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Quinta esencia

El término quintaesencia es una palabra compuesta que se deriva del


latín quintus y esencia, los antiguos alquimistas, quienes consideraban la existencia de
cuatro elementos básicos en el universo —a saber: agua, fuego, aire y tierra—,
utilizaban este término para referirse a lo que venía después de estos, es decir, un
quinto elemento al que también se le denominaba éter o alma. Aunque el término
Quintaesencia fue ampliamente utilizado por los alquimistas durante la Edad Media,
este concepto es mucho más antiguo y tendríamos que remitirnos a la Grecia Clásica
donde Empédocles comenzó a hablar de un quinto elemento perfecto existente en
todas las cosas.
La quintaesencia es la perfección misma, la piedra filosofal, el elixir de la vida que sólo
es posible una vez que se llega a un estado de pureza y se logra la transmutación en
oro, que no necesariamente se refiere al metal, pues la quintaesencia reside en todas
las cosas que existen en la Tierra.
Salomón la definía en los siguientes términos:

Quinto ser de una cosa mixta… Como un alma muy sutil extraída
de su cuerpo y de la superfluidad de los cuatro elementos por una
muy sutil y muy perfecta destilación, y por ese medio se
espiritualiza, es decir, se vuelve muy espiritual, muy sutil, muy
pura, como incorruptible, astral y celestial…
Sin embargo, no sólo Salomón y Empédocles intentaron explicar la Quintaesencia, a lo
largo de la historia muchos alquimistas e incluso frailes trataron de estudiar, entender
y desvelar la Quintaesencia. El alquimista francés Cyliani en su famoso libro Hermes
desvelado, publicado en 1832, decía que la Quintaesencia era:
Debe tenerse cuidado de no perder la más mínima porción, pues
es la verdadera quintasencia del oro común regenerado, en la
cual se convergen los tres principios que se asocian…
En el siglo X de nuestra era, Hugo de Santalla en su De secretis naturae defendía la
“existencia de un elemento primordial en forma de calor o espíritu ígneo, de sutil
consistencia material, que estaría presente en todo el universo, dotándolo de
movimiento, comunicando sus partes, y que sería capaz tanto de formar como de
descomponer cualquier sustancia natural.“
Es en pleno siglo XIV que París se levanta como una ciudad de vital importancia en los
estudios de a Quintaesencia, gracias al desarrollo y publicación de los textos Textus
alkimie publicado en París alrededor del año 1325, así como el Liber super textum
hermetis.
Independientemente de quien haya creado y/o desarrollado la teoría, la
quintaesencia se entiende entonces como la verdadera naturaleza de las cosas en su
estado más puro y perfecto y por tanto, difícil de alcanzar e incluso, de ver.

Desde un punto de vista cósmico, la Quintasesencia puede ser denominada


como materia oscura o antigravedad. Desde luego, son pocos los científicos que se
han logrado poner de acuerdo en torno a la existencia de este “quinto elemento” y
como es algo que no se puede ver o tocar, resulta difícil que sea aceptado desde
escepticismo. SIn embargo, desde el punto de vista que sea definida, la quintaesencia
es una energía que reside en todas las cosas y de una pureza imposible de igualar por
cualquier elemento terrestre.
Fuente: Rodríguez Guerrero, José Desarrollo y madurez del concepto de
Quintaescencia alquímica en la Europa Medieval.

LA QUINTAESENCIA

Existe un quinto elemento también llamados por los Teósofos y Ocultistas la Quintaesencia,
elemento superior a los cuatro primeros, o mas prosaicamente llamado QUINARIO. La Quinta
Esencia o mercurio filosófico llamada así por los Alquimistas a través de las centurias, nos adentra
en el estudio y asimilación del misterio de los números, ya que nos hace pasar del Cuaternario al
QUINARIO y con ello al dominio pleno y absoluto de la materia en función de la vida y del intelecto
o INTELIGENCIA.

Si nos referimos a los cuatro elementos, los cuales se originan en el Mercurio, el cual representa la
Quintaesencia o quinto elemento, debido a su doble Polarización, como se representa en los cuatro
brazos de la Cruz (Norte, Sur, Este, Oeste); el legado alquímico nos dice que el Mercurio tuvo su
origen por la unión de la Sal y el Azufre, de tal manera que son representadas por las líneas vertical
y horizontal que concurre a formarla.

Este Mercurio Alquímico corresponde al centro de la cruz (la Rosa), que viene siendo el centro de la
esfera que inscribe a la cruz griega, el punto de intersección de ambos principios, o materias
primordiales, que representando la dualidad tienen el significado o simbolismo hermético del Sol y la
Luna, además viene siendo el punto de origen de los cuatro elementos ordinarios ( Agua, Tierra,
Aire, Fuego).

Esta Quintaesencia es también el elemento o principio neutro de los cuatro elementos formativos de
la materia y por defecto de todo el mundo físico, tangible, medible perceptible por nuestros sentidos
“ hacia afuera”.

El Mercurio filosófico representa también la vida que se infunde en esos elementos, y la energía que
los anima, la chispa divina, el hálito, y el principio inteligente que se expresa en dicha vida y realiza
en el hombre sus posibilidades superiores.
Contemplemos pues estas cinco fases en la manifestación de la Quintaesencia, primero la de su
propio origen; segundo, como origen de los cuatro elementos que la componen; tercero los de la
energía que los funde, permaneciendo el equilibrio y/o estabilidad, lo neutro en su centro; cuarto la
vida que los anima, y quinto la inteligencia que los rige, ( plano Físico).

No olvidemos que para los Compañeros, la Quintaesencia esta perfectamente representada en la


coronación de nuestro símbolo de grado la cúspide de nuestra Piedra Cúbica: La Pirámide.

Este Quinario representado en su admisión en la Cámara de compañeros en sus cinco viajes


simbólicos que tienen por finalidad la revelación de los secretos del grado y la iluminación mas allá
de los velos de la ignorancia y el dogmatismo que nos dan a conocer por medio de la instrucción
ritual las Artes, las ciencias, y el conocimiento del mundo material por medio del estudio de la
naturaleza en sus principales manifestaciones físicas, así como también la dualidad de las mismas
mediante la cual también nos permite develar los misterios de los planos sutiles, lo interior el YO
SOY.

Ya que la ciencia hermética sostiene que todo es de naturaleza doble, trino en su manifestación y
cuádruple para su realización, pero si el cuaternario no se uniese al quinto que es la vida, toda
materialización moriría, tal es así que es indispensable el hálito, la Quintaesencia a los cuatro
elementos para darles vida y movimiento.

La quintaesencia representa la aspiración, el hálito que mantiene la vida en lo creado, el propio ser
se manifiesta por el aliento que da acción a la vida, de modo que el aliento es lo que une al espíritu
divino con el cuerpo material así como el hombre une a Dios con la Naturaleza siendo un vínculo
indispensable con lo divino.

La respiración representa la penetración del poder creador a través del mundo divino, del mundo
intelectual y del mundo material, siendo el centro y el nexo.

La respiración es dual: a la derecha está la Ley; y a la izquierda esta la Libertad.

De esta manera queda establecida la relación entre el Quinario y los sentidos y también del concepto
dual de los mismos, en relación intima con el Akasha, Vayu, Tejas, Apas y Prithivi, dicho de otra
manera, Eter, aire, fuego, agua y tierra. No hay necesidad de mencionar que estos principios no
deben confundirse con los estados físicos de la materia, solo se toman como, símbolos de los
mismos.

El número cinco también se designa como la Quintaesencia Universal, simbolizando por su forma la
esencia vital, el espíritu vivificador que serpentea por toda la naturaleza. Considerado además como
un compuesto del falso y nefasto binario y del ternario, tan venerado como interesante, este número
encierra en sí él mas alto misterio.

El binario obrando en el ternario, no podía menos de introducir la turbación en el orden inferior;


presentaba cierta imagen de imperfección, cierto conjunto, en el que se veía al mismo tiempo la
felicidad y el infortunio, el orden y el desorden, la muerte y la vida, una vez más la Dualidad.

Representaba, pues, según Diodoro, el Eter o espíritus, el agua, la tierra, el fuego, el mundo en una
palabra. De aquí el origen del Penta Griego, que quiere decir cinco, y de pan, todo. Se hizo de él el
jeroglífico de Juno como diosa del matrimonio, del que también era emblema, así como hoy lo es la
Masonería de Adopción.

Las combinaciones que ofrece en la ciencia cabalística son menores que las del número 7, y con
más notable diferencia de las del número 3, a las que sirve de intermedio. Compuesto del primer
número impar, que representa al varón, y del primer par que representa a la hembra, era natural que
se le considere el número del matrimonio y por lo tanto sea consagrado a la Diosa Juno.

Según la mitología India, cinco fueron los elementos engendrados por el Supremo Hacedor: El aire,
fue creado de la nada; este produjo el viento. Del choque del viento y el aire salió el fuego, que al
retirarse dejo la humedad y se dio origen el agua; de la unión de estas dos potencias resultó la tierra.

Cinco planetas se conocen en el mundo celeste: Saturno, Júpiter, Marte, Venus y Mercurio. En el
mundo elemental existen cinco cosas corruptibles: el fuego, el aire, el agua, la tierra y los mixtos.
Los géneros de los mixtos son cinco; las piedras, los metales, las plantas, los zoófitos y los animales.
Thales de Mileto dividió la esfera en cinco grandes círculos paralelos. Pitágoras admitía cinco
elementos, y obligaba a sus discípulos a observar el silencio durante cinco años. El número cinco
estaba consagrado a Mercurio, por que reúne los cuatro elementos y el Mixto, que viene a ser un
conjunto de los mismos.

El cinco goza de la propiedad de reproducirse multiplicándose a sí mismo; en todos los productos se


obtiene siempre una cantidad terminada en cinco, por lo que se le empleo como símbolo de las
vicisitudes materiales. Las cinco fases de la vida humana, son: la materia o el sujeto; el movimiento
o la causa; la fermentación o el medio; la descomposición o el efecto; la vida, la muerte y la
transformación, o sea el resultado. Pitágoras decía que solo a cinco cosas se les debería hacer la
guerra: a las enfermedades del cuerpo, a la ignorancia del espíritu, a las pasiones del corazón, a las
sediciones de las ciudades y a las disensiones de familia.

Cinco partes principales encierra el interior del ser humano el corazón, el cerebro, el pulmón, el
hígado y el bazo; cinco son las partes de las plantas Raíz, tallo, hojas, flores y fruto.

A las circunstancias del Quinario se refieren: los cinco paraísos de los indios, los cinco Bacos, los
cinco mechones de cabello de sus iniciados, los cinco dactilos, los cinco curetas, los cinco soles de
Cicerón, los cinco éforos de esparta, los cinco tribunos de Roma, los cinco pentarcas de Cartago,
los cinco dioses nupciales; Júpiter, Juno, Venus, Suada y Diana, y los cinco dioses Apios de Roma
que eran: Vesta, Venus, Palas, Concordia y la Paz.

El Corán prescribe cinco plegarias al día, obligatorias para todo buen Musulmán. El Veidam libro
sagrado de los Brhamanes, dispone que al nacimiento de una criatura, se hagan las plegarias a los
cinco vientos que pueden salir por las cinco aberturas del cuerpo humano. El lustro era muy venerado
entre los griegos y romanos y cada 5 años celebraban las fiestas de las lustraciones.

Los judíos reconocían a Moisés como autor de los cinco libros del antiguo testamento o del
pentateuco, que fueron designados por los griegos y los romanos, según la materia de que trata cada
uno de ellos: Génesis o historia de la creación del mundo, Exodo salida de Egipto, Levítico o leyes y
ceremonias religiosas, Números o enumeración de los Judíos, y Deutermonio o Segunda Ley.

En Arquitectura se cuentan cinco Ordenes, Toscano, Jónico, Dórico, Corintio y compuesto. La


Masonería de Adopción concreta la felicidad en cinco puntos: adorar, socorrer, amar, trabajar,
interceder.

Cinco grandes Logias, constituyen el Universo; el espacio, y las cuatro partes del mundo, el número
cinco esta consagrado al grado de compañero. Cinco meses deben mediar de su proposición al
aumento del salario, cinco años tiene de edad, cinco golpes son su batería, cinco los pasos de su
marcha, cinco los toques, en fin el cinco el compañero se vuelven uno dentro del Sagrado recinto de
nuestro templo, el compañero crece y desarrolla a través de su paso por este grado gracias al
Quinario logrando al fin una pleno conocimiento y dominio Esotérico y Hermético del mismo, se hace
un tallador perfecto teniendo como base la quintaesencia que viene a ser en suma la verdadera
esencia del Compañero.
Juan José Saavedra Chávez 66º 90º 96º

P:.V:. R:.L:.S:. IMHOTEP Nº 5

Or:. LIMA-PERU

Publicado por SIEMPRE JUNTOS EN LA OBRA DIVINA en 13:11

La Quintaesencia o el Éter
moderno
En la Edad Media, la quintaesencia (del latín quinta essentia)
era un elemento hipotético, también denominado éter (del
latín æthēr y éste del griego αἰθήρ aithēr, cielo, substancia
etérea y parte más alta del firmamento). Conocido en épocas
presocráticas como el quinto elemento, se le consideraba a
menudo junto con los cuatro elementos clásicos de la
naturaleza: tierra, agua, fuego y aire. El éter, o la
quintaesencia, era una hipotética sustancia extremadamente
ligera que se creía que ocupaba todos los espacios vacíos
como un fluido. Más tarde fue usado por los físicos del siglo
XIX como sustrato para la propagación de las ondas de luz,
de la misma manera que el sonido se propaga en un cuerpo
material, o las ondas en el agua, ya que parecía inconcebible
que una onda se propagara en el vacío sin soporte material.
Los experimentos de Michelson y Morley a finales del s. XIX
mostraron la imposibilidad de medir la velocidad de la Tierra
respecto a este hipotético medio, lo que llevó a Einstein a
proponer su teoría de la relatividad especial y desterrar el
concepto del éter como sustrato universal e intangible que
permea el espacio vacío.

Sin embargo, la idea del éter o quintaesencia parece haber


tenido un renacer en el concepto moderno de la energía
oscura como sustancia responsable de la aceleración actual
del universo. Ahora bien, esto no quiere decir que se trate
del mismo sustrato, ni que hayamos abandonado la teoría de
la relatividad de Einstein. El moderno éter satisface las leyes
de la relatividad especial y general. Lo que ha cambiado es
el concepto de vacío. Este describe un estado físico de
ausencia de partículas, un espacio-tiempo sin materia, pero
posiblemente con curvatura y, por tanto, energía. Tal estado
espacio-temporal es invariante bajo transformaciones de
Lorentz locales, y además es covariante general. La única
distribución de materia que satisface estas condiciones es
una constante con dimensiones de presión, conocida como la
constante cosmológica e introducida por Einstein en 1917 en
su primer modelo cosmológico. Más tarde, con el desarrollo
de la física cuántica y el descubrimiento del principio de
incertidumbre de Heisenberg, se comprendió que el vacío de
partículas no puede de hecho estar vacío de energía, pues
siempre es posible crear pares virtuales partícula-
antipartícula del vacío, que vuelven a desaparecer en un
intervalo de tiempo infinitesimal, de acuerdo con el principio
de incertidumbre. Esta "ebullición" de partículas virtuales
contribuye a la energía del vacío exactamente como una
constante cosmológica (por ahora somos incapaces de
diferenciar una de otra haciendo experimentos).

Una constante cosmológica corresponde, en el contexto de la


relatividad general, a un fluido con densidad de energía
constante y presión negativa. Un fluido como tal tiene
propiedades muy extrañas. Según la segunda ley de la
termodinámica, si un fluido con densidad de energía
constante se expande (dV > 0) de forma adiabática (dS =
0), su energía total aumenta (dU > 0), por lo que
necesariamente responderá con una presión negativa, p
= – dU/dV < 0, que hará que el fluido se expanda aún más,
sin que su densidad de energía se diluya, ya que es
constante. Esta presión negativa es la responsable de que
puntos separados una cierta distancia en ese espacio-tiempo
se alejen cada vez más rápidamente y por tanto hablemos
de una expansión acelerada del universo. Se suele asociar
con una "repulsión" gravitacional y es un concepto
exclusivamente relativista: en la teoría de Newton la presión
no gravita. Nótese que se trata del "estiramiento" del propio
espacio-tiempo, localmente las partículas satisfacen las leyes
de la relatividad especial y no se mueven nunca más
rápidamente que la luz. Si observáramos objetos lejanos en
ese espacio-tiempo, habría un momento en que dejaríamos
de verlos pues el estiramiento del espacio impediría que
hasta la luz que emiten nos pudiera llegar. A esto se le
conoce como un horizonte de sucesos, un concepto análogo
al de horizonte de un agujero negro.

¿De dónde proviene pues esa densidad de energía de vacío,


ese éter o quintaesencia, esa energía oscura, responsable de
la aceleración actual del universo? Nadie lo sabe. Es uno de
los mayores misterios no sólo de la Cosmología, sino de toda
la Física, ya que permea todo su edificio conceptual: la
relatividad, la gravitación, la cuántica y la termodinámica.
Algunos postulan que su resolución podría abrir las puertas
a una nueva revolución en Física, al descubrimiento de los
principios fundamentales de la gravedad cuántica. Por el
momento sólo podemos medir la magnitud de la constante
cosmológica y compararla con las predicciones que la teoría
cuántica hace sobre el valor de la energía del vacío. Cuando
se hace esto, resulta un valor 120 órdenes de magnitud
mayor que lo observado. Una diferencia tan grande entre
predicción y observación es completamente inédita en Física,
donde estamos acostumbrados a predicciones que
concuerdan con el experimento con 14 cifras
decimales —como por ejemplo con el factor giromagnético del
electrón—. A esto se le conoce como el problema de la
constante cosmológica. Algo está claramente mal en nuestra
teoría de la energía oscura, el éter moderno. Lo malo es que
no sabemos qué es lo que está tan mal. Desde el punto de
vista observacional estamos mejorando espectacularmente
nuestras medidas cosmológicas de dicha energía de vacío.
Hoy en día podemos medir su contribución a la densidad de
materia/energía del universo con una precisión de unos
pocos por cien, y sin embargo desconocemos totalmente su
naturaleza.

En cierto modo, el Higgs contribuye también al problema de


la energía oscura. En la moderna teoría cuántica de campos,
el Higgs es un hipotético agente que dota de masa a las
partículas elementales. Se trata de un campo escalar
fundamental que toma un cierto valor esperado en el vacío,
es decir en ausencia de partículas, de manera que cuando
éstas interaccionan con él, se comportan como si tuvieran
masa, esto es inercia. Desde luego que tal como se describe
tiene toda la pinta de ser algo muy parecido al denostado
éter aristotélico. ¿Pero no habíamos quedado en que el éter
había sido descartado por los experimentos de Michelson y
Morley a finales de s. XIX? Efectivamente, pero éste es un
éter relativista, no es posible medir la velocidad de un
observador —o de una partícula— respecto al vacío de la teoría
cuántica de campos, pero sí su masa, es decir su inercia. Y
el hecho de dotar de masa a todas las partículas con su valor
de expectación hace que el campo de Higgs contribuya
también a la energía del vacío, y además de una manera no
despreciable, muchos órdenes de magnitud por encima del
valor observado en cosmología. Si finalmente somos capaces
con el acelerador LHC del CERN de excitar el vacío creando
una partícula de Higgs que se desintegra como predice el
modelo estándar de la física de partículas, entonces
tendremos que aceptar el concepto moderno de éter
relativista y afrontar de cara el problema de la constante
cosmológica.

Si finalmente la energía de vacío el moderno éter


relativista es real y se comporta exactamente como una
constante cosmológica, entonces el futuro de nuestra región
de universo será bastante anodino. Las galaxias lejanas que
vemos se irán alejando progresivamente hasta que veamos
sólo aquellas que están ligadas gravitacionalmente a
nosotros, como Andrómeda o las nubes de Magallanes, que
se acercarán y chocarán con la Vía Láctea. El resto será un
universo cada vez más frío y más vacío de materia (diluido
por la expansión), dominado tan sólo por una energía de
vacío que continúa acelerando el universo. Pero quizás
estamos completamente equivocados y en realidad la
energía de vacío es un concepto transitorio —como el del éter
aristotélico—, que por el momento usamos para describir
nuestras observaciones, pero que eventualmente dará paso
a una nueva revolución, cuando hayamos comprendido algo
muy fundamental sobre el concepto de vacío en la física de
partículas y su relación con la gravedad.

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