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Husserl no se está refiriendo aquí a la razón como una capacidad heredada e inmodificable y,

por ello, coloca el adjetivo "innata" entre comillas; se trata de una matización de la
universalidad de la razón, que no se impone, sino que está en el origen y evolución del ser
humano

Esto es así, porque, al realizar la epojé, el mundo de la vida deja de ser exterioridad reciproca
de mundos particulares y deviene fenómeno comunitario total. Nos liberamos del ser ya dado
del mundo y nos ponemos en el camino de la donación de sentido del mismo. Desde cada
mundo particular, se apunta, así, al mundo común, entendido como convergencia unitaria de
los mundos plurales, como mundo objetivo con respecto al cual todos los otros guardan
relación:

aspira a evitar el error y, para ello, examina la validez universal de los componentes del
mundo; no se contenta con describir los mundos particulares plurales, ni las cosmovisiones
relativas a cada cultura, sino que considera que la reflexión es fundamental para que la vida
sea algo más que un mero acontecimiento.

La interpretación fenomenológica de la historia desemboca en UN ANÁLISIS INTENCIONAL DE


LA CULTURA, de la Lebenswelt y su relación con los mundos particulares. A su vez, confrontada
con la historia, la fenomenología se reconoce en sus distintas apariciones y evita convertirse en
un saber absoluto y universal, con el que erróneamente se la ha confundido. .

De un modo semejante a su distinción de dos modos de reflexionar históricamente, HUSSERL


DISTINGUE ENTRE LA FILOSOFÍA COMOFACTUM HISTÓRICO Y LA FILOSOFÍA COMO UNA
TAREA INFINITA, siendo la primera un intento, más o menos logrado, de hacer realidad a la
última.

La racionalidad no debe ser entendida como privilegio de algunos individuos, sino como la raíz
misma del ser humano. En tanto que el filósofo tiene como tarea la responsabilidad por esa
racionalidad que ha heredado, es un funcionario de la humanidad, ya que trabaja por ella y en
su nombre.

La humanización está en función del telos de la racionalidad, porque es su búsqueda la que


permite al ser humano descubrir su responsabilidad por su propio ser.

El ego trascendental sigue presente en La Crisis, pero junto al de LA RAZÓN. Ésta es concebida
como ESENCIALMENTE HISTÓRICA Y, POR ELLO, HUSSERL DESCRIBE SUS AVENTURAS Y
DESVENTURAS. La razón incluye historicidad, mientras que el ego trascendental, no.
LA RAZÓN ESTÁ EN DEVENIR, SE DESPLIEGA SIN CESAR HACIENDO QUE LA HUMANIDAD
PROGRESE EN SU SER Y VIVA DE ACUERDO CON LA RACIONALIDAD QUE VA DESCUBRIENDO,
DE UN MODO RESPONSABLE, DE MANERA QUE SU VOLUNTAD Y SU SABER CAMINEN
CONJUNTAMENTE, QUE LA EVIDENCIA DE UNO MISMO SE VAYA ESCLARECIENDO DE
ACUERDO CON EL TELOS DE LA RAZÓN
PARA EL TRABAJO
Simone Weil escribió un emocionante texto casi testamentario
cuando le quedaban meses de vida en un hospital inglés en 1943.
El texto, El desarraigo, imprescindible (Manuel Sacristán lo
comparaba a La República como cumbres de la literatura
utópica), quiere reivindicar la cultura común (Raymond Williams
seguiría esta senda dos décadas después). Aquí postula la
necesidad política de cuidar las palabras, de cómo se corrompen,
y del daño que causan cuando lo hacen. Su pregunta sigue
preocupándonos: ¿debemos rescatar palabras de la expropiación
que han sufrido?
La semántica, aunque mucha gente no lo crea, es un arma cargada
de pasado, de presente y de futuro.
Me estremece. ¿Cómo evitar la vinculación manipuladora? Me
recuerda también a la reflexión de Steiner en Lenguaje y silencio.
En sociedades complejas, la correspondencia entre el símbolo y
lo.representado no es unívoca. Hay que ligarlas a las variables
contextuales que condicionan su significado ( edad, sexo, género,
clase social, etc). Y por supuesto, calibrar el poder que tienen los
distintos grupos e instituciones sociales , para imponer una
nomenclatura. No es fácil, no lo es...

Sin ninguna duda...dar a las palabras su verdadero significado es


IMPRESCINDIBLE y decir siempre la verdad.
Difícil eh?

Leyendo el texto de Simone Weil he recordado un "pecio" de Sánchez


Ferlosio que dice así: “A ninguna palabra se le pide ya ningún otro orden
de verdad que el que pueda pedírsele a la hora. La verdad que se pide a los
relojes consiste en que cada uno de ellos diga la hora que están diciendo los demás.”
Yo sí que creo que la semántica es un arma cargada de pasado, presente y futuro. Pero eso:
"un arma". Estos artefactos tienen el inconveniente de poder ser usados por todos y cada uno
de los bandos en guerra. En conflicto. Mientras este exista, y todo pinta a que es constitutivo
de cualquier forma de organización, cada bando llamará "rescatar" a lo que en realidad es
"apropiarse" del significado. Para que de esta forma la verdad fragmentada que expresen sea
solo aquella exigible a los relojes de Ferlosio. Y muy en particular las palabras que Weil cita en
el texto subrayado. Porque esas palabras son banderas. Que si mal no recuerdo es un término
proveniente de "bando"/"banda"/"bandería". Me puede el pesimismo. Intento cuidarme de
llamarlo realismo. Cuesta.

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