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Bibliotecas Este libro reconstituye una parte de las luchas del movimiento campesino,
basándose principalmente en la historia de la Anuc, la Fedeagromisbol y el Leila Iliana Celis González, es una investigadora
Vértices colombianos CNA, con un énfasis en la realidad del Sur de Bolívar. Estas organizaciones colombiana radicada en Canadá desde el 2001.
Filosofía para profan@s constituyen solo una pequeña muestra del movimiento campesino de Politóloga, docente en la Universidad de Quebec
Una guía para profesores y estudiantes Colombia. en Montreal; doctorada en la Universidad de
Damián Pachón Soto Ottawa con la tesis: "Mouvements sociaux en situa-
Otro posible es posible: La pregunta que guió la investigación que dio origen a este libro es, ¿por tion de conflit armé. Étude de cas à partir d’organi-
Caminando hacia las transiciones qué y cómo lucha el campesinado en este país? sations paysannes colombiennes (1980-2012)",
desde Abya Yala/Afro/Latino-América información actualizada y ampliada para la realiza-
Arturo Escobar
La respuesta: La constancia y la perseverancia de su lucha gravitan alrede- ción del presente libro. Entre 1987 y 1989 hizo parte
Caminando la palabra de la Anuc–Barrancabermeja en el equipo de dere-
Movilizaciones sociales en Colombia (2010-2016)
Edwin Cruz Rodríguez
dor de la firme determinación de construir una economía campesina, lo
que consiste en reproducir, a partir de la fuerza de trabajo familiar sobre Luchas campesinas en Colombia chos humanos.
Ediciones
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Luchas campesinas en Colombia
(1970-2016)
Resistencias y sueños
Resistencias y sueños
Ediciones
Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
Resistencias y sueños
Leila Iliana Celis González
Noviembre de 2018
ISBN 978-958-8926-90-2
Se permite la copia, de uno o más artículos completos de esta obra o del conjunto de la edición,
en cualquier formato, mecánico o digital, siempre y cuando no se modifique el contenido de los textos,
se respete su autoría y esta nota se mantenga.
Índice
Agradecimientos..................................................................................... 7
Introducción............................................................................................9
Análisis de la lucha campesina por sus dinámicas:
Agradecimientos
justificación y tensiones.............................................................................11
Las organizaciones analizadas… y sus ramificaciones ............................. 13
Los términos de referencia .......................................................................20
Argumentos y estructura del libro............................................................23
Capítulo 1
Orígen y contexto del conflicto agrario:
Relaciones de dominación................................................................. 27
1.1. Poder político y relaciones sociales: puntos de referencia teóricos...28
1.2. Tierra y violencia: de la herencia colonial
a la Guerra Fría. Los antecedentes del paramilitarismo..........................32
1.3. El paramilitarismo en el periodo contemporáneo.............................39
1.4. La extracción de recursos naturales como modelo económico.......... 47
1.5. Análisis de la descentralización del monopolio
de la violencia y del poder jurídico............................................................49
Capítulo 2
Las luchas campesinas 1940–1980:
De la autogestión a la exigibilidad ante el Estado
Capítulo 4
La construcción de la autonomía
y la lucha por el reconocimiento del campesinado
4.1. Las influencias en las transformaciones
del movimiento agrario del nuevo milenio..............................................113
4.2. Las organizaciones campesinas en el nuevo milenio....................... 120
4.3. La emergencia de un nuevo movimiento agrario............................ 127
Capítulo 5
Conflicto agrario y perspectivas de paz
5.1. Conflicto agrario y armado............................................................... 139
5.2. Revisión histórica de las lógicas
que han guiado las negociaciones de paz.................................................141
5.3. Las negociaciones del nuevo milenio............................................... 143
5.4. Posicionamiento de los movimientos sociales frente
a las negociaciones de paz....................................................................... 149
Conclusión
1. Al origen del problema agrario: la acción del Estado......................... 153
2. Reivindicaciones y dinámicas de la lucha campesina......................... 158
3. La lucha por la territorialidad en Colombia y en América latina....... 162
Una investigación académica, subjetiva y parcial.................................. 165
Bibliografía........................................................................................... 167
Agradecimientos
Este libro no hubiera sido posible sin la colaboración, primero que todo, de
las mujeres y los hombres colombianos que militan en las luchas campesinas.
7
Introducción
La primera, está representada por los desafíos que los grupos dominantes
le han impuesto al campesinado. Cabe señalar que la referencia a los grupos
dominantes no significa de ninguna manera que éstos sean homogéneos. Por
ejemplo, las rivalidades entre las élites de los partidos liberal y conservador
serán retomadas para comprender la aparición de las políticas de la reforma
agraria y sus fracasos. De la misma manera, las diferencias económicas e
ideológicas entre dos grupos, el de los transnacionalizados (encabezados
públicamente hasta agosto de 2018 por el hoy expresidente J.M. Santos) y
el de los sectores rentistas más conservadores (liderados por el expresidente
Álvaro Uribe), permiten comprender mejor la oposición vigente en torno a la
resolución del conflicto agrario. En resumen, la transición de una dinámica
a otra en el movimiento agrario responde, en parte, a las problemáticas
1 Entendemos el campesinado como un actor social. Ver también, más adelante, las secciones
términos de referencia y las influencias en las transformaciones del movimiento agrario en
el nuevo milenio.
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• Asumen una postura de autogestión ante la apatía del Estado con res-
pecto a la necesidad que tienen de tierra.
• Adoptan una posición de exigibilidad frente a la ausencia de voluntad
por parte del Estado para cumplir con su responsabilidad social.
• Asumen una dinámica de resistencia ante la escalada paramilitar y,
• Incorporan un enfoque de autodeterminación territorial ante la ofensiva
extractivista.
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alcance de las conclusiones. A ese respecto, hay que precisar que los cam-
bios de dinámica observados no se efectúan de forma homogénea para el
conjunto del movimiento agrario. Más bien observamos procesos y cambios
sociales complejos que se implementan de manera progresiva, aunque no
linealmente. Estos cambios se efectúan bajo la forma de tendencias, se ins-
talan gradualmente y son reapropiados por la mayoría de las organizaciones
sociales agrarias. Estas tendencias son claramente observables a través de
las organizaciones que estudiamos.
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quienes la integran es, grosso modo, similar. Durante sus primeros años de
existencia, la Anuc agrupó una importante diversidad de sectores: campe-
sinos sin tierra, pequeños y medianos propietarios, trabajadores agrícolas,
indígenas. Con el tiempo, sus afiliados se consolidan entre los pequeños y
medianos propietarios, entre los cuales la propiedad no está completamente
legalizada y que afrontan condiciones de producción precarias. Tales son
las características socio-económicas de los miembros de la Fedeagromisbol
y del CNA (Salcedo, Pinzón y Duarte, 2013).
14
Figura 1. Genealogía de las organizaciones estudiadas
Asociación Nacional
de Usuarios Campesinos
de campesinos convergen la Regionales se crea la de Bolívar se crea la Sur de Bolívar nombre de del Sur de Bolívar participa ....
a la creación del
Comités de formada por
padres de familia
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El espectro político-ideológico
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Los pobladores del campo que atañen a este estudio son campesinos sin
tierra y medianos propietarios que comercializan los excedentes de su
producción en el mercado local y regional. Su nivel de vida está marcado
por ingresos muy modestos o por la pobreza, realizan cotidianamente lar-
gas jornadas de trabajo, no cuentan con los servicios de protección social,
difícilmente acceden a los servicios de salud, agua potable, electricidad
y no cuentan con el acceso a un fondo de ahorro para la jubilación. Su
producción es poco mecanizada, para llevarla a los lugares de comerciali-
zación deben recorrer largas distancias, por caminos y carreteras en muy
malas condiciones y, generalmente, sin acceso a vehículos propios para
transportar su producción. En 2014, de la población rural 44.1% vivía en
condiciones de pobreza, 18% en condiciones de extrema pobreza; 41.8%
no tenían acceso a agua potable, 24% no tenían drenaje y 20% de sus
viviendas estaban construidas con barro (Dane, 2015).
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Cualquier persona que se interese por las luchas agrarias comprueba rá-
pidamente que los campesinos conciben la economía de su sector social
como la condición sine quo non de su emancipación, de su inclusión social
y política, y de la mejora de sus condiciones de vida. En pocas palabras,
más allá de las relaciones de producción, los campesinos confieren a la
economía campesina un sentido de justicia, ven en ella la manera de poner
fin a su explotación y a su marginación. En ese sentido, la tesis defendida
en este libro es que, en un primer momento el campesinado buscó acce-
so a la tierra y participó en la construcción social del territorio teniendo
como objetivo la construcción de la economía campesina. Actualmente, el
movimiento social agrario percibe la autonomía territorial como su prin-
cipal desafío. El argumento se despliega así en cinco capítulos. El primero
analiza las grandes líneas del proceso de acaparamiento de las tierras por
los grupos dominantes y, los tres restantes, presentan las dinámicas de
las luchas campesinas y el quinto analiza el movimiento social agrario en
el contexto de las negociaciones de paz entre el gobierno y las guerrillas
(2010 al 2016).
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mismas, para hacer valer sus intereses particulares y sus perspectivas sobre
la cuestión agraria. Las confrontaciones al interior de la clase dominante
demuestran que no hay homogeneidad, es decir, que los grupos cercanos
al poder defienden diferentes visiones e intereses que no siempre son con-
vergentes. De igual manera, se identifica la utilización de dos mecanismos
de despojo en diferentes momentos del proceso de acaparamiento de las
tierras: la violencia política institucional y el poder jurídico.
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El conflicto agrario fue una de las principales causas del conflicto armado y
social, el vínculo entre esos dos fenómenos no es solamente cosa del pasado.
La actualidad de la cuestión agraria en el conflicto armado se demuestra por
el hecho de que fue el primer punto en ser abordado durante la negociación
entre el Gobierno y las Farc, y además, por el hecho de que las organizaciones
sociales agrarias quieren formar parte de la mesa de negociaciones entre
el Gobierno y el Eln. Estas organizaciones reclaman que su punto de vista
sobre las causas estructurales del conflicto sea tomado en cuenta.
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Capítulo 1
Orígen y contexto del conflicto agrario:
Relaciones de dominación
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3 Para una revisión de las tres comisiones oficiales de búsqueda sobre el fenómeno de violencia ver
el libro Pasados y presentes de la violencia en Colombia de Jefferson Jaramillo Marín (2014).
4 Para una lectura crítica de estas tesis ver Celis, 2012a.
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Hay que anotar, por otro lado, que el recurso a mecanismos económicos
o políticos de reproducción de la clase dominante está circunscrito histó-
ricamente. Por ejemplo, la elección entre erigir feudos o instalar fábricas
para reproducirse no es una decisión que concierne individualmente a los
miembros de la clase dominante. La prevalencia de uno u otro de estos
espacios de reproducción está enmarcada por las relaciones sociales, las
cuales son construidas históricamente. De la misma manera, el productor
directo no puede decidir por sí solo sobre su grado de autonomía. El hecho
de que asegure su subsistencia trabajando por su cuenta o que sea obligado
a volverse asalariado son hechos ampliamente enmarcados por la historia
concreta de una sociedad. Una historia social en la cual, por otra parte,
intervienen diferentes factores6. La anécdota referida por Karl Marx en
el fragmento siguiente, sobre un industrial inglés que sale a instalarse en
Australia, ilustra claramente esta idea (1969, 774):
6 Las luchas de clases reflejan diferentes dinámicas nacionales e internacionales como son
los cambios en los modelos económicos o las crisis económicas, pero las luchas de clase se
ven influenciadas también por factores naturales como son los cambios demográficos, los
progresos y los cambios tecnológicos, etc.
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No hay que olvidar que la tierra es, sin duda, el recurso más abundante del
que es dotada la nueva república. Para disponer de ella el gobierno es guiado
por el doble objetivo de conseguir ingresos para el Estado y de promover el
desarrollo rural. Así, los baldíos son vendidos a los particulares, se consagran
en concesión a empresas o son dados en propiedad a colonos8. Durante los
primeros años después de la independencia, el Estado colombiano vende
las tierras baldías con fines fiscales (Ley 11 de 1821) y las utiliza para pagar
en especie a los servidores de la república, como por ejemplo a los militares
y los empleados de las vías. Pero lo que va a dar forma a la cuestión agraria
es la política de titulación de baldíos que el Estado establece a partir de
1874 (Ley 61 de 1874 y Ley 48 de 1882). A través de esta política el Estado
reconoce la colonización de baldíos como un mecanismo válido para adquirir
derechos de propiedad.
8 Para un análisis muy sucinto de la política de baldíos ver El problema de los baldíos en
Colombia, un asunto sin resolver (Salgado, 2014) y Tendencias históricas y regionales de
la adjudicación de baldíos en Colombia (Villaveces Niño y Sánchez, 2015) .
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10 Philippe Dufort afirma que en los años posteriores, la línea dura de la Armada logra
consolidar una alianza con los grandes propietarios y transformar la relación entre las
Fuerzas Armadas, el Estado y el resto de la sociedad. Este proceso acabó por “marginalizar
las instituciones del Estado en la guerra, al mismo tiempo que moviliza y militariza las élites
regionales de una manera que recuerda las milicias privadas del siglo XIX” (en publicación
2017, 22/33).
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11 Hasta principios de los años 2000 los crímenes del paramilitarismo y sus vínculos con
las instituciones del Estado (Fuerzas Armadas, Policía, agencias de información) fueron
documentados por organizaciones sociales y de derechos humanos. Sistemáticamente, a
estos defensores de los derechos humanos se les acusaba de trabajar para la guerrilla con la
finalidad de manchar la imagen de las instituciones del Estado. A partir de 2002, en el marco
de las leyes de amnistía para los paramilitares, las cuales instauran las declaraciones libres,
los paramilitares mismos dieron su versión de los hechos, que muchas de las veces rebasan
por mucho lo que había sido documentado por las organizaciones sociales. Ver los informes
del Centro Nacional de Memoria Histórica.
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12 Hay que precisar, sin embargo, que ciertos grupos paramilitares se negaron a aliarse con el
narcotráfico. Para un análisis de las dinámicas y los tipos de relaciones entre el narcotráfico
y los grupos paramilitares ver el libro de Ricardo Vargas, Narcotráfico, guerra y política
antidrogas: una perspectiva sobre las drogas en el conflicto armado colombiano (2005).
13 Para un análisis de la evolución de las alianzas y tensiones entre los grupos paramilitares,
narcotraficantes y las Fuerzas Armadas en la región de Magdalena Medio, ver: Estado.
Control territorial paramilitar y orden político en Colombia (Gutiérrez y Barón, 2006).
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14 Al igual que Pablo Escobar, otros personajes de estrato social muy pobre acumularon
riqueza y poder a través de la economía criminal y la violencia. Por ejemplo, Víctor
Carranza conocido como el zar de las esmeraldas.
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En los meses siguientes, más de cien miembros y allegados del M-19 son
secuestrados, torturados y asesinados. Estos crímenes son cometidos con
la participación de miembros de las Fuerzas Armadas Colombianas (Pro-
curaduría General de Nación, 1983). Martha Nieves Ochoa es liberada sin
que su familia pague por su liberación, sin embargo el MAS se mantiene.
Otro episodio que también tuvo un rol clave en la consolidación del narco-
paramilitarismo es la creación de las Cooperativas Comunitarias de Vigilan-
cia Rural (Convivir). Constituidas por el decreto 3567 de 1994, las Convivir se
presentan como empresas de seguridad privada. En realidad, son empresas
de fachada de los grupos paramilitares (Verdad abierta 2012a). Tal como
fueron concebidas por los jefes narco-paramilitares Salvatore Mancuso y
Carlos Castaño15, éstas facilitan la organización logística de los paramilitares
y sirven de vitrina política para “legitimarlos”. Gracias a la flexibilidad que
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La diferencia entre los dos modelos reside en sus objetivos a largo plazo.
Mientras que el extractivismo desarrollista busca financiar la industrializa-
ción con los ingresos de la extracción de recursos naturales, el objetivo del
extractivismo neoliberal es el crecimiento económico. Es decir, el extracti-
vismo no es visto como un modelo temporal que debería permitir el paso a
otro modelo más estable, sino que se transforma en un objetivo en sí mismo.
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explotación minera pasa de 1.13 millones a 8.53 (La Silla Vacía, 2010). Tal
como lo señala “la Contraloría General de la República (2012) 67’482,895
hectáreas, es decir, el 59% del territorio nacional […] está demandado en
concesión minera” (Cardona Arango, 2012, 21). Precisamente, una de las
“locomotoras” de la administración de Juan Manuel Santos reposaba en el
sector minero y energético (J. M. Santos, 2010).
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16 Para el Centro de Memoria Histórica, la desposesión es el proceso por el cual […] un grupo
o un individuo es privado material y simbólicamente, por la fuerza o la coerción, de bienes
muebles e inmuebles, lugares o territorios sobre los cuales tenía un derecho de uso, de goce,
de propiedad, de posesión, de detención o de ocupación para satisfacer sus necesidades…
(Grupo de Memoria Histórica, 2009, 30).
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del gran capital en detrimento de los campesinos pobres. La ley fue impug-
nada pero la Corte Constitucional juzgó que estaba en conformidad con los
principios constitucionales (Corte Constitucional, 2017).
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Capítulo 2
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De la autogestión a la exigibilidad
ante el Estado
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las demandas de los campesinos pobres y sin tierra, sin costo alguno para
las clases dominantes: la gran propiedad queda intacta y se alimenta la
esperanza en los campesinos pobres de democratización de la propiedad.
El análisis del período de finales del siglo XIX es fundamental para compren-
der las luchas campesinas por el acceso a la tierra. A partir de esta época,
la dinámica de colonización es auspiciada por la legislación, que estipula
que el trabajo realizado por los colonos en los baldíos les da legalmente el
derecho de posesión, y la posibilidad de pedir la propiedad, a condición de
realizar las gestiones administrativas necesarias.
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23 Los indígenas que habitaban la región fueron aniquilados por causa de la explotación minera
en el momento de la colonización española. Al mismo tiempo, instalándose en las cuencas
del río Magdalena Medio, los españoles comenzaron la actual organización territorial de la
región. Fundado en 1886, Morales fue uno de los primeros municipios del Sur de Bolívar
(Proyecto Nunca Más, 2007b).
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Hasta mediados del siglo XX, el Sur de Bolívar se caracteriza por una concen-
tración de la población muy baja (J. Pérez, 2005). Durante la colonización
española los indígenas que habitan la región son diezmados en el marco de
la explotación minera, y son reemplazados por afrodescendientes, quienes
son en un primer momento mano de obra esclava. Es hasta mediados del
siglo XX que hay un auge de la colonización campesina en esta parte. A
partir de 1948 los campesinos desplazados por la violencia llegan al Sur de
Bolívar provenientes del norte del mismo departamento, así como de Sucre,
Córdoba y de Cesar (Molano, 2009, 123 y ss; Acuña, 2012; Henao, 2012).
Asimismo, fenómenos climáticos, como las fuertes lluvias y las inundaciones
presentadas en 1951 al norte de los departamentos de Cesar y Bolívar, con
afectaciones de localidades como Mompox y sus alrededores, motivan la
salida de gran cantidad de familias campesinas, que van a parar a esta parte
del departamento de Bolivar (Acuña, 2012; Carvajal Díaz, 2012).
A pesar de esta riqueza natural, los campesinos son muy pobres y, además,
a principios de la colonización, en el Sur de Bolívar se carece de servicios
públicos y de vías de acceso, como en todas las zonas de colonización. Los
campesinos instalan ellos mismos estos servicios y construyen estas infraes-
tructuras al mismo tiempo que transforman la tierra para la agricultura.
Para estos campesinos que solo habían llevado con ellos a sus hijos y la
esperanza de un futuro mejor, la educación de las generaciones futuras
es parte activa del mejoramiento de las condiciones de vida. Asegurar la
educación de los niños es entonces una prioridad. Sabiendo que no pueden
contar con el Estado, recurren a la autogestión. Esto implica encontrar un
lote de tierra para construir una escuela, ir a la ciudad para encontrar a un
profesor, y remunerarlo (Henao, 2012; María Flórez, 2012). Jorge Tafur,
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Elías Paredes había llegado a la zona más o menos dos años antes
(1965) [...] y él tiene un hijo, el primer hijo había nacido en la región de
la Mojana, en Sucre, y Elías comenzó a preocuparse y hablaba mucho
con el señor Félix Castro, que también es mi tío, y le decía “compadre,
me está preocupando una cosa, que aquí la gente está creciendo como
crecimos nosotros, sin maestros, y no podemos permitir que los hijos
nuestros crezcan también sin saber leer ni escribir. Hay necesidad de
conseguir una escuela. Y se organizó la primera junta de padres de
familia, sin ningún tipo de organización sino decir “la comunidad lo
encarga a usted de que haga esta gestión y ustedes hacen esta”. A él lo
encargaron de conseguir el maestro. Eso fue en el 70. En el 71 [...] Elías
María se fue para Sucre y conocía un profesor y se trajo al profesor
para Naranjal en octubre y abrió matriculas: 150 alumnos para un solo
profesor! Llega el profe y no tenemos escuela. Y la escuela la abrimos
en el patio de la casa del viejo Elías Paredes, bajo unos palos de Guá-
cimo que había [...] la escuela se convierte en el centro de atención de
la comunidad (Tafur, 2012).
24 Según Joaquín Viloria “la totalidad del territorio de los municipios de Montecristo y San
Pablo está en una reserva forestal. Es el mismo caso de más del 90% de las tierras que están
bajo la jurisdicción de Santa Rosa del Sur y de Tiquisio” (2009, 22).
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La Anuc fue creada a través del Decreto 755 de 1967, por iniciativa del pre-
sidente Carlos Lleras Restrepo (1966-1970). Su creación forma parte de un
conjunto de reformas con las que el gobierno pretendía modernizar el sector
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26 La idea de que los campesinos puedan sublevarse no era una preocupación exclusiva del
gobierno colombiano. En el curso de los años 1960-70, varios países de América Latina
pusieron en ejecución reformas agrarias, en el marco del programa de la Alianza para el
Progreso (Taffet, 2007).
27 Héctor Mondragón recuerda que “El campesinado tuvo su primera organización nacional
propia, la Federación Campesina e Indígena, fundada dentro de la CTC el 12 de octubre de
1942... pero la violencia se ensañó contra la Confederación… Prácticamente fue destruida
la organización campesina e indígena, con la excepción de FANAL, federación que fue
fundada en 1946 con el apoyo de la Iglesia Católica, junto con la UTC” (Héctor Mondragón,
2002, 4). Hay que recordar también que al lado de la ANUC, otras organizaciones reagrupan
y defienden los intereses del sector agrario, como es el caso de la Federación nacional
sindical agrícola (Fensa) nacida de 1976.
28 En octubre de 1971, la ANUC cuenta con 989.306 miembros inscritos, 28 asociaciones
departamentales y 634 municipales (Resumen de los trabajos efectuados en organización
campesina, Ministerio de Agricultura, 1971, citado en León Zamosc, 1987, 91).
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29 “[…] la ANUC, en el año de 1971, estaba constituida por cuarenta y uno por ciento de
aparceros o de granjeros vinculados a los latifundios ganaderos o a haciendas tradicionales;
treinta y seis por ciento de campesinos, colonos u otros, que querían ocupar tierras
públicas o inexplotadas; dieciocho por ciento de jornaleros y cinco por ciento de indígenas,
especialmente del Cauca” (Rivera, 1987, 15).
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Durante los años 70 del siglo XX la Anuc realiza la única verdadera reforma
agraria que haya conocido Colombia: una redistribución de la propiedad que
reposa fundamentalmente en tomas de tierras. En el año 1971, el campesinado
ocupa 645 grandes propiedades. Después de los años 70 la frecuencia de este
tipo de acción disminuye, pero se reanudan al principio de los años 80. En
1985, 100 tomas u ocupaciones tienen lugar (Héctor Mondragón y Alternati-
vos, 2002). En total, la Anuc lideró más de 2.000 tomas bajo la consigna “La
tierra pal que la trabaja” (Héctor Mondragón, 2001). Hay que subrayar que a
diferencia de la colonización, efectuada sobre tierras públicas, las ocupacio-
nes se llevan a cabo sobre las tierras de los terratenientes; tierras aptas para
la agricultura, pero que están baldías o que son a menudo utilizadas para la
ganadería extensiva. La mayoría de las tomas tienen lugar en la Costa Caribe,
donde el gran latifundio es predominante, y en la región del centro-sur del
país (departamentos del Cauca, Tolima, Huila), región en la cual, durante el
curso de las últimas décadas el campesinado consigue apropiarse de peque-
ñas parcelas (fundamentalmente a través de la colonización), y a erigir allí
una economía campesina estable, aunque todavía muy precaria, pero que es
rápidamente detenida por los grandes propietarios.
Los actores de estas ocupaciones son campesinos pobres y sin tierra, desen-
cantados de las promesas de redistribución de la tierra incumplidas por el
Estado30.
30 La denominación “campesinos pobres y sin tierra” reagrupa a los actores cuya supervivencia
económica surge de la producción agraria: los indígenas, los afrodescendientes, los colonos,
los arrendatarios de las tierras, los pequeños propietarios y los trabajadores agrarios.
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Las principales razones invocadas por los campesinos para justificar las
ocupaciones son la precariedad en la cual viven, y el hecho de que para ellos
esta precariedad es el resultado de injusticias sufridas por años31. Muchas
veces los relatos campesinos repiten este análisis. A título de ejemplo,
retomamos acá la respuesta dada por un campesino al propietario de las
tierras ocupadas y a los policías encargados de la operación de expulsión
en el momento de una ocupación en la costa Caribe en 1971:
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La Anuc consigue encauzar este descontento y así dirigir la lucha por una
reforma agraria distributiva. Reforma que pretende, muchas veces implí-
citamente, desarticular las relaciones de exclusión y de dependencia a las
que los pobladores del campo han estado sujetos históricamente. El eslogan
tierra pal que la trabaja, resume la aspiración de los campesinos de que hay
que liberarse de las relaciones neolatifundistas, sostenidas particularmente
a través del sistema de aparcería32. Los campesinos defienden la función
social de la tierra33 contra la función de dominación de la gran propiedad.
32 Este eslogan sucede a otro: “tierra sin patrón”. Este último es influido por las reflexiones
teóricas del marxismo que ve la lucha campesina por la tierra no como un combate para la
supervivencia, sino como una ofensiva revolucionaria.
33 La “función social de la tierra” es un principio económico favorable a la atribución de la
propiedad de la tierra a la persona que la explota directamente.
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Leila Iliana Celis González
Tres factores merecen ser mencionados por la incidencia que tienen en el debi-
litamiento progresivo de la organización. Primero, la organización campesina
comienza a desmoronarse. Mientras que las ocupaciones se multiplican y los
campesinos van ganando confianza y capacidad de coordinación, la decisión
de confrontar abiertamente al Estado y a los grandes propietarios para hacer
avanzar los intereses del campesinado no es unánime. Esta cuestión estraté-
gica provoca en 1971 su primera división34. Desde entonces y hasta hoy, dos
34 Esta escisión da origen a dos organizaciones: la Anuc línea Armenia y la Anuc línea
Sincelejo. La Anuc línea Armenia queda muy próxima al Estado y al Ministerio de la
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
Agricultura, mientras que la Anuc línea Sincelejo adopta un modo de acción muy militante.
A partir de aquí, esta investigación tocará poco la Anuc oficial y centrará más bien su
análisis sobre la Anuc línea Sincelejo, en adelante llamada Anuc-Sincelejo.
35 En 1989, la Anuc Sincelejo tomará el nombre de Anuc-Unidad y reconstrucción (Anuc-UR).
36 Para un análisis de los razonamientos económicos de los grandes terratenientes, ver León
Zamosc, 1986, capítulo 4.
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Leila Iliana Celis González
37 De afiliación liberal y funcionaria de Estado en varias ocasiones, Gloria Lara era directora
de la oficina de Acción comunal y asuntos indígenas en el momento de su secuestro. En
1985, después de que los dirigentes de la Anuc fueron hechos prisioneros, torturados y
presentados delante de los medios de comunicaciones como culpables del crimen, las
autoridades judiciales tuvieron que admitir que eran inocentes (Semana, 1985).
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
38 Que sea porque la suerte de este grupo de ciudadanos no es la mayor preocupación del
Estado, o que a causa de la postura radical de las organizaciones campesinas que defienden
la autonomía campesina.
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Leila Iliana Celis González
A finales de los años 70, el movimiento social que dirige la Anuc desaparece
casi completamente. El acceso a la tierra, necesario para la construcción de
la economía campesina y obtenido por la colonización y por las tomas, no es
una solución sostenible. A corto y medio plazo estas tierras son retomadas
por los grandes propietarios, reforzando las relaciones sociales basadas en
el poder que otorga la propiedad de grandes extensiones de tierra.
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
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Leila Iliana Celis González
41 Formada por las asociaciones municipales de la Anuc Santander, de la Anuc de Sur del
Cesar y de la Anuc del Sur Bolívar.
42 He ingresado a las filas de la Anuc Barrancabermeja, Departamento de Santander, como
miembro del equipo de alfabetización Pablo Acuña en 1987, después de haber participado
marginalmente en la organización de Manifestaciones campesinas en mayo de 1985.
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
Entre 1985 y 1988, varias manifestaciones masivas tienen lugar en las regio-
nes de la Costa Caribe, el Nordeste, el Noroeste y del Sur del país (Molano,
1987). En 1987 más de 400 marchas tienen lugar, principalmente en los
departamentos de Sucre, Córdoba, Huila y Cauca (León Zamosc, 1990, 53).
En febrero de 1985, en el municipio El Bagre, Antioquia, más de 6.000 cam-
pesinos se movilizan para pedir al Estado inversión en las infraestructuras
(caminos, construcción y dotación de centros hospitalarios y de escuelas)
y otorgar créditos para la producción agraria. Los campesinos quieren
también participar en la definición de los planes de desarrollo. Reivindi-
caciones semejantes motivan las manifestaciones de mayo de 1985 hacia
Bucaramanga, a las que asisten 7.500 campesinos de los departamentos de
Bolívar, Cesar, Norte de Santander y Santander hacia las ciudades capitales
(Barrancabermeja y San Vicente de Chucurí)43. Debido a que la región del
Magdalena Medio es una de las primeras en haber sufrido los ataques del
paramilitarismo, los campesinos de esta parte del país también le exigen al
43 Porque la región del Magdalena Medio es una de las primeras que fue atacada por el
paramilitarismo, los campesinos de esta región también exigen al Estado la desmilitarización
de la región y aseguramiento de las condiciones necesarias de seguridad para trabajar sobre
sus tierras.
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Leila Iliana Celis González
Es así que en 1985 nace la Coordinadora Campesina del Sur de Bolívar, orga-
nización que reagrupa el conjunto del movimiento campesino de la región.
Esta organización demuestra una gran capacidad de movilización. A través
de ella, las comunidades participan en las movilizaciones campesinas que
tienen lugar a nivel nacional a mediados de los años 1980 (Tafur, 2012). El
año de su creación dirige una gran marcha cuya reivindicación principal es
la inversión del Estado en la creación de infraestructuras y en la prestación
de servicios. En esta ocasión, los campesinos de los rincones más alejados
de la región marchan hasta Cartagena, la capital del departamento:
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
hay en el Sur de Bolívar fue conseguida por nosotros. Los puentes que
hay en el Sur de Bolívar fueron conseguidos por nosotros. Las ambu-
lancias, los hospitales, fueron fortalecidos por las luchas sociales. Son
conquistas de las comunidades … (Henao, 2012).
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Leila Iliana Celis González
El recorrido histórico realizado en este capítulo permite ver que la lucha por
la tierra en Colombia se caracteriza, en el plano organizativo, por una diná-
mica de autogestión, la cual no es una elección política de ruptura frente al
Estado, sino más bien la única alternativa posible debido a que los grupos en
el poder permanecen indiferentes ante las necesidades y las reivindicaciones
de los campesinos y, por lo mismo, los campesinos deben arreglárselas por
sus propios medios. Así, los campesinos buscan soluciones a la falta de tie-
rra, sobre todo a través de la colonización de baldíos, desde finales del siglo
XIX hasta hoy. Los sin tierra colonizan y se reparten la tierra en función de
las necesidades familiares o de la capacidad de las familias para trabajarla.
Transforman páramos en tierra cultivable y la hacen producir gracias a su
trabajo individual, familiar y colectivo. Pero, a lo largo de este proceso, los
45 Los mandatos campesinos traducen decisiones tomadas por éstos últimos que deben
ser implementadas por sus organizaciones. El Primer mandato campesino de la Anuc,
formulado en 1971, es guiado por la consigna “tierra sin patrón” (Fals Borda, 1980, p. 170).
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
Ahora bien, los campesinos todavía no habían recibido respuesta a sus quejas
por parte del Estado y ya La Violencia de los años 1940-1950 llevaba a la
expulsión de otros millares de campesinos de sus tierras, así como a otra ola
de colonización. La Anuc, desde su creación en 1967, consigue encauzar el
descontento de los campesinos frente a estas injusticias. En este contexto,
los pobladores pobres del campo establecen un segundo tipo de acción, las
tomas de tierras de los grandes propietarios. De esta manera buscan acelerar
la reforma agraria redistributiva.
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Capítulo 3
Finales de los 80-primeros años del nuevo siglo.
La resistencia campesina por la defensa
de la vida y del territorio
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Leila Iliana Celis González
campesinado entre 1980 y 2012, más del 40% de la población rural es víc-
tima de desplazamiento forzado. Esto debilita la organización campesina,
cuya base social se reduce al mismo ritmo que progresa la urbanización
forzada. En Barrancabermeja, por ejemplo, la población urbana aumenta
22% entre 1984 y 1985 (Van Isschot, 2010).
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
A veces las marchas son también éxodos de desplazados que huyen de sus
tierras. Pero los éxodos causados por la violencia paramilitar no son siempre
manifestaciones organizadas para servir de medio de presión. La mayoría
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de las veces los campesinos tratan sólo de huir para fundirse en territorio
urbano y así salvar sus vidas. Entonces, el éxodo es simplemente un des-
plazamiento que señala el éxito de la represión. El territorio es vaciado, el
tejido social roto y, a menudo, la organización social aniquilada.
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
46 Este programa, creado en 1997, tiene como objetivo salvaguardar la vida, la integridad y
la libertad de las personas amenazadas debido a su actividad social. Comprende equipos
de comunicación, guardaespaldas y vehículos blindados, según la gravedad del caso (Sitio
web de Programa presidencial de derechos humanos 2012).
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El trabajo que realiza la Anuc es similar al que llevan a cabo las Ongs, excepto
que la Anuc, sin acceso a recursos financieros, no cuenta con los mismos me-
dios de estas Ongs. Entonces, estas son capaces de ofrecerles a las víctimas más
servicios. Gilma Benítez, ex dirigente de la Anuc, que vio esta transformación
en el tiempo, concluye que “La misma política del Estado nos va cambiando el
lenguaje y el discurso, entonces ya no hablamos de pliego de reivindicaciones,
ya no hablamos de movilización sino que estamos hablando de la gestión, de
la incidencia y de los proyectos. Todo eso hace parte de una estrategia que
revienta la última crisis del 2007” (Benítez, 2010).
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
[...] la (marcha) del 88 fue San Pablo. Ya en San Pablo fue que [...]
nos dimos de cuenta que habían desaparecido dos muchachos en San
Pablo. Todos dos se llamaban Hernando, uno era Hernando Zuleta.
Él uno era boyacense, el otro antioqueño, por ahí como de 20 años,
eran campesinos... Y la policía tenía el parque minado. La policía y el
ejército minaron el parque de San Pablo [...] y ya era una pelea grave
porque ya era reclamando desaparecidos y reclamándole a la fuerza
pública por qué tenía minado el parque de San Pablo (Henao, 2012).
Así como lo menciona Gabriel Henao, líder campesino que participó en las
movilizaciones de la región desde 1985, la lucha agraria en el Sur de Bolívar
cambia hacia finales de los años 1980 cuando se reorienta a la defensa de
la vida. Es la dinámica adoptada por las organizaciones como respuesta a
la escalada del paramilitarismo.
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47 En el Sur de Bolívar, los campesinos intentaron obtener títulos de propiedad desde finales
de los años 1980, pero se encontraron con gestiones extremadamente burocratizadas
además de la falta de información y de recursos. Por otra parte, los pequeños mineros están
convencidos que la información presentada en el curso de los años 1980 a los funcionarios
mineros, luego convertidos en empleados de empresas transnacionales, fue utilizada por
estas últimas para consolidar los expedientes con los cuales las compañías pidieron en los
años 1990 los títulos sobre minas que jamás habían conocido (Veleño, 2012).
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
Como pequeños mineros hemos tenido problemas para cumplir con las
nuevas exigencias del Estado para legalizar nuestra actividad, ya que
cuando logramos cumplir hasta cierto paso, las normas son cambiadas
y se dictan otras más difíciles de cumplir. La ley se ha convertido en
un instrumento del Estado y del sector de la gran minería para limitar
e impedir el desarrollo de la minería social y artesanal [...] el Estado
[...] exige muchos requisitos que nosotros no estamos en capacidad
de cumplir. Son reglas y normas hechas sobre medida para grandes
empresas mineras. Por lo tanto, la legalidad es una conveniencia po-
lítica” (Ecoinadma, 2011, 15-16).
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Leila Iliana Celis González
En el curso de los años 1990, los pequeños mineros luchan contra las medi-
das legislativas que declaran ilegal la explotación artesanal y flexibilizan la
explotación minera; es así como descubren que las minas del Sur de Bolívar
están en vía de legalización, pero a nombre de personas que no habitan
la región y que representan los intereses de las compañías nacionales e
internacionales. Hoy, el caso es bien conocido: la familia Illeras Palacios
reclama derechos de explotación sobre las minas de la región recurriendo
a los servicios de la abogada colombiana Luisa Fernanda Aramburo, quien
trabaja para compañías canadienses en Colombia (Corona Goldfields S.A.
subsidiaria de Conquistador Mines Ltda.) y había participado en la re-
dacción del proyecto del Código Minero de 1996 con la financiación de la
Agencia Canadiense de Cooperación Internacional y del Ceri (Sintraminercol
y Ramírez, 2004).
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
cuando la gente que vino en el éxodo que creo que eso fue importan-
tísimo también, porque la gente se dio cuenta aquí en Bogotá como
era que vivía la gente en la calle, debajo en los puentes, cuando eso
estaba el Cartucho en una sola parte aquí en Bogotá [...] Entonces a
49 La defensa de los Derechos Humanos por las organizaciones sociales será analizada
detalladamente en el capítulo siguiente.
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la gente eso le dio temor y dicen, no, aquí nos quedamos y vamos a
hacer una resistencia y seguimos construyendo nuestro proyecto de
vida (Acuña, 2012).
Los habitantes del Sur de Bolívar son personas que fueron desplazadas.
Cuando llegaron a la región como colonos, empujados por La Violencia,
en los años 1950, las dificultades climáticas o la esperanza de salir de la
miseria, tomaron la decisión de quedarse allí (capítulo 2, supra). Ahora
bien, este periodo no es lejano, es distante solo por dos generaciones. Las
historias de los colonos y de su lucha para construir las comunidades están
todavía frescas en su memoria. Como Narciso Veleño, la inmensa mayoría
de los dirigentes del Fedeagromisbol llegaron como desplazados a la re-
gión, cuando eran aún muy jóvenes. Sus padres colonizaron la región y les
transmitieron los valores de la resistencia:
[la gente del] Sur de Bolívar llegó huyendo de los años 50 de la vio-
lencia del país, por eso se fue difundiendo a toda la generación que
había que defenderse, que había que estar activo para poder sobre-
vivir, eran luchadores de la vida y luchadores por seguir viviendo y
por permanecer en un territorio. La gente se cansó de tanto estar de
un sitio a otro y dijo: no, aquí me quedo porque hay montaña libre
y un sitio donde hacer mi vida. Pero, además, a los hijos que fueron
naciendo se les fue transmitiendo esa necesidad de luchar por la
tierra (2012).
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
Así, la defensa de la vida se une con la defensa del territorio. Se trata de una
dinámica de preservación en medio del conflicto armado y de una estrategia
de salvaguardar la cultura campesina y afirmar la dignidad campesina.
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La alianza con ellos pero con una decisión de nosotros de qué era lo
que íbamos a desarrollar [...] que no fuera palma, ni monocultivo de
cacao, ni caucho, ni nada de eso, sino que era un proyecto de sobera-
nía alimentaria para la región. Era un proyecto de huertas caceras, de
semillas, de peces, de gallinas, de cerdos pero criollos, criollos, criollos,
nosotros peleamos: criollos (Henao, 2012).
Desde el 2005, las negociaciones entre las comunidades del Sur de Bolí-
var y el gobierno han sido institucionalizadas a través de la Comisión de
interlocución. Sus objetivos principales son la defensa de los Derechos
Humanos, del derecho al territorio para las comunidades y la coordinación
del trabajo de diferentes organizaciones de la región. La Fedeagromisbol
ha defendido allí los recursos auríferos, apoyó la lucha de los campesinos
de Las Pavas contra el desplazamiento y defendió la creación de la Zona de
reserva campesina en las municipalidades de Morales y Arenal.
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50 La descripción del caso que presentamos aquí está construida a partir de entrevistas
realizadas con Gilma Benítez, feminista campesina, ex dirigente de la Anuc; Ángel Álvarez,
activista, ex militante de la Anuc refugiado en Bélgica; y Edilia Mendoza, presidenta actual
de esta organización. Esta descripción se apoya sobre el informe especial “En la miel no
todo es dulzura. El caso de los campesinos de la Hacienda Bella Cruz” (Consultoría para
los Derechos Humanos y el Desplazamiento 1999) y los informes especiales de prensa de
Verdad Abierta, Las trampas de Bella Cruz y Las tensiones de Bella Cruz (2011; 2012).
51 La unidad agrícola familiar es la extensión de tierra que una familia necesita para que su
trabajo sea rentable y que pueda construir un patrimonio. Esta extensión cambia según la
calidad de la tierra en una región (Ley 60 de 1994).
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52 Esa cuestión fue abordada en un plano más amplio por la jurista Julieta Lemaitre (2009).
Ella busca comprender por qué organizaciones sociales otorgan tanta importancia a las
apuestas jurídicas en un contexto profundamente marcado por la violencia. Ver también
Alfonso Sierra y Lemaitre Ripoll, 2011.
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Al principio del nuevo siglo, la casi totalidad de las acciones del movimiento
social (en particular las organizaciones campesinas) son percibidas y pre-
sentadas como si hicieran parte de la lucha por la defensa de los Derechos
Humanos, lo que parece evidente analizando los documentos de las orga-
nizaciones campesinas respecto a la defensa del territorio, la explotación
de la industria minera, etc. Varios investigadores llegaron a conclusiones
semejantes (Tobasura and Rincón, 1997; Prada, 2003). Esta constatación se
impone también a la luz de las entrevistas que entre 2010 y 2012 realizamos
con los dirigentes campesinos: un punto común entre los entrevistados es
que todos ellos comprenden el conjunto de sus luchas en términos de la
defensa de los Derechos Humanos. Algunos de ellos precisan que su lucha
hace parte del respeto integral de tales Derechos (Henao 2012).
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Entonces, la lucha por la vida que dan las organizaciones sociales se opone
al continuum de agresiones que comienza con las violaciones de Derechos
Humanos y que continúa con el despojo de los campesinos y el desarrollo
de la economía extractiva. Es así como el compromiso de las organizaciones
sociales agrarias por la defensa de la vida, el territorio y la dignidad conlle-
va la permanencia en el territorio. Su acción es a la vez jurídica y directa.
Permanecer en el territorio es una acción directa, dado que los campesinos
actúan sin intermediario y en ruptura con las vías jurídicas, desplazándose,
desarrollando mecanismos de sobrevivencia (enterrar la comida, sistemas de
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Del lado positivo, hay que anotar que las denuncias del movimiento de
los Derechos Humanos se tradujeron, conforme al fetichismo jurídico de
Colombia (Lemaitre Ripoll 2009) y a la naturaleza de las reclamaciones, en
procesos judiciales contra los autores materiales de los crímenes, así como
contra algunos responsables y los actores políticos y económicos que sacaron
provecho de la guerra53. Varios de los responsables están encarcelados y
53 Ver al respecto Verdad Abierta sobre la parapolítica http://www.verdadabierta.com/
parapolitica y para la economía, http://www.verdadabierta.com/paraeconomia.
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
Del lado negativo, hay que decir que el modelo económico del paramilita-
rismo permanece indemne. Más aún, ha sido ratificado y legalizado por la
legislación del desarrollo nacional que se ajusta las dinámicas internaciona-
les del “libre” comercio. Todo esto bajo los auspicios de un sistema político
que se jacta de ser democrático porque ha promulgado políticas de Derechos
Humanos que se encuentran entre las más progresistas del continente.
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Capítulo 4
La construcción de la autonomía
y la lucha por el reconocimiento del campesinado
Las transformaciones que han tenido lugar en el seno del movimiento cam-
pesino y más ampliamente en el movimiento agrario desde inicios de los años
2000, están ligadas al impacto del extractivismo sobre la economía agraria
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Luchas campesinas en Colombia (1970-2016)
Otra novedad del extractivismo neoliberal tiene que ver con la propiedad de
la tierra que pasa de las manos de terratenientes a las de las empresas trans-
nacionales que obran en el extractivismo (Velasco, 2014) de la agroindustria,
la extracción de recursos naturales y la construcción de infraestructuras para
facilitar la extracción y la comercialización. Así, el extractivismo acentúa el
problema de acaparamiento de la tierra: “La concentración de la propiedad
rural alcanzó para el año 2009 un índice Gini de 0,86,4 uno de los más altos
en el mundo” (Huertas, Hernández y Ríos, 2014, 125). Entre 2000 y 2010, las
compañías del sector han pedido derechos para realizar actividades indus-
triales en cerca del 60% del territorio nacional (Cardona Arango, 2012, 21).
Este acaparamiento de tierras se hace, como siempre, tanto por vías legales
como a través de la corrupción y la misma violencia (Kaffure, 2014).
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54 Tenemos que tomar en cuenta también que no es solamente una cuestión de eslóganes
frente al Estado, pero que los campesinos en el proceso de colonización ocuparon tierras de
indígenas y participaron en el genocidio de este grupo étnico.
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Dado que la base del reconocimiento son las identidades étnicas y cultura-
les, los campesinos afirman tener una cultura y una identidad particulares
y piden ser reconocidos como sujetos de derechos colectivos (Coordinador
Nacional Agrario de Colombia y Congreso de los pueblos, 2015; Kaffure,
2014; Molina López, 2011). Para el dirigente del Congreso de los pueblos,
Eduardo León Navarro:
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Sin embargo, no hay que perder de vista que las comunidades campesinas
luchan junto con los indígenas y, de este modo, aprenden de ellos. Este
aprendizaje no le lleva solo a retomar, de manera utilitarista, lo que funcio-
na para las organizaciones indígenas; la transformación identitaria de los
campesinos refleja también los cambios en sus prácticas y representaciones
simbólicas. La perspectiva de la lucha indígena le impregna un sentido nuevo
a las luchas campesinas. Permite la emergencia de nuevos imaginarios terri-
toriales e identitarios que, poco a poco, transforman el conflicto agrario56.
56 Son procesos en curso, cuya proximidad temporal no permite todavía medir completamente
el alcance. Por el hecho mismo, los elementos siguientes sobre la convergencia del
movimiento campesino alrededor de la territorialidad no son conclusiones cerradas. Más
bien, son pistas para un programa de investigación que merece ser emprendido.
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grupo reivindica una autoridad sobre un espacio social, lo transforma en territorio. Así, el
territorio es un espacio social donde convergen las dimensiones de poder y de control social
(Fernandes, 2006, 3 y ss.).
58 Vimos en el capítulo 2 cómo se hace la autogestión campesina en la lucha por la tierra está
para servicios públicos.
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nuevos han sido construidos para huir de los ataques de los paramilitares, a
veces atravesando ríos, a veces escondiéndose en la montaña. Gladys Rojas,
militante de la Corporación Sembrar, recuerda que en el Sur de Bolívar:
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59 Hay que anotar que las organizaciones campesinas han desplegado muchas veces en
una dinámica de “gestión campesina del territorio”. El término es utilizado por Héctor
Mondragón en «Expresiones del campesinado». El autor demuestra cómo la “gestión
campesina del territorio” está al origen de la figura de las Zonas de Reserva Campesina.
60 Para un estudio sobre el movimiento de los cultivadores de coca ver los trabajos de María
Clemencia Ramírez (2001).
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Las ZRC fueron reglamentadas en 1996 (decreto 1777) en respuesta a las ne-
gociaciones entre el gobierno y los líderes de las marchas de campesinos culti-
vadores de coca. Estos últimos reclamaban poner fin a las aspersiones aéreas
de glifosato, inversiones en la producción campesina y la reglamentación de
las ZRC como alternativas a los problemas de marginación de los campesinos.
Desde entonces las organizaciones campesinas defienden las ZRC como un
escudo jurídico para proteger la economía campesina contra el latifundio y
el gran capital, lo que sobreentiende que la disposición territorial rural debe
beneficiar en primer lugar a la economía campesina61. Entre 1997 y 2002, el
gobierno reconoce la creación de seis ZRC para un total de 831.111 hectáreas.
61 Posteriormente, el acuerdo 024 de 1996, que fija los criterios para delimitar las ZRC,
excluye la posibilidad de constituir en ZRC los parques nacionales, las zonas forestales,
los territorios indígenas, los territorios de las comunidades negras y las zonas de desarrollo
empresarial.
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Vale anotar que las propuestas de las comunidades campesinas para una
gestión territorial que tenga en cuenta su modo de producción, su cultura y
sus lazos sociales y políticos no se restringen a la constitución y la defensa
de las ZRC. Otras soluciones han sido propuestas, entre las cuales están
los territorios interétnicos, las zonas de biodiversidad, los títulos colectivos
para la explotación minera y las zonas agroalimentarias.
Las organizaciones que defienden la propuesta de los TCA son todas in-
tegrantes del Coordinador Nacional Agrario (CNA) y se caracterizan por
tener fuertes vínculos con las organizaciones indígenas (Houghton, 2015).
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Desde finales de los años 90, procesos semejantes toman forma en diferentes
regiones de Colombia. Sobre las cenizas de la Anuc, nuevas organizaciones
campesinas emergen en la región de Catatumbo (el Comité de Integración
Social del Catatumbo, Cisca, en 2003) y en los departamentos de Huila,
Tolima y Arauca63.
62 No hay que pensar que la Anuc está completamente al margen de la nueva dinámica del
movimiento agrario. Al contrario, en 1999, una coalición de organizaciones campesinas,
entre las cuales se encuentra la Anuc, crea el Consejo Nacional Campesino (CNC). En
2003, el congreso del CNC proclama un Mandato agrario para la vida digna, la soberanía
alimentaria, el derecho a la tierra y a la territorialidad. El contenido y la forma de este
mandato corresponde a las características del movimiento agrario del nuevo milenio que
analizaremos aquí. Además, la Anuc ha firmado el proceso de la Minga en 2008. Finalmente,
en 2016, ha sido reconocida como sujeto de reparación colectiva por la Unidad de víctimas,
organismo estatal responsable de las víctimas del conflicto (Unidad para la Atención y
Reparación Integral a Víctimas, 2016).
63 La decisión de líderes regionales de crear organizaciones nuevas apoyándose en la
experiencia que la Anuc había acumulado, suscitó tensiones con algunos dirigentes
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En 1995, en el marco del paro llevado a cabo por los pequeños producto-
res de café (departamentos de Tolima, Huila, Antioquia), los campesinos
realizan foros sobre la cuestión agraria con el objetivo particular de crear
un espacio nacional de coordinación para las organizaciones sociales. El
primero foro tiene lugar en 1997. Las organizaciones participantes, varias
de ellas herederas de la Anuc, crean allí el Coordinador nacional agrario
(CNA) (Coordinador Nacional Agrario, 2009).
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El espíritu de movilizaciones suscitado por las Mingas sirve como base para
la creación del Congreso de los pueblos, que tendrá lugar en el año 2010.
65 Los indígenas tienen títulos de propiedad sobre 31,2 millones de hectáreas, más de 25%
del territorio de Colombia. Pero “muchas de las tierras que poseemos no son cultivables
por estar ubicadas en un 85% del total de 31.2 millones de hectáreas, en parques, desiertos,
paramos, lagunas, montañas y selvas. […] 1,41 millones de indígenas colombianos apenas
poseen 3.12 millones de hectáreas de tierra utilizables, o sea menos de tres hectáreas por
persona; los indígenas son el 14.2% de la población rural del país, pero sólo poseen el 6.8
% de las tierras con vocación agropecuaria” (Comunicado Onic, 24-10-2008, citado en
Castaño Rico, 2013, 49).
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construir un país que tenga en cuenta los sectores que han sido sistemáti-
camente excluidos. Para lograrlo, sus miembros se dotan de mandatos de
diferentes órdenes, los que deben dar lugar a todas las voces que tengan
alguna contribución por hacer, una experiencia por compartir. El primer
Congreso de los pueblos tuvo lugar en 2011, bajo la consigna Tierras, terri-
torios y soberanía. El Congreso invita a las organizaciones que lo compo-
nen a trabajar para defender la madre tierra y el agua, prohibir la grande
explotación minera y la explotación petrolera, consolidar la capacidad de
gestión territorial de las organizaciones sociales, gobernar los territorios y
crear un movimiento social unitario (Congreso de los pueblos, 2011). De ahí
en adelante, estos mandatos enmarcan la acción de una parte importante
del movimiento agrario.
Por ejemplo, desde los años 80, las diferentes organizaciones coordinan
su acción para realizar movilizaciones simultáneas a nivel regional y a
veces nacional. Esta coordinación entre regiones posibilita que la protesta
sea mucho más visible y aumenta la presión con el fin de sentar a la mesa
de negociaciones altos funcionarios del gobierno que tengan verdadera
capacidad de negociación. El aspecto conjunto de estas acciones quedaba
limitado, en la mayoría de los casos, a la movilización propiamente dicha. La
negociación no se hacía conjuntamente, sino que tenía lugar a nivel local y
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regional. Las ventajas de la negociación a nivel local son claras: Esta práctica
favorece el empoderamiento de las comunidades que ven, “en directo”, que
movilizándose pueden forzar al gobierno a escucharlas. Las negociaciones
locales evitan también el aislamiento de los líderes que, en nombre de la
comunidad, no se encuentran solos en la mesa de negociaciones.
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Es por eso que, inmediatamente después del paro, las organizaciones co-
mienzan un proceso de consulta interna, que se llamará “pre-cumbe agra-
ria” y que resultará en marzo de 2014 en la creación de la Cumbre agraria,
campesina, étnica y popular. Las organizaciones sociales deciden hacer valer
su capacidad de coordinación nacional. Ellas quieren que el gobierno trate
al movimiento agrario como un actor político y para ello deben consolidar
su proceso unitario.
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El paro del 2014 comienza el 28 de abril, 6 días antes de las elecciones pre-
sidenciales que recondujeron al poder al presidente saliente Juan Manuel
Santos, un hecho que sin duda favoreció las negociaciones que avanzaron
rápidamente. En solamente doce días de paro, las organizaciones lograron
obtener compromisos importantes del Estado (Redacción El Tiempo, 2014)
y el presidente Juan Manuel Santos reconoció la Cumbre agraria como un
interlocutor oficial a través del decreto 870 de abril del 2014.
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Capítulo 5
Conflicto agrario y perspectivas de paz
Pese a que los diálogos de paz del gobierno con estos dos grupos son dos
escenarios independientes uno independientes del otro, todas las voces en
Colombia insisten en ver un solo proceso con dos vertientes. Las negocia-
ciones con las Farc, iniciadas en el año 2012, concluyeron el 24 de noviem-
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bre del 2016 con la firma de un nuevo acuerdo definitivo para poner fin al
conflicto (J.M. Santos y FARC 2016). Los diálogos con el Eln comienzan en
el año 2014. El 30 de marzo del 2016, el gobierno y la guerrilla guevarista
anuncian haber convenido la agenda de las negociaciones pero estas últimas
no inician sino hasta principios del 2017. El futuro de la paz en Colombia
parece incierto: el acuerdo con las Farc sufrió el rechazo ciudadano en un
plebiscito celebrado el 2 de octubre del 2016, lo que llevó al gobierno a
modificar los acuerdos y a ratificarlos por vía legislativa; las negociaciones
con el Eln todavía están en construcción y la extrema derecha, belicosa, se
opone al fin de la guerra.
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67 Respecto a las consecuencias humanas y a los efectos sobre las libertades políticas, ver
el Informe de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (2013). Sobre la
economía del conflicto, ver Arias y et. al. 2014.
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Rojas Pinilla. Luego, desde el gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-
1982), todos los gobiernos inician negociaciones con la perspectiva de la
desmovilización de los grupos subversivos, para transformarlos en actores
políticos legales. Los resultados de estos diversos procesos de paz son des-
iguales68, pero en definitiva, con el curso de los años surgieron varias orga-
nizaciones de guerrilla y varias de ellas decidieron su desarticulación para
darle el protagonismo a la acción política. Así lo decidieron, por ejemplo,
guerrillas marxistas como el Ejército Popular de Liberación (Epl), guerrillas
nacionalistas como el Movimiento 19 de abril (M-19), guerrillas indigenistas
como Quintín Lame y guerrillas afrodescendientes como la Benkos Biojó.
Los gobiernos que ven a los insurgentes como un actor criminal quieren
esencialmente limitar las negociaciones a las condiciones de la reinserción
de los guerrilleros a la vida civil. Esta posición se fundamenta en el hecho
de que la guerrilla no consigue imponerse por las armas. En estas circuns-
tancias, la puesta en marcha del programa político de la guerrilla no forma
parte de las negociaciones. Estos gobiernos buscan únicamente la conso-
lidación de las instituciones del Estado. Este es el enfoque empleado en
las negociaciones llevadas a cabo por los gobiernos de Julio César Turbay
Ayala (1978-1982) y Álvaro Uribe Vélez (2002-2010). Y es lo que explica
que dichos gobiernos no hayan tenido ninguna posibilidad concluyente de
concretar las desmovilizaciones esperadas.
Los gobiernos que reconocen a los rebeldes como un actor político admiten
las causas socioeconómicas del conflicto y aceptan considerar reformas
que den respuesta a los problemas que dieron origen a la guerrilla. En ese
sentido, los acuerdos de paz otorgan amnistías a los guerrilleros e integran
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Si por una parte las negociaciones con las Farc han llevado a acuerdos
que yuxtaponen puntos de vista muy diferentes, por otra parte, las del Eln
todavía están en una etapa embrionaria. Éstas prevén tratar sobre (1) la
participación social, (2) la democracia por la paz, (3) las transformaciones
por la paz, (4) las víctimas y (5) el fin del conflicto y la implementación de los
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era una práctica bastante difundida. Incluso podría afirmarse que esto era
considerado como legítimo, no solo para los actores armados sino también
para ciertos analistas y para una parte importante de la población afectada
por el conflicto. A nivel internacional, la Guerra Fría oponía al este contra
el oeste; el modelo socialista frente al modelo capitalista. Era el periodo de
las luchas de liberación nacional. En la intersección de la Guerra Fría y las
luchas de liberación nacional, la revolución cubana fue crucial. Sin embargo,
si la Guerra Fría favoreció el surgimiento de las guerrillas en Colombia, su
final afectó muy poco la dinámica del conflicto armado interno. La prueba
es que cuando el bloque soviético hace implosión, y cuando ciertos analistas
cantan las alabanzas del capitalismo y el fin de las ideologías (Fukuyama,
2006; Bell, 2001), en Colombia los rebeldes ven allí el advenimiento de un
periodo prerrevolucionario. Para las Farc en particular, este instante mar-
ca el paso a una guerra de posiciones, con la formación de batallones y la
perspectiva de entrar a Bogotá para ocupar el Palacio de Nariño (Castilla,
2012). El parteaguas que pone en duda la utilización de las armas para hacer
política es, sin duda alguna, la llegada de varios presidentes de izquierda al
poder en América Latina por la vía electoral, lo cual tuvo una gran incidencia
en la reflexión interna de las guerrillas. En este marco, la elección de Hugo
Chávez Frías como presidente de Venezuela es crucial debido a que induce a
la guerrilla a interrogarse sobre los métodos utilizados para llegar a sus fines.
Por otra parte, para el gobierno de Juan Manuel Santos la voluntad de paz
corresponde a la intención de modernización del Estado para reforzar la
economía. El proyecto de una “democracia de mercado” (Avilés y Celis,
2017, en proceso de publicación), pretende crear las condiciones necesarias
para facilitar el flujo de inversiones extranjeras. Entre estas condiciones
se encuentran, en primer lugar, la seguridad política y jurídica que son
necesarias para el fortalecimiento del mercado. Es en esta óptica que el
gobierno de Santos busca, además de la desmovilización de la guerrilla,
la neutralización de los paramilitares, la legalización de la propiedad de la
tierra, etc. Esta empresa modernizadora es apoyada por el capital transna-
cional quien considera la estabilidad como un prerrequisito para los asuntos
económicos70. La posición del gobierno de Santos a favor de la paz también
70 La oposición de los intereses entre el sector de la élite dominante, representado por Santos,
y el representado por el expresidente Álvaro Uribe, se hace manifiesto. Uribe representa los
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intereses del sector más conservador (Hylton y Tauss, 2016), el cual necesita de la guerra
para enriquecerse y, además, pretende mantener el poder llamado neo-feudal sobre la tierra
y, por el mismo hecho, sobre una parte importante de la población.
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Por una parte, estas organizaciones ven allí una oportunidad política para
revertir la dinámica de sus propias negociaciones con el gobierno. Cuando
se movilizan para dejar oír sus reivindicaciones, el gobierno acepta negociar
con ellas con el objetivo de poner fin a la protesta. La estrategia guberna-
mental consiste entonces en fragmentarlas y en considerar sus demandas
desde un punto de vista estrictamente presupuestal. Al final, el gobierno
se compromete a invertir en proyectos puntuales y evita la discusión del
modelo económico y social (ver supra, 4,1). Más aún, los compromisos esta-
blecidos generalmente no son respetados. Es por eso que las organizaciones
sociales exigen que su participación en el proceso de paz sea directa y que
los acuerdos firmados sean vinculantes (Marín, 2016).
Por otra parte, los movimientos sociales desean poner el modelo económico
sobre la mesa de las negociaciones, quieren abrir a debate público el modelo
de desarrollo económico, hacer oír su voz con respecto al modelo educativo,
de salud, etc. Las organizaciones sociales no aceptan que existan asuntos
cerrados a la discusión. Es en este marco que se inscribe la propuesta de la
Mesa Social para la Paz del Congreso de los Pueblos. El veto impuesto por
el gobierno con relación al modelo económico pierde toda su pertinencia
frente a los movimientos sociales, que indiscutiblemente, representan a
sectores sociales que se han movilizado en confrontación contra el modelo
económico imperante desde hace una década (León Navarro, 2016).
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[...] nos preocupa y alerta que se hable de una “paz completa” cuando
en los territorios se afianza el tratamiento de guerra a la protesta so-
cial, las amenazas, persecución y asesinatos a defensores de DDHH y
líderes sociales que luchan incansablemente por la vida y la defensa
del territorio [
] que van en contravía a la construcción de una paz
estable y duradera con garantías de no repetición (Cumbre agraria,
campesina, étnica y popular, 2016).
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Conclusión
Acá nos inscribimos en otra lectura de las causas del problema agrario. Para
nosotros el Estado es directamente responsable de la magnitud del conflicto
agrario, tanto por su acción como por su inacción, que algunos identifican
como una falta de voluntad política (Berri, Rosas, Machado).
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Podríamos pensar que las leyes aparecen solamente cuando los gobiernos
conservadores llegan al poder, pero no es el caso. A lo largo de la historia
legislativa analizada en este libro, el conjunto de la legislación sobre refor-
ma agraria contiene elementos contradictorios que la debilitan y terminan
vaciándola de todo sentido. Por ejemplo, las normas que buscan la distri-
bución de la tierra estableciendo el máximo de hectáreas de baldíos que
una persona puede recibir, esas mismas normas introducen las excepciones
que terminan, con frecuencia, convirtiéndose en la norma (Villaveces Niño
y Sánchez, 2015).
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Es así como esta ley, cuyo objetivo es la restitución de tierras a las víctimas,
se encuentra paralelamente caucionando los proyectos agroindustriales que
fueron impuestos por los paramilitares y transforma a los campesinos libres
en casi-trabajadores de la industria extractiva, bajo apelaciones equivocas
como “contratos de asociación”, alianzas productivas”, etc.
Los fracasos de las reformas agrarias vienen también del hecho de que el
principio de igualdad ante la ley se retorna sistemáticamente contra los
campesinos: la legislación agraria estipula procedimientos rigurosos y
complejos para permitir el acceso a algunos derechos (por ejemplo, títulos
de propiedad de la tierra o de explotación mineral) sin tomar en cuenta
las dificultades que encuentran los campesinos –quienes son a veces anal-
fabetas, sin tiempo, recursos o contactos para gestionar el acceso a esos
derechos–. Es así como éstos quedan claramente en desventaja frente a los
terratenientes, que sí poseen capital económico y político. De otra parte, el
poder de asignación de derechos se encuentra en las manos de notarios y
de las oficinas de registro, que son estructuras claves del control ejercido
por las elites locales (Huertas, Hernández y Ríos, 2014).
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Es contra este poder político, jurídico y militar que luchan los campesinos.
Bien que su lucha no es contra el Estado y los grupos dominantes sino por
defender el proyecto del campesinado.
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Por tales razones, una de las demandas del movimiento agrario es el reco-
nocimiento del campesinado como actor social y sujeto de derechos. Las
organizaciones campesinas, fuertemente inspiradas en las luchas indígenas,
buscan el reconocimiento del territorio para hacer respetar su autodeter-
minación sobre el mismo. La lucha por el reconocimiento se hace tanto a
nivel nacional, donde las organizaciones como la Cumbre agraria juegan un
papel incontestable, como a nivel internacional a través, principalmente,
de la iniciativa campesina por la Declaración de las Naciones Unidas sobre
los derechos de los campesinos y otras personas trabajando en las zonas
rurales (ONU, 22-05-2017).
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Para la diagramación se utilizaron los caracteres
Georgia, Georgia y Gill Sans
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