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BERNABE COBO

Nació en 1582 y muere en 1697. Sus padres fueron Juan Cobo y Catalina de
Peralta. A los 15 años embarcó para América En su obra Historia del Nuevo
Mundo hace importantes aportes a las ciencias naturales, especialmente a la botánica.
Esta obra fue hallada en la Biblioteca de la Iglesia de San Ocacio en Sevilla en 1893
de la cual sólo se ha podido publicar el primer tomo y parte del segundo. El tercer
tomo que trata sobre México no ha sido hallado. En el primer tomo es de particular
relevancia la descripción detallada que hace del sistema de ceques del Cuzco y otros
valiosos datos sobre la civilización incaica proporcionados por su informante Alonso
Topa Atau, descendiente de Huayna Cápac.
Se observa los antecedentes del viaje de Colón hacia el “Nuevo Mundo” y como la
población de los reinos de la península ibérica se comportaba ante tales hechos. La
reconquista que se gana y por lo cual termina la presencia árabe en la península, pero
solo de una forma dominante, ya que los moros pudieron quedarse en el territorio si
aceptaban convertirse a la religión católica y llevar las costumbres que esta dicta y no
practicar más su religión.
Muestra como la sociedad se fue modificando paulatinamente gracias a distintos hechos
como la expulsión de los moros y judíos, como se reacciono hacia la novedad de los
indios de las Canarias y como fueron tratados los grupos anteriormente mencionados
junto con ellos. También se ve lo que trajo consigo el descubrimiento de un nuevo
continente, que hasta el momento no se sabia que era eso: Un nuevo continente, como
los indios y las distintas riquezas como las pepitas de oro o cosas propias de esas
tierras, al igual que la algarabía que causo en los poblados en los que Colón mostraba
sus hallazgos.
JOSE DE ACOSTA
Nació en 1540 y falleció en 1600 fue jesuita, antropólogo, naturalista español que viajo
al Perú en 1571 enviado por los jesuitas al virreinato que colaboro con el virrey Toledo.
Sus padres fueron Antonio de Acosta y Ana de Porres. Fundo varios colegios lo que lo
llevo a investigar sobre el territorio, sus habitantes aborígenes y las lenguas de los
nativos
LA "HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS" El título completo de la obra a saber
reza: Historia Natural y Moral de las Indias, en que se tratan las cosas notables del cielo, y
elementos, metales, plantas y animales dellas y los ritos, y ceremonias, leyes y gobierno, y
guerras de los indios. El libro de José de Acosta ya es, sin disputa, la obra más lograda de
nuestro autor, tanto por sus valores intrínsecos como por ser, quizás, la que de manera más
evidente explicita el pensamiento de Acosta. La importancia y el valor de la obra y del propio
Acosta, se pusieron de manifiesto inmediatamente después de la publicación de la Historia y
es precisamente debido a ello por lo que se reeditó tantas veces y se tradujo a tantos idiomas,
publicándose también repetidamente en cada uno de ellos. Hoy podemos decir que la Historia
Natural y Moral de las Indias de José de Acosta se adelantó en muchos aspectos a su tiempo y,
por eso, influyó profundamente en el pensamiento de su época e hizo avanzar el desarrollo
científico de los siglos siguientes de manera decisiva. La composición de este libro la inició
Acosta estando todavía en Indias, pero sólo lo terminó de revisar en 1588, estando en Génova.
El 21 de febrero de 1589 se presentó a la censura el texto de la Historia ya terminado
enteramente. Sus traducciones al italiano, francés, alemán, inglés, holandés e incluso latín, han
hecho de esta obra una de las más populares y ampliamente conocidas en Europa de cuantas
se escribieran en el siglo XVI sobre el Nuevo Mundo. Ya en el mismo Proemio al lector de la
Historia Natural y Moral de las Indias el autor afirma que son muchas las obras que se han
escrito hasta entonces sobre los hechos y sucesos de los españoles que han conquistado y
poblado el Nuevo Mundo pero en cambio hasta ahora no he visto. Es así que, habiendo
dedicado los cuatro primeros libros de su Historia al tratamiento de la naturaleza de las Indias,
los otros tres libros los dedicará a la historia moral, que no es otra cosa que una descripción o
estudio etnológico del mundo americano. De ahí gran parte de la modernidad del libro de
Acosta, ya en 1590, pues pese al tiempo transcurrido desde el descubrimiento primero --1492-
- y las conquistas de México y Perú --1519 y 1532-- ninguno de los libros más populares en
Europa había tratado, de la manera en que enfrentaba el problema Acosta, el perfil natural y el
perfil étnico del continente americano. En lo que se refiere al mundo indígena, Acosta se
proponía destruir algunos de los muchos prejuicios que en aquel tiempo se habían difundido
por Europa: Habiendo tratado lo que toca a la religión que usaban los indios, pretendo en este
libro escribir de sus costumbres y pulicia y gobierno, para dos fines. El uno, deshacer la falsa
opinión que comúnmente se tiene de ellos, como de gente bruta, y bestial y sin
entendimiento, o tan corto que apenas merece ese nombre. Del cual engaño se sigue hacerles
muchos y muy notables agravios, sirviéndose de ellos poco menos que de animales y
despreciando cualquier género de respeto que se les tenga. Esta tan perjudicial opinión no ve
medio con que pueda mejor deshacer, que con dar a entender el orden y modo de proceder
que estos tenían cuando vivían en su ley; en la cual aunque tenían muchas cosas de bárbaros y
sin fundamento, pero había también otras muchas dignas de admiración. [#] Más como sin
saber nada de esto entramos por la espada sin oílles ni entendelles, no nos parece que
merecen reputación las cosas de los indios, sino como de caza habida en el monte y traída para
nuestro servicio y antojo. Los hombres más curiosos y sabios que han penetrado y alcanzado
sus secretos, su estilo y gobierno antiguo, muy de otra suerte lo juzgan, maravillándose que
hubiese tanto orden y razón entre ellos. Como puede apreciarse por el párrafo transcrito, el
indigenismo de Acosta manifiesta con razones la valoración que le merecen las culturas
indígenas --en especial la de los incas y aztecas--, a las que sitúa en un plano de relativa
igualdad con otras culturas, haciendo de ello, como consideración final, la de que aquellas
gentes podían aprender para igualarse en lo referente al conocimiento de Dios, con los propios
conquistadores. Ese es un planteamiento indigenista que no ha sido valorado frecuentemente,
pero que constituye algo así como el origen del americanismo moderno, ya que el fundamento
del conocimiento científico de las culturas indígenas y el propio Acosta en uno de los primeros
estudios comparativos que se han hecho en el mundo con referencia a las culturas indígenas
de América. Pese a ser el indigenismo lascasiano más llamativo e influyente, el indigenismo de
aquellos primeros americanistas constituye un más sólido fundamento de lo que puede ser el
indigenismo del futuro. Un segundo aspecto del indigenismo del P. Acosta resulta más
sorprendente que el primero, ya que tiene proyecciones políticas, indudablemente
revolucionarias para la época en que se expusieron: El otro fin que puede conseguirse con la
noticia de las leyes y costumbres y pulicia de los indios, es ayudarlos y regirlos por ellas
mismas, pues en lo que no contradicen la ley de Cristo y de su Santa Iglesia, deben ser
gobernados conforme a sus fueros, que son como sus leyes municipales, por cuya ignorancia
se han cometido yerros de no poca importancia, no sabiendo los que juzgan ni los que rigen,
por dónde han de juzgar y regir sus súbditos; que demás de ser agravio y sinrazón que se les
hace, es en gran daño, por tenernos aborrecidos como a hombres que en todo, así en lo bueno
como en lo malo, les somos y hemos siempre sido contrarios. En la introducción a una reciente
edición de algunos Tratados de Las Casas hemos puesto de manifiesto la posibilidad de
considerar en algún sentido los planteamientos lascasianos no como indigenistas en el sentido
clásico de la expresión, sino como de un indianismo primitivo en el que la idea fundamental del
dominico en relación con el problema de las culturas indígenas era la de conservarlas en
estado de preservación y aislamiento respecto de la española, de manera que estando
incluidas en el organismo político que era el Imperio, y siendo sus habitantes indios, súbditos
del emperador, se desenvolverían como entidades políticas independientes, con sus órganos
de gobierno, según la tradición indígena. Ese mismo planteamiento indianista es el que
apreciamos en el P. Acosta, quien propugna la aplicación de sus propias leyes, costumbres y
policía, afirmando que deben ser gobernados conforme a sus fueros, que son como sus leyes
municipales.

MARTIN DE MURUA
(1525 o 1540 - Madrid, 1617 o 1618) religioso mercedario español, que pasó al Virreinato
del Perú como doctrinero En 1595, Martín de Murúa fue después procurador del convento
del Cuzco. En 1600 residió durante un tiempo en el convento de San Juan de Letrán, en la
villa de Arequipa. En 1608 retornó al Cuzco, donde fue comendador de su convento y
arcediano de la Catedral. Sin pertenecer necesariamente al grupo de los cronistas
toledanos, Murúa recogió de otras crónicas, como las de Pedro Cieza de León y Juan de
Betanzos, la lista de incas que supuestamente reinaron el Tahuantinsuyo para establecer
su historia. Pero sus fuentes no acaban allí, y el mercedario repite a cronistas
como Francisco de Xerez, Cristóbal de Mena, Pedro Sarmiento de Gamboa, Miguel
Cabello Valboa e informaciones del cronista indio Felipe Guamán Poma de Ayala, del cual,
según parece, tomó también sus ilustraciones como modelo para los 122 dibujos que se
encuentra en el manuscrito de su obra.
Es de resaltar su predilección por relatar ritos y costumbres del amor sensual. Su obra
contiene detalles sobre la vida íntima de los incas, mencionando detenidamente a
las coyas u esposas de dichos reyes, algo que hasta entonces no habían hecho los demás
cronistas. Se explaya además en las leyendas de monstruos del área andina, como
las Amazonas, los Gigantes y otros seres míticos.
Raúl Porras Barrenechea destaca su prosa amena y pintoresca.

CRISTOBAL DE MOLINA
Cristóbal de Molina, apodado «el cuzqueño» (Baeza, Corona de
Castilla, 1529 - Cuzco, Virreinato del Perú, 1585) fue un clérigo y cronista español.
Gracias a los años de convivencia con los nativos, aprendió el idioma quechua, hasta el
punto de manejarlo con gran destreza. Se desempeñó como doctrinero de los indios y
desde el atrio de la Catedral del Cuzco predicó en el idioma nativo los sermones
dominicales.
En 1565 fue nombrado cura de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios del
Hospital de Naturales del Cuzco. Se ganó la confianza de los indios y recogió antiguas
tradiciones del Imperio incaico.
Se le recuerda también por haber reconfortado al inca Túpac Amaru I durante su ejecución
en la Plaza de Armas del Cuzco en 1572. Fue también visitador eclesiástico de la provincia
por encargo del virrey Francisco de Toledo, cuando éste hizo su recorrido por el territorio,
en 1568 y en 1575. Y acompañó al obispo del Cuzco, Sebastián de Lartaun, al III Concilio
Limense desarrollado en la capital virreinal en 1583. Por encargo de dicho obispo
escribió Relación de las fábulas y ritos de los Incas
BLAS VALERA
Hijo del capitán español Luis Valera y de Francisca Pérez, realizó sus primeros estudios
en Trujillo (Perú) y los prosiguió en Lima. Ingresó como novicio en la Compañía de
Jesús en 1568 y dados sus conocimientos del quechua, participó en las misiones que los
jesuitas habían establecido en Huarochirí, importante centro prehispánico de culto que a
principios del siglo XVII sería escenario de la más intensa campaña de extirpación de
idolatrías, llevada a cabo por Francisco de Ávila.
Fue ordenado en el Cusco en 1574 por el obispo Sebastián de Lartaun. Valera era un caso
especial en aquellos tiempos: era un mestizo bilingüe y letrado de primera generación. Se
le encargó la compilación de noticias sobre la civilización prehispánica, pero las sospechas
que levantaron sus simpatías hacia la cultura inca hicieron que la Compañía cerrara el
acceso de mestizos en la orden y supusieron una opinión negativa de él.
Tomó parte activa en el III Concilio Limense de 1583, y se ocupó de la traducción, del
castellano al quechua, de catecismos, confesionarios y otros textos para los
evangelizadores de indios. Por otra parte, existen evidencias de que Valera fue acusado
de herejía al incluir ciertos comentarios favorables al incanato y que, consecuentemente,
fue encerrado por los mismos jesuitas por un período breve.
Hacia 1590, viajó a Europa para preparar la impresión de sus obras. Estuvo
en Cádiz cuando esta ciudad fue saqueada por los ingleses en 1596, hecho relacionado
con la pérdida de muchos de sus escritos, entre los que se encontraba una "Historia de los
Incas", titulada Historia Occidentalis, de cinco tomos, de la cual sólo se conservaron unos
fragmentos. Se sabe que éstos, luego de la muerte de Valera en 1597, fueron entregados
al Inca Garcilaso de la Vega por el padre Pedro Maldonado de Saavedra en 1600. El
mismo Garcilaso la menciona explícitamente como fuente de sus "Comentarios Reales de
los Incas", que narran por momentos una "edad dorada" anterior a la llegada de los
españoles y de la cristiandad.
Se sabe que escribió otras obras sobre los incas.
TITU CUSI YUPANQUI
Titu Cusi Yupanqui o Titu Cussi Yupangui en quechua
general (Cuzco, 1526 - Vilcabamba, 1570 ), fue el 3° monarca inca en el Reino de
Vilcabamba, entre 1563 y 1570. Hijo natural de Manco Inca, su medio hermano Sayri
Túpac, el 2° inca de Vilcabamba, decidió aceptar las condiciones ofrecidas por
los españoles y renunciar al trono, por lo que Titu Cusi Yupanqui se convirtió en el nuevo
gobernante del reino de Vilcabamba, un pequeño reducto inca que comprendía la propia
ciudad de Vilcabamba así como las localidades de Vitcos y Rangaya.1

En este punto se reseñan las vidas y obras de los cronistas nacidos en el Perú y que escribieron
sus obras a estilo de crónica. Si bien hemos optado por el nombre de "cronistas andinos" para
designar esta selección, que también se pudo llamar "cronistas originarios". Recalcamos que
no nos estamos refiriendo al origen étnico de los cronistas, sino al medio al cual pertenecen,
sean estos indígenas, mestizos o criollos. Los aquí mencionados tienen como similitud el ser
considerados tanto los recuperadores de una herencia andina, asimismo como los portadores
del sincretismo cultural que permitía identificarse con un mundo andino, cristiano y colonial.

Titu Cusi Yupanqui, el tercero de los incas de Vilcabamba, finalizó su crónica titulada
Instrucción del Inga don Diego de Castro Titu Cusi Yupangui para el muy Ilustre Señor el
Licenciado Lope García de Castro en 1570, cuando ya había adoptado el nombre cristiano de
Diego de Castro y capitulado ante los españoles. Su obra, se trata más bien de una instrucción,
es decir, una probanza de servicios y un reclamo de agravios dirigido al entonces gobernador
del Perú, Lope García de Castro y al rey de España. Allí se relata tanto los agravios cometidos
por los hermanos Pizarro a su padre Manco Inca, como así el cerco del Cuzco realizado por el
mismo líder de la resistencia incaica. Titu Cusi también relata en su instrucción un relato
particular de la captura de Atahualpa, donde tilda al Inca de usurpador contraponiéndolo a
Manco Inca. Si bien su relato puede ser considerado el de una persona de origen andino, la
primera crónica de este tipo, los historiadores han determinado que la Instrucción ha sido
alterada por el escribano español, el fraile agustino Marcos García, como se puede observar en
la redacción. Aun así es un texto con mucha información de las primeras impresiones de un
indígena del Tahuantinsuyo ante la llegada de los españoles.

Juan de Santa Cruz Pachacuti es uno de los cronistas andinos de los que menos se sabe. Se ha
fechado su crónica en 1613 y se le ha titulado, al parecer posteriormente y no por el
autor, como Relación de antigüedades desde reino del Pirú. En ella, se relatan mitos
de origen andino en los cuales se combina tanto la tradición andina prehispánica como
una influencia del modelo mitológico europeo, como es el caso de la vida de los
santos.

Felipe Guamán Poma de Ayala es quizá el paradigma del sincretismo en los cronistas
andinos. Si bien en un inicio se le consideró un cronista puramente andino, ahora se le
reconoce la cualidad de pertenecer a un contexto multicultural en el cual lo andino fue
tomado tanto como lo hispano para elaborar su obra, El primer nueva corónica y buen
gobierno. En ella, el cronista nacido entre 1530 y 1550 intenta elaborar como su título
lo evidencia, una crónica de los sucesos desde el Tahuantinsuyo y posteriormente con
la conquista, enfatizando los abusos que los españoles llevan a cabo hacia los indios,
y luego una serie de recomendaciones -el buen gobierno- para conseguir una
convivencia dentro del virreinato. Lo más interesante dentro de la obra de Guamán
Poma, y lo que ha llamado la atención de los historiadores desde la década de 1990,
es la particular explicación que tiene del cosmos, contraponiendo categorías andinas a
las europeas que en muchos casos confunden al lector y que no hace más que
confirmar su condición de punto medio entre dos culturas a la vez en pugna y en
sincretismo. El mismo autor fue consciente de esta particularidad, de esta nueva
manera de contar la historia a la vez andina y europea, y es por ello que antepuso al
título de su crónica el epíteto de "nueva". Asimismo, el texto de Guamán Poma no está
exento de intereses y manipulaciones, pues el objetivo último del autor es probar que
su linaje ha servido a la Corona española desde la misma llegada de los
conquistadores, con la finalidad de hacerse de una serie de beneficios que ya había
venido reclamando en los fueros de justicia coloniales. Al parecer la obra nunca llegó
al mismo Rey de España, pero sí a la corte, pues uno de los manuscritos originales se
encuentra hoy en la Biblioteca Real de Dinamarca, donde llegó posiblemente gracias a
un embajador o coleccionista danés. La supervivencia física de la crónica se debe
también a los dibujos realizados por el autor, que terminan por darle un carácter único
a la obra. Actualmente, se pueden revisar sus 1189 páginas en formato electrónico
gracias al proyecto de digitalización realizado por la Biblioteca Real de Dinamarca en
1998 y a la consultoría académica de la doctora Rolena Adorno, con la finalidad de
preservar el manuscrito original. En la dirección web http://www.kb.dk/elib/mss/poma/
también se encuentran ensayos, enlaces y tablas para la búsqueda más apropiada.

La conocida crónica del Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales de los Incas,
fue publicada en Lisboa en 1609. Escrita en el autoexilio en España del autor, los
Comentarios reales es una de las más conocidas y consultadas crónicas, poseedora
de una belleza literaria inédita producto de la amplia cultura renacentista del autor,
producto de ello es la gran cantidad de textos de análisis literario e historiográfico
sobre su vida y obra. Garcilaso es interlocutor, al igual que los cronistas mencionados,
de dos culturas, pero de una manera más científica, lo cual le permitió utilizar -
anotando el origen y la fuente- tanto relatos de origen andino como fuentes escritas
europeas. Los Comentarios reales alcanzaron rápidamente traducciones a varias
lenguas europeas y fue la segunda edición de 1617 la que llegó a manos, entre otros,
de José Gabriel Condorcanqui, el posteriormente conocido Túpac Amaru. Si bien la
obra de Garcilaso ha tenido siempre mayor verosimilitud y crédito que otras, hay que
recordar que el autor tiene una intención bastante clara dentro de su historia -que
implica una versión de la verdad- que es la de establecer la legitimidad de sus
antepasados incas, no olvidemos que es hijo ilegítimo del español Sebastián Garcilaso
de la Vega Vargas y de la noble indígena Palla Chimpu Ocllo, convirtiendo en
monarquía el gobierno de los Incas. Su influencia directa fue muy duradera en los
investigadores e historiadores, y recién en el siglo XX es que se le cuestiona y estudia
con más detenimiento, sin que por ello se haya visto mellada su importancia como
cronista elaborador de una historia andina.
SANTA CRUZ DE PACHACUTEC
Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamayhua (Virreinato del Perú, fines del siglo
XVI - siglo XVII) fue un cronista indígena peruano, autor de la obra Relación de las
antigüedades deste Reyno del Pirú, de breve extensión pero de gran valor por la
información de tipo etnohistórico que proporciona Su Relación de las antigüedades deste
Reyno del Pirú, es una recopilación de tradiciones incaicas, acompañadas de dibujos y
escritas en un castellano rudimentario, mezclado con frases en quechua y aymara. Se cree
que fue escrita hacia 1620 o 1630 (otros dicen en 1613), aunque no fue publicada
hasta 1879 por Marcos Jiménez de la Espada, con otras dos crónicas, bajo el título
de Tres relaciones de antigüedades peruanas. El original se encuentra actualmente en
la Biblioteca Nacional de Madrid. Existe una edición anterior, en inglés, realizada por
sir Clements R. Markham en 1873.
Cada capítulo de esta obra es un cantar sobre la vida de un Inca. A pesar que,
históricamente, los collas fueron enemigos de los Incas, Santa Cruz Pachacuti demuestra
respetuosa imparcialidad en su relato. Recuerda a la obra de Guaman Poma de Ayala en
lo áspero de su lenguaje y en la elocuencia de los dibujos que acompañan el texto. Uno de
dichos dibujos es un diseño que supuestamente habría figurado en la pared principal del
«altar mayor» del templo de Coricancha en el Cuzco, y que representa la cosmovisión
andina («mapa cosmogónico»). Destacan también en la obra, las canciones y poesías en
idioma nativo, que han sido citadas recurrentemente por diversos críticos y estudiosos
como ejemplares de la poesía quechua.

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