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CASOS SOLUCIONADOS – IMPUTACIÓN OBJETIVA

10) Caso del TAC

HECHOS:

"El Jurado ha declarado probado en su veredicto los siguientes hechos: "Que el día 5.9.1998,
sobre las 0,30 horas, en la madrileña Vía Carpetana, se produjo una discusión entre Imanol, con
DNI número 000, quien contaba 29 años de edad, en cuanto nacido el 7.12.68 y Blanca. En el
curso de la discusión el primero empujó a la segunda, de forma que la hizo caer al suelo. Claudio,
ayudó a levantar a su novia, Blanca, momento en el que Imanol golpeó a Claudio contra un coche
estacionado y sacando un objeto punzante, de entre sus ropas, le asestó con el mismo, una única
puñalada, con gran energía, de abajo hacia arriba y de izquierda a derecha, en región dorsal
inferior izquierda, al nivel de la dorsal 11. Imanol asestó la puñalada por la espalda. Claudio,
sufrió una herida penetrante en el tórax, rompiéndole la 10ª costilla, que le provocó un shock
hipovolémico. Murió a las 20 horas, del mismo día, en el Hospital Gómez Ulla. Las lesiones
provocadas por la puñalada no eran mortales, pero condujeron a la muerte de Claudio, a causa del
tiempo transcurrido desde el momento de la agresión hasta la realización del TAC torácico" (STS
28 de enero de 2005, ponente Martínez Arrieta; RJ 911).

SOLUCIÓN:

De los hechos probados cabe destacar: Imanol, durante una discusión, empuja a Blanca de manera
que la hace caer al suelo. Claudio ayuda a levantarse a Blanca, momento en que Imanol golpea a
Claudio contra un coche estacionado y le clava por la espalda una navaja en la región torácica, lo
cual da lugar a un shock hipovolémico. El tiempo transcurrido desde la agresión hasta la
realización del TAC torácico en el hospital al que fue trasladado impidió evitar su muerte. No nos
planteamos ahora la eventual responsabilidad de Imanol por el empujón a Blanca. Nos centramos
en lo referente a la puñalada.
I. No cabe duda alguna en cuanto a la existencia de conducta humana por parte de Imanol. Prueba
de ello es la discusión que mantiene con Blanca (para mantener una discusión es necesario estar
consciente, hablar, conminar a un adversario…, todo lo cual exige estar consciente). Tampoco
cabe dudar de que la puñalada asestada fuera producto de un movimiento reflejo o expresión de
una fuerza irresistible. En efecto, se lee en el relato de hechos probados cómo se produjo de abajo
arriba, precisamente después de haberle empujado contra el coche y sin que sucediera nada entre
ambos sucesos. Estos datos abonan la presencia de autocontrol por parte de Imanol, tanto para la
discusión, como para la puñalada. Por todo lo cual, concluimos afirmando que el proceso en el
que Imanol se halla inmerso constituye una conducta humana.
II. En cuanto a la tipicidad objetiva de esa conducta (asestar la puñalada), analicemos si se ve
colmado el tipo objetivo de algún delito. En primer lugar, puesto que si se suprime mentalmente
la puñalada desaparece la muerte subsiguiente, afirmamos que aquélla es causa de ésta. En
segundo lugar, consideramos que asestar una puñalada constituye un riesgo relevante capaz de
matar y lesionar; más aún, un riesgo de los que cualquier persona puede entender como medio
para cometer un homicidio, un asesinato y unas lesiones, al menos. Así se desprende de ciertos
datos: que fuera una navaja, que la puñalada fuera asestada por la espalda, que lo fuera en región
torácica, donde se encuentran órganos vitales, y con gran energía (fracturó una costilla). Todos
estos indicios abonan la calificación de ese factor causal como riesgo típicamente relevante a
efectos del homicidio (o asesinato) y las lesiones. En tercer lugar, nos preguntamos si son esos
dos riesgos los que se realizan en el resultado. En este punto surgen algunas dudas. En el lapso
temporal que sigue al momento de la puñalada, no se le practicó en el hospital una prueba que al
parecer hubiera podido evitar su muerte. Cuando los hechos nos hablan de que "la herida no fue
mortal" se refieren a que no causó de forma inmediata un daño irreparable en algún órgano vital;
pero no por ello debe desasociarse una herida de semejante magnitud y características de la
creación de un riesgo de homicidio, que llega hasta provocar un shock hipovolémico. Ahora bien,
el riesgo llevado a cabo por Imanol no se plasma en el resultado, pues aparece en escena un factor
novedoso, como es el retraso en realizar un TAC por parte de los servicios sanitarios. Al parecer,
la muerte se podría haber evitado de no ser por el tiempo transcurrido desde la agresión hasta la
realización del TAC torácico. Por lo tanto, en la relación riesgo-resultado interfiere una
intervención (omisiva) por parte de terceros, de cierta relevancia (en los establecimientos
sanitarios de un país civilizado cabe confiar que se practicarán las pruebas idóneas de un servicio
de urgencias). Si esto se acepta, entonces no podemos imputarle a Imanol el resultado de la muerte
de Claudio. Pero eso no impide que su conducta constituya una tentativa de homicidio (arts. 16 y
138), pues al menos creó un riesgo para la vida. Dado el peligro creado y el avanzado grado de
ejecución, se puede afirmar que la tentativa es acabada. Tentativa de homicidio y no lesiones
consumadas, puesto que hay datos suficientes (arma empleada, dirección y lugar del golpe, modo
de asestar la puñalada) que permiten afirmar que el riesgo creado es mayor que el de lesionar.
Así, su conducta colma el tipo objetivo del delito de homicidio en grado de tentativa. Por lo demás,
nos faltan datos para enjuiciar la eventual responsabilidad penal de las personas que retrasaron
practicar la prueba del TAC.
III. De los hechos podemos seguir infiriendo datos que nos muestran cómo el agente se representa
el riesgo que lleva a cabo: resulta indiscutible que cualquier persona de la edad de Imanol sabe
que un objeto punzante, que es suyo, que como navaja que es es desplegado por quien la tiene en
sus manos…, pueda lesionar a una persona si se clava con gran energía sobre el cuerpo.
Cualquiera, además, conoce a través del cotidiano aprender de la vida que a la altura de la
puñalada asestada se encuentran órganos vitales que, al ser dañados, provocarán una seria lesión
o incluso la muerte. Que Imanol obrase acalorado por la discusión no hace desaparecer el dolo,
aunque podría afectar en cierta manera a la culpabilidad. Sin embargo, lo esencial para el dolo
concurre: el conocimiento del riesgo de la propia conducta. Actúa con dolo, por tanto. Dicho de
otro modo, la conducta colma también el tipo subjetivo del delito de homicidio (o asesinato, en
su caso) en grado de tentativa. También en sede de imputación objetiva se percibe que el tipo es
el de homicidio en tentativa y no de meras lesiones (el agente se representa todos esos elementos
que nos permitían afirmar la gravedad del riesgo desplegado).
IV. Nada se dice en los hechos que ponga en tela de juicio la antijuricidad de la conducta o la
culpabilidad de Imanol. Poco se dice en los hechos para defender que obrase obcecado, por lo que
no es posible atenuar la pena por este motivo. Tampoco se puede dudar respecto a la punibilidad
su conducta.
Puesto que la tentativa de homicidio es tipo prioritario frente a las lesiones, que serían subsidiarias
respecto a aquélla, éstas se ven desplazadas (concurso de normas): la sanción por tentativa de
homicidio es suficiente para abarcar todo es desvalor de la conducta del agente.
Por todo ello, podemos concluir diciendo que Imanol es responsable de un delito de homicidio
(art. 138) en grado de tentativa acabada (arts. 16 y 62), por la que se le rebajará la pena en un
grado.

8) Caso de las 35 puñaladas

HECHOS:

"Manuel L.S., que padece una esquizofrenia paranoide, caracterizada por un delirio de celos y
persecución, agredió a su esposa Josefa con un cuchillo de cocina "asestándole treinta y cinco
puñaladas, en diversas partes del cuerpo, que originaron otras tantas heridas inciso-punzantes que
afectaron al tórax, abdomen, miembro superior derecho y miembro inferior izquierdo, una de ellas
interesó el corazón", herida gravísima potencialmente mortal. Manuel se presentó a la Policía
contando los hechos y Josefa fue internada en el Hospital de la Cruz Roja de Sevilla, donde se
procedió a suturar y hemostasiar las heridas, así como a la trasfusión indovenosa de suero y
sangre. Leandro C.D. se personó en la habitación, donde Josefa, en estado de inconsciencia, estaba
acompañada de su hermana, buscando la tarjeta que acreditaba que Josefa, como Testigo de
Jehová que era, no quería se le hiciesen trasfusiones de sangre. Mientras la hermana fue a buscar
a la enfermera, Leandro le quitó el catéter, presionando con la mano el brazo para evitar la
hemorragia. "A consecuencia de todo lo relatado, Josefa fallece aquella misma tarde por el shock
hipovolémico que estaba contenido por la aportación de sangre que recibía"" (STS 27 de marzo
de 1990, ponente: Moyna Ménguez; RJ 1990\2626).

SOLUCIÓN:

I.De los hechos descritos, cabe resaltar lo siguiente: MANUEL, que padece una
esquizofrenia paranoide, asestó a Josefa, su mujer, 35 puñaladas con un cuchillo de
cocina, de las cuales una interesó al corazón. Manuel se presentó a la Policía relatando
los hechos. Ella fue internada en el Hospital, donde se procedió a curar las heridas,
mediante su sutura y transfusión de sangre. En esta situación, estando ella inconsciente,
se presentó en el hospital LEANDRO, que dijo ser testigo de Jehová, como Josefa, por lo
que según su credo, ella se negaba a recibir transfusiones de sangre. Aprovechando que
la HERMANA de Josefa salió a buscar a la enfermera, Leandro procedió a retirar el
catéter de la transfusión pero presionando la herida para evitar la hemorragia, cosa que
sin embargo no pudo evitar la muerte.
Se nos pide analizar la responsabilidad penal de MANUEL, LEANDRO y la
HERMANA. Si el relato de hechos fue así, cabe entender lo siguiente de dichos
intervinientes:
1. En ninguno de los tres sujetos cabe hablar de causas de ausencia de conducta humana.
Los tres llevan a cabo conductas humanas y externas. No concurre ningún factor que
pueda excluir la conducta humana. Ni siquiera en el caso de Manuel, al asestar aquellas
puñaladas en una situación de intenso arrebato, cabe hablar de que desaparezca la acción,
debido a que se mantiene un mínimo de libertad, el mínimo que consiste en tener una
opción a su actuar.
2. MANUEL, al asestar 35 puñaladas, interpone un factor causal de la muerte de Josefa.
Lo que no está tan claro es que el resultado de muerte sea imputable a esta conducta.
Mediante la fórmula heurística de la condicio sine qua non, Manuel, con sus puñaladas,
aporta un factor causal, pues suprimidas mentalmente no se desencadenaría el resultado
de muerte. Su conducta crea diversos riesgos típicamente relevantes (muerte, lesiones,
daños, etc.); sin embargo, de estos riesgos, el más grave (art. 138) no se realiza en el
resultado porque se interpone un factor distinto, ajeno, que es la conducta comisiva de
LEANDRO (desconectar el catéter). Ésta conducta es causal, igualmente por la fórmula
de la condicio, y crea a su vez un riesgo típicamente relevante de muerte, que sí se realiza
en el resultado. Cabe afirmar por tanto que la conducta de Manuel constituye una tentativa
de homicidio (art. 16); y la de Leandro un homicidio consumado (art. 138). Junto a este
riesgo, cabe entender que dichas puñaladas despliegan también riesgos relevantes a
efectos de otros tipos (malos tratos, lesiones, etc.), pero todos ellos quedan absorbidos
(mediante el llamado concurso aparente de normas o de leyes) por el tipo de homicidio
intentado.
3. De la conducta llevada a cabo por MANUEL, cabe inferir la presencia de dolo pues,
en virtud de las reglas de experiencia que cualquier persona ha adquirido mediante el
cotidiano proceso de aprendizaje (¿quién no se ha cortado con un cuhillo alguna vez?), se
percibe la virtualidad lesiva de un cuchillo de cocina empleado repetidamente con
incisiones en una persona viva. No cabe hablar de un error, ni por ausencia de reglas de
experiencia, ni por falta de actualización, ni por defecto de cálculo. La presencia de un
trastorno paranoico con delirios por celos no excluye el dolo -por error (suponiendo que
su enfermedad le llevara a tener representaciones defectuosas de la realidad)-, sino que
puede servir más bien para afirmarlo, pues precisamente por los celos le aflige este mal a
Josefa. Debemos concluir que su conducta es dolosa. Algo semejante puede afirmarse de
la conducta de LEANDRO: precisamente porque conoce el remedio de la transfusión de
sangre, y el carácter vital de ésta, ya que es testigo de Jehová, al desconectarla, está
aplicando un riesgo del que se representa su concreta peligrosidad: tiene reglas de
experiencia adquiridas, que le permiten anticipar la consecuencia (la muerte) de su
conducta (desconectar). Que apretara la herida para evitar la muerte, no es óbice a la
presencia del dolo, aunque pueda serlo a la presencia de intención. Sin embargo, el dolo
no es intención, por lo que es compatible el representarse el peligro con una intención de
no matar. La conducta de ambos es dolosa.
4. En cuanto a la conducta de la HERMANA, al salir de la habitación, cabría entender
que es de carácter omisivo. Sin embargo, no es fácil afirmar la presencia de una estructura
de comisión por omisión que permita imputar el resultado de muerte por no haberlo
evitado. Hay pocos datos en el caso para considerar que se hallaba en posición de garante:
podría ser por la asunción voluntaria de las tareas de cuidado de su hermana, pero no hay
datos suficientes; el parentesco no es suficiente, pues no parece que existan deberes
"legales" de garantía en favor de hermanos (art. 11). Pero aunque así fuera, sabemos que
eso no basta para la comisión por omisión; para hacerla posible, exigimos interpretar la
posición de garante como compromiso específico de actuar a modo de barrera de
contención de riesgos; y es esto lo que puede faltar en este caso: bien podía suceder que
estuviera sólo en una visita, o simplemente que, estando allí para velar por su hermana
enferma, no haya asumido el evitar riesgos como el de la conducta de Leandro. Pero
aunque se afirme la existencia de un compromiso de evitar riesgos, necesario para la
comisión por omisión, podría defenderse la existencia de un error. En efecto, estando
segura de la peligrosidad de Leandro, avisar a la enfermera sería el medio para evitar el
peligro para Josefa; por lo que podría hablarse de un error, y por tanto de imprudencia,
ya que parece evitable: precisamente por saber de las intenciones de Leandro no debería
haberse ausentado de la habitación más allá del tiempo mínimo para avisar a la enfermera.
Sin embargo, tampoco cabe deducir de los hechos esta conclusión. Faltan, a su vez, datos
suficientes para entender que existe un delito de omisión del deber de socorro cualificado
(art. 195.3).
5. La antijuricidad de la conducta de MANUEL no queda excluida por ninguna causa de
justificación. De la conducta de LEANDRO podría alegarse que obra en ejercicio de un
derecho constitucional, a la libertad de conciencia (art. 20.7). Sin embargo no es así: dicho
derecho ha de entenderse en la lógica del estado de necesidad (art. 20.5), de forma que no
permite crear un mal mayor (dar muerte a otra persona) del que se pretende evitar (obrar
contra la propia conciencia): cláusula de ponderación (art. 20.5.1). Por esto, no ampara a
crear riesgos como el de muerte para los bienes jurídicos de terceros, y menos aún cuando
existen dudas sobre su consentimiento, pues Josefa se hallaba inconsciente. El que se
mostrara un documento que manifestaba que era testigo de Jehová no impide que Josefa
pudiera desear a pesar de todo la transfusión. El mal que se produce al obrar contra bienes
jurídicos fundamentales es siempre mayor: cláusula de adecuación. Tampoco se da en el
caso un derecho legítimo a intervenir en la esfera jurídica de un tercero: esa intromisión
para salvaguardar el derecho a la libertad de conciencia produce un desequilibrio de la
situación, sustancialmente mayor (la muerte de una persona) que el mal que amenaza y
se pretende evitar (libertad de un tercero).
6. Cada uno de los intervinientes obra individualmente: no cabe defender la coautoría,
pues falta el mutuo acuerdo (art. 28.I). Tampoco se instrumentaliza a ninguno de los
sujetos, por lo que no existe autoría mediata (art. 28.I).
7. La "esquizofrenia paranoide, caracterizada por un delirio de celos y persecución" que
padece Manuel puede afectar a su culpabilidad: dicha enfermedad podría reconducirse a
la enajenación mental o al trastorno mental transitorio (art. 20.1). La jurisprudencia ha
apreciado en ocasiones la eximente de responsabilidad en casos de esquizofrenia
paranoide. Para ello se requiere que se dé el efecto de no comprender la ilicitud de la
conducta o actuar conforme a dicha comprensión en el momento de cometer los hechos.
Faltan datos en el caso para afirmar este influjo en ese momento: no se nos dice que
agrediera a su esposa precisamente en una situación de paranoia, y que en dicha situación
se hallara privado de la comprensión de la ilicitud. Si así constara, podríamos apreciarla,
como eximente completa: sólo en ese caso Manuel resultaría inimputable. Podría, en su
defecto, apreciarse como eximente incompleta. No hay datos para entender que se ve
afectada la imputabilidad de los demás intervinientes.
Conclusión: MANUEL es responsable de un homicidio en grado de tentativa (descenso
de la pena en uno o dos grados: en este caso, debido a las numerosas puñaladas, pienso
que la pena no habría de descender más de un grado: entre cinco y diez años); a su vez,
su imputabilidad se ve disminuida por la presencia de una situación de enajenación,
incompleta, que permitiría descender la pena todavía uno o dos grados más: en este caso,
podría descender dos grados, debido a que parece una afectación grave del sujeto (prisión
entre un año y tres meses a cinco años). Sobre la pena resultante, deberá tenerse en cuenta
la circunstancia agravante de parentesco (art. 23 CP), pues atenta contra la vida de su
esposa; y también la atenuante de confesión de la infracción a las autoridades (art. 21.5.ª
CP). LEANDRO es responsable como autor individual de un delito de homicidio
consumado doloso en comisión activa; la HERMANA no resulta responsable.
La semi-imputabilidad de MANUEL no excluye la aplicación de una medida de seguridad
curativa (art. 101.1), que se aplicaría, en virtud del sistema vicarial, antes de la pena de
prisión. Eventualmente, el tiempo de medida podría tomarse en cuenta para reducir el de
la prisión o incluso excluirla (art. 104).

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