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Pbro.

Iván Cardona Ríos

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Carisma de Sanación
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¿Qué pedimos al Espíritu Santo?


Dos cosas pedimos al Espíritu para el cuerpo enfermo, la fuerza y la curación;
ya que Él no se limita a reforzar nuestra debilidad, a sanar las heridas y
subsanar los desgastes de nuestro organismo, hace más, lo libera de su misma
precariedad y prepara su plena y definitiva redención. Se abre ante nosotros un
amplio horizonte, la relación entre el Espíritu Santo y las curaciones, las
cuales realizadas por Jesús nos demuestran que también el cuerpo es capaz de
recibir la acción del Espíritu de Dios. Jesús cura no para demostrar algo, sino
porque ha venido a “salvar lo que estaba perdido” (Lc. 19,10). Junto con el
anuncio del evangelio, la curación de los enfermos ocupa un puesto en los
discursos misioneros: “los envió a predicar el reino de Dios y a curar a los
enfermos” (Lc. 9, 2).
La unción que sana, restaura, libera y convierte al ser humano, esto es salvar
lo que estaba perdido. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen
al conocimiento de la verdad, por ello, hay profetas que anuncian la buena
nueva, evangelizan en el poder del Espíritu y los signos que se manifiestan
como fruto de la evangelización, conversiones, curaciones, liberaciones,
restauración personal y familiar manifiestan que el reino de Dios está en
medio de nosotros.
Ser sanados y liberados demuestra el toque de la unción de Dios para el
cristiano que por la fe se abre a la acción de Dios para abrazar el don
maravilloso de la salvación integral, “porque si profesas con tu boca que
Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios los resucitó de entre los
muertos, serás salvo”. (Rom 10, 9). Tanta unción es derroche de bendición de
Dios para nuestra Iglesia católica por la vida sacramental y por el clamor
ardiente en la oración, al Espíritu Santo para que el toque de su amor sea
eficaz en nuestra historia de salvación. (Tomado del Libro la unción que sana,
salva y libera. Pbro. Ivan Cardona)

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Pbro Iván Cardona
https://padreivanrcardona.wordpress.com/carisma-de-sanacion/
Pbro. Iván Cardona Ríos
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CRISTO NOS SANA
“No hacemos los signos que Jesucristo hizo para acompañar la
evangelización”. Por ello la palabra nos dice: “El que crea en mí hará las
obras que yo hice y aún mayores” (Jn 14, 12). Es un Cristo de poder
definitivamente, que no para ahí solamente en el milagro o prodigio que
realiza en la humanidad sino que hay que dar pasos más profundos en el
discipulado.
No podemos sostener una teoría vacía de la resignación en el sufrimiento si ni
siquiera acompañamos a los enfermos en oración y en fe, reclamando las
bendiciones y la fuerza interior para asemejar su sufrimiento al sufrimiento
redentor, y porque no decirlo pedir su sanación interior, de pecado y física. Si
leemos la palabra fueron muchas sanaciones físicas la que Jesús realizó y
parece ser que eso quedó al olvido porque nadie se atreve a ser llamado loco,
al hacer lo mismo que Jesús hizo; otros tantos le dan un sentido histórico y
parece ser entonces que Jesús no vive ahora, para hacerlo. Pero es una falsa
apreciación. Hoy Jesús sana y de muchas formas que ni siquiera creemos
y pensamos. Solo basta leer este pequeño texto cuando Jesús sana al
paralítico: “Todos quedaban asombrados y glorificaban a Dios diciendo:
Jamás vimos cosa parecida” (Mc 2, 12). Esta expresión, “Jamás vimos cosa
parecida”, porque Jesús rompe nuestros esquemas y muestra ese gran
poder que le ha dado a los que creen en su Nombre. Y es que cuando uno
inicia a navegar en la fe, y empieza a ser dirigido por el Espíritu Santo se
inicia una nueva aventura, en donde quedamos admirados de las bellezas de
Dios y del deleite humano al saborear las experiencias que Dios nos permite
vivir en nuestro camino.
Una cosa por la que los sicólogos nos colocan en guardia y con razón es el
apego a nuestra enfermedad; en efecto, puede que uno acabe por encontrar en
su propia enfermedad o neurosis, un refugio.” (Raniero Cantalamessa: ven
Espíritu Creador Pág. # 330) “Él tomó nuestras flaquezas y cargó con
nuestras enfermedades” (Mt 8, 37), nos vamos acostumbrando a apegarnos a
nuestra enfermedad y no colocamos de nuestra parte para heredar la salud
como don de Dios. Salud que nos ha devuelto Jesucristo como lo expresaba
el evangelista. Jesucristo ha tomado y ha cargado, así que el peso de nuestro
Pbro. Iván Cardona Ríos

yugo ha sido sumergido por el bálsamo de su amor y por sus méritos he sido
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curado.
“La caridad de Jesús nos muestra que tomó nuestras flaquezas y cargó con
nuestras enfermedades, explica antes que todo, la multitud y variedad de
curaciones que hizo durante su vida pública, porque sentía una gran
compasión por todos nosotros. Por eso el ciego de Jericó le grita: “Hijo de
David, Jesús, ten compasión de mí”, y el Señor le dice: ¿Qué quieres que te
haga? (Mc 10, 47-51)” (Y curó toda enfermedad. Mons. Alfonso Uribe
Jaramillo. Pág. # 33). Jesús siempre quiere escuchar nuestra súplica y espera
que le toquemos con la fe, toque especial que realizó esta mujer hemorroisa.
“tocó delicadamente el ruedo del manto, se acercó con fe, creyó y supo que
había sido sanada. Así nosotros si queremos ser salvados, toquemos con fe el
manto de Cristo” (San Ambrosio).
Las curaciones según el padre Emiliano Tardiff son semáforos que nos
indican:
1. Que Jesús está vivo hoy y que tiene el mismo poder que en Samaria y
galilea para curar a los enfermos.
2. Que Dios nos ama y quiere la salvación íntegra del hombre: de su
cuerpo y de su alma.
3. Que Jesús es el Mesías. Cuando los discípulos del bautista fueron dónde
Jesús para preguntarle si Él era el Mesías, él no contestó sino que
comenzó a sanar a los enfermos.
CONCEBIR E INTERPRETAR LA ENFERMEDAD
“Estudiaré sucesivamente la idea homérica de la enfermedad…un examen
detenido de los textos del epos (poemas) en que aparece la enfermedad
humana permite distinguir en él hasta cuatro modos distintos de concebirla e
interpretarla: el traumático, el punitivo, el ambiental y el demoníaco.
Traumática la cual es consecuencia inmediata de una violencia material,
visible por los ojos del espectador y racionalmente comprensible para su
inteligencia. El punitivo, como castigo divino por el pecado, que genera un
sentimiento de culpa. El ambiental, por el temor a los excesos en las drogas
mortíferas, el vino, el frío, todo lo que desde fuera puede afectar la integridad
de la persona. Y desde lo demoniaco como persecución del mal, con la
postración en la enfermedad con graves dolores.” (Pedro laín Entralgo.
Pbro. Iván Cardona Ríos

Curación por la palabra en la antigüedad clásica. Capítulo I, la palabra


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terapéutica en el epos homérico Pág 16-20)
Un trauma que produce la enfermedad en el interior, o el producto de la
violencia que deja la secuela de la enfermedad en la persona que la padece y la
sufre, trauma que puede ser superado por el proceso de sanación interior, ya
que el impacto del trauma puede ser sanado por Dios. El punitivo, en el que
se cree que las consecuencias de enfermedad son producto del pecado y es
concebido como castigo divino, por ello, el sentimiento de culpa nos sumerge
al itinerario penitencial en búsqueda del sacramento de la reconciliación que
sana en el alma y el cuerpo. El ambiental , que nos lleva a evitar los excesos
en la alimentación , en las actitudes nocivas para nuestra integridad humana y
nos sumerge en el sano equilibrio de conservar la salud en el cuidado personal
y finalmente, el demoniaco, como una perturbación del mal y una postración
de la persona a la enfermedad, pero creemos con convicción que Jesús nos
dice “quedas libre de tu enfermedad”.
LA ORACIÓN CONFIADA
La oración confiada ocupa un lugar privilegiado a la hora de clamar a Dios por
nuestras necesidades, pues Dios las conoce pero Él quiere que salga de
nuestros labios esa petición, ese reconocimiento que no nos bastamos a
nosotros mismos sino que necesitamos de Él. Hay quien deja de orar porque
piensa que su oración no es escuchada. A este respecto se plantean dos
cuestiones: Por qué la oración de petición no ha sido escuchada; y cómo la
oración es escuchada o “eficaz”. La oración que no se hace es la que se pierde,
y muchas veces la oración la hacemos sin esa fuerza interior sino solo de boca
o de palabras pero no que brota desde el corazón.
La oración de petición no es escuchada muchas veces, no porque Dios no
escuche sino porque no ha sido bien hecha, una oración desde lo profundo del
corazón. “una oración confiada”. “¿Estamos convencidos de que “nosotros
no sabemos pedir como conviene” (Rm 8, 26)? ¿Pedimos a Dios los “bienes
convenientes”? Nuestro Padre sabe bien lo que nos hace falta antes de que
nosotros se lo pidamos (cf. Mt 6, 8), pero espera nuestra petición porque la
dignidad de sus hijos está en su libertad. Por tanto es necesario orar con su
Espíritu de libertad, para poder conocer en verdad su deseo (cf Rm 8,
27).”(CEC # 2736).
Pbro. Iván Cardona Ríos

No sabemos pedir lo que nos conviene, porque siempre pedimos según nuestra
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conveniencia pero no según nuestra necesidad espiritual, por eso nuestra
oración es superficial cuando sólo pedimos bienes materiales, mas no los
espirituales que son lo que nos preparan para lograr nuestra felicidad, porque
no son las cosas la que dan la felicidad al hombre sino los bienes espirituales y
eternos. “No tenéis porque no pedís. Pedís y no recibís porque pedís mal, con
la intención de malgastarlo en vuestras pasiones” (St 4, 2-3)«No pretendas
conseguir inmediatamente lo que pides, como si lograrlo dependiera de ti,
pues Él quiere concederte sus dones cuando perseveras en la oración»
(Evagrio Pontico, De oratione, 34). No debe haber ninguna pretensión de
condicionar a Dios, pero si es importante creer que cuando pedimos no nos
vamos con las manos vacías porque Dios que es el dador de la vida recrea a su
tiempo todas las cosas y sana cuando escucha el clamor de su pueblo para
manifestar su gloria. Confianza en ÉL y perseverancia en la oración para
obtener lo que necesitamos y Dios que es fiel, concede abundantes
bendiciones para sus hijos. Él quiere «que nuestro deseo sea probado en la
oración. Así nos dispone para recibir lo que él está dispuesto a darnos» (San
Agustín, Epistula 130, 8, 17).
La oración de sanación es eficaz, porque está sustentada en la confianza
filial, “En san Pablo, esta confianza es audaz (cf Rm 10, 12-13), basada en la
oración del Espíritu en nosotros y en el amor fiel del Padre que nos ha dado a
su Hijo único (cf Rm 8, 26-39). La transformación del corazón que ora es la
primera respuesta a nuestra petición.”(CEC # 2739). La oración será eficaz en
la medida en que nuestras vidas sean transformadas por la experiencia de
Dios, en la que no sólo buscamos un milagro de Dios sino al Señor de los
milagros que toca la vida entera, hasta decir: “Ya no soy y quien vive sino que
es Cristo quien vive en mi”. “Si nuestra oración está resueltamente unida a la
de Jesús, en la confianza y la audacia filial, obtenemos todo lo que pidamos en
su Nombre, y aún más de lo que pedimos: recibimos al Espíritu Santo, que
contiene todos los dones.” (CEC # 2741) he ahí el secreto de la oración eficaz
sustentada en la confianza, en la que nuestra oración unida a la de Jesús,
obtenemos todo lo que pidamos y recibimos el Espíritu Santo.
LA UNCIÓN SACRAMENTO DE CURACIÓN
La unción de Cristo manifestó unos signos concretos, por los frutos los
conoceréis, Jesús predicaba el reino de los cielos y los signos patentan ese
poder de Dios. La unción es bálsamo de consuelo, de curación y liberación
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para el cristiano. “¿Sufre alguno entre vosotros? Que ore. ¿Está alguno
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alegre? Que cante salmos. ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a
los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el
nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará
que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados.
Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros,
para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.”
(Santiago 5, 13- 16)
Hay sufrimiento, hay debilidades, hay enfermedades, hay pecados y la unción
de los enfermos es el sacramento para sanar, liberar y salvar al creyente. Por
ello, se nos insiste oren sobre el enfermo y le unjan con el óleo de los
enfermos en el nombre del Señor, para que se manifieste la gloria y el poder
curativo de Dios. Cada día como evangelizadores debemos inyectar la
medicina de Jesús que resucita al enfermo de hoy, al débil de fe, de amor y de
esperanza.
Jesús se muestra como medicina en este texto de la palabra: “Al atardecer, le
trajeron muchos endemoniados; él expulsó a los espíritus con una palabra, y
curó a todos los enfermos, para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:
Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades”.(Mateo 8, 16-
17)
Jesucristo, Hijo de Dios, autor de la salvación humana, fuente y origen de toda
piedad, daba a todos una medicina celeste. Por ello sigue: “Y arrojaba a los
espíritus con la palabra, y curaba a todos los que estaban enfermos”. Lanzaba
a los demonios y curaba las enfermedades con sola la palabra, para demostrar
con estas señales y virtudes que Él había venido para salvar a todo el género
humano. (Remigio). Jesús ha venido a sanar, liberar y salvar a todo el
género humano, esta es la medicina celeste que se nos da a todos. Quienes
se lo apropian definitivamente son los que declaran la curación para sus
vidas.
San Juan Crisóstomo nos menciona cómo se testifica este poder curativo de
Jesús: “Fijémonos en las muchas curaciones que omiten los evangelistas, no
refiriendo a cada uno de los curados, sino manifestando con una sola palabra
una inmensidad inefable de milagros. Mas para que por la grandeza del
prodigio no se ponga en tela de juicio, si curó tanta gente y varias
enfermedades en un solo momento, trae en su apoyo al profeta, que da
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testimonio de todas estas cosas que se hacían, diciendo: “Para que se


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cumpliese lo que se ha dicho por el profeta Isaías, que dice: El mismo tomó
nuestras enfermedades”. “No para tenerlas El, sino para quitárnoslas y llevó
nuestras flaquezas, para que lo que nosotros no podíamos llevar, a causa de la
debilidad de nuestras fuerzas, lo llevase El por nosotros.” (Rábano). Debe
tenerse en cuenta que todos se curan, no por la mañana, ni al mediodía, sino a
la caída de la tarde, cuando el sol va a ponerse y cuando el grano de trigo
muere en la tierra para producir muchos frutos.
(San Jerónimo)
Una persona cuando se siente, sana, libre y salva va a dar muchos frutos por el
ministerio de su testimonio, de lo que Cristo y el poder del Espíritu han hecho
en su vida y seguirán haciendo cuando se recuerda y se proclama esa alianza
que Dios realiza en cada uno de nosotros.
LA PISCINA SACRAMENTAL FUENTE DE SANACIÓN
“Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo
Betesda, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos,
ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Porque el Ángel
del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el
primero que se metía después de la agitación del agua, quedaba curado de
cualquier mal que tuviera. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho
años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho
tiempo, le dice: “¿Quieres curarte?” Le respondió el enfermo: “Señor, no
tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras
yo voy, otro baja antes que yo.” Jesús le dice: “Levántate, toma tu camilla y
anda.” Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a
andar….” Juan 5, 1-18
“Aprovechando este milagro se me ocurre imaginar que la Iglesia es como una
piscina en la que existen elementos parecidos a los de la piscina de Betesda:
aguas sanadoras, ángel que las mueve y numerosos enfermos. Las aguas son
las gracias del Sacramento, el ángel que las mueve el sacerdote, y los
enfermos o muertos por el pecado son los pecadores, quienes bañados en las
aguas de la gracia, removidas por el sacerdote, quedan curados de sus pecados
o resucitados a la vida de la gracia, si están muertos por el pecado grave o
mortal”. (Pbro. Vicente Páez Muñoz de Morales).
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Jesús pregunta “¿Quieres recobrar la salud?” El enfermo todavía está en


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sus viejos esquemas, tiene que ser lanzado en la piscina y tiene una
dependencia de una persona, ya que él no pude moverse por su parálisis. Pues
respondió el enfermo: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina
cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo.”
Definitivamente en muchas ocasiones uno necesita ser lanzado por otros a esta
experiencia sacramental, porque desconocemos lo que nos estamos perdiendo.
Cuando uno experimenta la enfermedad, algún mal o una prueba de fe, nos
sentimos paralizados como este hombre esperando que aparezca una luz que
ilumine lo que debemos hacer, cómo vivir verdaderamente introducidos en la
piscina sacramental, en donde el agua es fuente medicinal para el cristiano.
Quien se sumerge allí, recibe una gran bendición de Dios para su vida, ya que
la vida sacramental es fuerza para el cristiano, ya que son instituidos por
Cristo y administrados por la Iglesia en todos los tiempos.
Este hombre quiere recobrar la salud pero está impedido y nunca puede llegar
primero, siempre hay otros que agilizan y dinamizan la fe, son más efectivos
y, por ello, ante la agitación de Dios disciernen que hay una nueva experiencia
de fe. Pero Jesús nos da la clave del éxito: ya no es solamente el agua sino
quien la ha creado, quien la ha purificado, quien le da sentido a todo y por
ello, él mismo se muestra como la fuente sacramental. Y es allí en donde
nuestra debilidad humana puede hallar un descanso seguro para su vida.
RECOBRAR LA SALUD POR LA FE DE OTRO
“Entonces llegaron unos conduciendo a cierto paralítico, que llevaban entre
cuatro”. Al encontrar obstruida la puerta por la multitud, no pudieron
introducirlo de ningún modo por ella. Esperando, pues, los que lo llevaban que
podría merecer la gracia de su cura, descubrieron el techo y, levantando la
camilla, la introdujeron con el paralítico hasta ponerla delante del Salvador. Y
añade: “Y no pudiendo presentárselo”, etc… Viendo Jesús, continúa, la fe de
aquellos hombres, dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Es
de notar que no dijo la fe del paralítico, sino la de los que lo llevaban,
pues a veces ocurre que alguno recobra la salud por la fe de otro. (San
Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, 30).
Este Padre de la Iglesia confirma el alcance de nuestra intercesión para ser
instrumentos de sanación para muchos hermanos en la fe, que están agotando
todos los recursos humanos encontrando una solución a su enfermedad y, por
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ello, nuestra misión en la fe es guiarlos a Jesús, para que puedan descargar en


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él todo. “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados y yo os
daré descanso” (Mt 11, 28).
La fe produce un efecto inigualable: la sanación del pecado del paralítico. Eso
nos indica que el mayor mal es el pecado y que es la mayor postración que
tiene el ser humano. “Para curar, pues, a aquel hombre de la parálisis, el Señor
empezó por desatar los lazos de sus pecados. De este modo le manifestó que a
causa de ellos estaba sufriendo la inutilización de sus miembros, cuyo uso no
podía recobrar sino desatando aquellos lazos. ¡Admirable humildad! Llama
hijo a este hombre menospreciado y débil, cuyas fibras todas se hallaban
relajadas y a quien los sacerdotes no se dignaban tocar ni ligeramente. Lo
llama hijo con verdad, porque le son perdonados sus pecados”. (Beda el
venerable)
“Hijo, tus pecados quedan perdonados”. A quien se le ha perdonado mucho es
porque ama mucho. Me atrevo a decir, en este caso, que la parálisis la ha
producido el pecado. La existencia de un dolor moral en el alma, tiene un
alcance y repercusión en lo físico. Por ello, el primer paso es sanar del pecado,
atando al fuerte que es el demonio y las obras de las tinieblas y, seguidamente,
viene la otra sanación, que es la física.
EL TOMÓ NUESTRAS FLAQUEZAS Y CARGÓ CON NUESTRAS
ENFERMEDADES
Una cosa por la que los sicólogos nos colocan en guardia y con razón es el
apego a nuestra enfermedad; en efecto, puede que uno acabe por encontrar en
su propia enfermedad o neurosis, un refugio.” (Raniero Cantalamessa: ven
Espíritu Creador Pág. # 330) “El tomó nuestras flaquezas y cargó con
nuestras enfermedades” (Mt 8, 17), nos vamos acostumbrando a apegarnos a
nuestra enfermedad y no colocamos de nuestra parte para heredar la salud
como don de Dios. Salud que nos ha devuelto Jesucristo como lo expresaba
el evangelista. Jesucristo ha tomado y ha cargado, así que el peso de nuestro
yugo ha sido sumergido por el bálsamo de su amor y por sus méritos he sido
curado.
“La caridad de Jesús nos muestra que tomó nuestras flaquezas y cargó con
nuestras enfermedades, explica antes que todo, la multitud y variedad de
curaciones que hizo durante su vida pública, porque sentía una gran
compasión por todos nosotros. Por eso el ciego de Jericó le grita: “Hijo de
Pbro. Iván Cardona Ríos

David, Jesús, ten compasión de mí”, y el Señor le dice: ¿Qué quieres que te
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haga? (Mc 10, 47-51)” (Y curó toda enfermedad. Mons. Alfonso Uribe
Jaramillo. Pág. # 33). Jesús siempre quiere escuchar nuestra súplica y espera
que le toquemos con la fe, toque especial que realizó esta mujer hemorroisa.
“tocó delicadamente el ruedo del manto, se acercó con fe, creyó y supo que
había sido sanada. Así nosotros si queremos ser salvados, toquemos con fe el
manto de Cristo” (San Ambrosio).
Las curaciones según el padre Emiliano Tardiff son semáforos que nos
indican:
1. Que Jesús está vivo hoy y que tiene el mismo poder que en Samaría y
galilea para curar a los enfermos.
2. Que Dios nos ama y quiere la salvación íntegra del hombre: de su
cuerpo y de su alma.
3. Que Jesús es el Mesías. Cuando los discípulos del bautista fueron dónde
Jesús para preguntarle si El era el Mesías, el no contestó sino que
comenzó a sanar a los enfermos.

LAS CAUSAS DE LAS ENFERMEDADES


Cabe pensar que el pecado puede ser causa de enfermedades del cuerpo. Quizá
por ello se perdonan antes los pecados, para después restituir la salud plena.
Principalmente son cinco las causas de las enfermedades que afligen a los
hombres: La de aumentar sus méritos, como aconteció con Job (cap. 1) y los
mártires; La de conservar su humildad, de lo que es ejemplo San Pablo
combatido por Satanás ( 2Cor, 12); La de que conozcamos nuestros pecados
y nos enmendemos, como sucedió a María, hermana de Moisés (Núm 12) y
al paralítico; La de la mayor gloria de Dios, como ocurrió con el ciego de
nacimiento (Jn 9) y con Lázaro ( Jn 11), y la que es, en fin, un principio de
condenación, como se demuestra en Herodes (Hch 12) y en Antíoco (2Mac
9). Digna de admiración es, pues, la virtud del poder divino, que hace que a la
orden del Salvador acompañe instantáneamente la cura. “De forma que todos
estaban pasmados”, etc. (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 55).
Hoy Jesús sana y de tantas formas que ni siquiera creemos o
pensamos. Solo basta leer este pequeño texto de cuando Jesús sana al
Pbro. Iván Cardona Ríos

paralítico: “Todos quedaban asombrados y glorificaban a Dios diciendo:


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Jamás vimos cosa parecida” (Mc 2, 12). Esta expresión, “Jamás vimos cosa
parecida”, se debe a que Jesús rompe nuestros esquemas y muestra ese gran
poder que le ha dado a los que creen en su Nombre. Y es que cuando uno
comienza a navegar en la fe, y empieza a ser dirigido por el Espíritu Santo se
inicia una nueva aventura, en donde quedamos admirados de las bellezas de
Dios y del deleite humano, al saborear las experiencias que Dios nos permite
vivir en nuestro camino.
LA ORACIÓN EN FE SANARÁ AL ENFERMO
Una oración en fe sanará al enfermo, es decir que la oración tiene el poder de
llegar al corazón de Dios y dar a cada uno lo que se necesita a su tiempo,
porque no podemos imponer a la voluntad divina, pero si clamar y reclamar
todas sus promesas contenidas en la palabra de Dios. Y Dios que es fiel, y no
se desmiente a sí mismo lo realiza conforme a nuestra fe.
La sanación para el enfermo es el consuelo que Dios quiere regalar a sus hijos,
ya que el poder curativo de Jesús dona el consuelo en la enfermedad, dando
fuerza y curación para el creyente; frente a la debilidad da fuerza y frente a la
enfermedad el consuelo de la curación interior y física. “Consolad, consolad a
mi pueblo –dice vuestro Dios-“. Isaías 40,1
Pasos para recibir la sanación
1. Desear que Dios me sane
2. Dejarme invadir por su presencia amorosa
3. Pedir en su Nombre
4. Convertirse a Dios
5. La respuesta de Dios. La sanación no es un test para demostrar el grado
de fe sino la respuesta de amor del Señor.
6. El carisma de sanación ha existido siempre y no se da para mostrar la
santidad de quien lo ejerce sino la gloria de Dios.
7. El carisma ejercido con humildad, abnegación y amor, halla un medio
de santificación.
Pbro. Iván Cardona Ríos

8. Quien se dedica a este ministerio se expone a las burlas y comentarios.


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El ejercicio del carisma no es el medio para merecer admiración.

Estos pasos nos muestran algunas claves para comprender cuando grande es el
amor de Dios, y que mientras se ministra el carisma y los enfermos claman
más al Señor su misericordia, Dios responde para manifestar su amor y su
gloria y que por tanto, muchos hermanos al ver los signos y prodigios de Dios
no deben mirar con prejuicios humanos lo que Dios realiza, porque es un don
inmerecido para el hombre, pero es Dios quien se manifiesta para dar salud a
su pueblo y dar bendiciones a quienes claman con fe.
Una oración en fe, creyendo que se ha recibido, es una oración de abandono
total, ya que el paso de Dios no nos deja con las manos vacías, él lo trasciende
todo, lo invade todo, lo transforma todo. Muchas oraciones en fe han logrado
el objetivo deseado, arrebatar del corazón de Dios bendiciones abundantes
para cada uno de nosotros, aunque la verdadera oración no debe condicionar a
Dios, debe ir en un profundo encuentro de amor, de gratuidad, nos acercamos
por la oración para establecer la alianza con Dios, y sólo esta experiencia ya
nos trae abundantes beneficios, porque la oración nos acerca a la presencia de
Dios.
La mayoría de los evangelistas destacan la fe como condición necesaria para
la curación. “ten fe”, dicen y “serás sanado”. Por sus heridas seréis sanados.
¿Cree usted en esas palabras de las escrituras? Si es así, aténgase a la promesa
y será sanado”. (P. francis Mac Nutt, O.P. sanación carisma de Hoy. Capitulo
8. La fe en la curación)

Hemos sido sanados por el poder del Espíritu


El poder del Espíritu nos ha tocado y es imposible no sentir su presencia ya
que la acción del Espíritu nada ni nadie la puede detener, El sopla donde
quiere y cuando quiere, más aún, sigue soplando en la Iglesia católica y sigue
sanando en la Iglesia católica, su acción es tan fecunda que actúa muchas
veces sin que nos demos cuenta de lo que está trabajando interiormente en
nosotros siendo novedad. Por tanto, ser sanados por el poder del Espíritu es
entrar en la novedad de la experiencia del Espíritu, un nuevo bautismo en el
Espíritu Santo que es una actualización de las gracias recibidas en la vida
Pbro. Iván Cardona Ríos

sacramental. Ahora bien, El Espíritu Santo sana y nos encontramos con diez
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prejuicios con el tema de la curación. Estos son algunos interrogantes que se
plantea el enfermo en búsqueda de sanación:
1. Si seré curado por Dios.
2. Mi fe si logrará alcanzar esa gracia
3. Dios si cumplirá su promesa de curación en mi vida
4. Será otra persona la que Dios esta sanando en este momento
5. Daré el testimonio, y si no he sido curado.
6. Si me sanará el Señor y yo siendo tan pecador.
7. Esta enfermedad es un castigo
8. Si llegará el tiempo de Dios
9. Mi oración si será escuchada por Dios
10.Cuando será el tiempo de Dios
Estos interrogantes se plantean porque el enfermo que desea la obra de Dios
en su vida, se siente atraído por el querer humano de que Dios obre, y el poder
del Espíritu siempre actuante responde e irá confirmando lo que irá haciendo
en cada momento, porque Dios obra en cada uno de nosotros de una manera
diferente y extraordinaria y hace su obra e irá confirmando en la fe. De la
misma manera que Jesús dijo a Pedro: “Confirma la fe de tus hermanos”. Así
mismo, Dios confirma la sanación de sus hijos. De manera natural, de manera
espiritual, por la ciencia médica y por el instrumento que Dios va a poner en tu
camino que será guiado por la acción del Espíritu.

EL MÉDICO DIVINO SANA AL ENFERMO


La curación requiere de la medicina de Dios. Es el médico divino que sana al
enfermo, pero debe haber una disposición de la persona para buscar la salud
empleando los medios posibles para conquistarla. “Obviamente, el recurso a la
oración no excluye, sino que al contrario anima a usar los medios naturales
para conservar y recuperar la salud, así como también incita a los hijos de la
Pbro. Iván Cardona Ríos

Iglesia a cuidar a los enfermos y a llevarles alivio en el cuerpo y en el espíritu,


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tratando de vencer la enfermedad. En efecto, “es parte del plan de Dios y de su
providencia que el hombre luche con todas sus fuerzas contra la enfermedad
en todas sus manifestaciones, y que se emplee, por todos los medios a su
alcance, para conservarse sano”. (Rituale Romanum, Ordo Unctionis
Infirmorum eorunque Pastoralis Curae, n. 3.)
El recurso a la oración no excluye de los medios naturales para conservar la
salud y es por ello, que la educación en la prevención de las enfermedades
ocupa un puesto primordial en nuestro diario vivir. Los términos conservar,
recuperar la salud, cuidar a los enfermos, llevarles alivio, son empleados para
que luchemos con todas nuestras fuerzas en contra de la enfermedad y en
conquista de nuestra salud. La enfermedad que debilita nuestras fuerzas debe
ser enfrentada primero desde la perspectiva de la fe cristiana, no para
someterla a la resignación sino desde la experiencia que nos presentan los
evangelios, en la persona de Jesús, sanador y liberador, un Dios dispensador
de bendición para sus hijos, desde un alimento espiritual para fortalecer la fe
del enfermo hasta alcanzar la curación del alma y del cuerpo.

JESÚS SIGUE SANANDO


En el Nuevo Testamento encontramos una respuesta plena a la pregunta de por
qué la enfermedad hiere también al justo. En su actividad pública, la relación
de Jesús con los enfermos no es esporádica, sino constante. Él cura a muchos
de manera admirable, hasta el punto de que las curaciones milagrosas
caracterizan su actividad: “Jesús recorría todas las ciudades y aldeas;
enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanado
toda enfermedad y toda dolencia” (Mt 9, 35; cf. 4, 23). Las curaciones son
signo de su misión mesiánica (cf. Lc 7, 20-23). Ellas manifiestan la victoria
del Reino de Dios sobre todo tipo de mal y se convierten en símbolo de la
curación del hombre entero, cuerpo y alma. En efecto, sirven para demostrar
que Jesús tiene el poder de perdonar los pecados (cf. Mc 2, 1-12), y son signo
de los bienes salvíficos, como la curación del paralítico de Bethesda (cf. Jn 5,
2-9.19.21) y del ciego de nacimiento (cf. Jn 9).
También la primera evangelización, según las indicaciones del Nuevo
testamento, fue acompañada de numerosas curaciones prodigiosas que
corroboraban la potencia del anuncio evangélico. Ésta había sido la promesa
Pbro. Iván Cardona Ríos

hecha por Jesús resucitado, y las primeras comunidades cristianas veían su


15
cumplimiento en medio de ellas: “Estas son las señales que acompañarán a los
que crean: (…) impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien”
(Mc 16, 17-18). Estas señales siguen acompañando la predicación de la Iglesia
en la actualidad, porque si creemos veremos la gloria de Dios.

INSTRUCCIÓN SOBRE LAS ORACIONES PARA OBTENER DE DIOS


LA CURACIÓN
La enfermedad, como los demás sufrimientos humanos, constituye un
momento privilegiado para la oración: sea para pedir la gracia de acoger la
enfermedad con fe y aceptación de la voluntad divina, sea para suplicar la
curación.
La oración que implora la recuperación de la salud es, por lo tanto, una
experiencia presente en toda época de la Iglesia, y naturalmente lo es en el
momento actual. Lo que constituye un fenómeno en cierto modo nuevo es la
multiplicación de encuentros de oración, unidos a veces a celebraciones
litúrgicas, cuya finalidad es obtener de Dios la curación, o mejor, las
curaciones. En algunos casos, no del todo esporádicos, se proclaman
curaciones realizadas, suscitándose así esperanzas de que el mismo fenómeno
se repetirá en otros encuentros semejantes. En este contexto a veces se apela a
un pretendido carisma de curación.
Semejantes encuentros de oración para obtener curaciones plantean además la
cuestión de su justo discernimiento desde el punto de vista litúrgico, con
particular atención a la autoridad eclesiástica, a la cual compete vigilar y dar
normas oportunas para el recto desarrollo de las celebraciones litúrgicas.
Ha parecido, por tanto, oportuno publicar una Instrucción que, a norma del
can. 34 del Código de Derecho Canónico, sirva sobre todo para ayudar a los
Ordinarios del lugar, de manera que puedan guiar mejor a los fieles en esta
materia, favoreciendo cuanto hay de bueno y corrigiendo lo que se debe evitar.
Era preciso, sin embargo, que las disposiciones disciplinares tuvieran con
punto de referencia un marco doctrinal bien fundado, que garantizara su justa
orientación y aclarara su razón normativa. Con este fin, la Congregación par la
Doctrina de la Fe, simultáneamente a la susodicha Instrucción, publica
Pbro. Iván Cardona Ríos

una Nota doctrinal sobre la gracia de la curación y las oraciones para


16
obtenerla. (Congregación para la doctrina de la fe)

El carisma de la curación en el Nuevo Testamento.


No solamente las curaciones prodigiosas confirmaban la potencia del anuncio
evangélico en los tiempos apostólicos, sino que el mismo Nuevo Testamento
hace referencia a una verdadera y propia concesión hecha por Jesús a los
Apóstoles y a otros primeros evangelizadores de un poder para curar las
enfermedades. Así, en el envío de los Doce a su primera misión, según las
narraciones de Mateo y Lucas, el Señor les concede “poder sobre los espíritus
inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia”
(Mt 10, 1; cf. Lc 9, 1), y les da la orden: “curad enfermos, resucitad muertos,
purificad leprosos, expulsad demonios” (Mt 10, 8). También en la misión de
los Setenta y dos discípulos, la orden del Señor es: “curad a los enfermos que
encontréis” (Lc 10, 9). El poder, por lo tanto, viene conferido dentro de un
contexto misionero, no para exaltar sus personas, sino para confirmar la
misión.(Instrucción sobre las oraciones para recibir de Dios la curación)
Los Hechos de los Apóstoles hacen referencia en general a prodigios
realizados por ellos: “los Apóstoles realizaban muchos prodigios y señales”
(Hch 2, 43; cf. 5, 12). Eran prodigios y señales, o sea, obras portentosas que
manifestaban la verdad y la fuerza de su misión. Pero, aparte de estas breves
indicaciones genéricas, los Hechos hacen referencia sobre todo a curaciones
milagrosas realizadas por obra de evangelizadores individuales: Esteban
(cf. Hch 6, 8), Felipe (cf. Hch 8, 6-7), y sobre todo Pedro (cf. Hch 3, 1-10; 5,
15; 9, 33-34.40-41) y Pablo (cf. Hch 14, 3.8-10; 15, 12; 19, 11-12; 20, 9-10;
28, 8-9). (Instrucción sobre las oraciones para recibir de Dios la curación)
Pbro. Iván Cardona Ríos

2
Discernimiento en el Ministerio de Sanación
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04/06/2010ADMINISTRADOR
DISCERNIMIENTO EN EL MINISTERIO DE SANACIÓN.
P. Emiliano Tardif.
Señor Jesús, de nuevo te lo pedimos: envíanos tu Espíritu Santo, Espíritu de
Verdad, Espíritu de Luz, de Amor, de Paz. Ven, Jesús, y ayúdanos a discernir
con el poder de tu Santo Espíritu lo que viene de Ti y 10 que no viene de Ti,
para que seamos guías seguros para tu rebaño, para las ovejas que Tú nos has
confiado. A todos nos has llamado a ser en el mundo de hoy pastores de tus
ovejas y necesitamos, Señor, que la luz de tu Espíritu y te lo suplicamos.
Envíanos esa Fuerza de lo alto, envíanos ese Espíritu de Luz y de amor, para
que seamos auténticos pastores de tu rebaño. Dios te salve, María…
Hermanos, en este día en que hablamos del ministerio de sanación y de
liberación, hemos pensado que sería de mucha importancia dedicar esta
primera reunión de la tarde sobre EL DISCERNIMIENTO, porque hay
muchos errores que se cometen en nuestro apostolado, en nuestro ministerio
de sanación y de liberación. Hay muchos errores posibles y nosotros tenemos
una necesidad urgente de crecer en el discernimiento, de cara a la Renovación
Carismática que surge como una sorpresa del Espíritu en la Iglesia. Debemos
ejercitar un discernimiento espiritual que nos llevará a distinguir lo que viene
de Dios y lo que no viene de Dios.
Y la problemática es que hay tantas manifestaciones, tantas intervenciones
extraordinarias de Dios a través de carismas, de visiones, de inspiraciones, de
acciones que llenan de estas mismas inspiraciones, de estos estados de
consolación o de desolación, que pueden ayudarnos a descubrir la voluntad de
Dios. Y el discernimiento de espíritus no es cierta habilidad, cierta capacidad
de evaluación, cierta habilidad en evaluar. El discernimiento de espíritus trata
de lo que tiene que ver con los espíritus. El discernimiento de espíritus

2
Renovación Católica Carismática de Santiago de Chile
https://rccpadrepio.wordpress.com/2010/06/04/discernimiento-en-el-ministerio-de-sanacion/
Pbro. Iván Cardona Ríos

responde a una única pregunta: ¿ cuál es la fuente del impulso que tengo ante
18
una decisión? ¿Cuál es la fuente del impulso que tengo ante una decisión?
El discernimiento presupone prudencia, inteligencia, pero a veces las rebasa.
Así, vemos cómo una persona muy unida con Dios puede tener gran
discernimiento, sin ser la más inteligente.
¿ Cuál es la fuente del impulso que tengo ante una decisión? Esa fuente puede
ser:
1°. Dios o sus ángeles.
2°. Puede ser Satanás o sus demonios.
3°. También puede ser el propio espíritu que puede estar sano o puede estar
enfermo.
Y después de discernir de dónde viene lo que nos mueve, podemos actuar con
más seguridad.
Y hay que notar que también después de una intervención de Dios o de sus
ángeles, Satanás puede tratar de entrometerse y buscar hacernos daño. Así a
Jesús en el desierto, a Jesús que estaba lleno del Espíritu Santo, Satanás le
prometió riquezas y gloria “si te prosternas”. Y Dios, hermanos, nos ha dado a
todos capacidad para discernir, pero vamos a ver las formas de discernimiento.
HAY TRES FORMAS DE DISCERNIMIENTO
(comúnmente hablando)
1º Vemos que existe en todo ser humano normal, sano, existe un
discernimiento natural, que viene de nuestra inteligencia, del ejercicio de
nuestras facultades. Podemos todos los humanos ejercitar ese discernimiento
natural y este discernimiento lo tiene todo ser humano normal.
2º También existe la segunda forma de discernimiento que es el
discernimiento doctrinal, el arte cristiano de discernir. Un discernimiento que
se adquiere con el estudio, con la reflexión y en la oración. El discernimiento
doctrinal es lo que todos ustedes, todos nosotros debemos buscar y debemos
perfeccionar. Sin ser especialistas, sin ser doctores en ninguna materia, todos
los que quieren hacer algún apostolado necesitan tratar de adquirir, poco a
poco, ese discernimiento doctrinal, que es un arte, que es una ciencia. Se va
adquiriendo poco a poco, como vamos a explicarles después.
Pbro. Iván Cardona Ríos

3º Y la tercera forma de discernimiento es el discernimiento carismático. Éste


19
lo reciben algunos como un don gratuito, espontáneo, igual que el don de
lenguas, el don de profecía, el don de sanación, el don de interpretación…
todos estos carismas que el Espíritu está regalando a la Iglesia de hoy, son
dones que se reciben gratuitamente. Así es el discernimiento carismático. Y el
discernimiento carismático puede ser dado en una comunidad, a una persona
particular, a dos o a tres, pero no es este discernimiento carismático que
nosotros debemos buscar con tanto esfuerzo, porque se recibe gratuitamente.
Debemos estar abiertos y si el Espíritu nos quiere dar un discernimiento
carismático a veces en una dificultad especial, ¡aleluya!, lo agradecemos al
Señor y le damos gracias, pero no podemos contar con el discernimiento
carismático como una forma constante de actuar, como la persona que tiene
don de profecía no habla siempre en profecía… A veces, el Espíritu puede
impulsarte a dar una profecía, pero la mayoría de las veces tú hablas por tu
cuenta y no impulsada por el Espíritu.
El discernimiento carismático puede ser que a veces venga a ayudarnos a
solucionar un grave problema, pero no es un carisma que está siempre en
acción. De manera que lo que quiero con ustedes explicar un poco más es el
discernimiento doctrinal, el arte de discernir. Este discernimiento todos
debemos buscarlo, adquirirlo, poco a poco, para nuestra vida personal y para
nuestro apostolado.
El discernimiento espiritual siempre ha ocupado una posición central en la
vida cristiana y existe una necesidad continua de discernir, de abrirnos al
Espíritu y de discernir lo que Él quiere de nosotros, de ser sensitivos á las
diversas maneras en que Él puede manifestarse. El Espíritu siempre habla,
nosotros por nuestra parte debemos siempre desear escucharlo, más aún,
debemos saber cómo escucharlo.
Nos decía el Cardenal Suenens en su libro “Un nuevo Pentecostés”: “Creo con
toda el alma que nos encontramos en presencia de una gracia de elección
(hablando de la Renovación Carismática} , nos encontramos en presencia de
una gracia de elección para la Iglesia, si es que acertamos en captarla, marcar
su ruta desde el interior y preservarla de los falsos modos que no cesaba de
suscitar en ella el maligno, consiguiendo en cambio, que penetre en ella (la
Iglesia} como un renacer de primavera”.
Pbro. Iván Cardona Ríos

Es una gracia de Dios en la Iglesia la Renovación con tantos carismas para la


20
edificación de la comunidad cristiana, pero si nosotros no aprendemos a
discernir lo que viene de Dios y lo que no viene de Dios, hay un grave peligro
de que nos dejemos engañar por falsificaciones y entonces surgen personas
que empiezan a profetizar sin que sea una profecía impulsada por el Espíritu,
una persona que comienza a dar Palabra de Ciencia que no son verdad, puede
haber personas que pretenden discernir una cosa en una asamblea y no hay
nada de ésto.
El discernimiento espiritual es difícil, pero el Señor nos invita, nos da una
pista muy sencilla para comenzar siquiera a ejercitarlo. Cuando Él nos dice:
“No hay árbol bueno que dé fruta mala, ni al revés, árbol malo que dé fruta
buena. En efecto, todo árbol se reconoce por su fruto” (Luc. 6, 43} Este
principio tan sencillo es un criterio de discernimiento espiritual que todos los
carismáticos en su vida particular y en su comunidad, en su grupo de oración,
por lo menos deberían saber: ver, analizar ,cuales son los frutos. No hay árbol
bueno que de fruta mala.
Nos dice S. Pablo en la 19 a los Tesalonicenses (5, 19-21}: “No apaguen el
Espíritu, pero examínenlo todo y quédense Con lo bueno”. ¡Qué principio tan
hermoso! Es un principio que vale oro. “No apaguen el Espíritu, pero
examínenlo todo y quédense con lo bueno”. Claro que no vamos a apagar el
Espíritu, que no vamos a prohibir el ejercicio de los carismas, pero
“examínenlo todo y quédense con lo bueno”. Y cuando en su grupo de oración
alguien comienza a inventarse con ese afán de profecía, a veces hay personas
que tienen una facilidad poética muy grande y comienzan a hacer frases
bonitas y comienzan a decir algo con un tono como si fuera una profecía , pero
la asamblea se queda fría, vacía, y uno dice: “¡qué es lo que pasa, que cuando
él tiene profecía a mí como que me molesta!” ¿Te molesta? Pregunta al otro si
le molesta también, y pregunta al otro… y si a todo el mundo le molesta esa
profecía…, hay que verificarlo todo y quedarse con lo bueno!… El Espíritu
Santo cuando habla a la asamblea llega al corazón y el Espíritu Santo produce
frutos buenos, no produce malestar, no produce esa inconformidad que vemos
a veces cuando algunas personas comienzan a inventar… La falsificación es lo
más peligroso en los carismas.
Y ¿ cómo vamos a saber si un carisma es auténtico o no ? Por los frutos. San
Juan nos dice en su primera epístola (4, 1): “No crean a todos los que se dicen
Pbro. Iván Cardona Ríos

inspirados. Examinen los espíritus para ver si vienen de Dios”. ¡Qué claro
21
hablaba San Juan!: “No crean a todos los que se dicen inspirados”.
Entonces, hay algunos criterios de discernimiento espiritual que nos van a
ayudar a examinarlo todo y a quedarnos con lo bueno.
y el primer criterio nos lo da el Señor, es una pista excelente y sencilla: “No
hay árbol bueno que dé fruta mala, ni árbol malo que dé fruta buena. En
efecto, todo árbol se reconoce por sus frutos”. y debemos saber nosotros si
queremos caminar en la vida del Espíritu, si pretendemos vivir en el Espíritu,
por lo menos debemos conocer cuáles son los frutos del Espíritu Santo, o
mejor dicho, cuál es el fruto del Espíritu Santo. Pablo, en la epístola a los
Gálatas (5, 22) nos dice: ” … En cambio, el fruto del Espíritu es AMOR”. y
después, Pablo sigue narrando más frutos que son como las ramas que salen
del tronco, del árbol. El amor es el tronco y las ramas que salen del tronco son:
alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio
de sí” .
Tratemos de ver si lo que está pasando en nuestra asamblea o en nuestra vida
produce frutos buenos, si produce el fruto del Espíritu. Si lo que está pasando
me da paz, me da alegría, me da comprensión… O si lo que me está pasando
me da orgullo, si me da tristeza, si me da temor… Si lo que me está pasando
no produce el fruto del Espíritu no puede venir del Espíritu Santo, puede venir
del espíritu humano, del mío, o puede venir del espíritu maligno, pero no del
Espíritu Santo. ¿Cuál es el fruto del Espíritu, entonces? Ver, juzgar el árbol
por sus frutos.
Y un segundo criterio es juzgar si la manifestación del Espíritu viene de
acuerdo con el mensaje de la Alianza, es decir, el Espíritu Santo nunca se
contradice. Todo el contenido de la Biblia, el mensaje de la Alianza, nos lo dio
el Espíritu Santo del Señor, y el Espíritu Santo HOY no puede venir a decir
algo al pueblo de Dios que contradiga aunque sea en una palabra el contenido
de la Biblia, imposible, el Espíritu Santo no se contradice. Tengo que ver, sea
en la profecía o en el mensaje o en la palabra de conocimiento que recibió una
persona, si lo que me dice está de acuerdo con la Palabra de Dios o no; y voy a
ver si conozco o no un poco la Biblia, este es el primer conocimiento que
todos los carismáticos deberían buscar: conocer la Palabra de Dios, leer la
Biblia, meditarla, volverla a leer… Para saber qué es lo que nos ha dicho el
Pbro. Iván Cardona Ríos

Espíritu Santo en la Biblia y ver si lo que nos está pasando está de acuerdo con
22
la Palabra de Dios o si en algo contradice la Palabra de Dios.
También, otro criterio es nuestra actitud con Jesucristo. Ustedes aquí no sé si
tienen sectas o no, como los testigos de Jehová, que dicen que Jesucristo fue
un gran profeta pero no es Hijo de Dios, como los mahometanos que tampoco
aceptan que Jesucristo es hijo de Dios… y sin embargo, nos dice Jesucristo en
el Evangelio: “Yo soy el Camino, nadie va al Padre sino por mí”. Tenemos en
Nueva York una nueva secta que nosotros llamamos “los discípulos de
Moon”, los munistas, y ellos invocan a Dios Padre, invocan al Espíritu Santo,
pero dicen que Cristo fue un gran profeta que murió y que el Mesías es Moon,
ese surcoreano que vive en Nueva York, un multimillonario, que se divorció
varias veces, y ahora se declaró “el Mesías” y tiene muchos discípulos en
América latina y en Francia, en Europa… Ya son millones los discípulos de
Moon… Entonces, ellos no aceptan a Jesucristo como Hijo de Dios, dicen que
Jesucristo fue un gran profeta, pero que Moon es el Mesías hoy. Y nos dice
Jesucristo: “YO SOY EL CAMINO, NADIE VA AL PADRE SINO POR
MI”. Nuestra actitud con Jesucristo nos ayuda a discernir si la decisión que
estamos tomando realmente viene del Espíritu Santo o si puede ser impulsada
por el espíritu de la mentira.
Una de las condiciones más importantes para el ejercicio del discernimiento
espiritual es un contacto constante y sincero con la Palabra de Dios. Y si un
consejo podemos darles a los hermanos de la Renovación es que se alimenten
de la Palabra de Dios, que la estudien, que traten de seguir alguna clase de
orientación bíblica para conocer más y más el contenido de la Revelación,
para orientar sus propias vidas con seguridad.
Otra condición para un discernimiento correcto es la oración. La oración nos
pone en condición de ventaja para buscar la voluntad de Dios. La persona que
ora mucho claro que va a recibir más orientación, más luz del Señor, que el
otro que no se preocupa por buscar la voluntad de Dios a través de la oración.
Y otra condición es la libertad de espíritu. Para el ejercicio de los carismas se
necesita mucha libertad de espíritu, y para discernir también. En algunos
grupos carismáticos, (no sé si aquí, hemos visto que sucede en nuestro país)
personas que animaban grupos de oración grandes y el dirigente o la dirigente
no se atrevía a corregir a Fulana porque daba profecías que todo el mundo
sentía que no eran del Señor, pero como era una gran señora profesora en la
Pbro. Iván Cardona Ríos

Universidad y que sabía mucho, no se atrevían a corregirla. Y eso todo el


23
mundo sentía que no era del Señor, y que le faltaba al dirigente libertad. No
podemos permitir que pase cualquier cosa si es Fulano quien lo dijo y no me
atrevo a decírselo “porque él estudió más que yo”. Necesitamos libertad de
espíritu para corregir a los que se están equivocando y necesitamos libertad
para nosotros ejercitar un carisma. Porque si yo me preocupo mucho por lo
que van a decir los otros y tal vez se van a burlar de mí o me van a criticar,
jamás voy a abrir la boca para dar una profecía… Yo recuerdo lo que le pasó a
un profesor de Universidad, de X, que recibió una noche en una asamblea de
oración donde había unas quinientas personas el don de profecía. Él era un
profesor en Orientación en la Universidad y él recibió la profecía pero no
quería abrir la boca, porque la profecía a él le parecía imposible dar lo que el
Señor le estaba dando, y la profecía comenzaba con estas palabras: “Yo soy el
Señor”. Y él pensaba: “Si yo comienzo diciendo esto me van a decir que estoy
loco”, y él no quería abrir la boca. Y fa profecía venía impulsada por el
Espíritu y él con ese temor a lo que van a pensar los demás, él no quería soltar
la profecía. Total, él nervioso y estaba al final de la asamblea de oración casi
temblando, porque era una profecía impulsada con mucha fuerza y él no la
daba. Y al final, abrió la boca y comenzó la profecía que comenzaba con esa
palabra: “Yo soy el Señor” y era el Señor que nos hablaba, pero era una
profecía tan hermosa que él durante dos minutos habló con tanto poder y
fuerza en la asamblea, y al final había por lo menos veinticinco o treinta
personas que estaban llorando en la asamblea. Porque la palabra de Dios es
operante en los que creen, es eficaz, y cuando una profecía es auténtica
Palabra de Dios actúa y a veces sana corazones heridos, corazones rotos. La
Palabra de Dios actúa y a veces es tan fuerte que algunos la reciben con una
emoción muy fuerte y empiezan a llorar y lo que pasó en aquella ocasión es
que era una profecía de consuelo para muchas personas de la asamblea y tocó
sus corazones tan fuertemente que sentían eso que dicen los discípulos de
Emaús: “Acaso nuestro corazón no ardía cuando Él nos hablaba?”
Cuando es Palabra del Señor y llega al corazón, sucede a menudo que hay un
fruto de san ación interior o de arrepentimiento, un cambio de mentalidad… y
por eso él, al dar la profecía que venía del Señor, fue un instrumento para que
el grupo cambiara. Pero si no tiene libertad de espíritu y si no quiere abrir la
boca y dar esa profecía que le da el Espíritu del Señor ¿qué va a pasar? Es lo
que dice San Pablo: “No apaguen el Espíritu”. Y en muchos sitios se apaga el
Espíritu, en muchos países se apaga el Espíritu. Es decir, que es posible recibir
Pbro. Iván Cardona Ríos

carismas del Espíritu y no ponerlos al servicio del pueblo de Dios. Se apaga el


24
Espíritu y da pena.
Yo conozco un grupo de oración que tenía carismas hermosos y donde el
Señor se había manifestado en sanaciones interiores, en sanaciones físicas, en
profecía, en cantos en lenguas, en mensajes… y resulta que un día nombraron
en la parroquia a un sacerdote muy intelectual y muy cerebral que no quería
nada de esto, pero él iba a la asamblea de oración porque siendo el Párroco se
sentía como obligado a estar presente. y resulta que como él no quería nada de
esto y a la gente le decía que eran invenciones suyas, poco a poco la gente fue
dejando de profetiza, fueron dejando de cantar en lenguas, dejaron incluso de
orar por los enfermos, no daban palabras de ciencia para no ser burlados por el
párroco, y ya era una Hora Santa vieja la que había en la Iglesia, ya no había
grupo de Renovación Carismática porque estaban apagando al Espíritu y no
había manifestación alguna de esa presencia del Espíritu. Y da pena,
hermanos, que con el pretexto de juzgarlo todo algunos exageran y no
permiten manifestaciones del Espíritu, y otros con el deseo de dar mucha
libertad a la asamblea dejan pasar todo y no ejercitan un discernimiento
correcto y entonces hay mucha falsificación. Y si nosotros no lo cuidamos, las
falsificaciones son capaces de hacer un daño grande a nuestras comunidades
carismáticas, tanto que si toleramos las falsificaciones sin decir nada, la gente
poco a poco se va a desilusionar y va a dejar de ir a la asamblea, va a dejar de
participar en las actividades de la comunidad y van a decir: “son una pandilla
de locos”, porque cada uno hace lo que quiere y nadie tiene criterio para
discernir, nadie está frenando lo que no viene de Dios…
Yo recuerdo cuando estuvimos dando un Retiro en Nicaragua, encontramos
ahí una cosa muy helada, ellos no habían tenido la suerte de recibir retiros de
la Renovación en Managua, pero tenían grupos que habían comenzado y
habían ido caminando a su manera. Y entonces, hemos visto cómo una señora
se daba la tarea de interpretar toda una oración en lenguas; alguien estaba
orando en lenguas, y ella estaba aliado interpretando a su manera todo…
Cuando sabemos que una oración en lenguas no se interpreta, lo que se
interpreta es el mensaje en lenguas. Pero la oración en lenguas no se
interpreta. Cuando nos ponemos a orar en lenguas todo el mundo, no hay que
buscar interpretación, de verdad que no. Dice San Pablo que “el que ora en
lenguas no habla a los hombres, sino a Dios”. Y en ese grupo de oración,
cuando alguien oraba en lenguas, ella “lo interpretaba”, lo inventaba todo,
Pbro. Iván Cardona Ríos

porque no era ningún mensaje que se estaba dando, estaban orando en


25
lenguas… y tuvimos que corregirles esto. Pero, a través de sus
interpretaciones, ella había dicho que teníamos que pasar los tres días en
Managua, que no fuéramos a otro sitio donde habíamos quedado, sino que nos
quedáramos en Managua centralizándolo todo y lo “interpretaba” ella
inventándolo después de una oración en lenguas. Y la gente lo creía!… Y yo
les dije: “Vamos a ver si el Señor tiene razón, nosotros vamos a ir a la otra
ciudad, y si el Señor no quiere nos lo impedirá, pero llegamos a X y tuvimos
tantas bendiciones que no tuvimos duda de que era la voluntad de Dios que
fuéramos allí. Y entonces, algunos se van porque dicen: “Es todo demasiado
complicado”, y pierden una bendición grande que se está derramando en la
Iglesia. Los dirigentes debemos aprender a crecer en el discernimiento, a ver
los frutos, a juzgar lo que está pasando con los carismas, y si hay frutos bien, y
si no es que no era del Señor. Este principio tan sencillo hay que ejercitarlo.
Yo recuerdo que en mi parroquia había un catequista de unos veinte años de
edad y estaba fascinado con la Palabra de Ciencia, él encontraba eso
fantástico. Cuando comenzamos a anunciar alguna sanación en la asamblea de
oración a él eso le encantaba y quería recibir ese carisma. Y entonces, una
noche en su grupo de oración, después de orar por los enfermos comenzó a
anunciar que uno se sanaba del hígado y otro se sanaba del corazón y que otro
se sanaba de mala circulación de la sangre… y la gente estaba fascinada, y
decía: “Ya tenemos a uno que tiene Palabra de Ciencia, ¡qué maravilloso!” Y
a la semana siguiente, al llegar a la asamblea de oración estaban deseosas de
oír testimonios y ¡NADA!, No se había sanado nadie, y comenzaron a dudar.
Y entonces, él de nuevo se atrevió a dar otras palabras de ciencia,
inventándolas; él pensaba que con decir que alguien se sanaba de cáncer se
iban a sanar ¡imagínense! Tuvimos que ir al grupo de oración porque ya se
estaba destruyendo y decirle: “¡Cállate, tú no tienes derecho a dejar a Dios
como mentiroso! ¡Lo que tú estás diciendo no viene del Espíritu!”.
¿Cómo vamos a saber si viene del Espíritu o no? Por los testimonios, en un
caso así, por los frutos. Si no hay fruto, díganle a la persona: ¡Cállate, que el
Señor no habla mentiras! El Señor no va a anunciar una cosa y no hacer nada!
Y es muy difícil en nuestros grupos de oración crecer si no ponemos un poco
de disciplina con estos principios sencillos, “juzgadlo todo y quedarse con lo
bueno”. Eso es sencillo, ¿verdad? Pero hay que hacerlo.
Pbro. Iván Cardona Ríos

Entonces, el discernimiento natural – como les dije- es el sentido común. Eso


26
lo tiene todo el mundo que tiene una inteligencia normal, que no está enfermo.
Pero puede un ser humano no tener sentido común; hay personas que
enferman y pierden “el norte” y ya no tienen sentido común y no podemos
fiarnos de lo que dicen… Yo recuerdo que en un manicomio en X, había una
sala donde estaban trabajando los locos, porque no estaban tan mal como para
no trabajar, podían hacer algo. Y estaban en una sala dos locos pintando, y
uno de ellos estaba en una escalera pintando una pared y el otro estaba abajo
sujetando la escalera. Iban trabajando muy bien, pero llegó un momento en
que el de abajo le dijo al loco de arriba: “agárrate de la brocha, que yo voy a
cambiar la escalera”. Entonces, ¿qué le faltaba? Le faltaba discernimiento
natural, ¡ustedes se imaginan!… El discernimiento natural lo tiene todo ser
humano normal, si no está enfermo.
El discernimiento doctrinal lo podemos adquirir poco a poco, a través del
estudio de la Palabra de Dios, a través de la reflexión, juzgando el árbol por
sus frutos… Eso es lo que nosotros debemos buscar. Y no juzgar como para
criticar, como para levantar chismes y sembrar discordia, sino para ser buenos
pastores del rebaño. Debemos tomar nuestras responsabilidades pastorales en
la comunidad, en el grupo, en nuestra vida también, aprender a juzgar por los
frutos. Si la decisión que estoy tomando me está causando gozo, alegría, si me
da paz… puede ser que esa decisión la esté tomando realmente inspirado por
el Espíritu del Señor. Pero si lo que estoy haciendo me produce tristeza,
amargura…; si tomo una decisión y me sale muy mal, tal vez esa decisión no
es lo que el Señor quería, hay que ver los frutos.
Y nosotros tenemos que estudiar un poquito también el discernimiento
carismático, porque es uno de los carismas que se está renovando en la Iglesia
de hoy. Y el discernimiento carismático es algo tan nuevo que un gran
especialista en cuestiones de discernimiento, que vino de España a Santo
Domingo, un sacerdote de mucha fama que fue a Santo Domingo a dar
conferencias a los religiosos de muchas Congregaciones, sobre la vida
espiritual y el discernimiento, ni mencionó el discernimiento carismático,
porque parece que él estudió mucho el discernimiento doctrinal pero el
discernimiento carismático es algo que se está renovando ahora en la Iglesia.
Es uno de los carismas que el Espíritu nos está regalando, que está renovando
a la Iglesia, y algunos ni lo mencionan, como que no han vivido esa
experiencia todavía. Pero, créanlo, es una realidad.
Pbro. Iván Cardona Ríos

Sin embargo, el discernimiento carismático siempre debe que estar sometido a


27
un discernimiento doctrinal. En el sentido de que aunque el Espíritu te dé un
discernimiento bien claro que te llena la mente, un discernimiento sobre una
realidad que pasa, tú vas a ver si es realmente del Espíritu o no, juzgando por
los frutos. Si no, tú no puedes tener seguridad de si fue tu imaginación o si fue
el Espíritu que te impulsó a tomar esa decisión.

3
CARISMAS DE SANACIÓN FÍSICA Y SANACIÓN INTERIOR

LOS CARISMAS DEL ESPÍRITU AL SERVICIO DE LA


EVANGELIZACIÓN.

7.-Sanación física y sanación interior.

1.- Cuando Juan y Santiago pidieron estar a la derecha y a la izquierda de


Jesús en su reino, Jesús les contestó: “No sabéis lo que pedís”.

A cuantos de la Renovación Carismática se les podría decir lo mismo cuando


desearían tener el carisma de la sanación: “No sabéis lo que pedís”. Esto es,
justamente, lo que vamos a ver en la presente enseñanza.

2.- Jesús envió a los doce, con estas instrucciones:

"Id y predicad que el reino de Dios está cerca. Curad a los enfermos,
resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, echad a los demonios". (Mt.
10, 7 y 9).

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Comunidad Siervos de Cristo Vivo
http://www.siervoscas.com/2015/09/7-carismas-de-sanacion-fisica-y.html
Pbro. Iván Cardona Ríos
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Y Marcos, al final de su evangelio nos dirá:
"Ellos fueron a predicar por todas partes. El señor cooperaba con ellos y
confirmaba su doctrina con los prodigios que los acompañaban."(Mc. 16,20)

"La evangelización de Jesús comprendía dos aspectos fundamentales:

a) El anuncio de la Palabra.
b) La confirmación de esa Palabra con la sanación de los enfermos".

Las señales, los prodigios y los milagros son signos que manifiestan que Jesús
está vivo, hoy y siempre, y vienen a confirmar la proclamación de la Palabra.

"Vayan por todo el mundo y proclamad la buena nueva a toda la creación.


Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre
expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en
sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos
sobre los enfermos y éstos se pondrán bien."(Mc.16, 15-18).

Digamos en primer lugar: El carisma de sanación es un don gratuito de la


misericordia de Dios. El carisma es una manifestación exterior del Espíritu
Santo. El carisma de sanación no es fruto de técnicas y procesos que
empleemos, aprendidos o que nos creamos.

Este carisma es una de las características que distinguen al auténtico apóstol.


Además en las manifestaciones del auténtico apóstol está una de las claves y
fundamentos para entender este carisma.

La otra clave para entender el carisma de la sanación es este:


Pbro. Iván Cardona Ríos
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El hombre fue creado por Dios para disfrutar de su presencia en una vida sana.
El pecado desbarató ese plan. El hombre, al pecar, rompe las leyes
establecidas en su propia naturaleza y en la sociedad en la que vive,
produciendo enfermedades que surgirán de inmediato o que pasarán de
generación en generación. Jesús cuando curaba, siempre repetía: “No peques
más”. Incluso llegó a decir: “No peque más o te sucederán cosas peores”.
Como se comprende fácilmente, la sanación pasa por “No peques más”. No
olvidar, Dios nos quiere sanos.

3.- Estamos perfectamente sabedores que el tema es sumamente amplio y no


siempre bien entendido. Lo vamos a simplificar en tres puntos, presentándolo
con la mayor simplicidad para que haya ideas claras. Nos ayudará en esta
enseñanza lo que ya hemos explicado en anteriores carismas, pues son sus
bases o fundamentos. Los temas son: a) Sanación de nosotros mismos. b)
Sanación física. c) Sanación interior.

4.- a) Sanación de nosotros mismos.

Hay un refrán que dice: “Médico, sánate a ti mismo”. Cuando se habla del
carisma de sanación siempre se piensa en sanar a los demás. ¿Y nosotros, qué?
Y sabemos que difícilmente podremos dedicarnos a sanar a los demás si
nosotros no estamos sanos. El P. Emiliano Tardif, antes de recibir el carisma
de sanación tuvo que ser sanado.

Nosotros podemos estar enfermos física y espiritualmente. Lo que más


preocupa es la enfermedad espiritual, causa, en muchas ocasiones de
enfermedades físicas. El hombre está enfermo por el desamor; de no recibir el
amor que necesita o de no dar el amor que otros nos piden. La falta de amor
nos constriñe, nos enerva y esto hace que nuestro sistema nervioso se resienta.
En esta situación no es raro que nos falte la paz, la confianza, incluso la fe.
En estas circunstancias ¿cómo podremos transmitir sanidad a los demás? El
Pbro. Iván Cardona Ríos

Carisma de sanación es fruto del amor; y si vamos parcos en el amor, ¿qué


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habrá?

Dios es amor y solamente en Él encontraremos el amor que necesitamos.


Tener una relación fluida con Él es la clave para que surja en nosotros la paz,
la confianza, el amor y con ello todo nuestro espíritu se transforma y surge la
sanidad de nosotros mismos, tanto física como espiritual. Yo no se si esto
suena a algo intelectual, muy bonito, pero poco real. Yo solo os puedo decir
que esto está pasando en mí, lo que digo es mi propia experiencia. Por muchos
años yo pasaba muchas horas ante Jesús Sacramentado pero solo cuando
conocí y empecé a poner en práctica la contemplación fue cuando mi vida
espiritual empezó a dar un giro de 180 grados; al contemplar a Dios en sus
misterios, al entrar en los sentimiento de Jesús, mi espíritu se ha enriquecido
en todo orden; creo que lo resume todo, diciendo que hay una paz que antes no
conocía. Y con esa paz me ha venido la sanación interior y no cabe duda que
también la física. Yo al Señor no le voy a pedir carismas; yo sé que estando
con Él, voy a tener los carismas necesarios para cumplir la misión que desee
darme.

Mi consejo: no pidáis al Señor carismas; pedidle el don de la contemplación,


desead el don de la contemplación y entrad en ella. En la intimidad con el
Señor, Él os sanará, os dará paz y os dará los carismas necesarios para cumplir
su Voluntad y para su mayor Gloria.

5.- b) Sanación física.

En primer lugar hagamos una diferencia entre milagro y sanación. En el


milagro está patente el dedo de Dios; en la sanación, no. Ejemplo: Lo que
sucede en Lourdes; mucha gente se sana pero son muy pocos los casos que se
declaran milagros. En las sanaciones de Jesús eran milagros porque estaba
patente el dedo de su divinidad. Nosotros hablaremos siempre
de “sanaciones”, aunque veamos, en muchos casos, de que la sanación era
imposible sin la intervención de Dios.
Pbro. Iván Cardona Ríos
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Otro punto a tener en cuenta. ¿Cuál es la finalidad principal de la sanación
física? El bien espiritual de la persona. Dios nos quiere íntegramente sanos.
Quiere sanar principalmente nuestra alma, porque de ahí deriva, en muchas
ocasiones, nuestra sanación física; y otras veces nos sana físicamente para
que sanemos espiritualmente. Si decimos que las sanaciones deben ser la
confirmación de la proclamación de la Palabra de Dios, es porque a través de
esa proclamación debemos buscar la conversión de los oyentes.

No cabe duda que los milagros de Jesús eran el mayor reclamo para que la
gente escuchase su palabra y reconociese su divinidad. Era un objetivo
especial de Jesús. A parte de este objetivo característico de Jesús, la mayor
parte de los milagros de Jesús eran sanaciones físicas, pero en todas ellas
siempre añadía: “No peques más”. Sanaciones directamente espirituales: La
mirada a Pedro después de negarlo; la conversión de la Magdalena, etc.

El carisma de sanación que se nos regala a nosotros, repito, es para confirmar


la Palabra de Dios que se proclama y a través de ella, haya una conversión de
vida. Los Apóstoles así lo vivían.

Si pedimos que se de testimonio de las sanaciones recibidas para Gloria de


Dios, no olvidemos que ello es para que creamos; lo principal, lo que Dios
quiere, es nuestra salvación.

Para manifestar directamente la Gloria de Dios, tenemos delante de nosotros


a toda la creación: el universo, la naturaleza, el milagro de la vida, el nacer de
cada día, etc. etc. Cuando a Jesús le pedían milagros para que manifestase
quien era, siempre contestaba que se atendieran a lo que decían los profetas;
solo una vez dijo: “Destruid este templo (refiriéndose a su cuerpo) y en tres
días lo reconstruiré”. A Herodes que le pedía milagros por curiosidad, Jesús
calló; al mal ladrón que le pidió que bajase de la cruz, no lo atendió, pero sí
atendió al buen ladrón: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Pbro. Iván Cardona Ríos
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6.- Puestos estos principios, nos será más fácil entender lo siguiente.

En primer lugar permitidme una distinción. Una cosa es carisma de sanación


y otra es el ministerio de sanación. El carisma de sanación lo tiene todo
cristiano y en cualquier momento el Señor puede actuar en él; el carisma se
presenta esporádicamente.

Muy diferente es el ministerio de sanación en donde el carisma


es permanente, siempre que se ponga en práctica. Lo tienen en plenitud,
activo, en virtud de su oficio: los sacerdotes, los médicos; los esposos lo
tienen con fuerza especial, el uno para el otro, y al mismo tiempo para sus
hijos y familia. Los laicos lo tienen limitado; necesitan estar discernidos por
los pastores y confirmados por la comunidad; pueden darse casos de laicos a
quienes Dios llama al ejercicio de la sanación en plenitud y sin límites; éstos
no son muchos pero generalmente va unido al ministerio de la predicación.

7.- Una condición muy esencial en el ministerio de sanación es la santidad. El


Señor necesita de personas que, llenas de la misericordia y la compasión de
Jesús, se entreguen a los más necesitados, siendo canales abiertos del amor de
Dios. No se puede ejercer este ministerio sin una santidad de vida patente. La
santidad de vida ayuda al anuncio de la salvación y a la intercesión por los
enfermos. Veamos unas actitudes esenciales de esa santidad de la que estamos
hablando. (Extractado de Nuevo Pentecostés, nº 41)

a) Es necesario vivir santamente este ministerio con una vida contemplativa e


interiorizada. No hay evangelización que dure si no se funda en un cimiento
contemplativo. Hay que tomar tiempo para estar a solas con Dios y escuchar
lo que nos dice y a dónde nos llevan las mociones de su Espíritu.
Pbro. Iván Cardona Ríos

b) El que ejerce el ministerio de curación necesita unacomunidad de


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hermanos y hermanas que oren con él. El carisma no madura en el ministerio
sin el apoyo de los hermanos en la fe.

c) Se requiere también en el ministerio de curación el apoyo de la vida


sacramental. La Eucaristía y la Reconciliación han de convertirse en
celebraciones evangelizadoras de la vida de Jesús, que se nos da y nos
santifica.

d) El que ejerce un ministerio de sanación necesita de un guía espiritual, que


le asesore en los momentos de lucha espiritual.

e) Vivir en el amor a Jesús y a su Palabra no sólo ayuda a nuestra santidad,


sino que fomenta carismas relacionados con el ministerio de sanación.

f) El don de fuerza del Espíritu Santo nos lleva a mayor unión con Jesús;
pero también nos fortalece para el combate espiritual en el ministerio de
curación. La fuerza del Espíritu Santo la necesitamos porque vamos a
enfrentarnos a fuertes tentaciones, principalmente serían cinco.

* Tentación de orgullo, porque nos atribuimos lo que Dios realiza a través de


nuestra acción humana. Humildad. El burrito del P. Emiliano.
* Tentación de desaliento. Es muy cansado este ministerio, tiene fracasos
aparentes y se cae en la tentación de abandonar. Entonces también
necesitamos un guía espiritual.
* Tentación de ejercer dominio espiritual sobre el enfermo, tanto al actuar
como médico o como sanador. Hay que respetar al enfermo sin someterlo a
nosotros.
* Tentación de voluntarismo espiritual. Queremos que Dios cure sin atender
verdaderamente a lo que Dios quiere hacer en ese momento concreto.
* Tentación de relación afectiva-emocional con el enfermo.
Pbro. Iván Cardona Ríos
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8.- Debemos de ser conscientes de que el ministerio de sanación acarrea
mucha persecución, bien por celos, bien por incomprensión del ministerio. Se
necesita santidad y estar armados con la fuerza del Espíritu. Pedro y Juan
fueron encarcelados por curar a un paralítico. El P. Emiliano sufrió mucho por
incomprensión de algunos obispos. Un ejemplo claro lo tenemos en S.
Salvador de Horta, lego franciscano. Instando a la gente de que se confiese y
cambie de vida, los enfermos se sanaban. Ello provocó que las multitudes
acudieran a él y la quietud del convento se alterase. Sus superiores lo
cambiaron de conventos e incluso de nombre. Fue llevado a la Inquisición de
Barcelona y las crónicas cuentan que al final, los mismos jueces le pidieron
que orase por ellos. Terminó sus días en Cerdeña (Italia).

9.- ¿En qué momentos principales se ejerce el ministerio de


sanación? Sabiendo que la sanación es la acción de Dios para confirmar su
Palabra y para manifestar su misericordia, el ministerio se ejerce cuando se
busca la salvación de las personas, bien en una predicación, bien en la oración
de intercesión; en este caso, hay que aclarar que nunca debe faltar la
evangelización de la persona por la que se intercede. Esto se ampliará en la
próxima enseñanza cuando tratemos LA INTERCESIÓN CON PODER.

Es interesante conocer el actuar del P. Emiliano Tardif, que tenía un gran


ministerio de sanación. Él siempre decía, que nunca oraba por las personas sin
antes evangelizar y ayudarles a la conversión. Por favor, lean sus escritos al
respecto.

Me gustaría ahora ampliar un poco lo de la predicación. Enprimer lugar, toda


predicación debe tener un claro enfoque salvífico; es decir, pretender de que
haya un cambio de vida espiritual en los oyentes. Solo así se producen
sanaciones. La Palabra de Dios sana en lo espiritual y en lo físico. La gente
desea ver que la Palabra cambia vidas. Todo cambio de vida ya es sanación.
Pbro. Iván Cardona Ríos

Entonces, ¿por qué no vemos más milagros de sanación en las


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predicaciones? ¿Hemos examinado cómo son nuestras predicaciones?
¿Buscan la gloria de Dios? ¿Buscan que haya más cambios de vida? ¿Se
quedan en fórmulas rutinarias? Es posible no ver sanaciones en nuestras
predicaciones por defecto de las mismas o porque el Señor desea con ello que
crezca nuestra fe; en este caso, el no ver las sanaciones no quiere decir que no
existan. Hace tiempo tuve una vivencia que nunca la he olvidado; aunque
muchos ya la conocéis, me gustaría repetirla. “Los milagros los hago yo (dice
el Señor).Pero me dio a entender que normalmente yo no los vería”.
(Explicarlo completo).

La experiencia me ha enseñado que lo principal es beber la misericordia y


compasión de Jesús en la contemplación de su Corazón, lo que me impulsará a
llevar esa misericordia a todos los corazones. El resto es obra de Dios que no
falla: "Vayan por todo el mundo y proclamad la buena nueva a toda la
creación. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: …” Quien
actúa es Jesús y JESÚS ESTÁ VIVO.

10.- c) Sanación interior.

Hablar de la sanación interior no es nada fácil y menos, entenderlo: debemos


entrar en el interior del hombre para encontrar sus males y es patente, que es
una tarea casi imposible. Los sicólogos y siquiatras que estudian estas parcelas
del hombre intentan dar nombres a las diversas actitudes con que se
encuentran, pero no siempre coinciden en su descripción. Nosotros nos
atenderemos a lo más elemental con tal de comprender la sanación interior.

"Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda
tu mente. Este es el primer mandamiento. El segundo, es semejante a éste:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo". (Mt.22, 37-40)
Pbro. Iván Cardona Ríos

Muchas veces hemos leído este pasaje de la Escritura y hemos intentado vivir
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este mandamiento. Pero ¿lo hemos conseguido? Hay zonas oscuras en nuestro
interior que nos bloquean. Tener acceso y poder sanar estas zonas es propio de
la sanación interior.
Robert De Grandis nos presenta el ejemplo del Apóstol Pablo.

Pablo pasó de ser un perseguidor de los cristianos a ser un apóstol de Cristo.


Para ello tuvo que pasar con todo un proceso de sanación. Tuvo que pasar de
un odio a los cristianos a tener un amor hacia ellos de manera que daba su vida
por ellos en la evangelización. La transformación fue completa. Pablo pasó
por un proceso de sanación interior, y esta sanación la fue
recibiendo, caminando con Jesús, dejándose guiar por Jesús, y así fue sanado
y tuvo los mismos sentimientos de Cristo. (Fil. 2,5)

La sanación es un proceso y no hay que esperar un cambio radical de la


noche a la mañana; cuando vamos por ese camino, como lo hizo Pablo, nos
transformamos a la imagen de Nuestro Señor Jesucristo, y vamos teniendo los
mismos sentimientos de Cristo, convirtiéndonos en una nueva criatura a través
de Él.

11.- Objeto de la sanación interior.

El hombre, mediante el saber, puede tener lo que llamamos "vivencias", vivir


sus propios actos. Y por medio de esa "conciencia", puede proyectarse hacia
esos actos propios, o sobre el "yo”, y transformarse en el sujeto de las
vivencias. Esto sería el consciente. La persona, por tanto la conciencia, se
comunica con el mundo material y otros seres a través de las vivencias.

Pero además nos encontramos con una nueva realidad: El límite del cuerpo y
del psiquismo, o de lo orgánico y lo psíquico. Aquí se encuentra una zona no
muy clara: El inconsciente, llamado así por Jung; otros la
Pbro. Iván Cardona Ríos

llaman subconsciente. En el consciente y en el subconsciente se encuentra lo


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principal de nosotros, que quizá nunca conozcamos o conozcamos muy poco.

El subconsciente es como un depósito que "guarda" todos los traumatismos,


las heridas, los rechazos, los bloqueos de la primera infancia, y los conserva
mucho más nublados en forma de complejos, cuanto se remontan más allá de
esta edad. Estas heridas que vienen de la primera infancia o de una edad
posterior (aun adulta) tienen repercusiones sobre el organismo espiritual.
Viene a ser algo así como una herida con costra; herida que no aparenta pero
que si se la toca, duele.

Los traumas interiores profundos pueden bloquear totalmente la vida


espiritual. Si una persona, por ejemplo, ha odiado a su padre durante su
infancia, por malos tratos recibidos, no llegará a vivir una libertad con Dios.
Se encontrará con una barrera poco menos que insuperable, humanamente,
hasta que no intervenga la curación interior. Las personas que han odiado a su
padre tienen dificultad en tener una idea de la verdadera imagen de Dios-
Padre, y menos aún sentir Su amor Paternal.

Problemas, actitudes, reacciones…que tengamos pueden ser resultado de algo


que nos ha pasado, aunque no lo recordemos.

Esta es la razón por la que necesitamos la sanación interior. Para ello es


necesario abrirnos a la mirada de nuestra conciencia y buscar la curación del
Señor, pero esto suele ser muy difícil.

Necesitamos, pues, que afloren estos problemas. A veces pueden aflorar por
medio del diálogo. Otras, por medio de la palabra de conocimiento. Y otras
será necesario acudir a la psiquiatría, que puede ayudar a traer a la superficie
lo guardado en nuestro inconsciente. Pero nosotros sabemos que solo el amor,
la gracia, la compasión del Señor pueden sanar, liberar y ordenar todo aquello
Pbro. Iván Cardona Ríos

que está herido y que reposa en nuestro subconsciente y que en la mayoría de


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los casos ni siquiera nosotros conocemos.

En el proceso de la sanación interior, no basta dominar los aspectos


psicológicos; pueden ayudar, a nivel humano, pero sin rebasar el propio
campo. Se requiere a nivel sobrenatural, ser utilizado por el Señor para que El
vaya restaurando la personalidad profundamente herida y bloqueada. Esta
sanación debe ir empapada de la "compasión" del Señor; esto es lo
fundamental. Por lo tanto, la ayuda al enfermo tiene que ir acompañada y
revestida de la misma compasión de Cristo, ya que ese amor penetra y cura las
capas más profundas del subconsciente.

12.- Diversos campos de la sanación interior.

Son muchos los campos en donde es necesario la sanación interior; citaremos


algunos para que nos demos cuenta de la diversidad que hay: De la propia
imagen, del miedo, de los recuerdos, intergeneracional, del odio, de la falta de
perdón, falta de amor, etc.

13.- Maneras para realizar la sanción interior.

Sabemos que solo el Espíritu de Dios, la compasión de Jesús puede llegar a


esas zonas obscuras de nuestro ser para sanarlas. Pero también sabemos que a
través de la oración podemos ayudar a las personas a que abran su corazón a la
misericordia de Jesús.

Debemos distinguir dos situaciones. Si se sabe y se conoce una herida


especifica por la que hay que sanar, entonces acudimos a la oración de
intercesión. (Lo veremos en la próxima clase). Si es algo desconocido, si no
sabemos el por qué de algún mal, su razón o causa, entonces es bueno el Baño
de Luz. La diferencia más peculiar de ambas formas está en que en la oración
Pbro. Iván Cardona Ríos

de intercesión se necesita la ayuda y discernimiento de otra personas; en el


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Baño de Luz, lo puede realizar la misma persona.

14.- ¿En qué consiste principalmente el Baño de luz?El Baño de luz no es


otra cosa que, con la ayuda del Señor Jesús, tratar de encontrar una respuesta a
algo que nos molesta y nos hace sufrir, encontrar la causa a un bloqueo o
trauma, por lo que nos impide ser felices o progresar espiritualmente. No
olvidemos lo que dice la Palabra: “Yo soy la luz del mundo”.

¿Cómo se realiza? El mejor ejemplo es Jesús en el Huerto de los olivos.

Hay que seguir las siguientes pautas:


a) Buscar un lugar tranquilo y acogedor.

b) Imaginar a Jesús muy humano, glorioso, y que se hace presente ante


uno. De la misma manera llegan a nuestra mente lo que vemos por los ojos y
lo que vemos en nuestra imaginación.

c) Tener un dialogo con Jesús; mano a mano. Un diálogo de amor y no un


monólogo; preguntar y escuchar.

d) Importante, guardar silencio para que haya oportunidad de escuchar a


Jesús. Como es lógico, hay que poner en práctica lo que escuchamos en la
oración. De lo contrario, el Baño de Luz no tiene razón de ser.

El Baño de luz se repite tantas veces cuantas sean necesarias.

Muy parecida al Baño de luz es la Oración que realiza una persona


recorriendo posibles circunstancias dolorosas, desde la concepción hasta el
Pbro. Iván Cardona Ríos

día hoy. En cada una de las partes se pide a Jesús que entre a sanar las heridas
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que allí se encuentran.

15.- Conclusión.

Ante la gran necesidad que tienen las personas de sanación, tanto la física
como la interior, bien nos podemos dar cuenta que recibir este carisma es una
gracia especial del Señor pero que va incluido a una máxima responsabilidad
de evangelizar; captar la misericordia de Jesús y actuar con esa misericordia a
favor de los que sufren es lo esencial en este carisma. Es primordial saber que
ello conlleva mucho sacrificio y también grandes peligros de endiosarnos,
sacando la gloria de Dios. Con todo, Dios necesita de nosotros para ser
canales de su misericordia.

Hay que saber también que la práctica del Ministerio de sanación, en la


Intercesión con poder y en la Liberación es muy necesario que se posean los
carismas de lo que ya hemos hablado: Discernimiento de espíritu, palabra de
conocimiento, palabra de sabiduría, lenguas, fe carismática. Los carismas se
entrelazan de una manera sutil. No se pueden tener en forma individual. Por
eso nosotros los hemos tratado al final. No basta estudiar un carisma; es bueno
estudiarlos todos por la interrelación que tienen entre si. Conociéndolos todos,
captaremos mejor cuando el Señor nos los presenta.

En la contemplación, a los pies de Jesús, encontraremos la base de todos los


carismas. Ya lo he dicho y lo voy a decir una vez más: La Renovación será
carismática si es contemplativa; de lo contrario será carismática solo de
nombre.

Gloria al Señor.
Pbro. Iván Cardona Ríos
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16.- ORACIÓN.

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