre de 1813), Napoleón devolvía a Fernando VII los derechos al trono
de España.
El sexenio absolutista (1814 – 1820).
Fernando VII regresó a España, aclamado por el pueblo. Los diputados absolutistas de las Cortes de
Cádiz, a través del Manifiesto de los Persas, le mostraron su apoyo al restablecimiento del absolutismo. El
rey promulgó en Valencia un decreto el 4 de mayo por el que disolvió las Cortes y anuló la legislación liberal,
lo que supuso la restauración del Antiguo Régimen y del absolutismo, y emprendió una dura represión contra
los afrancesados y los liberales, que fueron detenidos, desterrados o inhabilitados.
El régimen tuvo que enfrentarse a la inestabilidad del gobierno por los continuos cambios
ministeriales, a la deuda y el déficit público -agravado por los gastos generados por la Guerra de la
Independencia y la emancipación de las colonias americanas-, a la falta de una reforma fiscal efectiva por
la oposición de los sectores conservadores al proyecto de Martín de Garay y la oposición de los liberales;
algunos optaron por el exilio a Francia y Gran Bretaña, otros por la conspiración a través de sociedades
secretas (masonería) y otros por la sublevación. Tras varios pronunciamientos fallidos, Riego se pronunció
en enero de 1820 en Cabezas de San Juan y proclamó la Constitución de 1812, lo que desencadenó un
movimiento revolucionario y la formación de juntas.
El trienio liberal (1820 – 1823).
Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución. Formó un gobierno de liberales y convocó
elecciones a Cortes, que fueron ganadas por los liberales. El nuevo gobierno restableció la Constitución y
las leyes aprobadas en Cádiz, y adoptó medidas legislativas para suprimir las instituciones del Antiguo
Régimen, modernizar el Estado y la administración, y liberalizar la economía y sanear la Hacienda. También
restableció la Milicia Nacional.
Los liberales se dividieron en moderados o doceañistas -partidarios de reformar la Constitución de
1812 para conceder mayor poder a la Corona y convocar Cortes bicamerales- y los exaltados o veinteañistas
-defensores de la Constitución de Cádiz que limitaba los poderes del rey y establecía unas Cortes
unicamerales-.
El rey se enfrentó a los ministros del gobierno y a las Cortes, intentó bloquear las reformas mediante
el derecho al veto, que le otorgaba la Constitución, y buscó la intervención de las potencias absolutistas de
la Santa Alianza.
La oposición absolutista -apostólicos, realistas o serviles- recurrió a las conspiraciones secretas, a
las sublevaciones militares urbanas y a la formación de partidas de guerrilleros muy activas en las áreas
rurales de País Vasco, Navarra y Cataluña, donde crearon la Regencia de Urgel.
Debido a la amenaza que el régimen liberal español significaba en el contexto de la Europa de la
Restauración, la Santa Alianza decidió la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis para restablecer los
poderes absolutos de Fernando VII.
Década absolutista u ominosa (1823 – 1833).
Se restablecieron las instituciones de la monarquía absoluta y del Antiguo Régimen, excepto la
Inquisición, y se abolió la legislación liberal, aunque el gobierno evolucionó hacia un reformismo moderado.
Se reanudó la represión contra los liberales a través de las juntas de depuración, las juntas de fe y
los voluntarios realistas. La mayoría de los liberales más significativos se exiliaron, otros promovieron
insurrecciones fallidas y muchos fueron ejecutados (Riego, Torrijos, Mariana Pineda).
El gobierno acometió reformas de carácter técnico para modernizar la administración -con la creación
del Consejo de Ministros y del Ministerio de Fomento- y para mejorar las finanzas -con la elaboración de los
primeros presupuestos generales del Estado por López Ballesteros, ministro de Hacienda- y emprendió una
política moderada de liberalización económica, con un nuevo Código de Comercio y la creación del Tribunal
de Cuentas, del Banco de San Fernando y de la Bolsa de Madrid.
Los realistas exaltados o ultras, partidarios de restablecer la Inquisición, endurecer la represión contra
los liberales y de destituir a los ministros reformistas, promovieron conspiraciones, organizaron partidas
realistas en defensa de los fueros tradicionales, como la “revuelta de los malcontents” o agraviados en
Cataluña, y se convirtieron en carlistas a causa de la crisis desencadenada por la sucesión de Fernando VII.
El rey derogó la Ley Sálica a través de la Pragmática Sanción, que favorecía su hija Isabel y apartaba de la
sucesión a su hermano Carlos María Isidro. Tras los “sucesos de La Granja”, en los que los carlistas
intentaron presionar al rey, gravemente enfermo, la reina María Cristina asumió la regencia, formó un
gobierno reformista y decretó una amnistía que permitía el regreso de los liberales exiliados.
Fernando VII falleció en 1833 y se inició la primera Guerra Carlista (1833-1840), una guerra civil por
la sucesión que enfrentó a absolutistas -partidarios de Carlos María Isidro- y liberales moderados -
defensores de Isabel-.

Represente una línea del tiempo desde 1788 hasta 1833, situando en ella los principales
acontecimientos históricos.

BLOQUE 6. LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833 – 1874).


ESTÁNDARES DE APRENDIZAJE EVALUABLES.
Identifique el ámbito geográfico del carlismo y explique su ideario y apoyos sociales.

 El carlismo fue un movimiento político legitimista de carácter absolutista, antiliberal y


contrarrevolucionario, que -a lo largo del siglo XIX- reconoció como rey de España a Carlos María Isidro
(Carlos V), y a sus descendientes (Carlos VI y Carlos VII) para restablecer el Antiguo Régimen, frente al
liberalismo, con el que se identificaron, inicialmente, la regencia de María Cristina y el régimen isabelino, y
posteriormente la monarquía de Amadeo I y la Primera República. Este conflicto derivó en tres guerras
carlistas.

 Áreas del carlismo.


El carlismo se extendió especialmente en País Vasco, Navarra, Cataluña, el Maestrazgo y norte de
Castilla.

 Ideario.
Los carlistas representaban al absolutismo real de origen divino -“Dios, Patria y Rey”-, defendían el
Antiguo Régimen, el integrismo religioso o ultracatolicismo y los intereses de la Iglesia (mantenimiento del
diezmo y oposición a las desamortizaciones y a la libertad religiosa), los privilegios estamentales y el
foralismo -el respeto a los fueros territoriales tradicionales: exenciones fiscales y militares, instituciones de
gobierno autónomas, legislación y sistemas judiciales propios de País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña y
Valencia -.
El carlismo era contrario al liberalismo y a todo lo que él implicaba: libertad política, económica y
social, uniformidad territorial y laicismo (principio opuesto al confesionalismo, defiende la separación de la
Iglesia y el Estado, y la libertad de conciencia).

 Apoyos sociales:
Los carlistas estuvieron apoyados por sectores conservadores y reaccionarios: la baja nobleza rural
del norte, el ala más conservadora de la Iglesia (parte del bajo clero y clero rural), pequeños campesinos
propietarios y campesinos no propietarios, gran parte del artesanado pobre y oficiales reaccionarios del
ejército.
A nivel internacional, el apoyo fue escaso -casi exclusivamente moral e ideológico- procedente de
los países absolutistas y conservadores: Austria, Prusia, Rusia, Nápoles y los Estados Pontificios.

Represente una línea del tiempo desde 1833 hasta 1874, situando en ella los principales
acontecimientos históricos.
Describa las características de los partidos políticos que surgieron durante el reinado de Isabel II.
Al margen del sistema liberal se situaban los carlistas, que defendían el absolutismo.
Los partidos liberales eran organizaciones de notables -“camarillas” alrededor de algún notable, civil o
militar, vinculadas por relaciones personales o intereses económicos que se unían para participar en las
elecciones y controlar el poder- y estaban muy debilitados por las disputas internas.

De derecha a izquierda, el abanico político en el reinado de Isabel II estaba formado por:


 Los carlistas, que era la derecha no liberal
 El Partido Liberal Moderado - Los liberales moderados, la derecha liberal.
 La Unión Libera l- Los unionistas, el centro.
 El Partido Progresista - Los liberales progresistas, la izquierda liberal.
 El Partido Demócrata.

 CARLISTAS:
Tradicionalistas, realistas o apostólicos
Representan el Antiguo Régimen.
“Dios, patria, rey” – “Dios y fueros” o “Dios y Ley vieja”
Principios:
-La monarquía absoluta y la soberanía real.
-El ultracatolicismo y el restablecimiento de la Inquisición.
-Los fueros territoriales (País Vasco, Navarra y Cataluña, Aragón y Valencia).
-Los privilegios estamentales.
Apoyos sociales: grupos más reaccionarios (conservadores, contrarios al liberalismo):
-Vieja aristocracia, baja nobleza rural del norte
-Clero: parte del bajo clero y clero rural
-Campesinos: pequeños propietarios y campesinos sin tierras.
-Artesanos: pequeños artesanos.
-Oficiales reaccionarios del ejército

 LIBERALES MODERADOS:
Ideología: liberalismo doctrinario.
Sector conservador del liberalismo. Derecha liberal.
Antecedentes: doceañistas del Trienio Liberal.
Principios:
- Monarquía constitucional o parlamentaria
- La soberanía compartida entre el rey y las Cortes.
- No separación estricta de los poderes.
- Amplios poderes de la Corona -poderes político y legislativo-:
Poder ejecutivo a través del nombramiento de los ministros.
Convocatoria, suspensión y disolución de las Cortes -Iniciativa legal – Sanción de las leyes - Veto
Nombramiento del Senado.
- La Corona como garante del orden y la estabilidad.
-Poder legislativo compartido por el rey y la Corona.
- Cortes bicamerales:
Senado de nombramiento real.
Congreso elegido por sufragio censitario muy restringido.
- Sistema electoral: sufragio censitario restringido.
- Libertades y derechos limitados - libertad de prensa restringida-.
- Defensa del derecho a la propiedad privada.
- Catolicismo como religión oficial del Estado – financiación de la Iglesia por el Estado. Estado confesional.
- Administración centralizada: el gobierno central nombra a los gobernadores provinciales y a los alcaldes
de las capitales de provincia – control de la administración provincial y local por el gobierno central.
y supresión de la Milicia Nacional.
Política económica: oposición a la desamortización, proteccionismo e impuestos indirectos.
Bases sociales: élites de grandes propietarios -latifundistas-, alta burguesía -empresarios- y funcionarios.
Acceso al poder por el apoyo de la Corona.
Se mantienen en el poder a través de la represión, la manipulación electoral y el sufragio restringido.
Periodos de gobierno:
Regencia de María Cristina: 1833-1836 y 1837-1840.
Isabel II: década moderada (1844-1854).
Alternancia con los unionistas entre 1856 – 1868.
Constitución de 1845.
Narváez.

 UNIONISTAS:
La Unión Liberal, partido fundado en 1854.
Partido de centro: Agrupa a moderados y progresistas – a los sectores afines de ambos partidos (los más
progresistas de los moderados y los más moderados de los progresistas).
Defienden el orden (rasgo moderado) y la libertad (rasgo progresista).
O´Donnell.
Periodos en el poder:
Reinado de Isabel II: Alternancia en el gobierno con el partido moderado entre 1856 y 1868.
Adhesión al pacto de Ostende (1866).

 LIBERALES PROGRESISTAS:
Antecedentes: exaltados o veinteañistas del Trienio Liberal.
La izquierda liberal
Principios:
-La soberanía nacional representada en las Cortes.
-La separación de poderes.
-Limitar los poderes de la Corona y del gobierno a favor de las Cortes.
-Cortes bicamerales -Senado y Congreso- elegidas por sufragio censitario.
-Responsabilidad de los ministros (poder ejecutivo) ante las Cortes (poder legislativo).
-Sufragio censitario amplio.
-Libertades y derechos amplios (libertad de imprenta sin censura previa)
-Elección popular de los Ayuntamientos.
-Milicia Nacional.
Política económica: Libertad de comercio (librecambismo), desamortización y equilibrio entre impuestos
directos e indirectos.
Apoyo de las clases medias urbanas (comerciantes y profesionales liberales) e inicialmente apoyo de los
obreros industriales.
Acceso al poder a través de sublevaciones revolucionarias: pronunciamientos militares y juntas.
Períodos de gobierno:
-Regencia de María Cristina (Mendizábal y Calatrava, 1836-1837).
-Regencia de Espartero (1840-1843).
-Reinado de Isabel II: Bienio progresista (1854 - 1856).
-Firma del Pacto de Ostende (1866).
Constitución nonata de 1856.
Mendizábal y Espartero

 DEMÓCRATAS
Escisión del ala radical de los progresistas. Fundado en 1849.
Principios:
- La monarquía parlamentaria y constitucional o la República
-La soberanía popular.
-La estricta separación de poderes:
Poder ejecutivo: el rey a través de los ministros (monarquía constitucional) o el gobierno (República).
Legislativo: Cortes unicamerales.
Judicial: tribunales – jurado.
-Sufragio universal masculino.
-Declaración amplia de derechos, naturales e inalienables (derechos individuales y políticos, sociales-
derecho a la educación- y colectivos -asociación sindical-).
-Libertad de cultos – Estado financia a la Iglesia (el culto y al clero).
-Elección democrática de diputaciones y ayuntamientos
-Instrucción pública -primaria gratuita-, supresión de las quintas y de los consumos, intervención del Estado
en las relaciones laborales.
-Desamortización.
Los demócratas no accedieron al poder en el reinado de Isabel II.
Apoyo de parte de las clases medias y bajas
Resuma las etapas de la evolución política del reinado de Isabel II desde su minoría de edad, y
explique el papel de los militares.
Primero expongo el tema desarrollado y después lo resumo, que es lo que pide el enunciado del estándar.
Así tenéis un modelo de síntesis.
EXPOSICIÓN DEL TEMA.
A – EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL REINADO DE ISABEL II
Etapas del reinado de Isabel II.
El reinado de Isabel II (1833 – 1868) fue un periodo convulso desde sus inicios, marcados por la
primera guerra carlista, en la que en principio se decidía el titular del trono: Isabel II, nombrada heredera por
su padre Fernando VII, o el hermano de este, Carlos María Isidro.
Pero, la identificación del pretendiente carlista con el más estricto absolutismo del Antiguo Régimen
empujó a los defensores de Isabel II a buscar apoyo en los liberales, muy representativos en el ejército. Por
esta razón, la guerra no fue sólo una lucha por el trono entre dos miembros de la familia real, sino que se
convirtió en un enfrentamiento entre dos modelos de Estado: absolutismo y liberalismo.
Finalmente, el fracaso del carlismo aseguró el trono de Isabel II, cuyo reinado se puede dividir en tres
etapas:
1. Regencia de María Cristina (1833 – 1840), su madre, ya que a la muerte de Fernando VII, Isabel II
sólo contaba tres años de edad.
2. Regencia del general Espartero (1840 – 1843), primero como presidente de un Ministerio-Regencia
(1840-1841) tras la renuncia de María Cristina, y después como regente en solitario (1841 – 1843).
3. Reinado efectivo de Isabel II (1843 – 1868), que, tras la caída de Espartero, fue declarada mayor
de edad por las Cortes al cumplir 13 años, para evitar una nueva regencia.

1 – LA MINORÍA DE EDAD DE ISABEL II. LAS REGENCIAS (1833-1843)


 LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1840)
Durante la Regencia, se inició la transición del absolutismo al liberalismo y los gobiernos
liberales desmantelaron el Antiguo Régimen de manera gradual. Para acercarse a los liberales, la
regente declaró el indulto general y la amnistía.
a) La transición entre el Estado absolutista de Fernando VII y el liberal de Isabel II estuvo
protagonizada por monárquicos reformistas (Cea Bermúdez, 1832 -1834) y por liberales moderados
(Martínez de la Rosa) que promovieron algunas reformas muy limitadas, como la liberalización del
comercio, la industria y los transportes; la libertad de imprenta con censura previa, y la división territorial en
provincias realizada por Javier de Burgos en 1833, e intentaron una tercera vía entre el absolutismo y el
liberalismo a través del Estatuto Real (1834).
Durante estos años se produjo la división del liberalismo entre moderados y progresistas, cuyo
origen está en las diferencias entre moderados y exaltados del Trienio Liberal. Ambos grupos luchaban
unidos contra el carlismo, pero mantenían sus diferencias ideológicas.
Este régimen fracasó porque los gobiernos moderados fueron incapaces de vencer a los carlistas
y de dar una respuesta a la creciente oposición de los progresistas al Estatuto Real y a la lentitud de
los cambios.
Los problemas del déficit y la deuda pública, las incursiones carlistas, las revueltas populares
urbanas, los asaltos a conventos y los asesinatos de frailes (Madrid, 1834), por su apoyo al carlismo, y los
ataques a fábricas (incendio de la fábrica textil de Bonaplata, Barcelona - 1835), así como la formación de
juntas locales (1835-6) promovidas por los progresistas y que exigían reformas más radicales,
obligaron a la regente a dar el poder a los progresistas.
b) La ruptura. María Cristiana mandó formar gobierno a Juan Álvarez Mendizábal -progresista,
liberal exaltado del Trienio Liberal que había sido ministro de Hacienda en el gobierno de Toreno- quien
adoptó medidas para ganar la guerra, reducir el déficit y la deuda pública, desmantelar el sistema legal
del Antiguo Régimen y consolidar el liberalismo en la línea de la legislación elaborada por las Cortes
de Cádiz y del Trienio liberal, que provocaron la oposición moderada.
María Cristina forzó la dimisión de Mendizábal y mandó formar un gobierno moderado, por lo que
se reprodujeron los altercados callejeros promovidos por los progresistas, se reactivaron las juntas y la
Milicia Nacional. Los sargentos de La Granja de San Ildefonso se pronunciaron (1836) contra el Estatuto
Real y a favor de la Constitución de 1812, y la regente nombró un gobierno progresista (1836-1837),
presidido por Calatrava, que convocó elecciones a Cortes Constituyentes; éstas promulgaron la
Constitución de 1837 y aprobaron la ley municipal para la elección popular de los alcaldes. Mendizábal,
como ministro de Hacienda, promovió la desamortización de bienes del clero regular (1836-1837) para
sufragar la guerra civil y la deuda pública, y conseguir apoyos para el régimen isabelino, y se volvió a decretar
la supresión de los señoríos y los mayorazgos (1836) y de la Mesta (1836), la libertad de producción
y comercio (1836) y la abolición de los derechos feudales (1837), con el objetivo de convertir la propiedad
vinculada del Antiguo Régimen en propiedad libre.
El radicalismo liberal del gobierno de Calatrava y de su ministro Mendizábal alarmó a las fuerzas
conservadoras y a los liberales moderados, que organizaron una oposición que llevó a los moderados al
poder en las elecciones de octubre de 1837.
Entre 1837 y 1840 se sucedieron varios gobiernos de signo moderado. En estos años se fueron
radicalizando las diferencias entre moderados y progresistas, sobre todo por el intento de los primeros
de aprobar unas leyes que pretendían limitar la Milicia Nacional, dar el control de los ayuntamientos al
Ministerio del Interior, recortar el número de electores y la libertad de imprenta.
Una ley municipal o de Ayuntamientos de carácter centralista -por la que se pretendía que los
alcaldes no fueran elegidos por los vecinos, sino nombrados por el gobierno, en contra de lo establecido por
la Constitución de 1837- provocó disturbios en muchas ciudades, con la activa participación de la Milicia
Nacional y la formación de juntas revolucionarias, y una insurrección militar promovida por los
progresistas y encabezada por Espartero que obligó a María Cristina a renunciar y marchar al exilio en
octubre de 1840.

 LA REGENCIA DE ESPARTERO (1840 – 1843).


Baldomero Espartero, general progresista con una elevada reputación tras sus éxitos militares
en Hispanoamérica y en la guerra carlista, fue elegido por las Cortes para asumir la regencia y fue
nombrado regente. Impuso un régimen autoritario apoyado en el ejército, especialmente en los
ayacuchos (militares que habían participado en las guerras de independencia hispanoamericana; el término
se refiere a la batalla de Ayacucho, Perú - 1824) que provocó la oposición de parte del ejército y de los
progresistas.
Con un escaso apoyo parlamentario tuvo que enfrentarse a las disputas internas de su partido,
a los intentos de los moderados para recuperar el poder y a la oposición de la Iglesia a la
desamortización de los bienes del clero secular, retomada desde 1841.
La firma de un acuerdo librecambista con el Reino Unido -tratado comercial para rebajar los
aranceles de los productos textiles importados de Inglaterra y que perjudicaba a la industria textil catalana-
provocó las protestas de la burguesía empresarial y del proletariado textil catalán, que reivindicaban
mayor proteccionismo para sus productos y altos aranceles aduaneros que obstaculizaran la importación de
tejidos británicos. Espartero ordenó bombardear Barcelona (3 de diciembre de 1842), lo que hundió su
prestigio y acentuó las críticas en las Cortes, que fueron disueltas.
Moderados y algunos progresistas convergieron en una insurrección general, civil y militar. La
derrota de Espartero frente al ejército sublevado -de mandos militares del partido moderado (Ramón
María Narváez, a quien correspondió la dirección de la sublevación militar-) y de algunos progresistas
(Francisco Serrano y Juan Prim) le obligó a dimitir y exilarse a Londres
2 – EL REINADO EFECTIVO DE ISABEL II (1843-1868)
Para evitar una nueva regencia, las Cortes adelantaron la mayoría de edad de la reina, que tenía
13 años. En esta etapa, ya desmantelado el Antiguo Régimen, se institucionalizó el Estado liberal -con
la consolidación del aparato político, administrativo y fiscal-, con el protagonismo de los moderados.

 LA DÉCADA MODERADA (1844-1854).


En 1844, Isabel II nombró como jefe de Gobierno al líder moderado Ramón María Narváez, quien
estableció un sistema político basado en el liberalismo doctrinario (corriente conservadora del
liberalismo) y caracterizado por una cierta estabilidad política. Los gobiernos autoritarios, defensores del
orden, crearon un Estado liberal conservador y centralista y un régimen oligárquico de escasa
representatividad, apoyado en la Corona, el ejército y las élites sociales de grandes propietarios, en el
que las Cortes fueron suspendidas con frecuencia, se practicó el falseamiento electoral, se extendió la
corrupción administrativa y se marginó del gobierno a los progresistas.
Los moderados promulgaron la Constitución de 1845 -expresión de los principios ideológicos del
liberalismo doctrinario: soberanía conjunta del rey y las Cortes, reforzamiento del poder real, intento de
compatibilizar el orden con la libertad y adecuación del sistema político a los intereses de las élites
dominantes- y adoptaron medidas de control de la administración local y provincial por parte del
gobierno central al que correspondía el nombramiento de los gobernadores civiles y de los alcaldes de las
grandes ciudades: se promulgó la Ley de Ayuntamientos (1845), por la que el gobierno se reservaba el
nombramiento de los alcaldes entre los concejales elegidos previamente, y se creó la figura del gobernador
civil, que solía ser el jefe de los moderados de la zona. De esta forma el Gobierno estrechó el control sobre
la vida municipal y favoreció la corrupción electoral por la manipulación en las votaciones para conseguir
mayorías parlamentarias. La medida se completó con una nueva modificación en la legislación electoral en
la que se recortaba el número de votantes.
Con el propósito de consolidar la centralización del Estado, los moderados procedieron a la
unificación legislativa: se unificó el sistema de pesos y medidas con la adopción del sistema métrico
decimal; se aprobó un nuevo Código Penal (1848), mientras quedó en proyecto el nuevo Código Civil (1851);
regularon la instrucción pública -plan de estudios de Gil y Zárate- y modernizaron el sistema fiscal a
través de la Ley Mon - Santillán (1845) que pretendía mejorar la eficacia del sistema de impuestos para
aumentar los ingresos estatales, reducir el déficit y costear la realización de infraestructuras y de nuevos
servicios públicos (canales, redes telegráficas…), a través de la centralización, simplificación y
racionalización de los impuestos en base a los principios de igualdad (nadie estaba exento de tributar) y
proporcionalidad (los contribuyentes pagaban en función de sus ingresos), la elaboración del presupuesto
general anual, y la clasificación de los impuestos en directos (contribución sobre la riqueza agrícola,
industrial, comercial y rentas personales) e indirectos (impuesto de consumos, tarifas aduaneras, impuesto
sobre trasmisión de bienes)-,
En este período se produjo un acercamiento a la Iglesia católica con la suspensión de la venta
de bienes eclesiásticos y la firma de un Concordato con la Santa Sede (1851), por el que la Iglesia
renunciaba a los bienes desamortizados ya vendidos y recuperaba los no vendidos, y aceptaba la práctica
del patronato por la Corona para la designación de obispos; a cambio, la Iglesia conseguía financiación del
Estado, que se comprometía a sostener los gastos eclesiásticos (dotación de culto y clero), y el control de
la enseñanza.
Para garantizar el orden, especialmente en el medio rural, se fundó la Guardia Civil en 1844:
Cuerpo armado, con organización militar, pero con funciones civiles, organizado por el duque de Ahumada;
su finalidad era mantener el orden público, defender las propiedades y a las personas; y se disolvió la
Milicia Nacional (1845), considerada un peligroso cuerpo armado bajo el control de los progresistas más
radicales.
El autoritarismo (suspensión habitual de las Cortes, restricción del sufragio) y la corrupción de los
gobiernos moderados incrementó la oposición del sector izquierdista de los moderados, de los
progresistas y del Partido Demócrata (desgajado en 1849 de la izquierda del progresismo, los demócratas
reivindicaban el sufragio universal, las Cortes unicamerales, la libertad religiosa y de asociación sindical, la
reforma de los consumos, la instrucción primaria gratuita y la intervención del Estado en las relaciones
laborales. Habían hecho su aparición, junto con los progresistas, en las insurrecciones que en 1848
estallaron en varias ciudades españolas, como había ocurrido en otras capitales europeas), además de la
oposición ejercida por los carlistas.

 EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)


En junio de 1854 los moderados izquierdistas organizaron un pronunciamiento protagonizado por
el general O´Donnell para derribar al gobierno. Los sublevados se enfrentaron a las tropas gubernamentales
en Vicálvaro (Madrid) -Vicalvarada- y proclamaron el Manifiesto de Manzanares en el que solicitaban
reformas progresistas: reforma de las leyes electoral y de imprenta, descentralización del poder -
ayuntamientos autónomos- y restablecimiento de la Milicia Nacional. La insurrección se extendió a las
ciudades donde se formaron juntas revolucionarias. En esta situación Isabel II encargó a Espartero
formar un gobierno progresista.
El gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes, que fueron ganadas por los
progresistas y unionistas, quienes gobernaron en coalición, aprobaron la Constitución de 1856, que no
llegó a promulgarse ni entró en vigor -Constitución non nata-, y restablecieron las leyes e instituciones
progresistas de los años 30: Ley de Imprenta (libertad de prensa), Ley electoral -sufragio censitario
amplio- y Ley Municipal -elección popular de los alcaldes-, la Milicia Nacional y la desamortización. La
desamortización general o civil fue obra del ministro de Hacienda Pascual Madoz (Ley Madoz, 1855), que
afectó nuevamente a las propiedades del clero, pero, sobre todo, a los bienes municipales. La reordenación
económica -para impulsar el crecimiento y consolidar el mercado nacional- se hizo a través de la Ley
General de Ferrocarriles (1855) y la Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias (1856) por la que se
creó el Banco de España.
En este período estallaron conflictos sociales (epidemias, malas cosechas, carestía y escasez,
motines por el alto precio del grano, huelga general de 1855, protestas contra los consumos y las quintas)
que provocaron la crisis del gobierno. Espartero dimitió y la reina mandó formar gobierno a O´Donnell.

 LA ALTERNANCIA ENTRE MODERADOS Y UNIONISTAS (1856-1868).


Unionistas (O´Donnell) y moderados (Narváez) se alternaron en el gobierno.
Con el propósito de restaurar el orden, O´Donnell eliminó algunas medidas legislativas y políticas
progresistas -disolvió la Milicia Nacional y las Cortes antes de que promulgaran la Constitución de 1856- y
Narváez, entre 1856 y 1858, convocó elecciones a Cortes que, manipuladas desde el Ministerio de la
Gobernación, dieron la mayoría a los moderados.
Narváez impuso un régimen conservador basado en los principios moderados de la Constitución
de 1845 y en una legislación restrictiva que anulaba la libertad de imprenta y detenía la desamortización.
Se reanudaron las relaciones con la Santa Sede, se reformó en sentido restrictivo el Senado, y se aprobó la
Ley de Instrucción Pública de Claudio Moyano (1857), por la que se reguló el sistema educativo: estableció
los niveles de enseñanza primaria (municipios de más de 500 habitantes), secundaria (institutos en las
capitales de provincia), universidad (una en las capitales regionales); doctorado (en la universidad central);
se preveía hacer gratuita la enseñanza primaria; la secundaria dependía de las diputaciones. La enseñanza
secundaria daba acceso al título de bachiller, que habilitaba para el paso a la universidad.
La dimisión de Narváez dio paso al “Gobierno Largo” de O´Donnell (1858 – 1863), un periodo de
estabilidad política en el que los unionistas promovieron el crecimiento económico -a través de las
inversiones públicas en infraestructuras (canal de Isabel II, red de ferrocarriles y telégrafos) y las inversiones
en la Bolsa y la banca, animadas por la construcción ferroviaria, el desarrollo industrial (metalurgia y
construcción naval) y la entrada de empresas y capitales extranjeros- y emprendieron una política exterior
de prestigio internacional y exaltación patriótica, que en gran medida respondía a los intereses de
Francia y del Reino Unido, con la participación en la expedición a Cochinchina (1858 – 1863), como castigo
por el asesinato de varios misioneros españoles, y en la guerra de Marruecos (1859-1860), donde España
venció a las tribus rifeñas en las batallas de Tetuán y Wad-Ras, lo que le permitió pequeñas anexiones
territoriales en Ceuta y Melilla, incorporar Sidi Ifni, la administración de Tetuán y el cobro de una
indemnización. España también intervino en el intento de recuperar Santo Domingo (1861), en la expedición
a México, junto con franceses y británicos, para castigar el impago de su deuda (1861-1862), y en el conflicto
con Perú y Chile (1863-1866) tras varios incidentes comerciales y navales.
En los últimos años del reinado, entre 1863 y 1868, se mantuvo la alternancia en el gobierno de
la Unión Liberal y el Partido Moderado. Se sucedieron gobiernos autoritarios que gobernaron por
decreto y suspendieron las Cortes, e impusieron un régimen corrupto y represivo que excluyó a los
progresistas -que optaron por el retraimiento- y a los demócratas y republicanos -que conspiraron contra
el gobierno y contra la reina, a la que responsabilizaban del desprestigio de la monarquía-.
La oposición se incrementó. La protesta estudiantil de la noche de San Daniel (1865), y los
pronunciamientos de Prim y del cuartel de San Gil (1866) fueron duramente reprimidos. La oposición en el
exilio -progresistas y demócratas- firmó el Pacto de Ostende (Bélgica, 1866), al que se adhirieron los
unionistas tras la muerte de O´Donnell, para derrocar a la reina y convocar elecciones a Cortes
constituyentes por sufragio universal-.
La grave recesión económica de 1866-1868, que se manifestó en la quiebra de las compañías
ferroviarias por falta de rentabilidad de las líneas; de los bancos y de la Bolsa, por el estallido de la burbuja
especulativa; de las empresas industriales textiles y siderúrgicas; la inflación o alza de precios y el paro,
desató el descontento general y agudizó el desgaste del régimen, lo que desencadenó la revolución de
1868 que supuso el destronamiento de Isabel II y el intento de establecer un régimen democrático, primero
bajo la forma de monarquía constitucional y después de república en el Sexenio Democrático o
Revolucionario (1868 – 1874).

B - EL PROTAGONISMO POLÍTICO DE LOS MILITARES


Ante la amenaza carlista, los militares se convirtieron en una pieza clave para la defensa del
régimen. Las victorias del ejército isabelino frente a las fuerzas carlistas contribuyeron al prestigio de
generales como Espartero, al que se consideró como auténtico vencedor de la primera guerra carlista,
Narváez u O´Donnell, quienes ascendieron en la carrera militar por su importante participación en dicha
guerra.
Conscientes de su protagonismo, los generales o “espadones” se colocaron al frente de los
recién creados partidos políticos y se erigieron en árbitros de la vida política, ya que ocuparon cargos
de importancia decisiva, como la presidencia del gobierno y la regencia o estuvieron al frente de algunos
ministerios, como el de la Guerra. Narváez lideró el Partido Moderado y dirigió el gobierno en la década
moderada (de 1844 a 1846, de 1847 a 1851) y en el período final del reinado de Isabel II (de 1856 a 1858,
de 1864 a 1865 y de 1866 a 1868); Espartero ocupó la regencia entre 1840 y 1843, y asumió la presidencia
del gobierno en el bienio progresista (1854-1856); O´Donnell fue ministro de la Guerra en el bienio
progresista y desde 1856, como jefe indiscutible de la Unión Liberal, se alternó en el gobierno con los
moderados.
El recurso a la práctica del pronunciamiento militar se convirtió en una fórmula habitual de
promover cambios de gobierno o de orientar la política. En algunos casos fueron los militares
progresistas los que se pronunciaron para forzar su subida al poder, ya que la regente y la reina
favorecieron a los moderados, como el pronunciamiento de los sargentos de la Granja de San Ildefonso
(1834), la “Vicalvarada” protagonizada por O´Donnell en 1854 y las sublevaciones de Prim y del cuartel de
San Gil (1866). En otros casos, fueron los generales moderados los que se alzaron para frenar la
radicalización de la política progresista, como la sublevación que encabezó Narváez contra Espartero en
1843.
También el ejército desempeñó un papel crucial en la política represiva que impusieron los
gobiernos moderados contra la oposición de progresistas, unionistas y demócratas, especialmente en los
últimos años del reinado, como fue la intervención contra la protesta estudiantil de la “Noche de San Daniel”.
RESUMEN DEL TEMA.
EL REINADO DE ISABEL II.
Tras la muerte de Fernando VII (1833), en el reinado de Isabel II se produjo el tránsito definitivo del
Antiguo Régimen al régimen liberal burgués y la consolidación del Estado liberal: se configuró una
monarquía constitucional, inspirada en los principios del liberalismo político; se sentaron las bases de una
economía capitalista; y como consecuencia de lo anterior, desapareció la vieja sociedad estamental y se
estructuró una nueva sociedad de clases.
La implantación del sistema liberal, en base al Estatuto Real de 1834 y las Constituciones de 1837 y
1845, fue un proceso interferido por los carlistas, representantes del absolutismo, lo que dio un gran
protagonismo a los militares que, a través de pronunciamientos, controlaron la vida política española. La
alternancia en el poder de liberales moderados y progresistas favoreció la creación de una oligarquía
política y económica que dejó al margen del poder a las clases populares y a otras ideologías políticas. Ello
hizo que a partir de 1868 se ensayaran nuevas formas de poder más democráticas, primero bajo la forma
de monarquía parlamentaria y después de república

1 - LA MINORÍA DE EDAD DE LA REINA: LAS REGENCIAS.


1. a. La regencia de María Cristina (1833 – 1840).
La regente nombró gobiernos de monárquicos reformistas (Cea Bermúdez) y de liberales moderados
(Martínez de la Rosa) que promovieron reformas muy limitadas, como la división territorial en provincias
realizada por Javier de Burgos (1833) y el Estatuto Real (1834).
Los liberales se dividieron en moderados y progresistas. Aunque María Cristina favoreció a los
moderados, los progresistas accedieron al poder forzando su nombramiento con pronunciamientos (el de
los sargentos de La Granja en 1836), la participación de la Milicia nacional o la formación de juntas
revolucionarias. Los progresistas se propusieron el desmantelamiento legal del Antiguo Régimen y
consolidar el liberalismo con la Constitución de 1837 y la desamortización de bienes del clero promovida por
Mendizábal.
Los gobiernos de signo moderado limitaron y abolieron las iniciativas puestas en marcha por los
progresistas. Una insurrección impulsada por los progresistas y encabezada por Espartero obligó a la
regente a renunciar.

1.b. La regencia de Espartero (1840 – 1843).


Espartero asumió la Regencia y, respaldado por el prestigio de sus éxitos militares en la guerra
carlista y en Hispanoamérica y apoyado por sectores del ejército, impuso un régimen autoritario que provocó
la oposición de parte del ejército y de su partido. Con un escaso apoyo parlamentario, tuvo que enfrentarse
a las disputas internas entre los progresistas y a los intentos de los moderados para recuperar el poder.
La firma de un acuerdo librecambista con el Reino Unido provocó las protestas de los empresarios y
los obreros catalanes, que fueron respondidas con el bombardeo de Barcelona, lo que hundió el prestigio
del regente y acentuó las críticas en las Cortes, que fueron disueltas.
Los moderados y algunos sectores progresistas se sublevaron contra el gobierno. Espartero dimitió
tras ser derrotado por el ejército sublevado.

2 - EL REINADO EFECTIVO DE ISABEL II.


Para evitar una nueva regencia, las Cortes adelantaron la mayoría de edad de la reina.
2. a. La década moderada (1844 - 1854)
Narváez estableció un régimen basado en el liberalismo doctrinario. Los gobiernos autoritarios, defensores
del orden, crearon un Estado liberal conservador basado en la Constitución de 1845 y establecieron un
régimen oligárquico apoyado en la Corona, el ejército y los grandes propietarios. Las Cortes fueron
suspendidas con frecuencia y fue habitual el falseamiento electoral y la corrupción administrativa. Se
promovió la centralización del Estado, con el nombramiento de los alcaldes de las mayores ciudades por el
gobierno central, la unificación legislativa -con el sistema métrico decimal y un nuevo Código Penal-, la
instrucción pública, a través del plan de estudios de Gil y Zárate, la modernización del sistema fiscal (Ley
Mon-Santillán), la firma del Concordato con la Santa Sede (1851) y la formación de la Guardia Civil.
Esta política conservadora desencadenó la oposición de un sector de los moderados y de los progresistas.

2. b. El bienio progresista (1854 – 1856)


En 1854 un ejército, liderado por O´Donnell, se enfrentó a las tropas gubernamentales en Vicálvaro
(Madrid) y proclamó el Manifiesto de Manzanares en el que los sublevados reclamaban reformas
progresistas. Al pronunciamiento le sucedió la formación de juntas revolucionarios que obligaron a Isabel II
a encargar a Espartero la formación de gobierno. Éste convocó elecciones a Cortes Constituyentes, que
fueron ganadas por progresistas y unionistas. Ambas formaciones gobernaron en coalición, aprobaron la
Constitución de 1856, que no entró en vigor, y restablecieron las instituciones y las leyes progresistas
(libertad de prensa, sufragio censitario amplio, elección popular de los alcaldes y Milicia Nacional). A la
modernización de la economía contribuyeron la desamortización general de Madoz (1855), la Ley General
de Ferrocarriles (1855) y la Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias (1856), por la que se creaba el Banco
Nacional.
Los conflictos sociales debilitaron al gobierno. Espartero dimitió y la reina mandó formar gobierno a
O´Donnell.

2.c. La alternancia de unionistas y moderados (1856 – 1868)


Entre 1856 y 1868 se sucedieron los gobiernos unionistas presididos por O´Donnell y los moderados
dirigidos por Narváez. Fue un régimen conservador basado en la Constitución de 1845 y una legislación
restrictiva que anulaba la libertad de imprenta, frenaba la desamortización y regulaba la educación a través
de la Ley de Instrucción Pública de Claudio Moyano.
El “gobierno largo” de O´Donnell (1858 – 1863) permitió cierta estabilidad política, el crecimiento
económico con fuertes inversiones públicas en infraestructuras y privadas en la banca y la bolsa, y una
política exterior muy activa de exaltación patriótica y prestigio internacional con expediciones e
intervenciones en Cochinchina, marruecos, México, Chile y Perú.
En los últimos años (1863 – 1868), dominaron los gobiernos de carácter autoritario, que gobernaron
por decreto al margen de las Cortes, e implantaron un régimen corrupto y represivo que excluyó a los
progresistas, que optaron por el retraimiento, y a los demócratas y republicanos, que conspiraron contra el
sistema y contra la reina. La oposición se incrementó -protesta estudiantil de la noche de San Daniel y
pronunciamientos de Prim y del cuartel de San Gil-. Progresistas y demócratas en el exilio firmaron el Pacto
de Ostende (1866), al que se sumaron los unionistas tras la muerte de O´Donnell, para derrocar a Isabel II
y convocar Cortes Constituyentes.
La crisis política se agudizó con la recesión económica, que se manifestó en la quiebra de las
compañías ferroviarias, de las empresas industriales, de los bancos y de la bolsa y el incremento de la
inflación y del paro, lo que aceleró el desgaste del régimen isabelino y desencadenó la revolución de 1868.

Compare las desamortizaciones de Mendizábal y de Madoz, y especifique los objetivos de una y


otra.

DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ

Contexto La desamortización se inició en la La desamortización se llevó a cabo en el


histórico y Regencia de María Cristina, en una etapa reinado efectivo de Isabel II, durante el
cronología de gobierno progresista presidido por bienio progresista (1854-1856), en la
Calatrava, en el que Juan Álvarez etapa de gobierno presidido por
Mendizábal era ministro de Hacienda. Espartero junto a O´Donnell, siendo
El proceso desamortizador se inició en ministro de Hacienda Pascual Madoz.
1837 y se prolongó hasta 1844, paralizado El proceso de desamortización se inició
por el gobierno moderado de Narváez. en 1855, con Ley general de
desamortización de 1 de mayo de 1855,
publicada el 3 de mayo en la Gaceta de
Madrid. La aplicación de la ley se
suspendió en 1856 (14 de octubre); se
reanudó en 1858 (2 de octubre), siendo
O´Donnell presidente del Consejo de
Ministros y se prolongó hasta 1867.

Propiedades Desamortización eclesiástica. Desamortización general.


objeto de
desamortización
La desamortización afectó inicialmente a Madoz concluyó la venta de tierras del
las fincas rústicas y a los bienes clero que había iniciado Mendizábal y
urbanos de las órdenes religiosas que fue interrumpida por los
masculinas y femeninas del clero moderados, compensando a la Iglesia
regular, a excepción de los edificios con títulos de la deuda, y autorizó la
destinados a la beneficencia y a la enajenación de las propiedades
educación, y a partir de 1841 también a las municipales (bienes de propios,
propiedades del clero secular. baldíos y de comunes), del Estado y de
las Órdenes Militares de Santiago,
Alcántara, Calatrava, Montesa y San
Juan de Jerusalén, cofradías, obras
pías, santuarios, del exinfante don
Carlos, de la beneficencia y de la
instrucción pública, con excepción de
las Escuelas Pías y las de los
hospitalarios de San Juan de Dios,
dedicadas a la enseñanza y a la
atención médica, respectivamente, ya
que reducían los gastos del Estado en
estos ámbitos, lo que significó la
desaparición definitiva de los bienes de
manos muertas o vinculados en
España.

Objetivos
Sus objetivos estaban determinados por la - El objetivo principal era la
situación crítica que atravesaba el país: el recaudación de fondos
déficit de Hacienda y la primera guerra suplementarios para reducir el déficit
carlista. estatal y amortizar la deuda pública -
sanear la Hacienda pública-

Objetivos económicos: - La obtención de nuevos ingresos para


- El objetivo prioritario era de carácter financiar la construcción de
financiero: conseguir ingresos infraestructuras y obras públicas
extraordinarios para la amortización parcial necesarias para modernizar la
de la deuda pública, es decir, pagar las economía, es especial la red
deudas contraídas por el Estado con los ferroviaria.
bancos extranjeros y con los ciudadanos
españoles que habían adquirido títulos de
la deuda pública y así resolver los
problemas de la hacienda pública
- Además pretendía recaudar fondos para
financiar la guerra contra los carlistas.

Objetivos sociales:
- Crear una clase media de propietarios
agrarios contribuyentes
Objetivos políticos:
- Convertir a los nuevos propietarios en
adeptos de la causa liberal, que necesitaba
apoyo social frente a la amenaza del
carlismo, es decir, ampliar el número de
simpatizantes del liberalismo y consolidar
los apoyos a la monarquía de Isabel II, ya
que los compradores de bienes
eclesiásticos desamortizados perderían
las tierras adquiridas en caso de una
victoria del bando carlista, porque los
ultracatólicos partidarios de Don Carlos
habían anunciado su disposición de
devolver las propiedades al clero.

Efectos
La hacienda pública recaudó menos La recaudación superó a la obtenida por
ingresos de los esperados: casi 4.000 la desamortización de Mendizábal, con
millones de reales, aproximadamente el casi 5.000 millones de reales, el 42% del
33% del total conseguido por todas las total de los ingresos conseguidos por las
desamortizaciones del siglo XIX. desamortizaciones a lo largo del siglo.

Compare el Estatuto Real de 1834 y las Constituciones de 1837 y 1845.


ESTATUTO REAL DE 1834 CONSTITUCIÓN DE 1837 CONSTITUCIÓN DE 1845
Contexto histórico Regencia de María Cristina - Gobierno de Regencia de María Cristina – Gobierno de José Reinado de Isabel II – Década moderada.
Francisco Martínez de la Rosa. María Calatrava. Moderados y progresistas opuestos a Espartero
La muerte de Fernando VII significó el Las revueltas ciudadanas y el motín de la Granja confluyen en una sublevación militar y en un
enfrentamiento entre carlistas e isabelinos. (1836) forzaron la ruptura definitiva con el movimiento de juntas e insurrecciones que
En la Regencia de María Cristina se inició la absolutismo y la regente fue obligada a desplazó del poder a Espartero y estableció un
transición del absolutismo al liberalismo suspender el Estatuto Real, a firmar la gobierno provisional, al que siguieron varios
protagonizada por monárquicos reformistas y Constitución de 1812, hasta que se elaborara gobiernos breves de signo moderado cuya obra
por liberales moderados (Martínez de la otro texto constitucional, y a instaurar un fue continuada por el general Narváez,
Rosa), que promovieron reformas muy gobierno progresista a cuyo frente situó a José constituyendo la década moderada (1844-
limitadas. María Calatrava, quien nombró a Mendizábal 1854)
ministro de Hacienda.

Vigencia Vigente desde abril de 1834 hasta agosto de Desde el 17 de julio de 1837 -fecha en la que la Larga vigencia: desde su promulgación el 23 de
1836 Regente aceptó la Constitución en nombre de la mayo de 1845 hasta 1854, y desde 1856 hasta
Reina- hasta 1845. 1868.

Objetivos - Garantizar la sucesión de Isabel como reina - Encontrar un término medio entre el Estatuto - Conformar el régimen político en un sentido
de España frente a las pretensiones de Carlos Real y la Constitución de Cádiz. estrictamente moderado.
María Isidro mediante un acuerdo con los - Ofrecer un marco que garantizara los principios - Garantizar el ejercicio del poder por el partido
liberales moderados. liberales, la seguridad individual y la propiedad moderado
- Conseguir apoyos para Isabel II entre los privada, frente al radicalismo liberal y frente al - Asegurar el dominio político y social de la
sectores socioeconómicos más dinámicos; a carlismo. oligarquía agraria y financiera
cambio la Corona prometía reformas - El objetivo de las Cortes constituyentes -de
graduales. mayoría progresista- era reformar la
Constitución de 1812, pero el resultado fue un
nuevo texto constitucional.
- Representar a las diferentes tendencias
liberales (moderados y progresistas) para
consolidar el régimen liberal.

Carácter Carácter conservador. Carácter progresista. Carácter conservador – liberalismo doctrinario


Carta otorgada inspirada en la carta otorgada Presentada como una revisión de la Constitución Presentada como una simple reforma de la de
francesa de 1814 y en la tradición jurídica del de Cádiz, el texto es mucho más breve que la 1837, pero su contenido político es muy
código de Las Siete Partidas. Constitución de 1812 y, en algunos aspectos, distinto.
más moderada, política e ideológicamente
representaba un retroceso.
Carta otorgada: concesión de la Corona a sus El contenido del texto constitucional es de clara
súbditos. No Constitución: no procedía de la inspiración progresista, aunque incluye
deliberación de los representantes de la concesiones a las ideas de los moderados
nación.
El texto era poco más que una regulación de
la convocatoria de Cortes generales del
reino, que se pretendía entre el modelo del
Antiguo Régimen y del sistema
representativo liberal.

Soberanía Soberanía compartida por el rey y las Cortes En teoría admitía la soberanía nacional, pero Soberanía compartida entre el rey y las Cortes
otorgaba a la Corona mayor poder que la – atribución conjunta de la potestad legislativa
Constitución de 1812. En la práctica se instituía al rey y a las Cortes.
un régimen de soberanía compartida.
Soberanía compartida – atribución conjunta de
la potestad legislativa al rey y a las Cortes.

Las Cortes: El Estatuto establecía unas Cortes de carácter El poder legislativo corresponde a las Cortes,
Funciones meramente consultivo con funciones muy cuya función principal es legislar. Las Cortes son
limitadas. el órgano de representación de la soberanía
A las Cortes correspondían el derecho de nacional.
petición al Rey (elevar peticiones), pero no Las dos Cámaras tienen iniciativa legislativa, y
podían deliberar sobre asuntos que no están facultades para elegir al regente, recibir el
hubieran sido sometidos a su consideración juramento constitucional de la Corona y
mediante decreto real -carecían de iniciativa controlar al gobierno o hacer efectiva la
legislativa- y la aprobación de los impuestos. responsabilidad de los ministros. También
aprobar los impuestos y los presupuestos. En
materia presupuestaria, el Congreso prevalece
sobre el Senado.

Composición Composición bicameral. Composición bicameral. Cortes bicamerales: Senado y Congreso de los
Las Cortes estaban formadas por dos Las Cortes se configuran en una doble Cámara: diputados.
Cámaras: Estamentos de Próceres y de Senado y Congreso de los diputados.
Procuradores.
- El Estamento de Próceres: de - El Senado formado por grandes propietarios es - Senado: Cámara alta nombrada por el rey
nombramiento real, compuesto por la alta nombrado por el rey entre una lista triple entre las altas categorías de la administración,
nobleza (Grandes de España, que eran confeccionada por los votantes. Se establece un del Ejército, la Iglesia y las personas que hayan
miembros natos de este senador como mínimo por provincia, que habrá ocupado cargos políticos y que posean una
Estamento y cuya dignidad se consideraba de tener, por lo menos, cuarenta años. La mitad elevada fortuna -grandes propietarios-. Es un
hereditaria), y por miembros designados por de los miembros era nombrada por el monarca, Senado aristocrático, formado por un número
la Corona, que desempeñaban su cargo con y la otra mitad, elegida por los votantes ilimitado de miembros vitalicios.
carácter vitalicio: títulos de Castilla, las altas mediante sufragio censitario indirecto.
jerarquías eclesiásticas (arzobispos y
obispos), altos mandos del Ejército y altos
funcionarios de la Administración, los más
ricos propietarios, industriales y fabricantes,
altas personalidades de las ciencias y las
letras. Sólo podían formar parte de esta
Cámara los ciudadanos con unas rentas
superiores a 60.000 reales y los Títulos de
Castilla con rentas superiores a los 80.000. - El Congreso de los Diputados es elegido por - El Congreso, Cámara baja elegida por un
- El Estamento de Procuradores: de carácter sufragio directo y censitario más amplio que el electorado muy restringido
electivo por sufragio censitario entre los del Estatuto Real entre los varones mayores de
ciudadanos mayores de 30 años que 25 años cada tres años
dispusieran de una renta anual superior a
12.000 reales. El sistema electoral era
indirecto y estrictamente censitario:
concedía el derecho al voto a 16.026
electores, un 0,15% de la población
La Corona. La Corona recibe más poderes en comparación La Corona dispone de poderes muy amplios.
El monarca dejó de concentrar los poderes de con los que establecía la de Cádiz. Aumento del poder del rey por el incremento
forma absoluta, aunque se le reservaban El rey posee el poder ejecutivo y participa del de sus competencias y por la restricción de la
importantes atribuciones: legislativo junto con las Cortes. autonomía de las Cortes, a través del nuevo
Rey con capacidad para convocar y disolver Posee la iniciativa legal, junto con las Cortes; tipo de Senado.
las Cortes, nombrar al presidente de ambos Tiene poder para sancionar y promulgar las Las competencias reales son mucho más
Estamentos y con capacidad legislativa. leyes; derecho de veto absoluto o ilimitado; amplias que las de la Constitución anterior y,
En el proceso de elaboración de una ley era convocar, suspender y disolver las Cortes; además, suprime las limitaciones que aquella
necesaria la aprobación de las dos Cámaras y nombrar y destituir libremente a los ministros; establecía para que el monarca pudiera
el consentimiento del rey. designar a los senadores. ausentarse del territorio y contrae matrimonio.
El rey no estaba sujeto a responsabilidad, es Potestad para nombrar y separar libremente a
Reconocimiento constitucional del Consejo inviolable. El rey tiene irresponsabilidad política, los ministros; nombrar al Senado; convocar,
de Ministros, presidido por el Rey – órgano pero no sus ministros, que responden ante las suspender y disolver las Cortes; sancionar y
central político-administrativo-. Cortes. Tiene derecho de veto por una promulgar las leyes; derecho de veto, iniciativa
legislatura, iniciativa legislativa junto con las legal.
cortes y capacidad para disolverlas Inviolabilidad del monarca

Sistema electoral El sistema electoral era indirecto y Sufragio censitario directo, que reservaba el Sufragio censitario muy restringido y directo:
estrictamente censitario: concedía el derecho al voto a los mayores contribuyentes de la ley electoral de 1846 redujo el número de
derecho al voto a 16.026 electores, un 0,15% la localidad. electores al 1 % de la población e implantó
de la población Sistema electoral. La Constitución se completó como unidad electoral el distrito reducido, que
con la Ley electoral de 1837 que establecía el facilitaba el control del electorado por los
voto directo y el sufragio restringido masculino caciques y las autoridades.
para la elección de diputados. Así se limitaba el
derecho a voto a aquellos hombres a los que se
consideraba cualificados para usar
correctamente sus derechos políticos; por eso
sólo podían votar:
Los mayores contribuyentes -grandes
propietarios- pues se exigía una cuota impositiva
directa mínima para ser elector.
Un pequeño número de varones con una
determinada formación intelectual: miembros
de las Reales Academias, profesores de
enseñanza pública, doctores y licenciados
universitarios, curas párrocos.
Estos “capacitados” eran unos 240.000 hombres
mayores de 25 años, siendo la proporción
electores/habitantes de 1/58.

Derechos y Amplia declaración de derechos. Recoge una declaración de derechos


libertades La declaración de derechos consagra la libertad semejante a la de 1837, pero la mayor parte
de expresión sin censura previa. Se reconoce la de los derechos remiten su regulación a leyes
libertad de prensa, el derecho a imprimir sin posteriores y estas los limitaban
censura previa, como garantía de la libertad de sustancialmente.
expresión.
Por ejemplo, el artículo 2 reconoce la libertad
de imprenta, con sujeción a las leyes, y la ley de
prensa de 1845 suprimió el juicio por jurados
para los delitos de imprenta, que era la mayor
garantía de la libertad de expresión.

Organización Los gobiernos locales, como establece el artículo La regulación de los ayuntamientos y
territorial. 70, serán elegidos por los vecinos con capacidad diputaciones se remite a una ley posterior,
de voto. Democratización de los gobiernos indicando que ya se preverá “…la intervención
locales. que hayan de tener ambas corporaciones los
delegados del gobierno” (art. 74)
La ley de ayuntamientos de 1845 dispuso el
nombramiento de los alcaldes por el gobierno
en los municipios de más de 2.000 habitantes.
Centralización.

Relación Iglesia- La Constitución garantiza la libertad de cultos; La Constitución proclamaba solemnemente la


Estado. no obstante, el Estado se compromete a confesionalidad católica del Estado. Reconoce
mantener el culto y al clero (ministros de la el catolicismo como religión oficial del Estado y
Iglesia católica) se compromete a financiar a la Iglesia.

Defensa Se suprime la expresión “poder judicial”,


constitucional. Milicia Nacional: Se configura con rango sustituida por Administración de justicia y se
constitucional, para el mantenimiento del orden limitan las garantías de autonomía de los
y como apoyo al ejército en sus respectivas tribunales.
provincias. Se suprime la Milicia Nacional y el juicio por
jurados.
Significado y - Marcó la transición de la monarquía - La Constitución de 1837 recuperaba la
trascendencia absoluta a la constitucional monarquía constitucional Estructuró el Estado conforme a los criterios
- Contribuyó a estrechar la adhesión de los - Fue aceptada por moderados y progresistas políticos moderados.
liberales a la causa isabelina para consolidar el régimen parlamentario. Consolidó la hegemonía de la oligarquía agraria
- El Estatuto no era un marco plenamente - Consolida definitivamente el régimen y financiera.
representativo, pero suponía una constitucional Sus principios políticos marcaron las líneas
desvinculación parcial con el Antiguo políticas del Estado español en el resto del siglo
Régimen. XIX y gran parte del XX.
Describa las características esenciales de la Constitución democrática de 1869.
Tras la revolución de septiembre de 1868 y la expulsión de Isabel II, se formó un gobierno de unionistas
y progresistas, sin los demócratas, presidido por Serrano, quien convocó elecciones a Cortes
constituyentes por sufragio universal masculino, que dieron la victoria a los partidos que habían firmado
el Pacto de Ostende: progresistas, unionistas y demócratas cimbrios.
Las Cortes aprobaron la Constitución de 1869, la primera Constitución democrática de nuestra
historia.
 Establecía una avanzada y amplia declaración de derechos naturales e inalienables, individuales
y colectivos, políticos y sociales: derecho de todos los ciudadanos a la participación política a través del
sufragio universal masculino, libertad de imprenta, inviolabilidad de domicilio y de correspondencia, derecho
de reunión y asociación, reconocido por primera vez y de gran importancia para el desarrollo del movimiento
obrero, libertad de enseñanza, libertad de cultos, libertad de trabajo para los extranjeros… La regulación de
los derechos (Título I) era exhaustiva para impedir que fueran recortados por leyes posteriores e incluía
garantías para su respeto como sanciones para los funcionarios que los infringieran e indemnizaciones para
los ciudadanos, exigencia de una ley para la suspensión temporal de ciertos derechos…
 Proclamó solemnemente la soberanía nacional, -que es en realidad popular- resaltando que todos
los poderes emanaban de la nación.
 Establecía la monarquía parlamentaria como forma de gobierno.
 Establecía una estricta separación de poderes.
 Otorgaba un gran protagonismo a las Cortes y limitaba el poder del rey.
 A las Cortes, como máximo órgano representativo de la nación, les correspondía legislar y
controlar al gobierno. El poder legislativo era bicameral, formado por el Congreso de los diputados,
elegidos por sufrago universal directo de todos los varones mayores de 25 años en razón de un
representante por cada 40.000 personas, y los candidatos no precisaban más condición que la de ser elector,
y el Senado elegido por sufragio universal indirecto (mediante emisarios o representantes), cuatro por
provincia; los candidatos debían tener más de 40 años, haber desempeñado funciones públicas importantes,
o poseer titulación superior o estar entre los grandes propietarios agrarios o industriales.
Las Cámaras tenían la iniciativa legislativa y podían presentar mociones de censura al gobierno,
así como interpelaciones.
La Constitución incluía disposiciones para garantizar que las Cortes no pudieran ser coartadas por
el rey o el gobierno; establecía plazos mínimos de reunión y fecha tope para ser convocadas, plazos para la
presentación de los presupuestos por el gobierno…
 El poder ejecutivo correspondía al monarca, aunque lo ejercía el gobierno (el rey reina, pero no
gobierna).
 El poder judicial pertenecía a los jueces y tribunales. La Constitución garantizaba la independencia
del poder judicial a través del sistema de oposición para acceder a la carrera judicial; establecía el juicio
por jurados y la acción pública contra los jueces por delitos cometidos en el ejercicio de su cargo.
 Reconocía la libertad de culto religioso, privado y público, y el mantenimiento por el Estado del
culto y del clero.
 Regulaba la elección democrática -por sufragio universal- de los ayuntamientos y las
diputaciones.

Identifique los grandes conflictos del Sexenio y explique sus consecuencias políticas.
El Sexenio Democrático (1868-1874) fue una etapa de gran inestabilidad política en la que confluyeron
múltiples conflictos:
 La guerra de Cuba, conocida como la Guerra de los Diez Años (1868 – 1878), se inició tres días
después del pronunciamiento de la Gloriosa, cuando Manuel Céspedes (terrateniente azucarero cubano),
al frente de una junta revolucionaria, se sublevó al Grito de Yara (la insurrección estalló en Yara, parte
oriental de la isla) y liberó a sus esclavos. Otros terratenientes lo imitaron y, poco después, se sublevaron
contra la dominación española. El motivo era el descontento criollo ante la desastrosa situación de las
explotaciones debido a la crisis internacional y al monopolio comercial ejercido por España. La
sublevación afectó seriamente a la Hacienda y a la acción del Gobierno español, ya que impidió, en
parte, la aplicación de las reformas prometidas durante la revolución.
 La movilización de las clases populares y trabajadoras. Ya desde 1868, el desengaño político
y la situación de depresión económica, unidos a una serie de malas cosechas, provocaron
levantamientos campesinos -ocupaciones de fincas en Andalucía para repartirse las tierras, motines de
subsistencia y contra las quintas-, y huelgas industriales -huelga general de obreros en Alcoy (7 de julio
de 1873)-, en los inicios del movimiento obrero, vinculado a la AIT o Primera Internacional.
 Las insurrecciones republicanas federalistas. También desde 1868, los republicanos
federalistas intransigentes protagonizaron varias sublevaciones en Andalucía, Cataluña, Aragón y
Valencia, que fueron sofocadas por el Gobierno tras suspender las garantías constitucionales, y cuya
radicalización condujo al cantonalismo -movimiento federalista promovido por los republicanos
intransigentes, ala izquierdista del republicanismo que pretendía la formación de cantones, gobiernos
territoriales o pequeños Estados, teóricamente independientes, que se federaban libremente en un
proceso que debían culminar en una federación que abarcase todo el territorio nacional. El levantamiento
cantonalista se inició en julio de 1873 en Cartagena donde se sublevaron los grupos federalistas
proclamando el cantón y haciéndose con el control de la flota y del arsenal. La proclamación de cantones y
la formación de Juntas revolucionarias se extendió a Murcia y a otros puntos de Levante (Valencia, Alicante)
y Andalucía, incluso de Castilla (Salamanca, Béjar, Ávila), que se sublevaron contra el gobierno central y se
declararon independientes, apoyados por las clases medias radicalizadas, con la participación de los
trabajadores de las ciudades vinculados al movimiento obrero y anarquistas integrados en la AIT
(Asociación Internacional de Trabajadores). La incapacidad para contener el movimiento cantonalista
provocó la dimisión de Pi y Margall y la evolución de la I República hacia políticas autoritarias.
 La tercera guerra carlista (abril de 1872-1876). Tras la Revolución de 1868 el carlismo se revitalizó
ideológica y militarmente, de forma que adquirió un nuevo impulso durante el Sexenio, oponiéndose a
Amadeo I -considerado un intruso- y a la I República.
A los carlistas se unieron los neocatólicos -ala derecha del partido moderado, fundada por
Donoso Cortés, cuya ideología era la defensa del orden social consagrado por la Iglesia y la religión católica-
partidarios del acceso al poder por la vía legal, lo que hizo que en el carlismo convivieran dos corrientes:
una facción más abierta -identificada con el general Cabrera, acusada de heterodoxa y próxima a la
masonería- y otra más ortodoxa, encabezada por Carlos VII y Cándido Nocedal, que optó inicialmente
por la lucha legal -presentarse a las elecciones para tener representación en el Parlamento- hasta que el
retroceso electoral de 1872 les decidió por la acción militar.
La tercera guerra carlista se inició en abril de 1872 con un levantamiento fallido en varios puntos
de Cataluña y Valencia (Barcelona, Gerona, Valencia y el Maestrazgo). La sublevación también fracasó
en el País Vasco con la derrota de Oroquieta que llevó a la firma del Convenio de Amorebieta, por el
que Serrano indultaba a los insurgentes. El convenio desmovilizó las partidas carlistas, pero Carlos VII no
lo aceptó y la lucha continuó en Cataluña.
Con la reorganización del ejército carlista se reanudaron las hostilidades en diciembre de 1872
y la guerra se generalizó en 1873, con la ocupación de País Vasco, Navarra y parte de Aragón, de la
Comunidad Valenciana y Castilla – La Mancha. El capítulo más importante fue el sitio de Bilbao, que
ganaron las tropas liberales.
En el norte del país, los carlistas crearon un Estado integrado por las tres provincias vascas y
Navarra, con sede en Estella y Durango, cuya base institucional fueron las diputaciones, que legisló en
materia de enseñanza, orden público, levas de soldados y economía, emitió moneda y tuvo servicio de
correos.
Los carlistas, aprovechando la situación caótica del país, avanzaron hasta alcanzar posiciones
en las provincias de Albacete y Cuenca, mientras mantenían bajo su control buena parte del País Vasco,
Navarra, interior de Cataluña y Aragón.
 La oposición de los alfonsinos que pretendían la restauración de la dinastía Borbón con Alfonso,
hijo de Isabel II, frente a Amadeo I y la I República. Los intentos de golpe de Estado dieron paso a la
estrategia defendida por Cánovas de promover la restauración monárquica borbónica por la vía pacífica, sin
intervención militar.
 La inestabilidad de la vida política también se explica por la división interna de los partidos
políticos -el asesinato de Prim provocó la división del Partido Progresista en el Partido Constitucionalista,
liderado por Sagasta, y el Partido Radical de Ruiz Zorrilla-, las diferencias entre los republicanos
federales y unitarios, la ruptura de las coaliciones de gobierno (radicales y republicanos), la sucesión
de gobiernos (seis en el reinado de Amadeo I y otros seis en la I República, con cuatro presidentes) y de
procesos electorales (tres en el reinado de Amadeo de Saboya), la corrupción y la manipulación
electoral, las mociones de censura que enfrentaron a gobiernos y Parlamentos (Castelar perdió una
moción de confianza que le obligó a dimitir) y los intentos golpistas del ejército.

Esta conflictividad condujo la experiencia democrática, que se inició con la revolución de septiembre de
1868, a un sistema conservador de gobiernos autoritarios que sólo mantuvieron formalmente la
República, en el que el ejecutivo asumió plenos poderes, disolvió las Cortes, suspendió la
Constitución, recurrió a la intervención del ejército para restablecer el orden frente a la insurrección
cantonal, a las guerras carlista y cubana, anuló la oposición republicana e ilegalizó el movimiento
obrero.

BLOQUE 7. LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA: IMPLANTACIÓN Y AFIANZAMIENTO DE UN NUEVO


SISTEMA POLÍTICO (1874 – 1902)
Explique los elementos fundamentales del sistema político ideado por Cánovas.

 LA INSPIRACIÓN EN EL MODELO INGLÉS.


Cánovas no sólo preparó y dirigió la estrategia para restaurar a la casa de Borbón en España, sino
que también diseñó el nuevo sistema político, inspirado en el modelo inglés, cuya estabilidad se
basaba en la alternancia en el gobierno de dos grandes partidos y en la consolidación histórica de
sus dos instituciones fundamentales: la monarquía y el Parlamento. Se trataba de aplicar la doctrina
inglesa de la balanza de poderes, según la cual la estabilidad se basaba en el equilibrio de fuerzas
opuestas de igual poder: Corona y Parlamento; partido gobernante y partido en la oposición. Así pues,
el proyecto político de Cánovas se apoyaba en tres fundamentos:
 El rey y las Cortes, como instituciones fundamentales legitimadas por la historia -instituciones
básicas de la “Constitución interna”-, que compartían la soberanía y el poder legislativo.
 El bipartidismo, como sistema idóneo de alternancia en el poder o turnismo.
 Una Constitución moderada, como marco jurídico del sistema.
Para Cánovas, la nación era una entidad histórica que se configuraba a lo largo del tiempo, y de
la experiencia histórica procedía una Constitución interna, propia de cada nación, que era superior a las
Constituciones escritas. Pues bien, la historia había convertido al rey y a las Cortes en las dos
instituciones fundamentales de la Constitución interna de la nación española y ambas debían ejercer
la soberanía conjuntamente.
Con estas ideas, Cánovas recuperaba los planteamientos del jovellanismo y del liberalismo
doctrinario y su defensa de la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, que constituían la base
ideológica del antiguo Partido Moderado.

 LA CONSTITUCIÓN DE 1876
El gobierno de Serrano dimitió y Cánovas asumió la presidencia de un gobierno provisional, que
convocó elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal -según la Constitución de 1869-,
las elecciones fueron manipuladas y dieron la mayoría parlamentaria al partido conservador, que era
el partido del gobierno.
En base a un anteproyecto inspirado por Cánovas, las Cortes aprobaron por una amplia mayoría la
Constitución que fue sancionada por el rey y promulgada en 1876.
La Constitución era un texto breve que recogía los principios moderados de la Constitución de
1845 y los democráticos de la Constitución de 1869, más avanzada que la primera y menos que la
segunda, y se basaba en la visión política y de organización del Estado de Cánovas, ya apuntadas en el
Manifiesto de Sandhurst.
Se trataba de una Constitución flexible -cuya falta de concreción permitía gobernar de forma
estable a los partidos que aceptaran el sistema- y de larga vigencia -fue suspendida en 1923 por el golpe
de Estado de Miguel Primo de Rivera-.
La Constitución, cuya inspiración es doctrinaria y conservadora, reconocía la soberanía
compartida de la nación -representada en las Cortes- con el rey, de acuerdo con la tradición moderad y
la teoría canovista de la Constitución interna, sin establecer una estricta separación de poderes ya que la
potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el rey.
Establecía la monarquía constitucional como forma de gobierno, según el modelo británico.
Otorgaba amplios poderes al rey. El monarca mantenía el poder ejecutivo que ejercía a través de
los ministros, a los que podía nombrar y separar libremente; a él correspondía el nombramiento del
presidente del gobierno y de algunos senadores; participaba en la función legislativa a través de la iniciativa
legal, del veto, de la sanción y de la promulgación de las leyes; tenía capacidad para convocar, suspender
y disolver las Cortes; asumía el mando supremo de las fuerzas armadas; además al rey le correspondía un
papel moderador como árbitro de la vida política, garante del orden y de la unidad de España, y no era
responsable ante las Cortes (inviolabilidad).
El poder ejecutivo correspondía al rey y lo ejercía a través de los ministros; el gobierno debía
tener la doble confianza del rey y de las Cortes, ya que era el rey el que designaba al presidente del gobierno
y éste era responsable ante las Cortes.
El poder legislativo correspondía a las Cortes con el rey. El Parlamento era bicameral: el
Congreso de diputados elegido por sufragio directo -sin especificar el sistema de votación, por lo que sería
el partido gobernante el que decidiría, a través de la ley electoral, si el sufragio debería ser censitario o
universal- y el Senado formado por senadores vitalicios por derecho propio, los senadores vitalicios de
designación real y los electos por las corporaciones y los mayores contribuyentes a través de sufragio
restringido; las Cortes tenían capacidad legislativa y de control del gobierno.
El poder judicial correspondía a los tribunales de justicia. La Constitución garantizaba la
independencia del poder judicial y la unidad de los códigos.
La Constitución no fijaba el sistema electoral que era decidido por las leyes electorales (los
conservadores establecieron el sufragio censitario con la ley electoral de 1878 y los liberales ampliaron el
sufragio censitario y adoptaron el sufragio universal masculino por la ley electoral de 1890).
Incluía una amplia declaración de derechos y libertades, semejante a la de 1869, pero, como en
la Constitución de 1845, los derechos fueron limitados -bajo el gobierno conservador- por las leyes
ordinarias, especialmente los derechos de imprenta, expresión, asociación y reunión.
Establecía el centralismo administrativo a través del control del gobierno central sobre los municipios
y las diputaciones con el nombramiento de alcaldes y gobernadores provinciales.
Reconocía la confesionalidad católica del Estado y garantizaba el sostenimiento del culto y del
clero, aunque admitía la libertad de conciencia y permitía otros cultos, siempre que se ajustaran a la moral
católica y con prohibición de su manifestación pública, por lo que los cultos no católicos quedaban
reservados al ámbito privado.

 LOS PARTIDOS DINÁSTICOS, que ejercieron el gobierno en la Restauración, eran partidos de


notables, no eran partidos de masas, es decir, mantenían su cohesión en base al liderazgo de sus
dirigentes y sus actuaciones estaban determinadas más por intereses personales que por grandes principios.
Estos partidos en gran medida aglutinaban a las fuerzas políticas que consiguieron el poder en el
reinado de Isabel II y en el Sexenio Democrático.
El Partido Conservador, inicialmente denominado Partido Liberal Conservador, formado en 1875 y
dirigido por Antonio Cánovas del Castillo, representaba la derecha moderada o derecha liberal e incorporó
a los moderados, sectores unionistas y progresistas -constitucionalistas- y a los tradicionalistas de la Unión
Católica; con un programa fiel al liberalismo doctrinario -defensa de la monarquía, el orden social y público,
la propiedad, los valores de la Iglesia, la exclusividad de la religión católica, el sufragio censitario, las
restricciones a la libertad de cátedra, la censura de prensa y el proteccionismo económico- atrajo a los
sectores conservadores -grandes propietarios agrarios, burguesía financiera, rica burguesía empresarial,
altos mandos del Ejército y jerarquía de la Iglesia-.
El Partido Liberal, fundado en 1880 como Partido Liberal Fusionista y presidido por Práxedes Mateo
Sagasta, representaba la izquierda liberal e incluía a unionistas de izquierda y progresistas -radicales-,
demócratas y republicanos moderados (Partido Posibilista). Partidario del liberalismo reformista -sufragio
universal masculino, libertad de cultos, de cátedra y de prensa, librecambismo-, sus bases sociales estaban
en las clases medias: pequeña burguesía industrial y comercial, pequeños propietarios, funcionarios y
profesionales liberales.
 EL TURNISMO era una práctica en la que se basaba el sistema de la Restauración que garantizaba
la alternancia pactada de los dos partidos dinásticos en el gobierno. El turno regular fue acordado por
Cánovas y Sagasta a través del Pacto de El Pardo (1885) para garantizar la estabilidad del sistema, evitar
que los partidos del turno tuvieran que recurrir al pronunciamiento militar o a la insurrección revolucionaria
para acceder al gobierno y excluir del poder a las fuerzas extremistas (carlistas y republicanos).
El turnismo se basaba en el papel moderador del rey, que encargaba alternativamente la formación
de gobierno a los líderes de los partidos dinásticos, y en la manipulación electoral que debía garantizar la
mayoría parlamentaria para el partido que formaba gobierno y convocaba las elecciones.
El mecanismo del turno se iniciaba cuando el gobierno daba síntomas de desgaste o cuando lo
creían conveniente los líderes de los dos partidos; entonces, el rey mandaba formar gobierno al líder de uno
de los partidos dinásticos, disolvía las Cortes y convocaba elecciones; la manipulación electoral permitía la
victoria al partido al que correspondía gobernar según el turno.

 EL FALSEAMIENTO ELECTORAL estaba favorecido por la existencia de amplias redes de


relaciones clientelares (amigos políticos) que apoyaban a cada partido a cambio de favores y concesiones
(cargos, reducciones fiscales…) y por la estructura centralizada del Estado: el ministro de la
Gobernación elaboraba el encasillado -una lista que incluía a los candidatos que debían ser votados en
cada circunscripción o demarcación electoral- y lo trasladaba a los gobernadores provinciales, que se
ponían en contacto con los alcaldes y los caciques para asegurar el control de las elecciones en cada
provincia. Los caciques -con importantes contactos en los círculos de poder- garantizaban los resultados
electorales a favor de uno u otro partido a nivel local o comarcal a través de la concesión de favores, la
compra de votos o la intimidación y la coacción, incluso la violencia física.
Otros mecanismos de falseamiento del sistema electoral -conocidos como “el pucherazo”- eran la
manipulación del censo electoral, del escrutinio (recuento de votos) y del acta electoral.

 EL PAPEL DEL EJÉRCITO.


Cánovas se mantuvo al margen del pronunciamiento militar que proclamó rey a Alfonso XII porque
su propósito era restablecer y consolidar la monarquía por medios constitucionales. En su proyecto del
sistema de la Restauración pretendía asignar al Ejército un papel subordinado al poder civil, como una
institución respetuosa con el marco constitucional, a cuyo mando supremo estaba el rey.
El Ejército perdió protagonismo político en el nuevo sistema, ya que el objetivo de Cánovas era
garantizar la estabilidad, lo que suponía evitar los pronunciamientos militares como vías de cambio político
y, para ello, Cánovas ideó el turno pactado entre partidos. Así, el Ejército dejó de ser árbitro en la vida
política para convertirse en un instrumento al servicio del poder político, garante del orden.
Sin embargo, el Ejército siguió teniendo una influencia fundamental: los altos mandos eran una de
las bases sociales del Partido Conservador y ocuparon cargos relevantes en el gobierno como
ministros de la Guerra; y entre los senadores vitalicios de designación real y aquellos que lo eran por
derecho propio se encontraban las jerarquías militares.
También fue decisiva la participación del Ejército en el final de la tercera guerra carlista y de la
Guerra de los Diez Años de Cuba. Sin embargo, la derrota frente a los Estados Unidos hundió el
prestigio del Ejército y provocó el antimilitarismo, especialmente entre las clases populares. En los
conflictos coloniales, algunos generales -Martínez Campos, Fernando Primo de Ribera- llevaron a cabo una
política de negociación con los sublevados independentistas y de intervención moderada -general
Blanco- y en otros casos (generales Weyler y Polavieja), optaron por la guerra de desgaste y la feroz
represión.
Para su modernización se promulgó la Ley de reclutamiento y de reemplazo de 1883, se aprobaron
nuevas ordenanzas militares y se reorganizó el Estado Mayor; pero, la reforma propuesta por el ministro
Cassola -que incluía el servicio militar obligatorio y la supresión de las cuotas de exención- fue
bloqueada en el Congreso.

Resuma el origen y evolución del catalanismo, el nacionalismo vasco y el regionalismo gallego.


Hasta la Restauración las reivindicaciones de carácter foralista o regionalista se habían canalizado a
través del republicanismo federal y del carlismo. Cuando ambas corrientes se debilitaron, surgieron
movimientos que reivindicaban los derechos históricos de catalanes y vascos, y, en menor medida, de
gallegos y valencianos.
El nacionalismo apareció como reacción a la centralización jurídica y administrativa del Estado
liberal y al concepto canovista de nación española como una entidad unitaria y uniforme, tal como
manifestaban la Constitución de 1876, el nuevo Código Civil y la supresión de los fueros vasconavarros.
 El nacionalismo catalán tuvo sus orígenes en la Reinaxença, un movimiento cultural -vinculado
al Romanticismo- de recuperación de los rasgos culturales catalanes -lengua, pasado histórico medieval-
como señas de identidad nacional en el contexto del Romanticismo, y en el restablecimiento de los Juegos
Florales -certámenes poéticos- en 1859.
Sin embargo, aunque ya en el Sexenio democrático el sector intransigente de los republicanos
federalistas había intentado implantar un Estado catalán, no se puede hablar de catalanismo político hasta
la Restauración, cuando el nacionalismo catalán se desarrolló en base a dos modelos ideológicos: uno,
tradicionalista, conservador, antiliberal, católico y de base rural, y otro, republicano y federal que
reclamaba una amplia autonomía para Cataluña dentro del Estado español.
Como movimiento político, el nacionalismo catalán partió del proyecto de Estado federal catalán
promovido por Valentí Almirall, quien fundó Centre Catalá (1882), una organización política de carácter
burgués, conservador y federal que reivindicaba una mayor autonomía y una política proteccionista frente a
un acuerdo comercial con el Reino Unido, a través del Memorial de Agravios -presentado a Alfonso XII en
1884- y de Lo Catalanisme (1886), donde Almirall defendía el respeto y el fomento de las costumbres
tradicionales de las comarcas forales para que Cataluña recuperar su personalidad.
En 1887 los catalanistas conservadores de Centre Catalá fundaron la Lliga de Catalunya y, con
motivo de los Juegos Florales celebrados en la Exposición Universal de Barcelona, presentaron a la reina
regente María Cristina un programa regionalista (Memorial de Greuges) que reclamaba una amplia
autonomía para Cataluña dentro de la monarquía española.
El Centre y la Lliga se unieron y fundaron la Unió Catalanista (1891), un partido catalanista de
carácter conservador, burgués y católico, que reivindicó, a través de las Bases de Manresa (1892), un
amplio régimen de autogobierno para Cataluña, el restablecimiento de las instituciones tradicionales
catalanas (Generalitat y Parlament), la descentralización administrativa, la lengua catalana y proteccionismo
para la industria y el comercio catalanes. Este movimiento no planteaba la secesión ni la lucha contra el
Estado español, sino una propuesta de sistema federal en el que las regiones dispusieran de un régimen de
autogobierno con instituciones propias.
En 1901 Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó fundaron la Lliga Regionalista, un partido
nacionalista conservador, burgués y católico, cuyas bases sociales estaban en las clases medias y altas
vinculadas a la industria local, que demandaba la autonomía política para Cataluña y una economía
proteccionista, distanciado de posiciones independentistas.
 El nacionalismo vasco, que nació como reacción a la abolición de los fueros tras la tercera guerra
carlista, definió sus señas de identidad -idealización del pasado y de la tradición agraria y rural, exaltación
de los valores tradicionales católicos y de la integridad cultural, étnica y territorial amenazada por la
industrialización, el desarrollo urbano y la inmigración, un agresivo radicalismo antiespañol y antiliberal- bajo
el lema “Dios y Ley vieja” para reivindicar la recuperación del antiguo ordenamiento jurídico foral y la
independencia del Estado Vasco -Euskalerría-, formado por las tres provincias vascas, Navarra y los
territorios vascos franceses.
Los fundamentos ideológicos del nacionalismo vasco fueron formulados por Sabino Arana quien
fundó el Partido Nacionalista Vasco en 1895. Vinculado en sus inicios al carlismo, planteó la independencia
del País Vasco, para después moderar su postura y aceptar su integración autonómica en el Estado español.
 El regionalismo gallego. En Galicia, en 1846, se produjo un levantamiento autonomista con un
marcado carácter progresista y revolucionario, que fue duramente reprimido. Sin embargo, a pesar de este
precedente, el nacionalismo gallego tuvo un desarrollo más lento y con menor arraigo social, debido al atraso
económico de la región y a una burguesía reducida.
A mediados del siglo surgió en el contexto del Romanticismo el movimiento O Rexurdimento, de
carácter cultural, en el que destacó Rosalía de Castro, aunque ya con tímidos planteamientos políticos.
No obstante, fue durante la Restauración cuando se inició el galleguismo político encabezado por
Manuel Martínez Murguía, esposo de Rosalía de Castro, que en 1889 fundó la Asociación Regionalista
Galega, de carácter tradicional, que demandaba la descentralización administrativa y reivindicaba la lengua
gallega.

Analice las diferentes corrientes ideológicas del movimiento obrero y campesino español, así como
su evolución durante el último cuarto del siglo XIX.
En el último cuarto del siglo XIX el movimiento obrero permaneció en la oposición, marginado
del sistema político de la Restauración y fuertemente dividido:
 La oposición del anarquismo a toda forma de poder, la acción violenta contra miembros del gobierno,
del Ejército, de la burguesía y de la Iglesia, y el ataque a las instituciones del Estado, lo convirtieron en una
amenaza al orden establecido.
El anarquismo, muy arraigado entre el proletariado de Cataluña y el campesinado de Andalucía, se
escindió en dos tendencias: el anarco-sindicalismo de Bakunin, que defendía la huelga y la acción
sindical, y el anarco-comunismo propuesto por Kropotkin, defensor del terrorismo, sector que se
impuso en la FTRE (Federación de Trabajadores de la Región Española) y que promovió la “propaganda
por el hecho” -terrorismo- como estrategia política contra los dirigentes políticos, militares, la burguesía y
la Iglesia.
Especialmente graves fueron los atentados terroristas cometidos en Barcelona -Liceo (1893) y
procesión del Corpus Christi (1896)- que fueron duramente reprimidos (el Proceso de Monjuïc decidió la
ejecución de varios acusados), lo que provocó una espiral de violencia (asesinato de Cánovas en el
balneario de Santa Águeda, Guipúzcoa, en 1897).
También en el campo andaluz se extendió el anarquismo revolucionario a través de sociedades
secretas como la Mano Negra que cometió atentados y acciones criminales contra cosechas, propiedades
y patronos.
 Pablo Iglesias fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879 y fue legalizado en
1881 por el gobierno liberal de Sagasta. Partido de ideología marxista, celebró su primer congreso en
Barcelona en 1888 en el que fundó la Unión General de Trabajadores (UGT). El PSOE fundó el periódico
El Socialista, organizó las Casas del Pueblo -centros de reunión con finalidades doctrinales, culturales y
formativas-, participó en la II Internacional (Asociación de Trabajadores protagonizada por los
socialdemócratas, sin presencia de anarquistas) y desde 1891 organizó manifestaciones y concentraciones
el 1 de mayo para reivindicar la jornada laboral de ocho horas. Optó por la lucha política a través de la
participación en los procesos electorales al Parlamento o a otras instituciones, lo que permitió conseguir
a Pablo Iglesias el primer escaño como diputado en el Congreso en 1910.

Especifique las consecuencias para España de la crisis del 98 en los ámbitos económico, político e
ideológico.
Las consecuencias de la crisis del 98
- Repercusiones políticas:
El sistema de la Restauración quedó desprestigiado, pero se mantuvo en base a la alianza entre
conservadores y liberales, dispuestos a mantener la alternancia política para garantizar su continuidad. No
obstante, el desastre del 98 aceleró la crisis institucional del sistema de la Restauración y desató las
críticas contra los dirigentes políticos y la monarquía, a los que se hizo responsables de la decadencia
de España, lo que favoreció a las fuerzas de oposición al régimen, sobre todo a los nacionalistas y a los
republicanos.
La pérdida de las colonias supuso la pérdida de credibilidad de la clase política ante la opinión
pública, lo que obligó a proponer reformas desde el poder que permitieran la regeneración del sistema
sin modificar sus bases -monarquía, bipartidismo y ejército-. En este contexto, en 1899 se formó un
gobierno conservador presidido por Francisco Silvela que se proponía terminar con la corrupción
administrativa, el fraude electoral y el caciquismo -para una mayor participación ciudadana en los asuntos
políticos-, un proyecto de descentralización administrativa y un concierto económico para Cataluña -para
integrar a los nacionalistas catalanes en el sistema-, una intensa actividad económica y una reforma militar
y fiscal. Sin embargo, el fracaso del programa revisionista de Silvela mostraba la incapacidad del sistema
para evolucionar.
Por otro lado, en un intento de recuperar el prestigio perdido, España orientó su política colonial
hacia África.

Consecuencias militares:
La derrota incrementó el desprestigio de los militares -que no renunciaron a la posibilidad de un
pronunciamiento (general Polavieja)-, el resentimiento de los mandos contra los dirigentes políticos y
el rechazo de las clases populares hacia el ejército, el sistema de quintas y las cuotas de exención.
(sistema de cuota: los jóvenes llamados a quintas podían librarse del servicio militar si pagaban a un sustituto
o una cuota en concepto de redención, que suponía una elevada cantidad de dinero, lo que afectaba a las
clases populares).
El antimilitarismo se recrudeció con la llegada de los soldados heridos, mutilados y enfermos y el
movimiento obrero organizó una campaña contra el sistema de reclutamiento injusto, lo que intensificó la
hostilidad del ejército contra la clase obrera.

Consecuencias humanas:
Las bajas fueron muy elevadas: 200.000 en Cuba, 25.000 en Filipinas y 4.500 en Puerto Rico, la mayoría
pertenecientes a las clases humildes que no podían pagar las cuotas de exención.

Efectos económicos:
La pérdida de los mercados coloniales obligó a imponer el proteccionismo comercial y los
gastos de guerra incrementaron el déficit público, lo que provocó un aumento de los impuestos y del
descontento social. Sin embargo, la repatriación de los capitales invertidos en las colonias favoreció a la
banca española.

Consecuencias en el plano ideológico:


La derrota conmocionó a la sociedad española que tomó conciencia de la decadencia de
España y provocó un sentimiento colectivo de pesimismo y frustración.
A partir del desastre del 98 se desarrolló el regeneracionismo, un movimiento intelectual al
margen de los círculos de poder, crítico con el sistema de la Restauración que denunció los grandes
males que aquejaban al país -el caciquismo y el falseamiento electoral y del sistema parlamentario, la
corrupción y la ineficacia administrativa, así como el atraso económico, social y cultural- y pretendía la
regeneración y la modernización del país, la dignificación de la vida política, fomentar el desarrollo
económico e impulsar la cultura a través de la educación y las reformas sociales. Regeneracionistas
destacados fueron Joaquín Costa (Oligarquía y caciquismo, 1901), Lucas Mallada y Macías Picavea (El
problema nacional, 1899).
También la Generación del 98, de la que formaron parte Unamuno, Baroja, Antonio Machado,
Valle Inclán, Azorín, Maeztu, reflexionó -con sentimiento pesimista- sobre la decadencia de España,
denunció sus problemas y propuso su europeización y modernización.

BLOQUE 8. PERVIVENCIAS Y TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN EL SIGLO XIX: UN


DESARROLLO INSUFUCIENTE. ESTÁNDARES DE APRENDIZAJE EVALUABLES
Identifique los factores del lento crecimiento demográfico español en el siglo XIX.
La población española del XIX aumentó de 10, 5 millones de habitantes en 1797 a 18,6 millones
en 1900, lo que representa un incremento del 77%. Aunque el crecimiento fue considerable en términos
absolutos, en comparación con otros países de nuestro entorno fue un crecimiento moderado. Además,
el ritmo de crecimiento fue lento hasta 1840 y a partir de esa década se aceleró.

El crecimiento demográfico fue lento debido a la pervivencia del modelo demográfico antiguo,
caracterizado por altas tasas de natalidad y mortalidad, sobre todo infantil, y reducida esperanza de vida, de
forma que la transición al régimen moderno no se produjo hasta el siglo XX, con un evidente retraso respecto
a Europa.
 La tasa de mortalidad se mantuvo por encima de la media europea: en 1900 era de un 27 por
mil, la segunda más alta de Europa después de Rusia, frente a una media del 18 – 19 por mil en los países
más desarrollados, lo que daba lugar a una reducida esperanza de vida (menos de 30 años a mediados
de siglo y 35 años hacia 1900).
La elevada mortalidad se explica por:
- Las pésimas condiciones sanitarias, agravadas por el aislamiento de muchas zonas, y por la escasez
de médicos con formación y medios adecuados.
- La pervivencia de las crisis agrarias o crisis de subsistencia, debidas a causas coyunturales, como
malas condiciones meteorológicas (lluvias excesivas, sequía, heladas tardías…), o a causas estructurales,
como el atraso técnico de la agricultura, que repercutía en bajos rendimientos, y un deficiente sistema de
transportes y comunicaciones, que no permitía distribuir los alimentos de las zonas excedentarias a las
deficitarias, y que provocaban hambrunas.
- La elevada mortalidad infantil, relacionada con prácticas médicas atrasadas en el embarazo y el parto,
la falta de vacunas y el impacto de enfermedades contagiosas como la tosferina, la viruela, el sarampión, el
tifus y la tuberculosis.
- La propagación de las epidemias -que azotaron a la población en oleadas, como las de la fiebre amarilla
y el cólera, enfermedades relacionadas con la mala higiene y la ingesta de alimentos contaminados-, y las
enfermedades endémicas, como la tuberculosis, la escarlatina, la difteria y la viruela-.
 La tasa de natalidad se mantuvo alta durante todo el siglo, en 1900 en torno al 35 por mil, una de
las tasas más elevadas de Europa, muy por encima de las tasas de los países de Europa occidental (Francia:
21 por mil y Reino Unido 29 por mil).
 La tasa de crecimiento vegetativo (diferencia entre natalidad y mortalidad) era muy baja, 8 por mil
en 1900, cuando la media en otros países -Países Bajos, Reino Unido y Alemania- oscilaba entre el 10 y el
14 por mil.
No obstante, en el último tercio del siglo las tasas de natalidad y de mortalidad comenzaron a
reducirse, aunque siempre fueron superiores a las de los países más avanzados del entorno. Cataluña
constituyó una excepción, ya que su comportamiento demográfico y, sobre todo, el descenso de la
mortalidad se aproximó a los parámetros europeos.
En cuanto a la distribución espacial de la población, la densidad siguió siendo baja y la población
española mayoritariamente rural (el 80% de los españoles vivía en las áreas rurales, en 1900 el 51% de la
población española vivía en núcleos de menos de 5.000 habitantes y el 91% en localidades de menos de
100.000, por lo que sólo el 9% podía considerarse población urbana), a excepción de Cataluña, donde la
industrialización en la ciudad de Barcelona y la cuenca del Llobregat permitió una concentración urbana
notable.
Como consecuencia del éxodo rural, la zona periférica ganó población (la población levantina y
meridional se duplicó entre 1787 y 1900 pasando del 39,5% de la población a 45%) y la zona centro -
excepto Madrid- perdió peso demográfico (la población del norte y la del centro descendieron, en
conjunto, del 60,5% al 55,1%). Esta desigual distribución geográfica (mayor crecimiento en las zonas
costeras e industriales -Cataluña y País Vasco- y menor crecimiento en las regiones interiores y
agrarias -las dos Castillas y Extremadura-) se explica por las ventajas que ofrecen las regiones costeras:
las tierras son más fértiles (regadío de los valles del Ebro y del Guadalquivir y huerta levantina) que las de
secano del interior; los transportes y las comunicaciones por mar eran más rápidas, baratas y seguras que
las difíciles comunicaciones por el interior, carente de ríos navegables y con numerosos obstáculos
montañosos.
El éxodo rural potenció la urbanización. Aunque los niveles de urbanización seguían siendo bajos,
las principales ciudades crecían constantemente, aunque de forma lenta, ya que en 1900 solamente
Madrid y Barcelona tenían más de 50.000 habitantes, cuando en Europa había 25 ciudades con esa
población y 7 ciudades superaban el millón. Las otras ciudades destacadas se situaban todas en la
periferia: Valencia, Málaga, Sevilla, Cádiz, Vigo, La Coruña, Oviedo, Santander o Bilbao, excepto Madrid.
Otro rasgo que caracterizó a la población española del siglo XIX fueron movimientos migratorios. Además
del éxodo rural, movimiento migratorio procedente del campo causado por las dificultades de la vida rural
más que por la atracción de la débil industria de las ciudades, también se registró una intensa emigración
de población joven por motivos económicos hacia América -Cuba y Argentina, preferentemente, también
Brasil, Méjico y Venezuela- que afectó a ciertas regiones (Galicia, Asturias, Cantabria, Canarias, Andalucía
y Comunidad Valenciana), a la que hay que sumar los exilios -salidas del país por motivos políticos- de
liberales Tema 13 – Transformaciones económicas en el siglo XIX. 1. Evolución demográfica.

Describa la evolución de la industria textil catalana, la siderurgia y la minería a lo largo del siglo XIX.
LA INDUSTRIA TEXTIL CATALANA
La industrialización se inició en el sector textil algodonero que se localizó sobre todo en las
comarcas marítimas y fluviales de Cataluña -Barcelona y las cuencas del Ter y Llobregat (Sabadell,
Terrassa, Mataró, Manresa, Vilanova i la Geltrú).

Al crecimiento del sector textil en Cataluña contribuyeron múltiples factores:


- Una tradición manufacturera y artesanal basada en la lana, sobre la que se impuso el sector textil
algodonero que empleó materia prima procedente de Estados Unidos.
- El dinamismo económico iniciado en el siglo XVIII con la producción de indianas -a la que se
protegió con aranceles.
- La actividad comercial con América, que convertía a las colonias americanas en un mercado
protegido para los tejidos catalanes.
- La iniciativa empresarial de la burguesía catalana y la inversión de capitales.
- La renovación tecnológica que sustituyó las hiladoras y los telares manuales por modernas
máquinas inglesas (mule jenny, spinning jenny y water frame) movidas por la energía de la máquina de vapor
o de los saltos de agua de los ríos. La fábrica “El Vapor” -propiedad de los hermanos Bonaplata- fue
pionera en la introducción de la máquina de vapor (1833). En 1835 se produjo la primera protesta obrera
contra las máquinas (ludismo) en la que los obreros destruyeron la fábrica de hilados y máquinas El Vapor.
Estos incidentes no frenaron la expansión de esta industria, favorecida por la introducción de las selfactinas,
lo que provocó nuevas protestas en 1854.
- La política proteccionista que alejó la competencia de los textiles ingleses de los mercados
nacionales y coloniales. La superioridad inglesa en precios y control del mercado obligó a la industria
catalana a proteger su producción. Por eso se evitó la importación de tejidos británicos a España y a las
colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas); sin embargo, el proteccionismo perjudicó la expansión de su
mercado, ya que los elevados precios le impedían competir con los tejidos británicos en otros países.
- La disponibilidad de mano de obra abundante procedente del campo y de otras áreas españolas
más atrasadas, sobre todo del interior.

La evolución de esta industria dependió de las circunstancias históricas: tras la paralización por la Guerra
de la Independencia y la pérdida de las colonias americanas, la fabricación de hilados se recuperó en la
década de los treinta. La etapa 1830-1855 fue de expansión, a la que siguió otra de recesión por la
desviación de capitales a otros sectores (ferrocarril, minas, banca) o el impacto de la Guerra de
Secesión en Estados Unidos, el mayor productor de algodón, que recortó las exportaciones de algodón,
materia prima de la industria textil catalana. A partir de 1868 se produjo un período de recuperación por un
pequeño aumento de la demanda favorecida por el monopolio que España impuso a Cuba y Puerto Rico;
la independencia de estas islas en 1898 tuvo efectos demoledores en la industria textil, al perder los últimos
mercados coloniales, que permaneció estancada en las primeras décadas del XX.

Limitaciones del sector textil catalán. Sus posibilidades de crecimiento se vieron limitadas por el bajo
poder adquisitivo de los consumidores españoles y la incapacidad de atraer al sector bancario ya
que se trataba de empresas industriales de pequeñas dimensiones en las que se invertían capitales
familiares (indianos enriquecidos en las colonias, antiguos artesanos o empresarios manufactureros) y que
crecían con la reinversión de sus beneficios.

LA SIDERURGIA
El segundo foco industrial se localizó en el País Vasco vinculado a la minería del hierro y a la industria
siderúrgica para la producción de hierro y acero.

Evolución:
La industria siderúrgica se estableció inicialmente junto a las minas de hierro, con un primer núcleo
en Málaga, que se abastecía con carbón vegetal, más caro que el mineral; después en Asturias (Mieres-
Felguera) donde los altos hornos quemaban el carbón mineral de las minas locales y, por último, en Vizcaya
-concentrada en la ría de Bilbao- donde en 1882 la familia Ybarra fundó la empresa Altos Hornos y Fábricas
de Bilbao, SA. que -en 1902- se fusionó con La Vizcaya para formar la gran empresa siderúrgica vasca Altos
Hornos de Vizcaya.

Entre los factores que contribuyeron al desarrollo de la industria siderúrgica vasca están:
 La larga tradición en las ferrerías vascas del siglo XVIII.
 El incremento de la demanda procedente de la mecanización industrial y agraria, de la construcción
del ferrocarril y de obras de ingeniería, de la industria naval y de la arquitectura del hierro.
 El proteccionismo: la dificultad para importar acero y hierro británico o alemán, por las fuertes tarifas
arancelarias, hacía que la mayor parte del mercado español consumiera el acero y los productos derivados
de las industrias metalúrgicas vascas.
 La producción de hierro de calidad, bajo en fósforo, muy adecuado para la fabricación de acero.
 El eje comercial Bilbao – Cardiff (Gales): parte del hierro vasco era exportado a Inglaterra, de
donde se importaba el carbón (muy abundante y barato) aprovechando el mismo transporte, lo que favoreció
la construcción de importantes astilleros en la ría de Bilbao.
 La introducción de las nuevas técnicas de producción, forjado y laminación de hierro y de acero
mediante la fundición en altos hornos mezclando el mineral con carbón de hulla, y la instalación de los
primeros convertidores de hierro en acero Bessemer, lo que permitió un crecimiento de la producción,
pero muy lejos de los niveles de otros países europeos.

Este atraso relativo se explica por la ley de ferrocarriles de 1855 que permitía la importación de material
ferroviario, a lo que debe sumarse la insuficiente demanda interna, el atraso técnico, la escasez, baja calidad
y el alto precio del carbón -que se tenía que importar de Inglaterra- y el precio del hierro que resultaba caro
comparado con el de otros países.

LA MINERÍA.
España era rica en reservas de hierro, plomo, cobre, mercurio, cinc… y también gozaba de otras
ventajas, como la proximidad de los yacimientos a zonas portuarias, lo que facilitaba el transporte y la
exportación de los minerales.
Sin embargo, los recursos mineros españoles apenas se explotaban debido a la falta de
demanda interna -por el atraso económico-, de capital, de tecnología y de mano de obra para su
explotación, y a la excesiva intervención del Estado, que frenaba la inversión extranjera.

La Ley de Bases sobre Minas de 1868 dio un mayor dinamismo a la minería, ya que liberalizó el
sector minero y facilitó la entrada de capital extranjero para la explotación de las minas y la
exportación de su producción. Aunque el subsuelo continuó siendo considerado como patrimonio nacional
perteneciente al Estado, la explotación de los yacimientos mineros y la comercialización de la producción
quedaron en manos de empresas privadas mediante concesiones estatales a perpetuidad. En
contrapartida, las empresas mineras quedaban obligadas a pagar -en concepto de impuestos- una tasa por
un valor equivalente al 1% del mineral extraído.
La mitad de las minas pasaron a ser controladas por poderosas compañías privadas extranjeras,
que extraían los minerales para su exportación en bruto a sus países de origen, como la empresa
francesa Societé Minière et Metallurgique de Peñarroya, dedicada a la extracción y transformación del plomo
de los yacimientos de Badajoz y Córdoba, y que estaba controlada por los banqueros Rothschild, que
también explotaban las minas de mercurio de Almadén (Ciudad Real). A causa de los graves problemas
financieros, el gobierno republicano llegó a vender (1873) las ricas minas de cobre de Río Tinto (Huelva) a
la empresa anglo-alemana H. M. Matheson and Company por casi 100 millones de pesetas.
El sector también se vio favorecido por la mayor demanda -interior y exterior- de minerales
vinculada a la construcción ferroviaria y naval, la arquitectura del hierro, y la mecanización creciente de los
procesos industriales.
A finales del siglo, España se convirtió en uno de los principales productores y exportadores
de minerales a nivel mundial, de forma que la exportación de minerales llegó a suponer un tercio de las
exportaciones españolas en 1900, un capítulo importante en la balanza comercial.
Especialmente importante fue la producción y exportación de hierro, que convirtió a España en el
primer exportador de mineral de hierro de Europa, mientras que su producción siderúrgica era de las más
bajas. Esta diferencia entre la producción minera y la producción siderúrgica evidencia una economía poco
dinámica, atrasada desde el punto de vista tecnológico y dependiente de los mercados exteriores de
materias primas. Casi el 90% del mineral extraído se exportaba desde el puerto de Bilbao, el 65% hacia
Inglaterra y el resto hacia Alemania, Francia o Bélgica.
El carbón era escaso, caro y de baja calidad. Su producción se concentraba en Asturias y León, y
su extracción estaba muy protegida por aranceles, lo que encareció los costes de la industria nacional.
Otros minerales que se extraen son hierro en Vizcaya, Málaga y Santander, cobre y pirita en las
minas de Río Tinto (Huelva), plomo en Cartagena y Jaén, mercurio en Almadén (Ciudad Real) y cinc en
Asturias.

Compare la revolución industrial española con la de los países más avanzados de Europa.
LA INDUSTRIALIZACIÓN española en el siglo XIX fue un proceso tardío y lento, en comparación
con los países occidentales más industrializados (Inglaterra, Francia, Bélgica, Alemania, Holanda y Suiza),
y estuvo muy focalizado ya que se concentró en determinadas áreas geográficas: la comarca de Barcelona
(sector textil) y las comarcas de Bilbao, Oviedo-Gijón y Málaga (sector siderometalúrgico). El desarrollo
industrial se circunscribió a estas zonas costeras por su fácil accesibilidad por mar y por su proximidad con
los países europeos más avanzados económicamente (Francia y Gran Bretaña).
Los obstáculos al desarrollo industrial fueron muchos:
- La inestabilidad política, las continuas guerras y los conflictos revolucionarios que retrajeron la
confianza de los inversores.
- La deficiente red de comunicaciones dificultada por una orografía accidentada que encarecía y
ralentizaba el transporte e impedía el desarrollo de un mercado nacional articulado que facilitara los
intercambios y permitiera la especialización regional.
- La escasez, dispersión geográfica, elevado precio y baja calidad de las materias primas
(algodón) y de las fuentes de energía (carbón), lo que ese tradujo en una fuerte dependencia del exterior.
- El reducido mercado interior a causa del lento crecimiento demográfico, la baja capacidad
adquisitiva y de consumo de la mayor parte de la población, especialmente la rural, incapaz de absorber la
producción industrial, y la pérdida de los territorios americanos que privó a la industria española de mercados
privilegiados y de materias primas.
- El elevado índice de analfabetismo que impidió a los trabajadores ampliar sus conocimientos
técnicos y profesionales y el atraso tecnológico.
- El lento crecimiento demográfico provocó falta de mano de obra industrial, la carencia de
excedentes de productos agrícolas y de un mercado interior capaz de absorber la producción de la industria.
- La falta de capitales nacionales y la ausencia de mentalidad empresarial -espíritu emprendedor
de iniciativa y de riesgo-. Los capitalistas españoles, en vez de invertir en la industria, se dedicaron a la
compra de deuda pública, a la adquisición de tierras desamortizadas o a la especulación en bolsa. Sólo en
el norte y en Cataluña había un sector emprendedor de la burguesía que invertía en la industria. El resultado
fue la dependencia de los capitales extranjeros, especialmente importantes en la banca, la minería, la
construcción ferroviaria y la industria siderúrgica, la producción de aceite y vinos, el gas, la electricidad y el
transporte urbano (tranvía), pero que repatriaban los beneficios a sus países de origen.
- El Estado desempeñó un papel negativo con la continua emisión de deuda, que atraía a los
capitales, y con una política proteccionista arancelaria excesiva -carbón, cereales castellanos, textil
catalana y siderurgia vasca- que favoreció el inmovilismo y la falta de cambios tecnológicos, causa de la
escasa competitividad en el mercado internacional de los productos manufacturados españoles por
su mayor precio y peor calidad.

BLOQUE 9. LA CRISIS DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN Y LA CAIDA DE LA MONARQUÍA


(1902 – 1931). ESTÁNDARES DE APRENDIZAJE EVALUABLES.
Defina en qué consistió el “revisionismo político” inicial del reinado de Alfonso XIII, y las principales
medidas adoptadas.
La pérdida de las últimas colonias provocó una profunda convulsión en todos los ámbitos, al
poner en evidencia las limitaciones del sistema político y los graves problemas que padecía el país. Esa
conmoción derivó en un sentido de autocrítica y en un deseo de cambio y renovación, bases del
regeneracionismo.
Existió un regeneracionismo desde dentro del sistema de la Restauración, promovido por los
gobiernos conservadores y liberales, que pretendieron un programa político de cambios, sin alterar
las bases del sistema, para evitar su destrucción por las fuerzas de oposición (nacionalistas,
republicanos, socialistas y anarquistas). De esta forma, el revisionismo político empleó los argumentos
regeneracionistas para la modernización de la Restauración. Todos los proyectos revisionistas que se
ensayaron en los primeros dos decenios del siglo XX pretendían revitalizar las instituciones liberales y
parlamentarias para reforzar la monarquía y asegurar su supervivencia, evitar los movimientos
revolucionarios y el agravamiento de los conflictos sociales, frenar el avance del republicanismo e
impulsar la democratización del sistema a través de la participación política de los ciudadanos y la lucha
contra el caciquismo y la manipulación electoral

 El primero en adoptar una política revisionista fue el gobierno conservador presidido por Francisco
Silvela (1902-1903) quien se propuso emprender “reformas radicales” y una “verdadera reforma desde
arriba”. Se propuso terminar con la corrupción administrativa, el fraude electoral y el caciquismo para
conseguir una mayor participación de los españoles en los asuntos políticos y evitar el distanciamiento entre
los ciudadanos y la clase política para afianzar el sistema monárquico. Asimismo, preparó proyectos de
descentralización para integrar a los nacionalistas catalanes en el sistema, creó dos ministerios
nuevos -Instrucción Pública y Agricultura-, reformó la hacienda estatal, y Dato (miembro de su gabinete)
retomó la legislación social iniciada en la I República referida a los accidentes laborales y al trabajo de
mujeres y niños.
La política regeneracionista de Silvela fue continuada por Antonio Maura.

 El revisionismo de Maura.
Antonio Maura -dirigente del Partido Conservador-, como presidente del “Gobierno corto” (1903-
1904) y del “Gobierno largo” (1907-1909), emprendió una ambiciosa política reformista, una “revolución
desde arriba”, es decir, introducir reformas, pero sin alterar las bases del sistema de la Restauración, para
evitar una revolución desde abajo. Su programa se basaba en:
- Ampliar las bases sociales del régimen, acabar con el caciquismo y el fraude electoral para dar
autenticidad al régimen, mediante una mayor participación de los ciudadanos en la vida política con la Ley
de Reforma Electoral (1907), conocida como “ley de descuaje del caciquismo”, que introdujo el voto
obligatorio, para movilizar a los potenciales votantes moderados y contrarrestar el voto de republicanos y
socialistas, si bien el artículo 29 determinaba que, en las circunscripciones donde el número de candidatos
fuera igual al número de escaños, éstos se adjudicarían sin proceso electoral, lo que permitía a los caciques
la manipulación electoral en las circunscripciones pequeñas -más fáciles de controlar-.
- Mayor intervención del Estado en materia social para evitar una revolución social: legalizó el
derecho a la huelga mediante la Ley de Huelga (1909), que era más una norma para controlar las huelgas
y evitar la conflictividad laboral que para regular el ejercicio de este derecho, y el descanso dominical; reguló
el trabajo infantil y femenino; creó el Instituto Nacional de Previsión (1908), precedente del sistema de
Seguridad Social, para facilitar los seguros sociales colectivos y gestionar las pensiones de jubilación -
mediante el seguro conocido como retiro obrero, el trabajador, a cambio de una cotización a lo largo de su
vida laboral activa, podía jubilarse con derecho a una pequeña pensión- y los Consejos de Conciliación y
Arbitraje para resolver los conflictos laborales a través de la negociación.
- Impulsar la descentralización administrativa para satisfacer las reivindicaciones autonomistas de
la Lliga y evitar el separatismo, con el proyecto de la Ley de Bases de la Administración Local -no aprobada
en las Cortes-, un proyecto de reforma de la administración local que daba mayor autonomía a los
ayuntamientos ya que permitía las mancomunidades locales y provinciales (agrupaciones de municipios o
provincias a las que se dota de cierta unidad administrativa), lo que posibilitó un acuerdo con la Lliga
Regionalista, dirigida por Francesc Cambó.
- Defender la influencia social de la Iglesia y el conservadurismo católico de masas, frente a las
pretensiones de la izquierda de un Estado laico.
- Reorganización del cuerpo de Policía, para aumentar su número y mejorar su eficacia con el
objetivo de apartar al Ejército de las acciones de represión de los conflictos sociales. Para ello, se crearon
escuelas de formación y se establecieron exámenes de ingreso.
- Modernizar la economía, para sanear los presupuestos y favorecer las actividades de las empresas
industriales y comerciales nacionales, a través del proteccionismo de la industria nacional -fue aprobada una
normativa que exigía que todo el material utilizado en el ferrocarril, en las construcciones públicas y en los
servicios estatales debía ser producido y suministrado por empresas españolas- y la colonización de tierras
del interior.
- Promover una política exterior nacionalista y expansionista en Marruecos para olvidar el
desastre del 98.
- Asimismo, Maura presentó numerosas iniciativas -muchos de ellas no aprobadas- para reprimir el
terrorismo, mejorar la administración de justicia, agilizar la tramitación parlamentaria de las leyes, establecer
un salario mínimo, construir viviendas baratas para obreros, reorganizar el servicio militar obligatorio,
reconstruir la flota de guerra, transformar la administración municipal, realizar una reforma agraria y suprimir
parcialmente el impuesto de consumos.
La dimisión de Antonio Maura dio paso al gobierno liberal de José Canalejas.

 El revisionismo de Canalejas.
José Canalejas, político del ala izquierda del Partido Liberal, fue presidente de gobierno entre 1910 y
1912. Se propuso reformar el régimen monárquico desde la izquierda, lo que atrajo las simpatías de los
republicanos y los intelectuales liberales, y emprendió un programa de regeneración del sistema
parlamentario basado en la progresiva democratización del régimen, la secularización del Estado y la
intervención estatal en la economía y la sociedad.
- Aprobó la Ley de Asociaciones Religiosas conocida como “Ley del candado” (1910), que prohibía la
fundación y el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España, lo que provocó la oposición de los
sectores católicos, afianzó el sentimiento anticlerical de la izquierda y afectó a la relación con el Vaticano.
También fomentó la educación pública estatal para limitar la excesiva influencia de la Iglesia en la
enseñanza.
- La Ley de reclutamiento (1912) estableció el servicio militar obligatorio y limitó la exención de quintas -la
cuota (pago de una cantidad elevada de dinero para quedar exento del servicio militar) no desapareció, pero
permitía reducir el periodo de servicio militar a cinco o diez meses, según la cuantía de la cuota, en vez de
tres años; sin embargo, en caso de guerra la incorporación a filas era obligatoria para todos.
- La Ley de Mancomunidades (1912) permitió la agrupación de diputaciones provinciales para gestionar
ciertos servicios públicos de forma conjunta-.
- Emprendió una política de reformas sociales que reguló las relaciones laborales y mejoró las
condiciones de trabajo en lo referido a la jornada -estableció la jornada de 9 horas en las minas-, el trabajo
femenino, los contratos, los accidentes laborales, la seguridad social y la huelga, aunque se mostró riguroso
en la represión de la oleada de huelgas de 1911-1912.
- Sustituyó el impuesto de consumos por un impuesto progresivo sobre las rentas.
- Preparó un proyecto de reforma de la propiedad agraria, que incluía la posibilidad de realizar
expropiaciones forzosas.
- En política exterior, envió tropas a Marruecos con ocasión de la crisis de 1911 que enfrentó a Alemania
y a Francia para garantizar el territorio del protectorado y firmó un acuerdo con Francia (1912) que sentó
las bases del protectorado franco-español en Marruecos.
Tras el asesinato de Canalejas en un atentado cometido por un anarquista en la Puerta del Sol (Madrid) en
1912, el último intento revisionista se debió al gobierno conservador de Eduardo Dato.

 El programa revisionista de Dato pretendía salvaguardar el orden, evitar el incremento de los


conflictos sociales y frenar el avance de los grupos marxistas y anarcosindicalistas. Para ello, desarrolló una
política de asistencia social que incluyó la Ley de Accidentes de Trabajo, que obligaba a los empresarios
a pagar indemnizaciones; la revisión de los alquileres para evitar abusos, la aplicación de la jornada laboral
de ocho horas y del sistema de pensiones.

Represente una línea del tiempo desde 1902 hasta 1931, situando en ella los principales
acontecimientos históricos.

Especifique la evolución de las fuerzas políticas de oposición al sistema: republicanos y


nacionalistas.
 LOS REPUBLICANOS representaban la mayor fuerza de oposición al régimen. Su ideario -progreso
y justicia social- y sus posiciones, menos radicales que las de los socialistas y los anarquistas,
permitieron ganar un amplio apoyo social, desde la pequeña burguesía y clases medias urbanas hasta
los trabajadores asalariados, así como intelectuales (Galdós, Ortega y Gasset, Ramón y Cajal).
En el reinado de Alfonso XIII surgieron dos nuevos partidos:
- El Partido Republicano Radical, fundado por Alejandro Lerroux en 1908, un partido republicano
democrático con un discurso populista radical anticlerical y anticatalanista que le permitió amplios
apoyos sociales. Buscaba el respaldo de las clases obreras y mantenía contactos con grupos
revolucionarios y terroristas clandestinos (Lerroux participó en un complot anarquista para asesinar al rey
en 1905). Fue un partido de masas con una gran aceptación entre el proletariado barcelonés, que restó
apoyos al movimiento obrero.
- El Partido Reformista, fundado en 1912 por Melquíades Álvarez, representaba un republicanismo
más moderado y “posibililista”, dispuesto a aceptar la monarquía, siempre que fuera realmente
democrática y mantuviera una política social. Consiguió apoyos entre las clases medias y atrajo a
intelectuales, pero tuvo menos implantación social que el Partido Republicano Radical.

Con el propósito de consolidar su posición, los republicanos formaron coaliciones con distintas
fuerzas políticas: en 1906 tomaron la decisión de colaborar con los catalanistas conservadores de la
Lliga creando Solidaridad Catalana; en 1906 los republicanos y el Partido Liberal formaron el Bloque
de Izquierdas para enfrentarse unidos al gobierno conservador de Maura, y en 1909 alcanzaron un acuerdo
con el PSOE para organizar la Conjunción Republicano-Socialista.
Sin embargo, fracasaron en todas las iniciativas para reunir a las diversas facciones republicanas
en un solo grupo, por lo que, a principios del siglo XX, el republicanismo español estaba dividido en varias
formaciones políticas.

En la evolución del republicanismo destacan estos hechos:


- La participación de los radicales, junto con los socialistas y los anarquistas, en la huelga que
desencadenó la Semana Trágica (Barcelona, julio 1909) y la formación de la conjunción republicano-
socialista.
- La participación en la Asamblea de Parlamentarios celebrada en Barcelona en julio de 1917, junto con
socialistas y nacionalistas catalanes.
- La reorganización de los republicanos en la dictadura de Primo de Rivera: los republicanos de
izquierda (Acción Republicana, de Azaña; Partido Republicanos Radical, de Lerroux; y el Partido
Republicano Radical Socialista de Marcelino Domingo) se unieron en Alianza Republicana, y los
republicanos de derecha crearon la Derecha Liberal Republicana, liderada por Alcalá-Zamora. Estos
grupos y los partidos republicanos nacionalistas (ERC -Esquerra Republicana de Cataluña- y ORGA -
Organización Republicana Gallega Autónoma-) firmaron el Pacto de San Sebastián (agosto 1930) contra
la monarquía y se presentaron en coalición con los socialistas a las elecciones municipales de abril
de 1931.

 LOS NACIONALISTAS.
El nacionalismo catalán.
La principal fuerza política del catalanismo fue, desde 1901, la Lliga Regionalista de Catalunya,
fundada por Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó. De ideología conservadora, representaba a la rica
burguesía empresarial y aspiraba a conseguir la autonomía administrativa para Cataluña. Mantuvo el
predominio en la vida política de Cataluña y obtuvo repetidas victorias electorales hasta el inicio de la
dictadura de Primo de Rivera en 1923.
En 1906 las fuerzas políticas catalanas se unieron en Solidaridad Catalana, una coalición de todos
los partidos nacionalistas catalanes antidinásticos y antimonárquicos -nacionalistas, republicanos y carlistas-
, que excluyó a los partidos dinásticos y a los republicanos radicales de Lerroux, y que consiguió una
contundente victoria electoral en 1907, desplazando a los Partidos Liberal y Conservador en Cataluña.
El mayor éxito conseguido por los regionalistas catalanes de la Lliga fue la creación de la
Mancomunidad de Cataluña en 1914, durante el gobierno conservador de Dato. Este organismo -presidido
por Enric Prat de la Riba (presidente de la diputación de Barcelona)- coordinaba las tareas de las cuatro
diputaciones catalanas con fines administrativos.

En julio de 1917, en el contexto de crisis general del sistema de la Restauración, Cambó -líder de la
Lliga- convocó la Asamblea de Parlamentarios reunida en Barcelona para reclamar al gobierno elecciones
constituyentes y la autonomía para Cataluña. La convocatoria reunió a los nacionalistas catalanes, los
republicanos y a los socialistas, si bien los nacionalistas de la Lliga la abandonaron cuando dos
nacionalistas catalanes (uno de ellos Cambó) se incorporaron al gobierno de concentración que formó
Maura en 1918, lo que significaba que, tras la huelga general de 1917 y como consecuencia de la
conflictividad social, de la violencia terrorista anarquista y la ofensiva revolucionaria del movimiento
proletario, los catalanistas de la Lliga decidieron posponer sus exigencias autonomistas para defender sus
intereses económicos y los valores del conservadurismo burgués: orden, propiedad privada y catolicismo.
Por ello, la Lliga abandonó el antimonarquismo y la táctica de confrontación con el sistema de la
Restauración.
Hacia 1920, los catalanistas conservadores de la Lliga fueron desplazados por grupos
nacionalistas más izquierdistas, extremistas y separatistas que defendían la lucha armada para
alcanzar la independencia. La izquierda catalanista estuvo representada por Estat Catalá, partido fundado
en 1922 por Francesc Maciá, expresión del catalanismo radical no conservador.
El catalanismo fue duramente reprimido por Primo de Rivera: ayuntamientos y diputaciones
fueron controlados por el gobierno central, suprimió la Mancomunidad catalana, prohibió el uso del catalán
en actos oficiales, la exhibición de la bandera y el himno catalanes, impuso la educación en castellano con
carácter exclusivo y ordenó la detención de Maciá -líder de Estat Catalá-, incluso llegó a ordenar el cierre
del estadio el FC Barcelona.
Los republicanos nacionalistas catalanes de izquierda se agruparon en Esquerra Republicana
de Cataluña (ERC), partido que se unió al Pacto de San Sebastián (agosto de 1930) contra la monarquía
y a favor de la República.

El nacionalismo vasco.
Tras la muerte de Sabino Arana en 1903, el nacionalismo vasco seguía representado por el Partido
Nacionalista Vasco, una formación de carácter arcaizante y tradicionalista que se apoyaba en la pequeña
burguesía bilbaína ultraconservadora y recelosa del progreso y la industrialización. Con la introducción de
elementos menos radicales respecto al independentismo, se ensanchó su base social y aumentó el
número de votantes en las provincias vascas y Navarra, aunque su crecimiento se vio obstaculizado por
el gran número de carlistas. En 1907 el PNV consiguió a alcaldía de Bilbao y en 1917 la Diputación de
Vizcaya.
Al mismo tiempo los peneuvistas crearon un sindicato obrero nacionalista llamado ELA – STV
(Solidaridad de Trabajadores Vascos) en 1911.
Durante los primeros años del siglo XX, surgieron dentro del partido dos tendencias enfrentadas,
cuyas disensiones provocaron la escisión del movimiento nacionalista en dos grupos diferentes en 1921:
los nacionalistas moderados autonomistas y los independentistas radicales.
El nacionalismo vasco fue objeto de la represión de Primo de Rivera, quien clausuró los periódicos
del PNV y los locales de reunión de sus militantes.
Las dos tendencias del nacionalismo vasco se volvieron a unir en 1930 y, a partir de esa fecha, el
PNV transformó su programa, abandonó el integrismo religioso y aceptó la democracia política y el
reformismo social.

El nacionalismo gallego tuvo un notable desarrollo cultural, lejos de consolidarse como fuerza política.
El intento más serio en este sentido fue la creación de Solidaridad Gallega en 1907, una agrupación,
fundamentalmente de campesinos, que se limitó a participar en las elecciones municipales. Tampoco tuvo
mucho impacto la fundación en 1910 de Acción Gallega, que intentó liderar, sin éxito, el movimiento agrario
gallego. El 1918 se creó Irmandads de Fala, un movimiento regionalista.

Por último, el nacionalismo andaluz surgió a principios del siglo XX por iniciativa de Blas Infante, que creó
y presidió en Sevilla el primer Centro Andaluz, impulsó la revista “Andalucía” como órgano de expresión de
los regionalistas y promovió la Asamblea Regionalista de Ronda donde defendió un programa autonomista
y elaboró una propuesta de instituciones y competencias para la región andaluza. Sin embargo, sus intentos
de conseguir la autonomía para Andalucía no tuvieron éxito.

Analice la crisis general de 1917: sus causas, manifestaciones y consecuencias.


En 1917 estalló una crisis militar, política y social que incidió decisivamente en la descomposición del
sistema de la Restauración. Fue consecuencia de la inestabilidad del sistema agravada por el impacto
de la Primera Guerra Mundial.
 CONTEXTO HISTÓRICO:
- El impacto de la Primera Guerra Mundial.
Ante el estallido de la guerra (1914-1918), España adoptó una posición de neutralidad, lo que
favoreció el crecimiento económico, el aumento de la producción y de las exportaciones, y enriqueció
rápidamente a los empresarios y a los intermediarios. Sin embargo, las clases bajas sufrieron el alza
de precios y la carencia de algunos productos básicos. El deterioro de la capacidad adquisitiva de los
salarios por la inflación generó una fuerte conflictividad social -huelgas convocadas por UGT y CNT- que
afectó profundamente al sistema.
- La inestabilidad política se agravó por la división interna de los conservadores -tras el
nombramiento de Dato como jefe de gobierno en 1913, los seguidores de Maura rompieron la unidad del
partido y Maura criticó al régimen de la Restauración que lo había marginado- y de los liberales -tras la
muerte de su líder, Canalejas (1912), y de otros dirigentes históricos, como Moret (1913), los políticos que
le sucedieron en la dirección del partido (conde de Romanones, García Prieto) no fueron capaces de
aglutinar a todas las facciones ni de obtener un gran respaldo electoral-.
Esta situación de crisis contribuyó al desprestigio del sistema y las fuerzas de la oposición exigían
reformas profundas para democratizarlo.

 LOS HECHOS:
A - La crisis militar: las Juntas de Defensa.
El malestar por los bajos sueldos, que habían perdido capacidad adquisitiva por efecto de la
inflación, y el sistema de ascensos del Ministerio de la Guerra que favorecía a los oficiales destinados en
Marruecos, pues primaba los méritos de guerra sobre la antigüedad en el cuerpo, junto con el rechazo a la
pretensión del gobierno de exigir a los oficiales pruebas de aptitud para sus ascensos, provocaron la
formación en 1916 de Juntas de Defensa, una especie de asociaciones sindicales ilegales formadas en el
cuerpo de Infantería por oficiales de escala intermedia (coroneles, comandantes y capitanes) que exigía el
aumento de los sueldos y la escala cerrada basada en los ascensos por rigurosa antigüedad. Inicialmente
fueron toleradas, por lo que las Juntas se extendieron a todos los cuerpos del Ejército y a todo el país.
En mayo de 1917 el gobierno ordenó la disolución de las Juntas, sin conseguirlo, por lo que el
presidente -conde de Romanones- dimitió. Los principales líderes del movimiento juntero fueron detenidos.
El 1 de junio se inició la sublevación militar con la presentación al nuevo gobierno del
Manifiesto de las Juntas, un amplio repertorio de quejas, justificadas con un espíritu regeneracionista,
exigencias -pedían al rey la regeneración de la vida política y la formación de un gobierno de concentración,
y amenazas -liberar a los líderes apresados, iniciar una rebelón militar, cortar las comunicaciones
ferroviarias y ocupar las oficinas gubernamentales-.
Las presiones provocaron la dimisión del presidente del gobierno -García Prieto- y el nuevo
gobierno, presidido por Eduardo Dato, ordenó la suspensión de las garantías constitucionales, pero
finalmente tuvo que ceder a las exigencias de las Juntas y reconocer su legalidad, como órganos
representativos del Ejército, dado el apoyo de Alfonso XIII a sus pretensiones.
Este conflicto puso en cuestión la primacía del poder civil sobre el poder militar, una de las
bases del régimen de la Restauración, y demostró dos hechos: la inclinación del monarca a favorecer al
Ejército en los casos de conflicto entre el poder civil y el militar, y la revitalización del protagonismo
militar y su injerencia en la vida política, lo que evidenciaba la falta de autoridad del gobierno y la debilidad
del sistema.

B - La crisis política: la Asamblea de Parlamentarios.


Como respuesta al clima de tensión, el gobierno de Dato decretó la censura de prensa y la
suspensión de las garantías constitucionales y de las Cortes.
Ante la negativa del gobierno a convocar el inicio de las sesiones parlamentarias, los partidos de la
oposición reclamaron la reapertura de las Cortes. En respuesta a la actitud autoritaria de dato, Cambó -
dirigente de la Lliga Regionalista- convocó, fuera de los cauces legales, a los parlamentarios catalanes a
una asamblea el 5 de julio en Barcelona, en la que se acordó solicitar al gobierno la convocatoria de
unas Cortes Constituyentes para una organización más representativa del Estado y que reconociera
la autonomía de Cataluña.
Como era previsible que el gobierno no atendiera esta petición, Cambó invitaba a todos los
parlamentarios españoles a otra reunión también en Barcelona para el 19 de julio. A la Asamblea
Nacional de Parlamentarios asistieron socialistas, republicanos y nacionalistas catalanes, ratificaron
los acuerdos de la reunión anterior y exigieron la formación de un gobierno provisional, la
convocatoria de Cortes Constituyentes y la aplicación de un programa reformista, que reconociera
de la autonomía para Cataluña y democratizara el sistema.
El gobierno se limitó a declarar la inconstitucionalidad de la Asamblea. La falta de apoyo de
las Juntas Militares de Defensa -que se negaron a colaborar con socialistas, republicanos y catalanistas-,
las divergencias entre los miembros de la Asamblea (los catalanistas aspiraban principalmente a la
autonomía de Cataluña y su carácter conservador era incompatible con cualquier pretensión de revolución
social, mientras que socialistas y republicanos aspiraban a medidas sociales más radicales) y la retirada
de los nacionalistas catalanes de la Lliga -que aceptaron participar en nuevo gobierno de coalición
formado en noviembre de 1917-, llevaron a la disolución de la Asamblea de Parlamentarios.

C - La crisis social: la huelga general revolucionaria.


La inflación, la subida de los precios de los productos básicos, los bajos salarios y el desempleo
provocaron conflictos sociales y movilización obrera.
Desde marzo de 1917 UGT y CNT mantuvieron contactos para convocar una huelga general
contra el régimen político y el deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores, y para obligar
al gobierno a un cambio político profundo. La huelga del sector ferroviario iniciada en Valencia en julio,
respondida con una dura represión, precipitó los acontecimientos: la negativa de la Compañía ferroviaria
a readmitir a varios huelguistas llevó a las dos centrales sindicales a convocar una huelga para el 13 de
agosto. Aunque ugetistas y cenetistas se movilizaban unidos por primera vez, sin embargo, diferían en
los objetivos de la huelga: para los anarquistas era una huelga revolucionaria para destruir
violentamente el Estado y el capitalismo, mientras que los socialistas pretendían acelerar la caída del
sistema de la Restauración para forzar un cambio de régimen y establecer una república democrática.
La movilización se extendió por las principales ciudades con un seguimiento importante en
los centros industriales y mineros de Madrid, Barcelona, Vizcaya y Asturias, menor en las áreas rurales;
no fue secundada por los campesinos andaluces, y tampoco consiguió el apoyo de todos los sectores
republicanos ni de la Asamblea de Parlamentarios, que defendía los intereses de la burguesía. El gobierno
declaró el estado de guerra y el ejército reprimió duramente la huelga. Los miembros del comité de
huelga, entre ellos los socialistas Largo Caballero y Besteiro, fueron detenidos y condenados a cadena
perpetua, aunque fueron amnistiados en 1918 al ser elegidos diputados.
Pese a la derrota, la huelga demostró a los sindicatos la capacidad de movilización; llevó a las
Juntas Militares, ante la amenaza del orden social, a reaccionar y a abandonar sus reivindicaciones
reformistas, y agudizó la crisis política: en octubre de 1917 Dato dimitió y se formó un gobierno de
coalición en el que participó la Lliga, lo que desactivó la Asamblea de Parlamentarios.

 LAS CONSECUENCIAS.
La crisis de 1917 supuso la quiebra del sistema de la Restauración y la crisis del Estado liberal,
del régimen monárquico y parlamentario porque la división de los partidos dinásticos -sin líderes ni
programas claros- agravó el deterioro del sistema: dificultó la formación de gobiernos con mayoría
parlamentaria y rompió el turno de partidos establecido desde el Pacto de El Pardo (1885), base del
sistema de la Restauración-,
En un intento de frenar la inestabilidad política, entre 1917 y 1918 se formaron gobiernos de
concentración -en los que participaban las distintas facciones de los partidos conservador y liberal, junto
con los regionalistas de la Lliga- que tampoco consiguieron la estabilidad del sistema, y en lo sucesivo
se formaron gobiernos breves -entre 1917 y 1923 se sucedieron 14 gobiernos distintos-, y débiles,
respaldados por minorías, que recurrieron sistemáticamente a medidas excepcionales, como el cierre de
las Cortes y el bloque parlamentario, la suspensión de las garantías constitucionales y el recurso al ejército
para reprimir los conflictos, lo que acentuó el desprestigio del sistema.
La crisis evidenció la imposibilidad del sistema de la Restauración para evolucionar hacia su
democratización, de forma que los planes de reforma, con los que se había iniciado el reinado de Alfonso
XIII, quedaron postergados ante los crecientes problemas: el nacionalismo catalán, la conflictividad
social vinculada a la radicalización del movimiento obrero y el problema de Marruecos.
Describa la evolución de la dictadura de Primo de Rivera, desde el Directorio militar al Directorio civil,
y su final.
Días antes de que el expediente Picasso fuera debatido en las Cortes, el 13 de septiembre de 1923, el
general Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, declaró el estado de guerra, sacó las tropas
a la calle, ocupó los principales edificios oficiales de Barcelona y difundió el manifiesto titulado “Al país y al
ejército españoles”, donde exponía los motivos que justificaban ante la opinión pública su acto de rebeldía
-el fracaso del sistema parlamentario liberal, el agravamiento de los conflictos sociales y los desórdenes
públicos, el incremento de la inseguridad ciudadana por el terrorismo anarquista, el separatismo catalán y
vasco, y las derrotas en Marruecos, que evidenciaban la inoperancia de los gobernantes-, y, con un tono
regeneracionista, presentaba sus objetivos: prometía acabar con la corrupción y la ineficacia de la
clase política y de las instituciones del sistema parlamentario, garantizar el orden público, impedir el
triunfo de una insurrección revolucionaria, poner fin al terrorismo anarquista y al separatismo catalán
y vasco, e impedir la utilización política de la Guerra de Marruecos; además, presentó la dictadura
como un régimen transitorio y se comprometió a volver a la normalidad constitucional una vez
reconducida la situación del país.
También se han apuntado como causas del golpe de Estado, impedir que el “expediente
Picasso”, al que se oponían el ejército, los sectores conservadores y el rey, se debatiera en las Cortes, y
evitar la democratización del sistema, pues el último gobierno de concentración, presidido por García
Prieto y con miembros del Partido Reformista, pretendía una reforma de la Constitcuión, de la ley electoral,
del sistema de turno de partidos, de las relaciones laborales, así como la limitación del poder real.

La oposición política y social al golpe militar fue muy escasa. El gobierno de García Prieto no
reaccionó, el rey accedió al golpe, los mandos militares se mantuvieron a la espera de las
disposiciones adoptadas por el rey y la opinión pública acogió con agrado o indiferencia al nuevo
Gobierno. La CNT y el PCE convocaron una huelga general -que tuvo escaso seguimiento-, mientras
el PSOE y la UGT adoptaron una posición ambigua al rechazar el golpe, pero no tomar ninguna iniciativa,
con el fin de evitar la represión.
Primo de Ribera recibió el apoyo de los sectores conservadores -burguesía empresarial y
financiera, la Iglesia, la clase media católica-, y de parte de los viejos partidos del turno.

EL DIRECTORIO MILITAR (1923 -1925)


Alfonso XIII, que había criticado la incapacidad de los políticos y la ineficacia del sistema
parlamentario y que se identificaba con los propósitos de los mandos militares, sancionó la sublevación al
encargar a Primo de Rivera la formación de un nuevo gobierno, no para instaurar un nuevo régimen
sino para solucionar los graves problemas del sistema de la Restauración en una situación de
excepción como una solución de emergencia con carácter temporal, para después recuperar la
normalidad constitucional.
Primo de Rivera constituyó un gobierno formado exclusivamente por militares -Directorio
militar-, con carácter consultivo, y asumió plenos poderes -la presidencia del gobierno, la dirección del
Estado y ciertas capacidades legislativas y judiciales que le permitían dictar decretos con fuerza de ley y
suspender las sentencias judiciales-; declaró el estado de guerra en todo el país, lo que significaba
suspender las garantías constitucionales, incluidos los derechos de expresión y reunión; también
suspendió la Constitución de 1876, aunque no fue derogada; disolvió las Cortes, prohibió la actividad
de todos los partidos y sindicatos, disolvió los ayuntamientos y las diputaciones, militarizó la
Administración que quedó supeditada al gobierno, ya que el dictador procedió al nombramiento de
oficiales del Ejército para cubrir los cargos de gobernadores provinciales, mandos policiales y delegados
gubernamentales en los ayuntamientos, por lo que se creó una administración centralizada y adicta al
régimen que propició el caciquismo; y amnistió a los militares procesados por responsabilidades en la
derrota de Annual.
Puso en marcha las primeras medidas represivas contra la CNT y el PCE, que fueron declarados
ilegales, ordenó la detención de sus dirigentes y la clausura de sus locales y periódicos; reprimió el
nacionalismo vasco y catalán en defensa de la unidad de la patria: ayuntamientos y diputaciones fueron
controlados por el gobierno central, suprimió la Mancomunidad catalana, prohibió el uso del catalán en actos
oficiales, la exhibición de la bandera y el himno catalanes, impuso la educación en castellano con carácter
exclusivo y ordenó la detención de Maciá -líder de Estat Catalá-, incluso llegó a ordenar el cierre del estadio
el FC Barcelona. También dispuso la clausura de los periódicos del PNV y de los locales de reunión de sus
militantes; impuso la censura de prensa, estableció un rígido control de la correspondencia privada y
creó el Somatén Nacional (el somatén era una milicia de ciudadanos o guardia cívica constituía en
Barcelona por los propietarios y promovida por la derecha y la patronal para combatir el sindicalismo; el
dictador extendió el somatén a toda España y lo convirtió en una institución supeditada al ejército para
controlar el orden público).
Aunque inicialmente Primo de Rivera se mostró inclinado a abandonar la política colonial, lo que
provocó la indignación de los militares africanistas (Franco) que exigían una ofensiva militar total en el norte
de África, puso fin a la Guerra de Marruecos con una operación militar conjunta franco-española a raíz
de un ataque de las tropas de Abd el-Krim al protectorado francés. Según el plan, el ejército francés debía
atacar por el flanco sur, mientras que las tropas españolas efectuarían un desembarco en la bahía de
Alhucemas para sorprender por la retaguardia a las fuerzas marroquíes. Esta complicada operación -el
desembarco de tropas españolas en la bahía de Alhucemas (septiembre 1925), con el apoyo de la
aviación y de fuego artillero desde los buques- fue un completo éxito, que permitió completar la ocupación
del territorio marroquí, y que contribuyó enormemente al prestigio de la dictadura.

EL DIRECTORIO CIVIL (1925-1930).


A partir de 1925 el dictador se propuso permanecer en el poder e instituir un régimen estable y
duradero. Para ello, formó un nuevo gobierno -Directorio civil- compuesto en su mayoría por civiles de
extrema derecha (José Calvo Sotelo -Ministro de Hacienda- y Eduardo Aunós -Ministro de Trabajo), y
procedió a institucionalizar un régimen autoritario, inspirado en el Estado fascista implantado por
Mussolini en Italia y basado en la formación de la Unión Patriótica en 1924, la creación de la Asamblea
Nacional Consultiva en 1927 y la elaboración de un anteproyecto constitucional en 1929.
- En 1924 el dictador fundó la Unión Patriótica como partido único del régimen. Creado desde el
poder por iniciativa del gobierno de Primo de Rivera, para ganar un apoyo masivo popular y garantizar la
consolidación del régimen, su presidencia quedaba reservada al general y su ideología se definía como
derechista, antiparlamentaria, defensora del autoritarismo, tradicionalista, monárquica y católica. Carente de
un programa y de una ideología definida, sólo fue un instrumento de propaganda del régimen. La mayoría
de los afiliados eran funcionarios y pequeños y medianos propietarios rurales.
- A imitación del Gran Consejo Fascista, Primo de Rivera convocó una Asamblea Nacional
Consultiva (1927) para elaborar un nuevo texto legal que legitimase el régimen. Era una institución de
representación corporativa bajo el control del gobierno, con carácter consultivo y sin capacidad legislativa,
cuyos miembros estaban designados por el gobierno entre representantes del Estado y de la administración,
afiliados a la Unión Patriótica, oficiales del ejército, miembros del alto clero y representantes de los grupos
económicos más poderosos (empresarios, banqueros, terratenientes).
- El dictador encargó a una comisión de la Asamblea Nacional elaborar un proyecto de Constitución
-Estatuto Fundamental de la Monarquía-, que instituía un Estado corporativo, conservador y muy
autoritario, que no reconocía la soberanía nacional ni la separación de poderes, y cuyo contenido se basaba
en los principios de corporativismo, antiparlamentarismo, catolicismo y unidad nacional. El texto no se aprobó
por falta de apoyos políticos, lo que puso de manifiesto la incapacidad del régimen para encontrar una
alternativa al parlamentarismo y dar una salida legal a la Dictadura.
La política social, diseñada por Aunós, creó la Organización Corporativa Nacional (1926), un nuevo
marco de las relaciones laborales constituido por los comités paritarios (órganos de arbitraje para resolver
los conflictos laborales, formados por diez vocales, cinco en representación de los obreros y cinco de las
organizaciones patronales, además de dos miembros delegados del Ministerio de Trabajo), que contó con
la colaboración de los socialistas (UGT) y los Sindicatos Libres.

Explique los factores de la evolución demográfica de España en el primer tercio del siglo XX.
Conceptos previos:
* Crecimiento natural o crecimiento vegetativo: relación entre la natalidad y la mortalidad. Puede ser positivo,
cuando las tasas de natalidad superan a las de mortalidad, o negativo, cuando las tasas de mortalidad
superan a las de natalidad.
* Régimen demográfico antiguo: ciclo demográfico caracterizado por altas tasas de natalidad y de mortalidad,
y crecimiento vegetativo reducido e incluso negativo en periodos de mortalidad catastrófica (crisis agrarias,
hambrunas, epidemias, guerras), correspondiente a la sociedad preindustrial del Antiguo Régimen.
* Transición demográfica: período de transformación del régimen demográfico antiguo de las sociedades
preindustriales al régimen demográfico moderno característico de las sociedades industriales. Se desarrolló
en dos fases:
Primera fase: se mantuvo elevada la natalidad y se redujo de forma notable la mortalidad, lo que
permitió un alto crecimiento natural.
Segunda fase: disminuyó la natalidad y se mantuvo el crecimiento vegetativo, aunque menor.
* Régimen demográfico moderno: con tasas de natalidad y de mortalidad reducidas, y bajo crecimiento
natural.
-------------------------------
Con la excepción de Cataluña, que había iniciado la transición a un régimen demográfico
moderno en el siglo XIX, en el resto de España esa transición no comenzó hasta el primer tercio del
siglo XX, con retraso respecto a los países más avanzados de Europa, y con otra peculiaridad: no hubo
primero un descenso de mortalidad al que siguiera después el descenso de la natalidad, sino que ambas
disminuyeron de forma casi simultánea y en paralelo, por lo que no se produjo ninguna fase de
aceleración del crecimiento demográfico.
La población española creció de forma lenta pero continuada en el primer tercio del siglo y pasó
de 18,6 en 1900 a 23, 5 millones de habitantes en 1930.
El crecimiento se debió a la caída de la tasa de mortalidad -que descendió del 20,5 por mil al 21,
3 por mil-, gracias a la mejora de la alimentación y de las condiciones higiénico-sanitarias (servicio de
limpieza y alcantarillado, control de la potabilidad del agua, higiene de los alimentos), del vestido y la
vivienda, mientras que las causas tradicionales de mortalidad -crisis de subsistencia, epidemias y
enfermedades endémicas- desaparecieron o disminuyeron de forma considerable. La mortalidad
infantil también disminuyó, aunque seguía siendo una de las más elevadas de Europa.
Desaparecieron las grandes epidemias de cólera y viruela, aunque las enfermedades
infecciosas como la tuberculosis y el tifus provocaban muchas muertes anuales (entre 40.000 y
50.000). La mayor catástrofe fue la epidemia de gripe de 1918-1919, que causó la muerte de 230.000
personas de un total de ocho millones de enfermos. La epidemia coincidió con la carestía ocasionada por la
Primera Guerra Mundial, y se cebó en una población subalimentada.
La esperanza de vida aumentó; pasó de 35 a 50 años en el primer tercio del siglo, entre 1900 y
1930.
El descenso de la natalidad fue posterior, a partir de la segunda década del siglo XX y fue
consecuencia de los mayores niveles de urbanización y de racionalidad en la planificación familiar. La
tasa de natalidad disminuyó del 33,8 por mil en 1900 al 30,3 por mil en 1930.
Otro factor que ralentizó el crecimiento demográfico fue la emigración. El atraso económico impedía
dar empleo al excedente de población, que tuvo que buscar salidas al paro y a la miseria a través de las
migraciones.
En la primera década del siglo XX y hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, sobre todo entre
1905 y 1914, se produjo un incremento notable de la emigración exterior, con destino prioritario a
América Latina (Argentina, Cuba y Brasil) y a Argelia, que se saldó con la salida de más de un millón de
españoles, especialmente gallegos. El perfil del emigrante era varón, joven, campesino y alfabetizado.
En cambio, en la segunda década del siglo predominaron las emigraciones internas desde las
zonas agrarias hacia las ciudades industriales de la periferia, en plena euforia productiva por los efectos
de la Primera Guerra Mundial. Madrid y Barcelona, y en menor medida Bilbao y Sevilla se convirtieron en
polos de atracción de emigrantes que procedían de las regiones rurales de Castilla, Murcia, Aragón,
Extremadura y las provincias orientales de Andalucía. Muestra del éxodo rural es que en 1930 más de la
mitad de la población de Barcelona o Madrid era inmigrante.
También varió la estructura de la población por sectores económicos, ya que la creciente
demanda de mano de obra industrial provocó un aumento de la población ocupada en el sector
secundario, que pasó del 14% en 1900 al 26% en 1930, con el consiguiente descenso de población
ocupada en el sector primario, que pasó del 70% al 47% en el mismo intervalo de tiempo; la población
activa agraria se redujo de cinco a cuatro millones entre 1900 y 1931.
Las migraciones interiores supusieron, por un lado, la intensificación del proceso de urbanización,
y por otro, la pérdida de peso demográfico de los núcleos rurales. El período de crecimiento urbano mayor
se situó entre el final de la Primera Guerra Mundial (1918) y el crac de 1929, cuando una buena parte de
la población tendió a concentrarse en los mayores núcleos urbanos.
Madrid y Barcelona aumentaron de forma notable su población y superaron el millón de habitantes
en 1930, y las ciudades de más de cien mil habitantes, como Sevilla, Bilbao, Valencia o Zaragoza, habían
crecido en un 65%. Otras ciudades también conocieron un incremento demográfico espectacular al
convertirse en importantes centros industriales o mineros -Baracaldo o Sestao, en el País Vasco; Mieres
y Langreo, en Asturias; Badalona, Sabadell y Tarrasa, en Cataluña.
Como resultado del proceso migratorio, la mayoría de la población de muchas de las grandes
ciudades provenía del éxodo rural: en 1930 sólo el 37% de los habitantes de Madrid había nacido en la
capital; en Barcelona el porcentaje era del 43,6%y en Sevilla, del 50%.
El proceso de urbanización de la población española, aunque fue considerable, resultó más
lento que el de otros países de Europa occidental. De hecho, en 1930 los españoles residentes en núcleos
de menos de 20.000 habitantes seguían representando el 70% de la población total.

BLOQUE 10. LA SEGUNDA REPÚBLICA. LA GUERRA CIVIL EN UN CONTEXTO DE CRISIS


INTERNACIONAL (1931 – 1939). ESTÁNDARES DE APRENDIZAJE EVALUABLES.
Explique las causas que llevaron a la proclamación de la Segunda República y relacione sus
dificultades con la crisis económica mundial de los años 30.

Las causas que llevaron a la proclamación de la Segunda República son múltiples:


 En primer lugar, el descrédito de la monarquía como institución y del rey Alfonso XIII que había
criticado la incapacidad de la clase política y la ineficacia del sistema de la Restauración, coincidiendo en
ello con algunos de los motivos expuestos por Primo de Rivera para justificar su sublevación. Por ello, el rey
accedió al golpe de Estado y lo sancionó al encargar al general la formación de un nuevo gobierno, con lo
que la monarquía quedaba comprometida con la dictadura.
 La fuerza creciente de los grupos de oposición a la monarquía, entre los cuales no sólo estaban
los partidos republicanos (Alianza Republicana y Derecha Liberal Republicana), las organizaciones
socialistas (PSOE y UGT) y anarquistas (CNT -FAI), el PCE, sino también muchos intelectuales e incluso
algunos monárquicos procedentes de los partidos del turno (Niceto Alcalá- Zamora y Miguel Maura), que
exigían la vuelta a la normalidad constitucional.
 La formación de un frente contrario a la monarquía con la firma del Pacto de San Sebastián
(agosto de 1930) que unió a los grupos republicanos (Acción Republicana, Partido Republicano Radical
Socialista, Derecha Liberal Republicana, ERC y ORGA) y los socialistas (PSOE y UGT), con el apoyo de la
CNT, con el propósito de organizar un levantamiento militar con apoyo civil, proclamar la República, formar
un gobierno provisional y convocar elecciones constituyentes.
 La intensificación de los conflictos laborales y el incremento del número de huelgas por los
efectos de la recesión económica mundial derivada del crack de la bolsa de Nueva York en 1929, que se
tradujo en un incremento del paro -por el regreso de trabajadores emigrados-, la reducción del comercio
exterior -por la contracción de los mercados internacionales-, y la disminución de la inversión; además
agudizó los problemas crónicos de la economía española (paro agrícola, reparto desigual de la tierra, escasa
competitividad internacional, déficit de la balanza comercial…)
 La incapacidad de los gobiernos presididos por el general Berenguer y el almirante Aznar -
dictablanda- para restablecer la normalidad constitucional y así salvar la monarquía, ya que chocaron
con la oposición de los grupos antimonárquicos y apenas encontraron apoyos entre los monárquicos.
En un intento de normalizar la situación política, el almirante Aznar convocó un proceso electoral
que incluía la celebración de elecciones municipales para el 12 de abril, y elecciones provinciales y
elecciones generales con carácter constituyente para fechas posteriores (3 de mayo y 7 de junio,
respectivamente). Las autoridades facilitaron la libertad de propaganda política y permitieron a todos los
partidos presentar sus candidaturas
Republicanos y socialistas, grupos que habían firmado el Pacto de San Sebastián- decidieron
presentarse en coalición a las elecciones, planteadas como un plebiscito a favor o en contra de la
monarquía.
Las elecciones municipales se celebraron el 12 de abril de 1931 con una participación muy
elevada. Las candidaturas de la conjunción republicano-socialista se impusieron en la mayor parte
de las capitales de provincia, en las grandes ciudades y muchos de los núcleos industriales. Por ello,
aunque el número de concejales monárquicos fue ligeramente superior, ya que habían sido
mayoritariamente votados en las áreas rurales -controladas por los caciques-, se hizo evidente que buena
parte del electorado había apostado por un cambio político.
El 14 de abril los concejales electos de la localidad guipuzcoana de Éibar proclamaron la República
y a lo largo del día lo hicieron los de otras muchas ciudades. En Madrid, los representantes de los partidos
que firmaron el Pacto de San Sebastián constituyeron un gobierno provisional que proclamó oficialmente
la Segunda República, en medio de un gran entusiasmo popular ante las expectativas de profundas
reformas y de democratización del régimen político. El rey Alfonso XIII renunció a la potestad real y partió
hacia el exilio.

Resuma las reformas impulsadas durante el bienio reformista de la República.


La aprobación de los artículos de la Constitución de 1931 referidos a la cuestión religiosa
provocó la dimisión de Alcalá-Zamora como presidente del gobierno y la salida del Gobierno de los
ministros del Partido Radical, que se negaban a seguir colaborando con los socialistas.
Alcalá-Zamora fue elegido presidente de la República y Azaña, como presidente del gobierno,
formó un ejecutivo de republicanos de izquierdas y socialistas, sin los radicales, que emprendió una
política de reformas para modernizar la sociedad y el Estado, que completaba la iniciada por el
gobierno provisional.
 La reforma agraria.
El gobierno provisional ya había adoptado algunas medidas urgentes a través de decretos para
proteger a los arrendatarios y a los jornaleros, como la prohibición de cancelar los contratos de
arrendamiento y desahuciar a los campesinos; el establecimiento en el campo de la jornada laboral de
ocho horas, que ya estaba reconocida para los obreros industriales; la Ley de Términos Municipales que
obligaba a los propietarios a contratar mano de obra del término municipal al que pertenecieran las tierras;
la Ley de Laboreo Forzoso que exigía a los patronos poner en cultivo las tierras aptas para ello, y la Ley
de Accidentes de Trabajo en el Campo.
El gobierno republicano - socialista promovió la reforma agraria a través de la Ley de Reforma
Agraria, que pretendía redistribuir la propiedad agraria, satisfacer la demanda de los jornaleros sin
tierras y crear una clase de campesinos medios.
El gobierno encomendó a una comisión técnica la elaboración de un informe. Se presentaron cinco
proyectos de ley y después de un largo proceso de tramitación parlamentaria, la Ley -aprobada por las
Cortes en septiembre de 1932- establecía la expropiación sin indemnización de las tierras de los
Grandes de España y la expropiación con indemnización de las tierras de algunos señoríos, las fincas
sin cultivar o mal explotadas, las tierras de regadío dedicadas a secano y las que hubieran sido arrendadas
sistemáticamente, y el asentamiento de campesinos en ellas.
La reforma agraria, que no respetó las propuestas de la comisión técnica, fue un fracaso. Su
aplicación de forma simultánea en todo el país, la lentitud en la gestión burocrática y la falta de
presupuesto del IRA (Instituto de Reforma Agraria: organismo creado para elaborar un inventario de las
tierras expropiables, gestionar su expropiación y el pago de las indemnizaciones a los propietarios, así como
el asentamiento de las familias campesinas) provocaron la resistencia de los propietarios rurales, que se
opusieron abiertamente a la reforma y se aliaron con los enemigos de la República consolidando un frente
de fuerzas conservadoras dispuestas a acabar con ella, y decepcionó a los jornaleros que se orientaron
hacia posturas revolucionarias, ocuparon las tierras de forma ilegal y se enfrentaron con las fuerzas
del orden en pueblos de Andalucía, Extremadura y La Mancha.
 Las reformas laborales fueron promovidas por Largo Caballero, líder de UGT y ministro de Trabajo,
y pretendían mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los obreros y jornaleros, reforzar las
organizaciones sindicales (UGT y FNTT) frente a la patronal, y llevar la legislación laboral al campo.
Además de las medidas adoptadas en el campo (Ley de Términos Municipales, Ley de Laboreo
Forzoso, la Ley de accidentes de trabajo en el campo, reducción de la jornada a ocho horas y reforzamiento
de los sindicatos agrícolas en la contratación de tareas del campo), se aprobaron la Ley de Contratos de
Trabajo, que regulaba los convenios colectivos para establecer las condiciones laborales, y la Ley de
Jurados Mixtos para arbitrar soluciones a los conflictos laborales a través de acuerdos entre patronos,
obreros y gobierno. También se estableció la semana laboral de 40 horas, se favoreció el aumento de los
salarios y se promovió la creación de seguros sociales.
Estas medidas provocaron el rechazo de las organizaciones patronales, que consiguieron frenar
algunos proyectos, como el de la intervención obrera en las empresas, y los enfrentamientos entre la UGT
-que colaboró con el gobierno- y la CNT -que se negaba a cooperar y prefería la acción directa y la presión
sobre el gobierno mediante la convocatoria de huelgas generales-.

 La reforma militar fue obra de Azaña -presidente del gobierno y ministro de la Guerra-, quien se
propuso crear un ejército profesional y democrático, afirmar el poder civil frente al ejército; recortar el
número de oficiales y garantizar su fidelidad a la República mediante la Ley de Retiro de la Oficialidad
(1931) que establecía que todos los oficiales en activo debían prometer su adhesión a la República, pero se
les daba la posibilidad de retirarse con el sueldo íntegro, si así lo deseaban; y el nombramiento de oficiales
de confianza al frente de las principales capitanías generales; reducir los efectivos militares, reorganizar
la administración, las escalas y la formación militar con la supresión de algunos rangos y unidades poco
operativas, el cierre de la Academia Militar de Zaragoza, dirigida por Franco; se clausuraron las capitanías
generales, desaparecieron los Tribunales de Honor y el Consejo Supremo de Justicia Militar; modernizar la
dotación material y someter la jurisdicción militar a la civil, para lo cual se abolió la Ley de
Jurisdicciones* y se supeditaron los tribunales militares a los civiles. También se creó la Guardia de Asalto,
como cuerpo adepto a la República para mantener el orden público y sustituir al ejército en esta función.
(*Ley de Jurisdicciones (1906): declaraba que las ofensas contra el ejército y contra la patria eran delitos y
serían juzgados por tribunales militares).
La reforma, técnicamente bien planteada, tuvo resultados limitados. Se consiguió disminuir los
gastos del ejército, pero la reducción del presupuesto dificultó la modernización del material, del
armamento y de los equipamientos. Además, los sectores militares conservadores interpretaron la
reforma como una agresión al poder del ejército y la derecha aprovechó el descontento para animar a
la sublevación militar contra la República.

 La reforma educativa y cultural, inspirada por la ILE y promovida por Fernando de los Ríos -
ministro de Instrucción Pública del PSOE-, se proponía crear un sistema educativo público, gratuito,
obligatorio, laico, igualitario, basado en la coeducación de niños y niñas, al reconocer la educación como
un derecho que el Estado debía garantizar para lograr la igualdad de oportunidades. Se aumentó la partida
de gastos en educación en los presupuestos del Estado, se mejoró la formación de los docentes y sus
sueldos, se construyeron escuelas e institutos, se crearon nuevas plazas para maestros y profesores,
becas y bibliotecas. Las Misiones Pedagógicas, formadas por artistas, intelectuales, maestros y
estudiantes universitarios, extendieron la cultura a los medios rurales y obreros desfavorecidos con
representaciones teatrales, cines, coros, museos ambulantes, bibliotecas y préstamos de libros, iniciativas en
las que colaboraron grupos teatrales universitarios como La Barraca, dirigida por García Lorca.
También se prohibió a las órdenes religiosas ejercer la enseñanza y la religión dejó de ser una
materia obligatoria.

 La cuestión religiosa. La República pretendía limitar la influencia de la Iglesia y secularizar la


sociedad española, y se hizo a través de la Constitución, que afirmaba el Estado laico y la separación
de la Iglesia y el Estado; de la Ley de Confesiones Religiosas (mayo de 1933), que limitó la posesión de
bienes a las órdenes religiosas, prohibía a la Iglesia ejercer la industria, el comercio y la enseñanza, y preveía
la disolución de congregaciones en caso de peligro para el Estado; se disolvió la Compañía de Jesús y
sus bienes fueron nacionalizados, ya que los jesuitas fueron acusados de depender de un poder
extranjero por el cuarto voto de obediencia al papa profesado por esta orden; y la Ley del Divorcio.

Especifique las características esenciales de la Constitución de 1931.


El gobierno provisional de la república convocó elecciones a Cortes Constituyentes para legitimar
el régimen. La nueva ley electoral concedía el derecho al voto a todos los varones mayores de 23 años.
Celebradas el 28 de junio de 1931 y con una elevada participación (70,14 % del censo electoral), las
elecciones dieron la mayoría a los partidos de la coalición de gobierno republicano-socialista: PSOE
(116 escaños), Partido Radical (90 escaños), Partido Radical-Socialista (56 escaños) y Acción
Republicana (36 escaños) fueron las formaciones que consiguieron mayor número de escaños. Por bloques
ideológicos, la izquierda alcanzó una clara mayoría (279 escaños – 64%) frente al centro – derecha (160
escaños, 119 - 27% para el centro y 41 - 9% para la derecha).
La Constitución, promulgada en diciembre de 1931, configuraba un régimen democrático,
parlamentario, laico y descentralizado.
Definía a España como “una república democrática y de trabajadores de toda clase que se
organiza en un régimen de libertad y justicia”. Establecía la soberanía popular -al reconocer que todos los
poderes emanaban del pueblo- y una estricta separación de poderes con primacía del legislativo, al que
se supeditaban el ejecutivo y el Tribunal Supremo.
La Jefatura del Estado correspondía al presidente de la República, elegido por los diputados y un
número igual de compromisarios, con funciones representativas. Su principal facultad era nombrar y deponer
al presidente del gobierno, y, a propuesta de éste, a los ministros, que, no obstante, debían tener la confianza
de las Cortes; promulgar las leyes, suspender y disolver las Cortes, si bien, en determinadas ocasiones
éstas le podían destituir -si el presidente de la República disolvía las Cortes en dos ocasiones y la segunda
disolución era considerada injustificada por las Cortes, éstas podían destituirle, como ocurrirá en 1936-.
El poder legislativo lo tenían las Cortes unicamerales. El Congreso de los diputados era elegido
democráticamente por sufragio universal y, además de legislar, ejercía el control sobre el gobierno, e
incluso sobre el presidente de la República en ciertas condiciones; el poder ejecutivo lo ejercía el gobierno,
nombrado por el presidente de la República a propuesta del presidente del gobierno, tenía iniciativa
legislativa y era responsable ante las Cortes; y el poder judicial correspondía a los jueces y tribunales, a
los que se garantizaba su independencia respecto al gobierno; se creaba el jurado como forma de
participación popular y el Tribunal de Garantías Constitucionales para declarar la constitucionalidad de
las leyes.
La Constitución establecía el sufragio universal masculino y femenino, al fijar la mayoría de edad
electoral a los veintitrés años, tanto para hombres como para mujeres -Una reforma de la ley electoral
permitía el voto femenino y favorecía a las mayorías, por lo que los partidos formaban coaliciones
electorales-, y admitía formas directas de intervención del pueblo, como el referéndum sobre las leyes
votadas en las Cortes y la iniciativa popular de las leyes.
Reconocía la igualdad ante la ley y una amplia declaración de derechos individuales y políticos
(libertad de expresión, libertad de prensa, libertad de residencia y de circulación, inviolabilidad de domicilio
y de correspondencia, habeas corpus, garantías procesales y penales, libertad de asociación política y
sindical)), y otros relativos a la familia, la economía y la cultura (igualdad de los cónyuges en el
matrimonio, susceptible de disolución, obligaciones de los padres hacia los hijos, reconocimiento de los
hijos ilegítimos, derecho a la educación, libertad de cátedra, derecho al trabajo, seguridad social, salario
mínimo, reducción de la jornada laboral, protección al trabajo femenino e infantil, la no discriminación por
razón de origen, sexo o riqueza). Dentro de los derechos referidos a la economía, la Constitución establecía
el derecho a la propiedad, si bien era susceptible de expropiación forzosa por motivo de utilidad social,
siempre con indemnización, y abría la posibilidad de nacionalizar algunos servicios de interés común.
El texto también incluía los mecanismos para asegurar el cumplimiento de los derechos
constitucionales, como el recurso de amparo, que permitía a los ciudadanos dirigirse al Tribunal de
garantías Constitucionales si no habían obtenido de las autoridades la garantía de algún derecho.
La configuración territorial estaba definida por el Estado integral -un modelo entre el federalismo
y el unitarismo-, ya que la Constitución reconocía el derecho de las nacionalidades históricas a
constituirse en comunidades autónomas a través de un estatuto de autonomía que debía ser aprobado
en referéndum en las regiones y ser debatido y aprobado por las Cortes, si bien prohibía la federación de
dos regiones autónomas.
La Constitución declaraba el Estado laico, la no confesionalidad del Estado y la separación de
la Iglesia y el Estado; reconocía la libertad de conciencia y la práctica de cualquier religión; establecía la
supresión del presupuesto de culto y clero, y de la inmunidad fiscal; así como la prohibición de ejercer
la industria, el comercio y la enseñanza, la incapacidad para adquirir y mantener más bienes de los
necesarios para su existencia, y la obligación de presentar cuentas anuales sobre sus inversiones; permitía
el divorcio y el matrimonio civil y la secularización de los cementerios.

Describa las causas, desarrollo y consecuencias de la Revolución de Asturias de 1934.


La victoria del centro-derecha en las elecciones de noviembre de 1933 y la política de
rectificación emprendida por el gobierno de Lerroux, que aplicó el programa conservador de la
CEDA, supusieron un giro de la República a la derecha, lo que provocó la radicalización de la izquierda
no liberal. El ala más izquierdista del PSOE y la UGT, liderada por Francisco Largo Caballero, propuso
dejar de colaborar con las fuerzas burguesas (republicanos de izquierdas) y propició la revolución
social; el sector más moderado, encabezado por Indalecio Prieto, defendía la colaboración con los
republicanos de izquierda para estabilizar la República y profundizar en el proceso reformista.

El sector radical del PSOE y la UGT, el PCE y la CNT formaron un frente común contra la
derechización del régimen y optaron por la vía revolucionaria.
La CEDA, ante el supuesto peligro de una revolución social, exigió participar en el gobierno, bajo
la amenaza de retirar su apoyo parlamentario. El 4 de octubre de 1934 Lerroux incorporó a su gabinete a
tres ministros de la CEDA.
Para detener “el avance del fascismo”, la UGT convocó una huelga general para el 5 de octubre
con el apoyo del PCE, y de la CNT en Asturias, donde se produjo una auténtica revolución social por la
intervención conjunta de socialistas, anarquistas y comunistas que habían formado una Alianza Obrera
con el fin de socializar los medios de producción en un movimiento revolucionario conjunto. Los mineros y
los obreros armados se hicieron con el control de las cuencas mineras y áreas industriales, tomaron
los cuarteles de la Guardia Civil, destituyeron a las autoridades de los ayuntamientos y organizaron
comités revolucionarios que asumieron el abastecimiento de alimentos, el funcionamiento de los
transportes y el suministro de gas y electricidad, nacionalizaron los servicios públicos,
colectivizaron los medios de producción y proclamaron la Revolución Socialista de los Consejos
Obreros. El Ejército, dirigido por Franco, al que se incorporaron las tropas de Marruecos y la Guardia
Civil desencadenaron una feroz represión, tras el desembarco de la Legión y los bombardeos aéreos.
Las consecuencias de la revolución de octubre fueron muy graves:
 El gobierno desató una represión, caracterizada por su violencia y arbitrariedad, contra las
organizaciones obreras (detenciones arbitrarias, torturas, consejos de guerra sumarísimos, ejecuciones,
despidos de obreros, periódicos y locales cerrados, dirigentes encarcelados -Largo Caballero-), contra el
nacionalismo catalán y el republicanismo de izquierda (Azaña fue detenido, aunque no participó en la
sublevación).
 La revolución de octubre provocó una fuerte polarización política y una radicalización de
posiciones, tanto de la izquierda como de la derecha:
 La indignación por la represión y la campaña a favor de la amnistía acercó a las formaciones
republicanas de centro - izquierda: Azaña formó Izquierda Republicana, en el que se integraron
miembros de la ORGA y del desaparecido PRRS (Partido Republicano Radical-Socialista), y Martínez
Barrio creó Unión Republicana, compuesto por radicales y radical-socialistas.
Mientras, en el PSOE se impuso la línea favorable a un entendimiento con los comunistas,
representada por Largo Caballero.
En enero de 1936 todas las fuerzas de izquierda: republicanos de izquierda (Izquierda
Republicana y Unión republicana), socialistas (PSOE y UGT), comunistas (PCE y POUM -Partido Obrero
de Unificación Marxista, próximo al trotskismo y antiestalinista-), y un sector anarquista, contrario a la FAI,
firmaron el pacto del Frente Popular, un acuerdo que respondía a las directrices de la Internacional
Comunista que recomendaba formar alianzas tácticas del movimiento obrero y de la burguesía -
republicanos de izquierda- contra el fascismo.
 La derecha no liberal -ante la amenaza de una revolución obrera- planteó la posibilidad de un
golpe militar: hubo contactos entre generales hostiles a la República y Gil Robles -líder de la CEDA- para
plantear la posibilidad de un golpe de Estado.
Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional en diciembre de 1934, una coalición antirrepublicana de
monárquicos y tradicionalistas de carácter ultraconservador que defendía un Estado totalitario y
corporativo, similar al fascista y, por lo tanto, antidemocrático.
La CEDA se mostró partidaria de aplicar las condenas con rigor y endurecer la política del
gobierno. En julio de 1935, presentó un anteproyecto para modificar la Constitución en sentido
restrictivo, en lo referente a las autonomías, el divorcio y la expropiación de tierras. Aunque los radicales y
Alcalá Zamora se mostraron favorables a esta reforma, el proyecto no llegó a ser votado.
Gil Robles obligó a Lerroux a formar un gobierno con mayoría cedista, en el que el líder de la
CEDA fue nombrado Ministro de la Guerra y colocó en los principales puestos de mando a oficiales de
dudosa lealtad a la República; por ejemplo, Franco fue nombrado Jefe del Estado Mayor.

Explique las causas de la formación del Frente Popular y las actuaciones tras su triunfo electoral,
hasta el comienzo de la guerra.
La indignación por la represión ejercida por el gobierno de centro-derecha presidido por Lerroux en
Asturias en octubre de 1934 y la campaña a favor de la amnistía acercó a las formaciones republicanas
de centro - izquierda: Azaña formó Izquierda Republicana, en el que se integraron miembros de la ORGA
y del desaparecido PRRS (Partido Republicano Radical-Socialista), y Martínez Barrio creó Unión
Republicana, compuesto por radicales y radical-socialistas.
Mientras, en el PSOE se impuso la línea favorable a un entendimiento con los comunistas,
representada por Largo Caballero.
En enero de 1936 todas las fuerzas de izquierda: republicanos de izquierda (Izquierda
Republicana y Unión republicana), socialistas (PSOE y UGT), comunistas (PCE y POUM -Partido Obrero
de Unificación Marxista, próximo al trotskismo y antiestalinista-), y el Partido Sindicalista -un sector
anarquista, contrario a la FAI-, firmaron el pacto del Frente Popular, un acuerdo que respondía a las
directrices de la Internacional Comunista que recomendaba formar alianzas tácticas del movimiento
obrero y de la burguesía -republicanos de izquierda- contra el fascismo y que en España se identificaba
con la victoria en las elecciones de noviembre de 1933 de la CEDA y el Partido Radical -que representaban
la derecha y el centro, respectivamente, la política rectificadora emprendida por el gobierno de Lerroux, líder
del Partido Radical, que presionado por Gil Robles, líder de la CEDA .
A las elecciones de febrero de 1936 todas las fuerzas de izquierda se presentaron unidas el Frente
Popular, con un programa mínimo (amnistiar a los encarcelados por la revolución de octubre de 1934,
reintegrar en sus cargos y puestos de trabajo a los represaliados por razones políticas, restablecer la
Constitución de 1931 y el estatuto de autonomía catalán, recuperar la legislación reformista del primer bienio
suspendida por la coalición radical-cedista) para ganar las elecciones y formar un gobierno
exclusivamente republicano, con el apoyo parlamentario del PSOE.
Sin embargo, los partidos de la derecha formaron distintas coaliciones, constituidas por la CEDA,
los monárquicos y los tradicionalistas, y en algunas provincias los radicales y la Lliga Catalana, pero no
presentaron una candidatura única para toda España, ni un programa electoral consensuado.
Las elecciones del 16 de febrero de 1936 dieron la victoria al Frente Popular, que obtuvo el 48%
de los votos, frente al 46,5% que consiguieron las derechas y el 5,4% el centro. En el reparto de escaños,
la izquierda consiguió 278 diputados, la derecha, 124 y el centro, 51. La derecha tuvo buenos resultados en
las regiones del interior (las dos Castillas, León, parte de Aragón, Navarra), mientras que la izquierda obtuvo
la mayoría en las grandes ciudades, zonas industriales y regiones del litoral.

De acuerdo con lo firmado en el programa del Frente Popular, se constituyeron gobiernos


exclusivamente republicanos (Izquierda Republicana y Unión Republicana), con el apoyo parlamentario
de socialistas y comunistas, presididos primero por Azaña y después por Casares Quiroga, cuando
Alcalá- Zamora fue destituido por las Cortes y sustituido en la presidencia de la República por Azaña.
El nuevo gobierno puso rápidamente en marcha el programa pactado en la coalición electoral:
- Concedió la amnistía a los presos políticos y obligó a las empresas a readmitir a los
trabajadores despedidos a raíz de las huelgas de octubre de 1934.
- Restableció el gobierno de la Generalitat y el Estatuto de Autonomía de Cataluña, y en el País
Vasco y Galicia se iniciaron las negociaciones para la aprobación de sus respectivos estatutos.
- Alejó de los centros de poder a los militares presuntamente golpistas -Franco fue destinado a
Canarias y Mola a Navarra-, José Antonio fue encarcelado y su partido (Falange Española) fue
prohibido.
- Reanudó el proceso reformista interrumpido en 1933 y presentó un proyecto para la devolución
de los bienes comunales a los municipios y la reanudación de los asentamientos de campesinos.

La conflictividad social se agravó y la polarización política se agudizó.


 La clase trabajadora fue movilizada por la UGT y la CNT. Los anarquistas defendían las acciones
revolucionarias, y también un sector socialista, encabezado por Largo Caballero, se orientaba hacia
soluciones radicales cercanas a las del PCE. En las ciudades se convocaron huelgas para reivindicar
la mejora de las condiciones laborales (huelgas en la industria y la construcción de Madrid) y en el campo,
especialmente en Extremadura y Andalucía, los jornaleros ocupaban ilegalmente las tierras. También
se produjeron enfrentamientos entre los afiliados de la UGT y la CNT.
 La derecha reanudó la conspiración golpista contra la República y el gobierno del Frente Popular
entre los oficiales de la UME (Unión Militar Española, una organización clandestina creada en 1933 por
militares derechistas y antirreformistas, que tuvo una activa participación en el golpe de Estado de 1936),
 respaldados por civiles monárquicos, carlistas, fascistas y un sector de la CEDA.
La misma noche de las elecciones de febrero, el general Franco intentó declarar el Estado de
guerra.
En marzo, un grupo de generales acordó “un alzamiento que restableciera el orden”. La
sublevación fue ideada por el general Emilio Mola. Su plan consistía en un pronunciamiento militar
simultáneo en todas las guarniciones, con un protagonismo especial del ejército de África, al mando
del general Franco. Para frenar los rumores golpistas, el gobierno trasladó de destino a los generales
implicados en el complot (Franco, a Canarias y Mola, a Navarra), pero no se atrevió a destituirlos.
La conspiración contaba con el apoyo de las fuerzas políticas de la derecha (sectores
monárquicos, carlistas, falangistas, cedistas…) y también se establecieron contactos con la Italia fascista
y la Alemania nazi. Pero las discrepancias entre los conspiradores en cuanto al tipo de régimen a
instaurar tras el golpe de Estado aplazaron la fecha del levantamiento.
 El terrorismo se incrementó y derivó en una espiral de violencia sin límites. Para desestabilizar el
régimen se sucedieron los asesinatos cometidos por pistoleros falangistas, que fueron respondidos por
los militantes de izquierda encuadrados en milicias armadas. El 12 de julio fue asesinado el teniente de
la Guardia de Asalto José Castillo (socialista que colaboraba con las milicias de izquierda) y, en represalia,
el 13 de julio un grupo de izquierdistas secuestraron y asesinaron a José Calvo Sotelo (líder de la extrema
derecha, diputado y dirigente del Bloque Nacional). Este asesinato precipitó la sublevación militar que se
inició el 17 de julio en Marruecos y se extendió los días 18 y 19 a las guarniciones del resto de España.

Represente una línea del tiempo desde 1931 hasta 1939, situando en ella los principales
acontecimientos históricos.

Relacione la Guerra Civil española con el contexto internacional.


El contexto internacional en el que se inscribe la Guerra Civil española está definido por la confrontación
entre la democracia y el fascismo.
La crisis de 1929, que se derivó del crack de la Bolsa de Nueva York, se convirtió en una etapa de
recesión económica a nivel mundial. En Europa, la Gran Depresión se tradujo en la retirada de los
capitales estadounidenses invertidos y prestados, la falta de liquidez de los bancos y de financiación de las
empresas, la contracción del comercio exterior, el incremento de la inflación y el aumento de las tasas de
paro. En paralelo a la crisis económica se produjo una intensificación de la conflictividad social que,
en ocasiones, adoptó un carácter revolucionario, ya que, tras el triunfo de la Revolución bolchevique en
Rusia en 1917, los sindicatos y los partidos obreros habían reforzado sus posiciones y se habían
radicalizado.
En este contexto, creció la oposición a las democracias, tanto desde la izquierda -el proletariado exigía
respeto a sus derechos- como desde la derecha -la burguesía, temerosa de la revolución social, estaba
dispuesta a apoyar golpes de fuerza, al margen del marco constitucional. Los países con una tradición
democrática consolidada -Gran Bretaña y Francia- lograron integrar en el sistema a los grupos socialistas
y aislar a las formaciones más radicales, mientras que en los países con escasa tradición democrática
se establecieron dictaduras que prometían restablecer el orden, exaltaban el nacionalismo y eran apoyadas
por los sectores conservadores (propietarios, Ejército e Iglesia), con el objetivo de detener el avance del
socialismo y del comunismo. En Italia se estableció el régimen fascista, con la llegada de Mussolini al
poder en 1922, y en Alemania, el régimen nazi, con el nombramiento de Hitler como canciller (presidente
del gobierno alemán) en 1933, regímenes caracterizados por el rechazo al liberalismo, el desprecio por la
democracia y la oposición contundente al comunismo.
El estallido de la Guerra Civil en España contribuyó a afianzar la alianza del bloque fascista, ya que Hitler
y Mussolini apoyaron la sublevación contra la Segunda República y el gobierno del Frente Popular, de
forma que a finales de 1936 se formalizó el Eje Berlín – Roma. Poco después Japón y Alemania firmaron
el Pacto Antikomintern contra la URSS, al que se adhirieron Italia y España, entre otros.
Los gobiernos de Reino Unido y Francia decidieron no intervenir en el conflicto español, para no provocar
una reacción de la Alemania nazi, y así evitar una confrontación directa con Hitler, y por temor a que
se produjera una revolución social en España. La política de no intervención significó la no injerencia
diplomática y militar en la guerra, la prohibición de vender armamento al gobierno del Frente Popular,
el cierre de la frontera francesa, y el aislamiento de la República, sólo roto por Méjico -que acogió a
numerosos exiliados republicanos- y por la URSS, que, a pesar de su adhesión a la No Intervención,
colaboró con el bando republicano mediante el envío de material bélico, personal técnico y asesores
militares, y organizó, a través de la Internacional Comunista, las Brigadas Internacionales.
Sin embargo, el bando nacional estuvo apoyado por la Alemania nazi y la Italia fascista, aunque habían
suscrito la No Intervención, en su lucha contra el comunismo y con la perpectiva de incorporar a España
como aliado en una previsible guerra. Esta colaboración consistió en la intervención de unidades militares,
el envío de material bélico, asesoramiento militar y la concesión de créditos. También el bando franquista
contó con el apoyo logístico, financiero y estratégico de Portugal, con la participación de los sectores
fascistas irlandeses a través de la Legión de San Patricio, con la venta de material bélico y aeronáutico,
petróleo y equipamiento de transporte procedente de Estados Unidos, y con el reconocimiento del Papado.
En conclusión, en el marco internacional la Guerra Civil española no fue un conflicto bélico aislado, sino
que la intervención internacional la convirtió en un episodio en el enfrentamiento entre el fascismo y
la democracia que culminó en la Segunda Guerra Mundial.
Compare la evolución política y la situación económica de los dos bandos durante la guerra.

BANDO REPUBLICANO BANDO NACIONAL

Inicialmente, bajo el gobierno de Giral: Establecimiento de un poder único y central, de


- Incapacidad para reconstruir el poder del Estado. carácter militar, desde el primer momento:
- Dificultad para establecer un poder único y central. - Junta de Defensa Nacional: asumió inicialmente
-Dualidad de poderes: gobierno y órganos todos los poderes del Estado.
revolucionarios populares (juntas, comités, - Decreto de 1 de octubre de 1936: designación de
consejos) formados por militantes de los partidos y Franco como jefe del gobierno del Estado y
sindicatos obreros que funcionaban con total Generalísimo de todos los ejércitos, lo que suponía
autonomía al margen del gobierno. que Franco concentraba el poder político y militar.
------ - Ley de la Administración Central del Estado:
Posteriormente, a partir de septiembre de 1936, reconocimiento de la capacidad legislativa de
Largo Caballero eliminó las juntas y los comités, Franco.
para recomponer el poder del Estado.

En los primeros momentos, represión Represión sistemática contra los “rojos”.


indiscriminada e incontrolada – incapacidad para
controlar la represión contra los “facciosos”: sacas
o paseos, detenciones ilegales en las checas,
saqueos e incendios de iglesias y conventos,
asesinato de curas…
Largo Caballero trató de frenar la represión
incontrolada.
Enfrentamiento entre las fuerzas que apoyaban a la Unificación de todas las fuerzas que habían
República: apoyado el Alzamiento Nacional:
. CNT – FAI, POUM y sectores radicales de la UGT Decreto de Unificación de abril de 1937: unión de
partidarios de ganar la guerra y afianzar la los fascistas de FE de las JONS y de los carlistas
revolución simultáneamente. de Comunión Tradicionalista en un solo partido,
. Republicanos, sectores del PSOE y PCE FET y de las JONS, del que Franco era el Jefe
partidarios de establecer un poder fuerte para ganar Nacional.
la guerra como objetivo prioritario, y postergar la
revolución.
-----------
Tensiones entre el gobierno central y los gobiernos
autonómicos, catalán y vasco.
-----------
Negrín y PCE defienden la resistencia ante el
avance nacional.
Sectores partidarios de la negociación con los
rebeldes – golpe de Estado del coronel Casado
contra el gobierno.

Dificultad para establecer un mando militar único y Reconocimiento de Franco como Generalísimo de
reorganizar el Ejército: todos los Ejércitos (decreto de octubre de 1936),
- Bajo el mandato de Giral, formación de milicias de con lo que se establecía un mando militar único)
partidos y sindicatos del Frente Popular integradas
en los batallones de voluntarios.
- Con Largo Caballero, creación del Ejército Popular
de la República formado por las Brigadas Mixtas,
unidades integradas por milicianos y soldados.
- Negrín unificó la dirección de la guerra bajo un
mando único y reforzó el Ejército Popular con la
integración en él de todas las milicias.

Bajo el gobierno de Giral, se desarrolló una Establecimiento de la economía de guerra:


auténtica revolución social: intervencionismo y dirigismo estatal, desde el
-Incautación por los órganos revolucionarios de las principio.
empresas y las explotaciones agrarias
abandonadas, así como de las propiedades
eclesiásticas.
-Socialización y colectivización de la tierra y de la
producción.

Largo Caballero se propuso controlar la revolución:


legalizó las requisas e incautaciones, las
ocupaciones y las colectivizaciones de tierras y
empresas.

Para financiar la guerra:


Para financiar la ayuda soviética, el gobierno -Creación de un Banco de España, paralelo al
depositó el oro del Banco de España en Moscú y legal republicano, con capacidad para emitir
controló la banca privada (los gobiernos moneda.
inmovilizaron las cuentas y los depósitos, -Control de la banca privada.
prohibieron la transmisión de bienes inmuebles…). - Recaudación de nuevos impuestos.
-Solicitud de créditos concedidos por Alemania e
Italia.
En ambos bandos se establecieron las mismas En ambos bandos se establecieron las mismas
medidas para garantizar el abastecimiento: medidas para asegurar el abastecimiento:
- Control estatal de sectores clave (ferrocarril, - Incautación por el Estado de empresas clave.
electricidad, suministro de petróleo…) - Intervención del mercado del trigo (Servicio
- Regulación de la producción agraria e industrial. Nacional del Trigo)

Especifique los costes humanos y las consecuencias económicas y sociales de la guerra.

 Las consecuencias demográficas.


-Las pérdidas demográficas se estiman, según los cálculos más aceptados, en unas 500.000 o
600.000 personas, aunque otras fuentes señalan 700.000 u 800.000, cifra que incluye las bajas en el
frente, las víctimas de la represión en la guerra y en la posguerra -unas 50.00 personas ejecutadas tras
la guerra-, las muertes por el hambre y las epidemias derivadas de la guerra, así como la mortalidad
provocada por los bombardeos sobre la población civil; la pérdida de población joven y la
consiguiente reducción de la natalidad también explican el descenso demográfico.
-La guerra provocó el desplazamiento de un importante contingente de población. Entre 300.000
y 450.000 personas comprometidas con la República abandonaron España hacia el exilio. La huida para
escapar de la represión franquista se inició en los comienzos de la guerra, pero fue a partir de la campaña
de Cataluña cuando se desencadenó una salida masiva de soldados y civiles. Unos huyeron a Francia
a través de los Pirineos y otros hacia el norte de África (Argelia, Marruecos) por algunos puertos
mediterráneos. Muchos de ellos fueron internados en campos de refugiados que las autoridades
francesas habían improvisado en el sur de Francia para acogerles. Su situación se hizo más difícil durante
la ocupación alemana de Francia, ya que fueron acusados de ser peligrosos comunistas y perseguidos.
Entonces, algunos se enrolaron en la resistencia francesa que luchaba con los ocupantes, unos 15.000
fueron enviados a los campos de exterminio nazis y muchos optaron por emigrar a Gran Bretaña y a
América, donde un elevado número de los exiliados se instaló en México, acogidos por el régimen del
presidente Lázaro Cárdenas. Otros se establecieron en Argentina, Chile, Venezuela, Cuba y también en
la Unión Soviética, donde ya residían unos 3.000 niños españoles enviados en 1937, los “niños de la
guerra”.
Una buena parte de los refugiados regresó a España cuando el régimen prometió no preceder
contra quienes no hubieran cometido delitos, promesa que no cumplió. Sin embargo, alrededor de la mitad
-unas 200.000 personas- permanecieron en el exilio o solo regresaron a nuestro país tras la muerte de
Franco.
Además del impacto emocional y del desgarro psicológico del exilio, las repercusiones fueron
importantes pues se trataba de población mayoritariamente joven activa, e incluía a personalidades
importantes a nivel intelectual, artístico y científico, exponentes de la Edad de Plata, hecho que incidió
en el bajo nivel de producción cultural de la España de posguerra.
Por otro lado, en el exilio se desarrolló una parte importante de la oposición política al
franquismo. Las instituciones políticas de la República y de los gobiernos catalán y vasco siguieron
funcionando en el exilio. En México, en 1945, se celebraron las primeras Cortes republicanas en el exilio y
se eligió un nuevo gobierno republicano, institución que se mantuvo hasta 1977.También la mayor parte de
las organizaciones políticas y sindicales republicanas se mantuvieron en el exilio, aunque divididas por
fuertes discrepancias internas que impidieron la creación de plataformas unitarias y la elaboración de
programas comunes para luchar contra el franquismo.
-En la posguerra, se produjo un estancamiento, e incluso un retroceso, de la población urbana y
un incremento de la población rural, por el desmantelamiento de la industria y los servicios, y la falta de
abastecimiento y de empleo en las ciudades.
 Las consecuencias sociales.
La represión se desencadenó en los dos bandos y se prolongó en la posguerra. Se trata de una
cuestión muy polémica porque es difícil aportar datos definitivos.
 Respecto a la violencia en la zona republicana las cifras son más precisas, en parte porque, al
terminar el conflicto, las autoridades franquistas emprendieron una exhaustiva investigación jurídica -la
Causa General- que permitió concretar la lista de asesinatos y ejecuciones producidas en la retaguardia
republicana. Las revisiones recientes apuntan unas 38.000 personas, que incluyen a miembros del clero,
dirigentes de los partidos de derecha, empresarios, familias acomodadas y militares capturados tras
sumarse al golpe. En su mayoría fueron asesinados en los tres primeros meses de la guerra, cuando la
descomposición del Estado permitió la actuación sin control de grupos violentos. Desde octubre, el gobierno
de Giral adoptó medidas drásticas que permitieron acabar con la violencia incontrolada. A partir de 1937,
la represión política disminuyó considerablemente y en muchos casos se aplicó por vía judicial.
 Más difícil es analizar la represión en la retaguardia franquista por la ocultación de documentos.
Los datos presentados por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ante la Audiencia
Nacional en 2008 cifraban en 133.000 los desaparecidos en la guerra y la posguerra, pero esta lista está
incompleta y es posible que la cifra definitiva se aproxime a las 200.000 personas.
En la retaguardia franquista la represión de miembros de las organizaciones del Frente Popular,
milicianos o simpatizantes de la izquierda se hizo de forma sistemática y amparada por las
autoridades durante la guerra
Los vencedores no dudaron en “dar un escarmiento a los rojos”. Los vencidos fueron silenciados,
humillados, sancionados, inhabilitados, expulsados de sus empleos y encarcelados.
Durante los primeros años de la guerra el número de presos acusados de delitos políticos era
muy alto -en 1940 había 18.000 mujeres y 240.000 hombres, de los que 7.800 ya habían sido juzgados sin
garantías legales y condenados a muerte por tribunales militares. En 1943, la cifra de presos superaba los
100.000, mientras que unos 25.000 cumplían penas de trabajos forzados en la reparación de canales y
caminos, en la construcción de edificios públicos (Nuevos Ministerios de Madrid) o conmemorativos (Valle
de los Caídos). En 1946 la cifra había disminuido a 15.000.
El gobierno de Franco también inició en 1939 una exhaustiva depuración del sector público
(burocracia, ejército, policía, educación, judicatura) para expulsar a los afiliados a las organizaciones
del Frente Popular, a quienes hubieran ocupado cargos públicos durante de República, a los que
hubieran combatido en el bando derrotado y a otros acusados de ateísmo o de pertenencia a la
masonería que fueron sancionados, multados, incautadas sus propiedades, inhabilitados y
suspendidos de empleo y sueldo. Los puestos vacantes fueron ocupados por adictos al régimen
franquista, excombatientes del bando nacional y por afiliados a Falange
La represión continuó en la posguerra, mediante consejos de guerra, juicios sin garantías y
ejecuciones en los campos de concentración.
 Las consecuencias económicas.
Los gastos ocasionados por la guerra dispararon el déficit público y agotaron las reservas
financieras, ya que generó una deuda cifrada en unos 300.000 millones de pesetas, a lo que se sumó la
pérdida del oro del Banco de España depositado en Moscú como pago por la ayuda de la URSS al bando
republicano.
A los costes hay que sumar las destrucciones materiales de infraestructuras, comunicaciones
terrestres, instalaciones industriales, viviendas y parque automovilístico.
La caída de la producción superó el 25% del PIB, afectó a todos los sectores y se prolongó hasta
la década de 1950. Se debió a la reducción de la población activa por la movilización de la población
masculina (mano de obra) y a la caída del mercado interior ya que se retrajo la demanda. Además, la
prioridad de la industria de guerra provocó problemas de abastecimiento, el racionamiento y el
mercado negro.
El mercado -oferta y demanda- se contrajo, se redujeron la inversión y el comercio exterior, y
se paralizó la construcción de viviendas y obras públicas se paralizó. La renta nacional y la renta per
capita disminuyeron y la inflación multiplicó por 10 los precios.
Por todo ello, en la década de los 40 se produjo un estancamiento de la economía y los niveles
de renta no se recuperaron hasta mediados de los años 50. Por otra parte, el carácter dictatorial del
franquismo y su aislamiento internacional impidieron que España se beneficiara del Plan Marshall (1947).

BLOQUE 11. LA DICTADURA FRANQUISTA (1939 – 1975). ESTÁNDARES DE APRENDIZAJE.


Elabore un esquema con los grupos ideológicos y los apoyos sociales del franquismo en su etapa
inicial.
 El franquismo fue un régimen totalitario que tuvo su origen en la victoria del bando nacional en
la Guerra Civil. Inspirado en el modelo fascista italiano y alemán se configuró como una dictadura militar
que liquidó el régimen democrático de la Segunda República: suprimió la Constitución de 1931 y las
garantías individuales y colectivas, clausuró el parlamento, y prohibió todos los partido y sindicatos. Fue un
régimen de partido único -FET y de las JONS- que se rigió por las Leyes Fundamentales (Fuero del
Trabajo, Fuero de los Españoles, Ley de Referéndum Nacional, Ley de Sucesión, Ley de Principios del
Movimiento y Ley Orgánica del Estado) y que concentró todos los poderes en Franco al ser nombrado
Jefe del Estado y presidente del Gobierno, Generalísimo de las Fuerzas Armadas y Jefe Nacional del partido,
presidía el Consejo Nacional y nombraba al secretario general del Movimiento; fue investido con el título de
Caudillo de España y también dispuso de potestad legislativa para promulgar leyes en caso de urgencia.
Al franquismo le definió una ideología conservadora y autoritaria de raíz falangista, contraria al
liberalismo, a la democracia parlamentaria y constitucional, y al marxismo; defendió un nacionalismo
exacerbado del que derivó una concepción unitaria y centralista del Estado, y se identificó con el
nacionalcatolicismo y el nacionalsindicalismo.

 Los grupos ideológicos que apoyaron la sublevación militar de julio de 1936 y el franquismo
respondían a ideologías diferentes, aunque todas se encuadraban en la derecha política, todas
rechazaban la República y lo que ella significaba: laicismo, libertades, democracia, multipartidismo,
autonomías regionales… y todas coincidían en la defensa de la confesionalidad católica del Estado, la
implantación de un poder fuerte y centralizado, sustentado en los principios de unidad de España,
autoridad y jerarquía, y en la imposición de un orden social rígido basado en la familia y la propiedad
privada.
Los sectores ideológicos identificados con el franquismo fueron los monárquicos -carlistas y
juanistas-, los falangistas y los católicos, que, junto con los militares, constituyeron las “familias” del
régimen.
- Los monárquicos pertenecían a dos grupos ideológicos distintos:
. Los carlistas o tradicionalistas, cuya organización política había quedado integrada, mediante el
Decreto de Unificación, en el partido único (FET y de las JONS), aunque seguía manteniendo sus señas de
identidad.
. Los partidarios de la restauración en el trono del legítimo heredero de la Corona, don Juan de
Borbón, hijo de Alfonso XIII.
Ambos grupos aspiraban a restablecer una monarquía católica y autoritaria, pero mientras los
carlistas carecían de candidato definido -el último titular de la rama carlista había muerto sin sucesión directa-
y defendían la tradición de los fueros locales, los juanistas optaban por la continuidad de la línea dinástica
reinante en España y rechazaban cualquier forma de autonomía, incluidos los fueros tradicionales.
-Los falangistas.
Sus planteamientos ideológicos iniciales estaban muy próximos a los fascismos, pero la muerte
de José Antonio Primo de Rivera y su fusión con los tradicionalistas en un partido único, bajo el mando
directo de Franco, les hizo perder parte de sus señas de identidad.
En los comienzos del franquismo, su influencia fue muy grande por su implantación popular y por
su capacidad para llegar a las masas. Por ello, los falangistas controlaron dos ámbitos fundamentales del
régimen: el aparato de propaganda (prensa y radio) y la organización sindical.
Sin embargo, tras la derrota de las potencias fascistas (Alemania e Italia) en la Segunda Guerra
Mundial, Franco se fue distanciando de los planteamientos totalitarios de los falangistas. Aunque
siguieron ocupando cargos importantes, perdieron influencia dentro del régimen, en favor de los católicos
que proporcionaban una mejor imagen en el exterior.
- Los católicos.
No pertenecían a ninguna corriente o partido político concreto, aunque muchos habían militado
en la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) durante la República. Sin embargo, estaban
en general adscritos a alguna de las dos grandes organizaciones católicas reconocidas por el
régimen: la Asociación Católica Nacional de Propagandistas -con una presencia importante en los
gobiernos del régimen desde 1939, especialmente en los ministerios de Asuntos Exteriores y de Educación-
, y del Opus Dei -con una colaboración trascendental, sobre todo en los ministerios económicos por la alta
cualificación profesional de muchos de sus miembros.
Los grupos ideológicos del franquismo constituían sus bases institucionales:
- El Movimiento Nacional, nombre con el que el régimen designaba a Falange Español Tradicionalista y de
las JONS (FET y de las JONS), dotó al régimen de sus bases ideológicas y sus símbolos (saludo a la
romana, uniforme), controló los medios de comunicación (prensa y radio), proporcionó muchos de los
cargos de la administración y constituyó las organizaciones de masas de régimen (Sección Femenina,
Frente de Juventudes, Central Nacional Sindical, Sindicato Español Universitario -SEU- y Auxilio Social).
- El Ejército, que había combatido en el bando nacional y ganado la guerra. Fiel a Franco, asumió la
función represiva y participó activamente en el poder, especialmente en los primeros años cuando buena
parte de los ministros y los gobernadores civiles eran militares de carrera.
- La Iglesia Católica, que legitimó el alzamiento como una Cruzada, se identificó con el régimen, que
se definía como un Estado confesional católico, y aportó cuadros dirigentes con un alto nivel de
formación técnica, través de la ACNP (Asociación Católica Nacional de Propagandistas) y el Opus Dei;
además, obispos y prelados participaron en las Cortes franquistas y en el Consejo del Reino. A
cambio, la Iglesia consiguió la financiación pública, el control del sistema educativo y el predominio
de los valores y la moral católica en la sociedad española.

 Las bases sociales estuvieron en los sectores conservadores opuestos a las reformas de la
Segunda República: las élites sociales y económicas -los grandes terratenientes y la burguesía industrial,
mercantil y financiera, los profesionales liberales-, las clases medias urbanas de las pequeñas y medianas
ciudades -pasivas y apolíticas- y gran parte del funcionariado, así como pequeños y medianos
propietarios agrarios, sobre todo de la mitad norte.
La identificación de estos sectores sociales con el régimen franquista se debió a su defensa de los
valores tradicionales -familia, propiedad y religión-, y de los principios de orden y autoridad.

Explique la organización política del Estado franquista.


El franquismo fue un régimen totalitario y de partido único -FET y de las JONS - que, siguiendo el modelo
fascista, concentró todos los poderes en Franco al ser nombrado jefe del Estado y presidente del
Gobierno, Generalísimo de los tres Ejércitos y Jefe Nacional del Partido; presidía el Consejo Nacional
y nombraba al secretario general del Movimiento. Por lo tanto, Franco asumía los tres poderes del
Estado: el poder ejecutivo -desde la presidencia del Gobierno controlaba al Consejo de Ministros, éstos a
los gobernadores civiles y éstos a los alcaldes; el poder legislativo -nombraba al presidente de las Cortes
y designaba a parte de los procuradores, tenía derecho a vetar las leyes y dispuso de potestad legislativa
para promulgar leyes en caso de urgencia- y el poder judicial -designaba al presidente del Tribunal
Supremo, máxima instancia del poder judicial a la que se supeditaban las audiencias provinciales y
territoriales-.
El régimen se reguló jurídicamente a través de las Leyes Fundamentales, leyes políticas básicas que
sustituían a una Constitución inexistente, en un proceso largo que se inició con el Fuero del Trabajo (1938),
continuó con la Ley Constitutiva de las Cortes (1942), el Fuero de los Españoles (1945) y la Ley de
Referéndum Nacional (1945), la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947), la Ley de principios del
Movimiento Nacional (1958), y finalizó en 1966 con la Ley Orgánica del Estado.
El franquismo se inspiró en el Estado corporativista italiano, que organizaba la participación popular
a partir de tres unidades básicas: la familia (núcleo en el que crece el hombre), el municipio (núcleo en
el que vive el hombre) y el sindicato (núcleo en el que trabaja el hombre), elementos naturales
representativos de la sociedad, y que el régimen consideraba superiores a los partidos políticos, el
instrumento de participación ciudadana en las democracias parlamentarias. Este sistema, denominado
democracia orgánica, pretendía dar al régimen una cierta legitimidad y maquillar su carácter dictatorial.
La representación popular en las instituciones del Estado se reguló a través de la Ley constitutiva
de las Cortes (1942), una Ley Fundamental que definía a las Cortes como el “órgano superior de
participación del pueblo español en las tareas del Estado”. Parte de sus miembros, los procuradores, eran
designados por el jefe del Estado, y entre ellos se encontraban los ministros, los miembros del Consejo
Nacional del Movimiento y de la Organización Sindical, y también había procuradores por razón de su
cargo, como los alcaldes de las mayores ciudades, los rectores de las universidades y los representantes
de la jerarquía eclesiástica. De este modo, se trataba de una representación por tercios: el sindical, el
de entidades y administración local y, a partir de la Ley Orgánica de 1966 se incorporaron los
procuradores por el tercio familiar, que eran elegidos mediante sufragio entre los cabezas de familia.
Estas Cortes franquistas no eran elegidas democráticamente y carecían de un auténtico poder
legislativo, pues el gobierno decidía qué proyectos de ley podían pasar a las Cortes y cuáles eran
directamente aprobados por él mediante decreto-ley. Se trataba, pues de un órgano asesor y de
colaboración con la jefatura del Estado, ya que Franco controlaba el poder legislativo y tenía derecho a
vetar las leyes.
En el entramado político del franquismo existían otros órganos consultivos y deliberativos como el
Consejo de Estado, el Consejo de Regencia y el Consejo Nacional del Reino, además del Consejo de
Economía Nacional.
En el plano territorial, el poder del gobierno se imponía en las provincias a través de los gobernadores
civiles que, además, eran jefes provinciales del Movimiento. En cada provincia también se instituyó un
gobernador militar y se restableció la estructura militar de las capitanías generales que había sido
suprimida durante la República. En los municipios, los alcaldes, que eran jefes locales del Movimiento, eran
elegidos directamente por el gobernador civil, configurando un sistema territorial centralizado.
El otro poder del Estado fueron los Sindicatos Verticales llamados posteriormente Organización Sindical
Española (OSE), que dependían de un secretario general con el rango de ministro. La Ley de Unidad Sindical
(1940), inspirada en el modelo corporativo de la Italia Fascista, establecía qué empresarios y qué
trabajadores se integrarían en un mismo sindicato por ramas de producción. A través de los sindicatos
verticales, el Estado ejercía un rígido control sobre la clase obrera y dictaba las condiciones laborales
(salarios, duración de la jornada laboral, permisos, vacaciones…), anulando toda posibilidad de negociación
colectiva e ilegalizando la huelga.

Especifique las causas de la crisis final del franquismo desde 1973.


Los últimos años del franquismo (1973 – 1975) marcan la crisis de la dictadura acelerada por la
fractura entre reformistas e inmovilistas.
a) En política interior:
En 1973 Franco decidió separar por primera vez la jefatura del Estado y del Gobierno y nombró
presidente del gobierno al almirante Carrero Blanco, que formó un gabinete con mayoría de miembros
del Opus Dei y de franquistas “puros”, entre ellos Arias Navarro, nuevo ministro de Gobernación, que se
había destacado por la dura represión como director general de Seguridad. Carrero Blanco, hombre de
máxima confianza de Franco, el único capaz de mantener unidas las diferentes “familias” del régimen y figura
clave para preservar la continuidad del franquismo, fue asesinado por ETA (20 de diciembre de 1973).
En 1974 se formó un nuevo gobierno presidido por Arias Navarro, integrado por franquistas
“puros” y algunos ministros aperturistas. El nuevo presidente, en su discurso programático del 12 de
febrero de 1974, presentó un proyecto con vagas promesas de apertura y anunció la regulación del
derecho de asociación política, que permitiría un mayor pluralismo político (espíritu 12 de febrero), lo
que provocó la división del bloque franquista en aperturistas y el búnker. El gobierno de Arias Navarro
promulgó la Ley de Asociaciones Políticas (diciembre de 1974), pero exigía tantos requisitos que sólo
permitía acogerse a ella a las diferentes tendencias del franquismo; era, pues, otra operación de maquillaje
del régimen, incapaz de renovarse.

b) En política exterior:
En los últimos momentos, la inestabilidad del régimen se acentuó por el conflicto del Sahara,
donde el Frente Polisario reclamaba la independencia; España optó por permitir un referéndum de
autodeterminación; en respuesta, el rey Hassam II de Marruecos organizó la Marcha Verde -una
movilización masiva y pacífica de más de 400.000 marroquíes, civiles y voluntarios, que, con retratos del rey
Hassam y el Corán, llegó a atravesar la frontera saharaui para presionar al gobierno español a ceder a
Marruecos el Sahara español-. Ante el peligro de un conflicto armado, España firmó el Acuerdo de Madrid
(14 de noviembre de 1975) que suponía la entrega del Sahara a Marruecos y Mauritania, violando el
compromiso y mandato de la ONU que había encomendado a España la tutela del territorio hasta su
independencia.

c) En economía:
A partir de 1973, la economía española se desaceleró en el contexto de la crisis económica
internacional provocada por la decisión de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) de
reducir la exportación de crudo y elevar su precio -crisis del petróleo-. La enorme dependencia
energética exterior, la disminución de los ingresos por turismo, la caída de las exportaciones y el
regreso de muchos emigrantes agudizaron la crisis; se registró un incremento notable del déficit de la
balanza comercial, de la deuda externa, del déficit público y de la inflación por la subida de los precios
del petróleo, la peseta se debilitó y la tasa de paro aumentó.

d) Conflictividad social y oposición:


La recesión económica internacional -provocada por la crisis del petróleo de 1973 y que se tradujo
en un incremento de la inflación y del paro-, agravó la conflictividad social.
Los grupos de oposición se reorganizaron para reivindicar la democratización del país: por
iniciativa del PCE se formó Junta Democrática y el PSOE impulsó la Plataforma de Convergencia
Democrática; ambos organismos se unieron en Coordinación Democrática, conocida como “platajunta”.
Los partidos nacionalistas se reforzaron -en el País Vasco, el PNV, y en Cataluña ERC y CDC
(Convergencia Democrática Cataluña) fundada por Jordi Pujol- y se recrudeció el terrorismo de ETA
(Euskadi ta Askatasuna, “Euskadi y Libertad”), del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico) y
del GRAPO (Grupo Revolucionario Antifascista Primero de Octubre), respondido con una férrea represión:
estado de excepción, consejos de guerra, ejecuciones, el proceso de Burgos (1970) contra militantes de
ETA, la ejecución del anarquista Puig Antich (1974), la Ley Antiterroorista de 1975 y la ejecución de cinco
activistas -dos ETA y tres del FRAP- en septiembre de 1975 que enturbiaron la imagen de la dictadura y
levantaron protestas dentro y fuera de España.

Relacione la evolución política del régimen con los cambios que se producen en el contexto
internacional.

 En los primeros momentos, el franquismo fue un régimen totalitario bajo la influencia del
fascismo italiano y del nazismo alemán, con un evidente protagonismo político de los militares y de
los falangistas, en el que Ramón Serrano Suñer -cuñado de Franco y gran simpatizante de Alemania-
fue la figura más relevante y la FET y de las JONS desempeñó un papel fundamental.
 A partir del año 42, con las primeras derrotas de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, y
sobre todo desde 1945, coincidiendo con el final del conflicto mundial y la victoria de las democracias
occidentales, el régimen cambió de orientación:
Para reforzar la imagen del Estado como esencialmente católico, se relegó en parte a los
falangistas -grupo predominante en el primer gobierno formado tras la Guerra Civil- para dar mayor
protagonismo político a los católicos, miembros de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas,
cuya presencia en el régimen se presentaba como garantía de apertura política. Por lo tanto, el fascismo
perdió peso político, Serrano Suñer fue destituido de sus cargos y aumentó la influencia política de
los católicos.
En este contexto, para maquillar el carácter dictatorial del régimen y ofrecer una imagen
exterior de legalidad y de evolución hacia fórmulas democráticas, la propaganda franquista empezó
a calificar al nuevo régimen como democracia orgánica -desde 1943 se había prohibido definirlo como
“fascista”-, y se presentó el franquismo como una estructura política con la apariencia de un Estado
de Derecho con la promulgación de un conjunto de Leyes Fundamentales, como la Ley Constitutiva de
las Cortes (1942), configuraba una Asamblea de representación corporativa formada por procuradores
elegidos por el jefe del Estado y, por sufragio indirecto, por las llamadas corporaciones, y que representaban
a los sindicatos, las familias y los municipios, base de la democracia orgánica; estas Cortes no eran
soberanas -no representaban la soberanía nacional-, no eran elegidas democráticamente y carecían de
poder legislativo, ya que el Caudillo tenía plena potestad legislativa; eran un órgano consultivo cuyas
funciones quedaban reducidas a colaborar en la preparación de las leyes, debatir los proyectos legislativos
presentados por el gobierno y proceder a su aprobación; el Fuero de los Españoles (1945), que reconocía,
al menos formalmente, unos derechos y unos deberes fundamentales, supeditados a los principios del
régimen, La Ley de Referéndum Nacional (1945) que preveía la ratificación de textos legislativos
considerados trascendentes a través de plebiscitos convocados por el Jefe del Estado, y la Ley de
Sucesión a la Jefatura del Estado, aprobada en referéndum en 1947, definía España como un Estado
católico, social y representativo constituido en reino. En definitiva, estas Leyes Fundamentales eran tan
solo una fachada para ocultar la verdadera naturaleza del régimen: una férrea dictadura militar.
 En los años 50, en el contexto de la consolidación de las democracias occidentales y del inicio
de la Guerra Fría, que enfrentó al bloque occidental -liderado por EEUU- y al bloque oriental -liderado por
la URSS-, el régimen reforzó su imagen exterior en base a la defensa del catolicismo y la lucha contra
el comunismo, lo que favoreció la salida del aislamiento y su aceptación internacional.
En 1951 Franco apartó del gobierno a los falangistas y a los militares, y promovió a los
católicos de la ACNP (Asociación Católica nacional de Propagandistas). Carrero Blanco fue nombrado
subsecretario de presidencia y Ruíz Jiménez, ministro de Educación.
En 1957 Franco nombró un nuevo gobierno en el que entraron como ministros, a propuesta de
Carrero Blanco, los tecnócratas procedentes del Opus Dei (Navarro Rubio, Ullastres y López Rodó), que
promovieron la liberalización de la economía y su integración en los circuitos internacionales a través del
Plan de Estabilización (1959).
 En los años 60 el régimen franquista mantuvo el inmovilismo institucional, su carácter totalitario y
la política represora, pero inició una tímida apertura política -para garantizar su continuidad y mejorar su
imagen- promovida desde el gobierno por los tecnócratas.
Bajo una creciente presión social se adoptaron algunas medidas de liberalización, más
aparentes que reales, con el fin de favorecer la plena integración de España en los organismos
internacionales. Se promulgaron la Ley de Prensa (1966) -impulsada por Fraga Iribarne, Ministro de
Información y Turismo- que suprimía la censura previa, pero no garantizaba la libertad de expresión; la
Ley Orgánica del Estado -última de las Leyes Fundamentales, aprobada en referéndum en 1966- pretendía
ofrecer nuevamente una falsa apariencia de Estado de derecho, sin modificar en absoluto el carácter
autoritario del régimen; la Ley de Libertad Religiosa (1967), que reconocía la igualdad de todas las
confesiones, y la Ley General de Educación, que ampliaba la escolarización obligatoria hasta los 14 años.
 En la etapa final del franquismo, el deterioro del sistema, provocado por el enfrentamiento entre
aperturistas y el bunker, y la incapacidad del régimen para impulsar un proceso real de
democratización, se agudizó con las repercusiones de la crisis del petróleo a partir de 1973: el aumento
de la inflación y de la tasa de paro incrementaron la conflictividad social y la oposición al régimen.
Explique la política económica del franquismo en sus diferentes etapas y la evolución económica del
país.
 LA AUTARQUÍA.
En la posguerra, entre 1939 – 1959, en los años 40 y 50, el franquismo adoptó una política
económica caracterizada por la autarquía, el dirigismo e intervencionismo del Estado, y el
proteccionismo. El Estado controló todos los sectores de la actividad económica -la producción, la
comercialización y las inversiones- y el mercado -el consumo y los precios- para garantizar el
autoabastecimiento agrario e industrial y evitar la dependencia económica del exterior, en un marco de
aislamiento internacional del régimen.
-En el sector agrario, el Estado intervino el mercado del trigo a través del Servicio Nacional del
Trigo -institución a la que los campesinos estaban obligados a vender toda la producción y que fijaba un
precio de tasa inferior al valor de los productos-, impulsó el regadío, la concentración parcelaria y el
establecimiento de colonos en nuevas tierras de cultivo, a través del Instituto Nacional de Colonización,
y puso en marcha los planes integrales (Plan Jaén y Plan Badajoz).
-En el sector industrial, el Estado impulsó, controló y protegió la producción nacional a través
de una amplia legislación (Ley de Protección y Fomento de la Industria Nacional y la Ley de Ordenación y
Defensa de la Industria Nacional) y de la creación del Instituto Nacional de Industria (INI), un organismo
público fundado en 1941 para impulsar la industrialización y fomentar las industrias de interés estratégico, a
través de la creación de empresas estatales en sectores clave como la siderurgia (Ensidesa), energía
(Endesa, Butano), minería (Hunosa), construcción naval (Astilleros de Cádiz), transporte terrestre (Enasa) y
aéreo (Iberia, Aviaco), sector del automóvil (Seat, Pegaso), material aeronáutico y armamento militar, así
como la nacionalización del sector el ferroviario (RENFE) y las comunicaciones (Compañía Telefónica
Nacional de España). Cualquier inversión en industria quedaba sometida a licencia previa y se
reconvirtieron algunos centros de producción para fabricar bienes de primera necesidad.
-En el comercio exterior, el Estado impuso una política proteccionista, limitó al máximo los
intercambios con el exterior y controló las importaciones y las exportaciones.
La política autárquica frenó el crecimiento económico, lo que se tradujo en un notable descenso
de los niveles de producción y el colapso del comercio exterior, el aumento de la inflación, de la
deuda pública y del desempleo, el incremento de los precios, la caída de los salarios, de la renta per
cápita, del consumo y del nivel de vida, la pérdida de poder adquisitivo, pobreza y hambre, el
racionamiento y el “mercado negro” o estraperlo y un aumento de la corrupción, del amiguismo y del
tráfico de influencias.

 EL DESARROLLISMO.
Entre 1959 – 1973 la economía española experimentó un elevado y rápido crecimiento económico
favorecido por la apertura exterior -el fin del bloqueo diplomático, la ayuda financiera norteamericana y el
ingreso de España en la OECE, el FMI y en el Banco Mundial- y el acceso de los tecnócratas (Navarro
Rubio, Ullastres y López Rodó) al gobierno en 1957, cualificados profesionales, miembros del Opus Dei,
que ocuparon los puestos claves para la toma la decisiones económicas - ministerios de Comercio y
Hacienda, Oficina de Coordinación y Programación Económica- desde donde reorientaron la política
económica del régimen, abandonando definitivamente la autarquía e iniciando un proceso de
liberalización económica.
Su proyecto más ambicioso fue el Plan de Estabilización (1959), política económica que pretendía
poner fin al fuerte intervencionismo estatal y a la autarquía, liberalizar la economía nacional,
incorporarla a los mercados internacionales y establecer las bases para un desarrollo económico
equilibrado.
El Plan de Estabilización incluía un paquete de medidas restrictivas de carácter monetario, fiscal
y comercial para controlar la inflación (elevar los tipos de interés, limitar los créditos bancarios, suprimir
muchas subvenciones y controlar el aumento salarial), reducir el déficit público (recortar el gasto público
-congelar los salarios de los funcionarios y reducir la intervención del Estado en la economía- e incrementar
los ingresos con una reforma tributaria -aumentar los impuestos-), liberalizar el mercado interior (eliminar
los organismos estatales interventores y la reglamentación de precios fijos) y el comercio exterior (facilitar
la importación de mercancías y la entrada de capitales extranjeros, devaluar la peseta y fijar su paridad -
valor de cambio- respecto al dólar).
Inicialmente el Plan de Estabilización frenó la economía y tuvo un fuerte coste social
(desempleo, recorte salarial, caída del consumo, aumento de impuestos, quiebra de empresas no rentables)
pero, tras una etapa de recesión, permitió el crecimiento económico (aumento de los niveles de
producción agraria e industrial, de la renta per capita, de las exportaciones, entrada de divisas e inversión
de capital extranjero, contención de la inflación), aunque persistían los problemas estructurales de la
economía -inflación, deuda pública y déficit de la balanza comercial-.

El proceso de industrialización y modernización de la economía se completó con los Planes


de Desarrollo Económico y Social, programados, supervisados y dirigidos por la Comisaría del Plan de
Desarrollo (1962) bajo la dirección de López Rodó. Fueron tres planes cuatrienales aplicados entre 1964
y 1975 -el último se abandonó en 1973, coincidiendo con el inicio de la crisis internacional- de obligado
cumplimiento para las empresas públicas e indicativos para las empresas privadas. Los Planes
preveían fuertes inversiones de dinero público y la concesión de ayudas estatales a las empresas
privadas (rebajas fiscales, créditos oficiales a bajo interés y subvenciones a la exportación) que se ajustaran
a las directrices marcadas por el Estado. Las iniciativas más importantes fueron la modernización de las
técnicas de cultivo y la mecanización del campo, la concentración parcelaria, una política de obras
públicas para el regadío (embalses y pantanos), la colonización de nuevas tierras y, sobre todo, la
creación de los Polos de Desarrollo y de Promoción (La Coruña, Vigo, Villagarcía de Arosa, Valladolid,
Burgos, Logroño, Zaragoza, Córdoba, Sevilla, Huelva y Granada) para atenuar los desequilibrios
regionales y fomentar la industrialización en las regiones más deprimidas.

Entre 1960 y 1973 la economía experimentó un crecimiento acelerado, conocido como el


“milagro español”, tal como demuestran los indicadores macroeconómicos, que se aproximaron a los de
los países de Europa occidental: elevada tasa de crecimiento anual del PNB (7%), sólo superada por Japón;
aumento de la renta nacional y de la renta per cápita; balanza de pagos favorable al compensar el déficit de
la balanza comercial con las divisas del turismo, las remesas de los emigrantes y las inversiones de capital
extranjero (EEUU); incremento de las exportaciones, de la actividad de las grandes empresas
multinacionales, del poder adquisitivo de los españoles y los niveles de consumo y bienestar.
Ahora bien, este crecimiento económico presentó unas limitaciones importantes: excesiva
dependencia de la coyuntura exterior, aumento de los desequilibrios entre regiones, desigual crecimiento de
los diferentes sectores productivos, insuficiente inversión de recursos públicos en infraestructuras y servicios
sociales, sistema fiscal regresivo basado en impuestos indirectos, economía controlada por la banca privada,
persistencia del déficit público, del déficit de la balanza comercial y de la inflación, no se consiguió el pleno
empleo -por lo que continuó la emigración masiva de trabajadores a los países más ricos de Europa-,
expansión desordenada de las grandes ciudades -suburbios y poblados de chabolas en los extrarradios,
carencia de servicios e infraestructuras en barrios periféricos- y desastres ecológicos.

 LA CRISIS
A partir de 1973, la economía española se desaceleró en el contexto de la crisis económica
internacional provocada por la decisión de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) de
reducir la exportación de crudo y elevar su precio -crisis del petróleo-. La enorme dependencia
energética exterior, la disminución de los ingresos por turismo, la caída de las exportaciones y el
regreso de muchos emigrantes agudizaron la crisis; se registró un incremento notable del déficit de la
balanza comercial, de la deuda externa, del déficit público y de la inflación por la subida de los precios
del petróleo, la peseta se debilitó y la tasa de paro aumentó.

Especifique los diferentes grupos de oposición política al régimen franquista y comente su evolución
en el tiempo.
 En los años 40 la resistencia al franquismo no fue capaz de organizar una oposición sólida
por el fuerte dispositivo represivo desplegado por el régimen, por las discrepancias entre los diferentes
grupos de oposición, porque muchos de sus miembros se encontraban en el exilio -el gobierno
republicano presidido inicialmente por Giral se reunió en México y posteriormente en Francia) y porque la
reconstrucción de la oposición en el interior tuvo que hacerse desde la clandestinidad.
Si dejamos de lado las fricciones que se produjeron en el bando rebelde a propósito del decreto de
unificación, o las rivalidades entre carlistas y falangistas, las pretensiones de los monárquicos representados
por don Juan o las disidencias falangistas, la verdadera oposición al franquismo estuvo encabezada por
el PCE que organizó el maquis, una guerrilla armada antifranquista formada por comunistas, socialistas y
anarquistas -excombatientes del ejército republicano y muchos de ellos incorporados a la resistencia
francesa que combatió a los nazis en la Segunda Guerra Mundial- que operaba en la clandestinidad en las
zonas montañosas, a través de acciones dispersas y poco coordinadas (ataques nocturnos contra cuarteles
militares, ayuntamientos y locales falangistas) y que en los años 40 tuvo una incidencia importante, aunque
ya en 1952 la Guardia Civil y el Ejército desarticularon el último núcleo del maquis, el asturiano.
Por su parte los socialistas y los republicanos formaron la Alianza Nacional de Fuerzas
Democráticas que incluyó a los anarquistas y excluyó a los comunistas, lo que dificultaba la unidad de
acción, y que trató de llegar a acuerdos con Don Juan, quien a través del Manifiesto de Lausana (1945)
propuso como alternativa al franquismo la monarquía constitucional.
 En los años 50 las huelgas obreras de 1951 en Barcelona, Bilbao y Madrid evidenciaron la fuerza
creciente del PCE, mientras que PSOE y CNT perdían influencia. En 1956 las movilizaciones
estudiantiles en las universidades de Madrid y Barcelona contra el SEU y las movilizaciones obreras del
País Vasco, Cataluña y Asturias potenciaron el protagonismo del PCE en la oposición democrática contra
la dictadura con su propuesta de reconciliación nacional y de huelga general.
 En la década de los 60 la oposición política y social al régimen franquista se intensificó y
recurrió a nuevos métodos de acción.
 En el ámbito sindical, las luchas obreras fueron dirigidas por CCOO (Comisiones Obreras), un
sindicato independiente y democrático surgido dentro de la propia organización sindical vertical del
franquismo. Vinculado al PCE, impulsaba la lucha laboral y política, y combinaba la acción legal, a través de
enlaces sindicales infiltrados en los sindicatos verticales franquistas, siguiendo la táctica del entrismo
(Marcelino Camacho fue elegido enlace sindical) y la acción ilegal (huelga), a las que se sumó una
reorganizada UGT. Las organizaciones obreras cristianas -JOC (Juventudes Obreras Cristianas) y
HOAC (Hermandad de Obreros de Acción Católica), base de la USO (Unión Sindical Obrera), también
participaron en las movilizaciones obreras.
 En la Iglesia Católica el carácter reformista del Concilio Vaticano II propició las actitudes
críticas -algunos obispos y sacerdotes cuestionaron el apoyo de la Iglesia al régimen (el cardenal Enrique
y Tarancón, monseñor Añoveros), y los “curas obreros” colaboraron con el movimiento obrero y el PCE- e
impulsó la democracia-cristiana. La injerencia de Franco en asuntos eclesiásticos provocó roces con el
Papado (Juan XXIII y Pablo VI).
 En la Universidad el Sindicato Democrático de Estudiantes se enfrentó al SEU (Sindicato
Español Universitario, sindicato oficial de inspiración falangista) y el movimiento estudiantil contactó con
organizaciones políticas clandestinas (PCE, FLP). La represión se tradujo en expedientes disciplinarios,
expulsión de las cátedras (Tierno Galván), cierre de facultades e intervención de la policía en los campus.
 La oposición política se reorganizó en la clandestinidad y se renovó con el FLP (Frente de
Liberación Popular, conocido como “FELIPE”) y otros partidos a la izquierda del PCE como LCR (Liga
Comunista Revolucionaria), con lo que la oposición se fragmentó y se hizo difícil sumar fuerzas frente a la
dictadura. También aparecieron grupos de oposición cristiano-demócratas ligados a algunas
organizaciones de la Iglesia como la HOAC.
Políticos españoles de la oposición en el exilio y en el interior se reunieron en el IV Congreso
del Movimiento Europeo celebrado en Munich en 1962 -al que el régimen denominó “contubernio de
Munich”. Democristianos, socialdemócratas, monárquicos liberales, republicanos, socialistas, nacionalistas
vascos y catalanes, con excepción de los anarquistas y los comunistas, reclamaron la democratización
del sistema político (instituciones representativas, libertad personal, de expresión, de sindicación,
reconocimiento de las comunidades nacionales). El régimen castigó a los asistentes al Congreso con la
cárcel y el destierro.
Los nacionalismos, singularmente el catalán y el vasco, actuaron también como una oposición
constante contra la dictadura que negaba cualquier principio de autonomía.
 Dentro del ejército se formó la UMD (Unión Militar Democrática) y los movimientos vecinales
reivindicaban servicios e infraestructuras para las barriadas obreras y populares.
 En los últimos años del franquismo, y a pesar de su ilegalidad, los partidos políticos de izquierda
reactivaron su oposición: El PCE, dirigido por Santiago Carrillo, optó por el eurocominismo, y el PSOE
se reorganizó a partir del Congreso de Suresnes (1974) donde Felipe González fue nombrado Secretario
General
Ambos partidos dirigieron coaliciones democráticas de oposición: el PCE impulsó la Junta
Democrática (1974) y el PSOE promovió la Plataforma de Convergencia Democrática. Ambas
organizaciones se unieron en Coordinación Democrática, conocida como “platajunta” que preconizaba
una ruptura democrática con el franquismo.
El reforzamiento de los partidos nacionalistas -en el País Vasco, el PNV y en Cataluña ERC y
CDC (Convergencia Democrática Cataluña) fundada por Jordi Pujol- y el terrorismo de ETA (Euskadi ta
Askatasuna, “Euskadi y Libertad”), del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) y del GRAPO
(Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre) desestabilizaron aún más al régimen, que
respondió con el recrudecimiento de la represión -estado de excepción, consejos de guerra, ejecuciones-
frente al crecimiento de la oposición: el proceso de Burgos (1970) contra militantes de ETA, ejecución del
anarquista Puig Antich (1974) y de cinco activistas -dos ETA y tres del FRAP- (1975) que enturbiaron la
imagen de la dictadura y levantaron protestas dentro y fuera de España.
Tema 17 – El franquismo. Punto 4. La oposición al régimen.
Represente una línea del tiempo desde 1939 hasta 1975, situando en ella los principales
acontecimientos históricos.

BLOQUE 12. NORMALIZACIÓN DEMOCRÁTICA DE ESPAÑA E INTEGRACIÓN EN EUROPA (desde


1975). ESTÁNDARES DE APRENDIZAJE EVALUABLES.
Explique las alternativas políticas que se proponían tras la muerte de Franco, y quiénes defendían
cada una de ellas.
A la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975 quedaron frente a frente tres opciones políticas para el
futuro del país:
 Continuismo. El búnker -el sector inmovilista del franquismo- refugiados en el Movimiento Nacional, el
Sindicato Vertical, el ejército, la policía y otros poderes del Estado, como la judicatura o la administración, y
sectores de la Iglesia y del catolicismo tradicional-, defendía la continuidad pura y dura de la dictadura
utilizando la fuerza y el terror contra los ciudadanos, y el mantenimiento de las viejas estructuras e
instituciones franquistas, incluida la Monarquía (Juan Carlos I había sido designado por Franco y jurado los
Principios Fundamentales del Movimiento).
 Reforma. La reforma política a partir de las leyes e instituciones del franquismo, que pretendía la
liberalización progresiva del régimen desde dentro, hasta su equiparación en mayor o menor grado- con las
democracias occidentales, era la vía propuesta por los aperturistas del régimen, conscientes de que el
franquismo sin Franco era inviable y de que la definitiva integración de España en Europa requería una
evolución política hacia la democracia. Esta fue, finalmente, la estrategia que se impuso en la transición
española.
 La ruptura democrática defendida por los partidos democráticos, encabezados por el PCE, el PSOE
y los sindicatos CCOO y UGT, unidos junto a una multitud de organizaciones políticas y sociales en la Junta
Democrática y en la Plataforma Democrática, luego fusionadas en la popularmente llamada “Platajunta”, y con
una gran capacidad de movilización por su extraordinario respaldo social, a pesar de la clandestinidad y la
represión constante de que eran objeto. La ruptura democrática debería materializarse en la formación de un
gobierno provisional democrático -sin franquistas-, la amnistía para todos los presos políticos, el
reconocimiento de la diferente personalidad de las nacionalidades y regiones de España (estatutos de
autonomía), la convocatoria de elecciones libres a Cortes Constituyentes y la elaboración de una
Constitución a partir de la cual normalizar la vida democrática del país.

Describa las actuaciones impulsadas por el Presidente de Gobierno Adolfo Suárez para la reforma
política del régimen franquista: Ley para la Reforma Política de 1976, Ley de Amnistía de 1977…
De esta pregunta incluyo el desarrollo y el resumen:
 DESARROLLO.
El rey Juan Carlos presionó a Arias Navarro para que dimitiera y nombró presidente a Adolfo Suárez
(julio de 1976), quien fue elegido entre una terna propuesta por el Consejo del Reino, presidido por Torcuato
Fernández Miranda. Ministro en el gobierno de Arias Navarro y Secretario General del Movimiento, el
nombramiento de Suárez sorprendió a todos y causó un rechazo general, ya que de él desconfiaban tanto los
inmovilistas -por considerarlo un político de segunda fila- como los aperturistas -por su estrecha vinculación al
Movimiento Nacional-.
Consciente de la necesidad de hacer reformas a fondo para evitar la ruptura democrática, Suárez
formó un gobierno con figuras poco destacadas dentro de las filas del franquismo, pero de talante
decididamente reformista. Los franquistas reformistas tenían clara la imposibilidad de mantener el franquismo
sin Franco y eran conscientes de la necesidad de negociar una salida con la oposición democrática, siempre
que el control del proceso no se escapara de sus manos; algunos procedían del Movimiento Nacional (Martín
Villa) y otros de la democracia cristiana (Marcelino Oreja, Landelino Lavilla).
En su primera declaración, el gobierno reconocía los derechos y las libertades fundamentales, así
como la legitimidad de los partidos políticos y de las autonomías históricas; anunciaba la concesión de
una amplia amnistía política y la convocatoria de elecciones generales antes de un año; igualmente
declaraba la intención de dialogar con todos los grupos políticos, incluidos los de la oposición.
Y en efecto, las primeras medidas del gobierno fueron despenalizar la pertenencia a partidos
políticos y el ejercicio de los derechos de manifestación y reunión (21 de julio de 1976), conceder una
amnistía por delitos políticos, que permitía liberar a los presos políticos, excepto los condenados por delitos
de terrorismo (30 de julio) y por delitos sindicales (10 de agosto).

LA LEY PARA LA REFORMA POLÍTICA.


En septiembre el gobierno presentó su proyecto de Ley para la Reforma Política, pieza clave hacia la
democracia desde la legalidad franquista, en la que se establecía el procedimiento para celebrar
elecciones a unas Cortes bicamerales por sufragio universal y directo. Se daba por hecho, aunque la ley
no lo indicaba explícitamente, que las nuevas Cortes tendrían carácter constituyente, es decir, que su
cometido principal era la elaboración de una Constitución, junto con las reformas necesarias para la
liberalización política. El Congreso sería elegido por sufragio universal; sin embargo, una quinta parte de los
miembros del Senado serían nombrados por el rey. Además, el gobierno quedaba facultado para convocar
elecciones.
Se trataba de una ley con rango de Ley Fundamental que requería la aprobación de las Cortes
franquistas y su ratificación en referéndum.
Para conseguir el voto favorable de las Cortes franquistas, Suárez y Torcuato Fernández Miranda
-presidente de las Cortes- pusieron en marcha hábiles maniobras políticas -contactos con la Iglesia, con el
Ejército, con los líderes de la oposición, a los que garantizaron la inmunidad, y con los procuradores de las
Cortes; garantías de que ni el PCE ni CCOO serían legalizados ni podrían participar en las elecciones; promesas
y presiones; las expectativas de formar parte de las nuevas Cortes como representantes de las nuevas
formaciones políticas que concurrirían a las elecciones y la convicción de que las Cortes franquistas carecían
de futuro también pesaron en la decisión de los procuradores. La Ley para la Reforma Política fue aprobada
por las Cortes en noviembre de 1976, lo que se calificó de “harakiri”, ya que las Cortes franquistas, al votar a
favor de la Ley, certificaban su propia extinción.

Una vez aprobado en las Cortes, tras una campaña de propaganda desde el gobierno a favor del
voto afirmativo, a pesar de la posición contraria de la extrema derecha y de la petición de abstención por
la oposición democrática, el proyecto fue aprobado en referéndum el 15 de diciembre de 1976; la
participación en el referéndum fue alta y el apoyo a la Ley, contundente (94% de los votos).
La Ley para la Reforma Política significó el fin del franquismo -el Movimiento Nacional perdió su
monopolio político y empezó a ser desmantelado-; la vía reformista hacia la democracia desde la legalidad
franquista se había impuesto definitivamente; la figura de Suárez salió muy reforzada y la oposición
abandonó el planteamiento rupturista.
Sin embargo, tanto la extrema derecha como ETA y los GRAPO respondieron con un recrudecimiento
del terrorismo, que alcanzó la máxima tensión en enero de 1977: grupos incontrolados de extrema derecha
asesinaron a un estudiante en una manifestación y a cinco abogados laboralistas vinculados al PCE y a
CCOO en su despacho de la calle Atocha, mientras ETA y el GRAPO secuestraban a altas personalidades
y asesinaba a militares, policías y altos funcionarios del Estado.

LA LEY PARA LA ASOCIACIÓN POLÍTICA


A pesar de las graves tensiones y de los intentos de desestabilización, el gobierno de Suárez mantuvo
el programa de reformas y los contactos con representantes de la oposición democrática, incluido
Santiago Carrillo, líder del Partido Comunista.
Las Cortes aprobaron la reforma del Código Penal y la Ley sobre el derecho de asociación política
(febrero de 1977) que permitía la legalización de los partidos democráticos, con excepción de PCE, lo que
les legitimaba para presentarse a las elecciones.
Suárez preparó muy discretamente la legalización del PCE, que se hizo efectiva el 9 de abril de 1977,
durante la Semana Santa, convencido de que la normalización democrática y la legitimidad de las elecciones a
Cortes no se conseguirían sin la participación de los comunistas. A su legalización también contribuyó la hábil
política de presión y las concesiones hechas por el PCE, que renunció a la bandera republicana y se
comprometió a aceptar la monarquía. Sin embargo, la reacción de los ultras y de sectores del Ejército fue
inmediata: el ministro de Marina presentó su dimisión y el Consejo Superior del Ejército emitió un comunicado
de repulsa, aunque aceptaba la legalización del Partidoo Comunista por sentido de la disciplina militar. A partir
de ese momento comenzaron a regresar los exiliados comunistas, como Dolores Ibarruri -la Pasionaria-,
presidenta del partido exiliada en Moscú, y el poeta Rafael Alberti

LAS PRIMERAS ELECCIONES DEMOCRÁTICAS Y EL GOBIERNO DE LA UCD.


Después de 40 años desde las elecciones de febrero de 1936, se celebraron las primeras elecciones
democráticas y plurales el 15 de junio de 1977, y fueron ganadas por la Unión del Centro Democrático
(UCD), coalición electoral del centro y la derecha moderada (democristianos, socialdemócratas y liberales)
fundada por Adolfo Suárez (116 diputados), aunque no consiguió mayoría absoluta; en segundo lugar, el PSOE
(118 diputados) y luego, a distancia, el PCE (19 diputados) y Alianza Popular (fundada por Fraga y que
agrupaba a los franquistas posibilistas, 16 diputados). Los partidos nacionalistas obtuvieron buenos resultados
(PNV, el más votado en el País Vasco con 8 escaños, y CDC -Convergencia Democrática de Cataluña- que
consiguió 11 diputados), y también consiguió representación parlamentaria el PSP (Partido Socialista Popular)
de Tierno Galván con 6 diputados, quedando sin representación Fuerza Nueva, movimiento de extrema
derecha dirigido por Blas Piñar y los más conspicuos representantes del búnker. De los resultados electorales
se deduce que los partidos favorables a la reforma (UCD y en menor medida PSOE) tuvieron amplio
respaldo, mientras que los ligados al franquismo (AP) o los que propugnaban la ruptura (PCE), no. Se
habían impuesto los partidos de centro, uno de centro-derecha (UCD) y otro de centro-izquierda (PSOE).

El primer gobierno democrático desde la República, presidido por Suárez al frente de UCD, intentó
gobernar en solitario estableciendo pactos con otras fuerzas políticas a través del consenso para gestionar
una política económica de urgencia, construir el Estado de las Autonomías y elaborar una nueva
Constitución.
 Los Pactos de la Moncloa, firmados en octubre de 1977 por un acuerdo entre el gobierno, los
partidos de la oposición y las fuerzas sociales (organizaciones patronales y sindicales), establecían un
paquete de medidas económicas y de carácter social y jurídico para paliar los efectos de la crisis
energética mundial, regular un nuevo modelo de relaciones laborales y neutralizar la conflictividad
social, y así consolidar el proceso democratizador.
Entre las medidas económicas, que pretendían controlar la inflación, el déficit público y la deuda
exterior, estaban la reforma fiscal (Impuesto Extraordinario sobre Patrimonio, Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas -IRPF- y la lucha contra el fraude fiscal), la devaluación de la peseta respecto al dólar y una
política monetaria restrictiva, la moderación salarial y el control del gasto público, además de impulsar una
política de ahorro energético, y las medidas de carácter social y jurídico incluían la reforma de la Seguridad
Social -ampliación de los seguros de desempleo y de las pensiones de jubilación-, la reforma de la enseñanza,
regulación de los sindicatos y de los medios de comunicación estatal, un programa de inversiones públicas, y
medidas para garantizar la libertad de expresión, de reunión y asociación mediante la reforma del sistema
judicial (reforma del Código Penal, de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y del Código de Justicia Militar, la
reorganización de los cuerpos y fuerzas de orden público).
Los Pactos de la Moncloa consiguieron ciertas mejoras, pero su aplicación se vio limitada por la segunda
crisis mundial del petróleo (1979).

 La Ley de Amnistía de 1977.


Después del indulto concedido en noviembre de 1975 por el rey Juan Carlos I como Jefe del Estado a
los dirigentes de Comisiones Obreras condenados por el Proceso 2001 y la amnistía que el gobierno presidido
por Suárez dio en julio de 1976 a aquellos presos políticos que no hubieran cometido delitos de sangre, varios
decretos parciales permitieron la salida de la mayoría de los presos políticos y el retorno de los exiliados,
proceso que se completó con la Ley de Amnistía de octubre de 1977, aprobada por todos los grupos
parlamentarios, con la abstención de Alianza Popular. Se trataba de una amnistía general que incluía todo
acto político “cualquiera que fuese su resultado”, por lo que también quedaban en libertad los presos de
ETA y del GRAPO. Pero, además, el Estado renunciaba a cualquier investigación futura contra “los delitos
cometidos (hasta entonces) por los funcionarios públicos contra el ejercicio de los derechos de las personas”,
es decir, se trataba de un acuerdo entre las fuerzas de oposición y las élites procedentes del franquismo para
iniciar una etapa de reconciliación nacional.
 Las preautonomías.
Los favorables resultados electorales obtenidos por las formaciones nacionalistas de Cataluña (CDC -
Convergencia Democrática de Cataluña- y ERC -Esquerra Republicana de Cataluña-) y del País Vasco (PNV
y EE -Euskadiko Eskerra-) obligaron al gobierno de Suárez, en busca de apoyos parlamentarios, a afrontar de
forma inmediata el problema de las autonomías históricas; pero, mientras la nueva Constitución no estableciera
el marco jurídico para los nuevos gobiernos autónomos, sólo quedaba la posibilidad de restablecer
parcialmente -como preautonomías- las instituciones regionales establecidas durante la Segunda
República y disueltas por el franquismo.
El proceso preautonómico se llevó a cabo con la creación de los regímenes preautonómicos
mediante decreto-ley, lo que significaba extender el modelo autonómico a todas las regiones, incluidas las que
carecían de tradición histórica propia.
Los primeros regímenes preautonómicos fueron los de Cataluña -el 29 de septiembre de 1977 el
gobierno restableció la Generalitat y Josep Tarradellas, de Esquerra Republicana y president en el exilio,
regresó a Barcelona-, País Vasco -el 4 de enero de 1978 entró en vigor el régimen preautonómico con la
formación del Consejo General Vasco, integrado por los partido políticos con representación parlamentaria; su
primer presidente fue el socialista Ramón Rubial, sustituido al año siguiente por Carlos Garaicoechea, del PNV-
y Galicia -con la creación de una Xunta provisional en marzo de 1978-
Las preautonomías de las demás regiones -hasta un total de trece- se crearon a lo largo de 1978
mediante decreto ley; únicamente las provincias de Navarra, Logroño (La Rioja), Santander (Cantabria) y
Madrid no dispusieron de regímenes preautonómicos, ya que en estos casos se debatía si formarían parte
de otras comunidades autónomas o si constituirían una por sí mismas.

 RESUMEN:
El rey Juan Carlos I nombró a Suárez presidente en julio de 1976, quien formó un gobierno de talante
reformista para evitar la ruptura democrática. En su primera declaración, el gobierno reconocía los
derechos y las libertades fundamentales, la legitimidad de los partidos políticos y las autonomías históricas,
y anunciaba la concesión de una amplia amnistía y la convocatoria de elecciones generales, así como su
intención de dialogar con todos los partidos políticos, incluidos los de la oposición.
Las primeras medidas adoptadas por el gobierno de Suárez, en julio y agosto de 1976, fueron
despenalizar la pertenencia a los partidos políticos y el ejercicio de los derechos de manifestación y de
reunión, y conceder una amplia amnistía por delitos políticos que excluía los delitos de terrorismo y
sindicales.
En septiembre de 1976, el gobierno presentó el proyecto para la Ley para la Reforma Política que
establecía el procedimiento para celebrar elecciones a unas Cortes bicamerales por sufragio universal y
directo; aunque la Ley no lo especificaba, las Cortes tendrían un carácter constituyente. Dado su rango de
Ley Fundamental, fue aprobada por las Cortes franquistas en noviembre de 1976 y en referéndum en
diciembre de ese mismo año. Con ella se abría la vía reformista hacia la democracia desde la legalidad
franquista.
Las Cortes aprobaron la reforma del Código Penal y la Ley para la Asociación Política (febrero
de 1977), que permitía legalizar los partidos políticos, excepto al PCE. La legalización del PCE, en abril de
1977, fue una decisión de Suárez para la normalización democrática.
En junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones democráticas y plurales desde febrero de
1936, y fueron ganadas por la UCD, una coalición de centro-derecha fundado por Suárez.
El nuevo gobierno firmó los Pactos de la Moncloa (octubre de 1977) con los partidos de la oposición
y los agentes sociales (sindicatos y organizaciones patronales), un acuerdo que incluía medidas
económicas, sociales y jurídicas para paliar los efectos de la crisis económica mundial, neutralizar la
conflictividad social, crear un nuevo modelo de relaciones laborales y consolidar el proceso democrático,
con el control de la inflación, el déficit y la deuda, la reforma fiscal con el IRPF y la lucha contra el fraude
fiscal, la reforma de la Seguridad Social con las ampliación de las pensiones de jubilación y los subsidios de
desempleo, una política de ahorro energético y una reforma del sistema judicial para garantizar la libertad
de prensa, de reunión y de asociación.
La Ley de Amnistía de octubre de 1977 incluía todo acto político “cualquiera que fuera su resultado”,
lo que dejaba en libertad a los presos de ETA y del GRAPO.
Entre 1977 y 1978 el gobierno de Suárez restableció las instituciones regionales establecidas durante
la Segunda República que fueron disueltas por el franquismo mediante la creación de regímenes
preautonómicos por decreto-ley. Los primeros fueron los de Cataluña, País Vasco y Galicia hasta un total
de 13, ya que las provincias de Madrid, Logroño, Santander y Navarra no dispusieron de regímenes
preautonómicos.
Con la aprobación de la Constitución por las Cortes en octubre de 1978 y por el pueblo español en
un referéndum celebrado en diciembre, su sanción por el rey y su promulgación se establecía el marco
jurídico para la normalización democrática.

Explique el proceso de elaboración y aprobación de la Constitución de 1978, y sus características


esenciales.
El anteproyecto constitucional fue elaborado por una comisión de las Cortes o “ponencia” compuesta por
7 miembros representantes de UCD (Miguel Herrero de Miñón, José Luis Pérez Llorca y Gabriel Cisneros),
PSOE (Gregorio Peces Barba), PCE (Jordi Solé Tura), nacionalistas catalanes (Miquel Roca) y Alianza
Popular (Manuel Fraga Iribarne) en un clima de entendimiento y consenso entre partidos, de la que quedaron
excluidos el PSP -Partido Socialista Popular- y el PNV, partido que no votaría la Constitución y, en lo sucesivo,
la calificaría de imposición española para justificar sus aspiraciones a la independencia del País Vasco.
El proyecto fue debatido en las Cortes entre mayo y octubre; el 31 de octubre de 1978 la Constitución
fue aprobada por las Cortes Generales con un gran respaldo parlamentario (551 votos de 598) -sólo votaron
en contra el diputado de EE y algunos diputados de AP, mientras que las abstenciones fueron en su mayoría
del PNV- y el 6 de diciembre de 1978 por los españoles en un referéndum, en el que, aunque la abstención
fue muy alta, el 88% de los votos emitidos fueron favorables a la Carta Magna. Juan Carlos I juró la
Constitución el 27 de diciembre, convirtiéndose así en un monarca constitucional. Sancionada por el rey, la
Constitución fue promulgada y entró en vigor el 29 de diciembre de 1978.

La Constitución define a España como un “Estado social y democrático de derecho, que propugna
como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo
político” (artículo 1º.1), lo que significa que todos los poderes se someten a la legalidad, que se garantiza la
participación de todos los ciudadanos en las decisiones políticas a través de sus representantes libremente
elegidos por votación y que el Estado se obliga a promover el bienestar social a través de prestaciones públicas
de carácter social y económico; y afirma que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que
emanan los poderes del Estado” (artículo 1º. 2)

La Constitución reconoce -en el Título I: “ De los derechos y deberes fundamentales”- los derechos y
las libertades de los españoles en una declaración extensa y avanzada que incluye no sólo derechos
individuales y políticos sino sociales y colectivos, entre ellos la mayoría de edad a los 18 años, el derecho a
la vida (abolición de la pena de muerte) y a la integridad física (prohibición de la tortura y las penas
degradantes), las libertades de expresión e imprenta, la libertad ideológica, religiosa y de culto, los
derechos de reunión, asociación, sindicación, manifestación y huelga; el derecho a la educación, a la
sanidad y otros más de carácter social como el derecho al trabajo, a la asistencia y a las prestaciones
sociales, la protección del medio ambiente, la conservación del patrimonio artístico y cultural, el apoyo
económico a los ciudadanos de la tercera edad, y la defensa del consumidor. También garantiza la propiedad
privada y crea la figura del defensor del pueblo.
En la parte orgánica, la Constitución establece la monarquía parlamentaria como sistema político,
regula una nítida separación de poderes y describe las instituciones que asumen los diferentes poderes:
El Rey -que debe jurar fidelidad a la Constitución- desempaña la Jefatura del Estado con carácter
vitalicio, asume el mando supremo de las fuerzas armadas, la representación del Estado y la sanción y
promulgación de las leyes, la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones; es inviolable y no está
sometido a responsabilidad.
El poder legislativo reside en las Cortes, formadas por dos Cámaras: el Congreso de los Diputados
y el Senado, a las que corresponde la elaboración de las leyes, el control del gobierno, la aprobación de
los presupuestos del Estado y la autorización de los tratados internacionales. Ambas cámaras son
representativas y sus miembros elegidos por los ciudadanos mayores de 18 años mediante sufragio
universal directo, libre y secreto.
El poder ejecutivo corresponde al gobierno formado por el presidente, los vicepresidentes y los
ministros reunidos en el Consejo de Ministros. El nombramiento del presidente del gobierno corresponde al
Congreso a través de la votación de investidura y se establece el control parlamentario sobre el gobierno,
de forma que el ejecutivo depende de la confianza del legislativo. El gobierno se encarga de dirigir la política
interior, los asuntos exteriores, la defensa del estado y la administración civil y militar, y elaborar los
presupuestos del Estado. El gobierno posee ciertas atribuciones legislativas que le permiten promulgar
normas con rango de ley por delegación expresa del Parlamento, aprobar decretos-ley en casos de urgente
necesidad -siempre que no afecten a instituciones básicas del Estado ni a los derechos y libertades
fundamentales de los ciudadanos- y dictar reglamentos para aplicar y desarrollar leyes aprobadas por las
Cortes, también dispone de la iniciativa legislativa que ejerce mediante la presentación de proyectos de ley para
su aprobación por los diputados y los senadores.
El poder judicial corresponde a los tribunales de justicia, a los jueces y a los magistrados
independientes, inamovibles, responsables, y sometidos únicamente al imperio de la ley”; se establece el
Tribunal Supremo como máximo órgano judicial y el Tribunal Constitucional controla la constitucionalidad
de las leyes y resuelve los conflictos entre las normativas estatales y autonómicas.
Respecto a la configuración territorial del Estado la Constitución declara que España está integrada
por regiones y nacionalidades que pueden constituirse libremente en Comunidades Autónomas a
través de los estatutos de autonomía que deben aprobar las Cortes, y afirma que la unidad de España es
compatible con la pluralidad nacional, por lo que el modelo que diseña la Constitución es unitario -no federal-
y autonómico -no centralista- El castellano es el idioma oficial y el resto de lenguas son oficiales en sus
comunidades autónomas.
La Constitución define las Comunidades Autónomas como provincias y agrupaciones de
provincias que disponen de un sistema de autogobierno a través de instituciones propias y asumen
determinadas competencias, reguladas en sus Estatutos de Autonomía -normas básicas por las que se
rigen las Comunidades Autónomas, que especifican su organización política y las instituciones de gobierno -
Asamblea legislativa, Consejo de gobierno, Presidencia de la Comunidad y Tribunal superior de justicia-.

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