Hijo mío,

Veo cómo te levantas cada día con la firme decisión de ser feliz y de contagiar de tu alegría a los
demás,

pero veo también como no perseveras en ello…

dejas que los problemas te aflijan y tomen el control de tu sentir.

Me hieres, mi pequeño.

Dices amarme pero no me lo demuestras. Tu falta de confianza me duele.

¿Por qué desconfías de mí?

¿Por qué desconfías de Tu Padre, que ha prometido acompañarte?

Yo estoy siempre contigo. Te Amo.

Si aceptas esta llamarada de Amor hijito, podrás un día gozar de la Eternidad a mi lado.

Recíbelo y con él, mi Gracia en plenitud.

Deja que yo te transforme y haga de ti, Mi Fiel Reflejo.

Me gustaría que hagas parte de Mi Ejército.

Todo aquel que se una, obtendrá La Recompensa, el Sello de Mi Eterno y Puro Amor.

Habrá duras pruebas y persecuciones, pero ten presente que Yo lucho contigo.

Que mi Paz esté contigo, te bendigo con Mi Preciosa Sangre, en el Nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo. Amén.