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Trabajo práctico de filosofía

¿Cuáles son los argumentos de las leyes y lo común de la ciudad para justificar la
obediencia?

La principal razón para obedecer las leyes es que, como ellas constituyen el corazón de la
ciudad, el desobedecerlas implicaría la destrucción de la unidad política.

Ahora bien, para considerar que la ciudad no debe ser destruida, la Apología de Sócrates
plantea dos líneas de argumentos dadas por:

Las leyes le permitieron su existencia, educación y alimentación, lo cual lo convierte en un


descendiente y esclavo de las mismas.

Constituye una relación asimétrica, como la de un padre y un hijo, pero más sagrada por
tratarse de la patria: las leyes son los padres de los padres de Sócrates y una falta contra
ellos sería mayor. No le puede devolver los males y, si él es un hombre inteligente,
entonces deberá ceder ante ellas y venerarlas.

Nosotras consideramos que el argumento sólo explica por qué todos los ciudadanos deben
obedecer las leyes cuando estas significan mejores resultados, pero si ese no fuese el caso,
la desobediencia no atentaría contra la polis. Una ley sólo debe obedecerse cuando es
legítima y pensar que la vida sólo puede darse a partir de ellas ignora toda la historia de la
humanidad, pues a lo largo de la historia los humanos demostramos miles de formas de
vida en las cuales las leyes no tuvieron importancia a la hora de cometer las acciones que
hacen que nos encontremos aquí el día de hoy: la biología, el estatus, la supervivencia, el
aprendizaje, entre muchas otras, también son las causas de nuestro actual estado. La
sociedad no es la que engendra a sus miembros, sino que los individuos en estado natural
fueron los que decidieron juntarse, forjar un pacto y avanzar en conjunto. Incluso Sócrates
enuncia que las leyes le dieron la existencia a sus ancestros, pero al remontarnos a su
primer antepasado es evidente que éste no se guiaba por las leyes sino por sus instintos
naturales. Los individuos existen antes que la sociedad, por eso no debemos dejar de lado
nuestra historia: saber de dónde venimos nos permite avanzar, pero caer en falsedades y
creer que alguien es superior a nosotros es atribuirle ese poder, ya sea directa o
indirectamente. Ceder nuestra capacidad humana de pensar por nosotros mismos y no
cuestionar lo que se nos impone, es retroceder como especie y darle la espalda a nuestra
historia.

Si bien las leyes aseguran una óptima vida en una ciudad, no sólo no son necesarias, sino
que no consideramos fundamental la existencia de una ciudad. Aunque el hombre sea un
ser social que debe vivir en sociedad para sobrevivir, existen otras formas de organización
en las cuales las leyes pueden mantener la integridad de la polis.

Por otro lado, la obligación de obedecer no puede darse en cualquier caso, sino que esta
Integrantes​: María Lucrecia Musso, Macarena Rojas, Guadalupe Agosta, Julieta Sverdlik y
Mercedes Pavez Santana

debe ser aceptada explícitamente por quienes se vean afectados y no puede suponer la
superioridad de unos frente a otros.

Para evaluar el valor de una orden es necesario comprender de quién proviene y por qué le
atribuimos o no este poder, es una necesidad revisar cómo entregamos el poder y con qué
motivo. Por una cuestión de equilibrio entre los individuos, para guiarse por la opinión de
alguien que comprende más, o por la simple cuestión de ser lo estipulado. En caso de que
nuestra moral se vea corrompida por una obligación será infaltable el cuestionamiento a las
autoridades y el origen del poder, tanto ajeno como el nuestro y las relaciones de poder que
se dan entre supuestos pares.

Por último, pensamos que no basta con instigar miedo al castigo o felicidad por hacer acatar
las leyes, sino que lo importante es tener fe en el deber de las leyes. El objetivo de toda ley
es buscar lo mejor para los ciudadanos y si es necesario desobedecer una para cumplir con
su razón, entonces el individuo que lo haga no deberá ser castigado. El ser humano no es
egoísta, sino que se vuelve egoísta cuando convive en sociedad porque cree que debe
sacrificar su propia felicidad por el bien de la sociedad, lo cual no es cierto. Si las leyes
perdieran su carácter de castigo-premio, más caminos se nos abrirán para seguir
avanzando, en conjunto y en sociedad, hacia un futuro mejor para todos.

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