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Domingo 3° durante el Año


Ciclo B

La utopía de Dios se hace realidad en la persona de Jesús

“El reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”


(Marcos 1, 15)

Pbro. Nelson Chávez Díaz

Texto completo: Marcos 1, 14-20.

1.- ¿De qué “buena noticia” se trata?


Los primeros versículos de este evangelio de hoy comienzan informando
acerca del arresto de Juan Bautista. De alguna manera la alusión al final violento
de Juan Bautista (la que se contará en 6, 14-29) anticipa lo que será el final de
Jesús. Terminada su estadía en el desierto Jesús marcha hacia Galilea en donde
comenzará su ministerio público. Galilea será el escenario en donde Jesús llevará
a cabo su ministerio. En tiempos de Jesús los habitantes de Galilea eran
despreciados por los judíos de Jerusalén debido, entre otras causas, a su falta de
rigorismo en el cumplimiento de la Ley, además que la región misma estaba muy
influida por la cultura helenista dándose un mayor contacto intercultural entre la
población. De hecho el evangelista Mateo habla de la “Galilea de los gentiles” (Mt
4,15) y Juan en 7,52 precisa, en boca de los fariseos, que “de Galilea no viene
ningún profeta”.
La expresión “Buena Noticia” (Mc 1,14) evoca naturalmente el mensaje de
Isaías 52,7 cuando dice: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del
mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación,
que dice a Sión: Ya reina tu Dios!”. Ahora bien, tal expresión –Buena Noticia- que
quiere traducir la palabra “evangelio” en realidad queda corta. En efecto, según
Ratzinger, dicha expresión “evangelio” estaba asociada al lenguaje de los
emperadores romanos que eran la encarnación de la salvación y liberación del
mundo. Los anuncios que hacía el “emperador” cuando, por ejemplo, visitaba una
ciudad, se llamaban “evangelios” porque su mensaje y su propuesta no era
simplemente una noticia sino un mensaje de salvación. Desde esta tradición
Marcos y los demás autores del Nuevo Testamento, toman dicho concepto y lo
transforman pues ahora es Dios mismo quien viene a realizar la salvación y a
ofrecerla gratuitamente a todos los hombres.

2.- Un resumen del mensaje de Jesús.


Jesús comienza anunciando el “cumplimiento del tiempo”. ¿A qué se refiere
con esta expresión casi enigmática hoy día para nosotros? Desde luego no debe
entenderse el “tiempo” en un sentido cronológico o cuantitativo como solemos
usarlo hoy día, sino que debe interpretarse más bien desde la tradición bíblica, a
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saber, como el tiempo que Dios fija de antemano para que algo suceda; en otras
palabras, es el tiempo propicio que Dios ha escogido y ante el cual hay que estar
atento y no dejar pasar la oportunidad. Ahora bien, en este tiempo propicio el
Reino de Dios ha sido puesto cerca. La expresión “Reino de Dios” también tiene
muchas raíces veterotestamentarias que aluden a la realeza de Dios como Señor
y Creador del mundo y como Rey universal y eterno. En el mensaje de Jesús el
Reino de Dios dice relación con la transformación radical de todo lo creado, es
decir, el Reino de Dios que anuncia Jesús no es tanto un territorio sino un orden
nuevo de las cosas; y no es únicamente espiritual sino que es la totalidad de la
creación la que es introducida en el orden de Dios (L. Boff).

3.- Los requisitos para acoger el don del Reino.


Jesús plantea (Mc 1,15) que para acoger el reino se requieren la conversión
y la fe. La conversión que no es solamente un cambio de mentalidad o de modo
de pensar; la conversión que exige Jesús tiene que ver con un giro radical de la
vida que cambia decisivamente la dirección de la propia vida, es decir, afecta las
capas más profundas de la vida de una persona y tiene repercusiones en la vida
práctica. Como dice el exégeta Joachim Gnilka: “Meta del cambio de camino que
hasta entonces era equivocado es Dios porque el reinado de Dios abarca aquí
todos los ámbitos de la vida humana, de la individual, de la privada y de la pública,
de la ética así como de la política”. La fe, por otra parte, implica la capacidad de
acogida y de confianza del mensaje y la persona del mismo Jesús quien es el que
salva y libera.

4.- La llamada de los primeros discípulos.


Nuestra perícopa de hoy termina con una segunda parte (1, 16-20) en
donde Jesús llama a sus primeros discípulos. El relato de Marcos es parco. Se
destaca la inmediata disponibilidad de los discípulos y el desprendimiento absoluto
ante el llamado. No hay ningún titubeo por parte de los discípulos pues el llamado
de Jesús es perentorio y categórico. Estos primeros discípulos no sólo dejan sus
labores o sus tareas ocasionalmente sino que, como dice el texto, “al instante
dejaron las redes y le siguieron” (1,18).

5.- Recuperar la utopía del Reino.


Jesús tuvo una utopía: el Reino de Dios. Por esta utopía del Reino Jesús de
Nazaret vivió y murió. Su proyecto utópico estaba cimentado sobre los anhelos de
igualdad, fraternidad, solidaridad, libertad y opción preferencial por los últimos y
los excluidos de su tiempo. El proyecto utópico del Reino que Jesús vivió y que
quiso para sus discípulos estaba basado en el anhelo y el deseo de un mundo en
que todos los hombres fueran hermanos, en donde nadie pudiera ser o sentirse
superior a otro a causa de sus bienes o riquezas y en donde todos compartieran la
misma dignidad: ser hijos de un mismo Padre y hermanos del mismo Hijo. Pero la
utopía del Reino de Jesús no sólo estaba fundamentada sobre la esperanza,
también ella era una crítica y una protesta en contra del orden injusto y del sistema
desquiciado e irracional vigente construido en la desigualdad, en la injusticia y en
la marginación de las clases sociales. Jesús vivió la utopía del Reino de Dios y la
hizo posible a pesar de las fuerzas del mal arraigadas en lo profundo del hombre;
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y hoy nosotros, los cristianos, también tenemos que seguir sus pasos.
Recuperemos y vivamos la utopía del Reino de Dios.

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