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El pensamiento del adolescente es diferente del pensamiento del niño. Los adolescentes son
capaces de pensar en términos de lo que podría ser verdad y no sólo en términos de lo que
es verdad. Es decir, pueden razonar sobre hipótesis porque pueden imaginar múltiples
posibilidades.
Los adolescentes pueden pensar más allá de lo que ven, ahora pueden manejar hipótesis y
ver posibilidades infinitas tener nuevas creencias, si en la infancia sólo podían odiar o amar
cosas o personas concretas, ahora pueden amar u odiar cosas abstractas, como la libertad o
la discriminación, tener ideales y luchar por ellos. Mientras que los niños luchan por captar
el mundo como es, los adolescentes se hacen conscientes de cómo podría ser.
En la adolescencia, no solo hay una maduración cerebral, sino que el ambiente que rodea al
adolescente también cambia, su ambiente social es más amplio y ofrece más oportunidades
para la experimentación.
Los niños suelen comparar a los padres con los maestros: consideran que los padres pueden
hacer y arreglar todo, al mismo tiempo que creen que los padres saben todo. Al pasar a la
adolescencia se empiezan a dar cuenta que en realidad los padres no lo saben todo y que también
cometen errores. Ya en esta etapa el adolescente comienza a rebelarse frente a los padres.
La personalidad del adolescente posee gran espíritu de aventura, les gusta vivir sus propias
experiencias para sacar sus conclusiones. No les sirven de nada los consejos que les demos o que
les digamos que no hagan tal cosa: si ellos quieren hacerlo, lo harán pese a nosotros.
Otra gran característica de los adolescentes es la mezcla del sentimiento de independencia que
presentan y la necesidad de seguir siendo dependientes. Por un lado, no quieren ser tan
controlados, buscan ser dependientes no quieren que se les impongan normas ni horarios y por
otro lado, sienten miedo de independizarse, con un sentimiento de inseguridad y temor.
Todos los adolescentes se sienten incomprendidos en algún momento, pero esta radica en la
incomprensión de sí mismos. El adolescente siente que debe romper las normas sin importar que
estas sean estrictas o flexibles, cada vez se van diferenciando más los intereses de padres e hijos
y, de esta forma, tratan de establecer su propia identidad.