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Selva Saavedra

Elicura Chihuailaf
Fco. Javier Irazoki
Cristian Cayupan
Juan Huenuan
Javier Arnaiz
Yeries Mussiet
Jaime Medina
J. J. Irarrazabal
Antonia Toscano
Luis D. Gutiérrez
Bárbara Mora
Camila Leficura
Roxíu Ríus
Karen Quiñehual
Elisa Berna
Selva Saavedra: Karina Campos
Nicol Calfunao
Pimpinela Galán
20 años después Camila Pooley
Eugenio Millapi
Macarena Loutit
Su voz aún vive. Aarón Zalacaín
Canuto Anónimo
Javier Aguirre
Jaime Elgueta, Tromailen
El próximo día 22 de noviembre de 2010 se cumplirán 20 años del
fallecimiento de una de las poetas más destacables de la Araucanía
(el día 11 de noviembre se cumplirán 108 de su natalicio). La
prolongada trayectoria de Selva Saavedra (1902-1990) nos da la
oportunidad de encontrar en ella una variedad métrica, de estilo, y
aún de visión del mundo que no han sido aún escuchadas con la
atención que merecen (y cuya presencia en internet queremos
contribuir a amplificar). Estamos convencidos de que su poesía –y
aún más, lo que de ella queda por descubrir- nos guarda aún
sorpresas y revelaciones. La voz de esta mujer hermana de la
naturaleza, atenta siempre ante el débil y el desheredado, sigue
vigente, joven. Porque la edad madura supuso para su escritura una
segunda juventud, y aún nos atreveríamos a insinuar que su poesía
última tiene un aliento renovado y juvenil por lo intenso y lo íntegro y
lo osado. Es hora de celebrar, de leer y cantar a esta poeta, de ir a
pescar en el río de sus yos sucesivos la palabra perdida, la palabra
necesaria, y devolverla al ahora, y reconocerla en su siempre.

Acompaña a Selva Saavedra, en este número, un grupo de poetas


de valía, algunos ya reconocidos y otros que esperamos lleguen a
serlo, tal y como las voladoras plumas de nuestras poetas, que
siguen aspirando a lo más alto, que a veces reside en lo más
humilde.

Buena parte de las ilustraciones se las debemos a Jaime Elgueta,


artista plástico temuquense.
Jaime Elgueta, Lúminesk.
TESTAMENTO

Cuando yo muera
No me cierren los ojos.
Quiero, desde sus musgos,
Seguir mirando la vida,
Asomarme a cada madrugada
A los balcones del sol;
Ser parte de la lluvia,
Pues seguiré soñando
Cada noche callada
En un país de savias, hojas y raíces
Rumoroso como la vida.
Compartiré con todos,
Sin que me vean…

MI LÍNEA CREADORA

¿Cuál ha sido?
¿La que marca el dolor en tantas almas?
¿La que el amor dibuja? ¿Voz perdida
o hallada en horas de tormenta y calma?

Siempre un dardo sutil que hirió imprevisto


el corazón, fue el que rompió la fuente,
y en ella asisto
con espinas y nardos en la frente
al claro oficio eterno de la vida
y al negro oficio eterno de la muerte.

Pero algo nace de mi abierta herida


y nada excusa la marcada suerte.

Pues debemos vivir para quedarnos


eternamente en lo que ya perdimos
y debemos amar, porque al amarnos,
amarrados al mundo, algo seremos.

Selva Saavedra, El claro oficio eterno de la vida.


Jaime Elgueta, Vélchaster
PRESENCIA Y AUSENCIA DEL SER

Hacia dentro de mí me voy en fuga,


Como un río cargado de distancias,
Eco de lejanías, que conjuga
Nascencia y muerte en vaho de fragancias.

Con el alba me voy, en su rosado


Anuncio de horizontes, yo me alejo
Y en su débil perfil desdibujado
Hallo de un sueño apenas un reflejo.

Y me voy con la noche, entre sus sombras


Junto a los astros busco mi camino,
Y en el canto perdido de una alondra
Se prende por segundos mi destino.

Antes de caminar, ya oigo mis pasos,


Ritmo del propio espíritu extasiado,
Suave matiz de auroras y de ocasos,
Inexorable adiós de lo alcanzado.

TOMA MI CORAZON

Toma mi corazón entre tus manos


Y aviéntalo a lo incierto del destino
Que nada importa mi mortal desgano
Si son iguales todos los caminos.

Todo es inútil ya, ceja en tu empeño


Y envuélveme en la gracia de tu olvido,
No hagas objeto de tu inútil sueño
A algo que, sin hallar, ya está perdido.

Selva Saavedra, El claro oficio eterno de la vida.


Jaime Elgueta, Voralk
ÁRBOL

Árbol, amigo mío.


Has sido tú en mi vida
más que un humano corazón.

Jamás pediste nada


Y todo me lo has dado,
Paz y frescura
para mi sien ardiente,
sabrosos frutos
para mis labios llenos de ansiedad.

Sobre tus brazos vigorosos


Me alzaste muchas veces hacia el cielo,
Y bajo ellos trenzados amorosos
En el doliente signo de una cruz,
Se dormirá mi corazón un día…
Árbol, amigo mío.
Has sido tú en mi vida
más que un humano corazón. CHI RENKE

Selva Saavedra Tañi küme wenhüy Renke


Tañi mogen mew eymi
Zoyel fimi, ta che ñi piuke.

Chem norume guillatulaymi nogenchi


kom eulen
kümefelen ka füzkü
tañi füzküam ñi arre ülla-ülla üllumgechi
kümeke fünke
tañi nügaytu amkum küle chi wünh

Tami newen lipag mew


Wenuntutuen wenumapu tuntenchi nagültuen
Kizu new umatuway ñi piuke ta antü

Renke, küme wenhüy,


Tañi mogen mew eymi
Zoyeli, ta che ñi piuke.

Traducción: Juan Ñanculef


Jaime Elgueta, Yitaisek
CHAWAY
(Katanpilun*)

Wiño witraw chi Kuyen zvzvmvkey, pigey


alkvtuwe Ñuke Mapu mew
Wvf mollfvñ ta gvtramkeygvn
ka ti kimfalnochi tvg lafken
Wipvllkvley, Puel Mapu pvle
ti vllcha zomo ñi pu reyñma
Mañvmkey chi lakutun mew
ta ñi chuchu ñi vy
zwamtugetukey Pewma mew
ka ñi ñimñim rvpv
Fachantv, ti chaway keltantukvley
ayog reke
kiñe lvykv liwen reke
Wule kiñe chvni geafuy
kiñe vñum
kam ñi kallfv metawe ti Zugu.

*katanpilun: celebración de la colocación de los aros en las


niñas y traspaso del nombre de su abuela materna.

ARO
Elikura Chihuailaf,
La Luna en menguante
Sueños de Luna Azul. susurra, dicen
en las orejas de la Madre Tierra
Hablan de vertientes de sangre
Y de encantos de secreto mar
En semicírculo, hacia el Oriente
La familia de la muchacha
Agradece la festividad sagrada
Pues el nombre de la abuela
Ha renovado también su Sueño
Su sendero
Hoy el aro cuelga leve
Transparente casi
Como una gota de ilusión
Y mañana puede ser una cesta
Un ave
O el cántaro Azul de su Palabra.
Jaime Elgueta, Eliaior.
LECCIÓN DE PÁJAROS

Nevaba cinco o seis veces al año. Pero era de verdad, y los


prados, las casas y los árboles amanecían cubiertos del color
blanco que cegaba a los caballos. Éstos rompían con sus cascos la
nieve, en busca de un poco de hierba sepultada, o golpeaban con
el hocico las ramas, y morían después de comer las hojas de los
tejos. Los pájaros, hambrientos, les despedían con un réquiem muy
delgado.
Veíamos el vuelo desorientado de los petirrojos y tordos, hasta
que descubrían la abertura de la vivienda. Entraban en aquel túnel
y caían a un desierto de oro: el suelo del desván cubierto de
mazorcas de maíz.
Algunas aves llegaban sin energía para comer los granos
sobre los que enseguida se desplomaban. Yo, niño pequeño,
apretaba con fuerza sus bultos para fundir los hielos de la muerte, y
descendía rápidamente a la habitación donde una cocina de leña
caldeaba los cuerpos de mi familia. Colocaba los pájaros cerca del
horno. Ardían unos troncos de manzanos y cerezos sobre los que
esos pájaros cantaron el verano anterior. Los árboles cortados por
el hacha de mi padre agradecían con el calor los cantos que
aliviaron su vejez.
Esta fue la primera enseñanza. Vi pronto la sombra, aunque
blanca, y el vuelo frágil que quería esquivarla.

FRANCISCO JAVIER IRAZOKI


Jaime Elgueta, Azarcher
PERCIBIR

Percibo la vida en cada momento que no estoy


sumergido en tinieblas mis tardes se estrechan
las huellas del viento se aprietan en mis oídos
mientras escruto raudo mis ojos en el horizonte
un susurro encoge sutilmente mis dos hombros.
Percibo la vida como quien deja caer su sombra a la arena.

ME CONVIVE EL SILENCIO

Alojado en la piedra
me convive el silencio
como una terca letra
habitando en la celda de un crucigrama,
como un tallo incrustado en su flor
me palpita el mutismo
cuya roca me pervive el recuerdo.
Viene el fuego a su hoguera
como los atuendos a su cuerpo,
regresa la palabra a su boca
manoseada como un lápiz cualquiera.
Te vivo en la locura, te compadezco
mas el silencio me convive el fulano que soy.

Cristian Cayupan
Jaime Elgueta, Domkol
LA SUCESIÓN DEL HAMBRE

El hambre de los hijos es un pez oscuro, devorando.


Ella quiebra los ángulos de la comarca.
El hambre de los hijos es de piedra con ojos.
Con ojos indagando en los huesos del mundo.
El hambre de los hijos es un canto que apaga luciérnagas.
Un pez oscuro es el hambre de los hijos.
No se asusta en las llamas del croar de la noche.
No sabe de espíritus o demonios convocados.
Su ignorancia es de un metal sin época.
Cofre embarrado que arrastra la edad de los padres.
Fauces estiradas al cuero antiguo de corceles
como barrigas que reclaman uno a uno sus bocados
o jinete montando la sombra de un dios hambriento.
El hambre de los hijos es un pez oscuro,
devorando la sombra de los dioses.

Apunte III

Solo ojos abiertos quedaron en mi espalda,


arena de la lucha donde otros trazaron su oficio,
ese dolor amordazado de niebla que no leyó la plegaria de mi
estaca
y no supo de la soledad que salía a mi encuentro,
cuando entré viril en la respiración del mundo
y quemé los cerros bajo los huesos,
ya nunca más agua acorralada,
ni comer las espinas de sus motivos.

Juan Huenuan
(del libro Romería).
Jaime Elgueta, Dranzaer

SE CERRARON TUS OJOS


Poema para Sergio

Mientras surcó el agua


los cauces hechos por las lluvias mansas
y la vida derramó sus zarpazos,
los infieles venenos
de la turba vital
se hicieron contra ti
como hilos de tu vida malograda.
Otra vez esta muerte,
con sus sandalias tristes,
peregrinó contigo
en las volutas de humo de tu plata,
sabor de almendras verdes,
pócima que se vierte
por encima de todos tus sentidos,
frontera necesaria
de tu mundo onírico
con tus oníricos amores rotos
acrisolados dentro en tu poesía.

Y te marchaste solo,
como vuelan los poetas,
dejando abandonadas a tus letras.
Tu abecedario triste
se arrinconó sereno
en un lugar ignoto
con tus llorosas aes
rompiendo en tus orillas arrasadas.

Javier Arnaiz
Jaime Elgueta, Levitación de Volkú 2
VI

ayer te puse en lienzo, doncella


agonizo, lo sabes

pero no
no llores
no escurras la tinta que deshaga tu silueta

tú vivirás por mí
en mi nombre

serás joven
eterna
ante tus ojos desfilarán mil humanidades

y aún guardarás mis colores


que ahora son tuyos
es mi regalo doncella
no quiero condenarte a vivir en mi imaginación
que se duerme

no debes viajar conmigo ahora


ni llorar
sé altiva
cuéntale a todos que existí
y que fui feliz amándote
en todos los lugares en que pude soñar
diles que te pinté con mi propia sangre
y que ese marco fue la ventana de mi mundo
de mi verdadera
existencia

Yeries Mussiet, El cantar de las angustias.


Jaime Elgueta, Trewompaizur
Remembranzas

Las trancas
han caído tras el temporal.
Es posible vislumbrar
una puerta entre abierta.
En la casona
rememoran el último atardecer
ese cuando nos reuníamos
junto al salón
Los adultos comentaban cosas
de grandes en lenguajes que no
Lográbamos descifrar.

Mientras mirábamos por la rendija


como se nos escapaba la primavera
entre el florecer de los cerezos
y tardes que nos aquietaban.

Luego venia el susurro dulce de la molienda


cuando reunidos en la cocina se tostaba
el trigo que luego se transformaba
en café de grano ó harina tostada.
Ya no será necesario volver a pelear
por los huevos del gallinero.
(Hoy se pelea por puestos que nunca
han sido de nadie)
En la calle sigue pasando el algodonero
ahora deteriorado y con su carro más roído.
Nos gustaba robarnos el algodón del otro
Y sentir que ese inmenso pedazo en la lengua
Se desintegra como tantos sueños.

Ya no están los establos que cobijaron


Los caballos de nuestros juegos,
Tampoco los trenes que anunciaban
La venida de familiares lejanos,
Los vapores no han zarpado
Lo único que ha llegado es el casino…
Mientras el río sigue llevando
Comentarios a las comarcas olvidadas.

Jaime Medina C.
Jaime Elgueta, Mozadán
Muros de cal y de anilinas

Vapores químicos
tejen el aire de suspiros
y los espejos
devuelven la imagen
del campo de batalla,
cadáveres de la lucha
contra el tiempo,
años esparcidos
en campos de violetas
arraigadas a la tierra.

Tengo los ojos


pequeños hacia fuera
y enormes hacia dentro,
vuelco la mirada
sobre esferas infinitas
deteniendo la pupila
en detalles que no importan:

la brizna de hierba
seca oculta entre el cabello;
el pliegue del párpado
estremecido de sueño;
las uñas mordidas
más allá del borde de los dedos,
la gota de luz
rota en un charco
en el hueco de la acera.

Antonia Toscano.
Jaime Elgueta, Vichor
El Hacedor de Sueños

El Hombre se adentró en el desierto.

Cuarenta días y cuarenta noches sereno y firme ahí se mantuvo. Sin pan
ni agua ni abrigo, firme y sereno se mantuvo.

El Adverso, esencia de todo mal, se atrevió a tentarlo.

Tres veces lo tentó,


tres veces lo aduló,
tres veces lo desafió.

El Hombre, esencia de todo bien, se afirmó al rechazarlo.

Tres veces lo rechazó,


tres veces lo despreció,
tres veces lo venció.

Así el bien triunfó sobre el mal, por los siglos de los siglos.

A la mañana del día cuarenta y uno, el Hombre abandonó el desierto.


Ansiosos sus discípulos lo esperaban. Transfigurado, les dijo: ¡Animo!
No temáis seguirme, no temáis caer, no temáis levantaros, solo temed
negarme y derrotaros a vosotros mismos, solo temed miraros vuestro
ombligo y endiosaros o bifurcaros, solo temed ilustraros y falsearme… id
entonces y esparcid la buena nueva.

Así pues, todas las gentes orando, creyendo, orando, aprendieron a


soñar con el paraíso… aquí en la tierra.

Luis Daniel Gutiérrez Espinoza


luchogutierreze@yahoo.com
Arequipa – Perú
Jaime Elgueta, Muchaycuycachak
Quieren que aprenda de mis errores
Pero como si no dejan
Cometer ningún error
Para poder crecer y no ser mas esa niña.

Ellos con golpes te enseñan


Pero no les agrada que otros
Te enseñen cometiendo errores
Típicos de la vida.

Se les hace más fácil enseñarte


Que ellos son mejores y no cometen errores
Que explicarte
Porque no debes fumar ,drogarte o emborracharte

Ellos hacen de todo


Fuman toman se embarazan
Pero a ti te ven con
Un cigarrillo en la boca y no cuentas dos veces esta historia.

Ellos quieren elegir a tus amigos


Pero tú no puedes elegir a los suyos
Ellos deben aprobar a tus novios
Deben saber donde andas, les tienes que decir todo pero como
si no hay confianza.

Si les cuentas que tu novio es metalero


Te prohíben salir
Te acortan los horarios y te controlan con los llamados
Aunque tu les digas que él no hace nada malo a tu lado.

Ellos no te creen pero tú les tienes


Que creer a ellos,
Ellos te controlan pero podre de ti si los controlas a ellos
Ellos te critican, te castigan pero uno no puede hacer nada
contra eso.

Bárbara Mora
Jaime Elgueta, Oralioj
Solitaria

Ella está sola, sentada frente al mar. Una tenue brisa


soplaba su cabello, una lágrima humedecía su rostro.
Fue difícil saber que aquel hombre, su padre se ha
marchado de su lado. ¿A dónde se fue?, ¿con quién
estará?, son preguntas difíciles de responder para ella.
Sentada al lado de un niño se pone a llorar, pobre de
aquella mujer que ha entregado todo su cariño a los
demás, ofrece su amor, su bondad a toda la gente pero
no le saben agradecer.
Llora desconsoladamente sabiendo que aquel hombre
que tanto ama ya no está en este mundo, Perdida se
siente al imaginar que las manos de él están acariciando
otro rostro.
Solitaria… le dicen, pues sola está, en este infeliz mundo
que sólo desgracias le ofrece.
Se siente mal. La gente de la ciudad sólo la critica, fuera
de su país la aprecian más, los niños sufre por su
ausencia pues aquella mujer que ofrecía el amor que
nadie le dio, se ha marchado para siempre, lejas de la
tierra que la vio nacer.
Ahora está en el regazo de Dios, feliz, por que ya nadie le
dará más sufrimientos.

Camila Leficura, 1er premio Gabriela Mistral 2010.


Jaime Elgueta, Gerofam
Ojalá

Ojalá hubieras renacido


Para volver a ver tus ojos de lucero
Ojalá hubieras renacido
Para volver a recordar viejos tiempos
En los que me querías.

Ojalá hubieras renacido


Para volver a tocar tus manos
Sedosas y con su cálido calor.

Ojalá hubieras renacido


Para sentirte y saber que
Siempre has estado conmigo.

Ojala hubieras renacido


Para poder estar conmigo.

Roxíu Ríus.
Jaime Elgueta, Corrosterio.
La poetisa chilena

Lucila la poetisa
Detrás de una hermosa mujer
De cortos y lacios cabellos que al mirarlos
Parecen bañados en oro.

De nombre fugitivo y mirada tierna,


Llena de hermosos versos
Que llegan a la mente y al corazón
Mediante un largo y precioso viaje
De ternura para descubrirlos.

Mujer llena de virtudes…


Como una golondrina que se hunde volando
En el inmenso cielo…

Claret Cea, 2º premio Gabriela Mistral 2010.


Jaime Elgueta, Yoeltem
ESTAMOS ESPERANDO

Llega el día de la luz.


Habrás saltado
sobre todos los cadáveres
y trepado tu duda
a lo alto de cada rama.
Prepara tu sonrisa porque
llega el día.
Y la sombra se estremece en su rincón
-acorralada-
sabiendo reducido su cubil.

NO OLVIDES

Te recuerdo la última primavera,


cuando temblaron tiernos los tallos
y en tus pupilas hicieron nido
las primeras golondrinas.

Te vestías las noches de esperanza


anudando cabos a tu historia,
y faltaba tiempo en los relojes
para amarrarse a todos los sueños
que guiñaban un ojo por la calle.

Trenzada esta primavera


al ébano caliente de los barandales,
sólo queda unir las claves y aprender
a hilvanar cuentos en toallas
y tapizar con mensajes las paredes.

Elisa Berna Martínez


Jaime Elgueta, Kamashem
Sólo por error.

El sol
está amaneciendo,
y junto con él se esconde
una gran verdad,
verdad impactante y fatal.

Dejándose llevar
por los impulsos
acude al lugar que la vio crecer,
encontrándose allí
con sus hijos jugando.

Flores,
árboles
y palomas,
con todo iba a arrasar.

De un momento a otro
sus perros no cesaban de ladrar,
las montañas decaían,
la cabaña ardía en llamas,
sus manos temblaban,
y un humo negro tapaba la salida.

“¡Oh, Dios! ¿Por qué?


¿Por qué este castigo?”,
exclamó desconsoladamente.
Lleno de odio, rencor y dudas,
negó a Dios.

Derramando lágrimas
se durmió,
por cometer el pecado más grande,
negar al Creador.

Dios divino y salvador.

Karina Campos
Jaime Elgueta, Columir
Cuando el fin llegue

Los mares se levantarán cubiertos de sangre,


Las montañas se harán escuchar,
Los buitres te sacarán los ojos en el camino,
Los árboles encenderán el fuego en sus ramas
Y empezarán a caminar,
Quemando todo sin echar marcha atrás.

La tierra será un verdadero infierno,


Todos se preguntarán,
¿dónde está el hermano
Fiel a Dios?

Pero nunca lo encontrarán,


Y no hallarán a quién culpar.

Las pestes llegarán,


El hambre cubrirá la tierra,
El jinete montado en su caballo
cortará las cabezas.

El que es cristiano
y de sus pecados arrepentido está
no negará a Dios,
y sus dedos de ambas manos cortarán,
sus piernas y sus brazos arrancarán,
hasta llegar a su cabeza
y dar punto final.

Y Dios lo perdonará.

Las seis tazas ya se han derramado,


Pero falta la última, la más dolorosa,
Los demonios invadirán la tierra de humo negro,
Y los hombres querrán subir a las montañas
Y la debilidad se lo impedirá.

Y aún así, seguirán culpando a Dios,


Y su alma se refundirá en las brasas del infierno,
Y todo lo malo acabado, Dios a la tierra llegará
Derramando con sus manos la séptima taza,
Y comienzo a un nuevo mundo dará.

Nicol Calfunao
Jaime Elgueta, Kopatral
Temuco llora

Temuco llora
En sus pies las lágrimas de cemento
En su corazón
Edificios corroídos
Sin alma
Temuco grita en silencio
A las orillas del Cautín
Permanece uno que otro
Que llora también
Penas de tiempos mejores.

Abro mi voz

Abro mi voz
Como calla un cigarro muerto en el cenicero
Abro mi voz
Como calla el silencio entre los árboles
Abro mi voz
Y siento
Y vivo…

Camila Pooley
Jaime Elgueta, Lezondi.
luz del sol amarillo
aire del sur
calor del centro
siento frío
pero calor tengo
estoy confundida
me siento sola
quiero escapar
y arrancar de este mundo cruel
correr seria poco
para escapar de esta hagonia
y salir de este mundo
que te mata poco a poco
quiero gritar
y perderme en esos bosques hermosos
en la lejanía de un bosque algo se ve
no se que es pero viste de negro
siento que alguien me toma la mano
y me dice al oído
corre...corre
pero mis pies no se mueven
derrepente siento que me levantan del suelo
pero no se quien es
ayuda le digo
ayuda que no me quieren dar

Pimpinela Galán
Jaime Elgueta, Héuwandos.
FIN

El fin del mundo es un buen comienzo,


cuando la película dice “The End” empieza la vida.

Aunque sigo sin entender


dónde queda el final de una pelota.
El mundo rueda, no tiene vértices.
A no ser que se refieran a las nieves cordilleranas.

Yo prefiero pensar que Chile está en el centro del mundo.


¿Quién dibuja los mapas?

Tengo una pelota que es como el mundo,


la miro y la giro a mi antojo,
y me quedo mirando un buen rato a Chile,
y está justo donde yo quiero.
El poeta es un pequeño dios, dijo mi profesora.
Yo le entiendo.

¿Arriba y abajo
qué significan en el universo?
Y ahora pongo a Chile arriba,
y el estrecho de Magallanes es la cabeza del mundo.
Arriba es abajo,
abajo es arriba.
Y la Antártida es el sombrero de Chile, y el sombrero del mundo.

Los Mapuche eran muy orgullosos


porque vivían en el centro del mundo.
También los Incas.
Pero luego nos contaron que éramos el fin del mundo,
y nos lo creímos.
La navidad es en verano, y la decoramos con nieve mentirosa.
Estamos fuera de lugar.

Pero yo vuelvo a coger la pelota, la miro


Y entonces sé que el centro del mundo está aquí,
y me gusta más el año nuevo cuando lo dice el sol del Wetripantu.

Eugenio Millapi
Jaime Elgueta, Heuwán Kreeh
Verdes montañas hieren mi memoria,
regazo en que mi vida se quedó,
qué infortunio me trajo a este otro yo,
que rueda con el agua transitoria

de este río infeliz; mueve la noria


pero hueco el molino como un no,
como el hueco de sombra de la o,
parada en la rivera ya la historia.

De este río del tiempo caudaloso,


de esta sombra que con el sol se acerca,
de este precipitado rumoroso,

tal vez la voz derribará mi cerca,


tal vez comience el mundo a ser hermoso,
tal vez cambie mi muerte mi sed terca.

Aarón Zalacaín
Jaime Elgueta, Digoki
Mi Secreto

Con un secreto vespertino


me levanto para ser feliz.
Un sonido completamente agónico,
desempeñado a crecer en mi silencio.

Cada vez, pienso lo contrario a lo que


tú sientes.
No se si sea así , la verdad .
Yo creo que cada uno tiene su manera
de sentir las cosas.

Mi secreto no representa algo que tú no sepas,


solamente es la pura y santa verdad.

Mi secreto es entre tú y yo , de nadie más


Mi secreto es el mismo tuyo.
No tiene límites ni tiempo.

Mi secreto se ha limitado a decir


lo tan hermosa que eres.
No tiene barreras ni fronteras.
Mi secreto ha llegado hacia el fin,
por eso que ya nadie cree lo
fantástico que es.

Canuto Anónimo
Jaime Elgueta, Shambrok
Taller literario Sayenco,
fuegos de palabras que se propagan.

Joan Miró dijo en su día que el arte está en decadencia desde la cueva de Altamira, es
decir, desde los murales de las cavernas. Su pintura trataba de recuperar la creatividad
de la infancia de la humanidad, el espíritu sin límites del niño. La escuela –recordemos
el dibujo que abre El principito de Antoine de Saint-Exupery- pareciera en ocasiones
tener como misión poner puertas al campo, y hacer de los niños pequeños adultos
razonables y, por tanto, sensatos, formales y prácticos.

Pero no nos engañemos. Jugar y soñar pueden ser más útiles de lo que a simple vista
pudiera parecer. Los cachorros de león se preparan en sus juegos para la caza mayor.
Los sueños no sólo sueños son. Y el manejo del lenguaje, que es el manejo del
pensamiento, no hay mejor manera de descubrirlo que jugando. ¿Se atreverá alguien a
decir que pensar no sirve para nada?

Por eso, con Víctor Moreno, pensamos que la escuela (el liceo) debe alentar y no apagar
la imaginación, y que la literatura no debe ser en ningún caso –según la expresión
acuñada por Jean Paul Sartre- un paseo por el cementerio. Por eso un taller literario
debe hacer honor a su nombre y debe producir. Y para promover la escritura debe ser
entretenido, atractivo. Y a fe que la escritura puede serlo, no sólo como actividad
solitaria, sino ante todo como recreo colectivo. Desde obras clásicas como la Gramática
de la fantasía de Giovanni Papini, hasta sitios de Internet como
www.DificildeJuglar.com nos aportan ideas y fórmulas para hacer de la escritura una
actividad lúdica.

Desde siempre, una manera de alentar a los escritores principiantes es dar a conocer sus
escritos, y si es posible, hacerlos compartir espacios con autores consagrados. Mediante
la revista virtual Sayenco, heredera de la que fundara allá por 1994 la recordada
profesora María Eugenia Caamaño Lillo, escritores de distintos países han cohabitado
con las verdes letras de las jóvenes estudiantes del Taller, y sus lecturas se cuentan por
millares en cada nuevo número. El reconocimiento de los concursos locales también ha
resultado un buen acicate. Y para los más reacios, la música suele abrir puertas (gracias
a los cantautores) que pueden guiar la curiosidad del oyente a descubrir a los poetas.

Sin pretender establecer conclusiones definitivas de una actividad en progreso, el taller


Sayenco es una propuesta concreta para estimular la expresión y comprensión literaria
desde un enfoque lúdico, aunque no por eso menos serio.

Javier Aguirre
(Síntesis de la ponencia sobre el Taller Sayenco presentada en el III Congreso
Latinoamericano de Estudiantes de Pedagogía, desarrollado en la Universidad Católica
de Temuco).

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