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PROCEDIMIENTO : ORDINARIO

MATERIA : INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS


DEMANDANTE : LUIS HUMBERTO MEZA
R. U. T. : 5.008.178-8
ABOG. PATROCINANTE : NICOLÁS ROBERTO GAETE ALTAMIRANO Y
OSCAR ANDRÉS BRETÓN JARA
R. U. T. : 13.454.830-4
DEMANDADO : COMPAÑÍA CHILENA DE TABACOS S.A. Y
OTRA
R. U. T. : 90.286.000-2

EN LO PRINCIPAL : Interpone demanda de indemnización


de perjuicios
PRIMER OTROSÍ : Acompaña documentos
SEGUNDO OTROSÍ : Medios de prueba
TERCER OTROSÍ : Se tenga presente

Señor Juez de Letras

Luís Humberto Meza González, chileno, casado,


desocupado, domiciliado en calle Cardenal Newman Nº507,
representado, según se acreditará, por don Nicolás Roberto
Gaete Altamirano, chileno, soltero, y por don Oscar Andrés
Bretón Jara, chileno, soltero, cédula nacional de identidad
Nº13.548.878-K, ambos domiciliados en calle Napoleón Nº
3516, oficina 11, Las Condes, comuna y ciudad de Santiago,
a U. S. respetuosamente expone:
Que representado según se ha indicado, vengo en
deducir demanda en juicio ordinario de indemnización de
perjuicios en contra de “Compañía Chilena de Tabacos S.A.”,
en adelante “Chiletabacos”, sociedad dedicada al giro de la
producción y comercialización de cigarrillos y tabaco,
representada legalmente por don Francisco (ignoro segundo
nombre) Barreto (Ignoro segundo apellido), brasilero,

1
ignoro número de cédula nacional de identidad, RUT, o
pasaporte, factor de comercio, ignoro estado civil, ambos
domiciliados para estos efectos en Avenida El Bosque Norte
Nº 0125, comuna de Las Condes; y en contra de “Philip
Morris Chile Comercializadora Limitada”, en adelante “PMC”,
sociedad dedicada al giro de la producción y
comercialización de cigarros y tabaco, domiciliada en
Avenida México 683, comuna de Recoleta, y representada
legalmente por don Matías Cortés de la Cerda, ignoro número
de cédula nacional de identidad, abogado, ignoro estado
civil, domiciliado en calle Fidel Oteíza Nº 1916, piso 3,
comuna de Providencia, ciudad de Santiago; a fin de que
sean condenadas solidaria, y/o conjuntamente, según
determine S.S., al pago de la suma equivalente a UF 18.000
(dieciocho mil Unidades de Fomento), más los reajustes
intereses y costas que correspondan, en virtud de las
razones de hecho y de derecho que paso a exponer:
Antes de comenzar, y a fin de facilitar a S.S. la
lectura y comprensión de esta presentación, la he dividido
en los siguientes apartados:

1. Historia del actor.-


2.- Antecedentes referidos a la enfermedad del
actor.-
2.1.- Efecto pulmonar del consumo de tabaco.-
3.- Adicción o dependencia.-
4.- Reconocimientos efectuados en el convenio Marco
para la Regulación del Tabaco de la OMS.-
5.- Algunas conclusiones inevitables sobre el
Tabaco.-
6.- Elementos de la responsabilidad civil
extracontractual.-
6.1.- El Hecho.-
6.2.- Antijuricidad.-
6.2.1.- Violación del principio alterum non laedere.-
6.3.- Daños.-

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6.4.- Nexo Causal.-
7.- Prescripción.-
8.- Pretensiones indemnizatorias.-

1.- Historia del actor.-


Nací el 28 de Septiembre de 1.949, en Santiago. Mi
vida transcurrió en forma normal y adecuada a un niño de la
época, hasta que a los 13 años comencé a fumar, alentado en
mi mente preadolescente por el “vaquero Marlboro”, que al
año 1962 ya era un ícono mundial, y que recientemente ha
sido galardonado como el personaje ficticio más influyente
del mundo, de acuerdo al libro “The Most Influential People
Who Never Lived”, de los autores Allan Lazar, Dan Parlan y
Jeremy Salter.
Así como hoy apenas si existe información que no sea
confusa e insuficiente sobre los efectos reales del consumo
de cigarrillos en la salud humana, según se acreditará, en
esos años, la información con la que se contaba era
virtualmente inexistente. Dada su comercialización en
kioscos y sin restricción alguna, debía tratarse de un
producto inocuo a la salud humana. Es más, tan presente se
encontraba el cigarrillo como un acto social casi necesario
para la adultez, que la pregunta sobre este tema
simplemente no era formulada, de la misma manera en que no
se formula hoy respecto de los chocolates, de los chicles y
de otros similares. Como mucho, se decía que los niños no
debían fumar “por respeto a los adultos”, en una especie de
tabú similar a la mantención de relaciones sexuales, que
poca relación tenía con daños a la salud, sino simplemente
con convenciones sociales basadas en la edad del sujeto:
fumar era un acto de adultos, no un acto dañino, y eso
determinaba la curiosidad del niño y del adolescente.
De esta manera, nadie me advirtió sobre los daños que
produce el consumo de tabaco, ni sobre la adicción a la que
puede verse enfrentado el consumidor. Por el contrario, fui

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abiertamente alentado a pasar por este “rito de adultez”
por quienes comercializaban estos productos.
La información veraz, esa que me habría informado de
los daños que postular a vaquero era equivalente a
sentenciarme a la muerte en vida, era imposible de obtener
en los paquetes de cigarrillos, o en la publicidad que se
hacía de los mismos. La información en ese sentido
entregada por los proveedores era derechamente inexistente.
En semejante escenario, recibir advertencias en el
seno de la familia o de amigos era virtualmente imposible.
¿Quién imaginaba lo que encerraba ese cilindro de papel?
Menos iba a saberlo yo, con 13 años de edad, si la forma en
que se vendía, y la fiscalización que existía sobre ellos
era tan liviana como si se tratara de cualquiera de los
otros productos junto a los que se adquirían. A esa época,
y de acuerdo a lo que se ha señalado en otros juicios en
contra de las demandadas, las compañías productoras y
comercializadoras de tabaco ya sabían la naturaleza de los
cigarrillos hace bastante tiempo, y sin embargo no recibí
información o advertencia alguna, y su presentación lejos
de evidenciar peligro, parecía atractiva y elegante.
Transcurrieron años así, y fui aumentando
progresivamente la cantidad de cigarrillos que consumía a
diario, de la misma forma en que aumentaba la angustia que
sentía al no contar con un cigarrillo para fumar. La
química de mi cuerpo me hacía sentir su falta, y
trastornaba mi estado de ánimo. En esos años tampoco se
hablaba de adicción al cigarrillo, de dependencia o de nada
que se le pareciese. Fumar era simplemente un “hábito”, una
costumbre, como leer el diario los Domingos, o salir a
trotar todas las mañanas. Así, a pesar de no haber sido era
consciente de ello en esa época, actualmente puedo asegurar
que a la edad de quince ya estaba adicto. Fumaba L&M, Salem
(que encontraba como importado en forma esporádica), Opera,
Richmond, Lucky Strike, Marlboro, Viceroy y Philip Morris.

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A la edad de 25 años, ya fumaba una cajetilla y media
al día, es decir, 30 cigarrillos diariamente. Nunca fui
demasiado deportista por lo que los efectos que el humo que
diariamente ingería iba causando en mi organismo pasaron
desapercibidos por largo tiempo. Si a eso sumamos que a lo
largo de los años, la información otorgada al consumidor
típico como yo mismo, fue siempre controversial, oscura y
confusa, sin pasar de algún reportaje de dudosa
credibilidad en alguna revista, típicamente controvertido
por otros de similar peso en alguna otra. En otras
palabras, las posibilidades de estar advertido eran
prácticamente nulas, si bien a esas alturas poco importaba,
pues como he señalado, a pesar de no haber estado conciente
de ello, la adicción ya había tomado el control sobre mi
comportamiento con relación a los cigarrillos.
En el año 2001, producto de una neumonía que se agravó
más allá de lo normal, se me diagnosticó Enfermedad
Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Dicho diagnóstico
desembocó en una primera intervención quirúrgica en el año
2001, Que significó 5 meses en hospital militar para
estabilizarme y poder realizar una operación de
buloreducción pulmonar y extraer también un enfisema, la
que tenía por objeto ganar tiempo para un transplante de
pulmón futuro, y solucionar una infección y enfisema que
abarcaba las dos terceras partes de mis pulmones. Fui
sometido a una buloreducción que extrajo parte de unas
bulas pulmonares. La causa directa de este diagnóstico era
el consumo de cigarrillos.
Fue sólo entonces que tomé conciencia de ser adicto, y
de las implicancias que ello tenía: incluso tras la
operación fumaba escondido en el baño, o salía
solapadamente a fumar fuera. Simplemente, no lograba
evitarlo. La angustia era más fuerte que el temor de la
EPOC, lo que a su vez generaba más angustia, y
consecuentemente, mayores deseos de fumar. La pesadilla
había comenzado, aunque no sabía aún que no iba a acabar.

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Comandado por mi doctor, comencé una serie de
tratamientos para dejar de fumar, todos infructuosos.
Intenté parches, chicles, hipnosis, y hasta acupuntura.
Intenté consumir cigarrillos Light (o similares) que se
vendían en esos años, y que se suponía portaban menos
elementos tóxicos, pues aparecían en sus costados unos
índices de nicotina, alquitrán y monóxido de carbono que
disminuían mientras más “Light” fuese el cigarrillos.
Intenté con toda la “familia” Kent, Camel light, Belmont
light, Viceroy light, Marlboro Light. Sólo lograba fumar
más, pues no llegaban a calmar mi angustia como lo hacían
los regulares. El efecto fue contraproducente: se aumentaba
la angustia, y con ello aumentaba las veces que me
sorprendía encendiendo un cigarrillo. Supe después que a
ese fenómeno se le denomina “compensación”, y es el efecto
de introducir menores cantidades de nicotina al cuerpo por
inhalación. Los cigarrillos Light efectivamente lograban
lanzar un humo más diluido a cada inhalación, pero por lo
mismo, menos efectivo en términos de alcanzar la dosis de
nicotina requerida. El resultado era simplemente más
inhalaciones por cigarrillo, más profundas, y más
cigarrillos por día. El daño resultaba equivalente, y
gastaba más.
Finalmente, frustrado y vencido, decidí buscar ayuda
profesional en el psicólogo Fernando Contente, de la
Clínica Ñuñoa. Este intento también demostró ser
infructuoso: simplemente era tan adicto que ni aún los
padecimientos de mi enfermedad y la excelente ayuda
profesional eran suficientes para abandonar el consumo de
cigarrillos. Y el mantenimiento en el consumo aceleraba y
agravaba aún más el avance sistemático de la EPOC.
En el año 2004 hube de someterme a una segunda
intervención quirúrgica, quedando hospitalizado más o menos
por cuatro meses para estabilizarme, esta vez sólo en mi
pulmón Derecho, destinada a extraer nuevas bulas y

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enfisema. El resultado de dicha operación sería un nuevo
diagnóstico adicional: cáncer pulmonar.
Tras esa operación, el estado de mis pulmones era ya
demasiado precario: me convertí en oxígeno dependiente por,
a lo menos, 18 horas diarias, y consumidor crónico de todo
tipo de medicamentos y broncodilatadores. Fui declarado
inválido en un 80%. Así y todo, aún mantengo Bulas, una de
15 centímetros, otra más pequeña y algunos nódulos, en lo
que me queda de pulmón
Irónicamente, fue en ese momento en que mis pulmones
dejaron de resistir otro cigarrillo. Inhalar humo me
provocaba, finalmente, unas toses y unos ahogos que
probaron ser aún más espantosos que la interminable
angustia y sufrimiento que padecía por no poder fumar. Un
día, simplemente dejé de intentarlo, sobrepasado por la
realidad: una sola fumada podía representar tardes enteras
de ahogo. La angustia por la falta de nicotina finalmente
había encontrado su rival: sólo la asfixia sentía cada vez
que intentaba fumar, fue capaz de sobrepasarla. A comienzos
del año 2005, cesó mi consumo, mas no mi adicción. La
angustia de la falta de cigarrillos se manifiesta cada vez
que veo un paquete, cada vez que un amigo enciende uno,
cada vez que tomo un café (y por eso he decidido dejarlo
también), en cada sobremesa, en fin, en cada nuevo día, con
cada situación asociada al consumo de cigarrillos. Es un
dolor que me acompañará hasta la muerte.
A mediados del año 2005, fui ingresado a la Clínica
Dávila por un cuadro de Neumonía. Fuera de permanecer
entonces un mes en la Unidad de Tratamientos Intensivos, el
Doctor Emilio Feres me comunicó junto a mi señora que mi
pronóstico era de alrededor de un año y medio de vida
aproximadamente. Desde ese momento, la angustia de vivir
con los días contados se ha sumado a los padecimientos de
las enfermedades mismas.
En resumen, comencé a fumar en completa ignorancia del
daño que causa el consumo de cigarrillos. Continué mi

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consumo y enfermé de adicción, cuestión dañosa por
definición. Las demandadas, PMC y Chiletabacos, omitieron
informarme de los daños que provocaría el producto que
comercializan en mi organismo. No contentas con eso,
montaron atractivas campañas publicitarias referidas a la
belleza y elegancia de fumar cigarrillos. Se organizó
fiestas auspiciadas por las marcas de cigarrillos.
Aparecían en televisión, a cualquier hora, estaban en los
letreros camineros, en las radios, en las películas,
siempre en manos de sujetos atractivos, de mujeres
hermosas, complementando momentos emocionantes. Era
imposible que estuviera advertido de los daños que me
estaba causando el consumo de cigarrillos.
Por tanto, continué fumando hasta que enfermé de EPOC
(Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), y desarrollé
incluso, un cáncer pulmonar, enfermedades que, junto a la
adicción o dependencia que padezco, me han causado (y
continúan causando) tremendos perjuicios.
Las demandadas, a pesar de estar en conocimiento de
que muchas personas sufrirían los perjuicios que hoy sufro,
y otros aún peores, callaron una información que han
reconocido haber poseído: en varios juicios, según se
acreditará, y muy probablemente en este mismo, las
demandadas han alegado que estas cuestiones son de público
conocimiento, y que tanto ellas como los consumidores han
estado advertidos a cabalidad sobre las características del
cigarrillo y de sus efectos del consumo de cigarrillos en
el organismo desde fechas cercanas al año 1.500. Así, las
acciones y omisiones productoras de daños que imputo a las
demandadas devienen en actos, cuando menos, culposos, por
cuanto ellas han estado en conocimiento del perjuicio que
produce fumar desde hace décadas, varios años antes de que
comenzara mi consumo, y sin embargo, callaron esa
información y alentaron el consumo de cigarrillos.
De esta manera, mi consumo fue realizado sin consentir
el daño que se me ha producido por haber ignorado esa

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posibilidad, correspondiendo que las demandadas reparen
esos perjuicios de los cuales son civilmente responsables.

2.- Antecedentes referidos a las enfermedades del actor

a)(EPOC).-
"Los pacientes que padecen la Enfermedad Pulmonar
Obstructiva Crónica (EPOC), al hacer ejercicio se ahogan y
cuando se ríen también, por ende no quieren reírse, ni
moverse; y así caen en depresión. Porque todo lo que hacen
los demás no pueden hacerlo ellos. Están como viviendo a
tres mil metros de altura". Así describe el doctor José
Antonio del Solar, especialista broncopulmonar de Clínica
Las Condes, las nefastas consecuencias físicas y
psicológicas de esta patología.
Se trata de una enfermedad caracterizada por una
limitación al flujo del aire (obstrucción), de carácter
permanente (crónico), producida tanto por anormalidad en
las vías aéreas (bronquitis) como en el parénquima
pulmonar (enfisema). En la especie, así como en el 90% de
los casos, su origen se debe a una prolongada historia de
tabaquismo (fumador), ya que el humo del cigarrillo
produce inflamación de la vía aérea pequeña.
La EPOC contempla dos tipos de anomalías: la
bronquitis obstructiva crónica y el enfisema pulmonar.
Estos daños son irreversibles y muy rara vez se presentan
en forma separada. De modo que la obstrucción es,
finalmente, el resultado de estas dos condiciones
patológicas. La primera es un diagnóstico que se define
por la presencia de tos productiva por más de tres meses
al año y por más de dos años consecutivos. Se debe a una
inflamación crónica del árbol bronquial, con aumento de la
secreción por hipertrofia de las glándulas ubicadas en la
mucosa. Lo normal en una persona sana es que al inspirar,
los bronquios se dilaten, y al expirar se compriman para
dejar salir el aire. Las paredes de un bronquio enfermo

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comienzan a engrosarse y pierden elasticidad, no
permitiendo la salida expedita del aire, lo que hace que
éste quede atrapado en el pulmón, impidiendo el
intercambio de oxígeno.
La segunda, es una descripción anatomopatológica con
un aumento permanente de los espacios alveolares y
destrucción de sus paredes, lugar donde se produce el
intercambio de oxígeno. La superficie que ocupan los 300
millones de alvéolos de un pulmón es aproximadamente de 80
metros cuadrados, equivalente a una cancha de tenis.
Cuando se produce un enfisema, se comienzan a destruir las
paredes que separan a un alvéolo de los otros, quedando
estos espacios inutilizables. De esta forma, se va
reduciendo la superficie donde se produce el intercambio
gaseoso y, además, disminuye la elasticidad del pulmón, lo
que hace que la respiración se dificulte.
Los síntomas dependen del nivel de actividad física
de la persona. Aquel que tiene una actividad física
demandante, sentirá molestias mucho antes que el que lleva
una vida sedentaria. Este se percatará de que no puede
realizar esfuerzos, solamente cuando le toque hacerlo, y
entonces puede ser muy tarde. La tos, la expectoración y
la disnea (sensación de falta de aire) son síntomas
propios de la bronquitis obstructiva. El enfisema en
cambio, se puede manifestar repentinamente a través de una
disnea; pero en la gran mayoría de los casos las molestias
se suman. Así, es posible que un enfisema sea detectado
repentinamente, sin aviso previo, ni sintomatología
prolongada que de aviso de su existencia.
Desde hace más de 40 años, la ciencia ha sabido con
certeza que el factor de riesgo más importante para
desarrollar una EPOC es el consumo de tabaco, si bien como
podrá imaginar U. S., ese es un dato que no maneja la
población en general, y que he llegado a saber únicamente
debido a mi condición de paciente de la misma: el humo
irrita el bronquio produciendo hiperplasia de las

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glándulas mucosas, aumento de las secreciones bronquiales.
En los bronquios más pequeños, el espacio interior se
estrecha por la inflamación. La llegada de células
inflamatorias a la mucosa produce, a la larga, destrucción
de la arquitectura pulmonar. El pulmón pierde su capacidad
elástica lo que impide una respiración normal.
Otros factores que pueden llegar a ser responsables
de la aparición de EPOC son la polución ambiental, algunas
actividades laborales donde se inhalan sustancias nocivas
para los pulmones, el tabaquismo pasivo y las infecciones
respiratorias. Sin embargo, ninguno de estos factores es
comparable a la importancia que tiene el humo del tabaco
en el origen de esta enfermedad. Un último factor que
causa EPOC es una alteración genética poco frecuente
llamada deficiencia de AAT (alfa-1-antitripsina), enzima
protectora de las fibras elásticas normales que le dan
forma al pulmón. La existencia de bajos niveles de AAT
permiten que otra enzima, llamada elastasa, actúe sin
freno destruyendo los alvéolos y desarrollando enfisema
pulmonar. No presento deficiencia de esta enzima.
Sólo el 10 por ciento de los pacientes corresponde a
personas que desarrollan el mal por factores ambientales o
bien, por causas genéticas (déficit de la proteína alfa-1-
antitripsina), especialmente cuando se está expuesto en
forma frecuente a toxinas industriales como el asbesto o
el talco. Según la Sociedad Chilena de Enfermedades
Respiratorias, menos del 1% de los enfermos de EPOC
1
padecen de la patología por causas genéticas.
La EPOC se presenta como uno de los trastornos
respiratorios de mayor impacto en la población adulta. De
acuerdo a fuentes del Instituto Nacional de Estadísticas,
en Chile mueren unas 1.700 personas al año por esta

1
Datos de esta reseña consultados en
www.lasalud.cl/health/resp/c_epoc.htm; en Dr. Patricio
González G, en www.serchile.cl/revistas, página de la sociedad
chilena de enfermedades respiratorias; y en revista Vivir Más en Abril
de 2005; todas consultadas con fecha 28 de Septiembre de 2005.

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enfermedad y la tasa de mortalidad por EPOC en nuestro
país es de 16,9 por cada 100.000 habitantes mayores de 15
años. Según un estudio internacional publicado el año
2004, tres millones de chilenos tienen algún grado de
EPOC, lo que representa un 20 por ciento de la población.
Un 90 por ciento de los que padecen la enfermedad son
fumadores.
a.1.- Tabaco y otros inhalantes: acción sobre los
bronquios.
La inhalación del humo del cigarrillo junto a sus
oxidantes, radicales libres irritantes, carcinógenos2 y
diversas sustancias tóxicas, inducirá en las vías aéreas y
en los pulmones, la activación de una serie de procesos
biológicos que pueden agruparse en:
a.- Inflamación aguda y crónica de tráquea y
bronquios
b.- Activación de procesos celulares y
bioquímicos
c.- Bloqueo o estimulación de procesos
bioquímicos normales
d.- Alteración de la respuesta inmune normal
e.- Aparición de cáncer
Estos efectos, solos o combinados, van a desencadenar
la enfermedad con lesiones, que pueden agruparse en:
tumores, alteraciones de vasos sanguíneos y alteraciones
pulmonares. Los efectos agudos del tabaco sobre el pulmón,
tras solo meses de iniciar el hábito, suelen deberse a la
capacidad irritante del humo y se manifiestan por tos seca
y estrechamiento de los bronquios (broncoconstricción).
Luego, en forma progresiva se establece un cuadro de
inflamación en las vías aéreas de pequeño tamaño
(bronquios), que cursa con proliferación de células
inflamatorias múltiples y edema de la mucosa; en esta

2
Sustancia productora de cáncer, en oposición con el concepto de
“cancerígeno”, que es una sustancia que puede producir cáncer, pero
que no necesariamente lo hace.

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fase, la clínica suele ser similar. Si prosigue el hábito
de fumar, la inflamación se hace crónica a nivel de todo
el árbol respiratorio con hipertrofia e hiperplasia de la
mucosa y glándulas bronquiales, descamación epitelial,
hipersecreción de moco y fibrosis peribronquial. En esta
etapa, el síntoma predominante es la tos productiva. Un
15% de los fumadores desarrolla además obstrucción crónica
al flujo aéreo.
Pero revisemos todavía cuál es el verdadero alcance
de la adicción o dependencia a los cigarrillos.

b.- Cáncer Pulmonar:


El cáncer de pulmón es un tumor maligno que
generalmente se origina en las células que recubren los
bronquios (epitelio bronquial). Se produce principalmente
por la irritación e inflamación crónica del epitelio
bronquial por agentes externos (carcinógenos) donde destaca
el humo del cigarrillo. Producto de esta irritación crónica
y de factores genéticos se producen mutaciones que llevan
al crecimiento rápido y descontrolado de algunas células,
lo que se denomina transformación neoplásica, generándose
así un cáncer. Finalmente al continuar creciendo el tumor,
algunas de las células pueden desplazarse hacia otros
órganos del cuerpo dando origen a metástasis.
El cáncer de pulmón es una de las enfermedades más
graves y uno de los cánceres con mayor incidencia en el ser
humano, responsable de los mayores índices de mortalidad
relacionados a cáncer a escala mundial. Es la primera causa
de mortalidad por cáncer en el varón y la tercera, después
del de colon y mama, en la mujer causando mas de un millón
de muertes cada año en el Mundo. En el Reino Unido (2004) y
en los Estados Unidos (2006) ya representa la primera causa
de muerte por cáncer en mujeres y hombres. El síntoma más
frecuente es dificultad respiratoria, tos —incluyendo tos
sanguinolenta— y pérdida de peso.3
3
Ver: http://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A1ncer_de_pulm%C3%B3n

13
El tabaco es el principal factor de riesgo. También
influyen otros agentes externos como la exposición a
carcinógenos como asbestos otros minerales y gases
radiactivos, el consumo de marihuana, la contaminación
ambiental y la inflamación recurrente por tuberculosis y
algunos tipos de neumonía, entre otros. Existe además una
importante predisposición genética que hace que algunas
personas sean más susceptibles a desarrollar cáncer al
exponerse a estos carcinógenos o aún sin exposición a
ellos.
No cumplo con ninguno de esos requisitos, pues no he
estado expuesto a asbestos u otros contaminantes de esa
naturaleza, no consumo marihuana ni la he consumido nunca,
ni poseo predisposición genética alguna en este sentido.
Las neumonías que sufro son efecto del cáncer y la EPOC, y
no su causa.
El 85% de los pacientes que tienen cáncer de pulmón
son fumadores. El peligro aumenta mientras mayor sea la
cantidad de cigarrillos que se fuma y mayor sea el tiempo
que se ha fumado. El riesgo es especialmente importante si
se ha fumado más de 10 cigarrillos al día por 10 años. El
cigarrillo es el tipo de tabaco con mayor riesgo. Aunque
el tabaco de pipa y el de cigarro (habano) también son
factores de riesgo para el desarrollo de cáncer pulmonar.
Los síntomas son muy variables y dependen de la
localización del tumor y de la presencia de metástasis. En
la mayoría de los casos, cuando el cáncer pulmonar da
síntomas ya se encuentra en una etapa avanzada, lo que
explica, además, el tardío diagnóstico en mi caso, pues
además, la sintomatología pudo haberse camuflado con la de
la EPOC, ambas bastante similares.
En general, los principales síntomas son:
- Tos, especialmente asociado a desgarro con sangre
- Disnea (sensación de ahogo y falta de aire)
- Neumonías a repetición

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- Dolor torácico
- Baja de peso
- Dolores óseos
En la especie, los facultativos que me han tratado,
concuerdan inequívocamente, que tanto la EPOC que padezco,
como el cáncer que me aqueja son producto del consumo de
cigarrillos, y que no se debe a otras causas, opinión que
concuerda plenamente con la casi totalidad de las fuentes
científicas que tratan estas enfermedades. No cabe deuda
que ha sido ésta, y no otra, la causa de mis enfermedades.

4.- Adicción o dependencia:


El concepto de “adicto” (o el sujeto que padece
adicción) está definido por el Diccionario de la Real
Academia de la Lengua de la siguiente manera: “Adj. Dicho
de una persona: que está dominada por el uso de alguna
droga o por la afición desmedida a ciertos juegos”.
Dominar, por su parte es definido de la siguiente
forma: “2. tr. Sujetar, contener, reprimir.” En otras
palabras, el Diccionario define la adicción
precisamente como una dominación, algo que ha quedado
sujeto, contenido, reprimido. Se trata de una
subyugación4 de la voluntad de un sujeto y de su
consecuente capacidad para decidir respecto al consumo
de la sustancia en particular.
Por otro lado, y en total concordancia con esta
definición, la adicción se encuentra incorporada como
desorden mental por la Asociación Americana de
Psiquiatría desde 1980 en adelante, y diversos estudios
en neurociencia avalan su característica de patología,
en cuanto modifica el funcionamiento cerebral. Así lo
indica también la información proporcionada por la OMS
(Organización Mundial de la Salud), a través de la OPS
(Organización Panamericana de la Salud), según se

4
Que a su vez se define como 1. tr. Avasallar, sojuzgar, dominar
poderosa o violentamente. U. t. c. prnl.

15
acredita en documentos adjuntos a esta presentación. 5
Así también ha sido descrito por el doctor Sergio
Bello, ex director del Hospital del Tórax, en causa rol
11.065-2006, seguida ante el 20 Juzgado Civil.
En esos documentos, queda claro que la adicción o
dependencia al tabaco es una patología de alta
gravedad, que convierte al consumo de cigarrillos en
algo mucho más peligroso de lo que las demandadas han
aceptado, incluso en juicios, según se ha señalado. 6 Por
ejemplo, en el informe “Neurociencia del Consumo y
Dependencia de Sustancias Psicoactivas” (dentro de las
que por supuesto se incluye al tabaco), del año 2004,
se señala lo siguiente7:
a).- “La necesidad de este informe tiene su origen en
estos avances de la investigación neurocientífica, que han
revelado que la dependencia de sustancias es un trastorno
crónico recidivante, con una base biológica y genética, y
que no se debe únicamente a la falta de voluntad o de
deseo de abandonar el consumo.” (Pág. 7)
b).- “Las sustancias psicoactivas más comunes pueden
clasificarse como depresores (p.e.: el alcohol, los
sedantes/hipnóticos y los disolventes volátiles),
estimulantes (p.e.: la nicotina, la cocaína, las
anfetaminas y el éxtasis)8, opioides (p.e.: la morfina y la
heroína) y alucinógenos (p.e.: la fenciclidina ---PCP---,
la dietilamida del ácido lisérgico ---LSD--- y el
cannabis). Diferentes sustancias psicoactivas tienen
diferentes formas de actuar en el cerebro para producir
5
En particular, los informes denominados “La epidemia de tabaquismo” y
“Neurociencia del consumo y dependencia de sustancias psicoactivas”.
6
Sin embargo, han señalado a los cigarrillos como producto de alto
riesgo en varias instancias judiciales. En particular, causa rol Nº
19.619-JM, seguido ante el Juzgado de Policía Local de Villarrica, y
en causa Rol Nº 13.256, seguido ante el 1º Juzgado de Letras de
Santiago.
7
El informe, incluso en su versión resumida es bastante extenso, por
lo que no reproduciré en esta presentación su contenido íntegro. Nos
remitimos, sin embargo a este informe en orden a determinar el peso de
la adicción a la nicotina en los sujetos y su calidad de patología.
8
Es sumamente recalcable cómo la nicotina aparece en la misma familia
que la cocaína y el éxtasis.-

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sus efectos. Se unen a diferentes receptores y pueden
aumentar o disminuir la actividad de las neuronas a través
de varios mecanismos diferentes. En consecuencia, tienen
diferentes efectos conductuales, diferentes ritmos de
aparición de la tolerancia, diferentes síntomas de
abstinencia y diferentes efectos a corto y a largo plazo
(tabla 4). No obstante, las sustancias psicoactivas
comparten características similares en la forma de alterar
regiones cerebrales implicadas en la motivación, y esta es
una característica trascendente en las teorías sobre el
desarrollo de la dependencia.” (Págs. 16-17)
c).- “En la dependencia, las sustancias psicoactivas
activan repetidamente los sistemas motivacionales del
cerebro que normalmente son activados por estímulos
importantes, como la comida, el agua, el peligro y la
pareja. El cerebro es engañado por las sustancias, que lo
llevan a responder como si éstas y los estímulos asociados
a ellas fueran biológicamente necesarios. A medida que la
exposición se repite, la asociación se hace cada vez más
fuerte y produce una respuesta conductual y neuroquímica
CADA VEZ MAYOR. Esto se conoce como sensibilización al
incentivo, y consiste en el hecho de que las sustancias
psicoactivas y los estímulos asociados a su consumo
adquieren cada vez más importancia motivacional y
conductual (20). Mediante procesos de aprendizaje
asociativo, la motivación para consumir sustancias
psicoactivas puede ser activada intensamente por estímulos
(ambientes, personas, objetos) asociados al consumo de la
sustancia, causando así el intenso deseo que puede vencer
a la persona y hacer que vuelva a consumir la sustancia,
incluso tras largos períodos de abstinencia. Esto también
ayuda a entender por qué los síntomas de abstinencia, por
sí solos, no son suficientes para explicar todas las
manifestaciones de la dependencia, puesto que incluso las
personas que han abandonado completamente el consumo de
una determinada sustancia pueden volver a consumirla tras

17
verse expuestos a una amplia gama de situaciones
diferentes.” (Págs. 21-22)9
d).- “La dependencia de sustancias es un trastorno
complejo, con mecanismos biológicos que afectan al cerebro
y a su capacidad para controlar el consumo de sustancias.
Sus determinantes no son únicamente biológicos y
genéticos, sino también psicológicos, sociales, culturales
y ambientales. En la actualidad no hay forma de
identificar a quienes se volverán dependientes, ni antes
ni después de que empiecen a consumir drogas.” (Pág. 33)
e).- “La dependencia de sustancias no es un problema de
voluntad o de fuerza de carácter, sino un trastorno médico
que puede afectar a cualquier persona. La dependencia es
un trastorno crónico y recidivante (…)” (Pág. 33)10 11

A su vez, en el libro “La Epidemia de Tabaquismo”,


también presentado por la OMS, a través de la OPS, se
señala lo siguiente con relación a la adicción:
1).- “El tabaco contiene nicotina, una sustancia
reconocida como adictiva por las organizaciones médicas
internacionales. La dependencia del tabaco se enumera en
la Clasificación Internacional de Enfermedades. La
nicotina cumple todos los criterios fundamentales de las
definiciones de adicción o de dependencia, como son su
consumo compulsivo pese al deseo y a los repetidos
intentos de dejar de fumar, los efectos psicoactivos
debidos a la acción de la sustancia en el encéfalo y el
comportamiento motivado por los efectos “de refuerzo” de
la sustancia psicoactiva. Los cigarrillos, a diferencia de

9
Como es evidente, la adicción o dependencia, es una enfermedad que
se renueva y reafirma con cada nuevo consumo: cada vez, el organismo
cree con mayor certeza que el consumo de la sustancia es algo
biológicamente necesario, perpetuando el consumo, y agravando la
enfermedad con cada nueva exposición a la sustancia.
10
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, “Neurociencia del consumo y
dependencia de Sustancias Psicoactivas: resumen”, clasificación ISBN
92 4 359124 X, año 2004. Los destacados son nuestros.
11
Como U. S. puede apreciar, esto es completamente contradictorio con
lo señalado con la página web de Chiletabacos, y con lo señalado en su
absolución de posiciones citada.-

18
tabaco mascado, hacen posible que la nicotina alcance
rápidamente el cerebro, tan solo pocos segundos después de
inhalar el humo, de manera que el fumador puede regular la
dosis, inhalación tras inhalación. La adicción a la
nicotina puede establecerse con gran rapidez.” (Pág. 23)
2).- “Sin intervenciones que ayuden a dejar de fumar, las
tasas individuales de éxito son bajas. Las investigaciones
más recientes llegan a la conclusión de que, del total de
fumadores habituales que intentan dejar de fumar sin
ayuda, el 98% reiniciarán el consumo de tabaco en el año
siguiente.” (Pág. 24)
3).- Se prevé que, en el año 2000, el tabaco causará la
muerte de alrededor de 4 millones de personas en todo el
mundo. De hecho, ya es el responsable de 1 de cada 10
muertes de personas adultas y se cree que en el año 2030
la cifra llegará a 1 de cada 6, lo que equivale a 10
millones de defunciones anuales, más que las producidas
por ninguna otra causa y más que el conjunto previsto de
muertes por neumonía, enfermedades diarreicas,
tuberculosis y complicaciones obstétricas en ese año. Si
las tendencias actuales se mantienen, alrededor de 500
millones de personas hoy vivas morirán a causa del tabaco,
la mitad de ellas durante su madurez productiva, con una
pérdida individual de 20 a 25 años de vida. (Pág. 25)12
Estos estudios determinan la seriedad y gravedad de la
adición o dependencia a la nicotina, y por tanto, a los
cigarrillos. Se trata de una enfermedad reconocida por las
más altas autoridades de salud, un trastorno mental
propiamente tal, capaz de someter al sujeto que lo padece,
y llevarlo a situaciones de muerte y sufrimiento, tal como
ocurrió conmigo, y como ocurre con al menos con uno de cada
diez adultos, que al año 2000, fueron, según los informes
citados, 4 millones de personas, sólo para ese año. De

12
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, “La Epidemia de Tabaquismo, Los
Gobiernos y los Aspectos económicos del Control del Tabaco”,
clasificación ISBN: 92 75 31577 9, año 2000. Los destacados son
nuestros.

19
hecho, el mismo informe sobre Neurociencias señala en su
página 5: “El Informe sobre la Salud en el Mundo 2002,
señaló que el 8,9% de la carga total de morbilidad se debe
al consumo de sustancias psicoactivas. El informe reveló
que, en 2000, el tabaco supuso un 4,1% de la carga de
morbilidad.”(Pág. 5), esto es, la mitad del total de la
carga de morbilidad señalada. Como bien señala en la página
10: “El proyecto sobre la carga mundial de morbilidad
reveló que el tabaco y el alcohol son causas importantes
de mortalidad y discapacidad en los países desarrollados,
y que es de esperar que el impacto del tabaco aumente en
otras partes del mundo.” (Pág. 10).
En otras palabras, tan grave puede ser la adicción a
la nicotina, y tan capaz de invalidar la voluntad de un
individuo, que incluso sujetos razonables, que habiendo
sufrido las consecuencias del consumo de tabaco deben
entenderse informados a ese respecto, no logran superar la
barrera de la adicción, continúan su consumo, y representan
en conjunto, un enorme porcentaje en la mortalidad y la
morbilidad globales. Uno de esos sujetos, claramente, soy
yo.
Tal como lo señalara el Dr. Bello en su declaración en
causa Rol 11.065, seguida ante el 20 Juzgado Civil de
Santiago, previamente citada, el consumo de cigarrillos
produce una modificación en la estructura cerebral,
aumentando los receptores de dopamina, aumento que no
vuelve a reducirse tras el abandono del consumo. Ese
aumento de receptores, en concordancia con lo señalado en
el informe “Neurociencia del Consumo y Dependencia de
Sustancias Psicoactivas”, es una de las causas que
evidencian que la dependencia no es un asunto de
voluntad simplemente: se trata de una enfermedad que
produce verdaderos cambios en la estructura y
funcionamiento cerebral, una modificación física en el
organismo, que termina por exigir el mantenimiento en
el consumo. Estas circunstancias (entre otras)

20
determinan cómo la adicción se renueva con cada
consumo, perpetuando el daño, produciéndolo una vez más
con cada nuevo consumo, reafirmando la adicción o
dependencia, e iniciando el ciclo otra y otra vez. Como
S. S. podrá observar, esto destruye las pretensiones
que seguramente hará valer la contraria (como ya ha
hecho anteriormente), de pretender la prescripción de
estas acciones, atendido el largo tiempo que ha
transcurrido desde los inicios en mi consumo de
cigarrillos y la presentación de la demanda: tan
cimentadas opiniones médicas sobre la dependencia, no
permiten sino concluir que los plazos de prescripción
en este tipo de situación sólo pueden comenzar a
computarse una vez se produce un cese efectivo en el
consumo, pues al tratarse de un acto de daño permanente
y reiterativo, no se agota con su primera comisión,
sino que ésta se extiende en el tiempo. Es,
básicamente, el mismo modelo de un secuestro, figura
con la que la dependencia guarda amplia similitud, en
el que la prescripción sólo podrá computarse una vez
liberada la víctima, y no desde el primer momento de su
cautiverio.

4.- Reconocimientos efectuados en el convenio Marco para


la Regulación del Tabaco de la OMS.-
En el Preámbulo de este Convenio, que como S. S. sabe,
es actualmente parte integrante de nuestro ordenamiento
jurídico, se expresa lo siguiente:
“Reconociendo que la ciencia ha demostrado
inequívocamente que el consumo de tabaco y la exposición
al humo de tabaco son causas de mortalidad, morbilidad y
discapacidad, y que las enfermedades relacionadas con el
tabaco no aparecen inmediatamente después de que se
empieza a fumar o a estar expuesto al humo de tabaco, o a
consumir de cualquier otra manera productos de tabaco,

21
RECONOCIENDO ADEMÁS QUE LOS CIGARRILLOS Y ALGUNOS
OTROS PRODUCTOS QUE CONTIENEN TABACO ESTÁN DISEÑADOS DE
MANERA MUY SOFISTICADA CON EL FIN DE CREAR Y MANTENER LA
DEPENDENCIA, QUE MUCHOS DE LOS COMPUESTOS QUE CONTIENEN Y
EL HUMO QUE PRODUCEN SON FARMACOLÓGICAMENTE ACTIVOS,
TÓXICOS, MUTÁGENOS Y CANCERÍGENOS, Y QUE LA DEPENDENCIA
DEL TABACO FIGURA COMO UN TRASTORNO APARTE EN LAS
PRINCIPALES CLASIFICACIONES INTERNACIONALES DE
ENFERMEDADES,
Reconociendo también que existen claras pruebas
científicas de que la exposición prenatal al humo de
tabaco genera condiciones adversas para la salud y el
desarrollo del niño (…)
SERIAMENTE PREOCUPADAS POR EL IMPACTO DE TODAS LAS
FORMAS DE PUBLICIDAD, PROMOCIÓN Y PATROCINIO ENCAMINADAS A
ESTIMULAR EL CONSUMO DE PRODUCTOS DE TABACO (…)
RECONOCIENDO LA NECESIDAD DE MANTENER LA VIGILANCIA
ANTE CUALQUIER INTENTO DE LA INDUSTRIA DEL TABACO DE
SOCAVAR O DESVIRTUAR LAS ACTIVIDADES DE CONTROL DEL
TABACO,13 y la necesidad de estar informados de las
actuaciones de la industria del tabaco que afecten
negativamente a las actividades de control del tabaco,
Recordando el artículo 12 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, adoptado por
la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de
diciembre de 1966, en el que se declara que toda persona
tiene derecho al disfrute del más alto nivel posible de
salud física y mental,
Recordando asimismo el preámbulo de la Constitución
de la Organización Mundial de la Salud, en el que se
afirma que el goce del grado máximo de salud que se pueda

13
Que como veremos en el informe “la Rentabilidad a Costa de la
Gente”, se trata de actos claros, y confabulaciones derechamente
maquiavélicas que han sido urdidas por las las compañías productoras y
comercializadoras de cigarrillos, de las que las demandadas son
simples filiales, y que por tanto se encuentran controladas y
supeditadas a las políticas internacionales de esas especies de
“megaconsorcios multinacionales”.

22
lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser
humano sin distinción de raza, religión, ideología
política o condición económica o social (…)14
Lo indicado en el Convenio marco para el Control del
Tabaco que, como U. S. bien sabe, forma parte integrante de
nuestro ordenamiento jurídico, constituyendo NORMA JURÍDICA
APLICABLE, no hace sino reforzar y acreditar la veracidad
de las afirmaciones y legítimas pretensiones que esta parte
formula en esta demanda. Ante la existencia de norma
expresa que reconoce al tabaco como causa de mortalidad,
morbilidad y discapacidad; que reconoce que varios de los
productos que contienen tabaco están diseñados para crear y
mantener la dependencia; que la publicidad de los mismos
está destinada a estimular el consumo de cigarrillos; e
incluso señala la necesidad de mantener vigilancia sobre la
conducta maliciosa y tendiente a la ocultación de la verdad
por parte de las compañías productoras y comercializadoras
de tabaco, no cabe sino entender que las pretensiones de
esta parte son legítimas, bien fundamentadas, y con
contundente base jurídica. Semejantes reconocimientos
internacionales, efectuados al interior de la Naciones
Unidas mismas, y en un documento ratificado por Chile, y
actualmente vigente, no son tomados ligeramente o en
carencia de contundente base, tanto en los hechos como en
lo científico.
Ante la existencia de estas normas, resulta aún más
evidente la responsabilidad de una industria que lucra con
la salud humana más allá de toda razonabilidad, al punto
que muchos sujetos, tal y como yo mismo, han visto su salud
y calidad de vida destruidas por completo, sufriendo los
más humillantes e indecibles perjuicios producto de esto
que no es más que una droga legal, cuya inadecuada
comercialización logró crear en mi, una percepción
completamente errada de la verdadera naturaleza de los
cigarrillos, a consumirlos, a enfermar consecuentemente, y
14
El destacado es nuestro.

23
a sufrir los perjuicios cuya reparación hoy demando
legítimamente. Cabe mencionar que, si bien este juicio es
entre particulares, las demandadas representan casi el 100%
de la industria tabacalera del país, por lo que debe
entenderse que las referencias a la industria del tabaco
efectuadas en el Convenio marco citado, se hacen sobre las
demandadas. Asimismo, no olvidemos que la demandada
Chiletabacos pertenece en más de un 90% a la British
American Tobacco (BAT), mientras que la demandada PMC
(Philip Morris Comercializadora) es una filial de Philip
Morris Internacional, las dos principales compañías
productoras y comercializadoras de cigarrillos a nivel
mundial.
Básicamente, todo lo señalado en el convenio marco no
hace sino recoger un cúmulo de información preexistente que
se materializó en dicho instrumento jurídico. Resulta obvio
que las demandadas tuvieron acceso a la información
científica en la que se basa desde hace ya bastante tiempo.
Por lo menos, así lo han declarado reiterativamente en
varios juicios que han sido llevados en su contra, y
seguramente lo señalarán en éste, pues han basado sus
defensas en un supuesto público conocimiento sobre todos
los efectos posibles del consumo de cigarrillos en la
población.15 Sin ir más lejos, el Decreto Supremo Nº 106,
que califica al tabaco como “sustancia tóxica, irritante y
nociva para la salud”, data de 1.981, más de 20 años atrás.
Ya ese decreto se basaba en conocimientos científicos que
no representaban ninguna novedad para el cuerpo médico, ni
para las demandadas a esa época, si bien se trataba de
asuntos no tan divulgados ni tan claros para la población
en general, según se verá.

15
Sin embargo, y como veremos, de acuerdo a las propias declaraciones
efectuadas por las demandadas en sede judicial, ese conocimiento ni
siquiera ha llegado a sus ejecutivos, siendo la información
actualmente existente, todavía tremendamente confusa y contradictoria,
incapaz de generar expectativas acordes con la realidad en los
consumidores en cuanto al uso de cigarrillos.

24
El abierto abuso del derecho a realizar una actividad
económica lícita por parte de las compañías productoras y
comercializadoras de cigarrillos, representa un hecho,
cuando menos, culposo, digno de reproche jurídico, y que es
causa directa de los perjuicios que sufro. La evidente
negligencia e incluso mala fe, en el actuar de las
demandadas es, por tanto, fundante de la responsabilidad
civil por los daños causados en mi persona, y en otro
sinnúmero de sujetos, por lo que corresponde a ellas
soportar la carga que dichos perjuicios representan.
Pero considerando la naturaleza jurídica aplicable del
convenio citado, que de forma indubitable DEFINE A LOS
CIGARRILLOS COMO PRODUCTOS DISEÑADOS PARA CREAR Y MANTENER
DEPENDENCIA, y que abiertamente determina el IMPACTO DE LA
PUBLICIDAD EN EL CONSUMO DE CIGARRILLOS, corresponde a las
demandadas, y no a esta parte, demostrar que no han
diseñado los cigarrillos con ese fin, y que su publicidad
no logra tener un impacto relevante. Es más, el Convenio
establece precisamente presunciones de culpabilidad, y
hasta de actuación dolosa, en contra de las demandadas al
señalar la necesidad de mantener la vigilancia de sus
actividades para evitar socavar el control del tabaco.
Ante texto legal expreso, nada más resta que
argumentar en este sentido.

5.- Algunas conclusiones inevitables sobre el tabaco.-


Habiendo revisado lo señalado en el Decreto Supremo Nº
106, los informes de la OMS a través de la OPS, referidos a
la adicción al tabaco y a las nefastas consecuencias
adicionales que su consumo acarrea a la salud humana, y lo
expuesto en el Convenio Marco para la Regulación del
Tabaco, más allá de lo señalado respecto a lo que establece
ese convenio respecto a la probidad, publicidad y diseño de
productos para crear y mantener dependencia de las
demandadas, debemos arribar a algunas conclusiones
inevitables:

25
1. Que el tabaco, y por tanto, los cigarrillos, son
drogas dañosas;
2. Que por tanto, no pueden ser comercializados en
conjunto con golosinas y revistas, ni ser publicitados en
la forma en que lo han sido, sin cometer, a lo menos,
cuasidelito civil;
3. Que esta percepción social, que la mayoría de los
sujetos compartimos, de que los cigarrillos son productos
cuyo consumo resulta algo natural en la persona humana es
completa y totalmente errónea y, de hecho, descabellada.
Los cigarrillos, en cuanto droga, pertenecen, probablemente
a las farmacias, o a establecimientos especializados,
capaces de ofrecer un nivel de control adecuado a un
producto de semejante naturaleza. Que sea otra nuestra
percepción de ellos no puede sino estar cimentada en una
larga y silenciosa maniobra realizada por las productoras y
comercializadoras de tabaco, quienes a través de una
comercialización inadecuada, una publicidad engañosa e
igualmente impertinente, han logrado generar esta imagen de
normalidad y atractivo en el consumo de cigarrillos.
Y es evidente. Por ejemplo, si un producto cualquiera
fuera definido como una sustancia tóxica, irritante,
nociva, capaz de producir perturbación a la salud; si ese
mismo producto, de acuerdo a informes de la OPS, cumpliera
con todos los criterios fundamentales para considerarlo una
sustancia altamente adictiva; si fuese causa de un
porcentaje más que considerable en la morbilidad y
mortalidad mundiales; y si fuese efectivo que la propia ley
(a través de un Convenio Marco actualmente vigente en la
República), ha reconocido que dicho producto está diseñado
de manera muy sofisticada con el fin de crear y mantener la
dependencia, la inevitable conclusión sería que se trata de
un producto cuya comercialización representa un altísimo
nivel de riesgo a la salud individual y pública de las
personas, un producto que debiera estar sujeto a los más
estrictos controles tanto en su calidad como en cuanto a la

26
forma en que se comercializa, si es que su comercialización
llegase a ser admitida.16
Y es que pocas personas (salvo tal vez,
narcotraficantes) estarían dispuestas a permitir que se
hiciese publicidad de ese producto. Pocas estarían
dispuestas a aceptar que dicho producto fuese
comercializado sin algún tipo de control médico (salvo tal
vez, los narcotraficantes). Muchas menos estarían
dispuestas a que se auspiciasen fiestas por dicho producto,
ni que se vendiese a menores de edad, y mucho menos aún, en
kioscos y establecimientos de similar naturaleza (salvo,
nuevamente, los traficantes de drogas).
La conclusión a la que inevitablemente ha de arribarse
en presencia de los antecedentes expuestos, no es sino que
la comercialización de cigarrillos se ha realizado, y se
sigue realizando, a pesar de las nuevas advertencias, en
forma completamente inadecuada, de hecho, ilícita: producto
de esta forma viciada de comercialización de los
cigarrillos, fui engañado en mi percepción de lo que asumía
al momento de iniciar mi consumo, me mantuve engañado hasta
que enfermé de gravedad, tanto a nivel pulmonar (EPOC) y
cáncer, como a nivel mental (adicción), y me encuentro
actualmente sufriendo el más terrible sufrimiento que jamás
haya imaginado.
La aún reciente ley Nº 20.105 no hace sino poner en
evidencia la culpa con la que han actuado las demandadas:
ningún otro producto que posea las características dañosas
del cigarrillo se encuentra en un status similar al del
tabaco. Y es evidente. Sólo analizando la familia de los
estimulantes, a la que pertenece la nicotina (principal
principio activo de los cigarrillos), en conjunto con las
anfetaminas, la cocaína y el éxtasis (MDMA, o metilendioxi-
meta-anfetamina), podemos percatarnos que ninguno de esos

16
De hecho, en general, las drogas que hoy consideramos ilegales, como
la cocaína o la marihuana, tienen menos antecedentes en su contra, y
los daños que pueden producir en la salud humana son considerablemente
menores.

27
productos es comercializado en la forma en que se
comercializa y publicita el cigarrillo, a pesar de tratarse
de productos cuya peligrosidad es comparable al cigarrillo.
Se trata de estimulantes todos, de sustancias adictivas,
capaces de generar graves daños a la salud. De ellas, sólo
las anfetaminas son productos adquiribles por los
consumidores en el mercado “oficial”. Si comparamos con
sustancias algo más lejanas, como ravotril, meleril,
morfina u otras “drogas de farmacia”, el resultado es
idéntico: su comercialización se encuentra estrictamente
vigilada, y existe respecto de ellos, un acceso sumamente
restringido. Se trata de productos respecto de los cuales,
por ejemplo, ni siquiera se plantea la posibilidad de
efectuar publicidad, salvo tal vez la que se realiza puerta
a puerta a los doctores, o en revistas especializadas,
destinadas a informar más bien, de las formas de usos y
características de los productos a los facultativos que
habrán de utilizarlos en su tarea de administrar la salud.
Y a este respecto, es recalcable que no existe norma alguna
que impida la realización de publicidad de estos productos
(salvo por la cocaína y el éxtasis, por supuesto). Y sin
embargo, ninguna de las productoras y comercializadoras de
los mismos ha tenido la desfachatez de excusarse en esa
falta de norma expresa que lo prohíba, para comercializar
sus productos en la forma en que lo hacen las demandadas
PMC y Chiletabacos: nadie en su sano juicio puede alentar
el consumo de tales productos, y pretender mantenerse en la
impunidad. Ni siquiera la publicidad que se hace de estos
productos en las revistas especializadas pretende
asociarlos con belleza, atractivo, masculinidad (o
feminidad), o elegancia.
Y por eso mismo, se trata de productos que nadie
consume en la vía pública, ni pretende que su adicción a
ellos sea un “hábito difícil de dejar”, un placer
simplemente. Son productos cuya verdadera naturaleza no ha
sido ocultada, cuya comercialización es lícita bajo ciertas

28
circunstancias, y respecto de los cuales existen numerosos
filtros antes de su recepción por el consumidor final.
Podría argumentarse que Ravotril, morfina, o
anfetaminas son medicamentos, que se utilizan en
tratamientos y que su naturaleza no es, por tanto
comparable al cigarrillo. Pero ello sería un error. Son
comparables en cuanto a que son altamente adictivos, y
capaces de generar daños en la salud, y a que son drogas
legales: todas estas sustancias son fármacos. La diferencia
está en que ninguno de esos fármacos se comercializa en
kioscos, salvo los cigarrillos. Claro está, que no existe
norma expresa que prohíba la libre comercialización de
cigarrillos. Pero escudarse en ese hecho es una prueba de
mala fe, es obviar el principio básico de que nadie puede
dañar a otro sin causa justificada, argumentando que no hay
norma expresa de aquellas que regulan específicamente la
actividad que establezca ese hecho. Es intentar que los
fundamentos básicos de nuestro ordenamiento requieren de
ser reiterados cada vez que una nueva ley norma alguna
actividad en forma particular.
En efecto, cada vez que aparece un nuevo fármaco que
puede poseer algún grado de psicoactividad, ingresa al
mercado sin mayores restricciones, y lo hace basado en
estudios supuestamente serios realizados por los
laboratorios que los producen. Aún así, esas sustancias no
entran a los kioscos, ni su consumo es alentado con fiestas
y otras estrategias publicitarias “aprovechando” que no
existen regulaciones específicas. Esos fármacos simplemente
aparecen en farmacias, y la publicidad que se hace de
ellos, si es que se hace, posee un tono completamente
distinto a la de los cigarrillos. Es más, si además se
comprueba que esa sustancia ha producido consecuencias
negativas en la salud de quienes la consumieron, y que esos
efectos eran conocidos por quien comercializó la sustancia
sin haber dado aviso de ello, lo seguro es que habrá

29
cuantiosas indemnizaciones en favor de las víctimas, y
graves consecuencias para el proveedor.
En otras palabras, los únicos sujetos que pretenden
que no existe obligación de ser responsable a la hora de
comercializar productos para el consumo humano son las
demandadas. Todos los demás proveedores asumen esta
necesidad jurídica como algo evidente a la luz de nuestro
ordenamiento jurídico, las normas sobre responsabilidad
civil, y la simple y fundamental buena fe, esa exigencia
que nos impone la vida social, y que permite que los seres
humanos podamos actuar en la vida, confiados de que los
conductores no cruzarán la calle con luz roja, que los
billetes que nos entregan no son falsos, que la mantequilla
que adquirimos en un supermercado no está “vencida”, y que
los productos que se nos ofrecen son seguros, o que cuando
menos, se nos informará cuando éstos no lo sean,
señalándose el grado y forma de los potenciales o actuales
daños que sean capaces de generar, y que su
comercialización se realizará acorde con esas
características.
Así, el sustento de esta demanda no es otro que éste:
que las compañías productoras y comercializadoras de
cigarrillos han efectuado una comercialización de
cigarrillos en forma tan laxa y negligente, en tal carencia
de información y coherencia entre la naturaleza de los
cigarrillos y la forma que son expendidos y publicitados,
que no pueden sino ser responsables por los perjuicios que
han ocasionado a los consumidores, y en particular, a mi.
Estos hechos han desvirtuado la naturaleza real de los
cigarrillos a tal punto, que probablemente incluso S. S.,
considere exagerada una postura que plantea que los
cigarrillos no deben ser vendidos en los lugares en los que
tradicionalmente los ha visto. Y cómo no, si hemos crecido
observando avisos publicitarios de “la Ola Belmont”, de
“las Fiestas Pall Mall”, del “Vaquero Marlboro”, que
alientan su consumo como si fuese algo de lo más normal.

30
Hemos crecido viendo cómo nuestros amigos adquirían
cigarrillos desde temprana edad en kioscos, supermercados y
demases, sin que a nadie le pareciera extraño; viendo cómo
nuestros padres, o los padres de nuestros amigos, fumaban
en presencia de menores después de almuerzo, y a veces,
durante el almuerzo, en las habitaciones, y antiguamente,
hasta en aviones, hospitales y microbuses. Y todas esas
conductas han estado teñidas no sólo de la más completa
impunidad, sino que revestidas de elegancia y aparente
derecho.
Permítame S. S. ilustrar un poco estas afirmaciones
mediante una comparación. El modafinilo es un fármaco que
pertenece a la familia de los estimulantes (al igual que la
nicotina), no es anfetamínico, tiene “suaves efectos
farmacológicos”, y se utiliza en general, para simplemente
despertar al usuario, para mantener la alerta, sin
emborrachar. Se ha presentado como fármaco que no produce
adicción. Se expende bajo la marca “Alertex”.
Sin embargo, ¿estaría alguien de acuerdo en que los
productores de modafinilo pretendieran tratar el Alertex de
la misma manera que se trata al cigarrillo, si menores de
edad concurrieran a fiestas auspiciadas por la nueva marca
“taquillera” de Alertex, si por la calle se observara gente
“disfrutando los suaves efectos farmacológicos” de la
última marca de “Alertex ultra Light”? Y no olvidemos que
este fármaco es varias veces menos tóxico y menos peligroso
que el cigarrillo o que la nicotina.
¿Ahora, si este mismo ejemplo se llevara a un fármaco
más similar en cuanto a peligrosidad con los cigarrillos,
por ejemplo, la cocaína, las anfetaminas, o simplemente la
“marihuana” (también médicamente menos tóxico que el
cigarrillo, y con un factor adictivo considerablemente
menor)?
El argumento parece claro.
La percepción social del cigarrillo no es algo natural
y obvio, como parece a nuestra primera vista, acostumbrada

31
ya a este abuso. Es algo que se ha creado a través de años
de diseño de productos sofisticados, de publicidad
inadecuada, de comercialización negligente, de omisión de
entrega de información. El escenario científico respecto de
las consecuencias del consumo y exposición a los
cigarrillos ha estado maduro, y contado con la información
necesaria para realizar este análisis desde hace ya mucho
tiempo, si bien la población no ha contado con la
información necesaria y relevante –ni aún en estos días,
para hacerse una idea certera de la verdadera naturaleza
del cigarrillo. Y es que muy pocas personas conocen el
significado de la EPOC (yo mismo no la conocí hasta que la
padecí), de la enfermedad de Buerguer, o de las múltiples
enfermedades (muchas de ellas, cardiovasculares) con las
que el consumo y exposición al tabaco están relacionados.
Sin ir más lejos, ni aún Chiletabacos, quien ha
pretendido en varias instancias judiciales que existe un
público conocimiento sobre los efectos del cigarrillo tiene
estas cuestiones claras. Por ejemplo, en causa rol
5732.2007, caratulada “Otarola con Chiletabacos y otra”,
seguida ante el 1º Juzgado de Policía Local de Coquimbo, al
absolver posiciones, señaló (según consta de documento
adjunto a esta presentación):
1. No tener certeza sobre si existen diferencias entre
sus productos y los de la otra demandada, a pesar de
tratarse siempre de cigarrillos, y haberse
contestado, tanto por Chiletabacos como por PMC en
otros juicios existir certeza de no haber diferencias
sustanciales.
2. No ser efectiva la existencia de sustancias tóxicas
como tolueno, butanona y otros, en circunstancias que
ello es un hecho demostrable, y que ha sido
reconocido por la demandada PMC en causa rol 13.804,
seguida ante el Juzgado de Policía Local de Pucón. En
ese mismo juicio, Chiletabacos también se manifestó

32
ignorante sobre la presencia de esos compuestos en
sus productos.
3. No saber cómo se obtienen los índices que aparecen en
cada paquete de cigarrillos que comercializa su
representada, ni tampoco las cantidades de ellos que
aparece en cada marca.
4. Que Chiletabacos estima que la pregunta sobre si el
cigarrillo produce adicción o dependencia es
demasiado científica para ser respondida en sede
judicial por su representante. PMC, en cambio, ha
señalado categóricamente que el cigarrillo sí produce
dependencia, y así ha sido señalado también en las
contestaciones de demanda de ambas demandadas en
todos los demás juicios que se llevan en su contra, y
han señalado este efecto, así como todos los demás
del cigarrillo sobre la salud humana, como de público
conocimiento. Sin embargo, en causa rol 13.804 ya
citada, Chiletabacos respondió qno ser efectiva la
condición adictiva del cigarrillo.
5. Ignorar si existe alguna forma no riesgosa para
consumir cigarrillos.
6. Estimar que la nicotina no es una droga desde un
punto de vista legal, pero sí desde un punto de vista
farmacológico.
7. No saber la razón por la que en algunos de los
paquetes de cigarrillos de su representada aparecen
índices de sustancias menos tóxicas para la salud que
en otras.
No prosigo con la enumeración de las respuestas
ignoradas e inconsistentes de Chiletabacos, pues S. S.
puede observarlo (y sorprenderse) por sus propios medios en
los documentos adjuntos. La cantidad de información
ignorada por la propia demandada Chiletabacos, y sus
evidentes contradicciones con lo señalado por PMC, e
incluso por Chiletabacos mismo en otros juicios, hacen
evidente que no existe un público conocimiento sobre

33
prácticamente ningún aspecto relacionado con el cigarrillo.
Si Chiletabacos ignora si los cigarrillos son adictivos, o
que en el humo que inhala un fumador de cigarrillos existe
tolueno o acetona, o peor aún, desconoce las razones por
las que en su propias marcas de cigarrillos se indican unos
índices de elementos tóxicos, y en otros, otros distintos,
sólo puede concluirse que Chiletabacos no tiene siquiera
una difusa idea sobre lo que produce y comercializa, y que
además, se contradice ampliamente con los que ha señalado
la codemandada PMC. ¿Será razonable entonces que se
pretenda que un sujeto como yo, ajeno a toda experiencia
botánica, farmacológica, y más aún, al proceso de
producción de cigarrillos, deba tener un conocimiento
acabado sobre estas materias? ¿Qué clase de público
conocimiento podrá alegarse en este juicio si ni aún
Chiletabacos ha podido responder a estas preguntas,
bastante simples, en especial si consideramos que se trata
del productor y comercializador que posee más del 90% del
mercado chileno de cigarrillos?
Es evidente que pude poseer un conocimiento real del
cigarrillo, dado que la información que se ha entregada por
las demandadas históricamente ha sido contradictoria,
confusa y escasa. Si la información aportada en sede
judicial es confusa, contradictoria y escasa, ¿qué puede
esperarse de lo que se haya informado a los consumidores?
Así, lo que he planteado en este apartado aparece,
pues, sumamente razonable, y es capaz de fundar las
responsabilidades que demando: la verdadera naturaleza de
los cigarrillos hace improcedente que se comercialicen en
la forma en que se ha hecho desde los inicios de esta
actividad. Ello se hace aún más evidente con la dictación
de la reciente ley Nº 20.105, que parece recoger
precisamente los análisis del convenio marco, poniendo de
manifiesto cómo las compañías productoras y
comercializadoras de cigarrillos han mantenido un
comportamiento negligente, comercializando unos productos

34
tan peligrosos como cualquier droga ilegal, como si se
tratara de unas golosinas cualquiera, alentando su consumo
en la población, omitiendo la entrega de información de
alta relevancia respecto a la verdadera naturaleza de los
productos que comercializan, y lucrando consecuencialmente
a costa de la salud de los individuos con tal descaro, que
ha sido necesario que se legisle expresamente en esta
materia para terminar con los abusos, todo ello amparado en
la supuesta pública notoriedad sobre los efectos del
consumo de cigarrillos en la salud humana que harían
innecesaria la entrega de esa información, o de los
instructivos que exige la ley 19.496 (sobre protección a
los derechos de los consumidores).
Las demandadas han lucrado a costa de mi salud y la d
otros durante décadas. Y lo han hecho concientes de ello,
burlando la ley, y engañando incluso al sistema de
justicia, apareciendo como si su actividad fuese lícita, e
incluso con responsabilidad social.
Y es que tan evidente es el descaro de las demandadas
en su actuación, tal su ilícito, que es la única industria
que ha requerido de una legislación tan específica, y que
tan detalladamente exija un comportamiento adecuado a
derecho. No existe otra industria a la que haya tenido que
obligarse a mantenerse lejos de los colegios. Menos aún en
cuanto a la promoción de productos adictivos y dañosos. El
grueso de los sujetos se comporta conforme al ordenamiento
jurídico con base en la buena fe. Finalmente, el
comportamiento de las demandadas se asemeja al de aquellas
grandes compañías que, a pesar de saber que sus desechos
químicos contaminan el agua de una población, se excusan en
tecnicismos para continuar minando la salud de las
personas. Ello no sólo es contrario a derecho: es inmoral.-

6.- Concurrencia de los elementos de la responsabilidad


civil.-

35
Pues bien, como S.S., bien sabe y conoce, la
responsabilidad en nuestro ordenamiento jurídico solo puede
tener origen en la Ley, en un contrato o en un delito o
cuasidelito. Cada vez que nos referimos a la ley estamos en
presencia de la responsabilidad legal; la responsabilidad
contractual nace del contrato y la responsabilidad
extracontractual, nace de los delitos o cuasidelitos
civiles. Esta última, se encuentra reglamentada en los
artículos Nº 2.314, en relación con el artículo Nº 2.284,
Nº 2.319 del Código Civil, de lo que se coligen los
presupuestos para hacer nacer la responsabilidad.
Pues bien, a este respecto, la doctrina nacional ha
convenido en que la responsabilidad civil extracontractual
se configura verificándose la existencia de determinados
requisitos, a saber:
1.- La existencia de un hecho que sea imputable según
un criterio de causalidad a un sujeto determinado (en la
especie, las acciones y omisiones cometidas por
Chiletabacos y PMC, según se ha señalado);
2.- Que dicho hecho sea calificable de antijurídico
(que se haya cometido con infracción a normas del
ordenamiento jurídico vigentes y aplicables en la especie);
3.- Que dicho hecho cause un daño y (los menoscabos en
mi salud);
4.- Que entre el daño y el hecho antijurídico exista
un nexo causal, de modo que el daño sea consecuencia del
hecho antijurídico (que los menoscabos en mi salud
provengan directamente de los hechos cometidos por las
demandadas).
6.1.- El Hecho.-
Los hechos pueden ser tanto omisiones como acciones.
En la especie, el hecho generador de daño, fundante de la
responsabilidad civil extracontractual de las demandadas
“PMC” y “Chiletabacos”, consiste en la venta de un producto
dañoso en forma y lugares inadecuados, propiciando un
consumo carente de control y alentado por una publicidad

36
masiva y de alto impacto, producto respecto del cual,
además, se omite la entrega de información relevante de
manera negligente (pues las demandadas estaban en
condiciones de entregar tal información), generando falsas
expectativas de seguridad en el consumo de cigarrillos en
mi persona. Se trata de una comercialización de cigarrillos
que se realiza existiendo carencia de información
relevante, alentada por una publicidad igualmente
inadecuada17, y transando el producto “cigarrillos”, en
establecimientos de comercio que no se condicen con su
naturaleza dañosa. Todo ello respaldado por lo establecido
en los estudios científicos acompañados al proceso, y a lo
establecido en el convenio marco ya citado.
Esos hechos fueron capaces de generar en mi persona
una imagen falsa respecto al cigarrillo, permitiéndome
comenzar un consumo de los mismos sin tener sospechas de
los riesgos y daños que asumía en ese acto, confiando en la
rectitud de quienes los comercializaban. Ese consumo
desembocó en una adicción grave e insuperable que se ha ido
acentuando con cada consumo, y que ha sido, por tanto,
capaz de mantenerme consumiendo cigarrillos constantemente
durante varias décadas, modificando mi funcionamiento
cerebral, degenerando mi estructura pulmonar, y ocasionando
la EPOC que me ha dejado en la invalidez casi total.
Con todo, y dada la seriedad y gravedad de los ilícitos
que se imputa a las demandadas, cabe referirse a lo
establecido en el Informe de la OMS denominado, nada menos
que, “La Rentabilidad a Costa de la Gente (Actividades de
la Industria Tabacalera para Comercializar Cigarrillos en
América Latina y el Caribe y Minar la Salud Pública)”, en
el que se analiza y demuestra cómo las demandadas, no sólo
han efectuado intentos reales y serios para evitar las
regulaciones y fiscalizaciones estatales a nivel

17
No es irrelevante que la ley Nº 20.105 haya prohibido, entre otras
cosas, los descriptores “light” o similares para cigarrillos. Ello
pone de manifiesto, cómo dicho descriptor debe entenderse engañoso y
capaz de inducir a error y engaño en un consumidor.

37
internacional, sino que además, cómo han diseñado
estrategias internacionales para engañar y confundir a las
personas, con el fin de captar nuevos adictos, y mantener a
los existentes, desviando la atención de los daños que
genera en el organismo:
1. (Pag. 33) Las estrategias generales de la industria
tabacalera para América Latina y el Caribe son
similares a las empleadas en otras regiones del mundo.
Mientras los dos principales actores, British American
Tobacco (BAT) y Philip Morris International (PMI)
luchan entre sí para lograr una mayor cuota de mercado,
también cooperan para ejercer presiones sobre los
gobiernos con respecto a las políticas tributarias, la
fijación de precios y las cuestiones legislativas al
tiempo que ponen el grito en el cielo contra la
intervención del Estado en los asuntos de las empresas.
Lo que es más importante aún, BAT 18 y PMI19 colaboraron
para engañar a los medios de comunicación y, en último
instancia, la opinión pública, sobre los verdaderos
riesgos de fumar y la exposición pasiva al humo del
tabaco y sobre las estrategias eficaces para reducir el
consumo del tabaco.-
2. (Pág. 53) Las estrategias previstas para la campaña
de “conciliación” suponían: difundir ideas equívocas a
las empresas con respecto al humo del tabaco y la
calidad del aire en los locales cerrados; desarrollar y
apoyar estrategias voluntarias y autorregulatorias de
conciliación; y, cuando fuera necesario, “proporcionar
terminología jurídica alternativa que asegurara la
posibilidad de “conciliar” los deseos de los fumadores
con los de los no fumadores”. Estas campañas estaban
dirigidas a los dueños de los locales comerciales y los
empleadores, los sindicatos, las asociaciones
profesionales, los encargados de la formulación de

18
British American Tobacco.
19
Philip Morris International.

38
políticas, los medios de comunicación, los académicos y
otros.
3. (Pág. 53) En 1996, la necesidad cada vez mayor de la
industria tabacalera de realizar actividades sobre
estos temas en la región llevó a Marc Firestone de PM a
solicitar que Richard Carchman, de Asuntos Científicos
de PM, considerara la posibilidad de contratar una
persona dedicada exclusivamente a prestar apoyo
científico a América Latina. Los temas en que era
urgente lograr apoyo técnico eran los siguientes:
• el HAT (y el tabaquismo y la salud en general)
• las investigaciones sobre la calidad del aire en los
locales cerrados, que incluyeran el tema de la
vigilancia a la exposición al humo, las tecnologías de
ventilación, las normas de calidad del aire, etc.
• las cuestiones normativas, con inclusión de los
ingredientes y la integridad del producto
• los temas relacionados con el adiestramiento del
personal jerárquico y los portavoces de la industria,
la formación de consultores y el apoyo del departamento
jurídico.
• la participación en la elaboración y la aplicación de
estrategias, incluidas las actualizaciones en curso con
respecto a la gestión de los estudios científicos en
todo el mundo.
4. (Pág. 66)Quizás el mayor reto para las actividades
de cabildeo de la industria, destinadas a proteger la
libertad de comercialización, sea el hecho de que la
gran mayoría de quienes consumen cigarrillos comienzan
a fumar cuando son adolescentes o niños. Es más, se ha
comprobado que la promoción de los productos del tabaco
está estrechamente vinculada con el inicio del consumo
de tabaco por los jóvenes. En los documentos de la
industria analizados en este estudio se muestra la
doble estrategia empleada: al tiempo que por un lado
considera a los fumadores jóvenes como el principal

39
objetivo de las campañas de promoción, la industria
critica públicamente el tabaquismo de los jóvenes y
organiza “programas de prevención del consumo del
tabaco por parte de aquellos”; estos programas tienen
por objeto mejorar la reputación, de por sí bastante
deteriorada, de la industria. Hay sobradas pruebas de
que las campañas de la industria dirigidas a los
jóvenes son ineficaces e inclusive pueden estimular el
tabaquismo en la juventud al presentar el cigarrillo
como un símbolo de conducta “adulta”. Los verdaderos
beneficios de estas campañas son para las tabacaleras
que refuerzan su imagen de “empresas con
responsabilidad ciudadana”.
5. Los dos aspectos de mayor interés de las campañas
para la juventud elaboradas por la industria tabacalera
son los que están estrechamente vinculados con la
educación y la concienciación de los comerciantes
minoristas para que dejen de vender tabaco a los
jóvenes. Se considera que los programas educativos en
las escuelas y la adopción de medidas para restringir
el acceso de los jóvenes al consumo de tabaco son
algunas de las estrategias menos eficaces para reducir
el tabaquismo en la juventud. Se ha comprobado que las
campañas de educación patrocinadas por la industria
tabacalera y las campañas basadas en la concienciación
del comerciante minorista no tienen efecto alguno en la
reducción del consumo de cigarrillos por parte de la
juventud, ni en la disminución de las ventas de tabaco
a ese grupo de población.
6. (Pág. 69) También hay datos bien comprobados de que
la industria desarrolló campañas dirigidas al grupo de
18 a 24 años de edad, a sabiendas de que esos esfuerzos
inevitablemente atraerían también el interés de los
adolescentes. Sin embargo, una cosa está clara: pese a
que la industria sostiene que el objetivo de la
publicidad es evitar el cambio de marca, las campañas

40
publicitarias tratan de atraer a quienes ya son
fumadores y a los jóvenes que puedan verse tentados a
empezar a fumar.
7. (Pág. 71) Por ejemplo, el grupo destinatario de
Marlboro está integrado por quienes “son los adultos
jóvenes (varones) que fuman las marcas caras en boga,
buscando hacerse valer a través de una imagen
internacional de alto nivel”; el grupo al que está
orientada Merit (una marca de “bajo contenido de
alquitrán”) está compuesto por la gente “preocupada por
la salud”. Las marcas medias y medias-altas (Sabor
Total y “suaves”); el grupo objetivo de Virginia Slims
es la población femenina adulta joven que busca un
símbolo femenino”.
8. (Pág. 73) En una presentación dedicada al análisis
de los resultados de la encuesta, se describían con
mayor detalle la posición de los consumidores de cada
país con respecto a la Fórmula Uno y el patrocinio de
Marlboro, las actividades generales de
comercialización, algunas observaciones formuladas por
los adultos jóvenes que participaron en la encuesta, y
las conclusiones de una investigación en profundidad
realizada en la Argentina187:
... “La Fórmula Uno es el símbolo de Marlboro por
excelencia y tiene la máxima fuerza de evocación
espontánea y la mayor capacidad de asociación de marca
de todos los deportes”. (Investigación en profundidad
de 1993, Argentina) “La Fórmula Uno es un deporte de
gran velocidad y la velocidad atrae la atención de los
jóvenes que fuman Marlboro y que disfrutan de la
aventura y las cosas diferentes”. (fumador masculino
adulto joven, Brasil) “Marlboro encaja con la Fórmula
Uno por el lado de la aventura, pero hay otro aspecto
de Marlboro que es el de la libertad y este es un
aspecto de Marlboro que no desaparece”. (fumador
masculino adulto joven, Brasil187)

41
... Para muchos adultos jóvenes, el piloto de Fórmula
Uno es el jinete moderno que acepta el desafío de la
alta tecnología de su caballo moderno.
9. (Pág. 74) Una de las campañas de comercialización de
cigarrillos más engañosas de los últimos años ha sido
la promoción de los denominados cigarrillos de “bajo
contenido de alquitrán”. La industria tabacalera sigue
resuelta a defender su capacidad de recurrir a
descripciones engañosas como “lights”, “suaves”, “bajo
nivel de alquitrán”, “bajo nivel de nicotina” y otras,
pese a que las pruebas científicas demuestran en forma
abrumadora que fumar cigarrillos “lights” o con otras
denominaciones similares no reporta beneficio alguno
para la salud. La crisis más grande que enfrentó la
industria en los años setenta y ochenta en los Estados
Unidos no sólo tuvo que ver con la necesidad de seguir
incorporando nuevos fumadores a la población de
fumadores existente, sino también evitar que éstos
dejen de fumar a la luz del creciente cúmulo de pruebas
sobre los riesgos para la salud derivados del
tabaquismo. En los documentos de la industria se
analizaba la necesidad de “tranquilizar” a los
fumadores preocupados y de retenerlos en el mercado
todo el tiempo que fuera posible ante las informaciones
inquietantes sobre los efectos del cigarrillo sobre la
salud. Esta crisis se reiteró más tarde en América
Latina y el Caribe.
10. (Pág. 75) Uno de los factores que más ha contribuido
a mantener la imagen joven y dinámica de Marlboro en la
región ha sido nuestra participación en actividades
deportivas innovadoras. ...
11. (Pág. 75) Asociar el espíritu de lo juvenil con lo
libre (vaqueros, automóviles veloces, motocicletas de
nieve, aventuras) siempre será atractivo para los
jóvenes. ...

42
12. (Pág. 76) La industria tabacalera sigue presionando
enérgicamente para frenar los esfuerzos legítimos por
limitar sus actividades publicitarias y prácticas de
mercadeo. La industria promueve los códigos voluntarios
y los programas para restringir el acceso de la
juventud, cuya ineficacia conoce perfectamente, muchas
veces con la cooperación de organismos de gobierno u
organizaciones juveniles ingenuos, desesperados por
obtener fondos. La industria está demostrando suma
habilidad para adelantarse a las posibles restricciones
futuras y se apoya en la diversificación de marcas y
marcas registradas, en nuevos patrocinios y el mercadeo
de puntos de venta para atraer a nuevos fumadores y
para mantener el control de quienes ya han adquirido la
adicción.
A pesar de que la industria afirme lo contrario,
en los documentos, que alguna vez fueron secretos, se
demuestra fehacientemente que los jóvenes y los
fumadores que recién se inician son el principal
objetivo de sus políticas de comercialización. La
industria realiza campañas de cabildeo en las que hacen
hincapié en la defensa de la libertad de expresión y de
su derecho de “informar” a los consumidores. Sin
embargo, generalmente aprovecha la libertad de
expresión comercial para confundir y desinformar al
público, restando importancia a los efectos del
tabaquismo para la salud y presentando un producto
adictivo como símbolo de la libertad. El tabaco ha
impuesto a las sociedades de América Latina y el Caribe
una carga extraordinaria para la salud, que además
crece a pasos agigantados, por lo cual resulta
absolutamente necesario, ahora más que nunca, contar
con reglamentaciones y leyes estrictas sobre este tema.
13. (Pág. 103) Lo que es más importante aun, es que BAT
y PMI colaboraron para engañar a los medios de comunicación
y al público en general sobre los riesgos reales asociados

43
con el tabaquismo y la exposición pasiva al humo del
tabaco.
El informe es extenso, y podría continuarse en forma
casi inabarcable con citas y citas que señalan la
participación, tanto de BAT (dueña de más del 90% de
Chiletabacos), y de PM, o Philip Morris (de la cual PMC,
tal como lo indica su nombre, es filial) en una serie de
maniobras de legalidad altamente cuestionable, y que se
enmarcan claramente en los hechos que en esta demanda se
imputa a las demandadas: una comercialización, cuando
menos, negligente de sus productos, omitiendo información
fundamental sobre las consecuencias del cigarrillo en el
organismo humano, rotulando engañosamente a sus marcas como
cigarrillos “Light” o similares, y en definitiva, rentando
a costa de la gente, gente como yo, y como muchos otros
consumidores que, atraídos por íconos como el vaquero
Marlboro, en nuestra niñez compramos los falsos sueños
generados por las demandadas, convirtiendo nuestras vidas
en pesadillas.
Dada la información contenida en el informe citado
(que proviene en su casi totalidad de documentos
desclasificados de las matrices internacionales de las
demandadas), aparece como evidente cómo las demandadas son
autoras de los hechos que se les imputa, llevándonos al
siguiente elemento de la responsabilidad civil.

6.2.- Antijuridicidad.-
Pues bien, un hecho es calificable de antijurídico
cuando es contrario a derecho, ya sea porque viola
directamente alguna norma, ya sea porque abusa de un
derecho que se ha otorgado por el ordenamiento jurídico, ya
sea porque descuida una obligación impuesta de la misma
forma.
Las demandadas “PMC” y “Chiletabacos”, han abusado de
su derecho a ejercer actividades económicas, han descuidado
las obligaciones que el ordenamiento jurídico les ha

44
impuesto, violando directamente varias normas jurídicas, e
incluso, morales. En otras palabras, la antijuridicidad de
su actuar se basa tanto en la violación de normas
aplicables a su actividad, como en la violación del
principio general del derecho, que establece la ilicitud de
dañar a otro sin causa justificada, en este caso, encarnada
por la negligencia y mala fe que las demandadas han
presentado en la comercialización de sus productos, toda
vez que, estando en conocimiento de los daños que es capaz
de causar el consumo de cigarrillos, omitieron culposamente
entregar esa información, alentaron este consumo
desinformado, engañaron respecto a las características de
sus productos, rotulándolos como Light e indicando muchas
veces presencias de elementos tóxicos en sus cigarrillos
que no necesariamente correspondían a la realidad, y luego
se aprovecharon de la adicción causada para continuar
lucrando a costa de mi salud, según ya se ha venido
observando a lo largo de esta demanda. Veamos cómo se
configuran estas cuestiones:

6.2.1).- Violación del principio alterum non laedere.-


Siguiendo al profesor Hernán Corral Talciani, en sus
“Lecciones de Responsabilidad Extracontractual”, cabe
señalar que, a diferencia de lo que ocurre en materia
penal, en que la antijuridicidad de la conducta se analiza
en dos etapas (tipicidad y antijuridicidad propiamente
tal), en materia civil, tipicidad y antijuridicidad tienden
a confundirse en una sola etapa, pues “no es posible
exigir que haya “tipos” preestablecidos de todos los
hechos que generan responsabilidad. El análisis de la
ilicitud se centrará, por tanto, en la constatación de si
el hecho en cuestión constituye una infracción a una norma
positiva o va en contra del principio general de que nadie
puede dañar injustamente a otro (alterum non laedere).”
Continúa su análisis citando a Diez-Picazo y Gallón, quien
refuerza esta idea de generalidad de la responsabilidad

45
extracontractual civil señalando cómo “la doctrina y
jurisprudencia destacan el carácter antijurídico que
siempre debe tener el acto, aunque en la órbita no penal
su concepto es necesariamente más genérico, menos
perfilado y concreto(…) Así, pues, lo antijurídico no
penal no consiste solamente en la violación de normas que
impongan una conducta, sino también en la contravención
del principio alterum non laedere, que es un principio
general del derecho que informa todo el ordenamiento
jurídico y que está integrado en él, fuente de una serie
de deberes que nos obligan a comportarnos respecto de
terceros con la corrección y prudencia necesarias para que
la convivencia sea posible”. Termina este análisis
señalando que “un daño será injusto (antijurídico) si se
da alguna de las siguientes situaciones: 1º) Lesiona un
derecho subjetivo de la víctima; 2º) Viola una norma
dirigida a proteger a la víctima; 3º) Existe una
determinada combinación entre elemento subjetivo y daño
causado (por ejemplo, en los supuestos de competencia
desleal) y; 4º) Ha mediado una promesa ineficaz o una
declaración no negocial que es capaz de suscitar una
legítima confianza sobre una apariencia diversa de la
realidad.”20
Como vemos, el actuar de las demandadas cumple con
todos los requisitos establecidos para considerarse
antijurídico. Considero que se han violado varios de mis
derechos subjetivos –en particular, mi derecho a la vida e
integridad física y psíquica, mi derecho a confiar en que
los productos que se comercializan como aptos para el
consumo humano son efectivamente, aptos para dicho consumo,
mi derecho a ser informado verazmente de las consecuencias
que el consumo de algún producto pueda causarme, y mi
derecho a ser indemnizado de los perjuicios que por esa
causa se originen, toda vez que sufro y padezco de EPOC,
20
Ambas citas en CORRAL TALCIANI, HERNÁN, “Lecciones de
Responsabilidad Extracontractual”, 2004, Ed. Jurídica de Chile, pp.119
y 120. Los destacados en negrita son nuestros.

46
adicción y cáncer pulmonar que me tienen en la invalidez
total.
Como segunda cuestión, se ha contravenido varias
normas destinadas a protegerme en cuanto víctima (en
particular la ley Nº 19.496 (por ejemplo, el artículo 45),
artículo 2.314 del Código Civil, artículo 19, Nº 1 de la
Constitución Política de la República etc.). Finalmente, ha
mediado una promesa ineficaz, materializada por la
inadecuada manera en que se ha comercializado los
cigarrillos, que fue capaz de generar unas ciertas
expectativas falsas respecto a la realidad, que me llevaron
a iniciar un consumo de cigarrillos, que me causó adicción,
y consecuencialmente, EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva
Crónica) y cáncer pulmonar, que actualmente se encuentran
en estado muy avanzado. Esta promesa ineficaz se evidencia
con especial énfasis en los cigarrillos rotulados como
“lights”, suaves o similares. Esos cigarrillos, por su sola
rotulación e indicación de unos supuestamente menores
índices de alquitrán, nicotina y monóxido de carbono, me
hicieron creer falsamente, que se trataba de cigarrillos
cuya toxicidad era menor, e intenté paliar los daños a mi
organismo, e intenté dejar de fumar consumiendo esos en
reemplazo de los regulares. Sin embargo, esos cigarrillos
no son menos dañosos que los regulares. En otras palabras,
no tienen nada de “Light” en ellos.
Ahora, para que un hecho como los imputados a las
demandadas cumpla con el tipo descrito, o violente el
principio alterum non laedere, debe ser ejecutado al menos,
negligentemente. Y este es, sin dudas, el caso de las
demandadas. Las compañías productoras y comercializadoras
de cigarrillos, han tenido la información que da cuenta de
los daños que produce el consumo y la exposición a los
cigarrillos, así como los medios para entregarla a los
sujetos, desde antes que yo comenzara siquiera mi consumo,
entre los que se cuenta, al menos, la EPOC (Enfermedad
Pulmonar Obstructiva Crónica), el cáncer pulmonar, y la

47
adicción. Las demandadas, en forma completamente
negligente, incluso de mala fe, y en violación a normas
jurídicas plenamente aplicables (en especial la ley
19.496), omitieron la entrega de esa información,
permitieron y lucraron de una comercialización de
cigarrillos completamente inadecuada (alentando incluso su
consumo mediante una publicidad igualmente inadecuada), y
propiciaron con ello, unas decisiones de consumo
desinformadas y capaces de generar perjuicios no previstos
ni deseados por la víctima, ni menos, aceptados por ella.
De esta forma, el actuar de las demandadas deviene en uno
antijurídico, contrario a derecho, y que cumple claramente
con el segundo presupuesto de la responsabilidad
extracontractual en materia civil, dándose todos los
requisitos establecidos para ello.
Pues bien, así las cosas, resulta evidente que la
conducta de las demandadas incluye contravenciones serias y
manifiestas a diversas normas del ordenamiento jurídico,
aplicables a su actividad, así como al principio general
del derecho de que nadie puede dañar a otro injustamente
(alterum non laedere), circunstancias que proveen a su
actuar del carácter de antijuridicidad necesario para que
exista una responsabilidad civil capaz de generar una
obligación de generar los perjuicios que se me han causado.
Incluso puede decirse que han realizado su actividad
en una forma abiertamente atentatoria en contra de varias
normas constitucionales, ya sea contrariándola
directamente, ya sea abusando de los derechos que mediante
ellas se han consagrado. Cuando menos, el derecho a la
integridad física y psíquica de los individuos (artículo 19
Nº 1 de la Constitución Política de la República, y el
derecho a desarrollar cualquier actividad económica lícita,
siempre que no sea contraria a la moral (Nº 21 del artículo
19 del mismo cuerpo normativo), pues es evidente que una
actividad económica que causa daños a la población es

48
contraria a todo análisis moral, por lo que se configura,
cuando menos, un abuso de derecho.
Así, comencé consumo de cigarrillos en ignorancia de
los riesgos que implicaba la realización de ese acto. Me
hice dependiente del cigarrillo, y con eso, perpetué un
consumo dañoso por décadas, consumo que no fui capaz de
terminar sino hasta que mis pulmones no resistieron otro
cigarrillo, cuando el estado de avance de las enfermedades
lo impidió. Con ello, renové y reiteré los daños día a día,
presa de una voluntad viciada y secuestrada ante una
patología que produjo incluso, alteraciones neuroquímicas
en el funcionamiento de mi cerebro. En ese trance, he
sufrido el más completo deterioro en mi salud, mermando
tanto expectativas, como calidad de vida a niveles
intolerables y que me tienen hoy en día, en la invalidez
casi total, y en un sufrimiento imposible de describir.
Todo ello configura cuasidelitos civiles, que generan
la obligación de las demandadas de indemnizar los
perjuicios causados, y que en la especie, se resumen en el
daño físico y moral que sufro actualmente, todo ello sobre
la base de lo establecido en los artículos Nº 1.43721,

21
Art. 1.437.- Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las
voluntades de dos o más personas, como los contratos o convenciones; ya de un
hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una
herencia o legado y en todos los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho
que ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y
cuasidelitos; ya por disposición de la ley, como entre los padres y los hijos
sujetos a patria potestad.

49
2.28422, 2.31423, 2.32924, y demás normas legales
pertinentes.
De modo que, zanjada la pregunta acerca de la
antijuricidad, analicemos ahora si es que esa conducta es
productora de daños indemnizables.
6.3.- Daños.-
Como tercera cuestión, los hechos relatados y
calificados como antijurídicos han producido daños en mi
persona, perjuicios plenamente identificables, constituidos
por el manifiesto menoscabo en mi salud física y psíquica,
causado directamente por la comercialización de cigarrillos
en la forma descrita.
Según se señalará en su oportunidad, mi diagnóstico
señala claramente como causa basal, tanto de la EPOC que
padezco, como del cáncer que me aqueja, y de la adicción
que me acompaña, al consumo de cigarrillos.
Podría argumentarse, desde luego, que en mi caso, ha
operado la aceptación calificada del riesgo. Pero esa
argumentación sería errónea. Primero, porque no poseía los
conocimientos necesarios para ello, ni al momento de
iniciar el consumo, ni durante el mismo. Especialmente, no
debemos olvidar que para que la aceptación calificada del
riesgo opere como causal de eximente de responsabilidad
civil, el conocimiento debe ser acabado y preciso,
conocimiento que sólo en la actualidad he llegado a poseer.
22
Artículo 2.284.- Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o
de la ley, o del hecho voluntario de una de las partes. Las que nacen de la
ley se expresan en ella. Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un
cuasicontrato. Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar,
constituye un delito. Si el hecho es culpable, pero cometido sin intención de
dañar, constituye un cuasidelito. En este título se trata solamente de los
cuasicontratos.
23
Artículo 2.314.- El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido
daño a otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le
impongan las leyes por el delito o cuasidelito.
24
Artículo 2.329.- Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia
o negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta. Son especialmente
obligados a esta reparación:
1.º El que dispara imprudentemente un arma de fuego;
2.º El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino,
sin las precauciones necesarias para que no caigan los que por allí transitan
de día o de noche;
3.º El que, obligado a la construcción o reparación de un acueducto o
puente que atraviesa un camino lo tiene en estado de causar daño a los que
transitan por él.

50
Con todo, y ante las decidoras declaraciones de las
demandadas, ya citadas, queda de manifiesto como es
imposible fundar una tesis de aceptación del riesgo basada
en un público conocimiento de estas cuestiones.
Como segundo argumento, cabe señalar que, debido a que
el consumo de tabaco me causó adicción (o dependencia –
patología sin duda dañosa por definición-), no puede
entenderse que haya aceptado el daño que el consumo de
cigarrillos podía acarrearme y que causó efectivamente.
Como se señala claramente en los informes de la OMS y OPS,
según consta de la declaración del Dr. Sergio Bello, ya
citada, adjuntos a esta presentación, y según se reiterará
en la oportunidad procesal pertinente, el adicto está
privado de una voluntad libre y sana: su cerebro funciona
de manera modificada para perpetuar la dependencia. Ello
lleva a la inevitable conclusión que su consentimiento no
es válido ante el derecho en este ámbito, y que además, la
voluntad se encuentra atrapada permanentemente en el
tiempo, renovando por esa causa, los plazos de
prescripción, pues cada día, con cada consumo, el adicto
refuerza su dependencia, y sufre nuevos daños en su
organismo.
Con ello se satisface el tercer requisito necesario
para establecer la responsabilidad civil de las demandadas:
la existencia de un daño.
6.4.- Nexo Causal.-
Finalmente, puede decirse que existe un nexo causal
entre el acto imputado, y los cuantiosos daños sufridos,
que permita solicitar a la justicia una reparación de estos
últimos por parte de las demandadas. Tan simple es este
nexo, que no ha sido sino el consumo de cigarrillos lo que
ha generado, tanto la EPOC, como el cáncer y la adicción
que padezco. Dado que ese consumo se ha realizado en
presencia de las circunstancias descritas, cabe señalar a
las demandadas como responsables de los daños ocasionados.

51
Y así se hace evidente la existencia de un nexo causal
capaz de otorgar legitimación pasiva a las demandadas,
haciéndolas responsables de todos los perjuicios
injustamente causados. Cuando adquirí los cigarrillos que
me enfermaron en el contexto descrito, las demandadas se
hicieron responsables de los perjuicios producidos por los
actos engendrados desde su falta de debido cuidado. Así, mi
consentimiento no fue válidamente manifestado, y los costes
de mi decisión inválida de fumar se hicieron atribuibles a
quienes eran responsables ese vicio de la voluntad, en
virtud de lo establecido en los artículos Nº 1.437, 2.284,
2.314, y 2.329 del Código Civil, en este caso, las
demandadas.
Y así, todo lo descrito en esta demanda configura un
cuasidelito civil, que a su vez genera la obligación de
reparar los daños causados. Considerando las normas
contenidas en los artículos Nº 1.437, 2.284, 2.314 y
siguientes del Código Civil (en especial el artículo Nº
2.329); considerando las violaciones a la ley Nº 19.496;
considerando lo señalado por el Convenio Marco para la
regulación del Tabaco de la OMS, y en general, el espíritu
de nuestro ordenamiento jurídico, que impone como principio
la indemnización de todo perjuicio causado injustamente,
corresponde a las demandadas hacerse cargo de las
indemnizaciones por perjuicios patrimoniales y
extrapatrimoniales que se me han causado, toda vez que por
su actuar negligente me he visto he sufrido los más graves
perjuicios que un individuo puede soportar.
7.- Prescripción:
A este respecto, y a pesar de lo que ya se ha dicho
sobre el efecto de la adicción en los sujetos, y la forma
en que ésta ha viciado mi voluntad en cuanto al consumo de
cigarrillos, podría alegarse por las demandadas (como ya lo
han hecho en oportunidades anteriores), que habría operado
prescripción en las acciones y omisiones ejercidas en esta
demanda, fundada en que su proceder antijurídico sería muy

52
antiguo, y que atendido el lapso de tiempo que habría
transcurrido desde el primer consumo de cigarrillos, o
incluso desde que tomé conocimiento de los daños que ese
consumo me estaba causando. Esa argumentación es errónea.
Y ello se debe, desde la óptica de los actos de las
demandadas, a que no se trata de hechos que hayan acaecido
en tiempos remotos, sino a hechos cuyo principio de
ejecución se dio en tiempos lejanos, pero que se han
mantenido constantes en el tiempo, desvirtuando así la
prescripción. Desde esta óptica, el análisis es muy similar
al caso de delitos como el secuestro. Sería claramente
improcedente alegar que un secuestro al que se dio comienzo
hace 20 años estará prescrito hoy, a pesar de no haberse
liberado a la víctima. Las demandadas dieron comienzo a un
actuar contrario a derecho hace muchos años, cuando
engañando a la población, pusieron a su alcance unos
productos que presentaron como inocuos, y que sólo en
contra de su voluntad, han quitado esa etiqueta en alguna
medida. No volveré a describir las causas por las cuales
estimo que el actuar de las demandadas no se ajusta a
derecho. Pero siendo evidente que las razones y
circunstancias esgrimidas por esta parte como constitutivas
de delito (o cuasidelito, al menos) civil se han mantenido
constantes hasta hace menos de 4 años sin dudas, no puede
sino considerarse que una excepción de prescripción no
puede ser aplicada a la especie. Tanto comercialización
inadecuada, como inexistencia de entrega fidedigna de
información (menos aún de pública notoriedad), y publicidad
engañosa son verificables en la actualidad, o cuando menos,
dentro de los últimos 4 años (considerando que el
descriptor Light fue derogado hace algunos meses).
Asimismo, lo reprochable del proceder de las
demandadas no comienza y termina con el primer cigarrillo
que un sujeto adquiere. Por el contrario, se perpetúa y
renueva con cada nuevo consumo, con cada nueva publicidad
engañosa, con cada día que los cigarrillos se venden en

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establecimientos inadecuados al efecto, en presentaciones
inadecuadas, y en ausencia de los cuidados necesarios
exigidos por la ley. Siendo evidente que estos ilícitos son
de constante ejecución, por lo que la cuenta de la
prescripción debe comenzar al momento de verificarse el
cese de dichos actos, y no su inicio, debe entenderse que
las acciones que esta parte ha ejercido se encuentran
plenamente vigentes.
Y el mismo argumento vale para una posible
argumentación de PMC, consistente en que, debido a su
ausencia a intervalos del mercado chileno, no le cabría
responsabilidad alguna en los perjuicios que se me ha
causado. En la misma lógica del secuestro, un individuo que
llega durante los últimos 4 años de un secuestro, pero que
se hace parte del mismo, participando activamente en la
detención y privación de libertad de la víctima, ¿es por
ello menos autor del delito? Puede PMC decir que no se ha
sumado alegremente a la actuación fuera de la ley que ambas
demandadas han mantenido? ¿No pasa a ser responsable
también cuando el adicto decide fumar también de su marca?
¿Puede decirse que ella no tiene responsabilidad alguna en
unos perjuicios que se causan diariamente?
De esta forma, habiendo iniciado mi consumo de
cigarrillos ignorante de las implicancias de dicho consumo,
y habiéndome vuelto adicto o dependiente de los
cigarrillos, también en forma inadvertida (y habiendo ya
revisado las implicancias de esa patología), el único
momento que es capaz de determinar el inicio de la cuenta
de un plazo de prescripción que las demandadas pudiesen
hacer valer, es el momento en que se verificó el cese en el
acto de fumar, y no otro. Y ello ocurrió hace menos de 4
años.
Todo lo expuesto, lleva a una única e inevitable
conclusión: las demandadas son solidaria (o cuando menos,
conjuntamente) responsables de todos y cada uno de los
perjuicios que sufro, correspondiendo que U. S. las condene

54
a las sumas que válidamente se solicitan en esta demanda, o
aquella que U. S. estime conforme a derecho, a más de las
multas que establezca la ley, todo ello con reajustes,
intereses y costas, según se señalará en el petitorio.-
8.- Pretensiones indemnizatorias:
En virtud de los hechos descritos precedentemente y
los fundamentos de derechos expresados, solicito que se
condene solidariamente a la a las demandadas, al pago de
las siguientes indemnizaciones:
a).- Por concepto de daño emergente, gastos médicos,
cuidado, lucro cesante que implica la invalidez que
padezco, y demás que acreditaremos en su oportunidad, la
suma de UF 5.710 (mil unidades de fomento). Suma que
corresponde al siguiente desglose:
-Segunda Operación –sin seguro catastrófico: $29.000.000.-
-Costos de Hospitalización Hospital Militar: $6.000.000.-
-Copago Primera Intervención: $3.000.000
-Clinica Dávila gastos de Hospitalización: $600.000
-Diferencia castigada por la venta de mi Local, tasado en
UF10.300 de 2004 ($17.100) y vendido finalmente en UF6.700:
$60.000.000.-
-Medicamentos: $200.000 Mensuales por 5 años: $12.000.000
-Medicamentos Auge durante los últimos dos años:
$2.200.000.-
b).- Por daño moral, esto es, el dolor, molestia,
sufrimiento que padece un individuo en su honor, dignidad,
creencias, bienes, menoscabo o destrucción de beneficios
patrimoniales o extrapatrimoniales, solicito ser
indemnizado en la suma de UF 17.000 (diecisiete mil
unidades de fomento).
Por Tanto, en mérito de lo expuesto y lo establecido
artículos 2.314 y siguientes del Código Civil, y demás
normas legales citadas y pertinentes,
Ruego a U. S. tener por deducida demanda de
indemnización de perjuicios, en juicio ordinario,
sometiéndola a trámite y en definitiva, acogerla en todas

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sus partes, ordenando a las demandadas al pago solidario,
de las sumas indicadas, o la que U. S. estime conforme a
derecho, a Compañía Chilena de Tabacos S. A. y a Philip
Morris Chile Comercializadora Limitada, todo ello más
intereses y reajustes, y con expresa condenación en costas.
En subsidio, solicito que se les condene en forma
simplemente conjunta.

PRIMER OTROSÍ: Ruego a U. S. tener por acompañados


bajo el apercibimiento legal que corresponda, los
siguientes documentos:
1. Copia simple de las absoluciones de posiciones
citadas, del juicio seguido ante el Juzgado de
Policía Local de Pucón, Rol 13.804, citado
previamente.-
2. Copia autorizada de la absolución de posiciones
de Chiletabacos en causa rol 5.732-2007, seguid
ante el 1º Juzgado de Policía Local de
Coquimbo.-
3. Copia simple de la declaración del Dr. Sergio
Bello, en juicio seguido ante el 20 Juzgado
Civil de Santiago, Rol 11.065-2006.-
4. Copia simple del informe “Neurociencia del
Consumo y Dependencia de Sustancias
Psicoactivas”.-
5. Copia simple del informe “La Epidemia de
Tabaquismo”.-
6. Copia simple del informe “La Rentabilidad a
Costa de la Gente”.-
7. Mandato judicial a favor de Nicolás Gaete
Altamirano, Oscar Bretón jara, y Daniel Foncea
Ávila.-

SEGUNDO OTROSÍ: Ruego a U. S. tener presente que me


valdré de todos los medios de prueba que la Ley nos
franquea, esto es, testimonial, pericial, documental, etc.

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TERCER OTROSÍ: Ruego a U. S. tener presente que, tal
como se acredita en el primer otrosí de esta presentación,
he designado abogado patrocinante, a don Nicolás Roberto
Gaete Altamirano, y a don Oscar Andrés Bretón Jara,
abogados habilitados para el ejercicio de la profesión,
patente Municipalidad al día, sin perjuicio del poder que
vengo en delegar en el Habilitado de Derecho don Daniel
Eduardo Foncea Avila, todos domiciliados para estos
efectos, en calle Av. Ossa 751, Dpto 21, comuna de La
Reina.-

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