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Cristianos y Sarracenos.

La representación de la
monstruosidad en La Canción de Rolando

Carlos Valentini

Dualismo y ecumeneidad

El problema del mal, primera cuestión metafísica de la humanidad, y el


dualismo fue una de las respuestas más simples. Suprimir el mal de la creación divina y
atribuirlo a una potencia antagónica de Dios.
Dualismo: doctrina que afirma la existencia de dos principios supremos,
increados, independientes, irreductibles y antagónicos, del bien y del mal, por cuya
acción se explica el origen y la evolución del mundo.
En la alta Edad Media, los infortunios exacerbaron el papel del Diablo,
omnipresente, multiforme y jefe de un ejército de demonios que caminaban entre los
hombres. El mundo, terrenal y cósmico, lucha entre Dios y el diablo por la salvación de
la humanidad. La pareja Dios y el diablo explicó a sus ojos todos los acontecimientos, y
dominó la vida social, política y social. Si algo era bueno, procedía de Dios, si no, del
diablo.
Satanás, creación feudal. Es, con sus rebeldes, el tipo de vasallo felón, traidor
(felonía, el peor de los pecados medievales, porque implica la ruptura del pacto de
vasallaje, entre señor y súbditos, los cuales le juraban fidelidad).
En los siglos XI y XII, un espacio geográfico propio del hombre medieval: la
ecumeneidad cristiana, expresada a través de un símbolo la cruz. Éste hombre
consideraba extraño lo ajeno al área político cultural de la universitas christiana. Lo
extraño, que producía temor, era el Otro, el extranjero. Extraño absoluto que se
caracterizaba por un único gesto: no inclinarse ante la cruz. Paganos, musulmanes o
judíos, sin diferencias entre ellos, no pertenecientes a la ecumeneidad cristiana. Marsil,
en la CDR, es adorador de una trinidad integrada por Apolo, Mahoma y Tervagán,
resumen de toda la no – cultura cristiana. El enemigo era el que impedía el reino de
Dios sobre la tierra, para lo cual, todo el mundo debía convertirse.
La ecumeneidad cristiana ligaba el sentido espiritual de la confesión a un
espacio geográfico, a la que se opone la ecumeneidad musulmana, de la media luna. Su
ámbito Geográfico, el norte de África y Oriente, tierras lejanas y desconocidas.
La cristiandad se considera a sí misma como una unidad coherente que se
afirma en la lucha y en la oposición con otra ecumeneidad: la universitas musulmana.
Por eso, en la CDR, es una concepción cristiana no evangelizadora, sino agresiva,
marcial, conquistadora; de las cruzadas.
Además de la confrontación de ambas ecumeneidades, también implica un
esfuerzo de cohesión de la propia ecumeneidad cristiana.
El poeta habla de la “dulce Francia” carolingia, proclamando su fe patriótica
en la grandeza y unidad del país, cuando la feudalidad diversificaba los centros de
poder, y el rey y la iglesia eran meros señores feudales. Se imponía la imagen de un rey
consagrado Emperador por el Papa, controlando todos los resortes del estado y del
imperio.
Como función persuasiva de la épica, todos los esfuerzos del poeta están
orientados a un auditorio esencialmente cristiano. La cohesión interna de la
ecumeneidad cristiana parece ser el único objetivo del cantar y la destrucción de la
musulmana es fundamental, porque reafirma la cristiana.

El Otro: similitud y diferencia

Poeta, total ignorancia de la cultura islámica. Para representar a los enemigos


del cristianismo, recurre a modelos discursivos que le permiten dar cuenta de un Ethos y
de una organización social desconocidos, a partir de lo que su auditorio cristiano
conoce. La “alteridad” se modela sobre lo semejante. Por eso los jefes sarracenos son
duques y condes y tienen feudos y en la corte de Marsilio también hay doce pares.
Construcción del Otro isomórfica a la de la cultura cristiana, a imagen y
semejanza de ésta, pero como cultura de signo negativo, anticultura (Incorrecta, frente a
correcta.
En la oposición, el basamento moral de los pueblos.

Belleza y monstruosidad

La belleza en la Edad Media remite a lo inteligible, a la armonía moral, al


esplendor metafísico, una comunión con lo divino. Lo bello coincidía con lo verdadero
con los demás atributos del ser y la divinidad. Asimila Dios y derecho.
Nobleza, sabiduría, coraje, riqueza y hermosura caracterizan a Carlomagno a
los caballeros cristianos. Para los enemigos del cristianismo, diferentes procedimientos
discursivos.
- Paralelismos entre los personajes de ambos bandos, para manifestar el acecho
del mal sobre la humanidad, que pretende apoderarse de ella.
- Por otra parte, una imagen del mundo pagano que asocia a la monstruosidad,
característica congénita. Aunque también son bellos los jefes paganos, como el emir
Baligán (*descripción). Altivo, arrojado y sabio. Los demás también, poco se
diferencian de los cristianos en éste aspecto. Esto es un recurso consciente que busca
establecer similitudes estructurales entre ambos bandos.
Paralelismos, uno de los ejes estructurantes de la CDR; prácticamente todo el
cantar se organiza en torno a ellos.
- Un tercer tipo de paralelismo, invertido, equiparando, por ejemplo al traidor
Gano con Blanquedrín, ambos expertos consumados de la astucia, la intriga y la
perfidia.
El enemigo no es bello de por sí, sino que está para alimentar y potenciar,
como proyección, las virtudes cristianas, que presentan una valentía inconmensurable.
Exterioridad e interioridad, forma y virtud se ensamblan en un solo fin:
representar la perfección del bien. El otro, por más perfecto que aparezca, es sólo un
estado imperfecto de uno.
A la vez que un semejante, también es su antítesis, por representar lo
desconocido, extranjero, diferente. Bajo la apariencia de lo bello y lo valiente
comienzan a emerger los semas de lo monstruoso. Bajo una apariencia semejante a la
del cristiano se esconde el enemigo.
Aquel que no pertenece al mundo cristiano no puede ser humano, porque no se
concibe en la Edad Media otro mundo que éste. Es del reino del demonio entonces.
El poeta de la CDR es más radical en la deshumanización de la alteridad. O el
otro es inferior, o carece de característica humana.
Los anacronismos y referencias bíblicas se proponen crear la imagen de un
mundo pagano capaz de generar el rechazo de los cristianos y de darles el consuelo de
su futura destrucción. El auditorio no era indiferente a éstas asociaciones.
Exacerbar el origen maligno de los Sarracenos para construir un modelo
pagano-demoníaco vinculado a la monstruosidad.
Monstruo: una definición recurrente, “ser” contrario al orden regular de la
naturaleza. Se creía que los astros tenían un curso regular por voluntad divina; cualquier
irregularidad (cometa) que hacía temer al fin del mundo. La aparición de animales de
dimensiones anormales, llevaba a creer que el mundo se descomponían por potencias
demoníacas.
EL cristianismo medieval contribuyó a profundizar las estrechas relaciones
entre vida humana y animal, ya existentes en la antigüedad. Aquí, su carácter maligno
fue trasladado a personas feas, en lo físico y en lo moral, cuyas obras crueles y
perversas chocaban la razón y la sensibilidad de los creyentes y despertaban la “santa”
necesidad de combatirlas.
Otro animal fabuloso de la CDR es el dragón, adversario por excelencia de los
héroes de la antigüedad y de la Edad Media. Considerado “enemigo primordial”, un
genio maligno o un diablo. EL estandarte que porta el Emir es un dragón y será
Carlomagno el que vendrá a vencerlo.
Esta monstruosidad simbólica va acompañada de otra más literal: los
sarracenos vinculados a la magia, la oscuridad, la malformación, la mitología y los
vicios.
Por otro lado, los paganos son capaces de las acciones más ruines; atacan de
lejos a Rolando (le lazan jabalinas) pero huyen ante él, escapan en la batalla de forma
cobarde, se dejan sucumbir ante la ira, imprecan, hacen magia.
Ganelón, incluso, se preocupa por su familia. Los malos actos de los
Sarracenos contrastan con las conductas de los francos, poniendo en relevancia las
virtudes cristianas.
La traición de Ganelón es una monstruosidad para la Edad Media. Execrado
por sus pares y vapuleado.
Los que no estuvieran con ellos estaban contra ellos; si intentaban imitar a
Cristo, los otros debían estar tratando de ser como Satán. En el CDR, los Sarracenos
representan la escencia misma del mal. Una disyunción absoluta de virtudes y vicios.
Ésta pugna constituye la historia del mundo y el eje del texto. Lucha que se representa
en el CDR recurriendo a un proceso de teratologización (deformación, malformación)
de los Sarracenos que permite demonizar al enemigo y a la vez, reforzar la cohesión
interna de la cristiandad.

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