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J. R.

WARD CONSUMIDO

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J. R. WARD CONSUMIDO

TRADUCCIÓN
Klaus Maricia

Sujey Nela

Gallahan32 Verona Dah

Mar96 Celina

Thinmellian Maite M

CORRECCIÓN
Grimshaw Reaper

DISEÑO
Klaus

EPUB
Mara

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J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 1

Harbour Street con la Octoaba Avenida

Old Downtown, New Brunswick, Massachusetts

Alarma de Incendio. Uno, nueve, cuatro, siete. Dos motores y una


escalera del 499, respondiendo.

O, dicho de otra manera, la cita del viernes por la noche de Anne


Ashburn había llegado a tiempo y la estaba llevando a un
espectáculo. De acuerdo, “a tiempo” era el momento preciso en el
que se sentó a comer en la delegación con su equipo, y el
“espectáculo” era un incendio en el almacén para el que tendrían
que ir juntos. ¿Pero si juzgabas la salud de una relación en
función de su constancia y si aportaba un propósito y un
significado a su vida?

Entonces este espectáculo de lucha contra incendios era el mejor


maldito compañero que una mujer podía pedir.

Cuando Engine Co. 17 dobló la esquina hacia Harbor con la


sirena y las luces encendidas, Anne echó un vistazo a la zona de
asientos poco profundos del camión. Había cuatro asientos
detrás de la cabina, dos orientados hacia adelante, dos traseros,
los dos separados por un pasillo de engranajes. Emilio “Amy”
Chávez y Patrick “Duff” Duffy estaban de un lado. Ella y Daniel
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“Dannyboy” Maguire estaban en el otro. En el frente, Deshaun


“Doc” Lewis, el ingeniero, estaba detrás del volante, y el Capitán
Christopher “Chip” Baker, el comandante del incidente, iba de
escopeta.

Su apodo era “Sister”. Lo que sucedió cuando eras la hermana


del gran Jefe de Bomberos Thomas Ashburn Jr., y la hija del
venerado (falsamente como resultó) Thomas Ashburn, Sr.

Sin embargo, no todos la llamaban así.

Ella se centró en Danny. Estaba mirando por la ventana abierta,


el viento frío de noviembre mecía su cabello negro hacia atrás,
sus agotados ojos azules enfocados en nada. En los desvíos, sus
rodillas se rozaban cada vez que el motor chocaba con paneles de
acceso de alcantarillas, baches, bocas de acceso e intersecciones.

Está bien, está bien, quería decirle ella al destino. Sé que él está
allí. No tienes que seguir recordándomelo.

El maldito cabrón era un montón de cosas, la mayoría de las


cuales contenían términos que no podía usar delante de su
abuela, pero él sabía que ella odiaba la cosa de “Sister”, por lo
que para él era Ashburn.

También la había llamado Anne… una vez. Tarde en la noche


hace unas tres semanas.

Sí, habían estado desnudos en ese momento. Oh Dios… ¿Habían


finalmente hecho eso?

—Te venceré en el pong1, —dijo sin mirarla—. Tan pronto como


volvamos.

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Videojuego de deportes de tenis de mesa con gráficos bidimensionales simples creado en 1972.

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—No hay posibilidad. —Ella odiaba que él supiera que lo había


estado mirando—. Todos hablan, Dannyboy.

—Bien. —Se volvió para mirarla—. Te dejaré ganar, ¿qué te


parece?

Su sonrisa era lenta, sabia y malvada. Y su temperamento


saltaba al primer toque.

—Y un infierno que lo harás. —Anne se inclinó hacia delante—.


No jugaré contigo si haces trampa.

— ¿Incluso si te beneficia?

—Eso no es ganar.

—Huh. Bueno, tendrás que explicarme los entresijos de esto


cuando regresemos a la casa. Mientras te voy a ganar.

Anne sacudió la cabeza y miró por la ventana abierta.

El primer golpe en su pierna le atribuyó un golpe por el camino.


El segundo, el tercero y el cuarto eran obviamente otra cosa…

Miró de nuevo a Danny. —Basta.

— ¿Qué?

— ¿Tienes doce? —Cuando él comenzó a sonreír, ella supo


exactamente dónde había ido su mente—. No pulgadas. Años.

—Estoy bastante seguro de que llego a un máximo de dieciséis.2


—Bajó la voz—. ¿Qué piensas?

Entre las sirenas y las ventanas abiertas, nadie más podía


escucharlas, y Danny nunca sacaba el doble sentido si existía el

2
40.64 cm.
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riesgo de eso. Pero sí, Anne ahora sabía íntimamente toda su


anatomía musculosa y tatuada. De acuerdo, solo había sido esa
vez.

Por otra parte, lo inolvidable solo tenía que suceder una vez.

—Creo que estás loco, —murmuró ella.

Y luego llegaron a la escena. El antiguo almacén de la era de 1900


era una cáscara de su antigua vida útil, sesenta y cinco mil pies
cuadrados de paneles de vidrio rotos, vigas en descomposición y
paneles de techo caídos. Las paredes exteriores eran de ladrillo,
pero según la antigüedad, los suelos y los divisores de las
habitaciones en el interior serían de madera. El incendio estaba
en la esquina noreste en el segundo piso, formando una nube de
humo en el aire nocturno de cuarenta grados antes de ser
arrastrado por un viento del sur.

Cuando las botas de Anne cayeron al suelo, cerró la parte


superior de su traje. Su cola de caballo estaba en lo alto de la
parte posterior de su cabeza, se quitó la banda y se lo recogió
apretándolo contra su nuca. Su color castaño aún tenía mechas
rubias del verano, pero necesitaba cortárselo, por lo que toda esa
luminosidad estaba por irse.

Por supuesto, si ella fuera una mujer “que se cuidara”, lo cuidaría


durante los meses de invierno. O eso le gustaba decirle a su
madre. ¿Pero quién demonios tenía tiempo para eso?

—Sister, barre el lugar con Amy en busca de adictos, —ordenó el


Capitán Baker—. Mantente alejado de esa esquina. ¡Danny y
Duff, corran hasta esas líneas!

Mientras el Capitán Baker seguía ladrando órdenes, ella se dio la


vuelta. Tenía su tarea. Hasta que ella lo completara, o hubiera

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un obstáculo o cambio de orden insuperable, se le exigía seguir


esa directiva y ninguna otra.

—Ten cuidado allí Ashburn.

Las palabras eran suaves y bajas, solo para sus oídos. Y mientras
miraba por encima del hombro, los ojos irlandeses de Danny no
estaban sonriendo.

Una onda de premonición la hizo frotarse la nuca. —Sí, tú


también Maguire.

—Pan comido. Volveremos a la mesa antes de las diez.

Se alejaron el uno del otro al mismo tiempo, Danny fue hacia las
pilas de mangueras en la parte de atrás, conectándose con
Chávez. Le gustaba estar emparejada con Emilio. ¡Era un
veterano de cuatro años que fue entrenado como un SUV y tenía
el cerebro de un concursante de Jeopardy!3 También hacia lo que
tenía que hacer sin drama.

Mandado por Dios, en serio.

Los dos fueron a un compartimiento en el exterior de la


camioneta, levantaron el panel protector de metal y cogieron sus
bombonas de oxígeno. Después de colocarse la capucha sobre la
cabeza, ella se cubrió con el velcro, se abrochó la chaqueta y
cargó la bombona de oxígeno en su espalda. Dejó que la máscara
se aflojara y se puso el casco.

Avanzando en el costado del camión, abrieron otro


compartimiento, y ella se ató un hacha en la cadera, agregó su
radio y una caja de luz. Cuando Emilio estuvo listo, los dos se

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Concurso de TV. estadounidense donde los concursantes crean preguntas para las respuestas elegidas en
un panel.
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pusieron de pie y corrieron a través de la hierba escarchada


saltando sobre una ensalada de escombros con piezas oxidadas
de automóviles, piezas de edificios y basura desgastada. Las
luces rojas intermitentes de los camiones hacían sombras
voluminosas de sus movimientos sin gracia, y el aire limpio que
entraba y salía de su garganta era el tipo de cosa que se
aseguraba de disfrutar.

Pasaría un tiempo antes de que lo volviera a tener.

Cuando llegaron a una puerta lateral, el pomo estaba bloqueado,


pero los paneles estaban sueltos como los dientes delanteros de
un luchador malo.

—Lo tengo, —dijo ella.

Volvió a colocarse de lado y empujó su peso hacia la frágil


barrera, abriéndola por completo. Cuando las astillas cayeron en
un estrépito, ella disparó el haz de luz en su casco y miró dentro.
No era lo que ella esperaba. Nunca sabias cómo se vería el interior
de un edificio hasta que lo mirabas y en lugar de un espacio
cavernoso, Emilio y ella se encontraron un pasillo improvisado.
Las oficinas, estrechas y de techo bajo, se abrían transformando
el almacén en un estudio para administradores de algún tipo. O
telemarketing. O de jornada comercial.

Por supuesto, todo había sido hace unos diez años. Ahora, el
lugar era inhabitable.

Emilio y ella tomaron bandos opuestos, y a medida que


avanzaban, ella revisó los equipos de oficina antiguos de la era

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de Ally McBeal4. Todo estaba roto, manchado de agua y cubierto


de suciedad, lo que explicaba por qué no habían sido saqueados.

No había olor a fuego. Ni calor. Pero el aire estaba limpio de


humo.

El olor a podredumbre, orina y moho era denso como un sólido.

Tardaron poco tiempo atravesando el laberinto. A medida que


avanzaban, sus radios los mantenían actualizados, el silbido
alterno y el tipo de cosas que escuchabas sin ser conscientes de
haberlo oído.

—…cambio de viento. Noreste.

—…logrando que la ventilación del techo se abra ahora...

En el fondo de su mente, notó lo primero, pero no se preocupó


por eso. El incendio era pequeño, el motor tenía una buena fuente
de agua que cargaba las líneas y tenían un gran acceso desde la
escalera. Además, el lugar era tan grande, que ella y Emilio
estaban a una milla de distancia del punto caliente.

Cuando llegaron a una escalera, ella se detuvo. —Ve al segundo


piso, voy a seguir adelante.

—Ese no es el protocolo.

—No hay razón para permanecer juntos. El fuego está por allí, es
más eficiente.

—Pero no es…

— ¿Estás sugiriendo que no puedo manejarme?

4
Serie de TV. estadounidense que cuenta las vivencias de una abogada que trabaja en un bufete con su ex
novio de la infancia y la esposa de este.
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Emilio sacudió la cabeza. —Supongo que voy a subir.

—Me reuniré contigo pronto cuando haya terminado aquí. Hay


una esquina más que ver, eso es todo.

Mientras Emilio avanzaba por los apretados escalones del


jurado5, ella continuó. Cuanto más avanzaba, más moho
comprometía la calidad del aire, pero tenía treinta minutos de
oxígeno en la espalda, quince si se esforzaba, y no iba a
desperdiciarlo por un mal olor.

Más adelante, algo apareció en el pasillo, una figura


revolviéndose en la oscuridad.

— ¡Detente! —Gritó mientras iba tras la persona.

Anne fue a la izquierda y a la derecha, golpeándose de inmediato,


sus pulmones se agitaron, sus muslos temblaron y el equipo
rebotaba sobre su cuerpo. La luz del casco alumbro al hombre o
la mujer desfasado por la iluminación, como un fantasma vestido
con harapos.

Terminaron en una habitación poco profunda sin puerta, sin


ventana, nada más que el arco por el que ambos entraron. El
vagabundo estaba fangoso como un sabueso, con el pelo tan
enmarañado que tenía mechones saliendo de su cabeza. Su
respiración le preocupaba. Era muy laboriosa. Y ese color
también. Él tenía algo y probablemente era neumonía.

Ella levantó sus manos enguantadas. —No soy de la policía. Solo


quiero que salgas para que no te lastimes...

— ¡Te mataré! —Jadeó—. ¡Te voy a matar!

5
Cualquier reparación improvisada hecha solo con herramientas y materiales que estén disponibles en el
momento.
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Apartándose, ella puso una mano en su hacha corta. —No me


importa que hagas o por qué estes aquí. Hay un incendio en el
edificio detrás de nosotros. ¿Sabes dónde están las salidas?

El hombre asintió.

—Entonces ve. No te detendré.

— ¡No voy a volver a la cárcel!

—Eso es genial. Soy bombero, no policía. Pero tienes que salir del
edificio… aunque solo sea porque los policías aparecerán aquí
pronto. Si no quieres ser arrestado, vete ahora. No me
interpondré en tu camino.

El vagabundo despegó, corriendo junto a ella y corriendo de


nuevo con su combinación de bota-y-zapato. Si él hubiera
querido salvarse, ella habría jugado una carta diferente. Pero no
se iba a lastimar al tratar de convencer a alguien de que
necesitaba ayuda, y no iba a perder el tiempo en la rehabilitación
y el tratamiento cuando podría haber alguien que se encontraba
en peligro médico dos puertas más abajo.

Tres minutos más tarde, ella estaba en el otro extremo del


edificio. —El primer piso despejado, —dijo en su radio.

Cuando regresó a la escalera, obtuvo su olor inicial a humo, ese


cambio en la dirección del viento que soplaba el fuego hacia su
fuente de combustible en lugar de alejarse de él...

¡Bam!

El impacto frontal fue tan rápido y duro, que voló hacia atrás con
sus botas, su cuerpo aterrizó sobre la bombona cuando la
gravedad la llevó al suelo. Con el aire sacado de sus pulmones,

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su visión se nubló y escuchó a otro de esos vagabundos


desaparecer en una carrera.

Rodando sobre su bombona de aire, se colocó a cuatro patas y


miró la estela de lo que la había golpeado. Todo lo que vio fue una
forma negra desapareciendo a la vuelta de la esquina.

—Hijo de puta.

Con un gemido, volvió a ponerse en pie y tomó un par de


respiraciones profundas. El dolor se estaba pasando a su
columna vertebral, pero aparte del eso, estaba bien.

No hay razón para ir tras ese adicto. Él o ella había recibido la


nota de GTFO6.

Girando, su luz brilló a lo largo de la pared pintada de grafitis y


luego penetró en la escalera. Emilio debía haber empujado a la
persona desde el segundo piso…

La explosión fue tan fuerte, que sus oídos carecían de la


capacidad para acomodarla como sonido. El dolor era lo que
notaba y cubrirse la cabeza y agacharse era instintivo y parte del
entrenamiento. Su pensamiento inmediato fue el laboratorio de
metanfetamina. Habían pasado algo similar el mes anterior, con
los productos químicos utilizados para hacer que la droga hiciera
volar un dúplex de dos pisos.

Ella agarró su radio. —Emilio. ¿Todo despejado? Emilio…

—Roger a eso, —dijo sobre la conexión—. Estoy lejos en la


esquina suroeste, segundo piso. ¿Qué fue eso?

Gracias a Dios, pensó. Ella no quería perderlo…

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Acrónimo de Get The Fuck out (sal jodidamente de aquí)
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El ruido de arriba comenzó como un crujido y un sonajero. No se


quedó así. El colapso era tan inesperado como rápido, todo tipo
de aterrizaje pesado y duro encima de ella, una avalancha de Dios
solo sabía lo que llovía sobre su cuerpo.

Y entonces las llamas estaban por todas partes.

Aplastada bajo los escombros, clavada en el suelo de cemento, y


sin su máscara de aire puesta, Anne solo tenía un pensamiento.

Toda su vida, había estado decidida a seguir los pasos de su


padre. Ahora parecía que ella podría morir de la misma manera
que él había muerto.

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Capítulo 2

—¿Dónde diablos estabas ahora?

Mientras Danny Maguire fue alrededor de la camioneta en busca


de un hacha, lanzó una mirada por encima del hombro al Capitán
Baker. —Corriendo líneas como me dijiste.

—Entonces, ¿por qué Duff está trabajando solo allí, Maguire?

—Estaba con Doc. Tuvimos un problema con la bomba.

—Haz lo que te dicen, ¡maldita sea! ¡Doc puede manejar su


mierda!

El Capitán Baker estaba de mal humor, y eso era lo que sucedía


cuando dejaba de fumar. Pero vamos hombre. Hablar sobre el
manejo de la mierda.

— ¿Quieres un poco de Nicorette7? —Murmuró Danny.

—No. —El Capitán Baker se alejó. Volvió—. Sí.

Danny metió la mano y sacó dos cuadrados de los bolsillos del


trasero de sus pantalones de trabajo. —Mastícalos los dos.
Créeme. Tengo tres entre mis molares y apenas están quitando
un poco.

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Marca de productos para dejar de fumar producida por Johnson & Johnson y GlaxoSmithKline.
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—Te quiero a ti y a Duff en…

Una fuerte explosión se apoderó del aire frío, entrando en olas


que Danny podía sentir contra su cara. Sobre el casco rojo del
Capitán, llamas y chispas explotaron en el segundo piso del
almacén abandonado, escapando a través de cristales rotos como
fuego a través de las narices de un dragón.

—¡Comuníquense, gente! ¡Comuníquense! —dijo Baker en la


radio.

Cuando los bomberos comenzaron a hablar en sus


identificaciones, Danny se lanzó por un tanque de aire… sólo
para parar en seco cuando llegó una voz femenina. —Doce-diez
abajo. Base de la escalera norte. Primer piso.

Un frío escalofrió lo atravesó, su visión se convirtió en un túnel


en el fuego que repentinamente se había vuelto absoluta,
positiva, real-jodidamente-complicado para él.

Miró a Baker. —Envíame Capitán…

—No Maguire. Acabo de llamar al 611 para solicitar una ayuda y


te quiero en las mangueras. Tú eres el más fuerte que tenemos,
y Duff tiene esa costilla rota…

Puso su cara en la de su Capitán, y tuvo que recordarse que no


iba a abrir el cuello del hombre con sus colmillos. —Envíame
maldita sea.

Baker le dio un puñetazo en el pecho. —Tú a las mangueras. ¡Eso


es una orden, y no pagues tu mierda conmigo!

La furia candente apagó a Danny, pero antes de que pudiera


hacer algo estúpido, un par de pesados brazos lo giraron. Patrick
Duffy, a.k.a. Duff, lo abofeteó con la palma abierta y sin emoción.
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—No hagas esto. —El hombre agarró sus solapas y lo sacudió—.


Mírame Danny. Nadie necesita agregar más papeleo a esto y no
quieres que te vuelvan a suspender.

Doce-diez era el número de llamada de Anne Ashburn, la única


bombera en el 499, y la palabra “abajo” significaba que estaba
atrapada entre las llamas. En circunstancias normales, Danny le
habría dado su brazo derecho si ella se lo hubiera pedido. El
hecho de que ella necesitara ayuda y pudiera estar herida…

Duff volvió a tirar de sus solapas y luego se colgó de ellas para


que Danny se viera obligado a inclinarse desde su altura de seis
y seis8. —Amy va tras ella. Tú y yo vamos a meternos con esas
mangueras. —En voz baja, el tipo dijo—, Tienes que calmarte.
Esto no es por Sol.

No, era peor. Si le fallaba a Anne, eso haría que la pérdida del
sargento de la comisaría pareciera un juego de niños.

Los dos se quedaron cara a cara durante una eternidad, lo que


de alguna manera pasó en cuestión de segundos.

Aceptar. Adaptar. Cambiar.

—Está bien, —dijo Danny—. Vale.

Empujó a Duff por su chaqueta como si las doscientos cincuenta


libras9 no fueran más que pelusas. Luego se cubrió y ató ese
tanque de aire.

— ¿Para qué necesitas eso? —Preguntó Duff.

8
2.01 mts.
9
113.38 kl.
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—El viento acaba de cambiar. No voy a ir allí con una manguera


sin suministro de oxígeno. ¿Está bien para ti? ¿O quieres intentar
besarme otra vez?

Él no le dio al hombre la oportunidad de responder a eso. Y todos


se salieron en marcha para ir donde le habían asignado ir.

Los bomberos siguieron sus pasos como en una cadena de mando


del ejército. Aceptabas las órdenes o estabas fuera. Incluso si eso
significaba dejar el amor de tu miserable desierto de vida en
medio de un incendio para quemarse hasta morir dentro.

Feliz viernes por la noche, hijos de puta.

Atrapada debajo de los escombros y vigas de madera caídas, lo


primero que hizo Anne después de revisar su radio era ver si tenía
suficiente libertad de movimiento para poder asegurarse su
máscara sobre su cara y encender el flujo de aire. Mientras
respiraba esa cantidad de oxígeno metálico y plástico, hizo una
evaluación interna de su cuerpo. Su brazo izquierdo estaba
estirado por encima de su cabeza, y una pierna estaba torcida
por el el pie y estirada sobre la rodilla.

La luz de su casco estaba apagada, y ella soltó su mano derecha


para palparla. No iba. La unidad se había apagado, y no había
luz en su caja.

— ¡Comuníquese, doce-diez! —Dijo el Capitán Baker por la


radio—. Doce-diez, ¿qué está pasando?

Obligando a sus pulmones a trabajar, dijo con voz áspera, —Hace


calor aquí.
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En su mente, escuchó la voz de Danny: Así que quítate toda la


ropa. Yo… estoy… poniéndome… tan… caliente…
quieroquitarmelaropa.

Pensó en el infierno que iba a atrapar cuando el Capitán Baker


descubriera que se había separado de Emilio. Aunque tal vez el
hombre estaría muerto si se hubieran quedado juntos aquí abajo.

—Vamos por ti Anne, —dijo el Capitán— ¿Lesiones?

—Negativo.

Girando su cabeza hacia la derecha, solo lo hizo a medio camino,


su casco estaba lleno de algo…

A través de la visera de su máscara, consiguió ver claramente las


llamas naranjas saliendo de la escalera y cruzando el techo, el
movimiento burbujeante como cien ratas huyendo de aguas
crecientes en una alcantarilla, su salida por el gran agujero de
encima por el que había caído estaba a diez o quince pies10 del
segundo piso, pero ahora era un campo de escombros que la
atrapaba allí.

Empujando contra todo lo que estaba sobre ella, se levantó como


un fénix como en The Walking Dead, una versión rígida y mal
angulada de sí misma que se levanta del suelo. Cuando llegó a la
mitad de su altura fue un alivio que sus piernas fueran
completamente capaces de sostener su peso.

Esa fue la última buena noticia que recibió. —Doce-diez,


comunícate, —llegó por la radio.

10
3.04 o 4.57 mts.
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—Estoy bien, —miró a su alrededor y trató de colocarse


direccionalmente—. Estoy en pie.

—Buena chica…

—No me llames “chica”.

—Roger a eso. Vamos por ti…

Hubo un repentino cambio, una de las viejas maderas gimiendo


cuando se vio obligada a soportar una carga inesperada. Ella
levantó la vista. El fuego estaba más cerca, y ella podía sentir
más el calor. El humo también comenzaba a construirse,
trayendo consigo una galaxia de estrellas de ceniza que flotaban
alrededor, inocentes y hermosas como luciérnagas en un prado
de verano.

Anne se dio cuenta de que estaba atrapada cuando intentó


enderezar completamente su columna vertebral. Su lado derecho
estaba bien. La mitad izquierda de ella solo llegaba hasta donde
su brazo lo permitía.

Se echó hacia atrás y tiró de la cuerda. Su mano, gorda por su


guante, se negó a ceder, algo de triangulación de basura
convirtiendo la extremidad en una cuerda con un suministro de
sangre.

Las pulsantes ondas naranjas que la lamían sobre ella le dieron


suficiente iluminación para que ella viera el problema. Un
escritorio. Había un escritorio que cayó a través del agujero
irregular en el techo, y de alguna manera, la cosa había logrado
aparearse con una de las enormes vigas del techo. No, dos viejas
vigas.

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Su mano era la ficha en uno de los agujeros del maldito


tiddlywinks11.

Plantando su mano derecha enguantada en la longitud más


cercana del roble, apoyó los pies con botas con punta de acero y
empujó con fuerza.

Nada.

Ella intentó una posición de mano diferente en la viga. Y luego


un ángulo alternativo de contrafuerza. Su enorme guante era el
problema, y como no tenía forma de alcanzar las correas para
soltarlo, estaba atrapada con el problema de Popeye en la base
de la muñeca.

Y todo el tiempo, el fuego se extendía, abriéndose paso por las


inflamables alfombras antiguas en las escaleras, extendiéndose
a través de las vigas aún en el techo, consumiendo el aglomerado
barato que se había utilizado para hacer paredes.

—Doce-diez, aguanta ahí…

Otro colapso retumbó a su alrededor, más chispas volando, otra


porción de escombros agregada a su plato.

Ella tiró más fuerte. Empujó más.

Dentro de su traje, algo brotó y fluyó. Rezó por que fuera sudor y
no sangre, y por más que se dijo a sí misma para preservar el
oxígeno, sus pulmones comenzaron a inflarse y desinflarse como
si estuviera en un sprint, su conocimiento, sus pensamientos,
fragmentándose.

11
Juego creado en Inglaterra en el que el objetivo es disparar " fichas " en una taza.
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Hablando en su radio, ella trató de hacer que estuviera tranquila.


—¿Casi estáis aquí? Están…

El tercer colapso derribó una viga de madera que estaba


generando llamas abiertas dos pulgadas12 frente a su máscara.

—¡Doce-diez! —Gritó el Capitán Baker a través de la radio—.


¡Comunícate… doce-diez!

12
5.08 cm.
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Capítulo 3

Estación de bomberos de New Brunswick

No. 617 Calle McGinney y Avenida Benedict

El Jefe de Bomberos Thomas Ashburn miró por encima de su


escritorio desordenado a los dos genios ante él. El idiota número
uno, a la izquierda, era un bombero italiano de tercera
generación, un tipo erguido que estaba construido como un
luchador profesional, nunca parpadeaba ante la muerte, y,
aparte de un problema intermitente con la bebida cuando estaba
fuera de servicio, nunca había tenido marcas rojas después de su
nombre.

Si tuviera una docena de Chuck Parnesi en sus estaciones de


bomberos, el no estaría prematuramente divorciado y canoso.

De acuerdo, bien, probablemente todavía estaría divorciado. Pero


su cabello no sería casi blanco.

El genio número dos era el problema, y una carga. Damian


Reichmann, cabello en picos y amante del heavy metal, era una
hemorroide ambulante, la fiebre tifoidea del mal comportamiento,
un hombre capaz de reducir incluso a un tipo relativamente
fuerte como Chuckie P al denominador común más bajo de un
niño de doce años en el campamento de verano. Por supuesto que
Damian, ciertamente ponderaba el valor de su vida sobre cuántas

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J. R. WARD CONSUMIDO

personas a su alrededor estaban cabreadas con él. ¿Apodo?


Damnit13. Porque prácticamente cada vez que se dirigían a él era
un idiota, la línea que siempre se usaba era “Damnit, ¿por qué
hiciste…?”

—Estoy demasiado viejo para esta mierda. —Tom miró a


Damian—. ¿Además quién diablos te crees?

La sonrisa que Damnit tenía era la de un niño-gordo-que amaba-


el pastel y lo tenía todo untado por la cara. — ¿Qué hice?

Tom se reclinó en su vieja silla de madera. Y miró al hombre.

Damnit se encogió de hombros. —Mira, Chuckie P no tiene


ningún juego. Así que pensé que lo estaba ayudando.

—Abriste una cuenta de eHarmony14, —interrumpió Chuck—. Y


enviaste mujeres a mi casa. Para que fueran a citas. Conmigo.

— ¿Funcionó con alguna?—Damnit dio un dos pulgares arriba—


¿Lo conseguimos?

— ¡Eran modelos fetichistas!15

Tom tuvo que dar a ese detalle un “huh”. —No sabía que ese tipo
de mujeres estaban en eHarmony.

Damnit negó con la cabeza. —De hecho era un anuncio en


Craigslist.16

—¡Qué demonios! —Chuck miró al hombre—. ¡La gente es


asesinada por esa cosa!

13
Unión entre Damian y damn maldición en ingles que a la traducción se pierde.
14
Sitio en internet para conseguir citas.
15
Persona especializada en el modelaje de artículos, ropa o situaciones relacionadas con el fetichismo.
16
Sitio web de anuncios clasificados de todo tipo.

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J. R. WARD CONSUMIDO

—Yyyy…tú todavía estás respirando. Tampoco han respondido la


pregunta. Qué tal esa pelirroja que estaba en lo del bondage…

—Suficiente. —Tom se inclinó para frotarse el cuello que era


como una viga de acero—. Mira, no puedo dejarlo pasar. Esto ha
sucedido demasiadas veces este último mes.

—Vamos, Jefe. —Damnit sonrió un poco más, mostrando el


canino dorado que se había agregado el mes pasado—. Fue una
broma. Eso posiblemente podría haberle conseguido una
mamada…

—Chuck, es todo, sácalo como a la basura y estas a mano.

Damnit cortó la mierda y se puso de pie más recto. —Qué.

—Te amo, Jefe. —Chuck puso su mano en ese pecho musculoso,


justo sobre su corazón—. Y no me refiero solo como líder, sino
como un amigo, un ejemplo de buenas obras en todas partes…

Damnit dio una doble palmada en su paquete feliz. —En serio,


voy a demandar. Te demandaré a ti, a la ciudad, a él, a esta
estación de bomberos. Hay reglas, ya sabes.

—Ah, claro. —Tom se movió hacia atrás y sacó de su estante el


manual de recursos humanos de la ciudad. Abriéndolo, deslizó
su dedo índice por la tabla de contenido y luego lo abrió en la
mitad—. Será mejor que me asegure de seguir el procedimiento…
está bien, se supone que debo darte una advertencia primero. —
Miró a Damnit. —Damian Reichmann, Chuck Parnesi está a
punto de convertirte en una soprano. Chuckie, detente.

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—Tómalo como un hombre, Damnit. —Chuckie sonrió como


Jason17 saliendo un viernes—. Además, te ayudará a lograr las
notas altas en la ducha…

El sonido de la campana de alarma sonando eliminó la diversión


y los juegos, como un borrador en una pizarra.

—De vuelta al trabajo, —dijo Tom mientras giraba y miraba la


pantalla de su computadora.

—¿Qué tenemos? —Preguntó Chuck.

—Una alarma que ahora son dos en Harbor y Décimo octavo.


Parece que el cuatro- nueve-nueve ya está allí.

— ¿Uno de esos almacenes? —Dijo Damian.

—Sí. Solo están solicitando un camión. Ustedes muchachos


tomen la llamada. Ropes aún tiene ese hombro lastimado por lo
de la noche anterior…

Vic Rizzo, a.k.a. Ropes, irrumpió en la oficina. Tenía un teléfono


celular en la oreja y un brazo en un cabestrillo. —Es Anne. Tu
hermana está atrapada allí.

Tom derribó su silla cuando se levantó. — ¿Está sola? ¿Dónde


está el resto de su unidad?

Más tarde, Anne se preguntaría qué era exactamente lo que la


había hecho mirar sobre su hombro. No podría haber sido un
sonido porque la respiración era pesada en su máscara tanto que

17
Personaje principal de las cintas de terror Viernes 13.
25
J. R. WARD CONSUMIDO

ahogaba incluso el rugido del fuego. Y no fue por algo que vio.
Ella no tenía ojos en la parte posterior de su casco. Pero algún
tipo de instinto la llamó desde atrás, y la hizo girar sobre su brazo
izquierdo, mirando hacia una pared de fuego que se había
extendido por el aglomerado vertical.

Desde el centro del remolino de llamas rojas y amarillas, una


enorme figura atravesó la división de la pared, su fuerza era tan
grande que las cosas no se rompían, sino que parecían explotar
en chispas.

Y tenía una motosierra.

Solo había una persona de ese tamaño que estaría lo


suficientemente loco como para traer una herramienta a gas para
rescatarla.

Cuando una parte del muro que estaba en llamas cayó sobre el
enorme hombro de Danny Maguire, el haz de luz golpeó una parte
de su cara y ella apartó la mirada mientras apretaba los ojos con
fuerza.

Gracias, Dios, pensó mientras parpadeaba para aclarar su visión.

— ¡Estoy atrapada Danny! Estoy atascada… —Cuando no


escuchó su propia voz en la radio, se dio cuenta de que su unidad
estaba comprometida.

Tirando de su mano hacia atrás, señaló para mostrarle cuál era


su problema, y él asintió con la cabeza, la luz moviéndose de
arriba hacia abajo mientras movía la cabeza. Con un poderoso
tirón, dio cuerda a la motosierra y se adelantó, empuñando un
equipo de veintiséis libras18 como si fuera una taza de café vacía.
Bombeando el gas, un agudo zumbido se elevó y cayó
18
11.79 kl.
26
J. R. WARD CONSUMIDO

estrepitosamente mientras evaluaba la viga de madera que


acababa de caer y ahora era parte de la maraña. Moviéndose a
un lado, ella se quitó algo relativamente ligero… una
computadora portátil, o lo que quedaba de una.

La cuchilla y su cadena estaban a escasos centímetros de su


máscara facial, pero no hizo una mueca de dolor. Tan imprudente
como era el hombre en la vida real, también era como un cirujano
con cualquier cosa que cortara madera o materiales de
construcción…

Sin previo aviso, una sección de techo de diez pies por diez pies19
cayó sobre ellos, y ella preparándose para el impacto, bajó la
cabeza. Cuando no la aplastaron, lo primero que pensó fue que
Danny estaba sosteniendo toda esa parte del edificio, pero no. La
viga que había estado a punto de cortar había atrapado la carga
y la mantenía a raya.

Pero si cortaba la longitud ahora, serían enterrados.

El motor de la motosierra se quedó en silencio, y cuando la dejó


a sus pies, pudo ver que estaba maldiciendo dentro de su
máscara, con los ojos entrecerrados al examinar el colapso.
Luego, con un arco que rivalizaba con un puente, agarró su
antebrazo atascado. Cuando ella asintió con la cabeza y se dejó
caer en sus piernas, observó el borde de su casco caer tres veces.

Uno… dos… tres.

Ambos tiraron y el dolor que subió por su brazo y en su hombro


la hizo rechinar sus muelas para evitar gritar. Cuando no pudo
soportarlo un segundo más, sacudió la cabeza y golpeó su cuerpo
contra el suyo.

19
3.04 x 3.04 mts.
27
J. R. WARD CONSUMIDO

Danny la soltó. Miró a su alrededor otra vez. Detrás de su


máscara, su boca se movía; él estaba hablando por su radio, y
ella podía adivinar lo que estaba diciendo.

Anne dio un par de tirones a medias. Luego, con una maldición,


señaló la pared que había atravesado. — ¡Vete! —Gritó dentro de
su máscara—. ¡Déjame!

Danny se inclinó y la agarró del brazo otra vez, la presión del


agarre sobre ella era tan fuerte que sus huesos se comprimieron.
Mientras tiraba de él con una fuerza increíble, apretó los dientes,
su aliento se disparó por las costillas, y ella tomó todo lo que
pudo.

— ¡Detente! ¡Detente! —Ella se hundió cuando él cedió—.


Detente…

Anne sacudió la cabeza y señaló hacia el lugar por donde había


entrado. — ¡Vete! ¡Se acabó! —Gimiendo en su garganta, ella
empujó su enorme cuerpo—. Vete.

Cuando eso no logró nada, se liberó de la máscara y la empujó a


un lado. El aire caliente y mortífero, del tipo que tostaba tu
esófago y llenaba tus pulmones, cerró su garganta.

— ¡Vete!

Detrás de su máscara, Danny estaba furioso y sus manos


enguantadas intentaron forzar su suministro de oxígeno
nuevamente.

—¡No! Sal de…

Un crujido sobre sus cabezas hizo que ambos se agacharan por


reflejo. Mientras las chispas caían a través del humo, Anne se
puso de pie. — ¡Vas a morir aquí! ¡Vete!
28
J. R. WARD CONSUMIDO

Danny puso su cara en la de ella. Detrás de su máscara, él estaba


desgarrado y se lo dejo ver, y por una fracción de segundo, ella lo
vio como si estuviera a una gran distancia a pesar de que sus
caras estaban sólo a un trecho de seis pulgadas20.

Te voy a extrañar, pensó ella. De todas las personas con las que
trabajo y de todas las personas que conozco… Te voy a extrañar
más.

Danny se quitó su propia máscara de respiración. — ¡Ponte tu


maldita mascara de nuevo!

— ¡Vas a morir! —Gritó.

— ¡Te sacaré de aquí!

— ¡Es demasiado tarde para mí! ¡Vete!

Como si el fuego estuviera excitado por sus gritos, una llamarada


ardiente estalló junto a ellos, asando la piel de un lado de su cara.
Danny maldijo y se volvió a poner la máscara, y ella todavía le
gritaba mientras restablecía su aire y luego se inclinaba hacia el
suelo. Levantó la motosierra, retrocedió un par de pies y el disco
empezó a girar, liberando la caja de herramienta que se
encontraba en la parte superior del arco, las herramientas
volaron de extremo a extremo por la pared en llamas. Luego él se
agacho y la cubrió con su cuerpo, formando un escudo.

La explosión fue fuerte e inmediata, la gasolina en ese tanque se


calentó hasta que creó suficiente presión para volar la caja de
herramientas, la bomba detonó como un beso brutalmente
ardiente.

20
15.24 cm.
29
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne se quitó la máscara otra vez. Él estaba ladrando en su radio,


pero había llegado el momento de salir y hacer planes, traer
rescate y su salvación.

—Tienes que irte, —le ordenó—. Ahora.

Danny dejó de hablar, su rostro aún detrás de su escudo


transparente. Y luego subió su mascar de nuevo. —Entonces,
morimos juntos.

Estaba tan resuelto como ella, una fuerza imparable que se


encontraba con un objeto inamovible. Exactamente como
siempre había sido entre ellos. Dios, ¿por qué creía ella que la
muerte cambiaría algo? Y el hombre no iba a dejarla. Entre su
hermano muriendo en el trabajo hace tres años y luego él
perdiendo a Sol hace doce meses, todo su no-no-tengo-SEP21 iba
a hacer que fuera imposible para él pasar por ese tipo de luto
nuevamente.

Anne miró su brazo. Era el izquierdo. No era la mano con la que


escribía. Ella nunca se iba a casar, así que no era como si tuviera
que preocuparse por un dedo anular.

Un corte limpio, pensó.

—Córtala, —dijo sobre el crujido y el chisporroteo del fuego. Para


ayudarlo a comprender, ella señaló su antebrazo—. ¡Pon un
torniquete y córtala!

Los ojos azules de Danny se encendieron, y sacudió su cabeza


mientras miraba a su alrededor otra vez, evaluando todas sus
opciones de no voy a irme.

21
Síndrome de Estrés Postraumático.
30
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne soltó las correas de su tanque debajo de sus marcas y dejó


que el peso lo llevara al piso. Luego se mordió el guante derecho
y lo escupió. Las ataduras de su chaleco resistente al fuego se
soltaron una por una, y ella pateó los pesados pliegues para que
esa manga y todo el peso de esta quedaran en su muñeca
atrapada.

— ¡Torniquete!

Mierda, hacía calor. Podía sentir su piel picando, advirtiéndole, o


tal vez era su camisa derritiéndose en sus brazos. Pero ella tenía
otros problemas.

Danny soltó su máscara y puso su cara a una pulgada de la de


ella. —Escucha, James Franco22, ¡esto no son cincuenta y siete
horas!

—¡La película fue 127 horas!23

—¡En serio estás discutiendo sobre eso ahora mismo!

—¡Ponme un torniquete y hazlo!

—Eso es todo. Estoy pidiendo apoyo…

—¿Quieres matarnos? ¡O me dejas o lo haces!

Ella misma se habría encargado del problema, pero el ángulo de


la cuchilla debía ser el correcto… y oh, Dios, ¿estaba loca? ¿Qué
estaba diciendo?

—¡Corta mi mano o déjame!

22
Actor, guionista, productor y director estadounidense.
23
Película basada en hechos reales protagonizada por James Franco donde interpreta al montañista Aron
Ralston se amputa una parte de su brazo derecho luego de que queda atrapado bajo una roca.

31
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 4

Danny estaba furioso mientras trataba de ponerle la chaqueta a


Anne. Estaba ella fuera de su maldita mente…

Un resonante gruñido escaló a rugido, y más del piso de arriba


colapsó a su alrededor, bajando por la pendiente creada por el
panel sostenido por el desastre de la viga. Arqueándose sobre
Anne, la protegió, ladrillos y piezas de plafón eran como
partículas que golpeaban sus hombros y chocaban con su casco.

Cuando las cosas dejaron de golpearlo, él descubrió un bien


inesperado. El humo escapaba rápido en una nueva dirección, la
evacuación apurada como si fuera hora pico sugería que una
salida que no estaba ahí antes se había abierto. Las flamas
estaban tan espesas, que no podía estar seguro.

— ¡Córtala! —Le gritó ella.

— ¡Puedes dejar de decir eso!

Él pateó mierda fuera de su camino y trató de ponerle la máscara


de en su lugar, pero ella peleó contra él, incluso mientras perdía
y recobraba el conocimiento, con sus ojos rodando hacia atrás,
desvaneciéndose. Y todavía esa maldita mano suya estaba
atrapada entre una trampa de vigas y basura que se veía como
piezas de maquinaria y un escritorio.

32
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¡Jala conmigo! —Él se enrolló a sí mismo alrededor de ella una


vez más y tomó su antebrazo entre sus palmas—. A la de tres.
¡Una! —Tal vez esto funcione. — ¡Dos! —Por favor Dios, deja que
esto funcione. — ¡Tres!

Los dos se tensaron, su cuerpo se inclinó con fuerza hasta que


sus botas se resbalaron de debajo de ella y él tuvo que atraparla.

— ¡Dan!

Al ladrar Anne su nombre, él se reenfocó en ella… y ella puso su


mano libre al lado de su máscara.

—Hazlo, Dan, —dijo—. O tú tendrás que irte. Estoy bien con


morir. Honestamente.

Él miró dentro de sus ojos a través de su escudo facial. Sonaba


frenética en sus oídos. Su cuerpo se sacudía debajo de su EPP24.
Su mente corría a través de soluciones, demasiadas de ellas
siendo rechazadas.

Oh, espera, de hecho, todas ellas estaban siendo desechadas.

—Joder, —dijo él.

—Lo siento.

Liberando su máscara, la empujó a un lado y trabó sus ojos en


los de ella sin ninguna barrera. No se suponía que terminara
así… a pesar de que al mismo tiempo que lo pensaba, se
preguntaba cuál otra opción en el infierno había. Él y Anne
Ashburn eran ambos idiotas con un deseo mortal, el tipo de
persona que empujaban sus límites, y a sí mismos, hasta que la
mierda se rompía.

24
Equipo de Protección Individual.
33
J. R. WARD CONSUMIDO

Danny miró alrededor una última vez. Entonces desplazó los ojos
a su brazo y se preguntó, ¿puedo hacerlo?

—Es la única manera, —dijo ella dentro del humo y el calor—. Si


no, no te salvarás.

Él no tomó una decisión. Sólo empezó a moverse. ¿Porque si


pensaba por un momento, por un maldito milisegundo, que iba a
lastimarla? Vomitaría por todos los jodidos lados la pizza de
pepperoni y cebolla con papas al lado, las dos cocas, y el pay de
cereza que había tenido por cena.

Con manos tambaleantes, él se quitó los guantes, desbloqueó el


frente de su chaqueta, y alcanzó a través de sus contenedores su
cinturón tejido de nylon. Cuando sacó la correa, Anne cerró sus
párpados. Y sacudió los hombros fuera de su pesada chaqueta.

Danny acercó la tira alrededor de la parte superior de su brazo,


lo pasó por la hebilla y lo apretó. Ella estaba en sintonía con él,
tomando el extremo con su mano buena hasta que su bíceps se
infló alrededor de la ligadura.

Nope, pensó él. Si ella perdía la consciencia y no podía mantener


eso apretado, iba a desangrarse. Además, él tendría que cargarla
una vez que fuera libre porque había altas probabilidades de que
entrara en shock, así que él no podría mantenerla ahí.

Empujando su mano lejos, él soltó la longitud e hizo un nudo


corredizo. —Prepárate.

Cuando ella asintió, él usó toda su fuerza para hacer un


torniquete que aguantara solo, y el gruñido que ella soltó fue
hasta el centro de su pecho como una bala. Pero funcionó.
Incluso aunque su brazo superior estaba bien musculado, el

34
J. R. WARD CONSUMIDO

nylon mordió su carne como colmillos, yendo profundo y


encerrándolo.

Con un tirón, jaló el EPP de ella hacia arriba así estaría protegida
del calor, asegurándose que la dura tela estuviera plana y
apretada sobre su antebrazo para un corte limpio…

Otro crujido de aviso de arriba lo tenía agachándose y buscando


en el techo al mismo tiempo.

— ¡Hazlo! —Gritó ella.

El hacha de mango largo estaba en su cinturón, y él la liberó y


removió de la cubierta. La empuñadura estaba aislada,
certificado para manejar hasta veinte mil voltios de electricidad.
Muy mal que la perra no estaba calificada para cubrir el shock
de cortar un pedazo de tu compañera.

Solo para que pudieras tal vez, posible, probablemente-no pero-


aún-así, salvar su vida.

Anne lo miró fijamente, sin parpadear, sin miedo. Y esa pétrea


expresión en su rostro le recordó, no que lo necesitara, que ella
era la persona más valiente, hombre o mujer que él había
conocido.

Te amo, pensó él. No por primera vez.

—Ponte de nuevo el oxígeno, —ordenó él—. O no estoy haciendo


una mierda.

Cuando ella obedeció, Danny cerró sus ojos, pero sólo por un
segundo. Entonces se enmascaró y cambió de posición así él
podría tener un balanceo claro con un buen objetivo. Probando
su ángulo, bajó la hoja para que descansara en la manga de su
EPP en medio de su antebrazo. Y entonces él colocó su cuerpo en
35
J. R. WARD CONSUMIDO

la misma postura que utilizaba cuando cortaba leña para la


chimenea.

Esto no es diferente, se dijo a sí mismo. Esto es una pieza de


madera.

Si él pensaba por un segundo que esa era la carne y sangre de


Anne, iba a perder su valor y jodidamente estropearlo.

Corte limpio.

Una oportunidad.

Mientras Anne se adormecía, observaba desde una gran distancia


a Danny levantando el hacha sobre su hombro, levantando su
poderoso brazo. Durante una fracción de segundo, el reflejo de
las llamas en su hoja de acero pulido hizo que el metal brillara
de color naranja.

Ella no podía mirar hacia otro lado, pero no quería ver que
pasara. Así que se concentró en su rostro, la iluminación enojada
y estroboscópica del fuego que animaba sus rasgos incluso
cuando no se movían detrás de su máscara. Ella había pensado
en él como un cirujano hacía solo dos minutos. Quién podría
haber adivinado que iba a…

El instinto crudo de supervivencia humana la hizo abrir la boca


para decirle que parara… pero no llegó muy lejos. El techo se
derrumbó a través de la habitación haciendo un sonido de cascos

36
J. R. WARD CONSUMIDO

al galope, los ladrillos de una pared exterior aterrizaron a quince


pies25 de distancia de donde estaban.

Ella miró esa viga. Esa pendiente. Estaba encima de ellos, pero
cuánto más aguantaría. — ¡Hazlo! —Danny no se movió.

Hasta que lo hizo.

En una oleada única y decisiva, bajó el hacha. Tan rápido como


el parpadeo de un ojo. Nada más que una rápida inhalación.

Cuando fue liberada, el impulso de su alejamiento la llevó lejos


de la maraña atrapada, la hoja… la mano que dejó atrás.

El duro aterrizaje no solo resonó en su trasero, sino en todo su


cuerpo, sus dientes chocaron, sus piernas se clavaron en el
suelo, un hombro se llevó la peor parte con un grito y su columna
vertebral se torció.

El corte que ella no sintió en absoluto.

Levantó el brazo, y su cerebro estaba tan obligado por la ausencia


a mitad de camino que incluso el fuego y el peligro
desaparecieron. El material resistente del EPP se había tensado
debido a que se había inclinado lejos del hacha, y no había
desgaste de la tela ni del aislamiento. Había sangre, sin embargo,
y…

Como el tiempo quería ponerse al día, todo pasó de la cámara


lenta a la velocidad de la luz.

De repente, el agarre de Danny estaba apretando su pesada


chaqueta y levantándola del suelo la puso sobre su hombro.
Cuando él salió corriendo, ella rebotó y trató de averiguar a dónde

25
45 cm.
37
J. R. WARD CONSUMIDO

iban, y entonces lo vio. El colapso más reciente había destruido


parte del depósito exterior del almacén, y aunque no era un tiro
claro para escapar, era mejor que las llamas…

El mundo volvió a dar vueltas cuando Danny la apartó de él y


comenzó a empujarla sobre una avalancha de escombros, a
través del enorme agujero que estaba a unos cinco pies26 del
suelo.

La gente la alcanzó. La gente en el exterior… estaban


alcanzándola. Bomberos… fue Moose, el ex compañero de
habitación de Danny, quien ayudó a sacarla.

Excepto que entonces ella hizo los cálculos.

— ¡No! —Gritó ella mientras pateaba y luchaba—. No sin él, no


me voy sin…

Hubo voces, una ráfaga de palabras a su alrededor mientras la


arrastraban sobre bloques de cemento y ladrillos, astillas de vigas
y trozos de metal.

— ¡Danny! —Gritó ella—. ¡Consigue a Danny!

Una ráfaga de viento empujó el humo hacia el interior del edificio


y su cabeza con capucha y su máscara se revelaron brevemente,
sus brazos giraron mientras trataba de superar la avalancha. Sus
ojos se encontraron por última vez, y aunque estaban separados
por tanto, ella podía distinguir el azul de su mirada… o al menos
se dijo a sí misma que lo veía…

Todo el edificio se derrumbó sin previo aviso, los tres pisos se


juntaron, ceniza, hollín, humo y llamas se unieron a la corriente

26
1.5 mts.
38
J. R. WARD CONSUMIDO

de concreto esparcido, ladrillo y mortero, que explotó fuera del


agujero.

— ¡No! —Gritó ella—. ¡Danny!

39
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 5

Tom llevaba tres años esperando este llamado. Este ridículo viaje
por la ciudad. Deteniéndose en el lugar chirriando las llantas con
las palmas sudorosas, este pánico asfixiante, este miedo
paralizante.

Esta realidad de tu hermana estando atrapada en un edificio en


llamas.

Las imágenes pasando en su cabeza era un solo cuadro del


pasado y sin una banda sonora: Anne a los siete años subiéndose
a un árbol, saltando para que él pudiera atraparla; ella a los diez
pedaleando como loca en su bicicleta para mantenerse al día con
él y sus amigos; ella a los doce años con una navaja en su pierna,
diciéndole que necesitaba llevarla a la sala de emergencias, pero
que no le dijera nada a mamá…

Ella en la tumba de su padre, vestida de negro, sentada junto a


su devastada madre frente a cientos de bomberos.

Y finalmente, en su primer día de trabajo, con la camisa NBFD27


azul marino metida en los mismos pantalones de trabajo que él
llevaba.

Desde el momento en que la vio en ese atuendo, supo que este


día iba a llegar. Pero buena suerte tratando de que su hermana

27
New Brunswick Fire Department: departamento de bomberos de New Brunswick.
40
J. R. WARD CONSUMIDO

disminuyera la velocidad, que aflojara un poco, que se calmara y


no se arriesgara tanto. Sin importar lo que él le dijera, ella se
había negado a escucharlo, y cuando saltó de su camioneta en el
lugar, la odiaba hasta el fondo al mismo tiempo que habría
renunciado a su propia vida para salvarla.

Su madre ya había enterrado a un miembro de la familia. Anne


siempre había parecido decidida a que fueran dos.

Tom hizo una carrera de muerte hacia el grupo de ambulancias


al puesto que el comando del incidente les había asignado. Más
allá del almacén que era una rugiente bola de fuego, más como
un meteoro que se había estrellado contra la tierra que cualquier
cosa construida por el hombre, y rezó para que Anne saliera de
allí.

Cuando se acercó a Chip Baker, demandó, — ¿Dónde está ella?

Antes de que el CI28 pudiera responder, la pregunta fue


respondida. Cuando el almacén se derrumbó, tres bomberos
escaparon del desastre como si fueran perseguidos por un
demonio, y el camino de escape se complementó con una seta de
humo y llamas de color naranja. Dos de ellos llevaban a alguien.

—¡Hermana! —Gritó Tom.

Corrió hacia ellos. Cuando se acercó a ella, quería hacer la


evaluación médica él mismo, y se conformó con buscar en su cara
manchada y con hollín… o lo que él podía ver de ella. Ella gritaba
y se retorcía contra la restricción que tenía en los brazos y las
piernas, el efecto estroboscópico de los camiones y las
ambulancias convertían su sufrimiento en una animación en
movimiento.

28
Comandante del incidente
41
J. R. WARD CONSUMIDO

—Médicos —dijo Moose mientras los hombres seguían


corriendo—. ¡Necesitamos un médico!

Anne siguió luchando contra los hombres que la llevaban. —


¡Danny!

Con una llave y una patada, casi se libera, uno de sus brazos
salió volando, lanzando un arco de sangre en al aire, el toque rojo
iluminado por las llamas.

Tom agarró al bombero sosteniendo las rodillas de ella y lo apartó


de un tirón. — ¡Estás herida! —No jodas—. Anne, deja de luchar,
estás sangrando...

— ¡Dannnnnnnnnny!

Los técnicos de emergencias médicas se precipitaron con una


tabla plana y un inmovilizador de cuello, él y Moose la bajaron al
suelo.

Tom se arrodilló. —Ellos lo sacaran. Van a conseguir a Dannyboy.


Cariño, mírame, necesito que te tranquilices...

Sus ojos salvajes se clavaron en él a través de la maraña de su


cabello castaño. — ¡Él todavía está allí!

Más de esa sangre salió de su manga izquierda, y él la agarró del


codo y la levantó de la articulación...

Cuando vio el muñón en el extremo de su brazo, no pudo


procesar lo que estaba mirando. Sin mano. Dónde estaba su
jodida mano…

—Tenemos esto Tom. —Uno de los médicos lo empujó hacia


atrás—. Vamos a trabajar en ella.

42
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿Dónde está su mano?

Pero entonces la tabla estaba debajo de ella, el cuello puesto en


su lugar, y estaba siendo evaluada.

¿Dónde diablos estaba su mano?

— ¿Danny? —Gritó ella—. No te preocupes por mí, ¡tienes que


sacarlo de allí!

Tom miró hacia el almacén justo cuando ocurría otro colapso,


como si una detonación controlada hubiera llevado la estructura
a tierra. Si Danny no estaba fuera, tenía que estar muerto. Nadie
podría sobrevivir en ese campo de escombros.

Cuando Tom volvió a centrarse en Anne, un frío entumecimiento


lo golpeó en la cabeza y le inundó el cuerpo. La manga de su PPE
había sido cortada en el hombro y retirada por los técnicos de
emergencias médicas, y lo que se reveló no tenía ningún sentido.
Tenía colocado un torniquete improvisado en su bíceps, el
cinturón rojo de nailon encajando en su lugar. ¿Ahí abajo? Había
un corte quirúrgico, el blanco de los huesos brillando contra el
rojo intenso del músculo y las rayas pálidas del tendón y la piel.

El hecho que la hubieran sacado a las malas del edificio y corriera


por el terreno con esa cosa que le habían colocado allí de esa
manera le hizo querer gritarle a alguien. ¿Y si eso se hubiera
soltado? Ella podría haberse desangrado. ¿Y qué demonios había
pasado allí?

—Tiempo de transporte.

Los técnicos de emergencias médicas se pusieron de pie y


tomaron la tabla por las empuñaduras. Tom tomó la bolsa de VI29

29
Vía Intravenosa.
43
J. R. WARD CONSUMIDO

sin ser invitado, y nadie trató de detenerlo. Ellos sabían que


cuando se trataba de su hermana, él iba a ayudarla, e iría en la
ambulancia, y si alguien tenía un problema con esto, podía
joderse.

— ¡Danny!

Mientras Anne continuaba luchando, él le habló. —Mantente


hermana. Solo mantente aquí.

Esa mano querido Dios... Sus días como bombero habían


terminado.

Era lo que él había deseado siempre. Pero no así. Él no quería


que sucediera así.

Danny yacía boca abajo y tendido bajo un gran peso, su cuerpo,


como el de un soldado muerto en un campo de batalla. El agua
goteaba en la parte posterior de su casco y de alguna manera
encontró una forma de entrar en una de sus orejas... antes de
que penetrara en las grietas de su máscara SCBA30 que estaba
rota y se metiera en su nariz y la boca. Definitivamente no era
sangre. La mierda se movió demasiado rápido y la cosa estaba
fría, y sabía cómo a cenizas.

Sí, había una gran y jodida grieta en su máscara de SCBA, el sello


se había roto, pero al menos el suministro de oxígeno no estaba

30
Acrónimo de Self-Contained Breathing Apparatus (Aparato Respiratorio Autónomo) Aparato diseñado
para equipos de rescate, bomberos y otros trabajadores que trabajen en atmósferas pobres en oxígeno.

44
J. R. WARD CONSUMIDO

comprometido y se generaba suficiente aire para que tuviera algo


que valiera la pena respirar. Lo cual era bueno.

Todo el resto era malo. No podía oír nada de su radio. Y no tenía


idea de cuánto tiempo había estado inconsciente. El tanque de
aire tenía una vida útil de unos treinta minutos, y solo había
estado con Anne entre seis y siete...

—Anne... —Gimió.

De repente su cerebro se atascó en lo que le hizo, y trató de


tranquilizarse con la idea de que al menos la había sacado. Había
visto cuando se la llevaron. Eso era lo último que recordaba antes
de ser golpeado.

Lo que lo motivó a pelear fue la necesidad de descubrir qué


sucedido a continuación. ¿El torniquete se quedaría en su lugar?
O se había deslizado el nudo o se había roto…

Mierda, tenía que salir de ahí para asegurarse que ella estaba
bien.

Sin embargo, no se veía nada… Él no podía ver una maldita cosa


y no podía sentir nada debajo de su cintura. ¿Parálisis? ¿Shock?
¿Había algún peso en sus piernas? Sabía que estaba sobre su
estómago, y uno de sus brazos estaba doblado en un mal ángulo.
Probablemente debería sentir algo de dolor allí también, pero no
era así.

Con una maldición, trató de mover algo, cualquier cosa, pero no


pudo. Estaba totalmente atrapado. Después de un par de
intentos más, logró mover un brazo, el que no estaba torcido
como tubería de lavaplatos, y se esforzó por girar la cabeza una
pulgada. Cuando volvió a probar sus piernas, estaban inmóviles,
y por una fracción de segundo, sintió pánico puro. ¿No se movían

45
J. R. WARD CONSUMIDO

porque estaban atrapadas, o porque había caído algo sobre ellas


que habían cortado la médula espinal en su camino?

Concéntrate. Dentro de su PPE, estaba sudando, y tal vez


también sangrando… no sabía. Pero el calor no era malo, por lo
que sospechaba que al menos el fuego estaba contenido. Además,
el nivel de ruido ambiental se redujo, aunque tal vez fue su
sorpresa al hablar. O no hablar. Lo que sea.

Tenía que llegar a Anne.

—Ayuda…

Está bien, eso no llego muy lejos. Tomó una respiración más
profunda. —Ayuda…

Tenía una linterna y un silbato en el bolsillo de la parte superior


de la chaqueta. Si pudiera alcanzarlos, tal vez podría hacer algo
de ruido, o arrojar algo de luz, ¿eso le daría al escuadrón algo
para que lo encontraran?

—Ayuda…

Su fuerza estaba disminuyendo, así que hizo un último intento


para tratar de moverse, aunque, suponiendo que tenía una lesión
en la médula espinal, eso no era aconsejable. Gruñendo, se
esforzó, levantó la cabeza y logró liberar su brazo izquierdo. Sin
embargo, eso le costó. La poca visión que tenía disminuyo y algo
comenzó a dolerle en el pecho.

¿Un ataque al corazón? Tal vez.

46
J. R. WARD CONSUMIDO

Era joven, pero su padre y abuelo habían muerto de eso. Los


fabricantes de viudas31 eran como los doctores llamaban a ese
tipo de oclusiones...

No es que hubiera alguien a quien ser llamada viuda.

Anne era la única mujer que mantuvo su interés más tiempo del
necesario para tener un orgasmo. Y ella nunca había sido del tipo
que quisiera casarse. Demonios, se había cortado el brazo antes
de dejar que alguien le pusiera un anillo...

Oh, Dios, ¿qué le había hecho?

Gimiendo, dio unas palmaditas alrededor con su mano


enguantada, sintiendo algo con lo que podía golpear o... espera…
¿esto era un tubo? No había forma de saberlo, pero se sentía más
bien como un objeto cilíndrico y bastante duro cuando encajó su
palma alrededor de él.

Con la velocidad y la fuerza de alguien de ciento ochenta años,


logró agarrar lo que fuera y golpearlo contra lo que pudiera
encontrar. La madera húmeda hizo un sonido agudo que no
llevaba más de lo que hizo su voz, pero ¿el piso de concreto?

Generaría un buen ruido.

Danny golpeó la tubería una y otra vez, concentrando toda su


fuerza en levantar el brazo las cinco pulgadas32 que podía y
bajarlo una y otra vez. Con cada golpe, la cosa pesaba más y
hacía menos ruido.

Con el tiempo se rindió. Y se dio cuenta que estaba teniendo


muchos problemas para respirar.

31
Termino con que se conoce a los ataques cardiacos.
32
12.7 cm.
47
J. R. WARD CONSUMIDO

El oxígeno estaba muerto. Sus treinta minutos se habían


terminado. Así que había estado inconsciente veinte.

Y todavía nada salvo el goteo del agua. No había voces que lo


estuvieran llamando. No escuchaba el sonido de las sirenas. Ni
el sonido de los escombros siendo removidos. Sí, claro, no había
más colapso en marcha, pero la gravedad ya había ganado el
enfrentamiento contra el almacén y estaba haciendo vueltas de
la victoria alrededor de las ruinas.

Parecía que iba a morir aquí… ¿y qué significaba eso


exactamente?

Mientras planteaba la pregunta, esperó a que se presentara las


imágenes como diapositivas de su vida, todo ese asunto del
destello-frente-a-tus-ojos-del-que-la-gente hablaba.

Cuando su mente quedó en blanco, pensó, probablemente era


lógico. No había mucho que quisiera volver a revivir. Pero mierda,
¿no debería haber algo mejor que… nada?

Está bien… correcto. Estaba enojado porque no sabría cuál sería


el final de Game of Thrones. E iba a extrañar el sabor de la
cerveza fría en una azotea caliente en agosto. Y maldita sea, ¿por
qué demonios se había molestado en dejar de fumar?

No iba a extrañar hacer los reportes, los atascos en el tráfico o su


codo dañado. Se alegró que sus padres ya estuvieran muertos.

Realmente esperaba poder ver a su hermano gemelo en el otro


lado.

Sí, casi valdría la pena todo esto solo por ver a John de nuevo.

Probablemente no en el cielo, al menos, dada la forma en que se


habían comportado todos estos años. Pero el infierno era más
48
J. R. WARD CONSUMIDO

divertido, ¿verdad? Y seguro como la mierda, que reconocía a más


gente allí.

Nunca iba a saber quién sería el próximo presidente, ni si el


aumento que había solicitado sería aprobado, o si ese lunar en
su espalda sería un melanoma33 o no. Y su casera iba a estar
enojada. De los cuatro originales que habían alquilado en ese
agujero de mierda, Mitch estaba en rehabilitación, Moose
acababa de casarse y Jack iba a terminar de mudarse con su
hermana... así que solo quedaba él.

¿Quién iba a sacar toda su mierda?

Probablemente los chicos del escuadrón, y repartirían las cosas


buenas…

Joder él iba a ser agregado a la lista, ¿verdad? Esa horrible lista


por la que levantaban el whisky al final de una larga noche de
trabajo cuando estuvieran completamente borrachos y las
emociones que están tratando de olvidar subieran, como si
fueran toros embistiéndolos.

Era la lista de los caídos que habían muerto en el cumplimiento


de su deber, los que se perdían todos los días y las noches, los
fantasmas que nos seguían en cada llamada... los
arrepentimientos que no solo tenían títulos en mayúsculas, sino
caras, tan claras como el día.

Daniel Michael Maguire. ¿Lo recitarían en orden como el más


nuevo, o por su hermano, John Thomas Maguire?

Anne bebería en su honor. Anne levantaría su vaso, pensaría en


esta noche y sentiría la opresión en su pecho y el escozor en la
esquina de sus ojos. Ella tal vez recordaría las risas.
33
Es el tipo más grave de cáncer de piel.
49
J. R. WARD CONSUMIDO

Definitivamente pensaría en acabar con ese fuego. Y también


podría recordar que una vez hicieron el amor.

Sin embargo, al final, él sería otra cosa de la que huyó.

Si él pudiera haberse disculpado con ella por eso, lo habría


hecho, y si el destino no fuera una perra. No estaría muriendo
ahora si no la hubiera salvado, por lo que ella podría arrepentirse
y cargar con la culpa de lo sucedido por el resto de su vida.

Manca.

Mientras cerraba los ojos contra el recuerdo de esa hacha


columpiándose, tuvo el pensamiento pasajero que debía golpear
con el tubo de nuevo.

Y eso fue todo.

El fin.

50
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 6

Victor “Ropes” Rizzo salió de su camión y arrojó su cigarrillo al


suelo. Aplastándolo con su bota, ignoró la forma en que su
corazón latía con fuerza en su caja torácica. Más adelante, al otro
lado de un recinto andrajoso, los desafortunados restos de un
antiguo y abandonado depósito de barbacoa eran como un
cadáver al final de una autopsia.

Agujeros por todos lados. Filtraciones en los ladrillos. Secciones


enteras desaparecidas.

Los camiones de bomberos estaban agrupados en la colapsada


esquina noreste, sus luces parpadeantes se superponían para
formar un creciente resplandor rojo que mostraba pocas buenas
noticias. Esos muros exteriores de ladrillo se habían derrumbado
en una pendiente que era lo suficientemente alta como para tener
que escalarla, y lo primero que pensó fue que, si alguien tenía
todo ese peso, necesitaba una caja de pino. Pero al menos el
incendio estaba totalmente contenido, las mangueras apagadas,
el vapor aun ascendiendo en el cielo nocturno mientras el humo,
su primo no tan lejano, se demoraba como un espectro de los
muertos en el frío aire pos incidente.

Mientras su nariz se estremecía ante el viejo y familiar olor del


hollín y los químicos, sus ojos rastreaban los movimientos de los
bomberos tanto de su estación 617 como de la 499 mientras
recorrían la montaña de escombros, sus cuerpos arrojaban

51
J. R. WARD CONSUMIDO

sombras sobre ladrillos, los bloques de hormigón, y las secciones


de madera.

Se ajustó un poco más arriba su cabestrillo debajo de su parka y


cruzó el asfalto agrietado. El comandante del incidente había
instalado un puesto afuera de uno de los camiones, pero justo
cuando iba...

—No estás autorizado para el servicio Rizzo.

Sacudió la cabeza hacia el capitán Baker. —Voy a entrar. Lo


siento.

—Estas fuera por licencia médica.

—Pues fichame bajo un jodido ciudadano preocupado.

— ¡Estoy tan jodidamente cansado de todos ustedes!

Rizzo lanzó un beso y se dirigió hacia los esfuerzos de rescate,


sus botas crujieron sobre las piedras resbaladizas que se habían
mojado y luego se habían congelado. Un par de muchachos
examinando el montón lo miraron, y uno incluso habló, —de
ninguna manera, Rizzo.

Por supuesto, era su compañero de la 617 Chuck Parnesi… al


menos el equipo del 499 se había mantenido al margen. Por otra
parte, no te involucrabas en el drama de otra familia. —En serio,
Rizzo...

— ¿Escuché a alguien hablar? —Rizzo comenzó a trepar sobre la


pila, su balance era igual al de una canica-en-una-vieja-mesa
debido al cabestrillo de hombro—. No lo creo.

—Tu brazo está en un cabestrillo.

52
J. R. WARD CONSUMIDO

—De nuevo lo digo, ¿no es una pérdida de tiempo para alguien


estar comentando lo que es mi maldito asunto?

Cuando Chuck tuvo un debate consigo mismo, Rizzo tropezó y se


arrodilló en la pendiente desigual, pero una mano enguantada se
presentó para ayudarlo a levantarse. Era Robert Miller, a.k.a.,
Moose, del 499. El antiguo compañero de habitación de Danny.
La ropa de civil del hombre estaba empapada y cubierta de
ceniza, y había manchas de sangre en la parte delantera de su
camisa. Sus ojos eran agujeros de sufrimiento, y su rostro estaba
pálido bajo su barba recortada.

Rizzo no dudó en tomar lo que se le ofreció.

Las casas 617 y 499 no eran amigas. No eran compañeros. No se


mezclaron en Timeout Sports Bar34; no trabajaban juntos, ni se
apoyaban fuera de servicio; no se daban palmadas en los
hombros o se juntaban si se encontraban en la ciudad.

Era más parecido a romper una botella de cerveza sobre tu


cabeza. Eran competidores: por los recursos de la ciudad, los
reclutas de la academia, el desempeño en el trabajo. Excepto que
aquí estaba la cosa. Ambas partes sufrieron el síndrome de al-
diablo -con-mi-hermano-pequeño-no. Se les permitía atacar al
otro tipo, y nadie más podía meterse, y en esta situación, ¿cuándo
un compañero bombero era enterrado por escombros? En lo que
respecta a Ropes o cualquiera de los otros tipos en el 617, era
uno de los suyos, y nadie iba a dejar de cavar hasta que
recuperaran a Danny Maguire... o sus restos.

Con gruñidos y maldiciones, los bomberos levantaron vigas


calcinadas, equipo de oficina tostado, los ladrillos estaban

34
Bar fundado en 1990 donde se transmiten los partidos
53
J. R. WARD CONSUMIDO

amontonados fuera del almacén, la metástasis crecía a ambos


lados del gran agujero en el flanco de la estructura de tres pisos.

Ropes sabía que no podía con esa mierda por su brazo, así que
se ocupó con su linterna.

Maldita sea. Todo era tan pesado.

Esto tenía que haber sido primero una planta de manufactura,


antes de haberse convertido en un almacén y luego en una cueva
de crack. ¿Pero por qué pondrías la maquinaria en el segundo
piso? Mucho peso para cargar hasta un nivel más alto.

Pero las personas eran idiotas.

Mientras se abría paso, teniendo cuidado con el lugar donde


colocaba sus botas, se escuchaba el sonido del agua desde todas
direcciones, las frías lágrimas del esfuerzo para apagarlo caían
de la nada y de todos lados. El camino era desigual y peligroso,
aunque el esfuerzo de remoción involucraba a una docena de
hombres y mujeres, aún había tanto que tuvo que subir cuando
ilumino con su linterna.

El haz de luz duro aproximadamente un nanosegundo antes que


él se arrancara el cabestrillo. Su hombro malo, el que se había
dislocado de nuevo, protestó de inmediato por la libertad de
movimiento, pero podría joderse con eso.

Apuntando la linterna en el resbaladizo desorden, buscando un


destello brillante, un leve movimiento, una señal, un sonido, un...

Demasiadas pérdidas.

El pensamiento irrumpió y se hizo cargo, reemplazando todo,


excepto su agudeza visual. Pero maldición, ¿cuántas veces más
iba a suceder esto? ¿Con cuántas búsquedas después de tantos
54
J. R. WARD CONSUMIDO

accidentes donde se perdieron buenos hombres y mujeres?


Cuando la loca campana comenzó a sonar en su cabeza, hizo lo
que pudo para atenuar el ruido; al final, sin embargo, todo lo que
pudo hacer fue ignorarlo e intentar concentrarse a través de la
distracción.

El esfuerzo mental era más difícil y menos exitoso que nunca, lo


opuesto a un músculo ejercitado regularmente: en lugar de
fortalecerse, su capacidad para resistir el caos en su cabeza se
estaba debilitando, y su terror era que se estaba agotando.

¿Si él no estuviera haciendo este trabajo? ¿Qué otra jodida cosa


estaba allí para él?

Más pasos cuidadosos, más alto en el montículo de basura


torcida, destrozada y quemada, más difícil era la marcha ahora.
En su corazón, sabía que esta no era una situación de rescate
sino una de recuperación, y siguió adelante porque era muy
consciente que en algún punto alguien tendría que hacer esto por
él…

—Ropes.

Se detuvo y miró hacia la izquierda, esperando ver a alguien que


está tratando de llamar su atención. Pero nadie estaba allí.

Sin embargo, había oído su nombre. Absolutamente había oído


su nombre.

Frunciendo el ceño, giró en esa dirección, y alzando la pierna ya


que los escombros llegaban hasta la altura de sus muslos para
poder pasar por encima de un escritorio destrozado. Iluminando
con la linterna, mientras la introducía en la maraña, brillo tanto
que los parches húmedos en el metal ennegrecido y las vigas de

55
J. R. WARD CONSUMIDO

madera carbonizada enviaban luces estroboscópicas a sus


retinas, haciendo que su visión bailara.

Un instinto que no tenía sentido en absoluto lo llevó a una


coyuntura entre dos vigas de lo que parecía ser una imprenta y
algunos baúles de viaje. Estaba a unos quince pies35 de la
abertura por la que escuchó que la hermana había sido sacada…
posiblemente fuera del campo. Por lo que le habían dicho por
teléfono, el colapso había ocurrido justo cuando Danny la estaba
empujando desde el edificio, así que no, decidió Ropes. Aquí no…

El movimiento fue tan leve, y ocurrió justo cuando estaba


alejando el rayo, que casi lo perdió. E incluso mientras giraba
hacia atrás e hizo una reexaminación, estaba convencido de que
había sido una pieza más pequeña de madera o metal
deslizándose hacia el piso de concreto y atrapando la luz.

Frunciendo el ceño, se agachó más y apoyó su mano buena en


algo que aún estaba caliente por el fuego.

Y ahí estaba. Allá abajo. La señal del destello brillante de la


manga del PPE de un bombero.

Ropes chiflo duro a través de sus dientes frontales mientras se


ponía de rodillas y manos. — ¡Danny! ¡Maguire! ¡Danny! Dame
una señal. ¡Mueve tu mano!

Mientras cada persona en el derrumbe miraba hacia él, espera


por una respuesta que parecía eterna. Y luego toda una eternidad
después de eso.

Pero se movió. Jodidamente se movió.

35
4.47 mts.
56
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¡Maguire! —Grito Ropes mientras los demás se abrían paso en


su dirección—. ¡Quédate conmigo Maguire!

Vamos mi hombre, Ropes pensó en el tipo. No te mueras ahora.

Pero ese brazo no cambió de posición otra vez… Como si la última


acción del hombre en la tierra fuera obtener ayuda que no le
llegaría a tiempo.

—Quédate conmigo Maguire. —La voz de Ropes se quebró cuando


la gente intentó obtener una estrategia para deshacerse de todo
sin causar otro colapso—. Maldita sea hombre, quédate
conmigo…

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J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 7

Hospital de la Universidad de Nuevo Brunswick, Centro de Nuevo


Brunswick

Anne no se despertó como escalando su camino por una piedra


de vuelta hacia la conciencia, su voluntad usó medios etéreos
para llegar a una brecha de conciencia y razonamiento. Y con la
consciencia en línea base, el dolor se apagó, su cuerpo se cubrió
con las sensaciones que la morfina había acumulado.

Tenía que ser la morfina. El percocet36 le daba náuseas.

Mientras abría los ojos, su audición iba acompañada en el viaje


por el suave beep-beep-beep de un monitor cardíaco que le
aseguraba que estaba viva. La habitación del hospital era del
color de la avena y tenía toda la variabilidad de decorados que
cabría esperar de la Avena Quaker37 : sin muebles extraños,
cortinas ni carteles enmarcados. El mini televisor estaba apagado
y la cama junto a la suya estaba vacía…

El razonamiento superior regresó con la velocidad y la puntería


de un boomerang, trayendo consigo esa imagen del humo
36
Combinación de paracetamol y oxicodona con acciones similares a la morfina.
37
Corporación estadounidense de alimentos con sede en Illinois, Chicago. Es propiedad de PepsiCo desde su
venta en 2001.

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J. R. WARD CONSUMIDO

aclarándose para revelar el interior de ese almacén justo antes


del derrumbe.

— ¡Danny!

Con una oleada que era más voluntad que bienestar, iba a
sentarse, a levantarse, ir a buscarlo, excepto que había una línea
intravenosa en su brazo derecho… Oh, joder. Ella se estiró para
sacarla…

Y sacó a relucir un muñón.

Un muñón cuidadosamente vendado, médicamente manipulado.


Las cubiertas eran de color blanco brillante, y había más capas
de ellas en la parte superior, con el extremo abultado en una
conicidad inversa. Como si ella tuviera un hinojo por brazo.

La conmoción, la de clase médica, no la emocional, hizo que el


monitor se activara, y gracias a su entrenamiento médico como
técnico de emergencias médicas, se estiró y apagó el ruido. Luego
se limitó a mirar el muñón, sus ojos parpadeando una y otra y
otra vez…

Como si eso fuese a cambiar de sintonía por algo menos película


de terror, más dibujos animados para niños.

Excepto… nop. Las baterías del mando a distancia proverbial


parecían estar muertas. Ella seguía viendo lo que era una lesión
muy traumática, incluso si parecía haber sido tratada
adecuadamente…

Había dolor, se percató, en un lugar que ya no existía. Su palma


y sus dedos perdidos estaban registrando un dolor tridimensional
y resonante, los nervios amputados seguían hablando como si no
hubiera habido un divorcio de la familia nuclear, como si la

59
J. R. WARD CONSUMIDO

mañana de Navidad todavía tuviera las mismas cinco personas


en la mesa, alrededor del árbol…

Las náuseas crecieron en su vientre, una bestia despertándose,


pero gracias a Dios alguien lo había anticipado. Había una bolsa
de plástico horriblemente rosa en la punta de sus dedos…

Dedos restantes.

—Oh Dios…

Mientras agarraba la bolsa e intentaba acurrucarse de lado para


que la gravedad ayudara a la deposición, todos los músculos y
huesos de su cuerpo gritaban, y las lágrimas hacían que las cosas
se pusieran onduladas e indistintas. No es que su visión
importara. Los recuerdos vinieron duros y rápidos, eclipsando la
cama del hospital, la habitación anónima, el equipo médico e
incluso el dolor.

Danny irrumpiendo en el derrumbe para salvarla. Danny


gritándole a través de su máscara. Danny… con el hacha.

Y luego, una vez más, ese último momento a través del agujero
en la pared exterior, su salvador quedándose atrás.

No había manera de que hubiera sobrevivido.

Las lágrimas de Anne estaban calientes en sus mejillas a medida


que más imágenes de Danny llegaban a ella, el peso de la pérdida
aumentaba a medida que las capas de sedimento de lo que
habían compartido crecían más y más. La boda de Moose fue la
peor. Cuando habían bailado. Cuando habían… hecho lo que
hicieron después.

Era imposible no ver la serie de recuerdos como la versión de su


cerebro del doloroso miembro fantasma, sus anhelantes
60
J. R. WARD CONSUMIDO

emociones como nervios que ahora servían a lo que ya no existía.


Danny se había ido. Lo que fuese que hubieran tenido juntos,
esas corrientes de conexión y rayos de pasión ahora estaban
atadas a un vacío. Por el resto de su vida, ya sea que fuese larga
o corta, todo ese potencial jamás sería satisfecho, no habría un
Polo para el Marco.

—Danny, —gimió ella—. Es mi culpa…

Y justo en el momento exacto, allí estaba él, abriendo la puerta.

No Danny Maguire, no. Su hermano, el jefe Thomas Ashburn, la


leyenda misma.

Tom era tan alto y tan ancho que cuando entró, la habitación del
hospital se redujo a una caja de zapatos, el techo se acortó a
escasos centímetros, las paredes se amontonaron hasta que ella
no pudo respirar. Tenía el mismo aspecto, con ese pelo
prematuramente gris, el rostro duro y hermoso, el aura de poder
y autoridad, y sin embargo, no era el mismo en lo absoluto.

Por una vez, sus ojos no se estrecharon con sospecha. Lejos de


eso.

—Oh, Dios, Anne, —dijo con voz ronca—. Estás despierta.

Ella apartó la mirada de su simpatía. Hubo la tentación de


apoyarse en él, usar su fuerza para ayudarse a sí misma, confiar
en su hermano mayor para hacer todo esto mejor. Pero ese era
un auto de escape sin frenos y con un secuestrador detrás del
volante.

—Nunca me llamaste por mi nombre real.

—Esta noche es diferente.

61
J. R. WARD CONSUMIDO

Cerró los párpados y se preparó. — ¿Encontraron el cuerpo de


Danny? Se honesto. Prefiero saberlo ahora.

—Ellos lo sacaron. Está en cirugía.

—¿Qué? —Se sentó tan rápido que se debilitó—. ¿Danny?


Danny… ¿lo sacaron?

—Sí. Lo hicieron.

El temblor se desató rápidamente y con violencia, y cuando se


dejó caer sobre las almohadas, Tom dio un paso adelante como
si estuviera pensando en ayudarla. Él detuvo eso antes de que
ella pudiera decirle que retrocediera.

—Anne.

Por una vez, sus ojos estaban tristes, y eso estaba lejos de ser un
consuelo. La simpatía de él la hizo darse cuenta de que no había
nadie en su vida en quien pudiera confiar.

—¿Cuándo puedo verlo? —Preguntó ella.

La puerta se abrió, una molesta millenial con un uniforme de


enfermería estaba entrando.

—Ahora no, —espetó Tom.

La joven se detuvo en seco y lo miró como si estuviera sugiriendo


que había votado por Trump. — ¿Disculpe?

—Estoy hablando con mi hermana. Le diré cuándo pueda entrar.

La enfermera miró a la montaña frente a ella. —Estoy aquí para


revisar los signos vitales de la paciente…

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J. R. WARD CONSUMIDO

—Su presión arterial se disparó y se está normalizando. Lo


mismo con su pulso. No hay cambios en las estadísticas de
oxígeno. Las líneas intravenosas corren claras y no es necesario
vaciar su bolsa de orina. Adiós.

—Estoy buscando a mi superior.

—Haga eso. —Él abrió la puerta y asintió con la cabeza hacia el


pasillo—. Y también los echaré.

—No sé quién cree que es, pero no está a cargo aquí…

Tom se inclinó y habló despacio, como si hubiera hecho una


demanda sobre su nivel de IQ y no estuviera complacido. —Le
estoy contando a mi hermana sobre el hombre que estuvo a punto
de morir para salvarle la vida. Quien actualmente está siendo
operado por una hemorragia interna que, si no lo mata por la
pérdida de sangre, probablemente le hará tener un derrame
cerebral y lo dejará como un jodido vegetal. Así que sí, consiga a
su maldito superior, llame al presidente del hospital, llame al
maldito Papa y los echaré a cada uno de ustedes fuera de esta
sala. ¿Estamos claros o necesito dibujarle un diagrama?

La enfermera lo miró totalmente sorprendida. Claramente era la


primera vez que alguien no le había proporcionado una vía de
instrucción segura, con apoyo, emocionalmente consciente,
educada y libre de microagresiones.

Y también, Tom estaba siendo un completo idiota.

Cuando la enfermera tropezó con sus Crocs para salir, Anne cerró
los ojos. —Tienes semejante manera con la gente.

—No me estoy disculpando.

63
J. R. WARD CONSUMIDO

—Sí, ¿por qué romperías con la tradición? —Ella levantó sus


pesados párpados. — ¿Cuánto tiempo les tomó sacarlo de ahí?
¿Y dónde está siendo tratado? ¿Aquí?

—¿Por qué no nos preocupamos por ti en este momento? —


Cuando ella solo lo miró, sus labios se apretaron en una delgada
línea. —Bien. Lo encontraron en el fondo de un montón de vigas
y escombros de diez pies38. Tenía un hombro dislocado, bazo roto,
hígado lacerado y la presión arterial de un cadáver cuando lo
trajeron.

Como técnica en emergencias médicas entrenada con mucha


experiencia, ella elaboró el perfil de un paciente como ese. —Lo
logrará, —mintió ella. —Él va a estar bien.

Tom sacudió la cabeza y miró a través de la ventana. Las cosas


estaban completamente sombrías en el lado opuesto del cristal,
y su estado de ánimo coincidía con la densa oscuridad de la
noche.

—¿Por qué lo odias tanto? —murmuró, consciente de que estaba


demasiado débil para cualquier tipo de confrontación.
Especialmente contra alguien como su hermano.

—Eres tú quien me importa.

—Bueno, yo también voy a estar bien. Dame una semana y


regresaré a la estación de bomberos…

—¿Haciendo qué? —dijo con fuerza.

—Mi trabajo. —Cuando su hermano se calló, ella lo miró—. No


empieces.

38
3 mts.
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J. R. WARD CONSUMIDO

—Entonces no te mientas a ti misma.

—¿Acerca de qué?

—Tu carrera ha terminado. —Su hermano la miró—. Terminaste.

Por un momento, pensó en la expresión de asombro en el rostro


de esa enfermera. Sep, la sincronización de su hermano fue
excelente como su presentación: por supuesto, cuando alguien
estaba en una cama de hospital sin una parte de sus
extremidades, hablemos de la situación laboral.

Sería grosero no hacerlo.

—Cristo, Tom, —dijo ella—. ¿Podrías haber esperado al menos


hasta que fuese dada de alta? Y jódete, puedo hacer cualquier
cosa.

—¿Me tomas el pelo? Anne. En serio.

—Entonces, ¿por qué estás tan irritado? Esto es lo que has estado
esperando, ¿verdad? Yo al margen, como una buena niñita,
dejando que los verdaderos hombres hagan el trabajo. Estos
últimos tres años has estado esperando que yo…

—Consigas ser asesinada. —Se inclinó hacia delante—. Lo tienes


exactamente acertado Anne. He estado esperando la noche que
tenga que ir con nuestra madre y decirle que estás muerta
porque…

— ¡Estoy viva!

— ¡Perdiste una extremidad!

— ¡Mi mano! Y todavía puedo luchar después de esto…

65
J. R. WARD CONSUMIDO

—No, —gruñó mientras azotaba su brazo en el aire—. Estás fuera


de combate. Permanentemente. ¿Y sabes qué? Te lo mereces.

Anne retrocedió. —Maldito bastardo.

—Nunca sigues órdenes Anne. Nunca. Violaste el protocolo de


seguridad al enviar a Chávez al segundo piso en lugar de
continuar con tu compañero…

—Así que salvé su vida. De lo contrario, habría estado atrapado


conmi…

—O tal vez podría haberte liberado antes de que Maguire


apareciera con una maldita motosierra en la mano. —Tom negó
con la cabeza—. ¿Quieres saber por qué no me gusta él? Bien. Es
porque él es como tú. No escucha, y cree que es mejor que las
reglas. Y así es como la gente consigue lastimarse.

—Supongo que has hecho tu tarea. ¿Entrevistaste a todos antes


de venir aquí solo para que pudieras quedarte parado en tu
manto de superioridad y golpearme en la cabeza con el libro de
reglas?

—No, esperé hasta poder hablar con el cirujano de Maguire


personalmente. Porque sabía que iba a ser lo primero que
querrías saber.

—Bueno, ahora has transmitido tu información. Así que puedes


irte.

—No me uses de respaldo. Estabas equivocada. Maguire estaba


loco. Y ambos están en el hospital. El hecho de que solo te
cueste…

—Un lugar para poner un anillo de bodas, —dijo bruscamente


mientras levantaba lo que quedaba de su brazo—. ¿Correcto?
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J. R. WARD CONSUMIDO

Quieres que me quede atrapada y preñada con el hijo de algún


hombre, siendo como mamá, esperando que mi esposo vuelva a
casa y justifique mi existencia. Esos fueron los putos cincuenta
Tom. Las personas como yo ya no tienen que estar miserables y
embarazadas… oye, ¿has oído que ahora también nos dejan
conducir automóviles e incluso votar?

—Deja a mamá fuera de esto. Y esto no se trata de que seas una


mujer…

—¿Estás seguro de eso? Ah, y en cuanto a mamá, la mencionaré


en todo lo que quiera. No voy a ser como ella. De ninguna maldita
manera voy a quedarme estancada viviendo su vida de gloria
reflejada, para alguien que no se merecía la ponderación.

Tom se quedó callado. —No te entiendo.

—Es más como que no entiendes a nuestros padres.

—Sí, bueno, perdóname si no tengo mucha prisa por comprender


tu perspectiva. Uno, estás en una puta cama de hospital porque
hiciste algo incorrecto en una situación en la que tu vida y la de
los demás dependían de que siguieras las órdenes. Y dos, gracias
por arruinar a las dos personas que nos criaron y trabajaron para
que podamos terminar aquí, discutiendo en este hospital.
Claramente, eres un gran juez en cuanto a la personalidad.

—Lo que sea Tom. —Sin darse cuenta de que se había sentado,
se dejó caer de nuevo sobre las delgadas almohadas—. Nunca
has querido que fuera tu igual. Escojas el vocabulario que desees,
eso es lo que realmente está pasando aquí.

—El infierno lo es. Nunca serás como yo y no porque seas mujer.


Es porque tienes un circuito integrado en el hombro que te hace

67
J. R. WARD CONSUMIDO

imposible razonar o confiar en el trabajo. Pero como dije, eso se


acabó ahora. Estás fuera Anne. Buen trabajo.

Se quedó mirando el vendaje y se sintió tan mal por tanto. —


¿Sabes lo que es gracioso? Puedo poner mi mirada en ti. Solo
tienes que patearme los cojones, especialmente cuando estoy
abajo, y no te molestes en señalar que no tengo ninguno. Te has
pasado las últimas dos décadas y media mostrándome eso una y
otra vez. Tú posición es muy clara sobre el tema.

—Tal vez no te gusta escuchar la verdad.

—Intenta decírmelo, solo una vez, y te haré saber cómo es.

Hubo otra larga, larga pausa. —Necesitas llamar a mamá. Ella


está enferma de preocupación por ti.

—No tengo la energía para ayudarla con eso.

—Cierto. Porque te estás divirtiendo mucho siendo una carga.

— ¿Parece que lo estoy disfrutando?

—Llama a mamá.

Una vez más, un enfrentamiento. Y cuando los dos se miraron el


uno al otro a través de la habitación, ella recordó casi todas las
interacciones que habían tenido desde que habían entrado en la
academia de bomberos.

Con eso, ella y su hermano se habían convertido en enemigos.

—Vete, —le dijo ella—. Sólo sal de aquí. Estoy cansada, me duele
todo el cuerpo y estoy harta de verte.

—Llama a mamá. Eso es todo lo que me importa.

68
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando Tom se abrió paso a través de la puerta, toda la energía


de Anne se canalizó fuera de su cuerpo y se quedó con un
esqueleto que dolía, cubierto por una bolsa de piel que tenía
hormigas por todas partes. Cerrando los ojos se dio cuenta de
que su estómago giraba.

En el fondo, la alarma comenzó a sonar como si estuviera


teniendo un ataque.

¿O quizás ella estaba teniendo uno?

El personal médico entró corriendo, un enjambre de azul y


blanco. Pero mientras Anne pensaba en Danny, su hermano, su
trabajo, su familia, estaba contenta de desaparecer y dejar que la
salvaran… o no.

De una manera u otra, a ella realmente no le importaba.

69
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 8

Y lo hicieron.

Salvarla, eso fue.

Cuando Anne se despertó a la mañana siguiente, giró la cabeza


hacia la ventana y miró un día gris de noviembre. Era imposible
no ver la habitación del hospital como una prisión, con los cables,
tubos entrando y saliendo de ella como las cadenas para
mantenerla en su lugar.

Ella tenía que orinar. Al menos, pensó que tenía que hacerlo. ¿Tal
vez fue el catéter que la irritaba?

Echando un vistazo debajo de las sábanas, vio que la cosa había


sido retirada. Bueno saberlo… oh, es cierto. Ella había
amenazado con sacarlo ella misma antes del amanecer, y cuando
el personal la desafió a intentarlo, lo hizo de un tirón.

Levantando su brazo izquierdo miró el vendaje y escuchó la voz


de su hermano en su cabeza. El miedo, un viejo amigo tóxico, se
alzó y comenzó a susurrar todo tipo de cosas en su oído, pero
incluso ese estruendo se ahogó por el sentido permanente de que
ella podría preferir estar muerta en este momento.

Cuando se estaba rodeado de llamas y sin alternativa, la


automutilación parecía razonable. Ahora, en esta habitación de
70
J. R. WARD CONSUMIDO

hospital, con nada más que el goteo de humo postnasal en la


parte posterior de su garganta y un “bronceado” de primer grado
en sus brazos, ese imperativo parecía una distorsión de la
realidad.

Lo que la había condenado a una vida que ni siquiera podía


contemplar… una pesadilla aguda de muerte inminente se
cambió por una crónica que estaba sumida en la falta de
propósito.

Salvo vamos, se dijo a sí misma. Estaba acostumbrada a probar


que todos estaban equivocados. Ella volvería de esto. Ella volvería
a la comisaría, con su equipo y su trabajo. Su vida. Había
prótesis, ¿verdad? Había adaptaciones que se podrían hacer.

Había atletas paralímpicos que eran tan fuertes y poderosos


como los denominados sanos. Actitud para estar a la altura, se
dijo. Y esa mierda debía comenzar ahora mismo porque tenía un
largo camino por delante.

Con esa nota, se sentó y alcanzó el teléfono de línea fija en la


mesita de noche. Palmeó el auricular y se dispuso a…

Mientras levantaba el muñón, sintió que su cabeza daba vueltas


cuando se dio cuenta de que no tenía dedos para presionar "0".
Congelada en su lugar, con ese auricular de la vieja escuela, no
podía respirar... pero entonces el propósito la devolvió a la vida,
y no siempre fue así. Golpeando el número con su dedo índice
derecho, esperó una respuesta.

—Sí, ah… —Ella tuvo que aclararse la garganta—. ¿En qué


habitación está Danny… quiero decir, Daniel Maguire…?

71
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando obtuvo su respuesta, colgó y se hundió de alivio. No le


daban cuartos de hospital a los cadáveres, por lo que él debía
haber sobrevivido a su cirugía.

Después de un momento de descanso, se quitó todos los sensores


de monitorización de su pecho y se debatió sobre el hecho de
retirar la vía intravenosa. Al final, ella mantuvo eso, considerando
que era la fuente de su morfina y un poste que tenía ruedas.
Ambos iban a hacer el deambular más sencillo…

La enfermera que irrumpió en la habitación iba muy rápido, sus


zapatos con alma de crepé39 chirriaban sobre el linóleo cuando
se detuvo en seco. —¿Qué está haciendo?

Anne le dio un charla-con-la-mano… la única mano que le


quedaba. —Voy al baño. Y luego volveré.

Cuando ella apartó las piernas del lado de la cama y bajó el peso
a sus pies, la enfermera parecía confundida. —¿Volver?

—Sí. —Ella se dirigió al baño—. Al igual que en ir y regresar.

Hombre, su voz era ronca, su respiración más sofocada que la de


un atleta de veinticinco años arrastrando los pies por el suelo al
subir las escaleras.

—Sra. Ashburn, si no vuelve a la cama llamaré a la asistente…

—Adelante. Llámate a ti misma fuera de aquí. Pero solo le voy a


decir la misma maldita cosa.

Dicho así, estaba claro que ella y su hermano compartían el


mismo ADN. Y al igual que Tom, estaba acostumbrada a ignorar
a las personas, por lo que se abrió paso a través del suelo de la

39
Tejido fino de superficie granular y arrugada utilizado para vestidos, blusas y trajes masculinos elegantes.
72
J. R. WARD CONSUMIDO

habitación. Por el rabillo del ojo, se dio cuenta de que la


enfermera subía, bajaba y hablaba todo tipo de cosas, pero, ¿a
quién demonios le importaba?

Cerró la puerta del baño por el ruido.

A la izquierda, montado sobre un fregadero de acero inoxidable,


el espejo en la pared era como una bola de cristal con malas
noticias sobre el futuro, a la vez totalmente eludible y
completamente inexorable.

Dios mío, parecía una versión animada de sí misma, asumiendo


que su personaje hubiese atravesado el pozo de una mina de
carbón mientras era perseguido por un demonio que le lanzaba
bombas de compresión. Sus ojos azules eran demasiado grandes,
y todavía había hollín y cenizas en el pelo enmarañado y en toda
la cara y el cuello. El Johnny40 de hospital que tenía no era
compatible con su trabajo temporal tatuando fuego, los alegres
ramos rosados sobre el fondo blanco hacían que pareciera una
intrusa en el vestido de una abuela.

El estallido inicial de no-puedo-vencer-sobre-esto, la hizo


derrumbarse, como una casa de naipes golpeada por la fría y
dura ráfaga de su reflejo.

Y mira por dónde, todo empeoró cuando ella se dio la vuelta y se


acercó al baño. Su nueva forma de vida se hizo evidente de
inmediato cuando trató de levantar a johnny. Una mano.
Solamente. Lo que significaba los extremos del dobladillo
descuidados y abultados en todas partes, y luego ella no pudo
sostener la cosa y mover el poste intravenoso más cerca del
asiento para asentar su peso adecuadamente.

40
Bata de hospital abierta en la parte trasera.
73
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando finalmente se sentó, las lágrimas amenazaron con


estallar no sólo desde sus ojos, sino también desde su alma.

No puedo hacer esto, pensó mientras se estiraba torpemente con


la mano derecha hacia el papel higiénico, sosteniendo el johnny
mientras orinaba, mientras no se desmayaba, mientras no se
enredaba con el tubo intravenoso, mientras estaba aterrorizada
por todo, mientras lloraba a su madre, su padre, su hermano...
a Danny.

El baño se vio tan atestado con todo el caos y la pena de su mente


que el oxígeno fue obligado a salir de ella, sus pulmones no
tiraban de nada mientras comenzaba a hiperventilar.

Pasó un tiempo antes de que ella pudiera restablecerse a sí


misma. Y ella hubiera preferido lavarse las manos y la cara
primero, pero esto no era un hotel. No había toallas de invitados
colgando a un lado del lavamanos o pequeñas barras de jabón.

No había alfombrilla de baño para calentar las plantas de sus


pies descalzos o el aviso impreso de que había artículos de
cortesía disponibles en la recepción por si olvidaba empacar algo.

Esto no eran unas vacaciones. Y no iba a haber ningún escape


para lo que ella había perdido.

Esa mano que ya no existía iba a ocupar más espacio del que
nunca había ocupado cuando aún estaba sujeta a su brazo.

De vuelta en la habitación, dos enfermeras, un residente y un


asistente estaban parados en una línea de tiro, y estaban
entonando una restricción bastante desgastada y familiar: —Está
en Riesgo-De-Resbalar-y-Caer, Por Favor-Recuéstese.

74
J. R. WARD CONSUMIDO

Que, en realidad, era el tema de una película de Disney poco


conocida: ¿Por Qué No Puede Ella, Por Una Vez, Ser Jodidamente
Razonable?

Anne acababa de salir de esa producción. Ella ya sabía cómo


terminaba. Tenía la camiseta, la descarga, y el libro.

Dirigiéndose por el pasillo con su poste intravenoso, descubrió


que tenía que obligar a sus ojos a enfocarse o perdería el
equilibrio. Cada paso requería una concentración tremenda, su
ademán de avance no era algo que ocurriera naturalmente, sino
una orientación consciente de caderas y hombros que requería
un mantenimiento constante.

La banda de personal médico que marchaba detrás de ella era


tan molesta.

En los ascensores le tomó un par de intentos el apretar el botón


de arriba, su dedo índice tratando de golpear un blanco en
movimiento… lo que parecía un poco extraño dado que el hospital
debería haber sido inanimado estático, pero como sea. Se las
arregló para encenderlo.

Cuando las puertas se abrieron, ella estuvo a punto de entrar


cuando algo la golpeó con fuerza detrás de las rodillas, y cuando
su peso se extinguió debajo de ella, se sintió en un torbellino de
pánico.

Solo para aterrizar en el asiento de una silla de ruedas.

—Les dije que esta era una batalla perdida. Así que solo
tendremos que lidiar con eso.

Anne miró por encima del hombro a la voz familiar. —Oh Dios,
Moose…

75
J. R. WARD CONSUMIDO

Robert "Moose" Miller, el antiguo compañero de habitación de


Danny, dio la vuelta y se puso en cuclillas sobre sus pies. Su
rostro familiar y barbudo hizo humedecer sus ojos.

—Ven aquí, pequeña niña, —susurró.

Mientras extendía sus brazos, había lágrimas en sus ojos


inyectados en sangre, especialmente mientras miraba su
vendaje.

—No me llames “pequeña” o “niña”, —se atragantó.

—Está bien Anne. No lo haré.

Ella se apoyó contra su pecho y se aferró a sus hombros, mirando


fijamente hacia una estación de enfermería de la cual no veía
nada en realidad.

—Iba a su habitación, —dijo bruscamente—. La habitación de


Danny.

—Te ayudaré a llegar allí, pero es posible que no nos dejen entrar.
Está en la UCI41.

—Quiero intentarlo.

—Está bien. —Cuando se separaron, se sacó un pañuelo del


bolsillo—. Aquí.

Ella desplegó el cuadrado rojo y negro, y presionó el descolorido


y bien lavado retazo con suavidad sobre su cara caliente e
hinchada. —No quiero parecer débil frente a él.

—Nunca podrías ser débil Anne.

41
Unidad de Cuidados Intensivos.
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J. R. WARD CONSUMIDO

Moose ahuyentó al personal médico, y luego la llevó en el


ascensor mientras sostenía su poste intravenoso como si fuera la
correa de un perro con una historia mordaz. Subieron cuatro
pisos y luego fueron por un pasillo con carteles que parecía no
poder leer, y el tráfico peatonal que solo tenía dos velocidades:
rápido y distraído o lento y sombrío.

—¿Qué tan mal está? —Preguntó ella mientras avanzaban cerca


de la pared—. ¿Tú lo sabes?

—Mal.

— ¿Está paralizado?

—Ni siquiera han llegado a la parte en la que se preocupan por si


él puede caminar.

Cuando llegaron a la estación de enfermería, Anne se dio cuenta


de que el personal paraba todo lo que estaba haciendo y la miraba
fijamente, pero mantuvo los ojos en blanco mientras Moose
hablaba… y debían haber obtenido autorización para proceder
porque empezaban a avanzar nuevamente.

Al pasar por una serie de habitaciones acristaladas, vio a los


pacientes envueltos en mantas, como las orugas envueltas en un
capullo. En este piso había pocos visitantes, y nadie iba y venía
con flores o globos. La muerte era la que paseaba por estos
pasillos, jugando "eeny, meeny, miny, mo42" con su dedo
huesudo, seleccionando y escogiendo al azar. O tal vez con un
plan sobre con quién jugaría a continuación.

42
Canción de conteo para niños, utilizada para seleccionar a una persona en los juegos.

77
J. R. WARD CONSUMIDO

Moose los detuvo a mitad de camino y dio la vuelta para abrirle


la puerta de cristal. — ¿Quieres ir sola?

—Sí.

Resuelta a ponerse de pie, Anne iba a colocar ambas manos en


los reposabrazos, pero cuando una descarga de dolor encendió
su brazo, se quedó sin aliento. No había mano allí. Sólo esa
herida cruda y abierta que tenía vendas para la carne.

Parpadeando de vuelta la agonía, pensó, no puedo lidiar con esto.


¿Qué voy a hacer con el resto de mi vida?

¿Quién voy a ser?

Dejando todo eso a un lado, salió de la silla de ruedas y fue hacia


la entrada de la habitación…

—Sostenlo. No te olvides de esto.

Mientras ella miraba a Moose confundida, él movió el poste


intravenoso hacia adelante. —Oh, —murmuró ella—. Bien,
gracias…

Él no soltó su agarre. —Necesito que sepas que traté de… quiero


decir, todos queríamos llegar a él lo antes posible. Trabajamos
tan duro como pudimos para liberarlo. Pero… oh, mierda, Anne,
estaba bajo estas vigas que eran tan jodidamente pesadas que
aplastarían un auto y…

Ella abrazó al hombre cuando no pudo continuar, y fue un triste


alivio estar con alguien que también se sentía culpable. —Nadie
podría haber hecho un mejor trabajo rescatándolo.

—Esto es mi culpa, debería haber…

78
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne lo empujó hacia atrás. —Para. ¿Cómo podrías haber llegado


antes? Y tú no lo pusiste ahí. Yo sí. Tú y los chicos son héroes.

— ¿Y si él no lo logra? —Moose retrocedió y se pasó una mano


por el pelo—. No puedo respirar cada vez que pienso en eso. Es
mi mejor amigo.

Mientras miraba sus ojos torturados supo que todos estaban


locos. Cada uno de ellos, quienes se involucraban en la asistencia
y llevaban sus cuerpos y sus mentes hacia las amplias llamas por
poco dinero y mucho riesgo; por extraños, por animales y casas
que no poseían, por personas con las que no estaban
relacionados… todos estaban locos. Porque este era el otro lado
del subidón de adrenalina, el complejo del salvador, la lucha.

La tragedia no era más que un momento. La responsabilidad de


ello era para siempre.

Y eventualmente, esta última oscurecía tú interior, moldeando


tus emociones, volviéndote tóxico e impenetrable, incluso cuando
parecías el mismo en el exterior. Por cada bombero que conocía
y había resultado herido o muerto en el trabajo, sabía aún más
sobre quiénes eran cadáveres en su propia piel.

No te lo contaban cuando estabas en la academia.

Algo bueno también.

—No te culpes, —dijo con rudeza—. No lo decepcionaste y vas a


estar allí para él mientras se recupera. Y él lo hará. Es Danny
Maguire, por el amor de Dios. Es insuperable.

—No lo has visto todavía Anne. Necesitas prepararte.

Ella miró dentro de la habitación. Tantas máquinas, cables y


tubos: un recordatorio de que el cuerpo humano era un milagro
79
J. R. WARD CONSUMIDO

increíble, sus innumerables funciones autónomas eran un regalo


cuando funcionaban como debían, y una pesadilla incómoda a la
cual tener que aproximarse cuando no lo hacían.

Tomando su poste intravenoso, entró en el espacio estéril y el


sonido del zumbido y el pitido la asustaron de verdad. Y entonces
ella realmente miró la cara de Danny.

Anne se quedó sin aliento. —Querido… Dios.

Había puntos por todo un lado, como si le hubieran arrancado


parte de la mejilla y la mitad de la frente. Todo estaba hinchado,
púrpura y rojo, los rasgos distorsionados hasta el punto en que
si ella no hubiera sabido que se trataba de él, no lo habría
reconocido.

Y luego estaban sus piernas. Ambas enyesadas, una elevada


como el tercer lado de un problema de trigonometría. Además, su
brazo y hombro estaban cubiertos… y había sido intubado en
algún momento, había un vendaje en la suave coyuntura de la
parte frontal de su garganta, entre los huesos de su cuello.

Se acercó y se sentó en el borde de la cama porque de repente el


piso se veía amenazado con ser cubierto por ella. Trató de
respirar. Falló.

Ahora ella volvía a llorar, y a la mierda. Danny no lo iba a saber.

Tomando su mano maltratada, ella dejó caer su cabeza y permitió


que las lágrimas cayeran de sus ojos hacia donde quiera que
fuesen a aterrizar.

Ella le había hecho esto.

La pérdida de su mano era algo con lo que podría vivir como pago
por su decisión impulsiva y su comportamiento precipitado en
80
J. R. WARD CONSUMIDO

escena. ¿Pero esto? ¿Este… desastroso… daño hacia él? Incluso


si llegaba a recuperarse, ella nunca se perdonaría así misma y él
nunca iba a ser el mismo.

Pensó en él diciendo que volverían a la comisaría, jugando al


pong, antes de las diez.

Cuán injusto. Cuán terrible… terriblemente injusto.

— ¿Por qué no me dejaste?

Tan pronto como habló, lamentó las palabras, ya que parecían


poner la carga sobre él, y esto había sido realmente todo culpa
suya…

Hubo un chasquido.

Mirando hacia arriba, ella retrocedió. Sus ojos estaban abiertos,


el blanco alrededor del izquierdo rojo sangre, las pupilas
brillantes e incomparables mientras la miraba y trataba de
hablar.

—Shh, —dijo ella mientras él luchaba—. No por favor… no


hables…

Las cosas empezaron a sonar más rápido, y luego se dispararon


las alarmas, y ella sacudió la cabeza. —No lo hagas… está bien…

Él apenas podía hablar, pero ella escuchó fuerte y claro las


inquietantes palabras: —No. Podía. Dejarte.

El personal médico entró en la habitación, y no dudaron en


sacarla de allí, pasando su arrastrante y tembloroso cuerpo a
Moose, quien la levantó del suelo en el pasillo.

81
J. R. WARD CONSUMIDO

Al otro lado las puertas de cristal se cerraron. Ella se puso de


puntillas para ver alrededor de la multitud a Danny. Su rostro se
volvió hacia ella, y a través del caos del personal, todavía la
miraba fijamente, con los párpados hinchados y todos los
moretones que lo convertían en un milagro que podía
concentrarse, aunque fuese un poco.

Y luego los médicos y las enfermeras bloquearon la visión que


tenía de él.

En lo más profundo de su alma sabía que esa sería la última vez


que lo vería. Que ese sería el último recuerdo que iba a tener…

…del único hombre que ella había amado alguna vez.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 9

Harbor Street y Twenty-Second Avenue Old Downtown, New Brunswick

Mientras Anne giraba hacia Harbor Street, los neumáticos de su


sedán municipal crujieron sobre el pavimento roto y ella hizo una
mueca ante el cegador sol de la mañana de septiembre. Bajar el
visor no ayudó, pero no había mucho de qué preocuparse por los
golpes. No había tráfico, ni peatones, y los edificios comerciales
en el vecindario habían sido abandonados hace años.

Doscientas yardas43 más tarde, frenó y se detuvo frente a las


ruinas chamuscadas de lo que había sido un almacén.

Por lo menos hasta que las dos alarmas se disparasen la noche


anterior.

No quedaba mucho de la estructura, la mayor parte del


caparazón colapsado del lugar estaba pintado de negro y gris por
el hollín y el humo del incendio. Flotando sobre la brisa otoñal,
el complejo y horrible aroma de fuego extinguido era tan familiar
que en realidad respiró hondo y sintió el aguijón de la nostalgia…

43
183 mts.
83
J. R. WARD CONSUMIDO

El estornudo salió de la nada, pateando su cabeza hacia adelante,


y mientras enderezaba cosas y olfateaba, era como si su nariz
estuviera fuera de forma. Esperando para ver si venia otro, se
preguntó cuándo se habían degradado sus fosas nasales en copos
de nieve especiales. ¿Había sido en esas brutales primeras
semanas de recuperación… o más tarde, durante la fisioterapia?
¿Había sido cuando corrió para entrar a clase y obtener la
certificación como inspector de incendios? ¿O qué tal cuando
estuvo haciendo entrevistas para su nuevo trabajo?

¿Fue hace dos semanas, cuando fue contratada por la Ciudad de


New Brunswick para cubrir una vacante de baja categoría en la
División de Inspección de Incendios Premeditados y la División
de Inspección de Incendios?

¿Qué tal ahora, en su primer día oficial?

Miró las solapas de su traje de oficina barato. La tarjeta de


identificación laminada que colgaba de un clip plateado tenía su
foto en ella, y la levantó para poder ver su propia cara.

Su cabello era el mismo. Más o menos. Más largo y suelto sobre


sus hombros, y esos toques de luz rubios del verano del año
anterior estaban al final. Un corte más, y serían otra cosa que se
habría ido de su vida para siempre. ¿Su cara? Bueno, eso era lo
mismo… en realidad, no, en absoluto. Sus ojos eran sombríos, y
si no lo supiera mejor, diría que todo era pupilas negras, sin azul
alrededor de ningún borde. La piel era tan blanca y plana como
la pintura de la pared. Los huecos debajo de los pómulos eran
testimonio del peso que aún no había recuperado.

Ese brillo labial rosa que había puesto por algún tipo de
obligación parecía ridículo en la línea delgada y recta de su boca.

84
J. R. WARD CONSUMIDO

Dejando caer la foto, limpió la capa resbaladiza que se había


puesto antes de salir de su casa. Odiaba la forma en que sabían
las cosas, y vamos, ¿como si estuviera engañando a alguien? No
era una chica del tipo lápiz labial y perfume, incluso si ahora era
una oficinista.

Al alcanzar la manija de la puerta, su prótesis golpeó contra el


panel y cerró los ojos. Respiró hondo.

De la nada, recordó la mañana después del incendio, cuando se


despertó en la cama del hospital y trató de convencerse a sí
misma de que podía volver a la estación y reanudar su vida tal
como era, una para-bombero triunfante. Al igual que esos atletas
paralímpicos.

Sí… no. Tom tenía razón. Su carrera había terminado.

Pero ella había triunfado sobre muchas cosas en los últimos diez
meses, incluida una infección por estafilococos44 que casi la
había matado. Físicamente, eso había sido lo peor, especialmente
cuando tuvieron que ponerla en un coma inducido por razones
médicas porque sus órganos habían empezado a fallar. El resto
del camino hacia adelante había sido mayormente mental,
bloqueando y haciendo frente a las soluciones para su mano
perdida buscada a cada paso.

Sin embargo, por mucho que pudiera hacer ahora con sus
diversas prótesis, eso no incluía arrastrar una línea cargada
hacia el fuego y rociar las llamas.

Puedes hacer esto Anne, se dijo a sí misma.

44
Bacteria que se encuentra habitualmente en el aire, el agua, la piel y la faringe humana, y puede producir
forúnculos e infecciones de heridas.
85
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando estaba en la acera, se enfrentó en el edificio que fue su


primer caso asignado e intentó ignorar el hecho de que estaba en
un traje, no en su atuendo. Que estaba después del hecho, no
durante. Que no había nada que hacer aquí, de verdad.

—Origen y causa, —dijo mientras comenzaba a cruzar la calle.

Estaba a medio camino de su meta cuando se dio cuenta de que


había dejado su portapapeles, su pluma y su grabadora de voz
en el auto.

Anne se detuvo. Y no pudo ir más allá.

Todo este tramo de Harbor Street era la típica uso-lo-necesario,


nada más que una tira de asfalto adornada en ambos lados por
filas irregulares de edificios abandonados del tamaño de un
bloque que eran, en sus vidas anteriores, más optimistas y
resueltos, fábricas, almacenes y constructores navales. Las
instalaciones habían sido construidas con ladrillos en los años
veinte, las vigas, los techos, los pisos con tablones y vigas de
madera, y tapados con estaño.

Utilizado hasta que otro motivo de lucro los había hecho


anacrónicos.

Cuando parpadeó a la luz del sol brillante, afilada como una


cuchilla, descubrió que los recuerdos se apoderaron de ella y
Back to the Future45 la llevó a una estructura diferente, pero
igual, solo que esta vez era de noche, y estaba a punto de llegar
a la autobomba con Danny, a punto de dirigirse a esa única
alarma que había cambiado su vida.

—Debes hacer esto Anne, —declaró.

45
Volver al Futuro, película de ciencia ficción y comedia de 1.985.
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J. R. WARD CONSUMIDO

Excavando profundamente en busca de más de la voluntad que


la había mantenido en marcha, estaba agotada de impulsarse
hacia adelante. Cansada de perforar una pared tras otra, no-
puedo, no-quiero, estoy-a-punto-de -romperme. La vida se había
convertido en una prueba tras otra, solo el grado de dificultad y
la cantidad de fracasos eran lo que condimentaban las cosas.

—Origen y causa, —repitió.

El movimiento llamó su atención y la atrajo hacia la derecha. Un


perro gris con una cara de pit bull46, una oreja hinchada hasta el
doble de su tamaño y una cicatriz en su hombro la miraba desde
alrededor del edificio quemado como si la estuviera evaluando
como una amenaza.

Los dos se miraron el uno al otro y, por alguna razón, pensó en


Danny Maguire. Probablemente por las lesiones que tenía el
perro.

No había visto a Maguire desde la visita a la UCI. Hubo un par de


ocasiones en las que había estado en el hospital de rehabilitación
en las que estuvo tentada de acercarse a él, pero entre su
recuperación y la de él, habían pasado muchas cosas. Y entonces
ella escuchó que él había vuelto a trabajar en el 499.

Lo que la había lastimado sin ninguna razón lógica. ¿Qué, como


si su mala racha tuviera que ser compartida por él? ¿Como si
esperara que él cayera sobre la espada de la resignación en su
honor?

Vamos.

46
Usados en la detección de narcóticos, seguridad, mascotas, caza del jabalí, considerados en varios países
como potencialmente peligroso.
87
J. R. WARD CONSUMIDO

Hubo un solo correo de voz que dejó en su teléfono… Dios, hacía


tres meses. Había sido en medio de la noche y obviamente había
estado borracho, sus palabras eran ininteligibles e
incomprensibles. Y luego una voz femenina dijo su nombre con
suficiente insinuación e invitación para derretir la pintura de la
puerta de un auto.

Entonces, no, no había habido contacto.

—¿Tienes hambre? —Preguntó cuando el perro no se escapó.

Con movimientos lentos, regresó al auto, tomó su mochila y la


llevó al otro lado de la calle hacia la acera rota. Agarrando una
barra de Fiber One47 y su botella de Poland Spring48 se puso en
cuclillas e hizo lo que esperaba que fueran ruidos alentadores.

El perro fue acercándose cojeando lentamente, con la cabeza


baja, la oreja hinchada y la espalda plana como podía, una pata
delantera obviamente herida. Las costillas del animal eran tan
rígidas bajo su delgado abrigo de piel que no podía soportar
enfocarse en ellas.

—Aquí, —dijo, rompiendo un poco de la barra de desayuno.

Arrojó la pieza justo delante del perro, y éste la miró con sospecha
mientras dejaba caer su nariz y olfateo. La primera pieza fue
tomada lentamente. La segunda bajó un poco más rápido. ¿La
tercera?

Engullida.

Alimentaba al perro con la barra, acercándolo cada vez más al


lanzar las piezas cada vez más cerca. Cuando se volvió para abrir

47
Marca de cereales, panes, barras energéticas, golosinas y bocaditos de fibra y baja azúcar.
48
Marca de agua embotellada producida en Polonia, subsidiada por Nestlé para su venta en EE.UU.
88
J. R. WARD CONSUMIDO

la Poland Spring, perdió terreno, el animal retrocedió y le costó


un par de pies.

Vertiendo un chorro de agua fresca y limpia en la palma de la


mano, esperó.

Cuando el perro finalmente cedió a su sed y ella sintió el primer


roce tentativo de una lengua áspera, las lágrimas acudieron a sus
ojos.

Habían pasado meses y meses desde que había llorado. No desde


ese horrible período cuando la infección realmente la había
dominado, el apretón de manos mortal del Grim Reaper49
tratando de llevarla a su tumba. Había tenido que elegir. ¿Vivía o
se moría? ¿Luchaba y se ganaba su camino de regreso… o se
daba por vencida?

— ¿Qué tal si te ayudo? —Susurró ella mientras aspiraba con


fuerza—. No te lastimaré. Lo prometo… no te haré daño.

Estación de bomberos de New Brunswick No. 499

Hurst y Benedict Avenues

49
La muerte.
89
J. R. WARD CONSUMIDO

Maldita sea, le dolía por todas partes, pensó Danny mientras


estacionaba su camión detrás de la estación y consideraba la
posibilidad de salir y firmar su turno.

Parecía que estaba a unas trescientas setenta y cinco millas50 de


la puerta trasera. ¿En realidad? Probablemente sólo treinta
pies51. Pero cuando tu cabeza palpitaba, tu espalda se había
convertido en algo sólido durante tus siete minutos de viaje, y las
fracturas curadas en los dos huesos de tus muslos y en esa jodida
pantorrilla izquierda que te dolía porque venía lluvia, cualquier
distancia de más de una pulgada y media52 se sentía como una
maratón.

Cuando abrió la puerta del conductor, su hombro dejó escapar


un grito y pensó con cariño en su nueva novia. Habían pasado
solo seis horas desde que la había visto por última vez, ¿o tal vez
menos que eso? Y se moría de hambre por más de su conexión.

En ese sentido, metió la mano en la bolsa de lona en el asiento


del pasajero y buscó. Cuando su palma golpeó lo que estaba
buscando, sonrió y sacó una botella de Motrin53 del tamaño de
su cabeza. Al frente de la etiqueta, en Sharpie negro54, estaba
escrito “BETTY JODIDA MAGUIRE.”

Sí, estaba saliendo con una botella de ibuprofeno.

Abriendo la tapa, pensó una vez más que esta era, de hecho, la
relación más saludable en la que había estado. Betty nunca lo
decepcionó, siempre estuvo disponible y mejoró su vida de
manera inconmensurable. Aun así, estaba celoso de ella y no
50
604 km.
51
9.14 mts.
52
3.81 cm.
53
Medicamento que se usa para tratar la fiebre, la hinchazón, el dolor.
54
Marca de instrumentos de escritura fabricados por Newell Brands, una empresa pública, con sede en
Atlanta, Georgia.
90
J. R. WARD CONSUMIDO

estaba dispuesto a compartirla con nadie, no es que ella se


quejara alguna vez de que él era un hijo de perra asfixiante.

Sacudiendo seis cápsulas, las tomó de una vez, lavándolas con


un poco de Dunkin55 aún caliente.

Mirando de nuevo por la puerta trasera de la estación, respiró.


Alguien estaba cocinando tocino y huevos. Esperaba que no fuera
Duff. El hijo de puta siempre subestimaba lo primero y
sobrepasaba lo segundo, y para un tipo al que le gustaba lo súper
crujiente y frito, eso era más tragedia de la que Danny podía
manejar un lunes por la mañana.

Para matar algún tiempo, sacó sus Marlboros y encendió uno.


Apenas había salido de la rehabilitación la primavera pasada,
volvió a tomar el hábito con ganas de vengarse, pero una vez más,
a Betty no le importaba el humo de segunda mano, y ahora que
esencialmente no tenía compañeros de habitación, no había
nadie cerca para quejarse de los ceniceros.

Perfecto.

Sentándose, cerró los ojos. Los bomberos en New Brunswick


trabajaban en un horario impredecible, que siempre era más
estricto que el estándar nacional de dos días de trabajo y tres de
D y R56, pero con la ciudad en una mala situación financiera,
tuvieron que cubrir los turnos. Al menos finalmente estaban
recibiendo algunos novatos, aunque todos iban a la 617.

El Jefe Ashburn, que ahora estaba haciendo doble turno como


Comandante en jefe debido a los recortes presupuestarios,

55
Cadena multinacional de franquicias de cafeterías antes conocidas como Dunkin Donuts.
56
Descanso y Recreación.
91
J. R. WARD CONSUMIDO

siempre trabajaba para obtener lo mejor de todo: la nueva


estación, el nuevo equipamiento, la ayuda adicional.

Debe ser agradable.

Los párpados de Danny se quebraron por voluntad propia, y sus


ojos se dirigieron hacia sus manos. Había ampollas en todo el
interior de ambas, el resultado de haber trabajado con una
motosierra durante cinco horas el sábado y siete de ayer. Debió
haber estado loco para comprar esa vieja granja. La casa
deshabitada estaba atestada de árboles y vegetación excesiva, y
las diversas dependencias en los cincuenta acres también
estaban repletas de enredaderas gruesas como troncos de
árboles. La mierda podría haber sido más fácil si hubiera usado
un hacha, pero ya no las elegía. Balanceaba. Cortaba las cosas
con ella.

De todos modos, al menos la granja le dio algo en lo que


concentrarse. Si no tuviera esa propiedad de mierda para ir entre
turnos, estaría clínicamente loco.

Y oye, al menos eso evitó que volviera a marcar el número de


Anne Ashburn. Jesús, se estremecía cada vez que pensaba en ese
correo de voz borracho que le había dejado.

Desde el momento en que salió de rehabilitación, trabajó en


razones para llamarla, ir a su casa, enviarle un correo
electrónico. Ya sabes, justificaciones razonables que no
implicaban que se derrumbara y se emocionara por cómo le había
fallado a ella en ese incendio.

Las palabras no habían llegado, a pesar de que el anhelo se había


vuelto más fuerte. Así que añade demasiadas cervezas y el hecho
de que había memorizado su número desde el instante en que se

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J. R. WARD CONSUMIDO

lo había dado hace tres o cuatro años, y tenías un dial de


borrachos que nunca debió haber sucedido.

No le había devuelto la llamada ¿Por qué lo haría? Y ahora llegar


a ella se sentía imposible.

Curvando su mano izquierda en un puño, sintió que las


quemaduras ardían y las pesadas callosidades protestaban por
la contracción. A través de los nudillos, tenía innumerables
cortes de las espinas de esos arbustos que había arrancado, y
luego había un moretón en la parte posterior de la muñeca de
cuando la había golpeado con algo.

Odiaba su mano izquierda ahora...

—¿Vienes a desayunar o simplemente te vas a quedar aquí y te


enfermas de cáncer?

Danny miró a un Dodge Charger amarillo chillón que tenía


llantas negras, ventanas oscurecidas y una raya roja en el
costado. Moose estaba apoyado contra el costado del coche, los
brazos cruzados, las gafas de sol espejadas que lo hacían parecer
una barbuda figura de acción de los ochenta.

—Aceptaré el cáncer si Duff está en la cocina.

Moose frunció el ceño. —No deberías decir una mierda así.

—Es la verdad. —Tomó una inhalación deliberadamente—. La


gente necesita dejar de ser tan políticamente correcta.

—No tengo nada que ver con la política. Es mala suerte.

Danny se rió nerviosamente. —Oh, ya he tenido mi parte de eso.


Gané la mierda de esa lotería, muchas gracias.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Mientras Moose lo miraba fijamente, Danny negó con la cabeza.


—¿Tienes algo que decirme?

Aunque vamos, no era como si no pudiera adivinar.

—Duff me dijo que te llevó a casa el sábado por la noche.

— ¿Celoso? No te preocupes, nos detuvimos en la tercera base. Y


además, tienes a tu bella nueva esposa para mantenerte abrigado
por la noche.

—Todavía amargo por eso, eh.

Danny abrió la boca, pero se bajó de esa cornisa. Su disgusto por


la raza humana solo se había intensificado desde noviembre
pasado. Sin embargo, había algunas cosas que iban demasiado
lejos para él, y Deandra, la nueva señora de Moose, era una de
ellas.

Pero él no estaba celoso del matrimonio. Demonios, si lo


estuviera, todo lo que tenía que hacer era chasquear los dedos y
esa cazafortuna estaría sobre su espalda en su desordenada
cama en un abrir y cerrar de ojos. Y Moose lo sabía. Por eso había
insistido en ponerle un anillo.

Como si eso significara que ella no lo dejaría.

—Lo que sea, —murmuró Danny mientras exhalaba.

Moose miró hacia otro lado. Miró hacia atrás. —Tienes a mucha
gente preocupada por ti.

—Eso está en ellos. —Examinó la punta encendida de su


cigarrillo—. ¿He llegado tarde al trabajo, incluso una vez? —
Cuando no hubo respuesta, él miró a su ex compañero de cuarto
y se tapó la oreja. — ¿Te oí decir que no? Creo que lo hice. ¿Y he

94
J. R. WARD CONSUMIDO

sido negligente en la acción? Espera… ¿es ese otro no? Por qué
creo que lo es.

—Tu forma de beber es...

—Y aquí hay una última. ¿Te he pedido a ti, o a alguien más, que
comentes sobre mi puta vida? —Agarró su bolsa de lona y salió—
. Ambos sabemos la respuesta a eso.

Dando una última calada, echó el humo por encima del hombro.
—Entonces, ¿qué tal si todos ustedes se callan y se preocupan
por sus propias malditas situaciones? Sé muy bien exactamente
por qué no es perfecto tu matrimonio, por ejemplo, pero no me
escuchas hablar de eso, ¿verdad?

Antes de que la mierda se volviera real, comenzó a marchar.

— ¿Qué tal si saludas a Anne por mí? —Dijo Moose—. La próxima


vez que la veas.

Danny se detuvo en seco. Cuando su mano apretó las correas de


su bolsa de lona, sintió una rabia tan profunda que supo sin
lugar a dudas que podía matar con ella.

Pero lo que estaba detrás de la ira era aún más tóxico, una oleada
de dolor y odio a sí mismo que hicieron que toda la mierda que
había pasado por la muerte de su hermano y luego perder a Sol
parecieran ejercicios de calentamiento para el verdadero desafío.

En la superficie de su vida, estaba pasando por los minutos y las


horas del presente. Su realidad, sin embargo, estaba atrapada en
esa escalera que colapsaba con Anne… y lo que había hecho con
su hacha. Era El Día de la Marmota57 24-7, y la mierda se estaba

57
Película en la que el protagonista vive todos los días el mismo día de su vida.
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J. R. WARD CONSUMIDO

agotando, pero ahí era donde algunas personas terminaban en la


vida.

Sin embargo, no necesitaba el recordatorio de su mejor amigo. No


se necesitan luces brillantes en esta oscuridad, considerando que
solo mostraban a los caimanes masticando su trasero.

—Vete a la mierda Miller, —dijo mientras comenzaba a caminar


de nuevo.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 10

Estación de bomberos de New Brunswick No. 617

McGinney Street y Third Avenue

Tras el volante de un SUV cedido por la ciudad, Tom cambió su


teléfono celular a su otra oreja mientras giraba en la calle
McGinney. —No sé si el alcalde es serio o no... No, no lo sé.
Supéralo tú mismo Brent. Ella es una maldita política, y acaba
de anunciar que se postulará para un segundo mandato. Nos dirá
cualquier cosa que queramos escuchar solo para obtener el
respaldo del sindicato. Así que no, no confío en ella. —Dejó que
el presidente del sindicato zumbara un poco, y luego tuvo que
cortar esa mierda—. Escúchame, no confundas la apariencia de
esta mujer con la virtud. Ella te está encantando y que me jodan
si me dejo llevar en una mala dirección simplemente porque te
gusta el olor de su perfume.

Mientras cortaba la llamada y arrojaba su celular en el asiento


vacío de su Explorer, pensó... infierno sí, este era su coche.
Aunque el vehículo fue emitido por la ciudad y en su poder solo
por su trabajo como jefe, era su propiedad personal, maldita sea.

97
J. R. WARD CONSUMIDO

Por otra parte, consideró como suyos todos los cuarteles y cada
uno de los motores, escaleras, camiones, ambulancias y todos los
coches marcados.

La gente también. Por eso necesitaba sacar a Brent Mathison de


ese trabajo en el sindicato de bomberos. El chico era demasiado
blando con el alcalde y no podía ver la forma en que lo estaba
manipulando.

Estúpido. Pero a él no le disgustaba Brent ni nada. ¿Cómo podía?


Todos los hombres y mujeres en el servicio de bomberos eran...
bueno, no sus hijos, no. No era material para padre. Y no eran
su familia.

Demonios, ni siquiera su familia era su familia. Su esposa se


había ido. Anne estaba fuera del radar y fuera de las fotos de la
tarjeta de Navidad. Todo lo que le quedaba era su madre, e
incluso con ella, había mucho trabajo allí, él era todo lo que ella
tenía.

Aunque realmente quería que su hija se involucrada en su vida.

Pensar en Anne lo puso de peor humor cuando se subió a los


adoquines de concreto que subían a las cuatro bahías de la
estación. Todo estaba abierto, la luz del sol brillaba en el cromo,
el vidrio y los paneles rojos de los motores y los camiones con
escaleras.

El 617 era la más nueva de las seis casas en New Brunswick,


funcionando como la Estación Maestra del Cuerpo de Bomberos.
Construido dos años antes, el edificio de ladrillo de cuatro pisos
tenía instalaciones modernas, incluyendo una oficina para él con
un área de conferencias, una cocina con calidad de restaurante,
un comedor, una sala de recreación, una sala de pesas y en el
tercer y último piso, suites privadas para los que pernoctaban.
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J. R. WARD CONSUMIDO

No más habitación con literas o ducha comunitaria. Lo que eran


buenas noticias.

Con el divorcio, este no era su segundo hogar; era el único.

Y el bono… ¿por lo menos para la problemática ciudad? El edificio


había sido erigido como un regalo por Charles Ripkin, un
multimillonario desarrollador de propiedades, en agradecimiento
a los bomberos de la ciudad por salvar a su hija de un incendio.

Dirigiéndose hacia atrás, estacionó el SUV municipal entre el


Jeep de Chuckie P y la F-15058 oscura de Vic Rizzo. Detrás de la
zona de aparcamiento poco profunda, había un césped con una
red de voleibol, así como algunas mesas de picnic y una parrilla.
Los grandes árboles de copa ancha que se habían salvado
durante la construcción eran de un rojo brillante y dorado, y la
hierba todavía estaba verde, aunque nada de eso duraría. Los
grises de noviembre y los azules blancos de diciembre y enero se
acercaban rápidamente.

Justo antes de salir, cruzó la puerta y enganchó su teléfono


celular. La pantalla se rompió porque lo tiró mucho, y debido a
su actual estado de degeneración, estaba adivinando que le
quedaba otro mes de funcionalidad, lo máximo.

No había esperado estar tan enojado como un adulto.

Y mientras pensaba en su hermana, y cómo ella no habría


respondido si la hubiera llamado, decidió que no esperaba mucho
de la vida.

Dejó el vehículo abierto y se dirigió a la puerta trasera...

58
Camioneta de la marca Ford.
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J. R. WARD CONSUMIDO

¿Qué… carajos?

Una sombra arrojada sobre el césped desde el otro lado del


edificio sugería que un gilipollas orinaba en la estación.

El bastardo estaba literalmente plantado allí con su mano en su


manguera, un fino chorro de orina surgiendo de la punta de su
polla.

Tom marchó sin gritar para poder atrapar al hijo de puta y frotar
su nariz en el desorden como un jodido perro...

Cuando llegó a la esquina, se detuvo y se puso aún más furioso.


El chico llevaba una camiseta azul marino de New Brunswick
FD59, pantalones de trabajo azul marino y botas de trabajo. Todo
era tan nuevo, no había desgastes en esos Carhartts60, y tanto la
camisa como los pantalones aún tenían arrugas de cuando
fueron doblados en la fábrica.

— ¡Maldita sea!

El nuevo recluta se giró, y su polla vino con él, una corriente


dorada se expandió de manera que Tom tuvo que saltar hacia
atrás.

¿Quieres hablar de pálido? El jodido rociador, que no podía tener


más de veinte, veintidós años, se puso blanco como una Band-
Aid pad61... Por otra parte, la cara de Tom había estado mucho
en el periódico, y había pocos en la ciudad que no hubieran
reconocido su cabello de sal y pimienta.

Que se estaba volviendo más blanco a cada segundo.

59
Fire Department: Departamento de Bomberos.
60
Carhartt Inc. Es una empresa de ropa de trabajo resistente al fuego con sede en EE.UU.
61
Marca registrada por Johnson and Johnson de tiritas o curitas.
100
J. R. WARD CONSUMIDO

—Oh Dios mío.

—Harás el truco de la limonada, ¿verdad? —Murmuró Tom.

— ¡Los baños están fuera de servicio! Jefe, lo juro, yo...

—Súbete la cremallera y regresa dentro… pero primero apaga la


manguera de mi puta casa.

Tom dejó al recluta y casi arrancó la puerta de sus goznes cuando


entró. Efectivamente, al frente y al centro de la mesa del comedor
había una jarra grande y ancha de limonada, que estaba tres
cuartos vacía. Así como un vaso.

— ¡Maldita sea! —Gritó—. ¡Lleva tu trasero a mi oficina ahora


mismo! —Misma mierda, otro día.

Al otro lado de la ciudad, en la Clínica Veterinaria de Emergencia


Metropolitana, Anne se puso de pie cuando entró el veterinario.
Había estado esperando en la sala de examen durante la última
hora y se limpió las manos sudorosas en el asiento de sus
pantalones.

— ¿Cómo estamos? —Preguntó.

La Dra. Delgado era una mujer de cincuenta años con el cabello


oscuro y espeso, sin maquillaje y el tipo de rostro que hacía que
su ritmo cardíaco se relajara.

—Bueno, —dijo—, estamos desnutridos. Tenemos gusanos.


Pulgas. Garrapatas. Una infección en el colgajo de la oreja y en el
hombro. Una pata con una laceración entre las almohadillas. Hay

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J. R. WARD CONSUMIDO

un diente roto en la parte posterior de nuestra boca que tendrá


que ser eliminado. ¿Quieres venir a verlo?

—Ah... Por supuesto. Sí.

La veterinaria sonrió. —Ven por aquí. Ha sido castrado, por


cierto, por lo que fue propiedad de alguien en algún momento.

Anne siguió a la mujer por el pasillo de las salas de examen, los


ladridos ahogados y los maullidos detrás de las puertas cerradas,
sugerían que la práctica era muy concurrida. Entrando en un
espacio más clínico, se dirigieron a una línea de jaulas. El
vagabundo se encontraba en el extremo más alejado, acurrucado
en un rincón como si estuviera aterrorizado pero acostumbrado
a estar indefenso.

—Oye, chico grande, —murmuró Anne mientras cruzaba y se


ponía en cuclillas—. ¿Cómo te sientes?

Un movimiento vacilante la saludó, solo la punta de la cola


moviéndose.

—Te reconoce, —dijo la Dra. Delgado—. De todos modos, puedes


recogerlo mañana, asumiendo que le va bien con la inyección de
antibióticos. Tuve que darle algunos poderosos...

— ¿Recogerlo? —Anne se puso de pie—. No entiendo.

Ahora la cara de la veterinaria se volvió remota. —Pensé que lo


estabas adoptando.

—No puedo... quiero decir, no. No me gustan los perros. No soy


una persona de mascotas. —Ella se apresuró a decir—, Pero,
quiero decir, pagaré los cargos. Y su comida y esas cosas hasta
que sea adoptado.

102
J. R. WARD CONSUMIDO

—Realmente no estamos equipados para retenerlo después de


haber sido tratado.

—Sin embargo, debe haber personas que quieran perros.

—Haré lo que pueda. Pero él es parte pit62 y eso puede ser un


problema. Si no podemos encontrar a alguien, tendrá que ir a un
refugio.

Anne respiró hondo. —Está bien, y alguien se lo llevará a casa


desde allí, entonces. —Hubo una pausa—. ¿Verdad? Quiero
decir, la gente adopta todo el tiempo. Encontrará a alguien que
lo cuide.

—Tendrá una semana. Si tiene suerte. Pero una vez más, con el
pit en él, no estoy segura de que alguien lo quiera. —La
veterinaria dio un paso atrás—. Tenemos tu tarjeta de crédito. Te
mantendré informada sobre los cargos.

— ¿Y cómo esta él?

—Si quieres… —la veterinaria extendió la mano—…Estaré en


contacto.

Anne agitó la palma que le ofrecieron y luego miró hacia atrás a


través del tejido de acero de la jaula. El perro la miró fijamente,
sus ojos pálidos y exhaustos de color marrón sugirieron que todo
lo que se le estaba haciendo y lo que se bombeaba en su frágil
cuerpo era solo una escena más en una pesadilla que había
comenzado hacía mucho tiempo.

—Lo siento, —le dijo al perro—. De verdad lo hago.

62
Pit bull.
103
J. R. WARD CONSUMIDO

Meneó una última vez y apoyó la cabeza en la pata que no estaba


vendada. Cuando Anne se dio la vuelta, se ocupó de revisar el
espacio clínico, todo tan limpio y ordenado, los técnicos y los
veterinarios caminando con un propósito, las mesas de acero
inoxidable, las máquinas de rayos X y los gabinetes de
suministros de fachada transparente tan profesionales como
cualquier clínica para humanos a la que haya ido.

Lo siguiente que supo fue que estaba al volante del sedán


municipal en el estacionamiento. Mirando hacia el asiento
delantero donde había estado el perro, notó manchas de suciedad
y algunas manchas que sabía que eran de sangre. Iba a tener que
limpiar todo eso.

Cuando sonó su teléfono, ella saltó y hurgó en su bolso. Cuando


vio quién era, maldijo. — ¿Hola? ¿Señor Marshall?

—Te dije, llámame Don, —dijo su nuevo jefe—. Sólo quería ver
cómo te va. ¿Haciendo progresos?

Ella miró al exterior de la oficina de la vet63. —Si, de hecho, lo


estoy haciendo. —Se adelantó con la llave, encendiendo el motor
de la maquina bajo el capó—. Debería estar de vuelta en la oficina
en una hora. O dos.

—Bueno, eso sería bueno, claro. Pero dime, ¿estás planeando


pasar algún tiempo en la escena?

— ¿Lo siento?

—El GPS en el vehículo que te asignaron informa que has estado


a unas siete millas64 de la escena del incendio durante la última

63
Veterinaria.
64
11 km.
104
J. R. WARD CONSUMIDO

hora y veinte minutos. ¿Solo tengo curiosidad de lo que estás


haciendo y dónde?

Haciendo una mueca, ella apoyó la frente en el volante. —Yo, ah,


encontré un perdido.

—¿Bala?

—Perro.

Hubo un golpe de silencio. —Me gustaría que regreses a la


oficina si no te importa. Necesito hablar contigo.

—Sí señor.

Don Marshall colgó y Anne no perdió el tiempo. Poniendo el sedán


en el camino, bajó la ventanilla y se fue, volviendo al edificio de
Bomberos y Seguridad. El tráfico era bastante liviano, y le tomó
menos de diez minutos cambiar un estacionamiento por otro.

Mientras salía y cerraba con llave, compuso un pequeño discurso


en el que se decía qué tan seriamente estaba tomando su nuevo
trabajo y cuánto quería trabajar para...

Don la estaba esperando en la entrada principal del extenso


edificio de cristal, acero y vidrio, el hombre parado a la luz del
sol, comiendo algo. Era un tipo alto y delgado, construido como
el jugador de baloncesto que había escuchado que fue, y su Afro
tenía todo tipo de canas en las sienes. Se rumoreaba que se había
retirado de Syracuse, donde estuvo jugando al baloncesto
universitario de la División I, y se había unido al Ejército.
Teniendo en cuenta lo tenso y seco que estaba, ella podía verlo
con un uniforme militar.

Y ciertamente, tenía el impacto de alguien que había visto acción


de combate.
105
J. R. WARD CONSUMIDO

—Lo siento mucho, —dijo al acercarse—. Nunca volveré a


distraerme…

—Camina conmigo, —ordenó él mientras se daba la vuelta, sin


esperar a que ella lo alcanzara.

Era un bagel65. Estaba comiendo medio bagel de cebolla que tenía


unas dos pulgadas66 de queso crema.

—Entonces, ¿sabes cuántas personas querían tu trabajo? —


Preguntó mientras ella se ponía al paso con él en la acera que
rodeaba el edificio.

—No señor. No lo sé.

—Haz una conjetura.

Pensó en lo mal que estaba la economía. — ¿Diez? ¿Quince?

—Ninguno. —Se detuvo y la miró—. Ninguno. El puesto estuvo


vacante durante seis meses antes de que te presentases.

—Oh. — ¿Se suponía que ella debía disculparse? —Lo siento.

—Creo que tú y yo tenemos que ser claros el uno con el otro. —


Puso el último bocado en la cesta y se limpió la boca con la
servilleta que había estado usando como plato—. Te despediré y
volveré a un escritorio vacío antes de aguantar la mierda por el
esfuerzo. Me arriesgué contigo...

—Por mi brazo, —dijo con amargura.

—No, porque sé que en realidad no quieres trabajar aquí. —


Continuó su paso largo—. Prefieres estar de vuelta en un

65
Pan elaborado con harina de trigo y suele tener un agujero en el centro.
66
5 cm.
106
J. R. WARD CONSUMIDO

vehículo, arrastrando las mangueras al fuego. La realidad, sin


embargo, es que no tienes opciones, y tengo una gran cantidad
de casos que deben ser revisados con solo tres investigadores,
uno de los cuales se está reubicando porque su esposa tomó un
trabajo en St. Louis. Oh, ¿mencioné que otra está embarazada y
probablemente se vaya a hacer reposo en una semana? No la
tendré de vuelta hasta después de que haya terminado con la
licencia de maternidad. Pero permítanme reiterar. Preferiría tener
un escritorio vacío en lugar de alguien que no está haciendo el
trabajo. No me importa si tengo que salir al campo yo mismo. Así
que, o bien, se vuelve real y te tomas en serio esta oportunidad,
o puedes solicitar el desempleo por las veinticuatro horas que te
lo has ganado.

Anne negó con la cabeza. —No me conoces.

—Sí lo hago. Eres alguien que abandona el lugar de trabajo antes


de empezar. Y me miente cuando la llamo y le pregunto cómo van
las cosas.

—Lo siento. Eso fue incorrecto y de ahora en adelante, no voy a


fallarte.

— ¿A mí? ¿No me vas a decepcionar? —Don Marshall se detuvo


de nuevo y frunció el ceño—. Una manera incorrecta de ver esto.
Alguien murió en ese incendio del que te fuiste para poder hacer
un viaje al veterinario. Se cometió un crimen contra la propiedad,
y en el transcurso de él, alguien murió. Tal vez fue un vagabundo.
Demonios, probablemente lo fue. Pero tenía una madre y un
padre o no estaría en el planeta. Lo que no entiendes es que este
trabajo que crees que es un paso atrás de tu vocación, ¿tu
pasión? En realidad, es justicia en el trabajo. A menos que
hubiera cableado defectuoso, lo cual es imposible porque la red
de ese bloque se cerró hace dos años, alguien entró, prendió fuego
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J. R. WARD CONSUMIDO

y dejó que la estructura se quemara hasta los cimientos. No


puedo hacer que te importe ayudar a la policía a encontrar a ese
criminal. No puedo despertarte al hecho de que este trabajo que
sin duda consideras un trabajo de escritorio es fundamental para
hacer que la gente esté segura. Pero lo que haré es expulsarte de
mí departamento si no me demuestras que eres digna de mis
estándares. Tuviste tu vocación. Esto es lo mío. ¿Está claro?

Anne tragó saliva. —Sí señor.

—Ahora, vuelve a ese automóvil, vuelve a ese sitio e intenta hacer


el trabajo por el que los contribuyentes de esta ciudad te están
pagando. Y recuerda, eres una empleada en período de prueba
durante los próximos noventa días y puedo despedirte sin causa
ni aviso.

—Sí señor.

El señor Marshall asintió con la cabeza hacia el estacionamiento.


—Continúa. Ahora.

—Sí, señor.

Anne se dio la vuelta y se marchó a ciegas. Estaba a mitad de


camino hacia el auto cuando Don gritó, — ¿Qué pasa con el
perro?

Se dio la vuelta. — ¿El perro?

— ¿Qué hiciste con él?

—Yo, ah, me aseguré de que esté con un buen veterinario.

—Mejor que las calles.

—Sí, mejor.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Levantando una mano, volvió al coche antes de disculparse de


nuevo. Promesas rehechas que el hombre no quería oír. Se puso
a llorar por el perro que estaba abandonando a pesar de que la
cosa no era suya en primer lugar.

Dios, estaba tan harta de la vida.

Realmente lo estaba.

109
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 11

Suena la alarma. Dos camiones con escalera respondan el 617


para apoyar hasta la 499.

Cuanto Tom llegó a la escena, se detuvo detrás de la ambulancia


y salió. La casa en llamas era la típica estructura primaria de dos
pisos, construida cuando los cubos de Rubik67 y los Floks Of
Seagulls68 eran populares y su vecino de al lado también se veía
un poco tostado, el viento iba llevando las flamas por un pequeño
patio que estaba seco. Era un poco inusual que hubiera un olor
a cable quemado en el aire. Aun así, un defecto en el cableado no
sólo alcanzó a los bungalows de los años 20 y las casas de campo
de la era de los años cincuenta.

Las columnas de agua para combatir el incendio inicial estaban


saliendo de las ventanas del primer piso. Una vez más, el 499
estaba listo en escena, y por supuesto, esos vaqueros tontos
habían arrastrado las mangueras a la casa, a diferencia de
extinguir las llamas desde una posición externa.

Tom se dirigió hacia el capitán Baker, el comandante del


incidente, y no estaba en modo diplomático, — ¿Qué demonios
estás haciendo Chip?

El hombre alzó una mano —No empieces conmigo.

67
Rompecabezas tridimensional que posee seis caras de colores uniformes.
68
Grupo musical británico de los años 80’.
110
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿Por qué están esos idiotas en la casa? —Sin embargo, él sabía


la respuesta—. Chip, eres la columna vertebral de esta mierda.
Venga. Estás a cargo aquí.

—El fuego casi se extingue.

Tom sacudió la cabeza y abrió la boca, pero entonces atrapó al


recluta que pasaba caminando por ahí.

Acercándose, agarró por la manga al chico. —Detente. Esto está


mal.

El novato se detuvo y miró hacia arriba con grandes ojos


ansiosos. Su nombre era Reggie. Pero ya le habían dado el
sobrenombre de “Wedgie69”… el cual considerando que su
apellido era Boehner y podría haber sido “Boner”70 no estaba tan
mal.

—Dobla este lado primero, seguro aquí... y la hebilla aquí. Te


enseñaron esto en la academia.

Cuando Tom hizo el trabajo rápido de la chaqueta, el niño asintió


y tartamudeó alguna cosa. Y fue cortado cuando el cristal se
rompió en el segundo piso.

El humo salió, luego las llamas.

—Maldita sea, — murmuró Tom—, Viajó por las vigas.

Wedgie parpadeó — ¿Uh?

—Ve a ayudar a mojar la casa de al lado. —Empujó al chico hacia


adelante—. Chip, saca a esos muchachos de allí. O lo haré yo.

69
Significa “calzón chino”.
70
Significa “erección”
111
J. R. WARD CONSUMIDO

—Saca esas líneas, —ladró Baker a la radio—. Repito, todas las


líneas y personal fuera Ahora. Reposicionar el sudoeste exterior,
seis-uno-siete luchadores al lado.

Tres bomberos emergieron de la puerta delantera abierta,


arrastrando líneas con ellos. Emilio, Duff y Moose, adivinó Tom
por las complexiones.

— ¿Cuántos enviaste allí? —Preguntó. Cuando no hubo


respuesta, le dio un codazo a Chip—. Dije, ¿Cuántos?

—Cuatro.

— ¿Y quién es el cuarto?

La respuesta misma a esa pregunta se presentó al romper una


segunda ventana y saltando en el saliente de tejas de asfalto
sobre el frente de la entrada.

Danny Maguire tenía una joven preadolescente en sus brazos, su


máscara de oxígeno sobre la cara de ella incluso mientras
luchaba contra él. — ¡Medico! —ladró.

La gente corrió y extendió los brazos. No había un camión de


escalera libre, pero no necesitaban uno, al menos no para este
rescate. Maguire se puso sobre sus rodillas y entregó a la víctima,
mientras mantenía su máscara apretada contra su cara.

— ¡Mantenlo en ella! —Sacó el tanque de oxígeno por sus


hombros—. ¡Toma esto con ella!

La joven estaba golpeando y gritando acerca de algo, apuntando


de nuevo a la casa.

—No te atrevas, —murmuró Tom—. Oh, demonios no, no vas a


volver en allí sin tu… ¡dame eso! —Se acercó y tiró de la radio

112
J. R. WARD CONSUMIDO

quitándola fuera de la mano de Chip—. ¡Maguire! Malditamente


no vas a regresar ahí…

Dannyboy no perdió el ritmo. Se puso de pie, dio la vuelta... y se


puso abajo para empujar su enorme cuerpo a través de la
ventana que había roto.

— ¡Estás malditamente bromeando conmigo, Maguire! —Gritó


Tom.

El fuego escupió una nube de humo gris a través de la ventana


rota, y luego estaba la reveladora lamida de las llamas. Y Maguire
estaba allí sin su máscara.

—Personal, manténganse fuera de la estructura. —Tom sostuvo


la radio tan fuerte que dejo la carcasa de plástico agrietada—.
¡Quédense fuera de allí!

Las mangueras se volvieron a encender, graciosas corrientes de


agua que llegaban al punto caliente, sólo Dios sabía dónde estaba
Maguire en la casa o si volvería pero al menos la joven había sido
llevada a la seguridad del césped. Al otro lado de la calle, los
médicos se agrupaban a su alrededor mientras tosía y luchaba
como si ella quisiera volver a la casa por sí misma.

Gato o perro. Sin duda.

Malditas mascotas.

—Seis-uno-siete, te enfocas en la izquierda para la propagación,


—ordenó.

En el momento justo, sus chicos serpentearon líneas hasta la


casa de al lado que había atrapado al fuego como un resfriado de
un compañero de autobús que había estornudado: la madera
tenía una mejor oportunidad de resistir una llama abierta, pero
113
J. R. WARD CONSUMIDO

eso era un tablero de partículas de los años ochenta para ti. La


mierda estaba allí arriba con velas de cumpleaños para
encenderse.

Wedgie estaba abrumado cargando su línea. Pero eso era de


esperarse. El primer incendio siempre es una revelación, y por
mucho que el chico intentara centrarse en quitar la tapa de un
hidrante y atornillar la cabeza de la manguera, se mantuvo
mirando hacia atrás en la primera casa.

Como si esperara que Maguire saliera del fuego.

—Maguire, ¿puedes responder? —Dijo Tom a la radio—. Maguire,


sal de allí, cambio.

Él no esperaba alguna clase de respuesta.

—Maguire, ¿en dónde estás? —Dijo—. Cambio.

Una bola de fuego se enroscó por la ventana que Maguire había


roto, y Tom pensó, bueno, no es esto genial.

—Necesitamos agua para el segundo piso, —ordenó—. Cuatro-


nueve-nueve, quiero a Chávez y Duffy en eso. Estamos perdiendo
terreno.

A un lado, Chip Baker paseaba de un lado a otro con las manos


puestas sus caderas y su cabeza hacia abajo, como si estuviera
maldiciendo a su jefe en su cabeza. Lo bueno es que Tom estaba
acostumbrado a las personas que se enojaban con él cuando se
hacía cargo. ¿Si esa mierda le había molestado?

Bueno, entonces él sería Chip Baker…

El choque provino de la ventana del primer piso, el vidrio se


rompió en añicos como si algo masivo lo atravesara. No era un

114
J. R. WARD CONSUMIDO

televisor ni una otomana, o incluso un asiento para dos. No, fue


el hombro de Danny Maguire primero y luego el enorme cuerpo
después, que incluía su cabeza grande, gorda, vacía y sin casco.

Porque, por supuesto, él también había perdido eso. Y realmente,


¿por qué no lo haría? después de que ya había regalado su
suministro de oxígeno, su pieza de radio y la parte de su cerebro
que procesa la evaluación de riesgos.

En realidad, este último fue más como un defecto de nacimiento


en el caso de Maguire.

Había algo en los brazos del hombre, algo que él estaba


protegiendo con la curva de su torso, pero no había manera de
identificar lo que era.

Maguire aterrizó. Tropezó Y cayó de cara al suelo, colapsando. A


causa de lo que sin duda fue inhalación de humo.

— ¡Medico! —Ordenó Tom—. ¡Denme un maldito médico!

Dos horas después de que Anne llegó a la escena del almacén


quemado por un segundo turno, ella estaba de vuelta en su sedán
y detrás del volante. Sus notas fueron tomadas, sus conclusiones
preliminares registradas, su plan para los próximos pasos en su
cabeza.

Pero ella no volvió a la oficina.

Recorrió varias cuadras hacia el norte y se detuvo frente a un lote


baldío que había sido limpiado con toda la orientación de detalle
y la conciencia de un niñito. Los escombros, que en su mayoría
115
J. R. WARD CONSUMIDO

estaban construyendo migajas y basura no biodegradable, era


toda una pieza pequeña y estaba equipada con maleza, el tipo de
cosas que estarán por una generación o más.

O hasta que alguien construyera algo más en el sitio, ¿y cuándo


iba a pasar eso en esta parte de la ciudad?

Al salir, ella cruzó la calle y se paró en la acera, con las manos


en las caderas.

Todavía podía oler el fuego final en el que había entrado. Sentía


el peso de su equipo y su tanque de aire. Ver las llamas y el humo
que había arrastrado lejos del almacén al principio y luego,
después del cambio de viento, venir dentro. Con total claridad,
recordó la voz de Emilio cuando él le recordó a ella del protocolo,
y cómo le había dicho que la dejara.

Caminando hacia adelante, trianguló lo que recordaba del diseño


y se detuvo en lo que fue su mejor extrapolación por donde había
estado atrapada en el colapso. Dios, ella podría imaginar
precisamente ese escritorio, la viga, los escombros, el fuego y el
humo. Tirando de su mano pegada, empujando lo que la había
atrapado.

Y luego Danny Maguire rompiendo a través de la pared de llamas


naranjas, con esa motosierra en su mano.

No era de extrañar que hubieran compaginado tan bien juntos en


el trabajo. No tenían permitido acelerarse directamente a un
incendio conocido, por lo que si todo funciona con gas es un no-
vayas. Salvo que él sabía que estaba atrapada con el corriendo,
el edificio tenía soportes de madera, y una motosierra era mucho
más rápida que un hacha.

Ella habría hecho lo mismo por él.

116
J. R. WARD CONSUMIDO

Bajando los ojos, miró fijamente la prótesis que estaba colocada


a medio camino hasta su antebrazo. Era su día a día, era una
mano de un color carne arbitrario, la que la gente como la Dra.
Delgado, la veterinaria, no siempre notaban.

Sin una buena razón, levantó la cosa y pasó sus verdaderos


dedos sobre los contornos de los dígitos congelados, la palma
estática, los nudillos que no se movían. Ella no sentía nada, y no
solo en la superficie, no tiene nervios para registrar sensación.
No tenía ninguna emoción sobre la cosa tampoco. Era lo que era,
una parte de ella ahora que tenía que ser, por definición, tan
propia como todas las cosas que habían nacido con ella.

¿Por qué demonios tenía que enfadarse?

En ese sentido, pensó en Danny y se preguntó cuánto tardaría


antes de que no tuviera ganas de ver cómo estaba él. Eran
extraños ahora… ni siquiera eran colegas profesionales… ¿Y qué
tenían en común además de combatir incendios? El hecho de que
ambos siguieran adelante en sus vidas separadas tenía sentido y
era posiblemente lo más sano después de todo el trauma. Si te
metiste en un accidente de coche, no era como si estuvieras
obligado a convertir el quemado, destrozado armazón del sedán
en una maceta en tu patio delantero para que pudieras volver a
visitar todos los días.

Además, si la voz alcoholizada de esa mujer era un indicador,


estaba claro qué tipo de automedicación estaba usando él.

Cada vez que su culpa se ponía mordaz, necesitaba recordar que


Danny estaba bien y ella también. Y con el paso de todas las
horas, días, semanas y meses desde ese incendio en el almacén,
sus vidas estaban en diferentes lugares y esa horrible eternidad

117
J. R. WARD CONSUMIDO

cuando ella había estado atrapada en el punto caliente se había


ido.

Tienes que continuar.

Mirando por encima del sitio despejado, pensó... Sí, al igual que
los restos del almacén se habían ido, así también, los eventos
habían sido sacados de la línea de tiempo de sus vidas.

Así también, la conexión que habían tenido una vez.

Detrás de ella, su teléfono comenzó a sonar en el coche. Después


de un momento, se alejó y regresó a su vehículo para responder.

118
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 12

— ¿Tienes un cigarrillo?

Mientras Danny lanzaba una pregunta perfectamente razonable,


Emilio lo miró como si hubiera sugerido que le diera un bloque
de cocaína.

—¿Qué? —murmuró Danny.

—Estás sentado en la parte trasera de una ambulancia...

—Así que me lo encenderé allí.

—…Y te estoy tratando por inhalación de humo.

En ese sentido, Emilio intentó volver a colocar la máscara de


oxígeno, pero Danny no estaba de acuerdo con eso. Empujando
al chico lejos de él, puso sus manos sucias en las rodillas y
trianguló su torso para darle a sus pulmones más espacio para
inflarse. La respiración sibilante no era algo que pudiera ocultar,
y para cortar la conversación, se quedó mirando el par de casas
humeantes. Parecía que se había dejado caer una bomba entre
ellas, el lado de la cocina del lado derecho y la sala de estar del
lado izquierdo, todo ennegrecido, goteando, en ruinas.

Cuando el 499 saltó, el maldijo. Ese era su camino

119
J. R. WARD CONSUMIDO

Emilio le dio la máscara. —Vamos Danny, estás jadeando…

—No, no estoy…

El ataque de tos que lo golpeó lo dejó como mentiroso bastante


bueno, pero ya había terminado con esto. Poniéndose de pie, tiró
de sus tirantes de vuelta sobre sus hombros y se inclinó hacia
abajo para buscar su chaqueta aislante.

— ¿Te importa si tomo un paseo en la escalera? —Dio una


palmada al otro chico en el hombro—. Estupendo. Gracias. Yo
montaré por la parte de atrás…

—No vas a ir a la estación de bomberos.

—Con un infierno que no voy. El fuego está fuera y yo...

—Rumbo a la sala de emergencias.

—Amy, no seas codependiente. Hace que tu culo se vea grande.

—No discutas y no tendré que serlo. —Chávez señaló hacia un


lado—. Además, tienes que lidiar con él ahora. Diviértete con eso.

Danny cerró los ojos. Y luego se enfrentó al ataque que venía.

El jefe Tom Ashburn era un toro-cabreado-en-una-tienda-de-


porcelana. Sus ojos muy-parecidos-a-los-de-Anne eran
deslumbrantes. Su pelo prematuramente gris estaba recto como
si hubiera pasado una mano por él, su objetivo estaba
concentrado en Danny, y sólo en Danny.

—Ni siquiera empieces, —espetó el jefe cuando llegó con toda la


sutileza de una granada disparada en una fábrica de fuegos
artificiales. —Tu serás visto en la sala de emergencias. Y ahora,
no después.

120
J. R. WARD CONSUMIDO

Dios, el reaaaaaalmente necesitaba ese cigarrillo. —No puedes


forzarme a hacer nada.

Tom lo ignoró. —Chávez, coloca al paciente en una camilla y


dirígete a la sala de emergencias de la Universidad con él.

Cuando Amy soltó la palabrota con J Danny negó con la cabeza.


—No voy a ir…

—Si, irás…

—Estoy bien…

De debajo de su brazo, el jefe sacó una carpeta chamuscada. —


No, estas fuera del deber y en libertad condicional en espera de
una evaluación psicológica.

Muy bien, eso captó su atención — ¿De qué demonios estás


hablando?

La carpeta amarilla se balanceó hasta su cara. —volviste a ese


edificio para esto. Arriesgaste tu propia vida por papeles...

—Es su tarea de matemáticas. Así que tuve que ir a buscarla…

—Arriesgaste tu puta vida por nada después de descargar tu


tanque de oxígeno con ella...

— ¡Ella es asmática! ¡No podía respirar!

—…Y estoy cansado de decirte las reglas solo para que te las
cargues porque tienes deseos de morir.

Danny bajó la voz y se inclinó. —Mi compañero Jack ha estado


fuera dos veces en los últimos tres meses y sabes muy bien que
es un maldito SWAT, no es un policía de rondas. Esa chica no
tiene nada más que su tarea, ¿entiendes? Su padre está en la
121
J. R. WARD CONSUMIDO

cárcel, y su madre ha estado sorteando el sistema. Así que


infiernos sí, volví a entrar y lo conseguí… y lo haría de nuevo.

—Siempre hay una razón.

— ¡Esa chica no tiene nada!

—Y tú estás fuera de rotación a menos que vayas a ser evaluado


y estés autorizado.

Danny entrecerró los ojos. —Mira, por qué no solo eres un


hombre sobre esto, bien.

Hubo un latido de silencio. Y luego Tom dio un paso adelante y


se acercó a Danny frente a frente. —Disculpa.

Danny miró a Chávez, pero el tipo no era tonto. Estaba


sacudiendo su cabeza y retrocediendo tan rápido, que se tropezó
con sus propios pies.

Asegurándose de que su voz no transmitiera nada, Danny dijo,


—Todavía estás enojado por lo que pasó con Anne ¿Por qué no
solo lo admites en mi cara en lugar de jugar a esta mierda
secreta?

El jefe miró hacia el suelo, apretando la mandíbula. Cuando


levantó la cara, sus ojos estaban fríos. —No voy a tener un
bombero en mi servicio que es un peligro para sí mismo y para
los demás. Obtendrás esa maldita evaluación psiquiátrica o
puedes largarte. Esas son tus dos opciones… y después de ese
pequeño problema con mi hermana, me importa aún menos el
resultado. ¡Chávez, mete a este jodido paciente en la camilla!

Abruptamente, Danny parpadeó y vio en blanco, la rabia estaba


de regreso y peor esta vez.

122
J. R. WARD CONSUMIDO

Lo siguiente que supo fue que tenía la cara barbuda de Moose de


frente. Su viejo compañero de cuarto estaba cerca y de manera
personal, y él estaba hablando, moviendo la boca.

Danny no podía oír la mierda. Era como si estuviera bajo el agua,


apagado.

—…Vamos, estoy contigo.

Hubo un tirón en el brazo de Danny, y él miró hacia abajo, viendo


que Moose agarraba sus bíceps con la mano y lo apoyó hacia el
interior de la ambulancia. —Juega el juego, —dijo Moose en voz
baja—. Tienes mucho que perder si no lo haces, no quieres que
resulte mal.

Chávez se adelantó. —Vamos, Dannyboy. En la sala de urgencias


te atenderán rápido y después tendremos un tiempo fuera ¿De
acuerdo?

—Trabaja con nosotros, —agregó Moose—. He querido patearte


el culo desde las ocho de la mañana, pero no quiero que le
dispares al jefe. No puedes confiar en esa voz en tu cabeza Danny.
Lo sé de primera mano. El único que te habla ahora siempre te
dirige mal.

Anne salió del trabajo a las cinco de la tarde y bajó las escaleras
desde el tercer piso hasta el primero. Mientras cruzaba el
vestíbulo hacia las puertas de vidrio, se unió a un grupo de
compañeros de empleados municipales, todos saliendo al sol de
la tarde y encontrando sus autos en el laberinto del
estacionamiento. En el camino de regreso a su casa, se detuvo en

123
J. R. WARD CONSUMIDO

Papa Joe's Pizza, un negocio local que había visitado desde que
se mudó al vecindario hace seis años.

Con su pepperoni y cebolla en el asiento del pasajero, continuó a


Mapleton Avenue y viró a la izquierda. Su casa, de mil
novecientos metros cuadrados, estaba en la mitad de la calle
Cape Cod. Su garaje estaba separado, y se estacionó frente a su
única puerta cerrada.

Pizza en su mano buena. Bolsa en su hombro izquierdo. Cuando


se acercó a la puerta de su casa, usó el índice de su prótesis para
marcar un código numérico en la nueva cerradura que había
instalado un mes después del incendio.

Cuando solo tienes una mano funcional, las llaves son un


problema.

En el interior, olía a hogar, a una combinación de detergente de


lavado Tide, limones y algo que era intrínsecamente 1404
Mapleton.

Pateando la puerta para cerrarla, estaba repentinamente


agotada.

El viaje a través de la sala de estar a la cocina fue una maratón


de doce pasos, y se comió la pizza de pie y al lado del fregadero
porque siempre se lavaba las manos primero y parecía
pretencioso poner su mesa Crate & Barrel solo para una persona.
Llegó a la mitad de la pizza mediana, guardó el resto para el
recalentamiento de la noche siguiente en el horno, nunca en el
microondas, porque eso hacía que la corteza se volviera
esponjosa cuando estaba caliente y dura como las uñas cuando
no estaba, y luego se quedó ahí de pie.

Dios, su casa era silenciosa.

124
J. R. WARD CONSUMIDO

Y la única buena noticia es que no fue un viernes o un sábado


por la noche. Un lunes al azar no era gran cosa para estar sola
en casa sin más opciones que una clase de CrossFit71, las
repeticiones de Big Bang Theory o limpiar una casa
perfectamente limpia. Los fines de semana, por otro lado, eran
malos. Todos sus amigos habían sido bomberos, pero eso se
había ido ahora, y no era que no le gustara más, lejos de eso. A
pesar de que ella había sido la única mujer en el club de varones,
nunca la trataron como algo más que un igual.

El problema era que, después de que las cosas habían cambiado


para ella, se había convertido en un recordatorio para el grupo
del riesgo en el que vivían, una decepción que no era culpa suya.

Y además, en el descanso, los chicos pasaban su tiempo


intercambiando chistes, malas historias y cosas que habían
sucedido en el trabajo.

Ella estaba fuera del círculo de la última, ¿y en cuanto a las


malas historias? Ella era parte de una grande que no tenía un ja-
ja al final.

Anne miró su prótesis. Cuando le quitaron el molde de la mano


que le quedaba, recordó que el chico le preguntó si quería que le
pintaran las uñas con algún tipo de color específico. Ella había
pensado que él lo decía en serio, pero era una broma, y no una
mala. Había sido un veterano al que le faltaban ambas piernas y
que caminaba con naturalidad sobre sus extremidades
artificiales.

Puedes hacer esto, le había dicho. Te lo prometo.

71
Sistema de acondicionamiento físico basado en ejercicios variados, movimientos funcionales a alta
intensidad.
125
J. R. WARD CONSUMIDO

—Puedo hacer esto, —dijo a su casa vacía.

La falta de respuesta le pareció un comentario sobre su vida, y


eso le hizo pensar en la última idea brillante de su madre. La
mujer siempre se ofrecía a venir y “agregar algunos toques” al
lugar de Anne. “Arreglar las cosas”. “Hacer las cosas más
acogedoras”.

Así que ella quería traer un ficus. Y no uno de plástico.

Anne le había enviado un correo electrónico diciendo que no,


porque eso era más eficiente que una conversación telefónica con
un minuto de saludo y diecinueve minutos de tengo-que-ir a tu
lado. ¿Y en cuanto a las cosas del hogar? La mujer nunca había
entendido. Estas cuatro paredes y el techo eran como el
refrigerador de alguien que comía fuera todo el tiempo. Antes,
cuando había estado en la estación de bomberos, solo había
venido aquí para estrellarse y recuperarse lo suficiente para
volver al trabajo.

Su hogar había estado donde estaba su trabajo.

Además, había tenido suficiente Laura Ashley en los años


noventa para durar sus doce vidas.

Cuando uno de sus tobillos comenzó a dolerle, miró el reloj digital


en el microondas. Había estado parada aquí por una buena
media hora. Motivándose a sí misma, se dirigió al porche de todo
el año que daba a su pequeño patio trasero cercado. Ella había
establecido una oficina en el espacio como una forma de
conectarse con su nueva realidad, pensando que necesitaría una
base de residencia como investigadora. Un viaje a OfficeMax72
produjo una computadora portátil y un escáner/copiadora, así

72
Comercio de suplementos de oficina de EE.UU, con sede en Naperville, Illinois.
126
J. R. WARD CONSUMIDO

como un escritorio de gama baja y una silla negra barata con


ruedas debajo de la base.

Cuando llegó frente a la instalación, abrió la computadora


portátil, pero no la encendió.

También se había comprado unos bolígrafos, clips de


documentos, un pequeño paquete de carpetas. Tres libretas
legales y una resma73 de papel.

Mirando alrededor de todo, decidió que había sido una pérdida


de $ 400, solo el vocabulario de una oficina en lugar de...

Anne frunció el ceño y se concentró en la computadora portátil.


Luego se echó hacia atrás y miró el escritorio. El
escáner/copiadora.

El portátil de nuevo.

Material de oficina, común y corriente…material de oficina.


Como los que habían sido incendiados en el almacén.

Con un estallido de energía, se puso de pie, entró en la cocina y


agarró su bolso.

Tenía tanta prisa por salir de la casa, que olvidó cerrar la puerta.

73
Paquete que contiene 500 hojas para impresión.
127
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 13

El Timeout Sports Bar & Grill era un establecimiento venerable,


con una fecha de fundación de 1981. En aquel entonces, cuando
todos llamaban al 867-5309 porque una chica tenía los ojos de
Bette Davis74 y todos los pequeños actos que hacia parecían
magia, fue vanguardista con sus videojuegos en una esquina, las
mesas de billar en la parte de atrás y las fotos de Larry Bird75,
Bobby Orr76 y el equipo de “Milagros en el hielo”77, frescos y sin
desvanecer.

¿Treinta y siete años después? Los carteles originales aún


estaban arriba, pero Nomar y Dustin, Tom Brady78 y Cam Neely79
mostraban sonrisas junto con los viejos grandes, y los
videojuegos habían sido reemplazados por una sección de caseta
y más televisores de pantalla plana que un salón de exhibición
de Best Buy80. Sin embargo, las mesas de billar todavía estaban
allí, y la vieja mujer de Carl, Terri, quien manejaba el lugar
después de su muerte, te dejaría encender en la parte de atrás

74
Actriz de cine, teatro y televisión, considerada uno de los hitos cinematográficos.
75
Ex jugador de baloncesto de los Boston Celtics.
76
Ex jugador de hockey sobre hielo.
77
Se denomina así a la victoria de EEUU. a la Unión Soviética en la fase final de hockey sobre hielo en los
juegos olímpicos de invierno de 1.980.
78
Jugador profesional de estadounidense de futbol americano, en la posición de quarterback.
79
Jugador canadiense de hockey sobre hielo.
80
Best Buy Co. Inc., es una compañía que forma parte del Fortune 500 especializada en venta de productos
eléctricos.
128
J. R. WARD CONSUMIDO

siempre que abrieras una ventana y sacudieras ahí tu largo


cuello rojo, no en su piso.

Al igual que con los héroes en evolución en los marcos, la


clientela también era una nueva generación de lo mismo que
había sido antes. Los bomberos, policías y detectives que ahora
estaban sentados en las mesas, jugando al billar o colgando
alrededor de la barra eran los hijos y los sobrinos, las hijas y las
sobrinas, de los que habían estado allí en los años ochenta, los
noventa, los Aughties81.

—Te traigo otro.

Danny levantó la vista hacia la camarera mientras colocaba una


Bud fresca delante de él. Josefina había trabajado allí durante
un año, y con su largo cabello negro y sus profundos ojos
castaños, era algo a lo que mirar, seguro.

—Me conoces demasiado bien, —dijo.

—Sí, Dannyboy. Te conozco.

Cuando la mujer le guiñó un ojo y se dirigió de nuevo a la barra,


Moose maldijo. —Te importa.

Danny dio un tirón y se sentó en su silla dura. — ¿sobre qué?

— ¿Por qué tienes que reunir a todas las mujeres en este lugar?

—No he salido con ella.

—Aún.

81
La década del 2000 al 2009, es un juego de palabras entre”augth” y la frase “eighties” (los 80)
129
J. R. WARD CONSUMIDO

—Nah. —Miró a la mujer de cabello oscuro mientras ella tomaba


una orden de otra mesa—. Chávez me mataría. Está enamorado
de ella.

—En seeeeeeerio. —Moose también se inclinó hacia delante, y su


volumen convirtió la mesa de seis en una nota Post-it—. ¿Amy lo
quiere?

—No lo sé. Lo que sea.

—Vamos, hombre. Dime.

—No sé nada. —Danny hizo un gesto de asentir con la cabeza


hacia las mesas de billar—. Somos los siguientes en la número
tres.

—Sí, después de esos tipos. ¿Compraron todo en la tienda de Polo


antes de venir aquí?

Danny midió los mocasines. Los relojes. Esos cortes de pelo. —


Moose, amigo, esos muchachos no compran en tiendas.

El conjunto de cuatro universitarios a juego, de entre veintiuno y


veinticinco años, había entrado en Timeout unos veinte minutos
antes, y él estaba adivinando que habían navegado en el Club de
Yates a vela de New Brunswick, estacionado en un lugar privado,
y habían arrastrado los pies aquí después de haber cenado
langosta Thermidor82 y Baked Alaska83 con Mami y Papi. Sin
duda, esperaban tener un poco de sexo urbano caliente y crudo
antes de regresar a sus mansiones con dos entradas frente al mar
y a sus novias, hijas de la Revolución Americana.

82
Platillo francés. Langosta partida en 2 mitades grillada y cubierta con salsa Thermidor (salsa blanca,
mostaza inglesa y vino blanco)
83
Postre a base de helado colocado sobre láminas de pastel y cubierto de merengue.
130
J. R. WARD CONSUMIDO

Él había visto el tipo antes. Y volverían aquí porque estos Brads84


eran como el equivalente social del rinovirus. Atados a aparecer
de vez en cuando, pero nada que fuera terminal, y al reducir la
exposición, tenía menos posibilidades de atrapar a uno.

Así que sí, les iba a dar mucho tiempo en esa mesa de billar.
Hasta que se fueran por su cuenta.

—Tú me llevas de mierda.

Se volvió a enfocar en Moose. —Por lo general, solo trato de


molestar a la gente. Estoy superando con éxito el molestarte sin
querer hacerlo.

—Si sabes algo sobre Amy, ¿por qué no me lo dices?

—Ve a hablar con Chávez directamente.

—Él nunca entra en su vida personal.

—Así que supongo que estás jodido.

—Jodida…

Un silbido rompió la discusión, y tanto él como Moose miraron


hacia la mesa de billar.

—Más cervezas, —dijo uno de los muchachos de la fraternidad


sobre el estruendo—. Ahora, no más tarde, chiquita.

Danny frunció el ceño y evaluó al niño con la boca levantada.


Parecía material de la escuela de derecho. O la escuela de
medicina, es decir, más la frente que la línea de la mandíbula.
Con ese reloj de oro y esos pantalones cortos de las Bermudas,

84
Nombre que se le da a las personas que son máquinas sexuales que comparten sus historias con sus
amigos.
131
J. R. WARD CONSUMIDO

también fue fácil adivinar que tenía algunos números romanos


después de su apellido.

Sutilmente girando su cuerpo en dirección al juego de billar,


Danny tragó un poco de cerveza y se dijo a sí mismo que no se
involucraría.

Dos minutos después, Josefina caminó hacia el cuarteto con, oh,


por supuesto, algo de mierda artesanal en su bandeja redonda, y
los James Spaders85, alrededor de Pretty in Pink86, la miraron de
una manera que él estaba seguro de que Chávez no apreciaría.

— ¿Algo bueno en el hospital? —Dijo una voz masculina.

Cuando Duff sacó una silla, Danny saludó con la cabeza y luego
se dio cuenta de que la pregunta era para él. —No. Solo un copago
que el departamento me reembolsará.

— ¿Necesitas alguna rehabilitación respiratoria?

—No.

— ¿Dónde está Chávez?

—Él está llegando, —dijo Moose—. Es temprano.

En la mesa de billar, Danny se volvió a enfocar… y observó a


Josefina agacharse y recoger algo del suelo. Mientras regresaba
al bar, fruncía el ceño.

—Oh, genial, Rizzo está en la casa, —murmuró Moose.

85
Actor estadounidense. En Pretty in Pink hace de uno de los acosadores de la protagonista.
86
Película estadounidense de comedia romántica de la década de los 80’.
132
J. R. WARD CONSUMIDO

Efectivamente, Rizzo y algunos de los 617 estaban entrando, y


como de costumbre, fueron en dirección opuesta, a las cabinas
junto a las ventanas delanteras.

— ¿Quieres otro, Dannyboy?

Danny miró a Josefina. —No sabía que había terminado. Sí,


quiero.

La mujer sonrió. — ¿Cuándo quieres que pare esta noche?

—No hasta que me desmaye.

—Me pones triste Danny.— Ella puso su mano sobre su


hombro—. Sin embargo, estás con tus amigos. Siempre te
cuidan…

— ¡Oye! ¡Chiquita! ¿Dónde están nuestros tragos?

Danny lentamente empujó su silla hacia atrás un poco más lejos


de la mesa, pero mientras lo hacía, Josefina negó con la cabeza.
—Danny, está bien. —Más en voz alta, dijo, —Están en camino.
Los saco directamente…

—Mejor, o llamare al INS87…

Danny se puso de pie en un instante. —Qué dijiste.

Al instante, las otras cincuenta personas en el bar cortaron su


charla, nada más que la música llenando el fondo. Sin embargo,
el del yate con la boca no parecía captar esa tendencia. El Brad
sonrió, mostrando un conjunto perfecto de blancos brillantes y
nacarados dientes.

87
Inmigration and Naturalization Service (Servicio de Inmigración y Naturalización)
133
J. R. WARD CONSUMIDO

—Le dije… —enfatizó cada palabra—… que me trajera nuestros


tragos o iba a deportarla.

Un brazo grueso se disparó alrededor de los pectorales de Danny,


y la voz de Moose era baja en su oído. —Siéntate. Esperaremos
hasta que se vayan y los atraparemos en el callejón. No hay
testigos de esa manera.

—Danny, está bien, —dijo Josefina—. No me está molestando…

—Discúlpate con ella.— Danny asintió a la puerta—. Y luego vete


a la mierda de aquí.

— ¿Eres dueño de este lugar? —El hombre rico miró a sus


amigos—. Tu padre debe estar tan orgulloso. Por otra parte,
probablemente era un tipo de pueblo. Basurero… Oh, espera,
¿era un albañil? ¿Por qué quizás podrías hacer que trabaje en el
muro que necesitamos en este país?

Cuando el hombre asintió con la cabeza a Josefina, Danny se


lanzó hacia adelante con tanta fuerza, que incluso se zafó del
agarre de Moose.

Lo siguiente que supo fue que tenía al niño sobre la mesa de


billar, con las manos alrededor de la garganta, sus brazos de
bombero conducían la parte posterior de la cabeza del gilipollas
hacia la superficie del fieltro una y otra y otra vez.

— ¡Lo vas a matar! —Gritó alguien—. ¡Detente!

Y luego el tono más razonable de Moose, —Dios, Danny, te lo dije,


espera hasta que los tengamos en el callejón. Es más limpio de
esa manera.

134
J. R. WARD CONSUMIDO

Vic Rizzo ni siquiera había pedido su cerveza antes de que


estallara la pelea, y mientras miraba, no le sorprendió que
Dannyboy Maguire hubiera montado al hijo de algún miembro
del club de yates como si el bastardo fuera un sofá durante el
fútbol del lunes por la noche. Y sí, Danny estaba enseñando de
primera mano a las personas sobre conmoción cerebral.

Mientras tanto, Moose, ese gordo, no estaba haciendo nada al


margen. Tampoco lo hacía el niño bonito Duff. No, esos dos
genios solo iban a dejar que su amigo matara a un tipo frente a
un grupo de policías…

—Eh, italiano.

Echó un vistazo. Hablando del demonio. — ¿Cómo estás, griego?

El oficial Peter Andropolis le dio una palmada en el hombro. —


¿Vas a dejar que esto continúe allá?

— ¿Por qué es mi problema?

—Es tu chico.

—Estos son mis chicos. —Él asintió con la cabeza a los tres del
617 con los que había venido—. Sabes que allá es un cuatro-
nueve-nueve.

—Lo que sea Rizzo. Vamos a tener que arrestarlo si no se cuida.


Como cortesía profesional, estamos dispuestos a permitirte que
lo manejes si actúas ahora. De lo contrario, lo vamos a llevar.
Tenemos que ser así.

135
J. R. WARD CONSUMIDO

El oficial Mikey Lange se acercó. — ¿Bien? ¿Qué vas a hacer


chispas? Y por cierto, esa es mi mesa de billar favorita. Él va a
arruinar el fieltro con la parte posterior de la cabeza de ese
imbécil si no lo ha hecho ya.

Cuando todos los ojos se posaron en él, Rizzo se preguntó por


qué siempre era al que llamaban cuando alguien necesitaba una
niñera. Despreciaba a los niños, especialmente los que tenían
licencias de conducir y problemas con el control de los impulsos
y el alcohol.

—Maldita sea.

Rizzo se deslizó fuera de la cabina y se abrió paso entre los otros


clientes del bar, todos los cuales estaban al frente y en el centro
de la pelea. Dado el dinero que se estaba intercambiando,
claramente había apuestas, pero no sobre si el marinero iba a
regresar. No, más bien si habría o no cargos de homicidio
involuntario o un simple delito grave con graves daños
corporales.

Al pasar junto a Moose, fulminó con la mirada al diesel88, que


estaba plantado frente a un trío de asnos apretados en mercancía
Polo. —Deberías estar lidiando con esto.

—Lo hago.

Sí, evitando que esos refuerzos anémicos ayuden a su compañero


como candidato a the Walking Dead. O como llamada al 9-1-1
que era lo más parecido.

Rizzo no perdió tiempo presentando los argumentos legales y


racionales para que Danny liberara el control. Simplemente
envolvió sus brazos alrededor de la parte superior del estómago
88
Persona grande, musculosa,
136
J. R. WARD CONSUMIDO

del hombre, formó un puño de su mano izquierda y lo envolvió


en la palma de su mano derecha.

La maniobra de Heimlich fue el tratamiento de elección,


principalmente en los casos de asfixia con carne o cerdo en nivel
IV. Pero fue útil en otras situaciones.

Rizzo contrajo sus bíceps, que reforzaban el puño de su


conducción dentro y arriba de la caja torácica de Dannyboy,
expulsando todo el aliento, impactando al corazón en una breve
arritmia. La sorpresa hizo que el bloqueo de esa garganta se
relajara, y Rizzo dio un paso adelante en su plan de evacuación
con un tirón hacia atrás que le hizo sentir su hombro malo.

Danny salió de encima del tipo del yate y de la mesa, como una
lapa extraída del casco de una barcaza. Al ser lo que era, los dos
estaban molestos. Se balancearon en un corto radio, siendo lo
que era, Rizzo recuperó el equilibrio. Danny no tanto. El marcado
a fuego del 499 aterrizó en su trasero.

Pero seguro como cuando los alcohólicos se recuperan durante


una pelea, no se quedó allí. Estaba arriba como fuera de una
tostadora e hizo como si solo fuera a saltar sobre su víctima.

Rizzo se interpuso en el camino. —No.

—Sal de mi…

—Es hora de un Uber, Maguire.

—Vete a la mierda, Rizzo.

Yyyyyyyyyyyy fue cuando comenzó la siguiente pelea.

137
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 14

Eran pasadas las diez de la noche. Cuando sonó el celular de


Anne. El antiguo sonido sacó la cabeza de su computadora
portátil, pero lo que había estado estudiando se quedó con ella
tanto en su mente como en la pantalla mientras ella contesto

— ¿Hola?

— ¿Anne?

Ella frunció el ceño. — ¿Sí? Espera, ¿Moose?

— Sí. Soy yo. Mucho tiempo sin hablar, ¿verdad?

—Ha pasado un tiempo. —Se aclaró la garganta—. ¿Ah como


estas? ¿Cómo está Deandra?

—Oh, ella esta genial, estamos geniales, yo estoy genial. Nos


mudamos de casa, ya sabes. Tengo un nuevo Charger y ya estoy
trabajando en el motor. Ya sabes, tener más caballos bajo ese
capó. Supongo que no he cambiado, ¿eh?

—Supongo que no. —Ella giró sus ojos alrededor del porche
cerrado y se preguntó cómo podría terminar las cosas sin ser
grosera—. Así que, um… ¿Qué más hay de nuevo?

—Entonces, sí, entonces Deandra es realmente genial. Ella


consiguió un trabajo en ¿Avento Salon? Es ese lugar de lujo en el

138
J. R. WARD CONSUMIDO

centro de la ciudad. ¿Sabías que Reese Witherspoon89 apareció


allí para los momentos destacados la semana pasada? Ella da
buenas propinas. Creo que está trabajando en una película en
algún lugar por aquí. Deandra está a cargo de la recepción, pero
pronto será estilista. ¿Sabías que ella es ya obtuvo su título de
cosmetología?

Anne volvió a mirar la pantalla del portátil. El mapa que había


estado estudiando era de la parte antigua del centro de New
Brunswick, lejos del centro o Centro, donde trabajaba la esposa
de Moose. Este último fue un Disneyland limpio con casi todo
tipo de tiendas y restaurantes de alto nivel en Rodeo Drive 90. La
primera era donde ella había estado más temprano ese día en
Harbour Street. Donde estaban los edificios muertos.

Donde la gente iniciaba incendios a veces por razones. Como


querían, oh, por ejemplo, deshacerse de algunos equipos de
oficina que tal vez no querían que nadie más viera o encontrara.

—Eso es genial. ¿Oye, Moose? —Ella golpeó la letra impresa y su


Hermano inalámbrico comenzó a hablar en la esquina de su
escritorio—. Estoy trabajando en este momento. ¿Había algo que
necesitabas?

—Oh, es cierto. Eres un inspector de incendios. ¿Cómo va eso?

—Hoy fue mi primer día. — Y fue duro, gracias, Moose—. ¿Qué


puedo hacer por ti?

—Oye, ¿es Don Marshall tu jefe?

—Sí, lo es.

89
Actriz y productora de cine estadounidense.
90
Área de tres manzanas de tiendas de lujo en Beverly Hills.
139
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿Sabías que él solía jugar en la universidad para Syracuse…?

— ¿Por qué llamaste Moose?— A medida que la conexión se


calmaba, su corazón latía un poco más rápido—. ¿Moose?

—Sí. —La exhalación larga y lenta no inspiró confianza—.


Escucha… se trata de Danny.

Su corazón latía con fuerza. — ¿Está muerto?

—Oh no. Nada de eso. Hubo otra pausa. —Quiero decir, no ahora.
Por lo menos que yo sepa y lo dejé hace unos quince minutos.
Pero, sí, él… él no lo está haciendo realmente bien Necesita a
alguien que realmente pueda hablarle. Haz que vea lo que se está
haciendo a sí mismo.

Quería preguntar qué era exactamente eso, pero lo sabía. O al


menos podría adivinar.

—¿Hola? ¿Anne?

Ella se centró en su prótesis. Y pensó en Don Marshall tan


apropiadamente dándole en el culo.

Danny fue una complicación. Grave. Y ella tenía un nuevo


trabajo, más recuperación para trabajar, y…

Ella quería verlo demasiado para su comodidad.

—No lo tomes a mal. —Se aclaró la garganta—. Pero no puedo


involucrarme Moose. Estoy fuera de esa vida como todos ustedes
saben. En realidad, no sé por qué me llamaste.

—Nadie más tiene la oportunidad de alcanzarlo Anne. Y se lo


debes. Sabes exactamente por qué te llamé.

140
J. R. WARD CONSUMIDO

Diez minutos después, Anne se subió a su auto. Luego volvió a


bajar, corrió hacia la puerta de su casa y se aseguró de que había
bloqueado las cosas. Lo había hecho, pero intentó abrir la puerta
de nuevo, sintiendo la resistencia del cerrojo muerto. Era casi
imposible no hacerlo por tercera vez.

Obligándose a caminar de regreso al Subaru, se dijo que sabía lo


que era esto. Sabía exactamente por qué estaba obsesionada y
qué hacer para contrarrestar el agujero negro del no racional en
el que estaba cayendo. La única solución era seguir adelante, sin
importar cuán asustada se sintiera. Desde el incendio, su cerebro
había tenido estas fallas provocadas por el estrés, casi como si la
ansiedad que había sentido mientras estaba atrapada hubiera
sido tan grande que había destruido las neuropatías normales en
su cerebro. Ahora, ¿si algo la hacía sentir incómoda? Ella
tropezaba y caía en una acción repetitiva en oposición a la
introspección y el procesamiento, la expresión externa de la
inquietud se convirtió en una ilusión de que si pudiera estar
absolutamente segura de haber hecho algo correctamente, todo
estaría bien.

Tenía sentido, pero también era una tontería, y ella se estaba


cansando de salir de la exageración.

La buena noticia es que ella tenía todo esto para reflexionar en


su camino a través de la ciudad. Lo que era mejor que
preguntarse qué demonios iba a hacer Danny Maguire cuando
llamara a su puerta.

Al final resultó que, no hizo nada.

141
J. R. WARD CONSUMIDO

Él y sus tres compañeros de cuarto habían vivido en el piso


inferior del mismo dúplex azul claro de la era de los años
cuarenta en Pleasant Heights desde que se graduaron de UMass91
New Brunie92. Por lo que había oído, la casera vivía en el piso de
arriba y era la prima de la madre de Jack o algo así.

Anne solo había estado en el lugar dos veces antes. Una vez para
una fiesta de Halloween y luego para el compromiso de Moose y
Deandra, como se había llamado: en términos generales, si no
pudiste sobrevivir al anuncio de tu intención de casarte,
probablemente fue una buena indicación de que no deberías
hacerlo. No deberías estar en el pasillo. Pero lo que sea.

Mientras caminaba hacia el porche delantero poco profundo con


un par de puertas de tormenta y buzones de correo a juego, Anne
tiró la manga de su prenda sobre su prótesis y golpeó con sus
nudillos. Cuando no hubo respuesta, ella le dio otra oportunidad,
la pequeña cadena en la parte superior crujió contra el marco de
metal barato.

No había timbre en la puerta y no había razón para abrir un


agujero. Dos bomberos, un policía y un tipo de SWAT no tenían
que preocuparse de quién podría estar tratando de llegar a su
lugar.

Sacando su teléfono, marcó el número de Danny. No estaba


segura exactamente cuando había memorizado los dígitos, pero
estaban en su cabeza como la dirección de su hogar de la
infancia, la fecha de la muerte de su padre, todos los números de
la estación de bomberos de New Brunswick.

Sin respuesta.

91
Universidad Amherst, Massachusetts.
92
Referente a New Brunswick.
142
J. R. WARD CONSUMIDO

Sosteniendo la puerta de tormenta abierta con la cadera, probó


el pomo de la puerta y la encontró cerrada. Después de golpear
un poco más, esta vez en madera sólida, dio un paso atrás y miró
hacia arriba. Como si eso fuera a hacer cualquier cosa.

Con una maldición, bajó los cinco escalones y cruzó el césped


poco profundo, conectándose con el asfalto que conducía al
garaje separado. No había luces encendidas en su lugar, pero
cinco ventanas más abajo, el parpadeo azul de un televisor era
un estroboscópico sutil en la oscuridad.

A medida que avanzaba, sus pisadas parecían muy fuertes, la


confusión y el crujido de las primeras hojas caídas era el tipo de
cosa que seguramente debería despertar a todo el vecindario.
Alrededor de la parte de atrás, la puerta trasera de Danny estaba
protegida por el conjunto de escaleras que conducían al segundo
piso, y se alegró de que el aparato barato que estaba encima no
estuviera en el piso. Ella no quería hacer brillar una luz brillante
en nada de esto.

Aquí no había puerta de tormenta, así que golpeó la jamba y luego


tomó sus manos y se inclinó para ver a través de la ventana de
vidrio. La cocina era una zona de bombas, platos sucios en el
fregadero, botellas de cerveza vacías en todos los mostradores,
paquetes de cigarrillos aplastados al azar como los coches
destrozados de un derby de demolición.

Tocó de nuevo y luego probó el picaporte, esperando que


estuviera bloqueado y que ella estuviera libre para irse…

La puerta se abrió tan fácilmente, fue como si el apartamento se


hubiera unido a la lista de personas que intentaban convertirla
en una salvadora. Maldición.

143
J. R. WARD CONSUMIDO

—¿Danny? —Cuando no hubo respuesta, ella cruzó el umbral—


Danny, vamos… despierta, ¿quieres?

La sala de estar estaba en la cocina y en el pasillo, el último


espacio antes de llegar al bloque de habitaciones y al par de
baños. Y mientras avanzaba, la luz parpadeante del televisor
proyectaba sombras en el suelo, y le hizo pensar en el faro guía
de la vida futura.

¿Y si realmente estaba muerto?

Hizo una pausa y gritó, — ¿Danny?

Cuando no hubo respuesta, ella maldijo y siguió adelante. El


corazón palpitaba, la palma de la mano sudaba, se detuvo en el
arco de la sala. El sonido de los ronquidos suaves la debilitó del
alivio.

Danny Maguire estaba vivo pero fuera de él, desplomado en el


sofá con nada más que un par de calzoncillos negros que lo
cubrían. Su cabeza estaba apoyada en el pesado brazo que había
inclinado sobre su hombro, y su cuerpo musculoso se estiró en
una extensión que era tan sexual que tuvo que apartar la mirada
y recuperar el aliento nuevamente.

Dios, ella había olvidado cuántos tatuajes tenía.

Sus ojos tuvieron que volver, y ella se sonrojó. Su pecho era


enorme, las almohadillas de sus pectorales se desarrollaron y
mantuvieron por las exigencias de su trabajo, y su estómago
estriado era el anti-Moose, todo el paquete de seis y algunos más.
Luego estaban sus huesos de la cadera y su…

Sacudiéndose, comprobó sus tatuajes. La tinta que había


obtenido a lo largo de los años no fue el resultado de un gran plan

144
J. R. WARD CONSUMIDO

metrosexual e inconformista. Fue una estratificación de eventos


significativos, todos ellos pérdidas: Danny llevó a todos los
muertos del departamento sobre sí mismo, las fechas de
nacimiento y muerte, los apodos, incluso retratos en ocasiones,
de aquellos que se habían perdido formando un mapa de luto en
su piel tan bella como trágica.

¿Dónde me habrías puesto? Se preguntó ella.

—¿Anne?

Cuando él pronunció su nombre, ella desvió su mirada hacia el


norte, lejos de la cintura de su Hanes93 negro.

—Danny.

Parpadeó un par de veces y levantó la cabeza. — ¿Estoy soñando?

Su voz era un susurro ronco, y ella sabía que era ronca por beber,
por entrar en esa pelea en Timeout con ese niño rico, por
intercambiar golpes con Vic Rizzo. Moose le había dado el
resumen. Y ahora que Danny estaba despierto y mirándola, podía
ver los moretones en un lado de su cara. Él iba a tener un ojo
morado mañana.

—No te ves tan bien, —dijo ella—. Sin ofender.

Danny gimió cuando se incorporó, y ella ignoró el chasquido que


era su espalda o su hombro. O tal vez ambos. Y luego tuvo que
mirar la televisión mientras se frotaba su corto cabello negro,
porque de lo contrario no habría podido apartar sus ojos de la
forma en que se le hinchaban los bíceps.

93
Marca de ropa interior, deportiva y casual para hombres, mujeres y niños.
145
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando alcanzó un paquete de Marlboros, ella negó con la


cabeza. — ¿En serio?

—Qué. —Puso uno de los palos de cáncer entre sus dientes—. Y


supongo que no obtendrás mi encendedor para dármelo, verdad.

—Absolutamente no lo haré. No soy tu doncella, y acabas de ser


tratado por inhalación de humo, por el amor de Dios.

—Entonces, ¿cuál de esas viejecitas te llamó para venir aquí?

Cuando él se puso de pie, ella se dio la vuelta y necesitaba un


lugar para ir, así que vagó por el pasillo hacia las habitaciones.
Parecía extraño mirar dos de los cuatro espacios y no ver nada
más que conejitos de polvo94 y perchas olvidadas, Moose se había
mudado con Deandra, Mick estaba en rehabilitación fuera del
estado… de la clase de adicción, no la física. El tercer dormitorio,
el de Jack, albergaba poco más que una cama despojada y un
escritorio que parecía estar levantando las camisas y los
pantalones que estaban en sus cajones. La cama final era la de
Danny, y ella simplemente miró hacia atrás mientras giraba en
torno al viaje de regreso.

Anne se detuvo. Estaba apoyado contra la pared del pasillo como


James Dean95, ese cigarrillo se encendió entre sus dedos.

Sus ojos estaban encapuchados mientras la miraba, y ella quería


decirle que se pusiera algo de maldita ropa, excepto que parecía
una confesión de que ella estaba notando su cuerpo.

—He perdido dos y medio de mis compañeros de habitación,


como pueden ver. —Hizo un gesto hacia las habitaciones vacías
con su mano libre—. Moose y Deandra. Luego Mick entró en ese

94
Expresión para nombrar acumulaciones de polvo.
95
Actor de cine, teatro y televisión.
146
J. R. WARD CONSUMIDO

programa de rehabilitación. Ahora Jack está preocupado por esa


hermana de él otra vez y va a quedarse con ella. Están cayendo
como moscas, te lo digo.

—Los tiempos cambian. —Ella cruzó los brazos sobre el pecho—


. Tu cara está reventada.

—Vic necesita perder tu número.

—Moose fue quien me llamó.

—Entonces él también.

— ¿Qué estás haciendo, Danny? —Ella asintió con la cabeza


hacia el desastre de su cuarto—. Quiero decir, mira este lugar.

Había ropa en el suelo, en dos pilas que supuso que una estaba
limpia y la otra sucia. La cama era un montón de sábanas y
mantas con una almohada calva en la cabecera. Y la cortina de
la ventana había comprado la estancia, la vara colgando, una
manta clavada en su lugar para que no se exhibiera a los vecinos.

—No paso mucho tiempo allí, —murmuró antes de tomar una


mota.

Ella se agachó y recogió un delicado trozo de encaje. —Al menos


no estás solo, sin embargo.

Se encogió de hombros. —Podría ser también.

—Oh, vamos—. Anne dejó que la lencería colgara—. ¿Qué estaba


mal con ella? Dado el tamaño de la copa aquí, creo que su
anatomía estaba bien—.

Danny se quedó callado por un rato. Luego, en voz baja, dijo, —


Ella no eras tú. Ese fue el problema.

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J. R. WARD CONSUMIDO

148
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 15

En el silencio repentinamente pronunciado, Anne decidió que no


había oído bien. No. Ciertamente no había escuchado eso. —
Basta de tonterías. —Tiró el Victoria’s Secret y se limpió la mano
en la cadera—. Moose está preocupado por ti. Mucha gente está
preocupada por ti.

Danny se encogió de hombros. —No hay razón para estarlo.

—Te metiste en una pelea a puñetazos.

—No, no lo hice. Estrangulé al bastardo después de que insultara


a Josefina. Así que en realidad no lo golpeé.

—Estoy hablando de Vic. Golpeaste a uno de nosotros… quiero


decir, ustedes. Golpeaste a otro bombero...

—Estaba en mi camino...

—... porque no te dejaba matar a alguien cuando habías tomado


seis cervezas en sesenta minutos.

—Estoy sobrio.

—No cuando estabas estrangulándolo. Y si por algún milagro tu


hígado pudo procesar toda esa carga de alcohol a estas alturas,
entonces deberías seguir el ejemplo de Mick e internarte. —Ella
agitó su cabeza—. En serio, ¿qué demonios te estás haciendo a ti

149
J. R. WARD CONSUMIDO

mismo? Hoy arriesgaste tu vida en ese incendio. Te saltaste el


procedimiento...

—Moose realmente necesita olvidar que te conoce.

—... y te pusiste en peligro...

— ¿Esto viene de ti?

—…Y casi no saliste de allí. Todo por la tarea de una niña. —Ella
levantó la palma de la mano—. Y no me vengas con esa
superioridad moral sobre lo importante que era conseguirlo para
ella. Esa es una excusa. Si estás buscando suicidarte, házle un
favor al departamento y solo ponte una bala en la cabeza o
cuélgate del techo. Pero no lo hagas en el trabajo donde cada
hombre o mujer en el lugar se sentirá como si fuera su culpa. Eso
no es justo para ellos. Simplemente no lo es.

Hubo un silencio tenso. Y luego sus ojos se posaron en su


prótesis.

Mientras se demoraban en el modelo de su mano, ella negó con


la cabeza. —No te atrevas. No utilices por segunda vez lo que me
sucedió como justificación para la autodestrucción. No puedes
hacer eso.

— ¿Esperas que me sienta bien por cortarte el maldito brazo?

—Era mi muñeca y mi mano, para empezar. Y lo que espero es


que no finjas que te pasó a ti.— Ella levantó el elefante en la
habitación—. Tengo que vivir con esto. Perdí mi carrera. Tengo
que reinventarme. Por otro lado, tú todavía tienes tu vida, tu
trabajo, tus amigos y tu vocación. Tienes todo lo que tuviste en
el momento en que saltaste por esa escalera. Nada ha cambiado
para ti.

150
J. R. WARD CONSUMIDO

Danny se enderezó y caminó hacia ella, su cuerpo llenando la


distancia entre las paredes del corredor. Cuando se detuvo frente
a ella, la miró fijamente a la cara. —Fui enterrado bajo mil libras
de escombros. Perdí parte de mi colon, todo mi bazo y una cuarta
parte de mi hígado. No tan dramático como una mano, concedido,
pero mientras traigas ese tipo de mierda, seamos precisos. ¿Y qué
tal si no me dices cómo se supone que debo sentirme? Sin
embargo, gracias por darme la sugerencia del suicidio. Lo pondré
en mi bolsillo trasero para más tarde.

El recuerdo de él en esa sala de la UCI le hizo sentir náuseas. —


No estoy sugiriendo que no te hayas lastimado.

—Oh, creo que malinterpreté la parte de nada-ha-cambiado-


para-ti. Me sonó como si pensaras que ha sido un paseo por mi
parte. Pero sí, me equivoqué. Claramente. —Se inclinó hacia
delante—. No es como si yo solo hubiera mutilado a uno de los
mejores bomberos que ha tenido esta ciudad y luego pasara tres
meses tratando de caminar de nuevo. No es como si estuviera
atrapado en el vientre de la bestia contigo. No es como si tú y yo
estuviéramos rodeados por ese jodido monstruo que ha estado
matando a los miembros de nuestro departamento uno por uno,
año tras año…

—Cállate.

Mientras retrocedía, Anne dio un paso adelante y levantó la


barbilla. Ella era alta para una mujer, pero él todavía lograba
empequeñecerla con unas buenas seis pulgadas96 y más de cien
libras97. No es que la ventaja de su tamaño importara cuando ella
se defendía por sí misma.

96
15 cm.
97
45 kg.
151
J. R. WARD CONSUMIDO

—No lo entiendes. —Ella negó con la cabeza—. El fuego no es


una bestia. No es malvado. No es un animal que merodea por
todos lados y se venga de todos sus amigos que matamos al
extinguirlos. Jesucristo Danny. —Le hizo un gesto a sus tatuajes.
—Te lo estás tomando todo demasiado personal…

— ¿Qué acabas de decir?

—Me escuchaste.

—Yo... — Miró al techo—. Espera, en realidad, esto es un alivio.


Porque el hecho de que me hayas dicho que no debería
preocuparme por el asesinato de mis amigos y mi familia en el
cumplimiento del deber significa que este es un jodido sueño...

—Te equivocas…

Él gritó sobre ella. —… ¡Y estoy a punto de despertarme con


resaca y enojado porque tengo que ir a trabajar!

Anne lo miró fijamente y deseó muchísimo que pudiera darle las


experiencias que le habían ocurrido durante los meses anteriores
de sufrimiento y cambio. Pero no podías hacer eso. La gente tenía
que ganarse su evolución. O no.

—Lo entendiste todo mal Danny. El fuego es como el cáncer. No


le importa lo que mata. No significamos nada porque no está vivo.
No estás luchando contra una bestia. No hay ningún monstruo
allí. Es exactamente lo mismo que un conjunto de células
deshonestas que aniquila a una niña o un anciano, a una
persona rica o a alguien que es pobre. Mi padre, tu hermano y
Sol murieron por hacer un trabajo. No porque el fuego los acechó
y los derribó. —Levantó su prótesis—. Esto me pasó a causa de
mi trabajo. Y tuve que decidir si iba a dejar o no que las
situaciones aleatorias, en un grupo de riesgo en el que era

152
J. R. WARD CONSUMIDO

consciente de nadar, arruinaran mi vida o no. No era un objetivo.


No me señalaron. Acepté el peligro, me lastimé y todos los que
resultaron heridos o muertos hicieron el mismo cálculo y se
quedaron cortos. No estoy diciendo que no debas llorar a las
personas que ambos hemos perdido. Lo que te estoy diciendo es…
no dejes que el fuego al que ambos entramos voluntariamente
hace un año te mate por defecto. Lo lograste de hecho, no
renuncies a esa bendición.

Esperó a que él respondiera.

Y cuanto más tiempo estuvo en silencio, más triste se volvió ella.


—No quiero esto para ninguno de los dos Danny. Y lo siento… lo
siento… tanto… siento que la jodiera y fueras a buscarme, y las
cosas se pusieran mal. Nunca quise poner a nadie en esa
posición, pero ciertamente no a ti.

Después de un momento, susurró, — ¿Por qué soy diferente?

— ¿Realmente quieres que responda eso?

—Sí.

—Es por lo que te estás haciendo a ti mismo en este momento.


Sabía que así sería después de todo esto.

—Oh, entonces crees que soy un marica, —Murmuró—. Gracias.

—Los fuertes no se revuelcan. No se emborrachan, no hacen


tonterías en su trabajo, no dan golpes a sus amigos. Siguen hacia
adelante. Hiciste lo que tenías que hacerme. Lo que te dije que
me hicieras. Y en lugar de pasar de eso, lo estás utilizando como
una excusa para autodestruirte.

153
J. R. WARD CONSUMIDO

Su semblante se volvió remoto, una máscara se colocó en su


lugar. Y luego, cuando dio una calada al cigarrillo, exhaló por
encima del hombro.

—Así que por eso viniste, eh. —Se enfocó en ella—. Para hacer
este pequeño discurso. Imagina que estás en una película y das
un discurso que mágicamente le da la vuelta al idiota dañado.
Eso es Hollywood cariño. No es la vida real.

Cruzando los brazos, buscó en su rostro y no vio nada con lo que


pudiera trabajar en su dura expresión. —No quería que esto
saliera mal.

Los ojos de él se centraron en sus labios, y un cambio repentino


en el aire hizo que ella retrocediera un paso. Pero no porque le
tuviera miedo. No, por otra razón.

Anne se apartó el pelo de la cara y trató de recuperarse. —Debo


irme.

— ¿Terminaste de hablar? —Su voz se hizo aún más profunda—


. ¿Y eso es todo?

—Sólo quería ayudar.

—Por qué.

Ella lo fulminó con la mirada. —No ibas a dejarme morir en ese


fuego. Y no quiero dejar que te mates después de eso. Es
realmente tan simple…

—No estoy tan seguro de eso Anne.

— ¿Qué?—

— ¿Por qué no quieres que muera ahora?

154
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne se dio la vuelta. —Hablemos cuando estés sobrio…

Él la agarró de la parte superior de su brazo y tiró de ella hacia


atrás. —Estoy lo suficientemente sobrio. Responde la pregunta
Anne. Parece que sabes todo lo demás en el planeta. ¿Que es una
declaración más? Si no te tomas las cosas personalmente porque
estás muy por encima de todo, ¿por qué te importa si vivo o
muero ahora?

— ¡No quiero que ninguno de nosotros sea asesinado!

— ¿Por qué? —Puso su cara frente a la de ella—. ¿Pensé que no


era personal? Oh espera…Tal vez no sea todo un riesgo aleatorio
Anne. ¿Crees que tal vez no quieres que me autodestruya porque
podrías sentirte un poco responsable si lo hago? ¿Que podrías
preocuparte después del hecho de si hubieras podido hacer algo
más, algo mejor, algo diferente? ¿Crees que es porque podrías
pasar noche tras noche tras noche mirando al techo, repitiendo,
una y otra vez, cada segundo que estuviste aquí conmigo ahora,
buscando oportunidades o aperturas que quizás no hayas visto
en este momento… y también rezando para que no encuentres
ninguna? Porque si lo haces, y hubo una acción que podrías
haber tomado, ¿podrías ser la culpable? —La soltó bruscamente.
—Pero nah, eso no puede ser. ¿Verdad? Porque si sucediera una
tragedia como yo matándome, simplemente te sacudirías y
saltarías, ligera y libre como un niño. Hacia el atardecer,
perfectamente cuerda. Tra-la-mierda-la.

Cuando su cabeza comenzó a latir con fuerza, se frotó la nuca. —


Tienes que ir a esa evaluación psicológica, y no solo para
mantener tu trabajo.

Danny levantó los brazos. —Moose totalmente necesita cerrar la


boca.

155
J. R. WARD CONSUMIDO

—Hay más cosas aquí que las que yo, o cualquier otra persona,
puede enfrentar.

Él le clavó un dedo directamente en la cara. —No me


compadezcas.

—Entonces no me des una razón para hacerlo. —Miró su cuerpo


de pies a cabeza—. Y te equivocas. No era el mejor bombero de la
ciudad. Ese eres tú Danny. Todos lo saben. Eres lo mejor que
tenemos y te necesitamos. Te necesitamos sano y fuerte en todos
los niveles. Así que bien, si no puedes poner esto en perspectiva
y no quieres ver la realidad tal como es, entonces mantente en tu
paradigma… y protege a las personas de esa bestia contra la que
luchas. Mantente vivo para que puedas salvar a otros. Realmente
no me importa cuál sea la retórica o el vocabulario que le pongas.
Lo que me importa es el resultado… que es que siguas en este
planeta con una manguera de bomberos en la mano.

De repente le picaron los ojos y tuvo que parpadear rápidamente


y apartar la mirada. No iba a llorar delante de él…

Las palmas que acunaban su rostro y le giraron hacia él, eran


callosas pero suaves.

—Suéltame, —dijo con voz ronca.

Pero él no la estaba reteniendo. Realmente no. Ella podría


haberse separado en cualquier momento, y él habría dejado caer
sus manos.

—Anne… —Su voz se quebró—. Oh, Dios, Anne…

156
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 16

A la mañana siguiente, a las ocho de la mañana, Anne llamó a la


doctora Delgado a la clínica veterinaria. Mientras esperaba la
respuesta de la recepcionista, tamborileaba los dedos sobre la
encimera de la cocina. Tomó un sorbo de su café. Tomó la parte
posterior de su blusa…

—Metro Vet, ¿en qué puedo ayudarle?

—Oh, sí, hola. —Se aclaró la garganta—. Soy Anne Ashburn


llamando sobre el…

— ¿El rescate que trajiste? ¿El Pit gris?

—Ah, sí. Me gustaría…

—Acabamos de entregarlo a la perrera de New. Para que no


tengas que preocuparte por ningún cargo adicional en tu
tarjeta…

—Espera ¿Qué? ¿Lo llevaste al refugio de la ciudad? Pensé que


ibas a intentar darlo en adopción.

—Realmente no pudimos mantenerlo aquí. Sus lesiones no eran


potencialmente mortales, y realmente no estamos en condiciones
de…

157
J. R. WARD CONSUMIDO

—Espera, detente. —Anne se recordó a sí misma que gritar no


iba a ayudar—. ¿A quién puedo llamar allí? Quiero decir, ¿a quién
puedo preguntar?... no importa. Gracias, adiós.

Mientras colgaba, no podía respirar y fue por sus llaves. Pero


entonces se detuvo. Los trabajadores sociales de rehabilitación le
habían advertido que no hiciera ningún gran plan que alterara
su vida en los primeros doce meses posteriores a sus lesiones, y
mientras trabajaba todo el día en un nuevo trabajo, ¿cómo iba a
cuidar de un…?

—Al diablo, —dijo en voz alta—. Ese es mi maldito perro.

El tráfico era horrible cuando intentaba cruzar la ciudad, y no


importaba cuantas luces rojas corría o pasaba por alto, estaba
claro que estaba en problemas si quería llegar al trabajo a las
nueve.

Cuando se detuvo en el estacionamiento del refugio de la ciudad,


ella era una de solo tres autos, y tan pronto como salió, escuchó
los ladridos apagados.

Corrió hacia la puerta principal, solo para encontrarla cerrada.

Golpeando. Muchos golpes.

Finalmente, al otro lado de la puerta de cristal apareció una


mujer de mediana edad con aspecto cansado y una jarra de viaje.
—No estamos abiertos hasta las nueve…

—Mi perro está aquí, —dijo Anne en voz alta—. Necesito llevarlo
ahora. Tengo que ir a trabajar.

—Lo siento, no puedo dejarte entrar. Es la política y…

— ¿Debbie?

158
J. R. WARD CONSUMIDO

La mujer se inclinó. — ¿Anne…?

La puerta se abrió en un instante y un fuerte par de brazos la


rodearon. —Oh, Dios mío, hace mucho que no nos vemos.

Anne cerró los ojos y trató de mantener el nivel de su voz. —Lo


sé, ¿verdad?

Debbie Fazio la empujó hacia atrás. —Cómo estás. Y lo digo en


serio. No socialmente.

—Estoy bien. ¿Cómo está Sal?

—Está bien. Es Sal, ya conoces el oficio. Trabajando horas extras


en el 508.

Sal Fazio era un bombero veterano, un buen hombre, y casi


jubilado. Él y Debbie tenían tres hijos, y Anne había estado
viendo a la familia en las actividades del departamento durante
años.

— ¿Así que tienes un perro? —Dijo Debbie—. Luego de que…

Cuando la mujer tropezó con las palabras y evitó mirar la


prótesis, Anne quiso abrazarla nuevamente y decirle que estaba
bien sentirse incómoda. En cambio, ella asintió. —Sí, tengo un
perro. Quiero decir, lo encontré en la calle ayer y los veterinarios
no pudieron retenerlo y decidí… Estoy balbuceando. Yo solo,
¿puedo tenerlo?

— ¿Entonces no tenía dueño?

—Era salvaje.

159
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿De qué veterinario vino? —Debbie le indicó que entrara.


Luego volvió a cerrar la puerta y le indicó a Anne que la siguiera—
. Oh, espera… tenemos una entrega. Está siendo evaluada.

Fueron detrás del mostrador de registro y entraron en un área


concreta de la perrera que se extendía detrás de la sección de
administración de la instalación. Anne miró a la primera pareja
de perros, y luego descubrió que tenía que concentrarse en el
suelo desnudo o se pondría a llorar. Ayudó que todo estuviera
limpio, y los animales alegres, pero todo en lo que podía pensar
era en cómo habían llegado a parar aquí. Y qué pasaría si no
fueran elegidos.

—Oye, Bobby, ¿en dónde están esos tres perros que vinieron esta
mañana?

Anne miró a un joven vestido con un uniforme de portero verde.


Tenía rastas y una sonrisa tranquila. —Los traje y están en la B
al final.

—Genial. Gracias. —Debbie giró a la izquierda y abrió la puerta


a otra perrera—. Tenemos cuatro edificios diferentes.

—No… tengo que ser sincera, no sé cómo haces este trabajo.

—Salvamos a muchos. Me encanta ver a las familias que vienen


con los niños. No siempre es fácil, pero hacemos un buen
trabajo… aliviamos el sufrimiento, paramos la crueldad y damos
alegría todos los días. Tienes que concentrarte en la felicidad si
vas a seguir adelante, ¿lo sabes?

—Ah, sí… sí, lo sé.

Debbie comenzó a caminar otra vez. —Bien, aquí estamos. Aquí


abajo.

160
J. R. WARD CONSUMIDO

Al final de las sesenta y tantas perreras, Debbie se detuvo. —


¿Uno de estos tres?

Los dos primeros perros tenían el tamaño incorrecto, por lo que


se volvió hacia el último y…

El mestizo gris estaba de regreso en la perrera de nuevo, con la


cola apretada, la cabeza baja y los ojos desenfocados. Pero luego
levantó la vista y pareció sorprendido.

Anne se acercó y se arrodilló. Curvando los dedos a través de los


eslabones de la cadena, comprobó sus heridas cuidadosamente
suturadas y midió la hinchazón de esa oreja. —Hola.

La cola se meneaba justo en la punta. Y luego el animal se


arrastró lentamente y olfateó sus dedos. La lamió.

—Parece que él sabe quién es su madre, —dijo Debbie.

—De acuerdo. —Anne miró al asiento del pasajero—. Aquí está el


plan Soot.

Cuando el semáforo se puso rojo, ella frenó. —Vamos a subir las


escaleras traseras y necesito que mantengas un perfil bajo.
Puedes quedarte detrás de mi escritorio en mi oficina y te llevaré
a pasear regularmente. Debbie me dijo que el tipo que te recogió
dijo que no eres mordedor y te voy a pedir que sigas así.

Mirando por el espejo retrovisor, le agradeció a la esposa de Sal


en su cabeza nuevamente por todas las cosas que llenaban el
asiento trasero. La mujer le había prestado una caja plegable que
era lo suficientemente grande como para que Soot se sintiera
161
J. R. WARD CONSUMIDO

cómodo, y le proporcionó un montón de toallas viejas pero


limpias, así como un recipiente para el agua. También había un
cabestro y una correa, y Soot lucía un sencillo collar de nailon
rojo con su nueva licencia y sus etiquetas de vacuna contra la
rabia.

— ¿Entonces, qué piensas? ¿Estamos bien?

Los ojos color caramelo de Soot miraron a su alrededor, revisando


los coches que pasaban y las tiendas a medida que avanzaban.
Estaba tranquilo, y ella se dijo a sí misma que de alguna manera
sabía que estaba a salvo con ella. Si eso era cierto, ella no tenía
ni idea.

Cuando se detuvo en el estacionamiento del edificio de Bomberos


y Seguridad, dio la vuelta. Ya tenía diez minutos de retraso, pero
iba a añadir algo más a ese insulto. Soot fue paciente cuando ella
le puso el cabestro, y dejó que ella lo levantara del asiento y lo
bajara al pavimento.

No era necesariamente grande, pero era duro a pesar de que era


delgado.

—Está bien, vamos a ir al baño. — ¿Qué demonios estaba


haciendo? —Vamos sobre la hierba.

Soot no se movió, lo que tenía sentido. Porque no hablaba


español. Sin embargo, lo que él hizo fue seguirla cuando caminó
sobre la franja de césped descolorido. No parecía gustarle el
cabestro y sacudió mucho la cabeza, como si le molestara la oreja
u odiara la correa.

Pero se puso en cuclillas y orinó.

162
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne sintió el triunfo como si hubiera ganado el Premio Nobel de


la Paz.

Sin embargo, meterlo furtivamente en el edificio y subirlo a su


oficina con las toallas, la caja y el tazón era una cosa. Usaron las
escaleras traseras… lentamente, porque Soot dudaba, y luego
ella intentaba apresurarlo por el pasillo alfombrado de su piso,
pasando por suficientes puertas abiertas para que se sintiera
como si estuviera en un escenario de Broadway. Pero lo lograron.

Encerrándose, rápidamente colocó la caja detrás de su escritorio


en forma de L y acolchó la base con todas esas toallas. Mientras
sus manos se detenían en la suave cama de toallas, pensó en
todos los animales que habían entrado en contacto con las telas
de rizo de varios colores. Rezó para que todos ellos encontraran
hogares como lo había hecho Soot, incluso sabiendo que ese no
era el caso.

Cuando las cosas estaban organizadas, retrocedió sobre sus


talones. Soot la estaba mirando de esa manera que él lo hacía,
con sus grandes y exhaustos ojos en ella. —Ven aquí, muchacho.
Aquí es donde tienes que estar.

Cuando él no se movió, ella metió la mano y palmeó las toallas.


—Vamos.

No. No funcionó.

Otra Fiber One hizo el truco. Ella sacó la barra de su bolso, lo


alimentó un poco y puso el resto en el nido que había hecho.

Soot entró, comió lentamente… y se acurrucó en una bola frente


a ella. Mientras lo miraba fijamente, tenía una preocupación
absurda de que a él no le gustara con el tiempo. Los salvadores
eran una cosa. ¿Amigos? Esa era una elección…

163
J. R. WARD CONSUMIDO

Bruscamente, su conversación con Danny de la noche anterior


irrumpió y se hizo cargo, como había estado haciendo desde casi
el segundo en que se apartó de su casi beso y golpeó con los pies
por la puerta principal.

Hacía tiempo que no veía el amanecer. No desde el hospital de


rehabilitación. Pero sí, esta mañana había sido melocotón, rosa
y magnífico.

—Vas a estar bien allí. Y te llevaré conmigo si me voy. —Él apoyó


la cabeza y se limitó a mirarla.

Cuando fue a cerrar la tapa de la caja, se detuvo y se quitó la


chaqueta que hacía juego con sus pantalones. No era nada
lujoso, solo una imitación que había recibido en TJ Maxx98
cuando tuvo que encontrar ropa de oficina por lo menos durante
una semana. Pero olía a ella, ¿y tal vez eso los ayudaría a unirse?
¿O algo?

—Dios, ¿qué estoy haciendo? —Murmuró ella mientras lo


acolchaba y lo metía en la caja—. Nunca he tenido una planta en
casa…

El golpe en su puerta fue agudo, y ella se levantó rápidamente.


Metiéndose la blusa, se alisó el cabello y trató de parecer
profesional. Maldita sea, ella debería haberse puesto ese brillo de
labios.

—¿Sí?

Don Marshall asomó la cabeza y murmuró, —No sabía que era el


Día de Traer a tu Perro al Trabajo.

98
Cadena de tiendas departamentales de EE.UU que vende a precios generalmente más económicos que
otras tiendas similares importantes.
164
J. R. WARD CONSUMIDO

165
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 17

Moose iba jodidamente tarde. Por supuesto.

Cuando Danny detuvo su camioneta frente a una vieja casa en


ruinas con un patio de Jumanji, tiró del estacionamiento y se
aseguró de que el cambio de marcha estuviera en primer lugar
antes de suspender el motor. Al salir, se frotó el pelo mojado y se
subió los pantalones de trabajo.

Veinte minutos, dos cigarrillos y tres mensajes de voz más tarde,


seguía matando el tiempo.

Para evitar maldecir, miró la estructura y recordó su propia


granja. Al igual que con lo que se había cargado, este lugar tenía
dos pisos de antaño deshabitados, el techo más santo que la
temporada navideña, las buhardillas más vidrios rotos que
ventanas, el revestimiento usado para pintar astillas y madera
desnuda de innumerables ventiscas de invierno, vendavales de
primavera, tormentas de verano y vientos de otoño. Tal vez la
propiedad alguna vez tuvo césped, pero ahora una pradera en su
último suspiro de temporada era una base desaliñada para las
viñas que crecían todo al estilo de Charles Addams99.

El vecino más cercano estaba a un cuarto de milla100 de distancia.

99
Caricaturista estadounidense, creador de las caricaturas de la Familia Addams, que posteriormente se
usaron para llevar a la televisión en serie y películas.
100
402 km.
166
J. R. WARD CONSUMIDO

Caminando hacia adelante, dio un paso alto a través de la hierba


alta y las malas hierbas hasta que cruzó un anillo amplio y recién
cortado alrededor de la casa y su pórtico colapsado. Mientras
subía los tres escalones, permaneció en el patrón de clavos de la
izquierda, por lo que su peso se vio sostenido por la estructura
de las escaleras. Al lado de la puerta principal, había un
documento oficial engrapado en el revestimiento, proclamando
que el departamento de bomberos iba a usar la estructura en esa
fecha y que se prohibió la entrada ilegal.

Las bisagras crujieron cuando abrió el camino, y adentro, todo


era como una casa encantada, telarañas que colgaban de las
esquinas oscuras, ventanas sucias que filtraban la luz que
parecía más importante que la iluminación, lugares podridos en
los pisos y techos que creaban huecos, heridas abiertas, grietas.

Danny caminó por el primer piso para asegurarse de que no


había personas ni animales salvajes en ninguna parte. Fue un
viaje corto. Arriba, él fue más lento porque había una distancia
mucho mayor para caer a través de una mala tabla del suelo.
Revisó los armarios, inspeccionando la extraña percha solitaria.
Se metió en las habitaciones y repasó los armazones de las camas
y las cómodas. Entró en baños que tenían bañeras con patas de
garra con porcelana rota y espejos rotos sobre lavabos
manchados.

El ático en el tercer piso era todo un nido de murciélago, manchas


de agua y hojas que habían entrado a través de los agujeros en
el techo.

Cuando bajó las escaleras, sus senos nasales estaban irritados


por el moho y el polvo, las costillas doloridas por el desordenado
rescate del día anterior y su cabeza golpeando por el alcohol y el
no-dormir que había regalado durante las horas nocturnas. Y sí,
167
J. R. WARD CONSUMIDO

se negó a ver cualquier paralelo entre el estado de su vida y la


condición en la que se encontraba la antigua casa.

Nop.

No había conexión entre los dos.

En la distancia, oyó un gruñido bajo. —Jodidamente puntual.

Cuando salía por la puerta principal, el Charger de Moose, de


color amarillo abejorro, se detenía detrás de su camioneta, y el
hombre desplegó su peso del lado del conductor con una mirada
ceñuda.

—Tienes un nervio infernal.

—Buenos días para ti, solecito. —Danny puso su cigarrillo en la


suela de su bota de trabajo—. Qué te tomó tanto tiempo. Llegas
tarde.

Moose se acercó y no subió al porche poco profundo. Parecía


cansado con las bolsas debajo de sus ojos, y su cabello estaba
desordenado, como si hubiera tomado una página del libro de su
barba y estuviera tratando la rutina desordenada en una
elevación más alta. La camisa New Brunie FD estaba ajustada
alrededor de la mitad, más floja de lo que había estado en los
hombros, la prueba de que la fuerza muscular se convertía en
panza… Ah, y naturalmente, sus pesados caquis tenían las
manchas descoloridas de aceite de motor por todas partes.

—No se supone que debas estar aquí, —dijo el chico.

—Nunca has hecho un ejercicio de entrenamiento por ti mismo.

—Estás suspendido.

168
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿Tienes el acelerador?

—No cambies el tema.

Mientras Danny pensaba en Anne apareciendo en medio de la


noche, su ira volvió. —Bien, cómo está Deandra. ¿Ella pregunta
por mí últimamente?

Moose se quedó inmóvil. —No, ella no lo ha hecho. Y no seas


imbécil.

—Lo siento. Pensé que estaba siendo educado. ¿Quieres hablar


de tu coche?

—No te enojes conmigo por Anne, ¿de acuerdo? Esa mierda está
en ti…

—Nunca deberías haberla llamado. —Danny bajó los escalones,


haciendo caso omiso de la regla de seguir los clavos en la mierda
desvencijada—. Ella tiene más que suficiente en su plato. No
tiene que preocuparse por mí ni por nadie más.

—Vamos, Danny. ¿Qué se supone que debo hacer, eh? Se habla


de ti y no solo en la estación. Jack también está preocupado por
ti…

—Te diré qué hacer. Vive tu propia vida. Si puedes soportarlo.

— ¿Qué se supone que significa eso?

—Sabes exactamente lo que quiero decir.

Aunque Moose tenía pulgadas y libras (nota: pulgadas


horizontales), éste miró hacia otro lado.

— ¿Crees que estás pegándome por Deandra? —Danny se acercó


aún más—. ¿Porque me llamó la otra noche?
169
J. R. WARD CONSUMIDO

Como Moose parecía sorprendido, Danny quiso maldecirse.


Realmente no necesitaba plantearle la pesadilla al tipo, y además,
Moose era un buen hombre en una mala situación. Fue su esposa
el problema.

—Te lo dije, —murmuró Danny—, ella no es buena. Te lo


advertí…

La cabeza de Moose se rasgó de nuevo. —Siempre tienes que


ganar, ¿no?

—Eres el único que está compitiendo aquí. Nunca he dado una


mierda por ella.

—Ese es tu problema Danny. No te importa nada ni nadie.

—Ahórrame la superioridad moral cuando se trata de mujeres.


No solo sé demasiado sobre ti, también te he cubierto muchas
veces. Todo lo que me importa es mantener a Anne fuera de esto
¿Me entiendes? No más llamadas telefónicas para ella.

Desde que los dos se conocieron en el primer año de Economía


101 en New Brunie, Moose había tenido un no sé qué, que quiso
mantenerlo, las sobras de un niño adoptivo que arrastraban al
adulto, una línea de falla debajo de la grieta a la gran fachada de
hombre. Y esa era la razón por la que Danny sabía que era la
última vez que tendrían que hablar sobre este tema de Anne.

—No quiero que vuelvas a llamar a Sister, —repitió—. No sobre


mí. ¿Estamos claros?

Después de un momento, Moose miró hacia otro lado. —Sí. De


acuerdo.

—Bien, ahora, ¿quieres un cigarro? —Preguntó Danny—. Acabo


de abrir este paquete.
170
J. R. WARD CONSUMIDO

Mientras sostenía a los Marlboros, sabía que Moose iba a tomar


uno. Y el tipo lo hizo, pero no antes de hacer que Danny esperara
allí un rato.

Danny compartió su Bic101. —Así que vamos a encender este


lugar con fuego o qué.

—El jefe no te va a dejar trabajar este hueco.

—Él lo superará.

Justo en ese momento, el SUV de Tom Ashburn se detuvo detrás


de la camioneta y el Charger, y el hermano de Anne salió de allí
como si estuviera preparado para saltar a un octágono y romperle
la cabeza a alguien.

Oooooo tal vez no lo supere, pensó Danny.

—Puedo explicarlo, —dijo Anne mientras se ponía de pie—. Yo,


ah…

Don entró y caminó alrededor del escritorio. Mientras miraba


hacia abajo, Soot se encogió de nuevo en la caja, agachó la cabeza
y dejó escapar un suave gruñido, que podría haber sido
amenazante si el perro no hubiera estado temblando como una
hoja.

—Pobre niño, —murmuró Don—. Pobre maldita cosa.

101
Societé Bic compañía francesa conocida por hacer productos desechables como bolígrafos, encendedores
y maquinillas de afeitar.
171
J. R. WARD CONSUMIDO

—Mira, no quise que esto ocurriera. Esta mañana. Quise decir.


—Ella se aclaró la garganta—. Lo que estoy tratando de decir es
que llamé al veterinario para ver cómo estaba, pero lo dejaron ir
a la perrera de la ciudad y me preocupaba que fueran a dejarlo.
Tenía que ir o arriesgarme…

— ¿Cuál es su nombre?

—Soot. Ya sabes, porque es gris.

Don retrocedió. —Así que sobre esos correos electrónicos que


enviaste anoche.

Anne miró al perro. Miró a su jefe.

La cara de Don estaba completamente compuesta. Y cuando ella


parecía confundida, él levantó una ceja. — ¿Los tres correos
electrónicos que enviaste a las diez de la noche? O estabas
escribiendo dormida.

—Correcto. —Ella se echó el pelo hacia atrás—. Entonces, ah, sí,


tienes que estar de acuerdo en que hay un patrón. Seis incendios
en los últimos dos años. Todo en ese mismo código postal con
una cantidad inusual de equipo de oficina en las escenas. Es un
grupo de incendios.

—O es un grupo de edificios abandonados en una zona mala de


la ciudad conocida por negocios de drogas y disputas por
territorios de pandillas. No estoy seguro de que tengamos que
llamar a 60 minutos102 todavía, —dijo secamente.

— ¿Leíste mi informe?

102
Programa de TV de EEUU. De análisis e información periodística.
172
J. R. WARD CONSUMIDO

—Dos veces. Mientras estaba en el StairMaster103 esta mañana.

—Se notó demasiado plástico en tres de los informes sobre esas


otras escenas.

— ¿Entonces?

—Si se abandonaran los edificios, ¿qué hacen todos esos equipos


de oficina?— Ella se encogió de hombros—. Los saqueadores no
son exigentes y muy minuciosos. Toman todo lo que no está
clavado, pero en la mitad de esos sitios, hay evidencia forense
que sugiere cosas como teléfonos celulares y computadoras en
esos edificios. ¿Por qué?

—Uso previo. Abandono reciente.

Ella sacudió su cabeza. — ¿El incendio en el que estuve en


noviembre pasado? Había cubículos viejos y cosas de oficina en
el primer piso, concedido. Pero cuando ocurrió el colapso,
recuerdo que me golpearon con una computadora portátil desde
arriba, y era la MacBook104. No pensé nada de eso en ese
momento. Sin embargo, estoy empezando a preguntarme por lo
que observé ayer, especialmente a la luz de los escombros
observados en esos informes. ¿Qué pasa si alguien usa estos
incendios como una forma de deshacerse de las mercancías? ¿O
la información en las computadoras? O por alguna otra razón.

Don se encogió de hombros. —Escuchas los cascos, no pienses


en las cebras. Pero sigue cavando.

—Tengo la intención de hacerlo.

103
es una máquina escaladora de entrenamiento que cuenta con un sistema giratorio de dos pasos o
pedales, que se mueven con un ritmo de arriba a abajo.
104
Ordenador portátil de la línea Apple.
173
J. R. WARD CONSUMIDO

Su jefe se dio la vuelta. —Reunión departamental en una hora.

Anne rodeó el escritorio. —Espera, lo siento, tengo que estar clara


aquí. ¿No estoy despedida por traerlo? Quiero decir, ¿Soot?

—Te acabo de hablar de una reunión departamental. ¿Crees que


podría estar frente a todo el equipo?

—Bueno, podría ser una buena manera de reforzar, o establecer,


una política de no perros.

Don miró por encima del hombro, en dirección a Soot. —Si fuera
un gato sería diferente. No me gustan los gatos.

—Así que… ¿Puedo seguir trayéndolo? Durante este período de


ajuste.

— ¿Siempre empujas los límites?

—Sí, de hecho lo hago.

Don se cruzó de brazos y miró hacia el pasillo, con los labios


apretados, pero no porque estaba enojado. Estaba tratando de no
sonreír. —Me vas a volver loco. Pero te quedas en la tarea, haré
la vista gorda sobre el maldito perro, ¿trato?

Anne comenzó a sonreír. — ¿Alguna vez has visto The Office105?

—¿Por qué?

—Ninguna razón. —Ella miró a Soot y le dio un pulgar hacia


arriba. —Gracias.

105
Serie de TV de comedia que cuenta la vida diaria de los empleados de una compañía papelera de
Pensilvania.
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J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 18

En el camino a casa desde el trabajo, Anne se detuvo en Petco106.


Quería llevar a Soot con ella, pero no sabía cómo reaccionaría él
a la estimulación y fue un día muy frío, así que tiró los dados y
lo dejó solo en su auto. Dentro de la tienda, ella era tan rápida
como podía, agarrando comida para perros, golosinas, una correa
de seguridad para él, una cama para perros y una segunda jaula
para su hogar. Cuando salió, casi esperaba tener un camión de
bomberos junto a su viejo Subaru, uno de los equipos que rompía
las ventanas de afuera para liberar al perro mientras él se volvía
loco y masticaba todo en pedazos.

Nope.

Cuando ella se acercó al auto, lo encontró acurrucado en su


asiento, y él levantó la cabeza y la meneó. — ¡Buen chico!

Ella recogió una ensalada en el camino a casa, en el local de


Greens-R-We107, y habló con Soot todo el tiempo, contándole
sobre la reunión del departamento, su investigación, ese grupo.
El hecho de que su madre había llamado y dejado un mensaje
sobre algo u otro. Tirando en su camino de entrada, ella…

106
Tienda de mascotas.
107
Puesto de comidas vegetarianas.
175
J. R. WARD CONSUMIDO

Golpeó los frenos. Cuando Soot hizo un rápido revuelo para que
él no golpeara el tablero, ella maldijo. Danny Maguire estaba
sentado en su pórtico, su cabello negro y su gran cuerpo bañado
por los rayos naranjas del sol poniente y tomando cada
centímetro de pasos de hormigón que había. Estaba fumando,
pero sacó la ceniza de la punta del cigarrillo y lo puso en el trasero
de los vaqueros cuando se puso de pie.

—Mierda, —murmuró ella mientras ponía el auto en el


estacionamiento.

Al salir, cerró la puerta para que Soot no tuviera ninguna idea


sobre cómo comerse al tipo.

—Oye. —Danny cruzó su césped —. ¿Necesitas ayuda para llevar


las cosas?

— ¿Qué estás haciendo aquí?

—Vine a disculparme. Por lo de anoche.

— ¿Cuál parte? —Ella negó con la cabeza—. No importa. Disculpa


aceptada, ahora si no te importa, voy a entrar.

— ¿Tienes un perro? — Mientras se inclinaba hacia adentro, Soot


se hundió contra el asiento del conductor y Danny asintió —. Es
un rescate. Buen negocio. ¿Cuál es su nombre?

Anne miró hacia el cielo azul claro de otoño. El que le preguntaba


por su perro, que llevaba provisiones para mascotas, que
caminaba por su casa se sentía mal. Como si estuvieran entrando
en una distorsión del tiempo con esta normalidad del día a día.
Una distorsión del tiempo que trató de fingir que todo no había
sucedido.

—Danny, no estamos haciendo esto.


176
J. R. WARD CONSUMIDO

—Déjalo salir para que podamos presentarnos adecuadamente.

—No le gustan los extraños. Especialmente los hombres.

—Le gustaré.

—Tu ego puede ser agotador. —Cuando Danny se quedó allí,


como si estuviera preparado para esperar hasta Navidad, ella se
encogió de hombros—. Bien. Él te morderá, bajo tu riesgo.

Abrió la puerta y tomó la correa. —Vamos Soot. Vamos a meterte


en la parte de atrás para que puedas conocer tu patio.

Anne dio un tirón y el perro se resistió, con sus ojos color


caramelo en Danny. —No te preocupes por él. No te va a hacer
daño. Ven.

La cabeza de Soot se inclinó hacia un lado y luego se deslizó por


el asiento. Cuando él saltó al suelo, ella se volvió hacia Danny y…

Danny no estaba de pie detrás de ella. Estaba sobre la hierba,


tendido de espaldas, con los brazos estirados, los pies cruzados
por los tobillos, los ojos cerrados.

— ¿Qué estás haciendo?

Cuando no habló ni se movió, Soot olfateó el aire. Dio un paso


adelante. Y otro. Danny permaneció perfectamente quieto,
excepto por respirar, su gran pecho inhalando y exhalando
lentamente.

Se quedó así cuando Soot se acercó, con el peso del perro tan
atrás en su trasero como pudo, su cola era una asta de bandera
de alarma.

177
J. R. WARD CONSUMIDO

—Está bien amigo, —murmuró Danny con los párpados aún


abajo—. Tomate tu tiempo.

Soot olfateó primero una mano. Se echó hacia atrás… olfateó el


brazo. Olfateó el pecho. Olfateó la cara.

Danny abrió lentamente los ojos. —Soy amigo de tu mamá. Es


un placer conocerte.

Soot y Danny se miraron fijamente durante lo que pareció una


hora. Y luego el perro se acurrucó en una sentada, su cuerpo
flaco apoyado contra el torso de Danny. Fue solo entonces que
una mano se levantó y acarició suavemente el flanco del animal.

— ¿Ves? Te dije que le gustaría.

Anne cruzó los brazos sobre su pecho y miró a los dos. Había
tenido que ofrecer sobornos de Fiber One, PEADD108. ¿Pero para
Danny? Soot se dio gratis.

Hombres.

—Entonces, —dijo Danny—, ¿tienes algún plan para la cena?

Anne abrió la boca. La cerró. Y de alguna manera terminó


murmurando, —Solo sobras de pizza y una ensalada.

—Perfecto. Estoy hambriento.

Hubo un largo momento de silencio, y luego de alguna manera,


por razones que no quería mirar demasiado de cerca, lo llevó a
su casa, a su cocina, a su mesa. Y después de haber recalentado
la pizza, se sentó frente a Danny con su ensalada.

108
Por el Amor de Dios: En el Original FFS (For fucks sake)
178
J. R. WARD CONSUMIDO

—Entonces, ¿en qué estás trabajando? —Dijo Danny entre


bocados de pepperoni y cebolla.

Probó la ensalada y decidió que sabía a cartón. —Sabes lo que


hace un investigador de incendios.

— ¿Cómo te va?

—Bien.

—¿Está buena tu ensalada?

Ella bajó el tenedor. —Danny, esto es…

Él se secó la boca con una toalla de papel. —Mira… solo quería


verte cuando estaba sobrio. Anoche me había vuelto loco y no
tenía ningún sentido. Y yo hubiera llamado primero, pero me
habías dicho que no viniera.

—Así que acabas de llegar. ¿Alguna vez has esperado una


invitación en tu vida, Danny?

—No más a menudo que tú, Anne.

—Odio cuando sonríes así, —murmuró mientras tocaba su


lechuga un poco más—. Y podemos simplemente estipular que
lamentas haber intentado besarme…

—No me arrepiento de eso. —Cuando ella lo miró, sus párpados


bajaron—. Estaría mintiendo si te dijera lo contrario.

Al instante, ella estaba de vuelta en ese oscuro y desordenado


apartamento suyo, de pie cara a cara con él, su nombre era un
ronco sonido que salía de sus labios. Y luego su boca fue cayendo
hacia la de ella.

179
J. R. WARD CONSUMIDO

La excitación llegó con fuerza y rapidez a su cuerpo, y ella se


movió en su silla. —Así que estoy trabajando en un incendio
como el nuestro en realidad. Quiero decir, nuestro último. Ya
sabes.

Danny se recostó y cruzó las piernas, tobillo a rodilla. Luego peló


un trozo de corteza y se lo ofreció a Soot, que se había acurrucado
en su nueva cama. Después de un momento, el perro se acercó y
lo tomó con tanta suavidad como un noble inglés, susurrando de
nuevo a su cama y mordiéndolo de un lado a otro.

—Está tan tranquilo, —dijo Anne—. Y de buenos modales.

—Este es un buen perro, en este caso. Tuvieron suerte, Ambos.—


Los hombros de Danny se relajaron—. Y qué hay de este fuego en
el que estás. ¿Cuál es?

—El Almacén en el centro.

— ¿El de Harbour Street? ¿El de hace dos días?

—Si esa es. La misma estructura vintage que la que nosotros,


bueno, ya sabes. De todos modos, hay algunas similitudes entre
los dos. Y al conseguirla, descubrí los otros. Me pregunto si hay
una conexión.

—Muchos locos en esa área. A veces queman mierda por


diversión.

—Cierto. —Se puso un poco de lechuga en la boca.

— ¿Es seguro para ti estar ahí abajo? ¿Vas con una pareja o algo
así?

—Tengo una pistola. Tengo licencia para llevarla oculta.

180
J. R. WARD CONSUMIDO

—Buena chica.

—Mujer. —Ella masticó—. No chica.

—Lo siento. —Sonrió un poco—. Entonces, ¿podemos volver al


elefante en la habitación?

— ¿Vino Moose a mi casa y de alguna manera me lo perdí?

Danny frunció el ceño y luego se echó a reír. —Ya hablé con él.
No te va a molestar más.

— ¿Esto significa que vas a pasar una nueva página y dejar de


actuar como un idiota en el trabajo? Estupendo. Siento que esta
es una muy buena decisión de tu parte. Y me alegro tanto de que
estés reduciendo el consumo de alcohol y poniendo a Uber en tus
contactos…

— ¿Puedes realmente perdonarme?

Anne bajó el tenedor. Dios, con Danny, ella seguía cayendo en


estos agujeros de emoción, el suelo de su lado lógico cediendo y
dejándole sentimientos de misericordia.

—No te ofendas, —dijo—, pero no soy yo quien tiene que hacer


eso.

— ¿Le corté el brazo a otra persona?

Ella levantó su prótesis. —Esto no es tan importante.

—El infierno si no lo es.

Anne estudió su cara y se resentía por la mierda de la culpa que


vio en ellos.

Bruscamente, bajó el tenedor. — ¿Cuánto tiempo tienes?

181
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿Cuándo? ¿Ahora? No tengo planes.

—Ya vuelvo.

Danny, sentado en la mesa de la cocina de Anne, la escuchó


moverse escaleras arriba. Ella estaba caminando justo encima de
él, sus pasos decididos y rápidos. Por otra parte, ¿cuándo fue la
última vez que ella había serpenteado sobre algo?

— ¿Más corteza de pizza? —Le preguntó al perro.

Soot se levantó y se acercó, aceptando la parte final de la corteza


con la boca más suave que la cara de un Labrador.

—Escúchame hombre. —El perro volvió a su cama roja y negra y


se acurrucó, mirando mientras masticaba—. Necesito que la
cuides, ¿de acuerdo? Es dura y es inteligente, pero vive aquí sola.

Bien… Al menos por lo que él entendía ella vivía sola. Y no quería


pensar en la alternativa. ¿Había salido con alguien? Mierda, la
idea de que cualquier otro hombre había estado con ella lo hizo
querer ir a buscar una pistola de elefante para poder eliminar la
competencia.

—De acuerdo, vamos.

Miró hacia arriba. Anne llevaba leggings y un vellón109, con una


bolsa de lona colgando de su hombro, y él no pudo evitar observar
sus fuertes y musculosas piernas. Las había tenido alrededor de

109
Forro polar.
182
J. R. WARD CONSUMIDO

sus caderas solo una vez, pero eso era todo lo que le había
costado nunca jamás olvidar lo que se sentía estar con ella.

— ¿A dónde vamos? —Preguntó.

No es que le importara una mierda. Ella podría haberlo tomado


para que le depilaran las cejas y le pintaran las uñas de los pies
y él estaría dentro.

—Lo descubrirás.

Enganchó una galleta para perros y llevó a Soot a su caja, que


ella se había negado a dejar que Danny le ayudara a preparar. —
Sé un buen chico. Dejaré la TV encendida para ti.

—La música es mejor. —Cuando ella miró por encima del


hombro, Danny negó con la cabeza—. Si un anuncio o un
programa tiene un perro, puede ser un detonador para él.
Especialmente si está encerrado y no puede correr.

— ¿Desde cuándo aprendiste sobre perros?

—Sólo aprendí cosas de Jack. Trabajan mucho con la unidad


canina.

Al salir de la cocina, encendió la radio en la estación local de PBS.


Y mientras los pequeños sonidos del Servicio Mundial de la BBC
murmuraban desde el pequeño altavoz, la siguió por la puerta
principal y se dirigió al coche.

Quince minutos más tarde, estaban entrando en el


estacionamiento de Mounteria, un lugar para escalar en la pared
que él conocía bien, y al infierno, le había gustado tanto el viaje,
que hubiera deseado más tiempo. Se sentía bien sentarse tan
cerca de ella, tener excusas, ya que no hablaban de nada,

183
J. R. WARD CONSUMIDO

estudiar su perfil, oler su detergente de ropa, escuchar la


cadencia de su voz.

— ¿Voy a la pared contigo? —murmuró.

—Eso depende de ti.

—Creo que disfrutaré la vista desde abajo.

Cuando salieron, ella lo miró a través del capó de su Subaru. —


Ese no es el propósito de esto.

— ¿Puedo mencionar que es un beneficio colateral?

Volvió a colocar su bolsa en su hombro. —Entonces te diré que


no me mires el culo.

Sí, se mantuvo callado en eso. Porque no debería hacer promesas


que no podría cumplir, si lo hiciera.

El cielo se estaba oscureciendo mientras caminaban por el


estacionamiento atestado hacia la entrada iluminada. Mounteria
tenía paredes para cada habilidad y edad, así como una barra de
jugos, cuidado de niños e instrucciones, por lo que solían haber
dos tipos de vehículos afuera: furgonetas que transportaban
niños y vehículos utilitarios deportivos en el techo con
escaladores serios.

A su lado, Anne era un asunto serio y sentía como si necesitara


ponerse al día a pesar de que estaba caminando a su lado. Por
otra parte, Anne siempre había sido así: al frente, incluso cuando
estaban en el mismo lugar, y él suponía que parte de su atractivo
era el hecho de que siempre sentía que la estaba persiguiendo.
¿Otras mujeres? Intentaron atarlo, encadenarlo, hacer que se
sentara, se quedara y se girara. No su Anne. Estaba demasiado

184
J. R. WARD CONSUMIDO

ocupada viviendo su propia vida para preocuparse por el infierno


que él estaba haciendo.

Dios, ella era increíble. Solo deseaba… joder, no sabía lo que


deseaba.

Cuando entraron, los dos tipos que estaban detrás del mostrador
de registro levantaron la vista y fueron a saludarla.

— ¡Anne!

— Hola Anne.

Eran más jóvenes, con barba, y con sus camisas de tirantes,


lucían todo tipo de músculos magros. Lo que, naturalmente, le
hizo pensar en esa pistola de elefante que aún no tenía. Lástima
que no podía conseguir esa mierda en Amazon Prime.

Bajando los ojos, Danny se acercó al mostrador y se paró sobre


su espina dorsal, por lo que parecía aún más grande de lo que
era. —Estoy con ella.

—Él es mi invitado, —dijo ella mientras le ofrecía su tarjeta para


deslizar—. ¿Puede solo mirar?

—Claro, Anne.

—Cualquier cosa por ti.

El hombre de las cavernas de Danny quería llegar a través del


mostrador de granito y hacer un poco de barrido por su cuenta,
pero lo superó y continuó a través del torniquete, entrando en un
espacio cavernoso que resonó con las charlas de los adultos y los
chirridos de los niños. Las personas que colgaron los arneses
estaban levantando verticales, arañando y estirando los dedos

185
J. R. WARD CONSUMIDO

para sujetarse a los paneles inclinados de color azul, verde, rojo


y amarillo.

Anne se acercó a la escalada negra que era la única sin tráfico.


Entonces, otra vez, la perra comenzó en el suelo y se curvó
rápidamente sobre sí misma para que estuvieras colgando boca
arriba en el aire, solo tus agarres y tu fuerza evitándote que te
despegaras y cayeras a las colchonetas sobre tu trasero.

¿Ella iba a subir eso? pensó él. Santa… mierda.

Mientras él se quedaba atrás e intentaba no decirle que dejara de


estar loca, ella dejó su bolso en un banco y se quitó el vellón. En
su sostén deportivo y su Lululemon110 era como una modelo de
acondicionamiento físico, y su prótesis era una restauración
cosmética pasiva, una mano y una muñeca esculpidas y estáticas
que se sujetaban debajo de su codo y se sujetaban con un rollo
de tela y plástico de color carne. Con eficiencia hábil, lo quitó y
ató una base que se trababa tanto en el codo como en el hombro.
Era un brazo biónico completo, y respetaba el hecho de que era
negro y verde neón, totalmente mecánico y realmente rudo. El
final fue brusco, y ella atornilló un terminal curvo, parecido a una
aleta.

—Siéntate, —le ordenó ella.

Danny se acercó y se sentó en un banco, frotándose las manos


sudorosas en las rodillas de sus vaqueros. Cuando eso no fue
suficiente, tuvo que quitarse la cazadora y limpiarse la frente. Si
se le preguntara, no podría haber explicado por qué estaba
estresado.

Y entonces él no tenía nada de qué preocuparse.

110
Ropa expandes utilizado para yoga.
186
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne se movió como una bailarina, toda una fuerza ágil y


enérgica, y no se subió al alero. Saltó de las esteras, saltando
ocho pies111 y atrapándose a sí misma. Con un movimiento de la
parte inferior de su cuerpo, se aferró a sus zapatos de escalada y
procedió a la araña de un lado a otro, su torso apretado contra la
cara de la pared, su aleta y su mano real trabajando
maravillosamente.

Sin dudarlo. No había errores, resbalones, recalibración.

No había cabestro, tampoco. Estaba seguro de que estaba


violando las reglas de Mounteria, pero nadie la detuvo.

Sin embargo, muchas personas se detuvieron a mirar. En unos


momentos, la gente se reunió alrededor, murmurando,
señalando.

Subió más y más, hasta que estuvo en el techo cuatro pisos más
arriba. Ella apenas había sudado y su ritmo nunca cambiaba
mientras continuaba cruzando el techo sobre su cabeza.

Tenía la espalda cubierta de fibras musculares, las piernas y las


pantorrillas anudadas con fuerza, los hombros y los brazos
esculpidos. Él podría haber bromeado acerca de comérsela con
los ojos, pero cuando se trataba de eso, el sexo era lo último en
lo que pensaba, ya que era testigo de su extraordinaria… todo.

—¿Mamá? Quiero ser como ella.

Echó un vistazo a una pareja de madre e hija que había venido a


ser testigo. La niña debía tener unos diez o doce años, y estaba
vestida de rosa y negro, con los ojos bien abiertos y las manos en
las caderas.

111
2, 43 mts.
187
J. R. WARD CONSUMIDO

—Absolutamente puedes hacer eso, —dijo la mamá—, si trabajas


lo suficiente.

Después de un momento, Danny se aclaró la garganta. —Y si


tienes las agallas, —agregó con voz ronca.

188
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 19

A Anne no le gustaba presumir. Si había algo que había


aprendido al ser bombero, era que las personas que querían
hacer grandes impresiones obtenían un correctivo de la ley de
Murphy, que inevitablemente dolía. Pero si Danny iba a cargar
con un manto de culpa, sería mejor que se hiciera una idea más
clara de cuán "mal" estaba ella.

Dejándose caer de nuevo sobre las colchonetas, se puso la palma


de la mano en los leggings para quitarse la tiza y se volvió hacia…

Un círculo de personas se había reunido donde ella había estado


escalando, y sus expresiones mostraban una especie de temor
que la hacía desear no haber saltado sobre la pared. Y luego
estaba Danny. Estaba sentado en un banco, con los codos
apoyados en las rodillas, los pesados brazos estirados por la
tensión como si hubiera esperado que ella se estrellara y ardiera.

Él era todo lo que ella podía ver, sus ojos tan intensos que se
apoderaron de ella.

Un cuerpo masculino alto con una cara barbuda se paró frente a


ella. —Otra gran escalada, Anne.

Sacudiéndose, sonrió a Chris, el encargado de la recepción. —


Gracias.

189
J. R. WARD CONSUMIDO

—Sin embargo, sabes que tienes que usar un arnés, ¿verdad?

Mierda. ¿Ven? —Esa fue mi mala decisión. No volverá a suceder.

Él le colocó una mano en el hombro. —Sabemos que lo tienes,


son las otras personas por las que nos preocupamos. Además, la
aseguradora.

—Sí.

Danny se acercó y se alzó sobre Chris como si quisiera subrayar


que tenía unas buenas cincuenta libras112 de peso y cuatro
pulgadas113 de altura por sobre el otro. Y sí, todo el mundo podía
ver la funesta mirada de soy-un-tipo-duro, pensó Anne.

Como era de esperar, Chris apartó la mano como si se hubiera


disparado una alarma ADT. —Entonces, está bien. Sip.

Luego frunció el ceño hacia la pared donde dos novatos parecían


estar listos para hacer algo estúpido. Mientras caminaba hacia
ellos, Anne estaba lista para irse. Tenía la intención de cortar la
conversación sobre la discapacidad, y lo había hecho. Era hora
de cerrar esta puerta entre ellos y seguir adelante.

Poniendo su prótesis, fijó a Danny con una mirada. —Deja de


pensar en mí como algo roto o incompleto. Deja esa mierda y
aléjate. No te está haciendo ningún bien, y es un insulto para mí.
—Cuando sus ojos se negaron a concentrarse en su costado, ella
puso la cosa en su cara—. Mírala. Continúa, no te va a hacer
daño y no se está yendo a ninguna parte.

112
22,67 kl.
113
10.16 cm
190
J. R. WARD CONSUMIDO

El sonrojo que corrió por sus mejillas podría haber significado


muchas cosas, pero ella no iba a repartir las emociones. Ese era
su trabajo.

—Tu escalada fue impresionante, —dijo—. Para cualquiera.

—Tienes que mirarla.

Su ceño fruncido lo hacía parecer más alto. —En realidad no.


Señalaste tu punto, y comprendo lo que eres capaz de hacer. Pero
no puedes establecer mi perspectiva. Es lo que es.

—Si soy la razón para que destruyas tu vida, puedes estar


malditamente seguro de que puedo reorganizar tu pensamiento.
Porque está mal…

Un coro de ruidosas charlas le hizo girar la cabeza. Uno de esos


niños había montado sobre la pared y estaba tirando con las
manos en un clip rápido… y Chris estaba cabreado.

Anne volvió a enfocar. —Tienes que dejarme ir junto al pasado.


Igual que yo.

—Bueno, no eres tú auto-evolucionada… no sé si te creo. ¿Estás


diciendo que te alegras de ya no estar en la tripulación? ¿Qué
estás psicológicamente consciente de que no vendrás a trabajar
en la estación de bomberos? ¿Que no echas de menos nuestra
vida? —Sacudió la cabeza como si estuviera volviendo a poner
sus pensamientos en orden—. Esa vida, quiero decir.

— ¿Cuál es mi opción? ¿Me tomo un insensibilizador? ¿Liarme a


puños? ¿Joder personas al azar que no me importan, porque es
una distracción para enfrentar la realidad? ¿Qué tal si me dedico
a fumar y…?

191
J. R. WARD CONSUMIDO

—Se me permite plantar cara de una manera diferente a como lo


haces tú.

— ¿Plantar cara? ¿Así es cómo se le llama? Pensé que el término


técnico era más como “autodestrucción”. —Cuando alguien se
quedó sin aliento detrás de ella, ella ignoró el drama—. Y
honestamente, no lo entiendo… discúlpame. ¿Podrías mirarme
cuando estamos hablando?

Su mirada se volvió hacia ella. —En primer lugar, haré lo que


quiera con mis ojos. Y segundo, estoy un poco distraído por eso.

Cuando él señaló sobre su hombro, Anne giró la cabeza. Arriba


en el techo, ese escalador estaba colgado boca abajo por cuatro
puntos de contacto, sus manos arañaban alrededor de dos
agarres, sus pies apoyados contra otro par. Los músculos de sus
muslos vibraban, sus antebrazos temblaban. Gotas de sudor
cayeron contra las colchonetas que estaban a unos buenos veinte
pies114 por debajo de él, sus estúpidas consecuencias resonando
en el silencio de la multitud; un metrónomo marcando el tiempo
que se estaba acabando para él.

El chico estaba en buena forma, seguro, bien musculoso y


delgado. Pero había dejado que el entusiasmo adelantara a sus
habilidades y fuerza, y ahora estaba asustado y atascado. Sin un
arnés de seguridad puesto.

Chris estaba hablando con él. —Sólo quédate donde estás, mi


hombre. Estamos yendo por ti.

Anne cruzó corriendo. —Déjame pasar un arnés hasta él…

114
6 mts.
192
J. R. WARD CONSUMIDO

—Chilli está en eso. —Chris bajó la voz—. Le dije que se


detuviera. Pero él montó la pared antes de que yo pudiera…

El pie del chico cayó libre y la multitud quedó sin aliento. Chilli,
el otro recepcionista, iba tan rápido como podía, poniéndose su
propio arnés y el cinturón. Buena suerte, pensó Anne. Incluso si
se movía como el viento, las cosas se estaban jodiendo demasiado
rápido y esto iba a empeorar. Era hora de conseguir su teléfono…

—Ya estoy llamando al SEM115—. Danny se llevó el celular al


oído—. Va a impactar fuerte.

— ¡Espera mi hombre! —Gritó Chris.

Las quince o más personas soltaron otro grito ahogado cuando,


como era de esperar, el chico perdió su otro punto de apoyo y se
columpió libremente, todo hombre araña entre dos ralladores sin
la red. Dios, esas manos. ¿Se estaban volviendo más resbaladizas
por el sudor y con todo ese peso colgando de ellas?

Anne se acercó a la multitud y extendió los brazos. —


Retrocedamos, amigos. Volvamos.

Se puso delante de una niña, que tenía que tener alrededor de


doce años. —Oye, me encanta esa camisa.

La niña miró hacia abajo. —Yo, ah… es de mi campamento.

—También fui al Campamento Hill. —Esos ojos volvieron al


techo, pero Anne dio un paso y volvió a interponerse en el
camino—. ¿En qué cabaña estabas?

—Lo dice justo aquí.

115
Servicio de Emergencias Médicas.
193
J. R. WARD CONSUMIDO

Justo cuando la niña miró su camisa y señaló el nombre, hubo


un grito colectivo, seguido por un fuerte golpe.

Anne miró a la madre y dijo en voz baja, —Llévala al vestuario,


ahora mismo.

¿Ese sonido de chasquido? Había sido el sonido de al menos una,


tal vez dos tibias rotas.

Danny terminó la llamada a los servicios de emergencia justo


cuando el chico perdió el agarre y cayó precisamente en la
posición equivocada. Bueno, equivocada suponiendo que no
hubiese disfrutado de los fuegos artificiales que venían con un
par de fracturas compuestas: bajó directo a las colchonetas, con
las rodillas trabadas como si fuera hacia el interior de una
piscina, los brazos agitándose. Como si eso fuera a ayudar.

El aterrizaje habría sido un sólido diez, si estos fueran los Juegos


Olímpicos de Jackass116 y Steve-O117 fuera un juez. En cambio,
fue un evento para recaudar fondos para un cirujano ortopédico,
la pierna izquierda sufría una fractura compuesta que envió al
hueso roto a través de la piel de la espinilla.

Mientras Anne retenía a la multitud, Dan encubrió y se centró en


el escalador, ahora paciente, tomando una de las retorcidas
manos en un firme agarre. El chico lucía la camiseta deportiva
de una de las escuelas privadas católicas locales, y entre el

116
Serie de TV. de comedia transmitida en MTV que mostraba al reparto haciendo actividades de riesgo para
entretener al público.
117
Actor y comediante británico.
194
J. R. WARD CONSUMIDO

aspecto enérgico y los problemas claros con la evaluación de


riesgos, era obvio que estaban en un territorio de retroceso.

No era como si las personas que habían alcanzado o sobrepasado


la mayoría de edad tampoco pudieran ser idiotas.

Ardiendo. Ensombreciéndose.

—Quédate quieto, —dijo Danny—. La ayuda ya viene.

— ¿Está rota? Es mi pierna…

El muchacho levantó la cabeza para mirar hacia abajo sobre su


cuerpo, pero Danny cortó de pasada esa idea brillante. Agregar
una visión al dolor no iba a ayudar, ya que la parte inferior de la
pierna parecía un examen de anatomía humana.

—Deja de moverte, mi hombre. —Danny empujó esos hombros


de nuevo hacia la colchoneta—. Quiero que te relajes y respires
profundamente. ¿Cuál es tu nombre?

—David. Dave Richmond.

—Oye, Dave, soy Danny. Soy un médico entrenad… ¿cuántos


años tienes?

—Dieciocho.

— ¿Eres alérgico a algo?

—N-n-n-no. Oh, hombre, mi madre me va a matar.

— ¿Alguna afección médica subyacente? —Aparte de un usual


caso ligado a estúpidas hormonas—. ¿Algo que necesite saber?

—No, ¿qué pasa con mi pierna? No puedo sentir nada.

195
J. R. WARD CONSUMIDO

Probablemente la conmoción, pero las lesiones en la columna


vertebral podían ser engañosas, y hasta que no se descartara
nada, no podían dar nada por sentado.

—Sólo recuéstate, ¿de acuerdo? ¿Cómo podemos contactar a tu


mamá?

Anne se acercó y se arrodilló. — ¿Cómo estamos?

Por una fracción de segundo, Danny regresó al pasado, los dos


saliendo por una llamada de emergencia, inclinados sobre un
paciente, evaluando los signos vitales, llamando a emergencias,
yendo en el transporte. Ella siempre fue su compañera…

Había sido. Había sido su compañera.

Y sí, estaba jodido por ponerse nostálgico acerca de él y Anne,


quienes estaban lidiando con el dolor, el sufrimiento y las
lesiones, pero él perdió esa conexión. Ese contacto del día a día.
Esa sensación de que no tenía que decirle las cosas; ella sólo las
sabía.

Porque su cerebro y el de ella trabajaban de la misma manera.

—Dave lo estás haciendo muy bien. —En voz baja, Danny añadió,
—Un poco conmocionado.

—Así parece. ¿Quién está viniendo al llamado?

—Nosotros.

La cara de Anne se tensó, pero se escondió rápidamente


dirigiéndose al compañero del escalador, que estaba nervioso a
un lado. — ¿Puedes conseguirnos su identificación? ¿De
cualquier casillero que estuviera usando?

196
J. R. WARD CONSUMIDO

El chico rubio miró la fractura y tragó como si estuviera


conversando con su reflejo nauseoso. —Sí. ¿Está él… está en
problemas? Le dije que no hiciera eso.

—Sólo queremos cuidar de él. Entonces, si pudieras conseguir su


billetera y su teléfono sería una gran ayuda.

El amigo se fue, y Anne se levantó y habló con los dos encargados.


Frick y Frack, los conformistas barbudos e inconformes, estaban
tan agitados como el equipo de Instagram que no podía obtener
información sobre cualquier otra cosa que no fuera la inhumana
atrocidad de la leche de almendra en lugar de la soja en sus tés
verdes. O tal vez solo estaba siendo injusto mientras leía sus
expresiones vagamente molestas.

Nah.

Las sirenas distantes se hicieron cada vez más fuertes, y luego


las luces rojas intermitentes penetraron en el frente del cristal de
Mounteria, iluminando la cara de pánico del chico. Y luego el
amigo volvió con la billetera.

Danny la tomó, la abrió y maldijo. —Tienes diecisiete años, no


dieciocho, Dave.

—Tengo casi dieciocho años.

—La ley no cuenta los “casis”. Entonces, ¿qué tal si llamamos a


uno de tus padres por teléfono? Vamos a necesitar un
consentimiento para el tratamiento.

—Tu madre va a estar tan enfadada, —murmuró el amigo.

Dave negó con la cabeza. — No podemos simplemente llevarme


al hospital…

197
J. R. WARD CONSUMIDO

Danny cortó esa mierda, su paciencia se agotó. —No. Vamos a


poner a mamá o papá al teléfono. Ahora.

198
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 20

Cuando los miembros del 499 llegaron con una camilla, Anne dio
un paso atrás y necesitó una distracción, así que volvió a hablar
con Chris. Resultó que Dave, el chico de la pierna rota, era un
verdadero dolor en el culo que no se había registrado
correctamente, y ambos recepcionistas terminaron con su
actuación.

—Has hecho lo mejor que pudiste. Va a estar bien.

Mientras hablaba, casi siempre hablaba consigo misma. Moose,


el viejo compañero de cuarto de Danny, estaba a la cabeza de la
camilla y Emilio Chávez estaba en la parte de atrás, la pareja
avanzaba a través del espacio abierto con un propósito. Ambos
hombres iban vestidos con uniformes de trabajo, las camisas con
el escudo del servicio de bomberos en el pecho y los pantalones
azul marino, mismos que Anne había solido usar todos los días y
las noches.

Los hombres vacilaron cuando la vieron. Y nuevamente cuando


Danny se puso en pie.

Entonces, Moose terminó aquello. —Hey, ustedes dos. ¿Qué


tenemos aquí?

Danny la miró. Ella miró a Danny.

—Agravada…

199
J. R. WARD CONSUMIDO

—Cayó del techo…

—…fractura debida a…

—…resultando en un compuesto…

—…Caída libre.

—…fractura.

Mientras se callaban al mismo tiempo, se obligó a no mirar hacia


otro lado. —David es menor de edad, y su madre está en camino.

Moose le dio una sonrisa y luego todo fue acerca del paciente, él
y Chávez siguiendo un protocolo que Anne conocía demasiado
bien. En New Brunswick, el servicio de bomberos también
funcionaba como paramédicos y técnicos de emergencias
médicas, y ella repasó cada paso de la valoración en su cabeza.

Todavía puedo hacer esto, pensó. Todavía puedo hacer el trabajo.

Pero incluso cuando la convicción la golpeó, fue una revelación


inútil, una linterna sin una mecha. Este tipo de carrera era solo
una parte de ella. Claro, una persona en el servicio de bomberos
necesitaba poder manejar a un niño con una pierna rota en un
entorno sin confrontaciones, ni alteraciones como este. Pero ellos
también arrastraban líneas cargadas escaleras arriba,
atravesaban paneles de yeso con hachas, sacaban a sus colegas
de lugares en llamas.

Danny se acercó a ella, inclinando la cabeza mientras observaba


cómo ajustaba su línea intravenosa. — ¿Cómo estás?

Las palabras eran tan tranquilas que casi las extrañaba, y le


recordaron la forma en que siempre le había hablado en el
trabajo. Íntimo, incluso en público.

200
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne abrió la boca para responderle un estoy-bien, pero no siguió


con aquel impulso. No estaba segura de por qué no podía decir la
mentira, y no tenía ninguna intención de averiguar por qué una
perfecta y oportuna alteración estaba secando su garganta.

Después de que Dave estuvo abordo con un collarín cervical


alrededor del cuello y la pierna estabilizada, Moose y Chávez lo
subieron a la camilla. Mamá llegó justo cuando lo estaban
amarrando, y ella estaba en plena contienda; el pelo revuelto, su
abrigo aleteando, su bolso golpeando contra su pierna mientras
corría hacia su hijo.

— ¡Qué demonios está mal contigo!

Danny murmuró, —No es la primera vez que está en esta


situación.

—Sí. —Anne se acercó y consiguió su bolso—. Vámonos.

Esta audiencia de despedida había sido un error colosal. ¿Y el


hecho de que fuera terminada con ella al margen, cuando Moose
y Emilio habían hecho el trabajo que había tenido que dejar
atrás? Ella tenía razón. A Dios no le gustaba el orgullo, y aunque
había querido demostrarle a Danny que estaba-bien, tuvo que
hacer frente a un poco de ego comprometido.

Mientras Moose intercedía con mamá y ponía al día a la mujer,


Emilio vaciló y luego se acercó. Él asintió con la cabeza a Danny,
pero fue un saludo superficial, porque oye, esos dos se iban a ver
en la siguiente rotación.

Además, esto era sobre ella. — ¿Cómo estás, Anne?

Chávez siempre había sido un buen tipo, y la forma gentil en que


la miraba era todo lo que recordaba de él. También seguía siendo

201
J. R. WARD CONSUMIDO

el héroe-bombero alto, moreno y guapo que pertenecía a la página


central de un calendario con tipos de fondo, sosteniendo largas
mangueras… y aun así nunca había sido su tipo. No, en el
pasado, nunca había logrado mirar más allá de Danny Maguire.

¿Cuál era la pregunta?

—Estoy bien. —Ella sonrió brillantemente y luego presionó el


interruptor del regulador de intensidad, para no encontrarse tan
desesperada—. Estoy genial.

Después del colapso en la bodega, Emilio acudió una vez al


hospital de rehabilitación, y la forma tan decidida en que se había
enfocado en su cara y no en su brazo, la había hecho rehuir de
la visita. Parecía aliviado por la excusa que ella le dio para que se
fuera, y no le había culpado. Al estar parado torpemente junto a
su cama de hospital, sin duda se alegró de no haberle
lastimado… y era un hombre lo suficientemente decente como
para sentirse mal por ese alivio tan comprensible.

— ¿Cómo estás tú? —Preguntó ella. Porque tenía que hacerlo.

—Ah, genial. Estoy genial. Sí, gracias.

Él sonrió, pero luego perdió la expresión. Cuando él


resueltamente puso la reversa en sus labios, ella quiso decirle
que no se molestara.

Anne se frotó la palma sudada en el trasero de sus leggings otra


vez. —Me alegro. Eso es bueno.

—Sí eso… Eso está bien. —Miró por encima del hombro—. Parece
que nos estamos moviendo. Me alegro de verte Anne… hasta más
tarde, Dannyboy.

202
J. R. WARD CONSUMIDO

—Me alegro de verte, —dijo en voz muy alta—. Realmente fue


grandioso.

Chris se acercó. —No sabía que eran amigos de los chicos del
SEM.

—No lo soy. Quiero decir, yo era. Solía ser… —Ella negó con la
cabeza—. Escucha, tengo que decirlo de nuevo. Me siento muy
mal por todo esto. No debería haber estado alardeando.

—Ese chico ha sido un problema desde que se unió. Al menos


ahora tenemos una excusa para cancelar su membresía. Y firmó
el ejercicio estándar, así que espero que no nos demanden.

Danny intervino. —Si necesitas que hagamos declaraciones,


sabes dónde encontrarnos.

—Tienes mi número, —corrigió ella—. Déjame saber si puedo


ayudar. Me siento responsable.

Chris sonrió. —Eres la mejor Anne. Chilli y yo te apreciamos.

—Encantado de conocerte, —dijo Danny cuando irrumpió y


extendió su mano como si fuera una espada apuntando hacías
las tripas del otro hombre.

Hubo una pausa incómoda antes de que Chris sacudiera lo que


había sido puesto allí, y luego Anne se dirigió a la puerta antes
de que Danny rompiera al pobre hombre por la rodilla y echara
las dos mitades hacia la calle.

Afuera, estaba oscuro como la medianoche, y Moose estaba


cerrando la parte trasera de la ambulancia. El intermitente
parpadeo rojo en la cabina la llevó de nuevo al trabajo, los pulsos
rítmicos de luz tan familiares y tan extraños ahora.

203
J. R. WARD CONSUMIDO

Tristeza, insidiosa y castradora, le robó el aliento.

—Entonces, —dijo Moose mientras miraba de un lado a otro entre


ellos.

Su sonrisa fue lenta y sugirió que Danny iba a conseguir un


montón de mierda en la estación de bomberos. Y todo lo que sabía
era que si Maguire intentaba poner su brazo alrededor de su
hombro o insinuar algo, él iba a aprender de primera mano cómo
era estar en su situación.

Porque ella le arrancaría la maldita extremidad.

— ¿No tienes un paciente que cuidar? —Masculló Danny.

Moose se encogió de hombros. —Chávez está tomando un


historial médico.

—Lo que se puede hacer en el camino.

—Mamá nos pidió que esperáramos para que pudiera llevar su


auto. Ella quiere seguirnos.

Anne tuvo la tentación de alejarse, pero entonces Danny no


tendría quien lo llevara, y sin duda eso terminaría en una
conversación.

—Entonces. —Moose se meció sobre los talones de sus botas—.


Estamos teniendo un buen tiempo…

Danny la miró. —Vamos. Andando.

Maldición.

—Oye, —dijo Moose, —deberíamos hacer una cena este sábado.


Ven a nuestra casa, Deandra está tomando clases de cocina y le
encanta presumir.
204
J. R. WARD CONSUMIDO

Mientras un tenso silencio florecía como un mal olor, Anne lanzó


algunas palabras para llenar el vacío. —Pensé que iba a ser
peluquera.

—Bueno, eso es sólo el primer nivel de su estilo de vida como


empresaria. Ella quiere estar en el cabello, maquillaje, cuidado
de la piel, moda, decoración del hogar, alimentación saludable.
Está recorriendo todo el camino. Estoy muy orgulloso de mi
esposa.

Cuando el hombre miró a Danny, Anne perdió la paciencia y fue


rescatada por Mamá en una minivan, misma que había llevado
una vida muy dura; la cosa tenía un golpe en el parachoques
delantero, rasguños en el costado y un espejo lateral que colgaba
de su proverbial nervio óptico.

Lo que te hacía preguntarte si la manzana no cayó lejos del


árbol… era eso o simplemente había hurtado las llaves del auto
muchas veces.

Moose aplaudió. — ¡Me tengo que ir! Te veo el sábado… Anne, le


daré a Deandra tu número para que te pueda enviar un mensaje
de texto con instrucciones.

¿Instrucciones? ¿Y cómo demonios podría ella gritar por favor no,


sin ser ofensiva? La última persona que ella quería conocer mejor
era a su esposa. Ella ya había pasado por la boda, y eso había
sido más que un trato suficiente.

La ambulancia dejó a su paso una humareda de dulce diesel


cuando Moose se dirigió hacia el hospital de la Universidad de
New Brunswick, la minivan golpeada y una desesperanzada e
inservible existencia de pesar, seguían su camino.

205
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne miró a Danny. —No voy a cenar con ellos. O tú. No es


apropiado.

—No vale la pena, sería lo ideal a decir.

Se bajaron de la acera al mismo tiempo, y el hecho de ponerse en


marcha juntos mientras se dirigían hacia el automóvil de ella, era
el tipo de cosas que la ponían cual desastre, tratando de ocultarse
rápidamente. La buena noticia fue que cuando entraron, él
parecía extrañamente tranquilo. Al menos, no estaba escupiendo
un montón de retórica de será-genial sobre algo que ni en sus
sueños iba-a-pasar en la infernal cena de ensueño con Mosse, el
sábado.

En el camino, mientras Anne atravesaba la serie de indicadores


y un montón de vueltas que la podían hacer dormir, encontró que
su palma estaba sudando de nuevo. De hecho, su cuerpo se
sentía como si estuviera bajo una lámpara de calor. Cuando llegó
a un semáforo en rojo, se quitó el mechón de cabello que tenía
por encima de la cabeza y lo acomodó detrás de su nuca.

— ¿Cómo llegaste a mi casa? —Preguntó ella—. No vi tu coche.

—Caminé.

Ella le echó una mirada. — ¿Cinco millas118?

—Necesitaba aclarar mi mente. —Cuando su mano se hundió en


su cazadora, él maldijo y la sacó—. Sí, lo sé. Nada de fumar en
tu coche.

—Absolutamente no.

—Acabo de decir que lo sé, —respondió él.

118
8.04 km.
206
J. R. WARD CONSUMIDO

En el siguiente semáforo, ella notó la forma en que su rodilla se


movía hacia arriba y hacia abajo como si la mitad izquierda de él
estuviera ejecutando una hipotética carrera.

Como si estuviera cruzando un estacionamiento atestado por una


multitud; ella conocía la sensación. Su corazón latía tan rápido
como el pie de él que daba golpecitos en esa rueda, y ella no era
estúpida. Ambos se estremecieron, el pasado y el presente
chocando y dejando pedazos destrozados de: "normal", "para
siempre" y "nunca me va a suceder a mi" en la calle.

Esa era la cuestión con la vida. El hábito y la rutina hacían que


las cosas se sintieran permanentes, pero todo era una ilusión
basada en el muy débil fundamento de la repetición. El cambio y
el caos eran una apuesta mucho mejor en la cual confiar.

Al menos nunca te sorprenderías cuando las cosas se arruinasen.

—Entonces te llevaré a casa, —anunció.

—Puedo caminar.

—Sé que puedes.

—Está bien…

—Hace frío…

—Gracias mamá.

Anne apretó sus molares. Era eso, o esto (fuese lo que fuese) lo
que iba a terminar en un montón de gritos dados por nada.

Y mientras tanto, la presión iba en aumento. En ella. En él. Hasta


que estuvo completamente segura de que ambos estaban
capacitados con habilidades parapsicológicas, preparados para

207
J. R. WARD CONSUMIDO

volar el vidrio de seguridad de las puertas y el parabrisas del


Subaru.

Cuando llegó a su casa, se detuvo en el corto trayecto, dio la


vuelta para volver y pisó los frenos. Ella podía decir que él estaba
furioso con su desvío, ¿pero adivinen qué? A ella no le importaba.

Lo quería enojado con ella.

Era más seguro de esa manera. En algún lugar del camino hacia
su apartamento, la frustración y el dolor se habían convertido en
energía de un tipo diferente. Calor de un tipo diferente.
Urgencia… de un tipo peligroso.

Repentina y bruscamente los límites del interior del coche se


encogieron sobre ella. Alrededor de ellos.

—Aparca el auto, —dijo Danny con voz ronca.

No, pensó ella. No es una buena tonada. El cambio en reversa era


lo que ella quería.

Pero su mano tenía otras ideas, no solo mover el cambio de


velocidades devuelta a su sitio, sino también apagar el motor. En
el repentino silencio, se dio cuenta de que respiraba pesadamente
y separó los labios para llevar más oxígeno a los pulmones.

—No estamos haciendo esto, —su voz era demasiado baja. Y no


precisamente en términos de volumen—. No estoy haciendo esto.

Danny se volvió hacia ella. —Estás segura de eso. Dime que me


largue a la mierda fuera de tu coche…

—Lárgate a la mierda fuera de mi coche.

208
J. R. WARD CONSUMIDO

Excepto que solo una parte de ella lo decía en serio… y Danny, el


idiota conocedor de sus emociones, lo sabía. El bastardo lo sabía.

Perdiendo el temperamento y su mente, Anne lo alcanzó,


agarrando un costado de su cuello con su mano, y tirando de él
hacia su boca. Y porque ella siempre podía confiar en que Danny
Maguire no haría lo correcto, él no dudó.

Él besó fuera de ella toda esa mierda de la vida-eterna, cuando


sus labios rozaron los suyos; su lengua la penetró con un dominio
tan erótico que le recordó al instante por qué le había dado el
sexo de su vida la única vez que había estado con él.

Cuando se separaron, sus ojos encubiertos eran un espejo que


ella no quería mirar. Ella no necesitaba confirmar que toda su
retórica acerca de ser una digna mano-firme y ese parloteo de
soy-más-santa-que-tú, estaban a punto de ser noqueados
completamente a favor del mecanismo de confrontación estelar
de Danny.

Es decir, el sexo sin sentido.

— ¿Vas a hacerme preguntar? —Dijo—. Porque lo haré.

Maldita sea, había todo tipo de razones para no hacer esto.

Lástima que todas y cada una de ellas estuvieran en un idioma


extranjero.

—No quiero hablar, —dijo mientras apagaba el motor y salía de


su auto.

¿Y quién lo diría? Cuando Danny se acercó a ella, tampoco


parecía estar centrado en la conversación.

209
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 21

Sin habla. Cuando Danny siguió a Anne a la puerta trasera,


obviamente estaba decidida a no pensar demasiado en esto, y eso
estaba bien con él. No le interesaba la conversación. Quería
entrar en esa mujer en este momento. La demora en quitarse los
pantalones y joder la bragueta de su botón iba a poner a prueba
los límites de su paciencia.

Una vez que estuvieron dentro de su cocina de mierda, volvió a


encenderse, sus cuerpos chocaron en la oscuridad, sus manos
ásperas, sus uñas clavadas en su cazadora. La hizo retroceder
hasta el mostrador junto al fregadero, la levantó del suelo y
separó las rodillas.

No quería que esto sucediera en su dormitorio, y no porque el


lugar fuera un desastre. Lo había hecho con varias mujeres allí,
y aunque lo primero que Anne iba a hacer era convencerse a sí
misma de que esto no era una mierda, no la estaba confundiendo
con esas aventuras de una noche.

Esto significaba demasiado.

Cuando Anne se preparó, enganchó la cintura de las mallas y se


las quitó. Entonces él estaba recorriendo con sus manos esos
músculos lisos de sus muslos. Estaba en gran forma física, nada
como esos tipos suaves y aumentados que había estado
recogiendo en Timeout, pero no le habría importado cómo era su
cuerpo.
210
J. R. WARD CONSUMIDO

Esta era Anne.

—Utilicé condón. Con las otras, —dijo mientras la miraba


directamente a los ojos—. Cada uno, cada vez.

Cuando ella cerró los ojos, él pensó que lo había estropeado, pero
él quería que ella lo supiera. Tenía un paquete de Trojan119 en su
habitación, y los conseguiría si ella le decía que lo hiciera. Sin
embargo, la verdad era que, en los últimos diez meses, había
practicado el sexo seguro no porque le importara una mierda,
sino porque había esperado, orado, por este momento con ella.

Se había cuidado a sí mismo por ella.

—Solo bésame, —murmuró ella.

Y eso fue lo último que se dijeron. Bajo sus manos errantes, ella
se arqueó, poniendo sus pechos contra su pecho. Más cerca, él
quería estar más cerca de ella, pero también quería disminuir la
velocidad porque necesitaba recordar cada momento de esto.

Cuando la mano de ella busco a tientas la bragueta, él ya estaba


en eso, arrancando los botones, su pene hizo el resto del trabajo.

Anne inclinó sus caderas y lo agarró, la sensación de su mano en


su eje fue suficiente para hacerlo gemir. Sin embargo, era
incómodo, ya que sus dos cuerpos no estaban del todo a la altura
del mostrador, por lo que resolvió el problema ahuecando su culo
y sosteniéndola.

Era mejor de lo que recordaba. El ajuste. El apretón resbaladizo,


caliente. El olor de su champú, su cabello en su cara, su agarre
en sus hombros fuerte y seguro.

119
Condones y lubricantes sexuales fabricados por Church & Dwight Company.
211
J. R. WARD CONSUMIDO

Él caminó hasta la sala de estar, dejando que su paso hiciera el


bombeo y el ritmo. Y luego hubo una breve despedida cuando él
la acostó.

Eso no duró.

Danny estaba encima de ella en un abrir y cerrar de ojos,


enganchando su antebrazo debajo de su rodilla y estirando su
pierna hacia arriba, su erección regresaba con prisa. Él no se
contuvo, su pelvis se apretaba y retrocedía, su cuerpo absorbía
los golpes, su respiración era áspera y ronca.

Se negó al orgasmo. A pesar de que su cuerpo había estado al


borde en el instante en que había entrado en ella, estaba
aguantando. Pero se estaba poniendo duro. Estaba empezando a
temblar, la tentación de dejarse llevar por una negación dolorosa.

Anne resolvió su problema. Con un jadeo, echó la cabeza hacia


atrás, y fue entonces cuando él se quedó quieto. Quería sentirla
venir por él, y cerró los ojos concentrándose en la forma en que
su sexo le aferraba. Y luego se fue en su propio paseo, sus
caderas se mecían hacia ella, se trababan, su liberación era el
tipo de cosa que hacía girar su cabeza.

Tan bueno.

Demasiado bueno.

Maldición.

Cuando Anne sintió que Danny la bombeaba, supo lo que eso


significaba. También sabía que era el tipo de hombre que no
212
J. R. WARD CONSUMIDO

había terminado ni siquiera después de haber terminado. Al


menos no había sido así con ella antes.

Abriendo los ojos, miró el techo de su sala de estar y decidió que


era demasiado vieja para el tipo de conexión universitaria: el
apartamento de un chico, en el sofá, imprudente y arrepentido.
O al menos eso era lo que se estaba diciéndose a sí misma.

Danny levantó la cabeza. Justo cuando estaba a punto de decirle


que se tenía que ir, él comenzó a moverse de nuevo, muy adentro,
más lento esta vez. Las embestidas estaban combinadas con el
infierno y el cielo, y había un desafío en sus ojos, como si supiera
que ella iba a minimizar el sexo.

Algo que hubiera sido más fácil si no se hubiera sentido tan bien.
Pero las sensaciones eran lo único que tenía sentido.

Cerrando sus párpados, cayó de nuevo en el abismo, su cuerpo


se hizo cargo, su cerebro se sentó en la sala de espera. Dios sabía
que iba a haber un montón de tiempo para reflexionar sobre los
dos estúpidos que se estaban meciendo. Por el momento, ella
podría sentirlo.

Y Dios sabía que había mucho de Danny por sentir.

Era tan grande y pesado, y toda esa masa y peso era parte del
atractivo. Construido tal como era, Anne no se sentía delicada
muy a menudo, y esas cosas de niñita-que-necesita-ser-
rescatada no eran algo en lo que ella estuviera interesada de
todos modos. Pero había algo erótico en estar bajo algo del
tamaño y el poder de Danny…

Desde fuera y de la nada, una imagen de ellos juntos en el fuego


irrumpió, sus ojos se encontraron a través de sus máscaras de

213
J. R. WARD CONSUMIDO

oxígeno, el fuego serpenteando a través del techo, el peligro y el


aislamiento tan real.

Te amo.

Cuando las palabras rebotaron en su cabeza, ella empujó sus


hombros, pero ya era demasiado tarde. Estaba volviendo a tener
un orgasmo, la liberación se hizo cargo de todo. Lágrimas,
inesperadas y mal recibidas, pincharon sus ojos y parpadeó para
aclararlas.

El gran cuerpo de Danny se revolvió sobre el de ella, y el pánico


de que él pudiera verla llorar la sacó del sexo, atrapándola dentro
de su cabeza.

La verdad era que él le importaba demasiado al igual que ella le


importaba demasiado a él. Y así, esta colisión fue una receta para
el desastre que de alguna manera fue totalmente inevitable.

Cuando finalmente se quedó quieto, ella respiraba con dificultad,


pero no por el esfuerzo. Y decidió contar hasta veinte con la
esperanza de que no se viera tan frenética como estaba.

Ella llegó a los catorce. —Me tengo que ir.

La cabeza de Danny cayó sobre su hombro. —Bueno. Sí. Por


supuesto.

Justo cuando estaba a punto de empujar sus hombros, él


retrocedió. Y aun así ella salió de debajo de él, apenas dándole
tiempo para pararse.

Tan pronto como ella estaba en vertical, se recordó que no había


condón y se movió rápidamente hacia el baño, encerrándose.
Había un rollo de papel higiénico en el mostrador del fregadero y

214
J. R. WARD CONSUMIDO

desenredó un poco alrededor de su palma, lo arrugo. Lo subió, y


lo metió entre sus muslos.

En el pasillo, ella entró rígidamente en la cocina. Se había puesto


una tanga con sus leggings y se los puso rápidamente para
mantener las cosas en su lugar. Se sentía mejor cuando estaba
completamente vestida, y fue entonces cuando volvió a la sala de
estar.

Ella preferiría haberse ido sin decir una palabra.

Por otra parte, ella había esperado que saliera. Y el hecho de que
él no la inquietara, aunque eso formaba parte de la larga lista de
cosas que no quería examinar demasiado de cerca.

Volviendo al arco, ella lo miró. Estaba donde lo había dejado,


sentado en el sofá, con el pelo hecho un desastre. Se había subido
sus jeans de nuevo, gracias a Dios.

Ella recordó verlo deambular la otra noche, esos tatuajes en


exhibición para una audiencia que él no había anticipado.

—Lo sé, —dijo con rudeza—. No tienes que repetirlo.

—Qué.

—Solo una noche. Solo una vez. —Exhaló como si estuviera


fumando, excepto que no había nada encendido en su mano,
ninguna bruma en el aire—. Lo hicimos la última vez que tuvimos
sexo.

Anne sintió que debía disculparse, pero vamos. Eran dos adultos
consensuales, y él tenía razón. Eso era exactamente lo que ella
iba a decirle.

—Me alegro de que estemos en la misma página.

215
J. R. WARD CONSUMIDO

Su risa fue aguda. —Sí.

Anne se dio la vuelta. —Cuídate.

Se dirigió a la puerta, esperando que la llamara en cualquier


momento. Pero él la dejó ir, y cuando ella salió al frío, se dijo a sí
misma que eso era lo que quería.

—Lo es, maldita sea, —murmuró mientras entraba en su Subaru.

Detrás del volante, se sentó y miró por el parabrisas. Un dolor


detrás de su esternón la hizo hacer un inventario interno de
infarto de miocardio, pero no había náuseas, dolor en el brazo
izquierdo o mareos. Así que ella no estaba teniendo un ataque al
corazón.

Solo se lastimó en un lugar que había estado en silencio durante


mucho tiempo. Pero eso no cambió nada. Lo que acababa de
suceder entre ellos estaba arraigado en el pasado, hace diez
meses, en un incendio que se había extinguido hacía mucho
tiempo, ni siquiera las brasas ardían.

Había sido… una liberación física de toda esa emoción provocada


por la llamada de rescate.

No hay implicaciones más allá de eso.

Al arrancar el auto y ponerlo en reversa, encontró justicia poética


al salir de su camino hacia atrás, como si pudiera deshacer la
decisión de ir a ese oscuro departamento con Danny. Ella no
recordaba el viaje a casa. En un segundo estaba girando en U
frente al dúplex. Lo siguiente, ella estaba aparcando en su casa.

Dejándose entrar, estaba tan contenta de tener a Soot para que


la cuidara. De lo contrario, ella podría estar caminando y
limpiando algo que ya estaba limpio.
216
J. R. WARD CONSUMIDO

Soot se levantó de su caja cuando ella entró, su cola huesuda


sacudiendo los eslabones.

—Oye, grandote. —Agachándose, ella lo dejó salir—. ¿Qué tal si


haces pis?

Ella esperaba que él fuera inmediatamente a la puerta trasera.


En cambio, él tomó su gran cabeza y la frotó en su mano, su
torso, la parte externa de su pierna. Poniendo su brazo alrededor
de él, ella le dio el espacio para rodearlo. Y rodearlo. Y rodearlo.

Bajo su palma, su pelaje corto era suave y cálido, y a ella le


encantó la sensación de que él la empujaba hacia ella.

—Me alegro de verte también, —dijo con voz ronca.

217
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 22

A media mañana del día siguiente, Anne salió de la oficina y fue


al centro de la ciudad al registro de hechos. Estacionándose entre
un Chevy Equinox y un camión que tenía teñido de óxido
alrededor de los huecos de las ruedas, salió y caminó hacia un
edificio de los años setenta. Piso tras piso, las ventanas
individuales estaban cubiertas por un enrejado superfluo de
hormigón sucio que era tan atractivo como aquellos trajes a
cuadros con enormes solapas.

Si no hubiera sido por el conjunto de pasos, ella no habría tenido


idea de dónde estaba la entrada.

Mientras entraba en un vestíbulo que estaba tan bien equipado


como una terminal de Greyhound120, podía oler el moho viejo y la
nicotina antigua. Por otra parte, el falso revestimiento de madera
había sido sin duda una instalación original y el material era
poroso cuando se trataba de olores, una guardia celosa de
dudoso tesoro.

El registro estaba en el primer piso, y ella abrió una pesada


puerta marcada con el sello de la ciudad y las letras romanas que
se estaban desprendiendo. En el otro lado, consiguió una carga
del equivalente de la estación de freír de los funcionarios
públicos. Los dos recepcionistas, un hombre y una mujer,

120
Greyhound Lines Inc., es un operador interestatal de autobuses con más de 3.700 destinos en todo
Estados Unidos, Canadá y México.
218
J. R. WARD CONSUMIDO

estaban sentados detrás de una partición que era como la de un


banco, con recortes para pasar los papeles y computadoras
gemelas, y el par miró como si estuvieran en el largo de la línea
no-somos-paneles- de roble: el Sr. y la Sra. Anacronismo estaban
en sus sesenta años, con uniformes de poliéster y con el mismo
peinado de una permanente fuera del rostro y rociado en su
lugar.

Anne se acercó a la mujer. Porque mujeres al poder.

—Hola, me gustaría hacer una búsqueda de registros. —Ella


sonrió para parecer cálida. Bonita. No amenazante—. ¿Está en
seis parcelas de la propiedad del centro? Tengo las direcciones,
pero cuando intenté obtener un inicio de sesión en línea, me lo
negaron.

— ¿Llamaste a la línea de ayuda?

El teléfono comenzó a sonar, y el hombre de al lado contestó


después de los tres, no, cuatro… espera, cinco repiques. —Hola.
Línea de ayuda.

Anne lo miró mientras garabateaba sobre una libreta. Miró de


nuevo a la mujer. —Bueno, parece que esas llamadas son
contestadas aquí.

— ¿Llamaste a la línea de ayuda?

¿Es esto como un videojuego en el que tienes que pasar al


siguiente nivel? Se preguntó Anne.

—Sí, lo hice. Y me dijeron que viniera aquí.

La recepcionista del teléfono dijo con voz aburrida, —Tendrá que


venir aquí para que le den una. Nuestro servidor está caído.

219
J. R. WARD CONSUMIDO

—Por eso estoy aquí, —dijo Anne—. Excepto si su servidor no


funciona, ¿cómo ayudará a obtener un inicio de sesión?

La mujer tomó un pedazo de papel de una pila y lo deslizó sobre


el mostrador. —Complete esto.

Anne miró hacia abajo. — ¿Puedo pasar para una búsqueda


física?

—Bien. —La forma se retrajo y un libro de contabilidad anticuado


fue empujado hacia ella—. Regístrese. Y necesitaré ver su licencia
de conducir.

Después de completar su nombre y dirección, Anne mostró su


identificación y la recepcionista golpeó un timbre que liberó una
puerta cerrada a la derecha.

—Aquí está el mapa. Estamos aquí por si tiene dudas.

Pero tendría que llenar un formulario, ¿verdad? Pensó Anne. O


llamar a un amigo.

Con un asentimiento, ella tomó el pedazo de papel y caminó a


través de la puerta. La sala de escritura estaba iluminada como
un quirófano y tenía un techo alto que era inútil, ya que las filas
de archivadores de metal solo subían hasta la altura de la
barbilla. Había un escritorio largo con tres computadoras, pero
ella nunca consiguió que los ordenadores iniciaran. Además, ella
prefería hacer las cosas a mano…

En un abrir y cerrar de ojos, obtuvo una imagen de sus dedos


clavándose en el hombro de Danny mientras él se agitaba sobre
ella.

El agotamiento la abrazó, un regalo de despedida de su noche sin


dormir. Pero ya había pasado suficiente tiempo tratando de
220
J. R. WARD CONSUMIDO

enmarcar lo que había hecho en cualquier tipo de marco racional


de no-es-la-gran-cosa. Al menos Danny no había intentado
llamar o enviar mensajes de texto. Ella necesitaba espacio.

Sobre esa teoría, ella debería mudarse a Canadá.

Correcto, es hora de mirar el mapa y salir a cazar.

En el centro de la habitación había varios escritorios con sillas, y


ella reclamó uno al poner su bolso y su abrigo encima. Cuando
sacó sus notas, pensó en la conversación con su nuevo jefe.
Alguien había muerto en al menos dos de esos viejos incendios
de almacén. Y al infierno, ella había sido cambiada
permanentemente.

Así que había crímenes por resolver aquí.

Todavía había algo por lo que valía la pena luchar para proteger.
Y en este caso, fue la justicia.

—Lo siento, estoy llegando un poco tarde.

Cuando Danny se levantó de un sofá que era demasiado blando,


extendió la mano a una mujer de cincuenta años con el pelo gris
y grueso y un vestido marrón sin forma que le recordó la lona que
tenía sobre la madera cortada en la granja.

—Está bien, —dijo.

Sus claros y preocupados ojos le hicieron querer pasar a través


de una pared como las caricaturas de la Warner Bros.

221
J. R. WARD CONSUMIDO

—Daniel Maguire. —Ella sonrió mientras se sacudían—. Ese es


un buen nombre irlandés.

—Sí.

—Yo también soy irlandesa. Dra. Laurie McAuliffe. ¿No entrarás?

No si tengo opción. —Por supuesto.

Más allá de lo que él esperaba era la oficina, muchos tonos tierra


y más muebles de Wonder Bread121, un adorno de agua
ornamental en la esquina haciendo de fuente-de-ruidos.

— ¿Dónde quiere que me siente? —Dijo.

—Donde quieras.

Danny examinó las opciones (sofá de dos plazas, sillón, sillón,


mecedora) y se preguntó si esta era la primera de las pruebas
para determinar si estaba manteniendo su trabajo o no. Como no
podía adivinar lo que estaba evaluando, se fue con el sillón más
cercano.

Sentándose, no le sorprendió que ella tomara la mecedora. Dado


que el cojín en la mesita de al lado, parecía que era su posición
normal.

—Entonces, ¿quieres hablar un poco sobre por qué estás aquí?

No. —Tengo que hacer esto para mantener mi trabajo. ¿Cuánto


tiempo dura la prueba?

— ¿Prueba?

—Sí, tengo que pasar una prueba, ¿verdad?

121
Marca de pan rebanado.
222
J. R. WARD CONSUMIDO

La mujer volvió a sonreír. —En realidad no.

—No me mientas.

Cuando sus ojos se estrecharon, él tuvo su primer indicio de que


tal vez las cosas no fueran tan-flojas, tan-sensibles como él había
pensado. —Eso no es una mentira. Mi trabajo es evaluar tu
estado mental y emocional, pero no lo hago dándote un montón
de espacios en blanco.

—Usted ha leído mi archivo personal, ¿verdad?

—Sí. Yo lo tengo. Esta justo ahí.

Echó un vistazo al escritorio que había echado de menos cuando


entró. Había una pila de libros sobre el papel secante y otra
almohadilla, una taza con el escudo de Harvard y una gruesa
carpeta de manila justo en el centro.

Danny se encogió de hombros. —Así que sabes todo lo que te


diría de todos modos. ¿Por qué no ahorramos tiempo y aceptamos
que tengo su versión de PTSD? Luego podemos armar un plan de
terapia, que finalmente no seguiré, y seguir con nuestras
maneras felices.

— ¿Por qué no me dices qué hay en esa carpeta?

Danny dirigió una mirada a la mujer. —Madre se suicidó cuando


yo tenía doce años. Padre era un borracho. Hermano murió en
un trabajo hace tres años. Perdí un compañero bombero hace dos
años. Y entonces… sí.

—Y entonces ¿qué?

Él cambió sus ojos a la característica del agua. Dado que no tenía


un cable conectado a un enchufe, supuso que funcionaba con

223
J. R. WARD CONSUMIDO

pilas. O, conociendo la política inevitable de personas como la


Dra. McAuliffe, la energía solar. Por calentamiento global o
cambio climático. Como sea que lo llamaban en estos días.

— ¿Danny? Y entonces qué.

—Hubo un accidente en el trabajo, y lo que sea, nadie murió.

Danny pensó en Anne la noche anterior, completamente vestida


excepto por sus leggings, mirando al techo mientras él llegaba a
su orgasmo. Todavía podía sentir el contorno duro de su prótesis
a través de su espalda baja.

Ella había bajado también. Estaba seguro de ello. Pero no se


estaba engañando a sí mismo. Ella lo había usado como un
consolador, y él la habría dejado hacerlo mil veces otra vez si
quería.

—Háblame de ese accidente.

—Leíste el archivo.

—Conozco los hechos, no cómo te sientes acerca de ellos.

Danny volvió a mirar a la doctora. —Me emocionó haber cortado


la mano de Anne Ashburn. Absolutamente lo más destacado de
mi carrera, algo que recordaré con orgullo y satisfacción. Durante
las próximas décadas, mi única decepción es que no conseguí
algún tipo de placa conmemorativa en la estación. ¿Cómo es
qué…?

Esa mirada se estrechó de nuevo. — ¿Te das cuenta de que si


alguna vez quieres volver a otro incendio, tendré que firmarlo?
Hay un pase o falla en esto, incluso sin el lápiz y el papel. Así que
estás incentivado a ser sincero en lugar de beligerante.
Suponiendo que quieras volver al trabajo.
224
J. R. WARD CONSUMIDO

Sentado hacia adelante, Danny la miró con ojos duros. —Esto es


una mierda. Hace veinte años, los bomberos no tenían que
sentarse a través de…

— ¿Esta mierda de psicología? Puedo adivinar a dónde vas con


este berrinche, y en aras de ahorrar tiempo, lo que parece ser un
imperativo para ti… te diría que lo que es una mierda para ti es
un campo de disciplina en el que tengo un doctorado y pasaré el
resto de mi vida investigando, participando y defendiendo.
Entonces, si buscas persuadirme de que no hay valor en lo que
hago, estás empujando el agua cuesta arriba. Tampoco estás
cambiando la realidad de que soy el guardián del obstáculo que
debes superar si deseas mantener una línea cargada de nuevo.

— ¿Y qué pasa si te miento y te digo lo que quieres escuchar?

—No sabes lo que quiero escuchar. —La mujer sonrió de nuevo—


. Entonces, qué tal si empezamos con Anne Ashburn. Cuéntame
qué pasó hace diez meses.

Danny cruzó los brazos sobre su pecho. Y luego los dejó caer por
todo el berrinche.

—Lo creas o no, —murmuró la Dra. McAuliffe—, Quiero que


vuelvas al trabajo. Realmente lo hago. Puede que no lo parezca,
pero estoy aquí para ayudarte. Tú y yo tenemos los mismos
objetivos.

Recordó que Anne había aparecido y lo había encontrado


desmayado en su sofá la noche anterior. Ella le había tirado
mucho, pero tenía un punto. Ella era la que se ocupaba de una
lesión permanente. Solo estaba siendo un poco idiota, tratando
de encender el mundo en llamas porque estaba enojado consigo
mismo.

225
J. R. WARD CONSUMIDO

—Estoy enamorado de ella, —dijo bruscamente—. Anne, es eso.


Y eso debería decirte bastante de lo que necesitas saber.

226
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 23

Anne estaba de vuelta en su oficina, empacando todo el día,


cuando un golpe fuerte llamó su atención. — ¿Sí?

Don entró. Su jefe se había quitado la chaqueta, y arremangado


las mangas de su camisa de negocios. Su corbata era roja y la
firma del ancla de la ciudad se repetía.

Parecía que estaba en la duodécima hora de un turno de diez


horas. —Necesitamos hablar.

—Sí, te tengo algo.

Mientras se inclinaba hacia su bolsa, él murmuró, — ¿Es


Advil122?

Enderezándose, ella le tendió una bolsa de plástico rosa. —


Sorpresa.

—Te importaría decirme por qué Charles Ripkin está en mi


teléfono.

—Aquí, lo abriré para ti. —Puso la bolsa en su escritorio y sacó


un regalo envuelto—. ¿A menos que quieras hacer los honores?

—Está amenazando con ir al alcalde y quejarse.

122
Marca de ibuprofeno.
227
J. R. WARD CONSUMIDO

Ella se encogió de hombros. — ¿Por qué motivos?

— ¿Dijo que exigiste una reunión con él? ¿Quieres ver prueba del
seguro? Estabas acosando a su asistente ejecutivo. ¿Qué
demonios estás haciendo? ¿Crees que eres un policía?

Probablemente no sea un buen momento para recordarle a Don


su discurso de búsqueda-de-justicia.

Anne desenvolvió la taza blanca y giró la cosa para que las letras
negras lo enfrentaran. — ¡Ta-da!

Don tomó la cosa. — ¿”El mejor jefe del mundo”?

—Tú eres mi Michael Scott123.

—Estoy pensando en despedirte de nuevo, PTI124.

—Pero es por una razón mucho mejor, ¿cierto? Ahora estás


frustrado de que me esté tomando el trabajo demasiado en serio,
así que esto es una mejora.

Los parpados de Don cayeron a media asta. —Tú eres mi castigo


por los pecados en una vida anterior.

—Más bien como virtudes. De todos modos, bajé al registro de


escrituras esta mañana.

— ¿Así que puedo esperar una llamada de ellos también? El


sector privado siempre se mueve más rápido que nosotros en el
gobierno, por lo que Ripkin se interesó por ti primero.

123
Personaje de la serie estadounidense The Office, interpretado por Steve Carell.
124
Para tu información.
228
J. R. WARD CONSUMIDO

—Ripkin Development ha comprado tres de los seis almacenes en


los últimos veinticuatro meses. ¿No crees que haya una
conexión?

—Él está comprando bienes raíces baratos para ampliarse. Eso


es lo que hacen los desarrolladores. De ahí el título de su
compañía. Y nada devalúa más, ni siquiera los sitios deprimidos,
que un buen incendio.

—Él compró esos almacenes antes de los incendios.

Don frunció el ceño. —Las estructuras no valían mucho. Quiero


decir, si quieres ganar algo de dinero haciendo fraudes de
seguros, incendias una mansión. No es un almacén en ruinas.

— ¿Y si quisieras despejar la tierra y no tener que pagarla? Tu


quemas lo que hay en él, cobras la póliza de seguro, usas lo
recaudado para eliminar lo que queda en términos de escombros,
que es considerablemente menos que incluso las carcasas
podridas que estaban allí primero. Se paga sola, no es una
estrategia tan mala.

—Podrías salirte con la tuya una vez. Pero lo intentas dos o tres
veces y es como una invitación grabada para cargos de fraude.

— ¿Y si tuvieras diferentes compañías de seguros? Las


propiedades son todas propiedades de diferentes entidades. No
fue hasta que fui en una persecución de ganso salvaje a través
de capas de incorporadores que descubrí que Ripkin las posee.
Está cubriendo sus huellas sobre muchas cosas.

Hubo un largo silencio. Y luego Don cerró la puerta. —Escucha,


sobre Ripkin.

229
J. R. WARD CONSUMIDO

—No me digas que no puedo ir a hablar con él. Rechazo


completamente la idea de que a los ricos se les deben otorgar
privilegios especiales. Él no es diferente de cualquier otro testigo
o parte interesada.

—Estoy de acuerdo.

—Pero…

—Recuerdas ese incendio en la finca de Ripkin frente al mar. Se


trataba de, ¿qué?, ¿hace poco más de un año?

—Respondí con el 499 a ello.

—Recuerdo el informe.— Hubo otra pausa—. Puse a un


investigador realmente bueno en la escena, un tipo llamado Bob
Burlington. Estaba haciendo un trabajo completo.

—No aceptarías nada menos de un subordinado.

—Pero no terminó la investigación porque su cuerpo se encontró


en la orilla de la bahía aproximadamente tres semanas después
del caso.

Anne frunció el ceño. —Ahora que lo mencionas, leí algo sobre


eso en el periódico. Y se habló en la estación. Sin embargo, tuvo
un ataque al corazón, ¿no es así?

—No creo que alguna vez descubramos la verdad. Su barco fue


encontrado primero por un rastrero, y no hubo evidencia de juego
sucio. Sus restos aparecieron un día después, y habían sido
masticados. El médico forense declaró que la causa de la muerte
fue un infarto, que dada la afinidad de Bob por la comida frita y
el no hacer ejercicio no fue una noticia. La manera sin embargo,
fue indeterminada.

230
J. R. WARD CONSUMIDO

De lo que Anne entendió acerca de las determinaciones de muerte


en Massachusetts, el médico forense de la Commonwealth y su
oficina evaluaron los restos y asignaron una causa que podría ser
cualquier cosa, desde un proceso patológico como cáncer,
enfermedad cardiovascular o una infección hasta un
traumatismo en el cuerpo como una enfermedad, sangrado
interno de una herida de bala o fuerza contundente de alguien
que recibe un golpe con algo. La manera fue asignada a una de
cuatro categorías: natural, accidente, homicidio o suicidio. Si el
médico forense no pudo ubicar la muerte dentro de esos criterios,
entonces se dictaminó como “indeterminado”.

En el caso de Bob Burlington, tenías que preguntarte si había


tenido un ataque al corazón en su bote y se había caído por la
borda debido a eso, o si alguien lo había arrojado fuera del barco
y había muerto tratando de nadar hasta la costa.

Excepto que si estuvieras tratando de matar a alguien, no te


arriesgarías a que el tipo llegara a tierra, ¿verdad?

— ¿Se realizó una autopsia? —Preguntó ella.

—Lo hicieron. Pero nuevamente, debido al daño a los restos, fue


imposible descartar un trauma, o decir que se había producido
de manera concluyente.

— ¿Y crees que Ripkin estuvo involucrado en la muerte?

—No lo sé, pero tengo muy claro que me siento responsable ante
todos ustedes de no ponerlos en peligro. Así que ten mucho
cuidado con ese hombre. No evitaré que vayas allí porque has
establecido una justificación investigativa válida para hablar con
él. Pero sí creo que la muerte de Bob fue sospechosa, y no estoy
dispuesto a enterrar a otro agente en mi turno.

231
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿Qué pasó con la investigación después?

—Fue cerrado por otro agente nuestro, y la pregunta que aún


tengo es qué sabía Bob que no pudo documentar oficialmente
antes de morir.

—Lo suficientemente justo. Me cuidare.

—Bien. —Don levantó la jarra y miró dentro. Revisó el mango—.


Soy un bebedor de café, ya sabes.

—No lo sabía. Podría haberlo adivinado desde el bagel, pero no


me gusta dar las cosas por sentado

— ¿Estás segura de eso? —Miró alrededor de la mesa—. Cómo


está el perro.

—Es un buen chico. — Soot le ofreció un meneo de cola, como si


supiera que estaban hablando de él—. Estoy realmente contenta
de que esté conmigo.

Su jefe llevó su taza a la puerta. —Si Ripkin te da algún problema,


te conseguiré una orden. Me encantaría derribarlo. Y si necesitas
a alguien que vigile al perro durante el horario laboral, lo dejaré
salir. Mientras no me muerda. —Don abrió la puerta—. Oh, y
tendremos algunas malas tormentas más tarde. Ten cuidado
camino a casa.

Dios, Tom odiaba las cenas con pollos de goma. Y trajes. Y los
lazos.

232
J. R. WARD CONSUMIDO

Mientras se alejaba del aullido del viento y el granizo y entraba


en el vestíbulo del Marriott del centro de la ciudad, del tamaño
de un gran cañón, ya estaba planeando su salida y el retiro
inmediato de la chaqueta azul marino recta y la soga del ahorcado
rojo que no eran solo un obstáculo en su estilo, pero le hacía
rascarse. Como no tenía hijos, no tenía la excusa de no
presentarse por tener al niño enfermo/niñera-
problemática/niñera-no-se-presento.

Pero siempre tenía la tarjeta de emergencia de la estación de


bomberos en el bolsillo trasero.

Las mesas de registro estaban atestadas, la gente haciendo fila


por sus insignias de Hola, Mi Nombre Es. Se saltó esa tontería.
Él nunca usó una etiqueta con su nombre. Por un lado, había
estado en el periódico lo suficiente como para que su identidad
hablara por sí misma, pero más que eso, no iba a alentar los
enfoques, las conversaciones informales o la difusión de
problemas. Especialmente después de lo de Anne.

Dios, el primer mes después de que ella había sido lastimada


había sido ridículo, todo tipo de conocidos e hipócritas le venían
con varios niveles de sinceridad. Como si su negocio familiar
fuera alguno de los suyos.

—Jefe, por aquí.

Brent Mathison, el presidente de IAFF125 Local 5690, saludó


desde la base de las escaleras mecánicas. El tipo estaba vestido
con un traje azul marino y una corbata roja, su broche de unión
en su solapa y su corte de pelo militar haciéndolo parecer el
detalle de seguridad para un dignatario.

125
International Association of Fire Fighters (Asociación Internacional de Bomberos)

233
J. R. WARD CONSUMIDO

La gente gritó el nombre de Tom mientras cruzaba la alfombra


estampada, y él asintió con la cabeza a los diferentes tipos
políticos, tipos de sociedad y putas de los medios.

Le tendió la mano a Brent, y ellos hicieron la sacudida y la


palmada. —Para que lo sepas, planeo recibir una llamada
urgente en una estación de servicio en treinta y cinco minutos.

—Sinvergüenza. —Brent enderezó su corbata—. Entonces


Graham Perry vino y me encontró. El alcalde quiere vernos.

— ¿Ahora? ¿Qué hay de su show de perros y ponys para las


masas?

—Es la hora del cóctel. Hay tiempo. Vamos, el invernadero está


por aquí.—

Tom se puso a caminar con el otro tipo. — ¿Por qué tengo la


sensación de que estoy siendo llevado a una trampa?

—Porque eres paranoico.

Tom asintió con la cabeza a un par de cabilderos, pero no redujo


la velocidad cuando comenzaron a dar la vuelta. —Dime algo,
¿cuántos años tienes?

— ¿Perdón?

— ¿Cuántos años?

—Treinta y cinco.

Entraron en un pasillo alfombrado que no era más que puertas


dobles con chapa de bronce y anuncios de carteles para
espectáculos de teatro, restaurantes de alta gama y joyerías. El
aire olía a bistec, lo que sugería que el hotel tenía problemas de

234
J. R. WARD CONSUMIDO

ventilación, y se preguntó cuándo sería la última vez que su


gerencia había hecho un simulacro de incendio para el personal.

Brent miró por encima. — ¿Por qué me preguntas mi edad?

—Porque te ves un poco viejo para ser tan ingenuo.

—No sé cuál es tu problema con Catherine…

—Oh, así que ahora estamos con nombres de pila. ¿Qué sigue?
¿Netflix y descanso?

—… Es una buena alcaldesa, una mejor persona, y ella nos


recibirá. Su padre era bombero.

Tom negó con la cabeza. —Los políticos hacen una cosa con
confiabilidad y eso es cuidar de sí mismos. Vas a aprender esto
de la manera más difícil, pero esa evolución no es mi problema.

—No la conoces. —Brent se detuvo frente a algo que se llamaba


Salisbury Room—. Y eres demasiado joven para ser tan cínico.

—Ya lo veremos.

Brent abrió el camino y habló en el camino solo sobre la sala.


Había unas cincuenta personas apiñadas alrededor de la mesa
de una sala de juntas el tiempo suficiente para hacer esferas, y
todos hablaban lo suficientemente alto como para que se les
escuchara por encima del mismo estruendo que estaban creando.

—Ahí estás.— El chico que era la mano derecha de la alcaldesa


se acercó, con tapas de porcelana destellando mientras sonreía—
Gracias por pasar, Jefe.

235
J. R. WARD CONSUMIDO

Graham Perry era el tipo agudo, inútil, egoísta en un traje de


Brooks Brothers126 que hizo a Tom rascarse. Había tenido que
lidiar con ellos toda su vida, muchachos dorados de la Ivy
League127 con catálogos grecorromanos, todo tipo de Et tu,
Brute128? Polo de marca en su culo. Si esto era lo que la alcaldesa
creía que necesitaba a su lado, o bien juzgaba mal el carácter o
compartía la opinión de Perry de que la gente se enamoraría de
una farsante.

Brent se aclaró la garganta y le dio un codazo a Tom en las


costillas. Pero él no iba a sacudir esa palma grasienta.

Perry se retractó del artículo ofensivo y sonrió un poco más. —


Bien. Solo queríamos que supiera cuánto apreciamos el apoyo de
su departamento en esta elección.

—No te lo he dado.

Cuando Perry miró a Brent, hubo una pausa incómoda.

— ¿Estás bromeando? —Murmuró Tom—. En serio, hiciste…

Los cálidos cuerpos en la habitación se separaron como el Mar


Rojo y él sabía, sin una mirada adecuada, que solo había una
persona que pudiera obtener ese tipo de efecto.

La alcaldesa Catherine Mahoney vestía de rojo, el vestido


totalmente modesto, el cuerpo que cubría absolutamente no lo
era. Tom mantuvo sus ojos en su cara, pero su visión periférica
llenó todo tipo de detalles sobre ella que realmente podría haber
hecho sin su presencia.

126
Marca estadounidense de ropa moderna y elegante para hombres, mujeres y niños.
127
Universidad elitista.
128
Del francés, traducido “Ey tú, bruto”
236
J. R. WARD CONSUMIDO

Él no iba a ser Brent, maldita sea.

—Tom, —dijo con voz suave—, me alegro de que hayas venido.


Muchas gracias por tu apoyo. Va a hacer una gran diferencia en
la elección. Barrington va a ser un rival duro.

—No te di nada. —Se volvió hacia Brent—. Pensé que me había


expresado claro. No estoy apoyando a nadie.

El rubor que subió a la cara del chico hizo que Tom quisiera darle
una bofetada.

Perry habló. —La alcaldesa Mahoney es muy pro-sindicato, y no


sé si está al tanto de esto, pero su padre…

—Fue un bombero, —murmuró Tom—. Sí, lo he oído. Lo que


ustedes dos no mencionan es que fue durante seis meses como
voluntario para construir su solicitud para la B-school129. Dudo
que esas habilidades se mantuvieran en los últimos treinta años,
ya que él maneja Mahoney Technologies. Ahora, si ustedes me
disculpan, voy a volver al trabajo. Está claro que no me necesitan.

Golpeó la puerta y se alejó, con sus molares cerrados, su


garganta cargada con todo tipo de Jodete-Brent. Increíble. El tipo
tenía problemas con esa mujer y estaba dispuesto a vender los
futuros de trescientos bomberos de New Brunswick río abajo solo
por ponerse ese vestido rojo…

—Tom—

Cuando una voz femenina gritó su nombre, maldijo y casi


continuó, pero quería gritarle a alguien, y claramente, la
alcaldesa Mahoney estaba dispuesta a ponerse un blanco en el

129
Escuela de Bomberos.
237
J. R. WARD CONSUMIDO

cuello. Dándose la vuelta, trató de no notar cómo esas largas


piernas se comían la alfombra entre ellas.

—Supongo que fue una sorpresa. —Cuando se detuvo frente a él,


se sorprendió al descubrir que era lo suficientemente alta para
encontrarse con él directamente a los ojos—. Tenía entendido que
Brent había discutido el respaldo contigo.

Su detalle de seguridad lo estacionó discretamente a unos quince


pies130 de distancia, el hombre con el auricular y la pistola oculta
mirando hacia el pasillo, que de otra manera estaría vacío.

—Oh, hablamos de eso. —Tom cruzó los brazos sobre el pecho—


. No estuve de acuerdo con el respaldo.

Ojos color avellana. Tenía ojos color avellana que hacían juego
con su cabello moreno. Este último era de la longitud del hombro
y rizado en la parte inferior. No mucho maquillaje; la barra de
labios neutra; Las pestañas reales, no falsas. Olía a aire limpio
por alguna razón.

—Agradecería la oportunidad de cambiar tu opinión.

— ¿Es esta la parte en la que me recuerdas que tu padre es un


bombero?

—No, es donde te digo que si Barrington consigue este trabajo,


va a reducir tu fuerza laboral en un diez por ciento para financiar
una nueva arena. Quiere su equipo de la NBA, sin importar lo
que le haga a esta ciudad.

—La gente ha estado hablando de eso durante una década.

130
4.57 mts.
238
J. R. WARD CONSUMIDO

—Barrington lo hará. A cuesta de los bomberos, policías y


maestros.

—Infundir temor.

— ¿Cuál es tu dirección de correo electrónico?

—Puedes encontrarla en el sitio web.

— ¿No tienes una tarjeta?

— ¿Qué me vas a enviar?

—La verdad. Y entonces tal vez tú y yo podamos encontrarnos y


hablar.

Tom entrecerró la mirada y se preguntó exactamente qué harían


en la “reunión”. No fue el ego lo que le hizo buscar señales de que
ella le hacía proposiciones: no era feo. Tenía un poco de poder
posicional en la ciudad. Y no sería la primera vez que un
funcionario electo se dirigía por un camino sucio para la
reelección.

¿Hasta dónde había ido con Brent?

—Soy una tiradora directa, —sostuvo—. Hay buenas razones


para apoyarme. Solo he tenido nueve meses para hacer este
trabajo. Quiero cuatro años, así que realmente puedo hacer una
diferencia.

—Mira, no te conozco…

—Quiero cambiar eso.

—…y no necesito conocerte. Mi departamento ha estado


luchando durante una década. Debido a que no contamos con
fondos suficientes, gastamos la mitad de nuestro tiempo de
239
J. R. WARD CONSUMIDO

inactividad en la reparación de nuestros equipos, nuestra base


de pago es más baja que el promedio nacional para una ciudad
de este tamaño y nuestras instalaciones necesitan una
renovación desesperada. ¿Y vas a pararte frente a mí y
mantendrás que puedes cambiar mágicamente todo eso? Mierda.
He estado en el servicio durante los últimos quince años y todos
los políticos han dicho eso y no han hecho nada. Trabajo con
personas como tú y nunca pongo mi fe en la retórica electa, ¿y en
cuanto a los cuatro años que quieres? Cuando Greenfield murió,
tu padre pagó al Consejo del Metro para que te eligieran para
terminar el período. Eres una chica rica que juega con la ciudad
por la que te importaba una mierda, así que, por favor, no me
digas qué tan bien estás preparada para esta posición o cuánto
quieres cambiar las cosas.

—Te has equivocado. Soy diferente.

—Los otros políticos, que te ayudaron a entender mejor la


experiencia relevante, también dijeron eso. Y perdóname por no
tomarte en serio. No es que tu padre quiera hacerte alcaldesa
para que pueda obtener beneficios fiscales para esa nueva
división que él quiere establecer en el muelle.

—Mi padre no está involucrado con mi campaña…

—No voy a discutir contigo, y te voy a ahorrar un valioso tiempo


de chupada porque hay un par de cientos de personas esperando
que beses sus culos. Tú tienes nuestro respaldo sindical de parte
de su presidente. Tómalo, agrégalo a los materiales de tu
campaña y sigue con tu negocio. Al igual que yo voy a hacer lo
mío.

—Dame una oportunidad. Eso es todo lo que estoy pidiendo.

240
J. R. WARD CONSUMIDO

Tom la miró a los ojos y no le gustó lo que sentía. En absoluto. —


Tienes lo que querías. Déjame fuera de este espectáculo de
mierda.

—Voy a conquistarte.

Sus ojos subieron y bajaron por ella. —No estoy interesado en


ninguno de tus atributos, profesionales o de otro tipo. Si Brent
quiere bloquear el sindicato, eso depende de él como su
presidente y no nos interpondremos en su camino. Sin embargo,
él será responsable de ello, y esta es una lección que solo tendrá
que aprender una vez. Ahora, si no te importa, me concentraré
en mi trabajo.

Tom se fue, confiando en que no solo lo dejaría ir, sino que no le


enviaría nada.

Casi había atravesado el vestíbulo y salido por las puertas


giratorias cuando su teléfono sonó. Mientras comprobaba quién
llamaba, apretó los dientes y lo dejó ir al correo de voz.

En su estado de ánimo actual, no podía tratar con su madre.


Simplemente no tuvo la paciencia para ella diciéndole que estaba
lloviendo, que había trueno, que tenía que manejar con cuidado
y preguntaba cuándo iba a estar en casa y fuera de las carreteras.

Como si tuviera dieciséis años con un permiso de aprendiz.

Afuera, la tormenta azotaba con una cortina de lluvia y doblaban


las copas de los árboles, y el clima se adaptaba a su estado de
ánimo. Corriendo a través de la furia, estaba saltando a su
camioneta cuando su celular se disparó de nuevo.

Se sintió bien cerrar la puerta de golpe.

241
J. R. WARD CONSUMIDO

Su madre fue en gran medida un poco nerviosa y preocupada, y


fue en momentos como este cuando entendió a Anne cerrando la
puerta al drama. Pero el ajuste de los límites de su hermana
significó que recibió la mayor parte de la ansiedad sin diluir.

Sacando el teléfono, él…

Frunciendo el ceño, aceptó la llamada del Capitán Baker. —Chip.


¿Qué está pasando?

—Emilio Chávez fue encontrado hace media hora por Remy


LaSalle y llevado en ambulancia a la universidad. Pensé que
querrías saberlo.

Tom cerró los ojos. —Mierda.

242
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 24

Mientras Danny corría a través de la lluvia hacia la entrada de


Emergencias del Hospital Universitario, supo a dónde iba antes
de que la recepcionista y las enfermeras de triaje131 lo llevaran
hacia la puerta de “Sólo personal” al lado del área de recepción.
Se escuchó un zumbido cuando llegó, y cuando golpeó la barra,
el pesado panel de acero se liberó.

Por el otro lado, se dirigió a la sala de pacientes. No necesitaba


preguntar dónde estaba Chávez, Moose y los demás estaban
parados en un grupo a mitad de camino, y cuando se acercó a
ellos, las caras sombrías eran demasiado familiares.

— ¿Cómo estamos? —Le preguntó a Moose.

El hombre grande asintió con la cabeza hacia un lado, y Danny


fue con él, alejándose del equipo.

—Ellos le suministraron Narcan132. —Moose bajó la voz. —


LaSalle encontró una aguja con residuos de heroína y
desapareció la evidencia. Le están diciendo a todos que fue una
reacción a los medicamentos recetados, pero eso es mentira.

131
Método de clasificación y selección de pacientes empleado en medicina en desastres y emergencias.
132
O Naloxona. Medicamento que se usa para bloquear los efectos de los opioides , especialmente en casos
de sobredosis
243
J. R. WARD CONSUMIDO

Remy LaSalle era un oficial de policía y un buen tipo. Parecía que


el departamento le iba a deber. — ¿Alguna otra parafernalia?

—No se veían muy duros, si sabes a qué me refiero.

— ¿Cómo sabía LaSalle que debía ir allí? —Danny palmeó sus


cigarrillos, pero luego se detuvo porque la iluminación era No-se-
permite—. ¿Alguien lo llamó?

—Ellos iban a un juego de pelota.

—Si ese era el plan, ¿por qué Chávez estaría haciendo H133?

—No lo sé. LaSalle dijo que Chávez lo llamó una hora antes y le
dijo que viniera, que la puerta estaría abierta. LaSalle no lo pensó
mucho hasta que llegó allí y… sí, estaba fuera de servicio, así que
tenía el Narcan con él en el maletero porque fue en un coche
patrulla y tenía una dosis. Si no hubiera sido por esa
coincidencia, estaríamos haciendo los arreglos funerarios en este
momento.

— ¿Dónde está su madre? ¿Está de camino?

—Sí. La llamé.

Danny miró hacia la puerta cerrada de la sala. Hubo un descanso


en las cortinas interiores que habían sido levantadas, y pudo ver
una fracción de la cara de Chávez, tan pálido, los ojos cerrados.
Su cuerpo era tan grande y musculoso que hacía que la cama del
hospital pareciera algo que un niño pondría en una casa de
muñecas.

— ¿Llamaste al jefe? —Preguntó.

133
Heroína.
244
J. R. WARD CONSUMIDO

—El capitán Baker lo hizo.

— ¿Él viene?

—Sí, así que es posible que desees irte ahora mismo.

—Se me permite estar aquí.

—Haz lo que quieras.

Danny puso sus manos en sus caderas y debatió las


probabilidades de una discusión entre él y Tom. El momento y el
lugar eran malos, pero la alquimia de los feos estaba madura. En
esa nota: — ¿Se nos permite entrar y verlo?

—Dijeron que estaba bien. Pero nadie es… bueno, ya sabes. Nos
hemos quedado aquí. ¿Qué podemos decirle?

Danny se abrió camino a través de los cuerpos familiares, luego


golpeó el cristal pero no esperó una invitación. Entró en la
habitación y se aseguró de que la puerta se cerrara detrás de él.

Chávez no abrió los ojos. —Danny.

Esa voz no era más que un graznido, y Danny hizo un rápido


escaneo de los monitores. La presión arterial fue baja, el pulso
bajo, saturación del oxígeno bajo.

— ¿Cómo lo sabes? —Danny se acercó a la cama—. ¿Leyendo


mentes de nuevo?

—Hueles como un paquete de Marlboros.

—Para con los cumplidos. ¿Te importa si acerco una silla?

245
J. R. WARD CONSUMIDO

—Lo que quieras. —El hombre giró la cabeza, levantó los


párpados y pareció esforzarse por concentrarse—. Y lo que podría
hacer con un cigarrillo.

—Te daría uno si no nos echaran a los dos de aquí.

—Debería haberle dicho a LaSalle tres horas.

Danny se detuvo cerca de la cama y se frotó la cara. Él había


estado debatiéndose qué tan sincero sería y Chávez había
respondido a eso. — ¿Así que planeaste esto?

—Tal vez. Y no finjas que no lo has considerado de vez en cuando.

—No lo negaré. —Especialmente después de que mataron a John


Thomas—. Quiero decir, quien no lo ha hecho.

Chávez exhaló. —Es por eso que puedo hablar contigo. Todos los
demás me predicaran y luego llamaran a la sala de psicología.

—No te adelantes a ti mismo. Estoy preparando una versión muy


conmovedora del discurso por el que tienes mucho por vivir.

—Ahórrame los detalles.

Danny enlazó sus manos y las miró fijamente. — ¿Cuántas veces


lo has intentado antes? Y no mientas.

—Nunca. —Chávez puso una mano pesada en su corazón—. Lo


juro.

—Entonces, ¿qué fue lo que lo hizo? ¿Ver a Anne?

Esa cabeza oscura se movía de lado a lado sobre la almohada. —


No. Me alegré de que ella estuviera bien, ¿sabes? Quiero decir, no
quería que se lastimara, pero la salvaste…

246
J. R. WARD CONSUMIDO

—Entonces, ¿por qué intentas apagarte?

—No quieres hablar de tu mujer, eh.

—Ella no es mía.

Mientras se callaban, el suave pitido de las máquinas llenaba el


vacío.

—Tengo el VIH, Danny.

Danny trató de captar su reacción antes de que su expresión


cambiara. Pero el shock debió mostrarse porque el otro hombre
miró hacia otro lado.

—No se lo puedes decir a nadie. Nadie más lo sabe.

Danny se aclaró la garganta. —Ya no es una sentencia de muerte.


Tienes que saber que…

—Fui a mi examen físico anual para el departamento y tomaron


una muestra de sangre. Lo olvidé por completo. —La mirada de
Chávez se desvió hacia el rincón más alejado de la sala de
tratamiento—. Pero llamaron hace tres días.

—Esto no significa que no puedas hacer tu trabajo.

—No se trata solo de trabajo. Se trata de. . . alguien. No puedo


decirle que no puedo estar con ella ahora. La estoy perdiendo por
lo que no puedo lidiar. Pensé que una buena dosis de H haría el
truco, y tenía razón, o lo habría estado si le hubiera dicho a
LaSalle que viniera un poco más tarde. Hijo de puta siempre está
a tiempo.

—Jesús, Chávez.

247
J. R. WARD CONSUMIDO

—Me preocupaba que alguien más me encontrara. Ya sabes…


alguien que podría estar molesto.

Danny recordó a la mejor camarera de Timeout. — ¿Cómo te lo


transmitieron Emilio? ¿Si quiera lo sabes?

El chico se llevó ambas manos a la cara. —Compartí agujas de


esteroides en el gimnasio de mi vecindario. No debería haberlo
hecho. Fue jodidamente estúpido. Quiero decir, soy un maldito
TEM134. Pero a todos los chicos los conozco desde la secundaria,
y en comparación con los medicamentos intravenosos, el riesgo
era muy bajo. Hasta ahora.

Todos en el servicio de bomberos necesitaban estar en forma, y


sí, claro, algunos de los muchachos tomaron jugo para crecer.
Era lo que era; Danny nunca había juzgado. Y ahora, en una
rápida oleada de paranoia, pensó en lo que había hecho en el
gimnasio. No hay golpes ni hormonas, seguro. Y gracias a Dios,
fue religioso con los condones, especialmente durante los últimos
diez meses, cuando estuvo haciendo algunas elecciones
cuestionables.

Pero sería un tonto si no reconociera eso, por la gracia de Dios


fue él.

Chávez cerró los ojos con tanta fuerza que sus labios se curvaron
sobre sus dientes como si le doliera. —Y ahora, no sé a quién más
podría haber infectado, ¿sabes? Tendría que decirles, y no
puedo… no quiero esto Danny. No puedo manejar esto.

—Sí puedes. —Excepto que incluso mientras decía las palabras,


estaba preocupado de que estuviera mintiendo—. Tú puedes.
Sólo necesitas… averiguar un plan.

134
Técnico en Emergencias Médicas.
248
J. R. WARD CONSUMIDO

—Estaré bien, —dijo Chávez sombríamente.

— ¿Qué tal si voy por Josefina…?

—De ninguna manera Danny.— Chávez miró por encima—. Ella


no puede… no, ella nunca podrá saberlo.

—Ella va a averiguar lo que paso… quiero decir, sobre toda la


mierda de la sala de emergencias. No tienes que hablar sobre el
VIH ahora, pero al menos podrías… no sé, dile que cometiste un
error. Con la sobredosis.

Era lo único que Danny podía pensar en sugerir. A veces, la mujer


a la que amabas era la única razón por la que te quedabas en el
planeta.

Él lo sabía de primera mano.

Tal vez solo ver a Josefina calmaría al chico.

—Si la amas, —dijo Danny—, y sé que sí, porque he visto la forma


en que la miras, no querrás que escuche de otra persona que
trataste de suicidarte. La gente sabe que ustedes se estaban
acercando. Incluso si Remy persiste con la línea de reacción-a-
medicamentos-recetados, nunca se sabe qué más se podría decir.

La LRPSS135 fue excelente para la privacidad del paciente. Pero


New Brunswick era una ciudad muy pequeña.

—La traeré. —Danny levantó una mano—. Una vez más, no tienes
que meterte en el tema del VIH en este momento, pero al menos
podrías verla y recordar por qué querrás volver a verla.

135
Ley de Portabilidad y Responsabilidad de Seguros de Salud, protege la cobertura de seguro de salud para
los trabajadores y sus familias cuando cambian o pierden sus empleos.
249
J. R. WARD CONSUMIDO

—No hay futuro para nosotros.

—Sigues diciendo eso, pero no sabes si eso es cierto.

— ¿Por qué alguien querría estar con alguien que está infectado?

— ¿Honestamente crees que cada persona que es positiva vive


sola en un rincón oscuro como un jodido leproso en la Edad
Media? ¿De Verdad? ¿Seriamente?

Cuando volvieron a quedarse callados, el monitor que hacía un


seguimiento de la frecuencia cardíaca de Chávez medía un ritmo
constante con un pitido constante, y Danny supuso que debería
sentirse tranquilo por lo estable que era. Pero eso fue temporal.
Sin lugar a dudas, Chávez tranquilizaría a quienquiera que
necesitara los lugares comunes en que se trataba de una SD136
como una variedad de jardín, y aceptaría acudir a un programa
de concientización sobre las drogas. Pero eso sería simplemente
salir de aquí.

Se sentaron allí durante lo que pareció una hora, pero


probablemente duraron solo diez minutos.

—Supongo que debería irme. —Danny se levantó—. Tu madre


está en camino.

—Ella tiene que dejar de preocuparse por mí.

—Entonces deja de darle razones para hacerlo.

Chávez maldijo. —Mira, si Josefina viniera aquí, no sé lo que


diría. Quiero decir, es pronto para nosotros. O lo era. Ella no tiene
ninguna razón para involucrarse conmigo.

136
Sobre Dosis
250
J. R. WARD CONSUMIDO

—No te decidas por eso. Déjame traerla. Vamos Chávez. Ella es


una buena mujer, esa es la razón por la que la amas. No tienes
que hablar de todo ahora, pero al menos hazle saber que estás
bien de primera mano antes de que escuche algo de un cliente en
Timeout.

—Bueno.

—Estarás bien.

Cuando Chávez miró hacia otro lado, Danny se preguntó si


estaba haciendo lo correcto. Pero si tuvieras que tener algo por lo
que vivir, también podría ser amor, ¿verdad?

—Volveré en unos veinte minutos. No vayas a ningún lado.

Chávez puso los ojos en blanco. —Como si me dejaran salir de


aquí pronto.

Afuera, caras ansiosas lo miraban como si estuvieran tratando


de leer el futuro en su expresión. Pero él no podía darles eso.
Demonios, incluso si pudiera, dudaba que a alguno de ellos le
gustara el pronóstico.

—Tengo que fumar. Vuelvo enseguida.

Dejando atrás al equipo, pasó junto a la estación de enfermería y


salió al puesto de ambulancias. Había un par de tipos que
conocía que estaban fuera de la lluvia con sus plataformas, así
que se alejó de ellos pero se mantuvo bajo el alero. Cuando sacó
sus cigarrillos y encendió uno, violaba la regla de “Zona de No
fumar” del hospital y se dijo a sí mismo que no se sintiera mal
por eso.

No funciono.

251
J. R. WARD CONSUMIDO

Después de tres inhalaciones profundas, apuñaló la cosa justo


cuando un conjunto de faros destellaban cuando un SUV se
metía en el área restringida. No le prestó atención a quién y qué,
pero entonces un hombre de cabello gris sal y pimienta se dirigía
hacia él.

El hermano de Anne Ashburn era la última persona que quería


ver. Sin embargo, esa era la forma en que la mierda estaba
rodando por su colina últimamente.

—Jefe—, murmuró—. ¿Está para ver a Chávez?

—El Capitán Baker me llamó. ¿Cómo está él?

Danny cruzó los brazos sobre su pecho. Fue una política no


escrita que los miembros del equipo no hicieran comentarios
sobre preguntas como esa. Al menos no con la verdad. La
respuesta que se esperaba y la que él sabía que debía dar era:
está bien. Él saldrá adelante. No puede esperar para volver a
subir a una escalera.

Las palabras se negaron a salir de su boca. Siguió viendo a


Chávez en esa cama.

No veía al Jefe mientras hablaba. —Es suicida. Él va a mentir


para salir de aquí, y en cuestión de semanas, estoy jodidamente
aterrorizado de que estemos vestidos de azul junto a su madre
llorona.

El retroceso de Tom le dijo más de lo que necesitaba saber sobre


lo que acababa de hacer. Pero era lo que era. Estaba dispuesto a
mantener el secreto de Chávez sobre el VIH, pero eso fue todo lo
que pudo.

252
J. R. WARD CONSUMIDO

—No estoy diciendo esto porque estoy bajo revisión psicológica.


—Se volvió hacia el Jefe—. Estoy cansado. Estoy jodidamente
cansado de ser comido vivo por la mierda que no puedo sacar de
mi cabeza. ¿Y si Chávez se mata porque no dije nada? No tengo
espacio para eso. No puedo llevar eso. Mis brazos están llenos.

Infiernos soltó el micrófono: había provocado una suspensión y


revisión obligatorias de un hombre que era un bombero excelente
y un ser humano aún mejor. Fue la peor traición.

Danny acababa de poner al pobre bastardo en el mismo camino


que él mismo estaba caminando.

Pero él había terminado de añadir errores a su conciencia.

Anne se dirigió a la sala de emergencias de la Universidad de New


Brunswick al segundo que Moose le envió un mensaje de texto,
agarro sus llaves y salió a la lluvia tan rápido que se olvidó de
poner a Soot en su caja. En medio de la ciudad, se había dado
cuenta de su error, y si regresaba a casa con los cojines del sofá
y las zapatillas destrozadas, sería su culpa.

El campus del hospital de la UNB137 era como una pequeña


ciudad, el conjunto de edificios rodeados por un borde de hierba
que tenía letreros brillantes con direcciones a todos los diferentes
departamentos, clínicas y servicios. La sala de emergencias
estaba a un lado, y como TEM entrenada que había servido en el
escuadrón de rescate del 499, allí era donde la habían llevado
para recibir tratamiento.

137
Universidad de New Brunswick
253
J. R. WARD CONSUMIDO

Tenía muy pocos recuerdos del viaje en la ambulancia. La


valoración de su brazo. Su traslado a una habitación de
hospitalización.

Todo lo que había enfocado era si Danny había salido con vida.

Mientras se detenía en el estacionamiento para los visitantes, sus


limpiaparabrisas golpeaban de un lado a otro, ofreciendo claros
destellos de las alineaciones de automóviles que no duraron
mucho. Cuando aparcó y salió, se levantó la capucha de su
cazadora y se metió las manos en los bolsillos.

Justo cuando se dirigió a la entrada resplandeciente, una figura


alta salió de la zona de ambulancias.

Ella reconoció quién era de inmediato.

Cambiando de trayectoria, se dirigió a Danny, y él parecía saber


que era ella porque se detuvo.

—Oye, —dijo él bruscamente cuando ella se le acercó.

—Moose se puso en contacto conmigo.

—Él hace eso, ¿no es así?

No se había molestado en afeitarse, su rostro áspero con rastrojo,


y su chaqueta estaba arrugada, como si hubiera sido hecha un
bollo en alguna parte. Pero sus jeans estaban limpios y olía a
jabón incluso bajo la lluvia.

Lo cual no pareció notar, incluso cuando goteaba de su nariz y


cabello. — ¿Qué demonios pasó? —Preguntó ella.

— ¿Moose no te lo dijo?

254
J. R. WARD CONSUMIDO

—No, él acaba de enviar un mensaje de texto diciendo que Emilio


iba a ser admitido para observación. ¿Fue un incendio? —Danny
negó con la cabeza y ella frunció el ceño—. ¿Así que estuvo en un
accidente?

—No.

—Oh… Dios.

—Me tengo que ir.

— ¿A dónde? —Preguntó antes de que pudiera detenerse.

—Estoy haciéndole un favor a Chávez.

Danny se despidió rápidamente y se alejó. Y Anne se dijo a sí


misma que se quedara.

Aquello duró dos latidos del corazón antes de saltar hacia él para
alcanzarlo. —Quiero ayudar.

Danny no se detuvo. No la miro. Simplemente siguió caminando


a través de la tormenta. — ¿Qué?

—Emilio. —El viento cambió de dirección y le hizo perder el


equilibrio—. Quiero ayudarte con el favor. Es todo lo que puedo
hacer por él.

—No es nada que no pueda manejar.

Ella lo agarró del brazo. —Danny.

Se detuvo y miró por encima de su cabeza. —No necesito tu


ayuda, está bien.

—Por favor, esto es sobre Emilio. No de nosotros.

255
J. R. WARD CONSUMIDO

—Correcto. Lo siento. Olvidé que se supone que debemos poner


nuestra cabeza en la arena y fingir que no está pasando nada, y
que me ahorre todo lo que hay. Todo es sobre nosotros. Tu
maldito brazo, mi mierda. Todo se trata de nosotros Anne. Y sí,
claro, estás más avanzada mentalmente que yo, o como quieras
llamarlo. Pero fuera de los dos, soy el único que ve claramente.

Ella puso sus manos en sus caderas. —Esto es sobre Chávez…

Danny levantó las manos y se dirigió a la tormenta murmurando


para sí mismo.

Anne corrió tras él. — ¿Qué necesita Emilio?

Los relámpagos brillaron en lo alto, la luz estroboscópica le


recordó estar en una escena, y cuando el trueno de respuesta
rodó por el cielo nocturno, la lluvia entró en sus ojos, haciéndolos
arder. Cuando se acercaron a la camioneta de Danny, ella
esperaba que él simplemente entrara y se marchara. Pero, por
supuesto, se negó a seguir cualquier patrón de comportamiento.

Se detuvo de nuevo, se puso las manos en las caderas y la miró


fijamente. — ¿Qué me das?

Anne parpadeó y tiró de su capucha más hacia adelante. —


¿Disculpa? ¿En serio?

—Quiero algo. —No pareció darse cuenta de que estaba lloviendo


o que las fuertes ráfagas del vendaval los estaban atacando por
todos lados o que tenían que gritar por la tormenta—. Y no, no
sexo, por el amor de Dios. Pero quid pro quo138.

138
Del latín, significa “algo por algo”.
256
J. R. WARD CONSUMIDO

Ella señaló hacia la sala de emergencias, y en el momento justo,


más rayos brillaron. —Hay un hombre ahí luchando por su vida.

Danny se encogió de hombros, su rostro resbaladizo reflejaba las


lámparas de seguridad del hospital. —Tengo algo que quieres. Así
que dame algo que quiero y te dejaré ayudar.

—Eres un imbécil.

—Lo sé. —Él inclinó la cabeza y adoptó una expresión como si


estuviera haciendo una división larga en su cabeza—. Veamos…
necesito ayuda con la limpieza de la granja. Podría ser otra
oportunidad para que demuestres que estás perfectamente bien,
y además, si necesitamos llamar a una ambulancia, no será uno
de nosotros quien responda, así que es eso. O… podrías
prometerme que vendrás a la noche del sábado de Moose…

—Bien. Iré contigo, —espetó ella.

—Mira. —Empezó a sonreír—. Tan fácil. Ahora entra en mi


camioneta. Vamos a Timeout para encontrar a Josefina.

Anne se estaba hablando a sí misma mientras daba vueltas y


entraba. Mientras sus pies se apretaban en sus zapatillas
empapadas y un chorrito de agua pasaba por el cuello abierto de
su chaqueta Patagonia139, ella lo estaba maldiciendo.

Enviándole una mirada a Danny, no le importó que estuviera


mojando la cabina de su camioneta. Por otra parte, tampoco
parecía importarle.

—Podría estar mintiendo, —dijo—. Acerca de ir a lo de Moose.

139
Marca de prendas de abrigo ecológicas con sede en California.
257
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando arrancó el motor, la miró. —No lo estás. No haces cosas


así, y nunca haces caso a algo que prometes. Entonces, ¿llevamos
vino tinto o blanco como un regalo para calentar a la anfitriona?

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J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 25

—Entonces, ¿cómo va el trabajo?

Mientras Danny hablaba, Anne no estaba de humor cuando se


sentó a su lado en su camioneta. El interior olía a su aftershave
y los restos de sus Marlboros, y ella estaba molesta por el hecho
de que lo disfrutaba en su nariz.

— ¿De verdad quieres fingir que esto es social? —Murmuró.

—Oh no. Por supuesto, hablemos de Chávez tratando de


suicidarse.

Ella miró por la ventana lateral y pudo ver poco a través de la


cortina de lluvia. —Qué tal si no decimos nada.

—Nah. Y bien, voy a empezar. Fui a ver un psiquiatra hoy.

Giró su cabeza tan rápido que no tuvo tiempo de ocultar la


reacción. — ¿Lo hiciste? ¿Come te fue?

Y entonces, que su Dios la ayudara, si él jugaba otra ronda de


tetas-o-truco, querría darle un puñetazo en algún lugar que se
mostrara. Aunque, según esa teoría, ese ojo negro de él todavía
no se había desvanecido, por lo que al menos una parte de la
propiedad inmobiliaria principal ya estaba tomada.

— ¿Te importa si me ilumino? Abriré una ventana.


259
J. R. WARD CONSUMIDO

— No deberías necesitar la muleta.

—Bien, esperaré hasta que estemos estacionados.

—Sólo abre una maldita ventana. Y espero que te mojes.

—Jado.

— ¿Qué?

—Más mojado. Ya me moje.

Después de dejar entrar el aire fresco y frío, encendió el


calentador y el calor que soplaba en sus pies se sentía bien. Y él
esperó hasta que se encendiera una luz roja antes de encender
su cigarrillo, su exhalación apuntó lejos de ella hacia la abertura.

—Traté de salir de la cita.— Miró hacia atrás—. Esto no debería


ser una sorpresa.

—No lo es.

—Ella era más lista de lo que pensaba. No me van a autorizar,


por supuesto, lo que demuestra que es una verdadera
profesional.

Anne fue consciente de una decepción desgarradora. Pero vamos,


¿como si realmente hubiera esperado que se sentara en un sofá
durante cincuenta minutos y sufriera alguna transformación
existencial por ciento cincuenta dólares? No había soluciones
fáciles en la vida. Especialmente no después del tipo de cosas por
las que había pasado.

—Esperaba más de tu respuesta, —dijo.

—Me alegro de que hayas ido.

260
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿Puedo preguntarte algo?— Miró al otro lado del asiento—. Y


soy serio sobre esto.

Ella se reorganizó en exactamente la misma posición. Luego se


sacó el cinturón de seguridad de su pecho y se lo volvió a poner.
—Está bien.

—Cuando estabas en el hospital de rehabilitación, tenías que ver


a un psiquiatra, ¿verdad?

—Era parte de mi tratamiento, claro. —Ella frunció el ceño—. ¿No


tenías que ver uno?

—Se suponía que debía, pero…

—Saliste de eso.

—…Me salí de eso.

—Por supuesto que sí. —Anne negó con la cabeza—. ¿Y?

— ¿Te ayudaron?

Anne recordó las tres reuniones incómodas que había tenido con
un chico de veinticuatro años bien intencionado y tierno, que
había estado recién salido de un programa de maestría y que no
estaba equipado para lidiar con nada fuera de la teoría. Anne
había respondido las preguntas planteadas con honestidad, pero
realmente no podía decir que había sacado algo de la charla. Tal
vez habían sido los medicamentos para el dolor. Tal vez su estado
de ánimo. Tal vez fue la inexperiencia del terapeuta.

— ¿Y bien? —Danny echó un vistazo—. ¿Qué pasó?

—No sé cómo responder eso.

261
J. R. WARD CONSUMIDO

—Así que no fue útil. —Frunció el ceño—. Entonces, ¿qué fue?


En serio Anne, ¿cómo volviste a la normalidad?

Su expresión era tan intensa, ella sabía que él estaba muy serio,
y esa búsqueda seria fue una sorpresa que la abrió.

—No era el terapeuta en el hospital. No es que ella no fuera bien


intencionada… simplemente no nos conectamos supongo. —Se
centró en su prótesis cuando se posó en su muslo, una escultura
de lo que se había perdido—. Sin embargo, pueden ser útiles.

—Estás diciendo eso porque no quieres que abandone.

—Sip.

—Así que de nuevo, ¿qué fue para ti?

Anne giró la prótesis y miró su “palma”. Luego levantó la manga


de su cazadora y siguió la longitud de la fibra de carbono que se
enchufaba en lo que quedaba de su brazo.

—Tengo una infección, —se escuchó a sí misma decir—. Fue


alrededor de una semana después de que salí del hospital. Nunca
olvidaré despertarme en mi cama y sentir esta terrible fatiga,
como si me estuviera enfermando de gripe. El final de mi muñón
no me dolió, bueno, eso no es cierto. Tenía dolor fantasma, y
asumí que cualquier malestar era parte de la cosa del nervio
dañado. Así que seguí avanzando, pero luego tuve fiebre, y
cuando hicieron una revisión de la herida, encontraron el
comienzo de la infección. Mi piel era tan roja, era como si
estuviera hecha de sangre. Las cosas fueron cuesta abajo rápido.
Tomaron muestras para atacar con antibiótico, me pusieron en
un amplio espectro al principio, luego lo aumentaron. Fue una
carrera y no ganamos por un tiempo. Desarrollé estas vetas de

262
J. R. WARD CONSUMIDO

linfangitis140 de color rojo brillante y poco después, me volví


séptica141. Yo solo colisioné. Fue entonces cuando fui readmitida.

Ella sabía que le estaba dando detalles concretos en lugar de


otras cosas que eran mucho más personales. Era como si
estuviera informando las estadísticas de un paciente, y esa
distancia era la única razón por la que podía pasar la historia.

Ella nunca había hablado de eso antes.

Anne miró por el parabrisas delantero. —Es verde.

— ¿Qué?

—La luz es verde. Podemos avanzar.

Danny pareció sacudirse. —Oh. Sí.

Cuando él golpeó el acelerador, ella quiso dejar de hablar y se dijo


a sí misma que no lo hiciera porque quería ayudarlo. Inspirarlo.
Se trataba de demostrarle a Danny que había otra manera.

No se conectaba con él a nivel personal. O compartir su historia


porque era algo que probablemente necesitaba para bajar de su
pecho.

—Debes haber estado asustada.

—Fue tocar e ir. —Se dijo a sí misma que no debía ir demasiado


profundo—. Pero tu cerebro se vuelve borroso por lo que no
puedes pensar con claridad.

—No sabía que se pusiera tan mal.

140
Infección de los vasos linfáticos que puede derivar en una infección aguda en la piel, las bacterias pueden
ir al torrente sanguíneo y causar problemas mortales.
141
Afección mortal ocasionada por una infección grave o sistemática que requiere atención inmediata.
263
J. R. WARD CONSUMIDO

—Tuve mucha suerte. No fue MRSA142. La clindamicina


Intravenosa143 me salvó. —El corazón le dio un vuelco y luego
latió con fuerza, como si los recuerdos fueran un intruso que
intentaba volver a su cuerpo—. De todos modos, querías saber
qué me trajo de vuelta.

Ella se calló mientras trataba de encontrar las palabras


correctas. De alguna manera, esto se sentía más íntimo que el
sexo que habían tenido. —Así que la noche del incendio y el
primer día después, iba a “vencer todo esto” y “nada me
detendría”. Y lo mantuve hasta que fui liberada y me fui a casa.
Algo acerca de estar cerca de mis cosas, mi casa, mi rutina lo hizo
real de una manera que no tenía en el hospital. Eso fue cuando…

—Cuando te golpeó.

—Sí. —Ella se negó a hablar de las noches de insomnio, la


depresión tóxica, la distorsión de su ira y el miedo. —Me fui en
picada… “la vida se acabó”, ese tipo de cosas. Pero luego volví al
hospital y no me pareció evidente que iba a lograrlo.

Anne lo miró. —Cuando eras pequeño, ¿alguna vez imaginaste tu


funeral?

—No. Dios, nunca.

—Bueno, yo lo hice. ¿Cómo de Una Historia de Navidad144 cuando


Ralphie era ciego? Fingiría que estaba en mi ataúd y la gente
venía a dar los últimos respetos y lloraba por mi pérdida. Por lo
general fue en respuesta a un castigo que pensé que era injusto.
—Ella se encogió de hombros—. Así que allí estaba yo, un adulto,
142
Siglas en inglés para Estafilococo Aureus Resistente a la Meticilina, una bacteria que ha desarrollado una
resistencia a la mayoría de los antibióticos.
143
Inhibidor de la síntesis proteica bacteriana.
144
A Christmas Story es una película sobre un niño que tiene que convencer a sus padres, maestros y Papá
Noel de que una pistola Red Ryder BB realmente es el regalo perfecto de Navidad.
264
J. R. WARD CONSUMIDO

a punto de morir… y en realidad sucedió. Miré hacia arriba desde


la espiral de la muerte en la que estaba y vi todas estas caras
mirándome. Todos tan molestos…

Una imagen de su madre, ese cabello todo hecho, el maquillaje


perfecto, picado. Incluso cuando la hija de esa mujer había
estado a punto de morir, tenía que asegurarse de estar
presentable.

—Tom vino. —Ella frunció el ceño—. Se sentó en una silla en la


esquina de mi habitación casi todo el tiempo. Me di cuenta de
que él estaba esperando por mí para poder decirme lo realmente
irresponsable que había sido.

— ¿Como la infección fue tu culpa? Venga.

—Tom puede encontrar faltas en cualquier situación. Confía en


mí.— Ella sacudió la cabeza—. Así que en el peor momento, tuve
un sueño en el que mi padre apareció de la nada. Se quedó de pie
junto a la cama y me dijo que no era mi momento. Que tenía que
pelear porque era su hija y eso es lo que hicieron los hombres de
la familia.

La cabeza de Danny dio un vuelco. —Santa mierda, él vino a ti.

—No, no creo en los fantasmas. Mi subconsciente tosió por la


fiebre y las drogas que tomaba porque había pasado toda mi vida
tratando de compensar el hecho de que nací siendo una niña. Es
inherente a mi inventario de personalidad. Pero funcionó, tan
claramente que mi cerebro tiró de la palanca correcta para
motivarme. Simplemente decidí que tenía que luchar y no podía
dejar que nada me detuviera. No la pérdida de mi mano o mi
trabajo o… sí, cualquier cosa.

265
J. R. WARD CONSUMIDO

Más adelante, el letrero de Timeout brillaba en rojo y oro, un faro


en la calle del mercado.

Ella no podía recordar cuándo había estado allí por última vez.
Pero sabía qué mesa de billar se inclinaba a la izquierda, y cómo
el puesto que estaba en medio del lavabo de damas tenía el
inodoro que funcionaba y qué pedir: papas fritas, sí.
Hamburguesa, sí. Nunca pescado, porque aunque estaban en el
océano, el lugar solo servía bacalao congelado.

Tantas noches había ido allí con el equipo, una de las pocas
mujeres en el club de chicos y orgullosa de eso.

Fue hace una vida. Y ella lo extrañaba. Pero luego pensó


deliberadamente en la cara querida de Soot.

—Creo que la gente acaba llegando a un momento Aja, a una


encrucijada, —dijo ella en voz baja—. La niebla se levanta y tienes
que darte cuenta de que hay cosas por las que vale la pena vivir.
Incluso si son diferentes de lo que te motivó antes.

Mientras Danny aparcaba en paralelo frente al bar, sabía para


quién quería vivir. Lástima que Anne no estaba buscando un
pedestal para sostenerse por el resto de sus vidas.

Echó un vistazo mientras apagaba el motor. —No tenía idea de


que las cosas se pusieran tan difíciles para ti. Quiero decir, más
allá de la… ya sabes.

—Tenías tus propias cosas de las que preocuparte. —Se volvió


para salir de la camioneta—. Entonces, ¿cuándo empezaron a
verse Emilio y Josefina?
266
J. R. WARD CONSUMIDO

Él extendió la mano y la puso en su brazo. Cuando sintió algo


duro y cilíndrico, retiró su palma.

—No morderá. —Ella se colocó la prótesis—. Te lo prometo.

—Lo siento.

Anne negó con la cabeza bruscamente, el equivalente a la


conversación de cerrar una puerta. —Vamos, encontremos a
Josefina.

Ella lo dejó sin más remedio que apresurar su culo y alcanzarla,


y cuando entraron, sacudieron la lluvia como un par de
labradores. La barra no estaba tan llena, y Josefina era un blanco
fácil en el sitio de las mesas. Estaba recibiendo órdenes de los
seis oficiales de policía, y mientras asentían en dirección a
Danny, miró por encima del hombro.

Y se congeló. Cuando su rostro palideció, dijo algo a la policía y


se acercó.

— ¿Qué es?

Siempre lo sabían, pensó Danny. Los seres queridos siempre


sabían cuando había malas noticias.

—Emilio está en el hospital, —dijo Danny en voz baja—. Lo


llevaron hace media hora.

— ¿Qué tan malherido? —La mujer se llevó una mano a la boca—


. Él es…

—Nos pidió que viniéramos a buscarte. Él va a salir adelante.

Josefina habló un poco de español rápido e hizo la señal de la


cruz en el frente de su uniforme blanco y negro de pseudo-árbitro.

267
J. R. WARD CONSUMIDO

—Gracias al Señor. Le digo que sea cuidadoso por ese trabajo,


demasiados heridos. ¡Demasiados!

Danny se quedó callado por el porqué de todo, y se sentía tan mal


por Emilio. Este iba a ser un camino difícil. —Él quiere verte.

—Déjame pedirle a alguien que me cubra, —dijo la mujer—. Mi


gerente, ella entiende. Está casada con una ambulancia. TEM,
quiero decir.

— ¿Necesitas que te lleve? —Preguntó Anne.

—Sí, tomo el autobús aquí.

Danny balanceó sus llaves en su mano. —Te esperamos.

Mientras Josefina se dirigía a la parte de atrás, miró a Anne.


Estaba mirando alrededor del lugar como si nunca lo hubiera
visto antes, y él se preguntó si eso era algo bueno o malo para
ella. Parecía querer dejar todo atrás. Él incluido.

Entonces ella se enfrentó a él. —Moose me dijo que la pelea aquí


fue con algunos navegantes porque la insultaron.

—Estaban siendo irrespetuosos. Obtuvieron menos de lo que


merecían.

—Siempre fuiste protector.

Se imaginó a alguien haciéndole un mal a Anne. —Aun lo soy.

Hubo una pausa. —Realmente no creo que deba ir a cenar el


sábado.

—Habrán otras personas allí. —O al menos, lo habría cuando le


dijera a Moose que sería mejor que invitara a la mitad de la
ciudad—. No solo seremos nosotros. Y me aseguraré de que la
268
J. R. WARD CONSUMIDO

gente sepa que no es un caso de “nosotros”. Además, te


extrañamos.

—Ya no soy miembro del equipo.

—Nos juntamos con los forasteros sabes. Particularmente los que


tienen buen sentido del humor.

—Lo siento. Simplemente no puedo. No es apropiado y lo sabes.

— ¿Te preocupa que quieras tener sexo conmigo otra vez? —


Danny no se molestó en ocultar la amargura en su voz—. Ambos
lo disfrutamos.

—No. —Apretó la mandíbula—. No estoy preocupada por nada.

Mentirosa, pensó.

—Haz lo que quieras. —Él asintió con la cabeza hacia la salida—


. Voy a ir a arrancar la camioneta. Hace frío como el hielo esta
noche.

Afuera, se aprovechó de una pausa en el aguacero y se iluminó,


a pesar de que el cigarrillo se empapó rápidamente en el corto
paseo hasta la camioneta. Al entrar, su teléfono se disparó.
Cuando lo sacó y vio el texto, maldijo.

Estupendo. El Jefe quería verlo a primera hora de la mañana.

Parecía que iba a ser despedido más temprano que tarde.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulo 26

Anne no quería ser grosera. Pero cuando Danny llevó a Josefina


a la entrada resplandeciente de la sala de emergencias, tenía un
dolor de cabeza fuerte y un nudo en el estómago que podría haber
sido hambre, pero se sentía como una obstrucción intestinal.

El hecho de que ella estuviera sentada entre los dos no ayudó.


Todo el viaje de regreso, que duró diez minutos, pero se sentía
como veinticinco años, había tenido la pierna de Danny
golpeando contra la suya. Al igual que los viejos tiempos en los
motores.

No era lo que ella quería recordar, especialmente después de lo


que habían hecho en su apartamento.

Danny encontró un lugar de estacionamiento justo al lado de la


entrada de la sala de emergencias, y Josefina hurgó en su bolso
mientras salía, tirando todo sobre el pavimento. Anne se dejó caer
inmediatamente al pavimento para ayudar a la mujer a recoger
las llaves y la billetera, Tampax y la bolsa de maquillaje.

—Escucha, voy a dejar que Danny te acompañe. —Anne le pasó


un paquete de Kleenex—. Ya hay mucha gente aquí.

—Gracias por venir a buscarme.

270
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne apartó la mirada de aquellos llorosos ojos marrones. —No


hay problema. Cuida de él. —Se enderezó y miró por encima del
capó de la camioneta a Danny—. Me tengo que ir.

Sus ojos estaban en la sombra, y eso era igual de bueno. Ella no


quería ver lo que había en ellos.

Mientras saludaba y se dirigía hacia su Subaru, sintió que estaba


tirando toda la situación sobre él, y eso no era percepción, era un
hecho. Pero ahora era un pariente lejano de todo esto, y
necesitaba respetar los límites.

De vuelta en su propio vehículo, se dio la vuelta y terminó por


salir por la entrada, que se sintió como un comentario sobre la
noche. Pero al menos ella estaba libre de todo.

Iba a ir a casa, a revisar y ver si había algo masticado, y luego


irse a la cama temprano.

O ese era el plan.

Cuando se acercó a su pequeña casa y vio un auto familiar


estacionado frente a su pasarela, frenó. Y luego debatió si ella
podría seguir adelante.

Su madre.

Se detuvo en el camino de entrada, salió y se acercó. Cuando se


acercó al Honda Civic de diez años, la ventana se abrió, y se dio
cuenta de que en realidad no había puesto los ojos en su madre
durante meses.

Nancy Janice Fitzgerald Ashburn no lucia de sesenta años.


Nunca había sido fumadora o bebedora, se había mantenido
fuera del sol y seguido un “régimen”… sea lo que fuera. Así que
incluso sin cirugía plástica, su pálida piel irlandesa todavía era
271
J. R. WARD CONSUMIDO

clara y sin arrugas, la luz del polvo y la base, las pestañas


curvadas y oscuras, el lápiz labial con un tono perfecto de rosa
para esa tez. Y por supuesto, el pelo estaba hecho. Ella lo coloreó
para cubrir los grises, pero no de una manera descarada: rayas
de jengibre a través del castaño, todo está bien cortado, así que
le enmarcó la cara y le rozó los hombros.

—Iba a llamarte, —mintió Anne.

—Lamento mucho molestarte, pero no puedo localizar a tu


hermano.

— ¿Qué está pasando?

— ¿Quieres salir de la lluvia?

—No, estoy bien. —Anne miró hacia arriba y consiguió una gota
de lluvia directamente en su globo ocular. Cuando entrecerró los
ojos y frotó la picadura, se sintió frustrada con todo el mundo—.
¿Qué está pasando?

— ¿Conoces ese gran árbol de arce en el patio trasero? El que tú


y tu hermano tiraron…

—Sí. Lo sé.

—La mitad se rompió con el viento y aterrizó en la casa. —


Mientras Anne exhalaba exhausta, su madre se apresuró a
hablar—. El simpático hombre detrás de mí trató de poner una
lona, pero hay una terrible filtración en nuestra habitación, y
también en la planta baja. Necesito un lugar donde quedarme…
y lo juro, traté de localizar a tu hermano. Él debe estar ocupado.

Lo que Anne quería decir era que Nancy Janice debería intentar
con su hermano nuevamente. Inténtalo mil veces. Pero ella no iba
a expulsar a su madre en una tormenta, por el amor de Dios.
272
J. R. WARD CONSUMIDO

—Ah, déjame ir a revisar mi casa. Tengo… ah, tengo un perro y


necesito asegurarme de que esté asegurado antes de que entres.
No estoy segura de cómo le va con los extraños.

— ¿Tienes un perro? Deberías habérmelo dicho. —El dolor que


ardía en esa cara atravesó el pecho de Anne como una lanza—.
Pero está bien. Te he estado diciendo durante un año que tengas
una mascota. Esto es realmente bueno.

—Quédate aquí.

Anne corrió hasta la puerta de su casa y tecleó el código. Dentro,


ella se inclinó, esperando ver el sofá hecho trizas. Nop.
Procediendo a la cocina, descubrió que la papelera estaba donde
la había dejado, sin basura esparcida. Pero él tampoco estaba en
su caja.

Querido Señor, su madre iba a pasar la noche.

Mientras se preguntaba cómo había sucedido esto, era muy


consciente de que en la mayoría de las familias era una cosa
común: los padres que se quedaban con sus hijos.

Pero entonces su familia no había sido normal. Solo se había visto


de esa manera desde afuera, el héroe bombero, la perfecta ama
de casa, un niño y una niña para marchar. Un real material
nuclear hasta que rascase la superficie, particularmente cuando
se trataba de Tom Sr.

Y ese era el problema de Nancy Janice. La mujer era solo


superficial, sin sustancia.

Lo que sea sin embargo. Ella podría pasar una noche con su
madre.

273
J. R. WARD CONSUMIDO

Después de que Anne terminó con el primer piso, se puso


paranoica. Soot se había escabullido de alguna manera y casi
corrió escaleras arriba. Encendiendo la luz del pasillo, ella…

Mientras miraba por la puerta abierta de su habitación, vio a su


perro acurrucado en su cama, con la nariz metida debajo de la
almohada, como si quisiera que esta oliera a ella en su ausencia.

—Hola, Mr. Man145, —dijo en voz baja.

Se sobresaltó y levantó la cabeza, con los ojos soñolientos


parpadeando. Luego su cola huesuda golpeó el edredón.

Anne cruzó y se estiró a su lado, poniendo su cara contra la de él


y respirando profundamente. En respuesta, Soot la acarició, y se
maravilló de la conexión que tenían. Se sentía como si ella lo
hubiera tenido toda su vida.

Apartándose, ella lo miró fijamente. —Necesito que me hagas un


favor y no te comas a mi madre, ¿sí? Ella solo estará aquí hasta
la mañana, y ella es… bueno, creo que ella sabría como un
malvavisco Peep146 de todos modos. Demasiado dulce. No es tu
tipo de plato.

Soot era un perfecto caballero, y Nancy Janice se enamoró de él.


Por otra parte, la misma naturaleza de su madre era enamorarse.
Todo en su vida fue “perfecto”, “hermoso” y “maravilloso”.

145
Sitio web que se especializa en localizar, calificar y publicar instancias de desnudos masculinos en cine y
TV.
146
Malvaviscos pequeños con forma de animalitos.
274
J. R. WARD CONSUMIDO

Su vaso no estaba solo medio lleno. Estaba rebosante de negación


con aroma a rosas. Y Anne se negó a ver su intolerancia hacia la
mujer como una especie de falla moral.

No tenían nada en común y nunca lo habían hecho, demonios,


tal vez esa era la razón por la que Anne se sintió tan traicionada
cuando supo qué clase de hombre era realmente su padre. A
pesar de que Tom Sr., se había pasado cuando ella descubrió la
verdad, había estado preparada para estar a la altura de su
memoria por el resto de sus días, para seguir el ejemplo de
valentía y carisma que parecía haber establecido.

En cambio, la cortina se había retirado de su verdadero carácter


y eso la dejó sin nada en común con su familia. Su hermano ya
había estado viviendo su propia vida y entrando a la Academia,
¿y en cuanto a Nancy Janice? Anne apenas había superado la
infancia de verse obligada a usar vestidos, rizos y zapatos de
cuero paten.

Ella ya había terminadoooooo de ser encasillada con una norma


femenina que no le importaba por una mujer a la que no
respetaba.

—Todo está muy bien. —Nancy Janice se levantó de acariciar al


perro—. Tan ordenado.

—Haces que suene como algo malo. —Anne dejó caer la bolsa de
viaje de cincuenta libras147 de su madre al pie de la escalera—.
Tengo que sacarlo. Vamos Soot.

—No es algo malo. —Su madre siguió el camino hasta el porche


trasero—. Es tan escaso.

147
22.67 kl.
275
J. R. WARD CONSUMIDO

—No veo la necesidad de desordenar mi espacio con la red de


compras desde el hogar.

La forma en que su madre suspiró le dijo que el mensaje había


sido recibido como estaba previsto: la casa en la que Anne y su
hermano habían crecido estuvo repleta de ideas para ahorrar
espacio, chucherías, caprichos y “momentos”.

Nada como ser criado en un ecosistema infomercial.

—Afuera Soot. —Abrió la puerta y se quedó a un lado—. Vamos.


Sigue.

Soot se colocó entre las jambas y miró el cielo con recelo.

— ¿Quieres que salga contigo? —Por favor, hazme salir contigo—


. Aquí, vamos a ir juntos.

—Haré té, —dijo su madre—. ¿Dónde está tu hervidor?

—No tengo uno. Yo uso K-Cup148. Y todavía no bebo té.

— ¿Qué es una K-Cup?

—No te preocupes por eso. Sírvete tu misma.

—No bebo café.

—Vamos Soot.

Afortunadamente, el perro decidió comprometerse a una visita al


patio trasero, y Anne aprovechó la oportunidad para respirar
profundamente y prepararse para el regreso. Cuando regresaron,

148
cápsulas de café de Keurig Green Mountain. Consiste en una maquina tipo cafetera donde preparas café,
té, chocolates en diferentes vasos (plásticos, polietileno, cartón) estilo Starbuks o Nescafé.
276
J. R. WARD CONSUMIDO

su madre había puesto dos tazas y estaba hirviendo agua en una


sartén.

—No te preocupes, Annie-Banannie, he traído un montón de


Celestial Seasonings149 para los dos.

Annie-Banannie. Dios, ella había odiado ese apodo toda su vida.


Annie-Banana habría sido lo suficientemente malo, pero por
supuesto que había que pegarle a ese extremo atractivo, un lazo
rosa en una caja rosa.

La sonrisa que su madre le envió sobre su hombro era alegre de


una manera determinada. —Es por la noche. Para descanso.

Anne agarró un paño de cocina y se agachó, tomando cada una


de las patas de Soot y limpiando el barro. —Te lo dije. No bebo té.

—Oh. Bueno, ¿podría hacerte un café? Podría…

—No. Gracias. No necesito nada.

—Oh. Todo bien.

Anne bajó la cabeza. —Me sentaré contigo.

—Oh, me encantaría eso. Te he extrañado.

Sí, wow, había olvidado cómo las tres cuartas partes de las
declaraciones de Nancy Janice empezaron con “Oh”, como si
estuviera constantemente sorprendida por la conversación, a
pesar del hecho de que era una locuacidad. Por otra parte, ella
había sido una esposa vista y no escuchada por una fuerza
extravagante de la naturaleza. Probablemente todavía era una

149
Compañía de té con sede Colorado, EE.UU.
277
J. R. WARD CONSUMIDO

sorpresa, incluso después de todos estos años, que alguien la


escuchara.

Sin embargo, no fue el trabajo de Anne el de salir al vacío. Y darle


a su madre una oportunidad para hablar fue como poner en
marcha una lata entera de Febreze150 en un espacio cerrado, y
pensar que podría mantener el hedor a flor fresca de su nariz
batiendo el aire lejos de su cara.

Se sentó en su mesa y se dijo a sí misma que tenía que preguntar


qué había estado haciendo la mujer, pero no estaba segura de
poder fingir interés en el voluntariado de Pilates, Bridge y el
centro para personas mayores.

Especialmente mientras pensaba en Emilio en la cama del


hospital, Danny luchando por encontrar su camino y las
personas que habían muerto en esos almacenes que se
incendiaron en el muelle.

Mira, este era el problema. Había una distancia enorme e


imposible de cruzar entre lo que preocupaba a su madre y lo que
Anne tenía en su plato. Fue kleenex a gasa quirúrgica. Sandalias
para botas de trabajo con punta de acero. Un zumbido fuera de
tono a un grito de ayuda.

Su madre sacó una caja verde y blanca de su bolso con temática


de corgi151 y puso una bolsita de té en cada taza. Luego, vertió el
agua caliente de la sartén y trajo su solución al insomnio.

Cuando puso el té frente a Anne, sus ojos pálidos eran como los
de un perro que pedía que le dejaran entrar por el frío.

150
Ambientador
151
Raza de perro pequeño nativo de Gran Bretaña.
278
J. R. WARD CONSUMIDO

—En caso de que cambies de opinión, —dijo en voz baja.

Yo no, quería gritar Anne. Por el amor de Dios, ¿es esta la razón
por la que papá te engañó?

279
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 27

A la mañana siguiente, Danny llevó su camioneta al área de


estacionamiento detrás de la estación 617 y revisó su teléfono.
Llegó quince minutos antes, pero no porque lo hubiese planeado
de esa manera y había activado una especie de alarma.

Necesitabas poder dormir para preocuparte por las alarmas. Y


cualquier cosa, incluso remotamente relacionada con MOR152,
había sido un problema.

Encendiendo un cigarrillo, bajó la ventana y expulsó una onda


de humo. Después de las tormentas, el sol de principios de
septiembre volvió a salir con fuerza, el cielo brillante y la falta
total de nubes le hicieron pensar en alguien que estaba
comenzando una dieta orgánica después de un atracón feo.

Parpadeó los ojos arenosos. Bebió un poco de café. Fumó un poco


más.

Cinco minutos hasta las nueve, mojó la colilla con su Dunkin frío
y salió. La nueva y brillante estación del jefe tenía una entrada
administrativa dedicada, por lo que al menos no tenía que entrar
por el frente y enfrentarse al equipo, todos los cuales sabrían por
qué estaba aquí.

152
Movimientos Ojos Rápidos, es uno de los dos estados del sueño.
280
J. R. WARD CONSUMIDO

El hermano de Anne iba a amar esta reunión.

Y oye, al menos su último acto como bombero sería hacerle el día


de alguien.

Danny abrió la puerta de cristal y entró en una sala de espera


tan sofisticada como la que encontraría en el despacho de un
abogado del centro: sofás de cuero, mesa de café, televisor de
pantalla plana, incluso una alfombra que recogía en el esquema
de maldito color gris-y-azul.

Es bueno saber que la gente de Ripkin se encargó de todo. No


solo la donación y el edificio, sino las malditas cortinas y los
muebles.

Incluso olía bien.

Dado lo elegante que era todo, siempre esperaba que un asistente


ejecutivo saliera y exigiera su identificación y sus huellas
dactilares antes de poder ver al gran hombre.

No. Simplemente caminó hacia la pecera. La oficina del jefe era


por tres lados transparente, y el hombre estaba sentado en un
viejo escritorio destartalado, papeles por todas partes, el teléfono
en peligro de caerse por el otro extremo, una planta muerta a un
lado en los estantes que estaban en su mayoría vacíos.

Ashburn era como un contaminante aislado en todo lo


perfectamente ordenado y nuevo.

Tom miró hacia arriba. —Venga.

O algo por el estilo. La oficina estaba insonorizada.

Danny dio la vuelta y se abrió paso hacia adentro. —Buen día.

281
J. R. WARD CONSUMIDO

—Siéntate.

Por qué molestarse. Él no iba a estar aquí por mucho tiempo.


Pero Danny siguió la orden, estacionándolo en una silla de
madera chirriante.

Cruzó los brazos sobre su pecho. —Así que esto será rápido.

El hermano de Anne retrocedió y juntó las yemas de sus dedos


como si fuera un director de escuela con un delincuente. El
hombre parecía agotado, con círculos oscuros debajo de los ojos
que le agregaban edad a la cara, ese cabello de sal y pimienta que
ayudaba a la vibra de casi cincuenta. Sin embargo, el pobre
bastardo tenía apenas treinta y tantos años.

—La Dra. McAuliffe volvió a llamarme ayer…

— ¿Dónde firmo?

— ¿Qué?

Danny se inclinó hacia delante y señaló el papeleo. —En mis


papeles de liberación. Ya sé que no estuve en servicio el tiempo
suficiente para cobrar mi pensión, pero quiero mi COBRA153.

El jefe no respondió. Por otra parte, sin duda esto fue como una
buena comida, algo para saborear.

—Te quiero de vuelta en el turno. Pero estás en libertad


condicional.

Danny negó con la cabeza como si tuviera que reajustar sus


oídos. — ¿Qué?

153
Cobertura médica de continuación. COBRA contiene disposiciones que otorgan a ciertos ex empleados,
jubilados, cónyuges, ex cónyuges e hijos dependientes el derecho a la continuación temporal de la cobertura
de salud a tarifas grupales.
282
J. R. WARD CONSUMIDO

—Me escuchaste. Debido a que Emilio está fuera, he barajado al


equipo alrededor del cuatro-nueve-nueve, y tienes que terminar
el turno de hoy, mañana y el domingo.

El jefe recogió un pedazo de papel, sus ojos explorando de un lado


a otro. Luego miró hacia arriba. — ¿Por qué sigues aquí? Llegas
tarde a la lista de los cuatro-nueve-nueve.

Danny fue consciente de un estallido de ansiedad que lo golpeaba


en el pecho.

—No lo entiendo.

—Creo que estoy siendo lo suficientemente claro.

— ¿Por qué no me despides?

— ¿Realmente quieres discutir ese punto?

Danny negó con la cabeza. —Estoy confundido.

—Eso es porque piensas que lo de nosotros es personal. No lo es.


El informe del terapeuta indicaba que ella sentía que sufrías un
trauma severo y una depresión no diagnosticada. Ella aboga por
una suspensión de tres meses y un seguimiento obligatorio. Ella
también cree que tienes un problema con el alcohol y te
recomienda que abordes eso.

—Entonces, ¿por qué me vuelves a poner a bordo?

—Si esperara una factura limpia de salud mental para todos mis
bomberos, tendría motores sin ingenieros, líneas sin nadie para
sostenerlas, escaleras sin nadie para subir.

Danny juntó las manos porque tenía un caso de los temblores


que no quería compartir. —Gracias.

283
J. R. WARD CONSUMIDO

Los ojos del jefe iban y venían sobre el papel, pero en la misma
posición que él leía la misma línea una y otra vez. Después de un
momento, él dijo bruscamente, —No me debes nada. Estamos a
mano ahora.

—No sabía que teníamos una deuda que pagar. —Eso fue una
mentira. Allí estaba Anne—. Una reciente, al menos.

—Chávez. —Tom levantó la vista—. Si no hubieses dicho nada,


no habría… de todas formas. Sí.

En el fondo de su mente, Danny hizo los cálculos para cambiar a


un hombre inestable por otro, pero no iba a discutir. Algo
finalmente estaba rompiendo su camino.

—Hay una condición.

Aquí viene. —Cuál es.

—Ni una violación de cualquier procedimiento o política. Todo


será por el libro, y sí, lo estoy poniendo en tu archivo personal.
No estoy jodiendo. Te despediré y al infierno con la escasez de
personal.

Difícil discutir con esa norma, pensó Danny.

—Así que. No te pierdas el pase de lista. —Tom se puso de pie—.


Y estrecha mi mano. Así ambos sabremos que tenemos un
acuerdo.

El tráfico de Boston era una cosa.

284
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando Anne pasó otro marcador en 93, revisó su reloj en el


tablero de su sedán municipal. Había llamado a la oficina de
Ripkin a primera hora y les informó que llegaría a las nueve en
punto. Ella no iba a lograrlo, pero dijeron que no esperaban al
gran hombre hasta las nueve y media.

New Brunswick tenía su parte de grandes edificios, pero estaba


al lado de los profesionales cuando se trataba de los bosques de
vidrio y acero de Beantown. El hecho de que Ripkin fuera dueño
de un edificio entero fue un testimonio de su riqueza, y ella quedó
impresionada.

Nunca iba a saber cómo era esa cantidad de dinero. Por otra
parte, no iba a ser bailarina de ballet, matemática o, con su
hardware, una malabarista de clase mundial. El golf también
estaba fuera de discusión.

La pesca con mosca tampoco.

Los carriles de la carretera estaban congestionados, lo que le


hacía pensar en arterias obstruidas, líneas de sumidero que
estaban llenas de limo, canales que aún no habían sido limpiados
de hojas de otoño. También pensó en todas las vidas en todos los
autos, los detalles, las líneas de tiempo, los inicios, los medios y
los finales. A este respecto, todas las mañanas y todas las tardes,
en cada una de las principales ciudades del mundo, biografías
reunidas en el asfalto, libros alineados entre sí como en un
estante, páginas al mismo tiempo anónimas dentro de la
colección y totalmente personales entre las portadas, dentro de
cada automóvil.

La humanidad era una galaxia, incontable, insondable,


demasiado vasta para comprenderla.

No es que alguna vez haya querido ser Dios.


285
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando finalmente se detuvo en el estacionamiento subterráneo


del Edificio Ripkin, eran las 9:20. Obtuvo su ticket, encontró un
lugar en el tercero de los seis niveles y no se sorprendió al
enterarse de que la oficina de Ripkin estaba en el último piso del
edificio, un rey que observaba el mundo que había conquistado.

Cuando ella salió del ascensor, no había duda de qué camino


tomar. Abajo a la derecha, una pared de vidrio con el logotipo de
Ripkin acordonó un área de recepción que parecía estar
construida alrededor de una enorme R de cristal.

Anne entró y se dirigió al escritorio de granito negro. La atractiva


rubia era como cualquier otra obra de arte, vestida de negro, con
el cabello recogido en un moño que le dio a Anne un dolor de
cabeza con solo mirarlo.

—Soy la inspectora Ashburn, —dijo—. Estoy aquí para ver al


señor Ripkin.

Los destellos de Bud Fox154 aparecidos en la oficina de Gordon


Gekko155 y que los pusieron en un segundo plano durante horas
la hicieron agradecer a Don. Él estaba cuidando de Soot por el
tiempo que esto tomara.

—Pero por supuesto. Él le está esperando.

¿”Pero por supuesto”? ¿Cuándo fue la última vez que escuchó esa
expresión? Pero ella no iba a discutir con el acceso.

—Por favor venga por aquí.

La rubia no se levantó tanto como levitando, y mientras conducía


por un largo pasillo gris, Anne se preguntó si era una fembot156 o
154
Corredor de bolsa de la película Wall Street, interpretado por Charlie Sheen.
155
Personaje principal (villano) de la película Wall Street, interpretado por Michael Douglas.
156
Un cruce de mujer con robot
286
J. R. WARD CONSUMIDO

algo así. Se movía como si no tuviera huesos ni rodamientos de


bolas para las articulaciones.

Absolutamente extraña, pensó Anne mientras miraba alrededor


a las puertas cerradas. Ella no escuchó ningún teléfono sonando.
No hubo voces. Nadie más caminando por los pasillos.

— ¿Te importa si te pregunto algo? —Dijo ella.

La rubia echó un vistazo. —Como desee.

¿Cómo deseo? ¿Es esta una película de Alfred Hitchcock157? —


¿Es esta la Sede de desarrollo de Ripkin?

—Ripkin Development ocupa los diez pisos superiores. Este piso


es para el señor Ripkin.

—Un piso entero. Guau.

—El señor Ripkin es un hombre muy ocupado.

—Bueno, creo que lo estaría con todos los edificios que posee.

—Tiene mucha suerte, el señor Ripkin decidió verle. Por lo


general, se tiene que reservar con meses de anticipación.

—El incendio es una prioridad. Especialmente cuando sucede en


una propiedad que posee.

—Al Sr. Ripkin no le preocupa reunirse con usted.

De acuerdo, Bob Vance158, Vance Refrigeration159. — ¿No entendí


tu nombre?

157
Director de cine y productor británico pionero del cine de suspense y thriller psicológico.
158
Abogado y jurista estadounidense, es juez en el 10° Circuito Judicial de Alabama.
159
Empresa de la serie The Office.
287
J. R. WARD CONSUMIDO

Si ella le decía a Phyllis, Anne iba a creer con toda seguridad que
Dios existía.

—Perséfone. — La futura esposa de Stepford160 se detuvo frente


a un par de puertas de color gris paloma que eran altas como una
cascada. —Por favor espere aquí. Le anunciaré con el señor
Ripkin.

Cuando la dejaron a su suerte, se preguntó si el señor Ripkin


estaba durmiendo con la buena Persephone/Phyllis. Era una
apuesta justa que era un sí. La lealtad de este tipo debía
comprarse con un buen salario o debía ser seducida con la
promesa de un buen estilo de vida. Además, ¿no había muerto la
original Sra. Ripkin hace unos años?

Las puertas se abrieron de nuevo. —El señor Ripkin te verá


ahora.

Cuando la mujer se colocó a un lado, Anne entró en una


habitación que sabía que nunca olvidaría. Los techos eran
incluso más altos que las puertas, y los pies cuadrados eran casi
los de un vestíbulo de hotel. Todo estaba cubierto de mármol gris,
grandes láminas de piedra que cubrían las paredes y el suelo. Sin
alfombras, sin pinturas, solo ventanas en tres lados, y tres o
cuatro salas de estar con mesas de conferencias.

Enmarcado contra una vista al vasto océano, el Sr. Ripkin estaba


sentado detrás de un escritorio de mármol gris que estaba
despejado incluso de un teléfono. El hombre tenía setenta años,
pero parecía tener sesenta, sin duda el resultado de una cirugía
plástica muy costosa y muy sutil. Su pelo era blanco como la

160
The Stepford Wives, libro de Ira Levin.
288
J. R. WARD CONSUMIDO

nieve y espeso como una deriva de nieve, y su expresión de calma


profesional le recordaba la máscara de un portero de hockey.

Estaba protegiendo mucho detrás de esa compostura,


asegurándose de que nadie lo golpeara en la cara.

Al instante desconfió de él, y pensó en la comisaría ya que el


hombre había comprado el departamento.

—Inspectora Ashburn. —La voz era uniforme, el pueblo con las


vocales en su mayoría rozaba, como mancha de un paño—. Qué
bueno de su parte venir.

¿Como si hubiera enviado una invitación? —Gracias por verme.

—Quizás nos sentemos aquí. ¿Le gustaría un café? ¿Té?

—No, gracias.

Él emitió un breve gesto de asentimiento y Anne supo sin mirar


por encima de su hombro que Perséfone había desaparecido
como una sombra alejada por la luz. Y mientras se dirigían a
unas sillas cubiertas de seda, ella se dio cuenta de que su mano
empezaba a sudar.

—Usted se sentará aquí, —anunció mientras señalaba un asiento


que parecía no ser diferente a cualquier otro.

Sí, excepto por el cable que estaba saliendo por la parte de atrás
y hacia el piso. Ella habría elegido otro, pero estaba dispuesta a
apostar que lo que sea que él hubiera instalado allí era el mismo
en todos los demás… excepto por el que escogió.

Cuando Anne se sentó, se preguntó qué estaba siendo


monitoreado en su cuerpo. Cuánto estaba siendo grabado. Ahora
había formas en que las personas podían medir las más mínimas

289
J. R. WARD CONSUMIDO

desviaciones en la temperatura de la piel, el cambio de peso y la


respiración.

Ella se sentó en el borde del cojín. —Así que sobre esos


incendios—.

El hombre sonrió lentamente, y fue entonces cuando se dio


cuenta de que sus ojos eran del color de su decoración, el color
de la niebla peligrosa en el mar.

— ¿No se sienta y se relaja, inspectora Ashburn? No tenemos


ninguna prisa.

Anne miró hacia atrás a las puertas dobles por las que había
entrado. —Mi jefe me está esperando en la oficina lo antes
posible.

—Él esperará.

290
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 28

Cuando los frenos del motor chillaron y la Compañía 17 llegó a


un edificio de apartamentos con una quemadura en el segundo
piso, Danny saltó a la acera y se dirigió a las líneas de la parte de
atrás.

—Dannyboy, estás limpio. —El Capitán Baker asintió con la


cabeza a Moose—. Igualmente.

—Roger a eso.

Él y Moose se pusieron sus tanques y máscaras y luego fueron a


buscar el equipo, levantando los paneles. Cuando se reveló la
línea de ejes y herramientas, Moose palmeó dos asas largas y se
volvió hacia Danny.

La vista del hacha hizo a Danny sudar por debajo de su atuendo.


—Estoy tomando el Boston.

— ¿Por qué? Necesitamos hachas para atravesar las puertas…


oh. Lo siento.

No te detengas en eso. Solo continúa.

Danny agarró una herramienta que tenía un perforador de metal


en un extremo y esperaba usarla para hacer palanca en las

291
J. R. WARD CONSUMIDO

balsas de yeso. Además, un hacha era suficiente. Ambos no


necesitaban una. Así fue mejor, más eficiente.

Mientras corrían hacia la puerta principal del edificio de


apartamentos, él siguió con la lista de razones por las que había
un imperativo estratégico para que no tuviera un hacha.

Los residentes salían de la entrada, algunos todavía en batas de


baño aunque ya eran las once y media de la mañana. La mayoría
eran ancianos y él anticipó muchos gatos. El sistema de alarma
del edificio estaba sonando, la advertencia chillona hizo que sus
oídos timbraran. El olor a humo estaba en el aire y él maldijo.

Esta era una caliente, pensó. Él podía decirlo por el olor.

Un anciano con el pelo de Albert Einstein y una bata que parecía


salida del armario de Archie Bunker161 se detuvo frente a Danny.

—Le dije que ese niño la iba a matar. Ten cuidado, no sé si tiene
un arma.

— ¿Quién?

—Su nieto. Malas noticias. Ha estado con ella durante las últimas
tres semanas. ¿Alguien ha llamado a la policía?

—Será mejor que se ponga en movimiento. —Danny asintió a la


lentitud que el tipo estaba causando—. Nos encargaremos de
todo.

—Correcto.

161
Personaje de ficción de la serie de TV estadounidense All in the Family.
292
J. R. WARD CONSUMIDO

Mientras el hombre seguía yendo, Danny golpeó su comunicador.


—Dos-ocho-siete, cambio. —Cuando fue reconocido, dijo—,
Confirmar la llegada de la DPNB162, Cambio.

El capitán Baker respondió, —TEA163 de tres a cuatro minutos.


Cambio.

—Dos-ocho-siete, cambio y fuera.

Él y Moose golpearon el rellano del segundo piso y se despegaron


del tráfico en las escaleras. Una mirada hacia el otro extremo y
las campanas de advertencia de Danny se dispararon: había ocho
puertas en el pasillo, cuatro a cada lado, y todas menos una
estaban abiertas o agrietadas, los residentes se apresuraron a
salir, o se adhirieron a un protocolo de construcción no
infrecuente que requiere que todo sea accesible durante las
evacuaciones.

¿El único destacado? ¿El único que estaba cerrado? Era por
donde salía el humo.

—Creo que deberíamos esperar a que lleguen las insignias, —dijo


Danny—. Tengo un mal presentimiento sobre esto.

— ¿Me estás tomando el pelo? No seas paranoico.

Comenzaron a bajar por la alfombra bien pisada, la picadura


química en el aire irritaba su nariz y la parte posterior de la
garganta. El humo que salía del apartamento afectado, tanto
alrededor de la puerta como en el exterior, lo hizo correr
rápidamente a través del análisis: volumen, velocidad, densidad
y color.

162
Departamento de Policía de New Brunswick.
163
Tiempo Estimado de Arribo
293
J. R. WARD CONSUMIDO

El volumen era considerable, sugiriendo un fuego caliente en un


área limitada y mal ventilada: había una capa de humo a lo largo
del techo en el corredor que se estaba espesando, y a través de la
ventana al final del pasillo, podía ver grandes nubes negras
ondulando desde el apartamento al área abierta. La velocidad fue
una mala noticia, el humo picado y espasmódico, otro signo de
mala ventilación y una advertencia de que era probable que se
produjera un incendio. La densidad era un problema también; el
humo era como un sólido, cargado de sólidos de combustible,
aerosoles y gases en el aire, todos los cuales estaban listos para
la fiesta. Finalmente, el color era el peor. El negro significaba una
alta toxicidad, por lo que la probabilidad de que alguien estuviera
vivo allí era muy baja.

Un par de respiraciones de ese tipo de “aire” y una persona pierde


el conocimiento, con la muerte para seguir en cuestión de
minutos.

Danny golpeó su comunicador. —Dos-cinco-ocho-siete, cambio.


—Cuando llegó el reconocimiento, dijo—, Tenemos humo negro
en un trozo en el segundo piso. Puerta cerrada. Necesitamos que
este ventilado y enfriado ahora mismo o este rincón del edificio
se convertirá en una bomba. Fuera.

El capitán Baker respondió. — ¿Puedes abrir la puerta?

—No es recomendable…

—Sí, —Moose interrumpió en la línea—. Lo estoy haciendo ahora.

Danny agarró la manga del atuendo del chico. —Alguien de allí


ya está muerto.

—Tal vez no. Tenemos que intentar.

294
J. R. WARD CONSUMIDO

La voz del capitán Baker llegó por la conexión. —Entra allí. La


escalera está en posición y estamos ventilando.

Hubo un choque distante de vidrio, y al instante el volumen de


humo cayó, la presión se liberó.

—Tenemos que esperar a que la temperatura se enfríe, —dijo


Danny.

—No seas marica.

Moose se dirigió hacia la puerta, colocándose a un lado. Tomando


el talón del hacha, golpeó la cosa. —Fuego y Rescate. Abra la
puerta. —Cuando no hubo respuesta, Moose hizo una
repetición—. Abra o estaremos entrando.

A través de la ventana en la pared terminal de la sala, Danny vio


la posición de cambio de escalera. Estaban rompiendo más
ventanas, dando al fuego la oportunidad de perder calor y
estabilizarse.

Moose probó el pomo y, al encontrarlo cerrado, gritó, — ¡Vamos


a entrar!

Agitó el hacha en un círculo gordo, y Danny tuvo que apartar la


mirada de esa hoja afilada que mordía la superficie lisa. Un par
de buenos golpes y Moose metió el puño, sintiendo un cerrojo.

—Hijo de puta.

Danny se puso la máscara. —Voy a hombro.

Moose retrocedió para asegurar su propia fuente de aire cuando


Danny arrojó su peso en los paneles. La madera, debilitada por
la incineración, se astilló, y una ola de calor y humo lo derribó.
Se agachó, golpeó la lámpara de la cabeza y entró. La luz del día

295
J. R. WARD CONSUMIDO

no significaba una mierda con el aire tan espeso con hollín y


contaminantes, y avanzó por el interior, visualizando muebles
quemados, paredes ennegrecidas, alfombras que no eran más
que manchas en el suelo. Todo seguía ardiendo, incluso la baja
temperatura todavía lo suficientemente caliente como para
consumir todo tipo de madera, plástico y metal.

Encontró el primer cuerpo en el pasillo.

Estaba tendido con los brazos y las piernas extendidas, como si


la persona hubiera estado corriendo hacia la puerta cuando una
explosión u otra fuerza lo derribó. Imposible saber si estaba boca
arriba o boca abajo, hombre o mujer, vestido o desnudo. Todo el
pelo y la ropa se habían quemado, y la carbonización de la piel y
la carne sobre el esqueleto era tan extensa que no había rasgos
perceptibles.

—Dos-ocho-cinco-siete, tenemos un fallecido en el pasillo de la


sala de estar. Retrocediendo, cambio y fuera.

—Dos-ocho-cinco-siete, prepárate para el agua.

—Roger. Terminado.

Las mangueras se abrieron desde las escaleras, galones y galones


de H2O que se arqueaban a través de las ventanas que se habían
roto. El humo se encendió, blanco ahora de la evaporación.

La primera puerta carbonizada que abrió reveló un baño de


mierda que se había ahorrado parte del daño, la ducha de
plástico cortada se derritió como el arte moderno en el borde de
la bañera, las paredes acristaladas y sudorosas, la combinación
de colores de azul pálido y amarillo opaca pero existente.

La siguiente puerta probablemente iba a ser un dormitorio…

296
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando Danny abrió el camino de entrada, no pudo procesar lo


que estaba mirando. Las paredes estaban manchadas con algo,
el papel de flores rosadas estaba marcado con… ¿huellas de
manos marrones? Fue entonces cuando vio, a través de la bruma,
que el cuerpo se extendía sobre la cama. Las muñecas y los
tobillos habían sido atados a los postes y había una mordaza roja
en la boca.

Sin movimiento.

Por otra parte, la mujer mayor parecía haber sido destruida como
un ciervo. Muy recientemente. Sin embargo, no había un olor a
carne de anatomía. El hedor del fuego era demasiado fuerte en
su nariz.

Danny habló en su comunicador. —Segunda víctima, dormitorio.


Esto es una escena del crimen.

Se olvidó de identificarse, pero no le importaba. Él se acercó. La


anciana miraba con ojos ciegos, aterrorizada al techo. Su piel
suelta era como pliegues de pálido fieltro agrupándose debajo de
las axilas, en su cuello, a cada lado de sus muslos huesudos.

Él quería cubrirla. Encuentra una sábana o una manta y dale


algo de dignidad. Esta era una escena del crimen sin embargo.

—Qué diablos. —Moose entró y se paró junto a él—. Así que eso
fue lo que se estaba cocinando cuando comenzó el fuego.

297
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 29

—Ya sabes, me gustan las mujeres inusuales.

Mientras Charles Ripkin hablaba, sus ojos se enfocaron en la


prótesis de Anne.

—Dime, ¿cómo perdiste tu brazo?

Él ya sabía la respuesta, pensó ella. Tenía que haberla


investigado—. Creo que tenemos que seguir con el tema.
Hablemos de esos incendios en sus almacenes.

— ¿Te dolió? —El hombre sonrió—. Siempre me he preguntado


cómo sería estar deformado.

—Entiendo que están en manos de varias LLC164. Tengo


curiosidad de por qué no los ha puesto a nombre de Ripkin Inc.

— ¿Te sientes fea ahora? Ya sabes, como mujer. Ahora que ya no


estás completa.

—También tengo curiosidad por saber por qué están asegurados


por diferentes compañías. Es como una diseminación de riesgos.

—No te lo tomes como algo personal, pero cuando estás con un


amante, ¿escondes el muñón? ¿Lo mantienes debajo de una
almohada, una manga, un pliegue de la sábana? Así no lo ven.
Es una distracción. Pierden las ganas.

164
Limited Liability Company (Sociedad de Responsabilidad Limitada) es un tipo de sociedad mercantil.
298
J. R. WARD CONSUMIDO

—Porque me pregunto por qué la concentración de incendios


provocados.

Su ceja izquierda se contrajo. — ¿Estás avergonzada ahora? De


ti misma ¿Extrañas a quien solías ser?

—Sin embargo, nadie ha sido acusado. Me doy cuenta de que el


argumento será negligencia, pero si eso fuera cierto, esa área de
la ciudad se ha deteriorado durante décadas. ¿Por qué en los
últimos dos años está sucediendo todo esto?

—Una vez una bombero. Ahora una chupatintas. Eres tu propio


cliché, te das cuenta.

— ¿Tiene alguna explicación?

—Por supuesto que sí. Es un poco obvio tener que pintarle una
imagen a una chica inteligente como tú, pero como lo pediste…
pierdes el brazo y ahora también te encuentras con un anhelo
insatisfecho de volver al trabajo. El problema es que ya no puedes
hacer el trabajo que deseas porque no puedes pasar las pruebas
físicas que solías pasar. Estás inquieta, buscando un propósito,
y esta picazón que no se puede rascar, no importa cuántos
formularios completes o las investigaciones que hagas, te están
volviendo loca. Así que tu cerebro está encontrando conexiones
que no existen, que es lo que hacen las mujeres, y toda esa
tormenta mental te atrapó en tu pequeño sedán municipal gris y
te condujo hasta la gran ciudad. —El hombre se sentó hacia
adelante—. Te permití esta reunión porque siento pena por ti.
Tengo una hija a la que quiero mucho y ella también tuvo un
incendio que la destrozó. Ella fue una vez muy bonita. Ahora
parece un monstruo. Pero vosotros salvasteis su vida y es por eso
que os di esa nueva estación de bomberos. Soy muy pro-
bomberos, estoy muy a favor de tu anterior profesión.

299
J. R. WARD CONSUMIDO

—Así que no tiene comentarios.

—Te acabo de dar un montón.

—No explicó nada, pero no voy a discutir con usted.

—Bien. —El hombre se puso de pie—. Ahora, si me disculpas,


debo continuar con mi día. Te he complacido con esta visita
porque siento lástima por ti, pero cualquier cosa que pase más
allá de esto, la consideraré como un acoso. Hay consecuencias
para las cosas, como has aprendido de primera mano. Vamos a
asegurarnos de que no pierdas nada más, ¿vale?

Anne se puso de pie. —Voy a hacer mi trabajo Sr. Ripkin. Si


esconde algo, saldrá. Necesita estar preparado.

—Siempre creo que es sabio seguir nuestro propio consejo.

—Estaré en contacto.

—Ya lo veremos. Oh, antes de irte, ¿cómo está tu madre?

— ¿Disculpe?

—Nancy Janice. Ella vive sola, ¿verdad? En esa casa de la


avenida Crandall. Un árbol cayó sobre ella por las tormentas, ¿no
es así?

Anne se quedó helada y se le hizo un nudo en el estómago. Pensó


en Bob Burlington, el investigador de los incendios provocados
cuyo cuerpo llegó a tierra en la bahía, y en la advertencia de su
jefe. Pero a ella tampoco la iba a intimidar.

—Señor Ripkin, estoy segura de que estos actos suyos funcionan


con la mayoría de las personas con las que entra en contacto, y
le felicito por el cultivo de una herramienta de intimidación tan

300
J. R. WARD CONSUMIDO

exitosa. —Levantó la mano—. Espere, antes de que me diga que


debo tomarle en serio, me gustaría mostrarle algo.

Ella sacó su teléfono móvil y le dio la vuelta a la pantalla. —He


grabado toda esta conversación y cada dos minutos esta práctica
aplicación ha enviado un archivo a mi jefe, Don Marshall.

—Eso no es admisible como evidencia, —dijo Ripkin en tono


aburrido.

—Tiene razón. Pero Don cree que mataron a Bob Burlington


porque investigó el incendio en su mansión. Entonces, si algo me
sucede a mí, a mi familia, o a alguien cercano, tengo un pequeño
comentario suyo sobre la casa de mi madre asegurado… —
Mientras su teléfono vibraba, sonrió y señaló la pantalla—. Oh
mire. Se acaba de enviar otro archivo… mire lo que sucede a
continuación. —Se recibió una notificación de texto. — Y aquí
está Don, confirmando el recibo.

—Nadie puede hacer nada con eso. No me avisaste.

Ella señaló la silla en la que estaba. —No finja que tampoco grabó
esto. Supongo que estamos a la par.

Las puertas dobles se abrieron y el animatrón165 con las grandes


piernas esperó entre las jambas como un Doberman.

Anne se acercó y luego miró por encima del hombro. —Una cosa
más. Prefiero tener una mano de plástico y una conciencia limpia
que ser un candidato atormentado con un TOC166 de Cialis167 con
implantes de pelo y un asesinato en su pasado. Puedo cambiar
de trabajo y disfrutar de la satisfacción de ayudar a poner a los

165
Mecanismo robótico o electrónico que simula el aspecto y comportamiento de los seres vivos.
166
Trastorno Obsesivo Compulsivo.
167
Fármaco utilizado para tratar la disfunción eréctil.
301
J. R. WARD CONSUMIDO

delincuentes sociópatas como usted tras las rejas. Su futuro, por


otro lado, implicará más calvicie masculina, así como la alegría
de compartir una ducha comunitaria con todo tipo de personas
que verá como inferiores a usted. Ah, y en cuanto a la disfunción
eréctil, lo acabo de adivinar porque solo un hombre que no puede
levantarla intentaría jugar a la mierda de “eres menos mujer” con
alguien como yo… oh, mire. —Indicó de nuevo la pantalla de su
teléfono—. Otro archivo se ha enviado. Creo que haré el mejor CD
y lo enviaré a la filial local de la CBS168… no, espere, está tan
entusiasmado por estar en la gran ciudad, CNN169 es aún mejor.
Que tenga un buen día señor Ripkin.

Anne salió de la oficina y no miró atrás. A medida que avanzaba


por el pasillo, sus piernas parecían de goma y quería limpiarse el
brillo del sudor de su frente… pero se resistió a esto porque no
quería verse débil.

Detrás de ella, las pisadas de la asistente ejecutiva eran agudas


como maldiciones.

Cuando Anne se acercó a la pared de cristal que daba a la zona


de recepción, se alegró de poder abrirla y salir de allí.

En los ascensores, ella usó su mano protésica para presionar el


botón de bajada. La de verdad estaba temblando demasiado
fuerte.

Para cuando apareció en el aparcamiento, estaba aturdida por la


adrenalina y el miedo, y cuando se acercó a su coche, levantó la
vista. Las cápsulas que contenían cámaras de seguridad estaban
colocadas en el techo a intervalos regulares, y ella estaba

168
Broadcasting Inc. Es una gran cadena televisiva comercial de EE.UU.
169
Canal de TV. por suscripción de EE.UU.
302
J. R. WARD CONSUMIDO

dispuesta a apostar que todas las propiedades que poseía Ripkin


eran iguales.

¿Un hombre que lo veía todo así? Ningún accidente ocurría en


sus terrenos sin su conocimiento.

Al acercarse a su sedán municipal, casi esperaba que sus


neumáticos estuviesen rajados, y se entregó a la paranoia,
cubriéndose la mano con la manga de la chaqueta mientras
tocaba la manilla para abrir la puerta. No respiró profundamente
hasta que salió a la calle y se unió al tráfico. Cuando volvió a la
93 y se dirigió a New Brunswick, llamó a su jefe.

Don cogió al primer tono. —Ese hijo de perra.

—Tienes razón. Él es capaz de cualquier cosa.

— ¿Estás bien?

—Si estoy bien. ¿Te gustó mi discurso al final?

—Excepcional, yo no podría haberlo dicho mejor. La grabación


fue una gran idea tuya. Buen trabajo Anne.

Un rubor de orgullo profesional calentó su pecho. —Gracias jefe.

—Conduce con cuidado. Y ten cuidado con las personas


sospechosas a tu alrededor.

—Lo haré. ¿Cómo está mi perro?

—Está en mi oficina. Le dije que almorzaríamos en la tienda…


vendrás con nosotros.

—Estupendo. Debería regresar en aproximadamente una hora.

—Sólo ten cuidado.

303
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando terminó la llamada, respiró hondo y sintió el eco de lo


que había sido combatir un incendio, la prisa por luchar o huir
cuando se enfrentaba a un incendio con una manguera cargada
en la mano, el desafío físico y mental, la conquista del miedo, el
triunfo al final.

La sonrisa que golpeó su rostro vino de una parte muy profunda


de ella, una parte que ella había renunciado a dejar atrás.

Afirmaba encontrar un propósito… y para usar la analogía del


monstruo de Danny, algo que matar.

En ese sentido, trató de recordar lo que le había ocurrido a la hija


de Ripkin.

La joven había estado en la casa de Ripkin junto al club náutico


de Brunie cuando el fuego había estallado. Fue en temporada
baja, diciembre, y ella había estado allí sola. La habían
encontrado, quemada gravemente, en el tercer piso, corriendo
hacia arriba en lugar de salir del fuego que había comenzado en
el salón del primer piso. En ese momento, el incendio se atribuyó
a una línea de gas defectuosa que alimentaba la chimenea en
cuestión, con la consiguiente explosión haciendo estragos en la
antigua casa. No había aspersores internos… la mansión había
sido actualizada para incluir un lavadero de coches y una sala de
cine, pero todo lo que tenía era la alarma más básica.

Anne recordó cómo se veía la hija, cuando la sacaron en una


camilla, las láminas de piel derritiéndose cuando la pusieron en
la parte trasera de una ambulancia. Fue cruel, pero una vez que
regresaron a la estación, Anne no volvió a pensar en ello.

Solo una más en una larga serie de alarmas que se habían


activado esa noche. Esa semana. Ese mes.

304
J. R. WARD CONSUMIDO

¿Por qué había subido Constance Ripkin en lugar de salir?

Cuando Danny llegó por primera vez como un novato recién


salido de la academia, Allen Barrister, un teniente ya retirado, lo
había cogido aparte y le había dicho que, tarde o temprano, todos
los bomberos iban a la carrera del bebé muerto.

Una forma horrible de decirlo, pero una descripción lo


suficientemente precisa para el fenómeno.

Mientras Danny se encontraba de espaldas al motor del camión


en el camino de regreso a la estación, recordó la mórbida
curiosidad y la vergonzosa emoción que había sentido. No podía
esperar para entrar en la arena y la mugre, ver el vientre, levantar
la roca de la inhumana fealdad y ver los gusanos retorcidos y
royendo debajo.

La carrera del bebé muerto era el incidente que manchaba tu


cerebro, el primer vistazo, por el rabillo del ojo, de una mujer que
había sido torturada sexualmente, empapada en un líquido
inflamable y encendida con una cerilla como el carbón para una
parrilla.

Todavía podía recordar cómo olía a carne a la barbacoa.

Todavía no pedía costillas en los restaurantes debido a ella, y


habían pasado siete años.

Los veteranos solían tener solo uno. Eso era porque si tenías más
de uno que se quedaba contigo, siguiéndote como un fantasma,
se convertía en la pesadilla que tu subconsciente alimentaba
cuando estaba estresado, te ibas del trabajo.
305
J. R. WARD CONSUMIDO

O bien aprendías a procesar y soltar lo que veías, y tenías que


hacerlo, o no estabas preparado para una carrera a largo plazo.

Danny siempre se había enorgullecido de su habilidad para


triunfar sobre todo tipo de gore170 y depravación. Había sostenido
a las personas mientras se desangraban, sacaba los cuerpos de
los niños de los espacios entre plantas y los sacaba de debajo de
las camas, hacía RCP y perdía esa pelea… demonios, había
abierto la puerta de una desordenada habitación justo cuando el
chaval de diecisiete años que estaba en la cama se había puesto
una escopeta en la cara y se volaba los sesos por todo el póster
de Shaun White171 que tenía sobre la cabecera de su cama.

No era que no recordara todos esos incidentes. Pero en la rara


ocasión en que los recordaba, eran una película extranjera en
blanco y negro con subtítulos proyectándose en una pequeña
pantalla… fotograma a fotograma sin urgencia.

Así era como tenía que ser. De lo contrario, te resquebrajarías.

—… alguna jodida mierda. —Moose negó con la cabeza—. Quiero


decir, esa anciana se rompió la puta boca.

Duff se encogió de hombros. —Sólo me dio hambre. ¿Alguna


posibilidad de que podamos conseguir un gulash172 para el
almuerzo?

—Eres una especie de Hannibal Lecter, —dijo Doc. desde el


frente.

170
Tipo de película de terror que se centra en lo visceral y la violencia grafica extrema.
171
Deportista estadounidense que compite en patinaje y snowboard.
172
Estofado especiado de carne de res, cebolla, pimentón y pimientos originario de Hungría.
306
J. R. WARD CONSUMIDO

Moose se quedó mirando al chico. — ¿Cómo puedes hablar así


después de ver a Betty White173 con ese aspecto?

Danny miró por la ventana. Pasaban por un tramo de centros


comerciales, boutiques, salones de belleza y cafés, todos de
propiedad local y con dificultades. Salía el sol y la gente caminaba
en pequeños grupos. ¿Qué día de la semana era? ¿Jueves?

Supongo que sí.

—… ¿no es así?

Cuando Moose golpeó a Danny en el muslo, se dio cuenta de que


la declaración era para él. — ¿Lo siento?

—Vamos a hacer el almuerzo cuando regresemos.

—Sip, por supuesto.

—Vamos, ¿cómo es que no queréis gulash tíos?

Danny volvió a la vista exterior. A medida que avanzaban, el


humo que goteaba por la parte posterior de su garganta le hizo
sentir náuseas.

Solo concéntrate en el aquí y ahora, se dijo a sí mismo. Y te


olvidarás de todo lo demás. Así es como siempre ha funcionado.

173
Actriz, comediante, ex modelo y productora ejecutiva estadounidense.
307
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 30

Al final del día, Tom se subió a su SUV y se dijo a sí mismo que


no solo se había puesto una camisa limpia y se la había metido
en un par de caquis. Tampoco obtuvo su mejor conjunto de
Merrells174 de la parte posterior del armario, los que todavía
estaba rompiendo. Y seguramente no se había afeitado una
segunda vez.

Sí, claramente todo eso lo había hecho un extraterrestre que


había tomado su cuerpo para una visita terrenal temporal.

Estaba saliendo de la estación cuando su teléfono móvil sonó, y


cuando vio quién era, maldijo, pero respondió de todos modos. —
Mira, te dije que estaba trabajando para quitar el árbol. Pensé
que podríamos llegar allí hoy, pero nos golpearon.

Sí, el tratamiento de un incendio en un apartamento comenzó


cuando un hombre con esquizofrenia trágicamente trinchó a su
abuela y trató de comerse sus intestinos a la hora del almuerzo.

—Me aseguraré de que suceda mañana, y sí, antes de que


preguntes, ya he hecho arreglos para que dos de los muchachos
de la seis-uno-siete cubran el parche del techo. Estoy en ello. No

174
Compañía dedicada a fabricar calzado deportivo. Sobre todo calzado para hacer trekking.
308
J. R. WARD CONSUMIDO

tendrás que aguantar a mamá más que otras veinticuatro


horas…

Anne se metió de lleno. —Puede quedarse todo el tiempo que


quiera.

Y hablando de alienígenas, quién diablos eres y qué has hecho


con mi hermana.

—Pensé que estabas desesperada por tenerla fuera de allí.

—Escucha Tom, ¿recuerdas el incendio en la finca Ripkin? Hace


unos tres años.

—Sí. Por supuesto. —Giró a la izquierda y se dirigió al mejor lado


de la ciudad—. ¿Qué pasa con eso?

—Pues, he estado revisando el archivo por aquí. Nunca se


presentaron cargos.

—La tubería del gas funcionó mal. Retrocedió hacia la casa.


Cuando ella encendió la chimenea, todo se encendió—. Él dudó
en mencionar que ella había estado allí. — ¿Por qué?

—Porque estoy trabajando en los incendios del almacén.

— ¿Cuáles? ¿Los de abajo por el muelle?

—Sí. Y hoy fui a ver a Charles Ripkin a Boston.

— ¿Entraste a verlo? ¿Cómo te las arreglaste? Por lo que he oído,


la oficina del hombre es como una fortaleza.

Su voz se secó. —Es curioso que si mencionas que eres un


investigador de incendios, las puertas se abran.

—Tengo que recordar eso.

309
J. R. WARD CONSUMIDO

Frenó en un semáforo en rojo y vio pasar a dos mujeres jóvenes


frente a su SUV. Ambas lo miraron, lo miraron dos veces, lo
miraron como si lo estuvieran evaluando para echar un polvo.
Ah, sí, la generación más joven con sus altos estándares y sus
afinadas morales para el trabajo. Y si él tuviera algo de deseo
sexual, tal vez se desviaría de esta estúpida reunión, las recogería
a ambas y las llevaría a un bar.

En su lugar, él debía haber estado mirándolas como a un par de


bicicletas. Había algo muy, muy mal en él.

— ¿Hola? —Dijo su hermana.

—Lo siento. —Él aceleró cuando la luz cambió—. ¿Qué estabas


diciendo?

—Nunca llegué a peinar la casa. Tan pronto como el incendio se


extinguió en el primer y segundo piso, fuimos llamados a otra
alarma. El seis-uno-siete cerró la escena y tú eras el Comandante
de Incidentes.

—Sí. ¿Así que?

— ¿Encontraron tus chicos algo que no estaba en el informe


oficial de incendio provocado?

— ¿Me estás acusando de retener pruebas?

—No. Lo pregunto porque el agente murió antes de que terminara


su trabajo en la escena, y me preocupa que se haya perdido la
información.

—Oh… mierda, eso es correcto. Recuerdo algo sobre la muerte


del chico. Déjame pensar, quiero decir, lo viste todo tú misma: la
vieja casa, la hija era un desastre, Charles Ripkin aparece al día
siguiente y explica cómo le debe al departamento una deuda
310
J. R. WARD CONSUMIDO

increíble. Un mes más tarde, envía una tripulación para


comenzar la construcción de las nuevas instalaciones. La hija,
Kristina, sobrevivió, pero quedó marcada.

—Constanza era su nombre. —Hubo una pausa—. Simplemente


no cuadra. ¿Por qué se dirigió al ático? ¿Mientras ella era fuego?

—Ella entró en pánico. En lugar de caer y rodar, corrió y terminó


en el ascensor. Más tarde nos dijo que pensaba que allí era donde
había un extintor de incendios. Ella se alteró, pulsó un montón
de botones, se cayó arriba. La encontraron justo afuera de las
puertas abiertas de la cosa.

—Eso no tiene sentido.

—Es lo que le dijo a la policía que pasó. ¿Por qué mentiría?

— No lo sé. Aún así quiero averiguarlo.

—Anne, no eres un detective de homicidios, y el caso está


cerrado. Ah, y había un extintor de incendios en el ascensor,
montado debajo del panel de botones.

— ¿De verdad?

—Sí.

—Entonces, ¿por qué no lo usó ella misma?

—Supongo que ella se derrumbó. No lo sé. —Hubo un silencio—.


Oye, antes de irte. ¿Qué pasa contigo y mamá? No puedes esperar
para deshacerte de ella la mayoría de las veces y ni siquiera
hablas con ella por teléfono… ¿y ahora ella se queda contigo?

Más adelante, el exterior iluminado del Canterbury Inn parecía


un anuncio de otoño en Nueva Inglaterra, los arces a cada lado

311
J. R. WARD CONSUMIDO

empezaban a ponerse rojos, las coloniales tablillas amarillas, los


adornos blancos y las contraventanas negras eran tan
tradicionales como atractivas.

—Ella está bien, —murmuró Anne—. Y quiero que se quede.

Cuando Tom se detuvo en el carril que regresaba a la zona de


aparcamiento, fue consciente de una relajación en él, su
respiración entró en su pecho y exhalando de repente no fue un
esfuerzo tan grande. ¿Cuánto tiempo había estado asfixiándose?
Se preguntó.

Bueno, esa era una pregunta que haría bien en no pensar.

—Gracias, —se oyó decir—. Gracias por… estar con ella. Te


quiere mucho y nunca ha entendido por qué la odias tanto.

Anne estaba estacionando en el camino de entrada cuando


terminó la llamada con su hermano, y cuando arrojó su móvil en
su bolso, echó un vistazo a Soot.

— ¿Estás listo para la cena?

El perro meneó la cola, contento, que era algo que estaba


empezando a hacer. Después de un par de días de comida y
antibióticos, su personalidad estaba empezando a emerger.
Resultó que era un hablador, listo para responder con una
vocalización cada vez que se dirigía a él. También comenzó a
soñar, sus patas temblaban y el hocico funcionaba cuando
estaba profundamente dormido.

312
J. R. WARD CONSUMIDO

Él también dormía con ella ahora aparentemente. Después de


que lo encontró en su cama la noche anterior, había tratado de
enjaularlo cuando ella y su madre se habían acostado. La había
mirado con tanta tragedia en los ojos que lo había llevado
arriba… y a la mañana se despertó con él acurrucado contra ella.

Había sido la primera buena noche de sueño que tuvo desde


antes de que perdiera la mano.

Lástima que no iba a disfrutar de otra de nuevo pronto.


Enganchando a Soot a su correa, ella subió a la puerta de su casa
y…

Su madre abrió antes de que ella pudiese hacerlo, y la mujer fue


siempre perfecta, siempre sonriente. El aroma del pastel de
carne, hecho en casa y preparado con el amor de una madre, hizo
que Anne quisiera pensar en algo que tenía absolutamente que
hacer… al otro lado de la ciudad.

— ¡Estás en casa!

Los ojos de tiburón de Charles Ripkin le vinieron a la mente. —


Sí. Hola. Um. Hola.

Cuando ella entró, se detuvo y miró a su alrededor. — ¿Qué


demonios has hecho?

Su madre cerró la puerta. —Bueno, pensé que las cosas


funcionarían mejor de esta manera. El flujo estaba bloqueado por
tu sofá, esa silla se iba a desteñir con el sol y te compré esa nueva
mesa de café.

— ¿Dónde está la vieja?

—La puse en el sótano. No estaba bien.

313
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne cerró los párpados y comenzó a contar hasta diez. Cuando


eso no la llevó a ninguna parte, decidió lanzarse por mil. —Madre.
Simplemente no puedes tomar el control aquí. Esta es mi casa,
mis cosas, y no me importa el “flujo”. ¿De acuerdo? Córtalo.

—Pero es mejor así.

Las palabras salieron antes de que Anne pudiera atraparlas. —


Tu mejor y mi mejor no son lo mismo. Igual que tú y yo no
tenemos absolutamente nada en común y nunca lo tendremos.

Su madre apretó sus manos contra su pecho. —Lo siento. Yo


solo… pensé que te gustaría.

— ¿No se te ocurrió que puse los muebles donde estaban porque


los quería allí? Y deja de intentar complacerme. Sólo me estás
volviendo loca.

—Eres muy parecida a tu padre.

—No soy como él en absoluto. Pero como sea, eso es un cumplido


comparado con ser como tú.

— ¡Anne!

Dejó que Soot se quitara la correa y bajó el bolso. —Eres la


persona más pasiva-agresiva con la que he estado, pero te
desmoronas cuando cuenta. Siempre lo has hecho.

Señal de lágrimas. —Sólo he tratado de amarte. Sé que tú no


me… respetas porque piensas que soy solo una ama de casa. Pero
estoy orgullosa de ti, siempre lo he estado, y he estado
preocupada por ti. —Esa voz aguda con el acento de

314
J. R. WARD CONSUMIDO

Watertown175, se resquebrajó—. Cuando estabas en el hospital


recuperándote, solo quería…

—Reorganizar mis muebles no es la forma de resolver tus


problemas con respecto a mi lesión. —Se obligó a volver a dejar
de lado su ira—. Mi mano no es tu problema.

—Pero me gustaría que lo fuera. Quiero ser tu madre Anne.


Aunque solo me has visto como la esposa de tu padre.

Anne se rió con dureza. —Yo tampoco te veo así.

— ¿Cómo puedes decir cosas tan crueles?

Cruzando los brazos sobre su pecho, miró alrededor de su


pequeña casa y se dio cuenta de que esta confrontación, que
había estado ocurriendo durante años, era la razón por la que no
había estado cerca de su madre. Había cosas que no podías
recuperar, palabras que eran dagas, miradas que dejaban
marcas.

Pero ella no quería que su madre se fuera. Por mucho que


hubiera preferido tener a la mujer en cualquier otro lugar, no
quería decirle a su hermano que Ripkin había amenazado a su
madre porque lo último que necesitaba era que él se encargara
de todo. ¿Y si ella y su madre tuvieran que hablar de ello? Nancy
Janice se iría y volvería a esa casa, que tenía un maldito árbol
sobre ella, o iría a un hotel, y no se sabía si Ripkin podría
encontrarla si quería.

Las posibilidades eran más bien un sí.

175
Ciudad ubicada en el condado de Middlesex, Massachusetts.
315
J. R. WARD CONSUMIDO

Bajando la cabeza, Anne decidió que necesitaba comida y un


Motrin. —Me disculpo. Lo siento.

Ella no quiso decir eso. Pero la gente tenía palancas para ser
tiradas en ciertas circunstancias y su objetivo final era tener a su
madre a salvo hasta que descubriera este problema de Ripkin.

Al menos ella sabía que la mujer estaba a salvo aquí.

—Yo también, —dijo su madre con tristeza.

316
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 31

Caminando dentro del vestíbulo del Canterbury Inn, Tom sintió


las tablas del suelo debajo de la alfombra roja hundirse bajo su
peso, el ajuste causando crujidos al alzarse desde sus pies. Todo
era araña de latón, de la vieja escuela de Nueva Inglaterra,
litografías de revolucionarios americanos en las paredes, relojes
del abuelo en las esquinas, molduras simples en el bajo cielo.

Él medio esperaba una langosta en vestido colonial detrás del


mostrador.

Equivocado. Era una morena en un uniforme.

Al alzar ella la mirada hacia él, le dio una señal y le señaló en la


dirección del comedor. Ella asintió y regresó a lo que fuera que
estaba haciendo.

Probablemente refrescando su memoria acerca de la Fiesta de Té


de Boston. Paul Revere . Faneuil Hall .

Ninguno de los cuales estaba en New Brunswick, todos los cuales


la ciudad había comandado como parte de su comercio turístico,
como un hermano pequeño contrabandeando las cosas de su
hermano mayor.

El comedor era rojo y azul marino, todo patriótico, las mesas


puestas lejos, el lugar más de tres cuartos lleno de conjunto de
cabello-blanco-e-implante-dental. El otoño siempre traía
observadores de hojas, autobuses cargados de setentones
montando las autopistas a través de la colorida estación para que
317
J. R. WARD CONSUMIDO

así pudieran volver a casa con jarabe de maple de Vermont,


esculturas de mármol falsas de Maine, y mapas laminados
miniatura del Camino de la Libertad desde Massachusetts.

— ¿Puedo ayudarle? —Preguntó la anfitriona desde su lugar.

—Estoy aquí para ver…

— ¡Ahí estás! —Graham Perry salió de la nada como un gremlin


—. Estamos en un salón privado.

Bajo otras circunstancias, Tom se habría enojado por tener que


lidiar con el tipo. Pero él habría tomado a quien sea como
chaperón para esto, incluyendo al Señor Hola-cómo-estás.

—No me estoy quedando mucho, —dijo Tom a modo de saludo—


. Y por qué en el infierno nos estamos reuniendo en un salón
privado. Creí que las campañas eran para ahorrar dinero.

—Estamos construyendo una coalición.

— ¿Y no pueden hacer eso en un Howard Johnson?

—Esos ya no existen. Y no, no podemos.

Perry abrió una puerta, y sip, había otra disposición de sala del
consejo, pero esta vez Tom estaba mirando un montón entero de
secuelas, los asientos vueltos lejos de la mesa, informes
encuadernados arrancados de algunos lados, envoltorios de
mentas y botellas medio vacías de Snapple y Poland Spring cerca
de vasos con hielo derritiéndose en ellos. Una pantalla y un
proyector portátil estaban en su lugar, un apuntador láser que
había sido abandonado estaba iluminando a través de la pared
de al lado, un ojo rojo.

318
J. R. WARD CONSUMIDO

—Ella debió ir al baño. Espera.

Perry se apresuró fuera y Tom sintió como si debiera seguir la


moda. En vez de eso, se paseó alrededor y checó uno de los
reportes.

—Propuesta de Reutilización de Distrito de Almacenes. — Era el


título, y él sonrió. Hojeando las páginas, vio el nombre de Ripkin
Development por todos lados.

—Gracias por venir a verme.

Tom miró a la Alcaldesa Mahoney. Vestida de azul marino esta


noche, misma figura, mismo cabello, misma esencia. Dios, él
deseaba que no estuviera atraído por ella.

—Desarrollo del muelle de Almacenes, huh. —Él arrojó el reporte


a la mesa—. Grandes planes. Planes caros… ¿qué era lo que
estabas diciendo acerca de bomberos y maestros?

—Necesitamos desarrollo de negocios en esta ciudad.

—Pensé que no estábamos permitidos de hablar acerca de tu


padre.

Ella casi atrapó el ceño antes de que golpeara su cara. Casi. Su


problema era que él lo había visto tantas veces, esa expresión que
reflejaba el pensamiento interno de: Wow, tu realmente eres el
cabrón que la gente dice que eres.

—Esto no es acerca de mi padre.

— ¿Así que es acerca de Charles Ripkin? Vi su nombre sobre


todo eso.

—Él es un potencial inversor mayor.

319
J. R. WARD CONSUMIDO

—Que posee un montón de propiedades ahí abajo.

—Lo cual es el porqué de que lo tengamos involucrado. —La


alcaldesa negó con la cabeza—. Pero eso no es por lo que estás
aquí.

Tom se volvió muy consciente de que Perry no había regresado a


la habitación. Y que las puertas estaban cerradas.

Él puso sus palmas arriba y dio un paso atrás. —No es por eso.
Yo no vine por ti.

— ¿Qué? —El ceño volvió—. ¿Estás sugiriendo… estás hablando


en serio?

—No pretendas que no pasó. Y dejaste claro qué harías cualquier


cosa para ser reelegida.

La mandíbula de la Alcaldesa Mahoney crujió, y él encontró


interesante que ella forzara el control sobre sus emociones,
porque sugerían algo de calor debajo de toda esa compostura.
Entonces de nuevo, él la acababa de acusar de usar el sexo para
conseguir votos, así queeeeeeee…

—Me gustaría dejar esto muy claro, —dijo ella entre dientes—.
Te pedí venir aquí para discutir mis planes para arreglar el déficit
de la pensión de empleados de la ciudad para que así tú y tus
bomberos puedan tener lo que se merecen cuando se retiren.
También te iba a pedir ayuda con una compensación de una
herida en el trabajo. Hay algunos modelos de práctica fuera de
LA y Chicago que podríamos ser capaces de usar. Lo que más
ciertamente no estaba ofreciendo era ninguna parte de mí.

Ves, ese es el problema, pensó él. No había entendido al conducir


a través de la ciudad por qué se estaba presentando. Para una

320
J. R. WARD CONSUMIDO

persona altamente decisiva como él, eso era una anomalía, y un


signo de que necesitaba retirarse.

Reflejando su pose, él cruzó sus brazos también. —Supongo que


leí mal la situación, —le murmuró en un tono aburrido.

—Sabes, tienes un problema, Jefe Ashburn.

— ¿Lo tengo?

—Tienes una reputación alrededor de la ciudad de ser inflexible


y de mente cerrada. Nadie puede argumentar cómo llevas el
departamento, sus equipos e instalaciones, pero es muy difícil de
que te lleves bien con las personas que son forzadas a trabajar a
tu lado.

—Sabes, es extraño. Pensé que mi trabajo era manejar el


departamento de incendios para la ciudad y que eso incluía su
equipo e instalaciones.

—Lo es.

—Así que la estoy golpeando fuera del campo.

—No realmente. Comparado con estándares nacionales, tienes


los mayores niveles de insatisfacción y agotamiento del personal.
Tus hombres y mujeres se sienten sin poder de hacer cambios en
los procedimientos, y están frustrados por la falta de apoyo de la
administración, y están preocupados por sus futuros. Tú eres la
cabeza de una fundación inestable, Jefe.

— ¿De qué en el infierno estás hablando?

— ¿No crees que tu sindicato esté en el pulso de su membresía?

Brent, maldito, pensó él.

321
J. R. WARD CONSUMIDO

—Lo que yo veo, — molió Tom—, es a un grupo de gente peleando


contra el fuego con equipos que se hacen viejos en instalaciones
que necesitan renovación, y la “donación” de tu amigo Ripkin era
más un modelo de su nombre que un regalo diseñado a ayudar
al departamento. Antes de arponearme con un montón de
intangibles, tal vez deberías checar tus recursos.

—El personal es tu recurso. Y están lastimados. Tu gente


necesita apoyo…

—No me digas qué es lo que necesito. Tú no sabes ni una cosa


de cómo son nuestras vidas.

—Si yo no te lo digo, nadie lo hará.

— ¿Por qué, porque eres tan especial? No creas todo lo que tu


papi te dice.

—No, —chasqueó ella—. Es porque soy tu jefe. Soy la alcaldesa


de esta ciudad y eso significa que trabajas para mí, me respondes
a mí… y no tengo ningún problema despidiéndote si no realineas
tu actitud y te das cuenta de que eres parte de un problema muy
serio en el servicio contra incendios de esta ciudad.

En el silencio que siguió, Tom supo que tenía que irse antes de
decir algo de lo cual realmente se arrepentiría.

Inclinándose, dijo en voz baja. —Quédate fuera de mis asuntos.

— ¿Te escuchas a ti mismo? De verdad. Te digo que tienes un


problema en el departamento y tu única respuesta es acerca de
ti. No estás ni siquiera abierto a escuchar o considerar tu propio
comportamiento. Todo lo que quieres es ponerte territorial y
callar el ruido. Eso no es un líder Tom. Es ser déspota.

322
J. R. WARD CONSUMIDO

—No me llames por mi primer nombre, Soy el Jefe Ashburn para


ti. Y cuando mire a Barrington derrotar tu trasero en la noche de
elecciones, por favor imagíname sonriendo de oreja a oreja,
¿podrías? Lo añadiré a mi satisfacción.

En esa pequeña nota feliz, él dejó la sala de juntas. Al tiempo de


que Perry salió de la nada y empezó a correr hacia él, Tom casi
tomó al tipo de la garganta y lo tiró a través de la recepción.

—Ahora no, Perry.

—Pero solo quiero poner un micrófono en tu…

Tom se dio la vuelta. —Aléjate de mí ahora mismo. O no te


gustará lo que pase después.

Aparentemente, las habilidades de supervivencia del tipo eran


una adición a su ambición porque retrocedió como si tuviera un
arma apuntándole.

Listo. Realmente listo.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 32

En la mañana del sábado, Anne caminó hacia un edificio de


departamentos de tres plantas que tenía alrededor de treinta
unidades. En el Segundo piso, su exterior de ladrillo estaba
manchado con rayas negras y paneles de madera contrachapada
sobre una línea de ventanas que se habían roto. Un árbol cerca
de la esquina sufrió una pérdida sostenible, su forma de goma
debido aún corte por el calor a un lado.

Los investigadores de escena del crimen estaban en el sitio, dos


de sus vehículos en forma de caja aparcados en frente, y había
un par de autos marcados con PDNB detrás de ellos. Equipos de
televisión de estaciones locales estaban aparcados al otro lado,
un policía uniformado observando a los reporteros maquillados y
a los camarógrafos casualmente vestidos como si esperara que
ellos quisieran entrar al lugar y estaba preparado para cortarlos
en las rodillas para mantenerlos fuera.

El interés de los medios había sido intenso desde que los detalles
comenzaron a salir la noche anterior. El asesinato de uno de los
residentes, supuestamente por su nieto, y el fuego subsecuente
que había empezado en la cocina, era tan sensacional que el
crimen había sido succionado en un vórtex de un ciclo de noticias

324
J. R. WARD CONSUMIDO

las veinticuatro horas, clickbait176 para ser servido como la más


nueva comida rápida del internet.

Ella ya había visto dos memes de algo cocinándose en una sartén


de hierro.

Abuela. Es lo que hay para la cena.

Abuela. La otra carne blanca.

Bastardos.

Después de enseñarle su identificación a la unidad en la puerta,


ella fue arriba por los cuatro tramos de escalera, y los matices del
olor a desvanecimiento de un fuego contenido, confirmaron en
una base olfativa que en efecto habían pasado algo como
veinticuatro horas: el acre hedor se había disipado un poco, pero
era aún lo suficientemente fuerte para que ella pudiera capturar
las altas notas plásticas.

Al acercarse al departamento en cuestión, hubo un elemento de


la caminata de la vergüenza hacia las secuelas, la emoción ida,
el frenesí acabado, nada más que daño de agua y humo dejado
como artefactos de la emergencia. Esos residuos estaban
concentrados abajo al final del vestíbulo, y había ahí una cinta
amarilla de peligro del DPNB corriendo en diagonal para que
acordonara la puerta de la escena.

Al acercarse tuvo su identificación fuera, pero el policía en el lado


de los negocios de la cinta asintió y sostuvo la cinta en alto para
que ella pudiera agacharse y entrar.

—Guantes y botas están ahí, —dijo él.

176 Neologismo inglés usado de forma peyorativa para describir contenidos de internet.
325
J. R. WARD CONSUMIDO

—Gracias.

Parándose frente a una caja de guantes de nitrilo y un contenedor


más grande de coberturas para zapatos, se tuvo a sí misma lista.
Don le había asignado un rol de apoyo en el caso, el investigador
principal ya había estado por la noche tan pronto como el fuego
se hubo extinguido. Residentes y los bomberos ya habían sido
entrevistados, y un reporte preliminar ya había sido llenado. Ella
estaba sobre origen y causa, pero, como novata, también requería
hacer una investigación de principio a fin como entrenamiento.

Al empujar la puerta para abrirla con su mano enguantada,


voces, suaves pero insistentes, murmuraban más adentro del
departamento.

Iniciando su grabadora, ella habló a su iPhone. —Sobre la


entrada, hay evidencia extensa de fuego de alta temperatura
contenido en la sala de estar…

Siguiendo el protocolo de investigación, ella continuó


describiendo lo que veía mientras se dirigía adelante hacia el
pasillo, deteniéndose en la marca indicando donde fue
encontrado el primer cuerpo. Continuando, ella notó
características y predominio del fuego, su propagación desde la
cocina, su…

Anne se detuvo mientras miraba a través de una puerta abierta


y entraba en un dormitorio que se había salvado. De la
quemadura al menos. La violencia que había ocurrido dentro de
las cuatro paredes lo compensaba con creces, y el par de
investigadores de la escena del crimen que trabajaban junto a la
cama no se veían fuera de lugar en lo más mínimo.

Ella leyó ambos, el reporte preliminar y los registros del 499, y


estaba preparada, pero las sábanas manchadas de sangre fueron
326
J. R. WARD CONSUMIDO

una pausa. Todo lo que ella podía pensar era en Danny abriendo
la puerta en el incendio y viendo la habitación relativamente sin
humo con una mujer de sesenta y nueve años destripada, atada
de sus extremidades a la cama.

Debió haberlo parado en seco también.

Uno de los investigadores uniformados de la escena del crimen la


vio de donde estaba tomando muestras de las almohadas. —
¿Anne? ¿Cómo estás? Timmy Houlihan, el primo segundo de
Jack.

—Oh, sí.— Ella levantó su mano enguantada—. Hola.

—Un desastre, huh, —dijo él al indicarle las sábanas


manchadas—. Horrible. Esta aquí es Teresa La Favreau.

Anne asintió a la mujer que guardaba algo del suelo en bolsas. —


Ha estado en las noticias.—

—El chico tenía una historia. Estaba sin sus medicamentos. Una
tragedia.

—Terrible. ¿Supongo que todos los residentes le advirtieron?

—Seh, bueno, no era solo él. Algo de joyería grabada con su


nombre y fecha de nacimiento, apareció la otra noche en el
extremo este en una casa de empeños. El tipo que llevó las cosas
olía como fluido de encendedor y tenía hollín sobre él, y se fue
antes de que llegáramos allí. —El hombre indicó alrededor del
limpio, modestamente amueblado alrededor—. Tenemos buenas
huellas y algunas muestras de cabello, junto con imágenes de la
tienda. Vamos a encontrar a quien sea que lo haya hecho.

327
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne se enfocó en las fotografías enmarcadas de un hombre joven


que estaban en la mesilla de noche. —Bueno, solo me dirigiré a
la cocina y haré mi parte.

—Fue bueno verte.

—También a ti, Timmy.

Anne siguió adelante, hablando a su teléfono, notando evidencia


del fuego intensificándose en la sala, el yeso carcomido, las
tachuelas en las paredes y las vigas de arriba mostrando signos
de carbonización intensa. Aquí, cerca de la fuente, el fuego había
hecho la transición de contenidos a estructura.

Después de tomar muestras y fotografías, ella empezó a construir


una secuencia de los eventos. Fotografías posteadas por el nieto
en redes sociales, desde entonces bajadas y ahora usadas como
evidencia, detallaban que él había estado cocinando los órganos
internos de su abuela en la estufa. No habían sido selfies sin
embargo, lo que sugería que habían sido tomadas por un segundo
hombre. Y entonces algo había pasado.

¿Un argumento? ¿O fue el plan todo el tiempo?

De acuerdo con el reporte preliminar, los residentes de arriba del


departamento y en el primer piso declararon que hubo una gran
explosión, y el fuego había sido rápido y violento, algo que
requería una fuente secundaria altamente inflamable.

Mojando a alguien en fluido para encendedor no obtendría ese


efecto. Por otra parte, ¿manipulando la línea de gas? Eso volaría
el edificio de departamentos. En su entrenamiento, ella había

328
J. R. WARD CONSUMIDO

leído casos donde casas enteras habían sido destruidas, con los
escombros dispersados doscientas yardas177 lejos en un círculo.

No, eso era demasiado poder.

El instinto le dijo que fue un trabajo de gasolina. El problema era,


¿con un fuego tan caliente como había sido éste? Demasiada
evidencia había sido destruida. Pero eso explicaría la explosión
que la gente había escuchado: el segundo sospechoso usaba el
fluido de encendedor para prender fuego al nieto después de
asesinar a la abuela y se va. El nieto se desplaza a través de la
cocina, tratando de sacárselo de encima. Encendiendo cosas
como cortinas, alfombras, manteles, toallas de mano. El calor
empieza a construirse. Él se mueve hacia la sala. La gasolina en
una lata sellada, almacenada en algún lugar de la cocina cuando
no debería estar ahí, se calienta. La presión se construye, pero
no puede ser contenida.

Gasolina en su forma líquida no se incendiaría por debajo de


temperaturas de 500 grados. Los vapores son la llave. Y si la
tienes en un contenedor de almacenamiento que se rompe por
fuerza, con suficiente aire e ignición, estás viendo a una bomba
porque ese vapor va a todos lados.

Los residentes oyeron las alarmas de humo primero. ¿Alguno


olfateó algo de gas? Porque tal vez el segundo sospechoso decidió
tratar de cubrir sus huellas y empapó cosas alrededor de la
cocina con ese acelerante. Pero eso no contaría para la
explosión… ¿a menos que hubiera quedado algo de gas en el
contenedor? Tenías que dejar que esa presión se construyera.

177
182 mts.
329
J. R. WARD CONSUMIDO

Y qué acerca de la evidencia en el dormitorio. Si el tipo hubiera


estado pensando apropiadamente, él habría incendiado esa
habitación también.

Entonces, de nuevo, considerando lo que él y su amigo habían


estado haciendo en esa estufa, “apropiadamente” no era una
palabra a relacionar con sus procesos mentales.

Al estar registrando sus notas de voz y tomando otras fotografías


para su propia referencia, ella siguió pensando… ¿qué en el
infierno pensó Danny al entrar aquí?

Él era como una sombra, siguiéndola por los talones.

Y eso fue cuando la esposa de Moose, Deandra, la llamó al móvil.

Anne no regresó a casa hasta las cinco. Investigar a Ripkin


Development la había dejado con algo de papeleo pendiente, y
luego había estado el reporte que llenar del incendio del
apartamento.

Más, su madre.

La idea de pasar su domingo entero con la mujer había sido


suficiente como para tomar su ética de trabajo, ya fuerte, a
niveles de obsesión. No era que su madre fuera totalmente
horrible… y ese era parte del problema. Si la mujer hubiera sido
grosera, arisca, colérica; entonces la evitación de Anne estaría
justificada. En vez de eso, ella estaba atorada con la realidad de
que estaba siendo injusta, especialmente después de que ella
había soltado a la mujer, y ello lo había odiado… incluso si ella

330
J. R. WARD CONSUMIDO

no podía cambiar su abrumadora necesidad de alejarse de Nancy


Janice.

—Vamos, Soot, —dijo mientras enganchaba la correa en su


collar—. Tiempo de que revises tu propio patio.

Ello lo había encerrado en su oficina por las tres horas que había
estado en el sitio del apartamento, y entonces habían disfrutado
una larga linda caminata a una cafetería para el almuerzo.
Después de todo ese ejercicio, él se había acurrucado a sus pies
por el resto de la tarde.

Envalentonándose, ella los dejó entrar a ambos. — ¿Mamá?

Cuando no hubo respuesta, ella se adentró y dejó a Soot salir.


Encontró la nota, escrita en la caligrafía florida de su madre, en
la mesa de la cocina.

Bien, ella estaba por llegar a las seis después de una tarde de
bridge. Lo que significaba que Anne tenía una hora para
descomprimir.

Después de alimentar a Soot, ella fue escaleras arriba y abrió la


ducha. Se sintió bien quitarse sus prótesis. Incluso mejor
meterse bajo el agua caliente.

Estaba exprimiendo shampoo en lo alto de su cabeza, que es lo


que haces cuando solo tienes una palma y la tienes que usar para
dispensar, cuando ella miró abajo y se enfocó en su muñón. La
disminución gradual de su codo debajo del despuntado final era
pronunciado por la atrofia del músculo y la carne estaba aún
moteada y furiosa por la infección incluso aunque habían pasado
nueve meses.

331
J. R. WARD CONSUMIDO

La voz presumida de Ripkin se arrastró hacia su oreja, mofándose


de ella incluso cuando se había dicho a sí misma que no lo
hiciera.

Pero la verdad es que podría haber habido más de una razón por
la que no hubiera querido desnudarse con Danny. Y ella odiaba
que Ripkin, esa mierda, hubiera pinchado el nervio incluso
cuando ella lo había negado en su cara. Él estaba equivocado en
un aspecto sin embargo. No era una cosa femenina sentirse
menos completa si perdías una extremidad. Era una cosa
humana. Ella estuvo en ese hospital de rehabilitación con
hombres quienes estuvieron en accidentes de motocicleta y de
granja, incluso un tipo que tuvo mala suerte con una sierra
eléctrica.

Ellos estuvieron tan asustados como ella lo estuvo, no solo sobre


cómo trabajar a través de sus vidas y empleos, también con
quiénes eran. En qué se habían convertido. Y el atractivo físico
era parte de eso.

Diciéndose a sí misma que estaba bien, terminó su rutina de


espuma y enjuague y salió. Al estarse secando, echó un vistazo a
su cuerpo desnudo en el espejo… y no pudo recordad cuándo fue
la última vez que realmente se vio a sí misma.

No iba a empezar esa noche, eso lo sabía.

Vestida en vaqueros y una camiseta, fue escaleras abajo y checó


el reloj del microondas. Le quedaban veintitrés minutos de paz.

En esa nota, si pudiera tener la cena organizada, eso podría


cortar la conversación. Abriendo la puerta del refrigerador, ella…

—Oh…Dios.

332
J. R. WARD CONSUMIDO

Todo había sido reorganizado ahí, las repisas movidas arriba o


abajo para acomodar un nuevo arreglo de cartones de leche y
botellas de jugo y contenedores de sobras. Cerrando la cosa, fue
a las alacenas en una corazonada.

Sip. Sus platos estaban… bien, todo el camino a través de la


habitación ahora. Las especias estaban en un gabinete diferente.
La cubertería había sido puesta en soportes de plástico en un
cajón donde previamente había herramientas.

Genial. ¿Cómo podría haber sabido que establecer el límite de no


tocar mis cosas requería un asterisco que incluyera alacenas,
armarios y cajones?

A medida que su temperamento aumentaba y se preparaba para


subir al grado de furia, supo que tenía que salir de la casa. Solo
había una opción.

Hablando sobre el menor de los dos males.

Después de poner a Soot en su caja, escribió una nota rápida en


el otro lado de lo que había escrito su madre, y luego activó la
alarma de seguridad y salió de la casa como si hubiera robado
algo.

La noche iba muy bien. De Verdad.

333
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 33

El rancho de Moose y Deandra estaba a mitad de camino de la


granja de Danny, ubicada en una zona no muy rural, pero
definitivamente no suburbana, que tenía las casas separadas
entre lotes de diez y doce acres. No era necesario decir que la
pareja no iba a durar aquí. Este era el sueño de Moose, con la
privacidad y el espacio para su equipo de restauración de
automóviles… pero una pesadilla para la ambiciosa vena urbana
de Deandra.

Danny sabía que Moose había comprado el lugar sin decírselo a


ella, ¡Sorpresa, cariño! eso lo había hecho para demostrarle que
podía permitirse grandes cosas. Cuando ella perdió su mierda, la
respuesta de él fue alquilarle un BMW Serie 3 de liquidación para
ella.

Cuando el oh santo resplandor de ese coche se apagase Moose


iba a tener una fiera enjaulada, pero ese era su problema, no el
de nadie más. Mal momento, sin embargo. Casi todos los
bomberos complementaban sus ingresos con empleos
secundarios como tejados o construcciones, y con el mal clima
invernal que se avecinaba, Moose se iba a ver obligado a realizar
trabajos de seguridad durante las vacaciones para pagar por
mantener a su esposa de buen humor.

334
J. R. WARD CONSUMIDO

El tipo odiaba caminar solo en los almacenes, no porque


estuviera asustado sino porque necesitaba una estimulación
constante.

Una vez más, no era problema de Danny.

La carretera era de grava, que iba a ser otra negativa a ojos de


Deandra, y cuando la curva se redondeó y la casa se reveló,
Danny se echó a reír. Una pueblerina que estaba decidida a elevar
su estatus iba a ver el rancho, por lo demás, perfectamente
agradable, como una soga alrededor de su garganta.

Ningún Subaru aparcado a un lado en el cortado césped, con los


otros camiones. Pero no había esperado que Anne cambiara de
opinión y viniera.

Aparcó junto a Duff, salió y se metió la camisa. Era una


completamente nueva de franela con botones, el tipo de cosas
que sus chicos no notaban y le pateaba el culo, pero que había
elegido por si acaso Anne aparecía. Y de todos modos, su madre
siempre le había dicho que debía usar azules y grises porque
realzaban el color de sus ojos.

Lástima que la cosa fuera verde y negra. Pero tenía una raya gris
en medio entre…

Está bien, necesitaba dejar la patética mierda.

Al acercarse a la puerta principal, descubrió que estaba abierta,


una pantalla que evitaba los pocos bichos que quedaban de la
fuerte helada de la semana anterior. Golpeó la jamba suelta y
entró.

Santo… Guau.

335
J. R. WARD CONSUMIDO

Incluso él, un soltero confirmado sin sentido de la moda ni de la


decoración, sabía que los muebles en blanco y negro no eran
apropiados… y no solo porque eran demasiado grandes, las
formas abultadas concebidas para habitaciones de tres, cuatro o
cinco veces el tamaño de una habitación individual de ocho por
doce. El otro problema era que todo era una imitación barata:
plástico hecho para parecer cuero, plexiglás que no engañaba a
la vista, y tramos de casi cromo, como si Deandra estuviese
intentando convencer a la gente de que estaba viviendo en un
ático de Manhattan y trabajando para una galería de arte
moderno… en lugar de enfriar sus llamaradas aquí en el país y
contestar teléfonos y recibir mensajes en un spa y salón de
segundo nivel en New Brunie.

Las imitaciones estaban más logradas. Lo cual, en la teoría de


que las casas de las personas reflejaban sus identidades, ponían
a la pareja en su lugar.

Y luego estaba el "arte". Cristo, si tenía que mirar una empalagosa


foto más de ella en su boda del infierno en un falso marco de
plata, iba a vomitar. Las cosas estaban colgadas por todas las
paredes y apoyadas en mesas laterales, un santuario para las
siete horas en la vida de Deandra en las que ella había sido la
princesa, la ganadora de la corona de belleza, la primera de la
fila.

¿Se dio cuenta Moose de que había sido recortado del 90 por
ciento de las fotografías?

— ¿Eres tú Danny? —Gritó la novia desde la cocina.

—Sí. Hola Deandra.

Él caminó hasta la parte de atrás. La señora de la casa estaba en


la cocina, un par de pantalones de color rosa que tapizaban su
336
J. R. WARD CONSUMIDO

culo y sus piernas, su blusa de lamé plateada tan ajustada que


la única opción que podía revelar más, era la pintura corporal.

Cuando ella se dio la vuelta, él se dio cuenta de que tenía


implantes mamarios. Y por la forma en que ella arqueó la espalda
y empujó esas bolsas de solución salina hacia él, estaba claro que
ella quería que lo notara.

—Mucho tiempo sin verte. —Ella sonrió, mostrando sus fundas—


. ¿Puedo hacerte una bebida?

— ¿Dónde está Moose?

—Afuera. ¿Dónde más estaría? No es que todos sus amigos vayan


a venir y él espere que yo haga todo el trabajo sola. Oye, ¿por qué
no me ayudas aquí? Tengo una lasaña hecha con fideos sin
gluten y pan sin gluten, y estaba cortando vegetales orgánicos.
Podrías sacudir mi ensalada.

Su cabello era un par de tonos más claro, y se preguntó si esta


tendencia continuaría, si ella tendría un pecho triple-H178 y la
coloración de Daenerys Targaryen179 para la Pascua. Y él sabía
exactamente a qué estaba jugando ella.

Danny negó con la cabeza. —No soy bueno en la cocina. Lo siento.

Los párpados pesados de Deandra bajaron, su ojo ahumado se


volvió apestoso. —Anne no viene, ya sabes. Hablé con ella esta
tarde.

Ah, sí, todo el encanto que recuerdo con tanto cariño, pensó.

178
Luchador de la WWE y actor estadounidense.
179
Personaje de ficción de la saga Juegos de Tronos.
337
J. R. WARD CONSUMIDO

—Ella está muy ocupada. —Él se volvió hacia la puerta trasera—


. Avísanos cuando la comida esté lista.

Si hubiera sido otra persona, se habría quedado y ayudado


porque era grosero tener a una sola persona cocinando para cinco
o seis. ¿Pero considerando que era Deandra? Iba a seguir el
ejemplo de Moose.

Abriendo las correderas, salió a la noche inusualmente cálida. El


porche trasero estaba a medio terminar, las tablas se detenían a
mitad del marco… y Danny estaba dispuesto a apostar que el
proyecto no iría a ninguna parte hasta después del invierno.

Ah, sí, la expansión estaba empezando. La superficie trasera era


todo un prado despejado rodeado por un anillo de bosque, y
Moose estaba empezando a llenarlo de tonterías. El garaje para
dos coches se había convertido en un taller de coches y había un
contenedor de basura comercial, un remolque con caja de
transporte, dos coches oxidados y media docena de tambores
llenos de sólo Dios sabía qué metástasis les estaba saliendo.

Sin duda, el tipo iba a llenar gradualmente el campo hasta la


línea de árboles de la propiedad con ese tipo de cosas.

Danny se puso a caminar, acercándose al resplandor cuando


“The River” de Bruce Springsteen180 se hizo más fuerte.

— ¡Dannyboy! —La voz de Moose resonó desde el garaje—. ¡Mi


hombre!

El tipo se agachó debajo de un Shelby Mustang elevado y oxidado


que estaba tan estructuralmente completo como su porche y
mucho, mucho más viejo que él. Con una Bud en una mano y
una llave en la otra, la grasa era su segundo nombre: la cosa
180
Cantante, músico y compositor estadounidense.
338
J. R. WARD CONSUMIDO

estaba en su camiseta de UMass y su viejo Levi y sus botas de


trabajo estaban negras de mugre.

Danny chocó las palmas con él, asintió con la cabeza a Duff y al
primo de Duff, T.J., y le dio a Deshaun un abrazo de oso. Y se
sorprendió, de buena manera, de ver a Jack, su supuesto
compañero de cuarto.

— ¿Dónde has estado, gilipollas? —Danny le dio un fuerte abrazo


a Jack—. Sigo pensando que te oigo entrar por la noche, pero
nop.

—Al menos todavía estoy pagando el alquiler.

—Buen punto.

— ¿Cerveza? —Cuando Danny asintió, Jack se acercó a la nevera


portátil roja y blanca—. ¿Coors Light?

—Lo recordaste. Estoy conmovido. —Cuando el largo cuello vino


volando hacia él, lo atrapó y lo abrió—. ¿Cómo está tu hermana?

Todos se callaron, y Danny quiso maldecir. Algunas cosas era


mejor no preguntarlas. En ese sentido, esperaba que nadie más
sacase lo de Anne.

—Ella está igual. Ya sabes… igual.

—Lo siento. —Tomó un trago y miró la carcasa del coche. Había


sido azul una vez, y tanto el motor como los cuatro neumáticos
habían sido retirados y estaban apagados en la esquina—.
Entonces, Moose, ¿qué es este lío?

— ¿Lío? ¿No puedes ver el potencial? —El tipo golpeó la


estructura de acero—. Vamos, ella es una Shelby GT350 del 66,
una perra… una de las primeras doscientas cincuenta y dos que

339
J. R. WARD CONSUMIDO

fueron Mustang Fastbacks K-Code del 65 antes de que Shelby-


American las convirtiera.

—Jesucristo Moose, ¿cómo la conseguiste?

—La compré fuera de Ohio y la envié. Ella será preciosa.

—Después de una gran cirugía plástica.

—Todas las mujeres quieren eso, —murmuró Moose.

No, no todas, pensó Danny mientras se imaginaba a Anne en el


muro de escalada.

Algunos reconocían que eran perfectos tal como Dios los hizo.

—Así que déjame ayudar, —dijo Danny.— Me gusta ensuciarme


las manos.

Cuando Anne estacionó su Subaru al final de cola en el patio


delantero de Moose y Deandra, solo vio un camión. Al salir, se
tomó un minuto para subirse los pantalones y hacer como si
estuviera revisando el terreno. Buena parte de la superficie
despejada con una franja de árboles y maleza suelta, la versión
de la Madre Naturaleza de una cerca de alambre.

Wow, bonitos coches, pensó mientras subía por el pasillo.

El monstruoso Charger de Moose estaba al lado de un nuevo


BMW. ¿Regalo de bodas? se preguntó. Entonces, ¿qué era la
casa… la luna de miel?

340
J. R. WARD CONSUMIDO

Llamando a la puerta mosquitera, esperó. Cuando no hubo


respuesta, ella retrocedió y dio la vuelta hacia la parte trasera.
Fue una buena suposición. En el crepúsculo, las luces que
brillaban en el garaje abierto se intensificaban e iluminaban una
escena clásica de vinculación masculina: tipos con cervezas
alrededor de un automóvil en un elevador.

Por supuesto que Bruce estaba tocando, ¿qué otra cosa sería?
pensó.

Y luego los hombres tuvieron que mirar dos veces. Jack y Moose
la vieron primero. Deshaun, el segundo. Duff y T.J., su primo, los
terceros. Danny tenía metida la cabeza en alguna parte del
chasis, y no fue hasta que tendió la mano y ninguna herramienta
golpeó su palma, que se inclinó y miró a su alrededor.

Su rostro no mostró ninguna reacción. Sus ojos subieron y


bajaron por su cuerpo.

—Hola, —dijo a todo el mundo—. Perdón por colarme en la fiesta,


pero decidí cambiar de opinión.

— ¡Esto es genial! —dijo Moose—. Ven aquí, déjame abrazarte.

La envolvió en un abrazo de oso, y luego saludó a los demás,


comenzando con el viejo compañero de habitación de Danny,
Jack. El líder del equipo SWAT tenía un aspecto tan militar como
siempre, su cabello oscuro tan rapado en los lados que podía ver
su cuero cabelludo, la parte superior como un seto recortado.
Llevaba una camiseta de DPNB que se extendía sobre sus
pesados brazos tatuados y pantalones de camuflaje en la parte
inferior. Incluso sus zapatos de andar parecían del tipo con el que
se podía escalar el Kilimanjaro.

341
J. R. WARD CONSUMIDO

—Jack, no te he visto en mucho tiempo. —Mientras lo abrazaba,


era como tratar de lanzar sus brazos alrededor de una casa—.
¿Cómo estás?

—Igual que siempre, igual que siempre. —El chico forzó una
sonrisa—. Todo es estupendo.

Así que su hermana se había descontrolado otra vez. Pobre


hombre. Estaba más determinado de lo que esa mujer lo estaba
en mantenerla viva y encaminada… y esa era la raíz de su
problema.

—Duff, —dijo ella—. T.J., Dios, tampoco te he visto desde hace


tiempo.

Y luego estaba Danny.

Volvía a estar debajo del coche, con el torso y las piernas saliendo
desde abajo como si hubiera mutado en el abuelo de los
Transformers.

— ¡Hola Danny!, —dijo ella. En los viejos tiempos, cada vez que
había estado entorno a los chicos, con él, lo llamaba Dannyboy.
Pero solo podías hacer eso si eras un miembro del club y ella ya
no lo era.

— ¿Me puedes dar la llave del cinco-ocho?, —dijo.

—Sí, claro.

Se acercó a la mesa empotrada batiente y, por supuesto, las


herramientas de Moose estaban tan organizadas como lo era él,
todo en pilas que no tenían sentido. Revisó, encontró la correcta
y regresó al Shelby Mustang Fastback.

—Aquí.

342
J. R. WARD CONSUMIDO

La mano sucia de Danny emergió, y hombre, a ella le gustó el


aspecto de una callosa palma masculina. Había algo erótico en la
fuerza, la utilidad, la capacidad para cosas prácticas. La
especulación sobre cómo la sentiría a través de su piel desnuda.

Ella le dio la herramienta, pero antes de que pudiera salir de su


alcance, él la miró. —Necesito otra mano aquí.

Sus ojos no eran insinuantes. Eran objetivos, y ella ignoró el


arrebato de orgullo que le llegó cuando le pedían ayuda.

—Sí, claro.

Debajo del coche, ella podía ponerse completamente de pie, e


inspeccionó la anatomía del automóvil. Estaban desmontado
todo para que el chasis oxidado y el chungo panel del suelo se
pudieran limpiar con una rueda de alambre y un taladro, y luego
se volvía a poner para formar una base estable y saludable para
el coche restaurado. Danny estaba teniendo problemas para
quitar uno de los soportes corroídos.

—Aquí, —dijo—. Tú aguantas, yo giro.

—No va a funcionar. —Ella se asomó desde debajo del coche—.


Moose, ¿tienes un soldador? Estaremos aquí hasta la próxima
semana con esto. Cortarlo es la decisión acertada.

—Sí. —El chico miró por encima del neumático que estaba
separado de su llanta y asintió hacia la mesa—. Está ahí en
alguna parte.

—Lo conseguiré, —dijo Danny—. ¿Sostienes esto por si acaso?

—Claro.

343
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne apoyó su mano donde había estado la de él, y cuando él


salió, sus cuerpos se rozaron. Calor, voluble, subversivo e
inoportuno, la recorrió.

No te calientes ni te molestes, se dijo a sí misma. Esta es una


excusa para salir de casa y nada más.

344
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 34

Deandra en realidad no era una mal cocinera, decidió Danny.


Eran sus ingredientes los que eran una mierda.

Está bien, de acuerdo, tal vez era un caso tanto de un chef de


mierda como de componentes extraños.

Mientras se sentaba con un plato en su regazo en la sala de estar,


escarbó con su tenedor alrededor del sudoroso desastre…
separando los "fideos" de la acuosa salsa y el queso que, de
alguna manera, lograba desmoronarse incluso después de
haberse derretido.

Al otro lado, Anne estaba en un sillón, y todos los demás estaban


en la mesa de la cocina. Deandra había insistido en que la gente
comiera dentro a pesar de que era una de las últimas noches
cálidas del año. Entonces, de nuevo, Danny tuvo la sensación de
que ella estaba mostrándoles sus muebles… por lo que había
insistido en que Anne y él entraran aquí.

Jack entró con un segundo plato y se sentó junto a Danny. —Tío.


Qué comida.

— ¿No me digas que te gustan estas cosas?

—Oh no. Solo estoy hambriento. El "hombre" es el que está


haciendo las cosas allí.

345
J. R. WARD CONSUMIDO

La cabeza de Anne asintió en aquella dirección— ¿Incómodo?

—Podrías freír un huevo en la frente de Deandra, y mientras


Moose martillea cerveza, Deshaun lleva puesto su abrigo como si
ya estuviera afuera, y Duff y T.J. lucen como si quisieran
suicidarse.

Danny mantuvo su estremecimiento para sí mismo con eso. —No


entiendo por qué Moose lo soporta.

— ¿Has visto lo maciza que está? —El hombre miró a Anne—. Sin
ofender.

—No me ofendo. —Anne sonrió—. Y ella no estaba así de maciza


en la boda.

—Cierto. —Jack metódicamente tomó el tenedor lleno y se lo puso


en la boca, masticando solo una vez antes de tragar como si
estuviera en Factor Miedo181—. Entonces, ¿en qué estás
trabajando en Seguridad e Incendios Anne? Me gusta la
investigación de incendios. Es divertido.

—Sólo tú lo considerarías así.

Danny se rindió y dejó su plato sobre la mesa de café. En este


punto, él estaba deseando un cigarrillo, pero de ninguna manera
iba a darle a Jack la oportunidad de hablar dulcemente a su
Anne.

No es que Anne fuera suya. Y no es que Jack fuera dulce.

Anne comenzó a hablar sobre los incendios en el almacén, y


Danny observó todo acerca de ella con el pretexto de prestar
atención a lo que estaba diciendo. No escuchó una palabra.

181
Reality show de juegos y de espectáculos deportivos estadounidense.
346
J. R. WARD CONSUMIDO

Observó sus labios moverse. Su respiración. La forma en que


jugueteaba con el pulgar de su prótesis.

Sus piernas cuando se cruzaban y descruzaban.

Todo en lo que podía pensar era entrar de nuevo en ella. No


estaba bien y no era justo y no le importaba. Excepto que esta
vez la quería totalmente desnuda. Y, por ejemplo, no en su sofá
para uno rápido, que ella sin duda estaba decidida a fingir que
no había sucedido.

Lo quería memorable, que durara toda la vida.

Por el rabillo de su ojo, vio a alguien merodeando justo fuera de


la habitación.

Deandra estaba en las sombras, y ella lo estaba mirando de la


misma manera que él había estado mirando a Anne.

Lo curioso de Jack era que era muy fácil hablar con él.

Anne tuvo que obligarse a sí misma a dejar de hablar. —De todos


modos, sí, así que subí y vi a Ripkin y él era extraño.

— ¿Qué quieres decir con extraño?

A pesar de que se había estado dirigiendo a Jack, Danny era de


quien estaba realmente consciente, y dada la forma intensa en
que la estaba mirando, decidió que era mejor no entrar en
demasiados detalles. Especialmente sobre la amenaza contra su
madre.

347
J. R. WARD CONSUMIDO

Él sería responsable de hacer algo estúpido. Como abordar a


Ripkin y tirarlo por la ventana de su oficina: ¿una cosa de la que
podría estar segura cuando se trataba de Danny Maguire? Él se
enfrentaría contra lo que estuviese mal, sin importar lo que le
costara.

—Ripkin está acostumbrado a salirse con la suya, —dijo—. Él es


un exitoso hombre de negocios, y creo que él cree que el mundo
y todos los que lo rodean son suyos. Pero no fue nada que no
pudiera manejar.

— ¿Se te acercó? —Preguntó Danny en voz baja.

—No en lo más mínimo. —Anne se encogió de hombros—.


Simplemente hizo muchas posturas, nada que me impresionara.

Jack dejó su plato limpio… lo que lo hacía digno de una medalla,


en lo que a ella respectaba. La lasaña había sido como un MRE182.

—Sabes, tengo un caso en el que podrías estar interesada. —El


tipo se reclinó en el enorme sofá blanco que era tan grande como
una barcaza de río—. ¿Hablaste de encontrar muchos equipos de
oficina en esos incendios? Bueno, cumplimos una orden de
arresto contra un tipo con delitos anteriores y con armas de
fuego, encontramos una habitación llena de cables, cargadores y
partes de monitores y ordenadores, como si hubiera estado
almacenando allí los teléfonos y Pcs de Best Buy, pero hubiese
tenido que moverlos rápido. Obviamente era un distribuidor del
mercado negro, y aquí está la cosa. Nos llevó una semana
entregar la orden judicial porque teníamos que ir a buscarlo. La
sincronía es interesante, es todo. Me refiero a que estás hablando
de equipo de oficina en esos incendios… y él ha cometido tantos

182
Meal Ready To Eat (comida lista para comer) comida cocinada y lista para su consumo empaquetada en
una bolsa pequeña y ligera producida por las Fuerzas Armadas para los soldados en combate.
348
J. R. WARD CONSUMIDO

cargos en los últimos dos años que me pregunto si no quemó las


evidencias varias veces.

Anne no sabía que se había sentado derecha hasta que casi se


resbaló del escurridizo cojín. —Quiero hablar con él. Y ver el
expediente del caso.

—Lo tienes. —El tipo sacó su teléfono—. Ven a nuestra sede el


lunes por la mañana. Te lo mostraré todo, y luego podrás trabajar
tus vías para interrogarlo.

—Eso es genial. Gracias Jack.

—El gusto es mío. Te enviaré un mensaje de texto mañana


después de configurarlo todo.

Danny se puso de pie. —Oye Anne, ¿vienes a ayudarme con el


cárter fuera, en el garaje? Creo que podemos sacarlo.

—Por supuesto. No hay problema.

Mientras lo seguía a la cocina con su plato, sintió que estaba


caminando hacia una pared de ladrillo. El ambiente era tenso en
la mesa, Duff y T.J. clavando la mirada jugando al ping-pong,
Deandra sentada con los brazos cruzados sobre el pecho, Moose
abriendo otra cerveza. Deshaun se estaba levantando con ese
abrigo suyo.

— ¿Regresamos afuera? —Dijo Moose con toda la esperanza y la


anticipación de alguien a punto de ser llamado de la línea del
DDT183.

—Hay postre, ya sabes, —dijo Deandra—. Pero bien. No es que


hayas comido algo.

183
Departamento de Tráfico, creado para ayudar a la gente,
349
J. R. WARD CONSUMIDO

—Me tengo que ir, —intervino Deshaun—. Gracias por la cena.

Duff se puso de pie y T.J. fue una fracción de segundo por detrás.
—Tenemos que marcharnos también. Lo siento. Pero mañana
estamos de turno, es por lo que no estábamos bebiendo.

—Vamos, podéis quedaros un poco más. —Moose miró de un lado


a otro entre ellos—. Tenéis que quedaros. Son las malditas ocho
en punto.

Pero no se pudo detener la marea, y Anne se alegró de estar a la


cabeza de la evacuación, incluso si posiblemente se dirigía más
hacia su territorio en lugar de alejarse de él.

Ella y Danny permanecieron en silencio mientras caminaban de


regreso al garaje, y cuando ella entró en sus fríos confines, él se
quedó junto a la abierta área y encendió un cigarrillo con su Bic.
El sol ya se había puesto, y estaba oscuro, pero la iluminación de
la casa lo recortaba, haciéndolo parecer aún más grande.

Mientras él exhalaba sobre su hombro, ella fue al zoológico de


herramientas de Moose. Trabajando a través de la maraña,
comenzó a hacer pilas de destornilladores, llaves, prensas.

—Eres una gran ayuda, ya sabes.

Ella lo miró. —Me alegra que me lo hayas pedido. Se siente bien


estar haciendo algo con mis manos. Mano.

—Sí.

—Deandra es una cocinera espantosa.

—Moose podrá soportar perder algunos kilos.

350
J. R. WARD CONSUMIDO

—Tendrá suerte si eso es lo único que ella le quita. —Anne negó


con la cabeza—. Sabía que estaban cometiendo un error en esa
boda. Simplemente no esperaba que se pusiera tan mal tan
pronto.

—Es su cama. Tienen que acostarse en ella. —Giró el cigarrillo y


miró la punta encendida—. Escucha, tengo que pedirte un favor.

— ¿De qué se trata?

—Hablando de manos y eso. Podría usar un par extra en la granja


mañana. No me quedan muchos buenos días de trabajo en la
propiedad, y podría terminar lo que empecé si tuviera otro
transportista para los escombros, otra persona en la sierra.

Anne siguió su ejemplo e inspeccionó la punta en forma de


estrella de una cabeza Phillips. La idea de estar al aire libre,
conquistando una maraña de brochas, teniendo algo con un
comienzo y un final fáciles, era exactamente lo que necesitaba.
Pero Danny siempre era una complicación.

—Realmente lo apreciaría, —dijo él.

Ella pensó en su madre. Los domingos eran la iglesia, el almuerzo


con sus amigas, y por lo general una película y té. Mucha gente,
lugares públicos, concurridos, concurridos. Sin embargo, existía
la posibilidad de que ella se sintiera obligada a quedarse en casa
para ser cortés.

— ¿Puedo llevar a Soot? —Preguntó Anne bruscamente.

351
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 35

Para Vic Rizzo, los domingos de otoño eran sagrados, y no porque


fuera religioso. Era tan católico como podría serlo un hombre,
para disgusto y angustia de su madre. No, si tenía la suerte de
conseguir el día libre de rotación del Señor, él lo adoraba en el
altar de ESPN184, preparado para hacer nada más que vegetar
frente al televisor y trabajar el control remoto de la academia y
los juegos de pelota profesionales.

No viendo a nadie. No hablando con nadie.

Solo sentado en el sofá raído de la habitación frente a su paraíso


cóncavo, rompiendo solo para reabastecerse de las sobras de
cerveza y patatas.

Su apartamento era de una habitación, un baño en un triplex


remodelado a solo cinco cuadras del 617. Estaba en el piso del
medio, sobre una pareja de ancianos que tenía el nivel inferior, y
el propietario de setenta y dos años que estaba en la parte
superior. Era un lugar tranquilo, y él ayudaba a todos a llevar su
basura a la acera, a palear la nieve y arreglar todo tipo de
problemas menores alrededor del edificio.

184
ESPN Inc. Es un grupo que opera y produce TV por cable, revistas, satélites, radio, sitios web y libros
relacionados con el deporte.
352
J. R. WARD CONSUMIDO

Él mantuvo sus más… duras… actividades bien lejos de su casa.


Por otra parte, no quería que se supiera su identidad o su
dirección.

Por eso siempre llevaba máscaras.

Con un gemido, se dejó caer sobre su viejo sofá y extendió su


pierna rígida con un golpe-de-mierda sobre la mesa de café.
Encendiendo el control remoto, estaba listo para ver el juego de
Pats185 desde el día anterior a la que había grabado en DVR y
luego pasar al juego de LSU/Bama…186

El golpe en la puerta fue fuerte, una sola golpiza que claramente


vino cortesía de un gran conjunto de nudillos.

Poniendo la grabación en pausa, Vic metió la mano debajo del


cojín y palmeó su nueve. —Quién es.

No era una pregunta. Más bien como una advertencia.

—Es tu jefe.

— ¿Tom? —Vic soltó el arma y se sentó.— Espera.

Él gimió cuando se puso de pie, aunque eso no era solo una


función de su hombro malo y la pierna adolorida, sino porque su
ambiente estaba siendo arruinado.

Cuando abrió la puerta, frunció el ceño. El Jefe Ashburn parecía


haber sido arrastrado hacia atrás a través de un arbusto
espinoso, con el rostro cansado y tenso, la boca una línea fina
como si no quisiera estar aquí más de lo que Vic quería darle la
bienvenida a nadie en su madriguera.

185
New England Patriots, equipo de fútbol americano
186
Louisiana State University y Alabama Crimson Tide: equipos de Futbol Americano.
353
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿Qué demonios te pasó? —Exigió Vic.

—Tienes un segundo.

— ¿Para qué?

—Necesito hablar con alguien.

Vic dio un paso atrás. —No soy un buen oyente, doy consejos de
mierda, y tengo toda la compasión de un cuchillo de caza, pero
claro, déjame ser tu terapeuta.

El jefe lo palmeó. —Tienes mucho encanto Rizzo.

—Llámame Hallmark.187

Cuando los encerró, Tom miró a su alrededor y luego se dirigió al


sofá. —Veo que usaste el mismo decorador que usamos en la
antigua estación. Lo barato se encuentra con la fraternidad.
Buena decisión.

—Al menos me siento cómodo en ambos. —Vic se volvió cojeando


hacia el sofá—. Toma asiento.

Tom se detuvo, luego se levantó y sacó el arma de debajo de la


almohada. — ¿Tu arma de seguridad está registrada?

—Nop.— Vic se reasentó, extendiendo sus piernas una vez más—


. Y tampoco números de serie. Me vas a denunciar.

—No. —El jefe le entregó el arma—. El papeleo me aburre.


Simplemente no le dispares a nadie mientras esté aquí.

—Roger. —Vic metió la pistola debajo de donde estaba sentado—


. Déjame adivinar, esto es sobre Damnit ¿Qué ha hecho ahora?

187
Hallmark Channel es una cadena televisiva cuya programación está dirigida principalmente a las familias
presentando películas y miniseries.
354
J. R. WARD CONSUMIDO

¿Chuckie P. está renunciando? ¿O el imbécil volvió a golpear a


Wedgie?

Tom se centró en la televisión. — ¿Este es el juego de los Pats de


ayer?

—No me digas quién gana.

—Yo tampoco lo vi.

Cuando el tipo se quedó en silencio, Vic apretó Play porque el


silencio era estridente. —Entonces, ¿qué tienes en mente, jefe?

Era más cómodo con la charla de los comentaristas, la


distracción hizo que todo lo que estaba pasando con Tom fuera
menos intenso.

Un poco.

—Necesito tu evaluación del departamento, —dijo Tom en voz


baja.

—Me gusta cómo estamos funcionando dentro de nuestras


unidades y como un todo cohesivo.

Un comercial de Buffalo Wild Wings188 se encendió e hizo que Vic


tuviera hambre.

—Creo que estamos bien, —dijo. —Quiero decir, lo hacemos


bien.

Tom miró al otro lado del sofá. —Cómo crees que estoy en mi
trabajo como jefe. Eso es lo que realmente te estoy preguntando.

188
Franquicia de restaurantes y bares deportivos que se especializa en alitas de búfalo (alas de pollo
rebosadas y fritas) y salsas.
355
J. R. WARD CONSUMIDO

Vic no se molestó en ocultar su sorpresa. Probablemente no


podría haberlo hecho de todos modos. — ¿En qué sentido?

—Cómo manejo los asuntos del personal. Gente. Problemas.

Mira, por eso le gustaba pasar los domingos él solo. No, espera,
eso no fue lo suficientemente lejos. Por eso le gustaba estar solo,
punto.

— ¿Qué quieres que te diga? —Murmuró—. Estás genial.

—No me jodas.

Vic se frotó la cara y deseó haber tomado una copa. Pero era un
poco temprano para las cervezas.

Y mientras el jefe esperaba una respuesta real, sabía que solo


había una forma de salir de esta conversación.

—Todos los chicos te admiran. —Vic puso su mano en la cara de


su jefe—. Me preguntaste lo que pienso, así que te lo voy a decir.
Eres muy respetado. Un líder natural. Quiero decir, vamos, eres
responsable del grupo más grande de adictos a la adrenalina en
el planeta, logras mantenernos a todos vivos, concentrados, y en
su mayoría en línea.

— ¿Crees que las personas sienten que no pueden venir a mí con


su mierda?

—Sí. Lo hago. Pero no puedes ser amigo de las personas que


administras, y ¿quieres tratar de mantener a Damnit en
equilibrio sin gritarle en su cara? A menos que lo golpees con una
sartén, no creo que vayas a llegar muy lejos.

—Pero tal vez hay otra manera. —Tom negó con la cabeza—. No
lo sé. Jodidamente no lo sé.

356
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿De dónde viene esto?

—Tuve una reunión de ven-con-Jesús con la alcaldesa.

— ¿Uno a uno con Mahoney? —Una imagen de la mujer alta y


autorizada me vino a la mente—. Ella es otra cosa.

—Me sirvió mi trasero en un plato.

—Eso es sexy. —Cuando Tom se acercó mucho, Vic se encogió de


hombros—. Qué. Es la verdad.

—Es una funcionaria electa.

— ¿Entonces no me permiten verla como una mujer?

— No, tú no.

Aaaah, así que es así, pensó Vic con una sonrisa.

—Déjame entender esto jefe, —dijo—. ¿Tienes una conversación


con Mahoney y ahora estás pensando que tenemos que
limpiarnos el culo o alguna mierda? Venga. Somos bomberos, no
un teatro comunitario. Además, ¿quieres meterte en los
entresijos de las disputas sobre los espacios de estacionamiento,
las cosas que quedan en los refrigeradores y quién usó qué toalla
en la ducha? Infierno no ¿Y me disculpas por mencionar esto,
pero recuerdas el año pasado, cuando dejaste de gritar por la
Cuaresma? Duraste tres días y tuviste que ir a confesarte porque
llamaste cabrón a Damnit lo suficientemente fuerte para que su
abuela muerta lo escuchara en su tumba. —Miró al hombre—.
Tienes una mala historia con el control de impulsos jefe. Pero lo
que no tienes es un problema para hacer bien tu trabajo, o un
problema para ayudar al resto de nosotros a mantener el rumbo.

357
J. R. WARD CONSUMIDO

El jefe exhaló una maldición. —Tenemos muchos alcohólicos en


los departamentos. Personas con problemas serios Vic. Tú lo
sabes.

—Eso está en ellos. No en ti.

—No estoy tan seguro de eso en este momento.

—Mira, estás bien. Estamos bien. Todo está bien. Y si traes


perros de terapia a la próxima reunión de la estación, me reiré de
ti. Entonces probablemente jugaré con ellos. Me encantan los
perros. Los perros son increíbles. ¿Podemos tener perros?

Tom sonrió un poco. —Anne tiene uno.

— ¿En serio? Siempre me gustó tu hermana. —Él puso su palma


hacia arriba de nuevo—. No, no de esa manera. Jesús, y la gente
me llama pervertido.

—Eres un pervertido.

Vic comenzó a sonreír mientras pensaba en lo que había


preparado para finales de la semana. —Sí, lo soy.

— ¿Tienes cerveza?

Cuando los Pats se pusieron en marcha, Vic señaló con la cabeza


hacia su cocina. —Sírvete tú mismo. Y trae uno de vuelta para el
anfitrión.

El jefe gimió al levantarse, y Vic sabía exactamente cómo se


sentía el tipo. —Oh, y tú pagas el almuerzo, Jefe.

Tom miró por encima del hombro. — ¿Cómo sabes que me voy a
quedar?

358
J. R. WARD CONSUMIDO

Vic miró a su jefe por un momento. El tipo realmente se veía


agotado, y Vic tuvo que preguntarse si tal vez Sheila, la ex esposa,
no lo había golpeado por algo. Pero no hubo preguntas sobre eso.
Las esposas y novias ni siquiera estaban en la lista de charlas
aceptables.

¿Ex? De ninguna manera.

Vic se encogió de hombros.

—Puedo decirte que estás aquí por un tiempo, y es genial.


Mientras dejes de hablar y sigas trayéndome Buds frías, serás
bienvenido en mi sofá. Y quiero pizza de Antonio, pepperoni con
la corteza fina. Me gustaría una grande. Ah, y también traerán
más cerveza si les das una buena propina.

Esperaba una respuesta dura. En cambio, el tipo solo asintió y


dijo. —Buen negocio.

Guau. Parecía que Mahoney podría agregar “Cazadora de


Dragones” a sus frases de elección.

Qué mujer era, pensó Vic para sí mismo.

359
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 36

La mañana era clásica de Nueva Inglaterra en otoño, el cielo de


un azul brillante, interminable, un mar claro que giraba sobre su
cabeza, el sol tan intenso que hacía que el mundo se volviera
cromado. Mientras Anne se alejaba de las casas y los barrios,
centros comerciales y edificios de oficinas, sentía que la calma la
invadía. Cuarenta minutos después, casi había llegado.

— ¿Estás listo para el campo Soot? —Le preguntó.

Él tenía su cabeza por la ventana, mirando alrededor de los


árboles y las tierras de cultivo. Se meneaba, su cola iba y venía.

El sendero que buscaba estaba a la vuelta de una esquina


cerrada, y Anne tuvo que volver atrás después de dar la vuelta en
medio de una recta. Campos ondulados que se cruzaban con
muros bajos de piedra y árboles vibrantes hacían imposible no
enamorarse de la zona, y luego se acercó a la granja.

No era lo que ella había esperado.

La granja victoriana de color amarillo huevo estaba colocada en


la cima de una pequeña elevación. Cuanto más se acercaba a
ella, más veía la edad en la pintura descascarada y en el porche
delantero hundido, pero eso no importaba. Con algo de trabajo y
de tiempo, sería un refugio alejado del estrés del trabajo de
Danny.
360
J. R. WARD CONSUMIDO

Era el lugar perfecto para traer una familia.

Eso perforó su corazón, una jabalina de comprensión. Sin


embargo, no tuvo tiempo de pensarlo, porque mientras se
detenía, Danny abrió la puerta principal y salió de su casa.

—Oye, —llamó.

—Oye, —dijo ella mientras salía—. Bonito lugar.

—Me alegra que lo hayas logrado.

Dejando salir a Soot, se preguntó si debería atarlo pero luego él


solo se quedó a su lado, trotando mientras ella subía los tres
escalones hasta el porche.

Danny estaba en ropa de trabajo, pantalones vaqueros viejos


colgando de sus caderas, barba en su mandíbula, una camiseta
musculosa que le daba a sus tatuajes tiempo al aire. Los
rasguños curados parcialmente marcaban sus antebrazos,
evidencia del trabajo que había estado haciendo, y brillaba de
salud.

—Esto es… —Ella miró a su alrededor—. Increíble.

Su sonrisa era la de un niño al que le habían dicho que tenía la


respuesta correcta en la escuela. El adolescente con las entradas
para conciertos difíciles de conseguir. El hombre adulto que tenía
algo especial y lo compartió con alguien que importaba.

— ¿Cuántos acres tienes? —Preguntó.

Las rodillas de Danny se doblaron cuando se agachó para saludar


a Soot, quien lo recibió como a un amigo cercano, bien añorado.

361
J. R. WARD CONSUMIDO

—Cincuenta. —Danny puso su cara directamente en la del


perro—. Te extrañé muchacho. Cómo van las cosas. ¿Estás listo
para marcar mi propiedad?

— ¿Pero dónde está el desorden? —Anne trató de mantener la


sospecha fuera de su voz—. Quiero decir, todo se ve muy bien
aquí.

Cuando ella hizo un gesto hacia el prado cortado alrededor de la


casa, Danny se levantó y golpeó sobre su hombro. —Espera. Pero
primero, déjame mostrarte la casa. —Se acercó y le abrió la
puerta—. Tengo agua corriente y electricidad, pero aparte de eso,
este es un trabajo en progreso.

Él no estaba bromeando. Todas las ventanas tenían colgadas


cortinas destrozadas, y lo poco que mostraban los vidrios estaba
tan cubierto de polvo que no podías verlos. Las tablas del piso
estaban desgastadas y el papel de la pared era tan viejo y
descolorido que era difícil decir cuáles habían sido sus colores
originales. La cocina era una cosecha discordante de la época de
oro de los setenta y color verde guisante, todos los
electrodomésticos de un catálogo de Sears189 de los años de
Jimmy Carter190. Pero Dios, el potencial. El trabajo en madera
era increíble, la moldura pesada en el techo, alrededor de las
chimeneas y en la escalera, una maravilla artística. Tampoco
había manchas en los techos, lo que sugería que el techo era
sólido, al igual que el revestimiento alrededor de las chimeneas,
y las puertas estaban totalmente a plomo. En la planta superior
había tres habitaciones pequeñas, y solo un baño para que todos
compartieran, pero, mierda santa, esa bañera con patas.

189
Cadena estadounidense de tiendas departamentales.
190
Del Partido Demócrata, fue el 39° presidente de los Estados Unidos desde 1977 a 1981.
362
J. R. WARD CONSUMIDO

Era lo suficientemente profundo para calificar como una piscina


de entrenamiento, y ella solo podía imaginar cómo se sentiría el
agua.

—Entonces, ¿a quién le compraste esto? —Dijo mientras


regresaban al primer piso.

Soot lideraba la operación, sus uñas rasgando los desnudos y


chirriantes escalones.

—No ha estado habitada por mucho tiempo. Estaba en un


fideicomiso y la mujer que tenía el patrimonio vivió durante
décadas en un asilo de ancianos. Lo veo como un proyecto a largo
plazo. No debería haberlo comprado, pero a veces simplemente
haces cosas.

—Debes haberlo comprado después de… el fuego.

—Cuando salí del hospital de rehabilitación. Necesitaba hacer


algo.

— Lo entiendo.

— ¿Así que quieres conocer el problema?

Él la sacó por la puerta trasera de la cocina, y fue entonces


cuando ella se dio cuenta de lo que él estaba hablando. El banco
o quienquiera que había estado cuidando la propiedad solo había
prestado atención al frente. Todo detrás de la casa era un
enredado desastre, o lo había sido. Obviamente, había trabajado
duro, montones de zarzas, enredaderas y árboles jóvenes
agrupados aquí y allá alrededor de un antiguo granero, lo que
parecía ser una casa de hielo, y luego un edificio de
almacenamiento.

363
J. R. WARD CONSUMIDO

Mientras Soot se acercaba a un arbusto y se ocupaba de sus


asuntos, ella negó con la cabeza. —Vamos a necesitar algo más
que un día.

Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, sacudió la cabeza.


—Vas a necesitar eso, quiero decir.

No fue hasta que Danny vio que Anne subía al porche que se dio
cuenta de que había comprado la casa para ella.

En una parte de su mente loca y delirante, lo había visto


anunciado en la parte posterior del New Brunswick Post un
domingo y decidió hacerlo. Había tenido que estirarse para que
el dinero rindiera, pero era increíble lo que había ahorrado
viviendo en ese agujero de mierda con los chicos.

— ¿Dónde están las sierras? —Preguntó Anne.

—En el granero, vamos.

La luz del sol era cálida en su cara y el aire fresco en sus brazos
desnudos. Teniendo a Anne a su lado, palideció incluso el
esplendor de la mañana.

Deslizándose hacia atrás en la puerta del granero, asustó a un


par de palomas de las vigas. —Esto es lo que tengo. —Él le mostró
el conjunto colocado en dos tablas ásperas entre un par de
caballetes—. Elije tu arma.

No le sorprendió que ella se dirigiera hacia una de las


motosierras, levantando el pesado peso con su mano derecha y
afirmando su prótesis. Mientras se acostumbraba con eso, él
364
J. R. WARD CONSUMIDO

podía decir que estaba probando cómo manejaría las cosas,


asegurándose de que pudiera mantener el control antes de que
ella encendiera el motor.

—Traje un par de opciones de prótesis diferentes, —murmuró ella


mientras preparaba sus piernas y movía la cuchilla estática por
el aire—. Pero creo que esto funcionará bien.

Te amo, pensó.

En lugar de decir lo que pensaba, agarró la otra motosierra y le


dio protección para los oídos. — ¿Estás lista?

Ella asintió mientras ponía sus tapones de color naranja


brillante. Luego frunció el ceño. —Me pregunto si no debería
asegurar a Soot con su correa por el ruido. ¿Y si se asusta?

—Lo creas o no, todo está cercado. ¿Ves la puerta allí? Bueno, la
puerta bajo esos arbustos.

Miró en la dirección que él señalaba, y él disfrutó de la forma en


que la luz del sol entraba en el granero, nublada por un fino
polvo, bañándola en una luz dorada.

—Caminé por la línea esta mañana cuando llegué aquí porque


dijiste que ibas a traerlo. Es una alambrada, pero es sólida y él
no puede superarla ni atravesarla. Además, no tiene púas, por lo
que no se lastimará.

Ella miró al perro. — ¿Oyes eso? Puedes vagar. No te preocupes


por el ruido.

Salieron y acordaron concentrarse en el borde norte de la


superficie. Tomando puestos a unos quince pies191 de distancia,

191
4.57 mts.
365
J. R. WARD CONSUMIDO

pusieron en marcha las motosierras, y luego fue un dúo de


chillidos agudos. La controló un par de veces y luego trabajó con
ella, él se dirigió a la izquierda, ella a la derecha, y la distancia
entre ellos creció a medida que los escombros que creaban se
multiplicaban.

Soot fue el supervisor perfecto. Escogió un lugar con sombra


junto a la puerta trasera, tendido en el escalón de cemento fresco,
pero no bajó la cabeza. Los observó todo el tiempo, como si
estuviera listo para interceder si se violaba cualquier protocolo
contra el que los estuviera midiendo.

La fase dos era el transporte, y Anne se quitó el polar azul marino


para eso, su camisa de Under Armour192 contorneaba su torso.
Trabajó sin ralentizar la velocidad, su cuerpo afinado por el
ejercicio, su enfoque tan total que se preguntaba qué era lo que
estaba pasando por su cabeza. Y luego volvió a las sierras. Y más
con el transporte.

Hicieron una pausa para almorzar, se comieron los sándwiches


que había comprado en el camino y no hablaron de nada en
particular. Y luego eran las cuatro de la tarde.

Primero apagó el motor y se secó la frente con el dorso de la mano.

Sabía que se estaba haciendo tarde, el sol se estaba


desvaneciendo y el trabajo se estaba acumulando, y quería que
se quedara a pasar la noche aunque todo lo que tenía era un
colchón de aire arriba que olía como un guante de látex y nada
de comida.

192
Tienda de ropa deportiva.
366
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne examinó la amplia franja que habían cortado, los finos


tocones sobresalían de uno o dos acres de tierra ahora fresca, el
rastrojo de la tierra.

—Hemos hecho más de lo que pensaba.

—Todavía hay mucho que hacer. No es que esté diciendo que


tenemos que seguir adelante.

—Bueno. Porque seré la primera en admitir que mis hombros y


brazos están destrozados.

Todo lo que Danny podía hacer era mirarla. Sus labios se movían,
y estaba claro que estaba hablando, pero la emoción le había
atascado el cerebro.

—Danny. Te hice una pregunta.

— ¿Eh?

— ¿Por qué me miras así?

Él miró hacia otro lado. —Sabes por qué.

Ella se aclaró la garganta. —Yo, ah… supongo que es hora de ir.

— Sí. Será mejor que te vayas.

Llevaron las motosierras al granero y se quitaron los guantes de


trabajo. Tenía una quemadura en la nuca, y se sentía bien
sacarse los tapones de los oídos. Soot se acercó y olfateó, pero en
gran parte se quedó con Anne, y a Danny le gustó eso.

¿Una mujer sola en su casa? Era bueno saber que tenía a alguien
cuidándola con ese tipo de dientes.

367
J. R. WARD CONSUMIDO

No es que el perro pareciera agresivo en absoluto. Por otra parte,


nada la amenazaba.

— ¿Te quedas aquí? —Preguntó ella cuando entraron en la casa.

Él abrió otra botella de agua y le dio a Soot un poco de agua en


su tazón plegable. —Tal vez. Pero no sé, tengo mi turno mañana
por la mañana, y el viaje es malo al entrar en la ciudad.

—Sí. —Miró al techo—. Lo entiendo.

Mientras ella continuaba mirando hacia arriba, se preguntó si


había visto una fuga que había perdido o algo así.

Luego hizo los cálculos.

—Sí. Puedes. Y te daré toda la privacidad que quieras.

368
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 37

Mientras Anne subía las escaleras sintió su cuerpo de una


manera nueva, y no solo porque había estado haciendo un arduo
trabajo físico toda la tarde. Soot estaba a su lado, aunque cuando
llegaron a la cima él parecía estar en conflicto, dado que también
había alguien que le importaba en el primer piso.

También era muy consciente de que Danny estaba abajo en la


cocina, bebiendo agua de una botella junto al fregadero.

—Puedes recostarte aquí, —murmuró, inclinándose para


palmear el suelo en la cabecera de los escalones—. De esa
manera puedes monitorear a todos.

Él tomó el consejo y se acurrucó en una bola, agachando la


cabeza, ya que parecía mantener un ojo en ella y el otro en la
puerta de abajo.

El baño estaba iluminado por la cálida luz de la tarde, el fino


polvo se arremolinaba contra la luz difusa y filtrada de manera
perezosa, como si el aire fuera agua con una corriente suave.
Cuando se acercó y abrió los grifos, casi esperaba tener que
llamar a Danny porque las cosas no funcionaban.

Y ella se decepcionó cuando no tuvo que hacerlo.

369
J. R. WARD CONSUMIDO

El agua, clara y pronto cálida, caía en cascada hacia la cuenca


profunda, una violenta explosión, la presión de la vieja escuela,
cuando cosas como la conservación natural no habían estado en
el radar de nadie. Inclinándose, agitó las cosas para enjuagar el
fondo y los costados, pero alguien lo había usado recientemente
o lo había limpiado porque no estaba tan sucio.

Apagando el agua, removió todo hacia el desagüe para poder


comenzar de nuevo. Y mientras, se imaginaba desnuda y
hundiéndose debajo del nivel…

La voz desagradable de Ripkin se volvió como el rugby en su


mente, entrando, dando codazos y golpes duros.

El sonido de algo pesado subiendo las escaleras hizo que girara


la cabeza. A través de la puerta abierta, vio a Danny dudar antes
de dar la vuelta a la barandilla.

Él se detuvo. —Escuché el agua salir. ¿Hay algo mal?

Sus ojos estaban insondables, su cuerpo tenso.

Al enderezarse no pudo evitar mirar sus caderas mientras la


agitación que traía consigo la intrigante voz, se hacía cada vez
más fuerte.

—No, —dijo mientras volvía a abrir el agua—.Todo está bien.

Antes de que pudiera pensarlo demasiado, tomó la parte inferior


de su camisa y se la sacó por encima de la cabeza. Ajustada como
estaba, sus pechos rebotaron libres ya que no había usado un
sostén, y luego fue a buscar sus pantalones de trabajo. La tela
gruesa y la cremallera resistente fueron fáciles y luego ella estaba
quitándose todo, con bragas incluidas.

370
J. R. WARD CONSUMIDO

Los ojos de Danny estaban calientes sobre su piel y su cuerpo


respondió, su erección se engrosó rápidamente.

Hizo una pausa mientras iba a quitarse la prótesis. El miedo


creciendo incluso cuando se dijo a sí misma que esto no era una
revelación. Esto no era… nada diferente a cualquier otra parte de
ella.

La mentira no pegó. El corazón le latió con fuerza cuando soltó


su extremidad estática y le quitó la cubierta. Le tomó todo su
autocontrol no poner su brazo detrás de su espalda, y tuvo que
agachar la cabeza.

Por supuesto, todo esto era estúpido. Si buscabas la aceptación


de otras personas, por definición, podrían eliminarte si así lo
deseaban. El camino más seguro, como siempre, era ser tu propia
roca, tu propio puerto, tu propio refugio.

¿Estoy bien? Solo la persona que hacía esa pregunta podía


responderla.

El problema era que, si tenías que realizar tal interrogante,


claramente no lo sabías. Y después de todos estos meses
luchando contra su regreso del fuego, resolviendo problemas,
curando su cuerpo, encontrando su camino… no había pensado
mucho en lo que significaba para ella como mujer la pérdida de
su mano.

Tal vez ella deliberadamente no lo había considerado.

Pero lo que ella había evitado, Ripkin lo había descubierto y


expuesto, una nueva herida que requería atención.

Y la verdad es que solo había una persona con la que podía hacer
esto, mostrarle esta parte de sí misma. A pesar de todos los

371
J. R. WARD CONSUMIDO

“mantente-lejos” que ella puso entre ellos… no podía imaginar


superar este obstáculo con nadie más.

Danny podía tener todo tipo de debilidades y el peor historial del


mundo, pero una cosa que nunca había hecho fue decepcionarla
cuando contaba.

Dios, sentía como si estuvieran juntos de vuelta en ese punto


caliente, las llamas alrededor, la muerte merodeando. Solo ellos
dos, sus recursos, su capacidad para trabajar juntos. Y justo
como en ese momento crucial, ella necesitaba que él la ayudara
a salvarla. Por mucho que quisiera confiar en sí misma, no podía
hacerlo sola.

¿Todavía estoy completa?

Los ojos de Danny se humedecieron.

Mientras miraba a la hermosa mujer que tenía delante, con la


cabeza baja y la forma incómoda en que sostenía su brazo fuera
de la vista hacia un costado de su pecho.

Pero al menos lo que ella estaba buscando de él era algo que era
fácil de dar.

Caminando hacia adelante, se acercó y cerró el agua. Luego le


puso las temblorosas manos sobre los hombros y lentamente las
bajó por sus brazos. Ella se puso rígida cuando él llegó a sus
codos, pero no se apartó.

Él esperó hasta que sus ojos se elevaron hacia los suyos. —


Gracias.
372
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿Por qué?

A modo de respuesta, él bajó la cabeza y comenzó a besarla.


Cuando sintió que su boca finalmente se relajaba contra la suya,
movió sus brazos hasta sus hombros, acariciándolos.

Su cuerpo era ágil, todo suave bajo sus palmas mientras la atraía
contra sí mismo. Le encantaba la sensación de sus caderas, el
hundimiento en la parte baja de su espalda… su culo, tan
apretado que le llenaba las manos. Más que nada, le encantaba
la confianza que ella le estaba dando.

Rompiendo el contacto en sus bocas, le quitó un mechón cabello


y apartó la morena melena alrededor de sus hombros. Luego
trazó sus rasgos con las yemas de los dedos: sus mejillas, su
nariz, su boca, su barbilla. La columna de su garganta era un
camino que él siguió hasta las alas de sus pómulos… y luego
bajó, provocando sus pezones con un toque suave, primero en
uno y luego en el otro. Anne comenzó a respirar más fuerte, sus
dientes frontales mordían su labio inferior.

Más abajo aun. A su vientre…

Abajo. Hacia su sexo.

Ella jadeó cuando él deslizó su mano entre sus piernas, y él se


hizo cargo desde allí, envolviendo un brazo alrededor de ella y
doblándole la espalda para que él soportara su peso. Cuando la
besó de nuevo, acarició su centro mojado, tan resbaladizo, tan
caliente.

—Anne… —susurró contra sus labios.

—¿Si…?

373
J. R. WARD CONSUMIDO

—¿Quieres saber cómo me siento cuando te veo así? ¿Quieres


saber qué me provoca el mirarte? ¿Cómo son mis sueños por la
noche y mis fantasías durante el día?

Hubo un leve rastro de miedo en su mirada mientras lo observo.

Cuando ella finalmente asintió, él puso su boca sobre la de ella,


lamió su camino dentro de ella… y la hizo venirse tan fuerte que
jadeó su nombre, su mano clavada en su propio hombro.

A veces lo mejor era mostrar, no decir.

Mientras ella gritaba, él la abrazó, la besó y le dijo que la amaba


en su cabeza. Y cuando ella terminó, la levantó y la bajó al agua
tibia. Ella quedó laxa contra la parte posterior de la bañera, su
cuerpo se aflojó bajo las ondulantes olas, bajando los párpados
mientras se relajaba.

—¿No necesitas un baño también? —Preguntó.

No. Digas. Más.

Si no fuera por el hecho de que Danny no tenía nada más que


ponerse, se habría arrancado la puta ropa. En cambio, se quejó
internamente durante los dos minutos que le tomó el quitarse la
ajustada camisa, patear sus botas y perder los pantalones.

Cuando se unió a ella, el agua salpicó el suelo pero a él no le


importó. Él iba a reconstruir el piso de aquí arriba de todos
modos. Ahora, quizás el techo de abajo también.

No le habría importado si hubiera tenido que arrasar con toda la


maldita casa.

Ahuecando agua en sus palmas, las llevó a sus hombros, dejando


que el calor fluyera sobre ella. Hizo lo mismo con su esternón,

374
J. R. WARD CONSUMIDO

igualó las succiones que daba a sus pezones, dejándolos


relucientes en su humedad hasta que estuvo bastante cerca de
tener un orgasmo. Llevó más hacia su brazo superior, su codo…

El lugar donde la había cortado.

Cuando fue a tocar lo que quedaba de su antebrazo, se preguntó


si ella lo detendría. No lo hizo. Ella solo lo vio tomar el extremo
romo entre sus manos.

Sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez mientras revivía bajar


esa hacha sobre una parte de su precioso cuerpo. Podía ver los
restos de los estragos de la infección; la piel a través del extremo
era irregular y descolorida.

—No duele, —dijo en voz baja.

Bueno, fue una agonía para él.

Levantando su brazo, él besó el interior de su codo, donde las


venas azules corrían hacia abajo, y le acarició la piel con el
pulgar. Luego bajó con sus labios mientras acunaba su
extremidad entre sus palmas.

—Debe haber sido el infierno, —dijo con voz ronca. Él había


pasado por el dolor, pero habiendo perdido un bazo, ¿qué
importaba eso? Al menos cuando estaba sufriendo sabía que
cuando regresara de ese período de tortura, volvería a ser él
mismo.

Físicamente eso fue. Mentalmente no había tenido razón,


aunque, ¿qué tanto fue el cambio?

—No recuerdo mucho de la infección. Pero es cierto lo que dicen


sobre el dolor del miembro fantasma. Es terrible. Podía sentir mi
mano y mi palma, a pesar de que no estaban allí.
375
J. R. WARD CONSUMIDO

Había sido lo mismo para él cuando regresó a la estación. La


había visto a cada paso. En la sala de descanso, en la sala de
literas, en la maquinaria y en las escaleras. Había escuchado su
voz, había captado el olor de su champú.

Y sin embargo, ella no estaba allí, y había sido una agonía cada
vez que la realidad volvía para estrellarse contra él, recordándole
que ella se había ido.

—A veces aún puedo sentirla.

Le tomó un minuto ponerse al día con lo que estaba diciendo. —


¿Te despierta por la noche?

—Sí.

Él sabía cómo iba eso. Por eso bebía tanto. El alcohol lo ayudaba
a atravesar las horas oscuras cuando su cerebro insistía en
correr a través de esa serie de eventos como si en algún lugar, en
esos recuerdos, estuviese el tesoro que buscaba.

El perdón.

—Bésame, —dijo ella.

Él le habría dado el mundo. Ya que todo lo que ella quería era


algo por lo que él le hubiera rogado, mucho más de lo que
merecía.

Terminaron con ella a horcajadas sobre él, sus muslos se


dividieron alrededor de sus caderas, la tina lo suficientemente
grande como para acomodarlos. Sentándola derecha, tomó uno
de sus pezones en su boca y sostuvo su centro contra él a través
del agua tibia. Cuando ella se arqueó, él entró en ella y ambos
gimieron.

376
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne lo montó despacio, y cuando él se apoyó contra el respaldo


curvo, ahuecó sus pechos. Nunca había visto a una mujer tan
cautivadora, la luz que se desvanecía la hacía resplandecer.

O tal vez esa era su alma.

Antes de perderse en el orgasmo, dijo, —Necesito decirte algo que


no vas a querer escuchar.

Ella paró. —Qué.

Peinando hacia atrás un poco de su humedecido cabello, escogió


la menor de dos revelaciones no-tan-calientes. —No quiero que
esta sea la última vez.

377
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 38

El lunes, Anne dejó a Soot con Don en la oficina y se dirigió a la


sede de SWAT. Habiendo nacido y sido criada en New Brunswick,
y luego trabajando en el servicio de bomberos, conocía todos los
rincones de la ciudad.

Le tomó tres intentos encontrar el extenso edificio sin marcar en


el aeropuerto. Hablando de esconderse a plena vista. Con todos
los hangares de los aviones, las instalaciones de almacenamiento
de UPS193 y las empresas de envío, la base del equipo SWAT era
solo una ubicación más de metal con techo plano.

Cuando ella se detuvo, una puerta lateral se abrió y Jack la


saludó con la mano. —Aparca por allí.

—Lo tengo.

Ella sacó el sedán muni del asfalto y paralelo a la instalación. —


Gracias por invitarme aquí.

—No hay problema. —Él le dio un rápido abrazo, y luego la recibió


en una bahía abierta que era tan grande que debería haber tenido
su propio código postal. Había una treintena de vehículos
marcados, sin marcar, personales y blindados alineados, junto
con todo tipo de cuatro por cuatro y auxiliares. La sala de

193
Empresa de transporte de paquetes con sede en Georgia, EE.UU.
378
J. R. WARD CONSUMIDO

municiones era una jaula cerrada en la esquina opuesta, las


armas montadas en estacas en filas, todo, desde rifles de asalto
hasta escopetas y pistolas registradas y contabilizadas, además
de lo que los oficiales tenían en sus cuerpos en ese momento.

—Echa un vistazo a nuestro nuevo OSO. —Jack imitó a Vanna


White194 frente a un transportador de tropas armadas—. Su
nombre es Shirley. También la llamamos Big Mamá.

—Ella es hermosa.

—Amo a una mujer que puede apreciar un buen equipo. —Él se


dirigió hacia una puerta codificada—. Vamos, tengo todo en la
computadora.

El espacio para conferencias era un salón con dos docenas de


mesas dispuestas frente a un estrado y una pantalla. A un lado,
una docena de hombres de la descripción física de Jack se
reunieron en grupos sobre computadoras portátiles, y había una
tarjeta electrónica y un borrado en seco con todo tipo de notas de
personal y tablas en ellas. Las fotografías enmarcadas de equipos
de diferentes épocas estaban montadas alrededor de una bandera
estadounidense ennegrecida, y un estante de exhibición de cristal
tenía una línea de insignias, oficiales muertos en el trabajo.

Todos los hombres y dos mujeres levantaron la vista cuando


entró, y sus ojos hicieron una evaluación rápida y profesional
antes de regresar a su trabajo.

—Estamos aquí. —Jack la llevó a una computadora portátil—.


Así que conoce a Ollie Popper.

194
Actriz estadounidense y co-presentadora del concurso televisivo “Rueda de la Fortuna”.
379
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne se sentó en una silla de oficina. —Dime que no es su


nombre de pila.

—Es por lo que es conocido. Funciona para él, ¿no?

La foto policial mostraba a un caucásico de veinte años con


cabello largo y oscuro, ojos saltones y la piel marcada de un
usuario de metanfetamina.

—Lindo, ¿eh? Sin embargo, apuesto a que su madre lo ama. —


Jack cambió las imágenes. —Y aquí está su colección.

—Santa… Mierda. —Se acercó más a la pantalla. —Eso es…

—Tenemos un mal caso dedos pegajosos.

Las habitaciones parecían ser estándar de ocho por dos, con


techos de nueve pies195 y diferentes configuraciones de ventanas,
y estaban abarrotadas de tanto equipo de oficina, parecía que
Ollie estaba ejecutando un centro de devolución de teléfonos,
computadoras, portátiles y proyectores…

— ¿Dónde lo consigue todo? —Ella negó con la cabeza—. Esto es


una locura.

—Él los está revendiendo. Creemos que tiene equipos que


trabajan para él en todo el estado. Ellos ejecutan el pequeño robo,
irrumpiendo en pequeñas empresas, y él les da una madriguera.

— ¿Pero a quién le está vendiendo las cosas?

— ¿Alguna vez has oído hablar de esta cosa llamada eBay196? Y


hay otros sitios.

195
2.74 mts.
196
Sitio destinado a la subasta y comercio electrónico de productos a través de internet.
380
J. R. WARD CONSUMIDO

—Eso es mucho trabajo sin embargo. Quiero decir, tendría que


publicar cada uno, ¿verdad?

—Estamos pensando que él los vende a granel. Los detectives


están obteniendo órdenes para acceder a sus cuentas en línea.

Anne se recostó. —Entonces, ¿cómo funcionaría con respecto a


los incendios de los almacenes? Como si estuviera obteniendo
una orden para otra cosa.

—Y él tiene un problema. —Jack presionó otro botón, y una


imagen de la misma habitación que ella había estado viendo
apareció casi completamente vacía—. Tiene que deshacerse de la
evidencia. Él está familiarizado con esos almacenes vacíos en el
muelle porque vende drogas y las consume, y esa área es buena
para su clientela.

—Él lleva las drogas allí abajo.

—Elige un edificio.

— ¿Y lo hace arder? —Miró a Jack—. Suena como un montón de


problemas.

— ¿Cuál es la alternativa? ¿Enterrarlo en su patio trasero? —


Jack se recostó, sus pesados hombros moviéndose bajo su
camiseta SWAT—. Aquí está la cosa. El cabrón es inteligente. Él
no quiere matar a nadie porque esa es una que es una tonada
difícil de superar, por lo que esos edificios son una mejor apuesta
para estar vacante. Además, ¿quién los está mirando? Y qué
mejor manera de asegurarse de que no puedan relacionarlo con
nada cuando todo ese plástico se derrite y destruye los números
de serie y los discos duros. Imposible de rastrear tú amigo.

—¿Tiene antecedentes como incendiario?

381
J. R. WARD CONSUMIDO

—¿Cuánto antecedentes necesitas? La gasolina está en todas


partes. Lanzas la llama y echas a correr.

Pensó en el incendio del apartamento al que fue el sábado. —


Cierto. Pero, ¿cómo diablos consiguió mover todo?

— ¿Crees que no puedes comprar mano de obra barata con


drogas? Medios, motivo y oportunidad.

—Pero es bastante circunstancial.

Ella era consciente de que estaba luchando contra la lógica. Por


otra parte, quería poner al descubierto a Ripkin. Ese bastardo lo
había hecho personal.

—Voy a hacer arreglos para ir a hablar con Ollie.

—Buena idea. —Jack frunció el ceño—. Sin embargo, hay algo


que debes saber. Creemos que Ollie tiene amigos en bajos fondos.

—¿No es esa una canción de música country?

—Mi favorita, de hecho. Pero en este caso, estoy hablando de la


mafia. Simplemente no podemos averiguar con quién más ha
estado trabajando.

—Bueno saber. Espero retrasos y obstrucciones.

—Necesitas tener cuidado también. Ollie como contratista


independiente en el mercado negro es una cosa. ¿Respaldado por
la mafia? Él tendrá recursos y gente que cuidará sus intereses,
si sabes a qué me refiero.

—Seré cuidadosa. Gracias, Jack.

382
J. R. WARD CONSUMIDO

Como la mayoría de las estaciones de bomberos en New


Brunswick (excepto por el elegante regalo del Jefe Ashburn de
parte de Charles Ripkin), el 499 se había construido para su
propósito a principios del siglo XX. Hecho de ladrillo que recibía
una nueva capa roja cada cinco o seis años, tenía tres bahías
para los motores y las escaleras, una adición más corta para la
ambulancia, literas y baños en el segundo piso. La cocina, el
espacio para comer y pasar el rato estaban en la parte de atrás
del primer nivel, y también había una oficina para el capitán.

Danny estaba en la cocina, examinando el contenido del armario.


Después de reportarse, Moose se sentó en el sofá frente al
televisor, Deshaun, Duff y T.J. estaban levantando pesas en la
bahía, y los otros seis hombres de servicio estaban dispersos por
toda la estación, limpiando el equipo, revisando la escalera,
reponiendo la ambulancia.

Contra su buen juicio, Danny se había ofrecido voluntario para


el servicio de cocina, a pesar de que había recibido la mierda de
todos al respecto. Pero no podía sentarse sin hacer nada entre
las llamadas externas, y bombear hierro con los chicos no era
una opción. Gracias a que él y Anne habían trabajado dicha labor
en su patio, todo el día de ayer.

Sin inspiración, se acercó y abrió la nevera. Cuando se vio


amenazado al ver los huevos y la leche, las sobras y los bloques
de queso, se enfrentó con el hecho de que incluso después de
todos estos años en la estación, aún tenía pocas habilidades. ¿Y
él le había dado un mal rato a Duff?

383
J. R. WARD CONSUMIDO

Cerrando la puerta, decidió salir por la parte de atrás y fumar un


cigarrillo mientras consideraba sus opciones. Hoy había diez
hombres en turno, incluyendo el equipo de él, Duff, T.J.,
Deshaun y Moose, y tenía aproximadamente dos horas y media
(salvo una alarma o un simulacro de entrenamiento) para
resolverlo.

En caso de duda, podía hacer bocadillos. Había suficientes


carnes frías y lechuga en la nevera. Tarro fresco de mayonesa en
el armario. Chips también. Para el postre él podría darles helado.

Parecía que lo había solucionado.

— ¿A dónde vas? — dijo Moose desde el sofá. —No querrás


perderte esto. La suegra está en negación y Phil está a punto de
servirle una gran cantidad de realidad.

Moose amaba al Dr. Phil197. Por otra parte, probablemente estaba


buscando consejos sobre cómo manejar a su esposa.

—Voy a salir por un segundo.

—Tienes que dejar de fumar.

—Renuncia a tu cerveza primero, luego hablaremos.

—Vete a la mierda, —respondió Moose afablemente.

La puerta de atrás se abrió hacia el área de estacionamiento, que


estaba completamente cercada, las camionetas del equipo
estacionados contra el eslabón de la cadena. Sin sol hoy. Más
frío.

197
Psicólogo y escritor estadounidense, es anfitrión de su propio programa donde da asesoramiento para los
problemas de los clientes.
384
J. R. WARD CONSUMIDO

Mientras murmuraba por lo bajo, se apoyó contra los ladrillos y


recargó la suela de su bota en el costado del edificio.

Cuando su teléfono zumbó, casi dejó caer el cigarrillo en sus slips


al sacarlo del bolsillo de su pantalón. Si era Anne…

Frunciendo el ceño, casi lo dejó entrar al correo de voz. — ¿Sí?

Hubo una pausa. — ¿Es esa una manera de hablar conmigo?

—Deandra, ¿qué diablos estás haciendo en mi teléfono?

—Quería hablar contigo. —Hubo un susurro—. Quería escuchar


tu voz.

—Tienes que detener esto.

— ¿Por qué?

—Porque estás casada con Moose. —Tomó una calada—. Vamos


Deandra.

—Te dije que quería que hubieras sido tú.

—Eso nunca ocurrirá. Y no voy a volver a contestar, ¿entiendes?


Terminamos con esta mierda…

—¿Por qué? ¿Por qué estás con Anne?

—No, porque no eres mi tipo.

—Solía serlo. —Esa voz descendió sobre el octavo de la operadora


de telefonía sexual—. Sabes que te gustaba, sabes que me amas,
Danny…

Moose asomó la cabeza por la puerta. —Hey, el capitán Baker nos


quiere para hacer el reporte sobre el apartamento que se incendió
el viernes.
385
J. R. WARD CONSUMIDO

—Estoy en camino.

Deandra interrumpió. —Puedo hacer que te corras. ¿Lo


recuerdas, Danny?

Cuando Moose regresó a la estación, Danny realmente había


tenido jodidamente suficiente de ambos—. No me llames más, si
lo haces, tendré que decírselo a tu esposo.

—Dile. No me importa una mierda, estoy cansada de esa casa en


el bosque, estoy cansada de eso, todo fue un maldito error.

—Entonces arregla tu propio maldito lío, tengo para ocuparme


más que suficiente con los míos.

—Ella nunca estará contigo, Danny. —Esa crueldad que tan bien
conocía, compartía los rincones de todas esas consonantes—.
Nunca te amará como yo. Ella sabe la verdad sobre ti y eso la
apaga.

—Dice la mujer con tetas falsas. Perdóname si no te busco por


autenticidad. No me vuelvas a llamar o no te gustará a dónde te
llevará.

—Dos pueden jugar ese juego.

—Tengo menos que perder que tú, dulzura.

Mientras estaba colgando, golpeó su cabeza contra el edificio.


Deandra fue un camino que nunca debería haber recorrido. El
enganche había sido una cosa clásica del tipo al-otro-lado-de-la-
barra. Sol acababa de ser asesinado, había estado seguro de que
no tendría ninguna oportunidad con Anne, y había aceptado la
oferta que se le había presentado tan enfáticamente.

386
J. R. WARD CONSUMIDO

En lo que a él respectaba había sido solo-una-noche, un hecho-


y-terminado-al-salir-el-sol. Deandra no estuvo de acuerdo con
esa evaluación y llegó al departamento a todas horas del día y de
la noche. Al ver a una dama en apuros, Moose había entrado en
el vacío, primero como consejero y luego como un equipo de
gimnasia voluntario que la mujer había montado con mucho
efecto vocalizador.

Danny no se había molestado en señalar lo que parecía obvio


para todos, excepto para Moose. Por otro lado, el tipo había
necesitado una "victoria". Después de pasar un mal momento en
el sistema de cuidado de crianza, apenas se había graduado de
la universidad, había fracasado en SWAT y, en comparación con
Danny, Jack y Mitch, siempre había sido Michael Anthony198 en
lugar de Eddie Van Halen199 o David Lee Roth200. George Harrison
en lugar de John, Paul o Ringo201.

La marca de la tienda, no el nombre de la marca.

Deandra había llevado las cosas mucho más lejos de lo que nadie
había esperado, un recorrido en descenso por aquel estrecho
pasaje. Y ahora que estaba atrapada con Moose, estaba
golpeando la red que había tirado sobre ella. Hablar de saber la
verdad, sin embargo. Ella no era del tipo que saltaba hasta que
no tenía otra plataforma de aterrizaje, por lo que estas llamadas
telefónicas eran intentos de establecer un lugar. Cuando no
funcionase, ella iría a otra persona.

Así fue como terminó con Moose en primer lugar.

198
Músico estadounidense, bajista y corista de la banda de hard rock Van Halen,
199
Guitarrista, pianista, compositor y productor fundador de la banda Van Halen.
200
Cantante estadounidense de hard rock cantante principal de Van Halen.
201
Los 4 integrantes de la banda británica de rock The Beatles.
387
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 39

La llamada que Anne había estado esperando no llegó hasta que


estuvo empacando para dejar su oficina al final del día.

La voz masculina en el otro extremo de su teléfono de escritorio


era enérgica y eficiente. —Estoy llamando desde el servicio de
tráfico. ¿Estás buscando acceso a la cámara del muelle?

Ella se sentó de nuevo en su silla. —Sí. Tengo las fechas, ¿quieres


que te las envíe?

—Tenemos un formulario, ¿Puedo enviártelo por correo


electrónico? Lleva dos semanas procesarlo

— ¿Dos semanas? —Ella miró a Soot, quien estaba acurrucado


en su caja—. ¿Hay alguna manera de conseguirlo más rápido?

—Es por citación.

—Estoy revisando seis incendios, y hubo al menos dos muertes.


Realmente estoy tratando de superar todo esto.

— ¿Cuán lejos llegan tus fechas?

—Un poco.

—No guardamos imágenes mucho tiempo. Sólo treinta días.

¿Y tarda dos semanas en acceder? ¿Qué demonios? —Bien,


bueno, yo te agradezco que me envíes el formulario por correo

388
J. R. WARD CONSUMIDO

electrónico. Voy a encargarme de ver si hay otros ángulos a los


que pueda llegar.

—Escucha, el formulario te dice que lo envíes de vuelta a la


bandeja de entrada abierta. Mándamelo. Veré lo que puedo hacer.

—Gracias. Eso sería genial.

Colgando, había esperado que hubiera otra manera, pero parecía


que ella iba a tener que ir con la opción dos: Despiadada.

Levantándose, agarró una carpeta que había preparado durante


el almuerzo. —Vuelvo enseguida Soot. Y luego nos vamos a casa.

La Investigación de Incendio intencionado y División de


Inspección de Fuego de la Ciudad de New Brunswick ocupó un
piso del edificio de muni202 con un número cada vez menor de
inspectores y su personal de apoyo trabajando en un grupo de
pequeños espacios con más puertas que ventanas. Don tenía una
oficina en la esquina, pero no era lujosa, con vista a ambos lados
del estacionamiento.

Cuando ella golpeó la jamba, él levantó la vista de su


computadora. — ¿Y ahora qué? —Pero él se echó hacia atrás y
sostuvo su taza de “El Mejor Jefe Del Mundo”—. Parece que estás
en pie de guerra.

—Necesito tu ayuda.

—Espera. Quiero estar preparado. —Abrió un cajón y sacó una


botella de Motrin. Después de tomar dos, murmuró—, Hagamos
esto.

202
Edificio municipal.
389
J. R. WARD CONSUMIDO

Ella le entregó la carpeta a través de su escritorio y luego dio un


paso atrás mientras él leía.

Su jefe revisó el papeleo dos veces. Luego la miró. —Quieres citar


a Ripkin para el acceso a sus cámaras de seguridad en esos
edificios.

Anne se paseaba, incapaz de quedarse quieta. —Estoy


sorprendida de que los investigadores anteriores en los primeros
cinco incendios no lo hayan hecho ya. Sin ofender, pero creo que
estaban eliminando las escenas debido a su ubicación y falta de
valor intrínseco. Necesitamos ver quién entraba y salía de esos
edificios porque si la teoría de Ollie Popper es correcta, tenía una
cantidad considerable de evidencia para moverse. Habría un
vehículo que se detendría en el sitio y entraría. Estaría allí por
una hora más o menos mientras él movía las mercancías. ¿Y si
Ripkin está quemando esos edificios? Todavía veríamos a alguien
entrar.

Se sentó en una de las dos sillas vacías frente a Don, recordando


el asiento con cable en el que Ripkin la había hecho sentarse
mientras hablaban en su oficina. —He estado pensando en algo.
Ripkin Development es una gran corporación, y tengo la
sensación de que el tipo es paranoico con respecto a la seguridad
y el monitoreo. Hubo una gran cantidad de equipos de oficina en
al menos dos de los incendios, por lo que tal vez Ripkin sea el
único que está desapareciendo los discos duros y las
computadoras portátiles. No hay manera de borrar
completamente la memoria de las computadoras, a menos que,
por supuesto, las derrites.

Don cerró la carpeta. —Tengo la sensación de que estás centrado


en Ripkin.

390
J. R. WARD CONSUMIDO

—O en Ollie.

—Sobre todo en Ripkin. Ten cuidado al buscar información para


confirmar tu hipótesis. —Tomando una pluma, firmó en la parte
inferior del formulario—. Pero me gusta tu enfoque, Ashburn.

—Gracias jefe. Voy a enviar esto ahora mismo. También tengo


otro formulario por hacer para las fuentes de tráfico, pero lo haré
esta noche desde casa para su firma a primera hora de la
mañana.

Cuando regresó a su propia oficina, su teléfono celular estaba


sonando y tomó la llamada justo antes de que entrara en el correo
de voz. —Tom?—

Genial, su hermano solo la llamaba cuando algo estaba mal.

— ¿Hola? —Preguntó cuando no hubo respuesta.

— ¿Podemos vernos en casa de mamá y papá ahora?

Anne frunció el ceño. —Tu voz suena rara. ¿Estás bien?

—Sólo reúnete conmigo allá, ¿Si?

—Sí. Claro… dame diez. Todavía estoy en la oficina.

¿Tal vez las renovaciones necesarias para reparar el daño del


árbol fueron mucho más de lo que había pensado? O… ella no
podía pensar qué otra cosa podría ser.

— ¿Mamá va a estar allí? —Preguntó.

—No. Solo tú y yo.

391
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando Anne giró hacia la calle correcta, miró alrededor de las


casas y se sorprendió al encontrar que su propio vecindario,
donde vivía ahora, era casi idéntico. ¿Por qué no se había dado
cuenta antes? Entonces otra vez, ¿Cuándo fue la última vez que
estuvo aquí?

Un par de años.

¿Y por qué ella no vivía de manera similar? Su padre había


comprado la casa con el mismo salario, ajustado a la inflación,
que ella ganaba ahora. Claro que no había tenido una esposa y
dos hijos, pero él no empezó así y su mamá contribuyó con el
salario de una maestra de kindergarten a los ingresos de la casa.

Jesús…todavía tenía un color azul pálido.

Los dos pisos de la casa se habían construido a finales de los


años sesenta, y el revestimiento era blanco en ese entonces. Pero
su madre no había querido perder la oportunidad de
“embellecerla”. Así que ese azul había nacido y prosperado, a
pesar del hecho de que convirtió el lugar en un huevo de Pascua
que era vergonzoso.

Anne estacionó el Subaru en el camino de entrada, detrás del


SUV de su hermano. —Soot, solo estaré unos minutos. Ya saliste,
así que estarás bien. Ladra si me necesitas.

No salía el sol, y la temperatura era de cincuenta, así que estaría


bien, pero ella bajó todas las ventanas de todos modos.

Cuando salió, miró hacia el segundo piso. La habitación de sus


padres estaba a la derecha, la suya a la izquierda, la de su
392
J. R. WARD CONSUMIDO

hermano en la parte trasera. En el medio, estaba el baño que ella


y Tom habían compartido. En la planta baja, estaba el pasillo que
unía la sala de estar y luego la cocina y el salón familiar se abrían
al porche y al patio trasero.

Los arbustos fueron cortados con precisión. El camino estaba


libre de malas hierbas. El césped recortado como si fuera una
alfombra.

Subiendo a la puerta principal, apuntaló la contrapuerta abierta


con la cadera y jugueteaba con su llavero, sus dedos buscando
para encontrar la correcta. Parecía extraño tener la llave con ella,
especialmente porque era un símbolo de todo lo que se había
perdido: su padre ya no era el héroe que había creído que era, su
madre era una persona débil que no podía entender.

Dios, todavía olía igual. A su mamá le encantaban las velas


perfumadas, las más dulces. Y cuanto más florido mejor, y como
resultado, la casa era como una tienda Yankee Candle203, todas
gardenias y lirios empalagosos.

Iba a estar oliendo a esas cosas como una hora después de que
se fuera.

— ¿Tom? —Ella cerró la puerta—. ¿Dónde estás?

La sala de estar no estaba dispuesta de la misma manera, los


muebles con los que estaba familiarizada se habían trasladado a
diferentes rincones. Las cortinas también se habían cambiado.
Ahora eran durazno. La alfombra también era nueva.

203
Fabricante y distribuidor estadounidense de velas perfumadas, candelabros, accesorios y vajillas.
393
J. R. WARD CONSUMIDO

Supuso que Nancy Janice no podía soportar su propia decoración


y tuvo que cambiar sus cosas.

— ¿Tom?

Cuando hubo una respuesta suave, entró en la cocina y esperó


que hubiera una adición a la parte trasera de la casa o algo así.
No, la lujuria del decorador no había inspirado una reforma en
los antiguos gabinetes de pino o los electrodomésticos
Stormtrooper204 blancos.

¿No sabía su madre que todo era gris e inoxidable ahora?

Por otra parte, la casa era un azul que su mamá parecía apreciar,
por lo que las modas, basadas en las opiniones de otros, podrían
no tener mucho peso. Anne nunca se había molestado en
preguntar cómo funcionaba todo, y no iba a comenzar ahora.

La puerta del porche trasero estaba entreabierta, pero primero


revisó los daños en el techo del salón familiar. El árbol había sido
removido; había placas de yeso fresco en el techo, y una nueva
ventana colocada en una jamba recién montada y sin pintar.

Buen trabajo, y ella se preguntaba quién del 617 lo había hecho.


Probablemente Vic. Era el carpintero del pelotón.

No habría cargo por el trabajo. La DPNB se hizo cargo de las


viudas y huérfanos de los bomberos caídos. Era parte del sistema
de pensiones. Su madre nunca tuvo que llamar a plomeros,
techadores, electricistas o carpinteros; alguien de la extendida
familia de azul siempre estaba dispuesto a ayudar.

Al salir, encontró a su hermano sentado en una silla de jardín


junto a la parrilla, con las manos unidas en su regazo, las rodillas

204
Personajes ficticios de Star Wars, son las tropas de asalto del Imperio Galáctico.
394
J. R. WARD CONSUMIDO

a los lados, los ojos fijos en el cuadrado de hierba cortada pero


no enfocados. Su camiseta DPNB tenía motas de aserrín, al igual
que sus pantalones de trabajo azul marino. Y sus botas estaban
manchadas de lodo seco.

Detrás de él, el exterior de la casa mostraba dónde se había hecho


la reparación, la madera lisa y el revestimiento expuesto como
una cicatriz en la curación media.

—Supongo que hiciste el reno.

Mientras hablaba, él se sacudió como si lo hubiera sorprendido.


Pero no miró por encima. —Sí.

Frunciendo el ceño, se acercó y se sentó en la silla junto a él. Sin


ninguna razón, ella notó que la pareja, junto con la tumbona y
las dos mesitas, tendrían que ser guardadas para el invierno. La
parrilla entraba en el garaje. El columpio se quedaría al otro lado.

Tal como siempre había sido, la rotación de los muebles de


exterior siguiendo las estaciones. Midiendo los años.
Desvaneciéndose con el tiempo hasta que su utilidad se perdió y
requirieron reemplazo.

Como las personas, decidió, las viejas generaciones que pasaban


a medida que nacían las nuevas, el ciclo se repetía.

Ella miró a su hermano. Sus helados ojos azules la asustaron. Lo


mismo hizo su quietud. —Dime. ¿Está mamá enferma? ¿Lo estás
tú?

— ¿Qué?— Él finalmente la miró—. ¿De qué estás hablando?

—Necesitas hablar conmigo. Nunca te había visto así.

395
J. R. WARD CONSUMIDO

—Me encuentras… —Se acaró la garganta—. ¿Soy difícil de


tratar? Tú sabes sobre… cualquier cosa.

Las cejas de Anne se alzaron, y se quedó momentáneamente en


blanco. De todas las cosas que ella había esperado que él dijera,
no esperaba eso.

Ni de cerca.

396
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 40

Cuando Tom hizo la pregunta, supo la respuesta de Anne por la


forma en que se enderezó y lo miró como si hubiera olvidado
temporalmente el español. Y luego hubo un silencio que sugirió
que ella estaba tratando de encontrar una manera adecuada de
responder.

Pensando con cuidado.

Lo que fue una respuesta suficiente, ¿verdad?

—Tomaré eso como un sí, —murmuró él.

Dios, estaba cansado, y no solo porque no había dormido desde


que la alcaldesa Mahoney había mejorado su tamaño, cualquiera
que fuera el stiletto que usara y lo había pateado en el culo.
Estaba agotado a nivel molecular.

— ¿A qué viene todo esto Tom?

—Solo te preguntaba. Tú sabes, solo… pensaba.

Mientras el silencio se prolongaba, él esperó. Sister nunca rehuyó


al conflicto.

—Puedes ser un desafío, —dijo después de un rato—. Tienes tu


propia forma de hacer las cosas y eso tiende a reemplazar a todo
y a todos los demás a tu alrededor.
397
J. R. WARD CONSUMIDO

—Tengo que mantener a la gente a salvo. Hay vidas en peligro


todos los días en el trabajo, y si no me aseguro de que las cosas
se hagan correctamente…

Ella levantó la palma de la mano para detenerlo. —Oye, me


preguntaste. Si no querías mi opinión, deberías haberte
mantenido callado.

—Lo siento. —Se frotó la cara con la mano sucia, y sus ojos se
clavaron en el aserrín de su palma—. La casa está bien para que
mamá vuelva a mudarse, por cierto.

—Eso veo.

—Debes estar aliviada.

—Supongo.

Ahora él era el sorprendido. —En realidad no quieres que se


quede contigo.

—Realmente no. Pero la quiero a salvo por encima de todo. Eso


es lo que me preocupa.

—Ella no es una paciente geriátrica que corre un riesgo de


resbalones y caídas. Puede volver a entrar esta noche.

— ¿El sistema de seguridad es completamente funcional?

—Aún no. Tienen que venir y poner contactos en la nueva


ventana.

—Entonces ella se quedará conmigo hasta que eso suceda—.

398
J. R. WARD CONSUMIDO

A lo lejos, un perro ladró y el vecino de la derecha regresó a casa


del trabajo y guardó su Kia205 en el garaje. Él esperaba que no
vieran a través de los arbustos que había gente aquí y decidieran
venir y hablar sobre la caída del árbol.

— ¿Estás bien? —Preguntó Sis—. Estoy preocupada por ti. Estás


demasiado callado.

—Nah, estoy bien. No es problema. Nada que no pueda manejar.

—Bueno.

En el fondo de su mente, era consciente de que estaban siguiendo


el procedimiento, y mientras pensaba en Emilio en esa cama de
hospital, a Danny cayendo en la locura, y el problema de la
bebida de Chuckie P, se sintió obligado a golpear la puerta
cerrada de intimidad estoica.

Aunque no solo. No, No. No esta noche hijos de puta.

— ¿Puedes decirme por qué la odias tanto? —Preguntó. Y antes


de que ella pudiera responder, él levantó la mano hacia su
hermana—. Yo solo quiero entender. No estoy pidiendo que
intentes cambiar de opinión o no juzgarla. Simplemente no
entiendo. Tal vez si lo hiciera, podría dejar de molestarte acerca
de ella.

Cuando los ojos de Anne se dirigieron a la parrilla para evitar los


suyos, se encogió de hombros.

—Y si no quieres decirme, está bien, eso es asunto tuyo.

205
Kia Motors es un fabricante surcoreano de automóviles.
399
J. R. WARD CONSUMIDO

La forma en que lo miraba de nuevo en shock le hizo pensar


acerca de la diatriba de la alcaldesa sobre sus fallas como
gerente. Mierda. Él realmente era el problema, no la alcaldesa.

Anne respiró hondo, como si se estuviera preparando para


levantar un auto del suelo. — ¿Recuerdas, dos días después del
funeral, cuando tú y el tío Aaron fueron a ese viaje en bicicleta?
El único padre que se suponía debía seguir con nosotros.

Había solo un “funeral” en este contexto. Y odiaba los recuerdos


que tenía de aquel día, los cientos de bomberos vestidos,
caminando detrás de un motor que llevaba el ataúd cubierto de
su padre. Su madre de ojos rojos y trágicos. Él, recién graduado
de la universidad y listo para ingresar a la Academia en el otoño.
Anne… estoica como siempre incluso a los trece, negándose a
llorar.

Es curioso, no lo había pensado hasta ahora, pero había


considerado eso una falta de respeto en ella. Y él había estado
molesto por eso desde ese día.

Se sacudió de nuevo al presente. —Estábamos recaudando


dinero para el fondo de benevolencia. Se suponía que papá
estaría allí. —Las imágenes de él y del mejor amigo de su padre,
“Tío” Aaron, pedaleando como un infierno en Connecticut le
recordaron cómo ambos habían tenido la ira para trabajar en
esas cintas de asfalto a través del campo—. Hicimos como mil
quinientos dólares para ellos.

—Me quedé atrás.

—Querías ir.

—Yo era una niña, no se me permitió. —Cuando la ira tensó los


rasgos de su hermana, se dio cuenta de que rara vez la había

400
J. R. WARD CONSUMIDO

visto sin esa expresión cerca, un conductor esperando manejar—


. Se suponía que estarías en casa la noche siguiente.

—Decidimos quedarnos en el campamento.

—Sí.

Hubo una larga pausa. — ¿Y entonces?

—Una mujer se presentó en la casa la tarde siguiente. Ella era


joven. Bonita para ser una pueblerina. Estaba frenética, así que
mamá la invitó a entrar. Cuando escuché las voces, bajé de
puntillas por las escaleras y sin que me notaran, escuché. La
chica estaba embarazada. Ella dijo que era de papá.

Un aire frío recorrió la columna de Tom — ¿De qué estás… quién


demonios era ella?

—Era su novia. Eso fue lo que le dijo a mamá.

—Dios… mío. ¿Qué dijo mamá?

—No estaba sorprendida.

— ¿Cómo dices?

Anne se encogió de hombros y se recostó en la silla de jardín. —


Me enteré que esta no era la primera vez que sucedía. Que
aparecía una mujer en la casa. También tuve la sensación de que
la chica había apostado por un resultado muy diferente al de
cargar al bebé de un bombero muerto. Ella estaba buscando
dinero. Para un aborto. Acababa de cumplir los veinte.

Tom miró a su hermana en busca de signos de que estaba


exagerando, extrapolando incorrectamente, que todo era falso.

401
J. R. WARD CONSUMIDO

—Me había pasado la vida tratando de impresionar a ese hombre,


—dijo—. ¿Y él embaraza a una chica de diecinueve años? Y luego
mamá… ella le dio el dinero a la chica. Ni siquiera parecía
molesta. Era como pagar a un jardinero por el amor de Dios. No
dormí en toda la noche. Terminé con ambos en ese momento.
Nunca había tenido nada en común con mamá, siempre me
empujaba con esos vestidos de flores con volantes y trataba de
que fuera a clases de baile. Estuve harta de ella por un tiempo,
¿Pero después de eso? Acababa de perder todo el respeto por la
mujer. Era mejor gritar. Lanzar cosas. Defenderse. Deja al
bastardo. Pero no desplazarse como si no tuviera voz en su propia
vida. Es como si solo estuviera limpiando el desastre para él,
¿cómo diablos podía vivir consigo misma?

¿Diecinueve? Tom pensó. Diecinueve

Mientras hacía los cálculos, pensó que su padre había sido solo
dos años mayor que él. El pensamiento de una relación como esa
hizo que su estómago se revolviera.

—Me negué a aceptar la mentira. —Anne negó con la cabeza—.


Se suponía que papá era un héroe en la estación, este hombre
firme que rescataba a la gente y salvaba a las mascotas al
encontrarse con edificios en llamas. Todo lo que siempre quise
ser era él. Y luego mamá era el recorte de cartón de una mujer,
un bomboncito sin opiniones propias y sin dirección, excepto por
la que él le dio. Me trajeron a este mundo. Supongo que les debo
eso. Pero tampoco me gustan como personas, y no elegiría
asociarme con ellos si no fueran mis padres. Al final del día, él se
tiró a una adolescente y ella lo permitió, y no fue la primera vez.
Y eso es demasiado feo para que me moleste en tratar de
racionalizar.

402
J. R. WARD CONSUMIDO

Tom exhaló como si alguien estuviera parado en su pecho, el


aliento lo dejó apurado sin inhalar en el momento detrás de la
expulsión.

—No tenías idea, eh, —dijo su hermana en voz baja.

El solo sacudió la cabeza. — ¿Está mal si digo que… era mejor la


imagen de héroe?

—No, es honesto.

— ¿Conocías a la chica?

—No. Nunca la había visto antes. Y que yo sepa, ella nunca


regresó. —Anne maldijo—. ¿Cuántas más hubo, sabes? Quiero
decir, no empiezas allí. Esa chica fue la culminación de un
patrón. De un depredador.

Las imágenes de su padre, alto y fuerte, en los turnos en la


estación le llegaron a la mente. Al igual que Anne, Tom había
moldeado una vida conforme a esos recuerdos, y el hecho de que
el hombre hubiera sido asesinado antes había convertido esos
recuerdos en leyenda.

Tomó al hombre y lo convirtió en un dios.

La Biblia tenía un punto acerca de no adorar ídolos falsos, ¿no


es así?

Cuando Anne finalmente salió de la casa, estaba nerviosa


dejando a su hermano en ese porche. Estaba demasiado quieto,

403
J. R. WARD CONSUMIDO

demasiado tranquilo, para la bomba que ella acababa de soltar


sobre su cabeza.

La ira acumulada la había hecho hablar, pero cuando entró en


su auto, se preguntó si había hecho lo correcto. Nunca hubo
nadie más que se ocupara de todo, aunque ahora se preguntaba
por qué se había quedado callada. ¿Eso no la hizo tan mala como
su madre, que encubrió las cosas? Viéndolo así, debería haberle
dicho a Tom hace mucho.

Pero ella no lo había hecho. ¿Cuándo habría tenido la


oportunidad? Tom era como ella, detrás de una cerca de alambre
de púas cuando se trataba de cosas de naturaleza personal.

Ella finalmente había hecho lo correcto, supuso. Quitó la cortina.


Cortó la mierda. Habló con la verdad.

Entonces, ¿Por qué se sentía tan condenadamente mal?

Mientras conducía por calles conocidas, quedó atrapada en el


pasado, recordando haber corrido detrás de su hermano, haberse
quedado sin hacer cosas porque era una niña, mirando a su
padre. Ella había terminado al margen con su madre, relegada a
animadora en lugar de participar debido a algo que no podía
cambiar y no se había ofrecido para ello.

Y su madre había estado perfectamente bien con todo eso,


contenta de criar a una hija a su imagen de bonita posesión en
lugar de igual.

Por otra parte, hacerlo de otra manera iluminaría lo jodida que


era su propia existencia. Y no querría hacer eso, especialmente
cuando había muebles para mover y ropa para elegir.

404
J. R. WARD CONSUMIDO

El funeral de su padre había sido un sombrío despliegue de


bomberos que salían para honrar a uno de sus muertos, y esa
era la última tarde que Anne se había sentido orgullosa de ser
una Ashburn. Después del servicio en St. Mary's, ella, su madre
y Tom habían subido a un Lincoln Town Car que tenía un par de
banderas púrpuras a cada lado de su parrilla delantera. Como su
madre había insistido en que todos tuvieran un Certs206 para que
su aliento fuera limpio, fueron al cementerio católico donde
estaba toda la familia.

Había sido un día de primavera, frío y vigorizante, el viento


moviendo abrigos y enfriando orejas y narices a pesar del sol en
el cielo. Después de bajar de la limusina con su aliento a menta
fresca, se había parado en su vestido negro, junto a su madre con
un vestido negro, junto a su hermano con un traje negro, frente
al agujero negro de la tumba. El lento desfile de hombres que
caminaban por el lugar de la tumba se había dividido en dos
mitades, con el camión de bomberos que llevaba el ataúd de su
padre en el medio. El camión había sido el que él había tripulado,
y había sido envuelto en un empavesado negro.

Ninguno de esos hombres lloró.

Y tampoco lo había hecho Anne. Incluso cuando los hombres


habían sacado a su padre de la cubierta superior del motor y lo
habían llevado a la tumba que lo estaba esperando, incluso
mientras la niña pequeña dentro de ella había llorado y se sentía
perdida, ella se negó a romper con el decoro que era a su
alrededor.

206
Pastillas mentoladas clásicas.
405
J. R. WARD CONSUMIDO

Había buscado mujeres en el servicio. Se sintió aliviada al


encontrar cuatro o cinco en las doscientas personas en uniforme
porque eso significaba que ella tenía una oportunidad.

Incluso Tom había llorado. Aunque ella no. Ni siquiera después


de que el sacerdote con la túnica negra y la bufanda blanca
colgando de su torso dijera palabras, y luego su padre, su héroe,
el jefe de su familia, había descendido a la tierra codiciosa.

Y luego aquella chica se había aparecido en la casa.

Se quedó cerca de una hora. Anne había vuelto de puntillas a su


habitación cuando la conversación había terminado, la chica le
dio el precio a su madre de $ 582, le preguntó si le daría un
cheque, su madre se dirigió a la cocina por su bolso.

Las ventanas que había en el cuarto de Anne daban hacia el patio


exterior, el horrible auto que estaba estacionado frente a la casa
era uno que nunca había visto por el vecindario.

La chica salió de la casa y se acercó al auto. Se puso el cheque


en el bolsillo de sus pantalones vaqueros cuando entró al auto, y
cuando se dio la vuelta, Anne había vio su cara. Si hubiera sido
una puesta en escena, entonces ella habría sido una actriz
estupenda.

Ella había estado llorando tan fuerte, que fue una maravilla que
pudiera manejar, su rostro se contorsionó en una máscara de
dolor y sufrimiento.

No, pensó Anne. No fue una mentira.

Volviendo al presente, vio a dónde había conducido y maldijo. —


Mierda.

406
J. R. WARD CONSUMIDO

Era la estación 499. De alguna manera, en su distracción, su


mano y pies la trajeron aquí. Por otra parte, también había sido
la casa de su padre.

Estacionando el Subaru, se sentó y miró al otro lado de la calle.


La vieja estación de bomberos roja estaba enmarcada por el cielo
gris, sus ventanas limpias, la acera barrida libre de hojas caídas,
las puertas hacia abajo.

Probablemente salieron a atender una llamada. A pesar de que


estaba fresco, casi frío, las puertas estarían abiertas para que
entrara el aire si estuvieran dentro.

Mentas para el aliento.

Anne, su hermano y su madre se habían quedado sin un padre y


un marido… y la mujer se había preocupado por Certs para el
aliento durante el funeral.

Habría sido mucho más fácil conectarse con su madre si Nancy


Janice hubiera llorado y lamentado. Pero las apariencias siempre
habían sido las más lo importante, no la verdadera fuerza. O la
convicción interna. O el poder personal.

Cuando Tom había regresado de ese paseo en bicicleta, Anne ya


odiaba a sus padres, a su padre por ser un mujeriego en lugar de
un héroe y a su madre por permitirle todo. Y en la década y media
que siguió, todas sus emociones se habían encerrado en esa nota
de ira justa y desde entonces había avivado las llamas.

La realidad era más compleja ¿O no?

Recuerdos borrosos de cosas en las que no había pensado en


años brotaron. Recordó a su padre regresando a casa después de
largos turnos, cambiándose de ropa y saliendo de inmediato para

407
J. R. WARD CONSUMIDO

Timeout, la cara de su madre cayendo en decepción. Recordó con


claridad a Nancy Janice plantando flores en el patio trasero y su
padre haciendo una broma acerca de perder espacio de césped.

Y peor, volvió a vivir lo que era escuchar la voz resonante de su


padre agitada a través de la puerta cerrada de la habitación
matrimonial. El gran Tom, fue producto de la educación militar,
y como tal, nada podía estar fuera de su lugar. Un par de zapatos
en un lugar equivocado, quitados en la puerta trasera para que
el barro no dejara huellas, nunca había sido culpa del niño.

Era culpa de Nancy Janice.

Mirando hacia atrás ahora, esos estándares que Anne había


adoptado todavía parecían algo completamente diferente a solo
una manera de mantener la casa funcionando correctamente y
ordenada.

Habían sido una excusa para gritarle a la esposa. Una forma de


justificar la liberación de la ira y la frustración que se
acumularon como resultado de un trabajo brutalmente duro y
peligroso.

Dios, pensó Anne. Dicho así, ¿En qué otra cosa había esperado
que su madre se convirtiera?

Tal vez el comportamiento adaptado de ser como una alfombra


no fue un defecto crítico de su persona.

Tal vez… había sido para sobrevivir.

408
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 41

—Ayúdame…No puedo…respirar…

Danny se agachó y apoyó la cara en la ventanilla lateral del coche


chocado. La mujer mayor que estaba detrás del volante estaba en
sus sesenta y principios de los setenta, y había sangre en su
cabello gris desde donde su cabeza había sido atrapada por el
interior de la puerta en el momento del impacto.

—Te voy a sacar, no te preocupes. ¿Cuál es tu nombre?

—Ce-Cecilia…Mi nieta…

Danny asintió. —La sacamos de su asiento de auto. Ella está


bien. Vamos a liberarla a usted.

El accidente se produjo fuera de una intersección de cuatro


carriles con señales de giro. La mujer había estado viajando con
la luz verde cuando un fulano voló a través de la flecha roja y la
golpeó con tanta fuerza que la sacó del asfalto y había aplastado
la puerta.

—No puedo…respirar…

—Escucharás algún ruido. Quédate conmigo Cecilia.

Levantando el gato hidráulico, introdujo las cuñas gemelas en la


junta con bisagras de la puerta y conectó la alimentación. El
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J. R. WARD CONSUMIDO

chillido y el chirrido sonaron en sus oídos cuando la herramienta


separó el desastre del cuerpo del auto para que Danny y Moose
pudieran soltarlo y exponer a la víctima. Los miembros del equipo
de paramédicos corrieron hacia adelante y comenzaron su
evaluación cuando Danny arrojó el inútil trozo de puerta del
camino. El otro coche se había metido en la maleza, el conductor
estaba parado a un lado con el polvo de la bolsa de aire sobre su
camisa negra, con la cara hinchada y roja.

Y uno quiere ir y acabar el trabajo con su puño.

Se volvió a centrar en Cecilia. Su boca estaba abierta, haciendo


una mueca y jadeando. Dado el tipo de forma en que estaba su
puerta, probablemente se había roto una costilla o dos y terminó
con un derrame pleural debido a un neumotórax o hemotórax. O
ambos. Al menos esa herida en la cabeza parecía mayormente
superficial, aunque estaba sangrando.

Ella iba a vivir.

Tal vez… pensó que tal vez ella iba a vivir. ¿Qué pasaba si ella
tenía condiciones subyacentes? ¿Qué pasaría si fuera un coágulo
de sangre en sus pulmones?

¿O un infarto de miocardio?

Cuando lo último de la luz se desvaneció del cielo, y los faros del


tráfico redirigido brillaron en sus ojos, su corazón comenzó a latir
con fuerza y miró hacia la ambulancia nuevamente. En el
resplandor de las luces, la nieta de cuatro años gritaba cuando
extraños con cosas médicas de aspecto aterrador se le acercaban
a su cabeza. Las lágrimas corrían por su rostro rojo brillante y
torturado.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Estaba aterrorizada por su abuela. Todo porque algún idiota


tenía prisa. Cuántas veces había visto esto, vidas inocentes
interrumpidas por idiotas que pensaban que su mierda era más
importante que las leyes de tránsito.

— ¿Danny?

Cuando su nombre se pronunció en el aire con olor a aceite, se


volvió y quedó cegado por las luces estroboscópicas que salían de
la ambulancia. Cuando todo lo que vio de pie frente a él fue una
forma alta y ancha en los desvíos y un casco, la realidad se dobló
y torció, ya no era algo lineal, sino una circunvolución que se
duplicó sobre sí misma.

— ¿John Thomas? — Respiró al ver a su hermano gemelo muerto


ante él.

— ¿Qué diablos? —Moose se acercó—. ¿De qué diablos hablas


Danny?

—Lo siento. Nada. ¿Qué pasa?

Moose señaló un camión de plataforma que apareció en escena y


que Danny no había notado. —Pensé que apreciarías no ser
atropellado ya que esa cosa retrocede. Porque no parece que lo
hayas notado.

Cuando se encendieron las luces de marcha atrás y el vehículo


comenzó a dirigirse hacia el accidente de Cecilia, Danny se puso
con el programa recogiendo la puerta que sacó como había
querido hacer todo el tiempo. Fue alarmante observar cuánto
habían progresado en la escena desde que se perdió en sus
pensamientos. Las dos ambulancias se habían ido, Duff estaba
echando arena sobre las fugas de aceite bajo la luz, y los coches

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J. R. WARD CONSUMIDO

de la policía se estaban preparando para liberar el tráfico


desviado.

En el camino de regreso a la estación de bomberos, miró por la


ventanilla bajada del vehículo. Los otros hablaban sobre el juego
de los Patriots que se avecinaba, Duff estaba diciendo que
necesitaba sexo, Moose estaba hablando de su Charger, y Doc
estaba detrás del volante, tarareando.

Danny lo rastreó todo para tranquilizarse de que estaba en el


planeta. Que su cerebro todavía era capaz de mantenerse al día
con la realidad.

Cuando llegaron a la estación de bomberos, no sabía cómo iba a


sobrevivir el resto del turno…

El Subaru estacionado frente a la estación tenía que ser otro


producto de su imaginación. Pero en caso de que no fuera así,
saltó cuando Doc detuvo el motor para que retrocediera.

— ¿A dónde vas? —Preguntó Moose.

Danny dejó que su andar respondiera a la pregunta. Y cuando se


acercó al Subaru, se sintió aliviado cuando Anne bajó la
ventanilla.

Sus ojos estaban tristes cuando lo miraron. —No debería estar


aquí.

—Sí, —dijo—. Deberías.

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J. R. WARD CONSUMIDO

La estación de bomberos aún se veía igual, seguía oliendo igual,


como pan horneado, aceite de motor fresco y ambientador de
limón. Anne nunca había esperado volver a entrar y, de alguna
manera, tener a Soot a su lado con la correa, hacía que todo fuera
más fácil. Supuso que el consuelo de su perro funcionaba.

Se detuvo entre el motor y la escalera y miró hacia la piscina de


la vieja escuela que ya no usaban. El agujero en la parte superior,
que estaba en el centro de la sala de literas, había sido cubierto
con paneles.

Pero su padre lo había usado durante su tiempo.

— ¿Quieres cenar? —Preguntó Danny en voz baja—. Tenemos


un montón.

Ella alzó la cabeza y lo miró. —Tienes bolsas debajo de tus ojos.


Estás agotado.

—Creo que incluso hay restos de carne asada. Fue una noche
muy rara. Podría cocinar de nuevo para ti.

— ¿En qué tipo de llamada estabas fuera?

—Accidente automovilístico. Dos lesiones. Un imbécil que estaba


acelerando y se perdió el semáforo pero estaba bien.

A lo lejos, voces familiares resonaban en el alto techo.

Moose. Duff. Deshaun. Ninguno de ellos sabía que ella había


entrado. Todos ellos vieron como Danny había corrido por la calle
hasta su coche.

— ¿Recuerdas esas fotos que solíamos tener allí? —Ella asintió


hacia el equipo de entrenamiento—. ¿A dónde fueron?

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—Cuando tuvimos la filtración del baño, arruinó la pared.

— ¿Se mataron? —Como si fueran mortales—. Quiero decir,


¿Fueron arrojadas afuera?

—No. Están arriba en el pasillo. Pensamos que estarían más


seguras. ¿Quieres subir a verlas?

—Si quiero. ¿Me llevas? Quiero decir, ya sabes, ahora que no


trabajo aquí y no estoy en el grupo.

—Eres siempre bienvenida. En cualquier sitio.

Ella esperó a que él tomara la iniciativa, y mientras caminaban


hacia los viejos escalones del segundo piso, saludó a los
muchachos que estaban alrededor del centro de la estación. Dios,
se sentía como si estuviera merodeando por ahí y acabara de
quedar atrapada.

—Oye Anne, —gritó Moose—. ¿Te quedas a cenar?

—No, te dejaré la comida a ti.

— ¿Ese es tu perro?

—Sip.

Antes de que ella pudiera enredarse en una conversación, Danny


se detuvo en la base de las escaleras y señaló el camino hacia
arriba. Mientras ascendía, los escalones seguían crujiendo igual,
las paredes estrechas como entrar en una rampa.

El segundo piso seguía siendo tablero de cuentas que había sido


pintado un millón de veces. El baño con las cabinas de ducha
aún tenía esa puerta de vidrio esmerilado.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Las veinte fotos enmarcadas habían sido colgadas en el pasillo,


los tamaños y marcos eran diferentes, algunos en color y otros
en blanco y negro. Pero ella reconoció a su padre en los cinco en
los que había estado.

Dios, él y Tom se parecían tanto. Y todos eran tomas grupales de


seis o siete hombres de la estación… formaciones de las que de
alguna manera su padre había logrado ser el centro. Él había sido
así. El punto de apoyo del cual giraban las cosas, el líder que solo
parecía estar flemático y en su papel de héroe. En realidad, debe
haber tomado muy en serio esa identidad y su conservación.

Si a veces eras el jefe y otras veces no, era alguien que podía
tomar o dejar la autoridad y la adulación.

¿Pero cuándo siempre fuiste tú? Bueno, esa fue una mierda en
la que trabajaste, ¿no es así?

—Era más grande que la vida, —dijo Danny en voz baja—. Tu


padre era el estándar al que todos quieren llegar.

Anne miró su prótesis y se preguntó sobre la naturaleza de la ira.


Ella no se habría identificado como una persona hostil, solo
alguien que era directa y obtuvo lo que quería y necesitaba en
situaciones.

Reenfocándose en las imágenes de su padre, de pie tan orgulloso


y alto entre otros de su generación de bomberos, pensó en lo
enojada que había estado con todo y durante cuánto tiempo.

Pensó en ese fuego que había cambiado su vida y su


determinación de enviar a Emilio por las escaleras. Luego lo
imaginó en esa sala de emergencias, vivo por un golpe de suerte
y nada más.

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Ella no tenía la intención de volverse hacia Danny y alcanzarlo,


pero lo hizo.

Cuando sus brazos la rodearon, ella giró la cabeza y miró


fijamente todas las fotos, no solo las fotos de su padre.

—Salvó muchas vidas, ya sabes, —murmuró Danny.

Él arruinó a muchas de ellas también, pensó.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 42

A la mañana siguiente, Anne se despertó a las seis de la mañana.


O, mejor dicho, se levantó de la cama a esa hora. Ella no había
dormido mucho. Después de vestirse, bajó a la cocina con Soot.
Mientras él salía a hacer su negocio, ella abrió sus armarios.

En lugar de ver el reordenamiento como una intrusión, miró el


orden. Los productos enlatados se habían agrupado por si tenían
sopa o verduras. Las galletas estaban por las sopas. Las cajas de
pasta estaban al lado de los frascos de salsa.

Abrió los cajones debajo de los mostradores. Sus cubiertos


estaban al lado del lavaplatos, lo que facilitaría su vaciado. Los
platos también se habían reubicado sobre el lavaplatos por la
misma razón. Las tapas de las ollas estaban junto a la estufa en
lugar de al lado del refrigerador.

Cerrando todo, ella dio un paso atrás. Luego dejó que Soot
volviera a entrar, se sentó a la mesa y miró hacia la sala de estar.
El sofá estaba ahora en la pared del fondo, por lo que no era
necesario caminar alrededor para entrar a la cocina. El sillón
estaba junto a la chimenea y la lámpara de la mesa estaba tensa.

Si quisiera leer un libro o tejer a gancho, la iluminación vendría


sobre su hombro.

Perfectamente.
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J. R. WARD CONSUMIDO

Anne todavía estaba sentada allí cuando su madre bajó las


escaleras. Cuando Nancy Janice dobló la esquina, se detuvo. Su
rostro estaba maquillado. Su pelo estaba hecho. Pero ella todavía
estaba en su ropa de dormir, el camisón largo y el albornoz rosa
con flores amarillas a juego. Incluso tenía zapatillas que
coincidían.

La expresión agradable que era tan ubicua que parecía una


característica real, (como la nariz o la barbilla de la mujer) se
perdió instantáneamente.

—Buenos días, Anne. Esto es una sorpresa.

Cuando la mujer entró en la cocina, la cantidad de pasos que dio


fue muy pequeña. La distancia recorrida fue mayor que millas. Y
Anne reconoció las líneas en esa cara. El ligero encorvarse por los
hombros. Los cabellos grises que llegaban a las sienes a medida
que el color del cabello crecía.

El tiempo pasaba, dejando su marca, tomando sus impuestos y


multas en forma de belleza y funciones decrecientes.

Pensó en esas fotos en el pasillo de la comisaría. Ese funeral. La


casa de la infancia que había sido un lugar para comenzar para
ella y su hermano… pero que había sido, para sus padres, un
objetivo alcanzado.

—No toqué nada. —Su madre extendió las manos—. Lo juro


Anne. Yo no he tocado nada en esta casa.

La luz del sol destellaba en el anillo de oro de boda en la mano


izquierda de su madre.

— ¿Puedo preguntarte algo? —Dijo Anne en voz baja.

Su madre se acercó y se sentó. —Cualquier cosa. Por favor.


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J. R. WARD CONSUMIDO

Parecieron años antes de que tomara el valor.

— ¿Por qué sigues usando eso?

Su madre se puso rígida, sus ojos se desviaron. Y luego puso su


mano debajo de la mesa, fuera de la vista.

— ¿Por qué mamá? —Anne sacudió la cabeza, consciente de que


estaba preguntando por mucho más que el anillo de bodas—.
¿Por qué?

Justo cuando se convenció de que no habría respuesta, Nancy


Janice dijo, —El matrimonio es un asunto privado entre dos
personas, consagradas por la iglesia.

—Si tienes hijos, no son solo dos personas.

—Tu padre era un buen hombre. Un hombre imperfecto pero


bueno.

—Sé lo que hizo mamá. Te ahorraré decirlo en voz alta. Pero yo


sé.

El desmoronamiento que se produjo fue en el interior. Incluso


cuando mantuvo la compostura, no era más que la fachada de
un edificio, cuyas paredes y techos habían caído de sus clavos y
tornillos.

—Todo lo que he hecho fue tratar de hacer las cosas mejor de lo


que eran. Para ti. Para tu hermano. He hecho lo que pude para…
hacer que las cosas funcionaran. No había recursos para mí. No
me gradué de la escuela secundaria cuando me casé. No quería
que consiguiera un trabajo. No tengo habilidades. ¿Sin su
pensión ahora? No sé a dónde iría. Donde estaría. Qué haría.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Anne miró más allá de su madre a la sala de estar reordenada. Al


sillón con su lámpara perfectamente colocada.

—No soy nada, —susurró su madre—. Eso es lo que siempre me


dijo. Yo soy… nada.

Cuando Anne se puso de pie, su silla apretó a Soot en el suelo y


dio la vuelta, poniéndose de rodillas. Envolviendo sus brazos
alrededor de su madre, se dio cuenta de que era la primera vez
que se habían abrazado… la primera.

—Oh, por Dios, mamá, —dijo Anne con la voz entrecortada—.


Dios…

Maldito sea. Pensó ella.

Se quedaron así durante más tiempo, su madre lloraba


suavemente, Soot se acercó y se sentó lo más cerca que pudo de
Anne.

Cuando finalmente se retiró, tomó las manos de su madre entre


las suyas, una de carne y otra de plástico moldeado.

—Lamento mucho que te lastimaran Anne, —dijo su madre—.


Lo siento mucho. Me ha matado saber… que estuviste herida.

—Es increíble lo que puedes vivir, —murmuró Anne—. Y salir


más fuerte de ello.

Poniendo la mano de su madre sobre su prótesis, Anne tomó la


alianza de boda entre las yemas de sus dedos y la sacó
lentamente. Ella quería tirar la puta cosa a través de la
habitación. En cambio, la colocó sobre su mesa y luego levantó
la mano y secó las lágrimas de su madre.

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J. R. WARD CONSUMIDO

—Es hora de dejar ir tu vieja vida mamá. —Cuando su madre


miró el anillo, sus ojos estaban agotados, y Anne supo cómo se
sentía—. Viejos sueños que fueron realmente pesadillas. La
fuerza solo existe si se prueba, y te prometo que eres más fuerte
de lo que sabes.

—Nunca he sido fuerte. —Sus ojos se cerraron tan fuerte, que


sus labios se fruncieron y mostraron sus dientes—. Y es por eso
que me odias. Porque sabes que no soy como tú…

—Sí, lo eres. — Anne sonrió, aunque había empezado a llorar—.


Soy tu hija, así que la mitad de mí eres tú. Si pude resucitarme,
tú también puedes.

Los ojos de su madre se abrieron una vez más. —Quería


desesperadamente tener algo en común contigo, pero siempre
estaba tan contenta de que no fueras como yo. Eres la persona
más fuerte que conozco.

—Vamos a seguir adelante en esta familia, ¿bien? —Anne apretó


la mano de su madre—. Podemos hacerlo. Juntas.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 43

Al día siguiente, Anne bajó a la corte municipal y al complejo


penitenciario del condado unos veinte minutos antes de la hora
en que se suponía debía ver a Ollie Popper, nombre real Douglas
Contare. Después de pasar por el detector de metales y de que
un asistente de policía le diera instrucciones muy precisas para
llegar a la esquina noroeste, donde podría registrarse para la
entrevista. Había cientos de personas alrededor del edificio del
tamaño de un centro comercial. Algunos estaban en traje de
negocios. Otros parecían agobiados y confundidos. Y había
policías y oficiales del alguacil por todas partes.

Cuando llegó a la entrada de la cárcel, tuvo que esperar a que la


llamaran, luego se registró en una ventanilla a prueba de balas.
Las cosas se movieron rápido, y pronto se encontró en una
habitación delgada y larga cortada por la mitad por más de ese
grueso plexiglás. Los cubículos estaban diseñados con divisiones
en ambos lados, había sillas y dos teléfonos para conversar entre
los prisioneros y las personas que eran visitantes.

La puerta se cerró detrás de ella y debatió entre tomar asiento o


no, pero decidió esperar hasta que trajeran a Ollie.

Cinco minutos después, la puerta detrás de ella se abrió. Un


asistente del alguacil, diferente al que la había traído, entró.

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J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿Estás aquí por Contare? —Preguntó la mujer.

— ¿Sí?

—Lo siento, lugar equivocado. Su abogado los está esperando en


una sala de interrogatorios.

Anne frunció el ceño. — ¿Te refieres a su defensor público?

—No, su abogado apareció justo ahora. Dijo que Ollie solo podría
hablar contigo si él está en la habitación.

El cambio de ruta fue una buena noticia, ya que le dio un poco


de tiempo para ajustar su enfoque. La preparación para
entrevistar a los testigos o interrogar a los sospechosos era
crítica: antes de sentarse con alguien como parte de una
investigación, tenía que saber qué perseguía, cuál era el objetivo.
También tenía que tener los hechos claros y estar preparada para
conservar la compostura, sin importar en qué dirección iban las
cosas.

Un abogado fue una sorpresa. Especialmente cuando aparecían


en el último minuto.

La habitación a la que la llevaron era como esperaba. Sin


ventanas, una mesa y cuatro sillas que estaban atornilladas al
piso, y una cámara de monitoreo de video montada en la esquina
más alejada. También tenía insonorizadas las paredes y luces
fluorescentes en el techo bajo. Edición estándar.

El abogado de pelo plateado en un traje de seda que se levantó


no lo era. —Señora. Ashburn. ¿Cómo está? Sterling Broward.

No había razón para corregirlo con lo de “Señora”. A pesar de que


su título era inspectora. —Señor Boward, un placer conocerle.

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—Broward, —corrigió él.

—Por supuesto, —dijo con una sonrisa suave—. ¿Traemos a su


cliente?

—Solo para que usted y yo estemos claros, nada de esto está bajo
juramento y es mi intención mantener el enfoque cerrado.

—Su cliente es una persona de interés, no un sospechoso—.

—Exactamente—.

Después de que Broward le dio el visto bueno al agente para que


fuera por Ollie, Anne se sentó y el abogado se unió a ella tomando
una silla.

— ¿No quiere sacar su libreta? —Dijo él.

—No. ¿Usted?

El abogado se sentó hacia adelante, uniendo las manos justo por


sus pulidas uñas. Su expresión era de gran bondad y
benevolencia. —Solo estoy tratando de ayudarle a hacer su
trabajo.

El”niña” estaba implícito en el tono. Y mientras Anne consideraba


al hombre, no podía esperar hasta que el inevitable paso del
tiempo condujera a esta generación más vieja de hombres fuera
del planeta a una magnífica recompensa, como limpiar la
despensa de las cosas que ya estaban caducadas: La vida útil de
su actitud condescendiente había terminado, y era hora de que
su acto fuera a la basura.

Cuando ella solo lo miró fijamente a los ojos, él levantó las cejas,
y ella dobló en su monólogo interno los brazos peludos de la

424
J. R. WARD CONSUMIDO

feminista que era demasiado odiosa para aceptar algún consejo


amable de alguien que la conociera mejor y que veía por ellos.

Pero eso no era lo que realmente estaba pasando aquí, ¿verdad?

—Sabe, —dijo él—, He oído que era difícil tratar con ellos.

—Mi trabajo no es hacer que la gente se sienta cómoda. No estoy


aquí para conseguir su café y su bagel.

—Creo que encontrará que atrae más abejas con miel que con
vinagre.

Anne se sentó hacia adelante e imitó su pose. — ¿Cuánto tiempo


lleva trabajando para Charles Ripkin?

El cambio fue sutil pero instantáneo, esas cejas bajaron un


milímetro. —Mi cliente es Donald Contare.

—Douglas. Se llama Douglas. —Ella se inclinó hacia delante—. Y


ahora mismo, me pregunto cómo un comerciante de adictos de
dos peniques como Ollie Popper puede pagar un abogado con su
tipo de vestuario. Misterio, ¿no es así? Supongo que Ollie ha
estado ahorrando sus centavos de todo el equipo de oficina que
ha estado quemando en los almacenes de Ripkin.

—Esos fuegos aislados no tienen nada que ver con el desarrollo


Ripkin.

—Hombre, esa negación parece salir de su lengua. Apuesto a que


se encuentra diciendo mucho cosas así, eh.

El picaporte de la sala de interrogatorios se levantó y se abrió, y


Ollie era más pequeño en persona de lo que parecía en esas fotos
policiales. Tenía solo unos cinco pies y seis207, y no podría haber
207
1.70 mts.
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J. R. WARD CONSUMIDO

pesado más de unas 140 libras208, o a lo mucho 150 libras209.


Sus ojos ya no eran maníacos, independientemente de lo que
había estado haciendo durante sus arrestos, ya lo había
metabolizado.

Los grilletes fueron una sorpresa. No parecía peligroso.

Cuando vio a Broward, se quedó helado, el sheriff que estaba


detrás chocó con él. Rápidamente se recuperó. —Oye. Qué hay.

Su voz sonaba como frita, la ronquera era el resultado de la


inhalación de contaminantes calientes.

Amablemente su abogado, le dio la mano e hizo esa cosa de


agarrar su mano entre ambas palmas, el equivalente a un político
que realmente se preocupa por él.

—Te dije que venía, —dijo Broward—. Sabes de qué se trata esto.

—Por supuesto. Lo entiendo.

Ollie se centró en ella, no es que eso implicara mucho más que


los ojos que la atravesaban. Parecía más preocupado por
Broward, al sentarse parecía no querer acercarse demasiado.
Incluso intentó alejar la atornillada silla del otro hombre.

Anne se aclaró la garganta y sacó su identificación del bolsillo de


la chaqueta del traje. —Soy la inspectora Ashburn. Me gustaría
hacerle algunas preguntas sobre los incendios en el muelle.

—No sé nada sobre ningún incendio.

—Bueno. Bueno, tal vez me complacerá cuando describa un par


de incidentes de todos modos. Hay seis de ellos en los últimos

208
63.5 kg.
209
68 kg.
426
J. R. WARD CONSUMIDO

dos años, y la razón por la que quería hablar con usted es por el
exceso de equipo de oficina encontrado en los sitios.

—No sé nada de ningún equipo de oficina.

—Eso es gracioso, porque he visto fotos de los tres apartamentos


que está alquilando en este momento. Y había habitaciones llenas
de viejos ordenadores portátiles, computadoras de escritorio y
teléfonos.

—No, no es verdad.

—He visto las fotografías.

—Ahora están vacíos…

Broward intervino. —Estamos fuera de tema. Esto se trata de los


incendios en el muelle, no es así. De esos almacenes
abandonados.

—No sé nada.

Anne miró hacia adelante y hacia atrás entre los dos. —Me
gustaría darle algunas fechas y preguntarle dónde estuvo esos
días.

—No recuerdo dónde estaba.

—No le he dado una fecha.

—No lo recuerdo.

— ¿Dónde estuvo la última vez que…?

—No lo recuerdo.

Anne no se sorprendió cuando, después de dar cada una de las


seis fechas, la respuesta era la misma. Ella incluso le preguntó
427
J. R. WARD CONSUMIDO

cuáles eran sus direcciones. Estuvo a punto de preguntarle


dónde había dejado su cerebro, pero el problema no era su
materia gris.

Aunque sin duda había recibido una paliza.

Anne sonrió. —Bueno, solo voy a suponer que sé cuál es su


postura con respecto al trabajo con Ripkin Development…

—No me acuerdo.

—Así que no niega que está trabajando con ellos. Simplemente


no puede recordar cuándo empezó. —Ella se levantó—. Eso es
todo lo que necesito saber.

—Mi cliente no ha respondido afirmativamente a esa pregunta ni


a ninguna otra relacionada con el Desarrollo de Ripkin. De hecho,
él ha negado tal acusación.

— ¿Cuándo sucedió eso? —Preguntó Anne—. Espere, no creo que


me haya dicho eso. Démosle una oportunidad, ¿vale?

Se ahuecó la oreja y se inclinó. —Vamos Ollie, diga las palabras.


Y tal vez cuando le maten y tiren su cuerpo de un arrastrero210
en el océano, tal vez no saquen la parte del asesinato.

Eso sacó a Broward de su silla y, bueno, estaba atornillada o


habría golpeado contra la pared detrás de él. —Usted está fuera
de línea.

—Sólo estoy dando mi opinión.

—Hecha por una investigadora de la ciudad en su capacidad


como oficial.

210
Barco de pesca que opera una red de arrastre que permite atrapar peces dentro de esta.
428
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—Ahora recuerda que soy una investigadora, eh. Tomaré nota de


eso. Cuando consiga mi libreta. —Ella negó con la cabeza a
Ollie—. No aceptes el trato Doug. Estás más seguro aquí tras las
rejas que en la calle.

429
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 44

En su casa, Anne estaba frente a la estufa preparando la cena.


Por esa razón, terminando el día y después de salir de la oficina,
había recogido una caja de fettuccini, un trozo de pechugas de
pollo y un poco de brócoli.

Ya tenía un envase de salsa alfredo211 en sus reorganizados


armarios, algo que, si su madre no hubiera hecho su magia,
podría no haber sabido que existía.

Parecía extraño no tener a su madre bajo el mismo techo a pesar


de que no había sido una larga estancia. Pero Nancy Janice había
vuelto a la casa después de que llegara ADT y pusiera el contacto
en la nueva ventana.

Casi las siete.

Cuando su teléfono celular comenzó a sonar, estaba consciente


de que esperaba que fuera Danny cancelando, pero se dijo a sí
misma que si así fuera, tendría sobras por dos noches y eso no
apestaba.

— ¿Hola? —Ella frunció el ceño cuando no había nada más que


un zumbido en el fondo—. ¿Hola?

211
Contiene queso parmesano, mantequilla, crema de leche.
430
J. R. WARD CONSUMIDO

Hubo un clic y luego silencio sobre la conexión. Frunciendo el


ceño, entró en su registro de llamadas. Número desconocido
apareció en la parte superior de la página Recientes.

Un golpe en la puerta delantera hizo que girara la cabeza, y Soot


saltó de su lugar por la puerta de atrás, con las orejas aplanadas.

— ¿Anne? —Más golpes—. Abre.

— ¿Danny? —Ella corrió hacia la puerta y la abrió—. Qué es…


oh, mierda. ¿Qué le pasó a mi coche?

Cuando ella se movió para salir, la agarró por los hombros y la


empujó de vuelta a la casa. —No vas a ir ahí…

—Mi parabrisas está roto. Quiero saber qué diablos pasó…

Se abrió paso y cerró la puerta. —Creo que le dispararon. —Se


llevó el teléfono a la oreja—. Ninguno de los dos vamos a salir.
¿Jack? Hey, tengo un problema ¿Puedes hacer que alguien venga
a casa de Anne en silencio? Ahora mismo.

De vuelta en la cocina, el agua de la pasta con un silbido se


desbordó y ella volvió corriendo. Tan pronto como llegó a la
estufa, su teléfono dejó de sonar, pero esta vez tenía un mensaje
de texto.

Resultó ser un archivo enviado por WatchingAnne@gmail.com:


Hirviendo demasiado. Mejor revisar.

Miró por encima del hombro a los paneles de cristal donde estaba
su oficina. Luego miró por la ventana sobre el lavabo. La noche
había caído y ella no tenía ninguna de las luces de seguridad
encendidas, por lo que no podía ver nada.

431
J. R. WARD CONSUMIDO

O, más bien, la iluminación que se arrojaba desde las casas de


sus vecinos era tan irregular, que había demasiadas sombras
para que alguien se escondiera.

—Qué hay en tu teléfono.

Mientras Danny hablaba en voz baja, levantó la vista y se


concentró en él por primera vez. Se había duchado y su cabello
todavía estaba mojado, su sudadera azul marino de NBFD
agregaba peso a sus hombros.

—Esto. —Ella le giró la pantalla—. ¿Podemos rastrearlo?

Se inclinó y leyó las cuatro palabras. —Probablemente no. Hay


todo tipo de aplicaciones y sitios web tanto para iOS como para
Android que permiten a las personas ser anónimas para esta
mierda. Todo lo que tienes que hacer es registrarte con una
cuenta de Gmail aleatoria y listo. ¿Y si son lo suficientemente
inteligentes como para hacerlo desde un teléfono desechable
como un nivel adicional de protección? Los teléfonos desechables
no se pueden rastrear si los compran con dinero en efectivo, y
Dios sabe que están disponibles en todas partes, desde Walmart
hasta Target. La policía lidia con acosadores y con estas cosas
todo el tiempo y eso frustra la mierda de ellos.

Ese desconocido que llamaba tenía que ser la misma persona. —


¿Jack está en camino?

—Sí. Cerremos todas las cortinas de la casa.

Moviéndose rápidamente, trabajaron juntos, juntando mitades,


dejando caer las persianas venecianas, cerrando las cortinas.
Cuando terminaron, regresaron a la cocina y ella trató de hacer
que las cosas estuvieran bien.

432
J. R. WARD CONSUMIDO

—La cena está arruinada. —Tomó los fettuccini de la estufa—.


Creo que estos han perdido toda su integridad estructural.

Danny ignoró la distracción. Como un hombre de las cavernas se


quedó parado con las botas plantadas y frunciendo las cejas que
sugerían que su lóbulo frontal estaba discutiendo con el impulso
de la base de su tronco cerebral para perseguir a quienquiera que
fuera.

—Tal vez te equivocaste.

—No. —Él negó con la cabeza—. Escuché el impacto.

— ¿El disparo?

—No, usaron un silenciador. Escuché que impactó el parabrisas


delantero. —Señaló el teléfono—. ¿Qué está pasando?

—No lo sé.

—Sí, lo sabes. ¿En qué estás trabajando ahora? En esos


incendios en el muelle, ¿verdad?

Parecía que Ollie no era el único que necesitaba prestar atención


a una advertencia.

Oh, era bueno tener amigos miembros de SWAT.

Jack vino con dos amigos que eran asesinos entrenados como él.
Y no anunciaron su llegada. Aparecieron en la puerta trasera
unos treinta minutos después de que Danny había hablado con
su compañero de cuarto.

433
J. R. WARD CONSUMIDO

Aunque llamaron primero.

Cuando Anne los dejó entrar, tuvo que dar un paso atrás y como
Soot nunca había visto o escuchado algo así inmediatamente
comenzó a gruñir en serio. Por otra parte, los tres hombres
estaban vestidos de negro de pies a cabeza y tenían máscaras de
esquí colocadas sobre sus caras.

—Lo siento, —dijo Jack mientras se quitaba todo—. No quise


asustar a tu perro.

Anne se acercó y se sentó con Soot mientras los otros chicos


también se revelaban. — ¿Viste a alguien?

—No. —Jack sacó algo de su bolsillo con las manos


enguantadas—. Encontramos esto en tu coche sin embargo.
Estaba enterrado en el quicio interior de tu cajuela.

La bala de plomo era pequeña, pero eso no significaba nada


considerando la rapidez con la que podía ir cuando se disparaba
desde una maldita arma.

—Ella está siendo acosada en su teléfono. —Danny asintió con la


cabeza hacia ella—. Muéstrales.

Anne sacó el teléfono. —El código es cuatro-nueve-nueve-nueve.


Recibí una llamada de un número bloqueado justo antes de que
sucediera. No verifiqué cuando respondí porque pensé que era
Danny. Todo lo que oí fue zumbar en el otro extremo.

— ¿Te reuniste con Ollie hoy? —Preguntó Jack.

—Sí. Y él tenía un abogado con él. Sterling Broward.

—Pensé que tenía un defensor público. Eso es lo que vi en su


caso.

434
J. R. WARD CONSUMIDO

—Él fue quien apareció. Lo vi cuando regresé a mi oficina, él hace


mucho trabajo de defensa. Para Ripkin Development. No estaba
en la prensa, pero lo encontré en los registros de la corte. Intenta
mantener un perfil bajo, algo inusual para alguien que confía en
el boca a boca para las referencias, ¿no?

Danny miró por encima. —Nunca me gustó Ripkin. Nunca. Ese


incendio en su casa en el océano siempre fue una mala noticia
en mi opinión. Y se asustó como la mierda en la inauguración de
la nueva estación de bomberos hace seis meses.

—Vamos a estar vigilando esto, —dijo Jack—. Y obtendremos…

—No. —Anne tomó su teléfono de vuelta—. No quiero que esto


vaya a ninguna parte. No quiero que Ripkin piense que tengo
miedo.

—Él acaba de poner una bala en tu puta ventana, —dijo


bruscamente Danny—. La próxima vez podría ser tu cabeza.

Jack asintió. —Tengo que apoyar a mi chico aquí. Ser valiente es


solo esta parte de la estupidez a veces.

Anne se encogió de hombros. —Bien, pon un reporte de


incidentes si quieres. Lleva esa bala de plomo al laboratorio y ve
qué puedes encontrar en ella. Regresa durante el día y ve si hay
huellas. Intenta averiguar quién me llamó y me envió el mensaje.
Pero apuesto a que en esta casa no encontrarás identificadores
en nada. Si este es Ripkin, contrataría a un profesional para
asustarme y no dejarán nada atrás, y ciertamente nada que lo
vincule a él.

Hubo algunas discusiones en ese momento, y ella accedió a


presentar un informe de incidente, pero todo fue solo una pérdida
de tiempo. Luego disfrutó de una charla de Jack y sus

435
J. R. WARD CONSUMIDO

muchachos de SWAT sobre cómo mantenerse a salvo, después de


lo cual se fueron, desapareciendo en la noche en cualquier
vehículo en el que se habían introducido en el vecindario.

—Voy a pasar la noche, —anunció Danny antes de que la puerta


de entrada estuviera incluso cerrada.

Anne cruzó los brazos sobre su pecho. Estaba a punto de decir


que no cuando vio a Soot mirándola fijamente, sus ojos
preocupados, como si sintiera peligro.

—Está bien.

—Bien.

—Tengo que sacarlo, y luego podemos ver si el pollo es


comestible…— ¡Bing!

Cuando su teléfono dejo de sonar, sintió un pico de adrenalina.


Pero podría ser cualquiera, de verdad. ¿Correcto?

Era un texto de esa cuenta de Gmail: Te deje un presente afuera


en el patio trasero.

—Mierda, —susurró ella.

Danny tomó el teléfono y luego se dirigió a la puerta trasera. —


Quédate aquí.

—Estás perdiendo tu maldita mente.

Antes de que ella pudiera detenerlo, él abrió la…

Cuando él no se movió, su garganta se cerró. — ¿Qué es?

Apoyándose en su escritorio, él sacó un bolígrafo de la taza en la


que los puso y se agachó. Cuando se volvió hacia ella, había un

436
J. R. WARD CONSUMIDO

arma colgando boca abajo del Bic, atravesando el círculo del


gatillo.

—Supongo que esto es lo que usaron, —murmuró con gravedad—


. Y parece que estamos llamando a Jack de vuelta aquí.

Su teléfono volvió a sonar con otro mensaje de texto.

—Lee eso en voz alta, —exigió Danny.

Anne tuvo que aclararse la garganta. —Detente ahora y me voy.


Tú eliges lo que sucederá después.

437
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 45

Anne debe haberse quedado dormida sobre su cama porque se


despertó en medio de un explosivo y confuso movimiento. Su
cerebro, acostumbrado a lidiar con escenas de accidentes,
rápidamente ubico lo que estaba sucediendo. Era Danny, quien
había estado desnudo entre las sábanas con ella, había saltado
fuera de las mantas con tal fuerza que golpeó la pared al otro lado
del pasillo.

— ¡Danny! ¡Te dispararon!

A pesar que las cortinas estaban quietas y las ventanas estaban


intactas, el sistema de seguridad no se había activado, y de
alguna manera era como si una bala lo hubiera golpeado en el
estómago. Con el brillo de la luz nocturna, se veía que se estaba
agarrando su estómago como si hubiera sido golpeado ahí.

Acercándose a él, ella apartó sus manos del camino…

Nada más que piel limpia, sin estropear. Sin embargo, su rostro
estaba horrorizado, y contraído por el dolor.

— ¿Danny? —Cuando no hubo respuesta, ella tiró de su brazo—


. Ven aquí y siéntate. Vamos a echar un vistazo.

Sus ojos, bien abiertos y en blanco, luchaban por concentrarse.


— ¿Anne?

438
J. R. WARD CONSUMIDO

—Creo que fue un mal sueño. Regresa a la cama.

La siguió como lo haría un niño y se estiró para que ella pudiera


tener un mejor acceso para revisarlo. Arrastrando las yemas de
sus dedos sobre los tatuajes a través de su torso, ella verificó que
su evaluación fuera la correcta. Pero no estaba herido.

—Creo que fue un mal sueño, —murmuró ella mientras se


deslizaba junto a él y colocaba las mantas en su lugar.

Danny se llevó las manos a la cara, sus bíceps se hicieron más


gruesos, su pecho pesado subió y bajó varias veces, como si
intentara reorganizar su cerebro.

— ¿Quieres decirme qué fue? —dijo en voz baja.

Ella no se sorprendió cuando él negó con la cabeza. Los terrores


nocturnos no eran infrecuentes, aunque ella nunca había sabido
que él los tuviera antes. Por otra parte, ella generalmente no
dormía con él.

No es que hubiera pasado mucho con eso de “dormir”. Después


de una cena ansiosa y anémica de pollo, brócoli y todo el medio
galón de helado de chocolate con chispas de chocolate que había
comprado como postre, pusieron a Soot en su caja y no hizo
pretensiones acerca de lo que iba a suceder en el momento en
que subieron.

Tres veces. Una vez en la ducha. Una vez en la alfombra junto a


la cama. Una vez en la cama.

Cuando ella puso su brazo alrededor de él, esperaba volverlo a la


realidad. —Está bien.

Ella lo dijo a pesar de no saber si eso era cierto. Solo quería que
regresara de donde sea que él estuviera.
439
J. R. WARD CONSUMIDO

—Sí. —Su voz era áspera—. Está bien. Estoy bien. No era yo…

Como una oleada, se giró hacia ella y la besó con urgencia,


llevándola contra él, sus cálidas manos recorrieron su piel,
profundizando entre sus muslos. A medida que sus bocas se
apretaban una contra la otra, sus caderas se levantaron, su
erección ardiendo dura contra su pierna. Dándose la vuelta, lo
puso encima de ella mientras sus labios besaban su cuello hasta
su clavícula. Bajando. A sus pezones, que él chupó mientras
acariciaba su sexo.

—Anne… te necesito.

Rastrillando sus uñas por su espalda, ella se arqueó contra él. —


También te necesito. —Él se abrió paso entre sus piernas y casi
la empaló, su sexo se convirtió en el suyo y bombeaba como si
estuviera poseído. La cabecera golpeó tan fuerte contra la pared,
que se alegró de no vivir en un apartamento, y cuando él apartó
las almohadas del camino, una de ellas golpeó algunas cosas
botándolas de su mesita de noche.

No es que a ella le importara.

Ella tenía cosas en las que no quería pensar también. Cosas como
esa bala, Ripkin, y los incendios con los que estaba luchando a
pesar que sus llamas estaban fuera de su alcance. Pero cuando
él la golpeó y ella enlazó sus piernas alrededor de sus caderas,
no registro nada más. Era solo placer y calor, la marea creciente
que acababa con todo, excepto con él.

Ella era vagamente consciente de que el cambio, y luego su mano


estaba entre ellos, sus dedos talentosos iban directamente hacia
la parte superior de su núcleo. Él sabía exactamente lo que quería
y cómo tocarla, y el orgasmo que se disparó a través de ella fue

440
J. R. WARD CONSUMIDO

tan violento, que era como si no hubiera tenido relaciones


sexuales en años.

Danny tomó las cosas desde allí, su ritmo volviéndose caótico


hasta que se bloqueó sobre ella y llegando con fuerza en su
interior.

Y entonces todo quedó en silencio excepto por la respirando de


ellos dos.

Mientras dejaba caer su cabeza en su cabello, murmuró algo.

— ¿Qué?

—Soy. Yo. Debo ser pesado…

Pero cuando él trato de salir y rodarse, ella negó con la cabeza.


—Me gusta la forma en que te sientes.

Sobre su gran hombro, ella midió la luz que se desteñía alrededor


de los bordes de las cortinas. El amanecer había llegado, el nuevo
día y todas sus pendejadas. Pero ella lo que quería era quedarse
en el capullo de su dormitorio para siempre, solo ellos dos.

Deslizando la mano por su espalda, sintió los músculos que se


desplegaban desde su columna vertebral, la suave piel, el calor
de su carne. Se sintió bien no tener prisa, y con el sistema de
seguridad encendido, ella sabía que si alguien intentaba entrar,
se enteraría. Además, Soot estaba abajo en su caja, y por el modo
en que había saludado a los muchachos del SWAT antes que se
presentaran adecuadamente, el perro era una alarma igualmente
buena.

Si Danny se seguía quedando, tendría que traer al perro de


apoyo. Tal vez ella podría ponerlo en el baño.

441
J. R. WARD CONSUMIDO

Envolviendo sus brazos alrededor del hombre su órgano vital


todavía estaba dentro de ella, coloco su cara en el cuello de
Danny, su cabello rozando su frente, la sombra de su barba en
su mejilla. Por alguna razón, se dio cuenta de que su brazo
amputado estaba contra su caja torácica, y pensó en cómo él no
lo trataba de manera diferente a cualquier otra parte de ella. Dio
la bienvenida al contacto, lo apreciaba, lo ansiaba.

La forma en que trató con su brazo amputado era mejor que


cualquier lista de palabras que podría haberle dicho para decirle
que todavía la encontraba hermosa, deseable… completa, a pesar
que le faltaba una parte. Y aunque le daba miedo admitirlo, estar
aquí, con él, la había curado, aunque ya no tenía heridas
abiertas.

La aceptación era un bálsamo para ese lugar crudo que ella se


había negado a reconocer. Cerrando los ojos contra las lágrimas
repentinas, se aferró a él. —Danny…

— ¿Si?

Te amo. —Gracias, —suspiró ella.

Él se retiró un poco. — ¿Por pasar la noche? ¿Estás bromeando?


No te dejaría aquí sola para lidiar con esto. Y cuando esté fuera
de turno, me tendrás de vuelta.

—Me gustaría eso.

—A mí también.

La permanencia en el lugar ni siquiera se trataba que le hubieran


disparado a la ventanilla de su auto. Se trataba de mucho más,
de una conexión que había comenzado el día en que ella entró en

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J. R. WARD CONSUMIDO

el 499 como probie212, y levantó la vista hacia los ojos azules de


un salvaje hombre irlandés. En algún momento del camino,
durante el transcurso de los días, las semanas y los meses, se
había convertido en parte de su vida, parte de su historia.

Se dijo a sí misma que era solo a través de la retrospección que


las cosas se sentían inevitables. Ella no estaba segura de creer
eso en su corazón.

A medida que el sol se elevaba, parecía como si hubieran estado


destinados todo el tiempo el uno para el otro.

Y por eso, ella decidió dejar de pelear contra ello, pelear con él…
Luchando contra el resultado que parecía, sin importar los
detalles o el lugar, siempre a juntarlos.

A veces la fuerza no se fundamentaba en la resistencia, sino con


la liberación de las armas contra un enemigo de su propia
creación.

212 Término usado por los bomberos para identificar a un bombero que está a prueba, o es novato.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 46

Esa mañana, Tom estaba sentado en su escritorio en la pecera,


tamborileando con los dedos en los informes que se suponía que
debía leer y firmar, cuando alguien entró en la estación.

Poniéndose de pie, le hizo un gesto para que se acercara, y


cuando su hermana abrió la puerta, se sintió avergonzado que
ella pudiera haberlo visto mirando hacia al vacío.

—No sabía que ibas a venir. —Él asintió con la cabeza hacia la
silla vacía en el extremo opuesto de las cosas—. ¿Deseas tomar
asiento?

—Si gracias.

Cuando Anne se acomodó, la estudió. —Así que mamá me llamó


ayer. Ella dijo que ustedes dos habían hablado.

No fue una sorpresa cuando sus ojos se fijaron en todo el


desorden de papeles. —Yo… Ah, podría haber sido realmente
injusta acerca de ella. Con ella. Creo que tuvo que lidiar con
algunas cosas de las que no estaba al tanto. También creo que
nuestro padre podría haber sido un monstruo bajo toda la mierda
de yo-soy-un-héroe, pero tú y yo podemos discutir sobre eso en
otro momento.

444
J. R. WARD CONSUMIDO

—He terminado de discutir. —Cuando ella levantó la vista


bruscamente, él extendió una mano—. Eso sonó a la defensiva,
pero no lo es. Estoy literalmente, cansado de discutir con todo el
mundo.

— ¿Quién eres y qué has hecho con mi hermano?

—Sabes, podría decir lo mismo de ti con mamá.

—Así que ambos hemos sido tomados por extraterrestres. Es


bueno saberlo… necesitamos nuevas licencias de conducir.

Tom sonrió un poco. —Sí. Tal vez las necesitemos. ¿Entonces qué
hay de nuevo? ¿Necesitas algo?

—Sí, quiero hablarte sobre Charles Ripkin.

Recostado en su vieja silla de madera, cruzó la pierna, tobillo


sobre la rodilla. —No conozco al tipo en realidad.

—Cuando él te habló sobre este edificio… —ella hizo un gesto


alrededor de su pecera y todo-lo-luminoso-brillante-que era—…
él era… ¿Alguna vez sentiste que estaba tratando de comprarnos?
Al departamento de bomberos, quiero decir.

— ¿A cambio de qué?

— ¿Por cualquier cosa que haya pasado en la casa con su hija?


¿Tal vez esos incendios en los almacenes?

—No. —Tom se cruzó de brazos y se dijo que era el momento de


quedarse con su nueva página. Namaste y toda esa mierda—.
¿Qué estás insinuando? ¿Que acepté un soborno o algo así? Para
qué, no hicimos nada malo.

445
J. R. WARD CONSUMIDO

—Estoy de acuerdo. He leído todos nuestros informes de


incidentes. Yo solo… un hombre así no hace nada por un
propósito que no ascienda sus intereses personales, ¿verdad?
Quiero decir, su reputación de lo que es, es por una razón. Es
despiadado y turbio, y he hecho búsquedas exhaustivas sobre él.
¿Te das cuenta que esta estación de bomberos es la única cosa
filantrópica que ha hecho?

—Eso no es posible. Todos los chicos ricos dan por alguna


mierda. Reciben nombres en alas de los museos, donan
bibliotecas y centros de investigación.

—Ripkin no lo ha hecho. Él le da a los candidatos políticos, pero


no a las organizaciones sin fines de lucro.

Tom frunció el ceño—. ¿Qué tipo de políticos?

—Es un republicano certificado, pero dona en todo el espectro.

— ¿Qué pasa con la alcaldesa Mahoney? ¿Él le dono a ella?

—Sí. Él fue el mayor donador en esta campaña.

— ¿Qué significa eso?

—Ha dado a la campaña de Mahoney hasta el límite legal. ¿Puedo


mostrarte el informe si quieres?

—Nah. No es una sorpresa. —Se encogió de hombros, aunque si


eso era para convencer a su hermana o a sí mismo de que no le
importaba, no estaba seguro, y no quería insistir—. Él está en lo
profundo con ella en esta cosa del muelle. Tuve una reunión con
ella la otra noche, y junto a su lacayo Perry acababan de
encontrarse con Ripkin Development. Para hacer de esa área una
de sus imperativos electorales. O como sea que lo llamen.

446
J. R. WARD CONSUMIDO

Mientras Anne se callaba, se sentó hacia delante. — ¿Qué está


pasando?

—Sólo estoy tratando de resolver todo esto.

—Define “esto”. Y antes de que me digas que me ocupe de mis


propios asuntos, me gustaría señalar que en toda tu carrera
profesional, nunca has venido a mi oficina sobre cualquier cosa.
Debes estar aquí por una razón.

Hubo un momento de silencio, y luego Anne lo miró directamente


a los ojos. —Creo que Ripkin trató de matar a su propia hija y
hacerlo parecer como un accidente. Y le dono este edificio a
nuestro servicio de bomberos, jugando al padre agradecido para
apoyar a la apariencia que fue un terrible accidente y nosotros
fuimos los héroes. Creo que mi oficina realizó una investigación
descuidada debido a la falta de personal y ahora estamos jodidos.
No hay un estatuto de limitaciones en cuanto al incendio
premeditado en Commonwealth, pero toda la evidencia física se
ha ido. No queda nada para reexaminar.

— ¿Qué quieres decir?

—Entré en nuestro almacén para obtener la caja de pruebas y


desapareció. Hay un informe escrito en línea y algunas
fotografías, pero las muestras y las pruebas reales se han ido.

— ¿Había mucho en él?

—No lo sé. Se anotaron muestras, pero no sé qué tan completo


es el listado, y lo verifiqué con el DPNB. No tienen nada en el caso
porque nuestra oficina no lo resolvió como un incendio
provocado.

— ¿Quién fue el investigador de tu lado?

447
J. R. WARD CONSUMIDO

—Bob Burlington.

—Espera, ¿no murió?

—En un accidente de navegación hace dieciocho meses. Y


discúlpame si mantengo las comillas sobre esto. Su cuerpo se
arrastró hasta la orilla tres días después de que lo vieran salir
con las olas. Dijeron que había tenido un ataque al corazón, pero
los tiburones se pusieron en contacto con él. Es difícil saber si
tuvo otras lesiones pertinentes.

— ¿Qué tiene esto que ver contigo Sister?

—No estoy segura todavía, pero estoy juntando las piezas.

Cuando sus ojos volvieron a los suyos, ella negó con la cabeza.
— ¿Nada? ¿Por qué?

— ¿Recuerdas cuando solías escabullirte de la casa por la noche


después de que papá murió? Mamá nos preguntaba en el
desayuno si salimos después de la hora de acostarnos… y tenías
esta misma expresión en tu cara.

A pesar que Danny solo había tenido veinticuatro horas libres,


estaba de vuelta en el 499, y por una vez, parecía que iba a ser
un día lento. Por otra parte, no hacía mucho frío, por lo que la
calefacción de los espacios aún no estaba funcionando en su
totalidad, y la gente ya no hacía locuras por el calor del verano.
Además, no había luna llena, así que era un extra.

Después de realizar un ejercicio con aparatos respiratorios,


estaba haciendo algo de lavado en la bahía y pensando que
448
J. R. WARD CONSUMIDO

necesitaban un probie. Y no solo porque si tuvieran más


miembros en el equipo, podrían volver a un horario más normal…

—Oh, mierda. Aquí vamos. —Mientras Duff hablaba desde la


máquina del Nautilus213, el tipo señaló hacia la calle—. ¿Moose
no hizo la cama esta mañana?

Deandra salió de su BMW y se dirigió hacia la estación, su bolso


Chanel214 golpeando contra su cadera, sus tacones de aguja
sobre el pavimento, su cabello ahora rojo volando en su estela
como una bandera de guerra.

— ¿No era rubia el fin de semana pasado? —Preguntó Duff.

—No me mantengo al día con eso. Voy a buscarlo.

— ¿Él está aquí? Llegó tarde.

—De pelear con ella.

Después de girar el dial en el secador industrial, Danny entró al


área de recreación. Moose estaba sentado en el sofá, con las
piernas cruzadas sobre la mesa de café destartalada, las manos
unidas en su barriga de cervecero.

—Tienes un visitante mi hombre.

El tipo no apartó la vista del episodio del Dr. Phil en la televisión.


—No, no lo tengo. Le dije que no viniera.

—Ella no habla español cuando se trata de “no”. ¿Recuerda


cuánto costó su boda?

213
Submarino de ficción ideado por el francés Julio Verne que aparece en las novelas Veinte mil leguas de
viaje submarino y La isla misteriosa.
214
Casa de modas francesa, especializada en diseñar y confeccionar artículos de lujo, indumentaria de alta
costura, perfumes, cosméticos, entre otros.
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J. R. WARD CONSUMIDO

Deandra entró y se detuvo en seco. —Eres un puto gilipollas. —


Cuando Moose se negó a reconocerla, ella se acercó y bloqueó su
visión de la televisión—. Cancelaste mi tarjeta de crédito.

Moose se inclinado hacia un lado. — ¿Puedes moverte?

—Sabes que lo hiciste...

—No, no lo hice. —El tipo se puso de pie—. ¿Alguna vez has oído
hablar de límite de crédito? Cuando gastas la cantidad que están
dispuestos a emitir y no puedes gastar más. Te cortaron Deandra.

—Tú hiciste esto.

—Esa bolsa lo hizo. —Él señaló con un dedo lo que colgaba de su


hombro—. ¿Cuánto costo eso? ¿Eh? ¿Dos mil dólares? ¿Tres?
Que mierda Deandra.

—Deja de decir mi nombre como si fueras mi padre o alguna


mierda.

—Entonces sé un adulto y paga por tu propia mierda.

—Me dijiste que estaríamos bien. Que si me casaba contigo,


estaríamos bien. Y aquí estamos, viviendo en los palos, y no
puedo comprar un Starbucks de camino al trabajo porque tú…

Danny se interpuso entre ellos. —Suficiente. Ustedes llevan esto


al vestuario si es necesario, pero no pueden hacer esto aquí.
¿Bueno? El resto de nosotros no necesitamos esto…

—Él es mejor que tú, Moose. —Deandra sonrió como un asesino


en serie a punto de ir a trabajar—. Él puede hacerme venir. Tú
nunca lo has hecho.

450
J. R. WARD CONSUMIDO

Danny levantó las palmas y retrocedió. —Estoy fuera. Este no es


mi problema…

—Me ha estado jodiendo durante el último mes, Moose. ¿Y sabes


lo que hago, Moose, cuando estás de turno? Pongo mi mano en
mi coño y pienso en él…

Moose fue por ella como si fuera a arrancarle la cabeza de la


espina, y Danny se colocó de escudo humano, saltando en medio
y recibiendo el golpe.

—Tranquilízate, Moose…

— ¡Jodiste con mi esposa!

Toda esa rabia se canalizó hacia Danny, esas manos carnosas se


cerraron en su garganta y lo empujaron hacia atrás.

—No jodí con ella…

—Y me encanta cuando me lo hace, —gritó Deandra—. Él me jode


mejor de lo que nunca lo harás y no puedo esperar a que él…

Danny agarró las gruesas muñecas de Moose e intentó liberarse


del agarre. — ¡Cállate Deandra!

Duff y Doc entraron, y los dos agarraron los brazos de Moose.


Pero incluso ellos no llegaron a ninguna parte, los cuatro
avanzaron a la mesa de juego hasta que Moose tuvo a Danny
sobre la superficie de juego.

—Eres una maldita puta, —escupió Moose mientras comenzaba


a golpear la parte de atrás de la cabeza de Danny una y otra vez—
. Eres un puto…

— ¡No lo soy! —Deandra se echó hacia atrás.

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J. R. WARD CONSUMIDO

No te está hablando a ti perra, pensó Danny. —Moose… ¡no la


follé!

— ¡Mentiroso! —Con el rostro enrojecido y escupiendo, el hombre


temblaba tanto que su cabello se le estaba cayendo—. La
follaste…

— ¡No desde que estas con ella! —Mierda, él no podía respirar—.


No desde…

— ¿Cómo alguien te puede creer? ¡No te importa un carajo a


quien lastimas! Es todo acerca de ti…

Deshaun cerró su brazo alrededor del grueso cuello de Moose y


tomó su muñeca con su propia mano. Tirando de nuevo para
estrangularlo, él libero al hombre. Moose pateó y golpeó, pero se
fue todo el aire.

Danny se dejó caer, con los brazos extendidos hacia ambos lados
mientras levantaba las piernas para aliviar la presión sobre su
espalda. Respirando hondo, recuperó su visión de la tierra de
tableros de ajedrez215.

El capitán Baker irrumpió en la habitación. — ¡Qué demonios


está pasando aquí!

215 Aproximadamente la mitad de los caballos salvajes en Wyoming son conocidos como los Caballos de
tablero de ajedrez porque en la década de 1800, con la realización del ferrocarril los cazaban para evitar el
daño por el pastoreo

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J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 47

—Eres un caballero y erudito. Esto es increíble.

Anne colocó el auricular de su teléfono de la oficina entre la oreja


y el hombro y entró en su correo electrónico, actualizando su
Outlook. Cuando nada entró, ella lo golpeó de nuevo. Y una
tercera vez.

— ¿Ha llegado el enlace? —Preguntó su nuevo amigo de la oficina


de tráfico.

—Todavía no… oh, aquí está. Y tengo el inicio de sesión que


configuraste para mí. Muchísimas gracias, sé que lo apuraste por
mí.

—No hay problema. Llámame si necesitas otros archivos. He


limitado tu acceso a tu ámbito de consulta. Lo sentimos, no
volvemos más de cuatro semanas.

—Esto va a ser de gran ayuda. Gracias de nuevo.

Colgando, hizo doble clic en el enlace, se conectó e ingresó su ID


y contraseña temporal. La pantalla le presentó una tabla de
enlaces de alimentación de video marcados con descriptores
alfanuméricos que coincidían con las direcciones de las cámaras
alrededor del incendio del almacén más reciente.

453
J. R. WARD CONSUMIDO

Al abrir el primero, vio una imagen en blanco y negro de la calle


oscura y un panel de navegación en la parte inferior. Usando el
ratón, corrió el tiempo rápido a partir de las 12:01 a.m.,
observando lo que era una calle vacía. Los vagabundos entraron
y abandonaron el ámbito de la vigilancia. Entonces salió el sol.

Se detuvo y sacó un mapa de la ciudad de su escritorio.


Aplanándola, encontró dónde estaba la cámara, orientándose.
Luego volvió a los archivos. De acuerdo con los informes de
incidentes presentados por el equipo, el fuego comenzó en algún
momento alrededor de las nueve y media de la noche.

Hablando acerca de ver la pintura secar.

Nada cambió, solo las sombras, el implacable cambio de sol


interrumpido solo por un camión o un automóvil ocasional. La
noche volvió. Ahora, una vez más, no había nada más que el
resplandor de la farola en la esquina donde la caja peatonal no
anunciaba absolutamente a nadie cuando era seguro cruzar la
carretera libre de tráfico. Nada se acercó al almacén desde el
frente, hasta que hubo un repentino destello. Humo. Luego
llegaron los bomberos y la ambulancia del equipo de rescate.

Pasó a otra cámara después de reorientarse. Ahora estaba


revisando el camino que iba por el costado, y el proceso comenzó
nuevamente, el monitoreo comenzó a las 12:01 a.m. y continuó
hasta el anochecer. Luego el fuego.

Y otra vez con la cámara de calle al otro lado. Oscuro. Oscuro.


Ligero. Mediodía. Al final de la tarde. Anochecer. Destello.
Evidencia de humo. Camiones de bomberos. Ambulancia.

—Mierda.

454
J. R. WARD CONSUMIDO

Sentándose, ella traqueteó su columna vertebral y giró los


hombros. Soot estaba roncando suavemente en su caja, y casi
era la hora del almuerzo.

Uno más. Encendiéndola, comenzó la revisión de nuevo.

Francamente, fue asombroso que hubiera algún suministro dado


lo desierta que estaba esa parte de la ciudad. Pero la oficina del
alcalde había instalado cámaras en todo el código postal como
parte de una iniciativa para alentar a las empresas a mudarse
allí e invertir en proyectos de renovación de bienes raíces. Con la
cantidad de delitos, hubo un retroceso en la seguridad, y en un
momento raro de aflojar las cuerdas de la bolsa, el ex alcalde
Greenfield, intervino e identificó el monitoreo como una
prioridad.

Y, por supuesto, solo Dios sabía lo que Ripkin había equipado


con sus propiedades. No es que ella esperara ver algo de esa
solicitud de información en el corto plazo. Sterling Broward iba a
clavar los frenos…

—¿Qué? Espera, ¿qué fue eso? —Murmuró para sí misma.

Inclinándose hacia su monitor, regreso el video. Inició el archivo


a baja velocidad.

Tres treinta y dos a.m. calle oscura. Calle oscura. Vacío…

La caja del remolque y el camión rodaron junto a la cámara y


luego saltaron sobre el bordillo y continuaron por el desaliñado
césped. Se detuvo. Alguien salió y abrió una puerta de la bahía.
Condujo dentro y se encerró.

Cuarenta y seis minutos más tarde, a las 4:18 a.m., la bahía se


abrió, el camión volvió a aparecer con su remolque, y luego el

455
J. R. WARD CONSUMIDO

conductor cerró todo y se marchó. Desafortunadamente, las


imágenes eran tan granuladas que no podía atrapar ninguna
matrícula o marca en el remolque o camión, y la persona que
había entrado llevaba una sudadera oscura.

Pero demostró que alguien había entrado allí

—Te atrapé, —dijo con una sonrisa.

Cuando su teléfono celular comenzó a sonar, ella,


distraídamente, metió la mano en su bolso y respondió a la
llamada. — ¿Hola?

Hubo una pausa. —Anne, es Moose. Tenemos que hablar.

Veinte minutos más tarde, Anne estaba en Hereford Crossings,


un centro comercial al aire libre que tenía cafeterías y
restaurantes locales, junto con tiendas que vendían ropa para
mujeres de mediana edad y tiendas que tenían cerámica y
alfombras hechas a mano en sus ventanas.

Era el tipo de lugar que a su madre le hubiera encantado visitar,


pensó Anne mientras caminaba junto con la multitud ligera.

Moose estaba sentado en un banco frente a Lunch Depot, pero


tenía la cabeza baja y jugueteaba con algo.

—Hola Moose.

Miró hacia arriba. —Hola Anne. Gracias por venir.

456
J. R. WARD CONSUMIDO

Pero en lugar de levantarse para ir al interior del restaurante, él


simplemente continuó con un delgado collar de oro entre los
dedos.

—¿Estás listo para comer? —Preguntó ella.

Cuando él negó con la cabeza, ella se sentó a su lado y trató de


no dejar que se manifestara su inquietud. No es que la estuviera
mirando.

—Danny ha estado follando a Deandra.

Cuando él pronunció las palabras, su primera respuesta fue


reírse. Esa mujer no era nada por lo que iba a…

—Ella vino a la estación esta mañana. Dijo que la estaba follando


y él mintió cuando dijo que no lo estaban.

Con total claridad, recordó ir a la habitación de Danny la primera


noche que fue a verlo y encontrar esa lencería en el suelo de su
dormitorio.

Pero entonces no estábamos juntos, se dijo a sí misma.

—Deandra dijo que no podía esperar hasta que él la follara de


nuevo. —Moose se frotó la cara—. Mira, no sé cuál es el estado
de tu relación con él, pero tienes que entender acerca de ellos
dos. Se acostó con ella justo antes de nuestra boda.

Anne se giró para poder mirar directamente al hombre. — ¿De


qué estás hablando?

—Él la folló en el apartamento. Los encontré a los dos en su cama


cuando volví de la cena de ensayo. —Él maldijo—. La amo tanto.
Ella es todo lo que siempre he querido.

457
J. R. WARD CONSUMIDO

—Moose, no te estoy siguiendo. —O tal vez fue más como si ella


no quisiera escuchar—. ¿De qué diablos estás hablando?

—Los vi en la cama. Fue después de que la gente se había


separado para pasar la noche después de la cena de ensayo. No
se suponía que la viera hasta que nos encontráramos en el altar.
Me alojaba en el centro de la suite de luna de miel en el Hotel
Crescent, ¿sabes? porque es donde estaríamos después de la
ceremonia y la recepción para la noche de bodas. Pero olvidé mi
traje en el apartamento.

El corazón de Anne comenzó a latir con fuerza. — ¿Así que


volviste para eso?

—Sip. Entré y escuché estos ruidos. Pensé que la televisión


estaba encendida, y es como… no encendí las luces. Solo tenía
este sentimiento. Fui por el pasillo… podía oler su perfume. Su
vestido estaba en el suelo fuera de su habitación. Fui lo
suficientemente lejos para escucharla decir su nombre y me fui.

Su cabeza daba vueltas, un sudor frío brotaba por todo su


cuerpo, especialmente mientras pensaba en la mierda que había
corrido a través de su cerebro idiota esa mañana.

— ¿Por qué te casaste con ella? —Soltó ella.

Cuando lo que realmente quería preguntar era, ¿Por qué me


enamoré de esa mierda?

—Casi no fui. Pero ella me llamó esa mañana llorando. Dijo que
me amaba. Nunca le dije lo que había visto. Todo lo que me
importaba era que ella quería casarse conmigo. Quería estar

458
J. R. WARD CONSUMIDO

conmigo… no con él. Ella me escogió a mí… no a él. Moose le


ganó al gran Danny Maguire. Finalmente.

Anne se centró en Moose correctamente y vio a través de su fiesta,


su personaje de apoyador, su temerario fanático del chico de
fraternidad. Cuando se sentó a su lado, era un aspirante con un
poco de sobrepeso y gordito, junto a los chicos geniales, siguiendo
en lugar del líder, el wingman216 en lugar del semental.

—He tratado de hacerla feliz. Lo juro Anne. —Sus ojos ansiosos


se clavaron en ella como si estuviera dando testimonio. —Hice
siempre lo que podía, pero nunca es suficiente. Ella nunca está
contenta, y es porque la verdad no gané. Ella se casó conmigo por
la misma razón por la que tuve que hablarte de él. Es un hombre
tóxico para las mujeres. Deandra sabía que nunca se conformaría
con ella, y por eso fui el segundo premio. Tienes que saber que
usa a la mujer Anne. Es un mal tipo.

Mirando hacia otro lado, Anne consideró seriamente volverse


hacia el contenedor de basura junto a ella y vomitar.

—No creas que eres diferente, —dijo Moose—. Supongo que eso
es lo que realmente estoy diciendo. Todos lo vimos coquetear
contigo cuando estabas en el equipo. Solíamos apostar cuánto
tiempo le tomaría a él follarte porque tenía a cada mujer que
deseaba. Pero lo alargaste, y eso lo mantuvo interesado en ti. Se
centró en ti porque no podía atraparte. Y luego estaba el fuego.
Ahora estás de vuelta y no sé qué estás haciendo con él, pero
tengo la sensación de que es lo mismo que le está haciendo a mi
esposa.

Anne abrió la boca. La cerró.

216
Hombre que sirve de acompañante que ayuda en las citas, es quien está con la menos atractiva.
459
J. R. WARD CONSUMIDO

—Sé que se quedó en tu casa anoche. ¿Me estás diciendo que


durmió en tu sofá? —Moose se levantó y se estiró—. No puedo ir
a ese restaurante y comer. Quiero vomitar.

Ya somos dos.

—Cuando salió en la estación, casi lo mato, —dijo Moose—.


Bueno, primero casi la mato a ella. Luego fui tras él. Me dijeron
que me tomara un tiempo para calmarme, y fue entonces cuando
te llamé. No te estoy diciendo esto para quitarle algo o alguna
mierda. Terminé jodidamente con él. Pero no quiero que te
engañen tanto como a mí. Y supongo, por esa expresión en tu
cara, que te sientes como yo lo hago.

Anne miró hacia abajo para esquivar su mirada, y mientras


miraba su prótesis, realmente pensó, por una fracción de
segundo, que esto era mucho, mucho peor que perder su mano.

Porque esto significaba que no podía juzgar la realidad en


absoluto.

460
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 48

Los tres textos habían llegado a lo largo del día al teléfono de


Anne. La primera fue una foto de ella y Danny saliendo de su
casa por la mañana con Soot, que al mirarla de nuevo fue lo
último que quería ver. El segundo fue de dos palabras: te veo. La
tercera era una foto de ella saliendo de la estación de su hermano.

Sentada en su oficina, miró la ventana. La oscuridad había caído,


y ella no quería salir al estacionamiento a su auto. Safelite había
venido y reparado el parabrisas delantero después de que ella
hubiera manejado hasta aquí esta mañana, y era la altura del
humor de la horca el tranquilizarse de que podían volver.

Si ella le disparara de nuevo.

Pero eso no era lo único en lo que estaba pensando. Y fue un


triste testimonio de la magnitud del trabajo en la nieve de Danny
que incluso en una situación en la que su vida podía estar en
peligro, ella estaba concentrada en él.

Cuando sonó su teléfono, saltó, pero luego vio quién era. —Jack.
Justo iba a llamarte.

—Nuestro buen amigo Ollie Popper se suicidó en la cárcel hace


una hora.

Anne se inclinó hacia delante. — ¿Él está muerto?

461
J. R. WARD CONSUMIDO

—Lo encontraron colgado en la ducha de un lazo hecho de


sábana.

—Mierda.

—Curiosamente, la cámara de monitoreo de video tenía algo


puesto.

— ¿Entonces no fue suicidio?

—Es difícil saber si obstruyó la lente o si alguien más lo hizo.


Examinan el cuerpo con un peine de dientes finos, pero no me
sorprendería si no encontraran nada. Danny se está quedando
contigo, ¿verdad?

—Ah, no. Él no está.

—Oh, cierto, él está en turno.

Ella lo dejó estar. Lo último que necesitaba era que el equipo


SWAT apareciera como una referencia de personaje para un
hombre que solo conocían en la forma de primeros respondedores
de hermanos machos.

— ¿Quieres que vaya con un par de mis muchachos?

Una imagen de hombres grandes, musculosos y tatuados con


equipo táctico, durmiendo como leones en un zoológico en el piso
de su sala de estar, casi la hizo sonreír.

—Nah, estoy bien. No tengo miedo.

— ¿Recibiste más llamadas?

— No.

—Y cuántos textos, —dijo Jack con ironía.

462
J. R. WARD CONSUMIDO

El tipo era como un sabueso para los cambios de inflexión de voz.


—Tres. Una era una foto mía saliendo de la estación de mi
hermano.

—No me gusta esto Anne.

—Me voy a casa con un montón de trabajo y me quedo adentro


con las puertas y las cortinas cerradas. Vivo en un barrio lleno
de gente.

—Eso no importó cuando dispararon a tu ventana.

—Sólo están tratando de asustarme.

—Me pregunto si eso es lo que pensó Ollie Popper cuando lo


colgaron de una tubería. En una prisión. Con cien guardias
alrededor.

Demasiado para un día lento, pensó Danny mientras se sentaba


con el equipo para cenar. Cuatro verificaciones de alarmas, dos
choques automovilísticos, un niño que se atascó entre los
barrotes de hierro de la cerca del cementerio y Moose perdiendo
su mente vivaz. La única buena noticia era que, al menos por una
vez, Danny no había sido el exaltado y ni lo suspendieron.

Aunque era temprano todavía.

Sacando su teléfono, verificó si Anne le había devuelto la llamada.


Mensaje de texto devuelto. Cualquier cosa, cualquier cosa… pues
no.

Mierda.

463
J. R. WARD CONSUMIDO

Empujando su plato de costillas recalentadas y la ensalada a


temperatura ambiente, se recostó. Alrededor de la mesa, los otros
hombres miraban resueltamente sus platos, el tintineo de los
cubiertos era el único sonido en la habitación.

La última vez que habían comido así fue después de que los
Patriots perdieron ante Eagles en el Super Bowl.

Se levantó y llevó su plato a la basura, raspó la comida y la puso


en el lavaplatos. Luego salió por la puerta trasera, tomó un
cigarrillo y lo encendió. La noche estaba fría y solo llevaba su
camiseta NBFD y sus pantalones de trabajo, pero no sentía nada.

Después de intentar con Anne otra vez, decidió, a la mierda.

Llamando a un número de sus contactos, se puso el teléfono en


la oreja. —Jack. Qué hay.

—Mi hombre. Acabo de hablar con tu chica.

— ¿Anne? —Él frunció el ceño—. ¿Ella contestó su teléfono?

—Sip. Tenía noticias que darle. Ese sospechoso que interrogó


ayer fue encontrado muerto en la ducha de la prisión. Le dije que
necesitaba tenerte otra vez en su casa esta noche, pero estás en
turno.

—Sí. En turno. Escucha, ¿podrías hacerme un favor? ¿Podrías


hacer algunas rondas por su casa esta noche?

—Estoy haciendo algo mejor. Dos de mis muchachos que están


fuera de servicio se ofrecieron como voluntarios para vigilar su
casa. Cada uno de ellos está haciendo un turno de cuatro horas,
el primero a partir de las diez.

Danny exhaló. —Gracias. Eso es genial.

464
J. R. WARD CONSUMIDO

—Nos cuidamos a nosotros mismos, Dannyboy. Y le dije que me


llamara si necesitaba algo. Supongo que ese imbécil con el
número desconocido todavía le está enviando mensajes de texto.

—Sí.

Hubo una pausa. —Por lo general no digo esto Danny, pero si hay
alguna manera de hablar con ella sobre el hecho de que se retire
del caso Ripkin, podría ser una buena idea. Esto no quiere decir
que ella no pueda manejarse a sí misma o que la justicia no
necesita ser atendida. Pero hay muchos cuerpos alrededor de
cualquier cosa que amenaza a ese imbécil en su torre de marfil
en Boston. No quiero que sea la próxima en flotar en el océano o
enterrada en un vertedero.

—Yo tampoco.

Después de colgar, se quedó mirando el teléfono. Y la llamó una


vez más. Él no pensó que ella iba a responder, y no lo hizo.

Cuando el buzón de voz entró en acción, se aclaró la garganta. —


Entonces supongo que por el hecho de que hablarás con Jack y
no conmigo, Moose te llamó sobre el drama de esta mañana entre
él y Deandra. Solo quiero... no tiene nada que ver conmigo.
Deandra solo estaba disparando mierda con su boca acerca del
por qué ella está enojada por el dinero. Realmente espero que me
llames para que podamos hablar de ello. Te amo Anne. Quería
decírtelo en persona esta mañana, pero perdí el valor. Yo
realmente… te amo y nos dirigimos en una buena dirección.
Quiero seguir así, por el resto de mi vida. Como sea, llámame.
Por favor.

Terminando la conexión, miró su teléfono hasta que se activó la


pantalla de bloqueo. Luego lo miró un poco más.

465
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando se mantuvo negro, no sabía lo que esperaba.

Mierda. Pensó que lo escucharía y le devolvería la llamada, le


diría que lo amaba y que Moose estaba en una mala relación con
una mala mujer y que todo era solo un malentendido.

Se guardó el celular en el bolsillo, fumó y pensó en la pesadilla


que lo había despertado en la cama de Anne.

Él había estado en ese apartamento donde la anciana fue


descuartizada. Entró en la habitación, miró el cuerpo mutilado y
comenzó a vomitar.

Y luego todo se había transformado, él era el que tenía las manos


y los pies atados, gritando cuando un perpetrador sombrío lo
había abierto y extraído los órganos internos.

Esa había sido una fiesta en comparación con lo que estaba


sintiendo en ese momento, atrapado en la estación, mientras que
el poco atisbo de una buena vida se había debilitado… y
desapareció en la noche como si nunca hubiera existido.

Iba a matar a Moose.

466
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 49

Anne se recostó en el sofá y cerró los ojos. Eran las diez en punto
y estaba rodeada de impresiones de informes sobre los incendios
de los almacenes, los papeles como la capa de nieve del invierno,
un diciembre de documentos en el suelo, la mesa de café, los
cojines.

Excepto por donde Soot estaba acurrucado a su lado.

Ella había estado revisando la misma información y ya nada más


sobresalía. Buena distracción sin embargo. La había llevado a la
cena y había pasado la zona muerta antes de acostarse.

— ¿Quieres salir una última vez?

Soot supo la señal y se bajó de su lugar. El tintineo de su cuello


fue un agradable acompañamiento cuando se dirigieron a la
puerta trasera y ella apagó el sistema de seguridad con el control
remoto.

Antes de salir, se llevó consigo la pistola de nueve milímetros que


había dejado en la esquina de su escritorio.

La noche era fría y seca, las luces exteriores eran brillantes y


claras. Se tranquilizó al ver que todos sus vecinos estaban en
casa, con las luces encendidas, los cuerpos entrando y saliendo

467
J. R. WARD CONSUMIDO

por las ventanas mientras todo el vecindario se asentaba por el


resto de la noche.

Soot era eficiente. No olía alrededor. No investigaba qué olores


estaban en el viento o los arbustos o la hierba bronceada.

Otra buena señal para ella. Si había alguien cerca, tenía que creer
que él lo notaría.

Volvió a la casa. Con la puerta cerrada. Volvió con la alarma.

Mantuvo el arma con ella mientras consideraba ir arriba a la


cama. Al final, ella se quedó abajo. Sentía que si alguien
intentaba entrar, los oiría mejor.

Cuando volvió a sentarse en el sofá, Soot hizo lo mismo, y ella le


puso la mano en su cálido flanco, acariciando su corto y suave
pelaje. Cuando él dejó escapar un profundo suspiro de relajación,
ella le envidiaba.

Recogiendo un informe de incidentes aleatorios, intentó que su


cerebro conectara los puntos que se negaban a vincularse. Ella
tenía a Ripkin. Ella tenía Ollie ya-no-es-más Popper. Y luego
quien haya aparecido en ese almacén con el remolque, que podría
haber sido Ollie o no.

— ¿Cuándo fue arrestado? —Dijo en voz alta.

De vuelta en el papeleo para encontrar el archivo en Ollie. Nop.


No fue él. Había estado bajo custodia policial cuando se inició el
último incendio en el almacén.

Maldita sea, deseaba tener el CCTV217 para esos otros incendios.


Tal vez necesitaba hablar con la hija de Ripkin, aunque ¿qué

217
Circuito Cerrado de TV.
468
J. R. WARD CONSUMIDO

estaría buscando si lo hiciera? La clave fue la identidad de la


tercera persona desconocida. Si pudiera descubrir quién era, tal
vez podría hacer el empate con Ripkin. Antes de que el bastardo
los matara, eso era.

Pensó en Bob Burlington que se encontraba en el océano. Mierda,


no quería que fuera ella.

Cuando sonó su teléfono, se preparó mientras recogía la cosa. Si


esa llamada desconocida estaba de vuelta…

Era Danny.

—Maldita sea.

Se debatió dejándolo ir al buzón de voz de nuevo, pero no era una


cobarde para huir de la confrontación. Y solo iba a seguir
llamando hasta que acabara su turno y aparecer en la puerta de
su casa a las ocho de la mañana.

—Hola, —dijo ella.

—Pensé que no ibas a responder.

—Estoy ocupada.

Hubo una pausa. —Te dejé un mensaje de voz.

—No lo escuché.

— ¿Moose se contactó contigo?

—Sí. —Ella dejó el papeleo a un lado—. Escucha, no vamos a


hacer esto, ¿de acuerdo?

—Hacer qué.

469
J. R. WARD CONSUMIDO

—Pretender. No tengo tiempo para eso. No me llames más, no


trates de verme, y si tienes un pensamiento pasajero, dentro de
algunas semanas o meses, de que yo podría querer saber de ti, te
pediré que vuelvas a repetir esta conversación. Nunca volveré a
querer ponerte los ojos encima.

—Así que has tomado una decisión.

—No había nada para arreglar.

Tomó el control remoto y encendió la televisión al otro lado de la


habitación solo para poder distraerse como una forma de falta de
respeto hacia él. A pesar de que él no lo sabría.

—No me follé a Deandra.

—Todos sabemos que eso no es cierto, aunque fue una sorpresa


para su esposo saber que la tuviste la noche antes de que ella
caminara al altar con él. Supongo que tomaste lo que querías de
ella y le dijiste que lo superara.

— ¿De qué diablos estás hablando?

—No voy a entrar en eso…

—Será jodidamente mejor que te expliques.

Anne se irguió. — ¿Disculpa? ¿Que acabas de decir? ¿Crees que


tengo que explicarte algo? Olvida lo que pasó entre nosotros dos,
solo soy un corazón y un agujero con el que jugaste mientras
estabas en el trabajo. Pero Moose era tu mejor amigo Danny.
Durante una década. Y la noche de su cena de ensayo, cuando
regresó a buscar su traje, los vio a ti y a Deandra en su habitación
en el apartamento. Incluso si Deandra estaba acostada en la
estación esa mañana, lo cual no creo que lo estuviera, no hubo

470
J. R. WARD CONSUMIDO

ninguna herejía involucrada con que Moose viera el vestido de su


futura esposa en el maldito piso.

—No la follé esa noche, —fue la respuesta apretada.

— ¿Realmente esperas que yo crea eso? Porque yo no. ¡Y Jesús,


estuviste conmigo la noche siguiente! —Ella quería lanzar su
teléfono porque estaba muy enojada—. Lo que tengo muy claro
es que tu tasa de éxito habla por sí misma. Me tienes bien. Dos
tiempos separados. Te daría un trofeo, pero en mi estado de
ánimo actual, te lo pondré en el culo y no voy a ir a la cárcel por
un delito mayor con el premio al Mejor Saco de mierda Mentiroso
del Año.

—Tienes todo mal.

— ¿Lo tengo? ¿Tratas de manipularme? —Ella tomó una


respiración profunda—. Esta es la forma en que voy a ver lo que
pasó entre nosotros. Fue una película que comenzó como una
comedia, se convirtió en un romance y terminó con Anthony
Hopkins218 comiendo el hígado de alguien con las habas y el
jodido Chianti219. Me senté, disfruté un par de partes, pero en
general, le di una mala calificación en Rotten Tomatoes220 porque
la narrativa no sonaba cierta, la sorpresa creíble era creíble pero
ninguna sorpresa, y el liderazgo masculino era depredador sexual
unidimensional. Adiós Danny.

218
Compositor, director, productor, dibujante, escritor, músico, pintor y actor británico.
219
Vino tinto italiano más prestigioso y conocido del mundo.
220
Sitio web dedicado a la revisión, información y noticias de películas.
471
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 50

Anne terminó la llamada, dejó el teléfono y se cruzó de brazos. No


esperaba que Danny volviera a llamar. Y él no lo hizo. Por otra
parte, la verdad estaba fuera y no le quedaba nada con lo que
trabajar, ni manipulaciones a su disposición, ni espacio para
moverse alrededor de la realidad. Lo que ocurría con hombres
como él, (personas como él) era que necesitaban inestabilidad e
inseguridad en su campo de juego.

Alguien con ambos pies plantados en el suelo no era un buen


objetivo.

Ella nunca volvería a saber de él. Y, desafortunadamente,


buscaría otras mujeres para consumir, otras marcas para
desafiarse, otras oportunidades para explotar.

Lástima que las letras escarlatas eran cosa del pasado. Ella
habría abofeteado uno en él en un abrir y cerrar de ojos con la C
para “CABRON”.

Pero al menos ella estaba del otro lado ahora. Hombre, él la había
tenido sin embargo.

Miró su prótesis. Hablando acerca de los trabajos arduos, har-


har, hardy, har- har221.

221
Risa falsa o sarcástica.
472
J. R. WARD CONSUMIDO

Centrándose en la televisión, vio que Cher222 salía de un taxi


cuadrado y amarillo, zapatos rojos en sus pies, un abrigo negro
brillante que captaba la luz mientras caminaba hacia una fuente
reluciente. Y allí estaba Nicolas Cage223, girando… girando…

Dolor, mal recibido y triste, atravesó el pecho de Anne mientras


observaba cómo cambiaba su cara cuando veía a su mujer. Y
luego estaban hablando con esos maravillosos acentos de Nueva
York:

—Hola.

—Hola.

—Estás preciosa. Tu pelo…

—Sí, lo hice.

Anne dejó caer la cabeza hacia atrás cuando entraron en la casa


de la ópera, se quedó mirando el candelabro y se dirigió al
guardarropa. Es gracioso que haya una película sobre un hombre
que había perdido una mano. En ese sentido, tal vez ella
necesitaba intentar salir con Cher.

Ella le dio un codazo a Soot. —Mira, aquí es donde ella ve a su


padre con la otra mujer. O debería decir “La Otra”.

También fue la parte donde Ronny Cammareri224 le dice a


Loretta225, —Hace mucho tiempo que no asistía a la ópera.

—No está hablando de la ópera Soot. Y te creo Ronny. Te creo


totalmente.

222
Cantante, actriz, compositora y celebridad de televisión estadounidense.
223
Actor y productor estadounidense.
224
Protagonista de la película Moonstruck (Hechizo de luna) personificado por Nicolas Cage.
225
Protagonista interpretada por Cher.
473
J. R. WARD CONSUMIDO

En este punto, parecía que en realidad nunca había estado en la


ópera, y en su mundo, el Met226 fue cerrado de forma permanente,
las sopranos y los barítonos, la orquesta y director de orquesta
todos con resfriados.

Cerrando los ojos, estaba sola. Y cansada. Y muy triste.

Aunque mañana era un nuevo día. Ella era más lista de lo que
era y más fuerte que nunca. Y lo que tenía que hacer era resolver
este lío de Ripkin.

Danny Maguire era una cosa en el pasado, nada más que una fea
nota en una vida que iba a continuar.

La desorientación golpeó cuando Anne abrió los ojos. Al principio,


fue por su arma porque escuchó el sonido de las balas volando,
pero luego vio que era la película en la televisión, no nada dentro
o fuera de su casa.

Recogiendo su teléfono, vio que eran casi las siete de la mañana.


Soot estaba sobre su espalda, con las patas acurrucadas,
roncando.

Tan pronto como ella se levantó, él se puso de pie, y ella apagó la


alarma y lo dejó salir, vigilando. Las personas se movían en sus
casas, hacían café en los primeros pisos, se duchaban y vestían
en el segundo.

Ella hizo lo mismo.

226
Museo Metropolitano de Arte, situado en Manhattan, New York.
474
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando bajó las escaleras, se sirvió una taza de café y se dio


cuenta de que había olvidado llevar el teléfono con ella.

Preparándose, comprobó la cosa, esperando ver una foto de sí


misma con el pelo enredado en el porche trasero mientras Soot
paseaba por su lugar favorito en la esquina de la casa.

No. Nada.

Lo que fue un alivio de carácter temporal.

Estaba a punto de poner el teléfono en su bolso cuando pensó en


el estúpido buzón de voz de Danny. Ni siquiera había entrado
para borrarlo, pero en la teoría de comenzar como uno de los
medios para continuar, abrió el icono del teléfono. Apareció la
pantalla “Recientes”, y estaba a punto de golpear el ícono del
correo de voz con su “1” rojo en la esquina inferior izquierda
cuando algo no tenía sentido.

La lista de llamadas comenzó con Danny en la parte superior. Ahí


estaba su nombre y “(4)” al lado, y la línea era negra porque ella
había contestado la última llamada de él. Al otro lado de la línea
había “Ayer” en gris.

Luego estaba Jack. En negro. Con un gris “ayer”.

Y “El mejor jefe del mundo”, que era como tenía a Don en sus
contactos. Negro. Con un gris “ayer”.

Y debajo de eso estaba “Desconocido”. En negro. Con un gris


“ayer”.

Desplazándose por la lista, encontró a la otra persona


desconocida. Desde que contestó el teléfono justo antes de que
su ventana saliera disparada.

475
J. R. WARD CONSUMIDO

Pero ella no había respondido una llamada de un número


desconocido. Golpeando el botón de información, ella frunció el
ceño. La marca de tiempo fue ayer por la mañana y mostró una
llamada que duró tres minutos…

El mundo giró y ella tiró una mano.

Moose. Cuando la había llamado sobre Deandra y Danny. Esa


era exactamente la fecha y la hora en que la había llamado para
pedirle que se reuniera.

Así que tenía que ser alguien que le había disparado a la ventana
de su auto. Puso el arma en su puerta. Le escribió un mensaje y
la observó.

Tropezando con una silla, se sentó y miró los detalles. Tal vez la
había llamado desde…

Ella pasó por todos sus recientes, desde que él la llamó por
primera vez para ir a ver a Danny esa noche. Allí, el número de
teléfono en sus contactos apareció con la entrada que decía
“Moose”.

Entonces, ¿tenía un teléfono normal, se había conseguido un


burner227 y se aseguró de que fuera anónimo? Que era lo que
hacías cuando querías amenazar a alguien. ¿Pero por qué? ¿Cuál
fue su vínculo con Ripkin y Ollie Popper, los incendios del
almacén y el equipo de oficina…?

—La caja del remolque. Mierda. ¡La puta caja del remolque!

Al estallar, se dirigió a su sofá. Ella había impreso una captura


de pantalla del CCTV y estaba aquí, en algún lugar…

227
Burner App permite crear un número desechable en el móvil convirtiendo las llamadas, imágenes y
mensajes de texto en privadas.
476
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando encontró el pedazo de papel, trató de ver si el remolque


era el mismo que Moose usó para transportar sus autos. Ella no
podía decirlo. Tenía que haber mil de ellos en la ciudad de New
Brunswick.

Hubo una tentación de gritar desde los tejados, llamar a Jack y


enviar al equipo SWAT allí, conseguir un helicóptero en el aire.
Pero ella no quería poner su pie en eso. Lento. Metódico. Deja que
la situación se revele…

No tenía sentido. ¿Por qué Moose prendería fuego para destruir


la electrónica de Ripkin? Los dos nunca se habían conocido.

—Sí, lo han hecho, —se dijo a sí misma mientras trataba con el


teléfono.

Cuando su llamada sonó, ella oró por tener razón. Oró que ella
recordara correctamente, — ¿Tom? ¡Tom! Escucha, necesito un
favor…

— ¿Qué hora es? —Murmuró su hermano.

—En tu oficina. En el estante detrás de tu escritorio. Hay una


imagen…

—Hermanita, estás hablando demasiado rápido. ¿Qué…?

—La imagen. Desde la inauguración de la nueva estación. La foto


detrás de tu escritorio. Necesito que tomes una fotografía y me la
envíes ahora mismo. ¿Bueno? Solo toma una foto y mándala a mi
teléfono.

— ¿Por qué?

Pensó en adelantarse con todo. Pero este no era solo su hermano;


era el jefe de Moose. ¿Y si estaba equivocada? Todo lo que tenía

477
J. R. WARD CONSUMIDO

era una Persona Desconocida que llamaba, ella no tenía los


mismos dígitos. Jack todavía estaba trabajando en eso.

—Solo necesito verla. ¿Por favor?

—Claro, bien. Lo que sea. Estoy arriba en mi litera. Dame cinco


minutos.

Después de que ella colgó, acunó su teléfono. Tom, sin duda,


había oído hablar de la explosión entre Danny y Moose en el 499,
y si ella comenzaba a hablar como si Moose fuera una especie de
incendiario en serie para un empresario psicótico asesino, iba a
pensar que estaba loca.

Lo que ella necesitaba era hechos. Pruebas.

Motivo: Moose había logrado, en el último año, financiar una


boda elegante, un juego de implantes para Deandra, dos autos
caros, una casa nueva y todos esos muebles feos con el salario
de un bombero. ¿Incluso si asumía que trabajaba como techador
cada segundo que estaba fuera del trabajo? Eso era un par de
cientos de miles de dólares.

Ripkin se podría permitir pagar bien a la gente que había hecho


cosas malas para él.

Medios: Moose estaba en el servicio de bomberos. La gente del


servicio de bomberos realizó entrenamientos en edificios
abandonados donde los incendios se prendieron para arder de
manera controlada. Cuando ella había estado en el 499, él y
Danny siempre habían sido los que despejaban los sitios y
encendían los incendios.

No era tan difícil imaginar que pudiera establecer un encendido


controlado por temporizador o dispositivo remoto.

478
J. R. WARD CONSUMIDO

Oportunidad: Ese fue el camión de caja en el CCTV. Suponiendo


que fuera la de él.

—Vamos Tom… vamos…

De ninguna parte, una imagen vino a ella, tosiendo de recuerdos


que no le gustaban.

Era del fuego, después de que le habían cortado la mano. Danny


la estaba llevando a la pared derrumbada que había presentado
un escape. La estaba empujando a través del agujero, forzándola
a salir…

A los brazos de Moose que esperaban.

De vuelta a su desorden de papeles, hojeando informes, tablas,


fotografías y…

El informe de incidentes del 499 era un formato estándar, que


incluía la hora de la llamada, la dirección, los motores, las
escaleras y las ambulancias que se enviaron… el equipo que
estaba trabajando ese turno. Y abajo, marcado con un asterisco,
estaba el nombre de Robert Miller.

Moose había salido esa noche debido a una migraña.

Por eso, cuando la ayudó a sacarla del colapso, había estado en


ropa de civil, no en asistencia.

¿Cómo supo que debía estar allí?

Su teléfono se disparó con un bing, y ella abrió el mensaje de


texto de su hermano.

479
J. R. WARD CONSUMIDO

Tocando la imagen, la amplió, pasando por la línea de oficiales y


Ripkin de pie frente a una cinta roja en las bahías de la nueva
estación.

Y ahí estaba. A un lado.

Moose habla intensamente con un hombre con un elegante traje


plateado. Sterling Broward, el abogado de lujo de Ripkin.

Pero, ¿cómo había funcionado exactamente? Ollie Popper había


estado dirigiendo una operación de cercado con varios estados
que involucraba equipo de oficina, y cada vez que las cosas se
ponían demasiado calientes para él con la policía, había
desaparecido la evidencia en su contra en incendios que ocurrían
en los almacenes de Ripkin. Moose sabría cómo establecer un
incendio controlado y se aseguraría de que el fuego destruyera lo
que se suponía que debía hacer. Pero eso no necesariamente
significaba que él y Ollie tenían una conexión con Ripkin.

Solo porque Moose claramente había hablado con Sterling


Broward en un evento público no significaba que la conexión
Ripkin fuera sólida.

Su instinto sin embargo, le dijo que algo estaba allí. ¿Ese incendio
en la mansión de Ripkin que casi había matado a su hija? ¿El
investigador de incendios que había muerto en el accidente de
navegación? ¿Ollie Popper muerto en su celda antes de que su
caso fuera más lejos?

Poniendo su teléfono boca abajo, continuó pensando en todo


esto, especialmente sobre lo que Don le había dicho antes: ten
cuidado con la información que confirma tu hipótesis.

Y empieza con lo que sabes a ciencia cierta.

480
J. R. WARD CONSUMIDO

Cuando se trataba de Moose, ella sabía lo que tenía que hacer y


decidió irse a buscar su bolso, sus llaves y la correa de Soot.

Al salir de su casa, se aseguró de tener su arma con ella. Y su


licencia para portar oculta.

481
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 51

Anne acelero con fuerza a través de las tierras de cultivo. Moose


había estado en el turno con Danny el día anterior, así que si se
apresuraba, tenía la oportunidad de echar un vistazo a la
camioneta antes de que el bombero llegara a casa. ¿En cuánto a
Deandra? Ella solo tendría que tratar con la mujer cuando llegara
allí. En el peor de los casos, podría sacar la placa de inspector.

Resultó que nadie estaba en casa.

Rodeó la propiedad una vez antes de acercarse al camino, y pudo


visualizar a través de los árboles, el área de estacionamiento
vacía frente al rancho, así como el desorden que había en el
césped.

Alguien se había mudado. O había sido echado.

Un paso más alrededor de la superficie y descubrió un camino de


regreso. Dado que no sabía cuándo habría alguien en casa, el
camuflaje fue excelente y pudo obtener su automóvil a menos de
cien metros del garaje.

Y el remolque de caja.

—Quédate aquí Soot. Enseguida vuelvo.

482
J. R. WARD CONSUMIDO

Al salir, ella tenía su arma en una mano y su teléfono en la otra


mientras hacía un rápido tiempo cruzando la hierba hasta la
esquina del garaje.

Se quedó paralizada mientras se aplanaba contra la estructura.


Cuando no pasó nada, se arrastró y asomó la cabeza por la
esquina.

La caja del remolque era lo suficientemente grande como para


caber un automóvil, con su techo y cuatro paredes que
encerraban su contenido. Las puertas dobles en la parte de atrás
estaban cerradas con una cerradura pesada en ellas.

Sacando su teléfono, tomó un par de fotos y luego se acercó. Ella


tenía que entrar, ¿pero cómo?

El garaje de Moose se había dejado abierto, y era difícil decirlo


con certeza, pero tenía la impresión de que alguien había
destrozado el lugar, aunque, dado el desorden en el que guardaba
sus herramientas, ¿quién podía estar seguro?

Encontró el hacha apoyada en la mesa de herramientas y levantó


la cosa. Dado su peso y el hecho de que ella era manca, no iba a
poder controlarlo lo suficientemente bien, así que la tiró a un
lado.

Sólo había una forma de hacer esto.

Sacando su arma, regresó al remolque y apuntó la boca hacia la


cerradura. Asegurándose de que no había nada más que bosques
en el lado más alejado de su trayectoria, comenzó a apretar el
gatillo.

En el fondo de su mente, ella era consciente de que estaba


violando la ley. Pero esto fue como decirle a Emilio que se dirigiera

483
J. R. WARD CONSUMIDO

al segundo piso sin ella. Urgencia sobre el procedimiento,


disculpas, no pidas permiso.

Haz el maldito trabajo.

Cuando la bala explotó del arma y el metal sonó como una


campana de iglesia, bajó su arma y se acercó para liberar las
bisagras de la cerradura. Abriendo una mitad de las puertas,
respiró hondo.

Ordenadores. Teléfonos. Monitores. Laptops…

—Jodido infierno Anne. Ahora tengo que resolverte como un


maldito problema.

Anne dio una sacudida alrededor. Moose salía de la casa


tambaleándose, con la camisa manchada de sangre, una herida
en la cara y un pie detrás.

Parecía cansado. Frustrado. Agotado. Un extraño que llevaba la


máscara y el cuerpo del amigo y colega que una vez había
conocido y amado como a un amigo.

—Moose, —suspiró ella—. ¿Qué demonios estás haciendo?

El tipo se detuvo y se miró a sí mismo. —Estrelle el Charger. Está


en algún lugar en el bosque. Estaba persiguiendo a Deandra. Y
luego seguí bebiendo.

—No, sobre esto. —Señaló el remolque—. ¿Qué estás haciendo


con Ripkin?

Él levantó las manos, y fue entonces cuando ella vio la pequeña


caja negra en su palma derecha. — ¿Que se suponía que debía
hacer? Necesito el dinero. Deandra es costosa. Lo era.

484
J. R. WARD CONSUMIDO

— ¿La mataste?

—Qué… no. La eché. Ella está en casa de su hermana. Hemos


terminado. —Sus ojos inyectados en sangre finalmente se
enfocaron adecuadamente —. Pero ahora tengo que tratar
contigo. No voy a ir a la cárcel Anne. No puedo.

Ella dio un paso atrás y levantó su arma hacia él. —No te


acerques a mí.

— ¿Es aquí donde me detienes?

—Mataste personas. Pusiste en peligro la vida de tu propio


equipo. Hiciste todo esto mientras estabas en asistencia.

—No me juzgues Anne, —dijo entre dientes. —Eres la hermana


del maldito jefe de bomberos. Tu vida está toda resuelta. No tengo
nada. ¡Nada! Mis propios padres no me querían. Apenas me
gradué de la universidad. No pude hacer el equipo SWAT.
Deandra ni siquiera me quería, ¡ella quería a Danny!

Sus ojos se movieron rápidamente hacia lo que él tenía en su


mano. La antena le dio la distancia, y ella hizo los cálculos
rápidamente.

Alejándose del remolque, ella trianguló la distancia a su auto.

—Mira Moose, no tengo que entregarte, ¿de acuerdo? Solo


podemos olvidar…

—No, te conozco. Luché contra los incendios contigo ¿por cuánto


tiempo? Mientes porque crees que te voy a matar y tienes razón.
No te estoy poniendo por encima de mí. Lo siento.

La explosión fue instantánea, se disparó cuando él inició algún


botón en ese control remoto, la fuerza de la explosión la hizo

485
J. R. WARD CONSUMIDO

levantarse y llevarla a cierta distancia por el aire. Cuando aterrizó


de espaldas, la dejó sin aliento y el arma se le salió de la mano.

Todo lo que podía hacer era mirar el cielo azul y sin nubes.

La cara de Moose apareció sobre la suya. —Sabes, me gustabas,


realmente fue así. —Él sacó su propia pistola—. Y lo haré rápido
y fácil para que no te duela…

El flash gris salió de la nada, lo que fuera que se movía tan rápido,
era solo un borrón.

Pero Soot sabía lo que estaba haciendo. Lanzó su ataque contra


el antebrazo de Moose, apartando el brazo de Anne y disparando
la bala en el aire. Moose soltó una maldición y comenzó a golpear
al perro en la cabeza.

No es que Soot lo notara. Gruñendo, rugiendo, su cuerpo


musculoso era un arma además de sus dientes, y no lo soltaba
mientras lo golpeaba.

— ¡Deja a mi perro en paz!

Anne se lanzó hacia Moose, yendo hacia su garganta antes de


darse cuenta de que no tenía dos manos trabajando. Pero ella
tenía una gran arma.

Tomó los dedos duros de su prótesis y arponeó a Moose en los


ojos.

Gritó y se puso de espaldas.

Por un momento, ella estaba convencida de que habían ganado.


Pero entonces una bota le llegó a la cabeza y no pudo agacharse
a tiempo. La pesada pisada la atrapó justo en la cara, la sangre
salía de su nariz mientras giraba como una peonza.

486
J. R. WARD CONSUMIDO

Y luego hubo un grito y un gemido de Soot.

487
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 52

Danny condujo hasta la parte delantera del rancho del chupa


pollas de Moose y golpeó los frenos de la camioneta con tanta
fuerza que pateó grava. El Charger amarillo del bastardo no
estaba cerca, pero había ropa rosada y zapatos de tacón alto por
todo el jardín delantero. Sabía que Moose estaba en casa sin
embargo. Vic Rizzo del 617 había enviado un mensaje de texto a
todos que, después de un período de bebida en Timeout: dos
coches de la DPNB habían encontrado ese coche poderoso
envuelto alrededor de un árbol y su conductor ebrio había sido
devuelto al remitente aquí en los palos.

Saliendo, él…

La explosión fue tan violenta que sacudió las ventanas de la casa,


y Danny se agachó para cubrirse mientras la metralla caía del
cielo.

Cuando un teléfono lo golpeó en la cabeza, maldijo y corrió hacia


la puerta principal. Al entrar, vio un caos total. Alguien había
llevado un cuchillo a todos los muebles de gran tamaño en blanco
y negro, había rellenos y almohadas por todas partes.

Cada una de las fotos de la boda había sido perforada, con puños
sangrientos y huellas de palmas en las paredes.

488
J. R. WARD CONSUMIDO

Danny corrió hacia atrás. En el exterior, junto al garaje, la caja


del remolque estaba en llamas, el humo rizándose hacia la casa
y ocultando la vista.

— ¿Moose? —Gritó.

Corriendo hacia el garaje, recibió humo en los ojos y tosió.

Y entonces vio algo en el césped detrás del fuego. Gente dando


vueltas. Algo más allí.

¿Estaba matando a Deandra?

—Moose, ¿quieres parar? No estábamos juntos, ella está


mintiendo…

Fuera de la línea de árboles, estacionado en la cabecera de un


camino de tierra a unas cien yardas228, estaba el Subaru de Anne.
¿Qué demonios?

Eludió el calor y el fuego crepitante, rodeando la parte delantera


del garaje. Cuando el humo se lanzó en otra dirección, tuvo una
visión clara de algo que no tenía sentido. Anne y Moose estaban
dando vueltas, luchando. Soot estaba en la periferia, ladrando,
gruñendo, cojeando gravemente como si hubiera sido herido.

Cámara lenta.

Todo se fue en cámara lenta.

Moose volteando a Anne sobre su espalda. Alcanzando,


esforzándose por algo en la hierba. Soot intentando morder su
mano.

228
91.44 mts.
489
J. R. WARD CONSUMIDO

Algo en el fondo de la mente de Danny puso las piezas juntas más


rápido de lo que sus pensamientos podían organizar. Con cada
gramo de poder que tenía, se lanzó hacia una carrera a toda
velocidad, y en su camino hacia la lucha, recogió la primera arma
a la que llegó.

Un hacha de mango largo.

Justo cuando Moose encontró un arma en el pasto, Danny se


deslizó en su lugar, agitó la hoja y atrapó al aspirante a asesino
en la parte posterior de la cabeza.

Moose se puso rígido en una convulsión de cuerpo completo, y


Anne estaba en la demora de una fracción de segundo. A pesar
de que estaba sangrando por la nariz, se retorció y atrapó la
nueve milímetros, arrebatándola del control del hombre.

Y luego se liberó, saliendo de debajo del peso muerto que ahora


yacía tirado en el suelo.

Danny soltó el mango. Tropezó. Volvió a caer al suelo y miró el


hacha mientras se sostenía contra la gravedad, seguro como si
hubiera enterrado la hoja en nada más que un tocón de roble.

— ¡Soot!

Sacudiéndose, miró a Anne. Estaba temblando mientras


mantenía el arma apuntando a Moose y empujaba a su perro
contra ella, el animal la lamía, acariciando, gimiendo.

Cuando ella finalmente lo miró, él levantó sus palmas en el aire


como si ella también pudiera dispararle.

El silencio llegó a la escena, su mente tratando de conectarse con


una realidad que no entendía. No podía entender. Anne parecía
estar en un estado de shock similar.
490
J. R. WARD CONSUMIDO

¿Por qué su antiguo compañero de cuarto había estado tratando


de matarla?

— ¿Estás bien? —Dijo ásperamente.

Sus ojos, grandes y vidriosos, se clavaron en su rostro. —


Danny… fue él. Fue Moose. Encendió los fuegos en esos
almacenes… y me iba a matar.

Danny bajó lentamente las manos. ¿En qué demonios había


caído Moose?

—Lo hizo por el dinero, —murmuró Anne—. De ahí es de donde


viene todo el dinero, para la boda, esta casa, ese Shelby que está
en el garaje. Estaba desapareciendo la evidencia en esos
incendios, pero no pude conectarlo con Ripkin. Todavía no sé
cómo está involucrado Ripkin.

Danny se frotó la cara. —Todo lo que me importa en este


momento es que estás bien.

Él extendió la mano y tomó la suya. Cuando no se apartó, la llevo


contra él y apretó los ojos cerrados. Sosteniéndola con fuerza,
miró por encima del hombro al cuerpo de su viejo amigo.

La tristeza era tan profunda que estaba seguro de que su corazón


se detendría. Todavía no sabía cómo un hombre con el que había
vivido durante todos estos años se había vuelto tan malo, pero de
lo único que estaba seguro era que Anne estaba viva.

Nada más, incluso Moose, importaba más que eso.

Apartándose, él retiró un poco del pasto de su cabello. —Necesito


que sepas que no estuve con Deandra la noche antes de la boda.
Pon una bala en mí ahora y envíame a mi hermano gemelo, lo
juro por mi alma. Ella le mintió a Moose para hacerlo enojar, y lo
491
J. R. WARD CONSUMIDO

hizo frente a toda la estación, pero no era cierto. No le habría


hecho eso a Moose.

Dejó que Anne lo mirara a los ojos, mientras lo necesitara,


mientras rezaba porque la verdad fuera algo que ella pudiera
reconocer en él.

Después de lo que pareció una vida entera, ella susurró, —Me


salvaste la vida otra vez, Dannyboy.

—Siempre estaré allí para ti. —Cuando levantó la mano para


tocar la cara de él, la capturó y le dio un beso en la palma—.
Siempre.

492
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 53

Anne se sentó en la parte trasera de la ambulancia y se llevó la


bolsa de hielo a la nariz. La hemorragia se había detenido, pero a
ella le preocupaba que se hubiera roto.

Cada vez que lo pinchaba, hacía un crujido y eso no era una


buena noticia.

— ¿…y así fue cuando decidiste venir aquí y enfrentarte a él? —


Le dijo la detective.

Otros dos vehículos policiales llegaron al lugar y se unieron a los


cuatro que ya estaban estacionados en un círculo alrededor del
rancho. Los uniformados que salieron eran personas que
recordaba de sus noches en Timeout, y absurdamente quería
salir a saludarlos, como si fuera la anfitriona de esta fiesta de
mierda.

— ¿Anne?

—Lo siento. —Se volvió a enfocar en la mujer—. Sí, decidí venir a


hablar con él. Parecía que todo se estaba acumulando, pero
necesitaba estar segura. Cuando llegué aquí, abrí la parte trasera
del remolque… —editado para eliminar la mención de que ella
disparó el candado, —…y vi el equipo de oficina allí.

— ¿Qué tipo de equipo de oficina?

493
J. R. WARD CONSUMIDO

—Laptops. Ordenadores. Teléfonos. Supongo que Ripkin


Development estaba ocultando cosas que querían destruir en la
extensa colección de Ollie Popper, o que tienen tratos mucho más
extensos en el mercado negro que lo que la policía puede
comenzar a contemplar.

—Está bien, entonces, ¿qué pasó?

Su boca comenzó a moverse de nuevo, las palabras se fueron en


una corriente, y supuso que tenía sentido. La detective estaba
asintiendo y tomando notas.

Pero Anne había dejado de escucharse a sí misma.

Danny vino caminando por la esquina de la casa, dos


uniformados con él, los tres hombres hablando intensamente.
Cuando vio que ella lo estaba mirando, se detuvo, como si no
estuviera seguro de si era bienvenido o no.

Soot, que había estado a su lado, soltó un resoplido para saludar.

—Eso es todo por ahora. Dejaremos que te atiendan y tendrás


que hacer una declaración formal.

—Cada vez que me quieras en la estación, iré.

—Gracias inspectora Ashburn. Apreciamos tu cooperación.

Cuando se quedó sola, Danny le dijo algo al par de policías y se


acercó. —Oye. Buen trabajo de nariz.

Ella recogió el hielo. — ¿Crees que es demasiado? Solo estaba


buscando que el puente se estrechara y la punta se levantara un
poco.

—Creo que tenemos que esperar hasta que baje la hinchazón.

494
J. R. WARD CONSUMIDO

—La cirugía plástica es así.

— ¿Puedo saludar a tu perro?

Como si fueran extraños. —Él te ama.

Danny se inclinó, acuclillándose. Mientras ponía la cara en Soot,


dijo, — ¿Estás bien allí? Estabas cojeando.

—Creo que Moose le dio una patada. Al menos ninguno de


nosotros recibió un disparo.

Mientras contemplaba a Danny, medía cada centímetro de él,


desde la forma en que la luz del sol brillaba en su pelo negro
azabache, esos estúpidamente enormes hombros suyos, hasta
sus manos. Aquellas manos de obrero, asombrosas, fuertes.

Esas que le habían salvado la vida dos veces.

Porque la verdad era que ella había estado perdiendo fuerza física
rápidamente. Y si Moose hubiera agarrado esa pistola, (y el
hombre lo hubiera hecho), le habría puesto una bala en la cabeza.

Las lágrimas inundaron sus ojos, así que los cerró.

—Anne, —dijo Danny con voz entrecortada.

Hubo un desorden, y luego él estaba sentado a su lado en la


ambulancia, pero no la tocaba. —Danos un minuto, —le oyó
decirle a alguien.

Ella volvió a ponerse en orden, o intentó hacerlo. Jesús, le dolía


la nariz.

—Así que en las reglas de evidencia, —dijo ella toscamente—, el


tribunal permite confesiones en el lecho de muerte, incluso si son

495
J. R. WARD CONSUMIDO

una herejía fuera de esa situación. Ya sabes, porque las personas


no mienten cuando están a punto de morir.

—No. No lo hacen.

—Creo que probablemente sea lo mismo con las personas justo


después de que matan a su mejor amigo. —Ella cerró los ojos—.
Oh, Dios, esto acaba de suceder. Quiero decir, ¿Realmente?

Una mano cálida y callosa tomó la suya. —Sí. A ambos, me


refiero.

— ¿Qué?— Su cabeza simplemente no podía procesar nada—. No


estoy pensando con claridad.

—No mentí, sobre Deandra. —Cuando Anne lo miró de nuevo, él


la miró fijamente—. No tienes que estar conmigo si no quieres,
pero necesito que sepas la verdad. No mentí sobre ella. Fue ayer
por la mañana toda cabreada, escupiendo mierda para atacar a
todos a su alrededor. La noche de la cena de ensayo vino a verme
a mi apartamento, es cierto, pero la rechacé. Moose pudo haber
visto su vestido en el suelo, pero lo que no vio fue a mí forzándola
a salir por la puerta y cerrar para que ella no pudiera volver a
entrar. Ella no era para mí. Nunca lo fue.

Cuando Anne respiró hondo, le dolían las costillas y ella hizo una
mueca. Lo que hizo que le doliera más la nariz.

—Lo siento, —dijo ella—. Lo siento mucho. Yo solo… creía lo que


estaba delante de mí.

Ella cayó en la confirmación de su hipótesis, que había sido que


Danny era demasiado bueno para ser verdad.

—Está bien. —Miró hacia el suelo—. Es lo que es…

496
J. R. WARD CONSUMIDO

—Te amo.

Su cabeza se volvió hacia ella tan rápido que ella escuchó su


cuello resquebrajarse.

—Solo pensé que debería decírtelo. —Anne se encogió de


hombros—. Es un poco, demasiado tarde, pero…

El beso salió de la nada, su boca se fundió con la de ella, y estaba


muy conmocionada como para responder. Al principio. Aunque
consiguió el programa rápido.

Cuando finalmente se separaron, no podía dejar de mirar esos


ojos azules. —Lo siento por Moose también. Lo sé… no puedo
imaginar lo que estás sintiendo en este momento.

Él asintió mientras le apartaba el pelo. —Nada de eso parece real


en absoluto. Excepto por una cosa.

— ¿Qué cosa?

Su rostro se asentó en líneas duras. —Si alguien trata de


lastimarte vendré por ellos. Y me encargaré de la situación de la
forma en que tenga que hacerlo.

El primer instinto de Anne fue decirle que no necesitaba la ayuda,


pero eso era reflejo, no realidad. Ella lo quería en su vida de todas
las maneras que contaban, y el caballero con su brillante
armadura era parte de esa mezcla.

Levantándose, ella alisó sus cejas fruncidas. — ¿Adivina qué?

— ¿Qué?

497
J. R. WARD CONSUMIDO

—Dos pueden jugar en ese juego. —Ella sonrió un poco—. Te


cuido la espalda cuando lo necesitas también. Soy tu compañera,
no una princesa en una torre.

—Y por eso, mi bella dama, es por lo que te amo.

Él la besó de nuevo, y ella pensó en todas las emociones en el aire


entre ellos, esperanza, tristeza, gratitud, ira y confusión en
Moose… terror desvaneciéndose. Ella había pasado por
suficientes escenas de accidentes e incendios para saber que
habría una cola en todo esto. Aunque lo lograrían juntos. ¿Qué
elección había allí? Eras un sobreviviente o una víctima.

Y fueron sobrevivientes.

—Anne.

Al sonido de su hermano diciendo su nombre, se separaron. Tom


estaba de pie junto a la parte trasera de la ambulancia, alto como
siempre, autocrático como siempre, con los ojos destrozados.

Anne se apartó del parachoques de acero y fue hacia él. Hubo un


momento incómodo, ya que nunca habían sido abrazadores…

Los pesados brazos de su hermano la rodearon y la atrajeron


contra su gran pecho. Cerrando los ojos, respiró hondo.

Por un momento, el pasado y el presente se mezclaron, y ella


sintió un eco de la forma en que había sido para ella cuando era
niña con su padre, al abrigo de algo más grande y más fuerte que
ella. Pero entonces todo eso se había ido, la imagen del héroe
reemplazada por un humano con defectos devastadores.

Por eso la gente necesitaba pararse en sus propios pies.

498
J. R. WARD CONSUMIDO

Tirando hacia atrás, ella miró hacia arriba. La vulnerabilidad en


la cara de su hermano fue un shock. Él nunca la había mirado
en busca de apoyo. Él nunca miró a nadie por eso.

—Está bien, —le dijo ella—. Todo está bien. Lo prometo.

Se estremeció y dejó caer la cabeza. —No te puedo perder Sister.

—No lo has hecho. No lo harás. —Ella sonrió—. Soy una


Ashburn.

La mirada de su hermano regresó a ella y él asintió con gravedad.


—Eso eres. Por los cuatro costados.

Cuando se abrazaron de nuevo, Anne se dio cuenta de que había


un enrollamiento en lo más profundo de ella, esa ira que la había
definido durante tanto tiempo, rompiéndose como un espejo y
disipándose. Mientras crecía, todo lo que siempre había querido
era el respeto de su padre.

Resultó que el destino le dio algo aún mejor, más valioso.

Ella se había ganado la de su hermano mayor.

En la periferia, Anne se dio cuenta de que Danny estaba sentado


observando a los dos, con una amplia sonrisa de aprobación en
su rostro.

Cuando Tom extendió una mano hacia él, Danny sacudió lo que
se ofreció, un voto emitido y aceptado por ambos lados: en medio
del caos y la muerte, se había forjado una nueva familia. Una que
fue elegida en oposición a un accidente de biología, y por esa
razón, más duradera y perdurable.

499
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 54

Una semana después, Anne dejó su oficina en un largo descanso


para almorzar. Don iba a ver a Soot, que se había convertido en
la mascota del equipo de investigación, y ella tenía la sensación
de que "ver" significaba que su jefe iba a llevar al perro por la calle
hasta la tienda y los dos compartirían un pavo, queso y mayonesa
de un pie229 de largo y dos bolsas de patatas fritas.

No es de extrañar que Soot también pensara que el hombre era


el Mejor Jefe del Mundo.

El centro comercial que era su destino no era nada de lo que


había sido antes, aunque había conducido muchas veces, y
encontraba un espacio de estacionamiento bastante fácil. Era
temprano y el sol del mediodía aún era bastante cálido, así que
dio un paseo por las tiendas.

Las consecuencias de la muerte de Moose fueron tristes. Su


cuerpo estaba siendo enterrado, pero no con honores
departamentales. ¿Cómo puede ser? Había puesto en peligro la
vida de sus compañeros bomberos. Incendios provocados
comprometidos. Trató de matarla.

La investigación de sus crímenes se había ampliado para incluir


al FBI, dada la naturaleza interestatal de la actividad del mercado

229
30.48 cm.
500
J. R. WARD CONSUMIDO

negro de Ollie Popper. Se había encontrado un teléfono con


burner de LG230 dentro de la casa de Moose, y las llamadas a su
celular habían estado en su registro de salida. Una aplicación de
mensajes de texto anónimos, TextPort231, fue lo único cargado en
ella.

El rastro del dinero estaba frío. Había un poco más de cinco mil
dólares en efectivo en la habitación de Moose, pero hasta ahora
no había pistas sobre su procedencia.

¿Y en cuanto a Ripkin? Ese vínculo no había sido expuesto, pero


ella todavía creía que estaba allí. El gasto de Moose excedía por
mucho mil al azar aquí o allá.

Y esa era la razón por la que realmente creía que no solo había
sido equipo de oficina en esos incendios. Ripkin estaba
escondiendo secretos, aunque no sabía de qué tipo. Ella había
presentado su informe sobre el incendio más reciente en el
almacén y sus enmiendas a los otros cinco, pero a menos que la
llamaran a la investigación de Moose, su papel oficial estaba
hecho.

Lo que fue frustrante.

Además de eso, estaba preocupada por Danny. Era obvio que él


estaba triste en lo profundo y se guardaba las cosas para él, y eso
la preocupaba. Podría haber sido así como siempre habían sido
las cosas, pero eso tuvo que cambiar. Simplemente no era
saludable.

Sin embargo, todo lo demás fue genial entre ellos. Se había


mudado a su casa por remordimiento, todas las noches trayendo

230
LG Electronic desarrolla avances tecnológicos en electrónica, comunicaciones móviles y
electrodomésticos.
231
Servicio web simple que le permite enviar mensajes de texto a cualquier móvil.
501
J. R. WARD CONSUMIDO

otro montón de ropa, no es que tuviera mucho. También trajo su


televisor con él, y ella tuvo que admitir que era una gran mejora
con respecto a su pedazo de mierda.

Estaba dejando ir el apartamento. Se acabó una era. Los cuatro


hombres que habían comenzado como hermanos de fraternidad
graduándose hasta la edad adulta.

O la tumba, en el caso de Moose.

Se detuvo frente a una tienda de ropa e inclinó la cabeza hacia lo


que había en la ventana. Deandra se había ido de la ciudad, dejó
su trabajo, empacó sus cosas y se fue a Dios solo sabía dónde.
Sin embargo, ella no era libre. Ni por asomo. Las autoridades la
habían interrogado y ella todavía estaba en su lista como una
persona de interés. Estaba bastante claro que podría haber
tenido el motivo, pero no había pruebas concretas de que ella
hubiera hecho nada criminal.

Pero la investigación estaba en curso.

— ¡Anne!

Ella se volvió y comenzó a sonreír. —Hola mamá. Gracias por


venir.

Cuando encontró a su madre a medio camino del centro


comercial, decidió que su hermano tenía razón. Su madre parecía
mucho más feliz y brillante en la última semana.

La sanación era buena para la gente, ¿verdad?

—No lo vas a creer, —anunció Nancy Janice —, ¡pero esta


mañana vendí dos de mis pinturas al óleo a una galería! ¡No
puedo soportarlo! ¿Quién hubiera pensado que alguien querría
algo que yo hice?
502
J. R. WARD CONSUMIDO

Anne abrazó a su madre y se sorprendió de lo fácil que era. —


Estoy orgullosa de ti.

—Yo también. —Nancy Janice tomó la mano de Anne—. Ahora,


vamos a concentrarnos en ti.

—Oh, Dios, esta es una idea tonta.

—No, no lo es. Y estaré contigo todo el tiempo. Vamos, hagamos


esto.

Mientras caminaban juntas hacia la peluquería, Anne miró por


encima del hombro. —Y después de que hayamos terminado,
quiero ir a esta otra tienda por un segundo. Hay algo sobre lo que
quiero tu opinión.

Danny no pudo sentarse. En ese sentido, deseó que la sala de


espera tuviera doce veces el tamaño que tenía.

De ida y vuelta. De ida y vuelta. De ida y…

La puerta se abrió y la doctora McAuliffe le sonrió.

—Bueno, hola.

—Hola, Doc. —Se metió las manos en los bolsillos de los


vaqueros—. ¿Cómo estás?

—Bien, muy bien. Estamos de regreso.

Mientras ella le abría el camino, él vaciló. Pero luego obligó a sus


pies a moverse.

503
J. R. WARD CONSUMIDO

—Gracias Doc., —murmuró mientras entraba.

—Siéntate donde quieras. Recuerdas las reglas. Realmente no


hay ninguno.

Sonrió porque sintió que tenía que hacerlo y eligió el sofá. —Sí.

La doctora se sentó y él notó que ella estaba en otra variación


sobre lo que había tenido en la reunión anterior, aunque esta vez,
hubo algo de púrpura con el marrón.

—Así que me sorprendió saber de ti. —Ella sonrió suavemente—


. Pero me alegra que hayas llamado.

—Gracias por hacerme un tiempo.

—Por supuesto.

Miró a su alrededor, viendo todos los detalles a propósito


calmantes. O tal vez esa era realmente ella; tal vez no fue todo un
cálculo, sino una expresión de un alma compasiva en paz en el
mundo.

—Supongo que debería explicar por qué estoy aquí, —dijo.

—Puedes comenzar por allí. Por supuesto.

Aclarando su garganta, se frotó los muslos. —Yo, ah, estoy


enamorado.

— ¡Realmente! Eso es maravilloso.

Mientras sonreía, esquivo los ojos y se sonrojó. Como un idiota.


Como un colegial. Como alguien confesándole a su madre que
salía con una niña.

—Ella es increíble.

504
J. R. WARD CONSUMIDO

—Lo puedo apostar.

—Es un bombero también. O lo era. Hasta que ella… bueno, es


Anne. Ya sabes, Anne Ashburn.

—De verdad. —La Dr. McAuliffe sonrió. —Eso suena como una
hermosa relación.

—Quiero que lo sea. Ella significa mucho para mí, y yo haría


cualquier cosa para protegerla y hacerla feliz. —De repente, se
enfocó directamente en la doctora—. Y es por eso que estoy aquí.
No quiero que sea lo que lo jode. Disculpe mi Francés.232

—Sin ofender.

—Pensé que tal vez podríamos hablar sobre las cosas que hay
aquí arriba. —Se dio unos golpecitos en la cabeza—. Cosas que
no puedo dejar de ver, cosas que no puedo deshacer, cosas que
deseo que fueran diferentes.

Como Moose.

Como Emilio, quien estaba de vuelta en el trabajo y luciendo


como una muerte en el camino.

Como Sol, a quienes no deberíamos haber perdido.

—Creo que es una muy buena idea Danny. ¿Dónde quieres


empezar?

Pensó en la anciana que estaba en esa cama en ese apartamento


en llamas. El hacha entrando en la parte posterior de la cabeza
de Moose. Anne y su mano. Emilio en la cama del hospital. Sol

232
Refiriéndose a la grosería.

505
J. R. WARD CONSUMIDO

gritando, "No me dejes, no me dejes", justo antes de que fuera


aplastado por los escombros.

Se imaginó a sí mismo recuperando la conciencia en el fondo de


la pared del almacén colapsado, su máscara rota, su cuerpo
aplastado, su respiración mal.

Y luego pensó en John Thomas.

—Quiero hablar de mi hermano gemelo.

—Bueno. Háblame de él. Dime todo acerca de él.

Danny tuvo que parpadear cuando empezaron a arder. Pero


entonces él sonrió. —Oh, Jesús, él era una pequeña mierda
molesta cuando crecíamos. Solía esperar a que me durmiera por
la noche y luego…

506
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 55

Parecía correcto que la lluvia comenzara a caer cuando Danny


entró al cementerio.

No había puerta de entrada o registro de visitantes porque este


era el lugar de entierro presupuestario, no el elegante y antiguo
al otro lado de las vías con las criptas con monogramas y las
estatuas de los ángeles y los santos. Al frenar la camioneta,
comprobó la caja de Kleenex en la que había garabateado las
instrucciones y luego se fue a la izquierda.

Estaba en casa de Anne cuando recibió la llamada, y la caja de


pañuelos grises y amarillos había sido la primera superficie
grabable que había agarrado.

Mientras rodeaba a los grupos de muertos, había todo tipo de


nombres católicos irlandeses y señales de la cruz celta,
deliberadamente tomó el camino largo a la sección que estaba
buscando. John Thomas fue enterrado en la esquina noreste,
junto con sus padres, y aunque él estaba pasando a una nueva
página con la Dra. McAuliffe, todavía no estaba listo para ir allí.
Pensó que llevaría a Anne algún día.

Parecía correcto presentarla a la familia. Sus padres habían


muerto mucho antes de que ella entrara en su vida, y John

507
J. R. WARD CONSUMIDO

Thomas, según la política del departamento, había sido enviado


en otro cuartel de bomberos, por lo que no la conocía realmente.

Ellos la habrían amado. ¿Quién no lo haría?

Redondeo otra esquina, desaceleró. A través de un césped


cortado de pasto pardusco, debajo de un dosel de hojas rojas y
doradas, dos jardineros sacaban un ataúd de una camioneta sin
marcar. Por un momento, no pudo respirar.

Moose. Dios… ¿qué te pasó Moose?

Su camioneta rodó hacia adelante, llevado por una pendiente


sutil en el carril que amplificaba el ralentí del motor. Cuando pisó
los frenos junto a la nueva tumba, ambos hombres lo miraron.

Levantó la mano y no obtuvo respuesta. Los jardineros


simplemente movieron el ataúd hacia un agujero que obviamente
había sido excavado por la mini-topadora que estaba tranquilo a
un lado, un trabajador sindicalizado que tomaba un descanso
requerido por contrato.

Danny alcanzó sus cigarrillos y encendió uno. Había jurado que


se detendría, pero lo único que pasaba por su mente en este
momento era, No hoy, hijo de puta.

Saliendo, se acercó a los jardineros. —Disculpe, pero es…

— ¿Estás aquí por Robert Miller? —Preguntó el que estaba


delante cuando la camioneta se marchó.

—Sí. Moose está… sí, estoy aquí por él.

— ¿Tu familia?

—No lo sé. —Solía serlo, pensó. Un poco—. ¿Tengo que serlo?

508
J. R. WARD CONSUMIDO

—No nos importa, —dijo el otro tipo.

Ambos gruñeron cuando colocaron el ataúd en una plataforma


mecanizada que lo iba a bajar a la tumba. Mientras se
enderezaban, parecían hermanos, robustos y calvos, Igors sin
jorobas o los jefes de Científicos Locos. Sus uniformes de trabajo
verde oscuro eran del mismo fabricante que usaban los
bomberos, sus gorras de béisbol con el logo de la curva del
cementerio sobre el borde.

— ¿Quieres un minuto antes de que lo metamos allí? —Dijo el de


la izquierda.

Eran gemelos idénticos, pensó Danny mientras miraba hacia


atrás y adelante a sus caras desgastadas. Al igual que él y John
Thomas.

—Sí. Si no te importa.

—Tenemos que ir a cavar otros dos agujeros de todos modos.


Toma tu tiempo.

Uno se subió al Toro233 y el otro a pie, y cuando desaparecieron,


se preguntó si sus nombres coincidían también. Jim y Tim. Bob
y Rodge. Fred y Ted.

Daniel Michael y John Thomas eran una rima irlandesa, siempre


había dicho su madre. Lo que sea que eso signifique.

Danny dio una calada y exhaló por encima del hombro a pesar
de que no había nadie para ofender con el humo de segunda
mano.

233
Vehículo utilitario con plataforma trasera.
509
J. R. WARD CONSUMIDO

El ataúd era simple, no uno de esos tallados en caoba con rieles


de latón e interiores satinados con mechones, y cuando la
llovizna salpicó su tapa negra, dejó huellas brillantes que eran
perfectamente redondas. Se preguntó qué llevaba Moose allí.
Quien había elegido la ropa. Si el daño de la hoja del hacha había
sido reparado antes del embalsamamiento.

Las respuestas hipotéticas que consideró y descartó fueron como


la especulación sobre los jardineros gemelos, una forma de darle
a su cerebro un descanso de la realidad de que alguien con quien
había estado cerca durante años, a quien había considerado
como un hermano, con quien había trabajado junto a… había
sido alguien a quien realmente no conocía.

Pensó en Anne y su padre. Justo la otra noche ella había hablado


sobre lo que sucedió después de que Tom Sr., había muerto,
sobre el secreto que salió después. Ella le había contado todo
sobre su frustración con su madre, su ira hacia su padre. La
desilusión, el disgusto y la traición.

Un héroe en el que una vez había puesto su fe no había


demostrado ser meramente humano, sino un tipo malo.

Ella entendería exactamente cómo se sentía con respecto a


Moose, y también cómo estaba volviendo a colorear recuerdos
previamente positivos con un filtro oscuro.

Moose había sido el genial perdedor que había luchado para


mantenerse al día con los perros grandes, un buen tipo con un
corazón de oro que nunca lo había logrado, pero siempre lograba
sonreír en medio de sus fracasos.

A Ralph Kramden, primero de la casa de la fraternidad, y más


tarde en el apartamento y la estación.

510
J. R. WARD CONSUMIDO

La idea de que Moose podría encender fuegos que lastimaban a


las personas y aceptar dinero de los delincuentes… y tratar de
matar a alguien, matar a Anne, por el amor de Dios, significaba
que todo eso tenía que haber sido una mentira. Porque el hombre
que Danny había conocido y con quien había vivido nunca habría
hecho daño a nadie, mucho menos a uno de los suyos.

Él había amado a Anne.

O… al menos parecía haber actuado así.

—Joder, —dijo Danny en la brisa fresca de otoño.

El bajo gruñido de una motocicleta le hizo girar la cabeza y


frunció el ceño. La Harley negra que conocía bien, pero no
esperaba verla ni a su dueño fuera de casa durante otros tres
meses.

Cuando Mick Roth, su antiguo compañero de cuarto, apagó el


motor y desmontó, el tipo se quitó el casco y lo puso en el asiento.
Su cabello oscuro había sido cortado recientemente y un
bronceado atenuaba los coloridos tatuajes que se envolvían
alrededor de su garganta. Los pantalones vaqueros azules tenían
agujeros en ellos. La chaqueta de cuero estaba batida a mierda.

Los ojos estaban alertas, pero tenían círculos negros debajo de


ellos. — ¿Sorprendido?

—Sí. Pero me alegro.

El tipo caminó sobre la hierba cortada, esquivando las tumbas.


—Entonces, ¿qué hubo, Dannyboy?

Los dos se abrazaron, y Danny se mantuvo firme. — ¿Qué estás


haciendo fuera de rehabilitación? Pensé que se suponía que
estarías en Alabama otros noventa días.
511
J. R. WARD CONSUMIDO

—Arizona.

—Lo siento. —Dieron un paso atrás—. ¿Saliste del programa?

—No exactamente. Les dije que volvería después de verte y de


asegurarme de que estuvieras bien.

—Estoy bien.

—Línea de fiesta, eh.— Mick miró a su alrededor. — ¿Qué diablos


estamos haciendo aquí?

—No lo sé. —Cuando una camioneta oscura llegó por encima de


la subida, Danny negó con la cabeza—. Y entonces, había tres.

Jack estacionó su Ford detrás de la Harley y salió. Llevaba ropa


SWAT, la camiseta negra con el logotipo en el pecho y los
pantalones de camuflaje con accesorios de un par de cuarentas
y un cuchillo de caza enfundado alrededor de su cintura.

—Lo encontraste bien, —le dijo a Mick.

—Sí—. Chocaron sus palmas—. Gracias hombre.

Y luego los tres se quedaron alrededor del ataúd, mirando la tapa


cerrada que había acumulado suficiente lluvia para que el agua
goteara de sus lados, lágrimas que deberían haber sido
derramadas, pero que no podían caer de ninguna otra manera.
En el silencio, un pájaro gorjeando en un árbol de hojas doradas
era más fuerte de lo que debería… Dios, aún podía recordar haber
conocido a Moose durante la semana de la promesa. El tipo
estaba decidido a dejar de beber a cualquiera que lo desafiara,
como si hubiera reconocido que el consumo era su única
recomendación para las fraternidades. Jack, por otro lado, había
sido reclutado para su juego con las mujeres. Danny, lo habían
querido como un gorila. ¿Y en cuanto a Mick?
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J. R. WARD CONSUMIDO

Los amigos tenían miedo de lo que podría hacer si lo rechazaban.

—Alguien debería decir algo, —murmuró Jack.

—Sí. —Danny respiró hondo—. Mierda.

—Eso lo cubre todo, —dijo Mick secamente.

Danny metió la mano en el bolsillo de sus pantalones y sacó sus


Marlboros. Después de ofrecer e encender uno para los otros
compañeros de cuarto, puso el paquete casi completo y su Bic en
la parte superior del ataúd y luego presionó el interruptor de
engranaje para que el ataúd cayera a la tierra.

Cada uno de ellos arrojó un puñado de tierra en la tumba.

Al final resultó que era el último cigarrillo que fumaba.

Y llamó a Anne tan pronto como estuvo de vuelta en su camioneta


y solo.

— ¿Hola? —Respondió ella—. ¿Emocionado por esta noche? Sé


que yo sí.

Tuvo que golpear sus limpiaparabrisas cuando salía del


cementerio. —Sí, —dijo con rudeza—. No puedo esperar a verte.

— ¿Estás bien?

—Lo estoy ahora. —Danny lanzó una larga y lenta exhalación—.


Solo necesitaba escuchar tu voz. Escucha… voy a querer hablar
sobre Moose.

No hubo ni un segundo de pausa, y su voz era fuerte y firme. —


En cualquier momento. Puedes hablarme de cualquier cosa en
cualquier momento.

513
J. R. WARD CONSUMIDO

Sólo una razón más para amarte, pensó mientras conducía a


través del aguacero.

514
J. R. WARD CONSUMIDO

Capítulos 56

A las ocho en punto, Anne estacionó paralelamente su Subaru en


la calle y se recostó en el asiento del conductor. Después de un
minuto, bajó el visor y se miró la cara. Cuando se encendieron
unos faros, se miró a sí misma.

Con lápiz labial.

Como un buen lápiz de labios. No una capa de gloss, sino cosas


reales de L’Oréal en vivo que se aplicaron después de que ella usó
un delineador de labios.

Volvió a subir el visor y se sintió tonta. Pero ya era demasiado


tarde para cambiar, y además, lo único que podía garantizar
sobre Danny Maguire era que él la quería en lo que fuera que
estuviera usando. Bueno, en realidad, él la prefería desnuda,
pero considerando que estaban en público, él se llevaría la ropa
que ella se hubiera colocado cuando vinieran.

Abrió la puerta un poco y luego esperó a que pasaran dos autos


antes de pararse en los tacones altos que había comprado en el
almuerzo junto con el vestido que llevaba puesto.

Al otro lado de la calle, en el resplandor del establecimiento


venerable donde habían acordado reunirse para su cita, Danny
se volvió y la vio.

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J. R. WARD CONSUMIDO

Su sonrisa, abierta y fácil, se desvaneció.

Y sus ojos se ensancharon mucho, los blancos se volvieron del


tamaño de platos de comida.

Aclarando su garganta, Anne cerró su puerta, cerró su auto, y


luego, con cada estúpido paso que dio, se prometió a sí misma
que nunca, nunca más intentaría ser una chica. Obviamente, el
consejo de su madre, aunque bien intencionado, había errado el
tiro.

Se acercó a la acera y sacudió la cabeza. —Lo siento. Esta fue


una idea tonta.

Los ojos de Danny se dirigieron a los tacones de aguja, a las


medias, a las rodillas, a la falda bastante corta y luego a la capa
que ella había girado a su alrededor como si fuera Lauren maldita
Bacall234.

—Santa María, Madre de Dios… —Tartamudeó.

—Me puedo ir a cambiar…

— ¡No! ¡No, no te cambies! Tú eres…la cosa más hermosa que he


visto en mi vida.

Anne parpadeó. Una vez. Dos veces.

Deja de ser una niña, se dijo. Se una mujer.

A pesar de que hacía frío, separó las mitades de la capa y mostró


el vestido que había estado en la vidriera de esa tienda en el
centro comercial. La cosa era roja, y abrazaba su cintura, e
incluso se hundía entre sus pechos.

234
Actriz estadounidense que comenzó como modelo y luego trabajo en cine.
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J. R. WARD CONSUMIDO

Danny perdió la capacidad de hablar de nuevo.

Mientras cerraba la capa, comenzó a sonreír. Bueno, parecía que


iba a tener que agradecerle seriamente a su madre. Resultó que
Nancy Janice tenía habilidades. Habilidades locas.

—Tu cabello, —suspiró—. ¿Puedo tocarlo?

—Claro.

La mano de Danny se levantó y rozó las rayas rubias. —Es


asombroso. No es que no fuera sorprendente antes…

— ¿Deberíamos entrar? —Dijo ella.

—Oh, sí, lo siento, claro, por favor. Gracias. ¿Cuál era la


pregunta?

Danny se tropezó con sus pies cuando abrió la puerta, y el ruido


estridente de Timeout se derramó en la calle junto con el calor de
su interior. Cuando entraron, las cabezas se giraron
brevemente… y luego volvieron a girar.

El estruendo conversacional en el bar bajó.

Y fue entonces cuando el pecho de Danny se hinchó y él la rodeó


con el brazo, todo un cavernícola orgulloso. Luego la acompañó a
través de las mesas como si hubiera ganado la lotería, las
elecciones presidenciales, un Premio Nobel de la Paz y el Super
Bowl al mismo tiempo. Especialmente cuando pasaron por el
stand del 617 y él asintió con la cabeza a Vic Rizzo.

Cuando se acercaron a la mesa del 499, todos los hombres


comenzaron a ponerse de pie. Duff incluso se quitó la gorra de
béisbol… y la dejó caer sobre su pie.

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—Vamos, es solo un poco de maquillaje, —dijo Anne con una


sonrisa—. Ustedes necesitan superarse.

Danny la ayudó a quitarse la capa y sacó su silla. Luego se inclinó


sobre la mesa y agarró las solapas de Duff. —Tus ojos se
mantienen al nivel de la cabeza. Todos ustedes chicos. Veo una
caída debajo de la garganta y te usaré como un taco.

Luego la besó en la boca y se sentó a su lado, haciendo crujir sus


nudillos.

—Debes, —dijo ella arrastrando las palabras.

—Sip. Absolutamente.

Y luego fueron las bebidas y las alas, las historias y las bromas.
Era la familia con la que había trabajado y los amigos a los que
había llegado a amar… y, sobre todo, era el gran y hermoso
hombre irlandés sentado a su lado, sus ojos azules brillaban.

Superada por la felicidad, Anne lo miró fijamente. Y cuando él se


volvió hacia ella como si quisiera saber si necesitaba algo, ella
puso sus dos manos, la que era de carne y hueso y la que era
una herramienta, hasta su cara.

—Gracias, —susurró ella.

— ¿Por qué?

Anne se inclinó y lo besó. —No he estado en Timeout en mucho


tiempo…

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